Chi Kun Gunya
Chi Kun Gunya
Chi Kun Gunya
Transmisión
El virus Chikungunya es transmitido a través de la picadura de los mosquitos del
género Aedes, que, para estar infectados, deben haber picado previamente a una
persona infectada (con manifestaciones clínicas o no) durante el período de viremia. El
período promedio de incubación extrínseca es de 10 días, a partir del cual el mosquito
es capaz de transmitir el virus, durante toda su vida, a un individuo susceptible. La
enfermedad no se transmite de persona a persona, ni a través de objetos, ni por vía
oral, respiratoria ni sexual. En la mayoría de las infecciones que ocurren durante el
embarazo, el virus no se transmite al feto, aunque existen reportes de abortos
espontáneos después de una infección en la madre durante los primeros meses de
embarazo. El mayor riesgo de transmisión al recién nacido se produce cuando la mujer
tiene viremia en el período intraparto; en este caso la transmisión puede alcanzar al
49%. No hay evidencia de que el virus se transmita a través de la leche materna. Otra
forma de transmisión menos frecuente es la exposición en el laboratorio y la posible
transmisión del virus a través de hemoderivados
Vector
Los vectores primarios del virus son Aedes aegypti y Ae. albopictus. El Ae. aegypti
adulto, que es el vector principal, es una especie “semidoméstica”, estrechamente
relacionado con el ser humano y su vivienda; se alimenta principalmente de sangre
humana y no vive a más de cincuenta metros de las poblaciones. El hábitat de sus
larvas lo constituyen, con frecuencia, envases caseros que puedan almacenar agua en
áreas peridomiciliarias. Ae. albopictus se alimenta también de sangre humana, pero
utiliza una variedad más amplia de huéspedes para alimentarse, deposita sus larvas en
hábitats peridomésticos, pero también en hábitats naturales circundantes. Ambas
especies pueden picar a cualquier hora del día, aunque generalmente lo hacen en las
primeras horas de la mañana y en las últimas horas de la tarde. En nuestro país, el
Aedes aegypti se distribuye actualmente desde el norte hasta las provincias de Buenos
Aires, La Pampa y Mendoza, mientras que, si bien se ha documentado hace algunos
años la presencia de Aedes albopictus en la provincia de Misiones3, no se ha verificado
su expansión, por lo que su papel en la potencial transmisión en nuestro país de este
virus parece poco posible.
Susceptibilidad e inmunidad
Todos los individuos no infectados previamente con el CHIKV son susceptibles a la
infección y a desarrollar la enfermedad. Se cree que, una vez expuestos al virus, los
individuos adquieren inmunidad prolongada que los protege contra la reinfección. Las
personas con infección aguda con manifestaciones clínicas o asintomáticas, pueden
contribuir a la diseminación de la enfermedad, siempre que los vectores que
transmiten el virus estén presentes en la misma zona. Los recién nacidos de madres
afectadas no adquieren inmunidad transplacentaria ni a través de la leche materna.
Las tasas de ataque en las comunidades afectadas por las epidemias recientes
oscilaron entre el 38% al 63%.
Reservorios
En los periodos epidémicos, los humanos son el reservorio principal del CHIKV durante
la fase virémica. En los períodos inter-epidémicos, diversos vertebrados han sido
implicados como reservorios potenciales, incluyendo primates no humanos, roedores,
aves y algunos mamíferos pequeños.
Manifestaciones clínicas
El CHIKV puede afectar a mujeres y hombres de todas las edades. La presentación
clínica puede variar con la edad y la presencia de comorbilidades. Los neonatos y las
personas de edad avanzada y aquellas que presentan comorbilidades pueden
desarrollar formas más graves. La infección puede ser clínicamente inaparente o
puede causar una enfermedad de variada intensidad. Luego de un período de
incubación que puede ser de 3 a 7 días, (se han observado casos con un período de
incubación de entre 1 hasta 12 días), podrán aparecer las manifestaciones clínicas,
aunque entre el 3% al 28% de las personas infectadas cursarán de manera
asintomática y desarrollarán inmunidad permanente.
En aquellas personas que desarrollarán síntomas, la enfermedad puede evolucionar
de forma aguda, subaguda o crónica.
La enfermedad aguda presenta un inicio súbito de fiebre alta (típicamente mayor a
39°C) y dolor articular bilateral, simétrico, de intensidad variable que puede llegar a
ser incapacitante. También pueden presentarse exantema maculopapular muy
pruriginoso, náuseas, vómitos y conjuntivitis.
La fiebre suele durar de 2 a 3 días y asociarse a escalofríos y por lo general desaparece
con el uso de antipiréticos. No suele observarse variación diurna. Puede ser continua o
intermitente, y en general la desaparición de la fiebre no se asocia con empeoramiento
de los síntomas clínicos (a diferencia de lo que ocurre en el dengue).
Los síntomas articulares suelen afectar más de 1 articulación, con predominio en
articulaciones de las manos y muñecas; con menor frecuencia puede involucrar
articulaciones mayores como la rodilla, hombro y columna vertebral. Tienden a ser
peor en la mañana, son aliviados por el ejercicio leve y agravados por los movimientos
bruscos. Se ha descrito artritis migratoria en cerca del 70% de los casos. A veces están
asociados a tenosinovitis con inflamación y rigidez en muñecas y tobillos. En algunos
casos el dolor es tan intenso que produce incapacidad funcional.
El exantema maculopapular suele aparecer entre dos a cinco días después del inicio
de la fiebre e incluye tronco y extremidades, aunque también puede afectar palmas,
plantas y rostro. La proporción de pacientes que presentan exantema es muy variable
entre los estudios; en promedio se presentaría en aproximadamente la mitad de los
pacientes. Otras lesiones de la piel incluyen lesiones vesículo-ampollares con
descamación (más frecuentes en los niños pequeños), úlceras aftosas y lesiones de
tipo vasculítico.
En la forma aguda los síntomas suelen remitir en 7 a 10 días,
tras lo cual, la mayoría de los pacientes sentirá una mejoría
en su estado general y una disminución del dolor articular.
Sin embargo, posteriormente, pueden reaparecer los
síntomas.
La forma sub-aguda, es caracterizada por la afectación
articular discapacitante que cede entre el segundo y tercer
mes de evolución de la enfermedad, mientras que en la
forma crónica la afectación articular persiste por más de
tres meses y puede durar, según algunos estudios, hasta 2 a 3 años. Algunos pacientes
también pueden desarrollar trastornos vasculares periféricos transitorios, tales como
el síndrome de Raynaud, síndrome de fatiga crónica y debilidad.
En las formas sub-agudas y crónicas el síntoma persistente más frecuente es la
artralgia inflamatoria en las mismas articulaciones que se vieron afectadas durante la
etapa aguda. Generalmente no hay
cambios significativos en las
pruebas de laboratorio, no se
encuentran marcadores biológicos
típicos de enfermedades
autoinmunes o reumáticas, ni se
observan cambios en las
radiografías de las áreas afectadas.
Sin embargo, algunos pacientes
desarrollan artropatía/ artritis
destructiva, semejante a la artritis
reumatoidea o psoriásica.
También pueden desarrollarse trastornos vasculares periféricos transitorios, tales
como el síndrome de Raynaud, y cambios oculares como uveitis anterior (ojo rojo
doloroso, fotofobia), retinitis, epiescleritis (con lagrimeo, dolor y fotofobia.), neuritis
óptica, síndrome de fatiga crónica, debilidad y depresión.
Los factores de riesgo para la persistencia de los síntomas son la edad avanzada (>65
años), los trastornos articulares preexistentes y la enfermedad aguda más grave. La
diabetes fue la mayor comorbilidad identificada como factor de riesgo para la
presencia de artralgia crónica.
La frecuencia con que los pacientes presentan síntomas persistentes varía
sustancialmente según el estudio y el tiempo transcurrido entre el inicio de los
síntomas y el seguimiento. Algunos estudios reportan que entre el 12% al 18% de los
pacientes tendrán síntomas persistentes a los 18 meses y hasta 2 a 3 años después,
mientras que, en otros trabajos, la proporción de pacientes con síntomas persistentes
a los 10 meses llega al 49%.
Manifestaciones atípicas
Alrededor del 0.3%-05% de los afectados pueden presentar manifestaciones atípicas
que podrían deberse a efectos directos del virus, la respuesta inmunológica o la
toxicidad de los medicamentos.
Grupos de riesgo para presentar formas atípicas o graves:
Los pacientes que más frecuentemente presentan formas atípicas o graves son:
1. Los recién nacidos de madres virémicas durante el parto o en los últimos 4 días
antes del parto. (las manifestaciones en el recién nacido se describen en el anexo)
2. Los niños menores de 1 año.
3. Los adultos mayores de 65 años. En este grupo etario hay mayores tasas de
enfermedad atípica grave y muerte: los individuos >65 años presentaron una tasa de
mortalidad 50 veces mayor que los adultos más jóvenes.
4. Las personas con comorbilidades como diabetes, hipertensión, insuficiencia renal
crónica, enfermedades cardiovasculares, VIH-SIDA, tuberculosis o neoplasias.
Las formas atípicas son:
Forma neurológica
El cuadro neurológico se puede presentar como meningoencefalitis, encefalopatía,
convulsiones, síndrome de Guillain-Barré, síndrome cerebeloso, paresias, parálisis o
neuropatía.
Forma ocular
Se puede presentar como un cuadro de neuritis óptica, iridociclitis, retinitis, uveítis.
Forma cardiovascular
Las formas de presentación incluyen la miocarditis, pericarditis, insuficiencia cardíaca,
arritmias o la inestabilidad hemodinámica.
Forma dermatológica
Las manifestaciones dermatológicas pueden ser hiperpigmentación fotosensible,
úlceras, dermatosis vesiculobullosas.
Forma renal
Se puede presentar como un cuadro de nefritis, una insuficiencia renal aguda o un
síndrome urémico hemolítico.
Otras formas atípicas/ graves son las discrasias sangrantes, neumonía, insuficiencia
respiratoria, hepatitis, pancreatitis, síndrome de secreción inadecuada de hormona
antidiurética (SIADH), hipoadrenalismo.
• aislamiento viral,
• detección de genoma viral y
• técnicas serológicas para la detección de anticuerpos IgM/IgG.
Se requieren técnicas de neutralización en cultivos celulares para confirmar resultados
positivos de IgM, ya que se ha informado reactividad cruzada con algunos otros
Alphavirus pertenecientes al mismo serogrupo, por ejemplo, con el virus Mayaro.
La confirmación del diagnóstico de CHIKV se hace por alguna de las siguientes técnicas,
dependiendo de la situación epidemiológica de la región, y del momento entre el inicio
de los síntomas y la toma de la muestra:
Si la muestra es obtenida dentro de los 8 días a partir del inicio de los síntomas:
Puede realizarse aislamiento viral y/o detección de genoma viral
• Si el resultado es negativo, se interpreta como resultado no conclusivo y se solicita
una nueva muestra con más de 8 días de evolución de los síntomas.
• Si el resultado es positivo se considera un caso confirmado de CHIKV.
Puede realizarse IgM
• Si el resultado es negativo, se interpreta como resultado no conclusivo y se solicita
una nueva muestra con más de 8 días de evolución de los síntomas.
• Si el resultado es positivo se considera un caso probable de de CHIKV y se solicita una
nueva muestra de entre los 10 a 15 días de evolución de los síntomas.
Si la muestra es obtenida luego del 8° día desde el inicio de los síntomas:
Se realiza IgM
• Si el resultado es negativo, se considera un caso descartado de CHIKV.
• Si el resultado es positivo se considera un
caso probable de CHIKV y se solicita una
nueva muestra obtenida entre los 10 a 15
días de evolución de los síntomas y se
realiza una prueba IgG de neutralización.
• Si el resultado de la prueba de
neutralización es negativo, se considera un
caso descartado de CHIKV.
• Si el resultado de la prueba de
neutralización es constante, se considera un
caso de infección anterior de CHIKV.
• Si el resultado de la prueba de neutralización es positivo se considera un caso
confirmado de CHIKV.
Los casos autóctonos deben ser reportados a la OMS, de acuerdo con el Reglamento
Sanitario Internacional (RSI).
Diagnóstico diferencial
La infección por CHIKV debe ser considerada en el diagnóstico diferencial de las poliartralgias
febriles de aparición súbita.
La fiebre, con o sin artralgias, puede presentarse en otras enfermedades por lo que es
importante tener en cuenta la fiebre chikungunya para el diagnóstico diferencial.
Además, la fiebre chikungunya puede presentarse de forma atípica o puede coexistir
en el mismo paciente con otras enfermedades infecciosas como el dengue o la malaria.
Por ello, las enfermedades a ser consideradas en el diagnóstico diferencial variarán en
relación a características epidemiológicas tales como el lugar de residencia,
antecedentes de viajes y exposición.
Es importante descartar dengue en todos los casos, principalmente en aquellos casos atípicos.
• Reposo.
• Ingesta de abundantes líquidos de acuerdo a la condición del paciente.
• Paracetamol para tratar la fiebre y el dolor. Si no mejora el dolor articular y se
ha descartado dengue, se pueden indicar antiinflamatorios no esteroideos
como el diclofenac, ibuprofeno o naproxeno. No se aconseja el uso de aspirina
debido al riesgo de sangrado y el riesgo de desarrollar síndrome de Reye en
niños menores de 12 años de edad.
• No se aconseja el uso de corticoides hasta que pasen tres meses para prevenir
el rebote de artritis.
• Evaluar la necesidad de indicar protección gástrica.
• Tratamiento local (lociones a base de óxido de zinc) o antihistamínicos vía oral
para tratar la erupción y el prurito.
• Informar al paciente sobre la enfermedad, su modo de transmisión y la forma
de prevención, signos de alarma y medidas de cuidado en el hogar:
Barreras físicas contra los mosquitos durante 7 días desde el inicio de los síntomas.
Signos de alarma:
• Fiebre que persiste por más de cinco días (puede tratarse de otra enfermedad
como el dengue).
• Vómitos persistentes, sin tolerancia vía oral.
• Signos de sangrado.
• Signos neurológicos como irritabilidad, somnolencia, cefalea grave o fotofobia.
• Oliguria.
• Dolor intenso, intratable.
• Debilidad extrema, mareos.
• Extremidades frías, cianosis.
Manejo de casos en fase subaguda y crónica