Sociología Del Trabajo
Sociología Del Trabajo
Sociología Del Trabajo
TRABAJO ENTREGA
FINAL
PROF. ANDREA DEL BONO/ FAHCE - UNLP
CARRARI JENIFER
LEGAJO 96761/6.
CARRERA: LIC. EN SOCIOLOGÍA
Sociología del Trabajo. FaHCE, UNLP 1
Las respuestas a estas preguntas produjeron una bifurcación. Por un lado, una posición
asume que tomará un papel liberador –igual que en los años cincuenta- y por el otro, se
denuncian sus tendencias precarizantes, polarizantes e intensificadoras del trabajo.
Desde el marxismo surgen otras interrogantes en cuanto a la centralidad del trabajo en el
nuevo contexto; ¿qué lugar ocupa el trabajo en la estructuración de otras relaciones
sociales?; ¿qué capacidad detenta la clase obrera como actor de transformación, de
convertirse en el sujeto colectivo portador de un proyecto alternativo al capitalista? Las
respuestas se entrecruzan y amplían, implicando en el debate teorías más abstractas
como las de elección racional, de competencias comunicativas y la teoría de la
posmodernidad.
De éstas, la teoría regulacionista es posiblemente la más abarcativa acerca de la
reestructuración productiva. Esta teoría fue la que reformuló conceptos claves tanto del
taylorismo como del fordismo. Los regulacionistas los volvieron a ambos -taylorismo y
fordismo- régimen de acumulación, con sus respectivos modos de acumulación, y les
añadieron por ende consideraciones más amplias sobre el sistema de relaciones
industriales y del pacto entre empresas, sindicatos y Estado. El Fordismo, en tanto
régimen de acumulación ya no sería solamente un tipo de proceso de trabajo, sino la
articulación entre producción y consumo de masas. La visión de futuro de esta teoría se
enmarca tanto dentro del diagnóstico de la crisis de productividad, o sea crisis del
proceso laboral de la organización y de las relaciones de trabajo rígidas, como del
ámbito macrosocial de las instituciones del sistema de relaciones industriales
(neocorporativismo, seguridad social, negociaciones colectivas). El futuro aquí es
entonces el de la flexibilización del trabajo, pero una flexibilidad que puede implicar -
trabajo más integrado y creativo, negociado, con algunas ganancias en términos de
control para los trabajadores.
Este evolucionismo en las teorías regulacionistas se ve mitigado por la consideración
de que en la transición hay varios modos de regulación competitivas. Además de que la
articulación entre producción y consumo no encontraría todavía sus instituciones
reguladoras de nivel intermedio. En fin, para estas teorías finalmente sujetos y
conflictos sí alteran las formas –en tanto modos de ordenamiento social general- pero en
la prueba y error se imponen las formas anticipadas por las exigencias estructurales. En
estos términos la interpretación de la derrota obrera frente al neoliberalismo quedaría
reducida a incidentes frente al reacomodo de las estructuras.
Esta corriente de pensamiento finalmente tuvo que aceptar que no había convergencia
hacia un régimen de acumulación y precisó entonces el concepto de modelo de
producción, que combina estrategia de negocios, política productiva, organización
productiva y relación salarial, pero sin un modelo unívoco mundial. Este concepto de
modelo de producción aún mantiene una gran impronta estructuralista.
Dentro de las teorías posfordistas también se encuentran el neoshumpeterianismo y las
teorías de la especialización flexible. Para los primeros lo central de la reestructuración
actual es la innovación tecnológica dura –microelectrónica, biotecnología, nuevas
fuentes y materiales de energía en los procesos productivos- esto es, la idea de la tercera
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revolución tecnológica. Desde esta perspectiva el marco institucional también tiene gran
importancia, pero es visto principalmente como de apoyo a los procesos de innovación.
Aquí el futuro del trabajo es el de la aplicación de tecnologías amplias con sus
consecuencias laborales y subjetivas para el trabajo. Esta teoría no ha prestado atención
al problema de cómo el salto productivo puede compaginarse con un incremento de la
demanda agregada – cuestión de la que sí se encargan los regulacionistas- y padece de
dificultades para definir períodos tecnológicos generales y generar análisis de
instituciones más allá de las vinculadas con la innovación tecnológica. Han vinculado
los procesos de innovación con los de aprendizaje, procurando incorporar teorías de la
pedagogía y del interaccionismo simbólico.
Por último, la teoría de la especialización flexible; a partir de la cual nace el interés por
los encadenamientos productivos como ventaja comparativa. En sus inicios incluía la
suposición de que se asistía al fin de la producción en masa estándar basándose en que
el cambio se debía a un viraje en las preferencias de los consumidores, definiendo una
nueva economía de consumidores y no ya de productores. El futuro del trabajo humano
para esta teoría no era sino la de un nuevo artesanado laborando en PyMES de alta
calidad y competitividad (articulando tecnología barata y cambios en preferencias). Sin
embargo, no logró comprobar que hubiera una decadencia en la gran corporación o que
éstas fueran, debido al tamaño, menos innovadoras que las PyMES. La producción en
masa no tendió a desaparecer y sobretodo buena parte de la continuidad de las medianas
empresas es en relación de dependencia con las grandes, funcionando como
subcontratistas de las grandes empresas, pero con peores salarios y condiciones de
trabajo que aquellas.
Las teorías sobre la Sociedad y Economía del Conocimiento/Información fueron una
última novedad, concentrándose en la producción intensiva en conocimiento y abriendo
más problemas que cerrándolos. Entre ellos; si existen realmente bases para afirmar que
la prosperidad general vendrá de la aplicación intensa de conocimientos de la
producción o si sólo es una nueva y efímera etapa.
POSFORDISMO Y FIN DEL TRABAJO; CONFIGURACIONES IDENTITARIAS
En general, las teorías del postfordismo tienden a ser optimistas acerca del futuro del
trabajo humano, ninguna profetiza el fin del trabajo en sí sino una transformación
desalienante del mismo, y sostienen que la lucha capital vs trabajo no será ya el
conflicto central. Frente a estos postulados surgen preguntas y críticas; ¿las tendencias
acerca del futuro del trabajo están determinadas por el mercado de trabajo o los
procesos de producción?; ¿o bien éstas dependen también de las acciones de los sujetos
y de contextos locales, como instituciones, que difieren internacionalmente?; ¿han
cambiado tanto las relaciones laborales hacia la flexibilidad? ¿ésta es compatible con la
eficiencia productiva? ¿el toyotismo llegó al límite -incluso en Japón-?
En el debate sobre la automatización, se ha sostenido desde algunas visiones que no se
puede reducir a cero la incertidumbre en el control de tiempos y procesos de trabajo, sea
cual fuera el proceso productivo, por lo que se impone en la práctica una negociación
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Sin embargo, Antunes sostiene que al contrario que una retracción o descompensación
de la ley del valor, lo que se ha venido dando en el mundo contemporáneo es una
ampliación significativa de sus mecanismos de funcionamiento.
En efecto, un análisis del capitalismo contemporáneo lleva a entender que las formas
actuales de valorización de valor conllevan nuevos mecanismos generadores de trabajo
excedente, al tiempo que expulsan de la producción a multitud de trabajadores que
pasan así a ser elementos sobrantes, descartables, desempleados. La funcionalidad en la
detracción de las condiciones del mercado de trabajo de esta masa de reserva es tan
clara como capitalista y perversa.
En plena eclosión de la más reciente crisis global, que afecta fundamentalmente a los
países del norte, este panorama parece agudizarse, haciéndonos asistir a una corrosión
aún mayor del trabajo contratado y regulado, de matriz tayloriano-fordista, que había
venido siendo dominante durante el siglo XX. Así, al tiempo que aumentan estos
grandes contingentes de trabajadores que se precarizan de forma intensa o pierden su
empleo se asiste de la misma manera a la expansión de nuevas formas de extracción de
plusvalor o plustrabajo, articulándose maquinarias altamente informadas como son el
caso de las tecnologías de la comunicación y la información, que ha invadido el
universo de los bienes de consumo. Estas actividades, dotadas de mayores
“calificaciones” o “competencias”, suministran un mayor potencial intelectual (aquí
entendido en el sentido restringido que le atribuye al mercado) integrándose en el
trabajo social, complejo y combinado que añade efectivamente valor.
En “los dueños de internet” la autora sostiene que lo que crea la rentabilidad hoy son
los algoritmos que analizan los datos muy personalizados y los convierten en servicios.
Es decir, una forma de la economía que profundiza el principal conflicto de nuestro
tiempo: la brecha de la desigualdad. A modo de recomendación y con el propósito de
esbozar claramente el alcance del papel de la información en el capitalismo actual, la
autora sostiene que; “Todos los datos de un país, por ejemplo, podrían recaer en un fondo
nacional de datos, copropietario de todos los ciudadanos (o, en el caso de un fondo
paneuropeo, de europeos). Quien quiera construir nuevos servicios con esos datos tendría que
hacerlo en un entorno competitivo y muy regulado mientras paga una parte correspondiente de
sus beneficios por usarlo. Tal perspectiva asustaría a las grandes firmas tecnológicas mucho
más que la perspectiva de una multa”. Es como si todos los espacios existentes de trabajo
se convirtiesen potencialmente en generadores de plusvalía, tanto los que aún mantienen
lazos de formalidad como los que se rigen por la informalidad abierta, al margen de que
las actividades sean marcadamente ‘intelectuales’ o ‘manuales’. Asistimos, siguiendo a
Antunes, a una totalmente nueva morfología del trabajo.
En este universo, caracterizado por la sumisión del trabajo al mundo mecánico –tanto
por la vigencia de la máquina-herramienta en el siglo XX como por la máquina
informacional-digital del siglo XXI- el trabajo estable regulado heredero de la fase
tayloriano-fordista está siendo sustituído por los más diversos y variados modos de la
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¿De qué forma se conectan estos múltiples cambios con la creación de valor?
Castells señala que las nuevas tecnologías de la información, que no son sólo
herramientas que aplicar, sino procesos a desarrollar, el conocimiento se aplica a
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nueva generación de tecnologías digitales genera entonces una cantidad de datos sin
precedentes que constituyen una herramienta clave para la gestión ultraflexible del
factor trabajo.
Lo paradójico es que mientras estas plataformas crecen en un sistema económico
desregulado propio del liberalismo y con grandes inyecciones de capital financiero,
producen economías sumamente concentradas/planificadas. Es decir, suponen una
“centralización buena”, mientras que en el resto de la economía la planificación es
considerada mala, como si la planificación centralizada y orquestada por computadoras
y algoritmos pareciera no molestarle a nadie, pero la gestión de planificación de la
economía estatal sí.
Hoy, las grandes plataformas tecnológicas son monopolios que dominan el mundo.
Unos pocos jugadores controlan gran parte de la actividad en cada sector. Google lidera
las búsquedas, la publicidad y el aprendizaje automatizado. Facebook controla gran
parte del mercado de las noticias y la información. Amazon, el comercio en gran parte
de Occidente, ya está avanzando en producir y distribuir también sus propios productos.
Uber no solo quiere intermediar y ganar dinero con cada viaje posible, sino que también
busca convertirse en la empresa que transporte los bienes del futuro, incluso sin
necesidad de conductores, a través de vehículos autónomos. De la tecnología al resto de
nuestras vidas, estas empresas están comenzando a conquistar otras grandes industrias,
como el transporte, el entretenimiento, las ventas minoristas a gran escala, la salud y las
finanzas. Además, la opacidad del funcionamiento de las apps es parte de un nuevo
modelo de negocio que ha reescrito las reglas de la competencia. En todo caso, y sobre
todo, coinciden o se parecen bastante a distintas formas precarias de trabajo, con la
única diferencia de hacer uso de la herramienta digital.
Al respecto, desde la corriente del capitalismo cognitivo, el elemento fundamental a
considerar es la generalización y centralidad que tiene el conocimiento dentro de una
“organización de la producción tiende cada vez más a superar los límites de las
empresas y a convertirse en producción social”. Eso implica que, como mencionamos
en el debate sobre el valor, las claves de la productividad y del desarrollo de riqueza
social, esto es la generación de valor, se halla cada vez más atrás de la esfera del trabajo
asalariado y del universo mercantil, para residir en la sociedad. Se desprende, de la
disociación entre tiempo de trabajo y tiempo de producción, un desvinculamiento de la
medición del valor de parámetros objetivos. Lo que mediría entonces la productividad
sería un conjunto de factores que caracterizarían el espacio socio-regional trascendiendo
pues al trabajador aislado, el cual es creador de riqueza en tanto que miembro de una
colectividad.
Para Gorz y los autores de la perspectiva informacional que sostienen estos postulados,
el saber se habría convertido en la más importante fuente de creación de valor, pues está
en la base de la innovación de la comunicación y de la auto-organización creativa y
continuamente renovada. Surge así la intangibilidad del valor-trabajo, pues el
conocimiento, a diferencia del trabajo social general, no se puede traducir ni medir en
simples unidades abstractas. Gorz sostiene que la heterogeneidad de las actividades del
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trabajo denominadas cognitivas, así como de los productos inmateriales que crean y de
las capacidades y saberes que implican, hacen inmensurables tanto el valor de las
fuerzas del trabajo como el de sus productos. El autor llega a la misma conclusión que
quienes defienden la pérdida de referencia de la teoría del valor, pues sostiene que la
crisis de la medición del tiempo de trabajo engendra inevitablemente la crisis de
medición del valor. “Cuando el tiempo socialmente necesario para una producción se
hace incierto, esa incertidumbre no puede dejar de repercutir sobre el valor de cambio
de lo que se produce. El carácter cada vez menos mensurable del trabajo acaba
cuestionando las nociones de plustrabajo y plusvalía.”
La crisis de medición del valor cuestiona la definición de la propia esencia del valor. Si
ya no hay posibilidad de medir el valor y la ciencia informacional acaba sustituyendo al
trabajo vivo, parece inevitable la desmedida del valor, reforzada por la inmaterialidad
del trabajo. Antunes nota que estos postulados, al convertir el trabajo inmaterial en
factor dominante y determinante del capitalismo actual –desvinculándolo de la
generación de valor-, terminaron obstaculizando la posibilidad de comprender las
nuevas modalidades y vigencias de la ley del valor, presentes en el proletariado de
servicios, pero parte constitutiva además de la creación de valor en todos los trabajos
materiales. Y contrapone a ello que la tendencia creciente al trabajo inmaterial expresa,
en un marco de abigarrada complejidad, distintas modalidades de trabajo vivo y por
ende también partícipe en mayor o menor medida del proceso de valorización de valor.
No sólo estas teorías –aclara- a menudo olvidan al tercer mundo hiperdimensionando el
peso del trabajo inmaterial global, sino también, y ya más en sentido analítico, en ellas
se omite que la potencia creadora del trabajo vivo, la única generadora de plusvalía,
asume tanto la forma de trabajo material como inmaterial, puesto que es el trabajo
humano el que transfiere en parte sus atributos subjetivos al nuevo equipamiento,
objetivando actividades subjetivas. Antunes cita aquí al mismo Marx diciendo que “son
órganos del cerebro humano logrados por las manos humanas”.
Y concluye que la reducción del trabajo vivo no significa entonces pérdida de
centralidad del trabajo abstracto en la creación de valor, -como en la revolución
industrial la maquinaria no dejó de significar explotación- puesto que hace mucho éste
dejó de ser resultado de una agregación individual del trabajo, para convertirse en
trabajo social, complejo y combinado, características todas que se exacerban con el
avance tecno-informacional-digital, hasta impregnar todas las esferas de vida. ¿Cuántas
decisiones toma un algoritmo? ¿hemos llegado a la Jaula de Datos –versión de la de
hierro- Weberiana?
A MODO DE REVIRAJE
BIBLIOGRAFÍA
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