Óscar Domínguez Palazón

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Óscar Domínguez Palazón nace el 7 de enero de 1906 en La Laguna, Tenerife.

Su padre tenía
una cierta posición económica, dueño de diversas explotaciones bananeras. Sus primeros años
transcurrieron entre La Laguna y Tacoronte, al norte de la isla. Su padre era un personaje
curioso y extravagante, aficionado a la fotografía y coleccionista de objetos raros, que muy
pronto despiertan la curiosidad de su hijo, al que enseña los rudimentos de la pintura. Sus
primeros cuadros datan de mediados de los años veinte, retratándose en 1926 como un artista
bohemio con pipa y chambergo. A los veintiún años viaja a París, por primera vez, para
ocuparse de los negocios paternos de exportación de frutas, pero se dedica en cambio a la vida
bohemia. En febrero de 1928 regresa a Tenerife y, a fines de ese año, realiza su primera
exposición —recibida con duras críticas— donde expone varios bodegones y composiciones de
un tono cubista bastante naïf.

En 1929 vuelve a París. Su pintura sufre un vuelco radical y empieza a orientarse hacia lo
onírico y lo fantástico influido por los surrealistas, a los que todavía no conoce personalmente.
Su primera obra plenamente surrealista lleva el sintomático título de Sueño, 1929 (col. Caja
General de Canarias), y parece anticipar el escenario de sus paisajes cósmicos, pero faltan dos
años para su primera obra maestra, Souvenir de París (col. Museo Nacional Centro de Arte
Reina Sofía, Madrid), mucho más sutil y madura, de una extraordinaria fuerza sugerente,
lograda en parte por una mejor técnica en la calidad de su realización.

Al morir su padre, en 1931, regresa a Canarias para encontrarse con la desagradable sorpresa
de las muchas deudas de éste. Vuelve a París, donde la necesidad, le obliga a trabajar de
diseñador gráfico.

Las primeras obras surrealistas —entre ellas, el Souvenir— se exhiben por primera vez en la
exposición anual del Círculo de Bellas Artes de Tenerife.

Sin duda, en este momento comienzan sus primeros contactos con el grupo surrealista de
Tenerife, posiblemente gracias a Eduardo Westerdahl al que había conocido en su primera
exposición de 1928 y con quien mantendrá una estrecha amistad a lo largo de toda su vida.

En 1933, Domínguez inaugura su primera exposición individual auspiciada por Gaceta de Arte
en el Círculo de Bellas Artes. Allí muestra quince cuadros ya plenamente surrealistas de
inspiración subjetiva y libre, donde la yuxtaposición de imágenes dislocadas, arbitrarias e
inesperadas presenta esa nueva manera de entender la realidad, buscando su significado más
oculto y onírico. A fines de ese verano vuelve a París.

Al año siguiente, en 1934, conoce al grupo surrealista de Breton, pertenecer al grupo


surrealista le permitiría desarrollar su exuberante fantasía.

Así, en 1934 comienza a experimentar con la técnica de la de calcomanía.

Las primeras de calcomanías, que Breton bautizó como “de calcomanías sin objeto
preconcebido” o “de calcomanías del deseo”, aparecen en la cubierta de la monografía sobre
Baumeister que Westerdahl publicó en Gaceta de Arte en 1934.

Domínguez y Marcel Jean van más allá de la técnica primitiva de la de calcomanía,


introduciendo a base de plantillas formas con la serie de leones-bicicletas o leones y ventanas.
Éstas son las “de calcomanías de interpretación premeditada”.

En 1935 participa en las dos primeras exposiciones del grupo surrealista. La primera, en la
Exposición Internacional Cubismo-Surrealismo, en el Ateneo de Santa Cruz de Tenerife.
En 1936 expone cuatro obras en la Exposición Surrealista Internacional de Londres, organizada
por Roland. Viaja por última vez a Canarias para participar en la Exposición de Arte
Contemporáneo, organizada por la sección tinerfeña de ADLAN, en la que está detrás el Grupo
de Gaceta de Arte. Presenta óleos, dos de inspiración canaria, Cueva de guanches y Recuerdo
de mi isla, dibujos y objetos. A fines de este año participa en la muestra Fantastic Art, Dada
Surrealism, organizada por el Museum of Modern Art (MoMA) de Nueva York.

De enero a febrero de 1938 tuvo lugar en París la Exposición Internacional del Surrealismo,
Domínguez participó con un Maniquí y el objeto Jamais. Más tarde, comienza a pintar sus
primeros cuadros cósmicos, conseguidos.

El estallido de la Guerra Mundial provocó una diáspora del grupo surrealista.

En Marsella prosiguen las actividades del grupo produciendo una gran cantidad de espléndidos
dibujos colectivos y cadáveres exquisitos. Elaboran, entre varios, un juego de cartas. Óscar se
encarga de dibujar la carta Freud. Domínguez no llegó a embarcar hacia América como otros
miembros.

En la primavera de 1941 está de vuelta en París. Vuelve progresivamente a la figuración


renovando su interés por el toro-minotauro y por la figura femenina con sus cuadros de
mujeres deformadas y agigantadas, “mujeres desmontables” (1941-1943) en término de
Fernando Castro. Estrecha su amistad con Picasso, al que visita regularmente en su estudio.

El otro gran amigo y pilar de estos años será el poeta Paul Éluard, quien había roto con Breton
y el grupo surrealista ortodoxo a causa de su acercamiento al Partido Comunista. Con la vuelta
de Breton se produce la ruptura de Domínguez con el grupo surrealista ortodoxo,
emprendiendo un camino más independiente.

En 1945 despliega una gran actividad. Este año su azarosa vida sentimental se estabiliza al
casarse con Maud Bonneaud, a la que había conocido durante la ocupación. Maud introdujo
un equilibrio y un orden en su vida, hasta su divorcio en 1950.

En 1946 viaja a Checoslovaquia para participar en una gran exposición en la Sala Manes de
Praga titulada Arte de la España Republicana. Donde presenta doce obras.

La muestra fue un acontecimiento en el mundo cultural de Praga. Junto a la obra de Picasso,


artista ya entonces totalmente reconocido, fue la de Domínguez la que despertó mayor
interés. Es en los cuadros de este período donde refleja la influencia picassiana más directa.

En 1947 viaja a Londres. Publica su único libro, Les deux qui se croisent, de tono surrealista en
el que se revela como un escritor poético, lleno de humor, ingenio y fantasía.

A partir de 1948 empieza su época del triple trazo, acentuándose con el humor de siempre
pero más sutil y menos agresivo

Este período durará hasta 1953 y en él realiza exquisitas figuras femeninas alargadas y
estilizadas.

En 1950 tiene dos importantes exposiciones individuales, una en la prestigiosa Galería de


France en París (febrero-marzo) y otra en la Galería Apollo de Bruselas (marzo), para la que
escribe la presentación el poeta Christian Dotremont.
Después del divorcio con Maud, su frágil estabilidad se va erosionando y comienza un círculo
vicioso de crisis, depresiones, escapismo a través del alcohol y una vida frenética que en
absoluto le satisface y de lo que es consciente.

Comienza su relación con Marie-Laure Bischoffsheim, vizcondesa de Noailles por su


matrimonio. Mujer de enorme fortuna.

En 1954 tiene lugar su exposición individual en la Galería Drouant-David en París. Presenta,


entre otros, una serie de cuadros en los que vuelve a retomar la técnica de la de calcomanía
mezclando sobre el lienzo gouache y óleo, logrando así paisajes lunares, volcánicos,
fantasmagóricos e inquietantes, demostrando una vez más su libertad y capacidad de
renovación. El Estado francés le compra un cuadro titulado Tenerife.

Al año siguiente inaugura una exposición de carácter antológico en Bruselas en el Palacio de


Bellas Artes, y en 1956 vuelve a exponer individualmente en París (Galería Diderot). A pesar de
estos éxitos relativos, Domínguez tuvo que ser consciente de que su reputación en contraste
con la de muchos de sus compañeros de la primera época, como Miró, Ernst, Magritte.

Las crisis se agravan, tiene que ser internado en varias ocasiones y se apodera de él una
creciente melancolía que los excesos y la insatisfacción no hacen sino acrecentar. Expone por
última vez a finales de 1957 en la Galería Rive Gauche. Pocas semanas después decide quitarse
la vida el 31 de diciembre de 1957.

Al entierro asisten, entre otros, Man Ray, Dora Maar, Patrick Waldberg, Max Ernst y muchos
de los pintores españoles de la Escuela de París, junto con personajes de la alta sociedad y una
variopinta y popular multitud de gentes de su barrio que lo admiraban.

Obras de ~:

Souvenir de París, 1932;

Autorretrato, 1933;

Los niveles del deseo, 1932-1933;

Piano, 1933;

Le Chasseur, 1933;

El Drago, 1933;

Máquina de coser electrosexual, 1934;

Los porrones, 1935; Le Dimanche, 1935;

Cueva de guanches, 1935;

Souvenir de l’avenir, 1938;

Nostalgia del espacio, 1939;

Lancelot 28. º 33’, 1939;

L’estocade lithocronique, 1939;


La main passe II, 1942;

La rêveuse, 1943;

La couturière, 1943;

La fin du voyage II, 1943;

Vidente, 1944;

Pintor y modelo, 1945;

El caballo de Troya, 1947;

Los amantes, 1949;

Frutero come-frutas, 1949;

Toro, 1949-1950;

Les Papillons, 1950;

L’atelier, 1950;

Corrida II, 1951;

Mars, 1954;

Paisaje con de calcomanía, c. 1957.

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