Filosofia - Identidad Cultural-Final
Filosofia - Identidad Cultural-Final
Filosofia - Identidad Cultural-Final
✔ Ciclo: 2019-II
Piura-Perú
INDICE
I. DEFINICIONES
I.1. Derecho
I.2. Identidad
I.3. Cultura
I.4. Identidad Cultural
VIII. CONCLUSIÓN
IX. REFERENCIAS
I. DEFINICIONES
“La palabra proviene del vocablo latino directum, que significa no apartarse del buen
camino, seguir el sendero señalado por la ley, lo que se dirige o es bien dirigido. En general
se entiende por derecho, conjunto de normas jurídicas, creadas por el estado para regular la
conducta externa de los hombres y en caso de incumplimiento esta prevista de una sanción
judicial” (Flores Gomes Gonzales y Carvajal Moreno, Gustavo, Nociones de Derecho
Positivo Mexicano, Editorial Porrua, Vigésima quinta Edición, México 1986, p. 50).
“El Derecho es el conjunto de normas que imponen deberes y normas que confieren
facultades, que establecen las bases de convivencia social y cuyo fin es dotar a todos los
miembros de la sociedad de los mínimos de seguridad, certeza, igualdad, libertad y justicia”
(Pereznieto y Castro Leonel, Ledesma Mondragón Abel, Introducción al estudio de
Derecho, segunda edición, editorial Harla, p.9.).
1.2. IDENTIDAD
El particular interés que ha adquirido la noción de identidad a partir de 1950, refleja las
preocupaciones del mundo moderno. Esta noción se ha impuesto a causa de los
importantes cambios culturales provocados por las profundas modificaciones en la
sociedad. La globalización de la economía, el establecimiento de un modelo económico
único que funciona sobre los principios de racionalidad y de eficacia y la introducción de
nuevas tecnologías y de medios de comunicación son el origen de grandes cambios en las
sociedades actuales. Se han enlazado el éxodo rural y las transformaciones urbanas que
han dado lugar a grandes ciudades donde es difícil conservar los lazos sociales; el
desempleo y los cambios en la concepción del trabajo; las reivindicaciones regionales; la
inmigración masiva; las transformaciones en los roles sexuales.
Esta evolución ha alcanzado a la identidad individual y colectiva y ha provocado efectos
psicológicos, sociales y políticos concretos. La sociedad occidental ha pasado de una
forma comunitaria a otra en la cual el individuo es el centro. El individualismo es uno de
los cambios más importantes de nuestra época.
La construcción de la identidad individual constituye un trabajo laborioso que se va
volviendo complejo. Antiguamente la alternativa de comportamientos era menos amplia y
las reglas de conductas eran más claras -y más rígidas-. Hoy en día cada persona dispone
de muchas posibilidades: una relación de pareja, por ejemplo, puede estar
institucionalizada por el matrimonio o tomar la forma de una simple vida en común. Sin
embargo, el individuo se encuentra relativamente solo frente a estas múltiples
posibilidades.
Identidad de los inmigrantes, identidad catalana o madrileña, repliegue de la identidad,
defensa de la identidad, identidad pura o no pura,
…: es probable que este tipo de expresiones lleguen a ser cada vez más familiares puesto
que vivimos un período de grandes cambios, incluyendo el tema de la identidad. (El
concepto de identidad, 2002)
¿Qué es la identidad?
La identidad (como en "documento de identidad") es un conjunto articulado de rasgos
específicos de un individuo o de un grupo: hombre, 35 años, español, 1,75 m de altura, 70
Kg. de peso, cabellos castaños, católico, empleado de banca, casado, padre de familia…
La identidad constituye también un sistema de símbolos y de valores que permite afrontar
diferentes situaciones cotidianas. Opera como un filtro que ayuda a decodificarlas, a
comprenderlas para que después funcione.
Esto explica que, frente a tal situación, un individuo, con sus valores y su modo de pensar,
de sentir y de actuar reaccionará probablemente de una manera definida. Para esto se
cuenta con un repertorio de formas de pensar, de sentir y de actuar que, en un momento
dado, se puede combinar. Este repertorio está en constante recreación. (El concepto de
identidad, 2002)
1.3. CULTURA
En la historia de Occidente, este sentido se fue perdiendo hasta que, en el siglo XVIII, con
la filosofía de la Ilustración, la palabra cultura resurge, pero se convierte en sinónimo de
civilización.
En el siglo XIX, la idea de cultura sufre una mutación decisiva porque es elaborada como la
diferencia entre naturaleza e historia. Es la ruptura de la adhesión inmediata a la naturaleza,
adhesión propia de los animales, e inaugura el mundo humano propiamente dicho.
En la actualidad el término cultura pasa a tener un alcance que no poseía antes, siendo
ahora entendido como producción y creación del lenguaje, de la religión, de la sexualidad,
de los instrumentos y de las formas del trabajo, etc. La cultura pasa a ser comprendida
como el campo en el cual los sujetos humanos elaboran símbolos y signos, instituyen las
prácticas y los valores, definen para sí mismos lo posible y lo imposible, el sentido de la
línea de tiempo, las diferencias al interior del espacio, valores como lo verdadero y lo falso,
lo bello y lo feo, lo justo y lo injusto, instauran la idea de ley, y, por lo tanto, de lo
permitido y de lo prohibido, determinan el sentido de la vida y de la muerte y de las
relaciones entre lo sagrado y lo profano. Con todo, ese alcance de la noción de cultura
choca, en las sociedades modernas, con un problema: el hecho de ser, justamente,
sociedades y no comunidades. (Chaui, 2008, Cuadernos de pensamiento crítico
latinoamericano)
Como identidad cultural nos referimos al conjunto de peculiaridades propias de una cultura
o grupo que permiten a los individuos identificarse como miembros de este grupo, pero
también diferenciarse de otros grupos culturales.
Conviene también recordar que la identidad cultural, pese a que generalmente está ligada a
un territorio geográfico particular o a una nación, puede persistir en los grupos o
comunidades que se encuentran fuera de su país, como los refugiados, los emigrantes, los
desplazados o los exiliados. Fuente especificada no válida..
II. Derecho a la Identidad Cultural
Constitución Política
Todo peruano tiene derecho a usar su propio idioma ante cualquier autoridad mediante un
intérprete. Los extranjeros tienen este mismo derecho cuando son citados por cualquier
autoridad.
En consecuencia, el Estado:
c. Su identidad cultural.
4. Es por ello que el constituyente ha expresado (lo que ya fue resaltado en la STC
0022- 2009-PI/TC, fundamento 4), en el artículo 2º, inciso 19 de la Constitución, el
derecho a la identidad étnica y cultural, y el artículo 48º que, además del castellano,
también son idiomas oficiales el quechua, el aimara y las demás lenguas aborígenes
en las zonas donde predominen. Por su parte, el artículo 89º reconoce la autonomía
organizativa, económica y administrativa a las comunidades nativas, así como la
libre disposición de sus tierras, las que no son materia de prescripción, reiterándose
de igual forma la obligación del Estado de respetar su identidad cultural. A su vez,
el artículo 149º permite que las comunidades nativas y campesinas puedan aplicar
su derecho consuetudinario, ejerciendo funciones jurisdiccionales dentro de su
ámbito territorial, siempre que no vulneren derechos fundamentales. Es relevante
mencionar también que el artículo 191º de la Constitución prescribe que la ley
establecerá porcentajes mínimos para hacer accesible la representación de género,
comunidades campesinas y nativas, y pueblos originarios en los consejos regionales
y consejos municipales. Con ello, los pueblos indígenas han sido proveídos de
herramientas legales cuyo objeto es proteger su existencia y su cosmovisión. De esta
manera se reconoce el respeto a la diversidad y al pluralismo cultural, que tendrá
que efectuarse siempre dentro del marco de respeto a los derechos fundamentales, el
diálogo intercultural, los principios constitucionales y los valores superiores que la
Constitución incorpora, tales como la dignidad de la persona, los principios de
soberanía del pueblo, el Estado democrático de Derecho y la forma republicana de
gobierno.
5. Si bien resulta evidente afirmar que tales derechos y prerrogativas no pueden ser
dejados de lado o desnaturalizados por los poderes constituidos, debe tomarse en
cuenta que las tensiones y distancia entre la normativa y la realidad son parte de la
dinámica social y del fenómeno jurídico. Es, pues, deber del Estado, en su función
implementadora del ordenamiento jurídico, resolver estas tensiones e integrar la
normativa en la realidad, a fin de que las consecuencias deseadas por las leyes y
reglamentos tengan impacto efectivo en la vida de los ciudadanos. La labor de los
jueces del Poder Judicial, en general, y en particular el Tribunal Constitucional, en
su calidad de supremo intérprete de la Constitución, adquiere una dimensión
relevante en la tarea de cubrir los vacíos entre las normas y la realidad. Con mayor
énfasis si se contempla la función supervisora que tienen los jueces constitucionales
sobre la actividad de la Administración cuando se alegue la vulneración de derechos
fundamentales. La Administración aplica, en un primer momento, el ordenamiento
jurídico en su función administrativa.
7. Es por ello que el Tribunal debe estar atento al referido contexto a fin de repensar
categorías jurídicas y derechos desde la perspectiva multicultural, considerando
además lo complejo de la implementación de normas multiculturales específicas, en
procura de maximizar garantías que sostengan una sociedad plural y respetuosa de
las diferencias. Específicamente para el caso de los pueblos indígenas, estos no solo
legitiman sus derechos especiales en virtud de la distinción cultural, sino también
por elementos históricos. En efecto, los pueblos indígenas u originarios, existentes
desde antes de la creación del virreinato del Perú y de la República del Perú,
ejercían hasta ese momento soberanía sobre sus territorios (artículo 1b del Convenio
169). Esto implica la autonomía en la toma de decisiones políticas de tal comunidad,
incluyendo además la aplicación de sus costumbres jurídicas a fin de resolver
conflictos sociales surgidos dentro de la comunidad. Pero esta realidad varió
considerablemente con el proceso de conquista y de creación y expansión del Estado
peruano, que decidió obviar toda diferenciación cultural a fin de iniciar la
construcción de una sola identidad nacional”.
La identidad cultural en el Perú recoge una síntesis cultural entre diferentes culturas.
No obstante, Perú conserva mayor cantidad de población indígena.
A pesar del legado espiritual y costumbrista que dejó el Imperio inca, de igual
manera la población peruana se enfrenta a la globalización, por lo que muchos
peruanos se adaptaron a un modo de vida rápido, consumista y alineado. Esto puede
desencadenar la pérdida de los principales rasgos identitarios de nuestra nación.
La cultura, tal como lo establece Plog y Bates, lleva implícita un proceso de aprendizaje
que se desarrolla en dos dimensiones: el de aprender y el de transmitir. Se aprende y se
transmite todo el sistema de creencias, valores y comportamientos a través de un
idioma, que es también cultura. Se aprende tanto a nivel individual como a nivel social,
generacional, en un proceso ontogenético-filogenético. Este proceso de aprendizaje y
transmisión se da tanto en la cotidianeidad de las relaciones humanas como en las
instituciones sociales que tienen propósitos más estructurados y definidos como la
escuela. Incluso, la relación entre cultura y educación se hace evidente desde la
antropología pedagógica de Spranger que concibe la educación como la “propagación
de la cultura” (Estébanez, 1985). Igualmente, el proceso de aprendizaje y transmisión
de la cultura conlleva implícitamente un sentido de desarrollo y formación. Por un lado
implica el proceso de socialización que es en esencia el aprendizaje del individuo de
vivir y convivir con el grupo social. Igualmente implica el desarrollo de la personalidad,
las capacidades y potencialidades del individuo para perfeccionarse y realizarse. De la
misma forma conlleva un proceso de humanización, proceso mediante el cual el sujeto
perfila su condición humana. Implícita también está la idea de formación del hombre
como construcción (bildung) y configuración más allá de lo dado por la socialización
(apropiación de normas y órdenes institucionales) y la enculturación (lenguajes, usos,
costumbres, y saberes). En el sentido de formación y construcción, el hombre es sujeto
que crea, recrea y renueva la cultura y los órdenes sociales (Yurén, 2000). Desde una
interpretación de la construcción de la identidad como afiliación, las instituciones
educativas tienen la finalidad de afirmar, realizar y adaptar los educandos a los
elementos objetivos de la cultura y la sociedad. Es decir, la escuela se convierte en una
institución que reproduce, afirma y confirma los elementos culturales y las
interacciones del cuerpo social. La escuela se convierte en la institución o agente social
que perpetúa la cultura. Dentro de esa misma perspectiva, el educador es el
representante de la cultura que educa desde la cultura, en la cultura para la cultura. Es
por tanto un reproductor que busca la adaptación del individuo, el estudiante, al sistema
cultural para que realice así su propio ser. Es la educación como reproducción cultural y
social. El educador es tributario de la cultura que transmite y hace de puente entre dos
generaciones. Esta forma de condicionamiento y determinismo socio-cultural-educativo
es conflictivo con la visión de la educación como proceso dinámico, emancipador y
trasformador propuesto por Yurén, Berger y Luckmann.
VI.1. Globalización
Sin embargo, viajar también puede ser una manera de comprender la otredad de las
otras civilizaciones. Todo esto depende del enfoque de cada persona, quien luego de
viajar puede decir si dejar de lado sus raíces o cultivarlas y mantenerlas consigo.
Con la ayuda de la globalización, las ciudades europeas son cada vez más parecidas a
las asiáticas o a las americanas, lo que ocasiona que se dejen de utilizar ciertas
vestimentas, alimentos o costumbres que contribuyen a la identidad cultural.
A través de la televisión y de otros medios, los más jóvenes aprenden cómo se supone
que deben actuar según ciertos estándares sociales aceptados globalmente, dejando de
lado los valores ancestrales de su cultura.
VI.2. Migración
Desde sus inicios, la filosofía como disciplina ha mostrado una preocupación especial
por el futuro de las culturas indígenas frente al impacto de la sociedad europea
moderna. A principios del siglo XX, muchos antropólogos buscaban recolectar la
mayor cantidad posible de información y de objetos de la cultura material indígena
frente al temor de que pudieran desaparecer irremediablemente en el contexto del
proceso de modernización acelerado que se vivía en el mundo entero. Estos objetos y
materiales luego eran llevados a los museos para ser conservados y para ilustrar a la
sociedad moderna cómo se vivía en otras épocas y lugares. A esta forma de
acercarmiento a las culturas y sociedades indígenas se le ha denominado «antropología
de salvataje».
Esta forma de proceder ha sido calificada recientemente por la antropóloga Mariza
Peirano (2008) como uno de los «pecados» propios de la antropología. Según Peirano,
esta manera de entender la antropología cosifica a la gente y sus culturas de tal modo
que se llega a considerar que los indígenas han quedado atrapados en el pasado. Esta
misma actitud que cosifica a las culturas indígenas y las congela en el pasado se ha
difundido en otros sectores de la sociedad, sobre todo en los medios de comunicación y
en el ámbito del turismo. Resulta particularmente ilustrativa la imagen que el gobierno
peruano propaga a través de los videos producidos por PromPerú, la agencia estatal que
promueve el turismo.
Uno de estos videos —que circuló ampliamente por casi dos años— mostraba imágenes
de comunidades indígenas amazónicas mientras se escuchaba al narrador decir algo así
como: «si quiere conocer el pasado...».
Hacia mediados del siglo XX, esta preocupación continuaba influenciando la reflexión
de la antropología sobre las poblaciones indígenas. Claude Lévi-Strauss (1973) relata
con nostalgia cómo el mundo indígena desaparece aceleradamente. Esta nostalgia se
puede percibir en uno de sus libros más importantes: «Tristes Trópicos». Unas décadas
después, el antropólogo brasileño, Darcy Ribeiro, expresaba también en su obra el
riesgo de la posible desintegración étnica de los indígenas amazónicos. Según Ribeiro:
«las relaciones de la sociedad nacional con las tribus indígenas se procesan como un
enfrentamiento entre entidades étnicas mutuamente exclusivas. Dada la
desproporción demográfica y de nivel evolutivo que existe entre ellas, la interacción
representa una amenaza permanente de desintegración de las etnias tribales» (1973).
Ribeiro quería mostrar cómo los rasgos étnicos más propios de cada pueblo indígena
desaparecían debido al proceso de aculturación que estas sociedades venían
enfrentando, y cómo daban lugar entonces a la aparición de lo que la antropología
brasileña ha postulado como un «indio genérico» o «destribalizado» (Galvão, 1979;
Ribeiro, 1986). A este proceso de aculturación, Ribeiro (1973) lo ha denominando
«transfiguración étnica», y correspondería a lo que el antropólogo peruano Carlos Mora
(1995) considera el proceso de «cholificación» en el caso de la Amazonía peruana.
La imagen de un indio «genérico» también aparece graficada en otro video más reciente
de PromPerú5. En este video promocional, de muy corta duración, se ve a un hombre
con el torso desnudo navegando por un río amazónico en una pequeña canoa. Lo único
que se escucha es el ruido del agua y de los animales del bosque. Este hombre puede ser
un indígena o no, porque a diferencia de las fotos de indígenas que aparecen en otras
promociones turísticas, no posee rasgos que lo puedan identificar claramente con algún
pueblo en particular: no usa kushma —ni de color pardo como los asháninka o
mastsiguenga, ni de color blanco y con diseños geométricos como los shipibo o yine—,
no lleva una corona hecha de plumas de tucán como los awajún o achuar, y tampoco se
viste con «champas» de fibras vegetales como los yagua. Es decir, no presenta rasgos
culturales definidos que lo identifiquen con un pueblo en particular. Este podría ser un
ejemplo de cómo es imaginado el indio «genérico» o «destribalizado» desde el Estado o
desde la ideología hegemónica de nuestra sociedad.
VIII. CONCLUSIÓN