PLANES DE REHIDRATACION. Jessika Laguado
PLANES DE REHIDRATACION. Jessika Laguado
PLANES DE REHIDRATACION. Jessika Laguado
FACULTAD DE MEDICINA
ESCUELA DE MEDICINA. EXTENSIÓN TÁCHIRA
HOSPITAL CENTRAL DE SAN CRISTÓBAL
CÁTEDRA DE PEDIATRÍA II
Realizado por:
Jessika A. Laguado Ochoa
CI: 25.169.069
Docente:
Dra. Alicia Pimentel
La osmolaridad plasmática (OP) es otro componente fundamental para tener en cuenta en estos
pacientes, básicamente consiste en aquellos elementos químicos en el plasma que son capaces de atraer
moléculas de agua hacia el espacio intravascular (sodio, potasio, glucosa y nitrógeno ureico), los rangos de
normalidad son entre 280 y 295 mOsm/L, esto es muy importante ya que durante el tratamiento vamos a
optar por sustancias cuya osmolaridad sea similar a la fisiológica.
Fórmula para calcular la osmolaridad plasmática: OP = 1.86 (Na + K) + 1.15 (Glu/18) + (BUN/6) + 14
Así entonces el flujo de agua va a estar dado por el transporte activo de iones (principalmente Na+, Cl-,
HCO3- y K+) y nutrientes (principalmente glucosa).
Durante la EDA hay un aumento en la cantidad de agua y electrolitos en las heces, así como en la
frecuencia de las deposiciones lo que significa un serio problema para la homeostasis que se traduce en
complicaciones (convulsiones, choque hipovolémico, falla renal, lesión cardiaca, coma e incluso la
muerte), por este motivo es fundamental reponer dichas perdidas ya sea por medio de sales de
rehidratación oral o soluciones de administración endovenosa, su uso depende de las características y las
condiciones del paciente.
Deshidratación
Corresponde a un estado patológico caracterizado por un balance negativo de agua o de fluidos
corporales, producido por baja ingesta o gasto aumentado, alteración en el volumen de líquidos corporales.
La deshidratación se da por los siguientes mecanismos: el incremento de las pérdidas, la disminución del
aporte, la disminución de la absorción y/o el desplazamiento de líquido. Las causas más frecuentes de la
deshidratación son la gastroenteritis aguda y los vómitos.
El metabolismo hidrosalino de los niños tiene características específicas que lo diferencian significativamente
del de los adultos. Los tres factores más importantes son:
1. Mayor porcentaje de agua corporal por kilogramo de peso, con predominio del espacio extracelular
(más capacidad para perder agua)
2. Mayor recambio diario de agua y electrolitos (más posibilidad de desequilibrio hidrosalino).
3. Inmadurez renal para eliminar orinas concentradas (menor capacidad de adaptación a los cambios de
agua y sal del medio interno).
El número de signos presentes aumenta con la importancia de la deshidratación:
Sed intensa o llanto incesante en el lactante pequeño
Sequedad de mucosas
Pliegue cutáneo persistente
Ojeras, hipotonía de los globos oculares
Ausencia de lágrimas en el llanto
Fontanela anterior hundida.
Epidemiología: Cuanto menor es la edad del niño, mayor es el riesgo de deshidratación. La deshidratación es
más frecuente en los niños pequeños y el 90% ocurre en menores de 18 meses. Es muy prevalente en los
países en vías de desarrollo, debido al mayor número de infecciones gastrointestinales y a la falta de medios.
En nuestro entorno, las causas más comunes son: gastroenteritis aguda, enfermedades que cursan con vómitos
persistentes (infecciones graves, obstrucción intestinal, hipertensión intracraneal) y procesos intestinales
crónicos que pueden presentar episodios agudos de diarrea (enfermedad inflamatoria intestinal, síndromes
malabsortivos). En los niños con lactancia materna, puede producirse deshidratación en los primeros días de
vida, por problemas de adaptación (falta de aporte). Los lactantes con fibrosis quística, en los meses calurosos
del verano, pueden presentar cuadros de deshidratación, debido a la pérdida excesiva de sales por el sudor.
Finalmente, otras causas de deshidratación son las enfermedades endocrinas, como: diabetes mellitus, diabetes
insípida y síndrome adrenogenital.
Clasificación: Los dos criterios para clasificar la deshidratación son la pérdida de peso y los niveles del sodio
en plasma.
1. En función de la pérdida de peso:
Deshidratación hipotónica: es la menos frecuente (10%), suele estar producida por la gastroenteritis
aguda asociada a pérdidas importantes de sales y por algunos tipos de insuficiencia suprarrenal.
Afecta fundamentalmente al espacio extracelular. Se produce cuando existe proporcionalmente una
pérdida mayor de sodio que de agua, por lo que la osmolaridad plasmática y el espacio extracelular
estarán disminuidos. La disminución de este espacio provoca un descenso del volumen circulante, de
la volemia y de la perfusión tisular y renal. En los casos graves, se produce insuficiencia renal y
shock. Cuando el proceso está muy evolucionado, puede alterarse el espacio intracelular.
Deshidratación hipertónica: (25%) ocurre cuando existe una disminución de la ingestión de líquidos
o cuando se aportan soluciones con concentraciones de sodio elevadas. Afecta principalmente al
espacio intracelular. Se produce cuando la pérdida de agua es proporcionalmente mayor que la de
electrolitos, provocando un incremento de la osmolaridad plasmática y un paso de agua desde la
célula al espacio extracelular como mecanismo compensatorio. Es la forma más grave de
deshidratación debido a la afectación de las células del sistema nervioso central. Debe tenerse en
cuenta que, aunque los niveles plasmáticos de sodio estén elevados, en realidad existe una
disminución de la cantidad total de sodio del organismo. Al tratarse de una deshidratación intracelular
existirá una depleción global de potasio, en función del grado de afectación renal.
Deshidratación isotónica: es la forma más frecuente (65%) y está causada por la gastroenteritis
aguda. En estos casos, se produce una pérdida de agua y electrolitos de forma proporcional, por lo que
la osmolaridad y los niveles plasmáticos de sodio se mantendrán normales. Este balance equilibrado
hace que no se generen gradientes en el medio interno, por lo que la repercusión recaerá
fundamentalmente sobre el espacio extracelular.
Clínica: Las manifestaciones clínicas dependerán del espacio corporal afectado: extracelular (signos de
hipovolemia), intracelular (signos neurológicos) y del grado de deshidratación (leve, moderada, grave)
• Signos de deshidratación extracelular: Los signos son propios de la pérdida de volumen circulatorio, por
lo que serán precoces y llamativos, consistirán en: frialdad de la piel, relleno capilar lento, taquicardia, pulsos
débiles, hipotensión arterial, signo del pliegue, ojos hundidos, mucosas secas, fontanela deprimida en los
lactantes y oliguria. En los casos avanzados, se produce shock.
•Signos de deshidratación intracelular: Las manifestaciones clínicas son expresión de la afectación celular,
fundamentalmente del sistema nervioso central. Se producirá: irritabilidad, hiperreflexia, temblores,
hipertonía, convulsiones y coma. Los niños tienen sed, las mucosas están “pastosas” y pueden tener fiebre de
origen metabólico. Los signos de shock son tardíos, por lo que el diagnóstico puede retrasarse.
Diagnóstico: El diagnóstico de la deshidratación es eminentemente clínico, basado en la historia clínica y en
los signos y síntomas que presenta el paciente. En la anamnesis, es importante tener en cuenta: el tiempo de
evolución del cuadro, el tipo y el volumen de las pérdidas producidas (vómitos, deposiciones), el grado de
diuresis, el tratamiento recibido y la existencia de otros signos asociados, como fiebre, sudoración y sed. En la
exploración física, deberán tomarse las siguientes constantes: peso, temperatura, frecuencia cardiaca,
frecuencia respiratoria y tensión arterial.
La pérdida de peso es el dato más importante y el patrón de referencia para estimar el
grado de deshidratación. Cuando no se dispone del peso previo, es necesario recurrir
a los hallazgos de la exploración física. Ningún signo de forma aislada tiene
suficiente especificad ni sensibilidad para estimar el grado de deshidratación. En una
revisión publicada en la revista JAMA en 2004, los autores encontraron que los tres
signos con mayor especificidad y sensibilidad para detectar una deshidratación del
5% o superior fueron: el relleno capilar prolongado, la disminución de la elasticidad
de la piel y la alteración en el patrón respiratorio. Por otra parte, la ausencia de
mucosas secas, la apariencia normal y la ausencia de ojos hundidos se asociaban a
una deshidratación menor del 5%.
La escala de Gorelick permite calcular el grado de deshidratación mediante la
puntuación de signos y síntomas (Tabla II): tres o más ítems tienen una sensibilidad
del 87% y una especificidad del 82% para detectar deshidratación igual o mayor del
5%.
Pruebas complementarias
La deshidratación es un diagnóstico clínico, por lo que las pruebas complementarias no deben realizarse
sistemáticamente. Estarán indicadas en las deshidrataciones graves y en las moderadas cuando se va a
instaurar tratamiento con sueroterapia intravenosa. El objetivo es valorar de forma más precisa el tipo de
deshidratación (natremia) y el estado metabólico (equilibrio ácido-base, función renal). No existe ninguna
determinación bioquímica con sensibilidad y especificidad suficiente para establecer el grado de
deshidratación. El bicarbonato es el parámetro bioquímico cuyos valores se han relacionado más
estrechamente con el grado de deshidratación. Niveles de bicarbonato plasmático superiores a 15-17 mEq/L se
asocian significativamente a un grado de deshidratación menor del 5%
Las determinaciones de laboratorio más importantes en plasma son: hemograma, pH y gasometría
(bicarbonato, CO2), iones (Na, K, Cl), osmolaridad, glucosa, urea y creatinina. En orina: densidad,
osmolaridad, pH, iones y cuerpos cetónicos.
Choque hipovolémico
Un shock hipovolémico es una afección de emergencia en la cual la pérdida grave de sangre o líquido hace
que el corazón sea incapaz de bombear suficiente sangre al cuerpo. Este tipo de shock puede hacer que
muchos órganos dejen de funcionar. Los signos de shock hipovolémico (deshidratación intravascular) se
asocian a los signos precedentes:
• Trastornos de la conciencia, niño irritable, inconsolable;
• Tinte grisáceo, cianótico, extremidades frías;
• Taquicardia (frecuencia cardíaca > 160 lpm en el lactante);
• Polipnea > 40 respiraciones/min;
• Prolongación del tiempo de recoloración cutánea, medido en la frente o el esternón (no en las
extremidades), que es patológico si supera los 2 segundos;
• Hipotensión es un signo demasiado tardío en el niño
• La oliguria y la anuria son difíciles de comprobar sin un dispositivo de recolección de orina
Tratamiento: El tratamiento de elección en la deshidratación leve y moderada es la rehidratación oral; solo
cuando esta no sea posible o esté contraindicada, se recurrirá a la fluidoterapia intravenosa. El tratamiento de
la deshidratación consiste en la administración de líquidos y electrolitos, con el fin de neutralizar el balance
negativo.
Rehidratación oral
Descripción de la técnica:
• 1ª fase de reposición del déficit de agua y electrolitos:
- Estimación del déficit: inicialmente, se debe realizar una estimación del déficit de agua y de
electrólitos en función de la pérdida de peso y de las manifestaciones clínicas (p. ej., una pérdida del
5% del peso significa un déficit de volumen de 50 ml/kg).
- Reposición del déficit: este volumen de líquido deberá reponerse en forma de SRO en 4-6 horas en
las deshidrataciones hipo-isotónicas y en 12 horas en las hipertónicas. La solución se administrará
inicialmente en forma de pequeñas tomas de 5-10 ml con jeringuilla o cucharilla cada 5 minutos,
incrementando la cantidad según la tolerancia del niño.
- Valoración del grado de hidratación: una vez completada la primera fase de rehidratación, se
realizará una nueva valoración; si la deshidratación persiste, deberá estimarse de nuevo el déficit e
iniciar otra vez su reposición, si se ha normalizado se pasará a la segunda fase de mantenimiento. La
fase de rehidratación oral no debe durar más de 12 horas y la cantidad máxima administrada no debe
superar 150 ml/kg.
• 2ª fase. Mantenimiento. Consiste en la administración de las pérdidas mantenidas que se estén produciendo.
Suele realizarse en régimen ambulatorio, indicándoles a los padres la forma y la cantidad de SRO que deben
administrar. En el caso de los niños con gastroenteritis aguda, el volumen de líquido dependerá del número y
del volumen de las pérdidas, aproximadamente 5-10 ml/kg por cada deposición o 2-5 ml/kg por cada vómito
que sean abundantes.
Rehidratación parenteral
Los cristaloides son soluciones isotónicas respecto al plasma compuestas por partículas de bajo
peso molecular con la capacidad de fluir rápidamente desde el área intravascular tisular al
medio intracelular, son económicas y generalmente no generan reacciones de hipersensibilidad;
se distribuyen por el plasma presentando un índice de eliminación alto, después de 60 minutos de
la administración solo permanece el 20% del volumen suministrado en el espacio intravascular.
Entre los cristaloides encontramos a la solución salina, el lactato de Ringer y la dextrosa
Tipos de suero: La rehidratación intravenosa rápida debe realizarse con sueros isotónicos. El suero salino 0,9
es hasta ahora el más utilizado en los distintos estudios, pero cada vez existen más publicaciones relacionadas
con la utilización de otros sueros, como las soluciones polielectrolíticas o las soluciones “balanceadas”. Se
trata de soluciones que tienen una composición más parecida al plasma que el suero salino, sobre todo en
relación con la concentración de cloro. El lactato de Ringer posee una osmolaridad más similar al
plasma con relación a los demás. Asimismo, según la literatura la solución salina tiende a producir
levemente mayor disminución del pH debido a que posee mayor concentración de cloro que el lactato de
Ringer y esto a su vez se deriva en complicaciones como acidosis metabólica e hipercloremia. A su vez la
dextrosa se usa con menos frecuencia que los otros dos porque tiene un alto contenido de glucosa, pero
muy poco sodio (tabla 3).
Velocidad de infusión: En cuanto al volumen de líquido que se administra en función del tiempo, existe una
gran variabilidad entre los distintos autores. Un volumen medio recomendable es 20-40 ml/kg en 2 horas.
Pauta de actuación: Durante todo el proceso es necesario realizar un control y seguimiento estricto del
paciente: toma de constantes (frecuencia cardiaca, tensión arterial frecuencia respiratoria), valoración del
estado general, balance hídrico y controles analíticos (gasometría y función renal).
Manejo del paciente con EDA: El manejo del paciente con EDA va a depender de sus características y
el estado de deshidratación del mismo, en este sentido es fundamental evaluar al paciente con diarrea con
el fin de establecer el grado de deshidratación o la ausencia de esta e iniciar así un manejo adecuado
(tabla 4).
Para alrededor del 90% de los pacientes que consultan por diarrea el tratamiento hídrico más adecuado se
basa en la administración de SRO de modo que la administración de SAE se destina a los pacientes con
grados de deshidratación más elevados o que cumplan con alguno de los siguientes criterios:
Alteración del estado de conciencia.
Deshidratación grado III con o sin choque.
Diarrea de alto gasto fecal (mayor a 10 cc/kg/hora o más de dos deposiciones liquidas en una hora
ó más de 10 deposiciones en las últimas 24 horas ó más de cuatro deposiciones en las últimas
cuatro horas).
Distensión abdominal por la presencia de íleo paralítico u obstrucción intestinal.
Fracaso de la Terapia de Hidratación oral (la cantidad ingerida no alcanza a reponer perdidas).
Incapacidad de aceptar líquidos por vía oral.
Persistencia de vomito (más de tres episodios en una hora ó más de cuatro episodios en las
últimas cuatro horas)
Presencia de convulsiones.
Sospecha de isquemia intestinal y/o enterocolitis necrotizante.
Paciente menor de 4,5 Kg. de peso y/o menor de tres meses de edad
Planes de rehidratación:
Plan A: Está dirigido a todos los pacientes que no tienen deshidratación, el manejo se hace en casa y se
compone de:
Aumentar el aporte de líquido más de lo usual.
Administrar SRO, en el caso del paciente con diarrea después de cada deposición acuosa dar 10 -
20 ml/kg.
Continuar la alimentación, teniendo en cuenta que la diarrea se deben evitar alimentos muy
endulzados o irritantes como jugos ácidos.
Informar al cuidador sobre los signos de alarma por los cuales deberá volver a consultar
inmediatamente (émesis y fiebre no controlable, disentería, alteración de la conciencia).
Promover medidas preventivas, para evitar el contagio infeccioso (lavado de manos, higiene en
la preparación de alimentos y su conservación).
Plan B: Está indicada en los pacientes con deshidratación leve o de grado I o II, en este caso el
tratamiento se hace en el servicio de salud.
Inicialmente este plan se administra durante 4 horas, en ellas se multiplica el peso del paciente por
75-100ml y el resultado es la cantidad de SRO que se van a administrar
Si se produce vómito, esperar 10 minutos y continuar más lentamente; si ocurre nuevamente vómito,
intentar la administración por sonda nasogástrica.
Plan C: Está dirigido a los pacientes con un grado III de deshidratación o que cumple alguno de los ítems
anteriormente vistos, este se va a dividir en tres fases.
Fase I: Se le llama fase de repleción intravascular, su objetivo es recuperar la perfusión y hacer que
el pulso sea más fuerte.
En este método se tiene en cuenta el peso del paciente, por debajo de 10Kg por cada Kg se administrarán
100ml/kg/día, si el paciente pesa más se le sumara a lo anterior 50ml/kg/día por cada kg hasta los siguientes
10kg y en caso de que el peso sea mayor entonces a los dos anteriores se les sumara 20ml/kg/día por
cada kg adicional restante.
Las necesidades basales se suman a el déficit para calcular la cantidad de líquidos parenterales que se
deben administrar.
En caso de que el paciente curse con deshidratación grado II se le deberán restar los bolos iniciales.
Dicha cantidad calculada se administra de la siguiente manera:
Fase III: Denominada fase de reposición de perdidas actuales, en caso de que el paciente siga
perdiendo líquidos ya sea por vomito o diarrea. El vómito se repone por solución salina y la diarrea, o
ambos se puede hacer por lactato de Ringer. En este caso se calculan las pérdidas y se reponen en relación
1:1.
Durante la fase I vamos a optar por usar lactato de Ringer y solución salina en todas las edades, mientras
que en la fase II vamos a elegir el líquido teniendo en cuenta la edad del paciente, los lactantes y
prescolares tienen una mayor demanda energética, por esta razón se opta en ellos por la dextrosa,
mientras que en pacientes mayores se debe tener en cuenta que un aumento en la glucosa puede aumentar la
diuresis y con ello agudizar la deshidratación .
¿Qué se recomienda?
Dieta: continuar dieta normal, sin restricción de lácteos, sin cambio de fórmula, una vez el
paciente se encuentre hidratado
En los casos de diarrea persistente se opta por usar fórmulas sin lactosa.
Se recomienda el aporte de alimentos ricos en carbohidratos complejos (arroz, papa, yuca,
ñame), carnes magras, pescado y huevo.
Se recomienda el uso rutinario de Zinc para disminuir duración, severidad e incidencia de la
EDA. Durante 10 a 14 días
En caso de requerir un antiemético, se prefiere el ondasetrón en dosis única.
¿Qué no se recomienda?
Bebidas carbonatadas (gaseosas o refrescos de soda)
Bebidas rehidratantes para deportistas
Solución de agua, sal y azúcar
Frutas con alto porcentaje de fibra (papaya, pitaya)
No se sugiere el uso de medicamentos antidiarreicos
AYUNO, el niño no tiene por qué realizar ayuno debido a su condición
No se recomienda el tratamiento por “curanderos”, “sobanderos” o “sobadores de descuaje
Ondansetrón
El ondansetrón es un antagonista de los receptores serotoninérgicos 5HT3, que ha demostrado su efectividad
para reducir la necesidad de fluidoterapia intravenosa en los niños con vómitos. Su uso es recomendado en los
niños con deshidratación moderada que tienen vómitos, con el objetivo de facilitar la rehidratación oral. La
dosis es 0,15 mg/kg, máxima 8 mg y debe administrarse 20 minutos antes de iniciar la rehidratación oral.
Entre sus efectos secundarios está la posibilidad de producir diarrea.
Criterios de fracaso
Importante volumen de pérdidas mantenidas, inestabilidad hemodinámica, empeoramiento del estado general
y signos de retención de líquidos (edemas, hepatomegalia). Cuando esto ocurre, el tratamiento deberá ser
específico en función del cuadro fisiopatológico.
5. Kliegman, Stanton, St. Geme, Schor. Tratado de pediatría Nelson. Editorial Elsevier. Edición 20.
Barcelona España. 2016.