Bifea 11479
Bifea 11479
Bifea 11479
49 (1) | 2020
Etnografía alfarera y arqueología andina
Catherine Lara y Gabriel Ramón (dir.)
Edición electrónica
URL: https://journals.openedition.org/bifea/11479
DOI: 10.4000/bifea.11479
ISSN: 2076-5827
Editor
Institut Français d'Études Andines
Edición impresa
Fecha de publicación: 1 de abril de 2020
ISSN: 0303-7495
Referencia electrónica
Catherine Lara y Gabriel Ramón (dir.), Bulletin de l'Institut français d'études andines, 49 (1) | 2020,
«Etnografía alfarera y arqueología andina» [En línea], Publicado el 08 abril 2020, consultado el 17 enero
2024. URL: https://journals.openedition.org/bifea/11479; DOI: https://doi.org/10.4000/bifea.11479
Únicamente el texto se puede utilizar bajo licencia CC BY-NC-ND 4.0. Salvo indicación contraria, los
demás elementos (ilustraciones, archivos adicionales importados) son "Todos los derechos
reservados".
2020
TOME 49
NO 1
COLOMBIE
ÉQUATEUR
PÉROU
BOLIVIE
Comité Éditorial :
Aïcha BACHIR-BACHA LLANOS (archéologue) Javier HERRERA (économiste) IRD (France)
EHESS (France) Nicolas GOEPFERT (archéologue) CNRS (France)
Alice BEUF (géographe) Ana María GROOT SAENZ (archéologue)
Universidad Nacional de Colombia (Colombie) Universidad Nacional de Colombia (Colombie)
Richard BURGER (archéologue) César ITIER (linguiste) INALCO (France)
Université de Yale (États-Unis) Luis Carlos JIMÉNEZ (géographe)
Robin CAVAGNOUD (sociologue) Universidad Nacional de Colombia (Colombie)
Pontificia Universidad Católica del Perú (Pérou) Virginie LAURENT (sciences politiques)
Laurence CHARLIER (ethnologue) Universidad de los Andes (Colombie)
Université de Toulouse Jean Jaures (France) Clara LÓPEZ BELTRÁN (historienne)
Jean-Pierre CHAUMEIL (ethnologue) CNRS (France) Universidad Católica Boliviana (Bolivie)
Florent DEMORAES (géographe) Christian de MUIZON (paléontologue) CNRS
Université Rennes 2 (France) (France)
Alan DURSTON (linguiste) Laeticia PERRIER BRUSLÉ (géographe) IRD (France)
York University (Canada) Franck POUPEAU (sociologue) CNRS (France)
Juan Carlos ESTENSSORO (historien) Valérie ROBIN AZEVEDO (ethnologue)
Université de Paris 3-Sorbonne Nouvelle (France) Université Paris Descartes Sorbonne (France)
Irène FAVIER (historienne) Gonzalo SÁNCHEZ (sociologue)
Université de Grenoble (France) Universidad Nacional de Colombia (Colombie)
Pilar GARCÍA JORDÁN (historienne) Jorge SILVA (archéologue)
Universidad de Barcelona (Espagne) Universidad Nacional Mayor de San Marcos (Pérou)
Efraín GONZÁLES DE OLARTE (économiste) Alexandre SURRALLÉS (ethnologue) CNRS (France)
Pontificia Universidad Católica del Perú (Pérou) Clément THIBAUD (historienne) EHESS (France)
Composition : Impression :
Vanessa PONCE DE LEÓN TAREA Asociación Gráfica Educativa
Anne-Marie BROUGÈRE Pasaje María Auxiliadora 156 - Breña
Lima - Pérou
Publicado en julio de 2021
Légende de la couverture / Leyenda de la carátula:
Cuisson avant la fête patronnale. Potière Alejandra Martinez. Communauté de
Chipihuayco. Province Modesto Omiste. Département de Potosi. Bolivie. / Quema
previa a la festividad patronal. Alfarera Alejandra Martínez. Comunidad de Chipihuayco.
Provincia de Modesto Omiste. Departamento de Potosí. Bolivia. ©️ Florencia Ávila (2015)
©️ Institut Français d’Études Andines, UMIFRE 17 MEAE / CNRS USR 3337 Amérique
latine
BULLETIN
de l’Institut Français
d’Études Andines
2020
Tome 49
Nº 1
COLOMBIE
ÉQUATEUR
PÉROU
BOLIVIE
Número temático
ETNOGRAFÍA ALFARERA Y
ARQUEOLOGÍA ANDINA
Editado por
Catherine Lara & Gabriel Ramón
Sommaire
Gabriel Ramón, Catherine Lara
Dialogar con los alfareros e interpretar la cerámica precolonial
andina 1
Angela María Cadena Muñoz
Saber hacer y tradición en La Chamba, Colombia:
un estudio etnográfico de la selección de arcillas 19
Daniela Castellanos
Caminar desechos. Reflexiones desde las superficies de
Aguabuena 41
Sthefano Serrano Ayala
Técnicas de producción cerámica de Imbabura: una reflexión
arqueológica y de saberes locales en la Sierra Norte del Ecuador 63
Mario Brazzero
La técnica del golpeado, etnografía comparada de procesos de
elaboración cerámica en dos comunidades alfareras del austro
ecuatoriano: Jatumpamba y Las Nieves 85
Catherine Lara
Enfoque tecnológico, cerámica y supervivencia de prácticas
precolombinas: el ejemplo cañari, Ecuador 107
Gabriel Ramón Joffré
Producción alfarera itinerante en los Andes: evidencia
etnográfica, modelos interpretativos y narración arqueológica
precolonial 129
Florencia Ávila
Etnografía, Arqueología y recursividad en la comunidad alfarera
de Chipihuayco (Modesto Omiste, Bolivia) 153
Juan Villanueva Criales
Un modelo etnográfico para interpretar el estilo técnico cerámico
del Intermedio tardío (ap. 1100-1450 d. C.) en el altiplano de
Carangas, Bolivia 171
Avances de investigación
Iván Leibowicz, Cristian Jacob
Análisis composicional de metales de tiempos inkas en la Huerta,
Quebrada de Humahuaca, Jujuy, Argentina 223
Reseñas 231
Contents
Gabriel Ramón, Catherine Lara
Dialoguing with potters and interpreting precolonial Andean pottery 1
Angela María Cadena Muñoz
Savoir faire and tradition in La Chamba, Colombia: an
ethnographic study of the selection of clays 19
Daniela Castellanos
Walking waste. Some lessons from the surfaces of Aguabuena 41
Sthefano Serrano Ayala
Ceramic production techniques in Imbabura: archaeological reflection
and local knowledge in the northern highlands of Ecuador 63
Mario Brazzero
The beating technique: comparative ethnography of ceramic
manufacturing processes in two potter communities of Southern
Ecuador: Jatumpamba and Las Nieves 85
Catherine Lara
Ceramic technology and persistance of prehispanic practices:
the Cañari example (Ecuador) 107
Gabriel Ramón Joffré
Itinerant pottery production in the Andes: ethnographic evidence,
interpretative models, and precolonial archaeological narrative 129
Florencia Ávila
Ethnography, Archaeology and Recursiveness in the pottery
community of Chipihuayco (Modesto Omiste, Bolivia) 153
Juan Villanueva Criales
An ethnographic model for interpreting the Late intermediate Period
(ca. 1100-1450 A. D.) technical style of pottery in the Carangas
altiplano, Bolivia 171
Gabriel Ramón**
Catherine Lara***
Introducción
* Asumimos como «colonial» al período entre la invasión europea y el inicio de la época republicana.
** Profesor asociado, Departamento de Humanidades, Pontificia Universidad Católica del Perú
(PUCP), Lima. E-mail: [email protected]
*** Investigadora principal, Instituto Francés de Estudios Andinos - IFEA (UMIFRE 17 MEAE / CNRS USR
etnografía, otros etnoarqueología, otros arqueología a secas (dos referencias indispensables para
1
Gabriel Ramón, Catherine Lara
esta controversia son Gosselain, 2016 y Politis, 2015: 43). Este debate está lejos de culminar pero
es dificil pensar que el camino sea cambiar una etiqueta y continuar con las mismas prácticas. El
lector podrá notar que en este volumen temático cada autor tiene una perspectiva distinta respecto
al término, diferencia que los editores hemos optado por mantener.
2
Dialogar con los alfareros e interpretar la cerámica precolonial andina
2 El «pacto analógico andino» no es direct historical approach; en todo caso es un requisito del mismo.
3 El caso de la arqueología caribeña o algunas tendencias ontológicas actuales, en las que muchas veces
para buscar el foro etnográfico se acude a la experiencia continental sudamericana (amazónica),
muestra que no siempre las regiones de foro y tema deben coincidir (ver adelante).
4 «Pueblos con alfareros rurales» alude sobre todo a los alfareros que trabajan en contextos rurales,
con arcilla recogida en canteras no industriales y recurriendo a técnicas transmitidas por varias
generaciones.
3
Gabriel Ramón, Catherine Lara
posterior en dos grupos (no excluyentes, más bien en diálogo constante): las
etnografías llevadas a cabo desde inquietudes antropológicas o sociológicas (es
decir, esencialmente contemporáneas, ligadas muchas veces al significado actual
de prácticas consideradas ancestrales), y aquellas realizadas por arqueólogos en
el marco de problemáticas estrictamente precoloniales. Centrándonos en los
casos de Ecuador y Perú, pero con una perspectiva andina global, evaluemos
históricamente esa actividad interdisciplinaria5.
5 Nuestra discusión se limita al territorio andino, es decir las regiones conocidas como costa y sierra,
excluyendo la Amazonía. Respecto a la bibliografía, por razones de espacio, solo escogemos algunos
ejemplos que consideramos representativos. Para un panorama complementario, ver Sillar & Ramón
(2016).
4
Dialogar con los alfareros e interpretar la cerámica precolonial andina
5
Gabriel Ramón, Catherine Lara
6
Dialogar con los alfareros e interpretar la cerámica precolonial andina
Sabogal (1978; 1982) en el Perú. La obra de Sjöman (1992: 11) busca destacar
la voz del alfarero: originalmente, su libro iba a llamarse Voces de la tierra. Este
objetivo lo encontramos también en otra etnografía del CIDAP realizada por
Álvarez & Domínguez (1987) en las comunidades de Río Verde y Buena Fe (actual
provincia de Santa Elena, costa sur del Ecuador). Posteriormente, apareció el
inventario alfarero sobre Bolivia que incluye 28 pueblos con alfareros (Sapiencia
de Zapata et al., 1997).
El proyecto de investigación y publicación Tomos de cultura popular del Ecuador
es otro aporte emblemático del CIDAP (Naranjo, 1966). Se trató de realizar
un inventario de la cultura popular del país mediante un protocolo sistemático
implementado por un equipo de investigadores generalmente dirigido por el
antropólogo Naranjo. Estas investigaciones resultaron en 16 tomos publicados
entre 1989 y 2010. Entre ellos, once incluyen recuentos sobre técnicas alfareras
locales. Al margen del CIDAP, citaremos finalmente las etnografías alfareras
realizadas por Lamas (1985: 80) en la Sierra norte del Ecuador, y Kennedy (1988)
en la Sierra sur.
Como hemos podido observar, los arqueólogos en los Andes nunca han dejado de
hacer etnografías alfareras o de emplearlas (Ramón & Bell, 2013; Sillar & Ramón,
2016). Sin embargo, desde los años 1980, es posible identificar una presencia
sistemática de arqueólogos en esta actividad. Estos estudios se pueden vincular
parcialmente al impacto de los estudios etnográficos llevados a cabo por la New
Archaeology y las arqueologías posprocesuales (para un recuento del desarrollo de
la etnoarqueología, ver Politis, 2015: 46-53; Williams, 2019: 59-84). La revisión
panorámica de los trabajos correspondientes muestra que hay diferentes modos
de combinar etnografía y arqueología. Existe asimismo una gran diversidad en las
temáticas abordadas mediante este ejercicio. Si bien la frontera entre métodos
y temáticas puede parecer tenue en ocasiones (los primeros estando a veces
condicionados por las segundas), el presente apartado propone un recuento
de las principales herramientas metodológicas y de las temáticas recientes más
recurrentes en el uso arqueológico de la etnografía alfarera en los Andes.
Respecto a las herramientas metodológicas, cabe recordar que el trabajo
etnográfico alfarero se apoya principalmente en tres tipos básicos de información
interrelacionados: la materialidad (herramientas, materias primas, etc.), los gestos
de los alfareros (acciones y posición del cuerpo mientras producen sus vasijas)
y la oralidad (las explicaciones de los alfareros). Aquí nos enfocaremos en los
métodos desarrollados en torno al estudio de la materialidad. Los dos últimos
ámbitos (vinculados de forma más amplia a aquel del discurso), serán tratados en
el apartado siguiente.
7
Gabriel Ramón, Catherine Lara
2. 1. Tendencias
8
Dialogar con los alfareros e interpretar la cerámica precolonial andina
2. 2. Temáticas
9
Gabriel Ramón, Catherine Lara
6 Sobre el desconcierto, ver el informativo lapsus doble en el artículo introductorio del Boletín de
Arqueología PUCP 24:12 (2018). Donde debían ir las referencias bibliográficas a la «arqueología
10
Dialogar con los alfareros e interpretar la cerámica precolonial andina
11
Gabriel Ramón, Catherine Lara
4. CIERRE
12
Dialogar con los alfareros e interpretar la cerámica precolonial andina
Agradecimientos
GR. A María Patricia Ordoñez, la causante. A José Luis Pino y Jan Szemiński por compartir su
saber. A Lupe Camino por guiar mi curiosidad. A la memoria de Irmild Wüst y su recordado
curso en el MAE, USP. A todos los colegas y amigos que participaron en ambos eventos. A
Alina Wong, que hubiera estado feliz con este volumen.
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Gabriel Ramón, Catherine Lara
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Dialogar con los alfareros e interpretar la cerámica precolonial andina
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Dialogar con los alfareros e interpretar la cerámica precolonial andina
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Bulletin de l’Institut Français d’Études Andines / 2020, 49 (1): 19-40 IFEA
Saber hacer y tradición en La Chamba, Colombia: un estudio etnográfico de la selección de arcillas
Resumen
La selección de materias primas para la elaboración de artefactos cerámicos es relevante para
comprender la relación entre alfareros/as y arcilla a través de sus representaciones sociales y para
evitar sesgos interpretativos en los análisis arqueológicos sobre los factores que influyen en la decisión
de su adquisición. A través de un estudio etnográfico que involucra un análisis de las narrativas y la
cultura material, se describen las decisiones técnicas tomadas por cinco alfareros/as de La Chamba
(suroccidente de Colombia) para la extracción de arcilla. Este estudio muestra que, más que por
factores ambientales, las decisiones de la selección de la materia prima están mediadas por el saber
hacer y la tradición.
Résumé
Le choix des matières premières pour la fabrication d’objets en céramique est pertinent afin de
comprendre la relation entre potiers et argile par le biais des représentations sociales, et afin d’éviter
les biais interprétatifs des analyses archéologiques concernant les facteurs qui influencent les choix
d’acquisition de l’argile. Par le biais d’une étude ethnographique impliquant une analyse des discours
et de la culture matérielle, nous décrivons les choix techniques opérés par cinq potiers et potières
de La Chamba (sud-ouest colombien) pour extraire l’argile. Cette étude montre que le savoir-faire
et la tradition jouent un rôle plus important dans le choix des matières premières que les facteurs
environnementaux.
19
Angela María Cadena Muñoz
Abstract
The selection of raw materials for the elaboration of ceramic artifacts is relevant to understand the
relationship between potters and clay through their social representations and to avoid interpretative
biases in archaeological analyses of the factors that influence the decision of potters in the acquisition
of clay. Through an ethnographic study involving an analysis of narratives and material culture, the
technical decisions for clay extraction made by five potters from La Chamba (Southwestern Colombia)
are described. This study shows that rather than environmental factors, raw material, selection
decisions are mediated by savoir faire and tradition.
INTRODUCCIÓN
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Saber hacer y tradición en La Chamba, Colombia: un estudio etnográfico de la selección de arcillas
El río Magdalena recorre el valle aluvial que define la zona; por lo tanto, esta
se caracteriza por un paisaje plano con segmentos ondulados. Geológicamente,
el valle está formado por los yacimientos de arcillas usados por alfareros/as, que
contienen abundantes elementos volcánicos generados por las formaciones
Gualanday, Honda y Mesa; existen también arcillas residuales provenientes
de cuerpos ígneos intrusivos y extrusivos. Este material arcilloso fue trasladado
aluvialmente hasta el valle y es característico de la baja planicie del Tolima en los
abanicos de El Espinal, donde predominan materiales volcánicos procedentes de
erupciones de la Cordillera Central (Cifuentes Toro, 1994; Pulido González, 2019).
La Chamba es considerada como uno de los principales centros alfareros del
país. Allí habitan alrededor de 339 familias, de las cuales más del 85 % participa
directamente en el proceso de manufactura de artefactos cerámicos domésticos y
utilitarios, siendo el trabajo artesanal su principal sustento económico (Ministerio
de Cultura, 2014: 2).
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Angela María Cadena Muñoz
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Saber hacer y tradición en La Chamba, Colombia: un estudio etnográfico de la selección de arcillas
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Ahora bien, esta comunidad ha dado forma a una serie de estrategias que
conforman su organización tecnológica, debido a lo cual las técnicas cerámicas y
los procesos manuales de elaboración, como son la manufactura, el engobe y el
bruñido, son realizadas en primacía por las mujeres; los hombres aportan con su
trabajo en labores asociadas a la captación de arcilla y la quema y reducción de
las piezas.
En este sentido, es importante comprender que un proceso tecnológico no solo
da cuenta de una secuencia de acciones o de pasos a seguir para moldear un
artefacto, sino que también evidencia esquemas sociales que se han establecido
y arraigado a través del tiempo, por medio de la enseñanza y el saber hacer
compartido generacionalmente. Estos gestan el conocimiento técnico del grupo y
forjan una tradición (Calvo Trías & García Roselló, 2014: 8).
1. ANTECEDENTES TEÓRICOS
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Saber hacer y tradición en La Chamba, Colombia: un estudio etnográfico de la selección de arcillas
En el estudio realizado por Gosselain & Livingstone Smith (2005) en el área del sub-
Sahara en África, se encuentran ejemplos de ello, en donde los investigadores dan
cuenta de la complejidad y la variabilidad de los comportamientos relacionados
con la selección y el procesamiento de la arcilla. Estos exploran los mecanismos
subyacentes a las variaciones espaciales y temporales de las tradiciones asociadas
con esta acción técnica e infiriendo que las elecciones específicas de los/as
alfareros/as corresponden a una combinación inextricable de hábitos heredados,
limitaciones técnicas y funcionales, representaciones personales, herramientas y
posturas utilizadas en otras actividades y recetas simbólicas.
En el área andina, Druc (2009) realiza una investigación sobre las tradiciones
contemporáneas del distrito de Conchucos, ubicado al norte del departamento de
Áncash (margen oriental de la cordillera Blanca, noroccidente de Perú). Definió
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dos tradiciones alfareras, una femenina, que utiliza el enrollado como única
técnica de elaboración en la parte sur de Conchucos (Huari), y otra masculina,
caracterizada por el uso del paleteado como técnica secundaria de elaboración, en
el centro de Conchucos (cuenca sur del río Yanamayo). Las tradiciones cerámicas
en cada zona muestran diferencias importantes en su tecnología y manera de
producción, sugiriendo una evolución cerámica distinta dentro de comunidades
diferentes, pero que se hallan en contextos espaciales cercanos.
Ramón Joffré (2011) brinda otros datos relevantes al respecto cuando expone
los resultados de trabajos etnoarqueológicos con alfareros rurales de los Andes
peruanos (alfareros golondrinos), quienes dejan sus comunidades domésticas
para elaborar piezas cerámicas en otros lugares, es decir, que tienen migraciones
relacionadas con el ciclo agrícola, desplazándose a otras aldeas en donde elaboran
productos de acuerdo a las preferencias del cliente y/o disposición de materiales
en cada lugar. De esta forma, los alfareros itinerantes dejan su huella tecnológica;
así, tipos de materias primas, formas, decoraciones, entre otras, marcarán las
decisiones de producción de una comunidad.
En Colombia, Daniela Castellanos ha centrado su interés en la comunidad alfarera
de Aguabuena, en Ráquira-Boyacá, con la intención de definir un marco simbólico
e ideológico que determina las relaciones entre la cultura material y la gente.
Indica que en los talleres es posible identificar los procesos naturales de formación
del registro arqueológico y procesos culturales relacionados con el complejo
ciclo de vida que cumple la cultura material antes de ser descartada, los cuales
determinan la visibilidad arqueológica de las distintas actividades involucradas en
la producción alfarera. Allí, los objetos, sus significados y sus relaciones participan
de imponderables que median tanto su vida social como su registro arqueológico
(Castellanos, 2007: 7).
Además, reconoce las pautas de comportamiento de los habitantes de Aguabuena
en relación con las vasijas que producen, como es el caso de las manifestaciones
de la envidia en el mundo material.
Puesto que la envidia sale del cuerpo, se encarna en el cuerpo, se lanza
hacia otro cuerpo que así lo siente y necesita del cuerpo (humanos o no:
nótese que las vasijas también tienen una anatomía que implica un cuerpo)
(Castellanos, 2019: 54).
También realiza un análisis sobre los fragmentos, en donde indaga, entre otras
cosas, sobre la restauración de los caminos.
Uno de los usos más comunes es el empleo de fragmentos de vasijas rotas, o
tiestos, como los llaman los alfareros, para rellenar los huecos de la carretera sin
pavimentar que cruza el cerro donde se encuentra Aguabuena y que es el principal
medio de acceso al lugar. Desde la construcción de esta vía, en la segunda mitad
del siglo XX, los alfareros la han mantenido, siendo los fragmentos el hilo conector
entre Aguabuena y el mundo (Castellanos, 2012: 244).
Este tipo de investigaciones da cuenta de la relevancia de los datos
etnoarqueológicos, pues sugiere otras estrategias de producción cerámica
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Saber hacer y tradición en La Chamba, Colombia: un estudio etnográfico de la selección de arcillas
2. TRABAJO DE CAMPO
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Saber hacer y tradición en La Chamba, Colombia: un estudio etnográfico de la selección de arcillas
que se crean y las opciones de trabajar con cada uno. Sin embargo, al acompañar
a estas cinco personas en sus labores, se pudo mantener cierto control en los
datos, tanto a nivel social como artefactual, lo cual permitió obtener mayores
detalles sobre las características particulares de los/as alfareros/as, y, por ende,
enriquecer el análisis de la cadena de producción.
En este sentido, estas personas compartieron su conocimiento, historias y acciones
técnicas, tales como extracción, preparación de las pastas, modelado, brillado
y cocción. La recopilación de sus historias y saberes permitió la comprensión e
interpretación de su tecnología, pues estas dan cuenta de la forma en que el grupo,
en general, se representa en relación con la materia prima, las herramientas y los
objetos elaborados.
Adicionalmente, las observaciones de campo se han fortalecido con la lectura
del paisaje y datos geológicos de la zona. Es relevante establecer la relación con
los lugares más adecuados (por ejemplo, proximidad, facilidad de extracción)
para la captación de la materia prima y compararlos con las decisiones reales
tomadas por los artesanos. La información geológica ha evidenciado importantes
diferencias entre los lugares de selección de la materia prima y aquellos que
podrían representar menos costos para su obtención.
3. RESULTADOS
3. 1. Las minas
3. 1. 1. Santelmo y Arenosa
La arcilla lisa o gredosa y la arcilla arenosa que componen la pasta de los
artefactos son captadas en minas comunitarias localizadas cada una a una
distancia promedio de 1,3 km del casco urbano de La Chamba (véase la fig. 4).
La arcilla lisa se halla en la mina Santelmo (véase la fig. 5) y la arenosa, en la mina
homónima (véase la fig. 6).
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Saber hacer y tradición en La Chamba, Colombia: un estudio etnográfico de la selección de arcillas
Los hombres son quienes realizan el proceso de extracción de los dos tipos de
arcilla. Visitan las minas cuando el material escasea en el taller; normalmente, uno
o dos hombres ejecutan esta acción a través del método de explotación de minas
a cielo abierto, el cual consiste en excavar, con ayuda de picas y palas, un orificio
de aproximadamente 60 cm de diámetro y de 60 o 70 cm de profundidad. Se
dejan expuestos algunos de estos orificios para que otras personas tengan acceso
a la arcilla. Sin embargo, los informantes expresan que las perforaciones no deben
permanecer por mucho tiempo expuestas, puesto que el mineral debe regenerarse
debajo de la tierra, lo que evidencia la preocupación compartida por la mayoría
en torno al cuidado de la mina.
Una de las mayores precauciones de los hombres al escoger la arcilla, consiste
en detectar que el suelo contenga la menor proporción de lo que se denomina
«oropel», puesto que, según su conocimiento, este componente daña la
producción de la cerámica en el momento de su cocción.
Geológicamente, se puede interpretar el oropel como micas laminares y brillantes
denominadas «muscovitas», producto de las formaciones geológicas del lugar,
pues se encuentran principalmente en rocas volcánicas como el granito o en
rocas metamórficas como los esquistos (Varela Guarda, 2002: 228; Artesanías de
Colombia S. A., 2003: 15). Por tal razón, es posible hallar diferentes perforaciones
en la mina, en el momento de la búsqueda de la veta con condiciones idóneas
para el modelado.
Después de su extracción, la arcilla se deposita en lonas o costales de yute (Corchorus
olitorius) para ser transportada a los talleres por medio de motocicletas, bicicletas,
burros o por los mismos artesanos (al hombro). En los talleres, que se encuentran
normalmente en la parte posterior de las viviendas, las arcillas se extienden en
lonas y son secadas al sol, por lo menos, por tres días. Posteriormente, son llevadas
al molino mecánico. Allí, los artesanos pagan una suma de dinero para que cada
tipo de arcilla sea triturado y convertido en polvo fino.
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3. 1. 2. La mina roja
La arcilla roja es captada en el municipio vecino de Suárez (Tolima), precisamente
en la vereda Batatas, a 14 km al nororiente de La Chamba (véase la fig. 4). El
acceso a Suárez es por carretera, lo cual toma alrededor de veinte minutos en
automóvil desde el casco urbano de La Chamba. Sin embargo, no siempre fue así.
Antes de construir la vía al Espinal (alrededor de 1970), era necesario cruzar el río
Magdalena en canoa. El recorrido por el río duraba diez minutos y era necesario
caminar alrededor de una hora para llegar a la mina.
Al visitar la mina, fue posible observar ciertas condiciones geológicas del lugar:
la vereda Batatas tiene suelos de origen fluvial, marino o lacustre, denominados
«gleysoles». Estos se caracterizan por tener compuestos ferrosos en condiciones
reductoras, lo que significa que cuando el nivel freático baja, se exponen las capas
más superficiales y se precipitan los óxidos de hierro. Por ende, los colores son
rojizos y las capas inmediatamente inferiores muestran condiciones reductoras
por estar cubiertas de agua. La textura de este suelo es arcillosa, condición clara
para su uso como engobe (J. Martínez, comunicación personal, 29 de noviembre
de 2019).
Esta vereda ha sido, por muchos años, utilizada como sitio de captación de arcilla
roja; sin embargo, las minas no siempre han sido las mismas. En la memoria
colectiva de los pobladores de La Chamba, una de las minas antiguas estaba
ubicada en la finca Bocayana, aproximadamente a 5 km de distancia del predio
moderno. A pesar de recordar la utilización de esta mina, no se tiene claro el
motivo de su desuso.
En la actualidad, la mina se encuentra en la finca Pitiguay, lugar en el que se ha
explotado el mineral durante casi seis décadas. Hoy en día, el señor Luis Mejía,
dueño del predio, lo vende por «latas», es decir, costal o lona que contiene
alrededor de diez kilos de arcilla. El precio de estas depende de la manera como
se obtenga la arcilla. Los artesanos pueden ir personalmente a captarla, siempre
acompañados por el señor Luis, quien les indica el camino y el lugar en donde
se encuentra la mina apta para la captación, y se cerciora, además, de su buen
mantenimiento. Los hombres deben llevar sus herramientas y obtener la arcilla
por su cuenta. Deben asegurarse que, al frotar el mineral con los dedos, este deje
una marca de color intenso.
En la otra manera de obtener el mineral, el encargado del predio extrae el material,
lo empaca en las lonas y, finalmente, vende las latas en su casa. Este modo es un
poco más costoso. Los alfareros se ahorran el esfuerzo físico de ir a la mina y
confían en el conocimiento del encargado.
La explotación de esta mina también es a cielo abierto, pero a diferencia de las
otras dos, los orificios permanecen abiertos. Esto quiere decir que solo se explota
una veta y cuando esta se agota, se busca otra, normalmente cerca de los antiguos
orificios (véase la fig. 7).
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Saber hacer y tradición en La Chamba, Colombia: un estudio etnográfico de la selección de arcillas
3. 2. La pasta y el engobe
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4. DISCUSIÓN
4. 1. El barro de La Chamba
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Saber hacer y tradición en La Chamba, Colombia: un estudio etnográfico de la selección de arcillas
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o platos que son los objetos de fácil elaboración. Pasados los diez minutos, los
miembros del jurado examinan el resultado y se toman un tiempo para debatir
entre ellos los puntajes de las candidatas y, finalmente, indicar la ganadora.
Ser reina del barro es un gran prestigio, no solo para la participante, sino también
para su familia, puesto que la señorita ganadora será la imagen de La Chamba
en distintos eventos municipales y, como tal, deberá demostrar su conocimiento
alfarero, representar a la comunidad y a su familia.
De manera que el proceso de enseñanza y aprendizaje es concebido en un nivel
social, es decir, «lo que se trasmite no es únicamente el saber hacer del maestro,
sino que engloba el conocimiento tecnológico que tiene el grupo. Por lo tanto,
no se trasmite un conocimiento tecnológico individual, sino el conocimiento
tecnológico social e identitario» (García Roselló, 2011: 70).
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Saber hacer y tradición en La Chamba, Colombia: un estudio etnográfico de la selección de arcillas
Si bien los agentes son conscientes de que existe un universo de opciones para
realizar una misma actividad, a través de su conocimiento, ellos son quienes
seleccionan las acciones tecnológicas pertinentes relacionadas con su saber hacer,
por lo cual asumen como opción idónea la materia prima de La Chamba, aquella
que al deslizarse suavemente por los dedos evidencia una textura arenosa fina.
En cuanto a la arcilla roja o barniz, la mina del municipio de Suárez es considerada
como el único lugar de extracción del material, puesto que el conocimiento
tradicional y el saber hacer de los/as alfareros/as ha determinado que las
características de la arcilla de este municipio son las apropiadas para el engobe.
En el sector El Olvido (de la vereda La Chamba), se halla un horizonte de suelo
con características similares a la de la mina de barniz, pero los/as artesanos/as no
hacen uso de este, ya que su consistencia es menos espesa, y, al momento de
aplicarla a la superficie, genera capas delgadas, por lo cual su uso requiere más
trabajo y material.
En general, los/as alfareros/as tienen claridad sobre las características del engobe,
esas que deben tenerse en cuenta desde el momento de su hallazgo, pasando por
su preparación y, finalmente, el uso como engobe. La mina en Suárez conjuga
todas las propiedades que ellas y ellos buscan para la manufactura cerámica, por
lo tanto, esta (la mina) se ha convertido en el sitio «social» de captación de la
materia prima.
5. CONCLUSIÓN
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Claro está que no se busca crear una metodología específica para el análisis de la
cerámica arqueológica, puesto que las conclusiones etnográficas son complejas
de llevar directamente a la arqueología. Sin embargo, es importante tener en
cuenta todo el contexto en el que ocurren las elecciones y así comprender las
diferentes posiciones en torno a las decisiones humanas, abriendo las puertas de
análisis que permitan pensar desde otras perspectivas los materiales, los lugares y
los contextos (Gosselain & Livingstone Smith, 2005: 34). Por lo tanto, este estudio
evidencia correlatos materiales posibles de dichas elecciones y aporta ejemplos
adicionales al estudio de la tecnología cerámica en términos de prácticas sociales
de producción, aspectos fundamentales para el análisis de la cultura material que,
en la mayoría de casos, no son tomados en cuenta por los estudios arqueológicos,
mayormente fundamentados en producciones tipológicas y descriptivas.
Referencias citadas
38
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Bulletin de l’Institut Français d’Études Andines / 2020, 49 (1): 41-62
Caminando desechos. Reflexiones desde las superficies de Aguabuena
IFEA
Este artículo se centra en desechos que son fragmentos cerámicos y caminos que atraviesan la geografía
y emergen o se desvanecen gracias a la acción conjunta de fuerzas humanas y no humanas, o a la
falta de ella. Son detalles del mundo material que construyen y actualizan los alfareros de Aguabuena
(Andes colombianos) con sus prácticas. Además de formas, pueden ser vistos como un concepto
que nos invita a pensar nuestras categorías de conocimiento antropológico y arqueológico. En un
recorrido que involucra mi experiencia investigativa de dos décadas entre este grupo humano, intento
desarrollar una reflexión teórica sobre las superficies que son materia y método.
* Departamento de Estudios Sociales. Universidad Icesi, Pance, Cali – Colombia. E-mail: Daniela
Castellanos [email protected]
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Daniela Castellanos
reflect upon the construction of anthropological and archaeological knowledge. Journeying through
my own research experiences among the potters for over two decades, I attempt to develop theoretical
reflection concerning surfaces as matter and method.
INTRODUCCIÓN
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Caminando desechos. Reflexiones desde las superficies de Aguabuena
Mi propuesta se alinea con otros trabajos que, 'pensando a través de las cosas'
ponen en el centro la materia para trazar puentes entre teoría y método desde
una aproximación etnográfica que deja que las cosas hablen (cf. Henare et al.,
2007). En este escenario, los objetos son más que vehículos o el telón de fondo
de eso que llamamos cultura. En cambio, éstos importan porque tienen un estatus
ontológico que es el punto de partida de nuestros cuestionamientos y marcan el
camino para explorar la realidad, desplegando una estrategia analítica. Más que
simples objetos o materia, son también conceptos (cf. Gordillo, 2014). Con esto
en mente, los desechos nos hablan desde su materialidad. Se trata entonces de
valorar sus formas para ser más que la base de clasificaciones tipólogicas, en el
caso de los desechos que son fragmentos cerámicos, o rasgos del paisaje, cuando
son desechos que son caminos. Reconocer sus efectos en el mundo desde sus
quiebres y fracturas, o su potencialidad para desaparecer o emerger, nos da la
posibilidad de vislumbrar otros asuntos relativos a las discontinuidades que
conectan, como su duración y las cualidades de su presencia en el espacio.
¿Qué nos enseñan los alfareros desde sus prácticas sobre las formas en que
nosotros los antropólogos conocemos? Y más allá, ¿a qué tipos de problemas
epistemológicos nos podrían enfrentar los desechos considerados como conceptos?
Propongo explorar estas preguntas en lo que sigue para aportar a la discusión
que convoca este dossier, esto es, el uso de la analogía etnográfica en estudios
sobre comunidades alfareras del pasado2. Concretamente, me referiré a dos
problemas que se derivan de mi observación sobre las acciones (y afectaciones)
que propician los desechos en ese mundo desde las (des)conexiones a través de
caminos y redes que se actualizan, emergen o desaparecen: primero, la unidad de
un espacio habitado-transitado (llámese sitio, taller, camino, comunidad) siempre
en fragmentación y segundo, el problema del contexto en un mundo en donde
muchas cosas están descontextualizadas.
2 Algunas de estas ideas fueron presentadas en el taller internacional ¿Qué es una Relación?
Perspectivas Etnográficas desde una Sudamérica Indígena en la Universidad Católica de Chile
(Santiago, 2017), en el Encuentro de Teoría Arqueológica en Ibarra (Ecuador, 2018) y en el XVII
Congreso de Antropología en Colombia realizado en la Universidad Icesi (Cali, 2019). Agradezco
a todos los expositores de estos encuentros, de quienes recibí preguntas y comentarios que
contribuyeron a refinar las reflexiones aquí planteadas.
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Daniela Castellanos
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Caminando desechos. Reflexiones desde las superficies de Aguabuena
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Daniela Castellanos
4 Estos caminos también pueden desconectar, como ocurre en las temporadas invernales, cuando a
causa de las fuertes lluvias se vuelven instransitables.
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Caminando desechos. Reflexiones desde las superficies de Aguabuena
fragmentos cerámicos).
Mi primer proyecto en Aguabuena en 2001 (con una duración en campo de 4
meses) me acercó a la multiplicidad de lugares en donde podían encontrarse y las
funciones que cumplían los fragmentos cerámicos. En ese entonces nos interesaba
documentar cómo un taller cerámico se convertía en registro arqueológico
(Castellanos, 2004). Para ello, realicé un mapeo de áreas de actividad de talleres
de producción cerámica doméstica de la actualidad, inventariando ubicación,
distribución y estado de los objetos cerámicos, enfatizando áreas de descarte.
Combiné estos registros con observaciones sobre el ciclo de vida de las vasijas
(desde manufactura hasta descarte) y datos de la organización y división del
trabajo en las unidades de producción. En ese estudio, consideré una muestra de
ocho talleres de producción de tipo doméstica.
Este interés cultivó mi atención hacia los objetos y formas en que eran descartados,
siempre pensando en qué de lo que observaba en el presente sería rastreable en
el futuro y cuáles serían sus registros o correlatos materiales. Mi caso empírico
daba cuenta de una vida dinámica de los objetos —incluso después de ser
descartados—, pues casi siempre eran reutilizados a pesar de estar rotos o
reducidos a fragmentos.
Así, un basurero cerámico en un camino, más que un área de actividad
especializada, circunscribía en un punto discreto, miles de fragmentos de distintos
talleres, dispuestos en distintos tiempos, y que a su vez cimentarían el camino.
Esto fue claro el día que acompañaba a Marina con su carretilla llena de tiestos.
Cuando ella arrojaba un buen número fragmentos sobre otros que yacían en la
superficie, yo le pedí que nos detuviéramos antes de llegar a su casa. Entonces
empezamos una conversación para mí reveladora.
Mientras inspeccionaba los materiales que estaban en el conjunto, tomé un asa
de una jarra, y le pregunté sobre esta. «Ésta oreja es de Teresa», afirmó. «Mire la
curva de la oreja y las dos líneas sobre la curva: son de la una de ella». Pese a
su explicación esforzada, puesto que no es común que los alfareros se refieran
verbalmente a cómo hacen las vasijas, no pude disimular mi cara de extrañamiento.
Interpretando mi gesto, continuó: «la oreja es gruesa y el hueco ancho porque
Teresa tiene dedos grandes y gruesos». Buscó otro fragmento, esta vez de ella,
y expuso las diferencias entre ambos pedazos, considerando la anatomía de sus
dedos y uñas y las improntas de sus formas corporales en la materia. Las palabras
de Marina desplegaron un nuevo universo ante mis ojos. Desde entonces empecé
a considerar la importancia de los detalles y la ‘vida posterior’ (el afterlife sensu
Gordillo, 2014: 20-21) de los fragmentos siempre en perpetua fragmentación y
que hacían de ese conjunto, muchos palimpsestos5.
Dentro de las posibilidades de la «vida posterior» de la materia, quisiera considerar
5 En su interés etnográfico y espacial por los escombros dispersos en una de las áreas de agroindustria
más importantes del norte de Argentina en el Gran Chaco, Gordillo introduce el problema de la
vida después de un objeto que, como los escombros, está más cercano a la destrucción que a la
creación. Tomando de Walter Benjamin la idea de «una vida posterior» (mi traducción) para pensar
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que la vida no se limita a lo que tiene una «corporalidad orgánica» sino a «todo aquello que tiene
una historia propia» (Benjamin, 1968: 71 en Gordillo, 2014: 20), el autor plantea la posibilidad
que tiene algo inanimado, como los escombros, de tener también una «historia propia» (Gordillo,
2014:). Por ser un concepto que refiere una discusión filosófica más profunda, he decidido alertar
al lector dejando el término en inglés y explicitando que debe entenderse desde el uso dado por el
autor referenciado.
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6 Actualmente, la población ha disminuido drásticamente por la muerte de los alfareros más viejos
y la migración de los más jóvenes a los centros urbanos. En una corta visita a finales de 2019, se
contabilizaron 12 talleres activos y una población de 25 alfareros.
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está desecho? en otras palabras, lo que está roto o por romperse emerge con
dinamismo y redefine los límites del grupo social entendido como comunidad, el
territorio que habita y su materialidad característica7. Esta necesidad de construir
bordes definidos para establecer lo que entendemos por «campo» en el trabajo
etnográfico ya ha sido cuestionada; en cambio, se ha propuesto entenderlo como
un constructo multiespacial y multitemporal, cuyas fronteras son sobretodo un
asunto de conveniencia metodológica (Candea, 2007). A este ejercicio se enfrentan
siempre los arqueólogos, al definir un sitio arqueológico que, de entrada, es un
compendio de rasgos, objetos, huellas, materiales, cuya disposición nos recuerda
la definición de constelación de Benjamin.
4. (DES)CONTEXTUALIZAR
7 En The trouble with community (2002), Amit & Rapport problematizan la «comunidad» como
unidad analítica por excelencia de disciplinas como la antropología, mostrando cómo su centralidad
ha oscurecido experiencias de grupos e individuos que rebazan los límites fijos y cerrados que la
categoría impone. Para los autores, fenómenos como la globalización, la migración o los movimientos
sociales, entre otros, nos enfrentan teórica y metodológicamente a la fragmentación espacio-
temporal de este tipo de unidades cerradas. En ese mismo sentido, el «problema» de Aguabuena
también nos enfrenta a los límites de nuestros conceptos para dar cuenta de las disrupciones,
quiebres y transformaciones de nuestras unidades de análisis a partir de las dinámicas mismas de
la gente en el territorio (por ejemplo, sus movimientos migratorios) y de la materialidad de este
territorio.
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5. SUPERFICIES PROFUNDAS
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Caminando desechos. Reflexiones desde las superficies de Aguabuena
8 Otros casos en los Andes, como el reportado por Lema & Pazzarelli (2018), refiere los antigales,
como casas o puestos abandonados y de interés arqueológico cuya importancia no era así
reconocida por la comunidad Huachichocana (Argentina), y quienes con dicho término hacían una
«manifestación genérica de “ancestralidad” hacia unos referentes materiales en el paisaje, que sin
embargo, desaparecían en sus relatos» (2018: 114).
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Caminando desechos. Reflexiones desde las superficies de Aguabuena
y desconexiones que hacían los alfareros en los referentes con los que daban
cuenta de su mundo. Su interés en indicios (cf. Ginzburg, 1989)9, encarnados en
detalles de la materia (correlatos materiales, como diría un arqueólogo), me hizo
considerar más seriamente la materialidad como materia prima (en sentido literal)
de mis propias reflexiones teóricas. Así, la superficie tomó relevancia en tanto
su textura y topología alteraban también el ritmo y dirección de la envidia. Esta
atención desplegó otros detalles, antes redundantes, pero ahora vueltos relevantes.
Considerar la importancia de las superficies tampoco es novedoso ni original.
En arqueología, por ejemplo, siempre han sido importantes como parte de
metodologías de terreno que complementan las excavaciones (Harrison, 2011)10.
Más allá de este hecho, podemos pensar como nos dice Ingold, en que:
«La superficie puede ser observada en diferentes escalas, desde cerca y
desde lejos, y cada una revelará diferentes texturas, granos y diseños (…)
[apareciendo] como igualmente arrugada, moteada y poliforma (Ingold,
2018: 71).
Lo anterior es solo el llamado a tomarnos en serio la experiencia de estar sobre el
suelo (cf. Ingold, 2018), lo que puede marcar para unos una mirada necesariamente
orientada en (re)ensamblar continuamente sus múltiples elementos constitutivos
como ejercicio metodológico (Harrison, 2011: 154-155).
Lo anterior y mi experiencia kinestética (Ingold, 2018: 71) recorriendo caminos
de desechos, han inspirado la necesidad de dar cuenta de un mundo en el que
los fragmentos son materia y también método. Son materia, porque existen
objetivamente en el mundo y lo ayudan a construir, y son método, porque son el
cómo transitamos ese mundo (fig. 6)11.
Los desechos son generalmente basura. Elementos que han sido descartados o
de los primeros cazadores que «tiene la capacidad de remontarse desde datos experimentales
aparentemente secundarios a una realidad compleja, no experimentada en forma directa» (Ginzburg,
1989: 144). Este origen lo extiende más allá, vinculando diferentes ramas del conocimiento. Por
ejemplo, emparenta el psicoanálisis de Freud, la literatura de Conan Doyle y la historia del arte
desde el método morelliano con la medicina, gracias a que lo marginal e incluso invisible adquiere
un aspecto revelador. En esta forma de conocimiento, los indicios son huellas o síntomas de algo
más grande y potente.
El paradigma que reconstruye Ginzburg está difundido «por todo el mundo, sin límites geográficos,
históricos, étnicos, sexuales o de clase» (1989: 164), y en su universalidad se incluyen formas de
conocimiento como las de los alfareros de Aguabuena.
10 Otras superficies a las que les prestan especial cuidado los arqueólogos son las de los artefactos y
objetos que analizan. Análisis traceológicos en artefactos líticos, o granulométricos en la cerámica,
son solo algunos ejemplos de cómo las superficies, esta vez a una escala más detallada, encierran
claves sobre lo que no está presente.
11 Reconocer que la materia, más que la composición objetiva del mundo, también es el cómo
nos movemos en el mundo, no representa un esfuerzo intelectual mayor si nos situamos desde
Aguabuena. Como he mostrado en el texto, esta conjunción entre materia y método literalmente
ocurre en la doble valencia de los desechos. Más allá de que esto resulte (o no) evidente desde el
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Daniela Castellanos
abandonados y que tienen una valencia negativa (por ejemplo, los escombros a
los que se refiere Gordillo, [2014]), en tanto materia cuya vida no es considerada
necesariamente útil y menos con una vida después de que han sido descartados.
Sin embargo, los arqueólogos sabemos que lo que se descarta siempre es útil,
tiene múltiples fines y una historia de vida que continúa.
Lo desecho contiene en su forma la acción del des-hacer, un movimiento progresivo
pero no hacia adelante, sino hacia atrás de un presente que marca el momento
cuando ese elemento es creado y existe como unidad objetiva. Cuando pienso
en caminar a través de desechos, esta reflexión me invita a des-hacer mis pasos
en una acción que trasciende horizontes temporales y no acaba. Eso posibilita
que mucho de ese des-hacer lo haya hecho retrospectivamente (por ejemplo,
desde el escritorio, mientras escribo estas líneas), objetivando mi participación
en el campo, como paso necesario para una reflexividad que es condición de la
objetividad científica (cf. Bourdieu, 2003). En ese recorrido hacia atrás, también
encontré vacíos, asuntos inacabados, quiebres que hacen de esa posible acción
del des-hacer un movimiento que, si bien idealmente es pensado como continuo
y prolongado, en la práctica también incluye ausencias y discontinuidades.
¿Cómo vincular el pasado con el presente?, es una pregunta irresuelta y que nos
desafía a muchos, en especial a aquellos que hacemos una etnografía interesada
en lo que queda y/o se desvanece, y por tanto en las improntas de la vida que
punto de vista empírico, su consideración es un ejercicio por hacer de ese estatuto ontológico de las
cosas, el verdadero punto de partida para interrogar la realidad que se nos presenta.
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Caminando desechos. Reflexiones desde las superficies de Aguabuena
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Daniela Castellanos
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Daniela Castellanos
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Bulletin de l’Institut Français d’Études Andines / 2020, 49 (1): 63-84
Técnicas de producción cerámica de Imbabura
IFEA
Resumen
Este artículo insiste en la importancia de la etnografía en las investigaciones arqueológicas de la
Sierra Norte del Ecuador. La discusión se enfoca en el proceso productivo de la cerámica en dos
localidades de alfareras de la provincia de Imbabura. A través del análisis de Difracción de Rayos X
(DRX) de arcillas provenientes de las fuentes, cerámica actual y arqueológica, así como del registro
de las técnicas de producción, se desarrolla la discusión en el campo de la cerámica arqueológica del
país Caranqui. En este sentido, se aprecia una continuidad entre la cerámica arqueológica y actual, la
similitud mineralógica entre las fuentes de arcilla y la cerámica de Imbabura, así como una serie de
herramientas y contextos etnográficos que son desestimados en el registro arqueológico.
Palabras clave: proceso productivo cerámico, alfareras, caranquis, Andes Septentrionales, Ecuador
Résumé
Cet article insiste sur l’importance de l’ethnographie dans les recherches archéologiques de la Sierra
nord équatorienne. La discussion se centre sur le processus de production de céramique dans deux
localités de potières de la province d’Imbabura. À partir de l’analyse par diffraction de rayons X
(DRX) d’argiles issues de mines, de céramiques actuelles et de céramiques archéologiques, ainsi que
d’un registre des techniques de production, nous développons la discussion autour de la céramique
archéologique de la zone Caranqui. Il en ressort une continuité entre la céramique archéologique
* Director del Museo Arqueológico de Perucho y presidente de Sacharxeos, Cia. Lda., Ecuador.
E-mail: [email protected].
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Sthefano Serrano Ayala
et actuelle, une similitude minéralogique entre les mines d’argile et la céramique d’Imbabura, ainsi
qu’une série d’outils et de contextes ethnographiques peu valorisés en archéologie.
Abstract
This article stresses the importance of ethnography in the archaeological investigations of northern
Andes of Ecuador. The discussion focuses on the production process of ceramics in two pottery-
producing localties in the province of Imbabura. Through the analysis of X-ray Diffraction (XRD)
of clays from source áreas as well as contemporary and archaeological ceramics, together with the
documentation of production techniques, a discussion of archaeological ceramics from the territory
of the Caranqui is presented. In this way, it is shown that there is continuity between archaeological
and contemporary ceramics, a mineralogical similarity between clay sources and Imbabura ceramics.
There is also a quantity of tools that judging from ethnographic contexts are used in ceramic production
but are often ignored in the archaeological record.
INTRODUCCIÓN
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Técnicas de producción cerámica de Imbabura
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Sthefano Serrano Ayala
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Técnicas de producción cerámica de Imbabura
3. ÁREA DE ESTUDIO
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Figura 1 – A: Mapa de ubicación del área de estudio; B: Mapa de ubicación de los principales cacicazgos del país Caranqui
Fuente: Elaboración propia
Sthefano Serrano Ayala
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5. 1. Fuente de arcilla
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Técnicas de producción cerámica de Imbabura
hasta los talleres, que suelen estar a 200-500 m de la fuente. A veces, se suelen
usar dos o tres fuentes distintas para elaborar la pasta, ya que las alfareras están
en una constante búsqueda de arcillas óptimas. Por lo general, las geoformas
preferidas para extraer arcillas en Alabuela son las quebradas, por donde se accede
a formaciones geológicas más profundas y antiguas. En cambio, en La Rinconada,
se obtienen arcillas del pie de las montañas, en perfiles de suelo menos profundos.
Con respecto a la mineralogía, se analizaron por DRX dos muestras de las fuentes
de arcilla, una de Alabuela y otra de La Rinconada, que son las pastas principales
para realizar todo tipo de vasija. La muestra de Alabuela se obtuvo de un
horizonte B sepultado por cenizas volcánicas y la muestra de la Rinconada, de un
horizonte B que por erosión aflora en su fuente. En cada caso, se trituró la muestra
en un mortero de cerámica independiente y se depositaron las muestras en fundas
plásticas para ser enviadas al laboratorio de Metalurgia de la Escuela Politécnica
Nacional del Ecuador (Quito).
De los resultados, se obtuvieron minerales distintivos del grupo de las plagioclasas,
como albita, andesina, anorita, en su fase cristalina principal, y pirofilita,
cordierita, hornblenda, hematita, cuarzo y moscovita, en las fases secundarias
de otros minerales (cuadro 1). Los resultados arrojaron datos muy similares a
los ya obtenidos por Cisneros (2008) y Romero Bastidas & Molestina (2010) en
sus análisis de DRX para la cerámica arqueológica de valles interandinos de la
Sierra Norte.
Alabuela La Rinconada
Mineral Fórmula contenido contenido
(%) (%)
Plagioclasas
(Na,Ca)Al(Si,Al)Si2O8 46 47
(albita, andesina, anorita)
Pirofilita Al2Si4O10(OH)2 15 17
Cordierita Mg2Al4Si5O18 13 8
Hornblenda (Ca,Na,K)2(Mg,Fe,Al)5(OH,F)2(Si,Al)2Si6,O22 8 7
Hematita Fe2O3 7 2
Cuarzo SiO2 6 10
Moscovita KAl2(AlSi3O10)(OH)2 3 7
Hedenbergita Ca(Fe,Mg)Si2O6 2 -
Magnetita Fe3O4 - 2
73
Sthefano Serrano Ayala
Luego de obtener las arcillas en ambas localidades, estas son trasladadas en costales
hasta los talleres, donde se les disgrega sobre un plástico negro o en esteras de fibras
vegetales, según los reportes de Lamas (1985), y se les deja secar al sol durante
una semana (fig. 3A). Después, con un pisón (mortero cilíndrico de madera o
concreto) o piedras, se tritura la arcilla hasta hacerla polvo. Inmediatamente, se
le cierne para quitar minerales excesivamente grandes y se les pone en baldes
con agua a fin de decantar los minerales medianos que hayan podido pasar por
el cernidor. Más tarde, se saca la arcilla mojada de los baldes y se le prepara
adhiriendo otras arcillas (20 %) igualmente trituradas con materia orgánica de
horizontes A y AB, en el caso de La Rinconada, o, simplemente, se trabaja con
una pasta única como en Alabuela. Sobre un plástico o cuero de vaca, se pisotea
la pasta preparada durante toda una tarde y se le almacena cerca al taller.
Las técnicas utilizadas para producir vasijas son similares a las que reportaron
Lamas (1985) y Sjöman (1992) para los talleres tradicionales. Además, las técnicas
dependen de la forma a elaborar, pudiendo ser a través de moldes, modelado,
cordeles o vaciado. En Alabuela y La Rinconada, se toma una porción (1 kg) de la
pasta ya preparada y se le comienza a golpear con una mano de piedra sobre otra
piedra laja rectangular o también llamada mesa o pataquir. Este proceso se repite
a partir de las 6 a. m., con el fin de mezclar bien la pasta y quitar posibles burbujas
de oxígeno que hayan quedado.
74
Técnicas de producción cerámica de Imbabura
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Sthefano Serrano Ayala
5. 3. 2. Vaciado y cordeles
En La Rinconada y Alabulela, esta técnica se utiliza para formas con base cónica.
En la localidad de Tunibamba, existía una variación: solía utilizarse el cono de la
base del penco (Agave americano) para introducir arcilla, para luego ir levantando
las paredes de la vasija (Lamas, 1985: 97). Hoy en día, no se utiliza el penco y,
más bien, se toman 2 kg de pasta arcillosa, se da el tratamiento de golpeado sobre
la mesa y se modela un cono macizo (fig. 3J). Luego de esto, con un cuchillo se
vacía arcilla del interior del cono y se modelan las paredes de la vasija, alisando
con un fragmento cerámico (fig. 3K). Finalmente, con dos cordeles (uno grueso
para terminar el cuerpo y otro más delgado y pequeño para el cuello y borde) se
modela el resto de la vasija (fig. 3L). Se alisa con fragmentos cerámicos y un resto
de cuero, se deja secar durante la tarde y la noche a la sombra y, al siguiente día,
se alisa con pulidores de piedra y se deja secar al sol (fig. 3M).
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Técnicas de producción cerámica de Imbabura
5. 4. Quema
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Cuadro 2 – Resultados cuantitativos de las fuentes de arcilla, cerámica actual y cerámica arqueológica
Cerámica Cerámica
Alabuela La Rinconada Cerámica
actual actual La
Mineral Fórmula contenido contenido arqueológica
Alabuela Rinconada
(%) (%) (%)
(%) (%)
Plagioclasas
(Na, Ca)Al(Si, Al)Si2O8 46 52 47 53 64
(albita, andesina, anorita)
Pirofilita Al2Si4O10(OH)2 15 5 17 5 -
Técnicas de producción cerámica de Imbabura
Cordierita Mg2Al4Si5O18 13 14 8 15 11
(Ca,Na,K)2(Mg,Fe,Al)5(OH,F)2
Hornblenda 8 12 7 13 10
(Si,Al)2Si6,O22
Hematita Fe2O3 7 2 2 2 1
Coesita SiO2 - 7 - - -
Cuarzo SiO2 6 6 10 10 9
Moscovita KAl2(AlSi3O10)(OH)2 3 - 7 - 2
Hedenbergita Ca(Fe,Mg)Si2O6 2 2 - 2 2
Magnetita Fe3O4 - - 2 - 1
79
Sthefano Serrano Ayala
sus otras actividades domésticas. Quizá, esta producción llegue a ser especializada
cuando la demanda de turistas sea más amplia en la provincia.
Por otro lado, las herramientas de producción y los espacios del taller obligan
a los arqueólogos en Ecuador a repensar los contextos que están excavando.
Por ejemplo, las mesas rectangulares de piedra y las manos de piedra pueden
estar siendo confundidas con metates o manos de moler. Otros elementos
aparentemente descontextualizados, como bordes cerámicos, son fundamentales
en el alisado de las vasijas; asimismo, las láminas y lascas de piedra pudieron
funcionar en el corte y regularización de formas cerámicas. Herramientas como el
falso torno o tazín y alisadores de cuero son imprescindibles; sin embargo, no se
conservan en el registro arqueológico. Es así como la etnoarqueología evidencia
objetos relevantes en el proceso de manufactura.
En cuanto a los hornos, aparentemente podrían ser confundidos con pisos
quemados de viviendas o fogones. No obstante, pueden estar dando pistas sobre
la espacialidad de las unidades domésticas y las actividades que se realizan dentro
y fuera de una vivienda. El único reporte arqueológico de hornos a cielo abierto,
como los que se registran en este trabajo, proviene de las investigaciones de
Montalvo Puente & Dyrdahl (2014) en Ibarra-Imbabura, en un sitio del 800 a. C.,
donde se observa un rasgo que tiene características similares a las de los hornos
de las alfareras de Imbabura. Del mismo modo, los datos mineralógicos de la
pirofilita, tanto en cerámica arqueológica actual como de áreas fuente, permiten
ahondar en las temperaturas que pudieron alcanzar estos hornos. La pirofilita
comienza a disminuir a partir de una temperatura de 700 °C. En la cerámica
arqueológica, los porcentajes de pirofilita desaparecen y, en la cerámica actual,
disminuyen a más de la mitad del contenido inicial de las fuentes (de 17 a 5 %)
(véase el cuadro 2).
A partir de estos datos etnográficos y arqueológicos, se pueden repensar las
estrategias de excavación para dilucidar contextos más claros de las unidades
domésticas y sus áreas. En este sentido, la arqueología contextual, a través de la
etnoarqueología, puede dotarse de elementos para reconstruir viviendas y espacios
exteriores asociados. Es necesario que, como complemento de las perspectivas
tipológicas y el establecimiento de cronologías relativas, la cerámica de la Sierra
Norte sea mayormente contextualizada a la luz del proceso de producción
cerámica y otras actividades que puedan estar asociadas a lo doméstico.
En cuanto a las técnicas, hay una correspondencia importante entre algunas
vasijas actuales con formas arqueológicas del país Caranqui, sobre todo del
Periodo Tardío. En la figura 5, se puede observar que las formas de la cerámica
arqueológica Caranqui y las de la cerámica actual son similares; algunas huellas
de manufactura sugieren la aplicación de las mismas técnicas. Por ejemplo, las
ollas globulares, tanto arqueológicas como etnográficas, dan cuenta de que la
base de la vasija ha sido elaborada a través de un molde y el resto, a través
de cordeles. En las vasijas arqueológicas de este tipo es bastante evidente la
presencia de huellas de dedos para unir la base y los cordeles que conforman el
resto de la vasija. Los platos, fuentes y compoteras se obtienen a partir de moldes
80
Técnicas de producción cerámica de Imbabura
Figura 5 – Dibujos de formas cerámicas del país Caranqui (Meyers en Oberem, 1981) y
fotografías de formas cerámicas de manufacturación actual de Alabuela y La Rinconada
© Sthefano Serrano
CONCLUSIONES
81
Sthefano Serrano Ayala
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MONTALVO PUENTE, C. E. & DYRDAHL, E., 2014 – Informe Final de las intervenciones
realizadas en el yacimiento arqueológico “Las Orquídeas”, Parroquia de San Antonio,
cantón Ibarra, Provincia de Imbabura, 175 pp.; Quito: Instituto nacional de
Patrimonio Cultural (INPC).
OBEREM, U., 1981 – Cochasquí: Estudios Arqueológicos, 3 tomos; Otavalo: Gallocapitán.
PARSONS, E. W. C., 1945 – Peguche, canton of Otavalo, Province of Imbabura, Ecuador:
A Study of Andean Indians, viii + 225 pp.; Chicago: University of Chicago Press.
PÉTREQUIN, P. & PÉTREQUIN, A., 1992 – De l’espace actuel au temps archéologique ou
les mythes d’un préhistorien. In: Ethnoarchéologie : justification, problèmes, limites.
83
Sthefano Serrano Ayala
84
Bulletin de l’Institut Français d’Études Andines / 2020, 49 (1): 85-105 IFEA
Austro ecuatoriano: etnografía comparada de procesos de elaboración de cerámica en dos comunidades
Resumen
Los estudios arqueológicos sobre el austro ecuatoriano han sustentado su análisis en la forma y diseño
de la cerámica para constituir cronologías y relaciones interregionales, prestándoles poca atención a
los aspectos técnicos y a las herramientas utilizadas en los procesos de elaboración. Este estudio, de
carácter etnográfico, registra las técnicas empleadas en dos comunidades alfareras de la Sierra Sur del
país —Jatumpamba y Las Nieves— que comparten el uso de golpeadores o huactanas, herramientas de
posible origen prehispánico. Los resultados del análisis comparativo entre estas localidades pretenden
abonar al reconocimiento de la necesidad de generar líneas de investigación sobre la tecnología
cerámica, tanto en contextos arqueológicos como etnográficos.
Résumé
Les études archéologiques sur le sud de l’Équateur ont basé leurs analyses sur la forme et les décors des
céramiques pour constituer des chronologies et établir des interactions régionales, tout en accordant
*
Universidad del Azuay, docente-investigador. Master en Antropología Visual y
Documental Antropológico. Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO-
Ecuador). E-mail: [email protected]
85
Mario Brazzero
peu d’attention aux aspects techniques et aux outils utilisés dans les processus de fabrication. Cette
étude ethnographique rend compte des techniques utilisées dans deux communautés de potiers de
la Sierra sud du pays — Jatumpamba et Las Nieves —, ont en commun l’utilisation de battoirs ou
huactanas, outils sans doute d’origine préhispanique. Les résultats de l’analyse comparative entre ces
sites montrent la nécessité de proposer des axes de recherche sur la technologie céramique, aussi bien
dans des contextes archéologiques qu’ethnographiques.
INTRODUCCIÓN
86
Austro ecuatoriano: etnografía comparada de procesos de elaboración de cerámica en dos comunidades
Figura 1 – Ubicación de Jatumpamba y Las Nieves dentro del territorio que reporta la técnica
del golpeado
© M. Brazzero, 2020
reportado en varios sectores de la Sierra Sur del Ecuador, entre ellos Jatumpamba,
Olleros y Zhorzhán en la provincia del Cañar; Las Nieves, Santa Isabel, Oña y
Sígsig en Azuay; Saraguro y Taquil en Loja (fig. 1), lo que convierte la técnica del
golpeado con el uso de huactanas en una de las más importantes de esta región.
87
Mario Brazzero
En los años 20 del siglo pasado, Max Uhle inició estudios en el sitio de Cerro Narrío,
ubicado en la actual ciudad de Cañar y correspondiente al periodo Formativo
medio y tardío (1500 - 500 a. C.). Basó su análisis en las «analogías estilísticas que
encontró en las producciones cerámicas e iconográficas de la América andina
(fig. 3a), apoyado por el estudio de ‘estratigrafía cultural’» (Gomis, 2019: 35).
a b c
88
Austro ecuatoriano: etnografía comparada de procesos de elaboración de cerámica en dos comunidades
500 d. C.) y Tacalshapa III (500 d. C.-1100/1200 d. C.), lo que permite establecer
la existencia de probables relaciones interculturales entre Tacalshapa I y Narrío y
Chorrera (esta última ubicada en la costa ecuatoriana), entre Tacalshapa II (fig. 3b)
y Moche y Vicús (Costa Norte del Perú) y entre Tacalshapa III y la cerámica que se
produce en Jatumpamba (comunicación personal, 2011). El «engobe rojo simple»
concuerda con el de la cerámica etnográfica de Jatumpamba, pero la decoración
«con líneas rojas sobre color natural» estaría más cerca de la que se realiza en la
cerámica de Las Nieves, según pude constatar en el campo.
A diferencia de Idrovo, Albert Meyers (2011 [1998]: 172-195) propuso cuatro fases
cronológicas para Tacalshapa, y estableció elementos comunes entre las piezas
de su fase Tacalshapa II (que provienen de los valles de Cañar, Cuenca, Azogues
y Taday) y los estilos cerámicos Gallinazo y Puerto Moorin del norte del Perú, así
como entre las botellas de Tacalshapa IV y las últimas fases del estilo Moche.
El estilo Cashaloma (periodo de Integración: 1000 d. C. hasta la conquista inkaica),
se concentra mayoritariamente en el valle de Cañar (fig. 3c), con escasos reportes
en el valle de Cuenca-Azogues, donde es más frecuente el estilo Guapondelig.
Puede estar presente también en Jatumpamba, confundido con Tacalshapa III,
aunque con ciertas diferencias (Idrovo, comunicación personal, 2011).
De manera general, estos trabajos arqueológicos mantuvieron la comparación
de las características visuales de la cerámica como sello característico de su
producción intelectual y, en su mayoría, dejaron de lado las tecnologías cerámicas,
tanto arqueológicas como etnográficas.
89
Mario Brazzero
en San Miguel de Porotos. Sin embargo, reconoce que esta información resulta
de «recolección en superficie» sobre la que no brinda mayor información, ya
que, según la autora, no han existido excavaciones científicas en la zona. Idrovo
establece que el origen y difusión de la técnica estaría asociado a la cultura material
cañari. Asegura que la técnica del golpeado y las huactanas se utilizaron en la
cerámica Tacalshapa, aunque no especifica los argumentos que lo llevan a esta
afirmación, siendo esta el resultado de «la revisión de numerosas piezas Tacalshapa
del Museo del Banco Central de Cuenca» (Idrovo, comunicación personal, 2011).
Sustenta además su hipótesis en el hallazgo de una huactana «de uso alfarero a
partir de Tacalshapa II», recuperada en una terraza de Pumapungo y asociada a un
horno de cerámica (Idrovo, 2000: 192). Si bien Sjöman (1991: 71) asegura que los
golpeadores se encuentran en diferentes contextos arqueológicos en la provincia
del Azuay, no especifica cuáles son estos, por lo que la huactana reportada por
Idrovo sería la única registrada en un contexto arqueológico, de lo que conozco.
Otra evidencia que podría reforzar la hipótesis sobre la antigüedad de la técnica
es, según Idrovo, el sistema de cocción, ya que, en su opinión, el tipo de hornos
que se encuentran en las inmediaciones de Jatumpamba coinciden exactamente
con el único horno encontrado en contexto arqueológico en Pumapungo
(comunicación personal, 2011).
Sin embargo, después de inspeccionar el posible horno de Pumapungo y los
hornos de la comunidad de Olleros, vecina de Jatumpamba, no encontré aquellas
coincidencias exactas de las que habla Idrovo. Estas están relacionadas con el
material de construcción de los dos hornos que es la piedra, la altura de las
paredes y, en menor medida, con su espacio interior, aunque aquel de los hornos
de Olleros sea más amplio. Pero existe una diferencia sustancial en su estructura:
el horno de Pumapungo no tiene las aberturas posteriores para el ingreso del
oxígeno que tienen los hornos de la comunidad de Olleros, indispensables para
la circulación del aire que incremente el calor interior, según me explicaron los
artesanos de la zona (figs. 4 y 5).
90
Austro ecuatoriano: etnografía comparada de procesos de elaboración de cerámica en dos comunidades
91
Mario Brazzero
medianos, botijas para transporte de vino y aceite, ollas de barro verde» (Arteaga,
2000: 41). Exceptuando las ollas verdes vidriadas que se reportan en Chordeleg,
al Oriente de Cuenca, el resto todavía se produce en Jatumpamba. El documento
también habla de «loza colorada», lo que concuerda con la decoración que
realizan en Jatumpamba, untando una pasta rojiza sobre la superficie de las vasijas
antes de su cocción.
Gallegos menciona el pueblo de «olleros», lo que podría suponer que los
fabricantes de cerámica eran en su mayoría hombres, no mujeres, como sucede
en la actualidad. Ante esto, Sjöman (1992: 56) propone dos hipótesis: la
primera es que para el tiempo de los inkas «la producción estuviera a cargo de
especialistas hombres para luego pasar a manos de mujeres como consecuencia
de la migración y desmembramiento de la sociedad indígena que empezó con
la invasión española»; y la segunda, que Gallegos «simplemente pasa por alto
que eran mujeres las alfareras». Sin embargo, en el Perú tenemos el ejemplo de
varios pueblos llamados Olleros, como San Bartolomé en Piura y Santo Domingo
en Lima, y en ambos casos las alfareras son todas mujeres (Ramón, 1999; 2008;
2017). Durante el trabajo de campo en 2011, pude registrar el trabajo de uno de
los últimos hombres alfareros del sector, Francisco Inga en ese momento de 66
años, quien aprendió el oficio de su padre a temprana edad.
92
Austro ecuatoriano: etnografía comparada de procesos de elaboración de cerámica en dos comunidades
93
Mario Brazzero
agua hasta que rebose unos centímetros. En dos días el barro ya ha absorbido toda
el agua y está totalmente hidratado. La mezcla con el desgrasante se realiza en un
lugar cubierto y con piso de tierra. Margarita esparce homogéneamente la arena
para que el barro no se pegue al piso. Vierte el barro del recipiente sobre esta
base de arena y con sus manos forma un cúmulo en cuyo centro hace un pequeño
boquete sobre el que arroja arena con sus manos; a nuestro juicio, la proporción
es equivalente a un tercio de arena por dos tercios de barro.
Comienza a pisar y a formar la mezcla con su pie derecho (fig. 6b). Al poco
tiempo, con sus dos pies pisa la pasta hasta que se expanda hacia afuera. Después,
desde el centro, con sus manos junta la pasta hasta volver a tener un cúmulo con
el que inicia la labor nuevamente. Este proceso se repite varias veces. En ciertos
momentos agrega pequeñas cantidades de agua a la pasta. Margarita sabe que la
pasta está lista cuando «ya se envuelve nomás solita», lo que, en mi interpretación,
significa que la pasta es homogénea.
La alfarera separa la pasta en varias porciones a las que llama «bolitas», que se
transformarán, cada una, en una olla. Coloca una porción sobre la base de una
vieja tinaja de unos 70 cm de altura que se encuentra boca abajo en el patio de
su casa desde hace ya varios años, a la que previamente esparce arena como
antiadherente: «si no pongo arena entonces después no se levanta, se pega». Con
(a) Troceado y triturado del barro (b) Mezcla de barro con desgrasante
(c) Modelado
y decorado (d) Primer golpeado: formación y primer
del borde alisado del cuello
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Austro ecuatoriano: etnografía comparada de procesos de elaboración de cerámica en dos comunidades
(e) Segundo golpeado: creación del (f) Tercer golpeado: unificación de las
cuerpo globular paredes del cuerpo globular
(g) Alisado del cuerpo globular, creación (h) Engobe del borde y del cuello de la
de la base olla
la base de la tinaja como soporte, modela la pasta con las manos húmedas hasta
formar un cilindro compacto. Introduce el puño de su mano derecha desde arriba
hasta la mitad del cilindro, mientras que con la otra sostiene las paredes desde
afuera. Con los dedos de la mano derecha, estira la reserva de pasta desde el
interior hacia arriba y hacia afuera mientras gira su cuerpo alrededor de la pieza
que va formando. Es acertada la apreciación de Sjöman (1992: 65) que dice que
las alfareras de Jatumpamba son «su propio torno» ya que, en el proceso, quien
gira es la alfarera, no la cerámica. Al llegar a la altura deseada comienza a formar
el borde de la olla (fig. 6c). Para esto se sirve de un pequeño cuero mojado que
95
Mario Brazzero
sostiene con su mano derecha: el pulgar presiona desde adentro, y los otros dedos
actúan desde afuera mientras gira su cuerpo hacia su izquierda, alrededor de la
olla. Después, hace un movimiento similar, pero con sus dos manos: la izquierda
por dentro y la derecha por fuera del borde hasta adquirir una forma evertida.
Con el cuero doblado hace unas pequeñas impresiones verticales con su mano
derecha en el borde que llama «crespitas», girando esta vez hacia su derecha.
Estas impresiones y, en ocasiones una línea horizontal en todo el perímetro del
borde, más el engobe, constituyen la única decoración de las ollas. Terminado
el borde, retira la pieza de la tinaja y la pone a secar a la sombra hasta el día
siguiente para que adquiera firmeza.
Al día siguiente, Margarita coloca la olla sobre la base de la tinaja para formar
el cuello. Aquí, entran en escena las huactanas o golpeadores que, como
se dijo, son de dos tipos: una cóncava usada para golpear la olla por fuera, y
otra convexa para trabajar por dentro de la olla. Con la huactana convexa, que
funciona como yunque, sostiene con su mano derecha la pared interna, y con la
izquierda golpea la pared externa utilizando la huactana cóncava para dar forma
al cuello o huigsanchir (fig. 6d). Este tratamiento deja las paredes irregulares.
Para volverlas uniformes, la alfarera gira alrededor de la olla presionando de a
poco las paredes interna y externa, con las huactanas siempre humedecidas. Con
esta fricción, modela y alisa la parte superior, controlando su grosor y cubriendo
imperfecciones. Una vez que ha obtenido un cuello liso e inclinado hacia afuera
en la sección media de la olla, detiene el proceso y termina la jornada.
Para el siguiente paso la alfarera ya no utiliza la tinaja invertida, trabaja sentada en
el suelo sobre una estera, en el portal de su casa. A su derecha, ubica un recipiente
con agua y las huactanas. Entre sus piernas, pero asentado sobre la estera, elabora
un pedestal con el cuello invertido de una olla rota, sobre el que coloca telas viejas
para lograr una superficie blanda donde asienta la olla en posición inclinada. Inicia
el segundo golpeado humedeciendo las huactanas para trabajar el segmento de la
olla que Holm (1961) llama «cuerpo globular» y Margarita «pecho y cintura» que,
en este momento del proceso, es muy maleable. La alfarera sostiene el golpeador
convexo en el interior del cuerpo globular como yunque, mientras que, con el
cóncavo, golpea la pared exterior para extender el barro, consiguiendo una forma
ovoide todavía bastante rústica, pero respetando el borde y el cuello que fueron
terminados en la jornada anterior (fig. 6e).
De manera similar al paso anterior, a la mañana siguiente, la alfarera toma una
huactana en cada mano para terminar el cuerpo globular, pero esta vez logra una
forma redondeada, unificando el grosor de las paredes. Cuando obtiene la forma
adecuada, que responde a una altura superior a la línea media de la olla, la deja
secar por un lapso de 2 a 3 horas antes de iniciar el proceso de alisado (fig. 6f).
Con la huactana cóncava, siempre humedecida, alisa el exterior, y con la huactana
convexa el interior, girando la olla en el pedestal; después, la coloca boca abajo
directamente sobre el suelo, y, con movimientos circulares de la huactana convexa,
crea la base para que la olla pueda sostenerse sola al ponerla en pie (fig. 6g).
96
Austro ecuatoriano: etnografía comparada de procesos de elaboración de cerámica en dos comunidades
97
Mario Brazzero
La parroquia Las Nieves tiene minas de dos tipos de barro, el negro y el blanco
(este último llamado suco), extraídos de la colina Jachapamba, ubicada a dos
horas de caminata de la cabecera parroquial. Estas denominaciones de «negro
y suco» se deben a la evidente diferencia de color de las tierras. El barro suco es
más arenoso, por lo que es utilizado como desgrasante. Los hombres extraen el
material con picos, palas y barretas y las mujeres lo llenan en saquillos que son
transportados hasta los talleres cargados por caballos de su propiedad. La mina de
quina se encuentra en la parroquia Cochapata del cantón Nabón, ubicada a unos
33 kilómetros de distancia. Trasladan la quina en camionetas (lo que les tarda unas
dos horas, entre ida y vuelta) o a caballo (alrededor de cuatro horas). Los tipos de
cerámica que se fabrican son: ollas, cántaros, tiestos, tinajas, maceteros.
Los talleres, en los casos registrados, están ubicados en la planta baja de las
viviendas, que son de dos plantas, y donde una habitación se destina únicamente
a actividades de alfarería. Celia y Julio, por separado, trituran la arcilla en el portal
de la casa. Extienden directamente el barro seco sobre un plástico y lo golpean
con un mazo de madera para después poder recogerlo fácilmente (fig. 7a). Celia
mezcla los dos tipos de arcilla, la negra y la suca, en proporciones de tres a dos
aproximadamente; luego, abre un boquete en el que vierte agua y, con los dos
pies, pisa la pasta extendiéndola sobre el plástico. Esta actividad se repite varias
veces hasta que la pasta deje de pegarse al plástico y se torne homogénea.
Finalmente, envuelve la pasta con el plástico para mantener la humedad (fig. 7b).
El proceso se realiza en pareja. Celia y Gregorio trabajan directamente sobre una mesa
en la habitación que funciona también como bodega de cerámica. Gregorio toma una
porción de pasta y la modela hasta conseguir una forma semiesférica que la mejora,
asentándola sobre la mesa. Monta la pasta modelada sobre un soporte que no es nada
más que el borde y cuello invertido de una olla descartada, de la cual se ha eliminado
previamente los excesos de cerámica con pequeños golpes de martillo (fig. 7c).
A continuación, Celia continúa la tarea iniciada por Gregorio. Sobre esta base, la
nueva olla va tomando forma al incorporar sucesivos cordeles gruesos de pasta
húmeda, alargados y cilíndricos, que se adhieren a las paredes desde el interior
(fig. 7d). Con una mano, Celia une el cordel a la base, lo aplana y extiende desde
el interior y hacia arriba, cuidando la forma exterior con la otra mano. Rectifica
las paredes incorporando trozos de pasta en aquellos lugares menos gruesos o
con imperfecciones. Conforme coloca nuevos cordeles crecen las paredes de la
olla hasta alcanzar unos 40 cm; entonces, con cordeles cada vez más cortos, va
disminuyendo el diámetro de la olla. Los últimos cordeles se agregan desde afuera
de las paredes. Es importante anotar que los alfareros trabajan de pie y giran el
pedestal de cerámica cocida durante todo el proceso, mientras construyen la vasija.
Seguidamente, Celia alisa las paredes, tanto por fuera como por dentro, y fabrica
el cuello y el borde; utiliza el golpeador convexo humedecido para evertir el
borde con movimientos circulares desde el interior, hasta lograr un cuello alisado
que termina en un borde de menor diámetro que el cuerpo (fig. 7e).
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Austro ecuatoriano: etnografía comparada de procesos de elaboración de cerámica en dos comunidades
(a) Troceado y triturado del barro (b) Mezcla de barro con desgrasante
(e) Golpeado del cuerpo de toda la olla (f) Primer alisado y formación de borde
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Mario Brazzero
En la jornada siguiente, Celia utiliza los golpeadores para expandir la olla, haciendo
girar repetidamente el pedestal de barro cocido sobre la mesa de trabajo. Sin
tocar el cuello, golpea las paredes extendiendo su contorno en la zona media,
hasta lograr una forma relativamente esférica. A continuación, con el golpeador
convexo humedecido, alisa las paredes del cuello, cuidando de no deformarlo,
y crea el borde (fig. 7f). Celia finaliza colocando dos asas que llama «orejas» en
los lados opuestos de la olla, a la misma altura y en sentido horizontal, con dos
pequeños cordeles de barro, a los que da una curvatura en forma de herradura.
Los adhiere extendiendo los bordes con las manos humedecidas hasta perderlos
en las paredes de la olla (fig. 7g).
Al día siguiente, Celia retira la olla del soporte y la pasa a Gregorio. Sentado en el
portal de la casa, él la apoya invertida en sus piernas para alisar las imperfecciones
propias del contacto con el soporte y formar la base con el golpeador cóncavo
humedecido, para que pueda autosustentarse.
La elaboración de ocho vasijas y su secado, previo a la aplicación de la decoración
y la quema, varía entre cinco y siete días, tiempo que depende (al igual que en
Jatumpamba) de las condiciones del clima.
El día de la quema debe estar soleado y ventoso. Por la mañana, las mujeres
decoran las ollas que deben ya estar secas. Celia utiliza una tierra roja extraída
de minas ubicadas en la parroquia Cochapata. La humedece hasta lograr una
consistencia pastosa que aplica sobre las ollas con un palo pequeño que tiene una
tela envuelta en la punta, a manera de hisopo, con el que imprime líneas oblicuas
como única decoración (fig. 7h). A diferencia de Jatumpamba, en Las Nieves
solamente aplican el engobe para decorar con líneas las paredes y el borde.
La estructura de quema se fabrica con las ollas de las dos parejas de alfareros, en
un espacio abierto a pocos metros de sus casas, ya que, además de ser familiares,
son vecinos. Sobre una base de leña delgada que llaman «colchoncito», colocan
las ollas más grandes, unas junto a otras, formando una planta circular. Sobre ellas
van las ollas medianas que cubren con tiestos invertidos, formando una especie
de caparazón (fig. 7i).
100
Austro ecuatoriano: etnografía comparada de procesos de elaboración de cerámica en dos comunidades
Los hombres cubren esta estructura con tiestos dañados de quemas anteriores
desde el piso, de manera que apenas se puede ver hacia el interior. En los espacios
que quedan entre estos tiestos, introducen hojas de penco secas y leños delgados
de eucalipto, nogal, chilca y chahuarquero (palo mayor del penco). Leños gruesos
de eucalipto se colocan en la base, por todo el perímetro de la estructura de
quema, sobre los que acumulan leños pequeños adosados a las paredes exteriores.
La estructura de quema se enciende desde un orificio que se dejó en la base
y que alimentan con hojas secas de eucalipto hasta que prenda por completo.
Las dos parejas agregan hojas de penco y chamiza por encima y por los lados
de la estructura de quema de manera periódica. Los hombres utilizan horquetas
de madera para acomodar los leños y la chamiza. Ollas y tiestos están listos
cuando han cambiado su color, «ya no están negros, están amarillos»; el tiempo
transcurrido desde que inició la quema es de tres horas aproximadamente.
En un espacio abierto, a pocos pasos de la estructura de quema, Rosa prepara el
suelo barriendo el piso con un atado de ramas para eliminar cualquier hoja que
pueda encenderse con el calor de los objetos recién retirados de la estructura de
quema. Si se encienden estas hojas, «negrean y manchan las ollas».
Con la horqueta remojada en agua, Julio retira primero los restos de troncos y los
tiestos viejos. Después, los tiestos y ollas ya quemados se ubican en el espacio
preparado por Rosa. En esta estructura, se queman alrededor de sesenta artefactos.
Es mucho más pequeña que las de Jatumpamba, lo que hace que la labor no sea
tan agobiante.
CONCLUSIONES
101
Mario Brazzero
102
Austro ecuatoriano: etnografía comparada de procesos de elaboración de cerámica en dos comunidades
© Elaboración propia
Referencias citadas
ARTEAGA MATUTE, D., 2000 – El Artesano en la Cuenca Colonial, 1557-1670, 175 pp.;
Cuenca: Casa de la Cultura Ecuatoriana-Núcleo del Azuay, Centro Interamericano
de Artesanías y Artes Populares-CIDAP.
BRAZZERO, M., 2011 – Investigación del patrimonio cultural inmaterial vinculado a la
alfarería con técnicas prehispánicas de Jatunpamba y Las Nieves, 89 pp.; Cuenca.
Informe presentado al INPC.
CLIFFORD, J., 1988 – Dilemas de la Cultura: antropología, literatura y arte en la perspectiva
posmoderna, 429 pp.; Barcelona: Ed. Gedisa.
103
Mario Brazzero
104
Austro ecuatoriano: etnografía comparada de procesos de elaboración de cerámica en dos comunidades
SJÖMAN, L., 1991 – Cerámica Popular, Azuay y Cañar, 121 pp.; Cuenca: Centro
Interamericano de Artesanías y Artes Populares (CIDAP).
SJÖMAN, L., 1992 – Vasijas de Barro, la cerámica popular en el Ecuador, 404 pp.; Cuenca:
Centro Interamericano de Artesanías y Artes Populares (CIDAP).
105
Pedidos: IFEA, Casilla 18-1217, Lima 18 - Perú, telf. 243 60 Mario
90 Brazzero
E-mail: [email protected] - Web: http://www.ifea.org.pe
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Bulletin de l’Institut Français d’Études Andines / 2020, 49 (1): 107-127 IFEA
Enfoque tecnológico, cerámica y supervivencia de prácticas precolombinas entre los cañari (Ecuador)
Resumen
La referencia a comunidades alfareras contemporáneas para interpretar contextos cerámicos
prehispánicos se ha vuelto común en la arqueología andina. Esta práctica trae asimismo a colación
los interrogantes de los fenómenos de continuidad o discontinuidad entre hábitos productivos
precolombinos y actuales, así como de las implicaciones de estos fenómenos para la comprensión
de la historia reciente de los grupos involucrados. La identificación e interpretación de persistencias
o rupturas requiere asimismo una metodología adecuada. A través del caso cañari (Sierra Sur del
Ecuador), se propone aquí uno de los enfoques de la antropología de las técnicas francófona como
alternativa posible.
* Investigadora principal, Instituto Francés de Estudios Andinos - IFEA (UMIFRE 17 MEAE / CNRS USR
3337 América Latina). E-mail: [email protected]
107
Catherine Lara
Los primeros rastros del interés manifestado por arqueólogos hacia comunidades
de alfareros andinas contemporáneas parecen encontrarse desde finales del
siglo XIX (Ramón, 2008: 478). Desde aquel entonces, este tipo de estudios se
desarrolló y multiplicó en el área andina. En su conjunto, estos aportes están
encaminados a identificar la mayor variabilidad posible de factores que pueden
influir en la organización de la producción cerámica de manera general, es decir,
que permitirían potencialmente interpretar cualquier contexto arqueológico.
Se destacan asimismo los estudios que buscan explorar el papel de los factores
naturales en las prácticas alfareras (por ejemplo Arnold, 1975: 189; Cremonte,
1989-1990: 119; Druc, 2000: 171; Sillar, 2009: 112). El rol de las creencias
y representaciones sociocognitivas (Calvo Trias & García Rossselló, 2014: 8;
Cremonte, 1989: 126) o de los factores históricos y sociopolíticos (Ramón &
Bell, 2013: 596; Sillar, 2009: 21) ocupa asimismo un puesto representativo en la
literatura de la etnoarqueología cerámica regional.
La cultura material ligada a la producción cerámica es otro aspecto que ha
captado significativamente el interés de las etnografías de alfareros realizadas
por arqueólogos en los Andes. Lo ilustran, por ejemplo, los estudios de talleres
actuales, orientados a abordar la organización de espacios de producción antiguos,
y también a identificar el tipo de evidencia material que permitiría localizarlos en
el registro arqueológico (Castellanos Montes, 2004; Vargas, 2018: 1). Se considera
que las comunidades de ceramistas actuales —andinas o no—, constituyen
referencias posibles para identificar y entender técnicas pasadas (Gabelmann,
2014: 44; Mohr Chávez, 1984: 162; Solórzano Venegas, 2015: 90; Villanueva
Crisales, 2014: 22). Manuales de referencia como los de Balfet et al. (1989: 50),
García Rosselló & Calvo Trias (2013: 170) o Rice (2015: 148) integran ejemplos
andinos en sus referentes de huellas técnicas.
108
Enfoque tecnológico, cerámica y supervivencia de prácticas precolombinas entre los cañari (Ecuador)
109
Catherine Lara
2. 1. Fundamentos
1 Existen diferencias y, en ocasiones, desacuerdos acerca de diversos puntos tanto teóricos como
metodológicos de las distintas propuestas existentes en torno al enfoque tecnológico aplicado a
la cerámica. No abordaremos este tema aquí, por lo que nos concentramos únicamente en la
propuesta de Roux (2019).
2 Varios elementos de los fundamentos de este enfoque fueron evidenciados previamente por
distintos investigadores en diversas partes del mundo desde, al menos, el inicio del siglo XX. No
nos extenderemos sobre este punto; señalamos nada más que el aporte del enfoque tecnológico
consiste en haber sistematizado y enriquecido estas ideas previas en un marco teórico-metodológico
completo, encaminado a identificar e interpretar tradiciones arqueológicas.
3 Volumen de arcilla hueco desprovisto de las características geométricas finales del recipiente,
generalmente obtenido mediante operaciones destinadas a adelgazar las paredes (Courty & Roux,
1995: 20).
4 Recipiente manufacturado que presenta las características geométricas finales de un recipiente,
pero cuya superficie aún no ha sido sometida a acabado alguno (Courty & Roux, 1995: 20).
5 Entendiéndose por «técnica» toda modalidad física de transformación de la materia prima (Roux,
2007: 158).
110
Enfoque tecnológico, cerámica y supervivencia de prácticas precolombinas entre los cañari (Ecuador)
2. 2. Componente etnográfico
111
Catherine Lara
2. 3. Protocolo metodológico
2. 3. 1. Cerámica arqueológica
Para identificar cadenas operativas a partir de cerámica arqueológica, el análisis
se hace idealmente en 3 etapas: clasificación de la muestra en grupos técnicos,
grupos petrográficos y grupos morfo-estilísticos (Roux, 2019; 2017).
La clasificación en grupos técnicos busca identificar las técnicas de manufactura,
acabado, tratamiento de superficie y quema empleadas para fabricar los recipientes
originales de la muestra estudiada. Cada una de estas técnicas deja conjuntos
específicos de huellas macro y microscópicas en la cerámica, cuya identificación
permite, a su vez, aquella de las técnicas empleadas por los artesanos antiguos para
cada acción de la cadena operativa. Estas huellas son conocidas gracias a referentes
112
Enfoque tecnológico, cerámica y supervivencia de prácticas precolombinas entre los cañari (Ecuador)
2. 3. 2. Cerámica actual
Para poder comparar las técnicas identificadas en el material arqueológico con
aquellas usadas por alfareros actuales, es preciso llevar a cabo un registro acucioso
de cada acción del proceso de fabricación moderno: preparación de la pasta,
manufactura, acabado, tratamientos de superficie, decorado y quema. La grilla
descriptiva propuesta por Roux (2019: 41 —traducción al español: Lara, 2017:
65—) es una base descriptiva posible. Cada acción de la cadena operativa describe
el método, las técnicas usadas (se toma en cuenta en especial el estado higrométrico
de la pasta), los gestos, el procedimiento y las herramientas utilizadas. Aquello es
posible mediante la observación directa del alfarero en el campo, complementada
por un extenso registro fílmico y fotográfico. Un cuestionario basado en la grilla
descriptiva permite asegurarse de haber integrado la mayor cantidad de parámetros
posibles, incluyendo un registro comprehensivo de las prácticas productivas y de
los contextos de aprendizaje. Es asimismo recomendable entrevistar al mayor
número posible de alfareros, observar la fabricación de varios tipos de formas y
113
Catherine Lara
para cada tipo de forma, idealmente, visualizar el mismo proceso varias veces.
Se procede luego a recuperar muestras de las vasijas, para crear un referente
experimental analizado en laboratorio, con el objetivo de registrar las huellas de
cada vasija y asociarlas a sus técnicas de fabricación respectivas observadas en el
campo.
Como se vio, la idea de comparar técnicas antiguas y actuales en torno a la
problemática de la persistencia de prácticas precolombinas no es de ninguna
manera novedosa en la arqueología andina. La tecnología cerámica presenta, no
obstante, algunas especificidades a la hora de abordar este tipo de comparación.
La relevancia otorgada a las analogías entre herramientas actuales y pasadas de
una misma localidad es una de ellas. En efecto, una misma herramienta puede
haber tenido usos distintos de una época a otra, o haber sido usada por grupos
socioculturales diferentes. Por lo que este tipo de evidencia requiere pruebas
adicionales para deducir la existencia de una continuidad técnica con un mayor
rango de probabilidad. El enfoque tecnológico opta por concentrarse justamente
en las huellas arqueométricas relacionadas con las técnicas de fabricación,
visibles en las paredes de los recipientes. Esta perspectiva se asemeja, de hecho,
a la propuesta de Roddick (2014: 286), encaminada a comparar huellas de
fabricación antiguas y modernas en ceramios originarios de la cuenca sur del
Titicaca (Bolivia). Desde luego, en todos los casos es preferible complementar la
evidencia tecnológica proporcionada por la cerámica, respaldándose en diversos
tipos de datos (otros componentes de la cultura material; de ser posible, datos
etnohistóricos o lingüísticos etc.).
Valga recalcar que una misma huella puede haber sido ocasionada por técnicas
distintas. No obstante, cada técnica se reconoce a través de un conjunto de huellas
macro y microscópicas que le es propio. El reconocimiento de estos conjuntos
requiere cierta capacitación y un entrenamiento continuo del ojo a partir de la
observación de materiales modernos y arqueológicos. Asimismo, argumentar la
puesta en práctica de determinada técnica a partir de material arqueológico exige
proporcionar el listado de huellas que permite sustentar el argumento en cuestión.
Una última particularidad del enfoque tecnológico radica en el papel otorgado a
la petrografía, la cual es considerada como parte del análisis tecnológico.
Los cañaris son un grupo étnico de aproximadamente 150 000 personas actualmente
asentado en la Sierra Sur del Ecuador (Quindi-Pichisaca, 2011: 33). Se identifican
como los descendientes del grupo homónimo que ocupó este espacio en épocas
precolombinas. En la ausencia de estudios genéticos diacrónicos comparativos,
esta reivindicación es cuestionada por hipótesis principalmente basadas en datos
etnohistóricos, las cuales argumentan que los cañaris precolombinos fueron
prácticamente diezmados luego de las conquistas sucesivas protagonizadas por
los incas y los españoles entre los siglos XV y XVI. Recordaremos primeramente
114
Enfoque tecnológico, cerámica y supervivencia de prácticas precolombinas entre los cañari (Ecuador)
115
Catherine Lara
116
Enfoque tecnológico, cerámica y supervivencia de prácticas precolombinas entre los cañari (Ecuador)
grupos exógenos (Hirschkind, 2013: 59, ver también Burgos Guevara, 2003: 36).
Este postulado se basa en estimaciones demográficas extraídas de documentos
etnohistóricos, algunos de los cuales describen asimismo ampliamente los trastornos
demográficos generados por estas conquistas. Los siguientes elementos de las
tradiciones cañaris actuales demostrarían que estos no tendrían nada que ver con
los cañaris precolombinos: son católicos, su vestimenta se compone de elementos
derivados del traje español (Landívar, comunicación personal 2015, ver también
Wachtel, 2013: 224), sus mitos y leyendas corresponden a la mitología inca, hablan
español y quichua (un idioma derivado del quechua inca que remplazó a la lengua
cañari, durante la presencia inca pero más que nada la evangelización hispana —
Hirschkind, 2013: 57, 58; Quindi Pichisaca, 2011: 36—).
La segunda hipótesis (Salomon, 2013: 37) reconoce efectivamente que muchos
elementos de las tradiciones cañaris actuales se derivan de lo inca y lo español.
Sin embargo, advierte también sobre los sesgos de las fuentes etnohistóricas en
cuanto a lo que a datos demográficos se refiere. En algunos casos, por motivos
políticos, éstos podían ser, de hecho, manipulados (por indígenas y por españoles
—ver Poloni-Simard, 2006: 157—). Por otra parte, el uso frecuente de fuentes
de segunda mano podía inducir a errores. Por lo que los recuentos que reflejan
cataclismos demográficos deben ser manejados con precaución. Con base en
testimonios coloniales provenientes de la zona cañari y en fuentes de la misma
época encontradas en otros lugares del continente, se propone más bien que
los cañaris tomaron el partido de adoptar voluntariamente elementos culturales
incas y españoles, con el propósito de sobrevivir como colectivo frente a estas dos
fuerzas dominantes.
117
Catherine Lara
© Catherine Lara
6 Pueden existir diferencias entre los distintos países hispanos en torno a los términos usados para
nombrar las distintas técnicas, por lo que es mejor definirlas en caso de duda. Por modelado, se
118
Enfoque tecnológico, cerámica y supervivencia de prácticas precolombinas entre los cañari (Ecuador)
entiende aquí aquella técnica de esbozo que se ejerce sobre un volumen elemental conformado por
una masa arcillosa homogénea, en el que —en este caso— se forma primeramente un hueco con el
puño, antes de estirar y adelgazar lo que vendrán a ser las paredes.
119
Catherine Lara
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Enfoque tecnológico, cerámica y supervivencia de prácticas precolombinas entre los cañari (Ecuador)
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Catherine Lara
A MANERA DE CONCLUSIÓN
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Enfoque tecnológico, cerámica y supervivencia de prácticas precolombinas entre los cañari (Ecuador)
Agradecimientos
A Valentine Roux (proyecto ANR DIFFCERAM ANR-12-CULT-0001-01) y Stéphen Rostain,
directores de la tesis que originó este trabajo, realizada en la université Paris Nanterre (UMR
7055/ED395); a los alfareros de San Miguel, Sígsig, Nabón y Taquil; al Museo Pumapungo
(Colección Nacional, EOD Museo y Parque Arqueológico Pumapungo, Ministerio de
Cultura y Patrimonio) y al INPC.
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Enfoque tecnológico, cerámica y supervivencia de prácticas precolombinas entre los cañari (Ecuador)
127
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90 Lara
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Bulletin de l’Institut Français d’Études Andines / 2020, 49 (1): 129-152
Producción alfarera itinerante en los Andes
IFEA
Resumen
La cerámica es una evidencia clave para la narración del pasado precolonial andino. Sin embargo,
conocemos muy poco sobre los tipos de alfareros que produjeron ese testimonio. ¿Qué tipos de
alfareros existieron en el pasado precolonial? ¿Qué modelos tenemos a disposición? ¿Cómo se generan
estos tipos y/o modelos? ¿Cómo determinamos el tipo de alfarero que produjo la evidencia con la que
lidiamos? Este artículo se enfoca en un tipo de alfarero completamente soslayado en las explicaciones
del material arqueológico precolonial andino, pero abundante en la evidencia etnográfica de esta
misma región: el productor itinerante, es decir, el alfarero que sale de su pueblo base para producir en
otras localidades. En esta ocasión, exploraremos el caso de Cuzcudén (San Pablo, Cajamarca), centro
poblado que actualmente estamos investigando.
Palabras clave: producción itinerante, alfareros itinerantes, alfareros andinos, estilos técnicos,
Cuzcudén, Mangallpa
Résumé
La céramique est un élément clé du discours sur le passé précolonial andin. Nous savons cependant
très peu de choses sur les types de potiers qui ont produit ce témoignage. Quels types de potiers y
avait-il à l’époque précoloniale ? De quels modèles disposons-nous ? Comment sont générés ces types
et/ou modèles ? Comment déterminons-nous le type de potier à l’origine du matériel auquel nous
avons affaire ? Cet article étudie un type de potier complètement ignoré des explications du matériel
archéologique précolonial andin, mais très présent dans les données ethnographiques de cette région :
le producteur itinérant, c’est-à-dire, le potier qui sort du village où se trouve sa résidence principale
129
Gabriel Ramón Joffré
pour produire dans d’autres localités. Nous explorerons le cas de Cuzcudén (San Pablo, Cajamarca),
où nous menons actuellement nos recherches.
Mots-clés : production itinérante, potiers itinérants, potiers andins, styles techniques, Cuzcudén,
Mangallpa
Abstract
Pottery is a key evidence to narrate the Andean pre-colonial past. However, we know very little about
the types of potters who produced that testimony. What types of potters existed in the pre-colonial
past? How do we determine the type of potter that produced the evidence we deal with? This article
addresses a type of potter completely ignored in the explanations of the Andean pre-colonial material
but abundant in the ethnographic evidence of this region. It is the itinerant producer, that is, the potter
who leaves his hometown to produce in other locations. On this occasion I will discuss several cases of
itinerant potters, focusing on the example of Cuzcudén, San Pablo, Cajamarca, which I am currently
investigating.
Keywords: itinerant production, itinerant potters, Andean potters, technical styles, Cuzcudén, Mangallpa
130
Producción alfarera itinerante en los Andes
1 Como bien señala uno de los revisores anónimos, en tiempos relativamente recientes se está
prestando mayor atención a los grupos subalternos. Sin embargo, cabe anotar que son esfuerzos
aislados, sin mayor impacto en la interpretación del conjunto, salvo excepciones, como el trabajo de
Tschauner (2009) sobre el taller alfarero de Pampa de los Burros (Lambayeque) que le ha permitido
cuestionar el «Chan Chan-centrismo» de los estudios sobre la sociedad chimú.
2 Asumimos que incluso los atributos técnicos de la alfarería son estilísticos y distinguimos entre estilo
decorativo (externo) y de manufactura (interno).
131
Gabriel Ramón Joffré
2. DEFINICIONES Y MÉTODOS
Los golondrinos son alfareros itinerantes que salen estacionalmente de sus pueblos
base para producir vasijas en los pueblos destino (Ramón Joffré, 2013a: 49-55)4.
En el caso del territorio peruano podemos distinguir tres grandes regiones: costa,
sierra y selva. En adelante, nos referiremos principalmente a las dos primeras.
En la sierra hay dos estaciones principales, la seca y la lluviosa; la seca es ideal
para la producción alfarera intensiva y va aproximadamente de abril/mayo hasta
octubre/noviembre. Los alfareros golondrinos normalmente viajan para producir
durante la estación seca serrana. Hay varios tipos de golondrinos, pero la mayoría
abandona sus pueblos base justo después de la cosecha principal, de modo que
pueden llegar a sus pueblos destino cuando hay más cultivos disponibles para
intercambiar. En el último siglo, los alfareros andinos han usado las vasijas de
cerámica como unidades de medida: estos recipientes son intercambiados por la
cantidad de productos que pueden contener (o en relación con esa cantidad), por
ejemplo, por granos o tubérculos. Este sistema es llamado «a la llenada». Luego
de la cosecha principal, debido a la mayor disposición de productos agrícolas, los
alfareros obtienen más por sus ollas. Asimismo, los alfareros viajan después de
esta por encontrarse en plena estación seca, de modo que tanto el movimiento
3 Los mismos arqueólogos andinistas que se resisten a utilizar evidencia etnográfica andina para
establecer sus modelos acaban empleando evidencia etnográfica de otras latitudes debidamente
procesada como «teoría» arqueológica. Es decir, usan la analogía etnográfica crípticamente. Con
esto no queremos indicar que no hay que usar modelos extra-andinos, sino que hay que hacerlo
con todos los que estén disponibles, pero explícitamente, indicando su fuente.
4 El término «alfarero golondrino» fue originalmente propuesto por José Sabogal Wiesse en una
conferencia inédita sobre el tema (1977). Véase también Sabogal Wiesse (1987).
132
Producción alfarera itinerante en los Andes
entre pueblos como la producción de vasijas son menos complicados: las vasijas
se secan más rápido y la quema es posible casi cualquier día. Como veremos, a
causa de la amplitud de su área de desplazamiento, los alfareros itinerantes de
Cuzcudén en Cajamarca tienen un patrón ligeramente distinto.
Los estudios etnográficos en las Américas han prestado atención a la distribución
itinerante, es decir, la distribución luego de producir las vasijas de cerámica (por
ejemplo, Cremonte [1984], para el noroeste argentino), pero no a la producción
itinerante, pese a que los alfareros golondrinos han sido registrados por más de
un siglo desde que Brüning (1898) los describiera trabajando en el área desértica
de Olmos, entre los departamentos de Piura y Lambayeque, costa norte del
Perú. Mientras tanto, en arqueología precolonial andina, los golondrinos han sido
sistemáticamente ignorados (con raras excepciones como en Krzanowski & Tunia,
1986; MacIntyre, 1986: 8-9, 116; Prieto Burmester, 2008: 127-129; Rice, 1996:
798; Rozenberg & Picon, 1990: 12). En un manual clásico, y aún importante, sobre
alfarería para arqueólogos, los golondrinos prácticamente no tienen repercusión
alguna (Arnold, 1985). En la última década, se ha puesto cierta atención al tema de
la producción alfarera itinerante en los Andes, asumiéndola explícitamente como
posibilidad (Castillo & Cusicanqui, 2016: 94, n. 40; Castillo Luján, 2018: 55;
Gavhami, 2015: 131-132; Knappett, 2012: 234; Lau, 2011: 157). Sin embargo,
aún no ha sido posible plantear elementos diagnósticos para identificar alfareros
itinerantes en el pasado precolonial, pero tampoco para descartarlos.
Los alfareros itinerantes han sido identificados en muchas partes del planeta:
Bolivia, Chipre, Corea, Creta, Estados Unidos, Etiopía, Grecia, Pakistán, Santa
Lucía (Caribe), Tíbet, entre otros (Ramón Joffré, 2013a: 51-55). Por ejemplo, en
arqueología del Levante o del Imperio romano, asumir que la cerámica hallada en
contextos arqueológicos fue elaborada por alfareros itinerantes no sorprendería
a nadie, sería considerado una explicación normal. Sin embargo, en arqueología
andina, la simple mención de este tipo de alfareros causa serias discusiones: por
tradición, los arqueólogos andinistas aceptan implícitamente el modelo de alfarero
local para explicar las vasijas domésticas (Ramón & Bell, 2013: 595) o del que se
mueve con sus productos terminados, pero piden evidencias si se les sugiere la
posible existencia de golondrinos.
Hemos publicado una tipología de alfareros itinerantes andinos, con seis casos
(Ramón Joffré, 2013a: 60-97). Para distinguir entre ellos, usamos varios criterios,
como el número y la localización de los pueblos destino visitados, las características
del pueblo base, la distancia de los desplazamientos, la distribución de los pasos de
la cadena operativa, entre otros (véanse los comentarios de Gosselain [2016: 197-
199] a una versión previa; Ramón Joffré, 2011). Desde 2013, venimos trabajando
intensivamente en un solo pueblo con alfareros itinerantes de la sierra norte
del Perú (Ramón, 2013a: 83-87). Vamos a detenernos en ese caso para discutir
todo lo que hasta aquí hemos presentado, pero antes explicaremos brevemente
nuestra metodología.
En los últimos siete años, hemos realizado siete temporadas de campo en el pueblo
seleccionado que nos han permitido realizar más de sesenta entrevistas grabadas
133
Gabriel Ramón Joffré
3. MANGALLPA O CUZCUDÉN
5 Este estudio es parte de un proyecto mayor dedicado a crear un atlas de técnicas alfareras en
los Andes, iniciado a principios de los años noventa. La presente discusión expande otras previas
(Ramón Joffré, 2008; 2011; 2013a; 2017; Ramón & Bell, 2013). En esos textos, también explicamos
nuestra aproximación a la relación entre etnografía y arqueología en los Andes (Ramón & Bell,
2013: 596-597). Los nuevos planteamientos e información etnográfica presentados aquí son
resultado del trabajo de campo realizado en el centro poblado de Cuzcudén (Cajamarca) (véanse
los agradecimientos).
134
Producción alfarera itinerante en los Andes
Cuzcudén San Francisco del Monte» (Espíritu Suárez). Esto es un primer indicio
sobre la antigüedad de la actividad alfarera en la zona6.
Cuzcudén está ubicado en un territorio escarpado, un valle estrecho, con un
minúsculo río en su base. Según los mangallpinos, es debido a esa configuración
que la agricultura de regadío y la ganadería son escasas, lo que se asociaría a la
necesidad de viajar constantemente a otras localidades por recursos. Consultado
sobre la razón de sus viajes para producir cerámica en otros pueblos, Catalino
Vélez aludió a ese detalle geográfico:
… sabe que, porque aquí la comunidad es muy pobre, muy corta, mire
no hay terreno, mire cómo no hay, hay amplio para que puedan criar su
ganado (….) borregas tienen unos tres, cuatrito, y eso no es suficiente
para que soporte, entonces, mire, entonces, de los mayores de todita
esta comunidad, esta de acá sitio donde yo vivo, todito, todito de aquí de
la quebrada para acá, todita esta parte arriba, para abajo [indicando en
detalle los límites físicos de la comunidad] y por eso ha sido la necesidad de
que han aprendido todos esa, ese trabajo entonces con eso han traído su
granito, su trigo, su cebada, sus alverjas, lo traían su arrocito, con eso han
vivido, con eso nos hemos criado, yo he hecho grandes a mis hijos, ocho
he tenido… (el énfasis es nuestro).
Desde lo alto de la carretera, se observa que las casas se reparten por el territorio
desde las zonas bajas próximas al río (2200 m s. n. m.) hasta la más elevada,
conocida como la Loma (2650 m s. n. m.). La mayor acumulación de viviendas
está a ambos lados de la vía principal en la sección de la Capilla. El punto
central de Cuzcudén, ubicado en el trayecto de esta vía, es una pequeña plaza
(2339 m s. n. m.), alrededor de la cual está la iglesia, la municipalidad y la escuela
primaria. Otra sección importante del pueblo es Capilla Paccha, una loma donde
solo se puede cultivar con lluvia. Finalmente, en el camino hacia Morocho y San
Miguel, se ubican las secciones de la Cruz (2317 m s. n. m.) y el Naranjo. Hay
una escuela secundaria, también en la zona central, a cinco minutos a pie de la
escuela primaria (fig. 1).
Respecto a las zonas ecológicas, hay una nomenclatura propia de la sierra norte
peruana que permite situar a Cuzcudén. Gregorio Tanta caracterizó la jalca como
«altura, más arriba… mucho frío bestial, te hielas te congelas». La zona de jalca
es más alta y la zona de playa o temple es más baja que Cuzcudén. Playa es
igual a temple «porque es caluroso» (Julio Toledo) (véase Burga Larrea, 1983:
1445). Aunque no hay consenso sobre cómo denominar la zona donde se ubica el
pueblo, los alfareros la llaman «alturita» y la reconocen como menos caliente que
la playa. Además, se identificó la costa, la zona más baja de todas, y la montaña
(o selva alta)7. La forma más usual de caracterizar estas diversas zonas es a partir
135
Gabriel Ramón Joffré
136
Producción alfarera itinerante en los Andes
Las herramientas alfareras son las paletas gruesas de madera (de tallo o zapote)
con rayas o cocos, llamadas raya; el mazo de madera (de lloque); la piedra o
yunque; un raspador, generalmente de metal; varios trapitos para alisar la vasija; y
un cuero de vaca usado como base para trabajar la arcilla8 (fig. 3).
Sobre la antigüedad del oficio de alfarero en Mangallpa no hay respuesta única. Las
informaciones censales más antiguas encontradas (Perú. Dirección de Estadística,
1878, t. III: 238, 539, 755, 856) nos permiten plantear que al menos hacia 1876
la absoluta mayoría de la población masculina de Mangallpa se dedicaba a la
alfarería. Una interrogante complementaria sería: ¿desde cuándo los alfareros
de Mangallpa viajan para producir vasijas en otros pueblos? Testimonios locales
informan que los viajes se remontan al menos ochenta años. Asimismo, para
mediados del siglo XX, existe un reporte sobre los alfareros mangallpinos (Espejo,
1951) que confirma la profundidad temporal de la producción itinerante. Un
testimonio interesante, pero que debe ser tratado adecuadamente, proviene de
una novela de un escritor de San Pablo. En ella se sostiene que los mangallpinos
8 Sabogal Wiesse (2016: 386) vio a los alfareros de Mangallpa trabajando en la costa y lista un
conjunto de herramientas semejante, con algunas variaciones menores.
137
Gabriel Ramón Joffré
Desde 1993, hemos visitado más de cincuenta pueblos con alfareros en los Andes,
incluyendo varios pueblos con alfareros que viajan para producir (Ramón Joffré,
2013a). Sin embargo, el caso de Cuzcudén es particularmente impresionante,
138
Producción alfarera itinerante en los Andes
Figura 4 – Óscar de la Cruz elaborando las bolas Figura 5 – Óscar de la Cruz elaborando las tablas
© Gabriel Ramón © Gabriel Ramón
Figura 6 – Óscar de la Cruz elaborando el asiento Figura 7 – Óscar de la Cruz elaborando el cuerpo
© Gabriel Ramón © Gabriel Ramón
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Gabriel Ramón Joffré
ya que los lugareños comentan que la mayoría de alfareros viajan o han viajado
para producir: no se trata de una estrategia ocasional usada por algunos de ellos,
como en otros pueblos, sino la estrategia principal para la distribución de los
productos alfareros.
¿Cómo planean sus viajes los alfareros de Mangallpa? Tienen una agenda abierta,
basada en algunas constantes y algunas variables. Los desplazamientos se realizan
según las necesidades que pueden cambiar anualmente; sin embargo, existe algo
así como una red de pueblos a los que saben que pueden llegar. Puede haber
modificaciones en el producto requerido y, por tanto, en el pueblo destino; puede
haber modificaciones en la ruta ya que no conviene, necesariamente, visitar los
mismos pueblos destino todos los años, pues se generaría una sobreoferta. En
principio, está el viaje con vasijas terminadas a zonas cercanas a Cuzcudén,
por ejemplo, al mercado de la ciudad de San Miguel por «la plata» (fig. 10) o
a los pueblos de jalca de Cajamarca, como Callanca, Cochán, Chiapón, Llapa
o Unanca, por papas. El intercambio se puede
hacer de diversas formas, una de las más usadas
es «a la llenada» (ya anteriormente definida). El
segundo tipo de viaje es con los sacos de material
mezclado (mito + tierra), las herramientas y
el cuero de vaca para producir ollas en otros
pueblos. La distancia a recorrer depende de lo
que busca el alfarero. William Romero observó:
«los que quieren comida se van cerca (…) los
que quieren dinero se van hasta lejos». Así, por
ejemplo, el distrito de Contumazá (provincia
Figura 10 – María Arribasplata vendiendo ollas de Contumazá, departamento de Cajamarca)
en el mercado dominical de San Miguel a 2780 m s. n. m. es un destino común para
© Gabriel Ramón obtener trigo.
En la sierra, los mangallpinos van a pueblos destino cercanos como Chilipampa
(2750 m s. n. m.) y Chetilla (2790 m s. n. m.), ambos en la provincia de Cajamarca.
Respecto a estos viajes en la sierra, dos detalles deben ser indicados. Primero, se
pueden identificar dos estrategias vinculadas a la distribución de materias primas.
Para Chilipampa, como para muchos pueblos destino, los alfareros de Mangallpa
suelen viajar con sus propias materias primas (Mires, 1994: 97). Sin embargo,
para algunos lugares como Chetilla, ellos ocasionalmente pueden usar arcilla
del pueblo destino (Grillo Fernández et al., 1988: 32). Las implicancias de esto
último para el producto final (y para los análisis de laboratorio) son claras: vasijas
hechas con el mismo estilo y por el mismo alfarero (o grupo de alfareros del
mismo pueblo base) pueden estar hechas con distinta materia prima9. Segundo,
hemos identificado el viaje por etapas en el que los alfareros de Mangallpa han
9 Al consultarle sobre el uso de canteras del pueblo destino, Catalino Vélez indicó que en Sorochuco
(provincia de Celendín, Cajamarca) encontraron canteras y que un compañero suyo hizo vasijas y le
salieron bien. Para casos similares de uso de materias primas del pueblo destino, véase Ramón Joffré
(2013a: cuadro 9).
140
Producción alfarera itinerante en los Andes
usado Chetilla como pueblo destino y también como pueblo intermedio donde
producen vasijas y luego las distribuyen a otros lugares más distantes. Cuando
son interrogados sobre los lugares a los que viajan para hacer vasijas en términos
altitudinales, los alfareros suelen indicar que no van a la jalca a producir, ya que es
muy fría y es difícil trabajar en esas condiciones. Sin embargo, algunos observaron
que hacían ollas en una zona próxima, un poco más baja, y luego, aplicando la
estrategia del viaje por etapas, distribuían sus productos en pueblos de jalca. En la
sierra, también los alfareros de Mangallpa visitan lugares distantes. Por ejemplo,
un alfarero de otro pueblo (Caulimalca, La Libertad) nos contó que había visto
olleros mangallpinos que llegaban con su materia prima a Santiago de Chuco (La
Libertad) para producir durante la fiesta patronal (25 de julio).
Los mangallpinos también viajan a la costa. El punto obligado en esa dirección,
una especie de puerto de tierra, ha sido el pueblo de Chilete (847 m s. n. m.),
provincia de Contumazá. Entre 1908 y 1967, hubo un ferrocarril que unía Chilete
y Pacasmayo (La Libertad) en la costa, y algunos alfareros mayores mencionan
haberlo utilizado en sus viajes para producir, bajando en determinadas estaciones
para quedarse a trabajar. Asimismo, otros alfareros indican haber ido a la costa
en burro. Hace varias décadas, la estrategia típica empleada por los alfareros en
estos viajes a lomo de bestia era enviar la arcilla por adelantado y hacer cerámica
in situ luego de llegar al pueblo, dependiendo de la demanda local (testimonio
de Yoshio Onuki en Shimada, 1994: 22). Los mangallpinos tienen pueblos destino
en la costa y en todo el camino hacia ella, en lugares entre la sierra y el litoral,
en la zona llamada cis-andina, precisamente entre Chilete y Pacasmayo. Un
mapa general sobre los pueblos visitados por los alfareros en la zona del valle de
Jequetepeque muestra los diversos lugares a los que viajan a producir (fig. 11)10.
Como se puede observar en el mapa, los principales objetivos de los alfareros de
Cuzcudén en esta zona han sido los pueblos arroceros, en las denominadas playas
donde se cultiva este grano, como Pay Pay (provincia de Contumazá, Cajamarca),
a 300 m s. n. m., donde ha ido a trabajar Víctor Toledo (figs. 12 y 13). En la
costa, los golondrinos van principalmente al extremo norte del departamento de
La Libertad (pueblos de Moche, Ascope, Paiján, San Pedro de Lloc, Pacasmayo,
Jequetepeque, Guadalupe, Chepén, entre otros). Guadalupe (75 km al oeste de
Cuzcudén) ha sido un conocido pueblo destino (fig. 11). Los alfareros llegaban
con su materia prima para la feria anual (el 8 de diciembre es la fiesta central),
produciendo in situ e intercambiando vasijas con productos locales en Guadalupe
y los pueblos vecinos (Sabogal Wiesse, 2016: 386-387). En las zonas bajas, también
se ha aplicado el viaje por etapas. Nilton Serna nos contó que casi todos los años
va en junio hasta Puente Ochape (distrito de Cascas, provincia de Gran Chimú,
departamento de La Libertad), 546 m s. n. m., y se queda un mes elaborando
vasijas con su material (fig. 12). Luego, sale de ese pueblo intermedio a repartir
10 Hemos mapeado los pueblos destino de todos los alfareros entrevistados (alrededor de cuarenta
personas) en todo el Perú, pero, por un tema de representación cartográfica, nos limitamos
ahora a mostrar información específica. Algunos mapas preliminares pueden verse en
https://www.researchgate.net/project/Alfareros-itinerantes-de-Cuzcuden-Mangallpa.
141
142
Figura 11 – Centros poblados visitados por los alfareros de Cuzcudén en el valle de Jequetepeque y alrededores
Los círculos son proporcionales a la presencia de alfareros en los pueblos destino
Gabriel Ramón Joffré
Producción alfarera itinerante en los Andes
Figura 12 – Centros poblados visitados por cuatro alfareros de Cuzcudén en el valle de Jequetepeque y alrededores
143
Gabriel Ramón Joffré
sus productos a otros pueblos de los alrededores, como Punta Moreno (a veinte
minutos), Jolluco (a veinte minutos), Cascas (a una hora), Simbrón (a tres horas),
entre otros.
Además de la zona nuclear de desplazamiento (valle de Jequetepeque), los
alfareros van a diversos puntos del territorio peruano. Actualmente, el medio de
transporte principal son los camiones, que llevan sus materiales sin problemas y
a un precio accesible. Buena parte de los alfareros mencionó la costa de Áncash
como destino frecuente y también la periferia norte de la ciudad de Lima. Con
base en la información ya recopilada y cartografiada, es posible distinguir tipos
de alfareros de acuerdo con sus rutas. Algunos solo elaboran vasijas localmente y
salen con sus productos listos a los pueblos aledaños. Un segundo grupo frecuenta
las playas y otros pueblos del valle de Jequetepeque. Un tercer grupo trasciende
esos límites y va por el sur hasta Áncash, Lima e Ica y también hacia la montaña,
a zonas como Bagua Grande (Amazonas). Finalmente, hay un alfarero, Alfonso
Toledo, conocido por aventurarse a lugares distantes (fig. 14).
Los viajes para producir generalmente se realizan en grupos pequeños de dos o tres
alfareros, a veces más. Los alfareros nunca viajan con mujeres. Los viajes pueden
durar desde una semana hasta un mes, dependiendo de cuánto material llevan los
alfareros. Por ejemplo, Julio Toledo contó que, para llegar a Bagua Grande, iban
en grupos de dos o tres personas llevando «dos o tres saquitos [de material] cada
uno nomás, y demorábamos un promedio de 25 días». Sobre el calendario de
viajes, si bien se indicó anteriormente que la tendencia general de los golondrinos
es salir luego de la cosecha principal, en el caso de Cuzcudén hemos notado que
pueden salir de viaje todo el año, debido a que van a diversas regiones (costa,
sierra, selva) donde los calendarios agrícolas no precisamente coinciden y hay
presencia de recursos en diversas épocas del año.
Así, por ejemplo, Ramón Aguilar indicaba que se iba a la costa a hacer ollas «en
cualquier mes», «en enero, febrero, marzo, abril». Catalino Vélez agregaba:
… para la costa todos los meses de febrero, marzo, porque en la costa no
llueve, pero en la altura no se puede, en la altura hay que esperar desde el
mes de junio, julio para acá para Contumazá.
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Producción alfarera itinerante en los Andes
Figura 14 – Centros poblados visitados por el alfarero Alfonso Toledo en el territorio peruano
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Gabriel Ramón Joffré
Nombres de los centros poblados visitados por el alfarero Alfonso Toledo (véase la localización
precisa en la figura 14
San Nicolás/
8 34 Chugay 60 Casma 86 Puente Piedra
Mendoza
Barrio Obrero
11 Llapa 37 Cochabamba 63 La Unión 89
Industrial
San Vicente
18 Chetilla 44 Tayabamba 70 Poquián 96
de Cañete
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Producción alfarera itinerante en los Andes
147
Gabriel Ramón Joffré
5. DISCUSIÓN
12 Chilalo es el nombre de un ave típica del extremo norte peruano y sur ecuatoriano, Furnarius
cinnamomeus. La vasija toma su nombre del nido que elabora esta ave, que, en algunos pueblos,
como San Bartolomé de los Olleros (provincia de Ayabaca, departamento de Piura), es llamada
pájaro ollero.
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Producción alfarera itinerante en los Andes
13 Discutimos este tema largamente con Lou Jacobs, alfarero especialista que trabaja en el Laboratorio
de Cultura Material en la Universidad de Leiden, donde fui profesor invitado (2013-2016).
149
Gabriel Ramón Joffré
Agradecimientos
Este artículo va dedicado a la memoria de los hermanos Jacinto y Miguel Tanta, quienes
desde nuestras primeras visitas a Cuzcudén/Mangallpa nos acogieron con mucho cariño.
En general, hemos sido muy afortunados por la paciencia y buena disposición de todos
los alfareros mangallpinos y sus familias. Algunos de ellos son mencionados en el presente
artículo. Asimismo, hemos recibido la constante colaboración de la directora de la escuela
primaria de Cuzcudén, Luz Estela Díaz, y de todos los profesores y alumnos. El trabajo de
campo en Cuzcudén fue financiado por la Beca Andina del Instituto Francés de Estudios
Andinos (2017-2018), un Proyecto de Investigación (2013) (conjuntamente obtenido
con Luis Andrade) y un FONCAI (Fondo No Concursable de Apoyo a la Investigación)
de la Dirección de Gestión de la Investigación de la PUCP (2018-2019). El trabajo de
campo fue posible gracias a la colaboración de Luis Andrade, Kristel Best, Daniel Dávila y,
especialmente, Rodolfo Monteverde. La cartografía fue posible gracias a Stephanie Orrego
y a la asesoría de Martha Bell. Agradezco a los tres lectores anónimos por sus comentarios
y a Howard Tsai por compartir sus fotos de Pay Pay.
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Producción alfarera itinerante en los Andes
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Gabriel Ramón Joffré
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Etnografía, Arqueología y recursividad en la comunidad alfarera de Chipihuayco (Bolivia)
Resumen
En este trabajo me propongo desarrollar una discusión general, desde un enfoque recursivo, acerca
de ideas y conceptos que considero importantes para ayudar a pensar cuestiones sobre el universo
de la producción cerámica, entendiéndola como una «práctica nuclear» de las comunidades andinas
con las que trabajo. Desde una etnografía arqueológica discuto la noción de comunidad en tanto
«ensamble» de agencias humanas y no humanas y de redes afectivas en tanto vías de «compromiso»
social. Utilizo el caso de la comunidad alfarera de Chipihuayco, ubicada en los valles del sur de Bolivia,
para ejemplificar los conceptos esgrimidos.
Palabras clave: etnografía arqueológica, recursividad, práctica nuclear, comunidad alfarera, sur de
Bolivia
153
Florencia Ávila
Key words: Archaeological ethnography, recursion, nuclear practice, pottery community, southern
Bolivia
INTRODUCCIÓN
154
Etnografía, Arqueología y recursividad en la comunidad alfarera de Chipihuayco (Bolivia)
155
Florencia Ávila
4 «La “ontología” en general suele aparecer de forma poco clara en la literatura. (…) En arqueología,
“ontología” es a menudo sinónimo de la realidad misma, “lo que hay“ (Fowler, 2013: 61), y también
de lo que las personas afirman que es realidad, “un conjunto fundamental de conocimientos sobre
cómo el mundo es“ (Harris & Robb, 2012: 668). La diferencia básica entre ambas es esta: uno
conceptualiza la ontología como las “creencias sobre“ la realidad de un pueblo, el otro como la
única realidad de un pueblo, sus compromisos ontológicos reales. Estas posiciones son claramente
distintas. El primero es más que nada un tipo de construcción cultural de discursos y argumentos,
donde la idea de realidad se mantiene incuestionable, mientras que la segunda implica objetar e
investigar el terreno sobre el que nos apoyamos nosotros y nuestras teorías» (Alberti, 2016: 170,
traducción propia).
5 Podemos citar dos ejemplos en los que se trabajó, desde un enfoque recursivo, con material
precolonial. El primero de ellos fue realizado por el propio Alberti (2013) sobre el corpus
alfarero Candelaria del Noroeste Argentino; el segundo, sobre los «paquetes sagrados» mayas de
Mesoamérica trabajado por Grecco Pacheco (2019). A ambos me remito para mayor detalles.
156
Etnografía, Arqueología y recursividad en la comunidad alfarera de Chipihuayco (Bolivia)
6 Si bien comparto gran parte de lo propuesto por González Ruibal, creo que para conocer una
comunidad en profundidad y establecer relaciones de confianza y afecto, es necesario que el
157
Florencia Ávila
investigador destine un tiempo cualitativo a la misma. Solo así será posible explorar nuevas formas
de entendimiento y construcción interepistémica. A mi parecer, es difícil ser «afectados» o entender
al otro «en sus propios términos» si no es a partir de este camino.
7 Este proyecto está financiado por el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas
(CONICET, Argentina). Para el mismo se realizaron tareas de campo intensivas (entre 60 a 70 días
al año) entre 2012 y 2018. A nivel metodológico, se trabajó principalmente a partir de las notas
de campo, producto de conversaciones con diversos interlocutores. Estas charlas se formularon
158
Etnografía, Arqueología y recursividad en la comunidad alfarera de Chipihuayco (Bolivia)
3. LA COMUNIDAD DE CHIPIHUAYCO
de modo de ser replicables, a partir de temas de interés entre cada una de las partes (ellos y yo)
y se transformaron en un puente de conexión intraontológico. Por su parte la cámara fotográfica
y la grabación audiovisual actuaron como plataformas para registrar actuaciones rituales (en las
ocasiones en las que fueron autorizadas) así como elementos de la cotidianeidad que se consideraron
importantes.
159
Florencia Ávila
160
Etnografía, Arqueología y recursividad en la comunidad alfarera de Chipihuayco (Bolivia)
Figura 3 – Proceso
de quema de las
vasijas
© Florencia Ávila
9 Más datos sobre la producción alfarera de la Quebrada se encuentra en el informe técnico realizado
por la secretaría de cultura de la Alcaldía de Tupiza (Gutiérrez, 2005) y en los volúmenes publicados
por Sapiencia de Zapata et al. (1997) y Ramírez Rivas (2014).
161
Florencia Ávila
10 Universos que, tradicionalmente, han sido silenciados a partir de los protocolos de trabajo de la
ciencia occidental.
162
Etnografía, Arqueología y recursividad en la comunidad alfarera de Chipihuayco (Bolivia)
11 Con surandina me refiero a la región que comprende el sur de Bolivia, el norte de Chile y el
noroeste de Argentina.
12 En los Andes Centrales hay referencias a rituales pero en relación a la Sañu Mama (madre arcilla),
arcilla sin mezclar que tiene la capacidad de transferir el kamay o animu (una suerte de fuerza
potente y vital) en la transformación a piezas ya terminadas (La Riva González, 2005).
163
Florencia Ávila
164
Etnografía, Arqueología y recursividad en la comunidad alfarera de Chipihuayco (Bolivia)
Una vez abierto el mojón, se comienza a sacar el barro del pozo, allí numerosas
personas se acercan para ver cómo sale ese barro (el color y la densidad) y con
este salen piezas cerámicas en miniatura que fueron parte de la ofrenda del año
anterior (se limpian las piezas que se encuentran sanas y se reponen las dañadas).
A partir de lo que sale de la boca, por cómo se presenta el barro y el estado de las
vasijas ofrendadas, se evalúa, comentando en voz alta, cómo fue el año en torno
a la abundancia, a la prosperidad, a la suerte, a la protección; todos tienen voz,
aunque algunos se imponen más que otros. Mientras tanto el alférez ya prepara la
mesa ritual para que vuelva a entrar a la tierra. Al lado del mojón, se coloca una
manta (aguayo) donde se distribuyen las miniaturas de cerámica que volverán a
entrar (el alférez llevó nuevas miniaturas para reemplazar, por si alguna salía rota,
en este caso no las hizo una alfarera chipihuayqueña, sino que las compraron en
Casira, última comunidad de la quebrada que se dedican a hacer miniaturas). Doce
ollitas, doce cantaritos, doce llamas con mankitas (cantaritos) en su lomo. Todo es
«cargado», es decir, se llenan los contenedores de confites, romero, dulces, coca,
cigarro y se cargan a las llamas con bolsas diminutas de arroz, fideos, azúcar, maíz,
trigo, quinoa. Aparte se colocan dos llamas pequeñas que trajo el alférez, una
hecha de harina de maíz blanco y otra de harina de maíz kulli (color negro). Se
traen también dos figuras humanas (tatalito y mamalita) y un torito, todas hechas
con harina de trigo mezclada con tuctuca (grasa de llama que fue comprada en
Villazón dado que la comunidad tiene pocas llamas). Una vez todo dispuesto, y
bajo la mirada aprobatoria del grupo, el alférez sahúma todas las piezas con coa
(planta aromática), las «florea» con lanas de colores y se las ch’alla con alcohol.
Ya listo, se coloca todo nuevamente en el pozo, acompañado de comida, coca,
cigarrillos y alcohol. Luego el alférez invita a cada asistente para que comparta,
con la boca de la tierra, comida, bebida, coca y cigarros (momento en que se crea
un compromiso mutuo). Con la boca aún abierta, el alférez comparte con todos
comida y bebida, ya relajados, conversando, contando chismes, historias, riendo.
Es por la tarde que se procede a cerrar la boca. Las piedras blancas vuelven a
amontonarse. Lana de colores, serpentina y papel picado por encima de las
piedras darán por finalizado el ritual.
Respecto a la importancia de realizar el ritual, es interesante lo que cuenta Dora
Benavidez sobre esto. Cuando se casó con Emilio Vilca, decidió hacer ollas («ser
alfarera») y, si bien cumplió con las operaciones a realizar en la casa, la quema
no fue buena. Las piezas salían caldeadas (deformadas por el calor) o rajadas.
Lo cierto es que solo la práctica ritual en el cerro de Salle permitió su ingreso
al universo de los artesanos ceramistas. Dora Benavidez narra su experiencia a
partir de un diálogo con su madre: «No he podido, he revoleado barro por todos
lados», a lo que la madre (una eximia ceramista) le contestó «¿Cómo va a hacer
eso? Tiene que pedir permiso primero. Vamos el 2 de agosto a ch’allar. Vamos a la
pirca de Esquiloma». Una vez allí su mamá le dijo que se frotase las manos con la
la laguna de Chutacocha. «Hoy en día cuando alguien llega a estas fuentes de shashal “Tiene que
cariñarla [a María Jirai] con cigarro, alcohol, fruta” (A. Ramos)» (Ramón Joffré, 2013: 69).
165
Florencia Ávila
tierra que salía del pozo repitiendo «yo quiero aprender a hacer ollas». «Y de esa
vez en más he aprendido» señaló Dora.
Como dice Dora Benavidez «hay que ch’allar para hacer olla, hay que hacerse
conocer por el cerro». Las recientes alfareras, mediante libaciones y palabras,
invocan una relación con los tirakuna (seres-tierra) en la que ambos estarán
conectados en una relación de mutua responsabilidad. De hecho, la costumbre
de challar en la pirca de Salle se realiza desde hace mucho tiempo, operando
como mediador entre los seres de los cerros y las alfareras. Sin duda esta práctica
resulta un elemento estructurante de la identidad comunal.
166
Etnografía, Arqueología y recursividad en la comunidad alfarera de Chipihuayco (Bolivia)
6. PALABRAS FINALES
167
Florencia Ávila
humanos dentro de una compleja red de seres, reflexionar sobre la agencia de las
alfareras ya fallecidas o comparar los rituales en torno a las canteras de materias
primas a lo largo de la Quebrada. Nuevos caminos en los que sean «tomados en
serio» los contextos, las cosas, los sentidos y las personas.
Agradecimientos
Quisiera comenzar por agradecer a los editores Gabriel Ramón Joffré y Catherine Lara
quienes fueron los artífices de los encuentros en Ibarra y en Cali. Con gran generosidad
crearon espacios de discusión, reflexión e interacción de experiencias e ideas en el campo
de la etnografía arqueológica cerámica, del cual este artículo es producto. A mis colegas
que participaron de estos eventos porque vi reflejado y también discutida mi propia
investigación. Mi agradecimiento a Ben Alberti quien me brindó reflexiones y sugerencias
que me llevaron a repensar algunos conceptos operativos, principalmente los relacionados
con el campo de la recursividad. A Alfredo González Ruibal que me orientó hacia una
definición ontológica. A los revisores, puesto que gracias a sus comentarios se pudo
mejorar sustancialmente el escrito. A la comunidad de Chipihuayco y, en particular, a Dora
Benavidez, Lorenza Benavidez y Alejandra Martínez, por permitirme entrar en su mundo y
compartir la vida diaria. Esta investigación se encuentra financiada por el Consejo Nacional
de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET, Argentina).
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Altiplano de Carangas: estilo técnico cerámico del Intermedio tardío (ap. 1100-1450 d. C.)
Resumen
Este texto discute la noción de la cerámica como símbolo de identidad étnica, clave en el modelo
interpretativo de «señoríos aymaras», que es el más aceptado por la arqueología precolonial para el
período Intermedio tardío (1100 - 1450 d. C.) en el altiplano boliviano. Proponemos una interpretación
alternativa con base en una «arqueología de los encuentros», que resalta el rol de la cerámica en la
construcción de comunidades imaginadas mediante prácticas comensalistas, y el enfoque de estilo
técnico, basado en la etnografía sobre alfarería andina. Los resultados de análisis petrográficos de
cerámica de cuatro regiones del altiplano de Carangas (Oruro - Bolivia) en comparación con patrones
morfológicos y decorativos, son discutidos en relación con el modelo etnográfico de los «alfareros
golondrinos». Este modelo permite repensar a los agentes involucrados en la producción y distribución
cerámica en el Intermedio tardío, y reflexionar sobre la relación entre cerámica, comunidad e
identidad.
Palabras clave: cerámica arqueológica, petrografía, período Intermedio tardío, Bolivia, Andes sur-
centrales, estilo técnico
*
Jefe de unidad de Investigación. Museo Nacional de Etnografía y Folklore, La Paz, Bolivia. E-mail:
[email protected]
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Juan Villanueva Criales
Résumé
Ce texte s’intéresse à la notion de céramique en tant qu’emblème de l’identité ethnique, clé dans le
modèle d’interprétation des señoríos aymaras, qui est la plus acceptée par l’archéologie précoloniale
pour la période de l’Intermédiaire récent (1100-1450 après J.-C.) dans les hautes terres boliviennes.
Nous proposons une lecture alternative sur une « archéologie des rencontres », en soulignant le rôle de
la céramique dans la construction de communautés imaginées à travers des pratiques commensales,
et l’approche du style technique, sur l’ethnographie de la poterie andine. Les résultats des analyses
pétrographiques céramiques de quatre régions du plateau de Carangas (Oruro - Bolivie), comparés à
des ensembles morphologiques et décoratifs, sont examinés à la lumière du modèle ethnographique
des potiers itinérants. Ce modèle nous permet de repenser les agents impliqués dans la production et
la distribution de la céramique à la fin de l’Intermédiaire récent, et de réfléchir sur la relation entre
céramique, communauté et identité.
This text discusses the notion of pottery as a symbol for ethnic identity. This is crucial for the
interpretative model of Señoríos Aymaras, which is widely accepted by pre-colonial archeology for
the Late Intermediate Period (1100-1450 AD) in the Bolivian highlands. We propose an alternative
interpretation based on an “archeology of encounters”. This highlights the role of ceramics in the
construction of imagined communities through commensal practices. A technical style approach
is utilized based on the ethnography of Andean pottery. The results of the petrographic analysis of
ceramics from four regions on the Carangas plateau (Oruro – Bolivia) was compared with an analysis
of morphologic and decorative patterns, and these are then discussed in relation to the ethnographic
model of “swallow potters”. This model makes it possible to rethink the agents involved in Late
Intermediate Period pottery production and its distribution, and to reflect on the relation between
pottery, community and identity.
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Figura 2 – Delimitación del altiplano de Carangas y de las zonas prospectadas para este estudio
© Juan Villanueva
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Altiplano de Carangas: estilo técnico cerámico del Intermedio tardío (ap. 1100-1450 d. C.)
Dividimos este apartado en cuatro partes. Las dos primeras abordan la elección de
materias primas y preparación de la pasta, como pasos usualmente poco variables
del estilo técnico. Analizamos las inclusiones de las pastas y su distribución espacial
sobre el altiplano de carangas y las características de dureza y granulometría en
relación con las formas cerámicas. La tercera parte incide en la decoración que
la arqueología tradicional del Intermedio tardío ha empleado como indicador de
estilo externo y, por tanto, de identidad étnica, como mencionamos. Analizamos
los motivos pintados y su distribución espacial. La cuarta parte relaciona pastas y
motivos pintados.
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Cuadro 1 – Descripción de matriz e inclusiones de las pastas definidas
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Juan Villanueva Criales
Se identificaron dos pastas duras: la pasta 1 (fina) y la pasta 2 (media). Las pastas
semiduras son la pasta 3 (gruesa) y la pasta 4 (media). Las pastas porosas son la
pasta 5 (gruesa) y la pasta 6 (fina). La relación entre formas y pastas (fig. 6) destaca
la ausencia de «especialización» de las pastas en la manufactura de las formas,
aunque existen tendencias cuantitativas. Las formas parecen vincularse un poco
a la dureza de la pasta, sobre todo en relación con el tamaño del ceramio, o tal
vez con algún aspecto funcional como resistencia térmica o mantenimiento de
temperatura. Los cántaros y ollas, de mayor tamaño, emplean más pastas blandas
como la 5 y la 6. La pasta 5 se usa casi exclusivamente para formas grandes,
mientras la 6, más fina, se usa también para jarras y cuencos. Las pastas semiduras
se distribuyen de modo menos claro; ambas se usan para ollas, aunque la pasta
3, más gruesa, es más empleada para cántaros y jarras, y la pasta 4, más fina, para
cuencos. Finalmente, las pastas duras se usan más para jarras y cuencos, aunque
182
Altiplano de Carangas: estilo técnico cerámico del Intermedio tardío (ap. 1100-1450 d. C.)
también para formas grandes. Una vez más, los cántaros y jarras emplean más la
pasta 2, media, mientras que la versión más fina, la pasta 1, es usada más para
cuencos.
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Altiplano de Carangas: estilo técnico cerámico del Intermedio tardío (ap. 1100-1450 d. C.)
Ponderando las frecuencias de estos motivos (fig. 8), aquellos «típicos» del estilo
Carangas representan el 50 % de la muestra: las líneas onduladas 30 %, y las
espirales 20 %. Las guirnaldas y bandas verticales compuestas siguen con 6 %.
Enseguida, tenemos otros elementos verticales, como líneas delgadas y onduladas,
con 4 %, y otros motivos modulares como cruces y puntos, con 3 %. Es importante
observar la distribución por regiones. Si un motivo puede considerarse como
mayoritario en todas las regiones estudiadas, son las líneas onduladas horizontales
que forman parte del estilo Carangas (Michel, 2000), aunque se suelen afiliar más
al estilo Quillacas del sur del lago Poopó (Michel, 2008). Sin embargo, es cierto
que este motivo tiene más presencia en la franja sur de Carangas. El segundo
motivo mayoritario, la espiral, también se ha usado como un marcador del «estilo
Carangas» (Michel, 2000). Se distribuye de modo parecido, siendo más común en
la franja sur, aunque es especialmente escaso en la región noreste.
Si las espirales y ondulados horizontales son más comunes en el sur de Carangas, las
bandas verticales compuestas son mucho más usuales al norte, especialmente en la
región noreste, donde constituyen el segundo motivo mayoritario. Las guirnaldas,
el cuarto motivo más frecuente, aparecen en la franja oriental, mayormente en el
sudeste. Otro motivo vinculado a la mitad oriental son las bandas oscuras gruesas.
El noroeste de Carangas se distingue de las otras regiones por emplear variados
motivos verticales (aserrados, ondulados y líneas delgadas) y modulares como
puntos, círculos, asteriscos y llamas gruesas, que no aparecen en otras regiones.
En comparación, la región sudoeste es la más apegada al «típico» estilo Carangas,
incluyendo poca variedad aparte de las espirales y ondulados horizontales.
La distribución de las pastas en relación con los motivos pintados fue estudiada
empleando aquellos cuencos decorados que habían sido sujetos a análisis
petrográfico de pastas (407 tiestos), lo que dio la gráfica siguiente (fig. 9).
La principal conclusión es que no hay un vínculo exclusivo entre alguna pasta
y algún motivo. La mayoría de las pastas fueron empleadas para hacer cuencos
decorados con variedad de motivos. Las excepciones son las minoritarias pastas
5 y 4. La pasta 5 se relaciona con el motivo espiral como todas las demás, pero
también con la banda horizontal simple, propia del oriente de Carangas. La pasta
4 aparece solamente con el motivo vertical aserrado, propio del noroeste. Esto
implica que, en cuencos hechos con pastas casi exclusivas de la región sudoeste,
se plasmaron motivos que son más comunes en regiones vecinas.
Las tres pastas mayoritarias (pasta 1, pasta 2-3 y pasta 6) se usaron para realizar
piezas con motivos variados. La pasta 6, que se concentra en la región noreste, no
se relaciona especialmente con ningún motivo. Se encuentra ausente de cuencos
con semicírculos, guirnaldas, bandas simples y motivos verticales delgados, que
interesantemente se asocian a la franja oriental de Carangas. En cambio, la pasta 1
exhibe correlaciones más fuertes con los puntos modulares, aserrados y verticales
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Figura 9 – Gráfico de la relación entre los motivos decorativos y las pastas cerámicas
© Juan Villanueva
Una problemática que motivó este trabajo fue el tratamiento dado tradicionalmente
a la cerámica del Intermedio tardío, con base en el concepto de estilo externo y
su postulada correspondencia con identidades étnicas. Este enfoque no solamente
procede de contextos y agendas políticas superadas, sino adolece de problemas
metodológicos, como el énfasis cladístico y la ahistoricidad. Además, no resiste
estudios comparativos entre los supuestos territorios de señoríos que deberían
ser representados por cada estilo. Considerar los modos de construcción de
comunidades imaginadas sobre la base de la confluencia ceremonial, implica
repensar el rol de la cerámica, desplazándola de un signo de diferencias y fronteras
a un agente que facilita la interacción entre segmentos.
Nuestro principal argumento para desarmar el andamiaje del señorío preincaico
de Carangas partió del examen detallado de cuatro regiones de su supuesto
territorio, mostrando la heterogeneidad interna a esta zona altiplánica. Más allá de
la diversidad climática, ecológica y de patrones de asentamiento, que no hemos
abordado en esta ocasión, resalta la diversidad de pastas y motivos cerámicos.
Así, se debilita la idea de un «estilo Carangas» homogéneo y compartido por los
habitantes de todo este territorio como emblema étnico, que es una de las bases
en que se sustenta la definición de este señorío para tiempos preincaicos (Michel,
2000: 85).
Ahora bien, si planteamos que en las instancias ceremoniales confluyen segmentos
sociales de diferentes lugares, quizá diferentes regiones de Carangas, ¿no sería una
posibilidad que cada segmento aporte su propio utillaje cerámico a la ceremonia?
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Agradecimientos
Este trabajo se basa en mi proyecto de tesis doctoral al interior del Programa de Posgrado en
Antropología de la Universidad Católica del Norte-Universidad de Tarapacá en Arica, Chile.
Ese proyecto no hubiera sido posible sin el apoyo de Marcela Sepúlveda como Profesora
Guía. Agradezco asimismo a las autoridades nacionales, departamentales, municipales y
comunales que acogieron este proyecto, a todos los amigos que formaron parte del PAAC
en sus temporadas de campo y análisis, a Guillermo De la Fuente por la enseñanza de las
bases del análisis petrográfico, y a José Cárcamo y Sebastián Gutiérrez, de LAIA, por su
apoyo durante el análisis de materiales. Finalmente, a Catherine Lara y Gabriel Ramón por
la gentil invitación a formar parte de este volumen y por los útiles comentarios editoriales,
así como a los revisores anónimos cuyos apuntes enriquecieron mucho este texto.
190
Altiplano de Carangas: estilo técnico cerámico del Intermedio tardío (ap. 1100-1450 d. C.)
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Juan Villanueva Criales
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E-mail: [email protected] - Web: http://www.ifea.org.pe
Guillermo A. De La Fuente*
Sergio D. Vera**
Marina Martínez Carricondo***
Domingo C. Nazar****
Resumen
La alfarería Aguada Portezuelo del noroeste argentino está caracterizada por su marcada policromía
y su amplio repertorio de técnicas de tratamiento de superficie de las vasijas. Estas vasijas tienen
motivos elaborados en positivo y negativo, destacándose la presencia de pintura pre- y poscocción.
En este trabajo, se presenta información detallada sobre las principales características tecnológicas
involucradas en su elaboración. El concepto de especialización artesanal se discute a la luz de los
modelos etnográficos y etnoarqueológicos elaborados principalmente en los Andes Centrales.
Palabras clave: tradición cerámica, chaîne opératoire, Aguada Portezuelo, Catamarca, Argentina
* Profesor titular, cátedra «Arte, Tecnología y Cultura Material». Escuela de Arqueología, Universidad
Nacional de Catamarca/Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET),
Centro de Investigación y Transferencia de Catamarca (CITCa), Argentina. E-mail: gfuente2004@
yahoo.com.ar
** Becario doctoral. CONICET-CITCa, Argentina. E-mail: [email protected]
*** Estudiante avanzada, licenciatura en Arqueología. Escuela de Arqueología, Universidad Nacional
de Catamarca/Dirección de Antropología, Gobierno de la Provincia de Catamarca, Argentina.
E-mail: [email protected]
**** Profesor titular, cátedra «Estudios del Patrimonio». Escuela de Arqueología, Universidad Nacional
de Catamarca/Dirección de Antropología, Gobierno de la Provincia de Catamarca, Argentina.
E-mail: [email protected]
195
Guillermo A. De La Fuente, Sergio D. Vera, Marina Martínez Carricondo, Domingo C. Nazar
Résumé
La poterie Aguada Portezuelo du nord-ouest de l’Argentine se caractérise par sa polychromie marquée
et son large éventail de techniques de finition utilisées principalement dans les traitements de surface
des poteries. Ces vases ont des motifs élaborés en positif et en négatif, soulignant la présence de peinture
pré et post cuisson. Cet article présente des informations détaillées sur les principales caractéristiques
technologiques impliquées dans leur élaboration. Le concept de spécialisation artisanale est discuté à
la lumière des modèles ethnographiques et ethnoarchéologiques développés principalement dans les
Andes centrales.
Abstract
Aguada Portezuelo pottery from northwestern Argentine region is characterized by its marked
polychromy and its broad repertoire of finishing techniques, mainly involving the surface treatments
and the decoration of the vessels. These vessels present positive and negative motives together with
the presence of pre- and post-firing painting. This paper presents detailed information on the main
technological features involved in their production. The concept of craft specialization is discussed and
revised in relation to the ethnographic and ethnoarchaeological models proposed in the central Andes.
INTRODUCCIÓN
196
Tradición alfarera y chaîne opératoire de la cerámica Aguada Portezuelo
1. ANTECEDENTES DE INVESTIGACIÓN
El estilo Aguada Portezuelo fue dado a conocer por primera vez a través
de varios fragmentos de alfarería recolectados a comienzos del siglo XX por
Lafone Quevedo en las dunas del puesto Las Garrochas, cerca de la ciudad
de Andalgalá, Catamarca (Lafone Quevedo, 1892: 52-58). Serrano (1958: 95-
96) le dio el nombre de estilo «Huillapima fondo Crema». Más tarde, en los
sitios cercanos a la localidad de Portezuelo, Petek et al. (1972) llevaron a cabo
sondeos en varios asentamientos (Villa del Portezuelo, La Viñita, Tiro Federal),
recuperando un número importante de fragmentos Aguada Portezuelo. Por otro
lado, Barrionuevo (1972) había señalado la presencia de cerámica de este estilo
en la localidad de Nanahuasi, departamento de Ancasti. Haber (1992) también
encontró nuevos sitios arqueológicos en el valle de Catamarca con presencia de
fragmentos Aguada Portezuelo. Más recientemente, Kriscautzky & Togo (1996), a
partir de una prospección arqueológica sistemática llevada a cabo en el valle de
Catamarca, dieron a conocer varios sitios arqueológicos en los cuales encontraron
fragmentos asignables a este estilo cerámico. En 1997, en la localidad de Choya,
departamento de Capayán, al suroeste del valle de Catamarca, fue detectado un
sitio ceremonial perteneciente a esta fase cultural, consistente en un montículo
ceremonial de forma tronco-cónica con la cúspide plana y una base circular de
aproximadamente unos 25 metros de diámetro (González, 1998: 34-36, 212-
217) (fig. 1).
197
Guillermo A. De La Fuente, Sergio D. Vera, Marina Martínez Carricondo, Domingo C. Nazar
Figura 1 – Área de estudios con la localización geográfica de los sitios mencionados en el texto
Elaboración: Guillermo A. De La Fuente, 2019
198
Tradición alfarera y chaîne opératoire de la cerámica Aguada Portezuelo
Figura 2 – (a) Puco Aguada Portezuelo. Pieza correspondiente al grupo 1A, Colección Petek
(El Chiflón, dpto. Paclín); (b) puco Aguada Portezuelo. Pieza correspondiente al grupo 1B
(La Viñita, dpto. Capital); (c) puco Aguada Portezuelo. Pieza correspondiente al grupo 1B
(Villa Gadilla, dpto. Capital); (d) olla Aguada Portezuelo. Pieza correspondiente al grupo 2A
(Puesto La Bebida, Sierra de Ancasti)
© Guillermo A. De La Fuente, 2019
pre- y poscocción. Otro de los aspectos técnicos, muy poco estudiado para esta
cerámica, es la existencia de pintura negativa resistente (González, 1998: 77).
Adicionalmente, un atributo técnico de particular importancia es el tratamiento
de superficie. La superficie interna de las vasijas a veces presenta un color negro
intenso producto de la acción del pulido y otras, aparentemente, de un proceso
de ahumado, algunas veces llamado «grafitado» (figs. 2a y 2b), el cual produce un
efecto visual muy característico (De La Fuente & Pérez Martínez, 2008; 2019).
199
Guillermo A. De La Fuente, Sergio D. Vera, Marina Martínez Carricondo, Domingo C. Nazar
200
Tradición alfarera y chaîne opératoire de la cerámica Aguada Portezuelo
Ramón Joffré, 2016). Una aproximación interesante dentro de esta vía de análisis
es, por un lado, el estudio de los alfareros golondrinos o itinerantes (Ramón Joffré,
2013a; 2013b) y, por otro lado, el estudio de las relaciones entre la identidad
étnica y las tradiciones alfareras (Druc, 1996; 2009).
Sin embargo, como señala Gosselain (2016: 223-224), muy frecuentemente
los modelos de producción alfareros derivados de las observaciones
etnoarqueológicas son esencialistas y ahistóricos. Más aún, no poseen un marco
teórico antropológico adecuado cuando se utilizan para explicar diferentes
situaciones en el pasado. Muchas de estas cuestiones pueden reflejarse, por
ejemplo, en el modelo de «las distancias umbrales» propuesto por Arnold (1985:
35-57) para los Andes. El mismo fue sistemáticamente reelaborado por este autor
a la luz de los datos etnográficos recolectados desde esa fecha hasta la actualidad,
debido principalmente a que no se contemplaron los factores históricos (geología
del ambiente, percepciones individuales sobre las materias primas, la evolución
de los patrones de asentamiento y la tenencia de la tierra, el uso esperado de
las vasijas y las técnicas utilizadas e involucradas en las restantes etapas del
proceso de manufactura) intervinientes en las prácticas de elaboración de la
alfarería (véase Arnold, 2005). El concepto clásico de especialización conlleva
una definición por oposición, lo artesanal como opuesto a lo industrial, y cientos
de textos arqueológicos están plagados de estas definiciones economicistas y en
última instancia funcionalistas forjadas en las tipologías culturales y evolucionistas
originales basadas principalmente en los estudios etnográficos intercomparativos
(Sahlins, 1974; Service, 1984).
Aquí pretendemos esbozar y discutir algunas ideas procedentes de otros campos
del saber que pueden ayudarnos a ejercer otra mirada sobre la alfarería en tanto
materialidad sujeto/objeto con diferentes grados de agencia (Latour, 2007; 2008;
Ingold, 2007; Gell, 2016). Para ello, debemos reflexionar sobre la idea de que los
materiales y los procesos por los cuales aquellos se vuelven objetos, toman forma y
sentido, remitiendo hacia atrás las viejas dicotomías mente/materia, pensamiento/
cosas, etc. Es interesante un concepto como el de «momento material», entendido
como el encuentro con el pasado y la forma en que esta relación entre el individuo
y la materia nos afecta por primera vez y nos influencia a través de nuestra vida,
manteniéndose en continua reformulación a través del tiempo que vive un
individuo (Stahl Brower, 2010: 153). Este giro material (material turn), como lo
ha planteado la historiadora del arte Ann-Sophie Lehmann, fue iniciado por los
antropólogos, arqueólogos y sociólogos, quienes llamaron la atención sobre el
simple hecho de que las cosas, los objetos y el ambiente —y no solamente la
gente, el lenguaje y las imágenes— deben ser considerados como elementos
activos en la construcción de la cultura y el significado social (Ingold, 2007; Hicks,
2010; Pickering, 2010; Stahl Brower, 2010; Lehmann, 2016).
De esta forma, pensamos que la relación del artesano con la materia debe ser no
solo en términos estrictamente económicos, sino más bien sociales, culturales e
históricos: la visión del artista que describe la relación entre los pensamientos, las
cosas y los materiales a través del tiempo (Sennett, 2009; Morphy, 2010).
201
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Tradición alfarera y chaîne opératoire de la cerámica Aguada Portezuelo
3. MATERIALES Y MÉTODOS
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Tradición alfarera y chaîne opératoire de la cerámica Aguada Portezuelo
Figura 3 – (a) Corte fresco, fragmento LCC1 001, cuarzos blancos, 20X. Escala 4 mm; (b) corte
fresco, fragmento Port. 0001, cuarzos cristalinos y blanco lechoso, 20X. Escala 4 mm;
(c) corte fresco, fragmento Port. 0004, cuarzos cristalinos redondeados, en el que se
observa la diferencia de colores debido a las variaciones en la atmósfera de cocción, 20X.
Escala 4 mm; (d) corte fresco, fragmento Port. 0002, cuarzos cristalinos y fragmentos de
roca ígnea, en el que se observa la cocción reductora y el engobe oxidante, 20X. Escala
4 mm; (e) fragmento TFS 750, en el que se observa la pintura negra y amarilla poscocción
sobre el engobe blanco precocción, detalle del motivo felínico parcialmente descascarado
y desleído (izquierda) (escala 8 mm) y detalle del elemento del motivo pintado en amarillo
parcialmente degradado y con una efloración de carbonatos sobre su superficie (derecha)
(escala 2 mm)
© Guillermo A. De La Fuente, 2019
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Guillermo A. De La Fuente, Sergio D. Vera, Marina Martínez Carricondo, Domingo C. Nazar
Figura 4 – (a) Cortes transversales de pucos Aguada Portezuelo, pulidos y escaneados a alta
resolución (4200 ppp); (b) cortes petrográficos de la alfarería Aguada Portezuleo, en los que
se observan las inclusiones minerales (cuarzo, plagioclasas, biotitas y muscovitas) y el engobe
de biotita (derecha); (c) sección transversal en MEB, en la que se observa el engobe blanco y
su diferencia con la matriz cerámica; diferentes magnificaciones 10X (izquierda), 37X (medio) y
520X (derecha)
© Guillermo A. De La Fuente, 2019
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Tradición alfarera y chaîne opératoire de la cerámica Aguada Portezuelo
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Guillermo A. De La Fuente, Sergio D. Vera, Marina Martínez Carricondo, Domingo C. Nazar
Figura 5 – (a) Pintura negra poscocción sobre engobe blanco, 20X. Escala 1 cm; (b) pintura negra
poscocción sobre engobe marrón, 20X. Escala 1 cm; (c) pintura negra poscocción sobre engobe
blanco, 20X. Escala 1 cm; (d) pintura negra poscocción sobre engobe marrón, 20X. Escala 1 cm;
(e) espectro Raman dispersivo de las superficies internas color negro plomizo de los pucos Aguada
Portezuelo, mostrando los picos correspondientes al grafito desordenado, carbón (derecha);
fotografías de las manchas de carbón de las superficies (izquierda)
© Guillermo A. De La Fuente, 2019
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6. A MODO DE CONCLUSIÓN
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Criales, 2011; 2015; Ramón Joffré, 2013a; Arnold et al., 2014; Sillar & Ramón
Joffré, 2016; para África, véanse, por ejemlo, Gosselain, 1999; 2000; Gosselain
& Livingstone Smith, 2005; Barley, 1989; 1994). Finalmente, un objetivo más
ambicioso debería contemplar el desarrollo de los elementos para una teoría de
la percepción andina, en tanto que los objetos y las materialidades también pasan
por diferentes etapas de socialización y sus categorías son construidas, significadas
y resignificadas a través de la vida de un individuo y su comunidad (véanse,
por ejemplo, Sillar, 2009; Villanueva Criales, 2011; 2015). Quizás el trabajo
de Arnold et al. (2014) con los textiles en los Andes sea uno de los ejemplos
más claramente desarrollados sobre ontología andina, de cómo la materia, los
pensamientos y los individuos están tan interconectados que es imposible hablar
de «unos» sin hacer referencia a los «otros». Su trabajo nos habla de las interfases
inexistentes entre individuos y cosas que como arqueólogos constantemente
construimos.
Agradecimientos
Este trabajo fue financiado parcialmente por el Consejo Nacional de Investigaciones
Científicas y Técnicas (CONICET). Por su parte, la Escuela de Arqueología (UNCa) proveyó
las instalaciones para la realización de los cortes petrográficos a través del Laboratorio
de Petrología y Conservación Cerámica. Agradecemos al profesor Juan Manuel Peréz
Martínez, dpto. Química-Física, Universidad de Alicante, por su constante apoyo en la
realización de los análisis por microespectroscopía Raman; a los doctores Gabriel Ramón
Joffré y Catherine Lara, organizadores del simposio «Técnicas alfareras pasadas y presentes
en Suramérica: nuevos enfoques y perspectivas», IX Reunión de Teoría Arqueológica de
América del Sur (TAAS), Ibarra, Ecuador (2018), por habernos invitado gentilmente a
participar de este evento; y, finalmente, a los evaluadores, cuyos comentarios ayudaron
a mejorar sustancialmente el manuscrito.
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Quito: Ediciones Abya-Yala.
219
Pedidos: IFEA, Casilla 18-1217, Lima 18 - Perú, telf. 243 60 90
E-mail: [email protected] - Web: http://www.ifea.org.pe
Iván Leibowicz*
Cristian Jacob**
INTRODUCCIÓN
En este trabajo se presentan los resultados de los análisis efectuados por medio de
SEM-EDAX (Dispersión de Energía de Rayos X), con un equipo Jeol JSM - 6460 LV,
a dos objetos metálicos, un tumi y una lámina, hallados en contextos inkaicos en el
sitio La Huerta, Quebrada de Humahuaca, Jujuy, Argentina. Este estudio posibilitó
conocer la composición química elemental de los objetos. Por un lado, el tumi
fue confeccionado en bronce estannífero, mientras que la lámina fue producto
de una aleación de oro y plata. Esta lámina, en la que predomina la presencia de
oro, representaría, de acuerdo a los antecedentes regionales, el primer elemento
confeccionado en este metal conocido para tiempos inkas en la Quebrada de
Humahuaca.
*
Instituto Multidisciplinario de Historia y Ciencias Humanas, Consejo Nacional de Investigaciones
Científicas y Técnicas (CONICET), Argentina. E-mail: [email protected]
**
Colegios Provinciales 728 y 789, Puerto Madryn, Chubut, Argentina. E-mail: [email protected]
223
Iván Leibowicz, Cristian Jacob
Este gran asentamiento fue objeto de trabajos arqueológicos desde comienzos del
siglo XX, con las excavaciones realizadas por Debenedetti (1918).
Ocupa una superficie aproximada de 8 ha y cuenta con 614 estructuras en
superficie y 69 subterráneas (Raffino & Alvis, 1993) (fig. 1). El sitio (ubicado en
un tinkuy o confluencia de dos cursos de agua) fue ocupado desde el Período
Intermedio Tardío (1000-1430 d. C.), cuando alcanzó una superficie de 2 ha.
Posteriormente, bajo la dominación inkaica (1430-1535 d. C.), sufrió una
importante remodelación arquitectónica que lo habría transformado en una
cabecera administrativa del Tawantinsuyu y en un centro especializado en la
producción textil, alcanzando el tamaño actual (Leibowicz, 2007; 2012; Raffino
& Alvis, 1993; Raffino & Palma, 1993). Este crecimiento habría contado con el
aporte de mitimaes chichas provenientes del sur de Bolivia (Raffino, 1993) y de
gente de la región, posiblemente de sitios despoblados por los inkas, como Los
Amarillos o Juella.
224
Análisis composicional de metales de tiempos inkas en La Huerta, Quebrada de Humahuaca, Jujuy, Argentina
225
Iván Leibowicz, Cristian Jacob
Au Ag Cu Zn Sn Si Al
3. DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES
226
Análisis composicional de metales de tiempos inkas en La Huerta, Quebrada de Humahuaca, Jujuy, Argentina
227
Iván Leibowicz, Cristian Jacob
encontró, se trata de una forma habitualmente asociada con la ocupación inka del
Noroeste Argentino (González, 2002: 65).
De esta manera, este trabajo presentó el primer objeto de oro y plata registrado
para la época inka en la Quebrada de Humahuaca, al tiempo que intentó ser un
aporte al conocimiento de la metalurgia prehispánica en el Noroeste Argentino,
acrecentando el corpus de materiales analizados mediante SED-EDAX.
Agradecimientos
Agradecemos a Jaime Groizard y a ALUAR Aluminio Argentino S.A.I.C. por los análisis. Este
artículo está dedicado a la memoria del Dr. Jorge Palma.
Referencias citadas
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Análisis composicional de metales de tiempos inkas en La Huerta, Quebrada de Humahuaca, Jujuy, Argentina
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Reseñas*
Tales observaciones rompen con el silencio que caracteriza los códigos vigentes
en esta profesión y ofrecen al lector un vistazo a la vida cotidiana de una
* El Bulletin de l’Institut Français d’Études Andines no se responsabiliza por las opiniones vertidas
en esta sección.
231
Reseñas
232
Comptes rendus d’ouvrages
Esos eran los externos. (...) Se les veía como si fueran inocentes, ingenuos,
a veces niños. Observé a mis compañeros. Había malicia en sus miradas,
tal vez astucia, también cansancio y desdén; pero también bastante
autosuficiencia y seguridad. Un año puede cambiar mucho a una persona
(p. 168).
233
Reseñas
¿Hay motivos para esperar que la actual crisis sanitaria lleve a un cuestionamiento
más duradero de semejantes modalidades de formación? El tiempo lo dirá; mientras
tanto, el autor prosigue esta labor de documentación reuniendo los testimonios
de profesionales médico/as, paramédico/as y extramédico/as (interno/as, pero
también enfermero/as, bombero/as, partero/as, policías, trabajadores de limpieza
y de funerarias) en el contexto de la crisis sanitaria1. Mientras tanto también, la
lectura de este Diario ya proporciona valiosas herramientas para pensar uno de los
pilares de las sociedades contemporáneas, sus sistemas de salud.
Irène Favier
UGA/LARHRA/IFEA
Olivia Angé. Barter and Social Regeneration in the Argentinean Andes. Oxford,
Berghahn Books, 2018, 236 pp.
Este primer libro de la antropóloga belga Olivia Angé examina las formas en
que un determinado tipo de transacción económica, como el trueque, crea
ciertas relaciones sociales y ciertos valores económicos en el noroeste argentino
contemporáneo (p. 90). Ahora bien, entre las diversas formas locales que
adquiere el intercambio en las ferias llevadas a cabo en esta región, tales como la
«invitación» —en la que circulan alimentos preparados que deben ser devueltos
según la «voluntad» del receptor (p. 141)—, o la «yapa» —también llamada
«aumento», suerte de mecanismo productor de un desbalance que, al requerir
intercambios ulteriores, abre el espacio para la manifestación de la confianza y
la creación de un vínculo social—; esta etnografía se concentra sobre todo en
aquella localmente llamada «cambio».
En este «cambio», no interviene el dinero (aunque tenga una fuerte dimensión
utilitaria) (p. 148) ni se busca mucha precisión en la medición de las proporciones,
apenas equiparadas según los volúmenes de los productos (pp. 125-126). El
acento parece puesto más bien en la calidad de los productos intercambiados,
que, según describe la autora, ilustraría la vitalidad invertida en su producción.
Por tanto, la calidad de la carne de las tierras altas o la del maíz de las tierras
bajas, por ejemplo, operarían como íconos de las virtudes propias de aquellos
que los producen y consumen: puneños y quebradeños, respectivamente
(p. 14). Así, los valores afirmados por medio de la circulación de estos productos
en las ferias, abarcarían colectividades enteras (p. 15) manifestando aquello que
la autora llama «una identidad étnica implícita» (p. 13).
234
Comptes rendus d’ouvrages
235
Reseñas
(si nos fijamos solo en el Perú), está en realidad lejos de ser «homenajeada» «a
lo largo de los Andes» (p. 59). Y este predominio del cuidado, la proximidad y
la ofrenda pareciera, además, corresponderle una relativa omisión de entidades
agresivas, lejanas y contendoras, que, sin embargo, sí están presentes en varias
regiones andinas (Rivera Andía, en prensa), tales como, por ejemplo, aquellas
usualmente denominadas «gentiles» (Rivera Andía, 2000; 2006) —cuyos relatos
evocan precisamente aquella conceptualización indígena, encontrada por Angé,
de «la renuencia a intercambiar» como «una causa de desgracia» (p. 67).
Evidentemente, esta posible combinación de predominios o ausencias
configurando una forma exagerada de domesticación de la alteridad (sensu Gose,
2018) no menoscaba ni la empatía ni el detalle a que está abocada esta etnografía
de las ferias y sus más sutiles intercambios en el noroeste argentino. Barter and
Social Regeneration in the Argentinean Andes sigue siendo, pues, una lectura
enriquecedora para cualquier estudioso interesado en los entrelazamientos
económicos y religiosos de los Andes.
Referencias citadas
COSTA, L., 2016 – The Owners of Kinship: Asymmetrical Relations in Indigenous Amazonia,
304 pp.; Chicago: Hau Books.
GOSE, P., 2018 – The semi-social mountain. Metapersonhood and political ontology in the
Andes. HAU: Journal of Ethnographic Theory, 8 (3): 488-505.
NAHUM-CLAUDEL, C., 2017 – Vital diplomacy. The Ritual Everyday on a Dammed River in
Amazonia, 302 pp.; Oxford, Nueva York: Berghahn Books.
RIVERA ANDÍA, J., 2000 – Los Gentiles de Llampa. Anthropologica, 18 (18): 271-280.
RIVERA ANDÍA, J., 2006 – Mitología en los Andes. In: Mitologías amerindias (A. Ortiz
Rescaniere, ed.): 129-176; Madrid: Trotta.
RIVERA ANDÍA, J., En prensa – Contiendas y apropiaciones en el tratamiento ritual de
animales. Una mirada extra-andina de la herranza. In: Humanos y otros Animales
(P. Dransart, F. Pazzarelli & L. Bugallo, eds); Jujuy: Antropofagia.
236
i
personas y/o entidades que disponen de los derechos de autoría. De ser necesario,
se debe también contar con la autorización del fotógrafo. Estas autorizaciones
pueden ser enviadas a la revista a través de un correo electrónico.
3. Bibliografía La bibliografía debe incluir todas las referencias citadas en el texto
y solo éstas. Las referencias bibliográficas se presentan al final del artículo, en una
lista ordenada alfabéticamente. Los títulos de las revistas y los nombres de los
organismos se indicarán completos (no están permitidas las siglas). Las referencias
se presentarán bajo el formato indicado a continuación:
Libros
SÁNCHEZ PATZY, M., 2017 – La ópera chola. Música popular en Bolivia y pugnas
por la identidad social, 454 pp.; La Paz: Instituto Francés de Estudios Andinos
(IFEA), Plural editores.
Publicaciones periódicas
ITIER, C., 2016 – La formación del quechua ayacuchano, un proceso inca y
colonial. Bulletin de l’Institut Français d’Études Andines, 45 (2): 269-360.
Obras colectivas
GIERZ, M. & PRZADKA-GIERZ, P., 2016 – Fronteras flexibles, territorios
permeables: dinámicas territoriales en las fronteras meridionales de Moche
y Chimú. In: Las sociedades andinas frente a los cambios pasados y actuales.
Dinámicas territoriales, crisis, fronteras y movilidades (N. Goepfer, S. Vásquez,
C. Clément & A. Christol, eds.): 89-115; Lima: Instituto Francés de Estudios
Andinos (IFEA), Laboratoire d’Excellence Dynamiques Territoriales et Spatiales.
Le Bulletin de l’Institut Français d’Études Andines sort trois fois par an.
Le Bulletin de l’Institut Français d’Études Andines est une revue pluridisciplinaire qui
publie des articles inédits en sciences sociales et humaines sur les pays andins : Bolivie,
Colombie, Équateur, Pérou, principalement. Il est destiné à un public spécialisé sur
chacun des thèmes, mais se veut également ouvert à un public plus large.
LES SECTIONS DU BULLETIN DE L’IFEA
Outre les articles de fond (voir ci-dessous les instructions aux auteurs), la revue
publie des « comptes rendus d’ouvrage », qui ne doivent pas dépasser 10 000
signes, et des « positions de recherche », textes brefs ne devant pas dépasser
12 000 signes, illustrations incluses (4 pages maximum). Cette rubrique accueille
d’une part des informations sur les découvertes, les interprétations, les approches
ou les techniques nouvelles, d’autre part des notes structurées de chercheurs sur
leurs propres résultats. Les positions de recherche sont évaluées par un rapporteur
proposé par le comité éditorial du Bulletin de l’IFEA.
1. Manuscrit Les articles doivent être inédits, conformes à notre ligne éditoriale,
présenter une réelle rigueur scientifique, ne pas avoir été présenté en parallèle
à d’autres revues ou maison d’édition et porter sur un ou plusieurs des pays de
l’aire géographique andine. Les articles doivent être rédigés en francais, espagnol
ou anglais. Ils ne doivent pas dépasser 50 000 signes avec espaces (résumés en
trois langues, mots-clés, bibliographie, légendes et notes incluses). Les éventuelles
notes infrapaginales doivent être regroupées à la fin du manuscrit. Les manuscrits
doivent être accompagnés : du nom, prénom, fonction, adresse de l’institution de
rattachement et courriel du ou des auteurs ; d’un résumé dans la langue de l’article
d’environ 700 signes ; de six mots clés au maximum dans la langue de l’article ; du
titre de l’article, du résumé et des mots clés traduits dans les deux autres langues.
2. Illustrations (cartes, figures, tableaux, photographies, etc.). Toutes les
ilustrations numérotées et appelées dans le texte, doivent être fournies en noir
et blanc en dehors du texte dans leur forme définitive, sur support informatique
avec l’indication du logiciel utilisé (cartes et figures en format vectoriel). Chaque
illustration doit être identifiée par un numéro et accompagnée : du nom de
son auteur ; d’un titre ; des sources ; d’une légende explicite de moins de 150
caractères. Les photos doivent être remises en haute résolution ou sous format
papier de bonne qualité (format 15 cm x 10cm). Les diapositives ne sont pas
acceptées. Les cartes, plans, schémas doivent être accompagnés d’une échelle
graphique, de l’orientation et d’une légende.
Les illustrations qui n’appartiennent pas aux auteurs des articles doivent être
accompagnées d’une autorisation pour être reproduites dans le BIFEA. Elles doivent
iv
être fournies par les personnes et/ou les entités qui disposent des droits d’auteur. Si
nécessaire il faut fournir l’autorisation du photographe. Ces autorisations peuvent
être envoyées à la revue dans un couriel.
3. Bibliographie La bibliographie doit rassembler tous les travaux cités dans
l’article et seulement ceux-ci. Les références bibliographiques sont regroupées en
fin de manuscrit en une seule liste, par ordre alphabétique. Les titres de revues et
les noms d’organismes sont indiqués en toutes lettres (les sigles sont proscrits). Les
références sont présentées selon les normes suivantes :
Ouvrages
SÁNCHEZ PATZY, M., 2017 – La ópera chola. Música popular en Bolivia y pugnas
por la identidad social, 454 pp.; La Paz: Instituto Francés de Estudios Andinos
(IFEA), Plural editores.
Périodiques
ITIER, C., 2016 – La formación del quechua ayacuchano, un proceso inca y
colonial. Bulletin de l’Institut Français d’Études Andines, 45 (2): 269-360.
Ouvrages collectifs
GIERZ, M. & PRZADKA-GIERZ, P., 2016 – Fronteras flexibles, territorios permeables:
dinámicas territoriales en las fronteras meridionales de Moche y Chimú. In: Las
sociedades andinas frente a los cambios pasados y actuales. Dinámicas territoriales,
crisis, fronteras y movilidades (N. Goepfer, S. Vásquez, C. Clément & A. Christol,
éds.): 89-115; Lima: Instituto Francés de Estudios Andinos (IFEA), Laboratoire
d’Excellence Dynamiques Territoriales et Spatiales.
4. Appels dans le texte Ils se font suivant la modalité suivante : - Nom de l’auteur
hors-phrase : ... (auteur[s], date: page citée. À partir de 3 auteurs : premier auteur
+ et al.)...
5. Évaluation Les textes proposés à la revue sont évalués avec le système du double
aveugle. Le comité scientifique de la revue désigne deux évaluateurs externes
dont les rapports sont rédigés sur la base d’un formulaire pré-établi.
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L’IFEA n’envoie plus de tirés-à-part papier aux auteurs qui recevront une version
.pdf. Tout manuscrit ne respectant pas ces instructions (longueur, illustrations non
conformes à la qualité requise par le Bulletin de l’IFEA…) sera renvoyé aux auteurs
pour remise en forme sans avoir été évalué.
v
The Bulletin de l’Institut Français d’Études Andines is published three times a year.
The Bulletin de l’Institut Français d’Études Andines is a multidisciplinary journal
that features previously unpublished articles spanning the social sciences and
humanities in the Andean region, mainly Bolivia, Colombia, Ecuador and Peru. It
is intended for a specialised readership but also aims to attract a larger audience
that is curious about the Andean area.
/ or entities that have the rights of authorship. If necessary, you must also have
the authorization of the photographer. These authorizations can be sent to the
magazine through an email.
3. Bibliography: The bibliography must contain only the references cited in the
article and no more. The references must be listed at the end of the manuscript
in alphabetical order. The titles of the journals and the names of the organisations
must be indicated in full words; acronyms are not accepted.
The references should be presented according to the conventions illustrated
below:
Books
SÁNCHEZ PATZY, M., 2017 – La ópera chola. Música popular en Bolivia y pugnas
por la identidad social, 454 pp.; La Paz: Instituto Francés de Estudios Andinos
(IFEA), Plural editores.
Journal Articles
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colonial. Bulletin de l’Institut Français d’Études Andines, 45 (2): 269-360.
Edited volumes
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dinámicas territoriales en las fronteras meridionales de Moche y Chimú. In: Las
sociedades andinas frente a los cambios pasados y actuales. Dinámicas territoriales,
crisis, fronteras y movilidades (N. Goepfer, S. Vásquez, C. Clément & A. Christol,
eds.): 89-115; Lima: Instituto Francés de Estudios Andinos (IFEA), Laboratoire
d’Excellence Dynamiques Territoriales et Spatiales.
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indication. When more than 3 authors: the first author + et al.).
5. Evaluation: The articles submitted are evaluated with the double-blind reviewing
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Dialogar con los alfareros e interpretar la cerámica precolonial
andina 1
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del Intermedio tardío (ap. 1100-1450 d. C.) en el altiplano de
Carangas, Bolivia 171
Avances de investigación
Iván Leibowicz, Cristian Jacob
Análisis composicional de metales de tiempos inkas en la Huerta,
Quebrada de Humahuaca, Jujuy, Argentina 223
Reseñas 231