La Idea Moderna Del Derecho Del Trabajo
La Idea Moderna Del Derecho Del Trabajo
La Idea Moderna Del Derecho Del Trabajo
Moderno es lo que existe hace poco tiempo y por tanto se encuentra, contra-
puesto a lo clásico. Moderno es lo que marca el cambio, como la moda.
Hace varios decenios se estimaba que el derecho del trabajo se encontraba en
la «extrema juventud» por la circunstancia de tener menos de un siglo de existen-
cia y como todos los derechos jóvenes presentaba un campo de aplicación incierto
(1).
Por aquel entonces, se le suponía unidireccional, progresista, paternalista, con
una fuerte presencia de la ley y supuestamente capaz de beneficiar cada vez más,
por no decir ilimitadamente a los trabajadores.
Un conjunto de circunstancias ha variado substancialmente este cuadro. El
empleo de nuevas tecnologías y métodos de organización del trabajo, el incremen-
to del desempleo, las dimensiones óptimas de la producción y la desconcentración,
así como la «articulación de empresas» (2) son algunos de estos factores extrínse-
cos e intrínsecos. La crisis sin duda, ha cumplido también un papel preponderante.
La modernización no es general y simultánea en todos los países. Algunos de
éstos ya ingresaron en la era post industrial, mientas para otros constituye una
meta aproximarse al proceso de la industrialización.
Esto implica a su vez que la idea de la modernidad es un concepto que evolu-
ciona. Como dice Domijan, los cambios sociales excluyen la posibilidad de un De-
recho del Trabajo ideal, intocable y permanente (3).
Para Von Potobsky se ha roto la unidad de lugar, tiempo y relación en el contra-
to de trabajo. Esta fractura ha dado lugar a árduas polémicas en torno a la crisis
del derecho del trabajo o la fórmula invertida del derecho del trabajo en tiempo de
crisis (4).
La apreciación es correcta, pero el término crisis -del griego Kp’lsis (momento
de decisión)- no parece muy adecuado para definir lo que ocurre actualmente. La
(*) Conferencia dictada en el IV Encuentro Iberoamerico de Derecho del Trabajo celebrado en Noviembre
de 1990 en la ciudad de Puebla, México.
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Sin embargo, por más deseable que sea desde el punto de vista social una
protección del trabajador lo más intensa posible, así como la mejoría de su situa-
ción, todo ello tiene como límite la capacidad de resistencia de la economía (9).
Lo cierto es que quienes culpan al derecho del trabajo de tantos males, no
tienen todos los argumentos para probarlo, pero sí está claro que quienes creyeron
posible el desarrollo de los trabajadores, solamente a través del derecho laboral, se
equivocaron.
En no pocos casos, la norma específica es dictada como parte del cálculo
político, con considerandos y supuestos que protegen más de lo que en la práctica
representan. A esto Deveali se refería cuando aludía a las leyes insinceras que
prometen algo que en realidad no otorgan (10). En otros casos, los enunciados son
grandilocuentes pues se estima que el beneficio que otorga la norma jurídica cons-
tituye un logro muy importante, pero en verdad, sólo aparente.
Generalmente los críticos más agudos de la legislación laboral son los econo-
mistas, quienes precisamente han llegado a alcanzar una gran influencia en la
administración del Estado. Mario Pasco estima que «los laboralistas son más tími-
dos y respetuosos respecto de la economía, de lo que son los economistas respecto
del derecho laboral».
En no pocos países la política salarial del gobierno se encuentra en manos de
los Ministros de Economía con marginación parcial o incluso total de los Ministros
de Trabajo.
El gran problema del derecho del trabajo, dice Efrén Córdova, es su subordina-
ción a los avatares de la política económica (11). Pero a su vez constituiría serio
error confundirla gestión de la economía con el derecho del trabajo y también sería
un error negar la vinculación que debe existir entre economía y nivel de protección
social, corno también proclamar principios generales teóricos, al margen de la rea-
lidad, sin relación con el nivel económico y la situación del hombre en el lugar del
trabajo. No hay protección social en la práctica sin desarrollo económico (12).
La solución de los problemas del derecho del trabajo pasa por circunstancias
que se encuentran fuera de él. El desarrollo de la economía, y factores sociales
como el poblacional influyen de una manera apreciable y no están en absoluto bajo
su control, como tampoco lo están las ideologías utópicas o las promesas que a
priori se conoce no se podrán cumplir.
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Prácticamente todos los congresos que reúnen a los laboralistas tienen un pun-
to que desemboca en la vinculación entre el derecho del trabajo y la economía. (*)
Esta relación siempre fue evidente entre derecho del trabajo y economía. Poco
puede aquél si ésta no prevé la posibilidad de hacer efectivos los beneficios nomi-
nales. Escapar a esta realidad es andar a la búsqueda de un imposible.
Se afirma que los ordenamientos positivos laborales han alcanzado su actual
configuración en épocas de expansión o, al menos, de economía saneada, y que
por tanto han quedado desfasados y requieren profundas reformas (13) lo cual
demuestra el papel significativo de la economía respecto del derecho del trabajo.
El fenómeno económico no impacta a todos los países de la misma manera y al
mismo tiempo. A unos por tener una economía sólida. A otros, por sobrellevar el
problema de la deuda externa. En este último caso, hay países que han sufrido el
impacto de la crisis más que otros y por lo tanto la incidencia en el campo de la
legislación laboral no es igual, como tampoco es similar la pérdida del nivel de vida
de los trabajadores.
El jurista es consciente, sin embargo, que no es al derecho del trabajo que le
corresponde solucionar problemas como el del empleo. Para Montoya Melgar, la
finalidad de este derecho es la ordenación del trabajo asalariado o, si se prefiere, la
ordenación protectora en pro de los trabajadores dependientes. Si además, el dere-
cho del trabajo sirve ocasionalmente a la obtención de finalidades propias de la
política de empleo, será éste un designio alcanzado por añadidura: un servicio late-
ral o extraordinario del ordenamiento laboral. Pero en todo caso será un servicio
de cuyos limitados efectos se debe ser consciente al que no cabrá pedir milagros
(14).
El análisis de la relación de la economía con lo laboral suele hacerse en térmi-
nos generales. Sin embargo, las opiniones genéricas pueden involucrar inexactitu-
des.
(*) Cito a manera de ejemplo, el Congreso Regional Europeo de 1989 que se realizó en París y el
Iberoamericano que tuvo lugar en Montevideo en 1989. En los dos se discutió «El Futuro del Derecho del
Trabajo» y fueron abundantes las referencias a lo concerniente al empleo, la tecnología y la flexibilidad. En
el próximo Congreso de la Sociedad Internacional de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social que tendrá
lugar en Atenas, uno de los puntos específicamente se ocupará del ‘Derecho del Trabajo y la Economía’ y
otro, de «los efectos de las dificultades de las empresas sobre las condiciones de trabajo».
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Así, se dice que «el desempleo es una cuestión crítica en todo el mundo» (15)
lo cual sólo dentro de una perspectiva amplia es exacto, pues hay países que atra-
viesan por un proceso diferente. El Japón mantiene en la actualidad el mismo
porcentaje de desempleo de hace muchos años. Solamente un 2% el cual constitu-
ye lo que se conoce como desempleo friccional, y está compuesto por ese mínimo
de la población que decide cambiar de empleo y por lo tanto las estadísticas no lo
registran como trabajadores ocupados.
Así, como el caso del Japón, tenemos el de Taiwan, Corea y de los países del
sudeste asiático donde el empleo crece aun ritmo mayor que el de la población.
El desarrollo de la economía implica mayores posibilidades de ocupación y si
ésta se da dentro de un proceso de pleno empleo, temas como el de la estabilidad
laboral pasan a segundo plano entre las preferencias de los trabajadores.
Recientemente un dirigente sindical peruano expresaba que lo fundamental
para los trabajadores era que se multiplicaran las opciones de empleo. Si hubiera
empleos regalaríamos la estabilidad laboral, afirmaba.
Pero no es solamente el económico el único factor importante. También el
factor poblacional cuenta. Los países latinoamericanos que tienen un gran incre-
mento de población tendrán más dificultad para reducir el desempleo que aquellos
países donde la población decrece.
Italia, que tiene un desarrollo económico impresionante verá reducir su pobla-
ción de los actuales 57.29 millones a 56.21 millones en el 2007 para después caer
a 45.26 millones en el año 2037. Por lo tanto, dentro de medio siglo, Italia se
encontrará en valores absolutos con una población igual a aquella de los años
cuarenta (16).
Mientras tanto, según el Banco Mundial, la población de toda América inclu-
yendo Estados Unidos y Canadá aumenta anualmente en más de 10 millones; Asia
en 55.4 millones y Africa entre 18.2 y 20.5 millones.
De otro lado, el uso cada vez más frecuente que en la actualidad se hace de la
tecnología en reemplazo de mano de obra es una amenaza perenne para el empleo,
tanto calificado como no calificado (17). La innovación tecnológica, aparte de
abaratar los costos de mano de obra para el productor, causa cambios notables en
la decisión del trabajo, obliga ala reestructuración ocupacional en ciertas carreras
y profesiones (18) y distancia más los ingresos bajos aumentando la desigualdad
social, entre otros efectos.
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FLEXIBILIZACION EN LA CONTRATACION
El contrato clásico o típico de trabajo siempre fue aquél por el cual un trabaja-
dor prestaba sus servicios aun empleador, realizando sus labores en un lugar deter-
minado, sin precisar al momento de la contratación un fin en el tiempo.
Plá Rodríguez se refiere al principio de continuidad, explicando que para compren-
derlo se debe partir de la base que el contrato de trabajo es de tracto sucesivo. La
relación laboral no se agota mediante la realización instantánea de cierto acto, sino
que dura en el tiempo. La relación laboral no es efímera sino continuada. (21)
La realidad actual es diferente: se multiplican los contratos a plazo fijo o even-
tuales partiendo del criterio que la contratación solamente es requerida por un
tiempo o para una tarea específica. A esto se le llama empleo precario o eventual.
Efrén Córdova consideraba en 1985 que habían más de treinta relaciones de tra-
bajo atípicas. (22)
El debate al respecto es amplísimo y conoce adversarios y partidarios. Para
unos, se trata de recortar derechos de los trabajadores exponiéndoles al riesgo de
la inseguridad. Para otros, es una forma de incrementar los empleos, por exigirlo
así la economía y porque la rigidez en la contratación perjudica a muchos trabaja-
dores, especialmente a los jóvenes y no pocas veces a los mayores de 45 años.
Para otros más, no todos los trabajadores se sienten perjudicados con la realiza-
ción de tareas eventuales, pues muchos prefieren trabajar dentro de estas condi-
ciones y hay además quienes recusan el término precario, pues tiene una carga
que induce a pensar que esta clase de forma de trabajo es por fuerza perjudicial
para quienes lo realizan.
Es conocido el temperamento de la legislación española al respecto, que ha
multiplicado las formas de trabajo temporal, señalando condiciones y fijando plazos
para su realización, como por ejemplo los siguientes: a) contrato temporal de fo-
mento de empleo, b) a tiempo parcial, c) de relevo, d) en prácticas, e) de forma-
ción, f) para mayores de 45 años, g) de obra o servicios determinados, h) eventual
por circunstancias de la producción, i) interinidad, j) lanzamiento de nueva activi-
dad, k) de trabajadores fijos y periódicos de carácter discontinuo, 1) de sustitución
por anticipación de la edad de jubilación, m) de mujeres con profesiones y opción
en que estén en inferioridad numérica, n) para minusválidos.
Geraldo Von Potobsky ensaya la siguiente clasificación de los contratos que no
lo son por tiempo indeterminado: a) contratos por tiempo determinado, b) a tiempo
parcial, c) de empleo-formación, d) para categorías especiales, e) de trabajo
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nacional sobre estabilidad laboral en momentos de pleno empleo, que hacerlo cuando
son reducidas las posibilidades de encontrar un puesto luego que grandes masas de
trabajadores han perdido el que tenían.
No es lo mismo perder el empleo y tener derecho a un seguro de desempleo
que permite atender las necesidades básicas mientras se encuentra una nueva
ocupación que quedar sin él y no tener ninguna fuente de sustento. Es asimismo
diferente la actitud del empleador respecto de la estabilidad laboral cuando hay
exceso de mano de obra o carencia de ésta, o cuando la labor que realizan los
trabajadores es de alta tecnología y por lo tanto de difícil sustitución. Sin embargo,
a partir del momento en que los efectos de la crisis económica sobre el nivel de
empleo comienzan a ser tangibles resulta más evidente la imposibilidad de vigencia
del principio de estabilidad (25).
En América Latina el debate se encuentra lejos de haber concluido. La crisis
económica y las dificultades para el pago de la deuda externa juegan un papel
importante en su desarrollo. Y es que como dice Mario Pinto, es importante pre-
guntarse, y no perder de vista si nos encontramos frente a una oscilación coyuntu-
ral del «modelo regulador» del derecho del trabajo en general o más bien frente a
una transición de modelo. Con el tiempo, para Von Potobsky dentro de una pers-
pectiva mundial, las polémicas apasionadas en relación con el conjunto de la flexi-
bilidad se han ido serenando, pero no se han apagado en su totalidad (26).
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LA OPINION PUBLICA
La opinión pública, en algunos países, está jugando un rol más activo frente a
las huelgas, especialmente respecto de aquellas que pueden afectar la economía
del país, como las que por el accionar de los huelguistas resultan perjudicando al
conjunto de la sociedad.
Vale como ejemplo, la huelga de los ferroviarios brasileños, que al paralizar a la
hora en que los trabajadores regresaban a sus hogares, provocó que éstos no
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Este tema es muy complejo y está ligado a la idea moderna del derecho del
trabajo, sobre el mismo se hacen diferentes propuestas. No es posible simplificar
los criterios respecto de ella pues incluso evolucionan con gran rapidez (40).
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tiempo considerable y con éxito. Son varios los acuerdos adoptados que están
caracterizados por su gran fragilidad y vulnerabilidad (44).
Pero como «no hay otra salida», la concertación social fonna parte de la idea
moderna del derecho del trabajo, pudiendo ser considerada como una forma supe-
rior de negociación colectiva.
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En un principio, estas cláusulas surgen porque hay una carencia que debe ser
atendida por el empleador. Pero en un segundo momento, con una adecuada coor-
dinación, el beneficio de los trabajadores nacido de la negociación colectiva, con-
forme se va generalizando, debería ser asumido por la seguridad social.
Me refiero a las indemnizaciones especiales a cargo del empleador, por deceso
o invalidez del trabajador, las asignaciones por muerte de familiares, la asignación
por madre viuda, por matrimonio, nacimiento de hijos, permisos pagados por
fallecimiento de familiares, exámenes médicos anuales.
Esta clase de condiciones de trabajo se plantean y existen en todos los países
donde está reconocido el derecho de los trabajadores a la negociación colectiva.
¿Cual será la evolución que alcanzará este tipo de cláusulas y en que medida
deberían ser encauzadas con un criterio técnico?
¿Se guían los actores sociales por criterios técnicos y coordinan con las entida-
des a cargo de la seguridad social la evolución de estas cláusulas? Sin duda esta-
mos presenciando una proliferación desordenada, de cláusulas propias de la segu-
ridad social a cargo de las empresas públicas y privadas. Parece que ha llegado el
momento de desarrollar nuevos estudios serios (46) respecto de los alcances de
estas cláusulas, su actual incidencia económica y su grado de extensión, así como
de sus repercusiones, de tal modo que sea posible orientar esta realidad por el
camino más adecuado.
¿En qué medida los costos de estas prestaciones pueden armonizar con los
aportes de los contribuyentes? Esta es una cuestión que exige detenido análisis, en
busca de la respuesta correcta.
¿De qué manera se vincula la seguridad social a la idea moderna del derecho
del trabajo?
En efecto algunas de las consecuencias económicas derivadas del término de
la relación laboral pueden ser atendidas por la seguridad social con mayor garantía
para los trabajadores que por las empresas que pudieran estar obligadas a abonar-
las.
Como ya hemos visto, otros beneficios (vacaciones, asignaciones, etc.), pue-
den también ser asumidos por la seguridad social. Lo mismo sucede en el caso de
diversas obligaciones que surgen de la negociación colectiva cuando dejan de cons-
tituirse en casos particulares y se generalizan.
La idea de la complementariedad de la seguridad social pública con la privada
es un tema que también interesa al derecho del trabajo, de una manera general o
en casos concretos a través de la negociación colectiva.
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IX. CONCLUSIONES
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NOTAS BIBLIOGRAFICAS
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(12) JAVILLIER, J.C. Debate sobre el futuro del Derecho del Trabajo, Con-
greso Iberoamericano del Derecho del Trabajo, Montevideo, pág. 45.
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Social.
(14) MONTOYA MELGAR, Alfredo. Las respuestas del Derecho del Trabajo
a la Crisis Económica. Revista Española de Derecho del Trabajo, Ma-
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(15) CAZZOLA, Giuliano. Confederación General Italiana del Trabajo. Los pro-
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Seminario de Política Social organizado por la Fundación Altos Estudios So-
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del Trabajo (Córdoba) realizada el día 11 de octubre de 1990. Córdoba, Ar-
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