085 - Tumores de La Rinofaringe
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085 - Tumores de La Rinofaringe
CAPÍTULO 85
TUMORES DE LA RINOFARINGE
Carmen Deus Abelenda, Mercedes Álvarez-Buylla Blanco,
Alejandro Martínez Morán
Complexo Hospitalario Universitario “Juan Canalejo” – A Coruña
Introducción
Los tumores primarios de la nasofaringe son poco frecuentes, estando su naturaleza relacionada con
los diversos epitelios que podemos encontrar en esta localización. Así, encontraremos lesiones
derivadas del epitelio escamoso queratinizante o no queratinizante, glandular o linfoideo.
En este capítulo nos vamos a centrar en las dos formas histopatológicas de mayor relevancia en la
práctica clínica: el angiofibroma nasofaríngeo juvenil y el carcinoma nasofaríngeo.
Epidemiología
trata de un tumor típico de varones adolescentes, debutando la mayoría de los casos entre los 10 y
los 18 años. Su incidencia varía mucho dependiendo de las localizaciones geográficas estudiadas;
así en Egipto, India y sudeste asiático tiene una frecuencia de aparición mucho más alta que en
Estados Unidos y Europa.
Histología
El ANJ es una tumoración lobulada, de coloración rojo-azulada y de superficie lisa y friable. Está
recubierto por mucosa intacta, no ulcerada, excepto en casos en los que se haya realizado una
biopsia previa u otro tipo de manipulación.
Microscópicamente, los ANJ están formados por tres componentes, estso son; retículo fibroso,
celular, y vascular.
El retículo está constituido por fibras de colágeno, en cuyo lecho, se pueden encontrar zonas de
calcificación y restos óseos. Con frecuencia, se pueden además, observar focos de hemorragia
intersticial y necrosis.
El componente celular, ocupa los espacios entre la red colágena. Destacan aquí, abundantes
fibroblastos de morfología variada y células gigantes polinucleadas.
Crecimiento tumoral
Los ANJ son tumores de crecimiento lento pero localmente invasivo, y aunque son
histológicamente benignos, pueden comprometer la vida del paciente debido a su extensión
intracraneal. Esta ocurre entre el 10 y el 36% de los casos, siendo la pituitaria, la fosa craneal
anterior y la fosa craneal media, las zonas más frecuentemente afectadas.
La zona de origen más frecuente se encuentra en el margen superior del agujero esfenopalatino.
Inicialmente, el tumor crece bajo la mucosa del cavum y desde ahí, puede progresar y tomar
diversas direcciones, estas son; superior, anterior y lateral.
Clínica
Los dos síntomas de presentación más frecuentes son la epistaxis recurrente y la obstrucción nasal
unilateral progresiva, que ocurren en más del 80% de los pacientes.
Otros síntomas menos habituales son cefalea, rinorrea mucopurulenta, hipoacusia de transmisión
secundaria a otitis media serosa, rinolalia, exoftalmos, diplopia, desplazamiento del paladar,
deformidad facial y anosmia.
Diagnóstico
Historia clínica
Se recogen los síntomas anteriormente descritos además de otros antecedentes familiares de interés.
Exploración física
Incluye una exploración general del ORL. Así, la nasofaringoscopia rígida o flexible, pone de
manifiesto la presencia de una masa voluminosa, lisa, nodular, de color azul rosado, en la fosa o el
cavum.
Es importante además, explorar la cavidad oral, ya que estos tumores pueden protruir en el paladar.
La otoscopia y exploración cervical completan el estudio. En caso de verse afectada la órbita será
obligada la consulta al servicio de Oftalmología.
Pruebas de imagen
Radiología simple: muestra una masa con consistencia de partes blandas, localizada en la
nasofaringe. Hoy en día no es una prueba primordial ya que ha sido desplazada por el uso
generalizado del TC.
TC (Figura 1): es el estudio de elección. Muy útil para valorar la extensión del tumor en el plano
axial y coronal y con ello planificar la cirugía y una vía correcta de abordaje Define con precisión
la afectación de las estructuras óseas. Algunos tumores como los hemangiomas,
hemangiopericitomas, plasmocitomas o neuroblastomas pueden presentar imágenes similares. A
pesar de ello y en la práctica diaria, la aparición de una tumoración vascular en la fosa nasal en un
paciente varón joven con una imagen TC característica prácticamente determina el diagnóstico.
RNM (Figura 2): proporciona información sobre la extensión a tejidos blandos, complementa el
estudio de TC ofreciendo información en el plano sagital. Es así, especialmente útil para determinar
el grado de afectación endocraneal y diagnóstico de enfermedad recurrencial.
Capítulo 85 Tumores de la rinofaringe
Biopsia
Diagnóstico diferencial
El ANJ debe diferenciarse de otros tumores sangrantes que ocupan el cavum, el territorio nasal y
los senos paralateronasales. Entre ellos destacan el angiosarcoma y el hemanciopericitoma. El
comportamiento clínico más agresivo y el estudio histológico de la pieza los diferencian del ANJ.
Estadificación
Se han propuesto varios sistemas de clasificación basados en la extensión del tumor en el momento
del diagnóstico. El sistema de Chandler está basado en la clasificación AJCC empleada en los
carcinomas de nasofaringe y no refleja realmente el comportamiento clínico del ANJ (Tabla 1).
Este comportamiento, se ve reflejado más fielmente mediante la clasificación se Sessions (Tabla 2).
Tratamiento
El objetivo primordial del tratamiento quirúrgico consiste en la erradicación completa del tumor
con la menor morbilidad posible. Para ello, existen diversas vías de abordaje y la elección de una u
otra vendrá determinada por la localización y extensión de la tumoración, así como por la
experiencia del cirujano con cada una de las técnicas.
Los tipos de abordaje más empleados son el degloving mediofacial, la cirugía endoscópica nasal, la
vía transpalatina y la rinotomía paralateronasal. En caso de tumores con invasión intracraneal
puede ser necesario la combinación de distintas vías de abordaje.
Capítulo 85 Tumores de la rinofaringe
Respecto a la posibilidad de embolización previo a la cirugía, parece aceptado que se realice entre
las 24-48 horas previas, con el objetivo de disminuir el sangrado peroperatorio. Como
contrapartida, algunos autores han observado que la embolización previa, produce una inflamación
que dificulta la capacidad de disección y despegamiento del tumor de las estructuras adyacentes y
otros, además la relacionan con una mayor tasa de recidivas. Otras complicaciones más graves
incluyen la posibilidad de migración de los émbolos hacia el territorio de la carótida interna.
Otra forma de disminuir el sangrado operatorio sería la ligadura la arteria esfenopalatina a través de
un abordaje de Caldwell-Luc, aunque hoy en día se prefiere la embolización selectiva.
Con todo ello, hay que decir que estas técnicas que disminuyen el sangrado quirúrgico, son
especialmente útil en cirugías primarias, ya que en recidivas es frecuente que el tumor se
vascularice a partir de ramas de la carótida interna no abordables con las técnicas de ligadura o
embolización.
Utilizando el abordaje adecuado a las características del tumor, con un tiempo correcto de exéresis
y una reconstrucción meticulosa, el resultado del tratamiento quirúrgico es excelente y la tasa de
recurrencias pequeña. Así recordaremos el degloving medio facial, el abordaje paralateronasal, las
técnicas endoscópicas y la vía transpalatina.
En nuestro medio la vía más frecuentemente utilizada es el degloving medio facial, que no deja
cicatrices externas y ofrece una buena visualización tanto de la fosa nasal, fosa pterigopalatina e
incluso fosa infratemporal (Figura 4).
La rinotomía paralateronasal es también una vía aceptada que ofrece una visión de la tumoración
parecida a la vía anterior, con la desventaja de dejar una cicatriz visible.
La vía de abordaje transpalatina nos ayuda cuando el tumor es de localización central en el cavum,
aunque tiene problemas para los tumores que crecen hacia la fosa pterigopalatina en cuyo caso
podremos ayudarnos de la utilización de la endoscopia.
La radioterapia queda relegada para aquellos casos en los que la cirugía está contraindicada. A
medida que mejoran y se amplían las técnicas de abordaje y mejora el control perioperatorio de los
pacientes, tumores que antes no eran abordables hoy en día sí lo son. Se consideraron como
inoperables y por tanto subsidiarios de recibir tratamiento radioterápico, la invasión hipofisaria y el
compromiso de los nervios ópticos o tronco del encéfalo. Los principales inconvenientes de la
radioterapia son la posibilidad de provocar malignización en el campo radiado, inhibición del
crecimiento facial en pacientes muy jóvenes, osteorradionecrosis y ceguera.
Introducción
Los tumores malignos de rinofaringe pueden aparecer en cualquier grupo de edad. Con frecuencia
su diagnóstico se hace de forma tardía debido a la inespecificidad de signos y síntomas que
producen y a la difícil interpretación de las imágenes de la nasofaringe, incluso para profesionales
experimentados.
En su génesis se han implicado factores ambientales, genéticos y virales, con una especial relación
con el virus de Epstein-Barr.
Epidemiología
El CNF es un tumor relativamente poco frecuente en la mayoría de los países occidentales, con una
incidencia inferior al 1/100000 hab./año; si embargo puede suponer hasta un 15/100000 de los
tumores en algunas zonas de China y del sudeste asiático. Es la provincia de Guangdong,
localizada en el sudeste de China, donde encontramos la mayor incidencia (15-50/100000
hab./año), llegando a considerarse la tercera neoplasia más frecuente en varones. Además,
también encontramos unas cifras similares de incidencia en Hong-Kong y Singapur, mientras que
Alaska y la cuenca mediterránea son consideradas zonas de riesgo intermedio.
La edad media de aparición varía según la zona geográfica y el tipo histológico con un rango que
oscila entre los nueve y los setenta y cuatro años. Así, se habla de dos picos de incidencia, sobre
todo en áreas endémicas, uno a los 20 años, y otro a los 50 años. Respecto al sexo, se presenta más
frecuentemente en varones, a razón de 3 a 1.
Capítulo 85 Tumores de la rinofaringe
Etiología
La distribución geográfica típica del carcinoma nasofaríngeo, sugiere una etiología multifactorial,
viéndose implicados factores ambientales, genéticos y virales, con una especial relación con el
virus de Epstein-Barr.
Factores genéticos
Se habla de una predisposición genética en el carcinoma de nasofaringe debido a la observación de
muchos casos de agregación familiar. En las poblaciones a las que han emigrado los chinos, la
incidencia de carcinoma nasofaríngeo crece, y aunque el riesgo de presentación disminuye en la
segunda generación, la frecuencia sigue siendo superior que en otras poblaciones.
Se han identificado haplotipos específicos en el HLA, localizados en el brazo corto del cromosoma
6, relacionados con un incremento del riesgo de padecer CNF.
Una hipótesis reciente a favor del desarrollo del CNF, habla de cambios displásicos precoces que se
asocian con pérdidas alélicas en el brazo corto de los cromosomas 3 y 9, lo que originaría una
inactivación de p14, p15 y p16, que son considerados genes supresores de tumores.
Factores ambientales
Numerosos estudios experimentales y epidemiológicos apuntan a determinados factores dietéticos
como el exceso de nitrosaminas consumidas en conservas de pescados, carnes secas y ahumados y
ciertos hidrocarburos aromáticos policíclicos, que influyen en la aparición de estos tumores.
Además, la deficiencia de ingesta de fruta fresca, carotenos o fibra, también se ha relacionado con
la aparición de la enfermedad.
Histopatología
Clínica
El paciente con carcinoma de cavum puede permanecer asintomático mucho tiempo o puede
presentar una serie de signos y síntomas de gran diversidad dependientes de su localización y
extensión. Por ello, para facilitar su estudio los agrupamos dependiendo de su orden de aparición:
Adenopatía cervical
Presente en el 50% de los casos. Esta elevada frecuencia se debe a la importante red de vasos
linfáticos que se comunican en la línea media de la rinofaringe, por lo cual no son infrecuentes las
metástasis bilaterales. Sin embargo, más frecuentemente se presentan como adenopatías altas e
ipsilaterales, sobre todo a nivel posterior, subdigástrico, yugulocarotídeas, espinales posteriores, o
más raramente supraclaviculares.
Signos otológicos
Presentes en el 40-60% de los casos, siendo lo más frecuente la hipoacusia de transmisión
unilateral seguida de plenitud ótica y autofonía por obstrucción tubárica.
Signos rinológicos
Cuando los tumores son voluminosos pueden obstruir la coana y causar insuficiencia respiratoria
nasal y en ocasiones sangrados nasales que no suelen ser copiosos.
Signos oftalmológicos
Se presenta en el 5% de los casos, generalmente como una exoftalmia o parálisis de la motilidad
ocular.
Signos neurológicos
Presentes en el 10-20% de los casos y dependen de la extensión dorsal o craneal del tumor. Por
orden de frecuencia pueden aparecer:
1. Diplopia, por lesión del VI par (paresia del músculo recto externo). Si se presenta una
oftalmoplejia refleja, indica afectación del III, IV y VI par en la fisura orbitaria superior o
en el seno cavernoso.
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4. Infiltración a nivel del agujero rasgado posterior con afectación de los pares craneales IX,
X y XI (Síndrome del agujero rasgado posterior o Síndrome de Vernet) e incluso
extenderse al XII par (Síndrome de Collet-Sicard).
Metástasis
Aparecen en aproximadamente un 5% de los pacientes las presentan, siendo las más frecuentes, las
óseas, pulmonares y hepáticas.
Diagnóstico
Anamnesis
Pondrán de manifiesto algunos de los síndromes descritos como típicos del carcinoma de
nasofaringe. Además es importante hacer mención de los antecedentes familiares.
Exploración física
Debemos realizar una exploración exhaustiva del área ORL, que debe incluir la palpación cervical,
otoscopia y exploración neurológica. Posteriormente, debemos tratar de localizar y delimitar la
extensión de la lesión en el cavum, para ello nos ayudaremos del fibroscopio y buscaremos masas
o ulceraciones, siendo la fosa de Rosenmüller y el techo nasofaríngeo las dos localizaciones donde
más frecuentemente se origina. En ocasiones es posible que la exploración de la nasofaringe no
revele anomalías, ya que en un porcentaje de hasta un 10% la enfermedad puede ser submucosa.
Pruebas de imagen
Radiología convencional, que aunque permite detectar tumores localizados en la pared superior y
posterior, es poco determinante y ha sido superada por las pruebas de imagen actuales.
RNM con gadolinio (Figura 5) Es la técnica de elección ya que nos permite definir con mayor
exactitud la invasión de tejidos blandos. Es una técnica de gran utilidad para la detección de
recidivas y para diferenciar los procesos fibrosos post-radioterapia de las recurrencias.
TAC (Figura 6) con contraste y algoritmo para hueso. Nos permite determinar la extensión loco-
regional, sobre todo a dos niveles; lateral, a través de la fosa pterigomaxilar, pterigoides y relieve
tubárico; y superior, a nivel de la base del cráneo, que en el momento del diagnóstico se
encuentra afectada hasta en un 25% de los pacientes.
Tomografía por emisión de positrones (PET). Es una técnica que resulta muy útil para el
diagnóstico de la enfermedad recurrente o residual, con una sensibilidad y especificidad superior a
la RNM.
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Serología
2. En casos donde tenemos una sospecha, pero no encontramos en la exploración una masa en
cavum. Es decir en casos con presencia de una adenopatía cervical de un tumor primario
desconocido, o con una PAAF informada como carcinoma indiferenciado. La positividad
de los anticuerpos nos guiará hacia un posible tumor en cavum.
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Biopsia
Imprescindible para la confirmación del diagnóstico. Puede realizarse con anestesia local en caso
de pacientes colaboradores y volumen tumoral importante, mediante endoscopia nasal. En caso
contrario habrá que recurrir a la anestesia general.
Es posible que la clínica inicial sea la aparición de una adenopatía cervical que no revele otras
alteraciones en el área ORL. La actuación correcta será la realización de una PAAF que puede
revelar el origen de una tumoración típica del cavum. En estos casos es correcto realizar biopsias
del tejido blando del cavum o el legrado del mismo con anestesia general.
Estadificación
Se han publicado varios sistemas, existiendo siete clasificaciones distintas, algunas aún vigentes
actualmente, como la del Internacional Union Against Cancer (UICC) y la de Ho de 1978.
El sistema de estadificación más usado es del American Joint Committe for Cancer Staging
(AJCC) de 1992 actualizado en 1997, por permitir una mejor individualización de las categorías
pronósticas y la orientación de un protocolo terapéutico según riesgo local y/o metastático (Tablas
3 y 4).
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Estadio 0 Tis N0 M0
Estadio I T1 N0 M0
Estadio IIA T2a N0 M0
Estadio IIB T2b N0 M0
T1, 2a N1 M0
Estadio III T1, 2a, 2b N2 M0
T3 N0-2 M0
Estadio IV a T4 N0-2 M0
Estadio IV b T1-4 N3 M0
Diagnóstico diferencial
Debemos establecer el diagnóstico diferencial con otras tumoraciones que pueden localizarse en la
rinofaringe.
Los linfomas, son los tumores no epiteliales más frecuentes, sobre todo en niños, generalmente son
nasosinusales o nasofaríngeos, en general de alto grado de malignidad. Hay que tener en cuenta que
los linfomas de tipo T angiocéntricos y destructivos pueden extenderse hacia la rinofaringe.
Mediante inmunohistoquímica podemos obtener el diagnóstico definitivo.
En los niños, el rabdomiosarcoma presenta como segunda localización más frecuente tras la órbita,
la rinofaringe.
Tratamiento
Radioterapia
La radioterapia externa es la utilizada con más frecuencia. Incluye en los campos de radiación tanto
el tumor primario como las zonas ganglionares relacionadas. Además, es posible también la
Capítulo 85 Tumores de la rinofaringe
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Otra opción, menos utilizada, es la braquiterapia intracavitaria transnasal, que puede usarse de
modo inicial asociada a la radioterapia externa o reservarse para casos de recurrencia local,
ofreciendo una mejor protección de los tejidos sanos. Se usa una sonda endotraqueal pediátrica con
fuentes radioactivas o un dispositivo usando Iridio 192 aplicado bajo anestesia local, a dosis
variables, desde 6 a 24 Gy en 2 a 5 fracciones tras la radioterapia externa. Con esta asociación se
logran controles locales superiores al 90% con una buena tolerancia.
Con la radioterapia se consigue un control local mayor del 75% llegando a más del 90% en estadios
localizados. La supervivencia global a 5 años varía entre 40 y 62% y la supervivencia libre de
enfermedad está entre el 20 y el 60%. Los fracasos post-radioterapia son debidos
fundamentalmente a la presencia de metástasis a distancia.
Quimioterapia
Cirugía
La cirugía tiene un papel limitado en el manejo de los pacientes con carcinoma de cavum. Se
empleará en el caso de recurrencias locales, donde no es posible la reirradiación, ya que esta se
asocia a importantes complicaciones.
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Pronóstico
El pronóstico está determinado por la extensión del tumor primitivo, la afectación ganglionar
cervical, el tipo histopatológico, la duración de los síntomas previamente al diagnóstico y la cuantía
de los síntomas clínicos.
El pronóstico es generalmente mejor para tumores OMS tipo 2 y 3, que son más radiosensibles, con
una supervivencia a los 5 años del 50%, en relación con los tipo 1 que es del 40%. Sin embargo, la
mayoría de las recidivas ocurren en los tipos 2 y 3, no siendo infrecuente la reaparición de la
enfermedad y la mortalidad del paciente a los 10 años de la aparente curación. Por ello se deben
realizar revisiones sistemáticas durante muchos años mediante el examen de cavum, radiografía de
tórax, ecografía abdominal y RNM.