VV AA - Antología Wicked Ways

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Antología Formas traviesas

de mendigar por chicos malos

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Antología
Formas traviesas
de mendigar por
chicos malos

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Nota a los lectores


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desvalorizar el trabajo de los autores, ni el de ninguna
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Historias
Willow Winters – El chico malo de al lado

Lauren Landish – Jugando para siempre

Bella Love –Wins – Propiedad del Deportista

Isabella Starling – El profesor y Maddison

Vivian Wood – El encanto de la primera

BB Hamel – Trato Triple

Roxie Noir – Colisionando En La Noche

Aubrey Irons – Malvado

Tessa Torne – Policías y ladrones

Penelope Bloom – Fantasma

Amelia Wilde – Siempre su Chica Mala

Sophie Brooks – Romper las reglas

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Willow Winters

El chico malo

de al lado

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Capítulo Uno
Ryker
Bajo la velocidad de mi chopper y planto mi pie en la grava. El
crujido de mi bota y la brisa de octubre que sopla contra mi cara me
hacen sonreír.

Estoy a una buena distancia de la dirección que me dieron los


chicos y le doy un vistazo.

Este lugar es una locura. No es una casa. Es una mansión. La


esquina de mis labios se levanta en una sonrisa. Esto va a ser una gran
fiesta.

Tengo este maldito abrigo para la fiesta, pero hace un poco


demasiado de calor para ello. No tenía nada más que usar para la fiesta
de Halloween. No soy alguien que se disfraza, pero tampoco voy a
arruinar el ambiente de la fiesta. Así que esta chaqueta significa que soy
un cazador. Esto es todo lo disfrazado que me conseguirán.

No iba a venir aunque los chicos me invitaron. Pero entonces oí que


Catherine estaría aquí. Es una fiesta universitaria, aunque está en
alguna mansión propiedad de dos profesores que son hermanos. Yo no
fui invitado por los profesores directamente, así que supongo que
técnicamente caeré en la fiesta.

Y no he puesto los ojos en Catherine desde que me fui. Me mudé


hace dos años y nunca miré hacia atrás. Dejar a mis malditos padres
atrás y tomar un buen rumbo es exactamente lo que necesitaba hacer.

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Resoplo una risa mientras pateo mi moto de vuelta a la vida y siento


las vibraciones bajo mi culo. Ellos se aseguraron de decirme que no era
más que problemas al crecer. Y eso es exactamente lo que soy, pero lo
guardaré para mí.

Tengo un negocio que atender ahora y los clientes aman


malditamente mis choppers. Mis padres pueden joderse por todo lo que
me importa. He seguido adelante y acepté que nunca nos volveremos a
ver.

Pero esa no es la parte que me dolió cuando me fui.

Fue no ver más a la chica buena de al lado1. Catherine Parker. Ella


es dos años más joven que yo, y nunca pensé mucho en ella mientras
crecíamos juntos, para ser honesto. Entonces un día, poco después de
que cumpliera diecisiete algo cambió dentro de mí.

De repente, tenía curvas donde antes no. Su top había subido y lo


único que quería hacer era retirarlo y echar un mejor vistazo a su piel
desnuda besada por el sol. Tenía diecinueve años, así que mantuve mi
distancia.

También acababa de conseguir mi trabajo en el taller mecánico y


comencé a darme cuenta de lo que era la vida real y cómo mis padres
fueron abusivos. Quería irme, pero no puedo negar que saber que estaba
justo al lado me mantuvo allí más de lo que debería.

El día que me fui ella estaba fuera en su porche mientras yo cogía


las dos cajas de cosas que poseía y las metía en la parte de atrás del
coche de mi amigo.

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Girl next door, o la chica buena de al lado, es una expresión que se usa para referirse
a una chica que es buena, inteligente, sana y femenina. Tiene su equivalente
masculino en Boy next door, chico bueno de al lado.

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Eso fue hace dos años, y no tomé la oportunidad de hacerla mía.


Debí hacerlo, pero aún no tenía dieciocho años. Y yo tenía casi veinte.
Además, yo no era bueno para ella. Realmente lo creía en ese entonces.
Quería arruinarla, arruinarla para cualquier otro hombre. Quería hacerla
mía.

Nunca antes me había sentido de esa manera y ese miedo de querer


dominarla completamente y poseerla me impidió tomarla en ese
momento. No quería destruirla. No quería bajarla a mi nivel.

Sin embargo, los tiempos han cambiado y ahora quiero ver a


Catherine.

Jake y Levi la conocen de las clases en la universidad. Estoy


haciendo sus motos personalizadas y sucedió que escuché su nombre.
Sé que no soy uno de ellos. Mierda, son deportistas y yo soy un mecánico.
Pero compartimos el amor por las motos y eso les da un buen nombre en
mi libro.

La llave se me escapó de la mano cuando su nombre salió de sus


labios. He estado trabajando en motos durante casi seis años; es lo que
me mantuvo fuera de problemas todos esos años. Pero al oír su nombre
me alteré, no podía recordar cómo hacer ni una maldita cosa. Por suerte,
ella era su compañera de estudio. Si su nombre hubiera caído de otra
manera... No estoy seguro de lo que habría hecho.

Recordarla trajo de vuelta todas esas memorias. Trajo una


sensación de arrepentimiento. Pero todo sucede por una razón. No había
querido alejarme como lo hice, pero tuve que apartarme de mis padres. Y
ahora soy un hombre mejor. Todavía quiero arruinarla. Esa mierda no ha
cambiado.

Escuchar su nombre me hizo trabajar un poco más rápido para


terminar esas motos y mantenerme en contacto con ellos.

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Dijeron que estaría aquí. Yo no fui demasiado sutil para preguntar


cómo lo está haciendo. Estoy seguro de que saben lo que pasa, pero eso
es bueno, porque quiero que todos lo sepan.

Soy conocido por conseguir lo que quiero incluso si tengo que


destruir todo en mi camino para conseguirlo. Y la quiero. He esperado
demasiado tiempo.

Aparco mi moto y camino hacia la mansión con un propósito. Esta


noche ella tendrá una muestra del chico malo de al lado.

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Capítulo Dos
Catherine
Tomo otro sorbo de champán y me inclino contra la pared del
comedor. La música de la fiesta está bombeando, y el bajo hace que las
paredes vibren ligeramente. No había comido mucho antes de empezar a
beber y ahora estoy empezando a tener un zumbido. Debería estar bien,
sin embargo. Tomé algunos mordiscos de ese pastel de calabaza cuando
llegué aquí.

Miro por encima del hombro hacia el vestíbulo. Estoy esperando.


He estado esperando y mirando esas malditas puertas desde que llegué.
Me siento un poco enferma del estómago por los nervios. Tal vez este
zumbido no es del alcohol en absoluto.

Debería estar estudiando para mi examen de cálculo. Ni siquiera


debería estar en esta fiesta. Pero tenía que saber si realmente iba a venir.

Oí que Ryker iba a estar aquí.

Mis padres me advirtieron que me mantuviera alejada de él. Él


viene de sangre mala, dijeron. Pero no lo ven como yo. Sin embargo, sé
que sólo me querría por una noche. No puedo ceder a esas fantasías. Él
nunca me quiso de cualquier forma.

Uno de los jugadores de fútbol dijo que vendría. He estado


ayudando a Levi en clase. No me importa ser su compañera de estudio.
Pero cuando empezó a hablar de Ryker Dean, juro que no pude
concentrarme en nada más. Se supone que soy su compañera de estudio,
pero cuando nos reunimos todo lo que quiero hacer es preguntar por lo
que Ryker ha estado haciendo. No puedo creer que tenga su propio

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negocio ahora. Siempre le gustaron las motocicletas. Estoy jodidamente


feliz por él. Pero mi corazón todavía duele.

Me dejó hace años y nunca dijo una maldita palabra. No es que


tuviera derecho ni siquiera a decirle un simple adiós, pero rompió algo
dentro de mí cuando se fue.

Me siento patética por estar tan excitada por escuchar su nombre.


No soy nadie para él. Debería saberlo mejor ahora. Sé muy bien que los
hombres son unos imbéciles.

Tomo una respiración profunda y me arreglo. No todos los hombres


son idiotas y sólo porque Ryker se fue, no lo convierte en un idiota.

Después de todo, yo también me habría ido si tuviera sus padres.


Me duele el corazón al pensar en todo lo que pasó. Estaba justo ahí, justo
al lado. Podía oírlos gritando todo el tiempo. No estaba bien. Eso es lo que
mi madre solía decir. Unas veces quiso ir allí, pero papá la retuvo.

Había tenido más de una o dos palabras con el padre de Ryker. Lo


detuvo, pero no por mucho tiempo. Las palabras no eran suficientes.
Incluso llamar a la policía cuando los oímos pelear no hizo nada.

Limpio mi garganta, tratando de apagar los malos recuerdos. Me


alegro de que Ryker se haya ido. No se merecía eso.

Tal vez por eso he sentido que mi corazón pertenece a Ryker. De


muchas maneras, lo hace. Yo estaba ahí mismo sufriendo por él, pero no
podía hacer nada. Era sólo una chica. Desearía haber sido más fuerte.
Ojalá pudiera haber ido allí y evitar que sus padres lo golpearan o le
dijeran todas esas cosas horribles.

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—Cualquiera que sea el estado de ánimo en el que te encuentres —


empezó Khloe, interrumpiendo mis pensamientos mientras me señala
con su portacigarrillos en la cara—. Termínalo.

La miro y muerdo mi lengua.

Ella lleva mi traje. Quería ser Audrey Hepburn. Yo fui quien compró
ese traje. Debería haber dicho que no cuando me lo pidió. Ella hace esta
mierda todo el tiempo.

Gira las perlas alrededor de su dedo, mis perlas, y frunce los labios.

—Vamos. Estamos aquí para emborracharnos y tener sexo. Y nadie


va a venir si tienes esa mirada triste en tu cara. —Ella inclina la copa de
champán en mi mano hacia mi boca—. ¡Bebe todo!

Me quedé atrapada con una compañera de cuarto de mierda. Una


compañera de piso realmente de mierda. El siguiente semestre me voy a
mudar. Ella es muy egoísta, y de alguna manera siempre me convence de
darle lo que quiere.

Tengo que vivir con ella, así que no quiero causar problemas. Voy
a tratar con esta mierda un mes más. Uno y medio, para ser precisos.

Echo hacia atrás la pequeña copa de champán.

En realidad es realmente bueno. Y al menos Khloe me hizo pensar


en algo más para variar. No necesito pensar en Ryker ni en nada más que
en relajarme esta noche.

Justo cuando el pensamiento entra en mi cabeza, miro hacia las


puertas y lo veo allí de pie.

Mis labios se abren y tengo que morder el interior de mi mejilla


mientras mis ojos viajan sobre su cuerpo masculino.

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Ryker se ve diferente a la última vez que lo vi, pero de la mejor


manera.

Está más alto y sus hombros son más amplios y más construidos.
Se quita la chaqueta de camuflaje que lleva y su limpia camiseta blanca
está ajustada alrededor de su figura y sus gruesos bíceps.

Se pasa una mano por el cabello oscuro y se acerca a Levi y los


otros chicos que rondan alrededor de la mesa, cubierta de entremeses.
Yo estaba comiendo en ellos antes. Liam y Marcel realmente lo cubrieron
todo. Es un poco extraño llamar a los profesores Henderson por sus
nombres de pila. Es extraño incluso estar aquí en esta fiesta. Pero me
encanta. Es emocionante salir y divertirse.

Necesito hacer esto más a menudo. Pero las grandes fiestas no son
lo mío.

Oigo la risa áspera de Ryker mientras alguien bromea sobre su


disfraz.

Él encoge los hombros con una sonrisa sexy en su rostro.

—Soy un cazador. —Oír su voz de nuevo después de todos estos


años hace que mi corazón salte en mi pecho y mi coño se caliente de
anticipación.

—¿Qué mierda está haciendo aquí? —grita Khloe.

Me encojo un poco al escuchar su voz.

La cabeza de Ryker se gira hacia nosotras justo cuando me vuelvo


a ella para decirle que se vaya.

Mi cuerpo se congela mientras siento sus ojos en mí.

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Me siento como una pequeña niña nerviosa de nuevo.


Nerviosamente tiro de mi largo pelo que recogí en una cola de caballo. Es
un hábito estúpido que tengo, pero me olvidé que estoy usando una
maldita diadema con orejas de conejo, y se desliza de mi cabeza y sobre
mis ojos.

Malditas estupideces.

Insulto en voz baja y trato de componerme mientras Khloe se ríe.

Yo fui un conejo el año pasado. Me sentí muy linda. Las orejas


blancas, un lindo vestido blanco con un pompón en el trasero para mi
cola de conejo. Hice mi propio maquillaje, todo bonito con pequeños
puntos y bigotes.

Pero derramé algo en el vestido, manchándolo una noche del año


pasado.

Y cuando Khloe vino a mí a último momento, llorando por no tener


un disfraz, terminé con sólo una camiseta blanca y pantalones vaqueros.
Ni siquiera tengo un lindo pompón en el culo. Saqué estas orejas de la
parte de atrás del armario en lugar de conseguir un nuevo par. Ella debió
ser el maldito conejito.

Me puse un poco de lápiz labial rosa en la punta de mi nariz y


dibujé bigotes en mi cara usando delineador. Pero no me siento nada
bonita en comparación con el año pasado.

Mis mejillas se calientan por el rubor. Me va a ver así.

Mis dedos vuelan a mi cara para comprobar si mi maquillaje está


bien. Lo que es estúpido, porque cuando miro hacia mis dedos y veo que
ahora están cubiertos de delineador de ojos negro, estoy segura de que
todo lo que hice fue mancharme.

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Necesito ir al baño lo antes posible. Khloe comienza a decir algo


poniendo los ojos en blanco, pero la ignoro y me dirijo directamente a la
cocina. Sé que hay un baño cerca.

Mientras me alejo de ella, escucho a Levi llamarme. Mi sangre se


calienta, y casi corro en estos tacones. De ninguna manera. No voy allí
así. Han pasado años desde que he visto a Ryker, y necesito asegurarme
de que no parezco un desastre. Incluso si así me siento en este momento.

Sigo andando y finjo que no lo oigo. No me detengo hasta llegar al


cuarto de baño, cierro rápidamente la puerta y me apoyo contra ella,
aliviada. Mierda.

Realmente está aquí. Una amplia sonrisa cubre mi cara mientras


me aparto de la puerta y me dirijo directamente al espejo. Deslizo la
correa de mi bolso de mano y saco el delineador.

Lo arreglaré fácilmente.

Exhalo profundamente y sacudo mis nervios. La sonrisa en mi cara


no desaparecerá. Por fin voy a ponerme mis bragas de niña grande y
asegurarme de que Ryker sepa exactamente lo que siento por él.

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Capítulo Tres
Ryker
Los latidos de mi corazón parpadean débilmente en mi pecho. Sé
que me vio. Yo sé jodidamente que ella lo hizo. Y ¿qué hizo? Se volvió y
se alejó tan rápido como pudo.

Tal vez estoy recordando todo mal. Pensé que le gustaba en ese
entonces.

Tal vez ella está enfadada. Después de todo, me fui sin decirle una
maldita palabra. Tal vez sólo creció y se dio cuenta de que no soy bueno
para ella.

Ese pensamiento me duele. Sobre todo porque es verdad.

Cuando éramos más jóvenes, solía ayudarla a atravesar los


bosques en la parte posterior de nuestro suburbio. Sabía que no podía
tenerla, pero cada vez que me pedía ayuda, no podía decir que no.

Ella quería un acceso directo al centro comercial justo detrás de los


bosques. Así que hice uno para ella. Tardé unos días, pero le hice un
pequeño camino. Estaba demasiado asustada para ir sola, y solía pasar
el rato en el centro comercial de todos modos, así que no me importó
escoltarla. Solía esperar a que ella llamara a mi puerta trasera durante
la semana. Mis padres casi nunca estaban en casa hasta tarde en el día.
Mucho más tarde. Y ella era muy predecible, llegaba todos los días a las
cuatro.

Si mis padres estaban en casa, llegaba a mi puerta trasera por la


noche y lanzaba piedras a mi ventana para llamar mi atención. Ella

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me pedía toda dulce y tímida si podía ir con ella la próxima vez que
planeara hacer una caminata. Siempre se disculpaba. Ella nunca superó
eso, incluso la última vez que fuimos. Recuerdo cómo me miró con esos
ojos vulnerables, esperando que me molestara o simplemente dijera que
no.

Nunca lo hice. Nunca le diría que no.

Ella era tan jodidamente linda. Si supiera lo mucho que esperaba


verla.

Era mi placer culpable. Sabía que nunca podría tenerla. Ella era
demasiado dulce e inocente, y yo era sólo un malviviente que nunca había
ido a nada.

Pero al menos podía disfrutar de su compañía y fingir que había


más entre nosotros.

Eso fue hace años, y en ese entonces ella no conocía nada mejor.

Debería saberlo mejor ahora antes de dejarme probarla. Mi corazón


se desploma en mi pecho, todo el camino hasta mi estómago. Ella lo sabe
mejor. Tiene que ser por eso qué se fue.

No me doy cuenta de que estoy mirando hasta que Levi empuja una
cerveza en mi mano. Está helada, y la condensación en el exterior de la
botella casi la hace resbalar de mi mano.

Los chicos están todos mirándome, y quiero golpearlos.

—¿Qué? —pregunto con voz dura.

—Supongo que no me oyó —dice Levi y se encoge de hombros. Ella


lo oyó. Justo como oí a esa chica con perlas preguntarle qué estaba
haciendo aquí. Creo que la reconozco de algún lugar, pero no puedo

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ubicarla. Tal vez ella era amiga de Catherine cuando vivíamos al lado. No
recuerdo que ninguna de sus amigas fuera así hacia mí en aquel
entonces, pero a esa chica con las perlas seguro como la mierda que ya
no le gusto.

Esta fue una maldita pérdida de tiempo. No debería estar aquí


tratando de mezclarme cuando no pertenezco.

Abro la boca para encontrar alguna excusa para librarme, pero


Jake lanza su brazo alrededor de mis hombros. Él tiene sus falsos dientes
de vampiro en la boca, y sigue escupiéndome cada vez que sonríe.

—Ella sólo fue a empolvarse la nariz. —Su aliento huele a cerveza


mientras se inclina hacia mí y se ríe. Al principio estoy enojado de que se
estén riendo sobre ello, pero luego añade—: Tienes que decirle lo que dijo,
Levi.

Mi corazón hace esa mierda nerviosa de nuevo y tomo un trago de


mi cerveza con mis ojos en Levi. Jake se ríe entre dientes y golpea mi
espalda con fuerza mientras vuelvo a bajar el brazo. No quiero que sepan
cuán en el borde estoy. Pero maldita sea, realmente estoy sudando.

No me di cuenta de cuánto la quería hasta ahora. Hasta que la idea


de que ella no quería que volviera apareció en mi cabeza. Espero que no
sea así. La quiero.

La sonrisa de Levi se extiende por su cara.

—Amigo, ella malditamente te quiere.

—¿Ella dijo eso? —Las palabras salen de mi boca, y no puedo


evitarlas. Salen rápido y los chicos se ríen por ello. Dejo escapar un
suspiro y vuelvo la cabeza para mirar por donde salió del comedor.

Levi ve mi mirada inexpresiva y dice:

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—Joder no. ¿Crees que ella lo acaba de decir?

Resoplo y dejo que la irritación crezca en mi cara.

—Relájate, hermano. Ella te quiere. —Jake arrastra la palabra y


solo le devuelvo la mirada.

—Si estás jodiendo conmigo, voy a sacar la mierda de ti —le digo,


inexpresivo.

Jake me golpea el hombro y dice:

—Ve por ella, hombre. No puedo soportar el hecho de que perdí la


apuesta.

Mi sangre se calienta y resisto el impulso de apretar los puños.


¿Hicieron una apuesta sobre mi chica?

—Aposté a que ya estarías follándola en un baño —dice Levi con


una sonrisa.

—Sabía que tendrías clase y al menos hablarías con ella primero


—dice Mickey a mi izquierda. Este tipo apenas me conoce, pero al menos
él piensa que tengo clase.

—Es tan obvio que dos os queréis. Sólo tienes que ir a buscarla ya.

Levi tiene una sonrisa en su rostro mientras espera que responda.


Sólo ve a buscarla. Como si fuera tan fácil. Debe ver la vacilación en mi
rostro.

—¿Os callaréis si me voy a hablar con ella? —les pregunto.

Todos se ríen y una sonrisa finalmente divide mi rostro. Ella me


quiere. De acuerdo, voy a ir a buscarla y conseguir a la chica que he

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querido por tanto tiempo. Bebo el resto de mi cerveza y paso el vaso vacío
a Levi. Lo toma y asiente hacia el comedor, que conduce a la cocina.

—Sí, sí, sé dónde fue.

Levi extiende la mano a Jake, y Jake sacude la cabeza.

—No, tenemos que asegurarnos de que se acuesta con ella, o no te


pagaré. —Me río mientras se enzarzan en ello y me voy.

Mientras me dirijo a la cocina a donde fue Catherine, me cruzo con


una pequeña linda animadora con gafas. Miro hacia atrás sobre mi
hombro a los chicos cuando toda pelea cesa y caen en silencio. Los ojos
de Jake están por todo ese trasero. Esos idiotas pueden burlarse de mí
todo el día, pero sé que están tan atrapados en conseguir a sus chicas
como yo.

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Capítulo Cuatro
Catherine
Llego a sólo dos pasos del baño cuando mi corazón se detiene por
una voz detrás de mí.

—¿De verdad viniste como una gatita? —reconozco la voz de Ryker


al instante, y hace cosas a mis regiones inferiores que me da vergüenza
reconocer.

Me vuelvo con mi bolso sostenido firmemente en mi mano. Mi


corazón se hincha en mi pecho. Le doy una pequeña sonrisa, y siento un
rubor subir a mis mejillas. Es casi como si el tiempo no hubiera pasado.
Está apoyado contra la pared y da un paso, metiendo las manos en los
bolsillos antes de acercarse a mí.

Trato de recordar lo que me preguntó y cuando lo hago, pongo mis


ojos en blanco y digo:

—Soy un conejito. —Señalo mis orejas. Son largas y no parecen


orejas de gato. Me encanta cómo se siente como si estuviéramos
continuando desde donde lo dejamos. Se siente tan natural hablar con
él. Una pequeña voz estúpida que me da falsas esperanza está gritando:
¡Es una señal! ¡Es una señal! Estoy tratando de callarla, pero no puedo.

Él resopla una pequeña risa.

—Soy un cazador. Creo que estás en territorio peligroso.

Me burlo de él.

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—¿Una chaqueta de camuflaje te convierte en cazador? —Pongo en


blanco involuntariamente los ojos. Los hombres odian estas fiestas.

Él levanta una ceja.

—Te gusta ponerme los ojos en blanco, ¿no? —pregunta con voz
baja y amenazadora. Es una voz que enviaría escalofríos de miedo a la
mayoría de la gente, pero no a mí. Sé quién es en realidad.

Cuando éramos más jóvenes, en su patio trasero, vi sus verdaderos


colores. Lo vi cambiar en el chico malo que todo el mundo piensa de un
momento a otro. Como si estuviera poniéndose una fachada.

Una vez había caído con una caja entera de decoraciones para el
aniversario de mis padres. Un par de pompones de papel de seda que
quería colgar en una plataforma volaron al patio del vecino, en su patio.

Sólo tenía catorce años y él unos años más, pero quería que me
notara. Mis hormonas estaban en pleno apogeo, al igual que las espinillas
en mi cara. Y mi madre no me dejaba maquillarme. Me encogí,
recordando ese hecho sobre mi infancia. ¿Cómo podría no quererlo?
Tenía una motocicleta y su brazo derecho estaba cubierto de tatuajes.
Había limpiado las malas hierbas en su patio delantero sin su camisa, y
esos músculos magros y la profunda V en sus caderas lo convirtieron en
la estrella de mis sueños nocturnos.

Él nunca me miró de la misma forma, sin embargo, no que yo


esperara que lo hiciera. Por supuesto que no lo haría. Yo era la chica
ingenua y con granos de al lado. Pero ese día él estaba con unos
pantalones vaqueros bajos y una camiseta blanca apretada que se
ajustaba perfectamente a sus anchos hombros. Y el pompón rosado de
mi madre voló directamente a él.

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Antología Formas traviesas
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Mi corazón se detuvo en mi pecho mientras él se inclinaba con sus


músculos ondulantes y lo recogía, levantando una ceja y mirándome con
la esquina de sus labios curvados en una sonrisa.

Me disculpé y nerviosamente metí mi pelo rubio oscuro detrás de


mi oreja. Estoy segura de que estaba sonrojada, sin otra buena razón
aparte de estar pensando cosas malas que sabía que no podían ser.

Él sólo se rió y se ofreció a ayudarme a decorar. Porque ese es el


tipo de hombre que es.

Recuerdo ese día como ayer.

Yo no era lo suficientemente alta para llegar a la plataforma, así


que me ayudó. Me senté en el porche de hormigón y vi el sudor brillar en
su cuerpo besado por el sol. Me sentía como una pervertida
arrastrándome sobre él, pero él no me miraba así. No importa lo mucho
que lo quisiera.

Y entonces mi padre salió.

En un instante, las facciones de Ryker se volvieron afiladas y


oscuras mientras mi padre lo asaltó. Le dijo que se fuera y que
permaneciera lejos. Estaba mortificada. Sólo me estaba ayudando. Mi
corazón intentó trepar por mi garganta, y no dije nada. Me sentí como
una traidora. Como si lo hubiera traicionado.

Ryker dejó caer el pompón y se encogió de hombros como si no le


importara. Pero podía verlo en sus ojos. Estaba mal. Lloré
desconsoladamente y grité a mi padre después de que él se fue, pero el
daño ya estaba hecho.

Nunca entendí cómo mi padre podía hablarle de esa manera


cuando sabía tan bien como yo la mierda que sus padres le hacían pasar.

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Antología Formas traviesas
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Pero mi padre me gritó en respuesta. Dijo que debería saberlo mejor. Que
no se me permitía salir con chicos, y especialmente no con ese chico.
Sabía que lo que había hecho estaba mal. Pero Ryker no había hecho
nada malo. Eso fue hace años, y definitivamente no era un mal chico...
ahora es un hombre malo. O al menos así es como se ve.

Sé que sigue siendo el mismo en su corazón. Incluso si él no tiene


aspecto de serlo.

—Me gusta ponerte los ojos en blanco —respondo con una voz
coqueta. Normalmente me avergonzaría de lo evidente que estoy siendo.
Pero ahora tengo una buena sensación. No es como si él alguna vez
hiciera un movimiento hacia mí de todos modos. Un camarero pasa con
una bandeja de copas de champán y pillo una de ella. Le doy una pequeña
sonrisa y me agarro a la bebida para salvar mi vida.

Necesito coraje líquido.

—Me gusta ponerte nervioso —digo con voz baja, mirando a través
de mis gruesas pestañas. Espero que salga tan sexy como creo que lo
hice.

Los ojos de Ryker se calientan y se estrechan mientras intenta


mantener mi mirada. Lentamente, lamo mis labios y muerdo el inferior.
Hace exactamente lo que esperaba. Sus ojos se centran en mi boca y
prácticamente puedo ver su polla saltar en sus pantalones.

Sí, ya no soy una niñita con granos. Mírame ahora, Ryker.

—Cuidado con lo que estás haciendo, gatita. Vas a tener


problemas. —Da un paso adelante y parte de mí instintivamente quiere
retroceder. Es problemas con P mayúscula. Pero eso no va a pasar esta
noche. Doy un paso adelante, acercándome un poco más. Podría extender

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

las manos por su musculoso pecho si quisiera. Bueno, sí quiero. Mi coño


se aprieta alrededor de la nada.

—Te lo dije, soy un conejo, no un gato. —Sacudo la cabeza y


lentamente llevo mi bebida a mis labios. Ni siquiera lo saboreo mientras
tomo un trago y mantengo mis ojos en él todo el tiempo—. Deberías
escucharme alguna vez, Ryker.

—No es por eso que te llamo gatita. Y deberías vigilar esa boca. En
serio —dice él mientras su gran cuerpo me enjaula—, vas a conseguir que
te palmeen el culo por hablar así.

—¿Por quién? Mi padre no está aquí, Ryker. —Me sorprendo de lo


seductora que sale mi voz. Realmente debo estar borracha.

Ryker da un paso más hacia mí, y ahora estamos tan cerca que
estamos a sólo unos centímetros de distancia. Él baja la cabeza y deja
caer sus labios hasta mi oído. Su aliento está caliente contra mi cuello,
enviando escalofríos por mi espina dorsal. Cierro los ojos e inclino
ligeramente la cabeza. Este es un jodido sueño hecho realidad.

Mi ritmo cardíaco se ralentiza, y mis pulmones se llenan con su


aroma masculino.

Pero antes de que las palabras caigan de sus labios, oigo una voz y
mis ojos se abren.

—¡Aléjate de ella! —grita Khloe.

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Capítulo Cinco
Ryker
—¿¡Qué coño, Khloe!? —Catherine grita de vuelta a la perra con las
perlas. Doy un paso atrás cuando Khloe agarra el brazo de Catherine y
la aleja de mí. La bebida de Catherine se derrama y salpica mis jeans y
el suelo. Ella mira a su amiga con pura rabia en su rostro.

Mi corazón late frenéticamente, y resisto el impulso de atraer a


Catherine de nuevo a mí.

Ella es mía.

En mi cabeza lo es, pero en la realidad, no tengo derecho a ella. Y


ella ya no es la pequeña dulce de al lado. Los años alejados solo la han
hecho más hermosa, confiada y descarada.

Me encanta.

La chica intenta llevarse a Catherine a pesar de que mi gatita está


luchando.

Están hablando en susurros enojados, y Khloe la aleja más de mí,


intentando sacarla del alcance de mi oído.

Catherine arranca su brazo del agarre de su amiga y la mira con


disgusto.

—¡Aléjate de él! —dice Khloe lo suficientemente alto para que la


escuche. Los ojos de Khloe siguen pasando de mí hacia ella, pero
Catherine se concentra en su amiga—. ¿Qué estás pensando? —le grita.

26
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Apenas oigo la respuesta de Catherine.

—¿Qué estás haciendo? —prácticamente le sisea.

—Un tipo como él es un matón de los suburbios. Él es el tipo de


chico que follas por una noche, y entonces ya está. —Los ojos de
Catherine se abren. Tomo una respiración lenta y trato de dejar que el
hecho de que no me defienda resbale de mis hombros. Pero estaría
mintiendo si dijera que lo logré—. Te mereces algo mucho mejor que ese
capullo. Puede ser bueno para echarte uno, pero te sentirías como la
mierda después. —Catherine gira su cuerpo ligeramente, balanceándose
sobre sus talones y dice algo que no puedo oír—. Confía en mí, te estoy
salvando.

Hay una pausa durante un largo momento mientras Khloe frota la


espalda de Catherine, como si la estuviera consolando. Comienzo a
sentirme enfermo del estómago. Como eso si eso fuera lo que Catherine
quería. Como si estuviera molesta porque Khloe está tratando de
convencerla de no cometer un error.

Error. Sí, eso es lo que soy.

—Él no pertenece aquí. —Ella frunce la nariz y señala con su


cigarrillo falso en mi dirección—. No sé quién lo invitó, pero tiene que
marcharse. Ahora.

Veo que la boca Catherine se abre de par en par y mira a su amiga.


Espero un minuto entero, y se siente como una vida entera. Espero algo,
cualquier cosa. Pero Catherine no dice nada. En lugar de eso, ella
lentamente cierra su boca y cruza sus brazos sobre su pecho, luego mira
más allá del hombro de Khloe y lejos de mí.

Es como una maldita bala en mi pecho.

27
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Catherine no es una chica para follar por una noche. Ella es la


clase de chica que mantienes. Siempre lo supe. Y en algún lugar de mí,
sabía que quería quedarme con ella.

Pero sé lo que está pensando. Ella sólo quería ir a los suburbios


por una noche.

No digo una palabra; me doy la vuelta y salgo.

La música está sonando en mis oídos. Mi hombro tropieza con las


serpentinas que cuelgan del techo y se pegan a mi hombro, irritándome.
Las arranco y las dejo caer al suelo mientras me dirijo a la puerta.

Camino entre los grupos de personas hablando y riendo en las


esquinas. Algunas chicas bailan y chillan de risa. Jake está subiendo la
escalera de caracol, tomado de la mano con la animadora que vi antes.

Mierda. No pertenezco aquí.

Mientras giro el pomo de la puerta y la abro ligeramente, la mano


de Levi aparece y la cierra. Maldito está a punto de recibir un puñetazo
en la cara.

—¿Qué mierda, hombre? —Levi pregunta.

Mantengo los dientes apretados para evitar decir algo a un cliente


que no pueda regresar. Eso es todo lo que él es. Es estúpido tratar de
hacer amigos con él o con cualquiera aquí.

Estaba perfectamente bien enterrándome en el trabajo y


manteniéndome fuera de los problemas. En este momento todo lo que
quiero hacer es preferir una pelea, y Levi está a punto de averiguarlo si
no retrocede.

28
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—¿Qué pasó? —Levi pregunta con alguna vacilación en su voz.


Está buscando en mi cara algo, pero yo no contesto. No voy a decírselo.

Estoy enojado. Mi cuerpo está gritando para que ataque. Para que
saque mi ira con él. Pero más que eso, estoy herido, y no quiero mostrarlo.

—¿Estás bien? —pregunta. Y esa es la última gota que colma el


vaso.

—Sal de la maldita puerta —digo con los dientes apretados y rezo


para que lo haga. Porque si no, mi mano dejará el pomo y mi puño se
estrellará en su cara.

Tiro el pomo de la puerta y él saca su mano, dejando que la puerta


se abra lo suficiente como para que salga.

No miro atrás, y él me deja ir sin más alboroto. Buen movimiento


de su parte. Camino a través de la hierba en lugar de tomar el camino.
Voy en línea recta a donde dejé mi moto.

Necesito salir de aquí, y nunca mirar atrás.

Es mejor que haya pasado así. Fui un idiota de pensar que alguna
vez sería algo para ella. Todavía tengo mis tatuajes. Soy un problema.
Tengo la sangre de mis estúpidos padres en mí. Nunca seré bueno. Nunca
valdré nada.

Fue estúpido pensar que sería lo suficientemente bueno para ella.

Arranco mi moto y salgo. No me molesto en mirar atrás, incluso


cuando oigo a Catherine gritando mi nombre.

29
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Seis
Catherine
No puedo creer lo que esta perra me está diciendo. Ni siquiera
puedo mirarla. Y ahora está hablando de él de la misma manera que sus
padres. Todos los recuerdos me inundan de inmediato. Me siento débil e
impotente escuchándola de la misma forma en que su madre solía hablar
con él. Cruzo mis brazos sobre mi pecho y me doy la vuelta mientras las
lágrimas corren por mis mejillas. Me obligo a respirar profundamente.

Me lleva de vuelta a una noche cuando regresamos a casa juntos.


Siempre me esperaba en el patio de comidas en el centro comercial
cuando tenía toque de queda. Sabía que no me gustaba caminar sola en
el bosque. Especialmente de noche.

Caminamos principalmente en silencio. Tenía un granizado de


cereza, y no tengo ni idea de por qué, ya que estaba malditamente frío
afuera. Se rió de mí cuando empecé a temblar y se quitó su Henley2.
Recuerdo cómo nos detuvimos en el borde del bosque. La luna estaba
alta y brillante. Podía ver todos esos músculos magros y la V en sus
caderas con la que solía soñar.

Me la entregó para taparme. Yo llevaba una delgada camiseta sin


mangas que llegaba hasta mi estómago. Lo había usado para él, por
supuesto. Siempre me aseguraba de verme linda si iba a estar a su
alrededor. Siempre esperaba que me notara.

2 Camiseta de mangas largas.

30
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Tuve que esforzarme para no mirar su cuerpo y, a juzgar por la


sonrisa en su rostro, él lo sabía. Recuerdo lo caliente que me sentí
entonces. Yo era un montón de nervios y vergüenza por ser sorprendida
mirándolo. Esperaba que se burlara de mí o que me pusiera en mi lugar,
pero en vez de eso se limitó a entrar en el bosque como de costumbre.

Siempre caminaba más rápido que yo, ¿quizás porque era más
alto? Pero recuerdo que parecía estar caminando más rápido de lo normal
esa noche. Me seguía diciendo que era porque tenía frío. Me ofrecí unas
cuantas veces a devolverle la camiseta, pero insistió en que la llevara. Era
obvio que sólo quería llegar a casa y alejarse de mí. Al menos eso es lo
que pensaba hasta que me tropecé con la raíz de un árbol. Hubiera
aterrizado con fuerza sobre mi cara. El maldito granizado salió volando y
salpicó en el suelo.

Dejé escapar un grito y me preparé para caer y aterrizar en el duro


suelo, pero él me atrapó. Sus fuertes brazos me rodearon la cintura y me
levantó hasta que estaba presionada contra su duro pecho.

Pensé que iba a besarme. Mis manos estaban sobre su pecho


desnudo, y la forma en que me sostenía cerca hizo que cada terminación
nerviosa de mi cuerpo estallara en llamas.

Recuerdo cómo mi respiración llegaba en jadeos y juro que incluso


en la oscuridad vi fuego en sus ojos. Pero en un instante se había ido,
como si lo hubiera imaginado. Y él me puso de pie, y me dejó confusa y
agitada.

Él redujo el paso, y nos fuimos a casa en silencio. Un silencio


incómodo. Mantuve las manos entrelazadas para evitar alcanzarlo.

Me sentía descompuesta y prácticamente corrí a mi casa. Siempre


entraba por la puerta trasera para que mi padre no viera que caminaba

31
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

por el bosque con Ryker. Era mi pequeño y sucio secreto. Mis padres me
habrían matado.

Esa noche, cuando entré, me había olvidado completamente que


llevaba su Henley. Entré directamente sin pensar.

Me bombardearon con preguntas. No se me permitió salir con


nadie, y mi padre dijo que era inaceptable que estuviera alrededor de
Ryker, incluso si no era más que un amigo. Estaba regañándome cuando
oímos a los vecinos. Los padres de Ryker estaban teniendo una pelea. No
fue obvio al principio. Pero entonces oímos un fuerte grito de dolor. Creo
que su padre golpeó a su madre. Y luego Ryker se metió en el medio.
Siempre hacía eso. Él siempre defendía a su madre, incluso cuando ella
era la que le gritaba la mitad del tiempo.

La forma en que Khloe habla de Ryker me recuerda a la señora


Dean. Me hace querer darle un puñetazo.

Finalmente salgo de mis recuerdos y miro a esa perra a los ojos.

—Vete a la mierda. —Eso es todo lo que digo antes de darme vuelta


y volver a donde dejé a Ryker. Pero él no está allí.

Doy vuelta a la esquina rápidamente buscándolo, pero no sé a


dónde fue. Mi corazón corre preocupado. ¿Se fue? Maldita Khloe, arruinó
todo. Oh, Dios mío, ¿y si la oyó?

—¿Qué…? —se mofa Khloe mientras pone su mano sobre mi


hombro desnudo, clavándome las uñas hasta que estoy obligada a darme
la vuelta. Ni siquiera pienso en ello cuando aprieto el puño y la golpeo en
la cara.

Ella deja escapar un quejido y se toma la nariz con las manos.

Mis ojos se agrandan. ¡Santa Mierda!

32
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

No puedo creer que la golpeé. Quiero decir, he soñado con hacerlo


durante mucho tiempo. Ella definitivamente se lo merecía. Pero aún así.
Santo infierno.

Ella se inclina, pero luego se pone de pie y retira las manos de su


cara. No hay sangre, pero su rostro esta todo rojo, y su nariz está
comenzando a hincharse.

—¡Perra! —grita con los ojos vidriosos por las lágrimas. Empiezo a
sentirme mal, pero entonces recuerdo lo que dijo de Ryker.

—Te lo buscaste. —Casi me alejo pero entonces lo pienso y agrego—


: No vuelvas a hablar así de él. —Como si me escuchara. Sé que no lo
hará y voy a tener un infierno que pagar por esto, pero no me importa.
Lo que dijo no está bien, y yo no voy a fingir que es así.

Ella me mira con total disgusto y abre la boca para decir algo. Sin
embargo, dos chicas borrachas entran en la habitación y no ven a Khloe
agarrándose la nariz.

Ella le cae justo encima y se derrumban en una pila en el suelo.


Hay gritos y empujones, y la otra chica borracha mira todo fijamente con
los ojos abiertos.

No tengo ninguna intención de quedarme a ver el final de esto. Voy


al salón de baile, donde todos los demás están pasando el rato. La música
se hace más fuerte a medida que me acerco, y las luces parpadean con el
ritmo de la música.

Miro por todas partes, y cada segundo que pasa mi corazón golpea
más fuerte en mi pecho.

33
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Él tuvo que haberla oído. Por un segundo fugaz pienso que tal vez
se aburrió y estará haciéndolo con alguien en una esquina. Pero empujo
a un lado esos pensamientos.

Hay una razón por la que me siento como lo hago por él. La forma
en que me sostuvo hace tantos años fue algo para mí. Yo sé que sí. Las
lágrimas pinchan los ojos y me hacen sentir débil. No voy a llorar. Voy a
encontrarlo, y voy a golpear a su culo por irse de esa manera.

Asiento mientras salgo del salón y veo a Levi junto a la puerta.


Acelero para preguntarle si ha visto a Ryker, pero voy más despacio
cuando me acerco y veo su expresión.

Se ve molesto. Freno mientras él camina hacia mí.

—¿Qué pasó? —su voz es dura, y demandante. No me gusta eso.


No me gusta que me hable de esa manera. Estoy bien con Levi, pero mejor
que se cuide.

—No me gusta la forma en que me estás hablando, ¿y dónde está


Ryker? —digo con frialdad.

La frente de Levi se arruga, y sus rasgos duros se suavizan.

—Se fue. —Mi corazón se desploma y mi garganta se cierra. Me dejó


de nuevo. Ese maldito bastardo. Me muerdo el interior de la mejilla para
no llorar—. ¿Qué pasó? —él me pregunta de nuevo.

—Khloe es una perra. Eso fue lo que pasó.

Levi me mira por un segundo antes de dar un paso a un lado.

—Él acaba de salir, así que tal vez puedas atraparlo.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Un pequeño fragmento de esperanza florece en mi pecho. Corro a


la puerta y la abro justo a tiempo para ver a Ryker arrancar su moto. Le
grito pero él no me escucha.

Me paro en la puerta abierta y lo observo volverse más pequeño en


la distancia.

Hijo de puta. Estoy tan enojada, herida y molesta.

Tomo una respiración profunda, tratando de calmarme y me agarro


más fuerte a la puerta, así no la golpeo una y otra vez como quiero para
dejar salir la frustración.

Me voy. No necesito esta mierda ahora mismo.

Si él realmente quiere, sabe dónde encontrarme, pienso mientras


salgo y camino hacia el garaje. Pero entonces me freno en seco y recuerdo
que Khloe me trajo. Parece que iré caminando a casa.

Desabrocho mi bolso para asegurarme que tengo mi tarjeta de


acceso a la residencia. La tengo, pero no quiero volver allí. No quiero
tratar con ella. Por lo que sé, llamó a la policía. Suena como algo que ella
haría.

Cierro el bolso y empiezo a caminar. Ya se me ocurrirá algo en el


camino.

Camino por la larga y sinuosa calzada de acceso que da a una


concurrida carretera con farolas. Está un poco frío, pero todavía algo
cálido teniendo en cuenta la época del año. Llevo un ceño permanente en
mi cara. No me gusta que esta parte de la carretera esté vacía, pero más
abajo hay más casas y un barrio. Tendría que caminar rápido, pero no
quiero. No tengo energía, y estoy segura de que no haré una carrera para
llegar a casa.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Realmente no quería ir a la fiesta de todos modos. Sólo quería verlo,


y estaba demasiado asustada de ir a su taller. Esperé a que viniera a mí,
y puedo hacer eso de nuevo.

Envuelvo mis brazos alrededor de mi pecho y froto mis antebrazos


para calentarlos.

Eso no va a suceder. Ya lo sé. Me dejó antes, y ahora está


haciéndolo de nuevo. Si quiero verlo, voy a tener que ir a él.

Que patética. Me siento jodidamente patética. Soy como una niña


enferma de amor que no puede superar su amor platónico, quien
probablemente ni siquiera me quiera.

Mis ojos van vidriosos y no me importa. Las lágrimas calientes


corren por mi cara y las seco enojada.

Iba a besarme. Sé que iba a hacerlo. Pero para él probablemente


era otra cosa. Un polvo de una sola vez.

Me duele pensar eso, pero es verdad. Sé que lo es.

Me limpio la cara de nuevo y miro mis manos. Mierda, se me olvidó


el maquillaje. Mis manos están cubiertas de delineador de ojos negro con
manchas de lápiz labial de color rosa brillante.

Rápidamente me inclino y friego mi cara con el borde de mi


camiseta, sintiendo el soplo de la brisa fresca a través de mi cintura
mientras que froto enojada tanto como puedo. Mientras lo hago, las
orejas de conejo se deslizan por mi cara y las arranco y las arrojo al suelo
como un niño caprichoso.

Me las quedo mirando por un segundo y decido recogerlas. No


puedo dejarlas a un lado de la carretera, aunque ahora las odio. Veo un
cubo de basura en la casa de alguien y camino rápidamente para

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

tirar la ofensiva prueba de esta noche en el cubo. Allí es justo donde


corresponde.

Tomo una respiración tambaleante y sigo caminando. Tengo unos


buenos veinte o treinta minutos a pie por delante todavía. Pero lo
necesito. Debo parecer un desastre. Estoy segura que mi cara está roja e
hinchada por la fricción. Mi cabello está enredado, y ni siquiera tengo un
lazo para atarlo como quiero.

Escucho chillidos de truco o trato mientras corren por la acera de


enfrente. Ellos van en la dirección opuesta, y sus padres están detrás de
ellos charlando mientras los niños corren por delante.

Me veo como una ruina, y me siento patética y decepcionada con


todo.

Sólo necesito dormir, pero no quiero volver a los dormitorios.

El destino no se preocupa por lo que quiero, sin embargo. Eso es


obvio.

Trajo a Ryker a mi vida de nuevo, sólo para colgarlo delante de mí


una última vez antes de arrebatarlo de mis manos.

El destino es una perra.

Cierro los ojos y sacudo la cabeza. No, es mi culpa. Fue mi culpa


en aquel entonces por no hacer todo lo posible para ayudarlo. Y fue mi
culpa esta noche por no empujar a Khloe lo más rápido que podía e irme
con él. Deseo haberlo visto irse. Me hubiera ido con él.

El destino me dio una segunda oportunidad, y la desperdicié. Eso


no es culpa de nadie sino mía.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Siete
Ryker
No puedo huir cada vez que me enojo. Pero correr es mejor que
romperme. No puedo permitir que mi temperamento me meta en
problemas. Mi boca todavía está cerrada. Me detengo cuando me acerco
a una luz roja y miro mis manos para examinarlas. Es una costumbre
que me ayuda a calmarme. Por lo general hay aceite en algún lugar de
las uñas, incluso si las lavo. No veo nada, sin embargo.

Miro a mi izquierda a los niños en sus pequeños trajes de hadas y


esqueletos chillando con deleite, y luego a mi derecha a una tienda 24/7
y la gasolinera. No debería estar conduciendo en este momento, no en
este estado. Sólo necesito calmarme durante un minuto. Entro y aparco
mi moto, pero no me bajo.

No soy muy bueno con los conflictos. Aunque estoy mejor de lo que
solía. En aquel entonces todo era pelear, pelear, pelear. No es que yo
quisiera pelear con esa perra.

No sé cuál era su problema. Han pasado años desde que alguien


ha hablado de mí de esa manera. Todavía duele, sin embargo. Ni siquiera
lo hizo en mi cara, pero al menos no fue a mi espalda.

Pensé que había cambiado. Yo he cambiado. Sé que lo hice. Soy lo


suficientemente bueno para ella. Pero de todos modos Catherine no
puede verlo, o no quiere.

Él tiene que irse ahora. Recuerdo las palabras de Khloe y consiguen


que me enoje de nuevo. Es entonces cuando los recuerdos me golpean.

38
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Khloe es la chica que estaba saliendo con el tipo de tecnologías de la


información que contraté.

Gimo y me cubro la cara con las manos.

Ella fue una perra esta noche por mi culpa, pero no tiene nada que
ver con quien soy.

Ella ingresó en la oficina de mi taller hace un tiempo. Yo sabía que


estaba con él. Creo que su nombre era Joey. Ni siquiera puedo recordarlo.
Sólo lo contraté por una semana para instalar el nuevo sistema. Ella vino
a verlo en el almuerzo todos los días. Y cada día que pasó se mostró
llamando más la atención. Tanto es así que me sentí mal por el chico.

Y entonces llegó a mi oficina y cerró la puerta detrás de ella. No


puedo recordar textualmente lo que dijo, pero básicamente me ofreció un
polvo rápido.

Todo lo que dije fue: Puedes marcharte ahora a menos que quieras
que llame a tu novio aquí y repita lo que acabas de decir. Nunca la volví a
ver. No es que me importara. Pero ahora su pequeña diatriba tiene
sentido.

Una sonrisa se arrastra en mi cara. Ella me guarda rencor y está


celosa porque le estaba dando atención a Catherine.

Siento un poco de alivio, pero sólo por un momento.

Catherine tal vez se enoje conmigo por alejarme. Pero ella todavía
no se pegaba a mí.

Eso es lo que realmente importa. Ella podría haberlo hecho, pero


no lo hizo.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Me rechazó. Bueno, técnicamente no lo hizo, ya que ni siquiera le


pregunté.

Fui allí para finalmente conseguir la chica que he estado deseando.


La chica por la que he estado trabajando duro para ser lo suficientemente
bueno. Ya han pasado dos años, pero he estado trabajando
constantemente hacia ese objetivo. Y tan pronto como se puso duro, me
alejé.

Mierda. Me paso una mano por la cara. No puedo creer que lo


jodiera.

Me pellizco el puente de la nariz y arranco mi moto. El fuerte ruido


llena el aire mientras giro a la izquierda saliendo de la estación de servicio
y regresando a la fiesta.

Estoy cansado de no ser lo suficientemente bueno. La quiero.

Voy a asegurarme que ella lo sepa.

Me pongo en marcha determinado y giro mi moto, casi estrellando


la maldita cosa.

Catherine camina sola en el lado izquierdo de la carretera. Sus


brazos están cruzados como si tuviera frío, y se ve alterada.

Mi corazón se hunde en mi pecho. ¿Qué pasó?

Tengo que esperar el siguiente semáforo para cambiar de sentido y


llegar hasta ella.

La dejé, de nuevo.

Necesito asegurarme que me perdona. Necesito hacer esto bien y lo


más importante, tengo que conseguir a mi chica.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Ocho
Catherine
Escucho el ruido sordo de una motocicleta, y tengo que cerrar los
ojos y empujar lejos la imagen de Ryker en su moto. No creo que alguna
vez no lo vea cuando escuche una motocicleta.

El ruido se acerca cada vez más, pero luego se hace más suave
como si quien sea se detuviera cerca de mí.

Mi corazón golpea en mi pecho, y de repente estoy asustada de


estar aquí sola esta noche.

Es una buena zona de la ciudad, pero el crimen ocurre en todas


partes. Tengo demasiado miedo de darme la vuelta mientras camino más
rápido y más cerca del borde de la acera. Pero entonces escucho su voz.

—Necesitas que te lleve.

Mi cabeza se sacude ante el sonido, y me quedo estupefacta.

—¿Ryker? —Mi sangre se calienta y la ansiedad me cubre. Doy


varios más cerca de él, agarrando mi bolso apretado entre mis manos.

Mi sangre bombea adrenalina, y el agotamiento que me pesaba se


desvanece.

El destino me dio otra oportunidad. No puedo perderlo.

Camino hasta su moto y me preparo para simplemente poner todo


allí. Tomando una respiración profunda, digo:

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Ryker, lo siento.

—Catherine, lo siento —dice al mismo tiempo que yo.

Mi respiración se detiene, y mi boca se abre ligeramente. No sé qué


puede lamentar. Me mira como si estuviera pensando lo mismo.

Lanza una pierna por encima de la moto y camina hasta mí. Un


coche viene, pero estamos seguros en la acera. Mira por encima del
hombro mientras el coche pasa y se aleja.

Da un paso más cerca, mirándome a los ojos. Sé lo que debo


parecer; soy un desastre y no me gusta eso, pero todo lo que veo en sus
ojos es deseo. Es como esa noche otra vez.

Él empieza a hablar, pero no quiero oírlo.

No sé si es el agotamiento, la idea de perderlo de nuevo, o el hecho


de que vino a buscarme cuando yo estaba decaída, pero algo me empuja
a envolver mis brazos alrededor de su cuello, ponerme de puntillas y
empujar mis labios contra los suyos.

Lo beso con la desesperación que siento. No puedo perderlo de


nuevo. No puedo dejar que se vaya de nuevo sin que sepa exactamente lo
mucho que significa para mí.

Lo sorprendo, y al principio sus labios están rígidos. Luego se


suavizan y se moldean a los míos. Su mano se abre en mi espalda baja.
Mi camiseta se subió un poco y la sensación de su cálida mano sobre mi
piel desnuda es el cielo. Me acerca más mientras su otra mano cubre mi
nuca, inclinando mi cabeza para devolverme el beso apasionadamente.

Cierro los ojos y gimo en su boca. Mi cuerpo se arquea solo y mi


coño se calienta por él.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

He esperado años sólo por este beso, pero no es suficiente. Quiero


más.

Apenas registrando el sonido de otro coche que se acerca, Ryker


rompe el beso y nos mueve hacia atrás y hacia la acera.

Él me mira con el pecho agitado y la lujuria en sus ojos.

Mis labios se sienten un poco hinchados por sus besos violentos.

—¿Necesitas un paseo? —pregunta en voz baja.

Comienzo a responder, pero luego mis ojos caen. Me aclaro la


garganta. No quiero ir de nuevo al dormitorio. No quiero que él me deje.

Pero no voy a decirle que no.

—¿Qué pasa? —me pregunta, buscando mis ojos antes de que


pueda responder. Él toma mi barbilla y me obliga a mirarlo.

—Sólo quiero ir a casa contigo esta noche —digo cada palabra lenta
y cuidadosamente. Mi corazón corre en mi pecho.

Nunca he ido a casa con un chico. Nunca he hecho nada con un


hombre más allá de los besos. Y aun así, no fueron nada parecido a lo
que acabo de tener con Ryker.

Ryker ladea una ceja y una sonrisa asimétrica tira sus labios hacia
arriba.

Se inclina y rápidamente planta un beso en mis labios.

—No voy a decir que no a eso, gatita. —Su voz áspera despierta una
vez más el deseo en mi interior. Mi corazón se agita en mi pecho mientras
alcanza detrás de él y agarra un casco de la parte trasera de su moto.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Nueve
Ryker
Revoluciono el motor un poco más a medida que nos acercamos.
Catherine deja escapar un pequeño chillido de deleite, y sus brazos me
aprietan con más fuerza.

Su mejilla se presiona contra mi espalda, y es todo lo que pensaba


que sería.

Cabalgamos en silencio mientras su calor se moldea a mi espalda


y sus brazos abrazan mi cintura.

Cuando nos acercamos a una luz roja, sus manos se deslizan hacia
abajo. Ella comienza a moverlas más allá de mi cintura y hacia abajo más
lejos. Las yemas de sus dedos hacen cosquillas a mi pelvis, y mi polla
salta.

Joder, tengo que controlarme. Me quiero bajar de esta moto e ir


encima de ella. Se lo devolveré, por provocarme de esta manera. En lugar
de eso agarro su muñeca y llevo su mano donde debe estar.

—Vas a tener que esperar, gatita —le digo sobre mi hombro. Miro
cómo ella me da un pequeño puchero atractivo.

Ahora mi pene está duro, y mi chica caliente. Gracias a Dios mi


casa está a la vuelta de la esquina. No puedo esperar más.

Ella se comporta el resto del camino, pero sentir su cuerpo


apretado contra el mío y saber que ella me desea ha hecho que mi verga

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

esté imposiblemente dura. Follar su apretado coño es todo lo que puedo


pensar mientras me subo y aparco tan rápido como puedo.

La ayudo a salir de la moto, haciéndola rebotar ligeramente. Ella


casi se tropieza, pero la enderezo y sostengo la moto para que no se caiga.
Mi pequeña gatita no es elegante.

—Gracias —dice mientras la ayudo con el casco y lo dejo de nuevo


en la moto. Lo tengo sólo para ella. Quería asegurarme que si ella estaba
allí, no tuviera ninguna excusa para no venir conmigo esta noche.

—¿Vives aquí? —pregunta con una ligera incredulidad. Echo un


vistazo al apartamento y le doy una segunda mirada. Es un bonito lugar,
pero básicamente es un piso de soltero. Es decir, no es enorme o
exclusivo, ni una comunidad cerrada, pero es un buen lugar. Una
sensación de inseguridad se extiende a través de mí. Esto no me pasa
nunca. Pero con ella es diferente. Ansío su aprobación por alguna razón
desconocida. Si alguien más me pregunta por mis pertenencias, o
cualquier cosa que hago, me encojo de hombros. Me importa un carajo.
Pero con ella, saber que me aprueba es importante para mí. No creo que
eso cambie nunca.

Ella empuja su pelo sobre sus hombros y señala los dormitorios


detrás de los apartamentos.

—Yo vivo ahí —dice mientras me mira con una pequeña sonrisa—.
Así que sigues siendo el chico malo de al lado.

Le sonrío y asiento. Mi taller y mi casa están cerca del campus. Una


gran parte del negocio proviene de los estudiantes. Una moto es más
barata que un coche.

—Literalmente, podría caminar de regreso a casa en dos minutos


si esa cerca no estuviera allí —dice divertida. Sé que en ese momento

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

tengo que decirle lo que pasa. Tengo que darle la oportunidad de irse,
porque si se queda, será mía.

—Te llevaré de vuelta a los dormitorios si lo deseas. Pero si vienes


a casa conmigo, te quiero, Catherine. Te he deseado desde hace años. Y
si se entras por esa puerta, ya no me retendré.

—¿Me quieres? —pregunta con una ligera incredulidad.

—Eso es decir poco, gatita.

—Tú nunca… —ella comienza a decir, pero no termina.

—¿Nunca qué? —le pregunto, dando un paso más cerca de ella—.


Nunca he actuado en consecuencia, no. Pero quería hacerlo. Cada paseo
por esos bosques pensé en parar y empujar tu espalda contra un árbol y
levantarte. Quería sentir ese culo dulce y exuberante en mis manos. Soñé
que envolvías tus piernas alrededor de mí mientras te besaba y te follaba
allí donde nadie nos encontraría.

Su pecho se tiñe de rojo con un rubor y jadea. Veo que aprieta sus
muslos y sé que esta tan encendida como yo.

—Pero no lo hiciste —apenas susurra.

—Quería hacerlo en ese entonces, pero no podía. Ahora te quiero.


Y no hay nada que me retenga. Dime que me quieres.

—Quiero lo que quieras, Ryker. —Sus palabras susurradas me


ponen duro como el acero.

He esperado mucho tiempo para esto.

—Mete tu culo dentro, gatita. —Sus ojos se calientan y al instante


se vuelve sobre sus talones. Golpeo ese lindo culo suyo, haciéndola saltar.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Voy a asegurarme que no se arrepienta de esto.

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Capítulo Diez
Catherine
Debería decirle. No dejo de pensar una y otra vez que debo decirle
que soy virgen. Pero sé lo que quiere y sé lo que va a pensar.

No puedo mentir, una parte de mí siempre ha querido esperar para


que él fuera mi primero.

Cierra la puerta de su casa y la bloquea con un fuerte chasquido.


Me giro, de pie en medio de su sala de estar. De repente todo se vuelve
demasiado real. Mi cuerpo se estremece de excitación, pero también de
miedo. ¿Y si no soy buena? ¿Y si no es lo que he imaginado en mi cabeza?

Comienzo a sentir ansiedad y mis nervios amenazan con llevarse lo


mejor de mí, pero luego se da la vuelta y alcanza su cinturón.

Mi coño se aprieta con necesidad cuando lo veo desabrocharlo y


alcanzar la cremallera.

Jadeo mientras caigo de rodillas.

Él me da una sonrisa sexy y camina lentamente hasta mí.

Nunca he hecho esto. Pero quiero. Se mete en sus pantalones y su


polla salta libre.

Es tan grande. Oh Dios mío. Eso nunca va a caber en mí.

—Abre, gatita —dice mientras se acaricia. Pongo mis manos en sus


muslos desnudos y estiro mi mandíbula tanto como puedo. Aparta mi
pelo de mi hombro y lo coloca hacia un lado, sosteniendo mi nuca—

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. No tienes ni puta idea de lo sexy que te ves en este momento. —Lo miro
mientras empuja su pene en mi boca. Protejo mis dientes con los labios
y trato de meterlo tanto como puedo. Apenas consigo la mitad.

Él gime con satisfacción cuando lo empujo más profundo. Me retiro


y ahueco mis mejillas mientras sacudo mi cabeza sobre su miembro, cada
vez tratando de llevarlo más y más profundo. Mis ojos arden mientras lo
tomo en mi garganta. Trato de respirar por la nariz, pero es difícil.

Justo cuando empiezo a pensar que no puedo hacerlo más, Ryker


se aleja de mí.

—Joder, se siente muy bien. Voy a correrme antes de que termine


contigo.

Su confesión me hace sentir un poco mejor. Retrocedo


nerviosamente y limpio mis labios tan delicadamente como puedo
mientras él sale de sus vaqueros y tira de su camisa.

Mis ojos viajan a lo largo de su cuerpo. Es un maldito dios del sexo.


Mis bragas están prácticamente empapadas mientras se agacha frente a
mí y me levanta en sus brazos.

El movimiento es repentino, y dejo escapar un pequeño chillido.

—Llevas demasiada ropa, gatita. —Ryker desliza su mano por mi


camiseta y la quita mientras me lleva a la habitación.

Mi corazón late más rápido y trato de calmar mis nervios


estrellando mis labios contra los suyos.

Gime en mi boca y desengancha mi sujetador. Quiero agarrarme y


cubrirme, pero lo dejo caer. Es todo o nada. Y lo quiero todo.

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Rompe el beso y me deja en la cama, haciéndome rebotar. Mis


brazos instintivamente se cruzan sobre mi pecho. Abre la boca y sé lo que
va a decir, pero antes de que salga de sus labios, alejo mis brazos y lo
dejo mirarme.

Él me da una amplia sonrisa.

—Buena chica. —Sus ojos recorren mi cuerpo con aprecio mientras


sus hábiles dedos desabotonan mis pantalones y me los saca. Los
vaqueros ásperos frotan contra mi culo cuando levanto mis caderas y me
quedo allí sólo en mi tanga. Se inclina y tira de mis caderas hasta el borde
de la cama—. He esperado demasiado tiempo para probarte. —Empuja
los pulgares a través de la fina tela y el sonido de la delgada tela de encaje
mojada llena la habitación.

Cierro los ojos e inclino mi cabeza hacia atrás mientras baja a mi


coño.

No puedo creer que esto esté sucediendo.

Él levanta mis piernas sobre sus hombros y siento una brisa fresca
contra mi calor. Mis pezones se endurecen y parte de mí quiere ocultarse.
Otra parte quiere rozar mi coño en su cara bajando.

Él da una lánguida lamida y tengo que abrir los ojos para mirar.
Es tan suave y cálido, se trata de relajarme primeramente. Pero luego
chasquea su lengua contra mi clítoris y mi cuerpo se inclina y salta por
la sensación.

Levanto la vista cuando oigo el sonido de un cajón de su mesita de


noche abriéndose. Dejo caer mi cabeza hacia atrás mientras lame mi coño
de nuevo y luego se aleja para rasgar la envoltura del condón mientras
chupa mi clítoris.

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de mendigar por chicos malos

Una risa áspera vibra en su pecho mientras agarra mis muslos y


me empuja hacia abajo, chupando mi clítoris en su boca. Mi boca se abre
por completo y mi cuerpo trata de alejarse de la sensación. Succiona mi
clítoris y retrocede con un pop y la sensación me empuja sobre el borde.
No puedo aguantar más, y me corro violentamente. Olas de placer se
estrellan a través de mi cuerpo.

Soy vagamente consciente de que está empujando mi cuerpo hacia


arriba por la cama y me aprisiona. El calor y el placentero hormigueo
suben y bajan en oleadas lentas.

—Te ves tan jodidamente preciosa cuando te corres. —Él toca mi


pecho derecho y rueda mi pezón entre sus dedos. Mi cuerpo se retuerce
debajo de él—. Tenemos que trabajar en tu control, gatita —dice divertido
mientras pellizca y tira de mi pezón. La sensación ligeramente dolorosa
está directamente conectada con mi clítoris.

Baja los labios a mi oído mientras prepara su pene, empujando la


cabeza entre los labios de mi vagina y susurra:

—Aunque me encanta la forma en la que respondes.

Apenas tengo un momento para tomar sus palabras.

Con un duro empuje está enterrado profundamente dentro de mí


hasta la empuñadura. Siento un pinchazo agudo y mi boca se abre
cuando un grito silencioso es arrancado de mi garganta y mi cabeza vuela
hacia atrás. Él se queda quieto dentro de mí y se aleja. Se sostiene encima
de mí y me mira soprendido.

Apenas puedo respirar mirándolo. Él lo sabe. Giro la cabeza hacia


un lado y me niego a mirarlo. Mi coño duele, y sólo quiero que se mueva.
Pero no lo hace.

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Un rubor calienta mis mejillas mientras sostiene mi barbilla y me


obliga a mirarlo.

—¿Eres virgen? —pregunta.

Asiento lentamente y trago con dificultad.

—Ya no —finalmente respondo.

Sus ojos brillan con una necesidad primaria mientras baja su cara
a la mía y su lengua se sumerge en mi boca. Sus dedos aferran mis
caderas y se mueve lentamente en mí.

Duele. Mi frente se frunce y quiero alejarme.

Él espolea de nuevo con un empuje duro y muele su pelvis contra


mi clítoris palpitante. El placer es tan fuerte que tengo que romper
nuestro beso y suelto un grito ahogado.

Joder, mi cabeza se tambalea mientras mi cuerpo se calienta. Me


siento tan llena.

Él entierra su cabeza en el hueco de mi cuello, besa, lame y muerde


mientras se mueve lentamente dentro y fuera de mí. Su suave toque es
compensado por los empujones duros y sus uñas romas clavándose en
mis caderas.

Muerde mi lóbulo de la oreja y me susurra:

—Quiero escucharte decir mi nombre cuando te corras en mi polla.

Envía un escalofrío por mi cuerpo y deja piel de gallina a lo largo


de cada centímetro de mi piel. Sólo escuchar sus sucias palabras me tiene
en el borde.

—Dilo —me ordena.

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—Ryker. —Su nombre cae de mis labios al instante. He soñado con


esto mil veces, pero nunca así. Nunca tan intenso y consumidor.

—Así es, gatita. Voy a hacerte gritar mi nombre.

Sus labios abrazan mi pezón y luego siento sus dientes. Masajea


su lengua contra la piel sensible y siento la excitación entre mis muslos.
Mi cabeza empuja en el colchón cuando el deseo irradia hacia el exterior
desde la boca de mi estómago, amenazando con paralizar mi cuerpo.

Pero luego él se retira casi todo el camino y apenas puedo


soportarlo. El placer se desvanece y en su lugar vuelve un indicio del
dolor por tomar mi virginidad. Necesito más.

Justo cuando lo pienso, golpea de nuevo en mí. Sus dientes tiran


de mi pezón y me corro. Me rompo debajo de él. Mi coño aprieta alrededor
de su pene, y mi cuerpo se calienta con mi liberación. Mi respiración se
detiene y grito su nombre.

Se alza a sí mismo y empuja su pulgar contra mi clítoris, frotando


círculos lentos con una presión suave.

Oh, mierda. ¡Sí! Se siente tan bien. Mis piernas se envuelven


alrededor de su cintura y mis talones se clavan en su culo. Necesito más.

—Uh-uh —me advierte. Su voz áspera hace que mis ojos se fijen a
los de él—. Tomaras lo que te dé. —No puedo responderle. La única
réplica que puedo dar es un suave gemido cuando choca contra mí otra
vez. La fuerza de su tacto en mi clítoris hace que todo sea mucho mejor.

El dolor se desvanece mientras folla mi cuerpo como si fuese su


dueño, jugando conmigo como quiere.

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—Mírame, gatita. —Mis ojos vuelan a los suyos y sostiene mi


mirada mientras se mete en mi coño. Mi cuerpo se mece con cada dura
embestida, pero mis ojos permanecen en los suyos.

Su boca se abre y sus ojos están entrecerrados mientras continúa


su ritmo implacable.

La altura de mi orgasmo parece muy alta. Demasiado alta. Voy a


caer y romperme en mil pedazos debajo de él, pero no le importa. Empuja
mis muslos más separados y me folla profundo, golpeando con un ritmo
implacable.

—Mía —gruñe en mi oído mientras pellizca mi clítoris y al instante


estallo debajo de él. Una luz blanca brillante destella ante mis ojos
mientras mi cuerpo se entumece y luego instantáneamente ardo de
placer.

Grito su nombre mientras arqueo mi espalda y mi coño se


estremece a su alrededor. Siento su polla gruesa palpitar dentro de mí
mientras el calor me empapa y gotea por mis muslos.

Él gime en el hueco de mi cuello y susurra mi nombre.

Me recuesto debajo de él, tratando de recuperar el aliento mientras


besa mi cuello, mandíbula y luego mis labios.

Me siento agotada y dolorida, hago una mueca mientras sale


lentamente de mí.

Cuando Ryker se baja de la cama y se dirige al baño, tiro las mantas


sobre mi cuerpo. La inseguridad rápidamente me cubre cuando la altura
de mi orgasmo se atenúa. Aprieto mis muslos, y el toque de dolor me hace
sentir deliciosamente utilizada. No me arrepiento, ni siquiera un
segundo.

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de mendigar por chicos malos

Pero este es Ryker en la vida real. No es el hombre de mis sueños.


Quiero más. Pero no tengo idea de lo que él quiere. Un dolor se instala en
el pecho y trato de ignorarlo. Para mí esto es más de lo que es para él. No
puedo enojarme, sin embargo. Tengo lo que quería. Y me dio lo que le
pedí.

Finalmente conseguí la experiencia de chico malo que sabía me


daría Ryker. Y él tomó la parte de mí que siempre he querido darle.

Todo lo que puedo pensar mientras lo escucho abrir el grifo de la


ducha es: Y ahora, ¿qué?

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Capítulo Once
Ryker
Regreso al dormitorio con el paño caliente y miro el tinte de color
rosa en él.

Ella me esperó. Ni en un millón de años habría pensado que iba a


hacerlo.

Ella es mía para siempre ahora. Ella es mía. Tengo una extraña
sensación de orgullo que no puedo dejar ir. Yo fui su primero.

Mientras regreso la sonrisa en mi cara decae. Me detengo a tomar


un buen vistazo de ella. Está envuelta apretadamente con las mantas
alrededor de ella y no me está mirando.

No sé lo que está pasando en esa cabecita suya. Pero no la voy a


dejar ir. Eso no pasará.

Pase lo que pase, me aseguraré que ella sepa que la quiero.

Me subo a la cama y tiro de las mantas. Sus ojos se abren y vuelan


a los míos. Puedo sentirlos, pero la ignoro.

—Abre las piernas para mí.

Mi polla salta mientras obedece mi orden. La veo estremecerse de


dolor y no me gusta. Intenté no ser demasiado duro con ella, pero perdí
un poco el control.

Limpio suavemente el semen de color rosado de sus piernas y su


culo. Un poco ha caído en las sábanas, también. Su pequeño coño

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está hinchado y rojo. Miro su rostro cuando froto suavemente la tela


contra su piel sensible.

Cierra los ojos, pero se ve cómoda. Bueno. Cierro sus muslos y bajo
de la cama lo suficiente para tirar la toalla en el cesto. Las sábanas
deberán ser lavadas, pero puede esperar.

Me acuesto bajo el edredón y tiro de su cuerpo contra el mío. Ella


está un poco rígida y no me gusta. Se siente insegura. No quiero eso.

—¿Qué pasa, Catherine? —pregunto en voz baja—. ¿Te lastimé? Sé


que lo hice. Era tu primera vez. Sé que vas a estar dolorida.

Su cuerpo se relaja un poco mientras sacude suavemente la cabeza


y responde:

—No, se sentía bien. —¿Sólo bien? Se sentía como el maldito cielo.


Yo sabía que se sentiría así. Ella se acerca—: Realmente bien. —Y una
pequeña sonrisa juega en sus labios.

—¿Qué te está molestando, gatita? —Empujo su barbilla con la


punta de mi nariz, y ella se vuelve en mis brazos para finalmente
mirarme.

—Tengo miedo. —Su confesión pone mi guardia en estado de alerta.


Sea cual sea su preocupación la aliviaré.

—Dime por qué —digo y sigo su mirada, deseando que me diga la


verdad.

—No sé qué es esto. —Su voz se quiebra y me rompe el corazón por


lo insegura que está. No puedo culparla. La follé al segundo que volví.
Fue egoísta de mi parte. Paso mi pulgar por su labio inferior y pienso en
lo que debo decirle.

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Finalmente me decido por la verdad.

—Será lo que quieras que sea. —Tomaré lo que esté dispuesta a


dar. Tal vez eso me hace un dominado. Pero no me importa. La quiero.

—¿Todavía me quieres? —pregunta con voz dolida y sus ojos brillan


de vulnerabilidad.

Una suave sonrisa gira mis labios y me inclino a besar la punta de


su nariz.

—Finalmente conseguí una muestra tuya, no te voy a dejar ir


ahora.

—¿Qué pasa si quiero más que sólo sexo? —pregunta mientras


mira hacia abajo al edredón y amasa unos hilos sueltos que no existen.
El alivio fluye a través de mí.

—¿Eso es lo que te preocupa? —pregunto, ahuecando su barbilla e


inclinando su cara, así tiene que mirarme.

—Yo… —comienza a decir algo, pero luego sacude la cabeza de mi


agarre y mira hacia otro lado mientras dice con voz entrecortada—. Creo
que te he amado desde hace mucho tiempo, Ryker.

Mi ritmo cardíaco se ralentiza y mi piel se calienta. No uso esa


palabra, amor. No creo en ella. En un momento mis padres me querían y
al siguiente me odiaban. Sé que tengo que decir algo para aliviar sus
preocupaciones, pero no creo en esa palabra. Extiendo mi mano sobre su
vientre y tiro de su pequeño cuerpo más cerca del mío. Beso el hueco de
su cuello con suavidad.

—Te he deseado desde hace años, Catherine. No sólo en mi cama y


gritando mi nombre. También te quería a mi lado. Quería ser lo
suficientemente bueno para ti. Quería ser el hombre que te merecías.

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—Ella me mira con sus grandes ojos de gacela como si no me creyera,


pero es cierto. Cada palabra—. No sé cómo me siento en este momento.
Pero estoy trabajando duro por ser ese hombre y te quiero. No sólo por
esta noche y no sólo por el sexo. Quiero que seas mía. Punto.

Ella me sorprende tomando mi cara entre sus manos y besándome


con una pasión que no esperaba. Es un beso dulce, pero hay más que
eso. Es como si toda restricción la hubiera abandonado. No hay nada que
nos detenga.

Me aparto ligeramente y muerdo su labio inferior. La miro a los ojos


y no veo nada más que felicidad. Eso está mejor. Quiero que ella sea feliz.

Se me escapa un bostezo y casi le digo que se duerma, pero


entonces un pensamiento surge en mi cabeza.

—¿Cómo le vas a decir a tu padre? —le pregunto. Eso me preocupa.


A su padre nunca le he gustado. No es que les gustara a muchos padres
en aquel entonces. Y no podía culparlos.

Se ríe.

—Va a tener un puto ataque al corazón. Pero lo superará.

—Piensas que será así de fácil, ¿eh? —No estoy deseando una cena
familiar. Mi corazón se aprieta en mi pecho. No puedo separarla de sus
padres. Eran buenos con ella y tenían razón en mantenerme alejado. No
quiero impedir que tenga lo que yo no.

—Ya estoy crecida, Ryker —dice con un toque de humor—. Además,


deberías haber visto a mi último novio. —Mi cuerpo se tensa. No me gusta
la idea de ella con otra persona—. ¡Estoy bromeando! —dice con una
amplia sonrisa antes de acariciar mi pecho.

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de mendigar por chicos malos

Dejo que mi cuerpo se relaje y paso mis manos por su costado. Mis
dedos se arrastran a lo largo de su piel y le da escalofríos. Dejo escapar
una pequeña risa.

—Papá quizás no te apruebe nunca, pero lo superará. —Asiento


una vez a sus palabras. Es verdad. Y voy a hacer mi mejor esfuerzo para
mostrarles que he cambiado—. Lo que importa es que te quiero.

Sonrío ante sus palabras. Ese orgullo me llena el pecho de nuevo.

Es una sensación que no siento a menudo y quiero hacerlo todos


los días de aquí en adelante.

—No tienes idea de lo mucho que te quería —confiesa. Pero lo hago.


Sabía que me quería, pero en aquel entonces no habría sido bueno para
ella. No lo habría sido.

Resoplo una risa.

—Bueno, ahora te tengo, gatita. —Beso la punta de su nariz—. Y


no te dejaré ir.

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Epílogo
Ryker
Dos años más tarde
Estoy malditamente nervioso. Odio este sentimiento. Me limpio las
manos con una toalla y me aseguro de toda la suciedad se haya ido. El
señor Parker llegará pronto. Por lo general, estoy orgulloso de ver mis
motos cuando están terminadas. Paso la vista por la moto y me encanta.
El diseño es caliente. El cromo es brillante, y el cuero suave. Todo es
perfecto.

Pero es para el padre de Catherine. La aprobación del señor Parker


me pone nervioso.

Sé que hago feliz a mi gatita ahora. No hay duda en mi mente. Pero


su padre es una historia diferente.

Desde aquella noche en la fiesta, ella se ha estado quedando


conmigo. Así es como lo quiero. La necesito en mi cama y corriéndose en
mi polla cada noche. Esa es la manera que debe ser. Aunque Khloe fue
expulsada de la escuela por embriaguez pública, no la dejé volver a los
dormitorios. Catherine es mi chica, ella debe estar en mi cama.

También he estado yendo a sus comidas familiares cada dos


domingos. Y eso es... malditamente agotador. Está mejorando, sin
embargo. Al menos puedo admitirlo.

Al principio me negué a ir. ¿Quién diablos quiere ir a casa de los


padres de su novia? Sobre todo porque conozco a su padre y recuerdo

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que me dijo que me mantuviera alejado de ella. Fue hace años, pero
igualmente.

Pero eso la perturbó. Así que cedí y fui con ella a casa de sus
padres. Mis padres ya no están al lado. Ver la casa donde crecí es extraño.
Tiene un aspecto diferente. Revestimiento nuevo y los actuales
propietarios pintaron las persianas. Arreglaron la cerca de atrás y
pusieron grandes arbustos en el borde de la acera. No se ve como el lugar
en el que crecí. Lo cual es una buena cosa en muchas maneras.

Apestó estar allí el primer día. No he visto a mis padres en años.


No desde que perdieron la casa y vinieron a mí por dinero. Eso terminó
muy rápido cuando les dije que no. Pude ver la mirada en los ojos de mi
padre. Esa misma mala mirada que me daba antes de que las peleas
comenzaran. Pero no di marcha atrás. Si querían una relación conmigo,
la tendrían. Pero si querían dinero tendrían que ir a otro lugar.

Todavía duele que se fueran y no regresaran, pero es lo mejor.

Mis padres no son como los Parker.

Catherine fue bendecida con padres que realmente la aman. La


aman lo suficiente como para estar preocupados por el hecho de que
estamos saliendo, también.

Ellos saben que no está en los dormitorios, lo que sólo lo hace más
incómodo. Esa primera noche su padre me miró en la forma en que un
hombre mira al idiota que se está tirando a su hija. No se le puede culpar
por ello, pero no hizo que los espaguetis del domingo pasaran más rápido.

Tuve que sonreír cuando oí a la madre de Catherine regañarlo en


la cocina. Janette me recuerda mucho a Catherine. Pero no hay duda de
que no soy como George.

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A pesar de ello él ordenó un trabajo personalizado. Así que eso


significa algo. Eso y que no hizo mucho alboroto cuando les dijimos que
íbamos a comprar una nueva casa más cerca de la ciudad cuando
Catherine se gradúe este semestre. Así que esas son buenas señales.

—¡Oye! ¡No estás vestido! —Escucho a mi gatita entrar al garaje y


prácticamente pisotear con sus pequeños pies.

Me giro y le sonrío. Tengo una llave en una mano y una toalla en la


otra y digo:

—Voy como mecánico.

Ella pone los ojos en blanco y sube los dos escalones, por lo que
está en la losa de hormigón.

—Tienes que apurarte, nene. ¡Tan pronto como papá se vaya,


tenemos que ponernos en marcha, o vamos a llegar tarde!

Ella está emocionada de ver a todos los de la fiesta. Es una especie


de reencuentro. Como si nos hubiéramos quedamos tanto tiempo la
última vez.

Espero que Jake y Levi tengan otra apuesta, porque esta vez me la
follaré en algún lugar de la casa. Con esa pequeña falda y medias de red,
maldición so no me meteré en ese coño tan pronto como encontremos
una habitación vacía.

Mis polla se contrae y pienso en llevar su culo hasta la oficina para


un rapidito, pero entonces escucho un coche llegando.

Si su padre no me odia para este momento, seguro que lo haría si


entra mientras me estoy tirando a su bebé.

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de mendigar por chicos malos

Trato de pensar en todo lo que puedo para conseguir bajar esta


erección mientras Catherine se acerca a su viejo. Él sale del coche y me
mira con una sonrisa forzada.

—¡Te va a encantar! —grita Catherine, tirando de su brazo antes de


que incluso tenga la oportunidad de cerrar la puerta del coche. La patea
para cerrarla y sigue su ritmo a medida que entra en el garaje.

—Señor Parker —lo saludo y dejó la llave y la toalla.

—Te dije que me llames George —dice.

Catherine pone los ojos en blanco y dice:

—Y yo le dije que te llamara papá.

Arqueo una ceja. Mi pequeño gatita es linda y dulce, pero los dos
estamos dándole una mirada que le dice que necesita superar ese deseo.
Eso no pasará.

Su padre camina alrededor de la moto y cuadra los hombros. Es


exactamente lo que había pedido, y algo más. Estoy seguro de mi trabajo
y soy muy bueno en lo que hago, pero todavía quiero que le guste.

Él asiente y sonríe.

—Es una belleza. Buen trabajo —dice con orgullo.

Cattherine se mece sobre sus talones con alegría.

—Te lo dije.

Asiento una vez y simplemente digo:

—Me alegro de que te guste. —Pero eso es un eufemismo.

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—Mikey está en la recepción hoy, puedes dar tu último pago allí si


insistes en pagar. —Yo quise hacerlo de forma gratuita. Después de todo,
él es el padre de mi chica. Y tengo suficiente negocio por lo que no es una
pérdida. Pero ha sido persistente.

—Sé dónde está —dice con una sonrisa.

—Voy a comprar una Coca Cola —dice Catherine, distraídamente


caminando hacia la máquina expendedora. Juro que utiliza las máquinas
más que los chicos.

La veo caminar con facilidad a través del garaje y mis ojos se


pierden en su culo. La deseo hoy tanto como lo hice la primera vez que la
vi, tal vez incluso más.

—Camina conmigo, Ryker —dice su padre mientras se dirige por


las escaleras hasta la zona de la recepción dentro de la tienda anexa al
garaje. Asiento y camino detrás de él.

Tan pronto como estamos dentro del edificio, se detiene y se vuelve


hacia mí.

—Ya han pasado dos años, ¿verdad? —George me pregunta.

—¿Dos años?

—Desde que Catherine y tú comenzasteis... —Él agita su mano y


frunce los labios tratando de pensar en la palabra adecuada.

—¿A salir? —ofrezco. A pesar de que tenemos mucho más que eso.
Ella es mi todo y yo soy lo mismo para ella.

—Claro —dice mientras se vuelve hacia mí con el ceño fruncido—.


Lo que quiero decir es que su dedo aún no tiene un anillo en él. —Mis
dedos pican por meterse en mi bolsillo. Acabo de recibirlo la semana

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pasada. Él no lo sabe, se lo propondré esta noche. Mi corazón se hincha


y el orgullo corre a través de mí.

—¿Es esa tu bendición, George? —le pregunto.

—Es lo mejor que vas a obtener, hijo.

Asiento y empiezo a decirle mis intenciones, pero Catherine abre la


puerta. Miro por encima de mi hombro y la veo estrechar sus ojos
mientras dice:

—¿Vosotros dos estáis teniendo un pow wow3?

Su padre se ríe y dice:

—Estaba yendo hacia allí, cariño.

Camina por el pasillo y me giro para hacer frente a Catherine. Voy


a casarme con esta mujer. Soy un hombre afortunado.

—¿De qué estabas hablando? —pregunta con recelo.

—No es asunto tuyo. —Sostengo su mirada mientras chasquea la


lengua. Está decidiendo si quiere empujar, pero sé que no lo hará.

Ella suspira y se cruza de brazos.

—¿Vas a vestirte por lo menos?

—Sí, ahora voy.

Ella va a ser una leona y yo un cazador. Puedo devolverle el tiro.


Es elección de Catherine.

3 Refiere a tener una reunión. El término ha sido empleado para describir cualquier
reunión de tribus nativas americanas.

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Le beso la punta de la nariz.

—Te amo, gatita. —Ella me mostró lo largo de los años lo que


realmente significan esas palabras y realmente la amo.

—Te amo también —comienza con una voz melosa—, pero voy a
patear tu culo si no te vistes.

Le sonrío y me aseguro que su padre salió de la vista para poder


pellizcar su culo. Ella chilla y salta.

—Cuida esa boca tuya —le advierto como siempre—. Va a meterte


en problemas.

Me guiña el ojo y se aleja, tratando de ser sexy, que lo es.

—Estoy contando con eso.

Fin

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Lauren Landish

Jugando

para siempre

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Capítulo Uno
Cassie
Me giro de izquierda a derecha frente al espejo, revisando mi reflejo
por si hay algún hilo suelto o manchas en mi piel. Llevo una falda de
tablas azul oscura de animadora con los pliegues en rosa fuerte y un top
a juego. Estoy orgullosa de decir que no necesito más que un sujetador
acolchado para ayudarme a llenar la parte superior completamente, y es
fácil de leer el texto en mi top. San Romero Knights está impreso en
amarillo y blanco en el top ajustado sobre mis pechos. Mis ojos se
deslizan hacia abajo hasta mi falda, la cual es corta, ridículamente corta,
pero de nuevo Lollipop Chainsaw4 era un juego de mierda bastante tonto.
Caliente, sin embargo, y con mi cinturón rojo de piel sintética rodeando
mis caderas, me siento sexy, mucho más sexy de lo que lo hago en mi
ropa cotidiana de vaqueros y camisetas.

—Guau… ¡alguien va a cazar una polla esta noche! —Mi amiga Amy
bromea desde su cama mientras se ajusta las medias al muslo. Ella está
un año por delante de mí en la universidad, así que se aloja fuera del
campus, pero la mínima diferencia de edad no nos ha impedido ser
buenas amigas. Hace calor en su habitación, pero esto es Baton Rouge,
y siempre hace calor en octubre. No puedo imaginarme a la gente
disfrazándose así para Halloween en Nueva York—. Por favor, dime que
al menos llevas bragas debajo de esa cosa.

4Lollipop Chainsaw: La traducción seria piruleta motosierra, es un videojuego en el que


una animadora que va siempre con una piruleta mata zombis con una motosierra.

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Me giro y me levanto la falda, mostrando mi tanga rojo sangre,


riéndome un poco.

—Esto cuenta, ¿verdad?

Amy, que va a la fiesta de Halloween como una pícara enfermera,


silba.

—Te van a arrestar si lo llevas fuera de la fiesta. ¡Maldita sea, esos


entrenamientos que has estado haciendo han dado resultado,
consígueme tres copas y tendrás que rechazarme a mí también! —
bromea.

—Gracias, pero mi disfraz no es perfecto —digo con un movimiento


de cabeza, dejo caer la falda y me siento en la silla de Amy. Insistí en
cambiarme en su casa, ya que de ninguna manera pensaba ponerme este
traje en cualquier lugar cerca de la residencia. No saldría viva—. No pude
encontrar los calcetines adecuados que le pegaban.

—¿Qué vas a hacer entonces? —dice Amy, terminando de subirse


las medias a los muslos antes de levantarse de la cama y deshacer el
cinturón de su albornoz. Ambas estamos vestidas para una fiesta de
Halloween que dan dos hermanos que son profesores en nuestra
universidad en una mansión en las afueras de Baton Rouge. Los
profesores son famosos por un par de cosas. En primer lugar, son ricos
como el infierno, el tipo de dinero viejo que incluye una casa gigante en
una plantación. En segundo lugar, son misteriosos, con una especie de
aura oscura y sexy que ha conseguido mojar más que unas pocas bragas
de estudiantes. La pareja es un enigma, con más rumores sobre ellos en
el campus que la mayoría de la gente. Algunos son bastante
extravagantes, como el rumor que han estado enseñando en varias
escuelas de Baton Rouge desde los años cincuenta, a pesar de que sólo
parece que tienen treinta años. La tercera cosa acerca de los Henderson

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

es que son los anfitriones de la mejor y más sexy fiesta de Halloween en


todo Baton Rouge cada año.

Sólo invitan a un cierto número de personas, y las historias que


salen de su fiesta la convierten en el evento social de Halloween para
personas menores de veinticinco años en Baton Rouge. Quería ir el año
pasado, pero sólo se asiste por invitación. Es una buena regla. Me
sorprendió enormemente cuando recibí una invitación junto a Amy. El
sistema de selección que los Henderson usan para sus invitaciones está
envuelto en misterio, pero independientemente, recibir una invitación es
un gran impulso social para todos los que reciben uno de los sobres de
color crema y negro con detalles dorados. Cualquiera que sea la razón de
que me hayan seleccionado, es la primera vez que asisto, y quiero que mi
disfraz sea perfecto. Y el mío no lo es.

—Quiero decir que se supone que en la parte de arriba dice “San


Romero Knights” —me lamento, sacando los calcetines que encontré—.
Estos son solo blancos.

—Oh, buaaaah —bromea Amy, sacando el uniforme blanco de


enfermera que va a llevar. Es una parodia de cada uniforme de enfermera
que alguna vez se haya hecho, con un bajo escote en V que deja sus
pechos talla doble D prácticamente escaparse, que es exactamente lo que
ella quería—. Vamos, Cassie. No vas a una de tus convenciones de
empollones, vas a una fiesta de Halloween para bailar, beber, follar y
encontrar una polla gruesa y jugosa para chupar y joder. ¿Sabes? He oído
que el viejo profesor Henderson tiene una polla de veinticinco
centímetros. ¿Y si en Halloween está dispuesto a reinterpretar las reglas
para una clase especial de estudiantes? Mmm...estoy mojada solo de
pensar en ello.

Me río, sacudiendo la cabeza.

71
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Eres una completa puta, ¿sabes?

—¡Lo sé, y Halloween es como una maldita Navidad! —Amy se


burla, bajándose el traje por las piernas. Sumado a sus enormes pechos,
es lo que muchos chicos llamarían “gruesa”, pero aun así tiene una
cintura relativamente pequeña. Ella bromea que su bomba de carne está
haciendo tictac, pero hasta que estalle, simplemente va a disfrutar de lo
que pueda. Eso realmente no me importa, sin embargo, estoy contenta
de haber encontrado una amiga tan burbujeante y popular como ella.
Ella me ayudó a sentirme bienvenida en LSU5 desde el primer día.

—Me imaginé que el día de San Valentín era más tu día —respondo,
observando cómo ella, de algún modo, hace que un vestido que no parecía
más ancho que mi muñeca se adapte a cada curva de su cuerpo, sin dejar
nada a la imaginación—. Ya sabes, toda esa charla sobre el amor y todo
eso.

—¿Amor? ¡Por favor! —Amy se mofa, sacudiendo la cabeza—. El día


de San Valentín no es para personas como yo. Para San Valentín, los
hombres quieren a su novia o se van solos. Y yo no soy el tipo que los
chicos quieren para ser su novia. No es que me oponga a eso si el tipo
correcto apareciese, pero hasta ahora, ¡nada de eso! No... para mí,
Halloween es el día. ¡Te disfrazas, eres indecente y consigues incluso más
indecencias!

—¿Así que realmente planeas que te la claven esta noche? —


pregunto, tirando de mis calcetines. Se quedan a unos buenos diez
centímetros por debajo del dobladillo de la falda, lo que demuestra lo
corta que es, pero sólo se suma a lo sexy que me siento cuando me pongo
los calentadores rojos y los zapatos blancos de animadora que completan

5 LSU: Universidad Estatal de Luisiana

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

mi atuendo. Ahora me peino el cabello en dos colas de caballo altas y las


sujeto con gomas rosa y azul. Así que ahora todo lo que queda es
maquillarme, y, por supuesto, una piruleta como atrezo. Llevaría la
motosierra, pero con todo lo que sucederá esta noche, probablemente
olvidaría la maldita cosa en algún lugar, así que no hay necesidad de
desperdiciar eso. Amy tiene razón, me gustaría llevar esto a un Comic-
Con6 también. Pero con unas bragas apropiadas debajo de la falda,
porque no planeo ser manoseada por algún friki Han Solo.

—Aquí tienes una pista, Cassie, dado que pasaste tantos años
obsesionada con él —dice Amy, alisándose el vestido por el culo. Le he
hablado de él muchas veces, para su interminable diversión. Ella da
buenos consejos, la mayoría del tiempo—. Si entras en la situación
esperando y planeando tener relaciones sexuales, tienes mucho más
control que si te dejas arrastrar por el encanto de algún tío bueno. Así
que sí, tengo pensado ir allí, encontrar a alguien que consiga que mi coño
se ponga húmedo y dolorido y luego voy a follarlo hasta saltarle la tapa
de los sesos. De esa manera, voy a tener el control. Sin arrepentimientos
y sin preocuparme por despertarme infeliz por la mañana. Ya tengo un
Plan B por si acaso estoy tan borracha que me olvido del condón que
tengo en el sujetador. Cubro todas mis bases.

Asiento, mordisqueándome el labio mientras me miro al espejo otra


vez. Maldita sea, me veo caliente. Estaba refunfuñando antes por no tener
un traje completamente exacto, pero esto es algo que no se puede evitar.
No puedo ir sin mis gafas, ya que apenas puedo verme en el espejo sin
ellas y tengo que conducir a la mansión. Las saco de la cómoda de Amy
y me las coloco, revisándome una vez más. Me han dicho que la gran

6 Comic-Con: Convención de comic

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

montura negra se ve rara en mi cara, pero me gustan y no puedo usar


lentes de contacto.

—Supongo. Y sí, me gustaría un final feliz también.

—¿Un final feliz con alguien al azar...o con él? — Amy pregunta de
nuevo, poniéndose maquillaje en los ojos. Observo cómo expertamente
crea un aspecto oscuro y ahumado en el ojo, y si hay alguna noche
significativa para el maquillaje dramático, es Halloween—. ¿Sabes? he
oído que también recibió una invitación a la fiesta.

—Está bien, está bien... ¿tu punto es? —pregunto, poniendo los
ojos en blanco—. Ahora está jugando algo, ¿sabes?

Amy pone los ojos en blanco.

—Sí, he estado en los partidos sentada justo a tu lado mientras me


rompes los tímpanos animándolo. ¿Sabe Jake Axton quién eres?

Me encojo de hombros, incómoda con el tema. Me hace sentir como


la chica triste y lamentable que estaba en la escuela secundaria, no como
la joven mujer que me siento en estos días.

—Fuimos a la escuela secundaria juntos. No estábamos en las


mismas clases, pero era una de esas escuelas donde todo el mundo
conoce a casi todos los demás de vista. Además, ahora vamos a literatura
inglesa juntos.

—Sí, pero ahora que estamos en LSU, ¿te ha dicho algo? Literatura
inglesa es una de esas clases masificadas con un centenar de personas
en una sala de conferencias, a nadie le importa una mierda. Henderson
es el único profesor de inglés que no le endilga esa clase a uno de sus
asistentes graduados. Y sé una cosa sobre los jugadores de fútbol, las
dos cosas en las que destacan es en el fútbol y con los coños.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Especialmente cuando te pareces a Jake Axton. Sin ofender, tú y yo


somos las mejores amigas, pero no creo que pasara de follármelo si
alguna vez se me acerca. El cómo un hombre puede correr tan bien
mientras llena la entrepierna de sus pantalones como lo hace él es
simplemente inhumano.

Me río, no me ofendo en absoluto. El hecho es que Jake es guapo.


Es más que guapo para mí; ha sido mi chico de ensueño desde que yo
era estudiante de segundo año en la escuela secundaria y se trasladó e
inmediatamente capturó la atención de todas las chicas en la Escuela
Secundaria Jean LaFitte.

—Y sabes que no te odiaría si lo hicieras. Es sexy.

—Hablando de sexy, te ves como la animadora más sexy del mundo


en este momento —dice Amy, haciendo cosquillas en mi estómago
expuesto—. Maldita chica, ¿qué has estado haciendo?

—He estado trabajando un poco más duro de lo habitual para lucir


bien para esto —le respondo, riendo mientras me siento un poco tímida.
Alejando mi cabeza de Jake, me tomo un tiempo extra para asegurarme
que me veo más caliente esta noche... y no sé si Jake siquiera conoce mi
puto nombre—. Ya sabes, por si acaso.

Amy sacude la cabeza, resoplando.

—En serio, Cassie, ¿por qué estás tan obsesionada con ese imbécil?
¿Eh? ¿Cerca de cuatro años pegándote a él y le has hablado una vez?
Ámate a ti misma, chica. Eres inteligente, eres simpática, y esta noche,
estás caliente como el infierno. De todos modos, he pensado que eras
caliente cinco minutos después de conocerte, y no te estoy adulando
cuando digo eso. Pero si el Sr. “Pronto voy a ser Quarterback titular” no
te quiere... joder, busca a alguien que lo haga. Sé que no estás sufriendo
por los tipos que te quieren.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—No... quiero decir, es diferente de la escuela secundaria —admito.


Y es verdad. Desde que entré al campus y literalmente me encontré a
Amy el primer día, la universidad ha sido diferente. No soy la chica
empollona a la que sólo se acercan para que les ayude en el laboratorio
de química o con los deberes de matemáticas, la chica que fue a la
graduación de primer año sola porque nadie pensó en pedírmelo. En la
LSU hay bastante gente que me atrae, que me entiende y con la que me
siento cómoda y feliz. Y sí, estoy consiguiendo que los chicos se interesen
por mí. Algunos chicos muy guapos, también. Entonces, ¿por qué todavía
me importa él, cuando él está interesado en todas menos en mí? Solo...
—. Supongo que todavía necesito sacarme a Jake de mi sistema.

—¿Sabes lo que es bueno para sacar eso de tu sistema? —Amy dice,


sonriendo—. Unos veinte centímetros de diversión, insertados donde
quieras ponerlo.

—No has... —comienzo a preguntar antes de sacudir la cabeza—.


No importa, por supuesto que lo haces.

—¡Maldita sea! Y voy a hacerlo otra vez esta noche. Si alguna vez
quieres consejos, sabes a quién preguntar —dice Amy, dándome un beso
en la mejilla y riéndose cuando ve que me ha dejado una marca. Voy a
limpiármela y me agarra la muñeca—. Déjala, te hace aún más caliente.
Ahora vamos, amargada. ¡Vamos a la puta fiesta!

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Dos
Jake
—¡Oye, Jake!

Me giro, el paquete de papel marrón debajo de mi brazo derecho


arrugándose mientras veo a Luke Brownhold cruzando el terreno. Él es
uno de los jugadores de la escuadra de prácticas, y aunque lo han
alineado sólo una vez en sus tres años en los LSU Tigers, es popular,
principalmente porque es un chico divertido. Cinco minutos con él y
sientes cómo empiezas a reír. Bueno, eso y que tiene un acento que te
hace jurar que acaba de salir del mismísimo pantano, a pesar de que es
de Mississippi.

Afortunadamente, el entrenador redujo el entrenamiento hoy. Es


mitad de la semana, y él sabe lo que la LSU hace para Halloween. A pesar
de que Luke y yo somos los únicos chicos del equipo que recibimos
invitaciones a la infame fiesta anual de los Henderson, eso no significa
que no habrá mucha locura esta noche para el resto de los Tigres.

—Hola, Luke, ¿qué haces?

Luke sonríe, sacudiendo la cabeza.

—Ya tengo la cabeza en esta noche. ¿Ese es tu disfraz?

—Sí, acabo de recogerlo de la tienda —respondo—. ¿Qué hay de ti,


como vas a ir?

La sonrisa de Luke se ensancha mientras se ajusta la mochila,


deslizándola hacia atrás sobre su hombro.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Igual que el año pasado. De fantasma. El traje es barato como la


mierda, me toma cerca de cinco minutos estar listo, y la mejor parte es...
no uso una maldita cosa debajo de la sabana.

Me detengo, luego me río, sacudiendo la cabeza.

—Puedo ver la ventaja. ¿Y es útil?

—Aún no has estado en ninguna de estas fiestas de Halloween, por


supuesto. Déjame que te ponga al día. Si no puedes conseguir un polvo
esta noche, algo te pasa. En serio, toda la propiedad se convierte en algo
salido de una película porno a medianoche por lo general. Todo el maldito
segundo piso está prácticamente equipado con cosas para que la gente
folle, camas, cojines, lo que sea. La gran sala en el centro se convierte en
una puta orgía la mayoría de las veces por lo que he oído. Si quieres
privacidad, vas a una de las habitaciones más pequeñas o a los viejos
cuartos de los sirvientes, también están bien. O mierda, el año pasado
tuve una chica chupándome la polla allí mismo, en la pista de baile.

—Supongo que eso hace que la sabana sea especialmente útil —


bromeo, y Luke asiente—. Así que lo que estás diciendo es...

—Ve con suficientes condones para asegurarte que puedes


conseguir que tu monstruo folle —termina Luke—. Así que ¿qué hay en
el paquete de todos modos, de qué vas a ir?

—Me imagino que un clásico, es un disfraz de vampiro —le


respondo—. Bonito y fácil, no se necesita mucha inteligencia, la necesito
para las clases. Ahora mismo me han pateado el culo en matemáticas.

—No necesitas preocuparte por eso esta noche, Jake. ¿De qué tipo
de vampiro vas, Edward o Drácula?

Le respondo golpeándolo en el hombro, riendo.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—¡Un poco de respeto! ¿Crees que quiero ser esa polla de


Transilvania o esa brillante mierda metrosexual? Voy de un malvado
vampiro. ¡Lestat, el hijo de puta!

—Esto es Luisiana, él es una buena elección —reconoce Luke—. De


acuerdo, tengo que irme. Te veo en la fiesta.

Me dirijo a la residencia, desenvuelvo el disfraz y me cambio. La


razón por la que tuve que comprar esta puta cosa en lugar de alquilar
algo básico de la tienda de disfraces es mi cuerpo. Francamente, es un
regalo y una maldición medir un metro noventa, pesar cien kilos y estar
construido de la manera en que lo estoy. Por un lado, incluso en el
segundo año de secundaria, cuando me mudé a Baton Rouge con mis
padres, he sido bendecido atléticamente. Entré en el colegio y me
enganché al trabajo como quarterback titular del equipo de fútbol y la
animadora más caliente como mi novia casi en la misma semana. Casi lo
mismo ha ocurrido aquí en la LSU, o al menos estoy en camino. Tengo
mi selección de chicas que quieren follarme sin pensar y mientras todavía
no soy quarterback titular, a menos que me rompa algo, estoy seguro de
tener la titularidad el próximo año. Algunos de los comentaristas y
seguidores están incluso diciendo que tengo una buena oportunidad de
ser profesional si me mantengo.

Si mis calificaciones se mantienen, es lo que deberían decir. Esa es


una cosa que ha sido mucho más difícil en la universidad. No soy tan
inteligente como me parecía al salir de la escuela secundaria, y cuando
añades treinta horas a la semana de entrenamiento de fútbol, sesiones
de video, sesiones en la sala de musculación y todo lo demás, me
perjudica cuando se trata de mis clases. El entrenador ha hablado
conmigo una vez ya este semestre, y la parte difícil está llegando, con los
finales casi superpuestos con cualquier partido de pretemporada que
tengamos.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Soy simplemente cojonudo —digo en un falso acento de Luisiana,


tirando de mi disfraz. Tampoco es ropa barata, aunque no estoy
acostumbrado a la camisa con volantes y chaleco, supuestamente como
lo llevaban en los años 1800. Los pantalones no son tan diferentes de lo
que uso para el fútbol, así que supongo que estoy un poco acostumbrado
a lo que el tipo de la tienda de ropa llamó calzones. Joder, con mi pelo
castaño largo con mechas rubias, todo funciona, y me coloco mis
colmillos de vampiro, contento con el resultado. Son de porcelana, no de
plástico barato y puedo llevarlos toda la noche si quiero. Me miro en el
espejo, con mirada lasciva.

—Quiero chupar tu... sangre.

Bajo a mi coche y sigo las instrucciones hasta la casa de la


plantación de los Henderson, impresionado por lo que veo. Cuando
alguien me había dicho que era de la vieja escuela del Sur, pensé que
estaban bromeando, pero mierda. El sol se está poniendo, pero los
árboles de magnolia cubiertos de musgo le dan una sensación de
grandeza, como si estuviera conduciendo mi coche fuera del mundo
moderno y regresando a algo diferente, algo más poderoso y privado. La
casa parece ser de unos noventa metros de largo de extremo a extremo,
pero eso no puede estar bien, aunque hay por lo menos diez ventanas en
el segundo piso, cada una de ellas parece que tal vez sea de una
habitación diferente. Aparco donde todos los demás están haciendo cola
y espero no quedarme encajonado, aunque algo me dice que
probablemente estaré aquí el tiempo suficiente para que no sea un
problema.

Subo los escalones de la puerta principal, donde veo de pie al


profesor Henderson con el que tengo una clase, saludando a gente
mientras que entran. Está vestido con un esmoquin y una máscara, y
creo que es el Fantasma de la Ópera, la máscara me resulta vagamente
familiar. Lo tengo en literatura inglesa, y creo que él está en ese tipo

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

de cosas. No es un imbécil como muchos de los profesores, pero


definitivamente es un tipo que ama los libros. No sé mucho acerca de su
hermano, creo que enseña ingeniería mecánica. Por lo que he oído nunca
sabrías que eran hermanos ya que sus personalidades son tan diferentes.

—Ah, Sr. Axton —el profesor Henderson me saluda, su voz grave


retumbando. Juro que de alguna manera suena diferente esta noche. Tal
vez sea el disfraz, pero suena... más fuerte, más aquí de lo que lo hace en
clase—. Un placer que viniera.

—Gracias, profesor. Uh... bonito disfraz —le respondo, mirando


hacia el vestíbulo. Veo camareros con bandejas con flautas de champán.
Estoy acostumbrado a la cerveza y a mesas de barril, esto va a ser
nuevo—. Guau, se han esmerado.

—Hay magia en la noche, Jake —dice el profesor Henderson en voz


baja, siguiendo mi mirada—. Ninguna más que en Halloween. Es una
noche para celebrar esa magia, para celebrar la oportunidad de ser lo que
queramos ser, para... bueno, disculpa por hablar y hablar, pero es una
noche poderosa. En esta noche, puedes ser quien quieras ser. Eso es algo
muy poderoso. Algunos incluso dirían que mágico. Así que, de nuevo,
cualquier persona que viene como Lestat debe entender el poder de la
noche. Disfruta y diviértete.

—Gracias, profesor —respondo, entrando. Es como entrar en un


mundo de fantasía con todo tipo de gente con diferentes disfraces. Por
supuesto que están los personajes normales, veo a dos Batman,
afortunadamente de diferentes épocas, un Frankenstein, un hombre
lobo... bueno, supongo que yo cuento como normal también, ya que soy
un vampiro. Veo bastantes disfraces genéricos, ahí está Luke con su
sabana de fantasma con los tobillos peludos sobresaliendo por debajo del
dobladillo, veo a una muchacha disfrazada de enfermera que está tan

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

buena que podría poner en marcha los corazones con apenas una
sacudida de su trasero... de todas las formas.

—Señor, la mayoría de los asistentes están en el salón de baile


principal —dice uno de los camareros suavemente mientras me da una
copa de champán—. La música está allí.

Me bebo la copa de champán, sorprendido por lo fuerte que es. ¿No


se supone que el champán debía ser más flojo que la orina? Le devuelvo
la copa al camarero, recordándome a mí mismo controlarme, no quiero
acabar siendo un borracho impotente o vomitar por encima de la
barandilla de este lugar. Vomitar no me avergüenza, y he vomitado
muchas veces antes de beber, pero simplemente no parece correcto aquí.

—Gracias.

—Que disfrute, señor.

Sigo la música hasta el salón de baile principal, que es enorme,


fácilmente de treinta metros de largo y ocupa una gran parte del primer
piso. Las luces de la lámpara del techo han sido atenuadas, por lo que
me toma un momento notar que el DJ está ubicado al otro lado de la
habitación. Él va un poco de vampiro también, pero es un Drácula
bastante de pacotilla, con pintura blanca en la cara, el pelo engominado
hacia atrás y una capa barata de satén. Sin embargo, sus habilidades
como DJ están bien, la música es buena sin ser demasiado fuerte.

—¡Hey Jake! ¡Me alegra ver que viniste! —dice Luke, viniendo por
detrás de mí—. ¡Echa un vistazo, echa un vistazo, echa un vistazo!

Echo un vistazo y puedo ver por qué Luke dijo que este lugar se
convierte en una orgía. Sea cual sea tu gusto, parece que hay alguien
aquí para ti. Las chicas van desde delgados “fideos” como algunos de los

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

chicos del equipo de fútbol las llaman, hasta robustas y curvilíneas.


Aunque cada una de ellas están buenas.

—Mierda, hombre, es como un bufé de todo lo que puedas comer


—digo, con una sonrisa extendiéndose por mi cara—. Mierda, yo... —Mis
palabras se apagan cuando la veo. Nunca ha sabido lo que siento por ella.
Cassie Barnett. He sabido quién es desde que se mudó a Baton Rouge.
Fuimos a la misma escuela secundaria juntos y he tenido algo por ella
desde entonces. La vi en el segundo día de clases, sacando sus libros de
su taquilla justo al lado de la clase de ciencias de la señora Griffin, y yo
le habría dicho algo entonces, excepto que tenía compañía conmigo. Uno
de los otros chicos del equipo de fútbol y mi nueva novia, Tara, una
animadora, ambos estaban merodeando. Sin embargo, nunca olvidé a
Cassie ese día o cualquier día desde entonces, en realidad. Alta para una
chica, con largo cabello rubio color miel y grandes ojos azules, no podía
creérmelo cuando descubrí que nos movíamos en círculos completamente
diferentes.

Ella era una empollona, básicamente. Yo era un atleta. Entré en el


colegio, conseguí ese puesto de quarterback titular y desde ese momento
eso significó que sólo tenía que salir con animadoras como Tara o las
chicas que las animadoras hubieran aprobado. No era tan malo,
supongo, quiero decir, que siempre había otra en la fila si quería
deshacerme de la que estaba, pero aun así... nunca tuve el coraje de ir a
hablar con Cassie.

Porque ella era una empollona y yo un atleta. Sin embargo, había


momentos, como cuando ella estaba en los partidos de fútbol, tomando
fotos para el periódico de la escuela, que juro que se veía preciosa. Ella
tenía un tipo intenso de belleza, supongo que es la mejor manera de
decirlo, pero nunca hice un movimiento. Sin embargo, la observaba
incluso cuando tenía citas con las animadoras, y a veces, juro que
también la atrapé mirándome. Nunca tuve el coraje de hacer nada

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

al respecto, sin embargo, estaba demasiado atrapado en las reglas


sociales de mierda que dictaban la vida en Jean LaFitte High.

Pero esta noche... maldito infierno. Ella no está sólo preciosa, ella
es un ardiente magma líquido. Calcetines al muslo con calentadores
rojos, una falda azul oscuro y un ajustado top... se da la vuelta y el disfraz
me golpea en la cara. Ella es Juliet, de Lollipop Chainsaw. Un juego
completamente tonto, pero al que jugué un montón el año pasado, y
Cassie tiene el traje casi totalmente perfecto, hasta el color de los
cordones de los zapatos. No lleva una motosierra, pero tiene una piruleta
metida en la muñeca derecha y está sonriendo, hablando con una chica
que parece que ha salido de los Munsters o quizá de la Familia Addams.

—¡Hey, Jake! ¡Tierra a Jake! —dice Luke, empujándome el brazo—


. ¿Qué, ya corrió toda la sangre de tu cabeza a tu polla?

Parpadeo sobresaltado y me vuelvo hacia Luke, sacudiendo la


cabeza.

—Lo siento hombre, he visto a alguien de mi clase de literatura


inglesa.

Luke asiente, su cabeza se vuelve cuando veo a Cassie dejar caer


algo en el suelo, inclinándose para recogerlo. Oh. Dios. Mío. Ella lleva un
tanga y mi polla salta en mis pantalones cuando veo un destello de su
piel ligeramente bronceada antes de que su mano alcance detrás y se
estire la falda sobre su perfecto culo. Puedo escuchar a Luke silbar
apreciativamente.

—Guauu colega, nunca he visto una animadora tan buena. No se


puede agachar así, va a conseguir una polla en ese agujero si no tiene
cuidado...

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Alguien se ríe maliciosamente y estoy instantáneamente cabreado.


Ni siquiera me había dado cuenta de que alguien se había unido a
nosotros. ¡Eh, imbéciles, no habléis así de Cassie! ¡Ella tiene clase, es
atractiva y aunque está presumiendo un poco, ella es mejor que cualquier
de vosotros, gilipollas!

—Voy a tener que probar eso —dice el otro tipo, quien veo que está
vestido como el Capitán América. Antes de que él pueda hacer cualquier
cosa, doy un paso adelante, poniendo mi mano en su pecho y
empujándolo hacia atrás ligeramente.

—Y una mierda que vas a hacerlo. Vosotros dos vais a buscar a


alguien más. Ella es mía —gruño, Luke agarra al Capitán América por el
brazo cuando intenta algo. Luke sabe que soy bueno para algo más que
lanzar touchdowns. Puedo colocar un puto golpe si tengo que hacerlo. Lo
hice durante el partido de verano, ganándome mis galones trabajando
con los equipos especiales7. Luke susurra en el oído de Capitán América
y se alejan, dejándome.

Me giro, viendo que Cassie se ha movido y mis ojos se disparan por


los alrededores en pánico. ¿A dónde fue? Tengo que encontrarla, ¿a dónde
diablos fue?

7Equipos especiales o special teamers, es un grupo de jugadores con asignaciones


más ofensivas y de contacto.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Tres
Cassie
Lo veo antes de que él me vea, llegué hace quince minutos. Amy
está en el vestíbulo, revisando los "cuartos de juegos" arriba mientras me
pongo cómoda en el salón de baile. El lugar es gigantesco, pero los
candelabros dan suficiente luz para que no se sienta como una tumba.
Sorbo mi champán, encantada de saber lo fuerte que puede ser esta cosa.
Mucha gente del campus no lo cree, pero la mayoría de los espumosos,
especialmente los buenos, son más fuertes que la cerveza barata que la
mayoría de los estudiantes beben antes de los partidos o de cualquier
cosa. Y el profesor Henderson no está escatimando ningún gasto para
esta fiesta, esto es lo bueno. Quiero decir, hay cerveza aquí también, pero
todas las bebidas son gratis, voy a seguir con el buen champán por ahora.

—¡Cariño, cariño, estás buenísima! —dice Nina Lemmon con su


perfecto acento inglés mientras se acerca. Ella es otra de mis amigas y
vamos a cálculo juntas. Está disfrazada de Morticia Addams, lo que se
adapta totalmente a su tono de piel, ya que es el tipo de chica que no
puede salir al sol sin protector solar a menos que quiera correr el riesgo
de convertirse en una langosta roja. No tengo ni idea de por qué una chica
de los suburbios de Londres que ya se graduó en una universidad
británica se arriesgaría a venir a Baton Rouge para el trabajo de
postgrado, pero dice que le encanta la cultura. Lo que sea. Es una pasada
escuchar su mezcla de jerga sureña con su acento inglés, y sé que a
muchos tipos les gusta solo escucharla hablar—. ¡Tienes que ligar esta
noche!

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—¿No lo hacemos todos? —pregunto, levantando una ceja—. Te ves


bien, Nina.

—Gracias por eso, aunque sospecho que la mayoría de los hombres


te están mirando más a ti que a mí —responde Nina con una risa
musical—. Es lo que consigo por llevar mi primer traje de Halloween
americano tan exacto.

—¿Qué quieres decir? Vas a tener tantos tipos mirándote como yo


—le aseguro—. Quiero decir, que solo...

—Antes de que sigas con tu comentario crítico sobre ti misma,


jugador de padball detrás de ti —bromea Nina. Ella sabe que en el fútbol
del loco Sur, llamar al fútbol “padball”8 o “handegg”9 es correr el riesgo
de enfurecer a la gente. A ella no le importa, lo cual puedo respetar—. El
quarterback, además.

Miro detrás de mí, tragando la sequedad de mi garganta cuando


veo a Jake entrar, vestido como un Lestat casi perfecto, incluso antes de
que abra la boca y sus colmillos brillen con la luz. Un tipo vestido como
un fantasma aparece y empieza a hablar con él y me vuelvo hacia Nina.

—Sí, es Jake.

—Es Jake, dice, como si estuviera hablando del tiempo —Nina se


burla, sonriendo—. ¿Sabes querida? Si no le das a la abeja algo por lo
que venir, la flor permanece intacta.

8
Padball: es un deporte concebido a partir de la fusión del fútbol y el pádel.
9Handegg: un término satírico para nombrar el futbol americano frente al futbol o
balompié. Foot-pie, ball-pelota en contraposición a hand-mano, egg-huevo.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Una idea que ha estado en mi mente mucho recientemente —le


respondo—. Sólo tengo que averiguar cómo hacerlo bien.

Nina asiente, luego deja caer la servilleta de su mano al suelo,


dándome un guiño.

—Oops. ¿Crees que puedes ayudarme? Este vestido es demasiado


estrecho.

Nina se da la vuelta y se va, dejándome mirando la servilleta.


Hmm... ¿por qué mierda no? Me inclino, deliberadamente manteniendo
las piernas rectas mientras siento mi culo exponerse directamente en la
dirección de Jake, atrapando la servilleta con mi mano libre antes de
levantarme y estirarme la falda. Veo a Amy al otro lado de la habitación
y saludo, dirigiéndome a ella.

—¿Acabo de ver que le has dado a Jake Axton una luna llena? —
pregunta Amy cuando subo, con una enorme sonrisa en el rostro—.
Bueno, a él y una media docena de personas más.

—Nina dejó caer su servilleta —digo, dejando el papel arrugado


sobre la mesa junto a nosotros—. No quiero ser una persona sucia,
¿sabes? ¿Cómo está el piso de arriba?

—Lujoso, sensual y hasta ahora, casi vacío. —Amy ronronea,


pasándose la mano derecha por el pecho—. Pero algunas de las cosas que
tienen ahí arriba... oh, nena, voy a tener dificultades para escoger lo que
quiero hacer primero.

—¿Cómo qué? —pregunto, cogiendo otra copa champan de uno de


los camareros. Bebo con cuidado, no quiero emborracharme.

88
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Un Sybian10, una barra separadora con puños, todo tipo de


juguetes... hay algo para cada uno. Y en otras habitaciones, un montón
de camas y sábanas de satén. Velas, chimeneas, todo tipo de cosas
románticas, también. Ahora es el momento de ver si el profesor necesita
un chequeo. En cuanto a ti... huum, parece que alguien ha mordido tu
cebo. Nos vemos.

Amy agita los dedos a quienquiera que esté detrás de mí.

—Buen disfraz, cariño —dice y se va.

—Gracias —dice una voz familiar. Me doy vuelta, y ahí está Jake,
y oh Dios mío, está aún más guapo de cerca—. Lollipop Chainsaw. Buen
juego —dice, mirándome de arriba a abajo apreciativamente.

—El mejor disfraz, Lestat —respondo, tratando de jugar con


calma—. Me gusta el chaleco.

—Mejor que usar el abrigo completo y los faldones, me sudarían las


bolas —dice Jake—. Pero tú no debes agacharte así, especialmente con
ese puto tanga. Casi rompiste un paquete de seis pollas allí detrás.

—Eso es problema de las pollas, no mío —le respondo, enojada por


alguna razón. ¿Por qué soy una perra? Puse el cebo para él, y obviamente
estaba lo suficientemente interesado como para venir a buscarme—. ¿Eso
es todo?

Jake sacude su cabeza, sus ojos brillantes.

10 Sybian: juguete erótico que consiste en un asiento semejante a una silla de montar,
que contiene en su interior un motor eléctrico conectado a una pequeña varilla en la
que se fija un accesorio complementario realizado en goma, caucho o látex y de forma
fálica.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Vamos a bailar. Enséñame si eso es sólo un disfraz o si eres capaz


de cumplir lo que prometes.

—¿Perdón? —pregunto, sorprendida y caliente al mismo tiempo.


Su voz rebosa arrogancia, y por la forma en que me mira ahora mismo,
mi tanga está empapado y me pregunto si voy a empezar a gotear por mi
pierna en un segundo. Me bebo el resto del champan y dejo la copa a un
lado, volviéndome para mirarlo a los ojos—. ¿Crees que puedes darme
órdenes? ¿Como si fuera una puta de un bar?

—¿La puta de un bar? No. Pero estás vestida bastante provocativa


esta noche —observa Jake, sus ojos bajando hasta mis pechos—. No es
algo malo, pero pareces que estás a la caza de algo. Así que... ¿realmente
puedes bailar o simplemente vas de calientapollas?

—¿Quieres averiguarlo? —le pregunto, rodeándolo y agarrándolo


de la muñeca. Podía resistirse a mí fácilmente, me supera probablemente
en treinta cinco kilos o más, pero me sigue hasta el espacio delante del
DJ, donde la gente ha empezado a bailar. El ritmo es agradable y me meto
en él, moviendo el cuerpo al ritmo y observando a Jake. Él sigue la música
y aunque no ha salido con algo digno de la línea Soul Train11, se mueve
bien, su cuerpo llamándome. Cuando la música se ralentiza tira de mi
más cerca y no me resisto, mi piel chisporrotea de electricidad cuando
me pone la mano en la parte baja de la espalda. Empiezo a frotarme
contra él, y Dios mío, creo que siento su polla toda dura, presionándose
contra mi muslo.

—Sube conmigo —me gruñe Jake al oído, pero me detengo,


retrocediendo. ¡No, es demasiado rápido, es demasiado rápido. Quiero,
pero mierda, no soy muy buena en esto!

11 Soul Train: programa estadounidense de variedades musicales

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—No —siseo, con voz trémula. Me alejo con las piernas temblorosas
y puedo sentir los ojos de Jake clavándose en mi espalda mientras me
maldigo. ¿Qué demonios estoy haciendo?

De pronto siento su mano en mi hombro, dándome la vuelta para


mirarlo a los ojos, y espero que esté enojado, pero no lo está.

—¿Qué estás haciendo?

—No soy alguien a quien puedas dar órdenes —le digo—. No caigo
tan fácilmente.

Jake parpadea, las palabras calándolo.

—Entonces, ¿qué estás haciendo aquí?

Miro hacia arriba, tratando de controlar la tóxica mezcla de ira,


vergüenza y excitación dentro de mí, tratando de encontrar palabras.
Finalmente tomo una respiración profunda y lo miro a sus oscuros e
intensos ojos.

—Quizá haya venido aquí esta noche buscando a un futbolista para


echar un polvo.

Jake sonríe, dándose cuenta de lo que estoy tratando de decir.

—Bueno, tienes uno justo aquí, Cassie.

Espera... ¿sabe mi nombre? Retrocedo, dando un paso atrás antes


de que me desmaye y me doy media vuelta, dejando el salón de baile.
Tengo que tomar el aire.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Cuatro
Jake
La veo prácticamente huir de la habitación, estoy confundido. ¿No
reconoció quién soy realmente bajo esta estúpida camisa de mierda? No
llevo maquillaje, los colmillos no distorsionan mi boca tanto y aparte de
llevar el pelo de punta, diría que me veo como yo mismo. Los malditos
pantalones parecen pantalones de fútbol más que cualquier otra cosa.
¿Realmente me veo tan diferente del chico que fue a la escuela secundaria
con ella y ha compartido la clase de Literatura Inglesa con ella durante
todo este semestre?

Parte de mí dice que debería mandarla a la mierda y encontrar otra


chica. Hay por lo menos una docena aquí que me dejarían hacerles
cualquier cosa, puedo ver ahora a dos que se acercan a mí. Pero... pero
esta es Cassie, y si ella está dispuesta esta noche, que me condenen si
voy a dejar que alguien más la folle. Sin embargo, una parte de mí dice
que incluso si no la follo esta noche, yo... no sé lo que estoy pensando
ahora, sólo necesito seguirla.

Ignoro a las zorras, una vestida como esa chica X-Men que usa
gafas de sol todo el tiempo, la otra vestida como una prostituta. Qué
apropiado, aunque dudo que tuviera que pagarle un centavo. En su lugar,
camino hacia las puertas del salón de baile, deteniéndome cuando Luke
se pone frente a mí.

—Hey, ¿qué estás haciendo? Esas dulzuras detrás de ti están listas


para follar el suelo simplemente mirándote.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Calidad sobre cantidad —le explico, pasándolo—. Vete a


divertirte, Lukey.

—Odio cuando me llamas Lukey —dice Luke, pero ya he pasado


por delante de él, dirigiéndome hacia el vestíbulo. No veo a Cassie, sólo
hay cuatro personas, una chica vestida con un largo vestido negro que
se dirige a lo que el pequeño letrero dice es el baño, una pareja
montándoselo en las escaleras y una camarera vestida como uno de los
empleados.

—Oye, ¿viste a una animadora rubia? —pregunto, y la camarera


asiente—. Bueno, ¿puedes decirme a dónde fue?

—Salió por detrás, señor —dice la camarera, señalando una puerta


a la izquierda del pasillo del cuarto de baño—. Da al jardín.

—Gracias —respondo, dándole un pequeño saludo—. ¿Te estás


divirtiendo?

La camarera sonríe ligera y misteriosamente.

—Eso vendrá más tarde, señor.

¿Qué diablos significa eso? Esto es extraño. No hay tiempo para


eso ahora, aunque me apresuro tras Cassie, emerjo del corto corredor a
lo que parece un comedor y a través de las puertas francesas al porche
trasero. En realidad, porche trasero no es el término adecuado para usar,
es una gran terraza. La luna está alta y enorme en el cielo, blanca y llena.
Miro a mi alrededor, y allí está Cassie, apoyada en la barandilla, la curva
inferior de su trasero asomándose por debajo de su falda, pero no creo
que ella sea consciente esta vez. Tomo una profunda respiración y cruzo
la terraza, tratando de no sorprenderla o asustarla.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—¿Cassie? Lo siento si me porté como un idiota exigente. Eso no


era lo que yo quería hacer. Sólo pensé...

Cassie gira la cabeza y me mira de arriba abajo, y por primera vez


siento que soy el que está siendo evaluado, no al revés. Se siente extraño,
porque no creo que me esté mirando solo físicamente, sino como si me
estuviera valorando.

—Sé quién eres, Jake. Fuimos a la escuela secundaria juntos


durante tres años, y eres fácilmente reconocible, incluso en ese traje de
Lestat. Es solo... que me sorprendiste.

—¿Cómo? —pregunto, apoyándome en la barandilla junto a ella—.


Quiero decir, sé que me pasé un poco, pero pensé que estabas
disfrutando de eso. Simplemente siguiendo el juego, ¿sabes?

Cassie se ríe silenciosamente, mirando hacia el cielo nocturno. A la


pálida luz de la luna es aún más hermosa, pareciendo algo como una
estatua o alguna otra pieza de arte. Irónicamente, ella se parece más a
su inspiración de videojuegos que nunca, aparte de la luz de la luna que
vuelve sus cristales de las gafas blancos. Es sexy, y detrás de los cristales
puedo ver brillar sus ojos. Cuando se lame los labios, puedo sentir un
hormigueo en mi todavía dolorida polla, y lo tengo mal ahora mismo. Sin
embargo, no estoy aquí sólo siguiendo a mi polla, estoy seguro de eso.
Pero no sé exactamente por qué estoy aquí.

—Jake... hemos estado uno alrededor del otro durante tres años.
¿Cuántas palabras hemos intercambiado en todo ese tiempo?

Me encojo de hombros, apoyando los codos en la barandilla y


mirando hacia el jardín.

—No lo sé. ¿Un par de docenas, tal vez?

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Cassie asiente, echándome un vistazo, la luz de la luna desaparece


de sus gafas y me deja ver sus ojos completamente otra vez.

—Y esta noche, con menos que eso, trataste de llevarme arriba.


Hasta que no dijiste mi nombre, ni siquiera estaba segura de que lo
supieras. No soy tan fácil, aunque esté vestida de esta manera. No soy
una puta.

—¡Lo sé! Durante tres años te vi como... —replico, de repente


acalorado bajo el cuello. ¿Quién sabía que esta camisa de volantes sería
tan calurosa en una noche de Luisiana? ¡Pensé que esta cosa debía ser
ligera! —. Sólo digo que sé que no eres una puta.

—Pero me trataste como si lo fuera —dice Cassie en voz baja—.


Durante tres años, nunca me diste ni la hora. Durante tres años, tú y yo
nos movimos por los mismos pasillos y ahora estamos juntos en
literatura inglesa. Y hasta que me vestí como una de las zorras con las
que has estado saliendo todo este tiempo, nunca hablaste conmigo. Me
visto con este disfraz y de repente estás sobre mí.

Ella sonríe, y creo que está tratando de ser juguetona, tal vez siendo
un poco mala mientras se acerca lo suficiente para que pueda entrever
sus pechos en el top y tengo que reprimirme de tocarla. Trago con fuerza,
deseando tener las pelotas para explicar la verdad. Explicar cómo he
estado atrapado también, cómo quería hablar con ella y cómo tenía
miedo. Tenía miedo de que si rompía las reglas no escritas, me
expulsaran de la gente guay. Que estaría solo, y después de mudarme a
Luisiana a través de medio país, tenía miedo de estar solo más que de
cualquier otra cosa. En vez de eso, sonrío de nuevo, alzo la mano y juego
con una de sus coletas.

—Cassie, siento lo del pasado. Y tal vez tengas razón, fui demasiado
rápido antes. Pero tienes que admitir que te ves muy follable esta noche,

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

y no sé si lo sabes, pero ese pequeño truco al tirar la servilleta me


cortocircuitó la cabeza un poco.

—Follable ¿eh? —pregunta Cassie, dando un paso atrás, su sonrisa


desapareciendo—. Disculpa Jake, creo que debo irme.

—¡Espera, Cassie! —le digo, tomándola de la muñeca—. ¿Qué


pasa? Sólo estoy tratando de decir que te ves buenísima esta noche.

—Sí... pero ese es el problema —dice Cassie, volviéndose hacia mí.


Retuerce la muñeca en mi agarre y se libera, una jugada muy ingeniosa
que me coge desprevenido. Ella es ágil y atlética también... ¿qué más no
sé sobre ella?

—¿Qué quieres decir?

Cassie se tira de la falda, mirando hacia abajo.

—Que no soy una cazadora de zombis, ni la tía buena de un


videojuego, ni una animadora. Sólo soy una empollona, una chica ñoña
que quería jugar a disfrazarse esta noche y tal vez disfrutar de una
pequeña fantasía. Pero mañana, tengo que ser capaz de mirarme en el
espejo, y la chica que me devolverá la mirada no es ninguna de esas cosas
sexy que estás tan desesperado por follarte ahora mismo. Sólo soy Cassie
Barnett, la chica que ha estado enamorada de ti durante tres años, y ella
no es capaz de manejar lo que pasará cuando me folles y luego lo trates
como algo de una sola noche. Así que... gracias por el baile, pero tengo
que irme.

Se gira y se aleja rápidamente, casi corriendo, dejándome de pie


allí, aturdido. Espera, ¿Cassie está enamorada de mí? Así que, ¿todas
esas miradas, esas veces que pensé que tal vez estaba interesada en mí,
eran reales, yo no estaba imaginándomelo?

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Guau.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Cinco
Cassie
El bar está en salón de baile al otro lado del de la zona del DJ, así
que está un poco más tranquilo, aunque creo que han aumentado el
volumen a medida que la fiesta ha ido a más. Una mirada a la gente que
baila muestra mucho más contacto piel a piel, y creo que el tipo vestido
con una sábana como un fantasma está literalmente follándose a una
chica que está vestida como una geisha en la esquina de la pista de baile.
Está haciendo que mi cabeza de vueltas, y me vuelvo, cojo una copa de
champán y me la bebo, aún no estoy satisfecha.

—¡Otra!

—Quizás sería mejor un ginger ale —dice una voz profunda e


intensa junto a mí, giro la cabeza para ver al profesor Henderson en su
disfraz de fantasma de la Ópera.

—Por supuesto, profesor —dice el camarero, estirándose y sacando


una botella de ginger ale antes de verterla en una copa de champan y
entregármela—. Aquí tienes.

—Vamos, Cassie. Elegí el ginger ale como bebida alternativa,


porque aunque no me importa si la gente celebra la noche bebiendo, hay
veces en que el alcohol no es exactamente lo que se necesita, pero
camuflarlo es una herramienta útil. En este momento, pareces necesitar
algo para tranquilizar tus nervios, no para dejar caer tus inhibiciones.

—Tú también me reconoces —digo, sorbiendo el ginger ale. Está


dulce y frío, el camarero debe mantenerlo en el hielo debajo de la barra—

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

. ¿Todo el mundo se da cuenta que estoy vestida como una zorra de


videojuegos en este momento y todavía saben quién soy?

—Casi. Elijo a quien invito a esta fiesta muy, muy cuidadosamente


—dice el profesor Henderson—. Tienes amigos aquí, sí, pero nadie te
juzgará ni dirá nada sobre lo que decidas hacer esta noche. Aun así ¿te
gustaría hablar en un sitio un poco más tranquilo? Digamos, ¿en el
vestíbulo?

—Mi amiga Amy va a estar celosa —bromeo, y él me da una


pequeña y conocedora sonrisa. ¿Probablemente ya le haya tirado los tejos
o quizás ya la ha rechazado?—. Pero solo hablar, profesor.

—Lo prometo, sólo hablar. Soy un profesor y tú una buena


estudiante. Cuando esto ocurre, a veces retraso mis necesidades
personales para disfrutar de otro de mis placeres, la educación.

Salimos al vestíbulo, que de repente está extrañamente desierto,


casi sin ruido. Incluso el salón de baile suena extrañamente más
tranquilo a través de la puerta de lo que hacía hace sólo un metro y
medio. El profesor Henderson ve mi expresión, su sonrisa secreta crece
un poco.

—Cassie, ¿sabes por qué siempre doy esta fiesta el día de


Halloween, sin importar qué día de la semana es el treinta y uno de
octubre?

—Dijiste algo sobre magia, pero seré honesta, no creo en la magia


—le respondo, temblando por alguna razón, a pesar de que el aire todavía
se siente caliente y húmedo, típico de Luisiana.

La sonrisa del profesor Henderson no vacila, y puedo imaginar que


detrás de esa máscara está arqueando la ceja derecha como hace en
clase.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—¿No crees? Humm... bueno, déjame explicarte lo que significa la


magia. No es una especie de poder místico desconocido, y ciertamente no
es apenas ese simple juego de manos que los magos hacen en el
escenario. Pero, ¿qué es lo que hace bueno a un truco de magia, Cassie?
¿Qué hace a un gran mago?

—Una buena técnica, supongo. Una buena manera de distraer a


su audiencia y supongo que la atmósfera.

—Correcto. Además, una buena dosis de suerte para algunas de


las más impresionantes hazañas de magia. Así que echemos un vistazo a
esta fiesta. Mi hermano y yo la celebramos todos los años, y mientras que
tiene mala fama en el campus, la lista de invitados es muy exclusiva, y
todo el mundo se pregunta cómo seleccionamos a las personas que
invitamos a esta fiesta, lo que se suma al misterio y ayuda a crear el
ambiente. Siempre la celebramos en la noche de Halloween y tengo al
personal de la plantación disfrazado. Contrato a un DJ, incluso sirvo
alcohol. Asumo muchos riesgos para crear el ambiente apropiado.

—Necesitas una buena dosis de suerte para no ser despedido,


considerando que vi a un fantasma follando a una chica en la pista de
baile.

El profesor Henderson asiente.

—Luke y otros como él son sólo parte de la distracción para algunos


y al mismo tiempo se entregan a su propia magia. Un riesgo medido, como
un mago tratando de contar una historia o un chiste, mientras que en
realidad sus manos están haciendo algo totalmente diferente. Presta
atención a mi mano derecha, pero ignora lo que mi mano izquierda está
haciendo.

—Pero cada truco debe tener un fin —comento—. ¿Cuál es el tuyo?

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Crear una magia especial, Cassie —dice el profesor—. Soy mucho


mayor de lo que crees, un poco de buena suerte y una buena línea de
sangre de mi parte. Todo el mundo aquí, con suerte, será capaz de probar
algo de esa magia. Para algunas personas, como Luke, esa magia es poder
disfrutar de su profundo deseo de sexo en público. Hizo lo mismo el año
pasado y sospecho que su más profunda fantasía erótica es tener
relaciones sexuales en medio del estadio de los Tigers mientras la gente
mira. Por supuesto que no puede, así que la sabana y esta fiesta le sirven
lo suficiente. Otros tienen diferentes deseos profundos, y no todos ellos
son sólo deseos sexuales. Como tú.

—No soy sólo una muesca en el poste de la cama —replico—. No


quiero una cosa de una sola noche —le digo, a pesar de haber esperado
hacer justo eso esta noche. Me pregunto cómo habría reaccionado si
hubiera sido alguien, excepto Jake, proponiéndomelo.

El profesor asiente, su sonrisa desaparece mientras considera lo


que acabo de decir antes de responder.

—¿Y no te disfrazaste esta noche con el objetivo específico de que


te follaran?

Es graciosa, la forma en que lo dice. No es como lo dijo Jake ahí


afuera. En su lugar, hay una ligera nota burlona, como si él estuviera
casi decepcionado conmigo. Gruño, cruzando los brazos sobre el pecho.

—Tal vez... pero me respeto a mí misma.

—Querías acostarte con alguien. Así que hazlo. No tiene que ser
Jake, ya sabes. Hay un montón de hombres y mujeres jóvenes que
estarían encantados de tener sexo contigo —señala el profesor—. Algunos
de los que tú ni siquiera te das cuenta.

Sacudo la cabeza.

101
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—No... Prefiero ir a casa sola que hacer eso. Pensé... pensé que
cuando viniera aquí estaría dispuesta a hacerlo, a rascarme una picazón,
pero visto así... follármelo, no soy de “llámame más tarde, chica”.

El profesor Henderson asiente, su rostro grave.

—¿Sabes por qué te invité a ti y a Jake?

—Él será pronto el quarterback superestrella y yo estoy en tu clase.

El profesor sacude la cabeza, esa desaprobadora sonrisa regresa a


sus labios, pero habla antes de que yo pueda decir algo más.

—No. En realidad, él y Luke son los únicos miembros del equipo de


fútbol que he invitado, y no invito ni siquiera a una pequeña parte de mis
estudiantes. No... os invité a ambos porque quería sacar un poco de
magia que raramente veo, y una que requiere mucha suerte, más que lo
que mis habilidades pueden crear. He visto la forma en que te mira, a
ambos esta noche, cuando vosotros dos estabais tonteando, pero también
cuando estáis juntos en clase. ¿Recuerdas el soneto que os asigné al
principio del semestre? Ningún otro estudiante escuchó tan atentamente
como él lo hizo cuando leíste el tuyo en voz alta. Si me escuchara a mí y
a sus otros profesores tan atentamente como escuchaba ese soneto,
estaría mucho mejor académicamente de lo que lo está.

—¿Y qué estás diciendo, profesor? ¿Crees que eres algún tipo de
casamentero?

El profesor sacude la cabeza, volviéndose para irse.

—Un buen mago no puede revelar todo a su audiencia o sino la


magia se rompe. Por ahora, creo que voy a ir a buscar a tu amiga.

—Ella estará encantada de saber eso. ¿Puedo preguntar por qué?

102
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

El profesor se vuelve, esa extraña pequeña sonrisa en su rostro de


nuevo.

—A veces, la mejor magia es cuando el mago puede hacer funcionar


la magia para sí mismo. Ha pasado mucho tiempo, pero tal vez debería
volver a aprovechar esa oportunidad. Buenas noches, Cassie. Espero
verte en clase el viernes.

El profesor se marcha y mientras regresa al salón de baile, Nina


desciende las escaleras un momento después, su cabello y su disfraz
desordenado, pero con una expresión feliz en su rostro.

—¿Cassie? ¿Qué estás haciendo aquí?

—Estoy muy confundida —le respondo—. ¿Qué estás haciendo?

—Voy a por refrescos. He encontrado... entretenimiento para esta


noche, pero a la habitación le falta agua, por desgracia. El hombre con el
que estoy está como... atado ahora mismo, y estoy siendo amable. Dime,
¿tú y Jake...?

—No, eso es lo que me confunde. El profesor... —empiezo antes de


cerrar el pico. Por alguna razón, simplemente no me parece correcto
repetir lo que me dijo el profesor Henderson—. Simplemente no quiero
ser una muesca en el cinturón de Jake, eso es todo.

Nina asiente y se detiene, apoyada en la barandilla de la escalera.

—¿Pero estás bien siendo una muesca en el cinturón de otra


persona? No sé mucho sobre fútbol americano, pero para que Jake haga
una jugada necesita al menos dos personas, ¿verdad? Él lanza la pelota
y la otra persona debe cogerla.

—Uhh, sí, ¿por qué?

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—¿Qué pasa si la pelota se lanza mal?

—El receptor tiene que rectificarlo o bien el tiro no se completa. O


un jugador del otro equipo podría interceptarlo.

—Ya veo. Y esta noche, os vi antes de encontrar a mi… amigo. Yo


diría que el tiro de Jake fue un poco fuera. Entonces, la pregunta ahora
Cassie es ¿vas a rectificarlo y a atraparlo... o vas a dejar que otro jugador
coja su pase? Me encantaría hablar más, pero tengo que ir a buscar unas
bebidas.

Nina baja por el resto de las escaleras y se dirige a la cocina.


Teniendo en cuenta algunas de las cosas que dijo hace un momento, me
pregunto qué es lo que está haciendo, pero de nuevo, parece que está
disfrutando.

De hecho, casi todo el mundo está disfrutando, excepto yo. Me


siento destrozada interiormente, y sé por qué. Lo deseo, pero le dije que
no. Los chicos como Jake no están acostumbrados a que se les diga que
no. Para algunos chicos, eso los hace perseguirlo con más interés, pero
para otros, simplemente pasan y siguen adelante. En la escuela
secundaria, Jake fue definitivamente de los segundos. Su tarjeta de baile
no ha estado vacía todo ese tiempo, normalmente sólo unos pocos días
antes de que otra Sally, Kelly o Jessie o lo que fuera estuviera en su brazo.

Y yo le dije que no, no sólo una vez, sino dos veces. Y ni siquiera
tiene sentido. Vine aquí sabiendo, esperando, que esto pasara.

Necesito encontrar a Jake. Pero en esta casa, con una docena de


habitaciones, ¿dónde puedo encontrarlo?

Es Halloween, una voz tranquila e intensa que suena en mi cabeza,


que se parece mucho a la del profesor. Confía en la magia.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Seis
Jake
La música suena más fuerte que la última vez que estuve en el
salón de baile y entré por la entrada lateral. Mirando a mí alrededor,
puedo ver que el grupo que sigue bailando es definitivamente más íntimo,
hay muchos frotamientos y sudoración en el centro de la habitación
ahora mismo.

Eso no es lo que quiero. En vez de eso, me giro y vuelvo a la barra,


donde la chica que está detrás me lanza una mirada de reconocimiento,
pero no dice nada mientras miro las bebidas.

—¿Tienes algo más fuerte que el champán?

—Lo tenemos, señor. ¿Qué le gustaría?

—Joder, estoy en Luisiana, ¿un bourbon?

La camarera asiente en silencio y me sirve un vaso con un dedo de


bourbon antes de añadir el doble de esa cantidad de soda o agua tónica.
Joder, espero que sea soda, odio la tónica.

—Que lo disfrute.

—Gracias —replico, dando media vuelta y buscando una silla. Me


siento, observando la orgía que se desarrolla rápidamente en el centro de
la pista de baile, sorbiendo mi bebida. Es suave, más suave de lo que
pensé que sería, y me pregunto qué tipo de bourbon tiene el profesor
Henderson. Lo veo por el rabillo del ojo, está sosteniendo la mano de la
enfermera curvilínea que había visto antes, y puedo decir por las

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

miradas de sus caras que no van a estar en el salón de baile mucho más.
De hecho, si tuviera que decir, la chica casi se ve fascinada mientras mira
el rostro enmascarado del profesor. El hombre tiene habilidades, y buen
gusto también.

Veo a alguien acercarse y sonrío mientras Luke vaga por ahí, la


sábana manchada con... bueno, honestamente, no quiero saber qué es
todo es todo eso en la sabana ahora mismo.

—Hola, Luke, parece que te has divertido.

Luke se sienta, sus ojos son lo único visible mientras me estudia.

—Y tú parece que no. ¿Qué es lo que se te ha metido por el culo?


¡Es Halloween!

Me trago el resto de mi bebida y estudio el vaso, enojado por alguna


razón. No hay consuelo en esta bebida, el alcohol solo va a entumecerme
y ahora mismo no quiero estar entumecido. Tiro el vaso, con fuerza,
viendo cómo se rompe contra la pared como una bomba y,
afortunadamente, nadie está cerca. El grupo de la pista de baile ni
siquiera pierde un ritmo, dudo que lo oyeran sobre la música, pero Luke
está medio fuera de la silla, preocupado.

—¡Guau! ¿Qué coño está mal?

Me retrepo en la silla, la depresión cayendo sobre mí. Alzo la mano


y me arranco los estúpidos dientes de porcelana, parte de un disfraz que
ahora mismo no quiero.

—¿Qué está mal, Luke? Sencillo. Quiero lo que aparentemente no


puedo tener.

Luke asiente, retrepándose también en su silla.

106
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—¿No nos pasa a todos? Pero ¿qué es lo que quieres?

Suspiro, tragándome el nudo de la garganta.

—A Cassie.

La cabeza de Luke gira rápidamente hacia mí y puedo decir que


bajo la sabana está sorprendido. Sorprendido y más que un poco
borracho.

—¿Cassie? Te refieres a la animadora de antes, Cassie... ¿cuál es


su apellido?

—Cassie Barnett.

Luke se cruje los dedos, asintiendo.

—De acuerdo, alguien me lo dijo. Sí, está muy buena. Entonces,


¿cuál es el problema?

Me encojo de hombros, inclinándome hacia atrás hasta que las


patas delanteras de mi silla se levantan del suelo.

—Ella me rechazó, eso es todo.

Luke resopla despectivamente.

—¿A quién mierda le importa? Fóllatela, sigue adelante. Ella es una


empollona de todos modos. Hay un montón de chicas aquí esta noche.

Me levanto de la silla en un instante, agarrando a Luke por debajo


de los brazos y empujándolo profundamente en la silla hasta que la
espalda golpea contra la pared, estoy tan cabreado.

—¡Que te jodan! ¡Ella no es una empollona, solo es inteligente!

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Luke obviamente ha bebido un poco. Él debería haberme


empujado, pero en vez de eso levanta las manos, parpadeando.

—Guau, colega, no estaba tratando de soltar mierda. Sólo estoy


diciendo... que ella está muy buena ¿Las gafas con la falda de animadora?
¡Mierda, aunque preferiría una bi... bi... bibliotecaria! Sí, eso es. De todos
modos, sólo estaba tratando de hacerte sentir mejor. Mierda, sólo trataba
de ser tu amigo.

Suelto a Luke, apartándome.

—Tienes razón, es mi culpa. Sólo... no sé, hombre.

—Bueno, déjame preguntarte algo —dice Luke, con una voz más
ligera—. ¿Eres el puto Jake Axton o no? ¿Eres el tipo que está en la línea
de salida para la próxima temporada o no?

—Sabes que lo soy —le contesto, dejando escapar una pequeña


sonrisa. Luke, borracho o no, es un buen compañero de equipo—. Quiero
el puesto.

—Y lo vas a conseguir. ¿Quieres a esa chica? ¡Ve a por ella, amigo!


¡Haz lo necesario para conseguirla!

Las palabras de Luke me elevan el ánimo y asiento, estirándome el


chaleco.

—Tienes razón. Así que, ¿qué vas a hacer tú?

—Muchos de nosotros vamos a probar la gran habitación de arriba.


Me estoy poniendo caliente debajo de esta estúpida sabana de mierda.

—Bueno, sólo mantenla puesta hasta que esté fuera de la


habitación, ¿de acuerdo? No necesito ver tus bolas.

108
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Luke se ríe, volviendo a la pista de baile sin responder, sólo


agitando la mano despidiéndose. Lo observo durante un segundo y pienso
en lo que dijo. Luke tiene razón, incluso si en su borrachera se perdió
algunas cosas. La razón por la que he sido capaz de entrar, de conseguir
agentes con el primer equipo ofensivo, es porque he jugado con el sistema
de la LSU. Me adapté, no fui sólo el mismo jugador que era en LaFitte
High. Tuve que crecer, para ser más.

Quizás eso es lo que necesito hacer con Cassie también. Es


aterrador, pero de nuevo, esto es Halloween. ¿No se trata Halloween de
estar asustado?

109
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Siete
Cassie
Mi búsqueda me lleva a través de la cocina y del comedor, de vuelta
al exterior, donde la luz de la luna sigue siendo pálida aunque hay
algunas nubes que comienzan a acumularse. Jake no está aquí, y me
vuelvo para irme. Veo una puerta en el otro lado de la terraza y por las
luces que puedo ver reflejadas en el vidrio y brillando sobre la madera,
supongo que conduce al salón de baile. Me dirijo hacia allí, mirando
dentro, pero no veo a Jake. Hay un grupo de unas quince personas
yéndose, quizás esté entre ellas. Paso por una de las puertas justo
cuando el DJ dice que está terminando y pone una mezcla. Es más
tranquilo que lo que ha estado poniendo, más suave, y los pocos
bailarines restantes se acercan, no tanto sexualmente como
íntimamente. Miro alrededor, desesperada repentinamente por ver la cara
de Jake cuando veo un destello blanco y negro por la puerta. Miro...

—Eres tú —dice Jake, cruzando la habitación hacia mí y


tomándome en sus brazos. No me besa, sólo me abraza, tirándome contra
él con fuerza—. Pensé que te habías ido, no estaba seguro de lo que pasó.
¿Dónde has estado la última hora?

—¿Hora? —pregunto, sorprendida—. Solo... espera, ¿por qué estás


abrazándome?

Jake me suelta, tomándome las manos.

—Cassie... vamos. Hay algunas cosas que necesito dejar salir de mi


pecho.

110
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Este no es el mismo tipo que literalmente me dio la espalda. Ni


siquiera es el mismo Jake que se fue arrepentido, pero todavía muy
arrogante. En su lugar, este es un Jake que sólo he visto unas cuantas
veces. Vi este lado de él la primera vez en nuestro primer año en la escuela
secundaria, cuando llevó a LaFitte High al campeonato estatal y luego de
nuevo en el último año, cuando fuimos eliminados en las semifinales del
estado. La última vez que lo vi fue durante el tercer juego de la temporada,
después de que nuestro titular cayó con un esguince de tobillo.
Estábamos diez puntos por debajo, pero él todavía se las arregló para
llevar a las LSU a dos touchdowns12, el último llegó a solo cuatro
segundos para mantenernos en la temporada. Éste es Jake en su forma
más cruda, sin arrogancia, sin fachada. Éste es el hombre al que he
querido ver mirarme durante todos estos años.

Asiento, señalando el vestíbulo.

—Allí afuera. O en algún lugar tranquilo.

Los ojos de Jake se iluminan y me conduce hasta el vestíbulo, el


cual está extrañamente desierto. Jake mira a su alrededor, luego asiente.

—Aquí vale. Cassie... tú no eres la única que está enamorada.

—¿Quién? —pregunto, con el corazón encogido en el pecho—.


¿Quién?

—Yo —dice Jake en voz baja, sin soltarme las manos—. Desde la
mitad de nuestro segundo año. Sí, salí por ahí, pero no sé si notaste que
nunca aguanté con una chica mucho tiempo.

12Touchdowns: Un touchdown o ensayo es la forma básica de anotación en el fútbol


americano, donde el jugador que porta el balón cruza el plano de la zona de anotación.

111
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Estoy demasiado pasmada por lo que Jake acaba de decir para


formar palabras, así que en lugar de eso asiento. Me di cuenta. Pensé que
tal vez estaba reuniendo nombres para su libro negro o algo así, los
rumores sobre lo que Jake organizaba con sus novias eran bastante
impresionantes.

Jake me ve asentir y parece sincero.

—El hecho es que, Cassie, rompí con la mayoría de ellas porque no


eran lo que buscaba. La cosa es que lo sabía antes de empezar con ellas.

—Pero ¿por qué yo? —pregunto—. Estaba tan desesperada por ti,
que hubiera tenido un ataque al corazón si siquiera hubieras hablado
conmigo.

—No lo sabía —dice Jake—. Además, ya sabes cómo es la escuela


secundaria. No soy como tú, Cassie. Estoy apenas superando las clases
ahora mismo, y voy a conseguir que mis calificaciones suban para el
próximo semestre para ser capaz de aferrarme a mi idoneidad académica
para poder ser el quarterback que todo el mundo quiere que sea. No soy
inteligente como tú. Pero viéndote aquí esta noche... maldita sea si dejo
que otra persona tome lo que debería ser mío.

—Lo qué debería ser tuyo, eh —respondo, sus palabras llenándome


de emoción. He querido ser suya por mucho tiempo.

Jake parpadea, luego sonríe cuando se da cuenta de que no me he


vuelto loca. Mira la escalera de caracol.

—No quiero solamente follarte, Cassie. Pero ¿qué tal si vamos


arriba y vemos qué pasa? Yo... estoy confiando en la magia de esta noche.

Lo miro y asiento. Agarrada de su mano, subimos los escalones


lentamente, Jake se comporta como un caballero y lidera el camino, sus

112
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

ojos no dejan los míos mientras entramos a través de lo que parece una
trampilla a una habitación que no debería existir. No hay puerta, excepto
por la que entramos y los muebles están imposiblemente personalizados
para nosotros. Hay un colchón grande en el centro del suelo cubierto de
sabanas de seda, que son exactamente del mismo tono de azul que mi
falda y almohadas del mismo color que el chaleco de Jake. La habitación
es ligeramente redondeada, como las escaleras que conducen a ella, y el
espacio está iluminado por luces suaves, por lo que parecen lámparas de
aceite que rodean la habitación en seis lugares diferentes. Sinceramente
se siente como una sala de meditación privada o una sala de oración si
este lugar fuera parte de una iglesia.

—¿Qué es esto?

—El profesor dijo que hay magia en la noche... tal vez esta es
nuestra magia —susurra Jake, volviéndose para mirarme—. ¿No puedes
sentirla?

Evalúo sus ojos y asiento, permitiéndome a mí misma sentirla. Tal


vez sólo estoy engañándome a mí misma, tal vez hay una verdadera magia
en el aire esta noche, pero no importa. Llego hasta mis gafas para
quitármelas, pero Jake me detiene, sacudiendo la cabeza.

—No lo hagas. Cassie, siempre he pensado que tus gafas son una
de las cosas más sexys que he visto usar a una chica. Déjatelas puestas.
Para mí.

Asiento, dejando caer la mano al costado. Doy un paso adelante,


poniéndome de puntillas mientras Jake me arrastra más cerca, más
cerca. Oh Dios mío, en realidad lo vamos a hacer, vamos a besarnos...
tres años de deseo y mis fantasías se harán realidad en menos de un
milímetro...

113
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Sus labios son fuertes pero suavemente sedosos, y al primer roce


siento que algo dentro de mí se retuerce, doloroso durante un momento
antes de desaparecer, y mis manos le rodean el cuello, atrayéndolo más
profundo. Sus manos descansan en mi cintura durante un minuto
mientras nos exploramos el uno al otro, la sensación de nuestros cuerpos
tan cerca, el suave sabor de sus labios en los míos. Dejo que mis ojos se
cierren mientras sus manos descienden por la cinturilla hasta mi falda,
pasando por las curvas de mi culo y acariciándolas, haciéndome gemir
en su boca y nuestras lenguas salen, acariciándose y probándose. Tiene
un sabor ahumado, creo que ha tomado algo más que champán y cerveza
esta noche, pero no está borracho en absoluto. Yo en cambio me siento
borracha, borracha por la sensación de su lengua en mi boca, sus labios
en los míos y su mano derecha frotándome el culo y levantándome la
pierna para pasar una mano por debajo de mi falda, gimiendo cuando
siente la piel de la cadera y la carne desnuda de mi culo bajo la falda.

—Cassie...

—Jake —susurro, abriendo los ojos para mirar los suyos. Él me


desea, yo lo deseo... pero tengo que saberlo—. Espera.

Él se detiene inmediatamente y sonrío sin soltarle el cuello


mientras lo miro a la cara.

—Jake... necesito oírtelo decir. Necesito oír... que esto no va a ser


sólo una noche. No puedo ser una marca en tu lista de cosas que hacer
en la LSU. Por favor... soy mejor que eso, ¿no?

Jake asiente, su mano sube desde mi culo hasta mi cintura,


tirando de mí completamente contra él, su fuerza casi sobrehumana.

—Esto no es una conquista, no como algo para marcar, como tú


dices. Yo debería haber hecho esto ya. Deberías haber sido la chica
colgada de mi brazo todos estos años, la cita de mi graduación

114
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

incluso. Deberías ser... serás la chica que lleve mi camiseta el sábado


para el partido.

—Estás hablando... estás hablando como... —susurro, conmovida.

—¿Como si estuviera diciéndolo en serio? —Jake pregunta y yo


asiento. Me aprieta más fuerte, me agarra en sus poderosos brazos y me
levanta para que nuestros ojos estén a la misma altura, apenas un
centímetro entre nosotros—. Eso es porque lo estoy diciendo en serio.

Me besa de nuevo, nuestros labios se aplastan juntos mientras me


lanzo sobre él, tirando de su cabeza contra la mía mientras me dejo ir
totalmente. Tres años viéndolo y deseándolo y él está aquí en mis brazos,
sosteniéndome como si apenas pesara una pluma. Lo deseo, lo deseo
ahora, lo deseo mañana... lo deseo por el resto de mi vida. Nuestras
lenguas se enredan una con la otra cuando siento que se gira y se
arrodilla, aun sosteniéndome cerca mientras me coloca en la cama. Es
perfecta, lo suficientemente suave como para sentirme como si estuviera
en una nube de seda sin que ceda demasiado, estoy apoyada justo ahí
cuando me atrapa bajo él, nuestra hambre agudiza los tiernos besos.
Ambos lo sentimos y cuando él se sienta, jadeando por aire, me muerdo
el labio, cabeceando.

—¿Jake?

—¿Sí, Cassie?

—Te deseo.

Jake sonríe.

—Yo también te deseo. ¿Puedo preguntarte algo?

—¿Qué? —pregunto, sentándome y alcanzando los botones de su


chaleco.

115
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—En realidad, es más una petición. ¿Puedes dejarte la falda


puesta? Esa falda con esas gafas... estás buenísima.

Sonrío y asiento. Consigo quitarle el chaleco bastante bien, pero la


pechera de volantes de su camisa no hace más que enojarme, y en un
ataque de frustración le doy un tirón a la camisa, abriéndosela hasta la
cintura, se la aparto y me pongo de rodillas. Su pecho es hermoso, la piel
perfecta y me inclino, besándole los duros músculos y lamiéndole los
pezones, sin saber por qué, pero sé que quiero probar a este hombre. Su
piel tiene un sabor delicioso, ligeramente salado y picante por el calor y
el sudor, llamando a una parte más profunda de mí, una parte que se
siente como si despertara por primera vez en mi vida. Jake sisea y gime
cuando le muerdo el pezón izquierdo, con el placer en su voz.

—Oh, mierda... Cassie, sí... joder, me encanta.

—Bien —le respondo, sentándome y alcanzando el borde de mi


top—. Porque yo quiero lo mismo.

Jake sonríe, observando cómo me saco el top y luego me deshago


del sujetador, sus manos tiemblan cuando ve mis pechos derramarse,
libres del todo. Parpadea, luego me mira a los ojos, su voz es un ronco
susurro.

—Son perfectos. Tú... eres perfecta.

Jake me besa de nuevo, sus labios encuentran mi oreja mientras


me atrae hacia él, mis manos lo ayudan a salir de la camisa. Mi piel arde
por donde sus labios vagan, por mi cuello hasta mi hombro y luego por
la parte superior de mis pechos. Mi corazón se detiene cuando hace un
circulo a su alrededor antes de capturar mi pezón izquierdo, chupando
con fuerza y estirándolo con los dientes. Estoy en llamas, perdida en el
placer, y Jake me abraza, sus manos levantándome la falda para empujar
el tanga por mis caderas y mi culo.

116
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Sí... oh Jake sí, por favor... te deseo tanto...

Me levanta de nuevo, me pone de espaldas en la cama y se coloca


entre mis piernas, besándome el estómago y mirándome a los ojos.

Le paso los dedos por el pelo, el cual está empezando a salirse de


la gruesa cola de caballo en la que se lo ha recogido.

Inclino la cabeza, mordiéndome el labio mientras retengo lo que


quiero decir. Pero ahora no es el momento para las palabras. He soñado
con esto y más por tanto tiempo.

Jake me levanta la falda, deslizando las bragas por mis piernas,


acariciando los calcetines. Esto es un poco pervertido y me encanta, el
fuego enciende sus ojos cuando le muestro mi coño recortado. Me
pregunto si debería haberme afeitado, a algunos chicos les gusta, pero la
sonrisa de Jake me tranquiliza y me besa el interior del muslo,
deslizándose más abajo en la cama para acomodarse entre mis piernas.

—Hermoso.

—Es tuyo —susurro, sabiendo que estoy diciendo menos de lo que


quiero decir. Sin embargo, Jake sonríe y baja la cabeza. No puedo ver
nada, mi falda está en medio, pero siento su aliento en mi piel, y luego
repentinamente puro placer corre a través de mi cuerpo. Su lengua golpea
mis labios, levantando mis caderas del colchón y haciéndome gritar, él es
tan asombroso.

Jake me lame aún mejor de lo que imaginaba. Su lengua parece


encontrar cada punto de placer, moviéndose de una manera suave y firme
que deja mis nervios clamando por más y más. Mi corazón está
desbocado, no puedo creer lo bien que se siente y él no hace un solo
sonido cuando enredo los dedos en su cabello y me muevo contra su
lengua. Jake hunde la lengua profundamente en mi coño, clavándola

117
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

una y otra vez tan profundamente como puede mientras sus manos me
sostienen contra él, sin piedad en su implacable lamer y chupar mis
tiernos pliegues.

Estoy gimiendo, perdida cuando la lengua de Jake retrocede y lame


subiendo, subiendo hacia mi clítoris que está dolorido e hinchado.
Cuando la punta de la lengua de Jake gira alrededor de él, siento una
bola de calor en mi estómago que nunca había sentido antes. Mierda,
estoy casi lista para correrme y Jake no se detiene. Su lengua golpea
sobre mi clítoris, una sacudida de energía se dispara hasta el fondo de
mi cuerpo para explotar detrás de mis párpados cerrados, mis ojos se
abren cuando grito, gruñendo y diciendo su nombre.

—¡Jake! ¡Oh dioses, sí! ¡Jake!

—Mío. Todo mío. —Jake murmura mientras me lame el clítoris,


cada pasada de su lengua me empuja cada vez más alto. Su lengua
cambia de movimientos rápidos y ágiles a golpes profundos y ásperos
sobre mi dolorido clítoris, cada vez construyendo esa bola dentro de mi
vientre, profunda y enorme. Esto no sólo va a ser un orgasmo, va a ser
algo diferente, algo que nunca he sentido antes. El calor es demasiado
intenso, creciendo más allá de mi vientre para arrastrarse por mi
columna vertebral, mis pulmones que parecen llenarse de un jarabe
caliente, apenas puedo respirar, entonces mi corazón se detiene, y no me
importa, voy a morir bajo la lengua de Jake y no me importa, me
encanta... lo amo...

La lengua de Jake vuelve a golpear y todo el calor explota, mi


cuerpo se rompe en pedazos mientras me corro, gritando su nombre una
y otra vez sin sentido mientras le tiro del cabello, incapaz de controlarme.
Todo lo que sé es que no soy la misma, nunca voy a ser la misma, y que
Jake está aquí. Estoy segura, puedo ser este nuevo yo, y siempre seré su
mujer, por los siglos de los siglos. ¿Magia? Oh sí, esto es magia,

118
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

magia que estamos haciendo ahora mismo, nuestros corazones, nuestras


almas y nuestros cuerpos añadiéndose al resplandor que hay dentro de
mí, el resplandor que dice que no importa lo que pase... le pertenezco a
Jake Axton.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Ocho
Jake
Su esencia todavía está en mis labios y me paso la lengua para
probarla otra vez, asombrado, el embriagador almizcle llena mi nariz y
penetra en mi cerebro como una droga, nublando todo alrededor
mientras pone a Cassie en un enfoque nítido. Cuando ella cabeceó
nerviosamente, pensé que tal vez quería decir que nunca había tenido un
hombre que bajara por ella, pero cuando se corrió, gritando mi nombre y
diciendo cosas de las que no creo que ella fuera consciente todavía, me
di cuenta de que nunca se había corrido así antes. Que yo era su primero,
el primero en mostrarle lo hermosa que es y lo increíble que esto puede
ser... lo siento dentro de mí, la necesito para siempre.

Cassie se retuerce, los ojos en blanco mientras los últimos


temblores del orgasmo la recorren, hasta que sus ojos se enfocan detrás
de sus sexy gafas y me mira, la frente salpicada de un sexy brillo de sudor
y sonríe.

—Jake... mi Jake...

Sus palabras me llenan de deseo y de resolución, alegrándome por


el sonido. Su Jake. Su Jake. Me gusta ese sonido. Me gusta más que el
sonido de ochenta mil personas animándome, me gusta más que el
rugido de lanzar un touchdown. Su Jake.

—Mi Cassie.

Ella asiente, devolviéndome las palabras en un susurro.

—Tuya.

120
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Alcanzo la cintura de mis pantalones, desabrochando la ajustada


prenda y empujándola hacia abajo, me bajo del colchón sólo el tiempo
suficiente para quitármelos y dejarlos junto a la cama. Los ojos de Cassie
nunca me dejan mientras me arrodillo, llegando al bolsillo de los
pantalones donde pongo mi “kit de seguridad” con mi tarjeta de identidad
y un condón. Lo tomo y retiro el condón que guardé allí sólo para esta
noche, pero ella sacude la cabeza.

—Es seguro. Y estoy limpia.

—Estoy limpio, también. ¿Estás segura? —le pregunto, deseando


tanto darle lo que ella quiere, pero tengo que estar seguro. Con cualquier
otra chica no tomaría la oportunidad. Este es un nivel que... una pastilla
perdida, un porcentaje de posibilidades... una noche de magia...

—Estoy segura. Soy tu mujer totalmente esta noche.

Asiento, el condón que cae de mis dedos para quedar olvidado en


el suelo y en su lugar me acuesto a su lado, acariciándole la cara y el
brazo con las yemas de los dedos, besándola tiernamente.

Ella se inclina y toma mi polla en su mano. Ya estoy duro, y mi


polla salta en su mano. Su cuerpo es impecable, como si fuera esculpida
por el universo sólo para mí.

Lo ha sido, dice una voz dentro de mí, una voz que nunca he
escuchado antes, pero al instante la creo. Y tú has sido hecho sólo para
ella. Ahora termina la magia, haz el enlace que durará para siempre.

Los ojos de Cassie parecen brillar mientras la vuelvo a rodar sobre


su espalda, e incluso la iluminación parece diferente. Antes, las lámparas
de la habitación resplandecían en un cálido y oscuro color amarillo, como
pensarías que debían ser las lámparas de aceite, pero ahora parece que
la luz es más pálida, más blanca... como la luna llena que está

121
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

afuera. Casi puedo sentir el viento en mi espalda mientras me alineo con


ella, la cabeza de mi polla acariciando entre los labios de su coño,
deteniéndome mientras estiro la mano, entrelazando mis dedos con los
suyos. Mi mano derecha sostiene mi polla mientras empujo hacia
adelante lentamente, hundiéndome en sus profundidades apretadas y
calientes y tomo su otra mano en la mía mientras me dejo ir más y más
profundo, y en un solo golpe siento mis caderas asentarse contra su culo
y ya estoy allí.

Parpadeo, sorprendido y Cassie sonríe, apretando mis manos y


envolviendo sus piernas alrededor de mis caderas.

—Tienes el tamaño perfecto para mí.

Levanto un poco las caderas y empujo de nuevo, los dos sonriendo


por la sensación. Es diferente a cualquier cosa que haya sentido antes.
Si la palabra siquiera puede aplicarse... es mágico. Me inclino hacia
adelante, sujetando las manos de Cassie al colchón mientras me
recoloco, nuestros ojos nunca se despegan cuando empiezo a empujar,
mi polla se siente más dura y más grande de lo que nunca se ha sentido.
No hay palabras, los sentimientos son demasiado fuertes, todos los
nervios de mi cuerpo gritan de pura alegría mientras golpeo dentro y
fuera de ella. Ella me agarra con cada golpe, justo la cantidad correcta
de presión para hacer que con cada uno sienta que estoy subiendo más
y más hacia un cielo que siempre he querido alcanzar.

No puede ser debido por la falta de condón. Es Cassie, eso tiene


que ser, y me entrego totalmente a ella, sintiendo su cuerpo y su corazón
latir a la vez que el mío, sus pechos temblando con la fuerza de cada
empuje de mis caderas. Juro que hay algo especial, algo espiritual, y si
la palabra encaja... sagrado en este momento.

122
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Siento que mis caderas se aceleran, conduciéndose más y más


rápido en el cuerpo perfecto de Cassie, nuestra respiración saliendo en
entrecortados, pequeños jadeos tensos mientras ambos lo sentimos
creciendo. Mis bolas están hirviendo, agitándose con la necesidad de
vaciarse profundamente en ella, pero no puedo, no todavía, no hasta que
sea el momento adecuado.

La luz se acumula dentro y alrededor de nosotros, la pálida luz de


alguna manera aumenta con cada empuje de mi polla dentro de ella,
pulsando con cada empuje, con cada latido que compartimos. La luz está
en mi corazón, en mi alma, en nuestros ojos y se refleja en las gafas de
Cassie mientras me mira, perfecta y bella. Cuántas veces lo he
imaginado, sus ojos me miran mientras su cabello se extiende sobre la
almohada debajo de ella, la luz reflejándose en sus gafas mientras me
conduzco profundo y con fuerza, nuestras caderas se encuentran en
golpes suaves que son perfectos en el tiempo y la velocidad. Le doy todo
de mí mientras aceleramos, mis caderas se mueven más y más rápido
mientras las piernas de Cassie me urgen a ir más profundo, a que
reclame lo que es mío. Y es mío, puedo ver que no puede ser nada más
que mío.

Subimos, cada vez más y más alto, mi cuerpo gritando y mis


músculos doloridos por la necesidad de correrme, pero ella no está allí
todavía, puedo verlo en sus ojos, incluso cuando sus brazos tensos y sus
dedos se aprietan en mi agarre. La hice correrse tan fuerte hace unos
minutos, su cuerpo no se ha recuperado, y me entrego a la tortura, al
dolor de retenerme mientras dedico cada respiración y golpe de mi polla
a Cassie. Quiero correrme, tengo que correrme... pero no todavía. Vamos
deprisa, el borde de la eternidad está solo a un latido, y saltamos al
abismo, gritando juntos mientras nos corremos, mi polla enterrada
profundamente en su interior para vaciar mi semilla dentro de su
precioso cuerpo. La oscuridad aumenta, estamos cayendo mientras la luz

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

destella una vez más antes de oscurecerse, rompemos el contacto visual


para envolver nuestros brazos alrededor uno del otro y sostenernos el
uno al otro mientras la oscuridad y el sueño nos atrapa. Antes de ir a la
deriva me doy cuenta de que no tengo miedo, ninguno en absoluto
mientras la misma voz oscura que susurró en mi mente antes, susurra.

Está hecho. Y muy bien hecho.

Me despierto, no estoy seguro si todavía estoy soñando o si lo sentí


realmente, pero luego siento un cálido y suave peso contra mi cuerpo y
abro los ojos para mirar a la diosa en mis brazos, su pierna todavía
colgando sobre la mía. Estamos medio tapados por las sábanas azules,
pero afortunadamente la pequeña habitación está todavía cálida,
supongo que las lámparas de aceite también daban calor.

Anoche, la magia se sentía tan cerca que casi podía beberla, casi
podía distinguirla en el brillo del sudor en sus labios cuando nos
besábamos, en el sabor de su piel, en el apretado agarre de su coño
alrededor mi polla. Ahora, no sé, algo se siente diferente. No es
exactamente lo mismo, pero todavía está ahí, puedo sentirlo
profundamente dentro de mí cuando miro el bello rostro de Cassie. En
algún momento de la noche, mientras dormíamos, sus gafas se cayeron
y busco alrededor, agitando mi mano libre hasta que las siento detrás de
sus caderas y las cierro cuidadosamente, pasándolas a mi mano derecha
que todavía está totalmente libre.

Aun así, mis manos al moverse le perturban el sueño y se agita,


una pequeña sonrisa le aparece en la cara cuando huele mi esencia
debajo de su mejilla.

—Humm, no fue un sueño.

124
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—No —le respondo en un susurro y los ojos de Cassie se abren,


volviéndose para mirarme, tan hermosa que me duele—. No fue un sueño.
No sé lo que fue...pero no fue un sueño.

—Eso está bien —susurra, apoyando la cabeza en mi pecho—.


Jake... anoche...

—Lo sé —susurro—. Cassie, no sé lo que pasó anoche. Fue algo


que nunca había sentido antes, y seré honesto, eso me asusta un poco.
Pero no estaba mintiendo. Yo no quiero tampoco que esto sea una cosa
de una vez.

—De acuerdo —dice Cassie, suspirando alegremente—. Por favor,


dime que no tienes clase esta mañana.

—Te mentiría si lo hiciera —le digo con pesar—. Los futbolistas no


tienen la opción de tomar clases por la tarde o por la noche. Tengo
psicología a las nueve. Aunque no tengo ni idea de si estoy retrasado o
no.

—Entiendo —dijo Cassie, sentándose y haciéndome desear de


inmediato que pudiera tenderla de nuevo—. Se supone que tengo
laboratorio de química a las once. Tal vez... ¿tal vez podemos reunirnos
para almorzar?

—Me gustaría —le respondo, sentándome a su lado. Ella sigue


siendo tan hermosa, y sé que quiero volver a verla—. Almuerzo. Me gusta
como suena eso.

Nos vestimos y bajamos la escalera juntos. La casa parece casi


vacía. Todo el mundo debe haberse ido o tal vez todavía hay algunas
personas durmiendo arriba como estábamos nosotros. Camino con ella
hasta su coche y me da un rápido beso de despedida. Ella conduce por
el camino de tierra que lleva a la calle principal, de vuelta a la ciudad

125
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

y la observo, medio vestido con una camisa del vampiro Lestat rasgada y
realmente no me importa.

—No conseguiste su número de teléfono —dice una voz profunda


detrás de mí y me giro para ver al profesor Henderson—. Cassie.

Parpadeo, sorprendido por lo que dijo. Tiene razón. ¿Cómo diablos


se supone que voy a verla para el almuerzo si no sé cuándo es su hora de
almorzar o incluso dónde quiere ir? Y tengo una sesión de vídeo con el
equipo a las dos, jugamos contra Vanderbilt este sábado y el entrenador
literalmente me crucificaría si me pierdo una sesión de vídeo.

—Mierda.

El profesor Henderson, viéndose mucho más normal con su típica


chaqueta deportiva y los pantalones de tweed, me golpea el hombro.

—Sabes Jake, una de las claves de la magia es… asegurarte de


recordar los detalles. Sin embargo, a veces la magia es lo suficientemente
poderosa como para pasar por alto un detalle perdido. Así que, no te
olvides que tienes clase conmigo... mañana.

Mañana. Veo lo que quiere decir y asiento. Mañana. Tengo clase.


Con Cassie. Mañana.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Nueve
Cassie
—Faltó al almuerzo —gemí, sintiéndome ante todo el mundo como
un idiota—. Dijo que iba a almorzar conmigo y no apareció allí.

Amy, que parece diferente a la que alguna vez había visto antes,
me da una sonrisa misteriosa. Desde que me encontré con ella ayer
después de mi última clase, parecía diferente, cambiada de alguna
manera. Como si hubiera estado expuesta a algo fuera de este plano de
existencia, y eso la hizo más de lo que era antes. Supongo que me siento
de la misma manera, es el dos de noviembre y sigo sintiendo algo
diferente dentro de mí. Es distante sin embargo, sentada aquí en la
cafetería de estudiantes desayunándome unos huevos revueltos con
salsa de col y un vaso de zumo.

—Estoy segura que hay una razón. Dime... ¿intercambiasteis los


números de teléfono?

Me detengo, dejando la cuchara para golpearme la frente.

—No... ¿fui tan estúpida?

Amy sonríe, esa misma sonrisa de la Amy que sé que es mi mejor


amiga, y ella me da una palmada en el brazo.

—Nadie es perfecto, ni siquiera Marcel... quiero decir, el profesor


Henderson.

—Marcel, ¿eh? —pregunto y Amy asiente, sonrojada—. Bien. ¿Era


todo lo que esperabas?

127
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Más... mucho más. Ojalá tuviera palabras para explicarlo —dice


Amy suavemente—. Es... he cambiado, Cassie.

Me tomo un minuto para mirar a mi amiga y me doy cuenta que se


ve diferente. No es nada físico, creo, si pudiera comparar una foto de ella
tomada la semana pasada y otra tomada en este momento, no creo que
ni un ordenador del FBI pudiera diferenciarlas. Es sólo algo sobre ella,
como si fuera un poco más madura o tal vez diferente por dentro, alguien
con una nueva perspectiva.

—¿Estás bien, Amy?

Amy sonríe, asintiendo.

—Mejor de lo que podría haber soñado. Algún día, tal vez pueda
explicártelo. Ahora no, solo no sé cómo. Sólo sé que es maravilloso... él
es maravilloso.

Asiento, volviendo a mi desayuno y terminando rápidamente.


Recojo el tazón y la bandeja y la llevo de vuelta a la cafetería estudiantil
antes de volver y agarrar mi mochila. Amy todavía está sentada allí, y por
un instante, juro que está más hermosa de lo que la había visto antes, y
mi corazón salta por ella, atrapado en una cercanía que no es erótica,
sino más bien como una pieza compartida de mi alma, una hermana que
va más allá de la sangre. Se vuelve y sonríe, asintiendo como si también
lo hubiera captado y lo entendiese.

—Que te vaya bien en clase, Cassie.

Me apresuro por campus hacia el edificio de inglés, sentándome en


mi sitio habitual justo cuando suena la campana y entra el profesor
Henderson. Escanea la habitación, sus ojos parpadean sobre mí y me
dan una ligera sonrisa antes de fruncir el ceño, sus ojos giran por la
habitación. Se hace el silencio y me giro en mi asiento, tratando de

128
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

averiguar qué es lo que busca el profesor. No hay nada malo, nadie está
actuando raro ni nada. Entonces... espera, ¿dónde está Jake?

Oh no. No, no, no. Todo lo que dijimos, todo lo que hicimos, ¿era
sólo una mentira? ¿Él...?

La puerta del fondo del pasillo se abre y Jake entra, con el rostro
enrojecido.

—Lo siento profesor —dice, caminando y poniendo un papel en el


atril—. Problemas con la impresora.

El profesor Henderson mira el papel que Jake ha puesto en su atril


y asiente, haciendo gestos con la cabeza hacia los asientos. Jake se vuelve
y se sienta, esta vez no cuatro filas atrás como lo hace normalmente, sino
en la primera fila en un lugar vacío, sacando su cuaderno mientras el
profesor termina de leer, doblando el papel por la mitad antes de
comenzar su conferencia.

—Hoy me voy a desviar del programa del curso —dice el profesor


Henderson, dándonos una mirada que dice que tenemos algo único—.
Para hacer esto, necesito dos cosas de vosotros. Primero, quiero que
sepáis que todavía tenéis que entregar los trabajos sobre Shakespeare y
su uso de dos temas en sus obras teatrales. En segundo lugar, ya que
esto va a ser una clase corta, nadie va a ir a la oficina del decano a
quejarse.

Hay una alegría general en los estudiantes, pero apenas puedo


concentrarme mientras sigo mirando con el rabillo del ojo a Jake. Él está
vestido como lo hace normalmente para clase, un par de pantalones
ligeros de calentamiento del equipo de fútbol y una camiseta, su ropa de
otoño después de comenzar el semestre con varios tipos de pantalones
cortos. Si hay alguna diferencia, es que parece estar prestando más

129
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

atención, sus ojos centrados en el profesor mientras Henderson habla


de... bueno, no estoy segura de qué.

—Así que cuando los autores de antaño querían discutir temas que
eran vistos como tabú o subidos de tono por los censores sociales de la
época, tenían que abordarlo a través del uso de alegorías u otras argucias
literarias —dice el profesor, su voz suave, como si estuviera reflexionando
sobre algo personal—. Después de todo, ¿de qué sirve escribir un libro
sobre los males de la persecución religiosa si su libro va a ser prohibido
y su puerta derribada por la Inquisición?

Hay una risa general sobre eso y Henderson continúa.

—Otra razón por la que los autores utilizan a menudo las argucias
literarias es que a veces simplemente no tenían la lente adecuada para
poder describir o entender qué era exactamente lo que estaban viendo o
experimentando. Los antiguos marineros describían monstruos marinos
y serpientes salvajes y fantásticas. La Biblia incluso menciona algo que
se traduce ahora como el Leviatán, una figura que ha sido interpretada
como todo, desde una ballena hasta algo parecido a Godzilla. Ahora la
pregunta que les hago, ¿estaban equivocados o simplemente no podían
entender lo que acababan de ver? Señorita Barnett, ¿tu opinión?

Trago, atrapada un poco desprevenida. No estaba escuchando


tanto como debería haber hecho, pero tengo la idea general.

—Podría ser ambas cosas. Hablando de Shakespeare, fue él quien


escribió: “Hay más cosas en el Cielo y la Tierra, Horatio / de las que se
sueñan en tu filosofía.” Tal vez hay un elemento de verdad en eso.

Henderson me da un guiño y una mirada de advertencia de sus


ojos, él sabe que he estado holgazaneando en esta clase. Espera más de
mí, y por el resto de la clase trato de atender lo mejor que puedo. Le pone
fin unos quince minutos antes de la hora, de pie detrás de su atril.

130
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—De acuerdo, chicos, así que... ahí lo tenéis, mi enfoque a groso


modo de la filosofía literaria y el uso del lenguaje figurativo. Nos vemos la
próxima semana, aseguraos de tener vuestros trabajos listos. Tened un
buen fin de semana.

La clase comienza a levantarse y me agacho para conseguir mi


bolsa. Una sombra cae sobre mi escritorio y levanto la vista, viendo a
Jake.

—Cassie...

—Jake... —susurro, levantándome—. Yo... cuando no llamaste


ayer...

—Lo sé. Y lo siento si te preocupé, realmente tuve problemas con


la impresora. Estuve levantado hasta tarde escribiendo una carta al
profesor Henderson, agradeciéndole por la fiesta. Pero... —Jake se
detiene, sacude la cabeza, luego toma mi mano, nuestros dedos se
entrelazan de nuevo como lo hicieron esa noche. Me arrastra más cerca
y me besa con fuerza, el corazón me salta en el pecho mientras envuelvo
mis brazos alrededor de su cuello y lo beso de nuevo. La alegría surge
dentro de mí y cuando nos separamos, tengo que ajustarme las gafas,
que se han aplastado y hay un punto borroso donde se espachurraron
entre nosotros. Jake también sonríe, sus ojos brillantes—. No sé si lo
recuerdas, pero lo dijiste cuando estábamos juntos y desde entonces he
sabido que tengo que decirte lo mismo. Cassie, te amo.

Sus palabras me detienen, y juro que a todos los demás en la sala


de conferencias, todos los que se han parado para ver al popular jugador
de fútbol de repente empezar a hacérselo con una chica delante de la
clase, contienen la respiración mientras le pongo la mano sobre el pecho
y tomo su mano, poniéndola sobre de la mía, incapaz de formar palabras.

Jake sonríe, alcanza su bolsa y saca algo.

131
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Así que... si te pidiera que te pusieras esto para mí, ¿dirías que
sí? Estoy bastante seguro de que son mágicos.

Le miro la mano, viendo dos bandas elásticas rosas y azules y una


piruleta. Me río y asiento, tomando la piruleta y metiéndola en el bolsillo
delantero de mis pantalones vaqueros, mientras que rápidamente pongo
mi cabello en dos altas colas de caballo antes de empujarlo
juguetonamente en el pecho.

—No me pondré la falda en público, no importa cómo puedas tratar


de sobornarme.

Jake sonríe, sacudiendo la cabeza e inclinándose.

—No... ¿pero en privado tal vez?

Asiento.

—Quizás.

Detrás de Jake, veo al profesor Henderson sonriendo, con esa


misma sonrisa secreta que tuvo unas cuantas veces anoche. Me da una
inclinación de cabeza antes de darse la vuelta y salir de la sala de
conferencias y vuelvo toda mi atención a Jake, tomando su mano.

—Entonces, ¿esto significa que podemos almorzar juntos?

Jake se ríe, asintiendo.

—Y una sesión de estudio, si no te importa. Ahora tengo una novia


que es un genio y está buenísima y me gustaría ser capaz mantener el
ritmo con ella en el departamento del cerebro.

Me río, soltándole la mano y rodeándolo con el brazo.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Ya veremos. Sin embargo, estoy pensando a largo plazo. Así que...
¿qué haces durante los próximos diez o cien años?

Jake se ríe y me da un apretón en el brazo.

—Comprar piruletas y amarte. El resto... bueno, lo averiguaremos


a medida que avancemos. Ahora mismo, estoy confiando en la magia.

Fin

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Bella Love –Wins

Propiedad
del
Deportista

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Uno
Mary Anne
Llego para la fiesta de Halloween en mi corto disfraz de gatito negro
y un ceño fruncido en mi cara.

—Llegas tarde —dice mi mejor amiga, Wendy, que lleva un disfraz


de enfermera igualmente sexy.

Subo por la entrada donde el taxi me dejó.

—Joder, sí, llego tarde —le digo—. Si me recuerdas eso otra vez
tendremos un problema.

—Tranquilízate, Mary Anne —se queja, caminando conmigo.

—¿Dónde está Holly? —pregunto por mi compañera de cuarto, una


de las principales razones por las que vinimos a esta fiesta en particular.

—Dentro con su traje de diablilla caliente —me informa Wendy.


Agarra mis brazos y mira mi cuerpo—. Espera. ¿Dónde encontraste esos
zapatos?

—Jimmy Choo —digo. Pongo los ojos en blanco y me tomo un


segundo para alejar uno de los zapatos antes de que ella pueda luchar
conmigo en el suelo para conseguir sus pequeñas manos calientes en
ellos. A Wendy le gustan mucho los zapatos.

—¡Son jodidamente calientes! —Los toma en sus manos


delicadamente como si la cosa estuviera hecha de oro. Wendy mueve sus
dedos a lo largo de los tacones negros de dieciocho centímetros, luego
hacia abajo a través de la linda combinación de PVC claro y correas

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

de gamuza negra. Juro que si la dejo con ellos un segundo más, se robaría
la maldita cosa aquí mismo en el camino de entrada de esta casa estilo
plantación sureña donde se celebra la fiesta de Halloween de este año—.
Me ocultaste estos, ¿no? —pregunta casi acusadamente.

—Por supuesto que no. No vives en el campus en primer lugar, pero


aun así, acabo de comprarlos durante mi hora del almuerzo. —Me quedo
allí mirando y sintiéndome desequilibrada con mi mano extendida,
esperando a que se le pase. Mientras ella está babeando sobre la
creatividad de Jimmy, tres estudiantes de segundo año de la fraternidad
de al lado de mi residencia se acercaron. Reconozco sus caras, pero no
conozco sus nombres porque evito a los chicos de fraternidad a toda
costa. Todos salen de una camioneta, llevando varias versiones de
disfraces de demonio. Sonrío cuando descargan un ataúd negro brillante
de la parte de atrás de la camioneta y lo arrastran a lo que supongo es la
entrada lateral de la mansión para las entregas y cosas de ese tipo. Sólo
en Halloween. Esto va a ser divertido.

—¿De dónde los sacaste? —pregunta Wendy con urgencia,


sacándome de mi euforia—. No me digas que fue en esa boutique de
Corporate y Jefferson Highway.

—Nah. En la de Perkins.

—¿Qué? Estuve allí esta mañana. ¿Quién te atendió?

—¿Cómo puedo saberlo? No estaba revisando su nombre, cariño.

—Probablemente le caí mal —gimió—. Perra celosa.

—Lo siento, pero los necesitaba un poco más que tú hoy. —Le
arranco el zapato de la mano y deslizo mi pie en él tan rápido como puedo.
Wendy está comenzando a enamorarse de los zapatos—. ¿Tienes alguna
idea de lo que he estado haciendo durante las últimas cinco horas?

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—¿Ese asqueroso trabajo de prácticas?

—Fue un asqueroso trabajo de prácticas cuando estaba


refunfuñando y haciendo el café para los socios y asociados mayores. —
Mi sangre comienza a hervir sólo pensando en el lugar—. Ahora es un
trabajo de esclavos mal pagado del infierno. Es un manicomio. Hoy me
senté en el teléfono durante horas hablando con dos empresas de
mensajería, el conserje de las oficinas y una compañía de teléfonos
inteligentes sobre satisfacción al cliente, sólo para tener que saltar en un
coche de la empresa y conducir a través de la ciudad al centro comercial,
donde me dijeron que había malgastado mi tiempo haciendo el viaje.
¿Quieres saber por qué?

Ella sacude la cabeza.

—De todas formas, me lo vas a decir, ¿no?

La miro.

—Por supuesto. Tú eres mi mejor amiga. ¿A quién más puedo


hablarle sobre mi día? —No espero a que ella responda, porque tiene ese
brillo juguetón e intrigante en sus ojos, y sé exactamente qué nombre
quiere rodar de su lengua justo ahora. La peor parte es que el nombre
que ella está a punto de pronunciar es el mismo objeto de mi presente
dolor.

—Dime por qué, entonces.

—Levi Eldridge. Bien. Allí, lo dije, y ya sabes cómo su nombre solo


se mete bajo mi piel. El bastardo tuvo el descaro de hacerme intentar
buscar un teléfono móvil de dos mil dólares. ¡Dos mil dólares! ¡Por un
teléfono! Ni siquiera voy a hacer mucho trabajo en estas prácticas
durante todo el año escolar. Se supone que estoy aprendiendo sobre la
logística a gran escala y flexionando mis músculos de investigación

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

de operaciones, Wendy. Estamos hablando de Eldridge Worldwide


Logistics, la cadena de suministro multinacional y la empresa de gestión
de logística aquí. En vez de eso, estoy en contacto, dice él, en jodido
contacto con las compañías de entrega y los proveedores de su pedido de
teléfono para uso personal. La recepción me dice que no lo recibieron. El
remitente me dice que el mostrador del edificio firmó por él, y envía una
firma de aviso de entrega de una persona que ni siquiera existe en
nuestro edificio. Luego llamo al fabricante del teléfono, y empiezan a
decirme que fue enviado a su tienda en el centro comercial al otro lado
de la ciudad. ¿Puedes adivinar qué descubrí cuando llegué allí?

Ella se encoge de hombros y sigue mirando mis zapatos,


aparentemente más interesada en la obra de Jimmy que en mi bienestar
mental.

—¿El teléfono no estaba allí? —Adivina.

—Exactamente. Y después de todo eso, la asistente ejecutiva del


padre de Levi tiene el valor de llamar a mi teléfono para preguntarme por
qué no estoy en mi escritorio. Empiezo a decirle por qué, pero en lugar de
eso ella sólo me grita. Literalmente me dejó medio sorda, y me recordó
que mi posición de prácticas no incluye la realización de tareas
personales para Levi Eldridge, a pesar de que es el hijo del jefe ¡y tiene
toda la intención de recordarme ese hecho en cada oportunidad que
tenga! Estoy condenada si lo hago, y seré señalada si no lo hago.

Yo tomo una respiración, y Wendy apoya una mano en mi hombro.

—Deberías considerarte afortunada, y sabes exactamente por qué.


Solo mírame. Si no tuviera esta noche libre, estaría medio desnuda y
tendida en un mostrador de un club nocturno con desagradables
hombres recogiendo rollos California y sashimi de mi cuerpo.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Wendy siempre ha sido buena para ayudarme a mantener las cosas


en perspectiva. Le doy un gran abrazo, alcanzando una de mis patas de
gatita hasta mi cabeza para mantener la cinta con orejas negras y rosas
en su lugar.

—Debo sonar como una perra desagradable ahora mismo —le digo,
alisando su larga melena rubia del gorrito de enfermera hasta su
espalda—. Lo siento, cariño.

—Todo está bien. Te perdono, sobre todo porque tú y yo estamos a


punto de ser cómplices de lo que Holly está a punto de hacer.

Asiento. Llegamos a esta fiesta para ser chicas muy malas de


muchas maneras.

—¿Lo tienes todo?

—Sí. —Ella golpea el monedero de gran tamaño que está llevando—


. Holly tiene el resto.

—Genial. Llevemos nuestros sexys culos al interior, cumplamos


nuestra misión, y después de eso, podemos hacer girar cabezas de chicos
universitarios y esperemos no pasar el resto de Halloween en la cárcel del
condado.

—¡Hagamos esto! —concuerda ella, dándome un saludo burlón.

Miro hacia arriba las dos puertas rojas brillantemente pintadas que
sólo puedo describir como apropiadas para Halloween. Grita iglesia
gótica, o algo de una película de vampiros de los años cincuenta. La cosa
tiene remaches negros, paneles tallados en hierro forjado, e incluso un
gran pentagrama tallado por encima de la altísima arcada. Y ni siquiera
son decoraciones. Esta entrada principal parece ominosa. No deberíamos
ni siquiera soñar con hacer lo que hemos planeado aquí, pero hice una

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

promesa, y me siento malvada. Estoy entrando. Noto que dos personas


mayores abren una ventana del segundo piso. Sacudo la cabeza. Estos
chicos están colgando a un estudiante de primer año por la ventana
usando sábanas como un cabestrillo bajo las axilas. Le echan una sábana
blanca para que el chico se vea como un fantasma y chocan los cinco. Me
ven mirar hacia arriba y saludan con las manos. Uno de los idiotas dice
algo sobre que se quedó sin presupuesto de decoración.

El chico bajo la sábana grita:

—¡Me ofrecí para esto!

Para ser honesta, su trabajo está empezando a parecer mucho


mejor que el que tengo como becaria, así que simplemente meto mi mano
en el brazo de Wendy y empujo la puerta principal.

—Vamos a encontrar a Holly, beber, bailar, y emborracharnos —le


digo, extendiendo la mano en mi bolso para apagar mi teléfono—. ¿Cómo
me veo? ¿Está bien la cola?

Wendy me mira de arriba abajo.

—Sacude esos rizos un poco —me dice—. Eres una pelirroja.


Quieres parecer salvaje.

—¿No es suficientemente salvaje ser tan roja?

—No. —Me endereza mi bustier de cuero sin tirantes, con el


profundo cuello en V, y se mete en la parte de atrás de mi tutú de tul
negro. Todo lo que tengo debajo de este tutú es mi tanga, y los pololos de
volantes a juego negro que viene con el bustier.

—¿Estás segura?

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Miau, mejillas dulces —dice ella, y golpea mi culo casi


completamente expuesto.

—Con el estado de ánimo en el que estoy, es más como ronronear,


silbar, gruñir y arrancar los ojos de alguien —admito.

—Vamos a canalizar esa ira y hacer que cuente. —Dándome un


guiño, ella entra—. ¡Feliz Halloween, perras! ¡Mirad lo que el lindo gatito
arrastró! —grita a la multitud de fiesta. Lo bueno es que la música ahogó
la mayor parte de la voz de Wendy. Se supone que Levi Eldridge estará
aquí esta noche. Mi objetivo es terminar nuestra pequeña tarea, beber,
mantenerme en un perfil bajo y evitarlo toda la noche. Estoy en mi tiempo
libre. Eldridge, padre o hijo, no recibirá un segundo de margen para joder
con mi inminente borrachera.

Excepto que Levi no debe haber recibido el memo.

Él es el primero en verme cuando entro, y se dirige hacia mí.

Bueno, mierda.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Dos
Levi
Estoy en la fiesta de Halloween a la que algunos de mis compañeros
más cercanos me arrastran. Slade, Carver, Chad, Tre, Mo, y Clive están
alrededor, bebiendo o festejando en el salón de baile. Esta no es mi
escena. Personalmente, prefiero beber cerveza barata de vasos de
plástico, por lo que ya estoy arreglando para volver a la casa de
fraternidad. Esta mansión es demasiada parecido a mi propia casa, y
extrañamente similar a las fiestas que mi padre realiza para sus
ejecutivos y los mejores clientes. Sin embargo, estoy aquí, al igual que
otros compañeros de fútbol como Jake, Jaxson, Braden, Logan y Ryker.
Ryker no está en el equipo de fútbol, no es ni siquiera un estudiante
universitario como el resto de nosotros, pero se cuelga con los chicos de
fútbol lo suficiente como para pensar en él como uno de nosotros. Jake
consiguió que él le hiciera una chopper hecha a medida, y vi cuán loco
estaba. De todos modos, el alcohol también está fluyendo libremente, así
que hago lo mejor de ello.

Estoy listo para largarme cuando Mary Anne camina a través de la


puerta principal con su disfraz de gatito mostrando su cuerpo follable y
caliente. Tiene una cintura pequeña, y piernas kilométricas. Mi polla se
revuelve como siempre lo hace por Mary Anne, excepto que esta noche
tengo que mantener las reacciones exageradas a raya, porque estoy en
un ceñidísimo mono de Capitán América que me cubre de la cabeza a los
pies. Por lo menos este traje viene con un escudo confiable. Cubrirá mi
erección si las cosas se salen de control. Hasta ahora sólo he visto a otro
chico disfrazado de Capitán América, pero aparentemente fue un idiota,

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

tratando de hacer un movimiento en la chica de Jake, Cassie. Jake


terminó esa mierda rápidamente. En fin, Mary Anne.

He sentido algo por Mary Anne desde la escuela secundaria, pero


ella todavía no me da ni la hora del día. Primero, porque yo era demasiado
rico y pomposo. Entonces fue porque jugaba en el equipo de fútbol de la
escuela secundaria y no le gustaban los deportistas. Después que
terminamos en la misma universidad, me dijo que odiaba que yo fuera
un atleta en el equipo de fútbol de la universidad y me dirigiera hacia la
NFL. Es especialmente peor ahora que está como becaria en la firma de
mi padre. Hay una distancia de poder entre nosotros ahora, y donde
antes solía no gustarle, ahora me insulta.

No es que se lo ponga más fácil lo de calentarme.

Recuerdo una tarea que le dejé para manejar en la oficina. Estaba


irritada por hacer un trabajo tan por debajo de ella, pero no me importa.
Todo el mundo tiene que empezar en alguna parte. Me imagino que es
tan bueno como para hacer fluir una conversación con ella esta noche.

—¿Cómo te va con mi teléfono, Mary Anne? —pregunto, estirando


su nombre mientras lo alargo, porque ya sé que mi exagerada voz sureña
la molesta—. Por favor, dime que lo tienes contigo.

Me tomo un segundo para dejar que mis ojos recorran su cara


hermosa y su cuerpo sexy como el demonio, desde esas orejas de gato
hasta sus tacones altos. Está estirando el cuello para mirarme a los ojos.
Esos tacones no están a la altura de mi metro noventa y ocho, así que
prácticamente le bloqueo la luz de la araña brillando en su impresionante
rostro.

Mary Anne me mira, enfadada como el infierno, ojos de avellana


destellando de ira.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—No lo tengo.

—¿Cómo es eso? —le pregunto—. ¿Dejaste mi teléfono en la oficina


después de que te dije que lo necesitaba esta noche?

Ella sacude la cabeza.

—No está en la oficina.

—Pero has resuelto el problema para mí, ¿verdad?

—No va a pasar esta noche —me informa.

He conocido a Mary Anne el tiempo suficiente para saber que una


vez que comience a usar expresiones como “no está” y “no pasará”, está
lejos de estar feliz. Debo alejarme de la gata salvaje y darle un poco de
espacio, pero esta noche no puedo.

—Te das cuenta de que cuando regreses a la oficina, en realidad


estarás trabajando en este mismo problema, ¿verdad? Quiero mi
smartphone tan pronto como sea posible.

Mary Anne se burla y agarra una copa de champán de la bandeja


llevada por uno de los camareros uniformados caminando. Se traga todo
el contenido de la copa antes de mirarme de nuevo.

—Escucha, Levi. Pasé horas intentando localizar tu teléfono hoy.


Tu teléfono personal, por cierto, que no tiene nada que ver con mis
prácticas. Todo el mundo, desde la empresa de mensajería, nuestra
oficina y la compañía de teléfonos me ha estado dando información
contradictoria sobre dónde está el teléfono.

Sacudo la cabeza.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

No estoy realmente molesto, pero ver a Mary Anne enojada es una


especie de afición.

—Tienes que estar bromeando. ¿Cómo diablos dejaste que esto


sucediera?

—¡Ni siquiera pienses en culparme de esto a mí! —grita—. No fui


yo quien pidió un teléfono de dos mil dólares y no tuve el sentido común
de pedir una firma contraentrega.

—Es cierto, pero tú eres la que tiene que rastrearlo. Todavía está
técnicamente en tu lista de tareas pendientes, por lo que trata con eso.

Ella respira un exasperado aliento.

—Eres... eres todo un personaje, ¿sabes? Y te preguntas por qué


no tendré una cita contigo, soberbio, arrogante... —dice, pero aprieta la
lengua y no se atreve a lanzar más insultos.

—¿Y cómo funciona eso para ti? Porque desde donde estoy, parece
que estás disfrutando cada oportunidad que tienes de joder tu propia
carrera antes de que comience. Pasas medio día con este asunto del
teléfono, y ahora estás lista para tener un colapso. Relájate, gatita. Esta
noche, de todos modos, porque volverás a la tarea de encontrar mi
teléfono la próxima vez que vuelvas a la oficina.

—No, no lo haré. ¡Ve a tener una charla con la asistente de tu padre!


—grita Mary Anne sobre los sonidos de Superstitious, algún remake viejo.
Ella parece reconocer la canción y comienza a reírse. La amiga con la que
entró aparece. No sé su nombre, pero Chad tiene algo de historia con ella.
La chica rubia agarra el brazo de Mary Anne, empujándola
silenciosamente. Tienen un corto intercambio antes de que la rubita se
aleje.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—¿Dónde estaba? —pregunta.

—Odiándome porque soy el hijo del jefe y tú eres la humilde


becaria.

—¿De verdad crees que necesito que me lo recuerden?

—Es un hecho.

—Ahí está otra vez, Levi. Aprovechando tu importancia y


exhibiendo el habitual comportamiento bastardo arrogante que he
llegado a conocer y amar de ti.

—Verás, siempre supe que sentías algo por mí, muñeca. Será mejor
que el teléfono me llegue en perfecto estado. Ya lleva una semana de
retraso.

—Sí, sí. Estas no son mis primeras prácticas no pagadas de “Hago


todo lo que me dicen con una sonrisa en mi cara, aunque estoy enojada
como el infierno interiormente”.

—Lo entiendo. Simplemente no quiero que la empresa tenga que


decirte adiós demasiado pronto. Conoces a mi padre. Ha despedido
personal cualificado por cosas menos graves que esa.

Ella cruza sus brazos sobre sus alegres pechos.

—Joder, eres tan generoso.

—Esa desagradable boca tuya no quita el hecho de que estaría


triste al verte marchar.

Sus ojos se estrechan.

—¿Desde cuándo te importa?

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Trato de parecer ofendido por la sugerencia. Sin embargo, no puedo


dejar de reconocer que mi padre y su asistente la tratan mucho peor.

—Tienes un título universitario que terminar. Yo no seré el que


agregue “mata los primeros intentos de Mary Anne de mejorar sus
perspectivas de trabajo” a la lista de un kilómetro de cosas que ya sientes
que son culpa mía. —Por alguna razón, no me gusta lo suave y débil que
mi voz suena mientras le digo eso. Me aclaro la garganta y agrego—:
Necesito ese teléfono, Mary Anne.

Ella me lanza una mirada como si mi nombre acabara de ubicarse


en la parte superior de su lista de personas que odia.

—¡Dame un respiro! Tienes que sentirte tan bien por colgar una
amenaza de despido anticipado sobre mi cabeza.

—No dije que fuera a hacer que te despidieran.

—Lo que sea, señor Eldridge. Me concentraré en el asunto de tu


teléfono tan pronto como esté de vuelta en mi escritorio. Ahora estoy en
mi tiempo libre. Más allá de eso, tú y yo no tenemos ningún otro asunto.
—Ella barrió sus ojos por mi cuerpo, entonces me miró de nuevo—.
Disfruta la fiesta, Capitán Engreído.

Descanso una mano en su hombro, y hay un cambio en su


expresión facial por el contacto físico. ¿Lujuria, tal vez? Sonrío.

—¿Me guardas un baile para más tarde? Al Capitán Engreído


seguro le gustaría verte toda enardecida, gatita.

Mary Anne se muerde el labio inferior por una fracción de segundo,


pero luego me da una palmada en el hombro y se gira en sus tacones
altos. Me siento satisfecho como la mierda por la forma en que se va
enojada. La miro mientras camina por la enorme entrada para

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

encontrarse con su amiga, que está de pie al pie de una gran escalera de
caracol. No debería llamarlas escaleras. Son una obra arquitectónica
masiva, magnífica, ornamentada de hierro forjado, una obra maestra
geométrica que por sí sola empequeñecería hogares suburbanos enteros.
Así lo describiría mi padre.

La pretenciosa voz de papá no tiene nada que hacer en mi cabeza,


así que la apago y mantengo mi mirada fija en Mary Anne. Ella se reúne
con su amiga en la escalera, que ahora está de pie junto a Holly, la única
hija del entrenador jefe de mi equipo de fútbol. Los tres juntan sus
bonitas cabezas para charlar, y la forma en que deliberan me hace pensar
que no están aquí para divertirse. No todavía, de todos modos. Sus
posturas y expresiones faciales reflejan una seria negociación de
adquisiciones corporativas, o un período extraordinario de sesiones de la
Asamblea de las Naciones Unidas, los cuales he presenciado desde una
distancia segura debido a las líneas de trabajo de mis padres.

Mi sospecha se confirma cuando Holly saca lo que parece ser una


lata de pintura en aerosol de su bolso y luego la devuelve rápidamente.
Me imagino que algún tipo de broma está a punto de empezar, así que
cuando mi amigo Carver se acerca para decirme que los chicos se van, le
digo que siga adelante sin mí.

Carver me da un golpe con su puño y gesticula hacia Mary Anne y


sus amigas.

—¿Estás planeando un cuarteto o algo así? —pregunta.

—Demonios, no. No me arriesgaría con la hija del entrenador.

—Bueno. Escuché que se está soltando porque es su último año,


pero tienes razón. Para cualquiera de nosotros en el equipo de fútbol,
tocar ese pedazo de culo sería como fallar una prueba de drogas

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

obligatoria de la NFL tres veces. Es un suicidio profesional. Será mejor


que mantengas la distancia.

Asiento.

—Cierto. Y no tienes nada de qué preocuparte. Ella no es el pedazo


de culo que estoy preparando para tocar.

—Hey, nunca dije que yo esté interesado en Holly —dice, y oigo un


poco de actitud defensiva en su tono.

—Lo que tú, tu gigante polla, y Holly hagáis en vuestro tiempo


privado no es asunto mío —digo riendo mientras le golpeo en el hombro—
. Me aseguraré de estar allí para decir una oración extra larga en tu
funeral, porque si follas con Holly, él no solo te matará. Él te revivirá y
luego te matará de nuevo, sólo para asegurarse de que recibiste el
mensaje la primera vez. Nos vemos de vuelta en la fraternidad.

Carver maldice en voz baja y se dirige a la puerta principal con Tre,


Chad, Slade, Mo y Clive. Busco de nuevo a Mary Anne. Puedo observarla
brevemente mientras ella y sus amigas desaparecen en la parte superior
de las escaleras. Mi curiosidad aumenta, entre otras cosas, así que ignoro
a las chicas que se me acercan mientras camino a través de la multitud,
y las sigo para averiguar lo que están haciendo.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Tres
Mary Anne
Sacudo la cabeza cuando Holly dice que no ha ido a una fiesta
desde el primer año. Ella es mayor. ¿Qué diablos ha estado haciendo en
la LSU? Ya sé la respuesta a eso. Ha sido una empollona de libros muy
estudiosa durante casi todo el tiempo.

Casi.

Porque es la niña de papá.

Lo cual entiendo totalmente, considerando que su padre es el


entrenador principal del equipo de fútbol de la LSU, y Holly vivió en casa
durante los primeros tres años de universidad.

Es su último año, y ha estado compartiendo un dormitorio


conmigo. Ese último hecho debe explicar por qué ella ha dado un giro de
ciento ochenta grados en su actitud de chica buena. No soy una santa.
Excepto que ahora que he estado viviendo con ella, me doy cuenta de que
Holly actúa de una manera hacia el mundo exterior, pero es realmente
un monstruo en el armario para los hombres a los que ella permite
acercarse. Quiero decir, ella es probablemente la única chica en el
campus que está más dentro de cosas locas en el dormitorio que yo. Eso
debería haber activado las alarmas en mi cabeza, pero aún así nos
hicimos amigas. Esta noche, estoy pagando por ese leve error de juicio.
Nuestra amistad puede aterrizar con un antecedente criminal antes del
final de Halloween.

—¿Me quito este traje de demonio caliente? —Holly nos pregunta a


Wendy y a mí.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—No creo que sea demasiado exagerado, Princesa de la Oscuridad


—empujo lejos su tridente de diablo plástico negro y rojo de mi cara—.
Mantén esa cosa lejos de la dirección de mis cuencas oculares, ¿podrías?

Wendy se ríe entre dientes. Endereza los cuernos de diablo rojo


cereza en la cabeza de Holly, y sus ojos escanean su vestido súper corto
de color rojo brillante con volantes que se abanican sobre su culo.

—¡Esto funciona! Puedes usar totalmente este traje en la Navidad,


también. Basta con cambiar los cuernos, la cola y el tridente por un
grueso cinturón verde o blanco para que sea un traje de Santa travieso o
un traje de duende malo. —Ella gira hacia Holly ligeramente para
comprobar la parte posterior del vestido—. Bonito. Huesos de acero en
espiral para sujetar la cintura, ojales de níquel, encaje negro, correas de
liga desmontables. Este es un gran hallazgo, cariño. El bustier del corsé
puede hacer de atuendo occidental travieso de vaquera, o sexy pirata.
Tienes muchas opciones. Intenta no perderlo, ¿de acuerdo? Tal vez
necesite tomarlo prestado alguna vez.

Levanto una mano para detener a Wendy. Aparte de su fetiche con


los zapatos, ella es una diva de la moda, así que somos propensas a ser
atrapadas en el segundo piso del profesor durante una hora o más si no
cortamos esta conversación de moda sobre un vestido rojo.

—Vamos a acabar con esto, ¿vale? Antes de que alguien detecte lo


que estamos tramando —digo, pasando cerca de ellas.

Holly me mira.

—Estamos haciendo esto por el bien mayor de la humanidad —nos


dice enfáticamente—. ¿Preferirías que esa desgraciada y pequeña perra
no recibiera su merecido por lo que me hizo? —pregunta, refiriéndose a
Reese Bateman, sobrina de los profesores hermanos en cuya casa
estamos. La madre de Reese, la hermana de los profesores, está

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

supuestamente forrada, por lo que Reese realmente no se queda aquí,


excepto para los exámenes de mitad de período y finales, semanas en las
que prácticamente todos viven en el campus. El resto del tiempo Reese
se queda con sus padres. Reese le robó el hombre a Holly en el tercer
grado, y Holly nunca lo superó. Ella realmente se aferró a una mierda de
resentimiento durante todos estos años, y ahora que está a punto de
graduarse, todos los que alguna vez la han ofendido son un objetivo para
finalmente experimentar su ira.

—Mira, estoy aquí, ¿no? —le recuerdo, poniendo mi voz más


simpática—. También Wendy. Estamos aquí, así que vamos a seguir
adelante, ¿de acuerdo? No quiero ir a la cárcel. Además, Reese tenía ocho
años. Tal vez es una persona ligeramente diferente, ahora que tiene
veintiuno.

—Estoy con Mary Anne. ¿Podemos acabar con eso ahora? —dice
Wendy, pero ambas la ignoramos—. Creo que vi a Chad aquí, y tengo que
irme antes de que intente invitarme a salir por milésima vez.

Asiento. No voy a tocar esa discusión esta noche. Wendy se ha


estado ocultando de Chad durante tres años. Debería estar en último año
con Holly, pero en su lugar es una estudiante de primer año como yo, y
la razón de su interrupción de tres años tiene todo que ver con el enorme
secreto que esconde de Chad, otro niño rico en el equipo de fútbol
universitario.

—¿De repente te preocupas por Reese ahora? —me pregunta Holly,


ignorando también el elefante del tamaño de Chad en la conversación—.
Nunca le has gustado.

Levanto mi mano a mi sien y tomo una larga inhalación. Después


de la conversación que tuve con Levi, la voz de Holly me está dando dolor
de cabeza.

152
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Tal vez eso es cierto. Lo que estoy diciendo es que estamos


arriesgándonos, es todo. Y seamos realistas. Si llevamos a cabo lo que
vamos a hacer, seremos las chicas malas.

Holly me acaricia el hombro.

—Vale. No quiero meterme en tu lado malo, chica mala. ¿Estamos


listas?

—Sí —Wendy y yo decimos simultáneamente.

—¡Espera, espera! —Wendy añade, cavando en su monedero de


gran tamaño. Ella saca su teléfono móvil y extiende su brazo, poniéndose
en el medio—. Un selfie pre-cárcel está a la orden, señoras. Y estamos en
perfectas condiciones de iluminación. ¡Sonreíd!

Ella hizo un millón de fotos mientras Holly y yo esbozábamos falsas


sonrisas en nuestras caras. Por lo que a mí respecta, estas fotos son
evidencia de nuestra conspiración para cometer un crimen. De acuerdo,
tal vez estoy demasiado nerviosa, y tal vez no sea un gran problema que
un invitado cometa vandalismo en la casa de alguien. Sin embargo, estoy
ansiosa y frustrada por Levi, o más bien, por mi reacción física hacia Levi.
Sólo ese pequeño toque en mi hombro me ha excitado y pienso si puedo
pasar un día más sin ceder a él. De repente, lo que necesito es una
bebida. O varias.

—Sincronizad vuestros relojes, perras —anuncio, girando la manija


de la puerta del dormitorio de Reese—. Vamos a entrar. —Hago un gesto
hacia el traje de demonio de Holly—. Y si me detienen, le diré a los policías
que el diablo me obligó a hacerlo.

Holly me sigue a la habitación, con Wendy detrás de ella, que gira


la cerradura para que no nos molesten mientras estamos en la travesura.
La habitación es exactamente como esperábamos. Perfectamente

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

limpia y organizada, rosa en todas partes. Holly pasa por delante de mí y


se dirige al armario de Reese. Abriendo la puerta corredera, entra en el
gran espacio y mira a su alrededor.

—Tanto de lo que ocuparse. Las cosas que haría si tuviera tiempo,


pero vamos por las cosas rosas. Para empezar de todos modos.

Nos sentamos en la cama mientras uno por uno, Holly saca todos
los artículos rosas que Reese posee. Los pone en el centro de la
habitación.

—Eso parece justo. Wendy, ¿tienes la pintura en aerosol? ¿O


deberíamos usar la de iluminación?

Wendy señala el sistema de rociadores.

—Sólo se moja. Se pega a la pintura en aerosol. —Ella lanza una


lata de pintura verde a Holly, quien retira la cubierta y la apunta hacia
la pila.

Antes de que pueda darle una sacudida, hay un golpe en la puerta.


Wendy y yo empezamos a entrar en pánico, pero Holly se queda allí,
mirándome.

—Mary Anne, ve a la puerta y mantén entretenido a quien esté allí


hasta que hayamos terminado —dice Holly.

—¿Por qué yo? —pregunto, aunque estoy pensando que tal vez si
es el profesor Henderson, puedo afirmar que era una participante poco
dispuesta, o ser la primera en hacer una carrera loca fuera de su mansión
antes de que los policías aparezcan. De repente, un traje de gatito sin
máscara parece inútil. La próxima vez, usaré una máscara. Salto de la
cama, metiendo mi bolso de mano en el bolso de Wendy en la cama—.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Bien —les digo, poniendo los ojos en blanco—. Lo haré, pero por favor no
te enojes si me pierdo o me distraigo en el pasillo.

Abro la puerta unos centímetros, más que suficiente para ver quién
está ahí afuera.

Es Levi.

—¿Qué demonios estás haciendo? Esta habitación está ocupada.


—Miro más allá de él para comprobar si está con alguien. No lo está—.
Vete, capitán rayas y estrellas —añado, esperando que la indirecta
acelere su partida.

Él empuja su pie hacia delante antes de que yo pueda cerrar la


puerta completamente.

—Iba a decir “truco o trato”.

—No tengo ninguno de los dos para ti... aunque me siento


completamente engañada por la forma en que me hiciste ir de un lado a
otro por tu teléfono todo el día —le digo. Insultarlo no funcionó. Así que
tal vez la culpa lo haría.

—¿Qué están haciendo las damas? —Él no agarró el cebo.

—¿Esta es tu habitación, Levi? ¿Vives aquí?

—Sabes la respuesta a eso.

—Entonces vete a ladrar el árbol de otra persona.

Levi pone un poco de presión en la puerta. No está intentándolo


muy fuerte. Es más para llamar mi atención.

—Podría pedirle a Reese o a uno de sus tíos que vengan a


preguntártelo ellos mismos —ofrece.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

No estoy entretenida, sino nerviosa como el infierno. Intento


mentir.

—Pero Reese está aquí. ¡Reese! —grito, esperando que una de las
chicas responda lo suficiente para que Levi acepte mi historia—. Por
favor, dile a Levi que estamos ocupadas. Está interrumpiendo.

—Reese puede tener una gemela —dice Levi, mirando hacia el


pasillo hacia la escalera—. Pero si vienes aquí y bailas conmigo abajo, tal
vez pueda convencerla de que también se le necesita en la planta baja.
Eso puede ser sólo el tiempo suficiente para que tus amigas terminen con
lo que están haciendo allí. O, puedo llamarla ahora mismo y preguntarle
si quiere revisar su habitación buscando tres chicas universitarias y una
lata de pintura en aerosol.

Mierda.

¿Cómo lo sabe?

Me vuelvo hacia las damas. Holly articula las palabras “está


mintiendo” y me pregunto cómo demonios puede estar segura. Doy un
encogimiento de hombros nervioso, apuntando a la puerta para indicar
que voy a tomar uno por el equipo.

—De acuerdo —le digo a Levi—. Saldré en un momento.

—No. Saldrás ahora. No tengo toda la noche.

Me mira con esos penetrantes ojos azules. No se está echando un


farol. Salgo al pasillo. Levi me coge del brazo con firmeza y me lleva a la
habitación del otro lado del pasillo, cerrando la puerta detrás de él. Me
agarra por el hombro y me apoya contra la puerta.

—¿Qué demonios te pasa? —pregunto.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Él se encuentra con mis ojos, colocando cada mano contra la


puerta, enjaulándome para que no pueda moverme. Abro la boca para
decirle que no tiene derecho a maltratarme así, o a pensar que puede
hacer algo conmigo, pero no sale ninguna palabra. Levi cubre mi boca
con la suya, y traga cada sílaba con un beso que no esperaba. Me roba el
aliento, y mi mente se apaga.

Cristo.

Él sabe besar.

Probablemente me gusta demasiado, teniendo en cuenta que en


lugar de empujarlo lejos, mis manos se aferran a la tela de spandex de
su traje. No hay ni un centímetro entre nuestros cuerpos tampoco. Gimo
en su beso mientras su lengua empuja y separa mis labios. Suena como
un ronroneo en la parte posterior de mi garganta. Exploro su boca y él
cautiva la mía, y pronto una de mis piernas ya se ha subido y enganchado
alrededor de su pantorrilla.

La sensación de su bulto presionando contra mi montículo es lo


que me trae de vuelta a la realidad. No se supone que me guste Levi. No
puedo disfrutar de esto. Ahí es cuando uso todas mis fuerzas para
empujarlo lejos de mí. Llevo mi mano derecha a un lado, dándome
suficiente espacio para soltar un puñetazo a un lado de su mandíbula.

—Te prometí un baile, no una sesión de besuqueos —le digo—.


Vuelve al infierno y déjame ir.

Levi frota el lugar donde le golpeé y sonríe.

—Ese beso llevaba tiempo en espera, gatita, pero el golpe en la cara


fue una buena ventaja.

—Espero que deje una marca —gruño, alejándome de la puerta.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Él abre la puerta y mete la mano en el hueco de mi brazo.

—Vamos a bailar.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Cuatro
Levi
En el segundo que Mary Anne y yo bajamos, hay una pared de mis
compañeros de equipo de fútbol con sus amigas y groupies esperándome.
Les digo que actúen como si no estuviera aquí. Estoy ocupado tratando
de intimar con Mary Anne después de todos estos años. Las prioridades
son lo primero.

Ella camina delante de mí y se mueve en la pista de baile como si


fuera dueña del lugar. Levanta los brazos y se enfrenta al DJ. Tiene suerte
de tener habilidades locas en la mesa giratoria, porque ese traje de
Drácula es sólo un poco mejor que la triste excusa de acento de
Transilvania que está tratando de sacar. Doy cuatro largos pasos y la
alcanzo, envolviendo un brazo posesivo alrededor de su hombro. Mary
Anne se da la vuelta y comienza a bailar, moliendo su culo en mi ingle.
Mi polla está feliz como la mierda ahora, y me doy cuenta de que el beso
de arriba fue sólo un calentamiento. Mis planes para ella no incluyen
dejarla escapar. No esta vez.

La muchedumbre es mayor que cuando subí las escaleras. El


vestíbulo y el área de baile ahora abarcan enjambres de fiesteros
universitarios con trajes que exponen más piel. Estas personas están
apiñadas juntas en la pista de baile. Los cuerpos se tocan. La energía
sexual es salvaje.

Mi tipo de lugar.

Una camarera de cócteles pasa con una bandeja apretada con


chupitos de bourbon. Ella se detiene y baja la bandeja para que

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

podamos tomar un par. Mary Anne recoge dos, los traga, y luego agarra
dos más. Sigo el juego, tomando las cuatro bebidas una tras otra,
cerrando los ojos mientras la quemadura se desliza por mi garganta y me
calienta el estómago.

Aprieto nuestros vasos vacíos en una mano, tomo su brazo con la


otra, y de inmediato llegamos al único lugar de la pista de baile con un
poco de espacio para respirar. Todavía estamos apretados contra una
esquina, pero es lo mejor que hemos encontrado.

—Si me besas de nuevo, prepárate para un golpe en la garganta


esta vez —me advierte.

—No lo dices en serio —respondo con total certidumbre.

Son sus ojos los que la traicionan. Ella no quiere nada más que
continuar donde lo dejamos. He esperado lo suficiente. En un movimiento
fluido, me inclino para besar sus labios y tirar sus manos alrededor de
mi cuello, agarrándolos firmemente en caso de que se sienta tentada a
usar la violencia física. Tal como predije, Mary Anne no protesta. Sus
caderas se mueven hacia mí, ya perdidas por nuestra atracción mientras
los fuertes latidos de “Tainted Hearts” de Marilyn Manson vibran e
intensifican el momento.

Sus manos se alzan y se aferran a mi pelo con puños apretados.


No hay vuelta atrás ahora. Tengo que tenerla.

Esta noche.

Agarrando sus caderas, la llevo conmigo mientras retrocedo y me


apoyo contra la pared detrás de mí. Mary Anne está realmente en esto.
Ella empieza a moler sus caderas en pequeños círculos que tienen mi
polla dura como una roca. La empujo más contra mí para mostrarle el
efecto que está teniendo en mi ingle. Ella no retrocede. Su

160
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

respiración se acelera y sus pechos se apoyan contra mi pecho. Creo que


necesito conseguir un lugar privado antes de terminar arrancándole la
ropa que tiene ahora. Lástima que la música cambia a algo lento y
espeluznante de Corpse Bride, matando el estado de ánimo.

O eso pensé.

Mary Anne se aleja, pero toma mi mano mientras sale corriendo de


la pista de baile hacia los amplios pasillos de la planta principal. Todo lo
que puedo pensar es en tener su pequeño cuerpo apretado contra mí de
nuevo. Aparentemente ella está contemplando lo mismo cuando abre una
de las puertas cerradas de la habitación al final del pasillo y me arrastra
dentro.

El aire que nos rodea comienza a chispear con energía. Mary Anne
me mira y vuelve a poner su mano en mi nuca. Dejando que su cuerpo
se balancee hacia adelante en mi pecho, arrastra su mano por el lado de
mi cara. No esperaba de ella esa ternura. Es como si estuviera esperando
por años para saber cómo se siente mi piel. Le cubro la mano con la mía
y giro mi cabeza, besando su palma. Sus ojos se cierran cuando muevo
mis labios de sus dedos hasta su boca.

Mary Anne se vuelve frenética. Nuestras manos están encima del


otro, y nuestro beso es feroz, salvaje y casi enojado, el tipo de beso que
deja los labios lastimados e hinchados. Mis manos se deslizan hasta sus
caderas, y ella tira de la cintura de mi traje, lo que es bastante inútil,
dado que es un jodido mono. Sí, debería haberlo pensado mejor antes de
ponerme este pedazo de mierda. Necesito arrancarlo de mi cuerpo o
convertirme en un delicado pequeño idiota girando para que ella pueda
llegar a la cremallera y al velcro. Lo que sea que haya entre nosotros, ha
estado acumulándose durante años. No quiero un minuto para
ralentizar, pensar o traer cualquier lógica a la ecuación. Desde donde
estoy de pie, ella tampoco. No sé exactamente cómo llamar a lo que

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

está pasando. No es romántico o dulce. Es primitivo, crudo y ha llevado


mucho tiempo.

Elijo la opción uno.

El traje de Capitán América se convierte de repente en fragmentos


de tela cuando agarro la parte posterior de mi disfraz y rasgo el velcro de
poliéster hasta que lo he bajado por mi pecho y abdominales. Agarrando
a Mary Anne por la cintura, la levanto, envuelvo sus piernas alrededor de
mis caderas, y la llevo al mostrador de mármol en el fregadero del
empolvado cuarto. Beso y muerdo con hambre su cuello y clavícula,
dejando que mis manos vaguen libremente por sus piernas. Gemidos
sexy escapan de su boca. Juro que la manera en que gime mi nombre me
hace querer lanzarla sobre mi hombro y dejar esta fiesta como un hombre
de las cavernas. Cada sonido conecta directamente con mi polla, que
responde con espasmos, palpitante, y expandiendo mi disfraz. Dejo
escapar un gruñido cuando sus dedos se clavan en mis hombros. Esa
mezcla de dolor y placer sólo será más estimulante para ambos más
tarde.

Mary Anne se aferra alrededor de mis caderas con sus piernas y


muele su calor contra mi rígida polla. Todo lo que puedo hacer es buscar
en el conveniente bolsillo lateral. Saco un condón. Estoy preparado
porque he estado esperando para siempre, y por alguna jodida razón todo
ese proceso de pensamiento me hace retroceder. No la quiero así. Quiero
algo memorable. Quiero que esté tendida en mi cama, desnuda, con todo
su cabello rojo desplegado en mi almohada. Quiero que sepa lo que se
siente al tener una noche entera conmigo complaciéndola una y otra vez
hasta que no quiera que las manos o los labios de otra persona u otras
partes de otro cuerpo la toquen.

Quiero arruinarla para otra persona y mantenerla para mí.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Nos vamos —le anuncio, ayudándola a levantarse.

—¿Qué? —pregunta, todavía desorientada.

—Vamos a mi casa. —Lo digo con tal finalidad que ella asiente y
toma mi mano.

—Sólo necesito buscar mi bolso arriba. ¿Te encuentro en la puerta


principal?

—Por supuesto.

Ella pasa sus manos por mi pecho desnudo, sonriendo a lo que sólo
puedo adivinar es lo que queda de mi disfraz.

—Parece que tú y Hulk tuvisteis una pelea. O eso, o estás


atravesando una crisis de identidad.

Mis manos se meten en su cabello e inclino su cara hacia la mía.

—Esto es lo que me hace estar cerca de ti —gruño en su oído—.


Apúrate para que te muestre más.

Mary Anne sonríe y se va. Me dirijo hacia la puerta principal, pero


en el camino, la llegada de un nuevo invitado no me impresiona en
absoluto.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Cinco
Mary Anne
Me alegro de ver a Holly y Wendy bajando las escaleras después de
separarme temporalmente de un Levi sin camisa. Significa que no tendré
demasiado tiempo para cambiar de opinión. Lo que empecé en el baño
con Levi está lejos de terminar. Apenas ha comenzado. Ni siquiera quiero
detener cualquier pensamiento, deseo, miedo o emoción en este
momento. Mi objetivo es asegurarme que Holly sacó su ira de su sistema,
tomar mi bolso de Wendy y dejar que Levi me lleve de aquí para que
podamos hacer esta noche más interesante.

—Gran coordinación, chicas. Sólo estaba en mi camino para


agarrar mi bolso. Todavía lo tienes, ¿verdad, Wendy? —pregunto al pie
de la escalera.

Ella asiente y lo saca de su bolso.

—Aquí tienes.

—¿Cómo lo hicisteis? —pregunto.

—La disuadí13 —Wendy anuncia con orgullo sobre la canción tema


de los Ghostbusters que el DJ acaba de poner.

—¿Qué?

13
I talked her off a ledge. Frase de una canción de los Ghostbusters, la expresión
significa hablar con alguien y disuadirlo o hacerlo cambiar de opinión acerca de alguien.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Holly se acerca un poco a la música, pero sacude la cabeza.

—Lo que Wendy está tratando de decir es que gracias a ella, no le


eché pintura con spray a los efectos personales de Reese.

—Espera. Eso no es lo que pretendía decir en absoluto. —Wendy


se opone, mirando a Holly—. Nuestro diablo en entrenamiento sólo puede
ser acreditado de no incendiar la casa.

—¿Qué demonios? Cristo, ¿has traído el fluido inflamable? —grito,


entonces miro a la izquierda y a la derecha para comprobar si alguien me
oyó.

—Relájate. Sólo empapé la ropa con él. No encendí un fósforo ni


nada.

—¿Y los dejaste en el suelo?

—¿Qué más querías que hiciera? ¿Arruinar mi traje llevándolos a


la lavandería? Eso es lo menos que Reese puede hacer cuando encuentra
el montón. Ella debería estar agradeciéndome.

—Esa ropa tiene que ser lavada a mano ahora —le digo a Holly,
presionando mis labios para evitar perder mi mierda ahora mismo.
Empujo más allá de mis amigas, que me siguen hasta las escaleras y
entran en la habitación de Reese—. ¿Podría alguien comprobar dónde
hay un fregadero lo suficientemente profundo?

Holly coge mi brazo mientras paso delante de la pila de ropa.

—No estamos limpiando esto —insiste—. ¿Por qué pasar por tantos
problemas para hacer esto y luego arreglarlo nosotras mismas?

—¿Realmente necesito responder a eso? Fuiste demasiado lejos. —


Hago un gesto a Wendy—. Revisa esa puerta en el lado del sillón.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Probablemente sea su cuarto de baño. Llena la bañera con agua fría y


jabón. Voy a poner esto ahí. Voy a irme después de esto, así que está bien
si mi disfraz se ensucia. ¡Simplemente reza para que nadie esté lanzando
petardos o acabe arrojándome un cigarrillo, porque estaré en llamas en
la noche de Halloween! —grito.

La mayor parte de la tensión en mi tono tiene que ver con la


frustración que ocurre entre mis piernas, pero no necesitan saber lo que
Levi y yo hicimos mientras estaban jugando con un posible delito por
incendio.

Recojo la ropa con un brazo y la llevo a la bañera. Unos cuantos


viajes y terminamos antes de que el agua se llene. Huelo como si
trabajara en una gasolinera, pero no importa. Tal vez Levi no se dará
cuenta.

—Estoy fuera de aquí, señoras —anuncio cuando Wendy cierra el


grifo.

—Venga. No te vayas todavía —suplica Holly desde la puerta del


baño—. Por lo menos tomemos unas copas abajo, y bailemos un poco.

—¿No escuchaste la parte de mis ropas apestando? No puedo


seguir usando esto.

Holly señala el armario de Reese.

—¿Qué tal una cortesía de la perra robadora de hombres?

—Para una chica inteligente, realmente puedes decir alguna


mierda a veces, Holly —ladro, ya en el borde—. Del vandalismo al
incendio provocado y luego al robo. ¿Qué sigue? ¿Secuestro y asesinato?

Ella deja salir una risa falsa.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Estás exagerando. Nunca llegaría tan lejos. El asesinato es


bastante extremo. Además, no es secuestro si la encierro en un ataúd por
menos de tres horas en su propia casa durante una fiesta de Halloween.
Es sólo una broma. Confía en mí, lo he comprobado... A menos que ella
muera... —Su voz se pierde por un momento. Wendy y yo no nos
movemos—. Venga. Una copa y estamos fuera —añade Holly, girando
sobre sus talones. Tengo la sensación de que Wendy está tan preocupada
como yo por la salud mental de Holly—. ¿Por qué todavía estamos aquí?
Bajemos las escaleras.

Dejo escapar una exhalación.

La declaración de Holly arroja nueva luz sobre cómo ella sabía que
Levi estaba mintiendo sobre que Reese estaba en su camino a su
dormitorio. Me pregunto si quiero o no saber si Holly se toma en serio
poner a Reese en un ataúd.

No.

No, no, pero me molesta como la mierda.

Mi buen humor está oficialmente asesinado. Ya ni siquiera estoy


caliente. No cuando huelo a gases nocivos y estoy preocupada porque la
broma de Holly fuera demasiado lejos. Malhumorada ahora, las sigo
abajo.

—Vamos a sacar a Reese primero, Holly —le informo.

—¿Por qué? —Holly sólo tiene que mirarme para saber que hablo
en serio—. Bien. Está en el sótano.

Nos apresuramos a través de la multitud de la fiesta. La mitad de


ellos están haciendo versiones de la danza de Thriller, unos mejor que
otros, dependiendo del talento de danza natural, las etapas de

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

embriaguez, y la cantidad de movimiento que les dan sus disfraces. Un


tipo vestido con un traje de hombre azul está clavando el baile. El tipo
que parece un perrito caliente de cartón, no tanto. Pero al menos son
todos más ligeros que nosotras tres. Estoy aquí para ir de fiesta, maldita
sea, no para limpiar el desorden de una loca.

Holly nos muestra la puerta del sótano.

—Vale, chicas. Sólo id a la derecha, luego dos veces a la izquierda


cuando bajéis estos escalones. Es un espacio enorme, así que buscad las
barreras de cuerda de terciopelo rojo acordonadas. Está en la habitación
detrás.

Alargo una mano para detenerla.

—Para ahí mismo, cariño. ¿No vendrás?

Ella sacude la cabeza distraídamente. O tal vez sea culpa.

—Si voy allí y la dejo salir, sabrá que fui yo. Es mejor que vayáis
solas. Puedes decir que has entrado en la habitación y la has encontrado.

—¿Por qué pensaría que fuiste tú?

Holly mira fijamente sus uñas.

—No lo haría. Siempre he sido amable con ella. Siento que es mejor
así. —Sus labios comienzan a temblar. Las lágrimas brotan de sus ojos,
y se sienta sobre el acolchado asiento de cuero gris al lado de la puerta—
. Simplemente no puedo enfrentarla, chicas. Reese realmente me lastimó
entonces. El día que le dije que me iba a casar con Carver, fue durante el
primer descanso en la escuela primaria. ¡Ella estaba con él para el
almuerzo! Sé que era sólo tercer grado, pero yo lo amaba... Realmente lo
hacía —lloriquea—. Creo que todavía lo hago, pero él ni siquiera mirará
en mi dirección a causa de quién es mi padre.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Guau. Qué revelación. No excusa a Holly de lo que ha hecho esta


noche, pero diablos, no sabía que había deseado toda su vida a Carver.
Claro, he notado que se miran mutuamente, pero guau. Eso explica
mucho. El padre de Holly es el entrenador principal del equipo de fútbol
de LSU, y Carver es uno de los mejores jugadores. Incluso Levi habla
maravillas sobre el chico. Eso ubica a Holly completamente fuera de los
límites de todo el equipo. Fruta prohibida. Dudo que cualquier atleta
universitario en absoluto tenga la oportunidad de mirarla. Su padre
probablemente puede hacer echar a un jugador de ping pong de un
equipo de la LSU si así lo desea. No es de extrañar que ella se haya puesto
en plan malvada.

Wendy y yo nos sentamos a cada lado de ella. Le froto la espalda


mientras Wendy excava en su bolso por pañuelos.

—Todo está bien, cariño —le digo—. Siento que ella te haya hecho
eso... y es una mierda que tu padre sea el entrenador principal y que te
retrase la vida social. Realmente lo siento, pero tienes que ver que esto...
este truco está llevando las cosas demasiado lejos. Lo ves, ¿verdad?

—Tal vez un poco.

—Bien. —Miro su sollozante cuerpo encorvado, y asiento hacia


Wendy—. Condujiste hasta aquí, ¿verdad?

—Sí. Aparqué a una manzana de aquí.

—Llévala a su casa. Sacaré a Reese del ataúd y me aseguraré de


que no esté muerta —le digo, sonriendo interiormente porque lo que
acabo de pronunciar sólo se puede decir en Halloween. En cualquier otro
día del año, esa declaración me llevaría a un hospital psiquiátrico para
observación como sociópata inestable, o a una sala de entrevistas en el
departamento de policía. Amo esta fiesta—. Y Holly, prepara tu tarjeta de

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

crédito, porque estás reemplazando toda la mierda rosa que casi


incendiaste.

—Está bien —ella sorbe, poniéndose de pie con Wendy.

—Me quedaré con ella hasta que entres —agrega Wendy.

Tuvimos un abrazo de grupo.

—Gracias, cariño. Os veré en el dormitorio —digo, y me dirijo hacia


la puerta del sótano.

Insegura sobre en qué estado de pánico y delirio estará Holly, no


pierdo el tiempo. Tomo los amplios y lisos escalones de cemento hacia el
nivel inferior bien iluminado y sigo las instrucciones exactas de Holly
hasta llegar a la habitación en cuestión. Cruzando la barrera, abro la
puerta. Sí, este es el lugar. Una sombría y grande habitación, el elegante
ataúd negro en un soporte de cobre con ruedas en el medio. Es el mismo
ataúd que los chicos de fraternidad trajeron antes. El único problema es
que está extrañamente silencioso aquí, aunque fuera todavía puedo
escuchar “Every Breath You Take” tocando bastante alto desde arriba.
Que incidentalmente, me pone aún más nerviosa. ¿Quién necesita
escuchar una canción de una banda llamada Police, una que promete
seguir y vigilar cada movimiento cuando no estás portándote bien?

—¿Reese? —digo, dando un paso para desbloquear la parte


superior del ataúd. Espero que esté viva allí. Se necesita toda mi fuerza
para abrir la cosa. Reese está dentro. Despierta. Tomándose selfies en su
teléfono.

—Oh, hey, Mary Anne —dice con indiferencia.

170
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—¿Estás bien? —Alargo mi mano para ayudarla a sentarse,


estudiándola cuidadosamente. ¿Por qué no se está volviendo loca ahora
mismo?

—Sí, estoy bien.

Miro alrededor de la habitación.

—Déjame encontrarte algo que puedas usar para bajar más


fácilmente.

—Muy bien —contesta, tomando otra foto de sí misma con la


cabeza vuelta hacia un lado.

Arrasto un armario de madera de finales del siglo cubierto de polvo.

—¿Cuánto tiempo estuviste aquí?

—No mucho —responde y se pone de rodillas para mantener la caja


estable. Ella arroja una pierna por el lado—. ¿Tal vez una hora?

La ayudo a quitar el polvo de su traje de Mujer Maravilla cuando


está a salvo en un terreno sólido.

—Así que, uh, Reese, ¿estás segura de que todo está bien? Quiero
decir, te estoy ayudando a salir de un ataúd en este momento, y no te
molesta en absoluto.

Ella arrastra las cejas y se dirige hacia la puerta.

—¿Por qué lo estaría? Tuve casi una hora de silencio del caos
arriba. Mis tíos han hecho peores bromas en Halloween. Si piensas que
esto es malo, trata de despertar a las tres de la mañana por el zumbido
de una motosierra a tres metros de tu cabeza.

171
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—No tienes ni idea de lo feliz que estoy de oír eso —le digo, aliviada.
Ella está imperturbable, y me siento afortunada, así que agrego—: Oye,
también hubo un pequeño accidente en tu habitación con algo de, uh,
líquido inflamable. Tengo que disculparme por adelantado. Casi todo lo
que posees que es rosa se destrozó. Pero juro que todo será reemplazado.
Las chicas y yo te llevaremos de compras el próximo fin de semana o
cuando estés libre. Haremos un día.

—Claro —dice. Inclino mi cuello para ver lo que está tan ocupada
haciendo en su teléfono. Ella está en Instagram, preguntando si las fotos
que ella tomó mientras estaba dentro del ataúd lucen lo bastante real
para enviárselas a sus tíos como venganza por la motosierra.

Claramente Holly se metió con la persona adecuada esta vez.

—¿Te sientes de humor para una bebida? —pregunta después de


bloquear la pantalla del teléfono.

—Infierno, sí. Dirige el camino, princesa amazona. Sólo mantenme


lejos del calor, las chispas y las llamas, y estaremos bien.

Después de todo esto, ya no quiero chupitos. Quiero una botella


entera de bourbon. Una botella. O dos. O más. Eso ayudará. Y tal vez
cuando vea a Levi de nuevo, mi estado de ánimo será mucho mejor.

Me olvido de todo el combustible residual en mi ropa y mi rescate


a Reese después de que engullo bebida tras bebida. Maldita sea, soy
buena para aguantar el licor. Es un don. Reese y yo bailamos en la
esquina, sobre mesas, una sobre la otra, y en algún momento nos carga,
literalmente, un futbolista masivo que nos lleva alrededor, una en cada
hombro. Su nombre se me escapa por causa del alcohol, aunque recuerdo
distintamente diciéndome a mí misma que este rubio es un gigante para
arrastrarnos alrededor sin tropezarse.

172
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

No he visto a Levi en todo este tiempo, así que imagino que


disfrutaré del ambiente y de la bebida. Si se presenta, genial. Si no, no lo
habré esperado sin perder toda esta diversión. Finalmente me separo de
Reese, que es barrida en la multitud. No puedo culparla por querer beber.
Ésta es como su casa, y ella tiene que quedarse hasta que la fiesta
termine. Quiero beber para olvidar lo lejos que Holly casi llevó esta
estúpida venganza. ¿Desde cuándo se tomaban tan en serio el “truco” en
“truco o trato”?

He consumido tanto alcohol que mi estómago y mi vejiga están


llenos. Hacer un viaje a la empolvada habitación donde Levi y yo
estábamos está en orden. Tal vez me pondré de nuevo en estado de
ánimo, y él aparecerá por arte de magia. Me dirijo allí con un pequeño
balanceo en mi paso semi-embriagado. Justo fuera del baño, hay un tipo
caído en el suelo. Lleva sólo un traje de gladiador y un casco a juego con
plumas rojas en la parte superior. Su capa, armadura de pecho y
sandalias trenzadas están en una pila a su lado. Bordeo con delicadeza
sus piernas y llamo a la puerta del baño por si alguien está dentro. Un
segundo después, estoy cara a cara con Levi. Sostengo la respiración,
analizando la imagen frente a mí. En este momento, Levi Eldridge tiene a
una mujer inconsciente, medio desnuda, arrojada sobre su hombro. El
culo y las piernas cuelgan de su pecho desnudo, y su cabeza y sus brazos
oscilan detrás de él. Ni siquiera puedo empezar a adivinar cuál es su
disfraz. O era. Casi no tiene nada.

Su cara se congela cuando se da cuenta que soy yo.

—Mierda. Mary Anne, esto no es lo que parece —dice, dando un


paso hacia mí—. Si me das un segundo para encontrar la ropa de esta
chica y ponerla en algún sitio, te lo explicaré.

Las famosas últimas palabras antes de que la mujer despreciada


suelte su furia.

173
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

No sé cuánto he tenido que beber hasta este punto, pero no es


suficiente.

174
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Seis
Levi
Esto no es lo que parece. Hay una explicación razonable para todo
esto, y tiene que ver con el imbécil echado en el suelo al lado del baño.
Puedo asumir la responsabilidad de derribarlo, pero todo lo demás es
culpa suya. Él es quien resbaló la droga de violación en la bebida de esta
chica, y él también la desnudó. El único error afortunado que cometió fue
no cerrar la puerta, así que cuando entré sin golpear para orinar, lo
encontré, y bueno, el resto es lo que ha llevado a esta inquietante imagen
que Mary Anne está ahora presenciando.

—¿Le hiciste esto? —pregunta con calma, señalando a la chica.

—Por supuesto que no. —Asiento al psicópata en el suelo—. Él lo


hizo. Le puse un ojo morado y la oportunidad de dormir. También tiene
suerte. Habría llamado a la policía ahora... no es que esté buscando
culparte por lo del teléfono.

—¿Necesitas que llame al 911?

Le muestro la puerta por el pasillo que conduce a una sala de estar


y se conecta a la cocina. Empezamos a caminar.

—Puedo tumbarla aquí y traerle un poco de agua. Vamos a ver si


puede despertar por sí misma primero. Si no, entonces sí, puedes llamar
una ambulancia.

—No hay problema.

175
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Estás tomando esto muy bien —le digo, señalando a la chica


inconsciente.

—Cualquier otro día... —comienza Mary Anne. Ella sonríe mientras


hace el gesto de cortarse la garganta con un dedo a lo largo de su cuello.

—Puedo asegurarte que algo como esto puede y probablemente


ocurrirá de nuevo, y probablemente no en una noche macabra. Vivimos
en el campus, o en mi caso, cerca del campus. Juego partidos de fútbol
después de las fiestas todo el tiempo, y otros jaleos que atraen a los locos
ahí fuera. —Deposito a la chica en el único sofá orejero vacío en la
ajetreada sala de estar y tiro de Mary Anne en mis brazos—. Pero ¿sabes
qué, gatita? —pregunto, recogiendo algunos mechones de pelo detrás de
su oreja.

Se hunde en mi cálido pecho y me mira fijamente.

—¿Qué?

—Hemos perdido bastante tiempo aquí. Vamos a conseguir a esta


chica un poco de agua o cuidado médico, y después de eso, te echare por
encima de mi hombro y te llevare a mi apartamento fuera del campus,
estilo cavernícola. No te dejaré salir de mi vista hasta mañana. Tal vez
más. Estaré dentro de ti —susurro mientras arrastro mis manos por sus
brazos, las instalo en sus caderas y la empujo para que sienta mi erección
contra su estómago—. Mi lengua, mis dedos y mi polla, probablemente
en ese orden exacto. —Ella gime, y me inclino para besarla. Llevo su labio
inferior entre mis dientes por un segundo, y me retiro para mirarla a los
ojos otra vez—. ¿Trato hecho?

Mary Anne asiente, agarra mi brazo y me arrastra en dirección a la


cocina.

176
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Un chorro de agua helada en la cara de la chica inconsciente


debe hacerlo. O un cubo. Uno de estos camareros puede hacer el resto.
—Ella me mira de nuevo y guiña un ojo mientras da golpecitos con sus
tacones altos—. Lo siento si eso suena frío, pero he pasado la mayor parte
de la noche limpiando líos. Estoy atrasada para algún tiempo juntos.
Cinco minutos, luego saldremos de aquí. Oh y vamos a saltarnos la rutina
de hombre de las cavernas. Es posible que vomite en tu espalda.

Ahora veo que Mary Anne es alguien que sabe exactamente lo que
quiere y no tiene miedo de ser sincera conmigo. Sacudiendo la cabeza, la
dejo abrir el camino. Por ahora, de todos modos. En el dormitorio, yo soy
el que mando, pero joder, tengo que admitir que estoy empezando a amar
a esta intrépida mujer.

***

Nos dirigimos a mi apartamento fuera del campus a pocas


manzanas de distancia. Mary Anne tiene la mano apoyada en mi pierna
todo el tiempo. Necesito todo de mí para no detener el coche y tomarla
justo en el capó. No puedo aparcar lo suficientemente rápido, salgo y abro
su puerta. Ella sale y se mete en mis brazos, enterrando su cabeza en mi
pecho desnudo. No sé qué ha cambiado para nosotros, pero no lo
cuestiono.

—Hey —digo, pasando mi mano por su espalda. Ella me mira—. No


voy a dejar que te vayas esta noche. Espero que lo sepas.

Ella envuelve sus brazos alrededor de mi cintura.

—Mientras tenga lo que necesito, no quiero irme.

—Te lo recordaré mientras mi pene está enterrado en tu interior —


susurro.

177
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Le tomo la mano. Ahora soy yo quien tira de ella para pasar por el
frente de mi apartamento. Mary Anne se aleja, acelerando hacia delante
mientras toma los peldaños de la entrada en un ligero trote. Yo sonrío.
Ella balancea sus caderas un poco en cada paso, dándome la mejor vista
de su culo y piernas en ese lindo traje de gatita. Lástima que ella nunca
llegue a usar ese traje de nuevo. No voy a buscar una cremallera en esa
cosa. Será arrancado de su cuerpo. Mi polla palpita por la imagen, y
cuando hago girar la cerradura de la puerta, muestro su interior y la llevo
a mi dormitorio, apenas puedo esperar un segundo más. La empujo
contra la pared al lado de la puerta y reclamo su boca. Está dulce de toda
la bebida que ha tomado. Estoy apurado y frenético, queriendo tocar y
probar y sentirla toda de una vez, como si no hubiera una próxima vez,
ni mañana, ni segundas oportunidades.

Me aparto, levantando su barbilla. Ella me mira a la cara, los ojos


brillando de excitación, y nos hace a mí y a su disfraz un favor. Ella tira
algunos broches convenientes que corren por sus costados. El vestido cae
por su cuerpo, y ella hace lo mismo con el tutú con volantes y los
diminutos pantalones debajo. Tira de los guantes de patas de gatita y de
las orejas de gato. La parte de atrás de mi cabeza registra que Mary Anne
está ahora de pie en sujetador, bragas y tacones altos, sexy como el
infierno en mi habitación. Un gruñido bajo resbala por mi garganta. Ella
está tan cómoda en su propia piel que sólo se queda allí, me permite el
honor de observar en cada línea, contorno y curva. Debería tomar más
tiempo para conmemorar el momento, pero antes de que lo sepa, mis
manos están en ella de nuevo.

La doy vuelta hacia la pared y le levanto las manos.

—No te muevas a menos que te lo diga, sexy —le digo.

Ella gime mientras meto mi rodilla entre sus piernas, separándolas


de par en par. Empujando su cabello a un lado, planto mis labios

178
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

contra su cuello y Mary Anne gimotea. Su torso se alarga, el culo


retrocediendo hacia mí. No puedo evitar ahuecar sus senos mientras
estoy lamiendo y provocando otras partes de su cuerpo y estoy dispuesto
a apostar que nunca han sido tocados de esta manera. Saborear su piel
me obliga a bajar. Le lamo la piel, arrastrando besos calientes y tiernas
mordidas por la espalda hasta caer de rodillas.

Mary Anne se inclina hacia adelante un poco más, moviendo su


culo hacia fuera y extendiendo sus piernas tan anchas que puedo oler su
dulzura. Mis manos corren desde su cintura, bajan por sus caderas por
sus piernas y vuelven a subir. Ella está en el borde y tan lista. Ahí es
cuando la giro a hacia adelante otra vez. Mirando hacia arriba su cuerpo,
veo su cara mientras mis dedos se deslizan bajo las costuras de su tanga.
Su respiración es laboriosa, su pelo todavía está sobre un hombro, y sus
ojos devuelven mi mirada con una intensidad oscura que ni siquiera
puedo comenzar a describir. Con una sonrisa, arranco su tanga de su
cuerpo y dejo que los pedazos de tela caigan al suelo.

Mary Anne no es tímida. Levanta una pierna sobre mi hombro,


guiando mi cabeza hacia su montículo. Le recuerdo que no se mueva,
pero como esta es nuestra primera vez juntos, no la castigaré por
desobedecerme. No cuando estoy finalmente tan cerca de su coño,
inmerso en su olor. Mi cabeza se inclina ligeramente hacia atrás para
colocar mi lengua en sus pliegues. Todavía hay un poco de distancia entre
mi boca y su clítoris. Destellando una última mirada hacia su cuerpo, la
devasto completamente. Mis manos agarran las mejillas de su culo para
apretarla contra mis labios y lengua mientras pruebo, lamo, y entierro mi
lengua en su centro, deleitándome con sus jugos dulces. Ella está
gimiendo tan fuerte que no puedo evitar que el gemido haga eco en mi
garganta.

Mary Anne se mece contra mí. Su cuerpo está presionado contra


mí, y el calor en mi ingle se eleva. Su estómago revolotea cada vez

179
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

que mi lengua invade su coño. Su cuerpo tiembla, su respiración se


desgarra. Sus sonidos jadeantes llenan el aire. Ella está cerca. Noto sus
manos bajando de la pared. Una se entierra en su pelo y la otra se
arrastra hasta sus pechos. Muerde su labio inferior mientras su pulgar
rodea un pezón, y quiero impedir que haga mi trabajo, pero joder, ella se
ve muy caliente, estimulándose mientras la follo con mi lengua. Mi polla
está palpitante y dolorida por entrar en la acción, pero la noche es joven.
Sus piernas se abren, tensándose al mismo tiempo, con las caderas
meciéndose en mi cara. Me pregunto si ella se da cuenta de lo que ha
firmado al venir a casa conmigo.

Ella grita mi nombre mientras su cuerpo comienza a corcovear a


través de su primer orgasmo. No me detengo. Conduzco dos dedos en su
coño mientras se sacude. Mary Anne grita. Quiero que su clímax continúe
hasta que la vuelva a hacer correrse otra vez. No me detendré hasta que
esté tan débil que tenga que llevarla a la cama y tomar cada centímetro
de ella.

—Córrete dentro de mí, Levi —ruega—. Por favor.

Yo gruño. Ella no se da cuenta de que me estoy calentando. El


problema es que, tanto como quiero hacerla esperar para que pueda
extraer cada gramo de placer, dolor y otras sensaciones de nuestra
primera noche juntos, mi polla está pidiendo lo mismo que ella pide. No
puedo esperar esta vez. Así que no lo hago. Me pongo de pie y me saco
mis trapos destrozados, dejándome mi bóxer. Mi bóxer que es una tienda
de campaña, debo añadir, porque mi polla dura como una roca quiere ser
liberada.

Está tan débil contra la pared que debería levantarla y llevarla a la


cama. Debería, pero no lo hago. Regreso al centro de la habitación,
sentándome a un lado de la cama, observándola esforzarse para
mantenerse apoyada. Moviendo un dedo, la invito a que venga a mí.

180
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Aprendo entonces que Mary Anne es una provocadora. Ella lentamente


mueve la mano de su cabello por su cuello, entre sus pechos, y
centímetros hacia abajo de su línea media hasta que llega a su coño. Ella
separa sus pliegues, deslizando un dedo sobre su clítoris para seguir
complaciéndose a sí misma, sin mí. Estoy amando el show y odiándolo al
mismo tiempo, pero pronto, es demasiado para soportar. Poniéndome de
nuevo de pie, me acerco a ella, la tomo en brazos, y llevo su culo sexy a
la cama.

181
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Siete
Levi
Todavía estoy decidido a extender el tiempo. Tiene que ser
importante. Debe ser memorable. Mary Anne tiene que irse con cada
detalle de nuestra noche permanentemente grabado en su cerebro.
Quiero que ella sea adicta a mí, me desee sólo a mí. Quiero arruinarla y
mantenerla para mí, y no me importa lo mal que suene, porque no
comparto.

—Fóllame —ruega Mary Anne mientras tomo asiento en la cama y


la ubico en mi regazo.

Ella lleva una pierna alrededor y me monta a horcajadas,


presionando su núcleo caliente contra mi duro pene. Yo serpenteo una
mano por su espalda, tirando de ella contra mi dura polla para el contacto
que quiere contra mi bóxer. Ella presiona sus ojos cerrados y toma mi
mano libre, moviéndola sobre sus pechos para mostrarme lo que quiere.
Muele contra mi polla mientras acaricio sus pechos. Masajeo sus pezones
uno por uno a través de su sujetador. Ella arquea su espalda y desliza
las tiras del sujetador por su hombro, dándome todo el espacio que quiero
para mordisquear en sus pechos desnudos. Tener sus pezones rosados
tan cerca de mi cara es suficiente invitación. Mis manos acarician su
carne, y me desplazo hacia adelante, lanzando mi lengua en círculos,
lamiendo y degustando mientras pierdo el control.

—Quiero tanto meterme dentro de ti —admito con un gruñido,


labios todavía presionados contra su piel.

182
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Mary Anne levanta su trasero a unos cuantos centímetros de mi


regazo y su mano llega a mi bóxer. Ella agarra mi polla alrededor del eje,
empujando mi bóxer abajo y fuera del camino. Gimo mientras desliza su
mano arriba y hacia abajo con fuertes golpes.

—Necesitamos un condón —le digo. No quiero decir esas palabras.


Mi semilla pertenece a su vientre. Es la única mujer que quiero que lleve
a mis hijos. Pero sólo estamos en nuestro primer año, así que no puedo
despojarla de su educación u opciones todavía.

—Lo sé —susurra en mi oído, pero coloca la punta de mi polla en


su coño—. Nunca he dicho algo así, pero solo quiero sentirte dentro de
mí... así. Sólo por un rato. —Luego agrega—: Estoy tomando la píldora.

Quiero detenerla, honestamente, pero ella se mueve y no reacciono


lo suficientemente rápido. O no quiero hacerlo. Mary Anne inclina
ligeramente la cadera y un segundo más tarde, se hunde en mi verga
hasta que me acuña todo el camino dentro de ella.

Joder, está tan apretada.

Sus paredes interiores están sujetas alrededor de mi eje, sus labios


se frotan contra mi estómago, y siento cada contorno y curva. Estoy fuera
de mi mente ahora mismo, incrédulo. Estoy dentro de ella, y no hay nada
entre nosotros. No es la única que está arruinada ahora. El momento se
ilumina con intensidad. Este contacto nos ha cambiado para siempre.
Estoy seguro como la mierda que no deseo otra alma viviente de la
manera que la deseo ahora. Ella se mece, y estoy más allá de la cordura.
Agarro y separo las mejillas de su culo, ayudando a sus esfuerzos por
más contacto. La voz en la parte posterior de mi cabeza se calla. Está a
bordo. Quiere arruinarla también.

183
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Gracias a Dios que se retira justo en ese momento. Ella sale de mi


regazo, se arrastra en la cama sobre sus manos y rodillas, y se queda de
esa manera, esperando por mí.

Tomo la invitación por lo que es. De mi mesa de noche, saco una


caja de condones. Mi bóxer es alejado de mis piernas y arrojado a través
de la habitación a una velocidad récord. Hago rodar un condón por mi
gruesa y acerada longitud. Ella deja escapar un gemido cuando me meto
en la cama, y empuja su culo contra mi ingle cuando siente que me
acerco. Estoy de rodillas, me posiciono en su apertura. Agarro sus
caderas con tanta fuerza que estoy seguro de que gritará en cualquier
momento por el dolor de mis uñas cavando en su piel. En su débil gemido
para que la folle con fuerza, le doy exactamente lo que quiere. La empalo.
Mi pene pasa más allá de sus pliegues y entierro las bolas profundamente
dentro de ella, derecho hasta la raíz.

Su canal es tan húmedo y está tan apretado alrededor de mí,


apenas noto la diferencia ahora que he envuelto mi polla en este condón
XXL. Ella comienza a balancearse hacia adelante y hacia atrás, tomando
su placer con cada golpe duro. Coloco mis manos en su cintura e inclino
sus caderas a un nuevo ángulo. Su gemido se transforma en un silbido.
Sí. He golpeado el punto, y ahora que lo he encontrado, no cedo. La golpeo
una y otra vez, atacando su punto G hasta que ella gime a través de su
clímax. Su espalda se flexiona, y las paredes de su coño vibran y se
aprietan, cerrándose sobre mi pene mientras sus jugos fluyen por mi eje.
Ruedo las caderas, empujándome dentro de ella, penetrándola cada vez
más profundamente.

—No he terminado contigo —gruño, y pronto ella está subiendo a


otro orgasmo. Sus paredes interiores pulsan y sacuden, masajeando mi
polla, atreviéndome a explotar. Le empujo el culo mientras la golpeo una
y otra vez, extendiendo su clímax mientras me aproximo al mío a la
velocidad de la luz. La presión en mis bolas se ha acumulado

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

demasiado. Cierro los ojos para alejar los destellos de luz que salen
salvajes detrás de mis ojos. Dos, tres o veinte golpes después, pierdo todo
control. Me estremezco a través de un orgasmo explosivo que tiene mis
abdominales apretándose, mis pulmones luchando por aire, y mis
piernas temblando justo cuando que Mary Anne golpea su pico. Ella
suelta un fuerte grito, y estoy agradecido de que estas paredes sean
insonorizadas. Necesitando un minuto para descansar, me inclino hacia
adelante y descanso mi frente en su hombro.

—Joder —murmuro entre inhalaciones.

—Fue un gran comienzo —confiesa en un susurro.

Tengo que sonreír.

Me alegra saber que es sólo el comienzo. Me quedo así por un


momento antes de tirar y desechar el condón usado. Estirándome a su
lado, la tomo en mis brazos y le beso los labios con hambre.

—No dirás eso por la mañana —gimo en su boca, frotándole la


espalda—. Te lo aseguro.

Mary Anne se aparta del beso. Me muestra una mirada traviesa. Se


mueve hacia abajo de la cama y se detiene entre mis piernas. Nuestros
ojos se bloquean. Estoy reteniendo mi aliento mientras estudia mi polla.
Ella está asombrada, mordiéndose el labio inferior mientras parece
decidir qué hacer primero.

—Mmm —ella gime ansiosamente—. Supongo que puedes


respaldar todo ese ego después de todo.

Empiezo a asentir, pero ella agarra la base de mi polla con una


mano y baja su boca hasta la punta. Su lengua sale de su boca. Lame la
cabeza de mi polla. Me puedo haber corrido hace unos minutos, pero mi

185
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

polla está lista de nuevo. Se eleva, pasando de cero a rígido e hinchado


en poco tiempo. Estoy bastante seguro de que necesito controlarme más
porque es Mary Anne. De lo contrario, estallaré por toda esa preciosa
cara. Ella lame todo el camino de la punta hasta la base, moviendo su
mano para que su lengua siga adelante. Comienza a lamer mis bolas,
gimiendo como si se estuviera excitando. Mis piernas comienzan a
temblar, y sus ojos se elevan para conectar con los míos. Esa mirada en
su cara es juguetona. Ella debe estar disfrutando de esto.

Cierro los ojos cuando vuelve su atención a mi ingle. Coloca sus


labios en la punta de nuevo y esta vez, baja, tomando mucho más. Ella
trabaja su lengua, relajando su mandíbula hasta que la cabeza está en
la parte posterior de su garganta. Lame y se sumerge, levanta y chupa,
repitiendo el patrón una y otra vez hasta que me he vuelto loco. Levanto
mi cabeza de la almohada para una mejor vista. Mis manos encuentran
su camino hacia su nuca, agarrando su cabello y follando su dulce boca.

No se necesita mucho esta segunda vez. Todos los músculos de mi


cuerpo entero se tensan y se convulsionan cuando hago erupción en su
boca. Ella sostiene mi mirada mientras consume cada gota, y después
que ha terminado, vuelve a estar en mis brazos. Quiero decirle lo bien
que se sintió, pero decido que se lo mostraré a mi manera.

Sin dejar de respirar pesadamente, saco mi brazo desde debajo de


ella.

—Vuelvo enseguida, dulce.

Después de limpiarme en el baño, me dirijo al armario cerrado con


llave en vestidor. Tiempo para hacer que mi mujer grite.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Ocho
Mary Anne
He pasado un buen momento hasta ahora, pero cuando Levi sale
de su armario con una caja de madera familiar bajo su brazo, sé con
seguridad que él es mi alma gemela. O mi follador gemelo. Todavía no lo
sé. La caja es familiar porque tengo una igual. Levi está a punto de sacar
todas sus cartas y conducirme a la locura. La pequeña caja de madera
tallada a mano tiene adornos serpentinos alrededor del pestillo y el ojo
de la cerradura y está forrada con seda roja en su interior.

—Ya veo que estamos a punto de ir más allá —le digo, sonriendo.

—Tú has tenido mis tratos, ahora es el momento para algunos


trucos —ofrece, sonriendo. Abre la caja—. ¿Cómo lo supiste?

Lo dejo saber que estoy dentro de alternativas sexuales saludables,


aquellas donde los únicos límites reales son la mente y, por supuesto, la
expresión de una palabra segura.

Está impresionado. Tal vez un poco aliviado, también.

—Voy a ser suave contigo esta noche.

—Preferiría que no, pero está bien —respondo—. Pero las primeras
veces deben ser controladas, por si acaso tu idea de juego suave resulta
ser mi idea de insoportable y demasiado lejos de la cautela.

—Funciona para mí —dice, sosteniendo una amplia cinta de seda


roja—. ¿Lista?

Asiento y me río.

187
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Adelante. Ten tu camino conmigo.

Sus ojos se oscurecen y se vuelven lujuriosos cuando me monta a


horcajadas. Por el momento, su enorme polla está tan cerca de mi cara,
no puedo pensar en otra cosa que en meterla en mi boca, pero ahora tiene
el control. Así que espero. Me cubre los ojos con la primera cinta y la ata
detrás de mi cabeza, luego envuelve otra alrededor de mis muñecas. Con
la pérdida del sentido de la vista, mi anticipación crece, mi corazón se
aprieta, y con eso, mi respiración empieza a precipitarse. Comienzo a
desear velocidad a favor de la tortura. No sé cuánto tiempo puedo
permanecer así. No cuando es Levi llevando las riendas. Alzando mis
manos sobre mi cabeza, las fija en la cabecera.

Siento calor cerca de mis mejillas. Es su mano acariciando un lado


de mi cara.

—No está muy apretado. Relájate —dice, probablemente


refiriéndose a mi respiración, que está empezando a sonar como si
estuviera hiperventilando.

No es mi intención, pero levanto mis brazos. Él tenía razón de que


había un montón de espacio para moverme, pero no lo suficiente para
liberarme. Levi extiende mis piernas de par en par, atando cada una
antes de usar una cinta o cuerda más larga para unirme al estribo. Con
los ojos vendados, mis otros sentidos se intensifican. Recojo la emoción
en su voz, y el calor de las sábanas en mi espalda contrasta con remolinos
de aire fresco que pasan sobre mi cuerpo. Una ventana debe estar abierta.
O tal vez es el aire acondicionado, ya que hacía más de veinticuatro
grados más temprano hoy, clima completamente normal aquí en Baton
Rouge. De cualquier manera, la sensación se extiende en piel de gallina
por todo mi cuerpo y me está poniendo mojada. Mi excitación fluye hacia
mi nariz.

188
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Eres tan jodidamente sexy así —él gime.

El colchón se mueve en un lado, inclinándome hacia la izquierda,


e inmediatamente después de eso, oigo sus pasos. Está fuera de la cama.
El instinto de llamarle es tan fuerte que presiono mis labios para
detenerme. Estoy tan caliente que estoy obligada a correrme en el
segundo que ponga sus manos sobre mí. O su lengua. Comienzo a
preguntarme cuánto tiempo le tomará volver al cuarto. Es perfectamente
silencioso excepto por el zumbido. Hay movimiento en la cama de nuevo,
y Levi se asienta entre mis piernas.

Algo ligero y caliente se mueve de mi cuello hasta mi estómago. No


es tan caliente como la cera, y no es líquido. Estoy perpleja acerca de lo
que podría ser cuando él traza de nuevo mi cuerpo, a través de mi cuello
y hasta el lado de mi cara. Siseo mientras el objeto viaja más allá de los
picos de mis pechos. Mis pezones son como guijarros como piedras. Todo
lo que quiero es que los tome en su boca y chupe, para aliviar algo del
hormigueo.

Mi pelvis se inclina por su cuenta, desesperada por Levi al pasar


por encima de mi punto dulce.

Al segundo que hago ese movimiento siento la rugosidad caliente y


húmeda de la lengua de Levi que sigue a lo largo de mis pliegues. Todo
mi cuerpo corcovea por el shock. Deja salir una risa grave que vibra a
través de mi corazón. Él presiona sus manos en mis muslos,
extendiéndome más y exponiendo más de mi coño a su tortura caliente.
Su lengua se hunde en mi centro, rápidamente pasa sobre mi clítoris y
luego se ha ido de nuevo. Me retuerzo en la cama por su toque
impredecible, luchando bajo las ataduras de muñecas y tobillos.

Levi gruñe.

—Joder, no puedo esperar. Tengo que estar dentro de ti ahora.

189
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

El alivio me recorre. Si se toma más tiempo burlándose de mí de


esta manera, juro que sería un charco en el suelo. El sonido familiar de
una envoltura de condón resuena, luego se rasga. Mete una gruesa
almohada debajo de las caderas. Hay una pausa. Entonces yo jadeo y
tiemblo mientras entierra su polla dentro de mí en un movimiento agudo.
Casi se siente como un orgasmo instantáneo. Olvida eso. Tiene que ser
uno, porque estoy convulsionando y temblando de una explosión de
placer crudo que se expande hasta los pelos de mi cabeza y hasta mis
dedos enroscados. Destellos de todos los colores del arco iris inundan la
oscuridad detrás de mis párpados. Entonces Levi sale de mi centro
tembloroso otra vez antes de golpear en mí mucho más duro. Tomando.
Poseyéndome.

Grito, casi ahogando sus propios sonidos mientras él se mete en


mí por lo que parece ser para siempre. Pueden pasar cinco minutos o
cincuenta. Eso es lo que percibo de esta privación sensorial parcial
seguida de la sobrecarga sensual. Me golpea hasta que cada empuje es
más errático que el último. En su último golpe, en el que mantiene su
ingle presionada firmemente contra mi montículo, él se corre con un
gruñido primitivo.

Estoy en mi éxtasis en el momento, débil y apenas registrando sus


respiraciones pesadas. Después de salir de mí, quita la venda y las
ataduras una a una y se extiende a mi lado. Llevo mis manos alrededor
de su cuello y me presiono en su torso caliente y húmedo. Levi me besa
la parte superior de la cabeza.

—Descansa. —Eso es todo lo que dice. Sonriendo, mis ojos se


cierran y me dejo ir con mi cuerpo zumbando, y mi cabeza y corazón
unidos.

190
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Nueve
Levi
—No voy a dejar que te vayas de aquí —le digo a Mary Anne por
décima vez desde que llegamos a mi casa.

Hemos tenido unas pocas horas de descanso, pero el sueño


profundo es imposible ahora que la tengo en mi cama, con su perfume
dulce y almizclado en la habitación. La tiro contra mi pecho y entierro mi
nariz en su cabello. La fragancia floral junto con su ligero gemido agita
mis sentidos. En el fondo, no tengo ni idea de cómo voy a manejar esa
tarea. Tenemos años de educación universitaria por delante de nosotros.
Tengo un horario intenso, con el fútbol universitario y trabajando para
mi padre. Tengo que tratar con él, y no es una persona fácil. Además,
Mary Anne y yo trabajamos juntos. Aún así, hay una pequeña voz que
me recuerda que la he deseado durante siglos. Tomando aire, muevo mi
mano por su hombro y retrocedo el movimiento hasta que mis dedos
están en su cabello. Con un poco de fuerza, le echo la cabeza hacia atrás
para que me mire.

—Eres toda mía —le digo.

En el momento en que digo las palabras, sé que es correcto, no


importa a qué nos enfrentemos. Mirar sus hipnotizantes ojos avellana me
deshace. Sus labios están hinchados de mi anterior juego áspero, pero
me atraen de nuevo. La beso con urgencia, y sus dedos me agarran los
hombros. Ella se presiona contra mí. Mi erección es casi instantánea, y
cuando me suplica que la tome de nuevo, gruño un sonido primitivo lleno
de lujuria. Libero sus labios y Mary Anne inclina la cabeza hacia un lado,
exponiendo su cuello. Mis labios remontan hasta donde late su

191
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

pulso. Al exponer mis dientes, le aprieto el cuello y la clavícula,


mordiendo lo suficiente como para hacerla retorcerse.

—Ponte arriba —le ordeno, buscando en la mesa de noche por otro


condón.

Ella sigue mi orden en un solo movimiento suave mientras me


relajo sobre mi espalda, admirándola, centímetro a centímetro exquisito.
La mujer es la perfección. Es firme, pero suave e increíble en todos los
lugares correctos. Y Jesús, todo ese pelo rojo llameante la hace
irresistible. Veo sus senos y me levanto para acariciar mi rostro contra la
suavidad de su escote. Capturo su pezón en mi boca, raspándolo con mis
dientes antes de succionarlo profundamente, rítmicamente tirando hasta
que gime de nuevo. En ese momento, soplo una respiración fría contra el
lugar para adormecer el dolor.

Mary Anne recoge el condón a mi lado, lo abre, y sus ojos se


oscurecen mientras lentamente lo enrolla en mi cuerpo, levanta sus
caderas y se cierne sobre mi polla. Empujando su empapada entrada
mojada, alcanzo sus hombros. Con un fuerte empujón, la tiro hacia abajo
de mi polla. Jadea por la forma en que estoy golpeando en ella ahora, y
rueda sus caderas. La forma en que sus apretadas paredes internas me
agarran con su suave y perverso calor y envuelve mi verga, casi me hacen
perder mi control. Ella me anima, enrollando sus brazos alrededor de mi
espalda, presionando sus pechos en mi pecho para sentirme más
profundo, incluso si eso no es posible. Si me sumerjo más dentro de ella,
estoy seguro que la romperé en dos. Sin embargo, la dejo intentarlo.

Moviéndose lentamente hacia adentro y afuera, golpeo con fuerza


hasta que ella grita, su cuerpo apretándose, las paredes internas
aferrando mi polla como un puño. Su boca se abre, sus ojos se cierran, y
ella lanza su cabeza hacia atrás mientras su clímax la lleva lejos. Sus
músculos se aprietan y revolotean mientras yo empujo en ella hasta

192
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

que un instinto primitivo asume el control. Mis sentidos se amplifican.


Mi visión se contrae, los músculos de mi culo, piernas e ingle se contraen,
empujándome por el borde antes de implosionar. Unos cuantos
movimientos más de su opresión ordeñan cada gota de mí en el condón.
Con toda mi energía drenada, me derrumbo en la cama y la empujo hacia
abajo para descansar encima de mí.

Ella jadea fuerte, pero extiende las piernas y se aferra a mí durante


mucho tiempo. Cuando su respiración se alivia, la empujo a descansar a
mi lado, sin decir una palabra mientras caemos en un sueño reparador.

La mañana llega demasiado pronto. Ambos tenemos lugares en los


que estar y resacas de las que recuperarnos. Apenas estoy consciente
cuando Mary Anne se levanta de la cama y desaparece en mi cuarto de
baño principal, pero estoy muy despierto cuando sale con una toalla, el
pelo todavía mojado.

—Buenos días, rayo de sol —digo.

—Buenos días, señor Eldridge.

Ignoro la formalidad. Está claro que está siendo juguetona.

—¿Descansaste?

—Oh, sí. Me preguntaba, para salvarme de la caminata de la


vergüenza post-Halloween... ¿tienes una camisa larga y unos pantalones
que pueda ponerme para mi viaje a casa?

Señalo mi vestidor.

—Sírvete tú misma. ¿Necesitas que te lleve?

Ella me mira con una sonrisa juguetona y deja caer su toalla.

193
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Sólo si puedes ahorrar tiempo.

Mierda.

He ganado el premio mayor.

No digo una palabra. Solo salgo de la cama, la tomo en mis brazos,


y la llevo de vuelta a la cama.

—Voy a llegar tarde al trabajo —me recuerda.

La tiro de forma protectora en mis brazos y le doy un suave beso


en los labios.

—Entonces llegaremos tarde. Te excusaré —gruño, olvidando


rápidamente todo menos quién está conmigo en esta cama.

Mary Anne es mía.

La dejaré salir de esta habitación, pero nunca la dejaré ir de mi


vida.

Fin

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Isabella Starling

El profesor
y
Maddison

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Uno
Profesor
No sé por qué demonios he accedido a esto en primer lugar. Marcel
siempre me está hablando de hacer cosas que no estoy seguro que quiera
hacer. Ha sido así desde que éramos niños.

Y sí, una fiesta sonaba divertido. Especialmente en Halloween.

¿Pero una fiesta con mis alumnos?

Debería haberlo sabido mejor.

Ahora tengo a docenas de jóvenes adultos borrachos en nuestra


casa, y es un poco abrumador cuando veo la concurrencia. Se supone
que la fiesta debería ser sólo para invitados, con Marcel haciendo la
mayoría de las invitaciones, pero parece que la gente trajo “más veinte”
en lugar de “más uno14”. Suspiro profundamente, pasando mis manos a
través de mi pelo claro. Una larga mirada en el espejo revela una sombra
de las cinco15 en mi rostro, una débil señal de rastrojo que cubría mi
cara. Parezco… como siempre me veo. No soy nada sino coherente.

Tal vez debería haber reconsiderado mi disfraz. Después de todo,


un maestro que va a una fiesta de Halloween como un profesor podría
ser considerado como un poco excesivo. Sin embargo llevo un chaleco de

N. T.: Invitación con acompañante.


14

N. T.: Inicio de crecimiento de barba que aparece a última hora de la tarde cuando se
15

ha afeitado por la mañana.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

punto de rombos y una pajarita, que es decididamente más elegante que


lo que me pongo diariamente cuando tengo clases.

—¡Hey! ¡Sal como el infierno, tengo que hacer pis! —Una voz
femenina enfurecida me interrumpe, llamando a la puerta del baño.
Suspiro de nuevo y me dirijo hacia la puerta. Al abrirla, una gatita
cachonda casi se cae en mis brazos, y simplemente meneo la cabeza al
poner mis ojos en ella. ¿En qué me he metido?

La dejo pasar, y se ruboriza cuando se da cuenta de quién soy. Por


supuesto, ese es el caso de algunos de estos niños… la mayoría ya han
estado en mis clases, o asistirán en el futuro. Probablemente por esa
razón nadie quiere pasar un buen rato conmigo. Supongo que yo
suministro el local de la fiesta, pero cuando se trata de una mezcla real,
estoy bastante excluido. Marcel siempre ha sido mejor en esto que yo.

Molesto y cansado, agarro una botella de cerveza en mi camino a


la sala de estar. Paso por el salón, que es la zona de baile para la fiesta,
completada con un maldito vampiro DJ con el peor acento de
Transilvania que he escuchado jamás. Si él dice una vez más “Quiero
chupar nuestra sangre”, podría tener que darle un puñetazo.

No quiero admitírmelo, pero mis ojos siguen escudriñando a la


multitud por alguien con el que realmente pueda disfrutar hablando. Hay
un montón de mis alumnos aquí que probablemente preferirían morirse
que ser vistos conmigo, y un montón de chicas que me han estado dando
su mejor versión de ojos de dormitorio. Pero estoy haciendo todo lo
posible por evitarlas.

No puedo involucrarme con una estudiante. Ni ahora, ni nunca.

Por supuesto, eso sólo me hace un jodido malhumorado.

197
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Desde que empecé a enseñar en esta Universidad, no he sido


tentado. He estado gruñón como la mierda y malhumorado como el
infierno, algunos incluso me llamaban meditabundo. Pero no he tocado
a una estudiante inapropiadamente, nunca. Y me enorgullezco de ello.

Por supuesto, eso fue hasta que conocí a Madison. Una mirada a
ella, y mi determinación se fundió como el hielo derritiéndose por el calor.
Estuve perdido con un vistazo a esas piernas increíblemente largas, la
melena perfecta de cabello rubio, y sus bonitos ojos avellanas. Y joder,
no fui el único.

Dondequiera que iba, apuesto a que sentía los ojos en ella.


Desvistiéndola hasta dejarla desnuda, tratando de meterse en sus bragas
y sentir la humedad de su coño. Sé que he pensado en ello, y no puedo
pensar en un solo macho de sangre caliente que no haya hecho lo mismo.

Madison es sexo con piernas, y ella ni siquiera lo sabe.

Usa esas faldas que se colocan justo en el lado equivocado de


cortas. Equivocado es demasiado largo para que yo tome un buen vistazo
de su perfecto culo. Equivocado es lo suficientemente largo como para
cubrir la mejor parte de sus muslos. Viste blusas que se tensan sobre su
pecho, apenas sosteniendo sus lujuriosas tetas en su lugar. Nunca lleva
tacones, en su lugar elige pequeñas francesitas que dan una cierta
personalidad a su ropa. La semana pasada ella llevaba unas de terciopelo
con gatos en ellas, y casi la empujé contra una pared para echar un mejor
vistazo a esa blusa apretada suya.

Jesús, estoy hechizado. Mi cabeza está toda revuelta por culpa de


una chica, maldita sea, y es justo cuando acabo de salir de una relación
de mierda… si pudieras incluso llamarla así. Estábamos más usándonos
el uno al otro solo para corrernos, y yo estaba perfectamente bien con eso
hasta que ella quiso más.

198
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Puedo ver a los estudiantes en la pista de baile moliéndose


mientras mi mente divaga. La cerveza en mi mano está fría, pero mi
cuerpo está ardiendo caliente con pensamientos de Madison.

Recuerdo el día en que ella usaba esas francesitas de gatos. Las


emparejaba con una blusa abrochada hasta su cuello, pero no ayudaba
a ocultar sus pechos ni un poco. La parte superior era horrible, y yo
quería arrancarla de ella. La estructura estaba hecha para cubrir todas
las partes buenas, pero era tan imposiblemente apretada al mismo
tiempo que no dejaba nada a la imaginación.

Ella me miró fijamente desde el otro lado de la habitación, sus


malditas curvas haciéndome sentir que me moría por tocarla. Su culo
tenía la curva perfecta, sus caderas y cintura diminuta haciendo una
perfecta figura de reloj de arena.

Acabé atacándola verbalmente durante la lección. No sé por qué


seguí haciéndolo. Fue su última clase conmigo, y ahora ella va a
recordarme como el tipo duro que le dio un tiempo difícil todos los
miércoles y viernes. Realmente soy un imbécil.

Ella respondió a una pregunta con otra pregunta, y la acusé de no


saber la respuesta, a pesar de que ambos sabíamos que superaba a todos
los de la clase por kilómetros. Ella sólo me dio una mirada herida, y mi
maldito corazón… De hecho, se hinchó con dolor, el maldito desobediente
viejo bastardo. Había pensado que me había entrenado para ser tan frío
como fuera posible, pero con una zorrita como Madison caminando y
jugando con él, podría haberlo hecho derretir un poco.

Después de la clase, salí a toda prisa. Hice algo que real, realmente
no debería haber hecho.

Convenciéndome de que estaba bien porque ella estaba fuera de


mis clases ahora, revisé el perfil de Madison en Facebook.

199
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

No era tan diferente en línea. Noté que revisaba libros en algún sitio
de su perfil. Publicó la música que le gustaba, y aunque yo no conocía
ninguna, acabé escuchando un montón de temas y realmente los adoré.

Pero lo peor de lejos fueron las fotos.

Aparentemente Madison tenía una amiga que era un poco más


aventurera, una chica llamada Mary Anne. Esa chica se llevó a Madison
a veces, y las malditas fotos de esas noches me tenían hinchándome tan
duro como una piedra en mis pantalones vaqueros.

Había una foto en particular. Madison estaba en un taxi, creo, con


los ojos cerrados y mirando hacia abajo. Estaba sonriendo, medio serena,
medio obscena. No cabía duda que había algo sucio en esa pequeña
sonrisa suya. Tenía el pelo caído hacia abajo, separado a ambos lados y
acariciando sus pequeñas tetas alegres. Llevaba un vestido de corte bajo,
y por una vez, parecía tan inocente como ella lo hacía de manera
jodidamente sucia.

Mi mano agarró mi pene a través de mis vaqueros.

Sabía que estaba jodidamente mal. Lo supe desde el principio.

Pero no pude detenerme. Esa maldita foto… Algo pasó dentro de


mí, con la mirada de serenidad de su rostro, la forma en la que estaba
mirando hacia abajo. Como una buena chica puta.

Deslicé mis vaqueros y bóxer hacia abajo y agarré mi polla dura


como el hierro en mi puño. Jesús, yo ya estaba jodido. Aquellos labios
llenos, regordetes como si estuvieran tratando de contener una sonrisa…
Las pestañas largas y negras, descansando contra su mejilla, un ligero
rubor en su rostro. Era jodidamente demasiado.

200
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Sólo necesitaba dos golpes más para culminar sobre todo mi


maldito teclado.

Casi me atrapa Adrienne, también. Ella entró cuando yo apenas


había conseguido limpiar la mierda y tirar de mis pantalones de nuevo a
su lugar. Pero se me olvidó una evidencia condenatoria: la foto de
Madison estaba todavía abierta en el ordenador cuando entró.

—¿Qué estás haciendo? —me preguntó punzantemente.

—¿Qué? —ladré una respuesta cerrando el ordenador


rápidamente. Pero ya tenía una molesta sonrisa en su rostro mientras se
volvía para estar en frente de mí.

—Estabas mirando a esa chica —dijo—. ¿Tu alumna?

Me aparté, incapaz de enfrentarla, y ella se rió.

—Te meterás en problemas —me dijo.

Agarré su brazo, torciéndolo detrás de su espalda y tirando de ella


al ras conmigo.

—Te olvidas con quien estás hablando, cariño —le dije, tirando de
su largo cabello. Ella gimió, pero sus caderas la traicionaron moliéndose,
contra mi polla. Ya tan condenadamente desesperada por ser follada.

Y traté de darle lo que ella quería. Pero esa vez, sólo viendo la foto
de Madison así, me hizo incapaz de llegar. Frustrado como la mierda y
enojado conmigo mismo, envié a Adrienne lejos.

Ella estaba desesperada por volver. Desesperada por darme todo lo


que tenía. Pero yo no había querido nada de ella después de eso. Había
sólo una chica en mi mente, una alegre y pequeña rubia con unas tetas

201
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

de muerte, y un culo que iba a tener que azotar para salir de este maldito
acobardamiento.

Y así estoy en mi propia fiesta, mirando a la multitud por un solo


vistazo de ella. Un destello de su hermoso cabello, un brillo de esos ojos
avellana. Una oscilación de sus gloriosas caderas, un jodido deseo
esperanzado de que no estuviera usando sostén, para que así pudiera ver
sus pezones apretarse en dolorosos brotes bajo mi atenta mirada.

Pero no hubo tal suerte.

Durante la siguiente hora, tengo que deshacerme de alumnos


antiguos y actuales que están desesperados por conseguir un pedazo del
profesor. No puedo soportarlo, y me escondo en mi jardín… también para
alejarme del DJ vampiro chupasangre. Mierda, todo correcto.

Encuentro algo de paz y soledad bajo mi arce. El otoño tiene a sus


hojas pasando por una variedad de bellos colores, y me tomo un momento
para admirar el follaje. Por supuesto, puedo mirar las malditas hojas
tanto tiempo como quiera, mierda, y todavía no cambia el hecho de que
mi mente se ha quedado atascada en ella.

Madison.

Prohibida Madison.

Ella va a ser mi fin. Y aunque nuestra relación es técnicamente


legal ahora que no es mi alumna, no puedo dejarme hacer esto. Perder
toda mi maldita integridad, y caer por los encantos de una estudiante…
Ella no es mucho más joven que yo, no en realidad. Tiene veinte años, y
yo he cumplido treinta y cuatro este año. En cualquier otra situación,
esto podría haber estado perfectamente bien. Pero no con ella siendo mi
antigua alumna.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Hay otra razón por la que no puedo hacer esta mierda, y es la más
grande.

En un entorno lleno de aburridos trajes de mierda y chistes malos,


yo soy el más silencioso, el que se mantiene a sí mismo. No me importa
un bledo si eso significa que a la gente no le guste. No me importa si
quieren que me abra. No está sucediendo malditamente.

Estoy tan lejos de su mundo como uno pueda imaginar. Mis gustos
difieren, y lo hago lo malditamente mejor que puedo para esconderlo de
todo el mundo.

No puedo permitirme que mis estudiantes lo descubran. No quiero


que nadie conozca mis… peculiares deseos sexuales.

Si algunas de las chicas que acaban de intentarlo conmigo allí


consiguen una indicación de que me encanta nalguear chicas traviesas,
yo probablemente nunca volvería a tener un momento a solas.

No soy un egoísta y egocéntrico bastardo. Sólo soy uno normal.

Sé que estoy de buen ver, aunque en mi línea de trabajo, a veces


es mejor no estarlo. Atrae atención no deseada es lo último que quiero.
Me gusta vivir en las sombras, no en los focos.

Madison, por otro lado… A ella le gusta pensar que es como yo,
pero atrae la atención como ninguna otra. He visto a muchos estudiantes
girar las cabezas hacia ella, y tuve que aguantarme malditamente antes
de lanzar a algunos de ellos a través del aula.

Ella no es mía, después de todo, y probablemente nunca lo será.

Paso una crujiente hoja de arce, viéndola derrumbarse bajo mi


bota. Esta maldita noche va a ser mi final. Sólo quiero que todos se vayan

203
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

para poder volver a lo que mejor hago… negar que tengo emociones
humanas.

—¿Profesor?

Una tímida voz me interrumpe. Hace que todo el vello de mis brazos
se erice en atención, y mi polla lata una sola vez cuando ella dice mi
nombre. Jodido infierno, no me pongas a prueba esta noche, le digo a un
Dios que no creo que exista. No me hagas tratar con esto esta noche.

Mis hombros están rígidos mientras me doy la vuelta para estar


frente a ella, y tengo que intentarlo. Muy. Malditamente. Fuerte. El
mantener mi compostura.

Porque Madison está vestida como una monja, y una sexy para el
caso.

Su cabello fluye por sus hombros en ondas rubias, y lleva un


pequeño hábito sobre ella. Su vestido es ajustado como la mierda,
abotonado pero con una hendidura en sus tetas, revelando su alegre
escote y poniéndome aún más duro. Las mangas de su vestido son largas,
pero el dobladillo es corto. Lleva unas botas hasta el muslo. De tacón
alto, incluso.

—Hola —Logro ahogar fuera—. Señorita Pearson, ¿verdad?

Ella pone un puchero en su pequeña y bonita boca y quiero tocarla.


¿De verdad cree que no recuerdo su maldito nombre, cuando ha sido la
única cosa en mi mente durante semanas? Jesús.

—Sí —asiente secamente—. Siento molestarte, voy a volver dentro.

—Eso sería probablemente lo mejor —respondo, pero ambos nos


quedamos donde estamos, como si estuviéramos pegados al lugar.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Ella cruza los brazos, haciendo que sus tetas se aplasten juntas y
mi boca se haga agua. Sus piernas son kilométricas, y lleva un cinturón
alrededor de su pequeña cintura que hace que tenga una apariencia
increíblemente pequeña. Es casi demasiado.

—¿Hay algo que quieras? —Casi fuerzo a las palabras para que
dejen mis labios, porque sé que tengo que hacerlo. Porque si no lo hago…

Voy a lamentar no hacer más.

Ya lo estoy lamentando ahora.

—No —dice en un tono recortado—. Lamento haberte molestado,


Profesor.

Ella se gira para irse, y estoy a su lado en un instante. Mis dedos


se aprietan en su antebrazo y veo la piel de gallina erizarse por la parte
posterior de su cuello.

—Espera —le digo—. Espera un maldito segundo.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Dos
Madison
Me separo de Mary Anne tan pronto como puedo. Ella está con
Holly y con Wendy esta noche, y están tramando algo extraño. No quiero
estar en ninguna parte de ello. Además, sólo tengo un propósito esta
noche, y aunque no se lo he dicho a mi mejor amiga, la necesidad de
hacer que suceda resuena a través de mis huesos, enviando adrenalina
a través de mis venas.

No me toma mucho tiempo encontrarlo. Pensé que él querría


alejarse de toda la conmoción, encontrando un pequeño descanso de todo
el ruido de la fiesta en eel salón.

Encuentro al Profesor bajo un viejo arce en el jardín, un poco lejos


de un grupo de mis borrachos compañeros. Intento iniciar una
conversación, y como siempre, él me derriba. Siento la rabia trepando por
mi cuerpo, enfado porque él no reconoce este… lo que sea entre nosotros.

Sé que ambos podemos sentirlo. La corriente entre nosotros es


malditamente eléctrica. La he sentido desde el primer día en que entré en
su aula, e hice todo lo posible para resistirme a él. Pero ahora estoy
oficialmente fuera de su clase, ahora ya no hay ninguna razón para que
estemos separados… Sólo quiero tocarlo.

Sólo una vez.

Sólo para ver si se siente tan bien como he estado imaginando.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Cuando me rechaza, quiero irme, pero sus dedos envuelven mi


brazo y me detiene. Vuelvo la cabeza lentamente, mirando al Profesor por
encima de mi hombro.

—¿Qué está haciendo? —le pregunto con una voz pequeña.

Su mano deja mi brazo de inmediato, y me arrepiento de haber


dicho algo, el sentimiento de la pérdida de su brazo caliente es como una
bala en el pecho.

—Yo sólo… Lo siento. —Me da esa falsa sonrisa torcida propia, una
que hace que la mitad de las chicas de mi clase estén locas por él. Ojalá
fuera la única, pero la verdad es que hay una jodida fila. Y probablemente
no haya manera de que el Profesor me haya notado. Sólo soy una chica
de al lado, con ropa aburrida y una cara normal. De ninguna manera me
vería como nada más que eso.

¿Verdad?

—¿Quiere que me vaya? —le pregunto, girando alrededor para


enfrentarlo—. Siento si le he interrumpido en medio de algo.

—No. —Él sacude la cabeza—. Realmente, estoy bastante


jodidamente aburrido aquí.

Suspiro cuando él maldice, mi mano volando a mi boca, y él se ríe


nerviosamente.

—Mierda, lo siento… quiero decir, opps.

—Está bien. —Me rio nerviosamente—. Supongo que… se escapó.

Nos miramos incómodamente, sin reconocer la tensión que hay


entre nosotros. Quiero decir… debe sentir algo, ¿no? Es casi palpable.

207
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Estoy medio convencida de que podría llegar a tocarle, y las chispas


saltarían entre nosotros.

—¿Quiere jugar a un juego? —le pregunto al azar, y él levanta una


ceja divertido.

—¿Un juego? —pregunta—. Realmente no creo que cualquier tipo


de juego sea una buena idea.

Doy un paso más cerca de él.

Tengo un plan.

Necesito atenerme a eso si quiero llegar a saborearle.

—Vamos, no estés tan tenso —le digo.

—No estoy tenso —dice mientras sacude la cabeza.

—Tan tenso. —Me río, y él me devuelve una sonrisa—. Vamos. Es


Verdad o Atrevimiento. Conoce las reglas… será divertido.

—¿Verdad o Atrevimiento? —repite dudoso.

Hay una pequeña brisa, y siento un escalofrío. Su expresión se


oscurece, y llega a mí de nuevo. Cuando su mano se enreda alrededor de
mi brazo, es la maldita mejor sensación en el mundo. Yo tiemblo, y él
finge no darse cuenta.

—Ven, vamos a conseguir un lugar más cálido —murmura, tirando


de mí hacia la casa. Lucho un poco, entrando en pánico porque esto no
era parte del plan. Lo necesito a solas para así poder intentar que llegue
a abrirse. No quiero estar en la casa con todos los demás.

Él me permite soltarme una vez que hemos llegado a las escaleras.

208
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Reúnete conmigo en la segunda habitación de la izquierda —me


dice. Me entrega una llave y mi mano tiembla terriblemente cuando
alcanzo hacia ella—. Voy a conseguirte primero una bebida caliente.

No tengo tiempo para reaccionar, porque desaparece en el pasillo


un segundo después. Estoy temblando un poco mientras subo las
escaleras, casi cayéndome desde mis botas demasiado altas.

Camino por el pasillo, lleno de parejas besándose. Mis mejillas


están ardiendo para el momento en que localizo la segunda puerta a la
izquierda. Llamo para asegurarme que está vacía, y, luego la abro con la
llave que me dio el profesor.

Me encuentro dentro de un dormitorio, clásico y moderno al mismo


tiempo, pero hermoso en su simplicidad. Está lleno de libros. Bellos
libros, tomos abultados y publicaciones breves llenan los estantes, se
apoyan en la mesilla de noche, abarrotan el suelo. Tantos libros.

Y ya me siento en casa.

Me siento en el suelo, ignorando la forma en que mi vestido se sube,


y me desplazo a través de los libros que hay colocados a mi lado. Hay de
todo, desde clásicos hasta manuales de instrucciones, libros de texto e
incluso un thriller policial que ha sido popular recientemente. Recojo este
y me sonrío a mí misma cuando veo un marcador en él.

Escucho la puerta que se abre un momento después, y levanto la


vista para encontrar al Profesor en la puerta, mirándome fijamente. Está
sosteniendo dos tazas humeantes, y sus ojos están entre mis piernas.

Me levanto a toda prisa, dándome cuenta de que podría haberle


estado enseñando las bragas.

209
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Mejor no me destripes eso —me dice con esa voz oscura y


melancólica, y levanto la vista con las mejillas ardiendo.

Me doy cuenta de que está hablando del libro que tengo en mi


mano, y me río nerviosamente.

—No lo haré, lo prometo —le digo, tomando la taza caliente de sus


manos. Nuestros dedos se rozan una fracción de segundo y es casi
demasiado para mí—. ¿Qué es esto?

—Té de jengibre —me dice mientras tomo un sorbo y le entrego la


taza con una expresión de asco.

—Es absolutamente horrible —le digo honestamente.

—Lo sé —me dice disculpándose—. Yo también lo odio, Adri…


alguien lo dejó aquí, es el único té que tengo.

Mi expresión se oscurece cuando casi se le escapa un nombre.

Eso es algo en lo que ni siquiera pensé… que podría tener a alguien.


Una esposa… probablemente no. Pero una novia… tal vez.

—¿Adri?

Oh, mi Dios, qué maldita tonta. Debería haberlo ignorado. Debería


haber fingido que no pasó nada. ¡Ahora he cavado un agujero para mí!

Me mira por un largo tiempo, sus ojos grises brillantes y claros.

—Nadie de quién deberías preocuparte —me dice tranquilamente,


acercándose.

Coge mi mano y mis dedos tiemblan mientras me saca el libro de


mi agarre. Lo pone sobre una mesilla, fuera de mi alcance, pero él no se
mueve lejos. Estamos parados tan cerca, tan juntos que podríamos

210
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

besarnos… si sólo tuviera el coraje de acercarme a él, de saborear sus


labios prohibidos.

—¿Todavía quieres jugar? —me pregunta suavemente.

Asiento, incapaz de pronunciar una palabra.

—Juguemos entonces. —Sonríe, y le devuelvo una sonrisa, mi


cuerpo temblando bajo su mirada.

—Bien —respondo con voz temblorosa.

—Pero yo voy primero —me dice.

—¡No es justo! —protesto enseguida.

—Tómalo o déjalo. —Hay un malvado destello en sus ojos, y no


puedo apartarme. Él es tan deliciosamente… malo.

—Está bien —logro decir finalmente.

—¿Verdad o Atrevimiento?

—Atrevimiento —susurro.

—Bien —Me da una mirada larga todavía sin alejarse de mí—.


Dime, Madison Pearson… ¿Cuál es la cosa más traviesa que has hecho?

—Tramposo. —Lo acuso—. Eso es Verdad, no Atrevimiento.

—De acuerdo, entonces. —Sus ojos brillan de malicia—. Entonces,


muéstramelo.

Me sonrojo tan profundamente que es una pequeña maravilla que


mis mejillas no acaben prendiéndose fuego.

211
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—No puedo. —Le digo en una voz estrangulada, sacudiendo la


cabeza. Mis manos suben a mi cara y me cubro mis mejillas ardientes.

El Profesor alcanza hacia mí, y casi me caigo.

—¡Shhh! —dice—. No voy a hacer nada. No importa si no hay nada


que mostrar.

—Pero lo hay —le digo—. Lo hay.

Él me mira con un interés recién descubierto.

—¿Oh?

—Yo… No sé si debo mostrártelo —digo en voz baja—. O decírtelo,


para el caso. Yo… Me preocupa que vaya a ofenderte.

Él sonríe, su mano apoyada en mi antebrazo.

—No hay mucho que me ofenda, mascota.

—Yo… —Oigo esa palabra salir de sus labios y casi me hace


presionar mi cuerpo contra el suyo. Casi. Todavía estoy resistiéndome…
por ahora.

—Vamos —insta—. Muéstrame.

Yo me alejo de él, temblando. Camino hacia atrás hasta que mis


piernas golpean la cama y me siento. Él parece casi decepcionado cuando
me alejo, pero me mira con curiosidad mientras me siento en la cama.

Extiendo mis piernas, discretamente, pero lo suficiente para darle


una buena vista.

—Jesús. —Espeta fuera.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Fue durante una de tus conferencias —le digo, pasando mis


temblorosos dedos por mi muslo—. Ni siquiera recuerdo de qué trataba.

Él me mira con hambre, agarrando su taza con tanta fuerza que


sus nudillos se blanquean.

—Tú eres así, Madison —dice suavemente, y me derrito ante mi


nombre en sus labios.

—Yo estaba distraída —le digo—. No había mucha gente, y estaba


sentada en la parte delantera. Yo…

Me trago mi temor y doblo mi falda hacia arriba, revelando mis


muslos, revelando mis bragas empapadas. Puedo ver realmente su
aliento atascándose en su garganta, y él deja su taza, tratando de llegar
a mí.

—Espera —le suplico—. Quiero mostrártelo. ¿Me permites?

Él asiente, sus cejas acercándose como si estuviera peleando una


batalla consigo mismo.

En un movimiento, deslizo mis bragas a un lado y él gruñe en voz


alta cuando le muestro mi coño.

—Me toqué a mí misma —susurro—. Mientras nos dabas una


conferencia…

—¿Ahí? —pregunta, su voz casi dolorida—. Muéstrame ahora.

—Aquí —rodeo mi clítoris y él pasa su mano por su pelo rubio—. Y


aquí. —Empujo un dedo entre los labios de mi coño, resbalando dentro
de mi agujero.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Me cago en Cristo —respira el Profesor—. Estás demasiado


jodida.

Yo gimo suavemente cuando presiono ese lugar dentro de mí, el


que me derrite, especialmente con él mirándome así.

—Sigue —ordena—. Dime más, mascota.

—Yo… —Me sonrojo, tratando de apartar la mirada, pero sus ojos


me hacen mantener mi mirada fija—. Me follé a mí misma. Tres dedos en
mi coño, curvados realmente profundo dentro de mí.

—Y yo ni me di la maldita cuenta —gime—. Ni siquiera lo sabía.

—Esa fue la mejor parte —le digo—. Y la peor.

Mis dedos se sienten bien y gimo suavemente mientras los retuerzo


dentro de mí.

—¿Vas a culminar, Madison? —pregunta bruscamente, y fuerzo


mis ojos a abrirse de nuevo. En lugar de una respuesta, simplemente le
doy una pequeña y tímida inclinación de cabeza—. Bien —dice—. Fóllate
hasta culminar para mí.

Yo suspiro cuando siento que me corro, mi pulgar frotando mi


clítoris mientras jodo mi coño con tres dedos. Mis ojos se cierran porque
esto se siente como un sueño, siento que ni siquiera es real.

Él me alcanza en dos pasos, inclinando mi barbilla hacia atrás.


Suspiro cuando lo miro, tan malditamente cerca.

—No —dice con severidad—. Me miras a los ojos cuando culmines


para mí, mascota.

Gimoteo, y él acaricia mi mejilla.

214
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Buena chica.

Mi cuerpo se estremece cuando culmino, con sus ojos en los míos


y mis mejillas ardiendo increíblemente calientes. Siento que voy a
explotar en llamas, como si fuera demasiado, tanto que tengo que estallar
de todo…

Y luego llega, y me quejo en voz alta, y sus dedos se aprietan en mi


cabello mientras tira de mí más cerca, mi cara ruborizándose contra la
suya.

—Buena chica, Madison —me gruñe—. Una jodida buena chica.

Dejo que el orgasmo fluya sobre mí, casi demasiado para que pueda
manejarlo. Mi cuerpo tiembla y se estremece por la fuerza, jodiendo con
mi cabeza y mi mejor juicio. Estoy temblando, desesperada, porque
quiero su polla donde están mis dedos.

Cuando finalmente termino, saco mis dedos, y finalmente vuelvo a


mirarlo.

Su mirada es oscura, su expresión casi dolorida. Sus manos están


en mi pelo.

—Lámete hasta limpiarte —me dice, y yo agito mi cabeza en un no.

—Lame cada maldito dedo —me dice de nuevo—. Quiero que te


saborees a ti misma en ellos, mascota.

Gimo mientras sigo sus instrucciones, deslizando mis dedos en mi


boca y chupándolos hasta limpiarlos. El sabor es casi demasiado,
almizclado y femenino, casi dolorosamente vergonzoso.

—Una chica tan buena —me dice, con el pulgar acariciando mi


mejilla. Miro hacia el otro lado, ruborizada y avergonzada,

215
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

sintiéndome como un sudoroso lío. Me meto en la cama y cubro mi coño,


tirando del edredón alrededor de mí. Me siento tan vulnerable, de
repente, y no estoy segura de si debería haber hecho lo que hice.

Pero la manera en la que hablaba conmigo… La forma en que él me


hablaba me puso tan jodidamente mojada, tan desesperada por él,
despertando un deseo por complacerlo tan profundamente dentro de mí.
Por supuesto, no puedo dejar que lo vea. Yo ya he expuesto lo suficiente,
literalmente.

—Mi turno —digo con una voz temblorosa.

—Eso es lo correcto —confirma, su tono me complace mientras se


sienta a los pies de la cama—. Ahora es tu turno, mascota. Y gracias por
el gran espectáculo.

Me sonrojo, pero levanto la cabeza, dándole una expresión


desafiante. Él se ve divertido mientras mira hacia mí y me molesta.

—¿Verdad o Atrevimiento? —le pregunto.

—Verdad —responde en un santiamén.

—Por supuesto —pongo mis ojos en blanco, dándole una sonrisa


juguetona—. Qué previsible.

—Recuerda, mascota, soy un profesor —señala, mi piel, picando


ante su nombre—. No puedo correr el riesgo de perder mi trabajo. Ya me
la estoy jugando aquí.

—De acuerdo —le digo—. Verdad entonces.

Él asiente y lo miro por un largo momento antes de finalmente


hacer mi pregunta. No es que yo la hubiera pensado antes de venir a la

216
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

fiesta. Voy contra el asunto aquí, pero tengo que saber absolutamente la
respuesta.

—¿Por qué has sido tan duro conmigo? —le pregunto en voz baja.

Sus ojos se sorprenden cuando encuentran los míos, y yo aparto la


mirada, sintiéndome pequeña y muy, muy avergonzada.

—Me menospreciaste en la última clase —le digo en voz baja—.


Nunca me miraste, aunque yo era probablemente la mejor estudiante. No
me escribiste una carta de recomendación para el programa que yo
estaba solicitando. Ni siquiera me mirabas.

Su expresión se endurece, y él alcanza hacia mí, pero yo arranco


mi mano de la suya.

—No —le digo simplemente—. Las respuestas primero.

Él levanta las cejas hacia mí, y estoy casi segura de que va a


echarme la bronca, pero suspira en su lugar.

—Voy a meterme en problemas por esto —dice en tono lastimero.

—¿Por qué? —Me siento confundida.

—Tira de tu falda hacia abajo y ven conmigo —le dice—. Lo más


baja posible. No quiero que nadie vea lo que me pertenece.

Me estremezco, pero bajo de la cama. Él se pone en pie, y dudo,


pero sólo por un momento, antes de darle mi mano.

Y luego me lleva lejos.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Tres
Profesor
La conduzco por el pasillo, sus dedos calientes en mi mano. Están
temblando, y puedo sentir lo ansiosa que está por las vibraciones de su
cuerpo. En lugar de querer hacerme consolarla, me hace querer probar
sus límites aún más. Empujar todos sus botones hasta que ella me esté
mendigando por más, completamente gastada, pero tan desesperada por
otro orgasmo, otro toque, otro beso. Yo sé que ella haría cualquier cosa
por conseguirlo.

Sonrío mientras bajamos las escaleras. Sacando otra llave de mi


bolsillo, desbloqueo las escaleras que conducen abajo. Ella me sigue en
la oscuridad y es la metáfora perfecta para lo que estoy a punto de
mostrarle.

Pasamos por otra puerta hasta que por fin estamos en la habitación
oscura. Está envuelta en la oscuridad, las sombras se apoderan del
espacio en el que estamos. Madison se estremece mientras la atraigo más
cerca de mí, nuestros hombros tocándose.

—¿Quieres ver? —le pregunto suavemente, y busco en sus


brillantes ojos en la oscuridad de la habitación—. ¿Estás absoluta y
malditamente segura de que quieres ver?

—Sí —respira, y es todo lo que necesito escuchar. Me muevo al


interruptor de la luz, manteniendo mis ojos enfocados en su bonita cara
mientras que la habitación en la que estamos viene a la vista.

Sus pupilas se dilatan casi de inmediato, y sonrío cuando veo sus


mejillas enrojecerse. Ella está asustada como el infierno, pero

218
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

también está intrigada. Lo puedo decir por la manera en que no aparta


sus ojos, aunque está haciendo todo lo posible por hacer eso. La observo
escudriñar la habitación casi temerosamente.

—¿Qué es este lugar? —pregunta con una voz temblorosa.

—Es la sala de juegos —respondo simplemente, finalmente


arrancando mis ojos de ella para poder llevarla hacia delante y mostrarle
mi habitación favorita de la casa—. Mira a tu alrededor, Madison. Espero
que te guste lo que ves.

Su mano deja la mía y la dejo explorar, mis ojos nunca la


abandonan mientras camina por la sala de juegos. Veo la habitación con
sus ojos frescos e inocentes, y la emoción y el miedo que puedo imaginar
que siente me hace hincharme en mis pantalones.

Ella camina a la cama en primer lugar. Es una grande de dosel,


con ropa de cama escarlata y sábanas negras. Sus dedos recorren los
ricos bordados del edredón, tocando las mullidas y suaves almohadas.
Mira el libro de la mesilla de noche, y sus ojos se ensanchan cuando
reconoce un conocido romance erótico. No es una de las principales, pero
todavía bastante infame para que sus ojos brillen con reconocimiento.

Madison explora la habitación más lejos, persistiendo en el caballo


de azotes y admirando mi pared de cañas, floggers y látigos. Sus dedos
temblorosos se deslizan sobre los distintos equipos, y se ruboriza con sólo
mirar lo que tengo expuesto para ella. Para el momento en que vuelve a
mí a los pies de la cama, mi pene está duro como una roca en mis
pantalones y estoy desesperado. Desesperado por sentirla sobre mi polla,
enterrar las bolas profundamente en ese dulce coño que me mostró
anteriormente. Lo deseo muchísimo. Pero necesito regular el ritmo. Ver
todo esto posiblemente ha sido un shock para ella, y no quiero asustarla
para que huya.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—¿Estás bien? —le pregunto suavemente, y ella asiente


rápidamente, sin encontrarse con mis ojos—. Madison, mírame, por
favor. —Sus ojos temerosos se encuentran con los míos, y gimo—. Esa es
una buena chica.

Me siento nuevamente a los pies de la cama y tiro de su mano hasta


que ella está entre mis piernas. Mi cuerpo quiere esto, pero mi mente
todavía lo está luchando. Sé que estoy arriesgando todo y cualquier puta
cosa por tenerla aquí, mostrándole este lugar… Pero no puedo detenerme.
La deseo tan desesperadamente. Ya no hay vuelta atrás, de todos modos.

—¿Estás asustada? —Sigo con otra pregunta, y sus ojos brillan


cuando ella sacude la cabeza con su no—. Eso es bueno. ¿Tienes alguna
pregunta para mí, mascota?

—Yo… —Ella traga con fuerza, y tengo ganas de correr mis dedos
por su garganta, apretando fuertemente hasta que ella me suplique por
más—. No sabía que estabas en… estas cosas.

—Aprendes algo nuevo cada día —le digo en broma y ella me ofrece
una pequeña sonrisa—. Está bien si no te gusta, Madison. Sabes que no
te obligaré a hacer algo que no te guste.

—Pero te gusta a ti —responde y yo simplemente asiento. Sus


dedos juguetean en la manga de su vestido, sus ojos encontrando
temerosamente los míos—. ¿Podrías desearme todavía si yo no estoy en
estas cosas?

Mi mano anhela ir a su piel. Estamos a sólo unos centímetros de


distancia, ni siquiera tocándonos, y ella tiene este efecto en mí que me
hace querer arder por ella. Aprovecharé cualquier castigo, cualquier
maldita cosa, sólo por saborearla.

220
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Sí —le digo honestamente—. Te desearé a pesar de todo. Pero me


pediste que te dijera por qué soy tan duro contigo, Madison.

—¿Y esta es la respuesta? —Su frente se arruga, sin entender.

—De algún modo —le respondo—. Yo… Tengo que admitir que he
estado tentado por ti.

Ella se ruboriza, y trata de mirar lejos, pero la intensidad de mi


mirada en la suya no la deja, y nuestros ojos permanecen bloqueados
juntos.

—La manera en la que te mueves, Madison… La forma en la que


miras, todas las cosas que conoces. Tu hermosa mente, y tu preciosa
cáscara exterior, ambas me hacen cosas que me gustaría poder negar —
le explico—. Pero creo que ya no puedo hacerlo más. Creo que necesito
empujar mis límites. Traté de empujarte más lejos —le digo—. Y al mismo
tiempo, traté de empujarte hacia adelante. Ambos sabemos que no estás
aprovechando todo tu potencial, Madison. Eres una chica inteligente,
pero te ocultas detrás de esa… jodida fachada. Sólo quería romperla.

—¿Así que quieres romperme? —pregunta apresuradamente, y


sonrío. Chica inteligente.

—Por supuesto que lo hago —le digo honestamente—. No hay nada


más hermoso que eso, oírte gemir mi nombre, tan jodidamente necesitada
por más… Y cuando finalmente lo consigues, verte escaparte de ti misma
una fracción de segundo, perdida en el placer que te di. ¿No crees que
todo el mundo quiere eso cuando te miran, Madison?

Ella se sonroja.

—Yo sólo soy… No soy nada especial, Profesor.

221
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

El nombre por el que ella me llama hace que me endurezca aún


más y gimo en voz alta.

—Tú eres jodidamente especial —le digo—. Muy jodidamente


especial.

—Pero, ¿por qué no me tocas? —pregunta suavemente—. Te


mostré… lo que hice en el aula. ¿Por qué no me tocas, Profesor?

—Porque no quiero tomar ventaja sobre ti —suspiro—. Quiero


usarte. Joderte. Besarte. Tomarte. Pero no quiero que te arrepientas para
el momento en que hayamos terminado.

—Pero… —Ella se acerca y todo mi cuerpo se pone en atención.


Está tan jodidamente cerca ahora. Menos de un centímetro nos separa—
. Yo también quiero esto —dice suavemente—.Te deseo…

—Es una fantasía —le digo con una voz tensa—. Porque soy tu
profesor.

—No lo es. —Ella sacude su cabeza con vehemencia—. Lo sentí, en


el momento en que entré en tu clase. La tensión… la necesidad de
sentirte, tocarte, ¿no lo sentiste tú?

Yo lo sentí jodidamente. La electricidad casi chispeaba entre


nosotros, sintiendo como si el mismo aire en sí mismo se encendería con
un soplo de sus labios contra los míos.

No digo nada, pero ella decide por mí.

Sus manos van a mis hombros lentamente, tentativamente. Mi


cuerpo está rígido. Apenas puedo contenerme.

—¿Por qué me enseñaste este lugar? —pregunta de nuevo, su tono


aún más suave incluso ahora—. ¿Quién lo conoce?

222
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Nadie que tu conozcas —respondo—. Hubo una mujer… ya


terminamos ahora. Ella quería… más de mí. Más de lo que yo podía darle.

—¿Entonces sólo deseas follarme? —pregunta, y sus uñas se


clavan en mis hombros.

Yo no lo hago. Y quiero decirle eso, pero incluso admitirlo a mí


mismo me hace sentir un miedo mortal. Nunca he querido más, no con
ninguna mujer con la que he estado. Siempre me interesó el sexo, nada
más.

Pero con Madison, todo es diferente. Ella me hace anhelar su


pequeño cuerpo apretado, me hace querer reclamarla para mí. Pero no
puedo decirle eso, ¿verdad? Sólo la asustaría.

—Quiero follarte —le digo—. Quiero poseerte, Madison.

Sus uñas se clavan más profundo. Puedo sentir su vacilación, y


casi puedo ver el momento en que se rompe y se arrastra sobre mi regazo.

Gimo cuando ella está encima de mí, su pequeño coño apretado


sólo separado de mi polla por las telas de nuestras ropas. Sus brazos
rodean mi cuello y yo alcanzo sus caderas, acariciando sus huesos
pélvicos a través del material de su pecaminoso vestido de monja.

—Bésame. —Me suplica, su boca tan condenadamente cerca de la


mía—. Sólo dame un beso una vez, Profesor, para que podamos ver si
realmente queremos esto.

—Joder —respiro contra sus labios. Su largo pelo rubio cae


alrededor de nosotros como una cortina, protegiéndonos del mundo
exterior. Quiero probarla tanto. Necesito ver lo que su boca se siente en
la mía—. ¿Estás segura? —pregunto de nuevo. Su lengua rosa se
arremolina sobre su labio inferior y yo apreto mi agarre en sus caderas—

223
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

. Sin jodida vuelta atrás, Madison. No voy a ser capaz de detenerme. Y no


soy gentil.

—Por favor —respira—. Dame un beso.

Mi mano se pega a su pelo y lo aprieta en un puño alrededor de sus


mechones. Nuestros ojos se bloquean entre sí y un pequeño lamento se
escapa de sus labios mientras la empujo hacia abajo contra mí. No soy
gentil, como le prometí. Me hace querer ser aún más duro con ella, pero
trato de mantenerme controlado. Intento contenerme para no asustarla
en nuestro primer beso.

Nuestras bocas se tocan, y es eléctrico. Sus labios se abren en una


O sorprendida cuando ella siente las chispas que yo siento, y deslizo mi
lengua en su boca sin esfuerzo. Ella está rígida y asustada en mi regazo
mientras la exploro, mis dedos cavando en su vestido y cabello.

—Profesor —gime contra mis labios, y de repente, su cuerpo se


arquea hasta que está apretado fuertemente contra el mío. Ella está
rompiéndose ya, incapaz de resistir esta mierda, igual que yo. Y ambos
estamos perdidos, justo así.

No la beso como si fuera nuestro primer beso. Reclamo su boca


para mí y exploro cada rincón de ella, forzando mi lengua dentro y
haciéndole saber que es solamente mía. Ella gimotea contra mí,
demasiado tímida para empujar su lengua entre mis labios. Mi mano deja
su cabello y se envuelve alrededor de su cuello. Gimo cuando trazo su
garganta con mi pulgar como he querido hacer toda la noche.

—Sé una buena chica puta —le digo—. Devuélveme el beso,


Madison.

224
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Yo… —respira, y yo apretó mi agarre en su garganta, haciéndola


echar la cabeza hacia atrás por el placer—. Dios, Profesor, por favor…

—Devuélveme el beso —le ordeno de nuevo, y su boca cae contra


la mía. Tentativamente, su lengua rosada sondea en mi boca y ella me
besa como si fuera su primera vez degustando un verdadero hombre.

Ella está jodiendo mi cabeza, y necesito más. Pero me fuerzo a


permanecer quieto y dejarla explorar mi boca con esa pequeña lengua
pecaminosa. Sólo comienzo a devolver su beso una vez que su cuerpo se
relaja, los temblores sacudiendo sus caderas y haciéndola molerlas
contra mi regazo.

Estoy tan jodidamente duro que siento como si fuera a reventar


fuera de mis pantalones, y la mano de Madison deja mi pecho, vagando
hacia el sur.

Gimo cuando ella alcanza el bulto en mis pantalones.

—Madison… —advierto.

—Por favor —gime—. Permíteme… Permíteme saborearte ahí.

Mis manos dejan su cuerpo y las muevo por mi cabello.

—Jesucristo, Madison. No deberíamos estar haciendo esto.

—Demasiado tarde para eso. —Se ríe, y le doy una larga mirada.
La deseo tanto que duele. Necesito llenarla. Estoy preocupado por el
punto de no retorno, se siente como si viniera realmente malditamente
rápido.

Ella se desliza fuera de mi regazo, y siento la pérdida de su ágil


cuerpo como una maldita puñalada en mi estómago. Luego se baja de
rodillas, sus palmas sobre mis muslos.

225
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Maldita mierda —respiro—. Madison…

—Permíteme, Profesor —ruega—. Permíteme probar, joder, por


favor…

Sus palabras son dulces y convincentes mientras ella abre el botón


de mis pantalones y baja la cremallera. Ni siquiera puedo moverme una
mierda, estoy tan desesperado por ella.

Tira de mi bóxer y mi polla salta libre. Sus ojos se ensanchan. Y


luego se amplían un poco más.

—Jesús —dice suavemente—. Tú… Yo…

—Chúpame, mascota —gimo—. Encajará, no te preocupes. Estira


tu preciosa boca conmigo, Madison.

Sus ojos parecen hambrientos mientras su mano agarra mi pene.


Sentir esos pequeños dedos suaves en mi longitud me hace querer perder
la mente. Ella me agarra con fuerza suficiente como para lastimar, y sus
dedos están temblando. Si no somos cuidadosos, estallaré en sus manos.

Ella me mira, grandes ojos de color avellana muy abiertos y tan


excitados como asustados. Madison se inclina hacia abajo, su boca
ligeramente abierta, y sus labios se envuelven alrededor de la punta de
mi verga. Exhalo, el sonido crudo.

—Chupa —le digo, alisando su bonito cabello rubio—. Chúpame


hasta abajo, mascota.

Sus ojos nunca dejan los míos, mientras su lengua se arremolina


sobre la punta de mi polla. Ella gime cuando saborea una gota de líquido
preseminal que recolecta de mi abertura, y mis manos se aprietan en su
pelo.

226
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—¿Te gusta esto?—me pregunta con voz ronca, y yo gruño.

—Justo así, buena chica —la alabo—. Más profundo ahora.

—No encajará —susurra, lamiendo mi polla como si fuera un


maldito pirulí—. Eres demasiado grande, Profesor.

—Encajará —le digo—. Te voy a estirar tan bien, mascota… Vamos,


ahora. Muéstrame lo buena chica que eres.

Ella gime de nuevo y mi polla se resbala dentro de su boca cuando


lo hace. Gimo y tiro de su cabello. Su boca se siente pecaminosamente
deliciosa, tan malditamente húmeda y apretada, y me siento como si
fuera a volar mi carga en cualquier momento.

—Jesús, Madison —gimo—. Más. Chúpame más profundo, llena tu


boca con mi polla.

Sus confiados ojos siguen en los míos, y me chupa bien, con un


pequeño sonido escapando de ella que la hace sonrojarse mientras me
toma más profundo.

—Buena chica —Le digo—. Una chica tan buena, hazlo llegar hasta
las pelotas, mascota.

Ella se ahoga un poco, y mi mano libre va a su garganta, mientras


que la que tengo en su pelo tira su cabeza hacia atrás para facilitar el
acceso. Ella gime, pero sus ojos siguen confiados y bloqueados con los
míos.

—Ahí vamos —le digo suavemente, mi mano mantiene su cabeza


hacia atrás—. Esto es más fácil, ¿no es así, mascota? Encaja,
simplemente abre tu bonita boca un poco más.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Ella gimotea y yo masajeo su garganta suavemente, mi pulgar


rodeando su fina piel. Casi puedo sentirme dentro de ella, y es tan
jodidamente bueno que siento que mi verga palpita en su apretada
pequeña boca.

—Chupa —le ordeno—. Chupa mi eyaculación, mascota.

Ella lo hace con ahínco, chupando y lamiendo mi polla hasta que


estoy tan jodidamente cerca que quiero girarla y sumergirme dentro de
su apretado coño. Pero me detengo a mí mismo.

—Las manos fuera de mi polla ahora —le digo—. Entre tus piernas
—Ella parece dudosa y yo la fulmino con la mirada—. Malditamente
ahora mismo, Madison.

Sus dedos dejan mi polla y ella chupa aún más profundo,


haciéndome gemir. Su mano tiembla cuando alcanza entre sus piernas,
esperando nuevas instrucciones.

Una buena chica, tal y como sabía que sería. Siguiendo


instrucciones como una perfecta mascota. Yo sabía que ella sería
jodidamente perfecta todo el tiempo.

—Tócate el coño —le ordeno—. Hazte llegar ahora mismo, de


cualquier manera que sepas hacer.

Ella gime necesitada, pero sigue mi orden, sus dedos jugando con
su vagina hasta que está gimiendo. Solo toma unos segundos y su
succión se ralentiza.

Tiro de su cabello, con fuerza.

—No dejes malditamente de chupar —le gruño—. Sólo puedes tocar


tu coño tan rápido como chupes, mascota.

228
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Madison gime y hace lo que se le dice, y mi corazón se inflama.


Inusual. Realmente, malditamente inusual, normalmente es sólo mi pene
el que está hinchándose…

Y al momento siguiente, no puedo pensar en una sola cosa, sino en


mi polla enterrada en su garganta. Puedo decir que ella va a correrse, su
cuerpo tiembla, y sus labios se aprietan imposiblemente alrededor de mi
verga. Ella gime, y agarro su garganta con fuerza.

—Tengo que correrme —le digo mientras me mira con unos ojos
nebulosos—. Sólo eyacularé en tu boca si lo tragas todo, ¿entiendes?

Ella asiente con ansiedad, mendigando sin palabras.

—Buena chica —gimo—. Córrete conmigo ahora mismo, mascota.

Ella se sacude y empuja su cabeza hacia abajo sobre mi polla,


haciendo que se ahogue. No me importa una mierda, necesito sentirme
más profundo. No puedo parar hasta que estoy hasta las bolas de
profundidad, follando la parte de atrás de su garganta, con sus dedos
arañando mis muslos.

—Jesús —logro respirar—. Córrete conmigo ahora, sé una buena


chica, Madison.

Sus dientes rozan sobre mi pene y gruño, el último empuje que


necesito para llenar su boca. Puedo sentir su espasmo, sus manos
clavándose en mí desesperadamente, necesitando más. Suelto su cabeza
mientas mi orgasmo barre sobre mí, pero ella no se mueve ni un
centímetro.

Lleno su boca y ella chupa ávidamente, llenando su propia boca


con mi semen y bebiendo de mi verga como si fuera una botella de
champán malditamente caro. Gimo y aliso su cabello mientras ella chupa

229
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

las últimas gotas de mí, ordeñando mi polla hasta dejarla seca con su
perfecta jodida boca.

No se detiene hasta que ambos estamos gastados, chupándome y


lamiéndome hasta que se llena. Finalmente, me mira y mi pene late al
ver sus labios húmedos de follar.

—Gracias, Profesor —ronronea, y mi pene se endurece ante el mero


sonido de esa palabra en sus labios.

230
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Cuatro
Madison
No puedo creer que acabamos de hacer esto.

Siempre pensé que sentiría remordimiento si alguna vez llegara a


tocarlo. Pero ahora, cuando lo he hecho, siento una euforia absoluta. Y
quiero más. Más de él, otro sabor, otro beso. Y lo quiero dentro de mí.
Tan malditamente duro.

Él maldice en voz alta, se levanta, y lo sigo mansamente mientras


camina por la habitación. Parece enojado como una mierda por algún
motivo.

—¿Pasa algo? —pregunto suavemente.

—No deberíamos haber hecho eso —me dice bruscamente, y mi


sonrisa vacila.

—¿Por qué no? —pregunto con voz temblorosa.

Lo veo pasar sus fuertes manos por su cabello, y finalmente, él se


vuelve para enfrentarse a mí. Su expresión es dolida, y sus ojos están
llenos de lujuria, como yo imagino que están los míos.

—Porque quiero joder más ahora —me gruñe.

Le ofrezco una mirada desafiante, mientras mi corazón late a un


ritmo fuera de orden, queriendo que él me use.

—Entonces, toma más de mí —ofrezco valientemente.

231
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

No necesita que se lo diga dos veces, y se acerca a mí, sus dedos


apretándose en mis brazos y me acerca más contra él.

—Desnúdate —me dice—. Malditamente justo ahora. Consigue tus


tetas para mí.

Me estremezco cuando se aleja, dándome una mirada enfadado


cuando no cumplo a tiempo. Mis manos tiemblan de excitación mientras
alcanzo el borde de mi vestido. Me quito el tonto traje, quitándome el
hábito de mi cabeza y dejando caer mi vestido en un charco alrededor de
mis pies. Me quito las botas después.

Todavía tengo lencería, un bonito conjunto rosa que compré el otro


día, pero me siento casi más vulnerable así que cuando le estaba
haciendo una mamada.

—No estás desnuda —me recuerda cuando dudo.

—Profesor… —Mi tono está suplicándole que vaya más fácil, pero
él no vacila, así que llego a mi sujetador primero y lo suelto por la parte
delantera. Lo dejo caer al suelo, y mis pequeñas tetas se alzan bajo su
atenta mirada. Mis pezones son guijarros y estoy desesperada, tan
desesperada por su toque.

—Las bragas, también —dice bruscamente, su voz tensándose. Su


mano vuelve a la protuberancia en sus pantalones y se acaricia
perezosamente sobre la tela.

No puedo creer que él esté duro otra vez.

Y sólo por mí, me recuerdo a mí misma.

Me hace sonreír mientras me desnudo de mis bragas rosadas,


mostrándole mi coño depilado a la cera.

232
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Gírate —me ordena—. Quiero ver tu culo, mascota.

Me giro para él, sintiendo sus ojos arder sobre mi piel mientras
mira mi cuerpo. Extrañamente, no me siento tan vulnerable. Me siento…
casi cómoda delante de él, vistiendo nada.

—Ahora acércate —dice con una voz más suave.

Doy unos pasos hacia él, oyéndolo gemir. El aliento que se escapa
de sus labios hace que la piel de gallina haga erupción por toda mi piel.
Siento algo revoloteando en mi estómago, y me sonrojo, mirando al suelo.

—Ojos arriba, Madison —dice suavemente—. Mírame, mascota.

Mis pestañas aletean abiertas y miro sus ojos grises, oscuros, pero
cristalinos. Dios, quiero sentirlo. Me moriré si no me folla esta noche.

Pero recordando el tamaño de su polla casi me hace reconsiderarlo.


Es enorme, y apenas encajaba en mi boca, haciéndome ahogar con cada
empuje de sus poderosas caderas.

Las yemas de sus dedos rozan sobre la piel de mi cuello, dejándome


hecha un lío a su estela. Sus manos son increíblemente calientes contra
mi fría piel, y mis pezones duelen, estoy tan desesperada por que los
chupe.

Como si estuviera leyendo mi boca, el profesor aprieta su agarre en


mi nuca y se inclina, chupando mi pezón en su boca. Gimo, y mi cuerpo
se arquea, ofreciéndole mucho más. Sus dientes rozan mi sensible piel, y
yo quiero que lo muerda.

—Por favor. —Logro respirar, y él me mira durante una fracción de


segundo antes de morder. Yo gimo ruidosamente, susurrando su
nombre… el nombre que conozco, de todos modos. Todavía no sé su
nombre.

233
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

El lame mi pezón perezosamente antes de continuar finalmente por


mi cuello, lamiendo y mordiendo mi sensible piel.

—¿Quieres que te joda, mascota? —pregunta suavemente, sus


palabras en un susurro contra la concha de mi oído. Yo asiento
ávidamente—. ¿A mi modo o a tu modo? —Quiere saber.

—Tu modo es mi modo —le susurro de vuelta, y sus dedos se


aprietan en mi piel. Mi corazón está latiendo fuera de control, realmente
desesperado por tenerlo dentro de mí ahora.

—Sube al potro de azotes —pide roncamente, dejándome ir. Casi


me caigo cuando lo hace, pero sigo sus órdenes, caminando hacia el
equipo que quiere que usemos con unas piernas inestables.

Inclino mi cuerpo sobre él, cada célula gritando y desesperada por


la liberación. El Profesor se acerca a su pared de herramientas y miro con
expectación cuando recoge un flogger del estante.

Se vuelve a acercar a mí de nuevo, sus dedos se arrastran por mi


espalda y me hace gemir, suplicando que él me toque.

—¿Qué deseas? —pregunta bruscamente.

—A ti —respondo enseguida.

—¿Qué quieres que haga? —Quiere saber.

—Fóllame —respondo jadeantemente—. Chúpame, bésame,


tócame, úsame, Profesor, quiero que me muestres todas las cosas que me
quieres hacer…

El flogger viaja por mi espalda y me estremezco bajo su suave


toque.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—¿Y estás absolutamente segura sobre esto, mascota? —pregunta


suavemente.

Asiento con ansiedad, mis ojos se encuentran con los suyos por
encima de mi hombro.

—Por favor —respiro—. Quiero ser tuya esta noche, déjame…

El flogger cae sobre mi culo, fuerte. Yo muerdo un quejido, se siente


bien, tan jodidamente bueno. Nunca he hecho esto antes. Ni siquiera me
duele, en su lugar me hace molerme contra el cuero del potro de azotes,
desesperada porque él me golpee de nuevo.

—¿Así, mascota? —pregunta, con un rugido en su voz.

—Sí —gimo.

—¿Quieres más?

—Sí.

—Suplica, entonces. Suplica como una buena chica.

Sus dedos están haciendo que mi piel entre en erupción, y estoy


ansiosa por tenerlo dentro de mí. Puedo sentir cómo me estoy poniendo
jodidamente húmeda, mi coño empapado y goteando por todo su equipo.
Me sonrojo ligeramente pero estoy demasiado lejos para detenerme
ahora.

—Hazme daño. —Me las arreglo para decir—. Azótame, Profesor.


Muéstrame lo que quieres hacer conmigo.

Los golpes comienzan a llover sobre mi culo, y yo gimo su nombre,


frotando mi clítoris contra el potro de azotes tan bien. La tensión en él
me hace querer perder la mente.

235
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Sólo le toma unos cuantos golpes más el darse cuenta de lo que


estoy haciendo, y se acerca a mí, inclinando mi barbilla hacia atrás con
su dedo índice.

—¿Qué estás haciendo, Madison? —pregunta bruscamente—.


¿Estás moliéndote contra mi equipo? —Me sonrojo profundamente y trato
de evitar su mirada, pero él no me deja, sujetando mi barbilla entre sus
fuertes dedos—. Respóndeme.

—Sí —logro gemir—. Estoy…

—¿Tú estás qué? —gruñe—. Eso no es lo suficientemente bueno,


mascota. Dime lo que estás haciendo, justo ahora mismo.

—Estoy… —Tomo una respiración profunda, mi cuerpo


temblando—. Estoy frotándome contra tu banco, Profesor, estoy
moliendo mi clítoris contra…

—¿Y por qué podría ser eso? —Quiere saber.

—Quiero culminar —gimo patéticamente—. Necesito…

—¿Cómo deseas llegar, mascota? —pregunta, alisando mi pelo—.


¿Azotándote de esta manera?

Sacudo la cabeza, sonrojada.

—Sí, justo así, también. Pero…

—¿Pero qué, Madison? —Su tono es más suave en comparación


con antes.

—Te quiero en mi coño —logro respirar—. Enterrado en mi


interior… puedes hacer lo que quieras conmigo. Y me encantará.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—¿Mientras esté dentro de ti? —pregunta bruscamente, mientras


sus callosas manos viajan por mi espalda—. ¿Enterrado dentro de ese
jodido coño húmedo?

Sus manos se detienen en mi culo y yo jadeo, desesperada, tan


jodidamente desesperada.

—Por favor. —Me las ingenio para exhalar—. Fóllame, Profesor, por
favor.

Él se desnuda entonces, justo delante de mis ojos. Mi mirada sigue


sus movimientos, desnudando su cuerpo. Me encuentro cara a cara con
un glorioso cuerpo, unos duros abdominales como rocas, amplios
hombros y la polla que me asusta con su tamaño. Él es tan
condenadamente guapo que hace que mi estómago duela… Y lo deseo.

Está detrás de mí en un segundo, apretando su puño en mi cabello


y su otra mano en mi culo.

—Mira por encima de tu hombro, Madison —ordena


bruscamente—. Mírame mientras jodo tu coño.

Ahogo un quejido y hago lo que él dice, con la mirada fija en la mía


mientras su mano libre separa mi culo.

—Es un precioso jodido coño —suspira, y yo meneo el culo hacia


él, haciéndole gemir en voz alta.

Coloca la punta de su pene en mi entrada, y me vuelvo salvaje,


empujando mis caderas hacia atrás y arrancándole el control de él. Me
muevo hasta que él está firmemente afianzado dentro de mí, gimiendo y
pidiendo más todo el tiempo. Él tira fuerte de mi pelo, haciéndose ir aún
más profundo dentro de mí.

237
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

La sensación es una locura, su enorme verga me llena como nada


antes. Es como si encajáramos, y mi vagina lo hace encajar como él dijo
que lo haría. Palpita dentro de mí, y me estremezco, clavándome contra
el cuero del banco, tan desesperada por tenerlo más profundo.

—¿Cómo se siente, mascota? —pregunta bruscamente—. ¿Cómo se


siente mi polla en tu bonito coño rosa?

—Bien —me ahogo—. Tan malditamente bien, Profesor.

—Y, ¿qué quieres? —Tira de mi pelo, empalándome sobre su polla—


. ¿Qué te gustaría que te hiciera, Madison? Sé una buena chica, y dímelo.

—Jódeme —le digo de inmediato—. Jódeme malditamente duro,


Profesor, muéstrame lo bien que se siente tu polla, por favor…

Él gruñe y empieza a follarme como le rogué. Mi visión se oscurece


cuando su pene golpea dentro de mí, balanceando mi cuerpo con cada
empuje de sus fuertes caderas. Es increíble, me hace ver las estrellas, me
hace querer viajar con él hasta que ambos estemos tan gastados que
apenas podamos movernos. Gimo en voz alta, repitiendo su nombre una
y otra vez, suplicando por más, rogando por su polla para ir más
profundo.

—Una buena chica —me elogia—. Un coño tan húmedo y apretado,


te sientes tan bien, Madison, tan buena, nunca me cansaré de esto…

Siento que mis paredes se contraen alrededor de su verga,


chupándolo más profundo. No sé qué va a pasar si él reduce el ritmo. Sus
empujes son un ritmo fácil ahora, lento y perezoso, pero ya siento que
estoy a punto de perder mi mente.

—Más rápido —le suplico—. Más duro, Profesor, por-jodido-favor.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Él gruñe y comienza a bombear dentro de mí con una velocidad


increíble. No puedo decidir si me encanta el dolor o me asusta, pero se
siente tan malditamente bueno que lo dejo ir, y le permito reclamar mi
cuerpo y mi alma.

Dejo que se haga cargo, y siento que me invaden olas de indudable


placer.

—¿Qué eres, Madison? —pregunta bruscamente, tirando de mi


cabeza hacia atrás.

—Yo... —No puedo respirar—. Soy tuya, Profesor.

—¿Mi qué? —exige.

Trago con fuerza.

—Tu juguete, Profesor, tu jodido juguete favorito.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Cinco
Profesor
No puedo creer la sensación de su apretado coño. Ella se siente
increíble, tan condenadamente apretada y empapada, haciéndome
querer reclamar cada agujero de ella como mío propio. Pero su coño es
mi favorito ahora, la forma en que se aferra alrededor de mi polla,
chupándome más profundo y más fuerte hasta que siento como si fuera
a reventar momentos después de la última vez.

—Jesús. —Logro respirar en su cuello—. Amo esto. Amo tu coño,


mascota.

—Yo amo tu polla —gime ella—. Amo tenerte dentro de mí.

Apresuro mi ritmo, los empujones de mi verga dentro de ella cada


vez más y más rápido hasta que está gimiendo tan duro que casi siento
que la estoy partiendo a la mitad con cada empuje. Su forma de mendigar
es deliciosa, mi nombre en sus labios es una jodido placer. Ya me he dado
cuenta de que nunca tendré suficiente de esto, nunca tendré suficiente
de ella. Es demasiado jodidamente buena, tan deliciosa y prohibida al
mismo tiempo. Nunca tendré suficiente.

Sé que voy a correrme de nuevo por la familiar sensación que se


construye en mis pelotas. Voy a estallar en cualquier momento, y no
puedo esperar para llenarla. En el fondo de mi mente, recuerdo
distraídamente la protección, y acaricio su cabello, inclinándola para
susurrarle en el oído.

—¿Usas control de natalidad? —le pregunto, tirando de sus


mechones, y ella asiente con ansiedad—. Buena chica, eso significa

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

que puedo llenar de crema tu coño con mi semen. Te gusta eso, ¿no,
mascota?

—Sí, por favor. —Se queja en respuesta, moliendo sus pequeñas


caderas contra las mías—. Lléname, Profesor, dame todo tu esperma.

Bombeo dentro de ella, y cuando siento que estoy muy jodidamente


cerca, la agarro por las caderas bruscamente y la giro sobre el banco para
que esté de espaldas en él. Ella jadea por la sorpresa cuando mi pene
entra desde esta posición, y envuelvo sus piernas alrededor de mi cuello.
De esta forma, finalmente puedo verla, su bonita cara marcada con las
mejillas enrojecidas y unos salvajes ojos, su cabello un halo alrededor de
su cabeza.

—Me mirarás cuando te corras —le gruño—. No cierres los ojos,


mascota. ¿Entiendes?

—Sí —exclama ella—. Sólo permíteme correrme, por favor.

—Pide permiso —la molesto, presionando una mano en su


garganta. Mi otra mano va debajo de su trasero y la levanto un poco para
un acceso más fácil. Hace que mi pene vaya aún más profundo y gimo
ante la sensación de su centro apretado.

—Por favor, por favor deja que me corra —suplica—. Déjame


correrme por todo tu pene. Profesor, necesito…

—Bien, mascota —le digo—. Tan pronto como me sientas correrme,


te lo permito a ti también. Ni un momento antes. —Ella asiente, y yo
acaricio su garganta—. Buena jodida chica.

Sus dedos de los pies se enrollan alrededor de mi cuello mientras


la follo mejor, más profundo. Ella ya está en otro mundo, parece como si
sólo estuviera medio consciente mientras jodo mi semilla en ella.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Me siento a punto de explotar, sin apartar los ojos de su hermoso


cuerpo por un solo momento. Sus ojos se ponen vidriosos, y ella tiembla,
tan cerca del orgasmo. Gimo, sabiendo que sólo necesito otro impulso
para calentarla desde el interior.

—Córrete ahora, mascota —le digo—. Córrete ahora…

Ella ahoga mi nombre y sus ojos brillan aún más. Bombeo dentro
de ella una última vez, y gruño su nombre cuando siento el semen
derramándose de mi polla, marcando su apretada vagina. Ella tiene
espasmos, tiritando bajo mi toque. Culmina tan duro que no estoy seguro
de si incluso ya está aquí, sus ojos giran hacia atrás, y dulces, dulces
gemidos escapan de su perfecta boca rosa.

Yo aprieto su garganta con más fuerza mientras follo el resto de mi


semilla en el interior de su coño. Vacío mi pene hasta que siento que no
puedo empujarla otra vez, y entonces, recojo su cuerpo tembloroso entre
mis brazos y la llevo a la cama con mi verga aún dentro de ella.

La coloco abajo suavemente, y mi pene se desliza de su humedad


con un estallido. El semen se derrama por sus muslos y ella gime con
fuerza cuando mis manos la dejan. Quiero ir a limpiarla, pero me mira
con esos grandes ojos avellana, y me doy cuenta de que no tengo otra
opción: quiero estar junto a ella.

Así que me subo a la cama junto a Madison, y ella se acurruca


contra mi pecho. Mi brazo le rodea los hombros, el brazo libre le ahueca
la mejilla. Ella me mira, sus ojos tan jodidamente confiados que casi me
rompen el corazón.

Esta chica no sabe nada sobre el mundo. Es tan jodidamente joven,


somos de una generación diferente. Y, sin embargo, no puedo hacerme
alejar de esas sabrosas tetas, los rechonchos labios, el coño apretado.
Necesito mantenerla cerca.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Gracias —susurra contra mi pecho—. Gracias por joderme así…

—¿Se sintió bueno? —murmuro contra su pelo, y ella gime para


mí.

—Muy bueno, Profesor.

Ella alcanza entre sus piernas y mis ojos casi se salen de mi cabeza
cuando sus dedos se sumergen en su coño. Levanta su mano cubierta de
semen a su boca y la lame hasta dejarla limpia, riéndose maliciosamente
ante mí.

—Tienes un buen sabor —me dice—. Jodidamente bueno, Profesor.

—Buena chica —gimo ausentemente mientras ella se lame los


dedos limpios.

Casi nos quedamos dormidos así. Demasiado cómodo con ella


acurrucada junto a mí y el edredón tirado alrededor de nosotros. Podría
quedarme una eternidad así.

—¿Estás dormido? —pregunta suavemente en unos instantes, y me


doy cuenta que sigo acariciando su cabello aunque casi me he quedado
dormido.

—No —le digo—. Estoy disfrutando de este momento, mascota.

Se acurruca más cerca y tiro de ella en mi regazo, necesitando


sentirla totalmente.

—¿Vamos a meternos en problemas? —pregunta y yo suspiro.

—Probablemente, mascota.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Quizás no deberíamos decírselo a nadie. —Ella me mira y se


muerde nerviosamente el labio inferior. Es tan jodidamente linda, sólo
quiero tomarla en mis brazos y decirle que todo va a estar bien.

—Pero quiero hacer esto de nuevo —le digo—. Y muy pronto, va a


ser difícil ocultarlo.

Ella se sonroja, y apenas puede ocultar su emoción ante mis


palabras.

—¿Quieres follar conmigo otra vez? —pregunta, y yo asiento.

—La verdad, lo hago malditamente, Madison. Y lo voy a hacer —le


prometo—. Te voy a follar todo el tiempo en que te quedes conmigo.

Parece contenta con mi respuesta mientras se acomoda en mi


regazo de nuevo y nos quedamos así durante un rato. Pero tengo tantas
preguntas para ella, tantas cosas que quiero saber. No puedo
mantenerlas por mucho más tiempo.

—No sé mucho sobre ti —le digo.

—Yo no sé nada sobre ti —argumenta, y yo me río suavemente.

—Cierto. Dime que te gustaría saber —le sugiero—. Voy a hacer


todo mi mejor esfuerzo para responder a todas tus preguntas.

—¿Quién era ella? —pregunta, como yo sabía que lo haría—. Esa


mujer…

—¿De la que no debes preocuparte? —la fastidio, y ella se sonroja


ligeramente—. Nadie, Madison.

—Ella debe haber sido alguien —discute en voz baja—. Dejó té de


jengibre en tu cocina.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Ella era… Una mujer con la que jugué —explico con una voz
firme—. No hay nada más que decir. Jugamos cada semana durante un
par de años, desde que empecé a enseñar aquí. Me gustó el hecho de que
fuera discreta, pero ella quería más.

—¿Por qué?

—No sé. —Me encojo de hombros—. Supongo que quería más,


estabilizarse, quizás iniciar una familia. Era un poco mayor que yo.

—¡Ja! —dice triunfalmente, y le doy una mirada confundida—. Ella


era mayor y yo soy más joven, así que tengo que hacerlo funcionar para
mí.

No puedo evitar reírme de su ingenuidad.

—Bueno, ella tenía más experiencia. —Me burlo de ella, y casi me


arrepiento cuando su sonrisa desaparece. Ilumina su rostro tan
hermosamente.

—Oh —dice con dureza—. No te gusta que… ¿sea nueva en esto?

—Me gusta —la calmo—. Me encanta. Significa que puedo romperte


primero.

Me mira y hay una pregunta en sus ojos. Le hago cosquillas y ella


se ríe.

—Y por último, espero —le digo, y se sonroja, aparentemente


contenta de mi respuesta.

—¿Y qué hay de tu familia? —pregunta, y me encojo de hombros.

—No mucho que decir. Marcel es mi hermano mayor, tenemos una


hermana que es la más joven. Nuestra madre está en Florida, en una

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

casa de retiro. Ella es feliz allí. —La curiosidad saca lo mejor de mí—. ¿Y
qué hay sobre ti, mascota? No me dijiste nada sobre ti todavía.

—¿Qué te gustaría saber? —pregunta tímidamente.

—¿Qué hay de tu familia? ¿Es tan pequeña como la mía? —


pregunto.

—No, Dios, no. —Sacude la cabeza y dice, riendo—. Es enorme.


Tengo tres hermanas y un hermano.

—¿Qué? —Me río, casi incapaz de creerla—. Eso es un locura. ¿Y a


tus dos padres?

Ella asiente.

—Vivimos en las afueras, en Kansas. Mi hermano es el más


pequeño, y yo voy justo delante de él. Él es un poco el bebé —explica.

—¿Y tus hermanas? —pregunto.

—Son… geniales —dice, pero su sonrisa es tensa—. Supongo que


simplemente se siente como…

—¿Cómo qué, Madison? —le pregunto.

—Como si estoy compitiendo con ellas —confiesa.

—¿En qué?

—Supongo que en atención. —Se encoge de hombros—. Mis


padres, mi hermano. Ver quién lo hace mejor en la escuela. Yo solía tener
sobresalientes en el instituto y esas cosas. Todo el mundo tenía grandes
esperanzas en mí.

Reflexiono sobre su respuesta.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Ambos sabemos que eres una chica inteligente —l digo


suavemente—. ¿Qué te hizo dejar de intentarlo?

—Supongo que me di por vencida —admitió, y mi corazón


realmente duele por ella—. Siempre hay alguien, una hermana, o mi
hermano, que eran mejores que yo en algo.

—Pero no puedes ser la mejor en todo —le dio suavemente.

—Lo sé —contesta—. Pero quiero serlo.

—¿En qué estás realmente interesada?

—Te reirás. —Ella se ríe nerviosamente, y la empujo más cerca,


haciendo que su rostro esté más cerca de mí.

—Dime —le ruego, de alguna manera desesperado por oír su


historia. Quiero, no, necesito saber más sobre ella. Realmente lo hago.

—Quiero ser mecánica —admite en voz baja. Le doy una mirada


confundida, tratando de ocultar lo mejor que puedo mis verdaderos
sentimientos, pero ella todavía los ve, y me da una bofetada juguetona.

—¿Lo ves? Sabía que te reirías. —Se ríe, y yo la agarro por las
muñecas y tiro de ella más cerca, dejando un beso contra su garganta y
haciéndola lloriquear.

—¿Quién se ríe? —gimo contra su cuello—. Cuéntame más, mi


pequeña mecánica, estoy intrigado.

—Mi padre, es el dueño de un taller mecánico —dice cuando


finalmente la dejo ir—. Siempre quiso que mi hermano lo heredara, pero
él no está interesado. Quiere ser abogado.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—¿Tu padre conoce tus ambiciones? —pregunto, y ella sacude la


cabeza negativamente—. ¿No le has dicho nada?

—No —admite—. Pero es por eso por lo que tomé tu clase de


ingeniería. Yo quería… Estaba realmente interesada en ella.

—¿Y el programa que solicitaste? —le pregunto. Al que yo no quería


escribir una puta recomendación. Vaya maldita mierda que soy.

—Fue para un programa de estudio en el campus. Es un programa


de robótica. En realidad, entré. —Me sonríe—. Incluso sin tu
recomendación, muchas gracias.

—Enhorabuena, mascota —le digo con una sonrisa—. ¿Cuándo


empiezas?

—Dentro de unas pocas semanas, pero no voy a ir —responde,


apartando la mirada.

No lo permito, sino que la acerco y hago que ella me mire.

—¿Por qué no?

Se encoge de hombros, diciendo:

—Supongo que no quiero decirle a mis padres lo que quiero hacer.


Siempre fui su pequeña niña bonita, siempre con trenzas y vestidos
bonitos. Odiarían la idea de que yo estuviera en ese negocio.

—No lo sabes seguro —le recuerdo—. Tu padre está en él, podría


estar entusiasmado con la idea.

—Supongo —murmura, levantando la vista hacia mí buscando


confirmación—. Tal vez se lo cuente pronto.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Creo que deberías, Madison —le digo honestamente—. Y siento


haber sido tan cabrón con lo de tu carta.

—Me recompensarás —dice entre risas.

—¿Tú crees? —La hago montar sobre mi regazo y ella jadea—. ¿Qué
te hace pensar eso, mascota?

—Tengo mis… —gime mientras muevo mis dedos en el interior de


sus muslos—. Mis maneras, ohh, Dios.

—Puedo ver eso, sí. —Me burlo, y ella cae contra mi pecho.

—Deberíamos regresar a la fiesta —comenta.

—Deberíamos. —Estoy de acuerdo, y con pesar, se levanta de mi


regazo.

—¿Tienes una toalla? —pregunta, tímidamente, y yo le doy una


perversa sonrisa a cambio.

—La tengo, pero no vas a tenerla. —Le sonrío—. Quiero que sientas
mi semen corriendo por tus muslos ahí fuera. Que te recuerde a mí.

Ella se sonroja, pero no se opone. Una chica tan buena.

Nos vestimos y presiono un beso contra sus labios antes de salir


de la sala de juegos. Compartimos un pequeño momento en el pasillo,
nuestros cuerpos presionados firmemente juntos. Me encanta sentirla,
su olor, el maldito calor de ella. Me podría pasar toda mi vida con ella a
mi lado.

Y Dios, lo quiero malditamente.

La idea me sorprende, y trato de no dejar que Madison vea el


impacto que está teniendo sobre mí. La verdad es que nunca me he

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

sentido de esta manera con ninguna otra mujer. Ni con Adrienne, ni con
nadie. Es una sensación completamente nueva para mí.

—No quiero dejarte ir. —Me dice suavemente mientras le acaricio


el pelo.

—Estarás conmigo en la fiesta. —Le recuerdo—. No dejes mi


maldito lado, mascota.

—¿Y qué pasa con todos los demás? —me pregunta—. ¿Ellos no…
creerán que es raro?

Dudo, sabiendo que ella tiene razón.

—Bien, entonces. Puedes encontrar a tu amiga, Mary Anne,


¿verdad?

Asiente, y veo su expresión oscurecerse. Me odio a mí mismo por


hacerle esto, pero tiene razón… no quiero provocar problemas para
cualquiera de nosotros. Ella sólo acaba de salir recientemente de mi
clase, después de todo.

Quiero disculparme cuando la puerta de la escalera se abre y nos


separamos. Madison se aclara la garganta y yo me ocupo con un fingido
mensaje en mi teléfono cuando alguien grita un oops y desaparece por el
pasillo.

Intercambiamos unas sonrisas nerviosas y finalmente nos


dirigimos al piso de arriba.

Me rompe el corazón darle una última mirada y verla alejarse de


mí. Quiero tirar de ella de vuelta a mis brazos, sentir su apretado cuerpo
contra el mío de nuevo. Quiero saber que es todo mío, igual que lo hice
en la sala de juegos.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Paciencia.

Ella va a ser mía de nuevo pronto…

Sólo no debo dejar que nadie vea mi reclamación todavía.

Aunque eso no significa que no quiera tirar de ella de regreso a mis


brazos mientras camina lejos.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Seis
Madison
Odio dejarlo, pero sé que no tenemos otra opción. Necesitamos
mantener esta… lo que sea, en secreto, por un poco más de tiempo. No
quiero arruinar la asombrosa química que hay entre nosotros por
precipitarlo en algo.

En el momento en el que estoy lejos del Profesor, me siento sola,


pero saciada al mismo tiempo. Y he tomado una decisión, decidida a
hacer algo, y no posponerlo ni un minuto más.

Después de pasar a tres parejas… en serio, ¿qué hay en el ponche


de esta fiesta?, finalmente encuentro consuelo en el dormitorio del
Profesor, del que tengo todavía la llave.

Me acuesto en su cama y busco mi teléfono móvil en mi bolso de


lentejuelas, ridículamente diminuto. Con un gran suspiro, marco el
número de mis padres, y escucho el tono de llamada.

Él contesta pronto.

—¡Maddy! —Su tono es alegre y feliz, siempre tan contento de


hablar conmigo—. ¿Qué pasa, querida? ¿Todo va bien? Estás llamando
un poco tarde, cielo.

—Todo está bien, papá —lo calmo—. Solo quería hablar contigo.

—Ah, cariño, sabes que siempre aprecio una charla —dice, y casi
puedo ver su sonrisa en mi mente. Me hace llorar, y yo sorbo la nariz
tristemente, extrañándolo, y desando estar más cerca de él.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—¿Qué pasa cariño? —pregunta preocupado—. ¿Quieres que vaya


a buscar a tu madre?

—No, así está bien —me ahogo—. En realidad, yo quería hablarte


sobre algo, si te parece bien.

—Ya sabes que lo está —dice suavemente—. Así que dime, querida,
¿Qué tienes en tu mente hoy?

—Yo… —Trago fuerte. Este es el momento de que salga la verdad.


No puedo aguantar más. Tengo que decirle lo que está pasando—. Quiero
trabajar en el taller, papá. —Finalmente, logro decir.

Un silencio sorprendido sigue y de inmediato me arrepiento de mis


palabras. Pero más y más comienzan a derramarse de mi boca,
desesperada por contarle todo.

Le digo que siempre he querido eso. De cómo pasé los mejores fines
de semana en su taller, sucia y engrasada, y ayudándole con los coches
que estaba reparando. Le cuento todo, y él está en completo silencio
mientras sigo.

Una vez que por fin he terminado, suspira profundamente.

—Madison —dice, su voz un poco severa. Me pongo rígida,


asustada por lo que me vaya a decir—. ¿Por qué no me dijiste todo esto
antes?

—Estaba asustada —admito—. Porque no lo aprobaras.

—Maddy… —Suspira, y casi puedo verlo frotándose el puente de la


nariz. Siempre hace eso cuando está nervioso—. Yo te habría apoyado,
sin importar en qué, cielo. Lo sabes.

—Supongo que sí —digo con una voz pequeña.

253
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Y esto es… —Trago duro ante su tono—. Esta es una gran noticia.
Soy tan feliz, Maddy.

—¿Qué? —Me ahogo, conmovida por su respuesta—. ¿Estás…


contento?

—¡Por supuesto que lo estoy! —Se ríe—. Sabes que Rick no quiere
trabajar en el taller, y yo nunca había soñado que tú o tus hermanas lo
hicierais, pero ahora… Significa que puedo pasarle mis conocimientos a
otra persona.

—Oh, papá —digo suavemente, mordiendo mi labio para detener


mi llanto—. No sabes lo feliz que me haces.

—Y tú a mí, querida —dice amablemente—. Muchas gracias por


decírmelo.

Charlamos un rato más, y es como si un enorme peso se levantara


de mis hombros. Cuando papá finalmente se tiene que ir… porque mamá
está molesta porque no va a la cama, nos despedimos calurosamente y
prometemos vernos el próximo fin de semana cuando estén en la ciudad.

Corto la llamada con una enorme sonrisa en mi cara. No puedo


creerlo… ¡finalmente lo hice! Se lo dije a papá, y él ni siquiera estuvo
enojado. De hecho, parecía bastante contento sobre todo este asunto.

Soy interrumpida por la apertura de la puerta de la habitación, y


me doy la vuelta para encarar al intruso. Pero mis ojos brillan cuando
veo que en realidad es el Profesor.

—Hey —digo suavemente.

—Hey, mascota. —Su voz está preocupada—. Simplemente


desapareciste. Traté de mantener un ojo en ti, pero desapareciste…

254
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—¿Estabas preocupado? —le pregunto, y el pensamiento me hace


sonreír.

—Eso no es cosa de risa, Madison —dice, pero lleva una enorme


sonrisa, cuando se acerca a mí.

Tira de mí en sus brazos y me derrito, dejando que él me presione


más cerca, reclamando mi cuerpo con su fuerte toque. Sus labios contra
los míos, y me besa suavemente esta vez, como si fuera sólo suya. Me
hace sentir amada, aunque tengo miedo de admitirlo.

—Madison… —susurra contra mi pelo—. No soporto ni un maldito


segundo sin ti. Casi me vuelvo loco ahí abajo. ¿Qué estabas haciendo,
mascota?

—Yo… Llamé a papá.

Se aleja, sosteniéndome a la distancia de sus brazos y me sonríe.

—¿Le hablaste sobre… lo que hablamos antes?

Asiento y le explico lo que pasó. Para cuando termino, él me está


abrazando muy fuerte.

—Estoy jodidamente orgulloso de ti —dice—. ¿También, vas a hacer


el programa?

—Sí —le respondo con una sonrisa tímida—. Creo que sí.

—Una buena jodida chica.

Sonrío ante su expresión cariñosa y vacilo antes de hacer mi


siguiente pregunta.

—Yo… —empiezo a decir, sonrojándome mientras lo miro—. No sé


tu nombre.

255
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Él me echa una larga mirada, luego finalmente se ríe.

—Supongo que eso es cierto, siempre he sido el profesor L.


Henderson, ¿verdad?

Asiento.

—¿Me lo dirás ahora?

—Sí. —Me sonríe—. Pero eso no significa que dejes de llamarme


Profesor cuando te folle, mascota. Me gusta de esa manera jodidamente
demasiado.

—Está bien. —Me rio entre dientes—. Lo prometo. Ahora dime, por
favor, por favor.

—Es Liam. —Sus dedos recorren mi espina dorsal y me


estremezco—. Mi nombre es Liam.

Me encanta, su nombre, su todo.

—Liam. —Lo pruebo en mis labios. Se siente bien.

—Y Madison —dice y nos sonreímos el uno al otro.

—¿Quieres volver abajo? —le pregunto—. Yo probablemente


debería contactar con Mary Anne.

—Está bien, pero no vuelvas a desaparecer de mí, mascota. —Me


advierte, y me da una nalgada al salir, haciéndome reírme.

Nos decimos un tranquilo adiós en la puerta y me dirijo abajo sola.


Todo esto de estar tan furtivos alrededor es casi tan divertido como un
golpe en la cabeza.

256
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

No tengo de mucho éxito buscando a Mary Anne, pero sí encuentro


a algunos de mis compañeros de la clase de Liam. Terminamos sentados
en un sofá juntos y los veo beber sus cervezas, rechazando las botellas
que me ofrecen. Todavía no tengo veintiún años y no quiero que Liam
tenga problemas por beber en su casa mientras soy menor de edad.

La conversación se dirige hacia la clase del profesor, y me quedo


un poco callada, mis ojos encontrándolo en la esquina de la habitación
más y más a menudo. Él está solo, a veces abordado por alguna
estudiante de sexo femenino, que hace que mi estómago se retuerza por
celos. Pero cada vez, las envía de vuelta por su camino, me sonríe en
secreto, y me encanta. Me hace sentir tan especial, incluso en esta
incómoda situación.

—¿Qué hay de ti, Mads? —Una chica con la que me siento a veces,
Hannah, me pregunta—. ¿Qué piensas de nuestro querido y antiguo
Profesor? ¿Follable o no?

Me sonrojo al rojo más profundo que hay en la tierra, y aparto la


mirada.

—No sé —murmuro.

—Vamos. —Dex, otro compañero de clase me presiona—. Tienes


que tener una opinión. —Su mirada es malvada, retándome a contestar…
Yo puedo decirlo.

—Realmente no di cuenta —le digo de mala gana, esperando que


mi mentira sea lo suficientemente buena para quitármelos de mi
espalda—. Es un profesor.

—Pero ahora estás fuera de su clase —me recuerda Hannah.

257
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—¿Entonces? —le doy una media mirada fulminante. Mala cosa,


ella realmente no ha hecho nada malo, simplemente yo no quiero hablar
más de eso.

—De acuerdo. —Ella pone sus ojos en blanco—. Siempre has sido
una besaculos de todos modos.

—Sí. Qué estarás haciendo fuera de todos modos. —Dex hipa


borracho, y siento las lágrimas pincharme en mis ojos. ¿Por qué están
siendo tan malos?

Es cierto… no he hecho ningún amigo en la universidad, no


realmente. He estado guardándome a mí misma, a veces saliendo con
Mary Anne, pero sobre todo sola. Siempre preocupada de lo que la gente
pudiera pensar de mí, hasta el punto de ser paranoica al respecto.

—Voy a irme —les digo.

—Oh, venga, Mads. —Hannah me grita detrás de mí—. No seas una


reina del drama. Ven, toma una cerveza.

Le hago un gesto de despedida con la mano y me alejo de su círculo.


Los ojos de Liam se sienten sobre mí mientras camino más allá de él, y
discretamente le pido que se reúna fuera conmigo.

Momentos después, ambos estamos bajo el mismo arce en el que


nos encontramos hace unas horas, ambos vistiendo una tonta sonrisa
cuando nos miramos el uno al otro.

—¿Estás bien? Me ha parecido como si estuvieras un poco… fuera


de lugar allí. ¿Algo va mal con tus compañeros? ¿Necesitas que patee el
culo de algún jovenzuelo violento?

—No —rio—. Sólo bésame… por favor.

258
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Él me da una larga, persistente mirada que envía escalofríos por


mi columna vertebral. Dios, lo que este hombre me hace con una sola
maldita mirada. Me estoy volviendo adicta a la sensación de sus ojos en
los míos.

Da un paso más cerca, su mano alrededor de mi cintura, su otra


mano en mi pelo y tirando para facilitar el acceso.

—He extrañado esta boca —murmura contra mis labios, y me pego


a él, desesperada por sentir que me besa.

Él se burla implacablemente de mí, echándose hacia atrás hasta


que siento que estoy a punto de volverme loca si paso otro segundo más
sin que sus labios toquen los míos.

—Por favor —lLe suplico.

—¿Por favor qué, mascota?

—Bésame —le suplico—. Ahora, bésame ahora.

—¿Y qué pasa si alguien lo ve?

—No me importa —gimo—. Déjales ver.

—Madison…

Tiro de él más cerca, sintiendo su resolución debilitarse por


segundos. Pero entonces oímos voces que se acercan a nosotros, y nos
separamos, yo ruborizándome y él aclarándose la garganta. Doy un paso
atrás, por detrás del tronco del árbol, escondida detrás de sus gruesas
ramas cuando varios estudiantes se acercan a Liam.

Comienzan a bromear alrededor, y le preguntan cosas, y él me


dispara una mirada de disculpas mientras habla con ellos. Procuro no

259
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

enfurruñarme, pero maldita sea, duele verlo participar con ellos mientras
yo estoy sola.

Él levanta un dedo hacia mí, señalando que será un minuto, y que


permanezca oculta.

Y de repente he tenido suficiente.

Después de la noche que pasamos juntos, no voy a ser rechazada


así. No me lo merezco.

Dejo la sombra del árbol, prácticamente pisoteando el suelo


mientras dejo el jardín.

—¡Madison! —Llama detrás de mí, y me detengo una fracción de


segundo, sintiendo la piel de gallina estallando en mi piel. Al menos me
ha reconocido.

Pero no, todavía no es suficiente.

Necesito que haga más, y él simplemente no quiere.

Yo le confesé mi mayor secreto a él y a mi padre… no necesito


reemplazarlo por otro, más grande.

Me alejo.

Pero apenas logro unos pocos pasos antes de que una mano fuerte
me rodee el antebrazo y me obligue a dar la vuelta.

Lo fulmino con la mirada mientras me coloca frente a él, no muy


contenta de que esté interrumpiendo mi episodio dramático.

—¿Qué? —le ladro.

—Madison —me dice suavemente—. Jodidamente no te vas.

260
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—¿Por qué no? —pregunto con rabia—. No harás…

Miro por encima de su hombro a la pequeña multitud que ahora se


ha reunido en el césped. Dios, no puedo hacer esto. Sólo necesito
alejarme de inmediato, antes de que alguien se dé cuenta de lo que
exactamente está pasando aquí.

—No importa —muerdo—. Me voy.

Arranco mi cuerpo fuera de su alcance, pero él me agarra de nuevo.


Antes de que tenga la oportunidad de reaccionar, él tira de mi cuerpo
contra el suyo, y yo jadeo contra sus labios, sorprendida por su repentina
fuerza.

—Tú no te alejas de mí, mascota —dice severamente.

Y entonces, él agarra mi cintura y tira de mí hacia abajo,


besándome delante de todo el cuerpo estudiantil reunido en el césped.

Estoy tan sorprendida que apenas registro los aplausos y gritos que
emanan de la multitud. Tan conmocionada que apenas puedo responder
a su feroz beso reclamando mi boca, mostrando a todos a quién
pertenezco.

—Madison —gime contra mis labios—. Devuélveme el jodido beso.

Yo me río, y hago lo que él me dice, derritiéndome contra su cuerpo


amplio y fuerte, y besándole como debería haberlo hecho desde el
principio. Profundo, implacable, dulce y dejándolo deseando mucho más.

Bloqueo todos los ruidos del jardín y sólo somos nosotros dos,
reuniéndonos en el beso perfecto bajo la luna llena de Halloween. Sólo
nosotros, una pareja que no debería estar junta, pero joder, sucedió de
todos modos. Y ninguno lo dejará.

261
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Finalmente, nos separamos, pero él no me deja ir, acercándome


más contra su cuerpo. Los estudiantes y mis compañeros están todavía
gritando y me sonrojo profundamente mientras miro a Liam.

—Todo el mundo lo vio —digo suavemente.

—Y me importa una mierda —dice, besándome suavemente de


nuevo.

—Pero, ¿y si nos metemos en problemas? —le pregunto, temblando


en sus brazos. No porque esté asustada, sino porque lo deseo
malditamente demasiado de nuevo, y está haciendo que todo mi cuerpo
tiemble.

—No me importa —contesta.

—¿Y si pierdes tu trabajo? —Me muerdo nerviosamente el labio


inferior.

—Te robaré y te mantendré en mi casa durante un futuro


previsible. —Sonríe.

—Me gusta eso. —Sonrío.

—Bien —responde—. Me quedan tres semanas de vacaciones por


delante. Estate aquí en una hora con tus cosas para tener tiempo de
echar a todo el mundo.

—¡Bésala otra vez! —Alguien grita desde la multitud, y ambos nos


reímos a carcajadas.

—¿Hablas en serio? —le pregunto con una sonrisa tímida.

—Maldita y mortalmente en serio. —Asiente—. Eres mía, Madison


Pearson. Toda jodidamente mía.

262
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Su boca se arrastra por una línea hacia abajo por mi garganta y


me quejo contra él. Casi se nos está saliendo de las manos aquí, ¡en el
maldito césped!

—Mi mascota —respira contra la parte inferior de mi cuello—. Toda


jodidamente mía.

—Sí, Profesor. —Me rió entre dientes, metiendo la mano libre en mi


bolso y poniendo furtivamente un pequeño artículo en la palma de sus
manos.

—¿Qué es esto? —pregunta, sus ojos ampliándose a medida que


abre su palma hacia arriba—. Tú…

Mis bragas rosas se encuentran en su mano, empapadas con mis


jugos. Él cierra rápidamente su mano y me sonríe.

—Una mala jodida chica —dice.

—Ya lo sabes —le guiño un ojo—. Tiempo para otra azotaina…

Fin

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Vivian Wood

El encanto
de la primera vez

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Uno
Veronica
A diferencia de la mayoría de las chicas de mi edad, nunca me he
deleitado con el pase libre para beber y follar a lo que todos llamamos
Halloween. En el pasado, renunciaría a los trajes típicos de “gata sexy” o
“enfermera sexy” a favor de algo gracioso o irónico, es decir, asumiendo
que incluso decidiera vestirme en primer lugar.

Pero este año parece que no me puedo escapar tan fácilmente, no


si mi compañera Madison tiene algo que decir al respecto.

Aplico los últimos toques de mi maquillaje y me miro en el espejo.


Una preciosa muñeca victoriana me devuelve la mirada. Pelo oscuro
brillante, estirado en coletas gemelas. Piel clara, mejillas perfectamente
rosadas, labios brillantes. Y pestañas largas que enmarcan ojos verdes
brillantes...

Tengo que admitir, era un buen combo, sólo estropeado por el leve
frunce de incertidumbre que no había dejado mis labios desde que
comenzó mi proceso de vestuario una hora antes. Considerando lo
escandalosamente revelador que era el pequeño vestido de terciopelo
negro que llevaba, no era de extrañar que una virgen como yo se sintiera
más que un poco incómoda. A pesar de las mangas largas y el escote alto,
la tela era tan apretada como una segunda piel, dejando poco a la
imaginación en lo que al tamaño y forma de mis pechos se refiere. Añade
al hecho de que los lados estaban completamente cortados y el vestido
era básicamente sin espalda y me sentía decididamente más muñeca
sexual que muñeca en este punto.

265
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Apresúrate con tu maquillaje, Veronica... —dijo Madison,


entrando en mi dormitorio, haciendo una pausa para golpear sus manos
alegremente cuando vio mi cara en el espejo—. ¡Oh, te ves increíble!

Me vuelvo en mi asiento de tocador para mirarla. Madison está


vestida como una monja sexy, la ironía no se me escapa. Madison es el
tipo de chica que le gusta seducir y corromper siempre que sea posible;
la encarnación viviente de la lujuria absoluta, incluso si sólo desea al
profesor L. Henderson. Ni siquiera sabe su nombre de pila.

Y en este momento, soy su proyecto favorito.

Frunzo el ceño aún más profundamente.

—No creo que deba ir a esta fiesta, Madison.

—¿De qué estás hablando? Te ves increíble. ¡Oh dios mío, y llevas
el vestido sexy!

Me levanto, tirando del dobladillo fruncido de dicho vestido


atrevido.

—No lo sé, Mads. ¿No crees que es un poco demasiado?

Miro hacia atrás en el espejo, inclinándome un poco para ver


cuánto de mis bragas negras de encaje revela el movimiento. Me apresuro
rápidamente a enderezarme de nuevo, mis mejillas se calientan
involuntariamente ante la vista. Muy bien, pienso, nada de agacharse
esta noche.

Madison me acaricia una cadera con la mano y me da una sonrisa


satisfecha como si pudiera leer mis pensamientos. Cuando sigo haciendo
nada más que devolver su mirada con una funesta, ella suspira y pone
los ojos en blanco.

266
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Mira, Veronica, no tienes razón para ser tan tímida. Tienes un


cuerpo pequeño y caliente, así que ¿por qué no mostrarlo una noche al
año donde puedes hacerlo sin ser calificada como una especie de
pervertida sexual? —Ella empieza a arrastrarme hacia mi armario donde
me esperaban unos tacones negros asombrosamente altos que ella había
insistido que me pusiera—. Además, prometiste que irías conmigo esta
noche. ¡No hay marcha atrás ahora!

Me muerdo el labio, todavía no convencida.

—Mads, es muy fácil para ti. Eres como... el siguiente nivel. Ni


siquiera puedo hablar con los chicos sin que se me trabe la lengua.

—Bueno, vamos a la fiesta, y personalmente me aseguraré de que


termines con la lengua trabada. —Madison declara con un guiño
exagerado.

—Pero…

—Pero nada. ¡Vamos!

Con eso, Madison sale de mi habitación, sin dejar lugar para más
discusión de mi parte.

Con un suspiro resignado, me subo en mis tacones de aguja y hago


todo lo posible para evitar caerme de inmediato o doblar mi tobillo. Fue
un poco difícil al principio, pero después de unos pasos vacilantes, mi
paso por suerte se estabiliza. Caminar con ellos es sorprendentemente
fácil, ahora que he encontrado el valor para ponérmelos.

Salgo a buscar a Madison que me espera pacientemente. O por lo


menos lo que se califica como paciencia en los estándares de Madison,
considerando que parece que ha estado a unos dos minutos de entrar y
sacarme físicamente de mi habitación.

267
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—De acuerdo —digo, sin ocultar mi renuencia ante la perspectiva—


. Terminemos con esto.

268
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Dos
Veronica
Era bien entrada la noche cuando Madison y yo salimos de la
residencia.

—Entonces, ¿dónde es exactamente esta fiesta? —le pregunto.

—Es como... justo fuera del campus. No te preocupes,


definitivamente podemos caminar.

—Es fácil para ti decirlo —murmuro a regañadientes—. No eres la


que usa tacones de aguja por primera vez.

Ella chasquea, y agarra mi mano mientras corremos al otro lado de


la calle, esquivando el tráfico.

—Me encanta Halloween —declara Madison—. Hace que el lado


oscuro aparezca en todo el mundo, ¿sabes?

—Sí, eso es lo que me preocupa.

Siento más que veo a Madison poner los ojos en blanco ante mi
declaración, pero ella decide no comentar nada mientras seguimos por la
calle. Nos quedamos en silencio la mayor parte del resto del camino a la
fiesta, debido en gran parte al hecho de que nuestros reveladores trajes
no hacen nada para protegernos del aire fresco de octubre. Baton Rouge
se mantiene caliente incluso en otoño, pero esta noche la temperatura ha
caído, y el viento ha arreciado un poco. La leve brisa amenaza con
mostrar mis bragas con cada paso que tomo y envía caricias fantasmales
a través de la piel expuesta de mi espalda, haciendo que mis pezones

269
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

se endurezcan en respuesta. Cruzo mis brazos sobre mi pecho e intento


conservar mi mente para analizar qué va a suceder en la fiesta antes de
que suceda incluso. No seas un bicho raro, me castigo mentalmente.

No pasa mucho tiempo antes de que lleguemos a la fila de casas de


fraternidad o mini-mansiones, como a Madison les gusta llamarlas, que
bordean las afueras del campus de la universidad. Las fiestas parecen
estar en pleno apogeo por todas partes, a juzgar por el desborde de
universitarios bebidos que van y vienen.

Bueno, eso y la loca música de rap que emana de todas las


direcciones.

Sé que hemos llegado a nuestro destino cuando Madison de repente


se desvía de la acera y atraviesa el césped de una casa de fraternidad a
medio camino del bloque, deteniéndose frente a una vieja e impresionante
casa estilo plantación. Probablemente he pasado por este lugar muchas
veces durante el día y nunca le di un segundo pensamiento. Es enorme
y más que un poco aprensiva, pero al mismo tiempo estoy más intrigada
que cualquier otra cosa. ¿Aquí vive el profesor Henderson?

Madison avanza por los escalones del frente con un aire de


autoconfianza que nunca he podido reunir mientras sigo obedientemente
su paso, mientras calculo silenciosamente cuánto tiempo tendré que
quedarme aquí antes de que pueda regresar a casa sin que se diera
cuenta. Cuando está a punto de abrir la puerta principal, Madison se
vuelve para mirarme por encima del hombro, con la mano apoyada en la
manija de la puerta.

—Es hora de jugar, mi muñeca —dice con una sonrisa pecaminosa


en sus labios rojos.

Pongo los ojos en blanco pero no puedo suprimir mi propia sonrisa


de respuesta.

270
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Lo que digas, hermana.

Madison abre la puerta, soltando una risa gutural que


inmediatamente capta la atención de un grupo de chicos de pie justo
dentro del vestíbulo. Sus ojos la siguen con avidez mientras pasamos, lo
cual es de esperar con Madison. Pero lo que no había contado era cómo
esos mismos ojos parecían demorarse en mí también. Uno de los chicos,
que no lleva un disfraz sino simplemente una camiseta, nota que su
atención está siendo correspondida y me da una amplia sonrisa por
encima del borde de su vaso rojo. Me doy la vuelta rápidamente, una vez
más sintiendo un rubor rodar a través de mis mejillas mientras me
apresuro detrás de Madison.

La música, que era audible incluso fuera de la casa, está sonando


cuando entramos en el salón de baile principal. Lleno de humo, luces
intermitentes y cuerpos girando, todo es un poco desorientador.

¿Cómo vamos a encontrar a alguien en todo esto?

Miro alrededor. En el extremo izquierdo de la enorme sala hay un


conjunto de puertas francesas que se han dejado abiertas para acomodar
el flujo constante de gente que se mueve dentro y fuera. El comedor y la
cocina, pienso, mientras mis ojos viajan hacia el lado opuesto de la
habitación donde hay otra amplia entrada. Por lo poco que puedo ver a
través de la masa de cuerpos, parece que podría haber unos sofás y una
televisión gigante de pantalla plana allí. Una sala común. Completo mi
catálogo mental del espacio con la gran escalera de caracol que se curva
hasta el balcón de arriba y presumiblemente a varias otras habitaciones
que prometen aventura, pero probablemente no son para los débiles de
corazón.

En otras palabras, no voy a ir allí.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Tres
Veronica
—¿Una bebida, señoras?

Me sobresalto de mis silenciosas observaciones por la repentina


presencia de un camarero. O al menos creo que es camarero. Se parece
más a un stripper16, con sus pantalones negros y pajarita, sin camisa.
Pero él está sosteniendo una bandeja cargada con una variedad
multicolor de chupitos de gelatina y tiene un bigote falso ridículamente
elaborado pegado sobre su boca, así que calculo que mi conclusión
original es bastante exacta.

—No importa si lo hacemos. —Madison prácticamente ronronea


mientras ella levanta hábilmente varios de los pequeños vasos de plástico
de su bandeja. Él la trata con una sonrisa de hoyuelos antes de volver a
fusionarse con la multitud circundante.

—¿Camareros? —pregunto con una ceja levantada mientras


Madison empuja dos de esos chupitos de gelatina en mis manos.

—Me encanta —dice ella y asiente, rompe sus propios chupitos con
el dedo índice y lame el jugo de una manera que decididamente no era
elegante—. ¡Aquí está la pequeña Veronica finalmente soltando su lado
salvaje! —Ella choca uno de sus vasos contra los míos antes de bajar sus
dos chupitos después.

16
En el original: Chippendale. Chippendale es un grupo de baile conocido por sus
actuaciones de striptease masculino y por su distintiva vestimenta que consiste en que
los bailarines lleven el torso desnudo salvo por una pajarita al cuello y puños de camisa.

272
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Yo elijo no mencionar mi idea anterior de escaparme cuando ella


no esté mirando, y trago mis propios chupitos.

—Ahora —dice, apilando nuestros vasos vacíos y dejándolos en una


mesa lateral que ya está llena de bebidas descartadas antes de unir su
brazo con el mío—. ¡Vamos a buscar la bebida de verdad!

***

Madison nos entreteje a través de la multitud. Mientras pasamos a


través de la puerta del comedor, entra en erupción un coro de vítores
borrachos. Tres chicas que al parecer decidieron ser camareras Hooters
para Halloween están de pie en la parte superior de la mesa de comedor
y vierten botellas de licor en lo que parece ser una escultura de hielo
gigante, mientras que todo el mundo canta incoherentemente alrededor
de ellas.

—Chupito tobogán17 —explica Madison en mi oído mientras


evadimos a la gente que se agolpaba alrededor de la mesa y se dirige a la
cocina. Encontramos bebidas, incluyendo varios barriles de cerveza y un
ponche dulce de color rojo etiquetado “La Poción de la Bruja”.

Tomo un sorbo experimental y hago una mueca de dolor. Hay un


montón de alcohol en este ponche, eso seguro.

Tomo otro sorbo y miro a Madison, que está mirando expectante.

—¿Y ahora qué? —le pregunto.

17

273
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

La música palpita en el fondo, despertando mi interés. Quiero


decir, en realidad no bailo, pero me gusta mucho la canción que están
tocando.

Madison se tapa la cara, mirando hacia atrás en la dirección del


comedor y el salón de baile más allá.

—Volvamos al gran salón de baile. Seguro que nos encontraremos


con alguien conocido por ahí.

Sigo a Madison de vuelta a la habitación principal, y ambas


miramos alrededor. La fiesta va fuerte, mucha gente en el suelo, hablando
y... bueno, sin hablar. Miro a los bailarines por un segundo más y pienso
que si yo fuera alguien más valiente, no me importaría unirme a ellos.

Pero eso tiene que ser el alcohol que habla.

Echo un vistazo por encima por la sala común y recojo un vistazo


de una cara familiar en la mesa de cerveza pong18.

Jake Axton, mi primo. Es un par de años mayor que yo, y un


futbolista. Él es locamente popular, y de acuerdo con Madison, un serio
moja bragas. Está con todos sus amigos, pero siempre es muy agradable
conmigo, no importa lo tímida que soy.

—Oye, es el equipo de fútbol —le digo a Madison, señalándoles—.


Mi primo está allí. Deberíamos ir a saludar.

18
El Beer pong es un juego de beber de origen norteamericano en el que los jugadores
tratan de encestar desde el extremo de una mesa, con pelotas de ping-pong en vasos
llenos de cerveza. Normalmente se juega por equipos, formados por dos personas, y un
número variable de vasos dispuestos de forma triangular. Aunque no existen unas
normas oficiales lo habitual es jugar con 6 vasos para partidas individuales y con 10
para las partidas en parejas.

274
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Ve a saludarle —dice Madison—. Tengo que hacer algo.

—Pero… —Madison ya se ha ido, abriéndose paso a través de la


habitación y fuera de la vista.

Aparentemente no sobreviví a la capacidad de atención de Madison.


No podía culparla. Estaba tan secretamente cansada de mi sosa vida
aburrida, mis sosas historias aburridas. Yo también me dejaría.

Me muerdo el labio, pensando.

Tal vez... tal vez debería emborracharme esta noche. Por lo menos
tendría una historia interesante que contar en el desayuno mañana en el
comedor.

Tal vez entonces podría encontrar a alguien que finalmente tome


mi tarjeta-V19...

Eso es suficiente. Siento mis puños apretarse en tranquila


determinación. No quiero tener esta carga secreta, el peso de que alguien
sea mi primero, por más tiempo del necesario. No quiero esperar por
alguna conexión de mágico amor que probablemente nunca sucederá.
Sólo quiero ser una estudiante normal con una vida sexual normal en la
universidad, si hay tal cosa.

Una cosa era segura. He terminado de esperar que las cosas


sucedan. Por una vez, voy a hacer que sucedan.

Con los hombros hacia atrás, me dirijo hacia el cuarto lateral donde
Jake y el equipo están jugando al cerveza pong. Pierdo un poco de mi
recién descubierta actitud mientras estoy de pie torpemente en la puerta

19
Término utilizado para definir la virginidad.

275
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

por un segundo debatiéndome cómo debo anunciarme, pero entonces


afortunadamente Jake me advierte, y mi microcrisis es evitada.

—¡Oye! ¡Si es mi prima, Ronnie! —dice en voz alta, abrazándome


mientras mentalmente pongo los ojos en blanco ante mi apodo de la
infancia. Tiene olor a cerveza—. Un bonito traje. Esta fiesta es bastante
asesina, ¿verdad?

—Sí, totalmente. —Como si yo lo supiera—. Muy genial.

Jake es básicamente mi polo opuesto en apariencia. Alto y ancho


de hombros, con largo cabello castaño con mechas rubias y
profundamente bronceado por las horas en el campo de fútbol. Nuestra
única semejanza familiar está en los ojos. Tenemos los mismos ojos verde
oscuro.

—Sí. —Jake mantiene un brazo sobre mis hombros. Está vestido


como se supone que lo haría un vampiro, aunque el traje es más elegante
que sólo una capa barata. Él realmente se superó. Me gira para mirar a
sus amigos—. Te acuerdas de Slade, Evan y Chris, ¿no?

No.

—Sí, claro —le digo con una sonrisa forzada.

Miro a sus amigos, y no tengo ni idea cuál es cuál. Todos son


grandes con hombros anchos, igual que mi primo. A diferencia de él, sin
embargo, los tres muchachos están vestidos como los miembros de KISS,
pero con hogazas de pan francés y boinas.

Me llevo un segundo, pero lo entendí.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—¡Oh! Lo entiendo, sois un KISS francés20.

—¡Sí! La chica inteligente lo consiguió —dice Jake, frunciéndole el


ceño a una chica que se encontraba cerca, vestida como una sexy
pastorcita—. Perdieron a Gene Simmons hace un rato. Era más divertido
con él.

La pastorcita le hace un gesto grosero a Jake, y yo alejo la mirada.


Ausentemente tomo un sorbo de mi bebida, no estoy segura de qué hacer
con el intercambio.

Sobre el hombro de Jake, veo a un tipo vestido como un esqueleto.


Algo en él me es familiar, pero no puedo poner mi dedo sobre eso. Es alto,
y definitivamente tiene un buen cuerpo, pero no puedo echarle un vistazo
a su cara.

Mi frente se frunce mientras intento ver quién es, pero Jake me


llama a la atención.

—Puedes estar en mi equipo, porque soy increíble —dice.

Evidentemente, me he perdido algo crucial aquí.

—Cerveza pong —dice Jake—. Vamos, puedes ir primero.

—Oh, no lo sé...

No sólo no sé cómo jugar, además no sé si puedo beber tanta


cerveza. Soy realmente inexperta en muchas cosas, siendo la cerveza
barata la principal entre ellas.

Beso francés (French Kiss): variante del beso en la boca en el que la lengua de uno o
20

ambos participantes toca los labios o la lengua del otro participante. Su intención es
puramente erótica.

277
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Puedes hacerlo —dice uno de los chicos; Slade, creo. Me da un


pequeño guiño—. No seas aguafiestas.

Me muerdo el labio con indecisión, pero luego apoyo mi vaso con


fuerza sobre una mesa cercana y tomo la pelota de él, ganando gritos de
aprobación de los chicos mientras me preparo para tomar mi tiro. Con
mucho cuidado apunto al triángulo de vasos al otro lado de la mesa. Tiro
la pelota y... fallo enormemente. Hago una mueca a Jake.

—Uhhh —digo—. ¿Lo siento?

—No hay perdedores en el cerveza pong, sólo gente borracha —dice


Jake, ofreciéndome chocar los cinco.

El compañero de equipo de Slade, bastante seguro de que uno es


Evan, consigue fácilmente meter la pelota en uno de los vasos de mi lado
de la mesa. Su equipo anima y tomo un trago del vaso de cerveza.

La cerveza tiene un sabor amargo comparado con la dulzura de la


Poción de la Bruja. Tomo un trago de golpe para quitar el borde, aunque
tiene dios sabe cuánto alcohol tiene.

Va a ser fácil emborracharse, a esta velocidad.

Cuando termino, golpeo el vaso sobre la mesa. Todos aplauden de


nuevo, por alguna razón. Al parecer la gente es bastante fácil de agradar
por aquí.

Ese es el punto, ¿no?

El juego va rápido, y empiezo a perder la cuenta de cuántas


cervezas he tenido que beber. Chris, el único miembro de KISS que no
está jugando, mantiene mi vaso lleno. Miro a Chris, alto y guapo, y
comienzo a preguntarme si es la respuesta a mi enigma sexual. Él me

278
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

sonríe cuando observa mí no ‘tan’ encubierta valoración de él. No puedo


evitar ruborizarme.

Cuando Chris mira hacia otro lado, Jake levanta las cejas hacia mí.

—Ni siquiera pienses en eso —dice Jake.

Lo miro inocentemente.

—¿Qué?

—Chris no es el tipo de hombre con el que deberías salir —dice,


meneando un dedo—. Créeme.

—Apenas le eché un vistazo —me quejo.

—Sólo estoy cuidando de ti, eso es todo. Créeme, conozco a mis


amigos. Y no los quiero cerca de ti. Son más de usar y descartar, si sabes
a lo que me refiero.

Exactamente lo que estoy buscando, pienso, pero no lo digo.

—Eres un buen primo, ¿sabes? —Le acaricio la cabeza,


asegurándome de no estropear su cola de caballo, y se ríe.

—¿Ya estás borracha? —pregunta.

—¡No! —digo—. Bueno... tal vez un poco.

—Tranquila con la bebida.

—¡Lo hago! —digo, luego suspiro.

Él ve a alguien por encima de mi hombro, en el salón de baile


principal.

279
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Umm... enseguida vuelvo, ¿de acuerdo? Quédate con los chicos.

¿Los chicos sobre los que acaba de advertirme? Estupendo.

Por suerte para mí, los chicos de su equipo de fútbol desaparecen


poco después que él. Parece que acabo de terminar de hablar con Jake,
y me doy la vuelta para encontrarlos.

Bueno, Evan y Chris se han ido. Slade está haciéndolo duro con
una chica vestida como caramelo dulce en uno de los sofás.

¿Qué es esto? ¿El día de pasemos de Veronica en la fiesta?

Me toco con el dobladillo de mi vestido, mirando alrededor. Estoy


de pie cerca de la entrada del salón de baile, donde las luces parpadean
como locas, y la gente está retorciéndose junta. A mi derecha, miro la
escalera de caracol que señala al piso de arriba. Una pareja está
abusando uno del otro en mitad de la escalera, lo que deja claro para qué
es el segundo piso.

Suspirando, decido ir a la cocina para otro vaso de ponche.


Probablemente debo tomarlo con calma, pero quiero sostener algo en mi
mano. Me hace sentir más confiada de lo que realmente soy, y lo necesito
ahora mismo.

Cuadrando mis hombros, camino a través de la habitación y vuelvo


a la cocina por un poco de valor líquido.

280
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Cuatro
Jaxson
No debería estar aquí, pienso. Podría estar estudiando ahora mismo.
Demonios, incluso mirar el maldito Netflix sería más beneficioso que esto...
Ese no es el verdadero problema, sin embargo.

Me froto la mano a través de mi enmarañado pelo negro y tomo un


sorbo de mi cerveza demasiado caliente. No puedo relajarme, ni siquiera
en una fiesta. A pesar de que son perfectas, estoy más preocupado por
mis calificaciones que por hacer cualquier tipo de socialización.

No es que haya una gran cantidad de socialización pasando por


aquí. Bueno, a menos que cuenten los dos chicos que se drogaban justo
fuera del halo de las luces de seguridad del patio trasero, cosa que no
hice.

—Hey, ¿cómo estas Jaxson?

Me enderezo un poco con el sonido de mi nombre. Me había aislado


en el porche trasero, hace media hora, después de forzarme a mezclarme
y beber cerveza de mierda durante quince minutos con el resto de la
multitud antes de decidir que era hora de escapar. Estaba un poco más
allá de la escena de las fiestas en este momento de mi vida. Rodearme de
borrachos extraños ya no tenía el mismo atractivo que alguna vez tuvo.
Prefiero la soledad de los libros en estos días.

Miro al intruso; o los intrusos, al parecer. Dos tipos que conozco


desde el primer año, Braden y Mason, se acercan a mí. Me las arreglo
para devolver sus sonrisas con una media mía. Están vestidos como un

281
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

tipo del ejército y un marinero, que es mucho más esfuerzo del puse en
mi disfraz.

—¿Qué pasa, chicos? —digo, golpeándolos con el puño. Braden se


sienta a mi lado en las escaleras mientras Mason se apoya en el
pasamano del porche y saca un paquete de cigarrillos.

—No mucho —dice Mason, encendiendo un cigarrillo. Él me ofrece


el paquete, pero sólo muevo la cabeza. He dejado de fumar hace unos seis
meses; un proceso insoportable al que me comprometí durante
demasiado tiempo para volver a hacerlo ahora—. Buen traje, sin embargo
—comenta Mason con una inclinación de cabeza hacia mí antes de
exhalar una gran columna de humo en la noche oscura.

Miro hacia abajo a mi mono negro, que tiene un esqueleto impreso


en la parte delantera y trasera. De todas las cosas que mi abuela me ha
enviado, esta ha sido de lejos la más útil. Además, en realidad encaja, a
pesar de mi altura de metro noventa y dos.

Punto para la abuela.

—Gracias —le digo y me encojo de hombros. Y entonces, porque no


tengo ni idea de qué más decir, agrego—: ¿Habéis comenzado a estudiar
para ese examen de física?

Braden se echa a reír.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Amigo, tienes que relajarte. ¡Estás hablando de física cuando a


diez metros de ti hay bastardos borrachos haciendo parada de cerveza21
y chicas calientes vestidas como cualquier fantasía extraña que hayas
tenido! —Sacude la cabeza con fingida decepción—. Tus pequeños
vectores y las ecuaciones de cambio equivalentes no te van a conseguir
un polvo, amigo mío.

—Bueno, el intercambio equivalente podría tener algún mérito —


asegura Mason mientras toma otra calada—. Lo que hagas por ella, lo
hará por ti; esa ha sido mi experiencia, al menos.

Ambos comparten una carcajada y yo pongo mis ojos en blanco.

—Los exámenes son la próxima semana —digo, sintiéndome a la


defensiva.

—No, los pre-exámenes son la próxima semana. Ergo, es tiempo


para que todos follemos esta noche —dice Braden.

—Hay tres Tri Deltas vestidas como chicas Hooters jugando al


chupito tobogán allí. Suena como un buen lugar para empezar, si me
preguntas —dice Mason mientras aplasta su cigarrillo y chasquea la
colilla a la oscuridad de abajo.

—Ahora estás hablando mi idioma —dice Braden, de pie. Mira


hacia abajo—. No vas a quedarte aquí toda la noche, ¿verdad?

21

283
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—No —le digo, mirando mi cerveza.

Digo que no, porque estoy planeando irme en los próximos veinte
minutos.

No es técnicamente una mentira.

Pero sinceramente, por mucho que me gustaría poder entrar, ser


aplastado y estar satisfecho con joder a alguna chica cualquiera,
simplemente no es lo mío esta vez. Sólo hay una chica que he estado
considerando seriamente por un tiempo...

Y no hay manera en el infierno de que ella esté aquí.

—Ven con nosotros y juega al chupito —dice Mason—. No tienes


nada mejor que hacer.

Lo considero. Mason toma mi rostro pensativo como un acuerdo, y


antes de que me dé cuenta estoy dentro. Es una locura allí, con algunas
sacudidas y molidas serias sucediendo en la pista de baile. Las luces
están apagadas en la mitad de la habitación, con lásers y luces brillando
en todo. Un lio total.

Luego está la música, algún remix de una canción pop que apenas
reconozco tocando tan fuerte que casi puedo sentir como chocan mis
dientes.

Pongo los ojos en blanco ante ese pensamiento.

Baja el tono, abuelo. Pronto volverás a los libros.

Nos dirigimos alrededor de la muchedumbre y a una espaciosa


habitación lateral, que tiene enormes ventanas que son fácilmente de dos
veces mi tamaño. Me doy cuenta de que se trata de un comedor. O al
menos lo era.

284
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Toda la habitación se ha dedicado a la cosa del chupito tobogán, al


parecer.

El chupito tobogán es una enorme escultura de hielo; un metro y


medio de hielo que se ha tallado pulcramente, e inclinado en un ángulo.
En la parte superior, están paradas tres chicas Hooters blandiendo
botellas de tequila como malditos cetros de oro a las masas borrachas de
su corte. Me uno a la línea con Braden y Mason. Mientras miramos, las
chicas vierten el licor en el tobogán. Sigue serpenteando hacia abajo, a
las bocas esperando de tres chicas Alpha Kappa en cuclillas al final de la
mesa.

Después de que las muchachas tragan tanto licor como pueden, se


levantan y todos aclaman. Hago contacto visual con una de las chicas,
que me sonríe. No se la devuelvo. Ella es rápidamente apartada por una
de sus amigas que ríe tontamente y se vuelven a mirarme
especulativamente antes de fusionarse en la oscuridad del salón de baile.

Sé que las mujeres me encuentran atractivo. Es sólo que... bueno,


abren sus bocas, y por lo general algo estúpido sale. Especialmente
cuando están mirando mis ojos azules como si tuviera la llave de la
salvación de su libido.

Entonces la química muere, por lo que a mí respecta. Mis amigos


pueden decir lo que sea, y puedo ignorar eso... pero he encontrado que
no vale la pena perseguir chicas a menos que también guarden algunos
pensamientos académicos dentro de sus cabezas bonitas.

—Vamos —Braden le dice a los chicos en línea delante de nosotros,


atrayendo de nuevo mi atención—. ¡Id por ello!

Los muchachos se inclinan hacia abajo, y pronto están sorbiendo


lo que las chicas están vertiendo. Se ponen de pie, y todo el mundo anima.
De nuevo.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Multitud sencilla.

En cuanto terminen, es nuestro turno. Me arrodillo torpemente


abajo porque soy muy alto, y las chicas vierten el licor. Se precipita, tan
helado como puede estar. Me golpea la boca, una corriente fría.

En cuanto lo trago, está ardiendo.

Hago una mueca, mirando a Braden. Él se encoge de hombros.

Nos ponemos de pie, y la gente aplaude. Ahora entiendo por qué la


alegría es divertida. Si sólo el licor hubiera sido mejor...

—Esto es pésimo —le digo, limpiándome la boca mientras nos


alejamos del camino de las próximas personas en la fila.

—Es licor gratis —dice Braden—. ¿Qué puedes esperar?

—Vamos a conseguir bebidas frescas —sugiere Mason, poniendo


un brazo alrededor de nuestros hombros.

Cuando estoy siendo arrastrado a la cocina, alguien me llama la


atención en el borde del salón de baile. Una chica vestida como una
muñeca antigua. Lleva un vestido escandalosamente corto y habla con la
monja más zorra que he visto. Hablan un momento antes de que la
Hermana Zorra se separe y mi muñeca se aleje hacia el otro lado de la
habitación.

¿Mi muñeca? ¿Qué mierda, Jaxson?

Al siguiente segundo está fuera de vista. Pienso en decirle algo a


Mason, pero decido que no.

286
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

¿Qué le iba a decir? ¿Creo que vi a esa chica tan tímida de mi clase
de historia, aunque no hay manera en el infierno de que ella alguna vez
venga aquí?

Así que dejé que Braden y Mason me arrastraran a la cocina, y al


barril. Relleno mi cerveza, bebiendo la espuma fría. Es una cerveza
terrible, acuosa como la mierda, pero tomo otro sorbo para apaciguar a
mis amigos mirando.

—Cerveza gratis, hombre —dice Braden, levantando su vaso—. ¡Por


los placeres baratos de la vida!

Yo sorbo de mi vaso cuando lo hacen, mi mente vagando de regreso


a la chica vestida como una muñeca.

Braden se inclina y susurra algo en el oído de Mason. Mason


asiente.

—Oye, estaremos de vuelta en un rato —dice Braden.

—De acuerdo —digo.

—Sólo... ya sabes, trata de divertirte —dice Mason.

—Uh huh —digo, sin pensarlo, haciendo girar la cerveza en mi


vaso.

Mason no está convencido, pero Braden se va, así que él también


lo hace.

Me están dejando tan rápido como vinieron, pero no me importa.


Necesito otra mirada a la muñeca, sólo para satisfacer mi curiosidad.
Salgo de la cocina, a través de lo que ahora considero la ‘habitación
tobogán’, y entro en el salón de baile. No puedo verla desde este ángulo.
Tendré que ir al costado de la habitación que está oscura y llena de

287
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

bailarines. Me balanceo de un lado a otro, tratando de mezclarme


mientras la busco.

¿Tanto por arrastrarse, Jaxson?

Bebo mi cerveza mientras miro a mi alrededor. Allí está ella en una


habitación lateral, jugando al cerveza pong con unos idiotas.

Espera... ella es una de esas idiotas.

No puede ser la chica en la que estoy pensando, la chica de mi clase


de historia de la Era Victoriana. La persona con la que nunca he hablado,
excepto para devolverle fotocopias en clase. Me bastaba mirar su cabello
oscuro y sus ojos verdes, la media sonrisa que siempre parecía tener... y
me derretía.

Y sólo escucharla exponer sus pensamientos sobre los papeles de


las mujeres en las clases bajas...

Sí. Esa chica es caliente.

Esta chica también es caliente, pero no puede ser la misma.

Debo haber bebido más de lo que originalmente pensaba para


proyectar mis íntimos deseos en una chica cualquiera como ésta.

Ella no es del tipo que pasaría el rato con jugadores de fútbol. Estoy
bastante seguro de que puedo identificar positivamente al grupo de
idiotas con los que esta chica está.

Eso es suficiente. Me vuelvo para irme, justo cuando su grupo de


pong cerveza estalla en fuertes gritos. La chica toma una cerveza y golpea
el vaso vacía sobre la mesa para el deleite ruidoso de los idiotas con los
que está. Ella les da a todos una sonrisa tímida que yo reconocería en
cualquier lugar, y así es como me congelo.

288
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Porque a pesar de mi certeza anterior, es ella. Ella tiene maquillaje


de muñeca, pero de lo contrario se ve casi igual. Y ahora me está mirando
de esta manera. Mirándome bien, tal vez tratando de sacar de donde me
conoce.

Mierda.

Le doy la espalda.

He fantaseado con esta chica. Mucho. Me la he imaginado


susurrándome al oído Fóllame por favor mientras su mano se desliza
debajo de mi bóxer. He pensado en ella poniéndose de rodillas, con los
ojos amplios, para su primera mamada. Me he imaginado nalgueándola
hasta que ella me rogó que la tomara por el culo.

Nunca me habría imaginado encontrarla en una fiesta de disfraces;


o en cualquier fiesta, para el caso. Puedo decir que es una buena chica
por la manera en que se viste, la forma en que toma notas, el hecho de
que come el almuerzo en silencio con todas las otras chicas buenas.

¿Lo que he imaginado hacerle? Es malo. Nunca ocurrirá, punto.

Necesito moverme a un lugar donde pueda espiarla mejor sin ser


atrapado. Me deslizo hacia atrás entre la masa retorcida de cuerpos,
usándolos como camuflaje. Puedo verla hablando con un chico con una
atractiva apariencia de chico de al lado, y siento mis puños apretarse. El
tipo es un vampiro casi mayor, pero está hablando con la chica que me
gusta.

¿Celos? ¿De verdad? pienso.

La veo terminar su bebida inclinando el contenido del vaso. El tipo


con el que está hablando dice algo que la hace poner los ojos en blanco.
Tal vez él la está molestando por lo mucho que está bebiendo.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Diga lo que diga, se va poco después. Lo veo en busca de una chica


vestida como animadora. Después de todo, había sido demasiado rápido
con mis celos.

Cuando miro hacia atrás, ella está toqueteando el dobladillo de su


vestido, mirando con incertidumbre. Mira a su alrededor, dándose cuenta
de que está sola.

Maldición. Ella está aquí, en una fiesta, sola. No por mucho tiempo,
sin embargo.

Veo a dos chicos en la pista de baile pensando en hacer un


movimiento hacia ella. Tomo un trago de mi cerveza, tratando de decidir
qué hacer.

Mason y Braden aparecen repentinamente a mis costados, como


invocados mágicamente por mi dilema interno. La miro de nuevo. Ella
está cortando a través del salón de baile, moviéndose en dirección a la
habitación del tobogán y la cocina. Mi ventana para acecharla está a
punto de desaparecer.

—¿Qué pasa? ¿Qué echas de menos? —dice Mason, siguiendo mi


mirada—. Oohh, linda.

—Cállate —digo, demasiado bajo para ser casual.

—¿Qué? —pregunta Braden.

—El señor Ecuación Equivalente está revisando a la muñeca sexy


—dice Mason, señalándola.

—Tiiiio. Es linda.

—Cállate —insisto, un poco más fuerza esta vez.

290
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Mira, yo sé que todos están estresados por los exámenes, o con


lo que sea con lo que te masturbes. Pero te he visto ir tras mujeres antes.
Eres un tiburón, hombre —dice Braden.

—Un playboy total —concuerda Mason.

—Además, si no golpeas eso, yo lo haré —dice Braden.

—No —le advierto—. Ella es... una buena chica, ¿sabes? No


necesita tipos como nosotros dando vueltas.

Braden frunce los labios.

—Claarooo... Voy a hablar con ella.

Camina tras ella, dejándome ver su espalda.

—Vamos —dice Mason—. Vamos a ver al maestro en acción.

—Preferiría que no.

—Y, sin embargo, no tienes opción, así que... —Mason levanta una
ceja, pasando un brazo alrededor de mí—. Vamos, amigo mío.

Con el ceño fruncido y apartándome de la llave parcial de cabeza,


permito que Mason me arrastre tras ellos.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Cinco
Veronica
—¡Oh, mierda! —grita un tipo vestido como un soldado mientras se
estrella contra mí desde atrás. Mi reabastecido vaso de ponche chapotea
amenazante, pero de alguna manera me arreglo para no derramarlo sobre
mí—. Mi error.

—Umm... no pasa nada —le digo, mirándolo—. No hay daño.

Cuando empiezo a irme, me agarra la muñeca.

—Oye, ¿no estás en mi laboratorio de biología?

Lo miro mejor.

—Tal vez. Soy Veronica.

—Soy Braden. Realmente creo que tenemos laboratorio de biología


juntos.

—Sí, puede ser —digo, inquieta. Sí, realmente no lo creo—. Um, una
fiesta genial, ¿verdad?

—Sin lugar a dudas.

Un chico vestido como marinero se acerca por detrás de él, seguido


por el chico de traje de esqueleto que había pensado anteriormente que
me parecía familiar. Él es realmente muy alto, con el pelo oscuro
desordenado y ojos azules brillantes.

292
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Me doy cuenta que conozco a este tipo, y no al que dijo que estaba
en mi clase de bio.

—Oh —dice Braden cuando me ve mirando a los dos chicos detrás


de él—. Estos son mis chicos, Mason y Jaxson.

Me he sentado cerca de Jaxson en la clase de historia de la Era


Victoriana que compartimos. Si había alguien con quien nunca había
dejado de fantasear, era este tipo. Estoy casi avergonzada de la cantidad
de tiempo que he pasado observándolo cuando pensaba que no estaba
mirándolo.

Mi boca se seca. Me sonrojo tanto que estoy segura de que los


chicos deben saber lo que estoy pensando.

—Hey —dice Mason.

—Hey. Jax —dice Jaxson, presentándose a sí mismo y extendiendo


su mano.

Sacudí su mano con nerviosismo, tratando de no mirarlo


demasiado.

—Um... Yo soy…

—Veronica. Lo sé, tenemos una clase de historia juntos —dice


Jaxson con una sonrisa irónica. Sus ojos azules me hacen sentir
transparente. Todo lo que puedo hacer es asentir.

—Sí. ¿Cuán aburrido es el profesor Graves? —continúa cuando


fallo en decir algo más—. Me pone a dormir.

—Totalmente —digo, mordiéndome el labio inferior.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

No puedo decir la verdad, que, mientras se aburre en clase de


historia, yo no puedo enfocarme bien. No me puedo concentrar porque
estoy avergonzada de lo excitada que estoy simplemente viendo sus
manos de dedos largos cuando barajan los papeles en su escritorio, o
cómo sus hombros se flexionan sutilmente cuando está escribiendo. O el
hecho de que su fragancia masculina, su desordenado pelo oscuro, y esos
ojos increíblemente azules me ponen... húmeda.

—¿Vas a la fiesta Dead Disco la próxima semana? —Braden


pregunta.

Parpadeo. Creo que me había olvidado de que todo el mundo existe,


menos Jaxson, por unos momentos por lo menos.

—No sé... —digo, sonrojándome de nuevo. Mi piel va a quedar


permanentemente roja a este ritmo—. En realidad, estoy aquí sólo porque
mi compañera de cuarto me hizo venir. Esta noche me iba a quedar en
casa.

¿De verdad? Qué grandes habilidades conversacionales tienes,


Veronica. ¿Por qué no sólo vas y les dices también que eres virgen,
mientras estás en ello? De esa manera, pueden entender plenamente el
espectro de mi debilidad.

—Bueno, es una buena cosa que ella te trajera —dice Mason—.


Porque he oído que no hay tobogán de hielo en vuestra casa.

Alzo las cejas. ¿Tobogán de hielo? Sacudo la cabeza.

—Por desgracia, no —digo, mirando furtivamente a Jax.

Jax todavía me está mirando. No sólo mirando, sino mirando


fijamente. Un escalofrío recorre mi espina dorsal, y me siento

294
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

emocionada. Mis pechos se tensan, y un calor peligroso comienza a


construirse por debajo en mi cuerpo.

Aparto la mirada y sonrió.

—¿Queréis mostrarme ese llamado tobogán de hielo? —sugiero.

—Absolutamente —dice Mason, deslizando su brazo alrededor de


mí y guiñándome un ojo—. Justo por aquí.

Dejo que Mason me guíe hacia la escultura de hielo, explicándome


cómo funciona.

—Solo tienes que ponerte en la parte inferior, inclinarte y abrir la


boca. Alguien en la parte de arriba del tobogán vierte el licor y se enfría a
medida que va bajando —explica.

Quiero poner los ojos en blanco. Duh, es bastante auto explicativo.


Pero no lo hago.

Miro a Jax, que está detrás de nosotros.

—¿Vas a verterlo por mí?

Parece sorprendido, pero asiente.

—Sí, vale.

Me paro en la línea para conseguir un lugar en el tobogán, que sirve


a tres personas a la vez. Cuando es mi turno, Mason y Braden van
conmigo. Me acerco hasta el tobogán de hielo, me agacho para colocar mi
cara cerca de la parte inferior, y tratar de no pensar en cuánto de mi culo
debe verse. Jax excita a la multitud saltando sobre la mesa y tomando
una de las botellas de las chicas. Ellas se ríen y dan un paso atrás para
dejar que lo vierta. Me encuentro con sus ojos mientras inclina la botella.

295
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Hay algo íntimo acerca de Jax derramando el líquido para mí. Algo
cargado en la forma en que abro la boca para atrapar tanto de él como
pueda. Cuando llega el líquido, casi tiene un sabor demasiado fuerte. Se
vierte más de lo que puedo manejar a la vez, y el resto cae en un cubo.

La gente anima una vez que he terminado.

Me río y limpio mi boca, todo el tiempo mirando a Jaxson. Tal vez


estoy un poco borracha, pero su boca se ve infinitamente besable, sus
labios suaves pero firmes.

Esta noche, pienso. Es mi única oportunidad22 para darle un beso.

Mason está hablando. Me vuelvo para verlo excusándose a sí


mismo y a Braden.

—Braden, debemos irnos —dice, enviando una mirada significativa


a través de la habitación. Miro para ver a quién dirige la mirada, pero hay
demasiadas personas en la habitación para que lo vea.

—Te encargarás de ella, ¿no Jax? —dice Braden.

Ya se está moviendo hacia la escalera, Mason justo en su espalda.

—Literalmente ni siquiera puedo decir de qué están hablando —le


digo, mirando a Jax.

Él se acerca y la piel de gallina corre lo largo de mi carne.

22
En el original: It’s my once in a blue moon chance to kiss him. Blue moon o Luna Azul
se denomina a la segunda luna llena ocurrida durante un mismo mes del calendario
gregoriano (el usado habitualmente en Occidente), lo que sucede aproximadamente (en
promedio) cada 2,5 años.

296
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—No importa —dice, moviendo la cabeza a sus amigos—. Son


idiotas.

Me muevo un centímetro más cerca, lo suficientemente como para


que poder percibir su aroma. Huele increíble, como pino fresco.

—Hueles muy bien —suelto, y luego me sonrojo.

Me mira, arqueando una ceja. No es mi comentario más reflexivo,


pero ya está. Esos perfectos ojos azules encuentran los míos.

—Gracias —dice, con una sonrisa asesina—. ¿Tú… quieres bailar?

Miro a la gente bailando, que están ocupando cada vez más de la


sala de baile.

—¿Qué tal un trago más primero? —digo, más que nerviosa—. ¿Un
chupito?

Él se encoge de hombros.

—Bien.

Le sonrío.

—Estoy tratando de soltarme esta noche. Digo que necesitamos un


chupito.

Lo llevo de vuelta a la cocina. Un ‘camarero’, no el de antes, pero


viéndose con el mismo aspecto que el otro chico está saliendo con una
bandeja llena de más chupitos de gelatina, y Jax toma dos.

—¿Quieres rojo o verde? —pregunta, levantando los coloridos vasos


de plástico.

—No me importa. Escoge tú.

297
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Mira los vasos, y luego me mira a los ojos.

—Voy a tomar el de color verde, entonces —dice después de un


segundo, y me entrega el rojo.

Apoyo el vaso en mis labios.

—¿Listo? —pregunto.

—Uhhh... seguro —dice.

—Oh espera. Brindemos —sugiero.

—¿Qué? —pregunta, bajando su bebida.

—Por perder nuestras inhibiciones —digo, mis mejillas tan rojas


como la gelatina.

Él levanta su vaso.

—¡Hagámoslo!

Chocamos nuestros vasos juntos, luego, tomamos el chupito.


Excepto que es de gelatina, por lo que sale como un desastre
tambaleante. Me río mientras mastico y trago, luego, bajo mi vaso.

Bebemos a sorbos nuestras bebidas para lavar el chupito. Estoy


gratamente borracha, y echo un vistazo a él.

—¿Qué? —pregunta.

—Sólo... ¿qué haces aquí? —pregunto, ladeando la cabeza.

—¿Por qué estoy aquí? Estoy aburrido. La mejor pregunta es ¿por


qué estás aquí? Y no quiero escuchar que tu compañera de cuarto te hizo
venir.

298
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—¡Bueno, lo hizo! —digo—. Si pudiera encontrarla, te la


presentaría.

O no... porque ella es casi tan hermosa como tú, y no estoy dispuesta
a perderte, pienso.

—Admítelo —dice—. Viniste con la esperanza de divertirte.

Me río.

—No admito nada, pero no siento haber venido. Me estoy


divirtiendo mucho.

Sus labios se curvan en una sonrisa.

—Bueno. Mi objetivo es complacer.

Algo en la forma en que lo dice me hace sonrojar. Me pregunto si


sabe que nunca he hecho nada del baile sucio. Creo que la gente puede
decirlo sólo con mirarme, pero Madison dice que no pueden.

Tomo otro trago de mi bebida, para fortificarme.

—Vamos a bailar —digo, haciéndose eco de la sugerencia anterior.

Jax me sorprende tomando mi mano y me lleva a través de la pista


de baile. Su mano es grande y caliente alrededor de la mía. Me guía
alrededor de los bailarines más salvajes a un lugar cerca de la escalera.

Para un tipo tan alto, Jax sabe cómo moverse. Se mueve al ritmo
con gracia, lo que parece imposible para mí en mi estado. Me pongo a
bailar con él.

El hecho de que él es mejor que yo me hace reír.

—¿Qué? —pregunta, acercándose a mi oído para hacerse oír.

299
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—¡En realidad eres mejor bailarín que yo! —digo, sonriendo.

Nos acercamos más, la canción cambia suavemente en rap. Pongo


mis manos sobre mi cabeza, balanceándome. Jax pone su mano en mi
espalda, acercándome más.

Lo miro mientras ajustamos nuestros ritmos juntos. Él me mira y


me da una sonrisa torcida. Me sonrojo, pero no miro hacia otro lado.

¡Hazlo ahora!, pienso.

Pongo mis manos alrededor de su cuello, y me empujó hacia arriba


de puntillas. Siento su aliento en mis labios por un momento antes de
besarlo. Aprieto mis labios contra los suyos. Son suaves y cálidos, como
pensaba que serían.

Me echo hacia atrás, con el corazón acelerado. Levanta sus cejas,


me vuelvo en sus brazos y tomo su mano, llevándolo a un sitio más
tranquilo. Una de las salas laterales en la zona común tiene
principalmente sofás, como si los muebles de las otras habitaciones
hubieran terminado allí.

Hay una pareja besándose en el lado opuesto de la habitación, pero


me llevo a Jax al lado desocupado. Tomo un sofá de terciopelo oscuro,
para que coincida con mi vestido, y me siento en él.

Jax se queda de pie.

—Creo que no quieres que me siente.

Me río.

—¿Por qué no?

Él vacila.

300
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Porque... tengo que admitirlo, te he visto en clase. Te he


observado, Pequeña Señorita Rotulador.

Se refiere al hecho de que yo uso rotuladores de punta fina para


tomar notas. Me gusta la forma en que escriben, la forma en que la tinta
se extiende a través del papel, como si fuera magia.

Trato de no dejar que oiga como me emociona.

—Entonces, ¿qué? —Inclino mi cabeza.

—He pensado en ti, fuera de clase. —Sus ojos resplandecen de color


azul brillante—. Fantaseé contigo.

Mi respiración se engancha en mi garganta. Me estiro y tomo su


mano, atrayéndolo al sofá. Estamos muy cerca, casi tocándonos.

—¿Acerca de qué, exactamente? —digo, mordiéndome los labios.

—Las cosas que quiero hacer contigo —dice, tocando un mechón


de mi pelo que se ha aflojado—. Cosas sucias.

Miro de nuevo sus labios. Quiero sentirlos contra los míos, en mi


cuerpo.

Este es el momento, me digo.

Cierro los ojos, inclinándose más cerca de él. Duda un segundo,


entonces me besa.

Es el tipo más suave de beso, vacilante. Sus labios son suaves y


cálidos, como nada que he sentido antes. Profundizo el beso, deslizando
mi mano en su cabello.

Gime muy ligeramente, y tentativamente comienza a explorar mi


boca con tiernas caricias de su lengua.

301
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Me encanta. Hace que mi corazón martillee, golpeando en mi pecho


hasta que casi no puedo escuchar nada más.

Me acerco otra vez, hasta que nuestros cuerpos se presionan entre


sí. Mis pechos se aplastan contra su pecho, nuestras caderas se
encuentran. Acuna mi mejilla, rompiendo el beso sólo para mover su boca
a lo largo de mi mandíbula. Sus labios encuentran mi oído, cálido y
húmedo, y se cierran encima del mi lóbulo.

Yo jadeo. La sensación de sus labios contra mi oído, trabajando su


camino hasta mi cuello, es increíble. Mis pezones se endurecen. Siento
que hay corrientes eléctricas invisibles que recorren cada lugar donde
nuestros cuerpos se tocan.

Su erección se presiona contra mi vientre, me hace tener hambre


de cosas que no puedo nombrar. Quiero poner mi mano sobre ella, pero
no sé qué hacer con una erección más de lo que haría con una
apisonadora.

Quiero saberlo, sin embargo. Lo deseo demasiado.

—¿Podemos ir a alguna parte...? —pregunto, mis ojos todavía


cerrados. Él se detiene, retrocede.

Abro los ojos y lo miro. Sus ojos están oscuros con una
embriagadora combinación de deseo y conflicto interno.

—¿Segura? —dice, su voz suena ronca.

—¿Segura de que no quiero hacer nada más aquí? Sí —digo


confiadamente, mordiéndome el labio inferior.

Él mira mi boca, luego asiente.

—Bien. Vamos.

302
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Jax toma mi mano, y entrelazo nuestros dedos. Me conduce hacia


la escalera. Mi corazón comienza a martillar de nuevo a medida que
subimos las escaleras.

Esta podría ser, pienso. Esta podría ser la noche.

Dejando que fije el rumbo, lo sigo donde quiera que decida


llevarme.

303
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Seis
Jaxson
No puedo creer que esto esté pasando, pienso a medida que
avanzamos hacia el rellano.

Ella es una buena chica, lo sé. Pero dejó que la tocara. Más que
eso, creo que le gusto.

Salimos a un pasillo oscuro. Arriba está más tranquilo que la


planta baja, ya que principalmente sólo hay dormitorios aquí. El ruido
parece filtrarse un poco, permitiendo que hablemos.

Veo una habitación abierta y me dirijo hacia ella. Voy lento,


pareciendo casi sin querer entrar.

—Vamos —dice ella, tirando de mi mano. Su voz es burlona—. Te


prometo que no voy a hacer nada que te haga sentir incómodo.

—Veronica... no sé... —digo, atrayéndola hacia mí.

Ella me besa suavemente. Estoy ansioso por más, no es eso. Gimo


contra sus labios, frustrado. Ella rompe el beso y me mira.

—¿Por favor? —me pregunta, intentando poner mala cara por un


segundo.

Me río.

—Eres mala. Alguien debería controlarte, ¿sabes?

—¿Estás diciendo que soy una mala influencia? —ella bromea.

304
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

La levanto por la cintura, llevándola hacia atrás en el dormitorio.


La habitación es agradablemente nueva, con sábanas blancas en la cama
y madera oscura por todas partes. La dejo en la cama, y por un segundo
me quedo allí mirándola.

—¿Qué? —dice, haciéndome señas.

—Sólo... eres muy linda de ver —digo, dando un paso más cerca.

—Bueno... —dice—. Puedes hacer algo más que mirar.

Nunca he visto nada más atractivo que la forma en que mueve sus
piernas para dejarme entrar, estoy seguro de ello. Inclina la cabeza hacia
atrás y suspira mientras acaricio su cuello, sus costados, sus increíbles
tetas.

Ella tiene unas tetas extraordinarias, altas, llenas y turgentes.


Estoy bastante seguro de que la gente ha puesto en marcha barcos y
comenzado guerras por tetas menos increíbles.

Muevo mi mano hacia atrás su nuca. Ella inclina la cabeza justo


cuando la empujo de vuelta en la cama, besándola. Ella acepta mi peso
con facilidad, a pesar de que es mucho más pequeña que yo.

—No quiero aplastarte —digo contra sus labios.

—No lo haces —dice ella—. Lo prometo.

Me doy la vuelta, por lo que estoy debajo de su cuerpo de todos


modos, y ella me monta a horcajadas.

—Por si acaso…

305
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Ella es ligera sobre mí. Consigo una mejor visión de lo pequeña que
realmente es al lado mío. Pongo mi mano contra la suya, simplemente
comparando.

Ella tiene otras ideas, sin embargo. Une nuestros dedos y se inclina
para besarme. Su beso es tímido, pero con hambre, y cuando la beso
siento que se estremece.

Ella es como lava fundida, tan caliente que podría quemarme. Y ni


siquiera me he quitado la ropa, por el amor de Dios.

Muevo mis manos hasta sus caderas, presionándola contra mí. Sus
ojos se amplían un poco cuando siente mi longitud y circunferencia.

Sí, esa podría ser otra de las razones por las que las mujeres me
persiguen, pienso.

De repente parece ansiosa, mordiéndose el labio de nuevo. Me doy


cuenta de que tal vez no es sólo una buena chica. Tal vez ella es virgen.

—Veronica... ¿has hecho esto antes? —pregunto.

Muerde su labio inferior, a luego, sacude su cabeza.

—No todo el camino. En realidad nunca he visto...

—¿Una polla? —supongo.

Ella niega con la cabeza. Mis cejas se disparan con incredulidad.


Comienzo a quitarla de mí, alejarme de la ecuación. Soy un montón de
cosas, pero ninguna de ellas lo suficientemente buena para esto.

—¡Espera! —dice, apretando las rodillas contra mi cintura


efectivamente, haciendo que me cueste pensar—. Yo quiero…

Mi respiración se detiene, mientras espero que termine.

306
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—¿Quieres qué? —pregunto, incapaz de evitarlo.

—Quiero que seas mi primero —dice ella, sus ojos verdes


aguijoneándome—. Sin arrepentimientos después, yo solo... quiero tener
sexo.

—¿Y acabas de decidir esto? —exijo.

Ella se pone roja y niega con la cabeza.

—Te conozco desde hace un tiempo. Nunca pensé que estarías


interesado en mí. Soy tan... inexperta.

Nunca la palabra inexperta sonó tan malditamente erótica.

Mi polla late. Es evidente que no tiene idea de lo jodidamente sexy


que es, de lo contrario no estaría aquí en este momento. No sé si tengo
las palabras para decírselo, pero tengo otras formas.

Me inclino y la beso, a fondo. Ella está cumpliendo mis fantasías,


y ni siquiera lo sabe. Cuando me aparto, descanso mi frente contra la
suya.

—Si vamos a hacer esto, tenemos que hacerlo bien. Tomarnos


nuestro tiempo —le digo.

Ella me sonríe, esa media sonrisa que a veces tiene, y se encoge de


hombros.

—Estás a cargo.

La beso en los labios de nuevo, luego sigo la línea de la mandíbula


y más alto todavía. Sé que di con el lugar que le gusta, justo detrás de la
oreja, cuando deja de respirar por un segundo.

307
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Lamo, beso y muerdo ese lugar hasta que sus manos se aferran a
mis hombros, sus dedos clavándose. Mece sus caderas sólo un poco por
encima de mí, con hambre.

Eso es justo donde la quiero, pienso. Al borde de perder la cabeza...

Llevo mis manos a través de su vestido hasta sentir sus pechos.


Ella se muele contra mis manos, con ganas de más, pero las deslizo hacia
abajo a sus muslos. Me burlo ligeramente, pasando los dedos por debajo
del vestido, ahuecando su culo en mis manos.

Ella llega para abrir el frente de mi mono, lo que significa que está
lista para el siguiente paso. Paso mis manos arriba y abajo de sus
costados, a continuación, tiro suavemente el borde de su vestido por
encima de su cabeza.

Santa mierda. Si pensaba que era caliente antes... Ahora sólo lleva
puesto el sujetador y las bragas. Sus tetas son increíbles, su culo se ve
asombroso. Tengo esta chica sexy, con nada más que su ropa interior y
coletas, lista para hacer cualquier cosa.

Hay un segundo de incomodidad, mientras ella saca sus zapatos y


yo me quito mi mono, pero pasa. Me quedo en boxer, y ella me mira
apreciativamente.

Estamos acostado lado a lado, revisándonos mutuamente. Veo su


mirada en mi paquete un par de veces, como si quisiera explorar.

—Me puedes tocar —le digo, besando su cuello de nuevo.

Su mano sale a tocar mi bíceps, mis abdominales, mi cadera. Su


toque es ligero como una pluma, vacilante, pero curiosa. Tomo su mano
y la guío hacia mi verga, que ya está latiendo.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Ella toca mi polla a través de mi boxer durante un segundo, luego


me mira.

—Quítatelo —dice.

Me saco mi boxer en un latido del corazón y me muestro, dejándola


tomar mi polla en todo su esplendor. Ella se extiende para tocarla con
suavidad, y pongo mi mano sobre la de ella para guiarla. Doblo
suavemente sus dedos para hacer un puño; apenas puede conseguir su
mano alrededor de ella.

—¿Es normalmente tan grande...? —pregunta, ruborizada.

Muerdo una sonrisa.

—Bueno, la mía es siempre de este tamaño.

Ella sonríe, se muerde el labio, y acaricia la longitud de mi pene.


Se siente increíble, a pesar de que es sólo un toque ligero, significa que
lleva a algo más. La beso en los labios, profundizando en su boca. Esto
es material de mis fantasías, pasando ahora en la vida real.

Veronica se aparta y se mueve hacia abajo por mi cuerpo,


empujándome sobre mi espalda. Estoy más duro de lo que nunca he
estado en mi vida mientras besa su camino hacia abajo hasta mi polla.
Ella hace una pausa.

—Dime si estoy haciendo algo mal, ¿de acuerdo?

—No lo harás —gruño.

Ella me toma en la mano y baja su boca sobre mi polla. Gimo. Su


boca es pequeña, húmeda y caliente, y se siente increíble. Coloco una
mano en su nuca, guiándola suavemente mientras ella comienza a
moverse arriba y abajo.

309
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Puta mierda santa.

Se concentra en la punta de mi polla, sus movimientos más seguros


ahora. Usa su lengua contra la cabeza, y es tan jodidamente buena. No
quiero ni pensar lo que serán sus mamadas cuando tenga más
experiencia, porque demonios.

Una voz en mi cabeza me dice que la detenga si quiero hacer todas


las otras cosas que he planeado. Gimo de nuevo y la alejo.

Ella me mira con incertidumbre, por lo que me siento y beso sus


labios.

—Increíble —juro—. Pero tenemos un montón de otras cosas que


hacer, y ninguna implica que me corra tan pronto.

Ella me da una mirada tímida.

—¿Otras cosas? ¿Cómo qué?

Le doy mi sonrisa más diabólica.

—No lo sé. Supongo que eso depende de ti —le digo.

Veronica respira hondo, y por un segundo me pregunto si


realmente quiere hacer esto. Es un gran paso, después de todo.

Ella me mira, sus ojos son esmeralda en la luz baja, y sonríe.

—Estoy dentro —dice ella.

Se desabrocha el sujetador, lo desliza hacia abajo por sus brazos,


y lo tira en el suelo. Me mira fijamente, desafiándome con sus ojos.

Depende de mí... si me atrevo.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Siete
Veronica
Jax me mira fijamente durante un largo momento, con los ojos
brillantes.

¿Me rechazará? me pregunto.

Estoy en topless ahora, vestida sólo con mis bragas de encaje


negro. Me siento completamente desnuda, sin embargo. Le estoy pidiendo
algo, preguntándome si me rechazará.

Pero no lo hace. Me acerca y me besa duro, de la forma en que estoy


aprendiendo que me gusta. Su mano se acerca a acariciar mi pecho, me
provoca y pellizca el pezón.

Yo jadeo. Se siente aún mejor ahora que está tocando mi piel


desnuda. Me dobla hacia atrás sobre la cama, besando más abajo. Su
boca encuentra mi pezón, caliente y húmeda. Es como si hubiera sido
alcanzada por un rayo, como si estuviera ardiendo con fuego y luz.

Él mueve el descarado pico alrededor de su lengua, y muerde


suavemente.

—¡Aaahhh! —digo, inclinándome hacia atrás. Es tan bueno, siento


que me mojo.

Me pregunto si puede olerme.

Se ríe contra mi piel mientras se mueve a mi otro pecho. Mis dedos


se clavan en su pelo, mis ojos se quieren cerrar. La sensación de su boca

311
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

en mi pecho, las ondas de placer que corren a través de mí, me hace


moverme contra él.

Quiero sentir su peso contra mí. Quiero estar desnuda, quiero que
él satisfaga el dolor que ha creado, el anhelo que siento.

Él libera mi pecho y me da lo que quiero, por un segundo. Se apoya


contra mí, su polla pesada contra el sedoso encaje de mis bragas. Gimo
y empujo contra él, pero en el momento siguiente se ha ido.

Me agarro a él, pero pasa mis brazos por encima de mi cabeza. Besa
mis labios, a continuación, mi cuello, la garganta. Busca el lugar en mi
cuello que, cuando besó, me hizo perder el aliento.

Sus besos se deslizan entre mis pechos, a través de mi estómago


plano. Me retuerzo, y él me mira.

—Quédate quieta —él ordena, sus ojos oscurecidos por la lujuria—


. Sé buena, y te recompensaré.

Él libera mis manos y se desplaza hasta que su rostro está entre


mis muslos. Aguanto la respiración mientras besa a lo largo de mi rodilla
interior. Cuando llega a mi núcleo se mueve hasta la cintura de mis
bragas, dejando caer besos abrasadores abajo, abajo...

Jadeo mientras deja besos calientes y húmedos en mi coño a través


de mi ropa interior. Sus dedos juegan provocadores contra la tela.

—Estás tan húmeda por mí, Veronica —susurra—. ¿No es así?

Me muerdo el labio y asiento, incapaz de hacer algo más.

Se ríe y se mueve para tirar de mis bragas hacia abajo, retirándolas,


y arrojándolas por encima del hombro.

312
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Se inclina y extiende mi coño con dos dedos, soplando suavemente


contra mi sexo febril. Casi no puedo permanecer quieta, estoy tan mojada
por él. Excitada de saber lo que está por venir.

Arrastra su lengua de abajo a arriba por mi vagina, haciéndome


gritar. Su boca es tan caliente y se siente tan bien, y las cosas que puede
hacer con su lengua son francamente sucias.

Arremolina su lengua alrededor de mi clítoris palpitante, lo que me


hace gritar de nuevo. Establece un ritmo de arremolinar y chupar mi
clítoris, también comienza a provocar mi interior, penetrándome sólo un
poco.

Me retuerzo contra su boca y sus dedos, sintiendo algo


construyéndose dentro de mí.

—Sí, Jax —gimo—. Sí Sí…

Me siento tan apretada, como si estuviera a punto de estallar por


todos lados. Él me lleva más y más alto, y yo quiero caer. Me siento
apretada, a punto de caer por el borde de este precipicio.

—Jax, voy a... —gimo.

Me chupa el clítoris duro, y me rompo. Siento que me estoy


rompiendo en mil pedazos, y todos los fragmentos de mi ser son placer,
así de simple. Grito su nombre mientras me corro, volviendo lentamente
a la tierra.

Se vuelve a acomodar a mi lado, besándome con fuerza. Él sabe


como yo, es erótico y exótico. Me recuesto contra él, tratando de recuperar
el aliento, pero él tiene otras ideas.

313
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Besa ese lugar en mi cuello, haciéndome jadear un susurrado oh.


Escucho un crujido, y miro abajo entre nosotros. Él está desenvolviendo
un condón y poniéndoselo.

Lo beso para hacerle saber que estoy a favor de esta idea. Su pene
esta sobresaliendo orgulloso, y una vez que se pone el condón le da un
toque.

Extiende la mano y la pasa por mi lado. Luego se traslada a estar


entre mis piernas y agarra su pene de nuevo. Frota la punta contra el
interior de mi muslo y se estremece.

—He deseado esto —dice, mirándome. Sus ojos azules nunca han
sido más claros—. Te he deseado durante mucho tiempo...

Yo también, pienso. Pero hay mejores formas en que puedo hacerle


saber cómo me siento.

Lo acerco más, de manera que la punta de su polla está justo en


mi entrada.

—Tómame —le pido.

—¿Segura? —pregunta, tratando de mantener la compostura.

—¡Sí! Sólo…

BAM BAM BAM BAM BAM BAM .

Nos congelamos cuando alguien llama a la puerta.

—¡Jax! —grita una chica—. ¡Jax, sé que estás ahí adentro con
alguna puta!

314
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Jax cierra los ojos y gime por un segundo. De repente, me siento


expuesta y me alejo. Él tira de la manta de la cama y me cubre con ella.

—Lo siento —dice, se pone de pie y agarra rápidamente su boxer—


. Es mi ex, Brielle. No sé lo que está haciendo aquí, pero haré que se vaya,
¿de acuerdo?

BAM BAM BAM .

—¡Jax, tienes que abrir la puerta ahora mismo!

Agarro mis bragas y sujetador mientras se mueve hacia la puerta,


me visto debajo de la manta. Nunca he sido una zorra antes, y que pase
durante mi primera vez teniendo sexo no es muy alentador.

Empiezo a vestirme mientras él va a abrir la puerta.

Jax abre un poco la puerta, lo suficiente para que pueda ver la


silueta de una mujer, pero no más que eso.

—Lo sabía. Estás aquí con la señorita Nunca lo he hecho —declara,


aunque estoy segura que no puede verme.

—Vete a la mierda, Brielle —le dice.

Mis cejas se disparan. Jax es bastante franco, al parecer.

—Awww —dice la voz—. He oído que viniste aquí con esa extraña
virgen. ¿Es verdad? Déjame ver…

—Tiene que irte —él dice, sin moverse—. Tu y yo hemos terminado


hace meses. Ve a acechar a alguien más.

—Vamos. ¡Déjame verla! Fuiste quien dijo que ‘la experiencia


cuenta’. ¡El que llamó a Sam una virgen inútil! ¿Qué mierda podría
ofrecerte esta perra?

315
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Él se queda quieto. Espero que lo niegue, pero no lo hace.

—Que te jodan, Brielle.

¿La experiencia cuenta?, pienso. Comienzo a tirar de mi vestido a


medida que las lágrimas comienzan a amenazar con caer.

—Ven a buscarme cuando ella te deje en la estacada —ella dice


mientras él cierra la puerta en su cara.

Apoya la cabeza contra ella por un segundo.

Jax se vuelve hacia mí, su expresión contrita.

—Lo siento por ella...

Él ve que estoy vestida, y sus cejas bajan. Evito su mirada y me


pongo mis zapatos.

—Veronica, que no tienes que... —dice.

—¿No tengo que qué? —digo, las lágrimas derramándose—. ¿No


tengo que ser virgen una inútil? Sí, al parecer, lo hago.

—En serio, no la escuches.

Se mueve hacia mí, pero sacudo la cabeza.

—No. Déjame en paz.

Pasó junto a él, abriendo la puerta y dirigiéndome a las escaleras.


Un sollozo escapa de mi pecho, y puedo decir que va a ser el primero de
muchos.

Esta noche va a ser larga y solitaria.

316
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Ocho
Jaxson
Oficialmente odio Halloween.

He estado sentado fuera del Centro de Estudiantes desde las siete


de la mañana con el pretexto de estudiar un poco, mientras que sostengo
una taza de café que hace tiempo se enfrió. Por una vez, sin embargo,
mis libros no pueden captar mi interés.

Mi estómago se revuelve un poco y creo que voy a vomitar en mi


guía de estudio meticulosamente completada. No es la resaca que me
acosa, aunque me gustaría que fuera algo tan simple. Las imágenes de la
noche anterior corren por mi cabeza: Veronica bailando con sus brazos
arriba y la cabeza hacia atrás. La pequeña mano de Veronica empuñada
alrededor de mi pene mientras se lo lleva a la boca. Veronica gimiendo mi
nombre mientras la hago correrse por primera vez...

Los ojos de Veronica llenos de lágrimas mientras huye de mí.

Gimo y me siento en mi silla, mis manos agarrando mi pelo tan


fuerte que en realidad podría arrancarlo. ¿Cómo pudo la noche
convertirse en un puto desastre tan rápidamente?

Brielle, me suministra mi cerebro, y aprieto los dientes. No tenía


idea de que mi ex estaba en la fiesta, y mucho menos viendo seducirme
a otra chica. Habíamos cortado hace un tiempo, pero al parecer ella
todavía resentía ese hecho. Podía atacarme todo lo que quisiera,
infiernos, probablemente me lo merecía, pero que fuera detrás de
Veronica como lo hizo...

317
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Exhalo fuertemente y bajo las manos a los lados antes de que mi


rabia me deje prematuramente calvo. Miro los papeles extendidos sobre
la mesa delante de mí, sin verlos. Intenté inútilmente perseguir a
Veronica, aunque sólo fuera para explicarle cómo me sentía realmente
por ella. Que no me importaba que fuera virgen. Que había capturado mi
corazón mucho antes de que siquiera hubiera hablado con ella en esa
estúpida fiesta de disfraces.

¿Capturado mi corazón? Jesús, ¿estaba enamorado de esta chica?

La revelación me hace sentir diez veces peor. Por supuesto me


había enamorado de una chica que, después de anoche, probablemente
nunca volvería a hablar conmigo. Mierda. ¿Cómo se supone que me voy
a sentar a su lado en clase el lunes albergando esta carga secreta?
¿tenso?

Si sólo supiera dónde vive, podría ir y hablar con ella. Tal vez salvar
algo de todo este lío. Había intentado mirarla en Facebook, sin ningún
resultado. En realidad no me sorprende que no sea el tipo de chica que
mantiene un perfil online, pero habría tenido razón maldita útil ahora si
lo fuera.

—¿Jaxson?

Mi cabeza se mueve bruscamente hacia el sonido de la voz de una


mujer. Ni siquiera me di cuenta que la oleada de sentimientos que estaba
experimentando era esperanza hasta que miré y vi que la chica que había
dicho mi nombre era una rubia alta, no una pequeña morena.

No era Veronica.

La ola de decepción que siguió fue aplastante. Me las arreglo para


no regañar irracionalmente a la rubia por ser la chica equivocada y
enarco una ceja interrogante en su lugar.

318
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Ella toma mi silencio como una afirmación de mi identidad. Así


como una invitación para unirse a mí, al parecer, por la forma en que
toma asiento frente a mí en la mesa.

—Mira —comienzo—, realmente no…

La rubia me corta levantando una mano, sujetándome con una


mirada que no es nada menos que glacial.

—No me conoces, pero mi nombre es Madison. —Hace una pausa


antes de añadir—: Soy compañera de cuarto de Veronica.

—¿La compañera de cuarto de… Veronica? —repito, mi cerebro un


poco lento en captarlo. Entonces la reconozco de la noche anterior—. Eres
la monja, ¿verdad?

Ella levanta una ceja, pero casi ni lo noto. Esa peligrosa sensación
de esperanza comienza a expandirse en mi pecho una vez más. Esta es
la oportunidad que he estado buscando, y que me aspen si no la tomo.

—Escucha —digo, inclinándome de repente. Mi evidente


desesperación hace que Madison parpadee sorprendida, pero no me
importa—. Tienes que decirme dónde puedo encontrar a Veronica.
Necesito hablar con ella. Ahora.

Madison frunce los labios, entrecerrando los ojos mientras me


estudia.

—¿Por qué debería decírtelo cuando eres la razón por la que se pasó
toda la noche llorando?

Su acusación me hace tambalear hacia atrás como si me hubiera


golpeado físicamente. ¿Llorando? ¿Toda la noche? Trago, mi boca
repentinamente seca.

319
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Mira, sé que no tienes motivos para confiar en mí, pero yo… —la
“amo”—, realmente me gusta Veronica, ¿de acuerdo? Tienes que creerme.
Haría cualquier cosa para arreglar esto.

Madison me da una larga y pensativa mirada y apenas puedo


respirar. Esta chica me tiene por las bolas y lo sabe.

Justo cuando creo que no puedo aguantar su silencio un momento


más, sus ojos se suavizan y sus labios se curvan con el menor indicio de
una sonrisa.

—Muy bien, Jaxson. Voy a confiar en ti. —Ella llega sobre la mesa,
arranca una de mis notas de física y toma una pluma. Antes de que pueda
decir nada, garabatea algo y me lo devuelve—. Esa es la dirección de
nuestra residencia y el número de habitación —dice ella, tapando la
pluma y arrojándola sobre la mesa. Se levanta y se da la vuelta para irse.
Pero luego, pensándolo mejor, se vuelve a mirarme y añade—: Si alguna
vez la haces llorar de nuevo, te acabaré.

Yo sólo parpadeo en silencio, sorprendido.

Esta parece ser la reacción que está esperando porque se ríe un


poco y me saluda.

—¡Adiós, entonces! —dice, como si los últimos tres segundos no


hubieran pasado. Con un movimiento de su cabello dorado, se aleja sin
mirar atrás.

Echo un vistazo hacia el papel en mi mano. El dormitorio donde


vive no está lejos de aquí, pero si voy a hacer esto, voy a hacerlo bien.

Rápidamente recojo mis libros y notas y los meto sin ceremonias


en mi bolso mientras me levanto. Tengo algo de trabajo por hacer.

*****

320
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Me despierto a la mañana siguiente, sintiéndome vacía. No sé lo


que esperaba de anoche, pero dos horas llorando borracha en la bañera
como una masa de galletas cruda no lo era.

Ni siquiera era lo que había dicho Brielle, una virgen desesperada


y sin experiencia, tanto como el hecho de que era mi primera vez. Sólo
hubiera querido que las cosas hubiesen sido...

Bueno, más románticas que dormir con un chico mientras que su


ex estaba justo fuera de la habitación. Ahora todo se había torcido
irremediablemente y estaba enredado en mi cabeza.

Suspiro. Si hubiera estado destinado a suceder, habría sucedido,


me digo.

Me levanto y me visto, pero todavía estoy un poco desanimada.


Madison no está en casa o no se levantó todavía, lo cual no es
sorprendente teniendo en cuenta que se quedó despierta hasta tan tarde
tratando de consolarme una vez que regresó de la fiesta. Ella se ofreció
para volver y vengarse en forma de un “puñetazo” a Jaxson por mí. La
idea me había hecho reír en el momento, porque estoy segura de que es
lo que ella había estado tratando de lograr realmente todo el tiempo, pero,
sinceramente, no culpo a Jaxson tanto como a mí misma. Las conexiones
cuando estas borracha no son románticas, y no debería haber esperado
que las cosas fueran diferentes sólo porque era mi primera vez.

Paso un poco de tiempo limpiando mi habitación, luego trabajo en


el espacio compartido de la residencia, con la mente en blanco. A veces
limpiar es bueno para el alma.

Suena un golpe en la puerta, lo que me sorprende. Calculo que la


mayoría del campus está todavía con resaca, después de todo.

321
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Abro la puerta para encontrar un enorme ramo de flores justo en


mi cara. Son azafranes púrpuras, lo que me hace pensar que son de mi
madre. Son mi flor favorita, pero no tengo ni idea de lo que podría haberla
incitado a enviármelas.

La chica que las sostiene vive al lado, toda rubia y burbujeante.

—¡Hola! —grita.

—Hola —digo con cautela.

—El tipo de las entrega estaba fuera —dice ella, y me entrega las
flores—. Le dije que te las traería.

—Oh. Bien... gracias —respondo.

Ella sonríe y se dirige hacia su habitación. Entro las flores y las


pongo en el mostrador, mi estado de ánimo se levanta un poco. Agarro la
tarjeta, esperando ver una nota de mi madre, pero me sorprende el
garabato de escritura manual en el interior.

V...

Siento que anoche fuera un desastre. Espero que me dejes


arreglarlo.

XO,

Jaxson

Me muerdo el labio y bajo la tarjeta. Ayer fue un desastre, no voy


a discutir ese punto con él. En cuanto a arreglarlo...

De esa parte, no estaba segura. ¿Qué significaba eso?

322
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Pienso en la noche anterior, y cómo él había hecho que me corriera,


gritando su nombre. Pienso en lo cerca que habíamos estado de sellar el
acuerdo. Casi perdí mi tarjeta V...

Casi. Estábamos allí mismo, su pene presionando contra mi coño,


listo para jugar.

Me avergüenzo al descubrir que cuando pienso en Jax y en lo que


me hizo la noche anterior, me excito un poco.

Me sacudo a mi misma. Todo lo que siento por Jaxson ahora mismo


es un enredo en mi cabeza. Lo imagino sosteniendo una gran pila de
cuerda, excepto que todo esta anudado y tengo que tratar con ello.
Necesito a solucionar el problema, pero... no puedo.

Además, tengo hambre.

Compruebo mi reloj. Son casi las diez, pero el comedor estará


abierto hasta las once para el brunch. Eso debería alejarme de pensar en
este sinsentido.

Compruebo mi atuendo en el espejo. Estoy usando una falda corta


de pana y un top negro, además de una chaqueta de color ciruela que me
coloco en la parte superior. Aliso mi pelo oscuro, que cae todo alrededor
de los hombros.

Suficientemente bueno.

Me calzo un par de zapatos bajos y recojo una novela de Sherman


Alexie que estoy leyendo para mi clase de literatura nativa americana.
Tomo mi carné de estudiante, suspiro de nuevo y bajo las escaleras.

Cuando salgo del edificio, me dirijo hacia el comedor. Doy cinco


pasos antes de escuchar que alguien me llama.

323
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—¡Veronica!

Me vuelvo. Jaxson se levanta de donde está sentado en los


escalones de la entrada principal y viene hacia mí. Lleva una camisa a
cuadros y pantalones vaqueros, pero tengo un flash momentáneo de lo
que está debajo.

Maldita sea, él es caliente.

Arrugo la frente. ¡Sé seria!

—Hey —digo, incierta.

—Hey —responde—. Tenía la esperanza de que aparecieras. No


estoy tratando de ser un acosador, lo juro. Madison me dijo dónde vivías.

—Oh. Umm... —digo, tratando de no parecer tan rígida como me


siento—. Bueno, aquí estoy.

—Esperaba que me dejaras llevarte a comer. Traje una cesta de


picnic, por si acaso —dice, señalando con el pulgar hacia atrás hacia los
escalones.

Miro, y por supuesto es correcto. Hay una linda cesta de picnic de


cuadros rojos allí. Vuelvo la mirada hacia él, indecisa.

—No sé... —digo. La maraña de sentimientos que tengo por él se


aprieta en nudos.

—Estaba pensando en ir a un lugar tranquilo, ¿tal vez cerca del


observatorio? —dice, dando un paso más cerca—. Mira, solo ten una
comida conmigo. Si no te interesa lo que tengo que ofrecer después de
eso, puedes... no sé, darme puñetazo en la cara o lo que sea.

Eso me hace sonreír.

324
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Bien, bien.

Subo mis manos en señal de rendición. Él se ve contento.

325
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Nueve
Jaxson
—Aquí estamos —digo mientras pongo la cesta de picnic en la
manta que preparé. Elegí una pequeña zona aislada del parque algo lejos
del observatorio con la esperanza de tener la privacidad que tan
desesperadamente anhelo con esta chica, y hasta ahora se está
cumpliendo mi deseo.

Todavía no lo puedo creer, me digo.

Me agacho cerca de la canasta para abrirla, observando a Veronica


por el rabillo del ojo mientras rebusco por los sándwiches que he hecho.
Ella todavía parece un poco dudosa de la situación, todavía está de pie
en el borde de la manta, retorciéndose las manos y haciendo todo lo
posible para mirar en todas partes excepto a mí. Normalmente,
encontraba su timidez increíblemente entrañable, pero esto era diferente.
Ella está nerviosa por mí, lo que me hace sentir cerca de quince
centímetros de alto y en peligro de ser pisoteado.

Le hice daño, tal vez merezco ser pisoteado.

—¿Quieres sentarte? —le pregunto, acariciando la manta a mi lado


y tratando de romper el silencio que se deslizó entre nosotros en el paseo
hacia aquí desde su dormitorio. Hay tanto que tengo que decir, pero no
quiero asustarla, así que he mantenido mis pensamientos para mí.

No sé si seré capaz de mantenerlos mucho más tiempo.

Veronica se muerde los labios, pero asiente y se sienta. Suelto el


aliento que ni siquiera me había dado cuenta de que había estado

326
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

conteniendo y termino de desempaquetar la comida, todo el tiempo


tratando de no mirar demasiado sus piernas desnudas. Los recuerdos de
la noche anterior y esas mismas piernas a horcajadas de mis caderas
mientras me dice que quiere que sea su primero empiezan a fluir a mí, y
de repente es todo lo que puedo hacer para evitar tocarla. Le doy un
sándwich en su lugar, tratando de mantener las manos ocupadas.

—Espero que la mantequilla de cacahuete y jalea estén bien. No


cocino, así que era lo mejor que podía hacer sobre la marcha —digo sin
convicción mientras mira hacia abajo al bulto envuelto en film en su
mano. Estoy empezando a sentir que ya la he perdido sin siquiera tener
la oportunidad de luchar. Trato de tragar, pero tengo la boca muy seca—
. Um, también tengo algunas fresas y yogur aquí...

Ella no me mira. Su oscuro cabello sedoso cae hacia delante,


protegiendo eficazmente su cara de mí. Sus dedos se encogen
distraídamente en la envoltura de plástico del sándwich, como si
estuviera pensando en algo que no quiere decir.

—¿Veronica?

—¿Por qué haces esto, Jax? —dice de repente, su voz tan suave que
apenas puedo oírla.

Mis cejas se juntan mostrando confusión.

—¿Qué quieres decir?

—¿Por qué haces todo esto? —dice, más firmemente esta vez. Agita
una mano para abarcar el área de picnic y el paisaje tranquilo del parque
que nos rodea antes de sacudir la cabeza—. ¿Qué es lo que quieres?
Simplemente no lo entiendo.

327
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Finalmente, levanta la cara para que pueda ver sus ojos. La


confusión desesperada que veo en sus profundidades verdes hace que mi
corazón se revuelva aún más.

Anhelo tocarla demasiado.

—Quise hacer estas cosas para disculparme por lo de anoche —


digo en respuesta. Además, creo que podría amarte y me temo que podría
asustarte si no tomo las cosas con calma.

Ella inclina la cabeza hacia un lado, todavía mirándome.

—¿Pero por qué? Anoche fue simplemente una conexión estando


borrachos, o por lo menos se suponía que lo era antes de que todo se
fuera al infierno. Yo... Te dije que no esperaba nada. Que no había ningún
tipo de condiciones...

Esta vez no puedo evitar tocarla. Me inclino hacia delante


lentamente, sin apartar los ojos de ella mientras la alcanzo y coloco su
cabello detrás de la oreja. Sus ojos se cierran como si saboreara el breve
contacto y me da el valor de expresar lo que vine a decir.

—¿Y si quiero las ataduras, Veronica?

La oigo dar un pequeño jadeo entrecortado y abre los ojos para


encontrarse con los míos, una vez más, buscando algo en ellos.

—¿Quieres... las ataduras? —pregunta con incredulidad.

Asiento una vez, dándole una sonrisa vacilante mientras ella sigue
mirándome como si hubiera perdido mi maldita mente. Sí,
definitivamente se asustaría si le dijera la palabra con A.

Sigo acariciando su mejilla. Cuando no me regaña, la alcanzo con


mi otra mano para que sostener suavemente su cara entre ellas.

328
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Sí, Veronica, quiero las ataduras. Quiero todas las malditas


cadenas, siempre y cuando tú seas quien las sostenga.

Y entonces, antes de que cualquiera de los dos pueda pensar mejor,


me apoyo y presiono sus labios con los míos.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Diez
Veronica
¿Esto es verdad?, pienso mientras mis manos se deslizan en el rebelde
pelo de Jax, acercándome más a él mientras olvidamos nuestro día de campo
rápidamente. Me muevo a horcajadas sobre su regazo, jadeando cuando puedo
sentir la línea dura de su erección a través de sus pantalones vaqueros. Jaxson
aprovecha la oportunidad para profundizar nuestro beso. Su lengua se adentra
en mi boca, enredándose con la mía mientras sus manos se deslizan por mi
cuello, los hombros, a lo largo de mi caja torácica antes de agarrar mis caderas
con fuerza. Mi cuerpo está hambriento de él, no puedo dejar de mecerme en su
contra, creando una deliciosa fricción. Estoy segura de que entraré en
combustión en cualquier momento.

Las imágenes de la noche anterior vienen rugiendo de nuevo a mí… su


cabeza metiéndose entre mis muslos, la gruesa longitud llenando mi boca, la
forma en que su miembro palpitaba cuando jugueteó a lo largo de mi raja...
avivan el calor salvaje en mi interior hasta que mi cuerpo entero se siente
fundido por la necesidad.

Me agacho entre nosotros y trazo el contorno de su polla, frotándola


suavemente. Jaxson da un gemido bajo que me excita, y al instante quiero
escucharlo de nuevo. Mi exploración se vuelve más audaz mientras mi mano se
mueve para abrir la bragueta de sus vaqueros.

Mi progreso se frena cuando Jaxson rompe el beso y atrapa mi mano


errante con una de las suyas. Él apoya su frente contra la mía y cierra los ojos.
Los dos nos quedamos en silencio por un momento, recuperando el aliento.

—Lo siento —dice finalmente, inclinando la cabeza hacia atrás y abriendo


los ojos para poder mirarme. Sus ojos son tan azules, siento que podría
ahogarme en ellos si lo miro por mucho tiempo—. Te prometo que no te

330
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

traje hasta aquí sólo para meterte en mis pantalones. —Él me da una sonrisa
irónica y usa su mano libre para apartar el pelo de mi cara.

Antes de anoche, sus palabras me habrían alejado fácilmente. Pero


ahora, ahora me siento más audaz.

Inclino mi cabeza hacia un lado y lo miro.

—¿Me quieres en tus pantalones, Jaxson?

Él me da una risa incrédula antes de apretar mi dedo donde su mano


está sosteniendo la mía sobre su entrepierna, guiando brevemente la mano a lo
largo de él como si fuera una respuesta.

—Creo que esto habla por mí.

—Y dijiste que querías que sostuviera las cadenas, ¿no? —Deslizo mi


mano libre por su pecho y la dejo al lado de su cuello. Siento la sacudida de su
garganta cuando traga.

—Sí.

Me apoyo todo el camino hacia adelante y pongo mis labios en su oreja.

—Entonces, por favor, tómame, Jaxson.

Él se estremece como si mis palabras hubiesen roto sus compuertas.


Roba mis labios para otro beso hipnotizante mientras me empuja hacia atrás de
modo que ahora estoy extendida sobre la manta de picnic, mientras que su
cuerpo grande se cierne sobre mí.

—No tienes ni idea —dice él con voz ronca mientras ambos intentamos
respirar y me ayuda a quitarme rápidamente la chaqueta—, de cuánto tiempo
he esperado oírte decir esas palabras. —Me da un casto beso en los labios antes
de mover su boca a lo largo de mi mandíbula y cuello, dejando chupetones a su
paso.

331
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Su mano acaricia mi pecho izquierdo a través del delgado material de mi


camiseta antes de deslizarla debajo de la copa de mi sujetador. Jadeo cuando
de repente da un tirón a la copa, liberando mi pecho por completo.

—Absolutamente precioso —murmura antes de que su boca descienda,


con su lengua y dientes atacando mi pezón.

—Jaxson —susurro su nombre como una oración. Las sensaciones que


está causando su boca tienen una línea directa con el calor en mi núcleo. Mis
muslos se aprietan juntos en un inútil intento de aliviar parte de la presión. No
sé cuánto más de esto puedo tomar—. Jaxson, por favor.

Él ríe oscuramente ante mi lloriqueo.

—Paciencia, Veronica. Me gusta tomarme mi tiempo —dice mientras su


boca mueve sus cuidados a mi seno derecho, chupando el pezón hasta que es
de color rosa y está fruncido y duro como una piedra. Su mano roza a través de
mi estómago y baja aún más hasta que se desliza por debajo de mi falda.

—Oh, Veronica, estás tan mojada por mí, ¿verdad? —dice mientras su
nudillos rozan la tela húmeda de mis bragas. Me estremezco en respuesta.

Él comienza a tirar la tela a un lado, pero luego, parece pensarlo mejor,


y la desliza para retirarla por completo.

—No vamos a necesitarla por un tiempo —dice, arrojándola a un lado


antes de estirarse a mi lado una vez más.

Su boca captura la mía cuando su mano encuentra su camino de regreso


a mi núcleo. Él traga ávidamente el gemido de placer que no puedo contener
cuando su pulgar presiona contra mi clítoris, rodándolo suavemente.

—Oh, dios —grito cuando siento primero un dedo y luego otro,


flexionándose dentro de mi coño. Poco a poco me explora, trabajando dentro y
fuera a un ritmo constante que coincide con el ritmo de su pulgar. Estoy
llegando al crescendo, puedo sentirlo—. Jax...

332
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Córrete para mí, bebé —que respira en mi oído.

Y lo hago.

Exploto alrededor de sus dedos, gritando su nombre lo suficientemente


fuerte como para estar segura de que alguien, en algún lugar, debe haberme
oído. Pero no me importa. Estoy montando una ola de felicidad de la que no
quiero volver.

—Esa es mi chica —Jax dice suavemente, besándome justo detrás de la


oreja antes de colocarse de rodillas.

Estoy confundida por su retirada hasta que lo veo tomar un paquete de


aluminio del bolsillo de atrás.

—¿Todavía quieres hacer esto? —me pregunta, sacudiendo el condón


para dar énfasis.

Asiento, sin apartar los ojos de los suyos mientras abre el envoltorio y se
coloca el condón. Empuja mi falda hasta arriba por lo que ahora está agrupada
alrededor de mi cintura. Coloca un beso pequeño y ardiente en el ápice de mis
muslos, sus ojos azules saltan hasta encontrarse con los míos debajo de la
oscura franja de sus pestañas, y creo que esto debe ser lo más caliente que he
visto en mi vida. Mi cuerpo se sacude de incontrolado deseo mientras él se
arrastra sobre mi cuerpo. Apoya su peso sobre sus codos a ambos lados de mi
cabeza mientras se posiciona entre mis muslos. Cierro los ojos con anticipación,
pero cuando no pasa nada, los vuelvo a abrir. Jax me está mirando, con sus
ojos tan intensos que me roba el aliento. Tan pronto como nuestros ojos se
traban, empuja dentro de mí.

Dios, es tan grande. Al principio, no estoy segura de si seré capaz de


acomodar su circunferencia. Pero él bombea lentamente, dándome tiempo para
adaptarme, y pronto estoy inundada de placer una vez más.

—¿Estás bien? —pregunta suavemente, cuando mi cuerpo se tensa. Él


comienza a retroceder, pero envuelvo mis piernas alrededor de él,
manteniéndolo en su lugar.

333
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Estoy bien —digo, besándolo suavemente—. No pares.

Jax construye un ritmo lento pero constante, y pronto puedo sentir la


presión que se construye una vez más.

—Oh, Dios, Jax. Me voy a correr de nuevo —gimo. Con cada una de sus
embestidas, estoy más y más cerca.

—Veronica —susurra, en respuesta.

El sonido de mi nombre en sus labios es todo lo que necesito. Me


estremezco alrededor de él más fuerte que la última vez. Siento como si mi
cuerpo se hubiera vuelto completamente ingrávido. Dos fuertes bombeos
después, y Jaxson encuentra su propia liberación, prolongando aún más las
secuelas de mi clímax. Entierra su cabeza en mi cuello mientras descansa su
peso completo, agradablemente, encima de mí.

Durante un rato, los únicos sonidos entre nosotros son el fuerte latido de
nuestros corazones y las respiraciones agitadas mientras nos hundimos en una
tranquila calma. Jaxson sale finalmente de mí y comienza a recoger nuestra
ropa desechada antes de que algún peatón desprevenido pase y siento la
ausencia de su cuerpo inmediatamente.

¿Cuánto tiempo debe pasar hasta que podamos hacerlo de nuevo?,


pienso excitada mientras me visto y Jaxson embala el almuerzo olvidado y la
manta.

Mientras caminamos de vuelta a mi dormitorio, de la mano, miro a


Jaxson, sólo para encontrarlo observándome.

No puedo evitar sonreírle.

—¿Qué? —pregunta por mi tonta sonrisa.

—Nada —digo encogiéndome de hombros, pero sin poder ocultar mi


sonrisa. Él arquea una ceja en respuesta, así que pongo los ojos en blanco y me
explico de todos modos—. Es que... ¿el sexo siempre es tan impresionante?

334
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Me mira por un largo momento, una emoción que no puedo nombrar


brilla en sus ojos.

—No —dice, levantando nuestras manos unidas a sus labios y colocando


un beso en la parte posterior de la mía—. Sólo es así cuando es con alguien
especial.

Fin

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

BB Hamel

Trato Triple

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Uno
Elle
La mansión está llena mientras estaba de pie cerca de la escalera,
bebiendo una cerveza espumosa barata y preguntándome qué diablos
estoy haciendo. Veo como un tipo grande con traje de lobo pasa por
delante, con una intensa sonrisa en su cara.

Niego, suspirando. La mansión es conocida por sus fiestas locas, y


Halloween siempre es la más loca. Me salté ir el último par de años, pero
mi mejor amiga Eliza finalmente me convenció para dejar nuestro
pequeño y acogedor apartamento fuera del campus por una vez en mi
vida.

Y por supuesto, ella procedió a abandonar la fiesta en diez minutos.


La vi en una esquina, sus brazos alrededor del cuello del joven estudiante
de grado que había conocido en su clase de literatura romana. En
realidad, lo había conocido durante sus horas de oficina, ya que era el
ayudante del profesor. Estaba bastante segura de que salir con tus
estudiantes era una mala decisión, pero eso era típico de Eliza. Además,
él era sólo un estudiante graduado.

Lo que significa que estoy aquí, no segura de lo que estoy haciendo


conmigo misma. Tomándome mi cerveza barata y preguntándome por
enésima vez por qué no me he ido todavía.

Me aparto de la escalera y empiezo a caminar hacia la puerta, lista


para deshacerme de mi copa aún llena, cuando de repente un bloque alto
de músculos me golpea directamente.

Mi cerveza se derrama por todos lados de la parte delantera de

337
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

mi traje de ángel blanco. Prácticamente grito, mirando con horror al


hombre musculoso en un traje del ejército.

—¡Gilipollas!

—Mierda —dice. Rápidamente me estabiliza, tomándome por los


codos—. ¿Estás bien? No te vi.

Consigo un buen vistazo suyo y siento un calor subir por mis


mejillas. Lo reconozco al instante, y de repente me arrepiento de no haber
girado y salido corriendo tan rápido como pude.

Braden Redford me sonríe, engreído y confiado. Braden es uno de


los tipos más populares en el campus, un jugador muy conocido con una
mala reputación. Juega al fútbol, por supuesto, pero también es
voluntario y obtiene notas perfectas. Básicamente es el espécimen
masculino perfecto, y las chicas se tiran constantemente a sus brazos.

—Vamos —dice—. Puedo arreglar esto.

—Espera, estoy bien —discuto, pero ya me está dirigiendo a la


cocina. Quiero darme la vuelta y salir de aquí, pero Braden es grande,
muy grande. Es fuerte, cubierto de tatuajes, y tiene toda la cosa de chico
malo y presumido a la perfección, a pesar de sus logros académicos
impecables.

Caminamos a través de la multitud, Braden prácticamente


dividiendo el mar de cuerpos al entrar en la cocina, llevándome con él.
Trato de protestar, pero Braden no me oye. Estoy pegajosa, agotada y
frustrada, pero de repente estoy siendo atendida por uno de los chicos
más calientes que he visto en mi vida.

Ya puedo oír exactamente lo que diría Eliza. Ve a por él chica,


consigue lo que quieres, me diría, pero no soy así. He tenido novios en el

338
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

pasado, claro, y no soy una mojigata. Pero no estoy a punto de liarme con
chicos al azar en fiestas, incluso con chicos calientes al azar con sonrisas
perfectas y reputaciones peligrosas.

—Aquí —dice Braden mientras nos detenemos cerca de la


encimera. Toma un rollo de toallas de papel y saca una, empezando a dar
unos toques en mi pecho.

Sus manos se quedan en mi escote.

—¡Puedo manejar eso! —digo, mi voz prácticamente un chillido.

—Lo tengo —dice, concentrándose. Estoy vestida como un ángel


cachondo, lo que significa, por supuesto, que tan pronto como empieza a
secarse la cerveza, está prácticamente tocando mis pechos—. Casi
termino.

Me muerdo el labio, con fuego corriendo por mi columna vertebral.


No puedo creer que vaya a dejar que haga esto. Podría haberme alejado
de esto en cualquier momento, pero en su lugar he dejado que Braden
me toque, con sus manos sobre mis pechos mientras me limpiaba.

—Eso está mejor —dice.

—Perfecto. Como si casi no acabaras de derribarme.

Él me sonríe.

—Por supuesto. Pero si no lo hubiera hecho, nunca hubieras


llegado a segunda base conmigo. —Arroja la toalla de papel a un lado,
sonriendo.

Qué idiota.

—No fue una experiencia tan buena, para ser honesta.

339
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Se ve insultado en broma.

—Nunca he tenido una queja antes.

—No lo sé. Te daría dos estrellas en Yelp23, en el mejor de los casos.

Se ríe, acercándose más.

—Me encantaría leer esa reseña en algún momento.

—Qué mal. Ahora creo que voy a irme de aquí.

—¿Estás segura? La noche aún es joven. Déjame al menos


reemplazar tu bebida.

—No, gracias. Estoy cansada de la cerveza barata de mierda.

Su cara se ilumina, y sé que estoy en problemas.

—Da la casualidad de que sé dónde podemos conseguir algo


decente.

—Por supuesto que sí.

—Soy amigo del tipo que posee este lugar.

—Por supuesto que lo eres.

Él me sonríe.

—Espera aquí. Te voy a hacer una bebida adecuada.

Antes de que pueda decir que no, o cualquier cosa realmente, se

Es una aplicación que te muestra todos los negocios que hay cercanos a ti, y donde
23

puedes escribir reseñas de los sitios que has visitado.

340
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

aleja, dejándome sola en la cocina llena de gente. Me siento cohibida y


totalmente fuera de lugar, no del todo segura de qué diablos estoy
haciendo con Braden Redford. Parece realmente interesado en mí, lo que
es absolutamente loco. Tuve una clase con él el semestre pasado, pero
nunca me dijo ni una palabra. Braden estaba demasiado ocupado
sentado en la parte de atrás y haciendo bromas con su mejor amigo
Mason Walsh como para fijarse en mí realmente.

No es que me importe si me nota o no. Es sólo que no puedo


entender de dónde viene esta repentina atención. Tal vez no debería
haber dejado que tocara mis tetas así, pero era difícil decir que no.
Braden es un hombre magnífico, y mi cerebro básicamente empezó a no
funcionar tan pronto como me tocó.

—¿Qué demonios estás haciendo?

Me giro y Eliza está de pie allí mirándome fijamente, con la boca


abierta.

—¿Qué? —pregunto.

Ella se acerca a mí, una sonrisa traviesa en su cara.

—Te vi entrar aquí con Braden Redford.

—Quiero decir, eh —empiezo, pero ella me detiene.

—Ni siquiera finjas —dice—. Dímelo todo. ¿Cómo? ¿Por qué?

—Él tropezó conmigo —digo sin convicción— y la cerveza se


derramó por todo mi cuerpo.

Ella me mira y sus ojos se abren como platos.

—Oh, mierda. Eso explica porque se puede ver a través de tu

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

camiseta.

—¡¿Qué?!

—Mírate.

Miro hacia abajo, realmente veo mi traje, y al instante mis mejillas


se ponen rojas.

Mientras Braden logró secar mis pechos, se olvidó de secar el resto


de mí, lo que significa que mi traje blanco es completamente
transparente. El sujetador es totalmente visible, y prácticamente me veo
desnuda.

—Tenemos que irnos —siseo a Eliza—. Ahora mismo. ¡Mírame!

—De ninguna manera, no nos vamos a ninguna parte.

—Eliza. Estoy prácticamente desnuda aquí.

—¿Y qué? Eres joven y caliente como la mierda. ¡Muéstralo!

—No —digo, negando—. Primero, me abandonaste por tu pequeño


chico profesor/estudiante de grado, lo cual no es guay. Ahora estoy
cubierta de cerveza, y Braden Redford está consiguiéndome una bebida.

—¿Va a volver? —dice Eliza, no escuchándome en absoluto.

—Sí, pero eso no importa.

—No, no, no, te vas a quedar.

—¿No estás escuchando? Estoy mojada y prácticamente desnuda


ahora.

—¡Bueno! Eso es lo que él quiere. Se encargará del resto.

342
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—¡Eliza!

—Elle, cariño, escúchame. Siento haberte abandonado. Realmente


lo siento. Pero estoy cansada de que no eches un polvo. Somos jóvenes y
eres magnífica, así que, por favor, por favor, por mí, haz exactamente lo
que te diga Braden Redford. ¿Vale?

Fijo mi mirada en ella y por un segundo, quiero escucharla. Quiero


hacer realidad lo que está pidiendo, porque francamente, mi cerebro ya
está al borde de la locura. Estar cerca de Braden, sus manos contra mi
cuerpo, su intensa sonrisa tan cerca de mis labios, todo eso simplemente
me volvió salvaje. Quiero dejarle hacer lo que quiera y, sin lugar a dudas,
al menos por una noche.

Soy una buena chica. Soy una persona agradable. Soy de una
buena familia sureña conservadora, y mis padres me criaron para tener
una moral seria y todo eso. Eliza dice que mis padres me criaron para
tener problemas graves, y tal vez tenga razón. Pero soy una buena
persona de todos modos, o al menos intento mucho serlo.

Ni en un millón de años adivinaría que Braden me hablaría, y


mucho menos que deseara conseguirme una copa y pasar tiempo
conmigo. Es como la Dimensión Desconocida. Soy la chica nerd, y él es
el atleta popular y perfecto. Por un segundo pensé que tal vez me había
quedado atrapado en una mala comedia romántica de finales de los años
noventa, pero no, esto es la vida real.

Niego.

—No puedo hacerlo.

—Vamos, Elle. Déjate pasar un buen rato.

—Te veré en casa. —Me doy la vuelta y me alejo rápidamente,

343
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

haciendo caso omiso de sus protestas.

Me apresuro a través de la multitud, rezando por no encontrarme


con Braden nuevo. Por suerte, no le veo mientas llego a la puerta
principal y salgo al frente.

La fiesta está repartida por el césped, así que tengo que rodear a
ebrias conejitas Playboy y policías guarras. No puedo juzgar, ya que soy
un ángel guarrilla, y una con un traje transparente encima. Llego a mitad
de la calzada antes de que alguien diga mi nombre.

Me detengo, aunque no estoy segura de por qué. Es la voz de un


hombre, uno que vagamente reconozco. Me giro y parpadeo, sorprendida.

Mason Walsh está ahí, sosteniendo un halo de plástico.

—Elle —dice otra vez—. Oye. ¿Esto es tuyo?

Alcanzo y toco mi pelo. Efectivamente, mi aureola se debió caer,


probablemente cuando me enfurecí.

—Uh sí —me las arreglo para decir—. Gracias.

Mason es alto y ancho, muy parecido a Braden, pero los dos no


pueden ser más opuestos. Donde Braden es un jugador de fútbol guapo,
Mason es un pintor muy conocido en el campus, y popular a su propia
manera. Es guapo e intenso, con el pelo oscuro corto en los lados y
empujado hacia atrás. Tiene pestañas oscuras y pesadas que sólo le
hacen parecer aún más inquietante e intenso. Está vestido como un
marinero, y se ve muy guapo en su disfraz de uniforme.

Su mirada se ve pesada sobre mí mientras estoy allí sintiéndome


como una idiota, mi vestido transparente en el olvido.

—Aquí —dice, entregándomelo—. No me gustaría ver a un

344
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

ángel como tú sin su halo.

—¿Por qué?

—Los ángeles sin sus halos han caído —dice, de manera casual—.
No te ves caída para mí.

—Nunca se sabe —digo—. Podría ser un demonio disfrazado.

—Tal vez lo eres —dice, dando un paso más cerca—. No estaría


reacio a descubrirlo.

Parpadeo, inclinando mi cabeza hacia él. ¿Mason está coqueteando


conmigo?

¿Qué demonios está pasando? Primero, Braden quiere


conseguirme una bebida, y ahora su mejor amigo Mason parece estar
coqueteando conmigo. Siento un calor reuniéndose entre mis piernas
mientras me paro allí bajo la mirada fulminante de Mason.

Pero rápidamente recuerdo por qué estoy corriendo lejos de la


fiesta, para empezar. El hecho de que otro chico guapo como el infierno
está ligando conmigo, no significa que mi vestido esté repentinamente
seco y opaco. De hecho, pillo que los ojos de Mason se mueven abajo
hacia mis pechos, y sé que está disfrutando de la exposición adicional.

Normalmente me enfadaría, pero por alguna razón, simplemente


hace que el calor entre mis piernas suba por mi pecho.

—Debería irme —digo rápidamente.

—¿Seguro? —pregunta—. Quédate y disfruta de la fiesta. Apuesto


a que podemos encontrar a Braden por aquí.

—Uh, he tenido la suficiente fiesta por una noche.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Eso es una pena —dice en voz baja—. Me gustaría saber si


realmente eres un ángel o un demonio.

La línea casi funciona conmigo. Casi decido permanecer allí y


entregarme a la noche, aceptar lo que venga. Estoy segura de que Mason
me llevará de vuelta al interior para encontrar Braden, y luego quién sabe
a dónde irían las cosas desde allí.

He oído rumores acerca de ellos. La gente dice que a Braden y a


Mason les gusta compartir las chicas, la última novia de Braden
realmente estaba saliendo con los dos. Ha habido rumores de orgías
sexuales salvajes donde Braden y Mason cogían a una chica y la llevaban
a su apartamento donde le ofrecían una noche increíble y salvaje con dos
hombres calientes y apuestos.

Eso no puede ser verdad. Sé que es sólo una de esas estúpidas e


infantiles mentiras de universidad que a la gente le gusta contar. Siempre
hay millones de ellas, como el hecho de que el armario del conserje en el
edificio de negocios en el patio sur está encantado. Simplemente no hay
manera de que Braden y Mason estén realmente en esa cosa del ménage.

Vuelvo a la realidad. Mason está sólo siendo agradable conmigo.


Braden se sentía mal por derramar cerveza por todo mi traje. Estos tipos
son demasiado calientes, demasiado populares y demasiado increíbles
para tener nada que ver conmigo.

—Buenas noches, Mason —digo mientras me doy la vuelta y


camino fuera.

—Buenas noches —dice, y puedo sentir sus ojos taladrando mi culo


mientras me apresuro hasta la acera.

Mi cabeza da vueltas mientras hago mi camino a casa. No puedo


creer lo que pasó allí, que tanto Mason y Braden ligaron conmigo. O

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

tal vez no lo habían hecho. Tal vez sólo estaba inventándome todo. No
puedo dejar de ir y venir entre estar tan excitada que mis pezones están
duros a sentirme completamente patética y mal conmigo misma.

Subo las escaleras y voy directa al apartamento. Rápidamente me


quito mi traje arruinado, lo arrojo en un rincón de mi habitación, y me
meto en la ducha. Necesito enjuagarme la cerveza, pero más que eso,
tengo que cuidar el deseo ardiente que hace su camino por mi columna
vertebral.

Mientras el agua caliente se enciende, presiono mi mano entre las


piernas y encuentro mi coño mojado. Froto mi clítoris en círculos,
pensando en Braden y Mason.

Me imagino el cuerpo desnudo de Braden presionado contra el mío


mientras le beso. Mason se pone a su lado y alargo mi mano hacia él,
encontrando su polla dura como una roca. Acaricio su grueso pene
mientras Braden me besa en el cuello.

Mason se une a él, y siento su mano entre mis piernas. Gimo


cuando los dedos de Mason presionan dentro de mí, el pene de Braden
en una mano y el de Mason en la otra. Ambos chicos me están besando
el cuello y yo estoy gimiendo, incapaz de controlarme.

Aprieto mis dedos muy dentro de mí, follando mi coño en la ducha


mientras me imagino a Mason agachándose, presionando su gruesa polla
entre mis piernas. Abro mi boca mientras Braden me pide chuparle,
follando mi cara, forzando su polla gruesa en mi garganta. El placer me
atraviesa mientras Mason me folla, tomándome duro y áspero y del otro
lado Braden mete su polla sin piedad por mi garganta.

Dejo que los chicos hagan lo que quieran conmigo. Follan mi coño,
llenan mi culo y mi boca, me hacen hacer cosas que nunca pensé que
haría.

347
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Mientras empiezo a correrme en la ducha, un pensamiento me


empuja sobre el borde.

En la fiesta, ambos sabían mi nombre. Nunca hablé con ellos antes


de esa noche y, sin embargo, los dos me conocían.

Me corro fuerte, dándome cuenta impactada de que tanto Braden


como Mason sabían quién era yo.

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de mendigar por chicos malos

Capítulo Dos
Braden
—Déjame adivinar. ¿El viejo golpear y manosear no funcionó esta
vez?

Le doy un vistazo Mason. Está sonriendo todo presumido y mierda


como si supiera que Elle se escaparía al momento en que la dejé sola.

—Lo haces sonar tan grosero.

—Es grosero, y lo sabes.

—Tal vez. —Le sonrío—. Pero a las mujeres parece gustarles.

—Les gusta porque no pueden dejar de lanzarse sobre ti, no porque


sea un buen movimiento.

Me encojo de hombros, tirando a un lado mi cerveza. Estamos


sentados solos en nuestro apartamento, un par de horas después de la
fiesta en la mansión las cosas empezaron a volverse aburridas.

—No es como si tú lo hubieras hecho mejor.

—Iba detrás de ti —dijo, cogiendo otra cerveza para mí de la nevera


y abriéndose una para él.

Mason y yo hemos vivido juntos desde el primer año, pero este es


nuestro primer año fuera de la escuela. Hasta ahora, las cosas van
jodidamente bien. Por supuesto que había rumores flotando, pero ¿qué
podíamos hacer al respecto? A la gente le gustaba el maldito
sensacionalismo, y siempre hacen que parezca mucho peor de lo que

349
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

realmente es.

—Si lo que probaste hubiera funcionado, Elle estaría chupando mi


polla ahora.

Gruñe y se sienta en el sofá.

—Es justo. Así que ambos lo jodimos.

—No la jodí —me quejo—. Algún acto de Dios se puso en el camino.


Jodidamente la tenía, hombre.

—No es un objeto para que la tomes, sabes. Es capaz de tomar sus


propias decisiones.

Pongo mis ojos en blanco hacia él.

—No me jodas, gilipollas. Ya sabes lo que quiero decir.

—Si lo sé. Simplemente follar contigo.

—¿La viste?

—Lo sé. Ese maldito traje.

—Totalmente transparente.

—Cada centímetro.

—No dejaba mucho a la imaginación. ¿Y cuándo la limpié?

—Sólo puedo imaginarlo.

—Pechos perfectos. Estaba prácticamente temblando mientras la


tocaba. Todavía estoy duro...

Mason se ríe y toma un largo trago de su cerveza.

350
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—La próxima vez —dice.

—La próxima vez —estoy de acuerdo.

Quiero a Elle Parson más de lo que quisiera admitir. Estoy


cuidando de no dejar que se muestre delante de Mason, ya que no quiero
que vea ni una sola bocanada de debilidad. Si lo hace, se pondrá super
competitivo y mierda, tal vez tratará de quedarse a Elle para él solo.
Mason es así; en el exterior, es este tipo intelectual y dulce, pero en el
fondo es sólo otro simio posesivo.

Como yo, en realidad. Pero Mason y yo, tenemos un acuerdo. En


realidad, tenemos un sistema, que se remonta a hace años. No siempre
fue tan, no sé, abierto supongo. No siempre era así.

Pero entonces sucedió Lucille, la primera novia seria de Mason.


Nunca olvidaré la noche en que entré y los vi follando. Ella estaba
chupando su polla como si nunca hubiera visto un pene antes, era
jodidamente impresionante. Todos actuamos muy incómodos, pero luego
mientras iba a salir, Lucille dijo esas palabras mágicas. Bueno, tal vez
podrías quedarte.

Debí haber estado borracho. En realidad, sé que estaba borracho.


Mason estaba jodidamente colocado también. El alcohol y las drogas
hacen que sea un poco más fácil entrar en estas cosas, y así, cuando me
encontré con mi polla en la garganta de su novia mientras él follaba su
apretado coño por detrás, todo parecía tan normal.

Así fue como empezó. Follamos a Lucille en grupo más veces hasta
que Mason finalmente rompió con ella por mierda que no tenía relación
con esto, es decir, su adicción a la heroína y su cleptomanía constante.
Pero eso es otra historia.

Después de Lucille, experimentamos. Trajimos a chicas y tal

351
Antología Formas traviesas
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vez una de cada tres nos dejaba follarla juntos. Nos volvimos jodidamente
buenos al final, y era como un juego que jugamos. Traíamos a casa zorras
que estaban en el juego por lo que fuera, les dábamos la mejor noche de
su maldita vida, y después seguíamos adelante.

Elle es nuestro objetivo actual, excepto que ella es más que eso. Por
lo menos lo es para mí. Siempre he tenido una cosa por Elle, aunque no
la conozco muy bien. Es hermosa, una de esas chicas naturalmente
hermosas con un cuerpo perfecto. El tipo de chica que ni siquiera se da
cuenta de lo hermosa que es. Para colmo de males, es un poco estirada,
un poco mojigata. Definitivamente nunca la he visto con un chico, y
mucho menos llevando el tipo de ropa que llevaba en la mansión.

Así que cuando sentí sus pechos mientras estaba limpiando esa
asquerosa cerveza de su piel, mi polla estaba muy dura. Quería doblarla
sobre la encimera justo allí y en ese momento, follar su apretado coño
hasta que gritara. Quería ir todo cavernícola y hacer que jodidamente
temblara y rogase.

Mason se levanta, señalándome.

—Me voy a la cama —dice—. Trataremos de nuevo.

—Claro —gruño—. Suena bien.

Acaricia mi hombro mientras camina por detrás, bebiendo su


cerveza. Tengo el impulso irracional de romper su muñeca, lo cual es
completamente estúpido. Mason no quiere decir nada con eso, sólo está
jugando por las reglas establecimos. Él no puede saber que es más para
mí con Elle.

No importa. Conseguiremos a esa chica sucia, y la haremos


nuestra.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

***

El patio del este está vacío alrededor del mediodía unos pocos días
después de la fiesta en la mansión. Me siento en un banco, con mis
piernas cruzadas con los tobillos hacia fuera delante de mí, inclinándome
hacia atrás y viendo a Elle Parson.

No sabe que estoy allí, lo cual es bueno. Mi banco está ligeramente


oscurecido por una estatua y ella está sentada en la hierba, escuchando
música y leyendo.

Elle siempre se sienta en ese lugar alrededor de esta hora los


martes. Es su cosa, y la única razón por la que lo sé es porque solía pasar
por delante de ella en mi camino a la tutoría. Estaba sentada en la hierba,
día tras día, al menos los días en los que podía. En los días feos, por lo
general se sienta en un banco cercano.

No lo sabía, pero me fijaba en ella. Una y otra vez la veía sentada


allí mientras pasaba, y me preguntaba por ella. Cuando tomábamos una
clase juntos, Mason y yo nos sentábamos en la parte trasera, hablando
de cuanto queríamos follarla, lo bueno que su culo se sentiría mientras
follaba su apretado agujero virgen, mientras que Mason metía su polla
gruesa en su garganta. La idea de dominar a Elle así hace que se me
ponga la piel de gallina, y tomo algunas respiraciones profundas para
calmarme.

Me levanto y me acerco. No levanta la vista cuando me acerco. Me


paro frente a ella y me agacho. Finalmente levanta la vista de su libro,
una ceja levantada, sorprendida. Se quita sus auriculares.

—Agradable toparme contigo de nuevo —digo.

Se sonroja.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Al menos no hay cerveza esta vez.

—Es una pena. Me gustó mucho limpiarla.

—Hiciste un trabajo horrible, sabes.

—Lo siento. Estaba demasiado ocupado mirando tus perfectos


pechos.

Sus cejas se juntan, claramente molesta.

—¿Siempre eres tan crudo?

—Claro —digo, sonriéndole—. Cuando quiero algo, soy muy


directo.

Se sonroja de nuevo, mirando lejos.

—No estoy segura de lo que quieres, pero sé que no está aquí.

—Claro que lo está —digo—. Lo que quiero está justo entre tus
piernas.

Ella me mira, la sorpresa clara en su cara.

—¡Braden!

—Elle. —Sonrío—. Me gusta cuando dices mi nombre.

—Apenas me conoces. No puedes simplemente venir a mí y decirme


algo como eso.

—Seguro que puedo. No te veo yéndote enfadada.

—Bueno, es sólo que, éste es mi lugar. Estaba aquí. No necesito


que me acoses.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—¿Acosarte? —Me río—. Por favor. Estás ahí sentada mojada,


prácticamente rogándome que te folle.

—Ni en lo más mínimo. —Se muerde el labio, y sé que es una


mentira.

—Vamos, Elle. Te estás preguntando lo que podría haber hecho si


hubiera decidido limpiarte realmente esa noche.

—Estoy segura de que habría sido muy decepcionante.

Me río de nuevo, muy divertido por su encanto mordaz. Claramente


le gusta, pero me encanta que esté tratando de jugar como si no le
gustase.

—No estarás decepcionada cuando lama cada centímetro de tu


cuerpo. O puedo simplemente lamer ese pequeño coño tuyo y omitir
algunos pasos.

Ella eleva sus puños, sonrojándose como una loca.

—¿Sólo viniste hasta aquí para hablarme sucio o algo así?

—Eso es exactamente correcto.

—Bien, estoy leyendo. Te agradecería si me dejaras sola.

—¿Qué tal si sales conmigo esta noche en su lugar?

Ella niega.

—No puedo.

—¿No puedes? ¿O no lo hará?

—No lo sé. Ambos.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Vamos, tetas dulces. Sal conmigo.

—¿Tetas dulces?

Sonrío.

—Por supuesto. Es el apodo perfecto.

—Oh, Dios mío. —Niega, pero está sonriendo—. Eres un cerdo.

—Tal vez. No cambia el hecho de que tus tetas son particularmente


dulces.

—Estás haciendo un trabajo horrible para convencerme de que


salga contigo.

—No necesito convencerte. Sé que estás ahí sentada


convenciéndote a ti misma.

—En lo más mínimo.

Saco mi teléfono y se lo entrego.

—Dame tu número.

Se muerde el labio, debatiendo qué hacer, entonces lo toma


después de un momento. Teclea su número y me lo devuelve.

—Eso no significa que vaya a ir.

—Significa que saldrás conmigo, pero ya veremos sobre hacer que


te corras. Tendrás que pedirlo por favor.

Me levanto y me alejo. Prácticamente puedo oírla enfadada detrás


de mí, y sonrío todo el tiempo.

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Capítulo Tres
Mason
El bar es ruidoso como el infierno, lo que es bastante normal para
Freddie. Es el bar más popular en la escuela teniendo en cuenta que es
el único bar en el campus, y cada chico de la universidad con una
identificación falsa va allí cada noche por la cerveza ligera y barata y las
bebidas de baja calidad.

Miro a Elle y a Braden coger una mesa en la esquina. Ella se ríe y


sonríe a Braden, y estoy orgulloso de ese idiota terco por darle la vuelta
a esto.

Normalmente no dejo que Braden haga el trabajo pesado, pero me


di cuenta de que estaba interesado en Elle más de lo normal. Él la
mencionó originalmente, cosa que normalmente no hace. Por lo general,
sólo escogemos quien sea más conveniente en el bar, pero
específicamente queríamos ir tras Elle. No iba a quejarme, ya que la chica
es absolutamente guapísima, pero sé que es demasiado complicado.

No podía dar marcha atrás, sin embargo, y él tampoco. No hemos


sido capaces de parar, no desde que empezamos esto hace todos esos
años. No desde que Lucille me rogó que dejara entrar a Braden a nuestra
cama. Follar a Lucille con Braden, dominar a todas esas zorras que
amaban nuestras pollas había sido una emoción increíble. Braden y yo
no estábamos interesados en el otro de esa manera, aunque yo no tenía
un problema con ese tipo de cosas. Era sólo que éramos mejores amigos,
y muy cercanos. Follar a estas mujeres con él sólo aumentaba la
experiencia, haciéndola mucho más intensa.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Era jodidamente adictivo. Era adicto a hacer que estas mujeres


gritasen y nos pidieran más. Me encantaba meter mi gruesa polla
profundamente en sus coños mientras Braden hacía que se la chuparan.
Trabajamos perfectamente juntos. Él es el atleta sociable, yo soy el tipo
intelectual tranquilo, y entre los dos podemos quedarnos con casi
cualquier chica que queramos.

Elle es la primera en alejarse de los dos. Resistió nuestros encantos


esa noche, y me volvió absolutamente loco. Me hizo quererla mucho más.

El plan de esta noche es simple. Braden trae a Elle a la barra y


luego me uno a ellos. Algún flirteo inocente y luego llevarla fuera como
brutos para ser follada y dominada. Por la forma en que está mirando a
Braden, estoy seguro de que no le importará cuando decidamos llevarla
juntos. Noté el rubor en sus mejillas cuando la acorraló esa noche en la
fiesta, y sé que a ella le encantará cuando finalmente le dé lo que quiere
tan desesperadamente.

Dos hombres grandes en su cama.

Me siento y tomo mi bebida, observándolos por el rabillo del ojo.


Dejo que tengan un tiempo juntos, permitiendo que Braden haga su
numerito engreído y divertido. Está claramente funcionando mientras
ella bebe cada palabra que él dice, riéndose de todos sus chistes ridículos
y estúpidos.

Nunca he tenido un amigo como Braden antes. Somos más


cercanos que hermanos, y lo hacemos todo juntos. Francamente, me
parece que todo lo que hacemos en conjunto funciona mejor que cuando
tratamos de hacer las cosas por separado. Eso va por las mujeres, así
como mis proyectos de arte y su trabajo de la universidad. Le doy clases
y él me ofrece críticas y opiniones, y juntos lo hacemos mucho mejor de
lo que jamás podríamos separados.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Es extraño, pero funciona. Nunca imaginé en mi vida que me


encontraría en una situación como en la que estoy con Braden, pero se
siente bien. Eso es todo lo que importa al final: se siente bien y funciona,
por lo que sólo seguimos haciéndolo.

Termino mi copa y echo un vistazo a mi reloj. Son más de las diez,


y Elle acaba de terminar su primera copa de vino. Decido que es el
momento, y por eso me pongo de pie y camino directo a la mesa.

Ellos me miran y Braden sonríe.

—Hola —dice.

—No sabía que tenías una cita —digo, mintiendo, por supuesto,
pero tengo que interpretar el papel.

Elle me sonríe.

—Hola Mason —dice.

Tan jodidamente linda.

—¿Cómo te está tratando este idiota? —pregunto.

Ella ríe.

—Braden es el perfecto caballero.

—Me ofende eso —dice.

—Nunca describiría como un caballero a Braden. Es más como un


hombre de las cavernas. Ama nada más que arrastrar las mujeres a su
cama y follarlas.

Ella se ríe, sorprendida, y mira a Braden.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—¿Es eso cierto?

—Culpable de los cargos —dice—. Nunca he tenido una queja, sin


embargo.

—Es modesto, también —digo, sonriendo a Elle.

—¿Por qué no te unes a nosotros? —pregunta ella, y rápidamente


le da a Braden una mirada.

El jodido bote.

—No sé —dice Braden—. ¿No estás ocupado?

Me encojo de hombros, apartando una silla.

—No. —Señalo a la camarera y le pido una ronda de bebidas que


pagaré.

—Braden simplemente me estaba hablando de la noche que


pintaste de payasos a cinco jugadores de fútbol borrachos.

Me río. Es una buena historia, pero es bastante auto-explicativa.


Estaba visitando la casa de fútbol, y unos cuantos tipos bebieron
demasiado. Así que decidí que sería una gran broma pintar sus caras
como payasos.

Braden era lo único que les impidió golpearme. Eso y el hecho de


que fue una broma muy muy buena, y al menos usé pintura lavable.

—Ese fue uno de mis momentos más maduros —digo.

—Ignóralo —dice Braden—. Fue hilarante. Mason es demasiado


serio para su propio bien a veces.

—Por lo menos no soy el payaso de la clase —digo.

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Antología Formas traviesas
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Braden me sonríe.

—Este payaso de la clase evitó que te golpearan.

—Muy bien, chicos —dice Elle—. No hay necesidad de pelear.

Miro a Elle.

—Braden sólo está tratando de impresionarte.

Ella sonríe, incapaz de detenerse.

—¿Ah sí?

—Absolutamente. También se siente amenazado por mí.

—¡Ja! —dice Braden—. Eres tan amenazante como una ternera.

—Por favor. Deseas tanto entrar en los pantalones de esta chica


que estás dispuesto a decir o hacer cualquier cosa.

Braden se ríe mientras Elle se sonroja profundamente.

—Está bien, me tienes —dice. Le sonríe a Elle—. Me pongo un poco


competitivo con Mason cuando se trata de chicas a las que quiero follar.

Ella abre su boca, totalmente tomada por sorpresa, y no puedo


dejar de reír. Él sabe exactamente cuándo decirlo, y puedo decir que Elle
está totalmente sorprendida.

—Está bien —dice finalmente, recomponiéndose—. ¿Siempre


hablas así con las chicas? ¿O piensas que soy lo suficientemente tonta
como para caer por ello?

Mi risa se hace más fuerte.

—Me gusta —le digo a Braden.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Él me sonríe.

—Sí, a mí también. Es por eso por lo que estoy tratando de


conseguir una muestra de sus bragas empapadas.

—No sé, hombre —digo—. Tal vez deberíamos ponerlas en su boca


y turnarnos para follarla.

—¿Por turnos? —pregunta—. Tiene un culo perfecto sólo a la


espera de una gran polla.

—Buen punto —digo, asintiendo—. Podemos poner sus bragas


empapadas en su boca mientras tú follas su coño, y yo follo su culo.

—Quiero follar su culo —protesta Braden—. Mírala. Apuesto a que


es perfecto y prístino. Quiero ser la primera polla que entre dentro de ella.

—Está bien, entonces —digo—. Dado que soy tan generoso. Creo
que prefiero sentir ese apretado coño mojado envuelto alrededor de mi
gran polla de todos modos.

A medida que nos burlamos, Elle sólo está allí sentada, mirándonos
con la boca abierta. Está claramente sorprendida por lo directos que
estamos siendo, pero sé que le encanta. Puedo decirlo por el rubor en sus
mejillas y por la forma en que respira con dificultad, sin mover un
músculo, inconscientemente, mordiéndose el labio inferior. Es tan
jodidamente sexy, pero está claro que no está acostumbrada a tener a
dos hombres queriendo violar cada centímetro de su cuerpo sexy y
flexible.

—¿Qué opinas, Elle? —pregunta Braden—. Los dos somos bastante


grandes. ¿Cuál prefieres que folle tu culo?

Abre la boca hacia los dos mientras la miramos, educadamente


esperando por una respuesta. Finalmente, se las arregla para salir

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

del estupor.

—¿Estáis hablando en serio? —pregunta.

Braden ladea su cabeza hacia un lado.

—¿Por qué no?

—He oído cosas acerca de vosotros dos —dice—. Supongo…


supongo que supuse que no era verdad.

Me inclino hacia adelante, sabiendo que es mi turno.

—¿Qué has oído? —pregunto, sentándome más cerca.

Ella mira hacia otro lado por un segundo.

—A ambos os gusta… ya sabéis.

—Dilo —le ordeno.

—Tenéis relaciones sexuales juntos.

—No es cierto, no exactamente —digo—. No nos gusta follar entre


nosotros.

—¿Qué os gusta? —pregunta.

—Hacerte sentir bien —digo suavemente—. No estamos interesados


el uno en el otro. Sólo estamos interesados en las mismas chicas.
Queremos follarlas de maneras que nunca podrías imaginar, formas que
un solo tipo nunca podría hacer.

—¿Queréis dormir conmigo… juntos? —pregunta.

—Queremos follarte, Elle —digo—. Queremos ponerte de rodillas,


chupando nuestras pollas hasta que supliques que te follemos en

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

cada agujero.

Ella me mira fijamente por un momento, luego mira a Braden.

—¿Qué piensas de eso?

—Creo que suplicarás para que hagamos que te corras —dice,


sonriendo con esa sonrisa arrogante suya—. Ya puedo verlo. Eres una
chica sucia, y apuesto a que ya estás mojada.

—No —dice—. Definitivamente no lo estoy.

—Definitivamente estás mintiendo —digo—. Pero eso está bien.


Vuelve a casa con nosotros.

Se muerde el labio, después, niega.

—No puedo.

—¿No puedes, o tienes miedo? —pregunta Braden.

—Yo, no lo sé —tropieza, viéndose avergonzada—. No lo sé. Esto es


demasiado.

—Tengo una idea —digo—. ¿Qué tal si vamos a dar un paseo? No


tienes que volver a casa con nosotros. Tal vez sólo conocernos mejor.

Me mira por un segundo.

—¿Sólo un paseo?

—Sólo un paseo. —Braden está de acuerdo—. Aunque no puedo


prometer que no vaya a intentar algo.

Se ríe con nerviosismo.

—No, nada de eso. Sólo un paseo para que podamos hablar.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Bien —dice, viéndose decepcionado.

—Está bien, entonces —digo, poniéndome de pie—. Sígueme. —


Tomo la mano de Elle y se pone de pie. Braden me sonríe y nos sigue por
la puerta principal.

Sé a dónde voy a llevarla, pero ella no lo sabe todavía. Esto puede


no ser parte del plan, pero puedo decir que Elle está a punto de ceder
exactamente a lo que queremos. Está goteando por nosotros,
prácticamente rogando por nosotros, pero está nerviosa y asustada. Está
bien, entiendo cómo se siente. Estoy seguro de que es abrumador tener
a dos hombres atractivos con grandes pollas queriendo follarla hasta que
grite por más.

Es natural que ella esté un poco intimidada.

Pero también sé que una vez que llegue a conocernos, dirá que sí
una y otra, y otra vez.

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Capítulo Cuatro
Elle
Mason lidera el camino y no sé qué diablos estoy haciendo al
seguirle. Estoy abrumada, con mi corazón latiendo en mi pecho, mi coño
mojado, mi ropa interior arruinada. Tiene toda la razón, estoy más
excitada de lo que quisiera admitir, pero también estoy asustada.

Nunca he estado en este tipo de situación antes, y mucho menos


con hombres como Braden y Mason. Son tan seguros y atractivos, y los
dos me quieren. No son tímidos sobre ello tampoco, y están dispuestos a
tomarme al mismo tiempo. Es enloquecedor, una locura que chicos como
ellos quieran a una chica como yo, pero apenas puedo caminar en línea
recta de tan elevada y excitada como me siento.

No tengo ni idea de a dónde Mason me está guiando, pero estoy


dispuesta a seguirle. Braden se acerca por detrás de mí, caminando
hombro con hombro conmigo, y sonríe.

—Puede ser bastante directo cuando quiere —dice en voz baja.


Mason se encuentra a pocos centímetros por delante, conduciéndonos a
través del campus.

—¿Siempre es así?

Braden asiente.

—Es sólo la forma en como es. Serio e intenso a veces.

Me muerdo el labio y lo miro por un segundo. Está sonriendo, tan


serio y guapo, y no puedo creer que haya salido con él. No puedo

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Antología Formas traviesas
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creer las cosas que Mason dijo en el bar, y no puedo creer que Braden
esté de acuerdo con él. Sé lo que quieren de mí, y sin embargo continúo
siguiéndolos.

—¿Era tu plan? —pregunto.

Se encoge de hombros.

—No exactamente.

—¿Qué significa eso?

—Realmente no planeé nada.

—Parece que lo haces. ¿Mason solo apareció? ¿Fue eso puramente


una coincidencia?

—Mason planea a veces —admite—. Pero no fue así. Esto, por


ejemplo, no es parte de ningún plan que yo sepa.

—Oh bueno —dije, poniendo mis ojos en blanco—. Me alegro de


que puedas improvisar.

—Escucha cariño —dice—. Puedes fingir que estás molesta por esto
todo lo que quieras, pero todavía estás junto con él. Todavía estás
excitada.

—¿Quién dice que estoy excitada? Sólo voy a dar un paseo con dos
chicos agradables.

—Que quieren follarte juntos —dice, riéndose—. Y lo sabes muy


bien.

—Vale, ¿está bien? —digo—. Soy curiosa. No puedo evitarlo.

—Lo sé. Mírame. Soy alto, musculado y guapo. No tengo

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

problemas para conseguir mis propias chicas.

—Entonces, ¿por qué haces… esto?

—Es difícil de explicar —dice, mirando a Mason—. Cuando lo


intentamos al principio, había algo tan jodidamente intenso al respecto.
Cada vez ha sido mejor que la anterior.

—¿Cómo empezasteis?

—Los rumores son, casi todos, verdad. Los dos estuvimos saliendo
con la misma chica, más o menos, por un tiempo. Cuando rompió con
nosotros, decidimos mantener ese curso, solo que sin ella.

Negué, totalmente perdida en palabras. ¿Qué clase de idiota rompía


con estos dos? Son tan guapos, tan atractivos, tan divertidos, tan cálidos.
Es como la mejor mezcla de todo. Mason es serio e intenso, mientras que
Braden es divertido y engreído. No hay necesidad de escoger cuando
puedes tener a los dos, pienso para mí misma y me sonrojo ligeramente.

—¿Qué pasó con ella? —pregunto antes de poder detenerme.

—Las cosas se pusieron complicadas —dice con evasivas—.


Realmente no quiero entrar en eso.

—¿No te parece que hacer cosas como así siempre será


complicado?

Niega.

—No de esa manera. Tal vez te lo contaré en algún momento.

—Tal vez tendré que salir con los dos y descubrirlo por mí misma.

Se ríe.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—No podrías manejar eso.

Antes de que pueda darle mi réplica ingeniosa, Mason se da la


vuelta y nos sonríe.

—¿Qué habláis?

—Elle aquí está tratando de averiguar con cuál de los dos quiere
comenzar —dice Braden.

—No —digo, pero ya se están riendo.

—Es evidente que ella comenzará contigo —dice Mason—. Sé que


lo necesitas.

—¿Necesito? —Braden resopla—. Apenas. A ella sólo le gusto más.

—¿En serio? —Mason se gira hacia mí y se me acerca, obligándome


a detenerme o de otra manera me daré directamente contra su musculoso
pecho—. ¿Es así, Elle? ¿Te gusta este bufón más que yo?

—Nunca dije eso —digo estúpidamente, sintiendo un intenso calor


entre nosotros.

—Vamos, Elle —dice, levantando mi barbilla hacia él. Fijo mi


mirada en sus magníficos y profundos ojos azules mientras una pequeña
sonrisa se extiende por su cara—. Los dos sabemos que puedo darte lo
que quieres. Voy a violarte, dejarte pidiendo más.

—¿Pensé que habías dicho que no harías ningún movimiento sobre


mí? —pregunto.

Se ríe y se aleja. Braden le sonríe.

—Creo que ella me eligió a mí —dice.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Difícilmente —responde Mason y comenzamos a caminar, yo en


el medio. Echo un vistazo a mi izquierda, y Braden está sonriéndome, su
mirada guapa y sin preocupaciones. Echo un vistazo a mi derecha y
Mason está mirando hacia adelante, con una expresión intensa.

Mientras salimos de la escuela, me doy cuenta de que esta


probablemente no será la última vez esté entre estos dos hombres. No
puedo decidir si eso me asusta o me excita, pero sé que probablemente
sea ambos.

Caminamos por una pequeña pendiente detrás de los dormitorios


de primer año y sé al instante dónde nos dirigimos. Hay un lago artificial
bastante grande en la parte posterior del campus donde los chicos van a
veces a nadar o simplemente a pasar el rato y a beber. En este momento
de la noche probablemente estará bastante vacío. Hacemos el corto
descenso y salimos a una playa rocosa.

No hay nadie más a la vista. El lago es prístino y tranquilo.

—Aquí vamos —dice Mason.

—¿Qué estamos haciendo aquí? —pregunto.

Se encoge de hombros.

—El lago es precioso por la noche. ¿Alguna vez lo has notado?

Niego.

—Nunca he estado aquí tan tarde.

Él me sonríe.

—Por supuesto que no.

Braden se ríe.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—No seas un idiota, Mason. Además, toda la línea del “lago


hermoso” es bastante mala.

—No es una línea —dice Mason, encogiéndose de hombros.

Braden me guiña el ojo y se acerca a la orilla del agua. Se quita sus


zapatos y calcetines, echándolos a un lado. Por un segundo, hace una
pausa y me mira antes de despojarse de su camisa y pantalones cortos
también.

Se queda en nada más que sus bóxer, su cuerpo lleno de músculos.


No puedo dejar de abrir la boca ante él, totalmente sorprendida porque
acaba de desnudarse tan casualmente. Observo mientras se da la vuelta,
casi a cámara lenta, y se quita sus calzoncillos, lanzándolos sobre su pila
de ropa.

Se pone de pie, desnudo, y mira por encima de su hombro.

De repente soy muy consciente de que estoy mirando su culo


desnudo, musculoso. Está completamente desnudo. Su trasero está lleno
de músculos, sin grasa y esbelto.

—No hace frío —dice, y entra al agua.

Dejo escapar un gemido, y sé que Mason me escucha. Sonríe


mientras camina hacia el agua, quitándose la ropa a medida que avanza.

Mason es tan musculoso como Braden, lo que me sorprende.


Esperaba que los artistas fueran flacos y débiles, pero no Mason. Es
sólido, grueso y fuerte, y le estoy mirando fijamente mientras se quita la
ropa. Le pillo mirándome, con una sonrisa en su rostro, antes de que
salga de sus bóxer y camine hacia el agua.

Dos hombres, hermosos y goteando, están desnudos de pie en el


lago, mirándome.

371
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Vamos, Elle —dice Braden—. Entra aquí.

Vuelvo a mi ser en ese momento. Son absolutamente increíbles,


pero de repente soy consciente de mí misma.

—No puedo —digo.

—Sí puedes —responde Mason—. Eres preciosa, Elle Parson.


Metete en este agua con nosotros ahora.

Me muerdo el labio, no segura de lo que debería hacer. Echo un


vistazo alrededor para asegurarme de que nadie nos observa, pero
estamos completamente solos. Sólo yo y los dos magníficos hombres que
están mirándome, absolutamente desnudos y hambrientos por que haga
lo mismo.

Como si estuviera en un sueño, me quito la camisa.

No sé por qué lo hago. Solamente lo hago. Después, deslizo mis


pantalones cortos por mis piernas y antes de darme cuenta, sólo me
quedan el sujetador y las bragas.

Mis bragas absolutamente inservibles y empapadas. Mis pezones


están alegres y duros como el infierno, me doy cuenta, y la emoción se
precipita arriba y abajo por mi piel.

Sé que debería darles la espalda. Sé que debería irme, volver a mi


apartamento, olvidarme de esto. Las buenas chicas como yo no se meten
desnudas al agua con dos magníficos hombres apuestos que quieren
follarlas y usar su cuerpo entre ellos.

No puedo evitarlo, sin embargo. No puedo parar. Salgo de mi ropa


interior mientras miran.

—Joder —dice Braden—. Mírala.

372
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Lo sé. —Mason está de acuerdo—. Estoy poniéndome duro como


el infierno en este momento.

—Yo también. Mierda. Su coño se ve perfecto.

—Quiero tanto poner mi lengua entre sus piernas —dice Mason.

Me quito el sujetador y lo pongo a un lado, cubriendo mis senos


con mis brazos.

—Basta, chicos —digo—. Esto es sólo un inofensivo e inocente baño


desnudos.

—No hay nada inocente en ese cuerpo —responde Mason.

—Tus pezones están tan jodidamente duros —dice Braden—.


Quiero chuparlos, provocarlos. Joder chica, ven aquí.

—Date prisa —dice Mason.

—Calmaos, chicos —digo, no sé por qué. Siento que soy otra


persona mientras camino dentro del agua. La costa rocosa rápidamente
da paso a un suelo arenoso mientras el agua me llega alrededor de las
pantorrillas, cintura, y finalmente mi pecho. El agua está
sorprendentemente cálida, como una bañera cómoda.

Los dos chicos me rodean.

—Sabía que la conseguiríamos agradable y húmeda —dice Braden.

—Estoy seguro de que está húmeda en más de una forma ahora —


responde Mason.

—¿Deberíamos descubrirlo?

—No —digo.

373
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Creo que todavía está jugando a hacerse la dura —dice Mason.

—Vamos, Elle. —Braden nada más cerca de mí, tan cerca. Está
completamente desnudo y yo también, y la idea de nosotros tocándonos
así envía emociones por mi espina dorsal—. Vamos —dice—. Dame lo que
quiero.

—¿Qué quieres? —pregunto.

—Quiere sentir tu pequeño coño mojado —dice Mason suavemente


detrás de mí.

Suspiro mientras siento a Mason presionándose detrás de mí. Su


pene duro presiona contra mi culo y siento sus manos tomando mis
caderas. Por un segundo, creo que debería nadar lejos, pero no muevo
un solo músculo.

Braden me sonríe, sus labios a centímetros de los míos.

—¿Es esto lo que quieres?

—Sí. —Me oigo decir gimiendo. Sus dedos lentamente encuentran


mi coño bajo el agua, y sé que estoy empapada.

—Oh, mierda —dice—. Está empapada. Jodidamente empapada. —


Sus dedos se burlan de mi clítoris en círculos enloquecedores.

—¿Apretada? —pregunta Mason.

Braden presiona sus dedos muy dentro de mí. Suspiro, sacudiendo


mi cabeza hacia atrás. Siento los labios de Mason contra mi cuello, su
pene aún más duro.

—Apretado como la mierda —confirma Braden. Desliza sus dedos


fuera y los vuelve a deslizar adentro—. Tan jodidamente apretada. Joder

374
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Elle, tu coño es jodidamente perfecto. Si no estuviéramos en el lago en


este momento, me gustaría lamerte hasta que gritases.

Las manos de Mason comienzan a vagar por mi cuerpo, jugando


con mis pechos, sintiendo mis pezones turgentes, duros. Besa mi cuello,
gimiendo en mi oído.

—Joder Elle —dice—. Tu culo es perfecto. ¿Al menos sabes lo sexy


que eres?

—Creo que no se da cuenta de ello —dice Braden. Sus dedos


continúan follando mi coño.

Encuentro bastante imposible el responder, ya que los dos


hombres están trabajando en mí. Uno tocando mi cuerpo, besando mi
cuello, jugando con mis pechos, mientras el otro folla mi coño con sus
dedos. Gimo de placer, incapaz de decir una palabra en respuesta.

—¿Qué opinas, Braden? —pregunta Mason—. ¿Deberíamos darle


lo que quiere?

—No estoy seguro —dice Braden—. No ha suplicado todavía.

—No creo que sea capaz de suplicar en este momento. Estás


trabajando su apretado coño perfectamente.

Braden coge mi pelo y tira de mí hacia él.

—¿Quieres que haga que te corras, Elle?

Gimo mientras me besa, su lengua entrando en mi boca. Mientras


tanto, los dedos de Braden siguen follando mi coño mientras Mason
provoca a mis pezones y mis pechos.

—Sí —me las arreglo para decir.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Bien —dice Braden, sonriendo.

Mason me coge y me besa mientas Braden toma uno de mis


pezones entre sus labios. Se burla de él, mordiéndolo suavemente,
incluso mientras sigue metiéndome los dedos. La lengua de Mason está
en mi boca mientras los dedos de Braden están muy dentro de mi vagina,
y apenas me puedo controlar.

Nunca pensé que esto pasaría. Realmente nunca pensé que estaría
colocada entre dos hermosos hombres magníficos, mientras trabajaban
mi cuerpo. Soy una chica buena, y las chicas buenas no hacen este tipo
de cosas. Tal vez había fantaseado con ello de vez en cuando, pero nunca
realmente me pasó.

Pero está sucediendo ahora, y no voy a detenerlo. No puedo


detenerlo. Los necesito más de lo que ni siquiera me doy cuenta. La
respiración de Braden llega más rápido a medida que gimo en el beso de
Mason.

Él interrumpe el beso y tira de mi pelo hacia atrás mientras los


dedos de Braden se mueven más rápido, bombeando dentro y fuera de
mi coño, follándome cada vez más profundo. El placer atraviesa mi piel,
abrumándome, amenazando con alcanzarme.

—Córrete para nosotros —susurra Mason en mi oído—. Córrete


para nosotros, Elle. Es lo que queremos.

—Por favor —gimo—. Quiero más.

—No —dice Braden—. Se trata de ti. Se trata de hacerte sentir bien.

—Queremos que te corras —dice Mason—. Eres una jodida chica


sucia. Córrete sobre los dedos de Braden.

—Córrete mientras Mason toca tu cuerpo —dice Braden.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Mason se burla de mis pezones, besa mi cuello. Braden sigue


follando mi coño, entrando y saliendo. Todavía puedo sentir la erección
de Mason contra mi culo, y todo es mucho, demasiado. No puedo
controlarme. Alargo mi mano por mi espalda y paso mis dedos por el pelo
de Mason, tirando de él, perdiendo el control de mis músculos.

Comienzo a tensarme y liberarme mientras Braden continua,


follando mi coño sin piedad con sus dedos.

—Puedo sentirte acercándote —dice en voz baja.

—Córrete en sus dedos, Elle —dice Mason—. Quiero ver cómo te


corres, jodida chica sucia. Deja que te hagamos correrte.

El orgasmo se apodera de mí entonces. Quiero sentirles dentro de


mí, pero no puedo detenerlo. Me corro duro mientras Braden me folla,
sus dedos encontrando ese lugar perfecto en el interior de mi vagina que
envía relámpagos de placer a través de mi piel. Mason susurra en mi oído,
con sus manos en mi cuerpo mientras aprieto su pelo.

El orgasmo se apodera de mí, deslizándose a través de mí,


destrozándome. Se siente mejor que cualquier cosa que haya sentido
antes.

Poco a poco empieza a terminar. Y justo cuando empiezo a bajar,


hay un ruido que viene del bosque.

—Mierda —dice Mason.

—Compañía —murmulla Braden.

El orgasmo termina mientras los chicos me liberan. Todavía estoy


temblando cuando un grupo de personas vienen por el camino,
claramente borrachos.

377
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Hola —dice Braden en voz alta—. Chicos.

El grupo nos mira y estoy de repente intensamente consciente de


que estoy desnuda. Me meto bajo el agua, mortificada.

—¿Qué? —Uno de los chicos grita.

—Estamos jodidamente desnudos aquí —grita Braden—. ¿Podéis


iros a la playa por un rato?

Hay una pausa, después el grupo comienza a reírse.

—Hombre, claro —dice alguien, y todos se van, dirigiéndose a la


playa.

Los vemos irse hasta que desaparecen en la oscuridad. Nado


rápidamente hacia la orilla, o en realidad camino hasta la orilla, y salgo
del agua.

—Maldita sea —dice Braden—. Qué jodida visión.

—Lo sé, ¿verdad? —responde Mason—. Un culo perfecto.

Niego, avergonzada y sorprendida. Mil sentimientos corren a través


de mi cuerpo.

—Me tengo que ir —digo.

—¿Por qué? —pregunta Braden. Me sigue fuera del agua.

Mientras me pongo el sujetador de nuevo y tiro de mis pantalones


cortos hacia arriba, consigo un vistazo a su pene.

Es enorme. Como absoluta y jodidamente enorme, y duro como una


roca. Mason se une a él y no puedo hacer nada más que mirarlos, de pie
al lado del otro, sus dos grandes pollas, largas y duras como el

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

infierno.

—Creo que le gusta lo que ve —dice Mason.

—Ella está más impresionada con la mía —dice Braden.

—Lo dudo. Los dos sabemos que soy más grande.

—Definitivamente no es cierto —dice Braden, lentamente


acariciándose—. ¿Qué opinas, Elle? ¿Quién es más grande?

Tengo que alejarme literalmente. Lanzo mi camisa y le doy la


espalda a los dos magníficos hombres acariciando sus pollas delante de
mí.

—Me tengo que ir —digo.

—Uh-oh —dice Mason—. La hemos asustado.

—No, es que... Es tarde. Y debería irme.

—Está bien —dice Braden—. Deja que vayamos contigo.

—No, no estamos lejos del campus. Nos vemos luego, chicos.

Rápidamente me alejo de ellos, sin esperar a escuchar sus


respuestas. No puedo esperar, porque si me quedo aquí haré algo que
temo hacer.

El orgasmo todavía atraviesa mi cuerpo y el recuerdo de sus


enormes pollas, sus manos por todo mi cuerpo, sigue jugando en mi
mente.

No puedo creer que les dejase hacerme eso. Les hubiera dejado
hacer mucho más, les hubiera rogado por ello en realidad, si ese grupo
no se hubiera presentado y roto el hechizo.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Por encima de todo, no puedo creer cuánto lo quiero de nuevo.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Cinco
Braden
—Tenemos que hacerlo de nuevo.

Me apoyo en mi silla. Mason se sienta a mi lado, con sus manos


tras su cabeza mientras mira hacia fuera al campus. Estamos en el tejado
del edificio de ciencias relajándonos en sillas plegables y compartiendo
un gran y contundente porro, el humo curvándose al final mientras
hablamos.

—Estoy de acuerdo —dice—. Es una cuestión de cómo.

—Eso fue malditamente caliente. Ella lo sabe.

—Lo sabe. —Mason está de acuerdo—. Por lo general, diría que hay
que seguir adelante, pero mierda, en este caso, en realidad no puedo
hacerlo ni yo.

Le sonrío y le paso el porro. Toma una gran calada mientras me


siento allí y le miro.

Mason normalmente no quiere follar a la misma chica dos veces.


Por lo general prefiere seguir adelante, buscando nuevas chicas para
intentar cosas nuevas. Normalmente estoy de acuerdo con él ya que no
quiero atarme a una relación de nuevo. Esa última realmente nos jodió a
los dos, y ninguno de los dos quiere volver a vivir esa experiencia.

Mason nunca habla de ello, pero sé que estaba enamorado. Las


cosas del sexo con nosotros nunca fue un problema, pero la relación se
endureció. Ella se metió entre nosotros y realmente nos provocó, y

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

empezaron a salir un poco de celos. Sin embargo, nunca fue por el sexo,
por eso era por lo que manteníamos esa parte de nuestras vidas.

No puedo sacarme a Elle de la cabeza, sin embargo. No puedo dejar


de pensar en su cuerpo, la forma en que gimió mientras trabajaba su
coño y hacíamos que se corriera. Me encantaba la forma en que se sentía,
sus pezones erectos, su coño empapado. Me encantaba cada centímetro
de ella, y mi polla todavía se pone dura cada vez que pienso en ella.

Mason deja escapar una nube de humo.

—Necesitamos un plan.

Gruño mientras me pasa el porro.

—No sé. ¿Necesitamos planificar la mierda todo el tiempo?

—Joder sí —dice.

—Es una persona, tío.

—Lo sé.

—No podemos ir engañándola para que haga mierda.

Él ríe.

—No la estamos engañando para que haga nada.

—¿Por qué no simplemente hablamos con ella?

—Lo haremos. Pero viste la forma en que reaccionó esa noche.

Asiento.

—Estaba asustada.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Asustada como la mierda. Piensa que esto está mal o algo.

—Lo sé —digo, tomando una calada.

—Tiene que entender que no hay nada malo con dos hombres
queriéndola al mismo tiempo. Queremos darle placer, hacerla sentir bien.
No hay nada raro en eso, pero está nerviosa y tensa.

Libero una bocanada de humo. Puedo sentir el leve zumbido que


comienza en la parte posterior de mi cráneo.

—Vamos a convencerla —digo.

—Joder sí.

—Estoy sorprendido por cuanto quieres esto.

—¿Qué puedo decir? La chica es impresionante.

—Lo sé. —Me río y me doy cuenta de que me estoy colocando un


poco—. Me pone malditamente duro, hombre.

—Es más que eso, ¿verdad?

Me quedo en silencio durante un segundo antes de asentir.

—Sí, lo es.

—En realidad te gusta.

—Supongo que sí.

Él me sonríe.

—Creo que me gusta, también.

—Mierda —digo.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Sí. —Me sonríe mientras le paso el porro—. Es un asco.

—¿Qué vamos a hacer?

—Continuar.

—No podemos parar ahora. —Estoy de acuerdo.

Toma una gran calada y nos quedamos en silencio, disfrutando de


la vista. La hierba me golpea lentamente y comienzo a flotar, sintiéndome
bien y colocado. Sé que vamos a hacer nuestra a Elle de alguna manera,
y tal vez incluso iremos más allá con ella de lo que hemos hecho antes.
Puedo sentir que algo viene, aunque no sé qué es exactamente. Mason
normalmente no actúa de esta manera.

Me recuesto en la silla y simplemente disfruto del momento.

***

Estoy fuera del apartamento de Elle, sintiéndome estúpidamente


nervioso a pesar de saber que no tengo nada de que preocuparme.

Sobre todo, estoy nervioso por ir a espaldas de Mason. No detrás


de su espalda, exactamente; él sabe que voy a seguir buscando a Elle, y
él lo quiere, también. Pero él no sabe que voy a probar el método directo.

Es un planificador. Le gusta planear todo antes de tiempo, y saber


exactamente lo que vamos a decir y hacer. Esa es sólo la forma en que
Mason hace las cosas, y yo le sigo porque sus planes son por lo general
bastante buenos.

Probamos su plan, y casi funcionó. Ahora quiero probar algo


diferente.

Soy un hombre directo. Me gusta tomar lo que quiero sin pensar

384
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

en ello demasiado. Actúo con mi corazón y no siempre con mi cabeza, a


veces en mi perjuicio. Mi jodida intuición y mi corazón me han metido en
algunos problemas en el pasado, así que quizás no sean a quienes debería
seguir.

Aun así, no puedo evitarlo. Extiendo mi mano y toco el timbre de


su apartamento una vez, espero unos segundos, y luego toco de nuevo.

Después de unos segundos, alguien habla por el intercomunicador.


No es Elle.

—¿Qué? —pregunta.

—Oye, soy Braden. ¿Está Elle?

Hubo una pausa.

—Braden, ¿eh? Elle está en casa, pero me está diciendo que no.

Sonrío.

—¿Ah sí?

—Creo que tiene miedo de ti.

Me río y hay un sonido de forcejeo, después, el intercomunicador


se apaga. Cruzo mis brazos, sonriendo, y finalmente el intercomunicador
vuelve a sonar.

—No te tengo miedo. —Es Elle y suena molesta—. Esa era mi


compañera de cuarto.

—¿Por qué tendrías miedo de mí, de todos modos?

—No lo sé. Eres un gran oso de peluche.

385
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Exactamente. Me pregunto de dónde sacó esa idea.

—No podría decirlo.

—Ven abajo.

Hace una pausa.

—No sé.

—Vamos, háblame. Será agradable e inocente.

—Eso es lo que dijiste la última vez.

Sonrío para mí mismo.

—Bueno, tal vez no del todo inocente.

Suspira.

—Vale. Bajaré en un minuto. —Oigo a alguien en el fondo gritar mi


nombre, pero el intercomunicador se desconecta antes de que pueda oír
lo que está tratando de decir.

Me río de mí mismo mientras me siento en un banco fuera de su


edificio. Unos minutos más tarde, Elle baja, viéndose molesta.

Se sienta en el banco junto a mí.

—Lo siento por ella —dice.

—Está bien.

Me mira y mira hacia otro lado rápidamente, sonrojándose. Le


sonrío y me acerco más.

—¿Acabas de pensar en la otra noche? —pregunto.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Ella niega.

—Por supuesto no.

—¿En serio? ¿No estás pensando en cómo Mason y yo te hicimos


sentir?

—No —dice, pero sale en un susurro.

—A él le gustas, sabes —digo.

Su cabeza se mueve bruscamente hacia mí.

—¿Qué?

—Le gustas —repito—. Normalmente no queremos volver a probar


a una mujer, pero en este caso, realmente no podemos tener suficiente.

—¿De qué estás hablando?

—Tú —digo—. Te queremos. Me gustas también, sabes. No puedo


evitarlo.

—¿Os gusto a los dos? —Se ve como si estuviera a punto de


desmayarse y le sonrío.

—Sí —digo—. ¿Por qué te sorprende tanto?

—Dos chicos —dice en voz baja.

—No hay nada malo en ello —digo—. No tienes que escoger. Los
dos te queremos, y los dos te queremos juntos.

—Esto es demasiado.

—Es el doble de lo que estás acostumbrada. Pero puedes manejar


la situación. Ya lo vimos.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Su rubor se profundiza más y se pone de pie.

—¿Qué haces, Braden?

Elevó mi cabeza hacia ella.

—¿Qué hago?

—¿Esto es una broma extraña?

—¿La otra noche se sintió como una broma?

—No —dice—. Pero está saliendo de la nada. No sé que pensar.

—Escucha. Ven conmigo y Mason. No tienes que hacer nada que


no quieras hacer, pero dale una oportunidad.

—¿Cómo una cita con los dos?

—Algo como eso.

—Apenas puedo entender por qué uno de vosotros querría salir


conmigo, y mucho menos a los dos a la vez.

—Nos gustas, Elle —digo—. Creo que no lo ves, pero eres magnífica,
divertida e inteligente. Nos gusta estar cerca de ti.

—No lo veo así en absoluto.

Sonrío y me levanto, dando un paso hacia ella. No se aleja mientas


pongo mis manos en su cintura y tiro de ella contra mí.

—Te lo voy a enseñar, entonces —digo—. Ven con nosotros.

—Está bien —susurra—. Lo haré.

Sonrío.

388
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Bien. Te llamaré más tarde.

Asiente y rápidamente se aleja. Desaparece de nuevo en su edificio


y no puedo dejar de sonreír mientras me giro y camino hacia mi
apartamento.

Mason podría estar enfadado, pero no puede discutir los


resultados. Saldrá con nosotros, y sé que hará mucho más que la última
vez.

Pude verlo en sus ojos cuando hablamos. Quiere que esa noche
vuelva a suceder. Quiere saber cómo sería si realmente le diéramos todo
lo que tenemos.

Mi polla ya está dura mientras pienso en cómo se va a sentir.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Seis
Mason
Se ve jodidamente hermosa en un vestido negro ajustado mientras
camina con nerviosismo dentro de la mansión. Es otra fiesta en la
mansión, ésta es una cosa de lujo en blanco y negro, por lo que llevo
puesto mi mejor esmoquin. No estoy seguro de dónde está Braden, y
realmente no me importa una mierda.

Estoy enfadado porque fue tras mis espaldas para hacer esto,
aunque no puedo estar demasiado enfadado. Puede ser un idiota
impulsivo, y pudo haberlo arruinado todo. En su lugar, sin embargo, ella
apareció, y algo de mi cólera ya está alejándose mientras la veo con ese
vestido.

Se muerde su labio, mirando a su alrededor. Doy un paso hacia


ella, sonriendo, y me ve. Una pequeña sonrisa insegura cruza su rostro.

—Hola —dice.

—Me alegro de que hayas venido.

—Sí, bueno, no estaba segura.

—¿Quieres una bebida?

Asiente.

—Por favor.

Dirijo el camino a la cocina. Llego a uno de los armarios superiores


y saco una botella de ginebra decente. La mansión está bastante

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

llena, pero la mayoría de la gente sabe que los gabinetes y las cosas están
fuera de los límites, excepto para ciertas personas privilegiadas.

Tomo una botella de tónica de la nevera y le hago una bebida antes


de verterme un vaso de whisky.

Lo sostengo a ella y chocamos los vasos.

—Salud —digo.

Ella me da una sonrisa, claramente nerviosa, y bebe un sorbo.

—Mucha gente aquí —señala.

—Las fiestas en la mansión siempre son calientes —digo—.


Especialmente las temáticas.

—¿La gente siempre se viste para cosas como esta?

—Sí —digo—. Y los que no lo hacen no pueden entrar. Es más


divertido cuando participas, ¿no te parece?

—Definitivamente —dice.

—Te ves increíble en ese vestido —digo, dando un paso más cerca.

—Mason —dice, mirándome—. Braden me dijo algo el otro día


cuando vino a mi apartamento.

—¿Qué dijo?

—Dijo… —para, viéndose avergonzada—. No debería decir nada.

—Adelante —digo—. Dime.

—Dijo que te gusto. Y que a él también.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Asiento, sonriéndole, mirándola a los ojos intensamente.

—Me gustas —confirmo—. Sé que a él también.

—¿Qué significa eso? —pregunta.

—Significa lo que significa —digo—. Significa que te deseamos, Elle.


Y no tomaremos un no por respuesta.

—¿Qué pasa si esa es mi respuesta?

—No lo es —digo simplemente—. Lo puedo decir en este momento.


Quieres que te bese. Estoy apostando a que tus bragas ya están
empapadas, y que estás tan frustrada contigo misma por no poder
controlarlo.

Niega.

—No, no es eso.

—Sí lo es. Incluso ahora te lo estás negando, pero tu cuerpo te


traiciona. Como aquella noche en el lago, tu cuerpo sabía lo que querías,
y no podía pararse. Dejaste que lo hiciéramos porque podemos hacerte
sentir bien.

Se muerde el labio y mira hacia otro lado.

—Tal vez —dice finalmente—. Tal vez eso es cierto. ¿Pero los dos?

—Somos un paquete —digo. Tomo su barbilla, inclinando su rostro


hacia mí. No me importa quién nos vea—. Dime que nosotros te
gustamos, también.

Ella se estremece ante la palabra “nosotros”, como quiero que haga.

—Me... —dice—. Me gustáis los dos.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Bien. —Libero su barbilla y su cara cae, claramente


decepcionada. Tenía los labios entreabiertos, pidiendo que la besara, pero
no iba a hacer nada sin Braden. Tan enfadado como estoy, todavía voy a
seguir las reglas.

Pero estoy jodidamente duro como el infierno. Ella me mira, tan


inocente y atractiva como la mierda, y sé lo que quiere.

Dos gruesas pollas en su boca.

—Vamos —digo—. Vamos a ver Braden.

Asiente, un poco nerviosa, y la llevo a la fiesta. Abro el camino a


través de las habitaciones y finalmente encontramos a Braden jugando a
cerveza pong24 con algunos otros chicos.

Asiente con su cabeza tan pronto como entramos. Elle se encuentra


junto a mí mientras vemos a Braden terminar el juego, necesitando
todavía mezclarse con la multitud. Aunque todo el mundo sabe lo que él
y yo hacemos, todavía pretendemos que somos sólo amigos normales y
que no nos gusta follar a chicas juntas. Con el fin de salirnos con la
nuestra, él tiene que mantener las apariencias y jugar a cerveza pong
como un deportista normal haría.

Finalmente, el juego termina cuando Braden hunde la última copa.


Se da la mano con sus otros hermanos y, finalmente, se nos une a un
lado de la habitación.

—Te ves jodidamente bien —le dice a ella, besándola en la mejilla.

24
El Beer pong es un juego de beber de origen norteamericano en el que los jugadores
tratan de encestar desde el extremo de una mesa, con pelotas de ping-pong en vasos
llenos de cerveza. Cuando el jugador acierta en un vaso, tiene que bebérselo.

393
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Sonríe.

—Gracias.

—Estábamos discutiendo algo que le dijiste a Elle el otro día —digo.

Él frunce el ceño.

—¿Qué?

—Al parecer, nos gusta ella.

Hace una mueca.

—Sí.

—Sí —estoy de acuerdo—. Pero no discutimos sobre decírselo.

Ella nos mira, con los ojos desorbitados.

—Vale chicos, está bien. Está bien.

—¿El follar es tu problema, Mason? —pregunta, dando un paso


adelante.

Le sonrío con calma. No tengo miedo de Braden, a pesar de que es


el gran atleta en el campus. No me importa una mierda nada de eso, para
ser totalmente franco. Podría ser el más grande y más malvado defensa
de la historia del mundo y yo jamás daría marcha atrás, nunca.

También sé que Braden no golpeará. Conoce el plan y es muy


consciente de que lo que hizo fue jodidamente malo, incluso si funcionó.
Me mira fijamente por un segundo antes de que Elle finalmente
intervenga entre nosotros.

—Basta —dice—. Braden, suficiente. Tú también me gustas.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Baja la mirada hacia ella, la ira derritiéndose, sustituida por su


sonrisa de marca arrogante.

—Mírate —dice—. Entre nosotros. Justo donde perteneces.

Ella hace una pausa de un minuto y luego rápidamente se aleja.

—Eso no es lo que estaba haciendo.

—Claro, cariño —dice, sonriéndome.

—Estaba reviviendo nuestro tiempo en el lago antes, también —


digo.

—¿Lo estaba haciendo? Apuesto a que se sonrojó como una loca.

—De color rojo brillante —confirmo.

—Chicos —dice—. Parad.

—Me encanta cuando finge como si fuera toda inocente y


vergonzosa —digo.

—Los dos sabemos cómo es en realidad.

—Eso es correcto. —Doy un paso hacia ella—. Ella es una jodida


zorra sucia que quiere nuestras gruesas pollas en el fondo de su coño
apretado —digo suavemente.

Se sonroja como loca, con la boca abierta.

—¡Mason! —dice.

Sonrío inocentemente.

—¿Qué?

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Eso es suficiente. Hay personas por aquí.

—Es casi como si estuviera avergonzada de nosotros —dice Braden,


riéndose.

—¡No! No es eso.

—Está bien —digo—. Haremos que te olvides todo sobre esto.

Se muerde el labio y parece que quiere huir. Probablemente piensa


que no puede manejarnos a los dos si realmente empezamos, pero sé la
verdad. Esa noche en el lago fue sólo un calentamiento, y ella puede
tomar mucho más de lo que le dimos. Probablemente estaba recordando
nuestras grandes y duras pollas y preguntándose cuál querría chupar
primero, mientras la otra bombea profundamente en su coño.

—No estoy acostumbrada a esto —dice—. Es sólo…

—¿Dos veces más que de costumbre? —dice Braden.

—Ya hiciste esa broma —respondo, sonriendo.

—Sí —resopla—. Está bien, sois dos, y eso no es normal.

Braden hace una mueca. Sé que todo el asunto “normal” es un


problema real para él, también. Es un jugador de fútbol con la posibilidad
de una seria carrera en la NFL en su futuro, y algo como esto realmente
podría manchar su reputación. Braden necesita más “normal” que la
mayoría de la gente, pero está muy lejos de eso.

En lo personal, no me importa ser normal. Me importa hacer lo que


se siente bien, y eso es todo. No hago daño a la gente, y no dejo que la
gente me haga daño. Soy un artista y me preocupo por explorar todo lo
que la humanidad tiene para ofrecer, incluyendo el sexo con diferentes
parejas ya que eso es algo que me gusta.

396
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Normal no nos importa —digo—. Normal es aburrido. Normal es


lo que la gente hace sólo para sobrevivir. No queremos normal.

Braden asiente.

—Queremos sentirnos bien, y que te sientas bien. ¿Qué está mal


con eso?

—No hay nada malo en ello. Sólo estoy… asustada.

—Por supuesto que tienes miedo. —Braden sonríe, acercándose


más—. ¿Por qué no lo estarías? Tiene dos pollas grandes que quieren
follarte y llenar cada uno de tus agujeros.

Se sonroja.

—Supongo que sí.

—Eso no es miedo, querida —digo—. Eso es emocionante.

—Te lo mostraremos. —Braden le da una mirada seria, y sé que la


tenemos.

Se detiene un segundo y luego asiente.

—Está bien —dice—. Mostrádmelo.

Sonrío a Braden, luego la cojo de la mano. Braden nos sigue a


medida que avanzamos a través de la fiesta, sin molestarse en mantener
un perfil bajo. Mi polla está demasiado jodidamente dura como para
preocuparme por lo que la gente piensa mientras subimos las escaleras
hasta el segundo piso.

—Aquí —dice Braden, entrando en una habitación al final del


pasillo. Elle y yo le seguimos adentro. Cierro la puerta detrás de nosotros
y giro el bloqueo mientras Braden enciende la luz.

397
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Hay una cama grande, de cuatro postes y colgando un ligero tul


blanco. Es precioso, como todo lo demás en la mansión. Sillas de
terciopelo se alinean a los lados de la habitación, mientras que muebles
grandes de madera redondean todo. La habitación parece algo salido de
una sala de estar del siglo XIX o algo por el estilo.

Elle se ríe y se acerca a la cama, sentándose en ella.

—Esto es muy bueno —dice.

—Me alegro de que pienses así. —Braden se acerca a ella—. Es la


mejor habitación de la casa.

Me desabrocho la camisa mientras Braden toma su barbilla y la


mira a los ojos.

—¿Estás lista para esto? —pregunto.

Ella me mira y asiente.

—Creo que sí.

—Piensas que sí. —Braden le sonríe—. Estás mojada, chica. Estás


pidiendo nuestras gruesas pollas. Dilo.

—Las quiero —dice en voz baja—. Quiero tanto que me folléis.

No necesito que me lo digan dos veces. Braden la besa y yo voy,


sentándome a su lado en la cama, mi polla dura como la mierda.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Siete
Elle
Braden me besa profundamente y siento a Mason sentándose a mi
lado. No sé qué diablos estoy haciendo, pero siento a Mason sacándome
la copa de la mano y colocándola sobre la mesa lateral.

Mientras tanto, la boca de Braden está sobre la mía, su lengua en


mi boca, y estoy sorprendida por lo que se siente al darle un beso. Tiene
hambre y es apasionado, pero lento y moderado. Es una sensación
extraña.

Mason toma mi barbilla y me tira lejos. Me muevo hacia él y le beso,


dándome cuenta de que su camisa se ha ido y su pecho desnudo está
mostrándose. Pongo mis manos en sus músculos mientras nos besamos,
un tipo diferente de beso, profundo e intenso. Es diferente a la forma en
que Braden me besa, pero me gusta igual. Mientras beso a Mason, siento
las manos de Braden empujando lentamente el dobladillo de mi vestido
a lo largo de mis caderas.

—Mierda —dice, tomando una bocanada de aire—. Está empapada.

Gimo en la boca de Mason mientras siento la boca de Braden contra


mis bragas, besando y lamiendo.

—Y sabe malditamente increíble —dice. Siento como desliza mis


bragas hacia abajo y afuera, arrojándolas a un lado. Separo mis piernas
mientras Mason se aleja un poco, sus labios cerca de los míos, pero sin
tocarlos, su mano en mi pelo sosteniendo mi cabeza hacia atrás.

—Saboréala —dice—. Y cuéntamelo todo.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Braden hace lo que Mason le pide, presionando su cara entre mis


piernas y comienza a lamer mi coño, chupando y deslizando su lengua
por mi clítoris. Me lame como si estuviera muerto de hambre mientras
Mason me besa profundamente de nuevo.

Estoy perdiéndome, absolutamente. Apenas puedo concentrarme


mientras el placer atraviesa mi cuerpo. Estos dos hombres saben qué
hacerme, saben cómo presionar mis botones, y no son tímidos a la hora
de hacerlo. La lengua de Braden presiona en mi vagina y se mueve hacia
afuera.

—Delicioso —dice, sonando impresionado—. Mierda, hombre. Está


jodidamente goteando y es deliciosa. Tienes que venir aquí abajo.

Mason tira hacia atrás.

—Mi turno —dice en voz baja.

Braden da un paso atrás. Miro mientras Mason cae entre mis


piernas y desliza su boca contra mi coño, chupándome y lamiéndome en
lamidas lentas y restringidas. No es tan intenso y apasionado como
Braden, pero todavía se siente increíble. Mason me está lamiendo
exactamente donde quiero que lo haga justo con la presión adecuada,
controlado y perfecto. Mientras tanto, Braden está quitándose su camisa,
sonriéndome.

—¿Tenía razón? —pregunta Braden.

—Joder, hombre —dice Mason—. No quiero salir a por aire.

Braden se ríe, quitándose la camisa. La arroja a un lado y luego


empieza con sus pantalones de vestir.

Sus cuerpos son increíbles. Sus pechos son musculados,


construidos y corpulentos, y los tatuajes se arrastran a lo largo de

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

su piel. Podría hacer la colada en su abdominales, pero estoy demasiado


ocupada inclinando mi cabeza hacia atrás y gimiendo como para alcanzar
y tocar a Mason.

Braden termina con sus pantalones, saliendo de ellos. Su pene está


grueso y duro en su mano mientras lentamente se acaricia.

—¿Qué opinas, Elle? —pregunta—. Mason come bien los coños.

—Sí —jadeo—. Lo hace.

—Vaya, gracias. —Mason sonríe y presiona un dedo


profundamente dentro de mí—. Es fácil cuando el coño es jodidamente
delicioso.

—Oh, mierda —gimo.

Braden se acerca, sin dejar de acariciarse el pene.

—¿Qué quieres, Elle?

—Dinos —dice Mason—. Dinos lo que quieres. —Sus dedos


presionan muy dentro de mí.

—Quiero polla —digo, sorprendiéndome.

Braden gime.

—Oh, mierda —dice.

—Mierda. —Mason vuelve a caer y comienza a chupar mi clítoris


de nuevo, esta vez más rápido, más salvaje, menos restringido.

—Oírte decir eso… —Braden deja de hablar, moviendo su cabeza.

—Por favor —gimo—. Apenas puedo tomar esto.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Braden se acerca y se pone de pie en la cama.

—Adelante —dice—. Chupa mi maldita polla. Sé que es lo que


deseas, sucia puta.

Gimo y lo llevo a mi boca. Me encanta su sabor, salado y caliente,


mientras lo deslizo por mi garganta. Grita, gime, presionando mi cabeza
hacia abajo. Mason sigue comiéndome, chupando mi clítoris, dos dedos
profundamente dentro de mí mientras comienzo a chupar el pene de
Braden. Gimo mientras lo llevo a mi garganta y vuelvo a hacerlo,
muriendo de hambre por él, el placer atravesando mi cuerpo. Es una
experiencia increíble el tener una polla en mi boca mientras un hombre
increíble chupa mi clítoris, y apenas puedo controlarme. Me siento como
una persona totalmente diferente, alguien sin preocupaciones y abierta a
cualquier cosa. Empiezo a chupar a Braden con salvaje abandono.

—Mierda, Mason —dice—. La boca de esta chica es increíble. Joder.


No hay nada mejor que sus gemidos mientras te chupa tu jodida polla.

—Maldita sea, hombre —dice Mason—. Me estás poniendo celoso.


—Él me sonríe—. ¿Quieres ponerme celoso?

Niego, acariciando el pene de Braden.

—No —digo—. Hay suficiente para ti, también.

Gime, moviendo su cabeza. Da un paso atrás y Braden se baja de


la cama, cayendo hacia abajo entre mis piernas. Continúa donde lo dejó
Mason, chupando mi clítoris y comiéndome mientras Mason se desnuda.

Miro mientras Mason se quita la ropa, dejando al descubierto su


cuerpo apretado y su grueso y largo pene. Se acaricia mientras observa
a Braden lamer mi coño.

—Ven aquí —dice.

402
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Braden da un paso atrás, de pie junto a Mason. Ambos están allí,


sonriéndome, y me siento, mirando fijamente. Sus pollas son enormes,
gruesas y duras como el infierno, y no son tímidos a la hora de mostrarlas
en absoluto. Ambos se están acariciando, sonriéndome, musculados y
preciosos.

—Ven a mostrarle a Mason lo que puedes hacer —dice Braden.

Asiento y caigo de rodillas frente a ellos.

—No seas tímida —dice Mason—. Chupa esa polla.

Poco a poco lo llevo a mi boca. Mason gruñe mientras lo tomo en


mi garganta, le hago una mamada de arriba a abajo lentamente.

—Mierda —dice.

—¿Verdad, tío? —pregunta Braden—. Jodidamente increíble.

—Joder sí. —Mason coge mi pelo y me presiona hacia abajo,


gimiendo—. Es jodidamente increíble.

—Lo sé.

Extiendo mi mano y encuentro el pene de Braden mientras me


muevo hacia atrás. Empiezo a acariciarle mientras chupo a Mason,
deslizando mi mano sobre su polla.

Después de un segundo, tiro hacia atrás y cambio a Braden. Tomo


el pene de Mason en mi mano y le acaricio mientras chupo la polla de
Braden, sorprendida por las diferencias en sabor y textura. Son dos
hombres diferentes, eso seguro, aunque los dos son casi exactamente del
mismo tamaño. Tienen un sabor diferente, ambos bueno, pero diferente.

Braden gime, presionando mi cabeza sobre su pene.

403
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Eso es —dice Mason—. Trágate su maldita polla, Elle. Llévalo a


tu garganta como la chica mala que eres.

Tengo unas pocas arcadas y me alejo mientras Braden gime.


Cambio de nuevo a Mason, chupando su punta rápido, rodando mi
lengua a su alrededor.

—Joder tío —dice Braden—. No puedo seguir con esto. —Camina


por detrás de mí—. Mira su maldito culo.

—Es perfecto, lo sé —dice Mason.

—No me jodas. Mejor que perfecto. ¿Y ver esos labios increíbles con
una polla entre ellos? Es como el cielo.

—Mejor que el cielo. —Mason está de acuerdo.

Escucho a Braden agacharse y de repente sus manos están en mis


caderas. Me levanta ligeramente y desliza su rostro entre mis piernas.
Suspiro mientras siento su lengua en mi vagina, el pene de Mason todavía
en mi boca.

—Eso es —dice Mason—. Lame su estrecho coño mientras chupa


esta polla.

Braden se pone a trabajar, sus manos en mi culo, su lengua


profundamente dentro de mí. Chupo a Mason rápido, más duro, gimiendo
todo el tiempo.

Estoy totalmente dominada por estos chicos. No hay nada que


pueda hacer sino obedecerles y hacer exactamente lo que quieren. Sería
estúpido hacer otra cosa más que escuchar lo que dicen y dejarlos
trabajar mi cuerpo como deseen. Todo se siente tan bueno, dos veces
mejor de lo que se sentiría con un solo tipo. Nunca he tenido alguien
chupando mi clítoris mientras tenía una polla en mi boca, y no tenía

404
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

ni idea de lo mucho que lo quería hasta este momento.

—Mierda, no puedo esperar más —dice Mason—. Vamos, tío. Tengo


que follarme este coño.

—Suena bien. —Braden se desliza por debajo de mí, entonces me


levanta.

Los dos chicos están todo sobre mí, besándome y tocándome. No


puedo decir donde uno de ellos comienza y termina el otro, ya que poco
a poco me desnudan, deslizando mi vestido por encima de mi cabeza y
desenganchando mi sujetador. Estoy completamente desnuda mientras
me llevan a la cama, acariciando mi piel, gruñendo y gimiendo. Sus dedos
y sus lenguas deslizándose entre mis piernas, presionando dentro de mí,
y choques de placer atraviesan mi sistema.

—Ven aquí —dice Braden, poniéndome sobre la cama. Me pone a


cuatro patas, mi culo en el aire mientras se posiciona detrás de mí.

—Lo necesito —gimo—. Por favor. Follad mi coño. —No sé de dónde


viene, pero estoy abrumada por ellos.

Braden gruñe y desliza su polla dentro de mí con un fácil empuje.


Mason se arrodilla frente a mí, acariciando su pene mientras Braden se
desliza dentro y fuera de mí.

El placer atraviesa mi cuerpo y tengo que agarrarme a las sábanas.


Braden me folla duro y lento, golpeando duro mi culo.

—No me olvides —dice Mason. Gimo mientras desliza su polla en


mi boca, cogiéndome del pelo.

Tengo una polla en mi coño y una polla en mi boca, mientras


Braden me folla por detrás chupo la polla de Mason. Es totalmente
desorientador al principio y un poco abrumador, pero rápidamente

405
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

encuentro su ritmo mientras me lo muestran.

Gimo con la polla de Mason en mi boca mientras Braden golpea su


grueso pene dentro de mí. No puedo controlarme por más tiempo
mientras pongo mi culo contra él, dejando que Mason folle mi boca y
garganta, gimiendo todo el tiempo. Estoy completamente llena,
totalmente dominada y controlada, y lo amo jodidamente.

Esto es lo que quise todo el tiempo. Dos hombres, hombres


magníficos y musculosos, tomando mi cuerpo para ellos y haciéndome
sentir algo que nunca imaginé. Las pollas son diferentes, gruesas y
pesadas, pero perfectas y exactamente lo que quiero.

Braden golpea mi culo.

—Joder, tío —dice—. Su coño es apretado como la mierda,


hermano.

—Su boca es muy muy buena también cuando está gimiendo.

—Tienes que probar este coño. En serio, está jodidamente húmeda


y apretada. Y mira como pone su culo hacia atrás contra mí.

Mason gime.

—Un maldito perfecto culo —dice.

—¿Verdad? —Braden me golpea de nuevo, empujándose dentro de


mí—. Quiero que hagas que ese coño se corra —dice a Mason.

—Creo que puedo manejar eso.

—Quiero correrme a fondo en su garganta, jodida y sucia puta.

—Bueno. Haz que se trague hasta la última gota.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—¿Oyes eso, Elle? ¿Vas a tragar mi leche?

Gimo con la polla de Mason en mi boca, y eso es lo suficientemente


para estar de acuerdo.

Braden se desliza fuera y Mason da un paso atrás. Me dan la vuelta,


y siento a Mason agarrando mis caderas. Se desliza profundamente
dentro de mí, lentamente al principio, y gimo. Se siente tan bien, pero
diferente a Braden, una textura y sensación completamente diferente.

Comienzo a chupar el pene de Braden mientras Mason me folla. Se


desliza dentro y fuera de mi coño empapado con trazos perfectos e
increíbles mientras tomo la gran polla de Braden entre mis labios. Siento
a Mason inclinarse hacia adelante y empezar a trabajar en mi clítoris
mientras me folla por detrás, y puedo sentir que me estoy perdiendo
totalmente.

—Creo que le gusta eso, joder —dice Braden.

—¿Cómo puedes saberlo? —pregunta Mason.

—La forma en que está gimiendo sobre mi maldita polla, hombre.


Jodidamente lo ama, esta jodida chica sucia.

—Maldita sea, tenías razón —gime Mason—. Su coño es


jodidamente increíble. No creo que jamás haya follado un coño como este
antes.

—De ninguna manera, hombre —dice—. Nunca. ¿Y esta boca? Es


como hecha para chupar pollas.

—Fue construida para el sexo. Como si hubiera nacido para


tenernos follando sus extremos.

—Maldita sea, lo sé.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Braden presiona a fondo su pene mientras Mason empieza a


follarme más duro, meciéndose contra mi vagina. Tiro mis caderas contra
él, tomando cada centímetro con impaciencia. No puedo creer que quepa
dentro de mí, pero su grueso pene sigue empujando más y más
profundamente, jodidamente duro, enviando ondas de placer intenso
atravesando mi cuerpo.

Sé que me voy a correr. Sé que está a pocos centímetros de


distancia, pero no quiero que esto termine. Quiero que estos dos hombres
sigan follándome, que sigan usando mi cuerpo como quieran. No quiero
que este momento termine nunca porque mientras me follan y destruyen
mi coño, sé que soy suya. Haré lo que quieran.

—Mira cómo mueve sus caderas —dice Mason—. Desesperada por


mi polla. Lo necesita jodidamente, tío.

—Lo sé. Actúa como toda remilgada y tensa, pero mírala ahora, con
dos pollas dentro de ella.

Gimo, amando la manera en que están hablando de mí.

—Es una maldita loca con un culo perfecto. —Mason golpea con
fuerza, y gimo con la polla de Braden en mi boca—. Ella es una jodida
puta para nosotros. ¿No es así, Elle?

Mason tira de mi pelo hacia atrás, sacando el pene de Braden de


mi boca.

—¡Sí! —jadeo.

—¡Vuelve aquí! —ordena Braden, tomando mi cabello de Mason y


follando mi boca.

La polla de Mason empuja más profundo, más duro. No está


frenando mientras se mece dentro de mí, me folla como un animal

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

salvaje. Chupo la polla de Braden con avidez mientras el placer me


atraviesa, y sé que estoy a punto de correrme.

—Eso es —dice Mason—. Córrete sobre mi jodida polla, jodida chica


sucia.

—Mierda —dice Braden—. Estos gemidos me van a poner sobre el


borde. No dejes chupar esta polla, Elle.

Mi orgasmo me atraviesa, y es como si me desmayara. El placer me


atraviesa en olas y tengo una vaga idea de chupar la polla de Braden
mientras Mason sigue follándome a lo bruto desde atrás.

Mientras el intenso orgasmo se acaba lentamente, con mi cuerpo


calmándose, siento a Braden empujarme más. Gime.

—Traga mi maldito semen, Elle —dice.

Saboreo su semen salado golpeando la parte posterior de la


garganta, y continuo. Mason sigue follándome por detrás, gruñendo más
fuerte mientras Braden se corre en mi boca. Tomo cada gota y la trago,
fuera de mi cabeza por el deseo y la necesidad.

—Mierda —dice Mason—. Verla tragar ese maldito semen. ¡Mierda!


—gruñe, y le siento salirse de mí.

Mason se corre sobre mi culo con chorros gruesos y pesados


esparciéndose todo sobre mí, gimiendo todo el tiempo.

Cuando termina, los chicos me limpian amorosamente con unos


pañuelos, y después colapsamos sobre la cama juntos.

Nos quedamos en silencio mientras estamos allí tendidos, nuestros


cuerpos entrelazados. No puedo creer lo que acaba de ocurrir, pero más
que eso, no puedo creer lo bien que se sintió.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Y no puedo creer que lo quiera de nuevo.

—¿Y bien? —pregunta Braden finalmente—. ¿Fue tan horrible y


aterrador como pensabas?

—No —admito—. No lo fue en absoluto.

—Lo sé —dice Mason, acariciándome—. Eres malditamente


increíble, Elle.

Braden me besa después. Cuando ha terminado, mueve mi cabeza


hacia Mason, que me da un beso igual de profundo.

Estoy completamente perdida en el momento, y no quiero volver a


salir.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Ocho
Braden
No puedo sacar a Elle de mi cabeza durante toda la semana que
sigue. La temporada de fútbol está aumentando, lo que significa que
tengo menos tiempo para salir, y por eso no la he visto desde esa fiesta.
En realidad, apenas he visto siquiera a Mason, y vivimos juntos. Está
ocupado haciendo sus propias cosas, algo sobre una muestra de arte que
viene al final del semestre, y necesita concentrarse.

Pero a medida que avanzaba la semana, continúo pensando en Elle.


No puedo sacarla de mi mente. No trató de ponerse en contacto con
ninguno de nosotros, y no teníamos ni un segundo libre, pero no podía
evitar imaginar qué otras cosas podríamos hacer juntos.

Es por eso por lo que estoy de pie en el pasillo fuera de su primera


clase del día en la mañana del viernes.

No me da vergüenza acecharla. Le pregunté a un amigo en común


sobre su horario y averigüé cuando podría emboscarla. No me importa si
piensa que es raro o loco; la verdad es que sé que probablemente se
cabree con nosotros por no contactar con ella después de esa noche.

Acabamos las cosas bien. Después de vestirnos, pasamos más


tiempo en la fiesta, pero Elle rápidamente quiso volver a casa.
Caminamos de regreso a su apartamento, le dimos un beso de buenas
noches, y esperamos hasta que estuvo dentro antes de irnos. Los dos
éramos un hervidero de electricidad y emoción después de eso, pero por
supuesto la vida se metió en medio.

Quiero explicarme. Estoy seguro de que está enfadada con

411
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

nosotros, y no puedo echarle la culpa. Fue totalmente estúpido el no


ponernos en contacto con ella después de lo que pasó, y tengo que hacerle
entender lo importante que sigue siendo para nosotros.

El período de clase termina justo a tiempo, por lo que me apoyo


contra la pared y espero. Las personas pasan una tras otra, y unos pocos
que realmente me conocen me saludan con un asentimiento, pero sobre
todo me quedo ahí y espero.

Por último, aparece Elle. Lleva un suéter negro ajustado y tejanos


ajustados. Está agarrando sus libros contra su pecho y se ve sorprendida
al verme parado allí.

—Braden —dice—. Hola.

—Hola también. —Se acerca a mí mientras el último de sus


compañeros de clase se va por el pasillo.

Se ve nerviosa.

—¿Cómo estás?

—Bien.

—Bueno. Eso es bueno.

Le sonrío.

—¿Qué pasa?

—Sólo… —Se encoge de hombros—. Me imaginé que habíais


acabado conmigo. No esperaba verte de nuevo.

—¿Terminado contigo? —Me río—. Elle, acabamos de empezar.

—Oh. No había oído nada de vosotros durante una semana.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Lo siento por eso —digo—. La temporada de fútbol se está


volviendo ocupada y Mason tiene su propia cosa de arte con la que está
obsesionado, pero ambos todavía te queremos.

—No sé lo que eso significa —dice—. ¿Es esto sólo... —baja su voz
a un susurro— ...sobre sexo?

—Por supuesto que es sobre sexo —digo en un volumen normal.

Se sonroja de color rojo carmesí.

—¡Para!

—¿Qué? No me da vergüenza que esté follándote.

—Tú y tu mejor amigo —dice—. ¿Quieres que todos sepan eso?

Me encojo de hombros.

—En realidad, no, pero todo el mundo ya lo sospecha.

—No quiero que nadie lo sepa, Braden. No es que me de vergüenza,


es sólo que la gente no lo entiende, y juzgarán.

Me río.

—Créeme, lo entiendo mejor de lo que puedas saber. Hemos estado


tratando con esto durante un tiempo.

—¿En serio? —pregunta—. ¿Cómo lo haces? Es decir, ni siquiera


le conté a mi mejor amiga sobre vosotros.

—Simplemente no hables de ello. Lo que ocurre entre nosotros es


privado, por lo que nos concierne.

—¿Así que no se lo puedo decir a nadie?

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Eres una persona libre, Elle. Puedes decírselo a todo aquel que
desees. Simplemente no hablamos de ello, eso es todo.

Asiente, mordiéndose el labio.

—Entonces, ¿qué, queréis, eh… hacerlo de nuevo?

—¿Follarte otra vez? —Sonrío ante su respuesta, toda nerviosa y


avergonzada—. Sí, nos gustaría mucho.

—No sé —dice—. Quiero decir quiero hacerlo. Es sólo, es difícil.

—Ven aquí —digo, teniendo una idea. Agarro su mano y la arrastro


por el pasillo detrás de mí.

—¿A dónde vamos? —pregunta.

—Sólo vamos.

La llevo hasta el final del pasillo y antes de llegar a la escalera,


giramos a la derecha. Abro el baño de hombres y tiro de ella a su interior.

—¿Alguien aquí? —digo en voz alta.

—¡Braden! —sisea—. No puedo estar aquí.

—¿Alguien? —Camino al interior y compruebo los baños. Está


vacío—. Ven aquí —digo.

—No podemos —dice.

—Ven aquí.

Obedece y camina hacia mí. Me apoyo contra el lado y tiro de ella


contra mí, inclinando su cabeza hacia atrás por el pelo.

—Te quiero, Elle —digo—. Tanto. Mason y yo, sin embargo,

414
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

tenemos reglas. Sólo hacemos cosas juntos. ¿Entiendes?

—Entiendo —dice en voz baja.

—Mira. Estamos en el baño de hombres. Estamos rompiendo algún


tipo de regla. ¿Parece que eso importe?

—No —dice—. Mientras nadie entre.

—Incluso si lo hicieran, a nadie le importará. Nuestra relación es


así. Hay reglas que se supone que seguimos, pero al final ninguna de
ellas es real. Todo lo que es real es esto. —Pongo mi mano contra su
pecho.

Se muerde el labio de nuevo, asintiendo.

—Entiendo, por supuesto que sí. Todavía tengo miedo.

—¿Recuerdas cómo se sentía esa noche? —pregunto—. ¿Recuerdas


cómo te sentiste con nosotros?

Asiente.

—Lo recuerdo.

—Recuerdo lo mojada que estabas. Cómo una vez que te tuvimos


desnuda, perdiste toda inhibición. Eras como una persona totalmente
diferente.

—Lo era —susurra.

—¿Eso se siente bien?

—Sí.

—Entonces, ¿por qué detenerse?

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Niega.

—Creía que ya no me queríais.

—Lamento eso. Pero sí te queremos.

—No lo sé.

—Vamos al estudio de Mason esta noche.

Hace una pausa, mirando hacia abajo a sus zapatos, y luego


asiente. Es tan jodidamente guapa. Apenas puedo contenerme.

—Bien —digo—. Te escribiré un mensaje.

Salimos del baño juntos y vamos escaleras abajo. Caminamos fuera


y hacemos una pausa donde el camino se divide.

—No sé qué pensar de vosotros —dice—. Es tan extraño. En mi


mente, estás enredado con Mason.

—Bien —digo, sonriendo—. Eso es lo que queremos.

Me doy vuelta y camino lejos, en dirección al campo de


entrenamiento. Todo mi cuerpo vibrando con anticipación, y apenas me
puedo controlar.

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Antología Formas traviesas
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Capítulo Nueve
Mason
Estoy cubierto de pintura al óleo y fumando un porro cuando hay
un golpe en la puerta. Suspiro, poniéndome de pie, y caminando hacia
allí.

Mi estudio es un espacio del tamaño de un aula en la parte


posterior del nuevo edificio de arte que se construyó hace un par de días.
Gané alguna beca, por eso es por lo que tengo acceso completo a ello y
nadie más. Ha sido jodidamente increíble tener mi propio estudio, y estoy
temiendo el final de ello cuando me gradúe.

Abro la puerta, y de pie están Braden y Elle.

Les sonrío, sorprendido pero contento.

—¿Qué estáis haciendo aquí? —pregunto.

Braden sostiene una botella de vino.

—Venimos cargados de regalos.

—Ella es regalo suficiente para mí —digo, riendo.

Elle se ruboriza. Dejo que los dos entren y despejo un espacio en


una de las mesas.

—Elle se sentía muy abandonada —dice Braden.

—Eso no es exactamente cierto —responde.

—Lo siento —digo—. He estado ocupado.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Está claro. —Ella mira alrededor de mi estudio, estudiando mi


trabajo—. ¿Hiciste todo esto últimamente?

—En las últimas semanas. Esos de allí son sólo de los últimos días.
—Señalo a un grupo de pinturas al óleo.

Sonríe, mirando por encima de ellos.

—Puedo ver por qué eres tan popular.

—¿Qué quieres decir?

—Son preciosos.

Sonrío, realmente contento por el cumplido.

—Gracias.

Braden me entrega un vaso de vino, y luego le da a uno a Elle.


Toma uno y lo sostiene.

—Un brindis —dice—. Por Elle.

—Por Elle —digo.

Ella sonríe y todos bebemos. Me acabo mi vaso y señalo a Braden


para que me ponga otro. Se ríe, bebiéndose el suyo, y llena los dos.

Paso el porro a Braden quien toma una calada, después se lo ofrece


a Elle. Ella declina con un movimiento de cabeza mientras camina
alrededor del estudio, admirando a mi arte.

Tengo que admitir que estoy bastante nervioso por tenerla mirando
alrededor. Normalmente no estoy tan nervioso, pero por alguna razón
realmente quiero que a Elle le guste lo que hago. Necesito que a ella le
guste, en realidad. Quiero impresionarla más de lo que he deseado

418
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

impresionar a nadie antes, y eso me sorprende totalmente.

Me mira y sonríe.

—Eres increíble, Mason —dice.

—Gracias. —Estoy complacido y aliviado.

—Yo tampoco estoy mal —dice Braden.

Ella ríe.

—Estás bien, también.

Hace una mueca y se acerca a ella. Ella se ríe y le da un beso.

—Cuidado alrededor del arte —digo.

—Si derramamos algo, sólo tendremos que decir que fue


intencional —responde Braden.

Elle se ríe y se aleja de él, viniendo a mí. Se sienta en mi regazo y


me besa lentamente.

Siento algo, entonces en ese momento. Algo que no esperaba sentir


nunca más, pero mientras se aleja y la veo sonriéndome, Braden
sonriendo en el fondo, lo sé a ciencia cierta.

Quiero esto. Lo quiero de verdad. No lo quiero de la misma manera


en que quiero follar a una chica al azar con Braden, sino de verdad. Elle
me hace feliz de una manera que nunca vi antes, y me hace sentir bien,
la forma en que se me olvidó que podía sentir.

Tal vez era estúpido pensarlo, tal vez era pueril y absurdo, pero era
la pieza que faltaba.

419
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Lo puedo ver tan claramente, como cuando veo un cuadro en mi


mente antes de que pintarlo sobre un lienzo. Puedo ver la forma en que
encaja en nuestras vidas, y entiendo que era lo que estábamos buscando.

—Quiero hablar de algo —digo, no sé dónde voy con esto.

—Claro —dice sonriendo.

—¿Tenemos que hablar? —se queja Braden—. Hay otras cosas más
interesantes que prefiero estar haciendo con nuestro tiempo juntos.

Me río, sonriéndole.

—Vamos a llegar a eso.

—¿De qué deseas hablar? —pregunta Elle.

—Me gusta esto —digo—. Sé que apenas hemos estado juntos, pero
me gustas.

—Me gustas, también —dice Elle.

—Sabes que también me gustas. —Braden se acerca y se sienta en


un taburete junto a nosotros.

—Nunca pensé que me sentiría de esta manera otra vez, pero hay
algo sobre ti, Elle. Algo que no puedo negarme o alejarme.

—¿En serio? —pregunta.

—Lo siento, también —dice Braden—. Es por eso por lo que estoy
tan atraído por ella.

—Cuando estuvimos sin ti esta última semana, las cosas se


sentían… peor. Estábamos ocupados, sí, pero sentí como que algo
faltaba. No fue hasta que los dos entrasteis por esa puerta que me

420
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

di cuenta de lo que es.

—¿Qué pasa? —Elle pregunta en voz baja.

—Eres tú —digo simplemente. Miro a Braden—. Tú también lo


sabes, ¿verdad?

—Lo sabía desde el principio. —Me sonríe.

Me río.

—A veces soy lento.

—¿Qué estás diciendo? —pregunta ella.

—Quiero que nos completes —digo—. No sé cómo va a funcionar, o


lo que va a parecer o lo que va a ser oficialmente, pero quiero que seas
parte de esto. Una parte de nosotros.

La sonrisa de Braden es enorme, amenazando con romper su cara


por la mitad.

—No podría estar más de acuerdo —dice.

Elle se ve sorprendida. Arruga su cara y luego suspira.

—La noche con vosotros fue probablemente la mejor noche de mi


vida.

—¿Pero? —pregunto.

—Esto es tan complicado. ¿Dos chicos a la vez? Apenas puedo estar


con un hombre, y mucho menos dos.

—Dos es más fácil —dice Braden, se ríe—. Además, lo hemos hecho


antes. Podemos enseñarte.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Enseñarme —repite.

—Eso es. Te enseñaremos —digo.

Asiente lentamente.

—Podéis enseñarme. Pero ¿qué pasa con todos los demás?

—A la mierda con todos los demás —digo—. Te queremos.

—Te queremos —repite Braden. Pone su mano en su muslo. Pongo


mi mano en su otro muslo.

Un escalofrío la atraviesa, y me sonríe y luego Braden.

—Esto no soy yo diciendo que sí —dice—. Pero estoy dispuesta a


ver a dónde va esto si los dos lo estáis.

—Vale —digo, tirando de ella hacia mí—. Vamos a averiguarlo.

Nos besamos duro, y siento que algo se hace cargo de mí de nuevo.


Nos separamos y ella besa a Braden, y esa sensación no desaparece.

No estoy seguro de lo que es. Es intenso, abrumador, increíble,


terrible, y correcto. Es una sensación de la que he estado tanto huyendo
como buscando toda mi vida.

Soy consciente de que estoy enamorado de Elle, y estoy enamorado


de Braden, también, o al menos amo Braden como a un hermano. Pero
Elle, nos une a todos, y sé que este amor es extraño y diferente, pero
correcto y bueno.

Sé que no voy a renunciar a ella por nada.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Diez
Elle
Golpeo sobre la polla de Mason, duro, mientras Braden presiona
su propio miembro grueso entre mis labios. Mason está debajo de mí,
sosteniendo mis caderas, mientras Braden está de pie a mi lado.

Chupo la polla de Braden mientras me muevo sobre Mason. No


puedo tener suficiente de tenerlos dentro de mí. El cuerpo de Braden está
sudando por nuestro esfuerzo en la última media hora, y estoy cerca de
correrme por fin. Sólo hay una última cosa que necesito, y lo necesito
mucho.

Saco la polla de Braden de mi boca y le miro a los ojos.

—Lo necesito —le ruego.

Él me sonríe.

—¿Necesitas el qué?

—Lo sabes —me quejo.

Él se ríe.

—Escuchaste eso. ¿Mason?

—Lo necesita ahora —dice, sonriendo.

—Por favor —gimo—. Hazlo otra vez. Por favor.

Durante los últimos dos meses de noviazgo con Braden y Mason,


he aprendido mucho sobre mí misma y sobre lo que me gusta. He

423
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

aprendido mucho acerca de salir con hombres, sobre el sexo, y alrededor


de mil cosas diferentes. Aprendí sobre arte con Mason, sobre tener
confianza con Braden, y sobre intimidad con ambos.

Soy una persona más completa, por ellos, y parecen más felices
que cuando nos encontramos por primera vez. Parecen más felices, más
contentos por estar alrededor explorando el cuerpo del otro durante el
tiempo que queremos.

Pero, sobre todo, aprendí que había una cosa en particular que sólo
podían hacer para hacerme correr más duro de lo que jamás hubiera
experimentado antes.

—¿Seguro? —pregunta Braden, burlándose—. No puedo decir si lo


deseas.

—Por favor —gimo—. Por favor. Necesito que me folléis. Los dos.

Él sonríe.

—Bueno, ya que lo pides tan bien.

Ajusto mi posición, girando para estar enfrentada a Mason. Me


sonríe y besa mis labios suavemente mientras Braden se pone en su
posición.

—¿Estás lista para tomar nuestras pollas, jodida chica sucia? —


susurra en mi oído.

—Sí —gimo.

Desliza su polla profundamente dentro de mi coño. Gimo,


agarrando las sábanas.

—Di por favor —susurra Mason.

424
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Por favor, Braden —gimo, volviéndome loca.

Braden agarra mis caderas y desliza lentamente su polla en mi


culo.

El dolor y el placer me atraviesan y echo mi cabeza hacia atrás ante


el deseo. Ambos están dentro de mí, una polla en mi culo y una polla en
mi coño. Estoy completamente llena y follada por estos hombres fuertes,
y pueden hacer lo que quieran conmigo. Esto es parte de ello, ser
controlada y dominada por estos magníficos hombres.

Comienzan a follarme juntos, trabajando al ritmo. Estoy recibiendo


doblemente, en doble penetración, y se siente tan jodidamente increíble.
El deseo atraviesa mi cuerpo y mi mente mientras me follan, y sé que
estoy cerca.

La gruesa polla de Braden llena mi culo mientras Mason trabaja mi


coño.

—Vamos, chica —gruñe Braden—. Córrete por mí.

—Córrete sobre mi pene —insta Mason.

—Oh dios —gimo, justo en el borde. Braden golpea mi culo


mientras me folla, Mason juega con mis pechos y chupa mis pezones.

Es todo demasiado. La sensación es completamente abrumadora


mientras mi cuerpo se aprieta y mi orgasmo me atraviesa. Me corro duro
sobre sus pollas mientras continúan follándome, llenándome entera.

—Oh, mierda —dice Braden—. Tu culo es tan apretado y ver cómo


te corres, no puedo contenerme.

Gruñe y gime, y siento cómo se corre en mi culo. Mi orgasmo se


eleva más mientras Mason gruñe su placer, follándome más rápido,

425
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

como un animal.

—Mierda —gruñe—. Oh mierda. Voy a llenarte.

Mason se corre muy dentro de mi vagina. Echo mi cabeza atrás,


gimiendo con abandono salvaje, mientras ellos dos están corriéndose
dentro de mí, uno en mi culo y el otro en mi coño.

Poco a poco, acabamos juntos. Caemos sobre la cama, sudando y


cansados. La intensidad del orgasmo me atraviesa, doblando mi mente al
momento, haciéndome sentir libre, ligera e increíble.

—Mierda —dice Braden—. No creo que jamás nos hayamos corrido


todos a la vez así.

—No. —Mason está de acuerdo—. ¿Cómo estuvo, Elle?

—Increíble —admito, aunque tengo un poco de vergüenza—. Me


encantó la sensación de ello, sobre todo en mi culo.

Braden se ríe.

—Eres una chica sucia.

—¡No puedo evitarlo!

Todos nos reímos juntos. Los chicos lanzan sus brazos a mi


alrededor, apretándome entre ellos, y siento que por fin estoy en casa.
Tengo dos hombres fuertes para sostenerme, protegerme, follarme,
tomarme y hacer lo que quieran conmigo, y no podría estar más feliz. En
lo que a mí respecta, esto es el cielo.

Nuestra relación tiene que seguir siendo un secreto, pero estoy de


acuerdo con eso. No quiero explicar lo que hacemos a nadie, así como
ellos tampoco quieren. Dado que Braden está en el equipo de fútbol, eso

426
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

significa que hay una gran cantidad de escrutinio y presión. Mason ganó
otra beca y se queda con su estudio, pero la universidad espera grandes
cosas de él, también. Ambos están trabajando duro como el infierno todos
los días, y aunque no pueda verlos tanto como quiero, estoy orgullosa de
ellos.

Sabía que siempre estaban pensando en mí como yo siempre


pensaba en ellos. Nos reunimos con tanta frecuencia como es posible,
casi todos los días, aunque sólo podemos pasar tiempo en la cama un
par de veces a la semana como máximo. Por lo general, robamos tiempo
juntos para el almuerzo o algo por el estilo.

Es por ello por lo que estar en la cama con Mason y Braden es una
increíble delicia. Me acurruco contra el pecho de Mason mientras Braden
juega distraídamente con mi pelo.

—He querido decirte algo, Elle —dice Braden después de un minuto


de silencio—. Algo que Mason y yo hemos hablado.

Me río.

—¿Habláis a mis espaldas?

—Por supuesto que sí —dice Mason—. Tenemos que planificar


cómo mantenerte feliz.

—Sigue haciendo eso, y seré feliz.

Braden se ríe.

—No eres tan simple, Elle, por mucho que lo creas.

—Tal vez. Pero me gusta estar con mis dos grandes chicos. No tengo
ninguna queja.

427
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Bueno, me alegro de oírte decir eso —dice Mason—. Pero escucha


lo que quiere decir Braden.

—Te amamos, Elle —dice Braden.

Me incorporo, el pelo se derrama por encima de mi hombro, todavía


desnuda y húmeda de sudor. Fijo mi mirada en ellos, y luego me río.

—¿Qué? —pregunta Mason, molesto.

—Os amo, también —digo—. A los dos. Por supuesto que sí. No
sabía que teníamos que decirlo.

Una sonrisa se muestra en la cara de Braden e incluso Mason está


sonriendo.

—Nos pareció que era mejor que decirlo, ya sabes, en voz alta —
admite Braden.

—Te amo, Elle —dice Mason.

—Te amo, Elle —dice Braden.

—Te amo, Mason, y te amo, Braden.

Nos reímos y caemos en un montón de extremidades enredadas,


cuerpos sudorosos, cuerpos magníficos, sonrisas y besos y mejor y más,
dedos, dientes, labios, lenguas y más, todos enredados y sin querer
desenredarnos jamás, ni para tomar aire, porque todos estamos
enamorados y eso es suficiente para mí.

Fin

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Roxie Noir

Colisionando
En La Noche

429
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Uno
Zelda
Estiro mi cuello, mirando por la gran ventana en la parte delantera
de la casa, y mi sombrero de copa casi se cae de mi cabeza. Lo agarro con
una mano y lo empujo de nuevo en su lugar, todavía viendo a Mason
Walsh golpear a Elle Parson.

—¿Así que él está usando el método escopeta25 o qué? —pregunto,


quitando la mano de mi sombrero y mirando hacia abajo. Estaba cubierta
de brillo dorado.

Logan mira mi mano con desconfianza, como si se asegurara de


mantener el brillo en su línea de visión.

—Es el M.O.26 de ellos —dice.

Froto la mano contra mis medias de red. Alrededor de tres


pequeñas manchas brillantes salen, así que sacudo mi mano, y el oro
revolotea hasta el suelo.

Logan sigue observándola sospechosamente.

—¿Ellos? —pregunto.

25
En busca de compañeras sexuales un hombre envía la foto de su polla a varias
interesadas pensando que si se la envía a más gente mayor será su posibilidad de
éxito.
26
Modus Operandi.

430
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Él y Braden —dice Logan, y toma un largo trago de su vaso


plástico.

Es en parte sidra de manzana y sobre todo whisky. Tengo una


bebida a tono en mi mano, y no es la primera. Tampoco mi segunda. O...
captas la idea.

—¿Así que Braden le vuelca la cerveza a la chica que Mason quiere


follar, y entonces Mason le devuelve heroicamente su aureola? —me
pregunto—. Eso es innecesariamente complicado.

Tomo otro sorbo de mi bebida.

—Pregúntale a la dama que está cayendo, no tienes que enviarle el


guantelete —continúo.

Mi boca está básicamente desconectada de mi cerebro, y al segundo


que digo eso, mi cara se calienta. Miro directamente por la ventana donde
Elle está haciendo una nerviosa y desesperada huida.

Por favor, no pienses que quiero que me preguntes si me gusta,


pienso. Quiero decir, sí, pero no, y también eso no es lo que quise decir y
oh Dios ahora él piensa que estoy coqueteándole.

Que no lo estoy. Pero lo haría. Sin lugar a duda. Pero no lo hago.

Logan solo me mira y levanta las cejas.

—¿No lo sabes? —pregunta.

Parpadeo hacia él.

—¿Saber qué? —pregunto.

431
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Hacerlo con la misma chica es lo suyo —él dice, encogiéndose de


hombros, como si acabara de mencionar que consiguió un sándwich para
el almuerzo o algo igualmente mundano.

Solo parpadeo, mirándolo fijamente. Logan me devuelve la mirada,


ligeramente divertido, levantando de nuevo su vaso de plástico a su boca.

—Quieres decir, como... —digo, y trato de pensar en la palabra


correcta—. En secuencia.

—Quiero decir simultáneamente —dice.

—Eso significa al mismo tiempo —señalo.

—Soy consciente —dijo él, apenas un toque de burla en su


profunda voz.

—Lo siento —le digo, mirando nuevamente por la ventana


delantera, porque tengo que dejar de mirar a Logan. Todo lo que hizo para
Halloween fue afeitarse la barba como lobezno27, se puso una camisa de
franela y se enrollo las mangas.

Él pretende que es “Lobezno fuera de servicio”.

Santa Madre de Dios, es caliente. Mucho más atractivo de lo que


debería. Tiene patillas, por todos los demonios, pero de alguna manera
funciona con él.

27

432
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Bueno, eso y que siempre tengo un buen momento por un hombre


con buenos antebrazos y mangas enrolladas. Solo soy humana.

Afuera, Elle jadea, y Braden sale de la casa, mientras Mason le


sonríe.

—¿Quieres decir literalmente al mismo tiempo, no solo... la misma


chica en el mismo día o la misma semana?

—Síp —dice.

Tomo otro sorbo, luego levanto mis dos dedos índices, mi mano
derecha todavía sosteniendo mi vaso.

—Como, una chica, dos pollas, una cama —digo, golpeando


ligeramente mis dedos juntos.

—Mmmhmm —dice Logan, mirando por la ventana a mi lado.

Pienso en eso por un momento. Es una especie de idea interesante,


un reto logístico.

—¿Dónde van las pollas? —pregunto.

Logan comienza a reír, y me acerco y le golpeo en el brazo. Su


bíceps apenas cede y si me pudiera sonrojar de nuevo lo haría.

—Zelda, voy a tener que mostrarte esta cosa llamada Internet


alguna vez, —dice, su voz retumbando—. Y te responderé a todas las
preguntas que tengas sobre pollas.

—Cállate —le digo—. ¿Ésta es una situación de uno en la vagina y


otro en el culo?

Logan se encoge de hombros.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—¿Puede la gente hacer eso? —le pregunto.

Logan abre su boca para contestarme y yo pongo los ojos en blanco.

—Me refiero a las personas que no son estrellas porno —digo,


atrapando mi sombrero mientras inclino mi cabeza otra vez. Una lluvia
de purpurina cae en el suelo junto a mí, y parte de ella en mi bebida. No
puede importarme menos—. No hay forma en que Elle meta una polla en
su trasero —continúo.

Elle y yo vivimos en la misma habitación el primer año de novatas.


Es bastante agradable, pero en realidad solo somos conocidas. ¿Sabes de
ese tipo de chica perfecta que parece tener siempre su vida ordenada?
Esa es Elle, y literalmente no puedo imaginarla desnuda con dos tipos a
la vez.

—No conozco los detalles —él dice, casi sonriendo.

Miro a los dos chicos de nuevo.

—¿Esas son cosas que la gente hace? —digo—. ¿Tener tríos de polla
más polla más coño?

—¿Chicas que les gustan estar con dos tíos? Supongo —dice Logan.

—¿Todo el mundo está haciendo eso? —le pregunto.

—Matemáticamente hablando, no puede ser —dice.

Lo miro de nuevo, y bebo otro trago, estrechando los ojos.

—¿Lo has hecho? —le pregunto.

No creo que quiera que su respuesta sea un sí. Logan sólo se ríe.

—No —dice—. Creo que tú tampoco.

434
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Me río.

—Ni siquiera puedo encontrar una polla que valga la pena —digo.

Logan mira a otro lado, tomando otro trago y mis entrañas se


encogen un poco, me siento mal por decir eso en su cara.

Él vale absolutamente la pena, pero también es mi mejor amigo en


la universidad. Por mucho que quiero probar la valía de su polla, y es
muchísimo, no quiero joder la mejor amistad que he tenido en años. Y el
probar su polla definitivamente la jodería.

—¿Por qué estoy más borracha que tú? —murmuro, mirando abajo
a mi vaso casi vacío.

Mi sombrero de copa cae. Logan lo atrapa, pero una lluvia de


purpurina cae por delante. Se mira a si mismo, luego a mí, y me lo
devuelve.

—Gracias —le digo, atascándolo en mi cabeza—. Ahora eres parte


de la fiesta, Lobezno.

—Estás más borracha porque soy un tipo que tiene qué, ¿veinte
centímetros y treinta kilos más que tú?

Vacío mi copa, mientras que con la otra mano mantengo el


sombrero sobre mi cabeza por una vez.

—Logan —le digo, muy en serio—. Necesitas subir a mi nivel.

Eso obtiene una sonrisa.

—Voy a conseguir un chupito —dice, y extiende la mano—.


¿Quieres uno?

Le doy mi vaso plástico, porque él es el que tiene el whisky.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Gracias —digo, y miro a través de la puerta a la habitación de


enfrente. ¿Es ese un salón? Esta maldita casa rara tendría un salón, un
salón de baile.

—Te encontraré —dice, haciendo un gesto para que pase primero


por la puerta.

—Creo que estoy lo suficiente borracha para bailar —le digo, luego
camino por la puerta hacia la música, lista para disfrutar un poco.

Esto es raro. Todo esto es raro, y creo que me gusta y me pone


nerviosa y no sé qué hacer al respecto. Mi amiga Addison me invitó a esta
fiesta en primer lugar, y casualmente se la mencioné a Logan, y ahora he
estado con él toda la noche mientras ella está discutiendo con el tipo que
probablemente va a follarse.

Sigue pasando. Sigo encontrándome con Logan, solos, usualmente


tarde en la noche, estudiando en la biblioteca o caminando de regreso a
nuestro dormitorio de una fiesta o corriendo a la pizzería de madrugada
simplemente porque podemos, y me gusta.

Me gusta tanto que tengo miedo de arruinarlo, así que seguiré


coqueteando y luego alejándolo, pasando todo mi tiempo con él y luego
actuando como si no estuviera interesada, aunque estoy interesada.
Estoy interesada en el punto de distracción, pero me temo que estaría
quemando un palacio para entrar en una choza.

Probablemente estoy bien jodida.

Encuentro a mis amigas Jessie y Melissa en la pista de baile, ya se


están meneando y me uno a ellas tratando de olvidar lo confusa que me
siento esta noche.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Dos
Logan
Zelda camina por la puerta, moviendo sus caderas y sacudiendo
sus hombros y me quedo mirando su culo. Lleva pantalones cortos con
lentejuelas de arco iris, medias de red, y un corsé brillante. ¿Cómo
diablos se supone que no le mire el culo?

Siempre he pensado que es caliente, pero caliente en jeans, faldas,


camisas y toda la ropa normal que las chicas usan. No tenía idea de que
ella iba a aparecer en Halloween con pantalones cortos y corsé, y no
estaba preparado.

Estoy borracho. Si fuera cualquier otra persona, estaría lo


suficiente borracho como para ir por ella, pero me encanta Zelda. Nos
conocimos en la orientación de primer año hace año y medio atrás, y me
gustaba desde entonces, pero todavía estaba saliendo con mi novia de la
secundaria, así que no podía hacer nada al respecto.

Y, por supuesto, cuando Susie y yo nos separamos dos meses más


tarde, Zelda y yo éramos amigos. Muy buenos amigos. Suficientemente
buenos como para que ella fuera la única a la que le contara todo el
drama con Susie, y lo nostálgico que a veces me sentía, y ella me contara
que a pesar de que le gustaba la universidad, a veces echaba de menos a
los amigos que había dejado atrás.

Lo suficientemente buenos como para que si nos enganchamos y


luego sale todo mal, creo que estaría devastada.

437
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Camino hacia el otro lado del salón de baile, una canción con
explosiones de bajo está golpeando sobre los enormes altavoces. El Dj
estaba poniendo la música vestido con un traje de poliéster de Drácula.
Por lo menos se quitó los colmillos.

Miro a Zelda. Ha perdido el sombrero de copa, qué sorpresa, y su


cabello rojo fuego ya se ha desprendido del apretado moño en su nuca.
El rojo era nuevo ya que solía ser turquesa y se veía muy bien en ella.

Está al lado de un tipo. Bailando a unos treinta centímetros, pero


él se inclina y le dice algo al oído.

Ella ríe. Miro hacia otro lado, pero no antes de que mi estómago se
tuerza como si fuera un animal negro y feo. Me siento como un idiota en
este momento, el chico que le lleva su bebida mientras alguien más la
conquista, y lo odio, pero sigo caminando.

Lleno nuestros vasos con sidra de manzana, los coloco en la mesa,


saco mi frasco del bolsillo y le pongo whisky al resto sin molestarme en
esconderlo. No queda mucho, y estoy seguro de que a nadie le importa
que todos los estudiantes universitarios menores de edad en esta fiesta
estén bebiendo descaradamente.

Ni siquiera sé quién es el dueño de este lugar. Zelda dijo algo acerca


de que eran dos profesores, pero el único profesor que he visto fue alguien
disfrazado como uno con una monja sexy por la escalera de caracol, por
lo que probablemente no era él.

Zelda me mira y sonríe cuando aparezco con las bebidas en la


mano. Ella se sonroja ligeramente, el sudor brilla en el hueco de su
garganta, y respira con la suficiente fuerza como para distraerme con ese
maldito corsé.

—¡Gracias! —grita sobre la música, tomando la copa.

438
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—El whisky está rebajado —le digo, inclinándome hacia ella, mis
labios cerca de su oído—. No tengo más.

Chocamos nuestros vasos juntos y bebemos. Sigue bailando,


observándome con sus negros ojos delineados.

—¡Vamos! —grita.

—¡Vamos, ¿qué?! —grito.

—¡Ven a bailar! —dice, poniendo una mano en mi brazo.

Miro a mi alrededor. Como regla general, no bailo, porque me veo


muy torpe cuando lo hago, pero Zelda ya se está moviendo. Tiene una
mano ligeramente posada en mi costado, y está muy cerca casi
tocándome, pero no completamente.

Hace que mi cuerpo entero zumbe. Tal vez sea el whisky, pero estoy
bastante seguro de que es por Zelda, tan cerca y medio desnuda,
sacudiendo su cabeza y moviendo sus caderas en un ritmo embriagador.
Su atuendo resplandece y brilla en la débil luz de la pista de baile, el calor
sale de sus hombros desnudos, se pierde en la música, solo se ríe, me
toca y se divierte.

Como si pudiera decir que no.

Bailo. No soy bueno en esto, pero Zelda está tan encantada que se
ríe, sus ojos se arrugan mientras me mira, así que no me importa. Sigo
bebiendo y ella también.

La música cambia. Se vuelve más caliente, alguna canción con una


línea con golpes de bajo y ella se acerca, ahora estamos realmente
bailando juntos.

439
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Todavía tiene una mano en mi cintura y yo tengo una mano en su


cadera, las lentejuelas están cálidas por su calor corporal y ella está
presionando su cuerpo contra el mío lo suficiente para poder sentir su
suavidad, y la forma en que se mueve.

Vacío mi vaso. Ella ríe.

—¡¿Qué?! —grito.

Sacude la cabeza, su pelo rojo suelto, todavía riendo. Deslizo mi


mano en su cintura baja empujándola más cerca y ella pone sus brazos
sobre mis hombros, moviendo sus caderas contra las mías. La sidra de
manzana salpica mi espalda, ya que ella todavía la sostiene, pero no me
importa.

Ella está borracha, me digo. Está borracha y le gusta bailar, eso es


todo. Deja de tener una erección. ¡Para!

No me detengo.

Seguimos bailando. Ella termina su bebida y ni siquiera sé a dónde


ha ido el vaso porque sus manos están sobre mí, tirándome hacia ella.
Mis dedos están en su columna, una mano en su piel húmeda de sudor
y la otra en el corsé, estoy sosteniéndola tan apretada y cerca como
puedo.

Estoy perdiendo el control. De repente, en ese preciso momento,


parece que ninguna de las reglas que me impuse están funcionando,
porque estoy borracho y ella también, y estamos bailando muy cerca y
está oscuro. Estamos disfrazados, así que casi se siente como si pudiera
salirme con la mía, tal vez solo esta vez, como si en realidad no fuera yo
quien desea a Zelda tanto que puedo saborearlo.

440
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Entonces la música cambia y ni siquiera sé si estamos bailando.


Es lento, pero el bajo sigue golpeando, y su cuerpo está tan apretado
contra el mío que puedo sentir su respiración. Estoy muy duro. Sé que
es obvio como el infierno, pero Zelda no deja de moler sus caderas contra
las mías, justo aquí en esta oscura pista de baile.

Me siento como un volcán, reprimido durante año y medio, listo


para explotar repentinamente.

La canción se desvanece. Ella me mira, todavía apretada contra mí,


sus ojos oscuros y su cara ilegible. No me muevo. No creo que pudiera
alejarme si mi vida dependiera de ello.

Ella parpadea, y sus labios se separan un poco, y eso es en todo lo


que puedo pensar, lo desesperadamente que quiero besarla aquí mismo
en esta pista de baile, levantarla, sentir sus piernas envolviéndose
alrededor mío.

—¡Los mejores fiesteros de to-do-zzzzz! —grita el DJ con el peor


acento de Transilvania imaginable—. Zi alguien tiene un Corolla azul
claro, zus faroz...

De repente las luces se encienden y Zelda y yo damos un paso


atrás, parpadeando sorprendidos. Y vuelven a apagarlas.

—¡Lo siento por ezo! ¡Tus faros eztán encendidos! —termina el DJ.

Nos miramos y sé que ambos pensamos lo mismo: eso casi pasó.


Ella respira con dificultad, su pecho se extiende contra su corsé, un hilo
de sudor entra en su escote, brillando oscuro en las luces intermitentes.

El momento ha terminado. Todavía puedo sentir la huella de su


cuerpo en el mío, pero las cosas están de vuelta a la normalidad, y ahora
el bajo está bombeando de nuevo sobre la pista de baile, los demás

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

estudiantes retorciéndose a derecha e izquierda, y ya no nos estamos


tocando.

—¡Voy a tomar un descanso! —grita Zelda.

—¡Voy contigo! —le grito por detrás.

Salimos de la pista de baile. Coge su sombrero de copa de una silla,


lo pone en su cabeza, y me mira. Nos dirigimos hacia el fondo de la
habitación donde está el barril de sidra de manzana, donde se está un
poco más tranquilo.

Mi cabeza sigue girando. No era la primera vez que he querido


besarla. Ni siquiera es la primera vez que pensé que podría hacerlo, pero
es la primera vez que estuve tan cerca, la primera que estuve a segundos.

Deberías irte si no quieres arruinarlo todo, pienso. Estás borracho y


caliente y ella está borracha y caliente, pero sabes que no hay manera de
que le digas que no.

No me iré.

Zelda coge dos vasos y vierte sidra de manzana para ella antes de
servirme a mí. Todavía no hablamos, pero ella bebe la suya al instante,
todavía respirando agitada y la vuelve a llenar.

—No tengo whisky —le digo.

—Ya me lo dijiste —dice.

—Lo olvidé —le digo.

—¿Estás borracho? —pregunta, con sus ojos sonrientes.

La miro, brillante y sonriente y tan malditamente sexy.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—No estoy sobrio —digo, y ella se ríe.

—Dios, por fin —dice—. Vamos a un lugar más fresco, hay un


millón de grados aquí.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Tres
Zelda
Simplemente salimos por la puerta abierta más cercana. Este lugar
es enorme. Probablemente es la primera mansión genuina en la que he
estado, y que cada vez que paso por una puerta espero encontrar una
habitación y en vez de eso encuentro un ala entera de esta casa. Es
interminable.

Supongo que los profesores ganan más dinero de lo que pensaba.

La puerta conduce a un espacio que es demasiado grande para ser


un pasillo, pero demasiado pequeño para ser una habitación. Es probable
que tenga un nombre que no sé, pero hay un caro y feo banco debajo de
un espejo y me siento en él, apoyando mi espalda contra la pared fría, y
respirando profundamente.

Eso casi pasó. Justo ahí, en la pista de baile, delante de todos.

Logan se sienta a mi lado. No lo miro, porque tengo un poco de


miedo a lo que sucederá si lo hago.

Me pregunto si debería disculparme, pero ¿qué demonios digo? ¿Lo


siento, borracha casi te he besado en público después de forzarte a bailar
conmigo?

¿Y qué va a decir? Probablemente alguna variación de Zelda, sabes


que no pienso en tí de esa manera, eres como mi hermana.

444
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Los chicos no suelen tener erecciones con sus hermanas, pero está
borracho, no estamos técnicamente relacionados, y estaba rozándome
bastante contra él, así que, por supuesto que se le levantó.

—¿De quién es esta casa? —pregunta Logan, su voz retumbando


en medio de la música semi silenciosa.

—De un profesor de inglés y su hermano, que es un profesor de


ingeniería —le digo. Addison me dijo sus nombres, pero demonios si
puedo recordarlos ahora mismo. Supongo que invitaron a todos sus
estudiantes.

Logan mira a su alrededor lentamente.

—¿Unos profesores invitaron a todos sus estudiantes a un fiestón?


—pregunta—. ¿Están aquí?

—Sí, Addy los señaló antes —digo, tomando otro sorbo de mi sidra
de manzana ahora sin alcohol—. Un tío con un chaleco a rombos y
pajarita. Ni siquiera estoy segura de que se haya disfrazado.

Ahora Logan vuelve la cabeza y me mira, y aunque mi estómago se


contrae, le devuelvo la mirada. Está frunciendo el ceño.

—Había un tipo con un chaleco así tomando a una monja caliente


en las escaleras —me dice.

Pienso. Lo que no es fácil.

—Más temprano, justo después de que llegáramos, estabas enojada


con alguien que pensaba que tu disfraz era de corista —dice—. Estaban
allí mismo.

—¿Una monja sexy? —le digo, con el recuerdo finalmente


apareciendo.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Bueno, ella tenía esa cosa en la cabeza, pero también una falda
corta y sus tetas estaban prácticamente fuera —dice Logan, luego alza
las cejas, como si estuviera divertido—. ¿Qué creías que era?

Miro hacia otro lado y froto mi cara, porque ahora me siento


bastante tonta.

—Yo pensé que ella era, como... un pingüino conceptual o algo así,
—admito. —Logan hace una mueca—. Cállate —murmuro.

—Eres la única persona que conozco que pensaría en un pingüino


conceptual antes que una monja sexy —dice.

—Tú eres el que está sentado aquí hablando conmigo en lugar de


salir y encontrar a tu propia monja sexy —le señalé.

No es que me importe, pienso. Me gustas. Me alegro de que estés


aquí en vez de ir con una monja sexy, porque no sé si podría con eso ahora
mismo.

Logan se encoge de hombros.

Hablando de monjas sexys, recuerdo algo.

—¿Cómo fue tu cita con esa chica? —le pregunto. Mirando mi


vaso—. ¿Shelly? ¿Sandy? ¿Sally?

Lo mencionó casualmente una vez a principios de esta semana. Se


suponía que iban a tomar café o algo así. El whisky me ha estado
ayudando a olvidarlo.

—La he reprogramado —dice.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Oh —digo, repentinamente sintiéndome aliviada y curiosa y como


si estuviera metiéndome en algo de lo cual no quiere hablar conmigo,
amistad aparte.

No tienes un reclamo sobre él, me recuerdo a mí misma. No podemos


ser amigos nada más y esperar que sea un monje. Incluso un monje sexy.

—¿Por qué? —pregunto. Deslizo un dedo en uno de los agujeros de


mis medias de red y comienzo a jugar con los bordes.

—Esto parecía más divertido —dice.

—¿Esto?

—¿La fiesta en la que estamos? —dice, burlándose de mí


suavemente.

Miro alrededor al espacio vacío de este no pasillo y no habitación


en la que estamos sentados, y tardo un segundo en darme cuenta.

Anuló una cita porque casualmente le hablaste de una fiesta de


Halloween y ahora está aquí, hablando contigo.

Estoy aliviada, estoy nerviosa, no estoy segura de lo que significa y


estoy lo suficiente borracha para que todos esos sentimientos se congelen
en una gran masa borrosa y se establezcan en alguna parte alrededor de
mi estómago porque él me eligió sobre alguien con la que probablemente
podría haber tenido sexo.

—Oh, —digo otra vez—. Lo siento, pensé que tú cita era ayer o algo
así, no me acordé de que se suponía que era hoy.

—Está bien, no estaba muy emocionado —admite, apoyando su


cabeza contra la pared.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Agarro un poco más el agujero de mis medias, el corazón


martillándome.

—Si necesitas más agitación aquí, no me dejes retenerte —digo, y


acabo con mi sidra de manzana. El vaso de Logan ya está vacío y lo está
retorciendo entre sus dedos.

—¿Quieres otro trago? —pregunta.

Me encojo de hombros.

—Ya no hay whisky y en realidad no tengo sed —le digo.

—Ya no hay whisky —dice.

—Sí, eso dije —señalo.

—Apuesto que en esta casa hay whisky —continúa Logan.

Cruzo mis brazos sobre mi pecho, las lentejuelas cavando en mis


brazos.

—Vamos —le digo.

Él sonríe.

—Creo que eso estaba bastante claro.

—¿Estás sugiriendo que asaltemos el escondite de licor de los


profesores? —pregunto.

Sé que no deberíamos, pero mira este puto lugar. Estos chicos


tienen licor de sobra.

—Estoy sugiriendo que exploremos un poco la casa —dice Logan.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Eres un borracho depravado —bromeo—. Ni siquiera puedo


llevarte a una fiesta sin que te intoxiques y robes el alcohol de alguien.

—No soy un depravado, soy un superhéroe —dice, sonriendo y


señalando su rostro.

—No, Lobezno es un superhéroe —le digo—. Tu eres solo Logan.

—Soy un Lobezno fuera de servicio.

—Correcto. Logan.

—No soy yo...

Frunce el ceño y me doy cuenta de algo.

Comienzo a reír tontamente.

—¿Qué? —dice.

—No tienes idea —le digo. Él levanta las cejas y espera—. El


verdadero nombre de Lobezno es Logan —le digo—. Pensé que era,
como... el punto de tu disfraz.

Logan me mira un largo momento. Parpadea. Todavía estoy riendo


como una desquiciada.

—Por supuesto que sí —dice, y se pone de pie—. Lo sabía todo el


tiempo. ¿Vienes o qué, corista?

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Cuatro
Logan
Extiendo una mano a Zelda, ella la toma y la levanto del banco.
Creo que tiro con un poco de demasiada fuerza porque se tropieza un
poco y la cojo por un hombro.

—Sabes que no soy una corista —dice y se quita el sombrero. Su


pelo está medio suelto, y ella lo alcanza y se mete con él.

—Sé que sigues insistiendo en eso —bromeo.

Saco mi mano de su hombro.

—No es mi culpa que nunca hayas visto Rocky Horror Picture


Show28 —dice—. O, aparentemente, cualquier cosa fuera de los X-Men.

Su cabello cae y ella pasa su mano a través de él, sacudiendo las


ondas de color rojo crayon que caen alrededor de sus hombros. Luego me
mira por una fracción de segundo a través de sus pestañas, una mano
en su pelo, y juro que es casi seductora.

Mis rodillas se debilitan. Ella estrecha los ojos, como si estuviera


pensando, y creo que debo decir algo, pero mi mente se ha quedado en
blanco.

The Rocky Horror Picture Show es una película angloestadounidense dirigida en 1975
28

por Jim Sharman.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Luego me pone el sombrero en la cabeza, llueve un brillo de oro y


se ríe. Miro hacia abajo y trato de sacudir mi camisa, pero sé que tratar
de quitar el brillo es inútil.

—Maldita sea —digo.

—¿Quién es la corista ahora? —Zelda sonríe.

—No necesitas más whisky —digo—. Una bebida más y estarás


fuera de control.

—¿Estás bromeando? —pregunta, cruzando los brazos sobre el


pecho.

—No —digo—. Te estoy impidiendo crear un torbellino de


destrucción de un kilómetro de ancho.

—Ésta fue tu idea, y ahora eres demasiado gallina para seguir


adelante —dice.

Sus ojos brillan con malicia, una media sonrisa en sus labios.

—No soy demasiado gallina —digo.

Zelda me pone una mano en el brazo y me mira de nuevo.

—Si estás demasiado asustado, está bien —dice ella con suavidad.

—Sé lo que estás haciendo —digo, pero su mano todavía está en mi


brazo, suave y caliente, y ella podría estarme hablando de caminar por el
fuego ahora mismo.

—Sólo estoy diciendo, si no eres lo suficientemente valiente como


para hacer algo que has sugerido, está bien —dice ella, todavía sonriendo
diabólicamente.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Es el truco más viejo del libro, pero funciona. Maldición soy lo


suficientemente valiente como para entrar en un gabinete de licores.

—De acuerdo —digo—. ¿Quieres whisky? Te traeré whisky. Te


traeré dos whiskies, Zelda.

—No dejes que tu boca escriba cheques que tu culo no puede pagar
—dice ella, todavía burlándose de mí.

—Mi culo puede pagar esto —digo.

Ella se ríe y frunzo el ceño, porque eso salió diferente de lo que


quería.

No tengo idea de dónde está el gabinete de bebidas en esta loca


mansión, pero tengo un vago recuerdo de que la cocina está al otro lado
del salón de baile. Volvemos atrás, el bajo sigue golpeando. La masa de
los estudiantes universitarios todavía se retuerce, sudorosa dentro de sus
trajes.

Mientras vamos, Zelda se pone frente a mí y se da vuelta,


caminando hacia atrás y se sacude mientras camina, llevándome a través
de la multitud.

Todavía tengo el sombrero de copa en la cabeza, pero me gusta que


esté allí. Zelda grita algo que no puedo oír, luego agarra ambas manos,
tirando de mí, torciendo sus caderas de lado a lado. Camino a tiempo con
ella.

—¡¡¡Vamos!!! —grita, volteando sus ojos hacia mí.

—Estoy dándole mi...

Un tipo salta de la multitud directamente a Zelda. Ella tropieza de


lado, y la atrapo por reflejo.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—¿Qué COÑO? —ella grita.

El tipo que tropezó nos da una mirada. Está vestido como un robot
o algo así, cubierto de papel de aluminio y con cajas de cartón. Luego
vuelve a apartar a vista, como si no le importara que acaba de golpear a
una chica.

Oh, mierda no.

Zelda todavía está en mis brazos, pero ella está parpadeando y de


nuevo de pie, mirando al imbécil.

—¿Estás bien? —le grito.

Ella asiente.

El chico sigue ahí, gritándole a alguien más, todavía agitando sus


brazos como un imbécil, así que lo agarro por el hombro.

Se sacude de mí.

—¡Vete a la mierda! —me grita.

—Mira por dónde vas —le digo. Ni siquiera levanto mi voz, pero sé
que el idiota me oye.

—¿O qué? —me grita.

Cruzo mis brazos delante de mi pecho y me obligo a no estrangular


a este imbécil aquí mismo en la pista de baile. No quiero ser de ese tipo
que se mete en una pelea en una fiesta, pero Dios me ayude, le meteré
algún sentido a este idiota si me obliga.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Cinco
Zelda
—¡Logan! —grito.

No creo que me escuche porque no se mueve. Él está malditamente


imponiéndose al tipo que me golpeó hace un segundo y el otro tipo mira
a su alrededor por un momento, como si estuviera tratando de encontrar
respaldo.

Luego se dirige hacia Logan, y creo que se supone que está


amenazándolo, pero lo único en lo que puedo pensar es en que se ve como
un presumido borracho.

—¿Qué vas a hacer? —grita, dando otro paso.

Logan todavía no se mueve. Dice algo que no puedo oír, su cara


sombría. Ahora hay un pequeño claro alrededor de los dos, la mitad de
las otras personas en la habitación está tratando de ignorar el altercado,
la otra mitad viendo y susurrando.

Ni siquiera va a ser una contienda. A pesar de que Logan está


usando un top brillante, es un par de centímetros más alto y
aproximadamente el doble de ancho que el robot, además que el robot
está tan destrozado que apenas puede estar de pie. Sin mencionar que
Logan creció en una granja con tres hermanos mayores, así que estoy
bastante segura de que puede resistir en una pelea.

—¡Vamos! —grita el borracho, y Logan descruza sus brazos.

Mierda.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Voy a hacer esto malditamente justo aquí —dice Logan.

—Logan —grito otra vez, y pongo una mano en su brazo, porque no


quiero verlo patear el trasero de este perdedor, y porque aparte de esto,
me lo estoy pasando muy bien y realmente no quiero ser expulsada de la
fiesta.

El robot mira de Logan a mí y de vuelta, y de repente se da cuenta


de que está muy, muy por sobre su cabeza.

—Idiota —dice, luego se da la vuelta y se aleja, entre la multitud.


Logan no lo sigue, simplemente lo mira.

Lo agarro del brazo y lo empujo, y él me deja llevarlo a través de la


multitud bailando al otro lado del salón de baile, luego a través de otra
puerta.

—No tienes que arrastrarme —dice cuando llegamos.

Lo dejo ir y me vuelvo a mirarlo. Quiero estar enojada porque casi


se metió en una pelea estúpida porque alguien accidentalmente se chocó
contra mí, pero no lo estoy.

Lógicamente, sé que es tonto y estúpido e inmaduro, y que la gente


madura no debería hacer esa mierda.

Pero en el fondo hay una parte cavernícola en mi cerebro que sólo


piensa que me defendió y que fue súper dulce y también un loco caliente.

—Intenta que no nos echen antes de que encontremos el whisky,


¿quieres? —digo.

Logan frunce el ceño y mueve su cabeza, mirando el lado izquierdo


de mi cara intensamente.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Qué —digo.

—Estás sangrando —dice.

Pongo una mano en mi mejilla, y la miro. Nada.

—No, no lo estoy —digo.

Él mira más de cerca.

—En serio, estoy bien —le digo.

—No puedo ver aquí —dice—. Vamos.

Logan agarra mi mano y se dirige por un pasillo corto, intentando


abrir las puertas hasta que una se abre a un cuarto de baño. Enciende
las luces y ambos protegemos nuestros ojos.

—Ow —digo.

—Lo siento —dice.

La puerta se cierra. Es un pequeño cuarto de baño, sólo un baño y


un lavabo con un mostrador, y sin duda no es lo suficientemente grande
para dos personas. Estoy de pie con el fregadero a mi espalda y Logan se
inclina hacia mí, arrojando mi sombrero sobre el mostrador y tomando
mi mandíbula en su gran mano.

Mis órganos todos aprietan juntos, temblando y retorciéndose


como una cesta de gatitos, y mi cerebro se siente como si estuviera
carbonatado, pequeñas burbujas flotando hacia arriba, chasqueando y
haciendo burbujeos.

¿Los amigos hacen esto? Me pregunto. La almohadilla áspera del


pulgar de Logan se mueve contra mi mandíbula suavemente, y contengo
mi respiración.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

No se siente como una cosa de amigos, pero no tengo otros amigos


como Logan. Él ha sido territorio desconocido desde el principio y sólo
estamos profundizando en la parte que dice aquí hay dragones con cada
momento que pasa.

—Te arañó —dice, y me deja ir, alejándose y tomando una toalla de


papel. Respiro de nuevo.

Me inclino sobre el mostrador e intento mirar mi cara en el espejo,


pero el fregadero es demasiado ancho, así que me levanto y me siento
encima, inclinándome hacia el espejo.

Hay un rasguño en el lado izquierdo de mi cara, pero es apenas


algo. Probablemente se habrá ido mañana. Junto a mí, Logan moja una
toalla de papel y luego la agita sobre el fregadero.

—No necesito primeros auxilios —le digo.

—Bueno, todo lo que tengo es esta toalla de papel —dice.

Entonces él está parado delante de mí, sus caderas contra mis


rodillas, y se inclina. Me estabilizo con una mano en el fregadero porque
él está cerca, más cerca de lo que necesita estar, y es un poco vertiginoso.

Toca suavemente mi cara con la fría toalla mojada y cierro los ojos.
Es sólo un rasguño, menos que un rasguño, casi y sé que no necesito
que alguien me cuide, pero lo dejo hacerlo.

Se siente como que pasa mucho, mucho tiempo, con mis ojos
cerrados, su rostro a centímetros del mío. Mi corazón late tan fuerte que
me temo que él puede ver las venas bombeando en mi cuello, como si eso
le advirtiera que estoy pensando: por favor, bésame, pero no lo hagas.

Quiero apartar mis rodillas en el borde del fregadero, agarrar su


camisa de franela y tirar de él hacia mí, y quiero que me empuje

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

contra este espejo, que me quite mis pantalones cortos, rompa su camino
a través de mis medias de red y…

Él saca la toalla de papel de mi cara, y oigo un vago golpe cuando


cae en la basura. Todavía no abro los ojos, porque sé que él está justo ahí
y si lo hago, podría mirarlo y estoy borracha y caliente y este cuarto de
baño es pequeño y podría besarlo si lo hago.

Podría besarlo, y tal vez no me devolvería el beso. ¿Y entonces qué?

Entonces todo estaría jodido, eso es, así que mantengo mis
malditos ojos cerrados.

—¿Voy a lograrlo, doctor? —pregunto suavemente.

Siento sus dedos en mi mandíbula, luego a lo largo de mi pómulo,


justo debajo del rasguño, y aparto mis rodillas sin querer. Logan se
asienta entre ellas, justo contra el mostrador y luego está tan cerca que
estoy conteniendo la respiración.

Aquí hay dragones.

Trago con fuerza, y sé que se da cuenta.

—Vas a vivir —dice, con la voz cerca de mi oído—. Podría ser un


largo camino hacia la recuperación.

—Seré valiente —murmuro.

Él no se mueve. Yo no me muevo. No abro los ojos, pero él todavía


está tocando mi cara, sus caderas entre mis rodillas, nuestros cuerpos
tan cerca que puedo sentir su calor.

No lo beses y arruines todo, pienso.

¿Pero qué pasa si no lo estoy arruinando?

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Zelda —dice Logan, tan cerca que envía un escalofrío por mi


espalda.

Trago de nuevo. Siento como si la habitación se estuviera


tambaleando, solo un poco.

—¿Sí? —le pregunto.

—Mírame —dice.

Tomo una respiración profunda y luego lo hago.

Su cara está a un centímetro de la mía. Mi barbilla todavía está en


su mano, él la está inclinando hacia arriba, y de repente me doy cuenta
de que las yemas de los dedos de su otra mano apenas están rozando mi
rodilla a través de la red.

No hay duda de esto. Ahora no.

Me siento como si estuviera en un imán y me está tirando hacia


arriba. Enderezo la columna vertebral y Logan se inclina, mi corazón
latiendo tan fuerte que puedo sentirlo en la puntas de los dedos, aunque
creo que esto es un error, éste es un error.

Quiero lo que quiero, y es Logan. A la mierda con las


consecuencias.

Esto es un error.

Nuestras narices chocan juntas. Mis párpados se cierran. Sostengo


la respiración.

Y la puerta del cuarto de baño se abre.

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Antología Formas traviesas
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Capítulo Seis
Logan
Zelda jadea y sacudo mi cabeza hacia atrás, mi mano se cierra
alrededor de su rodilla.

Un tipo tropieza, apenas nos mira, y antes de que pueda hacer algo,
se mete en el retrete, con un puño sobre la boca en el signo universal de
que va a vomitar.

Me quedo mirando con horror, pero Zelda sale de allí disparada,


saltando del mostrador y corriendo hacia el pasillo justo antes de que el
tipo se incline sobre el inodoro y empiece.

Es bastante repugnante.

Dejo al pobre bastardo solo, cierro la puerta del baño y sigo a Zelda.
Ella está de vuelta en la habitación que conduce al salón de baile, a la
vuelta de la esquina, apoyando su frente contra la pared y respirando
hondo.

—Lo siento —dice ella.

Pongo una mano sobre su espalda, la piel desnuda entre sus


omoplatos. Ella es cálida y puedo sentir los músculos allí apretar y
expandirse sólo un poco mientras respira. Me inclino contra la pared y
trato de ver su cara.

—Sólo necesito un minuto —dice—. Soy una vomitadora solidaria


y me escapé de allí por los pelos.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Gracias por no vomitarme —le digo, frotando mi mano en círculos


sobre su espalda.

—Ya te he cubierto de brillo —dice, todavía apoyada contra la


pared—. No necesito darte otra razón para dejar de salir conmigo.

—Eso no va a suceder —digo sin pensar.

Ella abre los ojos, respira profundamente, y me mira, sus ojos


marrones son ilegibles, mi mano todavía sobre su espalda. Las puertas
detrás de nosotros se abren y la música late durante unos segundos
mientras un grupo de estudiantes estalla en voz alta, todos gritando
sobre algo a la vez.

Estamos callados. Esperamos a que pasen. Más gente camina a


través de la casa al salón de baile, un goteo interminable de gente que
camina adentro o hacia fuera.

—¿No? —dice finalmente, su voz tranquila, y de repente no estamos


hablando de lo que pasaría si me vomita.

—No —le digo.

No es la primera vez que quiero besar a Zelda. Ni la centésima, pero


es lo más cerca que he estado. Mi cerebro sigue hormigueando por lo
cerca que estábamos, sus labios a medio centímetro de los míos, sus
piernas apretadas alrededor de mis caderas, y yo sólo quiero volver allí,
pero no sé cómo.

Ella no es otra chica y ese es el problema. Si otras chicas no me


besan cuando las beso, no me destruye. Si duermo con otra chica y
después dice que cree que cometimos un error, entonces nos separamos y
no es gran cosa.

No hay forma de que esto no sea un gran problema.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Zelda se aparta de la pared, se pasa una mano por el pelo y luego


me mira.

—Perdiste mi sombrero —dice.

Pongo una mano en mi cabeza. Está en lo correcto. Se fue.

—Creo que lo perdiste cuando me lo pusiste en la cabeza —le digo.

—Te confié ese sombrero, Logan —se burla.

El tipo que acaba de vomitar sale del baño. Él no hace contacto


visual con ninguno de nosotros, sólo mira fijamente hacia adelante y
sigue caminando.

—Vuelvo enseguida —digo, y me dirijo al baño. Contengo la


respiración antes de abrir la puerta y encender las luces, pero el
sombrero no está allí. Frunzo el ceño.

—¿Tenía el sombrero? —le pregunto a Zelda cuando regreso.

Ella gira su cabeza y mira.

—¿No lo creo? —dice.

—Se perdió.

Zelda me mira, luego jadea. Sus ojos se abren.

—Es un misterio de Halloween —susurra.

—Tal vez tu sombrero murió y ahora es un sombrero fantasma —


sugiero.

—Tal vez lo asesinaste —dice, inclinando la cabeza hacia un lado y


mirándome con recelo—. Tal vez...

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Alguien irrumpe por el pasillo, corre por el vestíbulo en el que


estamos de pie, empuja la puerta del salón de baile y cierra por dentro.
Los dos lo miramos fijamente.

Lleva un sombrero de copa reluciente.

—Lo encontré —digo.

—¡Ese era mi sombrero! —grita Zelda, pero ya no hay nadie más


que nosotros. —Se vuelve hacia mí, asombrada y luego mira hacia la
puerta—. ¿Cómo diablos se hizo este tipo con mi sombrero? —dice, yendo
hacia la puerta.

—¿Misterio de Halloween? —digo.

Antes de que pueda abrirla, vuelve a abrirse, casi golpeándola, y


alguien más se va, vestido como el Joker. Se está riendo como un loco,
saluda a Zelda y a mí, luego corre a la vuelta de la esquina y desaparece.

Hay un sombrero de copa reluciente en su cabeza.

Zelda y yo nos miramos.

—¡Ese es mi sombrero! —dice, y luego corre tras él. Me apresuro


tras ella, riendo a pesar de mí, porque sea lo que sea Zelda, nunca, nunca
es aburrida.

Damos vuelta a la esquina en un pasillo largo, solamente para ver


un flash de brillo que rodea una esquina en el extremo. Zelda corre tras
él y yo corro tras ella, solo para verla desaparecer en otra esquina. Ella
lo sigue y la sigo, con los sonidos de una cocina cada vez más cerca.

Entonces casi corro a través de ella, porque se detuvo en una


esquina, a unos pasos dentro de una cocina, excepto que esta no es una
cocina normal. Está a mitad de camino entre una “cocina casera

463
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

realmente bonita” y una “cocina de restaurante”, y hay dos personas


vestidas de blanco como los chef que se agolpan alrededor, una mujer
con un portapapeles caminando alrededor y dos chicos en pantalones y
chalecos negros sosteniendo bandejas llenas de copas vacías de
champán.

Zelda y yo nos miramos, ¿todavía seguimos en la misma casa, en


la misma fiesta? Mira, y luego se encoge de hombros.

—¿Hay champán? —digo en voz alta, sobre el ruido de la cocina.

—Había —dice ella, encogiéndose de hombros, señalando las copas


vacías—. ¿Supongo?

Alguien pasa detrás de nosotros, llevando dos botellas de champán.


Ni siquiera nos mira, simplemente camina por la cocina hacia una puerta
al otro lado, y Zelda me mira, con los ojos entrecerrados, una chispa
diabólica en ellos.

De repente, recuerdo mi promesa de conseguir sus dos whiskies, y


me pregunto si el champán sería un sustituto decente. La respuesta es
probablemente sí.

—¡Vamos! —grito, y entro en la cocina lo más tranquilamente


posible. Ambas personas que usan ropa de chef nos miran por un
momento, luego nos ignoran, pero entonces la mujer con el portapapeles
frunce el ceño.

Le hago un gesto con la cabeza como si nos conociéramos y


continuamos caminando.

—Se supone que no debes estar aquí —ella me llama desde el otro
lado de la habitación.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Leonard nos pidió que comprobáramos los niveles de suministro


—responde Zelda, todavía caminando—. No vamos a estar ni un minuto.

—Disculpa —dice la mujer—. Espera un minuto. ¿Leonard?

—¿El tipo que posee esta casa? —dice Zelda, su tono aburrido y
ligeramente despectivo.

También suena como si realmente estuviera intentando no reírse.

La mujer parece un poco confundida. Dudo seriamente que el


nombre del profesor sea Leonard, pero tampoco es como si lo supiera.

—Necesito…

La ignoro y empujo la puerta. Detrás está una pequeña habitación


de piedra con una mesa alta, cuatro botellas de champán abiertas y una
estrecha escalera que conduce hacia abajo. Uno de los camareros abre
una quinta botella, su bandeja de copas a su lado.

Realmente debo de haberme perdido la parte de esta fiesta con


camareros y champán.

—Leonard nos envió —digo con tanta autoridad como puedo.

El tipo frunce el ceño, pero no espero a que diga nada. Unas


pisadas se cierran en la puerta de la cocina, y a mi lado, Zelda apenas
puede mantener su mierda junta, a punto de disolverse en risitas.

—Conoces a Leonard —dice ella alegremente.

El chico está a punto de decir algo, pero sólo agarro una botella
abierta de champán y la sostengo rápidamente.

—Gracias —le digo. Zelda se echa a reír, y me voy por las escaleras
sin esperar.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Siete
Zelda
—¡Oye! —grita el tipo detrás de nosotros, pero Logan ya está
corriendo por la oscura escalera y me estoy riendo tanto que apenas
puedo estarme en pie.

—Es mejor que haya una puerta en el fondo —dice. Está muy
oscuro y tengo una mano en su hombro porque no veo una mierda.

Las escaleras terminan y me tropiezo un poco con él en el fondo.

—No puedes bajar allí —dice una voz de mujer.

—Sujeta esto —susurra Logan, y mete la botella de champán en


mis manos. Un segundo después hay una tenue luz azul que revela
repisas y repisas y repisas de botellas que brillan débilmente en el aire
frío y mohoso.

Luego vuelve a apagar el teléfono y me toma por el brazo, tirándome


hacia el espacio oscuro a nuestra izquierda.

Al menos él va primero para que pueda caminar entre las telarañas,


pienso.

—¿Dónde estamos? —susurro.

—Dímelo tú —me dice en voz baja—. Solo soy un aguafiestas,


¿recuerdas?

—¿Estamos todavía en la misma casa? —murmuro.

466
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Pasos bajan las escaleras. El teléfono de Logan se enciende por otra


fracción de segundo, y luego me tira al extremo de un estante de vino
presionando mi espalda contra él.

—De nuevo, Zelda —dice, con una sonrisa en la voz.

—Ni siquiera sé el nombre del tipo —le digo—. Y ya le robaste el


champán y ahora estás haciendo estragos en su bodega.

—Ésta fue tu idea —dice.

Me encojo de hombros sosteniendo la botella de champán en mis


labios, tomando un sorbo con cuidado.

Es un buen champán. Quiero decir, creo que lo es al menos. Sabe


mejor que las cosas que consiguió mi compañera de cuarto por cuatro
dólares para su decimonoveno cumpleaños, y ésa fue mi última
experiencia con champán.

Logan toma la botella y también bebe un trago, la bodega está


fresca, oscura y ligeramente húmeda. Me devuelve la botella y bebo más,
luego bebe, y solo estamos aquí, cerca y es bastante agradable. No, es
muy lindo.

Puedo oír a alguien caminando por ahí, un poco, y luego un bufido


molesto. Más pasos en las escaleras de madera, luego la voz de un
hombre.

—Ellos bajaron aquí —dice.

—No se suponía que fueras a dejar que entrara gente en el sótano


—dice la mujer, todavía molesta.

467
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Me muerdo el labio para no reírme. No quiero que me encuentren,


pero sé que en el peor de los casos nos echarán.

—No nos delates —murmura Logan suavemente.

—Tú no nos descubras —le susurro de vuelta, el champán está


empezando a trabajar su camino hacia arriba en mi cabeza.

No quiero que nos encuentren. Quiero quedarme aquí, justo como


ahora, bebiendo champán de la botella con Logan, porque creo que una
vez que la botella se haya acabado, en realidad podría acallar las voces
en mi cabeza que dicen que no le gustaré y trabajaré hasta reunir el valor
para besarlo.

Y, ya sabes... hacer otras cosas.

Tomo otro largo trago de la botella.

—No puedo creer que estés engullendo champán caro —cuchichea


Logan.

Le entrego la botella y toma un gran trago, también.

—Vivo peligrosamente —susurro de nuevo—. Evidentemente.

La mujer sigue dando vueltas por el centro de la habitación. Puedo


oír sus tacones contra la piedra, e incluso su respiración sonando
irritada. Estoy frente a una estantería de madera, y juro que Logan se
está acercando.

Solo hazlo, pienso. Simplemente dale un beso aquí, a un tercio de


una botella de champán, mientras la señora nos está buscando, porque
sabes que sólo puede mejorar desde aquí.

—Dónde están... —dice su voz.

468
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Se escucha un clic, y las luces se encienden. Ambos apretamos los


ojos y los pasos comienzan a caminar entre los estantes del vino.

Me muerdo el nudillo del pulgar para evitar reírme, porque tengo


la súbita e insana necesidad de gritar ¡Marco! y ver si ella grita ¡Polo!

—Esta bodega está estrictamente prohibida —dice, su voz


resonando en el espacio.

Ambos miramos alrededor. Logan sostiene la botella de champán


por el cuello, los pasos se acercan. Y Logan levanta su cuello, tratando
de ver alrededor del otro estante.

—Hay una puerta —me susurra—. Huyamos por ella.

Él toma otro sorbo.

—No bebas, vámonos —siseo, empujándolo, todavía riendo.

Se da la vuelta y avanza hacia la puerta, no del todo rápido y salgo


corriendo tras él.

—¡Oye! —La mujer grita detrás de nosotros, pero no nos


detenemos.

La puerta es vieja y de madera, a unos pasos nos encontramos con


unos escalones de piedra, la puerta se abre hacia adentro cuando Logan
tira de ella. La sostiene y me precipito a través de un pasaje de piedra
que se siente antiguo.

Hay más escaleras de piedra a la derecha. La tomo, pasando el


primer piso donde puedo oír la cocina chirriando, llegando al segundo
piso, cubierto por una alfombra roja de felpa, y terminando el tercer piso
que está polvoriento y parece de almacenamiento.

469
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Creo que somos libres —dice Logan detrás de mí cuando doy la


vuelta al último escalón.

Hay más escaleras y una puerta de cristal en la parte superior.


Estoy respirando fuertemente, con una mano en el pecho porque los
corsés no son adecuados para correr escaleras arriba.

—¿A dónde crees que va eso? —pregunto.

—Probablemente a otro lugar en el que no deberíamos estar —dice


secamente.

—¿Así que no quieres subir ahí?

Logan pone los ojos en blanco, sube las escaleras y empuja


abriendo la puerta de cristal, inclinándose y caminando. Sigo, dándome
cuenta de que no es más que una ventana, y de repente estoy en el techo
sintiendo el aire fresco de la noche, la débil luz de la luna iluminando
toda la escena debajo de nosotros.

—Oh —exclamo.

—¿Qué crees que será? —pregunta Logan, que está justo al otro
lado de la ventana.

—¿Un ático secreto? —digo, porque no había pensado en ello.


Simplemente me gusta agitar a Logan a atreverse a hacer cosas, porque
generalmente muerde el cebo.

Me extiende una mano, con el champán todavía en la otra. La tomo


y caminamos juntos por el techo desigual. En algún lugar en el fondo de
mi mente sé que esto es tonto y estúpido, pero no está tan inclinado y no
se siente tan peligroso.

470
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Caminamos hasta la cima y nos sentamos justo debajo de la cresta,


inclinándonos hacia atrás. El jardín de la mansión está debajo de
nosotros, robles extendiéndose a través del césped. Addison y yo vinimos
por la entrada lateral, pero caminar hasta este lugar debe sentirse como
si estuvieras en Lo que el viento se llevó.

Logan me devuelve la botella. Y bebo.

—¿Es aceptable una botella de champán en lugar de dos whiskies?


—pregunta, su voz baja y lenta de nuevo, sin gritar ni apresurarse.

Se la devuelvo.

—Lo es —digo, apoyándome en los codos. El techo es áspero debajo


de mí, pero estoy demasiado borracha como para que me importe.

Apenas podemos oír la música de baile flotando hasta nosotros,


junto con la gente gritando en el patio delantero, el ruido de las puertas
de coches cerrándose. La mansión tiene un largo camino de entrada, y
vemos gente subiendo y bajando por unos momentos sin hablar,
entregando la botella de un lado a otro, emborrachándonos en el techo.

Más borrachos. Lo que sea.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Ocho
Logan
Éste es el problema. Esto, justo aquí, este momento perfecto y
glorioso donde estamos juntos en el tejado, donde no estamos hablando,
estamos sentados, compartiendo esta botella de champán, en un perfecto
y armonioso silencio, es el problema.

Quiero besarla, desesperadamente, quiero inclinarla contra el


techo y presionar mi cuerpo contra el suyo y averiguar si hace un sonido
si beso su cuello, pero tampoco quiero que esto se detenga. No hay otras
personas en mi vida con las que pueda hacer esto, con quién sentarme
así en un tejado ni con quién pueda hablar hasta las cinco de la mañana
ni con quién prefiera estar, sin hacer nada, porque una cita con una
chica no me entusiasma.

—¿Sabes qué me recuerda todo esto? —dice Zelda, con voz lenta y
perezosa.

O borracha. Lo que sea.

—Acampar, ¿pero peor? —pregunto—. ¿Caza de ciervos con tu


hermano mayor cuando renunciaste a encontrar ciervos y solamente
bebías cerveza en un árbol?

Zelda se ríe, su cabeza hacia atrás, su pelo rojo aterrizando


suavemente contra el techo.

—Eso suena peligroso —dice, extendiendo una mano hacia la


botella.

472
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Menos peligroso que estar borracho en el techo de una mansión


gigante —le digo.

—Mmm, —dice Zelda, bebiendo—. Touché.

Espero, mirándola mientras brilla suavemente a la luz de la luna,


con todas las lentejuelas, escotes y redes, estirada justo delante de mí. Si
fuera alguien más, juraría que se estaba burlando de mí, pero esto es
más complicado y lo sé.

—Se siente como la disposición de una película de terror —dice


finalmente—. Sabes, un grupo de estudiantes universitarios son atraídos
a una mansión en las afueras de la ciudad por dos sombríos profesores
y luego empiezan a desaparecer en la habitación de la mazmorra sexual,
uno por uno.

—Hay demasiados de nosotros —digo.

—No lo sabes —dice—. Además, eres el tipo fuerte, silencioso y


valiente con un montón de músculos que llega casi hasta el final, pero
luego se sacrifica por la dulce virgen en el último minuto.

—Dulce virgen no suena mucho como tú —me burlo.

Sé que ella no es virgen, y es demasiado descarada y afilada para


ser dulce. Pero no la querría de otra manera.

Zelda solo se ríe.

—No lo soy —dice—. Soy la extraña mejor amiga que dura diez
minutos porque es demasiado curiosa sobre los ruidos extraños que
vienen del sótano.

—¿Los profesores son los pervertidos que mueren primero? —


pregunto, tratando de pensar en la última película de terror que vi.

473
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—No, son los asesinos —dice, como si fuera perfectamente obvio—


. Vamos, Logan. El pingüino sexy es la primera víctima.

Es una putada hablar de esto, pero me río de todos modos. Nadie


está aquí para oírnos, al menos.

—De acuerdo, entonces algún atleta trata de encontrarla, y luego...


¿se tropieza con su cuerpo y se suicida?

—Más o menos, pero es probable que estuviera posando de alguna


jodida manera —dice Zelda—. Sabes, como si hubieran hecho una
marioneta de ella o algo así.

Solo miro a Zelda. Después de un momento, ella me mira. Tomo un


largo trago de la botella de champán que se está acabando.

—Una marioneta —digo, luego señalándola con la mano que


todavía sostiene la botella de champán—. Estás jodida.

—¡No se me ocurrió! —protesta—. Fue en alguna película.

—Claro —digo—. Entonces qué, ¿se arrastra?

Ella suspira y toma la botella, sentándose un poco más arriba.

—Uno de los profesores encierra al idiota en la bodega —dice, y


toma un trago—. La extraña mejor amiga, que soy yo, oye ruidos, no
puede evitarlo y va a investigar, bam. Después de eso, hay algunas
muertes de comedia, algunos drogadictos o eruditos o lo que sea, alguna
otra chica atrevida tiene sexo, ya sabes. En esta basura de película,
probablemente alguien muere en medio de la maldita mierda. Uno de los
profesores es expuesto y asesinado en una pelea hasta la muerte, que
envía al otro a una ira homicida.

474
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—¿Nos estamos acercando a mi muerte heroica, por lo menos? —


pregunto, tomando la botella de vuelta.

—Impaciente —ella se burla—. Todo este tiempo, tú y la virgen


estáis corriendo, tratando de averiguar qué está pasando, ella está dando
un montón de gritos y mierda, y entonces...

Zelda extiende sus manos, sus palabras se juntan un poco,


realmente entrando en la historia.

—Estás a punto de escapar de la casa, cuando ves una silueta en


la puerta, y es él. Agarras la baranda o algo así y gritas para que corra, y
luego apuras al profesor restante mientras ella escapa.

Me siento allí, con las cejas levantadas, realmente disfrutando de


esta historia.

Zelda me mira y sonríe.

—No sé lo que sucederá después —dice.

—Le pateo el culo, salvo el día, beso a la chica, y ¿todo está bien?
—sugiero—. O resulta que la extraña mejor amiga todavía está bien, así
que, ¿le doy la mano a la virgen y me voy a pasar el rato con su genial
amiga en el tejado?

Se ríe de nuevo. El sonido se siente como correr a través de un


rociador en un día caluroso.

—¿Miras las películas en absoluto? —pregunta.

—He visto varias —digo.

—Se reducen a un primer plano de la cara de la virgen —ella


comienza—. Y mientras la cámara se apaga lentamente, ella está mirando

475
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

inexpresivamente al espacio, contando el final de la historia, y podemos


ver lentamente como ella está en una camisa de fuerza, atada a una cama
o algo, hablando sola.

—Espeluznante —digo.

—Entonces, fuera de la pantalla, la voz de un hombre dice: es hora


para tus medicamentos y es EL PROFESOR. Corta a negro. Fin.

Zelda se apoya contra el techo, satisfecha de sí misma.

—Él realmente hizo una fiesta dulce, y estamos bebiendo su


champán —señalo—. Todo lo que hizo fue hacerse con un pingüino sexy.
Eso pensamos.

—Aguafiestas —dice ella.

Me inclino a su lado.

—¿Y si fuera una película de monstruos? —sugiero después de un


momento.

—¿Y el asesino es el gran vampiro del pantano? —dice,


contemplando el patio delantero.

—O algo realmente aterrador —le sugiero.

Ella me mira, con las cejas levantadas.

—Veo que no sabes nada del gran vampiro del pantano —bromea.

Tomo otro largo trago de champán. Está casi vacío, así que se lo
doy a ella, y lo inclina hacia atrás, terminándolo y luego me devuelve la
botella vacía. La apoyo contra un guardián de nieve.

476
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—¿Es enorme y enseña mucho los dientes? —pregunto. Me inclino


hacia atrás en mis manos, y Zelda se inclina hacia mí, casi hombro con
hombro.

Joder, está cerca. Yo la miro, pero ella está mirando hacia las
estrellas, no hacia mí, su pecho sube y baja contra las lentejuelas.

—Súper dentudo —dice—. Súper genial.

—Sabes, no creo que los murciélagos escalen muy bien —le digo—
. Sólo pueden volar porque son muy pequeños.

Cierra los ojos, traga, luego vuelve la cabeza y me mira.

—¿Eres un experto en murciélagos? —me pregunta.

Estamos aquí de nuevo. Sigo haciendo esto, como si fuéramos


planetas en órbita, obligados a estrellarse juntos.

Es fácil pensar que empezó esta noche, pero no fue así. Comenzó
cuando nos conocimos, cuando estaba junto a una chica de pelo azul
brillante en la orientación y ella puso los ojos en blanco cuando las
animadoras entraron y trataron de enseñarnos un cántico.

—Claro, soy un experto en murciélagos —le digo.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Nueve
Zelda
No puedo pensar en una sola cosa que decir. Logan se acerca más,
no sé cómo, y estamos sentados aquí, con nuestros hombros tocándose,
en el techo bajo las estrellas, nuestros miradas cruzándose.

Y de repente, no hay una maldita pregunta de por qué está pasando


esto, porque si realmente no quería que pasara, tuve horas para
detenerlo. Podría haberme ido. Podría haber encontrado a alguien con
quien pasar el rato.

Pero no, estamos borrachos en el tejado y todo lo que puedo pensar


es que nunca he querido nada tanto como quiero besar a Logan en este
momento, así que me inclino, volviendo mi cuerpo hacia él hasta que
estamos frente a frente.

Siento que nos movemos bajo el agua, en cámara lenta, como si


estuviera inclinándome hacia Logan para siempre. Siento que mi cuerpo
ni siquiera está bajo mi control, como si estuviera indefensa ante la fuerza
que me atrae, pero no me importa. Quiero lo que quiero, y por una vez
mi estúpido cerebro no me detiene.

Logan me alcanza y pone una mano en mi pómulo, donde está el


rasguño, y trago con fuerza. Cierro los ojos, mi corazón palpitando tan
fuerte que creo que podría saltar directamente de mi pecho y caer fuera
de este techo.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Mi mano está contra su pecho. No estoy segura de cómo llegó allí,


pero es cálido y sólido bajo mi palma y no está retrocediendo, ni diciendo
somos solo amigos.

Sus patillas me hacen cosquillas en la cara. Él mueve su pulgar


contra mi mejilla, justo apenas lo suficiente para registrarme, inclino mi
cara hacia la suya. A pesar de todo, estoy silenciosamente orando por
favor no te alejes, por favor no te alejes.

Como si hubiera una oportunidad.

Nuestros labios se tocan y hay un momento en el que es tan suave


y tan tentativo que ni siquiera estoy segura de si nos estamos besando o
no, así que me inclino un poco más y luego estamos presionados juntos,
sus labios contra los míos y es perfectamente casto, pero la electricidad
se cierne a través de mí como si acabara de completar un circuito, todo
mi cuerpo electrizado.

Él es cálido, suave y firme, y no puedo creer que estoy haciendo


esto y tampoco puedo creer el tiempo jodidamente largo que me tomó.

Después de un momento, ambos retrocedemos, con los ojos todavía


cerrados, los labios separados por una fracción de centímetros. Logan
mueve su pulgar a lo largo de mi mejilla como si estuviera preguntando
¿otra vez? Y deslizo mi mano de su pecho a su cuello y enrollo mis dedos
a través de su pelo para decir sí, otra vez.

Esta vez nos besamos más fuerte. Lo empujo contra mí, nuestros
cuerpos apretados. Su boca se mueve contra la mía y me besa de nuevo
furiosamente, separando mis labios debajo de los suyos. Deslizo mi
lengua a lo largo de su labio inferior y me encuentro con la suya,
enrollándola junto con la mía.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

El mundo se balancea de un lado a otro, es el champán, pero


también la satisfacción de conseguir lo que he deseado durante tanto
tiempo, de lanzar la precaución al viento esta vez y hacer esto porque se
siente bien.

Entonces estamos besándonos en el techo. La lengua de Logan está


en mi boca y mi lengua en la suya, y estoy bastante segura de que nada
se ha sentido tan bien en el mundo. Deslizo la rodilla sobre su cadera y
él la agarra con su mano, me acerca, su palma caliente y áspera contra
mi pierna casi desnuda.

Pierdo el equilibrio y me encuentro de espaldas, acostada en el


techo y Logan ha rodado encima de mí. Aprieto mis piernas alrededor de
sus caderas, mis dos manos en su cabello, mientras él se balancea contra
mí.

Está duro. Súper duro y se balancea contra mí lentamente, como


si estuviera tratando de controlarse porque estamos en el tejado, a plena
vista de decenas de personas.

Estoy ebria, demasiado borracha y muy, muy caliente para


importarme si alguien nos ve. Arqueo mi espalda e inclino mis caderas,
moviéndome contra él, y Logan se aleja por un momento, mirándome
como si estuviera pensando en decir algo.

No lo hace. Me besa de nuevo y empuja su mano debajo de mi


espalda baja, sosteniéndose sobre su otro codo, y creo que hago un
sonido en su boca. No te detengas ahí, hazme hacer más ruido, y su mano
se tensa en mi espalda.

Alguien grita.

Logan retrocede y, por unos instantes, nos miramos uno al otro.


Ambos estamos jadeantes, desaliñados y con mis piernas alrededor

480
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

de sus caderas. No puedo decir si eso fue un grito real o no, alguien
gritando de sorpresa o alguien en problemas.

Por favor, que no sea nada, pienso. Por favor, que no sea nada.

Hay otro. Es casi un aullido, la voz de una mujer va irregular al


final, y no hay manera de que sea un buen grito ni incluso un grito de
nada.

Entonces hay un gemido, una mujer diciendo no, no, no una y otra
vez, y viene de una de las ventanas que nos rodean.

Logan ya está fuera de mí, de pie vacilante. Me extiende una mano


y yo la tomo y nos apresuramos a cruzar el techo hacia la ventana por
donde salimos. Volvemos a bajar las escaleras y luego estamos en el
pasillo polvoriento, casi perfectamente oscuro, y nos quedamos allí.
Escuchando.

Se escucha un fuerte crujido, el sonido de alguien golpeado, desde


la puerta más lejana. Luego un gemido. Logan se acerca y extiende su
mano, manteniéndome a su espalda y alcanza la perilla.

Entonces oímos la voz de un hombre.

—Sabes cuál es la palabra de seguridad si es demasiado, mascota


—dice.

Otra estallido. Un gemido entrecortado.

Logan y yo nos congelamos, mirándonos el uno al otro. Estoy


segura de que los violadores no tienen palabras de seguridad.

—Por favor, fóllame, profesor —grita la voz de una mujer.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Ahora nos miramos, con los ojos bien abiertos, permaneciendo


perfectamente inmóviles en este pasillo y definitivamente escuchando a
alguien teniendo sexo no tradicional.

Ninguno de los dos nos movemos. Sé que es terrible, pero estoy


bastante arraigada al lugar, totalmente asombrada y desesperadamente
curiosa por saber quién está ahí.

—Por favor —ella ruega.

Golpe.

—Oh Profesor, necesito que jodas mi apretado coño —ella continúa.

Me tapo la boca con ambas manos, pero comienzo a reír de todos


modos. Ni siquiera es gracioso, pero no puedo evitarlo, porque estoy ebria
en este pasillo y escuchando a alguien hablar como si estuvieran en una
película porno.

Logan hace una cara de deja de reír frente a mí. Eso no ayuda.

Los sonidos del interior de la habitación se detienen por completo.


Sostengo la respiración y cierro los ojos, cualquier cosa para dejar de reír,
pero estoy demasiado lejos. No puedo.

—¿Oíste algo? —dice la voz del hombre.

Logan no espera más. Me agarra por el brazo, se dirige a la puerta


apenas abierta del otro lado del pasillo y me mete dentro.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Diez
Logan
La habitación del otro lado del pasillo está casi a oscuras, pero al
menos no hay gente follando en ella. Cierro la puerta lo más suavemente
que puedo, luego busco la cerradura y la giro.

En algún lugar frente a mí, Zelda sigue riéndose. Apenas puedo ver
su contorno, pero ahora que la falsa alarma ha terminado, todo lo que
puedo pensar es en su boca debajo de la mía, sus piernas alrededor de
mis caderas, la forma en que su cuerpo se movió contra mí.

La encuentro en la oscuridad, todavía riéndose, y la agarro por las


caderas y la empujo contra una pared, sus brazos rodeando mi cuello, su
cuerpo suave, flexible y cediendo más allá de la tentación.

—Eres terrible —murmuro, presionándome contra ella.

—Lo siento —susurra.

—No, no lo haces —digo, inclinándome sobre ella—. Todavía te ríes.

Su mano se cierra alrededor de la pechera de mi camisa y me tira,


con la cara inclinada hacia arriba, sus ojos ardiendo incluso en la
oscuridad.

—Bien —ella dice burlona—. No lo siento.

Creo lo mismo, pienso y luego la beso nuevamente. Estoy tratando


de controlarme y ser un caballero, pero quiero levantarla y aplastarla
contra la pared, colocar sus piernas alrededor de mí de nuevo, quiero
morder su cuello y escuchar el sonido que hace.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Ella me agarra más fuerte de la camisa y hace un ruido en mi boca


como si necesitara algo. Estoy borracho y ligeramente confuso, pero tengo
que desarrollar autocontrol rápidamente para poder contenerme o Zelda
puede tirar de mi camisa y meter su lengua en mi boca, pero ambas cosas
no pueden suceder.

Muevo mis manos por su cuerpo, el duro corsé y su suave piel


desnuda, ella hace otro sonido cuando agarro su culo y la levanto.
Envuelve sus piernas alrededor de mí y la empujo contra la pared aún
más fuerte mientras me aprieta entre sus muslos.

El whisky y champán maldita sea, estoy duro como una roca. Me


mantengo presionado contra Zelda y por la forma en que está moviendo
sus caderas contra mí, puedo decir que le gusta. Paso mis dedos por los
agujeros de red de sus medias y le acaricio la parte interior de sus
muslos, ella endereza su espina dorsal y arquea su espalda mientras
estiro mis dedos hacia arriba, hacia ella, hasta donde me dejan las redes.

Zelda retrocede, apoyando la cabeza contra la pared. Ella jadea y


sus ojos están pesados, con una mirada seductora que nunca he visto
antes, mientras aprieta sus piernas un poco más a mi alrededor.

Entonces sus ojos se alejan de mis ojos para caer en mis labios,
su mano en mi hombro, y pone un dedo en el hueco de mi garganta,
trazando hacia abajo hasta el botón superior de mi camisa de franela.

Tira de ella, me mira, espera. Ella se muerde el labio, solo un poco,


como si quisiera preguntarme algo y no puede pensar en cómo formular
la pregunta.

—¿Ahora estás dudando? —murmuro, bromeando.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Ella sonríe, y es la misma sonrisa de siempre, a pesar de que


estamos recostados contra una pared en una mansión propiedad de unos
extraños profesores.

—¿Significa eso que no debería? —ella dice.

Entonces sus ojos se deslizan por mi hombro.

Se congela, sorprendida. Sigo sus ojos y giro mi cabeza, todavía


sosteniéndola contra la pared.

Luego me congelo también, porque ahora que mis ojos se han


ajustado, estamos definitivamente en un calabozo sexual, es una
mazmorra, sin duda, la palabra correcta.

Zelda se desliza por la pared, de nuevo a sus pies, porque ambos


estamos de repente un poco menos seguros de dónde estamos y si
deberíamos estar aquí.

—Um —ella susurra, sus ojos dando vueltas alrededor de la


habitación.

Una pared está cubierta de... instrumentos es la única palabra en


la que realmente puedo pensar. Látigos, cadenas, la cosa más pequeña
que creo que es algún tipo diferente de látigo y las cosas que están
claramente destinadas a causar dolor, incluso aunque no esté totalmente
seguro de cómo.

En el centro de la habitación, hay cadenas colgando del techo. Hay


una pieza de mueble que se parece mucho a una celda, una X de madera
gigante contra una pared con ganchos en cada esquina, algún tipo de
banco de cuero en un ángulo extraño y un gran armazón de metal.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Y, por último, hay una gran cama con un marco gigante, con puños
colgando de la cabecera. Junto a ella hay una mesa lateral con un enorme
cuenco de condones, y la pared detrás de ella es sólo un espejo.

Estoy genuinamente asustado. Por un segundo siento como si


estuviera realmente en esa película de terror que Zelda inventó y que
tropecé con la cámara de tortura del malo, porque estas cosas están muy
por encima de mí.

Quiero decir, estoy feliz de tirar del cabello de una chica o darle
una bofetada en el culo, pero esto es serio.

—Encontramos la mazmorra sexual —susurra Zelda.

—No es una mazmorra, está en el tercer piso —susurro de nuevo.

—Mira esto —dice ella—. Es definitivamente una mazmorra.

Se desliza de mis brazos y entra en la habitación, agarrando mi


mano y tirando de mí detrás de ella. Hay una ventana, las cortinas
abiertas, la vista mirando hacia el bosque detrás de la casa. No hay
mucha luz de luna, pero Zelda sigue brillando mientras pasa, mirando
todas las cosas en la habitación.

Sí, ella está muy curiosa como su amiga de la película de terror.


Por cierto.

—No sé qué es todo esto —dice, mirando a su alrededor.

—Podemos irnos —le digo. —Se vuelve y me mira, como si de


repente no estuviera segura—. Vamos a otro lado —le digo, suavemente.

—La puerta está cerrada con llave, ¿verdad? —pregunta, su dedo


buscando el botón superior de mi camisa otra vez.

486
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Sí —digo, y tiro de ella más cerca.

Ella se tambalea un poco, la atrapo, y la aferro.

—Logan —dice de repente, y me mira.

Levanto mis cejas.

—Esto está bien, ¿verdad? —pregunta, su voz casi un susurro—.


Esto no...

Ella mira hacia otro lado, y por un segundo su rostro parece frágil
y vulnerable a la luz de la luna.

—Esto está súper bien —le digo, la única frase en la que puedo
pensar, y la beso de nuevo.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Once
Zelda
Logan me besa de nuevo, y casi me olvido de dónde estamos,
aunque estamos frente a una pared cubierta de látigos. Le quito la camisa
botón por botón, estirando mi cuello hacia arriba, sus labios en los míos
hasta que finalmente deslizo mi mano dentro, a lo largo de sus músculos
calientes y duros.

Juro por Dios que gruñe entonces y mis rodillas se sienten un poco
débiles. Antes de que lo sepa, me empuja hacia atrás contra alguna pieza
de mobiliario sexual, un banco de cuero inclinado que se parece un poco
como si perteneciera a la oficina de un dentista, el asiento está alrededor
de la altura de la mesa.

Ni siquiera me pregunta, solo me levanta y veo cómo sus músculos


se flexionan a la luz de la luna y luego mis piernas se envuelven alrededor
de él otra vez mientras se presiona nuevamente en mí, su cálida y
desnuda piel contra la mía. Ya estoy borracha, pero esto es intoxicante,
sus manos en mis caderas, empujándose contra mí.

A pesar de sus pantalones vaqueros puedo decir que tiene una


furiosa y enérgica erección, y cada vez que se frota contra mí me pongo
un poco más húmeda, la fricción perfecta contra mi clítoris, incluso a
través de los pantalones y redes. Me agarro de sus hombros mientras nos
besamos furiosamente, tratando de acercarlo más y finalmente me
empuja contra él tan fuerte tanto como puede.

Empujo mi lengua en su boca y muevo las caderas contra él,


sintiendo cada centímetro mientras se desliza a lo largo de mí, y joder

488
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

quiero esto sin nuestras ropas, piel con piel, sudoroso y desaliñado. Él
rompe el beso y pasa sus labios a lo largo de mi mandíbula y luego en ese
punto debajo de mi oreja, prolongando el momento.

Gruño suavemente, y juro que puedo sentir su sonrisa contra mi


piel. Sus labios se mueven por mi cuello, tomándose su tiempo, lamiendo,
succionando y mordiendo suavemente hasta que me mordisquea la
clavícula, sus manos en mi espalda, cavando en mi columna vertebral.

Luego se detiene. Sus manos siguen explorando mi espalda, como


si estuviera tratando resolver algo, y me río.

—Me tienes —dice Logan, riéndose en mi cuello—. No tengo ni idea


de cómo sacar esta cosa.

—Muévete —le digo y él aparta su rostro de mi cuello,


observándome.

Tiene una hilera con cierres de corchetes en la parte delantera, y


antes de deshacer el primero miro a Logan. Me está observando fijamente,
con una mirada de pura concentración en su rostro, mientras su mano
todavía sigue jugando con los agujeros en mis redes.

Deshago un gancho. Sus ojos están pegados a mí. Sus dedos se


aprietan un poco en mi pierna, así que deshago otro, y otro, lentamente
haciendo mi camino por mi esternón porque hay un montón de
ganchitos.

Entonces se me ocurre: me estoy desnudando para Logan.

Mi pulso se acelera y lo miro. Desabrocho el siguiente un poco más


lento, tomándome mi tiempo, porque de repente quiero volverlo loco.
Quiero que esté sin aliento e impaciente cuando termine.

489
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Cuando llego a los últimos, mete un dedo en el hueco de mi


garganta y me detengo por un momento.

—¿Puedo tocarte? —susurra.

Está listo, y ya lo ha hecho, pero es tan intenso, parado allí a la luz


de la luna que todas las cosas inteligentes que quiero decirle mueren en
mis labios.

—Sí —suspiro.

Desliza el dedo hacia abajo, lentamente, su áspero roce raspando


mi piel, y se inclina sobre mí mientras pasa su dedo por mi cuerpo hasta
que estoy apoyada contra el banco de cuero, tal vez en un ángulo de
cuarenta y cinco grados. Los escalofríos suben y bajan por mi columna
vertebral.

Su dedo alcanza los últimos broches, y hace una pausa, luego


presiona sus labios en el hueco de mi garganta.

Logan deshace los ganchos, las manos sobre mis hombros, y el


corsé cae y de repente estoy medio desnuda, expuesta en este extraño
lugar, con los labios de mi mejor amigo en mi cuello y mis piernas
alrededor de su cintura. Él toma mis dos pechos en sus manos y gime,
siento su voz vibrante a través de mi pecho.

La boca sigue el mismo camino que su dedo, pero sus patillas me


producen cosquillas y no puedo dejar de reír.

—¿Son las patillas? —me pregunta, su aliento zumbando contra mi


piel. Levanta una mano y pasa su palma sobre un pezón, apenas
tocándolo, y me muerdo el labio, mientras mis dedos cavan en sus
hombros.

490
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Sí —jadeo.

Lo hace de nuevo, luego aprieta mi pezón entre dos dedos, tan


fuerte que hago un gemido estrangulado.

—Me gusta los ruidos que haces —murmura. Su boca se mueve


hacia la izquierda, y luego su lengua sale y da vueltas sobre mi pezón.

Mi mano se aprieta en su hombro aún más y lo hace de nuevo,


rodea mi pezón con su lengua, lo chupa en su boca, lo muerde
suavemente. Cierro los ojos y me muerdo el labio, tratando de no hacer
ningún ruido, pero un pequeño gemido jadeante escapa de mi boca.

Logan enrolla sus dedos bajo el cinturón de mis pantalones cortos


y mueve su boca hacia mi otro pezón, deja al abandonado enfriándose y
frunciéndose en el aire antes de que sus dedos lo encuentren y yo gima
de nuevo.

Él tira de mi cinturón. Arqueo mi espalda y antes de que lo sepa,


está deslizando mi brillante short y las redes hacia abajo sobre mis
caderas, luego sobre mis muslos hasta agruparlos en el suelo y estoy
completamente desnuda en algún tipo de banco de cuero BDSM mientras
besa mi estómago, sus patillas cosquilleándome otra vez.

—Descubrí para que está hecho este banco —murmura.

Sus labios se mueven por mi cuerpo, hasta la cadera. Mis manos


están en su cabello, mi respiración viene en jadeos superficiales, mi
corazón corriendo porque no soy estúpida y sé exactamente lo que está a
punto de hacer.

—¿Qué? —pregunto.

491
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Logan se ríe y besa el interior de un muslo, empujándolo sobre su


hombro. Ahora está arrodillado en el suelo, me obligo a soltar su pelo y
agarro el banco detrás de mi cabeza mientras mueve un dedo a lo largo
de mi hendidura.

Sé que estoy goteando. Esta noche han sido horas de pura


frustración, una y otra vez, y ahora que estamos realmente desnudos
juntos, básicamente me he convertido en una cascada.

Se mueve y luego siento la punta de su lengua, suave y cuidadosa,


comenzando en la parte inferior de mis labios y subiendo, apenas
sumergiéndose entre ellos.

Exhalo con fuerza, agarrando el banco detrás de mi cabeza,


mientras Logan pasa su lengua sobre mi clítoris, enviando un golpe a
través de todo mi cuerpo y exhalo explosivamente.

Él hace eso de nuevo y luego otra vez, su lengua firme pero gentil,
justo con la cantidad correcta de presión. No es elegante, pero sí efectivo,
y en poco tiempo tengo una mano en su cabello nuevamente y me muerdo
el labio, intentando no gemir y fracasando, justo en el límite.

No me quiero correr, todavía no, pero tampoco quiero que se


detenga porque santo Jesús esto se siente bien, el calor ya se está
acumulando dentro de mí y amenaza con explotar si no se detiene.

Él no se detiene, sólo me lame más y cada vez más rápido,


apretando su agarre en mis muslos. Un rayo de algo caliente se estrella
de repente en mi cuerpo y exhalo con fuerza, echando la cabeza hacia
atrás sobre el acolchado detrás de mí, con una mano todavía agarrándolo
desesperadamente.

—Logan —susurro, mi voz apenas audible—. Estoy…

492
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Me corro. Y me toma por sorpresa mientras mi mano se aprieta en


su cabello, los dedos de mis pies se encrespan y hago un ruidoso jadeo,
antes de presionar mi boca para detenerlo. Sigue avanzando mientras
otra onda invade mi cuerpo, incluso cuando mis piernas en su hombro
se sacuden con la pura fuerza del mismo.

Prácticamente tengo que empujar su cabeza de entre mis piernas y


él está sonriendo mientras se levanta y me deslizo del banco de cuero,
aterrizando en mis pies, casi cayendo.

—Eso fue un accidente —dice.

—Quería advertirte —murmuro, medio riendo—. Lo siento por eso.


Yo no... uh, me sorprendí.

Llegué más rápido que nunca, pienso.

Logan me besa con fuerza y me presiono contra él, dejando que mis
manos se deslicen por su pecho, sintiendo los músculos gruesos y duros
debajo de la piel. A pesar de que nunca he hecho esto antes, ni siquiera
lo he tocado con camisa, se siente familiar.

—Estaba tratando simplemente de provocarte —dice Logan, su


cara todavía contra la mía.

—He estado pensando en esto por un tiempo —le digo.

—¿La pista de baile? —pregunta Logan.

Trago, le suelto el botón y bajo la cremallera de sus jeans,


deslizando mi mano dentro.

—¿Orientación? —digo, y agarro su polla.

493
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Logan gruñe y me besa de nuevo mientras lo acaricio. Él es grande,


largo y grueso, pero dada la cantidad de fricción que hemos tenido esta
noche no estoy exactamente sorprendida.

Él gime en mi boca como yo, y santa mierda que es sexy. Muerdo


sus labios y me gruñe, y es caliente como la hostia, de la manera en que
viene desentrañando.

Me acerco a él. Le doy un beso en la clavícula, lo mordisqueo con


mis dientes y respira hondo.

Caigo de rodillas, le bajo su vaquero y calzoncillos y chupo la


cabeza de su polla dentro de mi boca. Logan gime, un sonido bajo y
áspero, y sé que estamos ebrios, pero nunca lo he visto perder el control
antes, no así.

Envuelvo mi puño alrededor de la base de su polla y deslizo mi boca


por su eje hasta la base de su tronco. Él golpea la parte posterior de mi
boca y me retiro, haciendo girar mi lengua alrededor de la cabeza de su
verga. No hay exactamente un montón de finura en este momento, pero
tiene una mano en mi cabeza y juro que está gimiendo, susurrando oh
dios joder una y otra vez, y creo que se la chuparía para siempre si llegara
a escuchar eso.

Sigo adelante. Logan se escucha más fuerte. Me estoy mojando de


nuevo, o sigo empapada todavía, no me importa.

De repente, la mano en mi cabeza se cierra alrededor de mi cabello


y me sostiene exactamente donde estoy, sólo la punta en mi boca. Muevo
mi lengua sobre él y lo miro, y por un momento, él luce completamente
sin palabras.

Luego traga.

494
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Voy a correrme —susurra bruscamente.

Casi le digo te puedes correr en mi boca, porque quiero llevarlo allí


y verlo perder el control, pero sé por qué me detuvo. Me levanto, y él me
besa de nuevo, incluso más duro y más áspero que antes, sus patillas
raspando contra mi cara.

—No tenemos que hacerlo si no quieres —dice.

—¿Te refieres a follar? —le murmuro.

Se ríe, me besa, y sigue riendo.

—Iba a decir hacer el amor —bromea.

Hago una mueca involuntaria.

—Espero que estés bromeando —le digo—. Nunca vamos a follar si


lo llamas así.

—¿Dónde está el romance, Zelda? —pregunta.

Mi mano todavía está en su pene y le acaricio lentamente mientras


me presiona.

—Lo dejé en la botella de champán que robamos y nos bebimos —


murmuro.

Me besa el cuello, se aleja y coge un condón del tazón. Por un


segundo me pregunto si no deberíamos usarlos en absoluto, ¿tal vez son
raros condones BDSM?

Pero entonces Logan está de nuevo frente a mí, con la polla


enfundada, y me besa, sus manos en mis caderas, empujándome hacia
atrás contra el banco.

495
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Entonces, de alguna manera, estoy frente al banco y doblando


hacia adelante la cintura, y estoy bastante segura de que fue mi idea,
pero no lo sé. Hay un enorme espejo a treinta centímetro frente a
nosotros, e incluso en la oscuridad puedo ver todo sorprendentemente
bien.

Llevo mis manos hacia mi espalda y acaricio la cadera de Logan,


la parte más fácil de alcanzar, y nos observamos en el espejo. No hay
pétalos de rosa ni canta Barry White, pero maldición. Lo he querido
durante la mayor parte del año, y merezco más que un misionero en una
cama extra larga.

Logan hace una pausa, pasando un pulgar sobre mi omoplato,


hacia mi espina dorsal, y luego moviéndolo sobre cada muesca, una por
una.

—Zelda —dice—. ¿Quieres esto, verdad?

—Sí —le digo—. Deja de ser un caballero.

Me besa la nuca una vez, la punta de su pene en mi entrada, y


empuja la cabeza dentro.

Jadeo, apretando las manos en los bordes del banco, y él se desliza


todo el camino.

Me siento como si un proyector se encendiera en mi cuerpo, de


repente todo iluminado y prácticamente brillando, y yo lloriqueando
fuerte, mordiéndome el labio. Logan gime detrás de mí y empujo hacia
atrás, llevándolo lo más profundo como pueda.

Nos observamos en el espejo, nuestros cuerpos moviéndose juntos,


y entiendo por qué a la gente le gusta así. Y es tan malditamente caliente
ver el cuerpo de Logan mientras se mueve, su intensa y fascinada

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

expresión mientras trata de controlarse porque creo que está tratando de


no hacerme daño.

Empujo hacia atrás, con más fuerza. Agarra mi hombro y empuja


más fuerte y esta vez jadeo, todavía observándonos en el espejo.

—Hazlo de nuevo —susurro.

Lo hace. Sigue haciéndolo, cada vez más duro y pronto Logan se


conduce con tanta fuerza como creo que puede reunir. Es rápido y un
poco áspero, pero siento que estoy empezando a deshilacharme un poco
alrededor de los bordes y oh Dios mío necesitaba exactamente esto.

Me enderezo, empujándome del banco y arqueando mi espalda.


Logan me agarra el hombro con una mano y parte del banco con la otra,
y apoya su frente contra mí y me besa la nuca.

Lloriqueo porque me estoy deshaciendo rápido, y aunque parte de


mí quiere decirle algo a Logan, está totalmente más allá de mi capacidad
ahora mismo como el resplandor de calor que se construye, la luz
empezando a filtrarse en los bordes.

Me acerco, le agarro la nuca y lo sostengo contra mí mientras giro


acercándome cada vez más, y más cerca.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Doce
Logan
Esto es mil veces más ardiente que cualquier porno que haya visto,
simplemente viéndonos movernos juntos en el espejo. Estoy golpeando a
Zelda tan fuerte como puedo, no hay otra palabra para ello, y ella está
gimiendo y susurrando cosas como joder sí, oh Dios mío sí, una y otra
vez. No creo que sepa siquiera que lo está haciendo.

Me inclino para besarla de nuevo y ella me agarra por el pelo,


sosteniendo mi cabeza contra la de ella, así que simplemente beso su
nuca e intento no correrme, lo cual es difícil. Sus músculos del coño me
siguen apretando y aflojando, casi revoloteando, y cada vez que lo hacen
me aprietan y estoy seguro de que todo ha terminado.

Entonces Zelda gimotea. Su mano se aprieta en mi cabello y ella se


aferra a mi alrededor.

Ella me mira sin ver cuando la observo en el espejo, así que le beso
el cuello y me azoto en ella.

—Joder —susurra, y luego sus ojos vuelven hacia atrás y sus


músculos se aprietan a mi alrededor.

Esto es lo que Zelda siente cuando se corre, me digo. Santa puta


mierda.

Duro alrededor de tres segundos más, y luego estoy gruñendo


palabras sin sentido en su oído, estoy volando sobre el borde y
estrellándome hasta el fondo, corriéndome tan fuerte que directamente
no puedo ver.

498
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Zelda se desploma hacia adelante sobre el banco y caigo con ella,


nuestros cuerpos cubiertos con un fino brillo de sudor. Puedo sentir su
respiración, y casi se siente como si estuviéramos compartiendo un
conjunto de pulmones, un latido del corazón. Le beso el hombro y me
quedo allí, medio tumbado encima de ella, durante mucho tiempo.

Ambos estamos tranquilos, juntos en este perfecto silencio. No hay


nada que quiera decir y nada que quiera hacer, solo estar aquí con ella.

El único problema es que en realidad no es muy cómodo, así que


después de unos minutos, me pongo de pie y ella también. Hay una
papelera donde arrojo el condón, a pesar de que alertará a los profesores
pervertidos que alguien utilizó su mazmorra sexual.

Zelda se levanta y se apoya contra el banco de cuero, observándome


como si de repente estuviera insegura, se cierra. Me acerco y la tomo en
mis brazos, y ella prácticamente se derrite en mí. Luego respira
profundamente.

—No lo hice antes porque me gustas —dice, con voz casi inestable.

Muevo un dedo arriba y abajo de su espina dorsal.

—Tú también me gustas —digo.

—No quiero perderte —dice, las palabras se le escapan ahora—. No


tengo otros amigos como tú, Logan y no hay nadie con quien sea así.

Sé lo que ella quiere decir la parte de hablar hasta el amanecer, la


fiesta en el techo, no el sexo.

Ella toma una respiración profunda, todavía en mis brazos.

—Estoy aquí —respondo—. Ya te lo dije, y lo dije en serio.

499
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—¿Incluso ahora? —susurra—. ¿Aun así?

—Por supuesto —digo—. No sé qué haría si te perdiera.

Le beso encima de su cabeza, y ella se acuesta en mi pecho por un


momento.

—Nos gusta pasar tiempo juntos, y el sexo fue genial —le digo—.
Tal vez no sea tan malo.

Se detiene un momento.

—Sí, buen punto —dice ella.

Nos quedamos allí por mucho tiempo, Zelda en mis brazos, hasta
que nos enfriamos y nos vestimos de nuevo. La ayudo a ponerse su corsé
y antes de que dejemos la mazmorra le doy un beso largo y prolongado.

Cuando termina, ella se aferra a mí por un momento, como si


estuviera pensando.

—Ven a quedarte por la noche —finalmente dice—. Mi compañera


de cuarto está en casa de su novio.

Presiono mi cara en su cabello y sonrío.

—Claro —digo.

Dejamos la mansión, la fiesta sigue desenfrenada, y mientras


caminamos por la calzada sosteniéndonos las manos, alguien en una
bicicleta nos pasa.

Lleva el sombrero de copa de Zelda.

—Maldita sea —dice, pero ni siquiera trata de perseguirlo.

500
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

***

Me despierto a la mañana siguiente prácticamente envuelto


alrededor de ella, su pelo rojo en mi cara. Las camas individuales no
estaban destinadas a ser compartidas, y ambos estamos casi
cayéndonos, pero hay algo acogedor e íntimo acerca de dormir con
alguien en una.

Zelda se revuelve, se lanza sobre su espalda y me mira. Deslizo una


mano por la suya, entrelazando sus dedos con pereza. No estoy
exactamente con resaca, pero podría sentirme mejor.

—¿Arrepentida por la mañana? —pregunto, con su cuerpo contra


el mío.

Ella juega con mi mano durante un largo momento, luego me mira.

—No —dice, sonando somnolienta—. Todavía estás aquí.

—Te lo dije —le digo—. Y aún estás aquí.

—Es mi habitación —señala.

—La dejas en ocasiones.

Juega con mi mano por otro momento, y la dejo hacer.

—Creo que esto podría funcionar —dice después de un tiempo.

Aprieto sus dedos entre los míos, luego llevo sus manos a mis
labios y beso sus dedos.

—También creo que podría hacerlo —digo.

Fin
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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Aubrey Irons

Malvado

502
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Uno
Addison
—¿Qué haces aquí?

Es mucho menos una pregunta y mucho más una acusación, pero


ahí está él, sonriéndome de esa manera desagradable que tiene. Es esa
sonrisa que hace bastante claro que tengo cero posibilidades de meterme
bajo su piel o sacudirlo de alguna manera.

Como lo hace conmigo.

Sin cesar.

Cole Grady, a quien yo nunca debería haber vuelto a ver después


de todo eso... bueno, después de la secundaria. Después de la escuela
secundaria cuando vine aquí a la Universidad Estatal de Luisiana y se
suponía que... ni siquiera lo sé.

Literalmente ir o hacer cualquier cosa, pero me sigue aquí, eso es.

—Pregunté, ¿qué estás haciendo aquí? —repito, esta vez con una
pregunta más genuina. ¿Qué en el mundo es lo que Cole Grady estaba
haciendo en una fiesta de Halloween organizada en la mansión propiedad
de los profesores Henderson?

Se encoge de hombros mientras lleva el vaso rojo a sus labios. Él


toma un trago grande del contenido, bebiéndolo y luego lamiendo la
espuma suavemente de su labio superior.

503
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Sus labios perfectamente formados y pecaminosamente


seductores.

—Cerveza gratis y tu actitud encantadora como siempre, princesa.

—No me llames así.

—Qué, ¿princesa?

—Sí, eso.

Cole sonríe, la sonrisa se extiende a través de sus impecables y


definidos pómulos... esa barbilla con la cantidad justa de vello. Él empuja
una mano a través de su grueso cabello oscuro.

—Lo siento, Addy.

—Sí, tampoco eso.

Él pone en blanco sus oscuros ojos marrones mientras se inclina


hacia atrás contra la mesa plegable con el pequeño “barril” posado en
ella, como si poner cerveza en un barril más pequeño y ponerlo sobre una
mesa con un mantel de fantasma y maíz dulce le quitara algo de esa
basura de la universidad.

—¿No puedo llamarte por tu nombre ahora? —Él levanta una ceja—
. ¿Es una de esas cosas de la universidad? ¿Vas a empezar a fumar una
tonelada de hierba y cambiar tu nombre a “Purple” ahora o algo así?

—¿Qué? No —le digo y lo miro, cruzando mis brazos sobre mi


pecho—. Me puedes llamar Addison, no Addy.

—¿Por qué no, Addy?

Dios, se está enfureciendo.

504
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Debido a que sólo mis amigos me llaman así.

—¡Ooo, quema! —dice y se ríe antes de hacer una gran mirada


dramática de perrito—. ¿Estás diciendo que no somos amigos?

Esbozo una breve risa.

—¿Después de tu pequeño truco la otra semana? Sí, no.

Hace unas semanas, Cole Grady decidió sentarse detrás de mí en


la sala de conferencias, robar mi teléfono móvil del bolsillo de mi
chaqueta, subirlo al volumen más alto y luego ocultarlo en alguna parte
en el fondo de mi bolsa. Él entonces procedió a llamarme exactamente
seis veces seguidas mientras yo buscaba frenética y mortificadamente un
teléfono que gritaba “Backstreet Back”29 a todo volumen.

Ni que decir tiene que el profesor Butler no estaba contento, y de


alguna manera quedé como culpable después de que casi subí por el
respaldo de la silla para tratar de golpear a Cole. El resultado fue que
ambos tuvimos que presentarnos en horario de oficina para ayudar a
clasificar lo que debía de ser seis semestres de anotaciones de clases
atrasadas, la misma noche que debía haber estado en la reunión abierta
para el gobierno estudiantil.

Sí, ese pequeño truco.

Doce años de un impecable expediente de la escuela, y consigo mi


primer punto negro a un mes de empezar la universidad, todo debido a
Cole Maldito Grady.

29
Canción de Backstreet boys.

505
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Eso son tres veces, ahora me ha lanzado por un circuito completo.


Tres veces me sacudió el mundo y me dejó sin aliento. No es este
incidente más reciente, recibiendo gritos en frente de un salón de
conferencias entero mientras mi teléfono reproduce música pop boyband
a toda velocidad. Hubo una vez antes, cuando me presenté a la
orientación de primer año aquí en LSU y encontré a la derecha al último
hombre en el planeta que esperaba, asistiendo conmigo a cuatro años de
universidad.

Ah, y luego estaba la primera vez.

La vez en que Cole Grady me besó.

—Todavía te refieres a eso, ¿eh?

Parpadeo, mi cara se pone roja.

—¿Qué?

Se ha convertido en un lector de mentes.

—El teléfono móvil.

Oh, eso.

Cole toma otro sorbo de su bebida, y casi alcanzo y la golpeo


directamente de su mano.

—Uh, un poco —siseo, levantando el pulgar y el dedo índice,


mirando a él antes de volver la mirada hacia la copa en sus manos—. No
puedes beber eso, ¿sabes?

—Seguro que puedo.

—No, no se puede.

506
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Addy, es una fiesta universitaria de Halloween.

—No lo es, se trata de una actividad profesores-estudiantes —digo


con remilgo—. Es para trabajar en red con profesores y compañeros de
clase superiores, y tener una comprensión más firme en la selección de
algo mayor. Sucede que es en Halloween. —Eso es lo que la persona que
me invitó dijo, de todos modos.

Cole me da una mirada antes de asentir a un lobo y lo que tiene


que ser la Caperucita Roja pasando por delante de nosotros. Puedo sentir
que mi rostro se vuelve de la misma sombra que su esbelta capa mientras
noto la mano del lobo enterrada bajo la parte posterior de la falda de la
Caperucita. Me doy la vuelta rápidamente, sólo para ver a Cole
sonriéndome con aire de satisfacción.

—Oye, tal vez esté conociendo el departamento de Literatura y


Folclore. —Se ríe—. Y bueno, definitivamente conseguirá una idea sobre
algo.

Arrugo la nariz.

—Eres repugnante.

—Sólo digo lo que veo, princesa.

—No...

Me muerdo la lengua y lo miro en lugar de terminar. Sé lo que


quiere. Él quiere una reacción, como siempre está tratando de obtener de
mí. Y yo siempre se la doy, siempre. Dar a Cole Grady la satisfacción o
una respuesta a sus payasadas infantiles es algo que de alguna manera
he hecho desde que éramos niños. Lo hice cuando estábamos en el
vecindario y él tiraba de mis trenzas, o trataba de poner una rana en la
parte de atrás de mi vestido. Fuera lo que fuese, habría poco de Addison

507
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Tanner, gritando y lamentando y apuntando con un dedo, mientras Cole


Grady se reía de su cabeza tonta.

Y aquí estoy, una adulta, en la universidad, y haciendo la misma


maldita cosa.

—Sabes que tienes prohibido los eventos universitarios


patrocinados por la universidad para el próximo mes.

Parte de nuestro castigo por el truco del teléfono móvil.

—Bueno, eso probablemente se aplicaría a los dos, ¿no crees?

—Pedí permiso, ¿cuál es tu justificación?

Él pone los ojos en blanco.

—Recordé que estamos en la universidad, no en la escuela


secundaria, que somos adultos y no niños, y que pago demasiado dinero
para venir aquí para que me digan que no puedo venir a actividades de
este tipo.

Los ojos de Cole de repente se sumergen en mi parte delantera, y


me estremezco, a pesar de las capas que estoy usando.

—Por cierto, ¿qué demonios llevas puesto? —Aprieto los labios,


poniéndome un poco más derecha. Arquea una ceja—. Ady, ¿de verdad
viniste a tu primera fiesta universitaria de Halloween vestida como una
bibliotecaria?

Yo suspiro.

—Soy Margaret Thatcher. —Él ríe—. Margaret Thatcher fue...

—Sí, no, sé quién era, princesa. Sólo estoy tratando de entender


por qué vienes a una fiesta universitaria vestida como la ex Primer

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Ministra de Inglaterra. —Suspira—. Estaba esperando una enfermera


sexy o una monja sucia o algo así.

—Lo harías —murmuro—. Y qué demonios se supone que eres, ¿un


leñador?

Cole me da una mirada.

—¿Eso es lo que recibes de esto? —Hace un gesto a su atuendo...


jeans oscuros, camisa a cuadros sobre una camiseta manga larga y
chaqueta de mezclilla en la parte superior. Por primera vez, noto que
también lleva guantes de cuero sin dedos.

Está bien, probablemente no sea un leñador.

—Fue la tela a cuadros.

—Soy John Bender. —Me encogí de hombros—. Judd Nelson, ¿de


el club del desayuno?

—¿El deportista?

—¿Qué? No, ¿alguna vez has visto la película? El deportista es


Emilio Estevez. Bender era el tipo guay.

—Oh, te refieres a esa mierda.

—Tanner, sabes que me encanta cuando hablas así. —Él sonríe


maliciosamente hacia mí.

Estoy a punto de responder, pero me muerdo la lengua y sacudo la


cabeza en su lugar.

Esto es estúpido. Esta soy yo haciendo exactamente lo que él sabe


que voy a hacer, que es exactamente por qué se mantiene haciéndolo. Y
que me condenen si me siento aquí en una actividad como esta,

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

perdiendo el tiempo y bromeando, peleando de ida y vuelta con Cole como


si fuéramos niños otra vez cuando podría estar fuera de mezclándome y
haciendo incursiones en mi especialidad.

—¿Sabes qué? Disfruta de tu cerveza y disfruta siendo un pequeño


cretino, Cole.

Giro fuertemente en mis talones, sintiéndome petulante cuando


empiezo a marcharme. Cole me llama.

—Qué, ¿realmente te vas?

Sonrío levemente mientras me vuelvo para mirarlo por encima del


hombro.

Me niego a dejar que tenga este tipo de control sobre mí. Me niego
a dejar que el hecho de que Cole Grady me besara una vez y me dejara
sin aliento y girando fuera de control tenga este tipo de poder en mí. Y
estoy decidida a dejar el momento en que volvió todo mi mundo al revés
en el pasado, donde pertenece.

—Tengo una cita que necesito encontrar. —Sonrío—. Disfruta tu


noche, Cole.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Dos
Cole
Mierda.

No puedo decir que no esperaba ver a Addison Tanner aquí,


simplemente no esperaba...

Vete a la mierda, no importa. Supongo que nunca he esperado


sentirme de la manera que lo hago después de que ella y yo nos diéramos
cabezazos como estos.

Atado. Retorcido. Molesto, encendido, y queriendo más. Eso es lo


que Addison Tanner me hace, y por eso me toma un segundo recoger mis
pensamientos antes de seguirla cuando ella sale de la habitación.

Lo curioso de esto, es que fuimos amigos una vez. Supongo que


nunca lo sabrías por alguna de las cuatro o cinco veces que hablamos en
los últimos cuatro años, pero cuando éramos niños éramos cercanos.
Antes de que la mierda fuera cuesta abajo con mis padres y antes de que
su padre ganara su primera elección en el Senado, supongo que podrías
decir que éramos amigos.

Pero nunca hubo una buena razón para que hubiera algo entre
nosotros. Como niños, muchas de esas razones pueden pasarse por alto,
o simplemente no importan. Pero a medida que crecimos, el océano entre
nosotros sólo llegó a ser mucho más obvio. Mientras crecimos, las
razones por las que la hija culta, estirada y mojigata del senador Edward
Tanner no tendría nada que ver con el alborotador, tatuado y jodido caído
del otro lado de las vías se hicieron un poco más pronunciadas.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Por lo que el tontear como niños se detuvo lentamente mientras


seguimos creciendo. Los fuertes en los árboles y tirar piedras en el arroyo
después de la escuela se desvanecieron cuando fueron reemplazados con
tutorías privadas avanzadas para ella, y una fascinación con las
motocicletas para mí. Lentamente nos separamos, y en la escuela
secundaria, éramos extraños. Extraños con una historia, supongo, pero
eso no significa realmente una mierda a esa edad.

Bueno, no lo fue hasta la noche que me besó.

Y después de eso, todo el asunto explotó en nuestras caras.

—Eh, Primer Ministra, déjame que te traiga una copa.

Ella gira hacia mí, su suave rostro y sus ojos azules y cristalinos
se arrugan y estrechan mientras me mira.

—No, gracias. —Ella cruza sus brazos apretados a través de la


ridícula chaqueta de lana de color amarillento que lleva puesta... la que
no le hace ningún favor a ese cuerpo sexy, que sé que está perfeccionado
a partir de voleibol y la pista, por debajo de ella. Todo el traje trágicamente
puritano está completo con una falda de tweed a la rodilla, collar de
perlas y zapatos negros.

En serio, si ella está usando ropa interior de política de unos


sesenta años por debajo de ese traje, no me sorprendería.

—Honestamente, Cole, ¿por qué estás aquí?

Frunce el ceño ante la cerveza que tomo y que ella me quita, y me


encojo de hombros mientras la tomo de vuelta.

—¿En LSU, o en esta fiesta? Porque pensé que cubrimos esa


primera en la sesión de orientación.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—¿Ambos? Quiero decir en serio, ¿es sólo tu objetivo seguirme y


meterte bajo mi piel?

Para que conste, no vine a LSU para seguir a Addison Tanner.


¿Después de lo que pasó esa noche justo antes de la graduación?

Demonios, podría haber usado estos cuatro años lejos de ella. Así
que no estoy seguro de cuál de nosotros tenía el aspecto más aturdido
cuando literalmente nos encontramos el uno con el otro en la orientación
de primer año.

No tenía ni idea de que ella vendría aquí. Siempre pensé que la Ivy
League era el único lugar al que estaría dirigida una chica como Addison
Tanner. Pero tengo una súbita sospecha de que, en un año electoral, el
Senador Tanner estaba bastante firme en que ella fuera a una
universidad estatal.

—Eso. —Me encojo de hombros, dando un suspiro dramático—. Es


de hecho, el objetivo de mi vida, seguirte y meterme bajo tu piel. ¿Cómo
lo estoy haciendo, por cierto?

Y ahí está, ahí está mi problema. Por mucho que me quiero olvidar
de Addy y simplemente seguir adelante con lo que debería hacer como un
encantador joven de primer año y sin restricciones en la universidad con
acceso al alcohol y alumnas que desee, siempre hay algo que me tira
hacia atrás. Algo siempre me hace morder el cebo, y algo siempre me
tiene tratando de obtener una última frase en lugar de cerrar la boca y
sólo huir.

De alguna manera, es imposible para mí alejarme de esta jodida


chica.

—¿Cómo llegaste a esta universidad?

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Porque soy un genio. —Ella pone los ojos en blanco—. Entonces,


¿quién es esta cita?

—No es asunto tuyo, eso es.

—Sí, pero te estás muriendo porque sea asunto mío, ¿verdad?

Parece que está a punto de decir algo, pero se detiene y miro esos
labios rosados y perfectos por un segundo. Ella estrecha sus ojos en mí,
como si estuviera juzgando la situación antes de finalmente sonreír
tímidamente.

Bueno, la versión de Addison Tanner de “sonreír tímidamente”.

—Se llama Jamie.

—Te dije que te morías por decírmelo. Suena como un idiota.

Ella pone los ojos en blanco.

—Para tu información, es el presidente del sindicato estudiantil, en


realidad.

Me río.

—¿Ese jodido senior de orientación? ¿El imbécil que no paraba de


decirle a la gente quién era su padre? —Sus labios se juntan y resoplo
otra risa—. Bueno, estoy seguro de que el Senador Tanner aprobaría tu
exquisita elección en el pedigree de tu cita.

—Todavía haciendo pucheros porque no dormí contigo, ¿eh?

Parpadeo de sorpresa ante su comentario de una línea mientras


ella me sonríe triunfalmente.

De acuerdo, no vi que viniera.

514
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—No voy a hacer pucheros, princesa, y tampoco tengo el hábito de


dormir con chicas borrachas desesperadas, y medio desmayadas.

Su mandíbula cae.

Mierda.

—Jódete, Cole.

Sí, eso es lo que podría merecer.

—¿Quieres saber cómo estás con ese objetivo, Cole? ¿Quieres saber
cómo lo estás haciendo con seguirme y meterte bajo mi piel?

—Quiero decir, si quieres darme una escala móvil o...

—Lo estás haciendo bien, cabrón —me escupe—. Felicidades, lo


estás haciendo muy bien.

Ella gira bruscamente en sus zapatos de Margaret Thatcher y se


aleja.

Esta vez no la sigo.

Hay toneladas de alumnas calientes, listas y disponibles en esta


escuela, la mayoría de los cuales estarían más que dispuestas a abrir sus
piernas para mí con el encanto correcto, la frase correcta, la sonrisa
correcta.

A diferencia de saltar lejos de mí como Addison Tanner.

Pero de nuevo, ella siempre fue diferente.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Tres
Addison
Él no me sigue esta vez, y odio la parte de mí que quiere que lo
haga. Es la parte de mí que trata de quedar libre desde hace años, y esa
parte simplemente no se quiere ir.

Pero tengo que dejar que se vaya. Nosotros no somos unos niños,
y lo que sea... eso que teníamos entonces fue hace mucho tiempo, incluso
antes de ese beso desastroso. Ahora somos adultos, en la universidad.
Por supuesto, en LSU, en contraposición a Harvard y Columbia, ambas
a las cuales entré. Pero, de nuevo, se trata de un año electoral para mi
padre, y con toda su plataforma centrada en torno a la educación y
“mantener Louisiana en Louisiana”, casi ni siquiera fue una sorpresa
descubrir que él quería que yo viniera aquí.

Estoy más cerca de casa, supongo.

Y no es que LSU sea una mala universidad tampoco. Las ciencias


políticas tienen una reputación muy buena, y si de alguna manera
consigo tiempo libre para opcionales, también tienen un increíble
programa de arte. Me dieron una habitación de residencia con una vista
realmente decente del patio, e incluso encontré algunas chicas realmente
impresionantes para pasar el rato con la orientación de primer año.

En general, hice la paz con el hecho de que estaba en Baton Rouge


en lugar de Boston o Nueva York, y decidí que esto iba a estar bien.

516
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Esa decisión se produjo alrededor de cinco minutos enteros antes


de que me golpeara, en realidad me golpeó físicamente, que Cole Maldito
Grady estaba en ella.

—De todos los bares del mundo30, eh ¿Tanner?

Esa sonrisa... la sonrisa supremamente confiada, los hoyuelos


profundos en sus mejillas ligeramente desaliñadas, la arruga alrededor
de sus marrones ojos oscuros. Ese pelo perfectamente... y me refiero a
ese pelo castaño perfectamente despeinado y caído cortado corto en los
lados y barrido a un lado. La gente paga una fortuna para conseguir que
su cabello se quede así, y Maldito Cole sale de la cama viéndose así.

Es realmente sólo una de una lista de cosas interminable e


injustamente atractivas y peligrosamente tentadoras sobre él.

Y están todas aquí en LSU, aquí delante de mi cara. No


atormentando mi espejo retrovisor a esa noche donde pertenece. Aquí,
burlándose de mí.

—¡Addison!

Me giro, medio expectante y medio esperanzada.

No es él, es Jamie Hopkins, el ya mencionado “jodido imbécil


superior”.

Frunzo el ceño otra vez, decidida a forzar a Cole y a sus ofensivos


insultos y pequeños celos fuera de mi cabeza. Porque como yo misma sigo
diciendo, somos adultos, y esta es la universidad. Y es hora de que acepte

30
Frase de la película Casablanca: “De todos los bares del mundo, y ella tenía que
entrar justo en el mío.”.

517
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

que, independientemente de su presencia aquí, tengo todo el derecho a


ser una estudiante universitaria.

Y eso incluye venir a las actividades de la facultad de estudiantes


con Jamie Hopkins.

—¡Me alegra que hayas llegado!

Él me sonríe de esta manera que es el polo opuesto de Cole... una


sonrisa agradeciendo sus votos, donde la de Cole sugiere algo peligroso.
Es cursi y practicada, donde la de Cole es malvada y espontánea.

El canalla contra el político.

Rápidamente sacudo mi cabeza de nuevo, tratando de borrar la


ridícula comparación. No voy a pasar mi noche, o mis cuatro años aquí,
para el caso, comparando a tipos razonables y adecuados con una
pequeña mierda como Cole Grady, que ni siquiera tenía nada que decir
de todos modos.

—¡Lo hice! —Forcé una sonrisa a mi cara y miré alrededor de la


sala de estar. Todo este grupo estaba mucho más lleno cuando llegué. En
un punto, había incluso un DJ que tocaba la música que golpeaba en el
salón de baile.

—Déjame adivinar. —Jamie se golpea la barbilla pensativamente


antes de señalarme—. Margaret Thatcher.

Yo sonrío.

—¡Lo tienes!

Ady, ¿seriamente llegaste a tu primera fiesta universitaria de


Halloween vestida como una bibliotecaria?

518
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

No solo decidí vestirme como la ex Primer Ministra de Gran


Bretaña. En nuestra última reunión de gobierno del cuerpo estudiantil,
todos decidimos hacer una lista de nuestros políticos mundiales favoritos
y figuras históricas más influyentes y luego sacarlos de un sombrero para
vestirnos como ellos para la función.

Jamie es muy obviamente JFK.

Jamie, con su mirada alta, majestuosa, pulcra. Jamie, con su


pulida escuela privada, Jamie que ya está internando para congresista
de Louisiana.

Tradicional, apropiado, encantador, y ciertamente aprobado por el


Senador Tanner... Jamie Hopkins.

—¿Así que?

Levanto una ceja, señalando su traje azul estilo años sesenta, con
puntas de alas y un alfiler de bandera americana.

—¿Alguna conjetura?

—Hmm —frunzo mi frente, tocándome la barbilla de la misma


manera que él lo hizo antes, abro la boca para posiblemente la peor
imitación de Kennedy de todos los tiempos.

—...no pregunten qué puede hacer su país por ustedes,


pregunten...31

Me detengo abruptamente ante la expresión en blanco de su rostro.

31
Parte del discurso inaugural de JFK, esa parte en el original: “And so, my fellow
Americans: ask not what your country can do for you; ask what you can do for your
country.”

519
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Soy JFK.

Me encojo.

—Sí, no... no importa. —Esbozo una sonrisa en mis labios—. Un


gran disfraz.

—Gracias. Pensé que la sangre falsa en el lado de mi cabeza podría


ser demasiado.

Me río.

—Sí, hubiera sido un claro indicativo32.

Jamie frunce el ceño y vuelvo a encogerme.

Dios soy mala en esto.

Parece que lo aparta, mientras se inclina cerca, sonriendo con la


sonrisa oficial elegida para mí.

—¿Y si tomamos unas copas y vamos a un lugar más tranquilo?

Me sonríe, sus ojos moviéndose sobre mí de una manera que no


puedo no gustarle, en absoluto. Y no soy idiota... sé muy bien lo que
significa “vamos a algún lugar tranquilo”, especialmente cuando estamos
de pie en una sala con personas que tienen conversaciones a niveles de
sonoridad perfectamente normales. Y mientras que una parte de mí se
siente como que debería estar indignada por la insinuación, la otra parte
sabe que Jamie Hopkins, un personaje impecable, encantador y bien
conectado, es exactamente con quien yo debería estar asociándome. Él

32
Juego de palabras, en el original “Dead giveaway”.

520
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

es el tipo de persona con quien debería ir a fiestas, y coquetear. El tipo


de chico con quien debería “ir a un lugar más tranquilo”.

—Yo…

—¡Ahí estás!

Oh, me estás tomando el pelo.

Giro al sonido de la voz de Cole detrás de mí para ver esa sonrisa


presumida y arrogante extendida por su cara.

—Hey, encontré uno de esos tampones de flujo abundante que


buscabas antes.

Mi mandíbula cae mientras lo miro. Algo titila en los ojos de Cole


mientras mira hacia Jamie.

—¿Kennedy?

Todavía estoy girada hacia Cole, pensando cómo asesinarlo.

—Uh, sí —dice Jamie rápidamente.

—Deberías haber ido con alguna sangre falsa. Realmente habría


sido un claro indicativo.

Cole se ríe a carcajadas de su propia broma, ignorando los rayos


láser de mis ojos. Estoy temblando... estoy tan loca, con mi cara de color
rojo brillante y mis manos en puños cerrados mientras me obligo a tomar
un respiro y volverme hacia Jamie.

—Lo siento por mi retrasado amigo aquí, creo que ha estado


bebiendo.

—Estoy totalmente sobrio… joder

521
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Él silba mientras retrocedo con el talón en su pie.

Jamie se ríe.

—Bueno, en realidad necesito hacer las rondas y saludar a algunos


de los otros jefes de cuerpo estudiantil de todos modos. —Me sonríe—.
¿Nos encontramos más tarde?

—Sí, me encantaría —le digo rápidamente.

—Encantado de conocerte, eh...

—Bender. —Cole saca su mano enguantada sin dedos—. John


Bender.

Jamie sonríe.

—Correcto. Bien, un placer conocerte. Nos vemos pronto, Addison.

—Oye, mi hombre, creo que podría haber visto algunos personajes


sospechosos en una colina cubierta de hierba afuera, así que, ya sabes,
mantén la cabeza baja.

Jamie frunce el ceño y asiente de un modo confuso antes de dar la


vuelta y salir de la habitación.

Ya le echo de menos.

Me giro sobre Cole, con las mejillas rojas y calientes y mis puños
apretados a los costados.

—¿Me estás jodiendo?

—Eso suena bastante retórico.

Estrecho mis ojos hacia él.

522
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Puedo cuidar de mí misma, ¿sabes?

—Oh, sí, claramente. —Se aclara la garganta—. Mira, déjame ir a


buscarte una copa en lugar de ese tipo.

—Oh, él no puede, pero ¿tú sí?

—Sí, básicamente.

—Eres ridículo. Aún me atrevo a preguntarte, ¿por qué crees eso?

—Porque yo no voy a meter algo en él como ese jodido arrastrado.

Pongo los ojos en blanco.

—¿Arrastrado? Cole, él es el jefe del cuerpo estudiantil. ¿Y tienes


idea de quién es...?

—Oh, Dios mío, princesa, no lo digas, por favor.

Me erizo

—¿Qué?

—No me digas que no sé quién es su padre. Tienes razón, no lo sé,


y sinceramente no me importa.

—¿Muy celoso, Cole?

Él ríe.

—¿De ese instrumento?

—Sabes, sólo porque está motivado por su carrera y viene de una


familia de conexiones, no significa que...

523
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Addy, por favor, ese gilipollas tiene “predador privilegiado” escrito


por todo él.

Me río.

Viene antes de que pueda ayudarlo. Y es sólo por un segundo antes


de que me cierre la boca. Pero es suficiente.

Es suficiente para poner una grieta en la pared que he estado


tratando de poner entre nosotros.

Cole sonríe.

—Mira, ven a tomar un trago conmigo, Tanner. Una bebida. Piensa


en ello como una disculpa por todo el asunto del teléfono el otro día. Te
lo debo.

—Me debes más que una copa. Me debes limpiar mi expediente.

Se ríe, con una mano extendiéndose para empujar sus dedos por
su cabello.

—Sabes que esto no es la escuela secundaria, o el jodido sistema


penal, ¿no? Tuvimos que venir a las horas de oficina y hacer la
clasificación de papeleo. Créeme, a nadie le importa después de eso, y
definitivamente no hay ningún tipo de registro. En cualquier caso, me he
sentido mal por todo esto.

—No, no lo has hecho. —Sus ojos brillan a medida que sus


hoyuelos se profundizan—. Y de todos modos, no podemos beber aquí —
digo solemne.

—¿Por qué no?

—¿Porque no tenemos veintiuno?

524
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Pone los ojos en blanco antes de agarrar mi mano y sacarme de la


habitación.

—Cole…

—Confía en mí, princesa. —Él se echa hacia atrás sobre su hombro


mientras nos movemos a través de la parte estrecha.

Es el contacto el que lo hace. Es mi mano en la suya, y la sensación


de su pulso y su piel contra la mía que trae la mentira a la superficie.

La mentira acerca de quién hizo el primer movimiento esa noche.

Porque la horrible verdad de lo que sucedió esa noche es lo opuesto


a lo que sigo intentando convencerme. Es lo contrario de lo que sigo
diciéndome a mí misma para recuperar un poco de mi orgullo.

Cole no me besó, yo lo besé a él.

Besé a Cole Grady esa noche a principios de verano, y he estado


tratando de alejarme de él desde entonces.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Cuatro
Cole
—Aquí.

—¿Qué es?

Pongo los ojos en blanco.

—Es cerveza, princesa. Bienvenida a la universidad.

Addy toma el vaso de plástico rojo de mis manos y olfatea en él


antes de que lentamente tome un sorbo e inmediatamente pone una cara.

—De nada.

—Gracias —gruñe ella.

Empezamos a pasear por la enorme mansión. La mansión que de


alguna manera tiene gente de fiesta todo el tiempo, pero estamos aislados
en su mayoría. Cuanto más lejos llegamos del salón de baile, menos gente
nos encontramos.

—¿Así que saliste a una fiesta esta noche sola?

—Actividad —dice de nuevo, como si fuera un principio para que


ella me corrija—. Y no, vine con mis amigas Veronica y Zelda.

—¿Y dónde están tus amigas?

Ella toma otro sorbo de cerveza.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—En realidad no tengo ni idea. —Ella frunce el ceño mientras mira


alrededor—. En realidad, no tengo ni idea de donde está cualquier
persona.

—Capturé a Caperucita Roja y al Gran Lobo Malo subiendo las


escaleras, ¿podríamos intentarlo allí? —Ella me da una mirada y le
sonrío—. Solo estoy jugando contigo, Tanner.

Nos trasladamos a un salón vacío, y de inmediato me dirijo hacia


el sistema estéreo de época y la colección de discos en la esquina.

—Vamos a poner algo de música, esto es raro y completamente


demasiado tranquilo.

Addison me mira con preocupación.

—No podemos poner música.

—¿Estás hablando en serio ahora mismo? Addy, sí, podemos. —


Sonrío—. Además, ni siquiera podemos escuchar la música del salón de
baile que está tan lejos. Necesitas seriamente relajada.

—Estoy bastante relajada, sólo que no creo que debamos jugar con
la colección del profesor Henderson.

Sé que los dos lo oímos, porque ella detiene la palabra.

—Que fue…

—Shh. —Sostengo un dedo en mis labios, sonriendo, porque estoy


bastante seguro de saber exactamente lo que acabamos de escuchar. Y
un segundo después, ahí está otra vez... el sonido muy distintivo de una
chica gimiendo en alguna parte de arriba.

Y la cara de Addison Tanner se pone rojo brillante.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Oh, Dios mío, por favor, pon un poco de música.

Me río mientras hojeo rápidamente la estantería y arranco dos,


volviéndome para presentarlos.

—¿Pixies o The Replacements?

—Pixies.

Levanto una ceja.

—Oh, llegamos a la universidad y ¿de repente estás en los ochenta


post-punk?

Addison me muestra el dedo.

—Siempre me han gustado los Pixies, muchas gracias.

El gemido viene otra vez, esta vez alto y estirado, seguido por un
chico gruñendo.

—Alguien está teniendo un buen momento —me río.

La mandíbula de Addy se cae mientras su rostro se vuelve rojo, ni


siquiera estaba seguro de que fuera posible.

—Oh, Dios mío, por favor, pon un poco de música.

Yo sonrío

—Vale. Nómbrame una canción de los Pixies y lo haré. Y no la del


final del club de la lucha, eso es, definitivamente, hacer trampa.

El gemido vuelve a aparecer, tambaleante y ahogado, y Addy


sacude su cara carmesí.

—¡Bueno! ¡Vale! Uh, Bone Machine.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Mi frente se dispara, y por segundo, el rosa se desvanece de su


rostro mientras ella sonríe satisfecha.

—¿Es tan impactante que escuche música?

Sonrío mientras me vuelvo hacia el tocadiscos.

—No, es sólo sorprendente que escuches buena música.

—Ja ja ja.

Dejo caer la aguja y me doy vuelta cuando el riff de guitarra entra


en acción.

—Lo último que recordaba, es que estabas obsesionada con esa


espantosa canción de Smash Mouth de Shrek.

—Eso fue en quinto grado —murmura.

—Lo suficientemente justo. —La música comienza a ir in crescendo


a medida que las letras entran, y tomo un trago grande de mi bebida
mientras empiezo a balancear mi cabeza—. Vamos, Tanner, vamos a
bailar.

Ella dobla sus manos a través de su chaqueta de tweed.

—Uh, de ninguna manera.

La ignoro mientras me balanceo y arrastro en su camino, moviendo


mis caderas exageradamente hasta que esa mirada de boca apretada en
su cara finalmente se rompe en una sonrisa.

—¡Allá vamos! —balbuceo cuando finalmente sonríe—. Vamos,


baila y vive un poco.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Estoy bien viéndote hacer tonterías. Además, esta chaqueta es


demasiado apretada para bailar.

—Entonces quítatela. —Sacudo la cabeza hacia ella—. Mira,


quieres seguir insistiendo en que no puedes divertirte, adelante. Pero
sinceramente creo que sería bueno para tu salud y tu experiencia
universitaria general dejarte ir un poco. Quiero decir, solías ser divertida,
princesa.

—Todavía soy divertida, ¡muchas gracias! —ella responde.

—¿Bien?

La música sigue oscilando, y todavía sigo balanceando mi cabeza y


moviendo mis caderas mientras sostengo su mirada, no dejándola ir
hasta que consiga una respuesta. Y, por último, se agrieta.

—Bueno, está bien —murmura Addy, dejando su cerveza sobre la


mesa y desabrochándose la ridícula chaqueta de anciana. Ella se encoge
de hombros y cuidadosamente la dobla a través de la parte posterior del
sofá antes de volverse hacia mí con las manos en las caderas.

Mierda.

La chaqueta debería haberse quedado.

La chaqueta definitivamente debería haberse quedado. Porque más


allá del tweed voluminoso y todos los botones obsoletos está algo que he
intentado mucho olvidar: que Addison Tanner se ve bien.

Addison Tanner se ve demasiado buena.

Quiero decir, por el amor de Dios, ni siquiera es una blusa “sexy”,


y está abotonada todo el camino. Pero es suficiente. Es suficiente para
darme un indicio de la hinchazón de sus pechos, la curva de su

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

cadera donde la blusa se mete en la falda, y las delgadas líneas de sus


brazos, hasta los puños abotonados apretados, justo donde sus puños
están enroscados contra sus caderas

—¿Qué? —Ella tose, y logro arrastrar mis ojos a los de ella.

—Nada —le digo con una sonrisa. Tomo un último sorbo de cerveza
antes de colocarlo y sostenerle una mano—. Vamos a bailar.

Addy sonríe, y ella ignora mi mano como pensé que lo haría, pero
comienza a dejarse ir lentamente y con seguridad. Sonrío mientras se
muerde el labio, lanzando sus manos en el aire y agitando sus caderas
mientras los Pixies chocan con otra pista del tocadiscos. El sonido
metálico de las notas de la guitarra y los tambores de los ochenta
arrancan a través de los viejos altavoces estéreos.

Una pista desangrada en la siguiente, que se desvanece en otra, y


no puedo evitar sonreír mientras la observo... los ojos cerrados, la cabeza
golpeando a la música, los zarcillos de su cabello rubio sueltos de ese
moño y enmarcando su rostro.

Ella está divirtiéndose. Está intentando esconderlo de mí, pero lo


está. Cuando se mete en ella y fuera de su propia maldita cabeza, Addison
Tanner se divierte, y maldición que se ve jodidamente linda cuando lo
hace.

Ella abre los ojos, como si notara que la miraba.

No desvío la vista.

Ella sonríe, los dos balanceándonos, ambos subiendo y bajando a


la música rock. Ambos estamos riendo y sonriendo, y acercándonos más.
Ella lanza su cabeza hacia atrás, y como el último vestigio de la Addy
nerviosa suelta un grito y lanza sus manos al aire. Ella deja caer su

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

cabeza hacia atrás y sus ojos se conectan con los míos. Se sonroja, con
los ojos salvajes, y sonriendo, y tan condenadamente cerca de mí.

Joder.

La beso antes de registrar que estaba pensando en hacerlo. Tengo


una mano en su cintura, y una en su mandíbula mientras beso sus
perfectos labios.

Fuerte.

Es un castigo. Es un beso que exige respuestas por el tiempo en


que ella me besó. Es un beso que dice que no ha pasado un puto día
desde esa noche que no he pensado en ello.

Es un beso tan profundo que siento que estoy cayendo.

Espera no, estoy cayendo de verdad. Porque Addy me acaba de


empujar en el pecho.

Mi culo golpea el suelo duro, momentáneamente sacando el aire de


mí. Gruño y muevo la cabeza para despejarme.

—¿Me estás tomando el pelo? ¡No se puede simplemente besar a la


gente!

El disco araña mientras se acerca y da un tirón a la aguja lejos del


vinilo.

Parpadeo, llevando una mano para frotar la parte posterior de la


cabeza.

—Casas de cristal, princesa.

—¿Qué fue eso?

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Su rostro está rojo y ruborizado, pero ella no está sonriendo, eso es


absolutamente seguro.

—Dije…

—Sé lo que dijiste —dice ella. Toma una respiración inestable, de


pie y empujando el pelo suelto de su cara. Sus ojos conectados en los
míos—. No puedes besar así a la gente, Cole —dice en voz baja, antes de
girar rápidamente sobre sus talones y correr fuera de la habitación.

—Sí, tengo eso —murmuro para mí—. Muy fuerte y jodidamente


claro.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Cinco
Addison
Mis labios todavía hormiguean cuando finalmente me encuentro en
la cocina grande y extrañamente vacía de la casa. Me detengo a tomar
una respiración profunda, dejando que mis ojos se cierren mientras me
apoyo en el refrigerador y meto mi pelo suelto detrás de las orejas.

Es la segunda vez que Cole Grady me besa.

Eso no es cierto.

La voz dentro de mi cabeza es instantánea y aguda.

Y correcta.

Eso... definitivamente no es cierto. Sé muy bien lo que pasó esa


noche un mes antes de la graduación. Bueno, no todo, pero recuerdo los
aspectos más destacados. Recuerdo haber bebido demasiado. Recuerdo
que Cole estaba allí. Cole, el chico con el que había pasado cada minuto
cuando éramos niños, pero con quien apenas había hablado en años, de
repente estaba a mi lado y poniendo un brazo alrededor de mi cintura.

Recuerdo el viaje en coche, volviendo a ver su rostro iluminado por


la radio del coche mientras me llevaba a la casa de mi padre. Recuerdo
que él estacionó a una manzana de distancia, su brazo alrededor de mi
cintura de nuevo, mientras me ayudaba por la parte trasera de la casa y
gracias a Dios por la puerta trasera.

Pero nada de eso importa en comparación con lo que realmente


recuerdo de esa noche. Porque lo que más recuerdo es que me agarre

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

al cuello de su camisa en la puerta trasera, tirando de él hacia mí, y


besándolo con, literalmente, cada cosa que tenía.

Yo. Yo besé a Cole Grady, no al revés. Y no tengo ni idea de por qué


lo hice. Tal vez no se pudo evitar. Tal vez fueron años de preguntar “y
si...” y qué podría haber pasado si hubiéramos optado por diferentes
caminos o sido personas diferentes. Tal vez estaba preocupada de que ir
a la universidad dentro de unos meses significaba no volver a verlo otra
vez y preguntándome siempre en secreto a qué sabían esos labios, o cómo
se sentían contra los míos.

Pero hay una parte de todo eso que no es un tal vez. Es que lo que
hicimos estuvo mal. Besar a Cole, ese tiempo nunca debería haber
ocurrido, y hacer que suceda una segunda vez sólo refuerza lo que sé.

Eso no puede volver a ocurrir.

Es decir, por muy encantador que fuera de niño, Cole Grady el


hombre es sin duda lo contrario de eso. Es desagradable, y grosero. Es
decir, están los tatuajes, la supuesta perforación allá abajo, la retahíla de
chicas que siempre lo estaban siguiendo tan pronto como llegamos a la
secundaria.

Cole Grady es tan inapropiado. Y también lo es besarlo.

La puerta de la cocina se abre, y el mismo diablo entra.

—Vale, vale, espera —dice y levanta sus manos mientras yo pongo


mis manos en puños—. Eso fue culpa mía.

—¿Por qué me besaste?

Lo piensa por un segundo, apretando la mandíbula.

—Locura temporal.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—No, quiero decir... —Me muerdo el labio—. Esa noche.

Su frente se alza y da un paso alrededor de la isla de la cocina hacia


mí.

—Así que te acuerdas de eso.

—Tal vez —trago rápidamente—. Partes. Recuerdo que tú me


besaste —siseo, golpeándolo en el pecho.

—Así es como lo recuerdas, ¿eh?

—Tal vez.

Me arriesgo a mirarlo a los ojos, y al instante me encuentro sujeta


por los suyos.

—No recuerdas un beso quizá, Addy, y no estás respondiendo a la


pregunta.

Sé que estoy mintiendo como una bellaca. Sé que lo besé esa noche,
pero hay una pregunta sin respuesta, y una que siempre he tenido
demasiado miedo a preguntarme siquiera a mí misma.

Quiero saber por qué me devolvió el beso.

—Se necesitan dos para bailar el tango, ya sabes —me echo hacia
atrás.

—¿Quieres saber por qué no te detuve?

Rastrillo mis dientes a través de mi labio inferior, sin decir nada.

Cole sonríe levemente.

—¿Alguna vez se te ocurrió que tal vez me gustabas?

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Tonterías.

Ladra una risa.

—Sabes, contrariamente a la creencia popular y a esta actitud de


mierda tuya, eres realmente un poco agradable, Tanner. A veces.

Es la respuesta que nunca quise oír, porque es muy difícil de creer.


Es muy difícil no verlo por la línea que sé que es, la de un tipo como él,
con una reputación como la suya. Cole Grady, que dormía con la mitad
de las chicas en la escuela. Cole Grady con la sonrisa increíblemente
hermosa y los ojos malvados, los cuales utiliza para una cosa.

Vendiendo frases de mierda de este estilo.

—Oh, ¿te gusto? ¿Es así?

—Yo solo dije…

—Sólo querías hacerme daño, Cole.

Su rostro se agita mientras su frente se arruga.

—Eso no es todo, y lo sabes.

—Correcto. —Pongo los ojos en blanco—. Simplemente pasó a ser


el último mes antes de la graduación, antes de que supiéramos que
ambos veníamos a LSU. Por favor, Cole, sé lo que era. Viste a una chica
que nunca llegaste a golpear, y tu ventana de oportunidad para hacerlo
se cerraba.

—Nosotros hemos establecido que tú me besaste a mí, ¿verdad? —


gruñe enfadado.

—Estaba borracha, Cole, y vi la oportunidad perfecta.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Suenas como una loca de mierda, ¿lo sabes?

Tiene razón, lo hago. Me suena loco, y yo ni siquiera creo cualquier


cosa que sale de mi boca. Pero se trata de salvar tanto de orgullo como
pueda de lo que pasó entre nosotros.

Se trata de cortar los lazos que aún existen entre mí y el chico con
los ojos abiertos con el que solía jugar en el arroyo.

Se trata de seguir adelante con mi vida, sin Cole Grady.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Seis
Cole
Siempre odié las fiestas de la escuela secundaria. Tal vez fue
porque al crecer en una casa como la mía, crecí demasiado rápido, por lo
que había hecho de todo antes de que la mayoría de esos niños supiera
qué era el alcohol. Siempre estaban llenas de gente de mierda que
escuchaban música de mierda y decían cosas de mierda y estúpidas
hasta que alguien vomitaba o empezaba una pelea.

Sí, no es mi idea de un buen momento.

Pero estaba especialmente aburrido esa noche. Bueno, eso y que


mi padre estaba en una borrachera especialmente dura, lo que
significaba que yo salía de la casa por un tiempo. Por lo tanto, allí estaba
yo. Y entonces vi a la única persona incluso más improbable que
estuviera en una fiesta, y mucho menos dando tumbos con una copa en
la mano.

Addison Tanner.

Addison Tanner, con quien apenas había hablado en cuatro años


de secundaria. Addison Tanner que casi siempre se quedaba sobre todo
en los estudios, conduciendo las coordenadas al grupo popular. Ya sabes,
la multitud que tenía y quería joder todo con los chicos de clase, de la
tienda de sucios como yo.

Excepto que no siempre había sido así entre nosotros. Hubo un


tiempo en el que éramos amigos. En el fondo, no creo que ninguno de los
dos jamás olvidara eso, por lo que intervine esa noche. Esa noche, en la
que cinco minutos después de entrar por la puerta, irrumpí hacia

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

donde Chad Loomis estaba tratando de poner su brazo alrededor de ella


que estaba con sus ojos cerrados en el sofá, le dije que se fuera a joder
con un martillo, y conseguí sacarla de ahí.

Esa noche, puse mi brazo alrededor de su cintura, con el ceño


fruncido e ignorando el impulso eléctrico que el contacto disparó a través
de mí mientras la llevaba a mi coche y la metía dentro. Esa noche,
estacioné a dos calles de la casa de su padre y la ayudé a través de la
puerta de atrás para evitar el escándalo de la hija del Senador Tanner
tropezando borracha a casa.

Y recuerdo haberme detenido un momento en su puerta trasera


mientras ella buscaba sus llaves. Recuerdo que ella se detuvo y se volvió,
sus grandes ojos azules se arrastraron hacia los míos y su pulso latía
rápido en sus mejillas sonrosadas. Recuerdo que quería besarla
entonces, más de lo que jamás había querido besar a nadie. Recuerdo
que quería aplastar mi boca en la suya y dejarla sin aliento y dando
vueltas.

Pero no allí, no así. No cuando ella había estado bebiendo de esa


manera.

Así que no lo hice.

Y fue entonces cuando ella se elevó a mi altura, me agarró de la


camisa, y me besó.

Fuerte.

Recuerdo como si fuera ayer que la besé de vuelta. Recuerdo


acariciar su barbilla, sintiendo su mano deslizarse hacia arriba por mis
brazos y besarla con todo lo que siempre había retenido en los años que
nos conocíamos. Cada larga mirada, cada conversación honesta que
nunca tuvimos, cada palabra que nunca tuvimos el coraje de

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

decirnos el uno al otro estalló en un beso de infarto, que giró mi cabeza


y rompió el mundo.

Y luego se acabó.

Ella se apartó y me miró con esa mirada soñadora en los ojos por
un segundo antes de que se empezaran a cerrar.

“Soñadora” se convirtió correctamente en “sueño”.

—Vamos a llevarte a la cama —murmuré, sacando las llaves de sus


manos.

Sus ojos se habían abierto.

—Tú, solo tú —había añadido con una sonrisa—. Vamos.

Y luego la estaba metiendo en la casa oscura, escabulléndola por


la escalera de atrás, dejándola con la ropa en la cama y todo, y
metiéndola.

Y luego me fui.

Conduje por ahí, con la cabeza dándome vueltas por todo, y


cuestionando cada cosa que siempre había pensado que sabía de Addison
y de mí. Conduje por ahí furioso por los años perdidos, el tiempo
desperdiciado persiguiendo mierda, versiones falsas de ella, y el hecho de
que muy pronto, ambos estaríamos partiendo para siempre.

Y no quería perder ni un segundo sin ella.

Esa es la determinación de la que había estado lleno cuando llegué


a su casa la tarde del día siguiente para ver cómo estaba. Había sido el
único pensamiento en mi cabeza cuando la puerta se abrió... que iba a
decirle todo.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Eso fue antes de ver el ceño fruncido que abrió la puerta... la


mirada acusadora de ira en su rostro, el movimiento de su cabeza.

La puerta se cerró en mi cara antes de que pudiera decir una


palabra.

Cómo llegamos desde allí, a la orientación en LSU, a la broma del


teléfono móvil y a aquí en la cocina de esta fiesta, es irrelevante, porque
aquí estamos. Y lo que sea que ella piensa que pasó esa noche, todavía
la tiene cabreada. Meterme en problemas en la semana uno de la
universidad no ayudó. Maldición, estar en esta universidad no ayuda.

—Mira, ¿qué quieres de mí, eh?

Addy todavía tiene su espalda contra la gran nevera detrás de ella,


con los ojos todavía salvajes y buscando mi rostro.

—Quiero que no hayas venido.

Arrugo la frente.

—¿A esta maldita fiesta? Bien, estoy fuera. —Empiezo a girar, pero
sus palabras me detienen.

—Esta universidad, Cole. —Me vuelvo, más lento esta vez—. Quiero
que no hayas venido a esta universidad, así podría haber empezado de
cero y ser yo misma.

Mis ojos se encuentran con los de ella mientras doy un paso hacia
ella. Ella traga rápidamente.

—Sólo ser tu misma, ¿eh? —resoplo—. ¿Y cómo está funcionando


eso?

—Bien.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Ciencias Políticas, ¿eh?

Se detiene un instante antes de asentir.

—Sí.

—Así que, ya sabes, sólo ser tu misma, supongo.

—Sí, Cole.

La miro, sacudiendo la cabeza. La conozco malditamente más de lo


que sé que a ella le gusta admitir.

—¿Aún estás pintando? —Ella no dice nada, pero algo destella en


sus ojos mientras me mira. Sí, lo hace—. ¿Supongo que Ciencias Políticas
fue idea de papá?

Sus ojos se estrechan hacia mí.

—No sabes nada al respecto, Cole.

—Sé que te gustaba la pintura, y sé que eras jodidamente genial en


ella. Y sé que dijiste algo sobre el Instituto de Arte de Chicago esa noche
en el coche cuando te llevé a casa.

—Te estás imaginando cosas.

—¿Así que es tu sueño venir a la jodida alma mater de tu padre y


seguir sus pasos exactos?

—Que te jodan, Cole.

Sonrío finamente.

—Wow, creo que tienes razón, tal vez no sé nada de ti.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Nos mantenemos la mirada, cara a cara en la cocina vacía,


respirando con dificultad. De repente, la misma música de baile de
mierda de antes vuelve a resonar en la casa.

Supongo que el jodido DJ está de vuelta.

—Mira, solo déjalo, Cole —Addy dice en voz baja.

—Bien.

Sostengo sus ojos por un poco más de medio segundo antes de dar
la vuelta y marcharme fuera de la habitación con el sonido de bajos
descomunales y mi propio corazón.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Siete
Addison
No dejo escapar mi respiración hasta que la puerta de la cocina se
cierra detrás de él. Después, cierro los ojos, hundiéndome contra el frío
metal del refrigerador pensando en lo que acabo de decir.

Era frío, pero necesario.

Recuerdo la noche de la fiesta, y por supuesto que recuerdo ese


beso. ¿Cómo podría no hacerlo?

Le besé esa noche, pero el ardor en el beso que recibí de él asustó


el infierno fuera de mí. Había más en su beso de lo que esperaba, más de
lo que jamás había sentido antes.

Todavía no sé por qué lo besé. Tal vez porque en otra historia, u


otra versión de esta vida, lo hubiéramos hecho hace mucho tiempo. Pero
eso no es en lo que nos convertimos. El chico de los bosques y el arroyo
fue por su propio camino... motocicleta, chicas, tatuajes, y problemas.

Me fui en el sentido contrario. Fui a clases avanzadas y actividades


formales para funcionarios estatales. Tenía un chofer, joder.

Pero ese beso mostró lo que podría haber sido si las cosas hubieran
sido diferentes. Si su familia hubiera estado en un lado diferente de la
ciudad. Si mi padre no hubiera sido quién era.

Pero ese beso también dijo otra cosa.

Fue una promesa de algo más por venir... una alusión al calor y la
pasión cruda detrás de sus labios perfectos.

545
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Yo sabía lo que quería esa noche. Yo sabía lo que un tipo con la


reputación de Cole quería con un beso como ese. Y no era algo que
pudiera dar, porque con él era demasiado. No estaba preparada para eso,
y mucho menos para él.

Había pasado la mitad de la noche dando vueltas, pensando en ello.


Y entonces se presentó al día siguiente, para “ver cómo estaba”.

Por favor.

Yo sabía lo que quería. Sabía cómo estaba con las chicas. Y, sin
embargo, en otra línea de tiempo, quién sabe.

En algún otro lugar en la casa, el DJ tiene la música a todo volumen


que de ninguna manera se ajusta a esta escena o a este estado de ánimo.

Por lo menos está bloqueando lo que sea que se celebre en el piso de


arriba, pienso, con mi cara ruborizada ante el recuerdo de lo que hemos
escuchado antes.

Sé que debería salir. Y también sé que probablemente debería ir a


buscarlo primero y decir algo para cerrar este capítulo para siempre. Los
dos estamos aquí en LSU, pero es una gran universidad. Evitarnos el uno
al otro no será un gran problema. Puedo hacer mis estudios y hacer lo
que tengo que hacer, y él puede seguir haciendo lo que sea que haga.
Dormir con cualquier cosa con un par de tetas, supongo.

Finalmente me aparto de la nevera y salgo de la cocina.

Directamente hacia mi compañera de cuarto, Melissa.

—¡Oye!

546
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Parpadeo de sorpresa cuando ella lanza sus brazos alrededor de


mí, el olor de ginebra y lo que estoy noventa por ciento segura que es
aliento a marihuana flotando fuera de ella.

—Hey, ¡no sabía que ibas a venir!

Se encoge de hombros.

—Sí, tuve que empezar bien la noche. —Ella hace un gesto de


fumar con dos dedos a los labios y me guiña el ojo—. ¿Me he perdido algo
bueno?

Definitivamente no.

—Sí, literalmente, toda la fiesta está fuera empezando a


emparejarse en alguna parte.

Se ríe hasta que ve la expresión de mi cara.

—Espera, ¿en serio?

—Aparentemente.

—Huh. —Ella hace una mueca—. Amiga, este DJ es una mierda.


¡Oh! ¿Viste a ese tipo caliente vestido como Bender de El club de las cinco?

Ella hace un sonido silbante mientras aprieto los dientes.

—Me gustaría ir a detención con él cualquier día. —Ella debe ver el


ceño fruncido en mi cara—. ¿Alguien que conoces?

—Tal vez —me quejo—. Es una larga historia.

—Ugh, lo envidio. —Me toma del brazo y empieza a tirar de mí hacia


la habitación que tenía la mesa con cerveza en ella.

547
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—No, no lo harás.

Melissa sonríe.

—Haciendo enemigos ya, ¿eh? ¿Un mes en la universidad?

—En realidad, nos conocemos desde pequeños.

—Ooo, ¡sabroso!

Mis hombros se desploman.

—En realidad, no lo es.

—En realidad, ¿no te importa si voy a encontrar a Bender y le dé la


detención conmigo?

Mi cabeza se da la vuelta para mirarla, y ella sonríe al instante.

—Sí, no lo creo. —Ella sirve un vaso de cerveza y la empuja en mis


manos.

—Bueno, no sé si te importa, pero puede que se vaya. Lo vi fuera


cuando llegué.

Mantengo mi cara neutral mientras tomo un sorbo exploratorio de


cerveza.

—No lo hace.

Melissa se encoge de hombros mientras ella levanta su propio vaso.

—Bueno, en ese caso, salud.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Ocho
Cole
Por un momento, es más tranquilo fuera. Cuando por primera vez
siento mi culo en un banco en el jardín, hay un momento o dos cuando
somos sólo yo y el aire de la noche. Sin drama, sin fiesta ruidosa, sin
música de mierda.

Sin Addy.

Y entonces, como una ola, todo se derrumba, rodando sobre mí en


un precipitado muro de sonido. El DJ patea en una nueva pista, una
puerta lateral se abre, y los universitarios de veintitantos vienen a
borbotones... riendo, gritando, e iluminando con cigarrillos.

Malditos.

Me aparto, todavía de mal humor con mi cerveza, por la forma en


que dejé las cosas con ella. Joder, con la forma en que siempre dejo las
cosas con ella. Parece que no hemos sido capaces de tener un instante
juntos que no termine en una especie de explosión o drama desde que
teníamos doce años.

¿Todo eso de venir a la universidad y reinventarse? ¿Toda esa


mierda sobre hacerse un nuevo nombre y ser alguien diferente y
separarte de lo que “tú” eras en la escuela secundaria?

Sí, es una mierda. Y es jodidamente imposible cuando te presentas


a la orientación de primer año y fijas los ojos en la única chica con la que
alguna vez has tenido remordimientos.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—¡Hey! —Me doy media vuelta al oír la voz de otra chica—. ¿Tienes
un cigarro?

Niego con la cabeza.

—Nope, lo siento.

Quería ser fumador, cuando era un niño más joven y más tonto.
Robé unos cuantos de mi padre cuando tenía catorce años o así y traté
de fumarlos detrás del garaje.

A la mierda con eso.

Demonios, incluso lo intenté un par de veces. Lo intenté después


de tomar unas copas, lo intenté con café. Lo intenté después de
acostarme con Mandy Ketting una vez, debido a que los chicos geniales
en las películas siempre estaban fumando después del sexo.

Nope, nope, y nope. Esa última vez, básicamente hice un idiota de


mí mismo, también. Uno, por parecer lo contrario a un “chico genial”
cuando vomité de tanto toser, y dos, por encender un cigarrillo en el
coche de sus padres.

Baste decir, que he decidido que hay otros vicios ahí fuera para mí,
aparte del palo del cáncer.

—¿No lo haces? —La chica me pone mala cara, como si estuviera


ocultando algo o algo así. Ella es una especie de zorra... algo, supongo.
Es un disfraz de enfermera, algo así. Siempre es un poco difícil saber lo
que un traje se supone que es cuando se trata de chicas en Halloween.

—Realmente no, lo siento.

Suspira.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Eso es genial, tengo hierba.

Se sienta a mi lado sin más preámbulo y saca un vaporizador. Lo


pone entre sus labios pintados con colores brillantes y da unas
bocanadas, cerrando los ojos y dejando que el rastro de humo pase a
través de la nariz. Los abre y me sonríe tímidamente, dejando que esos
ojos se deslicen sobre mí antes de ofrecerme el vaporizador.

Sacudo la cabeza.

Normalmente, sí, claro. No soy anti-drogas, por cualquier medio.


Pero esta noche me parece que no puedo salir de mi cabeza, y tengo la
sospecha de que va a permanecer así, drogas o no.

Se encoge de hombros mientras la toma de vuelta.

—Soy Candace, por cierto.

Asiento.

—Hey, Candace, soy…

—Oh Dios mío, ¿eres un punk? —Ella jadea exageradamente,


mirando mi traje—. Jodidamente amo el punk.

Arrugo la frente. No estoy vestido como un punk. Bien,


probablemente podría tener el argumento de que John Bender del Club
de las cinco está muy influenciado por la música post-punk en sus
opciones de vestuario, pero por otra parte, es realmente más pre-grunge
que cualquier otra cosa.

...Algo me dice que nada de eso se va a quedar con la enfermera


Candace.

—Sí, genial —digo en su lugar.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—¿Al igual que, el maldito Aerosmith, o Los Stones? ¿El jodido


Pearl Jam? Amo la música punk.

No debería participar. Yo sé que no debería hacerlo. Entablar una


conversación con alguien medio borracha, decididamente drogada y
vestida así como Candace conduce a un solo camino, y es a ninguna parte
que quiera ir.

...Es sólo que no puedo soportarlo cuando las personas no saben lo


que están hablando con la música.

—Sí, eso no es punk.

Ella parpadea, sonriéndome.

—¿Eh?

—Aerosmith, Los Stones... definitivamente no es música punk. Es


sólo rock n'roll. En realidad, ambas bandas sin duda influenciaron a
bandas punk más tarde como Sex Pistols, o los Ramones que
básicamente, se estaban vistiendo como Aerosmith. Oh, y Pearl Jam es
grunge, y entiendo por qué eso podría ser malinterpretado como punk,
pero llegó unos diez años después de la última gran banda punk real. El
grunge fue más una respuesta a la nueva ola pop, ¿sabes?

Candace parpadea, mirándome como si estuviera loco.

No, ella no lo sabe. Ni le importa.

—Sí, no importa.

Se ríe.

—Oh, Dios mío, ¿estás tan puesto como yo?

Extendí una sonrisa de plástico en mi cara.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Debe ser.

Se ríe de nuevo desagradablemente, antes de que ella deje caer de


repente una mano en mi rodilla.

—¿Quieres ir a tomar una copa conmigo?

No. Quiero irme. Quiero reiniciar el reloj y tratar todo esto de nuevo
sin Addison Tanner todavía atada a mí.

Pero no, en realidad no. Y ese es el maldito problema... que


realmente no quiero tener nada que ver con ella. Nunca he sido capaz de
tener nada que ver con ella.

Las Candaces del mundo son pálidas imitaciones pasajeras de ella.

—Por supuesto. ¿Por qué no?

Hay muchas razones “por qué no”, pero estoy haciendo caso omiso
de todas ellas en este momento. Porque necesito reiniciar el reloj aquí.
Necesito empezar de nuevo sin Addy frecuentando cada maldito
pensamiento en mi cabeza. Esta es la universidad, y se supone que
debemos ser personas nuevas. Y si ser gente nueva significa cometer
errores como Candace, bien, bien.

Que así sea.

Después de todo, Addy dejó jodidamente claro que ya ha


comenzado el proceso de no querer nada conmigo.

—Sí, hay cerveza en el interior.

Candace hace una mueca.

—Puaj, realmente no me gusta la cerveza.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Sí, esto durará.

Me encojo de hombros.

—Creo que vi algo de vino Prosecco allí, también.

—Sí, pero el Prosecco es horrible.

Pongo los ojos en blanco.

—Bueno, quiero decir, es gratis.

—La mayoría de las cosas lo son si sabes cómo hacerlo, o dónde


encontrarlos.

Se muerde el labio, su mano se aprieta ligeramente en mi rodilla y


avanza lentamente hasta el muslo.

Sí, de verdad sutil, ésta.

No quiero tener nada que ver con esto, o con ella. Y sin embargo,
aquí estoy abriendo mi puta boca.

—Un gran lugar como este debe tener un mejor vino en alguna
parte.

—¿Podríamos ir a buscar?

Se lame los labios.

A la mierda.

—Sí, seguro.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Nueve
Addison
—¿Estás bien?

Miro hacia arriba de la copa de cerveza que apenas he tocado a


Zelda, una de las dos amigas más cercanas que he hecho en la
orientación.

—Oh, sí, bien.

Ella asiente con la cabeza en la cerveza.

—¿Estás segura? Esta no es la Addison Tanner que conozco. La


Addison Tanner que conozco me da miradas de reproche y consignas
contra las drogas cada vez que me ve a mí beber en una fiesta.

—Es una actividad —digo sin convicción.

—¿Eh?

—No importa. —Me encojo de hombros mientras Zelda se sienta


junto a mí, y le ofrezco la copa en la mano—. ¿Quieres? Melissa me lo
pasó.

Ella resopla.

—¿Tu loca compañera de cuarto fumadora de marihuana, Melissa?


¿Ha llegado a esto?

—Aparentemente.

—¿Me vas a decir por qué estás tan triste?

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Me encojo de hombros de nuevo.

—Sólo una noche coja.

—Oh ¿En serio? —Zelda arranca la copa en solitario fuera de mis


manos y toma un sorbo—. Te vi conversando con Jamie Hopkins antes.
No puede ser eso lo malo de la noche.

Pongo los ojos en blanco.

—Viste eso, ¿eh?

—Oh, creo que papá lo aprobaría, no te preocupes.

Me río.

—Estoy segura de que lo haría.

—Oye, sabes quién es su padre…

Me quejo en voz alta mientras arranco la cerveza de vuelta y tomo


un gran trago.

—Amiga, ¿qué pasa contigo?

—Te lo dije, nada.

—Ya veo. Ya sabes, también vi a ese tipo caliente de Cole con el que
fuiste a la escuela secundaria aquí. —Mi cabeza se sacude antes incluso
de que pueda intentar tomarlo con calma—. Recuérdame, ¿cuál es la
historia de vosotros dos?

—Nada —digo demasiado rápido—. No hay historia.

Zelda sonríe mientras se toma la cerveza.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—¿Oh enserio? No puedes estar tan loca por las cosas que tenías
que hacer por el profesor Butler, después de ese incidente hilarante con
tu teléfono móvil.

—Oh, sí, hilarante —murmuro.

—Por cierto, tengo curiosidad. ¿Tienes esa canción de los


Backstreet Boys en tu teléfono, o él lo puso allí?

—Invoco la quinta —murmuro.

Zelda suelta una carcajada.

—Así que ¿eráis amigos en la escuela secundaria o algo?

—Absolutamente no.

Una vez más, la respuesta viene del todo demasiado rápido, y la


ceja levantada en la cara de Zelda dice que no se lo cree en absoluto.

—Nos conocimos cuando éramos más jóvenes, pero apenas


hablamos hasta que llegamos aquí a LSU.

Asiento, como si estuviera de acuerdo con mi propia historia, pero


cuando levanto la mirada, Zelda todavía tiene esa maldita ceja escéptica
levantada.

—Sí, bonita historia, pero ¿quieres decirme la versión adulta


ahora?

—Sinceramente dudo que todos los grandes del arte sean tan
entrometidos. Debes cambiar a estudiante de Derecho.

Ella ríe.

—La historia, ahora.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Gimo, y dejo caer la cara en mis manos como para cubrir la


vergüenza.

—Bueno, bueno, nos besamos, una vez.

—¡Oh-oh! —Zelda canta triunfalmente—. ¡Lo sabía!

—Sí, me dio un beso cuando estaba súper, súper borracha después


de una fiesta.

La sonrisa desaparece de su rostro.

—Bueno, guau, no jodidamente genial ento…

—Espera, espera. —Levanto mi cabeza y hago una cara—. Está


bien, tal vez le di un beso.

—¿Tal vez?

—Definitivamente lo besé. Había una estúpida fiesta, y no quería ir


de todos modos, me refiero a que las fiestas no eran lo mío.

—Guau, ¿no lo eran? —exclamó Zelda.

—Cállate.

Ella sonríe.

—Salí con este individuo guay, Mark, todo el año junior y senior,
que era muy aprobado por el Senador Tanner. Mejor estudiante, equipo
de béisbol, equipo de debate, la cosa entera. Perdí mi tarjeta V con él, y
todo. —Hago una cara, pensando en mi terriblemente torpe y truncada
primera vez en la parte posterior del Audi de Mark Atwood—. Bueno,
como un mes antes de la graduación, me dice que debemos separarnos
porque “la universidad va a ser difícil”, y la cosa de la distancia. Esto fue
como, tres días antes de esta fiesta. Por lo tanto, me presento, e

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

inmediatamente veo a Mark haciéndolo con esta chica Leah Crawford que
era básicamente la mayor zorra de la escuela. En cierto modo me perdí,
quien me llevaba no estaba cerca, por lo que sólo empecé a beber, como,
todo lo que viera. —Zelda hace una mueca—. También puede haber sido
mi primera vez bebiendo.

—Suena como una receta para lo malo.

—Sí, básicamente.

—Alguno cretino compañero de equipo de Mark comenzó a


insistirme tratando de conseguir que fuera arriba con él, y fue entonces
cuando me encontró Cole. Él le dijo al chico que se perdiera, me ayudó a
llegar a su coche, me llevó a casa, y luego me coló en la puerta trasera de
la casa de mi padre, para no ser pillada.

Zelda parpadea cuando la historia llega a borbotones.

—Guau, está bien, y luego ¿lo besaste? Y que pasó…

—Y él me devolvió el beso, pero yo estaba muy borracha y se detuvo.

—Oh.

—Sí, entonces él me llevó arriba y me puso en la cama.

Tomo una respiración profunda, sacando la cerveza de las manos


de Zelda y terminándola de un trago. Me vuelvo a verla mirándome
fijamente.

—Por lo tanto, estás loca por todo esto porque... —Ella levanta las
cejas de nuevo.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Porque yo sé cómo era, Zelda. No le conoces. Todo este acto


caballeroso de asegurarse de que estaba bien y venir al día siguiente para
ver cómo estaba, fue sólo su forma de intentar entrar en mis pantalones.

—¿Volvió a comprobarte al día siguiente?

—Zelda, que fue una actuación. El tipo se acostó con la mitad de


la población femenina de mi clase de graduados.

—¿Eww?

—Estoy exagerando, pero te haces una idea.

—¿Así que por eso lo odias tanto? ¿Por ser básicamente un tipo
agradable y llevarte a casa lejos de una mala situación? Suena mejor que
cualquier tipo que yo conocí en la escuela secundaria.

—No, te lo digo, es su cosa. Ser amable conmigo fue totalmente su


forma de llegar a mí.

—Dice la chica que lo besó a él. Entonces, ¿qué sucedió después


de todo?

—Yo podría haberle cerrado la puerta en la cara al día siguiente.

—Agradable. Un sólido gracias.

—Sí, bueno, y vivió. Empezó a ver a Leah... sí, a la misma jodida


Leah como inmediatamente después de eso.

—La lógica que rodea esto es... —Zelda sacude la cabeza y pone los
ojos en blanco.

—Confía en mí, que estoy mejor deshaciéndome de él. Cole Grady


es, y era, nada más que malas noticias.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Las palabras podrían sonar más convincentes si realmente les


creyera yo misma.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Diez
Cole
La cocina está limpia de cualquier alcohol que podría haber estado
escondido allí al momento que llegamos allí. Por décima vez, me pregunto
cuál es el trato real en esta fiesta. Addison dijo que era una actividad de
profesores y estudiantes, pero esto se ha convertido en algo como una
comedia de sexo atrevida con la gente conectando. Tal vez sea la magia
de Halloween.

Desde la cocina, llevo a Candace hacia la guarida, donde creo que


puedo recordar haber visto antes un mueble bar de aspecto decente. Pero
la puerta está bloqueada de manera definitiva, y alguien está
definitivamente jodiendo allí por los sonidos que emanan desde el interior.

La mandíbula de Candace cae a medida que se vuelve hacia mí y


sonríe y señala a la puerta.

Correcto, como si no escuchara lo que está pasando en el interior.

Terminamos deambulando a otras habitaciones, y lento, pero sin


pausa, comienzo a simplemente ignorar lo que está diciendo.

Las chicas como Candace las hay a montones y las he conocido a


todas. El tipo que se toma un sinnúmero de selfies cara de pato, las que
tienen que definirse con lo que tienen, o pensar que lo que hacen en línea
los define como seres humanos.

Es una locura, y me quita las ganas. Y sí, normalmente ignoraría


eso de ella. Diablos, ya tengo un montón de veces con chicas como ella.
Pero no puedo esta vez.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Esto tiende a ocurrir después de un encuentro con Addison Tanner.

La chica que es diferente.

La chica que siempre ha sido diferente, y siempre ha sido una


maldita espina en mi costado.

Sí, hemos jugado juntos siendo niños, pero la mierda no importa


cuando se es alguien tan joven. Crecimos, llegamos a la escuela
secundaria, y encontramos sólo caminos diferentes. Encontré bandas de
rock de garaje, y perdí el tiempo con las motocicletas, y faltando a clases.
Ella se preparó para el SAT, clases avanzadas, y clases privadas de
japonés fuera de la escuela. El senador Tanner estaba creando un
pequeño diplomático perfecto o lo que fuera.

No hay razón para que yo haya pensado en ella como lo hice. Esta
cosa insistente y ardiente no quiere salir de debajo de mi piel. Nunca
pude sacarla, no importa cuánto lo intentara o cuántas chicas he
encontrado para tratar de reemplazarla.

Y aquí estoy, ¿qué he obtenido a cambio, exactamente?

Ella borracha besándome una noche, luego, lamentándolo


supongo, volviéndose loca, y luego saliendo con Mark, el tío de siempre.

Y es jodidamente loco, todavía estoy molesto por todo eso.

También es jodidamente loco, yo pensando en Addison Tanner


cuando tengo a Candace, Candace de cuyo apellido no tengo ni idea, aquí
y claramente para sacar las cosas de mi mente.

Es una locura compararlas a las dos.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Debido a que se trata de una fantasía, un sueño que nunca ocurrió,


y el otro es simplemente... escapar. De pronto, quiero esa bebida más que
cualquier otra cosa.

—Sabes qué, creo que tengo una idea —le digo, cambiando de
dirección—. Vamos.

Candace me sigue hasta que me ve abrir la puerta del sótano junto


a la cocina, y se detiene abruptamente y hace una mueca.

—Eww, no voy al sótano.

—Tiene que haber una bodega en este lugar, y sin duda está en el
sótano.

—No voy allí —ella dice y hace pucheros de nuevo.

—Bien. —Joder con esta chica, y joder con su estúpida actitud—.


Vuelvo enseguida.

Su puchero se funde instantáneamente en una sonrisa boba.

—¡Graaaacias! Oh, tráeme algo bueno, ¿vale?

—Uh, sí, seguro.

Cierro la puerta detrás de mí, mientras bajo las escaleras hasta el


sótano.

Más que nada necesito alejarme de ella en este momento. Eso, y


averiguar cómo diablos voy a estar cuatro años en esta universidad con
Addison en el cerebro.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Once
Addison
Por eso odio las fiestas. Es la constante necesidad de ser social o
bien sentir que estás haciendo algo mal.

Como ahora mismo, por ejemplo. Ahora que Zelda y su amigo


Logan se han ido juntos, me encuentro vagando sola por la casa,
sintiéndome aburrida, y consciente de mí misma, como si estuviera
“equivocada”. La fiesta, ahora se ha reducido en su mayoría, pero los que
aún están alrededor están emparejados, o en grupos. Bebiendo, fumando
cigarrillos, escuchando música, hablando, ligando.

Siendo básicamente estudiantes universitarios normales.

¿Pero yo? Estoy con las manos vacías, melancólica, y con todo
revuelto dentro de mi cabeza. Todo por culpa de Cole.

Debería ir a buscarlo.

Asomo la cabeza, explorando el jardín lleno de fumadores por él,


antes de escabullirme dentro y pasar de una habitación a otra. Porque
por primera vez en la noche, realmente me gustaría que estuviera
alrededor.

Quiero decirle lo mucho que me dolía escuchar a Leah Crawford


presumiendo de dormir con él. Quiero decirle lo confuso que es sentirme
tan enojada con él por estar en esta universidad, pero también muy
contenta de tener a alguien de casa aquí conmigo. Quiero decirle que lo
siento por besarlo esa noche, y luego volverme loca más tarde.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Quiero decirle que era mi mejor amigo en ese entonces, y que nadie
me conocía como él.

Pero, sobre todo, sólo quiero decirle que lo he echado de menos


estos últimos cuatro años.

Eso es cuando lo veo, y ahí es cuando mi corazón se hunde.

Se mueve a través de una multitud de personas con una chica a


remolque.

Sosteniendo su mano.

Miro congelada, sintiendo la sangre salir de mi cara mientras lo veo


pasar por una puerta, abrirla y apuntar al interior con una sonrisa en su
rostro.

Es exactamente lo mismo que la vez anterior. Esta es Leah


Crawford todo de nuevo. Este es Cole abandonando el barco a la primera
señal de mi parte de no dormir con él inmediatamente, zambulléndose
con la primera chica que lo haga.

Eso sólo refuerza lo que ya sé, y se siente como una piedra atada a
mi cintura y que han arrojado por un precipicio.

Cole Grady es un mentiroso.

Cole Grady es un idiota.

Y Cole Grady va sólo tras una cosa cuando se trata de mí.

Giro y huyo hacia las profundidades de la fiesta, apretando los


dientes, sintiendo algo apretando dentro de mi estómago, y
preguntándome por qué demonios quería arreglar cualquier cosa con él.

Debido a que no hay arreglo para esto.

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No hay arreglo para Cole Grady.

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Capítulo Doce
Cole
Jesús esto es mucho vino.

Estoy de pie en la entrada de una increíblemente grande y lujosa


bodega de vino.

Los profesores Henderson deben tener muy, muy buen gusto en


vino, y, posiblemente, los mejores salarios educativos de todos los
tiempos por el aspecto de este lugar. Paredes de rica madera y ladrillo,
suelos de piedra, un enorme sofá y una tumbona, y los estantes y
estantes de vino más viejo que yo.

No es un mal lugar de ocio.

Addy me echaría de este lugar.

El pensamiento se aclara al instante e inmediatamente irrita mi


estado de ánimo.

Sí, esto es de lo que estoy hablando. Esta es la mierda que tengo


que eliminar si de alguna manera voy a durar cuatro años con ella en
esta jodida universidad. Evitar, evadir, y sacarla de mi maldita cabeza.

Mi ceño sólo se profundiza cuando pienso en verla hablando con


ese gilipollas de antes, el que tenía “consentimiento presunto” escrito en
su rostro. El que tiene el pedigrí correcto, y la ropa adecuada, y las
conexiones adecuadas para que fuera aprobado por el Senador Tanner,
estoy seguro.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Y es clásico. Es exactamente lo que sucedió la última vez. Algo


sucede que me implica, que no es exactamente como su papá lo querría,
y ella salta del barco por algún tipo aparecido con cuello, infeliz de sangre
azul. Es lo que sucedió después de su pequeño enloquecimiento acerca
de besarme. Ella terminó yendo de regreso a ese capullo de Mark.

Entro en la habitación y empiezo a mirar por encima de las botellas


en el estante. Sinceramente, no sé una mierda de vino, pero,
básicamente, tengo la idea de que la botella con el año más antiguo en él
probablemente va a ser impresionante.

Mi mandíbula se aprieta cada vez que pienso en ese día a menos


de una semana después de que Addison me besara. Yo estaba en el garaje
donde trabajaba a tiempo parcial, a cambio de piezas para la moto,
cuando el maldito Mark trajo su Audi para una puesta a punto.

Ese fue el día que lo escuché parloteando con dos de sus amigos
gilipollas, sobre cómo estaba de vuelta con Addison Tanner. Cómo se
jactó de que él tendría que “llegar a aprovechar eso una o dos veces más
antes de Yale”.

Y eso me alertó enseguida. El maldito idiota ni siquiera sabía lo que


tenía con una chica como ella. Y la idea de que este completo gilipollas
siquiera la tocara trajo algo dentro mío que honestamente asustó la
mierda de mí.

Lo que es exactamente por lo que dejé caer mis herramientas, di la


vuelta a la esquina, y metí un dedo en su pecho diciéndole que mirara su
maldita boca cuando se trataba de Addison Tanner.

Fue muy rápido después de eso. Él me empujó, lo empujé hacia


atrás y le dije que no me tocara, me empujó de nuevo, por lo que lo golpeé.

Duro.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Y esa es la forma en que me despidieron de mi primer trabajo.

Dudo que Addy haya oído esa historia, o al menos, no mi versión


de la misma. Pero tampoco era mi lugar para decírselo.

Saco una botella de un estante y miro el año en que se hizo.

No está mal. Sin embargo, tengo serias dudas de que a Candace le


guste algo como esto. También dudo que me importe.

Tomo asiento en el suelo, apoyado contra la repisa, saco mi


multiherramienta y utilizo el sacacorchos para abrir la botella.

Al diablo, Candace puede esperar.

El corcho sale con un estallido sordo, y tomo un sorbo de la botella.

Maldición, esto es bueno.

La fiesta sigue en el piso de arriba, pero aquí abajo, apenas puedo


oír el terrible DJ, y sólo puedo sintonizar los sonidos de personas
bailando y retozando alrededor. Y puedo definitivamente desconectarme
de Candace, dondequiera que esté.

Venir aquí fue un error. Mezclarme con Addy de nuevo fue un error.

Tomo otro sorbo.

Que se joda esta fiesta, y que se joda una casa como esta. La
universidad es sobre mí saliendo y volviéndome loco, y eso es lo que
debería estar haciendo.

Me pongo de pie.

Y también, que se joda el pensar en Addison Tanner.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Camino hacia la puerta con la botella, tomando la firme decisión


de sacar el infierno fuera de este lugar, regresar a mi dormitorio, y dejarlo
por hoy.

Y ahí es cuando me doy cuenta de que la puerta no se abre.

Frunzo el ceño y tiro de nuevo, tensando con todos mis músculos,


me esfuerzo en contra de ella.

Tiene que ser una jodida broma.

Cerrado.

Un rápido vistazo a mi teléfono me dice que no tengo cobertura


tampoco.

Súper. Encerrado aquí, sin teléfono móvil, nadie, y no hay salida.

Maravilloso.

Por lo menos no voy a tener sed.

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de mendigar por chicos malos

Capítulo Trece
Addison
—¿Tu amigo se fue?

Giro mientras salgo del baño para ver a Jamie Hopkins


sonriéndome. Se inclina casualmente contra la pared en su traje con una
copa de vino en la mano.

—Oh, sí, no es mi amigo —digo rápidamente.

Jamie sonríe.

Zelda, Veronica, Melissa... todas ellas tienen razón sobre él. Está
completamente aprobado por el Senador Tanner, en esa versión aburrida,
una copia idéntica. Él es de la familia adecuada, las escuelas privadas
correctas y el dinero correcto. Tiene la ropa adecuada, las gracias sociales
correctas, las ambiciones correctas, y las conexiones adecuadas.

Es guapo también, de esa manera limpia y pulida que el dinero y


el estado compran. Bien afeitado, el cabello peinado a la perfección, una
pequeña hendidura en la barbilla, y una confianza en la forma de llevarlo.

Y todo es tan aburrido.

Sé que este es exactamente el tipo de hombre en el que debería


estar interesada. Este es el niño del cartel de los novios cuando se trata
de la ruta que se ha establecido frente a mí, cuando se trata de mi padre.
Y me gustaría sentirme atraída por él, porque haría las cosas mucho más
fáciles.

Pero es que sólo... falta algo.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Jamie se aclara la garganta.

—Ya sabes, si te molesta, me lo haces saber.

—Quién, ¿Cole?

—El chico vestido como un vagabundo.

Sonrío.

—Sí, ese es Cole. Creo que está vestido como Bender de El club de
las cinco.

—¿El qué?

Sacudo la cabeza.

—Nada. Y está bien, creo que se fue de todos modos.

La sonrisa de Jamie se ensancha.

—Fantástico. ¿Vamos a tomar una copa?

—Oh, yo…

—No te preocupes, Addison —dice mientras se inclina cerca y me


guiña el ojo—. Quiero decir, como presidente de los estudiantes, hay
ciertos privilegios que tengo. Confía en mí, nadie te va a molestar por no
tener veintiún años cuando estás conmigo.

Reprimo el impulso de poner los ojos en blanco, porque sé que eso


sería grosero en este momento. También suprimo el pensar en las
palabras que estoy segura de que Cole diría sobre una línea como esa.

Y estoy a punto de decirle que no, gracias, y que yo debería ir a


casa. Pero hay esa pequeña cosa dentro que me detiene. Es la voz que me

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

recuerda que esto es exactamente lo que debería estar haciendo. Este es


el tipo de persona con el que debería asociarme. Alguien con clase,
aplomo y pedigrí.

Incluso si él es completamente aburrido.

—Sí, claro. —Asiento firmemente—. Sí, voy a tomar una copa.

Él sonríe.

—Excelente.

Nos alejamos de nuevo del resto de la fiesta, serpenteando a los


bailarines gritando, los fiesteros desperdigados, hacia la mesa con la
cerveza y copas en ella.

Jamie sirve dos antes de asentir y conducirme de nuevo a través


de la multitud. Nos movemos más lejos en la casa, lejos de la música
fuerte y la gente hasta llegar a una pequeña habitación lateral que se
parece a un estudio.

Entramos y Jamie cierra la puerta con una pequeña risa.

—Lo siento, es tan malditamente ruidoso allá fuera.

—Sí, totalmente —digo rápidamente, sentada en el pequeño sofá


contra la pared.

Jamie me sonríe de nuevo pasándome mi bebida y tomando asiento


junto a mí.

—¿Te das cuenta que esta fiesta comenzó a aguarse?

Me río.

—Sí, en realidad, Co… —Niego—. Sí me di cuenta.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Me pregunto dónde se ha ido todo el mundo.

Pongo los ojos en blanco.

—¿Piso de arriba? Al parecer, ese lugar es la conexión central esta


noche.

Él sonríe.

—¿Lo es?

—Así parece.

—Y entonces solo estamos sentados aquí.

Me río con nerviosismo mientras sorbo mi bebida. Pero cuando me


vuelvo, sigue sonriéndome.

Mirándome.

Limpio mi garganta mientras escalofríos suben por mi columna


vertebral.

—De hecho, probablemente debería irme pronto.

—¿Cuál es la urgencia?

—Oh, ya sabes, gran día mañana, y debo encontrar a mi amiga


Zelda.

—Creo que tu amiga Zelda está arriba con un chico, en realidad. —


Se recuesta en el sofá, con el brazo que se extiende hacia arriba y luego
a través de mis hombros—. Sabes, la universidad tiene que ver con
nuevas experiencias, Addison.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Me estremezco de nuevo y me inclino hacia delante, lejos de su


brazo.

—Creo que la universidad es sobre aprender y hacerlo bien para


que puedas hacerlo bien después, en realidad.

—Por favor, Addison, ¿con padres como los nuestros? —Él


resopla—. Es sólo un curriculum comodín. Una formalidad. Es sólo un
lugar para conocer gente, hacer conexiones. —Se inclina más cerca de
mí—. ¿No crees que deberíamos hacer algunas conexiones?

Me levanto abruptamente.

—¿Sabes qué? Yo realmente tengo que ir al baño.

Él ríe.

—¿No te acabo de encontrar fuera del baño?

—Sí, yo... —Me alejo—. Vejiga débil.

Jamie se pone de pie.

—¿Necesitas que vaya contigo?

—Oh, no ¡está bien! —digo rápidamente—. Creo que soy capaz de


hacer pis por mí misma.

—Estoy feliz de ayudar.

¿Qué mierda?

Hago una mueca.

—Sí, gracias, creo que ya lo tengo. —Me muevo rápidamente hacia


la puerta.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Vas a volver, ¿verdad? —Jamie dice con esa misma sonrisa


repulsiva.

Asiento.

—Oh, mmmhmm.

Cierro la puerta detrás de mí con un silbido de respiración de mis


labios.

Cretino.

Me estremezco de nuevo tan pronto me lanzo por el pasillo, lejos de


Jamie que quería ayudarme a orinar, o cómo diablos se tratara.

Puaj.

Abro la primera puerta por el pasillo que encuentro, dándome


cuenta de que es el sótano, pero realmente no me importa siempre que
me aleje de Jamie. Cierro la puerta detrás de mí y me lanzo escaleras
abajo, parpadeando de sorpresa al descubrir que en realidad está
magníficamente amueblado y decorado aquí abajo en lugar de
simplemente ser un sótano espeluznante.

Me detengo en la parte inferior para verlo todo... la enorme pantalla


de cine en la esquina, los sofás de cuero caros, la mesa de billar, la puerta
de cristal a lo que parece que podría ser un gimnasio en casa.

Doy un paso hacia el estante más cercano, pasando los dedos sobre
botellas de vino antes de sacar mi teléfono y enviar un mensaje de texto
a Zelda.

¿Lista para irte? Me estoy volviendo loca.

Ninguna respuesta.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Maravilloso.

Le escribo de nuevo.

Responde literalmente cualquier cosa si estás jodiendo.

Todavía no hay respuesta.

Le envío un mensaje de texto a mi otra amiga Veronica, a la que yo


todavía no he visto realmente esta noche a pesar de que sabía que iba a
venir.

Oye, ¿estás aquí en la fiesta? ¿Quieres irte?

Una vez más, no hay respuesta.

Estupendo. Todo el mundo está desconectado.

Así que esta es la universidad, supongo. Este es mi “probar cosas


nuevas” de experiencia universitaria: escondida en un sótano, mientras
que todos los que conozco tienen sexo alrededor de mí.

Zelda, Veronica...

Cole.

Cole con esa chica borracha que vi con él antes.

La idea de que ella lo besara, o se quitara la ropa me pone


absolutamente furiosa.

Que se joda.

Me siento molesta por algo que no es nada.

Estoy poniendo el infierno fuera de aquí.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Regreso a la puerta de la escalera, la abro, y paro en seco.

La primera cosa que noto es Cole, sentado solo en una habitación


de ladrillo y madera en un sofá, bebiendo de una botella de vino.

Esta no es la puerta de la escalera.

En el segundo que me doy cuenta de esto, sus ojos se abren de par


en par cuando se tambalea a sus pies.

—¡Espera! ¡Addy!

Le frunzo el ceño.

—Cole, ¿qué haces en…?

—¡No dejes que la puerta… !

Clic.

El sonido de la puerta al cerrarse es perfectamente en el tiempo en


que Cole termina la frase.

—…se cierre.

Él se queja y jura en voz baja y me vuelvo de nuevo hacia él.

—Por favor, dime que no estamos…

—¿Encerrados? —Sonríe débilmente mientras toma asiento en el


sofá—. Mejor ponte cómoda, princesa. Creo que va a ser una noche larga.

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Antología Formas traviesas
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Capítulo Catorce
Cole
—¡¿Está bloqueada?!

Suspiro, sentado de nuevo en el sofá y llevando la botella a los


labios.

—Yep.

—¿Por qué demonios estabas sentado solo en una habitación


cerrada con llave?

—Oh, por diversión, Addy. Todo por diversión. —Ella da un tirón a


la puerta antes de patearla—. Sí, no, realmente está bloqueada. En caso
de que pienses que estaba bromeando.

Se vuelve a fruncirme el ceño.

—¿Tienes que hacer una broma acerca de esto?

—No, pero yo he estado aquí por un tiempo, ¿tal vez me he mudado


a esa etapa del dolor o algo así? Ya sabes, la ira, la aceptación, el humor…

—Esto no es divertido.

—¿No? Creo que es divertido, en realidad. ¿Nosotros, encerrados en


una habitación así después de todo lo que pasó? —resoplo—. Addy, no
podrías escribir esto en un drama adolescente sindicado ni si lo
intentaras.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Sus ojos se estrechan mientras cruza los brazos sobre su blusa.

—¿Qué se supone que significa eso?

—¿Qué parte?

—La parte “nosotros dos”.

Le doy un vistazo.

—¿De verdad?

—Sí, Cole, de verdad.

—Oh, no sé, tal vez con el último y más reciente incidente de


nosotros besándonos, y el drama nuclear que parece seguir. ¿Te suena
algo?

Ella pone los ojos en blanco.

—No hay ningún drama nuclear, Cole, es algo que nunca podría
suceder.

—Por eso te asustaste y entraste en pánico.

Su mandíbula cae.

—No lo hice.

—Tanner, me cerraste la puerta en la cara. En serio, yo podría


haber perdido un dedo del pie o algo.

—Es una pena que no pasara.

Sonrío.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Mira, solo demostró lo que te podría haber dicho hace mucho


tiempo. La niña de papá Addy Tanner no puede manejar nada que no
esté en un guión, o cualquier cosa que vaya a causar problemas.

—Que te jodan, Cole.

—Es por eso por lo que te asustaste... no, para, enloqueciste. Y es


por eso por lo que volviste a ese gilipollas de Mark.

Su cara se pone furiosa.

—No hice tal cosa.

—Addy, lo hiciste.

—¿De qué estás hablando?

—Después de esa noche por la puerta de atrás, comenzaste a ver a


Mark Atwood otra vez, porque era seguro, y porque estaba aprobado por
el senador Tanner.

Ella me clava un dedo mientras me tomo un trago de vino.

—Está bien, primero, deja a mi padre fuera de esto, y segundo,


estás loco si piensas que habría vuelto a ver a Mark.

—Yo habría pensado lo mismo, pero eso fue antes de que le oyera
hablar de ello.

—¿Qué? ¿Dónde?

—El garaje, llegó un día para conseguir su Audi revisado…

—Oh, oí todo acerca de esto —dice ella con sequedad—. ¿Quieres


decir el día en que golpeaste a un hombre sólo porque solía salir con él?

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

La miro y muevo la cabeza.

—Sí, no creí que supieras la historia.

—¿Qué historia?

Dejo caer la cabeza en el respaldo del sofá antes de mirarla.

—La historia sobre él presumiendo a sus amigos que estabas de


vuelta con él y que volvería a metértela de nuevo antes de salir para la
universidad.

Su rostro enrojece de rabia.

—¿Estás jodiendo conmigo?

—No, no lo estoy. Es por eso por lo que le golpeé en la boca. —Su


boca es pequeña cuando me mira—. No habías oído esa parte, ¿verdad?

Hay un minuto, pero luego mueve la cabeza lentamente.

—No. Y no volví a salir con Mark. Y ciertamente nunca dormí con


él de nuevo. —Sus ojos se estrechan hacia mí—. Pero vamos a hablar de
ti.

—¿Disculpa?

—Sí, tú. ¿Quieres hablar sobre volverte loco y hacer lo que te viene
natural en lugar de tratar con algo? ¿Y tú, el chico que de inmediato salió
y comenzó a joder a la puta de la clase al segundo que te rechace?

—Mi turno… ¿qué demonios estás…? —Niego con la cabeza—. ¿De


qué estás hablando?

—Leah Crawford.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Ladro una risa.

—¿Leah? Uh, no.

—Cole, sé que empezaste a salir con ella.

—Te prometo que no lo hice. Nunca toqué a Leah Crawford.

—Yo tengo oídos, sabes. —Addy me escupe—. Ella estaba en el


vestuario después de un solo día, en voleibol, cotorreando todo sobre eso.

La miro fijamente.

—¿Has oído un rumor de que la chica más puta de la escuela estaba


saliendo conmigo? ¿Y le creíste? —Ella frunce los labios—. En realidad,
creíste…

—Sí, lo hice, Cole. ¿Es tan difícil de creer eso?

Al diablo con esto. Me levanto.

—¿Qué diablos pasó esa noche, Addy?

—¿Qué noche?

—Sabes qué noche —gruño, dando un paso hacia ella.

—Nada. No me acuerdo.

—Para.

Me paso por el sillón y me acerco a ella, que está en medio de la


puerta.

—Hemos pasado por esto, y tú sabes que sí. Sé que recuerdas


haberme besado.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—No lo hago. —Ella dice en voz baja, desafiante, sus ojos como
dardos sobre mi cara.

—Mentira. —Doy un más paso hacia ella, pero no se mueve.

—¿Por qué te asustaste, Addy? —digo en voz baja—. ¿Por qué te


entró el pánico después de eso?

—Porque... —Ella se calla y mira hacia otro lado.

—Addy, sólo…

—Porque era demasiado grande para pensar, ¡está bien!

Me trago el nudo en la garganta.

—¿Qué fue?

—Tu y yo, y lo que podría haber sucedido esa noche.

Arrugo la frente.

—¿Lo que podría haber sucedido?

—Sí, quiero decir —dice y deja caer sus ojos, juntando sus manos
delante de ella y recogiendo sus puños—. Tenías toda esta experiencia, y
sé lo que significaba llevar a una chica a casa.

Aprieto mis ojos y muevo la cabeza.

—¿Qué? ¿Eso es lo que piensas?

Ella mira hacia arriba, esos ojos azules bebé, grandes y amplios y
tan cerca de romperse.

—¿Me equivoco?

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Sí. —Me acerco aún más, tan cerca que puedo oler su aroma...
tan cerca que puedo ver el rubor en sus mejillas, las pecas que ella tiene
en su cuello.

—Entonces explícame por qué…

La corto con un gemido. Empujo mi mano en mi pelo, dándome la


vuelta y apretando los ojos de nuevo antes de girar de nuevo a ella.

—Sabes, para una chica inteligente, no puedo creer lo equivocada


que estabas.

—Bueno eso era…

—Estabas totalmente equivocada, Addy, ¿y sabes por qué?

Ella traga y niega con la cabeza.

—Debido a que siempre se trataba de ti —digo con fuerza—. Debido


a que te conozco desde que éramos niños. Debido a que te conocía antes
de estar en giras de campaña con tu padre, antes de las clases
particulares, antes del maldito grado de ciencia política.

—Cole, de qué estás hablando…

—Debido a que te conocía antes de que tú lo supieras, Addy, y


todavía te conozco más de lo que sabes.

—No lo haces —dice suavemente.

—El infierno que no lo hago —le devuelvo—. Sé de la cicatriz en la


rodilla izquierda de las trepadoras en segundo grado. Sé lo mucho que
lloraste cuando tu nana murió. Sé el nombre de tu tortuga desde que
teníamos once años.

—Mientes, no te acuerdas…

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Herman.

Ella cierra su boca.

—Sé que quieres más para ti. Sé que quieres algo diferente a todo
esto, pero dejas que tu padre dicte más de tu vida de lo que debiera.

—Col…

—Sé que preferirías estar en la pintura de la escuela de arte, que


estudiar la Convención de Ginebra o la historia del Senado.

—Eso no es…

—¿Cierto? ¡Sí, lo es, y lo sabes!

Estoy casi gritando ahora. Estoy casi enojado con ella, porque por
primera vez en la historia necesito que se calle la boca y escuche. Por
primera vez en la historia, necesito que ella escuche esto o la voy a perder
por completo.

—Sé que te gusta la mantequilla de cacahuete, pero no con


gelatina. Sé que no puedes conducir con transmisión manual. Sé que tu
película favorita es El indomable Will Hunting, y sé que odias cuando la
gente hace mal uso de la palabra “literalmente”.

Ella parpadea, su pecho agitado y su pulso latiendo rápido en el


hueco de su cuello. Sus ojos se mueven a través de los míos, sosteniendo
mi mirada con sus propios ojos grandes y azules mientras el silencio
desciende sobre la habitación.

Finalmente, separa sus suaves labios rosados.

—¿Ya terminaste?

—Ni una jodida oportunidad.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Y luego la beso.

La beso, con todo lo que tengo y todo lo demás se desvanece en la


nada.

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Antología Formas traviesas
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Capítulo Quince
Addison
Estoy besando a Cole Grady.

Estoy besando a Cole, y quiero estar besándolo.

Siento que un pulso de calor me estremece y me recorre, tomando


un asimiento de algo más profundo. Nuestras bocas se presionan juntas
con vehemencia, y abro mis labios para su lengua mientras me derrito
contra él. Una de sus manos sostiene mi mejilla, la otra se aprieta en mi
cintura y me atrae más cerca hasta que me encuentro gimiendo
suavemente en esos labios completamente irresistibles, absolutamente
perfectos.

Él se separa con el sonido.

—No —digo rápidamente.

Él frunce el ceño, sus ojos buscando los míos.

—¿No, qué?

—No, no quiero que te detengas esta vez.

Las comisuras de sus labios se elevan ligeramente.

—¿No vas darme con la puerta en la cara esta vez?

Sonrío mientras sus labios rozan los míos.

—Tal vez si pudiéramos abrir esta.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Se ríe antes de aplastar sus labios contra mí otra vez. Jadeo


mientras sus manos me sostienen más apretada esta vez, yo misma
moviéndome por sus brazos y subiendo hasta sus anchos hombros
mientras me besa ferozmente.

Estoy cayendo. Estoy cayendo y nunca quiero dejar de caer


mientras me pierdo por completo en este beso. Me dejo arrastrar por esos
brazos, besándolo con fuerza como había querido besarlo desde antes de
que supiera lo que significaba.

Jadeo mientras nos empuja hacia atrás, golpeando mi espalda en


la puerta cerrada detrás de mí. Dibuja mi labio inferior entre sus dientes
por un segundo antes de soltarme y sumergirse más abajo en el hueco
de mi cuello. Los labios rastrean sobre la piel allí mientras mi corazón se
acelera a mil latidos por segundo, los labios se mueven a mi oído y me
hacen temblar.

Estoy girando, jadeando, y más húmeda de lo que puedo recordar.


Mi piel se siente como si estuviera ardiendo, tanto que las manos de Cole
se mueven hacia abajo para sacar la blusa de mi falda y envía un
estremecimiento de mi núcleo hasta mis labios, que se abren en un
gemido.

Sus manos se mueven al botón superior, y es allí donde se congelan


mientras se detiene y me mira a los ojos.

Asiento.

—Quiero que lo hagas.

El primero sale, mi aliento se engancha mientras se mueve al


siguiente y para.

590
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Asiento de nuevo, y ese botón sigue su ejemplo. Puedo sentir mi


corazón latiendo cada vez más rápido, la sangre corriendo por mis venas
mientras lentamente toma un botón y luego el siguiente, sus labios en mi
cuello todo el tiempo.

La camisa se cae, la piel de gallina picando a través de mi piel en


la habitación climatizada. Cole la empuja de mis hombros, besando su
camino por la piel expuesta, los labios rozando contra la correa de mi
sujetador. Él desliza sus manos detrás de mí y lo desengancha antes de
dejarlo caer también.

Es entonces cuando retrocede, con los ojos hambrientos,


bebiéndome. Mis pezones se fruncen hasta puntos rosados bajo su
mirada, mi cara ardiendo de deseo.

—Maldición, Tanner —gruñe, con la mandíbula apretada.

Yo trago.

—¿Qué? —digo en voz baja, frunciendo el ceño ligeramente.

Me mira a los ojos.

—Maldición eres jodidamente magnífica, es eso.

Y entonces lo beso otra vez, bebiendo en sus labios y tirando de su


chaqueta. Él se encoge de hombros, seguido de la camisa a cuadros...
nuestras bocas pegadas entre sí. Se aparta para tirar de la camisa de
punto hacia arriba, tirando de ella fuera por la cabeza y arrojándola a un
lado.

El deseo me atraviesa, enviando un pulso a través de mi núcleo y


poniendo calor entre mis piernas. Jesús, es maravilloso. Me muerdo el
labio mientras mis ojos bailan sobre su piel. Es musculoso, y mis ojos
trazan los músculos definidos de su pecho y los abdominales, el

591
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

remolino de tinta sobre un hombro y en el bíceps. Y entonces nuestros


ojos se encuentran, y volvemos a estrellarnos juntos.

Me gira alrededor esta vez, moviéndonos hacia el diván. Me empuja


hacia abajo y se arrastra sobre mí, sus brazos se agrupan mientras se
inclina para besarme. Sus labios se mueven más abajo, sobre mi
clavícula y sobre las suaves pendientes de mis pechos. Un rastro de piel
de gallina sale a su paso mientras se desliza hacia abajo a un pezón,
chupándolo entre los labios y haciéndome gemir en voz alta.

Él se mueve hacia abajo, y puedo sentir mi mente acelerada.

Esto está ocurriendo. Esto está sucediendo realmente.

Las manos empujan mi falda, empujándola más arriba, y yo


lloriqueo cuando su respiración se mueve por el frente de mis bragas.

—Aquí, déjame sacar esto. —Me las arreglo para salir cuando
alcanzo el broche de mi falda antes de que comience a reír.

—¿Qué?

—En serio, casi te he preguntado si la puerta estaba cerrada con


llave.

Se ríe profundamente mientras se arrastra para reclamar mi boca


de nuevo.

—Tengo la sensación de que no nos echarán de menos por un


tiempo.

Nuestros ojos se encuentran, y se congelan por un momento.

—Cole, esto… —Me detengo.

—¿Qué?

592
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Tengo que decirte por qué te cerré la puerta en la cara ese día. —
El asiente—. Fue demasiado, besarte.

La frente de Cole se arruga.

—¿Por qué?

—No lo sé. Porque besarte era algo que creo había estado
acumulando dentro de mi cabeza durante años, sin pensar que realmente
lo haríamos. Y cuando lo hice, hizo que todo se desbordara hacia fuera.
Sabía lo que significaba besarte, para mí, y para ti.

—¿Qué significa eso?

Me encojo de hombros.

—Vamos, Cole, yo sabía acerca de tu historia.

—Addy —dice con fuerza—. Nada de eso significa al…

—No, no, lo sé, eso no es lo que quiero decir. Lo que quiero decir es
que yo sabía que besar significaba ir allí contigo, y no estaba segura de
si estaba lista para eso.

Mueve la cabeza mientras me besa, más suave esta vez.

—Sabes que nunca haría…

—No. —Niego con la cabeza—. No quiero decir que no estaba segura


si estaba lista para el sexo, quiero decir que no estaba segura de si estaba
lista para tener sexo contigo. —Me muerdo el labio, tratando de encontrar
las palabras adecuadas—. No estaba segura de si estaba lista para tener
sexo contigo debido a mí, no a ti. No estaba segura de qué iba a hacer
conmigo, y con nosotros yendo a la universidad, a dónde iría, y si aún,

593
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

quiero decir, porque… —Estoy balbuceando, pero sigo adelante—. Quiero


decir, porque yo… quiero decir, contigo, no sabía cómo decirte que…

—Addy. —Su voz es contundente, y mis labios se cierran con fuerza


mientras miro a sus ojos marrón oscuro—. Me amas.

Trago rápidamente mientras mi corazón hace un flip-flop.

—¿Qué?

—Me amas. Está bien, puedes decirlo.

Pongo los ojos en blanco, mirando lejos.

—Col…

—Addy, puedes decirlo porque voy a contestarte de vuelta.

Abro los ojos de nuevo hacia él.

—Addison —dice mientras me mira directamente a los ojos, sus


labios contra los míos—. Te he amado desde que éramos niños, desde
antes de que yo supiera cómo decirlo o lo que significaba. Te amé
mientras no estábamos hablando y cuando nos separamos. Es por eso
por lo que busqué versiones vacías de ti por años y me odié cada vez,
sabiendo que sólo me conducía más lejos de ti.

—Cole, tu…

—Addy, te amaba entonces, y te amo en este momento. —Sacude


la cabeza—. Realmente no veo cómo en el mundo podría cambiar eso
nunca.

Y entonces él me besa, y yo estoy cayendo de nuevo.

594
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Dieciséis
Cole
Addy gime en mis labios mientras la beso.

Esto es todo lo que he querido durante más tiempo de lo que


incluso sabía que lo quería. Se siente completo, como una pieza final del
rompecabezas que encuentras debajo de una alfombra que pensaste que
habías perdido hace años.

Dejo caer mi boca en su cuello, besando mi camino hacia abajo


entre el valle de sus pechos. Envuelvo mis labios alrededor de un pezón
rosado y luego el otro, lo que les deja fruncidos y húmedos mientras me
arrastro más abajo a través de su vientre suave. La sangre golpea en mis
oídos mientras me alejo aún más al sur, con mis manos rozando sus
suaves muslos.

Addy acaba de hacer estallar el cierre de la falda envolvente antes


de separarla lentamente, levantando su trasero, y cayendo al suelo.

Estaba equivocado.

Yo estaba muy mal.

Ella no usa ropa interior de señora mayor. Ella lleva estas


diminutas bragas de encaje blanco, y allí mismo, en el centro de ellos
entre sus piernas, está una mancha de humedad.

Gruño con hambre.

Mis dedos se deslizan hasta el borde atado, tirando de ellos,


pelándolos como he estado esperando para hacer por años. Ella se

595
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

estremece con mi aliento sobre su piel, mis labios se burlan del pliegue
de su pierna antes de que incluso termine de sacar las bragas.

Me deslizo por sus piernas, moviéndome entre sus muslos. Ella se


estremece, arqueando las caderas como si se estuviera muriendo por
sentir mi lengua. Puedo oler la excitación sobre ella, y mi polla se pone
más dura de lo que alguna vez ha estado, con el aroma de ella. Me deslizo
entre sus muslos, y arrastro mi lengua hasta su grieta en un movimiento
lento, mientras ella gime de placer.

Jodido sí.

Ella es dulce, y soy un jodido adicto a su gusto al segundo que


golpea mi lengua. Hambriento deslizo mi lengua profundamente,
enroscándola y degustando más de ella mientras me muevo hacia arriba.
Mis labios se sujetan alrededor de su clítoris mientras mi lengua arrastra
perezosos círculos alrededor de ella, haciendo que sus caderas se
arqueen y se apoyen contra mi boca.

Una parte de mí quiere tomarse mi tiempo con ella. Parte de mí


quiere arrastrar todo esto por toda la maldita noche. Pero la otra parte
sabe que he esperado demasiado tiempo para esto.

Hemos esperado demasiado tiempo para esto.

Empujo un dedo dentro de su vagina, curvando hacia arriba


mientras mantengo mis labios alrededor de su clítoris y empiezo a
acariciarla con la lengua. Mi dedo se desliza mojadamente dentro y fuera
de ella mientras bebo en su miel y dejo que sus gemidos y sus jadeos
fluyan a través de mí.

—Mierda, Cole...

596
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Ella se tambalea, sus dedos deslizándose en mi cabello y sus


muslos apretándose alrededor de mi cabeza mientras jadea para respirar.

—Estoy… oh Dios mío, qué estás…

Sus manos se aprietan más fuerte en mi pelo y sus caderas


empujan hacia arriba del diván en contra de mi boca mientras muevo mi
lengua alrededor y alrededor de su clítoris, empujando el dedo justo
contra el lugar que sé que está volviéndola loca.

—Cole, creo que voy a…

El grito se agarra en su garganta mientras su cuerpo entero se


arquea como un cable vivo. Y entonces ella está gimiendo en voz alta,
aspirando bocanadas de aire mientras grita una y otra vez mientras la
traigo de vuelta.

Poco a poco, comienzo a besar mi camino hasta su vientre de


nuevo, su cuerpo temblando con cada toque de mis labios.

—Qué. Oh Dios mío, ¿qué fue eso? —murmura. Sus ojos están
cerrados mientras su pecho se inclina, pero esa gran sonrisa en su cara
trae una sonrisa a la mía—. Eso es… —Addy niega con la cabeza de lado
a lado—. Eso nunca ha pasado antes —murmura ella, abriendo sus
grandes ojos azules y mirándome en estado de shock.

—Espera, ¿qué? ¿Nunca te has corrido antes?

Ella pone los ojos mientras sus mejillas se ruborizan.

—Bueno, no como eso antes, Jesús.

—Eso, señorita Tanner, es un jodido crimen.

597
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—En serio, jodidamente de acuerdo —dice ella, moviendo la cabeza


rápidamente.

—Creo que estar a mi alrededor te está dando una boca sucia.

Addy se muerde el labio, arrastrando sus dientes sobre ellos


mientras sus ojos parpadean algo hambrientos en mí.

—Qué, ¿porque estoy diciendo la palabra joder ahora?

No creo que mi polla pueda estar más dura de lo que está ahora.

Addy sonríe con malicia. Ella desliza una mano por mi espalda,
hasta mi pelo, y antes de que lo sepa, me está tirando hacia abajo, sus
labios en mi oído.

—¿Y si te digo que quiero que me folles, Cole?

Sí, no, mentí. Ahora mi polla está más dura que lo jodidamente
posible.

Me levanto, rápidamente tirando de mi cinturón. Addy se


incorpora, sus manos desgarrando mi cremallera mientras arranco mis
jeans y mi bóxer abajo a la vez.

—Mierda.

Ella lo dice en voz baja, sus ojos pegados a mi polla. Sonrío


mientras arrastra sus ojos hacia los míos.

Se lame los labios.

Algo me dice que Mark Atwood y yo tenemos muy poco en común.

Addy vuelve a mirar mi polla, mordiéndose el labio.

598
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Sin embargo, ¿oí que te habías perforado?

—Sí, bueno, bienvenido a los rumores de la escuela secundaria. El


día que pegue un jodido alfiler en mi polla es el día en que el infierno se
congelará. Siento decepcionarte.

—Um, créeme, no lo haces —dice ella, mirando a mi polla de nuevo


con una mirada de ojos abiertos y hambrientos—. En realidad, creo que
la perforación me habría asustado.

—Podríamos, eh, ¿no hablar sobre cosas afiladas en mi polla?

Addy se ríe antes de inclinarse hacia adelante. Gimo, sintiendo su


aliento caliente de nuevo en la punta de mi polla.

—Podría besarlo para hacerlo mejor —dice en voz baja con esta
cáscara sensual que nunca he escuchado de ella antes.

—Creo que he creado un monstruo.

Ella me mira una vez más, sonríe, lame esos suaves labios rosados
y se inclina hacia adelante.

Jodido. Infierno.

Su boca es el cielo, esos dulces labios rosados envolviéndose


apretados alrededor de mi circunferencia mientras lentamente me toma.
Su lengua es furtiva, bailando sobre la parte inferior mientras comienza
a mover su cabeza, y me quejo mientras solo miro esto como si estuviera
soñando.

Sus manos se mueven a mi eje, acariciándome, jugando con mis


bolas y haciendo que mis jodidos dedos se doblen mientras chupa mi
polla. Ella gime a mi alrededor, enviando una carga a través de mí que
me tiene sin aire.

599
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

De mala gana, la aparto, parando sus protestas con mis labios


sobre los de ella. Lentamente, la dejo despacio en el diván y empiezo a
trepar por ella.

Me estremezco, y ella frunce el ceño.

—No tienes uno, ¿verdad?

Gimo y muevo la cabeza.

—Nope.

Addy alcanza y me tira hacia abajo hasta que estoy flotando sobre
su cuerpo completamente perfecto con mi erección caliente contra su
vientre. Desliza una mano en mi pelo y me besa, antes de retroceder.

—Quiero decir, supongo que podría haber sido un poco


desagradable si hubieras traído uno esta noche.

Sonrío, inclinándome para besarla de nuevo.

—Mira, no esperaba nada.

—Yo… —Se sonroja en este tono rosado increíblemente atractivo y


sin embargo totalmente adorable—. Todavía te quiero. Todavía realmente
te quiero. —Ella se muerde el labio—. Y estoy con control de la natalidad.

—Mierda, Addy —gimo, mi fuerza de voluntad se desmorona como


la arena.

—Estás... —Ella frunce el ceño—. Quiero decir, alguna vez has…

—Siempre los he usado. Siempre. Y sí, me he hecho la prueba. Todo


limpio.

600
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Ella balancea sus caderas en mí lentamente, moliéndome mientras


sus manos se envuelven alrededor de mi torso.

—Podríamos solo... —ella dice y me mira—. Ya sabes…

Mi polla se retuerce sobre su piel y ella se ríe.

—Supongo que eso significa que estás de acuerdo con la idea.

—Sólo si es así —murmuro, apoyando mi peso sobre una mano


mientras acaricio su barbilla—. Sólo si confías en mí.

Ella asiente.

—Lo hago. Creo que siempre he confiado, en realidad.

—Entonces quieres…

—Quiero que me folles, Cole —dice ella, su voz llena de necesidad


mientras sus caderas empujan la mía—. Quiero que me folles como te he
querido durante tanto tiempo.

La beso ferozmente, haciéndola gemir mientras alivio mi polla hacia


abajo y contra su entrada. Ella está resbaladiza y húmeda... los labios de
su coño burlándose de la cabeza de mi polla mientras presiono en ella.

—Solo… —ella rompe sobre mis labios—. Sólo tienes que ir lento.
Eres, uh, en realidad eres realmente gr… Oooh mierda.

Su mandíbula se afloja mientras me deslizo un centímetro o dos


dentro, y gimo cuando siento que su calor me envuelve.

—Está bien, por favor sigue adelante —ella gime—. Por favor, Cole.

Las únicas palabras que he estado muriendo por escuchar.

601
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Me envaino el resto del camino en el interior de un solo golpe, y


Addy grita mientras sus uñas se aferran a mi espalda.

—¡Joder! —gime antes de que mis labios se estrellen contra los de


ella.

Sus piernas se envuelven alrededor de mis caderas mientras


comienzo a retirarme, sólo para deslizarme de vuelta hasta la
empuñadura. Ella gime en mis labios, besándome con avidez y
agarrándose a mí a medida que empezamos a movernos de esa manera.
Mis caderas ruedan en las suyas una y otra vez, conduciéndome dentro
de su coño perfecto, increíblemente fuerte mientras su cuerpo se
estremece debajo de mí. Las uñas arañan mi piel, sus muslos sujetan
firmemente mis caderas, y ella besa mis labios con fuerza suficiente para
para dejar un hematoma.

Ella se aleja, jadeando por aire y gimiendo en voz alta mientras


comienzo a follarla con más fuerza, empujando profundo en cada golpe.
Deslizo mis manos a sus brazos y los empujo hacia arriba y por encima
de su cabeza, mis manos agarrando sus muñecas contra el respaldo de
la tumbona mientras me conduzco dentro de ella una y otra vez.

Nos movemos más y más rápido, hasta que es una carrera loca y
desencadenada hacia la línea de meta. Es una carrera de velocidad de
salida completa para la liberación que hemos fingido que no necesitamos
el uno del otro durante años.

Y no se puede detener esta vez.

Addy se rompe primero, pero no estoy muy por detrás. El grito se


agarra en su garganta mientras sus ojos se abren y fijan en los míos,
entrecerrados en la lujuria.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Me voy a correr —ella jadea, su pecho subiendo y bajando, sus


labios temblorosos. Su frente se arruga, pero sus ojos nunca dejan los
míos—. Me voy a correr, me voy a correr, me voy a co…

—Córrete conmigo, Addy —siseo entre dientes—. Quiero que te


corras conmigo en este momento.

Y entonces es la luz blanca, la explosión absoluta de la liberación,


y todo queda en blanco, excepto los dulces sonidos de su orgasmo
mientras su cuerpo se estremece debajo de mí. Gimo mientras bombeo
en ella una y otra vez, dejando caer sus muñecas y tirando de ella hacia
mí mientras sus brazos se envuelven apretados a mí alrededor.

Nos detenemos, jadeando por aire y dejando que nuestros cuerpos


resbalen juntos mientras nos hundimos en la tumbona.

—Qué. Demonios. —Me agarra desprevenido contra mi oído antes


de que se convierta en una risa gemida—. Eso es… sí, eso no es sexo.

Me río mientras me acerco a ella y colapso en el gran diván.

—¿No? Mierda, creo que me han mentido, entonces.

Se ríe mientras le tiro hacia mí, con su brazo y su barbilla cayendo


a mi pecho.

—Sí, no, eso es otra cosa. Eso es mucho mejor que el sexo.

—No podría estar más de acuerdo.

Y luego nos besamos. Y es familiar, y es reconfortante, y es solo


simple.

Es la perfección, es lo que es.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Diecisiete
Addison
En algún momento, me despierto. Las luces tenues todavía están
en la bodega sin ventanas, pero la casa está completamente en silencio.
Sin baile distante, gritos, o la música del DJ.

El pecho de Cole se eleva y cae por debajo de mí, haciéndome


sonreír somnolienta. Saco mi cabeza de su pecho, y rápidamente llevo
una mano para limpiar el poco de baba de sueño que he dejado allí.

—¿Me babeaste, Tanner?

Sacudo la cabeza para verlo sonriéndome, con la misma expresión


somnolienta en su rostro.

—¿Qué hora es?

Me arqueo contra él, sintiendo nuestra piel frotarse mientras estiro


los músculos rígidos.

—No tengo ninguna idea.

Se aleja de mí por un segundo, extendiéndose por un costado del


diván para tomar los pantalones y sacar su móvil del bolsillo.

—¡Mierda! —se ríe—. Sí, son las diez de la mañana.

—Oh, Dios mío. Nunca saldremos de aquí, ¿verdad? —gimo


mientras mi cabeza cae hacia su pecho.

604
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Nope. Encontrarán nuestros cuerpos momificados a partir de


ahora. Tendremos que estar seguros de morir en algún tipo de posición
sexual realmente complicada. —Resoplo una risa en su piel—. Así que
¿supongo que esto significa que ya no estás enojada conmigo por lo del
teléfono?

Arqueo una ceja, tratando de ocultar la sonrisa.

—Bueno, hmm. —Frunzo mi frente—. Creo que es un comienzo.

—¿Es un comienzo? —Cole grita una carcajada—. Vas a matarme,


mujer.

Se inclina para besarme, su brazo me aprieta contra él.

—Sí, no, está bien —murmuro—. Creo que eso nos iguala.

—Creo que nos hace mucho más que eso.

Asiento.

—Yo también lo creo.

—Creo que quiero seguir haciendo esto. Creo que nunca quiero
dejar de hacer esto contigo.

—¿La redefinición de toda mi percepción del sexo?

Él sonríe como un lobo.

—Bueno, eso, seguro. —Se inclina y me besa de nuevo—. Pero yo


iba a decir amarte.

Meneo la cabeza hacia él.

—¿Por qué no fuiste así de suave antes?

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Demasiado ocupado metiendo ranas por tu vestido.

Yo resoplo.

—Me refiero a después.

—Oh, bueno, más tarde estuviste saliendo con un gilipollas y


cerrando puertas en mi cara.

Pongo los ojos en blanco antes de presionar mis labios con los
suyos.

—Sabes —dice Cole y se aleja de mí—. Estoy bastante seguro de


que el Senador Tanner no va a aprobarme.

—Sí, bueno, entonces tendrá que aprender a hacerlo. —Me apoyo


en él de nuevo—. Porque yo también te amo, ya sabes.

Nuestro beso se prolonga, cada vez más profundo antes de gritar


de repente cuando Cole empieza a hacerme cosquillas.

—¡Uh! ¡Tú, idiota! —Me río, echando la cabeza hacia atrás y


retorciéndome lejos de él antes que de repente mis ojos se fijen en los
estantes junto a la puerta—. Cole… no, espera… espera, COLE.

Se detiene, riendo entre dientes.

—Bien, pero yo gano esta ronda…

—¿Qué es eso?

Se mueve, sus ojos siguen los míos antes de quedarse quieto.

—Oh, estás jodidamente jodiéndome. —Suspira, moviendo la


cabeza y gimiendo—. Eso, Addy, es una llave.

606
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Y lo es. Una pequeña llave de oro que cuelga en una cinta azul de
una botella de vino a un lado de la puerta.

—¿Sabías que estaba ahí?

No dice nada y yo me giro hacia él.

—¿Estarías enfadada si dijera que sí?

Mis ojos se agrandan mientras me lanzo hacia él, riendo.

—¡Estás loco!

—¡Addy! Addy. —Se ríe, enfrentándome y tirando de mí apretado


contra él—. No, lo prometo. —Él me guiña el ojo—. ¿Pero podrías estar
cabreada si lo dijera?

Mi cabeza se sacude de lado a lado sin un segundo de vacilación.

—No.

Cole sonríe.

—Sabes —él dice y se encoge de hombros—. No sabemos realmente


si esa es la llave de la puerta.

—¿Podríamos intentarlo?

—Sí, podríamos. —Esa sonrisa diabólica se propaga a través de sus


mejillas—. O podríamos quedarnos aquí y hacer más de eso que hicimos
ayer por la noche antes de hacerlo.

Algo caliente pulsa dentro de mí, y me muerdo el labio mientras


poco a poco me muevo lentamente contra él.

—Tendremos que comprobarlo en algún momento.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Oh, totalmente, en algún momento.

—Quiero decir, tenemos que comer en algún momento.

Él asiente.

—Sí, y dudo que quieras hacer pis en la esquina.

—Hey, tú lo haces.

Él sonríe.

—Por lo tanto, sólo para aclarar, sin embargo, ¿estamos de acuerdo


en que debemos definitivamente tomar ventaja de estar desnudos y solos
en este cuarto y en este gran, cómodo y muy sexy diván en primer lugar?

—Es una silla sexy —digo de acuerdo y asiento.

—Creo que podemos hacerlo más atractivo.

Suspiro mientras sus manos me tiran a su regazo. Su polla está ya


dura y palpitante contra mi muslo, y tiemblo mientras el deseo se reúne
entre mis piernas.

—¿El primero en rendirse compra el almuerzo?

Cole sonríe mientras me acerca y me besa.

—Trato.

Fin

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Tessa Torne

Policías y ladrones

609
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Uno
Callie
Levanto la vista desde mi libro de cálculo al mismo tiempo que
Michelle entra en nuestro dormitorio.

Sus ojos se desvían hacia mi libro y frunce los labios.

—Cal, ¿en serio sigues estudiando? Deberías vestirte.

Doy un lento suspiro.

—Te dije que no voy a salir hoy. Tengo que estudiar para los
parciales.

—Al diablo con eso —dice mientras saca su ropa interior del
cajón—. Es Halloween. Vas a venir a la fiesta del profesor Liam, y no se
hable más.

Pongo mi lápiz en medio del libro de texto para marcar la página y


lo cierro con un fuerte ruido.

—Ni siquiera me invitaron.

Me lanza una incrédula mirada mientras contonea su tanga sobre


sus largas y bronceadas piernas.

—Tienes que estar bromeando conmigo, ¿verdad? ¿Esa es tu


excusa? Te dije que mi invitación decía que podía llevar a un invitado.

Miro hacia abajo, a mis notas. Tiene razón. Solo estoy poniendo
excusas para evitar salir. A decir verdad, ni siquiera necesito

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

estudiar para estos exámenes parciales. He estado tomando las clases


obligatorias este semestre y no tengo ninguna duda de que voy a aprobar
en todas mis clases. Las calificaciones nunca han sido un problema para
mí, y sé exactamente por qué estoy evitando salir.

—Ni siquiera tengo un disfraz. ¿No decía la invitación que los


disfraces eran obligatorios? —Estoy dispuesta a decir cualquier cosa para
evitar dejar la seguridad de mi dormitorio esta noche. Nunca me he
divertido en las fiestas a las que Michelle me arrastró. Siempre acabo
mirando mi teléfono en un rincón mientras trato de no llamar la atención
de los cachondos chicos de las fraternidades.

Michelle deja caer su toalla al suelo y todo lo que puedo ver por un
momento son sus pechos perfectos y turgentes. Desvío la vista incómoda.
No necesito ver su cara para saber que tiene una sonrisa divertida. Ella
es mi nueva compañera de cuarto este año y todavía no estoy
acostumbrada a su bohemio estilo de vida. Y es que a esta chica le
encanta alardear en mi cara. A veces, literalmente.

Se crió en Nueva York y sus padres son unos artistas que se


conocieron en una orgía. Todavía no puedo creer que me haya contado
esa historia. O que sus padres se la contaran. ¿Qué clase de padres le
dicen a su hija que se conocieron en una fiesta sexual?

—Por eso te voy a llevar al Walmart a comprarte un disfraz. —Sonríe


cuando termina de engancharse el sostén sin tirantes detrás de la
espalda—. Vamos a encontrarte un disfraz sexy, y vas a alardear de tu
dulce culo delante de los chicos calientes. Vas a elegir uno y finalmente
vamos a salir en una cita doble.

Me río, esperando no sonrojarme demasiado. A Michelle le encanta


hablar de mi culo. Siempre he sido tímida al respecto, pero me dice que
en Nueva York la gente se pone implantes en el culo para que se parezca

611
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

al mío. No le creí hasta que lo busqué en Google. Resulta que necesitas


pagar unos seis mil para conseguir un culo como el mío.

—No me gusta gastar mi dinero donde trabajo. —Mi voz se hace


más tenue cuando termino de hablar. Esa es una excusa poco
convincente, y hasta yo misma lo sé.

Michelle tiene una mirada incrédula en su cara mientras coge un


disfraz verde de una bolsa de la compra y lo pasa por su cabeza. Es un
disfraz de Campanilla. La falda está hecha de fieltro recortado para que
parezca hojas. Apenas llega a cubrir su entrepierna.

—Bien, iremos a la tienda de fiesta33 —dice y sonríe malvada—. Allí


es donde conseguí esto.

Se da la vuelta y me sacude el culo en la cara. La falda apenas


cubre nada. Pero de nuevo, su ropa normal tampoco cubre mucho.

Cruzo los brazos sobre el pecho. Sé que va a seguir con esto hasta
que me rinda. Siempre me digo a mí misma que esta vez no voy a ir con
ella, pero parece que siempre gana.

Quizá esta vez no nos quedemos en la fiesta tanto tiempo.

—No puedo usar un disfraz como ese —declaro.

Me mira a través de su largo flequillo rubio mientras se pone un


par de ligas verdes.

—Cal, es Halloween. Este es el único día que puedes vestir de puta


y nadie puede juzgarte por ello.

33Party Store, tienda de fiesta o tienda de cotillón. Son tiendas que venden disfraces y
todo lo necesario para montar fiestas, cumpleaños, celebraciones...

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—¿Qué sentido tiene vestirse de puta? —pregunto.

—Así algún chico sexy mirará más allá de tu cara de perro y querrá
estar contigo. —Ella camina hacia mí, me toma de las manos y me saca
los brazos del pecho—. Mira, entiendo que sigues obsesionada con ese
bombón que derritió tu corazón, pero tienes que dejar atrás toda es
mierda trágica. Lo entiendo. Pero tienes que salir y pasar por encima de
esto, o vas a morir sola.

Tal vez tenga razón. Por mucho que me guste negarlo, Boone es la
razón por la que no me gusta salir. Comparo a todos los tipos que conozco
con él y todos se quedan cortos. Pero lo dejé libre, y necesito aceptar mi
decisión y finalmente seguir adelante.

—Vamos, Gruñona Cal. —Michelle me tira de los brazos y me saca


del asiento—. Vas a salir conmigo y comprar un disfraz de puta, luego
iremos a la mansión del profesor caliente, y vas a encontrar un sexy
hombre para ti o un hombre de culo sexy, y tal vez atrapar un poco de
pene. O si no...

Alzo una ceja.

—¿O si no qué?

—O si no, te molestaré toda la noche para que no puedas estudiar,


así que podrías hacerlo. —Ella sonríe presumida.

Me río.

—De acuerdo, bien. Si insistes.

La sonrisa de Michelle se ensancha y me besa en la mejilla.

—¡Impresionante! Nos vamos a divertir mucho.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Tal vez tenga razón. Voy a tratar de relajarme esta noche. Trataré
de no comparar a todos los tipos que conozco con Boone. Le dije que no
podíamos estar juntos y tengo que vivir con esa decisión.

Es hora de seguir adelante.

La tienda de fiesta parece un Walmart después del Black Friday. La


mayoría de los estantes están vacíos, con elementos aleatorios esparcidos
por todas partes. Estoy mirando lo que queda de los trajes femeninos,
tratando de elegir algo medio decente entre lo que queda.

Pero los disfraces que quedan no me parecen bonitos. Hay una


rebanada de pizza, un ratón sexy, un fantasma y un ladrón sexy. Agarro
el traje de fantasma del estante y lo sostengo mientras me miro al espejo.

—Me estás jodiendo, ¿verdad? —Michelle sacude la cabeza


decepcionada—. No vas a llevar eso.

—¿Por qué no? —pregunto.

—Ni siquiera voy a dignificar esa pregunta con una respuesta. —


Me quita el disfraz de las manos y lo cuelga en el estante.

En vez de eso, saca el sexy disfraz de ladrón del estante y lo sostiene


frente a mí. Con una sonrisa diabólica en su cara dice:

—Esto se ve perfecto.

Lo alejo de mí.

—¡No puedo usar eso!

—¿Por qué no? —pregunta Michelle.

—Apenas cubre nada. —Me doy la vuelta y sostengo la falda contra


mi culo—. Estoy bastante segura de que mis nalgas se saldrán de

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

esto.

—¡Bien!

—De ninguna manera. —Vuelvo a poner el traje en el estante—. No


uso cosas como estas.

Michelle lanza un largo suspiro.

—Mira, Cal, y ¿cómo te ha ido con eso?

Miro hacia abajo para evitar sus ojos. No tengo una buena
respuesta para ella.

Michelle me pone el brazo alrededor del hombro.

—Mira, sé lo que es estar deprimido por un tipo que no puedes


tener. Nunca lo adivinarías, pero salí con un tipo durante tres años en el
instituto.

Miro sus ojos sinceros.

—¿En serio?

—Sí —sonríe—. Como he dicho, nunca lo adivinarías. Pensé que


nos íbamos a casar y todo eso.

—¿Qué pasó?

—Quería viajar por el mundo y encontrarse a sí mismo —dijo


mientras se encogía de hombros.

—Lo siento. —Siento un poco de tristeza deslizándose sobre mí—.


Eso apesta.

—No lo hagas —sonríe—. Lo dejé ir. No tiene sentido desear a

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

alguien a quién no puedes tener. Si yo no era una buena razón para que
se quedara, ¿entonces qué sentido tiene que me contenga por su culpa?

—Sí —asiento—. Supongo que tienes razón.

—Lo sé —sonríe y me saca el sexy disfraz de ladrón del estante y


me lo mete en los brazos—. Igual que tengo razón sobre este disfraz.

Lo sostengo delante de mí, intentando pensar en ello con la mente


abierta.

—Supongo que no es muy de putita.

—No lo es. —Michelle sonríe—. Te vas a ver súper sexy en esta cosa,
y conocerás a un tío súper sexy que te hará olvidarte de Boone.

Lo dudo mucho. Pero es mejor que lo intente. Después de todo, es


mi primer Halloween en la universidad.

—De acuerdo, bien. Hagámoslo.

—¡Impresionante! —Michelle sonríe y lanza el brazo—. ¡Seremos las


chicas más sexys de la fiesta!

—Tal vez tú lo seas —digo mientras caminamos hacia el vestuario.

—Oh, por favor —resopla Michelle—. Eres demasiado dura contigo


misma. Te lo sigo diciendo, los grandes culos y muslos gruesos están de
moda. Todos los chicos se vuelven locos por ellos.

Me río.

—Sólo estás siendo amable. Veo la forma en que la gente mira tus
piernas.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Te diré qué. —Michelle sonríe—. Te apuesto cinco pavos34 a que


cuando salgamos de aquí, el tipo de la caja te mirará el culo al salir.

—De acuerdo —digo.

—Este va a ser el dinero más fácil que he ganado en mi vida.

Entramos en un vestuario que está hecho un desastre. Hay perchas


y pedazos de disfraces desechados esparcidos por todas partes con una
empleada con aspecto de bruja en el mostrador. Levanta la vista de su
libro el tiempo suficiente como para asentir con la cabeza hacia los
vestuarios vacíos antes de volver a mirar su libro.

Me meto en el único puesto con cerradura y empiezo a cambiarme


al disfraz. Tiene una minifalda de algodón negro y una camiseta con tiras
horizontales blancas y negras.

—Nunca has hablado mucho de Boone —dice Michelle desde


fuera—. ¿Qué tiene de bueno que te guardes para él?

No había hablado mucho porque no me gusta pensar en él. Siempre


que lo hago, no puedo evitar pensar que cometí un error diciéndole que
no podíamos estar juntos. Me quito el vestido y me saco la camiseta sobre
la cabeza. Me queda un poco apretado en los pechos.

—No lo sé —miento de forma poco convincente.

—Cal, vamos. —Puedo ver la expresión de su cara a través de la


puerta—. Puedes hacerlo mejor que eso.

Sé que tiene los labios muy curvados y la cabeza inclinada hacia

34Manera coloquial de referirse al dinero, en inglés “bucks”, también se puede usar


“mangos”. Se refiere a cinco dólares.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

un lado. Michelle es totalmente abierta con su propia vida, por lo que


espera que los demás sean como ella. Supongo que podría ser peor. No
está mal tener a alguien a quién no conoces de toda la vida para hablar
de cosas. Me permite abrirme más.

—Bien —suspiro mientras me pongo la minúscula falda y levanto


la cremallera del lado—. Es precioso.

—Eso espero. —Michelle se ríe.

—¿Quieres seguir interrumpiendo o quieres que te lo diga? —


pregunto.

—Lo siento —dice—. Sigue adelante.

No puedo evitar reírme.

—Estaba en el equipo de natación. Tiene unos hombros y un pecho


increíblemente fuertes, unos abdominales y brazos tan grandes que sólo
querrías desmayarte para que te atrapara.

—¿Ocho paquetes de abdominales? —Su tono no deja duda de que


cree que estoy exagerando—. Ahora sé que me estás jodiendo. ¿Este tipo
era tu novio de Canadá al que nadie ha conocido?

Me río tanto que resoplé.

—No, te juro que no me lo estoy inventando. En serio, podría


enseñarte una foto del equipo de natación de mi anuario escolar. Sabrías
quién es sin que yo tuviera que señalarlo.

—¿Y cómo es él? —pregunta Michelle.

—Ya sabes, lo típico —digo mientras me pongo mis tacones negros


y me subo las ligas de rayas blancas y negras por las piernas—. El tipo

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

que es guapo y lo sabe. Puede darte una mirada y te pones empapada.


La única diferencia es que tiene ese encanto sureño de la vieja escuela y
los modales para acompañarlo. Nunca olvida mantener la puerta abierta
para ti. Te da su chaqueta cuando hace un poco de frío. Ni siquiera
consideraría pedirte que pagaras por nada. Se ofrece a llevarte a ti o a
tus amigos a cualquier lugar que necesites ir.

—¿Cuál es el truco?

Me pongo en mis zapatos y me miro en el espejo. No puedo creer


que vaya a usar esto en una fiesta. Me agacho y apunto con mi culo al
espejo. Voy a tener que ser cuidadosa al inclinarme para no mostrarlo a
todo el mundo. Esta camiseta tampoco deja mucho a la imaginación.
Gracias a Dios que llevo sujetador.

Abro la puerta y agarro la máscara y la percha con la etiqueta del


precio para que podamos irnos.

—¡Cal, maldita sea! —Michelle saca la lengua como un perrito de


dibujos animados—. Te ves lo suficientemente bien para comerte.

Veo que ella me tira de la mano para después golpearme el culo


mientras camino junto a ella. Me detengo y levanto la mano.

—Si quieres que me ponga esto, no toques la mercancía.

—Vale, bien. —Me dice mientras hace pucheros—. Eres mala,


tentarme con un culo como ese.

No puedo mentirme a mí misma. Oírla hablar de mí así da un


empujoncito extra a mis piernas. Tal vez me veo bien en esto.

—Ponte la máscara.

Me pongo la máscara sobre los ojos, me ato la cinta detrás del

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

pelo y me miro en el espejo.

—¿Qué te parece? —pregunto mientras poso, imitando la acción de


correr como cuando un policía dice que te no te muevas.

Michelle me niega con su brazo.

—¡Ni lo pienses! —Los dos nos reímos riéndonos mientras nos


dirigimos a la caja registradora.

—Cal, me estabas diciendo cuál era el truco con Boone. —Michelle


sonríe—. ¿Recuerdas?

—Nunca puedo conseguir librarme de ti —digo mientras el tipo de


la caja empieza a llamarme.

—¿Y?

Le entrego mi dinero, y tira la percha en una bolsa y me lo da.


Pongo la ropa dentro y nos dirigimos al coche de Michelle.

—Tienes que prometerme que nunca repetirás esto —digo en tono


serio.

—¿A quién se lo voy a decir? No es como si fuera a verlo o a alguien


que lo conozca —dice.

Tiene razón. Es bueno tener a alguien con quien hablar que no


conozca a todos los que tú sí. Es una de esas cosas a las que tienes que
acostumbrarte por vivir en un pueblo pequeño. Se corre la voz. Rápido.

—Su familia está en la mafia de Dixie —suspiro.

Michelle se ríe como si fuera una gran broma.

Sí. Puedo oír mi acento de Luisiana poniéndose un poco más

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

severo, como cuando siento que necesito defender mi casa contra un


forastero.

—¿Qué?, ¿piensas que sólo los italianos y los rusos tienen crimen
organizado? Tienes lo que quieras en este país, y nosotros tenemos a la
mafia Dixie en el sur.

—¡Está bien, mi error! —Levanta las manos, rindiéndose


falsamente—. Rápido, mira hacia atrás. —Baja la voz en un susurro
mientras abre la puerta del aparcamiento.

Miro hacia atrás y veo al tipo del mostrador de ventas mirándome


el culo. Rápidamente deja caer los ojos y se sonroja cuando lo veo
mirando fijamente.

Me vuelvo hacia Michelle y tiene una sonrisa grandiosa en la cara.


Extiende la mano y se frota los dedos.

—Paga.

Me río, sintiendo como me sonrojo mientras saco el dinero de mi


billetera y se lo pongo en la mano.

—Te lo dije —dice.

—Sí, sí —sonrío—. Has ganado. —Por mucho que odie admitirlo, se


siente bien haber perdido esa apuesta. Ando el resto del camino hasta el
coche contoneando las caderas.

—Entonces, ¿por qué es importante que su familia esté en la mafia


de Dixie? —pregunta Michelle, poniendo un énfasis sarcástico en Dixie.

—¿Por qué crees? —pregunto retóricamente—. Te dije que mi padre


es juez. No puede tener a su hija saliendo con el hijo del rey de la hierba
de Tensas Parish.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—¿De verdad dejas que tu padre elija con quién tienes que salir?
—Michelle pregunta mientras abre el coche. Ella se sube al lado del
conductor y yo me pongo en el asiento del pasajero.

—No es sólo eso —digo, tratando de tirar de la corta falda sobre mis
muslos. Voy a tener que tener mucho cuidado toda la noche, para no
enseñar mis bragas en toda la fiesta.

Michelle enciende el coche y sale del aparcamiento.

—¿Qué es lo que te impidió saltarle a los huesos?

Pongo los ojos en blanco.

—Siempre es sexo contigo.

—¿Qué más hay? —dice mientras sonríe.

La ignoro y respondo a su verdadera pregunta. Tengo que admitirlo,


es agradable hablar de esto, aunque Michelle siempre lo trata todo como
una broma.

—Vendió marihuana como su padre —miro en mi teléfono


buscando su foto—. Iba a seguir los pasos de su padre y yo no quería
meterme en algo así. Aunque no fuera por mi padre, no querría
involucrarme con un criminal. No estaría bien que me estableciera con
un hombre y que la policía lo llevara a la cárcel un día. No podría hacerle
eso a mis hijos.

—Mierda, Cal. —Michelle se ríe—. Tienes 21 años. No deberías


estar pensando en niños.

Le sonrío.

—Creo que estamos conectadas de forma diferente.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Le muestro la foto en mi teléfono cuando se detiene en una señal


de stop. Los ojos de Michelle se agrandan mirando la foto.

—Cal, definitivamente estamos conectadas de forma diferente. —


Michelle se ríe—. Habría saltado sobre su pene en cuanto viera una
apertura. Criminal o no. —Se da la vuelta para mirarme y levanta su
mano para chocar los cinco—. No es que lo hiciera. Somos amigas.

Me río y le doy un choque de manos. Conducimos el resto del


camino a la fiesta en silencio. Salí con Michelle esta noche para superar
lo que sentía por Boone y quizá encontrar un hombre que me ayudara a
superarlo. Pero durante todo el viaje, no puedo evitar pensar en lo que
podría haber sido.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Dos
Boone
Pongo el barril y lleno los tres vasos rojos que sostiene Frank. Debo
admitir que me preocupaba que solo hubiera vino y champán en esta
fiesta, pero me alegro de que el profesor Liam tuviera la sensatez de llenar
la fiesta con barriles de cerveza. No solo la mierda barata.

Termino de servirlos y Frank me da mi vaso y pasa el tercero a la


chica que acaba de unirse a nosotros.

—Salud.

Tocamos nuestros vasos juntos, llenando de espuma nuestros


dedos cuando golpeo el mío. Esta mierda es buena. Me alegro de haber
salido.

—Entonces, ¿qué especialización tenéis? —pregunta la pelirroja


con un sexy disfraz de Caperucita Roja.

Espero a que responda Frank, pero sigue bebiendo de su cerveza.


Así que lleno el silencio.

—Horticultura.

—¿En serio? —Se ríe mucho—. Nunca lo habría adivinado.

Me encojo de hombros. Espero a que Frank diga algo. Ella es su


tipo, y definitivamente no es el mío. No me interesa mezclarme con una
chica esta noche. Solo vine aquí porque Frank quería un compañero y me
dijo que habría buenas bebidas gratis. Al menos tenían razón en eso.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Frank termina su bebida y alarga el vaso para llenarlo de nuevo.

—Este tipo de aquí te sorprenderá de todas las formas posibles.

Quiero darle un golpe en la cabeza. No necesita un compañero,


necesita un titiritero. Es como si tratara de que ella hablara conmigo.

—Frank es el tipo realmente interesante aquí, cariño. —Sacudo la


cabeza mientras bombeo la llave y relleno nuestros vasos—. Se está
especializando en ingeniería civil para hacerse cargo del negocio de su
padre.

—¿Ah, sí? —pregunta la chica mientras intenta beber de su


cerveza.

—Sí. —Es difícil no mirarla a los ojos. Pero esta es la clase exacta
de conversación que odio en fiestas como esta. Necesito dejarla en paz.
No todas pueden ser tan interesantes como Cal—. Tiene buen aspecto,
cerebro y dinero.

Frank sonríe y asiente mientras me quita su vaso.

—Soy Frank, ¿cómo te llamas, nena?

Esto es exactamente por lo que me arrastró hasta aquí, y estoy más


que feliz de ayudarlo si eso me saca de esta conversación.

—Soy Lisa, encantada de conocerte. —La veo mirándome de reojo


mientras se vuelve hacia Frank y le da la mano. Es obvio que le gusto,
pero la atracción no es mutua.

Me habría interesado una aventura hace un par de meses. Está


bastante buena. Tal vez incluso sea preciosa, si te gustan delgadas. Pero
por la forma en que trató de romper el hielo, puedo decir que no podría
mantener mi interés más allá de una segunda cita.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Definitivamente no tiene ni punto de comparación con Cal. Pero de


nuevo, nadie lo hace.

Tomo un trago grande de mi bebida mientras veo a la multitud


mezclarse. El aire aquí dentro huele a alcohol, comida y sexo inminente.
Admito que no sabía qué esperar cuando vine a esta fiesta. Frank me dijo
que estos profesores eran leyendas y hasta ahora, su fiesta está a la
altura de su reputación. Hay electricidad en el aire. Me recuerda a aquella
fiesta en la que Cal y yo nos conocimos.

Me pregunto cómo consiguieron el dinero. Esta mansión es mucho


más de lo que el entrenador de fútbol de la LSU podría permitirse, y
mucho menos, algunos profesores. Y sé que no están conectados35. Papá
me lo habría dicho si lo estuvieran. Hay algunos chicos Dixie a los que se
supone que tienes que llamar si tienes algún negocio en el campus, y no
son ninguno de ellos. No es que venda en el campus. Tengo que
mantenerme limpio si quiero que mi plan tenga éxito.

—... ¿verdad, Boone?

La voz de Frank me aleja de mis pensamientos. Me miran


expectantes.

—Lo siento. Me despisté.

—Le decía a Lisa que siempre llevabas algo de hierba encima, ¿no?
—Me mira anhelante.

Asiento. Ahora es aún más difícil resistirme a pegarle en la cabeza.


Le dije que ya no trafico más, pero sigue por ahí diciéndole a todo el
mundo que tengo hierba.

35 Conectados con la mafia.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Traje suficiente para compartir —digo mientras pongo la funda


de la maza en el cinturón de la policía y saco un porro—. Pero no vendo,
¿entiendes?

Frank asiente disculpándose y me lo quita.

—Entendido, amigo.

—Está bien. —Sonrío y le doy palmaditas en la espalda. Luego me


pongo en esa típica pose de policía con la mano apoyada en mi arma—.
Ahora sal de mi vista con eso antes de que tenga que arrestarte.

Lisa se ríe como si fuera la broma más graciosa que haya oído en
su vida. Se está esforzando demasiado. Apoyo mi mano sobre el arma en
mi cinturón mientras Frank pone su brazo alrededor de su cintura y se
dirige con ella hacia la escalera de caracol.

Una pareja de borrachos se acercan al barril para llenar sus vasos.


La chica está vestida como una estudiante de Harry Potter y el tipo está
vestido como un profesor de Hogwarts. Le doy al profesor la manguera y
me alejo del barril.

Ahora que Frank encontró a una chica, mi trabajo aquí está hecho
y empiezo a mirar hacia la salida. No hay razón para que me quede. Frank
tiene su propio coche.

Camino hacia el vestíbulo, esquivando a una novia de Frankenstein


y a un Drácula que no para de golpear contra la base de la escalera y me
dirijo hacia la puerta.

Me detengo en el gigantesco tazón de caramelos, en el vestíbulo, y


busco algunos chocolates de menta. Siempre he tenido una debilidad por
ellos. Me guardo un par y me vuelvo para irme, pero la chica que veo
entrando por la puerta detiene mis pasos.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Cal, la chica de mis sueños. La única chica que nunca podre tener.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Tres
Callie
Un sirviente vestido con un esmoquin y con guantes de raso blanco
toma nuestra invitación y nos abre la gran puerta entrada. Este lugar es
tan hermoso.

El sonido de la música brota de las puertas abiertas y entramos en


el vestíbulo de mármol. Levanto el cuello para mirar las decoraciones.
Murciélagos y brujas cuelgan del alto techo. Hay telarañas en cada
esquina. Hay una niebla baja cayendo por las escaleras, abrazando el
suelo, enfriándome los tobillos. Escucho un sonido gutural apenas
audible a través del bullicio de la fiesta y la música pop, que se oye desde
un salón de baile que escasamente puedo ver en la distancia al otro lado
de la entrada.

Siento a Michelle tocándome el hombro y me doy la vuelta.

—¿Qué?

Su boca está abierta por la sorpresa y apunta hacia delante donde


está mirando fijamente. Sigo sus ojos y siento mi corazón saltar en mi
garganta.

¡Boone!

¿Qué demonios está haciendo aquí? Tiene una sonrisa arrogante


en la cara como si esperara encontrarme aquí. Vestido como un policía
de los años sesenta. Chaqueta apretada con cuatro botones y pantalones
con rayas amarillas a los lados. Un cinturón de policía con un arma en
la cadera y una porra en la otra. Lleva, también, un sombrero de

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

policía con un escudo de bronce.

Puedo sentir el calor que se eleva en mi pecho cuando me doy


cuenta de lo perfectos que son nuestros disfraces como pareja. Boone el
policía y yo el ladrón. También tiene esposas. Trato de no usar la palabra
“ironía” mucho porque es tan fácil hacerlo mal, pero estoy bastante
segura de que esta situación es la definición de la ironía.

¡Oh Dios!, camina hacia mí y no tengo ni idea de qué hacer. La cara


de Michelle ha pasado de la sorpresa a una sonrisa traviesa. Me doy
cuenta de que cree que le voy a saltar en los huesos.

Mierda.

Siento un destello de calor pasar a través de mí mientras recuerdo


la única vez que nos juntamos. No puedo pensar en eso ahora mismo.
Eso es lo último en lo que tengo que pensar.

—Imagina mi sorpresa encontrándote aquí, cariño. —Me dice


mientras muestra sus dientes perfectos a través de su sonrisa. Está a
unos metros de mí, pero prácticamente puedo sentir el calor emanando
desde su cuerpo. El traje de policía le queda como un guante. Sus
enormes bíceps se abultan dentro de la manga mientras extiende la mano
a Michelle.

—Me llamo Boone —dice—. Siempre es un placer conocer a una de


los amigas de Cal.

—Hola, soy Michelle. —Michelle toma su mano y tiembla—. He oído


hablar mucho de ti, pero no me dijeron que tenías un acento tan sexy.

Quiero golpear mi talón en su pie. Lo último que quiero que piense


es que siempre estoy hablando de él.

Suelta la mano de ella y se vuelve hacia mí y me da un abrazo

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

caliente alrededor del hombro.

—Acabas de mejorar mi noche entrando por estas puertas. —Se


retira, barre sus ojos sobre mi cuerpo y se muerde el labio inferior—. Te
he visto en unos cuantos disfraces de Halloween, pero éste se lleva la
guinda. Te ves lo suficientemente bien como para arrestarte.

Miro hacia abajo y me río.

—Es sólo un disfraz tonto.

—¿Estás bromeando? —dice Michelle como una bocazas—. Miraros


a los dos. Un policía y un ladrón. Es una jodida coincidencia perfecta.

Me río con incomodidad.

—Sí. Es una extraña coincidencia.

—¿Puedo traeros un trago? —pregunta Boone—. El profesor tiene


una colección increíble de barriles, y a menos que eso haya cambiado,
están listos para beber.

—Joder, sí. —Michelle se calla antes de que pueda decir nada más.

Inclino mi cabeza hacia ella y sonríe con una sonrisa impúdica


mientras seguimos a Boone a la habitación con los barriles. Ella mueve
los labios y le saca la lengua bromeando a su culo perfecto mientras
caminamos detrás de él y siento que el calor se propaga desde mi pecho
hasta mi cara. Realmente tiene un culo perfecto. Redondo y firme. Es casi
imposible resistirse a agarrarlo.

Con suerte, se da la vuelta justo a tiempo para verme mirándolo.


Su sonrisa arrogante despeja cualquier duda de que me haya pillado
mirando fijamente.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Sigue el camino a través de la multitud, ya borracha, hasta la fila


de barriles posados en elegantes cubos de cobre llenos de hielo. Boone
toma tres vasos y los llena hasta el borde con cerveza espumosa. Me pasa
la cerveza y evito la inevitable pregunta, tomando un trago de la mía.

Boone me está mirando con una sonrisa en su cara mientras


Michelle nos mira, esperando los inevitables fuegos artificiales. Baja su
cerveza y empieza a servir la siguiente. Siempre supo servir su bebida de
los barriles en el instituto.

—¿Cuándo te transferiste a la universidad? —pregunta.

—El semestre pasado —digo yo.

—Pensé que eras feliz en Florida —dice.

—Lo era, pero decidí que quería estudiar los humedales de Luisiana
en lugar de los de Florida —digo—. Y el programa de aquí es muy bueno.
—¿Por qué siento la necesidad de justificarlo? No es como si hubiera
venido a LSU36 para encontrarme accidentalmente con él en una fiesta
de Halloween.

—Eso es lo que me pasa por no estar en Facebook —dice—. Hubiera


venido a buscarte si lo hubiera sabido.

—No sabía que ibas a la universidad —digo—. Pensé que ibas a


trabajar con tu padre.

—Los planes cambian —sonríe, pero puedo oír un poco de tensión


en sus palabras. Esa fue la razón por la que no podíamos estar juntos,
después de todo.

36 La universidad de Luisiana

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Michelle ignora la mirada suplicante en mis ojos pidiéndole que se


quede.

—Voy a buscar a un tipo para que arregle mi campanilla.

Boone se ríe, y no puedo evitar unirme a él.

—Envíame un mensaje cuando quieras irte —le digo—. Cuando sea


que quieras irte, estará bien.

Esa última parte es una mentira. Sé que Boone solo va a ser un


problema, pero no puedo evitar querer estar cerca de él. No dice nada y
me sonríe antes de pasearse por la pista de baile. Maldita sea. Ahora ni
siquiera tengo un amigo que me distraiga de cómo Boone hace sentir mi
cuerpo.

—Es realmente bueno verte de nuevo, cariño —dice Boone mientras


se acerca a mí.

La lógica me dice que dé un paso atrás. No puedo dejarme caer por


su encanto. He pasado por este camino antes y he tomado mi decisión,
aunque es algo que con frecuencia lamento. Pero mi cuerpo me traiciona
y me inclino hacia él.

—Yo también me alegro de verte —sonrío para ocultar mi duda. Es


una coincidencia tan extraña que la primera vez que nos volvemos a ver
desde la graduación de la secundaria sea aquí y ahora—. ¿Cuándo te
inscribiste?

—Justo este semestre —dice sonriendo. Su sonrisa hace que mi


corazón tiemble y la mirada en sus ojos me dice que lo sabe—. Déjame
llenar nuestros vasos y encontrar un lugar más despejado para ponernos
al día.

Asiento, termino lo que queda de mi cerveza y se la doy.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Debería ser capaz de mantener el control de mí misma el tiempo


suficiente para saber por qué está aquí.

Pero no puedo evitar imaginar pensamientos sucios mientras se


acerca el barril y nos llena las copas.

Después de terminar, se dirige a la biblioteca donde hay un sofá de


dos plazas vacío, junto a una chimenea. Él que está en el lado opuesto
está ocupado por otro par que se está besando demasiado fuerte para
darse siquiera cuenta de que entramos. La música sigue a la deriva, pero
no hay necesidad de gritar en esta sala.

Boone se deja caer sobre el asiento y golpea el cojín a su lado y me


siento a su lado.

—¿Y qué te hizo decidir matricularte en la universidad? —pregunto.

—¿Es eso lo que realmente quieres saber, cariño? —Siempre ha


tenido esta forma de ser. Nunca contesta las preguntas fáciles y busca lo
que realmente quieres preguntar.

—Sabes a lo que me refiero —digo, bebiendo un trago.

—Entonces pregúntame eso —sonríe.

Bien. Si quiere jugar el juego de la brutal honestidad, puedo jugarlo


tan bien como él.

—Está bien, sabelotodo. —Me enderezo en la silla para mirarlo a


los ojos—. ¿Sigues vendiendo?

—No —dice sin rodeos. Casi le creo, también.

Le entrecierro los ojos, estudiando su cara. Nunca me ha mentido


antes, pero ¿por qué dejaría de traficar cuando lo hacía en la escuela y es

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

un asunto de su familia? Desde que dejó de haber dinero en el


contrabando. Esperaba que hubiera venido a la universidad para
expandir el negocio familiar.

—¿Por qué te detuviste? —pregunto.

—Tengo que mantener mi registro impecable —sonríe, sabiendo


muy bien lo absurda que me suena esa respuesta.

—¿Desde cuándo te preocupas por tu expediente? —pregunto—.


¿No es una insignia de honor que cumpláis condena?

En ese momento, noté el olor de su colonia de marca. Una sutil


mezcla de tabaco de pipa, sándalo y aceites esenciales. El olor es
embriagador, pero al mismo tiempo me hace notar cómo me había
inclinado hacia su cuerpo sin ni siquiera darme cuenta. Realmente
necesito controlarme.

—La familia se está volviendo legal. —Se toma un trago de su


cerveza y una sutil sonrisa me dice que se dio cuenta de que me había
acercado a él.

Le entrecierro los ojos y su sonrisa se hace más grande.

—Entonces, ¿no me dirás la verdad? —pregunto, inclinándome


hacia atrás y doblando mis brazos sobre mi pecho.

—No seas así —dice, acariciándome con su mano en el hombro—.


¿Cuándo te he mentido alguna vez?

Debería quitarme esa mano de encima, pero en vez de eso la dejo


descansar allí, disfrutando del calor de sus manos ásperas en mi piel.

—¿Tienes frío, cariño? —pregunta mientras empieza a desabrochar


su chaqueta—. Tienes la piel de gallina en todo el brazo.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Sonrío. Tiene un lado caballeroso que siempre chocó muy fuerte


con su imagen de chico malo. Es ese lado el que me enamoró tanto en la
secundaria.

—Está bien. Era sólo una corriente de aire —miento. No quiero


reconocerme a mí misma cuánto me gusta su tacto en mi piel desnuda,
y mucho menos admitírselo a él—. Además, es una fiesta de Halloween y
la chaqueta de un policía se vería rara en un ladrón.

Asiente, aceptando mi mentira, pero sé que no me creyó. Levanta


la mano con un par de esposas de acero que cuelgan de su dedo índice.

—Esta parte de mi disfraz se vería muy bien en un ladrón, ¿no


crees?

Tartamudeo por una respuesta mientras siento el calor que se eleva


instantáneamente a través de mi pecho hacia mi cara. Me quedo sin
palabras, me muerdo el labio y me rio.

—No pensaste que me olvidaría de esa noche, ¿verdad, cariño? —


Se ríe suavemente.

Prácticamente puedo sentir su aliento caliente en mi cara y ahí es


cuando me doy cuenta de que me he acercado a él más que la última vez.
¡Oh, Dios! ¿Por qué tiene que hacer que sea tan difícil alejarse? Esta es
la última complicación que necesito en mi vida.

—Casi bebí lo suficiente esa noche como para olvidarme de eso —


digo, mientras mis tenues recuerdos de aquella noche se repiten en mi
cabeza. Fue la fiesta donde descubrí por primera vez lo mucho que me
gustaba el whisky Moonshine.

—Estabas realmente ansiosa por emborracharte esa noche. —Se


ríe mientras se tira las esposas en el cinturón.

636
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Sí... —Miro hacia otro lado, tratando de disipar los pensamientos


sucios que evoca mi cabeza—. Casi te gané a ti también.

—Dame algo de crédito, cariño. —Termina el resto de su cerveza en


un solo trago—. Estaba siendo un caballero y manteniéndome cerca. Pero
no podía dejarte ganar. Tenía una reputación que mantener.

Bebo de mi propia cerveza. Se necesita más de un trago para


acabarla, pero lo termino en uno solo y tiro mi vaso de plástico rojo dentro
del suyo. Su reputación es la razón por la que no pude estar a su lado,
por mucho que quisiera. Habría perjudicado la carrera de papá.

—Esa es mi chica. —Golpea su mano en su muslo.

Justo en ese momento, escucho las primeras notas de mi canción


de fiesta favorita desde el salón de baile. Así de fácil, Boone se anima y
salta del sofá.

—Esta es tu canción, Cal. —Me sonríe maliciosamente y me


extiende su mano—. Sabes que no puedes resistirte.

Me río un poco mientras lo miro y luego salgo por la puerta donde


la música está sonando. Pero tiene razón. Push It’s, ha sido mi obsesión
por años. Nunca puedo resistirme a bailarlo. Le tomo la mano y me
levanta sin esfuerzo del sofá.

Corro por delante hacia el salón de baile, mis tacones sonando por
el suelo de madera pulida. La habitación está llena ahora. Parece que la
gente popular ha llegado por fin.

Lo llevo al centro de la pista de baile y empiezo a mover mis caderas


al compás del ritmo mientras comienza el coro de la canción. Boone
nunca ha rehuido bailar como la mayoría de los chicos que conozco y
empieza a moverse. Eso es otra cosa que me encanta.

637
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Ahí voy, pensando esas cosas otra vez.

Giro mi cabeza hacia un alegre chillido y veo a Campanilla


arrastrando a un estudiante de posgrado vestido como Marty McFly,
detrás de ella en la pista de baile.

—Esperaba encontrarte aquí —dice Michelle mientras sube sus


brazos y empieza a bailar con su estilo extravagante—. Sabía que no
podías resistirte a esta canción.

Boone se ríe.

—Feliz de ver que no has cambiado mucho, cariño.

Sonrío y me encojo de hombros mientras bailo frente a Boone. No


puedo evitar mirar a Michelle mientras se da la vuelta y se pone de
espaldas contra su pareja mientras el estribillo principal se acerca.

—Vamos, chica —dice mientras baja el culo al suelo y lo desliza


entre sus piernas—. Pensé que sabías bailar.

—Cariño, por favor —digo—. No quieres empezar una batalla que


no puedes ganar.

Michelle se inclina hacia atrás en el pecho de McFly y le envuelve


los brazos desde atrás.

—Pruébame.

Aunque sé que es una mala idea, soy demasiado competitiva para


dejarlo pasar. De ninguna manera voy a dejar que una yanqui flaca me
supere.

Y con eso doy un paso más cerca de Boone y empiezo a bailar con
todo lo que tengo, y a diferencia de su compañero, Boone en realidad

638
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

puede seguir todos mis movimientos. Y bailar es la excusa que necesito


para recordar exactamente lo que amo del cuerpo de Boone.

Dios, creo que se ha vuelto más grande en los últimos dos años.

Antes de que nos demos cuenta, hay un círculo alrededor de


nosotros animándonos y dejo que eso se me suba a la cabeza. Lo disfruto
como si no hubiera mañana y lo exagero demasiado, pero de la forma en
que veo esta fiesta, esto ni siquiera calificará como un escándalo.

Así que para asegurarme de ganar, durante el estribillo final de la


canción, apoyo mi culo en la entrepierna de Boone y lo muelo. Levanta
los brazos y se mueve conmigo y siento esa señal reveladora de su pene
endureciéndose contra mi culo.

Atrapada en el momento, lo miro y me muerdo el labio. Sé que no


debería estar haciendo esto y ya puedo sentir que me estoy moviendo en
una dirección de la que podría arrepentirme por la mañana. Pero maldita
sea, es demasiado sexy y no lo he tenido desde mi primer año aquí.

Al terminar la canción, me reclino contra su pecho y miro a sus


brillantes ojos. La multitud nos aplaude y nos vitorean y hasta Michelle
y McFly nos han concedido la victoria. Boone toma mi mano y vamos a
por unas bebidas mientras me pavoneo detrás, moviendo mi dedo índice
levantado hacia Michelle mientras ella me anima.

—Mierda —dice Boone mientras observa las bebidas—. No


recuerdo que te hayas movido así en el instituto.

—Por eso vamos a la universidad, ¿no? —Le sonrío y se ríe.

—Espero que tú también estés estudiando —dice.

—Eso es gracioso. —Me río mientras le doy una mirada al bulto de


sus pantalones—. ‘Sr. No necesito ir a la universidad’ no debes

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

preocuparte por cómo me van los estudios.

—No puedo dejar de preocuparme por ti cuando te veo sacudir el


culo así en la pista de baile, cariño. —Se ríe.

Al llegar al bar y mirar sus variadas bebidas, sus ojos se agrandan


repentinamente cuando se fija en una botella con una etiqueta
manuscrita. Me la ofrece y mis ojos coinciden con su sorpresa.

—No esperaba encontrar Moonshine en una fiesta como ésta —le


digo mientras le quito la botella, le saco la tapa y lo huelo
profundamente—. Huele tan bien.

Llena un par de copas pequeñas con hielo y me las da mientras


vierte el líquido y le gotea un poco en los dedos. Baja el frasco y me pasa
un vaso mientras se lame el líquido derramado de sus dedos.

—Melocotón. —Sonríe malvadamente—. Tu sabor favorito.

Sostiene su copa y la choco contra la suya.

—Por los viejos tiempos —dice mientras los dos nos miramos un
largo momento. Intento seguirle cuando termina el suyo de un solo trago,
pero la dulce quemadura hace que tenga que parar cuando solamente he
bebido un tercio.

Toso en mi mano, sintiendo el alcohol quemándome a través de mi


garganta y cómo mis mejillas se sonrojan.

—Vamos, no fue hace tanto tiempo.

—Fue una gran fiesta, ¿no? —pregunta mientras coge el frasco de


Moonshine y volvemos a la biblioteca.

—Ése fue mi primer fiestón—digo mientras le agarro del brazo.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Después de bailar juntos y de sentir su cuerpo duro, no puedo


evitar sentirme atraída por él. Además, si me equivoco y voy demasiado
lejos, sé que no me presionará para una relación que no puedo tener. Por
más difícil que fue que le dijera que no podía estar con él en el instituto,
me respetaba y mantenía la distancia.

Todavía tengo que averiguar por qué terminó inscribiéndose en la


LSU.

Se inclina y susurra lo suficientemente fuerte como para que yo lo


escuche.

—¿Recuerdas lo que me dijiste la última vez que jugamos a verdad


o atrevimiento?

Me acerco a su cuerpo, mientras caminamos, disfrutando de la


sensación de su brazo, a través de su chaqueta de lana, en el mío.

—Tal vez.

Se ríe.

—Lo recuerdo, si quieres que te refresco la memoria.

—La noche es un poco borrosa. —Me río y apoyo mi cabeza sobre


su hombro.

—Dime lo que recuerdas —dice.

—Bueno, veamos —digo, sintiendo el calor de su hombro en mi


mejilla—. Recuerdo haber comido mucho melocotón con licor de
Moonshine.

Siento el temblor de su risa silenciosa en su cuerpo.

—Sí, lo recuerdo, también.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Recuerdo haber hecho karaoke —digo, tomando un sorbo de mi


bebida—. Push It’s, fue lo más destacado. Estoy bastante segura de que
también gané.

Asiente.

—Desempataste porque hiciste el baile del video. Fue un gran éxito.

Me río.

—Sí, lo recuerdo.

—Tenía demasiado miedo de hacer atrevimiento, así que dije la


verdad cuando me tocaba a mí, ¿no? —pregunto, sabiendo la respuesta
ya.

—Sí. —Se ríe y me aprieta el brazo.

—Ahí es cuando me preguntaron a quién quería follarme. —Aprieto


los muslos mientras siento el calor crecer en mis bragas al recordar.

Ni siquiera tengo que mirar para saber que tiene una amplia
sonrisa en la cara. Así que cuando lo hago, veo la cara que esperaba ver.

—¿Sabías que te quería desde antes de ese juego?

—Claro, cariño —dice.

—¿Cómo?

—No solo te presentaste a todas mis competiciones, sino también


a los entrenamientos. —Se ríe—. Estaba tan claro como el día.

—No puedo creer que fuera tan obvia al respecto —digo, mirando
mis pies.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Me sentí halagado —dice, mientras me aprieta contra él—. Eres


la chica más hermosa que he conocido, cariño.

Me vuelvo en su contra, y levanto mis rodillas en el sofá contra su


muslo, cruzo mis brazos sobre su hombro y apoyo mi barbilla en mi
antebrazo.

—¿Lo dices en serio? —le pregunto.

—Te dije que nunca te miento. —Sus ojos parecen tan sinceros.
Levanta la mano contra mi cara y acaricia con el pulgar mi mejilla.

—Entonces, ¿por qué no me invitaste a salir antes de la fiesta? —


pregunto.

—No pensé que fuera lo suficientemente bueno para ti —dice—. Tú


eras la hija de un juez, la mejor de la clase, yendo hacia grandes cosas.
Yo era el hijo de un convicto, dirigiéndome a los negocios de mi padre.
Solo te habría detenido.

—Eso es tan dulce —digo con anhelo. Entonces me inclino y le doy


un beso en la mejilla, un poco áspera por la barba del día—. Pensé que
no te gustaba porque no era una de las chicas buenas. Siempre salías
con las animadoras y las chicas que siempre eran invitadas a todas las
fiestas.

—No era así, cariño. —Sacude la cabeza—. Siempre tuve ojos para
ti. Y después de esa segunda verdad que me susurraste, no pude resistir
más el querer estar contigo. No importa lo malo que hubiera sido para ti.

Me vuelvo la cara para ocultar mi rubor.

—Todavía no puedo creer que te lo haya dicho.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Tenías mucho shine37 en ti. —Sonríe—. Aunque guardé tu


secreto. Nadie en casa sabe que quieres que te ate, te dé azotes en el culo
y te joda como en uno de esos videos porno.

Le pongo el dedo en los labios y le hago callar.

Me besa el dedo.

—No hay nadie aquí que nos escuche, cariño.

—Excepto por ellos. —Asiento hacia la pareja de enfrente. Puedo


oír gemidos suaves y ver la mano del tipo trabajando bajo el cinturón de
ella.

—Creo que están demasiado ocupados en el sofá como para oír lo


que decimos. —Se ríe—. ¿Debería decirles que consigan una habitación?

Hace como si se levantara y le pongo las manos en el brazo y lo


empujo de nuevo al sofá.

—¡Alto!

Se ríe y le suelto el brazo para que nos sirva otra ronda.

—Sabes, nunca te agradecí por llevarme a casa esa noche.

Sonríe suavemente.

—Mierda, no es nada por lo que debas agradecerle a un hombre.

—Todo lo que sé es que habría hecho cualquier cosa que quisieras


esa noche. —Le sonrío—. Pero fuiste tan caballero que me llevaste a casa

37 Se refiere al licor.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

sin tocarme.

Inclina la cabeza hacia abajo y me besa en la frente. El toque de


sus labios ardientes y suaves me hacen cosquillear la piel.

—Quería que recordaras la primera vez que folláramos. —Se ríe.

—Oh, me acuerdo de eso. —Me mordí el labio ante el recuerdo. La


noche que le di mi virginidad, la noche más memorable de mi vida—.
Espero que te sientas agradecido por ser un caballero.

—Eso fue un gracias que nunca olvidaré —dice.

—Boone, ¿serás sincero conmigo? —pregunto, agradecida por no


tener que alzar la voz sobre la música.

—Nunca te he mentido, cariño —dice mientras me aprieta el brazo


tranquilizadoramente—. No voy a empezar ahora.

—¿Por qué estás realmente aquí?

—Te lo dije la primera vez que preguntaste —dice. Le oí terminar


su bebida—. La familia va a ser legítima.

—¿Por qué ahora?—pregunto—. ¿Por qué romper con el negocio


familiar? Sé que hiciste cosas por tu padre.

—Es verdad. —Él asiente—. Papá siempre quiso que me hiciera


cargo del negocio. Pero lo convencí de que había otra forma.

—¿Qué quieres decir?

—No tengo permiso para hablar sobre el tema —dice—. ¿Por qué te
importa tanto? ¿Por qué no tratar esto como el afortunado accidente que
es?

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Me quedo callada mientras termino mi copa. Me doy la vuelta en


su brazo, pongo el vaso sobre la mesa de café y lo miro. El alcohol, que
ahora fluye a través de mi sangre, está aflojando mis labios y urgiéndome
a preguntarle cosas que nunca le pediría sobria.

—¿Alguna vez dejaste de pensar en mí? —pregunto.

—Mierda, no. —Se ríe—. ¿Sabes cuántas veces me la he sacudido


pensando en la única vez que follamos?

—Sé serio —digo, levantando la voz.

—Hablo en serio, cariño —dice—. No te he mentido. He estado con


otras chicas desde que me dijiste que no podíamos estar juntos. Soy un
hombre y no me disculparé por eso. Pero nunca te olvidé.

Se sienta derecho en el sofá y pone sus grandes manos en mis


brazos desnudos. Me hace cosquillas en la piel mientras me imagino que
me tira de nuevo al sofá y me aplasta los labios.

—¿Le estás dando un segundo pensamiento, cariño? —pregunta,


un tenue susurro de esperanza en su voz.

—Segundo pensamiento, tercero y cuatro. —Me río tristemente—.


No creo que haya pasado un día desde que te dije que no podíamos estar
juntos y no haya pensado en ti.

Me acerca más y me inclina hacia él. El olor embriagador de su


colonia mezclado con el olor a Moonshine de su aliento me marea con el
deseo.

—Te quiero a ti y tú me quieres a mí —dice con un brillo intenso


en sus profundos ojos azules—. Dejemos todo lo demás a un lado, solo
por esta noche. Veamos a dónde nos lleva. Sin obligaciones.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Miro fijamente a sus ojos, mi mente tambaleándose por su oferta.


Nada me gustaría más que caer en sus brazos y que me llevara al olvido.
No es como si estar separados me hubiera impedido pensar en él en los
últimos dos años. ¿Qué más remordimientos añadiría una noche de
pasión?

Me muerdo el labio y asiento vigorosamente.

—Volvamos al salón de baile. Quiero bailar de nuevo.

Sonríe de par en par y salta del sofá, me tiende una mano. Tomo
su mano y me levanta sobre mis pies y lo sigo hasta el salón de baile.

La pista de baile está tan llena como la última vez y la música ha


cambiado. El DJ está poniendo las cuarenta mejores canciones de pop,
pero mientras sea algo con lo que pueda bailar, estoy feliz. Empezamos a
bailar juntos y el tiempo empieza a desvanecerse. No me he divertido
tanto desde la secundaria. Es difícil, pero trato de no pensar en lo que va
a venir mañana y trato de vivir el momento.

Tener el hermoso cuerpo de Boone llevándome a la pista de baile lo


hace más fácil. No puedo evitar sentirlo por todo mi cuerpo. Sus brazos
ondulantes, sus anchos hombros, su pecho fuerte y esos abdominales
que quiero lamer por todas partes me están volviendo loca. Pero no soy
tan rara como algunas de las otras personas en esta fiesta.

He perdido la noción del tiempo cuando Michelle se vuelve contra


mí. Su cara está ruborizada y su pelo está un poco revuelto. Por el estado
de su pintalabios, puedo decir cómo ha estado pasando su tiempo.

Me agarro a los hombros de Boone y me inclino hacia atrás para


ver su cara.

—Hola, chica. ¿Perdiste a Marty McFly?

647
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Michelle se ríe mientras cuelga del cinturón plateado de un tipo


vestido como Prince.

—Creo que volvió al futuro.

Me río con ella.

—¿Crees que necesitarás que te lleve a casa esta noche? —le


pregunto, esperando que dijera que no.

—Mierda, no. —Ella sonríe y se acerca a mis oídos—. Y será mejor


que no estés pensando en irte a casa ahora. Recuerda, beber y conducir
es muy irresponsable.

—Gracias, mamá —digo sarcásticamente.

Mueve el dedo borracha, pidiéndome que me acerque más. Presiona


su cara para que sus labios estén prácticamente en mis oídos.

—Y las amigas no dejan que sus amigas pierdan la oportunidad de


follar épicamente.

Me vuelvo a su oído y le susurro.

—Creo que yo también me quedo esta noche.

—¡Buena chica! —Vitorea y se vuelve hacia Prince—. ¿Escuchaste


eso? ¡Mi amiga va a tener sexo!

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Cuatro
Boone
Puedo decir que Cal está furiosamente ruborizada cuando se
vuelve hacia mí con una sonrisa incómoda en la cara. Sacude la cabeza
y se encoge de hombros.

—Supongo que cedí. —Se ríe.

La aprieto en mi pecho y la sostengo por sus caderas exuberantes.

—No podía soportar el suspense.

—Bien —dice mientras apoya su cabeza contra mi pecho. Puedo


sentir mi corazón latiendo contra su mejilla. Descansa su cabeza allí
durante un largo momento antes de inclinarla hacia arriba—.
Busquemos un lugar donde podamos tenerlo todo para nosotros.

Mi polla salta en los pantalones. No puedo creer lo que está


sucediendo esta noche. Pensé que vendría aquí por algo de alcohol gratis
y para ayudar a un amigo. Y en vez de eso, me topé con la chica que
nunca pude tener pero que siempre quise y tengo una oportunidad real
de tener una segunda oportunidad.

La tomo de la mano y la saco del salón de baile. Esta mansión es


de confianza y es tan legendaria como he oído. La llevo por una gran
escalera en espiral pasando junto a una Blancanieves besándose con un
Marine Espacial y me paro en el siguiente piso donde parece ser que están
los dormitorios.

—Esto probablemente requerirá un poco de prueba y error. —

649
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Le sonrío a Cal cuando llamo a la primera puerta.

No hay respuesta, así que me encojo de hombros, intento con el


pomo de la puerta y lentamente abro la puerta. Cal se desliza bajo mi
brazo con una risita para que pueda mirar dentro y jadea. Hay un
complicado juego de correas colgando del techo con una mujer desnuda
enredada dentro de la barandilla por un tipo. Ninguno de los dos se da
cuenta de que cierro la puerta silenciosamente detrás de mí.

—¿Qué te pareció eso? —me pregunta Cal con un brillo travieso en


sus ojos verdes.

—Un poco complicado. —Me río.

—Me gusta eso —dice mientras toma mi mano y me lleva


ansiosamente a la puerta de al lado—. Hazlo simple.

La puerta de al lado está cerrada con llave y podemos escuchar los


tenues sonidos de una orgía dentro. La siguiente está desbloqueada y
dentro hay una pareja que se desmayó, todavía completamente vestida.
Empiezo a impacientarme con mi polla amenazándome con arrancarme
los pantalones. El suspenso está empezando a matarme.

Afortunadamente, la puerta de al lado se abre y no hay nadie


dentro. Cal se mete delante de mí y enciende las luces. La habitación es
grande con una cama de madera oscura de cuatro postes cubierta con
un dosel. Hay un vestidor grande con un espejo ancho y adornado en la
parte superior, y un banco acolchado delante de la cama.

Entro y cierro la puerta detrás de mí.

—Cierra la puerta con llave —dice Cal mientras se tira sobre la


cama para sentir el rebote en el colchón.

Cierro la puerta con llave detrás de mí y pruebo el pomo antes

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

de caminar hacia la cama y empezar a desabrochar mi chaqueta.

—Espera —dice Cal y se muerde el labio inferior.

La mirada que tiene en su cara hace que mi pulso grite en mis


oídos. Nunca he visto a una mujer tan sexy. Retuerce las manos detrás
de la espalda y saca pecho. Su camiseta es tan pequeña, puedo ver su
sujetador de encaje rosa saliendo de la parte inferior de ella.

—He sido una chica muy mala —susurra, apenas capaz de


mantener la risa fuera de su voz—. Robé la vajilla de plata del profesor.
¿Crees que necesito ser castigada, oficial?

Mi polla se me tuerce en los pantalones y pongo una cara severa.


No podía creerlo cuando me contó sus fantasías. No podía creer que mi
dulce pequeña Cal quiera estar atada y ser azotada. Pero estoy más que
feliz de entregar el castigo que ella merece.

—Sé cómo tratar a una chica mala —le digo. Me ajusto la polla en
los pantalones para poder caminar sin hacerme daño y poco a poco me
acerco a la cama.

Baja la cabeza y me mira desde debajo de sus largas pestañas.

—¿Crees que podrías dejarme marchar fácilmente? No quiero ir a


la cárcel. ¿Qué pensaría todo el mundo? Todos piensan que soy una
buena chica.

Me acerco al borde de la cama, la agarro firmemente por el hombro


y la tiro hacia mí.

—Depende.

Me mira a los ojos y se lame los labios.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—¿Depende de qué, oficial?

Presiono mi pulgar contra su clavícula y lentamente se lo paso por


el cuello.

—Necesito que seas una chica muy mala para mí esta noche.

Ella arquea su cuello, dejando que mi pulgar descanse sobre su


garganta. Puedo sentir su pulso latiendo y oigo su respiración superficial.

—¿Qué quieres que haga?

—Date la vuelta y ponte de rodillas.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Cinco
Callie
No puedo creer que esté haciendo esto. Siempre he fantaseado con
que me ataran y me dieran azotes, desde que vi mi primer vídeo
pornográfico de esclavitud online. No podía creer que me atreviera a
decírselo a Boone cuando lo hice. Pero ahora lo estoy haciendo realidad.

Puedo sentir mis jugos goteando de mi coño y juntándose en mis


bragas. Tengo escalofríos por toda mi piel y mis pechos están tan
hinchados que amenazan con saltar de mi sostén.

Delante de mí está el hombre con el que fantaseo debajo de las


sábanas. Mi Boone, alto y dominante, su polla lista para reventar sus
pantalones. Estoy salivando solo por la idea de probar su verga en mis
labios.

Miro hacia abajo tímidamente, interpretando el papel de la niña


buena que fue atrapada siendo mala, y me doy la vuelta lentamente en
la cama, imaginando los pensamientos que deben estar pasando por su
mente. Espero que no sea fácil para mí. Nunca he estado con un hombre
así, y no sé qué pasará mañana. Así que quiero que esto dure para
siempre.

Me inclino lentamente y pongo las manos sobre las suaves


sábanas, arqueo la espalda y aprieto ligeramente las rodillas. Puedo
sentir el aire fresco en mi culo y la mancha mojada en mis bragas.

—Has sido una chica muy mala —dice Boone.

Doy la vuelta a mi cabeza para mirarlo y tan pronto como veo

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

sus ojos, me dice:

—¿Dije que podías darte la vuelta, cariño?

Se levanta detrás de mí y me pega ligeramente en la mejilla del culo.


Su mano pica contra mi carne y me hace cosquillas cuando la sangre se
precipita a mi piel. No es tan malo como me imagino, pero sé que se está
conteniendo. Gimoteo suavemente mientras frota su mano sobre mi culo
y me aprieta fuerte hasta que saca un ligero grito de mis labios.

El dolor leve me hace querer poner mis labios en él y le muevo el


culo, tentándolo para que vaya más lejos.

—Te dije que te dieras la vuelta —dice, su voz se vuelve severa.

Veo su mano elevarse sobre mí mientras vuelvo la cabeza hacia


atrás, mirando hacia la ventana. Siento el aire moverse por mi piel antes
de que su mano caiga sobre mi culo, más fuerte, empujándome hacia
delante. Gimo a través de los dientes apretados, sintiendo que el dolor se
esparce a través de mi piel hacia mi carne. Me duele más de lo que
imaginaba cuando fantaseaba con esto, pero me muerdo el labio,
preparada para tomar más. Me acaricia suavemente con la palma de la
mano sobre mi dolorido culo, aliviando el dolor y convirtiéndolo en placer.

—Tendrás que aprender a obedecer si quieres que te deje en paz —


dice mientras su mano cae sobre mi otra mejilla.

Cierro la boca y presiono mi lengua contra el paladar mientras me


masajea las nalgas con sus fuertes dedos.

—¿Sabes cuánto amo a una chica con un culo grande y blando en


el que pueda meter las manos? —me pregunta mientras acaricia abajo
de mi mejilla, donde se encuentra con mi muslo.

—Sí, oficial —gimoteo al sentir sus manos revoloteando por

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

mis muslos cubiertos por las medias y luego volviendo sobre mis bragas—
. Haré cualquier cosa para no meterme en problemas. Cualquier cosa.

—Bien —dice, su dedo presionando contra mi entrada a través de


mis bragas—. Voy a pedirte mucho y no va a ser fácil, cariño.

Arqueo mi cuello y jadeo al sentir su grueso dedo presionándome,


metiendo mis bragas empapadas dentro de mi entrada. Me balanceo
contra su mano y en respuesta su mano cae fuerte sobre mi culo.

—¿Dije que puedes follarme el dedo? —pregunta mientras su mano


vuelve a bajar arrancándome un grito fuerte—. Parece que necesitas más
castigo del que pensé antes de que consigas tu polla.

Siento el movimiento de la cama cuando se sube de rodillas. La


lana áspera de sus pantalones me aprieta mis muslos y el culo. Puedo
sentir el enorme bulto de su polla presionando entre mis nalgas mientras
se dobla sobre mí, dominándome.

Apoya sus brazos en mis costados y se inclina hacia abajo hasta


que siento su aliento caliente en mi oreja.

—Creo que te voy a esposar para que aprendas a obedecer —me


susurra al oído—. Obedecerás mejor con las manos detrás de la espalda.

—Haré todo lo que me pida, oficial. —Asiento vigorosamente—. Lo


prometo.

Estoy tan excitada ahora mismo, que estaría dispuesta a ser atada
si eso es lo que se necesita para conseguir su polla.

—Buena chica —dice mientras se inclina, me toma de mis brazos


y me empuja contra su pecho. Puedo sentir su pene duro como una roca
presionando mi espalda, moviéndose dentro de sus pantalones.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Me tira de los brazos hacia atrás mientras me aprieta sus labios


ardientes en el cuello y me besa bruscamente. Me coge las muñecas con
una mano y oigo el tintineo de sus esposas. El metal frío presiona contra
una muñeca y se cierra con un solo clic. Suelta esa muñeca y siento el
puño cerca de la otra. Muevo mis brazos, sintiendo la atadura apretada
de las esposas alrededor de mis muñecas, tirando mis hombros hacia
atrás y empujando mi pecho hacia delante.

Me toma por el cuello y me presiona contra su pecho.

—¿Vas a ser buena para mí, cariño?

—Sí, oficial. —Me toca el cuello y me agarra con una mano fuerte—
. Te prometo que seré buena.

Me baja por el cuello lentamente hasta que mi cara está de lado,


presionando apretada contra la sábana. Presiona su fuerte mano contra
mi espalda baja y extiende mis rodillas. Puedo imaginarme la vista que
tiene ante él. Mi culo extendido, mis bragas empapadas, la piel de un
rosa brillante. El pensamiento me pone muy caliente. Me pregunto qué
me hará después.

Grito mientras su mano cae en mi culo, una y otra vez. Mis gritos
se convierten en gemidos, luego en lamentos, mientras la picadura se
convierte en dolor, luego en placer, haciéndome retorcerme ante él. Mi
aliento sale en jadeos, amortiguado contra la cama.

—Has sido una buena chica —dice mientras me frota—. Hiciste


bien en no huir de tus azotes.

Su mano se curva sobre mi culo, empuja mi falda sobre mi espalda


y siento sus dedos flotando en el borde de mis bragas. Me retuerzo contra
mis puños, desesperada por rogarle que me arranque las bragas y meta
su polla dentro de mí, pero mantengo la boca cerrada, entregándome

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

completamente a los caprichos de Boone.

Su mano se sumerge lentamente dentro, su mano suavizando mi


piel tierna hasta que la siento acariciando sobre mis labios mojados.
Jadeo mientras arrastra un solo dedo por el borde, deslizándolo hacia
arriba y hacia abajo por mi ranura, bromeando en mi entrada. Quiero
volverme contra él para obligarlo a entrar en mí, pero recuerdo sus
instrucciones y espero a que me conceda mi placer.

—Estás aprendiendo, cariño— dice mientras me mete los dedos


entre los labios—. Quieres que los meta dentro de ti, ¿no?

—Sí, oficial. —Pataleo mientras me pasa el dedo mojado por los


labios de mi vagina, tomándome el pelo.

—Has sido una buena chica —dice mientras su dedo se desliza por
mi coño y da vueltas alrededor de mi clítoris. Jadeo en las sábanas
mientras presiona contra mi culo y se frota sobre él—. Pero aún no —dice
mientras me saca la mano de las bragas—. Primero necesito ver tu cuerpo
desnudo.

Sigo sus órdenes, moviendo mis rodillas mientras lo siento


alrededor de mi falda hasta que encuentra la cremallera, me la tira por el
culo y la deja caer de rodillas sobre la cama. Luego me engancha los
dedos a los costados de mis bragas y me las quita del culo, dejándolas
caer encima de la falda.

—Maldita sea, cariño —dice mientras su dedo presiona ligeramente


entre mis labios—. Estás literalmente goteando.

Siento sus manos caer por mi pierna, agarrar mis bragas y faldas
y arrancarlas de mis piernas. Respiro pesadamente, mi clítoris pulsante,
el coño chorreando, los labios hinchados, esperando por lo que vaya a
hacer a continuación.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Me da palmaditas en la parte interna de mis muslos.

—Abre las piernas.

Abro las rodillas y arqueo la espalda, anticipándome a su próxima


demanda, exponiéndome a su próximo capricho. Entonces siento su
aliento caliente soplando sobre mis labios y todo mi cuerpo se estremece.
Me agarra el culo en sus manos y extiende mis mejillas mientras siento
la punta de su lengua saborear los labios mojados.

—Sabes mejor que el pastel de manzana, dulce —dice mientras me


mete su lengua entre los labios, sacando mis jugos con su lengua.

Gimoteo en voz alta mientras usa sus pulgares para abrirme y


arrastra su lengua entre mis labios, la mueve en círculos, subiéndola y
bajándola, tomando turnos dentro de mí y alrededor de mi clítoris. Mi
respiración se convierte en jadeos superficiales a medida que el placer se
acumula dentro de mí, amenazándome con volverme loca.

Siento la punta de su nariz caer dentro de mí mientras sus labios


rodean mi clítoris. Chupa fuerte mientras empujo hacia él y el placer se
acumula hacia la liberación. Jadeo y gimoteo, en el borde cuando de
repente, siento que sus dedos se deslizan dentro de mi coño mojado y me
enrosco para frotarlos contra mi coño.

Trato de contenerme, pero mi culo se golpea contra él y me mete


los dedos más adentro. Mi orgasmo se libera, rompiendo a través de mi
cuerpo, convirtiendo mis miembros en gelatina. Mi coño se aprieta
alrededor de sus dedos, mi cuerpo palpitando con placer, hasta que
finalmente se retira, dejándome colapsar sobre la cama.

Me acuesto allí, respirando fuerte y estremecedoramente, mientras


sus manos ásperas juegan sobre mi culo y la parte posterior de mis
muslos. No sé cuánto tiempo dura antes de que el punzante aguijón

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

de su mano en mi culo me haga recordar el momento.

—Aún no he terminado contigo, cariño —dice mientras me da la


vuelta sobre mi espalda y luego me pone de rodillas—. Es mi turno ahora.

Me arrodillo, balanceándome ante él, mientras pone una mano


detrás de mi cuello y tira de mis labios hacia los suyos. Su lengua se
desliza entre mis labios y prueba el interior de mi boca hasta que se
retira, arrastrando sus dientes sobre mi labio inferior.

—Tu boca sabe tan bien como tu coño. —Sonríe malvadamente


cuando empieza a desabrochar su chaqueta y la tira a un lado.

A continuación, su camisa, que revela su cuerpo esculpido,


reluciente de sudor. Se desabrocha el cinturón y lo deja caer al suelo. Veo
con ojos hambrientos y con la boca abierta como se desabrocha los
pantalones, tira de la cremallera hacia abajo y los deja caer pantalones a
sus pies. Su polla presiona contra su ropa interior, obscenamente
enorme, un punto oscuro de presemen en su punta, luchando para salir.

—Es hora de usar la boca, dulce —dice mientras saca su ropa


interior y libera la polla.

Mis ojos se centran en la polla con la que he soñado tantas veces


antes. Es más grueso que mi muñeca y casi treinta centímetros de largo.
Tenía tanto miedo la primera vez que lo tomé, pero estaba lo
suficientemente mojada como para hacerlo con una facilidad
sorprendente. Esta vez tengo tanta hambre de ella que siento que mis
jugos gotean lentamente por mis muslos.

Me toma por el brazo.

—Arrodíllate en el suelo.

Le dejo que me estabilice mientras me arrodillo torpemente en

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de mendigar por chicos malos

la exuberante alfombra, con las manos esposadas detrás de la espalda.


Me mojo los labios al ver su polla congestionada temblar delante de mi
cara, su punta brillando en anticipación.

—Quiero ver tus tetas rebotando mientras me chupas la polla —


dice mientras me arrastra la camiseta hasta mi estómago. Me arranca el
sujetador de mis hombros con un fuerte tirón y lo tira al suelo, colocando
mis tetas rebotando ante sus ojos.

—¿Sabes cuánto me provocan tus tetas? —dice, tomándolas con


las palmas de las manos, apretándolas suavemente. Sus pulgares rozan
mis pezones, endureciendo sus picos.

Los toma entre el pulgar y el dedo y tira, levantando mis pesados


pechos en el aire. Aprieto mis dientes a través del placentero dolor y
levanto mi culo de mis talones mientras tira de mi boca hacia su pene
que tiembla.

Manchas de oscuridad aparecen en mi visión mientras suelta mis


pezones y la sangre se precipita a la tierna carne. Apenas tengo tiempo
para reaccionar cuando me agarra del pelo, me inclina la cabeza hacia
atrás y empuja su polla entre mis labios. Estiro mi boca para acomodar
su polla, chupando la cabeza con la punta de mi lengua.

—Eres una buena chica —dice mientras mete su polla más


profundo en mi boca, empujando mi mandíbula abierta—. ¿Te gusta que
te follen la boca?

—Sí, me gusta, oficial —murmuro con su polla trabajando dentro


de mi boca, mientras la empuja cada vez más y más profundo entre mis
labios.

—¿Sabes qué puta eres? —dice, empujando su polla más profundo


hasta que presiona contra mi garganta—. ¿Diciéndome que querías

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

que te atara, que te diera una paliza y te usara como a una puta?

Gimoteo alrededor de su polla mientras la empuja dentro de mí,


escupiendo y babeando por mi barbilla, mi mandíbula estirándose para
aceptar más de lo que imaginaba posible. La sensación de total entrega a
su placer, arrodillada con las manos esposadas detrás de mí, es
abrumadora. Es más difícil y se siente mejor de lo que pensaba.

Me estruja el pelo con ambas manos y empieza a follarme la boca


más fuerte y más rápido. Presiono mi lengua sobre su polla, pasando mis
labios, facilitando su paso dentro de mi garganta. Lucho contra el
impulso de morder cada vez que su polla golpea la parte posterior de mi
garganta, tengo lágrimas encharcando mis ojos mientras lo escucho
empezar a gemir.

Finalmente, aprieta sus manos alrededor de mi cabello,


aplastándolo contra mi cabeza, y presiona su polla profundamente dentro
de mí, hasta que mi nariz se aprieta contra su vientre. Gruñe a gritos
mientras siento su polla palpitar entre mis labios y chorros de su orgasmo
caliente corren por mi garganta. Me sostiene allí mientras descarga
dentro de mí, ocasionalmente me atrae hacia atrás y luego me empuja
hacia adentro, usándome para cada pedacito de placer que puede extraer
de mí.

Se retira y su polla cae de mi boca, brillando con su semen y mi


saliva. Jadeando, respirando hondo y desgarrado. Retiro la cabeza hacia
atrás para poder mirarlo a través de mis luminosos ojos. Sus ojos brillan
con placer mientras me mira, luego me coge la barbilla con su mano,
empujándome para que me levante.

Me levanto lentamente sobre las temblorosas piernas, de alguna


manera todavía con las medias puestas. Una media está debajo de mis
rodillas, la otra en mi muslo.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—¿Te gusta cómo follé tu boca, cariño? —pregunta mientras me


lava una lágrima de mi mejilla con su pulgar áspero mientras me lame
limpiándome los labios.

—Sí, oficial —digo jadeando.

Me agarra los pechos con las manos y aplasta sus labios contra los
míos. Quiero poner mis brazos su alrededor y alzarme sobre su enorme
estaca, pero las esposas aún me atan los brazos detrás de mí. Me
presiono en su beso, abriendo mi boca a su fuerte lengua, presionando
la mía contra la suya.

Jadeo en su boca mientras me aprieta los pechos, tirando de mis


pezones hasta que estoy parada en las puntas de los dedos de mis pies.
Finalmente me suelta y me pongo en mis pies, sacando mi boca de la
suya, jadeando por la intensa sensación que me palpita de los pechos.

Se acerca hacia mí, su polla erguida presionando contra mi


estómago por debajo de la parte superior del jersey.

—¿Estás lista para que te jodan? —pregunta con una mirada


lujuriosa en los ojos.

—Sí, oficial —jadeo.

—Bien —dice mientras me da la vuelta por los hombros y presiona


su mano en la parte de atrás de mis hombros hasta que estoy
completamente doblada por la cintura—. Porque, cariño, he querido
clavarte con mi polla desde que te vi entrar en esta fiesta.

Grito mientras su mano baja sobre mi culo, empujándome hacia


delante, mientras su otra mano me agarra por el antebrazo y me tira
hacia atrás. Otro golpe cae en mi otra mejilla, haciéndome temblar.
Arqueo el culo, tentándolo a hacer más.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Me tira hacia atrás y mi boca se abre de par en par cuando siento


la punta de su polla presionar entre mis labios. Me sostiene allí, su polla
en mi entrada, sus manos apretadas alrededor de mis brazos. Levanto la
cabeza y gimoteo mientras me tira con fuerza hacia atrás, mis paredes
mojadas dando paso a su grueso tronco. Se empuja completamente
dentro de mí, su pelvis golpeando contra la parte de atrás de mi culo y
me aprieta antes de retirarse.

Me retiene ahí un momento, dejándome recuperar el aliento y luego


golpea de nuevo en lo más profundo de mí. Se retira, más rápido esta vez,
y luego vuelve a entrar otra vez, cogiendo rápidamente su ritmo. Mi mente
se está tambaleando, todos los pensamientos se alejan por la sensación,
manchas negras bailan delante de mis ojos, mientras me sostiene por los
brazos y me jode más fuerte de lo que nunca me han jodido en mi vida.

Mi boca se abre de par en par, gruñendo con mucho esfuerzo, mis


pechos se balancean debajo de mí mientras su cuerpo golpea contra el
mío, llevando su polla cada vez más dentro. Aprieto las rodillas mientras
se está construyendo un poderoso orgasmo en mi interior,
amenazándome con abrumarme por completo.

Boone gruñe mucho detrás de mí mientras golpea más fuerte que


nunca y aprieta su polla contra la parte posterior de mi coño. La siento
hincharse dentro de mí y me corro cuando dispara su carga
profundamente dentro. Se retrae y se abate una vez más, dejando cada
gota de su semilla en mi interior. Me estremezco alrededor de su polla
mientras se retira y baja mi cuerpo blando a la cama. Siento como ésta
se mueve hacia abajo por su peso mientras se asienta a mi lado y abre
las esposas alrededor de mis muñecas.

Caen al suelo con un estruendo fuerte y jadeo mientras me masajea


las muñecas doloridas.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Giro la cabeza en la cama para poder verlo. Su cuerpo musculoso


está reluciente de sudor. Observo su pecho ancho, levantándose con
respiraciones profundas. Una mirada vidriosa de placer está en sus ojos.

—¿Lo hice bien, oficial? —respiro con dificultad.

—Lo has hecho bien, cariño. —Me roza ligeramente el culo con la
mano y me da unos escalofríos de placer a través de mi piel—. Ese fue el
sexo más increíble que he tenido nunca.

Me doy la vuelta de lado, levantando mis brazos delante de mí,


moviéndolos para quitar el dolor que me queda. Dejo salir un suspiro
largo y fuerte y no puedo evitar reírme.

—No puedo creer que acabamos de hacer esto.

—No puedo creer que esperáramos tanto. —Se ríe entre dientes.

—¿Puedes traerme un poco de agua, Boone? —pregunto, mis ojos


están pesados. No estoy borracha, pero follar tan fuerte me ha dado
mucha sed.

—Claro que sí, cariño —dice mientras se levanta lentamente de la


cama y se pone la ropa al azar.

Apenas puedo mantener mis párpados abiertos para verlo cerrar la


puerta detrás de mí, antes de que me vaya a dormir.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Seis
Boone
Estoy descansando mi espalda contra un par de almohadas
apoyadas detrás de mí, en la cabecera. He estado viendo dormir a Cal,
escuchando los suaves sonidos de su respiración. Está acostada de lado,
con el brazo sobre los pechos, mientras se levantan y caen lentamente en
cada respiración. Le acaricio ligeramente su pelo, tirando de sus hebras
sueltas detrás de sus orejas, rozando su brazo con mi mano.

Es tan hermosa mientras duerme. Haría cualquier cosa para


despertarme junto a ella cada mañana por el resto de mi vida.

No sé, ni me importa, cuánto tiempo paso vigilándola hasta que se


gira de espaldas y abre los ojos. Sus pupilas se enfocan en mí.

—Buenos días. —Respira suavemente mientras estira los brazos y


bosteza.

Asiento con la cabeza hacia la luz brillante que entra por las
ventanas adornadas a través de las cortinas de gasa.

—Creo que está más cerca del mediodía que de la mañana.

Sonríe y parpadea el sueño de sus ojos, arqueando su espalda, sus


senos apuntando hacia el dosel de la cama.

—Anoche no fue un sueño, ¿verdad?

—No me despiertes si fue un sueño. —Me río.

—Mi culo todavía está dolorido —dice haciendo pucheros.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Le quito las sábanas de la cintura y le doy la vuelta para poder


plantarle los labios en el culo.

—¿Mejor así, cariño?

Ella menea su trasero tentadoramente.

—Tal vez uno más.

Le doy un beso en la otra mejilla del culo y aprieto suavemente sus


caderas.

—Eso está mejor —dice mientras se da la vuelta y se sienta a mi


lado—. ¿Crees que queda algo de comida?

Arrojo mis piernas sobre el costado de la cama y camino hacia el


tocador donde le cojo una bandeja de desayuno. La llevo a su lado de la
cama y le saco la tapa abovedada, mostrándole un plato de huevos, pan
tostado y tocino.

—Nada mejor que desayunar en la cama servida por un trozo de


carne desnudo —sonríe mientras acaricia ligeramente con sus dedos mi
polla, por debajo de la bandeja de servicio.

Puedo sentirme endureciendo mientras me guiña el ojo y se muerde


el labio.

—¿Querías desayunar o una segunda porción de lo que comiste


anoche?

Se ríe un poco mientras me quita la bandeja.

—Necesito algo de comida antes de poder aguantar otra noche así.

Acaricia la cama junto a ella y subo de nuevo a su lado.

666
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Quiero saber cómo vas a hacer a tu familia legítima —dice


mientras coge un trozo de tocino y se lo mete en la boca.

Me encanta una chica que no es tímida al comer con su hombre.

Su hombre. Eso es lo que necesito ser. Espero que mi plan la


convenza.

—Sabes cómo mi familia ha estado manejando el negocio de la


marihuana en la Tensas Parish desde los días de la prohibición —digo.

Asiente con la boca llena de tostadas y huevos.

—Tenemos toda una operación repartida en la tierra que hemos


tenido por generaciones en la familia —digo, recogiendo un poco de tocino
de su plato.

Me mira fijamente y le sonrío mientras me echo el trozo crujiente


en la boca.

—Tenemos la primicia de Baton Rouge, se dice que legalizarán la


siembra de marihuana en los próximos años.

Se vuelve hacia mí y me arquea la ceja.

—¿En serio?

—Sí. —Asiento—. Podría ser antes. Depende de cuando lo hagan


los otros estados, pero va a suceder de cualquier manera.

—¿Ese es tu plan? —pregunta ella, tomando el vaso de zumo de


naranja que dejé en la mesilla y bebiendo la mitad.

—Sí. —Asiento otra vez—. Tenemos los conocimientos técnicos y


tenemos la tierra. No traficamos con drogas duras en el condado de
Tensas, así que nos vamos a legalizar.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—¿Tu padre está de acuerdo con tu plan? —pregunta ella, con


dudas en su voz.

—Sin duda, cariño —digo—. Me costó mucho convencerlo, pero le


tengo de mi lado. De lo contrario, estaría presionando para mantenerlo
ilegal. Lo convencí de que las ventajas de ser legítimo eran demasiado
buenas como para perdérselo.

Me vuelve a levantar la frente mientras termina su último bocado


de huevos y tostadas.

—Mira, cariño. —Pongo mi brazo alrededor de su hombro y la


levanto contra mí—. Sé que crees que mi padre es un hombre malo. Pero
sus perversos tiempos pasaron hace mucho tiempo. Siempre ha
mantenido a salvo a Tensas Parish. Nos quitó las drogas duras de nuestro
territorio. Hay una razón por la que es el distrito más seguro de todo el
estado.

—Supongo que es verdad. —Me aprieta la mano detrás de la


espalda y me la envuelve alrededor de la cintura.

Me siento bien al tenerla a mi lado, sintiendo su suave calor contra


mi piel. No quiero que este día termine.

—¿Por qué necesitas estar en la universidad? —pregunta ella.

—Quiero hacer esto bien —digo, besándole la frente—. Estoy


estudiando horticultura, así puedo ayudar a expandir nuestra operación
una vez que podamos sacarla a la luz. Esta es una oportunidad real y no
voy a dejar que se me escape. Podemos traer trabajos bien pagados a
casa. Dar a la gente una razón para quedarse allí, en vez de que todos
huyan a la gran ciudad.

—¿Este es realmente tu plan? —pregunta ella, la duda lentamente

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

dejando su voz.

—Ya lo sabes, cariño —dije—. Me vendría bien tu ayuda, también.


Nunca presté mucha atención en matemáticas y esa clase de cálculo que
debo tomar me está matando.

Sus ojos se abren de par en par y ríe suavemente.

—Boone, tomando una clase de cálculo. Nunca pensé que vería ese
día.

—¿Eso significa que me ayudarás? —Le aprieto el hombro,


sintiendo la esperanza en mi pecho.

—Sí. —Asiente y pone su mano en mi muslo—. Pero quiero saber


por qué estás haciendo esto. Te recuerdo en el instituto. Eras el hijo de
tu padre. Te gustaba ser un chico malo y alardear en contra de la ley. —
Inclino mi cabeza contra la cabecera y miro fijamente al dosel—. Eso no
es mentira. Es verdad.

La miro y espero a que mire mis ojos.

—A decir verdad, estaba siguiendo su dirección y planeando tomar


el mando de papá una vez que se hiciera demasiado viejo para el juego.
Pero tenía un problema del que no podía salir.

—¿Qué era?

—No podía sacarte de mi cabeza —digo, recordando las noches sin


dormir que pasé pensando en ella, deseando no ser el hombre que era
para poder estar con ella.

Sus ojos se ablandan y su sonrisa se ensancha.

—Eso es tan dulce.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—No lo digo para meterme entre tus piernas otra vez. —Sonrío y
me golpea en el muslo—. Es verdad, cariño. Te quería desde la primera
vez que te vi. Pero siempre supe que no era un hombre lo suficientemente
bueno para ti.

—No es eso —dice, pero la corto.

—No hay necesidad de negarlo —digo—. Sé que es verdad. Pero


después de esa primera noche juntos, cuando me dijiste por qué no
podíamos estar juntos, eso me puso en el camino hacia donde estoy en
este momento. Esperando que algún día, sea lo suficientemente bueno
para tu amor.

Sus ojos comienzan a brillar mientras me mira, su boca estirada


en una dulce sonrisa.

—Nunca pensé que fueras un hombre malo, Boone.

Le sonrío y le paso el pulgar contra su mejilla.

—Lo sé, cariño. No soy un hombre lo suficientemente bueno para


ser padre de tus hijos, pero espero poder cambiar eso.

Empuja la bandeja a un lado, pone sus delicadas manos en los


lados de mi cara y me da un beso suave en los labios.

—Creo que ya lo has hecho.

La cojo por los hombros y la miro a los ojos.

—¿Entonces serás mi dulce?

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Antología Formas traviesas
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Capítulo Siete
Callie
Esta mañana parece que me despierto de un sueño. Mis miembros
están llenos de un dolor agradable. Mis recuerdos de anoche son un
torbellino de placer surrealista. Ahora el hombre con el que pensé que
nunca podría estar, pero en el cual nunca dejé de pensar, está
diciéndome que ha cambiado toda su forma de vida para tener la
oportunidad de estar conmigo.

Asiento vigorosamente, parpadeando las lágrimas que me pican en


los ojos mientras abrazo a mi hombre y le doy un millón de besos por
toda su cara.

—Sí, sí, sí, sí.

Me abraza con sus fuertes brazos, besándome fuertemente con sus


labios.

—¿Sabes que casi no vengo a esta fiesta? —se ríe Boone.

Me uno a él.

—Yo tampoco. Estaba estudiando para los parciales.

—¿Tú? ¿Estudiando? —Su cara expresa una falsa incredulidad.

—Más vale que estudies tanto o más que yo. —Le sonrío—. Vamos
a conseguir que saques sobresaliente.

Sonríe con una sonrisa diabólica.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Guardaremos el látigo para ti.

Siento el calor subiendo en mi cara.

—No puedo decir que no he pensado en ello.

No puedo creer que me sonroje después de lo que hicimos anoche.


En ese momento me sentí mejor que cualquier cosa que hubiera
imaginado en mis fantasías. Y ahora voy a esperar a que me lleve más
lejos de lo que jamás soñé.

Pensar que hace un día, vivía mi vida, contenta de no estar nunca


con el hombre con el que más quería estar. Y esta mañana me despierto
a su lado y descubro que está cambiando toda su forma de vida para
estar conmigo. No sé si es posible ser más feliz.

—¿Estás lista para volver a los dormitorios?—pregunta mientras


balancea las piernas sobre el borde de la cama y planta sus pies en el
suelo.

—Sí —digo—. Realmente necesito una ducha.

—¿Mi ducha o la tuya? —pregunta con una sonrisa en la cara


mientras se sube los pantalones.

Le sonrío mientras me levanto de la cama y me paro a su lado.

—Mía, pero puedes venir conmigo si te queda algo para dar.

Me tira del culo con su mano grande y me levanta sobre los dedos
de los pies con un apretón.

—Tratas de tentarme para que vuelva a enrojecer tu culo. ¿No es


así, cariño?

Le sonrío inocentemente mientras recojo mi ropa desechada

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

del suelo.

—Tal vez.

Nos vestimos y salimos a los pasillos, uniéndonos a la procesión de


parejas que salen por la puerta. Algunos intentan ocultar con quiénes
estaban o que tuvieron sexo. Otros lo exhiben y disfrutan del día.

Envuelvo mi brazo alrededor de la cintura de mi hombre y me


abraza por mis hombros mientras bajamos las escaleras. Le meto la mano
en su cinturón y me acerco a él.

—Fue una gran fiesta de Halloween, ¿eh?

—Lo sabes, cariño —dice.

Fin

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Penelope Bloom

Fantasma

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Antología Formas traviesas
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Capítulo Uno
Sophia
Hago una última revisión de mi disfraz antes de salir del coche.
Estoy vestida como la Mujer Maravilla. Nunca lo admitiría a nadie, pero
pasé horas cosiendo a mano hasta el último detalle y asegurándome de
que me encajara perfectamente. Afortunadamente, hacer atletismo en la
escuela secundaria y ahora en la universidad, me ayudó a darme el
cuerpo para lucir un traje como este. Por desgracia, me quedé tan
atrapada en conseguir que el traje se pareciera al real, que no me di
cuenta de lo revelador que sería. Llevo un corsé rojo con lentejuelas y un
cinturón de dorado. Por debajo de eso, tengo una falda azul muy corta
con estrellas blancas. Debajo de eso, bueno... estoy usando una braga de
bikini azul con estrellas blancas. Sí. No es mi mejor opción.

Salgo del coche y tiro de mi falda, de repente deseando haber


llevado algo un poco menos revelador, como, oh, no sé... ¿un burka? Mi
respaldo, Gabby, pone el coche en el parking y sale también. Ella está
usando un traje de Catwoman que se aferra a su atlético cuerpo como
una segunda piel, haciéndome parecer una mojigata. Ella me guiña sus
ojos y araña su mano dramáticamente, maullando como una idiota.

Me río.

—Espero que hayas sacado eso de tu sistema, porque estoy


bastante segura de que nos enviaron invitaciones por error. Haz eso de
nuevo, y se darán cuenta de que no pertenecemos aquí.

Ella sonríe y luego me araña de nuevo, esta vez lanzando su brazo


alrededor de mi cuello y levantando una pierna a mi alrededor.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—¡Ámame de nuevo, Sophia! ¡Quiéreme!

Tropiezo, empujándola hacia atrás y sonriendo irónicamente.

—Sabes, el disfraz de gata realmente te queda bien. Te juro que a


veces eres peor que un gato de verdad.

—Es un cumplido espectacular. —Sus ojos se alejan de mí y bajan


por el largo camino hacia la mansión—. Bonito lugar —dice casualmente.

—¿Bonito? Es enorme. Es mejor que bonito.

Gabby chasquea su boca en desaprobación, caminando hacia la


puerta principal con mucho más balanceo en sus caderas de lo que
normalmente hace. Ella debía estar esperando conseguir algo de acción
esta noche. El pensamiento se me hace un poco incómoda. Por lo que
puedo recordar en el tiempo, he sido la buena hija y la atleta estrella.

Mantengo la cabeza baja, estudio, y lo muestro en cada


entrenamiento y dando todo mi esfuerzo. Si no lo hago, podría perder mi
beca y mi futuro. Mis padres no tienen el dinero para pagar la
universidad, y ciertamente no puedo permitirme venir a esta. Así que
nunca he tenido tiempo para chicos o para novios. Nada de eso. Iré a mi
tumba negándolo, pero la única mano que ha estado entre mis piernas
es la mía, y me estoy poniendo demasiado vieja para que siga así.

Cuando el entrenador llamó al equipo para decirnos que nuestro


encuentro en Tallahassee fue cancelado, fue como si todos los ángeles del
cielo hicieran sonar sus cuernos al mismo tiempo y las nubes se
separaran. ¿Tiempo libre? Apenas sabía qué hacer. Por supuesto,
entonces la extraña y cara invitación para una fiesta exclusiva de
Halloween apareció en mi correo. Parecía demasiado perfecto, demasiado
fortuito para rechazarlo. Además, tengo otros amigos que se supone que
están aquí, y mi plan es aferrarme a ellos como un parásito hasta

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

que pueda sentirme cómoda. La última fiesta a la que fui fue la fiesta de
graduación para uno de mis amigos, y el momento más loco de esa noche
fue cuando la tía de Gabby se dislocó su cadera tratando de sacar el pavo
del horno.

Gabby abre las enormes puertas y un ritmo atronador se estrella


en nosotras. Es tan fuerte que me sacude el pecho. Suspiro cuando veo
el interior de la mansión. Hay adornos de Halloween en todas partes. Los
murciélagos cuelgan del techo, las calabazas brillan en las esquinas, los
segadores encapuchados con guadañas se asoman en los pasillos. El
humo aterciopelado rezuma del suelo, donde se precipita hacia las
esquinas y se extiende hacia arriba como dedos largos y finos. Puedo
vislumbrar un gran salón de baile a través de una puerta arqueada donde
innumerables figuras disfrazadas giran y danzan. Quiero quedarme
quieta y revisarlo todo, pero Gabby me agarra por el brazo,
arrastrándome hacia el salón de baile como si ella fuera dueña del lugar.

—¿No podemos explorar un poco?

—De ninguna manera. Callie ya me ha enviado mensajes de texto


acerca de algunos sementales calientes con los que está a punto de
enrollarse. Tenemos mucho que hacer para ponernos al día.

Me río.

—Lo haces sonar como si fuera una carrera para tener sexo.

Ella se vuelve hacía mí y pone sus manos en mis hombros, como


una madre explicando algo simple a su niño descarriado.

—Sophia. Estamos en la universidad. Dormir con chicos es como...


ugh. Es como citas rápidas. Si el sexo es bueno, se puede ver si vale la
pena llevar las cosas a más. Y si es malo, se salta de cita. Sinceramente,
es más eficiente.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Pongo cara agria.

—Yo no quiero... —Bajo mi voz y me inclino para que ella pueda


seguir escuchándome con la música—. No quiero que mi primera vez sea
eficiente. Quiero que sea especial, romántica, o al menos apasionada.

Ella pone sus ojos en blanco.

—Vas a estar sangrando como un cerdo atrapado y lloriqueando


porque duele. No habrá nada romántico. Podrías dejar de proteger tu
tarjeta-V como si fuera el Santo Grial y acabar con eso.

Cruzo mis brazos sobre mi pecho. Nosotras hemos tenido alguna


versión de esta conversación cada vez que vamos a una reunión social
juntas, y siempre termina de la misma manera. Ninguna cedemos sobre
la cuestión, y siempre finalizamos de la misma manera. En el caso de
relaciones sexuales eficaces versus sexo significativo, el jurado todavía
está en deliberación.

Yo sigo tratando de no asustarme. Siempre he sido torpe bailando.


Ella ve a un tipo con un traje de bárbaro y su agarre en mí se vuelve
mucho menos apretado. Me las arreglo para escapar de ella y moverme a
las esquinas de la habitación, donde veo mesas forradas, con bebidas y
aperitivos. Gabby me da una mirada de decepción, pero no deja de
empujar su camino dentro de la masa de los cuerpos danzando. Unos
pocos segundos después, ella está moliendo su culo en otro tipo que está
vestido como Abraham Lincoln.

Sacudo la cabeza. Es increíble. La música en auge, las luces


brillantes, y el humo que bulle a mi alrededor me empiezan a abrumar.
Parece una fiesta muy genial. El tipo de fiesta a la que gente como yo no
va. La habitación es tan grande que ni siquiera sé dónde comienza y
termina, así que elijo una mesa al azar y me aferro a ella, como una línea
de vida. Ya estoy lamentando venir. No hay razón para estar en una

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

fiesta como esta. ¿Y si llaman a la policía? Podría perder mi beca.


Además, toda la charla de sexo con Gabby me hace sentir avergonzada,
como si estuviera aquí en busca de un príncipe encantador que me
barriera de mis pies y se acostara conmigo encima de una cama de
pétalos de rosa por encima.

Mi corazón late fuerte, y tengo que obligarme a calmarme. Maldita


sea, Sophia. Te mereces divertirte de vez en cuando. En lugar de correr al
coche de Gabby, tomo un vaso, un vaso real, de un licor claro y lo bebo.
Sabe a caro, y hace que mi garganta y la nariz quemen inmediatamente.
Pensé que se suponía que las fiestas servían cerveza barata en copas
solitarias. ¿Tal vez eso es en otra habitación? Toso algunas veces,
tratando de no llamar demasiado la atención.

Un tipo con un disfraz que creo que se supone que es de Village


People me nota y se inclina sobre la mesa a mi lado. A juzgar por la caída
en sus ojos, ya es un borracho descuidado.

—¿Te gusta la fiesta? —pregunta.

¿Me gusta la fiesta? ¿Qué clase de pregunta es esa? Trato de sonreír


educadamente mientras asiento, pero me siento forzada. Es bastante
atractivo, supongo, pero estoy demasiado sobria para interesarme por
alguien que ya tiene problemas para levantarse derecho. Tomo una
respiración profunda y me preparo para una noche de ser el objetivo de
un borracho. No sé por qué esperaba más. ¿Por qué pensé que vendría
aquí y sería barrida de mis pies por algún tipo increíble? ¿Por qué pensé
que iba a ser como las películas?

679
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Dos
Reid
Acelero el motor de mi motocicleta mientras llego a toda pastilla a
la entrada. Es una escena típica fuera de una fiesta universitaria; coches
y camionetas están estacionados en cualquier lugar que quepan,
incluyendo los jardines y la parte superior de los bordillos. Sólo voy con
unas pocas horas de retraso, y parece que no han perdido el tiempo
empezando sin mí. Hay una escalera ridículamente larga que conduce a
las puertas de entrada, y no tengo ganas de subirla, así que acelero la
moto y alcanzo las escaleras a toda velocidad. La moto golpea debajo de
mí, pero mis neumáticos agarran las escaleras bastante bien. Una pareja
vestida como fantasmas saltan a un arbusto para evitar ser atropellados.

Apagó el motor y saco mi máscara. Estoy vestido como el Fantasma


de la Ópera, principalmente porque mi hermanito dejó el traje en mi
dormitorio el año pasado cuando vino a visitarme. Es un poco ajustado,
pero me queda bastante bien. Me muevo a través de las puertas
delanteras, ignorando a la pareja gritándome desde los arbustos. A la
mierda. Si me vieran la cara y me reconocieran, sabrían que deberían
retroceder.

Cuando oí que había una fiesta de disfraces, inmediatamente pensé


en una cosa, añadir a Sophia Beccaccio a la larga lista de chicas que he
follado y olvidado. Me ha arruinado desde el primer semestre. Desde que
vi su culo en los pantalones cortos elásticos después del entrenamiento
de atletismo, he estado tratando de encontrar una manera de ligar con
ella. Ella es el tipo de chica que piensa que su vida es demasiado perfecta
y limpia para un tipo como yo. Ella no sabe lo que se está perdiendo. Sólo

680
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

necesito introducirme a ella, y si tengo que esconder mi cara para


hacerlo, puedo vivir con eso. Una vez que ella consiga una muestra de lo
que tengo que ofrecer, será demasiado tarde para que dé vuelta atrás.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Tres
Sophia
—Así que le di mi número y ¡ella ni siquiera esperó hasta la mañana
siguiente para llamar! ¿Puedes creer eso? —pregunta el tipo con el disfraz
de Village People. Su nombre es Chad. Por supuesto. Se está poniendo
cada vez más borracho y molesto, pero la música fuerte y la masa de los
cuerpos que pulsan hacia arriba y hacia abajo está entumeciendo mi
mente. No puedo pensar en una razón para excusarme.

Entonces veo a alguien caminar en la habitación. Incluso con todo


el caos, me golpea. Es algo en la forma en que camina. Lleva una máscara
blanca con un sombrero de copa y una capa negra. El humo revolotea y
se balancea alrededor de sus largas piernas mientras avanza
deliberadamente hacia la pista de baile. Se detiene, mirando a los
bailarines, y luego su rostro enmascarado gira hacia mí. Es como si la
habitación se detuviera en ese momento. Puedo ver prácticamente el
humo gris alrededor de sus pies que se unen en una masa sólida. Los
ojos negros que se ven a través de las hendiduras de su máscara parecen
agujerear en mí. Apenas puedo moverme.

Comienza a caminar hacia mí y el discurso de Chad se desvanece


en el ruido de fondo.

El tipo enmascarado pone una gran mano en la pared y se acerca


sin decir una palabra, su mirada me bloquea en el lugar así como si
tuviera sus fuertes brazos alrededor de mí.

—Hola —digo estúpidamente.

—Oye —dice Chad—. Estaba hablando aquí.

682
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Sí —dice el hombre enmascarado—. Estabas. Ahora piérdete.

Por un segundo creo que está a punto de estallar una pelea.


Entonces Chad echa un vistazo al tamaño del hombre enmascarado y
parece pensarlo mejor. Él agita su mano despectivamente y se aleja,
probablemente buscando a otra chica para hostigarla.

—Gracias —le digo. Por alguna razón siento que mis mejillas arden
de rojo. Espero que este demasiado oscuro como para que lo vea.

—En cualquier momento. —Él alcanza su mano hacia fuera,


sosteniendo su palma vuelta hacia mí sin palabras.

¿Quiere bailar? ¿Conmigo? Trago con dificultad, tomando


vacilantemente su mano y dejando que me lleve a la pista de baile. Mi
corazón late en mi pecho. Mi cabeza se siente ligera y mareada. ¿Por qué
su piel se siente tan bien contra la mía? Es como si la electricidad pasara
de su palma a la mía y enviara escalofríos emocionados por todo mi
cuerpo.

Puedo ver el lado de su mandíbula y su poderoso cuello mientras


me conduce hacia adelante. Quiero pedirle que se quite la máscara, para
ver el resto de su rostro, pero ni siquiera necesito ver todo para saber que
es magnífico. Está escrito en todos sus gestos, la forma en la que camina,
y la confianza en su voz.

Su presencia silenciosa obliga a la gente a moverse fuera de su


camino, y él de alguna manera logra maniobrar hasta que estamos casi
en el centro de la masa de baile de los universitarios disfrazados. Nos
acurrucamos en algún lugar entre Linterna verde, tres enfermeras con
poca ropa, una oficial de policía y un tipo que creo que se supone que es
Prince.

—¿Cómo te llamas? —le pregunto, inclinándome hacia delante

683
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

para gritarle a su oído.

—Fantasma —dice.

Casi puedo sentir la sonrisa detrás de su máscara y yo pongo mis


ojos en blanco.

—Entonces puedes llamarme Mujer Maravilla.

Él baja su cabeza y luego gira mi brazo sobre mi cuerpo, girándome


contra su pecho para que mi culo se presione contra él. Me estremezco,
repentinamente sintiendo como si fuera difícil respirar. Nunca he hecho
algo como esto. Nunca. La última vez que bailé con un chico fue en la
fiesta de exalumnos de la escuela secundaria, y sólo una danza lenta.
Sus manos posesivas se mueven a través de mis caderas, amenazando
con deslizarse sobre mi montículo. Tengo que presionar mis manos
contra las suyas para impedir que vaya más abajo.

El ritmo salvaje de la música está lleno de graves y me hace tener


ganas de moverme. Mi cabeza está mareada y mi corazón sigue acelerado
convirtiendo todo en una mancha de caos extático, hermoso y aterrador,
todo a la misma vez. Comenzamos despacio al principio, conmigo
siguiendo su ejemplo. No tiene prisa, como si estuviera completamente
despreocupado por estar en el centro de todas estas personas bailando,
sólo de pie y en los brazos del otro. Me guía las caderas hacia abajo,
presionándose contra mí hasta que siento que se endurece.

Dios. Incluso con gente prácticamente hombro con hombro con


nosotros, siento que me pongo caliente. Tengo que detenerme de llegar
detrás y sentir su longitud con mi mano. Se siente tan sucio bailar con él
así. Nuestro ritmo aumenta hasta que estoy empezando a encontrar un
ritmo propio, balanceando mis caderas de un lado a otro mientras coloco
mi culo contra él, presionándome contra él y su polla todavía creciente.
¿Cómo es de grande? Tengo que recordar varias veces que la gente

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

de mi edad baila así todo el tiempo. No hay vergüenza en ello. No te


puedes quedar embarazada y arruinar tu beca sólo por un baile sucio.

Me gira cuando la canción cambia y me tira hasta que mi coño


presiona contra su polla. Incluso con toda la ropa entre nosotros, se
siente absolutamente increíble, pero un profundo sentimiento de culpa
comienza a deslizarse en mí. Mi cuerpo funciona en piloto automático
durante los primeros treinta segundos de la canción mientras que él se
muele contra mí y yo me presiono de nuevo con él. En algún lugar bajo
la explosión de placer y emoción, mi cerebro está enviando señales de
advertencia.

Stop. Esto es peligroso. El mensaje finalmente me llega, y el miedo


abruma el placer, haciéndome retroceder.

Da un paso hacia mí, pero sostengo mi mano hacia arriba,


sacudiendo la cabeza. Mis mejillas están enrojecidas y sólo quiero salir
de aquí, ir a otro lugar y tratar de olvidar lo que acabo de hacer.
Momentos como este no son para personas como yo. Aún no, por lo
menos. Necesito asegurarme de que mi futuro esté seguro antes de... sea
lo que sea.

Empiezo mi camino a través de la multitud, teniendo que


empujarme a través de más de unos pocos pares de fantasmas bailando
y demonios. Me apresuro arriba, sin mirar hacia atrás. Hay una gran
escalera de caracol que conduce hacia arriba y apenas noto las
decoraciones. Intento abrir al menos cinco puertas y están todas
cerradas. Oigo gemidos indistintos que vienen de detrás de algunos de
ellos y sacudo la cabeza con incredulidad. No puedo creer que la gente
acepte una invitación a una fiesta en la casa de un extraño y que tenga
sexo en algún lugar al azar. Entonces de nuevo, pienso en hace unos
minutos, en la pista de baile. Ni siquiera sé quién es el Fantasma o cómo
se ve, y prácticamente tuve relaciones sexuales con él en la pista de

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

baile. Y Callie es normalmente bastante reservada, pero incluso ella está


aparentemente enganchándose en alguna parte, también.

Me paso una mano por el pelo antes de finalmente encontrar una


habitación abierta. Es un enorme espacio circular con una cama con
dosel. Hay un elegante cuarto de baño escondido en la esquina y un
enorme espejo tocador. Me paro frente a él, sacudiendo mi cabello y
tirando de mi corsé hacia abajo un poco. Me doy cuenta de que mi falda
está metida en el elástico del bikini debido a la forma en que él se estaba
moliendo contra mí y apresuradamente tiro de ella para dejarla libre. Si
esto no fuera tan oscuro y estuviera concurrido, me habría sentido
mortificada al saber que estaba caminando con mi falda, básicamente
metida en mi ropa interior.

Me hundo en la cama y entierro la cara en mis manos. Esto no va


como esperaba. En absoluto. Sólo quiero ir a buscar una pista en algún
lugar y correr hasta que me olvide de todo, hasta encontrar ese lugar
entre el agotamiento y la euforia. Pero antes de que tenga un minuto para
abofetearme, un movimiento en la puerta llama la atención.

Él.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Cuatro
Reid
Me apresuro hacia ella, cruzando la gran habitación en unos pocos
largos pasos. Ella se vuelve para correr y no puedo dejar de notar la forma
en que su falda corta destella, dándome una ridículamente sexy vista de
su culo con ese estrecho bikini de fondo azul con estrellas en él. Mierda.
No voy a parar hasta que la tenga. Ella ya es mía, aunque no lo sepa
todavía.

Ella se apresura fuera de la ventana hacia más allá del balcón. ¿En
serio? Un minuto ella está sacudiéndose y moliéndose conmigo en la pista
de baile, prácticamente suplicando por mi polla, ¿y al siguiente está
saltando por una maldita ventana para alejarse de mí? Sonrío detrás de
mi máscara cuando alcanzo a detenerla de cerrar la ventana de mí. Va a
tomar más que un cristal para impedir que consiga lo que quiero. Y la
quiero.

Me obligo a salir por la ventana y al pequeño balcón. Sus grandes


ojos azules se ensanchan cuando se da cuenta de que está atrapada
conmigo. Cierro la ventana detrás de mí y doy un paso más hacia ella.
Ella retrocede y se topa con la barandilla.

—Por favor —dice—. Déjame en paz. Cometí un error antes. No


debería haber...

—El único error que cometiste fue alejarte.

Ella traga con fuerza.

—No puedo permitirme involucrarme con alguien. Necesito

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

mantener mi beca.

Me río.

—¿Qué tiene que ver follar con una beca?

—¿Es eso lo que piensas? ¿Qué vas a follarme? —Ella pone sus
manos en sus caderas, frunciendo el ceño.

—Te ves infernalmente sexy cuando estás enfadada —le digo.

Ella se sonroja, pero no se deja presionar.

—¿Eres tan insufrible todo el tiempo, o es sólo porque estás usando


esa máscara?

Ella se me lanza para sacarla de mi cara, pero la esquivo


fácilmente.

—¿Dónde está tu espíritu festivo? —pregunto riendo—. Si me quito


la máscara, se arruina la diversión.

—¿Qué tienes que ocultar? —pregunta. Veo en sus ojos que no ha


terminado de intentar quitarla de mi cara.

Me precipito hacia atrás, buscando las ventanas para introducirme


dentro de la habitación así tengo más espacio para evitarla, pero cuando
tiro del picaporte no se mueve. Ambos nos detenemos. Estamos fuera,
por lo menos a seis metros del suelo, y encerrados en un pequeño balcón
apenas lo suficientemente grande como para acostarse.

—Tienes que estar bromeando —dice.

Me río.

—Supongo que estás atascada conmigo. ¿Quieres seguir

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

donde lo dejamos?

Ella me empuja e intenta abrir la ventana. Cruzo mis brazos, viendo


cómo intenta inútilmente abrir las ventanas cerradas durante unos
segundos. Finalmente lanza los brazos hacia abajo y suelta un gruñido
frustrado.

—Oh, ¿eres una gruñona? Así que cuando me meta entre esas
largas piernas, ¿puedo esperar que seas ruidosa?

Ella se vuelve hacía mi, con los ojos muy abiertos y ligeramente
enfadados. Trato de no reír mientras mueve su dedo índice en mi cara.

—Ya he tenido suficiente de ti. —Entonces, como si la idea se le


ocurriera de nuevo, busca mi máscara.

La sostengo sin mucha dificultad, sujetándola con los brazos al


pecho y aprovechando mi oportunidad para sentir la turgencia de sus
suaves tetas bajo el corset que lleva. También me tomo un minuto para
disfrutar de la vista espectacular que tengo de su escote rebotando desde
donde estoy, por encima de su hombro mientras ella lucha contra mí.

—Muéstrame —gruñe, volviendo a alcanzar mi máscara.

Trato de inclinarme hacia ella, pero empieza a luchar tan fuerte


contra mí que no puedo retenerla sin hacerle daño. Sus dedos finalmente
se cierran alrededor de la barbilla de mi máscara y la liberan, haciendo
estallar el elástico detrás de mi cabeza con un chasquido fuerte. Mi
sombrero de copa se cae hacia atrás y cae desde el balcón. Miro sus ojos
sin mi máscara por primera vez esa noche.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Cinco
Sophia
Reid jodido Perry... Tienes que estar bromeando. Cierro las palmas
de mi mano contra su pecho.

—¿Tú? —pregunto.

—Yo —dice él. Sus fríos ojos verdes no muestran ninguna disculpa,
sólo humor, como si esto fuera una broma enorme para él.

—¿Estoy encerrada en un balcón con el asno más atractivo y


criminal de LSU? Esto es perfecto.

Él arquea una ceja.

—Odio decírtelo Sophia, pero no tienes ni la menor idea de mí.

—¿Sí? ¿Cómo lo sabes?

—Para empezar, el tipo que siempre pone esos malditos carteles


con su banda por todas partes en el campus es un gilipollas más grande
que yo. ¿Has visto cuánta cinta usa? Estoy seguro de que esa mierda
debe ser mala para el medio ambiente o algo así.

—¿Así que ahora eres ecologista?

Él sonríe de una manera irritantemente sexy, como si dijera: No,


pero, ¿a quién le importa?

—¿Y si lo soy?

Sacudo la cabeza, cierro los ojos y respiro hondo.

690
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—¿Podemos encontrar una manera de salir de aquí?

—Echa un vistazo a esta vista. Hay muchas estrellas, árboles... tú.


—Sus ojos nunca dejan los míos.

Mi estómago revolotea bajo su vaporosa mirada. No es de extrañar


que haya tenido relaciones sexuales con la mitad de las chicas del campus.
Estar atrapada con él en este balcón es peligroso. De alguna manera su
arrogancia persistente tiene un encanto, ya que sabe que el único
resultado posible es a su manera, así que no hay razón para tomar nada
en serio. Se inclina hacia atrás, apoyando los codos en la barandilla y
estirando su amplio pecho mientras me desnuda con los ojos. Tiro de mi
falda, sintiéndome de repente desnuda y queriendo cubrirme más.

—Tal vez deberías haberte vestido como Romeo —digo


sarcásticamente.

—¿Después de esa mirada que me diste cuando viste mi cara?


Quizá debería haber ido de Bruto y tú podrías haber sido Julio César.

Me río, más que un poco sorprendida.

—Et tu, Brute38. No te había tomado por un lector.

Él me da una sonrisa irónica.

—Para alguien que acusa a la gente de ser un idiota, seguro que


puedes ser una perra.

Me sonrojo un poco. Tiene razón. Estoy siendo cruel.

38
Et tu, Brute? es una frase latina (traducida al griego Καὶ σὺ τέκνον [Kai su, teknon],
«¿Tú también, hijo?») que significa «¿Y tú, Bruto?», supuestamente dicha por Julio César
al momento de ser asesinado. La cita es usada para expresar la traición de un ser
inesperado, como la de un amigo.

691
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Lo siento. Es que tienes esta imagen. El Sr. Motocicleta, que no


acepta mierda de nadie.

—No lo hago —dice.

Espero que se ría, y sólo me encierra con una mirada de piedra


durante unos segundos. Comienzo a sentirme incómoda justo cuando su
cara se rompe en una sonrisa magnífica.

Sacudo la cabeza.

—De todos modos, no quise decirlo como salió. Es que siempre he


imaginado que gastas tu tiempo bebiendo y metiéndote en peleas, no
metido en una esquina leyendo a Shakespeare.

Él se encoge de hombros.

—No es gran cosa. No me malinterpretes, hago esa mierda estúpida


también, pero en realidad soy un buen estudiante. No es porque pierda
mi tiempo estudiando. Estudiar siempre vino de forma natural. A la
mayoría de las chicas no les gusta pensar que hay un cerebro aquí —
dice, tocando la sien—. Las hace sentirse más seguras, probablemente.

—Entonces, ¿supongo que tú lo sabes todo?

—No lo que quiero saber —dice Reid.

Siento un escalofrío. Es probablemente una de sus frases, pero la


forma en que me mira cuando lo dice la hace malditamente buena.

—Chicos como tú no quieren chicas como yo. No por las razones


correctas, por lo menos.

—¿Y quién decide cuáles son las razones correctas?

—No lo sé. ¿Me estás diciendo que quieres algo más que sexo?

692
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Sólo soy honesto conmigo mismo. Eres sexy como el infierno, y


sé que puedo hacerte gritar por más. ¿Por qué convertirlo en algo que no
es?

Sacudo la cabeza. No quiero decir lo que estoy pensando. ¿Porque


sería mi primera vez? ¿Porque no quiero perderla con un tipo que no me va
a dar la hora del día de mañana? ¿Porque tú eres un problema, y conseguir
implicarme contigo podría poner mi beca en peligro?

—El sexo debe significar algo.

Él muestra sus dientes perfectamente blancos.

—Oh, eso significaría algo.

Pongo mis ojos en blanco, dejando que la sombra de una sonrisa


toque mi boca.

—Así no.

Se mueve para sentarse a mi lado, inclinándose para golpear su


hombro contra el mío.

—Venga. Estabas a punto de saltar sobre mis huesos en la pista de


baile. Ni siquiera trates de decirme que no quieres.

—No se trata de lo que quiero. —Recojo el borde de mi falda. Nunca


lo ha sido.

—Lo sería si estuvieras conmigo —dice. Sus palabras son como la


grava suave. Cada sílaba parece tener dedos, deslizándose sobre mi piel
y haciendo que me estremezca.

—Dices las cosas correctas. Pero he oído las historias sobre ti.

—¿Sí? ¿Porque las historias de ex novias son muy precisas?

693
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—He oído que vas a decir y hacer algo para meterte en los
pantalones de una chica, y una vez que consigas lo que quieres, eres
prácticamente un fantasma. ¿Por eso usaste el traje?

Él mira hacia abajo y se ríe por su nariz.

—Es de mi hermano. Lo dejó en mi dormitorio. No pensaba venir


aquí hasta que oí que estarías aquí.

—¿Qué quieres decir?

—He venido a verte.

—Casi nunca hemos hablado.

—Exactamente. Estaba planeando cambiar eso.

Sacudo la cabeza.

—No te creo. Si quisieras hablarme tanto como dices, lo habrías


hecho en el campus.

—Nah. Quería darte la oportunidad de que te dieras cuenta de lo


mucho que querías follarme antes de que supieras quién era yo.

Mis mejillas arden. Me siento enojada y avergonzada al mismo


tiempo. ¿Quién se cree que es?

—¿Alguna vez piensas antes de hablar?

Se detiene deliberadamente, dejando extenderse una lenta sonrisa


sobre sus labios.

—A veces.

Oigo una leve risa que viene de la siguiente ventana y tengo una

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

idea.

—Hey —digo—. Dame uno de tus zapatos.

Él levanta una ceja.

—Normalmente las chicas quieren que empiece con mi camisa o


mis pantalones. No te tomé por las del tipo perverso.

—¿Por favor, dame el zapato?

Se quita el zapato y me lo entrega. Me inclino sobre el borde del


balcón y apunto. Tiro mi brazo hacia atrás para tirar, pero él me agarra
antes de que pueda dejarlo ir.

—¿Qué diablos crees que estás haciendo? —pregunta. Parece un


poco molesto, pero todavía hay ese rastro de risa en su voz, como si
todavía no tomara nada de esto en serio.

—Estoy tratando de llamar la atención de alguien para que nos


dejen salir. ¿Tienes una idea mejor?

—Déjame lanzarlo —dice, arrebatándome el zapato. Lanza el zapato


tan fuerte como puede y a duras penas llega a la ventana, resbalando por
la pared de la mansión con apenas un sonido y cayendo al suelo de
abajo—. Mierda.

Sostengo mi mano hacia él, con la palma hacia arriba.

—El otro zapato, por favor.

Él suspira y me entrega el zapato.

—Como si fueras capaz de...

Tiro el zapato y miro mientras se arquea perfectamente hacia

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

la ventana y golpea contra ella con un fuerte golpe.

—Me ofrecieron una beca para el softball, también.

—No está mal —dice—. Un poco débil en la entrega, sin embargo.

Unos segundos más tarde, la ventana se abre y un chico atractivo


sin camisa aparece. Primero mira hacia el lado equivocado y luego gira
su cabeza hacia nosotros. Él pone una expresión desconcertada.

—¿Nos habéis tirado alguna mierda?

—¡Sí! —grita Reid—. Hay más de donde esa vino también, coño.
Ella todavía tiene dos zapatos. Comenzaré a desgarrar este balcón y lo
arrojaré a través de esa ventana pieza por pieza si no vienes aquí y nos
dejas salir.

—¡Reid! —siseo—. ¿Qué estás haciendo? ¡Estás siendo un idiota!


¡Nos dejará aquí!

El tipo apunta un dedo a Reid.

—Voy a ir, pero no para dejarte entrar. ¡Voy a patearte el trasero!

Reid echa la cabeza hacia atrás y se ríe.

—¡No voy a ir a ninguna parte, baboso! ¡Venga, ven!

El tipo desaparece, y golpeo a Reid en el hombro. No puedo dejar


de notar lo duro que sus músculos están debajo de su disfraz.
Lógicamente, la lista de razones por las que ni siquiera debería empezar
a pensar en dormir con él es interminable, así que ¿por qué estoy
obteniendo vívidas imágenes de su cuerpo desnudo contra el mío? Dios.
Necesito salir de aquí y regresar a la fiesta. Tal vez todavía hay una
posibilidad de salvar mi noche si puedo alejarme de él. ¿Pero es eso

696
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

realmente lo que quiero?

—Confía en mí —dice Reid—. Sólo pedir ayuda no va a hacer que


un chico se aleje de un coño. ¿Pero si lo molestas? Eso siempre funciona
cada vez.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Seis
Reid
La ventana se abre y el hombre todavía sin camisa irrumpe a
través. Su cara ya está contorsionada de rabia cuando viene hacia mí.
Muevo mi cuerpo entre él y Sophia. Él hace un movimiento para
golpearme, que yo lo esquivo. Doy con mi hombro en él y golpeamos la
ventana atravesándola. Se apoya sobre su espalda con un gruñido. Me
enderezo y golpeó mi puño en la mandíbula. Su cabeza cruje y toda la
pelea sale de él. Lo empujo y sacudo la cabeza.

—Maldita sea. Esperaba una pelea.

Se sentía bien al menos golpear a alguien. Tratar de ser paciente


con Sophia tiene mi sangre fluyendo, y necesitaba una salida. Estoy
acostumbrado a que las chicas se acurruquen a mí con la primera
sonrisa, pero ella es diferente. Ella no va a hacer esto fácil. Todo lo que
está haciendo es hacerme querer follarla más cada vez que intenta
conseguir que la deje sola. Antes, la quería principalmente porque
pensaba que podía decirme que no. Todavía hay parte de eso, pero ahora
también me encuentro disfrutando de pasar tiempo con ella.

Le ofrezco mi mano y la ayudo a entrar en la habitación. Ella mira


al tipo en el suelo que está cubriendo su cara y gimiendo.

—¿Era necesario? —pregunta una vez que estamos fuera de la


habitación y más allá en el pasillo.

—¿Necesario? Ese es el tipo de preguntas que te impiden disfrutar


de ti misma.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—¿Quién dice que no me estoy divirtiendo?

La tomo por el brazo y la giro, presionándola contra la pared y


obligándola a mirarme a los ojos. Me inclino ligeramente hasta que
nuestros rostros están lo suficientemente cerca como para poder besarla
si me inclino un poco más hacia adelante.

—Oye. No tienes que tener tu guardia alta a mi alrededor.

Se muerde el labio.

—¿Estás seguro de eso?

—Estoy siendo absolutamente transparente aquí, Sophia. Estoy


interesado en ti. Planeo poner mi cabeza entre tus piernas y lamer tu
coño hasta que me pidas que no me detenga. Y... —digo, presionando mi
dedo en sus labios para evitar que interrumpa—. Acabo de decidir que no
quiero terminar contigo después de eso. Quiero más. Te quiero.

Puedo decir por la mirada en su cara que ella está a punto de decir
algo sarcástico y mordaz de nuevo, pero el rubor en sus mejillas y la
forma en que sus ojos se lanzan a través de mi cara me dice exactamente
qué efecto mis palabras han tenido sobre ella. Ella también lo quiere,
pero tiene miedo. ¿Por qué tiene tanto miedo de tener un poco de sexo?
¿Es una virgen? No... eso sería demasiado bueno. Demasiado perfecto
para ser verdad. Diablos, ni siquiera pensé que las vírgenes aún
existieran después del primer mes de universidad.

—No sé lo que quiero —dice finalmente. Hay vacilación en su voz.

—Me quieres —digo.

Ella me frunce las cejas.

—Incluso si eso fuera cierto, no tengo tiempo para

699
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

compromisos. Mantener mi beca es un trabajo a tiempo completo.

Disfrutaría con toda ella, la forma en que huele tan deliciosamente


puro y dulce, los bucles suaves de oro de sus cabellos, las magníficas
tetas que se elevan y juntan por su corset, y el ensanchamiento de sus
caderas. Mierda. Ella es increíble.

La beso. Sus labios son suaves contra los míos y cálidos. Ella no
reacciona durante unos segundos, pero luego siento que su mano se
desliza sobre mi cintura y mi espalda, mientras sus labios se mueven
contra los míos. La calidez y la humedad de su lengua se encuentran con
la mía. Le tomo las muñecas y las sujeto por encima de su cabeza contra
la pared, forzándola a arquear su espalda y su coño en mí mientras me
muevo aún más cerca, reclamando su boca con la mía.

Estamos en medio del pasillo. Cualquiera puede caminar por él en


cualquier momento, y a mí me importa una mierda. Sigo esperando que
intente detenerme, pero no lo hace. A ella ni siquiera le importa que
alguien pueda pillarnos y eso me está haciendo cosas peligrosas. Me está
haciendo querer empujar esto hasta donde ella me deje, incluso si
termina con nosotros completamente desnudos y pareciendo animales en
celo en lo alto de la escalera. Mi polla se hunde en ella y empiezo a
moverme para que se frote contra su clítoris a través de su traje.

Un suave gemido se escapa de sus labios, haciéndolo vibrar contra


mi boca. Gruño, moviendo mi mano alrededor de su pequeña cintura y
tirando de ella más fuerte en mí. Ella retrocede repentinamente,
respirando con dificultad y mirando hacia abajo.

—Todavía no —dice jadeando—. Aquí no.

Normalmente cuando estoy con chicas, siempre me siento en


control. Yo soy el que tiene mi dedo en el botón, listo para hacerlas
correrse sin previo aviso. Estoy en completo control de mí mismo. La

700
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

parte que me excita es verlas perder el control. ¿Pero con Sophia? Mierda.
Basta con inhalarla para que me pierda. Quiero tirarla y follarla como si
la poseyera, para llenarla hasta que ella implore por más. No sé cuánto
más de esta mierda de encenderme y apagarme puedo hacer.

Aprieto los dientes.

—¿Cuándo? ¿Dónde?

Sus mejillas se enrojecen aún más.

—No lo sé. Pero no aquí. No puedo tener mi primera vez... —Ella se


aleja, cubriéndose los ojos con vergüenza—. ¿De verdad dije eso?

Siento una sonrisa depredadora cruzar mis rasgos.

—¿Una virgen?

Una pareja llega tropezando por las escaleras antes de que pueda
responder. La niña está vestida como una bibliotecaria sexy, y sus tetas
están prácticamente saliendo de su parte superior. El individuo tiene su
piel pintada de verde y está apenas llevando unos pantalones cortos y
deshilachados. Normalmente me gustaría aprovechar la oportunidad
para mirar las tetas en exhibición, pero estoy sorprendido de encontrar
que mis ojos no están dispuestos a alejarse de Sophia durante demasiado
tiempo. Maldita sea. ¿Qué me está haciendo esta chica?

Ella comienza a dirigirse a las escaleras y no se molesta en mirar


hacia atrás y ver si voy a seguirla. Cambio mi andar rápido por correr
para mantenerme al día con ella. La alcanzo al final de la escalera y le
tomo el brazo.

—Oye. ¿A dónde vas?

—Tengo que asegurarme de que mi amiga esté bien. Vine aquí

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

con ella y no la he visto desde que llegué aquí.

—Bien. Iré contigo.

Parece que podría protestar al principio, pero el momento pasa y


me deja seguirla hacia la pista de baile. Hay menos gente bailando que
antes, y el DJ vestido como Drácula parece un poco menos enérgico. La
canción es un tipo de mezcla de club, y el ritmo me hace querer follar.
Me conformo con quedarme detrás de Sophia lo suficiente como para
poder ver su culo bien formado y la forma en que su delgada falda rebota
contra él.

Me estiro y agarro su culo, amando la forma en que su suave piel


se siente contra la mía. Maldita sea. Ella está en forma. Su culo es firme
contra mi mano y tengo un deseo repentino de sentir sus piernas atléticas
envueltas alrededor de mis caderas.

Ella se vuelve, y para mi sorpresa, me da una sonrisa burlona en


lugar de una bofetada.

Estoy progresando. Ya era hora. Mientras la veo moverse


lentamente por la pista de baile, buscando a su amiga, no puedo evitar
volver a lo que ella dijo. Una virgen. Normalmente no me molesto con las
vírgenes. Fue divertido un par de veces, sabiendo que estaba
corrompiendo algo puro. ¿Pero una vez que lo superé? La mayoría de las
vírgenes piensan que el sexo sólo es estar tendida sobre la espalda como
un pez flácido que gime por aire, mientras hago todo el trabajo. Nunca
quiero tratar con ellas el tiempo suficiente para enseñarles qué hacer,
pero por alguna razón creo que disfrutaré de enseñar a Sophia cómo
funciona todo. No. Me va a encantar.

Ella hace una línea recta hacia una muchacha en un traje de cuero
que es como su segunda piel, que lleva una cola de gato. Ella tiene un
cuerpo de escándalo, pero es como si Sophia se hubiera acurrucado

702
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

en mi cerebro y cerrado mi deseo de follar a alguien más. Normalmente


me habría aburrido de la persecución y me habría ido después por
algunas de las otras chicas. No esta vez... No voy a parar hasta que
consiga lo que quiero.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Siete
Sophia
Reid me sigue hasta donde Gabby está apoyada contra la pared y
hablando con dos tipos. Uno de ellos está vestido como Batman, y el otro
lleva un sombrero y un bigote falso. Su traje está muy desabrochado,
más que cuando la dejé, y estoy preocupada de que sus tetas se vayan a
salir. Parece que ya está borracha y esperando que uno o ambos de los
dos se la lleven arriba.

—¡Gabby! —grito sobre la música.

Los tres se vuelven a mirarnos, y los tres de inmediato reconocen a


Reid. Los dos tipos parecen cautelosos, como si estuvieran preocupados
de que Reid pudiera decidir golpearlos en cualquier momento. Gabby
frunce el ceño y cruza los brazos. Aparentemente no está demasiado
borracha para ser protectora.

—¿Qué estás haciendo con él? —pregunta con incredulidad.

Sacudo la cabeza.

—No te preocupes por eso. Sólo quería asegurarme de que todavía


estabas bien. —Le doy una mirada significativa. Es código de chicas. Ella
sabe que recogeré cualquier pista sutil para apartarla de estos dos tipos
si la están molestando.

—Estoy preocupada por eso —dice ella, parecía mucho más sobria
que cuando la vi por primera vez. Ella señala a Reid, que está parado
inmóvil con los brazos cruzados, pareciendo más y más enojado—. Él es
sólo problemas. ¿Crees que conectar con un criminal no va a poner

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

en peligro tu beca? Es sólo cuestión de tiempo antes de que se meta en


algún tipo de problema. ¿Qué pasa si estás con él cuando comete algún
tipo de crimen? Te quitarán tu beca en un instante.

Miro a Reid y puedo ver sus músculos de la mandíbula


flexionándose. Definitivamente se está negando a decir algo. Los dos
chicos que estaban hablando con Gabby han perdido el interés y vuelven
hacia la pista de baile.

—No es que vaya a salir con él —le digo. Las palabras suenan
extrañas una vez que salen de mis labios y me arrepiento de inmediato—
. Quiero decir...

Me vuelvo hacia Reid y veo que ya se está alejando. Mierda.

Paso los siguientes treinta minutos regodeándome alrededor de la


pista de baile. Unas cuantas palabras descuidadas, y Reid se ha ido. Una
parte de mí está aliviada, pero hay una parte más grande y más poderosa
de mí que se siente vacía y deprimida al saber que se ha ido. Gabby ya
se ha ido, encontró un atleta para machacar. Se me ocurre que es un
poco hipócrita. No quiere ver a una Sophia perfectamente pura,
divirtiéndose, pero ella es perfectamente feliz arrojándose a cualquier
persona con pulso.

Tengo lo que quería, ¿no? Quería que me dejara en paz para poder
disfrutar de la fiesta y mantener segura mi preciosa beca. Excepto que
todo lo que hago es comer demasiada comida y sentir lástima por mí
misma. Sin embargo, no debería sorprenderme. Cada vez que tengo una
oportunidad de hacer mi vida más interesante o que aparezca algo mejor,
siempre me asusto y la lío de alguna manera. Cuando tuve la oportunidad
de unirme a una hermandad, dejé que mis padres me convencieran de
que sería una distracción demasiado grande. La verdad es que estaba
preocupada por no encajar.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Incluso en la escuela secundaria siempre estaba haciendo la


elección segura. Escogí una universidad segura, un deporte seguro, y una
carrera segura y aún... no es suficiente. Siento que todavía falta algo.
Como si alguien estuviera desapareciendo. Maldición.

La música interminable en el salón de baile y la gente riendo están


empezando a desgastarme. No puedo sentarme aquí por el resto de la
noche sintiéndome triste por mí misma. Sólo necesito salir de esta
habitación. Hago mi camino a lo largo del borde exterior del salón de
baile, donde el humo que cubre el suelo es grueso e imperturbable. El
vestíbulo está vacío ahora a excepción de las criaturas decorativas de
Halloween cacareando y gimiendo en voces artificiales. Me muevo a través
de ellas como si fuera un fantasma. Sé que estoy siendo un poco
dramática. La mayoría de la gente probablemente no consideraría
desperdiciar su ocasión con un individuo o desperdiciar su ocasión de
gozar de una fiesta por ser un acontecimiento de su vida, pero sé que las
cosas como estas no vienen alrededor de mí muy a menudo. Podría pasar
otro año antes de que tenga una oportunidad real de ir a una fiesta sin
sentir que me haré daño en la pista al día siguiente.

Salgo y casi me caigo hacia atrás cuando lo veo apoyado contra la


pared de la mansión. Me mira con una sonrisa descuidada, como si nada
hubiera pasado.

—¿Qué estás haciendo? —le pregunto.

Él lanza algo hacia mí y apenas lo alcanzo a tiempo. Miro hacia


abajo.

—¿Una lata de pintura en aerosol?

—Creo que necesitas vacaciones. ¿Escuchándote hablar ahí atrás?


Estás muy tensa. Venga.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Empieza a caminar como si fuera a seguirlo sin cuestionar.


Funciona irritantemente bien, porque la curiosidad también me está
comiendo. ¿De qué diablos está hablando? Además, pasé casi una hora
sintiéndome lamentable por haberle dejado escapar, así que sería muy
estúpido de mí cometer el mismo error dos veces. Corro detrás de él y doy
la vuelta a la esquina donde está montando en una motocicleta negra con
tubos de cromo.

Trago con fuerza. La visión de un tipo en una motocicleta siempre


ha tenido un efecto particular en mí, y nunca he visto a un tipo como él
en una. Una sensación cálida se extiende entre mis piernas al verlo y de
repente siento que no puedo moverme. Él alcanza una mano hacia mí y
acelera el motor.

—Sube.

Me muevo hacia él como si estuviera en trance. No voy a hacer esto.


Definitivamente no estoy subiendo en una motocicleta con un individuo
que se ha creído extensamente a través del campus que es una cierta
clase de criminal. Yyyyyyyyy, sí. Estoy subiendo a la moto y apretando
mis muslos a su alrededor. Su culo me presiona y yo recibo una nueva
ola de escalofríos. La manera en que la moto vibra debajo de nosotros
está haciendo que mi coño palpite por más fricción y haciendo que olas
de placer rueden a través de mí.

Me da el único casco.

—Ponte esto.

Yo obedezco, ligeramente tocada por que él está más preocupado


por mi seguridad que la suya. Se aleja de la calzada, llevándonos por el
campo cubierto de hierba que rodea la mansión. Me inclino hacia él y
envuelvo mis brazos a su alrededor, todavía agarrando la botella de
pintura en aerosol. Imagino vagamente lo mal que esto parecería si

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

alguien lo viera, especialmente uno de mis entrenadores. Deja de pensar


en ello. ¡Sólo disfruta el momento por una vez, Sophia!

Cierro los ojos y me aprieto contra él mientras nos movemos a


través de la hierba a un ritmo lento, a veces rebotando sobre pequeñas
protuberancias y colinas.

—¿Adónde vamos? —le grito al oído.

—Ya lo verás.

La mansión es sorprendentemente grande, y veo por qué no sólo


me pide que camine con él. Podría haber tomado varios minutos para
caminar por la parte de atrás. Pasamos una manta aleatoria en la hierba
y algo que parece sospechosamente como una envoltura de condón. Por
último, llegamos a la parte trasera de la mansión donde los jardines se
extienden y varias otras alas del edificio que sobresalen en el campo.
Detiene la moto y la estaciona, apagando el motor antes de ayudarme.
Coge una bolsa negra de la parte trasera de la moto y saca dos latas de
aerosol.

Él me las sostiene y gesticula a la pared.

—Las mujeres primero.

—¿Qué? —pregunto, muda mirando la lata en mi mano—. No. De


ninguna manera. No puedo.

—¿Crees que este hijo de puta tendrá problemas para encontrar el


dinero para pagar que lo repinten? Mira este lugar. Es enorme. Venga.
Relájate un poco.

—Así que tenían razón sobre ti. Realmente eres un criminal. —No
puedo evitar sonreír un poco cuando lo digo.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—¿Esto? ¿Criminal? Es sólo contra la ley si te pillan.

Pienso en decirle lo inútil que es esa declaración, y luego decido en


contra. Voy a ser una versión nueva, más divertida de mi yo normal, esta
noche. Una versión de mí misma que no es quejica y molesta, y que
siempre está dudando de sí misma. Le doy una mirada desafiante y
sacudo la lata de pintura en aerosol azul en mi mano. La desenrosco, y
luego pinto un pene y unas bolas en la pared.

Lo mira por unos segundos y luego se echa a reír.

—Realmente madura, Sophia.

Mi cara se pone roja.

—¿Qué? Pensé que era el tipo de cosas que se supone que debes
hacer cuando vandalizas la propiedad.

—Vandalizar la propiedad. Pareces un abogado.

Le doy una palmada en el hombro.

—Eres un idiota. ¿Cómo lo llamarías?

Se encoge de hombros.

—Definitivamente no es eso. —Se mueve hacia adelante y sacude


una lata de pintura roja y negra en cada mano. Encuentra un espacio
claro cerca del pene que pinté y saca los tapones al mismo tiempo con
sus pulgares.

Hago un sonido burlón de estar impresionado.

—Oooooh. Señor Sofisticado, aquí.

Él me sonríe y se ve malditamente sexy. Es la imagen perfecta

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

de un chico malo. El tipo de persona de la que mis padres siempre me


advirtieron, y el tipo de hombre que siempre sabes en tu corazón que es
un problema. No es el tipo de persona con la que puedas estar tranquila
con él. No puedes esperar simplemente que las cosas salgan como estaba
planeado o saber qué esperar. No va a graduarse y convertirse en un
contable o un chupatintas. Eso solía asustarme, pero en este momento,
mirándolo, no puedo evitar ser atraída por él. Desearlo como el infierno.

Con velocidad cegadora, rocía una versión caricaturizada de mi


cara. Es extraño lo mucho que se me parece, y la parte más impactante
de todo es que ni siquiera tuvo que mirarme una vez para tomar
referencia. ¿Realmente ya conoce mis rasgos?

Me tapo la boca con la mano.

—Reid...

Cuando termina de retocarlo, deja caer las latas y luego retrocede


para examinar su trabajo.

—Hermosa.

Me sonrojo aún más de lo que ya estaba. Él me llamó hermosa.

—No te he tomaba por un artista.

—¿Artista? Pensé que estaba vandalizando la propiedad.

Le doy una palmada en el brazo de nuevo. Entonces mi cara se


pone blanca.

—Espera. No puedes dejar eso ahí. La gente va a saber que soy yo.
Se parece exactamente a mí.

—¿Entonces? —pregunta.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Entonces se enteraran mis entrenadores, y ¡voy a perder mi beca!

—Lo cubriré entonces. —Él se adelanta, sacudiendo una de las


botellas de nuevo como si estuviera a punto de rociarla.

—¡Espera! —digo—. Simplemente no importa. Es demasiado bonito


para cubrirlo. No pasa nada si alguien lo ve. No hay razón para pensar
que soy yo.

Se vuelve sonriente.

—Un poco engreída, ¿no? ¿Eres demasiado guapa para cubrirte?

Fruncí el ceño.

—Ya sabes a qué me refiero.

—En realidad no. No. No eres como las otras chicas. Puedo
entenderlas. ¿A tí? No puedo entenderte.

—Bueno. Mantengámoslo de esa manera.

—¡Hey! —grita una voz detrás de nosotros. Me vuelvo para ver dos
linternas cortando la oscuridad. Es difícil saberlo, pero parecen policías
o policías del campus. De cualquier manera, mi estómago se convierte en
hielo—. ¡Permaneced ahí!

Reid agarra mi brazo y me arrastra detrás de él.

—¡Joderos, cerdos! —le grita por encima del hombro.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Ocho
Reid
Al principio me sorprende que Sophia no tenga problemas para
mantenerse al día conmigo, y entonces recuerdo que ella es una estrella
de la pista. Los policías deben estar fuera de forma porque rápidamente
los dejamos comiendo nuestro polvo cuando entramos en un
invernadero. Tiro a Sophia encima de mí mientras me deslizo debajo de
una hilera de plantas. Sus blancos dientes brillan en la oscuridad.

—¡Esto es una locura! —susurra.

Necesito que se quede callada antes de que nos encuentren, así que
la empujo hacia mí por el cuello y reclamo su boca con un beso. Ella
prácticamente se derrite en mí, la calidez de su boca contra la mía es
increíble, y ya me estoy poniendo duro. Maldita sea, Reid. ¿Esta chica te
hace tener erecciones explosivas con un beso, como si fueras un estudiante
de secundaria? Deslizo las manos sobre su culo y suspiro en su boca.
Mierda, ella es tan jodidamente caliente. Justo cuando estoy empujando
mis dedos dentro del elástico del bikini que lleva debajo de la falda, la
puerta del invernadero se abre.

Los policías.

Los ojos de Sophia se sobresaltan, y ella trata de alejarse de mis


manos, pero la mantengo apretada. Muevo mi mano debajo de su bikini,
disfrutando de lo increíble que se siente su trasero desnudo contra mi
mano. Mierda. Sólo quiero llenarla con mi polla ahora. Pero esto tendrá
que esperar por ahora...

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—¿Qué estás haciendo? —silba en mi oído en un susurro apenas


audible.

—Trata de no gemir, a menos que quieras ser atrapada —le susurro


en respuesta, mientras deslizo su falda y bikini.

Ella me alcanza para intentar detenerme, pero apenas hay


resistencia.

—¿Quieres que me detenga? —pregunto, aunque sé la respuesta.

—No —dice en voz baja—. Quiero esto. Pero tiene que ser correcto
n... —ella comienza, pero rápidamente la interrumpo con otro beso.

¿Tiene que ser ahora mismo? Joder sí.

—¡Sabemos que estás aquí! —dice uno de los policías. Una linterna
pasa justo por encima de nuestras cabezas. Sophia se encoge contra mí.

Me muevo para desabrochar mis pantalones, liberando mi polla.


Está dura como una piedra y tengo que empujar a Sophia un poco para
tener espacio suficiente para sacarla. Siento que se estremece mientras
le cepilla el muslo desnudo. Llevo su bikini hasta la parte superior del
muslo y posiciono mi polla para que se apoye contra los labios de su coño
y luego hago un sándwich poniendo sus muslos a mi alrededor, guiando
sus caderas hacia arriba y hacia abajo con mis manos como si entrara
en ella.

Son sólo unos segundos antes de que la humedad de su entrada


nos cubra a los dos. Realmente puedo sentir el calor de su coño desde
aquí. Maldita sea. Nunca he sentido un coño tan caliente antes. Apenas
puedo detenerme de follarla aquí y ahora, pero eso no sería justo. Ella no
tendría ninguna posibilidad de guardar silencio si lo hiciera.

Ella se aleja de mi boca, presionando una mano en su boca y

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

cerrando los ojos. Oigo un leve gemido escapando de sus labios.

—¿Quién está ahí? —pregunta uno de los policías. Parece que están
más cerca esta vez.

No me detengo. Voy incluso más rápido. Puedo sentir su calor


perfecto así que empujo sus muslos juntos más fuerte, balanceándome
hasta el extremo de su grieta. Sé que la cabeza de mi polla debe estar
frotando contra su culo. Si la forma en que se retuerce es una indicación,
a ella le encanta.

Gruño con placer, amando la forma en que se retuerce. Incluso


podría disfrutar sabiendo lo mal que me quiere dentro de ella más de lo
que voy a disfrutar follándola. Casi.

Muevo mi mano sobre su culo y la golpeo con fuerza. Ella grita,


saltando contra mí.

—¡Oye! —grita uno de los policías. La luz cae directamente sobre


nosotros esta vez. Sophia se apresura a tirar de su bikini y la falda de
nuevo. Deslizo mi polla en mis pantalones cuando ellos corren hacia
nosotros. Guío a Sophia a mi derecha y luego derribo un estante de
plantas a mi izquierda, cortando el camino más rápido de los policías
hacia nosotros.

—¡Vamos! —grito a Sophia, riendo.

Ella se apresura detrás de mí, sorprendiéndome de nuevo con su


rapidez. No es de extrañar que le dieran una beca.

Pasamos por la puerta del invernadero y corremos hacia la entrada


trasera de la mansión. Terminamos en las cocinas, e inmediatamente
vemos ropa desechada, ropa interior y botellas vacías. Hay un traje de
pirata y un disfraz de enfermera. Llevo a Sophia a la despensa.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Rápido, quítate la ropa —ordeno.

Me mira con incredulidad.

—¿Aquí?

—¡Ponte esto! —digo, empujando el traje de la enfermera a ella.

Ella vacila al principio, pero cuando la puerta de la cocina se abre,


parece superar su renuencia. Ella consigue su corset fuera
sorprendentemente rápido. Sus pesados senos se liberan. Tiene pezones
perfectos y erectos, y no puedo evitarlo. Me inclino hacia adelante hacia
sus tetas, chupando su pezón y luego mordiéndolo suavemente antes de
tirar.

—Estás jodidamente preciosa —susurro.

Se ruboriza mientras se sacude de su falda. Ella me da la espalda,


pero no puedo quejarme. La vista de su culo desnudo es increíble, y
tendré la oportunidad de ver ese coño hermoso pronto. Muy pronto.

Los policías pisotean la habitación y los oigo revisar el otro extremo


de la gran cocina antes de llegar aquí. Salgo de mi traje rápidamente y lo
reemplazo con un traje de pirata. Sophia desliza el vestido de enfermera
sobre su cuerpo desnudo. Noto que ella deja su bikini azul con estrellas
blancas en el suelo. ¿Sin ropa interior? Esa es una decisión que puedo
disfrutar después. Creo que voy a estar disfrutándola en poco tiempo.

Se vuelve hacia mí y todavía puedo ver los puntos duros de sus


pezones a través de su traje. Recojo nuestros trajes y los meto detrás de
una pila de productos enlatados en un rincón oscuro de la despensa.

La puerta se abre justo cuando coloco las latas.

—Oficiales —digo con calma. Agarro la mano de Sophia y la

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

llevo detrás de mí.

Los dos oficiales nos miran atónitos, pero no deben haber podido
ver nuestras caras en la oscuridad, porque sólo se vuelven para vernos
irnos.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Nueve
Sophia
Una vez que estamos fuera de la cocina, colapso en el pecho de
Reid, riéndome a carcajadas.

—Oh Dios mío. ¡No puedo creer que hayamos hecho eso!

—¿Hiciste qué? —pregunta una chica con el pelo negro como el


cuervo. Ella está usando un traje de ángel y parece que acaba de salir de
una propaganda de Victoria's Secret. Tiene el aspecto malicioso pero
hermoso mirado con absoluta objetividad: marcado delineador de ojos,
cejas perfectamente hechas a mano, pelo alisado sin uno fuera de su
sitio, labios sensuales que brillan con gloss, y una proporción casi
ridícula de la cintura-cadera. Ella es la clase de chica por la que los chicos
babean. Y está mirando a Reid como si lo conociera

—Tara... —dice, sorprendido.

Lo miro, probablemente haciendo un terrible trabajo de ocultar los


celos que ya me abruman.

—¿Quién es esta? —ella pregunta.

—Soy Sophia —le digo, forzando una sonrisa y extendiendo la


mano para estrecharle la suya.

Ella le da una mirada disgustada y pone sus manos en sus caderas


en vez de estrechármela.

—Te he hecho una pregunta, Reid.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Él sacude la cabeza.

—Ella puede hablar por sí misma —dice.

—Debes estar muy orgulloso. Te encontraste una nueva zorra y


¿ella incluso sabe hablar? Eso es una mejora drástica sobre tu gusto
normal en mujeres.

—Sí. Ella es una gran mejora sobre ti. De todos modos, ¿necesitas
algo? Porque estábamos en medio de algo —dice Reid, claramente
molesto.

Tara finalmente me mira.

—Escucha, cariño. —La condescendencia en su voz es


enloquecedora. Realmente considero golpearla por un segundo—. Puede
que no te des cuenta de esto. Pero Reid y yo salimos, lo cual es más de lo
que jamás tú podrás decir. Así que creo que puedo hablar con experiencia
y decirte que todo lo que te haya prometido, o lo que sea que te hizo
pensar... esto va a ser... —dice ella, girando su dedo con su manicura
perfecta entre nosotros—. Déjame decirte, nada de lo que piensas.

—Tara, si has terminado de ser una perra, yo estaba planeando


subir con Sophia arriba y follarla.

Ella pone los ojos en blanco y sale echando humo. Reid se vuelve
hacia mí con su sonrisa lobuna, pero yo no puedo aparentar reunir el
mismo humor que él siente al respecto. Incluso si ella sólo estaba
tratando de sabotear su felicidad, no puedo negar que sus palabras me
han clavado como garras y se han hundido en mi cerebro muy
profundamente como para descartarlas. Hay demasiada verdad en ellas.

—¿Podrías no hacerlo? —pregunto, sintiéndome a punto de


romperme y ponerme a llorar, pero lo suprimo.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Parece herido.

—¿Qué cosa?

—No sé, ¿quizás difundir que vas a joderme a una perra que
probablemente va a decirle a todo el mundo lo que sabe?

—¿Tara? Probablemente diría a todos que me follaste de cualquier


manera. Uno de sus objetivos en la vida es hacerme miserable. Una de
las maneras en que lo hace es intentar mantener a las chicas que me
interesan lejos de mi, impidiéndome ser feliz.

—Ella hace un fantástico trabajo.

—Oye —dice alcanzándome y ahuecando con sus manos mi


mentón.

Me aparto antes de que pueda.

—¿Puedo... tener algo de tiempo? Nos estamos moviendo tan


rápido, y no quiero tomar una decisión que lamentaré. Creo que sólo...
necesito pensar.

Retrocede y deja caer sus manos.

—Sí. Por supuesto. Toma todo el tiempo que necesites.

Lo veo marcharse y no puedo dejar de sentir que lo estoy haciendo


de nuevo. Tengo vividos flashes de mis recuerdos: su mano contra mí en
lugares que nadie ha tocado nunca, y lo bien que se sentía. Su... polla.
Dios era tan grande. No podía creer lo bien que se sentía, o cómo de mal
yo lo quería dentro de mí. Cada momento con él era como una descarga
de adrenalina. Pero era como subir a una montaña rusa y no poder bajar.
Era casi demasiado. Me encontré tan atrapada en el momento que no sé
lo lejos que habría ido, como si el mundo real desapareciera y todo

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

lo que quedara fuera Reid y su toque.

Parte de mí quiere volver, dejar que se convierta en mi mundo de


nuevo y dejarle que me haga olvidar todo el estrés y el dolor de la vida
real. Pero sé que no es realista. He llegado demasiado lejos para renunciar
ahora. Excepto que no hay razón para que estar con él tenga que
significar perder mi beca. Salvo si hago un hábito unirme a él en toda la
actividad criminal todo el tiempo, entonces definitivamente podría
significar eso. O si descuido completamente el atletismo y las clases para
pasar tiempo con él. Tal vez eso es lo que me da miedo. Tengo miedo,
quiero estar con él tan mal que dejaré que todo desaparezca.

Pero nunca lo sabré a menos que lo intente. Y estoy cansada de


mirar atrás en mi vida y preguntarme ¿qué pasaría si? Hay una
oportunidad para que yo haga algo únicamente por mí, para hacerme
feliz, y para recuperar un poco de control.

Tomo una respiración profunda y voy de cabeza en la dirección que


vi ir a Reid. Está esperando afuera, apoyado contra una pared y
limpiando sus dedos. Él me mira con una expresión apagada.

—Quiero darle a esto una oportunidad —le digo.

Me mira durante unos segundos antes de que su expresión se


divida en una sonrisa.

—¿Sí?

—Sí —digo.

—Hmm, bueno, eso es muy malo. He decidido marcharme.


Simplemente voy a ir a casa. —La travesura en su voz me impide tener
una crisis total.

Sonrío y corro hacia él, abrazándolo fuertemente. Sus fuertes

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

brazos me rodean posesivamente y se siente tan bien que pierdo mi deseo


de hacer cualquier otra cosa. ¿Podría sentirse tan bien estar en los brazos
de alguien que es malo para mí? Demonios, incluso si puede, creo que
tomaré al Sr. Erróneo.

Una vez que finalmente se las arregla para despegarme de él, me


lleva dentro y de vuelta al salón de baile. Hay un número
significativamente menor de personas en la pista de baile ahora, y la
música es finalmente más lenta.

Reid se ve impresionante en su traje pirata robado. La camisa


abierta está un poco apretada en él y lo abraza en todos los lugares
correctos. La forma en que el collar se hunde hacia abajo a través de su
clavícula expuesta y la línea dura entre sus pectorales me hace querer
desmayarme. Incluso sus piernas son para morirse. Dejo que mi mano
se pasee para descansar sobre su culo firme mientras me encamino hacia
la pista de baile. La forma en que su culo se flexiona y se relaja mientras
se mueve es hipnótica.

Él me hace girar gentilmente para enfrentarlo en la pista de baile.


Estamos rodeados por unas pocas docenas de personas y algunas están
medio disfrazados, pero apenas me doy cuenta. Sólo lo veo a él y la forma
en que sus afilados ojos verdes me fijan, me atrevería a mirar hacia otro
lado pero sé que no lo haría, que no puedo. Encierra mi mano en su mano
grande y fuerte y saca la mía de su culo para envolverla alrededor de su
cintura. Me sonríe mientras lo hace.

—Traviesa, Sophia. No querrás que la gente piense mal de ti,


¿verdad?

Me muerdo el labio y le doy una mirada traviesa mientras saca mi


mano de su espalda y la acuna en su dura polla. Baja la barbilla, y casi
puedo ver sus ojos calentarme con el fuego de su pasión. Empujo mi

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

cuerpo cerca de él, protegiendo mi mano errante con mis piernas


mientras le acaricio a través de los pantalones de pirata sueltos que lleva.

—Cuidado, enfermera —dice—. Si sigues así, te tomaré aquí


mismo.

Presiono mi rostro contra su pecho, respirándolo y moviendo mi


mano hacia su ancha espalda. Nos movemos suavemente juntos,
cómodos en silencio y por un rato, ninguno necesita más. Es un momento
que siempre soñé, incluso si nunca pensé que estaría con un tipo como
él.

Bailamos de esa manera dos canciones completas. Pierdo la pista


de todo: mis problemas, donde estoy, todas las cosas que harían que
estar con él fueran erróneas. Confío en mi corazón por una vez. Quiero
esto. Cuando la segunda canción termina, hay una energía implícita
entre nosotros que no se puede mantener más tiempo. Lo sigo arriba y
pasamos a Tara, que está tomando una copa con más altanería de la que
yo puedo imaginar, cuando nos ve pasar. Le guiño un ojo y me aseguro
de mover mi culo un poco más de lo normal. Ella está enojada. Se lo
merece.

Nos dirigimos arriba y Reid apunta hacia una puerta abierta en el


otro extremo del pasillo. Hacemos una media carrera hacia ella y nos
precipitamos hacia dentro, cerrando la puerta cuando comienza a
aplastar besos contra mi boca. Es sólo cuando la puerta se cierra que me
doy cuenta que no estamos en un dormitorio. Es un baño. A Reid no le
importa, y me empuja hacia un lavabo de mármol blanco. Me acorrala en
la pared, tomándome las muñecas y presionándolas sobre mi cabeza.
Trato de moverlas, de sentir su cuerpo, pero él me tiene completamente
bajo su control.

Intento besarlo, pero él me mantiene firme.

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Antología Formas traviesas
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—Ahora eres mía —dice. La oscuridad en su mirada me asusta un


poco, pero también envía ondas de calor a mi corazón.

Nunca he estado más encendida, más lista para follar en toda mi


vida. Nunca debí saber lo que estaba haciendo cuando me complací en el
pasado, porque su tacto, incluso su voz, no es como nada que haya
sentido antes.

—Vas a hacer lo que te digo, virgen.

Me muerdo el labio. La idea de que me domine y tome el control


hace cosas extrañas para mí. Es como una explosión que se está
acumulando en mi interior, y si no encuentra la liberación pronto, voy a
estallar. Mi clítoris está pidiendo fricción. Mi vagina está dolorida por ser
llenada por él. Quiero que sea él. Mi primero. Incluso si estamos en un
cuarto de baño, no me importa, siempre y cuando sea él.

Se mueve hacia mí, besando su camino desde mi boca, a mi cuello


y hasta mi pecho hasta que él desliza una de mis tetas libre del traje de
enfermera robado. Su cálida lengua se siente como fuego contra mis
endurecidos pezones y el placer se dispara desde mi pecho hasta mi coño.
Intento alcanzarlo, pasar mis dedos por su cabello, pero no suelta mis
manos. Se endereza, encontrando mis ojos.

—Ahora. Quiero que te quedes perfectamente quieta. ¿Lo


entiendes?

Asiento.

Me arranca el traje de enfermera y escucho cómo se rompe la tela.


Espero que no lo haya dañado tanto como para tener que mantenerlo
unido para llegar al coche de Gabby, pero las sensaciones que inundan
mi sistema son demasiadas para que me detenga en ello. El aire es frío
contra mi piel desnuda, y me sentiría avergonzada de estar expuesta

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frente a un hombre por primera vez en mi vida si no fuera por la forma


en que me estaba mirando. Sus ojos me devoran y puedo decir que no
quiere nada más que enterrarse en mí, poseerme. Nunca pensé que
podría desear algo tan mal.

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Capítulo Diez
Reid
Me quito la ropa hasta que estoy completamente desnudo. Intento
no sonreír cuando veo el hambre en su mirada. No puede mantener los
ojos quietos. Recorren mi cuerpo mientras obedece como una buena
chica, todavía de pie con los brazos sobre la cabeza. La posición hace que
sus tetas parezcan redondas e increíbles. Muevo mi mano desde el borde
de su cintura hasta la curva de sus caderas. Mis ojos encuentran su coño
perfecto. A la mierda. Iba a retrasar esto, pero ya no puedo esperar.
Quiero probarla.

La tiro hacia mí y levanto su culo en el lavabo de pie. Extiendo sus


piernas y me arrodillo, tomando su clítoris entre mis labios y moviendo
mi lengua sobre él.

—¡Reid! —jadea.

—Sabía que tendrías que gritar mi nombre, pero no pensé que sería
la primera vez que tocara tu coño.

—Cállate y sigue adelante —dice sin aliento.

Vuelvo a ella sin discutir. No puedo tener suficiente de su sabor.


Muevo mi lengua a lo largo de su valle, amando la forma en que la hace
retorcerse. Inmediatamente la tengo moviendo sus caderas en mi cara y
apretándome con sus muslos. Cuando ella está a punto de estallar, me
detengo.

—¿Quieres más? —pregunto.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Por favor —ella respira.

—¿Por favor qué?

—Haz que me corra

Palmeo mi polla dura y bajo mi cabeza entre sus piernas otra vez.
Tomo su clítoris entre mis labios y luego lo rodeo con mi lengua. Ella
comienza a jadear tan fuerte que estoy seguro que todos arriba nos
pueden oír. No me importa una mierda, que escuchen. Los chicos pueden
estar cabreados porque no pueden hacer que sus chicas se sientan tan
bien, y las chicas pueden desear estar aquí conmigo.

Su cuerpo comienza a temblar, y ella toma una respiración


profunda.

—Voy a correrme.

No aflojo. Encuentro su entrada con mi lengua, enterrándola


dentro de ella y girando a lo largo de sus paredes. Ella se aferra contra
mí, con espasmos y gritando aún más fuerte que antes. Maldita sea, es
muy fuerte. Me encanta. Sus manos se hunden en mi pelo,
presionándome fuerte contra ella.

No espero a que su orgasmo pase antes de que me levante y me


coloque delante de su coño resbaladizo. Ella alcanza para presionar
contra mis caderas, con el temor cortando a través de su placer.

—Es mi primera vez —dice, todavía sin aliento.

—¿Crees que me olvidé? —pregunto.

Ella me da una sonrisa irónica.

—Sólo... tómalo despacio.

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Agarro la raíz de mi polla y extiendo su jugo con la punta.

—¿Quieres que tu primera vez sea lenta? Déjame hacerlo a mi


manera, nena. Créeme.

Se muerde el labio y asiente.

Saco un condón de mis pantalones desechados y me lo pongo


rápidamente antes de deslizar mis manos debajo de su espalda baja,
arqueándola mientras me presiono contra ella. No me apresuro en ella
esta vez, pero definitivamente no voy lento. He estado con vírgenes antes.
Demasiado lento y es como quitar una tirita milímetro a milímetro. Una
vez que siento la ligera resistencia de su himen, le doy un rápido empuje.
Ella se sacude, las cejas se estiran en un dolor momentáneo, pero mi
polla estira sus paredes lo suficiente rápido para distraerla.

Cuando termine con ella, se alegrará de haber esperado tanto


tiempo por mí.

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Capítulo Once
Sophia
No es nada parecido a como yo imaginaba que sería. Mi vagina se
siente estirada, pero no es una sensación dolorosa. Experimenté antes
con cepillos para el cabello y cosas así cuando era un poco más joven,
pero nunca usé nada de este tamaño. La forma en que su sangre pulsa
en su polla caliente es fascinante. No puedo verlo todo lo suficientemente
rápido: su cuerpo cincelado sobre mí, la dura V del músculo que conduce
a su polla, la forma en que sus rasgos magníficos se dibujan con el placer
y su boca que está ligeramente abierta. Dios. No sé por qué las mujeres
en las películas cierran los ojos.

Él pistonea dentro y fuera de mí, poco a poco cada vez más rápido
y más profundo. Mis piernas están envueltas alrededor de él, apretándolo
más profundo en mí con cada empuje. Sus ojos se fijan en mí,
permaneciendo largo tiempo en mis tetas que rebotan con cada golpe
duro de sus caderas contra mis piernas abiertas. El lavabo se hunde en
mi parte baja de la espalda y hombros, pero apenas lo siento. Sólo está
él. Sólo la sensación de él dentro de mí y la forma en que mi centro lo
agarra tan fuertemente que puedo sentir cada pequeño movimiento.

—¿Te gusta eso? —pregunta mientras palmea mi tetas y se inclina


hacia abajo para chupar duro mi pezón.

—Oh Dios. ¡Sí!

—¿Quieres correrte?

—Sí —gimo.

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de mendigar por chicos malos

Él sale de mí y es como ser salpicada con agua fría. Mi cuerpo se


tambalea, y mi corazón se siente vacío sin él dentro de mí.

—Chupa mi polla y luego voy a hacer que te corras.

Quiero darle una bofetada y saltar sobre él al mismo tiempo. Qué


idiota, pero no puedo negar que estoy curiosa y emocionada de tratar de
dar mi primera mamada. He escuchado a mis amigas que a los chicos no
les gusta cuando sus dientes los tocan, pero eso es todo lo que realmente
sé. Salgo del lavabo y caigo de rodillas delante de él. Mis ojos están llenos
por el tamaño de su polla. Me tomo un segundo para admirarlo. Lo miro
hacia arriba y, a juzgar por la forma en que me está sonriendo, le encanta
que no pueda apartar mis ojos de su longitud.

Considero dejar el condón para la mamada, pero estoy demasiado


excitada ahora mismo para ser inteligente. Lo libero y amo la mirada de
sorpresa en su rostro cuando ve que no quiero nada entre mis labios y
él. Doblo los labios alrededor de mis dientes y me muevo para tomarlo.
Él es tan ancho que puedo sentir mi boca extendiéndose para
acomodarlo. Apenas puedo encajar una quinta parte de su longitud en
mi boca, pero trato de compensarlo con ambas manos y haciendo con mi
lengua remolinos. Puede que no sepa lo que estoy haciendo, pero parece
que el instinto está tomando el control mientras muevo mi boca y mis
manos sobre él.

Mi boca ya se está cansando, pero cada vez que lo miro y veo el


éxtasis escrito en su rostro, obtengo otra explosión de resistencia. Quiero
hacer que se sienta bien. Quiero que se corra. Sus rodillas comienzan a
doblarse y él agarra mi pelo firmemente, trabajando su polla en mi boca
tan fuerte que tengo que dejar de mover mi cabeza para evitar
atragantarme. Ser utilizada por él me excita tanto que alcanzo a frotar mi
doloroso clítoris. Él folla mi cara por un rato más antes de liberarme
rápidamente y arrodillarse para tomar otro condón.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Robo una mirada a su culo perfecto y luego me inclino hacia atrás,


sin importarme siquiera que estoy tendida en el suelo del baño de un
extraño. Abro las piernas y espero por él. Se pone otro condón y se agacha
delante de mí. Con un movimiento rápido, me da la vuelta y me levanta,
así que estoy de rodillas con mi culo en el aire frente a él.

—Tengo que echar un buen vistazo a ese culo increíble —dice.

Un aguijón de dolor me sacude mientras me golpea el culo con


fuerza.

—Mierda sí —dice. Siento una presión en mi entrada y él se bombea


en mi, esta vez no se toma su tiempo en absoluto. Agarra mis caderas y
empuja, conduciéndose hasta la base de su longitud. Mi boca se abre en
un grito silencioso mientras mis cejas se juntan. Oh Dios mío. ¿Cómo
podré dejar de tener relaciones sexuales? Se siente tan increíblemente
bien. ¿Cómo pensar siquiera en otra cosa?

Me agarra fuerte, el poder en sus manos es increíble cuando me


tira las caderas hacia él, bombeando su polla dentro y fuera de mi mojada
abertura. Él golpea contra mi culo más rápido cada vez hasta que las
sensaciones son cegadoras, como si cada nervio en mi cuerpo estuviera
trabajando al máximo. El orgasmo que tuve con su cabeza entre mis
piernas se siente como si no fuera nada ahora, como una sombra de lo
que va a venir. Las sensaciones se acumulan dentro de mí hasta que creo
que no pueden construirse más.

Todo se desvanece. El cuarto de baño, el distante ruido de la


música abajo, el frío azulejo en mis rodillas y manos, la preocupación por
mi beca o cualquier otra cosa. Mi mundo es el lugar donde su piel toca la
mía, sus manos fuertes en mis caderas, tirando de mí para que pueda
conducir su pene perfecto más profundo y más profundo dentro de mí.

Sus movimientos se vuelven ligeramente en sacudidas

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

mientras gime.

—Mierda. Voy a correrme.

La sensación se monta dentro de mí y finalmente alcanzo un


crescendo. La presión y la intensidad estallan. Explotan. Cada músculo
de mi cuerpo se vuelve rígido, haciendo que mi corazón se apriete aún
más a su alrededor. Puedo sentir cada pulso de su polla e incluso el calor
de su semen a través del fino condón de goma. Pierdo el control,
golpeando contra él con avidez, deseando más. Más sensación, más
longitud, más de él.

No sé cuánto tiempo pasa antes de que termine mi orgasmo, pero


cuando lo hace me siento perfectamente contenta, en la manera en que
estoy allí, desnuda y en frío suelo del baño, húmeda por el placer que él
me dio y feliz por el resto de mi vida. Pero se levanta demasiado pronto.
Se mueve detrás de mí y lo oigo tirar algo y luego el sonido de agua
corriente mientras se limpia. Agarra el disfraz y comienza a vestirse de
nuevo. Una certeza helada se asienta en mi pecho.

Él lo ha hecho conmigo ahora.

Se va a alejar y me añadirá a sus conquistas. Otra virgen


estropeada por Reid Perry. Y yo era la idiota que se enamoró de él. Pero
después de que él se desliza en los anchos pantalones de pirata, bucea
abajo a la tierra y planta un beso blando en mi boca. Me derrito de nuevo,
sintiendo como si realmente pudiera ir a otra ronda con él, pero se aleja
y sonríe.

—Aquí —dice, entregándome su teléfono móvil—. Introduce tu


número aquí y te llamaré pronto.

Tomo su teléfono, todavía desnuda y empezando a sentirme un


poco tímida a medida que pasa el calor del momento. Ingreso mi

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número en sus contactos y escribo Sophia <3 junto a él. Entonces elimino
el corazón, y después lo vuelvo a poner. Acabo de acostarme con el tío,
puedo poner un corazón al lado de mi nombre en su lista de contactos si
quiero. No puedo dejar de notar cuántos nombres de otras chicas hay en
su teléfono, pero trato de no detenerme en ello. Sé qué clase de hombre
es. Todo lo que me interesa es qué clase de hombre puede ser conmigo.

—¿Pronto? —pregunto, devolviendo el teléfono—. ¿Lo prometes?

Se arrastra sobre mí y me sujeta al suelo con un duro beso,


inclinándose para chupar mi pezón antes de sentarme derecha.

—No te voy a dejar escapar. Puedes contar con ello.

Después de intercambiar la información, se va por la noche,


besándome por lo menos una docena de veces antes de que llegue a la
puerta. Había oído historias de horror de cuántas vírgenes sangraban,
pero supongo que tuve suerte. Realmente no está mal, y después de unos
segundos estoy terminado de borrar cualquier evidencia de nuestro
encuentro y soy capaz de resbalar en mi traje de enfermera robado, que
afortunadamente no está demasiado dañado. Trato de hacer que parezca
que no he tenido sexo loco en el suelo del baño, pero renuncio después
de unos minutos. Mi cabello es un desastre y mi maquillaje está
manchado, pero solo necesito encontrar a Gabby y regresar a casa de
todos modos.

En la planta baja, paso a Tara, que me mira abiertamente. Puede


decir que acabo de tener sexo con Reid, y no se molesta en ocultar lo
celosa que está. Siento orgullo mezclado con vergüenza. Acabo de
conocerlo y dejé que las cosas se muevan muy rápido, pero al final de la
noche, no me arrepiento. No me he quedado preguntándome qué podría
haber pasado o qué noche podría haber tenido. Me dejé ir y
sorprendentemente fui por lo que quería por una vez. Así que me aseguro

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Antología Formas traviesas
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de caminar muy cerca de Tara con la esperanza de que ella obtenga una
agradable y bonita mirada de lo mucho que Reid se ha divertido conmigo.

Encuentro a Gabby hundida en un rincón, babeando en su


ridículamente expuesto escote. Un pequeño cementerio de vasos medio-
vacíos de licor la rodean. No se necesita un detective forense para
averiguar lo que pasó aquí. Después de pedir ayuda a algunos de los que
quedaban en la fiesta, logro encontrar a dos tipos vestidos como
gladiadores que estaban dispuestos a ayudarme a llevarla de vuelta a su
coche. La echamos en el asiento trasero, y tengo que pasar otros veinte
minutos en la mansión en busca de sus llaves. Finalmente las encuentro
en la cocina, colgando de un extraño y retorcido cactus. Cavo en la
despensa y encuentro el traje con el que pasé tanto tiempo, escondido
detrás de las latas. Después de pensar por un segundo, también atrapo
el disfraz de Reid. ¿Por qué? No lo sé. No es como si estuviera planeando
olerlo o algo raro. De ningún modo…

Cuando vuelvo en el coche, mi teléfono vibra.

555-742-7506: Hey, Soy Reid. Nos vemos en el entrenamiento de


Atletismo la próxima semana.

Sonrío como una idiota. Pensé que un tipo como él haría el


movimiento cliché de hacerme esperar varios días antes de enviar apenas
un mensaje de texto para cerciorarse de que tengo bastante tiempo y no
me he aburrido. Ni siquiera han pasado quince minutos. Abrazo mi
teléfono a mi pecho y suspiro. Si nada más, el hecho de que quiera volver
a verme demuestra que ya está cambiando, al menos un poco para mí. Y
después de todos mis temores sobre él comprometiendo mi beca, ¿quiere
venir a verme en la práctica? Me esperaba un novio que exigiera que
dejara el Atletismo y pasara más tiempo con él.

¿Novio? ¿Es eso lo que es? Si la sonrisa estúpida en mi cara es

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Antología Formas traviesas
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cualquier indicación, obviamente espero que lo sea.

Paso la mayor parte de la mañana durante los calentamientos


mirando hacia las gradas vacías que rodean la pista. Nos estiramos,
hacemos un trabajo de baja intensidad, y luego los entrenadores
empiezan a separarnos para trabajar en nuestras técnicas individuales.
Estoy con Amy y Gabby cuando veo a Amy entrecerrando los ojos en algo
detrás de mí.

—¿Qué está haciendo él aquí? —pregunta. Entonces de repente


decide arreglar su cabello y asegurarse de que sus pantalones cortos de
compresión no están subidos.

Sigo su mirada y lo veo. Cuando él me ve, retrocede y se mete una


semilla de girasol en la boca. Lleva una camiseta blanca y pantalones
vaqueros, que de alguna manera hace que se vea increíble. Su pelo está
empujado desordenadamente hacia atrás desde su cara y todo acerca de
él grita problemas. Pero él es mi problema, y sólo mirarle hace que mi
estómago se llene de mariposas. Doy medio paso hacia él, pero sostiene
ambas palmas hacia arriba y luego me agita de vuelta hacia la pista,
señalando que no tiene prisa y no quiere que me meta en problemas.

Sonrío y asiento. Amy está boquiabierta ante mí.

—¿Él está aquí por ti? —pregunta.

—¿Por qué no lo estaría? —pregunta Gabby, poniendo las manos


en sus caderas y acercándose a Amy.

Amy sostiene sus manos en defensa.

—No lo dije así. Es sólo…

—¿Y qué? —pregunta Gabby.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Gabby, está bien —le digo—. Sí. Está aquí por mí. Lo conocí en
la fiesta del Profesor en Halloween.

—No me di cuenta de que Reid estuviera allí —dice.

No puedo evitar jactarme, así que sofoco una pequeña sonrisa y


asiento.

—Bueno, él dijo que sólo fue porque oyó que yo iba.

La mirada en su rostro vale la pena todos los problemas que Reid


me dio, y todos los problemas que probablemente me dará. Hay tantos
celos mezclados con incredulidad que en realidad me río en voz alta.
Gabby también se ríe y luego pone los ojos en blanco.

Y entonces el entrenador nos ve divertirnos y nos hace realizar


carreras suicidas los siguientes diez minutos. Todavía vale la pena.

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Capítulo Doce
Reid
La llevo a un lugar de hamburguesas después de la práctica,
dándole un paseo en mi motocicleta. Ver su trabajo en la pista era
divertido como el infierno, y me dio una excusa perfectamente buena para
mirar a su culo en los pantalones cortos de compresión apretados y sus
tetas perfectas en el sujetador deportivo durante todo el tiempo que yo
quisiera. Mirar sus piernas largas corriendo, mientras la lanzaban por la
pista me hacía sentir un extraño orgullo. Esa es mi chica, pensé. Y lo era.
Puede que aún no lo sepa. Puede que ella no sepa cuáles son mis planes
para el futuro. Pero yo sí. No la voy a dejar ir. Jamás. Sophia es algo
especial. He estado con suficientes chicas para saberlo cuando lo veo.

Su pelo todavía está húmedo de la ducha que tomó después del


entrenamiento cuando va a llenar su bebida. Tiene su cabello recogido
en una cola de caballo y me encanta la forma en que muestra su cuello
largo y recto. Todo acerca de ella me vuelve loco, desde sus curvas a su
personalidad seria.

Me siento frente a ella y tomo un bocado grande de mi


hamburguesa.

—Me encantan estas —le digo.

Me sorprende al no mostrar miedo a la grasa mientras desenvuelve


su hamburguesa del papel encerado. Ella toma un gran mordisco y
sonríe, levantando las cejas.

—Esto es realmente bueno.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—¿No comes aquí a menudo? —pregunto, acercándome y cogiendo


una de sus patatas fritas y haciéndola estallar en mi boca.

—No. El entrenador trata de que controlemos nuestras calorías.


Esto vale un poco de ejercicio adicional.

—No te preocupes —le digo—. Es posible que desees aumentar tu


ingesta calórica. Todavía tengo algunos movimientos que necesito
mostrarte entre las sábanas, y algunos de ellos van a ser mucho más
trabajo para ti que para mí.

Ella se sonroja pero sonríe.

—¿Prometido?

Joder, es muy sexy.

—Si quieres, podemos irnos ahora mismo.

Ella ríe.

—Tengo exámenes de mitad de semestre. Pero si quieres venir y


ayudarme a estudiar...

—Qué tal esto. Dime cuando planeas estudiar, y yo iré una hora
más tarde. Porque ya ha sido demasiado tiempo desde que te jodí.

Ella se estremece, mirando a la pareja sentada en una mesa


cercana para ver si oyen.

—¡Reid! No puedes decir cosas así en público.

—Tienes razón. Eso fue totalmente grosero por mi parte. Ha pasado


demasiado tiempo desde que he extendido los pétalos de tu...

Ella casi escupe su agua.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Por favor. Simplemente no.

Yo sonrío.

—De cualquier manera. No me importa si tengo que encontrar otro


baño para nosotros si eso es lo que te gusta. Tengo que tenerte de nuevo.
Pronto.

Le doy un paseo de vuelta a su coche en el campus y me muevo


inclinándome delante de la puerta antes de dejarla entrar.

—Oye —digo, tomándola por la cintura y tirando de ella en mis


brazos. Su cabello huele increíble, ya que me hace cosquillas en la nariz—
. Pensé mucho en lo que dijiste. Sobre todas las cosas que dijiste. No
estoy diciendo que vaya cambiar o algo. Quiero decir, yo soy yo y eso es
todo. Pero... Creo que estás equivocada en algunas cosas, y quiero que lo
veas. ¿Toda esa mierda sobre mí siendo un riesgo para tu beca? Mierda.
Sé lo importante que es eso. Trabajo como un burro cada día para pagar
e ir a la universidad aquí. Si me interpongo entre tú y tu beca, te doy
permiso para decirme que me vaya a la mierda. ¿Vale?

Ella retrocede, sonriendo y mirando hacia abajo antes de


encontrarme con los ojos.

—Eso significa mucho, Reid. Realmente lo hace.

Ella me besa lentamente y no puedo obtener ayuda para conseguir


un puñado de su culo apretado. Ella se ríe entre mis labios y me empuja
hacia atrás.

—Te debo algo, también. Actué como si supiera quién eras desde el
comienzo. Dejé que todas esas otras chicas te etiquetaran, y les creí sus
mierdas. Siento que hayas tenido que usar una máscara y encerrarme en
un balcón para que yo te hable.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Sabes, técnicamente todavía no querías tener nada que ver


conmigo, ni siquiera después del balcón.

—No es verdad. Sólo quería alejarme de ti antes de que me


corrompieses.

—Demasiado tarde —le digo, acercándola y besándola


profundamente.

Fin

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Amelia Wilde

Siempre su
Chica Mala

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Capítulo Uno
Alyssa
Un estremecimiento de anticipación corre por mi espalda mientras
me acerco a la mansión, mi vestido cubriendo sólo mis pechos con la
ayuda de un poco de cinta de doble cara colocada estratégicamente, la
delgada correa de mi pequeño bolso pasando por mi hombro desnudo.
Quien dijo que vestirse como Marilyn Monroe es una elección fácil para
Halloween es un total idiota. He ido con el clásico vestido blanco, prestado
del armario de disfraces del departamento de teatro, pero esta talla está
significativamente acortada por delante.

Lo que lo hace el traje ideal para mostrar mis atributos.

Cuanto más me acerco a la mansión, se me hace más claro que


esto no es la fiesta de hermandad que pensé que podría ser. No hay una
horda de hermanos de fraternidad de pie fuera en la entrada principal, a
la espera de escoger y elegir su compañía por la noche.

Jeannine mi amiga, que también tiene una invitación, pone su


brazo con el mío y chilla.

—¿Sabes quiénes son los Profesores?

—¿Los Profesores?

—Son los anfitriones de esta fiesta —dice a borbotones, mirándome


por debajo de las pestañas postizas que lleva puestas como parte de un
traje terriblemente preciso de Kim Kardashian.

Maldita sea. No debí haber prestado atención cuando me llegó

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

la invitación, ¿qué aspecto tenía?, porque asumí que era otra fiesta
organizada por los Alphas.

—Correcto. —El acto de boba nunca ha sido lo mío, pero


legítimamente pensaba que esto iba a ser otra aventura con todas mis
hermanas de Delta.

Supongo que no.

Ahora mi corazón comienza a latir contra mi caja torácica. Fui tan


meticulosa con esta elección de vestuario, porque sabía que iba a ser
juzgado, en silencio y con dureza, por el resto de mis hermanas. Estoy a
punto de ser elegida Reina de la Cosecha, siempre y cuando haga todo lo
del libro, y cada movimiento que hago va a ser analizado a partir de ahora
hasta la ceremonia de coronación.

Excepto esta noche. Es como un peso que ha sido levantado de mis


hombros, lo cual es... extraño. Amo estar en una hermandad. Lo hago.
En serio. La forma en que ha cambiado mi vida ha sido sin duda para
mejor.

Nos acercamos a las enormes puertas de la mansión, Jeannine


riendo tras su mano, y yo alargo la mía hacia la aldaba de bronce masiva
y la dejó caer.

La puerta se abre para revelar una fiesta como nunca he visto. Y


he estado en una hermandad desde hace dos años. He visto una gran
cantidad de fiestas.

La persona que abre la puerta resulta ser un camarero uniformado,


aunque parte de su trabajo esta noche parece ser saludar a los invitados.
Si hubiera hecho el suficientemente frío como para llevar un abrigo, que
no lo hace, no en Baton Rouge, no tengo ninguna duda en mi mente que
él hubiera tomado nuestras chaquetas sobre su brazo y las hubiera

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

guardado en alguna habitación designada sólo para ese propósito.

La decoración me pone al instante contenta por haber confinado


mis tatuajes a una pieza que hace una espiral a lo largo de la línea de mi
cadera... totalmente oculta por el traje. Desde el pasillo de entrada, puedo
ver directamente un salón de baile masivo, y este lugar es elegante con E
mayúscula... los camareros en trajes moviéndose entre la multitud con
bandejas de copas de champán, más de ellos colocando una barra
aparentemente abierta y mesas altas a lo largo de una mitad de la
habitación.

La otra mitad está dominada por una pista de baile, presidida por
un DJ que ha ido por el camino tradicional y se ha vestido como Drácula,
completado con un acento ridículo.

—Esta canción siguiente os hará querer beber... otra copa de


champán —dice al micrófono, después, pasa de Ke$ha a una remezcla
aún más palpitante de la canción sobre Ibiza de Mike Posner.

—¡Bebidas! —Jeannine grita, y justo en ese momento un camarero


pasa con una bandeja de copas llenas de champán. Baja la mano para
que ambas podamos agarrar uno, y tomo un sorbo. Mierda, es bueno.
Está a años luz que cualquier cosa que haya tomado en… bueno,
literalmente, cualquier fiesta de fraternidad. Estos Profesores, sean
quienes sean, están saliéndose. No estoy segura de por qué, pero no estoy
segura de que me importe.

Porque con cada momento que pasa, puedo sentir cómo se me


escapan las riendas de la posición clave en la hermandad.

No siempre he sido una buena chica.

De hecho, durante la mayor parte de mi carrera en el instituto y el


primer semestre de la universidad, me enorgullecí de ser una chica

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Antología Formas traviesas
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mala... nerviosa, malhablada y torpe.

Todo eso cambió cuando me convertí en una Delta.

Y a veces, no se supone que tienes que admitir que tu vida antes


de la hermandad fue algo más que trabajo duro, pero a veces hecho de
menos ese estilo de vida despreocupado, el estilo de vida con el dedo
medio al aire que solía ser mía, todo mía.

Junto con…

No. No puedo pensar en él ahora, de lo contrario toda la diversión


se irá por el aire como un globo estallando. Eso es lo último que quiero
en esta noche oscura y brillante, en esta multitud llena de hombres...
unos pocos chicos calientes de fraternidad, pero muchos que nunca he
visto antes, y mujeres vestidas de punta en blanco, con trajes temáticos
que se ajustan al ambiente perfectamente. Esta fiesta está en otro nivel.

Me bebo el resto del champán de un trago y tiro una cana al aire.


No quiero volverme demasiado loca, pero tengo la sensación de que lo que
pase en esta casa se queda en esta casa…. y algo salvaje en mí quiere
tomar ventaja de cada momento.

Tomo la copa vacía de Jeannine de su mano y como por arte de


magia, un camarero aparece junto a mí, sosteniendo una bandeja para
las copas. En el momento en que están sobre su superficie, se los lleva
rápidamente, y me giro de nuevo hacia Jeannine, mi cara ya rosada por
el entusiasmo.

—Sabes lo que tenemos que hacer —digo, tratando de mantener mi


expresión seria.

—¿Qué? —inclina su cabeza hacia un lado, sus ojos muy abiertos


y brillantes.

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—¡Bailar!

Jeannine agarra mi mano, y nos sumergimos en la pista de baile,


todas nuestras preocupaciones afuera con el clima de otoño.

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Capítulo Dos
Jackson
No voy a permanecer en esta fiesta durante más de cinco minutos.
Garantizado.

Estoy aquí porque mi amigo Chad obtuvo una invitación, y luego


me acosó para que mirase en mi buzón de correo del campus hasta que
lo hice. Y he allí, estaba una invitación a esta fiesta.

—Esto tiene que ser un error —dije, sosteniendo la pesada tarjeta


en mis manos—. ¿Por qué un profesor querría invitarme a una fiesta? —
No se veía como la habitual fiesta de salchichas de la universidad
tampoco. La cosa estaba impresa con tinta profundamente negra y brillo
de oro sobre papel color crema. Caro, eso seguro. No una de las
invitaciones que ves colgadas en todos los tablones de anuncios.

—Lo dudo —dijo Chad, metiendo su propia invitación en su bolsillo


trasero—. He oído hablar de estos chicos. Ricos como la mierda, y más
que un poco raros. Tienes que ir.

—¿A una fiesta de Halloween?

No soy el tipo de persona que le gusta jugar a disfrazarse. El hecho


de que estoy aún en la universidad es un maldito milagro, teniendo en
cuenta que nunca me preocupé mucho por la escuela... no hasta el final,
cuando mi novia...

Suficiente sobre ella. No importa. Lo que importa es que mis


calificaciones eran decentes, aunque mi actitud siempre ha sido en el
lado escéptico y de no tomar prisioneros. Hago lo que quiero. En este

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

momento, quiero estar en la universidad, así que aquí estoy.

¿Pero ir a la fiesta?

No lo sé.

Chad va vestido como James Bond con el único el traje que tiene.
A principios de esta tarde fui al Goodwill más cercano y cogí algo de ropa.
Pantalones de tweed, tirantes... Me reí de mí mismo en el espejo, pero lo
combiné con una camisa de botones con mangas enrolladas para mostrar
mis tatuajes, que son putas obras de arte, y sería lo suficientemente
bueno para una parada en este llamado “evento exclusivo”. Encontré la
antigua gorra de vendedor de periódicos de camino a la caja y la lancé
sobre la pila. No es una gorra de cazador, como la que Mr. Holmes
hubiera llevado, pero está lo suficientemente cerca.

La música truena dentro de la mansión a medida que nos


acercamos en la oscuridad, y mi ritmo cardíaco se eleva. No voy a fiestas
como ésta a menudo. Prefiero hacer mi propia cosa en los bares en el
campus LSU, donde a las mujeres les gustan mis tatuajes y las de una
sola noche son fáciles de encontrar.

La masiva puerta de entrada está cerrada, y hay una aldaba de


bronce gigante justo en el centro. Chad se encoge hacia mí, luego la
alcanza y la deja caer. Al instante, la puerta se abre, un camarero en un
uniforme da un paso atrás para dejarnos entrar.

—Bueno, mierda —digo con una sonrisa traviesa, y entonces


consigo un vistazo de la parte interior de la casa.

Caminamos por un verdadero pasillo de entrada, no entrando


directamente en la sala de estar de algún tipo, y el lugar está cargado con
toques de fantasía. Esto no es una McMansion sin personalidad, es obvio
con un solo vistazo.

747
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Pero lo que realmente me llama la atención es el salón de baile. Es


enorme, y se puede ver directamente desde las puertas delanteras. La
mitad está llena de mesas de pie, y la otra mitad es una pista de baile
llena y llena de gente hermosa.

No puedo evitar sonreír. ¿Por qué diablos me invitaron a este


disparate? No hay nadie a la vista que conozca, aparte de Chad, y
claramente todo el mundo ha tomado la invitación con clase como el
toque final y se han disfrazado lo más que pudieron. ¿Cuántas de las
mujeres son insípidas chicas de hermandad? No es lo mío. Tomaré a una
chica que quiera bajar y ensuciarse antes que a uno de esos clones
vainilla en cualquier momento.

Hay, sin embargo, una barra abierta, y los camareros circulan una
variedad de alimentos y lo que es probable champán barato en bandejas.
Agarro una copa de una de las bandejas mientras el hombre pasa, en
dirección a la multitud con un propósito, y tomo un trago.

—Maldición. —Miro hacia abajo en la copa—. Estaba equivocado.

—¿Equivocado sobre qué?

—Esto no es barato. Es bueno.

—Te dije que valdría la pena.

Le paso el resto de la copa a Chad, que la drena y, después inclino


mi cabeza hacia la barra.

—¿Vale la pena? No sé sobre eso. Vamos a tomar una copa y


larguémonos de aquí.

—De ninguna manera, hombre. —Chad coge algunos bollos de


crema de otra bandeja que pasa y se mete uno en la boca—. ¿Estás viendo
esta multitud? Las mujeres aquí son algo más.

748
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Doy otro vistazo, aunque es difícil ver entre las luces


estroboscópicas, e incluso más difícil enfocar sobre la música de baile
sonando, escogida para nosotros por un DJ que está vestido como, y no
estoy bromeando, Drácula. Dice algo totalmente ininteligible en un
acento transilvano falso en el micrófono, y luego la canción cambia a otra
cosa. Pero Chad tiene razón. La mayoría de estas chicas no son de
hermandad. Algunas, pero no todas, lo que significa que esta gente es
diversa en una forma que realmente no había esperado.

—Haz lo que quieras, amigo. —Pongo mi mano sobre el hombro de


Chad y tomo una de las bombas de crema de su mano. Prácticamente se
deshace en mi boca. La mierda del top cuarenta que sale por los altavoces
me está volviendo loco, y hemos estado aquí menos de cinco minutos.
Estoy bastante seguro de que puedo satisfacerme de este lugar en diez
minutos. Pero si estuviera aquí solo, daría vueltas y descubriría todos sus
sucios secretos. ¿Una mansión como ésta? ¿Profesores acogiendo este
tipo de fiesta? Tienen que tener mucho que ocultar.

Cuando me giro para decírselo a Chad, él ya está dirigiéndose


directo a la barra libre. El hombre tiene prioridades. Tengo que respetar
eso.

Voy tras él, mirando las caras de la gente en la pista de baile.

Es entonces cuando la veo, y se me detiene el corazón.

Alyssa.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Tres
Alyssa
Estoy gratamente borracha y más que lista para otra ronda de
bebidas cuando Jackson Cole se materializa en el borde de la pista de
baile como el fantasma más sexy del mundo. Sus ojos azules se ven casi
negros bajo las estroboscópicas luces blancas. Estoy a medio baile
cuando lo veo, y mi primer instinto es bajar, y lo hago, Jeannine chilla y
se da la vuelta para hacer lo mismo.

Santa. Mierda. Jackson. Cole. Está aquí, en este momento, en esta


fiesta, conmigo.

No quiero darle ninguna indicación de que lo he visto, pero es


probable que sea demasiado tarde para eso. Tratando de ganar tiempo,
con mi corazón en mi garganta, me doy la vuelta hacia él, un círculo de
otras chicas apareciendo mientras Jeannine y yo nos movemos.

Él es tan atractivo. Él es tan sexy.

Tiro a Jeannine cerca de mí y le grito al oído para hacerme oír por


encima de la música.

—¿Es ese Jackson Cole? ¿Detrás de nosotras?

Gira su cabeza en un movimiento exagerado, y podría morir por la


forma en que está siendo tan obvia, pero luego se gira hacia mí y asiente,
con sus ojos abiertos.

—Es totalmente él. —Jeannine es la única persona a la que le he


contado sobre las citas con Jackson Cole en el instituto. Muchas de

750
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

mis hermanas saben que estuve con el chico malo del campus durante el
primer semestre, pero todas me aplaudieron cuando le dejé y me convertí
en una Delta.

—Las mujeres Delta se divierten —me dijo mi hermana mayor en


la noche de la revelación—. Pero nos gusta que nuestros hombres sean
limpios y decentes.

Es jodidamente hipócrita, pero nunca diría eso en voz alta, sobre


todo ahora que he estado en la hermandad durante dos años. Los chicos
de la fraternidad podrían parecer limpios, pero pueden ser aún peores en
el interior que los chicos malos tatuados que anhelo.

Bueno... un chico malo en particular.

Y está de pie en el borde de la pista de baile en este momento,


mirándome.

Un vistazo a su traje fue todo lo que necesitaba para saber que


quiero quitárselo del cuerpo e ir hacia él. Sé lo que habrá debajo de esa
camisa... tatuajes que son una jodida obra de arte y abdominales a
conjunto. Desde que lo conozco, Jackson Cole ha estado en muy buena
forma y dispuesto a trabajar por ella, y si su cuerpo delgado y sus
musculosos brazos son una indicación, no mucho ha cambiado en los
últimos dos años.

Mi boca se hace agua sólo pensando en lamer su cara, desaliñada


por la barba... no una barba entera, lo suficientemente áspera como para
hacerte saber que él está ahí, justo como me gusta. Y justo después de
esa fantasía viene el recuerdo de cuán dominante era, incluso recién
salido del instituto, y lo mucho que quería estar bajo su control. Era su
chica sucia, y me encantaba cada momento de ello. Es suficiente para
hacer que mi coño se apriete.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

No dejo de bailar, furiosamente, pero mi pecho está dando vueltas.

Si hablo con Jackson en este momento, hay una buena


probabilidad de que no sea capaz de resistirme a saltar sobre él. Y estoy...
bueno, no estoy tomada todavía, pero lo estaré. La Reina de la Cosecha
siempre, sin excepción, sale con el Rey de la Cosecha, comenzando con
las fiestas y en ocasiones continuando directos al matrimonio. No es
ninguna jodida broma. Las antiguas parejas de Rey y Reina de la Cosecha
de Alpha y Delta tienen publicaciones sobre bebés en Facebook. Se dice
en la casa que Tyler Ashworth será el Rey de la Cosecha.

No hay nada malo con Tyler Ashworth, es sólo que mi estómago se


aprieta cuando pienso en tener que estar con durante más tiempo que
un simple evento nocturno. Es guapo, seguro, con sus ojos oscuros y pelo
oscuro y un cuerpo bonito, pero hay algo indescriptiblemente aburrido
en él. Y al mismo tiempo me da la impresión de que es un poco baboso,
un poco falso.

No me interesa.

Pero no tengo muchas opciones.

—Joder —digo en voz alta, y Jeannine baila hacia atrás.

—¿Qué has dicho? —grita.

—Nada.

La verdad es que quiero hablar con Jackson Cole. Al menos, quiero


decirle que me siento mal por dejarle como una perra total en nuestro
primer año. Porque cuanto más tiempo pasa, peor me siento… y no puedo
admitírselo a nadie.

Excepto a él. Excepto esta noche.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Esta noche es mi única oportunidad antes de que toda la mierda


sobre la Reina de la Cosecha que está programada comience, y no es que
nuestros caminos se crucen tanto en el campus, así que voy a tener que
aprovechar el momento.

Miro mi vestido y me aseguro de que mis tetas no están saliéndose


completamente. ¿Gracias, cinta de doble cara?

Cojo el brazo de Jeannine.

—¿Cómo está mi pelo?

—¡Jodidamente perfecto! —grita por encima de la música, entonces


me guiña. No sé sobre qué piensa que está guiñando, pero dejaré que
piense lo que quiera. Si es la única testigo, que así sea... no he visto a
ninguna otra Delta aquí esta noche, así que debería estar libre de las
chicas de la casa.

Me giro y dejo de bailar, y ahí está él, en el mismo lugar, con sus
ojos clavados en mí. Tiene sus brazos cruzados sobre su pecho, y me
tomo un momento para beber su figura alta y perfecta antes de
esforzarme en recuperar el aliento.

Hablar con Jackson Cole es jugar con fuego. Un fuego ruinoso,


atractivo y peligroso. Incluso pronunciar una palabra podría hacer caer
todo el castillo de naipes de la hermandad.

Pero incluso ahora hay un crujido de electricidad entre nosotros, y


maldita sea, no lo voy a ignorar. No esta noche. Mi traje es perfecto, pasé
una hora poniendo mi pelo así, y el lápiz labial rojo que llevo me hace
sentir totalmente confiada.

Me cuadro de hombros y levanto un poco mi barbilla y los ojos de


Jackson se entrecierran. Sólo puedo decir que me está desafiando a

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

acercarme.

No dudo en aceptar el reto.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Cuatro
Jackson
Alyssa London me quita el aliento, y lo odio jodidamente. Pensé
que, ahora, dos años después de que me dejase, el verla no enviaría
sacudidas eléctricas de puro calor por mis hombros y directo a mis dedos,
pero cuando la vi bailar inconfundible, como Marilyn Monroe, todo se
detuvo.

La miro desde el borde de la pista de baile, incapaz de apartar la


mirada. ¿Me ve? Es difícil de decir, porque se gira hacia sus amigas y
sigue bailando, sus caderas sensuales el mayor calientapollas del mundo.
La mía está a punto de estallar en estos jodidos pantalones de tweed en
este momento, y no hay nada que pueda hacer al respecto, así que cruzo
mis brazos sobre mi pecho y me quedo clavado en el suelo.

No puedo apartar mis ojos de ella. Estoy inundado con tantos


recuerdos que se desdibujan en un montaje dolorosamente atractivo.
Inclinada sobre mi regazo, mi mano golpeando con fuerza su culo hasta
que es de color rosa, hasta que está al borde de las lágrimas, pero con un
coño tan mojado que gotea sobre mis muslos. No sé cómo descubrimos
que ella es del tipo caliente, sucia y sumisa, pero debimos saberlo al
instante, así como siempre supe que quería tomar el control en el
dormitorio.

Y tomé el control.

Justo hasta que me dejó, de pie fuera de mi dormitorio en una


apretada camiseta blanca y pantalones vaqueros, lágrimas aferrándose a
los bordes de sus pestañas.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Sólo tengo que averiguar dónde pertenezco —dijo con tristeza,


como si no pudiera haber hecho eso conmigo a su lado.

—Perteneces aquí, conmigo —dije, sintiéndome desesperado y


enfermo, de pie allí en un par de bóxers. Fue un viernes por la noche. Se
había unido a alguna hermandad e iba a algún evento de mierda, madres
hermanas o algo así, y yo aún estaba conmocionado por el cambio
completo que había hecho desde el primer día de la Subasta. Esta
princesa con su pelo recogido en un moño elegante no era la misma
persona que, días antes, se había subido encima de mí en la cama,
rogándome que tirase de su cabello, que era constantemente un desastre.
A ella le encantaba cuando apretaba su cadera derecha, decorada en la
tienda de tatuajes de mis padres con un patrón en espiral que le hacía
totalmente justicia.

Mi corazón late tan fuerte que creo que va a explotar. No tengo más
remedio que darme la vuelta en este momento. Me va a ignorar. No hay
manera de que vaya a hablar conmigo. Durante los últimos dos años, ha
hecho lo imposible por evitarme en el campus, y las pocas veces que la
he visto de lejos, muy claramente ha tratado de mantenerse envuelta en
su propio pequeño mundo y nunca notándome en absoluto.

Entonces Alyssa se da la vuelta y me mira fijamente a los ojos, su


cuerpo quedándose quieto y alto... bueno, tan alto como su pequeño
cuerpo puede ser.

Se ha recogido su pelo rubio exactamente igual que Marilyn en esa


película, aquella de la que todo el mundo tiene carteles, y su cara está
pintada con un labial rojo que me hace querer morder esos labios suaves
un poco demasiado duro.

Tengo mis brazos cruzados sobre mi pecho y la miro. Levanta su


barbilla, y luego, como si fuera a la batalla, viene directamente a través

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

de la pista de baile hacia mí, sus caderas balanceándose al tiempo con el


ritmo de la música.

A centímetros de mí, se detiene y el calor irradia entre nosotros.


Tomo una respiración profunda. Reconocería ese maldito aroma en
cualquier lugar, y quiero enganchar un dedo debajo de su vestido y
sacárselo.

—Jackson. —Tiene que hablar en voz alta para ser oída sobre la
música, pero su tono es suave, lo contrario a la confianza que está
proyectando... y proyecta duro.

—Hola. —Sus ojos recorren mis tatuajes, y se muerde el labio.

Ahí es cuando lo sé.

He soñado con Alyssa London desde que rompió conmigo y cortó


todo contacto. Casi todas las noches me despierto con una furiosa
erección por sueños sexuales que nunca paran, todos protagonizados por
su cuerpo perfecto.

Lo cual, por lo que puedo decir, está igual de bien que siempre.

Mira de nuevo a mis ojos. No puedo ver el color verde por las luces
estroboscópicas de la pista de baile, pero su expresión es medio
suplicante, medio depredadora.

Me encanta jodidamente eso de ella.

—Podemos… —Se detiene y traga con dificultad—. ¿Crees que


podríamos ir a algún lugar y hablar? —Alyssa retuerce sus dedos juntos
delante de su vestido. ¿Hablar? Espero que hagamos mucho, mucho más
que hablar.

—¿Sobre qué deseas hablar? —Estoy siendo un poco idiota, y

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

lo sé, pero hay una parte de mí que está gritando por permanecer en
control, incluso ahora. A pesar de que la quiero tanto que puedo
saborearlo. La follaría allí mismo, en la pista de baile si fuera ese tipo de
fiesta, pero no parece serlo.

Ella se inclina hacia mí, alineando su boca con mi oído, y dice la


palabra que me hace decir que sí.

—Nosotros.

Nosotros. Solía haber un nosotros. Y éramos jodidamente increíble


juntos. Una pareja hecha en el cielo, si deseas ponerte religioso al
respecto. Nadie era más sucio en la cama y más divertido para pasar el
rato que Alyssa. Nadie podía hacerla gritar como yo podía.

Estoy seguro de que sigue siendo cierto.

—¿Tienes alguna idea? —Le doy una media sonrisa atractiva que
nunca ha sido capaz de resistir antes, y la forma en que su cuerpo se
relaja la delata por completo.

—Es una mansión —grita por encima del ruido—. Podemos


explorar un poco, encontrar un lugar fuera del camino…

Si tengo esta noche, ¿alguna vez seré capaz de dejarla ir?

No me importa una mierda. Alyssa me está alejando de la pista de


baile, y no me estoy resistiendo.

Nunca podría.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Cinco
Alyssa
La búsqueda de un lugar tranquilo continúa muy lejos del salón de
baile. Hay personas desperdigadas fuera en el vestíbulo, así que eso no
va a servirnos, especialmente por el latido de necesidad que ha estado
creciendo en mi interior desde que vi a Jackson en el borde de la pista de
baile.

Su mano en la mía, mientras escaneo la planta baja buscando


puertas. Probablemente hay una biblioteca y una entrada a la cocina en
algún lugar, típica mierda de mansión, pero si sé algo sobre fiestas de
universidad, ya estarán ocupadas.

Entonces, veo una escalera empotrada en la pared. No es la gran


pieza central de la habitación, como era de esperar de una mansión, sino
algo más oculto, fuera del camino.

Eso es lo que estoy buscando.

Arrastro a Jackson hacia la escalera, mis oídos todavía resonando


por el increíble volumen del DJ. La música de baile resuena detrás de
nosotros, haciéndose más débil con cada paso que damos hacia la
escalera, pero mientras lo hace mi corazón late más fuerte en mi pecho,
y la anticipación eléctrica crepita por mis brazos. Prácticamente puedo
sentir a Jackson sonriendo detrás de mí, aunque no me atrevo a darme
la vuelta para mirarle. Este es exactamente el tipo de cosas que hacíamos
cuando estábamos juntos, ir a lugares prohibidos, hacer cosas
prohibidas, y amar cada minuto de ello.

Hay una puerta en la parte superior de la escalera, y no dudo

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

antes de poner mi mano en el picaporte y abrirla, ambos entramos a


máxima velocidad.

Estamos en un gran pasillo largo, con puertas en ambos lados, y


Jackson aprieta mi mano. Está sorprendentemente tranquilo aquí, a
excepción de...

—¿Qué es eso? —susurro, incapaz de evitar el vértigo de mi voz.

—Gente follando —susurra. Quiero ser una de esas personas. Por


primera vez, tomo conciencia de su mano sobre la mía, del increíble calor
entre nosotros. Ahora que estamos fuera del ruido de la sala de baile,
todo lo que puedo hacer es centrarme en Jackson.

Maldita sea. Estás a punto de meterte en serios problemas.

Empujo el pensamiento lejos. Primer punto en mi agenda:


encontrar una habitación vacía.

Nos arrastramos por el pasillo hasta que me enderezo, riendo. Si


algunas de estas habitaciones están ocupadas por personas que
haciendo sonidos lo suficientemente elevados como para ser escuchados,
no hay ninguna razón para ir de escondidas. Claramente, los profesores
están invitando a este tipo de comportamiento. Tal vez incluso son parte
de ello. ¿Qué diablos sé?

Tratamos de abrir algunas puertas, cerradas, y abrimos una más


que parece desocupada, pero la pareja en el interior simplemente está
follando con silenciosa determinación. No pierden su ritmo cuando
salimos y cerramos la puerta suavemente detrás de nosotros.

Estamos casi al final del pasillo cuando intento una puerta al azar.
Se abre sin hacer ruido.

—Esto es —dice Jackson, en voz baja y atractiva que confirma

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

lo que estoy pensando.

—Y tanto.

Alarga su mano detrás suyo para cerrar la puerta y deja ir mi mano.

Doy un paso más dentro de la habitación, mirándola. Es una


habitación de tamaño decente, con una chimenea en un extremo... un
fuego real encendido, y sin embargo, la habitación tiene una temperatura
agradable... y una cama que es al menos matrimonial y que está contra
una pared. Y huele... fresca. Limpia. Como si la ropa de cama acabase de
ser cambiada.

Si la charla va por el camino que creo que puede ir, querrán unas
nuevas sábanas después de esta noche ...

También hay una otomana frente a la chimenea, pero no hay sillas.


No me puedo imaginar para qué necesitarías una especie de banco, justo
en ese lugar.

No, espera. Puedo imaginarlo. Me puedo imaginar estando en ella


a cuatro patas, las manos de Jackson…

Me giro y lo miro. Sus ojos están mirando alrededor de la habitación


también, con sus brazos cruzados sobre su pecho, pero se centran
directamente en mí ahora.

Cada respiración que toma hace que le quiera más.

Pero vinimos aquí para... hablar.

Parece que lo recuerda, también.

—Entonces —dice, dando otro paso hacia mí. El aire entre nosotros
crepita con mi necesidad—. ¿Qué es lo que querías hablar?

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Su tono es constante y bajo, y me inunda de recuerdos de él


ordenándome, regañándome, de la manera más caliente imaginable, y de
repente me siento hundiéndome en ese espacio. Es todo lo que puedo
hacer para no caer de rodillas y arrastrarme por el suelo hacia él.

Tomo una respiración profunda, me muerdo el labio.

—Lo… lo siento por lo que pasó. —En el silencio de la habitación,


las palabras parecen cojas e inadecuadas.

—¿Qué quieres decir?

—La forma en que las cosas terminaron... entre nosotros.

Sus ojos se estrechan y su mandíbula se aprieta.

—¿Tienes algún remordimiento, Alyssa?

El sonido de mi nombre en su boca envía un escalofrío de placer


por mi espalda, aunque su tono tiene un borde duro.

Mi corazón late contra mi caja torácica. Ahora que ha hecho la


pregunta, es difícil negar la verdad. Iba a decir algo acerca de cómo me
gustaría que no hubiera sido tan brusca, cómo me gustaría que
pudiéramos haber sido amigos, pero en realidad...

—Sí.

Mi voz es apenas un susurro, pero cuando mi palabra llega a sus


oídos asiente, respirando profundo.

—Me gustaría que las cosas hubieran sido de otra manera.

—¿De qué otra manera?

No puedo evitarlo. No puedo... necesito saber si me quiere

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

tanto como yo.

Vino aquí conmigo, ¿verdad?

Tal vez él sólo quería ver qué diría.

—No tuvo por qué terminar así —dice, dando un paso más cerca
de mí, haciendo que el aire parezca más delgado con cada movimiento—
. ¿No recuerdas cómo solían ser las cosas?

No puedo olvidar cómo solían ser las cosas. ¿Es por eso por lo que
esto es tan malditamente arriesgado?

—Sí. —Mis manos tiemblan sólo de pensar en esas horas con él,
escondidos en la parte trasera de un coche, o en su habitación del sótano.

—Esto no tenía que terminar.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Seis
Jackson
Estoy provocándola, y lo sé. No puedo evitar jugar con esta preciosa
criatura, incluso dos años más tarde. Alyssa es la mujer que todavía me
quita el sueño, y puedo decir por la forma en que tiembla, por la forma
en que se muerde el labio, que la tensión está sobrepasándola.

¿Cómo podría no estarlo?

¿Cuántas veces la he inclinado sobre mis rodillas y la he golpeado


hasta que estuvo totalmente empapada?

¿Cuántas veces la follé hasta dejarla sin sentido, tan duro y rápido
que ambos necesitamos veinte minutos después para recuperarnos?

Lo quiero de vuelta. Quiero todo de nuevo, tanto que me duelen las


manos con la necesidad de golpear contra la carne firme de su culo de
nuevo.

Contente, me advierto con una voz interior tan seria cómo es


posible. No dejes que te afecte.

Esa es la cuestión. Ella ya está bajo mi piel. Nunca ha estado fuera


de mi piel, no desde el primer día en que la vi.

Cuanto más me acerco, más rápido respira. Estoy presionando mi


ventaja, y por la forma en que sus ojos viajan por mi camisa, estoy
absolutamente seguro de que está volviendo a ser una versión de la chica
que solía ser antes de que nos separásemos.

Esa chica era salvaje, pervertida, sucia y enteramente mía.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Ella podría ser mía otra vez.

No.

No puede.

Tiene una nueva vida ahora, y tengo que aceptar eso... ambos
debemos hacerlo, de lo contrario nunca olvidaremos al otro.

Quiero dejar de hablar y follarla ahora. Si esta es mi última


oportunidad con Alyssa, entonces no quiero pasarla hablando en un
dormitorio de la mansión, con la luz del fuego jugando sobre su pelo.

Pero ella está decidida.

—Bueno tenía... tenía que terminar, porque pensé… —Mira hacia


otro lado. Estoy a centímetros de ella ahora, lo suficientemente cerca
como para oler el perfume que cuidadosamente se ha puesto mientras se
estaba preparando—. Pensé que no podía tener una vida diferente y
seguir contigo.

—¿Qué piensas ahora?

Levanto una mano y paso la yema de mi dedo por la carne desnuda


de su brazo. La piel de gallina surge a su estela.

—Todavía creo…—Jadea un poco cuando mi dedo llega a su


muñeca—. Todavía creo que hubiera sido difícil de conseguir, llegar a
donde estoy hoy si todavía estuviera tan... tan consumida por ti.

Su voz es fina, entrecortada, como si no pudiera conseguir


suficiente aire. Me está excitando tanto que duele.

—¿Y dónde estás hoy?

—Estoy… —Sus ojos me miran, y luego vuelven a caer al

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

suelo—. Tengo todo lo que cualquier chica podría querer.

—¿Pero?

—Pero esto es… —Su voz la delata. De repente, está al borde de las
lágrimas—. No es suficiente para mí. Necesito... necesito...

Alyssa no puede pronunciar las palabras. Pongo un dedo bajo su


barbilla y levanto su rostro para que se vea obligada a mirarme a los ojos.
Todo su cuerpo está temblando ahora.

—Eres demasiado sucia para ellas.

—Sí —dice con un pequeño sollozo, una lágrima cayendo por su


cara.

—No llores.

—Vale.

Su labio todavía se estremece.

—Eres demasiado sucia para los gilipollas chicos de fraternidad, y


no puedes admitirlo.

Asiente.

—Y has pasado todos los días de los últimos dos años pensando en
mí, y todo lo que solíamos hacer juntos.

Otro asentimiento.

—¿Cómo lo sabes? —Su voz es un susurro.

—Porque he estado pensando en ti, también.

Algo en ella se libera, y sus hombros caen.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—¿En serio?

—¿Cómo diablos podría alguna vez olvidarte? —gruño, y por un


momento tengo que mirar hacia otro lado, una mano sobre mi boca—.
Eres la cosa más caliente que he visto o veré jamás. Nadie... nadie...
puede hacerme sentir como tú.

Alyssa traga saliva. Esto se está poniendo pesado, más pesado de


lo que cualquiera de nosotros planeó, creo, y en algún momento
tendremos que tomar una decisión. ¿Bajamos por las escaleras y
pretendemos que esto nunca pasó, o nos entregamos al deseo que llena
la habitación?

Todos y cada uno de mis latidos reverbera por mis dedos. No sé qué
coño va a venir de esto, y en este momento no me importa. Sólo tengo
que tenerla.

Lo único que tengo que hacer ahora es esperar hasta que ella se
entregue, y todas las señales apuntan a que sus paredes están cayendo,
la imagen cuidadosamente construida de la perfecta chica de hermandad
quien nunca, jamás haría nada pervertido cayendo a pedazos a sus pies.

Parece que le toma mucho esfuerzo hablar.

—¿Qué debemos hacer, Jackson?

Follar. Follar duro, y follar mucho tiempo, y castigarte como sabes


que quieres que lo haga. Como si necesitaras que lo hiciera. Como si lo
hubieras anhelado durante los últimos dos años. Como si soñaras con ello
cada noche. Como si nunca hubiéramos estado separados, ni por un
instante, ni por un solo día.

Miro sus ojos verdes. Está mirándome por una respuesta, pero no
se la voy a dar. Ella es la que me dejó en la estacada hace dos años, y tan

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

infantil como jodidamente suena, ella es quien va a tener que pedirlo.

Necesito que lo pida.

Aprieto mi mandíbula.

—¿Qué vas a hacer tú?

El silencio que sigue se prolonga por un momento, luego dos,


Alyssa se muerde el labio con fuerza. Dura tanto que me pregunto si
estamos congelados aquí, atrapados para siempre como en un maldito
extraño cuento de hadas.

A una parte de mí no le importa, siempre y cuando esté atrapado


con ella.

Entonces los ojos de Alyssa caen sobre la alfombra.

Endereza su espalda.

Y luego se pone de rodillas en el suelo, con su cabeza inclinada


frente a mí.

La perfecta chica sucia.

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Antología Formas traviesas
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Capítulo Siete
Alyssa
Mi corazón está en mi garganta al mirar a los ojos azules de
Jackson, que están perforándome directamente al alma.

Tiene razón. Tiene toda la maldita razón.

Soy demasiado sucia para pasar mi vida como una perfecta chica
Delta. Sólo soy así. He perdido la cuenta de todas las noches que me he
despertado retorciéndome bajo mis sábanas, pensando en sus manos
sobre mí, pensando en otras cosas... sobre mí.

Es difícil alejarme, sin embargo. ¿Siquiera quiero? Hay un cierto


encanto en ser la Reina de la Cosecha. Tendría algún placer por ello...
que mi nombre estuviera en boca de todos, fotos profesionales, ser el
centro de atención. ¿Quién no querría eso? Yo quiero eso.

Y unirme a la hermandad no ha sido del todo malo. Es cierto que


algunas de las chicas caminan y respiran como los estereotipos que ves
en las películas, pero otras, especialmente entre las de mi grupo cercano
de amigas, tienen los pies en la tierra y son jodidamente genuinas. Estoy
tan contenta por su amistad.

¿Si dejo la precaución por esta noche, estoy tirando eso a la


basura?

No. La respuesta es no, por supuesto.

Sólo estaría tirándolo todo por la borda si no pudiera liberarme de


la órbita de Jackson cuando esto termine. Cuando esta última

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

oportunidad termine…

¿Seré capaz de alejarme de él?

Mi cuerpo está gritando por someterse a él. Es como si un peso se


habiera asentado sobre mis hombros y mis rodillas estuvieran dispuestas
a ceder. Pero durante varios momentos eternos, no puedo decidirme a
hacerlo. Tengo demasiado miedo a perder lo que tengo. Incluso si eso
significa tenerle de vuelta.

Mierda, no. Esto no puede ser tenerle de vuelta. Esto se trata de


un momento, nada más... sobre ceder a un deseo con el que he estado
viviendo por dos largos años. Esto no es un compromiso. Es sólo algo de
diversión endiabladamente deliciosa, aquí en el dormitorio de la mansión
de un misterioso profesor. Una habitación que parece estar hecha sólo
para nosotros, con el acolchado de cuero otomano frente a la chimenea...

Es ahora o nunca.

Doy el salto.

Aparto mis ojos de él y miro al suelo, donde debería estar mirando.

Luego, con tanta gracia como soy capaz, caigo de rodillas en la


alfombra, mi piel hace contacto con un revestimiento de suelo tan lujoso
que quiero inclinarme hacia adelante y enterrar mi cara en él.

—Buena chica —gruñe Jackson por encima de mí, y una


conmoción de puro placer corre por mi espina dorsal. Casi no me ha
tocado, y ya estoy muy por delante de donde estaba esta mañana, cuando
me desperté sudando bajo las sábanas, intentando sin éxito correrme sin
pensar en él.

Pasa su mano áspera por mi pelo e inclina mi cabeza hacia atrás


de modo que tengo que mirarlo.

770
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Te ves jodidamente perfecta ahí abajo —dice, y luego libera mi


pelo. Quiero su mano en él inmediatamente, pero va a su cinturón,
deshaciendo el cierre y desabrochando sus pantalones.

Su polla está dura como una roca y saliendo recta de su cuerpo.

—¿Has echado esto de menos?

—Sí —susurro.

—Muéstralo.

Enhebra sus dedos en mi pelo y me inclino hacia adelante, dejando


que controle mis movimientos mientras lo llevo a mi boca y chupo, lamo,
le provoco, juego. Se siente tan natural, tan cómodo, que es como si
nunca hubiéramos estado separados ni un momento. Recuerdo
exactamente cómo le gustaba, y paso mi lengua por debajo de la cresta
de su cabeza. Jackson deja escapar un gemido y agarra mi pelo fuerte.

Me deja darle placer durante varios minutos, y puedo sentir su


carne palpitando en mi boca cuando se retira, otra vez sus manos van a
su cremallera. Sólo que no se quita sus pantalones. Los vuelve a
abrochar.

Suelto un pequeño gemido de decepción, pero él sólo se ríe.

—¿Creías que ibas a salirte con la tuya después de dejarme de esa


manera?

Enderezo mi espalda, mi coño apretándose ante sus palabras.


Esto... esto es lo que he necesitado tanto. Ser castigada por él.

—No —digo, mis ojos de nuevo en el suelo.

—Bien. Sabía que eras más inteligente que eso.

771
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Da un paso hacia la puerta, y lo escucho cerrar la cerradura. El


fuego crepita detrás de mí.

—Date la vuelta.

Me giro para enfrentar la chimenea, y lo siguiente que sé, es que


sus manos están en el borde de mi vestido y está tirando hacia arriba de
él por encima de mi cabeza. Algo se rasga, pero casi no puedo prestarle
atención. No llevo sostén, así que me quedo de rodillas en el suelo con
altos tacones blancos y un par de bragas de encaje.

—Gatea.

Pongo mis manos en el suelo, la excitación atravesándome, y gateo.


Sé exactamente dónde me quiere, pero no hago nada sin su permiso. Todo
esto es parte del juego, un juego que he estado desesperada por jugar
durante dos largos años. Oh, dios, ¿cómo pude soportarlo?

Me detengo frente a la otomana y espero.

—Arriba.

Trepo sin dificultad y me pongo sobre mis manos y rodillas.

—Bien —dice en voz baja, pasándome la mano por mi espalda


desnuda—. Te acuerdas.

—Nunca podría olvidarlo —digo.

—Mmm. —Su mano baja hasta mi culo, y luego engancha un dedo


en la cintura de mis bragas y tira duro.

Lo suficientemente duro como para romperlas. Grito un poco


mientras la tela empieza a rozar mi piel, pero entonces el momento acaba.

Jackson se mueve detrás de mí, sacándome mis zapatos de

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

tacón alto de uno en uno. Cuando están en el suelo, pone sus manos en
mis caderas.

—Maldita sea —dice en voz baja, y estoy prácticamente brillando


por su elogio. Luego dice—. ¿Estás lista para aprender la lección?

Bajo automáticamente mi cabeza, mi cuerpo recordando


claramente la forma en que se supone que tiene que estar, la posición
que tengo que mantener.

—Sí. —No puedo evitar añadir—. Por favor.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Ocho
Jackson
La fantasía donde tenemos un caluroso y rápido polvo y luego
vuelvo a mi vida normal, limpio de mi obsesión por Alyssa, se rompe en
mil pedazos cuando ella se pone encima de la otomana y eleva su culo al
aire. Es como si nunca hubiéramos perdido ni un latido, y saboreo los
temblores que siento bajo mis manos cuando las paso sobre su piel. Cada
movimiento, cada sacudida temblorosa.

—¿Sabes por qué estás aquí?

Las palabras salen de mi boca como un maldito hechizo, y Alyssa


baja su cabeza otro centímetro hacia la superficie de la otomana,
haciendo que su culo sobresalga un poco más.

Mi corazón no late. De hecho, me siento totalmente en control por


primera vez en dos años.

—Sí.

Paso mis manos a lo largo de su espalda de nuevo, y otra vez


tiembla sobre la otomana, todavía manteniendo su posición.

—¿Por qué?

Ella respira un poco.

—Porque hice algo terrible.

—¿Qué hiciste?

774
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Por favor, no me hagas decirlo.

Todo esto es parte del teatro. No teníamos que hablar de ello.

—Dilo ahora, o añadiré más a tu castigo.

—Rompí contigo.

—No hay nada de malo en poner fin a una relación fallida.

—No era fallida. —Su voz es un poco más suave ahora, y puedo
decir que estamos justo en el borde del juego y la verdadera y cruda
realidad.

—No, no lo era. ¿Qué más?

—Fui mala.

—Has sido muy mala. No he apreciado la forma en que has estado


actuando.

—Lo siento.

—Estás a punto de sentirlo más.

—Lo sé.

Mira hacia abajo a la superficie de la otomana, con sus piernas


temblando mientras lucha por mantenerlas quietas, y llego al final de mi
cuerda. Es hora de que esto comience.

—Mantendrás tu posición.

Su cabeza va hacia abajo de manera que su cara está hacia mí, de


lado, y se prepara contra la otomana. Ahora mi corazón se acelera. Ahora
mi mano está estremeciéndose con la anticipación de golpear contra su

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

suave culo perfecto.

No vacilo.

No espero.

Tiro mi brazo hacia atrás y dejo que mi palma golpee contra ella,
justo en el centro de su culo.

Alyssa grita, y en el espacio de su grito llevo mi mano hacia atrás y


la dejo volar de nuevo, esta vez aterrizando en la otra nalga.

No grita esta vez, pero hace un pequeño ruido que hace que mi
polla lata en mis pantalones.

Llevo mi mano hacia abajo una y otra vez, y ella tiembla, se


estremece, se apodera de los lados de la otomana, pero no deja su
posición.

Después de todo este tiempo, todavía ama esto.

Después de diez golpes, está tratando todo lo posible por


mantenerse quieta mientras presiona también su culo contra mi mano,
pidiendo más. Después de quince, cuando las lágrimas pinchan sus ojos
por el creciente calor en su culo, está haciendo pequeños sonidos con
cada golpe, pero nunca, nunca se mueve.

—Eres mi chica sucia —digo.

—Soy tuya —dice, las palabras saliendo rotas de ella, y luego jadea
y deja escapar un sollozo que casi me rompe. No es un grito de dolor, es
de alivio.

—Diez más —digo, y no lo dejo, ni siquiera por un instante, y para


cuando el último cae y su culo está rojo brillante, está gimiendo, sus

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

pechos apretados contra la otomana, con sus manos agarrando los


bordes para salvar su vida.

—Oh —dice—. Oh.

Alcanzo entre sus piernas... abiertas en la distancia óptima para


permitirme el acceso para cualquier cosa que pudiera querer hacer,
incluido un castigo, y paso un dedo por sus pliegues. Está empapada,
tan mojada que la humedad está empezando a extenderse por la parte
interior de los muslos.

—Lo amas, ¿verdad?

—Me encanta —solloza, y luego paso mi dedo a través de su


humedad de nuevo. Los sollozos se detienen, sustituidos por gemidos
más consistentes desde el fondo de su garganta, y la acaricio una y otra
vez hasta que está presionándose contra mi dedo, su cuerpo pidiéndome
que esté dentro de ella.

—¿Has aprendido la lección?

—Sí.

Paso una de mis palmas sobre la piel dolorida de su culo, y ella


deja escapar un suspiro entre sus labios.

—¿Estás segura?

—Sí.

Muevo mi mano hasta su coño y, sin otro momento desperdiciado,


sumerjo dos dedos en su apertura. Se siente exactamente igual, y sus
caderas se mueven espasmódicamente de un lado a otro, sus paredes
apretándose alrededor de mis dedos.

777
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Sí. Por favor.

—¿Por favor?

—Por favor, más. Por favor. —Su cara está rosada, sus palabras
inestables, y me da la sensación de que ha echado de menos esto tanto
como yo.

Lo cual es jodidamente perfecto.

Voy al extremo opuesto de la otomana, lo que significa que tengo


que tirar de los dedos de su coño, y eso la hace gritar de decepción. Pero
jadea de placer cuando pongo mi mano bajo su barbilla y tiro de ella en
posición vertical sobre sus rodillas en la otomana, poniéndola a la altura
de mi cara.

Y luego la beso.

La beso duro y profundo, como no he besado a nadie en años, y se


funde contra mí, con sus brazos alrededor de mi cuello y devolviéndome
el beso con toda la pasión que he estado echando de menos, toda la
pasión que nunca he encontrado en ninguna mujer desde ella, que nunca
he querido encontrar en ninguna mujer desde entonces.

Es tan sucia.

Es tan mía.

Siempre lo ha sido.

La recojo en mis brazos, mi boca sigue cubriendo la suya, y la llevo


por la habitación hacia la cama. Suavemente, tan jodidamente suave, la
pongo de espaldas sobre el edredón costoso, y se extiende, abriéndose
delante de mí. Su cabello está desordenado por el juego, y su lápiz de
labios está un poco manchado. Me agacho y lo fijo con la yema del

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

pulgar.

Y entonces me quito la ropa.

Lo mejor está por venir.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Nueve
Alyssa
Me siento tan viva, tan llena de necesidad y placer, que es casi
imposible contenerlo en este cuerpo mío. Cuando Jackson me pone en la
cama, la tela fresca del edredón, ¿dios, es seda real o algo?, se desliza
sobre la piel roja y caliente de mi culo, es como si hubiera muerto y
descubierto que el cielo es un lugar real, y estoy en él.

Mantengo mis ojos en Jackson mientras se quita sus zapatos y se


despoja de su ropa, primero los tirantes y los pantalones, después la
camisa de botones. Lo siguiente es la camiseta blanca de debajo, y por
último se quita sus calcetines y se para a los pies de la cama, con una
atractiva y humeante media sonrisa en su rostro, bebiéndome como le
estoy bebiendo yo a él.

Sus tatuajes se enroscan alrededor de su hombro hasta su


muñeca, concentrados principalmente en un brazo, y mis ojos siguen los
diseños conocidos. Hay algunas piezas nuevas, pero es difícil de
ordenarlos porque el resto de su cuerpo es tan malditamente caliente.

Ha crecido desde el primer año, cuando los dos teníamos dieciocho,


y claramente ha trabajado un poco su cuerpo, porque sus músculos
están tensos y duros, sus abdominales destacándose literalmente como
una jodida tabla de lavar. Tenía un buen cuerpo antes, pero ahora hace
que se te caiga la baba.

—¿Cómo no tienes novia?

Él pone sus ojos en blanco y se sube a la cama, sosteniéndose por


encima de mí con sus brazos, sus bíceps trabajando para estabilizar

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

su peso. Abre su boca como si me fuera a responder, pero en lugar de eso


se inclina y me besa lentamente, como si me explorase por primera vez.
Sólo que hay un borde de complicidad en su contacto que me hace querer
fundirme en él por completo.

El beso se profundiza, y me encuentro con él en el centro, mientras


que un fuego lento quema mi vientre, calentándose y calentándose como
la roja piel de mi culo. No pasan más de cinco minutos antes de que
empiece a besarlo con más fuerza, mordiendo su labio con mis dientes.

Jackson se separa de mí con un jadeo, tirándose hacia atrás


mientras pasa la mano por los tatuajes que adornan mis caderas.

Recupera el aliento.

—No has agregado ninguno.

—No sin ti.

La verdad sale directa, antes de que pueda pensar en algo tímido y


coqueto que decir, antes de que pueda evitar admitir que, de alguna
manera, ha habido un vacío en mi vida donde él pertenecía todo este
tiempo.

Mierda.

No.

No puedo decir eso, no puedo admitirlo, no puedo ir más lejos con


estas palabras peligrosas de lo que ya he ido. Esta noche es la única
noche en que puedo permitirme dejarme atrapar de nuevo por él. Cuando
llegue la mañana, tengo que ser la perfecta chica de hermandad de nuevo,
el tipo de chica que sale felizmente con el Rey de la Cosecha, cuyo cabello
es impecable, que no se inclina en una otomana en una extraña mansión
y prácticamente mendiga por ser azotada hasta que su culo está al

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

rojo vivo.

Es un pensamiento, y entonces pongo mis brazos alrededor de su


cuello y tiro de él hacia mí, besándolo con toda la furia y la pasión que
he estado acumulando durante los últimos dos años. Todos los chicos de
la fraternidad en el mundo, y eso es lo que parecen ahora, chicos, no se
pueden comprar con él. Todo el descuidado sexo borracho después de las
fiestas formales en el mundo no podría satisfacerme como él ha hecho,
sin siquiera follarme.

Y eso es lo que quiero.

Ahí es donde necesito que esto continúe, y él lo siente, también.

Debe, porque su pene está duro entre nosotros, y todo mi cuerpo


se está abriendo para él, pidiéndole sin palabras que entre en mí.

Separo mis piernas y envuelvo mis rodillas alrededor de sus


caderas, y en ese mismo momento él se alinea contra mi apertura
resbaladiza y se sumerge en mi interior de una vez.

Hago un sonido entre un grito y un gemido ante la pura perfección,


la forma en que él está metiéndose, a punto de tocar fondo, pero su
tamaño es tan ideal que es difícil no llorar con el puro placer del mismo...
la mínima elasticidad, el mínimo estiramiento

Me encuentro con él con cada empuje, y somos tan jodidamente


compatibles que casi me vuelvo loca de inmediato, apretando mis dientes
y cerrando mis piernas alrededor de él, nunca perdiendo el ritmo. Es
como si nunca hubiéramos perdido el ritmo en todo este tiempo, y puedo
sentirme enamorarme de él, enamorarme de él…

Pero es demasiado intenso, y mi corazón golpetea contra mi caja


torácica. Páralo, me digo, y por una vez mi mente obedece, la corriente

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

de advertencias incoherentes yendo a silenciar a mi mente mientras


Jackson se mueve contra mí, aumentando la velocidad y la fuerza a
medida que avanza.

No puedo continuar. No puedo. Se siente tan bien, tan jodidamente


poderoso, y no puedo contenerlo en mi cuerpo por más tiempo, ni un
segundo más...

Arqueándome para encontrarme con él, me corro fuerte, mis


piernas apretando más en un ritmo frenético. Jackson entierra su cara
en el lado de mi cuello y se sostiene firmemente, apretándome con fuerza
contra el edredón, como a mí me gusta, la presión manteniéndome en
tierra, mientras el resto de mi cuerpo se eleva jodidamente hacia arriba y
sobre el borde de un orgasmo tan poderoso que me pregunto si alguna
vez experimentaré otro igual otra vez.

Ahora es su turno de temblar y agitarse, y sé instantáneamente lo


que está haciendo. Está tratando de contenerse, porque si se deja ir
ahora, este sueño puede venirse al suelo como un avión sin motores, y
ninguno de nosotros quiere eso.

—Vamos —digo en su oreja, mi voz baja y ronca, mi tono medio


amoroso y medio implacable—. No hemos terminado todavía.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Diez
Jackson
Las palabras de Alyssa en mi oído rompen a través de una bruma
de querer tan intensa que no las entiendo al principio. Cuando las
registro, me golpean como un camión Mack. Ella tiene jodidamente razón.
No hemos terminado todavía.

Nunca vamos a acabar. Esa es la maldita verdad absoluta.

Pero no me puedo concentrarme en eso ahora, no cuando estoy


enterrado profundamente hasta las bolas en la mujer más hermosa del
planeta, mis músculos tensos y temblando por el esfuerzo de no correrme
dentro de ella en este mismo instante.

Si hago eso, esto es todo. Si hago eso, ambos rodamos


apartándonos, en el jodidamente caro edredón, y... ¿qué? ¿Nos quedamos
dormidos? ¿Nos abrazamos? ¿Hablamos?

No. No hacemos nada de eso. Seguimos haciendo esto. Dos años, y


no me voy a conformar con una follada de diez minutos.

Me quedo quieto, después salgo de ella. Alyssa bloquea sus tobillos


detrás de mi espalda, tratando de hacer que me quede, y cuando la
cabeza de mi pene se desliza fuera de su raja apretada, gime un poco.
Pongo una mano debajo de su mandíbula e inclino su cabeza hacia atrás,
mis ojos bloqueándose en sus vivos ojos verdes.

—Tienes toda la razón —gruño, y jadeo un poco, con el rostro


atrapado en algún lugar entre una sonrisa y calor al rojo vivo—. No hemos
terminado todavía.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Liberándola, me muevo hacia atrás, dándome espacio para girarla


sobre su cara, de manos y rodillas.

—Sí —sisea—. Sí.

Se apresura para cogerse del tejido de satén de la colcha mientras


me coloco detrás de ella. Justo cuando presiona su culo hacia mí, la más
bella invitación a cualquier cosa que he visto en mi vida, pongo mis
manos en sus caderas y me alineo con su apertura.

Alyssa se prepara, esperando que choque con ella, pero no lo hago.


Vacilo, la cabeza de mi pene solo rozando sus pliegues.

Ella espera otro momento, luego se retuerce en frente de mí,


tratando de empujarme desde delante. Deslizo una mano alrededor de la
superficie plana de su vientre y luego hacia abajo hasta que la yema de
mis dedos toca su clítoris y froto en pequeños círculos que sé que la
vuelven loca.

Su cabeza va inmediatamente a la superficie de la cama y se tensa,


pequeños gemidos se le escapan. Lleva su mano a su boca, mordiéndose
uno de sus nudillos, probablemente para evitar ser escuchada.

Levanto mi otra mano de su cadera y la llevo a estrellarse contra


su culo. Ella grita, la marca de un rojo más alto que la rosa de antes, y
después se mueve contra mi mano, luego de vuelta contra mi pene.

—Déjame escucharte.

Después de eso, no trata de reprimirse.

¿Cuál es el punto, de todos modos? Por toda esta mansión, estoy


seguro de que la gente está follando y siendo follada. Y ninguno mejor
que Alyssa ahora, ninguno con más pasión, más calor.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Froto su clítoris hasta que está justo en el borde, un nuevo chorro


de humedad en la cabeza de mi pene, y luego quito la mano. Ella respira,
comienza a decir “no”, y es entonces cuando empujó dentro de ella con
todas mis fuerzas.

Agarro sus caderas en mis manos y tiro de ella hacia atrás contra
mi pene con cada movimiento, yendo en profundidad, sosteniéndola con
tanta fuerza que no puede escapar. Y aunque ella se retuerce en mi polla,
su coño palpita a mi alrededor, sus gritos sólo se hacen más fuertes y
más jadeantes. Separa un poco más sus piernas, empuja hacia atrás un
poco más duro, y tomo una respiración profunda, la sensación de tenerla
en mis manos es como volver a casa.

Es todo lo que puedo hacer para no perder el control de mí mismo


en este momento. Ya he perdido la parte de mí que está enfadada con
ella, que la odia por lo que hizo... pero esa parte era tan pequeña que
apenas supuso una pelea.

Todo lo que quiero, todo lo que siempre he querido, es que sea mía,
como en este momento.

Mía.

—Eres mía —digo, mi tono duro, que sólo la vuelve más loca, sólo
la hace empujarse hacia atrás contra mí con energía renovada—. ¡Dilo!

—¡Soy tuya! —jadea, y aprieto mi agarre sobre ella, tan apretado


que espero que haya una marca donde tenía mis manos, donde mis
manos deberían haber estado todo el tiempo.

Estoy tan cerca del borde.

Libero sus caderas con una mano y pongo mis dedos de vuelta en
su clítoris. Gime al instante, el sonido proviniendo de lo más profundo de

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

su garganta, y soy implacable, frotando en círculos concéntricos


alrededor de su punto más sensible, y ella se mueve contra mí, por lo que
es un reto mantenerla en su sitio.

Me encanta un jodido desafío. No puedes mantenerme lejos de un


desafío.

Un segundo más, y Alyssa explota sobre mi pene por segunda vez,


y esta vez no puedo evitarlo. Golpeo en ella con toda mi fuerza restante y
me corro duro, tan duro que mis músculos de las piernas se aprietan y
estiran, todos los músculos de mi cuerpo involucrados y gritando con la
liberación.

Es tan intenso que por un minuto mi visión se ennegrece. No puedo


ver nada... sólo puede sentirla en mis manos, todavía meciéndose contra
mí, todavía maullando, una gatita sexy, que solía ser la misma imagen
de Marilyn Monroe, y es la mejor maldita cosa que me ha pasado desde
que me dejó de pie en la puerta de mi habitación de la residencia hace
dos años.

Mi corazón late fuerte y rápido en mi pecho. Estamos congelados


en el lugar hasta que pongo un brazo alrededor de su cintura y la acuno
contra mi lado, ambos colapsamos en la cama, el pecho agitado, tratando
de recuperar el aliento.

La única cosa es... no quiero. Quiero permanecer en este momento


sin aliento con ella para siempre.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Once
Alyssa
Mi corazón se acelera aun cuando se desacelera mi respiración y
mis músculos se relajan contra el cuerpo de Jackson. Puedo sentir su
propio latido contra mi espalda, donde su pecho tonificado se encuentra
con la curva de mi columna vertebral. Puedo sentir cada respiración que
toma.

¿Por qué coño tiene que sentirse tan bien?

Su brazo está curvado alrededor de mi cintura, justo por encima


de mis caderas, cubriéndolas así. Había una cierta manera en la que no
podía soportar ser tocada después del sexo... un centímetro más arriba,
y se sentía como cosquillas; un centímetro más abajo, y el peso en contra
de mis caderas se ponía demasiado pesado. Nada ha cambiado, y la
presión de su abrazo es, como siempre, jodidamente impecable.

Cuando nuestra piel se encuentra, una especie de electricidad


baila, tanto es así que no puedo conciliar el sueño en su totalidad, no
puedo permitir que mi mente vaya a la deriva... pero lo que pasó entre
nosotros fue tan intenso y crudo que no puedo llevarme a la plena
conciencia tampoco.

No sé cuánto tiempo estoy a la deriva en ese espacio entre el sueño


y la vigilia, pero en algún momento me olvido.

Me olvido de que he roto con Jackson.

Me olvido de que hemos pasado los últimos dos años separados.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Me olvido de que es Halloween, y que estamos en una mansión en


una exclusiva fiesta.

Me olvido de Delta. Me olvido de los Alphas. Me olvido de ser la


Reina de la Cosecha.

Aquí, en esta sala, ninguna de esas cosas importa. Lo único que


importa es el contacto piel a piel que estoy compartiendo con Jackson,
su aroma dulce y picante, la forma en que su aliento es caliente contra
la parte de atrás de mi cuello.

Cuando por fin salgo de ello, es porque empiezo a notar el sonido


del crepitar del fuego en la chimenea. Parece extraño que no estemos
sudando a muerte, dado el tamaño de la habitación... es amplia, pero no
demasiado grande. Abro los ojos y miro bajo mi nariz. O bien se trata de
una falsa chimenea locamente realista o el control de la temperatura aquí
es fuera de serie.

Creo que, si puedes permitirte el lujo de poseer una mansión,


puedes permitirte estos bonitos detalles.

Empiezo a girarme y estirarme, e inmediatamente Jackson se


tensa.

—No —murmura contra la parte posterior de mi cuello.

—Estoy estirándome.

Ni siquiera quiero hablar demasiado alto por miedo a que este


momento se rompiera y colapsara sobre nosotros. Durante un minuto,
tengo que contenerme literalmente de pellizcarme, ¿es esto una especie
de sueño febril salvaje que tuve en vez de asistir a esta fiesta?

No, es real, tan real como el propio Jackson, quien tiene una mano
sobre mí mientras yo levanto mis manos por encima de mi cabeza,

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

saboreando la deliciosa sensación de acabar de ser follada justo de la


manera correcta. Acabo moviendo mis dedos de los pies hacia los pies de
la cama, por primera vez, notando el paisaje elaborado pintado en el
techo.

—Guau... mira esa mierda.

Jackson gira sobre su espalda, sus párpados aleteando. Cuando


los abre por fin, mira hacia el techo.

—¿Quién diablos es este tipo?

—El Profesor Misterio.

—No, tienen un nombre... lo recuerdo de la invitación. Henderson.


Pero ¿quién demonios son? No pueden haber comprado este lugar con
salarios de profesores.

Me encojo de hombros, uniendo mis dedos con los de Jackson,


nuestras manos entrelazadas descansando sobre mi vientre.

—Tal vez es dinero heredado.

—Debe ser.

Caemos en un cómodo silencio, mis ojos trazando los dibujos sobre


nuestras cabezas. A la luz del fuego, casi parecen vivos, las diminutas
ramas de los árboles parecen oscilar en el viento, y los animales son tan
realistas que casi tiemblan de vida.

En cierto modo me asusta.

—¿Sabes qué hora es?

—Voy a agarrar mi teléfono.

790
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Jackson se levanta de la cama, después se inclina y me besa. Sabe


como a champán con un matiz de menta. Quiero saborearlo siempre,
pero... También necesito saber si hemos pasado accidentalmente toda la
noche aquí. Eso sería incómodo.

—Sólo pasa un poco de la una de la mañana —dice Jackson desde


el pie de la cama.

No puedo dejar de suspirar.

—Tarde.

Él me da una sonrisa maliciosa.

—Nunca es demasiado tarde.

—Aún no, pero pronto. Pronto va a ser tarde. ¿No crees que la gente
nos estará buscando? Vine con Jeannine. —Me doy cuenta demasiado
tarde de que no tiene idea de quién es Jeannine. No le he mantenido
exactamente actualizado sobre todas mis nuevas amigas de la
hermandad.

—¿Te ha enviado un mensaje?

Lo sigo al pie de la cama y encuentro mi teléfono en mi bolso, que


olvidé por completo al instante en que salió de mi hombro junto con el
resto de mi ropa. No hay ni un solo mensaje de Jeannine. Debe estar
ocupada en otras partes de la mansión, aunque si conozco a Jeannine,
es probable que aún esté en medio de la pista de baile, sudando su traje,
moviéndose contra el chico más caliente que pueda encontrar.

Las manos de Jackson se deslizan por mis lados distrayéndome del


teléfono.

—¿Está preocupada?

791
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Dejo caer el teléfono a la alfombra y me giro en sus brazos,


poniendo mis manos a ambos lados de su cara y atrayéndole por otro
beso. Su polla se retuerce entre nosotros, ya dura como una roca, y sé en
ese momento que no me voy a ninguna parte.

¿Y por qué habría de hacerlo? Hay una voz pequeña en la parte


posterior de la cabeza que sigue jodidamente protestando, todavía me
dice que sería más inteligente irme ahora, mientras mi corazón y mi vida
están todavía intactos, pero mi cuerpo quiere más de Jackson.

Mi cuerpo siempre quiere más de Jackson.

Pero si sólo puedo tener esta noche, entonces lo último que voy a
hacer es empujarle, decirle que tenemos que terminar las cosas por el
bien de… ¿por el bien de qué? Encontrar a Jeannine, ¿quién está bien
sin mí?

De ninguna manera. Sólo voy a acercarle más.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Doce
Jackson
Es lento esta vez, lento y suave. Nos tomamos nuestro tiempo.
Como si tuviéramos todo el tiempo que queda en el mundo.

Ignoro por completo el hecho de que con cada momento que pasa,
se nos está acabando.

Tarde o temprano, tendremos que salir de esta habitación, regresar


a la planta baja. ¿Nos separaremos allí, o será alguna escena jodida en la
entrada de la mansión? ¿O Alyssa simplemente caminará lejos de mí,
como hizo hace dos años?

Meto todos mis pensamientos en la parte posterior de mi cabeza,


donde no pueden arruinar lo que tenemos aquí en esta sala, y concentro
toda mi atención en follar a Alyssa como si hubiéramos estado juntos por
siempre. Así es como sería después de un largo fin de semana juntos,
haciendo lo que sea que queramos. Con ella, no necesitaría recorrer los
bares en busca de una chica que está garantizado que no tiene nada que
ver con ella. No tendría que pasar mis noches conduciendo
temerariamente por la carretera, tratando de encontrar consuelo en la
velocidad.

Solíamos hacer todo eso juntos. Por supuesto que sí. Pero lo que
nos gustaba de verdad era estar juntos. Incluso tomarnos de las manos
era como el sexo, la forma en que nuestros dedos se entrelazaban, la
forma en que ella nunca dejaba de apretar, acariciar.

Se estira y arquea debajo de mí mientras follo, lánguidamente,


como si esta noche nunca fuera a acabar. Parece que estamos

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

atrapados en un lugar sin tiempo donde nada importa. Nada de nada,


excepto mi polla deslizándose dentro y fuera de su coño resbaladizo. Nada
en absoluto, excepto llevarla lentamente, siempre tan jodidamente lento,
hasta el borde, y luego otra vez, dos veces, y luego tres veces.

Alyssa se derrite en mis manos. En el momento en que la llevo a


un tercer orgasmo tembloroso, sus ojos están cerrados y su boca está
ligeramente abierta, y jadea a la vez que empujo dentro de ella.

Es increíble que nos encontráramos en esta fiesta, de todos los


lugares en el campus. Es aún más increíble que caminase hasta mí y
tomara el asunto en sus propias manos pequeñas y delicadas. Pero ella
no es tan delicada como se ve. Nunca lo ha sido.

Este ser impecable debajo de mí en la cama está muy lejos de la


chica que solía conocer... la chica con bordes duros y una extraña luz en
sus ojos, que se escabullía de la casa de sus padres para ir a fiestas
conmigo en mitad de semana, que nunca se echaba atrás ante un desafío.
Alyssa ahora es casi demasiado perfecta, de una manera... con todas esas
aristas suavizadas, incluso ¿la seguiría reconociendo si no estuviéramos
desnudos así, totalmente expuestos el uno al otro?

—Oh, Dios mío —dice, en voz baja y entrecortada, y pone sus


manos sobre mis hombros y se agarra con fuerza—. ¿Cómo pude... cómo
puede…?

—¿Cómo pudiste el qué? —La pregunta sale más suave de lo que


pretendía, las palabras más rotas, porque una vez más, estoy justo al
borde. Justo ahí…

No puedo recordar la última vez que me corrí dos veces en una


noche. Debía haber sido con Alyssa, ya que desde entonces nadie me ha
excitado tanto. Nadie que haya encontrado en bares, o en fiestas donde
la música es demasiado alta y todo parece casi ilegal, me ha

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

cautivado tanto como ella me seduce en este mismo maldito instante.

Hay un término medio.

Hay una versión de Alyssa que no es exactamente la chica mala


imprudente que conocía, no en su vida normal, de todos modos, pero no
del todo la chica de hermandad reina de belleza, tampoco. Lo sé como sé
que el sol sale cada maldita mañana.

Puedo ver un atisbo de ella en este momento, mientras mece sus


caderas arriba hacia mí justo como me gusta, la forma en que me vuelve
loco, incluso en este lento y reflexivo ritmo... y estoy arriba y sobre el
precipicio de nuevo, corriéndome tan duro como antes y colapsando
hacia adelante, con la cara enterrada en la clavícula de Alyssa.

Dejo que mi cuerpo entero se relaje en ella todo el tiempo que puedo
permitirlo, justo hasta el momento en que siento que debo estar
aplastándola, y luego me levanto, y salto al final de la cama, y estiro mis
manos hacia el techo.

Sí, todo esto podría derrumbarse como un maldito castillo de


naipes, pero en este momento me siento lleno de energía. Victorioso. Hay
un pequeño matiz de decepción, también... un arrepentimiento avanzado
porque esta noche se va a acabar, pero en este momento estoy
saboreándolo.

Alyssa se ríe desde la cama, su risa un poco triste, y se une a mí


en la alfombra, estirando su cuerpo sinuoso frente a mí, sus curvas
jugando ante la luz del fuego.

Dios, es una vista magnífica.

Luego pone sus manos en sus caderas y mira hacia abajo a la ropa
esparcida por la habitación.

795
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—¿Quieres ayudarme con lo mío, o simplemente deberíamos


hacerlo solos?

Cojo el vestido del suelo antes de que pueda llegar a él y le doy la


media sonrisa que sé que traerá una sonrisa a su cara.

—¿Y dejar pasar la oportunidad de verte desnuda durante otros


cinco minutos? No lo creo.

—¿Crees que me toma cinco minutos ponerme este vestido?

—Puedo hacer que tome cinco minutos.

Se ríe, y me pongo delante de ella, tirando de él lentamente sobre


su cabeza, la tela fruncida en mis puños. Paro cada momento para besar
un lado de su cuello, para mordisquear al lóbulo de su oreja, lamer la
línea de su hombro. En el momento en que el vestido está puesto de
nuevo, el dobladillo cayendo cuidadosamente hacia el suelo, está
temblando con lo que parece deleite.

—Está bien —dice, con una sonrisa en su voz—. Tú ganas.

796
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Trece
Alyssa
Nunca pensé que ponerse un vestido podría ser tan sensual como
quitárselo, pero una vez más, Jackson demuestra que estoy equivocada.
El único problema es que, tan pronto como la tela está sobre mi cabeza,
quiero arrancarla, empujarlo hacia atrás sobre la cama, y follarle hasta
que salga el sol. Tal vez más.

Pero tengo la sensación de que si me lleva al borde de nuevo, y lo


haría, más de una vez, podría fundirme en ese edredón y nunca volver a
levantarme. Entonces mi vida estaría arruinada. Tengo que sacudir mi
cabeza un poco para recordarme que esto es la casa de alguien. Con el
tiempo, la fiesta se acabará, nos guste o no.

Es hora de afrontar el resto de nuestras vidas.

Jackson está delante de la chimenea, poniéndose lentamente la


ropa de nuevo. Gimo por cada centímetro de carne que está cubierto,
respirando un poco aliviada cuando empuja las mangas de su camisa
atrás, revelando los tatuajes en su antebrazo. Al menos puedo verlos por
un poco más de tiempo.

Encuentro mis zapatos cerca de la puerta y me doblo para cerrar


las correas. Cuando miro hacia arriba, Jackson me está mirando, una
expresión indescriptible en su rostro.

—¿Estás lista? —Su voz es suave, casi afligida.

No. No estoy malditamente lista. Quiero volver a la cama con él en


este momento. Si no en esta cama, entonces otra. Dondequiera que

797
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

él esté es lo suficientemente bueno para mí.

Uf, ¿qué estoy pensando? Ésta es una aventura. Ésta es una noche
de diversión antes de volver a la vida que me he construido con esmero
en los últimos dos años. No soy más esa chica... la chica con el corte de
pelo vanguardista, la chica que no hacía nada para elevarse en la
sociedad. Ésa no soy yo.

Excepto... en mi interior. Salvo unas pocas partes de mí que han


sobrevivido al ver la luz del fuego en esta sala, con Jackson. Resulta que
no importa que haya aprendido cómo utilizar un rizador de pelo y como
estar de pie erguida. No importa que aprendí a ser amiga de otras mujeres
en lugar de odiarlas con ferocidad al momento en que las veía.

—Sí.

El tiempo se ralentiza mientras Jackson hace su camino a través


de la habitación hacia mí. ¿Por qué hice eso, de todos modos? ¿Por qué
le dejé?

La respuesta viene a mí con tal claridad que estoy jodidamente


sorprendida de nunca haber pensado en ello antes. Porque quería eso.
Quería una vida más limpia y brillante, una que no estuviera llena de
tanto riesgo. Y cuando llegó la oportunidad la aproveché. Por supuesto
que lo hice. La mitad de las chicas de mi planta... incluyendo mi
compañera de habitación, que era el tipo de chica agradable que odiaba
en el instituto, corrían hacia las hermandades.

¿Qué demonios me hizo cambiar de esa manera? No lo sé. Tal vez


fue el estar lejos de casa por primera vez, en verdad, en toda mi maldita
vida. Tal vez sólo me llenó la emoción y nunca miré hacia atrás. Tal vez
incluso entonces sentí que sería mi única oportunidad de sacudirlo todo
por completo. Era seductor como el infierno... casas señoriales, construir
amistades, la forma en que todo era más fácil, desde hablar con los

798
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

profesores hasta conocer a chicos atractivos.

Lo que no conté fue lo mucho que echaría de menos a Jackson.


Una pequeña parte de mí extraña a la chica que solía ser, pero incluso
cuando estaba disfrutando con Jackson y sus amigos a las tres de la
mañana en una noche de escuela, riendo demasiado fuerte, la energía de
la noche pulsando a través de mí, sabía que no sería esa chica siempre.
Todas las folladas en el mundo no podían sacarme la idea de que un día,
me gustaría ser una mujer adulta... arisca, quizás, pero con éxito, sin
embargo, no alguien al margen de la sociedad. Incluso cuando estaba en
medio de todo eso, sabía que era una fase pasajera.

Jackson no era una fase pasajera.

Joder, que él para nada es una fase pasajera.

Pasa una mano por mi hombro mientras pasa por mi lado, y algo
en sus ojos me dice que sabe exactamente lo fugaz que será esta noche.
Que casi ha terminado.

Me cuadro de hombros y enfrento la puerta, esperando para


seguirle al pasillo.

—¿Crees que esto valió la pena? —digo abruptamente antes de que


su mano alcance el pomo de la puerta.

—¿Qué? —Se vuelve hacia mí, con su frente arrugada.

Gesticulo hacia la sala, hacia la cama.

—Esto. Liarnos... volver a estar juntos así. Incluso si…

—¿Incluso si nunca lo hacemos de nuevo? —Lo que estoy viendo


en sus ojos es infinita tristeza. El tiempo pasa demasiado rápido. Mi
corazón late en mi pecho. Jackson toma una respiración profunda y

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

me mira a los ojos, el azul de sus propios ojos atravesando mi tripa—. Sí


—dice, levantando una mano a su cabello y alisándolo—. Valió la pena.

El silencio entre nosotros se une con otro aumento de la tensión


que estoy segura de que nunca seremos capaces de aprovechar. No si
salimos de aquí ahora mismo. Va a ser demasiado fácil volver a caer en
mis viejos patrones de evitarle, de quedar totalmente inmersa en la vida
de la hermandad. De ser la Reina de la Cosecha. En una relación con el
aburrido y guapo Tyler Ashworth.

—Está bien —digo sin convicción, mi voz casi un susurro. ¿Qué


demonios más voy a decir? No tengo una pregunta que le siga.
Desesperadamente, quiero que siga hablando para siempre, quedarme en
este pequeño capullo del pasado para siempre, pero esa simplemente no
va a ser una opción. Tengo que dejarlo ir, de una vez por todas.

Jackson se gira hacia la puerta y llega a la perilla.

—Joder —murmura en voz baja.

—¿Qué?

Cuando me mira de nuevo, sus cejas se levantan, y niega un poco,


como si no pudiera creer lo que está sucediendo.

—Está cerrada.

—Eh... ¿ábrela?

—Desde fuera.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Catorce
Jackson
Por supuesto que iba a suceder así. Justo cuando las cosas se
ponen torpes y pesadas, esto no es lo que quiero, en absoluto, descubrimos
que estamos encerrados en esta habitación.

De repente, la habitación parece que está apretándose a mi


alrededor. No quiero tener una jodida discusión triste por cómo solían ser
las cosas. No quiero dar vueltas y vueltas sobre los qué pasaría con
Alyssa, hasta que los dos estemos lamentándolo todo, de los últimos dos
años. ¿Por qué ella iba a lamentar nada de lo que ha hecho? Me cambió
por una vida que probablemente la lleve más lejos de lo que yo jamás
podría.

Incluso ese pensamiento no suena a verdad en mi mente. Puede


que no me importe una mierda conseguir un trabajo de nueve a cinco y
desplazarme a la oficina, pero algún día pondré mi grado a trabajar y seré
lo suficientemente exitoso.

Alyssa, sin embargo... ella estará en la maldita estratosfera. Con la


forma en que se ve, y los hombres babosos a los que tiene acceso, no hay
manera de que vaya a ser nada menos que una de las mujeres más ricas
del bloque.

—Joder —digo, la extraña tensión del momento atraviesa mi


espalda.

—¿Qué? —Hay un deje de preocupación en la voz de Alyssa... un


toque de lágrimas por venir. Jodidamente lo odio.

801
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Le doy una mirada como que no puedo creer que esto esté pasando,
porque no puedo.

—Está cerrada.

Ella entrecierra sus ojos.

—Eh... ¿ábrela?

—Desde fuera.

Ella toma una respiración, la deja salir.

—¿Estás seguro?

Giro el pomo de la puerta de nuevo. No se mueve. Lo muevo una,


después dos, finalmente poniéndome mi peso contra él. No importa lo que
haga, la puerta no se abre.

Alyssa se adelanta y me aparta del camino.

—Déjame intentarlo.

Agarra con las dos manos, tirando hacia atrás, poniendo a prueba
todos los ángulos de la perilla de la puerta. Pone tanta fuerza que veo un
par de gotas de sudor aparecer en el nacimiento de su pelo.

—Vale —dice finalmente, dejando caer sus manos a su lado—. Está


cerrada.

—Sí.

Se muerde el labio, me mira, y espera.

—¿Qué quieres hacer?

—Bueno, podemos golpear la puerta y gritar.

802
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Miro hacia el techo, exasperado. Es probablemente la única opción,


pero la última cosa en la tierra que quiero hacer, aparte de ser atrapado
aquí como un maldito prisionero, es tener que ser rescatado por los
profesores misteriosos. No es que me importa un carajo lo que la gente
piensa de mí, pero hará la vida en el campus durante el próximo mes
realmente molesta si todo el mundo está hablando del tipo que fue
encerrado en una habitación de la mansión.

Con un suspiro, Alyssa da la espalda a la puerta y pone las palmas


de sus manos contra ella como si estuviera reuniendo sus fuerzas para
pedir ayuda.

¿Yo? Vuelvo a la habitación.

Cuando no me muevo de nuevo a su lado, se da la vuelta y me


enfrenta.

—¿Qué estás haciendo?

Dejo que mis ojos viajen lentamente por toda la habitación. Antes,
tenía tanta prisa por castigar a Alyssa... y luego follarla, y joder si mi polla
no está poniéndose dura sólo de pensar en ello, que no miré los detalles.
¿Quién demonios lo haría? Ningún hombre que conozca

—Estoy buscando otra puerta para salir de aquí.

Descarto detrás de la cama, porque se ve demasiado pesada como


para moverla, y ¿quién pondría una cama gigante así delante de una
puerta oculta? Lo mismo para la chimenea. La chimenea da a una pared
exterior, por lo que incluso si se diera la vuelta como uno de esos paneles
con truco de las películas, simplemente caeríamos a los jardines y
probablemente moriríamos por la caída.

Hay un vestidor contra la otra pared, lo que nos deja con unos dos

803
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

metros y medio a la derecha de la cama. Ahí es donde voy y entrecierro


mis ojos hacia la pared, en busca de cualquier señal de un pasadizo
secreto. Es desesperado y estúpido, lo sé... simplemente no pude evitarlo.
No estoy dispuesto a quedarme a merced de todos los idiotas borrachos
en esta fiesta. Aún no.

—¿En serio? —dice Alyssa desde la puerta. Cuando no contesto,


ella viene a mi lado—. No hay una puerta secreta para salir de aquí.

—¿Cómo sabes eso?

Ella toma una respiración aguda.

—No lo sé, pero ¿por qué diablos alguien tendría un pasadizo


secreto en una mansión así?

Me río de eso.

—¿Por qué no tener un pasadizo secreto en una mansión como


ésta? Mira alrededor. Este lugar es una locura.

Mira la decoración... un papel de pared intrincado, muebles


pesados, el ánimo oscuro general de la habitación y saca su aliento entre
sus labios.

—Vale. Es ese tipo de mansión. ¿Pero qué te hace pensar que hay
una puerta en esta habitación?

—Esto.

Es sutil, y si no hubiera sido tan jodidamente desesperado por


salir, nunca lo habría notado. Sin embargo, tres paneles de la pared no
se ajustan exactamente al nivel del resto. El patrón de la imagen de fondo
cubre hasta las costuras. Pero definitivamente hay algo allí.

804
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Me pongo de cuclillas y paso mis manos a lo largo de la moldura,


de color oscuro para coincidir con los muebles, y... joder sí. Ahí está. Hay
un pequeño hundimiento en el modelado que simplemente se ajusta a mi
pulgar. Una prensa, un clic, y mi corazón se acelera mientras un panel
de la pared se abre, revelando un corto y estrecho pasillo.

Alyssa pone su mano sobre mi hombro y la desliza abajo para que


sus dedos se enreden en los míos mientras me pongo de pie.

—Santa mierda —dice, su voz un susurro entrecortado—. Esto es


jodidamente increíble.

La energía me atraviesa, justo como cuando esperaba en la acera


una manzana más allá de su casa en la oscuridad, mi corazón en mi
garganta, mis ojos mirando por cualquier movimiento.

Ella me mira con una sonrisa maliciosa.

—Hagámoslo.

Dios, la echaba de menos.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Quince
Alyssa
No puedo jodidamente creer que haya un pasadizo secreto para
salir de esta habitación, pero puedo creer que Jackson lo encontró.
Siempre buscaba maneras de salir... de mi casa, de la escuela, de las
vidas aburridas en las que estábamos presos durante el instituto. Me
sorprendió cuando anunció que iba a venir a LSU conmigo. Era el tipo de
chico que me imaginaba mudándose a la ciudad de Nueva York con una
maleta de ropa y viviendo en algún apartamento con otras seis personas
sólo por ser parte de una escena que nadie veía.

Yo quería ser esa clase de chica, pero en el fondo, toda mi


imprudencia era menos profunda que un charco en la acera. Cuando el
tercer año de instituto pasó, yo, como todo el mundo, solicité para la
universidad, incluso si fuera a admitirlo.

Este era el tipo de aventura que había imaginado tener en ese


caliente verano que pasó en un parpadeo antes de irnos. Estimulante y
prohibida. No me imaginaba que cuando finalmente llegara ese día,
estaría vestida como Marilyn Monroe, aferrándome a la mano de un
atractivo Sherlock Holmes.

Jackson pasa primero al pasillo, tirándome detrás de él. Es,


definitivamente, polvoriento. Mi piel se pone de gallina ante la idea de
arañas, pero la luz del fuego que viene de la habitación detrás de nosotros
no ilumina el techo y no me atrevo a mirar hacia arriba. Atrevida... claro.
Sólo estoy preparándome para la sensación de una criatura deslizándose
por mis brazos desnudos.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

En el otro extremo del pasillo hay otra puerta.

Jackson se inclina hacia ella, escuchando. Todo lo que puedo oír


es el sonido de nuestra respiración y el fuego detrás de nosotros.

—Espera —digo de repente, dando siete pasos atrás. No puedo ver


la pared a un lado de la puerta, así que saco el teléfono de mi bolsillo y
lo uso como linterna. Aproximadamente a la altura del hombro hay un
interruptor para la puerta, como uno de esos anticuados interruptores
de luz. ¿Cuántos años tiene esta mansión?

Cuando lo pulso, el panel se cierra, dejándonos en una oscuridad


casi completa. La grieta delineando el panel es muy delgada.

El teléfono de Jackson se ilumina en el otro extremo del pasillo, y


voy a su encuentro, iluminando con el mío la pared.

—¿Oyes algo? —susurro.

Niega.

La segunda puerta tiene un interruptor idéntico. Mi corazón está


en mi garganta. El hecho de que no podamos oír nada no quiere decir
que no haya nadie en el otro lado. No estoy preocupada por meterme en
problemas... estar con Jackson ha hecho que aparezca mi actitud antigua
de a quién le importa la autoridad y los propietarios de viviendas, pero
estoy un poco nerviosa por estar cara a cara con...

No lo sé. Podría ser cualquiera, dada esta fiesta.

Jackson alarga su mano y presiona el interruptor, y un panel se


desliza para abrirse.

La habitación que se revela no está iluminada por la luz del fuego.


En lugar de ello, hay luces empotradas a lo largo del borde exterior

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

de la pista de brillan en un suave resplandor que está obviamente


destinado a inspirar un estado de ánimo sexual.

O tal vez son los muebles.

Jackson abre su boca, luego la cierra de nuevo.

—¿Qué mierda...? —Su tono tiene más pregunta que cualquier otra
cosa. Siento exactamente lo mismo.

Jackson y yo podríamos pasar horas aquí. Días.

Hay... Ni siquiera sé cómo describirlos. Bancos y mesas, una


colección de látigos en las paredes, un marco gigante en forma de X con
correas que se ven como que pondrían una deliciosa presión sobre las
muñecas y los tobillos. La habitación es fácilmente tres veces el tamaño
de la habitación de la que acabamos de venir, y me golpea: esa habitación
es en realidad para el después.

Santo Cristo.

No puedo evitarlo.

Cruzo a un vestidor en la pared cercana y abro el cajón superior


para revelar una colección de tapones anales cuidadosamente colocados.
Me muerdo el labio mientras Jackson se pone a mi lado. Después de un
minuto, él pone su mano sobre la mía y lo cierra.

Me quejo un poco.

—¿Por qué no encontramos este cuarto primero?

La mirada que me da es de medio anhelo, medio conocedora.

—Es algo bueno. No hubiéramos salido nunca. —Levanta su


cabeza, mirando hacia la puerta—. ¿Escuchaste eso?

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Riendo, el sonido de los pies tropezando medio amortiguada por la


alfombra en el pasillo. Si se trata de Jeannine, o cualquier otra persona
que conozca, lo último que quiero es tener una discusión sobre esta
habitación con ellos.

—Vámonos.

Los dos nos arrastramos hacia la puerta. Los pasos se alejan,


dejando sólo silencio.

Cuando ha estado en silencio durante varios segundos, Jackson


abre la puerta, y nos apresuramos hacia el pasillo vacío y de vuelta hacia
la puerta de donde vinimos. No duda, bajando las escaleras de dos en
dos.

Entramos de repente en el vestíbulo, y la música me golpea con


toda su fuerza. La fiesta todavía sigue.

—¡Alyssa! —grita alguien, detrás de mí, y me giro para ver a


Jeannine, su cara roja por el champán y el baile—. ¿Dónde demonios has
estado?

—Yo…

Me vuelvo para mirar a Jackson, para ver qué explicación debería


ofrecer, si debiera... y se ha ido.

Simplemente no existe.

Mi boca se abre.

¿Cómo pudo escapar tan rápido?

Mi corazón se desploma contra mis zapatos. ¿Es realmente el final


de... lo que sea que fue esto?

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Si es así, ¿por qué me siento tan increíblemente decepcionada?


¿Por qué estoy de repente al borde de las lágrimas?

Fuerzo una sonrisa en mi rostro y me giro de nuevo haca Jeannine,


que no parece haberse percatado de que algo va mal en absoluto.

—Explorando.

Alguien aparece a su lado, lanzando su brazo alrededor de ella y


tirándola contra él. Comparten un beso descuidado, y entonces ella lo
aleja y alarga su brazo hacia mí, enlazándolo con el mío.

—¡Ven a bailar! —dice en voz alta, pero niego.

—Me voy a ir.

—Oooh no lo hagas... —Pone mala cara, pero le doy un abrazo


rápido y retrocedo. No puedo soportar estar aquí sin él. No puedo soportar
estar aquí con él.

Sólo tengo que irme.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Dieciséis
Jackson
A la luz de la tarde, estoy tumbado sobre la espalda en mi cama
extra larga en mi dormitorio y miro a través de la ventana a las hojas del
árbol afuera. Alguien por el pasillo está reproduciendo música de mierda
a unos niveles demasiado altos, a pesar de puedo garantizar que al menos
tres cuartas partes de los chicos de esta planta están maliciosamente
resacosos después de esa fiesta.

Es el jodido epítome de lo poco guay que es vivir en los dormitorios


como junior, pero era, con mucho, la opción más barata, y si me mudaré
a algún lado después de la universidad, voy a necesitar todo el dinero que
pueda conseguir.

Alguien golpea la puerta al final del pasillo, y la música cae unos


pocos decibelios.

Estupendo. Ahora puedo concentrar mi atención de nuevo en


Alyssa, donde ha estado desde que salí de esa fiesta.

No podía estar de pie en el pasillo con ella, sabiendo que la


conversación rebuscada sobre encontrarnos en el campus vendría. No
quería intercambiar una maldita palabra con ella sobre cuán agradable
fue y cómo deberíamos hablar o tomar un café en algún momento.

Sé que nunca voy a verla de nuevo, y se siente como ser eviscerado


con un cuchillo sin filo.

Me doy la vuelta sobre mi lado y alargo mi mano por mi teléfono.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Nada ahí, de nadie. No es una sorpresa.

El sueño fue inquieto una vez llegué anoche, y esta mañana a las
seis ya no podía aguantar más, así que fui y me quedé en la ducha hasta
que pensé que me iba a hervir vivo. En los dormitorios, el agua caliente
nunca se agota.

Limpio de la fiesta, obtuve unas cuantas horas de sueño, pero soñé


con Alyssa tan vívidamente que me desperté alargando mi mano por ella.

Es como si nunca fuera a ser libre de ella.

Me dejaré otra hora de esto, y luego iré a buscar algo de comida.


Tal vez al mexicano. ¿A quién carajo le importa?

Haz que te importe, pienso. Estar abatido como un idiota inútil no


me va a hacer ningún bien.

Pierdo la noción del tiempo. Las sombras del árbol fuera juegan a
través de la pared, mientras el sol se pone a través del cielo. ¿Ya ha
pasado una hora?

Mis párpados están pesados, y estoy justo considerando volver a


dormir cuando hay un golpe en la puerta.

Mis ojos se abren de golpe. Fue un golpe suave, pero el sonido viaja
por el dormitorio, por lo que podría haber sido al otro lado del pasillo.
Todos mis nervios están en alerta.

El golpe vuelve.

Con un suspiro pongo mis piernas a un lado de la cama y paso mis


manos por mi pelo. Estoy vestido con vaqueros y una camisa abotonada.
Casi me quité los pantalones cuando volví a la cama, que es al menos
conveniente ahora. A quienquiera que esté al otro lado de la puerta

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

no le importará, de todos modos.

Pongo mi mano en el picaporte y respiro, sin molestarme en mirar


por la mirilla.

Mi estómago da la vuelta cuando veo quien está de pie en el pasillo.

Es Alyssa, sólo que no se ve nada como anoche. No es que esperase


que todavía llevara el disfraz.

Su pelo no está totalmente rizado, está simplemente ondulado,


rozando sus hombros. Y lleva maquillaje, pero no parece una de las
chicas de la hermandad que están en mis clases, retocada hasta el último
centímetro. Se ve como una versión adulta de la chica que solía conocer,
con pantalones vaqueros y una sudadera con capucha gris muy ajustada
que le hace absoluta justicia.

—Hola —dice, mirándome, sus ojos verdes enormes, no ocultos por


gruesas capas de rímel y delineador de ojos.

—Ey. —Una carga pasa a través de mí mientras nos miramos


durante un largo momento. ¿Qué está haciendo aquí?—. ¿Quieres
entrar?

—Sí.

Entra y cierro la puerta detrás de nosotros, dándole la vuelta a la


cerradura.

—No se quedará cerrada, ¿verdad? —dice, señalando la cerradura,


y dejó escapar una risa de cortesía.

—No, no se quedará cerrada.

Mira a su alrededor. No hay casi nada aquí que reconocería

813
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

después de dos años de estar separados, pero escoge el objeto que podría
reconocer.

—¿Todavía tienes esto?

Mi guitarra ha estado conmigo desde el primer año de instituto. Me


encojo de hombros.

—No toco mucho.

Cuando la tocaba, era sólo para ella. No sé por qué la he mantenido


aquí, cuando el espacio es un bien tan escaso.

No... Sé por qué.

—Escucha —dice bruscamente, dando un paso más cerca de mí.


Inhalo, y todo mi cuerpo se relaja a pesar de mí mismo—. Anoche…

—Lo sé —digo, sosteniendo ambas manos en frente de mí—. Fue


una cosa de una sola vez. No tienes que decírmelo.

—Eso no es lo que venía a decir.

—Fue divertido mientras duró, pero... ¿qué?

—Eso no es lo que vine a decir. —Alyssa está sonriendo, con sus


ojos brillantes de lágrimas—. Anoche fue... fue todo lo que he estado
echando de menos por dos años. Pero incluso si pudiera encontrar otro
hombre al que le gustase hacer esas cosas conmigo, no valdría nada. No
sin ti.

Mi corazón late más rápido, y lucho por mantener la sonrisa fuera


de mi cara.

—Todo esto… —pone sus manos hacia arriba, haciendo un gesto a


su alrededor—, todo esto no tiene sentido sin ti. Eso es de lo que me

814
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

di cuenta anoche. —Alyssa toma una respiración profunda—. Cometí un


gran error alejándome de ti. Yo… no soy la misma que era en el instituto,
pero…

No tengo que esperar a que termine. Puedo verlo todo en su cara,


en sus ojos, y mi corazón se hincha hasta que casi estalla. Doy un paso
hacia adelante y la abrazo, besándola como he querido besarla durante
dos años.

—Sí —murmuro en su boca.

—¡No sabes lo que iba a preguntar! —Ella se ríe, alejándome un


centímetro para poder mirarme a los ojos.

—Ibas a decir que debemos estar juntos. Ibas a decir que no te


importa lo que piensan tus amigas de la hermandad. Ibas a decir que
podemos encontrar algo en la mitad, porque no estás dispuesta a pasar
otro día sin mí.

Ella se ríe, un sonido hermoso y claro.

—¿Cómo lo supiste?

Le contesto con otro beso, profundo y largo y el comienzo de todo.

Fin

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Sophie Brooks

Romper las reglas

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Uno
Kaylee
—Hey, ¡cuidado!

—Lo siento —le digo al tipo vestido como un científico loco. El


bastón decorativo que es parte de mi disfraz casi ha terminado con varios
de los asistentes a la fiesta de esta noche. Doy un paso atrás, sólo para
chocar con alguien más. Me giro, encontrándome con un rubio alto
vestido con una toga que estabiliza un vaso de cerveza que acabo de
empujar.

—Lo siento —repito. Lo he estado diciendo mucho esta noche.

—No hay problema —dice Chico Toga, sus ojos barriéndome de


arriba abajo en mi disfraz… en lo poco que hay en él. Parece que
realmente le gusta la parte superior del corset de mi pequeño vestido
negro—. Entonces, ¿qué se supone que debes ser?

—Ella es un gato —dice el Científico Loco. Él no parece estar loco,


ya que pone su mano en mi brazo desnudo. Me estremezco un poco ante
su contacto. No estoy acostumbrada a mostrar tanta piel en público.
Nunca he sido el tipo de chica que use un disfraz sexy de Halloween, pero
después de todo esto es la universidad. Se supone que tenemos que hacer
cosas nuevas.

—Gran traje de gata cachonda —dice Chico Toga, y está claro que
piensa que me está haciendo un cumplido—. ¿Puedo traerte una copa,
Pequeña Gatita?

817
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Estoy bien, gracias. —Miro a mi alrededor. Mis compañeras


fueron las que querían venir aquí, pero hemos conseguido separarnos en
la masa de gente del salón de baile.

—¿Cuál es tu nombre, nena? —Esta vez es Científico Loco el que


pregunta.

—Kaylee

—¡Gatita Kaylee39! —dice disfrutando claramente cómo suena.

—Ella no es un gato —dice una voz familiar. Mandy y Trish se abren


paso entre la multitud para unirse a nosotros. Gracias a Dios. No somos
las mejores amigas pero nos habían asignado un dormitorio de esquina
juntas durante el semestre. Siempre había hecho todo lo posible para
llevarme bien con ellas, así que cuando dijeron que necesitaban a una
tercera persona para sus trajes esta noche, yo acepté venir tímidamente.
Este tipo de fiestas no eran lo mío, pero al menos podría decirle a mi
madre que he venido a una. Ella siempre estaba hablando de las épicas
fiestas a las que había asistido cuando era estudiante de LSU.

—Miradla —dice Trish a los hombres que están a mi lado, con sus
rizos de color rubio miel bailando sobre sus hombros desnudos—. Orejas
redondas y negras en su cabeza. Un vestido negro. Y luego está esto. —
Agarra mi cola cosida en la parte de atrás de mi vestido corto y da un
tirón. Todo el vestido se desplaza hacia abajo un par de centímetros y yo
grito, y tiro de nuevo hacia arriba en mi pecho. Científico Loco sonríe,
disfrutando claramente de la vista.

Chico Toga golpea una gran palma contra su frente.

39 En inglés Kitty Kaylee, suenan similar.

818
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—¡Caramba, eres una ratona cachonda!

—Casi, pero no del todo. Lo somos las tres —indica Mandy.

La sonrisa de Científico Loco se ensancha ante eso.

—Y dos de nosotros. Podemos trabajar con eso.

—Somos las tres las que estamos vestidas como ratonas —Trish
responde—. Y cada una de nosotras tiene un bastón y gafas oscuras.
Vamos, no es tan difícil.

—¿Tres ratonas cachondas con mala vista? —dice Toga—. No lo


entiendo.

—No, es como en la canción infantil, ¿cómo se titula? —reflexiona


Científico Loco.

—¡Lo sé… tres ratonas ciegas cachondas!

—¡Lo suficientemente cerca! —dice Trish con una sonrisa para


Chico Toga. Quiero discutir las frases, pero es parcialmente cierto. Si
combinas las telas de los tres de nuestros vestidos en uno sólo, aún sería
menos ropa de la que me pongo cada día para ir a clase. Y los tacones
negros altos y medias de red no ayudan.

Por trigésima vez esta noche, me pregunto por qué decidí unirme a
ellas hoy. Esta realmente no es mi tipo de multitud. No es que cualquier
tipo de multitud sea lo mío. Prefiero más los pequeños grupos de estudio
a los que asisto los martes por la noche a mis grandes clases. Por
supuesto, parte de eso es debido al líder del grupo de estudio. Carter
White. Incluso pensar en su nombre en mi cabeza me hace ruborizarme.
Él explica los conceptos difíciles de nuestra clase de unas formas que
todos podemos entender. Incita a los estudiantes tímidos como yo a
hablar. Él hace que el aprendizaje sea divertido. Pero cuando sueño

819
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

despierta con él, definitivamente no me centro en su capacidad para la


enseñanza.

Por un breve momento, me pregunto si él está aquí, pero esto


tampoco parece realmente su tipo de gente. Parece tan adulto en
comparación con los chicos de esta fiesta.

—Estaremos con vosotros más tarde, chicos —dice Mandy,


arrojando sus largos y morenos mechones—. Tenemos que traer a esta
chica una bebida. Aflojarla un poco. —Puedo ver que ella y Trish ya han
comenzado. Ambas tienen vasos de plástico con cerveza en sus manos.

—¿Puedo conseguirte una copa, nena? —susurra Chico Toga en mi


oído, empujando sus caderas contra las mía—. Entonces podemos bailar.
¿Te gustaría eso? —Su mirada cae en la parte superior del corset de mi
vestido.

Es fácil ver que este chico no me daría un primer vistazo, y no


digamos un segundo vistazo si yo no estuviera vestida como una conejita
Playboy sin la cola. Pero aún así, no quiero ser grosera.

—Oh. Umm, bueno, gracias, me parece muy agradable, pero no soy


muy buena bailarina y yo…

Trish se ríe.

—Kaylee, tienes que aprender a sacudirte a un chico.

—Aww, no me sacudas lejos. Soy un buen bailarín. Soy bueno en


todo lo que hago —dice, y se frota contra mí, haciéndome dar unos pasos
precipitados hacia mis compañeras.

—La asustaste —dice Mandy—. Es tímida. —La voz de Mandy es


fuerte, pero no obstante, todavía no es lo suficiente para subir por encima
de la música.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Nuestra pequeña compañera de cuarto inocente —añade Trish.


Ella y Mandy me han molestado implacablemente desde que
descubrieron lo poco que he salido.

—Sí, y por inocente, quiere decir que es una vir…

Puedo sentir mi rostro enrojecer.

—Vamos, vámonos —digo, agarrando sus brazos, y teniendo


cuidado de no derramar sus cervezas. Incluso las bromas de mis
compañeras de cuarto son mejores que quedarme con estos tipos.

Mientras nos zambullimos en la muchedumbre de juerguistas, oigo


a uno de los chicos decir:

—Supongo que ella no era una ratona cachonda después de todo.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Dos
Carter
—Hey, hombre, ¡cuánto tiempo sin vernos! —Jasper lanza un brazo
a mi alrededor, su cerveza haciendo olas y cayendo al suelo—. Una
elegante buena fiesta, ¿eh?

—Nada especial. —Le digo con una sonrisa. Como si yo estuviera


en mansiones lujosas todo el tiempo.

Pero Jasper está demasiado borracho para el sarcasmo.

—¿Estás bromeando, Carter? Basta con mirar a esas chicas. Mira


lo que llevan. Mierda, a cada muñeca de aquí parece que sus tetas están
a punto de salir de sus pequeños vestidos apretados.

—Ahí está el clásico chico que recuerdo. —Le digo palmeándole la


espalda para disimular el hecho de que estoy empujándolo lejos—. No
cambies nunca.

Y mientras se tropieza, derramando el resto de su cerveza, me doy


cuenta que no va a hacerlo. Pero la pregunta es, ¿voy a hacerlo yo?
¿Tengo que hacerlo?

Pienso en ello mientras empujo mi camino más allá de la multitud


de personas girando y bebiendo en el gran salón de baile. ¿Quién diablos
tiene un gran salón de baile en su casa? Algunos profesores ricos, había
oído.

Cuando había sido estudiante, había vivido para fiestas como esta.
Personas calientes y cachondas rozándose unas contra otras.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Bailando. Ligando. Pero ahora estoy en una escuela de post-grado. Soy


asistente de enseñanza en una clase introductoria para grandes negocios,
y el asesor de un grupo de estudio semanal. A los veinticuatro años, sólo
soy un poco mayor que la mayoría de los estudiantes, pero estas mujeres
jóvenes que se tambalean en sus tacones de mil metros de altura me
recuerdan a los asustados novatos de primer año y a los estudiantes de
segundo en el curso que enseño. Preocupados sobre cómo mantener su
promedio de calificaciones. Inquietos sobre los préstamos estudiantiles.

La vida había sido más fácil cuando pasaba mis fines de semana
de fiesta y follando.

Mientras estoy pensando en esos pensamientos adultos, tal vez


debería probar una bebida de adultos. Agarro una copa de champán de
un camarero que pasa, al mismo tiempo una pelirroja con un vestido
negro de corte bajo toma una, también.

Sonriendo, ella choca su copa con la mía.

—Feliz Halloween —me dice.

No sé exactamente cuál es su disfraz, pero ella es caliente.


Realmente caliente.

—Igualmente. ¿Qué se supone que eres?

—Una bruja.

—¿Eres una bruja buena o mala? —Una línea cursi, lo sé, pero es
así como se juega el juego.

—Eso depende de quién pregunte. Me gusta tu disfraz. Nada como


un hombre con una gran… arma.

823
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

No puedo evitar sonreír ante el brillo en sus ojos. Ella es buena en


esto. Mejor que yo esta noche. Por alguna razón, parece que no puedo
apagar mi maldito cerebro y simplemente disfrutar de la fiesta.

—No es el tamaño, es la forma en que la uses.

Ella coquetea un poco más, y no puedo interesarme en ella. Es


hermosa, divertida y agradable, y no está haciendo que yo sienta nada.
Tal vez no debería haber venido. O tal vez necesito emborracharme. O
colocarme. O ambos. O nada de eso.

Pero todo lo que necesito, no es con ella. Me mira como si quisiera


que la llevara arriba y la follara hasta volverla loca. Y si esto hubiera sido
hace uno o dos años, yo la habría tenido desnuda en una habitación en
algún lugar para este momento. Pero eso ya no va conmigo. Y esta mujer
no es lo que quiero.

Un rostro parpadea a través de mi mente. El dulce rostro de una


sonriente y tímida jovencita que es tan diferente de las mujeres de esta
fiesta como tú podrías imaginar. Pero ella es mi alumna, y por tanto está
fuera de los límites, a diferencia de la sexy bruja que tengo delante.
Suspiro. ¿Qué mierda me pasa? Si no puedo tener a la mujer que quiero,
¿no debo hacerlo con una mujer que puedo tener?

Pero no se siente bien. Después de un minuto o dos charlando, me


muevo a otra cosa.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Tres
Kaylee
Una cerveza o dos más tarde y la fiesta está creciendo un poco en
mí. Aunque principalmente me quedo cerca de Mandy y de Trish. Este es
su escenario, no el mío.

En algún momento, estamos hablando con una multitud de


admiradores que incluyen a un vaquero, a algún tipo de personaje de
videojuegos y a una momia.

—De ninguna manera. —La momia le está diciendo a Trish—. No


hay ninguna forma de que hicieras eso.

—Lo juro por la tumba de mi madre. —La madre de Trish no está


muerta. Nos mandó galletas la semana pasada, pero lo que sea—. Lo dejé
desnudo y esposado en un banco allí mismo en el medio del parque. Le
está bien merecido por llamarme con el nombre equivocado cuando se
corrió.

Los otros aúllan con risas, y yo incluso sonrío. Es una historia


divertida si no te la piensas demasiado. Y si has estado bebiendo.

—Tu turno, vaquero —dice Trish, apoyándose en un hombre alto y


delgado que se parece a Woody de Toy Story aunque no creo que fuera
eso lo que él pretendía—. ¿Qué es lo más salvaje que has hecho?

—Un trío, señora —dice con una falsa sonrisa, envolviendo su


brazo alrededor de ella.

825
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—¿Chica-chica-chico, o chico-chico-chica? —pregunta Mandy.

—Chica, chica, chico. Es el mejor tipo.

Mandy sonríe.

—Y una mierda. Ni siquiera tiene sentido. Una polla, dos chicas.


Ahora, por otro lado, dos pollas, y una chica…

Pero Trish la interrumpe gritando en voz alta. Varias personas


miran a su alrededor alarmadas, y un tío con un algún traje anticuado,
¿quizás un bandido?, en realidad se mueve hacia ella para ver si necesita
ayuda. Pero rápidamente queda claro que ella está bien. Parece que el
vaquero derramó su cerveza en la parte delantera del vestido de ella.
Sigue gritando mientras él utiliza un pañuelo para secarla. Sus
palmaditas breves rápidamente se convierten en un manoseo, pero a
Trish no parece importarle.

—Tu turno. —Le dice la momia a Mandy—. ¿Qué es lo más salvaje


que has hecho en la cama?

—Cariño, si estás en una cama, no es tan salvaje. —Mandy guiña


un ojo. El tipo que había llegado cuando Trish gritó, al parecer ha
decidido quedarse un rato para escuchar lo que Mandy tiene que decir.
No lo culpo. Sus hazañas son legendarias en nuestra residencia.

—Esa vez, mi ex y yo estábamos conduciendo por Nueva Orleans,


y él me hizo quitarme las bragas… —continúa y yo me encojo. ¿Realmente
quiero escuchar esto? Pero he oído cosas mucho peores en la habitación
con estas dos. Mientras escucho, veo que el tipo que tomé por un bandido
realmente está vestido como Robin Hood, completando el traje con un
arco colgado sobre su hombro. Su rostro está oculto por una capucha
que está colocada sobre sus ojos, pero parece tan absorto en la historia
de Mandy como los demás—. Ni siquiera escuché la sirena ya que

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

tenía mi cabeza en su regazo, y él tuvo que levantarme de su polla por mi


pelo antes de que se detuviera. Y cuando el oficial se acercó al coche,
Gray estaba empujando su pene en sus pantalones y yo estaba tratando
de conseguir que mi falda estuviera bien colocada, y luego el oficial le dijo
a Gary que saliera del coche, y tan pronto como abrió la puerta, mis
bragas cayeron al suelo.

Todo el mundo se ríe, y el personaje del videojuego parece como si


quisiera casarse con Mandy en el acto.

—Ni siquiera puedo conseguir que mi novia me dé una mamada


cuando no estamos en un coche.

—Entonces estás saliendo con la chica equivocada —dice Mandy


con un guiño.

—¿Qué hay de ti? —El vaquero tiene la mano en el culo de Trish y


ella se ve muy feliz acurrucada a su lado. Me toma un minuto darme
cuenta de que me está hablando a mí. Oh, mierda. Miro a Mandy en
pánico, y ella se ríe.

—Ella no tiene ninguna historia salvaje —dice Mandy, extendiendo


un brazo fuera y palmeando mi hombro—. Nuestra pequeña Kaylee
probablemente se habría vestido como una monja si la hubiéramos
dejado.

Eso no me parece justo. Yo no quería venir aquí si ellas no me


hubieran hecho venir. Pero ahora Trish añade.

—Kaylee es una buena chica. —Ella hace que parezca que estoy
afligida por una enfermedad terrible.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Vamos, debes tener alguna historia salvaje. ¿En el instituto, tal


vez? —¿No dijo el tipo del videojuego que tenía una novia? Si era así, ¿por
qué me está mirando así?

Todos los ojos están sobre mí, y es incómodo.

—He llevado una vida bastante apacible —digo con una risa auto-
despreciativa. Espero que todo el mundo siga adelante, pero Mandy y
Trish rugen de risa.

—Os lo dije —dice Trish—. Ella no sabría qué hacer con una polla
si la viera.

—Y si ella viera dos pollas, caería muerta —Mandy continúa


mientras yo quiero hundirme en el suelo y morir. Una cosa es que ellas
se burlen de mí al volver en nuestra habitación, ¿pero aquí? ¿Frente a
todas estas personas?

Mandy está borracha, y para mi horror, ella no está dejando esto


ir.

—Ella va a tener sus piernas pegadas hasta que tenga treinta años.

—Treinta y cinco —apostilla Trish.

—Y en su noche de bodas, se acostará sobre su espalda, no hará


ni un sonido —dice Mandy y, de repente, me rompo. No es seguro de si
es la cerveza o el resultado de dos meses de aguantar este tipo de cosas
de ellas, pero de repente estoy enfadada.

—Eso es cierto, puedo estar callada durante el sexo, a diferencia de


vosotras dos. Y es muy útil, como el otro día cuando un tipo me folló en
el salón de estudiantes en el Edificio McClane. Tuvimos que estar muy
callados porque había gente en el pasillo, pero eso lo hizo aún más
caliente.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Todo el mundo me está mirando ahora, y puedo sentir mis mejillas


tornándose rojas. ¿Por qué dije eso? Pero Dios, cualquier cosa es mejor
que dejar que me traten así para siempre. Incluso mintiendo a través de
mis dientes.

—Mentira —dice Trish tras un largo momento.

—Cree lo que quieras, pero fue caliente.

—Ella nunca haría algo así, especialmente no en un salón de


estudiantes —dice Mandy a nuestra audiencia, y su certidumbre
desdeñosa enciende un fuego dentro de mí.

—Disculpa, pero tú no estabas allí. Fue después de mi grupo de


estudio el martes por la noche, después de que todos se hubieran ido,
excepto él. Yo estaba sentada en esa gran silla de cuero detrás de ese
escritorio. Me hizo enganchar las piernas sobre los brazos de la silla y la
forma en que me tocó… con los dedos, con la lengua… Me hizo correrme
tres veces.

Una parte de mí estaba escuchando con horror cuando estaba


contando una de mis fantasías favoritas a un grupo de personas que
apenas conozco, pero otra parte de mí quería borrar las sonrisas de mis
compañeras de habitación. Y parece que está funcionando.

—Y entonces me dobló sobre el escritorio y me amordazó con mis


bragas, para que no gritara demasiado fuerte. Se sentía tan malditamente
bueno que no quería que terminara nunca.

Hay una pausa mientras mis compañeras de cuarto y los chicos de


alrededor me miran.

—De ninguna manera —dice Mandy por fin, pero ella me está
mirando de una forma nueva. El personaje de videojuegos trata de poner

829
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

su brazo alrededor de mí. Me alejo de él, pero mantengo mi mirada firme


y constante sobre mis compañeras. La sangre truena a través de mi
cuerpo mientras las miro.

—¿Quién es el tipo? —pregunta Trish escépticamente.

—El líder del grupo de estudio —respondo. Simplemente se me


escapa antes de que yo pueda pensar si es sabio decirlo o no.

—¿El TA40 de tu clase de negocios? —Mandy jadea—. ¿Ese tipo,


Carter, del que siempre estás hablando?

Oh, mierda. No debería haber dicho su nombre. No quiero meterlo


en problemas. Pero me he metido demasiado profundo para retroceder
ahora.

—Sí. —Aunque estoy temblando, sé que tengo que aguantar mi


espacio ahora, o nunca dejarán de recordarme esto.

—Guau. Muy bien, Kaylee. —Mandy parece impresionada.

—Yo todavía no puedo creerlo. —Trish comienza a decir algo más,


pero luego su voz es ahogada por un grupo de chicos que pasan por allí,
gritando borrachos.

Un tipo grande que parece un jugador de fútbol choca con Robin


Hood y luego lo reconoce.

—¡Hola, Carter! Guay lo del arco y la flecha. ¿Cuándo te uniste a


los Juegos del Hambre? —El futbolista palmea a Robin Hood en la

40 N. T.: Profesor Asistente.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

espalda, haciendo que su capucha se deslice por la parte de atrás de su


cabeza.

Congelada en mi lugar, sólo puedo mirar cómo va revelándose una


cara familiar. Él golpea amigablemente al futbolista en el brazo y lo envía
por su camino. Y luego se da la vuelta alrededor. Sus ojos azules se
encuentran con los míos cubiertos por las gafas de sol.

Oh.

Dios.

Mío.

Es Carter White. El TA de mi clase. El líder de mi grupo de estudio.


El hombre del que he estado enamorada desde el primer día del semestre.

El hombre del que acabo de decir que me folló hasta volverme loca
en el salón de estudiantes del Edificio McClane.

La adrenalina inunda mi cuerpo y dejo caer mi bebida y huyo,


abriéndome paso a través de la multitud. Tengo que salir de aquí.

Lo último que oigo mientras corro son los gritos de risa de Trish y
Mandy.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Cuatro
Carter
Mierda. Kaylee ha desparecido para el momento en que puedo
pensar en algo que decir. Quiero ir tras ella, pero su pequeña figura ya
ha sido envuelta por la multitud. Además, sus dos amigas siguen
gritando de risa. Me hacen querer agarrar sus orejas de ratonas y
amordazarlas con ellas.

—¿Eres tú ese Carter? —dice la rubia, todavía riendo—. ¿Su TA?


Sabía que ella se estaba inventando eso.

—¿Cómo sabes que lo estaba haciendo? —Las palabras estaban


fuera de mi boca antes de poder detenerlas. Lo último que necesito es
que más personas crean que soy un TA que está follando con su alumna,
pero no puedo dejarlo pasar. Estas chicas vinieron a la fiesta con Kaylee.
Todas están vestidas igual. Deben ser sus amigas, pero seguro como el
infierno que no están actuando como tales con ella.

La otra me está mirando con la boca abierta. Finalmente, la cierra,


y la rubia habla de nuevo.

—Entonces, ¿por qué huyó?

—Tal vez porque sabía que era un secreto. Sabía que se suponía
que no debía dejar que nadie supiera de nosotros. —Y ella no habría hecho
esta mierda en primer lugar si vosotras dos no la hubierais estado
acosando, quiero añadir, pero no lo hago.

Jamás habría soñado que Kaylee Evans, la tranquila y estudiosa


alumna de segundo año de mi grupo de estudio del martes, podría

832
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

haber inventado este tipo de fantasía. Pero la primera sorpresa de esta


noche fue verla aquí. No presté mucha atención al trío de muchachas
vestidas igual, hasta que una de ellas gritó como si la hubieran asesinado
sangrientamente. Después de ver que ella estaba bien, debería haberme
alejado, pero mierda, esos pequeños disfraces sexys atrajeron mi
atención. Había un montón de chicas calientes en esta fiesta, pero las
tres destacaban, especialmente la pequeña del extremo. Había estado
medio escondida por su amiga más alta, pero no podía quitar mis ojos de
ella, especialmente después de que me diera cuenta de quién era. La
chica en la que había estado pensando durante dos meses.

En clase o en el grupo de estudio por lo general lleva vaqueros y


camisetas, así que estoy sorprendido de que incluso posea un pequeño
vestido negro. Pero se veía increíble con él. Siempre había pensado que
era bonita, pero no tenía ni idea de lo hermoso que era su cuerpo. Como
Jasper dijo con tanta elegancia antes, muchas mujeres de esta casa se
estaban derramando fuera de la parte superior de sus vestidos, y Kaylee
no era la excepción. Un absolutamente jodido e increíble cuerpo… uno
del que yo había especulado muchas veces.

Pero a pesar de no haber esperado nunca el verla aquí, parecía


apropiado que su disfraz fuera de ratón. Ella definitivamente era como
un ratón. Tranquila. Pero inteligente. Nunca hablaba en clase, pero lo
hacía durante el grupo de estudio. Si no estuviera en mi clase, yo nunca
la habría vinculado a ella como alguien de grandes negocios. Pero en el
grupo de estudio del martes por la noche, ella compartió algunas ideas
interesantes, sobretodo acerca de la búsqueda de transacciones desde el
punto de vista del cliente, no de la compañía.

Verla vestida como un modelo de lencería fue bastante


sorprendente, pero entonces, ¿oír esas palabras sucias que salían de su
pequeña dulce boca? Podrías haberme golpeado y dejarme fuera con la
pluma del final de unas de mis flechas. ¿Quién hubiera imaginado

833
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

que la pequeña y dulce Kaylee tenía una mente sucia? Y ella me había
imaginado haciéndole esas cosas a ella. Ese pensamiento hizo que mi
polla se revolviera en mis pantalones.

Sin embargo, fue irresponsable por su parte. Si corrían los rumores


de que yo estaba jodiendo a una de mis alumnas, perdería mi beca.
Probablemente sería despedido del programa MBA41. Necesitaba
encontrarla y asegurarme que no decía nada así de nuevo.

Dejo a las dos perras de sus amigas atrás y empiezo a buscarla por
el salón de baile. El problema es que tres cuartas partes de las mujeres
aquí llevan pequeños vestidos negros. Cada vez que creo verla, resulta
ser una bruja, un gato o un murciélago en lugar de un pequeño ratón
caliente. Después de casi una vuelta completa alrededor del salón de
baile, estoy muy agradecido a las pocas mujeres que no están vestidas de
negro. Hay una muy sexy Marilyn Monroe y una chica de cabello castaño
que sobresalen. Pero no puedo encontrar a Kaylee por ninguna parte.

Quince minutos más tarde, sé que debo rendirme. Ella podría


haber abandonado la fiesta para este momento. Probablemente lo habría
hecho, considerando lo golpeada que se había visto cuando se dio cuenta
de que yo la había oído.

Probablemente nunca volverá a decir algo como esto otra vez. Sus
amigas la empujaron, y ella contestó empujando de vuelta. Si no hubiera
estado tan asombrado, la habría aplaudido. Se había visto tan
minúscula, incluso sobre esos tacones altos, mientras lanzaba mentiras
tan sexys. Se había mantenido firme cuando dijo esas cosas calientes que
yo supuestamente hice con ella.

41 N. T.: Master en Administración de Empresas.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

De verdad, debo rendirme simplemente. Estoy seguro que después


de esta experiencia humillante, ella no va a volver a hablar sobre el sexo
conmigo de nuevo. Pero era una fantasía tan caliente. Tal como la contó,
podría imaginarme a mí mismo haciéndole esas cosas. Podía verme
comiéndola hasta que gritara. Haciendo que se corriera muy duro.
Doblándola sobre un escritorio. Y son parte de esas visiones las que me
mantienen buscándola.

Un nuevo pensamiento se me ocurre. Tal vez yo era sólo el primer


miembro masculino del grupo de estudio que se le ocurrió. Tal vez ella no
me había imaginado a mí específicamente haciéndole esas cosas. Pero
luego recuerdo a su amiga diciendo que habla de mí todo el tiempo.

Sonriendo, continúo la búsqueda de mi ratón desaparecido.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Cinco
Kaylee
Por favor, por favor te ruego que no haya sucedido. Deja que haya
sido una alucinación provocada por la cerveza. Por favor, no permitas que
haya dicho esas cosas delante de Carter. Contar mi fantasía delante de
una multitud fue bastante malo, ¿pero tener al tipo con el que fantaseaba
oyéndolo? Por favor, por favor, que esto sea una terrible pesadilla.

Estoy sollozando con fuerza en un cenador en el patio trasero.


Excepto que patio trasero es probablemente una subestimación. Esta
finca es enorme. Cuando abandoné la casa, me encontré con pareja tras
pareja tanteándose en la oscuridad. Una pareja estaba presionada contra
un árbol. Otra lo estaba haciendo de una creativa manera en un
columpio. Casi me tropecé con otra pareja más que rodaba en la hierba.
De alguna manera, ninguno de ellos llegó tan lejos como a la pequeña
glorieta de madera. Pero me alegro de que esté vacía porque estoy sentada
en un banco, mi cabeza en mis manos, mis lágrimas gotean por mis
brazos.

Mandy y Trish se burlarán sin piedad de mí por esto, pero eso no


es nada comparado con la idea de enfrentarme a Carter de nuevo. ¿Por
qué dije su nombre? Podría haber cambiado la ubicación de mi fantasía
favorita. Podría haber inventado a un tío. Lo llamaría John. Hay un millón
de Johns por ahí. Pero esa fantasía era en la que yo había estado
pensando mucho últimamente, y estaba muy fresca en mi mente para
cambiar los detalles sobre el terreno. Además, bueno, incluso si hubiera
tenido la sangre fría para inventar un nombre, él todavía me habría oído
decir esas cosas. Aún sabría lo que yo había estado pensando.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

¿Por qué tuvo que escuchar esto? Me hace llorar aún más el saber
que me vio en mi peor momento, porque él es simplemente increíble. Co-
enseña en el curso de Introducción a los Negocios I con otro TA. Cuando
está frente a la clase, no puedo quitar mis ojos de él. Tiene el pelo
ondulado de color bronce, y siempre parece alborotado y desordenado.
Con ojos azules que miran a todos los rincones de la gran sala de
conferencias. Es alto, con brazos fuertes, y anchos hombros. Durante la
clase, puedo mirarlo fijamente, libremente. En el grupo de estudio, es un
poco más difícil babear sobre él, pero eso está bien, porque entonces
puedo llegar a estar más cerca. Con sólo una docena de nosotros en ese
salón de estudiantes, interactuamos mucho más.

Dios mío, nunca más podré volver a ese grupo de estudio. Pero es
parte del requisito del curso. Parte de mi grado. Y la idea de no volver a
ver a Carter es devastadora. Es amable y divertido. Tiene esa manera de
hacerme hablar en el grupo de estudio que ningún otro profesor tiene.
Mierda. Lo he estropeado tanto.

Me siento e inclino contra la lisa madera de la glorieta. Con los ojos


cerrados, alcanzo mi cerveza, tanteando a lo largo del banco a mi lado.
Mis dedos se cierran alrededor de algo plástico, y me doy cuenta de que
son mis gafas de sol. Las lanzo contra la pared opuesta, sintiendo una
pequeña satisfacción ante el sonido de crujido. Desearía que la estúpida
de Trish nunca hubiera pensado en este traje en primer lugar. Entonces
yo nunca habría venido aquí. Nunca me habría avergonzado delante de
él.

Finalmente encuentro la cerveza. Se ha quedado sin espuma ahora,


pero tengo un nuevo plan de beber hasta que me olvide. Por supuesto,
eso significará volver a la casa principal por más alcohol en algún
momento, lo que no estoy segura de que pueda hacer.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Un ruido a mi derecha llama mi atención. Un escalón. Una pareja


de amantes probablemente se ha cansado de rodar en la hierba. Abro los
ojos y veo una gran figura de pie en la entrada, la luz está por detrás de
él. Pero todavía puedo ver las botas de color marrón. Los vaqueros negros.
La túnica verde atada a lo largo de su amplio pecho. La capa color marrón
con capucha, aunque ahora no le cubre el rostro. Y el arco y las flechas
colgando sobre su hombro.

Mi primer pensamiento es huir de nuevo, pero tendría que pasar a


su lado para hacerlo. Así que sólo miro, segura de que tengo el aspecto
de un ciervo ante unos faros. O tal vez un ratón atrapado por un gato.
Eso sería más como él. Mi pulso se acelera, mi sangre palpita a través de
mis venas, pero no queda ningún lugar donde huir.

No dice nada, simplemente se queda allí, una figura alta y fuerte.


El príncipe de los ladrones. Es un buen disfraz para él. Finalmente, se
mueve al lado de la entrada, inclinándose hacia atrás contra el poste.
Ahora puedo ver su rostro. Su capucha está bajada y la luz atrapa su
perfil. Sin otras opciones, lo miro de nuevo.

Después de un largo momento habla.

—Entonces… Tus amigas parecen agradables.

Esta es la última cosa que espero que diga, y a pesar de tratarse de


la noche más humillante de toda mi vida, casi me hace reír
involuntariamente. Casi.

El silencio crece, y sé que tengo que contestar algo.

—Son mis compañeras de cuarto, en realidad.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Suerte para ti —dice—. No es de extrañar que pases mucho


tiempo en la biblioteca. —Sorprendida, lo miro. Él se encoge de hombros
y dice—. Te he visto allí un par de veces.

¿Lo ha hecho? Nunca lo había visto allí. Todavía estoy pensando en


eso mientras distraídamente tomo otro sorbo de cerveza.

—¿Cuántos años tienes? ¿Diecinueve? —pregunta.

—Voy a cumplir veinte en dos semanas.

—Eso es bueno. Pero no para beber.

—Todo el mundo aquí está bebiendo.

—Sí, pero no todo el mundo ha tomado lo suficiente para compartir


sus fantasías sexuales en público.

¡Oh, Dios! Me encojo, inclinándome hacia delante y pongo mi


cabeza en mis manos de nuevo. Ojalá fuera un ratón de verdad. Entonces
podría desaparecer a través de una grieta en la madera de debajo.

Una tabla cruje y siento que él se sienta en el banco junto a mí. Por
el rabillo del ojo, lo veo apoyando su arco contra la pared del mirador, y
luego, recoger mi vaso de cerveza. Él echa la cabeza hacia atrás y se la
toma. Probablemente debería protestar, pero estoy fascinada por la
manera que su manzana de Adán se mueve en su garganta. Cuando deja
el vaso vacío entre nosotros, me enderezo, tirando de mi vestido,
asegurándome que está lo suficientemente arriba y lo suficientemente
abajo para cubrir mis muslos. Pero estoy luchando una batalla perdida.
Ojalá nunca hubiera escuchado cuando Mandy y Trish comenzaron a
hablar de su brillante idea para usar disfraces.

Él debe notarlo porque se quita la capa… como una chaqueta y me


la pasa. Me la pongo, el suave tejido bronce envolviéndome como un

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

manto. Lo estiro con fuerza delante de mí, atrapando un delicioso aroma


masculino mientras me envuelve como un capullo. Huele celestial.

—Gracias.

—Te ves mucho más cómoda ahora. Excepto por los zapatos —Mira
de reojo hacia abajo, a mis pies.

Yo miro, también. Son un par te tacones negros de ocho


centímetros que pertenecen a Mandy, y en realidad no son tan malos. He
estado tan preocupada por el resto de traje que me mantiene cubierta
que no he notado mis pies mucho esta noche.

—¿Puedes caminar en esas cosas? —pregunta.

—Sí.

—Bueno. Vamos a dar un paseo.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Seis
Carter
Caminamos por la acera señorial del viejo barrio. Ninguna de las
otras casas incluso empiezan a rivalizar con la enorme mansión que hay
en las afueras de la ciudad, pero tienen su encanto propio. Antiguos
árboles se alinean por las calles. El musgo español cuelga de las ramas
que se balancean en la suave brisa. En definitiva, es realmente el
ambiente perfecto para Halloween.

Kaylee está callada, empequeñecida en mi chaqueta, pero al menos


sus lágrimas se han secado. Se veía tan triste, llorando sola en el oscuro
cenador. Hizo que todos mis pensamientos de regañarla dejaran mi
mente.

Ella había estado diciendo la verdad, podía caminar con esos


tacones de mierda, pero la acera es irregular en algunos puntos. La
segunda vez que tropieza, me acerco y tomo su mano de su cintura.
Después de un momento, relaja su mano en la mía.

Caminamos en silencio por unos minutos. El aire caliente de la


noche se siente bien después de la hiperactividad de la fiesta.

Estoy tratando de pensar en algo que pueda decirle a Kaylee que


no la haga sentirse más avergonzada de lo que ya está, cuando ella habla.

—¿Por qué Robin Hood?

Pensativamente, miro hacia abajo. Las botas y los vaqueros son


míos, pero la túnica me la prestó un chico que yo conocía que trabajaba

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

en un teatro. Él había allanado la sastrería por el traje para mí. Pero


Kaylee no necesita saber eso.

—Bueno, siempre he disfrutado robando a los ricos para dárselo a


los pobres. Por eso enseño. Tomando el conocimiento de la élite de la
sociedad y dándoselo a la gente común.

Echo un vistazo al lado para ver si ella se está tragando algo de


esta mierda, pero mira enfurruñada al suelo.

—Estoy de broma. Parecía un traje fácil ya que tengo un arco.

Ahora ella levanta la vista.

—¿Lo tienes? ¿Eso es de verdad?

—Sí. —Le digo, un parpadeo de orgullo corriendo a través de mí.


No es fingido. Es un arma letal.

—¿Por qué tienes un arco de verdad?

Le hablo de ello mientras caminamos, de la mano. Cómo el profesor


de gimnasia de mi instituto había estado en el equipo olímpico
estadounidense de tiro con arco, y cómo había compartido su amor por
el deporte con cualquiera de nosotros que quisiéramos aprender. De
cómo yo recientemente había comenzado a disparar de nuevo, pasando
por las prácticas de tiro un par de veces al mes.

—Me gusta el campo de tiro. Especialmente cuando soy el único


allí. Se necesita una concentración total para disparar derecho, y me
gusta sentirme centrado.

No le digo que es mucho mejor en vivo que todos los videojuegos


que había jugado como estudiante. Juegos que mis amigos todavía hacen
durante horas. De alguna manera, yo había dejado todas esas cosas

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

por detrás de mí cuando había abandonado la pérdida de tiempo y el


pasar una noche holgazaneando. Esas cosas eran falsas. Quiero cosas
reales en mi vida ahora. Disparar una flecha es real. Hablar con Kaylee
es real.

Caminamos a la última casa, moviéndonos a la calle cuando la


acera termina. El camino por recorrer es silencioso y oscuro. Es como si
esta parte de la ciudad estuviera hecha a medida para Halloween. Hay
incluso un cementerio por delante.

Cuando nos acercamos a él, escucho ruidos. Niños, quizás


muchachos preadolescentes a juzgar por sus voces agudas. A medida que
llegamos más cerca, puedo distinguir las palabras.

—Mejor botín que el año pasado —dice un niño.

—¿Quién diablos dio manzanas? Ni siquiera lo noté.

—Fue en esa de dos pisos junto a los Harpers.

—Tacaños. A la mierda las manzanas.

Yo sonrío. Suenan exactamente como yo lo hice cuando tenía once


o doce años. Todo bravatas y sin pelotas.

—Vamos a tirarle huevos a su casa —digo.

Los chicos se sobresaltan, no nos oyeron acercarnos. Uno me


valora valientemente, pero los otros dos están mirando a Kaylee. Incluso
con mi chaqueta envuelta alrededor de ella, sigue mostrando muchas
piernas. Largas y hermosas piernas. No puedo culpar a los muchachos
por mirar.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Tal vez lo haremos —dice el muchacho principal mientras Kaylee


hace un ruido de protesta a mi lado. Las chicas no entienden este tipo de
cosas.

—Tengo una idea mejor. Voy a compraros vuestras manzanas por


un dólar cada una.

—No puedes hacer eso —dice Kaylee al mismo tiempo que el chico
dice “trato”. Kaylee tira de la manga de mi túnica—. No puedes darles
dinero. Es algo así como un extraño dando caramelos a los niños.

Yo ya tengo mi cartera y estoy buscando entre billetes.

—No tiene nada que ver con eso, les estoy aliviando de molestos y
nutritivos alimentos. Eso es exactamente lo opuesto a darles caramelos.

Los chicos sonríen cuando se alinean. Le doy a los dos primeros un


dólar a cada uno y doy las manzanas a Kaylee para que las sostenga. Ella
las toma sin más protestas. Pero ya no tengo más billetes de uno.

—Si puedes desprenderte de dos barras de chocolate, te daré uno


de cinco. —Le digo al último niño, y sus ojos se iluminan cuando se
apresura a cumplirlo.

Los otros muchachos están negociando ahora, tratando de


venderme otros artículos de su botín, pero tiro de Kaylee lejos.
Caminamos por el camino que conduce a la entrada del cementerio, y la
guío a través de él, dirigiéndome por una ruta tranquila.

—Escalofriante. —Es la única observación mientras caminamos


por el oscuro camino con sepulturas iluminadas por luces en el techo
ocasionales.

Llegamos a un banco de piedra y me siento, tirando de ella junto a


mí. Dejando las manzanas abajo, parto una barra de caramelo y le

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

doy la mitad a ella. Yo me como la mía en dos mordiscos, pero ella


mordisquea la suya.

Tiro el papel y saco una manzana de mi bolsillo.

—Puedes comer el resto de mi chocolate —dice ella—. No tienes que


comer comida molesta y nutritiva.

Yo sonrío. Es un alivio oír un poco de espíritu en su voz. Sus


sollozos me afectaron antes en la glorieta. ¿Tal vez se está empezando a
sentir un poco más relajada conmigo? Lo que es una buena cosa teniendo
en cuenta lo que tengo en mente.

—No son para comer —respondo—. Es para la práctica de tiro.


¿Has oído hablar de Guillermo Tell?

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Siete
Kaylee
Miro a Carter en la tenue luz, confundida. ¿No era Guillermo Tell
el del muchacho…? Jadeo.

—Tú… no vas a disparar a una manzana sobre mi cabeza, ¿no?

—¿No confías en mí?

—Pero… pero… ¿eso no es peligroso? —Estoy tan sorprendida que


me toma un minuto ver su sexy sonrisa en la penumbra. Está
bromeando. Por supuesto. Debería haberme dado cuenta, pero en mi
defensa, ha sido una noche llena de acontecimientos. El momento más
humillante de mi vida se ha transformado de alguna manera en estar
pasando tiempo a solas con el tipo por el que estoy loca. Realmente no
estoy segura de cómo pasó. De repente, notando que sigue llevando una
mirada presuntuosa, le golpeo ligeramente en el brazo—. Me asustaste.

—Es Halloween —dice con guiño—. Se supone que tienes que


conseguir un susto o dos esta noche.

Casi me rio de eso. Su pequeña broma palidece en comparación


con el horror absoluto que sentía antes cuando él oyó mi secreta fantasía
sobre él.

—Vamos —dice, recogiendo su arco y el carcaj de flechas—. Quiero


mostrarte lo que este pequeño puede hacer.

Encontramos una sección bastante bien iluminada del cementerio,


una que tiene lápidas, no las tumbas encima de la tierra como las

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

que pasamos antes. Carter equilibra las tres manzanas sobre la parte
superior de una lápida que llega hasta su cintura, y luego regresa a dónde
estoy yo esperando.

—Tus flechas no pueden perjudicar la lápida, ¿verdad?

—Pueden si no acierto —dice, pero su tono es presumido. Confía


en su habilidad. Es sexy. Él prepara una flecha, alineando la muesca con
la cuerda con practicada facilidad. Entonces asume la postura y la
puntería de un arquero. Todavía lo estoy mirando cuando dejar volar la
flecha, pero oigo el thunk cuando golpea a la primera manzana.

—¿La atravesó la flecha?

Carter hace una mueca, mirando a la lejana lápida.

—Creo que probablemente la derribó. Vamos a ir a comprobarlo en


un minuto —apunta de nuevo, y se ve magnífico, alto y fuerte como el
Robin Hood del cine. Esta vez, cuando parece que está a punto de soltar
la flecha, me vuelvo a mirar las manzanas que quedan. Un segundo
después, hay un movimiento borroso y luego una de ellas desaparee.

—Eres muy bueno —jadeo.

—Gracias —dice y luego falla su último disparo—. Me gafaste. —


Da una pequeña risita sexy y apunta otra vez. Esta vez, golpea la última
manzana.

Vamos a recuperar sus flechas. Han volado mucho más allá de la


lápida, fuera del área iluminada, así que tenemos que usar nuestros
teléfonos móviles para buscarlas en la oscuridad. Esto me parece
bastante absurdo. ¿Quién habría sabido que yendo a una fiesta con Trish
y Mandy acabaría buscando flechas en un cementerio con el hombre de
mis sueños? Y una hora antes, cuando estaba mortificada, llorando hasta

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

acabar con mis ojos en la glorieta, tampoco hubiera predicho esto. No es


que todavía no esté avergonzada, porque lo estoy. Y mucho. Pero de
alguna manera Carter está haciéndome sentir mejor.

Limpia las flechas en su túnica a medida que nos acercamos a la


lápida. Veo dos manzanas enseguida, y parecen casi intactas con sólo
unos trozos desaparecidos. La tercera está en pedazos, y la dejamos en
el suelo.

—¿Qué hiciste, lanzar una granada de mano contra esta?

—Sí, cuando no estabas mirando —dice, dejando dos manzanas de


vuelta en la lápida—. Pero no tengo ninguna granada de mano más, por
lo que podrás probar mi arco.

—¿Yo?

—Sí, tú. Solamente las doncellas especiales son capaces de


manejar el arma de Robin Hood —dice con una pose exagerada, y me rio
a pesar de mí.

Elige un lugar mucho más cerca de donde él había disparado y me


enseña la postura adecuada.

—Extiende tus piernas un poco más. Sólo un poco. Ahora apunta


este pie un poco más hacia tu objetivo.

Carter se coloca detrás de mí, sus manos sobre mis caderas


mientras me ayuda a posicionarme. Puedo sentir el calor de su cuerpo
incluso a través de mi vestido y la chaqueta ligera. Cada toque se siente
como escalofríos que irradian a través de mi piel.

—Bien —proclama y me suelta. Lo cual es decepcionante. Pero


ahora está delante de mí, tan cerca que tengo que mirar hacia arriba para
ver sus ojos—. Bueno, momento para el arco. Pon tu mano aquí

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

delante y mantén la cuerda con esta mano. Probaremos esta vez sin
flecha.

Me demuestra como cogerla, y me hace levantar el arco y tirar hacia


atrás de la cuerda como si fuera a disparar. Se necesita más fuerza de la
que yo esperaba. Apenas puedo conseguir separar la cuerda todo el
camino hacia atrás hasta que él tira de ella, también.

Carter me habla mientras pasa por algunos otros consejos del tiro
con arco y, a continuación, me considera lista para intentar disparar. Me
muestra como cargar la flecha, pero cada vez que intento tirar de la
cuerda hacia atrás, la punta de la flecha se mueve fuera de su posición.

Justo cuando empiezo a sentirme frustrada. Carter habla.

—Lo haremos juntos. —Se mueve detrás de mí de nuevo y alinea


su cuerpo por encima del mío, sus piernas separadas a la misma anchura
de las mías, sus brazos alrededor de mí. Su cuerpo presiona contra mí y
puedo sentir sus duros músculos. Es como estar envuelta en una manta
caliente, solo que no es una manta. Él es un hombre muy atractivo con
el que he estado soñando durante meses. Ahora que está aquí,
tocándome, apenas puedo respirar.

—Bien, lleva el arco arriba… suave y estable. —Debería ser más


fácil ahora que sus fuertes manos están guiando las mías, pero estoy
distraída por la sensación de su cuerpo detrás del mío. Aun así, me las
arreglo para tirar de la cuerda hacia atrás con su fuerza adicional. Esta
vez, la flecha permanece en su lugar el tiempo suficiente para que yo la
lance por el aire. Grito de emoción, ya que vuela de verdad. Navega a
través de las manzanas, pero por lo menos no se desvía demasiado o
queda corta.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Agradable. —Carter respira en mi oído, su nariz enterrada en mi


pelo. Quiere decir el disparo, ¿verdad? Excepto que quizás no lo hace.

Yo coloco otra flecha en su lugar, y de nuevo me ayuda a estabilizar


el arco y tirar de la cuerda de nuevo. Pero suelto la cuerda demasiado
pronto, antes de que sus fuertes dedos lo hagan, y sacudo el arco, y la
flecha vuela alto y lejos a la derecha.

—Oops.

—Inténtalo de nuevo —dice.

Lo hago, y con su ayuda, disparo cuatro veces más. Ninguna golpea


las manzanas, pero ninguna de ellas realmente va mal hasta la quinta.
Golpea la parte superior de la lápida con un ruido sordo. Mierda.

Carter se estremece, al mismo tiempo que suelto un silbido de


consternación.

—Bueno, supongo que el bueno del viejo Mortimer nos va a


perseguir por el resto de nuestras vidas.

—¿Quién?

—Mortimer. Ese es el nombre que está en la lápida.

—Lo siento, Sr. Mortimer —grito—. Por favor, no nos odie.

—Muy buen espíritu deportivo, Kaylee. Te sorprendería saber de


cuántos arqueros olvidan las cortesías comunes como disculparse con
los tipos muertos a los que disparan.

Me río.

—Yo no le disparé a él, sólo a su lápida.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Supongo que veremos si Mort opina de la misma manera.


¿Deberíamos recoger las flechas y regresar? Tus amigas-enemigas deben
estar preguntándose dónde estás.

No es probable, pienso. Mandy y Trish probablemente estarán


participando en alguna orgía para este momento, teniéndome a mí como
el pensamiento más alejado de sus mentes.

—¿Sólo una más? ¿Por favor?

—Y así, nace otra adicta al tiro con arco. Mi antiguo entrenador


estaría orgulloso. Bueno, vamos a patearle el culo a esa manzana.

Carter me ayuda a colocar el arco, pero me da más espacio esta


vez, un hecho por el que mi cuerpo llora pero que mi cerebro aprecia. Tiro
de la cuerda parcialmente y ajusto mi puntería.

—No te muevas —dice Carter, y está directamente detrás de mi


codo derecho. Puedo sentir su aliento en mi antebrazo, donde la chaqueta
se ha dado la vuelta—. Un poco a la izquierda. Un poco más… para. Ahora
sólo un pelín más bajo. No, demasiado lejos… Sí, justo ahí.

Siento que se endereza detrás de mí, luego sus dedos cubren


ligeramente los míos donde estoy sosteniendo a cuerda.

—Simplemente vamos a tirar hacia atrás —dice, sonando


completamente centrado—. Sólo hacia atrás. No muevas nada más.
¿Lista?

—Sí —digo con cuidado de mantener mis manos firmes.

—A la de tres —dice—. Uno… dos… —Juntos tiramos de la cuerda


hacia atrás—. ¡Tres!

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

La flecha vuela recto y realmente. En un instante, la manzana


desaparece.

—¡Lo hicimos! —grito, casi dejando caer su arco con mi emoción.


Saltando arriba y abajo, grito de nuevo—. Acertamos la manzana.

Carter me agarra el brazo y me vuelve hacia él, y sin pensarlo,


engancho mi mano libre alrededor de su cuello y le doy un fuerte abrazo.
Su cuerpo está tenso por un momento, por la sorpresa, creo, y luego sus
brazos se cierran a mí alrededor.

—Lo hiciste tú —dice, y con una gran sonrisa, me levanta de mis


pies, y gira conmigo—. Bueno, quizás Mortimer ayudó un poco.

Gritando, tengo la sensación de ingravidez en sus brazos mientras


termina el círculo antes de ponerme en el suelo otra vez. Me aferro a él
mientras consigo equilibrarme, mi cuerpo presionado contra el suyo.
Luego inclino la cabeza hacia atrás para mirarle los ojos, y su cabeza
baja.

El instinto toma el relevo, y mis labios se encuentras con los suyos,


mientras mis ojos se clavan en los de él. Una dulce presión toca mis labios
cuando él inclina su cabeza y encaja su boca contra la mía. Y acabo
derritiéndome… derretida contra su duro cuerpo, fundiéndome en su
beso. Me las arreglo para levantar su arco sobre el hueco de mi brazo
para que yo pueda envolver ambas manos alrededor de él.

Él se burla de mi boca abierta, acariciando mi labio inferior con su


lengua. Se siente tan bien. Nunca he besado así antes. No con alguien
que es tan bueno en esto. No con alguien que me importa tanto. Sólo
quiero permanecer así para siempre, envuelta en su abrazo, sintiendo
que él se presiona contra mí. Sintiendo la dureza en sus vaqueros
empujando contra mi estómago, mostrándome que él está disfrutando de
este beso, también.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Carter pasa una mano por mi cabello, acercándome aún más


contra su penetrante lengua y sus labios con tanto talento. Gime, un
sonido hambriento que me emociona. El beso se profundiza, y chupa mi
lengua en su boca, haciéndome gemir. Sus manos me acarician la
espalda, los costados, el pelo, mientras me besa, y yo paso mis dedos
sobre él con cuidado, una pequeña voz en la parte de atrás de mi cerebro
recordándome que este beso podría ser el último si dejo que su arco sufra
algún daño.

Él toma mi pelo en su puño, tirando de mi cabeza hacia atrás, y me


besa por el cuello, haciéndome gemir más fuerte.

—Kaylee —gime, sus labios vibrando contra mi garganta mientras


habla—. Dulce Kaylee.

—Carter —respondo en un susurro, y sus labios vuelven a los míos,


y me pierdo en su beso de nuevo.

Después de un largo momento que todavía se siente demasiado


corto para mí, se aleja un poco, besando el exterior de mis labios
hinchados. Abro los ojos mientras retrocede y suspira.

¿Por qué suspiró? ¿No le pareció tan increíble cómo me lo pareció


a mí?

Se aclara la garganta, mirándome fijamente.

—No debería haber hecho esto. —Su voz es baja y ronca.

—Creo que quieres decir que nosotros no deberíamos haber hecho


esto. —Le digo en voz baja.

Se separa y desengancha su arco de mi brazo, tomando mi mano


mientras lo hace.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Lo siento, Kaylee. Lo siento mucho. Pero eres mi alumna. No


podemos hacer esto de nuevo.

Mi estómago cae mientras lo miro. Él tiene razón. Sé que tiene


razón. Pero… el beso también se sentía bien. Estar en sus brazos se
sentía como volver a casa. ¿Cómo podría estar ese sentimiento
equivocado?

—Nadie tendría porque saberlo. —Le digo, en voz baja—. Podríamos


estar en secreto.

Se pasa una mano por el pelo de una forma frustrada.

—Alguien nos vería. Nos veríamos atrapados en algún momento.


Diablos, anunciaste a la mitad de la fiesta que ya estoy acostándome
contigo. Así que cualquiera que nos vea a menos de tres metros el uno
del otro va a pensar que estamos juntos.

Retrocedo ante sus palabras, el sentimiento de humillación


volviendo de nuevo, con toda su fuerza.

—Mierda —dice Carter, mirándome—. Lo siento, Kaylee. No quise


decir eso. Esto no es culpa tuya. Soy el profesor asistente. Conozco las
reglas. Soy yo quién lo jodió —La humedad me tapa las pestañas
inferiores, y no voy a llorar. Carter también parece molesto, pero creo que
no está molesto conmigo—. Por favor, olvida que dije eso. Me alegro de
que compartieras esa fantasía caliente y sexy. De lo contrario, no
habríamos terminado haciendo esto esta noche. Dando un paseo.
Pasando tiempo juntos. Disparando al viejo Mortimer.

Logro una pequeña sonrisa para su beneficio, y parece que le hace


sentirse más a gusto.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Vamos —dice, poniendo su brazo alrededor de mis hombros—.


Vamos a buscar las flechas.

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Antología Formas traviesas
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Capítulo Ocho
Carter
Genial. Ahora estoy caminando sobre parcelas de un cementerio
buscando una flecha descarriada mientras que la chica que me importa
se siente mortificada por segunda vez esta noche.

Joder.

No debí haberla besado. Sé que no debería haberlo hecho. Ella es


mi alumna. Bueno, oficialmente, ella es la alumna del profesor Hanson,
que me supervisa a mí y a los demás TA. Pero yo califico sus trabajos y
exámenes. Y tengo que escribir un informe sobre cómo lo hace en el grupo
de estudio. Si empiezo a salir con ella, podría perder mi posición. Mi
sueldo por enseñar en la clase. Tal vez incluso ser suspendido de empleo.

Joder, joder, joder.

Por lo menos finalmente veo la puta flecha. Está clavada en la


hierba de una tumba de una adolescente que murió hace casi cien años,
según la inscripción. Probablemente sea mejor no decírselo a Kaylee. Ya
está suficientemente alterada tal y como están las cosas.

Me encuentro con ella en la zona salpicada de manzanas, y


silenciosamente me entrega las flechas que ha recogido. Hago un
recuento rápido. Las tenemos todas. Pero la que golpeó en la lápida está
estropeada.

—Kaylee —empiezo sin una idea clara de lo que voy a decir.

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Antología Formas traviesas
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—Está bien —interrumpe—. Lo entiendo. Va en contra de las


reglas.

—Lo hace. —Estoy de acuerdo—. No significa que me guste.

Ella asiente, pero no creo que me crea. ¿No sabe realmente cuánto
la deseo? Es hermosa, muy hermosa, pero es mucho más que eso. En el
grupo de estudio, mostró una vez y otra que quiere ayudar a la gente,
incluso si es a expensas de una compañía. Ese punto de vista es bastante
raro entre los empresarios en ciernes y los aspirantes a multimillonarios.
Es divertida, inteligente, amable. Pensé en todas esas cosas incluso antes
de que la conociera mejor esta noche. Incluso antes de que yo supiera de
su pecaminosa y deliciosa fantasía.

Mi polla se crispa en el recuerdo de su dulce voz contando esas


cosas sucias. Apuesto a que pensar en que eso me va poner incluso
cuando tenga noventa años. De repente, meter las flechas en el carcaj
parece bastante sugerente.

Echo un vistazo a Kaylee para ver si mi mente es la única que


desvaría, pero aparentemente lo es. Ella tiene mi chaqueta fuertemente
envuelta alrededor con sus brazos cruzados sobre su pecho, su cabeza
caída. Todo en su lenguaje corporal grita que se siente rechazada. Mierda.

—Lo digo en serio, Kaylee. Desearía que las cosas fueran diferentes.
Tal vez el próximo semestre… —Ella asiente, sin mirarme. No puedo
decidir si está realmente herida o simplemente haciendo pucheros. ¿Es
posible que sienta lo mismo por mí que yo por ella?

Todo cuelga de esa fantasía que dijo antes. ¿Era sólo para callar a
sus compañeras de habitación? ¿O era realmente algo con lo que soñó
antes?

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Cierro los ojos por un momento, su imagen acostada en una cama


grande con sábanas de satén blanco, tocándola. Gimiendo mi nombre.
Haciéndola explotar de placer. Sacudo la cabeza, tratando de borrar esa
imagen, aunque sin duda la volveré a revisar más tarde.

Yo había sido un gran gilipollas esta noche, pero ya que la había


besado, quizás debería cruzar una línea más antes de volver hacia atrás.
Pero, ¿cómo hacerlo sin avergonzarla como el infierno? No es que no se
viera linda cuando se ruborizaba. Me di cuenta de que en el grupo de
estudio un par de veces lo hizo cuando la atrapé mirándome. Mierda,
¿habría estado imaginándome tomándola sobre el escritorio, incluso
entonces? Y todo este tiempo yo considerándola inocente e ingenua.

—¿Puedo preguntarte algo?

—Claro —dice mientras caminamos de vuelta por el camino que


hemos venido.

—Sobre lo que dijiste en la fiesta…

Ella me mira en un absoluto shock y entonces repentinamente se


hunde en el banco por el que estamos pasando, el mismo donde nos
habíamos sentado antes. Entierra su cara entre sus manos. No es
exactamente la reacción que yo esperaba.

Me siento a su lado y le arranco las manos de su cara.

—Sé que no es correcto preguntarte, pero antes de volver a ser


profesor y alumna, realmente me gustaría saber algo. —Y si no pregunto,
sé que me preguntaré sobre ello incesantemente. Ella finalmente me
mira, y me lanzo de cabeza—. Lo que dijiste antes sobre ser tomada en el
salón de estudiantes… ¿era algo que habías imaginado antes? ¿O
simplemente eres realmente buena en inventar mierda sexy sobre el
terreno?

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Kaylee mira hacia abajo, y mientras el silencio crece, estoy


convencido de que no va a contestar. Pero entonces ella habla con su
pequeña voz.

—Algo sobre lo que yo he pensado antes.

Un soplo de aire escapa de mis labios que no me había dado cuenta


que había estado conteniendo. Pero esa era sólo la pregunta de
calentamiento.

—¿Y cuándo pensaste sobre ello antes, lo imaginaste… conmigo?


¿O con algún otro miembro del grupo de estudio? —No es que suspenda
a un tipo con el que ella haya estado fantaseando. Aunque podría pensar
en otras formas más sutiles de venganza.

—Contigo —dice de una manera tan silenciosa que apenas puedo


oírla. Y cuando me mira desde debajo de sus largas pestañas, no puedo
contenerme. Agarro su mano y tiro de ella hacia mí, levantándola en mi
regazo. Sus muslos están a horcajadas de los míos y ella inmediatamente
hunde sus manos en mi cabello y se reúne con mi beso a medio camino.
Esta vez, su lengua explora mi boca. Había prestado claramente atención
cuando antes se lo hice a ella.

Y se siente tan jodidamente bueno. Muy bueno. Ella se hunde en


mí, colapsando contra mi pecho, y mi pene se contrae contra mis
vaqueros mientras muevo mis dedos hacia arriba y abajo de su espalda.
La chaqueta suelta se resbala de sus hombros y ahora estoy acariciando
la suave y desnuda piel de su espalda.

Ella es como un cable de alta tensión encima de mí, lloriqueando y


gimiendo en mi boca cada vez que muevo mis manos tocándola en algún
otro lugar. Su vestido se subió cuando se montó a horcajadas sobre mí,
y puedo sentir el calor procedente de su centro, separado por sólo unas
pocas capas de mi polla dura como una roca.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Dios, Kaylee —gruño mientras mis manos suben y bajan por su


espalda, cada vez más abajo, catando su dulce culo. Le doy un apretón y
ella grita, retorciéndose arriba y abajo como si estuviera cabalgando mi
verga. Deseo tanto que lo estuviera.

Ella ahora está plantando besos en mi cara, luego


mordisqueándome el lóbulo de mi oreja. Envuelvo un brazo alrededor de
su cintura, golpeando su pecho contra el mío, disfrutando de la presión
de sus suaves pechos. Con mi mano libre, me muevo a la parte superior
de su muslo, frotando arriba y abajo con la palma, mis dedos extendidos.
Ella tiene sus piernas tan abiertas alrededor de las mías que su vestido
está rodeándole las caderas, y sus muslos están casi completamente
desnudos.

Con cada trazo de mi mano, me acerco más y más a su centro.


Kaylee gime y lanza su cabeza hacia atrás, y yo apunto a la vulnerable
curva de su garganta. Se retorció mucho cuando la besé allí antes. Quiero
volverla loca otra vez.

Mientras presiono mis labios contra su cuello, mis dedos se


deslizan bajo el borde de su vestido. Toco la suave sedosidad que deben
ser sus bragas. Ella gime, y puedo sentir la vibración contra mis labios.
Entonces de repente mi cerebro entra en acción.

Mierda.

Lo hice de nuevo.

¿Por qué no puedo mantener mis manos fuera de ella?

Y ahora la he besado dos veces. Retiro mi mano aunque es lo último


que quiero hacer. Me pongo de pie, llevándola conmigo. Ella se aferra a
mi cuello mientras desliza sus piernas por las mías, estirándose hasta
que toca el suelo. Cuando parece firme, la suelto.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Lo siento —digo.

—Yo no lo hago —responde.

—Quiero decir, siento que tengamos que detenernos.

—Oh —dice, y me mira con los ojos muy abiertos, sin parpadear
durante un largo momento antes de asentir y dar un paso atrás. Recojo
mi arco y carcaj para evitar mantenerme cerca cuando ella tira de su
diminuto vestido de nuevo en su lugar.

Cuando ambos estamos listos, nos dirigimos hacia la entrada del


cementerio. Después de unos pasos, ella une su brazo alrededor del mío,
y caminamos así por el tranquilo camino. Pero una vez que nos
acercamos a la mansión, nos separamos.

Esta es la forma que tiene que ser, lo sé.

Pero lo odio malditamente.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Nueve
Kaylee
La fiesta parece extra-ruidosa después del silencio del cementerio.
Y más concurrida. Sólo entramos al salón principal el tiempo suficiente
para tomar una copa de cerveza para Carter y un refresco para mí. No
quiero terminar con resaca mañana y ser incapaz de recordar lo increíble
que se sentía el beso de Carter. Estar entre sus brazos. No quiero olvidar
nunca eso.

No estamos cerca el uno del otro, pero pensamos que es bueno


hablar. Como señaló Carter, nos conocemos el uno al otro. Estamos en
el mismo departamento. Sin embargo, tenemos cuidado. He visto a
algunas personas que parecen profesores. Pero hay tanto ruido aquí
abajo, que mantenerme a distancia significa que es muy difícil
escucharlo. Apuesto a que si estuviera de nuevo en sus brazos, lo oiría
bien.

—¿Quieres ver el segundo piso? —pregunta Carter.

—Claro.

Alcanza hacia mi mano y, a continuación, recuerda justo a tiempo,


alisando su túnica en su lugar. Eso me recuerda que todavía estoy
usando su chaqueta, y, rápidamente me la quito y la cuelgo sobre mi
brazo. Pero ahora me siento expuesta de nuevo.

Le sigo hasta una gran escalinata que parece salida de Lo Que el


Viento se Llevó. En la parte superior, hay un largo pasillo lleno de tantas
puertas que parece un poco como una caseta de espejos de feria,
mostrando interminablemente puerta tras puerta. Hay media

862
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

docena de grupos de gente colgando por allí, y pasamos por delante de


ellos, buscando un poco de espacio para nosotros mismos.

Una puerta a la izquierda se abre justo cuando estamos pasando


y, de repente, estoy mirando a una mujer con un traje muy familiar,
Mandy. Por suerte, está besando a un chico vestido con una bata
quirúrgica y no me ve.

Dios, no puedo estar frente a ella ahora mismo. No después de lo


humillante que fue antes. Y no con Carter aquí. Él echa un vistazo al
pánico de mi cara, me agarra la mano y me apresura por el pasillo.
Intenta una puerta a la derecha, yo una a la izquierda. Ambas cerradas
con llave.

—Mierda —le oigo decir.

El próximo intento de la puerta de mi lado se abre, y caigo dentro,


Carter justo después de mí. Pero ambos nos congelamos cuando
escuchamos sonidos de gruñidos agudos procedentes del interior de la
habitación. Eh, eh, eh, eh… Cada uno sincronizado con el chirrido del
colchón. Capturo un breve vistazo de un gran y fornido tío encima de una
mujer que lleva una peluca verde brillante. Pongo mi mano sobre mi boca
para impedirme reírme mientras sigo a Carter fuera de la habitación.

En el pasillo, me congelo. Mandy está a metro y medio de distancia,


pero dándome la espalda. Lentamente, retrocedo, todavía tratando de no
reír. Es una buena cosa que mi mano todavía esté sobre mi boca, porque
cuando Carter alcanza para agarrarme, casi grito.

—Shh —dice, tirando de mí en una habitación que


afortunadamente está vacía. Ninguna pareja de amantes. Sin cama, para
el caso. Las paredes están revestidas de libros. Hay un gran escritorio en
un extremo de la habitación, con un sofá y sillas delante de él. Es una
biblioteca.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Carter cierra la puerta y luego se gira hacia mí.

—Ha estado cerca —dice, y luego agita la cabeza con diversión—.


¿De qué te estás riendo?

—De la pareja —digo, pero no puedo conseguir decir más palabras.

Él sonríe.

—Ella sonaba como si realmente estuviera disfrutando mucho.

—Justo es eso —digo, tratando de no volver a reír—. Esos ruidos


fuertes y chillones no eran de ella. Los estaba haciendo él.

—No jodas. ¿En serio? —Parece asombrado.

—Lo juro por Dios —digo.

—Agg.

—¿Qué? Estaban divirtiéndose.

—No, es sólo… antes de que yo supiera que era el chico, pensé que
sonaba caliente —confiesa tímidamente.

En esto, solté la risa de nuevo. Pateé mis zapatos y me senté en el


sofá de cuero, acomodando mis pies debajo de mí. Se sentía bien estar
descalza.

Carter está riéndose también mientras deja su cerveza en la mesa


de café y se sienta en el sillón junto a mí.

—¿Así que qué hermanastra malvada fue esa?

—¿Huh?

—¿Qué compañera de habitación era esa?

864
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Oh. Mandy. La otra era Trish.

—¿Qué demonios te poseyó para compartir una habitación con


ellas?

—Fue la suerte del sorteo. Yo tenía una buena compañera el año


pasado, pero se trasladó a otra universidad durante el verano.

—Siento oír eso.

—¿Dónde vives tú? —Me sonrojo tan pronto como lo digo. No quiero
que piense que estoy buscando una invitación.

—Fuera del campus, en las viviendas para estudiantes graduados.


Terry es mi compañero de piso.

Asiento y tomo un sorbo de mi refresco. Terry es otro TA de la clase


de Introducción a los Negocios I.

—Parece una buena persona.

—Lo es. —Carter se reclina hacia atrás en el sillón, con sus largas
piernas extendidas frente a él—. Ha sido una buena influencia. Yo fui un
poco demasiado juerguista durante mis años de pregrado. Pero ahora soy
todo negocios.

Me rio.

—Lo cual es bueno, ya que eres un graduado en Empresariales.

También se ríe y levanta su botella de cerveza hacia mí en brindis.

—Bueno. ¿Por qué decidiste graduarte en negocios?

Ese no es uno de mis temas favoritos, pero no hay forma de que él


lo supiera.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Simplemente… bueno, mis padres lo sugirieron. Lo sugirieron


con fuerza, de hecho. Dijeron que era el mejor camino hacia la libertad
financiera en mi futuro —digo, haciendo comillas en el aire.

—Simplemente no pareces el tipo de hacerlo.

—Si me hubieras conocido esta noche, ¿qué pensarías sobre mí?

—Que eres hermosa.

Mi rostro se sonroja mientras me río.

—Me refería a en qué pensarías que estaba graduándome. Pero


gracias. Siempre es agradable escucharle a alguien decir que parezco
hermosa cuando estoy vestida como la hermana cachonda de Minnie
Mouse.

Él sonríe.

—Te ves caliente con eso. Muy, pero que muy caliente. Pero pensé
que eras hermosa la primera vez que te puse los ojos encima.

¿En serio? Una burbuja de placer florece dentro de mí, incluso


mientras mi cerebro protesta.

—Pero hay más de ochenta personas en esa clase

—No en la clase. Esa primera semana, yo estaba demasiado


nervioso por la enseñanza para hacer contacto visual con mis alumnos,
especialmente con aquellos que tienden a esconderse en la parte de atrás
—dice, con una voz burlona. Me retuerzo en mi asiento un poco más baja
ante su mirada directa. Espero que él no sepa que suelo ocultarme en la
parte de atrás, para poder mirarlo fijamente sin ser atrapada—. Fue la
primera noche en el grupo de estudio. Entré en el salón de estudiantes,
y todos los demás estaban jugando con sus teléfonos. Pero tú

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

estabas tranquilamente sentada allí, mirándome expectante, esperando


para que yo empezara.

No puedo recordar lo que él está describiendo exactamente, pero


conociéndome, probablemente estaba ansiosa de verlo de nuevo.

—¿Realmente recuerdas la primera vez que me viste?

—Tenías una camiseta de color rosa pálido. Se recogía en el frente


o cómo se llame eso. Y unos pantalones blancos y sandalias. Las uñas de
los pies rosadas. Me acuerdo de haber pensado que eras tan
condenadamente bonita.

Sé exactamente de qué camiseta está hablando. Y ahora estoy


sonrojándome realmente. Pero contenta.

Él suspira.

—Pero eras mi alumna, y prometí ser cien por cien profesional. Y


lo estaba siendo. Hasta esta noche.

Todavía me resulta difícil creer que hubiera estado pensando en mí


todo el tiempo que yo había estado pensando en él. O al menos que me
hubiera notado de inmediato. Pero quién sabe, quizás había estado
pensando en mí todo el tiempo. Tomo un trago de mi bebida para
conseguir coraje para preguntarle y luego recuerdo que sólo es un
refresco. Suficientemente bueno.

—¿Tú tuviste...? Umm… bueno, admití tener esa fantasía sobre ti.
¿Alguna vez tú…?

Él sonríe ante mi incomodidad.

867
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—¿Si alguna vez he fantaseado contigo? Acabo de decírtelo, me


comprometí a ser completamente profesional en pensamiento, palabras
y obras.

—Oh —digo, mirando hacia abajo.

—Pero yo sólo conseguí los dos últimos —dice, la diversión en su


voz.

Miro hacia arriba para ver su linda sonrisa.

—¿Entonces pensaste en mí?

—Todo el tiempo.

Una parte de mí quiere cantar esa noticia desde la cumbre más


cercana, pero el resto de mí está frustrada. Ambos nos gustamos el uno
al otro. ¿Por qué no podemos estar juntos? Me pongo de pie y camino al
otro lado de la mesa de café.

—Esto simplemente no es justo.

—Lo sé —dice, observándome caminar de un lado al otro. Sobre


todo mirando mis piernas, noto, lo que hace que mi boca se curve en una
sonrisa renuente—. Pero ya estamos en la mitad de un semestre. Una vez
que la asignatura termine, podemos estar juntos.

—No quiero tener que esperar tanto tiempo.

—Yo tampoco —dice con un suspiro.

Un brillante pensamiento choca contra mí.

—¿Puedo tomar otra selección de clases?

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Sólo hay una este semestre. —Toma un trago de su cerveza y


luego parece anticipar mis argumentos—. Y si no la tomas en este
semestre, no podrás tomar la segunda parte en la primavera. Y ese es un
requisito previo para muchos de los otros cursos requeridos.

Mierda. Esto realmente no es justo.

—Son sólo seis semanas, Kaylee. —Su voz está llena de


comprensión. Me muevo a su lado y me encaramo en el amplio brazo del
sillón. Carter me mueve de inmediato para que mis pies desnudos estén
en su regazo. Coge uno y comienza a amasarlo entre sus fuertes manos.

—Dios, eso se siente bien. ¿Cómo puedo esperar seis semanas


cuando tu tacto se siente tan bueno?

—Sé que es una mierda. Y eso significa que voy a perderme la


celebración de tu cumpleaños contigo.

Sus manos se sienten tan bien que apenas puedo responder.

—¿Mmm?

—Tu cumpleaños. Dijiste que cumplirías veinte en dos semanas.


Es cierto, ¿verdad? —asiento, gimiendo un poco cuando el presiona su
pulgar contra mi arco—. Me gustaría poder celebrarlo contigo.

Cambiando de posición, libero mi pie de sus manos, ofreciendo el


otro para llamar su atención.

—Tal vez podríamos encontrar algún restaurante. En algún lugar


fuera de la ciudad.

Me mira mientras frota sus mágicos dedos sobre mi otro pie.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—¿Es eso lo que realmente quieres? ¿Seis semanas de salir


furtivamente? ¿De mirar por encima de nuestros hombros? Parece un
camino un tanto malo para comenzar una relación.

Yo me congelo por un minuto, repitiendo sus palabras en mi


cabeza. Quiere una relación. El hombre más caliente, inteligente, más
divertido que he conocido quiere una relación. Conmigo. Me toma un
momento o dos el encontrar mi voz.

—Eso suena como algo por lo que valdría la pena esperar.

—Estoy de acuerdo. Además, ¿dónde podríamos ir en realidad


donde no pudiéramos ser atrapados? No a tu dormitorio. No en mi
apartamento. Los hoteles se volverían caros bastante rápidamente.
¿Dónde podríamos estar solos donde nadie nos viera?

—Además de aquí —digo, gimiendo suavemente mientras frota mi


talón. Pero entonces su toque se detiene. Sorprendida, bajo la mirada
hacia él. Su cabeza gira mientras mira la robusta puerta de madera. La
puerta de madera bloqueada. Sigo su línea de pensamiento—. No es que
podamos aparecer por esta casa cada vez que queramos pasar un tiempo
juntos.

—No. —Está de acuerdo—. Pero ahora estamos aquí. —Carter pasa


la mano por mi pantorrilla mientras pienso en lo que está diciendo.
Besarlo antes fue tan increíble. Mataría por la oportunidad de estar en
sus brazos otra vez. Pero, ¿hasta dónde quiere llevar esto? Hemos
cubierto mucho terreno esta noche. Aprendí más acerca de qué tipo de
hombre es en las últimas horas que en los dos primeros meses
combinados del semestre. Pero aun así… esto todo es tan nuevo. Y soy
novata para tener este tipo de sentimientos por alguien.

Sus profundos ojos azules parecen atravesar mi alma hasta que él


rompe en una intensa sonrisa.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Unas seis emociones diferentes apenas cruzaron tu cara, una


tras otra.

A regañadientes, le sonrío de nuevo. ¿Cómo sabe leerme tan bien?

—No quiero apurarte. Nunca haría eso, Kaylee. Pero ya que


estamos aquí, ya que estamos solos y no sé cuándo lo volveremos a estar,
tal vez pueda darte tu regalo de cumpleaños.

—¿Qué? —Eso es lo último que esperaba que dijera—. No tienes


que hacerme un regalo. Acabamos de empezar… —Me detengo, insegura
de cómo continuar. ¿Estamos saliendo? ¿O vamos a esperar hasta
diciembre? Todo es confuso en mi mente. Pero sé que estoy lista para
dejar que termine esta noche. Así que sonrío y meneo los pies en su
regazo—. Entonces, ¿qué me trajiste? ¿Había una tienda de regalos en el
cementerio que no noté?

Eso lo hace reír, fuerte y largo. Echa la cabeza hacia atrás y se ve


tan sexy que quiero besarlo de nuevo. Pero primero, tengo mucha
curiosidad sobre lo que él tiene en mente.

—Ir de compras nunca ha sido mi fuerte —dice, y empuja


suavemente mis piernas de él, poniéndose de pie. Sostiene su mano y la
tomo, poniéndome de pie a su lado—. Pero tengo otros puntos fuertes. La
creatividad. La imaginación. Una sucia mente —añade con un guiño—.
Cuando miro a mi alrededor, ¿sabes lo que veo?

Volviéndome, miro la habitación. Excepto por las estanterías del


suelo al techo, es un espacio bastante ordinario. Ricamente decorado,
por supuesto. El enorme escritorio parece antiguo, a diferencia de la
elegante silla de cuero detrás de él. Es una silla de escritorio
completamente moderna con brillantes complementos plateados que
asoman desde debajo de los reposabrazos acolchados. Parece cien veces
más cómoda que la vieja silla de escritorio que hay en el salón de

871
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

estudiantes donde nuestro grupo de estudio se reúne. Entonces me


congelo. Oh. Dios. Mío.

La sala de estudio.

Carter sonríe mientras ve caer mi mandíbula.

—Finalmente lo averiguaste, ¿no? Para tu regalo de cumpleaños,


voy a hacer tu fantasía realidad. Al menos una parte de ella —añade con
un guiño.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Diez
Carter
—Tú… no puedes querer decir… —Kaylee se calla, mirándome con
una expresión atónita en su rostro. Pero esa no es la única reacción. Sus
piernas se mueven mientras ella sutilmente aprieta sus muslos juntos.
Distraídamente se lame los labios. Su pecho se ha ruborizado, y apostaría
cien dólares a que sus pezones están duros. Espero sinceramente tener
la oportunidad de averiguarlo pronto.

—¿Por qué no? Es tu cumpleaños. ¿Qué mejor regalo que hacer tu


sueño realidad? Ve a sentarte en la silla.

El rubor sobre su pecho se profundiza.

—Pero nosotros… no podemos.

—¿Por qué no?

—Porque no podemos… no deberíamos…

—¿No se puede? ¿O no se quiere? Son dos cosas diferentes —Se ve


tan hermosa donde está. Tiene los brazos y piernas desnudas, sólo
llevando ese diminuto vestido y esas sedosas bragas que había sentido
antes cuando ella estuvo a horcajadas sobre mí en el cementerio—. En
realidad, me retracto de la pregunta. Esa distinción no importa. La única
cosa que importa es ¿tú quieres?

Se lame sus labios de nuevo.

—Yo solo… no podemos.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Eso no es lo que pregunté —digo, moviéndome hasta que estoy


de pie justo enfrente de ella—. Dime que no quieres hacer esto, y
retrocederé. Te compraré una bonita tarjeta de cumpleaños. Una de esas
de cinco dólares.

Una sonrisa se desliza en su cara y luego desaparece.

—Yo sólo… cuando conté esa fantasía, nunca pensé que nosotros
en realidad… Quiero decir, que fue sólo la primera fantasía que surgió en
mi mente.

—Así que has tenido otras fantasías sobre mí.

—¿Qué? Yo no dije eso. —Da un paso atrás y me muevo con ella.

—Ya hemos establecido antes que habías tenido esa fantasía sobre
mí. Por lo tanto, si fue la primera fantasía que se produjo, entonces eso
significa que hay otras. Segunda, tercera y cuarta fantasía. ¿Quieres
contarme sobre cualquiera de ellas?

—No —dice, un adorable rubor sobre sus mejillas.

—Bueno, entonces, sube a la silla. —La tengo apoyada contra la


pared, y me inclino hacia adelante, atrapándola. Inclino mi cabeza y la
beso, sin tocarla con ninguna parte de mi cuerpo excepto mis labios.
Puedo sentirla moviendo sus caderas en pequeños círculos y sé que
quiere más contacto. Y ella lo obtendrá… una vez que confiese lo que
quiere. Me echo hacia atrás, tirando de su labio inferior mientras lo
hago—. Ve a sentarte en la silla, Kaylee, para que así pueda darte tu
regalo.

—De acuerdo —dice con una voz ronca—. Pero por favor… sólo hay
una cosa que debes saber antes… tendrás que atraparme primero. —Ella
se sumerge bajo mi brazo y se aleja antes de que pueda agarrarla. Mis

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

reflejos son lentos probablemente debido a que toda la sangre ha sido


desviada a mi palpitante erección. Además, ella me sorprendió. Va a
tomar algún tiempo acostumbrarse a la Kaylee juguetona. Pero estoy a la
altura del desafío. Muy, muy a la altura del desafío.

Ella está en la parte delantera del sofá, ahora, al otro lado de la


mesa de café.

—Ve a la silla, Kaylee.

—No —dice desafiante.

—Si me dices que me detenga, lo haré —gruño—. Pero no chilles y


corras al otro lado de la habitación, con tus ojos brillantes, tu pecho
subiendo y bajando, y tu lenguaje corporal gritando “Ven a buscarme
Carter” y esperes que me detenga.

Se sonroja, pero no dice nada. No me dice que deje de hacerlo. Ella


quiere esto. Y yo también.

Kaylee finta a la izquierda. Me muevo en esa dirección, fingiendo


caer sobre ella, y luego se dirige hacia la derecha. Retrocedo de rumbo y
ella grita, volviendo rápidamente a la posición anterior. Está jadeando.
Está ruborizada. Y está sonriendo. Eso es todo lo que necesito saber.

—Nunca me capturarás. —Dios, es adorable. Y muy ingenua si cree


eso.

—No apuestes por ello.

Arranca hacia la izquierda y le corto la fuga, persiguiéndola


alrededor del sofá hasta que está entre nosotros nuevamente. Sólo que
esta vez, ella es la persona que está detrás de él. Extendiendo la mano,
se saca sus orejas de ratón de sus oscuros y sedosos mechones de pelo y
me las lanza. Sonrío mientras vuelan a la derecha más allá de mí.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Tu puntería era mejor con el arco.

Me saca la lengua, y ese destello rosa me pone a cien. Me tiro hacia


delante, colocando una mano en el respaldo del sofá y saltando sobre él.
Kaylee queda boqueando hacia mí en estado de shock mientras la hago
girar y le sujeto sus muñecas a la espalda. La empujo hacia mí, atrapando
sus manos entre nuestros cuerpos. Mi brazo se envuelve alrededor de su
cintura posesivamente.

—¿Vas a ser una buena chica y te vas a colocar en la silla?

—Nunca. —Se ríe, luchando en mis brazos. Pero a pesar de todo su


retorcerse, no se aleja. De hecho, parece estar moliendo su dulce culito
contra mi dura polla. Y si hace eso por mucho más tiempo, yo nunca
llegaré a darle este regalo de cumpleaños. Ese pensamiento me da una
idea y sonrío.

Empujándola delante de mí con mi cuerpo, la doblo sobre el


respaldo del sofá. Ella grita por encontrarse cabeza abajo, con el culo
hacia arriba. Con una mano agarrando sus muñecas contra la parte baja
de su espalda, doy un paso atrás para admirar las vistas. Ya que ella está
doblada, su pequeño vestido ni siquiera está cubriendo la parte superior
de sus muslos.

—Entonces —digo con mi voz más malvada. Una que tiene un


historial probado de mojar bragas—. Si no estás lista para colocarte en
la silla y aceptar tu regalo de cumpleaños, entonces supongo que
tendremos que empezar con una azotaina de cumpleaños.

Todo su cuerpo se sacude tan fuerte que casi se retuerce libre fuera
de mi alcance.

—Tú no lo harías. —Su voz apagada.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Kaylee, Kaylee, Kaylee —reprendo—. ¿Tus instintos son


realmente tan malos?

Hay una pausa mientras disfruto de la deliciosa vista de su


pequeño y lindo trasero retorciéndose de anticipación. Finalmente ella
habla:

—Está bien, voy a ir a la sil…

—Demasiado tarde —digo, y mi mano desciende sobre su trasero


respingón. Grita, y yo le golpeo el culo de nuevo, en la otra mejilla. Una y
otra vez, seis veces en total mientras ella se muele contra el respaldo del
sofá. Finalmente me detengo. Acaricio la parte de atrás de su vestido,
soltando sus muñecas, y ayudándola a levantarse.

Cuando gira, su rostro está rojo, pero sus ojos están brillando de
entusiasmo. Esa es mi chica. Me inclino y beso la punta de su pequeña
nariz.

—Ahora puedes ir a colocarte en la silla. —Mi verga crece aún más


cuando lo hace.

Parece una enanita en esa silla de cuero tan grande. Se sienta


recatadamente, con las piernas cerradas, pero estoy seguro que sabe que
no durará mucho tiempo. Lentamente, camino hacia ella, disfrutando de
cómo sus ojos viajan arriba y debajo de mi cuerpo varias veces. Es bueno
saber que me encuentra atractivo, también.

Cuando llego a ella, giro la silla alrededor, para que quede en


perpendicular a la mesa. Coloco una mano en el apoyabrazos y me
inclino, besándola. Sabe tan jodidamente dulce. Es diferente, sin tocarla,
sólo inclinándome y reclamando su boca.

877
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Alejándome, disfruto del aspecto de sus labios hinchados y recién


besados. Esta mujer va a tener este aspecto mucho, si yo tengo algo que
ver en ello. Al menos una vez que seamos capaces de estar juntos. Con
un pequeño suspiro, abre los ojos, parpadea una vez y luego me sonríe.

—Hola —le digo yo. Se ve tan bonita, como si acabara de


despertarse de un sueño. Un buen sueño.

—Hola a ti también.

—¿Lista para más? —Ella asiente, tímidamente, y me pregunto, y


no por primera vez, si cualquier hombre alguna vez la hizo correrse antes.
Pero sé que preguntarle la haría consciente de sí misma. Así que me
conformo con saber que ningún hombre la ha hecho llegar tan fuerte
como estoy a punto de hacerlo yo—. Entonces es hora de separar tus
piernas, dulce Kaylee.

Sus ojos se ensanchan, y agarra los reposabrazos alarmada. Sé


exactamente lo que está pensando. En la fantasía que contó antes, dijo
que yo la había hecho enganchar sus piernas sobre los apoyabrazos,
abriéndose para mí. Y lo haremos. Pero todavía no.

—No es eso —le digo—. Todavía no.

Separa las rodillas, y me pongo en el suelo frente a ella, empujando


sus piernas abiertas más extensamente para que yo pueda colocarme
entre ellas.

—Buena chica —digo, manteniendo el contacto visual aunque sé


que sus pequeñas bragas están en exhibición ahora—. Cierra los ojos, y
sólo relájate. Esto va a sentirse bien.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Inclinándome sobre ella, soplo aire suavemente a través de su cara,


sonriendo cuando se lame los labios. Quiere ser besada de nuevo, y yo lo
cumplo. Pero eso no es todo lo que voy a estar besando.

Nuestros labios se reúnen mientras froto mis manos arriba y abajo


por sus caderas, sintiendo cómo su cintura se estrecha y se amplía en la
cadera. Una forma perfecta. Mientras la beso, muevo una mano por la
parte superior de su cuerpo, buscando la parte superior de su vestido.
Ella gime cuando yo la ahueco a través de la tela negra, apretando
suavemente. Froto arriba y abajo por su muslo con mi otra mano,
doblando gradualmente sus rodillas, envolviendo su pierna alrededor de
mi espalda.

Mis dedos trabajan su camino en la parte superior de su vestido,


buscando su pezón y encontrándolo ya duro. Gime contra mi boca
mientras yo presiono suavemente su pico. Beso mi camino por su cuello,
y ella entierra sus dedos en mi pelo, guiándome a su pecho. Muevo la
parte superior de su vestido hacia abajo, tomando su pezón en mi boca,
succionando suavemente. Arquea la espalda.

—Eso se siente tan bien —gime, sus dedos agarrando mi pelo con
fuerza.

—Me alegro —respiro contra su tierna carne. Arremolino mi lengua


alrededor de un pezón, haciendo lo mismo con mis dedos en el del otro
lado. Con mi otra mano, la subo por la parte interna de su muslo,
haciendo que su respiración se acelere.

—Oh, Dios, Carter —gime. Empujo hacia su centro, hacia sus


sedosas bragas. Cuando siento el borde del elástico que cubre su dulce
coño, acaricio largamente con un dedo arriba y abajo, trazando a lo largo
su ranura exterior por fuera de sus bragas.

879
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Se retuerce por debajo de mí, y pellizco su pezón para mantenerla


inmóvil. Sus bragas están húmedas, y sé que ella está cerca. Nuestra
pequeña persecución alrededor de la habitación parece haberla afectado
tanto como lo hizo conmigo.

Presionando mi dedo contra su clítoris, lo acaricio a través de sus


bragas. Cierro los dientes alrededor de su pezón y muerdo suavemente.
Ella corcovea por debajo de mí y se corre con un gemido fuerte, sus dedos
agarrando mi pelo dolorosamente mientras tiene espasmos

Libero su pezón y levanto la cabeza para mirar su cara. Parece


hermosísima, con la cabeza echada hacia atrás, su boca abierta.

—Buena chica —susurro—. Este es uno.

Jadea por un minuto y luego abre los ojos y me mira.

—¿Uno?

—Sí. —Me enderezo y la sonrío—. Dijiste en esa fantasía que te


hago llegar tres veces cuando estabas en la silla del escritorio.

—Pero… pero eso fue sólo una fantasía. Estaba inventando las
cosas.

—Exactamente. Y ahora estoy haciéndolo realidad. Así que te debo


dos orgasmos más.

Me mira como si le estuviera hablado en una lengua extranjera.

—Pero… yo sólo estaba… quiero decir, ni siquiera sé si eso es


posible.

¿Es eso lo que le preocupaba?

—Oh, es posible. Y voy a mostrártelo. Ahora mismo.

880
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Capítulo Once
Kaylee
Lo miro fijamente mientras trato de controlar mi respiración. Eso
me pareció increíble, como una explosión en mi cuerpo. No cabe duda de
que no es posible sentirlo de esa manera otra vez tan pronto. ¿Lo es?

Pero Carter parece pensar que sí. Tira de mis caderas,


deslizándome más abajo en la silla. Mis miembros están relajados, como
una muñeca de trapo mientras tiemblo en minúsculas réplicas que
golpean cada cierto tiempo.

—Levanta las caderas —dice, y me obligo, sintiendo un fuerte tirón


cuando me quita las bragas. La emoción burbujea a través de mí ante el
pensamiento de lo que va a hacer a continuación. Tengo una idea
bastante clara, aunque nadie me ha hecho eso antes. Nadie jamás me ha
hecho todo esto antes. Estoy tan contenta que Carter me haga sentir tan
bien.

—Y ahora… creo que esa parte de la fantasía te involucra a ti con


las piernas enganchadas alrededor de los apoyabrazos.

—Oh, pero… —Me detengo, sintiendo que me sonrojo. Incluso con


todo lo que hemos hecho esta noche, no estoy segura de poder hacer eso.

—No te avergüences —dice—. Eso fue super-caliente. Cuando lo


contaste, me excitó jodidamente tanto. Me gusta que tengas
pensamientos sucios acechando en tu linda cabeza.

881
Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Todavía me sonrojo, pero doblo una rodilla. Carter toma mi tobillo


y guía mi pierna a un lado, enganchándola en el reposabrazos. Luego
hace lo mismo con mi otra pierna.

Cierro los ojos, mortificada, pero excitada al mismo tiempo. El


aliento caliente hace cosquillas en mi montículo desnudo, y salto antes
de irrumpir en una sonrisa renuente. Si reacciono tan fuerte a su aliento,
¿qué pasará cuando sienta su lengua?

No tengo que esperar mucho para averiguarlo. Presiona su cara


entre mis piernas y lame el exterior de mi raja, hacia arriba y abajo, y de
regreso nuevamente. Estremecimientos irradian de sus ligeras
lameduras, y muevo mis caderas, queriendo que me toque con más
presión.

Él se ríe entre dientes y toma nota. Cosquilleando mis muslos con


sus dedos, hunde la lengua más profundamente dentro de mis pliegues,
arriba y abajo hasta que alcanza mí… Oh. Dios. Mío.

Grito y me meneo contra él, mientras mueve su lengua de un lado


a otro a través de mi clítoris. La liberación del primer orgasmo que me
dio desaparece a medida que la tensión se acumula dentro de mí otra vez.
Su lengua hace círculos, movimientos hacia delante y atrás, y lo hace de
nuevo. Nunca soñé que podría sentirse tan bien.

Más pronto de lo que creí posible estoy jadeando, acercándome.


Hundo una mano en su cabello rizado, pero él gruñe contra mi piel.

—Pon tus manos sobre tu cabeza. Agarra el respaldo de la silla. Y


sujétate.

Ciegamente, alcanzo por encima de mí, aferrándome a la parte


superior del asiento de cuero. No es fácil hacerlo cuando mi cabeza sigue
golpeando hacia adelante y atrás. Carter está chupando mi clítoris

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de mendigar por chicos malos

ahora, su lengua sigue chasqueando atrás y adelante, y casi antes de que


esté lista, caigo por encima del borde.

Grito mientras veo ráfagas de luz por detrás de mis ojos. Corcoveo
mis caderas en la silla, pero no suelto la parte superior. Carter afloja mi
clítoris cuando me corro, pero no se detiene por completo. En lugar de
eso, su lengua se adentra más abajo, chapoteando en mis jugos.
Empujando dentro de mí. Y mis caderas empujan contra su cara, no
puedo evitarlo.

—Otra vez —gruñe contra mi núcleo. ¿Otra vez? Pero… acabo de


llegar. Pero Carter es un hombre con una misión. Mueve su boca de
nuevo a mi clítoris y lo succiona. Un réplica me golpea y crece en lugar
de menguar. ¿Una persona podría morir de sentir demasiado placer?
Carter me hace preguntarme si eso es posible.

Y luego pasa un dedo por mi hendidura, probando mi entrada, y


me apoyo en la silla. De repente mi cuerpo está preparado para el tercero,
y hay tantas sensaciones que siento que podría explotar. Él arremolina
su lengua alrededor de mi clítoris y refleja el movimiento con su dedo,
justo dentro de mi entrada. Yo jadeo, gimo, grito, tratando de sobrevivir
a la embestida de las sensaciones.

Se construye y construye, y justo cuando pienso que no puedo


soportarlo más, mueve su lengua rápidamente a través de mi clítoris y
agrega un segundo dedo empujando dentro de mí. Y me disuelvo mientras
me corro para él una tercera vez, gritando, temblando de placer.

Oh, Dios, eso se sintió tan bien, pero no más. No puedo aguantar
más, o voy a morirme. Me retuerzo bajo él, y flexiona sus dedos hacia
atrás y besa mi hendidura antes de mirarme sonriendo. Puedo ver la
humedad alrededor de su boca y le sonrío. Se ve orgulloso por hacerme
llegar tan duro tres veces, y debe de estarlo. No tengo mucha experiencia,

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

pero, de alguna manera, no creo que todos los hombres puedan hacer
que se sienta tan bien.

Se sienta hacia atrás y me abraza a él mientras me deslizo fuera de


la silla. Aterrizo en su regazo, en sus brazos, y me sostiene, me balancea
hacia adelante y atrás. Nos besamos y me saboreo en él. Se siente tan
bien. Muy bien. Como si yo nunca quisiera que me dejara ir.

***

—Así que es un Altima de color azul oscuro. Te recogeré frente a la


casa, en unos diez minutos. —Carter me ayuda a enderezarme, tirando
de mi vestido de vuelta en su lugar, encontrando mis bragas y
doblándolas. Excepto que entonces me guiña el ojo y se las mete en el
bolsillo.

Envuelve su chaqueta a mi alrededor y me besa de nuevo.

—Tú vas primero, y te seguiré en un par de minutos.

—Buena idea. Menos posibilidades de que alguien nos vea juntos.

—Sí. Esa es la razón por la que lo sugerí. La única razón. —Tiene


una nota vergonzosa en su voz, y me toma un minuto el darme cuenta
que él está todavía duro como una roca. Puedo ver el abultamiento en
sus pantalones vaqueros, incluso con la túnica verde en la parte superior.

Llego a él.

—Puedo… ¿No debería… ayudarte? ¿Hacerte sentir bien, igual que


tú hiciste conmigo?

—La próxima vez —dice, besándome en la nariz—. Vamos a tener


tiempo suficiente para hacer todo tipo de cosas sucias. Son sólo seis
semanas, Kaylee. Seis cortas semanas. Y no es que no nos veamos.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Vamos a cenar juntos. ¿Qué tal el jueves por la noche? Nos


encontraremos en algún lugar por la carretera.

—Suena bien.

—Suena bien. —Respiro, disfrutando de ser retenida por él durante


unos momentos más. Pero, finalmente, es hora de irse—. Entonces… te
veré delante, ¿de acuerdo? —Las palabras se sienten insuficientes, dada
la increíble noche que hemos compartido. Pero tiene que terminar en
algún momento.

Después de una larga mirada a sus profundos ojos azules,


desbloqueo la puerta y la abro. Cierro por detrás de mí y respiro hondo.
Un poco inestable en mis tacones, camino lentamente por el pasillo, mis
extremidades se sienten de goma y fláccidas después de esos increíbles
orgasmos.

Dios, qué noche. Nunca soñé que algo de esto pudiera suceder. Que
el momento más humillante de mi vida podría convertirse en algo
maravilloso. Que Carter White realmente podría sentir lo mismo por mí
que yo por él. Que podríamos estar juntos en unas pocas semanas. Es
increíble. Es mágico. Desearía que este Halloween pudiera durar para
siempre, para que esta noche no terminara nunca. Y de repente me doy
cuenta que no tiene por qué hacerlo. Todavía no, de todos modos.

Siempre había esperado que mi primera vez fuera con alguien


especial. Alguien que me importara. Y hay un hombre como ese a unas
pocas puertas de distancia. No quiero esperar seis semanas para sentirlo
dentro de mí. Esta ha sido una noche de muchas cosas nuevas para mí,
pero quiero una más.

Vuelvo corriendo por el pasillo, empujo la puerta abierta, casi


golpeando a Carter cuando él alcanzaba el pomo.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—¿Qué pasa? —pregunta, capturándome en sus brazos cuando yo


irrumpo en la habitación.

—Quiero terminar la fantasía —digo sin aliento, empujando la


puerta cerrándola y bloqueándola—. Lo quiero todo.

—Oh, Dios, Kaylee, ¿estás segura? —Él mete sus dedos en mi pelo
e inclina mi cabeza hacia arriba para mirarme a los ojos.

—Estoy segura. No quiero esperar.

—Yo tampoco —dice, y luego sus labios están en los míos y me coge
en brazos, llevándome al escritorio. Me coloca sobre la dura superficie,
pero apenas la noto cuando lo empujo cerca de mí. Con mis piernas
envueltas alrededor de él, sosteniéndolo cerca mientras lo beso.

Me besa el cuello, la garganta, y luego susurra contra mi oído.

—¿Estás realmente segura? Esta es tu primera vez, ¿verdad?

—Sí —digo, la palabra saliendo en un gemido—. Sí, es mi primera


vez, y sí estoy segura. Me alegro de que sea contigo.

—Yo también —dice, y luego se endereza, quitándose su camisa.


Mierda Santa se ve caliente. Todos esos músculos bronceados ondulando
bajo su piel. Me pregunto si alguna vez él habría disparado su arco y
flechas así, sin camisa. Parecía un dios griego.

Carter desabrocha sus vaqueros y me mira de nuevo. Asiento. Sé


que todavía le preocupa de si yo realmente quiero esto, pero lo hago.
Estoy acostada aquí delante de él, mi vestido amontonado por debajo de
mí, mis piernas separadas. Estoy mojada y, oh, tan lista para él. Y él está
listo para mí. Su verga salta libre de sus vaqueros y apunta hacia arriba,
larga y dura. ¿Eso va a encajar de verdad dentro de mí? Pero de alguna
manera creo que lo hará, y no puedo esperar para sentirlo.

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de mendigar por chicos malos

Hay un envoltorio de aluminio y luego se enfunda, y gira la punta


arriba y abajo por mi hendidura. Mi excitación de antes hace que sea más
fácil para él deslizarse hacia arriba y abajo. Él mismo se posiciona y luego
se inclina hacia abajo, apoyando su peso sobre sus brazos a ambos lados
de mí.

—Por favor —me quejo—. Por favor, quiero esto.

Y entonces empuja dentro de mí y yo grito por el shock, después de


un breve parpadeo de dolor, pero rápidamente silencia mi grito con su
boca, besándome mientras él se separa y empuja de nuevo. Es la más
increíble sensación de plenitud. Y de unión.

Chupa mi labio inferior y luego lo libera cuando se clava


suavemente dentro de mí. Alcanzo para ahuecarle su cara y coge mi mano
en la suya, besándome la palma.

—¿Estás lista para más?

Asiento sonrío, flexionando mis músculos internos alrededor de su


polla.

—He esperado mucho tiempo para esto —digo, y él sonríe.

—Entonces, aguanta —presiona mis muñecas al escritorio sobre


mi cabeza y las sujeta con una sola mano allí. Y luego comienza a
bombear. A empujar realmente dentro de mí.

Dios, nunca soñé que se sentiría tan bien. Él se mueve a medida


que la presión se acumula dentro de mí. Al principio dolió un poco, pero
ahora es puro placer. Elevo mis caderas, me encuentro con sus empujes,
queriendo sentirlo tan dentro de mí como puedo.

Sus ojos azules son intensos en los míos mientras gime de placer,
aumentando la velocidad.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Más fuerte —mascullo, y él obedece. Ambos estamos respirando


alientos cortos y jadeantes, y siento la tensión construirse dentro de mí.
Y entonces él trabaja su mano entre nosotros y roza su dedo contra mi
clítoris.

Aunque todavía está sensible después de todo lo de antes, de


repente estoy allí mismo en el borde, apenas manteniendo mi equilibrio.
Quiero dejarme ir y volar, pero quiero que venga conmigo.

—Por favor —jadeo, sin saber siquiera lo que estoy pidiendo.

Golpea en mí tres veces más, y luego se mantiene a sí mismo allí,


muy dentro de mí. Su rostro se congela, sus ojos desenfocados, y suelta
un grito irregular. Al mismo tiempo, me pellizca el clítoris y me tira sobre
el borde con él. Yo grito también, teniendo espasmos alrededor de su polla
y gimiendo su nombre.

Durante un interminable momento, su pene pulsa profundamente


dentro de mí, y me siento más cerca de él de lo que nunca he sentido a
nadie en mi vida. Y luego se derrumba sobre mí, su aliento pesado contra
mi oreja, mi pecho subiendo y bajando bajo él.

Libero mis manos de la suya y lo abrazo contra mí, acariciándole


la espalda. No quiero que este momento termine nunca. Es perfecto.

Fue la primera vez perfecta.

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Capítulo Doce
Kaylee
Una semana después
¿Dónde está él?

Es una semana después de la fiesta de Halloween. De alguna


manera se siente como si hubiera pasado mucho más tiempo que sólo
siete días.

No he visto a Carter después de nuestra sesión del martes por la


noche, aunque nos habíamos enviado muchos mensajes de texto. Fue
extraño verlo en el grupo de estudio, en una habitación muy parecida a
la biblioteca de la mansión donde hicimos el amor. Pero en el salón de
estudiantes del Edificio McClane, estábamos rodeados por una docena
de mis compañeros de clase. Y al final de la sesión, ni siquiera pude
hablar con él a solas. El estúpido Brett se quedó una eternidad
preguntándole a Carter todo tipo de cosas sobre su examen de mitad de
curso. Por último, me rendí a la espera. Carter encontró mis ojos cuando
me fui, y una mirada de anhelo pasó entre nosotros.

La noche siguiente lideró otro grupo de estudio. Y se suponía que


íbamos a cenar el jueves, pero tenía demasiadas cosas que hacer, me
dijo. Cada vez que hablaba con él, decía que estaba corrigiendo trabajos
o exámenes. No sé si esta es una semana normal para él, o si es debido
a los exámenes de mitad de curso. O si hay otra razón para su distancia.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

Ahora lo estoy esperando en la entrada de un pequeño restaurante


cajún a unos cincuenta kilómetros de Baton Rouge. Y llega tarde. Se
suponía que estaría aquí a las siete.

Y eso está bien, me digo. Él puede llegar tarde. El tráfico en la


autopista puede ser impredecible. Pero eso no es realmente lo que me
molesta. Toda la semana he tenido esta molesta sensación de que algo
no está bien. Es estúpido, lo sé. Sabíamos que esto iba a suceder. Que
no seríamos capaces de estar juntos hasta el final del semestre. Pero aún
así… él se sentía un poco distante.

Incluso admitirlo dentro de mi cabeza me hace querer llorar. O tal


vez sólo estoy siendo paranoica, pero esta mañana sentí como si fuera la
última gota. Me salté la clase, y él ni siquiera lo notó. O por lo menos no
me llamó o me mandó un mensaje para ver si me pasaba algo. Sé que es
una gran clase de ochenta estudiantes, pero seguramente me buscaría.
¿No lo hizo? Temblorosa, me levanto. Si voy a empezar a llorar, debo
hacerlo en el estacionamiento, no aquí.

El aire de la noche es todavía lo suficientemente caliente para que


no necesite mi chaqueta. Miro a las estrellas mientras me apoyo contra
mi coche, parpadeo lejos la humedad de mis ojos.

—Kaylee

Él está aquí. Alto y guapo, viniendo hacia mí. Ni siquiera escuché


su coche llegar.

Carter me alcanza y me abraza. Estoy rígida contra él durante unos


momentos. Pero luego me relajo en su contra, tomando consuelo en sus
brazos. Me abraza apretada y luego me besa en la frente. Pero cuando se
aleja, frunce el ceño.

—¿Qué pasa?

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—Nada —digo, pero él todavía está frunciendo el ceño hacia mí—.


Ha sido una larga semana.

—Puedes decirlo así. —Se inclina contra mi coche, girándose


lateralmente frente a mí—. ¿Tus exámenes fueron bien? —Yo asiento—.
¿Cómo fue tu proyecto de grupo para tu clase de Economía?

—Bien.

Me mira silenciosamente, sus penetrantes ojos azules en los míos.


Finalmente, él habla.

—Así que… esto no va tan bien, ¿verdad?

No sé qué decir, así que simplemente sacudo la cabeza tristemente.

—En parte es culpa mía. He estado tan jodidamente ocupado esta


semana. Pero entonces, pensé que me llamarías después de la clase de
hoy. Después de escuchar las noticias. Y cuando no lo hiciste… me
imaginé que quizás tus sentimientos habían cambiado.

Espera, ¿qué? ¿Esperaba que yo me pusiera en contacto con él?

—Pero yo no estaba allí hoy. ¿No te diste cuenta?

—¿No lo hiciste?

Esto es confuso. Trato de ir al grano.

—Dejé la clase.

—¿Qué? —Está conmocionado—. Pero… si no la tomas este


semestre, no podrás hacerlo hasta el próximo año.

—No la voy a tomar en absoluto. Voy a cambiar mi carrera.

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Antología Formas traviesas
de mendigar por chicos malos

—¿De verdad? ¿Cuándo sucedió esto?

—Esta semana. Nunca quise licenciarme en negocios importantes.


Sin ofender —agrego, ya que él lo está—. Mis padres me empujaron a ello.
Pero quiero explorar otras opciones. Siempre me he preguntado sobre el
tipo de trabajo social. O alguna otra cosa donde pueda trabajar con la
gente.

—No puedo creer que ya no estés más en la clase.

Parece tan aturdido que mi corazón se hunde.

—¿Realmente no notaste mi ausencia hoy?

La mirada de shock en su rostro se disuelve en comprensión.

—Realmente no lo hice. Probablemente porque yo tampoco estuve


allí hoy.

Ahora es mi turno de fruncir el ceño.

—¿No lo hiciste? ¿Por qué no?

—Porque, pasé la semana entera arreglando para cambiar esa clase


—sonríe ante la sorpresa que debe estar expresando mi cara—. No fue
fácil. Primero, tuve que convencer a mi asesor para que me cambiara, y,
luego, tuve que encontrar a alguien dispuesto a cambiar sus clases
conmigo. Así que ahora soy un TA para el curso de inicio de
comercialización, y Susan Hastings es la nueva TA para tu clase. Ese fue
el gran anuncio de hoy. Yo estaba tan entusiasmado pensando que
llamarías tan pronto como descubrieras que ya no era más tu profesor.

Las lágrimas ruedan por mis mejillas mientras lo miro. No lo puedo


creer. ¿Ya no está en la clase? Él toma mi mano.

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—Ella hizo un gran trato. Dijo que sólo haría esto si yo calificaba
todos mis exámenes de mitad de período y los de ella también. Es por eso
que he estado tan ocupado esta semana.

¡Oh, Dios mío! No puedo creer que él hiciera todo esto. Por mí. Por
nosotros. ¡Y yo aquí, pensando que él había estado evitándome!

—Entonces… ¿eso significa que podemos estar juntos? ¿Ahora?


¿Qué no tenemos que esperar?

—No tenemos que esperar —confirma y tira de mí a sus brazos.

Y de repente, todo es diferente. Carter está aquí. Todavía quiere


estar conmigo. Y él puede hacerlo. Ya no va contra las reglas. Se siente
como si fuera la mañana de Navidad y mi cumpleaños convertido en uno
sólo. Lo cual me recuerda.

—Eso significa que podemos celebrar mi cumpleaños juntos la


próxima semana —digo, sonriendo a través de mis lágrimas.

Él alcanza, y limpia la humedad de mis mejillas.

—Sí.

—Pero ya me diste mi regalo.

—Entonces tendré que pensar en algo diferente para darte. O tú


puedes pensar en algo. Dijiste que tenías más fantasías sobre mí, ¿no?

—Cierto —digo, sintiendo un rubor en mis mejillas, pero estoy tan


feliz que no me importa.

—¿Puedes darme una visión previa?

Me rio.

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—Bueno, ¿una de las fantasías es que me tomas en algo mucho


más suave que un escritorio?

—¿Cómo una cama? —pregunta, sus ojos brillantes—. ¿Una cama


grande con un cabecero al que puedo atar tus manos?

Ese pensamiento me hace retorcerme y mantenerlo más cerca.

—Para mí suena bien.

—¿Deberíamos ir a tu casa? ¿Mostrarles a tus compañeras de


cuarto que no estabas mintiendo sobre tirarte a un caliente TA?

Riendo, sacudo la cabeza.

—No. Mi casa está demasiado llena. Además… ya no me importa lo


que piensan de mí. —Y realmente no lo hago. Eso es otra cosa que ha
cambiado en esta semana.

—Entonces en mi apartamento. Tengo una cama de matrimonio.


Con un enorme cabecero, adecuado para atarte. Y tengo una erección
enorme, adecuada para hacerte gritar.

—Puedo ver eso. Lo siento. —Cambio de posición. Frotándome


contra él—. Eso suena mucho mejor que la comida —le digo, poniéndome
de puntillas para besarlo.

En realidad, suena casi perfecto.

Fin

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Staff
Traductoras
Willow Winters - El chico malo de al lado – Lelu
Lauren Landish – Jugando para siempre – Marisaruiz
Bella Love –Wins - Propiedad del Baller – Dahi
Isabella Starling - El profesor y Maddison - mdf30y
Vivian Wood - El encanto de la primera – Lelu
BB Hamel - Trato Triple - lvic15
Roxie Noir – Colisionando En La Noche – Sugar Mami
Aubrey Irons – Malvado – Maite2014
Tessa Torne - Policías y ladrones – Maralexber
Penelope Bloom – Fantasma – JRVGJF
Amelia Wilde - Siempre su Chica Mala - lvic15
Sophie Brooks - Romper las reglas - mdf30y

Correctora
Laavic

Lectura Final
Lelu

Diseño
Lelu

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Esperamos que lo hayas disfrutado y nos


acompañes en los proyectos futuros.
Tenemos excelentes historias para compartir en
nuestra lista: muchas ya publicadas, en
proceso o que tendremos en un futuro cercano.
Si quieres saber más de nosotros o formar
parte de nuestro equipo puedes contactarnos
en: [email protected]

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