Casa Contratacion La Coruña

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LA CASA DE LA CONTRATACIÓN DE LA CORUÑA EN EL


CONTEXTO DE LA POLÍTICA REGIA DURANTE EL REINADO
DE CARLOS V

István Szászdi
Profesor Contratado Doctor de Historia del Derecho y las Instituciones.
Universidad de Valladolid.

RESUMEN:
El contenido de este trabajo se inicia con la fundación de la Casa de la
Contratación de Sevilla en 1504, continúa con los afanes de centralización comercial de
Felipe I, y Carlos I, reflejando las necesidades de los comerciantes del Cantábrico y su
deseo de participar directamente en el comercio ultramarino de la Especiería. Lo que
motivó la fundación de la Casa de la Coruña en 1522 hasta que la política con Portugal
obligó a su supresión al renunciar al Maluco.

Palabras claves: Comercio – Casa de la Contratación – Portugal – especiería –


recursos – guerra – jurisdicción – ordenanzas.

ABSTRACT:
This article starts with the foundation of the House of Trade of Seville en 1504,
and develops the subject of the centralized trade policy of the early Habsburgs in Spain,
which also ran along with the ambitions of the merchants of the Cantabric Coast to par-
ticipate in the luxury goods trade of spices from the Orient. These were the different rea-
sons that gave way to the foundation of a House of Trade in A Coruña in 1522, which
lasted until the King of Portugal made Emperor Charles to renounce his rights to the
Moluccas.

Key words: Trade – House of Trade – Portugal – spices – resources – war – juris-
diction – ordinances.

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La Casa de la Contratación de La Coruña en el contexto de la política


regia durante el reinado de Carlos V

Sumario: I. El nacimiento de la Casa de Sevilla. II. Los intentos para romper con
el monopolio sevillano. III. Cuál fue el legado de la Casa de la Especiería. IV. La Ira del
Emperador.

I. EL NACIMIENTO DE LA CASA DE SEVILLA

Bien señalaba Guillermo Céspedes del Castillo cuando percibió el deseo de con-
trolar la actividad mercantil castellana con la fundación en 1494 del Consulado de
Burgos, para el comercio lanar.1 Los Reyes Católicos iniciaron un intervencionismo
económico que culminó con la fundación en Sevilla, el año de 1503, de la Casa de la
Contratación de las Indias, fechándose sus primeras Ordenanzas el 20 de enero de ese
año. El Presidente del Consejo Real y Alcaide de los Reales Alcázares de Sevilla fue el
responsable de esta nueva institución que estuvo bajo su dirección en los escasos meses
que tuvo vida desde su fundación en febrero hasta su muerte en el verano de ese año de
1503, estando la Corte en Segovia.2 Este gran hombre de estado, el hermano menor del
Duque D. Fernando de Braganza, se llamaba D. Álvaro de Portugal. Hombre letrado,
pues había sido Chanciller Mayor del Reino de Portugal, gozaba también de grandes
conocimientos sobre la trata y contrata con África y las instituciones que los portugue-
ses habían creado para su organización y desarrollo. Fue por tanto responsable de ter-
minar con los viajes de descubrimiento y rescate, libres,3 para centralizar toda la orga-
nización y desarrollo de iniciativas descubridoras y mercantiles en la Casa de la
Contratación de Sevilla. La ciudad más amada por el exilio portugués aposentado por
la Reina doña Ysabel en su Corte, exilio que representaba a la más alta nobleza aquélla
vinculada por sangre con la Casa Real de Avís y con la dinastía castellana de
Trastámara. El Magnífico Señor Don Alvaro tenía grandes planes para centralizar la
economía castellana en el emporio sevillano como demuestra el que poco antes de su
muerte fuera nombrado por la Reina su Contador Mayor.4 Tenemos prueba documental
que don Alvaro especuló con convertir la esclavitud de los indios en un importante obje-
to de trata en la Casa de la Contratación sevillana. Asi había dictado instrucciones res-
pecto de la captura de los indios de las islas de Barú y Isla Fuerte, San Bernardo como
de la costa de Cartagena de Indias, medida que afectaba a los indios de guerra o ene-
migos, lo que habría que relacionar con la trata negrera practicada por los portugueses
en la costa del África occidental.5 La medida era un medio de hacer económicamente

1 Guillermo Céspedes del Castillo, “Las Indias en tiempos de los Reyes Católicos”. Historia de
España y de América social y económica. Dirigida por Vicens Vives, Vol. II, cuarta reed. Barcelona, 1982.
p. 460.
2 István Szászdi, “Los portugueses y la fundación de la Casa de la Contratación sevillana el año de
1503. La huella de don Alvaro de Portugal”. O Tempo Histórico de D. Joâo II. Nos 550 anos do seu nasci-
mento. Academia Portuguesa da História, Lisboa, 2005. pp. 283-324.
3 Piénsese lo lucrativo de estos viajes privados que la expedición de Alonso Niño trajo unos 70 kilos
de perlas y oro en su carabela en 1500. [Céspedes, Op. cit. (n.1), p. 465] Suculentas ganancias que los Reyes
no podían ignorar ni dejar pasar.
4 István Szászdi, “Don Alvaro de Portugal Contador Mayor de Castilla “, Homenaje a Julio Valdeón
Baruque. María Isabel del Val (Coord.), Valladolid. [en prensa].
5 Szászdi, “Los portugueses...” Op. cit., (n. 2), p. 308.

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viable el costoso proyecto indiano y hacer atractivo el negocio a los comerciantes ale-
manes y flamencos que se habían instalado en Lisboa. Don Alvaro, estaba interesado
por las fluctuaciones del comercio internacional y seguía muy de cerca las exploracio-
nes y negocios ultramarinos de sus compatriotas portugueses. El propio don Alvaro, a
raíz de la subida al trono de su cuñado D. Manuel O Venturoso, participó como accio-
nista en el famoso viaje de Cabral, que con destino a la India descubrió el Brasil.6
El nacimiento de la Casa de la Contratación de Sevilla se ha justificado por la
necesidad de acabar con los viajes de exploración y rescate de particulares que iban en
detrimento del control regio de la negociación indiana. Lo cierto es que al año siguien-
te de su fundación, en 1504, una Real Cédula otorgó poder a la Casa de la Contratación
para conceder licencias para descubrir. A partir de 1530 el oficio del Factor de la Casa
decae y aumenta la importancia del Tesorero de la Casa de la Contratación por causa de
la llegada masiva de metales preciosos. Al decir de un conocido americanista, reciente-
mente fallecido, desde 1511 recibió la Casa de Sevilla jurisdicción en materia mercan-
til, con la aparición del primer Asesor letrado.7 Pero ya en el año anterior el Rey hacía
referencia a su Juez Letrado. Así en un capítulo de las Ordenanzas de 1510, las segun-
das, de la Casa de la Contratación de Sevilla el Rey Católico estableció:
“Item: vos mandamos que las cosas de justicia que fueren de alguna
importancia las determinéis con acuerdo y parecer de vuestro letrado o letra-
dos firmando juntamente con vosotros en la tal sentencia o sentencias; y cuan-
do hobiéredes de pronunciallas esté presente el letrado, para que se haga todo
conforme a justicia”. 8
La Casa de la Contratación de Sevilla desde su fundación se articuló como una
administración real moderna, autónoma aunque centralizada, que giraba en torno sus
principales oficiales, el Factor, Tesorero y Contador.
En 1508 los procuradores de las villas de la Isla Española Antón Serrano y Diego
de Nicuesa llegaron a Burgos con un amplio abanico de peticiones para someter al Rey.
El despacho de su comisión data de abril de 1508, en que manifestaban el males-
tar en Indias respecto a la política restrictiva de la Casa de la Contratación de Sevilla,
por allí realizarse el registro y encarecer las mercancías. Decían que puesto que estaban
autorizados para comerciar con las Indias todos los naturales de Castilla y de las Indias
“pudiesen cargar todas las mercancías y mantenimientos que quisiesen
en cualesquier puertos, registrando ante las justicias sin venir a Sevilla.”
La queja iba dirigida al cobro de tributos que imponía la ciudad de Sevilla a los
bienes que entraban en la ciudad, sobre el vino por ejemplo, que encarecía los precios
de los bienes. El Rey respondió negativamente: “por ser en tanto perjuicio a mis ren-
tas ” Don Fernando autorizó en su respuesta que se registraran los barcos en Cadiz tam-
bién, y poco más tarde en Canarias al Nuevo Mundo. Igualmente El Rey ordenó a los

6 Max Justo Guedes, O Descobrimento do Brasil. Vega Gabinete Ediçôes, Lisboa. 1989, pp. 65, 66,
150, 151, 153. Don Alvaro había fletado una nao de la expedición, junto al Conde de Porto Alegre y al mer-
cader genovés Bartolomeo Marchionne, los cuales habían hecho otro tanto entre otros.
7 Céspedes, Op. cit. (n. 1), p. 461.
8 Las dos primeras Ordenanzas particulares de la Casa de la Contratación fueron publicadas por
Francisco Morales Padrón, Teoría y Leyes de la Conquista. Ediciones de Cultura Hispánica, Madrid. 1979.
Para el citado capítulo de las Ordenanzas de 1510 por la cual el Rey autorizaba a sus Oficiales a entender
en causas de justicia, ver la p. 263. Es a partir de entonces cuando se llama a los Oficiales de la Casa de
Sevilla Jueces de la Contratación.

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Oficiales de la Casa de la Contratación, en carta de 14 de noviembre de 1509, que se


asentaran en libros quién y de qué calidad eran los pasajeros a Indias y “de qué oficio
y manera había vivido”.9 Sevilla tenía por 1500 entre 60 y 70,000 habitantes. Un ofi-
cial de la Casa de la Contratación registraba los barcos en la desembocadura del
Guadalquivir en Sanlúcar. En 1519 se permitió que se pueda hacer en Cádiz el flete y
descarga de las naos de Indias. Sólo aquéllas con oro debían proseguir a Sevilla para su
registro. Pero nunca la Casa renunció a su autoridad y en Cádiz había una persona com-
petente para en su nombre hacer el registro a los barcos. Desde 1535 había un oficial en
Cádiz permanente representando la Casa para dirigir las inspecciones.

II. LOS INTENTOS DEL REY PARA ROMPER EL MONOPOLIO


SEVILLANO

Soy de opinión que la idea de crear una segunda Casa de la Contratación en el


norte de Castilla y León era cosa fraguada muchos años antes de la fundación de la Casa
de la Especiería de La Coruña. Así se prueba el hecho que hubo el proyecto de fundar
una Casa dedicada a la Tierra de los Bacallaos durante el reinado de don Fernando el
Católico. El dicho proyecto de Juan de Agramonte dejó rastro en la Capitulación que le
firmó el Rey en 1511.10 La Casa debía instalarse en Laredo, o San Vicente de la
Barquera. Pero el plan quedó abortado por la muerte de su promotor. La idea de fundar
en la costa gallega una Casa, en un puerto pasada la Costa de la Muerte, que fuera
cómodo y seguro para fondear flotas y armadas provenientes del Canal de la Mancha,
hacía de La Coruña la plaza favorita. Vigo, en cambio, tenía el problema de la amena-
za de piratas y corsarios que tenían desde antaño su madriguera en las Islas Cíes, se
encontraba demasiado cerca de Portugal y era un lugar anterior a Finisterre, en la ruta
que unía el Mediterráneo con el Báltico. Cada vez estoy más convencido que ya existía
un proyecto cuando el rey Carlos embarcó en el puerto coruñés camino de coronarse
Emperador. En aquel puerto habían desembarcado sus padres. Allí don Felipe el

9 En la misma instrucción el Rey Católico hacía explicación que esto debía hacerse para que “los que
acá sean trabajadores lo sean allá.”[Demetrio Ramos Pérez, “Don Diego Colón, gobernador de las Indias
y virrey hereditario de la expansión antillana”. Historia General de España y de América, T. VII, Ediciones
Rialp, Madrid. 1982. pp. 158-159.]
10 Se trataba de la Terranova y la costa noroccidental de Norteamérica. [Demetrio Ramos Pérez,
Audacia, Negocios y Política en los Viajes Españoles de Descubrimiento y Rescate, Valladolid. 1981, pp.
257-262.] La Capitulación, que se cree de octubre de 1511, dice en su encabezamiento: “Doña Juana etc.
Por cuanto por parte de vos, Juan de Agramonte, catalán, natural de Lérida, que es en el reino de Cataluña,
me fue fecha relación quel mi señor Rey e padre mandó tomar e tomó cierto concierto e asiento con vos para
que vos hayáis de ir e vayáis, a vuestra costa e misión, a descubrir cierta tierra nueva en los límites que a
Nos pertenescen, según que en el dicho asiento e concierto se contiene: su tenor del cual dicho asiento es
este que se sigue: `El Rey. – El asiento que por mi mandado se tomó e asentó con vos Juan de Agramonte,
catalán natural de Lérida para ir a saber el secreto de la tierra nueva es este: Primeramente, que vos podáis
ir e vayáis con dos navíos del grandor que vos pareciere que sean de mis vasallos súbditos e naturales e
asímismo la gente que lleváredes sean naturales destos reinos ecebto que dos pilotos que lleváredes sean
bretones o de otra nación que allá hayan estado a vuestra costa e misión a la dicha Tierra nova por la costa
o parte que mejor os pareciere a vos e a los marineros que con vos lleváredes para el dicho viaje, no tocan-
do en la parte que pertenece al Serenísimo Rey de Portugal, nuestro hijo, y entiéndese aquéllas que estu-
vieren dentro de los límites que entre Nos y él están señalados y que vos seáis obligado de fletar e bastecer
los dichos navíos para el dicho viaje a vuestra costa e misión e para los cargar e fletar Yo vos doy licencia
que los podáis fletar y cargar en los puertos de Laredo e Santander o cualesquier dellos; e para que en ello
no se vos ponga impedimento vos doy la presente provisión para los concejos e justicias de las dichas villas
e puertos que vos lo dejen e consientan hacer, para el cual dicho viaje sois obligado de partir lo antes e
mejor que pudiéredes.” [Martín Fernández de Navarrete, Los viajes de los españoles por la costa de Paria.
Espasa-Calpe S. A. Madrid, 1937, pp. 161-162.]

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Hermoso había sido jurado Rey por las autoridades del Concejo, en su postrer viaje a
Castilla el año de 1506.11 Al terminarse allí las famosas Cortes de Santiago-La Coruña,
en 1520, el César y sus consejeros recorrieron y pudieron conocer bien cada recodo y
defensa de la antigua villa de la Torre de Hércules. El Barrio Viejo entre la iglesia de
Santiago y el castillo, junto al convento de San Francisco coruñés donde se aposenta-
ban don Carlos y los procuradores era el sitio perfecto para construir almacenes y una
Casa para los Oficiales de la Contratación defendidos por la vieja muralla al pie del
puerto. En este contexto entenderemos la Real Cédula otorgada por don Carlos en San
Martín de Rubiales, el 29 de marzo de 1518. Entonces don Carlos otorgó al Almirante
de Flandes, Laurent Gorrevod, sin perjuicio de los derechos que don Diego Colón,
Almirante de Yndias pudiera tener, la gobernación de la isla de Cuba de por vida y el
derecho a conquistar la isla de Coçumel, que era como por entonces llamaban a
Yucatán. La Cédula dice claramente: “para que la podays conquistar e adquirir, e así
adquirida se avrá y de vuestros herederos y subçesores para agora y para siempre
jamás, y tengáys la gobernaçión della rreservando como rreservamos para Nos la supe-
rioridad y señorío y suprema jurediçión de la dicha Isla..”12 Felizmente tal merced no
fue confirmada, y la conquista y exploración de Hernán Cortés fue decisiva para ello al
comprender la Corte la grandeza de la Nueva España. Gorrevod recibió a cambio una
concesión de licencias para la venta de esclavos en Yndias generosísima. Pero el inte-
rés de la camarilla flamenca, y precisaría borgoñona, no se desocupó de, ni renunció a,
los negocios del Nuevo Mundo. Por eso habría que sospechar que además de los nobles
gallegos, comerciantes castellanos y el propio Concejo coruñés, el proyecto de una
nueva Casa de la Contratación dirigida a comerciar con el Oriente la Especiería, y fija-
da junto al Faro de Hércules, era una ambición acariciada tanto por los comerciantes de
Brujas y de Amberes como por los criados y parientes del César Carlos.
En 1522 Carlos otorgó a la Casa de la Contratación de la Coruña la trata de la
Especiería y la organización de sus flotas y expediciones. A su situación geoestratégica
entre Portugal y Flandes, más cerca que Sevilla y que Cádiz a los emporios del norte de
Europa, se unían dos factores importantes: la existencia de una Real Audiencia en el
puerto coruñés, un Gobernador y una ceca. Tres factores necesarios para la seguridad y
buen funcionamiento en tres órdenes de cosas diferentes.
En 1529, a raíz de la firma de un nuevo tratado con Portugal, la Casa terminó sien-
do abolida al renunciar a ese comercio. El mismo año Carlos dispuso el relajamiento del
monopolio sevillano de la Casa de la Contratación al disponer que estaban autorizados
para navegar directamente a las Indias los puertos de La Coruña, Bayona, Avilés, Laredo,
Bilbao, San Sebastián, Cartagena y Málaga, pero todas las naves al retornar debían tocar
en Sevilla. No sabemos nada preciso acerca del volumen en que esas ciudades portuarias
hicieron uso del privilegio concedido, que por lo más posibilitaba la libre exportación de
mercaderías hacia América, sin tener que dar un rodeo por Sevilla. Felipe II confirmó en
1561 la imperial orden de 1529 y sólo estableció, como limitación, que los barcos que

11 István Szászdi, “El Viaje a Galicia de Felipe el Hermoso y el Hospital Real de Santiago de
Compostela.” Iacobvs. Revista de Estudios Jacobeos y Medievales. 9-10. Centro de Estudios del Camino de
Santiago, Sahagún. 2000, pp. 310-316. Don Felipe firmó una Carta dirigida a los Oficiales de la Casas de
Contratación de Sevilla, al Tesorero doctor Sancho de Matienzo y Francisco Pinelo, desde Tudela de Duero
con fecha de 23 de agosto de 1506, pidiendo noticia del estado de la Armada de la Especiería, que había
levado anclas de Vizcaya en pos de Sevilla. Armada preparada por su suegro antes de la llegada del
Archiduque de Austria a La Coruña. [Ramos, Audacia, negocios y política… Op. cit. (n. 10), pp. 230-231.]
Ello nos indica el enorme interés de los flamencos por el negocio de la Especiería.
12 István Szászdi, “La Merced de la Isla de Cozumel al Almirante de Flandes por parte del Rey don
Carlos : Las gobernaciones de Cuba y Yucatán en 1518.”, Anuario de Estudios Americanos, LVIII-1. CSIC.
Sevilla. 2001, pp. 18-22. del mismo autor consúltese igualmente su artículo “La idea del Imperio en Yndias
en tiempos del César Carlos “, La Torre, año XII, nº 43. San Juan de Puerto Rico, 2006. pp.142-147.

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zarpaban de La Coruña y Bayona no podían llevar pasajeros a Indias. En 1573 El Rey


revocó el permiso de realizar un comercio directo entre los puertos privilegiados y
América, ya que las naves al regresar no pasaban los controles de cargamento estableci-
dos en Sevilla, sino que hacían escala en puertos portugueses y extranjeros en general.
En lo sucesivo los navíos de Galicia, Asturias y Vizcaya sólamente podían realizar la tra-
vesía atlántica, tanto a la ida como a la vuelta, en las flotas de las Indias y estaban suje-
tos a la inspección de la Casa de la Contratación sevillana.13
La Casa de la Contratación de La Coruña o de la Especiería desapareció en 1529,
por causa del Tratado de Zaragoza con Portugal. Cuatro años después, en 1531, se fundó
la de Cubagua, dirigida a controlar la pesca de las perlas de sus placeres. El Emperador
quiere tener tantas Casas como su primo el Rey de Portugal. No debemos olvidar que
el modelo de las casas hispanas, la Casa de la India en Lisboa, era la que se encargaba
de todas las perlas y piedras de la monarquía portuguesa a diferencia de la de Guinea
que se encargaba de los metales preciosos. De esta forma la Casa de la Contratación de
Cubagua asumía el papel de la Casa de la India que era aquélla que monopolizaba la
trata de aljófar en la monarquía lusa.14

III. CUÁL FUE EL LEGADO DE LA CASA DE LA ESPECIERÍA

En 1525 la Casa de la Especiería organizó una expedición hacia el Maluco, cuyo


resultado, fue la apropiación de la Isla de Tidore en 1527. Ello motivó una armada que
partió de las costas de Nueva España por el Pacífico para su protección. Urdaneta des-
cubrió la ruta de regreso – o vuelta del poniente - a Acapulco en 1529, pero coincidió
con la decisión Imperial de vender sus derechos sobre el Maluco a su primo el El-Rey
D. Joâo III a cambio de 350.000 ducados.15
El interés por crear una Casa de la Especiería, más que por entrar en competen-
cia con los portugueses en el ámbito institucional y funcional, era de naturaleza econó-
mica, la insaciable necesidad por hallar nuevos recursos para mantener la Monarquía
Hispana, lejos del emporio sevillano - tan difícil de someter a los deseos del Rey. Y en
su contexto, el vencer cualquier resistencia privada a la hora de participar en aquel
ciclópeo esfuerzo. Había que vencer las resistencias sevillanas a la hora de reclamar
nuevos préstamos o derramas de cualquier índole. El aborto de la Casa de la Especiería
significaba también la derrota de la política real centralizadora económica, al igual que
el triunfo del comercio sevillano, el cual se mantuvo incólume hasta el siglo XVIII con
el traslado del comercio y de la Casa de la Contratación a Cádiz.

IV. LA IRA DEL EMPERADOR

Los esfuerzos del Rey fueron insuficientes, y la contrariedad de verse incapaz de


hallar nuevos recursos se ve en la correspondencia de don Carlos hasta el final de su
vida. El Emperador desde Yuste, en 1557, no dejaba de escribir cartas empapadas de

13 Richard Konetzke, América Latina. II. La Época Colonial. Siglo XXI de España. Madrid, 4ª ed.
1976, pp. 270-271.
14 István Szászdi León-Borja, “Las Casas de la Contratación y sus hermanas indianas”, La Casa de la
Contratación y la navegación entre España y las Indias. Antonio Acosta Rodríguez, Adolfo González
Rodríguez, Enriqueta Vila Vilar Coord. Universidad de Sevilla – CSIC., Sevilla, 2003. p. 27.
15 Céspedes, “Las Indias en tiempos de los Reyes Católicos”. Op. cit. (n. 1), p. 464.

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rabia y desesperanza. El monarca absoluto no podía controlar todo el flujo de ricos


metales, ni los fondos del comercio sevillano. A pesar que había ido más allá de su con-
ciencia en la búsqueda de fondos para pagar la lucha de la Cristiandad contra la agre-
sión del Gran Turco, pocos parecían tener noción de lo desesperada que era la situación.
La ira del Rey merece ser transmitida por sus propias palabras:
“Hija: Quando aquí yo supe que Ruy Gómez era llegado allá, yo estaua
para scriviros sobre esta negra suelta deste dinero que estaua en Seuilla y dexé-
lo de hazer hasta agora, así para saber dél, sy era posible que fuesse verdad tan
gran bellaquería como ésta, como por ver sy con el tiempo se me passasse la
cólera que desde que lo supe he tenido: la qual, por ser tan justa no solamente
no se me passa, mas cada día se me acesçienta más y se me acresçentará hasta
que yo sepa que los que tienen culpa en ella lo remedien, de manera que el Rey
[de Inglaterra], mi hijo, no venga a reçibir el afrenta que reçibirá si no se reme-
dia y muy de veras y de raíz muy presto. En verdad, sy quando lo supe yo tuvie-
ra salud, yo mesmo fuera a Seuilla a ser pesquisador de donde esta vellaquería
procedía, y pusiera todos los de la Contrataçión en parte y los tractara de mane-
ra que yo sacara a luz este negoçio, y no lo hiziera por tela ordinaria de justiçia,
sy no por la que conuenía, por saber la verdad. Y después por la mesma juzgara
a los culpados, porque al mesmo instante les tomara toda su hazienda y la ven-
diera, y a ellos les pusiera en parte donde ayunaran y pagaran la falta que hauí-
an hecho. Digo esto con cólera y con mucha causa, porque estando yo en los tra-
bajos passados con el agua hasta encima de la boca, los que acá estauan muy a
su plazer, quando venía un buen golpe de dinero nunca me auisaban dello, que
juntamente no me auisasen que ya él era suelto. Y agora, que ya de siete u ocho
millones que eran llegados, ya se hauían venido a parar en çinco, han lo hecho
también que destos çinco millones han venido a parar en quinientos mill duca-
dos. Y no quitarán de la cabeça que esto no se puede hauer hecho sino con dar
parte y buena dello a los que lo han hecho soltar, y el juez que allá va, que ha de
hazer sino lo mesmo que los otros y que aueriguará en ello sino lo que le ternán
mandado; de todo esto no me contento. Ayer me enviaron a dezir prior e cónsu-
les de mercaderes de Seuilla que yuan a Valladolid a hazer un gran seruizio al
Rey, mi hijo, y ellos me hizieron preguntar sy yo quería que passassen por aquí a
auisarme de lo que trayan; mandéles dezir que no, aunque yo estuve por dexar-
los venir, y no por saber lo que trayan, sino por saber cómo y por qué medios
hauían sacado su dinero. Y yo os prometo, hija, que si yo los dexara venir, que yo
lo supiera aunque les hiçiera pedaços. Assy, hija, que en esto no veo otro reme-
dio sino aueriguar esto y tornar a coger el dinero que me han soltado, pues dicen
que fue sobre fianças y sy no castigar muy bien en todas sus haziendas los de la
Contratación y todos lo que en esta bellaquería han tenido culpa. Y sy esto nos
haze yo certifica que lo scribiré al Rey de manera que él mostrará más su cólera
que hasta agora ha hecho, y le aconsejaré que no lo lleue por tela de justicia ordi-
naria, y no muy extraordinaria y sy por esto yo soy bueno para ello, aunque tenga
la muerte entre los dientes, holgaré de hazerlo. Mas por esto el buen hombre no
cobrará su vaca, y así él no dexará de caer en grandes inconuenientes. Y sy estas
causas no lo sacan a esto y no lo castiga su daño, que a lo menos yo hauré cum-
plido como padre a lo que le soy obligado y al amor que le tengo. Bien sé, hija,
que no tenéis en esto culpa, mas los que os lo aconsejado o tractado la tienen y
muy grande. Y con esto acabo. De Yuste, a primero de abril suplicando a Nuestro
Señor que os dé, hija, lo que os dessea vuestro buen padre, Carlos”16

16 Manuel Fernández Álvarez, Corpus Documental de Carlos V, Apéndice Las Memorias del Emperador,
IV (1554-1558). Ed. crítica dirigida, prologada y anotada por… Universidad de Salamanca, 1979. pp. 310-311.

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Recordemos que esta carta lleva por fecha el 1 de abril de 1557, siendo la
Consulta del Consejo de Yndias de 12 de marzo de 1558, lo que Valiente llamó el ini-
cio de la venta de oficios plenamente indianos. Como hemos visto don Carlos, desde el
monasterio de Yuste no dejaba de considerar nuevas fuentes de ingresos, y es en este
estado de cosas bien uno puede imaginar cuales fueron los argumentos a favor de una
acción tan detestable desde el orden moral y político. El enfado del Emperador se debía
al incumplimiento de pe a pa de las órdenes que había dado sobre la incautación de bie-
nes preciosos llegados del Nuevo Mundo. La desobediencia al Rey era un delito grave
penado desde tiempos inmemoriales por el derecho castellano, como el delito de men-
tir al Rey que está recogido en las Partidas del Rey Sabio. Tres años antes don Felipe
había instruido a su hermana doña Juana, en particular sobre el gobierno de las Indias,
en la Instrucción de 12 de julio fechada en La Coruña, sobre el particular de la llegada
de ricos metales y bienes preciosos indianos:.
“Cerca del oro y plata y otras cosas que vienen de las Yndias para Su
Magestad deue mandar a los del Consejo dellas y a los officiales que residen
en Seuilla, que luego como llegaren las naos den auiso dello a los del Consejo
de la Hazienda, y la razón de lo que truxieren para Su Magestad, para que
ellos dispongan dello en las cosas del seruiçio de Su Magestad como lo hazen
de toda la otra Hazienda sin que los del dicho Consejo de Yndias se entreme-
tan en librar ni pagar dello cosa alguna; pero si dixieren que de lo que vinie-
re es menester cumplir algunos gastos necesarios para cosas de las Yndias
que tocan a nuestro seruicio, o pagar los situados y salarios y mercedes que
están asentadas en los libros que tienen los dichos offiçiales de Seuilla, man-
daráles que den razón particular desto, y vista aquélla proueerá que se depu-
te para ello lo que será necesario con parecer de los del dicho Consejo de la
Hazienda, teniendo consideraçión a la necesidad que huviere para otras
cosas. Y sacando esto, que de todo lo demás la dicha Serenísima Princesa dis-
ponga, con pareçer del dicho Consejo de Hazienda, libremente y que así se
obedezca y cumpla por los del dicho Consejo de las Yndias y oficiales de
Seuilla, que Su Magestad les ha scripto a todos en esta sustancia mandándo-
les que lo hagan”. 17
La incautación de remesas particulares de ricos metales procedentes de las
Yndias se había hecho una costumbre por parte del Emperador. El propio Príncipe don
Felipe costeó su impresionante séquito y flota para el viaje a Inglaterra a base de ellos.18
Esos recursos extraordinarios también fueron utilizados en otras ocasiones puntales
como por ejemplo, en la época de la batalla de San Quintín. Por entonces, en una carta
del Emperador a su secretario Juan Vázquez de Molina al tratar de las remesas particu-
lares sin registrar llegadas a Sevilla, instruía desde Yuste el 17 de septiembre de 1557,
“En lo que toca al correo que despacharon los cónsules de Seuilla al
factor que ahí tienen, auisándole dello y de lo que viene para el Rey sin decla-
rar en la carta que le scriuen lo de los mercaderes y particulares antes supli-
cando en ella que porque creyan que en la dicha armada vernía alguna buena
cantidad sin registrar para remedio de sus necesidades, que no la perdiesen,
y la respuesta que se les dio y lo que en Consejo de Hazienda se acordó para
que se entregasse en Santander demás de los D mil ducados que s´entendía
vienen para el Rey, a cumplimiento de DCCC mil para su provisión, porque
con los CC mil ducados que se andaban recogiendo, se podían proueer las

17 Ibídem, p. 111.
18 Ibídem, p. 18.

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fronteras... no sabría en esto qué decir, sino que seríamos de parescer que
todo lo que houiere venido en la dicha armada sin registrar, para mercaderes,
passageros, y particulares en qualquier manera que sea, se le tomasse por
perdido, pues lo es, y que no se les diesse ni soltasse ninguna cossa de lo
demás que viene registrado, sino que primero se hiciese información de
nueuo, para aueriguar y saber lo que en las armadas passadas ha venido por
registrar para los dichos mercaderes, passageros, particulares o algunos
dellos. Y que si lo destos tales (conforme a lo que está proueydo) fuere perdi-
do, se les tome, y sino que a lo menos con este color lo compongan, y que ven-
gan a dar al Rey la cantidad que buenamente se les pudiere sacar para esta
presente necesidad. Y que demás desto se hiziese una ley que se declarasse
que qualquier persona que de aquí adelante traxere oro, plata o otra cosa sin
registrar, y con su industria lo viniesse a saluar, que en qualquier tiempo que
aquello se viniere a saber y aueriguar haya de tener y tenga perdido lo que
así dexó de registrar y toda la otra hazienda que touiere, y que aquella se le
confisque. Y que lo mimo se prouea contra los que so color de tiempo contra-
rio se van a Portugal, o a otros Reynos extraños, por no pagar los derechos
que deuen, sino fuesen que forçados no pudiesen hazer otra cosa, y mostran-
do recaudo bastante dello y que en tal caso no puedan desembarcar en tierra
ellos ninguna cosa de lo que truxeren en los navíos en que vinieren, sino que
mejorado el tiempo sean obligados de yr a Seuilla y hazerlo allí, y guardan-
do en lo demás la orden que sobrello esta dada. De lo qual hauemos querido
mandaros auisar, para que consultándolo con la Princesa y con quien más
pareciere, se vea lo que sobrello se deue proueer. Y en caso que conuenga dar
quenta dello al Rey, se podrá hazer para que embíe a mandar lo ques su
voluntad...”19

19 Ibídem, pp. 352-353. Véase también, de István Szászdi, “Observaciones sobre la venta de oficios
en tiempos de Carlos V.” La venta de cargos y el ejercicio del poder en las Indias. Julián Ruíz y Ángel Sanz
Tapia (Coord.). Universidad de León. 2007, p. 19-32.

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