Guia y Comentario de Prosas Profanas
Guia y Comentario de Prosas Profanas
Guia y Comentario de Prosas Profanas
(En este enlace están todos los poemas del libro Prosas profanas y otros poemas | Biblioteca Virtual
Miguel de Cervantes). De ellos hemos comentado varios en clase: “Sonatina”, “Blasón”, “Sinfonía en
gris mayor” e “Ite misa est”.
A finales del siglo XIX, América Latina estaba experimentando una época de cambios políticos, sociales
y culturales. En este contexto, surgieron movimientos literarios como el Modernismo, que buscaba
romper con las formas tradicionales de la literatura y explorar nuevas formas de expresión.
Rubén Darío es el poeta modernista por excelencia; en los últimos años del siglo XIX contribuyó a
renovar la lírica en lengua española, primero en Hispanoamérica y, años más tarde, en España. Su obra
poética es la expresión de una personalidad compleja, oscilante y contradictoria, en la que se conjugan
un temperamento idealista, una visión exultante de la vida, la vocación de modernidad, la pasión por
la belleza, la angustia existencial, el espíritu cosmopolita y las raíces indigenistas e hispánicas. La
poesía es para Rubén Darío una forma de vida. En su obra poética se encuentran fusionadas las más
diversas tendencias o corrientes poéticas, desde las más clásicas hasta las más modernas, como el
Parnasianismo o el Simbolismo. Su trayectoria poética se puede dividir en cuatro etapas las etapas de
su trayectoria poética: en la primera, que incluye los poemas de su juventud y formación como poeta
destaca Epístolas y poemas (1885) donde amonesta a la Iglesia y a la tiranía e incita al progreso, a la
unidad centroamericana y a la democracia. La segunda etapa se abre con un libro rupturista y
trascendental en su trayectoria poética: Azul (1888). Con él, nace el Modernismo. En él, el poeta, que
abandona los modelos hispánicos y abraza la estética parnasiana, crea un mundo de hadas, princesas,
centauros, cisnes y fuentes. Novedosos fueron los sonetos con versos alejandrinos, dodecasílabos y
aun de dieciséis sílabas; la variedad de ritmos y sonidos poéticos; los adjetivos inesperados; el léxico
colorista y sensual, plagado de objetos exóticos; el tono vitalista y a la vez melancólico; la exquisitez
aristocrática... Es una obra plagada de imágenes sorprendentes y símbolos; el propio título, Azul, es
simbólico. Entre los símbolos preferidos por Darío destacan el color azul y el cisne.
A su tercera etapa corresponde Prosas profanas (1896), un libro de madurez. Este libro deslumbró
tanto por sus innovaciones métricas como verbales. La obra se estructura en un prólogo, «Palabras
liminares», y cuatro secciones: «Prosas profanas», con dieciocho poemas a los que sigue otro
independiente, aunque sin ser sección, el «Coloquio de los centauros». Viene luego la sección «Varia»
agrupando nueve poemas; y después la sección «Verlaine», incluyendo dos poemas; luego
«Recreaciones Arqueológicas» con dos composiciones y, finalmente, el poema titulado «El reino
interior».
Su cuarta etapa la conforma Cantos de vida y esperanza, (1905); este libro se considera el mejor libro
de poesía de Rubén Darío. La crisis personal que atraviesa afecta a su perspectiva poética, que, sin
abandonar del todo el idealismo, se vuelve más reflexiva, honda, sincera y humana, haciendo
prevalecer en su obra los temas existenciales y políticos. Se siente preso de la melancolía, y angustiado
por el fracaso, la fugacidad y sinsentido de la vida y la muerte. Los temas fundamentales de Cantos de
vida y esperanza son los problemas del mundo hispánico y la reflexión existencial de la voz poética.
TEMAS
En Prosas profanas podemos observar la presencia prácticamente todos los temas que caracterizan al
Modernismo (y que ya sabemos tras las explicaciones y el estudio y comentario de varios de sus
poemas en clase).
Con este libro, Darío alcanza un acento y un estilo propio. El libro se abre con una especie de
manifiesto en el que se asientan los principios fundamentales del nuevo arte: el alejamiento de
cualquier preceptiva externa: "mi literatura es mía en mí". A partir de aquí se van desgranando otros
temas como los siguientes:
-El amor y la mujer junto con la sensualidad y especialmente el erotismo, que es la clave en este libro,
bien por vía del culto a la feminidad: así ocurre en «Era un aire suave...», por vía del ansia femenina de
amor y la expresión del alma humana, como en «Sonatina»; el color como fundamento amoroso se ve
en «Alaba los ojos negros de Julia»; el amor y la muerte, y un sexualismo ocultista e iniciático en «Ite,
missa est», y donde alterna, como en el título mismo del libro, lo sacro y lo profano.
-La creación literaria centrada en torno a la poesía misma y al poeta en libertad en “La página blanca”
o “A los poetas risueños” o el dedicado a Gonzalo de Berceo o el de “La gitanilla” con el que honra a
Cervantes y uno de los más famosos de Prosas profanas, el titulado “Yo persigo una forma” en el que
transmite la idea o la idea del poeta en soledad y en búsqueda interiorizada de sí mismo.
Darío destaca también en algunos casos la aristocracia del poeta, visto casi como un guerrero o un
héroe, la originalidad y personalidad del artista simbolizado frecuentemente por el cisne (así en
poemas como «El cisne» o «La fuente»).
-El tema del pasado, anunciado ya en el prólogo del libro, se observa como aspiración y presencia
respecto al siglo XVIII (en el citado «Era un aire suave...») o como pasado de España (en lo medieval de
«Cosas del Cid»).
-La cultura clásica y la mitología se tratan en poemas de la serie titulada “Recreaciones arqueológicas”
la primera o en “Epitalamio bárbaro” o “El coloquio de los centauros”, la segunda y, generalmente,
también con tintes eróticos.
-También hay poemas dedicados al culto y a la religión como es el caso del titulado “La espiga”.
ESTILO
-El lenguaje poético del movimiento modernista intenta sugerir a través de la palabra las
sensaciones que otras artes provocan a través de la luz, el color y, en esta obra, especialmente, de la
música, este libro es un homenaje a Verlaine quien propugnaba “De la musique avant toute chose” (La
música ante todo). Recordemos la “Sinfonía en gris mayor” o “Sonatina”, el poema titulado “Ama tu
ritmo” o los versos de “Era un aire suave” en el que se oyen “tenues suspiros” o “sollozos de los
violonchelos”. Esos efectos sonoros se consiguen mediante el uso de aliteraciones o evocando
instrumentos musicales: arpas, liras, flautas, pífanos, claves) y mediante el uso de la métrica.
La característica fundamental en este sentido es la presencia del verso libre abriendo ya el camino a
esta modalidad versal tan empleada en toda la poesía hispánica del siglo XX. También es recurrente en
este libro el empleo del endecasílabo, especialmente en el serventesio en busca de lo musical, así
como del alejandrino. Estróficamente, Prosas profanas recoge composiciones en romances con versos
dodecasílabos y alejandrinos, sonetos con versos de seis, ocho, once y catorce sílabas, cuartetas
endecasílabas, serventesios de gaita gallega, cuartetas-serventesios de versos dodecasílabos, tercetos
monorrimos y toda una espléndida variedad estrófica que Darío sabe combinar con la recreación de
metros castellanos antiguos :“Elogio de la seguidilla” es uno de los poemas muestra de ello. Además,
figuras literarias referentes al plano fónico como armonías vocálicas, paralelismos o simetrías
refuerzan el ritmo.
Por todo ello, Prosas profanas va todavía más allá que Azul... en la renovación poética formal en
lengua española y supone uno de los más altos logros de la trayectoria poética dariana.
-Los efectos plásticos están también presentes en este libro mediante el uso de colores llamativos o
delicados, o de objetos que los sugieran: azul, violeta, púrpura, granate, rubí, oro, zafiro, ébano,
nieve... Recordemos todas las piedras preciosas que se citan en “Blasón”.
-Las sensaciones olfativas se consiguen evocando aromas mediante flores y plantas: claveles, nardos,
nenúfares, jazmines, sándalo, incienso...
-Todas estas sensaciones -táctiles, olfativas o visuales- se concretan en el nivel lingüístico con la
abundancia de adjetivos ornamentales, imágenes sugerentes, símbolos y sinestesias.
-El exotismo y el simbolismo se aprecia en los ambientes que recrean jardines lejanos y otoñales,
fuentes, estanques, surtidores, animales fabulosos (faunos, pavos reales, ruiseñores, leopardos, tigres,
elefantes, dromedarios, centauros, dragones, unicornios…), personajes reales o mitológicos cargados
de erotismo (princesas, caballeros, ninfas, sátiros, efebos, bacantes, sirenas, nereidas...).
El cisne: es el símbolo por excelencia del Modernismo (Lo hemos visto comentando el poema
“Blasón”); esta ave condensa ingredientes paganos y sensuales (como mito griego del amor carnal) y
sugiere el encanto de lo caballeresco legendario (en la historia del Lohengrin: héroe germano, que,
llevado por un cisne, liberó a una muchacha de sus enemigos. Tras su matrimonio, ella incumplió la
promesa de no preguntarle por su origen, y Lohengrin partió, conducido por el mismo cisne) como
vemos en “Sonatina”. Es emblema de lo blanco, símbolo de la pureza, del ideal, y portento de
aristocracia. La curva de su cuello es signo misterioso de interrogación. Al cisne le dedica Rubén un
poema de este libo que titula precisamente así “El cisne”.
Otros animales o formas de la naturaleza se convierten también en esta obra en símbolos de la mujer:
tigre, paloma, yedra, mar, colina...
-El léxico se enriquece con vocablos exóticos, cultismos, neologismos, acumulación de palabras
esdrújulas y cualquier elemento que pueda servir para lamar la atención por su extrañeza,
extravagancia o por su belleza.
PARA CONCLUIR
Rubén Darío es el alma del Modernismo; convirtió decididamente a la poesía en lengua española en
expresión de la modernidad, sin menoscabo de la tradición literaria española e hispanoamericana. Sin
su obra, nuestra poesía contemporánea sería poco menos que incomprensible. A su poética deben
mucho Antonio y Manuel Machado, Valle-Inclán, Juan Ramón Jiménez, Gabriel Miró, los poetas de la
Generación del 27 y los llamados “novísimos”.