Maffesoli. Una Teoría Sociológica Posmoderna
Maffesoli. Una Teoría Sociológica Posmoderna
Maffesoli. Una Teoría Sociológica Posmoderna
Carretero Pasn, ngel Enrique Michel Maffesoli. Una Teora sociolgica posmoderna RIPS. Revista de Investigaciones Polticas y Sociolgicas, Vol. 8, Nm. 2, 2009, pp. 916 Universidad de Santiago de Compostela Espaa
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RIPS. Revista de Investigaciones Polticas y Sociolgicas ISSN (Versin impresa): 1577-239X [email protected] Universidad de Santiago de Compostela Espaa
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I. El agotamIEnto dE la modErnIdad
Michel Maffesoli realiza una lectura especialmente crtica de la modernidad que nos posibilitar la comprensin de su posicin terica en el tan enconado debate actual en torno a la posmodernidad. Desde los comienzos de su trayectoria intelectual, Maffesoli se distancia de aquellas corrientes de pensamiento que haban interpretado la modernidad con un signo de optimismo. Desde su perspectiva, el
Recibido: 01.02.2009. Aceptado: 09.08.2009
despliegue de la cultura moderna entraara ms una prdida que una verdadera ganancia; de ah que el advenimiento de lo posmoderno no sea diagnosticado con el pesimismo que embarga a buena parte de los analistas sociales actuales. Para ser ms concretos, el distanciamiento con respecto del ideario filosfico y poltico moderno tendr como referencia fundamental la entronizacin del excluyente y totalitario modelo de razn instaurado en
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la modernidad. La optimista implantacin de este modelo de razn, tan victoreado por el pensamiento ilustrado, no ha revertido, segn l, en la conquista de un mayor grado de libertad real del individuo; por el contrario, a su juicio, habra una estrecha relacin entre Razn moderna y Dominacin. Maffesoli, como ya hiciera Michel Foucault, trata de mostrar la zona sombra de un mundo gobernado por una razn mrbida que llega a colonizar por completo la lgica de las distintas instituciones y a atrapar en su seno la vida del individuo. Tras la enarbolada luz metafrica ensalzada por la razn ilustrada, se esconde, sin embargo, la estrecha connivencia de sta con el desarrollo de una perversa organizacin racional de la sociedad sobre la que se asentara una lgica tecno-productiva que gobernara las sociedades actuales y que conducira irremisiblemente a la reificacin del individuo. En ltima instancia, la imbricacin sustancial existente entre razn y dominacin estara ntimamente ligada a una concepcin prometeica de la historia en la que el hombre buscara erigirse en dueo y seor de una naturaleza considerada como mero objeto de dominacin y explotacin al servicio de un pretendido avance y mejora de la humanidad; lo que contribuir, asimismo, a consagrar la nocin de Trabajo de lo que no se exime, ni mucho menos, el marxismo- en vrtice angular sobre el que pivota incluso la integracin social1. De hecho, Maffesoli apunta que la irracionalidad con la que la religin fuera simplificadoramente catalogada por el espritu racionalista caracterstico de la Ilustracin encubrira, en realidad, un inters por borrar a aquella del entramado social, al pasar a ser concebida como una traba que frenara el despliegue de la planificacin racional y productiva dibujada en la poca moderna. Esta actitud antimoderna no es, en absoluto, por otra parte, novedosa; hunde sus races y se alinea con una negativa visin de la modernidad que, bebiendo bsicamente del pensamiento de Friedrich Nietzsche, tendra sus ms ilustres repre-
sentantes en Max Weber y la primera generacin de la Escuela de Frankfurt (Theodor Adorno y Max Horkheimer) o, por supuesto, en el mismo Foucault. A juicio de Maffesoli, el triunfo de la razn moderna, sin embargo, no slo no ha conseguido, en absoluto, liberar las expectativas emancipadoras que enarbolaba, sino que, por el contrario, ha asentado las bases de un desencantamiento del mundo que abona el surgimiento del nihilismo. Y esto por dos razones fundamentales que afectan a su naturaleza intrnsecamente totalitaria. Por una parte, porque este modelo de razn buscar excluir, reprimir y anatemizar todas aquellas instancias de la experiencia social que extralimiten el orden de lo racional, tales como lo pasional, lo sensitivo o lo emocional; en suma, trata de repudiar el orden de lo no-racional siempre omnipresente en la existencia social. Por otra parte, porque, cuestionando y socavando el mito y la religin como fuentes de sentido central en las sociedades precedentes, sacraliza y mitologiza, paradjicamente, la racionalidad tecno-cientfica2. Vinculado a lo anterior, Maffesoli se desmarca de la categora de progreso como eje nuclear sobre el que gravita la vida de las sociedades occidentales a partir de la modernidad. El progreso, metamorfosis secularizada del tiempo judeo-cristiano segn Karl Lwith, proceso en si mismo progresivo al decir de Hannah Arendt, entraa una concepcin lineal de la historia orientada teleolgicamente en una direccin: la paulatina consecucin de un mayor grado de perfeccin social por medio de la confianza depositada en la racionalidad tecnocientfica. La modernidad, aparentemente depurada de lo mtico, transforma, as, el progreso en su mito central; mito central que, en buena medida, marcar el rumbo del pensamiento evolucionista y tambin positivista del siglo XIX. Progreso que implicar, adems, la asuncin de una consideracin histrica basada en una sucesin concatenada de estadios siempre guiada por una superacin del tiempo histrico
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precedente, pero, tambin, una visin de la historicidad como algo siempre inconcluso, inacabado, instalado en una permanente e insaciable demanda de una novedad identificada como avance3. Progreso a partir del cual, asimismo, la dimensin del tiempo presente se ve absolutamente secuestrada, puesto que, a partir de este momento, quedar subordinada a un regimen de temporalidad vectorializada al futuro. Pero adems, desde otro ngulo, el rechazo maffesoliano del ideario moderno est ligado a la negativa a aceptar la filosofa de la historia sobre la que ste descansa. La emancipacin, mvil ltimo que guiara el sentido de la historia propugnado por la modernidad, no sera, en ltima instancia, ms que una variante secularizada y reorientada intrahistricamente del anhelo de salvacin que fuera introducido por el judeo-cristiano. La filosofa de la historia moderna, heredando y metamorfoseando el andamiaje terico judeo-cristiano que planteaba una salvacin al final de los tiempos, tendr como telos la conquista final de una reconciliacin del hombre consigo mismo, la consecucin de un paraso redentor materializado histricamente. No obstante, Maffesoli entiende que esta versin de la historia no hace justicia a la esencia de la vida social, alertndonos, adems, del potencial totalitarismo que encierra. A su juicio, dicha versin de la historia perseguira alcanzar como objetivo final la realizacin de una sociedad perfecta, transparente, liberada de coacciones, en donde la contradiccin inherente a la vida social debiera desaparecer; en sus trminos, sera una visin dramtica de lo social, inspiradora del pensamiento ilustrado, del marxismo y, en general, de los distintos programas ideolgicos gestados en el siglo XIX conducentes, como denominador comn, a un inevitable totalitarismo. Como anttesis a la filosofa de la historia sobre la que descansa la modernidad, Maffesoli plantea una versin trgica de lo social; aquella en donde se acepta, por el contrario, la imperfeccin y
la contradiccin como signos definitorios e irresolubles de la existencia social. Se trata de romper, as, con la vieja herencia judeocristiana que haba estimulado un telos histrico a cumplir, tan irrealizable como falseador de expectativas sociales4. De algn modo, el pensamiento maffesoliano toma partido por la crtica de Nietzsche al legado judeo-cristiano, en detrimento de la nostalgia que embargaba a Marx por alcanzar un paraso redentor en la tierra. Ahora bien, segn Maffesoli, la sensibilidad posmoderna, trmino que prefiere utilizar dada su negativa a encerrar los todava difusos contornos de lo posmoderno en una apririca definicin conceptual, estara testimoniando un desgaste y, consecuentemente, un descrdito de los grandes mitos referenciales que haban impulsado la modernidad. As, la posmodernidad estara mostrando que categoras tales como Razn, Trabajo, Progreso o Historia, que sirvieran de andamiaje para la edificacin de los metarrelatos legitimadores del mundo moderno, se encontraran, en realidad, en una situacin languideciente. Dicho de otro modo, la cultura caracterstica del modelo de sociedad nacido a final de la dcada de los setenta del pasado siglo no se reconoce ya en los mitos referenciales, en las matrices centrales forjadoras de sentido, propias de la modernidad. Estos mitos referenciales siguen, en efecto, indudablemente perviviendo; an cuando se revelen, no obstante, obsoletos e incapaces ahora, a diferencia de antao, de servir como guas de una naciente dinmica en la que se hallara inmersa la sociedad. Esto explica el por qu, para Maffesoli, existira un pronunciado desajuste entre el legado moderno que todava intenta pervivir como rector de la vida social y una sociedad real para la que este legado ya no goza, en absoluto, de credibilidad.
II. la saturaCIn dE lo PoltICo La poca moderna, entiende Maffesoli, sacraliza lo poltico. A lo largo de la
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historia que precede a la modernidad, lo poltico nunca haba adquirido el rango sagrado que se le atribuir en la modernidad, en donde, y para ello Maffesoli recurrir reiteradamente a una sentencia de Karl Marx reflejada en La cuestin juda, se tornar en una forma profana de religin. No obstante, para elucidar el significado del planteamiento maffesoliano, es conveniente adentrarnos primeramente en el esclarecimiento de lo que para ste consistira la esencia antropolgica de lo poltico. En este sentido, segn Maffesoli, la esencia de lo poltico radicara en su inherente eficacia para fraguar y fortalecer un nous communautaire. El universo de lo poltico dara respuesta, entonces, a una demanda de comunin que anidara en todo cuerpo social. La divinizacin de lo poltico sera, pues, una expresin mediante la cual se reafirmara, siguiendo a mile Durkheim, lo divino social, es decir, el vnculo inmaterial que funda sociedad. Se trata, en sus trminos, de la la force imaginale du politique. El carisma de un poltico, entonces, vendra dado, en ltima instancia, por su capacidad para destapar y canalizar el potencial nous communautaire atesorado en todo grupo o colectividad. As pues, Maffesoli desvela cmo el autntico fundamento de lo poltico es siempre religioso; en otros trminos, no habra poltica sin religin, entendiendo religin en su sentido etimolgico, aquello que posibilita cimentar una re-ligacin colectiva5. Las sociedades premodernas disponan de una enriquecedora gama de recursos culturales, especialmente de carcter religioso, garantizadores de la conservacin de un slido espritu comunitario, ofertando una constelacin ritual y simblica encaminada a mantener un invisible lazo colectivo. Con anterioridad a la gnesis del individuo moderno como una mnada separada y autosuficiente con respecto al todo social, el vnculo societal posea una naturaleza propiamente fraternal, sentimental, afectiva; o, utilizando una
expresin recurrente en Maffesoli, descansaba, siguiendo a Robert Musil, en un Gruppenseele, en un alma de grupo. La creacin moderna del individuo, sin embargo, modificar por completo el carcter del vnculo comunitario de hasta entonces, pasando ste a adquirir una dimensin ahora estrictamente contractual y consensual. En este contexto, en la poca moderna, y especialmente como resultado del triunfo de la Revolucin Francesa como elemento poltico ms descollante, lo poltico se transformar por vez primera en el decurso histrico en el espacio privilegiado y exclusivo en donde el sentimiento comunitario se vehiculizar y cristalizar, propiciando, de este modo, una identificacin plena y sin precedentes anteriores de lo social con lo poltico. A partir de la modernidad, lo poltico se configurar como el mbito por autonomasia en donde se exterioriza una pasin compartida y un sentimiento comn, en donde se entra en una sintona sentimental, emocional y afectiva con otros. Dado que lo poltico se funda necesariamente en lo religioso, la modernidad, al inaugurar la religin poltica, al consagrar lo poltico, provoca que lo poltico se erija en aquella instancia en donde se proyectar lo divino social. En consonancia con lo anterior, el auge de las ideologas polticas durante los siglos XIX y parte del XX debera ser interpretado desde las coordenadas anteriores. En sus distintas expresiones, las ideologas polticas comparten un mismo denominador comn: realizar un proyecto histrico destinado al cumplimiento de un telos siempre futuro que colma de sentido al presente. La verdadera fuerza de stas reposara en el horizonte utpico que proponen; el cual sirve, en ltima instancia, para fraguar y orientar un espritu comunitario. El sentimiento de estar coparticipando en una misin histrica es aquello que, en definitiva, posibilita la gestacin de un vnculo societal entre aquellos correligionarios que a ellas se aferran.
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La saturacin de lo poltico, sobre la que tanto insiste Maffesoli cuando busca radiografiar los trazos de la cultura posmoderna, es indicativa de que lo social ya no se reconoce en la forma poltica diseada en la modernidad. No se tratara de certificar una defuncin de lo poltico, de plantear la existencia de una transpoltica al modo de Jean Baudrillard, sino, ms bien, de revelar el cansancio de las expresiones mediante las cuales el fundamento de lo poltico, el nous communautaire, ha llegado a concretarse a raz de la modernidad. Saturacin que estara sealando, pues, el agotamiento de una forma poltica ya acabada y la necesidad de surgimiento de una nueva. La posmodernidad, en este sentido, estara mostrando cmo el sentimiento comunitario, el tre ensemble, ya no se canalizara ni se reconocera en el universo de lo poltico moderno, ya no se identificara con sus manifestaciones ideolgicas ni con la futurizacin de la historia que guiaba a stas. En la emergente sensibilidad posmoderna, la demanda comunitaria toma cuerpo en las nuevas expresiones neotribales que han aflorado crecientemente en las ltimas dcadas, adopta la forma de un neotribalismo diseminado por los diferentes escenarios de la vida social. Dicha demanda comunitaria se metamorfosea, se transfigura, pues, en un abanico mltiple de identidades, deportivas, musicales, etc.. que pueblan el decorado de la vida posmoderna; cuyo Leitmotiv, adems, no es ahora el proyectarse sobre un horizonte de futuro, sino el vivenciar intensamente el presente6. Este estado de trnsito en el que lo poltico moderno se nos muestra ya desgastado, saturado, y en el que las nuevas identidades neotribales brotan con un inusitado vigor para suplantarlo, se correspondera, entonces, con uno de los rasgos esenciales de la posmodernidad; lo que, en suma, nos permitira comprender la palpable indiferencia, la dsaffection, suscitada en la actualidad por lo poltico, nos posibilitara desvelar las claves de
III. la dEbIlItaCIn dEl sujEto. la IdEntIdad Como IdEntIfICaCIn El Sujeto es una creacin nacida, tambin, de la modernidad, y, al mismo tiempo, uno de los vrtices filosficos sobre la que sta pivota. El surgimiento del Sujeto significa que el hombre se autoreconoce, por vez primera en el transcurso histrico, como un S mismo, como autoconsciencia, como un ser con una entidad propiamente racional orientada hacia la conquista de un mayor grado de profundizacin histrica de esta autoconsciencia identificable con un mayor grado de despliegue de la libertad. La modernidad propiciar una entronizacin del Sujeto, una consideracin de ste como dueo y seor de la naturaleza, y, consiguintemente, como dueo y seor de su propia vida, de su destino tanto individual como colectivo. Para decirlo de otro modo, la eclosin del Sujeto en la modernidad implicar la irrupcin de una autoconcepcin del hombre como ser autosuficiente, autnomo y, por tanto, dictaminador de su existencia en sus distintas vertientes. Asimismo, la nocin de Sujeto va a estar ntimamente ligada al descubrimiento del ser humano como un ser con una esencia que trasciende las leyes que gobernaran el mundo de la naturaleza. Sujeto y Razn se hallan intrnsecamente ligados, puesto que ser la Razn, en cuanto facultad distintiva de lo humano, aquello que conforma al hombre como Sujeto, aquello que lo impulsa ms all del orden de lo instintivo, de lo pulsional, en suma, de los trazos caractersticos de la animalidad. Pues bien, uno de los rasgos nucleares caracterizadores de la posmodernidad, segn Maffesoli, ser la disolucin de la identidad y de la consistencia del Sujeto moderno. La cultura posmoderna revelara, en este sentido, una acentuada fragilidad de la sustancialidad adquirida por el
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Sujeto en la modernidad. El Sujeto posmoderno, si es que todava podra ser legtima la expresin Sujeto en la posmodernidad, no anhelara, a diferencia del Sujeto moderno, el orientar a su voluntad el timn regidor del destino de su existencia individual y colectiva, sino, por el contrario, el fundirse, confundirse y disolverse en una concreta atmsfera grupal. Una vez que La Historia carece de un ntido proyecto o finalidad a realizar por obra de un enarbolado Sujeto histrico, ste se difumina, sale de S mismo, se abandona, en una suerte de alteridad colectiva con otros. Adems, a la idea moderna de una entidad del Sujeto que se encuentra en una mirada haca S mismo, que se reconoce como autoconsciencia racional, Maffesoli contrapondr una gnesis del Sujeto posmoderno constituida a partir de una gama mltiple de procesos de identificacin llevados a cabo en distintos escenarios en donde se fraguan interacciones sociales, y, ms en concreto, a partir de la adhesin a una tribu especfica en donde emanan un tipo de interrelaciones peculiares. Es lo que Maffesoli condensa con la afirmacin: el trnsito de la identidad a la identificacin7. A juicio de ste, el Yo es siempre tributario de la mirada del otro; por tanto, ser en una determinada expresin neotribal en donde, en la actualidad, el individuo llegar a construir su peculiar identidad. De esta manera, la identidad fuerte propia de la modernidad da paso, as, a nuevas identidades de idiosincrasia dbil, verstil, maleable y que transitan con suma fluidez por sucesivas identificaciones. Pero, adems, el Sujeto posmoderno configurar su identidad en el espacio del mostrarse, en el orden de lo aparente ms que en el de lo profundo, en el mbito de la teatralizacin cotidiana; en definitiva, en el campo de lo esttico convertido ahora en vehculo de creacin de identidades. A este respecto, el trmino persona, cuyo significado etimolgico, recuerda Maffesoli, es el de mscara, alude a la dimensin dramtica sobre la que est siempre entretejida la experiencia coti-
diana, al papel desempeado por el individuo en el complejo theatrum mundi. Y ser en este aparentar, en este mostrarse, en la dramatizacin cotidiana, en donde el Sujeto posmoderno elabore su siempre precaria identidad. La crisis del Sujeto moderno se halla estrechamente vinculada, por tanto, al florecimento del neotribalismo posmoderno. La lgica/ilgica que preside ste ltimo, como ya dejramos apuntado, sera la socialit, una pulsin orientada al tre ensemble, a la comunin y fusin colectiva con otros con los que se comparten similares sentimientos, afectos, gustos o pasiones y en donde el vnculo de comunin va a ser de naturaleza fundamentalmente tctil, de idiosincrasia propiamente no-racional. As, la erupcin de la sociedad posmoderna, en donde las expresiones de esta desindividualizante socialit adquirirn un tono creciente, lograr quebrar, de este modo, el principium individuationis sobre el que haba descansado la construccin del Sujeto moderno, aquel considerado como una ficticia entidad perfectamente deslindada de los otros, autosuficiente y autnoma8.
IV. El rEtorno dE lo arCaICo En la soCIEdad aCtual Segn Maffesoli, como ya hemos puesto de manifiesto con anterioridad, la concepcin lineal y progresista de la historia triunfante en la modernidad habra auspiciado una visin del tiempo histrico proyectada hacia el futuro y en donde la sucesin de las distintas etapas histricas implicara una superacin de las precedentes. De esta manera, para esta concepcin, el pasado es siempre mejorable y mejorado por el presente, y a su vez ste lo es por el futuro. El evolucionismo, hegemnico en el siglo XIX, aliado con el historicismo y el positivismo, sern el fruto acabado del imaginario progresista que lleg a deificarse en la poca moderna. Pues bien, la cultura posmoderna, rompiendo con este
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imaginario progresista, nos estara mostrando, para Maffesoli, la permanente copresencia de un arcaismo arrinconado y aparentemente superado por el espritu racionalista moderno y que, no obstante, saldr a relucir en la actualidad para manifestarse en la efervescencia de una variada gama de fenmenos sociales. Habituados, como estamos, a pensar la totalidad de los rasgos de una cultura en trminos de una construccin sociohistrica, sorprender reconocer, sin embargo, la persistencia de aquello ms originario en el seno de lo ms nuevo. Lo arcaico, en el contexto del pensamiento maffesoliano, aludira a una constelacin arquetpica, siguiendo a su maestro Gilbert Durand, constituida por un repertorio de imgenes atemporales y transhistricas que, fuertemente enraizadas en el universo mtico y encarnadas simblicamente, pretenderan expresar, en su desnudez, lo esencial de la condicin humana. Un defenestrado pero, no obstante, irreprimible componente arcaico, pues, estara subyaciendo en el transfondo de buena parte de una cultura actual que, por otra parte, no llegara a percatarse de ello. La dimensin arquetpica latente en toda vida social nos obligara, as, a reconocer la existencia de constantes antropolgicas cuya recurrente naturaleza trascendera el plano de lo propiamente histrico. Se tratara de lo ms viejo, en definitiva, operando en el dinamismo de lo ms nuevo9. No deja de resultar llamativo, por otra parte, que en el seno de una cultura, como es la occidental, vectorializada hacia el futuro, surja ahora un paradjico retorno de elementos del ms remoto pasado, de lo ms ancestral. mile Durkheim, por otra parte, lo habra ya puesto de relieve, al resaltar, al final de su singladura intelectual, la profunda esencia universal y transhistrica del fenmeno religioso; mostrando, lcidamente, la analoga de fondo existente entre las distintas manifestaciones religiosas, aquella siempre encaminada a crear y re-crear la identidad colectiva, a forjar un lazo so-
cietal. No obstante, la interrogante fundamental a abordar bien pudiera ser la siguiente: Cmo actuara lo ms viejo en el seno de lo ms nuevo?. Para hallar una explicacin a ello, Maffesoli recurre constantemente a nociones como transfiguracin o transmutacin; es decir, la naturaleza transhistrica y arquetpica sera siempre idntica, inmutable, aunque luego sta llegue a adquirir modulaciones concretas bien diversas en funcin de las circunstancias histricas en las que se encuentre. As, de este modo, en toda expresin cultural se conjugaran lo uno y lo mltiple, lo idntico y lo diferente, lo perenne y lo cambiante. La nocin de forma, el formismo, acuado por una de las grandes referencias intelectuales de Maffesoli, Georg Simmel, le sirve a aquel como utillaje terico para explicar cmo es posible que lo esencial, lo siempre lo mismo, logre perseverar en su existencia precisamente adoptando una variabilidad de figuraciones ligadas en cada caso a un determinado tiempo histrico10. El desciframiento de la lgica/ilgica que preside los fenmenos sociales tan caractersticos de la cultura posmoderna, tales como la msica, la religiosidad, la moda o el culto al cuerpo, exige, entonces, repensar lo actual desde lo ms originario. Esta simbiosis de lo actual y lo originario implica, asimismo, una reconsideracin de la linealidad histrica moderna y la apertura a una nueva comprensin de la cultura en la que lo arquetpico actuara en lo presente mediante una relacin de circularidad o mejor de espiralidad; en otros trminos, en donde un cclico retorno de lo originario se anuda con lo presente. Por eso, Maffesoli entender lo posmoderno como una recuperacin y reactualizacin, en realidad, de lo premoderno. El arquetipo tribal, la pulsin de tre ensemble, diagnosticada a su modo ya por Durkheim en Las formas elementales de la vida religiosa, sera una magnfica ilustracin de lo anterior; su persistente presencia se ensamblara armoniosamente con acontecimientos recientes de
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ngel enriqUe carretero pasn obra posterior debiera ser interpretada a la luz de ello. Vase Michel Maffesoli, Lgica de la dominacin, Barcelona, Pennsula, 1977, 149 y ss. 2 Vase Ibid., 149-182. 3 Para el anlisis del mito del progreso y sus implicaciones a nivel de una completa racionalizacin de la existencia, vase Michel Maffesoli, La violencia totalitaria. Ensayo de antropologa poltica, Barcelona, Herder, 1982, caps. IV y V. 4 El rechazo de la visin dramtica de lo social en Maffesoli se apoya en algo que el neologismo, lo contradictoriel, utilizado al mismo tiempo por Stphane Lupasco y Gilbert Durand, trataba de poner de relieve, a saber: que la contradiccin es inherente a toda experiencia vital. Vase esta distincin en Michel Maffesoli, La conqute du prsent. Pour une sociologie de la vie quotidienne, Pars, Descle de Brouwer, 1998, 19. 5 Esta idea aparece explicitamente condensada en el apartado titulado La force imaginale du politique, incluido en el libro Michel Maffesoli, La transfiguration du politique. La tribalisation du monde postmoderne, Pars, La Table Ronde, 2002, 27-43. 6 Esta transformacin de las concretizaciones del tre ensemble desde las formas polticas al neotribalismo actual puede encontrarse en Michel Maffesoli, La transfiguration du politique. La tribalisation du monde postmoderne, Pars, La Table Ronde, 2002, 240 y ss. 7 Esta idea puede verse desarrollada en Michel Maffesoli, Au creux des apparences. Pour une thique de lesthtique, Pars, Plon. Livre de Poche, 1992, 245 y ss. 8 Un desarrollo pormenorizado de esta temtica puede hallarse en Michel Maffesoli, El tiempo de las tribus, Barcelona, Icaria, 1990, 133-182. 9 La imbricacin entre lo arquetpico y lo ms nuevo puede hallarse en Michel Maffesoli, La contemplation du monde. Figures du style communautaire, Pars, Grasset, 1993, 121 y ss. 10 Si tuvisemos que elegir las influencias ms relevantes que estaran condicionando el pensamiento sociolgico maffesoliano, incidiramos, sin lugar a dudas, en Gilbert Durand (imaginario), Durkheim (religin) y Simmel (formismo). 11 Vase, Michel Maffesoli, La conqute du prsent. Pour une sociologie de la vie quotidienne, Pars, Descle de Brouwer, 1998, 15.
fuerte impacto sociolgico tales como el futbol o la msica. Algo anlogo ocurrira en el campo de la imagen o en el de las nuevas tecnologas, cuyo secreto magnetismo social radicara precisamente en haberse convertido en novedosos receptculos en donde se podra llegar a proyectar el tre ensemble que favorecera la agregacin comunitaria, entrando ste, as, en una perfecta concurrencia con el universo de lo mass-meditico o el de lo tecnolgico. Y lo mismo ocurrira, asimismo, en el mbito de los estereotipos culturales actuales, cuyo fundamento remitira necesariamente a lo arquetpico. Por eso, pese a que Maffesoli, como ya indicramos anteriormente, es reacio a formular una encorsetadora definicin de lo posmoderno, s ha ofrecido una aproximacin a ttulo provisional de ste en los siguientes trminos: la sinergia de fenmenos arcaicos y de desarrollo tecnolgico11.
bIblIografa MAFFESOLI, M. (1977): Lgica de la dominacin, Barcelona, Pennsula. -- (1982): La violencia totalitaria. Ensayo de antropologa poltica, Barcelona, Herder. -- (1998): La conqute du prsent. Pour une sociologie de la vie quotidienne, Pars, Descle de Brouwer. -- (1990): El tiempo de las tribus, Barcelona, Icaria. -- (2002): La transfiguration du politique. La tribalisation du monde postmoderne, Pars, La Table Ronde. -- (1992): Au creux des apparences. Pour une thique de lesthtique, Pars, Plon. Livre de Poche. -- (1993): La contemplation du monde. Figures du style communautaire, Pars, Grasset. notas
1 El cuestionamiento de la modernidad de Maffesoli se halla ya reflejado en los comienzos de su itinerario intelectual. En buena parte, su
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