Capitulo FRV & LCT Ebooks
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Este libro ha sido sometido a evaluación por parte de nuestro Consejo Editorial
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ISBN: 978-84-1170-315-4
Depósito Legal: M-34410-2023
DOI: 10.14679/2397
ISBN electrónico: 978-84-1170-884-5
Preimpresión:
New Garamond Diseño y Maquetación, S.L.
CONFLICTO, ESTADO NACIONAL Y COSMOVISIÓN
INDÍGENA: DESAFÍOS PARA LA DEMOCRACIA Y LA
SEGURIDAD EN LOS ANDES
1. INTRODUCCIÓN
En este capítulo exponemos una serie de elementos y argumentos para sostener la idea
de que la comprensión y gestión de las instituciones estatales andinas vienen arrastrando
una serie de contradicciones y limitantes a la hora de procesar las demandas indígenas y
conflictos étnicos en contextos democráticos. Países andinos como Perú, Ecuador, Boli-
via y Chile presentan un rico panorama histórico identitario y un legado multicultural y
pluriétnico en su construcción nacional; no obstante, el erróneo tratamiento institucional
que se ha proferido a las contemporáneas demandas políticas indígenas derivó en graves
conflictos sociales y violencia, especialmente a mediados y finales del año 2019. En esa
difícil coyuntura, los Estados nacionales, específicamente en países como Chile y Ecua-
dor que son nuestros casos referentes, desplegaron una serie de medidas excepcionales de
seguridad nacional con componentes punitivos que vulneraron los derechos colectivos
de los pueblos indígenas y la ciudadanía en general.
En estos países y por lo general en el contexto latinoamericano, la aplicación de va-
lores democráticos basados en la tolerancia liberal, la negociación de controversias para
procesar los pedidos de administración territorial donde existen recursos estratégicos, y
100 Fredy RiveraVélez y Lester Cabrera Toledo
1
Las Constituciones de Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia y Venezuela reconocen el pluralismo
jurídico desde la década de los años noventa del siglo pasado. Han ratificado instrumentos interna-
cionales como el Convenio 169 de la OIT y aprobado la Declaración de las Naciones Unidas sobre los
Derechos de los Pueblos Indígenas establecido en el 2007 que abre importantes derechos colectivos de
autonomía, interculturalidad y plurinacionalidad basado en componentes históricos y una nueva com-
prensión de la integración nacional.
CONFLICTO, ESTADO NACIONAL Y COSMOVISIÓN INDÍGENA 101
año 2019, el conflicto social y la violencia política desatada en Chile y Ecuador pasó de
un escenario que contenía reivindicaciones de corte identitario, reclamos sectoriales y
movilizaciones populares contra la pobreza y la desatención estatal, a otro escenario
volátil de protestas, violencia, tensiones políticas y demandas ciudadanas de partici-
pación efectiva sobre las decisiones en torno a los ‘intereses nacionales’ y los recursos
estratégicos del Estado.
Estos acontecimientos, expresan a la vez, un cambio importante en las agendas políti-
cas de los movimientos indígenas andinos, especialmente el ecuatoriano que logró poner
al gobierno de Lenin Moreno contras las cuerdas; administración que salió temporal-
mente bien librada debido a la mediación de la iglesia católica y del sistema de Naciones
Unidas que lograron apaciguar las posiciones radicales, negociar las peticiones demo-
cráticas que estaban en juego y anular el Estado de excepción y seguridad que había sido
impuesto durante las jornadas de protesta social2. En el país de la estrella solitaria, Chile,
existe desde tiempo atrás la denominación de “conflicto Mapuche” para categorizar a las
demandas territoriales, administración tradicional de justicia y reivindicación de dere-
chos colectivos de ese pueblo originario que permanece hasta la actualidad restringido de
participar en espacios sociales, económicos y culturales3.
Frente a ese panorama, los recientes gobiernos de Chile y Ecuador respondieron con
acciones extremas de seguridad nacional e interpretaciones punitivas basadas en la ame-
naza del terrorismo y la desestabilización. En ambos países, las organizaciones indígenas
cuestionaron de manera frontal la supuesta fórmula integradora del Estado Nación, los
principios y procedimientos institucionales para procesar la conflictividad social en de-
mocracia y el desmedido peso otorgado a la represión policial y militar que en el año
2019 ocasionó numerosos muertos y heridos durante las jornadas de protesta4.
2
“El país volvió este lunes a la normalidad después de 12 días que dejaron escenas de vio-
lencia, disturbios, vandalismo, excesos policiales y episodios de represión, según varios organismos
internacionales. Lo hizo de forma casi inmediata una vez alcanzado el acuerdo entre el Gobierno
y los líderes de las marchas, propiciado por Naciones Unidas y la conferencia episcopal. Sin
embargo, permanece en el ambiente una tensión de carácter más político…”. Véase al respecto “Las
protestas indígenas en Ecuador ahondan el conflicto entre Lenín Moreno y Correa”. El País (en
línea). Recuperado el 24 de marzo de 2021 de: https://elpais.com/internacional/2019/10/15/ameri-
ca/1571090701_397058.htm
3
Tratados y pactos internacionales firmados y ratificados por Chile y Ecuador sobre derechos
indígenas: Convenio de la OIT sobre Pueblos Indígenas y Tribales de 1989; Declaración de las Naciones
Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas; Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos;
Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales; Convención Internacional sobre la
Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial; Convención sobre los Derechos del Nino;
Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer; Convenio so-
bre la Diversidad Biológica; Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de
Fauna y Flora Silvestres.
4
“El Gobierno de Chile elevó este jueves (14.11.2019) a 22 la cifra de fallecidos durante las
protestas contra el presidente Sebastián Piñera, mientras el camino a la nueva Constitución que pide la
ciudadanía se allana en el Parlamento en un intento de los legisladores por llegar a un acuerdo que des-
trabe la crisis social”. Véase al respecto “Protestas en Chile han dejado 22 muertos y 2.200 heridos”. DW
(en línea). Recuperado el 24 de marzo de: https://www.dw.com/es/protestas-en-chile-han-dejado-22-
muertos-y-2200-heridos/a-51260307
102 Fredy RiveraVélez y Lester Cabrera Toledo
La construcción del Estado Nacional en América Latina presenta una serie de com-
plejidades históricas y sociopolíticas. En muchos países y de forma temprana en el siglo
XIX, el concepto de nación fue asumido por las élites blanco -mestizas como una fór-
mula imaginaria de supuesta solución política para responder a los problemas derivados
de la escasa integración territorial, las desigualdades de las estructuras económicas y la
pretendida homogeneización cultural en las diversas geografías y la heterogénea com-
posición poblacional. Sin embargo, ese proceso de construcción nacional, cobijado bajo
tintes ideológicos liberales, puso en marcha concomitantemente una serie de relaciones
de explotación social y subordinación étnica, legalizó para pocas familias la tierra in-
justamente apropiada a los indígenas, mantuvo en varias territorios el esclavismo como
mecanismo privilegiado de explotación del trabajo y extracción de recursos, y generó un
inequitativo desarrollo regional y excluyente que concentró el poder en escasos grupos
elitistas de la capital en desmedro de las provincias o departamentos dentro de un mismo
país. A través de legislaciones aparentemente ‘modernas’ se institucionalizó la discrimi-
nación, el racismo y, con una falsa aceptación del laicismo, la iglesia católica continuó
manteniendo influencia política, prebendas económicas y un control conservador sobre
la educación y la cultura.
CONFLICTO, ESTADO NACIONAL Y COSMOVISIÓN INDÍGENA 103
5
No es objeto de este trabajo sumergirse en una discusión detallada e institucionalista sobre el
problema de la democracia y sus múltiples componentes, organismos, procedimientos, valores y mode-
los de gobernanza.
CONFLICTO, ESTADO NACIONAL Y COSMOVISIÓN INDÍGENA 105
Esta oscilación está relacionada con la democracia, sus valores y procedimientos, y con
el despliegue de la seguridad estatal en sociedades que contienen en su interior pobla-
ciones étnicamente diversas, socialmente organizadas y con exigencias políticas para
el cumplimiento de sus derechos democráticos y la resolución pacífica de conflictos.
Desde esta visión, se pretende entonces que el Estado nacional funcione como una en-
tidad necesaria y representativa que permita el desarrollo de la sociedad, haga cumplir
derechos, obligaciones y valores democráticos, así como se espera que solucione las de-
mandas políticas de los sectores que han permanecido excluidos a lo largo de la historia
republicana en América Latina.
Sin embargo, la aplicación del modelo estatal y centralista de desarrollo andino, la
construcción de una sociedad pretendidamente homogénea, basada en las virtudes y
obligaciones ciudadanas, y la creación de una trama institucional política y cultural pa-
ternalista, constituyen artefactos ideológicos que miraron progresivamente al indígena
como algo externo, aislado, incomprensible e incluso como un sujeto antinacional que
tiene que ser redimido y “civilizado” porque su pasado comunal y su cosmovisión iban
a contracorriente de los valores y cánones que el mismo Estado propugnaba establecer
como formato de convivencia y regulación del orden social. Uno de los principales ejem-
plos de lo mencionado anteriormente se basó en la imposición de una lengua oficial, que
en la mayoría de los países andinos fue el castellano como consecuencia del proceso de
colonización y el republicanismo decimonónico.
Esta dinámica socio cultural evidenció 3 procesos: un permanente intento de seguir
parámetros de homogeneización de los grupos sociales que ahora eran parte del Esta-
do nacional, teniendo como herramienta el lenguaje y la religión católica; la exclusión
de las personas o grupos sociales diferentes que no seguían dichos patrones dentro de
la institucionalidad y los procesos de integración auspiciados por el Estado; y la reduc-
ción sistemática, o de reconocimiento mínimo y condicionado de aquellos elementos
culturales que prevalecían dentro de las organizaciones indígenas o afrodescendientes
(Quijano, 2020; Bengoa, 2000).
Haciendo un hincapié en el área Andina, podemos encontrar una serie de procesos
históricos que hacen parte de la construcción identitaria nacional que incorporan sim-
bologías e iconos indígenas en el relato y la discursividad nacionalista, sin embargo, esta
discursividad carece de contenido integrador por las prácticas cotidianas de la pobla-
ción mayoritaria que despliega valores y creencias sustentadas en la discriminación y
el racismo. En efecto, pese a que dichos procesos pueden interpretarse y comprenderse
principalmente desde una visión educativa y cultural, en América Latina este fenómeno
fue complementado con un fuerte componente de seguridad estatal, debido a la imposi-
ción de leyes y violencia de parte de los entes gubernamentales encargados de efectuar la
labor de homogeneización cultural6.
6
La asociación entre seguridad y violencia para preservar el orden y el progreso del Estado
Nacional establecía políticas y procedimientos específicos contra el distinto, el advenedizo y el diferente
étnico. Este proceso estuvo generalizado en algunos países de América del Sur, por ejemplo, en Ar-
gentina “La exclusión de los no integrables que constituirá la base de las muchedumbres urbanas, será
determinante en su labor en el Servicio de Observación de Alienados de la Policía de Buenos Aires, lugar
106 Fredy RiveraVélez y Lester Cabrera Toledo
Hacia finales del siglo veinte e inicios del presente, la acumulación de experiencias
en política local e internacional, pero también el aumento de la capacidad organizati-
va de las diferentes dirigencias indígenas y populares produjo varios conflictos internos
que obligaron a los Estados nacionales a reconocer derechos colectivos, plurinacionales
y multiculturales. Este cuestionamiento a las élites gobernantes se expresó mediante una
serie de reclamos estructurales y culturales ante situaciones plagadas de injusticia, pobre-
za, exclusión, inequidad y racismo que habían calado profundamente durante décadas en
el comportamiento y accionar de los partidos políticos y las clases dominantes de la re-
gión andina. Esa dinámica contestataria, muy activa en las movilizaciones indígenas y en
las demandas que plantearon a las autoridades gubernamentales, provocó paralelamente
una interpretación seguritaria, errónea, negativa y estigmatizada que se asoció al caos, a
la desestabilización y la inseguridad pública en países como Chile y Ecuador.
En todo este fenómeno existe un pasado complejo de larga data, producto del
proceso colonizador originado en el siglo XVI que pretendió definir una estructura
denominada imaginariamente como “Estado”. Dicha entidad, supra social, aparece
concebida como una extensión de las costumbres, tradiciones e identidades de los paí-
ses europeos que fueron protagonistas del invento del moderno Estado Nacional. En
palabras más simples, la propia idea de tener un “Estado”, o en este caso, colonias per-
tenecientes a un Reino, surge de la imaginación del colonizador que desea reproducir
e implantar un modelo de organización jerárquica y social; sin embargo, la existencia
de una población nativa con sus propios lenguajes y su incomprendida cosmovisión,
trajo consigo distintas formas de minimizar y proscribir costumbres, tradiciones, con-
cepciones sociales y culturales de la población originaria, perspectiva colonizadora que
desde el cual establecerá los límites entre lo normal y lo patológico. En suma, positivismo, biologismo y
darwinismo social fueron los modelos ideológicos sobre los cuales se constituyó un mapa simbólico que
sigue influyendo en los fenómenos discriminatorios del presente” (Rivera y Maluf, 2017: 160).
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para algunos autores se mantiene hasta nuestros días en los descendientes de ese pro-
ceso civilizatorio (Vergara, Gundermann y Foerster, 2006).
Los problemas de convivencia estuvieron presentes desde el inicio republicano.
Conflictos que iban desde una reclamación de carácter ancestral, se trasladaban a la
mantención de elementos culturales, pasaban por la minimización de las lenguas in-
dígenas y hacían aflorar el espinoso tema del reconocimiento territorial (Cal y Mayor,
2018). Aquellos conflictos son una evidencia de que el imaginario estatal liberal, de
cualidades unitarias y basado en aspectos valóricos supuestamente universales en la
población no tenían una perspectiva similar o congruente para el caso latinoamericano,
vale decir, no se reconocían como válidos y legítimos, repercutiendo en la representa-
ción de la figura estatal (Schavelzon, 2018). Se evidencia entonces un quiebre sustancial
dentro la concepción democrática liberal a la que esperaban arribar los sectores hege-
mónicos de los países andinos.
La comprensión de aquel fenómeno puede explicar el hecho de que los indígenas no
tengan una idea de representación occidental desde un punto de vista político e institu-
cional al momento de tomar decisiones que poseen un grado de afectación en torno a sus
intereses, considerando el propio modelo de representación impuesto por las instancias
estatales (Villalba, 2018; Monje, 2018).Si bien es cierto que en la región andina el compo-
nente indígena ha sido uno de los puntos de diferenciación con respecto a otras latitudes
suramericanas, también es veraz que dicha población a lo largo de los años fue conside-
rada como un segmento minoritario y poco representativo de lo que significaría un país
moderno e integrado nacionalmente. En algunos casos, hubo un reconocimiento simbó-
lico, folclórico e incluso exótico de la herencia indígena en la construcción de los Estados
nación contemporáneos, pero la realidad contradecía esa dinámica al revisar la historia
plagada de exclusiones y subordinación.
A medida que las sociedades y los Estados latinoamericanos post coloniales co-
menzaron a ampliar la visión republicana de un ente estatal homogéneo, nacional y
en determinadas fases históricas con tintes de mínima democracia, también se fueron
transformando los valores, los esquemas culturales y las instituciones de inclusión a los
modelos dominantes de desarrollo social. En ese devenir, es difícil dejar de mencionar
que la historia política de muchos países latinoamericanos en general, y andinos en par-
ticular, se encuentra llena de episodios donde prevalecieron regímenes autoritarios y
dictatoriales durante muchos años.
A partir de la segunda mitad del siglo XX, asistimos a una proliferación de golpes de
Estado liderados por militares que transformaron las estructuras sociales en los países in-
tervenidos, desplegaron acciones violatorias contra los derechos humanos y practicaron
el genocidio como por ejemplo en Chile y Argentina. Este período nefasto para la región
tuvo consecuencias directas para varios países porque durante las transiciones a la de-
mocracia quedaron estructuras, normativas y reglas de juego a la democracia impuestas
por el pasado militar. Este proceso denominado “tutelaje” se mantiene hasta la actuali-
dad bajo diversas formas y arreglos institucionales (Haro, 2017: 73); pero es fundamental
cuando influye en las concepciones y acciones de los organismos gubernamentales que
deben procesar el conflicto democrático, especialmente en aquellas dependencias encar-
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respuesta no será esencialmente jurídica por sus propias limitaciones, sino política
porque debe ser ubicada dentro de un escenario democrático que es donde se procesan
los conflictos y los disensos.
Partamos del hecho que el Estado es una macro institución que establece paráme-
tros estructurales de diferenciación ciudadana, elabora su propia versión del desarrollo y
reconoce legítimamente a la población indígena. Sin embargo, cuando aparecen situacio-
nes complejas y contradictorias que no pueden ser procesadas por el marco normativo
simple, aflora el uso de la fuerza, el rol coercitivo del Estado de excepción y las acciones
seguritarias en contra de la población indígena.
parámetros jurídicos que en ocasiones hacen uso de la figura del terrorismo y el Estado
de Excepción7.
Desde la óptica omnicomprensiva y totalitaria del Estado, no habría selectividad iden-
titaria y, menos aún, elementos de discriminación étnica para combatir situaciones de
inseguridad que afecten al conjunto de la sociedad. Esto sucede porque la categoría libe-
ral de “ciudadanía” se convierte en una esponja que absorbe y diluye las peculiaridades
identitarias de pueblos y nacionalidades indígenas. De esta forma, asistimos a otra con-
tradicción de la institucionalidad de la seguridad nacional de Estado porque nos conduce
a un panorama casi esquizofrénico para la democracia: reconocer los derechos colectivos,
multiculturales y plurinacionales, pero a la vez reprimir las manifestaciones individuales
de ese colectivo étnico que reclama la injusticia, la pobreza y la discriminación.
Oponerse a los intereses estratégicos del Estado, en realidad, cuestionar el despliegue
de los intereses económicos de los grupos de poder y de las transnacionales de energía,
aparece entonces como una gran afrenta contra la seguridad nacional que se convierte en
comodín de la relación Estado-economía-grupos de interés. Así, el caso Mapuche en Chi-
le constituye un buen ejemplo sobre el cual, y desde una perspectiva histórica, ha existido
una señal permanente de segregación y de aplicación arbitraria de la seguridad nacional
que intervino en numerosas ocasiones en la región de la Araucanía8.
La arbitrariedad seguritaria del Estado para procesar democráticamente los disensos
y las protestas sociales incluye también otro comodín: la figura del terrorismo. Utilizada
en los años dictatoriales de la doctrina de seguridad nacional para aplacar la subversión
y la insurgencia, representa ahora, y de manera paradójica en época democrática, uno de
los “mejores” y más “pragmáticos” instrumentos destinados a manejar institucionalmen-
te el “conflicto mapuche”. El hecho de categorizar bajo aquel rotulo a determinados actos
de violencia, coloca al Estado en una posición de juez y parte, ya que la consideración
7
Los denominados genéricamente “estados de excepción” son instrumentos jurídicos que las
Constituciones Políticas de los Estados suelen contemplar para restringir el ejercicio de determinados
derechos fundamentales de las personas, en contextos específicos de crisis o convulsión a cuenta de di-
versas circunstancias que pueden incluir los desastres naturales, las graves perturbaciones del orden
público, las epidemias de diversa índole y los conflictos armados internos o externos. En la legislación
comparada, dichos “estados de excepción” pueden establecerse en función de la gravedad de los hechos
que deba afrontar y toman nombres tan diversos como “estado de emergencia”, “estado de conmoción
interior”, “estado de alarma”, “estado de calamidad pública” o “estado de sitio”.
8
El Estado chileno desarrolló varias operaciones de seguridad nacional en la Araucanía. Creó
el “Comando Jungla”, un grupo de fuerzas especiales de Carabineros para operar exclusivamente en la
zona mencionada. También aplicó -y continúa haciéndolo- una ley que tipifica determinados actos de
terrorismo asociados a las formas organizativas del Pueblo Mapuche. “Un informe del equipo de Inteli-
gencia policial identificó a mediados de 2017 a Camilo Catrillanca como un líder de la Alianza Territorial
Mapuche, una de las organizaciones a las que apunta Carabineros como responsable de la violencia en
La Araucanía. Su foto está inserta en un cuadro de los líderes mapuche identificados como blancos a
seguir paso a paso”. Éstas son muestras de selectividad étnica al momento de aplicar las herramientas
de seguridad interpuestas por el Estado. Véase al respecto “Informe policial secreto: Camilo Catrillanca
estaba en la mira de Carabineros”. CIPERChile (en línea). Recuperado el 25 de marzo de 2021 de: https://
www.ciperchile.cl/2018/11/27/informe-policial-secreto-camilo-catrillanca-estaba-en-la-mira-de-cara-
bineros/
CONFLICTO, ESTADO NACIONAL Y COSMOVISIÓN INDÍGENA 111
de una acción como terrorista queda a discreción de las autoridades políticas corres-
pondientes, y que a fin de cuentas son funcionarios que representan al Estado; al mismo
tiempo, se construye una percepción, y un imaginario amplificado de amenaza a la so-
ciedad al asociar la protesta indígena con acciones terroristas, criminalizando con ello la
protesta social que constituye un elemento normal de la democracia (Quiroz-Aminao y
Torres, 2020; Richards, 2010).
La seguridad también puede tener una comprensión de cualidades contradictorias. Esto
último se origina por el hecho de actuar bajo parámetros y normativas que se debaten entre
el régimen internacional de protección de los derechos humanos y el paradigma realista de
la seguridad que trata de precautelar al Estado y la sociedad en conjunto (Collins, 2010).
Este proceso está en permanente tensión porque aplica a los cuerpos encargados de con-
cebir y aplicar la seguridad del Estado, por un lado, y los grupos sociales o actores que se
verían perjudicados o disminuidos en su actuar cuando se movilizan o protestan.
Desde la perspectiva dada por los Mapuche en Chile, uno de los principales puntos
que genera problemas entre dicha etnia y el Estado pasa por el tratamiento sensible de
temas ancestrales y actuales, a saber: la reivindicación de territorios desde hace varios
siglos, la necesidad de tener un mayor reconocimiento dentro de la vida política e insti-
tucional del país, tomando en cuenta “la deuda histórica” que el Estado tiene con dicho
pueblo originario, y la administración autónoma de sus entidades consuetudinarias (Ri-
chards, 2010). En este sentido, la incorporación de un escenario conflictivo, basado en los
apremios emitidos por los cuerpos de seguridad del Estado chileno, dan como resultado
una incomprensión de las dinámicas que encierran la disputa, minimizando la lógica de
identidades que está atrás del conflictiva y generando a su vez una maximización de la
violencia entre las partes.
En el caso ecuatoriano, durante las manifestaciones de protesta sucedidas en octubre
de 2019, se pudo evidenciar una serie de elementos que van de la mano con las contra-
dicciones y arbitrariedades anteriormente establecidas entre seguridad y democracia. En
primer lugar, la arbitrariedad de catalogar al movimiento indígena como “insurgente”,
utilizando un claro recurso discursivo devenido de la doctrina de seguridad nacional,
construyó una figura controversial de animadversión que catapultó los ánimos de los ac-
tores políticos y redujo las posibilidades de diálogo democrático como venían haciéndolo
años atrás; de hecho, aquella visión se intensificó al momento en que los dirigentes de di-
versas agrupaciones indígenas plantearon su apoyo explícito al paro nacional efectuado
por los camioneros del país (Ortiz, 2020). En segundo lugar, la contradicción se manifies-
ta al momento de reconocer, por una parte, la validez de las primeras manifestaciones por
varios personeros gubernamentales de L. Moreno, es decir, una demostración e imagen
del discurso oficial; mientras, por otra parte, se aplicaban fuertes dispositivos represivos
a cargo de las fuerzas policiales y militares en contra del movimiento indígena (Ramírez,
2019). Contradicción y arbitrariedad que demuestra la presencia y tutelaje castrense su-
mada a la debilidad de un gobierno ilegítimo que no pudo desarrollar los mecanismos de
negociación democrática.
Esto último es importante resaltarlo porque evidencia problemas que no necesa-
riamente responden a una lógica estatal racional, sino a una dimensión de la cultura
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9
Véase al respecto: “Supuesta insurgencia se da entre fallas de inteligencia”. El Universo (en
línea). Recuperado el 25 de marzo de 2021 de: https://www.eluniverso.com/noticias/2019/10/28/
nota/7578743/supuesta-insurgencia-se-da-fallas-inteligencia/
CONFLICTO, ESTADO NACIONAL Y COSMOVISIÓN INDÍGENA 113
5. CONCLUSIONES
10
Para el caso ecuatoriano, las protestas estuvieron lideradas por “grupos indígenas y otros sec-
tores de la sociedad inconformes con las medidas económicas del presidente Lenin Moreno que incluyen
-entre otras- la eliminación de los subsidios a los combustibles”. Véase al respecto “Crisis en Ecuador:
continúan las protestas mientras el gobierno y el movimiento indígena se preparan para dialogar este
domingo”, BBC Mundo (en línea). Recuperado el 25 de marzo de 2021 de: https://www.bbc.com/mun-
do/noticias-america-latina-50009459. Mientras que para el caso chileno “desde el 18 de octubre miles
de chilenos permanecen en las calles. Su principal motivo fue plantarse ante un aumento en el precio del
boleto del metro, pero ahora la sociedad sigue enardecida y exige un cambio en el modelo económico
ultraliberal que existe en el país desde hace más de 30 años y que ha cultivado una alta desigualdad. Véa-
se al respecto “Estallido social en Chile, de la rebelión a la revolución por una mejora social”. France24
(en línea). Recuperado el 25 de marzo de 2021 de:https://www.france24.com/es/20191117-estallido-so-
cial-en-chile-de-la-rebeli%C3%B3n-a-la-revoluci%C3%B3n-por-una-mejora-social
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