Disposiciones Innnatas y Proprium. Clases Marzo 2020.

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Disposiciones Innatas y Proprium: Gordon Allport

Clase 1/2/3
Docente: Walter Ghedin.
Mail: [email protected]
Marzo 2020.

El Proprium es el Sí Mismo conocido, es decir, “lo que sé de mí”, es


una información que la conciencia recibe sobre aspectos de la
identidad, incluyendo la orientación en tiempo y espacio.

Esta función es fundamental ya que la misma lleva a la conciencia


todo lo que sabemos de nosotros, por lo menos lo que está dentro
del campo consciente. Un recién nacido no nace con proprium, se
va desarrollando a medida que crecemos y atravesamos los
primeros años hasta la adolescencia, luego el proprium se
enriquecerá con las nuevas experiencias que tengamos que
atravesar. Desde esos primeros años, la interacción entre las
disposiciones biológicas (con las que nacemos) y el entorno, van
estableciendo un entramado del cual resulta la estructura de la
personalidad. En el primer año de vida esas disposiciones biológicas
se activan dirigiendo su accionar hacia el exterior, estableciendo los
primeros vínculos con el entorno, sobre todo con las personas
significativas (madres, padres, hermanos, abuelos, etc.) y con los
objetos de alrededor.

¿Cuáles son las disposiciones innatas?

Al nacer no somos una “página en blanco”, una “tabula rasa”,


nacemos con una base determinada por la biología (genes, sistemas
de órganos, funcionamiento de esos sistemas, actividad cerebral,
etc.); pero, además de esos conjuntos de aparatos físicos que
permiten la vida orgánica, existen fuerzas internas que están
preparadas para establecer las primeras conexiones con el medio
ambiente, estas fuerzas son:

 Instintos.
 Pulsiones.
 Deseos.

Por lo tanto, existen disposiciones (de especie, familiares) que


están presentes desde que nacemos (y aun antes) y que llevan
datos genéticos (genotipo) que se expresan en forma visible
(fenotipo), ejemplo: color de ojos, nariz, corte de cara, figura
corporal, etc. Asimismo, este organismo físico no es estático, la
misma fuerza de crecimiento lo lleva al desarrollo, tanto en sentido
orgánico como psíquico.
INSTINTOS

La primera de estas fuerzas es el instinto. Nuestra parte animal se


expresa por medio de esta potencia que lleva a la primera conexión
con el mundo circundante. Los instintos están predeterminados
genéticamente, es en el ADN donde se alojan los genes que
mueven al organismo a la unión con el entorno y esto será
diferente en cada especie. En los seres humanos observamos tres
instintos básicos:

1) la sonrisa social,
2) la prensión del pulgar.
3) La succión del pezón en la lactancia.

La sonrisa social

La sonrisa social es una respuesta instintiva del recién nacido a un


esquema productor, en este caso la T que forman la línea de los
ojos y la de la nariz. Se denomina esquema productor al dato del
entorno que desencadena la respuesta instintiva. Ese esquema
productor ya está presente en los genes, esto quiere decir que
cuando el recién nacido se enfrente a un rostro humano, un
juguete, una máscara, puede reaccionar con una sonrisa. En esa
etapa de la vida, el recién nacido, no reconoce el Yo del No Yo,
quiere decir que cuando se ríe responde a la Gestalt señal o
esquema productor y no a un rostro al cual le concede una sonrisa.
Esta es una respuesta puramente instintiva, sin esta respuesta, esta
primera conexión con el mundo se perdería, como ocurre en los
retrasos madurativos.

Más adelante, a medida que el bebé crece y se aproxima a los ocho


meses, la separación entre el Yo y el No Yo (o entorno) comienza a
hacerse evidente. El pequeñ@, en esta etapa, comienza a
reconocer los rostros, siendo la sonrisa (o el llanto cuando los
desconoce) una respuesta esperable. En este momento ya no es el
instinto el que mueve esta conducta, es la pulsión. Esta reacción se
denomina Angustia del 8vo mes.

La prensión del pulgar

La prensión del pulgar es otra conducta instintiva, lo podemos


comprobar cuando acercamos la mano y el pequeñ@ abraza con
sus dedos el pulgar. Esta es otra conducta instintiva cuya finalidad,
no lo olvidemos, es crear los primeros lazos inconscientes con el
entorno.

La succión del pezón


La succión del pezón es una acción instintiva vital. Puede ser que al
bebe le cueste las primeras horas moverse hacia el pezón y
prenderse a él, sin embargo, veremos cómo, poco a poco, lo irá
logrando, ídem ocurre con la tetina de una mamadera.

PULSIONES

La pulsión se define como una fuerza interna que lleva a


conectarnos con el entorno, la diferencia con el instinto es que, si
bien está predeterminada por los genes, no tiene esquemas
productores ni Gestalt señal como ocurre con los instintos. Si el
instinto tiene como detonantes la T de la cara (Cejas y línea de la
nariz), el dedo pulgar, el pezón, las pulsiones no cuentan con ese
disparados interno, por lo tanto las pulsiones orientan al pequeñ@
tomar contactos con objetos y personas del mundo externo. El
destino de las pulsiones es tan variado que cada persona en su
desarrollo se une con infinidad de objetos y sujetos que conforman
su mundo circundante, ejemplo: juguetes, mamadera, platos,
comida, bebidas, útiles escolares, libros, así como a las personas
que forman su mundo. Las pulsiones son fundamentales para
conocer y darle un sentido a cada cosa que nos rodea. Así como las
pulsiones se abren a la amplitud del mundo, puede ser que quede
fijada en algún objeto o persona, es decir que necesite
imperiosamente unirse siempre a ese objeto, esto ya lo vamos a
desarrollar en las adicciones, en los trastornos de la alimentación,
en el tabaquismo, o en las adicciones a personas.

DESEOS

El deseo es una instancia superior, propia de los seres humanos.


Los seres humanos somos sujetos que deseamos, es decir, que
podemos atenuar las pulsiones para convertirlas en fuerzas más
clamas, pasibles de ser resueltas gracias a la acción de los
sentimientos y el raciocinio. Si la pulsión nos apura, como una vacío
que hay que llenar con urgencia, el deseo nos permite reflexionar,
tomar distancia, pensar si lo que queremos es lo mejor para
nosotros.

Sin embargo, en los tiempos que vivimos muchas veces la ansiedad


gana al deseo. Si bien la ansiedad es necesaria para motorizar
aquellas cosas que deseamos (este aspecto de la ansiedad se
denomina ansiedad saludable), hoy en día asistimos al “reinado de
la ansiedad” que supera la reflexión que merece saber si existe un
deseo genuino detrás de su carga de apuro.

¿Qué es la ansiedad?

Se puede definir la ansiedad como un estado de alerta a las señales


del mundo interno y externo. Por lo tanto la ansiedad normal es un
componente defensivo fundamental. Sin embargo, no es la única
función: acompaña a las pulsiones que surgen desde las etapas más
tempranas de nuestra vida. Es una fuerza interna que nos une
inexorablemente a los objetos y personas del mundo externo.
Ansiedad y deseos personales establecen una alianza plena y
movilizadora de las capacidades humanas.

Como estímulo vital mueve las necesidades, los deseos y los


impulsos primigenios. Sin la ansiedad la fuerza interna vital no sería
la misma. El vínculo que establecemos con aquello que necesitamos
(ejemplo: el alimento) o deseamos (ejemplo: la proyección futura
en el trabajo, la pareja, los hijos, etc.), es un lazo vital que mitiga la
angustia de la muerte. Por lo tanto la ansiedad, con su espíritu
esencial movilizador y de unión, es la mejor defensa para apartar el
fantasma de la muerte, que como seres humanos, finitos, estará
presente desde que la conciencia nos informe de nuestra realidad
existencial. La actividad de la ansiedad entonces tiene una doble
faz: en relación con el mundo, da movimiento y dirección a las
fuerzas internas, dirigiéndolas al afuera, pero además nos alerta de
aquellas amenazas que pudieran dañar nuestra integridad,
replegando al sujeto hacia sí mismo, como lo ilustra la imagen del
caracol que se mete en su casita cuando percibe un peligro. La
ansiedad es una respuesta normal y saludable. Sin ella la vida sería
aburrida, no tendríamos desafíos y ninguna tensión guiaría nuestro
desarrollo hacia los objetivos. La ansiedad es un catalizador del
deseo: queremos ver las metas cumplidas para plantearnos nuevos
horizontes. La presencia de múltiples opciones moviliza las
diferentes funciones psicológicas para tratar de elegir lo mejor. Ser
libres nos da la opción de optar y de aceptar las pérdidas que toda
elección conlleva. Hay personas que son más racionales e
impresionan medidas y controladas; otras no pueden guardarse
nada, reaccionando ante cada cosa que las provoque, ya sea
situaciones felices o desgraciadas. No existe un modelo estándar
que determine cómo se debe y cuál sería la mejor forma (en
sentido de saludable) de sentir y expresar la ansiedad. La vida
emocional se construye desde la más tierna infancia, por lo tanto,
así como arraigan en ella, la sensibilidad, la ternura, los enojos, la
simpatía o el resentimiento, también la ansiedad se incluye en la
estructura misma de la personalidad. Sólo que tiene algunos
privilegios aliados a la vida moderna: la presión para la realización
personal, la búsqueda de independencia, la competencia social, el
cuidado del cuerpo ante el avance del tiempo, la maternidad, la
consolidación de la pareja, el temor a la soledad.

Una pareja exigente


La evolución humana ha convertido a la ansiedad en un poderoso
catalizador del deseo. Una especie de fuerza irrenunciable que
actúa conjuntamente con nuestras aspiraciones y anhelos,
perdiendo la capacidad saludable de evaluar lo mejor para nuestro
crecimiento. ¿Y por qué se han fundido de ésta manera? La
respuesta sólo puede explicarse por los cambios sociales en estos
últimos siglos; cambios beneficiosos en cuanto al confort y a la
prolongación de la vida, pero dañinos por la imposición de metas u
objetivos perentorios. El medio externo ha suplantado al tutor
interno imponiendo sus imperativos en forma categórica con la
obligada alianza del tiempo quien no sólo enmarca las etapas de
vida, sino que también califica (con vivencias de felicidad o
frustración) por las demoras o los avances realizados. El tiempo tan
ligado al acontecer de la vida es desigual e injusto para las mujeres.
El “reloj biológico” es un límite cruel. Y sin dudas, las mujeres son
las más afectadas, aunque investigaciones recientes demuestran
que en los hombres también decrece la función procreativa,
viéndose afectada producción y la calidad del esperma. La
expectativa de vida aumenta, la ciencia hace denodados esfuerzos
por mejorar la calidad fisiológica y psíquica, pero aún no ha podido
prolongar la actividad hormonal natural un tiempo más. Pueden
valerse de otros medios de fertilización, pero la involución de las
funciones fértiles tiene un período acotado por la biología. En este
punto crucial la mujer detiene su avance en otras áreas para dar
respuesta al interrogante impreso en su naturaleza y en la
configuración subjetiva: ¿Ser o no ser madre?

De lo anterior se desprende que ansiedad y deseo se funden en


idéntica figura y se hace imposible saber si lo que deseamos
responde a una fuerza interna y congruente con nuestra existencia
o es una de las tantas máscaras que elige la ansiedad para dirigir las
acciones humanas. Me pregunto si el aumento de los ataques de
pánico o de otros trastornos de ansiedad no es un modo de
reacción sintomática universal, una de las formas, junto a las
enfermedades psicosomáticas, de recordarnos el mal uso de la
ansiedad, alejándola de la función defensiva original y
transformándola en catalizador de los deseos obedientes con las
pautas externas. En este contexto la ansiedad actúa como un tutor,
guiado por las normativas culturales, e imponiendo sus exigencias a
las diferentes instancias vitales a atravesar. Cada una de estas
etapas vitales tiene objetivos predeterminados y serán evaluados
como positivos en la medida que cumplan con las normas
esperables.
La ansiedad encuentra un lugar cómodo en el deseo de los
humanos domesticados. Será la guía de sus deseos, la muda
convicción de “lo correcto”. Ambas fuerzas (ansiedad y deseo)
confluyen en una dirección común, se funden como una pareja,
complementados al extremo de lo indefinido. Está en cada uno de
nosotros darnos cuenta y volverla a su función original.

Síntesis de las disposiciones innatas

 No nacemos como una tabula rasa, tenemos disposiciones


que vienen con nosotros desde el momento mismo de la
concepción y se ponen en evidencia al nacer.
 Estas disposiciones son de base genética y sirven de base para
que se establezcan las primeras líneas de conexión con el
medio ambiente (Natura/Nurtura).
 Las disposiciones que promueven el desarrollo y maduración
son tres: Instintos, pulsiones y deseos.
 Los instintos son fuerzas internas que se unen a esquemas
productores o Gestalt señal que están presentes en el medio
circundante y depende de cada especie. En los seres humanos
son: la succión del pezón, la prensión del pulgar y la sonrisa
social.
 Las pulsiones tienen base genética pero no se dirigen a un
esquema productor o Gestalt señal predeterminada por los
genes, salen del organismo y se unen a objetos o personas,
ejemplo: conexión con los juguetes, con utensilios, con
objetos del cuarto, con las personas, etc.
 Los deseos son propios de los seres humanos, no están
predeterminados por la génetica ni tienen esquema
productor. Orientan las conductas, los proyectos vitales, las
relaciones interpersonales, etc.
 La ansiedad es un catalizador de estas fuerzas, nos ayuda a
resguardarnos de potenciales amenazas, solo que en los
tiempos que vivimos ha pasado a ser un motorizador de los
deseos, apurándolos para que se cumplan sin demasiada
reflexión mediante.

Clase 2.

Primera parte

PROPRIUM

El proprium o sí mismo conocido tiene 8 funciones que lo conforman:

1) Sentimiento Corporal.
2) Autoidentidad.
3) Exaltación del Yo.
4) Extensión del Yo.
5) Agente Racional.
6) Imagen de sí.
7) Aspiraciones propias.
8) Conocedor.

1) SENTIMIENTO CORPORAL

Se define como el reconocimiento que cada uno tiene de sus sensaciones


corporales o la repercusión en el cuerpo de los sentimientos/emociones.

La sensación de hambre, de sed, de placer o malestar físico; el cierre de


garganta o la opresión en el pecho en los estados de angustia, etc. Son
sensaciones afectan en el plano físico y las podemos reconocer como
propias. El sentimiento corporal no aparece como tal en el recién nacido, se
va desarrollando a medida que la maduración de los sistemas se va
completando. Un bebé no puede reconocer las sensaciones como
pertenecientes a su cuerpo; la vivencia es global o totalizadora. Cuando
siente hambre lo comprende en su totalidad, no se agarra la panza y dice
“tengo hambre”, siente que es “todo hambre” y lo manifiesta llorando, lo
mismo ocurre cuando está satisfecho por el alimento. Estas primeras
sensaciones de Hambre/Saciedad marcan el comienzo de un proceso de
registro de sensaciones asociadas a la alimentación. Cuando el bebé se
alimenta no solo cumple con una función fisiológica, también, y
fundamentalmente, da lugar a que todas esas experiencias asociadas a la
alimentación se fijen como huellas mnémicas (huellas de memoria o
experiencias). El alimento, la saciedad, el contacto con mamá o la persona
que lo alimenta, el afecto, el calor del cuerpo, las voces, los diferentes
estímulos del afuera, todo se registra en esa memoria incipiente gracias al
acto de la alimentación. Es entonces, la acción de alimentar, la que origina la
aparición de miles de huellas que quedarán en la memoria configurando el
área mente o un psiquismo aún muy inmaduro.

A medida que el bebé va creciendo sumará aquellas experiencias resultantes


de la separación del Yo/No Yo, es decir, sabrá lo que le pertenece a su cuerpo
y lo ajeno a él. Si primero somos cuerpo porque las primeras acciones
provienen de la fisiología de la alimentación, luego seremos Cuerpo y
Ambiente, hasta completar la tríada con el Psiquismo o Mente.

CUERPO. AMBIENTE. MENTE.

Cuerpo: todas las primeras experiencias asociadas primero al acto de la


alimentación, incluye todo lo que sucede alrededor del acto de lactancia.

Ambiente: reconocimiento de algo que está fuera de nosotros, comienza un


saber aún inmaduro de lo propio y de lo ajeno.

Mente: recibe todas las experiencias que acontecen durante la alimentación.


Es una mente muy primaria, pero es la base para construir el psiquismo.
Esta función del Sentimiento Corporal tiene su inicio apenas después de
nacer y nos acompañará de por vida, siempre y cuando no existan problemas
para detectar esta información del cuerpo o su interpretación cognoscitiva.

Alteraciones del Sentimiento Corporal:

Hipersensibilidad a las sensaciones corporales:

Existen personas que registran en demasía la mayoría de estímulos que


provienen del cuerpo, tienen un umbral bajo lo cual permite que la
información, que en otras personas sería ignorada por la conciencia, en las
personas hipersensibles pasa a la misma provocando malestar. Ejemplo:
personas hipocondríacas o temerosas que ante cualquier manifestación del
cuerpo la interpretan como parte de une enfermedad grave.

Otro ejemplo de hipersensibilidad del sentimiento corporal es la Fibromialgia,


enfermedad que cursa con dolor intenso en diferentes partes del cuerpo sin
encontrarse ninguna causa orgánica que justifique el dolor. Aunque no sabe a
ciencia cierta las causas que la provocan, si hay evidencia médica de que los
centros cerebrales que evalúan y valoran el dolor están muy activos e
interpretan cualquier mínimo dolor como intenso.

Así como existe hipersensibilidad del sentimiento corporal, existe lo


contrario, la hiposensibilidad.

Hiposensibilidad a los estímulos corporales

Son personas que tienen un alto umbral a las sensaciones corporales por lo
tanto “sienten poco o no sienten”. Un ejemplo de ello es la Alexitimia (A:
privado de; Lexi: lenguaje; Timia, estado de ánimo) es decir, que el sujeto no
reconoce o le cuesta hablar de sus sentimientos /emociones. Este síntoma
aparece en personalidades rígidas, con dificultades para conectarse con los
afectos, sí como en enfermos psicosomáticos que vuelcan sus emociones a
órganos o sistemas, con la consiguiente somatización o síntoma físico sin
causa orgánica.

2) Autoidentidad

La autoidentidad comprende lo que sabemos de nosotros, ya sea, todo lo que


proviene del mundo interno (como el sentimiento corporal que queda
comprendido dentro de la autoidentidad) como los pensamientos, las
fantasías, la imaginación, la identidad de género, los proyectos, la filosofía de
vida, etc. En síntesis, todo lo que forma parte de nuestro sentir, de pensar y
de actuar, siendo el reconocimiento personal de cada uno de estas partes
que lo constituyen.

La identidad entonces es un saber propio, singular, y sobre esa base


constitutiva las experiencias la irán enriqueciendo a medida que crecemos y
pasamos por las diferentes etapas vitales.

Alteraciones de la Autoidentidad

Fundamentalmente vemos cómo se compromete la autoidentidad cuando


existen problemas cognoscitivos que impiden que pueda reconocer los datos
personales, ejemplo: en los estados de extrañeza o despersonalización la
persona duda de si misma, como si un velo se interpusiera entre la realidad
interna y la capacidad para captarla. Ya hemos visto que en los estados
disocitativos de la conciencia (ejemplo: luego de una catástrofe, robo, abuso,
accidentes, etc.) la persona puede quedar confusa y no responde con
exactitud a las preguntas que se le formulan sobre su identidad o dónde vive,
etc.)

En las personas que deliran vemos cómo verdadera identidad queda


desplazada por otra, por ejemplo, creerse Napoleón o un ser superior
cargado de dones.

3) EXALTACIÓN DEL YO

Esta segunda función del proprium también nos acompaña desde antes de
nacer, pero se pone en evidencia apenas llegamos al mundo. El concepto de
Allport se acerca al Rogeriano de tendencia actualizante, ya que la exaltación
del Yo es el despliegue de capacidades de desarrollo y maduración. Son
acciones de supervivencia y de cuidado personal, especie de “egoísmo sano”
o narcisismo normal, la cuota de amor propia necesaria para preservarnos.

Exaltar el Yo no es un acto de superación de uno mismo sobre el otro, es la


responsabilidad que tenemos sobre la propia vida, ni más ni menos.

Alteraciones de la Exaltación del YO

Cada una de estas funciones del Propium tiene su extremo saludable, y del
otro lado, su extremo patológico o insalubre. Y en el medio, montones de
instancias de grises.

Yendo al extremo patológico encontramos dos formas de presentación:

Hiperexaltación del Yo (Exaltar en demasía)


Esta forma la vamos a observar en el Narcisismo patológico, en este caso (es
un trastorno de la personalidad) el sujeto está convencido de que posee
virtudes especiales (Ejemplo: se cree bello, altruista, inteligente, superior a
los demás, etc.), estas características personales o bien las imagina (y se
convence de la veracidad de las mismas) o si posee alguna de ellas las exalta
y se las muestra al mundo. Estas personas además carecen de toda empatía.

Hipo exaltación del Yo (subestimar capacidades)

En el extremo contrario existen personas que, por sufrir un cuadro depresivo,


mientras dure la depresión, no creen en sus capacidades, por el contrario, las
subestiman de tal manera que prefieren morirse a luchar para superarse. En
estos casos también la persona puede atentar contra su vida, auto lesionarse
con la finalidad de mitigar el dolor. La Exaltación del Yo no logra superar a la
vivencia de muerte.

4) EXTENSIÓN DEL YO

Así como necesitamos conectarnos primero con nuestro mundo interno (en
el bebé con las primeras sensaciones fisiológicas y afectivas) también, a
medida que reconocemos el entorno, vamos estableciendo un vínculo
afectivo con los objetos y las personas que lo constituyen, introyectando, es
decir, haciendo propio, cada una de estas adquisiciones para el Yo. Extender
el Yo es “cargar” afectivamente el mundo exterior y hacerlo propio, ejemplo:
“mis juguetes, mis padres, mi cuarto, mi casa” Y más tarde será: “mi barrio,
mi ciudad, mi país”, etc. Nuestro Yo se enriquece con todo aquello que puede
ser incorporado al bagaje de experiencias significativas.

Alteraciones de la Extensión del Yo

Hiperextensión del YO

Existen personalidades que necesitan poseer un vínculo indisoluble, casi vital,


con el medio, sobre todo con las personas. Están pendientes de los demás,
quieren ser el centro y llamar la atención; no soportan la indiferencia o que
los demás les marquen distancia. Son personas extremadamente sociables,
tanto que consideran amistades a personas o grupos que recién conocen.
Usan la seducción y la simpatía para llamar la atención y establecen
relaciones interpersonales dependientes. Estas personalidades se denominan
histriónicas o histéricas y sufren cuando interpretan como “desplantes” los
límites que los demás les ponen.

Hipoextensión del YO

Si en caso anterior, las personalidades histriónicas despliegan sus dotes de


seducción, de buen humor, extrema sociabilidad, para llamar la atención, en
sentido contrario, aparecen personas retraídas, que han dejado de salir, de
hacer vínculos sociales y no les importa si los demás están o no están
presentes. Estas personalidades depresivas recuerdan que, en algún
momento de sus vidas, se sintieron animadas, disfrutando de los demás y de
proyectos, no obstante, de un tiempo a esta parte sienten que nada les
interesa. El Yo del pasado, que se extendió hacia el afuera, se ha retraído sin
encontrar sentido a la existencia.
Clase 3

Continuando con las funciones del proprium recordemos que es una


estructura psíquica que está en constante desarrollo, no obstante, los
primeros años son fundamentales para construir la estructura de la
personalidad y de los aspectos conscientes del Yo.

5) Agente Racional

Se denomina Agente Racional a la capacidad que tiene el Yo de dar respuesta


a las diversas circunstancias que se nos presentan sin usar mecanismos de
defensa. Es un concepto humanista, a diferencia del psicoanálisis que
considera que todas las acciones del Yo están usando algún mecanismo
defensivo, aún las conductas de desarrollo y despliegue humano, para el
psicoanálisis, son el resultado de mecanismos defensivos.

Por ejemplo: para Allport (con este concepto del agente racional) un médico
cirujano opera por vocación, porque en algún momento de su vida apareció
el deseo de ser médico y lo puede expresar en esa especialidad.

En cambio, siguiendo con el mismo ejemplo, para el psicoanálisis, el cirujano


“sublima” pulsiones sádicas, de tal manera que ese desvío de la tensión
psíquica (sadismo) permite que se convierta en una acción benefactora. La
sublimación es el único mecanismo de defensa considerado positivo, ya que
por su acción, las fuerzas pulsionales encuentran un canal de liberación que
favorece a la persona y a los demás.
Para Allport: Los mecanismos de defensa existen pero no son usados
siempre. El Yo tiene la propiedad intrínseca de generar conductas que sean
consecuencia de la intervención de los mecanismos defensivos.

Para Freud: El Yo implementa SIEMPRE defensas, aún en aquellas acciones


saludables, de desarrollo, estarían actuando las líneas defensivas como la
sublimación.

Para Freud: los mecanismos de defensa acompañan a todas las expresiones


del Yo. No existe pensamiento, sentimiento, conducta, que quede librada a la
acción de las defensas. Recordemos que para esta teoría el equilibrio
psíquico entre las tres instancias principales no existe. Entre el Ello, el Yo y
Súper Yo se establecen tensiones que deben ser liberadas, ya sea por medio
de la sublimación (único mecanismo de defensa positivo) o mediante el uso
de los mecanismos de defensa negativos (represión, negación,
desplazamiento, conversión, etc.)

Alteraciones del Agente Racional:

Si en la dimensión saludable el Yo (siguiendo a Allport) puede no usar


mecanismos defensivos, las alteraciones del agente racional surgen de
usarlos para contener experiencias que quieren pasar a la conciencia con el
consiguiente peligro de que desorganicen el Yo.

En el extremo del uso desmedido de las defensas encontramos las


personalidades obsesivas, es decir, personalidades muy defendidas, con
excesivo control propio y ajeno. Estas personalidades obsesivas son rígidas,
todo tiene que estar bajo su control, no delegan, no disfrutan y todas las
actividades de ocio tienen que estar organizadas. Nada debe quedar librado
al azar. Las personalidades obsesivas sufren cuando las cosas se salen de su
control, cuando platean una cosa y no lo pueden hacer por algún imprevisto.
Los obsesivos no son flexibles, por lo tanto, les cuesta afrontar la realidad
cambiante.

En el otro extremo nos encontramos con personalidades cuyos mecanismos


de defensa no llegan a contener la tensión interna, ya sea la angustia o los
impulsos. Los individuos Borderline son lo opuesto a los obsesivos, son
inestables, para nada controlados, se dejan llevar por los impulsos y las
emociones. La característica es la marcada inestabilidad. No tienen ningún
control de los sentimientos ni las emociones, todo es intenso y muy
cambiante.

6) La Imagen de Sí

La imagen de sí está formada por tres aspectos.

 La imagen que tengo de mí (imagen subjetiva)


 La imagen que quisiera tener (imagen ideal).
 La imagen que CREO que los demás tienen de mí.

la imagen de sí conforma una parte significativa del Yo personal. Su origen se


remonta a las primeras experiencias infantiles y la influencia del entorno con
su variedad de representaciones sociales y culturales. La imagen de sí se
nutre del desarrollo del yo generando sentimientos de satisfacción. Cuando
estas tres imágenes están muy cercas una de la otra existe un grado de
congruencia significativo, tanto que las tres al coincidir provocan bienestar.
Estoy conforme con la imagen actual, la imagen ideal se convierte en algo
posible (no alejada de la realidad) y además creo que los demás como soy.

Las alteraciones de la Imagen de Sí

Estas alteraciones surgen la distancia que separa cada vez más a las tres
imágenes.

La imagen subjetiva no llega a satisfacerme, hay sentimientos de inferioridad,


desmedro de capacidades o creo que soy demasiado exigente conmigo.

La imagen ideal está cada vez más lejos: la imagen subjetiva difiere y mucho
de lo que quisiera ser, poniendo a la imagen ideal en un lugar superior; es
más, creo que llegando a esa imagen ideal recién voy estar satisfecho, cosa
que generalmente falla.

La imagen que creo que los demás tienen de mí no me conforma. Creo que
los demás se dan cuenta de cuán desafortunado soy o bien que muestro una
seguridad que no tengo. En todos los casos la disconformidad es la regla.

7) Aspiraciones propias

Las aspiraciones propias son las motivaciones, aquello que nos motoriza para
el crecimiento en todos los órdenes. Este concepto de Allport es similar al de
las motivaciones de Maslow, ya que ambos autores se refieren a dos tipos de
motivaciones:
Motivaciones para cubrir las necesidades básicas y las motivaciones de
desarrollo.

Las motivaciones para cubrir las necesidades básicas aparecen desde el


nacimiento y necesitan en esta etapa de una figura adulta que provea los
alimentos, el afecto, la contención de todo tipo. Luego a medida que
avanzamos serán necesarias otros aportes provenientes del medio y de uno
mismo para procurarlos. Estas motivaciones que tienden a cubrir las
necesidades básicas provocan al principio un aumento de tensión y cuando
es satisfecha baja esa tensión recuperando la calma hasta otra necesidad.

En cambio, las necesidades que tienden al desarrollo nos generan una


tensión agradable ya que tienden a mejorarnos en todo sentido, sobre todo
cuando tienden a la autorealización.

Alteraciones de las Aspiraciones propias

Aumento de las aspiraciones

En un extremo patológico la persona se siente muy motivada, con una


ansiedad que lo lleva a generarse proyectos, muchos de ellos no llegan
concluirse. El abuso de sustancias en forma constante (cocaína y otros
estimulantes) puede provocar un incremento de la ansiedad y de las
actividades que el sujeto realiza. En el trastorno bipolar observamos que en
la fase de excitación maníaca el individuo no para de hacer cosas, tiene una
voluntad a toda prueba, pero no se da cuenta que lo que inicia queda
interrumpido por otra acción.
Disminución de las Aspiraciones

En el extremo “en baja” observamos como las motivaciones están


empobrecidas, a la persona le cuesta cubrir sus necesidades básicas y ni
hablar de las de desarrollo. Hace lo mínimo indispensable. Y a veces no ni
eso. En los cuadros depresivos vemos cómo los intereses bajan
considerablemente, ocasionando culpa y autoreproches. Pero aún, cuando
las personas de alrededor los presionan para que hagan algo. Las depresiones
son el fiel ejemplo de cómo las aspiraciones, la voluntad, las ganas, dan paso
a un estado de apatía, de desgano generalizado, donde nada resulta
movilizador.

8) El Conocedor

Es el aspecto cognitivo del propium, especie de conciencia propia que


permite chequear cómo están las 7 funciones anteriores. Conozco cada parte
de mismo gracias a la acción del conocedor. Por medio de esta función puedo
saber cómo están mis sensaciones corporales, reconocerlas como propias,
saber que estoy pensando, cuáles son mis proyectos, que importancia tienen
los demás para mí; saber si lo que hago es una acción me conduce al
desarrollo personal; chequear la propia imagen y tratar de entender si estoy
contento con lo que hago y condice conmigo, etc. Todo este saber lo obtengo
gracias a la acción del conocedor.

Alteraciones del Conocedor


La principal alteración del conocedor aparece cuando se pierde la consciencia
(anestesia, golpes, desmayos, epilepsia, ACV, etc.) es decir, todos aquellos
factores que llevan a la pérdida a perder la vigilancia. También existen
estados (disociativos) en los cuales la persona no perdió la conciencia, pero
existe un nivel de opacidad, de enturbiamiento, que impide estar totalmente
despierto, captando toda la información que me brinda el proprium.

En los delirios, por ejemplo, aquel que se cree Napoleón, aunque parezca
extraño, el proprium no está alterado, su función cognoscitiva la cumple
bien, solo que las demás funciones le aportan datos erróneos. El proprium no
valora los datos que provienen de las siete funciones anteriores, solo los
capta y los lleva a la conciencia.

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