Pensar Latinoamerica
Pensar Latinoamerica
Pensar Latinoamerica
No somos europeos, no somos indios, sino una especie media entre los aborígenes y los
españoles. Americanos de nacimiento y europeos por derechos, nos hallamos en el
conflicto de disputar a los naturales los títulos de propiedad y de mantenernos en el país
que nos vio nacer, contra la oposición de los invasores; así nuestra caso es el más
extraordinario y complicado
Simón Bolívar
El genio griego fue capaz de dar cuenta de su propia razón de ser al construir otro tipo de
saber, que no sólo vino a constituir un conocimiento científico, universal y necesario,
distante de la arbitrariedad, sino que también un principio general de orientación que
sirviera al hombre para vivir. El logos griego no se construyó sobre la base exclusiva de la
razón, sino también cumplió una función indispensable; como fue la formulación de los
fundamentos necesarios para dar cuenta de la existencia (Roco: 1995). En la racionalidad
griega, la teoría fue capaz de interpretar la realidad vigente, bajo constructos propios y con
una fuerza epistémica sin precedentes.
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Dentro del ámbito de los Estudios Latinoamericanos, “Nuestra América”, como visión
utópica y como la concibieron latinoamericanistas de la altura moral e intelectual de Martí
y Bolívar, nos presenta razones para develar un logos originario fascinante y para apostar a
una epistemología Latinoamericana que nos evite el riesgo de caer en una especie de
regionalismo singularista de la teoría y del pensamiento social y nos conduzca a
condiciones de posibilidad para pensar nuestra realidad planteando una filosofía crítica
alternativa latinoamericana (Arrigada-Kehl: 2002).
El desafío que se nos presenta frente al pensar propiamente Latinoamericano es lidiar con la
pregunta cómo relacionar teoría y realidad, de modo que nuestros problemas puedan ser
iluminados con la racionalidad propia del logos americano y no desde un paradigma
filosófico exógeno, que se construyó a partir de otras visiones, otras encrucijadas, otras
sensibilidades y otros problemas, como lo fueron el greco-europeo. Sin embargo, no se trata
de evitar o romper con la tradición filosófica greco-europea para dilucidar nuestra realidad
dilemática, sino más bien adentrarse en la riqueza del pensar filosófico y su producción
espiritual, planteándonos nuevos horizontes intelectivos e interpretativos ligados a nuestra
realidad humana y latinoamericana. Esto nos demandará, por cierto, el necesario esfuerzo
intelectual para superar la visión clásica y tradicionalista de la filosofía, que respecto a su
objeto de estudio y estructura, se encapsuló en tratados y teorías en torno al ser, soslayando
la especificidad del conocimiento filosófico y su capacidad para inteligir otros horizontes y
nuevos tiempos.
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Sus disímiles formas simbólicas y metafóricas revela y construye el ser esencial del hombre
Latinoamericano.(Rivas:2007)
Nuestra América debe ser imaginada desde una unidad diferenciada, en el que se implican
puntos de vistas como el geoeconómico, social, político y cultural. Más allá de sus trazos
comunes, ella representa un problema por sus diversidades profundas, su pluralidad étnica y
por su construcción incompleta. En una conferencia dada en el VII Congreso de Estudios
Latinoamericanos en San José, Costa Rica, en el 2005, y donde tuve la ocasión de
participar, Quince Duncan señalaba que la crisis de identidad latinoamericana estaba dada
por el “complejo de blancos” que acompaña el imaginario mestizo y que en “América
Latina persiste entre los intelectuales y entre los sectores de la clases económica y políticas
la idea de afirmarse como nación blanca”.
Si retomamos un poco más la reflexión que nos ocupaba en párrafos anteriores, respecto a
la composición de nuestra identidad cultural, sobre los indicado se establecen algunas tesis
que dan cuenta, por un lado, que somos el resultado de un componente o reconstrucción ya
sea español, indígena o racionalista y por otro lado, que somos consecuencia de una matriz
cultural híbrida, situada en un tiempo fijo y determinado, sin posibilidad de nuevos aportes,
caracterizándola como matriz esencialista, y que en justicia, a una concepción histórica de
identidad, habría que superarla. (Larraín: 1996)
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pioneros de una revisión crítica y sistemática del espíritu liberal-positivista heredados de la
razón ilustrada.
Estudiar América Latina resulta una tarea ardua y compleja pues se trata de una realidad
cultural construida a partir de una multiplicidad de influencias, de comprender otras
miradas, otros modos de ser y de entender la complejidad de la construcción del “otro”,
desde el logos europeo y desde nuestro logos originario. Desde esta autoconciencia surge la
pregunta por nuestra identidad cultural latinoamericana más propia y específica y su
diferencia con la europea, que por consecuencia nos lleva a establecer premisas e hipótesis
que puedan crear condiciones de posibilidad para un relato histórico, que en su
interpretación social pueda ayudar a explicar y generar proyectos de cambio social en las
estructuras sociales y de poder.
Por siglos nos ha seguido una sombra fantasmal, que cual maldición nos ha creado el
complejo de blancos y nos ha hecho negar nuestros orígenes, asumiendo una posición de
inferioridad, de memorias ocultas, de pueblos sin historias, de desigualdades eternas. De
una racionalidad moderna extraviada y sin sentido, que legitima discursos dominantes
construidos a partir de Platón, Aristóteles, San Agustín, santo Tomás, Descartes, Kant,
Hegel, Comte, Nietzche etc. (Ritman: 2008)
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Los Estudios Latinoamericanos demandan el concurso y la participación de las diversas
disciplinas que conforman las ciencias sociales, tales como los estudios culturales, la
historia de América Latina, la literatura, la antropoliteratura, la filosofía, la antropología, la
etnohistoria, la sociología, la ciencia política, la economía, y los estudios religiosos. Cada
una de estas disciplinas traza sus líneas de investigación y construye o reconstruye teorías
que aportan nuevos conocimientos de la realidad específica que se quiere estudiar. Vista
desde esta perspectiva, los Estudios Latinoamericanos, en el caso particular de la UPOLI,
que forma profesionales, más en el campo de las finanzas y la administración de empresa,
deben buscar, junto con una mayor profesionalización, un contrapeso humanístico a la
racionalidad técnica, que sin ser algo negativo, subsume la racionalidad discursiva.
a) Filosofía Latinoamericana
Es importancia señalar que estas líneas de investigación social cubren áreas del
conocimiento que pueden contribuir a una mejor comprensión de los fenómenos sociales,
políticos y culturales de nuestra América y que se constituyen en objeto de los Estudios
Latinoamericanos, cruzando muchas veces fronteras de otros campos de investigación
dentro de la academia y con los cuales se pueden establecer alianzas de investigación
colectiva como suele ser la tendencia hoy día en América Latina.
Finalmente, y en una precisión necesaria, quiero decir que los pilares constituyente de la
“universitas”; docencia, investigación y extensión, deben estar, de forma incluyente e
integradas en función de la formación y la educación de la persona que crea ciencia y es
portadora del servicio que tanto la persona como la ciencia le prestan a la sociedad a través
de la dedicación profesional. De este modo, la UPOLI se distingue de otros proyectos
educativos universitarios, pues en la práctica, su lema de “servir a la comunidad” sitúa su
formación académica dentro de una perspectiva de Institución con una función pública y
bajo una visión cristiana de la vida y del mundo que busca formar científicos, intelectuales
y profesionales que sean modelo de Hombre, de contracultura de resistencia a los modelos
de dominación y de conciencia crítica de la sociedad.
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Bibliografía:
5. Cuaderno Prometeo 22. Universidad Nacional de Costa Rica, 2001. Págs. 37-57
6. Revista Logos. N°12, año 2002, Universidad de la Serena de Chile, págs. 75-80