Conservacion y Puesta en Valor Del Patri
Conservacion y Puesta en Valor Del Patri
Conservacion y Puesta en Valor Del Patri
PRESENTACIÓN 5
EN POS DEL LENGUAJE DE LAS FORMAS Y DE LOS COLORES DEL INCARIO 7
Clara Abal
RESCATE VALÓRICO DEL TEÑIDO NATURAL CON PLANTAS NATIVAS DE LA REGIÓN VALPARAÍSO, 15
PARA FIBRA PROTEICA LANA
Marinella Bustamante, Morales Mónica Cornejo Lacroix, Ana María Iglesias Daveggio
CONSERVACIÓN Y PUESTA EN VALOR DEL PATRIMONIO TEXTIL DEL MUSEO HISTÓRICO 21
NACIONAL DE BUENOS AIRES, ARGENTINA
Silvana Di Lorenzo, María Pía Villaronga y Ana Wortley
RETROSPECTIVA TEXTIL EN EL MAULE: PRÁCTICAS PARA UN NUEVO TEJIDO SOCIAL 27
Alejandra Fuenzalida, Lorena Andrea Soto
Colección de Rari, Museo Histórico Nacional 35
Verónica Guajardo
TEXTILES TRADICIONALES DE ATACAMA: POSIBLES CAMINOS PARA ENFRENTAR DESAFÍOS PRESENTES 41
Hoces de la Guardia- Ana María Rojas
FOTOGRAFÍA DIGITAL EN REGISTRO DE TEXTILES 49
María Paz Lira
El hilo lloq’e y una litografía de León Pallière 55
Ines Maldonado
Tintes Vegetales de Atacama: Una experiencia de teñido con plantas tintóreas 61
en el pueblo atacameño de Socaire
Verónica Moreno
TEXTILES DEL MAULE: TESTIMONIOS DE TRADICIÓN, RESCATE Y PROGRESO 67
Jessica Díaz T., Gioconda Iturra G., Ursula Ponce P.
EL MOTIVO ANTROPOMORFO EN LOS TEXTILES FUNERARIOS DE LA CULTURA ARICA, 73
1000 D.C. – 1470 D.C., NORTE DE CHILE: APROXIMACIÓN A SU EXPRESIÓN VISUAL Y
SUS POSIBLES CONTENIDOS CULTURALES
Macarena Ruiz
TEJIDOS ETNOGRÁFICOS DE LA COMUNIDAD MATACO-WICHÍ: LA VIGENCIA DE SU PRÁCTICA 81
Olga Sulca
PRESENTACIÓN
El Comité Nacional de Conservación Textil inicia este año 2008 la publicación de sus Actas en formato digital.
Esta nueva etapa da cuenta de un largo recorrido en el que hemos tenido presente hacer los esfuerzos necesarios
para actualizar nuestras propuestas en el ámbito de la conservación del patrimonio.
En este espíritu fue organizada y realizada nuestra XXI Reunión Anual de la que se derivan los trabajos aquí
presentes. Fue aquella una ocasión de intercambio y enriquecimiento al compartir el espacio de la Universidad
Autónoma de Chile, sede Talca, con más de 30 tejedoras regionales que gracias a un proyecto Fondart se con-
gregaron en el 1º Encuentro de Tradiciones Textiles de la Región del Maule.
Esperamos que a través de este nuevo formato la tarea del Comité siga contribuyendo a la difusión de los estudios
relacionados con el patrimonio textil.
Comité Editorial
EN POS DEL LENGUAJE DE LAS FORMAS Y DE LOS COLORES DEL INCARIO
Clara Abal*
RESUMEN
El presente trabajo posee como objetivo el análisis y estudio de la obra de la estudiosa peruana Victoria de la
Jara, referida a los signos tokapu como léxicos gráficos. Para ello, realizamos una ardua tarea de lectura crítica,
examen y cotejo bibliográfico, valiéndonos también de la información que brindaron los textiles y vasos de
madera arqueológicos –qero– estudiados hasta el momento por nosotros. En especial los que forman parte de la
colección de arqueología del Perú del Museo de Ciencias Naturales y Antropológicas “Juan Cornelio Moyano”,
dependiente de la Secretaría de Cultura, Gobierno de la Provincia de Mendoza, República Argentina.
Palabras Claves
Uno de los temas más controvertidos hasta el momento, es el relacionado con la existencia o no, de un sistema
gráfico de comunicación en las culturas sudamericanas de la América precolombina. ¿La información sólo se
transmitió oralmente? ¿Estos pueblos poseyeron o no un sistema para poner al resguardo sus conocimientos?
Culturas tan adelantadas como las andinas ¿no fueron capaces de idear algún sistema gráfico que les garantizara
la permanencia y la comunicación en los espacios conquistados y en el tiempo? En el caso de los incas, fuentes
etnohistóricas e investigadores actuales (Arellano 1999: 217) han señalado que en los Andes hubo por lo menos
dos sistemas de notación gráfica, los quipu y los tokapu. Los primeros fueron métodos nemotécnicos en base a
nudos, realizados con cuerdas de pelo o algodón, empleando uno o varios colores y/o tonalidades; los segundos,
se pueden definir como signos tejidos o pintados en textiles; tallados, pintados o repujados en vasos ofrenda de
madera o metal y pintados o incisos en cerámica u otros elementos.
En este caso, nuestra investigación centra su objetivo en los tokapu, como elementos gráficos que van más allá de
un simple aditamento estético. Para ello, sin desconocer los aportes existentes al respecto de otros especialistas,
hemos focalizado nuestro análisis en la visión de la estudiosa peruana Victoria de la Jara y su concepción de los
signos tokapu como léxicos gráficos.
Qqeru significa “madera gruesa, o delgada, todo lo ques (sic) materia de carpintero que se labra, pero Quero
define a un “vaso de madera” (González Holguín [1608]1989: 305-306). Los vasos de madera de uso ceremonial,
anteriores a la formación del Tawantinsuyu en varias centenas de años y que, bajo nuevas formas o variantes,
continuaron realizándose en la etapa colonial, recibieron diversos nombres. Los “Qqero, qocha, paqcha y akilla”
fueron hechos para efectuar brindis ceremoniales, dentro de estas sociedades fuertemente estructuradas por medio
de lazos de parentesco. Es probable que estas piezas derivaran de vasos similares realizados en oro, posiblemente
también los “titinchascca qquero” o “titihuan morochascca”, vasos tachonados con plomo (González Holguín
1989 [1608]: 305). Dada su neta característica social, en el que el brindis debía ser realizado por lo menos de a
dos –según el concepto de reciprocidad andina (Murra 2002:48– por lo cual por lo general se labraban qero de
a pares, es lógico pensar que también ellos pudieron haber portado algún tipo de signo o referente de comuni-
cación que reforzara la palabra oral y que pudiera garantizar la permanencia –por medio de un recordatorio– de
una ceremonia, de un brindis específico o de una característica distintiva del mismo en el tiempo.
Para efectuar esta investigación, en principio hubo que relevar parte de la copiosa documentación que la estu-
diosa Victoria de la Jara había donado a finales de la década de los ochenta al Departamento de Antropología
del American Museum of Natural History de Nueva York, por sugerencia del investigador John Hyslop (de la
Jara 1989:1). Esta donación se efectuó a través del Dr. Craig Morris, en ese entonces Curador y Jefe del mismo.
De esta tramitación existe cantidad de elementos muy interesantes, incluso para comprender las circunstancias
que llevaron a la investigadora a efectuarla; datos autobiográficos y procesos y metodología de estudio. Hasta
ese momento el legado donado, según nos refirió Morris, no había sido nunca consultado.
La posibilidad de plantearnos el análisis de los referidos archivos surgió a raíz de varias conversaciones con
Morris relacionadas con la decoración y los colores propios de la arquitectura incaica. Por ejemplo los hallados
en Tambo Colorado –rojo, amarillo y blanco (Protzen y Morris 2004) y a la cadencia de formas y matices que
personalmente habíamos ido relevando en la textilería de la misma cultura. Durante apretadas jornadas de
trabajo en el año 2003, en la ciudad de Salta (Argentina), pudimos hallar momentos de descanso en los cuales
intercambiamos nuestras experiencias respecto al diseño, color, forma y probable función de ciertos elementos
arquitectónicos –por su lado– y, por nuestra parte, aportando ejemplos similares relacionados con textiles ha-
llados sobre todo en sitios incaicos de altura, asociados o no a cuerpos humanos ofrendados. Individualmente,
desde dos visiones al parecer diferentes, habíamos arribado a conclusiones semejantes. Nos encontrábamos
frente a una consonancia de signos recurrentes que alternaban sus formatos y tonalidades. Ambos coincidimos
en que el mensaje inmediato era evidente y estuvo destinado a ser entendido por muchos, pero que su conte-
nido mediático se mostraba hermético y elitista. Resaltaba en forma notoria la gran similitud existente entre los
diseños de ciertos frisos y formas arquitectónicas del Tawantinsuyu con los “dibujos” que ostentan las camisetas
masculinas andinas (unku), mantos (yacolla) y otros textiles así como los vasos ceremoniales o qero propios del
horizonte incaico y colonial temprano. Debido a nuestro interés personal por las investigaciones de Victoria
de la Jara, comentamos sus trabajos y teorías al respecto. De esta forma también pudimos compartir una doble
sorpresa. Nuestra, al enterarnos que todos los “Archivos de la Jara” –investigaciones, registros fotográficos y
escritos originales– se hallaban en Nueva York y de Morris, por nuestro interés frente a ese material que él había
recibido en donación hacía tiempo y que se encontraba depositado sin haber sido todavía consultado por nadie.
Por todo esto, consideramos perentorio examinar y estudiar los planteos de la investigadora peruana desde sus
propias fuentes, cosa que hicimos al año siguiente.
Desde hace muchos años los conceptos de tokapu, qillca e incluso qipu tienen a mal traer a más de un especialista
en la temática andina precolombina y en especial la incaica. Por lo general, los estudios se han ido centrando
también en las etapas anteriores que dieron lugar a la formación de una idiosincrasia particular y una forma de
ver la realidad desde una óptica distinta a la nuestra. Por ejemplo, la visión que marcó el horizonte Paracas y la
aportada por el horizonte Tiwanaku-Wari.
Analizando los textiles procedentes de enterratorios incaicos de altura, hemos podido identificar cantidad de
signos-tokapu que a su vez parecen guardar relación con los ribetes policromos de los mismos (Abal 2001a,
2001b, 2003, 2004). También, según especificamos más arriba, estos tokapu policromos se hallan incisos y/o
pintados en ciertos vasos ceremoniales o qero. Por ejemplo, en los denominados “quero cuscusca” o “llimpisca”
o “quero quescascca”, que son los pintados de colores (González Holguín 1989 [1608]: 306). Con el objeto de
confrontar los resultados que fuimos obteniendo sobre esta temática, hubo que examinar numerosa bibliografía
pertinente, incluyendo fuentes etnohistóricas. En especial las imágenes aportadas por algunos cronistas (Martín
de Murúa [1613] 1922; Guaman Poma de Ayala [1615] 1980 y [1615] 1993). A ello se sumó el aporte de toda
una corriente controvertida de pensamiento, pero no por eso menos interesante, conformada por los trabajos
de William Burns Glynn (1981), Fernández Lancho y Gargurevich 2001), Barthel (1970 y 1971) y Laurencich
Minelli (2001), entre otros. El pensamiento de Victoria de la Jara relacionado con los tokapu en los textiles y
en los qero arqueológicos, no fue tenido en cuenta en su época; sin embargo, consideramos fundamental su
análisis, debido a la riqueza de la documentación y al planteo de fondo.
Entre los años 1963 y 1986, Victoria de la Jara creyó identificar aproximadamente doscientos noventa y cuatro
motivos de tokapu, cifra bastante similar a la aportada por otro autor, que llegó a trescientos (Barthel 1970:92).
De la Jara arribó a la conclusión que estos signos tokapu trabajan a modo de escritura pictográfica o ideográfica.
Su léxico gráfico se basó fundamentalmente en:
a) signos tokapu primitivos Tiwanaku-Wari, investigados por ella entre los años 1962 y 1982, en piezas de cerámica
ceremonial y textiles. Debido a la preponderancia del número cinco, los ubicó como signos más cercanos a
los observables en los horizontes culturales de Paracas, Nazca y Moche. Refiriéndose a la pieza cerámica W
F143 MNAA (figura 1) del Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú, por ejemplo,
escribió: “El signo que lleva el número 5 se ve frecuentemente en las cinturas o insignias ceremoniales de Wari
(Tiahuanaco) pero sólo en este vaso he podido ver la variación de los signos que me hace pensar que estamos
frente a dos inscripciones” (de la Jara 1986:1). Teniendo en cuenta la filiación de los mismos, los denominó
“huaráticos o más antiguos”.
b) Los signos tokapu inka fueron reconocibles por la investigadora como “posteriores o tardíos”. Aquí, su prin-
cipal objeto de estudio estuvo centrado en los qero. Consideró –deducción por la cual particularmente nos
sentimos inclinados a estudiar sus escritos– que la policromía se relacionaba con un tipo de gramática. De ser
así, el color podía estar haciendo referencia a un espacio y tiempo específico dentro de una escueta narración
iconográfica (de la Jara 1981: archivo Nº 05).
En el tercer envío al Museo de Nueva York, sobre los sistemas gráficos del antiguo Perú, la autora colocó todo el
material relacionado con los qero. Para llevar a cabo el estudio de los mismos, relevó vasos ceremoniales procedentes
de museos y colecciones privadas de Cusco, Arequipa, Lima, Madrid, Barcelona y París (de la Jara 1992:1). Los tipo
de qero identificados fueron clasificados en cuatro grandes categorías: “Kero A: sin escenas, pero con signos; Kero
B: con escenas; Kero C: sin escenas y sin signos; Kero E: incisos sin color o poco color”. A partir de allí, luego de
estudiar doscientos treinta de estas piezas denominadas “kero-texto”, las nucleó en tres categorías:
FIGURA 1. FIGURA 2.
Vista de la pieza de la cerámica Wari Archivo sobre “El Desciframiento de la Escritura de los Inkas. El enigma
Nº W F143 del MNAA. Lima. de los keros”. (de la Jara 1966)
FIGURA 3.
Representaciones de los tokapu de Tawa y Wasi. Abajo, el
zig-zag identificado como Urqu (Dibujo: Abal:2007).
FIGURA 4.
Copa ceremonial Nº MCNAM.A.Arq.842 del
Museo “Juan C. Moyano”.
FIGURA 5.
Croquis de las secuencias de tokapu que posee en su sector central el qero o copa ceremonial Nº MCNAM.A.Arq.842 (Dibujo: Russo: 2002).
10
- Categoría I: 173 piezas - 60 kero sin escenas y 113 kero con escenas.
- Categoría II: kero de tipo B.5: 18 piezas: 11 piezas (B-5 a) poseen escenas de 8 signos con 2 hileras
de 4 signos cada una.
- Categoría III: 25 kero de 8 tipos distintos + 4 objetos de madera con tokapu (que no son kero).
El análisis estructural lo efectuó a partir de los kero B-5 (a). Comenzó buscando la fórmula que consideró más
simbólica del Tawantinsuyu: el tawa (o número cuatro). Un cuadrado –tokapu– con cuatro cuadrados o rec-
tángulos ubicados dentro, equidistantes, fue aceptado por ella como la representación de ese concepto y lo
relacionó con el de Cusco (figura 2) Una sucesión de triángulos, significó: “camino, cordillera” (figura 3). Años
después, Gail Silverman (1998), estudiando el arte textil y conviviendo con los habitantes del poblado de Q’ero,
en Cusco, llegó a la misma conclusión. Pudo constatar que el triángulo, denominado orqo o urqu, es reconocido
en esas comunidades como “montaña” y que la representación de una serie de ellos, unidos –orqokuna– posee
la traducción castellana de “montañas”.
De la Jara, en cuanto a los signo-tokapu incas, plantea que el mayor índice de repetición por lo general se da
en los signos CUSCO y CAPAC. Aisló un tokapu que asoció al concepto de “wasi” (casa). Comparando diversa
bibliografía, hemos podido comprobar que este supuesto grafema posee idéntico diseño que el del plano de
planta rectangular de un solo vano citado por Laurencich Minelli (2001:40, figura Nº 8, dibujo Nº 3). Se trata de
dos rectángulos unidos por un lateral y los laterales externos discontinuos –libres– en el sector central (figura 3).
La estudiosa peruana otorgó otro giro a la supuesta lectura de estos signos. Creyó identificar diversas formas de
“lectura” de estos signos-tokapu, según su dirección vertical u horizontal, dentro de los qero y en los textiles.
Así, especificó que: las imágenes horizontales y de lectura de inscripción vertical, se hallan asociadas a fiestas
agrícolas, por ejemplo.
Si bien la documentación que pudimos consultar de de la Jara es copiosa, en ninguno de sus archivos pudimos
encontrar desarrollada en forma explícita –sí velada– la línea o secuencia de investigación que llevó a la autora
a fundamentar sus hipótesis de trabajo.
Frente a la cantidad de material relevado, decidimos aplicar el mismo criterio acerca de la recurrencia, alternan-
cia y otros patrones de aparición de tokapu, al análisis de diversos qero. Se trató de ciertas piezas de colección
pertenecientes al Museo de Ciencias Naturales y Antropológicas de Mendoza, “Juan Cornelio Moyano”. A modo
de ejemplo, en el presente trabajo, consignaremos la parte del estudio correspondiente que realizamos con una
de ellas.
En el Museo Moyano, desde el año 1931, debido a una compra efectuada al Sr. V. Jiménez, forma parte del
Departamento de Ciencias Antropológicas, Sección Arqueología Prehispánica, una copa de madera que fuera
relevada por nosotros el 22 de febrero de 2002. En cuanto al lugar de origen, el inventario de colección sólo
dice: “Perú”.
SECUENCIA:
– Amarillo – Café – Rojo – Amarillo – Café – Rojo – Amarillo – Café – Rojo – Amarillo –
Rodeando el borde inferior de la copa, hay una guarda incisa formada por un zigzag conocido como urqu (cerro)
con puntos también grabados, abajo.
En la superficie de su pedestal o base, una secuencia de 8 aves del tipo qoreqenqe (Flores Ochoa et al. 1998:94-95)
–matamico o carancho andino (Phalcoboenus megalopterus) en rojo, con cabezas y patas en amarillo, con flores
rojas y amarillas asociadas.
Estudiando la disposición de los tokapu dentro del cuerpo central de la copa, podemos observar que los motivos
se van repitiendo corridos de a uno o en forma diagonal, comenzando y terminando por el mismo signo. Es el
caso de Nº 1 y Nº 16, con cambio de coloración. A) Signo “Capac” (“grande”): Nº 1, como inicio de guarda y
Nº 16, como finalización. Con cambio de color; B) Signo “Sinchi” (de la Jara 1981: archivo 0327) o “Hatum
Pachacuti Inka” (de la Jara 1981: archivo 0317): Nº 2 y Nº 9. Con cambio de color); C) Signo “Nan”: Nº 3
y Nº 10. Con cambio de color); D) Signo de la luna o “Mama” (Qilla) (de la Jara 1981: archivos 0317 y 0320):
Nº 4 y Nº 11. Con cambio de color; E) Signo “Tupac” (Resplandeciente, luminoso): Nº 5 y Nº 12. Con cambio
de color en los triángulos de los vértices); F) Signo “Apu” (Gran Señor): Nº 6 y Nº 13. Con cambio de color en
las líneas externas; G) Signo Tawa o “Cusco”: Nº 7 y Nº 14. Ambos mantienen la misma disposición tonal. Con
respecto a ello, se consigna: “siempre de color rojo en todos los keros” (de la Jara 1974:6): H) Signo ¿“Amaru”
(de la Jara 1981: archivo 0292) o “Illa Tecce”?: Nº 8 y Nº 15. Con cambio de color (figura 5).
Este kero-texto, si se pudiera “leer” de arriba hacia abajo en diagonal o en forma horizontal, desde la óptica antes
descrita, podría interpretarse como una especie de recordatorio u oración (signos Nº 1 y 2) que hace referencia
al reinado de un inka concreto (Nº 3, 5, 10 y 12) en un tiempo específico del año (signos Nº 4 y 11); dentro de
una geografía determinada (signos Nº 7,14, 8 y 15). Inmediatamente debajo de los tokapu, se representa el agua
canalizada y luego los cerros o montañas. De ser así, podríamos ir más lejos y considerar a modo de hipótesis,
que en el pie de la copa se intentó remarcar la función de ofrenda, en la representación de los qoreqenqe y de
las flores. Entonces…¿la función de este vaso MCNAM.A.Arq.842 fue la de conmemorar y reforzar el concepto
de hegemonía imperial y de fertilidad que existió durante un determinado periodo de dominación incaica?
Hay que tener presente también, que nuestra fuente consideraba a los qero como “copias de inscripciones más
antiguas” (de la Jara 1992:12.). Todavía no estamos en condiciones de poder afirmar “que las apreciaciones de
la investigadora peruana con respecto al desciframiento que efectuó de la “escritura” incaica sean totalmente
valederas. Tampoco ella dejó explicitado el proceso que la llevó a tales conclusiones. Sin embargo ¿Estas ins-
cripciones más antiguas a las que hace referencia, serán las que se encuentran tejidas en los textiles procedentes
de culturas anteriores y de la época floreciente del Tawantinsuyu? Al respecto consigna: “los textos inkas más
amplios están sobre tejidos. Es difícil iniciar con ellos su desciframiento porque no están asociados a escenas o
imágenes que sugieran su contenido” (de la Jara 1974:1). Frente a este punto –y teniendo en cuenta los resultados
que estamos obteniendo– consideramos que así debió ser.
12
En una tercera etapa para relevar y poder traducir la “escritura del Tawantinsuyu”, de la Jara, había previsto
“analizar los signos que decoraban los vestidos reproducidos en cuadros coloniales de princesas, príncipes o
ceremonias Inkas. Este estudio era para precisar si los signos y secuencias eran auténticos o sólo se trataba de
decoración del artista inspirado en tejidos auténticos. Los cuadros del matrimonio de la Ñusta Beatriz y de la
Procesión de Corpus Cristi (sic) revisten especial importancia. […] Sólo comprobando la autenticidad de los
signos de los cuadros y unidos a los signos de Keros y vestidos auténticos que aún se conservan, se podrá ela-
borar un Catálogo general de Signos Tokapu” (de la Jara 1992:1). Desgraciadamente su obra quedó inconclusa
por motivos económicos y de salud.
Agradecimientos
A Craig Morris por las maravillosas charlas que tuvimos sobre el mundo incaico y por darme a conocer el destino
final de los Archivos de Victoria de la Jara; también por interesarse por mis estudios y por alentarme a conti-
nuarlos. A la Dra. Sumru Aricanli del Departamento de Antropología y a Kristen Mable, secretaria de archivos y
préstamos de la misma división, del AMNH.
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13
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14
RESCATE VALÓRICO DEL TEÑIDO NATURAL CON PLANTAS NATIVAS DE LA REGIÓN
VALPARAÍSO, PARA FIBRA PROTEICA LANA1
RESUMEN
El teñido natural es una técnica ancestral, antiguo conocimiento desarrollado por diversas culturas a nivel mundial
y es realizado generalmente por mujeres, tras un largo proceso, convirtiéndose en un verdadero rito para llevar
el color desde la naturaleza a la textilería. Dicho conocimiento ha ido desapareciendo paulatinamente, al ser
reemplazado por la aplicación de colorantes químicos y procesos industriales. Sin embargo, este hecho no anula
una realidad paralela existente en su mayoría al alero de agrupaciones artesanales. El teñido natural es el color
que nos brinda la naturaleza, conocimiento ancestral, que otorga valor al textil, tanto por su valor patrimonial
como por su significado cultural, aportando características propias de cada pueblo de origen, trascendiendo a
una experiencia estética y mágica, convirtiéndose en un rasgo de identidad.
Palabras claves
La Región Valparaíso está ubicada en la Zona Central de Chile que se localiza entre “los paralelos 32º 02’ y 33º 57’
de latitud Sur y entre los meridianos 70º de longitud oeste hasta el océano Pacífico” (Gobierno Regional).
A partir de la zona geográfica seleccionada cabe hacer mención que la subdivisión por regiones corresponde
a aspectos políticos. En lo que respecta a la flora se presenta una situación diferente, pues corresponde a una
* Diseñadora Mención Textil. Universidad de Valparaíso. Magíster en Gestión Cultural. Mención Patri-
*** Diseñadora Mención Textil. Universidad de Valparaíso. Magíster en Diseño Estratégico. Universidad
de Valparaíso.
15
subdivisión ecológica que abarca desde el sur de la Región Coquimbo al norte de la Región del Maule, en las
que se encuentran las plantas propias de la Región Valparaíso política. Dentro de esta subdivisión ecológica se
diferencian tres áreas: costa, valles transversales (laderas norte y sur) y montano de altura. Lo anterior conduce
a que para obtener representatividad de la flora nativa de la zona central, fue necesario recolectar en las tres
áreas antes indicadas.
Para el desarrollo de la investigación se tomaron como referente diversas vertientes como la bibliográfica, el
conocimiento de las investigadoras y la experiencia de las Hilanderas de Colliguay, patrimonio vivo que man-
tienen en su producción textil, la tradición del tejido y el teñido de la zona.
Hilanderas de Colliguay
Las Hilanderas son una agrupación formada por 13 mujeres, distinguidas en el año 2005 con el premio otorgado
por el Consejo de Monumentos Nacionales en la Categoría Patrimonio Intangible, fundamentalmente por la
tradición y calidad de sus textiles.
Actualmente esta agrupación se reúne en su sede tres tardes a la semana, donde desarrollan las tareas de hilado,
montaje de los telares y tejido. El lavado y teñido lo realizan en sus casas.
De las visitas y conversaciones sostenidas se reconoce la riqueza de su conocimiento y trabajo artesanal, neta-
mente femenino, como también se constata que el oficio textil es patrimonio vivo en ellas.
Sin embargo, es necesario que el conocimiento de las Hilanderas de Colliguay, en riesgo de desaparecer, sea
conservado y puesto en valor a través del rescate oral y visual de su trabajo; lo anterior es una de las motivaciones
de originó esta investigación.
Algunos ejemplos de lo relatado por la Sra. Yolanda Morales, tintorera de la agrupación: (entrevista 2006).
“…si uno agrega un vaso de limón más alumbre, se obtiene colores pálidos. El negro se saca del fruto del espino,
pero hay que recogerlo antes de que llueva. Del quintral he podido sacar veinticinco verdes distintos…”
“Subo a lo más alto del cerro para encontrar plantas, porque rinden más el color. Primero le converso y le pido
permiso para sacarle un poquito de raíz, hojas o cortezas.
“Luego cuelo el caldo y agrego el mordiente, puede ser alumbre y/o sulfato de cobre, lo disuelvo y revuelvo
directamente en el caldo y le pongo la lana en forma de madejas muy mojadas, antes se lavaban.
Las cantidades son por puñados, siempre me ha dado buenos colores, es igual como cocinar.”
16
Teñido y lana
El teñido es un proceso mediante el cual se transfiere color al material textil en forma permanente a través de
colorantes, moléculas solubles en agua que reaccionan con las fibras. Para que se produzca dicha reacción
química es necesario que exista afinidad entre las partes.
Este proceso requiere dos aspectos fundamentales: Afinidad del grupo de colorantes empleado con el origen o
composición de la materia a colorear y aplicación del método o proceso indicado en cuanto a tiempos, tempe-
raturas e incorporación de productos auxiliares, para el logro de la reacción química de enlace fibra – colorante
y la permanencia del resultado.
Este proceso se aplicó a la fibra proteica lana, que es un recurso natural textil con reconocimiento internacional,
de producción nacional característico de comunidades artesanales de nuestra zona y país.
Previo al proceso de experimentación se plantean tres objetivos generales a cumplir en referencia al proceso
de teñido:
1. Estandarizar el proceso de teñido natural. Sistematización del proceso: organización metodológica de las
diferentes etapas estableciendo relaciones de: pesos, porcentajes, tiempos, temperaturas, mordientes, relación
de baño para obtener cartas cromáticas y recetas de color.
2. Sistematizar la variabilidad del color a partir de un mismo baño de tintura, buscando obtener variabilidad
cromática: pruebas en hilado artesanal e hilado industrial, tratamiento con diferentes mordientes y aplicados
en diferentes etapas: pre-mordentado, postmordentado, modificación por amoniaco, diferentes segmentos
de una especie: corteza, tallo, hoja, flor, fruto, semilla. Este criterio fue utilizado en algunos casos según su
acceso para su obtención y rango de abundancia, temporada o época del año: primavera, verano, otoño,
invierno, zonas geográficas diferentes, pero en la misma región, según el estado: fresco o seco, reutilización
del baño.
Las muestras obtenidas se someten posteriormente a análisis de solidez a la luz y al lavado: pérdida del color
en la muestra misma y grado de traspaso o manchado a muestras blancas de diferentes materiales.
3. Realización de comparaciones para establecer las variables con respecto al cambio de matiz en los colores
obtenidos.
Las propiedades tintóreas de una planta se pueden encontrar en diferentes segmentos de ella: corteza, hojas,
frutos, flores, raíces y con cada una se pueden obtener diferentes matices. Cabe señalar que es difícil reproducir
un color con exactitud ya que inciden diferentes factores en la variación de los tintes: condiciones climáticas,
características del terreno, época del año, período de recolección, lugar de extracción, por biotipos de creci-
mientos diferentes, entre otros. La mayor incidencia se presenta en las características de la tierra (minerales).
La mayoría de los tintes vegetales requieren de la aplicación de mordientes, auxiliares necesarios que actúan
como fijadores del tinte en las fibras, generalmente son de origen mineral. En el proceso de teñido la aplicación
de mordientes se realiza en diversas etapas: previo a la aplicación del tinte lo cual se denomina premordentado
y posterior a la coloración, posmordentado.
17
FIGURA 1.
Especie nativa Colliguay.
Nombre Científico: Colliguaja integerrima.
Gill.et Hook.
Fotógrafo: Manuel Opazo González.
FIGURA 2.
Especie nativa Espino.
Nombre científico: Acacia caven (Mol.) mol.
Fotógrafo: Manuel Opazo González.
FIGURA 3.
Hilanderas de Colliguay. Peinado.
Fotógrafo: Manuel Opazo González.
18
En el proyecto se realizaron una gran cantidad de teñidos lo que derivó en la obtención de cartas cromáticas de
la Región Valparaíso a partir de una selección de plantas nativas de la zona.
Consideramos que la recuperación de tradiciones se ha transformado en un tema relevante para el mundo glo-
balizado, en donde cada vez es más necesario la identificación con las tradiciones y costumbres que otorgan
un sentido de pertenencia. Cabe señalar que se observa actualmente una tendencia a potenciar los procesos y
materias primas naturales, respetando la naturaleza y el ecosistema.
El interés de haber realizado esta investigación nace al constatar el desconocimiento de las generaciones actuales
en relación con el trabajo artesanal y la riqueza cromática de las plantas tintóreas.
NOTA
1
Proyecto DIPUV - REG 11/2005. Financiado por la Dirección de Investigación Universidad de Valparaíso.
Bibliografía
ROQUERO, Ana. Tintes y tintoreros de América. Ministerio de Cultura, edita Secretaría General Técnica, enero 2006, Madrid España.
19
CONSERVACIÓN Y PUESTA EN VALOR DEL PATRIMONIO TEXTIL DEL
MUSEO HISTÓRICO NACIONAL DE BUENOS AIRES, ARGENTINA
Silvana Di Lorenzo*
María Pía Villaronga**
Ana Wortley***
RESUMEN
Palabras claves
Introducción
A fines del siglo XIX, durante el proceso de consolidación de la Argentina como Estado Nación y frente a
la masiva llegada de inmigrantes, la elite gobernante pretendió desarrollar un sentimiento de nacionalidad
que unificara a la sociedad argentina. En ese contexto socio-histórico se crea el Museo Histórico Nacional,
en 1889, con el objetivo de “desarrollar una educación patriótica para las nuevas generaciones y, de esta
manera, impulsar un sentimiento de pertenencia nacional. El Museo fue concebido como el Panteón de la
Patria donde se guardaban y veneraban las reliquias de los próceres de la Revolución de Mayo y las guerras
de la independencia. Desde sus exhibiciones se difundió una narración histórica unilineal y homogénea que
ignoraba los conflictos y la diversidad de identidades étnicas, regionales y sociales que convivían dentro de
los límites del Estado argentino.” (Pérez Gollán 2006)
(IUNA).
*** Museo Histórico Nacional, Estudiante de la Lic. Conservación y Restauración de Bienes Culturales
(IUNA).
21
FIGURA 1. FIGURA 2.
Limpieza mecánica en área de cuarentena. Reportes de condición.
FIGURA 3. FIGURA 4.
Traje de Alférez Real. Traje de Protector del Perú del Gral. San Martín.
22
EL MUSEO HISTÓRICO NACIONAL
El museo se conformó a partir de la labor de su primer director, Dr. Adolfo P. Carranza, con la misión de preservar
una de las colecciones históricas más importantes de la Argentina. Su acervo proviene del Museo Público (actual-
mente Museo de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia”) y de las donaciones de las familias aristocráticas de
la ciudad de Buenos Aires (Arenas,1989-1990). El patrimonio histórico que alcanza un total de 46.000 piezas,
está integrado por objetos de diferentes tipologías, tales como pintura, grabados, mobiliario, escultura, armas,
numismática, documentos y textil y vestuario.
El actual proyecto de transformación del museo, dirigido por el Dr. José Antonio Pérez Gollán, tiene como uno
de sus objetivos incluir la conservación de las colecciones tanto en áreas de almacenaje como de exhibición.
En el año 2006 se conformó el Área de Conservación Textil, con el objetivo de desarrollar un plan integral de
conservación y puesta en valor del patrimonio textil histórico. Dicho plan se articuló en varias etapas de trabajo
referidas al agrupamiento de la colección en un mismo espacio físico, la documentación en el marco del proceso
de conservación y las acciones concretas de estabilización y conservación preventiva de los objetos textiles.
En los inicios de este proyecto, una parte de la colección textil se encontraba exhibida y la mayor parte estaba
distribuida en las cinco áreas de reserva existentes junto a otro tipo de patrimonio como mobiliario, pinturas,
armas, etc. Las primeras acciones se destinaron a redistribuir los espacios definiendo un área de trabajo y un área
de depósito textil, y a reagrupar la colección en este nuevo sector, trasladando a otros depósitos los objetos no
textiles. Esta tarea se realiza con el objetivo de unificar la colección para tener un adecuado manejo de la misma,
así como para evitar deterioros producidos por el contacto con otro tipo de materiales. En la actualidad el 90% de
la colección se encuentra almacenada en la reserva textil y el 10% restante está en proceso de reubicación.
Paralelamente se realizaron un inventario digitalizado y reportes de condición para establecer el estado de con-
servación y las prioridades de acción. Este tipo de documentación nos permitió obtener un primer conocimiento
sobre la cantidad y tipo de textiles que integraban la colección. Además se realizó un registro fotográfico digital
de todo el proceso de organización del patrimonio textil y fotografías identificatorias de cada objeto.
Se realizó un diagnóstico de los textiles exhibidos y de las condiciones de exhibición con el objetivo de evaluar
el estado de conservación y los posibles deterioros causados por la prolongada, y en algunos casos, inadecuada
forma de exposición. Se determinó un orden de prioridades para retirar de las salas aquellos textiles en riesgo
de sufrir deterioros.
Los criterios aplicados en las acciones de conservación fueron la mínima intervención, la prevención frente a los
agentes de deterioro y la estabilización con el fin de mantener la integridad física y estética de los objetos. Las
actividades realizadas hasta la actualidad incluyen el diseño y la confección de soportes para almacenaje y exhibi-
ción, acondicionamiento de mobiliario existente, limpieza mecánica y consolidación de textiles para exhibición.
La colección textil
La colección textil está integrada por una cantidad aproximada de 1.800 piezas tales como banderas; indumen-
taria militar, civil y religiosa; abanicos; accesorios y objetos varios.
23
FIGURA 5. FIGURA 6.
Montaje de textiles para exhibición. Limpieza mecánica.
FIGURA 7. FIGURA 8.
Almacenajes antiguos de uniformes militares sobre maniquíes. Perchas antiguas para uniformes.
24
Indumentaria militar
La colección está integrada aproximadamente por 250 uniformes y 600 accesorios (quepis, sombreros elásticos,
cinturón con tiros, charreteras, fajas, cordones, condecoraciones y calzado). Todos estos objetos reúnen en su
confección materiales como lana, seda, hilos metálicos y plumas. En el área de depósito se almacenan separa-
dos, es decir por tipología pero se exhiben en forma conjunta, según la pertenencia. El estado de conservación
general es regular, debido a la falta de medidas de conservación aplicadas en depósito y exhibición. Los objetos
pertenecientes a las personalidades más destacadas en la historia oficial son los que presentan más deterioros
debido a los prolongados períodos de exhibición. Al inicio del proyecto, en el depósito los uniformes se colo-
caban sobre maniquíes antiguos, algunos cubiertos con fundas de lienzo de algodón. Al retirar los uniformes
detectamos que la mayoría presentaba deterioros como resultado de los formatos y las dimensiones inadecuadas
de los maniquíes. Se construyeron percheros provisorios y se colocaron los uniformes sobre perchas acolchadas,
cubiertos con fundas.
Otra colección destacada es la de ponchos confeccionados con fibras de vicuña, algodón, lana o seda. En ge-
neral presentan un estado de conservación bueno ya que se encontraban almacenados en rollos acolchados y
cubiertos con fundas. Algunos ejemplares se hallaban plegados y guardados en bolsas, lo que produjo arrugas
y pliegues. Se decidió almacenarlos en forma enrollada.
Dentro de esta tipología se destaca el poncho mapuche del General San Martín, confeccionado en telar que
presenta un hilado muy fino, en colores natural y azul.
Pañuelos
Esta colección se compone de 85 ejemplares, la mayoría conmemorativos del Primer Centenario de la Revo-
lución de Mayo de 1810 y el resto de uso personal. Están confeccionados con tejidos de seda o algodón, con
ornamentación bordada o impresa. En general el estado de conservación es regular, presentando mayor cantidad 25
de deterioros aquellos confeccionados con seda. Actualmente están almacenados en forma horizontal, interfo-
liados, en cajas de polipropileno.
Bandas presidenciales
Las bandas presidenciales se encontraban exhibidas desde el año 2000, con dobleces dentro de vitrinas de di-
mensiones inadecuadas, con soportes de tafetán verde. Se decidió retirarlas por su avanzado estado de deterioro
e inadecuada exhibición. Toda la colección fue intervenida en el pasado utilizando máquina de coser e hilo
de nylon. Por tratarse de una intervención que sigue produciendo deterioros, se planea desarrollar un plan de
estabilización de la colección.
Textiles etnográficos
Esta pequeña colección está integrada por fajas de lana, testeras con plumas para caballo y vinchas de lana con
cuentas de vidrio. En general el estado de conservación es bueno y se encuentra almacenada en contenedores
individuales.
Conclusión
La preservación del patrimonio textil histórico es el objetivo principal del Área de Conservación textil, a través de
la implementación de medidas de conservación preventiva que incluyen la estabilización y la documentación.
De esta forma aspiramos a contribuir con el cumplimiento de la misión del Museo Histórico Nacional:
“....destinada a rescatar, investigar, valorizar e interpretar, con las mejores técnicas y métodos posibles,la
realidad pasada y presente de la Argentina, para luego proyectarla de manera crítica a la población.
Deberá incentivar la curiosidad el público, plantear interrogantes, estimular el debate y provocar la
reflexión. Se trata de proponer un museo dinámico que ofrezca distintas visiones del pasado, a través de
un diálogo amplio capaz de manifestar las diversas maneras de ser argentinos.”(Pérez Gollán 2006)
Bibliografía
ARENAS, PATRICIA, 1989-1990. La antropología en la Argentina a fines del siglo XIX y principios del XX. Runa XIX (1989-1990): 147-160, Buenos
Aires: ICA y Museo Etnográfico, UBA, FFyL.
PÉREZ GOLLÁN, JOSÉ A., 2007. Las distintas maneras de ser argentino (en línea), Secretaría de Cultura de la Presidencia de la Nación,
http://www.cultura.gov.ar/direcciones/?info=organismo&id=14&idd=5 (Consulta: 2 de abril de 2008)
26
RETROSPECTIVA TEXTIL EN EL MAULE:
PRÁCTICAS PARA UN NUEVO TEJIDO SOCIAL
RESUMEN
Este texto relata la experiencia de una década trabajo, con tejedoras rurales de la región del Maule de dos
profesionales del ámbito textil.
Esta práctica con agrupaciones de artesanas1, deja como principal conclusión la importancia de incentivar el
desarrollo de las actividades textiles, con el fin de rescatar de ellas aquellos valores sociales que dicen relación,
entre otros puntos, con una comunidad de mayor cooperación y sentido de pertenencia.
Palabras Claves
La Región del Maule es parte de la zona central de Chile, su capital regional Talca se ubica aprox. a 200 km al
sur de Santiago.
Geográficamente esta región se divide transversalmente por las fajas de cordillera, valle central, cordillera de
la costa y planicies litorales (figura 1). Políticamente se compone por las provincias de Curicó, capital Curicó,
Talca, capital Talca, Linares, capital Linares y Cauquenes, capital Cauquenes (figura 2).
Entre los espacios de cordillera de la costa y valle central en cambio, observamos actividades más propias de la
agricultura, donde el campesino es el personaje por excelencia.
FIGURA 3. FIGURA 4.
Cuadro resumen de experiencia previa a la configuración de Mapa de localidades visitadas en La Ruta de La Lana y del Telar.
La Ruta del Telar de las autoras.
FIGURA 5.
Cuadro resumen de entrevistas realizadas en La Ruta del Telar.
FIGURA 6.
Mapa registro de sectores geográficos definidos en La Ruta del
Telar.
28
Situación social de La Región
La región del Maule, desde los inicios de su historia, se encuentra ligada a las actividades silvoagropecuarias,
contando con el mayor porcentaje de población rural del país, un 33,6 % de su total regional, (PNUD, 2004),
destacando la actividad textil artesanal como una actividad tradicional de la zona, e inherente a la mujer del
campesino.
En esta región, las capitales provinciales concentran la mayor parte de la población. De acuerdo al Censo de
2002, el 48,9% en la provincia de Curico; el 57,1% en la provincia de Talca; el 32,7% en la provincia de Linares
y el 72,1% en la provincia de Cauquenes.
Es importante destacar que la séptima región presenta el segundo índice de Desarrollo Humano más bajo en
el país, tan solo 0,72 (PNUD, 2004). Según la encuesta Casen 2003, el 23,1 % de la población de la región se
encuentra en situación de pobreza, de este porcentaje, 5,6% son indigentes y un 17,5 % son pobres no indigentes.
Consecuente con lo anterior la participación laboral en esta región es mas alta en las personas entre 30 y 44
años, encontrándose la mayor tasa de participación en los quintiles de mayor ingreso. Interesante es notar las
grandes brechas de participación femenina entre los distintos quintiles. Así, sólo el 31,6 % de las mujeres entre
30 y 44 años del primer quintil pertenecen a la fuerza de trabajo, valor que asciende a 72,0% en las mujeres
del quinto quintil.
En este contexto socioeconómico nacen iniciativas de financiamiento público que contribuyen con el sector textil
artesanal, mediante la generación, fortalecimiento y proyección de redes de apoyo público y privadas, constitu-
yendo una alternativa de financiamiento para iniciativas productivas en etapa de crecimiento y consolidación.
Diferentes instituciones públicas, han desarrollado instrumentos de fomento productivo para remediar fallas de
mercado que generan una brecha entre la rentabilidad social y privada. Estos instrumentos tienden a privilegiar
la igualdad de oportunidades, y los subsidios para fomento se entregan en función de proyectos destinados a
beneficiar la rentabilidad social (PNUD 2004).
Las distintas miradas de las políticas públicas en torno al ejercicio, desarrollo y proyecciones del sector textil
artesanal nos hace reflexionar acerca de las medidas a seguir para un sector altamente vulnerable. La actividad
textil artesanal no solo cumple una función económica para la población inserta en esta actividad, además es una
actividad que se complementa con las labores familiares de la mujer ya que es posible desarrollarla en el hogar.
En este sentido se identifica la necesidad de ofrecer un marco de referencia, para comprender bajo que cir-
cunstancias favorables y/o adversas, el sector textil artesanal de la región del Maule deba orientar su actividad
e identificar las oportunidades que permitan mejorar su calidad de vida.
Instituciones Relacionadas
Algunas iniciativas de financiamiento público que contribuyen con el sector textil tradicional a través de la
generación, fortalecimiento y proyección de redes de apoyo público y privadas, obedecen a las siguientes
instituciones públicas; Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, fondo concursable FONDART, FUNASUPO,
Fundación Nacional para la superación de la pobreza y sus programas práctica y Servicio País, PRODEMU,
Fundación para la promoción y desarrollo de la mujer, SERNAM, Servicio Nacional de la mujer, SERCOTEC.
Servicio de Cooperación Técnica, CONAF. Corporación Nacional Forestal, INDAP, Instituto Nacional de desarrollo
Agropecuario, SERNATUR, Servicio Nacional de Turismo, Municipios y Gobiernos regionales.
29
FIGURA 7. FIGURA 8.
Mapa de La Ruta del Telar. Fresia Gangas de LLepo, tejiendo en su telar vertical o “parado.
FIGURA 11.
“Chalón”, tejido en telar horizontal.
30
Experiencias de trabajo
La experiencia se basa en lo aprendido en un período de trabajo que va del año 1997 a la fecha, en este período
se ha trabajado con 12 agrupaciones de la provincia de Cauquenes, 4 de la provincia de Linares y 2 agrupaciones
de la provincia de Talca, las fuentes de financiamiento han sido las instituciones de Prodemu, Sercotec, Consejo
de la Cultura y las Artes, Indap y diversos municipios rurales.
Los trabajos realizados se refieren al mejoramiento de la calidad técnica de los procesos textiles artesanales
tradicionales, reactivación de las prácticas textiles tradicionales, promoción y difusión de la actividad textil
tradicional, y diversificación productiva (figura 3).
Después del período de trabajo anteriormente mencionado, se llega a la conclusión de que por un lado existe
una alta vulnerabilidad de la actividad textil tradicional, junto con una gran necesidad de reconocimiento y
valoración de esta.
Este sentimiento social de las tejedoras tradicionales, es parte de otra gran problemática que tiene que ver con
la debilidad del sentido de pertinencia, el vínculo social y la desconfianza entre las personas, evidenciando
una identidad, confianza y sociabilidad resquebrajada, dificultando así la construcción de redes de relaciones
(PNUD, 1998).
Ante esta situación se hace necesario iniciar la construcción de un puente que retroalimente ambas realidades:
la de las tejedoras, quienes pueden aportar con elementos identitarios y la de la sociedad local y nacional a la
cual pertenecen, la cual puede hacer su aporte de reconocimiento y valoración que necesitan las artesanas.
Una forma de comenzar la construcción de este puente sería potenciando esta actividad complementando for-
talezas y debilidades de las provincias de Linares y Cauquenes, en las cuales se desarrollaron las experiencias
mencionadas.
De acuerdo a lo anterior el año 2004 se postula un proyecto de financiamiento al fondart regional, denominado
La Ruta de La lana, en el cual se planteó como objetivo general rescatar y difundir la diversidad de manifesta-
ciones en telar de la región del Maule, definiendo un recorrido geográfico que las localice y caracterice dentro
de los diferentes entornos culturales en los que se desarrollan.
Los lugares visitados para este efecto fueron San José de Colomávida, Cancha Alegre, Pocillas, Rastrojo, Quebrada
de los Guindos, Las Catalinas, Lomas de Putagán, Portezuelo, Rabones y Quinamávida.
El año 2005 Fondart abre la línea de conservación y difusión del patrimonio inmaterial con sus tres modalidades:
investigación, creación y educación y difusión. En ese momento se decide postular el proyecto bajo la modalidad
de investigación, enfatizando ahora en el objetivo de profundizar el concepto de creación textil como patrimonio
inmaterial de la región y planteando ahora una nueva plataforma de difusión, concretada en un sitio web.
En esta instancia se postula el proyecto denominado La Ruta del Telar, que contó con la colaboración de Carla
Loayza, historiadora.
31
De esta forma nace La Ruta del Telar basada en la siguiente hipótesis: “Las prácticas textiles son parte del patri-
monio inmaterial de la sociedad ya que expresan y representan el contenido de la memoria colectiva y de las
identidades construidas en un tiempo y espacio.
Estas identidades se caracterizan por ser capaces de integrar elementos y factores originarios como también
nuevos factores contextuales propios de los procesos de interacción y retroalimentación con los entornos socio-
culturales geográficos”.
Posterior a la construcción del marco teórico se realizaron las entrevistas según la siguiente muestra (figuras 4 y 5):
En la provincia de Talca las localidades San Rafael, Cumpeo, Rapilermo y las Catalinas, que corresponden a 6
entrevistas de tejedoras tradicionales individuales y 3 entrevistas de agrupaciones de Pencahue y Batuco.
Algunos de los resultados identificaron dos grandes espacios geográficos caracterizados por una tradición textil
precordillerana, y una tradición textil del secano interior, dos espacios que convergen, se retroalimentan, com-
plementan e integran (figuras 6 y 7).
Algunas de las características transversales a ambos espacios que pueden visualizarse, es el rol de la mujer
como traspasadora del conocimiento, un desconocimiento de los orígenes del oficio, procesos de mestizaje
que han configurado la tradición y un oficio que ofrece una función económica a quienes lo ejercen. También
se observa que todas las tejedoras de la región utilizan como materia prima la lana, así como la existencia de
tejedoras que desarrollan el oficio tanto de manera individual como asociada, destacándose estas últimas con
mejores proyecciones.
Como características particulares se observa un sector precordillerano donde destaca la utilización del telar
parado (figuras 8 y 9), una proyección productiva orientada hacia lo local, la dificultad de acceso a la materia
prima y la emergencia de Quinamávida como modelo de desarrollo territorial.
En el sector de tradición campesina, destaca la proliferación del telar horizontal (figuras 10 y 11), la proyección
productiva hacia el mercado nacional, una mayor cantidad de iniciativas ligadas al emprendimiento productivo de
la actividad textil artesanal y un dinamismo en los aspectos productivos debido a la presencia de materia prima.
Conclusiones
Por un lado se confirma nuestra hipótesis a través de la representación de los espacios geográficos mencionados
anteriormente, los cuales denotan un desarrollo textil de herencia precolombina que ha ido nutriéndose de
diversas influencias. Junto con esto, aparece la necesidad de profundizar en cada espacio geográfico, y la nece-
sidad de instrucción sobre la historia de la técnica tanto a quienes desarrollan el oficio, como a sus familiares,
32
entorno cercano y el resto de la sociedad. La difusión de este conocimiento sería un real aporte a la valoración
y reconocimiento de la actividad.
También destaca la importancia de la actividad a nivel regional debido al capital humano que lo desarrolla,
el cual potencia el sentido de identidad y pertenencia a una comunidad, fortaleciendo los lazos familiares y
comunitarios.
Tomando en cuenta las conclusiones anteriores, se propone la construcción de una nueva organización que
genere redes de apoyo entorno a la actividad textil, un sistema productivo cooperativo que trabaje, entre otros
aspectos, estableciendo alianzas y redes, contribuyendo de esta forma en la construcción de un nuevo tejido
social, que se desarrolle bajo la perspectiva del desarrollo humano.
Parte de esta propuesta se comienza a encaminar con el Primer Encuentro de Tradiciones Textiles de la Región
del Maule.
Nota
1
Fuenzalida E., Alejandra; Proyecto fondart regional, Las tejedoras de Quinamávida: Historia de una memoria Colectiva. Julio - diciembre 2005
Fuenzalida E., Alejandra; Asesoría en Diseño, artesanos en arcilla, cestería y tejido, comunas de Vichuquén, Cauquenes, Colbún. SERCOTEC VII
Región. Agosto 2005 - octubre 2005
Fuenzalida E., Alejandra; Asesorías Técnicas en cuanto a producción, diseño y comercialización, comuna de Colbún, Región Del Maule; Tejido
tradicional de Lomas de Putagán. PRODESAL, INDAP. I. Municipalidad de Colbún. Sercotec. Enero 2002 - septiembre 2005
Lorena A. Soto D: Capacitación en Tejido a Telar a agrupación de tejedoras de Cancha Alegre, comuna de Cauquenes, Provincia de
Cauquenes, VII Región. Convenio INDAP - PRODEMU, Programa de Iniciativas productivas. Marzo 2004 - octubre 2004
Fuenzalida E., Alejandra; “Las Tejedoras de Quinamávida”, Sercotec, julio 2003.
Fuenzalida E., Alejandra: Diseño y Desarrollo de Productos, Comuna de Chanco, Región Del Maule, OMDEL- SERCOTEC. Noviembre 2003.
Lorena A. Soto D: Capacitación en Tejido a Telar, Sede social población La Unión, comuna de Cauquenes, Provincia de Cauquenes, VII Región.
Fundación PRODEMU, Programa de Iniciativas productivas. Junio 2003 - diciembre 2003.
Lorena A. Soto: Capacitación en Tejido a Telar, Sede social la localidad de Salto de Agua, comuna de Pelluhue, Provincia de Cauquenes, Región VII.
Programa Chile Barrio - PRODEMU. Noviembre 2002 - enero 2003.
Fuenzalida E., Alejandra; “Las Tejedoras de Quinamávida”, El Diseñador en el Desarrollo Humano. Tesis de Grado. Julio 2002.
Lorena A. Soto: Capacitación en tejido a telar, comuna localidad de Pahuil, Comuna de Chanco, VII Región . Fundación Prodemu. Agosto 2002
- octubre 2002.
Lorena A. Soto: Capacitación en tejido a telar y teñido con tintes naturaleza agrupación de Cancha Alegre, comuna de Cauquenes, VII Región.
Convenio INDAP-Prodemu. Agosto 2002 - octubre 2002.
Fuenzalida E., Alejandra: “Tintes Naturales de Quinamávida”, Fondo de Desarrollo de las Artes y la Cultura FONDART 2001 VII Región,
diciembre 2001.
Fuenzalida E., Alejandra, Labrin, Eugenia: “Diseño y Capacitación en las localidades de Rari y Quinamávida”, Fondo de Desarrollo de las Artes y
la Cultura, FONDART 2000 Región del Maule. Febrero 2001.
Lorena A. Soto: Coordinación y capacitación en teñido artesanal y tejido a telar. Comuna de Cauquenes, VII Región. Proyecto Fondart
Regional Nº 41906 “Rescate del Arte Textil para su conservación, divulgación y utilización” Agosto 2000 - diciembre 2000.
Lorena A. Soto: Coordinación y capacitación en teñido artesanal y tejido a telar. Comuna de Cauquenes, VII Región. Proyecto Fondart
Regional Nº 23817 “Rescate del Arte Textil para su conservación, divulgación y utilización”. Agosto 1999 - diciembre 1999.
Lorena A. Soto: Formulación y coordinación a agrupación Tejelarte, comuna de Pelluhue, Provincia de Cauquenes, VII Región. INDAP: programa
Prodecop - Secano. Diciembre 1997- febrero 1998.
BIBLIOGRAFÍA
www.rutadeltelar.cl
33
PNUD, Informe Desarrollo Humano, 1998.
PNUD, Informe Desarrollo Humano, 2004.
CASEN 2003
Informe índice de competitividad regional 2003, MIDEPLAN.
Fuenzalida E., Alejandra, Soto D. Lorena, Loayza CH., Carla, La Ruta del Telar, VII Región del Maule. Proyecto fondart regional julio – diciembre
2005.
34
Colección de Rari, Museo Histórico Nacional1
Resumen
La colección de cestería de Rari del Museo Histórico Nacional data de comienzos del siglo XX, y es parte de
la Colección de Artesanía Arte Popular. Esta colección fue limpiada y almacenada en depósito durante el año
2005, en el marco de un proyecto de conservación preventiva para la totalidad de las piezas de artesanía y arte
popular que la componen.
Palabras claves
Durante el año 2005, dentro del contexto del Proyecto Fondart “Puesta en valor de la Colección de Artesanía
y Arte Popular del Museo Histórico Nacional” se trabajó en una sub colección compuesta por alrededor 150
piezas de cestería en miniatura de la localidad de Rari, VII región.
Evolución de la colección
La colección completa del Museo Histórico Nacional (MHN) –compuesta por 2200 piezas– tiene su origen en
el año 1924, en la Colección de Objetos del Folklore Chileno existente en el Museo de Etnología y Antropología
de Chile.
Esta colección de folklore fue la primera en su tipo en un museo estatal y representaba el concepto de educa-
ción nacionalista vigente desde la celebración del Centenario de la Independencia. Con la muestra se buscaba
conservar las manifestaciones tradicionales del pueblo chileno, para que fueran admiradas por las generaciones
venideras.
Se formó con la recolección de objetos producidos “por la industria casera, sin intervención de elementos
foráneos”, excluyéndose expresamente los objetos de origen “araucano o de cualquiera otra raza aborigen”
(Reed, 1927).
Personajes notables como Martín Gusinde y Aureliano Oyarzún recorrieron Chile en busca de los objetos que
formaron la colección.
FIGURA 3. FIGURA 4.
Sobre de papel corriente donde estaba la colección, con las fichas Canastitos de 2 cms, en raíz de álamo, de la colección original de
dentro de ellas, sujetas con clip. 1924.
FIGURA 5. FIGURA 6.
Collar de pequeños discos de 1 cm, en crin de caballo teñido, de la Canastitos de 2 cms, en raíz de álamo y crin de caballo sin teñir, de
colección original de 1924. la colección original de 1924.
36
Se incluyeron objetos de la zona de Chiloé, centro sur de Chile y centro. Aparentemente las artesanías del
norte de Chile se consideraron como de etnias originarias, pues no se encontró nada de esa zona dentro de la
colección. En cambio, llama la atención que sí hay objetos de Rapa Nui.
En el listado de 1927, que aparece en la Publicación del Museo de Etnografía y Antropología de Chile, figura
un cuadro sinóptico en el que se agrupaba las piezas por materialidad y por destino de uso, incluyéndose pre-
paraciones medicinales, alimentos y construcciones arquitectónicas. Se planeaba que los objetos de comidas
fueran “representados por reproducciones hechas en yeso” (Reed, 1927), y por maquetas, en el caso de las
construcciones arquitectónicas.
En 1929 se crea la DIBAM, y el Museo de Etnología y Antropología de Chile pasa a formar parte del MHN, como
sección de Prehistoria. En la década de los 40, aproximadamente, la colección original pasa a constituirse en
la Colección de Folklore del MHN.
En las décadas siguientes, el MHN adquirió algunos objetos y recibió valiosas colecciones completas por parte
de artesanos y de particulares –como la colección de cerámica policromada y perfumada de Sara Gutiérrez–.
Desgraciadamente no se pudo pesquisar la fecha exacta de ninguna de estas donaciones, pues no se encontraron
los libros de inventario, y la información de las fichas existentes estaba incompleta.
Muchos de los objetos que aparecen en el listado original de 1927 no fueron hallados. Es el caso de toda la
colección de textiles y herramientas de tejido reunidas por Martín Gusinde en Chiloé. Se presume que fueron
enviados al Museo Regional de Ancud en algún momento.
A mediados del siglo XX, se incorporaron también a la colección objetos de artesanía carcelaria, principalmente
en asta de buey, madera y cestería de Rari.
En el año 1971, fueron llevados al Museo de Arte y Artesanía de Linares una cantidad de objetos superior a
los 1000, en calidad de préstamo. No se pudo precisar el número exacto, pues no se encontraron los listados
originales del movimiento, y además, por el tipo de embalaje utilizado en esos años, muchos objetos llegaron
allá fragmentados y despedazados.
En el año 1989, una fracción de estos objetos fue devuelta a Santiago; los listados de este movimiento sí exis-
ten, y se ha podido determinar que aproximadamente 560 objetos permanecen aún en calidad de préstamo
indefinido en el museo de Linares. De éstos, 200 pertenecen a la Colección de Objetos del Folklore Chileno
original descrita en 1927.
En el proceso del préstamo y posterior devolución, se perdieron piezas valiosas, como figuras en pasta de queso,
figuras de pasta de fruta y miga de pan. Sólo queda una pieza de este último material, en el museo de Linares.
También se dejaron grupos de objetos divididos: por ejemplo hay pares de espuelas y estribos separados. A su
vez, hay conjuntos de cerámica de Sara Gutiérrez y Elizabeth Gálvez que están repartidos entre ambos museos.
Lo mismo sucede con conjuntos de cestería de paja de trigo y cestería de Rari.
Un porcentaje cercano al 50% carecía de una ficha básica. La única subcolección que estaba casi en su totalidad
con su ficha, era la cestería de Rari (figura 1).
37
FIGURA 7. FIGURA 8.
“Cuelga” o “sarta”, sobre isofoam, antes de hacer el calado. Soporte en cartón libre de ácido, con asas de cinta de algodón, para
abanico de raíces de sauce y crin teñido.
38
Estado de conservación de la colección
Las condiciones de almacenaje de esta colección fueron bastante deplorables por años. En el año 2001 se hizo
un proyecto de embalaje, en el que se logró ordenar un poco, y se mejoró algo la situación de la colección,
sobre todo para las piezas pequeñas de cerámica. Pero las colecciones restantes quedaron embaladas como
estaban, casi sin medidas de conservación preventiva.
Las piezas más interesantes corresponden a la colección original, con data de 1904 y de alto valor patrimonial,
las que se pueden constituir en un referente para las artesanas actuales, pues hace décadas que ya no se elaboran
(figuras 4 y 5). Estas piezas cuentan con una descripción, lugar de compra y número de inventario original, en
la publicación de 1927.
Algunas de estas piezas están tejidas en raíces de sauce y álamo, con pequeñas zonas con crin de caballo sin
teñir (figura 6). Las piezas en peor estado son las de mayor tamaño, tejidas en raíces de sauce, más gruesas y
quebradizas que las de álamo.
Alrededor del 70% de las piezas son de 1910 a 1930, las que incluyen preferentemente piezas en crin de caballo,
con detalles en raíces de sauce.
El proyecto Fondart 2005, “Puesta en valor de la Colección de Artesanía y Arte Popular del Museo Histórico
Nacional”, consistió en desembalar, limpiar, ordenar, clasificar, y embalar adecuadamente la Colección de
Artesanía y Arte Popular del MHN.
Se construyeron muebles en melamina, debidamente sellados con productos neutros. Para el soporte de las
piezas, se utilizaron planchas de isofoam dimensionadas y caladas según la forma de cada objeto, buscado un
ajuste preciso para cada uno de ellos.
En el caso de la cestería de Rari, hubo que resolver problemas específicos de limpieza, y embalaje. La limpieza se
realizó con pinceles y con esponjas de espuma neutra –usadas habitualmente para maquillaje–, lo que permitió
limpiar con precisión y delicadeza las piezas de apenas 2 cms de tamaño.
El calado del isofoam se hizo pieza por pieza (figura 7). En los casos de los canastillos más deteriorados, hubo
que hacer soportes especiales en cartón libre de ácido, para permitir su manipulación (figura 8).
39
Los trozos de raíces sueltos se colocaron en pequeños calados protegidos con maylard, junto a la pieza a la
que pertenecen.
Tras el desarrollo de este proyecto, está asegurada la conservación de cada uno de los objetos que la componen;
la colección está ordenada, clasificada, correctamente almacenada, y ahora existe un registro escrito básico de
las piezas que la componen (figuras 9, 10, 11 y 12).
Nota
1
Este trabajo forma parte del proyecto Fondart Regional 2005 Nº 18007, “Puesta en valor de la Colección de Artesanía y Arte Popular del Museo
Histórico Nacional”. Ejecutor y responsable: Verónica Guajardo Rives.
BIBLIOGRAFÍA
REED, C., Catálogo de la colección de objetos del folklore chileno existentes en el Museo de Etnología y Antropología de Chile. En Publicaciones
del Museo de Etnología y Antropología de Chile, Tomo IV, Nº 3-4. Santiago 1927.
40
TEXTILES TRADICIONALES DE ATACAMA:
POSIBLES CAMINOS PARA ENFRENTAR DESAFIOS PRESENTES
RESUMEN
Este trabajo es parte de una estrategia dirigida a re-conocer al textil como factor de identidad así como factor de
articulación social y proyección comercial. Se intenta formular una propuesta metodológica de adecuación del
artefacto textil, tendiente a recuperar la posición sobresaliente de esta importante expresión dentro del ámbito de
la cultura atacameña. Ello a través del registro de sus características técnicas y visuales, del estudio de sus tipolo-
gías, reconocimiento de sus sistemas constructivos y de composición, elementos identitarios en base a los cuales
se plantean ejercicios que proponen una nueva mirada, respetando orígenes orientados a una reactivación.
Palabras clave
Artesanía Hoy
En la actualidad el creciente proceso de globalización, afecta los espacios del artesanado y micro-empresariado
enfrentándolos a un escenario que abre posibilidades muy atractivas de comercialización; evidenciando sin
embargo, una brecha insalvable entre los métodos productivos tradicionales y dicha demanda. Los artesanos han
sido inducidos, por necesidad, a sacrificar y a veces olvidar el lenguaje propio de sus tradiciones, arriesgando
seriamente su verdadero capital, su propia cultura. Las diferencias de origen complejizan la relación entre las
partes, tanto desde el artesano que no comprende cómo dirigir su oferta a este público desconocido como des-
de los potenciales compradores que por desinformación no valorizan la oferta tradicional. En alguna medida
este mismo escenario favorece las expresiones locales, por cuanto estas se convierten en el sello posible, que
en estos espacios tiene casi el valor de marca, que permite enfrentar el mercado global desde las diferencias,
desde lo original.
La artesanía “está de moda”. Día a día nacen nuevos espacios comerciales que quieren incluir una “artesanía
renovada” o “productos artesanales con diseño” u “objetos contemporáneos con identidad”. Las instituciones
gubernamentales y gobiernos regionales, que trabajan con el micro-empresariado están atendiendo a estas de-
mandas orientando a quienes laboran en este ámbito. Por otra parte instancias educacionales universitarias como
las escuelas de diseño acogen e intentan desarrollar proyectos en el área. Esto en alguna medida genera serios
riesgos para las culturas locales quienes reciben una gran presión, una amplia gama de ofertas en capacitaciones
de diversa índole y posibles opciones de integración a nuevos proyectos.
*
Comité Nacional de Conservación Textil, Licenciada en Teoría e Historia del Arte, [email protected]
** Escuela de Diseño, Pontificia Universidad Católica, Comité Nacional de Conservación Textil, Titulada
en Diseño, [email protected] 41
FIGURA 1.
Frazada.
FIGURA 2.
Tapiz mural, a partir de una
frazada.
FIGURA 3. FIGURA 4.
Bajada de cama. Tapiz mural, a partir de una bajada de
cama.
42
A partir de esta realidad que ciertamente no es nueva pero se agudiza en los últimos años, surge la necesidad
de realizar propuestas, sugerir y documentar métodos para trabajar en un espacio de confluencia.
A partir de un catastro de la artesanía local de Atacama se dio a conocer el registro obtenido en diversas ins-
tancias de difusión, tanto en la comunidad como fuera de ella. (Hoces de la Guardia & Rojas, 2002 y 2003). En
él se registra un valioso dominio de técnicas y oficio en tejido como también de un rico patrimonio estético en
texturas, colores y soluciones formales que justifican un trabajo de revalorización de este quehacer.
En años posteriores se ha mantenido contacto regular con tejedores/as y entidades del lugar, siendo testigos de
la búsqueda de ciertos artesanos/as por renovar sus expresiones, testimoniando una necesidad y voluntad por
prevalecer en su actividad. Desgraciadamente estas iniciativas suelen verse abortadas principalmente por las
dificultades de comercialización y desconocimiento del potencial mercado para sus productos.
El tiempo transcurrido nos ha llevado al convencimiento de que, a pesar de la distancia que separa Atacama
de Santiago, es posible comenzar a proponer una vía de reactivación y puesta en valor de la tradición textil
atacameña, la que luego debiera ser evaluada por los artesanos locales para su posible aplicación. La artesanía,
así como sus creadores, posee una dinámica propia y atender al origen no implica necesariamente congelar las
expresiones tradicionales.
El presente trabajo expone, desde nuestros quehaceres y profesiones, una propuesta metodológica de adecuación
del artefacto textil, tendiente a recuperar la posición sobresaliente de esta importante expresión cultural. Ella
se fundamenta en el respeto al otro y su tradición, en este caso los artesanos atacameños, insertándose en un
marco conceptual cuyos ejes principales son:
a) El reconocimiento de una identidad en el textil atacameño, el que compartiendo un patrón común con el
universo de los textiles andinos, presenta particularidades en su configuración visual en cuanto a las relaciones
de sus partes, proporciones, expresiones de textura (material y estructural) y paleta de color.
b) El textil como factor de articulación social dada su calidad de objeto cultural.
La permanencia del textil como parte fundamental de los rituales testimonia su importancia dentro del grupo.
La reactivación de la práctica del tejido puede contribuir a la revitalización y permanencia de rasgos culturales
en el tiempo.
c) La necesidad de generar una producción textil local con proyección comercial ya que constatando la demanda
de estos productos, no existen ofertas competitivas tanto en su factura, calidad visual y precio.
Propuesta Metodológica
La génesis de un proyecto de estas características debiera idealmente darse en una instancia de diálogo y trabajo
creativo conjunto, que considere la participación activa de los agentes internos y externos, de manera que la
resultante integre equilibradamente los factores locales y las demandas foráneas. Acciones alternativas como
el desarrollo de una propuesta externa, exigen un proceso previo de observación e investigación que permita
empaparse del lenguaje de la artesanía en cuestión, para que la innovación se realice en un marco de conoci-
miento y respeto a la cultura local.
Los problemas fundamentales de este trabajo tienen que ver con que la propuesta no debe transgredir códigos
culturales locales y esto es particularmente sensible cuando se trata de objetos que han sido creados para ser
43
FIGURA 5.
Pelero.
FIGURA 6.
Alfombra, a partir de un pelero.
FIGURA 7.
Costal.
FIGURA 8.
Costal extendido.
44
parte activa de ceremonias y “costumbres”. La innovación debe nacer corriendo por un riel paralelo a los objetos
tradicionales y debiera constituirse a la vez en un agente protector al favorecer la preservación y cultivo de cono-
cimientos, oficio y tradiciones en torno al “saber hacer” del arte de tejer. En la medida que los tejedores puedan
vivir de su trabajo y tejan con regularidad, sus habilidades y dominios se conservan, alimentan y renuevan.
Trabajar con textiles que tienen arraigo en la tradición exige un particular cuidado pues se trata de soportes que
no sólo cumplen funciones de uso sino que transmiten mensajes y códigos que son “leídos” únicamente por
quienes participan de dicha tradición. Por esta razón es fundamental investigar sobre las funciones y el sentido
de los tejidos tradicionales para así proponer cambios adecuados ya que se trata de artefactos que han cumplido
sus exigencias funcionales y comunicacionales por siglos, probando ser muy eficientes en su contexto. Teniendo
presente que este ha sido drásticamente alterado, las modificaciones debieran hacerse adoptando criterios que
tomen rasgos de los textiles locales para repensarlos en un nuevo objeto, logrando que artesanos textiles tradi-
cionales los reconozcan y consideren como una alternativa viable que interprete su sentir.
En el análisis de los textiles es necesario observar los aspectos estéticos y técnicos evaluables en cada objeto para
desde allí cualificar y establecer criterios sobre su inclusión, prescindencia o modificación para las propuestas
de innovación.
1. Desde su costumbre de uso. Función/es del objeto.
2. Desde lo estético. Observación de la pieza desde un punto de vista visual-formal:
- Formato
- Uso de la superficie. Composición, simetrías.
- Patrones de representación. Reconocimiento de figuras
- Color. Identificación de la paleta. Cualidades de la paleta. Relaciones entre matices.
- Textura. Cualidades del material, cualidades de la estructura. Relación textura-color.
3. Desde sus rasgos técnicos. Identificación de:
- Instrumental
- Características del hilado
- Estructura
- Técnica de representación
- Terminaciones
Estas observaciones deben ser procesadas a través de un registro gráfico (fotografías y/o dibujos), paletas de
color, muestras de estructuras y terminaciones, etc., para hacer de este compendio un cuerpo de información
45
FIGURA 9.
Propuesta de chal, a partir de un costal.
En los cuadros siguientes se sintetizan los aspectos que se conservan y los que se alteran en cada caso, lo que facilita metodológicamente la
comprensión de lo realizado, destacando en gris aquellos ítems que permanecen.
Referente Referente
Frazada Bajada de cama
Instrumental Instrumental
Materialidad Materialidad
Textura Textura
Estructura Estructura
Color Color
Formato Formato
Composición Composición
Representación Representación
Terminaciones Terminaciones
Producto Producto
Tapiz mural Bajada cama
Referente Referente
Pelero Costal
Instrumental Instrumental
Materialidad Materialidad
Textura Textura
Estructura Estructura
Color Color
Formato Formato
Composición Composición
Representación Representación
Terminaciones Terminaciones
Producto Producto
Alfombra Chal
46
que constituya un material de apoyo al momento de proponer nuevos productos. En el ejercicio, cuya intención
es la mínima intervención, se seleccionaron cuatro piezas. Ellas son las bajadas de cama, peleros, costales y
frazadas. Los siguientes puntos explican los pasos dados a partir de los objetos referentes y exponen los cambios
realizados con su correspondiente propuesta de innovación.
A.- Frazada: el ejercicio consistió en aislar visualmente una parte de ella. A partir del fragmento seleccionado
se proyecta un tapiz mural. Esto significa: respetar el sistema productivo manteniendo las técnicas usadas, su
paleta de color y las representaciones, proponiendo solo un cambio de formato (cuarta parte del original) para
hacer posible una readaptación de uso y una valorización proporcional del objeto final (figuras 1 y 2).
B.- Bajada de cama: reformulación en el espacio compositivo. A partir de cambios de formato de las figuras, su
relación con el total de la superficie y juegos de relación figura-fondo. El resultante puede conservar su misma
usabilidad o también es posible su derivación a tapicería mural. Se respeta el sistema productivo, las técnicas
usadas, la paleta de color y el formato, proponiendo cambios en la representación (figuras 3 y 4).
C.- Pelero: cambio de formato. La estructura textil de esta pieza la hace especialmente adecuada para, cambiando
su tamaño y calidad de hilado, cumplir las funciones de alfombra. Se mantiene su sistema productivo, la técnica
usada y su sistema de representación, proponiendo cambios de formato construyendo módulos ensamblables,
su paleta de color y calidad del hilado (figuras 5 y 6).
D.- Costal: cambio de uso. Se rescata el formato rectangular alargado del costal y su composición en listados,
que son referente directo para la propuesta de chales. Se mantiene el formato, el sistema de composición y su
patrón de representación, se modifica el instrumental y la estructura del tejido para hacerla más apropiada a su
nuevo uso, Se incorporan terminaciones apropiadas (figuras 7, 8 y 9).
Estos ejercicios iniciales, intentan demostrar respetuosamente, que con pequeñas modificaciones se puede re-
crear la artesanía local, aprovechando al máximo la experiencia y habilidades de las tejedoras. Estas propuestas
están basadas en el lenguaje estético propio de los artesanos y dan lugar a objetos que pueden ser fácilmente
integrados en espacios contemporáneos de otros ámbitos y por nuevos usuarios. La metodología desarrollada
hace aportes que incluyen la entrega de herramientas creativas que pueden dar a los artesanos una autonomía
indispensable en su trabajo a futuro. Cuadros explicativos (figura 10).
BIBLIOGRAFÍA
Escobar, Ticio, 1993. La belleza de los otros.
Hoces de la Guardia, S. y A. M. Rojas, 2003. Informe proyecto “Textiles Atacameños: Investigación, registro y diagnóstico de las artesanías textiles
del Loa y el Salar de Atacama. Fundación Minera Escondida.
Textiles tradicionales de la Puna Atacameña, 2002 en Revista Estudios Atacameños Nº 20, pp. 117-136, San Pedro de Atacama.
47
FOTOGRAFÍA DIGITAL EN REGISTRO DE TEXTILES
RESUMEN
Actualmente los conservadores y restauradores se ven enfrentados a diferentes situaciones en el registro fotográfico
de los objetos textiles con que trabajan y sus procesos de conservación. Normalmente los conservadores utilizan
cámaras digitales compactas para este tipo de registros, deben editar sus imágenes en programas especializados y
se requiere con urgencia actualizar los contenidos propios de la documentación visual digital para una correcta
utilización de dichos recursos. Estos documentos visuales aportan elementos concretos que ayudan a precisar
los diagnósticos de tratamientos de conservación y restauración.
Palabras Claves
Estructura de la cámara
Una cámara fotográfica digital cuenta básicamente con la Caja o cuerpo, el objetivo u óptica, el visor o pantalla
LCD y el sistema de almacenamiento de imagen. El cuerpo es cerrado, hermético, solo permite el paso de la luz
bajo condiciones controladas. Los lentes u objetivos definen en parte las características de la toma fotográfica.
Las cámaras análogas pueden tener visor directo o reflex y visor indirecto, este sistema es igual en las cámaras
digitales pero también se pueden visualizar las imágenes a través de la pantalla LCD, esta es una pantalla de
cristal líquido que reproduce en forma digital la imagen que ingresa a la cámara a través del lente. En las cáma-
ras análogas se utiliza película para la captura de imágenes y en las digitales se sustituye la película fotográfica
convencional por un sensor electrónico y memoria electrónica. La cámara digital respeta todas las características
de la fotografía análoga salvo que la película es permanente y reutilizable. Las imágenes se capturan en chips
de silicona (CCD) y se almacenan en sistemas magnéticos.
A diferencia de la cámara fotográfica análoga en la que la óptica concentra la imagen sobre el negativo, en la
cámara digital la proyección se realiza sobre el sensor. Las imágenes capturadas se guardan en formato digital
en un dispositivo de almacenamiento, habitualmente una tarjeta que se conecta posteriormente al computador
para descargar la imagen.
*
Restauradora Conservadora asociada al CNCR. Licenciada en Arte, Artista Textil y Magíster en Historia
del Arte. [email protected]
49
Sistema Digital
Los rollo fotográficos a color en fotografía análoga, captan los colores porque en la emulsión cada grano está
formado por una sustancia de color que reacciona frente a la luz, y se transforma en un punto visible en la
imagen un punto visible en la imagen. En fotografía digital cada pixel de una imagen es un número con formato
binario que almacena la información relativa a su tono o luminosidad, donde al tono blanco le corresponde el
valor más alto y al tono negro el más bajo
El número de electrones, conocido como carga acumulada de píxeles, se mide y se convierte en un valor digital.
Cada celdilla percibe las variaciones de la intensidad de la luz pero sin distinguir los colores de la imagen, estos
se captan a través de los filtros que recubren cada píxel. La gran mayoria de las cámaras digitales funcionan
con sensores de mosaico, en las cuales patrón mosaico de filtros de color se ubica sobre el sensor para filtrar
los componentes de luz rojo, verde y azul. Como resultado el mosaico sensor capta solo un 25 % del rojo y
del azul y un 50 % de verde. Este alto porcentaje de verde fue elegido por que nuestra vista está más sensible
a esta parte del espectro lumínico. Cada pixel mide solo un componente de luz, rojo, verde o azul y los otros
componentes se derivan de los pixeles circundantes.
La resolución
El termino resolución se utiliza en fotografía como la capacidad de un lente para resolver o diferenciar líneas en
una superficie determinada. Cuanto más líneas se diferencien entre si, mayor capacidad de definición tendrá la
cámara. En fotografía digital, mayor resolución significa mayor cantidad de pixles ópticos en una determinada
superficie. Esto se denomina DPI (duts per inch) o PPI (pixels por pulgadas). Cuanto mayor sea el número de
filas y columnas mayor será el detalle de la fotografía.
50
El rango dinámico
El rango dinámico o tonal indica la capacidad de un determinado CCD para diferenciar en forma continua entre
los distintos niveles de luces. Cuanto mayor sea la capacidad para detectar pequeños cambios de diferencias
en los niveles de luminosidad, el sensor digital será más apto para reproducir la información visual sin saltos
bruscos. Esta información son los distintos valores tonales que existen desde las partes más brillantes hasta las
más oscuras.
La profundidad de color
Los pixeles del sensor son capaces de diferenciar 256 niveles valores de intensidad lumínica (niveles de grises)
que van desde el blanco hasta el negro, las variables tonales las definen los filtros RGB del sensor.
Tienen objetivos zoom con focales entre gran angular y tele corto. Tienen pantalla LCD, para previsualización de
imágenes y permite variabilidad en los modos de previsualización. Incluyen modos de escena y algunas incluso
permiten ajustes manuales de velocidad y diafragma. Tienen solo formato de toma en JPG. La mayoría tiene la
función alternativa de filmación en formato MPEG.
Tienen un cuerpo de materiales más resistentes y lentes de mejor calidad óptica. Tienen controles manuales de
velocidad, diafragma, sensibilidad ISO, ajuste de balance de blancos, zapata para flash externo. Permiten elegir
entre alternativas de formatos JPG, TIF, RAW y NEF (Nikon). Los objetivos en su mayoría permiten la incorporación
de elementos accesorios ópticos como filtros u otros lentes agregados y tienen muy buenos sistemas macro y
teleobjetivo incorporado. Genera imágenes de muy buena calidad.
Cámaras Reflex
Esta cámara se encuentra en el nivel superior con objetivos intercambiables y controles de acceso manual en su
totalidad, tienen un diseño ergonómico de forma que todos los controles queden al alcance de los dedos pulgar
e índice de modo que el usuario pueda tenerla siempre a la altura del ojo. El cuerpo es robusto permitiendo un
gran uso y los objetivos son de cristales de altísima calidad. El CCD puede tener entre 6 y 14 megapixeles en
la mayoría de las cámaras.
Los principales problemas fotográficos en la obtención de resultados adecuados desde el punto de vista visual
son de orden técnico y de manipulación instrumental. En formato se ha optado por trabajar con JPEG con mí-
nima compresión, porque los resultados obtenidos en cámaras de más de 4 megapixeles son de buena calidad.
La relación peso de la imagen versus calidad visual es adecuada para el trabajo realizado con las imágenes. El
51
formato JPEG es de amplio espectro en su compatibilidad con los programas de manipulación de imágenes más
difundidos. Los formatos NEF, RAW y TIF sin compresión ofrecen una excelente calidad de imagen pero solo se
pueden manipular con programas específicos y son imágenes muy pesadas, lo cual dificulta el almacenamiento
de las mismas. La ventaja de estos formatos es que permiten ampliaciones de gran tamaño con una muy buena
calidad.
El modo de exposición va a estar relacionado con el tipo de imagen que se quiere obtener. Si la prioridad en
la imagen es la profundidad de campo y la profundidad de enfoque se debe trabajar con el modo “prioridad
abertura de diafragma”, si la iluminación es muy débil o la cámara no está fija es preferible priorizar el ajuste
de la velocidad. El modo manual permite realizar ajustes personalizados con variaciones arbitrarias de las
combinaciones de velocidad y diafragma. El modo program mantiene una relación equilibrada entre velocidad
y diafragma. El modo automático es el que permite menos cantidad de ajustes por lo tanto como resultado la
captación de las imágenes va a estar más sujeta a alteraciones lumínicas y de color principalmente. Sin embargo
la falta de una preparación adecuada en la manipulación de las variables de los controles de las cámaras por
parte de los conservadores, hace que muchas veces se opte por el modo automático.
Las películas fotográficas están pensadas para su uso con una gama específica de luz diurna, si se hacen fotografías
con luz artificial los colores se modifican, en documentación de textiles es fundamental mantener un buen registro
de color ya que este puede darnos información valiosa sobre el deterioro de una pieza. Las cámaras digitales
tienen una función para corregir el punto blanco que sirve para corregir el color cuando este se ve alterado, esto
se realiza a través del control de balance de blancos, según el tipo de iluminación con el que se está trabajando.
La mayoría de las cámaras presentan modos prefijados para fluorescente, tungsteno, halógena o automático y un
modo de ajuste manual. Dos fuentes lumínicas de naturaleza diferente que, aparentemente, emiten luz blanca,
producen colores diferentes, al ojo fotográfico de una cámara digital y tienen diferente temperatura de color.
El primer tipo de registro que se obtiene al trabajar con cámara digital, además de la imagen misma, es la meta-
data con la información de la toma de cada imagen. La metadata de una imagen digital se refiere a toda aquella
información que habla sobre los propios datos técnicos con los cuales se obtuvo la imagen como resolución,
compresión, ISO, modo de exposición, tipo de enfoque, balance de blancos, modo de color, etc. Esta informa-
ción viene con la imagen misma y se puede visualizar en propiedades de la imagen con cualquier programa de
visualización de imágenes. Se debe revisar la compatibilidad del programa con las imágenes de la cámara ya
que no todos los programas están habilitados para las diferentes marcas de cámaras. Es recomendable trabajar
con el programa propio de cada cámara. El segundo tipo de registro se sugiere realizarlo directamente en la
base de datos, una vez descargadas las imágenes, volcar la información de las condiciones de la toma: con que
cámara se realizó, formato, iluminación, descripción y fotógrafo.
Otro aspecto relevante de la obtención de imágenes digitales es la facilidad con que estas pueden ser fácilmente
transmitida a un gran número de usuarios ya sea simplemente por correo electrónico para la consulta y el debate
o incorporadas en otros documentos digitales, exportados a los sistemas de análisis de imágenes o publicados
en un sitio web, ya que son fáciles de copiar, almacenar y archivar.
Conclusión
El aporte de la fotografía digital en los procesos de registro de textiles es principalmente la creación de docu-
mentos visuales con gran cantidad de información. Estos documentos visuales aportan elementos concretos que
ayudan a precisar los diagnósticos de tratamientos de conservación y restauración. También se puede concluir
52
que por el bajo costo de la obtención de imágenes esto permite la realización de una gran cantidad de tomas y
la posterior seleccion de aquellas más significativas y representativas para un óptimo registro visual. La calidad
de la imagen final, depende de la calidad de la óptica y manipulación de la cámara no solo de la cantidad de
megapixeles del CCD o de la marca de la cámara. La elaboración de una base de datos y un banco de imágenes,
con la documentación visual facilita la consulta de dicho material en cualquier momento y minimiza la obser-
vación directa, con lo cual se protegen los textiles. Un tercer aspecto a tener en cuenta como conclusión es la
importancia de los datos capturados tanto en la metadata como aquellos registrados posteriormente, respecto
de las condiciones de la toma. La asociación de los diferentes datos provenientes de la documentación visual
permite generar información tanto para el estudio de las imágenes obtenidas como para la realización de futuras
fotografías en condiciones similares.
53
El hilo lloq’e y una litografía de León Pallière
Prof. Inés Maldonado*
Resumen
En la textilería andina tuvo una importancia fundamental la manufactura de las materias primas mediante el hilado.
En este proceso es determinante la dirección de rotación que se imprime al huso para hilar las hebras. La hebra
hilada a la izquierda se llama lloq’e en quechua y le confería al hilo así obtenido facultades mágicas y rituales.
En el Museo Histórico de Rosario se encuentra una litografía de Pallière, Santiagueña tejiendo, donde se observa
la actividad del hilado en el siglo XIX en Santiago del Estero. La hilandera del Taller Textil interpretó la forma de
hilar representada como lloq’e.
Palabras claves
Hilo lloq’e – Instrumentos textiles – Pallière, León – Santiago del Estero – Supervivencia de tradiciones textiles
El hilo mágico
Uno de los fundamentos de la textilería andina fue la disponibilidad de dos materias primas esenciales: la lana
de camélidos y el algodón. En la compleja manufactura de estas materias primas, uno de los primeros pasos es
el hilado que se realiza con la ayuda del huso y el tortero. El huso, pushkana en quechua, es un palillo, gene-
ralmente de madera, que sirve para torcer la hebra sobre sí misma; su largo y espesor varían según el hilo que
se desea obtener. El tortero, cuyo nombre quechua muyuna significa girar, dar vueltas, es un disco de madera o
arcilla con un orificio central en el cual se calza el huso al que confiere un movimiento de rotación uniforme.
Una vez preparado el paquete de fibra, mediante el hilado se transforman los vellones o copos en un hilo que
es ya una estructura textil. Se crean así, espirales de fibras paralelas. Los artesanos obtenían un hilo regular, de
espesor constante y resistente, en algunos casos extremadamente fino. El movimiento de los dedos imprime un
giro al huso, que según sea hacia la derecha o la izquierda, determina el sentido de la inclinación de la espiral.
Tiene una importancia fundamental la dirección de rotación usada para hilar las hebras. Sólo dos direcciones
son posibles: a la derecha que produce una hebra con la inclinación de las espirales en S y a la izquierda que
produce una hebra con la inclinación en Z. Esto es, por las direcciones oblicuas que forman la parte media de
estas dos letras: S \ y Z / (Conklin, 1996: 326).
El hilado a la izquierda le confería al hilo facultades mágicas, sistema de creencias que sigue aún vigente en las
regiones puneñas de Argentina, Chile y Bolivia. El hilo lloq’e es hilado en ocasiones especiales, por ejemplo para
las ofrendas a la Pachamama en el momento de la siembra y la cosecha. En la provincia de Jujuy, en el mes de
agosto, cuando tienen lugar las principales ceremonias en honor de la Pachamama, no sólo se le hacen ofrendas
en lugares especiales, sino que los indígenas se amarran cordeles de lana hilada al revés (lloq’e o yoque) en
las muñecas y los tobillos, para protegerse de los peligros que los amenazan (Mariscotti de Görlitz, 1978:32).
En la región de Tarabuco, Bolivia, también se lleva un hilo hilado a la izquierda, lluq’i, en muñecas o tobillos
como protección (Meisch, 1984: 249). Así mismo, en la región de Chinchero, Perú, se registró la creencia del
poder curativo de colocar en el tobillo o la muñeca lana hilada lloq’e (Franquemont, 1984: 312). Los médicos
kalawaya llevan en sus envoltorios o paquete ritual de médico para curar, un hilo hilado lloq’e (Carmen Loza,
2007, comunicación personal).
Un registro exhaustivo de las creencias relacionadas con el hilo lloq’e en la Puna argentino-boliviana, señala
su importancia en el día de la Pachamama. El 1º de agosto, los indígenas se colocan hilo lloq’e en el tobillo, en
la muñeca o en el cuello para obtener protección. Este elemento mágico está relacionado con el amparo a los
viajeros y con la salud, con los ritos funerarios y la prevención de lo maléfico. También se lo utiliza para proteger
a los animales y para marcarlos en la fiesta de “la señalada” (Rolandi de Perrot, 1983-85: 280-284).
Santiagueña tejiendo
En el Museo Histórico Provincial de Rosario se encuentran varias litografías de León Pallière (1823-1887), entre
las cuales una resulta particularmente relevante en relación a este escrito. En nuestro trabajo de conservación,
documentación e investigación con la colección de textiles prehispánicos preservados en el Museo, la comunidad
de tejedoras del pueblo de Loro Huasi en Catamarca, se constituyó en un punto de partida para acercarnos a
las supervivencias de las tradiciones textiles del mundo andino.
La escena representada en la litografía Santiagueña tejiendo (figura 1) nos muestra a una mujer trabajando en
un telar criollo, instalado como era habitual en la galería de un rancho. Delante de la tejedora hay dos mujeres
sentadas en el piso de tierra: una de ellas sostiene en su falda un cabrito y la otra, que parece ocupar el centro
de la escena –y por cierto el de nuestro interés–, está torciendo lana con el huso colocado al revés; es decir, con
el tortero arriba y sostenido por el otro extremo con su mano derecha. Decimos que está torciendo la lana pues
no extrae los hilos de un vellón colocado en su mano izquierda, sino de un ovillo que está en el suelo y en el
que se han unido dos hilos previamente hilados con torsión hacia la derecha, como veremos luego. El detalle
es tan preciso que no podía tratarse de una fantasía del artista. Para comprobar lo que ya intuíamos le mostré la
litografía a Manuela Cuellar, hilandera y tejedora oriunda de Santiago del Estero. Ella se había incorporado al
Taller Textil que organizamos en el Museo con el objetivo de rescatar las técnicas, los diseños y el simbolismo
de la tejeduría de los Andes y así revalorizar el patrimonio (figura 2). Manuela, al ver la litografía, dijo sin nin-
guna duda, que estaba hilando lloq’e y explicó que ésa era una de las formas tradicionales de realizar ese tipo
de hilado, con el huso al revés, siendo la otra girar los dedos que sostienen el huso hacia la izquierda. Fue uno
de esos momentos mágicos en los que se tiende un puente entre pasado y presente. Con el correr del tiempo,
Manuela fue revelando sus saberes sobre las circunstancias en que se hila lloq’e y sobre las funciones que cumple
en ciertos rituales. Por ejemplo, como protección para los viajeros y enfermos, ofrendas a la tierra, así como su
utilización para equilibrar algunos tejidos y evitar que sus bordes se enrulen.
56
Ahora bien, es preciso rastrear en qué punto de la provincia de Santiago del Estero Pallière había sido testigo
de esta manera de hilar y había tomado apuntes tan precisos. Este artista viajero había nacido en Río de Janeiro
de padres franceses y su formación profesional la había realizado en Francia. Residió en la Argentina desde
1855 hasta 1866, realizando viajes al interior del país y a Chile. De estos viajes el que nos interesa fue el que
emprendió en 1858 y que lo llevó a Rosario, Mendoza y Santiago de Chile. En Valparaíso se embarcó rumbo
a Cobija; desde allí, cruzando el desierto de Atacama, recorrió Salta, Tucumán, Santiago del Estero, Córdoba y
Rosario. En este trayecto escribió un diario que fue publicado en 1945 con el título Diario de viaje por la América
del Sud, pero los dibujos originales fueron reemplazados por otros trabajos del artista. El tramo del viaje por la
provincia de Santiago del Estero fue muy rápido y se hizo por el camino de postas a lo largo del río Dulce. En
Cardosa, una de las postas en las inmediaciones de Loreto, al sur de la capital provincial, vió dos grandes telares
bajo un corredor. En el diario no hay ningún dibujo ni apunte de los telares. En la posta de Horquetas, más al
sur, compró “una de esas mantas de lana roja que tan bien tejen en las provincias del norte y que están teñidas
con unos granos que llaman penco y cochinilla” (Pallière, 1945: 246). Hemos tratado de identificar las postas
que nombra en su diario en la Carta des Provinces de Catamarca de Tucumán de 1866 de un destacado geógrafo
de la época (Martin de Moussy, 1869). Allí aparecen Loreto, La Perca y Horquetas que nos permite precisar que
sus apuntes para las futuras litografías y acuarelas fueron tomados en el tramo del camino de postas de Loreto
hasta el límite con la provincia de Córdoba.
Los dibujos y pinturas obtenidos en sus viajes fueron compilados en el Album publicado en 1865, obra del
litógrafo Pelvilain, compuesto por cincuenta y dos litografías entre las cuales está Santiagueña tejiendo. Es uno
de los más importantes aportes realizados para contribuir al conocimiento de las costumbres del país. La obra
de la que nos ocupamos no es la única que trata el tema textil. Así por ejemplo, Telar criollo es una acuarela
con los mismos personajes que vemos en la litografía Santiagueña tejiendo: una mujer tejiendo en el telar, otra
sentada con un cabrito en su falda y otra que ovilla lana de una madeja sostenida en sus brazos por una niña.
En El payador observamos una mujer que tiene entre sus dedos el hilo de un huso: tanto éste como un ovillo,
están en el suelo como si en ese momento hubiera interrumpido su trabajo. Hay otras acuarelas que no se
refieren específicamente a la actividad textil, pero en las que se pueden observar con extraordinario detalle las
vestimentas de los gauchos.
Manuela Cuellar, que lamentablemente falleció el año pasado, era de Bandera Bajada, un pueblo situado
en las márgenes del otro río que atraviesa Santiago del Estero, el Salado. Este río en el siglo XIX era la fron-
tera de un bosque impenetrable y más allá, se extendía el territorio de los indígenas del Chaco. El pueblo
no aparece en el mapa del siglo XIX, pero fue mencionado por María Delia Millán de Palavecino en una
entrevista a una tejedora en 1963 que explica, en quichua, el armado del telar de ocho lizos (Millán de
Palavecino, 1981: 201). Manuela Cuellar había emigrado a Rosario años atrás, dejando de hilar y tejer
en la gran ciudad. Gracias a su incorporación al Taller Textil del Museo no sólo recuperó para nosotros y
para ella misma esta antigua tradición del hilo lloq’e sino que también recordó que en su infancia tejía
con el telar de cintura. En las demostraciones y cursos que hicimos en el Museo, ella hilaba el hilo lloq’e
en público como si, lejos de su pueblo, se hubiera perdido ese carácter secreto y sagrado que tiene en las
comunidades de la Puna (figura 3).
Conclusiones
Desde la época colonial sabemos de pinturas, dibujos y grabados que representan la actividad del hilado.
Mencionaremos en forma sucinta los dibujos de Guaman Poma de Ayala, las acuarelas del obispo de Trujillo,
Baltasar Martínez de Compañón, las distintas versiones de la Virgen niña hilandera de los siglos XVII y XVIII,
57
FIGURA 1.
Santiagueña tejiendo. Santiago del Estero. Litografía (0.19 x 0.33). Jean-León Pallière.
FIGURA 2. FIGURA 3.
Manuela Cuellar hilando lana con el huso vertical y girándolo hacia la Manuela Cuellar haciendo una demostración del hilado lloq’e
derecha. Taller Textil del Museo Histórico de Rosario. con el huso al revés, haciéndolo girar con la mano derecha
por el extremo opuesto al que se coloca el tortero. En este
caso está hilando directamente del vellón, no torciendo los
hilos previamente hilados a la derecha como en el caso de la
litografía. Taller Textil del Museo Histórico Provincial de Rosario.
58
hasta llegar al siglo XX en que se han multiplicado las pinturas y grabados de hilanderas. Sin embargo, no hemos
encontrado hasta el momento representaciones de la acción de hilar lloq’e.
Dada la importancia mágica y ritual que tiene este tipo de hilado y su carácter secreto, sorprende que la aguda
observación de Pallière haya captado con tal detalle esta actividad en el siglo XIX en una aislada posta de San-
tiago del Estero.
Esto nos permite trazar las supervivencias de las tradiciones textiles andinas, que continúan en la actualidad,
no sólo en tejedoras de Santiago del Estero, sino de la Puna argentino-boliviana y, como sabemos, en toda la
región andina.
Nota
Una versión inicial de este trabajo fue presentada en el panel “Arte argentino y Latinoamericano: fragmentos y detalles”, en el VII Encuentro Arte,
1
creación e identidad cultural en América Latina, Facultad de Humanidades y Artes, Universidad Nacional de Rosario, 9, 10 y 11 de octubre, 2007.
BIBLIOGRAFÍA
CONKLIN, WILLIAM G., 1996. Structure as meaning in ancient Andean Textiles. Andean Art at Dumbarton Oaks. Pre-Columbian Art at Dumbarton
Oaks, Hill Boone, Elizabeth, Ed. Nº 1, Vol. 2, Washington D. C.
MARISCOTTI DE GÖRLITZ, Ana María, 1978. Pachamama, Santa Tierra. Contribución al estudio de la religión autóctona en los Andes centro-
meridionales. Indiana. Suplemento 8. Gebr. Mann Verlag Berlin.
MEISCH, LYNN ANN, 1984. Weaving Styles in Tarabuco, Bolivia en The Junius B. Bird Conference on Andean Textiles. The Textile Museum,
Washington D. C.
MILLÁN DE PALAVECINO, DELIA, 1981. Arte del tejido en la Argentina. Ediciones Culturales Argentinas.
MOUSSY, MARTIN DE, 1869. Description Geographique et Statistique de la Confédération Argentine. Atlas. Librairie de Fermin Didot Frères, Fils
et Cie. Paris.
PALLIÈRE, J. LÉON, 1945. Diario de viaje por la América del Sud. Peuser. Buenos Aires.
ROLANDI DE PERROT, DIANA. DORA JIMÉNEZ DE PUPARELLI, 1983-1985. La tejeduría tradicional de la Puna argentino-boliviana. Cuadernos
del Instituto Nacional de Antropología. V. 10. Buenos Aires..
59
Tintes Vegetales de Atacama:
Una experiencia de teñido con plantas tintóreas en el
pueblo atacameño de Socaire1
Verónica Moreno*
RESUMEN
El presente trabajo registra la experiencia realizada en la localidad de Socaire, 2a Región, a partir de un Proyecto
Fondart denominado “Socaire un pueblo atacameño: Difusión de la cultura e implementación etnográfica”. Este
sirvió como punto de partida para la implementación de un taller de teñido, ocasión en la que se planteó abarcar
el estudio de las plantas nativas que servirían para el tinte desde su recolección, realización de la respectiva ficha,
registro fotográfico, dibujo botánico , interiorizándose de todos sus otros usos tradicionales como medicinales,
ceremoniales, alimenticios, forraje de animales, etc.
Palabras Claves
El pueblo atacameño de Socaire se encuentra a 3.300 metros de altura sobre el nivel del mar al sur del Salar de
Atacama, en la provincia El Loa, 2a región, Antofagasta. Las principales actividades productivas de esta comuni-
dad indígena son la agricultura, ganadería, minería, artesanía y recientemente se ha incorporado el turismo. La
comunidad de artesanas y artesanos del pueblo es una de las más destacadas en la continuidad de la tradición
textil en la zona (figura 1).
En el año 2002 durante la ejecución del Programa Orígenes, Educación y Cultura, programa social de pro-
moción cultural junto con la artesana textil Sra. Evangelista Soza realizamos un taller de tintes naturales, en
el cual se propuso retomar la actividad de teñido con plantas existentes en el área, que se había realizado
por los años sesenta. En esta ocasión las artesanas mayores fueron recordando sus conocimientos sobre las
plantas con propiedades tintóreas, el color resultante, además de la planta que se utilizó en el pasado para
fijar el color.
Por largos años el uso de tintes naturales (figura 2) fue reemplazado por el teñido con tinturas químicas o anili-
nas adquiridas a comerciantes venidos desde el Sur Lípez de Bolivia y el noreste argentino, lo cual también fue
desapareciendo dado el estricto control ejercido en los pasos fronterizos. Por lo que en general, en los tejidos
[email protected]
61
FIGURA 1. FIGURA 2.
Textileras de Socaire. Tintes.
FIGURA 3. FIGURA 4.
Tola. Copa-copa.
FIGURA 5. FIGURA 6.
Líquea. Tikara.
62
se usaban las distintas gamas de colores naturales como el negro, grises, café oscuro y claro, color “paco” o
vicuña, blanco, etc.
Esta nueva experiencia de teñido con plantas tintóreas la realizamos en conjunto con un grupo de artesanas
y artesanos pertenecientes a la Asociación Indígena de Artesanos de Socaire, en el contexto de la ejecución
del proyecto Fondart denominado: “Socaire, un pueblo atacameño: Difusión de la cultura e implementación
etnográfica”, entre los meses de abril a junio del año 2007.
Como parte del proyecto organizamos dos sesiones de teñido con plantas propuestas por los artesanos, como la
tola, copa-copa, líquea, tikara, kume, etc. (figuras 3, 4, 5, 6 y 7) recolectadas entre los 3.300 y 3.945 metros de
altura. Las mayoría de las plantas utilizadas para teñir también tienen propiedades medicinales muy apreciadas
en la comunidad.
La recolección de las plantas se realizó con la asesoría y apoyo de Don Fernando Plaza hierbatero de la comu-
nidad, quien entregó las indicaciones para la selección de las plantas, las zonas de extracción y cantidad para
no afectar su reproducción.
Se elaboró una ficha de recolección en la que se consignaron datos como el nombre local y científico de la
planta, nombre de la persona que la recolectó, nombre del sector y altura en que se encuentra la planta, foto-
grafía de la misma y sus usos tradicionales (medicinal, ceremonial, alimenticio, tintóreo, de forraje animal, uso
en construcción y artesanía, etc.). Al mismo tiempo se practicó el dibujo botánico.
Los tintes se prepararon con ramas y hojas de las siguientes plantas: tola, líquea, copa-copa, y lampaya. Para
obtener el tinte de la tikara (figura 8) se usó la raíz y en el caso del algarrobo (figura 9), su resina. Las raíces,
ramas y hojas, se trozaron y se dejaron remojando en unos 30 litros de agua durante 24 horas y posteriormente
se puso a hervir por 60 minutos, en fogón a leña. En el caso de la resina de algarrobo se diluyó en agua y se
puso a hervir por una hora (figura 10).
La cantidad de planta utilizada para preparar el tinte fue seleccionada al “ojo” ya que el grupo tiene “la medida
en la mano”, no acostumbra a pesar el material excepto al momento de la venta. Pero se estima que la cantidad
usada fue de aproximadamente 2,5 a 3 kilos de planta por 1 kilo de lana hilada. Luego del hervor y la extracción
del tinte de la planta, se cuela para sacar los restos de ramas, hojas, palos, etc.
Se introducen a la tintura las madejas de lana hilada blanca previamente lavadas para lo cual se utilizo detergente
común o colpa, especie de sulfato que se recoge a orillas de las lagunas del altiplano. Una vez humectadas se
dejan hervir por 15 a 20 minutos, revolviendo regularmente; luego se agregó kume para fijar el color (el kume
es un fruto comestible, una tuna pequeña muy ácida que también tiene efectos medicinales como preventivo
de la formación de cálculos renales y vesiculares.)
Quienes recordaron el uso de esta planta como fijador fueron las mujeres artesanas mayores, lo que fue muy
importante dada la dificultad para adquirir alumbre, sulfato de fierro, bicromato de potasio, u otro utilizados
como mordientes, puesto que la distancia desde el pueblo de Socaire a la ciudad de Calama donde eventual-
mente se pueden comprar es de 250 km.
Se mantuvo el hervor suave por otros 15 minutos y se dejó durante la noche la fibra en el tinte para retirarlo al
día siguiente, enjuagarlo y reutilizar el tinte. Obteniendo un primer teñido de un tono más intenso y un segundo
63
FIGURA 7. FIGURA 8.
Kume. Colado tintura Tikara.
Los colores obtenidos tanto de la tola como de la liquea y copa-copa son distintos tonos de amarillo, amarillo-
verdoso suave, pastel. La tikara tiñe color anaranjado- rojizo similar, pero más intenso al que se obtiene con la
cáscara de cebolla. La resina de algarrobo tiñe color café moro y la lampaya distintos tonos desde el café- morado
a rosado. También se experimentó con beterraga y zanahoria cultivadas por las mismas artesanas (figura 11).
Posteriormente a la realización del primer taller se retomó y mantuvo la practica del teñido con plantas nativas,
el segundo taller cumplió el objetivo de reforzar y experimentar con nuevas plantas e incorporando los colores
obtenidos anteriormente para tejer con agujillas de cactus, prendas como guantes, medias, gorros, bolsos, etc.
las que se comercializan entre los turistas que visitan regularmente el pueblo (figura 12).
Nota
1
Proyecto Fondart 2007, adjudicado a la Comunidad Atacameña de Socaire con el apoyo del Museo R.P. Le Paige. s.j. de San Pedro de Atacama.
Bibliografía
Carrasco Ana María, 1994 Tintes naturales. Recuperación de una milenaria tradición relegada al olvido. Fondo de Desarrollo de la Cultura y las
Artes, FONDART Ministerio de Educación.
65
TEXTILES DEL MAULE: TESTIMONIOS DE TRADICIÓN, RESCATE Y PROGRESO
Jessica Díaz T. *
Gioconda Iturra G.**
Ursula Ponce P. ***
RESUMEN
En este primer encuentro de tradiciones textiles de la región del Maule, participan representantes de las provincias
de Talca, Linares y Cauquenes (figuras 1 a 4).
Esta presentación comprende los testimonios representativos de fenómenos asociados al origen y desarrollo de
la actividad textil artesanal de La región del Maule (figuras 5 a 9).
A través de estos testimonios se muestra desde la perspectiva de las tejedoras, la historia y oportunidad de pro-
yectar la actividad textil tradicional regional.
Por último, en estos testimonios vislumbramos la importancia de los apoyos institucionales en relación a la sobre-
vivencia, adaptación, convivencia y aporte a las nuevas formas sociales de las prácticas textiles tradicionales.
Palabras Claves
Testimonio de Tradición
Yo aprendí como a los 11 años, mi mamá tejía y estaba haciendo un chamanto, yo tenia una hermana y después
que mi mama almorzaba se ponía a tejer y yo con mi hermana le decíamos mamá le pongo el tacho para que
tome mate, y mi mamá decía pero si almorcé recién, pasaban unos 10 a 15 minutos, y mi hermana le decía
* Artesana. [email protected]
** Artesana.
*** Artesana.
67
FIGURA 1. FIGURA 2.
Representantes de la provincia de Talca, desarrollando dinámica de Representantes de la provincia de Cauquenes, desarrollando
preparación para el encuentro. dinámica de preparación para el encuentro.
FIGURA 3. FIGURA 4.
Representantes de la provincia de Linares, desarrollando dinámica Primer Encuentro de Tradiciones Textiles de La Región del Maule.
de preparación para el encuentro.
FIGURA 5. FIGURA 6.
Prevenciones tejidas en telar parado de la comuna de San Clemente. Chaño tejido en telar parado de la comuna de Linares.
68
mamá le pongo el tacho para que tome mate, y nuevamente ella decía pero si almorcé recién, después de 10
a 15 minutos iba yo y le decía mamá le pongo el tacho para que tome mate, ella decía no es muy temprano
hasta que cierto día dijo, de hoy en adelante un día lo coloca una y al otro día lo coloca la otra, porque ya me
tienen aburrida con que todos los días almuerzo y me quieren colocar el tacho para que tome mate, y así la que
colocaba el tacho era la que podía tejer y así aprendí a tejer el tejido de monitos o dibujitos como lo llaman
algunos ya que el tejido sencillo ya lo sabía desde hace tiempo y esa es mi tradición ya que desde esos años yo
estoy tejiendo y lo seguiré haciendo hasta que Dios me de vida y salud.
Testimonio de Rescate
Mis manos estaban lentas, pálidas y sin vida. No crecían de ellas las flores que sembraba, ni le daban el valor
a mis comidas, pero llegó el calor, la textura y el abrigo de la lana.
Esta lana llegó a mí de niña, cuando era solo un juego, cuando mi afán era imitar el ritmo que mamá le daba
a los palillos.
De ella he visto nacer los chales, las mañanitas y cojines, de ella he visto también nacer el ovillo cuando hilaba,
cuando tomaba el vellón salido de la oveja y con la suavidad que solo la mujer sabe tener, lograba que el huso
le regalara el ovillo listo para trabajar.
En aquel entonces el tejido era casero, era el abrigo de la familia, era la ropa que se usaba y era el calor de las
frazadas, era el gorro para el invierno y los refajos de la abuela. Era manta para los hombres y las mantillas para
la iglesia.
Hoy de ese juego inocente de querer ser mi madre nace el ritmo de mis manos, la suavidad de los palillos y el
crochet y el color de mis lanas.
Hoy ese juego se hace futuro, se hace futuro para la cosecha, se hace el sustento del día y se hace producto
para la venta.
Pero este cambio no viene solo, viene del interés del grupo, viene del deseo de ser más y viene tomado de la
mano de Prodemu.
Prodemu nos da la fuerza, nos traza el camino para que nosotras lo caminemos, para que nosotras usemos
nuestras manos y transformemos la naturaleza en arte, para que este arte llegue a los mercados de Chile y el
mundo, le de realce y belleza a nuestra mujer chilena.
Muchas Gracias.
69
FIGURA 7.
Manta tejida en telar parado de la comuna de Curepto.
FIGURA 8.
Manta tejida de la comuna de San Rafael.
FIGURA 9.
Prevenciones tejidas en telar parado de la
comuna de Linares.
FIGURA 10.
Chamanto de alpaca tejido por Ursula Ponce.
Conviene más estar asociados que individuales, así se logran más proyectos y son más ideas que una cabeza.
Yo represento a la precordillera de Linares, donde todavía en el sector hay algunos artesanos individuales y
asociados que les falta el apoyo de sus autoridades comunales.
Nosotras, las tejedoras, tuvimos la suerte de tener un equipo de profesionales cuando nos formamos, también
pusimos mucho de nuestra parte, teníamos ganas de surgir económicamente y también pensando en que no se
termine esta tradición en nuestro sector, así se fue generando trabajo para las mujeres de Quinamávida y hoy
nos sirve para dar a conocer nuestra localidad.
A nosotras no nos ha pasado que venga alguien de afuera a cambiar nuestra manera de tejer, nosotras siempre
defendemos nuestra tradición.
71
EL MOTIVO ANTROPOMORFO EN LOS TEXTILES FUNERARIOS DE LA CULTURA ARICA,
1000 D.C. – 1470 D.C., NORTE DE CHILE:
APROXIMACIÓN A SU EXPRESIÓN VISUAL Y SUS POSIBLES CONTENIDOS CULTURALES1
RESUMEN
El objetivo general de esta investigación fue analizar a través del método iconográfico las representaciones de motivos
antropomorfos exhibidas en los textiles funerarios (chuspas, bolsas fajas e inkuñas) pertenecientes a la cultura Arica,
con el fin de develar sus contenidos culturales vinculados, supuestamente, a jerarquías y diferencias sociales.
El método iconográfico se desarrolló utilizando sus tres herramientas básicas: descripción (constitución corpus
representativo de textiles, descripción iconográfica), análisis (definición de clasificaciones según variantes icónicas
e identificación de temas y personajes) e interpretación (comparación entre información visual versus fuentes
históricas y contextos arqueológicos).
La hipótesis de esta investigación propone que ciertos atributos iconográficos del motivo antropomorfo se con-
figuran como el reflejo visual de jerarquías y diferencias sociales, identificadas por las disciplinas arqueológica,
antropológica y etnohistórica.
Palabras Claves
Se designa como cultura Arica (1000 d.C. – 1470 d.C.) al conjunto de aspectos culturales o “sistema de signos”
(Geertz 2000), desarrollado en la sub-área de Valles Occidentales del área centro sur andina (Lumbreras 1981),
específicamente, en la franja costera y valles interiores del extremo norte de Chile, aunque su área nuclear
se localizaba en los valles de Azapa, Lluta y Camarones, durante el período de los Desarrollos Regionales o
Intermedio Tardío. La cultura Arica se encontraba formada por señoríos o curacazgos que se constituían como
comunidades interdependientes política y socialmente (Schiappacasse et al. 1989), reflejándose esta unión en
una iconografía común, imagen de una posible ideología compartida (figura 1).
El textil de la cultura Arica se destaca entre los desarrollos culturales de la prehistoria del norte de Chile, por
su elevado contenido plástico por sus manifestaciones visuales de raíces primordialmente locales y por el
surgimiento de nuevos tipos de prendas textiles (dentro de ellas la inkuña y la bolsa faja).
* Unidad de Patrimonio, I. Municipalidad de Viña del Mar. Magíster en Artes con mención en Historia y
FIGURA 2.
Bolsa-faja. Playa Miller 9, tumba 73.A, Colección Museo
Arqueológico San Miguel de Azapa. Número repertorio
investigación 42 (facilitada por Helena Horta).
FIGURA 3. FIGURA 4.
Inkuña. Nº 2022, Playa Miller 3, tumba 156, Colección Museo Lado anverso de Chuspa. Nº 15, Playa Miller 3,
Arqueológico San Miguel de Azapa (facilitada por Helena Horta). tumba 75/14, Colección Palma y Quevedo.
74
El motivo antropomorfo fue representado como parte del desarrollo local estilístico e iconográfico de la cultura
Arica, identificándose sus primeras manifestaciones con la tradición textil de Valles Occidentales (ésta última
definida en Agüero 2000); y las últimas, con momentos anteriores al dominio Inca. En los períodos anteriores
y posteriores a este desarrollo cultural no se han reconocido, dentro del norte Grande de Chile, tejidos que lo
exhiban, siendo su representación una de las evidencias que permiten distinguir a piezas pertenecientes a este
periodo.
La presencia de estos motivos dentro de la composición es un requerimiento básico para integrar el corpus del
presente estudio, pues ellos tienen la función de dirigir la búsqueda. Por medio de esta condición se establece
una selección natural, ya que esta figura se despliega exclusivamente dentro de las ofrendas funerarias textiles:
chuspas, inkuñas y bolsas fajas (figuras 2, 3 y 4).
El objetivo general de esta investigación fue analizar a través del método iconográfico las representaciones de
motivos antropomorfos (figuras 5, 6 y 7) exhibidas en los textiles funerarios (chuspas, bolsas fajas e inkuñas)
pertenecientes a la cultura Arica, con el fin de develar sus contenidos culturales vinculados, suponemos en este
estudio, a jerarquías y diferencias sociales.
El estudio formal e iconográfico textil para la zona de Arica durante la etapa de Desarrollos Regionales se ha
llevado a cabo desde hace pocos años, existiendo escasa bibliografía sobre el tema. La primera investigación que
profundiza en los aspectos formales y estilísticos fue realizada por Ulloa (1982). Posteriormente, en los años 90,
las investigaciones se centraron en los textiles de la Colección Manuel Blanco Encalada (CMBE), comenzando
a estudiarse con profundidad la gran riqueza iconográfica de los textiles Arica.
El análisis estilístico e integral de los tejidos desarrollados por Agüero y Horta (Horta y Agüero 1998; 2006;
Horta 1997, 1999) ha permitido definir estilos textiles, homologables a las definiciones cerámicas de Uribe
(1995: 1998).
Por último, Horta (2005) presenta una publicación concebida en forma de catálogo, el que entrega una base
sólida de referencia en el tema de la iconografía textil de la cultura Arica, desentrañando algunos aspectos de
las creencias preincaicas.
A nivel de organización espacial, los registros indican que los Arica se ubicaban en diferentes espacios, dis-
tribuidos a lo largo de la costa y de los valles, en aldeas o pequeños caseríos en comparación a los complejos
grupos altiplánicos (Santoro et al. 2004). Sus organizaciones sociales eran simples y no poseían una estructura
política supralocal centralizada (sensu Rostworowski 1986).
Estas comunidades pudieron integrarse en confederaciones con el fin de resistir las presiones del exterior
(Hidalgo 1978) (como el caso de Cajamarca expuesto por Julien 1993). Su unidad cultural es inferida de su
estilo alfarero y textil compartido.
Se presume que las comunidades prehispánicas del extremo norte de Chile se organizaban a nivel local, de-
finiéndose en pequeños curacazgos o “señoríos étnicos”, cuyo nivel de complejidad estructural es llamado
“sociedad de rango”.
75
FIGURA 5.
Algunos ejemplos de motivos antropomorfos pertenecientes a la cultura Arica.
FIGURA 6.
Algunos ejemplos de motivos antropomorfos pertenecientes a la cultura Arica.
76
“El señor étnico usualmente dirige actividades ceremoniales y en este sentido es una autoridad regular y repetitiva
que impregna variados aspectos de la vida social. Tiene mucha injerencia en la normativa de las actividades pro-
ductivas, y generalmente ejerce su autoridad a través de una función calendárica, que de algún modo sacraliza
el acto. Si desea imponer reglas que trasuntan o alteran negativamente los deseos de la sociedad, nadie tiene
la obligación de seguirlo, de manera que su poder no es evidente” (Schiapacasse et al. 1989: 186). Es posible
que los señores étnicos practicaran un mando temporal, obtenido gracias a su prestigio personal, a las prácticas
rituales de reciprocidad y redistribución y a la planificación de las actividades productivas (Schiappacasse et
al. 1989).
Desde la perspectiva de la organización social, los datos disponibles revelan que este nivel de estructura se
constituye y toma forma según las redes de parentesco, sin la existencia de clases sociales, aunque con diferen-
tes estatus adquiridos por prestigio (Schiapacasse et al. 1989). No conformaban linajes, dinastías o entidades
políticas centralizadas, sino más bien se organizaron de forma igualitaria y escasamente jerarquizados (Santoro
et al. 2004).
Las comunidades que conformaban a los Arica intercambiaban los recursos de acuerdo a normas de reciprocidad.
Los jefes étnicos obtenían prestigio y status al mantener la regularidad en la redistribución de los bienes, y no
por la acumulación individual de estos. Estos bienes eran obtenidos por acuerdos de intercambios recíprocos,
acto que descansa en las relaciones básicas cotidianas que se generan dentro de una unidad social (Schiapacasse
et al. 1989).
Si consideramos los actuales antecedentes etnográficos sobre la organización aymara, quienes estructuran su
territorio en mitad de arriba y de abajo, es posible que en los valles habitados por los Arica se haya utilizado
una similar organización (Santoro y Ulloa 1985). Además, este sistema de distribución del espacio fue común
en las sociedades andinas del período incaico, utilizándose como una forma eficaz para la movilización de la
fuerza de trabajo. Dentro de los Arica, las mitades o parcialidades habrían sido los agricultores y los pescadores
(Horta 2001).
Desde este punto de vista, la estructura social se podría haber organizado basándose en dos señores principales,
uno, ubicado en la zona de la costa y el otro en la sierra, extremos fundamentales en las relaciones de intercambio.
Ellos habrían mantenido el dominio de los diferentes pisos ecológicos por medio de pequeñas agrupaciones que
explotaban los recursos de cada piso. Estos grupos habrían estado dirigidos por jefes de menor rango, creándose
un red social de interrelaciones con el fin de controlar y distribuir los productos (Santoro y Ulloa 1985).
No disponemos de antecedentes sobre la existencia de una casta militar o religiosa. Es factible que el sistema
de creencias que fundamentaba la religión del grupo, potenciando su coherencia e identidad, correspondiera
a una institución con características chamánicas, concordando con todos los grupos que habitaban el norte de
Chile, manifestado en los hallazgos de implementos para inhalar alucinógenos (tabletas y tubos) (Schiappacasse
et al. 1989).
En cuanto a las evidencias arqueológicas que demuestran concretamente la supuesta jerarquía social de los
Arica, identificamos dos: por un lado, las diferencias cualitativas y cuantitativas de ofrendas y ajuares hallados
en enterratorios, por otro, la exclusiva presencia de textilería con decoración figurativa en contextos fúnebres.
En cuanto a las diferencias materiales evidenciadas en los enterratorios, la mayoría de los cuerpos hallados en
enterratorios se encuentran acompañados de ajuar y ofrenda, los que se componían de diferentes objetos y
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FIGURA 7.
Algunos ejemplos de motivos antropomorfos pertenecientes a la cultura Arica.
FIGURA 8.
Tomadas de (A) A TOPA AMARO LE CORTAN LA CAVESA EN EL CVZCO, Guaman Poma
2000 [1615]; 453 y (B) CONÇEJO REAL DESTOS REINOS, CAPAC INGA TAVANTIN SVIO
CAMACHICOC APOCONA, Guaman Poma 2000 [1615]; 366.
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alimentos: cerámica, cestería, tejidos, herramientas de trabajo, equipos de pesca, entre otros. Se deduce de esto
que, si los cuerpos eran enterrados en condiciones similares, acompañados de objetos, esta acción formaba
parte del rito fúnebre.
Se ha apreciado en los hallazgos arqueológicos tumbas con contenidos de diferentes características jerárquicas,
cuyas variables son: cantidad y expresividad de atributos plásticos en la ofrenda y el ajuar, atributos del cuerpo
preservado (presencia de aretes u orejeras y complejos peinados) y existencia de objetos importados. Existen
evidencias de una clara correspondencia entre las tumbas en las que se han descubierto vestigios de uncus de
alta calidad técnica-plástica y la presencia de otros objetos que expresan prestigio o superioridad (Horta 2005),
deduciendo de ello una posible acentuación material del status social.
Con respecto a los textiles hallados en contextos fúnebres, los textiles decorados ofrendados poseen un repertorio
iconográfico fijo dentro del cual se halla el motivo antropomorfo. Dentro de la usanza fúnebre encontramos
textiles decorados y no decorados. Los segundos se conforman por piezas que cumplieron una función cotidiana
antes de la ritual, suposición que se evidencia por la cantidad de remiendos que ellos presentan. Ellos exhiben
configuraciones formales básicas de escasa o nula decoración; por ejemplo, uncus monocromáticos y “bolsas
agrícolas contenedoras de alimentos” (Agüero y Horta 1997).
Los textiles decorados destacan por sus motivos, colores, composiciones, terminaciones e hilados más finos
(Agüero y Horta 1997). Por ende, el motivo antropomorfo no se presenta en todos los textiles que conformaban
la vestimenta prehispánica.
En los cementerios encontramos un mayor número de textiles no decorados y una menor proporción de deco-
rados. De manera general, los textiles decorados se hayan junto a otros objetos de semejante riqueza formal
(Horta 2005).
Con esta información concluimos que lo común, dentro de los enterratorios Arica es acompañar al cuerpo con
textiles no decorados, siendo la excepción, y posiblemente una distinción social, el utilizar como ofrendas
textiles decorados.
Como derivación de las evidencias antes mencionadas, la hipótesis de esta investigación propone que ciertos
atributos iconográficos del motivo antropomorfo se configuran como el reflejo visual de jerarquías y diferencias
sociales, identificadas por la disciplina arqueológica y etnohistórica (figura 8). La investigación se realizó con
un total de 200 motivos antropomorfos contenidos en 52 piezas.
Se presume que los personajes plasmados en los textiles representaban seres humanos destacados dentro de
la comunidad o seres sobrenaturales de formas humanas, connotando una distinción social o una jerarquía
existente dentro de su orden cultural.
Son varias las razones que justifican el focalizar la investigación en las figuras antropomorfas:
1. Su permanencia en el tiempo, lo que demuestra el arraigo cultural de estas representaciones.
2. Su alto grado de iconismo, o sea, su relación de semejanza con la figura humana que facilita su percep-
ción.
3. La estilización de su figura, única y específica de esta cultura (aunque la representación de figuras humanas
es parte de la iconografía pre-inca centro sur andina).
4. Su valor expresivo en comparación a los otros motivos del textil.
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5. Sus particulares rasgos que permiten comprender, visualmente, la forma en que hilvanan el repertorio icono-
gráfico, convirtiéndose en un instrumento efectivo para abordar las concepciones culturales.
En complemento al párrafo anterior, otros argumentos que dan relevancia al estudio de los textiles que presentan
al motivo antropomorfo son:
1. El hecho de sobrepasar las características prácticas del objeto, potenciando su expresión visual.
2. La condición de encontrarse solamente en contextos funerarios, no habiendo sido detectados en todas las
tumbas.
AGRADECIMIENTOS
A Helena Horta por toda su entrega y a Don Oscar Espouys por posibilitarme el estudio de la Colección Manuel
Blanco Encalada.
NOTA
Tesis de Magíster en Arte con mención en Teoría e Historia del Arte, Facultad de Artes, Universidad de Chile, Santiago de Chile. Diciembre 2006.
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TEJIDOS ETNOGRÁFICOS DE LA COMUNIDAD MATACO-WICHÍ:
LA VIGENCIA DE SU PRÁCTICA
Resumen
Las fuentes para la realización de este trabajo fueron recogidas en la zona de Juan Solá Morillo, Departamento
Santa Victoria, Salta.
El objetivo de esta investigación, fue comprobar en terreno cómo la modernidad fue avanzando sobre comunidades
originarias modificando en parte, ciertas prácticas textiles. Los tejidos de malla constituyen el sello identitario
de los wichí-mataco. Aunque, en la actualidad se siguen confeccionando, existen factores decisivos que han
provocado su disminución, entre ellos podemos mencionar: la escasa rentabilidad de sus tejidos, las dificultades
para emprender una autogestión de sus artesanías, inexistencia de una propuesta pedagógica intercultural que
incluya estos conocimientos en el ámbito escolar, etc.
Palabras Claves
Los pobladores que habitan esta región, conforman un área culturalmente rica pero económicamente muy
deprimida, conocida con el nombre de Wichí-mataco. Se trata de la familia lingüística integrada por los grupos
matacos, mataguayos, chorotes y chulupíes, que ocupaban parte del Chaco austral y central el noreste de Salta
y Formosa. Las comunidades elegidas para hacer este trabajo están cercanas a Morillo, ellas son: La Represa, La
Cortada, El Chañar y Barrio Primavera; lugares donde se pudo recoger una valiosa información.
El objetivo primordial que movió el presente trabajo fue por un lado, comprobar en terreno cómo la modernidad
ha avanzado sobre comunidades originarias modificando en parte, ciertas prácticas textiles. Y por otro, rescatar
formas de construcción e interacción de conocimientos dentro de las comunidades.
[email protected]
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Entendemos que los elementos culturales que se mueven a través del tiempo, están condicionados por las di-
námicas políticos-culturales locales, regionales y globales de la sociedad del mundo contemporáneo las cuales
permiten que se produzcan continuidades y rupturas. Sin embargo, debemos advertir que tales interacciones ya
sean asimétricas o simétricas hacen que las culturas, de una y otra manera, se alimenten mutuamente.
Es sabido que, los tejidos de malla constituyen el sello identitario de los wichí-mataco, así lo mencionaba Delia
Millán de Palavecino al referirse a estos tejidos “los tejidos de mallas, como típicos de esta región y como un
verdadero relicto de los más antiguos recursos del arte textil...” (Millán de P., D. 1973: 65). Si bien en la ac-
tualidad se siguen confeccionando, existen factores decisivos que han provocado su disminución, entre ellos
podemos mencionar: la escasa rentabilidad de sus tejidos que les permitan aumentar sus ingresos, la desigualdad
de condiciones en cuanto al conocimiento y manejo del mercado y gestión empresarial, las dificultades para
emprender una autogestión de sus artesanías, inexistencia de una propuesta pedagógica intercultural que incluya
conocimientos de prácticas culturales de los wichí-matacos en el ámbito escolar, el empleo de mano de obra
indígena en distintos planes de trabajo subsidiado por el Estado, etc.
Con el fin de complementar el trabajo de investigación de campo, se analizó parte de la colección textil etno-
gráfica incorporada por Enrique Palavecino en la década del 50 mientras se desempeñaba como Director del
Instituto de Arqueología y Museo de la Universidad Nacional de Tucumán.
A modo de organizar del trabajo, primero analizaremos los tejidos elaborados en chaguar por los pobladores
actuales, haciendo hincapié en los efectos que la modernidad ha causado sobre este patrimonio tangible, y luego,
estableceremos una comparación con una colección de tejidos recogidos en la década del 40, y que forman
parte del Instituto y Museo de Arqueología.
La región observada, está localizada en el área ecológica –cultural del Chaco– salteño cuyas características
corresponden a un monte espinoso, que en otro momento estaba dominado por especies arbóreas como: el
quebracho colorado, el quebracho blanco, al algarrobo y el palo santo. En la actualidad, la deforestación,
iniciada ya desde la primera mitad del siglo XX con la llegada del ferrocarril (década del 30) y el avance de la
producción ganadera: bovinos, caprinos y porcinos, provocaron grandes cambios en el paisaje natural de la
región. Atentando, por así decirlo, a la materia prima primordial con que se producen los tejidos: la fibra de
chaguar y los tintes naturales.
Sobre todo, en el caso de la fibra de chaguar, la expansión del ganado porcino que se alimenta de raíces, diezmó
su producción en zonas cercanas a los asentamientos de las familias wichí-mataco. Hoy por hoy su búsqueda,
los lleva a adentrarse a las profundidades del monte chaqueño.
A fines del siglo XX, como una forma de suplir la devastadora deforestación comenzó a introducirse una planta
forrajera conocida como “Leucaena”, sus semillas han sido incorporadas a las artesanías wichí-mataco de una
forma muy particular, en la confección de cintos, fajas, colgantes, bolsas y en los conocidos “hiluj” o “llicas”
(bolsa pequeña para uso personal).
Los actuales pobladores wichí-mataco de esta zona, en su mayoría se desempeñan como trabajadores dependientes
del gobierno provincial a través de los planes de jefes y jefas de hogar u otro tipo de proyectos. Algunas familias
cuentan con una vivienda propia hecha de bloque o ladrillo, con la particularidad que junto a ella existen las
típicas chozas de barro y paja, en cuyo interior el hogar sigue siendo el elemento cohesionador del grupo. Cabe
señalar que, estos complejos habitacionales fueron subsidiados, por un lado, por el gobierno provincial y por
82
otro, por el Equipo de Pastoral Aborigen, Diócesis de Orán. Esta costumbre ancestral de reunirse en torno al fuego,
para realizar actividades comunales como el tejido, preparación de alimentos, etc. la siguen manteniendo.
Estos cambios estructurales en su forma de subsistir, han modificado ciertas prácticas culturales, tales como: la
restricción de un sistema de subsistencia basado en la caza y recolección en detrimento de una mayor depen-
dencia de prestación de servicios y mercadería intercambiada; el abandono de una indumentaria tradicional por
el uso de prendas modernas (pantalones); la pérdida paulatina de las telas de malla, como es el caso del “sikiet”
o “bolsa carguera” (de forma circular, abierta y atada en los extremos que sirve para transportar diversos enseres)
reemplazada por bolsos modernos. Si debemos destacar, que aunque ya no se suele ver a las mujeres cargando
el sikiet con la cabeza, si en cambio con esa misma postura cargan los modernos bolsos de poliéster.
Al respecto cabe recordar que, en las crónicas del Padre Pedro Lozano como Nicolás del Techo y Diego Torres
en el siglo XVIII, ya menciona el tejido de red en prendas de vestir. Así Lozano, P. se refería a la vestimenta
“Las mujeres todas andan cubiertas de pies a cabeza…y las más principales se cubren con tejidos de hierba
correosa más gruesa que pita, que en esta provincia llamamos chahuar, y que nace silvestre, de ella hacen un
hilo semejante al de los zapateros y tejen su vestido…”
A través del diálogo con los tejedores actuales se pudo registrar técnicas textiles en el procesado del tejido, lo
que permitió comparar los cambios y continuidades en la elaboración de tejidos y constatar así, en algunos
casos la pérdida paulatina de la tradición textil. De igual manera se rescató información sobre la obtención de
tintes y el simbolismo que encierran ciertos íconos representados en los textiles.
Irene, una de nuestras informantes, nos contó que ella aprendió a tejer cuando tenía doce años, las enseñanzas
sobre el tejido se las transmitió su madre y según sus palabras, el paso que debe seguir una tejedora es el si-
guiente: “… recolectar y seleccionar la fibra de chaguar, secarla y luego, realizar la torsión sobre la pierna. Si se
desea teñir puede usarse la corteza del algarrobo para el color marrón o negro. Finalmente se procede a enlazar
las fibras.” Si bien, ella comparte esta tradición con sus hijos reconoce que hoy la venta de estas artesanías le
posibilita cumplir con sólo mínimas obligaciones familiares, como alimento o ropa. La compra de su producción
por parte de terceros, que llegan generalmente desde la ciudad de Salta, es vendida a un muy bajo costo; a la
vez que la condiciona respecto a que tipo de prenda requiere el mercado turístico.
En la actualidad, los productos más solicitados son los cintos y las llicas o hiluj (bolsas que pueden medir
aproximadamente 35 x 35 cm), pero según nuestras informantes estas requieren mucho trabajo, por ello sólo
se las elabora cuando se las solicita.
Respecto a las técnicas textiles si bien prevalece el tejido de malla, que se confeccionan con una aguja, las
mujeres de esta zona han comenzado a introducir el tejido a crochet. Las telas de malla son generalmente en-
lazadas en ocho. En este tipo de enlace se trabaja de izquierda a derecha; “la forma de la malla resulta de dos
pasos de trabajo: metiendo la aguja en la malla izquierda vecina y en la de arriba, se obtiene el lazo inferior del
ocho que, en el paso siguiente, será alcanzado con el hilo que viene de arriba, con que se hace reconocible el
nuevo lazo superior.” (Von Koschitzky, M. 1992: 39) (figura 1).
En un taller de Recuperación de Técnicas Textiles realizado en el año 2000 y organizado por el grupo Tepeyac
(Equipo Nacional de Pastoral Aborigen), se rescataron no sólo técnicas como el enlazado simple o en ocho sino
también tintes naturales, extraídos de el algarrobo, el quebracho negro, el quebracho blanco, la tusca, etc. A
la vez que este encuentro propició la idea de resguardar los significados iconográficos presentes en los tejidos.
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FIGURA 1. FIGURA 2.
Enlazado de ocho. Extraído de Von Koschitzquy, M. 1992. Vista frontal de una llica confeccionada en fibra de chaguar y
semilla de leucaena, con iconografía frontal de iguana.
FIGURA 3.
Diseño de semilla de chañar, presente en una llica.
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Algunos de ellos se han mantenido mucho tiempo, dado que existen patrones decorativos que identifican a
cada grupo étnico: semilla de chañar, cola de pescado, pata de zorro, pata de chancho, pata de león, garras de
carancho, huella de corzuela, etc. (figuras 2 y 3).
En lo que respecta a la colección estudiada dentro del Instituto y Museo de Arqueología de la Universidad Na-
cional de Tucumán, nos remitimos sólo a analizar en este trabajo los tejidos etnográficos del grupo mataco-wichí.
Sobre todo aquellos que fueron incorporados por Enrique Palavecino durante la década del 50. De acuerdo,
con el material incorporado al museo sabemos que los tejedores de esta región del Chaco-Salteño desarrollaron
una extraordinaria capacidad creativa en la producción de tejidos en fibra de chaguar, con la cual elaboraron
bolsas, redes de pesca, vestidos, etc.
“La colección textil depositada en el Museo Arqueológico de la Universidad Nacional de Tucumán, está integrada
por 313 fragmentos y piezas completas de tejidos etnográficos. Su registro, recuperación y conservación, se
inscribe en el marco de un “Proyecto de Investigación” iniciado a fines de 1999 y que continúa actualmente”.
(Sulca, O. 2001:174)
“Es preciso señalar que la historia de la institución ha reflejado una tendencia de escasa preocupación en estu-
diar los textiles, claro que la excepción esta dada por los trabajos de Delia Millán de Palavecino. Respecto a los
textiles etnográficos, en su mayoría proceden de sucesivas campañas realizadas por Metraux en la década del
30 o bien Enrique Palavecino en la década del 50.” (Sulca, O. 2004: 21)
Respecto al valor patrimonial, en las últimas décadas fluye una fuerte corriente social que valora el pasado, en
más siente la necesidad de ese pasado. Sostenemos esta afirmación por que existe en la actualidad una profunda
preocupación por modificar la legislación nacional sobre la protección de los bienes culturales sean arqueológicos,
históricos o naturales; por otro lado, los nuevos equipamientos específicos para la conservación son tenidos en
cuenta por las instituciones que albergan colecciones a fin de resguardar y preservar las mismas.
Desde la creación del museo de Arqueología la colección textil incorporada sólo formo parte de una lógica
clasificatoria (algunos textiles contaban con ficha de registro pero la gran mayoría no lo poseía), pues no con-
templaba una fase de conservación ni mantenimiento; hasta quizás podríamos afirmar, que la interpretación
y su estudio como pieza museológica no formó parte del proyecto de la institución, sino recién en los últimos
años (desde 1995 en adelante).
Sin embargo, no debemos dejar de mencionar el trabajo temporal que llevaron a cabo personas ligadas a la
institución como Delia Millán de Palavecino mientras su esposo Enrique Palavecino se desempeñaba como
Director del museo (década de los años 50).
El trabajo de registro, recuperación y conservación se inició con la documentación escrita y fotográfica. Es muy
importante el registro fotográfico y el dibujo, pues la información que entrega el registro visual es imprescindible
para el conocimiento de la trayectoria del objeto, sus alteraciones en el plano material y estético, estableciendo
relaciones entre la descripción textual y la fotografía del objeto mismo.
En la ficha de registro (en la actualidad, llevamos registrados 35 textiles etnográficos) quedó asentada la des-
cripción de la pieza, las medidas, las técnicas, los colores empleados, el estado del tejido y otras observaciones
pertinentes.
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Paralelamente a la labor de registro, se fueron desarrollando acciones de conservación preventiva. Parte de la
colección analizada nos permitió saber, que estos tejidos incorporados en la década del 50, corresponden a
diferentes grupos dentro de la gran familia mataco-wichí, no obstante da cuenta que existen ciertas continuidades
tanto en su elaboración como en sus funciones. Lo interesante fue saber que, aquellos tejidos incorporados hace
casi sesenta años hoy se siguen elaborando, pese a los diferentes factores que condicionan su demanda.
Quisiéramos llegar a una primera conclusión en este tema, respecto a la producción textil actual en la zona y
los que se produjeron hace casi 60 años, los cuales permanecen resguardados en el Museo:
- La comparación de la producción textil etnográfica en esta área del Chaco Salteño, puede resultar arbitraria,
pues su producción respondió a momentos muy diferentes. No obstante, se pudieron observar la permanencia
de determinadas técnicas e iconografía como de algunos objetos (llica o hiluj); otros siguen una tendencia a
desaparecer, es el caso del sikiet.
- La importante labor del grupo Tepeyac (Equipo Nacional de Pastoral Aborigen) de apoyar un componente
artesanal, cuyas líneas de trabajo ya comenzaron a dar su fruto: educación intercultural, proyecto de un museo
de sitio, etc.
- Todavía creemos que es una deuda pendiente la propuesta dentro de una Educación Intercultural, la ense-
ñanza del tejido wichí. Visto no sólo a desarrollar actividades manuales y técnicas sino a fomentar estructuras
cognitivas mentales del más alto nivel de abstracción.
- Resta la concreción de un proyecto tanto de desarrollo económico como de revalorización cultural, pues aún
falta fortalecer y potencializar saberes y prácticas culturales ancestrales, aunque ya se vienen sentando las
bases a través de los talleres de recuperación de técnicas.
- El aprendizaje del tejido conlleva también a negociar, a gestionar y planificar, los recursos, materiales, tiempos
y espacios. Concluimos que este aprendizaje está en proceso y que atiende a un aprendizaje colaborativo.
Al igual que en otras sociedades étnicas, entre los wichí-mataco el textil encierra diferentes significados, a la vez
que cumple distintas funciones; recoger éstas informaciones nos permitió adentrarnos más allá de la materialidad
del objeto, es decir en su valoración y reconocimiento por parte de la comunidad, como ellos nos dicen “ser
wichí es hacerse todos los días”.
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