12 Poemas de Autores Españoles
12 Poemas de Autores Españoles
12 Poemas de Autores Españoles
Ya en los campos amanece. Corre el tren por sus brillantes rieles, devorando matorrales, alcaceles, terraplenes, pedregales, olivares, caseros, praderas y cardizales, montes y valles sombros. Tras la turbia ventanilla, pasa la devanadera del campo de primavera. La luz en el techo brilla de mi vagn de tercera. Entre nubarrones blancos, oro y grana; la niebla de la maana huyendo por los barrancos. Este insomne sueo mo! Este fro de un amanecer en vela!... Resonante, jadeante, marcha el tren. El campo vuela. Enfrente de m, un seor sobre su manta dormido; un fraile y un cazador el perro a sus pies tendido. Yo contemplo mi equipaje, mi viejo saco de cuero; y recuerdo otro viaje hacia las tierras del Duero. Otro viaje de ayer por la tierra castellana pinos del amanecer entre Almazn y Quintana.
Y alegra de un viajar en compaa! Y la unin que ha roto la muerte un da! Mano fra que aprietas mi corazn! Tren, camina, silba, humea, acarrea maletas y corazones. Soledad, sequedad. Tan pobre me estoy quedando, que ya ni siquiera estoy conmigo, ni s si voy conmigo a solas viajando.
RIMA XIII RIMA VIII Cuando miro el azul horizonte perderse a lo lejos, al travs de una gasa de polvo dorado e inquieto, me parece posible arrancarme del msero suelo y flotar con la niebla dorada en tomos leves cual ella deshecho. Cuando miro de noche en el fondo oscuro del cielo las estrellas temblar como ardientes pupilas de fuego, me parece posible a do brillan subir en un vuelo y anegarme en su luz, y con ellas en lumbre encendido fundirme en un beso. En el mar de la duda en que bogo ni aun s lo que creo; sin embargo estas ansias me dicen que yo llevo algo divino aqu dentro. Gustavo Adolfo Bcquer Tu pupila es azul y, cuando res, su claridad suave me recuerda el trmulo fulgor de la maana que en el mar se refleja. Tu pupila es azul y, cuando lloras, las transparentes lgrimas en ella se me figuran gotas de roco sobre una voleta. Tu pupila es azul, y si en su fondo como un punto de luz radia una idea, me parece en el cielo de la tarde una perdida estrella.
POCAS COSAS MS CLARAS... Pocas cosas ms claras me ha ofrecido la vida que esta maravillosa libertad de quererte. Ser libre en este amor ms all de la herida que la aurora me abri, que no cierra la muerte. Porque mi amor no tiene ni horas ni medida, sino una larga espera para reconocerte, sino una larga noche para volver a verte, sino un dulce cansancio por la senda escondida.
PADRE MO
En un sueo dorado por la luz amarilla que lo soado tiene cuando vuelves al mundo, estaba yo sentado en un lugar sombro, secretos enemigos rodendome. "Quin es ste que altivo con su actitud provoca? Qu especial privilegio pretende entre nosotros?" Y hacan burla de m, nio inseguro, con la crueldad terrible que los hombres poseen con un ser indefenso. Cuando todos rean y arreciaban las voces,
No tengo sino labios para decir tu nombre; no tengo sino venas para que tu latido pueda medir mi tiempo sin soledad un da. Y as voy aceptando mi destino, el de un hombre que sabe sonrerle al rayo que lo ha herido y que en la tierra espera que vuelva su alegra. Antonio Carvajal
padre mo, te vi y corr hacia tus brazos abrumado de tanta soledad y tristeza. Hubo un destello cmplice en tus ojos: "Nada debes temer cuando yo est contigo" Y se hizo el silencio. Como sombras de niebla se diluyeron todos. Yo descans en tu pecho, mientras tu mano tibia me acariciaba el rostro arrasado de lgrimas. Francisco Bejarano
TRISTE
Cuando al quererlo la suerte se mezclan a nuestras vidas, de la ausencia o de la muerte, las penas desconocidas, y, envueltos en el misterio van, con rapidez que asombra, amigos al cementerio, ilusiones a la sombra, la intensa voz de ternura que vibra en el alma amante como entre la noche oscura una campana distante, saca recuerdos perdidos de angustias y desengaos que tienen ocultos nidos en las ruinas de los aos. Y que al cruzar aleteando por el espacio sombro van en el ser derramando sueos de angustia y de fro hasta que alguna lejana, idea consoladora, que irradia en el alma humana como con lumbre de aurora, en su lenguaje difuso entabla con nuestros duelos el gran dilogo confuso de las tumbas y los cielos. Jos Asuncin Silva
A VECES, CUANDO EN ALTA NOCHE A veces, cuando en alta noche tranquila, sobre las teclas vuela tu mano blanca, como una mariposa sobre una lila y al teclado sonoro notas arranca, cruzando del espacio la negra sombra filtran por la ventana rayos de luna, que trazan luces largas sobre la alfombra, y en alas de las notas a otros lugares, vuelan mis pensamientos, cruzan los mares, y en gtico castillo donde en las piedras musgosas por los siglos, crecen las yedras, puestos de codos ambos en tu ventana miramos en las sombras morir el da y subir de los valles la noche umbra y soy tu paje rubio, mi castellana, y cuando en los espacios la noche cierra, el fuego de tu estancia los muebles dora, y los dos nos miramos y sonremos mientras que el viento afuera suspira y llora! Cmo tendis las alas, ensueos vanos, cuando sobre las teclas vuelan sus manos! Jos Asuncin Silva
ELLA QUE PASA AHORA VALE LA PENA Ahora vale la pena. Dios se qued dormido. Todos sabemos que esto no es definitivo que es una suerte loca quiz un breve delirio. Ahora vale la pena vivir aunque haga fro aunque la tarde vuele. O no vuele. Es lo mismo. Ahora s pero luego si Dios no se despierta qu pasar diosmo. Mario Benedetii Mario Benedetii Paso que pasa rostro que pasabas qu ms quieres te miro despus me olvidar despus y slo solo y despus seguro que me olvido. Paso que pasas rostro que pasabas qu ms quieres te quiero te quiero slo dos o tres minutos para quererte ms no tengo tiempo. Paso que pasas rostro que pasabas que ms quieres ay no ay no me tientes que si nos tentamos no nos podremos olvidar adis.
LOS DAS LEJANOS All, a lo lejos, donde tiemblan los maizales y el pueblo est dormido, donde invernan los erizos romnticos, tu fe sigue sentada contemplando el humo. Igual que un monte herido por la noche, an te sostienes firme en el camino; te acarician murmullos, risas, sueos, que, ayer, tuviste y ahora, al fin, reencuentras. Todo aquel tiempo est en tu corazn, iluminado por un sol de fresa. Delante de tus ojos, van pasando los das lejanos hacia un bello crepsculo. Alejandro Lpez Andrada