Hematología e Inmunología
Hematología e Inmunología
Hematología e Inmunología
Con el dominio del material de este capítulo, usted será capaz de:
Comprender las cuatro principales funciones de la sangre: transporte, hemostasia, regulación de
temperatura y pH, e inmunidad.
Describir los componentes del plasma y comprender las principales funciones de cada uno.
Comprender los tipos de elementos formes y sus funciones exclusivas en la homeostasis.
Explicar cómo se puede aplicar el conjunto de estudios de lípidos sanguíneos para valorar la salud
cardiovascular.
Discutir la utilidad clínica de las pruebas sanguíneas, incluyendo el conjunto básico de estudios
metabólicos, el hematocrito y el recuento completo de células sanguíneas.
Comprender cómo la composición de los eritrocitos contribuye a su función.
Distinguir los diversos tipos de anemia y comprender cómo sus diferencias dictan el tipo de protocolo
terapéutico que se utilizará.
Explicar la función y el significado clínico de la eritropoyetina, así como su participación en el dopaje
sanguíneo.
Comprender cómo los leucocitos forman una respuesta integrada para prevenir y combatir infecciones.
Seguir las participaciones y componentes de las fases de la coagulación sanguínea, desde las acciones
inmediatas hasta la cicatrización de heridas.
Explicar la importancia del tipo sanguíneo para las transfusiones.
FUNCIONES HEMATOLÓGICAS
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La sangre es un tejido conectivo vivo, dinámico y complejo. Sus componentes celular
y plasmático actúan en conjunto para realizar cuatro actividades principales:
transporte de sustancias, regulación de la hemostasia, mantenimiento de un ambiente
interno estable por regulación de la temperatura y el pH, y ayuda para la resistencia
contra las infecciones o enfermedades a través del sistema inmunitario.
Transporte
Como medio primario de transporte a larga distancia en el cuerpo, la sangre acarrea
sustancias importantes que incluyen electrolitos, aminoácidos, azúcares, proteínas,
lípidos, minerales, hormonas y productos de desecho. Dependiendo de la solubilidad
de una sustancia individual, se puede transportar como libremente disuelta en
solución (plasma), unida a una proteína transportadora específica (p. ej., hierro unido
a transferrina), unida a una proteína transportadora inespecífica (p. ej., hormonas
unidas a albúmina), o dentro de las células sanguíneas. La modalidad de transporte
puede regularse de manera fisiológica. Por ejemplo, casi la mitad del calcio circulante
se encuentra en forma libre (Ca2+), en tanto la otra mitad forma complejos con
albúmina o aniones. En contraste, el O2 se transporta de manera preferencial dentro
de los eritrocitos, unido a la hemoglobina (Hgb o Hb) y < 1% libremente disuelto
en el plasma.
Hemostasia
Han evolucionado mecanismos complejos y eficaces para prevenir la pérdida
sanguínea de un vaso sanguíneo lesionado. La detención de una hemorragia se
denomina hemostasia. El fracaso en la detención de la pérdida sanguínea después de
una lesión se denomina hemorragia y puede llegar a un grado que ponga en riesgo la
vida si no se controla por los mecanismos fisiológicos que constituyen la hemostasia
normal.
Homeostasis
La homeostasis, como término fisiológico, es el mantenimiento de un estado
relativamente constante para crear un ambiente interno óptimo. El sistema sanguíneo
tiene una participación fundamental en la conservación de la homeostasis al mantener
el pH y la temperatura. Las proteínas plasmáticas forman un sistema amortiguador
disponible de inmediato para regular los equivalentes de ácidos producidos en casi
todas las reacciones metabólicas. Además, la sangre transporta el exceso de
equivalentes de ácidos y bases a órganos como el riñón y los pulmones para su
eliminación. La sangre en circulación rápida es un excelente conducto para
transportar el calor generado por las reacciones metabólicas y, por lo tanto, tiene una
participación importante en la termorregulación por secuestro de sangre en el centro
del cuerpo, como resultado de vasoconstricción cuando la temperatura ambiente es
baja, o por disipación del calor por vasodilatación periférica cuando el ambiente es
cálido o el cuerpo generó calor interno (p. ej., durante el ejercicio).
354
Inmunidad
Los leucocitos (glóbulos blancos) participan en la defensa del cuerpo contra las
infecciones y las enfermedades causadas por entes patógenos, así como en la
depuración de antígenos extraños (véase capítulo 10). Aunque la piel intacta y las
membranas mucosas actúan como barreras para el ingreso de agentes infecciosos al
cuerpo, los microorganismos pueden penetrar o evadir estas defensas de primera
línea. Los leucocitos, al actuar en conjunto con diversas proteínas, vigilan la sangre
para detectar la presencia de microorganismos y otras sustancias extrañas. En la
mayor parte de los casos, el sistema de defensa sanguíneo es suficientemente eficaz
para eliminar los entes patógenos o prevenir su diseminación antes que puedan causar
daño corporal sustancial.
SANGRE COMPLETA
El adulto promedio tiene casi 5 L de sangre completa; los hombres con 5.0 a 6.0 L y
las mujeres con 4.5 a 5.5 litros. Aproximadamente 55% del volumen sanguíneo total
es líquido (plasma), y casi 45% corresponde a elementos formes (es decir, eritrocitos,
leucocitos y plaquetas). La sangre constituye de 6 a 8% del peso corporal total de un
adulto sano.
355
los que se use sangre completa; ésta es tan viscosa (valores normales de viscosidad de
3.5 a 5.5) y turbia, que interfiere con las reacciones químicas en las soluciones de
estudio. Sin embargo, hay esfuerzos continuos por desarrollar análisis que eviten
estos problemas, lo que permitiría el uso de sangre completa para el diagnóstico
rápido en situaciones de urgencia.
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Cetonas 0.2-2.0 mg/dL
Vitamina A 0.15-0.6 μg/mL
Vitamina B12 200-800 pg/mL
Vitamina C 0.4-1.5 mg/dL
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concentraciones arteriales de un fármaco son mayores que las venosas. Para la
mayoría de los otros análisis, los valores de las vertientes arterial y venosa son
equivalentes.
La sangre se colecta en tubos al vacío, diseñados para rellenarse con un volumen
predeterminado (por lo general 7 mL). Los tapones de hule tienen códigos de color de
acuerdo con el aditivo presente. Aquellos con uno de color lavanda contienen EDTA
para unir Ca2+, un componente crítico para la coagulación sanguínea, y se utilizan
para obtener plasma para pruebas de hematología, como los recuentos hemáticos
completos (RHC) y la tipificación de la sangre. Los tubos de color azul claro
contienen citrato de sodio, un anticoagulante alternativo, y se usan para las pruebas
de coagulación. Aquellos con tapón verde contienen el anticoagulante, heparina, y se
usan para obtener plasma para una variedad de estudios de química clínica. Los tubos
de tapón rojo (con separador de suero) contienen activadores de la coagulación y se
usan para obtener suero.
358
La albúmina contribuyen con casi 60% de la concentración total de proteínas
plasmáticas, lo que las hace contribuyentes importantes a la presión oncótica. La
albúmina también sirve como proteína de transporte inespecífica, que se une de
manera no covalente a una variedad de moléculas que incluyen ácidos grasos,
hormonas, fármacos y otras sustancias. La albúmina se produce por el hígado, y su
concentración baja en el suero podría indicar enfermedad hepática o desnutrición.
Las globulinas constituyen casi 36% de las proteínas plasmáticas totales y a
menudo se subdividen en categorías llamadas alfa (α), beta (β) y gamma (γ)
globulinas, designaciones históricas que surgen de una técnica ahora obsoleta, de
cromatografía en columna, con la que se separaba a las proteínas de la membrana
plasmática por sus pesos moleculares. Debido a que las categorías separan las
proteínas por su tamaño, cada una de las subdivisiones representa tipos múltiples. En
general, las globulinas α y β son proteínas sintetizadas por el hígado, en tanto las
globulinas γ se producen por células del sistema inmunitario. Las fracciones de α y β
globulinas contienen proteínas de transporte específicas (p. ej., de unión de metales,
de unión de hormonas y de unión de lípidos), así como las involucradas en la
retracción del coágulo. Las globulinas γ son predominantemente anticuerpos
producidos por los linfocitos B (véase capítulo 10).
El fibrinógeno es una proteína grande sintetizada en el hígado y constituye casi
4% de las proteínas plasmáticas totales. El fibrinógeno se fragmenta enzimáticamente
por la trombina para originar la proteína insoluble fibrina, que forma la estructura
fibrosa a manera de malla de un coágulo sanguíneo. In vitro, el plasma carente de
fibrinógeno no se coagula. Las cifras más altas de fibrinógeno se correlacionan con
mayor riesgo de ataque cerebrovascular.
Los principales lípidos del plasma son colesterol, fosfolípidos, y triglicéridos. El
primero es un componente importante de las membranas celulares, así como
precursor de la síntesis de hormonas esteroides. Los fosfolípidos se usan para
construir membranas plasmáticas. Los triglicéridos son importantes para el transporte
de la energía derivada de los alimentos al interior de las células. Debido a su
naturaleza hidrofóbica, los lípidos del plasma se transportan junto con proteínas.
Los triglicéridos y el colesterol de los alimentos se ensamblan al interior de
quilomicrones por la mucosa intestinal, antes de liberarse hacia la linfa, y finalmente,
a la circulación (véase capítulo 25). Los triglicéridos y el colesterol del hígado se
empaquetan como lipoproteínas de muy baja densidad (VLDL) y lipoproteínas de
densidad intermedia o baja (LDL), que se liberan al plasma para llevar lípidos a
otros tejidos, incluido el colesterol. Las LDL se absorben por células periféricas,
donde se retira el contenido de colesterol de las lipoproteínas y se usa. El hígado y el
intestino delgado también forman y secretan lipoproteínas de alta densidad (HDL),
que se unen al colesterol sérico y lo llevan de retorno al hígado, donde se expulsa del
cuerpo a través de las vías biliares (véase capítulo 26).
El principal carbohidrato plasmático es la glucosa, una fuente de energía
primaria para todas las células corporales y la única para las del músculo cardiaco y
las neuronas. La concentración sérica de glucosa es estrechamente regulada entre 70 y
110 mg/dL (4 a 8 mmol/L), excepto en el lapso inmediatamente siguiente a una
comida. Por lo tanto, las pruebas de glucosa en sangre se estandarizan con relación a
359
la ingestión de alimentos (p. ej., en ayunas y 2 h posprandial). Cuando se cuantifica la
glucosa sanguínea, el suero debe separarse rápido de los eritrocitos, porque éstos
pueden utilizar la glucosa en ausencia de insulina.
360
La electroforesis de proteínas séricas es un método frecuente de separación de las
proteínas sanguíneas en una matriz sólida (principalmente acetato de celulosa) de
acuerdo con su tamaño y carga (fig. 9-1). Las proteínas globulares sanguíneas
(albúmina, α, β y γ globulinas) normalmente forman cinco picos o zonas principales
en la matriz: albúmina (59%), zona α1 (4%), zona α2 (7.5%), zona β (12%) y zona γ
(17.5%), que pueden diferir en tamaño o patrón en un paciente con ciertos tipos de
anemia, durante la inflamación aguda o en presencia de una enfermedad
autoinmunitaria. Por ejemplo, es típico un aumento del pico β1 de la anemia por
deficiencia de hierro, por incremento de la concentración de la proteína unidora de
hierro, transferrina. Otro ejemplo es un pico de globulina γ muy aumentado, que se
observa en la mayoría de los pacientes con mieloma múltiple, por la presencia de
proteínas producidas por células plasmáticas anormales.
361
Figura 9-1 Electroforesis de proteínas séricas. Las proteínas séricas globulares se separan por
electroforesis sobre una matriz y se tiñen. La intensidad del colorante se puede cuantificar por densitometría, y
los cambios respecto del patrón normal son importantes en la clínica.
ELEMENTOS DE LA HEMATOPOYESIS Y
PRUEBAS DE DIAGNÓSTICO FRECUENTES
Como se señaló antes, los elementos formes de la sangre son glóbulos rojos
(eritrocitos), glóbulos blancos (leucocitos) y plaquetas (trombocitos) (fig. 9-2). Se
usa la denominación elementos formes en lugar de células, porque solo los
leucocitos son células verdaderas. Cada microlitro de sangre contiene de 4 a 6
millones de eritrocitos, de 4 500 a 10 000 leucocitos y de 150 000 a 400 000
trombocitos.
362
cardiovasculares. La disminución de la viscosidad sanguínea suele ser índice de otros
problemas de salud graves, que causan un decremento de las proteínas plasmáticas o
sus elementos formes. Puesto que los eritrocitos son los más abundantes de los
elementos formes, una disminución de la viscosidad sanguínea suele relacionarse con
anemias.
363
Figura 9-2 Elementos formes de la sangre. Se muestran el tamaño y el aspecto de las células y sus
fragmentos (trombocitos), presentes en la circulación.
364
A las células de tamaño normal se les define como normocíticas, aquellas con un
VCM bajo son microcíticas, y las que tienen un VCM alto son macrocíticas.
La hemoglobina corpuscular (o celular) media (HCM) corresponde a una cifra
producto del cálculo del contenido de Hb en cada eritrocito, y se obtiene como sigue:
365
ENFOQUE CLÍNICO | 9.1
Sistemas de grupos sanguíneos
L osdistintivos
tipos sanguíneos A, B, AB, y O se basan en la presencia o ausencia de antígenos A o B
en los eritrocitos. Se dice que las personas con eritrocitos cubiertos por moléculas A o
B corresponden a las sangres de tipo A o B, respectivamente. Si ambas moléculas, A y B, están presentes
la sangre es de tipo AB; si no está presente ninguna, se denomina de tipo O.
Conocer el tipo de sangre de una persona es importante para las transfusiones sanguíneas. Las
combinaciones inapropiadas entre grupos sanguíneos del receptor y donador pueden ocasionar una
aglutinación potencialmente fatal debido a que el sistema inmunitario del receptor cuenta con
anticuerpos contra los eritrocitos del donador. La aglutinación de eritrocitos pue de causar una
circulación sanguínea inapropiada, la liberación de hemoglobina (Hb) que se cristaliza, y en un
momento dado, la insuficiencia renal.
Las personas presentan anticuerpos de la clase M de inmunoglobulinas (Ig) dirigidos contra los
antígenos que no se encuentran en sus eritrocitos. Por lo tanto, alguien con un tipo sanguíneo A
presentará anticuerpos anti-B; quien tiene el tipo sanguíneo B presentará anticuerpos anti-A y aquel con
sangre tipo O presentará anticuerpos contra ambos, A y B. En consecuencia, una persona con sangre de
tipo A puede recibir las de tipos A u O, no la B o AB. De manera correspondiente, una persona con el
tipo B puede recibir sangre de tipo B u O. Quienes presentan sangre de tipo AB pueden recibir sangre de
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cualquiera y, por lo tanto, son receptores universales. Los individuos con sangre tipo O pueden recibir
sangre de otros de tipo O exclusivamente, pero pueden donar a los de todos los grupos y, por lo tanto,
son los llamados donadores universales.
El tipo sanguíneo puede además ser de utilidad para la identificación de una persona, como en la
medicina forense y para la indagación de relaciones familiares cuando hay un parentesco en disputa.
Esto último es posible porque el tipo de sangre del niño tiene relación con la de los padres. Por ejemplo,
si la madre y el niño presentan sangre de tipo O, el tipo de sangre del padre debe ser A, B u O. Si la
madre tiene sangre de tipo O, pero el niño presenta la de tipo B, el tipo sanguíneo del padre debe ser B o
AB.
En Estados Unidos, la sangre de tipo O es la más frecuente, seguida por las de tipos A, B y AB, en
ese orden. Puesto que los grupos sanguíneos están terminados genéticamente, su frecuencia varía en las
poblaciones del mundo e incluso en diferentes grupos dentro de un país determinado. Es muy probable
que estas diferencias desaparecerán gradualmente, por la mayor movilidad de las personas y la mayor
aceptación de casamientos entre individuos de diferentes razas en la sociedad. En Estados Unidos, las
personas caucásicas en la actualidad se caracterizan por una mayor frecuencia de sangre de tipo A y una
menor del tipo B, en comparación con aquellos de ancestros africanos y los asiáticos estadounidenses,
en tanto los indígenas tienen una baja frecuencia de ambos tipos, A y B.
El tipo de sangre de una persona no tiene relación con su tipo de Hb, porque los antígenos
sanguíneos son factores de membrana, en tanto la Hb está disuelta dentro del citoplasma eritrocítico.
El otro sistema de grupos sanguíneos que a menudo se conjunta con el sistema ABO es el de
factores Rhesus (Rh), que son proteínas de superficie celular únicas. El sistema Rh es complejo e
incluye a tres genes que producen antígenos, C, D y E. El Rh D es el de mayor importancia, pues se
encuentra en la sangre de 85% de las personas, que se clasifican como Rh+ (Rhesus positivo). Se dice
que 15% restante es Rh− (Rhesus negativo).
El conocimiento del factor Rh es importante en las embarazadas, porque la vida de su hijo puede
ponerse en riesgo si hereda sangre Rh+ de su padre, pero ella es Rh−. Ya avanzado el embarazo, o
durante el parto, la sangre del bebé puede ingresar al sistema materno, donde sus eritrocitos se
reconocen como extraños y se forman anticuerpos en contra. Estos anticuerpos constituyen una amenaza
grave para cualquier bebé Rh+ futuro en los embarazos subsiguientes. Para prevenir esto, la madre recibe
inmunoglobulina D anti-Rhesus alrededor de la semana 28 del embarazo e inmediatamente después del
parto, que se une a los eritrocitos Rh+ del recién nacido presentes en la sangre materna y los destruye,
evitando el desencadenamiento del sistema inmunitario de la madre para producir su propio anticuerpo
anti-D.
Por lo general, no hay problemas similares de incompatibilidad entre madre e hijo en cuanto a los
grupos sanguíneos ABO, porque los anticuerpos formados pertenecen a la clase IgM y no pueden
atravesar la placenta. En casos raros, no obstante, una madre de tipo O con un feto A, B o AB puede dar
a luz un bebé con signos de reacciones de defensa inmunitaria, como ictericia, anemia o elevación de las
cifras de bilirrubina. Debido a estas complicaciones, se recomienda a todas las embarazadas que se
solicite determinar su grupo ABO/tipo de Rh en la primera consulta prenatal.
Una CHCM baja indica una síntesis deficiente de Hb, y las células se describen
como hipocrómicas. Son raras las cifras de CHCM altas, porque normalmente la
concentración de hemoglobina se encuentra cerca del punto de saturación en los
eritrocitos.
El índice de distribución de eritrocitos (IDE) señala el grado de dispersión del
tamaño promedio de los eritrocitos, que, por lo tanto, indica el grado de anisocitosis
(variación del tamaño de los eritrocitos).
La capacidad de transporte de oxígeno (CTO) corresponde a la máxima
367
cantidad de O2 que se puede transportar por la Hb contenida en 1 dL (100 mL) de
sangre. Cada gramo de Hb se puede combinar con 1.34 mL de O2 y transportarlos, lo
que equivale a 20 mL de O2 por dL bajo condiciones ideales. La cifra real medida
variará con respecto a la Hb total, motivo por el que la anemia puede ocasionar una
hipoxemia grave.
La cifra de leucocitos (CWBC) corresponde a la concentración de los leucocitos
en sangre. Una CWBC elevada se denomina leucocitosis y se presenta en las
infecciones, alergias, enfermedades sistémicas, inflamación, lesión tisular y leucemia.
Una CWBC baja corresponde a la leucopenia y se puede presentar en algunas
infecciones virales, en estados de inmunodeficiencia, y en la insuficiencia de la
médula ósea. La CWBC a menudo se utiliza para vigilar la recuperación del paciente
después de una enfermedad.
Para fines de diagnóstico, un recuento diferencial de leucocitos permitirá
determinar qué tipo de leucocito está afectado. Esta información provee claves
invaluables del tipo de enfermedad, pero también requiere un análisis cuidadoso. A
diferencia de los eritrocitos, hay varios cúmulos de almacenamiento de leucocitos
fuera de la sangre, en el bazo, los ganglios linfáticos, y los tejidos linfáticos. Por lo
tanto, los cambios en las concentraciones sanguíneas indican cambios en el equilibrio
de los cúmulos almacenados. En segundo lugar, el número y porcentaje de leucocitos
varía con la edad. Los neonatos tienen CWBC altas durante sus primeras semanas de
vida, con un elevado porcentaje de neutrófilos. En la niñez, predominan los
linfocitos, en tanto, en la senescencia, la cifra total de CWBC pudiese disminuir.
Finalmente, el RHC provee una cifra de plaquetas, que se usa como punto de inicio
en el diagnóstico de los trastornos de la hemostasia. La disminución de dicha cifra
puede ser producto de insuficiencia de la médula ósea o de destrucción plaquetaria
periférica.
368
relación a los otros y ayuda al diagnóstico de enfermedades. Las cifras de tipos
particulares de leucocitos cambiarán en respuesta a infecciones, reacciones alérgicas,
inflamación y ciertos cánceres, como la leucemia. La leucopenia indica una cifra
inadecuada de leucocitos, en tanto se habla de leucocitosis cuando se encuentran en
cifras elevadas.
ERITROCITOS
Los eritrocitos son los elementos formes más abundantes de la sangre y el principal
medio de transporte de O2 hacia las células en el sistema circulatorio. Su citoplasma
es rico en Hb, una molécula biológica que contiene hierro y puede unirse con
facilidad al O2. Los eritrocitos maduros de mamíferos son exclusivos entre los de los
vertebrados, porque carecen de núcleo y la mayoría de los organitos. Los eritrocitos
se producen en la médula ósea roja y circulan durante casi 100 a 120 días, antes de
ser reciclados por los macrófagos.
369
Figura 9-4 Estructura de la hemoglobina A. Los eritrocitos tienen forma de discos bicóncavos, con un
diámetro de casi 7 µm y un grosor máximo de 2.5 µm, y varios cientos de moléculas de hemoglobina, cada
una constituida por cuatro cadenas polipeptídicas (dos α y dos β), donde cada una contiene hierro unido a su
grupo hemo. (Modificada de McArdle WD, Katch FI, Katch VL. Essentials of Exercise Physiology.
Baltimore, MA: Lippincott Williams & Wilkins, 2005).
370
tres mecanismos. Aproximadamente 5 a 7% se une a proteínas plasmáticas, 10 a 15%
se une a la Hb y el resto se convierte en H2CO3. El CO2 se difunde al interior de los
eritrocitos y se convierte en H2CO3 por acción de la anhidrasa carbónica, que después
se disocia libremente en HCO3− y H+. Los iones H+ son amortiguados por la Hb, y,
de esta manera, los eritrocitos también tienen una participación importante en el
mantenimiento del pH sanguíneo. La Hb también actúa como amortiguador, al
ionizar el anillo imidazólico de las histidinas en la proteína.
El monóxido de carbono (CO) puede sustituir con rapidez al O2 en la HbO2,
formando una unión casi irreversible que contribuye a las propiedades asfícticas del
CO. Los nitratos y ciertas otras sustancias químicas oxidan al hierro de la Hb, de la
forma ferrosa (Fe+2) a la férrica (Fe+3), que resulta en la formación de
metahemoglobina. El O2 transportado por la metahemoglobina también está tan
fuertemente unido al ion férrico, que no se libera hacia los tejidos y, por lo tanto, no
se usa en la respiración.
La cianosis, coloración azul oscuro de la piel relacionada con la anoxia, se hace
evidente cuando rebasa 5 g/dL la concentración de hemoglobina reducida. Si el
trastorno es causado solo por la disminución del aporte de O2, se revierte con su
administración, pero si es producto de la acumulación de metahemoglobina
estabilizada, la sola administración de O2 no será eficaz.
Cambios de color
Un contenido anormal de Hb del eritrocito puede ocasionar cambios en su patrón de
tinción que se observa en frotis teñidos secos. Las células normales se observan de
color rojo-naranja, con una ligera palidez central resultante de la forma celular
371
(normocrómicos). Los eritrocitos hipocrómicos se observan pálidos, con solo un
anillo de Hb de color intenso en la periferia. Otras variaciones patológicas del aspecto
de los eritrocitos incluyen a los esferocitos, pequeños, de tinción densa, con pérdida
de la biconcavidad por anomalías de la membrana, y las células diana (también
conocidas como codocitos o leptocitos), eritrocitos con una zona central de tinción
densa circundada por una zona pálida. Las células diana se observan en las
hepatopatías, y después de la esplenectomía.
Figura 9-5 Cambios patológicos en la morfología de los eritrocitos. Esta sinopsis de las anomalías
eritrocíticas incluye una variedad de posibles desviaciones que son útiles para el diagnóstico de anemias y
otras enfermedades.
Inmadurez
Los eritrocitos maduros normales no tienen núcleo, y, por lo tanto, la presencia de
eritrocitos nucleados en sangre periférica tiene importancia diagnóstica. Una forma
inmadura de eritrocito que aún tiene núcleo es el normoblasto, presente
predominantemente en la médula ósea roja (véase fig. 9-8), pero se encuentra en
varios tipos de anemias, especialmente cuando la médula ósea responde en forma
activa a la demanda de nuevos eritrocitos. En los pacientes gravemente enfermos, la
aparición de normoblastos en sangre periférica es un signo de pronóstico funesto, que
precede a la muerte, a menudo por varias horas. Otro eritrocito nucleado, el
megaloblasto, es desusadamente voluminoso por retraso de la madurez nuclear y la
división celular. Los megaloblastos se observan en la sangre periférica en la anemia
perniciosa y la deficiencia de ácido fólico. Los reticulocitos son células inmaduras
que expulsaron su núcleo pero que aún retienen material nuclear residual, que puede
372
hacerse visible con una tinción vital específica. Una cantidad pequeña de estos
precursores normales de eritrocitos se encuentra en la sangre. Sin embargo, un
aumento en el porcentaje de reticulocitos es índice de que el grado de eritropoyesis
(formación de eritrocitos) en la médula ósea está aumentado. Por ejemplo, en un
paciente anémico o que tuvo una hemorragia reciente con médula ósea
adecuadamente funcional, la cifra de reticulocitos está elevada.
Otros cambios
Hay abundancia de otras anomalías de eritrocitos, que pueden ser producto de
hemoglobinopatías (p. ej., drepanocitos, o células falciformes), hepatopatías (p. ej.,
estomatocitos, o células con boca), y hematopoyesis fuera de la médula ósea
cavitaria (p. ej., dacriocitos, o células en lágrima). Pueden contener cuerpos de
inclusión proteínica por precipitación de Hb anormal, intoxicación por plomo, y
eritropoyesis anormal. Cuatro especies del género protista, Plasmodium, pueden
infectar eritrocitos humanos y causar paludismo. Otro género protista, Babesia, causa
síntomas similares a los del paludismo, y ambas infecciones se pueden diagnosticar
observando el aspecto característico del citoplasma de los eritrocitos de los
individuos afectados.
373
proteasas hasta sus aminoácidos constituyentes, que se reutilizan para la síntesis de
proteínas. El grupo hemo se fragmenta en hierro libre, y los componentes del anillo
porfirínico que lo rodea, se degradan en primer término hasta biliverdina, una
sustancia verde que se reduce adicionalmente hasta bilirrubina, que después es
transportada por la albúmina hacia el hígado, donde se conjuga químicamente con el
ácido glucurónico, antes de excretarse en la bilis.
La bilirrubina conjugada y no conjugada se cuantifica en la clínica para detectar y
vigilar disfunciones hepáticas y de la vesícula biliar. Los especímenes sanguíneos con
elevada concentración de bilirrubina muestran un tinte amarillo verdoso y mayor
adhesividad. Los pacientes afectados presentan ictericia, cuya coloración amarilla
característica se puede ver en la piel, particularmente bajo las uñas. El aumento en la
bilirrubina hasta una concentración que puede detectarse de manera visual es una
circunstancia grave, porque una concentración alta de la forma no unida a proteínas
plasmáticas es neurotóxica.
La mayor parte del hierro del cuerpo participa en la producción de eritrocitos, por
lo que se recupera cuidadosamente durante su recambio. El hierro libre es tóxico, por
lo que, en la sangre se transporta unido a la proteína, transferrina. Las células que
necesitan hierro poseen receptores de membrana a los que se une la transferrina, y
después, se interioriza. Dentro de la célula, se libera el hierro férrico y se incorpora a
un nuevo grupo hemo, o se almacena predominantemente en el hígado, unido a
ferritina. Aunque el reciclado del hierro es eficaz, continuamente se pierde en
pequeñas cantidades y debe restablecerse mediante su ingestión en los alimentos. En
las mujeres, la pérdida de hierro aumenta durante la hemorragia menstrual. La mayor
parte del hierro en los alimentos proviene del grupo hemo presente en la carne (hierro
orgánico), pero también se puede obtener por absorción de su forma inorgánica
(principalmente Fe2+, algo de Fe3+) por las células epiteliales del intestino.
374
En la deficiencia de hierro, la concentración del metal es baja, pero la TIBC está
aumentada, de modo que la saturación de transferrina desciende. La TIBC también
está aumentada en el embarazo. En caso de exceso de hierro, su concentración será
alta y la TIBC baja o normal, con un aumento de la saturación de transferrina
resultante. Para valorar el estado nutricional de un paciente o su función hepática, por
lo general se vigila la proteína transferrina, debido a que es producida en el hígado.
Las anemias a menudo se presentan con cambios característicos en los estudios del
hierro.
LEUCOCITOS
Los leucocitos (WBC) son enviados a través de la sangre a sitios de infección o
fragmentación tisular, donde defienden al cuerpo contra los microorganismos
infectantes, compuestos extraños y el tejido dañado.
375
con bastante frecuencia, a la muerte.
376
Los eosinófilos son células inflamatorias de defensa contra infecciones
parasitarias
En una persona sana, los eosinófilos constituyen 2 a 4% de los leucocitos circulantes
y se identifican con facilidad por su aspecto característico y la tinción de su
citoplasma. Como implica el nombre, los eosinófilos adquieren un color rojo-naranja
intenso durante la tinción con eosina u otros colorantes ácidos. Como los neutrófilos,
los eosinófilos emigran en respuesta a señales quimiotácticas, y muestran una
aceleración metabólica cuando son activados. Los eosinófilos participan en la defensa
contra parásitos, como los gusanos redondos. Son eficaces contra estos organismos
invasores grandes por liberación de su contenido granular, que incluye óxido nítrico y
enzimas citotóxicas. Estos leucocitos aumentan varias veces de número en respuesta a
las infecciones parasitarias. Los eosinófilos participan en reacciones alérgicas, porque
también son activados por los alérgenos. Además, tienen participación en la
cicatrización de heridas por liberación de factores de crecimiento y sustancias
químicas que neutralizan a los mediadores de la inflamación.
Figura 9-6 Pasos en la fagocitosis y la eliminación intracelular por los neutrófilos. Los neutrófilos son
las primeras células defensivas a reclutar en un sitio de inflamación. NADPH, fosfato del dinucleótido de
nicotinamida y adenina.
377
Los basófilos secretan histamina, que causa la inflamación de las
reacciones alérgicas y contra antígenos
El número de basófilos en un frotis sanguíneo de un individuo sano va de 0 a 2% de
los leucocitos, lo que los hace todavía más raros que los eosinófilos y en muchos
recuentos diferenciales no se encuentra alguno. Los basófilos tienen múltiples
gránulos pleomórficos de tinción intensa en su citoplasma con colorantes básicos. Los
basófilos se reclutan en sitios de lesión celular o de inflamación. Sus gránulos
contienen heparina e histamina, con propiedades anticoagulantes y de
vasodilatación, respectivamente. Cuando son estimulados se libera el contenido de los
gránulos de la célula y median aumentos del flujo sanguíneo regional y la atracción
de otros leucocitos, incluidos los eosinófilos.
Las células cebadas son capaces de sintetizar muchos de los mismos mediadores
que los basófilos. Sin embargo, los dos tipos celulares parecen diferentes a pesar de
sus estrechas similitudes. Los basófilos y las células cebadas deben activarse para
liberar sus mediadores inflamatorios, en un proceso llamado desgranulación. En una
respuesta alérgica ocurren la activación y desgranulación, cuando los antígenos, que
ya están fuertemente unidos a los basófilos y las células cebadas, se unen a la
inmunoglobulina E (IgE). Otros estímulos directos o de sostén de la desgranulación
incluyen lesión mecánica, activación de las proteínas del complemento y fármacos.
Cuando los antígenos son alérgenos, como el polen, la secreción de histamina y
heparina puede causar los síntomas característicos de la alergia.
378
luz. Los linfocitos circulantes poseen un núcleo de tinción oscura, grande en relación
con el resto de la célula, por lo que a menudo solo aparece un pequeño borde de
citoplasma que lo rodea (véase fig. 9-2). Algunos linfocitos, como los NK, presentan
una banda más amplia de citoplasma y se parecen mucho a los monocitos. La
mayoría de los linfocitos se encuentra fuera de la sangre, en los órganos linfáticos o el
tejido conectivo.
La mayoría de los linfocitos circulantes corresponde a los T (linfocitos
dependientes del timo). Participan en las defensas inmunitarias mediadas por células
y se dividen en varios subtipos (p. ej., linfocitos T auxiliares, T citotóxicos y
citolíticos NK) (véase capítulo 10). De 20 a 30% de los linfocitos circulantes
corresponde a los B, derivados de la médula ósea. Cuando un linfocito B encuentra a
su antígeno específico (selección clonal), se activa y procede a replicarse (expansión
clonal). Muchos de estos linfocitos B clonados madurarán hasta células plasmáticas.
Las células plasmáticas son muy especializadas en la capacidad de producir grandes
cantidades de anticuerpos específicos contra su objetivo. Son más grandes y se tiñen
más intensamente que los linfocitos B indiferenciados, debido a la gran cantidad de
proteínas que están sintetizando.
379
Figura 9-7 Hematopoyesis. Se cree que todas células sanguíneas circulantes se desarrollan a partir de una
progenitora común en la médula ósea, el hematocitoblasto. Su diferenciación en diferentes linajes a través de
células más comprometidas en dirección de las sanguíneas finales, depende de las condiciones encontradas y
las hematopoyetinas.
380
monocitos), G-CSF (producción de granulocitos) y multi-CSF (producción de
granulocitos, monocitos y plaquetas).
COAGULACIÓN SANGUÍNEA
El daño vascular sin reparación podría ocasionar una pérdida sanguínea extrema y la
insuficiencia de órganos subsecuente. La hemostasia (cese de la pérdida sanguínea de
un vaso dañado) puede organizarse en cuatro sucesos separados, pero
interrelacionados: vasoconstricción, conformación de un tapón plaquetario temporal,
y la de un coágulo de fibrina más estable, y finalmente, la retracción y disolución del
coágulo (fig. 9-9). Los cuatro pasos se explican con mayor detalle en las siguientes
secciones.
381
Figura 9-8 Eritropoyesis. Los eritrocitos son producto de un proceso que se inicia con hematocitoblastos
no comprometidos e implica una serie de diferenciaciones en los sinusoides de la médula ósea, hasta que los
eritrocitos finales ingresan a la corriente sanguínea por diapédesis.
P rocesar legalmente a un atleta por “dopaje sanguíneo” por desfortuna ocupa con frecuencia la
portada de los periódicos noticiosos durante actividades deportivas de resistencia de clase mundial.
Se refiere a métodos de aumento de la cifra de eritrocitos del atleta antes de una competencia para
incrementar la capacidad de aporte de oxígeno y disminuir la fatiga muscular.
Un método de dopaje sanguíneo es el de transfusión sanguínea autóloga, en la que los propios
eritrocitos del atleta se almacenan y después se le transfunden, a una semana o menos de la
competencia. Esta técnica no solo es ilegal, sino también peligrosa. Un aumento del hematocrito (Hto)
incrementa la viscosidad sanguínea, lo que es un contribuyente importante de la aparición de
cardiopatías.
Otra forma de aumentar el Hto es por incremento de la concentración, producción o actividad de la
hormona eritropoyetina, una glucoproteína producida principalmente por las células peritubulares en los
riñones del adulto, en respuesta a una cifra baja de O2 en sangre, que promueve la proliferación y
diferenciación de precursores eritrocíticos.
El gen humano de la eritropoyetina se clonó en 1985 y esto llevo a la producción de eritropoyetina
humana recombinante (rhEPO) y la obtención de la darbepoetina por ingeniería genética, que tiene una
382
semivida aumentada en comparación con la primera. La producción a gran escala de eritropoyetina
sintética la hizo disponible para el tratamiento de las anemias. En la actualidad, la rhEPO y la
darbepoetina tienen aprobación en Estados Unidos para usarse en el tratamiento de pacientes con
anemias graves relacionadas con la insuficiencia renal crónica, el SIDA y la quimioterapia. Su uso en el
tratamiento de anemias graves se limita a equilibrar los beneficios de una mayor producción de
eritrocitos con los riesgos sanitarios asociados con un Hto elevado, en especial en quienes están
enfermos.
Dentro de los primeros 4 años que siguieron a la disponibilidad de las versiones sintéticas de la
eritropoyetina, más de 17 atletas de alto desempeño murieron como consecuencia de coágulos
sanguíneos inducidos por el fármaco. Los riesgos fatales del exceso de eritropoyetina incluyen muerte
súbita por ataque cerebrovascular o insuficiencia cardiaca, o la aparición de anticuerpos
antieritropoyetina, que irónicamente causan la destrucción de los eritrocitos.
Durante la detección de drogas, el aumento de Hto y la elevación de la cifra de reticulocitos indican
un abuso potencial de la eritropoyetina, en cuyo caso se harán pruebas sanguíneas y en orina. La
eritropoyetina en orina puede detectarse solo unos cuantos días después de su inyección. En la sangre
tiene una semivida de casi 2 semanas. Además, las cifras normales de Hto muestran una amplia variedad
y pueden alterarse sustancialmente por deshidratación o el entrenamiento a grandes alturas, lo que crea
un reto para el tiempo correcto de realización de la prueba debido a que el aumento inducido por el
fármaco en la masa eritrocítica puede durar hasta unos cuantos meses.
En la actualidad, la hormona exógena se puede diferenciar de la corporal normal por electroforesis,
pero esto es válido solo mientras la primera se encuentra en la corriente sanguínea. Debido a que las
pruebas repetidas previas a una actividad deportiva de todo atleta no son realistas, seguirá siendo un reto
la exposición ilegal al dopaje sanguíneo. Además, los avances de la farmacología requerirán otros
concomitantes en los procedimientos de detección de sustancias.
383
Figura 9-9 Hemostasia. Se puede considerar a la respuesta corporal ante una lesión vascular sanguínea en
384
cuatro pasos interrelacionados. Los números romanos se refieren a los factores de la coagulación. ADP,
difosfato de adenosina; PF-3, factor plaquetario 3.
385
compuesta de la proteína insoluble, fibrina, que atrapa eritrocitos, plaquetas y
líquido. La fibrina se forma a partir de la degradación proteolítica del fibrinógeno,
una proteína sanguínea normal, por acción de la enzima trombina. La activación de
la trombina y la formación del coágulo sanguíneo ocurren de acuerdo con una serie
de transducciones de señal orquestada cuidadosamente, que se denominan
coagulación.
La cascada de la coagulación es mediada por la activación secuencial de una serie
de factores de coagulación, proteínas sintetizadas en el hígado que circulan en el
plasma en un estado inactivo. Los factores de la coagulación se conocen por los
números romanos que las identifican, en una secuencia basada en el orden en que se
descubrieron, no aquel en que se presentan en cascada. Los factores de coagulación
del plasma y sus nombres comunes se listan en la tabla 9-4.
386
requieren tanto fosfolípidos como Ca2+, como cofactores. Por lo tanto, se usa el
secuestro de Ca2+ por sus quelantes, como el EDTA, como medio para inhibir la
coagulación sanguínea.
La vía intrínseca se denomina así porque los factores necesarios están contenidos
dentro de la sangre. El colágeno expuesto de un vaso activa al factor XII, que
entonces activa al factor XI, que a su vez activa al factor IX y se une al factor VII en
presencia de Ca2+ para activar al factor X, que constituye el inicio de la vía común.
Para el inicio la vía extrínseca se quiere un factor extrínseco de la sangre, pero
liberado del tejido lesionado llamado tromboplastina hística (factor III) o factor
hístico. El factor III en presencia de Ca2+ forma un complejo con el factor VII, y este
complejo enzimático activa al factor X.
Cualquier intento por describir una división distinta de la coagulación en dos vías
separadas es una sobresimplificación. Por ejemplo, el complejo factor VII/III de la
vía extrínseca puede estimular la formación del factor IX activado en la vía
intrínseca. Aunque el concepto de vías de coagulación intrínseca vs. extrínseca que
actúan independientemente es incorrecto, son todavía importantes para comprender
por qué se vigilan de modo individual en las pruebas clínicas de coagulación: el
tiempo parcial de tromboplastina activada vigila la vía intrínseca y el tiempo de
protrombina lo hace con la vía extrínseca, como se describe a continuación.
Tiempo de protrombina
El sistema extrínseco se evalúa por la cuantificación del tiempo de protrombina
(TP), reportado en segundos, represente el tiempo que tarda la muestra de plasma
para coagularse después de mezclarse con tromboplastina (factor III) y cloruro de
calcio. Un tiempo mayor de 11 a 13 s indica una deficiencia de protrombina u otros
factores de coagulación que afectan a la protrombina.
Se usa el TP, por lo general, para medir la eficacia de fármacos anticoagulantes de
387
tipo cumarina. Si un paciente con TP prolongado debe ser objeto de intervención
quirúrgica, es importante que se lleve a una cifra dentro del rango normal antes de la
intervención quirúrgica.
388
células endoteliales, convierte la proteína C en una proteasa activa. La proteína C
activada y su cofactor, la proteína S, restringen el avance de la coagulación por
proteólisis de los factores Va y VIIIa. Además, la proteína C activada incrementa la
fibrinólisis por bloqueo e inhibición de la TPA. Finalmente, la antitrombina III, es un
potente inhibidor de proteasas involucrado en la cascada de la coagulación como
trombina. La actividad de la antitrombina III se acelera por la presencia de pequeñas
cantidades de heparina, un mucopolisacárido liberado por ambos, los basófilos y las
células endoteliales.
389
preciso
L acapacidad
anemia corresponde a una variedad de enfermedades que se caracterizan por disminución de la
de acarreo de O de la sangre. La falta de provisión de O a los tejidos para la
2 2
producción de ATP y energía contribuye a los síntomas más frecuentes, que incluyen debilidad, disnea,
incapacidad de mantener la temperatura corporal y fatiga crónica, mental y física.
La primera vía de tratamiento de la anemia a menudo es una transfusión de eritrocitos. Sin embargo,
debido a que el padecimiento tiene múltiples causas, su tratamiento eficaz y seguro a largo plazo
requiere que se diagnostique la alteración patológica subyacente. Las anemias se pueden dividir en tres
clasificaciones generales con múltiples subtipos en cada una. Las tres causas generales de anemia son 1)
eritrocitos insuficientes, 2) disminución de la producción de hemoglobina y 3) hemoglobina anormal.
1. Eritrocitos insuficientes
La cantidad disminuida de eritrocitos puede ser producto de hemorragia, hemolisis o la disminución de
su producción. La anemia hemorrágica resultado de una pérdida aguda de sangre o de una más crónica,
como una úlcera sangrante, que se consideraría una consecuencia secundaria de la lesión o enfermedad
que causa la pérdida. En un individuo sano desde otros puntos de vista, el eliminar la fuente de la
pérdida sanguínea rápidamente atenuará la anemia.
Por anemia hemolítica se hace referencia a que ocurre destrucción prematura de los eritrocitos.
Existen defectos genéticos raros que pueden ocasionar lisis de los eritrocitos. Uno de ellos es la
deficiencia de glucosa 6 fosfato (G6PD), un trastorno recesivo ligado a X, y otra es la drepanocitemia.
También se clasifica esta última como hemoglobinopatía y se considera como tal en la tercera
clasificación.
Ciertos agentes infecciosos pueden también producir lisis de eritrocitos e incluyen a muchas
bacterias grampositivas (p. ej., especies de estreptococos, enterococos y estafilococos) y algunos
parásitos (p. ej., especies de Plasmodium, los parásitos causantes del paludismo). La anemia hemolítica
también puede ser secundaria a trastornos autoinmunitarios por autoanticuerpos o fragmentos del
complemento que se depositan sobre los eritrocitos.
Finalmente, la anemia hemolítica es una consecuencia de la transfusión de sangre de tipo no
compatible con la del receptor, durante la cual los anticuerpos naturales reconocen la sangre
transfundida como conjunto de antígenos extraños y montan una respuesta inmunitaria eficaz para
destruir los eritrocitos.
Una disminución en la producción de eritrocitos produce anemia aplástica, forma de la enfermedad
que también puede tener múltiples causas, incluidas radiación, fármacos citotóxicos (p. ej., los usados en
la quimioterapia del cáncer), contaminantes ambientales (p. ej., benceno) o una enfermedad
autoinmunitaria. Las células con máxima vulnerabilidad a estas sustancias son los hematocitoblastos, de
modo que la anemia aplástica por lo general producirá una disminución no solo de eritrocitos, sino
también de leucocitos y plaquetas.
390
3. Hemoglobinas anormales
La principal categoría final de las anemias incluye a las enfermedades genéticas que dan origen a la
formación de una hemoglobina anormal, las más notorias, drepanocitemia y talasemia. La
drepanocitemia es causada por una mutación de dos aminoácidos en la proteína, globina. Debido al
cambio conformacional inducido por esta mutación, la desoxigenación causa un cambio de morfología
celular que lleva a la producción de células en media luna, rígidas, que pueden quedar atrapadas en los
pequeños capilares y bloquear el flujo sanguíneo originando anoxia tisular, edema y dolor. Los
drepanocitos también se lisan con mayor facilidad. Es interesante que se trata de una de las primeras
enfermedades genéticas en las que se descubrió una mutación real. A pesar de décadas de investigación,
aún no hay curación y el tratamiento es apenas moderadamente eficaz.
Hay dos tipos de talasemia, α y β, con mutaciones en las cadenas α y β de la globina,
respectivamente. Las mutaciones en la talasemia son resultado de una disminución en la síntesis de la
proteína globina pertinente, con menores cifras de producción de hemoglobina resultantes.
391
la inmunidad mediada por células. Los linfocitos B sintetizan anticuerpos que atacan a bacterias y toxinas.
La hematopoyesis es la producción de células sanguíneas circulantes a partir del hematocitoblasto no comprometido de la médula
ósea. Estas células inmaduras se diferencian en linajes de células maduras, proceso promovido por las hematopoyetinas y otras
citocinas.
La eritropoyetina es una hormona producida por el riñón y en respuesta a la concentración baja de O2 en la sangre promueve la
eritropoyesis en la médula ósea. Los pacientes bajo diálisis a menudo requieren la administración de eritropoyetina para mantener un
hematocrito normal (Hto). Algunos atletas abusan de la eritropoyetina para aumentar ilegalmente su Hto en los deportes aeróbicos.
Los trombocitos (plaquetas) tienen forma irregular, son estructuras pequeñas anucleares derivadas de células que, junto con las
proteínas plasmáticas, controlan la coagulación sanguínea y promueven la cicatrización de heridas.
La coagulación sanguínea implica la formación rápida de un tapón plaquetario débil, que se expande y estabiliza en uno más sólido
formado por células, plaquetas y moléculas de fibrina insolubles. Las células endoteliales, los factores de la coagulación sanguínea,
el Ca2+ y los mediadores liberados por las plaquetas regulan la cascada de la coagulación. La trombina es necesaria para la
formación del coágulo de fibrina, y la plasmina para su disolución.
El conjunto básico de estudios metabólicos revela las cifras sanguíneas de glucosa, electrolitos, BUN y creatinina; el conjunto de
análisis metabólicos completo agrega las cifras de albúmina, proteínas totales, ALP, ALT, AST y bilirrubina.
El recuento hematológico completo incluye las cifras de leucocitos, eritrocitos, plaquetas, hemoglobina (Hb), hematocrito, los
índices eritrocíticos (volumen corpuscular medio, Hb corpuscular media, y la concentración media de Hb corpuscular), así como el
volumen plaquetario medio.
Otras pruebas sanguíneas de realización sistemática incluyen las de viscosidad y densidad sanguíneas, la electroforesis de proteínas
séricas, la velocidad de eritrosedimentación, las pruebas de coagulación (p. ej., tiempo de hemorragia, cifra de plaquetas, tiempo de
protrombina y tiempo parcial de tromboplastina activada) y los estudios del hierro (hierro sérico, ferritina, capacidad total de unión
de hierro, UIBC, transferrina y saturación de transferrina).
Para las transfusiones sanguíneas, las sangres de donador y receptor deben ser compatibles, para evitar la aglutinación de los
antígenos A, B y Rh relacionados con los eritrocitos y los anticuerpos anti A, anti B y anti Rh.
392
D. Haptoglobina.
E. Plasmina.
La respuesta correcta es C. La eritropoyetina (EPO) es una hormona que estimula la médula ósea para
producir eritrocitos. Su condición de estado estable en el suero puede proveer información útil en la
valoración de diversas condiciones de anemia y policitemia. En la policitemia vera la EPO es baja en
respuesta a la sobreproducción constante de eritrocitos por mutación de mieloblastos. Por otro lado,
cualquier trastorno que lleve a la mayor producción de EPO (fisiológicamente por hipoxia) causará la
sobreproducción de eritrocitos y se define como policitemia secundaria.
4. ¿Cuál de los siguientes pacientes con mayoy probabilidad presenta una capacidad baja de unión de
hierro total (TIBC) y una saturación normal de transferrina?
A. Una mujer que menstrua en forma cuantiosa.
B. Un paciente con cáncer de colon crónico que lleva a hemorragia.
C. Una persona con infestación grave por anquilostomas.
D. Una víctima de traumatismo con hematocrito de 18 después de recibir grandes cantidades de
solución salina IV en el RE.
E. Una mujer lactante con gemelos nacidos recientemente por una cesárea complicada.
La respuesta correcta es D. El hematocrito bajo, de 18 (normal de 36 a 50, dependiendo de la edad y el
sexo) indica una pérdida sanguínea grave y la concomitante de transferrina (baja TIBC). Para evitar el
choque hemorrágico se trata a la víctima con solución salina, que equivale a diluir todos los componentes
sanguíneos. Debido a que probablemente perdió tanto transferrina como hierro sérico, podría presentar una
saturación de transferrina, un cociente de hierro sérico y TIBC normales. Por otro lado, todos los demás
pacientes sufren por anemia por deficiencia de hierro debido a la pérdida sanguínea crónica o aumento de
la demanda de hierro. La anemia por deficiencia de hierro se presenta con cifras séricas bajas del metal y
aumento de la transferrina (TIBC alta), que aumenta cuando las reservas de hierro son bajas. El porcentaje
de saturación de transferrina, por lo general, es baja debido a la insuficiencia del aporte de hierro. Las
causas típicas de anemia por deficiencia de hierro son pérdida sanguínea por menstruación cuantiosa y
hemorragia crónica oculta, a menudo del tracto gastrointestinal (GI), como el presente en el paciente con
cáncer de colon y aquel con parasitosis. La pérdida sanguínea durante una cesárea complicada y el
aumento del requerimiento de hierro por la lactancia pudiesen causar anemia a la mujer que tuvo gemelos.
PREGUNTAS
1. ¿Qué se puede concluir de las cifras de Hb de enero de la lactante y la madre?
2. Explique las cifras de eritrocitos de la bebé y su morfología en la consulta de febrero.
3. El análisis sanguíneo automático realizado en febrero mostró una cifra elevada de leucocitos de la
lactante, ¿puede usted explicar por qué?
RESPUESTAS
393
1. El valor de Hb de 11.1 mg/dL de la bebé se encuentra en el extremo inferior del rango normal de un
neonato de 1 mes (11 a 15 mg/dL); la Hb de la madre de 11.8 mg/dL es ligeramente baja (12 a 16 mg
dL), pero no rara en una mujer que recientemente tuvo un parto. No se requieren intervenciones en este
punto. Puesto que el hierro bajo es el motivo más frecuente de anemia en los recién nacidos, se necesita
vigilar estrechamente las cifras de Hb en el futuro cercano. La incompatibilidad de tipo sanguíneo entre
la madre y la bebé que puede causar una anemia leve en los neonatos es poco probable, puesto que se
presenta cuando la madre es de tipo O y su descendiente de tipo A, B o AB. Se descarta la
incompatibilidad de Rh.
2. La principal forma de β talasemia lleva a una deficiencia significativa en la producción en la cadena β
de Hb, de manera de que hay poca o ninguna Hb A presente. Como consecuencia, Hb A2 y Hb F están
elevadas y durante un tiempo breve sustituyen a la Hb A perdida. Sin embargo, con el decremento de la
Hb F que se inicia poco después del nacimiento, la bebé presenta hipoxia (palidez), que estimula la
producción de eritropoyetina. La eritropoyetina estimula la hematopoyesis intramedular y, en un
momento dado, también la extramedular.
Los eritrocitos recién producidos son pequeños (microcíticos) y contienen sólo cadenas α
(hipocrómicos) de hemoglobina, que podrían precipitarse en los eritrocitos en desarrollo, lo que lleva a
la presencia de células diana con un centro denso y un borde pálido y, en general, una población celular
de tamaños diferentes (anisocitosis), forma anormal (poiquilocitosis) y fragmentación (esquistocitos).
Los eritrocitos pequeños dan lugar a un hematocrito y un volumen corpuscular medio (VCM) bajos. La
producción inadecuada de Hb lleva a la disminución de HMC, CHCM y la capacidad de acarreo de
oxígeno. La anisocitosis conduce a un mayor IDE.
3. La cifra de células sanguíneas inicial obtenida por un aparato automático después de la enfermedad, a
menudo revela de manera errónea una cantidad elevada de leucocitos, que se debe a presencia de
eritrocitos nucleados (respuesta regenerativa de la médula ósea), que son indistinguibles de los
leucocitos en los analizadores de hematología, independientemente de la técnica. Por ese motivo, la
cifra de leucocitos necesita corregirse respecto del número de eritrocitos nucleados, que suele hacerse
cuando un recuento diferencial de eritrocitos revela más de 10 eritrocitos nucleados por 100 leucocitos.
Después de la corrección, los leucocitos deben estar dentro de los límites normales.
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clínica, animaciones y más contenido en inglés!
394
Objetivos del aprendizaje activo
Con el dominio del material de este capítulo, usted deberá ser capaz de:
Explicar los desencadenantes del sistema inmunitario y la autotolerancia.
Describir la participación de los componentes celulares y no celulares de la inmunidad innata para
mantener la homeostasis corporal.
Explicar cómo el sistema inmunitario adaptativo muestra sus tres principales características: especificidad,
diversidad y memoria.
Describir los mecanismos de la presentación de antígenos, exógena y endógena, en la inmunidad mediada
por células.
Explicar las funciones de los subtipos de linfocitos T en la inmunidad adaptativa.
Mencionar la importancia clínica de ambas: la inmunidad innata y la adaptativa.
Identificar tres formas en que las cinco clases de anticuerpos actúan para eliminar antígenos.
Reconocer los signos y funciones de ambas: la inflamación aguda y la crónica.
Explicar las funciones clínicas de las citocinas pro y antiinflamatorias.
Describir las influencias del sistema inmunitario sobre el trasplante de órganos.
Reconocer los trastornos del sistema inmunitario por sus reacciones.
Explicar el principio de detección inmunitaria en los cánceres hematológicos.
Describir la interacción entre los sistemas inmunitarios neuronal y hormonal, para el mantenimiento de la
homeostasis.
395
causa de las infecciones, y su participación en la comprensión de que la vacunación
previene las enfermedades infecciosas. El propósito de este capítulo es presentar los
componentes básicos del sistema inmunitario y sus participaciones en la función de
los órganos y la homeostasis.
396
maduran y se tornan inmunocompetentes en los órganos linfáticos primarios. Todas
las células linfáticas se originan en la médula ósea y algunas completan su proceso de
maduración ahí, en tanto otras pasan a órganos linfáticos secundarios para concluir
dicho proceso (p. ej., el eosinófilo se traslada al bazo para concluir su maduración).
La excepción son las células pre-T, que abandonan la médula ósea y presentan una
maduración completa en el timo, antes de liberarse al resto del cuerpo.
Los ganglios linfáticos, las amígdalas, los tejidos linfáticos asociados a mucosas
(MALT, del inglés) y el bazo se consideran órganos linfáticos secundarios (o
periféricos), aquellos donde las células inmunitarias maduras participan en
reacciones inmunitarias específicas. En la figura 10-1 se muestran los tejidos
linfáticos primarios y secundarios.
Los ganglios linfáticos son sitios a través de los cuales se filtran sangre, linfa y
células inmunitarias. Se trata de órganos encapsulados que se localizan en todo el
cuerpo en las uniones de vasos linfáticos, óptimos para la interacción entre células
presentadoras de antígeno especializadas (CPA), y linfocitos T y B. El traslado de
la linfa a través de los vasos y ganglios linfáticos es respaldado por el movimiento del
músculo esquelético, pero, desde otros puntos de vista es pasivo. No hay un órgano
similar al corazón para aportar presión al flujo de la linfa.
Durante una infección bacteriana, los ganglios linfáticos aumentan de volumen
como resultado de la proliferación de células inmunitarias. La palpación de los
ganglios linfáticos es parte de la mayoría de las exploraciones clínicas más ordenadas
y da indicios del grado de actividad del sistema inmunitario.
En la sangre y la linfa hay abundancia de elementos inmunitarios no celulares, que
incluyen, pero sin limitarse a, anticuerpos, moléculas de comunicación (p. ej.,
citocinas y quimiocinas), y el complemento, que se describen más adelante en este
capítulo. Adicionalmente, el sistema inmunitario innato abarca una diversidad de
líquidos y otros componentes no celulares con características antimicrobianas.
397
Además de los agentes patógenos, otras sustancias extrañas, orgánicas o no,
pueden ser antigénicas. Pesticidas, cosméticos y gases de escape son ejemplos de
tales sustancias, que pueden activar al sistema inmunitario.
398
Figura 10-1 Los linfocitos son leucocitos especializados del sistema inmunitario adaptativo. El timo y la
médula ósea son los sitios primarios de maduración de los linfocitos. Los ganglios linfáticos; las amígdalas; el
bazo, y los tejidos linfáticos pulmonares, intestinales y urogenitales constituyen órganos linfáticos
secundarios. BALT, tejido linfático asociado con los bronquios; MALT, tejido linfático asociado con las
mucosas; GALT, tejido linfático asociado con el intestino.
Debido a que las proteínas son las mejor detectadas desde el punto de vista
inmunitario, se utilizan para muchas vacunas, que aumentan la inmunogenicidad. Por
ejemplo, la vacuna dirigida contra el carbohidrato de la cápsula del Streptococcus
pneumoniae se conjuga con proteínas transportadoras para aumentar su eficacia.
399
al sistema inmunitario, pero las lesiones leves y la apoptosis, no. La activación se
combina con otras defen sas y reacciones corporales. Cuando el cuerpo sufre una
lesión, ya sea por una fuerza física, una pérdida de continuidad celular o una
infección biológica, la decisión de la activación inmunitaria depende de la gravedad y
el tipo de la lesión.
Si las células no son lesionadas muy gravemente, éstas y las circundantes se
pueden adaptar al suceso al modificar su tamaño, número y función, sin activar
respuestas inmunitarias. Por ejemplo, si las células del músculo esquelético se
distienden dentro de límites tolerables, aumentan de volumen y mejoran sus
funciones, lo que subyace al principio del ejercicio de fortalecimiento. Por otro lado,
el estrés celular intenso puede activar al sistema inmunitario, por ejemplo, en el caso
de las células de las vías aéreas que responden intensamente a las partículas irritantes
del humo con inflamación.
Si el daño a una célula es muy grande, ésta presenta necrosis y se elimina. El
sistema inmunitario se activa cuando las células se colapsan y su contenido, incluidas
enzimas lisosómicas, se vierte en el tejido circundante y causa mayor daño e inicia
una respuesta inflamatoria intensa. Como resultado, las quimiocinas (sustancias
químicas expulsadas por las células dañadas) atraen a diversos tipos de células
inmunitarias hacia el sitio lesionado, lo que activa adicionalmente una respuesta
inmunitaria. Un ejemplo es el de la distrofia muscular de Duchenne, donde un estrés
grave de fibras musculares y necrosis, resultantes de la debilidad muscular inducida
genéticamente, llevan a respuestas inmunitarias que promueven más la muerte del
músculo distrófico. La necrosis aleja al cuerpo de la homeostasis.
En contraste con la muerte celular por necrosis, la que ocurre por apoptosis no
causa una activación inmunitaria, puesto que las células pierden su vitalidad sin
estallar en pedazos y, como resultado, no se liberan sustancias y se evita una
respuesta inflamatoria. La apoptosis es el proceso no patológico del cuerpo para
eliminar células, especialmente importante para la participación del sistema
inmunitario en el mantenimiento de la homeostasis y la regulación de la tolerancia.
Todos los días, se generan varios millones de linfocitos B y T y la mayoría se elimina
por apoptosis, mediante selección negativa (o muerte celular inducida por la
activación).
400
Si algunas partes antigénicas (inmunogénicas) del microorganismo se encuentran
sobre la membrana plasmática de la célula huésped, los anticuerpos se pueden unir
directamente a la célula infectada y activar el complemento (descrito con detalle más
adelante).
Si el microorganismo patógeno evade al sistema inmunitario innato y no hay
anticuerpos, entonces se desencadena la respuesta del sistema inmunitario
adaptativo. La inmunidad adaptativa también es activada por virus, protozoarios y
bacterias intracelulares, que no se pueden detectar desde fuera de la célula (antígenos
endógenos). En este caso, el antígeno es degradado dentro de la célula hasta
partículas más pequeñas, que entonces se incorporan a la membrana plasmática de las
células huésped y, junto con proteínas del complejo mayor de histocompatibilidad
(CMH), se presentan a los linfocitos T (que se describen más adelante con detalle).
Estos microorganismos finalmente son eliminados junto con la célula huésped
infectada.
Aunque los sistemas inmunitarios innato y adaptativo se caracterizan por
funciones y tiempos contrastantes, actúan juntos en formas que contrarrestan sus
diferencias. Por ejemplo, el inicio y la función adecuados del sistema innato a
menudo dependen de la presencia de elementos del sistema inmunitario adaptativo,
como pequeñas cantidades de anticuerpo específico en el plasma sanguíneo. Lo
contrario también es válido. Los anticuerpos y otros mediadores del sistema
inmunitario adaptativo dependen de elementos que, por lo general, se vinculan con el
sistema inmunitario innato, como los macrófagos y las células dendríticas fagocíticas.
Solo cuando trabajan juntos, los sistemas inmunitarios innato y adaptativo evitan el
establecimiento y la supervivencia a largo plazo de los agentes infectantes. Por ese
motivo, en la figura 10-2 se presenta una analogía del símbolo del yin y yang chino,
donde entes opuestos se entremezclan y complementan para formar un total más
grande.
401
Figura 10-2 Repaso del sistema inmunitario. Como parte de la inmunidad innata, el cuerpo humano
cuenta con medidas naturales para evitar el ingreso de microbios. Cuando se rebasan estas barreras, un invasor
extraño se encuentra en primer término con los fagocitos. El complemento puede unirse al invasor y facilitar
su fagocitosis o lisis. Quizás aparezca inflamación. Si la respuesta inmunitaria innata no puede destruir al
invasor, se activa el sistema inmunitario adaptativo, con los linfocitos T y B como sus efectores. Aunque los
sistemas inmunitarios innato y adaptativo se caracterizan por funciones y tiempos contrastantes, actúan
estrechamente enlazados y dependen uno del otro para eliminar con éxito a los microorganismos patógenos
invasores.
402
Tolerancia
Además de los autoantígenos, unos cuantos antígenos extraños importantes tampoco
activan al sistema inmunitario (la llamada tolerancia adquirida o inducida). El ser
humano, por lo general, tolera partículas extrañas derivadas de alimentos (aunque los
alimentos pueden inducir reacciones alérgicas). Una madre no rechaza las moléculas
fetales que se derivan de genes tanto maternos como paternos. Tampoco se destruye
la microbiota no patógena del tracto gastrointestinal humano, aunque se trate de
microorganismos extraños para el cuerpo.
Cualquier error en el proceso de discriminación entre propio/no propio puede tener
consecuencias devastadoras para el organismo. Cuando un cuerpo erróneamente
monta una respuesta inmunitaria contra sus propios tejidos, puede ocurrir una
enfermedad autoinmunitaria.
403
discusión. Se cree que la participación de la fiebre tiene un efecto negativo directo
sobre ciertos microorganismos y también puede aumentar la eficacia de la
fagocitosis.
Secreciones celulares
Varios tipos de secreciones celulares destruyen y eliminan a los microorganismos
patógenos. El moco evita que los microorganismos se adhieran a las células
epiteliales y contiene componentes antibacterianos. El moco del intestino bloquea,
inactiva y destruye los microorganismos patógenos relacionados con los alimentos,
antes de que puedan ingresar al cuerpo. Una capa delgada de moco que cubre las vías
respiratorias de la nariz y los bronquiolos atrapa virus, bacterias, pólenes y otras
partículas inhaladas, y facilita su retiro antes de que puedan dañar a las células de
revestimiento de las vías respiratorias. El flujo de saliva ayuda a barrer las bacterias
adheridas a partículas alimentarias, mientras las ataca con tiocianatos y lisozimas. La
saliva puede también contener anticuerpos que destruyen a las bacterias de la boca.
Las lágrimas y las secreciones nasales contienen componentes antibacterianos
similares.
La lista de factores químicos con propiedades antimicrobianas es larga e incluye a
la pepsina en el estómago, las defensinas producidas por células inmunitarias y el
surfactante pulmonar, para nombrar algunas de ellas. Los interferones forman un
grupo de proteínas producidas por las células después de una infección vírica. El
complemento es un conjunto de proteínas séricas que circula en un estado inactivo y
se puede activar por diversos mecanismos inmunitarios, específicos e inespecíficos.
Sus acciones, a veces llamadas componente humoral del sistema inmunitario innato,
se describen con mayor detalle más adelante. Una función importante de estos
factores químicos es conectar las tres líneas de defensa del sistema inmunitario.
404
transcurso del tiempo).
Innato Adaptativo
Sistema Primitivo, se encuentra en los Evolucionado en los primeros
invertebrados vertebrados
Presentan antígenos
Células dendríticas Fagocitan agentes patógenos +
Presentan antígenos
Linfocitos NK y LAK Destruyen células infectadas por −
virus y tumorales
Eosinófilos Secretan factores que eliminan a +
ciertos parásitos y lombrices
405
Células cebadas (mastocitos) Liberan factores que aumentan el −
flujo sanguíneo y la permeabilidad
vascular
Leucocitos fagocíticos
Como se menciona en el capítulo 9, los leucocitos que suelen encontrarse en la sangre
son neutrófilos, linfocitos, monocitos, eosinófilos y basófilos. La mayoría participa en
mecanismos inmunitarios innatos, en tanto los linfocitos lo hacen en la respuesta
inmunitaria adaptativa. Los leucocitos del sistema innato incluyen fagocitos
(neutrófilos, macrófagos, eosinófilos y células dendríticas) y células no fagocíticas,
como se describe en la tabla 10-2. Las células fagocíticas identifican y eliminan
agentes patógenos, ya sea al atacar a los patógenos más grandes por contacto o al
engullirlos; pueden también ser activadas por contacto con los linfocitos T (p. ej.,
neutrófilos), por las citocinas de los linfocitos T (p. ej., macrófagos) o por contacto
con los agentes patógenos. Para esto último, los fagocitos pueden directamente
percibir a los agentes patógenos mediante un grupo de receptores transmembrana, los
llamados receptores similares a Toll.
Al activarse, los fagocitos engullen los microorganismos, partículas o detritos
celulares. El material es introducido en vacuolas y se digiere enzimáticamente
después de su fusión con lisosomas. Algunos microorganismos patógenos son
cubiertos con opsoninas en un proceso llamado opsonización, para hacerlos más
atractivos para la fagocitosis. Son ejemplos de opsoninas, los anticuerpos o
inmunoglobulinas G (IgG) y la molécula C3b del sistema del complemento.
Los neutrófilos (un tipo de leucocitos polimorfonucleares) reconocen sustancias
químicas producidas por las bacterias en una herida cortante o por rascadura, y
emigran hacia ella. Una vez que arriban, ingieren las bacterias y las eliminan. Para
hacerlo, los neutrófilos usan enzimas proteolíticas y especies reactivas de oxígeno y
nitrógeno, producidas como parte del estallido respiratorio (véase el capítulo 9).
Los macrófagos se derivan de los monocitos circulantes. Una vez que los
monocitos emigran al interior de los tejidos, se diferencian y se convierten en
macrófagos fagocíticos, más grandes y poderosos. Los macrófagos, como los
neutrófilos, eliminan a los agentes patógenos utilizando enzimas proteolíticas y
estallido respiratorio. Los macrófagos secretan varias citocinas que atraen a otros
leucocitos al sitio de infección e inician una respuesta inflamatoria de fase aguda.
Finalmente, los macrófagos actúan como APC específicos para los linfocitos T y, por
lo tanto, son un enlace importante entre la inmunidad mediada por linfocitos T y la
respuesta inmunitaria adaptativa.
Los macrófagos pueden circular en los vasos linfáticos (macrófagos viajeros, no
fijos o errantes) o pueden residir en el tejido conectivo, los ganglios linfáticos, el
tracto gastrointestinal, los pulmones, el bazo y otros lugares (macrófagos maduros
fijos). Los macrófagos fijos son parte del sistema reticuloendotelial (SRE), que
además de eliminar microorganismos patógenos también retira células antiguas y
detritos celulares de la corriente sanguínea. Algunos de estos macrófagos tienen sus
nombres propios. Por ejemplo, los macrófagos de ciertos vasos sanguíneos del hígado
406
se llaman células de Kupffer, en tanto los de las articulaciones se llaman células A
sinoviales. Las células de microglia son macrófagos localizados en el encéfalo.
Los eosinófilos se conocen mejor como participantes de reacciones alérgicas,
donde pudiesen eliminar algunas de las sus tancias inductoras de inflamación.
También participan principalmente en la secreción de factores que hacen pequeñas
perforaciones en las lombrices y otros parásitos y les causan la muerte. Sin embargo,
también pueden ser fagocíticos cuando las circunstancias lo permiten.
Las células dendríticas son, al igual que los macrófagos, un enlace indispensable
entre los sistemas inmunitarios innato y adaptativo, se encuentran en forma inmadura
en el epitelio cutáneo (p. ej., células de Langerhans), el aparato respiratorio y el
tracto gastrointestinal; después de fagocitar agentes patógenos, maduran y viajan
hacia los ganglios linfáticos regionales, donde activan linfocitos T, que después hacen
lo propio con los linfocitos B para producir anticuerpos contra el agente patógeno.
Leucocitos no fagocíticos
Además de los fagocíticos, los leucocitos innatos también incluyen a los no
fagocíticos (linfocitos NK y LAK, así como células cebadas), como se muestra en la
tabla 10-2. Los linfocitos NK atacan cuerpos celulares aberrantes, así como células
infectadas por virus y malignas, secretan una proteína citolítica llamada perforina,
que forma un poro en la membrana plasmática de la célula alcanzada. Las enzimas
proteolíticas, como granzima, también son parte de los gránulos citoplásmicos de los
linfocitos NK, que cuando es liberada ingresa a la célula objetivo e induce su
apoptosis. Con la exposición a las secreciones de los linfocitos, como interleucina-2 e
interferón-γ, los linfocitos citolíticos NK se convierten en citolíticos activados por
linfocinas (LAK), que son incluso más eficaces para eliminar células que aquéllos.
Las células cebadas están presentes en la mayoría de los tejidos en la vecindad de
vasos sanguíneos y contienen muchos gránulos ricos en histamina y heparina. Son
especialmente prominentes bajo las cubiertas de la superficie corporal, como piel,
boca, nariz, mucosa pulmonar y tracto gastrointestinal. Aunque mejor conocidas por
su participación en la alergia y la anafilaxia del sistema inmunitario adaptativo (véase
la siguiente sección), estas células tienen una participación importante en el sistema
innato. Además, están íntimamente implicadas en la cicatrización de las heridas.
Liberan factores que aumentan el flujo sanguíneo y la permeabilidad vascular, y
transfieren componentes de inmunidad al sitio de infección. En combinación con los
anticuerpos IgE de los linfocitos B, las células cebadas pueden también atacar
parásitos que son muy grandes para fagocitarse, como las lombrices intestinales.
407
innato. El sistema inmunitario adaptativo:
• Proviene de un desarrollo evolutivo relativamente reciente y característico de los
vertebrados mandibulados.
• Es activado por miles de diversos antígenos, que se presen tan como glucoproteínas
en la superficie de las bacterias, como proteínas recubiertas de virus y toxinas
microbianas, o como membranas de las células infectadas.
• Responde con la proliferación de células y la generación de anticuerpos que atacan
específicamente a los entes patógenos invasores.
• Responde lentamente, con activación completa casi 4 días después del reto
inmunitario.
• Tiene capacidad de memoria inmunitaria, de modo que la exposición repetida al
mismo agente infeccioso da lugar a una mejor respuesta inmunitaria.
Especificidad
La especificidad del sistema inmunitario adaptativo es creada por moléculas de
reconocimiento de antígeno, que se sintetizan an tes de la exposición al antígeno y,
en los linfocitos B, se pueden modificar durante la respuesta inmunitaria, al hacerlas
más específicas del antígeno.
Varios tipos diferentes de moléculas de detección participan en este sistema de
defensa con anticipación: (1) receptores específicos en los linfocitos T y B; (2)
proteínas del complejo mayor de histocompatibilidad (CMH) (moléculas de detección
sobre superficies celulares); y (3) anticuerpos, que son la forma secretada de
receptores de linfocitos B (RLB). Si bien la estructura general de los tipos de
moléculas es muy similar (p. ej., todo anticuerpo tiene una forma típica en Y), una
pequeña región de cada molécula individual es diferente (p. ej., para los anticuerpos,
la región hipervariable) y permite la unión de solo un antígeno específico. Hay cinco
clases principales de anticuerpos: IgG, IgM, IgA, IgE e IgD, cada uno con
participación única en la defensa inmunitaria y que se describirá más adelante en el
capítulo.
Pudiera detectarse a un antígeno mediante varias moléculas. Para mantenerse
dentro del ejemplo de los anticuerpos, la mayoría de los antígenos proteínicos tiene
varios epítopos (parte del antígeno que se une al anticuerpo) y, por lo tanto, se
detectan por diferentes linfocitos B, con liberación de anticuerpos diversos para
montar una respuesta policlonal de anticuerpos.
Por otro lado, los antígenos estrechamente vinculados pueden compartir epítopos
(reactividad cruzada). Por ejemplo, los anticuerpos inducidos por algunos antígenos
microbianos tienen reacción cruzada con antígenos polisacáridos de los eritrocitos y
son la base del sistema de grupos sanguíneos ABO (véase el capítulo 9).
Diversidad
La diversidad de las respuestas inmunitarias adaptativas se basa en una enorme
variedad de configuraciones de receptores de antígenos, esencialmente un receptor
por cada antígeno diferente que pudiese encontrarse.
408
En una persona, tiene aproximadamente 1018 receptores de linfocitos T posibles
(RLT), con cada linfocito T que expresa un tipo de receptor. El receptor de
linfocitos B (RLB) es una forma de inmunoglobulina ligada a la membrana. Hay
aproximadamente 1014 posibles RLB, nuevamente un tipo de inmunoglobulina por
cada linfocito B. La diversidad molecular se logra principalmente por la
recombinación variable de segmentos genéticos antes de la exposición al antígeno y
en el caso de las inmunoglobulinas, adicionalmente por mutación de las moléculas
después de la exposición al antígeno.
El reconocimiento de un antígeno por el linfocito con el receptor que mejor se
ajuste se presenta principalmente en el ganglio linfático local e induce la activación,
proliferación y diferenciación de las células de respuesta, un proceso conocido como
selección clonal. En la figura 10-3 se muestra el proceso para cuatro células B con
diferentes RLB y uno que reconoce al antígeno. No es evidente en la figura que la
activación y proliferación óptima de los linfocitos B (y, equivalentemente, linfocitos
T) ocurra solo cuando están presentes señales coestimuladoras secundarias a las
uniones de RLT y RLB.
La selección clonal amplifica el número de linfocitos T o B que se programan para
responder específicamente al estímulo. En la figura 10-3, esto significa que todas las
células resultantes de la proliferación tienen los mismos RLB, listos para unirse a una
mayor cantidad del antígeno específico. Sin embargo, no todas las células poseen
características funcionales idénticas. Por ejemplo, la unión de antígeno RLB induce
su desarrollo en células de memoria y en células plasmáticas, mucho más grandes y
capaces de producir y secretar anticuerpos. Inicialmente, las células plasmáticas
producen anticuerpos IgM y después pueden cambiar para producir IgG, IgA, o IgE
cuando se necesitan anticuerpos con diferentes capacidades funcionales, un proceso
de maduración llamado cambio de isotipo de Ig.
De manera similar, la proliferación clonal de linfocitos T puede llevar a la
generación de más linfocitos T específicos de antígeno y la producción de linfocitos
T efectores, como los T auxiliares y los T citotóxicos, así como los de memoria.
Memoria
La memoria del sistema inmune adaptativo se basa en el hecho de que algunos clones
descendientes de los linfocitos B y T ampliados actúan como células de memoria
(véase fig. 10-3). Estas células semejan la especificidad reactiva de los linfocitos
originales que respondieron al antígeno, y aceleran la capacidad de respuesta del
sistema inmune cuando se encuentra al antígeno nuevamente (respuesta
anamnésica), y constituyen la base de la inmunización por vacunación.
409
diferentes, ninguna parte del sistema inmune funciona por separado. Más bien, actúa
en cooperación, utilizando citocinas y otros medios como sistemas de comunicación.
Los linfocitos B median la respuesta inmune humoral, en tanto los linfocitos T
regulan la respuesta inmune mediada por células. Los subgrupos CD4 y CD8 (“CD”,
diferenciación de subgrupos) de linfocitos T de la rama de inmunidad celular del
sistema inmune adaptativo tienen diferentes funciones y se dividen en subtipos
adicionales, según el aspecto molecular, la sensibilidad a las citocinas y su
producción, así como funciones específicas. Estas células forman, junto con células
inmunes diferentes, una red compleja de comunicación y respuesta inmune, que es la
base de la eficacia, flexibilidad y longevidad del sistema inmune adaptativo.
En la figura 10-4 se resumen gráficamente importantes interacciones entre las
células. La figura está organizada de acuerdo con el tipo de antígeno encontrado
(exógeno o endógeno, a la izquierda), con los procesos de sensibilización y respuesta
(detección y presentación de antígeno y respuesta inmunitaria, arriba), y con la
participación de linfocitos T y B (respuestas inmunes celular y humoral, a la
derecha).
410
Figura 10-3 Selección clonal de linfocitos. Solo el clon del linfocito que tiene la capacidad exclusiva de
detectar el antígeno de interés prolifera y genera descendientes, que son específicos para el antígeno que los
indujo, pero pueden tener diferentes funciones. En el caso de los linfocitos B, los clones de células plasmáticas
producen anticuerpos, y los clones de células de memoria aumentan las respuestas inmunitarias subsiguientes
contra el antígeno específico. En el caso de los linfocitos T, sus clones se tornan en células efectoras o de
memoria. La selección clonal ocurre en órganos linfáticos secundarios, como los ganglios linfáticos locales.
411
Figura 10-4 Respuestas celular y humoral del sistema inmune adaptativo. Los linfocitos T activados
realizan la respuesta inmunitaria celular, y los linfocitos B y sus anticuerpos median la respuesta inmunitaria
humoral. Un antígeno exógeno activa a los linfocitos B por su unión al receptor de linfocitos B (RLB) y a los
linfocitos T por unión al receptor de linfocitos T (RLT). Sin embargo, la unión al RLT ocurre solo cuando el
péptido antigénico es mostrado por células presentadoras de antígeno en relación con proteínas del complejo
mayor de histocompatibilidad (CMH). El RLT está asociado con CD4 o CD8, dependiendo del tipo de
linfocito T. Los antígenos endógenos se presentan mediante proteínas de clase I del CMH a los linfocitos T
citotóxicos, que destruyen a la célula huésped junto con el ente patógeno intracelular. La respuesta inmunitaria
involucra dos partes, una que hace uso de linfocitos B (respuesta inmunitaria humoral) y otra que utiliza
linfocitos T citotóxicos (respuesta inmunitaria celular). Existen millones de tipos de linfocitos B y T diferentes
que reconocen a millones de antígenos diversos. Ag, antígeno; CD, conjunto de diferenciación; IFN,
interferón; IL, interleucina; LAK, linfocito citolítico activado por linfocinas; NK, linfocito citolítico natural;
TH, linfocito T auxiliar; TNF, factor de necrosis tumoral; Treg, linfocito T regulador.
412
presentan el antígeno particular al que se dirige el anticuerpo que expresan. Para otros
antígenos, los linfocitos B no son CPA muy eficaces.
Casi toda célula nucleada del cuerpo puede presentar antígenos contra el RLT de
linfocitos T citotóxicos CD8+. En este caso, el antígeno es un ente patógeno
intracelular que se degrada dentro del citosol y se asocia con moléculas de clase I de
CMH (véase fig. 10-5, parte inferior).
De manera similar, la exposición a un antígeno de un injerto tisular desencadena
una reacción inmunitaria en el cuerpo, que ocurre cuando las células de los tejidos del
donador y el receptor no son histocompatibles, lo que explica el origen del nombre
“complejo principal de histocompatibilidad).
Figura 10-5 Los antígenos se unen a receptores específicos. Un antígeno no puede inducir una respuesta
inmunitaria por sí mismo, primero ha de unirse a su receptor específico para desencadenar una respuesta. Los
antígenos extracelulares son fagocitados, degradados dentro de fagolisosomas y asociados con moléculas de
clase II del CMH. El antígeno se presenta después en la superficie de la célula presentadora de antígeno
especializada, donde se une al receptor de linfocitos T (RLT) de los linfocitos T auxiliares CD4+. Los
macrófagos, las células dendríticas y los linfocitos B son presentadores de antígenos. El antígeno intracelular
se digiere dentro del proteosoma, asociado con moléculas de clase I de CMH y se presenta al RLT en la
superficie de los linfocitos T citotóxicos CD8+. Casi toda célula en el cuerpo puede presentar antígenos de esta
última forma. CD, conjunto de diferenciación; ER, retículo endoplásmico.
413
células. Se distinguen de otros linfocitos, como los B y NK, por la presencia de un
receptor especial en su membrana celular, llamado receptor de linfocitos T (RLT).
“T” se refiere a timo, el principal órgano encargado de la maduración de los linfocitos
T.
Hay más de 160 conjuntos conocidos de cubiertas de superficie de leucocitos y
otras muchas células. El CD3 se encuentra en la superficie de todas las células T,
como porción de transducción de señal del RLT, formado por tres dímeros: dos
proteínas zeta, una gamma y una épsilon, así como una épsilon y una delta. CD4 y
CD8 son dos receptores que se usan para identificar subgrupos de linfocitos T
funcionalmente relevantes. Para dar otros dos ejemplos, CD14 es un receptor de
membrana que se une a LPS en los monocitos y macrófagos y CD69 se usa como
marcador de la activación celular de linfocitos T, B, NK y macrófagos.
Cuando los linfocitos provenientes de la médula ósea alcanzan el timo, linfocitos
T, no cuentan con CD4 o CD8 (linfocitos T doblemente negativos), pero después
expresan ambos (linfocitos T doblemente positivos), mientras maduran en el timo.
Durante el desarrollo en el timo, los linfocitos doblemente positivos se diferencian en
células con receptores CD4 o CD8 (de un solo positivo); éste es un paso determinante
porque durante ese periodo desarrollan su capacidad para distinguir péptidos propios
de los que no lo son.
En primer lugar, los linfocitos que no se unen a complejos CMH/antígeno en 3 a 4
días, mueren, el resto es objeto de una selección positiva, lo que significa que los
linfocitos T que proliferan se unen a antígenos (propios o no) en conjunto con
proteínas de clase I o II de CMH, suceso que se presenta en la corteza del timo. En
ese momento, los linfocitos específicos de las proteínas del CMH II conservan CD4,
pierden CD8 y se convierten en linfocitos T auxiliares. Los linfocitos T específicos de
las proteínas CMH I conservan CD8, pierden CD4 y se convierten en linfocitos T
citotóxicos.
Después de la selección positiva, los linfocitos presentan una selección negativa
en la médula del timo. Durante ese proceso, los linfocitos que se unen con alta
afinidad a complejos CMH/autoantígeno mueren por apoptosis, algo importante,
porque habrían reaccionado más tarde contra péptidos propios y causarían
enfermedades autoinmunitarias. A los linfocitos que se unen con poca afinidad a
CMH/autoantígeno se les permite abandonar el timo. Posteriormente serán activados
solo por la unión de alta afinidad con el complejo CMH/antígeno extraño, la señal
adecuada para la activación inmunitaria.
414
Linfocitos T citotóxicos, auxiliares y de memoria
Se pueden distinguir los linfocitos T citotóxicos, los auxiliares y los de memoria con
base en su función inmunitaria. Los linfocitos T citotóxicos (CD8+) secretan
linfotoxinas y están diseñados para eliminar células infectadas por virus u otros
microorganismos patógenos.
Los linfocitos T auxiliares (CD4+) ayudan a determinar qué tipo de respuesta
inmunitaria presentará el cuerpo para atacar a un patógeno en particular; no tienen
actividad citotóxica y no eliminan directamente a las células infectadas o entes
patógenos; en cambio, controlan la respuesta inmunitaria al inducir a otras células a
realizar tales tareas. Actúan en la regulación de las respuestas inmunitarias innata y
adaptativa. Los linfocitos T auxiliares dirigen la respuesta inmunitaria mediante la
secreción de linfocinas; estimulan la proliferación de linfocitos B y linfocitos T
citotóxicos; atraen a los neutrófilos, y activan macrófagos. La diferenciación de
células T auxiliares CD4+ en subtipos mejor conocidos de células T auxiliares 1 y 2
ocurre después de su activación en el sistema linfático periférico. Cada subtipo
produce un conjunto diferente de moléculas efectoras.
Por ejemplo, los linfocitos T auxiliares 1 liberan las moléculas efectoras de la
activación de los macrófagos, interferón γ y factor α de necrosis tumoral (FNT-α).
Las acciones resultantes, llamadas respuesta 1 de linfocitos T auxiliares o respuesta
de tipo 1, respaldan las actividades de los macrófagos y las células T citotóxicas del
sistema inmunitario celular.
Por otro lado, los linfocitos T auxiliares 2 producen moléculas efectoras, como
interleucina-4, interleucina-5, interleucina-13, interleucina-25, interleucina-31 e
interleucina-33, entre muchas otras. Esta respuesta de los linfocitos T auxiliares 2, o
respuesta de tipo 2, promueve las acciones de los linfocitos B y, por lo tanto, del
sistema inmunitario humoral.
La investigación muestra que el modelo doble de linfocitos T auxiliares es
415
demasiado simple. Por ejemplo, muchos linfocitos T auxiliares expresan citocinas de
ambas características. A menudo se denominan linfocitos T auxiliares cero.
Adicionalmente, otras células inmunitarias expresan también muchas de las citocinas
específicas de los linfocitos T. Se han propuesto varios nuevos modelos que incluyen
linfocitos T auxiliares 17, pero hasta hoy, no hay un enfoque aceptado de manera
unánime.
Casi 10% de los linfocitos T CD4+ son linfocitos T reguladores (antes conocidos
como linfocitos T supresores). Se han nombrado varios subtipos (p. ej., Treg, Tr1 y
Th3). Todos tienen en común la capacidad de suprimir las respuestas inmunitarias y,
por lo tanto, son importantes para mantener la homeostasis inmunitaria. Por ejemplo,
se sabe que inhiben la producción de linfocitos T citotóxicos cuando ya no son
necesarios. Por otro lado, se ha mostrado que los linfocitos T auxiliares son también
capaces de “regular” sus propias respuestas. Se cree que los linfocitos T reguladores
se relacionan con la inducción de tolerancia a la microbiota de las superficies
mucosas.
Finalmente, los linfocitos T de memoria adquieren “experiencia” por encuentros
con un antígeno durante una infección previa o una célula cancerosa o bien por
vacunación. Los linfocitos T de memoria, cuando encuentran a un invasor (patógeno)
por segunda vez, montan una respuesta inmunitaria más rápida y fuerte que en la
primera ocasión. Estas células son críticas para la longevidad de la inmunidad
específica. Se requiere absolutamente de las células T auxiliares para que los
linfocitos B de memoria se desarrollen y ocurran sucesos de cambio de clases de
anticuerpos.
416
La inmunidad humoral es mediada por la secreción de anticuerpos
La unión del antígeno al RLB activa a los linfocitos B, que empiezan a proliferar y
pueden diferenciarse en células plasmáticas que secretan anticuerpos. Si el linfocito B
activado está en presencia de un linfocito T auxiliar, éste libera citocinas que
respaldan la actividad del primero (véase fig. 10-4). En el modelo clásico, algo
obsoleto, las citocinas que activan linfocitos B, como IL-4, son parte de la respuesta
de los linfocitos T auxiliares 2. La mayoría de los nuevos linfocitos se transforma en
células plasmáticas, que producen anticuerpos durante 4 a 5 días, con el resultado de
su alta concentración en plasma y otros líquidos corporales, y se pueden unir
específicamente a las determinantes antigénicas que indujeron su secreción. Cuando
los linfocitos T auxiliares participan en la activación, otros clones de linfocitos B se
convierten en linfocitos B de memoria, con sobrevida prolongada (véanse figs. 10-3 y
10-4).
En contraste con la respuesta de retraso temporal de la inmunidad mediada por
células, los anticuerpos pueden inducir respuestas inmediatas a los antígenos y, por lo
tanto, provocar reacciones de hipersensibilidad inmediata (véase Trastornos
inmunitarios).
417
Figura 10-6 Anticuerpos y receptores de antígenos. Los anticuerpos son inmunoglobulinas (Ig) de cinco
isotipos (IgA, IgD, IgE, IgG, IgM). No se muestran los cuatro subtipos de IgG y dos de IgA. La unidad básica
de cada isotipo es un monómero que consta de dos cadenas pesadas y dos cadenas ligeras, mantenidas juntas
por puentes disulfuro en una configuración Y. Las cadenas pesadas son diferentes para los diversos isotipos.
Cada porción terminal de la “Y” se denomina Fab, porque éste es el fragmento que contiene el sitio de unión
al antígeno. Un segundo fragmento cristalizable se denomina Fc. Cuando son secretadas por las células
plasmáticas, IgG, IgD e IgE constan de un monómero, IgA de dos (dímero) e IgM de cinco (pentámero). El
receptor de los linfocitos B simula a un monómero de Ig asociado a la membrana. El receptor de linfocitos T
tiene una estructura similar al Fab.
Clases de anticuerpos
El RLB se encuentra en la superficie de un linfocito B y está constituido por un
anticuerpo acoplado con un dímero (una proteína Igα y una Igβ). El dímero de Igα e
Igβ se asocia con la transducción de señal, en tanto el anticuerpo se dirige a la unión
de antígeno. Hay cinco clases (isotipos) de anticuerpos (IgA, IgD, IgE, IgG, e IgM),
cada una con propiedades biológicas específicas que corresponden a antígenos
particulares. En la figura 10-6 y la tabla 10-4 se resumen la forma y las funciones de
las cinco clases principales de anticuerpos. En la figura 10-6 se muestran
adicionalmente las similitudes de RLT y RLB con una inmunoglobulina.
418
La IgM es la clase de anticuerpo secretado durante la respuesta inmunitaria
primaria predominante (primer encuentro con el antígeno). Tiene una semivida de
aproximadamente 5 días. El RLB de un linfocito B indiferenciado (que no ha sido
activado por un antígeno) expresa la IgM como un monómero. Sin embargo, la IgM,
cuando es secretada por células plasmáticas, consta de cinco unidades “Y”, que se
mantienen juntas por una cadena de unión (cadena J). El tamaño de la IgM secretada
y sus muchos sitios de unión de antígenos proporcionan a la molécula una excelente
capacidad de aglutinación de bacterias y eritrocitos. Aunque tiene el potencial de
unirse a 10 antígenos, en realidad, suele unirse solo a cinco. Los macrófagos fijos del
SRE retiran de manera eficaz y rápida tales antígenos aglutinados.
La IgD se encuentra en el plasma (en muy pequeñas cantidades) y en la superficie
de los linfocitos B indiferenciados y tiene una semivida de 3 días. Se desconoce que
tenga alguna función exacta, pero su presencia ubicua en el reino animal sugiere que
posee una muy importante. Se ha postulado que participa en la inducción de la
tolerancia inmunitaria. Se ha visto también que la IgD activa a basófilos y células
cebadas. La concentración sérica de IgD aumenta durante una infección crónica, pero
no se relaciona con enfermedad particular alguna.
La IgG es el principal anticuerpo producido en respuesta a encuentros secundarios
y de mayor orden con antígenos (subsiguientes a aquellos que ya crearon células de
memoria). Las respuestas inmunitarias secundarias se activan más rápidamente y
producen más anticuerpos, con una mayor afinidad por el antígeno, en comparación
con las respuestas primarias. Por lo tanto, la IgG es el anticuerpo sérico más
prevalente y se encarga de la inmunidad adaptativa ante las bacterias y otros
microorganismos. La IgG se encuentra en el suero como monómero. Hay cuatro
subclases de IgG en los seres humanos (IgG1, IgG2, IgG3 e IgG4). La IgG tiene una
semivida de 23 días, la más prolongada entre las clases de anticuerpos. Cuando está
unida a un antígeno, la IgG puede activar el complemento sérico y causar
opsonización. Además, atraviesa la placenta y se secreta en el calostro, lo que protege
al feto y al neonato de las infecciones.
La IgA suele encontrarse como polímero de la unidad fundamental de anticuerpos
con forma de Y cuando es secretada por las células plasmáticas. En la mayoría de las
moléculas de IgA, una cadena de unión (cadena J) mantiene juntas a las dos unidades
de anticuerpos (forma dimérica). Conforme la IgA pasa a través de las células
epiteliales, se agrega un fragmento antigénico adicional, la pieza secretora. En esta
conformación, la IgA se secreta activamente hacia la saliva, las lágrimas, el calostro y
el moco y, por lo tanto, se conoce como inmunoglobulina de secreción (sIgA). La
IgA también se encuentra en el suero, principalmente como el isotipo IgA1,
producido por los linfocitos B de la médula ósea, en tanto el subtipo IgA2 está
presente en las secreciones. Como parte del RLB, la IgA se encuentra en la forma
monomérica y tiene una semivida de casi 6 días.
419
La IgE es un anticuerpo monomérico ligeramente mayor que la IgG, pero con una
semivida relativamente breve, de alrededor de 3 días. La IgE se une ávidamente a
través de su región Fc a las células, como las cebadas, los basófilos y los eosinófilos,
que participan en las reacciones alérgicas y la inmunidad contra parásitos.
420
Una variante homóloga de la convertasa de C3 (C3bBb) también se forma en una
vía alternativa, que se activa por pequeñas cantidades de C3b, que se hidrolizan
espontáneamente a partir de C3. Cuando C3b se une a las células humanas es
inactivada rápidamente. Sin embargo, C3b se torna protegida cuando se une a las
superficies de células microbianas y forma la convertasa C3 mediante los factores D
y B. El complejo se estabiliza mediante la properdina (factor P). Hay un ingreso
lateral a esta vía, donde los complejos entre moléculas bacterianas de manosa y la
proteína plasmática leptina de unión de manosa inician la serie de sucesos (vía de
lectina). En comparación con la vía clásica, la alternativa es más rápida, pero requiere
de antígenos microbianos específicos para su activación.
Las convertasas de C3 de ambas vías llevan a la formación de la fracción C3b del
complemento, que activa a la convertasa C5, otra enzima crítica en la serie, que forma
C5b. En la vía clásica, la C5 convertasa se crea cuando la C3b se une a la C4b2a
(C4b2a3b), y en la vía alternativa cuando C3b se une a C3bBb (C3bBbC3b). La
fracción C5b y las cuatro proteínas del complemento, C6, C7, C8 y C9, forman el
complejo de ataque de membranas (CAM). El CAM tubular se inserta en la
membrana de la célula objetivo por su naturaleza hidrofóbica, lo permite el paso libre
de pequeñas moléculas, iones y agua, con el resultado de la muerte de la célula
objetivo.
Se pueden usar las cifras séricas de C3 y CRP para valorar la inflamación en un
paciente. Las cifras séricas bajas de C3 indican que se está consumiendo (activado)
en las vías de activación del complemento, en tanto una cifra elevada de CRP se
correlaciona con un aumento de la inflamación.
421
Figura 10-7 El sistema del complemento ataca la superficie de las células extrañas. Más de 20 proteínas
del complemento (C) se aúnan a la actividad de los anticuerpos en una serie de sucesos para eliminar entes
patógenos. El propósito es producir opsonina C3b, anafilatoxinas, quimioatrayentes C4a, C3a y C5a, y el
complejo de ataque de membranas (CAM). El CAM se inserta en las membranas de las células y causa su
lisis. Los complejos antígeno-anticuerpo (Ag-Ab) y otros (p. ej., proteína C reactiva y los componentes de la
vía de lectina) activan la vía clásica. La fracción C3 hidrolizada espontáneamente y las moléculas de
superficie del ente patógeno (p. ej., lipopolisacáridos) activan la vía alterna y otras (p. ej., componentes de la
vía de lectina). Se inicia la vía de lectina en respuesta a las superficies microbianas (manosa). Las vías clásica
y alternativa utilizan enzimas estructuralmente diferentes, pero funcionalmente idénticas, C3 convertasa y C5
convertasa.
422
inflamatorias e incluyen las mecánicas, por radiación, quemaduras, congelación,
irritantes químicos y necrosis tisular por carencia de oxígeno y nutrimentos. El
cuerpo inicia una serie inespecífica de procesos fisiológicos en los tejidos
vascularizados que involucran a elementos del sistema inmunitario innato, con el
propósito de reparar el daño celular y restablecer el tejido a su funcionamiento
normal.
• En una respuesta normal, la inflamación es de autoinicio, autopropagación temporal
y autoterminación.
• La inflamación es una respuesta necesaria ante la lesión tisular y no se puede
pensar en la vida humana en su ausencia.
• Por otro lado, la inflamación a veces exagera en sus reacciones, lo que lleva a un
círculo vicioso de lesión repetida y afección persistente.
• La inflamación está estrechamente vinculada con todos los tipos de enfermedad, de
modo que el tratamiento antiinflamatorio es esencial en muchos casos.
423
inflamación aguda por células ya presentes en el tejido dañado, sobre todo por
macrófagos residentes, células dendríticas, células de Kupffer y cebadas, que liberan
mediadores inflamatorios que producen cambios funcionales en los tejidos. Uno de
los cambios inmediatos observados en la inflamación aguda es la vasodilatación y,
por lo tanto, el aumento de la permeabilidad. La vasodilatación incrementa el flujo
sanguíneo a la zona lesionada, a veces hasta por 10 tantos. Adicionalmente, las
paredes vasculares presentan escapes, por un lado, como resultado de la necrosis
relacionada con la lesión de las células endoteliales, y por otro, como resultado de su
retracción por señales químicas. La histamina, liberada por las células cebadas, los
basófilos, los eosinófilos y las plaquetas, es un mediador químico importante de este
proceso.
Agua, sales y pequeñas proteínas, como el fibrinógeno, escapan del plasma hacia
la zona dañada. El fibrinógeno forma redes de fibrina para atrapar microorganismos.
El líquido que escapa se denomina exudado, o pus en el caso de una herida infectada.
Si una zona infectada presenta licuefacción adicional y se aísla del tejido circundante,
constituye un absceso. Las ampollas, cúmulos de linfa, pueden formarse en respuesta
a quemaduras, infecciones o agentes irritantes.
Los leucocitos sanguíneos son atraídos y emigran hacia el tejido inflamado, en un
proceso regulado que evoluciona en tres pasos: en el primero, llamado marginación,
se reclutan neutrófilos y forman puentes constituidos por selectinas con las células
endoteliales en los sitios inflamados, las selectinas P y E en las células endoteliales y
las L en los neutrófilos.
En el segundo paso, llamado de rodamiento, los neutró filos se desplazan por el
endotelio como planta rodadora, dado que los puentes inicialmente son laxos y se
forman y desprenden de manera continua. En un momento dado, se establece una
conexión más firme entre las integrinas, sobre los neutrófilos, y las moléculas de
adhesión intracelular y vascular, en el lado endotelial.
En el tercer paso, de extravasación de leucocitos, conocido comúnmente como
diapédesis o transmigración, los neutrófilos migran activamente a través de la
membrana basal del vaso sanguíneo hacia los tejidos, con ayuda de la conexión firme
a las células endoteliales, pero sin dañarlas. Después de los neutrófilos, se atraen
monocitos, que se diferencian en macrófagos cuando abandonan la sangre.
Posteriormente, se presentan los linfocitos. La aparición de aumento de las células no
granulosas, monocitos y linfocitos, marca la transición a la inflamación crónica.
424
células lesionadas o activadas en el sitio de inflamación. Se sabe de numerosas
sustancias que regulan la inflamación, muchas de ellas al parecer con una función
redundante. En la tabla 10-5 se enlistan algunas de ellas. Algunas se mencionaron
como parte del sistema inmunitario innato, lo que demuestra la estrecha interacción
entre las dos respuestas inmunitarias.
425
coágulos sanguíneos. Los mediadores derivados de células pueden estar preformados
(p. ej., histamina) o sintetizarse, según se requiera, (p. ej., prostaglandinas).
426
algunas enfermedades autoinmunitarias.
INFLAMACIÓN CRÓNICA
La inflamación crónica corresponde a la incapacidad de resolver su forma aguda y
suele causar daño corporal grave. La inflamación crónica aparece cuando el agente
causal y el huésped no son lo suficientemente fuertes para eliminar uno al otro (p. ej.,
en el caso de osteomielitis, la infección ósea), cuando hay una exposición prolongada
al agente tóxico (p. ej., silicosis por inhalación de polvo cristalino de sílice) o como
parte de un proceso patológico autoinmunitario (p. ej., artritis reumatoide [AR]).
También puede desarrollarse sin ser precedida por la inflamación aguda (p. ej., en la
tuberculosis).
La inflamación crónica puede durar semanas, meses o años, y lleva a la aparición
de heridas crónicas, constituidas por tejido conectivo en una disposición laxa (tejido
de granulación), infiltrado de fibroblastos y células inflamatorias. El tipo de célula
inflamatoria predominante es el monocito/macrófago. Se trata del único tipo de célula
presente en el caso de la inflamación crónica resultante de un agente no antigénico,
como el material de sutura. En el caso en que los agentes lesivos sean también
antigénicos, aparecen otros tipos celulares, como linfocitos, células plasmáticas y
eosinófilos.
La inflamación crónica se caracteriza por el daño tisular constante por especies
427
reactivas de oxígeno y nitrógeno, y proteasas secretadas por las células inflamatorias.
Otros productos, como el ácido araquidónico y las citocinas proinflamatorias,
amplifican y propagan el daño, lo que debilita el cuerpo y lo hace todavía más
susceptible a la infección e inflamación adicionales. Se trata de un círculo vicioso que
lleva a síntomas clínicos típicos de enfermedades inflamatorias crónicas, como AR,
ateroesclerosis o psoriasis.
La inflamación avasalladora combinada con supresión inmunitaria puede llevar al
síndrome de respuesta inflamatoria sistémica, que se denomina septicemia cuando la
inflamación es producto de una infección. En casos graves, pudiese llevar a la falla
orgánica y la muerte.
Las enfermedades inflamatorias crónicas pueden afectar a todo segmento corporal
y suelen señalarse añadiendo al sustantivo correspondiente el sufijo “itis”. Por
ejemplo, miocarditis es la inflamación del corazón y nefritis es la inflamación del
riñón. Algunos estados inflamatorios no siguen la terminología convencional. El más
frecuente es el asma. Otro ejemplo es la neumonía, término que se usa más a menudo
que “neumonitis”, para referirse a la infección inflamatoria crónica del pulmón.
FÁRMACOS ANTIINFLAMATORIOS
Los corticoesteroides son los fármacos antiinflamatorios más poderosos de que se
dispone en la actualidad. Inhiben la acumulación de neutrófilos en los sitios de
inflamación (véase Neuroendoimunología) pero también tienen efectos amplios sobre
otras células y los procesos inflamatorios. Ése es el motivo de los abundantes efectos
secundarios que van desde la osteoporosis hasta la alteración del eje hipotálamo-
hipofisario.
Los fármacos antiinflamatorios no esteroides inhiben a la ciclooxigenasa (COX),
involucrada en la producción de prostaglandinas. Hay al menos dos isoformas de esta
enzima: la COX1 que se encuentra en las plaquetas y cataliza la producción de
428
tromboxano A2, cuya inhibición lleva a la limitación de la coagulación sanguínea,
por lo que se usan sus inhibidores como anticoagulantes; y la COX2, que se expresa
en los vasos sanguíneos y los macrófagos en respuesta a la inflamación y lleva a la
producción de la prostaglandina I2. Los fármacos que específicamente bloquean a la
COX-2 pueden disminuir el dolor por inflamación. Sin embargo, ambas, COX-1 y
COX-2 están presentes en muchos más sitios, motivo de los abundantes efectos
secundarios farmacológicos de los inhibidores de la COX.
Los tratamientos alternativos incluyen una amplia variedad de sustancias
naturales con características antioxidantes y antiinflamatorias, pero a menudo con
mecanismos de acción no bien dilucidados, e incluyen nutrimentos como la vitamina
E; plantas como la camomila o manzanilla, y complementos, como las glucosaminas,
por nombrar unos cuantos.
Debido a los efectos secundarios o la incertidumbre relacionada con muchos
fármacos antiinflamatorios, que a menudo rebasan a sus beneficios, un objetivo
principal de la investigación médica del siglo xxi es desarrollar nuevas estrategias
contra la inflamación. Los fármacos más recientes, en general, pretenden dirigirse a
vías específicas en lugar del proceso inflamatorio general. Por ejemplo, los
modificadores de leucotrienos, una clase relativamente nueva de medicamentos
antiinflamatorios para pacientes con asma, bloquean específicamente a los productos
del metabolismo del ácido araquidónico y pueden combatir una crisis de asma,
incluso antes de que empiece (Enfoque clínico 10-1).
L ossusceptibles
datos epidemiológicos confirman lo que muchos padres sospechan: sus hijos son más
a las alergias que ellos cuando eran pequeños. En los últimos 30 años, la prevalencia
de alergias ha aumentado en Estados Unidos y en el mundo; aún más de manera proporcional en los
países con mayor desarrollo en comparación con aquellos en proceso de serlo, y en las áreas urbanas en
comparación con las rurales.
Una hipótesis, a menudo conocida como modelo de higiene, propone que los niños que no están
expuestos a suficientes antígenos en la infancia no desarrollan adecuadamente su respuesta de linfocitos
T auxiliares 1, lo que lleva a un desequilibrio en favor de las respuestas de linfocitos T auxiliares 2, que
están presentes desde el nacimiento. Aunque esta hipótesis es controvertida por ser demasiado simplista,
no se discute que las diversas manifestaciones de la inflamación alérgica es el resultado de la activación
errónea de células T auxiliares 2.
El asma es un trastorno alérgico frecuente. Casi 23 millones de personas, incluidos
aproximadamente 7 millones de niños, padecen asma, la cual pertenece al tipo de trastornos de
hipersensibilidad de tipo I y se caracteriza por la estenosis excesiva de las vías respiratorias en respuesta
a muchos estímulos.
Los alergenos típicos que causan asma atópica (también llamada extrínseca o alérgica) son caspa de
animales, excremento de ácaros del polvo, polen del césped y antígenos de cucarachas. El ejercicio
extenuante o la preocupación pudiesen desencadenar un asma no atópico.
Los síntomas de ambos tipos de asma son similares, e incluyen sibilancias, disnea, rigidez de tórax y
tos, causados por la inflamación crónica de las vías respiratorias, que produce edema. La producción de
moco excesivo, la broncoconstricción, y el aumento de los depósitos de colágena exacerban aún más la
restricción de las vías aéreas desde y hacia los pulmones.
El desarrollo de los síntomas de asma finalmente depende de la presencia de linfocitos T auxiliares
2, que secretan citocinas características, de las que la interleucina-4 activa a linfocitos B para producir
429
anticuerpos IgE, que se unen a células cebadas, eosinófilos y otras células de vías aéreas a través de
receptores específicos para las porciones Fc de los anticuerpos. En encuentros subsiguientes con el
antígeno, ocurre enlace cruzado de IgE en las células cebadas y los eosinófilos, que lleva a su activación
y liberación de histamina y leucotrienos. Éste y otros factores de inflamación reclutan células
inflamatorias que incluyen linfocitos T auxiliares 2 adicionales al pulmón, con el resultado de un ciclo
inmunitario de retroalimentación positiva lesivo. La IL-4, junto con IL-9, también son necesarias para la
maduración de las células cebadas, y junto con IL-5 para reclutar eosinófilos.
Se dispone de diversos tratamientos que interfieren con procesos alérgicos diversos. Los fármacos
antihistamínicos para tratar el asma atópica se dirigen a receptores H1 o evitan la liberación de
histamina por las células cebadas. La epinefrina y los agonistas selectivos β2 para el tratamiento de la
anafilaxia sistémica regulan al sistema nervioso simpático (véase Neuroendoimunología). Los
corticoesteroides y los antagonistas del receptor de leucotrienos son útiles para suprimir la inflamación.
La inmunoterapia (también llamada hiposensibilización o desensibilización) implica inyecciones
subcutáneas que contienen dosis gradualmente crecientes de un extracto de alérgeno. El sistema
inmunitario responde con aumento creciente de las cifras de anticuerpos IgG y síntesis de menos
anticuerpos IgE, lo que parece ayudar al paciente a evitar reacciones muy notorias cuando se encuentra
después al alérgeno en forma natural. Los pacientes bajo inmunoterapia de alérgenos están en riesgo de
presentar anafilaxia sistémica. Deberían vigilarse las titulaciones de anticuerpos durante el proceso de
hiposensibilización para asegurar que el paciente esté sintetizando menos anticuerpos IgE, de modo que
el tratamiento no esté aumentando su concentración.
430
y el trasplante de citoblastos, que pueden regenerar órganos por completo
funcionales. Este último es el “santo grial” de la restitución de órganos, porque el
nuevo tejido no se reconocería como extraño si los citoblastos proviniesen del mismo
receptor. Sin embargo, hasta hoy, estas alternativas no funcionan tan bien como los
órganos de aloinjerto.
Hay muchos aspectos a considerar, y retos a superar, que involucran problemas
éticos, sociales y legales. Para nombrar solo unos cuantos, los xenotrasplantes pueden
introducir nuevas enfermedades a los seres humanos y llevar al manejo irrespetuoso
de los animales. El uso de órganos de animales y artificiales puede dar origen a
problemas de autoestima, como resultado de la presencia de un tejido no humano en
el cuerpo, y el tratamiento con citoblastos puede conferir el riesgo de presentar cáncer
(Enfoque clínico 10-2).
C uando un paciente presenta una enfermedad terminal de la médula ósea, como leucemia o anemia
aplásica, a menudo la única posibilidad de curación es un trasplante de médula ósea,
procedimiento en el que se usan células de médula ósea saludables para sustituir al sistema
hematopoyético enfermo del paciente.
Para identificar un donador apropiado, se estudian los leucocitos sanguíneos de donadores
prospectivos, por lo general parientes cercanos, para precisar si sus patrones antigénicos son
compatibles con los del paciente. Un trasplante tiene éxito solo si los antígenos leucocitarios humanos
del donador se parecen mucho a los del receptor. Debido a que hay varias determinantes antigénicas y
cada una puede ser ocupada por cualquiera de varios genes, hay miles de posibles combinaciones de
antígenos leucocitarios. La probabilidad de que las células de una persona semejen de manera aleatoria a
las de otra es menor de una en un millón.
La composición antigénica de los leucocitos en la médula ósea y la sangre periférica es idéntica, de
modo que el análisis de los leucocitos sanguíneos suele proveer suficiente información para precisar si
las células trasplantadas se injertarán con éxito. En la actualidad se estudian los hemocitoblastos
periféricos para ver si pueden usarse tan eficazmente como los hemocitoblastos de médula ósea, lo que
disminuiría al mínimo el dolor y los riesgos para los donadores.
Si son significativamente diferentes del tipo de tejido del receptor, los leucocitos trasplantados tal
vez se detecten como extraños por su sistema inmunitario y, por lo tanto, se rechacen; esto es un
fenómeno denominado respuesta de hospedador contra injerto. Sin embargo, esto con frecuencia tiene
poca importancia, porque el sistema inmunitario del paciente presenta supresión y no puede reaccionar
con fortaleza.
El principal problema del trasplante de la médula ósea es el hecho de que los linfocitos T funcionales
en el injerto reconocen al tejido del hospedador como extraño y montan una respuesta inmunitaria, la
llamada enfermedad de injerto contra huésped (EICH), que a menudo se inicia con un exantema, ya
431
que los linfocitos trasplantados invaden la dermis y pueden culminar con la muerte, conforme los
linfocitos destruyen todo órgano, aparato y sistema, de quien recibe la médula.
Hay varios otros métodos para disminuir la morbilidad de los trasplantes de médula ósea. Los
agentes inmunosupresores, incluidos esteroides, ciclosporina y antisuero contra linfocitos T, disminuyen
eficazmente la función inmunitaria de los linfocitos trasplantados. Otro abordaje útil implica el retiro
físico de los linfocitos T de la médula ósea antes del trasplante.
La médula ósea carente de linfocitos T tiene mucha menor capacidad de causar una EICH aguda que
la médula ósea no tratada. Estas técnicas han aumentado sustancialmente la cifra potencial de donadores
de médula ósea para un paciente determinado.
TRASTORNOS INMUNITARIOS
En la tabla 10-7 se presenta una lista de trastornos inmunitarios que no pretende ser
exhaustiva, sino proporcionar una base que pudiese ampliarse en cursos de patología;
está organizada en trastornos de hipersensibilidad, por inmunodeficiencia y
autoinmunitarios.
Muchas enfermedades involucran mecanismos que se ajustan en varias de las
432
categorías presentes en la tabla, un ejemplo de ellas es la artritis reumatoide (AR).
Se cree que un antígeno desconocido estimula la producción de anticuerpos,
característica de la hipersensibilidad tipo III, e inicia la AR, lo que lleva al daño
articular, y como resultado, la liberación de autoantígenos, que perpetúan el proceso
patológico en la forma típica de una enfermedad autoinmunitaria. Se reclutan
linfocitos T y se activan los macrófagos, lo que lleva a una inflamación crónica. Las
respuestas inmunitarias con predominio de los linfocitos T auxiliares 1,
características de las reacciones de hipersensibilidad tipo IV, mantienen la
enfermedad.
Sobrerreacción
Los trastornos inmunitarios más frecuentes se deben a una sobrerreacción del sistema
inmunitario y se conocen como alergias, o anafilaxia, en el caso de las formas
graves. Las alergias se clasifican en cuatro tipos, trastornos de hipersensibilidad tipo I
a IV (véase tabla 10-7). Dependiendo de la sensibilidad de la persona afectada, las
alergias pueden causar síntomas localizados o sistémicos. Las reacciones localizadas
suelen ser bifásicas, con una respuesta inmediata resultante principalmente de la
histamina (eritema, ampollas y rubor), y una respuesta diferida que puede durar varias
horas. Las reacciones sistémicas pudiesen poner en riesgo la vida por la pérdida
súbita de presión arterial como resultado de la vasodilatación general y la obstrucción
de vías aéreas resultante de la contracción del músculo liso.
Inmunodeficiencia
La inmunodeficiencia (o deficiencia inmunitaria) es un trastorno en el que la
capacidad del sistema inmunitario de luchar contra infecciones está comprometida o
ausente. Muchos trastornos entran en esta categoría, si bien el número de pacientes
con enfermedades por inmunodeficiencia congénitas es bajo.
El estudio de estas enfermedades aporta importantes discernimientos en la
inmunología celular y molecular. Por ejemplo, la enfermedad por inmunodeficiencia
combinada grave (SCID), conocida comúnmente como “enfermedad del niño de la
433
burbuja”, representa un grupo de afecciones congénitas caracterizadas por poca o
ninguna respuesta inmunitaria. La investigación mostró que, en la forma ligada a X
de la SCID, los linfocitos T son disfuncionales como resultado de una mutación de la
cadena γ del receptor de IL-2. Las consecuencias inmunitarias de pasar por alto las
señales de la IL-2 son graves y pueden llevar a la muerte del paciente en el primer
año de vida.
ALH, antígeno leucocitario humano; TH1 CD4+, linfocito T auxiliar de tipo 1 CD4+.
Ejemplos (nombres
Nombres Mecanismos
comunes)
Trastornos de hipersensibilidad: respuestas inmunitarias lesivas originadas por alérgenos
Hipersensibilidad inmediata
Tipo I Los alérgenos causan enlaces cruzados de IgE unida • Enfermedades atópicas:
(hipersensibilidad a células cebadas, basófilos y eosinófilos, que urticaria, asma, fiebre del
inmediata) liberan medidores vasoactivos (p. ej., histamina); se heno
presentan síntomas en minutos. • Alergia a alimentos
• Anafilaxia sistémica
Tipo II La citotoxicidad es mediada por anticuerpos • Anemia hemolítica del
(citotoxicidad Ag- (principalmente IgG) dirigidos contra epítopos en la recién nacido
Ab) membrana superficial de las células huésped; los
434
síntomas aparecen en horas. • Anemia hemolítica
autoinmunitaria
• Reacciones ante
transfusiones sanguíneas
Tipo III Complejos inmunitarios circulantes (principalmente • Enfermedad del suero
(enfermedad por IgG) escapan a la fagocitosis y causan depósitos en • Glomerulonefritis
complejos tejidos o vasos sanguíneos, que llevan a la
• Pulmón del granjero
inmunitarios Ag- inflamación; los síntomas se presentan en horas.
Ab)
Hipersensibilidad de tipo tardío
Tipo IV Los linfocitos TH1 de memoria causan inmunidad • Dermatitis por contacto
(hipersensibilidad mediada por células, con el resultado de daño tisular • Dermatitis fotoalérgica
mediada por por macrófagos; los síntomas se presentan en uno o • Enfermedad celiaca
células) varios días.
Trastornos de inmunodeficiencia: causados por deficiencias (primarias) o enfermedad en una
persona antes sana (secundarias)
De linfocitos B Deficiencia en la inmunidad mediada por • Agammaglobulinemia de
anticuerpos Bruton
• Deficiencia de IgA
De linfocitos T Deficiencia en la inmunidad mediada por células • Síndrome de DiGeorge
Combinados Deficiencia combinada de inmunidad celular y • SCID
humoral
Inespecíficos Mediados por linfocitos citolíticos naturales y/o • Deficiencia de adhesión de
deficiencia fagocítica leucocitos
• Enfermedad granulomatosa
crónica
Del complemento Defectos de componentes individuales o proteínas • Deficiencias de C1, C4, C2,
de control C3, C5-C9
• Angioedema hereditario con
ausencia del inhibidor de
C1
Adquiridos El virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) • SIDA
infecta y elimina a los linfocitos T auxiliares CD4+, • Trastornos graves
lo que lleva a la inmunosupresión masiva y un prolongados, como cáncer,
mayor riesgo de cáncer. insuficiencia renal y
diabetes
Trastornos autoinmunitarios: respuestas inmunitarias contra tejido corporal propio
Mediados por Un anticuerpo específico se dirige a un antígeno • Anemia hemolítica
anticuerpos particular, lo que lleva a su destrucción y signos de autoinmunitaria
la enfermedad. • Miastenia grave
• Enfermedad de Graves
Mediados por Los anticuerpos forman complejos con • Lupus eritematoso sistémico
complejos autoantígenos en grandes moléculas, que circulan en • Artritis reumatoide
inmunitarios el cuerpo y causan destrucción.
Mediados por Los linfocitos T reconocen autoantígenos, lo que • Esclerosis múltiple
linfocitos T lleva a la destrucción tisular sin requerir la • Diabetes tipo 1
producción de anticuerpos.
• Tiroiditis de Hashimoto
Mediados por una Las deficiencias de los componentes del • Lupus eritematoso sistémico
deficiencia del complemento con frecuencia llevan o predisponen a
complemento la aparición de autoinmunidad.
435
Ag-Ab, antígeno-anticuerpo; CD, conjunto de diferenciación; Ig, inmunoglobulina; SCID, enfermedad por
inmunodeficiencia combinada grave; SIDA, síndrome de inmunodeficiencia adquirida; TH1, linfocito T
auxiliar 1.
Autoinmunidad
La autoinmunidad es el fracaso del cuerpo en el reconocimiento de sus tejidos como
propios, lo que permite un ataque contra sus células y tejidos. Las enfermedades
resultantes de tal respuesta inmunitaria aberrante se denominan autoinmunitarias.
Son ejemplos la diabetes tipo 1, el lupus eritematoso sistémico (LES), la enfermedad
de Graves y la AR. Los factores genéticos y ambientales, así como el género,
contribuyen a la aparición de muchos trastornos autoinmunitarios. Por ejemplo, ~75%
de los 24 millones de estadounidenses que sufren enfermedades autoinmunitarias
corresponde a mujeres.
Aunque muchos factores contribuyentes participan, el o los mecanismos
desencadenantes de la mayoría de las enfermedades autoinmunitarias aún no se
conocen por completo. Por ejemplo, el LES es una enfermedad autoinmunitaria
crónica que afecta a múltiples órganos. Su causa es en gran parte desconocida, si bien
se sabe que hay una predisposición genética a su aparición, debido a que un gemelo
idéntico tiene 3 a 10 veces mayor riesgo de presentarla. Las hormonas con gran
probabilidad participan, porque 90% de los pacientes con LES corresponde a
mujeres. Finalmente, parece ser que los factores ambientales como ciertos
medicamentos, el estrés y otras enfermedades, también llevan al LES.
436
células de la leucemia linfocítica crónica son difíciles de diferenciar de las normales y
la enfermedad pudiese presentar una cifra similar de linfocitos a la fisiológicamente
alta. En este caso, la identificación de marcadores celulares específicos, que no están
presentes en las células sanas, ayuda al diagnóstico. Por lo tanto, la inmunología
tumoral identifica antígenos específicos de tumor.
Algunos antígenos tumorales, como los normales con expresión exagerada, las
proteínas mutadas o los antígenos virales, pueden descubrirse por el sistema
inmunitario, en un proceso llamado detección inmunitaria, para desarrollar
inmunidad contra el tumor. Éste es un motivo por el que las personas con
inmunosupresión resultante de una infección previa, de otras enfermedades o de la
edad, tienen más probabilidad de sufrir cánceres. Por ejemplo, aunque la mayoría de
las personas con linfoma de Burkitt se mantiene sana cuando está infectada, se trata
del cáncer infantil más frecuente en el África central, donde el paludismo y la
desnutrición contribuyen a la debilidad inmunitaria.
No obstante, la mayoría de los cánceres se presenta en personas con un sistema
inmunitario normal. El motivo es que las células tumorales desarrollan mecanismos
para evadir o alterar las respuestas inmunitarias apropiadas, que incluyen la expresión
disminuida o nula de las proteínas del CMH y la secreción de citocinas
inmunosupresoras como el TGF-β, para nombrar dos mecanismos.
En el campo de rápido avance de la inmunoterapia del cáncer, donde se pretende
aumentar las defensas naturales del cuerpo contra los tumores malignos, se pueden
utilizar componentes de la respuesta inmunitaria contra el cáncer, que ya se
desarrollaron en el paciente. La inmunización activa con antígenos tumorales y
citocinas, o los tratamientos con anticuerpos antitumor, son ejemplos de este tipo de
terapéutica.
NEUROENDOINMUNOLOGÍA
La neuroendoinmunología es el estudio de la interacción entre los sistemas
nervioso, endocrino e inmunitario, que intercambian una amplia cantidad de
información. Por ejemplo, comparten varios de los mismos receptores, y sintetizan y
secretan algunas de las mismas moléculas, como hormonas peptídicas,
neurotransmisores y citocinas. De acuerdo con ello, no es de sorprender que la
fortaleza de la respuesta inmunitaria de una persona dependa no solo del tipo de
antígeno o de su edad y constitución genética, sino también de sus opciones de estilo
de vida, carácter emocional y capacidad de enfrentar el estrés.
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de las neuronas hipotalámicas paraventricu-lares para liberar la hormona liberadora
de corticotropina (CRH), que inicia la respuesta de estrés fisiológica para retornar a
una persona a la homeostasis. En la hipófisis, la CRH estimula la expresión de la pro-
opiomelanocortina, que se convierte en β-endorfina y hormona adrenocorticotrópica
(ACTH). La ACTH estimula la secreción de corticosteroides por la glándula
suprarrenal. Todas estas moléculas pueden también unirse directamente a receptores
de células inmunitarias. Las acciones resultantes son, en general, inhibitorias del
sistema inmunitario, pero también pueden ser de respaldo inmunitario, en especial
durante el estrés agudo.
La activación de la respuesta de estrés mediante CRH también lleva la activación
del sistema nervioso simpático y la secreción de su neurotransmisor, la norepinefrina.
Las citocinas que son secretadas por células inmunitarias o del sistema nervioso
central (SNC), como las de microglia y los astrocitos, pueden también activar esta vía
autonómica de respuesta al estrés.
Una malla de fibras nerviosas autonómicas envía información del SNC al bazo y
los ganglios linfáticos, donde terminan en estrecha proximidad con linfocitos T y
macrófagos. Estas células inmunitarias, así como los linfocitos B, expresan receptores
β-adrenérgicos del subtipo β-2, y su activación, en general, lleva a la inhibición de la
función celular. Por ejemplo, la activación adrenérgica de los linfocitos T disminuye
su expresión de integrinas, de manera que no pueden migrar fuera del vaso sanguíneo
hacia los tejidos, lo que explica las elevadas cifras de linfocitos T que se observan
después de un suceso de estrés.
Además, las terminaciones nerviosas simpáticas y la médula suprarrenal secretan
endorfinas y encefalinas, péptidos opioides que se oponen a la respuesta de estrés
del cuerpo y ayudan a mantener la homeostasis durante periodos de estrés físico y
sicológico. Las respuestas inmunitarias a los opioides varían, dependiendo del subtipo
y concentración del neuropéptido.
La melatonina, una hormona de la glándula pineal, parece regular la red de
opioides y, en consecuencia, al sistema inmunitario. El tratamiento con melatonina
está bajo estudio para respaldar al sistema inmunitario en las personas de edad
avanzada y evitar la inmunosenescencia.
Mediadores neurales
Las células inmunitarias presentes en tejidos neuronales y de otro tipo producen
mediadores que pueden actuar sobre el cerebro.
Linfocinas y timocinas (producidas por el timo) transportan un flujo de
información del sistema inmunitario periférico al SNC. Por ejemplo, la IL-1 es un
mitógeno potente para las células astrogliales; además, actúa en las células
hipotalámicas y causa fiebre. La IL-2 promueve la división y maduración de los
oligodendrocitos. La IL-3 respalda la supervivencia de las neuronas colinérgicas.
Los linfocitos T CD4+ y los macrófagos sintetizan neuropéptidos, como el péptido
intestinal vasoactivo y el polipéptido activador de la ciclasa de adenilato hipofisaria,
que anteriormente se pensó eran productos solo de células no inmunitarias.
Hasta fecha reciente, también se creía que el cerebro carecía de células
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inmunitarias periféricas. Hoy se sabe que las células inmunitarias pueden atravesar la
barrera hematoencefálica e ingresar al SNC. Parece que están presentes para regular
sucesos neuronales fisiológicos y contribuir potencialmente a mantener la capacidad
cerebral para las funciones cognitivas. Por otro lado, las células inmunitarias
neuronales pueden desencadenar trastornos autoinmunitarios. Por ejemplo, los
linfocitos T autoinmunitarios que reconocen a la proteína básica de mielina de las
vainas de esta proteína, se puede vincular con el desarrollo de una enfermedad
desmielinizante, la esclerosis múltiple.
Mediadores hormonales
El sistema endocrino y el inmunitario actúan en concierto para mantener la
homeostasis. Muchas hormonas se han vinculado con funciones inmunitarias. Por
ejemplo, las células del sistema inmunitario también producen (p. ej., monocitos y
linfocitos) y usan (p. ej., linfocitos, monocitos y linfoblastos citolíticos) la hormona
estimulante de tiroides, que se conoce mejor como reguladora de funciones
metabólicas. La hormona del crecimiento, la prolactina, las hormonas sexuales
femeninas y masculinas y la leptina son ejemplos adicionales de hormonas que de
manera inequívoca regulan al sistema inmunitario.
En la forma típica, las hormonas ejercen múltiples acciones en muchas células
objetivo, dependiendo de la concentración de hormonas, el tejido objetivo y el
ambiente. Esto convierte a las hormonas en reguladoras óptimas de la homeostasis
corporal, pero suelen causar efectos secundarios indeseados durante su uso clínico.
Los efectos secundarios impredecibles son un motivo por el que el uso de
inmunoterapia con hormonas o neuropéptidos aún es limitado. Por ejemplo, se
administra la hormona suprarrenal epinefrina para revertir algunos efectos de la
alergia. El campo de la siconeuroinmunología se estructura sobre el hecho de que las
experiencias y conductas positivas pueden impulsar también al sistema inmunitario.
Así, se aconseja a las personas con inmunosupresión encontrar formas de enfrentar el
estrés. Sin embargo, están en proceso de desarrollo muchas nuevas aplicaciones y el
reforzamiento dirigido o la supresión de funciones de células inmunitarias tendrán un
papel más importante en el abordaje para ayudar al cuerpo a mantener la homeostasis.
L alavitamina D es liposoluble y se asocia de la mejor forma con los rayos ultravioleta (UV) del Sol y
absorción del calcio. Se ha sugerido que la exposición de la cara, los brazos, las piernas y el
dorso a los rayos UV del Sol durante 5 a 30 min en cualquier hora de las 10 AM a las 3 PM, al menos dos
veces por semana, promueve la síntesis adecuada de vitamina D y mantiene las propiedades protectoras
de su forma endógena. Sin embargo, esta exposición a los rayos UV conlleva el riesgo potencial para la
salud de presentar melanoma. Los individuos que no tienen exposición adecuada a los rayos UV del Sol,
deben consumir vitamina D exógena, que se encuentra en los alimentos o se toma como complemento
alimentario. La vitamina D se encuentra de manera natural en alimentos como leche, yema de huevo,
salmón, trucha y aceite de hígado de bacalao. La vitamina D también está disponible como
complemento alimentario, y con frecuencia se agrega a los alimentos donde no se presenta de manera
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natural. La vitamina D obtenida en los alimentos se absorbe en el intestino delgado y se transporta al
hígado mediante la proteína fijadora de vitamina D (VDBP). El cuerpo activa la vitamina D tanto en el
hígado como en los riñones. Primero la convierte en 25-hidroxivitamina D (calcidiol) en el hígado, y
posteriormente en 1,25-dihidroxivitamina D (calcitriol), en los riñones. La vitamina D promueve la
absorción del calcio en el tracto gastrointestinal y se relaciona con el crecimiento y la fortaleza óseos.
La deficiencia de la vitamina D se ha vinculado durante mucho tiempo con el raquitismo en los
niños, donde los huesos se tornan frágiles y se reblandecen por la falta de calcio, y la osteoporosis en el
anciano. Hay, no obstante, pruebas crecientes que sugieren que la vitamina D tiene participación
significativa en la función inmunitaria, tanto para regular la respuesta a las enfermedades infecciosas
como las interacciones de las células inmunitarias con la microbiota comensal, no patógena, del tracto
gastrointestinal. Se ha sugerido que numerosos tipos celulares, incluida la mayoría de las células
inmunitarias, puede expresar el receptor de vitamina D (RVD) y que la vitamina D puede influir en la
activación o diferenciación de esas células in vitro. Si esta regulación también se encuentra durante las
respuestas inmunitarias in vivo, la presencia de vitamina D pudiese influir tanto en el sistema
inmunitario innato como en el adaptativo. La desregulación de las respuestas inmunitarias puede dar
como resultado la susceptibilidad a enfermedades infecciosas y el desarrollo de diversos trastornos
autoinmunitarios, como la enfermedad de Crohn (CD), la esclerosis múltiple (MS) y el lupus
eritematoso sistémico (LES).
La enfermedad de Crohn es un padecimiento inflamatorio intestinal que, por lo general, afecta al
íleon y al colon. La inflamación del revestimiento intestinal obstruye el funcionamiento normal del
tracto gastrointestinal y lleva a una alteración del flujo de alimentos digeridos y mayor absorción de
nutrimentos e interfiere con la primera línea de defensa del cuerpo en la mucosa. La respuesta
inflamatoria lleva a un daño colateral de las células sanas que compromete la integridad de la mucosa, y
las células que secretan péptidos antimicrobianos se dañan o pierden. Los síntomas suelen aparecer con
el transcurso del tiempo y pueden ser cíclicos, con periodos de exacerbaciones y remisiones. No hay
pruebas claras de que un tipo específico de alimento sea el desencadenante de esta enfermedad o la
agrave; sin embargo, algunos pacientes encuentran que el consumir alimentos bajos en grasa con
limitación de los productos lácteos y la fibra, ayuda a controlar los síntomas. También se ha sugerido
que los pacientes con una concentración plasmática baja de vitamina D pueden presentar un mayor
riesgo de CD, de experimentar una exacerbación de sus síntomas, desarrollar cánceres, en particular el
colorrectal; y presentar la infección por Clostridium difficile.
La deficiencia de la vitamina D también se ha vinculado con la MS, que se caracteriza por la
desmielinización de las neuronas del sistema nervioso central (SNC), que se presenta tempranamente en
la enfermedad como debilidad o cosquilleo en brazos y piernas, pérdida de coordinación, pérdida de la
concentración mental y/o pérdida del equilibrio. La MS es, por lo general, una enfermedad con recaídas
y periodos de remisión. Se ha comunicado durante mucho tiempo que los individuos que crecen a
elevadas latitudes tienen más probabilidad de desarrollar MS que aquellos que habitan en el trópico. Los
individuos que viven en el trópico presentan una mayor exposición a la luz ultravioleta del Sol y la
producción subsiguiente de vitamina D, en comparación con quienes viven a mayor altitud. Pruebas
recientes sugieren que la deficiencia de vitamina D es un factor de riesgo para la aparición y el avance
de la MS.
El lupus eritematoso sistémico es una enfermedad inflamatoria crónica que puede afectar diversos
órganos del cuerpo, como articulaciones, piel, pulmones, vasos sanguíneos, riñones y el corazón. Los
pacientes de LES pueden también experimentar recaídas y remisiones y, por lo general, muestran cifras
séricas bajas de vitamina D. Podría correlacionarse la insuficiencia de vitamina D con la
fotosensibilidad asociada al LES, que limita la exposición de los pacientes al Sol. Otro factor
contribuyente pudiese ser que muchos de los fármacos usados para tratar el LES interfieren con el
metabolismo de la vitamina D y parecen también contribuir a su deficiencia. En algunos estudios se ha
sugerido que la deficiencia de vitamina D puede ser un factor de riesgo de LES o contribuir a su avance,
pero los datos son controvertidos en este momento. Tales discrepancias pudiesen deberse a
polimorfismos en el gen de RVD; sin embargo, esto no se ha demostrado aún claramente. Además, aún
queda por determinarse si la insuficiencia de la vitamina D cambia la evolución y el pronóstico del LES.
La correlación de un agente ambiental específico con el desarrollo y/o avance del LES es difícil, ya que
hay contribuyentes genéticos, hormonales, ambientales e inmunitarios a esta enfermedad
autoinmunitaria. Otras complicaciones relacionadas con los estudios del LES son que los pacientes
pueden experimentar una combinación de síntomas y la comorbilidad del LES con otras enfermedades
autoinmunitarias.
La inflamación crónica en respuesta a los agentes infecciosos o por enfermedad autoinmunitaria
puede también vincularse con la aparición de cáncer. En este momento, los datos actuales sugieren que
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la vitamina D se puede considerar como potencial agente antiinflamatorio e inmunosupresor y pudiese
usarse para tratar enfermedades autoinmunitarias, como CD, MS y LES. También es probable que la
vitamina D tenga participación en el respaldo de los esfuerzos regulatorios en la mucosa, ayudando a las
células inmunitarias a determinar qué microbios pertenecen a la microbiota comensal, y cuáles son
patógenos y se requiere eliminarlos.
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1. La penicilina es una pequeña molécula de antibiótico con un peso de 300 Da. Se une a una enzima en la
pared de muchas bacterias, lo que la debilita. Como un efecto secundario no deseado, la penicilina
también puede unirse a proteínas séricas y tisulares, y los complejos resultantes causan reacciones
alérgicas. ¿Cuál de los siguientes describe la participación de la penicilina en la respuesta inmunitaria?
A. Antígeno.
B. Hapteno.
C. Inmunógeno.
D. Opsonina.
E. Patógeno.
La respuesta correcta es B. La penicilina es un hapteno. Los haptenos son muy pequeños para ser
inmunogénicos por sí mismos, pero cuando se unen a una macromolécula, por lo general una proteína, se
tornan muy inmunógenos. La penicilina sola no es inmunógena y no actúa como opsonina, ya que éstas se
adhieren a los entes patógenos y facilitan su fagocitosis. Un microorganismo patógeno es aquel causal de
una enfermedad.
2. Los virus del herpes simple tienden a infectar células de la piel o las membranas mucosas. ¿Cuál de los
siguientes es el tipo correcto de células huésped, moléculas de presentación de antígeno y células
objetivo, que participan en la respuesta inmunitaria contra las infecciones?
A. Células huésped del tipo de presentadoras de antígeno a moléculas objetivo.
B. Cualquier linfocito T citotóxico de clase I del CMH.
C. Cualquier linfocito T auxiliar de clase II del CMH.
D. Cualquier linfocito T auxiliar de clase I del CMH.
E. Linfocitos T citotóxicos de clase II del CMH, o células dendríticas.
F. Linfocito T citotóxico de clase II del CMH o linfocito B.
La respuesta correcta es A. Los antígenos endógenos, como virus en replicación dentro de una célula
huésped, son digeridos por enzimas y presentados acoplados con moléculas de clase I de CMH a los
linfocitos T citotóxicos CD8+ activados, que destruyen a la célula infectada. Casi todas las células huésped
con núcleo expresan moléculas de clase I del CMH. En el caso en que el antígeno surja a partir de
proteínas extracelulares o bacterias fagocitadas, se dirigiere dentro de la célula en fagolisosomas y se
asocia con moléculas de clase II del CMH, que después presentan el antígeno a RLT de linfocitos T
auxiliares CD4+. Los macrófagos, las células dendríticas y los linfocitos B son células presentadoras de
antígeno específicas, y los presentan a linfocitos T CD4+.
3. Durante un viaje en tren, un estudiante de medicina del segundo año escucha parte de la conversación
de una pareja sentada a un lado. El hombre dice: “la mala noticia es que necesito un injerto alogénico,
pero la buena es que no necesito tomar fármacos inmunosupresores”. ¿Cuál de los siguientes tipos de
trasplante es al que se refieren?
A. Médula ósea.
B. Cartílago.
C. Corazón.
D. Riñón.
E. Hígado.
La respuesta correcta es B. Un injerto alogénico es un trasplante entre personas genéticamente
diferentes. El sistema inmunitario del receptor reconocerá al antígeno ligeramente diferente en la
superficie de las células del donador (antígenos leucocitarios humanos) como extraño, e iniciará un ataque
inmunitario, que lleva al rechazo del injerto. Los fármacos inmunosupresores disminuyen al mínimo el
rechazo al suprimir la inmunidad, tanto mediada por células como por anticuerpos. Por lo tanto, el rechazo
de tejidos y el tratamiento inmunosupresor dependen de la vascularización de los tejidos. El único tejido
avascular en la lista de respuestas es el cartílago. A diferencia de otros tejidos conectivos, el cartílago no
contiene vasos sanguíneos. Puesto que no hay riesgo de reacción inmunitaria, se pueden aloinjertar los
condrocitos del cartílago de cadáver.
4. Un hombre de 34 años se queja de infecciones recurrentes que realmente le molestan porque está
preparándose para el triatlón llamado iron man (hombre de hierro). Se obtiene sangre para análisis
amplios de la salud. También pudiese incluirse una prueba para ¿cuál de las siguientes hormonas, al
aumentar su nivel en el organismo, pudiese explicar la mayor susceptibilidad a infecciones?
A. Adrenalina.
B. Cortisol.
C. Estrógenos.
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D. Hormona del crecimiento.
E. Insulina.
La respuesta correcta es B. El ejercicio intenso induce estrés, al que el cuerpo responde con mayor
concentración de cortisol, que deprime una variedad de respuestas inmunitarias. Aunque el ejercicio
intenso induce la síntesis de adrenalina, no hay correlación conocida de ésta con la mayor susceptibilidad a
las infecciones. Los estrógenos tienden a estimular las respuestas inmunitarias. Además, no hay indicación
de por qué los niveles de estrógenos deberían aumentar en este paciente. La hormona del crecimiento no
deprime las respuestas inmunitarias. Si bien el estrés modifica las necesidades de insulina, no aumenta su
concentración. De hecho, la secreción de insulina es menor durante el ejercicio, en parte por la acción
supresora del cortisol.
5. Un recién nacido presenta signos de defectos al nacer que incluyen pérdida auditiva y anomalías
cardiovasculares, que pudiesen atribuirse a un síndrome de rubeola congénita. Se ordena una prueba de
anticuerpos y los resultados revelan la presencia de anticuerpos IgM e IgG específicos contra virus de
rubeola en sangre del cordón del recién nacido. ¿Cuál de las siguientes puede obtenerse como
conclusión?
A. La madre pasó anticuerpos IgM dentro del útero al niño.
B. La madre pasó anticuerpos IgM e IgG dentro del útero al niño.
C. El recién nacido no presenta datos de infección por el virus de la rubeola.
D. El recién nacido fue infectado por virus de rubeola durante el embarazo.
E. Éste es un resultado falso positivo, porque un recién nacido no puede presentar anticuerpos.
La respuesta correcta es D. La presencia de anticuerpos IgM contra el virus de la rubeola en un recién
nacido indica que se infectó durante el embarazo, ya que los anticuerpos IgM de la madre no pueden pasar
a través del cordón umbilical y la IgM presente tiene que ser un anticuerpo fetal. Puesto que el síndrome
de rubeola congénita ocurre por infección durante el primer trimestre, o en menor grado en el segundo, el
sistema materno con toda probabilidad ha desarrollado ambos anticuerpos, IgM e IgG, para la semana 24.
Los anticuerpos IgG se pueden pasar de la madre al niño dentro del útero, de modo que la IgG del neonato
pudiese ser una mezcla de IgG materna y fetal.
Si la sangre del bebé contuviese solo IgG, pero no IgM, indicaría que la madre pasó IgG obtenidos por
inmunización al niño, que pudiesen protegerlo de la infección por rubeola durante los meses iniciales de la
vida. Sin embargo, la presencia de anticuerpos IgM en el neonato indica una infección reciente por el virus
de la rubeola, no la inmunidad en su contra. Aunque son posibles los resultados falsos positivos por alguna
reactividad cruzada de los componentes de la prueba, el razonamiento de que un recién nacido no puede
presentar anticuerpos es falso.
PREGUNTAS
1. ¿Cuál es la participación de la IgA en el sistema inmunitario?
2. Discuta el motivo de los inmunosupresores, los cambios de alimentación y los medicamentos
antihipertensivos y diuréticos como parte de la terapéutica de un paciente con nefropatía por IgA.
3. ¿A qué vías del complemento señalan los depósitos glomerulares C3, C5b-9, properdina y las lectinas?
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RESPUESTAS
1. Se sabe que la IgA es la inmunoglobulina secretora y puede constituir hasta 10 a 15% de los
anticuerpos que se encuentran en las personas sanas; se secreta en forma de dímeros hacia los líquidos
que tienen acceso a las superficies corporales como saliva, lágrimas, y el moco intestinal y de los
pulmones. La IgA se puede unir directamente a los entes patógenos evitando su colonización de tejidos
de la mucosa. Parece que el anticuerpo en la nefropatía por IgA se deriva del sistema inmunitario de las
mucosas del aparato respiratorio o digestivo. La IgA depositada dentro del mesangio glomerular es
predominantemente la cadena J, que contiene IgA 1 polimérica.
2. El tratamiento para un paciente con nefropatía por IgA depende mucho de la gravedad de los síntomas,
que van desde su ausencia hasta la alteración renal grave. El cociente de riesgo/beneficio del
tratamiento tiene que sopesarse cuidadosamente. Los inmunosupresores, como los esteroides, actúan
contra la aberración del sistema inmunitario de producción de IgA excesiva y la inflamación del riñón
causada por cilindros irritantes. Se han prescrito cápsulas de aceite de pescado, ricas en ácidos grasos
omega 3 poliinsaturados, para producir eicosanoides proinflamatorios menos eficaces, alterados. Los
alimentos y las vitaminas con capacidades antioxidantes también disminuyen la inflamación.
Las recomendaciones de cambios alimentarios adicionales incluyen una dieta baja en sal y potasio
para controlar la presión arterial alta, que puede ocurrir como consecuencia de una insuficiencia renal.
Se ha recomendado la dieta hipoproteica para aminorar el avance del daño renal.
Para disminuir al mínimo cualquier estrés adicional sobre los riñones, está justificado el uso
terapéutico de medicamentos para la presión arterial alta y diuréticos. Si hay riesgo de insuficiencia
renal de etapa terminal, es necesario considerar la diálisis y el trasplante de riñón.
3. La presencia de C3 junto con C5b-9 y properdina en los cilindros glomerulares señala la activación de
la cascada del complemento por la vía alterna. Pruebas recientes indican que los depósitos de proteína
de unión de manosa y otras lectinas señalan la participación de la vía de lectina en un número
significativo de casos.
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