Diapositivas de Macroeconomia Unidad 3

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UNIDAD 3

MACROECONOMÍA KEYNESIANA

DOCENTE:
MSC. RONALD VIRUEZ JORDAN
TEORÍA KEYNESIANA

John Maynard Keynes, economista inglés fue el creador del


keynesianismo.

El keynesianismo es una teoría económica


propuesta por John Maynard Keynes, plasmada
en su obra Teoría general del empleo, el interés y
el dinero, publicada en 1936 como respuesta
hipotética a la Gran Depresión de 1929.

La economía keynesiana se centró en el análisis de las causas y


consecuencias de las variaciones de la demanda agregada y sus
relaciones con el nivel de empleo y de ingresos.
El interés final de Keynes fue intentar dotar a las instituciones
nacionales o internacionales de poder para controlar la economía en las
épocas de recesión o crisis. Este control se ejercía mediante el gasto
presupuestario del Estado, política que se llamó política fiscal. La
justificación económica para actuar de esta manera parte, sobre todo,
del efecto multiplicador que, según Keynes, se produce ante un
incremento en la demanda.
Ruptura con el paradigma clásico

Keynes refutaba la teoría clásica de acuerdo con la cual la


economía, regulada por sí sola, tiende automáticamente al pleno
uso de los factores productivos o medios de producción
(incluyendo el capital y trabajo).
Keynes postuló que el equilibrio al que teóricamente tiende el
libre mercado, depende de otros factores y no conlleva
necesariamente al pleno empleo de los medios de producción, es
decir, que los postulados básicos de Smith, Ricardo, etc.,
dependen de una premisa que no es necesariamente correcta o
"general". Así Keynes postuló que la posición de Smith, Say o
Ricardo, sobre el equilibrio de la oferta y la demanda, sería
correspondiente a un caso "especial" o excepcional, en tanto que
la teoría debería referirse al proceso "general" y a los factores
que determinan la tasa de empleo en la realidad.
En consecuencia llamó a su proposición "Teoría general".
Ruptura con el paradigma clásico

En términos no técnicos, el liberalismo económico clásico supone que


cuando se produce un bien se han producido también los medios para la
compra de otros bienes (en la medida en que una vez producido podrá
ser directa o indirectamente -mediante el uso de dinero- intercambiado
por otros bienes.
Sugiere que para fomentar crecimiento económico no hay que penalizar
la producción: a más producción, más bienes que intercambiar, más
intercambios, etc.
Así, en el largo plazo, no solo todo lo que se produce es lo mismo que
todo lo que se compra, sino que todos están interesados en que el
sistema funcione a máxima capacidad (se logra un equilibrio entre la
producción y la demanda agregada que tiende al máximo uso de los
"recursos económicos", incluyendo el pleno empleo. En esa situación lo
racional es utilizar inmediatamente cualquier ingreso, dado que
mantener dinero sin uso no produce beneficios.
Ruptura con el paradigma clásico
Nótese que lo anterior implica equivalencia estricta entre ahorros e
inversiones: “posponer consumo” sin invertir el dinero es equivalente a
mantener sumas ociosas, es decir, es económicamente irracional,
como lo es el no utilizar para invertir sumas disponibles en los bancos
(los ahorros de otros, etc.).
Conviene notar que lo anterior se puede interpretar de dos maneras: la
primera: que "todo lo que se vende es igual que todo lo que se
compra", y que "los costos de todo lo que se produce están cubiertos
por todo lo que se compra".
Keynes sugiere que lo último solo es correcto cuando todo lo que no se
gasta es inmediatamente ahorrado (se deposita en un banco) y todo lo
ahorrado es directamente invertido.
Sucede que, en realidad, hay, por lo menos, una cantidad de dinero
que ni se usa para comprar ni se ahorra en ese sentido: se mantiene
"en el bolsillo" o como reserva líquida.
Esta preferencia por la liquidez tiene efectos económicos.
Ruptura con el paradigma clásico
Say a través de su ley creía que no podía haber comprador sin un
productor, pero que si podía haber productor sin que hubiera comprador
por lo que, el consumo sería consecuencia y recompensa de la
producción y no al revés. Keynes invierte la Ley de Say. Para él no es la
producción la que determina la demanda, sino la demanda la que
determina la producción. Esto porque los empresarios, o quienes intentan
serlo, invierten sobre la base de una percepción central: la diferencia
entre la tasa de interés y la tasa de ganancia: a mayor diferencia en favor
de la última, incluso en términos estrictamente clásicos, lo más posible es
que se invierta.
Pero esa tasa de ganancia depende de la demanda. Mientras tanto, los
consumidores consumen o “ahorran” (defieren consumo) no sólo cuando
la tasa de interés sube, sino también en relación a la percepción de la
evolución futura tanto de sus ingresos como de los precios de bienes de
consumo, etc.
Se establece así una relación compleja y Keynes aduce que el problema
comienza cuando contemplamos el circuito económico en su conjunto (lo
que introduce la macroeconomía).
Ruptura con el paradigma clásico

Sucede que las decisiones acerca del ahorro y las


decisiones acerca de inversiones las hacen personas
distintas y, posiblemente, en momentos diferentes.
Sigue con que no hay necesidad de que esas decisiones
tengan que coincidir, de hecho, históricamente, se puede
ver que, a diferencia de lo postulado por Smith, Say y
otros, esas variables no convergen a una situación de
estabilidad o equilibrio económico clásico o walrasiano,
situación que se transforma en el caso especial en el
que las inversiones igualan a los ahorros en una
situación de expansión de producción y precios
relativamente altos en relación al salario medio, pero con
tendencia a la deflación.
Ruptura con el paradigma clásico

Keynes va más lejos, sugiriendo que la situación


tiende -dado una serie de factores, entre los cuales el
principal es una tasa de interés excesiva- a oscilar
alrededor de un punto en el cual los recursos no se
utilizan efectiva o plenamente, ya que tal tasa de
interés tiende a deprimir la economía en general: un
interés excesivo reduce la demanda por capital
financiero y, consecuentemente, por el trabajo, lo que
reduce el nivel del agregado de salarios, lo que
implica la reducción general de consumo, lo que a su
vez significa que la tasa de ganancia disminuye, lo
que nuevamente reduce la demanda de inversiones,
etc., en un círculo vicioso .
Ruptura con el paradigma clásico

En otras palabras, Keynes postuló que, en ciertas situaciones, y


contrario a lo planteado por la visión clásica, es económicamente
racional no gastar dinero. Por ejemplo, si los precios están
bajando es racional no comprar hoy porque con el mismo dinero
se comprará más la semana que viene.
Por el mismo motivo, disminuye la cantidad de gente interesada
en utilizar préstamos (los ahorros de otros): si los precios bajan,
no solo se comprará más la semana que viene, sino que las
tasas de interés, sueldos, etc., serán menores. Igualmente, una
baja del empleo o de los salarios -amenazando futuros ingresos-
puede llevar a otra en la demanda, y por lo tanto a una baja en la
producción, llevando a su vez a más desempleo.
Así, sucede que la economía establece un punto de equilibrio
nuevo (llamado equilibrio macroeconómico o keynesiano) donde
convive perfectamente en una situación lejana de la utilización
óptima de los medios de producción.
Ruptura con el paradigma clásico

Para entender el funcionamiento real de la economía y


sus diferencias con los esquemas formales del dogma
clásico, especialmente del punto de vista de que sucede
cuando el ingreso aumenta, Keynes desarrolló los
conceptos de propensión a consumir o propensión
marginal al consumo, propensión marginal al ahorro;
multiplicador keynesiano del gasto o de la inversión,
eficiencia marginal del capital (o tasa de ganancia: "El
beneficio que genera la inversión, descontando de esos
beneficios futuros los intereses pagados para financiar
dicha inversión.” ) y preferencia por la liquidez (“Tendencia
que muestran las personas a escoger activos líquidos
frente a otros de más difícil realización".), etc.
Propensión a consumir, ahorro e inversión

Así pues, la propensión marginal a consumir o Consumo


Marginal es la variación del consumo cuando el ingreso
disponible varía en una unidad, es decir, la relación entre una
variación en el ingreso y la modificación correspondiente en el
gasto en consumo.
Formalizando lo anterior, Keynes postuló la ecuación del
consumo:

En la cual C es el consumo total; Ca es el consumo autónomo


(aquel consumo que no depende del ingreso), "b" es la
propensión marginal a consumir, e Yd es el ingreso disponible.

(Yd=Yt-T+TR, donde Yt es el ingreso total, T son los impuestos


y TR son las transferencias).
Propensión a consumir, ahorro e inversión

Si la propensión a consumir ("b") es débil, las


oportunidades de inversión no son atrayentes (dado
que quienes invierten buscan ganancia.
Una demanda baja reduce la posibilidad de obtenerla),
consecuentemente, una parte del ingreso que no se
consume tampoco se invertirá y la demanda efectiva se
reducirá, por lo que la economía se contraerá y el nivel
de empleo descenderá.
De manera que como el ahorro y la inversión no
siempre están en equilibrio, al Estado le corresponde
actuar para asegurar el nivel de inversión necesario
para multiplicar la actividad económica y garantizar el
pleno empleo.
Política Fiscal de Keynes

Para contrarrestar la espiral negativa de los '30,


Keynes proponía que en momentos de estancamiento
económico, el Estado tiene la obligación de estimular la
demanda con mayores gastos económicos, de manera
que consideró la política fiscal como un instrumento
decisivo.
Teóricamente, hay tres maneras que el Estado puede
financiar esos gastos:
1.- Aumentar los impuestos.
2.- Imprimir más dinero y
3.- Endeudamiento fiscal (uso de los dineros que la
población está ahorrando).
Política Fiscal de Keynes
Keynes basa sus sugerencias sobre un dinero con valor
relativamente estable, por lo que no es partidario del
incremento indiscriminado en su "producción". Aunque
para Keynes el incremento de impuestos era legítimo si
se orientaba al aumento de la inversión pública y de la
demanda, consideraba más apropiado financiar el
incremento del gasto fiscal a través del endeudamiento,
dedicando los impuestos recaudados al pago -posterior-
de la deuda.
El otro lado de esa política es que el Estado debe pagar
esa deuda cuando sus ingresos aumenten, debido al
incremento por ingresos de impuestos cuando
eventualmente haya un auge (nótese: ese aumento en los
ingresos se debe al auge o expansión en la economía,
etc, no a un incremento en la tasa de impuestos).
Política Fiscal de Keynes

En otras palabras, la propuesta de Keynes es que el


Estado debe jugar en general un papel contra cíclico en
la economía: estimulando la demanda en momentos de
recesión y restringiéndola en momentos de auge.

De esta manera, los ciclos económicos se aminoran y


no se transforman en crisis.
Tasas de interés y rentabilidad

La teoría clásica suponía que las leyes del mercado


harían mover las tasas de interés al punto adecuado para
garantizar el rendimiento de las inversiones, pero también
en este caso el dogma clásico apenas cubría casos
excepcionales (generalmente, ese en el cual el capital
esta lo suficientemente disperso como para estar
sometido a competencia entre sus poseedores y todos
consideran que invertir es mejor que mantener dinero en
los bolsillos), en tanto la realidad funciona generalmente
en otra forma:
Tasas de interés y rentabilidad

• La preferencia por la liquidez, lleva a la gente a


atesorar o a tratar de tener dinero efectivo o disponible,
Pero esa preferencia por la liquidez puede llevar a
acciones dañinas a la conveniencia económica general.
Por ejemplo, si hay incertidumbre o los precios decaen
fuertemente, la población en general puede preferir
mantener su dinero “en la mano”, tendencia que, si se
generaliza, puede llevar a una profundización seria de
la disminución de la demanda por bienes y servicios o
incluso a un pánico bancario.
Así, "la tasa de interés es el premio que tiene que
ofrecerse para inducir a la gente para conservar su
riqueza en cualquier otra forma distinta al dinero
atesorado".
Tasas de interés y rentabilidad

• Igualmente problemático desde el punto de vista


general es el resultado de la acumulación de grandes
cantidades de dinero en pocas manos.
Esos “rentistas” llegan a estar en una situación que
les permite demandar intereses excesivos por el uso
de ese dinero, lo que tiende a disminuir la inversión y
consecuentemente, deprime (aún en términos
clásicos.) la economía en general.
Tasas de interés y rentabilidad

Si las autoridades monetarias fallan en reducir las


tasas de interés por debajo de la eficiencia marginal del
capital, la economía se contraerá irremediablemente,
aunque la causa de fondo del desánimo de la inversión
no es el nivel de las tasas de interés sino la caída de la
rentabilidad.
Para Keynes, finalmente, una recesión "es el resultado
del cambio cíclico de la eficiencia marginal del capital".
Consideraciones políticas al Keynesianismo

Dentro de la coyuntura histórica, económica y política, el


keynesianismo —y sus proyectos consecuentes como el
Estado de Bienestar y el desarrollismo— dio a los dirigentes
mundiales la oportunidad de salvar al capitalismo, cuya
existencia llegó a verse amenazada debido al auge de las
economías socialistas, producto de la incapacidad del
liberalismo clásico de resolver la crisis.
Debido a esta razón los principios del keynesianismo fueron
aplicados de una u otra manera en gran parte de los Estados
occidentales desde el final de la Segunda Guerra Mundial
hasta que en los años '70 un nuevo tipo de crisis llevó a su
cuestionamiento y el resurgimiento de aproximaciones
clásicas bajo el neoliberalismo.
Consideraciones políticas al Keynesianismo

"Durante los años de guerra, Keynes tuvo un papel decisivo en


las negociaciones que iban a dar forma al orden económico
internacional de la post-guerra. En 1944, dirigió la delegación
británica en la conferencia de Bretton Woods en los Estados
Unidos.
En la conferencia jugó un papel importante en la planificación
del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional".
Si bien las repercusiones político-económicas de Keynes y
varios de sus partidarios son variadas, algunos creen que la
idea del keynesianismo es salvar al capitalismo o mantenerlo
estable.
Consideraciones políticas al Keynesianismo

Desde el lado opuesto, pero quizás con la misma intención y


similares mecanismos retóricos, Keynes es descrito como
siendo "mucho más que un keynesiano". Sobre todo fue la
figura extraordinariamente perniciosa y maliciosa que hemos
examinado en este capítulo.
Un encantador pero ambicioso estatista maquiavélico, quien
personificaba algunas de las tendencias e instituciones más
malignas del siglo veinte "Quizás con una visión un poco más
medida" Waligosrky aduce que esas políticas fueron
adoptadas: "como una resguardo contra el poder del
mercado para socavar nuestras instituciones políticas y
sociales más valiosas...(..).. un mercado totalmente libre es
definitivamente no el mejor para una democracia, un
mercado sin regulaciones no garantiza justicia ni
prosperidad..."
Consideraciones políticas al Keynesianismo
Desde el punto de vista del propio Keynes, y a nivel de la
Economía política el punto central de su teoría se basa en una
percepción derivada tanto de Marx como de Schumpeter.
Ambos pensadores consideran que la crisis es, en el mediano y
largo plazo, una parte intrínseca del sistema capitalista (y que
eventualmente lo destruirán). Ambos pensadores permiten
entonces a Keynes sugerir que el sistema delineado por Adam
Smith solo puede referirse a una etapa y momento específico en
el cual el capitalismo se estaba desarrollando pero que en
general, ese desarrollo no puede existir sin la crisis y no puede
dar prosperidad a unos si es que no se está explotando a otros.
Irónicamente, el keynesianismo podría retornar la acusación que
los partidarios de la Escuela Austriaca le hacen: "podríamos
resumir la tesis de Hazlitt en que las falacias y los errores
económicos provienen de fijar nuestra atención en los efectos
que una medida económica tiene a corto plazo y sobre un
reducido sector."
Consideraciones políticas al Keynesianismo
Pero tal respuesta, a pesar de ser correcta, podría quizás llevar a un
equívoco: si aceptamos que las crisis son parte inherente del
capitalismo, la eliminación de ellas demanda medidas que vayan
más allá que ese sistema. En sus palabras "solo el Estado puede
restaurar los equilibrios fundamentales", y la participación del Estado
implica movimiento hacia el socialismo. El problema —por lo menos
para algunos— es que por un lado él desea que esa transformación
sea democrática y por el otro, cree que para eso se necesita un nivel
de comprensión y control sobre la economía que, en su tiempo por lo
menos, no existía.
El cambio del sistema de propiedad de los medios de producción no
basta para resolver los problemas de la economía. Keynes dijo en
1926, como respuesta a la proposición de que lo que se necesitaba
era la "insurrección proletaria": "Nos hace falta, más que nunca, un
esquema coherente...".Todos los partidos políticos tienen sus
orígenes en ideas del pasado, no en nuevas y ninguno más
notoriamente como los de los marxistas.
Consideraciones políticas al Keynesianismo

La propuesta que Keynes eventualmente produjo -


llamada socialista y siniestra por los partidarios de la
Escuela Austriaca- es la eliminación del poder de la
escasez del dinero, situación usada y exacerbada, en su
opinión, por la acción de los "rentiers" (especuladores,
financistas o capitalistas) a través de la acumulación que
les permite demandar altas tasas de interés por su uso,
lo que lleva, en su opinión, al "poder progresivamente
opresor de los capitalistas para explotar el valor de la
escasez del capital"
Consideraciones políticas al Keynesianismo

Esa eliminación se basa en dos medidas fundamentales:


el abandono definitivo del oro como moneda y su
reemplazo con el sistema de divisa moderna, que se
podría llamar dinero fiduciario pero que puede ser vista
como un paso hacia la concepción del dinero como unidad
de cuenta.
La otra medida complementaria fue poner el rol de emisor
del dinero y control sobre la Tasa de interés en el estado a
través del banco central.
Estas propuestas fueron generalmente adoptadas a nivel
mundial con posterioridad a la Segunda Guerra Mundial a
nivel de los países, pero su corolario lógico (la adopción
de un sistema monetario común independiente de los
gobiernos individuales no lo fue).
Consideraciones políticas al Keynesianismo
El propio Keynes no ve esa propuesta de acción estatal -de
utilización de los ahorros privados a beneficio común- como
novedosa o extraordinaria en sí misma. Por el contrario, es algo
que en su opinión todos los economistas saben y aceptan, sólo
que es aplicada en casos excepcionales.
Él sólo propone utilizar esa aproximación más generalmente:
“Eso es por lo cual la guerra ha siempre causado una actividad
industrial intensa”.
En el pasado la finanza ortodoxa ha considerado la guerra como
la única excusa legítima de crear empleo a través del gasto
gubernamental.
"Ud, Sr. Presidente, habiéndose librado de tales
preconcepciones, tiene libertad para utilizar en el interés de la
paz y prosperidad esas técnicas que con anterioridad sólo se les
ha permitido servir los propósitos de la guerra y la destrucción”
(J.M. Keynes: Carta abierta a Roosevelt, punto 8).
Consideraciones políticas al Keynesianismo

Lo que sí considera especial es la dilucidación de las


relaciones económicas que sustentan el funcionamiento
de la economía.
Principal entre esas es el papel que juegan el dinero, las
tasas de interés y la demanda.
Para Keynes, tal aclaración y subsecuente traspaso al
poder del estado del control de ambos factores llevará a
la desaparición de los “rentiers” (o por lo menos de ese
aspecto de la función empresarial) lo que a su vez
permitiría el uso completo de los factores de producción.
Críticas a la Teoría Keynesiana

Wilhelm Röpke, un crítico de la Teoría Keynesiana


escribió:
“Puede creerse que hay épocas en las que medidas
vigorosas para aumentar la oferta monetaria impedirán el
desastre; pero una figura científica tan destacada como
Keynes no puede impunemente extender el manto de su
autoridad sobre la propensión crónica de todos los
Gobiernos hacia la inflación.
Puede creerse que en ciertas circunstancias un aumento
de la deuda pública es el mal menor; pero tal medida
temporal no puede impunemente transformarse en
principio de carácter general."
Críticas a la Teoría Keynesiana
A fin, aparentemente, de terminar con esa impunidad,
Röpke alega que “Se puede descubrir en el mecanismo
del ahorro problemas que exigen atención especial,...
pero no se puede impunemente despojar a los hombres
del sentimiento de que es bueno ahorrar, guardar una
reserva para ellos y sus familias, en vez de gastarlo todo
y después pedir ayuda al Estado –el mayor de todos los
gastadores- en épocas de necesidad.”
“Keynes acostumbró a una nueva generación a utilizar
una lógica económica que gira únicamente en torno a
cómo mantener la ‘demanda efectiva’ en la forma más
segura al nivel más alto posible, mientras que el
verdadero problema de la posguerra era el de cómo
frenar a tiempo una prosperidad inflacionista.”
Críticas a la Teoría Keynesiana
“Un hecho de la época de posguerra, tan singular como
comprometedor para el keynesianismo.
La mayoría de los Gobiernos, y quizás la mayoría de los
economistas, han adquirido penosamente conciencia de lo
inadecuado de las enseñanzas de Keynes para
enfrentarse con la inflación crónica de los años de la
posguerra”.
Röpke concluye:
"Saber si las aportaciones de Keynes a la teoría
económica y a la técnica económica son correctas y en
qué medida lo son, constituirá todavía durante mucho
tiempo tema de discusión. Pero que en el nivel superior de
la filosofía social y de la ética política estaba
completamente equivocado, eso se ve ya con suficiente
claridad”.
Críticas a la Teoría Keynesiana
Otras críticas vienen de varios economistas, incluyendo algunos
que se consideran fuertemente influidos por la visión de Keynes.
Así, por ejemplo, J.K. Galbraith da tres elementos para tal crítica:
El Keynesianismo no ofrece un remedio generalmente aceptable
para la inflación.
A diferencia de lo que Röpke sugiere, el problema no es falta de
propuestas, el problema son las consecuencias políticas de tales
propuestas.
Siendo explícito: se alega que el problema es que los
gobernantes encuentran difícil -en épocas de prosperidad- poner
en práctica las políticas anticíclicas que el modelo sugiere
(aumentar las tasas de interés, controlar precios, salarios,
restringir el circulante, etc.) en la medida que tales propuestas
ocasionan repercusiones que ponen en peligro los prospectos
políticos de los gobernantes.
Críticas a la Teoría Keynesiana
Adicionalmente se sugiere que en ciertas circunstancias el
gobierno puede encontrar ventajoso la inflación, en la medida
que implica el traspaso de recursos económicos desde la
población al Estado.
Sin embargo, es generalmente considerado que para el
Keynesianismo la inflación es negativa y desestabilizante en la
medida que el aumento del circulante más allá de los parámetros
marcados por la relación óptima entre tasa de interés y tasa de
ganancia significa no solo traspaso de recursos sino también
pérdida de la capacidad estatal de controlar mecanismos
financieros (durante períodos expansivos el circulante aumenta -
al menos parcialmente- a través de la expansión del crédito
privado, lo que fuerza al Estado a tomar medidas impopulares o
dejar que la emisión de dinero escape de su control), lo que
termina amenazando la situación económica de la sociedad en
general.

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