Resumen de Los 6 Estudios de Psicología

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 4

Resumen de los capítulos de los 6 Estudios de Psicología

El recién nacido y el lactante

El período que va del nacimiento a la adquisición del lenguaje está marcado por un
desarrollo mental extraordinario. Consiste en una conquista, a través de las percepciones
y los movimientos, de todo el universo práctico que rodea al niño pequeño.
Ahora bien, esta "asimilación sensorio-motriz" del mundo exterior inmediato, sufre, en
dieciocho meses o dos años, toda una revolución copernicana en pequeña escala pueden
distinguirse, como ya hemos visto más arriba, tres estadios entre el nacimiento y el final
de este período: el de los reflejos, el de la organización de las percepciones y hábitos y
el de la inteligencia sensorio-motriz propiamente dicha.
En el momento del nacimiento, la vida mental se reduce al ejercicio de aparatos reflejos,
es decir, de coordinaciones sensoriales y motrices montadas de forma absolutamente
hereditaria que corresponden a tendencias instintivas tales como la nutrición.
manifiestan desde el principio una auténtica actividad, que prueba precisamente la
existencia de una asimilación sensorio-motriz precoz.
En primer lugar, los reflejos de succión se afinan con el ejercicio: un recién nacido
mama mejor al cabo de una o dos semanas que al principio. Luego, conducen a
discriminaciones o reconocimientos prácticos fáciles de descubrir.
El lactante no se contenta con chupar cuando mamá, sino que chupa también en el
vacío. El recién nacido asimila una parte de su universo a la succión, hasta el punto de
que su comportamiento inicial podría expresarse diciendo que, para él, el mundo es
esencialmente una realidad susceptible de ser chupada.
La succión sistemática del pulgar pertenece ya a ese segundo estadio,
al igual que los gestos de volver la cabeza en dirección a un ruido, o de seguir un objeto
en movimiento.
Desde que el niño empieza a sonreír (quinta semana y más), que reconoce a ciertas
personas por oposición a otras, etc. (pero no por esto debemos atribuirle la noción de
persona o siquiera de objeto:lo que reconoce son apariciones sensibles y animadas, y
ello no prueba todavía nada con respecto a su sustancialidad, ni con respecto a la
disociación del yo y el universo exterior).
Entre los tres y los seis meses (generalmente hacia los cuatro meses y medio),el
lactante comienza a coger lo que ve, y esta capacidad de prensión, que más tarde será de
manipulación, multiplica su poder de formar nuevos hábitos. Esta "reacción circular",
como se la ha llamado, tiene un papel esencial en el desarrollo sensorio-motor y
representa una forma más evolucionada de asimilación.
Pero lleguemos al tercer estadio, que es mucho más importante aún para el ulterior
desarrollo: el de la inteligencia práctica o sensorio-motriz propiamente dicha.
La inteligencia, en efecto, aparece mucho antes que el lenguaje, es decir, mucho antes
que el pensamiento interior que supone el empleo de signos verbales (del lenguaje
interiorizado). Pero se trata de una inteligencia exclusivamente práctica, que se aplica a
la manipulación de los objetos y que no utiliza, en vez de las palabras y los conceptos,
más que percepciones y movimientos organizados en "esquemas de acción".
EJ: agarrar una varilla para acercar un objeto lejano, es un acto inteligente(tardío hacia
los 18 meses). Un acto de inteligencia más precoz consiste en acercar el objeto tirando
de la manta o del soporte en el que está situado (final del primer año).
Los esquemas de acción construidos a partir del nivel de la fase precedente y
multiplicados mediante conductas experimentales , se hacen susceptibles de coordinarse
entre sí, mediante asimilación recíproca, a la manera de lo que serán más tarde las
nociones o conceptos del propio pensamiento.
En presencia de un nuevo objeto, lo incorpora sucesivamente a cada uno de sus
esquemas de acción (zarandeo, frotarlo, etc).
Existe, pues, una asimilación - sensoriomotriz comparable a lo que será más tarde la
asimilación de lo real a través de las nociones y el pensamiento.
Es, por tanto, natural que esos diversos esquemas de acción se asimilen entre sí, es
decir, se coordinen de tal forma que unos asignen un objetivo a la acción total, mientras
que otros le sirven de medios, y con esta coordinación, comparable a las del estadio
anterior.
El resultado de ese desarrollo intelectual es, efectivamente, transformar la
representación de las cosas, hasta el punto de hacer dar un giro completo o de invertir la
posición inicial del sujeto con respecto a ellas.
En el punto de partida de la evolución mental no existe seguramente ninguna
diferenciación entre el yo y el mundo exterior, o sea, que las impresiones vividas y
percibidas no están ligadas ni a una conciencia personal sentida como un "yo", ni a unos
objetos concebidos como exteriores: se dan sencillamente en un bloque indisociado, o
como desplegadas en un mismo plano, que no es ni interno, ni externo, sino que está a
mitad de camino entre estos dos polos, que sólo poco a poco irán oponiéndose entre sí.
El yo se halla al principio en el centro de la realidad, precisamente porque no tiene
conciencia de sí mismo, y el mundo exterior se objetivará en la medida en que el yo se
construya en tanto que actividad subjetiva o interior.
Dicho de otra forma, la conciencia empieza con un egocentrismo inconsciente e
integral, mientras que los progresos de la inteligencia sensorio-motriz desembocan en la
construcción de un universo objetivo, dentro del cual el propio cuerpo aparece como un
elemento entre otros, y a este universo se opone la vida interior la conciencia empieza
con un egocentrismo inconsciente e integral, mientras que los progresos de la
inteligencia sensorio-motriz desembocan en la construcción de un universo objetivo,
dentro del cual el propio cuerpo aparece como un elemento entre otros, y a este universo
se opone la vida interior, localizada en ese cuerpo propio.
Cuatro procesos fundamentales caracterizan esta revolución intelectual que se realiza
durante los dos primeros años de la existencia: se trata de las construcciones de las
categorías del objeto y del espacio, de la causalidad y del tiempo.
El esquema práctico del objeto es la permanencia sustancial atribuida a los cuadros
sensoriales y, por consiguiente, de hecho, la creencia según la cual una figura percibida
corresponde a "algo" que seguirá existiendo aun cuando uno deje de percibirlo.
Ahora bien, es fácil demostrar que durante los primeros meses, el lactante no percibe
objetos propiamente dichos. Reconoce ciertos cuadros sensoriales familiares, durante
los primeros meses, el lactante no percibe objetos propiamente dichos. Reconoce ciertos
cuadros sensoriales familiares, claro está, pero el hecho de reconocerlo cuando están
presentes no equivale en absoluto a situarlos en algún lugar cuando se hallan fuera del
campo perceptivo. El lactante reconoce en particular a las personas y sabe muy bien que
gritando conseguirá que vuelva la madre cuando ésta desaparece.
Hasta el final del primer año, el bebé no busca los objetos cuando acaban de salir de su
campo de percepción, y éste es el criterio que permite reconocer un principio de
exteriorización del mundo material.
La evolución del espacio práctico es enteramente solidaria de la construcción de los
objetos. Al principio, hay tantos espacios, no coordinados entre sí, como campos
sensoriales (espacios bucal, visual, táctil, etc.) y cada uno de ellos está centrado en los
movimientos y actividad propios. El espacio visual, por ejemplo, no conoce al principio
las mismas profundidades que el niño habrá de construir más adelante. Al final del
segundo año, en cambio, existe ya un espacio general, que comprende a todos los
demás,y que caracteriza las relaciones de los objetos entre sí y los contiene en su
totalidad,incluido el propio cuerpo.
La causalidad
En el curso del segundo año, por el contrario, el niño reconoce las relaciones de
causalidad de los objetos entre sí: objetiva y localiza, pues, las causas.
La objetivación de las series temporales es paralela a la de la causalidad.
la evolución de la afectividad durante los dos primeros años da lugar a un
cuadro que, en conjunto, se corresponde bastante exactamente con el que permite
establecer el estudio de las funciones motrices y cognoscitivas. Existe, en efecto, un
paralelismo constante entre la vida afectiva y la vida intelectual.
La afectividad y la inteligencia son, pues, indisolubles y constituyen los dos aspectos
complementarios de toda conducta humana.
Está claro que al primer estadio de las técnicas reflejas corresponderán los impulsos
instintivos elementales ligados a la nutrición, así como esa clase de reflejos afectivos
que son las emociones primarias.

Al segundo estadio (percepciones y hábitos), así como a los inicios de la inteligencia


sensorio-motriz, corresponden una serie de sentimientos elementales o afectos
perceptivos relacionados con las modalidades de la actividad propia: lo agradable y lo
desagradable, el placer y el dolor, etc., así como también los primeros sentimientos de
éxito y de fracaso.
el lactante comienza a interesarse esencialmente por su cuerpo, sus movimientos y los
resultados de tales acciones.
Los sentimientos elementales de alegría y tristeza, de éxito y fracaso, etc., habrán de ser
entonces experimentados en función precisamente de esa objetivación de las cosas y las
personas; de ahí el inicio de los sentimientos interindividuales. La "elección (afectiva)
del objeto", que el psicoanálisis opone al narcisismo, es, pues, correlativa con respecto a
la construcción intelectual del objeto, al igual que lo era el narcisismo con respecto a la
indiferenciación entre el mundo exterior. Esta "elección del objeto" recae, primero, en la
persona de la madre, luego (en 10 negativo como en lo positivo) en la del padre y los
demás seres próximos: éste es el principio de las simpatías y las antipatías que habrán
de tener tan amplio desarrollo en el transcurso del período siguiente'

LA PRIMERA INFANCIA DE LOS DOS A LOS SIETE AÑOS

El niño adquiere, gracias al lenguaje, la capacidad de reconstruir sus acciones pasadas


en forma de relato y de anticipar sus acciones futuras mediante la representación verbal.
Ello tiene tres consecuencias esenciales para el desarrollo mental: un intercambio
posible entre individuos, es decir, el inicio de la socialización de la acción; una
interiorización de la palabra, es decir, la aparición del pensamiento propiamente dicho,
que tiene como soportes el lenguaje interior y el sistema de los signos; y, por último, y
sobre todo, una interiorización de la acción como tal, la cual, de puramente perceptiva y
motriz que era hasta ese momento, puede ahora reconstruirse en el plano intuitivo de las
imágenes y de las "experiencias mentales". Desde el punto de vista afectivo, esto trae
consigo una serie
de transformaciones paralelas: desarrollo de los sentimientos interindividuales
(simpatías y antipatías, respeto, etc.) y de una afectividad interior que se organiza de
forma más estable que durante los primeros estadios.
Cuando interviene la aparición del lenguaje, el niño se ve enfrentado, no ya sólo con el
universo físico como antes, sino con dos mundos nuevos y por otra parte estrechamente
solidarios: el mundo social y el mundo de las representaciones interiores.
el lactante ha empezado con una actitud egocéntrica, para la cual la incorporación de las
cosas a la actividad propia era
más importante que la acomodación, y que sólo poco a poco ha conseguido situarse en
un universo objetivado (en el que la asimilación al sujeto y la acomodación a lo real se
armonizan entre sí): de la misma forma, el niño reaccionará al principio con respecto a
las relaciones sociales y al pensamiento incipiente con un egocentrismo inconsciente.

A. La socialización de la acción

El resultado más claro de la aparición del lenguaje es que permite un intercambio y una
comunicación continua entre los individuos.
el lactante aprende poco a poco a imitar sin que exista una técnica hereditaria
de la imitación: al principio, simple excitación, por los gestos análogos de los demás, de
los movimientos visibles del cuerpo (y, sobre todo, de las manos), que el niño sabe
ejecutar espontáneamente; luego, la imitación sensorio-motriz se convierte en una copia
cada vez más fiel de movimientos que recuerdan otros movimientos ya conocidos;
finalmente, el niño reproduce los movimientos nuevos más complejos (los modelos más
difíciles son los que interesan a las partes no visibles del propio cuerpo, tales como la
cara y la cabeza).
Mientras el lenguaje no se ha adquirido de forma definida, las relaciones
interindividuales se limitan por consiguiente a la imitación de gestos corporales y
exteriores, así como a una relación afectiva global sin comunicaciones diferenciadas.
Con la palabra, en cambio, se comparte la vida interior como tal y, además, se construye
conscientemente en la misma medida en que comienza a poder comunicarse.

También podría gustarte