El Estado Laico en Mexico
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1. El Real Patronato
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1
Véanse, entre otros, Floris Margadant, Guillermo, Introducción a la historia del
derecho mexicano, 15a. ed., México, Esfinge, 1998, pp. 118 y ss.; Cruz Barney, Oscar,
Historia del derecho mexicano, 2a. ed., México, Oxford University Press, 2004, pp. 569
y ss.
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2. Los Estados
Por otra parte, durante el año arriba referido los estados empezaron a
reformar también algunas constituciones locales que afectaron al clero:
Durango otorgó al gobernador el ejercicio del Patronato; el Estado de
México confirió esa misma facultad al gobernador y prohibió la adquisi-
ción de bienes por manos muertas; Michoacán concedió la facultad de re-
glamentar la observancia de los cánones y la disciplina externa del clero,
y Yucatán declaró la tolerancia de cultos. Más aún, los liberales radicales
de los estados solicitaron permiso al Congreso federal para formar una
2
Véanse, entre otros, para los conflictos históricos entre la Iglesia y el Estado, Toro,
Alfonso, La iglesia y el Estado en México, México, Archivo General de la Nación, 1975,
pp. 27 y ss.; Floris Margadant, Guillermo, La iglesia mexicana y el derecho, México,
Porrúa, 1984, p. 139; Galeana, Patricia, “Relaciones Iglesia-Estado en México en el siglo
XIX”, Relaciones del Estado con las iglesias, México, Porrúa, 1992, p. 92.
3
Cfr. entre otros, Labastida, Horacio, Reforma y República Restaurada 1823-1877,
México, Miguel Ángel Porrúa, 1995, pp. 32 y ss.; Moreno, Daniel, Las ideas políticas y
los partidos en México, México, Pax, Librería Carlos Cesarman, 1982, pp. 88 y ss.; Méxi-
co a través de los siglos (resumen integral), México, Compañía General de Ediciones,
1975, pp. 213 y ss.
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3. La reacción conservadora
1. La Ley Juárez
El gobierno liberal que llegó con Juan Álvarez como presidente, en-
cargó a Juárez el Ministerio de Justicia e Instrucción Pública, quien en
breve lapso logró se promulgara la célebre Ley de Administración de
Justicia y Organización de los Tribunales del Distrito y Territorios, de 23
de noviembre de 1855, más conocida como Ley Juárez.
Se ha considerado a la Ley Juárez como “el primer paso en la secu-
larización de la sociedad y en la implantación de la igualdad ante la ley.
Es puente entre ambos objetivos”.4 Mediante esta Ley se suprimieron los
tribunales especiales, así como se establecieron restricciones precisas a
los fueros militar y eclesiástico.
4
Reyes Heroles, Jesús, El liberalismo mexicano, 2a. ed., México, Fondo de Cultura
Económica, 1974, t. III, p. 24.
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3. Segunda Independencia
Como se advierte, la etapa de la Reforma ha tenido entre nosotros un
significado muy especial, en su transcurso se consolida el concepto de
nación, se define la forma de Estado, se experimenta la forma de gobier-
no y se conquistan libertades que persisten en nuestro derecho público.
Con razón expresó al respecto don Daniel Cossío, que si bien con la
independencia cortamos amarras de España, con la reforma se produjo
una “Segunda Independencia”, que fue determinante para forjarnos como
nación, dado que era menester que México se constituyese políticamente,
que lograra un sentido nacional en la economía y que una serie de hechos
venturosos o desafortunados afirmasen la noción de patria.5
5
Cossío Villegas, Daniel, Historia moderna de México (la República restaurada),
México-Buenos Aires, Hermes, 1955, p. 12.
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V. El gobierno de Juárez
2. La labor educativa
1. La República Restaurada
6
González y González, Luis, “El liberalismo triunfante”, Historia general de Méxi-
co, México, El Colegio de México, p. 651.
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2. El porfiriato
El régimen porfirista no llevó la escuela a las grandes masas del país; pero
permitió que se expusiesen las ideas que habrían de llevarla. Dentro de
7
Todavía más, añade González, con motivo de un tercer jubileo sacerdotal, el ar-
zobispo don Pelagio Antonio de Labastida y Dávalos, un imperialista irredento y un fiel
seguidor de Pío IX (el Papa intolerante y antiliberal), el presidente Díaz le mando un
regalito que, según el padre Cuevas, fue “un báculo de carey y plata dorada”. Cfr. Gon-
zález, Luis, op. cit., pp. 667 y ss.
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1. El constituyente de Querétaro
tes entre sí”, para ser sustituida “por la simple negativa de personalidad
a las agrupaciones religiosas, con el fin de que, ante el Estado, no tengan
carácter colectivo”.9
Esta posición cambió por completo el contexto de las relaciones entre
el Estado y la Iglesia. En la Constitución de 1917 se establecieron princi-
pios mucho más radicales que en el texto anterior, en los artículos 3o., 5o.,
24, 27 y 130, se determinó: se niega personalidad jurídica a las iglesias
y el ejercicio de derechos políticos a los ministros de culto; se prohíbe la
participación de las agrupaciones religiosas y sus miembros en materia
política; se secularizan los actos del estado civil; se establece el laicismo
en la educación; se prohíbe el establecimiento de órdenes monásticas y la
profesión de votos religiosos; se prohíben los actos de culto externo y se
niega capacidad jurídica a las iglesias para adquirir inmuebles.
2. La evolución posterior
9
Cfr. Derechos del pueblo mexicano, México, XLVI Legislatura de la H. Cámara de
Diputados, 1967, t. VIII, p. 889.
10
Blancarte, Roberto, “La reforma a los artículos anticlericales”, Relaciones del Es-
tado con las iglesias, México, Porrúa, 1992, p. 36.
11
El motivo de la expulsión de monseñor Phillippi obedeció a la ceremonia de coro-
nación de Cristo Rey, que se celebró en el cerro del Cubilete, Guanajuato; lo cual resultó
una celebración religiosa fuera de los templos y demasiado llamativa, que constituyó una
provocación para las autoridades.
12
A este respecto, Fernando González señala en términos generales que los “arre-
glos” o modus vivendi consistieron simplemente en el compromiso del Presidente de
la República de no poner en vigor la ley, la cual permaneció sin ningún cambio en los
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PRD (1990), resultando aprobada por los diversos partidos políticos con
excepción del PPS, y publicada oficialmente el 28 de enero de 1992. Más
tarde, el 15 de julio de 1992, se expidió la ley reglamentaria del artículo
130 denominada Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público, que fue
resultado de un consenso entre partidos sobre distintos proyectos.15
Los nuevos principios constitucionales y legales que rigen las rela-
ciones entre el Estado y las iglesias en México, pueden sintetizarse de
la manera siguiente: a) personalidad jurídica; b) régimen patrimonial;
c) libertad en materia religiosa, y d) situación jurídica de los ministros
de culto.
Describamos de manera sucinta los nuevos principios.
1. Personalidad jurídica
Para este efecto, se crea en el inciso a) del párrafo segundo del artículo
130, la figura de la asociación religiosa, misma que comprende no sólo
a las iglesias, sino también a cualquier agrupación religiosa,16 a todas las
cuales se les otorga personalidad jurídica como asociación; esta respuesta
del Estado mexicano, en opinión de José Luis Lamadrid, “tuvo la habili-
dad de evadir, precisamente, el problema del reconocimiento”, que plan-
teaba la Iglesia católica y que la hubiera colocado en una situación de pri-
macía; así, mediante una nueva figura “se otorgan iguales oportunidades
a cualesquiera agrupaciones religiosas” y “la ley hace tabula rasa de los
precursores y antecedentes, por ello no plantea problema alguno relacio-
nado con el reconocimiento de situaciones que rebasan su ámbito”. 17
Los requisitos para que se constituya una asociación religiosa, señala-
dos en los artículos 6o. y 7o. de la ley reglamentaria, son los siguientes:
15
En la parte introductoria del dictamen, se asienta que la iniciativa del PRI fue
utilizada como documento de trabajo, en virtud de que su contenido se relacionaba en su
mayor parte con los puntos propuestos en los proyectos del PAN, PRD y PARM, el dic-
tamen llevó la denominación de esa misma iniciativa por acuerdo de todas las fracciones
parlamentarias.
16
José Luis Soberanes destaca la problemática que tuvo el legislador para agrupar en
un solo concepto a las iglesias y agrupaciones religiosas, ya que ambas formas de conjun-
ción son distintas entre sí, por lo que se prefirió crear una nueva figura jurídica especial
llamada asociación religiosa. “La Nueva Ley Reglamentaria”, Derecho eclesiástico mexi-
cano, México, Porrúa, 1992, pp. 50 y ss.
17
Lamadrid Sauza, José Luis, La larga marcha hacia la modernidad en materia reli-
giosa, México, Fondo de Cultura Económica, 1994, pp. 218 y ss.
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18
Opina Ramón Sánchez Medal que una iglesia o agrupación religiosa puede asu-
mir la forma de una asociación civil, en virtud de que el objeto que persiguen es lícito,
y por la cual pueden tener personalidad jurídica. La nueva legislación sobre libertad
religiosa, México, Porrúa, 1993, pp. 34 y ss.
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2. Régimen patrimonial
3. Libertad religiosa
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Son hechos conocidos por la opinión pública nacional los intentos que diversas
diócesis de la iglesia católica emprendieron para recuperar bienes inmuebles que estaban
a nombre de algunos de sus testaferros, como los casos de la diócesis de Chilpancingo-
Chilapa, que reclamó de una asociación civil; un terreno de más de una hectárea fue el
que la diócesis de Zamora trató de recuperar de la Universidad “Don Vasco”, ubicada
en Uruapan, Michoacán, de un familiar del sacerdote que la registró a su nombre, y la
diócesis de Tepic reclama algunos inmuebles que están en manos de personeros. Datos
tomados de la revista Proceso, núm. 857, 5 de abril de 1993, p. 27.
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Este derecho político concedido a los ministros de los cultos fue ejer-
cido por primera vez en las elecciones federales de 1994.
En cuanto al voto pasivo (poder ser votados), se les concedió restringi-
do, pues para ello la ley reglamentaria, en su artículo 14, exige una sepa-
ración del ministerio religioso de cuando menos cinco años. Se le hacen
también, por último, distintas prohibiciones, como la de no desempeñar
cargos públicos, no asociarse con fines políticos, no realizar proselitismo
a favor o en contra de candidato, partido o asociación política alguna, ni
oponerse a las leyes del país o a sus instituciones y respetar los símbolos
patrios.
Por su parte, el artículo 29 establece las infracciones en que pueden
incurrir las asociaciones religiosas o los ministros del culto; y los artícu-
los subsiguientes establecen el procedimiento y órganos para imponer las
correspondientes sanciones, mismos de los que no se tiene noticia que
hayan sido utilizados.
Hacia el futuro se plantea la necesidad de encontrar el punto de equi-
librio en las relaciones entre el Estado y las iglesias. En distintos ámbi-
tos, comienzan a menudear opiniones que llaman la atención sobre el
problema Estado-iglesias, se habla así de la disyuntiva “entre el poder y
la gloria”, subrayando que “el desbordamiento de las nuevas relaciones”
ha hecho que se mire con inquietud el nuevo modus vivendi, mismo que
“ha creado más fracturas y sospechas que la vieja relación derivada de
22
Sánchez Medal, Ramón, op. cit., p. 17.
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