historia capitulo 2

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INFORME: “DE LA CONQUISTA A LA COLONIA: ENSEÑAR Y APRENDER EN LA

AMÉRICA ESPAÑOLA”

La formación de nuestra nación con una identidad colectiva fue un proceso


complejo y cambiante, resultado de múltiples construcciones heterogéneas. La
conquista y colonización de América representan eventos cruciales en la historia de la
humanidad, transformando radicalmente las sociedades preexistentes y estableciendo
nuevas dinámicas culturales, sociales y educativas.

En este contexto, la conquista de América y la posterior colonización no solo


implicaron una apropiación violenta de territorios y recursos, sino también un intento
sistemático de imposición cultural y religiosa. Antes de la llegada de los europeos, las
civilizaciones precolombinas contaban con sus propias tradiciones pedagógicas,
transmitiendo conocimientos esenciales sobre oficios, agricultura, astronomía y
medicina.

Sin embargo, con la llegada de los europeos, se establecieron diversas


instituciones con el objetivo principal de educar y evangelizar a la población indígena.
A menudo, esta evangelización justificaba la violencia y el exterminio bajo la premisa
de la "civilización". En consecuencia, los españoles priorizaron la creación de
universidades para formar hombres destinados a ocupar roles importantes en la
Iglesia, la justicia y el municipio, contribuyendo así al desarrollo del Estado y la nación
emergente.

Durante la época colonial, la educación en América Latina fue profundamente


influenciada por la Iglesia Católica y su labor misionera. Las órdenes religiosas,
especialmente los jesuitas, dominaban el ámbito educativo, estableciendo misiones y
colegios para la formación de los nativos. De esta manera, la educación estaba
orientada principalmente a la evangelización y catequesis, formando futuros
sacerdotes y funcionarios coloniales.

En este sentido, los colegios y seminarios eran los principales centros


educativos, donde se enseñaban la doctrina católica, lectura, escritura y matemáticas
básicas, impartidas en latín y español. Además, la influencia de las corrientes
educativas del Norte y del Plata fue significativa en diferentes períodos históricos. Por
ejemplo, la Corriente del Norte se refiere a las influencias europeas, principalmente
francesas, del siglo XIX, que contribuyeron a la modernización educativa en Argentina,
adaptando pedagogías avanzadas a la realidad nacional. Por otro lado, la Corriente
del Plata abarca influencias regionales y locales de la cuenca del Río de la Plata,
integrando tradiciones educativas locales con influencias extranjeras para configurar el
sistema educativo argentino.

De igual manera, las órdenes religiosas más numerosas en el Río de la Plata


fueron los jesuitas, los franciscanos, los mercedarios y los dominicos. Los jesuitas, en
particular, impulsaron la fundación de colegios, organizados según los saberes
impartidos: "residencias" para las primeras letras y "colegios" para estudios superiores.
La Ratio Studiorum, el plan oficial de estudios jesuita elaborado en 1599, estructuraba
varios niveles de aprendizaje, desde gramática y retórica hasta humanidades y
teología.

No obstante, la red educativa jesuita era extensa; al momento de su expulsión


en 1767-1768, contaban con colegios en las principales ciudades y residencias en
ciudades menores. La expulsión se debió a acusaciones de infidelidad a la autoridad
monárquica y concentración de riquezas. Tras su expulsión, el clero secular y otras
órdenes religiosas asumieron la herencia pedagógica jesuítica, adaptándose a las
renovaciones científicas y culturales promovidas por los Borbones.

Hasta el ascenso de los Borbones en España a principios del siglo XVIII, las
escuelas elementales no eran una prioridad para la administración colonial. Sin
embargo, a partir de la real instrucción del 11 de junio de 1771, se estableció la
obligación de los cabildos de financiar al maestro de escuela en pueblos de indios y
españoles. Así, las escuelas podían ser impulsadas por autoridades eclesiásticas,
gobernadores o particulares.

En las escuelas de primeras letras fundadas por el municipio se establecían las


condiciones y los precios de la enseñanza. En las escuelas creadas por las órdenes, la
impronta que adquirían estaba dada por la congregación religiosa que las dirigía. En
cambio, los particulares que querían abrir una escuela debían dirigirse al cabildo para
obtener autorización. La mayoría de los maestros en estas escuelas eran sacerdotes.

A pesar de que teóricamente todos los padres podían enviar a sus hijos a las
escuelas "sin primicias ni distingos", en la práctica, la educación era un privilegio
principalmente accesible para los niños de sectores acomodados. La desigualdad
jurídica era evidente: los negros, mulatos y esclavos tenían prohibido el acceso a la
educación formal. La transmisión de la cultura, sin embargo, no se limitaba a las
instituciones educativas; la población iletrada también participaba en prácticas
educativas informales como la lectura en voz alta en diversos espacios públicos y
privados.
El método de enseñanza de la lectura era colectivo y memorístico, utilizando la
repetición. En un primer momento se empleó el método alfabético: deletrear, formar
sílabas y finalmente palabras y frases, utilizando catones y catecismos con un fuerte
contenido moral. La enseñanza se estructuraba mediante preguntas y respuestas que
los estudiantes debían memorizar.

Además de las escuelas formales, existían otras formas de educación a través


de talleres y hospicios. Muchos niños que no asistían a escuelas de primeras letras
ingresaban directamente al mundo del trabajo, aprendiendo oficios bajo la tutela de
artesanos o siendo colocados en casas de niños huérfanos o expósitos. Estas casas,
fundadas a fines del siglo XVIII y principios del XIX, como la del 9 de junio de 1780,
proporcionaban una formación en oficios y una educación en los preceptos de la fe
cristiana.

En conclusión, la educación en la América colonial fue un proceso dinámico y


multifacético, marcado por la influencia de la Iglesia Católica y las órdenes religiosas.
La creación de instituciones educativas fue esencial para la formación de una
identidad colectiva y el desarrollo del Estado colonial. Por lo tanto, la herencia
educativa jesuítica y la influencia de corrientes extranjeras y regionales configuraron
un sistema educativo que, pese a las tensiones y conflictos, contribuyó
significativamente al desarrollo cultural y social de la región.

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