04 Del Furtivo

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A JULIO SMl1'H

y GEORG/NA FOYO,
mis padres.
"pues n.i estó, ni va, ni vengo,
donde quiere mi querer."
JORGE MANRIQUE
OCTAVIO SMITH

DEL FURTIVO DESTIERRO


Poemas

EDICIONES "ORIGENES"
LA HABANA
1946
1
VIENTO DEL SUR

MIMBRE inIinito~ tu guerrero


brazo caliente que convoca y sigue
prende en mi cuerpo ardiente titilar desvelado.
De.un desolado mundo que no ceja
vienes con brío sigiloso,
COD bajo vuelo henchido aciagamente.

Para ti los saludos trémulos,


puente de ·las voces solitarias,
flechera alondra oscurecida

que desarregle el rostro a diario


trivial de incierto tránsito aceptado.

Tu nación lejana qUIero:


ámbito puro, legítimo estío
que el amor satura finamente.
l\flldo latido enhiesto allí consume

lava de rosas en el aire denso,

_. 9 -
maduro ardor vibra colgando
tenaces humos de deseo
en las esquinas.aéreas más remotas.
Sin querer ya sino la misma
mariposa esencial,
el arduo espíritu que apoya
en ]a tierna avidez de los pechos efímeros
su herido viaje inconsumible.

-10-
CERNIDO ECO

HAY un vuelo disperso de paloma


sobre rama que fino alerta erige
desde que al astro que mi frente rige
desdobló la distancia en luz y aroma.

. Porque estás y no estás el viento viste


largo y dulce disfraz de mensajero
y el crepúsculo cava helado cero
en callado temblor que DO resiste.

Seco puente sin fin tienden 108 días


y a mi lado la voz de los colores
yace inmóvil, quebradas 8U8 estrías.

Entre el ramaje. de la noche deja


girones de mis silbos voladores
diosa de ardientes velos que Be aleja.

-11-
ESTROFAS POR LA BELLA DURMIENTE

REZUMADO sueño para ceñirle peina sauces cristalinos.


Rige lozana 'frente milenaria el delicado sosiego
donde blancos corceles linajudos se reclinan y disipan.
Húmedos f~ntasmas de música te rinden vasallaje..

Sobre el inerme castillo 'el tiempo se desplaza


como un manlo de ascetas olores minuciosos,
con marcha de tan moroso sino taciturno
que sin sueño el aislado laúd ya es casi aroma.

Profuso en frondas entrelazadas crece el tiempo, paso a paso


te funde a parques del pasado como a concluso lienzo
sin resquicios para el temblor hialino de tu espera.
Errante lo umbroso blande el mudo espejo de su angustia.

Como el estanque solitario al anillo. de la niña


tenues linfas te enredan y aíslan silenciosas,
asestando a tu paladar brumas violáceas cuando lejos
oyes henchidas las memorias transcurrir sin contenerte.

-12-
No la tapia sumida en madreselvas que si secreto un fuego
respira es como huraño texto de nieve o remembranzas.
Un ardor te escucho hilar cristalizado, una premura
COD latente ademán de asir todo lo raudo que no habitas.

Nadie vé sino el bosque, su ceño y las ansias alisadae


que día a día sirve al paso develado del tiempo,
nadie vé 'sino un frutal discurso impávido y rielante
y ]a parca orilla en sombras meditándote obstinada.

-13-
11
PARA LA NI~A DESTRUIDA

TIERNA neblina su creación apenas,


muda inquiere tu sangre en intemperie
sitiadora con rostro impenetrable.
Llanuras calcinadas, pedregoso silencio:
su talle en rubio haz ha de adecuarse,
ha de aIluir tu sangre lentísima o vacía,
sin más eco que un sordo rumor inesquivable
como el desbordamiento paúsado de la muerte,
ha de afluir sin gestos a donde el tiempo es rostro,
bóveda inmensa, gravedad tallada.

Nítido escorzo en avidez aurea


del más puro revuelo y el destilado hechizo
vencido SUBurrante del almendro.
Dócil era a la íntima unción que le ceñía
perfiles de la corza presurosos
de gozo en fuga a otros ámbitos más leves.'
Caída ahora logra sólo
tactos dispersos, párpados sumando

-17-
lentos la espesa sombra inexplorada,
no asintiendo sin nombre todavía,
esa tierna neblina interrogante.

La sangre abandonada se aísla queda, escapa


tu sangre sin moverse, perdiéndose en sí misma,
fija despierta en medio de la presión sin f06tro
de un silencio que en sólo duración se resuelve,
nieva al fin la vecina premura de mis dedos.
Enmudecer sin sueño sólo resta
cosido a la intemperie de tu muerte.
Pero la ausencia no es el eco en ]a desnuda sala
sino una rica arborescencia punzadora.
Toda en mí queda la fragante turba,
el profuso tejido de ad~manes

y mjra~~s, tu forma entre los dedos

del tiempo varia y fervorosa.


Por mi transita la fragante turba,
sólo de mi nutriéndose y en mi pesando.
Ondas de nada dicta sucesivas
el frío señor surgido· sordamente
de un sellado hoscaje a mis espaldas.

-18-
LA CASA QUE LA MUEJ:tTE HA VISITADO

NIÑO ahora contra un aire selladamente lacio


que te impone ilegible, sarcástica escritura,
niño 'prendido todo a 8U mirada zozobranle
para el frío caballero que el juguete ba escondido,
que si sonríe es muro de letal estatura.

Antaño al terciopelo azul de tu traje de las tardes


la doliente fntición del otoño se amoldaba,
poblábate la infancia de amistosos misterios,
libremente fluían del aire hacia tu alma
dinásticas sonrisas de leve helor ruinoso.
..,.,
Pero esta extraña estación se petrifica en torno tuyo
y hallas sólo un exangüe pregunta en tu bolsillo.
¿ Con qué gesto 'a esta presencia de indiscerniblcs bordes
fijar 8uscintamente en vitrinas familiares,
envolver en un dócil tegumento señoreado
su flotante pesantez que calándote te esquiva?

-19-
Estrena a .cada paso un aspa imprevisible,
una sombra oponente de grávida sordina.
Paño de sombras empozado en el hueco de los muehles,
seca esculpe la inútil soledad de cada cos~,

tu paladar asola como avenida


talada por negruzca arena paso a paso.

Sin ensayar el vano granizo de ademanes,


como quien oye los caminos h~larse asfixiados de sí mismos;
penetras el oscuro reino, te sumerges existiendo sólo
para tus dedos y su desierto aliarse en los rincones
al azote de silencios batracios.

Tl'emaba la piedra, secreta savia sacudiendo erguíase


cuando la casa su tibia, hilandcta intimidad defendía,
cuando aun cernía fuera 8U acecho talar y resonante
aquello en que ahora se han transustanciado puertas y ventanas.

Absoluto el paño de estupor vigila,


tenso rechaza los dibujos, el trazo que persigues
de un acorde trenzado y fresco en la pared madrina
cuando tu amor tocaha al vuelo a aquél que ha sido cercenado.

-20-
III
ELEGIAS

SON señales dispersas, diminutos otoños.


La sonrisa que exprime en un hombre su faena
y blandida es como un triste,
fútil polvillo milenaTio.
Huidizos le8timonios. ¿ Qué silueta
de enlutado maestro mudamente
consterna el llanto de los niños?
Huellas así diseminadas, súbitas
noticias de no sé qué fijo yermo
detrás del aire indiferente y ágil.

Mas cuanto a veces cerca


mis sienes tu desolado roetro,
viento de larga historia, sierpe de lamentos,
de golpe estás sonando: todo cs mío,
y ]a Tierra se hiela entre tus brazos.

La lástima de Dios nubla ]08 aires,


la lástima de Dios por tantos siglos.

-23-
Sus velos suaves ondulando extiende
como en herido vuelo a qué confines.
Sumarme quiero a esa piedad mi nombre ahogando,
sumar mi voz, rizo inocente combatido,
que allí se albergue y calle y mézcase y espere.

-24-
II

DESDE las sienes de los desterrados


empinadas, laderas con las viñas
cristalinas que dioses juveniles
fabrican y en el sol ciernen furtivos.
Contra las siene-s de los desterrados
el fatigoso don incierto,
la broma de los dioses
que encandila la piel de la mañana.

Un canto en derredor del nauta


detrás del cerco de la noche asciende,
penetra 8U impelida servidumhre
y al dorso de su sangre se reclina.

Lento el cansancio ciérnese y desciende


como una suave mano que renuncia,
lento silencio, paños de la nada,
alejando el delgado lecho en el aroma.
Niebla sin fin aquí sólo se espera,
niebla sobre los dardos de esta música
presa en la carne que se rinde.

-25-
III

ZUMO en rielar transfigurado,


blanda y estéril ebriedad.
Trémulo reino en los olivos
esta fragante espina da.

Formas en vilo preservadas


así el ayer a reiterar
viene, sustancia absurda y grácil,
juego que estar es y no eslar.

Junto a las dichas encendidas


de inac"""ible vecindad
cárcel en céfiros esquivos
tiene 8U anhélito tenaz.

Mas ya la angustia se reanuda


-pálida rueca, lenta 881-,
por mí responde a ese llamado
¿ qué desolada, exangüe faz?

-26-
(Atad las llamas delicadas
que el grito quiere remontar,
guardad la íntima sustancia
que a diluirse llevará.)

Oh ardiente pueblo de los ámbitos


donde mi voz ha de flotar,
8uma a lo exánime tu extraña,
gesticulante inanidad.

-27-
IV

PRESIENTO en esta pausa la venida del polvo,


la casa abandonada que azota y huella el viento.

Pasa al lado la vida demasiado ligera,


fulgurante de risas, henchida y descuidada.

Amo el agua surtiendo, sus curvas conmovidas,


las ramas que entrelazan SU8 ansias o SUd miedo!ll;

os amo, esbeltas niñas como jóvenes ríos,


os amo en vuestro ímpetu grácil que me hiere;

y amo las raudas formas, los tor806 de ansia unánime,


linaje que en bullicio se afirma ardientemente.

No quiero los islotes con arena de insomnio


cercados por la noche y el viento y la resaca.

Seré dejado atrás. Mi paso no es el vuestro,


muchachas, fuentes, juncos, suavidades seguras;

-28-.
desmayo en esa marcha ·que no mira a la orilla
donde escucho el profundo sonar de los que quedan.

Seré dejado atrás por todo lo que fluye


sordo a ]08 fríos cuévanos que acechan su algazara.

Solo estaré en angustia soñando con el polvo,


con casas olvidadas, con las fustas del viento,

viendo huir lo que amo y amándolo hacia denh'o


como el musgo y su beso en mortecinas márgenes,

decayendo entre brotes de acidulado orgullo


como ungido del reino sin brío del otoño.

-29-
EN PRIMAVERA

CORZA en el aire fino apenas deja


dulces líneas y fnga dibujadas.
Descíñese la Forma: en encantadas
ondas la luz la aísla y la hosqueja.

Tremante multítud el hosque espeja


con su sed de existencias miniadas.
Dueles, pulso, en la luz, en las hilada.
audacias, en la carne que te aqueja.

Revestido universo si la acosa


frágil palpita mínima criatura,
leve capuz se crea y mariposa.

l'!Ias alguien duda ya. Nada procura


esa torre y Be afina silenciosa
recalando sU sed, su quemadura.

-30-
RUECA. EN LOS CIPRESES

SU secreto monje desciñendo,


suaves {ratecen, silenciosos suman
al aire catedrales donde UD niño
congrega ahogados nácares,
guarda su pulso entre ángeles de incienso.
se 8soma dócilmente a su ceniza:
Peregrinando llegan sin fin los desoídos.
Veladoras copas a lo lejos les tienden
un entornado encanto que rinde y desazona.
En ellas no la niebla sino mi forma busco,
su talar estatura vigilante
para ceñir las liras de mi carne.

Un ciprés entreabre lenta música,


agua profunda lee, grave asiente,
gestos segando y mórbidQs rumores
por arduas levedades fe remonta,
sorbe frondas aéreas, no trabaja
sino su forma fiel más evadida.

-31-
He aquí los desoídos, oh esforzadas siluetas.
Acuden acarreando sus exangües deseos
en pos del sacro temple que afloráis como un nimbo.
Vanamente la lluvia en torno os insinúa
fácil continuidad en apagado raso:
vuestra aguja persiste y horada silenciosa,
más y más labra recta y se adelgaza.
Porque fuego amaestra y bruñe el desasido
y ausencias no le punzan, callado aguas levanta
de la sobria fluencia de los códices.

y continuáis, cipreses, bajo la lluvia inmensa.


El halo que adoptáis entre la noche
vuestro activo reposo y modo tenue exalta,
aislados comenzáis sin término la tela,
se os oye departir pausados con el tiempo.
Ungidme y al amor de leve espino
cliscutiré la ausencia de mi amada.
Las cosas amaré con desligada mano,
sin más don de mi sangre que el roce condolido.
Edificadme de ternura agreste
como lanza de ahondar hacia los cielos,
tino de huraño surtidor me faje, pueda
desordenar los usos de la muerte.

-32-
IV
LA PREGUNTA DE SAN PEDRO

¿ Q~ tibia luna, mi Señor, discurre


disuelta en arroyuelo por mi entraña?
De nuevo árbol con halo susurrante
Tu cuerpo silencioso me depara,
claror entretejido, red sedosa
por persuasiva lámpara impulsada,
y no se me desata viento claro
para escanciar de golpe entre Tus ramas.
Aquella aurora heladamente absorta
saetas del color de Tu mirada
clavaron en pasión de pozo austero
la deleznable torre de mis ráfagas.

y ahora te brindo el cirio de penumbra


que a su estrella la tarde inmóvil alza.

¡ Qué dulce intensidad augusta, fija,


fluyó segura de la espina amarga!
Mis ímpetus dispersos, síes en busca
de velas que atronar en Tu sellada

-35-
silueta, ronda infiel a Tu misterio,
Galilea y sus rauda. lumbraradas,
conversos fueron al columpio leve
de marea de rosas bajo el ala
sorda de la promesa vespertina.

Hoy mis afirmaciones desaladas


son esta presa nube de latidos,
tenso coro de tímidas campanas.

Sólo tengo preguntas como brisas.


"¿A dónde vas, Señor?"
En Ti me apagas.

-36--
TERCETOS A LA VIRGEN

COMO ramas mecidas, los gestos de Maria


en torno el aire ordenan, dicen del haz secreto
de fragante armonía.

Con el pulso a la fuente misteriosa sujeto,


mientras la luz ondula de Galilea, Ella
frutos soñando exhala tras del florido seto.

Recibe absorta el hilo silente de su estrella


velando en inasibles planicies desplegadas.
151a en el tiempo inmóvil, incólume destella.

Sumo ea, María, el dulce frescor de atesoradas


aguas que hacia lo grácil se afanan en tu hondura.
Toda estás en Ti misma y en tu seno iniciadas

oyes ya dimensiones de una inmensa avenlura~

suspensa si surcada de sonoro infinito


como incienso levantas solemne arquitectura.

-37-
Oíd: a esta doncella se anuda lo . prescrito
con urbano descenso, como en pulcros vitra]es
la luz orquesta fina su deslumbrante rito.

Con ímpetus fluviales


la plenitud recorre a María, la eterniza,
la torna esbelta nube de espigas musicales.

¡Cuán leve, si profunda y henchida, se desliza!


El peso levitante de un Dios. Cruza arrobada
]a tierra que una ruda Bed milenaria hechiza,
torna a sí siempre, Reina, Vaso de Dios, Aislada.

-
.

-38-
CANCION DESDE UNA CONCHA

HAZ de arrestos gozosos


y claro cinto de sosiego, alzados,
mar abierto y azul, a tu promesa
de UDa mágica rosa de horizontes.

En esta orilla tengo

cristal de regocijo y fe dorada


para el viaje que anuncias
desligado de toda. la. ribera•.

Firme gracia 86 8soma en rizos blancos


sobre tu juego de ondas ajustadas.
Qué vivo y pleno dentro de ti mismo,
lo. gírone8 del tiempo a tu. rodillas.

Oró lavado en azul alto baja


a besarle con lúcida ternura.
Tú respiras la música secreta
y la pura existencia siD herid86.

-39-
Sería el solo hilar sobre tu frente,
tan desnuda de ardor y mariposas,
fina ruta de. ensue&o, desasida,
con humo de dulzor enarholado.

Alba nave de soplo y de improviso,


nutrida por tU8 vientos
de eterna savia joven,
acordada a tu estar insobornable.

Con el tiempo detrás, roto en la orilla,


y el ansioso gobierno derrocado,
hasta el tibio horizonte en que se enlacen
lu mano y la del Cielo.

-40-
LA TERSA SINCOPA

CON fruición escalando el latir profundo y ágil


de presencias sin relieve, Bin la explícita arista
donde la luz acampa y duele cenicienta,
en húmedo recinto vivaz de tenues moradores
converso el ojo repasa grave scda trascendida,
un aéreo tapiz siempre de nuevo desciIrable.
Lustrado por la Gracia, 8U juego son morosas delaciones.
Afina BU tensión 1138ta exllalar con nitidez palomas
en derechura del despliegue raudo de la- noche.

En torno la fluidez se abre suavizante a las preguntas.


Esta fina, móvil materia de noche desasida
del heno y su loor terrestre, velera sin retorno
como ademán volado a la más tierna criatura.

El hilo atensa la profunda dimensión helénica


para que arda en mi mano el tacto esquivo y sigiloso
de tanto fruto diáfano de torso indisoluble.
Gradual iniciación hasta que es nítido el enlace
de un cálido y fluente misterio de mi cuerpo

-41-
y un discursivo techo ensimismado y poderoso,
lozano de intemporal fragancia penetrándome
con brazo agudo y hialino en la distancia.
Sapiente linfa entretejida me sustenta como a cada
mudo yerbajo oscurecido '( férvido.
y es sólo aislable en ella su profus~
fluir innominado, su brío irrefragable.

-42-
NOCTURNO EN EL ESTANQUE

NITIDO amor convocan las estrellas


y el hálito <JUe cunde es un deseo

de cántico entre huertos intangibles.


Desciñe, suave amigo, tu secreto
para el diáfano templo de esta hora.
Dulce y sereno espectro que respiran
tU8 aguas en la paz transfiguradas,
el ave alimentada intensamente
detrás de tu desmayo y fijo ro¿tro,
que a UD delgado recreo es expelida
cuando ]a noche así sana y libera.

Diluye los recuerdos la tersura infinita,


una flauta navega 8US linfas delicadas,
rebate al agrio día de alargada silueta.
Evádete de flácidos ropajes,
desnudez que preside nos cerca y n08 invita,
libres surjamos a esta estancia cristalina
donde nada transcurre ni anhela ni se apaga.

-43-
Yo sé que un lento hastío con beso inacabable
va ciñendo maneras de ceniza a tus sienes
en la orilla en que asistes al curso de lo raudo,
y a la luz delatora de dioses deliciosos

desdeñas, como el musgo las espaldas volviendo,


retirando tus puras palomas y latidos
a un acecho en cancelas macilentas.

Ahora un brillo esparce misterioso tu carne


mientras calladamente más y más se adelga~a.

Oyes reinante música de ocultoe incensarios,


de un único incensario que los pulsos aúna
y la Verdad suspende como inmenso regazo.

Solo celeste soto de ilimitado fieltro.


Nuestras sangres, amigo, tendamos sin zozobra,
que es el hálito mismo de Dioe lo que nos llega
y apacigua la espera con mano sutilísima.
Desnudos de la pobre carne desatinada,
alta y suspensa el alma, divinamente asida.
Desnudez que humedece el aire silenciosa
como una adolescente agradecida.

-44-
ATLANTICO

ACUDID a esta luz, a su atinado texto.


Enredada en levísimas espumas
despliégase ondulante entre el ala y la ceniza.
Veladora eseneial desde milenios definida, helénica.
Tersa su frente aísla si en el viento se comban
fugas que dividida la clámide alimenta.

Es el aire, tu aire con siglos de afinado vigor llegando


a cercenar mi cotidiano gesto pedigüeño,
una lejana lucidez, un tOI'8O diáfano y fastu<N!io
en sereno abanico de deslumbres prodigado.
No cesa, invisible, el férvido Burtidor de gaviotas,
no cesa el oficio fulgurante que elevas
en tanto el tiempo lejos se desliza amigable
y brocados de airosa certidumbre ciñen tus riberas.
Fino estruendo y velamen de impetuo~a fragancia

despedidos del regio ventanal que te preside.


Así es el lino de diamantina ofrenda incorporado
a eternidad salobre que ]a luz cierne y aísla.

-45--
En mi ciudad, Atlántico, a menudo tu nombre
graniza sus rubios corcele.s diminutos.
aljofarados de un sin fin detrás del horizonte.
La piedra al fuego educada en avidez o forma,
la esbelta piedra, grávida creación roíble, entonces
desnuda una furiosa lumbre, por los tuyos
lanza sus frutos de extático vacío tintineante.

Flora infinita pugna en la costa mu<\amante,


delicada se. afirma, fija y tremante como un torso
impreso adolescente en los aires al acecho
del despliegue silente o hechizado rito de las velas.
Sueño sus curvas de límpido vigor adelantándose ceñidas
como el que pulcramente ha deslindado en sí mismo lo perenne,
lamido de aventura estoy y re80na~te bajo el pulso
de tus aires cargados de fruto incorruptible.
Por tu luz sacudido como brizna,
¿ qué no digo ahogadamente de un destierro. inmemorial?
Velero señorío de tu brazo me va hollando.
Miradme translúcido al soplo de tersa infinitud,
porque alto lienzo eterniza su voraz hermosura
y el grandioso ·mantel incesantemente se renueva.

-46-
DEL LINAJE DISPERSO

TIEMBLA mi corazón, lej06 devanan


esta titilación que se le enreda,
tiempo transluce o la arenilla indócil
de música a la espalda de los días.
O es el ritual dinástico del polen
,
para el arpa del aire revivido.
Tiembla mi corazón y se propaga
por fragancia vivaz, por finas lumbres,
tiembla, escapa en su fe, tibios escorzos
agita en torno ing,enu08 y frutales.
Desperezando los verdores
de tierno encaje cristalino,
va la onda a tocar pura en la rama
donde emboscada flauta, cuerpecillo
de alas tañidas, arde y la tremola.
Tiembla escalando el aire ese rizado
manojo de sustancia. melodiosa,
pluma blandida o cándida violencia

-47-
desnuda hacia la carne de los cielos.
Tiembla toda la linfa atardecida
del aire y la rielante,
solícita emoción gana la estrella,
pulsa su tersa punta que cardada
la vibración devuelve por el cauce
del latir de mi ángel a mi lado.
Magno diamante activo en cada punto,
qué logrado universo ahora persiste
desde mi corazón y su otro borde
confía al hálito de Dios.
Casi sufriendo, como las estrías
tensas de pluma al agua sometida,
a un agua o levedad
transitada de rápidos secretos,
la caTne fulge al aire sueño y pugna
de carne desnudada de sí misma.
Nevado de ceguera minuciosa
mi corazón redime los confines
del mundo, sus manteles desenvuelve
de recelo entregado a dulce pira.
Pulcro temblor sin fin bajo un remoto

-48-
dosel fluente, un diáfano discurso
donde las voces cálidas del Verbo
lúcidas se entretejen e insondables,
reverberando en parco terciopelo
de sagrada sordina.
Tiembla y alude todo al presentido
céfiro que aprisiona
las rosas en coral desquiciamiento.
Acrece en progresivas
delgadas formas delirantes,
tiembla y apremia a Dios cada criatura.

-49-
v
OCIO FINAL

LA flama airosa del Domingo


lustra la tarde desasida
del palpitar de mi ventana.
El mismo afán allí conduce
piras briosas, rubio coro
de ágiles cuerpos escanciados.
Pero está fija mi ventana.

Flora tras flora- de un violeta


turbio al de8tierr~ de mis manos
puntual acude, vibra y punza,
muere batida por los ecos
de raudas formas apiñadas
como rosácea turbulencia.
Trina o se espesa la ventana.

Mi soledad llena de escorzos,


tenaz de encajes musitados
como sustancia provisoria
para un voraz marco vacío.

-53-"
Mi soledad entre paredes
de lacio asuntQ caduca"do,
ya escucha helarse la ventana.

¿A qué la infancia, BU tejido


'profu8o y férvido aleteando
desde la frente sin posarse,
toda la red secreta, henchida
de estilos sacros y vivaces
al aire oída, tan remota
del estupor de esta ventana?

Dorado el aire íntimo y móvil


de la imborrable galería,

era el Domingo un desposorio
de aguda linfa nobiliaria
con el sagrado maderamen,
con los tesoros de mi hogar
que ahora escarmienta una ventana.

Hialino prende entre 106 pul80s


el breve e8p~o de obstinarse
contra una luz que afablemente
di8uade y funde a la nevada.
Frenies de encaje como UD largo

-54-
festón temblando ya deshecho
mojan borradas la ventana.

Lo bonancible de esta muerte


no es lo salvado, los ruinosos
oros de fieltro acompañante.
Ni es lucidez: dicta un polvillo
de eieno en parcas avenidas
donde se estanca el gesto en ciernes
de consultar a la ventana.

-55-
CASA MARINA

CASA marina, iridiscente tuve,

sienes tersas para la amiga linfa sigilosa

del aire en la ferviente galería,

su azuleante, vivaz, rizado colmo.

Con pulcro, translúcido redoble los cristales

se abrían festoneados de salinos envíos,

mojados del fresco encaje onírico asestado

por el mar "en diálogo hrioso.

Inmerso en isla extálica y hialina.

AsistÍame el recio maderamen

de sobrio azul con su estatura

de reposado nauta,

con tácita aficción, mi deudo misterioso.

El componía lo interior, el vuelo

fiel de la luz atesorada

-56-
que umbroso tornasol era o ri.tual

recuento de las joyas de mi estirpe.

Casa cogida por el mar, poblada

de ~intrépido8 tesoros de pausado rielar.

Dones sutiles, sigilosos, rielaron en mis labios.

Absorto bebí, comprometido fantasioso oyendo

mi presteza en susurro de latente velamen.



Conchas los días de estable claridad oreada,

dulcemente veteados de próvidos rumores,

ágil trama de iris vibrátiles, lleváhanme,

enunciados eran por la amistad del tiempo como un cálido

labio al oído enciende morosas maravillas.

Era el amable, solitario príncipe,

su dorado manto en taciturno oleaje,

era el ocio espaciándose para que yo lanzara


mi respuesta en enfático tejido cabrilIeantc.

Era mi reino que me aguarda

temblando de incorpórea lozanía,

preso en el timbre incierto de mis manos

-57-
conducidas a magra disidencia.

Cristalizado ya su esbelto desamparo,

su tersa llama en urna asordinada

donde sólo el color persiste y aletea,

carne evadida cuándo de mi carne.

Casa marina, reino de sal rielan te tuve

y destronado luí mientras dormía.

-58-
CONTENIDO

PÁG.
I
VIENTO DEL SUR 9
CERNIDO ECO . 11
ESTROFAS POR LA BELLA DURMIENTE 12

JI

PARA 14 NIÑA DESTRUIDA 17


LA CASA QUE LA MUERTE HA VISITADO 19

III
ELEGIAS: (1 - JI - m - IV). 23
EN PRIMAVERA; . JO
RUECA EN LOS CIPRESES 11

IV

LA PREGUNTA DE SAN PEDRO J5


TE~TOS A LA VIRGEN J7
CANCION DESDE UNA CONCHA . J9
LA TERSA SINCOPA 41
NOCTURNO EN EL ESTANQUE 4J

-59-
ATLANTICO 45
DEL LINAJE DISPERSO 47

v
OCIO FINAL 53
CASA MARINA 56

-60-
SE TE.....INÓ DE IMPIUNIR EST. LtBaO

EN LA HABANA EL OlA CUATJlO DBL

MES DE ENERO DE MIL NOVECENT'OS

CUARENTA y SIETE EN LOS TALLERES

TlPOGRÁFJcos Úcu. GARclA y CA.


TENIENTE REY NÚMERO QUINCE.
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ÚCAR, G.ucl.\ y CÍA.


Teniente Rey, 15
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