Sin Resumir Tema 3. La Familia Educadora

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TEMA 3.

LA FAMILIA EDUCADORA
3.1. Introducción y objetivos
Los hogares son espacios importantes para transmitir conocimientos sobre socialización y convivencia,
así como para desarrollar actitudes, valores y hábitos a través de las interacciones familiares. El papel de
la familia es crucial, por lo que es fundamental establecer un estilo de crianza que integre afectividad,
apego, comunicación e inteligencia emocional de manera equilibrada y armoniosa, fomentando una
crianza consciente y positiva.
Los valores de los seres humanos se adquieren a través de la socialización, que comienza en la familia y
luego se extiende a la escuela y al entorno. La forma en que se transmiten los aprendizajes en la familia,
que parte de un enfoque afectivo y emocional, influye en cómo el niño percibe el mundo. Por lo tanto, es
importante que los padres sean conscientes de cómo educan a sus hijos y qué valores desean
transmitirles para que puedan desarrollarse adecuadamente en sociedad. Los primeros conocimientos
adquiridos en la familia contribuyen a forjar la personalidad y el temperamento de cada individuo, por lo
tanto, es crucial el enfoque educativo.
Los objetivos que se pretenden conseguir con este tema son los siguientes:
Analizar las funciones básicas educativas que deben desarrollar las familias con los menores.
Conocer los tipos de estilos parentales, analizando las consecuencias en los menores en el desarrollo de
uno u otro.
Reflexionar sobre la importancia de la labor educativa en la familia: valores y autoridad.
Ahondar en el concepto de parentalidad positiva como un estilo adecuado de crianza.

3.2. Comunidad y familia que educa


L a educación es un derecho y un deber de todos. La escuela aparece como institución creada por la
sociedad para atender el derecho de todos a una educación digna y de calidad. Este se ha ido
extendiendo y consolidando, especialmente a partir de la Segunda Guerra Mundial.
Somos cada vez más conscientes de que la educación es una tarea de todos. «Se necesita toda una aldea
para educar a un niño», dice el proverbio africano.
Efectivamente, es una labor no solo de la escuela. La sociedad en su conjunto debe implicarse en la
tarea educativa. Así, nuestra aldea actual, nuestras ciudades, pueden ser también educadoras cuando
asuman este objetivo de formación, promoción y desarrollo de sus habitantes (Declaración de Barcelona,
1994).
Sociedad y educación no pueden entenderse por separado. Gracias a la educación construimos la
sociedad y está también define qué entiende por educación.
En este sentido, debemos recordar aquí la teoría ecológica del desarrollo de Bronfenbrenner (1987),
que habla de la relación entre el desarrollo humano y los ambientes en los que el individuo se desarrolla.
Se pueden distinguir los siguientes ambientes o sistemas:
Microsistema: es el nivel constituido por los espacios o escenarios más cercanos al individuo y donde
tiene lugar el desarrollo, como la familia o la escuela.
Mesosistema: se refiere a la interrelación entre dos o más microsistemas. Por ejemplo, las relaciones
familia-escuela.
Exosistema: son sistemas en los que la persona en desarrollo no participa, pero en los que suceden
hechos o circunstancias que afectan a los microsistemas en los que se encuentra dicho individuo. Un
ejemplo sería el lugar de trabajo de los padres.
Macrosistema: se refiere al marco general de valores y cultural, que afecta de forma directa e indirecta a
los sistemas de orden inferior.
La educación como derecho de todos ha estado reflejada en diversos documentos de organismos
internacionales. En concreto, la Unesco marcaba una serie de objetivos para el año 2015. Los principales
se referían a extender la protección y la educación de la primera infancia, el acceso a una enseñanza
primaria gratuita y obligatoria, aumentar el número de adultos alfabetizados, especialmente mujeres,
suprimir las diferencias entre sexos en relación con la educación y mejorar los aspectos cualitativos de la
educación.
El reto como sociedad será crear las condiciones para que todas las personas puedan cultivar sus
talentos y para que a través de la educación se pueda facilitar la integración social y el desarrollo
personal.
La familia como institución pertenece a la comunidad y a su vez le da cuerpo. El rol que la familia adopte
con la escuela puede ser diverso. En algunos casos, la familia puede adoptar un papel meramente
individual y de control o información del rendimiento. Por otra parte, la familia puede optar por un rol
coeducador y una participación social y cívica. Si bien ambos roles son necesarios, se debe valorar más
una relación basada en la coeducación, en definitiva, en la corresponsabilidad, no tanto en una mera
delegación, sino en una verdadera colaboración de las familias en la comunidad educativa.
La participación de las familias en la institución escolar se puede concretar en las llamadas asociaciones
de padres y de madres (AMPA) y en los consejos escolares de centro. Estos últimos aparecen en el
primer tercio del siglo XX para representar la implicación de las familias y de la sociedad en la vida de las
escuelas.
Sus principales funciones, entre otras, son las referidas a formular propuestas al equipo directivo sobre
la programación del centro, aprobar el proyecto educativo, elaborar informes sobre el funcionamiento
del centro, participar en el proceso de admisión de los estudiantes, aprobar el reglamento de régimen
interior del centro, aprobar el presupuesto del centro o proponer medidas e iniciativas. En un nivel
superior nos encontramos el Consejo Escolar Autonómico y el Consejo Escolar de Estado.
Es en la socialización primaria la que tiene lugar en la familia, donde se posibilita el desarrollo de las
potencialidades humanas, esto es, desarrollar todas las dimensiones de la persona, su carácter y su
personalidad, además de integrar los hábitos y conocimientos necesarios para la vida, especialmente
para la vida en sociedad. Esto nos lleva a hablar de la educación en valores.
En el vídeo Comunidad y familia que educa se trata el papel de la familia en su labor educadora y el
papel educativo de la comunidad.
Accede al vídeo:
https://unir.cloud.panopto.eu/Panopto/Pages/Embed.aspx?id=29015337-04e4-4d43-9e19-
b0d500cb6f22

3.3. Los estilos educativos familiares


Los estilos educativos parentales abarcan las pautas de crianza, la expresión de afecto, la comunicación,
el establecimiento de límites y normas y tienen un impacto en el comportamiento y en la formación de
la personalidad de los hijos. Estas pautas influyen en la educación integral de los menores, ya que les
brindan un espacio para aprender actitudes y comportamientos basados en los valores de los padres,
transmitidos a través de los estilos de relación con ellos (Cámara y López, 2011).
Es fundamental que los padres definan cómo educar a sus hijos, ya que lo que estos sean en el futuro
está estrechamente relacionado con lo que aprendan y experimenten durante su infancia y adolescencia.
Las características de los padres influyen en el estilo familiar, que, a su vez, se basa en el nivel de afecto
y normas desarrollados, dando lugar a diferentes modelos (Sarráis, 2012).
El estilo educativo o estilo parental se define como la «modalidad de la interacción en la relación de
padres e hijos en la que perciben influencias, enseñanzas, control, atención, satisfacción de
necesidades» (Bernal, 2012).
Existen diversos estudios en torno a este tema, así como diferentes clasificaciones de estilos educativos.
La mayoría de los autores señalan algunas variables. De la interrelación de estas se puede hablar de
determinados estilos educativos. Nos limitaremos a destacar aquí algunos de los más importantes.
Erikson (1963) estableció diferentes tipos de conducta en la socialización de los niños de acuerdo con
dos dimensiones:
1.Permisividad/restricción.
2.Proximidad/distancia.
Sin embargo, de las variables más citadas en los estudios actuales encontramos las señaladas por
Moreno y Cubero (1990): afecto, grado de control, grado de madurez y comunicación.
Uno de los modelos más populares es el de Baumrind (1971), quien destaca tres variables (control,
comunicación e implicación afectiva) y tres estilos educativos:

Por último, citamos el modelo de Musitu y García (2001, 2004), que señalan las dimensiones de
implicación/aceptación y coerción/imposición:

Por otro lado, Ávila (2018) describe el papel de los padres como líderes que tienen
que asumir su función y ejercerla con el fin de buscar lo más conveniente para sus
hijos. En virtud de esto, expone las siguientes reflexiones:

Según Ávila (2018), algunas pautas prácticas para el ejercicio de la configuración de la personalidad en
los niños deben ir enfocadas hacia:
Organizar con naturalidad la vida de familia teniendo en cuenta las circunstancias e intereses de los hijos.
Aprovechar los momentos de cercanía propios de la convivencia del día a día.
Involucrar a los hijos en las aficiones de los padres.
Realizar un adecuado aprovechamiento de la receptividad propia de la infancia fomentando el desarrollo
de las capacidades y las habilidades de los hijos.

En el vídeo Estilos educativos familiares se profundiza en los diferentes estilos educativos familiares, su
definición y las clasificaciones más importantes.
Accede al vídeo:
https://unir.cloud.panopto.eu/Panopto/Pages/Embed.aspx?id=856cdc21-b7b7-45be-9d01-
b0d500cb6f44

3.4. La autoridad responsable en la familia


Uno de los factores más interesantes en relación con los estilos de crianza es el de la autoridad. En las
últimas décadas, hemos asistido a un desprestigio de la autoridad en el ámbito educativo y, en
consecuencia, también en el familiar. Varias causas explican este descrédito: desde corrientes de
pensamiento, la confusión entre autoridad y autoritarismo, hasta la reacción a los totalitarismos del siglo
XX, entre otros.
La repercusión en las relaciones familiares ha supuesto un enfoque más permisivo, que pone más
hincapié en la afectividad. La falta de límites y de normas ha llevado a niños educados con baja
tolerancia a la frustración y con baja autoestima. A ello se le unen las dificultades propias de nuestra
época, como la falta de tiempo para conciliar la vida laboral con la familiar.
Lo importante es tener en cuenta que no existe contraposición entre autoridad y libertad, sino que la
primera está al servicio de la segunda. No puede haber verdadera libertad si no se han tenido modelos
de conducta claros. El autoritarismo se considera una perversión del verdadero sentido de la autoridad,
ya que exige una sumisión sin condiciones.
La interrelación que se configure dentro del seno familiar permitirá un tipo de educación concreta que
generará un modelo de autoridad dependiendo de ello. Así, es muy importante que reflexionemos sobre
las relaciones que se dan dentro de la familia y sobre cómo gestionamos la educación de los menores.
Muchas veces los padres niegan la responsabilidad en la educación de sus hijos defendiéndose con
frases como: «Es que mi hijo es así», «No hay nada que hacer con él», «Cuando sea mayor mejorará»,
entre otras.
En la familia, la autoridad se funda en la persona de los padres, ya que están en un puesto de
ofrecimiento de ayuda a los hijos. Por lo tanto, en una relación paternofilial, simplemente por el mero
hecho de serla, da lugar a una relación de autoridad, que no debe ser entendida como autoritarismo. Por
consiguiente, al hijo, por ser tal, le corresponde como deber obedecer al padre y este, por ser quien es,
es decir, padre de su hijo, tiene la autoridad sobre su hijo. Por todo ello, la autoridad debe ser
alimentada desde el amor a los hijos y desde la potenciación de su crecimiento y libertad.
Cabe diferenciar los tres tipos de autoridad que podemos encontrar en las diversas formas de
interrelación familiar y educativa:
Si no dejamos espacio para la libertad, para la reflexión, para la opinión y centramos únicamente nuestra
autoridad en una posición jerárquica indiscutible, estaríamos dentro de una concepción autoritaria.
Si, por el contrario, nos excedemos en libertad, dejamos a los niños una autonomía sin guía y no
atendemos a nuestro deber como modelos y padres, estaríamos dentro de una concepción permisiva.
En un punto medio, estaría una concepción media, centrada, dependiendo del contexto y de la
situación, en la que existe espacio para el diálogo y para la libertad dentro de unos límites y a través de
unos modelos de valores, esto es, una posición autoritativa.
Así, los tres tipos de autoridad llevados a la práctica pueden configurar nuestras relaciones desde
posiciones autoritarias, permisivas o autoritativas.
Como bien explica Meirieu (2018), la educación más favorable para nuestros hijos es una posición media
que sepa inclinarse hacia un lado y hacia otro dependiendo de la situación y el contexto, en la que se
utilice la pedagogía.

3.5. Desarrollo de valores en familia


Los valores de los individuos se adquieren a través del proceso de socialización, el cual comienza en la
familia y luego se extiende a la escuela y al entorno en general.
La forma en que se transmiten estos aprendizajes en el ámbito familiar es crucial, ya que influye en el
aspecto emocional y afectivo. La percepción del mundo por parte de un niño está determinada por las
enseñanzas y los ejemplos que le brindan sus padres. Por lo tanto, es fundamental que los padres sean
conscientes de cómo educan a sus hijos y qué valores desean inculcarles, para que puedan desarrollarse
adecuadamente en sociedad.
Los valores son los principios, cualidades o virtudes que describen a los seres humanos y que se
consideran relevantes para el grupo social por el significado en sus acciones. De hecho, estos son los que
nos motivan a comportarnos de una manera u otra al formar parte de nuestro sistema de creencias. Son
fundamentales para establecer nuestras prioridades y tomar decisiones. Identificar y vivir de acuerdo
con nuestros valores nos brinda felicidad y satisfacción emocional, además de orientar nuestro
comportamiento y expresión de emociones. Transmitirlos de una generación a otra es crucial para el
desarrollo personal y el crecimiento interno.
Fabelo (2001) admite tres objetos de estudio de los valores:
Desde la objetividad: parte constitutiva de la propia realidad y de la significación social que le atribuye el
sujeto que valora. La familia es un valor incuestionable, desde la objetividad.
Desde la subjetividad: forma en que la significación social reflejada en la conciencia individual.
Desde el sistema de valores institucionalizados: modo de organización y funcionamiento de la sociedad
en la que el sujeto vive y se desarrolla.
Los valores humanos, como el respeto, la bondad, la solidaridad, la honestidad, la justicia, el amor, la
tolerancia y el perdón, son ampliamente reconocidos y aceptados en todas las sociedades. Estos valores
universales nos guían para vivir en armonía y buscar el bienestar global. Aunque algunos están
influenciados por la cultura o la religión, los humanos trascienden fronteras y forman parte de nuestra
identidad.
El hogar supone el ambiente ideal para la formación de valores, debido a los lazos afectivos que vinculan
a los componentes de la familia. En cuanto a su elección, los progenitores eligen con mayor frecuencia
aquellos que están relacionados con la socialización, valores que facilitan el desarrollo personal y las
relaciones interpersonales, como la independencia, la autonomía, el respeto por los demás, la cortesía, y
valores que ayudan a aprovechar el rendimiento escolar o laboral, como la perseverancia o la capacidad
de esfuerzo.
La decisión de ser padre debe ser una cuestión meditada y adquirida desde el compromiso y la
responsabilidad. Aunque muchos padres intentan educar a sus hijos a través de la improvisación y el
ensayo-error, esto no significa que no quieran lo mejor para ellos. En la mayoría de los casos,
simplemente necesitan la guía de profesionales para ayudarlos a educar y formar a sus hijos de manera
efectiva.
Sumado a la falta de habilidad de algunos padres en la tarea educativa, hay otros factores que pueden
influir en esta labor. Analicemos, a continuación, algunos de ellos:
La falta de tiempo es una limitación común para los padres, ya que deben equilibrar la educación de sus
hijos con otras responsabilidades. Además, el cansancio, el estrés y la falta de paciencia dificultan el
diálogo familiar. Es importante que los adultos aprendan a relajarse, a cultivar la paciencia y la atención
plena y a gestionar adecuadamente el tiempo de interacción en familia.
La falta de asesoramiento pedagógico a las familias es una dificultad en la educación en valores, pero se
está mejorando con la mayor relevancia de los orientadores educativos en los centros educativos y en
otras instituciones que reconocen la necesidad de orientar a las familias y buscan profesionales en ese
ámbito.
El entorno del menor es un factor importante en la adquisición y en el aprendizaje de valores y a veces
puede haber una disociación entre lo que se enseña en el hogar y lo que los niños perciben del exterior.
La influencia puede venir de la propia escuela, de amigos o de la calle, y puede ir en contra de nuestras
creencias, como la permisividad, la falta de control y la disciplina o las costumbres de otras familias.
La influencia de las nuevas tecnologías, especialmente el mundo de Internet, que es una preocupación
en la educación en valores. Los niños están expuestos a contenidos inadecuados y a temas como la
sociedad de consumo, que pueden ir en contra de la transmisión de valores. Además, los referentes
inapropiados pueden cuestionar el esfuerzo y el trabajo como valores, lo que dificulta la educación de
nuestros hijos.
Por tanto, los padres deben ofrecer a sus hijos un entorno en los que puedan tener habitualmente
experiencias de valor, convirtiéndose así en una cotidianidad y un referente principal en la vida en
familia.

3.6. La parentalidad positiva


Capano y Ubach (2013) argumentan que los enfoques tradicionales de crianza familiar ya no son
efectivos en el contexto actual. Debemos adoptar un nuevo enfoque que combine elementos antiguos
con nuevas ideas para criar a nuestros hijos de manera adecuada.
La parentalidad positiva es el conjunto de conductas de los padres encaminadas a conseguir el bienestar
de sus hijos, así como a un desarrollo integral, basándose en el cuidado, la protección, el amor, la
seguridad, la no violencia, los límites y normas claras y adecuadas. Su objetivo, por tanto, es conseguir el
bienestar infantil a base de buenos tratos.
La complejidad de las situaciones familiares hace que no existan recetas universales para la crianza de
los hijos, pero sí hay normas generales que pueden ayudar a los padres y madres a tener un
comportamiento positivo en su rol parental. Entre ellas, pueden destacarse las siguientes:
Es importante que los padres demuestren su amor y apoyo a sus hijos, ya sea expresándolo
verbalmente, pasando tiempo de calidad con ellos y dándoles prioridad en su vida.
Aunque los horarios laborales pueden ser exigentes, es importante que los padres estén presentes en la
vida de sus hijos cuando están en casa, dedicando tiempo de calidad para jugar con ellos, interesarse por
sus actividades escolares, escuchar sus preocupaciones e intereses, y hablar con ellos sobre las tareas
que realizan los padres de manera adaptada a su edad y madurez.
Tener en cuenta las características evolutivas de los niños para no subestimar ni sobrestimar sus
capacidades. Por ejemplo, comprender que el control de esfínteres ocurre alrededor de los dos años y
evitar exigirlo demasiado temprano o retrasarlo demasiado. Además, es recomendable no ser
demasiado estricto con la evolución madurativa, ya que cada niño tiene su propio ritmo que puede
variar en relación con la media establecida por la edad.
Estimular y apoyar el aprendizaje cotidiano y escolar de los niños, así como fomentar sus motivaciones y
capacidades. Esto implica brindarles una educación formal adecuada, pero también desarrollar sus
talentos e intereses en actividades, como el deporte, la música, la pintura, entre otros.
Establecer y cumplir normas de comportamiento para que los niños tengan límites y aprendan las reglas
de convivencia familiar y social. Las normas no solo facilitan la convivencia, sino que también ayudan a
establecer hábitos y rutinas, especialmente en los primeros años de vida.
Reaccionar ante comportamientos inadecuados de los niños al proporcionar consecuencias y
explicaciones coherentes, evitando el uso de castigos violentos físicos o desproporcionados.
Escuchar activamente y con empatía a los niños al fomentar su toma de decisiones y asunción de
responsabilidades. Permitirles tomar decisiones progresivamente les ayuda a aprender a
responsabilizarse de las consecuencias de sus elecciones.
Reconocer y mostrar interés por el mundo de los niños, valorar sus experiencias y tener en cuenta su
punto de vista para que participen activamente en las decisiones familiares. Permitirles asumir
responsabilidades y decisiones acorde a su edad fortalece su sentido de pertenencia en la vida familiar.
Capacitar a los hijos para la vida social, fomentando su percepción de ser agentes activos competentes
capaces de generar cambios e influir en los demás.
Cada vez más familias adoptan un enfoque educativo basado en la afectividad, el respeto, la
consideración y la tolerancia. La parentalidad positiva busca equilibrar la imposición de límites con el
diálogo respetuoso, promoviendo el crecimiento adecuado de los niños.

Educar se acerca cada vez más a poner el foco sobre la cercanía emocional, colocando al menor en un
nivel elevado de reconocimiento de sus derechos, intereses y necesidades desde la afectividad, lo que
conlleva a la formación de personas emocionalmente fuertes y estables: personas emocionalmente
inteligentes.

En el vídeo Parentalidad positiva se describen las funciones que tiene la familia con respecto a sus hijos,
así como algunos programas y servicios a los que pueden acceder las familias para que les ayuden a
mejorar su parentalidad.
Accede al vídeo:
https://unir.cloud.panopto.eu/Panopto/Pages/Embed.aspx?id=3d7bb64c-e4e9-4c20-b7a2-
b0d500cb6f70
La participación de las familias en el Consejo Escolar y la formación del profesorado
Vallespir, J., Rincón, J. C. y Morey, M. (2016). La participación de las familias en el Consejo Escolar y la
formación del profesorado. Revista Electrónica Interuniversitaria de Formación del Profesorado, 19(1),
31-45.
En este artículo se analiza la percepción y valoración de las familias en su participación en los distintos
consejos escolares de los centros. Se realiza un estudio con entrevistas al profesorado y a las familias que
evidencian la necesidad de propuestas formativas para familias y docentes que fomenten la implicación
real en los consejos escolares.
Accede al artículo a través del aula virtual.

Conociendo más sobre la parentalidad positiva


Instituto da Familia. (2021, abril 12). Conociendo más sobre la Parentalidad Positiva
[Vídeo]. YouTube.
Conociendo más sobre la Parentalidad Positiva
Accede al vídeo:
https://www.youtube.com/embed/-FILwmUQeEE
En este vídeo podrás ver una entrevista sobre qué es la parentalidad positiva y otras preguntas relativas
a su objetivo, sus características y sus modos de favorecer la comunicación, entre otros.

Siete estilos educativos. ¿Cuál es el tuyo?


Aprendemos Juntos 2030. (2021, mayo 5). Siete estilos educativos, ¿cuál es el tuyo?
Alejandro Rodrigo, educador [Vídeo]. YouTube.
Siete estilos educativos, ¿cuál es el tuyo? Alejandro Rodrigo, educador
Accede al vídeo:
https://www.youtube.com/embed/yOGauncalrk
En este vídeo se reflexiona sobre los estilos educativos, explicando las consecuencias de estos.

Test
1. Los valores culturales de una época forman parte del:
A. Cronosistema.
B. Macrosistema.
C. Exosistema.
2. El lugar de trabajo de los padres:
A. Es un microsistema para los padres.
B. Es un microsistema para el niño.
C. Es un mesosistema.
D. Es un exosistema para el niño.
3. ¿En qué debe fundarse una autoridad bien entendida?
A. En el amor.
B. En los castigos.
C. En las correcciones.
D. En la jerarquía.
4. ¿Cuáles de las siguientes actuaciones son conductas propias de la parentalidad positiva?
A. Tener en cuenta las características evolutivas de los niños.
B. Establecer normas y límites adecuados a la edad del niño.
C. Todas son correctas.
D. Escuchar activamente.
5. ¿Dónde comienza el proceso de socialización?
A. En la familia.
B. En el grupo de iguales.
C. En la escuela.
D. Cuando se tiene conciencia de uno mismo.
6. ¿Cómo se adquieren los valores?
A. Desarrollándose en varios ambientes.
B. Mediante la socialización.
C. Asistiendo a la escuela.
7. Teniendo en cuenta el objeto de estudio de los valores según Fabelo, el modo de organización del
lugar donde vive una persona es desde:
A. La objetividad.
B. La subjetividad.
C. El sistema de valores institucionalizados.
D. Ninguna respuesta es correcta,
8. ¿Qué autor indica que hay que involucrar a los hijos en las aficiones de los padres?
A. Musitu.
B. Baumrind.
C. Ávila.
9. ¿Qué es la parentalidad positiva?
A. Es el conjunto de conductas de los padres encaminadas a conseguir el bienestar de sus hijos, así como
un desarrollo integral.
B. Son las conductas parentales basadas en el cuidado, la protección, el amor, la seguridad, la no
violencia y los límites y normas claras y adecuadas.
C. Su objetivo es conseguir el bienestar infantil produciendo buenos tratos.
D. Todas son correctas.
10. En el estilo autoritario, según Baumrind, los padres ejercen un control:
A. En el que no se establecen los límites claros.
B. Caracterizado por la implicación afectiva.
C. Firme, consistente y razonado.
D. Rígido al combinarse con falta de reciprocidad y diálogo.

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