Ficha de Cátedra - El Cuerpo y La Feminidad Como Mercancía
Ficha de Cátedra - El Cuerpo y La Feminidad Como Mercancía
Ficha de Cátedra - El Cuerpo y La Feminidad Como Mercancía
Para hacer la historia desde las mujeres se deben tener en cuenta las experiencias que
atraviesan e interpelan aquellas que pretendemos estudiar. Sobre la historia del trabajo,
por ejemplo, la mayoría de las fuentes hablan sobre obreros o reivindican campesinos. En
la obra El trabajo de servir: las tareas de la vida cotidiana, Inglaterra, 1760-1820 (2004),
Carolyn Steedman expone que el marco legislativo amparaba únicamente a lo masculino,
resultando las feminidades excluidas, vulneradas y subordinadas, al no ser puestas en
consideración como sujetos de la ley por los aparatos jurídicos. Aun así, en instancias en
las que sí se reconocía su presencia, ello conducía a definir el trabajo servil como un no-
trabajo. Ante esto, las historiadoras feministas han reprochado a los historiadores del
trabajo el no tener una mirada amplia para analizar fuentes y por decir que no es posible
1
Chiara Álvarez es estudiante del Profesorado Universitario en Historia para la Educación
Secundaria y Ayudante de Segunda en la cátedra Historia Moderna, perteneciente a la Facultad
de Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco,
sede Trelew. Este trabajo forma parte de la producción para el Cuaderno de Trabajo N° (…) del
proyecto de Fuentes de Historia Medieval, Moderna y Contemporánea.
hacer la historia de las mujeres porque no se cuentan con suficientes documentos. Lo
cierto es que se debe leer entre líneas y recurrir a las fuentes no convencionales, tales
como poesías, canciones, cartas, autobiografías e historia oral.
El burdel
Nicolaas Berkolje, c. 1700
¿Qué enfoque metodológico debemos aplicar al analizar un texto?
⮚ Qué es lo que se insinúa sobre la división sexual del trabajo. Qué hacen los
hombres y qué hacen las mujeres, a qué función productiva y reproductiva quedan
reducidas las sujetas: tener en cuenta su experiencia resulta fundamental.
⮚ Qué proceso histórico llevó a que la mujer fuese protagonista de esas experiencias.
Hay un proceso histórico que subyace al accionar de esas mujeres y a la forma en
que los varones han accionado sobre ellas. El soporte sobre los contextos
históricos respectivos se puede componer con la bibliografía disponible, por
ejemplo, Di Simplicio (1989)2, Kamen (1977)3 y Anderson (1985) 4, para
reconstruir aquellos procesos que las mujeres experimentaron junto a los suyos,
como lo fueron la vida aldeana, los cercamientos, el proceso de conformación de
los estados centrales, etc.
⮚ Leer entre líneas, buscar lo implícito, la intencionalidad de quien emitió la fuente.
Los prejuicios, la cuestión de clase y los valores: cómo eran valoradas y cómo se
auto percibían ellas.
Hay autores que hablan sobre mujeres muy convencionales (como Isabel I6) y buscan
delimitarlas dentro del carácter de víctimas, quitándoles la capacidad de agencia y de
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Di Simplicio, Oscar: Las Revueltas campesinas en Europa. (1989) Editorial Crítica. pp. 29-37.
3
Kamen, Henry: El siglo de hierro. (1977) Alianza Editorial. pp. 159-238.
4
Anderson, Perry: El Estado Absolutista. (1985) Siglo XXI, Madrid. pp. 9-37; 55-141.
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El Antiguo Régimen es el período que comprende desde la crisis feudal (siglo XV) a las
revoluciones burguesas (siglos XVIII y XIX) en Europa. Se caracteriza por la formación de los
estados absolutistas gobernados por monarcas que se legitimaban por el derecho divino; la
economía era agraria y población en su mayoría rural, con crisis periódicas de escasez y alta
mortandad. La sociedad se disponía en órdenes estamentales, signados por el nacimiento y por la
posesión o desposesión de privilegios. En Francia, estos órdenes tenían el nombre de estados: el
primer estado (el clero) y el segundo estado (la nobleza) tenían un régimen de justicia diferenciado
y no pagaban impuestos. El tercer estado (campesinado, artesanado, burguesía, jornalero/as, etc.)
pagaba impuestos y se reconoció a sí mismo en el relato de la Revolución como el pueblo, a veces
mencionado como “estado llano”. Ver Vovelle (1984) y Soboul (1987) entre otros.
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Reina Isabel I de Inglaterra. (1533-1603)
respuesta. Es importante comprender que las resistencias no son todas explícitas, no sólo
las vemos en frente de las huelgas, marchas, rebeliones o revueltas: existen resistencias
cotidianas que significan mucho y en general resultan imperceptibles y duraderas: son
obra del trabajo cotidiano de convivir con el poder y la explotación, y es allí mismo donde
encontramos nuestras fuentes de información para historizarlas. Al momento de hacer
historia desde las mujeres, no las consideramos como heroínas ni como víctimas; son
sujetos históricos, actores sociales como cualquier otro que nos disponemos a analizar, y
traen consigo una serie de particularidades dignas de una mirada crítica.
⮚ Mujeres públicas
Jamás he podido ver una mujer pública sin ser conmovida por un sentimiento de
compasión por nuestras sociedades, sin sentir el desprecio por su organización y odio por
sus dominadores que extraños a todo pudor, a todo respeto por la humanidad, a todo amor
por sus semejantes, reducen la criatura de Dios al último grado de abyección. ¡La rebajan
por debajo de lo brutal!
Comprendo al salteador de caminos que saquea a los que pasan por los grandes caminos
y entrega su cabeza a la guillotina. Comprendo al soldado que juega constantemente su
vida y no reciba nada a cambio sino unos centavos por día. Comprendo al marinero que
expone la suya al furor de los mares. Los tres encuentran en su oficio, una poesía sombría
y terrible. Pero no podría comprender a la mujer pública abdicando de ella misma,
aniquilando su voluntad, sus sensaciones, entregando su cuerpo a la brutalidad y al
sufrimiento y su alma al desprecio. La mujer pública es para mí un misterio
impenetrable… Veo en la prostitución una locura horrenda, o bien es en tal forma sublime
que mi ser humano no puede tener conciencia de ello. Arrostrar la muerte no es nada;
pero ¡qué muerte afronta la mujer pública! Está comprometida con el dolor y consagrada
a la abyección. Sufre torturas físicas incesantemente repetidas, muerte moral en todos los
instantes, y desprecio de sí misma. Lo repito, hay en ella algo de sublime o de locura.
¡Por ello, que esta monstruosidad sea imputada a vuestro estado social y que la mujer sea
absuelta! Mientras que ella esté sometida al yugo del hombre o del prejuicio, a que no
reciba la más mínima educación profesional, que esté privada de sus derechos civiles, no
podrá existir ley moral para ella. En tanto que no pueda obtener el goce de los bienes sino
por la influencia que ella ejerce sobre las pasiones, que no haya título para ella y que sea
despojada por su marido de las propiedades que ella ha adquirido por su trabajo o que su
padre le ha dado, que no sepa asegurarse el uso de los bienes y de la libertad sino viviendo
en el celibato, no podrá existir ley moral para ella, y puede afirmarse que hasta que la
emancipación de la mujer tenga lugar, la prostitución irá creciendo todos los días.
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La selección propuesta para el presente análisis fue, en cada apartado, traducida y titulada por
la licenciada Paula Brain, como parte de un compilado de fuentes documentales del archivo de
Historia Moderna. (está bien referenciado esto?)
S. XIX, Flora Tristán, Paseos en Londres.
Las Leyes de Enfermedades Contagiosas someten a las mujeres, solo a ellas, a los
horrores del examen médico, que es una forma de tortura: les causa dolor físico, ofende
sus sentimientos y les causa la agonía de la vergüenza. No hay nada demasiado sucio,
demasiado bajo, para las manos de un caballero inglés. ¡Que los aristócratas se pudran de
enfermedades y de sensualidad y sean arrastrados de los puestos de poder y sustituidos
por nuestros honrados trabajadores que jamás sancionarían estas leyes!
¡Son los hombres, solo los hombres, del primero al último, con quienes nos tenemos que
relacionar! Por complacer a un hombre cometí mi primera falta, y después pasé de un
hombre a otro. Los policías nos ponen las manos encima. Los hombres nos examinan,
nos manipulan, nos arreglan. En el hospital es de nuevo el hombre quien nos reza y nos
lee la biblia. Nos llevan ante magistrados que son hombres. ¡Y nunca escapamos de las
manos masculinas hasta el día de nuestra muerte!
Anónimo
⮚ Coloquio de Gys
⮚ Libro de confesiones
“Elegí venir a Londres para escapar de la pobreza. Hice de todo y después me prostituí
voluntariamente. Mi familia piensa que soy vendedora de paños. La calle es mejor que la
fábrica o la casa del amo. Tengo mi nido con otras golfas y compartimos lo que ganamos.”
Las mujeres europeas de los sectores subalternos del siglo XIX, principalmente de
Londres y Ámsterdam, se encontraban despojadas del trabajo gracias a la división sexual
predominante, siendo obligadas a buscar en las calles una fuente de ingresos que les
provea de lo necesario para subsistir. Las prostitutas fueron inmigrantes del campo,
criadas, huérfanas, obreras de industria textil e hijas de obreros no especializados. El
número de prostitutas creció inmensamente después de la privatización de la tierra y de
la comercialización de la agricultura que expulsó a muchas campesinas de la tierra.
Combinada con la desposesión, ganaba terreno el supuesto de que las mujeres no debían
trabajar fuera del hogar y que sólo tenían que participar en la producción para ayudar a
sus maridos. En este marco, la pérdida de poder respecto del trabajo asalariado por la
devaluación del trabajo femenino condujo a la masificación de la prostitución. (Federici,
2004). Todas ellas fueron impulsadas al sistema prostituyente en algún punto de sus vidas,
incluso sin dejar sus trabajos principales y ejerciendo de noche en prostíbulos o casas de
baile, donde también se le proveía un techo y comida a cambio de una parte de sus
ganancias. Fue la alternativa que encontraron aquellas mujeres ante la desesperación:
elegir su independencia por sobre patrones abusadores y maltratadores.
En las fuentes se presenta una postura muy negativa hacia el sistema prostituyente, por
ejemplo, se comenta que la mujer se encontraba desprotegida y reducida al último grado
de abyección, siendo inferiorizada por debajo de lo brutal al tener que vender su
consentimiento. Se produjo una objetivación de sus cuerpos, una des-humanización, así
como sucedió con los pobres; esto se ve perfectamente en “Coloquio de Gys”, donde
comparan a prostitutas con caballos. Es que estas mujeres iban contra sus voluntades,
entregando su cuerpo al sufrimiento y castigo masculino. Recuperamos la palabra de la
autora Flora Tristán cuando afirma, en la fuente "Mujeres públicas", que mientras la mujer
continuara sometida al yugo del hombre o del prejuicio, sin la mínima educación
profesional y privada de sus derechos civiles, no podría existir ninguna ley moral que las
ampare; y hasta que llegara su emancipación, la prostitución seguiría creciendo todos los
días. Además, se creía que eran sólo las mujeres las que portaban y contagiaban las
enfermedades venéreas, y por esto eran confinadas en casas de peste, hospitales de
pestilencia o asilos para arrepentidos, donde eran obligadas a someterse a exámenes
médicos violentos que les producían infecciones y desgarros. En la carta anónima de una
prostituta, la misma dice que los hombres las examinan, manipulan, arreglan, y que nunca
escaparán de las manos masculinas hasta el día de su muerte.
Bibliografía