Rituales

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Rituales

El concepto “ritual” es de carácter prototípico e incluye prácticas de muy distinta


complejidad. En psicoterapia se considera que un ritual comprende un conjunto de actos
y/o interacciones simbólicas más o menos estructuradas, que no se restringen
únicamente a la ceremonia de realización, sino que incluyen el proceso completo de
preparación, la experiencia misma de ejecución y reintegración posterior a la vida
cotidiana (Roberts, 1991)

Van der Hart (1983) distingue en todo ritual un aspecto formal y un aspecto vivencial,
que forman un todo indisoluble. Un rito desde el aspecto formal prescribe un conjunto
de acciones simbólicas que han de ejecutarse de un modo determinado y en cierto orden
(tiempo y lugar adecuados) y pueden o no estar acompañados por fórmulas verbales. El
componente vivencial implica la exigencia de un fuerte compromiso en su realización,
sin el cual la experiencia carecería de significado privado, convirtiéndose en algo vacío.

Según Goody (1977) cuanto más flexible sea, en mayor medida facilitará la
incorporación de nuevos significados que se ajusten a los cambios históricos e
individuales, potenciado un estado adecuado de conciencia que evoque emociones
intensas.

Las funciones de los rituales son:

1. Regular el funcionamiento social y familiar, y permitir una evolución poco


conflictiva.

2. Transmitir la cultura, valores y normas de una generación a otra en grupos y familias.

3. Coordinar el pasado, presente y futuro social y familiar.

4. Señalar y respaldar las transiciones del ciclo vital.

5. Aportar significados polivalentes a las conductas, cogniciones y afectos. Evocar


emociones intensas que unen en una misma experiencia fenómenos diversos. Abarcar
simultáneamente distintas dimensiones sensoriales y cognitivas del significado.

6. Englobar al mismo tiempo los dos aspectos de una contradicción

7. Proporcionar apoyo y contención a emociones y sentimientos.

8. Alterar los estados de conciencia de los participantes.


Tipos de rituales

1. Rituales de Transición:

Actúan en las transiciones normativas experimentadas por personas y grupos a lo largo


de su vida, marcando el final de una etapa de desarrollo y comienzo de otra nueva. Las
transiciones del ciclo vital familiar comprenden básicamente: el establecimiento de la
familia, cuando 2 personas se unen mediante el contrato matrimonial; su extensión por
el nacimiento de los niños; su disminución por la emancipación de los hijos, la muerte
de sus miembros y en ocasiones el divorcio.

Estos procedimientos cambian el funcionamiento del grupo al que pertenecen los


protagonistas de la transición. Transforman los roles y estatus de los participantes,
alteran sus frecuencias de interacción, organizan sus estados internos afectivos y
cognitivos e introducen cambios prescritos en sus relaciones, que quedan reemplazadas
por otras nuevas y cualitativamente diferentes (Gluckman, 1965)

Van Gennep (1960) diferencia 3 etapas fundamentales en una situación de transición:

a) Etapa de separación o “segregación”: Comprende una serie de ritos de separación. Su


finalidad es que la interacción del sujeto con el grupo que se desliga se reduzca
ostensiblemente o termine por completo.

b) Etapa marginal: Es sumamente compleja. En ella, el sujeto se encuentra entre 2


posiciones, la antigua y la nueva. El proceso de cambio del ritual declara
simbólicamente muerta la antigua situación.

c) Etapa de incorporación a la vida” normal”: Se delimita a través de un rito de reunión


con la comunidad, normalmente concretado en una gran fiesta, que define que las
relaciones han cambiado y que las frecuencias de interacción ahora serán diferentes.

2. Ritos de Continuidad: Se ejecutan repetidamente, siendo su finalidad mantener la


normalidad dentro de cada etapa del ciclo vital.

Entre los ritos de continuidad se encuentran: Telécticos e intensificación.


a) Telécticos: Pueden ser diarios, semanales o anuales. El término griego “teléctico”
significa desprenderse de lo viejo (despedida y dar la bienvenida a los nuevo, saludo)
(Firth,1972)

Hechos tan comunes en la vida cotidiana como las acciones de saludar y despedirse
producen un intercambio de mensajes emocionales como alegría y tristeza,
fundamentalmente a través de canales no verbales.

Los participantes indican que juntos forman un sistema en el que ciertos sentimientos
juegan un papel importante y en el que ocupan ciertas posiciones y representan ciertos
roles.

b) Intensificación: Actividades ritualizadas colectivas de un grupo, actividades que


pueden coincidir con los cambios periódicos del entorno.

En nuestra cultura, la ausencia de rituales de continuidad conduciría a un elevado grado


de confusión o ambigüedad y a conflictos acerca de los roles dentro de la familia
(Leach, 1976).

Los 3 tipos de rituales de intensificación encontrados en las familias son:

ᴪ Celebraciones
ᴪ Tradiciones
ᴪ Las rutinas familiares

Las celebraciones constituyen acontecimientos anuales festejados ampliamente en el


contexto cultural, como ocurre con la Fiesta de Navidad, Año Nuevo, o el día de los
Reyes. La universalidad de sus símbolos designa a la familia como grupo perteneciente
a una determinada cultura, aportándole una identidad cultural.

Las tradiciones familiares como aniversarios, fiestas de cumpleaños y vacaciones están


menos establecidas culturalmente y forman parte de la identidad e idiosincrasia de cada
familia, diferenciándola del resto de las familias de su misma cultura.

Las rutinas de la vida cotidiana, son actividades diarias, de las que por habituales se
tiene menos conciencia, con alto contenido simbólico, desarrolladas en torno a la hora
de la comida, la hora de acostarse, las visitas de amigos o familiares y momentos de
ocio.

Los rituales Familiares como variables de evaluación de terapia familiar


Siempre que se trabaja con rituales, la primera etapa de la terapia es evaluar la situación
familiar, traduciendo los problemas a términos concretos, estableciendo en qué etapa del
ciclo vital se encuentra la familia y qué transiciones tiene que afrontar. En segundo
lugar, se evalúa el tipo y estructura de los rituales de intensificación reguladores de la
vida familiar (incluyendo celebraciones, tradiciones y rutinas) y su grado de adaptación
a los cambios evolutivos.

Roberts (1991) ha confeccionado una tipología que tiene en cuenta el grado de


ritualización de la vida familiar y que puede ser útil cuando se trabaja con rituales en
terapia. Su clasificación incluye familias con una ritualización pobre, rígida, segada,
carente de significado e incompleta.

 Familias con bajo nivel de ritualización: Se caracterizan por la ausencia de


celebraciones y tradiciones familiares. En terapia rechazan completamente una
rápida incorporación de rituales, pero admiten gradualmente pequeños rituales
dentro de la sesión. Para conocer las experiencias rituales de la familia y al
mismo tiempo orientarla hacia pautas más deseables, el terapeuta utiliza
preguntas orientadoras. Ejemplo: ¿Cuál fue el último acontecimiento familiar
que celebraron?
 Familias con una ritualización rígida: Su vida se rige por un gran número de
rituales familiares que permanecen inalterados a lo largo del tiempo y que
contienen muy pocas partes abiertas. Las preguntas orientadoras para solicitar
información serían: ¿Celebran de la misma forma los cumpleaños de distintas
personas?
 Familias que presentan una ritualización sesgada: Se distinguen por enfatizar en
exceso las tradiciones de una familia de origen, como suele suceder con los
matrimonios mixtos en el plano étnico o religioso que pueden sufrir dificultades
durante los rituales de celebración cuando se enfrentan al problema de sus
diferencias culturales. La labor del terapeuta consiste en ayudar a los cónyuges a
afirmar estas diferencias, incluyendo gradualmente símbolos y valores
provenientes de otros sectores de su patrimonio hereditario. De esta forma, se
respeta el bagaje cultural de cada miembro de la pareja y al mismo tiempo se
crean nuevos rituales que constituyen un símbolo de la idiosincrasia de su nuevo
sistema familiar. Las preguntas orientadoras buscan información sobre: ¿Dónde
pasan las vacaciones si lo hacen con sus familias?
 Familias con rituales vacíos: Se reconocen con facilidad, siendo su rasgo más
peculiar que celebran los acontecimientos por obligación, sin experimentar
ninguna experiencia positiva. Preguntas orientadoras adecuadas serían: ¿Quién
participa más o menos en las fiestas y celebraciones? q Familias con un proceso
ritual interrumpido: debido a cambios o crisis vitales repentinos (mudanzas,
muerte o enfermedad) o acontecimientos traumáticos en el contexto social
(guerras y migraciones) muchas familias no han podido experimentar el ritual
completo. En circunstancias así, el terapeuta puede comenzar con las siguientes
preguntas orientadoras: ¿Cómo fue interrumpido el proceso ritual? Siempre y
cuando se considere oportuno se sugiere celebrar nuevamente los rituales que no
pudieron realizarse en su momento o se ejecutaron en circunstancias
desfavorables.

Los rituales propician e incitan la creatividad en los pacientes de manera que los hace
partícipes de su propio cambio. Muestran opciones de activar poderosos recursos de
transformación, que permiten arropar el sufrimiento de los síntomas y del cambio, el
temor de abandonar lo conocido, la necesidad en ocasiones de padecer dolor para de
descubrir lo nuevo, y al mismo tiempo abrirse al alivio, alegría, compromiso y al
sentido del humor de los participantes en la terapia.

Como anteriormente habíamos explicado existen 4 tipos de rituales: los de transición,


los de continuidad (importantes en la vida de los pueblos), los curativos y los
terapéuticos, empleados para resolver problemas y eliminar síntomas, muchas veces
ocasionados por la ausencia de adecuación de los dos primeros rituales (transición y
continuidad). Los rituales de transición ocurren una vez en la vida de cada sujeto, el
cual es protagonista principal de la transición mientras que en los rituales de
continuidad se repiten con mayor o menor frecuencia, con el fin de mantener la
normalidad dentro de cada etapa del ciclo vital. Los rituales tienen cuatro partes
concatenadas secuencialmente: acciones y /o interacciones simbólicas, partes cerradas,
partes abiertas, un tiempo distinto al “habitual” y un lugar especial.

Como habíamos mencionado anteriormente los rituales terapéuticos facilitan la


realización adecuada de las transiciones normativas que discurren con dificultades
especiales o no se han efectuado en absoluto, acompañado de la evolución de los
síntomas.
A la hora de diseñar los rituales terapéuticos el psicoterapeuta debe ser original e
innovar o puede inspirarse en los tradicionales rituales de transición y continuidad.
Todo ritual debe tener una fase de preparación (para crear un sólido compromiso con el
ritual), de ejecución y reincorporación a la vida cotidiana.

La labor del psicoterapeuta es identificar los símbolos clave, lograr que el paciente o
familia se comprometan con la nueva experiencia, ayudar en los preparativos del ritual y
tener en cuenta la importancia que el mismo adquiere cuando sea necesaria su función
como testigo del cambio.

Es importante que el psicoterapeuta incite el cambio en los pacientes mediante el


empleo de los rituales. De esta manera resulta una herramienta de trabajo muy eficaz en
una sesión terapéutica.

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