Ya tengo el
escrito, lo he remitido a la tvmediterraneo, a airnostrum y a la revista
aladierno. A ver si os lo puedo poner aquí. Lo he hecho a título personal. No
quita que enviemos más. No he podido evitarlo.
(Aida Naya es
compañera de carrera y de profesión del que les escribe. Y ha hecho una perfecta contestación a alguien que parece ser "un cualquiera" mientras no demuestre lo contrario a lo que ha demostrado en su artículo. Un aplauso para una buena Capitana que defiende a su tripulación)
Leo con
estupor el artículo escrito por Vicente Andreu en la revista "Aladierno"
Nº 201 del grupo Iberia del mes de mayo de 2015, página 42, titulado "Sin
duda".
Y he meditado
mucho el hecho de redactar este escrito. Vaya por delante que lo hago a título
personal, pero a sabiendas de que seré respaldada en mi opinión por mis compañeros
de profesión.
Antes de nada comentar que
lo aquí escrito va desde el respeto. Respeto que el autor no demuestra por el
colectivo de Marinos Mercantes del mundo. Ni él, ni quien le acepta el artículo
para ser publicado. Que tanto delito tiene el mensaje como el mensajero.
Mancillar una profesión del
modo en que Vicente Andreu lo hace en unas pocas líneas, de forma
desafortunada, es sorprendente. Y muestra de una ignorancia absoluta sobre el
gremio. Tenemos una de las profesiones más antiguas, y sin embargo bastante
desconocidas. Llevamos y traemos mercancías viviendo a bordo de un barco donde
somos una pequeña familia en la que cada uno tiene su papel. Alguno de nosotros
es el enfermero de a bordo, y el Capitán el líder que cuida de su tripulación, su
barco y sus mercancías. La política de cero alcohol y drogas a bordo es una
religión. Ni qué decir tiene que para ser Marino Mercante hay que estar hecho
de otra pasta. Hay que pasar más de la mitad de tu vida laboral fuera de casa,
lejos de los tuyos, de la cotidianeidad del día a día. Y para ello pasar por la
carrera y la extensa formación (obligatoria y con caducidad) para poder ejercer
en los diversos tipos de buques. Tampoco tenemos ratas a bordo (por lo menos no
en la mayoría de buques), ni escorbuto, casi ni colesterol, puesto que tenemos
que pasar un reconocimiento médico sin el cual no hay embarque que valga.
Además no sólo
a bordo vivimos los marinos. La amplitud de nuestra formación nos hace capaces
para estar presentes en infinidad de puestos de trabajo, repartidos en todo
tipo de empresas: Profesores universitarios, Jefes de Mantenimiento, Gestión de
Calidad, Estaciones Radiocosteras, Salvamento Marítimo, Astilleros, Sector
pesquero y un larguísimo etcétera.
No voy a explicar todas las
vicisitudes de la profesión. No habría fin para este escrito.
Quiero pensar que la
finalidad del artículo era subrayar la rapidez de un medio de transporte como
es el avión, y para ello el autor dejó volar su imaginación de la peor de las
maneras posibles: faltando el respeto a todo un colectivo.
Es posible que en uno de
esos vuelos en los que Vicente Andreu deja volar su imaginación, vaya
acompañado de más de un marino mercante. Somos legión y además se nos reconoce.
Nosotros nos reconocemos. Hasta afinando un poco podríamos adivinar quién va a
embarcar o quien se va para casa.
Les invito a que echen un
vistazo a su alrededor, en su oficina o en su hogar. Más del 90% de lo que ven
ha llegado a ustedes por mar. Tanto su coche como su combustible, el ordenador
de su mesa, el menaje de su hogar, hasta el zumo que se bebe por las mañanas es
muy posible que haya llegado a sus manos a bordo de un barco mercante. Y los
marinos han velado para que todo eso llegue en las mejores condiciones. Para
eso estamos.
Así que la
próxima vez que tome un vuelo, Vicente Andreu, es más que probable que se
siente al lado de un Marino Mercante (así, con Mayúsculas). Y espero que al
mirar al mar vea esos buques con otros ojos, y que se imagine otras historias.
Cada barco lleva tantas historias como tripulantes. Todas ellas dignas del
máximo respeto.
Personalmente en nombre de
mi gremio de profesionales exijo públicas disculpas tanto por parte de la
revista Aladiero, como de Iberia, y por supuesto su autor, Vicente Andreu. Es
lo menos que pueden hacer. Todo un colectivo de esta envergadura no merece
semejante desprecio y falta de respeto desde uno de sus medios (ni desde
ninguno).
Y para terminar quiero
añadir que cuando el Sr. Andreu quiera recorrer el mundo en un Oyster de 72
pies, no va a ser suficiente con que lleve a Nicole Kidman a bordo. Necesitará
contar con la tripulación preparada y titulada para ello, no vaya a ser que
tengamos que rescatarle en medio de una tormenta el resto de marinos, y
personal de Salvamento. Si consigue reunir a su tripulación disfrute de su
viaje.
Aida Naya
Marino Mercante
A mí me
gustaba más la época de alcohol, mala vida... y visitar países... Ahora es un
rollo.
(Anahí Otero, otra compañera de profesión, la cual da su punto sarcástico al tema, muy bueno, ¿lo entenderá el tal Andreu ese?)
Desde luego, Vicente Andreu, te has lucido.
Que tengais buena navegación.
Saludos