Victimas, Sobrevivientes, Resistentes

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Capítulo 2

Víctimas, sobrevivientes,
resistentes

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Capítulo 2. Víctimas, sobrevivientes, resistentes

Se ent enderá por víct ima a t oda persona que haya suf rido daños, individual o
colect ivament e, incluidas lesiones f ísicas o ment ales, suf rimient o emocional, pér-
didas económicas o menoscabo sust ancial de sus derechos f undament ales, como
consecuencia de acciones u omisiones que const it uyan una violación manif iest a
de las normas int ernacionales de derechos humanos o una violación grave del
derecho int ernacional humanit ario 8.

Si bien esta anterior es la definición aceptada en el derecho internacional de los dere-


chos humanos, puede considerarse que existen varios tipos de víctimas. Nor-
malmente se habla de víctimas directas e indirectas. Las víctimas directas que son las
que han sufrido la violencia, por ejemplo la persona que fue torturada o desapareci-
da. Por otra, las indirectas, es decir aquellas que por sus lazos familiares o sociales
sufren también las consecuencias. Sin embargo, esta terminología no muestra que los
familiares también sufren sus propias violaciones de derechos humanos como del
derecho a la verdad, a la justicia o al duelo en los casos de desaparición forzada. A
veces estas últimas son las únicas que sobreviven como, por ejemplo, los familiares
de las personas desaparecidas o asesinadas.

También se habla a veces de víctimas de primera y segunda generación cuando el


impacto de las violaciones masivas de derechos humanos afecta también a los
hijos e hijas de quienes vivieron directamente los hechos. Este impacto se da espe-
cialmente como consecuencia de las situaciones de amenaza o persecución duran-
te varias generaciones, por la focalización de los efectos en los hijos e hijas que
enfrentar las consecuencias de la pérdida de sus familiares, o cuando se altera de
forma grave la dinámica familiar. Por ejemplo, se distorsiona la comunicación por-
que no se habla de lo sucedido con los niños y niñas, para protegerlos o porque se
considera que lo sucedido es vergonzoso. Los hechos, o sus consecuencias, se
cubren con un manto de silencio que suele ser perjudicial porque les impide enten-
der lo que sucede.

Ésta es la terminología predominante en el ámbito jurídico y de los derechos huma-


nos, pero en la relación con las personas afectadas hay que tener en cuenta que para
otras este concepto de “víctima” es estigmatizante y algunas prefieren considerarse
como sobrevivientes. Al hacerlo ponen énfasis en su capacidad de resistencia y recu-
peración. Hay que tener en cuenta estas consideraciones para evitar los efectos no
deseados de ciertas intervenciones orientadas a las víctimas.

8
Cuando corresponda, y en conformidad con el derecho interno, el término “víctima” también compren-
derá a la familia inmediata o las personas a cargo de la víctima directa y a las personas que hayan sufri-
do daños al intervenir para prestar asistencia a víctimas en peligro o para impedir la victimización.
Principios y directrices básicos sobre el derecho de las víctimas de violaciones manifiestas de las normas
internacionales de derechos humanos y de violaciones graves del derecho internacional humanitario a
interponer recursos y obtener reparaciones. 60/147 Resolución aprobada por la Asamblea General el 16
de diciembre de 2005. Ver: www2.ohchr.org/spanish/law/reparaciones.htm

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Manual sobre perspectiva psicosocial en la investigación de derechos humanos

La importancia del contexto


La víctima se expresa en la sociedad en la que vive, y esto hace que sus reacciones, la
forma de contar su historia o su participación social estén condicionadas por el con-
texto. Algunas de esas variables influyen en la vivencia, el testimonio o su compromi-
so con una denuncia, como por ejemplo:

a) Las circunstancias en la que vive la persona afectada. La mayor parte de las veces
en un contexto de aislamiento y estigma social o falta de apoyo e impunidad.

b) La evolución del contexto social. Por ejemplo, las diferencias entre países en los
que se puede hablar más abiertamente de la militancia política porque se han
dado ciertos cambios sociales, de aquellos en los cuales sigue siendo un tabú o
en el que esto es peligroso o la gente es insensible.

c) El contexto específico en el que se da la relación. Por ejemplo una petición de


asilo o una demanda de reconocimiento como desplazado interno, o una petición
al juez para hacer una exhumación, son contextos concretos diferentes en los
cuales la toma de testimonios o el ser “víctima” adquieren significados o generan
comportamientos diferentes. Por ejemplo, en un caso tratando de que se tenga
en cuenta su experiencia de represión, en otro ocultando su procedencia para no
ser señalado, en otro haciendo énfasis en la condición de víctima para que se res-
pete su derecho. Además hay que tener en cuenta que los sistemas judiciales o
de investigación del Estado no están en general preparados para poblaciones
campesinas o indígenas y que habitualmente la gente tiene muchas barreras para
acceder a ellos.

d) La forma en cómo la sociedad asume un fenómeno, o la posición social de las víc-


timas de violaciones de derechos humanos condiciona también las posibilidades
de llevar adelante la investigación o de hacer efectiva la reparación. Por ejemplo,
los muchachos de barrios marginales de Asunción (Paraguay) del caso Panchito
López ante la Corte Interamericana. En dicho caso parte de los problemas de
incumplimiento se dieron por la marginación social de las víctimas y la escasa
consideración o los estigmas sobre los menores infractores. O también por ejem-
plo, la diferencia en la consideración social de las víctimas de la dictadura en
Brasil o de las víctimas de abusos policiales en las favelas.

Víctima: ¿condición o situación?


Las violaciones de derechos humanos marcan la vida da las personas afectadas, pero
una cosa es reconocer esta dimensión de ruptura y otra considerar a la persona afec-
tada sin recursos o convertir esa experiencia en un estigma. Es importante no confun-
dir, por ejemplo, a las personas refugiadas con la situación en que éstas se encuen-
tran. Ejemplos de estos estigmas se dan en el caso de personas que sufrieron tortura
(torturada), desplazamiento (desplazada) o violación sexual (violada).

La definición como víctima corre el riesgo de absorber la identidad, limitando los roles,
aspiraciones o experiencias vitales de la persona afectada, al hecho de haber sufrido

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la violación, y focalizando la interacción con grupos de derechos humanos, funciona-


rias/os de justicia o el estado en esa “condición”. Esta adquisición de una identidad
de víctima como estigma, supone que se convierte en el centro de sus creencias, sen-
timientos y conductas, e interacciones sociales. En general no es una consecuencia
sólo del hecho traumático, sino de los cambios individuales, los procesos de influen-
cia de la gente próxima, o de fenómenos grupales (familia o grupo) y las expectativas
sociales. Además frecuentemente globaliza las necesidades o características de per-
sonas que tienen experiencias comunes pero ideas o intereses diferentes. Hay que
poner especial cuidado a no generalizar y no trabajar con ideas tópicas en referencia
a las víctimas.

Esos estigmas ponen la necesidad de cambio en la persona afectada y frecuentemen-


te condicionan las formas de relación o incluso su identidad. Muchas personas des-
plazadas se quejan con razón de que son tratadas por las instituciones u organizacio-
nes de ayuda como “mendigas”. Como señala la Carmen Páez, cuyo caso por la
desaparición forzada en Perú de su hijo llegó ante la Corte Interamericana, señalando
a las autoridades del Estado: No se ponen en los zapatos de la víctima y a todos nos
tratan como si fuéramos mendigos, por lo menos con respecto al Perú y eso es desagra-
dable. Esta imagen puede incluso condicionar la credibilidad que se le otorga a la perso-
na, como en este otro caso relatado por una abogada colombiana9: el Personero me
dijo que muchos se hacían pasar por desplazados por eso él no a todos los certifica-
ba, porque se conocen por la cara y por la ropa si vienen bien vestidos y perfumaditos
no son desplazados. ¿Entonces tienen que venir como pordioseros? En otros casos, las
víctimas no son tenidas en cuenta en la toma de decisiones porque se supone que
están “traumatizadas”, lo cual contribuye a un sentimiento en ellas de expropiación
de sus vidas. En otros, la condición de víctima es usada políticamente para tratar de
ganar control o representar “la realidad” de la violencia de acuerdo con la propia posi-
ción política, por ejemplo, con el reconocimiento como víctima en función de quien
haya sido el perpetrador y frecuentemente tratando de invisibilizar a las víctimas de
agentes del Estado.

Como se señaló, muchas personas afectadas rechazan esta predominancia del len-
guaje jurídico de “víctima”. Otras en cambio se reivindican como víctimas desde una
perspectiva activa, especialmente en los países en que los Estados no han tenido con-
sideración ni reconocimiento a las víctimas, o han tratado de ocultar las violaciones de
derechos humanos y su responsabilidad.

Se necesit a un cuidadoso equilibrio ent re el reconocim ient o de la vict im ización


de que f ue objet o, t ener conciencia de las consecuencias y ef ect os negat ivos,
así com o de las necesidades de la persona y def ender sus derechos com o víct i-
m a, pero a la vez m ant ener un t rat o digno que m ot ive a la gent e y respet e la
dignidad de la persona que se pret ende apoyar, de f orm a que le ayude a salir de
esa sit uación.

9
Entrevista personal con Liliana Rincón.

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Cambios en la visión de sí mismo/a


Para muchas personas, esta consideración de “víctima de…” o “familiar de…” puede
entrar en crisis en algunos momentos del proceso, especialmente cuando las perso-
nas son conscientes de que la demanda o el proceso judicial les han llevado durante
mucho tiempo a actuar en la situación desde la posición de “afectado”. También cuan-
do se ha visto sobrecargada emocional o socialmente para hacer valer sus derechos
en un contexto de insensibilidad u hostilidad, sin poder desarrollar o tener en cuenta
otras facetas y aspiraciones de su vida. El siguiente testimonio es de Wilson García
Asto, injustamente detenido y sometido a malos tratos durante cerca de diez años en
las peores cárceles de Perú, bajo la acusación de ser miembro de Sendero Luminoso,
y que quedó en libertad después de una sentencia de la Corte Interamericana en
2004: Lógico, mi mamá ha estado centrada en su hijo… pero yo trato de darle priori-
dad, mira esto es como un accidente en la vida, ya acabó, ya estoy trabajando, mi
carrera… ahora con el nieto espero que se centrará, se trata de cambiar la óptica de ver
las cosas porque si te quedas en el papel de víctima como una persona mutilada, que
no puede desarrollarse, defenderse... creo que estaría todavía en el circuito del miedo,
de las amenazas, de las presiones psicológicas. Mi madre fue campesina, se vino a la
ciudad. Cuando a mi me detuvieron todos esos proyectos se le cayeron, sus esfuerzos
de madre se le cayeron. Si tú has pasado por todo eso pero tu hijo sale adelante, tiene
otro sentido el sufrimiento.

En términos de su recuperación, el objetivo del acompañamiento o la ayuda es facili-


tar un proceso en el que, en ese sentido negativo, la víctima deje de serlo: dejar atrás
su experiencia de victimización y poder vivir con ella sin la simultaneidad psicológica
que supone la vivencia del impacto traumático o la impunidad. Precisamente los pro-
cesos de lucha por la verdad y la justicia deberían proporcionar un marco social de
reconocimiento de su experiencia que haga que la víctima pueda liberarse de ese
peso, integrando su experiencia en un contexto de reconocimiento y reparación.

Normalmente la identidad de víctima iguala la situación de la gente, lo cual es positi-


vo en términos del reconocimiento de sus derechos pero, en numerosas ocasiones,
pasa por encima u oculta su experiencia política. En términos generales, la reivindica-
ción por parte de las víctimas de violaciones de derechos humanos de su experiencia
política puede darse cuando hay un clima social más positivo y flexible, lo cual fre-
cuentemente sucede años después de una cierta normalización de la situación, como
años después de la caída de una dictadura o la finalización de un conflicto armado.

Dificultades de la víctima para encontrar apoyo


A pesar de que el apoyo social es muy beneficioso para enfrentar hechos traumáticos
como las violaciones de derechos humanos, las personas afectadas tienen en general
muchos problemas para obtenerlo. Frecuentemente la persona es aislada o estigma-
tizada por la persecución que incluso se extiende al medio familiar. La reacción social
está determinada por el contexto político, el miedo o la acción del Estado. Las dificul-
tades para tener apoyo se pueden resumir en los siguientes puntos, algunos de los
cuales tienen que ver con la respuesta social y otros con las dificultades de la propia
persona afectada:

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• Impacto familiar. En su medio cercano o familiar es donde las víctimas tienen en


general mayor ayuda. Sin embargo, en otras ocasiones la familia también está
afectada con lo que puede ser difícil que se apoyen entre sí por tener distintos rit-
mos y estilos de duelo. La dificultad de encontrar el espacio para hacerlo, o sen-
tirse uno mismo muy afectado por la propia experiencia, pueden ser factores que
limiten ese apoyo. También las pérdidas pueden generar crisis personal o familiar.

• Impacto de escuchar hechos negativos. Para las personas cercanas escuchar


hechos negativos extremos puede ser también muy difícil, ya que el compartir con
personas depresivas induce un estado de ánimo negativo, y escuchar historias
traumáticas deja también afectada a la persona que escucha. Así, es frecuente
que se eviten estas experiencias. La búsqueda de apoyo social en estas circuns-
tancias “quema” la red social de las personas y aumenta los problemas de los
sobrevivientes. Por otro lado, en lo referente a la aprobación social, las personas
que “ponen al mal tiempo buena cara” son mejor evaluadas y reforzadas que las
que expresan lo afectadas que están por un hecho traumático. Todo ello hace que
las personas más afectadas pueden tener menos apoyo real.

• Evaluación social. Las víctimas son un testimonio permanente de la malevolencia


del mundo y de la eventual vulnerabilidad que tenemos. Por esto es muy común
que las personas reaccionemos ante ellas de forma contradictoria: positivamente
a escala verbal y en la evaluación formal (por ejemplo, haciendo comentarios posi-
tivos sobre ellas), pero con signos no verbales de distancia y rechazo. Además, los
próximos en muchas ocasiones no saben qué decir, evitan hablar o esperan que la
víctima tome la iniciativa. También influye la posición social de las víctimas respec-
to las actitudes frente a ellas. Frecuentemente las víctimas de menor estatus son
poco consideradas y hay una menor movilización en su apoyo.

• Estigma político. Por otra parte, el estigma político aísla a los sobrevivientes o
familiares porque la reacción del contexto es de miedo o protección, tratando de
mantenerse alejados de las víctimas. Las estrategias de represión además fre-
cuentemente criminalizan también a quien pueda mostrar solidaridad o apoyo.
Por ejemplo, los sobrevivientes de tortura y familiares de desparecidos por la dic-
tadura de Stroessner en Paraguay sufrieron un enorme aislamiento social a su
alrededor, y la acusación de ser “comunista” supuso una marca en sus vidas
durante toda la dictadura como “apestados”. Dicho estigma denigra la identidad
social de la persona, asociándola con ciertos atributos negativos y considerándo-
la como un objeto contra el que puede ejercerse la violencia o se normaliza la
agresión, y tiende a la justificación de violaciones de derechos humanos.

• Dificultades de la propia víctima. Además, las personas afectadas no expresan fre-


cuentemente sus estados de ánimo y experiencias negativas por un conjunto de
razones. Estas son dificultades frecuentes de la víctima para compartir su expe-
riencia que hay que tener en cuenta:

a) Por miedo a las consecuencias de hablar o la denuncia. El miedo a hablar y la


posibilidad de ser de nuevo golpeadas o perseguidas, es un aspecto central de
la experiencia de las víctimas.

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b) Por proteger al otro, como en el caso de las relaciones familiares o con los
niños y niñas, tratando de ocultar los sentimientos y no hacer visible el impac-
to o los hechos.
c) Porque piensa que no se entendería su experiencia, o no saber cómo hablar o
referirse a los hechos. Por el carácter difícil de narrar de los hechos y la dificul-
tad de entender lo sucedido o que la persona que escucha lo considere increí-
ble, cuestionando a la víctima en lugar de proporcionarle apoyo.
d) Por tener miedo de ser juzgado o a una reacción del otro que empeore si situa-
ción, como por ejemplo que impacte en su frágil equilibrio o cuestione sus
esfuerzos por obtener justicia.
e) Porque es muy doloroso recordar los hechos traumáticos y prefiere olvidarlos.
f ) Por pensar que no va servir para nada (eso no va a devolverme a mi familiar).
g) En su relación con instituciones y organizaciones de derechos humanos, por
falta de confianza en el sistema de ayuda o investigación, porque piensan que
va a ser muy difícil en términos económicos o prácticos.

Ejercicio práctico

Superar las dif icult ades de comunicación


Est as dificult ades pueden afect ar t ambién a las relaciones de las organizaciones de
derechos humanos con las víct imas o personas afect adas, int erfiriendo en la t oma de
t est imonios, la implicación en la denuncia o la relación de apoyo.

1. Seleccione, de ent re las dif icult ades ant eriores, las que son más f recuent es en
su experiencia y analice las f ormas de enf rent arlas. A cont inuación t iene una
sínt esis de las más relevant es:

De la víct ima:
• Dolor por recordar y pensar que no servirá de nada.
• Pensar que no se ent iende su experiencia o va a ser juzgado por ello.
• M iedo a las consecuencias negat ivas de hablar o denunciar.

Del ent revist ador


• M iedo a desest abilizar a la víct ima.
• Pensar que le va a af ect ar demasiado escuchar los hechos.
2. Cont rast e sus respuest as con ot ras personas de su organización o grupo. Evalúe
más adelant e sus respuest as con las habilidades de comunicación incluidas en
el capít ulo 10.
3. Recuerde una experiencia dolorosa en su propia vida. Escriba en un papel las
dif icult ades que t uvo para compart ir su experiencia, y las reacciones posit ivas
o negat ivas que encont ró en los ot ros. Aunque pueda haber dif erencias de
grado y de cont ext o im port ant es con la experiencia de la víct im a de viola-
ciones de derechos hum anos, ref lexione luego sobre dichas dif icult ades con-
t rast ándolas con las señaladas ant eriorment e.

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Apoyo mutuo
Las formas de apoyo mutuo se refieren a cómo las personas afectadas pueden cam-
biar su situación al compartir sus necesidades y problemas, aprender de las experien-
cias positivas de otros y sostenerse juntos en medio de situaciones difíciles.

En muchas situaciones de violencia, una buena parte de la ayuda viene del medio
local, de la familia, de miembros de la comunidad, especialmente en contextos cam-
pesinos o indígenas, donde la identidad colectiva y el trabajo en común son valores
centrales. Aunque en muchas situaciones estas redes informales se encuentran
destruidas por el impacto de las violaciones, el miedo o el control territorial de los
perpetradores.

Por otra parte, en muchos países, las víctimas de violaciones de derechos humanos
han creado sus propias formas de apoyo o incluso movimientos basándose en reivin-
dicaciones sociales. Los movimientos y organizaciones combinan distintos intereses y
fines sociales. Básicamente tres: 1) gestión de las ayudas y demandas. 2) apoyo
mutuo entre los sobrevivientes. 3) denuncia y lucha política.

Frecuentemente los criterios en la gestión de las ayudas, el seguimiento de las


demandas y las reivindicaciones hacia los gobiernos forman parte de la acción de
organizaciones de afectados. Además de promover formas de ayuda material, algu-
nas organizaciones de afectados nacieron por la necesidad de contar con una red
funcional y de confianza, percibida por las personas como una fuente de apoyo y
comprensión.

En otros casos, los movimientos de las víctimas se orientan hacia las demandas de justi-
cia, el apoyo mutuo entre los sobrevivientes y la defensa de los derechos humanos, cons-
tituyendo formas de afrontamiento colectivas. A veces combinan su identidad como
grupo de apoyo mutuo, con su institucionalización como ONG. Y tampoco están exentas
de los problemas habituales de organizaciones sociales como las dificultades de lideraz-
go, el riesgo de estigma, el miedo a participar o los conflictos internos.

Algunas de estas experiencias combinan la gestión de ayudas a los familiares con


la reconstrucción de la memoria colectiva y la reivindicación política, como en el
caso de las Asociaciones de Familiares de Desaparecidos en muchos países de
América Latina y Asia, que siguen manteniendo viva la memoria de las atrocidades
y las demandas de verdad y justicia.

Estas experiencias constituyen formas colectivas de enfrentar las consecuencias de


los hechos traumáticos, de reconstruir los tejidos sociales y muchas veces de luchar
contra las causas del sufrimiento. El trabajo con las demandas o los casos de violacio-
nes de derechos humanos deberían tener en cuenta este contexto para ver cómo se
constituye en elemento que potencie esta dimensión de apoyo mutuo.

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Ejercicio práctico

Pregunt as para la ref lexión sobre un caso

• ¿Cuent a la víct ima con personas de apoyo con las que sient a conf ianza y se sien-
t a comprendida y escuchada?

• ¿Ha podido hablar con ot ras personas signif icat ivas o es la primera vez que habla
de los hechos?

• ¿Exist e una red de apoyo, un grupo de af ect ados o de ot ras personas signif ica-
t ivas que podría proporcionar apoyo? ¿Puede crearse o cómo f ort alecerla si ya
exist e?

• ¿Cuáles son las necesidades de apoyo más sent idas por la persona? ¿Cómo se rela-
cionan est as dificult ades con las posibilidades del t rabajo de su organización?

Diferentes experiencias de las poblaciones afectadas


Sin embargo, las violaciones de derechos humanos no afectan a todas las poblaciones
ni grupos por igual. Los efectos y formas de afrontar los hechos pueden ser distintos
según el grupo de edad, género, la situación social o las características de los hechos
vividos.

Niños y niñas
Los niños y niñas, además de sufrir sus propias experiencias traumáticas, son espe-
cialmente sensibles a desorganización familiar y a los efectos de la represión política
en sus padres. En los niños huérfanos a causa de la violencia es frecuente la apatía, la
regresión volviendo para atrás en su desarrollo psicomotor, el retiro y el miedo.
Además los más mayores tienen que asumir responsabilidades familiares y hacerse
cargo de otros hermanitos. Muchos de los hijos e hijas de personas que han sido tor-
turadas o desaparecidas han manifestado problemas afectivos, de apetito y sueño,
retraso escolar o evasión de la realidad.

Para muchas niñas y niños la guerra es la “normalidad”, porque han nacido y crecido
en situaciones de conflicto armado. En esos contextos los y las niñas son frecuente-
mente testigos de homicidios y masacres, han visto o sufrido abuso físico o tortura, o
separados forzosamente de sus familias. En otras ocasiones, son reclutados/as y
separados/as de sus familias, no tienen acceso a las escuelas y carecen de oportuni-
dades de formación, y son forzados a participar en atrocidades que tienen como resul-
tado la destrucción de su desarrollo moral y social.

Sin embargo, las niñas y niños con adecuado soporte social y familiar, tienen menos
problemas y síntomas a corto plazo aun cuando se enfrentan a situaciones de alto
estrés. Punamaki (1989) ha subrayado que los niños no son sólo “víctimas inocentes”
y en algunos países como Palestina, han encontrado también formas activas de afron-
tamiento y resistencia. Sin embargo, incluso en esos casos, pueden producirse con-

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ductas de inhibición y manifestaciones de tensión emocional y miedo (pesadillas,


rechazo al alimento, retroceso psicomotor o no querer separarse de la madre).

A pesar de que frecuentemente a los niños y niñas se les trata de ocultar los proble-
mas como una forma de protección, sus necesidades de seguridad e información
deben ser tenidas en cuenta en las situaciones de peligro. El impacto puede evaluar-
se a través de entrevistas con personas significativas para ellos, sus formas de expre-
sión a través de dibujos o el juego, la observación de su desarrollo y entrevistas a per-
sonas significativas como familiares o personal de la escuela.

¿Qué cosas influyen en el duelo en la infancia?


La reacción y consecuencias que la muert e de su f amiliar t iene para los niños y
niñas depende de:

• La reacción de los ot ros f amiliares.

• La capacidad de las personas adult as con las que vive de escucharle y t omar-
le en cuent a, de ent ender lo que le pasa.

• La inf ormación que t enga sobre lo que ha sucedido. Los niños y niñas necesi-
t an conocer la verdad a su nivel, con sus palabras, lo más pront o posible.
Necesit a que se responda a sus pregunt as con un lenguaje comprensible, pero
diciéndole la verdad, aunque sea dolorosa pero con cuidado. Darle explicacio-
nes que t engan en cuent a la cult ura propia.

• La posibilidad de t uvo de vivir ant es en un ambient e f amiliar posit ivo y el vín-


culo con la persona.

Adolescentes
Los y las adolescentes se encuentran en una edad de construcción de su identidad y
de integración en la vida adulta, aunque esto depende de las culturas. Por ejemplo, en
muchas culturas indígenas la adolescencia más que una etapa es un rito de paso entre
la infancia y la etapa adulta. En esta edad los estudios muestran un mayor impacto
traumático de la violencia, por lo que puede considerarse de mayor riesgo. Además,
en contextos de violencia y conflicto armado, frecuentemente adolescentes y jóvenes
son reclutados/as.

Según la gravedad de los hechos las y los adolescentes pueden manifestar distinta
frecuencia de problemas como agresión, abuso de alcohol y suicidio. Estos son tres de
los indicadores más frecuentes de malestar en esa edad. A veces hay jóvenes que
muestran también el impacto colectivo. Por ejemplo, en 2004, después de un cambio
en la estrategia de control paramilitar en la región de Chocó (Colombia), con un mayor
confinamiento de las comunidades indígenas, empezó a darse una epidemia de suici-
dios entre jóvenes. Los suicidios de jóvenes eran un indicador del sufrimiento comu-
nitario. El siguiente testimonio de una ex presa bajo la ley antiterrorista de Perú y des-
pués liberado, muestra los impactos familiares especialmente en hijos jóvenes.

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Manual sobre perspectiva psicosocial en la investigación de derechos humanos

Impacto familiar
El aspecto psicológico es muy importante. A mis hijos los dejé chicos, han vivido con
su abuelita, con su papá… Uno de ellos ha vuelto conmigo. La familia tuvo muchos
problemas y fuertes. Uno de mis hijos estaban pequeños cuando entré en la cárcel
tenía 8 años, y tiene resentimiento porque yo no pude estar con él. He tenido muchos
problemas para reencontrarme con él. Mi hija de 12 años está en el extranjero, y se
ha dado un alejamiento, a pesar de que ella era un poquito más grande y el impac-
to no ha sido tan fuerte, pero en el caso del varón... Requeriría tratamiento psicoló-
gico para el hijo que está muy afectado y que ahora tiene 18 años, tiene un proble-
ma con los valores… es un desgaste para la vida familiar y también ha tenido un
coste para mi mamá. Mi mamá era anciana. Cuando llego tarde está todo el tiempo
en pánico pensando que me van a detener de nuevo, es una angustia para ella, que
va a volver a pasar. No está tranquila cuando yo no estoy a su lado. M.C. Perú.

Las mujeres
Las mujeres son víctimas directas y, en muchos casos, son ellas las que llevan ade-
lante las denuncias o demandas judiciales. Además de sufrir sus propias experien-
cias traumáticas, se enfrentan la mayor parte de las veces a sobrecargas de traba-
jo y afectivas, especialmente cuando tienen que hacerse cargo solas de la familia,
y tienen menos espacios sociales para participar. Las mujeres con niñas/os ade-
más están afectadas por cómo las violaciones impactan a sus familias. Además de
las otras formas de violencia (como las masacres, ejecuciones extrajudiciales, tor-
tura o desaparición forzada), las mujeres son también víctimas frecuentes de vio-
lación y agresión sexual.

Las mujeres tienen que hacer frente a los procesos de duelo e impacto por las pérdidas
familiares y sociales, y la mayor parte del trabajo de reconstrucción familiar y social
recae sobre sus espaldas. Frecuentemente muestran una mayor privación y falta de
control sobre su propia vida, así como mayores consecuencias en su salud. Ese impac-
to no sólo es grave en el momento de los hechos sino que su impacto negativo todavía
puede ser importante muchos años después.Pero en algunos contextos las mujeres
pueden incluso enfrentar mejor la situación centrándose en las tareas cotidianas, cues-
tionando el rol socialmente asignado y teniendo nuevas formas de pensar sobre sí mis-
mas y sus derechos. En muchos de los casos de denuncias por violaciones de derechos
humanos las mujeres han sido protagonistas de estos movimientos movidas por la
lógica del afecto10 y han luchado por abrir un espacio social cerrado por la violencia,
constituyendo una contribución para toda la sociedad.

10
Las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo siempre dijeron: “Nosotras socializamos nuestra materni-
dad; a nosotras nos parieron nuestros hijos”. En un estudio realizado acerca de los movimientos de
mujeres en el Cono Sur durante la década del 70, Elizabeth Jelin plantea que, en la mayor parte de
los casos, la participación de las mujeres en los movimientos de derechos humanos no se basó en
puntos de vista ideológicos o en valoraciones políticas, sino en lo que ella define como una lógica
del afecto, de los vínculos afectivos y la responsabilidad de las mujeres por sus familiares desapa-
recidos. Instituto Interamericano de Derechos Humanos (IIDH), Estudios Básicos de Derechos
Humanos. Tomo IV; 1996.

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Capítulo 2. Víctimas, sobrevivientes, resistentes

Dimensiones de las consecuencias familiares


Pérdidas familiares

Acoso familiar

Desintegración familiar Dificultades económicas

Crisis familiar
Sobrecarga de roles
Momento de los hechos Actualidad

Los hombres
En la mayor parte de los casos son los hombres las víctimas directas de ejecuciones o
desapariciones forzadas (entre un 70-80% de los casos). También de los casos de
detención arbitraria y tortura. Las consecuencias directas de estas violaciones afectan
más a los hombres, aunque esos efectos afectan a sus relaciones y familias. Por ejem-
plo, durante el cerco de Sarajevo en la guerra de Bosnia aumentaron enormemente los
ingresos psiquiátricos de hombres, invirtiéndose la relación que existía antes de la
guerra en la proporción de mujeres y hombres hospitalizados.

Los hombres sufren más también la crisis de su rol en la familia, especialmente en el


caso de los desplazados o personas que sufrieron tortura y encarcelamiento prolon-
gado, dado que a las consecuencias se suman las dificultades del trabajo, el impacto
en sus propios proyectos de vida y la crisis en su rol familiar proveedor en distintas
culturas. Entre los hombres sobrevivientes o familiares, también son más frecuentes
indicadores de malestar como el alcoholismo, la agresividad o la dificultad de compar-
tir y expresar sus emociones.

Diferencias de género en la investigación y reparación


Algunas de las diferencias de cómo afectan las violaciones de derechos humanos a
hombres y mujeres tienen que ver con los aspectos subjetivos que limitan las posibi-
lidades de denuncia e investigación por su impacto en la intimidad, pero también fac-
tores objetivos como las dificultades específicas de investigación debido a la falta de
sensibilidad por la violencia contra las mujeres.

También en muchos casos las mujeres tienen más dificultades para poder llevar ade-
lante las denuncias. A pesar de que una buena parte de las demandas o de las orga-
nizaciones de víctimas tengan como protagonistas precisamente a mujeres. La posi-
ción social de las mujeres dificulta también participar en procesos colectivos que
generalmente son liderados por hombres, conllevando mayores cargas familiares o
vulnerabilidad en las gestiones frente al Estado.

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En otros casos, las violaciones de los derechos de las mujeres, (relativos a esteriliza-
ciones forzadas, o violencia sexual, por ejemplo) se subsumen en otras violaciones o
no se les da la importancia debida al caso en sí. Frecuentemente se invisibilizan, como
en este caso de la masacre de Ituango (Colombia, 1997) donde el último testigo ante
la Corte Interamericana se refirió de forma indirecta a las violaciones ocurridas duran-
te la masacre señalando... y maltrataron a las mujeres, cuando ya no había posibilida-
des de investigación11.

También hay que considerar las violaciones de los derechos de las mujeres como
aquellas específicas que se tejen en las situaciones de la vida cotidiana, la relación
con servicios de salud, las políticas públicas que afectan a sus derechos, al acceso a
la investigación judicial o las condiciones de vida de las mujeres en su contexto local.

Ancianas y Ancianos
Las y los ancianos son físicamente menos hábiles, tienen en general menos capa-
cidad de adaptación a situaciones nuevas y que cambian rápidamente, y les puede
ser más difícil vivir lejos de su hogar. La pérdida de amistades o familia puede afec-
tarles más debido a su mayor dependencia respecto a la familia y comunidad para
tener apoyo (UHNCR, 1994). Por ejemplo, en varios de los casos de masacres que
tuvieron sentencias de la Corte Interamericana, los ancianos y ancianas en las eva-
luaciones realizadas en los peritajes, mostraban mucho tiempo después de los
hechos procesos de duelo alterados (por ejemplo, no dejando que se hiciera un
recordatorio familiar, o poniendo en la mesa un plato por si acaso su hijo volvía, o
con una alteración de la vida cotidiana centrada en el impacto emocional de la des-
aparición muchos años después). También es mayor su dificultad para seguir la
información del caso.

Sin embargo, el impacto varía en función de la posición social de la anciana o el ancia-


no en distintas culturas y contextos sociales, por lo que las consecuencias pueden ir
desde la marginación hasta la protección como autoridad en las comunidades indíge-
nas. En otros casos, como las Abuelas de Plaza de Mayo, las mujeres mayores han
sido las que en su persistencia han logrado las denuncias para buscar a sus nietos,
aunque el paso del tiempo y la ausencia de resultados en algunos casos, marca en sus
últimos años la tragedia de sus vidas. También la población de mayor edad es más
sensible al incumplimiento de las medidas de reparación, se ve más afectada por las
dificultades burocráticas y sufre, con mayor rigor, las consecuencias del retraso o falta
de cumplimiento.

Personas discapacitadas
Las personas con graves problemas físicos o enfermedad mental son muy vulnerables
a las condiciones de desorganización social, que incluyen la pérdida de sistemas de
apoyo comunitarios o servicios de salud, y frecuentemente sufren los estigmas socia-

11
Entrevista con Susana Villarán, ex Comisionada de la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos. Ver caso en: www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_148_esp.pdf

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Capítulo 2. Víctimas, sobrevivientes, resistentes

les y la falta de protección. Además, vivir situaciones de tensión o cambio brusco


puede provocar crisis que empeoren su condición o les pongan en peligro. El primer
caso de violación de derechos humanos contra Brasil que fue sentenciado por la Corte
Interamericana en 2005, hacía referencia precisamente a las condiciones de un centro
de internamiento psiquiátrico y el maltrato y tortura de un muchacho, Damião
Ximenez, que llevaron a su muerte.

Sin embargo, en algunos países los grupos de personas discapacitadas como los lisia-
dos de guerra, además de formar asociaciones de apoyo mutuo, han tenido un papel
político relevante en algunos momentos. También las asociaciones de familiares, de
personas con problemas de salud mental, tienen en muchos países un importante
papel en el apoyo mutuo, la atención a las necesidades de estas personas y la denun-
cia de las malas condiciones de la atención psiquiátrica. Por ejemplo, en el caso de
Damião, la familia estaba muy interesada en crear un Instituto con el nombre de su
hermano para ayuda a otras familias que estén pasando por lo mismo, como parte de
la aplicación de la reparación.

Las diferencias culturales


Numerosos hechos de violencia y violaciones de derechos humanos se dirigen contra
poblaciones indígenas o afrodescendientes. En muchos casos, las formas de violencia
masiva contra comunidades enteras han tenido un componente étnico y racista, como
en los casos de las guerras internas de Guatemala o Perú (donde el 84% de las vícti-
mas mortales eran mayas en un caso y el 75% quechua hablantes en el otro). La rele-
vancia de estos casos ha sido creciente en demandas nacionales o internacionales.
Por ejemplo, en el sistema interamericano, un grupo importante de casos se refieren
a los derechos colectivos de propiedad de la tierra (Awas Tingni, Yakye Axa,
Sawhoyamaxa); al reconocimiento de formas organizativas propias (Yatama), la prohi-
bición de hablar su idioma (en el caso Alfredo López de garífunas); así como el impac-
to comunitario y cultural de hechos traumáticos colectivos como masacres y violencia
colectiva (Plan de Sánchez, Moiwana, Aloeboetoe).

Estas demandas están en relación con un rico movimiento de afirmación colectiva, pero
que tiene también diferentes visiones y contradicciones internas. El debate sobre los
derechos colectivos de los pueblos indígenas llega a las universidades y existen organi-
zaciones indígenas fuertes en varios países, pero también dinámicas diferentes entre los
sectores intelectuales y las comunidades indígenas, con nuevos desafíos en la represen-
tatividad, en la organización comunitaria y la movilización política por sus derechos.

La cultura tiene que ser tenida en cuenta en la evaluación de las medidas de reparación y
la caracterización de las violaciones de los derechos. Esta proporciona un conjunto de
conceptos y una cosmovisión que dota de significado a los hechos o caracteriza la forma
en cómo se manifiestan sus efectos. Incluso en el extremo, también condiciona la inves-
tigación de los casos, como en el caso de solución amistosa con la comunidad Yanomani
de Venezuela, según refiere Mariano Alvarado, abogado de Provea (Venezuela), un caso
con muchas dificultades para los propios representantes de las víctimas, dado que en la
cultura de dichas comunidades no se recuerdan las cosas malas que hayan sucedido (lo
cual limita las posibilidades de conocer mejor los hechos).

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Pero las visiones estereotipadas de la cultura no son de ayuda cuando se trata de


reconocer las peculiaridades de la manera de entender los derechos o las implicacio-
nes para la reparación de los conceptos jurídicos occidentales. Los contextos de
denuncias e investigación judicial que se basan en concepciones occidentales, y la
investigación, evaluación y reparación de casos de personas o comunidades indíge-
nas se enfrenta a nuevos desafíos. Por ejemplo, en el caso de los programas de salud
mental, los supuestos occidentales sobre la persona y el mundo, no son compartidos
por otras culturas. Según Geertz (1988), una muestra de estas cosas que se dan por
supuestas es el concepto de individualidad donde la concepción occidental de la per-
sona como un universo limitado, único, más o menos integrado y con un fondo social
y natural, es, a pesar de lo incontestable que nos puede parecer, una idea más o
menos peculiar en el contexto de las culturas mundiales.

También hay una estrecha relación entre la cultura y la vida cotidiana y material,
que lleva a alertar del riesgo de esencializar lo cultural como inmutable, porque
termina congelando la realidad de la gente y sus derechos. Por ejemplo, aunque
estemos hablando de culturas más colectivistas, en las que la identidad individual
está fuertemente ligada al grupo, esto no quiere decir que no exista la propiedad
individual o familiar.

Además, como forma de defensa de sus derechos, muchas comunidades o movi-


mientos indígenas plantean medidas intermedias usando una cierta occidentaliza-
ción de sus demandas ancestrales, como por ejemplo en el caso Awas Tingni en
donde la protección del territorio se dio utilizando medios mixtos en la definición
de los límites de la tierra. En otro ejemplo, en las comunidades indígenas de
Guatemala, las exhumaciones de cementerios clandestinos han supuesto todo un
movimiento amplio en el país, en el que desde los aspectos culturales han reinter-
pretado la realidad de las víctimas con nuevas ceremonias mayas, dado que en la
tradición no se daban exhumaciones.

Cultura Aspectos que implican la reparación

Marco de significados: cosmovisión Relación con la tierra y la naturaleza


Relación con los ancestros
Valor de la reparación o la justicia

Agentes clave Líderes


Sanadores tradicionales
Figuras clave en la cultura

Estructura y relaciones familiares Tipo de familia


Roles

Toma de decisiones Derecho consuetudinario y procedimientos


de resolución de conflictos
Participación de la comunidad: consenso
Papel de líderes

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Capítulo 2. Víctimas, sobrevivientes, resistentes

En el campo de la psicología, el pensamiento occidental, el concepto de individuo,


moldea el discurso político, cultural y médico, por lo que pone el énfasis en los pro-
blemas psíquicos individuales, en la causa interna de la enfermedad y en la terapia
individual. Sin embargo, en las culturas no centradas en el individuo, como las cultu-
ras indígenas, la dimensión intrapsíquica no está aislada sino que se encuentra vincu-
lada a los mundos espirituales y sociales. La causa de los problemas mentales se atri-
buye a fuerzas sobrenaturales o agentes sociales, y el tratamiento se lleva a cabo por
autoridades religiosas o sanadores tradicionales. Explorar estas diferencias es parte
del trabajo de apoyo y acompañamiento a sus demandas.

Los ámbitos en los que la consideración de estos aspectos culturales puede ser
importante son: 1) la determinación de las violaciones y su carácter individual o
colectivo. 2) el análisis del impacto de las mismas, incorporando una visión antro-
pológica. 3) la definición de las medidas de reparación más adecuadas en el con-
texto y forma de toma de decisiones. 4) el uso del idioma y garantías de no discri-
minación en la relación con el Estado. 5) los mecanismos de cumplimiento con par-
ticipación de la comunidad.

Ejercicio práctico
Análisis del impact o en dif erent es grupos.
Comunidades de Población en Resist encia?12
El siguient e t est imonio corresponde a un líder de comunidades indígenas en
Guat emala, durant e la época del conf lict o armado int erno. En él se habla de dif e-
rent es grupos af ect ados, en f unción de su experiencia y sit uación.

1. Ident if ique los impact os más import ant es que se señalan en el t est imonio.

2. Valore las f ormas de af ront amient o más import ant es de los dif erent es gru-
pos o la comunidad.

3. Compart e esos result ados con las referencias en est e capít ulo, la part e de afron-
t amient o del Capít ulo 1 y sobre el apoyo mut uo en el Capít ulo 2. En la página
224 se encuent ra una guía de cont rast e E para comparar sus apreciaciones.

El ef ect o de la represión y masacres que se han vivido, varía según los grupos .
Suf ren más las viudas, las f amilias que han perdido sus hijos y se quedan solo
ellos, o los huérf anos que han perdido a sus padres. Ent re las mujeres he encon-
t rado problemas como que no quieren comer, se olvidan o pierden el int erés por
mant ener a sus hijos. Se enojan con los hijos, se sient en con cansancio y debili-
dad. Se empieza a enojar f ácil porque no t iene capacidad.

12
Las Comunidades de Población en Resistencia eran comunidades de desplazados, con fuerte iden-
tidad y cohesión comunitaria que vivieron en varios lugares de las montañas y selvas de Guatemala en
condiciones de precariedad y hostigamiento permanente por parte del ejército de Guatemala, bajo
la acusación de colaborar con la guerrilla.

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El grado de penet ración del t emor, del ef ect o del t error es mucho mayor en los
que vieron las masacres y no sólo se lo cont aron. No les permit e ver una perspec-
t iva de cómo enf rent ar la vida. Se encuent ran t raumat izados por los ef ect os de
la represión. Cuando la represión ha golpeado a f amilias en las que la dependen-
cia de los papás no era t an grande, no hay t ant os ef ect os. En ot ra gent e exist e el
miedo, el t emor, los recuerdos de aquellos t iempos, pero t ambién se ve más pers-
pect iva, un camino, alt ernat ivas. Est e grupo creo que es la mayoría.

Sobre t odo los ancianos dicen: “yo ya no quiero escuchar” y empiezan a llorar. Si le
explicamos los movimient os del ejércit o, ya piensa que viene el ejércit o. Los ancia-
nos y est án así porque no es sólo que hayan vivido est o los últ imos 12 años, sino
que ya mucho ant es. Los ancianos f ueron los que guiaron mucho a las comunida-
des. Ahora dan muchos crit erios a los jóvenes (“est o es lo que hemos pasado...”),
ellos han t enido más conocimient o.

Los jóvenes t ambién ven cosas de f uera que no les parece. Cuando salen a t raba-
jar o a alguna aldea les dicen ideas de que por qué est ás en la mont aña, allá
suf riendo, acá puedes ganar dinero. Ese es el polít ico del ejércit o. Los ancianos
t ambién han dicho que así uno se met e en el dinero y no mira ya nada más. Y los
jóvenes piensan que aquí son libres, nadie les hace levant arse a las 3h de la
mañana, cuando se cansan vuelven del t rabajo, no necesit an dinero para vivir.
Los jóvenes además, son los encargados de la vigilancia, y t ienen más o preocu-
pación por los problemas de coordinación, pensar por dónde nos vamos a ir... y a
veces algunos jóvenes t ienen que ir a cocinar a un lugar lejano, donde no se vea
el humo...

Lo muert os est án siempre present es en la comunidad. Se hacen rit uales, celebra-


ciones, se recuerdan las f echas, los nombres, se hacen homenajes a las víct imas.
Cada f amilia t iene present e a sus muert os. Un element o que ha ayudado es que
las comunidades t ienen la idea de que la represión t iene una explicación, y est o
ayuda a ent ender y af ront ar mejor la muert e. Si lo ent iende, ent onces es menos
dest ruct ivo. En las f amilias en las que no hay una comprensión el daño es mayor
y hay que t rat ar de darles una int erpret ación. La represión t iene una cara.

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