Tema 5.1 Ue
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2.1. ORDENAMIENTO JURÍDICO PROPIO
Desde la creación en 1951 de la primera OIG de integración, la CECA, y después con las
Comunidades de 1957, CEE (luego CE) y CEEA, se originó un ordenamiento jurídico «propio»,
que podemos definir, siguiendo la concepción kelseniana, como un conjunto de normas jurídicas
que rigen una determinada sociedad de acuerdo con unos valores y principios, cuyas características
esenciales han permanecido casi inalteradas hasta la actualidad.
En efecto, el conjunto de principios y normas jurídicas de que se compone el DUE tiene vocación
de ser considerado un «ordenamiento jurídico» en sí, en el sentido de no ser sólo una agregación de
principios y normas, sino un conjunto ordenado para la obtención de determinados objetivos y
con sus propias reglas y procedimientos de elaboración y aplicación, todo conforme a unos
valores en los que se basa la Unión y dentro de los límites determinados por los EEMM en los
Tratados constitutivos. En este sentido, en sus primeras sentencias, el Tribunal se preocupó de dejar
claro este concepto, de modo que llegó a afirmar que el DUE «constituía un nuevo ordenamiento
jurídico de DI», para un año más tarde concretar que se trata de un «ordenamiento jurídico propio»,
rama independiente del DI. (Costa c. ENEL, 1964).
La norma fundamental o básica de referencia de la UE y su Derecho son los Tratados constitutivos
ratificados por los EEMM atribuyendo competencias. Partiendo del principio de atribución de
competencias, al ratificar esos Tratados los EEMM de la UE, que en tanto que Estados soberanos
son titulares de las competencias con carácter de plenitud, prestan su consentimiento para que
determinadas competencias sean ejercidas por la UE con base en las reglas y procedimientos
previstos en tales Tratados. De este modo, los Tratados constitutivos son la «Gründnorm» o norma
de base y referencia en la que se determinan los ámbitos materiales en los que la Organización tiene
competencias y los procedimientos por los que las instituciones establecidas en esos mismos
Tratados alcanzarán los objetivos previstos, incluida la elaboración de normas jurídicas.
Como todo ordenamiento jurídico, el DUE tiene vocación de plenitud, pero dicha plenitud sólo
podrá alcanzarse en los ámbitos de competencia material de la UE, ya que al tratarse de una OI
carece de la plenitud de competencias de la que gozan los Estados y sólo tiene las competencias en
los ámbitos atribuidos por los Estados miembros.
Los Tratados constitutivos son considerados, de este modo, el Derecho originario de la UE. Este
Derecho originario establece los límites de la actuación de las instituciones, incluida la actuación
normativa; puesto que el fundamento de las normas jurídicas adoptadas por las instituciones se
encuentra en los Tratados constitutivos, a los que se tiene que supeditar toda la actuación normativa
de las instituciones, el Derecho producido por la Unión es calificado como Derecho derivado de la
UE.
Por tanto, los límites de la actuación de la UE los establecen los propios tratados constitutivos, ya
que solo podrá actuar en las competencias que estos les atribuyan, como cualquier OI.
2.2. FUENTES
Aunque no existe en el DUE una disposición en la que se enumeren las fuentes de ese Derecho,
podemos fácilmente identificar un catálogo de fuentes del DUE que parte esencialmente de una
summa divisio entre el Derecho originario y el Derecho derivado y que combina la voluntad o
acuerdo de los EEMM y la voluntad de la Unión expresada a través de sus instituciones.
• Derecho originario
Está formado por los Tratados constitutivos y sus reformas que expresan la voluntad de los EEMM,
y esos Tratados y sus reformas más relevantes son en sí resultado de la voluntad de los Estados
miembros, ordinariamente expresada en el seno de una CIG y formalizada de conformidad con las
respectivas normas constitucionales de esos Estados. Esa aprobación o ratificación por los Estados
miembros es precisa también para:
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a. las adaptaciones que la admisión de un Estado supone en lo relativo a los Tratados
constitutivos y que son objeto de acuerdo entre los Estados miembros y el Estado candidato
(art. 49 TUE); y
b. la entrada en vigor de determinadas decisiones o disposiciones adoptadas por el Consejo
Europeo (por ejemplo, la revisión de los Tratados constitutivos a través del procedimiento
simplificado o las decisiones previstas en el art. 42.2 TUE) o por el Consejo.
Por el contrario, otros supuestos de revisión de los Tratados constitutivos, descansa simplemente en
la decisión del Consejo Europeo, en la falta de oposición de los Parlamentos nacionales y en la
aprobación previa del PE.
También forma el derecho originario los Principios generales del Derecho, que, identificados a
través de la jurisprudencia del Tribunal, han servido de fundamento, por ejemplo, para la protección
de los derechos humanos en el seno de la Unión.
Puede señalarse que las costumbres no están excluidas en el sistema de fuentes del DUE; no
obstante, dada la profusión normativa de las instituciones, las normas consuetudinarias, como
normas no escritas, encuentran escaso campo de aplicación.
• Derecho derivado
Está fundamentalmente compuesto por los actos normativos adoptados por las instituciones, que
establecen los límites y criterios de validez del Derecho derivado, y se incluyen:
- Tratados o acuerdos internacionales celebrados por la Unión o por la Unión y los Estados
miembros con terceros Estados y Organizaciones Internacionales.
- El “acervo de la Unión” o el “acervo de Schengen”, compuesto por reglamentos, directivas
y decisiones.
• Jurisprudencia del TJUE
La jurisprudencia del TJUE ha contribuido en el desarrollo progresivo del DUE y en la definición
de los principios que lo caracterizan. En efecto, el Tribunal tiene como misión «garantizar el respeto
del Derecho en la interpretación y aplicación de los Tratados» (art. 19 TUE) y, asumiendo esta
función desde el principio y dada la naturaleza incompleta de los primeros Tratados constitutivos,
el Tribunal no sólo ha garantizado el Derecho, sino que a través de su interpretación y aplicación lo
ha «desarrollado progresivamente».
Es especialmente significativa la labor del Tribunal como intérprete auténtico, deduciendo de la
letra de los Tratados constitutivos grandes principios constitucionales sin los que el fenómeno de
integración en Europa sería incomprensible (por ejemplo, los principios de autonomía, efecto directo
o primacía del DUE o los principios que sirven de fundamento al mercado interior, como el del
«reconocimiento mutuo»).
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No son fruto de un proceso constituyente, sino de la puesta en común de las voluntades de los
EEMM que aceptan atribuir a la UE el ejercicio de sus competencias en determinadas materias,
para que la UE las ejerza bien de forma exclusiva, o bien de forma compartida o complementaria a
las competencias que continúan ejerciendo los Estados miembros. Es, por tanto, el acuerdo de los
Estados miembros el que permite fijar unos objetivos de la UE unas competencias propias de la UE
y una infraestructura institucional de la UE dotada de capacidades para alcanzar los objetivos
previstos a través de la adopción de actos mediante los procedimientos legislativos y no legislativos
regulados en los Tratados constitutivos.
• Dimensión constitucional: sistema complejo con regulaciones sustantivas, junto a un
completo sistema de recursos y de equilibrios entre instituciones.
Los Tratados constitutivos tienen una innegable dimensión «constitucional » por sus contenidos y
su preeminencia sobre cualquier otra norma del sistema. Incluso el Tribunal ha llegado a calificarlos
como la «carta constitucional de una [Unión] de Derecho».
En tanto que norma fundamental o esencial, los Tratados constitutivos establecen los principios, los
objetivos, la atribución de competencias, el sistema institucional y las funciones previstas para
alcanzar los objetivos, constituyendo parámetro de validez para el desarrollo normativo que puedan
realizar la Unión y sus instituciones (como pone de manifiesto el art. 2.6 TFUE) y sirviendo de
fundamento para la interposición ante el Tribunal de los recursos de anulación o de omisión o de la
excepción de ilegalidad.
Pero la adopción de estas normas sin un «proceso constituyente» y su contenido las distancia de lo
que tradicionalmente conocemos como elementos básicos de una Constitución, pues, a pesar de
concebirse en parte como «tratados-marco», junto a determinaciones puramente «constitucionales»
los Tratados constitutivos también recogen regulaciones materiales específicas que bien podrían
abordarse en normas de menor rango y, en cualquier caso, no en el Derecho originario.
Doble dimensión, constitucional e internacional o convencional, de los Tratados constitutivos:
persisten dos instrumentos distintos, aunque ambos con el mismo rango (art. 1 TUE), en los que,
ahora más evidentemente, las normas con mayor dimensión «constitucional» se contienen en el
TUE, por una parte, y, por otra, las que no gozan de tal dimensión o son más detalladas se contienen
en el TFUE.
Junto a estos dos Tratados constitutivos es necesario añadir una norma de evidente relevancia
«constitucional», la CDFUE, pues, aunque no se reproduce en los Tratados constitutivos vigentes,
tiene idéntico valor jurídico que los Tratados constitutivos. Por eso a la CDFUE se la conoce como
«el tercer Tratado».
3.2. LOS TRATADOS CONSTITUTIVOS Y OTRAS NORMAS QUE LOS COMPLETAN O
MODIFICAN
Si la norma fundamental para la Unión son los Tratados constitutivos, es necesario apuntar que,
además de los PGD, el bloque de normatividad esencial o «constitucional» del Derecho originario
está compuesto también por otras normas.
Hoy día, los Tratados constitutivos de la UE son:
- El TFUE, nueva denominación del Tratado firmado en Roma en 1957 por el que se
estableció la entonces CEE.
- El TUE, firmado en Maastricht en 1992, que se presentó como «elemento generador de una
unión» (J. V. Louis),
- Sus sucesivas revisiones
- El Tratado Euratom, aún en vigor, sigue siendo el Tratado constitutivo de la CEEA, que no
ha sido sustituida por la UE.
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3.3. MODIFICACIONES
Retomando la evolución reseñada en la Lección 1ª, podríamos clasificar las modificaciones,
revisiones o adaptaciones de los iniciales TCEE y TUE en dos grandes grupos:
a) Las adaptaciones derivadas de los Tratados de Adhesión de nuevos EEMM. Cada vez que la
UE, y antes la C(E)E, ha vivido un proceso de ampliación de sus EEMM, dicha ampliación ha
sido el fruto de una negociación que concluye con un tratado y un acta de adhesión que son
acuerdos internacionales que deben ser firmados y ratificados por el Estado candidato y todos
los EEMM. En cada una de estas actas de adhesión se incorporan necesariamente adaptaciones
de los Tratados constitutivos, tanto en las disposiciones institucionales como en su ámbito de
aplicación. De este modo, las actas de adhesión, que son múltiples y han sido diversas en los
seis procesos de ampliación hasta ahora llevados a cabo, se incorporan al bloque de
normatividad «constitucional».
b) Las que suponen una reforma estructural, bien reformas puntuales o bien reformas más
generales (Tratado de fusión de ejecutivos, Tratados presupuestarios, AUE, Tratado de
Maastricht, Tratados de Ámsterdam, Niza y Lisboa, así como Protocolos, Anexos y
Declaraciones.)
En conclusión, junto a los PGD, el Derecho originario en vigor lo constituyen en la actualidad, tal
como han sido reformados o adaptados por los sucesivos instrumentos a los que nos hemos referido
anteriormente (Tratados y Actas de Adhesión, AUE, TUE y Tratados de Ámsterdam, Niza y Lisboa,
esencialmente):
- el TUE
- el TFUE (conforme a la denominación que el Tratado de Lisboa ha reservado para el hasta
entonces TCE)
- el Euratom.
Estos Tratados se acompañan por numerosos Protocolos y Anexos, que forman parte integrante de
los mismos; para la interpretación de los Tratados —pero sólo para su interpretación, porque las
Declaraciones son una expresión política y no tienen efecto jurídico vinculante alguno— son
relevantes las numerosas Declaraciones que se anexan al Acta Final de la CIG que adopta los
Tratados, la última la CIG que adoptó el Tratado de Lisboa.
Por último, la CDFUE es parte del Derecho originario, tal como quedó adaptada el 12 de diciembre
de 2007.
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• Para reformar la parte III del TFUE (políticas y acciones internas de la Unión)
El art. 48.6 TUE regula un procedimiento simplificado muy similar al procedimiento ordinario, pues
la iniciativa la tienen también los EEMM, el PE o la Comisión, y concluye con la aprobación de la
reforma por todos los Estados de acuerdo con sus respectivas normas constitucionales (aunque no
se aumentan competencias, sigue estando muy presente que los Estados son los titulares originarios
de las competencias atribuidas a la Unión).
Pero, entre una fase y otra, se alivia la tramitación, exigiéndose sólo unanimidad en el Consejo
Europeo en lugar de conferencia de representantes. Ya se ha puesto en funcionamiento por primera
vez este procedimiento de reforma simplificado para la modificación del art. 136 TFUE.
• Para una revisión puramente institucional (procedimientos de decisión en el Consejo y
procedimientos legislativos).
El art. 48.7 TUE, y en el art. 31.3 TUE establecen que basta la decisión del Consejo Europeo por
unanimidad, si bien tal decisión debe ser previamente aprobada por el PE, por mayoría, y debe
transmitirse a los Parlamentos nacionales, que pueden oponerse (mayoría PE + unanimidad Consejo
Europeo + no oposición PN).
El ámbito de aplicación de este procedimiento es muy reducido:
- Paso de unanimidad a mayoría cualificada en el Consejo.
- Paso de procedimiento legislativo especial a ordinario.
Sobre la iniciativa para poner en marcha este procedimiento simplificado, se dice que el Consejo
Europeo puede adoptar la decisión de oficio; aunque nada se dice, interpretando extensivamente los
apartados precedentes, podría pensarse en una decisión a instancia del gobierno de cualquier Estado
miembro, la Comisión o el PE.
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5.3. ÁMBITO DE APLICACIÓN TERRITORIAL
De acuerdo con el principio de DI, un tratado será obligatorio para cada una de las partes para
la totalidad de su territorio, salvo que manifieste una intención diferente. Plenamente respetuoso
con este principio, el artículo 52 TUE establece el ámbito de aplicación territorial del TUE y el
TFUE recogiendo el listado de los EEMM. Pero dicha relación se completa y matiza de tres modos
distintos.
- En primer lugar, en virtud del artículo 355 TFUE: los territorios que, estando bajo la soberanía
de algún EEMM, son consideradas «regiones ultraperiféricas», donde se pueden aplicar
excepciones totales o parciales en la aplicación DUE. Entran aquí, por ejemplo, las Islas
Canarias; los países y territorios de ultramar sometidos a un régimen especial de asociación;
los territorios europeos cuyas relaciones exteriores asume un Estado miembro…
- En segundo lugar, por disposiciones derivadas de las actas de adhesión (por ejemplo, la
exclusión de Gibraltar del territorio aduanero)
- Y, en tercer lugar, por último, es necesario observar también una posible extensión a terceros
Estados del ámbito de aplicación territorial del DUE en virtud de acuerdos internacionales
celebrados por la UE, generalmente a través de los acuerdos de asociación.
El caso más singular ha sido quizás el establecimiento del Espacio Económico Europeo (EEE),
mediante el Acuerdo de Oporto de 1992, entre la UE y los países de la AELC/EFTA, que prevé
la aplicación de una buena parte de las normas relativas al mercado interior a los territorios de
este EEE; dado que casi todos los Estados que en 1992 eran miembros de la AELC/EFTA
pasaron después a ser Estados miembros de la UE, el EEE tiene hoy poca relevancia práctica.