Segunda Entrega Trabajo de Diseños

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ESPECIALIZACIÓN EN PSICOLOGÍA CLÍNICA INFANTIL, DEL

ADOLESCENTE Y LA FAMILIA

EFECTIVIDAD DE LA TERAPIA DE ACEPTACIÓN Y COMPROMISO (ACT)

EN NIÑOS DIAGNOSTICADOS CON DEPRESIÓN.

Cristian C. Bohórquez. Código 908241042

Lady D. Carreño. Código 908241003

Nicole Galindo. Código 908241037

Dennys C. Primo. Código 908241040

David A. Puerto. Código 908241012

Docente:

Fanny Yaneth Urrego Betancourt

Facultad de Psicología

Bogotá, D.C. marzo 2024


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De acuerdo con la American Psychological Association (APA, 2019) la depresión es

considerada como un trastorno del estado de ánimo (TEA) que afecta considerablemente al

individuo generando, un estado emocional deprimido e irritable. La depresión se conoce

también como el trastorno depresivo mayor o depresión clínica, la cual se caracteriza por una

pérdida de interés o placer en actividades que antes se disfrutaban (APA,2019). Además, se

presenta un estado de ánimo bajo durante la mayor parte del día la mayoría de los días de la

semana. Otros síntomas que se asocian a este trastorno son la pérdida de peso o cambio en el

apetito, insomnio o hipersomnio, retraso o agitación psicomotora, fatiga o pérdida de energía,

sentimientos de culpa o de inutilidad, indecisión o disminución de la capacidad para

concentrarse, además, en ocasiones también suelen presentarse pensamientos recurrentes de

muerte, ideación suicida, planes o intentos de suicidio (APA, 2014). Según la Organización

Mundial de la salud (OMS) en el 2023 se identificó que aproximadamente 280 millones de

personas fueron diagnosticados con depresión, dejando en evidencia la importancia que este

diagnóstico ha cobrado a nivel social.

Son muchas las aproximaciones teóricas que se han dado al concepto de depresión a

lo largo del tiempo, desde el enfoque cognitivo-conductual la teoría que parece ser la más

influyente para entender esta problemática es la teoría cognitiva de Beck. Dicha teoría

sustenta que en los trastornos emocionales existe una distorsión o sesgo en el procesamiento

de la información, y explica cómo las personas con depresión presentan un sesgo en el

procesamiento de los sucesos que implican una pérdida. Ante estas situaciones, se genera una

valoración exagerada de esos eventos negativos llegando a considerarlos globales, frecuentes

e irreversibles. De esta forma, se evidencia lo que el autor definió como tríada cognitiva en

donde se presenta una visión negativa del yo, del mundo y del futuro (Beck et al.,1979).

La teoría explica cómo esta interpretación de los eventos hace que las personas se

alejen de las situaciones que les pueden generar recompensa o satisfacción, lo que conlleva a
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que la depresión se mantenga. Además, la teoría explica cómo el procesamiento distorsionado

conduce a síntomas afectivos, conductuales, motivacionales y fisiológicos. Es importante

mencionar que, desde esta perspectiva, se plantea que este tipo de procesamiento de la

información, junto con todos los otros síntomas, son el resultado de la interacción de varios

factores. De igual forma, señala que en la aparición de la depresión están implicados factores

genéticos, evolutivos, hormonales, físicos y psicológicos (Beck et al., 1979).

Ahora bien, cuando hablamos de depresión infantil, hacemos referencia a un desorden

caracterizado por una alteración en el estado de ánimo, el cual, está acompañado por cambios

en el comportamiento interfiriendo con las capacidades y acciones de los menores de edad y

llegando a generar un sentimiento de tristeza mayor. (Marcelli y Ajuriaguerra, 1992). Por

consiguiente, nos referimos a un trastorno que se da en los infantes que esta caracterizado por

síntomas de tristeza, anhedonia, culpa, baja autoestima, alteraciones del sueño o del apetito,

fatiga, aislamiento, irritabilidad, llanto excesivo y dificultad de concentración en las

actividades (APA, 2014). Como se mencionó anteriormente, su aparición se explica por la

interacción de múltiples factores, sin embargo, autores como England y Sim, (2009) destacan

la importancia de los factores ambientales estresantes, los eventos vitales graves, el estrés

crónico o exposición a las adversidades tempranas desde la infancia, así como, presentar un

procesamiento deficiente de la información y factores que facilitan la adquisición de este

trastorno.

A nivel mundial, se estima que alrededor del 3, 8 % de la población padece de

depresión. Para el 2023, se estima que 280 millones de personas fueron diagnosticados con

depresión, convirtiéndose en una de las enfermedades de salud mental que afecta a la mayor

parte de la población. Se ha identificado que este trastorno suele iniciar a los 14 años, es uno

de los trastornos mentales más frecuentes en niños, niñas y adolescente junto con el trastorno

por déficit de atención y ansiedad (OMS, 2023). En el mismo sentido, la Organización


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Panamericana de la Salud Mental (OPS) en el 2023, afirma que a nivel global 1 de cada 5

niños son diagnosticados con una enfermedad mental, y en el caso de la depresión, se

cataloga como una epidemia silenciosa que afecta la vida de los niños, y se puede dar por

modificaciones sociales inesperadas, factores biológicos, psicológicos, variando entre

gravedad y sintomatología.

El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF,2021), señala que los

trastornos mentales son una causa importante que genera sufrimiento en los niños, niñas y

adolescentes. Sin embargo, este trastorno se pasa por alto aun cuando la ansiedad y la

depresión representan un 40% de esos trastornos de salud mental diagnosticados. Teniendo

en cuenta lo anterior, en su informe de Estado Mundial de la Infancia (2021), está

organización considera la depresión infantil como una problemática, que, si bien es visible,

no tiene el respectivo seguimiento en todos los casos, ocasionando que los niños crezcan con

sufrimiento emocional y físico, lo cual afecta su integridad y desencadena otras

problemáticas en ambientes escolares, sociales aumentando el riesgo de conductas suicidas o

desarrollar otras psicopatologías (UNICEF, 2021).

De acuerdo con Bonnot et al (2022), se estima que la depresión infantil puede

representar riesgos para las personas a corto, mediano y largo plazo, puesto que es uno de los

trastornos psiquiátricos, con un 70% de prevalencia que más se asocia con el suicidio. Así

mismo, otros autores exponen como la depresión infantil al no ser tratada de forma adecuada

durante la infancia genera un riesgo de que vuelva a aparecer en etapas posteriores como la

adolescencia o la adultez (Prado-Molina, Serna-Trejos, Correa-Martínez y Flores-Álvarez,

2023).

En Colombia, según el Ministerio de Salud y Protección Social (2022), la depresión

es una enfermedad que cada vez es más frecuente, siendo la segunda causa de carga de

enfermedad por discapacidad, esto debido a que su presencia puede incrementar la


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probabilidad de que se desarrollen otras enfermedades, señalando que aproximadamente el

44,7% de niñas y niños reflejan indicios de la presencia de algún problema mental

(Albarracín, 2017). Así también, la Procuraduría General de la Nación (2023) resalta que en

este último año se evidenció un mayor índice de problemas de salud mental en enfermedades

como la depresión, ansiedad y otros trastornos del comportamiento, más presentes en edades

comprendidas entre los 17 y 24 años, seguido por adolescentes de 12 a 16 años, y niños y

niñas entre los 6 y 11 años. Adicionalmente, se ha descubierto un incremento en las tasas de

suicidio correlacionada con la depresión en edades tempranas de 6 a 7 años.

Según la Encuesta Nacional de Salud Mental (2015), donde por primera vez se indaga

sobre la salud mental en niños a partir de los siete años, se ha encontrado un mayor índice de

problemas y trastornos relacionados con dificultades en el habla, ansiedad de separación e

hiperactividad con déficit de atención. En cuanto a los trastornos afectivos son más frecuentes

en la población de 12 a 17 años, donde el 52,9% presentó uno o más síntomas de ansiedad y

el 19,7% manifestó cuatro o más síntomas de depresión. Por otra parte, en el Boletín de Salud

Mental No 4 de salud mental en niños, niñas y adolescentes del Ministerio de Salud y

Protección Social (Min Salud, 2018) se incluyen datos encontrados por el Sistema Integrado

de Información de la Protección Social (SISPRO, 2015) se informa que entre los años 2009 y

2017 fueron atendidas en consulta 141.364 personas entre los 0 a 19 años, siendo el episodio

depresivo moderado el más diagnosticado con el 32,7% de los casos. Se atendieron 68.880

niños, niñas y adolescentes con trastorno mixto de ansiedad y depresión, y la identificación

de los casos de consulta atendidas fue obtenido gracias a los Registros Individuales de

Prestación de Servicios en el año 2018. (MinSalud,2018)

De igual importancia los estudios realizados a nivel nacional, Gómez-Restrepo (2016)

logra identificar una mayor prevalencia de trastornos de ansiedad y afectivo en las niñas,

mientras que en los niños son más prevalentes los trastornos de conducta. Por otro lado, los
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niños con diagnósticos de trastornos mentales reciben un tratamiento más oportuno que las

niñas, siendo más frecuentes las intervenciones en los niños que son mayores de 12-15 años,

que en los menores de 8-11 años, y esto solo se presenta cuando hay un mayor malestar en

los niños y en su entorno, siendo limitante el no reconocimiento por parte de los cuidadores y

profesionales de la salud generando barreras físicas que dificultan su atención precoz y

estigmatización de los niños, niñas y adolescentes que lo padecen. No obstante, el adecuado

desarrollo de los niños depende de entornos que favorezcan su proceso de aprendizaje, y les

permitan vincularse afectiva, relacional y socialmente. Por tanto, a los niños que padecen de

depresión, se les debería brindar la posibilidad de acceder a entornos que fortalezcan sus

talentos y potencialidades, reduciendo los factores de riesgo y garantizando su bienestar

(López et al., 2023).

En conclusión, consideramos que en la actualidad los trastornos depresivos

representan un problema de salud pública en el mundo, por tanto, hacemos hincapié en la

necesidad de incorporar nuevas estrategias de prevención y tratamiento. Por tanto, reconocer

las prevalencias de estos trastornos depresivos en niños en nuestro país nos permite formular

políticas preventivas y asistenciales para un abordaje integral de la depresión infantil (López

et al., 2023). Si bien es necesario generar un contexto protector y trabajar en estrategias

preventivas que dificulten el aumento de niños, niñas y adolescentes diagnosticados con

depresión, es urgente identificar las formas más certeras de tratamiento para intervenir en esta

problemática.

Los enfoques actuales basados en la evidencia describen las distintas terapias que

pueden ser eficaces a la hora de tratar trastornos depresivos en la población infantil. Según

Raena et al., (2022), las terapias que mantienen un enfoque empírico y demuestran su eficacia

a la hora de tratar la depresión infantil son aquellas con un enfoque cognitivo-conductual,

como lo son la terapia interpersonal, la terapia de aceptación y compromiso o la activación


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conductual. Además, los autores señalan que la efectividad del tratamiento está relacionada

con que las terapias incluyan componentes de desarrollo de habilidades en los consultantes,

reestructuración cognitiva y estrategias para motivarlos a participar en actividades de interés.

De acuerdo a lo anterior, encontramos como Suárez y Landa (2023) realizaron la

adaptación de una terapia cognitiva- conductual para reducir sintomatología depresiva en una

niña de siete años, basándose en una terapia de modalidad presencial adaptada a una

aplicación remota (vía internet), teniendo en cuenta que la fase de evaluación la realizaron de

manera presencial, antes que se presentará la contingencia del COVID 19, dando lugar a que

la intervención fuera de manera asincrónica durante 3 meses. Para dar contexto de este caso

clínico, se debe mencionar que se encontraron dos variables importantes como los

antecedentes de la conducta problema; la consultante sufría de acoso escolar y además,

recientemente había experimentado la llegada de su hermano menor, situaciones que

desencadenan respuestas a nivel cognitivo y conductual que se tornan desadaptativas, como

sentimientos de tristeza constantes, estados de irritabilidad, pensamientos como “no sentirse

querida” y problemas con sus habilidades sociales.

Es importante tener en cuenta que para este estudio la conducta blanca se centra en

crear situaciones problemáticas y discusiones con su madre, ocasionando que las conductas

disruptivas sean reforzadas. Se obtuvieron datos sociodemográficos de la paciente a través

del expediente clínico y de una entrevista semiestructurada que se aplicó tanto a la

consultante como a su madre. Además, se usaron los siguientes instrumentos para evaluaron

diversos aspectos emocionales y conductuales: El cuestionario sobre el comportamiento de

niños de 6-18 años (CBCL/6-18), La encuesta de comportamiento y sentimientos-versión

para el cuidador (BFS) y la escala de consecución de metas (GAS). Para la fase de

tratamiento, se utilizaron y adaptaron seis de los módulos del MATCH-ADTC, trabajando

principalmente los módulos centrales para trabajar la depresión que incluyen técnicas de
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resolución de problemas, activación conductual, relajación y reestructuración cognitiva. el

programa se realizó de forma virtual, lo que redujo el número de módulos y el tiempo de cada

sesión que fue de 40 minutos, en total, se llevaron a cabo 7 sesiones incluyendo una de cierre.

Si bien los resultados obtenidos indicaron que la adaptación remota de la TCC resulto

efectiva para reducir la sintomatología depresiva, y sus demás comorbilidades, como

ansiedad, déficit de atención. Para el caso de los problemas de conducta pese a que se

presentó una disminución, esta no alcanzo los niveles esperados. En conclusión, aunque se

presentan cambios notables en línea base y en la intervención, lo relacionado con la

sintomatología internalizante se mantuvo en el punto medio.

Así mismo, autores como Hamedi et al. (2020), realizaron un estudio sobre la validez

que puede tener la terapia cognitivo-conductual (TCC) para reducir el dolor, depresión e ira

en niños diagnosticados con cáncer. En su investigación, se asignaron tres grupos aleatorios,

uno de TCC convencional, uno de TCC computarizada (cCBT) y un grupo control, las

muestras del estudio fueron conformadas por niños con cáncer, remitidos al Hospital Shafa de

Ahvaz de Irán. Cada grupo estuvo conformado por un total de 15 niños de entre 9 y 12 años

mediante. Es necesario indicar que cada grupo tuvo el tratamiento médico correspondiente a

su patología de base. Sin embargo, como tratamiento complementario los dos grupos de

intervención recibieron además unas intervenciones psicológicas. La información fue y

analizada mediante MANCOVA, ANOVA y pruebas t de puntuaciones diferenciales. Los

resultados señalan que ambas intervenciones pueden llegar a reducir la aparición de

emociones negativas asociadas con el cáncer (dolor, ira, ansiedad y depresión). Al comparar

los diferentes grupos no se evidencia diferencias significativas entre los dos grupos de

intervención (P <0,01). Los que lleva a pesar de que la forma en la cual se lleva a cabo la

intervención no juega un papel fundamental en el tratamiento de la depresión. Aun así, si se

encontraron diferencias con relación al grupo control, mostrando en los pacientes que
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recibieron tratamiento psicológico mostraron una disminución significativa en la

sintomatología relacionada a la depresión por lo que se concluye que la TCC puede ser

efectiva para ayudar a los niños diagnosticados con cáncer y con depresión. Finalmente, los

autores indican que es necesario crear condiciones para la realización de más estudios, pues a

pesar de la evidencia empírica parece respaldar la eficacia de la terapia cognitivo-conductual

en el tratamiento de la depresión infantil, los diversos autores insisten en la necesidad realizar

más investigaciones que permitan corroborar la efectividad de esta terapia.

Por otra parte, encontramos el trabajo realizado por Guaidía (2020) quien implemento

el protocolo breve de activación conductual para tratar la sintomatología depresiva en

menores de edad, los cuales previamente habían sido diagnosticados con depresión. Se aplicó

el protocolo breve de activación conductual para la depresión (BATD-R) con una duración de

una hora semanal por diez semanas. Se trabajó con una muestra no probabilística elegida por

conveniencia de 6 adolescentes entre los 12 y los 17 años. Este estudio se dividió en 4 fases,

en la primera de ella se explicó el objetivo de la investigación, se gestionó la documentación

pertinente y se dio inicio al proceso de evaluación identificando las conductas que estaban

resultando problemáticas. Además, se aplicó la escala de depresión de Zung, y se

proporcionaron formatos de monitoreo diario de áreas vitales, valores y actividades del

protocolo breve de activación conductual (BATD-R). Durante la fase 2, se inició a trabajar

con las actividades planteadas en el protocolo de activación conductual, las cuales buscaron

impactar las áreas vitales, valores y jerarquía de actividades. En la fase 3, se realizó el

análisis de los datos, el cual se generó a través de la realización y análisis visual de las

gráficas, y al mismo tiempo se realizó un análisis estadístico de series de tiempo, y

finalmente, en la fase 4 realizar el seguimiento, el cual tuvo lugar dos meses después del final

del tratamiento, donde se evaluó el estado de ánimo general y los comportamientos

presentados por los participantes.


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Los resultados de este trabajo muestran como en la totalidad de los casos, se presentó

un aumento de conductas saludables a lo largo de las fases del estudio, así mismo, se

encuentro una disminución en la cantidad de conductas depresivas entre la línea base y la fase

de tratamiento, con un incremento relacionado a la percepción subjetiva del estado de ánimo.

De acuerdo con lo anterior, la investigación nos señala que la aplicación del protocolo

BATD-R en adolescentes tiene un efecto significativo en la disminución de síntomas

relacionados a la depresión, así como impacto en las conductas saludables, depresivas y

reportes de estado de ánimo. Sin embargo, la fase de seguimiento muestra cómo estos efectos

se comienzan a reducir con el paso del tiempo, lo que señala la necesidad de que en futuras

investigaciones se tenga en cuenta el rol que puede tener contexto familiar para explicar esta

disminución de los efectos.

En una vía similar, encontramos que si bien la investigación relacionada a la

efectividad que tiene la terapia de aceptación y compromiso (ACT) para tratar la depresión

infantil apenas comienza a llamar la atención de los investigadores, se encontró información

acerca del trabajo realizado por Salazar et al., (2020) donde se analizó la eficacia en el

tratamiento de la depresión infantil centrada en el pensamiento negativo repetitivo (PNR).

Para esto, se creó un diseño aleatorio, no concurrente y de líneas de base múltiple, en el cual

los participantes de esta investigación fueron nueve niños, con edades entre 8 y 13 años,

quienes previamente habían sido diagnosticados con depresión infantil. Durante todo el

estudio, se tomaron medidas semanales relacionadas a la inflexibilidad psicológica, PNR y

cumplimiento generalizado. Así mismo, antes y después del tratamiento y durante las 4

semanas de seguimiento, se usó el reporte de los padres para tomar medidas de síntomas

emocionales y comportamientos problemáticos. A nivel general, el estudio realizado sugiere

que ACT centrada en la PNR puede ser un enfoque prometedor para tratar la depresión

infantil, puesto que muestran que el tratamiento surte efectos positivos sobre la inflexibilidad
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psicológica y PNR, además, disminuye los síntomas emocionales relacionados a la depresión

y el comportamiento problemático. (Salazar et al., 2020).

Una vez finalizada la intervención, se llevó a cabo el seguimiento de 4 semanas en el

cual ninguno de los participantes presentó un diagnóstico de depresión infantil o trastornos

comórbidos, lo que indica la posible eficacia de la intervención. Además, los cambios

observados en los síntomas emocionales y en el comportamiento problemático evidenciado

por los padres tuvo un cambio estadísticamente significativo generando a su vez efectos de

gran tamaño, lo que sugiere que también se generaron mejoras en estas áreas producto de la

intervención. Aun así, los autores aclaran que pese a que los resultados la terapia de

aceptación y compromiso (ACT) centrada en PNR puede ser eficaz para las intervenciones en

depresión infantil, indican que es necesario realizar pruebas empíricas adicionales (Salazar et

al., 2020).

En la misma dirección, se encuentra el trabajo realizado por Alonso-Sanz et al.,

(2022) en donde se realizó una intervención desde ACT a un niño de 9 años quien presentaba

un patrón de conductas disruptivas en el contexto familiar caracterizados por la presencia de

discusiones, gritos, golpes o conductas agresivas, especialmente en situaciones que

involucran a su hermano menor. Además de un patrón extendido de rumia relacionado con

celos y seguido de pensamientos de tristeza, sensación de exclusión y aislamiento. Para trazar

una línea base del comportamiento del infante, diariamente los padres debían completar los

siguientes registros; registro descriptivo de conflictos, registro de frecuencia de episodios de

ira, registro de la intensidad de los episodios de ira, nivel de queja. Se utilizó un diseño de

caso único A-B con medidas de seguimiento. Toda la intervención tuvo una duración de ocho

sesiones semanales de una hora: cinco sesiones de intervención (tres de ellas con el infante y

dos con sus padres), seguidas de dos sesiones de evaluación y una sesión de seguimiento dos

meses después (Alonso-Sanz et al., 2022).


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Los resultados mostraron un cambio en el comportamiento del infante a partir de la

segunda sesión, desde este punto, los episodios de ira comenzaron a disminuir, en las

sesiones posteriores la tendencia continuó decreciendo, se estabilizó en el postratamiento y se

mantuvo durante el seguimiento. Como producto de la intervención, los episodios de ira se

tornan menos frecuentes e intensos, y de igual forma, se dio una evolución similar

relacionada a la intensidad de las quejas vinculadas con la rumia constante, la cual disminuyó

a partir de la segunda sesión, hasta llegar a un nivel bajo. En conclusión, la intervención en

ACT, en especial el componente de flexibilidad psicológica resultó altamente eficaz, en la

reducción de la frecuencia y la intensidad de los episodios de ira, así como en la reducción de

la intensidad de quejas, que fue tomada como un indicador de la rumia limitante. Sin

embargo, pese a que los resultados encontrados por los investigadores son prometedores, al

tratarse de un estudio de caso único, reconocen sus limitaciones y destacan la necesidad de

replicar su trabajo con el objetivo de confirmar la eficacia de ACT para intervenir este tipo de

problemáticas (Alonso-Sanz et al., 2022).

Los estudios revisados sugieren que se requiere un mayor número de estudios aplicados

en la población infantil, para demostrar de manera definitiva la efectividad de esta terapia

frente a otras, esto debido a las limitaciones en el diseño de las investigaciones revisadas y al

tamaño reducido de la muestra, lo que afecta la significancia estadística de los resultados y

conclusiones obtenidos. Sin embargo, si se encuentran diferencias relacionadas a la

efectividad del tratamiento y al mantenimiento del cambio conductual a lo largo del tiempo,

mostrando mejores resultados en los trabajos donde fu empleada ACT. De acuerdo con lo

anterior y apoyados en la búsqueda realizada y los hallazgos evidenciados en los estudios

consultados, para este trabajo se plantea trabajar una intervención desde ACT para tratar la

sintomatología depresiva en un niño colombiano de 12 años, de estrato medio.


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Contexto Terapéutico

Participante

PJ es un niño de 12 años que vive con su padre y sus hermanos de 9 y 5 años. En el

momento de la intervención se encuentra cursando el grado 6º de bachillerato. Sus padres

acuden a consulta solicitando apoyo, pues están atravesando un proceso de separación y

desde entonces han notado varios cambios en el comportamiento de su hijo, lo que además ha

dificultado la relación con que PJ tiene con todos los miembros de su familia. Sus padres

refieren que su hijo presenta fuertes cambios de humor, en ocasiones se muestra enfadado y

otras veces parece estar muy triste. Ha dejado de jugar con sus hermanos, en la actualidad,

pasa la mayor parte del día encerrado en su cuarto y los fines de semana duerme hasta el

mediodía y luce cansado la mayor parte del tiempo. Asimismo, manifiestan que en la

actualidad su hijo llora de forma constante, le ha llegado a decir a su papá que extraña mucho

a su mamá y que piensa que fue su culpa el que ella se haya ido. También le ha pedido a su

mamá en repetidas ocasiones que regrese a su casa y le ha manifestado que siente que ahora

sus hermanos lo culpan por la separación y ya no quieren pasar tiempo con él. Finalmente, los

padres reportan que PJ ha dejado de asistir a sus clases de pintura y natación, sumado a esto,

desde el colegio les refieren que ha pasado los últimos días alejado de sus compañeros y se

niega a participar en algunas actividades escolares lo que ha afectado su rendimiento

académico.

Operacionalización de variables

Variable dependiente: Depresión Infantil

Definición molar

Para este trabajo, se retoma la definición sobre depresión infantil planteado desde la

teoría cognitiva de Beck (1979), donde se sustenta que en la depresión las personas presentan

un sesgo en el procesamiento de los sucesos que implican una pérdida, por lo que frente a
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estas situaciones, se tiene a generar una valoración exagerada de los eventos negativos

llegando a considerarlos globales, frecuentes e irreversibles, llegándose a dar una visión

negativa del yo, del mundo y del futuro, lo que se conoce como la tríada cognitiva. Desde

esta perspectiva, se explica cómo esta interpretación de los eventos hace que las personas se

alejen de las situaciones que les generar recompensa o satisfacción, lo que a su vez facilita

que la depresión se mantenga. La teoría explica cómo el procesamiento distorsionado

conduce a síntomas afectivos, conductuales, motivacionales y fisiológicos. A su vez, señala

que en la aparición de la depresión participan factores genéticos, evolutivos, hormonales,

físicos y psicológicos.

Definición Molecular

Canal Fisiológico. La investigación y la literatura señalan que las personas que

presentan rasgos de depresión por lo general presentan una baja reactividad motora, situación

que suelen estar acompañadas por una reducción en la actividad del Sistema Nervioso

Central. Así mismo, algunos casos muestran una reducción en la movilidad y la activación

motora que, además, suele estar acompañada de llanto.

Canal Cognitivo. Pensamientos negativos o catastróficos relacionados a sí mismo, el

mundo y los eventos (pasados, presentes y futuros). Valoraciones exageradas de los eventos

negativos, ideas constantes de ineficacia e interpretaciones negativas de los eventos

cotidianos. Anhedonia, culpa, baja autoestima.

Canal Motor. Llanto, aislamiento social, baja participación y/o involucramiento en

actividades que antes generan satisfacción. Comportamientos dirigidos a evitar exponerse a

nuevos escenarios o contactar personas. Alteraciones en el sueño y/o apetito, fatiga,

irritabilidad, y dificultad de concentración en las actividades


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Canal Emocional. Sentimiento de tristeza profunda y estado de ánimo bajo, que duran

la mayor parte del día, la mayor cantidad de días de la semana.

Definición topográfica

Canal Fisiológico. El menor de edad presenta dolor de cabeza, temblor en las manos,

sensación de vacío en el estómago acompañado de retortijones y nauseas. Falta de apetito,

dolor muscular localizado en la espalda y aumento de secreción lacrimal.

Canal Cognitivo. El consultante presenta pensamientos como “nadie me quiere, yo

nunca debí haber nacido”, “mis papás se separaron por mi culpa, ellos y mis hermanos

estarían mejor si yo no estuviera”, “no tengo ganas de seguir adelante, yo soy el culpable de

todo lo malo en mi hogar”, “es mejor que me duerma todo el día, si no intento nada, nada

puede salir mal”

Canal Motor. El menor de edad pasa la mayor parte del día encerrado en su cuarto, en

este lugar, presenta un llanto frecuente. Los fines de semana, duerme gran parte del día y

evita presentarse en la mesa a la hora de comer y dejando la comida que sus padres le llevan

en la puerta del cuarto. Adicionalmente, cuando sus amigos y compañeros de colegio lo

llaman apaga el celular y cuando lo buscan en su casa les pide a sus papás que digan que este

enfermo para no verlos. También, evita pasar tiempo con sus hermanos y se niega a jugar o

vincularse con ellos.

Definición Funcional

Se plantea como hipótesis que este comportamiento en el caso se mantiene por

reforzamiento negativo, ya que los comportamientos que presenta el menor de edad a corto

plazo le permiten evitar entrar en contacto con diferentes pensamientos que le generan

malestar y emociones que juzga como desagradables, sin embargo, a largo plazo estos

comportamientos están impidiendo que entre en contacto con los diferentes reforzadores
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sociales y naturales de su entorno. A su vez, el infante presenta creencias distorsionadas que

impiden se relacione de una forma segura con su entorno pues en la actualidad experimenta

una visión negativa de sí mismo, el futuro y el mundo.

Variable independiente: Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT)

De acuerdo con Hayes et al., (2001), la terapia de aceptación y compromiso (ACT) es

un modelo de terapias contextuales de tercera generación basada en los marcos relacionales,

que ha mostrado diversos avances y resultados en numerosos estudios realizados en

población adulta. Por otro lado, en los últimos años se han evidenciado nuevos avances y

terapias diseñadas y dirigidas para población de infantil y adolescentes y el tratamiento de sus

diferentes problemáticas.

Teniendo en cuenta esto, la conexión entre estos dos aspectos ha proporcionado una

amplitud en el campo investigativo de ACT en población infantil, ya que por una parte la

teoría de los marcos relacionales proporciona información sobre los patrones de pensamiento

adquiridos en el desarrollo infantil que subyacen la inflexibilidad psicológica, y por otra

parte, la terapia de aceptación y compromiso (ACT) menciona que las personas con

habilidades verbales aprenden a responder ante sus eventos privados. Según Törneke (2016),

existen dos maneras distintas y funcionalmente diferentes para responder ante estos eventos,

puesto que las personas pueden reaccionar fusionándose tanto con funciones emocionales

(agradables o desagradables), como funciones discriminativas (de acercamiento o

evitación/escape) de sus experiencias internas actuales.

La terapia ACT busca promover la flexibilidad psicológica a través de diversas

metáforas y ejercicios prácticos, los cuales suelen agruparse en seis procesos

interrelacionados; la aceptación como proceso de abrirse al mundo y aceptar tanto las

experiencias agradables como las desagradables, la difusión; refiriéndose al proceso donde se


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adquiere perspectiva de las situaciones analizando las emociones, pensamientos y acciones; el

contacto con el momento presente (centrado en el aquí y ahora) usando el concepto de

consciencia plena, el yo como contexto (distinguiéndose como el yo pensante - el yo

observador), y por último, los valores, donde se busca explorar y descubrir qué es lo

realmente importante para llevar una vida plena y acción comprometida (Vargas y Ramírez,

2012)

Para este caso, nos basamos en el trabajo realizado por Alonso-Sanz et al., (2022),

aplicaremos el mismo plan de intervención, compuesto por 6 sesiones, cada con una hora de

duración. A continuación, se presenta el contenido de cada una de las sesiones de

intervención. Cabe aclarar que 3 de ellas están dirigidas al trabajo con padres y/o cuidadores

y las 3 sesiones restantes estas dirigidas al trabajo directo con el menor de edad.

Tabla 1.

Propuesta de intervención para trabajo con padres

INTERVENCIÓN CON PADRES


SESIÓN 1
Objetivos:

 Analizar los registros descriptivos de las situaciones problema y explorar junto a ellos
modos de actuar más útiles según sus intereses

 Discriminar su patrón inflexible en los conflictos en el consultante y contactar con las


consecuencias derivadas de éste (qué sentían/pensaban, cómo reaccionan y qué conseguían
a corto y largo plazo)

 Especificar los objetivos de intervención y entrega de pautas para fomentar flexibilidad


psicológica en el consultante.

Ejercicios y Movimientos:

 Interacciones con diversas claves deícticas para discriminar propia conducta - Metáfora de
las teclas

INTERVENCIÓN CON PADRES


SESIÓN 2
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Objetivos:

 Analizar los registros descriptivos de las situaciones problema y explorar junto a ellos
modos de actuar más útiles según sus intereses.

 Amplificar o establecer contacto con valores relacionados con la crianza y establecer


acciones guiadas por éstos.

 Entrenar la habilidad de responder con mayor distancia observacional a sus pensamientos y


emociones, incluyéndose como parte de uno.

Ejercicios y Movimientos:

 Metáfora de las teclas

 Metáfora del jardín

 Metáfora del faro

INTERVENCIÓN REALIZADA CON LOS PADRES


SEGUIMIENTO
Objetivos:

 Analizar los registros descriptivos de las situaciones problema y explorar junto a ellos
modos de actuar más útiles según sus intereses.

 Amplificar los valores relacionados con la crianza y establecer acciones guiadas por éstos.

Ejercicios y Movimientos:

 Metáfora del jardín

 Metáfora del faro

 Múltiples ejercicios de perspectiva temporal para explorar valores

Nota. Planeación de cada sesión con sus respectivos ejercicios y actividades.

Tabla 2.

Propuesta de intervención para trabajo con el consultante

INTERVENCIÓN CON EL CONSULTANTE


SESIÓN 1
Objetivos:
 Crear un contexto motivacional de significado para el trabajo terapéutico.

 Discriminar el patrón inflexible y los costes que derivan de éste.

 Establecer una acción flexible con el consultante para su práctica fuera de sesión
19

Ejercicios y Movimiento

 Ejercicio 1. Metáfora del volcán

 Ejercicio 2. ¿Qué te gusta de Dumbledore?

 Ejercicio 3. ¿Cuándo he sido jefe del Volcán y he hecho algo que haría Dumbledore?

INTERVENCIÓN CON EL CONSULTANTE


SESIÓN 2
Objetivos:

 Explorar las acciones flexibles realizadas por J a lo largo de la semana a través del registro
(ejercicio 3) y amplificar el valor de dichas acciones.

 Discriminar qué se puede controlar y qué no. Experimentando los pensamientos desde una
perspectiva deíctica y jerárquica.

 Entrenar la habilidad de establecer una distancia observacional con pensamientos y


emociones e integrarlos como parte de uno para permitir contacto con lo relevante.
Múltiples ejemplos con eventos privados neutros y después con función discriminativa de
inflexibilidad.

Ejercicios y Movimientos:

 Ejercicio 1 y 3 (parcialmente).

 Ejercicio 4. El laboratorio de Pinkel

 Ejercicio 5. El pensadero de Dumbledore.

 Ejercicio 6. El gira tiempo mágico.

INTERVENCIÓN CON EL CONSULTANTE


SESIÓN 3
Objetivos:

 Explorar las acciones flexibles realizadas por el consultante a lo largo de la semana


a través del registro (ejercicio 3) y amplificar el valor de dichas acciones.

 Entrenar la habilidad de establecer una distancia observacional con pensamientos y


emociones e integrarlos como parte de uno para permitir contacto con lo relevante.

 Derivar reglas que especifican las consecuencias apetitivas naturales propias de


colaborar en equipo y fortalecer su seguimiento a través de múltiples ejemplos.

Ejercicios y Movimientos:

 Ejercicio 1 y 3 (parcialmente)

 Ejercicio 4. El laboratorio de Pinkel


20

 Ejercicio 5. El pensadero de Dumbledore.

 Ejercicio 6. El giratiempo mágico.

Nota. Planeación de cada sesión con sus respectivos ejercicios y actividades.

Justificación.

De acuerdo con la información planteada por la Organización Mundial de la Salud,

cerca del 50 % de los problemas de salud mental aparecen alrededor de los 14 años, siendo la

depresión uno de los trastornos más frecuentes con una prevalencia global de 34% en niños y

adolescentes, entre edades de 10 a 19 años, lo cual representa un problema de salud pública

que al no abordarse adecuadamente podría desencadenar graves consecuencias a largo plazo

afectando sus diferentes áreas de ajuste (Prado-Molina et al., 2023).

Sin embargo, es importante tener en cuenta que la sintomatología en los niños puede

variar a la que se suele evidenciar en los adultos, aunque se puede inferir el término de

depresión infantil en manuales como el DSM-V, comúnmente los estados de tristeza suelen

ser interpretados en los niños como periodos de irritación o atribuidos a otras enfermedades

de salud mental (Garaigordobil et al., 2019). Además, se ha identificado que los niños pueden

experimentar diversas sensaciones y sentimientos sin ser plenamente conscientes o saberlos

expresar verbalmente, de modo que los adultos infieren la mayoría basándose en la expresión

facial, gestos o tono de voz de los niños (Ibáñez, 2000).

Es por esto que se puede considerar una enfermedad infradiagnosticada e infra tratada

ya que, aunque suele asociarse con consecuencias negativas como; el bajo rendimiento

académico, problemas en las relaciones familiares y sociales, o el riesgo de consumo de

sustancias psicoactivas o suicidio en adolescentes, que muchas veces no es tratada u

oportunamente diagnosticada en etapas tempranas, lo cual aumenta el riesgo de que los


21

síntomas puedan aparecer nuevamente durante la adolescencia o incluso durante la vida

adulta (Prado-Molina et al., 2023).

Algunos autores como Garaigordobil et al., (2019) indican que son pocos los programas

de prevención de la depresión infantil para edades tempranas, ya que usualmente son

dirigidos a la población adolescente, lo cual refleja la importancia de poder identificar los

síntomas de manera oportuna e implementar programas preventivos de los trastornos

emocionales en los primeros años de vida, ya que, de esta manera se podría enseñar a los

niños formas adaptativas para afrontar de manera más asertiva las situaciones, el malestar, y

frenar los síntomas depresivos iniciales que pueden desencadenar en cuadros depresivos

severos.

Por otra parte, se ha encontrado poca evidencia de investigaciones del uso de la Terapia

de Aceptación y Compromiso en niños en comparación a las que han sido realizadas en

adultos, pues el trabajo directo con niños en edad escolar requiere de una adecuación en la

práctica de psicoterapia que aún se encuentra en desarrollo investigativo (Mandil, 2022).

Sin embargo, autores como Hayes, Strosahl y Wilson (2014) afirman que los marcos

relacionales se desarrollan a lo largo de la infancia, ya que durante la adquisición del lenguaje

los niños aprenden a categorizarse tanto a sí mismos como a sus propias reacciones, y

además, a pesar de las escasas habilidades de solución de problemas y poca capacidad verbal

que puedan tener, por medio del entrenamiento y la creación de marcos relacionales pueden

aprender gradualmente a deducir relaciones de comparación mutua, a desarrollar un sentido

de la perspectiva, y hacer informes verbales más complejos.

Además, a medida que los niños van aprendiendo lenguaje y pensamiento, van

aprendiendo reglas sociales, costumbres y creencias que reflejan prácticas culturales del

entorno, y por medio de la programación social que se encuentra arraigada en el sistema


22

lingüístico pueden desarrollar una mejor congruencia independientemente de su edad (Hayes,

Strosahl y Wilson, 2014).

Según Mandil (2022) los principios y procesos de ACT se pueden aplicar en el trabajo

con niñas y niños, pero las investigaciones han sido orientadas a la promoción de la

flexibilidad psicológica en los padres de familia y el trabajo con adolescentes, y la aplicación

clínica de la teoría de marcos relacionales ha sido realizada más de manera informal en niñas

y niños escolares.

No obstante, se ha evidenciado que a pesar de que en ACT, al igual que en la Terapia

Cognitivo Conductual (TCC), se considera la importancia del lenguaje y la cognición desde

los marcos relacionales, en ACT no se pretende cambiar el contenido de los pensamientos en

su lugar, por medio de prácticas de aceptación, atención plena, difusión y conductas basadas

en valores, se pretende ayudar a que las personas participen en acciones valiosas, y se ha

identificado que este aspecto hace que se genere una menor resistencia al proceso terapéutico

en el caso de los niños y los adolescentes (Fang y Ding, 2020).

Por otra parte, resulta de utilidad señalar que esta terapia constituye un marco de trabajo

flexible en el que se puede adaptar los procedimientos acordes a las características y

particularidades biológicas y culturales de los niños, ayudándoles a percibir sus

pensamientos, emociones y sensaciones desde una distancia segura (Mandil, 2022).

Autores como Mandil, Quintero y Maero, (2017) refieren que ACT es una terapia que

puede ser útil en todas las etapas vitales, pues podría adaptarse a las comunidades lingüísticas

y culturales de la población infantil, con nuevos recursos, metáforas y ejercicios que faciliten

la comprensión de los contenidos y aplicación de los procesos clave del modelo Hexa Flex.

Teniendo en cuenta lo anterior, podemos inferir que ACT como abordaje terapéutico

para la depresión, podría ser aplicada en niños con este patrón de conducta. Dado que por

medio de esta terapia se pueden reorientar los repertorios de acciones, y capacitar a niños,
23

niñas y adolescentes para afrontar mejor las situaciones adversas, ayudándolos a observar y

aceptar sus experiencias internas.

En concordancia a lo anterior, encontramos que, en Colombia aproximadamente el

44,7% de los niños muestran signos de algún trastorno mental, de acuerdo con el Ministerio

de Salud y Protección Social (2022), la depresión ha estado en aumento y se ha convertido en

la segunda causa principal de enfermedad por discapacidad. Esta tendencia se relaciona con

el hecho de que la depresión puede aumentar el riesgo de desarrollar otras enfermedades.

Siendo más comunes en edades entre 17 y 24 años, seguidas por adolescentes de 12 a 16

años, y niños y niñas de 6 a 11 años. Además, se ha observado un aumento en las tasas de

suicidio relacionado con la depresión en niños de 6 a 7 años.

Con lo expuesto anteriormente, mencionamos la importancia de reconocer y avanzar en

las terapias contextuales como un mecanismo adecuado para mediar y entender el

relacionamiento de las niñas, niños y adolescentes con sus entornos más inmediatos, las

atribuciones que hacen de estos y sus acciones de afrontamiento. Por lo tanto, resaltamos la

pertinencia de implementar estrategias de evaluación para aplicar la Terapia de Aceptación y

Compromiso (ACT) en la depresión en niñas, niños y adolescentes (NNA), teniendo en

cuenta que no existen muchos avances investigativos que puedan dar respuesta o solución a la

problemática abordada dentro de las variables relacionadas terapia de aceptación y

compromiso (ACT) y la depresión.

Se puede identificar gracias a la evidencia disciplinar que los componentes vinculantes

de ACT permiten ofrecerse como una herramienta terapéutica eficaz, mejoran el bienestar

emocional, flexibilidad psicológica y la calidad de vida del grupo vulnerable. Partiendo de la

premisa que el desarrollo adecuado de los niñas, niños y adolescentes depende de entornos

que fomenten su aprendizaje y les permitan establecer relaciones afectivas, sociales y

emocionales. Los niños que sufren de depresión deberían tener acceso a entornos que
24

promuevan sus talentos y habilidades, reduciendo así los factores de riesgo y garantizando su

bienestar (López et al., 2023).

Problema de investigación.

¿La terapia de aceptación y compromiso resulta efectiva para reducir o mitigar la

sintomatología depresiva de un niño colombiano de 8 años?

Objetivos:

Objetivo general:

Identificar si un protocolo de intervención, basado en la terapia de aceptación y

compromiso resulta efectivo para reducir la sintomatología depresiva de un niño de 8 años.

Mejorando así su calidad de vida y la relación con padres.

Objetivos específicos:

1. Brindar herramientas y entrenar habilidades que faciliten al menor de edad

aceptar las emociones y eventos que le generan malestar.

2. Comparar los resultados obtenidos con los hallazgos de otras investigaciones

y/o trabajos donde se haya intervenido depresión infantil usando otros modelos de terapia

llegando así a determinar cuál tiene mayores efectos en la reducción de sintomatología

depresiva.

Hipótesis:

Hipótesis de trabajo: La terapia de aceptación y compromiso permite al niño de 8 años

adquirir herramientas para afrontar las sensaciones de malestar mitigando la sintomatología

depresiva.

Hipótesis Nula: La terapia de aceptación y compromiso no brinda herramientas

propicias para afrontar las sensaciones de malestar impidiendo mitigar la sintomatología

depresiva del niño de 8 años.


25

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