Self-Government in The Name of Culture Intercultur
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Axel Rojas
Universidad del Cauca
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Axel Rojas
Universidad del Cauca
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Resumen
Abstract
The purpose of this article is to trace the rise of interculturality in Colombia by focusing
on the process by which it has become articulated to education programs aimed at
ethnic groups. Working from the concept of governmentality, I will argue that instead
of being an alternative to multiculturalism, interculturality rather operates as one of its
technologies of governing alterity. So to speak, it operates as a series of devices aimed
at the orientation of the conduct of certain populations and individuals, in this case,
on behalf of their cultural difference.
Key words: multiculturalism, interculturalism, ethno-education, governmentality.
Introducción1
S
obre la cultura recae hoy en día una atención inusual, que se
expresa tanto en las formas más aceptadas y extendidas de
pensar el momento histórico como en las características de
muchas de sus disputas; podríamos decir, con Trouillot, que
“ahora la cultura explica todo” (2011, 176). Como parte de esta
visibilización creciente de la cultura —o las culturas— han
surgido novedosos problemas:
1 El presente artículo es resultado de una investi-
gación realizada para optar al título de magíster
nuevos objetos de atención e in-
en Estudios Culturales de la Universidad Jave- tervención política y académica.
riana. Una parte de los argumentos presentados Uno de los más destacados en el
ahora se encuentran en la tesis elaborada con
tal propósito. momento es la cuestión multi-
cultural, la creciente certeza de
habitar un mundo poblado por distintos grupos culturales; y junto
a este, el problema de las relaciones entre dichos grupos (rela-
ciones interculturales). Se trata de un problema que ha llegado
a dispersarse de tal forma que abarca hoy en día ámbitos cada
vez más amplios de la vida social, como la salud, el derecho, la
economía y la filosofía, para mencionar solo algunos.
Con el fin de comprender la manera en que las relaciones
entre culturas han adquirido tal relieve en las preocupaciones de
nuestro tiempo, analizaré los programas de educación indígena y
etnoeducación en Colombia. Me centraré aquí en el problema de
las relaciones entre culturas, que en Colombia tuvo su emergen-
cia en la primera mitad del siglo xx, en el marco de las políticas
indigenistas promovidas por organismos como la Organización
de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura
(Unesco), agencias de cooperación internacional en asocio con
entidades estatales y, con frecuencia, organizaciones sociales.
Estos proyectos tuvieron un primer momento de institucionali-
zación en la década de los cuarenta, luego de la realización del
Primer Congreso Indigenista Interamericano (1941) en Pátzcuaro
(Ballesteros y Ulloa 1961); en ese primer momento, la intercultu-
ralidad era empleada como una categoría descriptiva, que hacía
referencia a los espacios y relaciones de contacto entre pobla-
ciones indígenas y poblaciones mestizas (Aguirre Beltrán 1957).
Progresivamente, el concepto de interculturalidad se irá haciendo
más prescriptivo, y entonces las trayectorias de la educación
indígena y de la etnoeducación adquieren especial relevancia
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de Antropología 175
Volumen 47 (2), julio-diciembre 2011
El multiculturalismo como
gubernamentalización de la cultura
D
e manera semejante a como durante los siglos xix y xx se
produjo un proceso de gubernamentalización, que consistió
en la progresiva multiplicación de las formas de gobierno de
los seres humanos y en la creciente capacidad del Estado para
gobernar y ser demandado como aparato de gobierno (Foucault
2006), durante las décadas finales del siglo xx y lo que va corrido
del presente se ha producido un proceso ascendente de guber-
namentalización de la cultura. La noción de gubernamentalidad
permite ver cómo operan las estrategias, tácticas y autoridades
que se plantean como propósito el bienestar de individuos y po-
blaciones, o la eliminación de los conflictos que los afectan, y que
en consecuencia procuran conducirlos a la adopción de mejores
prácticas de vida o, en general, a la alteración de su conducta
(Inda 2008). Desde esta perspectiva podemos analizar con mayor
complejidad los entramados de relaciones de saber-poder en los
que individuos y poblaciones llegan a orientar sus acciones de
acuerdo con ciertos principios y conceptos cuya autoridad apare-
ce como incuestionable, y podemos también rastrear la manera en
que dichos conceptos se enraízan en prácticas y se hacen objeto
de programación de la conducta de estas poblaciones, tanto por
otros como por sí mismas. Es decir, comprenderemos a la vez
cómo son gobernadas ciertas poblaciones y cómo se gobiernan
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de Antropología 177
Volumen 47 (2), julio-diciembre 2011
En este sentido, analizo cómo E gobierno; esta dimensión reúne todas aque-
opera la interculturalidad enten- llas formas de conocimiento, de experticia y de
dida como tecnología, a través de cálculo que hacen posible que pensemos a los
seres humanos como susceptibles de programa-
un proyecto concreto, que es el ción política. En segundo lugar están las técnicas
de la etnoeducación; un proyecto de gobierno; al dominio de lo técnico pertenecen
los mecanismos prácticos, los instrumentos y los
que define quiénes son considera- programas por medio de los cuales autoridades
dos otros, en qué circunstancias, de distintos tipos buscan dar forma e instrumen-
de acuerdo con qué atributos; y talizar la conducta humana. Finalmente están
los sujetos de gobierno; esta dimensión cubre los
al mismo tiempo, cómo deben diversos tipos de identidad individual y colectiva
relacionarse con la cultura, los que emergen a partir de, y al mismo tiempo
sustentan, la actividad gubernamental” (2008, 2).
conocimientos y las políticas
6 El interés por la cultura en este artículo no
en relación con los cuales son tiene que ver con la validez o exactitud de una
considerados otros6. Aunque no definición empleada por quienes hablan de la
interculturalidad, o cualesquiera otros; lo que me
es la única tecnología del mul- interesa es ver cómo ella opera como principio
ticulturalismo, sus trayectorias, de inteligibilidad de lo social y cómo se produce
objetivos, conceptualizaciones e su inserción en entramados de saber-poder.
Cuando me refiero a la palabra cultura, lo que
institucionalidades, así como las me interesa es cómo en su nombre se diseñan
poblaciones que son objeto de su y ejecutan programas de gobierno de pobla-
ciones; programas que pueden ser y son con
accionar, permiten comprender frecuencia requeridos y dirigidos por aquellos
cómo opera el proceso de guber- grupos objeto de gobierno. Es decir, mi objetivo
namentalización de la cultura. es comprender cómo individuos y poblaciones
son gobernados y se gobiernan a sí mismos en
nombre de la cultura.
7 En Colombia, grupos étnicos es una categoría
de uso social y académico que hace referencia
El despliegue de a poblaciones indígenas, afrodescendientes y
una tecnología gitanas. Aunque de manera bastante distinta
en cada caso, estos tres grupos encarnan de
manera predominante lo que se entiende como
A
diferencia cultural.
partir de la década de 1980, la
preocupación por las relacio-
nes entre culturas comenzó a hacer parte de ciertas disputas
políticas y académicas promovidas por grupos étnicos7 o en nom-
bre de ellos. Las condiciones que hicieron posible la emergencia
y despliegue de la interculturalidad tuvieron que ver, inicial-
mente, con el indigenismo —ligado a la institucionalización de
políticas de Estado y de programas académicos de Antropología,
principalmente—, así como con la globalización de los derechos
humanos y los derechos culturales en el periodo de posguerra,
y con las críticas al colonialismo (Anaya 2005; Díaz-Polanco
et ál. 1979/1987). No menos importantes fueron la presencia de
intelectuales que reclamaron su autoridad para hablar por (o
desde) estas poblaciones y sus intereses; y la definición, desde
180 Axel Rojas
Gobernar(se) en nombre de la cultura. Interculturalidad
y educación para grupos étnicos en Colombia
Institucionalizaciones,
conceptualizaciones, apropiaciones
A
un cuando la educación haya estado ligada históricamente a
proyectos que hoy pueden considerarse como opresores, también
es cierto que en diferentes momentos lo ha estado a proyectos
liberadores o democratizantes. Durante los años setenta y ochen-
ta la educación fue objeto de amplios debates y de propuestas
vinculadas a proyectos de transformación social que alcanzaron
gran fuerza en América Latina y tuvieron repercusión en otras
latitudes (Freire 2000; Torres 1986; Giroux 2004); la educación
popular es solo una de las muestras más visibles y de mayor in-
fluencia. Ligada a proyectos escolarizados y a otros que tuvieron
su lugar fuera de las aulas, incidió con fuerza en la aparición
de experiencias educativas locales, gran parte de ellas ligadas
a procesos de organización social. Para finales de los setenta y
durante la década de los ochenta, estos proyectos eran el foco
de discusión acerca de problemáticas locales diversas, como el
acceso a servicios públicos, las estructuras de tenencia de la tierra
o las historias locales y las trayectorias políticas de los sectores
populares (Bonilla et ál. 1972; Fals Borda 1985).
Cuando la etnoeducación surgió en el escenario nacional,
diversos sectores indígenas, organizaciones sociales y grupos de
maestros de comunidades negras contaban con experiencias en el
campo educativo, en muchos casos vinculadas a sus particulares
proyectos políticos. Por ejemplo, mientras organizaciones como
el Movimiento Cimarrón luchaban contra el racismo hacia los
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de Antropología 185
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E
n un contexto en que la cultura adquiere centralidad en tantos
y tan diversos frentes, hay un asunto que los atraviesa a todos:
la tensión entre unidad y diferencia, la relación entre mismidad
y alteridad. Los debates académicos, las políticas estatales, los
organismos multilaterales y las organizaciones sociales se refieren
de alguna manera al problema de cómo afrontar el hecho de que
en cada sociedad, y en las relaciones entre diferentes sociedades,
existan trayectorias históricas y circunstancias presentes media-
das por relaciones desiguales de poder. La idea de cultura parece
ocultar este hecho a fuerza de hacerlo visible; supone con bastante
frecuencia que las diferencias son ontológicas, no construidas
en relaciones históricas. Desconoce que la diferencia es relación,
asume la otredad como substancia. Esta es una de las paradojas
del reconocimiento multicultural: otorga derechos mientras ello
no altere el orden establecido.
Pedagogías de la alteridad
L
a etnoeducación no es solo una política pública de educación para
grupos étnicos, ha sido también una política de producción y de
gobierno de la alteridad. Desde sus inicios ha estado ligada a
la problematización de las relaciones entre grupos culturales y ha
sido espacio de conceptualización de la multiculturalidad y de
definición de los mecanismos para administrarla. La etnoedu-
cación no solo es un derecho de los grupos étnicos, entre otras
razones porque ella define quiénes son los grupos étnicos, cómo
deben educarse y el tipo de relación que deben establecer con
los conocimientos y poblaciones que son considerados como no
étnicos. Sus currículos están diseñados de tal forma que los suje-
tos que en ella se educan actúen de acuerdo con una condición
de radical alteridad respecto de las sociedades de las que hacen
parte; es decir, para que se gobiernen a sí mismos en nombre de
la cultura y la diferencia.
Tanto en la academia como en las instituciones del Estado
y las organizaciones sociales, la etnoeducación es concebida y
demandada como educación de los grupos étnicos y para ellos:
Revista Colombiana
de Antropología 191
Volumen 47 (2), julio-diciembre 2011
Referencias