Estudio
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Un artista polémico
Por todos es sabido que la provocación rompe con lo moralmente establecido o con los
convencionalismos sociales, da que hablar. Sin ir más lejos, numerosos artistas y movimientos
artísticos, como diversas vanguardias, tenían como principal objetivo esa búsqueda de la
provocación y tal vez eso es lo que Balthus persiguió durante toda su carrera artística: ser un
personaje controvertido y ambiguo, al igual que sus obras. Quizás no hasta el punto de ser
calificado como “el Freud de la pintura” o “artista pornográfico”, pero lo que sí está claro es
que se trata de un autor peculiar que no pasó desapercibido.
La polémica a lo largo de su carrera fue aumentando a medida que aumentaban sus obras en
las que aparecían adolescentes posando o bien desnudas o con un erotismo consciente.
Incluso a día de hoy, el artista ha seguido siendo duramente criticado por obras como Thérèse
soñando (1938) anteriormente expuesta en el MoMA, que levantó una protesta en la que se
recogieron más de diez mil firmas para que se retirase la obra por “incitar a la pederastia”. Si
piensas que el arte nunca debería ser censurado, esta es tu exposición.
Therese soñando
Pero lejos de toda esta controversia, ¿Qué es lo que verdaderamente hace especial a este
artista? Sin duda, lo que más destaca es su estilo y mirada singulares, convirtiendo sus pinturas
en obras maestras. Un artista prácticamente imposible de clasificar. En sus cuadros, podemos
apreciar ese afán que tuvo desde sus inicios por el “tiempo suspendido”, que se traduce en la
inmovilidad de los personajes, como si se hubieran quedado congelados en el tiempo, algo que
además se puede asociar con la lucha constante del artista contra el paso del tiempo. Tal vez
por eso nunca quiso salir de la infancia, ese primer periodo de la vida en el que vivimos sin
preocupaciones y todo parece dar igual, incluso el tiempo. Balthus, que fue un pintor de
pintores, siempre se mantuvo al margen de las vanguardias de la época, llevando a cabo un
estilo independiente y con múltiples influencias, desde artistas ya mencionados, a otros como
Masaccio, Caravaggio o Coubert. También tuvo una gran influencia de los cuentos infantiles del
siglo XIX, entre los que destacan Pedro Melenas, Alicia en el País de las Maravillas o la propia
influencia del Teatro de la Crueldad de Antonin Artaud, con el que el propio artista identificaba
su manera de entender el arte como método de revelación y forma de sacudir la conciencia del
espectador.
Partiendo de esa base, nos encontramos ante el principal problema para apreciar las obras de
Balthus, como es la cantidad de prejuicios que tenemos. Las muchachas no sienten vergüenza
en mostrarse tal y como aparecen en las obras mientras se encuentran ensimismadas,
dormidas, mirándose al espejo o distraídas. Es Balthus quien nos sitúa en ese preciso instante,
sin saber qué estaba sucediendo antes de ese momento. Ver obras así nos puede incomodar e
incluso es un tema tabú, nos perturba porque nos sentimos voyeurs involuntarios, aunque sea
de algo tan natural como es el cuerpo humano. Pero ahí se encuentra la clave, debemos verlo
como un proceso por el que todos hemos pasado: el paso de la infancia a la adolescencia, la
metamorfosis del cuerpo, en este caso del femenino, de niña a mujer y lo que conlleva.
Como él mismo indicaba en sus memorias: “Lo que siempre deseé pintar es el secreto del alma
y la tensión oscura y a la vez luminosa de un capullo sin abrir aún del todo”. Por ello, es
necesario tener la mente abierta y ver más allá, pues el arte y en este caso, su arte y sus obras
nos cuentan más cosas de las que nos muestran y nos plantean preocupaciones que a todos
nos atañen: los cambios, exploración de uno mismo, la construcción de la identidad y el paso
del tiempo.
Si hablamos de su actitud frente a la pintura, Balthus era apasionado y meticuloso con lo que
hacía. Para él ponerse a pintar era un ritual en el que necesitaba aislamiento, un largo proceso
de tiempo y mimo, ya que incluso elaboraba sus propios pigmentos. Así lo indican
declaraciones de su mujer Setsuko Ideta: “Cuando se ponía delante de la obra, se aislaba. No
se le podía molestar.” Pero no solo eso, también se encargó de crear a lo largo de su carrera un
estilo único al que él llamaba “realismo atemporal”, al igual que creó su propio lenguaje
simbólico lleno de elementos asociados indiscutiblemente a su persona, como es la figura del
gato, su álter ego, presente en muchas de sus obras.
IMG_20190307_124310Balthus, repudiado y adorado a partes iguales, dejó claro desde que
llegó a este mundo que se trataba de un artista fuera de serie, pues nació un 29 de Febrero de
1908, fecha bastante singular y que sin duda alguna, sirve y servirá para describir a esta figura
en todas sus facetas. Así, esta exposición hace justicia al artista y no se achanta ante aquellos
“refinados” que se empeñan en desvalorizar y censurar su arte. A todos ellos les dejo el
siguiente mensaje: la impureza está en la mirada de quien observa.
Balthus
(París, 1908 - Rossiniere, 2001) Seudónimo de Balthazar Klossowski de Rola, pintor francés de
origen polaco. Pintor figurativo, se mantuvo siempre al margen de los movimientos de su
tiempo, como un auténtico independiente, aunque su obra se relaciona con el surrealismo,
algo que desmintió uno de los prebostes del movimiento, Antonin Artaud, y de lo que, a pesar
de su amistad con Giacometti y con Miró, se defendió él mismo como si de un estigma se
tratara.
De familia noble, la casa paterna era visitada por los maestros de la pintura Pierre Bonnard y
Maurice Denis, y por el poeta Rainer Maria Rilke, amigo de la madre que en 1919 hizo publicar
y prologó los dibujos hechos por el niño, entonces de once años, a su gato Mitsou. En 1921 se
trasladó con su familia a Berlín y regresó a París en 1924, donde siguió clases de dibujo en la
Grande Chaumière; enseña sus trabajos a Marquet, Bonnard y Denis, quienes le aconsejaron
que hiciera copias de Poussin. En 1926 viaja a Italia y hace copias de los maestros del primer
renacimiento; al año siguiente realiza las pinturas murales a la témpera para la iglesia
protestante de Beatenberg.
A finales de los años veinte comienza a retratar a sus amigos y hace su servicio militar de
quince meses en Marruecos. En 1933 pinta La calle (La rue), donde inicia un estilo
caracterizado por los contornos muy marcados y los colores planos; se relaciona con el grupo
surrealista y entabla amistad con Giacometti; en 1934 hace su primera exposición individual en
la galería Pierre con cinco cuadros cuyo contenido erótico y su ambigüedad causan un cierto
escándalo, sobre todo La lección de guitarra, El arreglo de Cathy y Alice.
En 1935 elaboró los decorados para la obra de Artaud, Les Cenci, y en 1936 pintó el retrato de
André Derain. En 1938 realiza su primera exposición individual en Nueva York, en la galería
Pierre Matisse. Son de estos años algunas de sus obras más conocidas, como el retrato de Joan
Miró y su hija Dolores y Thérèse soñando. En los años cuarenta diseña los decorados de
diversas producciones teatrales y sus mejores amigos son poetas (Malraux, Paul Eluard).
En los años cincuenta realiza paisajes, vistas desde la ventana de su castillo del siglo XIV en
Nièvre, y en 1956 el Museo de Arte Moderno de Nueva York le dedica una exposición. En 1961
es nombrado director de la Academia Francesa en Roma, y se trasladó por ello a la Villa
Medici; en 1962 visita Japón, donde conoció a su mujer, la cual posa para varios cuadros de
finales de los sesenta (Figura japonesa con espejo negro, 1967, o la Habitación turca, de 1963).
En 1977 se retiró a Rossiniere (Suiza).
Influencia y legado
Su trabajo influyó sobre varios artistas, entre ellos el cineasta Jacques Rivette, de la New Wave
francesa. Su película Hurlevent (1985) estuvo inspirada en los dibujos de Balthus hechos a
comienzos de la década de 1930.
La novela Hannibal, de Thomas Harris se refiere al personaje de ficción Hannibal Lecter como
un primo de Balthus.
Comentarios de Balthus
Balthus decía: "Las niñas son las únicas criaturas que todavía pueden pasar por pequeños seres
puros y sin edad. Las jóvenes adolescentes nunca me interesaron más allá de esta idea".
"Las niñas para mí son sencillamente ángeles y en tal sentido su inocente impudor propio de la
infancia. Lo morboso se encuentra en otro lado".