Manuela en Tres Tiempos

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Castillo Ingrid

Manuela
en tres tiempos
Fundación Editorial El perro y la rana
Sistema Nacional de Imprentas
Capitulo Vargas

Colección Ensayo
© Castillo Ingrid
Colección Ensayo Nº 1
Libro Ensayo

© Para esta edición Fundación Editorial El perro y la rana


Sistema Nacional de Imprentas / Vargas

Depósito Legal: lf- 40220118003764


ISBN: 978-980-14-0455-2

Consejo Editorial del Estado Vargas

Diagramación: Escarlú H. Mata B.

Portada:

Corrección: Alexis Castillo


Operario: Carla Hernández
Impresión: Imprenta de Vargas

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Dirección: Avenida Soublette CASA GUIPUZCOANA


Ciudad Histórica de La Guaira Estado Vargas
Amo las cosas que nunca tuve
con las otras que ya no tengo.

Yo toco un agua silenciosa,


parada en pastos friolentos,
que sin un viento tiritaba
en el huerto que era mi huerto1

1
Mistral Gabriela (1889-1957). Fragmento del poema Cosas
El Sistema Nacional de Imprentas es un proyecto
impulsado por el Ministerio del Poder Popular para la
Cultura a través de la Fundación Editorial El perro y
la rana, con el apoyo y la participación de la Red de
Escritores y Escritoras Socialista de Venezuela. Tiene
como objeto fundamental brindar una herramienta
esencial en la construcción de las ideas: El libro. Este
sistema se ramifica por todos los estados del país,
donde funciona una imprenta que le da paso a la
publicación de autores, principalmente inéditos.
7
Introducción
Es imposible hablar, o más bien escudriñar
la vida de una mujer como Manuela, sin antes
hacer ciertas precisiones de carácter histórico,
político e ideológico que tienen que ver con la
dura y sostenida crítica que debemos hacer las
mujeres al sistema de dominación masculina, a
la sociedad moderna con su patriarcal pensa-
miento único civilizatorio y a los mecanismo
sublimes que, demostrado está, superviven a los
tiempos y se adaptan al contexto. A lo largo de la
historia de la humanidad, las mujeres en general
hemos estado a un lado del camino, y cuando
nos hemos incorporado a los grandes procesos
históricos de transformación o creación, simple-
mente hemos sido negadas, segundeadas, estig-
matizadas o menospreciadas. Nuestra presencia
siempre ha estado supeditada a sombras y es in-
negable que en las mujeres más destacadas, ha
sido absolutamente sacrificado hacerse visible u
obtener el merecido reconocimiento.
Señalaba Pierre Bourdieu que las mujeres he-
mos sido deshistorizadas2. Nada más cierto y es
que esa deshistoricización, ha venido acompa-
ñada por procesos de violencia simbólica y real,
que no es más que discriminación simbólica
que nos ha decretado el no lugar que se nos ha
asignado. Nosotras, hemos sido construidas me-

2
Pierre Bourdieu. En la Dominación masculina señala que la des-
historicización no es más que desposeer a las mujeres de su papel
de agentes históricos (Pág. 9).

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8
Manuela en tres tiempos
diante la enunciación, a través de las voces mas-
culinas, que han modelado nuestras conductas,
procederes, roles, gustos y demás poses que se
han constituido en parte del orden patriarcal es-
tablecido que es, en última instancia, la camisa
de fuerza con la cual hemos estado secuestra-
das. Para nosotras las mujeres, la elaboración de
normas que garanticen derechos es buena, pero
no es suficiente. Siempre debemos aspirar más,
y no por “neurótica disconformidad”, sino por-
que la estructura normativa propia del sistema
de dominación masculino moderno, no garanti-
za en nada la anhelada igualdad entre los sexos.
En esto debemos trabajar arduamente nosotras
las mujeres, nada nos será permitido fácilmen-
te. Estamos, a decir de Bourdieu, en condición
permanente de sumisión paradójica3, y esto no
tiene distingo de ningún tipo entre nosotras.
En términos de lo que significó y significa ser
mujer y destacarse en un contexto tan complejo
y conservador, como fue la época de transición
histórica que le toco vivir a Manuela (principio
del siglo XIX) no fue fácil. Transgredir el orden
simbólico era, y aún hoy es, absolutamente pena-
do moral y socialmente –incluso- como le pasó
a Manuela, hasta por sus propias hermanas, las
3
Ibíd.: 12. Aquí el autor refiere que dicha condición de sumisión
paradójica está estrechamente vinculada a la violencia simbóli-
ca, la cual se hace invisible para sus propias víctimas. Es, a decir
nuestro, la naturalización de prácticas patriarcales de sujeción.
Esta sumisión de la cual nos habla Bourdieu, está demostrada en
la práctica a través de la comunicación y el conocimiento. Para el
autor, la dominación masculina encuentra su esencia en los prin-
cipios simbólicos admitidos por dominadores y dominadas.
9
cuales víctimas del veneno de la dominación,
la condenaron, hicieron juicios y clasificaron.
Y es que se trataba de la sociedad heredada de
la colonia, una sociedad de poses y de conspi-
raciones permanentes. En la que ser diferente y
hacer historia desde la cotidianidad femenina,
era revertir el eterno femenino establecido; re-
ligiosa, social e institucionalmente y rescatar el
papel de agentes históricas que estaba negado
para nosotras ¿Tendría Manuela conciencia de
tal hecho? Creemos que sí y no.
No fue acción consciente la suya en cuanto
a su género, al constituirse en transgresora del
orden establecido, ella veía desde dentro de
sí misma la realidad de su contexto, en ciertas
comunicaciones suyas, Manuela afirma sentir
pasión por la causa patriota y más aún por la
política. Es en esa condición de ser ella misma,
sin las ataduras y sin importarle los convencio-
nalismos, que ha sido absolutamente victoriosa
Manuela y ella hoy nos exige, como imperativo
moral, librar una de las batallas más importan-
tes: impulsar la anulación de los mecanismos de
invisibilización históricos, de tergiversación,
manipulación y negación, a las cuales hemos
sido sometidas las mujeres latinoamericanas a
lo largo de la historia, y nada mejor que las
armas simbólicas para lograr tal victoria.
Es así que Manuela se nos vuelve atempo-
ral, no en el sentido freudiano del término sino
en cuanto a su pervivencia en la historia como
ejemplo de mujer digna, políticamente compro-

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Manuela en tres tiempos
metida y amorosamente fiel a la pasión desme-
dida que desbordó en su espada, como le llamo
Neruda al amante sin nombre, en su Bolívar.
El siglo XIX en la América independentista
fue, nada más y nada menos que, el resultado
del proceso de lucha por la liberación y reaco-
modo de las relaciones sociales, políticas y de
poder de la etapa de dominación colonial. Las
mujeres de la época en casi todas las provincias
tenían un patrón de conducta a seguir, el cual
no debía ser roto sin esperar el castigo de rigor.
El rol predilecto y jamás negociable era el de
madre, por lo que Manuela hasta por su natu-
raleza orgánica (no procreaba), subvirtió la idea
de mujer-esclava y madre confinada al reino de
lo privado: el hogar. Igualmente se observaba el
poder de influencia de la iglesia en la educación
de las mujeres, la cual fue fundamental para per-
petuar el eterno femenino colonial: prepararse
para el casamiento. El imaginario masculino
colonial definía a la mujer dentro de los pará-
metros establecidos en el referente obligado de
la revolución Francesa, es decir, Rousseau y su
Sofía4 y Manuela distaba en gran medida de la
esencia del patrón femenino establecido: esposa
fiel, así como, mujer sumisa y madre.
4
Juan Jacobo Rousseau (1712-1778), escribió un texto denomi-
nado el Emilio o la Educación (1762). En el libro quinto describe
el ideal masculino europeo de mujer. Se pueden leer expresiones
tales como la mujer está hecha para agradar al hombre, todo la
llama a su naturaleza, la educación de las mujeres debe ser dife-
rente a la del hombre, la mujer es experta en el arte de hablar…
en fin toda naturaleza. Todas estas expresiones han sido elementos
esenciales de construcción de la idea masculina de mujer.
11
Todo nuestro continente, que otrora fuese lla-
mado Abya Yala o Cem Anahuac5, contó con
un proceso de gestación de malestares sociales y
políticos que alcanzó casi trescientos años. Múl-
tiples mártires (mujeres y hombres) regaron con
su sangre, su dignidad y su templanza, lo que
hoy es Nuestra América, a decir de José Martí.
En esta ocasión y con inmenso placer me toca,
con toda humildad y respeto, escribir acerca de
Manuela Sáenz Aizpuru, sujeta histórica y mujer
digna en tres tiempos.

5
Abya Yala o Cem Anahuac: Estos términos pertenecen a los po-
bladores originarios de la etnia Kuna y a los pobladores originarios
de la etnia Maya (idioma Náhuatl), respectivamente. El primero
significa Tierra fértil y el segundo grosso modo tierra rodeada de
agua. Luego, durante la invasión del siglo XV, sería rebautizado
como América por los dominadores, para borrar vestigios de vida
y culturas previas.

Castillo Ingrid
12
Manuela en tres tiempos
Antes: La mujer hija, política y patriota

La ambigüedad cronológica y la impreci-


sión de lugares, fechas, personajes e inclusive
hechos, son estrategias útiles para deslegitimar
a las mujeres que se han ganado un merecido
lugar en la historia. Es así que el nacimiento de
Manuela Sáenz Aizpuru, presenta imprecisiones
y contradicciones históricas en cuanto a su fe-
cha y progenitora, por dos factores fundamen-
tales: a) fue hija concebida fuera del “santo ma-
trimonio” y b) luego quedó huérfana de madre6.
Es decir, fue hija de madre soltera y adúltera, en
consecuencia ilegítima o bastarda. Fatal combi-
nación en una sociedad en la que los conven-
cionalismos y compromisos, eran la medida de
ciertos estratos sociales.
Sin embargo, su padre se ocupó de su edu-
cación internándola, con la participación de su
madre biológica (aún viva presuntamente en
su tierna edad), en uno de los conventos más
prestigiosos de la región quiteña, el Convento
de La Concepción, allí las monjas le enseñarían
a leer, escribir, no sólo en su idioma materno,
sino Inglés y Francés. También, coser, bordar y
cocinar,7en fin, se haría experta en los queha-
ceres domésticos. Su padre, un acaudalado se-
ñor, le entregó como regalo dos niñas esclavas
llamadas Natán y Jonatás, ambas mujeres juga-

6
Murray, Pamela. Cfr. Pág. 37.
7
Ibíd.: Pág. 43
13
rán un papel importante en la vida de Manuela,
quien las verá a ellas, como sus aliadas.
La bibliografía y documentación en físico y
en digital revisada, reseña que efectivamente
nace en Quito, aquí la coincidencia es total en
las fuentes consultadas. Sin embargo, en cuanto
al año de nacimiento y la identidad de su madre,
no hay precisión. Se dice que nació hacia 1797,
en año de conmoción y desolación en la provin-
cia de Quito la cual, habría sido azotada a causa
de los terremotos sucedidos en los poblados que
constituían la entonces Real Audiencia de Quito
(1797). Por lo que, ya para la fecha de su bauti-
zo (27 de diciembre de ese mismo año), su ciu-
dad de nacimiento se encontraría en proceso de
recuperación de tan devastador acontecimiento.
En todo caso, en casi todas las fuentes revisadas,
se asume como fecha de nacimiento de Manue-
la, la de su bautizo.
Con respecto a su progenitora, existen posi-
ciones encontradas en torno a dos nombres Ma-
ría Aizpuru y Joaquina Aizpuru, el detalle es que
ambas existieron, eran hermanas, y una de ellas
falleció en 1755 siendo una niña, mientras que
la segunda falleció entre 1796, 1804 o 18178.
Los dilemas, que en torno a su progenitora se
tejen, parecieran ser el resultado de las cos-
tumbres de la sociedad colonial, la cual tendía
a esconder o camuflar los “deslices” de quie-
8
Es interesante pues en las fuentes consultadas la escritora Pamela
Murray (2010), Eugenia Viteri (2003) y Genealogía Basca (web espa-
ñola), se difieren en esta fecha, pero coinciden casi en su totalidad
en cuanto a la descripción de Simón Sáenz y la familia Aizpuru.

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Manuela en tres tiempos
nes se atreviesen a transgredir los cánones so-
ciales establecidos por la corona y la iglesia
(Ley canónica española). Es así que el fruto de
una relación adúltera, por parte de una mujer
privilegiada de la época, debía ser en la medida
de lo posible, negada, borrada o escondida. Lo
más seguro es que estos convencionalismos de
la época fuesen los que generaron históricamen-
te, la imposibilidad de que alguien se atreviera
a señalar con certeza, fecha de nacimiento o
nombre alguno.
Autoras y autores, como la ecuatoriana Euge-
nia Viteri9, Alfonzo Rumazo10, Palencia Caratt,
Pamela Murray, entre otros, no presentan coinci-
dencias en cuanto a la progenitora de Manuela.
Unos señalan que su madre fue María Aizpuru,
mientras otros afirman que es Joaquina Aizpuru.
La veracidad de esta afirmación queda absurda-
mente a discreción de la reputación del autor y
no precisamente ajustada a las fuentes o la rea-
lidad histórica y cultural de la época. Incluso,
Palencia Carrat señala en su artículo lo siguien-
te: La misma Manuela Sáenz, desde Paita, le
sostuvo a don Roberto Ascazubi, en carta de 22
de octubre de 1844, divulgada en Boletín de la
Academia de Aizpuru, y que don Ignacio y doña

9
Viteri Eugenia. 2003. Manuela Sáenz, biografía. Esta autora de
origen ecuatoriano señala que la madre de Manuela fue Joaquina
Aizpuru, quién fallece, según señala, en 1796.
10
Rumazo, Alfonzo. 1984. Manuela Sáenz. Este excelente histo-
riador ecuatoriano señala que la Madre de Manuela fue María de
Aizpuru. Pág. 23-24.
15
Joaquina Aizpuru tuvieron una tercera hermana,
doña María, la cual es la madre de Manuelita11;
hecho éste que es igualmente abordado por una
organización española denominada Genealogía
Basca, en la que se afirma que la madre de la
quiteña Manuela Saénz fue Joaquina de Aizpuru
y Sierra Pambley (1766-1817) y su padre el es-
pañol Simón Sáenz de Vergara y Yedra12 (1755-
1825). Contó entonces Manuela con no menos
de 9 tíos y tías por parte de madre y otros tantos
medio hermanos y hermanas, entre los cuales
destaca por su especial vínculo afectivo, José
María Sáenz del Campo (1797-1834). De Ma-
nuela se relató con especial e interesado énfa-
sis, su fuga del convento con el soldado español
Fausto Delhuyar (hacia 1815). Hecho que es se-
ñalado por Pamela Murray como una leyenda, y
por Luís Zúñiga13 como un pasaje novelesco. Sin
embargo, esta “embarazosa” situación para su
padre y su familia; generó el arreglo del matri-
monio de Manuela con el Inglés Dr. James Thor-
ne. El matrimonio durante esta etapa histórica,
era considerado un mecanismo para asegurar

11
Palencia Caratt, Luís (2001). Bolívar y Manuelita, su amable loca.
12
En Genealogía Basca se encontró lo siguiente: Joaquina de Ai-
zpuru y Sierra Pambley, nacida en Quito hacia 1766 fallecida en
1817. Soltera, tuvo un romance con Simón Sáenz de Vergara y
Yedra, nacido en la villa de Villasur de Herreros (Burgos), España,
el 21 de octubre de 1755.
13
Manuela es una novela de Luís Zúñiga (2010), Poeta y novelista
ecuatoriano.

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Manuela en tres tiempos
el bienestar y los intereses de la familia14, por
lo que era una salida honorable y conveniente
para contrarrestar la condición de ilegitimidad
de Manuela Sáenz.
Fue un asunto de respeto y “honor”15. El ma-
trimonio fue celebrado en Lima el 27 de Julio de
1817 y con este convenio, al cual pondría termino
la propia Manuela en 1825, ella cumplió con el
mandato de su padre, aprendió a negociar y a des-
envolverse en ambientes de pleno dominio mas-
culino como lo fue el comercio colonial, dando
muestras –desde ese momento- de ser una joven
mujer de resistencia ante los convencionalismos
de la época, a pesar del aparente sometimiento.

Su militancia por la causa patriótica no se


inicia en 1822, como muchos historiadores han
querido aseverar. Estando ya casada con Thor-
ne y viviendo en Lima, Manuela desatiende las
sugerencias de su esposo en torno a la estrecha
amistad que guardaba con la guayaquileña Rosa
Campuzano, conspiradora patriota y amante
de José de San Martín. Las reuniones políticas
y conspirativas eran exclusividad de un grupo,
y estas dos mujeres participaban de manera ac-
tiva, seria y digna en dichas reuniones16. Y aquí
14
Murray, Pamela. Pág. 44
15
Ibíd.: 47-49
16
Alfonzo Rumazo, en la Biografía de José de San Martín, señala
de forma taxativa que La Campuzano era guayaquileña y la Saénz
quiteña. El salón de Rosita había sido el centro de reunión de los
conspiradores, antes de la llegada de San Martín. Pág. 186.
17
Manuela, conjuntamente con Rosa Campuzano
(La Protectora), tiene una participación activa en
la campaña de “seducción”17 para ganar la leal-
tad del Batallón Numancia en pro de la causa
Sanmartiniana. Esto le valió a Manuelita y a la
propia Rosa Campuzano los meritos necesarios
para ser condecoradas por el propio José de San
Martín, como Caballeras del Sol18. Fue especial-
mente importante, la participación de Manuela
con su medio hermano en la adhesión del Ba-
tallón Numancia a las filas del ejército patriota
sanmartiniano. Manuela se volvió una experta
conspiradora, valiente luchadora, con una fina
intuición, experta espía y sus mejores aliadas
fueron Natán y Jonatás, quienes cumplían fun-
ciones de espionaje y parecían más bien sus
leales soldadas. Igualmente, cumplió labores de
recolectora de pertrechos para el ejército.
Ya para 1822, se encuentra de regreso a su
ciudad natal en compañía de quien fungía como
su esposo. Al llegar continúa con su labor po-
lítica y militar, ahora con el ideal de apoyar la
causa patriota para la liberación definitiva del
Perú y del propio Quito. Fue una apasionada de
la libertad. Escribe en su Diario de Quito: Ya le
he impartido órdenes a Jonathás, yéndose con
17
Pamela Murray, señala en su texto que según las fuentes que
revisó hay pruebas de que Manuela participó en una conocida
campaña para reclutar a los miembros del Numancia. Participaron
mujeres de los círculos patriotas de Lima. El hermano de Manuela,
José María Sáenz, participó en este proceso. Cfr. Pág. 59-60.
18
El 8 de octubre de 1821, Manuela Sáenz recibe la Orden del Sol
en el grado de Caballeresa por José de San Martín

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18
Manuela en tres tiempos
Nathán a recoger información que sirva como
espionaje, de dónde se encuentran las fortifica-
ciones y los puestos de defensa de los españoles,
para mandarles dicha información a los patrio-
tas. (…) Los señores generales del ejército pa-
triota no nos permitieron unirnos a ellos: mi Jo-
nathás y Nathán sienten como yo el mismo vivo
interés de hacer la lucha; porque somos criollas
y mulatas a las que nos pertenece la libertad de
este suelo19 y a pesar de la sugerencia de los ge-
nerales (Antonio José de Sucre entre ellos) de no
inmiscuirse en la Batalla que se libraba en las
faldas de Pichincha, cuenta la propia Manuela,
que se unieron al ejército a pie y rodearon la
cordillera que bordea Quito, prestando apoyo
en cuanto a la atención de los heridos, recuer-
da Manuela en su Diario: Jonathás y Nathán y
yo estamos rendidas. Llegamos de auxiliar a los
heridos y ayudar a calmar sus dolencias con
bálsamo del Perú e infusiones de amapola20. Su
participación directa en la Batalla de Pichincha,
como quiteña comprometida con la causa pa-
triota, además de su ya conocida cooperación
apoyando el movimiento independista en Perú,
a favor del General José de San Martín, facili-
taron el reconocimiento por parte del General
Sucre dentro del Ejército Libertador.
Para Manuela, el compromiso patriótico fue
19
. Diario de Quito, en: Cartas de amor entre Manuela y Simón. 23
de Mayo de 1822 y 24 de Mayo de 1822 (Pág. 115-117)
20
Diario de Quito, en: Cartas de amor entre Manuela y Simón 24
de Mayo de 1822. Pág. 117
19
parte de su vida como mujer. Su actividad polí-
tica y militar fue prolífica y sus acciones parti-
culares, como por ejemplo, la red de espionaje
que le permitía manejar información vital del
bando realista, fueron claves para la causa en
la cual creía.

Castillo Ingrid
20
Manuela en tres tiempos
Durante: el amante
y la revolución Latinoamericana

Omnia vincit amor;


et nos cedamus amori21

El 16 de junio de 1822, conoce a Simón Bo-


lívar22. Sin embargo, Manuela no es el resultado
histórico de su encuentro con la figura del General
Libertador Simón Bolívar, ellos se funden en esos
ocho años de pasión humana, militar y política.
Su trayectoria de vida supera este hecho humano
e histórico. Ciertamente, ocho años de relación
amorosa, política y militar, marcarán este impor-
tante periodo en la vida de Manuela, mas, no
podemos decir que ella es el resultado de dicha
relación. Tal como la describe su abierta y previa
participación por la causa independentista.

21
El amor todo lo vence, cedamos paso al amor. Marón, Pablo
Virgilio. Las Bucólicas. Cap. 10; 69.
22
Este hecho es efectivamente confirmado por la propia Manuela
en su Diario de Quito. Cuando relata su participación en los pre-
parativos para recibir a S.E. El Libertador. Dichos preparativos se
iniciaron, según la propia Manuela, semanas antes de la entrada de
Bolívar y el Ejército Libertador, ya para entonces Manuela habría
conocido a todos los oficiales del ejército libertador (25 de Mayo
de 1822. Pág. 121-122). El 16 de Junio de 1822 escribe Manuela
en su Diario: Qué emocionante conocer a este señor, a quién lla-
man el “mesías Americano” (…) Dejo aquí para disponerme a las
órdenes de Don Juan Larrea, quien anuncio va a venir por mí. Lo
relatado luego en el mismo Diario, describiendo lo sucedido esa
noche del baile, no deja duda en cuanto al hecho. Por tanto, el
Diario de Manuela en Quito, que no es considerado “apócrifo”, es
fuente de primera que demuestra la veracidad del encuentro. No
fue, ni es leyenda, como han querido hacer ver.
21
Manuela fue asidua lectora, una mujer pre-
ocupada por su cultura. Según palabras del pro-
pio Simón, en carta enviada a Próspero Pereira
Gamba, señala lo siguiente: en Manuela hay algo
diferente: sobresale su cultura, pues ésta nace de
la avidez con que cada nueva lectura llega a sus
manos, amén de aquellas que conoció antes23.
El Bolívar militar, reconocía en Manuela su pa-
sado, su capacidad, entonces ¿Por qué esta acti-
tud santanderista de algunos intelectuales e his-
toriadores de desconocer la historia y relevancia
de una mujer que fue importante para la gesta
histórica que se estaba viviendo? Más allá de su
pírrica condición de “amante”. La respuesta es
sencilla, a los hombres se les puede tolerar todo,
pues el orden, el sistema, se encarga de exaltar
lo positivo, mientras que sus deslices son senci-
llamente ignorados o justificados.

Es así, que Bolívar tenía un concepto de Ma-


nuela que iba mucho más allá de la condición
de mujer-adorno y señalaba, en carta dirigida a
Santander a propósito del mote de “descocada”
que éste le pondría: Manuela no recogerá el far-
do asqueroso de la desvergüenza sólo por ser
mujer. Quienes así la denigran, se cargan con la
miseria de su maledicencia, y la corrupción de
sus palabras atraganta sus pescuezos ávidos de

23
Carta del General Bolívar a Próspero Pereira Gamba, en: Car-
tas de amor entre Manuela y Simón, fechada el 29 de Agosto de
1828. Pág. 150

Castillo Ingrid
22
Manuela en tres tiempos
la horca.24 Manuela efectivamente reflejó la cri-
sis de una sociedad colonial en decadencia y de
la transformación definitiva de la cotidianidad
de la mujer de su época. Aún cuando se conser-
varon, a lo largo y ancho del territorio liberado,
la mayoría de las costumbres (costumbres de lo
absurdo como les llamó Bolívar25), la participa-
ción de la mujer fue determinante en la revolu-
ción Independentista. En tal sentido, como seña-
lara Pamela Murray, aún cuando pocas mujeres
ocuparan posiciones vinculadas con el ejército,
éstas ocuparon, batallaron, organizaron y avan-
zaron a pesar de que su pasaje por la historia, en
la mayoría de los casos, haya sido negado. Inclu-
so, sólo se destacan en el Ejército Libertador dos
mujeres militares de alto rango; las coronelas:
Manuela Sáenz y Juana Azurduy, ambas se co-
nocieron y tendrían el mismo fatídico destino.

Dentro de su carrera militar, Manuela Sáenz


asciende rápidamente durante la Revolución
emancipadora. Las mujeres que participaban en
las batallas, escapaban del ámbito de lo privado
y se incorporaban como ciudadanas en lo pú-
blico, la guerra les permitió eso. Manuela, de
acaudalada condición, era de “armas tomar”, se

24
Carta del Generalísimo Simón Bolívar, al señor Francisco de
Paula Santander, en: Cartas de amor entre Manuela y Simón, fe-
chada 21 de Septiembre de 1828, a sólo cuatro días del segundo
atentado al Libertador. Pág. 151-152
25
Carta del General Simón Bolívar a Manuela Sáenz, en: Cartas de
amor entre Manuela y Simón. Lima, 13 de Septiembre de 1823.
23
internaba en el fragor de la batalla en compañía
de sus mejores aliadas: Natán y Jonatás. Señala
Murray que las mujeres de clase alta urbana nu-
trieron la incipiente causa patriótica, realizando
reuniones informales (tertulias) que servían como
foro para criticar la metrópoli y ayudaron a urdir
las primeras conspiraciones autonomistas criollas,
como lo hizo Manuela Cañizares en Quito y Leo-
na Vicario en México también proporcionaron los
primeros ejércitos insurgentes de la región26.

Estando Manuela en Perú, tuvo una participa-


ción destacada en la Batalla de Pichincha (24 de
Mayo 1822); allí cumple con la mayoría de las
actividades permitidas a las mujeres en batalla,
las cuales van, desde el cuido de los enfermos,
recolectora de suministros para la causa y el
ejército y mensajera, hasta combatir en campo.
En este episodio Manuela ha de haber recibido
algún reconocimiento, sin embargo, nada dice
la propia Manuela y por el contrario se mostró
complaciente de su participación como mujer y
ciudadana a favor de la causa. Conoce al General
Simón Bolívar en el baile de recepción a los Li-
bertadores y se funden dos grandes pasiones para
Manuela, Bolívar y la causa independentista.
26
Pamela Murray, señala que la actividad de las mujeres, en es-
pecial las Limeñas. Señala que la participación de las mujeres en
tiempos de guerra las transformó, les dio la oportunidad de asu-
mir el papel cívico en las repúblicas emergentes (…) servían con
frecuencia como espías y correos, y también como enfermeras,
contrabandistas de armas y proveedoreas de comida y vestimenta.
Aunque usualmente disfrazadas, también se desempeñaban como
combatientes (subrayado nuestro) Pág. 57.

Castillo Ingrid
24
Manuela en tres tiempos
Durante el año 1823, Bolívar le encomienda
al General O´leary que le haga entrega a Manue-
la Sáenz del Archivo General, más documentos
de la Campaña del Sur; para que trasladados a
la quinta La Magdalena, se organice su incorpo-
ración al Estado Mayor General de la Campaña
Libertadora, y con el rango de Húsar27. Manuela
es entonces designada Secretaria de los Archi-
vos personales del Libertador Simón Bolívar y
de la Campaña del Sur, hecho que le granjeó
múltiples enemigos y radicalizó algunas postu-
ras en su contra por parte de los que adversaban
al Libertador.

Bolívar le asigna el grado soldada Húsar, a


fin de poder garantizar el ingreso de Manuela
en el Estado Mayor, no sólo como una secretaria
más, sino como la responsable de la memoria
histórica de la Revolución Independentista. Y
aquí se hace una aclaratoria necesaria, pues por
más que se ha buscado en este corto tiempo,
no se ha podido encontrar algún documento o
referencia en el cual se indique el ascenso de
Manuela, de Húsar a Teniente. Sin embargo,
existe correspondencia del Libertador dirigida a
Manuela en la cual le llama Teniente de Húsa-
res28. Saquemos conclusiones entonces, sin caer
ciertamente en endiosamientos ni inventos, que

27
En cartas de Amor entre Manuela y Simón se encuentra la Carta
a O´leary. 28 de septiembre de 1823. Pág. 137.
28
Carta del General Simón Bolívar a Manuela fechada 6 de agos-
to de 1824. Plena Batalla de Junín. Pág. 42.
25
de nada sirven a mujeres extraordinarias como
Manuela, Juana o Rosa.

Recordemos que se trata de una sociedad


muy conservadora, ya Manuela se había gana-
do infinidad de enemigos, especialmente dentro
del entorno castrense, por lo que todo lo que
se refiera a su carrera militar sería desaparecido,
fragmentado o tergiversado.

Esta leal soldada, siendo ya Tenienta, pasó


a integrar el Estado Mayor del Ejercito Liberta-
dor ubicado en el Sur. Se incorpora en una de
las tantas batallas decisivas para liberar al Alto
Perú, la Batalla de Junín. Esta lucha se da el 6
de agosto de 1824 y culminó con la victoria del
ejército patriota. En reiteradas comunicaciones
escritas por Bolívar a Manuela, éste le invita a
incorporarse en la campaña previa a la Batalla
de Junín. Le reta y le señala que las condiciones
de los nevados son adversas, pero útiles para
templar el carácter de los patriotas. Manuela,
le responde no sin honda convicción patriótica:
Que no es condición temeraria esta, sino de va-
lor y de amor a la independencia (no se sienta
usted celoso)29. Librada la Batalla en Junín, una
de las más violentas según los historiadores, ese
mismo 6 de Agosto de 1824, el General Bolí-
var le informa a la Teniente de Húsares Manuela

29
En el texto Cartas de Amor entre Manuela y Simón, se encuentra
comunicaciones fechadas 16 de Junio de 1824, 17 de Junio de
1824; 9 de Junio de 1824. Pág. 39-40.

Castillo Ingrid
26
Manuela en tres tiempos
Sáenz, mediante comunicación formal su ascen-
so a Capitán (hoy Capitana) de Húsares y le indi-
ca las responsabilidades que como militar debe
asumir, entre las cuales están, las actividades
económicas y estratégicas de su regimiento30.
Incluso el propio Bolívar en relato recogido por
el General Francés Luís Perú de Lacroix31, a pro-
pósito del incidente del zarcillo de granate y la
oreja, reconoce la carrera militar de Manuela y
confiesa que en nada ha tenido que ver el amor
que ambos se profesaban.

Manuela, siendo Capitana de Húsares, par-


ticipó en combate el 9 de diciembre de 1824
en la Batalla de Ayacucho. El Mariscal Sucre,
se encargaría de enviar los pormenores y partes
de guerra al Libertador, solicitando además, el
ascenso de Manuela a Coronela del Ejercito Li-
bertador. Bolívar en comunicación fechada en
20 de diciembre de 1824, dirigida a Manuela,
otorga el ascenso con una adición a pie de la
carta que demostraba la efusividad y emoción
que embargaba a Bolívar: ¡Viva la patria, Viva
Sucre, Viva Manuela, Viva Ayacucho! ¡Qué es
30
Carta del General Simón Bolívar a Manuela, en: Cartas de
amor entre Manuela y Simón, 6 de Agosto de 1824. Pág. 42
31
El General Francés Perú de Lacroix, recoge lo sucedido en su
Diario de Bucaramanga y de forma textual refiere el Libertador lo
siguiente: de mujer casada a Húsar, secretaria y guardián celoso
de los archivos y correspondencia confidencial personal mía. De
batalla en batalla, a teniente, capitán y por último, se lo gana con
el arrojo de su valentía, que mis generales atónitos veían; ¡coronel!
¿Y qué tiene que ver el amor en todo esto? Nada. Diario de Buca-
ramanga. Pág. 309-311.
27
la apoteosis de la República!32

Manuela continúa sus actividades, llevando


el archivo y además fortaleciendo la red de in-
formantes y espías mediante la cual obtendría in-
formación valiosa referente a los acontecimientos
relacionados con el atentado. Manuela siempre
tuvo la idea de que el General Francisco de Pau-
la Santander, conjuntamente con otros oficiales
del Ejercito Libertador, tenían la aspiración de
obtener las glorias de Bolívar, y que en especial
Santander era un traidor. Se lo refirió a Bolívar
directamente en múltiples cartas mucho antes del
atentado denominado Conspiración Septembrina
de 1828. La reacción de Santander no se hizo es-
perar, en comunicación fechada en 23 de enero
de 1825, exigió al General Libertador Simón Bo-
lívar que degradase a Manuela. Petición que fue
desoída por parte del Libertador33.

Finalmente, Manuelita le salva la vida a Bo-


lívar, incluso a riesgo de la suya propia. Según
narra Pamela Murray34, este intento de asesinato
denominado Conspiración Septembrina, estaría

32
Carta del General Simón Bolívar a Manuela, en: Cartas de amor
entre Manuela y Simón. 20 de Diciembre de 1824. Cartas de
Amor entre Manuela y Simón. Pág. 47
33
Carta de Manuela a Simón, en: Cartas de amor entre Manuela
y Simón. En estas páginas se evidencia el enfrentamiento entre
Bolívar y Santander a causa del ascenso de Manuela Sáenz. Pág.
42, 47 y 141.
34
Murray, Pamela. Por Bolívar y La Gloria. Pág. 119-122.

Castillo Ingrid
28
Manuela en tres tiempos
planificado desde hace algún tiempo y estarían
involucrados los círculos santanderistas y oligar-
cas ocañistas. Y en ocasión de haber enfrentado
valientemente a los asesinos del Libertador, esa
noche del 25 de septiembre de 1828 en Bogotá,
mientras éste se ponía a resguardo, Manuela fue
sujetada y le exigieron que dijese donde estaba
Bolívar. Ella nunca lo delató, por el contrario,
dio información falsa para despistar. Logró sal-
var la vida de Bolívar y éste la llamó Libertadora
del Libertador.

Hoy, en pleno tercer milenio, la Coronela


Manuela Sáenz fue ascendida pos mortem, al
grado de Generala por el presidente de la Repú-
blica Ecuatoriana Rafael Correa. La carrera mili-
tar de Manuela fue adversada por los enemigos
internos de la causa y muy pocas veces es men-
cionada su limpia y comprometida trayectoria.
29
Después: La fortaleza
y el compromiso de la mujer

Un dorso, un dorso grave y dulce,


remata el sueño que yo sueño
Es el final de mi camino
y me descanso cuando llego35

La historia no se la cuenta ¡Se la hace!36

Los cinco años de vida en Guaduas y luego


en Bogotá, después de la muerte de su amado
Bolívar el 17 de diciembre de 1830, se convir-
tieron en un infierno, la persecución de Santan-
der y sus aliados no se hizo esperar. La miseria
le acompañó hasta el fin de sus días y aún así
se mantuvo digna de su pasado. Luís Perú de
Lacroix (1780-1834) le informó mediante carta
de1 18 de diciembre de 1830, acerca de la ago-
nía en la que había dejado a Bolívar el 16 de ese
mismo mes, en Santa Marta.
La muerte de Bolívar vino acompañada para
Manuela, por la frustración, la negación y la de-
presión. Poco duró y tuvo que asumir el destino
que le tocó. Fuera de Bogotá hacia 1835, marcada
como una bandida por la oligarquía Colombiana,
partió rumbo a Ecuador, su tierra natal, en dónde
le espera una orden de expulsión acompañada
de la confiscación de toda propiedad y bienes.
35
Mistral Gabriela (1889-1957). Fragmento del poema Cosas.
36
Diario de Paita, en: Cartas de amor entre Manuela y Simón.
Pág. 180

Castillo Ingrid
30
Manuela en tres tiempos
Entrará a Paita en una pobreza absoluta en térmi-
nos materiales. Ese mismo año se trasladó vía ma-
rítima a Perú, donde antes habría tejido parte de
sus sueños, su vida, sus luchas. Neruda describe
magistralmente con su prosa, este duro pasaje de
la vida de la brava Manuela como le llamó.

Aquí me llevó ella, la barquera,


la embarcadora de Colán, la brava.
Me navegó la bella, la recuerdo,
la sirena de los fusiles,
la viuda de las redes,
la pequeña criolla traficante
de miel, palomas, piñas y pistolas.
Durmió entre las barricas,
amarrada a la pólvora insurgente,
a los pescados que recién alzaban
sobre la barca sus escalofríos,
al oro de los más fugaces días,
al fosfórico sueño de la rada.
Sí, recuerdo su piel de nardo negro,
sus ojos duros, sus férreas manos breves,
recuerdo a la perdida comandante
y aquí vivió
sobre estas mismas olas,
pero no sé dónde se fue,
no sé dónde dejó al amor su último beso,
ni dónde la alcanzó la última ola37.

En este tercer tiempo, a pesar de los sinsabo-


res, ni la irreverencia ni el humor de Manuelita
37
Neruda Pablo. La Insepulta de Paita.
31
cambian, su sentido sátiro y de burla se hace pre-
sente en la miseria que la abrazó y en la cual le
habían sumido sus más acérrimos enemigos, San-
tander en Bogotá, Vicente Rocafuerte en Ecuador
(1783-1847), con el destierro y la expropiación.
Su entereza en cuanto a los sentimientos de re-
chazo por la traición, la deslealtad y el desenfado
ante lo que Bolívar habría logrado, acompañada
de su madurez política en el duro exilio, la llevó
a ganarse el respeto de quienes le conocían. Ma-
nuela, vivía en compañía de sus fieles Nathan y
Jonatás, de quienes por cierto la historia hace gala
de la más descarada invisibilización, pues que te-
rrible fue, en una sociedad excluyente como la
colonial, ser mujer, negra y esclava.
En su humilde vivienda en el puerto de Paita,
convivía además con cuatro perros callejeros,
cada uno de ellos llevaba los nombres de los
traidores visibles, pues de los rastreros no vales
ni la pena mencionarles. Es así que en su Dia-
rio de Paita mencionará: Jonathás ha estado en
cama con gripe, de esas que llaman «quiebra
huesos», y no ha podido levantarse. Páez, Cór-
doba y La Mar no me han dejado en paz. Los
tiene muy enseñados; estos perros graciosos,
acostumbrados al cariño, se deshacen por Jona-
thás, y yo no los controlo más. Santander está ya
viejo y cojo. Pienso que hay que fusilarlo para
que no sufra, pues le pasó un coche por encima;
se me va el corazón con mi perro38.
38
Diario de Paita, en: Cartas de amor entre Manuela y Simón.
Pág. 175.

Castillo Ingrid
32
Manuela en tres tiempos
Manuela, recibió la visita de notables y pro-
minentes hombres de la época, sin embargo,
ninguno hizo más que conversar e intentar per-
suadirla de dar parte del tesoro que guardaba: la
memoria de lo sucedido durante la Bolivariana
gesta emancipadora. Manuela muere a la edad
de 59 años en Paita, Perú, un 23 de noviembre
de 1856. Su cuerpo fue quemado y sus restos
depositados en fosa común. Qué triste destino
para una mujer extraordinaria como Manuela.
Sin embargo, jamás olvidada, menos ningu-
neada. Siempre fiel a su pasión desmedida por
el grande Bolívar y aún más por la patria. Y es
gracias a todos quienes han escrito leyendas y
verdades o medias verdades, que ha sobrevivi-
do en el tiempo, se nos ha hecho atemporal La
Manuela y ganó la última batalla: contra la des-
historicización y el olvido.
33
A modo de reflexión final
Manuela Saénz, marcó la diferencia de ser
mujer en un contexto histórico que condenaba
la transgresión a las normas establecidas. Des-
de su nacimiento fue víctima de innumerables
manifestaciones de violencia simbólica y real.
Los tres tiempos de Manuela, describen grosso
modo, cómo las mujeres llegamos a ser noso-
tras, sufriendo, superando el simulacro, la moda
y el troquel masculino, y demostrar que no solo
somos cuerpo, vida y pasión, sino también so-
mos compromiso, inteligencia y amor patrio, sin
que ello signifique negociar espacios legítima-
mente ganados en la historia.
Pareciera que la historia es un monstruo invi-
sible cuyo largo brazo masculino está de la mano
de los tiranos, los traidores, los miserables. Es
particular el hecho de que tanto Manuela Saénz,
Juana Azurduy, como La Rosa Campuzano, por
mencionar solo algunas, hayan muerto en la más
ignominiosa miseria y aparente anonimato. Qui-
zás –y aquí me permito soñar- si estas mujeres
juntas hubiesen tenido un poco de conciencia
de ser mujeres en la lucha y también en destino,
sólo quizás, el final hubiese sido otro. La unidad
de nosotras las mujeres debe estar por encima
de las adversidades, debe ser un fuerte lazo de
amor y respeto profundo, indistintamente del
lugar en el que nos coloque la historia y sentir-
nos hermanas en todo momento y no olvidarnos
de nosotras mismas ni de nuestras hermanas, ni

Castillo Ingrid
34
Manuela en tres tiempos
de nuestros compromisos con nuestros propios
principios y convicciones.
Y Manuela dijo: Difícil me sería significar el
porqué me jugué la vida unas diez veces. ¿Por la
patria libre? ¿Por Simón? ¿Por la gloria? ¿Por mí
misma? Por todo y por darle al Libertador más
valor del que yo misma tenía. Él vivía en otro
siglo fuera del suyo. Sí, él no era del diez y nue-
ve. Sí, él no hizo otra cosa que dar; vivía en otro
mundo muy fuera del suyo. No hizo nada, nada
para él.39

39
Diario de Paita, en: Cartas de amor entre Manuela y Simón. En
Cartas entre Manuela y Simón. Pág. 186
Referencias bibliográficas
MISTRAL, Gabriela (1997)
Antología poética. Madrid: Editorial Castalia.

VITERI, Eugenia (2003)


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BOURDIEU, Pierre.(2005).
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CASTEJÓN, Antonio
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El general José de San Martín, su vida y su acción
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PERÚ DE LACROIX, L. (2009)
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Ministerio del Poder Popular para el


Despacho de la Presidencia (2008)

Cartas de amor entre Manuela y Simón. Acompa-


ñadas de los diarios de Quito y Paita, así como de otros
documentos. Caracas: Ediciones de la Presidencia de la
República.
Manuela en tres tiempos
de Castillo Ingrid
se imprimió en la Imprenta de Vargas
adscrita al Sistema Nacional de Imprentas
de la Fundación Editorial El perro y la rana
durante los días 12 y 13 de septiembre de 2013.

Queda hecho el depósito de fe.

500 ejemplares

Colaboradores
Concejo del Municipio Vargas
La oficina para la conservación del Patrimonio Cultural y Natural

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