Texto Becerra, Ibarra, Macías
Texto Becerra, Ibarra, Macías
Texto Becerra, Ibarra, Macías
Año: 2020
Introducción
El objetivo de la lectura es que los y las estudiantes tengan un acercamiento a la historia argentina con
sus singularidades y sus aspectos compartidos con el desarrollo de la profesión en otros países. Los y
las autoras citados son mayoritariamente latinoamericanos y argentinos/as.
El texto está organizado en cuatro partes. Para comenzar, se presentan diferentes definiciones de
Terapia Ocupacional. A continuación se desarrollan conceptos que dan cuenta de las diversas formas
de entender e interpretar los acontecimientos en terapia ocupacional a través de paradigmas, corrientes
o tradiciones. Por último se realiza un recorrido histórico de Terapia Ocupacional en el mundo y en
Argentina
Una profesión que interviene en los ámbitos sanitario, educativo, laboral, judicial y
social-comunitario. Sus profesionales brindan servicios a personas de diferentes grupos
etarios que, al presentar situaciones de estrés, enfermedad, discapacidad y/o
disfunciones ven afectado su desempeño ocupacional, su calidad de vida, y por
consiguiente su salud integral. Esas personas requieren de la atención especializada a
fin de desarrollar destrezas, habilidades y capacidades que les posibiliten
reposicionarse ante nuevas situaciones, mejorar su capacidad funcional, la calidad de
vida y alcanzar el máximo grado de autonomía personal (AATO, 2013).
Simó Algado (2016), plantea que, si bien esta definición de la AATO no se limita al ámbito sanitario,
centra la intervención sobre la persona, sin mencionar las influencias del contexto y el hacer posible de
la profesión en ese aspecto.
Como plantea Da Rocha Medeiros (2008), no es posible comprender la historia de Terapia Ocupacional
de manera lineal, sino que es necesario diferenciar y caracterizar los distintos momentos sociohistóricos
por los que transcurrió la disciplina. Existen distintas formas de entender y analizar los distintos
momentos atravesados por la profesión desde sus orígenes hasta la actualidad. El recorrido histórico de
la Terapia Ocupacional será retomado más adelante.
La distinción entre paradigmas es un modo de clasificar y entender los diferentes sucesos que atravesó
la Terapia Ocupacional a lo largo de la historia. Estos mismos hechos pueden ser analizados desde
diferentes perspectivas, lo que conduce a distintas clasificaciones. Otra forma de entender las distintas
formas de ser y hacer de terapia ocupacional puede ser a través de los conceptos de tradiciones, así
como también corrientes.
El concepto paradigma desarrollado por Thomas Kuhn (1978), conlleva la idea de que la construcción
del conocimiento se realiza a través de un proceso con periodos de crisis científica y periodos de
normalidad científica, es así como los paradigmas son sustituidos a medida que resultan insuficientes o
se desarrollan otros nuevos.
Para otros autores, el conocimiento se relaciona con la articulación de las prácticas profesionales y con
los conceptos que las apoyan y justifican, por ejemplo, el concepto de sociedad, enfermedad, salud,
hombre. La comprensión de estos conceptos ha ido variando a lo largo de la historia de la TO,
determinando así diferentes corrientes de Terapia Ocupacional: funcionalista, humanista y dialéctica
(Pinto en Da Rocha Medeiros, 2008). Desde esta mirada, no solo se consideran las influencias técnico-
científicas de la época sino también los contextos socioeconómicos, ideológicos, políticos y culturales
en los que la profesión está inmersa y se desarrolla.
Estos momentos pueden agruparse así en: una tradición reduccionista, una tradición ocupacional y una
tradición social. Las dos primeras se encuentran principalmente influenciadas por una perspectiva
anglosajona, es decir, “se sostiene epistemológicamente desde esquemas referenciales que provienen
de países del norte” (Rossi, Albino, Nabergoi, Ortega, Venturini y Medina, 2018, pp. 6) mientras que
la tradición social recibe las influencias de la perspectiva desde el sur. Los distintos momentos de la TO
pueden agruparse así en: una tradición reduccionista, una tradición ocupacional y una tradición social.
Las dos primeras se encuentran principalmente influenciadas por una perspectiva anglosajona, es decir,
“se sostiene epistemológicamente desde esquemas referenciales que provienen de países del norte”
(Rossi, Albino, Nabergoi, Itovich, López, Ortega, Venturini y Medina, 2018, pp. 6) mientras que la
tradición social recibe las influencias de la perspectiva desde el sur.
Como se mencionó anteriormente, Da Rocha Medeiros (2008) plantea que no es posible comprender la
historia de Terapia Ocupacional de manera lineal, sino que es necesario diferenciar y caracterizar los
distintos momentos sociohistóricos por los que transcurrió la disciplina.
Terapia Ocupacional nació como profesión de manera oficial en Estados Unidos. La misma estaba
destinada al tratamiento de enfermos mentales y pacientes de hospitales generales, y era desarrollada
en sus comienzos por enfermeros y asistentes sociales entrenados por médicos. En relación con esto,
Burke (1985) plantea que la disciplina “surgió de la creencia de que la ocupación tenía una capacidad
exclusiva para recomponer y mantener la organización de los sistemas humanos afectados por
enfermedades y traumas” (Burke en Da Rocha Medeiros, 2008. p.22).
De esta manera, es posible entender que la TO nació como una práctica asociada a la Medicina y por
esta razón, su concepción del ser humano, de ciencia, del mundo y de la sociedad, se encontró
fuertemente influenciada por las ciencias biológicas y humanas que le dieron origen.
En el período transcurrido entre 1942 y 1960 en el marco de la aparición del Movimiento de
rehabilitación surgido en EE. UU., la TO se asocia más fuertemente a la medicina y se comienza a
considerar la rehabilitación como su filosofía (Da Rocha Medeiros, 2008). Para designar esta fase de la
profesión, Kielhofner y Burke (1977) utilizan el término de reduccionismo, fase en la que se destacó un
esfuerzo científico por reducir cada fenómeno o dividirlo en sus partes para que sea posible medirlo y
posteriormente reconstruir las partes para lograr una comprensión del todo. Esta etapa se caracteriza
por la presencia de tres modelos básicos utilizados por terapia ocupacional: modelo kinesiológico,
modelo psicoanalítico y modelo neurológico.
Se destaca en esta etapa el surgimiento del Modelo de la Ocupación Humana y en paralelo, el Modelo
Canadiense de Desempeño Ocupacional, siendo estos ejemplares de modelos centrados en la ocupación.
Es así como se configura este nuevo paradigma científico, llamado Paradigma de la Ocupación, el cual
se encuentra centrado en la Ocupación Humana, la cual es concebida como un fenómeno individual y
subjetivo (Morrison, Olivares y Vidal, 2011).
Como todo campo de saber y toda profesión, la Terapia Ocupacional en Argentina se encuentra en
constante revisión y transformación, y es por esto que en las últimas décadas este cambio giró en torno
a una reivindicación de las prácticas en el campo social y comunitario y es así como dejaron de
circunscribirse únicamente a la rehabilitación de un individuo dentro de las instituciones de salud mental
o física para ampliarse y comenzar a vincularse cada vez más con las realidades socioculturales de
grupos y colectivos. (Vinzon,2018). Es así como progresivamente, la Terapia Ocupacional fue
estableciendo un diálogo más estrecho con las cuestiones sociales, reconociendo que el origen de las
problemáticas ocupacionales se encuentra en la sociedad y que pueden afectar y determinar la salud y
el bienestar de grupos y personas.
La participación en ocupaciones organiza y ordena la existencia, produciendo subjetividades, y este
hecho no puede deslindarse de las condiciones sociales, culturales e históricas que lo rodean. Las
problemáticas que las personas encuentran en su cotidiano están en estrecha vinculación con la realidad
social que las provoca (Martínez Antón, 2000). Desde esta visión, se propone la función del terapista
ocupacional como articulador social y como facilitador para habilitar, rehabilitar y reparar contextos, a
la vez que se interesa en cuestionar las estructuras sociales y sus desigualdades (Galheigo, 2006; Lopes,
2016).
De forma similar a lo ocurrido en otros países de la región, las características de la historia de la Terapia
Ocupacional en Argentina dieron lugar a diversas prácticas, así como también diferentes formas de
entender a la disciplina que se alejan de aquellas que vienen de países norte. (Nabergoi y Bottinelli,
2016).
La TO se desarrolló en Argentina como una profesión en la década del 50, centrando sus prácticas en
el tercer nivel de atención a la salud, es decir, en la rehabilitación (Cieri, 2005). Desde este momento,
el campo de actuación se fue ampliando y evolucionando, construyéndose así nuevos espacios de
desempeño profesional como respuesta a cambios en el sistema de salud, conjuntamente con diversas
crisis políticas y sociales que sucedieron en el país (Paganizzi ,2014). De este modo, se generó un
movimiento hacia una visión holística de las problemáticas a atender, considerando de modo integrado
lo personal, familiar y social del individuo (Cieri, 2005).
Mengelberg (2007) sostiene que entre 1955 y 1966 la gravedad de la situación de la epidemia de
poliomielitis en el país exigió la presencia de un gran número de profesionales y técnicos que atendieran
a la problemática. Por esta razón, la Comisión Nacional de Rehabilitación del Lisiado que en ese
entonces dependía del Ministerio de Salud Pública de la Nación envió al Dr. Costa Méndez a Inglaterra
para contratar a un equipo de Terapistas Ocupacionales, y es así como en 1959 se creó la primer Escuela
Argentina y Latinoamericana de Terapia Ocupacional (ENTO), con terapistas ocupacionales del
“Dorset House School of Oxford” (Inglaterra), dependiente del Ministerio de Salud. La ENTO fue la
primera escuela de Latinoamérica en formar terapistas ocupacionales de nivel superior y también
colaboró con la formación de profesionales y la apertura del curso en países limítrofes (Zorzoli, Chaura
y Paganizzi, 2014).
La ENTO fue inaugurada el 20 de noviembre de 1959 y su estructura funcional, reglamentación, planes
de estudios y programas, fue conformada sobre las bases de los principios básicos establecido por la
Federación Mundial de Terapistas Ocupacionales, entidad que la reconoció oficialmente el 15 de
octubre de 1962 y a partir del año 1964 quedó definitivamente bajo la dirección de terapistas
ocupacionales argentinas. La propuesta inicial formativa de la Escuela estaba enmarcada en un
paradigma biomédico que duraba 2 años y 8 meses e incluía como uno de los requisitos para obtener el
título, la formación en el área de rehabilitación motora y sensorial, así como también la dirigida al área
de salud mental (Mengelberg, 2007; Nabergoi et al., 2013).
Durante la dictadura militar en Argentina (1976-1983) hubo una redefinición de políticas de salud, y
aumentaron considerablemente los índices de pobreza y vulnerabilidad social; estos hechos que
afectaron al país también repercutieron en las prácticas de la disciplina. Así mismo el sector de salud
sufrió también un ajuste económico derivando a que la asignación de recursos, tanto en el ámbito
público como en el privado, quedara en manos del mercado. En consecuencia, las poblaciones con
necesidades básicas insatisfechas, no se vieron contempladas por estos cambios (Zorzoli; Chaura;
Paganizzi, 2014)
En este momento histórico, numerables proyectos y equipos de T.O fueron desintegrados, y “se produjo
un notable aislamiento profesional relacionado con la inferioridad numérica y la necesidad de
supervivencia en momentos en que reunirse no era lo más prudente” (Sbriller, 1997, p.19)
Para hacerle frente a los procesos de represiones, se iniciaron luchas sociales y políticas, y se crearon
organizaciones en pos de la defensa de los derechos humanos (Asociación Madres Plaza de Mayo,
Abuelas de Plaza de Mayo, entre otras), que influyeron a aquellos profesionales que trabajaban en el
campo social. El panorama de terrorismo de Estado y las posteriores reformas neoliberales generaron
grandes afecciones en el entramado social afectando tanto a la salud individual como colectiva
(Paganizzi y Mengelberg, 2011).
Paganizzi (2015) identifica hitos a lo largo de los años 80 que marcaron las prácticas de la Terapia
Ocupacional en la comunidad y sostiene que “la rama que denominamos Social es posible que se inicie
en 1989 cuando Adriana Cella participa en la gestión y asistencia en comedores comunitarios, una
actividad que se incluirá dentro del Programa de Emergencia Nacional” (p.37). Dicha experiencia es
fundante y da inicio al trabajo de terapistas ocupacionales con poblaciones en situación de
vulnerabilidad social.
La década del 80 inaugura el campo de Terapia Ocupacional en la Comunidad como una práctica ligada
al territorio y al contexto de las personas con discapacidad, así como también de aquellas con
necesidades básicas insatisfechas. La autora plantea que en estos años en Argentina la participación
de los terapistas ocupacionales en programas comunitarios se despliega según dos vertientes: una ligada
a la Atención Primaria en la Salud (APS), que busca dar respuesta a las demandas de personas en
situación de riesgo social, asociadas a distintas crisis políticas que transcurrieron en el país. La otra
vertiente está ligada a estrategias de Rehabilitación Basada en la Comunidad, destinada a la
identificación y tratamiento comunitario de las personas con discapacidad. Estas prácticas implicaban
a los y las T.O ir a trabajar en el contexto donde vivían las personas, se trabaja en el territorio donde
vivían, su casa, el barrio o los centros comunitarios.
Siguiendo las ideas de la autora, en los años 90 surgen programas iniciados en los años 70, que se habían
detenido como consecuencia del gobierno de facto y surgen otros ligados a las estrategias de
Rehabilitación Psicosocial provenientes de los desarrollos de la psiquiatría comunitaria, así como
también la experiencia de desinstitucionalización de Italia. Estas surgen de la crítica al tratamiento que
recibían las personas en las instituciones, pone el énfasis en la modificación de los contextos
institucionales comunitarios y políticos para el logro de la participación social de las personas con
trastorno mental. Se propone la rehabilitación como una estrategia de salud que supera el ámbito de los
dispositivos sanitarios. Es así como se comienza a considerar que la evolución y las consecuencias de
las enfermedades poseen un carácter social y que el estado de salud incluye tanto características propias
del paciente, del contexto institucional, como del contexto familiar donde se aloja el mismo. Las
intervenciones desde Terapia Ocupacional se orientan en esa dirección y no hacia un sujeto en
particular. Aquí aparece la comunidad como estrategia que trabaja en el contexto (Paganizzi, 2015).
Hasta finales de los años noventa, un 20% de la población argentina vivía en condiciones de pobreza,
cifra que aumentó considerablemente en 2001, debido a la profunda crisis política nacional. En ese
año, Argentina atravesó una crisis política que resultó en una de las más profundas inequidades sociales
en la historia del país. Mientras que los índices de pobreza lentamente disminuyeron a lo largo de
América, en la región de América del Sur el porcentaje de gente pobre urbana en Argentina aumentó al
44%. Hubo también un aumento en el número de mujeres cabeza de familia con ingresos por debajo de
la línea de pobreza. La gente joven entre 15 y 24 años que vivía en las ciudades formaba el grupo más
vulnerable que incluye a las mujeres empobrecidas cabeza de familia. (Paganizzi, 2016)
De acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo del año 2007, alrededor de 750.000
adolescentes que vivían en ciudades no estaban estudiando, trabajando ni buscando empleo. Este factor
aumentó la segregación urbana residencial y contribuye a la estigmatización de los vecindarios pobres.
(Paganizzi, 2011)
En relación con lo antedicho y teniendo en cuenta las cifras alarmantes de pobreza, indigencia y
desempleo en Argentina, se hace menester una visión crítica de la disciplina que permita repensarse a
sí misma, incorporando nociones alineadas con los marcos legales desarrollados hasta el momento (Ley
Nacional de Salud Mental, Ley de Ejercicio Profesional, Convención de los Derechos de las Personas
con Discapacidad, Ley de Identidad de Género, entre otros). Entendiendo así, que son las normas y los
marcos legales que emergen en el siglo XXI, los que hacen necesario que la perspectiva de los
profesionales de la TO se dirija hacia un enfoque basado en los derechos humanos.
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