Alex
Alex
Alex
Si el
libro llega a tu país, te animamos a adquirirlo.
Quedan menos de cuarenta segundos de juego para romper este empate, y quiero
hacerlo. Aunque no tengo ningún deseo de ser el centro de atención que vendrá con
hacer el gol de la victoria, es absolutamente preferible que estar atrapado en tiempo
extra o en una posible tanda de penaltis. Estoy listo para que este maldito juego
termine. 5
Dando un empujón hacia atrás particularmente fuerte, puedo liberar mi palo de
las tablas y poner la cuchilla contra el hielo. Debido a que estamos jugando en la
pista de hielo local aquí en Raleigh, Carolina del Norte, y conozco su velocidad y
consistencia como la palma de mi mano, solo se necesita un golpe breve en el disco
y se dispara entre nuestras piernas. Giro hacia la izquierda y cuando siento que
Talbot me sigue, giro hacia la derecha para patinar a su alrededor, agarrando el disco
justo cuando evita las cuchillas de sus patines y despego hacia la meta.
La luz roja detrás de la red se enciende y la arena estalla, diecinueve mil fanáticos
se ponen de pie como un cohete para gritar en éxtasis que Alexander Crossman ha
roto el empate y lo más probable es que haya ganado el juego. Por supuesto, todavía
quedan treinta y un segundos para que mi equipo lo arruine todo.
Mis compañeros levantan las manos en el aire, patinando hacia mí para celebrar
el gol. Hago un intento a medias por parecer satisfecho conmigo mismo, lo que
básicamente significa que dejo que mis compañeros de equipo froten la parte superior
de mi casco o golpeen mis piernas con sus palos. Pero eso es lo más emocionado que
me siento cuando marco un gol.
Salgo, cumplo con mi deber, marco mis goles y obtengo mis asistencias, cobro
mi cheque de pago y más allá de eso, simplemente déjame en paz.
—Gran juego esta noche —dice, levantando la vista del iPhone del cual había
estado enviando mensajes de texto cuando entré—. Tu valor subió a cuarenta y siete.
Creo que eso significa que estás liderando la liga en este momento.
—Ese pequeño truco al final del juego fue innecesario —me dice.
Se refiere al hecho de que fui nombrado el jugador más valioso del juego, o el
Más Valioso Pendejo si te refieres a lo que dicen algunos fanáticos, que es un honor
que se conmemora al final del juego al hacer que el jugador patine sobre el hielo para
reconocerlo. En el momento en que estaban llamando mi nombre, estaba a medio
camino de regreso al vestuario, negándome a salir a dar mi estúpida vuelta alrededor
del hielo. Los abucheos de los fanáticos me siguieron todo el camino de regreso.
—Lo siento… tenía malestar estomacal… diarrea. Tenía que golpear la lata —le
digo, mi rostro es un estudio de genuina verdad a pesar de que él sabe que estoy
mintiendo a través de mis dientes.
—Me miro en el espejo de la misma manera que usted, entrenador… todos los
días para afeitarme o cepillarme los dientes. Me siento cómodo con el chico que me
devuelve la mirada.
Pretore resopla ante mi respuesta y, aunque está enojado conmigo, también sé
que esa respuesta le divierte un poco, porque él también es un sabelotodo por
naturaleza.
—Sí, bueno, puede que te sientas cómodo con ese reflejo, pero los trajeados de
arriba no lo están. Están exigiendo una limpieza inmediata de tu actitud.
—Déjame adivinar… van a exigir que vaya a la sala de niños del Hospital
Comunitario de Raleigh y firme autógrafos o algo así. Que demuestre que soy
realmente un oso de peluche por dentro.
—No es una mala idea, pero no. Quieren que te involucres un poco más.
—Quieren que seas el portavoz del equipo para una campaña contra el abuso de
drogas.
—Puedo hacer eso —digo con cautela, porque puedo. No tengo ningún
problema en apoyar causas dignas y, aunque soy un idiota, sé cómo poner una
sonrisa en mi rostro cuando quiero… por el bien mayor, ya sabes.
—Está bien —digo, pero la aprensión aumenta porque esto suena un poco
demasiado fácil.
Arqueo una ceja, urgiéndolo a que simplemente lo suelte. Me está matando aquí.
Toma un trozo de papel de una carpeta en su escritorio y me lo entrega. Lo tomo
y lo escaneo, notando una lista detallada de cosas, pero solo lo miro de nuevo a él.
—En esencia, quieren que dediques al menos cinco horas a la semana durante la
temporada, en los días que no hay juegos, por supuesto. Fuera de temporada, veinte
horas a la semana.
Abro la boca para maldecir de nuevo, pero no sale nada. La frialdad me invade
cuando me doy cuenta de que mi empleador acaba de trazar una línea bastante
profunda en la arena. Tengo dos opciones: hacer lo que me digan o despedirme de
mi carrera.
Cassie me mira con una ceja perfectamente formada, frunciendo sus labios
carnosos mientras me sonríe.
—Tuviste un gran juego esta noche, lo que significa que probablemente estás de
muy mal humor. Pensé en venir y ayudarte a descargar energía… “descargar” es la
palabra clave.
—No fuiste invitada —le digo mientras inserto la llave en la cerradura, sin
siquiera molestarme en mirarla.
Ella simplemente se acerca y baja una mano arreglada para acunarme entre las
piernas. Apoyando su barbilla en mi hombro, susurra:
Su mano me aprieta y, junto con el sexy ronroneo en su voz, funciona como por
arte de magia y empiezo a ponerme duro. Cassie es una puta maravilla con su cabello
rubio platino, piernas kilométricas y tetas fantásticas, así que sí… mi cuerpo
reacciona. 11
Abriendo la puerta, entro, soltando su mano, pero sabiendo que ella me seguirá
para terminar el trabajo. La escucho cerrar la puerta mientras camino hacia la cocina.
Dejo caer mi bolso al suelo, saco una cerveza del refrigerador y giro la tapa,
arrojándola al fregadero. Tomando un trago profundo, la veo entrar a la cocina,
paseándose como una mujer en una misión.
Sé que cree que me ha resuelto. Que puede abrirse camino en una relación
conmigo dándome mamadas geniales y sexo aún más caliente, pero está muy
equivocada. Ninguna mujer que se precie se pondría de rodillas por un idiota como
yo, solo para tratar de atraparlo.
—No vengas de nuevo a menos que te invite —le digo después de tomar otro
trago de cerveza.
Acercándose a mí, desliza un dedo a lo largo de mi mandíbula, sonriendo en
tono de disculpa.
—Claro, cariño.
—No soy tu cariño —le recuerdo, solo porque me siento como un idiota aún más
grande de lo que soy normalmente.
Se ríe, porque no es la primera vez que escucha esas palabras de mis labios. Pero
siendo la glotona del castigo que es, simplemente dice:
Alejándome de su agarre, entro a la sala de estar, tomo un cojín del sofá y camino
de regreso a la cocina. Vuelvo a ocupar mi lugar frente a ella y dejo caer el cojín a la 12
altura de sus rodillas.
—Ahí —le digo, señalando el cojín con una sonrisa malvada—. Para que no le
duelan las rodillas. Mira… puedo ser un buen chico.
Me mira con ojos grises ahumados que serían realmente hermosos si no supiera
acerca de todas las confabulaciones que esconde detrás de ellos.
Levanto la mano y le paso los dedos con ternura por la mejilla. Me encanta el
tacto de la piel de una mujer, no importa si corre veneno por sus venas. Deslizando
mis dedos por el cabello en su sien, la sostengo suavemente mientras se inclina hacia
adelante y me toma en su boca, contento de dejarla hacer el trabajo y de que yo
disfrute del paseo.
Sí… ella pondrá una sonrisa en mi rostro. Pero eso es lo único que me dará que
valga la pena.
13
Capítulo 2
Sutton
Inclinándome en mi silla de oficina, tomo el marcador negro permanente y
coloreo la marca de desgaste en el tacón de mi zapato. He tenido estos zapatos desde
siempre y, sin duda, se ven un poco andrajosos. Desafortunadamente, van a tener
que durarme un poco más, ya que gano centavos y tengo cosas más importantes que
pagar, como la electricidad y la comida.
—Habla.
—Claro. Mi cita de las dos en punto llega veinte minutos tarde, así que supongo
que no va a aparecer. Ya voy.
Al llegar al final del pasillo, deslizo mi tarjeta de identificación a través del lector
al lado de la puerta de acero, escucho el chasquido de la cerradura y llego al vestíbulo.
Al menos aquí, la decoración es un poco más acogedora, con alfombras beige, sofás
de piel sintética y abundancia de plantas verdes. Nuestra recepcionista, Minnie, tiene
habilidad para la jardinería y se encargó de decorar el área como mejor le pareciera.
Por supuesto, Minnie es una institución en sí misma y ha estado cubriendo la
recepción de nuestro centro de crisis desde antes de que naciera Moisés.
—Eso fue rápido —dice Minnie a la vez que saca su bolso del cajón inferior de
su escritorio de acero expedido por el condado. Abre el bolso y espero pacientemente
a que saque su espejo compacto y se aplique polvo en la nariz. Luego saca un tubo
de lápiz labial rojo brillante y lo desliza sobre sus delgados labios mientras se mira en
el espejo. Finalmente, pasa sus manos por los lados de su cabello plateado, que está
recogido en un moño severo, y sonríe ante su reflejo.
Minnie es una vieja Raleigh y una mujer sureña nunca sale al aire libre sin lucir
lo mejor posible. Cerrando su compacto, lo arroja en su bolso y se pone de pie.
—Estoy bien —le digo, aunque me muero por pedirle que me recoja una bolsa
Kisses de Hershey con almendras. Son mi adicción. Para decirlo en términos de crisis
de drogas, son mi droga… mi heroína… mi coca. Pero este año tomé la resolución
de reducir mi ingesta de chocolate y, diez meses después, no voy a quebrarme. Me 15
permito dos piezas al día y siempre las reservo para después de cenar en casa.
—Vuelvo en un instante.
Ella grita un “ciao”, lo que me hace sonreír porque eso es tan Minnie, y me siento
en su escritorio para revisar el archivo que agarré. Es un caso común y corriente, que
por desgracia veo con demasiada frecuencia. Si bien mi trabajo en el centro es brindar
asesoramiento a cualquier persona afectada por la adicción a las drogas o al alcohol,
mi camino elegido es trabajar con jóvenes en riesgo y niños cuyos padres tienen
problemas de adicción. Si bien no puedo elegir mis casos, mi jefe, Ken Silver,
comprende mi interés y tiende a arrojar ese tipo de casos en mi dirección cuando
puede.
Lo cual es más de lo que puedo decir de mi cita de las dos en punto que no se
presentó, lo que me decepciona muchísimo. No porque fuera un caso fascinante, sino
porque era una oportunidad profesional que no debería ser dirigida a mí a una edad
tan temprana. Ken me había dicho a principios de semana que me iba a dar un
proyecto muy especial, sabiendo que sería cercano y querido para mi corazón. Al
parecer, el equipo de hockey Carolina Cold Fury quiere iniciar una campaña
antidrogas dirigida de forma local y posiblemente con llegada a nivel nacional.
¿La parte más cercana y querida para mí? Bueno, quieren apuntar a los jóvenes
en riesgo e iba a encargarme de eso.
Ken me dijo que iban a asignar a su mejor jugador, Alexander Crossman, como
portavoz y que trabajaría personalmente con él para crear e implementar el 16
programa. El sello distintivo sería un plan de divulgación para usar con todas las
escuelas del área local donde el señor Crossman y yo estaríamos hablando con los
estudiantes.
¡Yupi, yo!
Él es increíble.
Un hombre entra, el sol de la tarde perfila un cuerpo enorme. Tiene que tener
por lo menos un metro noventa y ocho, dos metros con un pecho firme, cintura
estrecha y brazos bastante grandes colgando de sus hombros. Para ser un hombre tan
17
grande, me sorprende notar que se mueve con una gracia natural. Pantalones de
vestir gris carbón y un suéter negro liviano se moldean a su cuerpo, mostrando caídas
y valles de músculos que solo se ven en las revistas de salud para hombres.
Si pensaba que su cuerpo era increíble, casi me desmayo una vez que hago un
balance completo de su rostro. Es suficiente para hacer llorar a los ángeles y
conscientemente cierro la boca cuando me doy cuenta de que mi mandíbula se ha
abierto por la incredulidad.
Cabello oscuro, muy oscuro… casi negro, pero definitivamente el más profundo
caoba, lo lleva medio largo, cortado en capas alrededor de su rostro. La parte frontal
del flequillo se desplaza de izquierda a derecha a lo largo de su frente, mientras que
los mechones sobresalen de esta manera alrededor de toda su cabeza. Su rostro, si es
tallado, sería buscado por todas las mejores galerías de arte del mundo. Mandíbula
fuerte cubierta de barba incipiente oscura, pómulos marcados, nariz recta como una
flecha, e incluso a cinco metros de distancia y con el sol a sus espaldas, puedo ver los
ojos azules más cristalinos que he visto en un ser humano.
Lo último que noto de él, porque santo infierno, he notado bastante; es que sus
labios son carnosos, el de abajo un poco más grueso que el de arriba. Dichos labios,
que pueden ser los más perfectos que existen, ahora se arquean hacia arriba en una
sonrisa y lo primero que pienso es me pregunto qué podría hacer con esa boca.
Tal vez porque mi cerebro ha sido confundido por tanta magnificencia, o tal vez
porque nunca he sido de las que se avergüenzan fácilmente, ni siquiera tengo una
pizca de decencia que me haga apartar los ojos con timidez o vergüenza.
Así que sostengo su mirada a medida que se acerca al escritorio, coloca las
palmas de sus manos sobre la superficie cubierta de formica y me golpea con una
sonrisa brillantemente sexy que casi me ciega y, sin duda, me provoca una punzada
en el vientre.
Parpadeo con fuerza, sus palabras penetrando, pero no realmente. Todavía estoy
demasiado deslumbrada por la blancura de sus dientes y juraría que vi a un diente
realmente emitir un destello.
—Um… ¿disculpa? —digo, porque no tengo ni idea de quién es o por qué está
aquí, o por qué debería reconocerlo. Tal vez sea un modelo famoso o un actor, y me
devano los sesos tratando de ubicar su rostro. 18
Su sonrisa se convierte en una mueca y su ceño se frunce.
Por alguna razón loca, me siento terrible porque no sé quién es y parece que le
duele eso. No, no le duele… eso no es del todo correcto.
¿Le intriga?
—Alex Crossman —dice, liberándome del aprieto—. Tengo una cita con Sutton
Price.
Hijo de puta.
¿Este es Alexander Crossman? ¿Jugador estrella de Cold Fury y potencial modelo de GQ,
mi nuevo socio en la creación de un programa de alcance para jóvenes con problemas y patán
en general por llegar tarde y no avisar? No sé si tener un orgasmo o estar enojada porque
llega treinta minutos después de nuestra cita programada.
19
blanco, sino que se inclina hacia mí con diversión.
—Te diré una cosa —dice mientras se inclina un poco más cerca y murmura—:
Me sentaré y esperaré pacientemente si me dejas prepararte la cena en mi casa esta
noche.
No, espera… eso no fue invitarme a una cita… eso fue invitarme a su
apartamento.
Para la cena.
De todos los…
De acuerdo, de nuevo, no estoy segura de si llegar al orgasmo o sentirme
ofendida.
Elijo seguir siendo profesional, ya que todavía estoy trabajando, y me decido por
estar ofendida.
—No, gracias. Si vas a tomar asiento para que pueda trabajar un poco…
—Nunca está de más preguntar —dice con un guiño antes de caminar hacia el
sofá y dejarse caer en él.
Intento concentrarme en el archivo del caso de Mara, pero no puedo evitar mirar
furtivamente al Sr. Hockey Sexy. Rayos, es completamente guapo, pero también
absolutamente arrogante.
Oh, no porque me haya invitado a salir. Quiero decir, eso fue un poco halagador, 20
aunque no esté interesada. De ninguna manera iría al apartamento de un sujeto a
cenar como primera cita. Pero claramente es muy engreído porque cree que su
tiempo es más importante que el mío. Es en este punto que espero que Minnie se
tome su tiempo al regresar de la farmacia para que el señor Crossman pueda calmarse
un rato y ver cómo se siente que alguien sea irrespetuoso.
Como si apareciera solo porque estaba pensando en ella, Minnie entra por la
puerta envuelta en una nube de perfume de Estée Lauder y sol.
Le sonrío.
Poniéndome de pie, agarro el archivo de Mara y me giro hacia el sofá donde está
sentado Alex. Delibero sobre dejarlo aquí un poco más, pero luego decido no hacerlo.
Nunca he sido una persona muy vengativa.
A medida que Alex camina hacia mí con esas piernas inmensamente largas, sus
ojos recorren casualmente mi cuerpo y lentamente vuelven a subir hasta que me
inmoviliza con una mirada directa. El aprecio brilla fuerte y claro, y me hace sentir
cohibida.
—Sígueme.
A medida que camino a través de la puerta cerrada hacia la parte posterior, mis
tacones repiqueteando en el suelo de baldosas, puedo sentir sus ojos ardiendo en mi
trasero todo el camino. Solo estoy modestamente agradecida de que probablemente
esté comiendo mi cuerpo con sus ojos y no mirando los tacones desgastados y
cubiertos de Sharpie de mis zapatos.
Cuando llego a mi oficina, abro la puerta y le indico que pase delante de mí. Lo
hace y lo sigo dentro, cerrando la puerta detrás de mí. 21
Pasando junto a él, le digo:
Cuanto más conozco a Alex Crossman, más estoy segura de que no me agrada.
Capítulo 3
Alex
¡Maldita sea!
¿La mujer ardiente que está sentada frente a mí detrás del escritorio, la que me
imaginaba practicándome sexo oral esta noche, es la maldita consejera con la que
tengo que trabajar durante el próximo año para construir este programa de
divulgación?
Si fuera solo una cuestión de alejarme de una carrera que odio, no estaría sentado
aquí en este momento. Le habría dicho al entrenador que se fuera a la mierda el otro
día y me iría. Pero desafortunadamente, esta carrera que odio tanto también es muy
necesaria, principalmente porque no tengo nada más en la vida en lo que sea bueno.
El buen y viejo papi se aseguró de que canalizara toda mi energía, esfuerzos y talento
para convertirme en uno de los mejores jugadores de hockey del mundo, tanto que
nunca he considerado ni una sola vez lo que haría cuando eso termine.
Como resultado, cuento cada centavo que gano y lo guardo para ese día en que
esta carrera ya no esté ahí para mí, así al menos tendré algo de dinero para vivir
mientras averiguo qué diablos hacer con mi vida. Por eso vivo en un apartamento
pequeño de dos habitaciones y conduzco un Chevy Suburban usado, mientras que mis
compañeros de equipo viven en mansiones y conducen SUVs de lujo. Porque mis
ganancias son mi boleto a la libertad lejos de un padre autoritario y abusivo incapaz
de amar a su hijo, y una carrera a la que vomitaría o a la que mearía como haría con
cualquier otra cosa.
Al mirar a Sutton Price, gruño por dentro por este desafortunado giro de los
acontecimientos. Esperaba tener otra oportunidad con ella antes de irme, bastante
seguro de poder convencerla de cenar en mi apartamento. Incluso haría algo
agradable… ciertamente no pasta de paquete. Pero no, esta es esencialmente mi
carcelera durante el próximo año, lo que también la convierte en mi enemiga.
—¿Realmente eres una de las consejeras aquí? —pregunto, mi voz goteando con
escepticismo, porque realmente no estoy listo para creer que esta mujer no estará
acostada debajo de mí esta noche.
—¿En serio? —pregunta, su voz suave satinada pero llena de sarcasmo—. Nunca
lo hubiera adivinado.
Cristo. ¿No sabía esta mujer cuándo sentirse intimidada por algo?
No obtengo nada más que una sonrisa agradable y un increíble par de ojos
verdes-dorados que resaltan porque están rodeados por una masa de cabello de color
cobrizo.
Maldición. Estoy más irritable de lo normal porque me atrae esta mujer, de una
manera que no recuerdo haberme sentido atraído por nadie en mucho tiempo. Eso
me desconcierta, me intriga un poco, pero sí, principalmente me enfada.
Sus ojos van de un lado a otro de la página a medida que lee, sus cejas se inclinan
hacia adentro. Cuando termina, me sorprende enormemente y me entrega el papel a
través del escritorio. Tomándolo de su mano, lo leo rápidamente y es como pensé
que sería. Una carta para ella en la que le explica que el equipo espera que esta
oportunidad de divulgación se pueda utilizar para ayudar a limpiar mi imagen, que
estoy aquí bajo protesta y que el equipo desea que la Srta. Price informe, de forma
semanal, sobre mi comportamiento. Es básicamente su forma secreta de mantener su
pulgar encima de mí, y estoy absolutamente asombrado de que me dejara leerla.
Particularmente porque la última línea dice, le pediría que mantenga esta carta en privado
y no la comparta con el señor Crossman.
—No estoy feliz de tener que ser tu niñera —dice y mis ojos se fijan en los suyos.
—No estoy exactamente emocionado por eso tampoco —le digo con honestidad.
—Algo así —murmuro, sin querer exponer las millones de razones por las que
estoy sentado aquí—. Aparentemente tengo un pequeño problema de actitud.
Entonces Sutton hace algo que creo que nunca olvidaré mientras viva. Me sonríe,
de una manera traviesa, sus ojos se tornan más dorados que verdes. Se ve tan
jodidamente hermosa en este mismo momento, que mi respiración realmente se
detiene.
—Puedo lidiar con la actitud —dice con un guiño—. Hace que las cosas sean
interesantes.
Empiezo a abrir la boca, para decir ¿qué? No sé, pero entonces dice:
—Alex —digo.
—Alex —dice, asintiendo—. Si realmente no quieres hacer esto, creo que solo
harás más daño que bien. Hablaremos con los niños sobre la adicción a las drogas. 25
Detectarán falsedad a un kilómetro de distancia. Necesitan creernos. Necesitan
confiar en nosotros.
Por primera vez en años, muchos años, siento que algo parecido a la vergüenza
sube por mi nuca. He sido un idiota, un imbécil y un cabrón en general para muchas,
muchas personas en mi vida, porque expreso mi ira y mis problemas de papá hacia
los demás. Pero ni una sola vez sentí vergüenza o incluso la más mínima culpa por
mis acciones.
Sin embargo, aquí estoy ahora, y Sutton Price me hace sentir jodidamente
pequeño.
En cambio, digo:
—Estoy aquí bajo protesta porque me obligan a hacer esto. Pero dada la
oportunidad de ser voluntario para un proyecto como este, lo habría hecho en un
santiamén. Puede que tenga un problema de actitud, señorita Price…
Observo con asombro cómo sus ojos se vuelven cálidos y suaves, y me nuestra
una enorme sonrisa, lo que hace que mi corazón comience a latir como un loco.
—Fantástico —dice con entusiasmo—. Porque tengo que decirte, estaba muy
emocionada de conseguir este proyecto. Ha sido mi sueño participar en un programa
de divulgación para jóvenes en riesgo y poder hacerlo a una edad tan temprana y con
el poder de un equipo de hockey profesional detrás de mí…
Me desconecto, sin escuchar una maldita cosa que dice después de eso. En
cambio, la miro, cautivado mientras asimilo las palabras que me lanza muy rápido,
porque está emocionada como una niña en Navidad, lo que me hace concentrarme
en su boca y en lo jodidamente sexys que son sus labios.
Es hermosa, sin duda, pero no de una manera clásica. Más bien de una manera
terrenal y casual. No usa mucho maquillaje, pero tampoco lo necesita. Su piel es 26
clara y suave, sus ojos y cabello son sus mejores rasgos por mucho. Cuando sonríe,
noto de inmediato que tiene un diente que está ligeramente torcido, pero por alguna
razón aumenta su atractivo general. El hecho de que no sea exquisitamente perfecta
la hace casi perfecta. También tiene una pequeña cicatriz justo debajo de la ceja
izquierda, pero una vez más, eso de alguna manera se suma a su encanto único en
general.
—... entonces, creo que si trabajamos duro, probablemente podríamos tener algo
listo para lanzar en unos meses, ¿no crees?
La sintonizo y asiento con la cabeza de arriba abajo, sin tener ni puta idea de lo
que acaba de decir.
—Suena bien para mí.
—Entonces, ¿con qué frecuencia quieres reunirte? Quiero decir, tu horario tiene
que ser mucho más complejo que el mío, pero soy bastante flexible. Puedo ocupar
noches o fines de semana si es necesario.
—Claro —dice alegremente, pero puedo ver que es como un caballo de carreras
que muerde el bocado para salir por la puerta. Su entusiasmo es un poco contagioso
y me encuentro sacando mi iPhone del bolsillo—. Dime qué días tienes libres durante
la próxima semana y veré qué podemos arreglar.
Se vuelve hacia su computadora portátil y, con unos pocos golpecitos con los
dedos, comienza a contarme su horario. En unos minutos, tenemos una reunión
programada para el siguiente lunes por la mañana.
Metiendo la mano en un cajón del escritorio, Sutton saca una carpeta gruesa y
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me la entrega.
Sutton se ríe y mi estómago se aprieta por el sonido meloso puro que se derrama.
Sus ojos se arrugan, sus dientes se ven brillantes, incluso ese pequeño diente torcido,
y su voz es como música para mis oídos.
¿Y qué carajo? ¿Cuándo empecé a notar cosas así sobre las mujeres? Soy un
hombre de tetas y culos. Aunque, al parecer, ahora soy un hombre de ojos, cabello y
voz también.
—No.
La miro por un momento, luego, antes de saber qué diablos está pasando, mi
cabeza se inclina hacia atrás y empiezo a reír.
Con fuerza.
—Te diré una cosa, te conseguiré entradas para el juego de mañana por la noche
y podrás empezar a aprender sobre él.
—Oh, eso es muy agradable, pero tengo planes para mañana por la noche —
dice, sus mejillas se sonrojan ligeramente.
—Puedo conseguirte cuatro boletos, así si vas a salir con amigos o algo…
—En realidad, es una cita, así que no estoy segura de cuáles son nuestros planes.
—No estoy segura de por qué te etiquetaron como el idiota del equipo.
Simplemente no lo estoy viendo.
—De verdad.
—Quiero decir que jodidamente odio jugar al hockey, así que sí… me pongo un
poco de mal humor.
¿Qué. Demonios?
Por qué le acabo de decir eso, no tengo ni idea. Nunca se lo he admitido en voz
alta a nadie en toda mi vida, aunque es un mantra que me repito en silencio casi a
diario. Si la prensa alguna vez se enterara de eso, si los fanáticos alguna vez se
enteraran, estaría acabado: saldría corriendo de la ciudad más rápido que mi propio
tiro al aire, y las puertas de todos los equipos se cerrarían para mí.
Demonios, cuanto más lo pienso, apuesto a que soy el único de la raza. Soy
como el pájaro dodo, al borde de la extinción.
Lástima.
Puedes darme tu ira, tu odio o tu disgusto, pero nunca me des tu maldita lástima.
La agradable sensación de calor que tenía en el fondo de mi vientre momentos antes
se ha disipado por completo y ha sido reemplazada por hormigón frío.
—Acostúmbrese, señorita Price —le digo con una reverencia burlona—. Verás
bastante de él.
Dándome la vuelta, abro la puerta y salgo de su oficina, sintiendo sus ojos arder
en mi espalda hasta que doy la vuelta en la esquina y me dirijo por el deprimente
pasillo gris.
Capítulo 4
Sutton
—¿En serio conociste a Alex Crossman? ¿Y vas a trabajar con él?
—Sí —digo por tercera, tal vez cuarta vez, mientras pongo la lasaña en el medio
de la mesa.
—Jodida mierda. Eso es genial —dice Glenn, con los ojos llenos de emoción y
anhelo.
—Cuida tu boca —dice mi mamá con severidad, pero veo que mi padrastro Jim
se aleja de la mesa porque está a punto de echarse a reír.
Atrapo su mirada y le lanzo un guiño, pero trato de mantener mis rasgos suaves
31
para que mi hermano pequeño no sepa que pensamos que es jodidamente adorable
cuando maldice.
Los ojos de Glenn miran hacia abajo por un segundo con vergüenza por su
maldición, pero luego vuelven a mirarme, llenos de esperanza.
A los once años, Glenn tiene la edad suficiente para conocer los límites de las
habilidades de nuestros padres, incluso cuando ve a sus amigos luciendo ropa cara y
llevando lo mejor de los iPhones, iPads, dispositivos de juego y juguetes. No pide estas
cosas porque sabe que nuestros padres no pueden pagarlas, y nunca hace pucheros,
lloriquea o trata de hacerlos sentir culpables por ello. Pero mientras se sienta aquí
mirándome con ojos relucientes y brillantes, sabe que el costo de un autógrafo no es
más que una simple solicitud que le haga a Alex y no voy a negarle eso.
Siento que hay una razón para su forma de ser. Llámalo mi intuición consejera,
o tal vez sea simplemente una ilusión para no tener que lidiar con un idiota que es
un idiota por la única razón de que le gusta ser así.
Puedo sentir lágrimas en mis ojos, así que parpadeo rápidamente y digo:
—Estoy listo para mi pastel de cumpleaños —dice Glenn con una sonrisa.
En un año, mamá se había casado con Jim, y en otros seis meses, él se había
convertido en papá-Jim para mí. Otro año después había nacido mi hermanito y mi
vida era absolutamente perfecta. 33
Teniendo en cuenta que veníamos de una vida bastante infernal antes de eso, no
hizo falta mucho para darnos seguridad a mamá y a mí. Pero las amables palabras y
el tacto suave de Jim, el techo sobre nuestras cabezas y el conocimiento de que nunca
volveríamos a sufrir nos dieron a mamá y a mí la mejor existencia que podríamos
haber esperado.
—Cariño, me encanta lo que has hecho con tu cocina —dice mamá mientras
mira las cortinas que colgué el fin de semana pasado. Estaban de oferta en Wal-Mart,
y aunque eran un gasto que realmente no debería haber hecho, no pude resistir el
alegre patrón de limones amarillos que sabía que quedarían perfectos sobre la
ventana del fregadero. Acababa de pintar la cocina de un color similar de amarillo y
pinté los sucios gabinetes de roble en un blanco brillante con nuevos herrajes que
encontré en oferta. Compré esta casa hace apenas cuatro meses por prácticamente
nada. No está en la mejor sección de la ciudad, estaba en ejecución hipotecaria, por
eso la compré tan barata, y necesita muchísimo trabajo.
Pero es mía.
Espero que algún día termine con todas las “reparaciones” para este lugar. Hasta
ahora, todo va bien y, afortunadamente, papá-Jim ha podido ayudarme con las
reparaciones más complejas. Pero yo sola, y con gran amor, lijé y restauré los viejos
pisos de madera que recorren toda la casa. Me tomó casi tres semanas hacerlo por
mi cuenta, pero valió la pena ahorrar el costo y fue un gran logro del que estoy
orgullosa.
Jim da un gran bocado de lasaña y mastica con una sonrisa en el rostro. Con una
breve mirada, contemplo sus amables ojos, su rostro bronceado y su barba
desaliñada. Es un hombre oso, mide más de un metro noventa y dos de alto y es casi
igual de ancho. Jim es mecánico de automóviles de profesión, y ha trabajado en uno
de los concesionarios Ford durante los últimos dieciocho años. Si bien los autos son
su especialidad, es uno de esos papás que pueden arreglar cualquier cosa. 34
Nos instalamos en la tradición de la familia Murdock de hacer bromas mientras
cenamos, resoplando y riendo entre bocados de lasaña y pan de ajo. Si bien mi
apellido es Price, debido a que mi padre biológico todavía es dueño de esa parte de
mí, me considero la hija de Jim y, por lo tanto, una Murdock.
Sus ojos se agrandan cuando ve la monstruosidad que he hecho. Es tan alto que
en realidad se inclina un poco hacia la izquierda, asemejándose ligeramente a la
Torre Inclinada de Pisa. Enciendo las once velas y luego todos cantamos una
entusiasta interpretación de “Feliz cumpleaños” mientras Glenn nos mira a cada uno
de nosotros con una sonrisa llena de dientes en el rostro. Para cuando se apagan las
últimas notas de la canción, todos llevamos sonrisas a juego.
Glenn cierra los ojos para pedir su deseo, luego da un fuerte soplido a las velas,
moviendo la cabeza hacia adelante y hacia atrás para darles a todos el mismo tiempo
de aire. Las apaga como un campeón, todas excepto la vela de truco que había
colocado en el medio. Todos nos reímos mientras inhala repetidamente, viéndola
volver a la vida una y otra vez.
Miro a Glenn y su mandíbula está abierta, sus ojos no pueden creer lo que ha
escuchado.
Otra mirada a Glenn y está mirando boquiabierto a su padre. Sus ojos se dirigen
a los míos y me mira como, ¿hablan en serio?
El rostro de Glenn se relaja y frunce los labios con diversión, echando los brazos
hacia atrás sobre la silla de la cocina en una postura que dice, realmente no estaba
preocupado. Supe todo el tiempo que estaban bromeando.
Sus ojos miran hacia los míos y traga saliva. Luego pasan a mamá y finalmente
a su papá. Colocando sus manos sobre el lazo dorado, dice en voz baja:
—No importa —dice con seriedad, mirándome a mí, luego a mamá, luego a
papá-Jim—. Sigue siendo el mejor cumpleaños de todos.
Luego Glenn se lanza a la caja, rasga y destroza el papel que envolví con esmero
36
para que ni siquiera se note un borde. Cuando retira un gran trozo de papel y ve lo
que hay dentro, chilla, sí, chilla. Suena como un cerdo asesinado con un cuchillo de
mantequilla y hago una mueca. Retirando el último trozo de envoltorio, mira con
amor en sus ojos la Xbox frente a él.
Metiendo la mano debajo del gabinete de la cocina, saco dos artículos más
pequeños que había envuelto. Los ojos de Glenn se abren aún más cuando su mano
se extiende para quitarme los regalos.
—No se puede tener una Xbox sin juegos, ¿verdad? —le digo.
Glenn ni siquiera se molesta en desenvolver los regalos para ver qué le he
comprado; más bien, sale volando de su silla y lanza sus brazos alrededor de mi
cintura, presionando su cabeza contra mi hombro… porque sí, se ha vuelto así de
alto.
—Así es, maldita sea, lo soy —le digo mientras me río, y luego lo aprieto aún
más fuerte.
Poniendo mis pies en el sofá, estudio mis uñas de los pies, que acabo de pintar
de color azul acero el otro día. De hecho, me doy cuenta con perezoso interés, que
combinan con mi sofá, que está decorado con un patrón floral de azules y amarillos.
Si bien tengo que usar ropa profesional durante el día, me gusta ponerme toques de
locura que no se pueden ver mientras estoy en modo consejera. Eso significa esmalte
de uñas de colores no convencionales y lencería traviesa, ninguno de los cuales es
visto por nadie más que yo en este momento. No es que me importe.
Suspirando, apoyo la cabeza contra el cojín del sofá y cierro los ojos. Mi cita con
Brandon es mañana por la noche. Al menos, creo que es una cita. Quería aclarar eso
con él cuando me llamó por primera vez a principios de semana, pero luego lo olvidé
porque me había desviado durante la conversación por su encanto natural.
—Sí —dijo exuberantemente—. Estaba viendo nuestra película anoche antes de irme a la
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cama, y me hizo sentir nostalgia, así que me dije a mí mismo cuando me desperté hoy que te
llamaría para ver cómo estabas.
¿Nuestra película? ¿Estaba viendo Zombieland y eso le hizo sentir nostalgia por mí?
—Entonces, dime lo que has estado haciendo con tu vida —me instó Brandon, y luego me
sorprendió cuando dijo—: Conociéndote, estoy seguro de que has tenido un gran éxito.
Sí, separados.
Brandon había sido el amor de mi vida… o eso había pensado. Nos conocimos
en nuestro primer año de universidad en la Universidad Estatal de Carolina del Norte
en un grupo de estudio de matemáticas al que él ayudó como tutor. Estaba en el
programa de ingeniería y era bastante brillante en matemáticas. Yo cursaba una
licenciatura en artes, sociología, y básicamente apestaba en matemáticas.
Brandon tardó menos de dos meses en pasar de tutor a amigo, a buen amigo, a
novio a amante. Hicimos clic de inmediato y pasamos mucho tiempo juntos. Había
una atracción mutua subyacente que se hacía cada vez más fuerte cuanto más tiempo
pasábamos juntos.
La lista podría seguir y seguir. Brandon estaba formado por una larga lista de
virtudes encomiables y era tan fácil amarlo. Demonios, incluso cuando rompió
conmigo, fue jodidamente encomiable y adorable.
Ahora, había oído hablar del viejo discurso de “Quiero vivir mi vida” antes.
Incluso conocí a algunas chicas que lo habían sufrido. Sin embargo, nunca pensé que
sería yo quien lo recibiría. Y Brandon, cuando me lo explicó, me dijo que quería estar
con otras mujeres, lo hizo de una manera tan amable y cariñosa que yo asentía para
cuando terminó.
—Sutton… lo siento mucho por hacerte daño de esta manera —fueron las primeras 39
palabras que dijo Brandon después de dejarme.
Sostuvo mi rostro suavemente en sus manos para que lo mirara y él pudiera hacer lo
mismo.
—Sin embargo, te amo y respeto demasiado como para engañarte. Nunca podría ir a tus
espaldas, así que quiero ser honesto contigo en cuanto a por qué estoy haciendo esto.
—¿Hice algo mal? —pregunté en voz baja, buscando en sus ojos la razón detrás de sus
locas acciones.
—Dios, no —dijo, con tanta ferocidad en su voz y convicción en sus ojos que no tuve más
remedio que creerle—. De hecho, apuesto a que esto puede ser lo más estúpido que he hecho en
mi vida, y estoy seguro de que eventualmente puede ser uno de mis mayores arrepentimientos,
pero no puedo seguir adelante contigo cuando tengo estas dudas y estas curiosidades.
Asentí estando de acuerdo con lo que estaba diciendo, porque tenía sentido la forma en que
me lo estaba exponiendo.
A veces, cuando pienso en ese día, solo tres semanas antes de graduarnos con
nuestra licenciatura, quiero retroceder en el tiempo y darme una bofetada en la nuca.
A veces pienso que debo haber sido la mayor perdedora al mirar a un hombre que
amaba, un hombre que estaba rompiendo conmigo, y estar agradecida y amarlo
mucho más por la forma en que lo hizo. Ni siquiera tuve un sentimiento amargo
contra él. Maldita sea, lo felicité por el gran trabajo que hizo.
Gah, era tan patética en ese entonces. Sin embargo, creo que he cambiado mucho
en el último año, en el buen sentido, y en gran parte gracias a que Brandon me rompió
el corazón.
Sí, Brandon sintió que para ser absolutamente honesto y sincero conmigo, tenía
que hacerme saber que estaba pensando en cómo sería estar con otras mujeres.
—Eres la mujer más increíble con la que he estado, Sutton —me había dicho, casi
rogándome que le creyera—. Pero últimamente, me pregunto todo el tiempo cómo sería estar
con otra persona.
—Sí… sexualmente. Quiero tener la libertad de tener sexo con otras mujeres. Quiero saber
si me estoy perdiendo algo.
Oh, cómo habían dolido esas palabras, cortando y desgarrando mi corazón. Sin
embargo, no lloré y no discutí con él, lo cual es extraño porque no soy una mujer
pasiva.
—No quiero hacerte daño, Sutton —dijo mientras nos sentábamos en mi dormitorio—.
Estoy preguntando si podemos tomarnos un descanso… explorar el mundo separados por un
tiempo, asegurarnos de que no tengamos dudas antes de casarnos y tener hijos.
Y ahora tal vez ese día estaba aquí. Brandon y yo nos íbamos a encontrar para
cenar mañana por la noche, porque dijo que quería hablar conmigo… ponerse al
día… contarme todas las cosas que habían estado sucediendo en su vida. Me había
sonado como si hubiera tenido una especie de epifanía y me hizo preguntarme si yo
era parte de eso.
Intento recordar la última vez que hicimos el amor… cómo se sentía tenerlo
dentro de mí. Me viene una imagen, el rostro de Brandon metido en mi hombro, sus
caderas empujando y tirando mientras se desliza hacia adentro y hacia afuera. Se
sentía bien… siempre se sintió bien con Brandon. En mi memoria, deseo
mentalmente que Brandon levante su rostro, que me mire para poder tratar de
recordar lo que había en sus ojos la última vez que tuvimos intimidad, justo antes de
que rompiera conmigo.
Saliendo y entrando aún más fuerte, Brandon levanta la cabeza mientras lo veo
por encima de mí. Cuando su rostro se revela por completo, me sorprende encontrar
ojos azules como el cristal mirándome y labios carnosos inclinados hacia arriba en
una sonrisa triunfante. Cabello negro enmarcando el rostro de un ángel mientras me
mira con ojos llenos de lujuria.
Alex Crossman dentro de mí, retirándose con un control exquisito, solo para
golpear con fuerza, provocando que un gemido salga de mi boca.
Mis ojos se abren de par en par, buscando la realidad. Observo una mancha de
agua en el techo justo encima de mí y trato de desterrar de mi mente todas las
fantasías de Alex Crossman. Mentalmente tomo un cepillo y lo froto con fuerza sobre
mi cerebro, tratando desesperadamente de recordar la imagen de Brandon, o Barney
el Dinosaurio, o niños enfermos y hambrientos. Cualquier cosa menos Alex
Crossman.
Cierro los ojos tentativamente de nuevo, y ese hermoso rostro todavía se cierne
sobre mí al frente y al centro, lo que hace que los latidos de mi corazón se aceleren.
Abro los ojos de nuevo y miro la mancha de agua, mordiendo mi labio inferior con
los dientes.
¿Qué diablos?
Mis dedos vuelan sobre la pantalla. Recuérdame de nuevo, ¿por qué Brandon no era
el amor de mi vida?
No espero mucho. Son casi las diez de la noche, pero sé que me responderá.
Porque no te excitó lo suficiente. Lo más que hiciste cuando él rompió contigo fue soltar un
fuerte suspiro y luego seguiste adelante.
Correcto, pienso para mí. No hubo una conexión tan profunda como pensaba.
Aun así, Brandon y yo pasamos cuatro años juntos. Eso es mucho tiempo, y en
esos cuatro años hicimos muchos, muchos recuerdos maravillosos. Éramos
compatibles de muchas maneras. Es algo que no puedo dejar de considerar, y tal vez
la segunda vez sea el encanto. Tal vez ambos hemos crecido de maneras que
agregarían profundidad y excitación a los vínculos existentes que teníamos.
Sí, definitivamente debería mantener la mente abierta sobre esto.
Luego me voy a la cama y espero por Dios que Alex Crossman no protagonice
mis sueños. No sé si puedo manejar ese tipo de excitación.
43
Capítulo 5
Alex
Es domingo por la tarde y aquí estoy, una vez más sirviendo a la entera
disposición de Cold Fury. Meto el regalo de cumpleaños bajo mi brazo y empiezo a
caminar por el camino de entrada hacia la modesta casa de ladrillo de dos pisos de
nuestro entrenador, Leo Getts. Hoy es el cumpleaños de su hijo menor y todo el
equipo ha sido invitado.
Yo, sin embargo, tenía la orden de asistir. Recibí un correo electrónico el viernes
por la noche del entrenador que me decía que si no me presentaba, sería una multa
de $5,000. Ahora, esto solo me hizo querer sacar la barbilla y aceptar la multa, porque
no me gusta que intenten encarrilarme. Pero el problema era que Leo en verdad me
agrada. Es un entrenador maravilloso y ha hecho un trabajo increíble ayudándome 44
a superar algunas lesiones menores y mayores. Decidí que vendría a la fiesta hace
semanas cuando recibí la invitación por primera vez porque era lo menos que podía
hacer por Leo.
Así que le pedí a Cassie que me comprara un regalo para el niño hace un tiempo
y que lo envolviera, y a cambio le di un par de orgasmos. Fue un intercambio parejo.
Este es el asunto con Cassie. Ella hablará por un lado de su boca, asegurándome
que todo se trata del sexo. No puedo decir cuántas veces me ha asegurado que no
tiene relaciones. Esto funcionó bien para mí, porque claro, yo tampoco tengo
relaciones. Nunca las he tenido, probablemente nunca lo haré. Pero luego por el otro
lado hablará, tratando de abrirse camino sutilmente en mi vida fuera del dormitorio.
Esa es la Cassie que no me gusta mucho.
Cuando conocí a Cassie en una fiesta de Cold Fury el año pasado, nos tomó solo
unos veinte minutos después de que nos presentaron para dejar la fiesta juntos,
regresar a su apartamento y follar como campeones toda la noche.
Excepto que ahora ha cambiado. Lo veo en sus ojos, lo escucho en sus palabras,
lo sé por sus acciones. Quiere sus garras en mí de forma permanente y últimamente
se ha vuelto fuerte. Es algo que necesito detener para que ella no crea que esto irá
más allá de la liberación orgásmica.
Acercándome a la casa, puedo escuchar los sonidos de los niños chillando y los
adultos riendo desde el patio trasero, así que ni siquiera me molesto con la puerta de
entrada, prefiero rodear la casa.
Cuando doy la vuelta al lado este, me detiene una pequeña bola naranja volando
hacia mi cabeza. Afortunadamente, mis reflejos son buenos y puedo agacharme con
bastante tiempo.
Caminando unos pocos pasos, recojo la bola de plástico liviana del suelo y se la
arrojo a Sergei.
El niño intenta levantar su guante para atrapar la pelota, pero rebota justo en la
punta y rebota en la pared de ladrillos detrás de él.
—Buen intento —dice Sergei en afirmación ante el intento del niño—. Casi lo
tienes.
—Nunca me había sentido tan avergonzado —gruñó mi padre cuando nos detuvimos en
el camino de entrada. Sacó un pequeño frasco del interior de su chaqueta, girando enfadado la
tapa y bebiendo un gran trago de licor. Dejando el frasco a un lado, volvió sus ojos azul hielo
en mi dirección y me miró—. Prácticas. Vístete.
Era algo que sabía que era mejor no decirlo, pero estaba tan cansado que no tenía ganas
de jugar más esta noche.
—Ponte tu maldito equipo y mete tu trasero holgazán en el camino de entrada —me gritó.
Suspirando, abrí la puerta del auto y me abrí camino hacia la casa. Ni siquiera me molesté
en ir más allá del vestíbulo, donde metí la mano en la bolsa de mi equipo, que había estado 46
cargando, y me puse las almohadillas, todavía mojadas por el sudor del juego que acababa de
jugar. No me molesté en ponerme mi camiseta, pero sí me puse el casco con la protección facial
completa. Seguro que necesitaba esa protección.
Mi hermano mayor, Cameron, asomó la cabeza por la puerta del vestíbulo y susurró:
—¿Mal juego?
Tenía quince años y a papá no le importaba que se quedara solo en casa mientras me
llevaba a mis partidos de hockey; Cam nunca deseaba venir a mirar.
—Supongo —respondí, aunque pensaba que había tenido un gran juego. Dos goles y una
asistencia—. Papá quiere hacer prácticas.
Cameron me miró fijamente, con ojos tristes. Me vio ponerme el casco, agarrar mi palo y
salir. No dijo nada más, no salió a mirar, no ofreció palabras de aliento. No había forma de
que pudieras pintar una buena imagen sobre lo que estaba a punto de suceder.
Cuando salí a nuestro camino de entrada, suavemente iluminado por las dos luces que
flanqueaban la puerta del garaje, mi padre ya tenía su palo en la mano y el camino de entrada
estaba lleno de discos de hockey. Señaló la posición que quería que tomara y fui a pararme
frente al garaje.
—¿Por qué estamos haciendo esto? —preguntó, su voz todavía teñida de ira.
—¿Y cómo te equivocaste? —preguntó, jugando con uno de los discos en el suelo con la
hoja de su propio palo.
No importaba que su hijo marcara dos goles. No importaba que su hijo consiguiera una
asistencia. No importaba que su hijo fuera el mejor jugador del equipo. Ni siquiera importaba
que ganáramos el juego. Lo único que le importaba, en ese momento, era que cuando uno de
mis oponentes disparó un abrasador tiro al aire a nuestro portero, yo me aparté del camino para
que mi portero pudiera ver venir el disco. Estaba parado directamente frente a él, bloqueando
su vista.
Es cierto. Nunca se me pasó por la cabeza dejar que el disco me golpeara. Apuntaba en la
dirección general de mi muslo derecho y me hubiera dolido si me hubiera golpeado. Sin
embargo, el miedo a que me golpearan con el disco no influyó en mi decisión en una fracción de 47
segundo de tirar mi cuerpo fuera del camino. No, no le tenía miedo al dolor, porque Dios sabe
que me había vuelto casi inmune a él. Estaba pensando en nuestro portero y esperaba darle una
fracción de segundo de tiempo de reacción para hacer la parada.
Tomé una mala decisión. El disco pasó a mi lado, pasó por encima del guante de nuestro
portero porque no pudo verlo venir y entró directamente en la red. Si me hubiera quedado quieto,
dejando que el disco me golpeara, no estaría parado aquí preparándome para hacer prácticas.
—Creo que veinte deberían servir —dijo mi padre en voz baja—. No debes defender y
seguro que es mejor que no te apartes del camino.
Tragando saliva, agarré mi bastón con fuerza y traté de relajarme. Mi instinto natural iba
a ser tratar de desviar el disco cuando se cruzara en mi camino. Pero eso me habría valido un
castigo mayor.
Sí, castigo. Mi papá lo llamaba prácticas, pero era un castigo. Maldito abuso era
más parecido.
Hizo girar su palo hacia atrás, con las piernas agachadas. No importaba que hubiera
estado bebiendo. Mi papá había jugado en las ligas menores y sabía hacer un tiro al aire. La
hoja hizo contacto con el primer disco con un crujido resonante y se precipitó hacia mí, tan
rápido que pude escuchar el silbido contra el aire.
Cerré los ojos y apreté los dientes, dejando escapar un pequeño grito cuando golpeó en las
almohadillas de mi pecho. No fue exquisitamente doloroso, porque mi papá no tenía la fuerza
que solía tener, pero, lo que es más importante, la bebida lo había vuelto un poco torpe con su
lanzamiento. Pero aun así dolió como el infierno.
El siguiente disco vino inmediatamente después del primero y lo tomé en el muslo derecho.
Mi papá levantó los brazos en señal de victoria y gritó:
—¡Dispara y anota!
El cabrón estaba orgulloso de haber golpeado a su hijo de diez años en el muslo derecho,
exactamente donde habría recibido el disco esta noche si me hubiera quedado quieto.
Mi papá se estaba divirtiendo demasiado esta noche. Apostaba que veinte se convirtieron
en cincuenta antes de que todo estuviera dicho y hecho.
Respiro hondo y lo dejo salir lentamente. Ha pasado mucho tiempo desde que
tuve un recuerdo vívido como ese, y a menudo descubrí que un lugar tranquilo y
oscuro me ayuda a salir del terror del recuerdo. En cambio, he entrado en un maldito
circo lleno de tanto color y sonido que me siento desorientado y mareado.
Sin duda, ver a Sergei y su hijo me hizo retroceder en el tiempo, pero estaba
preparado para ello. De camino a la fiesta escuché un mensaje de voz de mi papá que
había dejado anoche. Vi su número en la pantalla de mi iPhone pero no respondí.
Nunca respondo cuando llama, pero eso no lo detiene. Él llama, cumple con su deber
y deja un mensaje de voz, luego no sabré nada de él hasta mi próximo juego.
Este correo de voz en particular se quejó de mis cambios de línea. Dijo que me
vi descuidado y lento saliendo de la banca, perdiendo unos segundos preciosos que
podrían ser perjudiciales para el equipo. Hice lo que siempre hago y borré el correo
de voz mientras la ira corría por mis venas. Se quedó conmigo, incluso mientras
caminaba hacia la casa de Leo.
—Ahí estás —ronronea Cassie desde atrás, y siento sus dedos deslizarse por la
parte de atrás de mi camisa. Si bien normalmente reprendería a Cassie por cualquier
tipo de exhibición pública, el mero hecho de que alguien que conozco me esté
tocando y hablándome me está ayudando a aterrizar un poco.
Sabía que Cassie estaría aquí. Ella está en todas las fiestas de Cold Fury con su
hermana y Kyle. No soporto a ese hijo de puta. Es un imbécil pomposo que cree que
el mundo fue construido para servirlo. Su esposa Allie es una perra y se enorgullece
de gastar todo el dinero de Kyle en cuanto lo gana. Sin embargo, no puedo sentir
pena por el tipo. Folla a espaldas de Allie cada vez que puede, presumiendo de ello
en el vestuario. Son una jodida farsa juntos, y lo peor es que tanto Allie como Kyle
tienen en la cabeza que Cassie y yo haríamos una hermosa pareja.
Respirando hondo otra vez, doy un paso hacia adelante y sus manos se apartan
de mi espalda. Volviéndome para mirarla, trato de hacerme apreciar algo, cualquier
cosa, en ella que me permita verla como algo más que una simple diversión.
Ella solo se ríe de mí, ahumada y profunda, pasando la punta de un dedo por mi
pecho.
—Eso es mentira, Alex. Me necesitabas de rodillas hace solo unos días.
—Mira… te alcanzaré más tarde —le digo, haciendo que mi voz sea lo más suave
humanamente posible. Es un tono que probablemente nunca ha escuchado de mí
hasta ahora en esta jodida existencia en la que vivimos, y de inmediato me doy cuenta
de que cometí un gran error, porque ahora la esperanza llena sus ojos y me da una
sonrisa radiante.
50
Mierda, necesito cortar los lazos con esta chica para siempre. Es una relación
patética y ninguno de nosotros está obteniendo lo que realmente quiere. Ella quiere
un marido de hockey y yo quiero… quiero…
No sé qué demonios quiero, pero es claro que no una relación casual de solo sexo
con Cassie.
En ese momento, una imagen golpea mi cerebro y casi me tambaleo hacia atrás
por su gloriosa naturaleza.
Sutton Price, con su cabello cobrizo flotando alrededor y sus ojos color avellana
brillantes. Me sonríe y hace que el calor se arremoline en mis venas.
No, lástima.
Hay una diferencia y eso es inaceptable para mí.
Doy un paso atrás, a punto de recordarle lo desagradable que puedo ser, cuando
alguien me mete una cerveza debajo de la nariz y dice:
Así que haré la excepción y le prestaré un poco de atención, sobre todo porque
me aleja de Cassie. Estoy seguro de que después de cinco minutos, sin embargo,
correrá para alejarse de mí. Volviéndome hacia Cassie, le entrego el regalo de
cumpleaños. No tengo ni idea de qué es, ni me importa. Me lo quita sin decir una
palabra y estoy seguro de que se lo comunicará al hijo de Leo. Dándole la espalda,
sigo a Garrett a través del patio trasero.
Me lleva a un par de sillas vacías bajo un enorme árbol de sombra, lejos de los
niños que gritan y la música a todo volumen.
—Parecía que necesitabas ser rescatado allí —dice, señalando con la cabeza
hacia donde Cassie está ahora junto a Allie, hablando de Dios sabe qué—. Pero si
no, mis disculpas, hombre, por arruinar tu juego.
—Oye, hombre, ¿quieres salir de aquí, ir a tomar unas cervezas en algún lugar y
jugar al billar o algo así? —pregunta Garrett.
Mis ojos se deslizan de nuevo hacia Cassie y ella me mira con un hambre apenas
disfrazada. No hambre sexual… hambre de relación, y eso me pone los pelos de
punta.
Oh, sí, sé por qué. Porque ese idiota de Alex Crossman canceló nuestra reunión
esta mañana sin una buena excusa, pero luego envió un boleto para el juego de esta
noche junto con una nota de que nos encontraríamos después. Tenía la intención de
no venir, pero tres cosas me convencieron. Primero, le prometí a Glenn que le
conseguiría un autógrafo y me imagino que la mejor posibilidad es ser amable con el
bastardo irritante. En segundo lugar, en cierto modo, algo así, está bien… Realmente
me gustaría aprender sobre este juego. A Glenn le encanta Cold Fury y algunos de
mis amigos ven hockey, así que probablemente sea hora de que me suba al tren.
Finalmente, me muero por impulsar nuestro programa de divulgación y no puedo
hacerlo sin la participación de Alex.
Mirando mi boleto, veo que mi asiento está en la Fila A, número cinco para ser
exactos. Echando un vistazo a la fila de asientos junto a mí en la parte superior de la
sección 110, noto que comienzan en ZZ, por lo que parece que tendré que hacer el
largo descenso hacia la pista de hielo. Me pregunto si hará frío allá abajo y espero
que el blazer de cuero negro que me puse sobre el cuello alto sea suficiente.
Antes de hacer mi descenso, saco mi teléfono y me registro usando Facebook.
Tomo una foto rápida de la arena y publico: En mi primer juego de hockey… ¡maldita
sea, hace frío aquí!
Estoy segura que para cuando llegue a mi asiento, Shelley habrá visto esto y
habrá respondido. Probablemente con algún comentario pervertido acerca de que
mis pezones se están poniendo duros, lo que me hace reír para mis adentros. Dios,
extraño tenerla aquí y no sé qué haría sin la capacidad de hablar con ella todos los
días a través de medios digitales.
Entro en mi fila, pasando junto a una familia de cuatro… mamá, papá y dos
niños pequeños, todos ataviados con camisetas de Cold Fury. Mi asiento es el
54
siguiente, y a la izquierda se sienta una mujer joven que parece tener mi edad.
También lleva una camiseta de Cold Fury, aunque la suya es blanca con el mismo
logotipo de tornado y letras negras. Lleva una cerveza en una mano y un pompón
plateado y negro en la otra.
—Oh, Dios mío —exclama mientras me golpea con fuerza en el hombro con el
suyo y un poco de cerveza de su vaso se derrama sobre el piso de concreto—. Ese era
Garrett Samuelson. Es tan jodidamente sexy.
Echando un vistazo al hielo, veo al jugador del que está hablando y realmente
está sexy. Ninguno de los jugadores tiene sus cascos en este momento; él tiene el
cabello castaño oscuro que cae hacia abajo hasta más allá de su cincelada línea de la
mandíbula y puedo ver sus ojos verdes brillando intensamente. La chica grita más
fuerte hacia la pista de hielo: “¡Cásate conmigo, Garrett!” y empiezo a poner los ojos
en blanco ante un intento tan patético de llamar su atención.
Sin embargo, para mi sorpresa, los ojos de Garrett siguen el rastro de su grito y
se posan en ella. Él le da un destello de dientes blancos y le lanza un beso, y lo juro,
casi se cae al suelo desmayándose.
—Oh, Dios mío… ¿viste eso? Me lanzó un beso —chilla y tengo que resistir el
impulso de meter mis dedos en mis oídos para amortiguar el terrible ruido que está
haciendo.
—Hola, soy Monica. Estoy tan contenta de tener otra fanática de Cold Fury en
ese asiento. La mayoría de las veces nos quedamos atrapados con un fanático del
otro equipo y eso es una mierda.
—No te preocupes. Te lo enseñaré todo. Serás una profesional al final del juego.
Alex se para allí, su cabello un poco sudoroso alrededor de sus sienes, pero por
lo demás luciendo como un dios del sexo mirándome. Sus ojos azules están atentos
mientras me acarician, y siento mi respiración fallar dentro de mis pulmones. Es
absolutamente hermoso, haciendo que ese otro tipo, Garrett, parezca un marginado.
Dándome una pequeña sonrisa, Alex me guiña un ojo y luego se aleja patinando.
Lo miro fijamente, notando que el número en su camiseta es el 67 y me pregunto si
tiene algún significado.
—El Más Valioso Pendejo —dice con total naturalidad—. Es un completo idiota
con los fanáticos. Se rumorea que también es un idiota con su equipo. Pero Dios, es
como el jugador más sexy de toda la liga, así que definitivamente podría pasarlo por
alto.
—Eh —es todo lo que puedo responder, mientras mis ojos encuentran a Alex de
nuevo y lo veo calentar.
Si bien Monica pasa gran parte del juego gritándome al oído y gritándole
obscenidades a los jugadores del otro equipo, también se toma el tiempo para
explicarme el juego cuando puede. Ahora al menos entiendo lo que significa fuera
de juego y estoy empezando a entender el concepto de juego de poder. Todavía no
entiendo las sanciones, y con toda certeza no entiendo por qué se te permite pelear
en un juego que te penaliza por hacerlo, pero es emocionante ver cómo uno de los
jugadores de Cold Fury se quita los guantes y se enfrenta con un oponente en medio
del hielo. Los fanáticos se vuelven locos cuando comienza la pelea, poniéndose de
pie.
Y aunque tengo muchas ganas de ver la acción de la pelea, mis ojos no pueden
evitar vagar hacia Alex, que está sentado en la banca. Ni siquiera está viendo a su
compañero de equipo darle una paliza al otro jugador, sino que parece estar mirando
su regazo, completamente desinteresado en la pelea.
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Aparto mis ojos de él, porque la tristeza brota dentro de mí cuando recuerdo
cómo me había dicho que odiaba jugar al hockey. Me duele demasiado mirarlo y
luego pensar que, aunque sea un idiota, puede tener una muy buena razón para serlo.
La sola idea me da ganas de envolverlo en un abrazo y calmar su dolor.
El juego pasa en un borrón, y mucho antes de que suene el timbre final y Cold
Fury esté a punto de celebrar una victoria por 4-2 sobre el otro equipo, estoy
oficialmente obsesionada con este deporte. Paso unos momentos saltando arriba y
abajo con Monica, nos abrazamos emocionadas por la victoria.
El jugador más valioso del juego de esta noche, con dos goles y tres asistencias: el número
sesenta y siete, Alexander Crossman.
Monica chilla a mi lado, pero no me vuelvo para mirarla. Mis ojos están clavados
en los de Alex.
Oh, bueno. Tal vez pueda hacer una presentación rápida, se enamorarán
instantáneamente e intercambiarán números de teléfono y luego podremos ponernos
manos a la obra.
Excepto… el solo hecho de pensar en Alex ligándose con Monica me hace gruñir
y me pregunto por qué. El tipo no ha sido más que un idiota conmigo. Claro, me ha
dado algunas miradas intensas y es como el espécimen más perfecto de hombre que
he visto en mi vida, pero eso por sí solo no debería hacerme sentir nada por él.
—Entonces, cuéntame sobre el trabajo que estás haciendo en el centro de crisis —había
dicho Brandon entre bocados del rollo de atún picante que estábamos compartiendo.
—Es realmente gratificante —le dije después de un sorbo de sake caliente—. El centro 59
ofrece asesoramiento gratuito para personas de bajos ingresos. Por supuesto, adoro a los niños
con los que trabajo.
—Claro que los adoras —dijo con una sonrisa afectuosa—. Es tu pasión.
—¿Estás saliendo con alguien ahora? —preguntó casualmente, sin revelar nada sobre si
mi respuesta era importante o no.
—No. ¿Tú?
Por lo tanto, no tengo los sentimientos más fuertes por Brandon, pero
definitivamente no debería tener ningún sentimiento por Alex Crossman. No solo era
un pendejo, el más valioso, si hay que creer en los rumores, sino que podría tener la
oportunidad de reconectarme con un alma gemela perdida. De ninguna manera voy
a arruinar eso por un estúpido enamoramiento de celebridad.
No es un enamoramiento.
—Solo pocos días. Esta es apenas nuestra segunda reunión —le digo mientras
bebo mi té.
—No puedo creer que no vayas a golpear eso —dice maravillada—. ¿Ya tienes
un novio?
—No. Sí. Quiero decir, tal vez. Volví a ponerme en contacto con un antiguo
novio recientemente y estamos resolviendo las cosas.
—No me miró desde el hielo. Solo esa vez para saludarme y reconocerme —digo
con exasperación.
—Ese chico no podía apartar los ojos de ti. Te miraba cada vez que pasaba
patinando y la mitad del tiempo que estuvo en la banca siguió mirándote.
Excepto… las únicas veces que lo estuve mirando fue cuando tenía el disco, y
además, no había forma de que pudiera mirarme porque estaba concentrado en la
jugada. Pero no lo miré más allá de eso. Seguí el disco y el juego, ni siquiera pensé 61
en mirar a Alex de la forma en que aparentemente lo estaba Monica.
—Hazte a un lado.
—Hazte a un lado, Sutton —repite, una pequeña sonrisa adornando sus labios.
—¿Y quién es esta? —me pregunta, incluso mientras sostiene su mano sobre la
mesa para Monica.
Quiero poner mis ojos en blanco y hacer un movimiento de arcadas con el dedo
índice en mi boca, pero sí, eso pasó de moda en tercer grado, así que cierro los labios
con fuerza y miro mi té mientras Alex y Mónica charlan un poco.
62
Capítulo 7
Alex
La pierna de Sutton se siente jodidamente increíble presionada contra la mía y
por más que lo intento no puedo entender por qué.
Por otra parte, no puedo entender muchas cosas sobre esta mujer. Por ejemplo,
¿por qué le envié solo un boleto para el juego? Si soy sincero conmigo mismo, es
porque me dijo que tenía una cita la otra noche y no quería que trajera a otro chico.
O, ¿por qué me vi obligado a prestarle más atención durante el juego a ella que
al juego en sí? Quizás tuvo algo que ver con la primera vez que la vi esta noche,
bajando las escaleras hacia su asiento. Sabía exactamente dónde estaría sentada y
pensé que la vería en algún momento. 63
No pensé que habría una atracción mágica y magnética de mis ojos que me hizo
mirar hacia la escalera que dividía las secciones 110 y 111 a medida que ella bajaba.
Se veía increíble, vestida con un ajustado suéter negro, con su reluciente cabello
rojo brillando como un faro. Sus ojos estaban muy abiertos mientras miraba a su
alrededor, contemplando lo que era su primer juego de hockey. Casi podía imaginar
que estaría sintiendo la emoción de los fanáticos gritando y el ritmo bajo de la música
rock dentro de su pecho. De hecho, me dio un instante de emoción, saber que
probablemente estaba en una sobrecarga sensorial mientras contemplaba las vistas y
los olores de su primer evento de hockey profesional.
Casi me hace caer de rodillas cuando me di cuenta de que era la primera vez,
probablemente desde que era adolescente, que algo sobre un juego de hockey había
provocado una oleada casi vertiginosa dentro de mí. Traté de contener el
sentimiento, traté de dejar que se filtrara en mis sentidos, pero fue fugaz y luego
desapareció.
Luego me conformé con mirar a Sutton cada vez que podía echar un vistazo. No
esperaba que sus ojos estuvieran sobre mí todo el tiempo y, tal como esperaba, se
sumergió en la acción. Estaba al borde de su asiento o se ponía de pie para gritar
vítores, a menudo saltando arriba y abajo con una rubia, sus brazos envueltos una
alrededor de la otra.
No estaba feliz de ver a dicha rubia sentada en nuestra mesa cuando llegué a
Hoolihan’s. De hecho, tenía muchas ganas de hablar a solas con Sutton. Quiero
decir, sabía que solo se trataría de negocios, pero joder si ella no ha estado plagando
mis pensamientos los últimos días, y sé que hay algo en esta chica a lo que debo
prestarle atención. Un instinto, por así decirlo.
Había algo bueno en que Marissa… Melinda… no, espera, Monica se uniera a
nosotros. Significó que podía deslizarme en la cabina junto a Sutton y disfrutar de la
calidez de su toque contra mí mientras yo resistía dolorosamente el coqueteo que
Monica estaba repartiendo.
Echando un vistazo a Sutton, veo que sacó su iPhone de su bolso y parece estar
leyendo un mensaje de texto. Claramente la estamos aburriendo y no me gusta que
no me preste atención.
—Puedo conseguirte entradas en cualquier momento que las desees —le digo—
. Ese asiento en particular si te gusta.
Ni siquiera le echo una mirada, pero mantengo mis ojos enfocados en Sutton,
reprimiendo una risa por la forma en que se estremece cuando ese sonido profano
sale de la boca de Monica.
Me mira con expectativa, pero no estoy seguro de qué espera que haga. ¿Sacar
papel y bolígrafo de la nada? Siento que Sutton se mueve a mi lado y la veo hurgando
en su bolso. Saca una pequeña libreta de papel y un bolígrafo y los empuja a través
de la mesa hacia mí.
—Yupi —chilla Monica de nuevo, y esta vez soy yo quien hace una mueca.
Luego se inclina sobre la mesa y dice—: Y no me opondría a que pusieras tu número
allí también.
Está bien, eso es incómodo, pero le doy una sonrisa de reprimenda mientras
rápidamente garabateo mi nombre y número, es decir, número de camiseta, en la
libreta de papel.
—Ya, ya, Monica, guarda el coqueteo pesado para otro momento. Sutton y yo 65
tenemos asuntos que discutir.
Monica mete el papel en su propio bolso y luego vuelve su mirada hacia nosotros,
moviendo sus ojos entre Sutton y yo. Le devolvemos la mirada, ninguno de los dos
dice una palabra hasta que un silencio pesado e incómodo se interpone entre
nosotros.
—Lo siento, pero me reuniré con algunos compañeros de equipo un poco más
tarde y tengo que irme pronto —le digo, lo cual es una completa mentira que no
siento remordimiento en decir, y finalmente entiende el indicio de que no estoy
interesado.
Asiente y gira sobre sus talones, abriéndose paso entre la multitud hasta que su
cabello rubio rizado ya no es visible.
—Lo siento. Dejé que se me escapara a donde iba después del juego y no me
dejó en paz.
—¿Quieres pasar al otro lado de la mesa? —me pregunta, sus ojos color avellana
luciendo casi de un verde intenso en la luz ambiental.
Cuando estoy frente a ella, coloca sus manos sobre la mesa y empuja el bloc de
papel a través de la mesa hacia mí. Sutton asiente con la cabeza y dice:
Esos ojos ahora se iluminan, volviéndose dorados cuando la ira los atraviesa.
—Oh, ¿le darás un autógrafo a una mujer sexy que dormirá feliz contigo esta
noche, pero no a un niño pequeño? —me gruñe.
—Sí —dice en voz baja, su boca formando una sonrisa llena de ternura.
—Yo… si estás seguro. No quería que le dieras algo tan extravagante. No puedo
permitirme una camiseta, pero es un gran niño. Y un gran admirador, y le compraría
una camiseta si no fuera tan cara, pero tal vez podrías firmar solo una foto o…
Sin embargo, basándome en el brillo de sus ojos y la forma en que sus ojos están
húmedos en este momento, creo que he hecho algo parecido a ofrecerle el mundo.
—Es un placer —le digo con sinceridad, porque por alguna estúpida y jodida
razón, el hecho de que ponga esa mirada en su rostro me está causando un inmenso
placer en este momento.
Sin embargo, sé que el negocio es inminente, cuando su mirada pierde algo de
calidez y su voz sale fuerte.
Se refiere a nuestra reunión que cancelé por mensaje de texto unos quince
minutos antes de que comenzara.
Las cejas perfectamente arqueadas de Sutton se arquean aún más y frunce los
labios.
—Supongo que es una virtud, pero tengo que decirlo, me preocupa que tuvieras
demasiada resaca para venir a una reunión en un centro de crisis de drogas y trabajar
en un programa de divulgación para jóvenes en riesgo.
Y, por supuesto, eso me pone los pelos de punta. He pasado toda mi vida con mi
padre criticando cada uno de mis movimientos, sin dar nada más que miradas de
decepción en mi dirección. Estoy harto de esa mierda.
—No eres mi consejera de drogas o alcohol —le gruño mientras me inclino sobre
la mesa hacia ella—. Entonces, puedes guardar tus opiniones para ti.
Espero que retroceda, tal vez incluso derrame algunas lágrimas por el veneno en
mi voz, pero solo sostiene mi mirada, mirándome suavemente como si pudiera ver
directamente hasta mi alma. Es desconcertante, por decir lo menos, pero no voy a
dar marcha atrás.
Hijo de puta.
Sus palabras hacen que la ira me inunde, y al mismo tiempo, un pequeño hilo de
culpa se filtra. Es una emoción que he sentido en abundancia en mi vida, mi padre
siempre me hace sentir muy mal conmigo mismo. En lugar de hacerme evaluar el
hecho de que tiene razón, tal vez no estuvo bien cancelar una reunión porque tenía
resaca, me enoja aún más. Porque tal vez la verdad esté tocando demasiado cerca de
casa. Si hay algo que me hará volverme loco, es hacer una comparación entre mi
padre y yo. Sugiere que tenemos algo en común, una pequeña similitud, y eso hará
que te eche una bronca.
Jodidamente genial.
Sus palabras comprensivas me hacen sentir más culpable, y ahora la ira se dirige
hacia mí mismo porque dejé que el equipaje de mi niñez se entrelazara con mi edad
adulta para crear un nuevo equipaje. Mi pecho se contrae dolorosamente y siento la
repentina necesidad de tomar un poco de aire fresco. Agarrando mi abrigo, salgo de
la cabina. Buscando en mi billetera, saco un billete de cincuenta dólares y lo tiro sobre
la mesa.
—Alex, espera —dice, pero ya me estoy dando la vuelta—. Por favor —grita una
vez más y casi me detengo… casi.
Para cuando llego a casa, la mayor parte de mi enojo se ha ido, pero me quedo
con un mar de culpabilidad revolviéndose en mi estómago. Considero brevemente
llamar a Sutton para disculparme, pero es tarde, así que no me molesto. Además, no
estoy seguro de lo que diría exactamente. No está en mi naturaleza disculparme, ya
que hace mucho tiempo que me convencí de que todos los males de mi mundo no
son culpa mía. Era la única forma que sabía cómo protegerme contra la
monstruosidad que era mi padre, poniendo todos esos males en su puerta.
—Te dije que no vinieras aquí de nuevo sin ser invitada —le digo a Cassie,
notando la forma confiada en que está apoyada contra mi puerta.
—No lo dices en serio y, por favor, no me hagas probar que estás equivocado.
No ayudará a tu autoestima.
Se ríe roncamente, dando otro paso hacia mí, sin creer completamente cada
palabra que he dicho. Estoy seguro de que es porque cada vez que ha hecho esto, lo
reconsidero y me pierdo en un estupor orgásmico con ella.
Presionando mi frente contra la madera fría, me quedo ahí por un segundo, pero
luego ella patea la puerta, gritando desde el otro lado.
—¡Hijo de puta! ¡No puedes simplemente dejarme a un lado así!
La insté a que viniera a hablar conmigo, pero se negó y no hay mucho que pueda 72
hacer a estas alturas. Mis conversaciones con ella son confidenciales, por lo que no
puedo pedir ayuda a nadie más. Ciertamente no puedo comunicarme con sus padres,
quienes son la causa principal de sus problemas. Todo lo que puedo hacer, y esto es
lo frustrante de mi trabajo, es hablar con ella, apoyarla y rezarle a Dios para que se
mantenga fuerte. Siempre estoy aterrorizada de decir algo incorrecto. Incluso con
todo mi entrenamiento, y habiendo vivido estas cosas yo misma, siempre estoy
sopesando dolorosamente mis palabras y tratando de evaluar si estoy yendo
demasiado lejos, o tal vez no lo suficiente. Es una batalla constante conmigo misma,
preguntándome si lo estoy haciendo bien por mis niños o si podría decir algo
incorrecto que los lanzará a una espiral. Tengo muchas noches de insomnio porque
nunca puedo dejarlo ir cuando llego a casa.
Lo cual es más fácil decirlo que hacerlo, porque hay algo en él que me fascina y
atrae absolutamente como mujer. Lo que me hace querer inclinarme hacia adelante
y golpear mi cabeza contra mi escritorio para ahuyentar esos pensamientos, porque
está absolutamente mal, mal, mal mirarlo así.
El hecho de que no tenga sentimientos fuertes de una forma u otra con respecto
a Brandon me tiene perpleja. Sigo esperando que los cuatro años de felicidad que
tuvimos volverán a inundarme. En cambio, se siente como un recuerdo tan lejano
que me hace cuestionar si lo que teníamos realmente fue tan bueno. Estoy segura de
que lo fue, quiero decir, bueno para ese momento de mi vida. Joven, en la
universidad, experimentando el primer amor. Pero en el breve año que estuvimos
separados, cambié.
Comencé mi carrera, trabajando muchas horas con poca recompensa monetaria,
sin nada que mostrar por mis esfuerzos, aparte de algunos niños que puedo traer de
regreso del borde de la destrucción. Sin embargo, vivo por esos momentos y me
alimentan. Aprendí a cuidarme. Compré una casa y terminé muchas renovaciones
por mi cuenta. Y resulta que soy una administradora de dinero bastante decente,
porque después de pagar todas mis facturas, incluso me las arreglo para guardar algo
de dinero en mi cuenta de ahorros.
Todas estas cosas pasan por mi mente, y como soy tan diferente, tengo que
preguntarme qué es exactamente lo que Brandon puede ofrecerme. Me pregunto,
¿por qué no siento una fuerte atracción hacia él? ¿Al hombre que una vez amé?
No creo que me haya roto, porque nunca me sentí rota después que terminamos.
No creo que esté amargada o enojada con él. Una vez más, abundan los sentimientos
de cariño.
La sensación que tengo es que tal vez no es suficiente para mí en este momento,
y eso me entristece, porque Brandon realmente es un buen hombre. 74
Cuanto más lo pienso, Brandon ha pasado el último año viviendo a lo grande y
aprovechando al máximo su vida de soltero. Probablemente ha estado con
innumerables mujeres y ha disfrutado, hasta cierto punto, de no tener
responsabilidades en una relación comprometida. No le envidio eso. Fue honesto
conmigo en cuanto a lo que necesitaba, y tengo que darle puntos por no engañarme.
Así que sí, realmente estoy cuestionando todo este asunto de Brandon y si es
inteligente volver a abrirme a él. Shelley y yo hablamos sobre eso anoche, y ella
nunca ha sido fan de Brandon después que me dejó. Obviamente, ella me está
presionando para que me mantenga lejos de él.
También cometí el error de contarle sobre Alex anoche después de llegar a casa
y llamarla, y ahora tiene en la cabeza que necesito concentrar mis esfuerzos allí. Eso,
por supuesto, fue después de que ella lo buscó en Google y vio su foto ya que, como
yo, no sabe nada sobre hockey.
Santo cielo. Mira esta foto que encontré de Alex, me había enviado por mensaje esta
mañana junto con una foto de él tomada mientras corría en el exterior. Parecía una
foto profesional porque la iluminación era perfecta y él miraba directamente a la
cámara con sus ojos azules brillando al sol. Llevaba solo un par de pantalones cortos
para correr que le llegaban hasta la mitad del muslo, y su pecho estaba desnudo pero
resbaladizo por el sudor. Llevaba su iPod en una mano y tenía los auriculares puestos.
Ligeramente húmedo por el sudor, su cabello se le pegaba a la frente y las sienes
mientras los mechones negros más largos rebotaban con su paso.
—Sí, alto, moreno y guapo, con bonitos ojos azules —dice y mi estómago da un
vuelco ante la imagen de Alex de pie en el vestíbulo—. Llega justo a tiempo.
—No, pero llamó a primera hora esta mañana y quiso saber si estabas libre para
el almuerzo y le dije que sí.
Molesta de que se tomara tal libertad y complacida por alguna impía razón que
no puedo comprender de que vaya a ver a Alex pronto.
—Sube aquí tu trasero —dice, completamente imperturbable. Luego susurra al
teléfono—: Ah, y no te olvides de ponerte lápiz labial.
Me detengo.
Sí, claro.
—Tengo entendido que tenemos una cita para el almuerzo —digo, caminando
hacia él.
Me ofrece una sonrisa, la más grande y cálida que he visto en su rostro hasta
ahora, y siento que se me derriten los huesos.
—Sí… espero que no te importe. Recluté a Minnie esta mañana para poder pasar
un rato contigo.
¿Cómo podría importarme? La forma en que dice que quiere pasar un tiempo
conmigo hace que mi cerebro se vuelva confuso y, por una fracción de segundo, me
olvido por completo de que en realidad tenemos algunos asuntos que discutir.
—Tengo el lugar perfecto —le digo con una sonrisa y me giro hacia la puerta.
—Es un hot dog muy bueno, ¿verdad? —le pregunto a Alex después de tragar mi
último bocado.
Alex mastica con una sonrisa en su rostro y asiente. Cuando traga, se limpia los
labios con una servilleta y prácticamente puedo oír el papel raspando contra su barba
77
incipiente.
—Es una de las cosas que amo de Carolina del Norte —reflexiona Alex—. Clima
cálido a finales de octubre.
—Siento mucho lo de anoche —le digo en voz baja—. No tenía por qué decir lo
que dije. Tienes toda la razón, no hay nada de malo en tener resaca y no debería
haberte juzgado de esa manera.
—No, no lo tenía —le aseguro—. Creo que estaba más enojada de que me
dejaras plantada.
Los ojos de Alex se oscurecen, pero no de una manera enojada. No, es como
pura intensidad. Se inclina hacia adelante, pasando el brazo por encima del respaldo
del banco del parque en el que estamos sentados. Está tan cerca de mí ahora que
puedo oler su colonia, que es muy ligera y sutil, pero amaderada. Me dan ganas de
apoyar mi nariz en su pecho y oler… con fuerza.
Nos miramos el uno al otro por lo que, en mi opinión, es una cantidad de tiempo
inapropiada. Estamos teniendo un momento, un momento extraño, pero un
momento de todos modos. Ahora tengo una loca necesidad de inclinarme hacia él,
de pegar mi rostro contra su cuello y frotarme contra él.
78
La idea es tan impactante para mí que me alejo unos centímetros, justo fuera de
la zona de su atracción magnética. Me mira parpadeando, como despejando la
neblina, y luego retrocede unos centímetros también.
Una risita se escapa de mis labios y me llevo la punta de los dedos a la boca para
sofocarla. Mis ojos se elevan para encontrar los suyos, y me miran divertidos.
—Um… entonces, ahora que las disculpas están fuera del camino… —digo,
callándome porque no tengo ni idea de por qué más Alex está aquí.
—En serio —dice con una sonrisa—. Me voy esta noche, ya que nuestros
próximos tres juegos son de visitantes. Pensé que podría leerlo en el avión.
—Está bien —le digo, mostrando mi mejor sonrisa de megavatios, y ¿es eso mi
imaginación, o su respiración se detiene solo un poco mientras mira mis labios?
No voy a mentir, si ese es el caso, me hace sentir bien como mujer y estoy
empezando a entender que simplemente no voy a poder desterrar estos sentimientos
que parecen aflorar alrededor de Alex. Como consejera, sé que lo mejor es
explorarlos y luego abordarlos… en algún momento.
—La semana que viene está bien. Tengo algunas citas, pero soy flexible.
—¿Quieres venir a ver nuestra práctica del domingo por la tarde? Luego,
¿podemos ir a comer algo y empezar a planear cómo vamos a salvar a los niños en
riesgo de todo el mundo?
Echo la cabeza hacia atrás y me río, porque me gusta este lado de Alex. El que
puede bromear incluso mientras se discute sobre algo serio. 79
—Tal vez deberíamos comenzar con el condado de Wake, luego podemos
construir desde allí.
Con mis ojos todavía arrugados por la diversión, veo que me está mirando, con
la cabeza un poco inclinada hacia un lado.
Mi sonrisa vacila en mi boca y mis ojos se abren de par en par, incluso cuando
mi corazón comienza a latir con fuerza dentro de mi pecho. Sus palabras son dulces,
pero su tono es ligeramente erótico y hace que mi piel se erice de conciencia.
—Te dije que soy tremendamente honesto —murmura, sus ojos se tiñen con
oscura intensidad de nuevo.
—No podemos… esto es profesional. No podemos cruzar esa línea —digo, sin
absolutamente ninguna convicción en mi voz.
—¿Quizás, quizás no? —pregunto, confundida por este enfoque filosófico que
está tomando—. ¿Qué tal “no”?
—¿Eh?
Levantándose del banco abruptamente, Alex me quita la basura que había hecho
una bola en mi mano y camina hacia un cubo de basura cercano, depositándolo todo
dentro. Volviéndose hacia mí, dice:
Me limito a asentir, sin confiar en mí misma para hablar. Porque me temo que
si abro la boca, soltaré alguna clase de tontería como “Solo deberíamos vernos
durante el horario de oficina”.
Alex me muestra otra gran sonrisa, y nuevamente, ésta se filtra dentro y me posee 80
por completo. No debería querer ese sentimiento, pero Dios me ayude… hay una
parte de mí gritando que ceda y me someta.
Llego diez minutos tarde al pequeño restaurante italiano que habíamos acordado
porque mi última cita de consejería del día duró hasta tarde. Le había enviado un
mensaje de texto a Brandon para hacerle saber que me iba a retrasar, a lo que
respondió: Llegué diez minutos antes, así que voy a esperar.
No hace falta decir que ese mensaje amargó mi estado de ánimo, y cuando sigo
a la anfitriona de regreso a nuestra mesa, donde Brandon me espera, estoy lista para
una pelea. Brandon, siempre un caballero, se pone de pie cuando me acerco y me
ayuda a quitarme la chaqueta ligera que me puse porque el aire se había enfriado.
—Te ves bien —dice mientras hace un rápido movimiento de sus ojos sobre mí.
Como que palidece en comparación con Alex diciendo palabras como hermosa y
deslumbrante hoy.
—Gracias. Tú también.
Y se veía bien… con sus pantalones caqui, camisa azul. Creo que es el uniforme
estándar de los ingenieros o algo así, pero es tan… pulcro y arreglado. Su cabello está
perfectamente peinado, está recién afeitado y, oh, Dios, es exactamente lo opuesto a
todo lo que me atrae de Alex.
Miro fijamente a Brandon y trato de recordar qué fue lo que me atrajo de él.
Siempre fue tan amable y considerado, un verdadero caballero hasta la médula. Eso
era sexy para mí, ¿verdad?
Las cejas de Brandon se fruncen y sus labios hacen una mueca de tristeza.
—No puedo creer que esté listo para seguir adelante con una relación y tú no.
—¿No parece correcto? Sutton, pasamos casi cuatro años juntos. Estábamos bien
juntos.
—No —le digo con firmeza, porque no lo hay. Las fantasías secretas sobre otro
hombre no cuentan—. Creo que he cambiado mucho desde que estuvimos juntos y
no sé si puedes darme lo que necesito.
—¿Cómo lo sabes hasta que lo intentas? Por favor, danos una oportunidad,
Sutton —dice con urgencia, su mano agarrando la mía con fuerza—. Déjame al
menos tener la oportunidad de recuperarte.
Oh, Dios… debo haber cambiado mucho. Hace un año, Brandon rogándome
que lo dejara cortejarme habría golpeado todos mis botones. Ahora, el tipo de cortejo
que me gustaría podría involucrar a un jugador de hockey sexy arrojándome sobre
su hombro y llevándome a su habitación. Lo cual es muy poco realista pero
ciertamente una perspectiva emocionante. Quizás debería tener la oportunidad de
vivir la vida. No me he esforzado mucho durante el último año para hacer eso, y
mientras reflexiono sobre por qué es así, ciertamente no es porque haya estado
esperando a Brandon. Rara vez se me cruzó por la cabeza.
No, me doy cuenta de que no he vivido porque no ha sido una prioridad para
mí. Tengo veintidós años, tengo una nueva carrera que adoro y que ocupa todo mi
tiempo, y no he tenido ningún deseo real de volver a tener una relación. He tenido
algunas citas casuales, pero no ha habido nadie que haya sacudido mi mundo. No de
la forma en que apuesto a que Alex Crossman podría hacerlo.
Recorro con mis ojos el rostro de Brandon. Es sincero, sin duda. Quiere una
oportunidad conmigo, y aunque me rompió el corazón, lo hizo de la manera más
honesta y honrada que puede un hombre. Nunca me pidió que esperara y no lo hice.
Pero no seguí adelante. Quizás todavía estaba en el mismo lugar porque aquí es
donde se supone que debo estar, y tal vez Brandon es una oportunidad que se supone
que debo considerar.
83
Capítulo 9
Alex
Doy otro trago a mi cerveza y dejo la botella en la barra. Mirando a la morena
que ha estado sujeta a mi brazo toda la noche, trato de averiguar cómo deshacerme
de ella, cortésmente, por supuesto, porque, maldita sea, Sutton aparentemente está
inspirando lo bueno en mí.
Sus ojos se mueven rápidamente hacia la morena y luego de nuevo a mí, así que
agrego:
—Solo.
Las cejas de Garrett se arquean hacia las nubes y se aleja de la rubia para volverse
completamente hacia mí.
—¿Cuál es el problema, hombre? ¿Tu pene está roto?
—No.
—¿Eres gay?
—No.
—Entonces, ¿por qué no llevar a esa chica detrás de ti? Está dispuesta.
Jodidamente extraño.
Me doy la vuelta antes de que pueda siquiera medir la expresión de su rostro por
mi admisión. Nunca hablé de mi papá con nadie, y me sorprende haberlo dejado
salir. Pero definitivamente no voy a hablar más de eso, así que me alejo de Garrett,
la morena cuyo nombre no estoy seguro de haber recibido, y la cerveza medio vacía
que no me había molestado en terminar.
Tengo que sufrir a través de sus mensajes de voz después de cada juego,
criticando e hiriéndome con todas mis faltas. Luego tengo que sufrir mientras él habla
sin cesar sobre lo que tengo que hacer para mejorar. Tengo que sufrir cuando me
llama perezoso, arrogante, inútil, todas las cosas que escuché a medida que crecía,
pero joder… es agotador en un hombre, especialmente cuando prácticamente me fue
dicho a golpes cuando era más joven. Mi papá ya no puede usar sus manos sobre mí.
No tiene nada que decir sobre cómo entreno o qué hago. Así que la única forma en
que todavía intenta tener poder sobre mí es con esas malditas llamadas telefónicas y
las odio con toda mi alma.
Sí, tengo que sufrir eso todo el año, pero aun así no es tan malo como tener que
ver a mi papá en persona esas pocas veces que juego en Toronto.
86
Tuve mi boleto obligatorio esperándolo en Will Call esta tarde, así que sabía
exactamente dónde estaría sentado. Ni siquiera tuve que mirarlo cuando anoté mi
tercer gol y los sombreros cayeron sobre el hielo, para saber que simplemente estaría
sentado en su asiento, con el rostro pétreo. Nunca me animó. Esperaba lo mejor,
pero nunca se alegró cuando se lo di. Eso se redujo al mero hecho de que estaba
celoso de la criatura que había creado.
Mi padre ahogó sus penas en vodka desde que tengo memoria. Esas penas
incluían perder a su esposa y a mi madre a causa del cáncer cuando yo apenas tenía
tres años y Cam tenía ocho, además de no ser lo suficientemente bueno para ingresar
a la NHL. Dio pelea en las ligas menores durante unos años antes de que lo liberaran
de su contrato. Fue más o menos cuando papá decidió que Cameron y yo íbamos a
ser jugadores profesionales de hockey.
Más allá de conseguirle a mi papá un boleto para el juego, la otra obligación que
tenía que cumplir era reunirme con él para cenar. Podría haber inventado alguna
excusa u otra para plantarlo, pero me obligué a ir. Me obligué a sufrir su presencia
durante una hora, para recordarme a mí mismo por qué nunca más lo dejaría entrar
por completo en mi vida.
La cena comenzó tan bien como era de esperar. Hablamos sobre su trabajo de
medio tiempo repartiendo periódicos, que estuvo bien durante unos cinco minutos.
Luego eso se convirtió en un festival de mierda, durante el cual bebió un tónico de
vodka doble. Esto lo llevó a quejarse de que no estaba enviando suficiente dinero
para vivir, a pesar de que prácticamente pagaba todas sus facturas. Su trabajo de
medio tiempo era para comprar licor, porque yo no estaba dispuesto a mantener ese
hábito. Me mantuve firme en mi negativa a enviarle algo de dinero extra cada mes,
lo que lo enfureció y provocó que tomara otro trago doble.
Cuando llegó nuestra comida y su tercer trago, nos pusimos manos a la obra y
hablamos sobre el juego.
—Tus patinadas en “C” se ven descuidadas —me dijo, sus palabras claras y
seguras.
No empezaría a arrastrar las palabras hasta el sexto trago y con suerte habríamos
terminado con la cena antes de eso.
87
—Debidamente anotado —dije, porque no servía de nada discutir con él.
—¿Quieres que sea un hombre, papá? ¿Qué te parece esto? Estoy jodidamente
cansado de que desquites tus aflicciones conmigo.
—Sí, papá —dije con urgencia, inclinándome un poco más—. Me hiciste lo que
soy hoy. Un jodido jugador de hockey profesional que odia jugar al hockey. Pero
imagina lo que podrías haber creado si hubieras dado un poco de elogio… un poco
de afirmación. Me hiciste odiar este juego. Tú y solo tú.
Mi papá nunca había sido de los que aceptaban las críticas. Sus mejillas ya
enrojecidas se llenaron de ampollas y se enfureció. 88
—Deberías agradecerme por todo lo que he hecho. Serías nada sin mí.
Miré a mi papá y traté de encontrar una pizca de simpatía por él, pero mi corazón
estaba negro de amargura y rabia. Me levanté de la mesa y tiré un par de billetes de
cien dólares.
Alex… amigo. Lo siento. Intenté lo mejor que pude. Lo sabes, ¿verdad? Solo quería que
fueras el mejor. Y podrías serlo, si fuera un poco más severo. Dedica más horas a…
Aprieto el botón de borrar sin escuchar el resto. Esa cebra nunca cambiará sus
rayas. Mi papá nunca fue lo suficientemente bueno, no importa cuánto lo intentó o
cuánto practicó. Ahora ha proyectado eso en mí. Nunca seré lo suficientemente
bueno para las expectativas de mi padre, pero esa es su cruz, no la mía. Ojalá papá
se diera cuenta de que soy bastante bueno.
Pasando a mis mensajes de texto, mi corazón comienza a latir con fuerza cuando
veo uno de Sutton. En realidad, es una serie de tres mensajes.
Por si acaso, corrí a mi habitación, agarré mi gorra de béisbol de los Durham Bulls y la 89
arrojé al televisor.
Leí los mensajes dos veces más, mi boca involuntariamente tirando hacia arriba
en una sonrisa. Me la puedo imaginar tirando su sombrero a la televisión para
celebrar mi “triplete”.
Gracioso.
Y Sutton… bueno, supongo que puede ser la primera amiga que haya tenido. A
pesar de que mis pensamientos en lo que a ella respecta se desvían mucho más allá
de lo que se consideraría amistoso.
Se está haciendo tarde y no tengo ni idea de si verá esto esta noche, pero sigo
adelante y le envío un mensaje de texto.
Gracias. Entonces parece que ahora eres una verdadera fanática del hockey, ¿eh?
Presiono el botón de enviar y luego balanceo las piernas fuera de la cama para
tomar agua del mini refrigerador. Antes de que pueda siquiera ponerme de pie, recibo
un mensaje de texto.
—Nah. ¿Por qué haría eso cuando tengo una conexión interna con un jugador
de hockey profesional real en vivo?
—Un intento de mantener a los jugadores a salvo… mantener los palos lejos de
las caras. Pusieron reglas para hacernos mantener los palos bajos para ayudar a
prevenir lesiones faciales.
—Ah, eso tiene sentido —dice en voz baja—. Entonces, ¿qué estás haciendo
ahora?
Puedo verla clara como el día, desnuda sobre una cama de satén con su cabello
rojo extendido alrededor. Mi polla se contrae ante el pensamiento y me pregunto si
podría mantener una conversación con ella mientras me masturbo con esa imagen
en mi mente.
—¿Cómo qué?
Podría seguir hablando toda la noche con ella, pienso para mis adentros, y de repente,
me pregunto por un momento fugaz pero desesperado, cómo sería tener a alguien
como Sutton solo para mí. Tener a alguien que fuera mío y yo fuera de ella, y nos
quedáramos despiertos durante horas hablando por teléfono. Me pregunto porque,
lamentablemente, nunca he tenido una relación seria con una mujer en toda mi vida.
Ni siquiera he tenido una conversación de cinco minutos por teléfono con una mujer,
y mucho menos una conversación de media hora.
—La mayor parte. He anotado algunas ideas de las que podemos hablar cuando
nos encontremos.
—Estupendo —dice—. Gracias por hacer eso, Alex.
—No hay problema. Gracias por no golpearme en la cabeza con esa carpeta. Te
he dado algunas razones para hacerlo.
—Está bien, ve a dormir —me dice, su voz flota sobre mí como un suave
algodón—. Te veré el domingo.
Es curioso cómo mi noche había comenzado tan mal, pero terminó con una nota
tan positiva. ¿Cómo puede una conversación de treinta minutos con Sutton sacarme
de mi depresión? Y hablamos de hockey de todas las cosas. 92
¡Hockey! Ese deporte que detesto.
Pero, por alguna razón, siempre que le hablo de ello, es divertido. De hecho, me
hace feliz compartir mis conocimientos con ella. Incluso iría tan lejos como para
decir que la conversación me trajo jodidamente alegría esta noche.
Empiezo a comprender que tal vez deba quitarme un poco las anteojeras. Mi
padre me moldeó con músculos, huesos y talento en bruto, pero mientras me
presionaba hacia adelante, nunca me dejó mirar el mundo a mi alrededor. Nunca me
dejó formar mis propias opiniones. Nunca me dejó experimentar alegrías. Cuando
me fui de casa para siempre a la edad de dieciséis años para unirme a la Liga Mayor
de Hockey Juvenil de Quebec, la influencia de mi padre ya me había dañado
enormemente. Mi odio por el deporte ya se había cimentado y no sabía cómo
encontrar la felicidad en el hockey.
Eso es, hasta esta noche, cuando pasé media hora enseñándole a Sutton sobre el
juego. Ahora, de repente, estoy emocionado de que venga a verme practicar. Sé que
después tendrá un montón de preguntas y será un placer mostrarle todo sobre mi
deporte.
No sé qué tiene Sutton que la distingue. Tal vez sea la forma en que se negó a
juzgarme cuando la conocí en su oficina. O tal vez es la forma en que vive su vida
con tanto entusiasmo. Posiblemente incluso podría ser el hecho de que la chica es
superguapa y me siento muy atraído hacia ella.
Cualesquiera que sean las razones, me gusta Sutton Price. Me gusta mucho y
probablemente por un millón de otras razones. Probablemente me gusta más por el
hecho de que me está haciendo reevaluar la forma en que veo las cosas.
Cierro los ojos mientras una sonrisa persiste en mi rostro y me quedo dormido.
93
Capítulo 10
Sutton
Curiosamente, en realidad necesitaba un boleto para entrar a la sesión de práctica
del domingo de Cold Fury y Alex me había enviado uno a la oficina. No todas las
prácticas son a puerta cerrada. Cuando practican en el estadio Cold Fury real, suelen
estar abiertos al público. Pero cuando practican en esta pequeña instalación privada,
solo dejan entrar a las personas por invitación, por lo que necesitaba un boleto. Si no
hubiéramos planeado trabajar después, habría pedido un boleto adicional para
Glenn, pero espero poder conseguirle uno en otro momento.
Shelley me llamó esta mañana y tuve que escuchar su queja durante diez minutos
por el hecho de que su esposo, Sean, no levantaría su ropa interior del piso. Sean está
en su primer año de la escuela de medicina en la Universidad de Pittsburgh y Shelley
está completando su maestría en patología del habla. Ambos están muy ocupados y
le sugerí que tal vez debería dejar pasar eso, porque en el gran esquema de las cosas
probablemente no sea tan importante.
Luego entramos en una conversación de una hora sobre Alex. Ambas nos
sentamos con nuestras computadoras portátiles abiertas y lo buscamos en Google sin
descanso. Shelley pasó tiempo comiéndose con los ojos sus fotos y yo pasé tiempo
leyéndole cositas de los artículos. Parece que, efectivamente, tenía la reputación de
ser un imbécil no solo para otros jugadores, sino también para los fanáticos de Cold
Fury. Al parecer, la única razón por la que era perdonado se debe a que es muy bueno
en lo que hace.
Sin embargo, no pude encontrar ninguna información sobre su vida personal.
No había menciones de sus padres u otros miembros de la familia. No había fotos de
celebridades de él con mujeres sexys de su brazo. Nada. Lo único que aparentemente
era de interés periodístico sobre Alex era el hecho de que es un jugador fenomenal.
No del todo extraño, pero ciertamente lo pintaba como algo que ya entendía: es
un solitario.
Una vez que entro al complejo, noto inmediatamente que ninguno de los
jugadores está todavía en la pista de hielo. El boleto acaba de hacerme entrar por la
puerta y no hay asientos asignados. El edificio no es mucho más que una enorme
pista de hockey con unas diez filas de asientos que se inclinan hacia arriba desde el
vidrio que rodea el hielo. Me acerco a un área llena de lo que creo que son miembros
de la familia, ya que hay muchas mujeres y niños, todos con ropa de calle normal.
La siguiente sección parece ser más para los fanáticos, ya que están vestidos con
camisetas de Cold Fury y otras prendas de la franquicia.
Sus mensajes son graciosos, a veces dulces, pero de vez en cuando, dice algo que
puede sentirse como que me está presionando. Como ahora mismo.
—Sabes que no puedes tomar fotos mientras estás aquí. —Una voz me hace
mirar hacia arriba y olvidarme de enviarle un mensaje de texto a Brandon.
Una mujer hermosa está parada allí, mirándome con ojos altivos. Tiene un
cabello rubio platinado que cae en una cortina lacia y sedosa más allá de sus
hombros. Lleva puesto un suéter afelpado rosa que parece estar pintado sobre ella y
jeans negros ajustados. Otra mujer que se ve casi igual a ella está detrás, mirándome.
—Oh, no voy a tomar fotografías. Solo enviando mensajes de texto —le digo en
tono de disculpa, aunque no estoy segura de por qué. No creo que sea parte de la
policía de la arena.
La miro un momento más, mientras ella inclina la cabeza hacia la otra mujer y
se susurran entre sí. Se parecen mucho, las estoy catalogando como hermanas.
Los ruidos de raspar y susurrar hacen que mi cabeza se vuelva hacia el hielo y
veo que los jugadores han llegado. No están usando las camisetas que tenían la otra
noche, sino que algunos visten camisetas blancas lisas y otros visten de amarillo, y
algunos de los jugadores tienen camisetas rojas.
Sí, ahora tengo una gran sonrisa tonta en la cara. Ojalá pudiera tomar una foto
aquí, porque habría matado a un gatito para inmortalizar la expresión de felicidad en
su rostro cuando pasó. Luego se la mostraría más tarde y le diría: “Mira… todavía
hay algo de amor por el juego dentro de ti”.
La pregunta no fue hecha por mera curiosidad y el tono gélido de su voz me dice
que ande con cuidado.
No. Desgastados jeans oscuros, una camiseta gris claro de manga larga y mis
Converse Chuck-T’s negras. Estoy segura de que combino y, aunque puede que no esté
rezumando sexo y angora rosa y esponjoso por mis poros, creo que me veo bien.
Quiero decirle Justo al final de la calle, en una pequeña tienda que se llama “No es de
tu maldita incumbencia”, pero resisto la fuerte tentación.
En cambio, y por alguna razón que no puedo entender, le doy una dulce sonrisa
y le digo:
Estoy aquí por un asunto relacionado con negocios, me digo con firmeza.
Un crujido contra el cristal hace que las tres saltemos, nuestras cabezas girando
hacia el sonido. Alex está ahí, mirando a la mujer de cabello rubio con enfado, su
dedo apuntando hacia el pasillo de sillas. En realidad, está señalando a la mujer para
que se aleje, de mí, supongo. Se ve furioso y eso me hace sentir tan incómoda que
tengo ganas de huir. Luego, su mirada se posa en la mía y me da una sonrisa
tranquilizadora antes de marcharse patinando.
—Saldría de aquí si fuera tú, Cassie. Alex no parece feliz. Podría hacer que te
echen de aquí en un abrir y cerrar de ojos.
Dándome la vuelta, veo a una mujer sentada detrás de mí. Tiene el cabello
castaño rizado de longitud media y sus ojos castaños oscuros están enfocados en la
mujer sentada a mi lado.
—Es un país libre —dice la Rubia con ira, lo que me hace girar la cabeza hacia
ella—. Puedo sentarme donde quiera.
Está bien, quiero ver esta reacción, porque fue impactante. Mi cabeza gira
sumamente rápido de regreso a mi derecha, y llego justo a tiempo para ver el rubor
subiendo por el cuello de Rubia, por sus mejillas y directo a la línea del cabello. Abre
la boca para decir algo, la cierra de golpe y luego se vuelve para mirar a quien ahora
comprendo que es su hermana.
—Lo siento, Cass. No sabía que era un secreto —se queja la otra mujer.
—Lo sé —dice Kelly con una sonrisa—. Alex le dijo a Mike que estarías aquí y
él me lo contó. Creo que le preocupaba que Cassie hiciera algo si aparecía, así que
me pidió que mantuviera mis ojos en ti.
Mi mirada se desliza hacia el hielo y veo a Alex haciendo algunos ejercicios con
el equipo. Él y un compañero de equipo vuelan por el hielo, pasando el disco de un
lado a otro, aproximándose al portero. Alex tira hacia atrás su palo para disparar, y
justo cuando el portero se compromete con él, le da un rápido chasquido de muñeca 99
para pasárselo a su compañero, quien fácilmente lo mete en la red.
—Entonces, ¿de qué se trata todo eso? —le pregunto a Kelly, aunque mantengo
mis ojos en la acción.
Alex dijo que me interrogaría y no estoy muy segura de lo que eso significa, pero
no puedo soportar que me vaya mal en los exámenes.
—Oh, esa solo es Cassie. Ella y Alex tenían algo, pero aparentemente él rompió
con ella. Su hermana, Allie, está casada con Kyle Steppernech, uno de nuestros
defensores. Allie generalmente la arrastra a todo, por lo que siempre parece estar
merodeando. En realidad, no soporto a la perra.
—No estoy segura de que haya entendido el mensaje que Alex rompió con ella
—murmuro, mirándolo pararse junto a un compañero de equipo, mientras esperan
su turno en el siguiente ejercicio.
—Ella no es la bombilla más brillante del paquete —dice Kelly secamente, luego
baja la voz e inclina su cabeza hacia la mía—. Pero, cielos, fue divertido ver a Alex
ir como un hombre de las cavernas por ti.
—¿Qué?
—La forma en que patinaba y miraba con enfado a Cassie, apuntándole que se
alejara de ti. Hizo que mi corazón latiera con fuerza.
Entonces, tal vez Alex esté haciendo algunos cambios. Se está acercando… está
encontrando algo de alegría en su deporte. Todo esto coincide conmigo, ¿verdad? ¿O
es mi ego el que habla?
100
¿Y por qué estoy pensando en esto? Me reuniré con Alex en unas horas para
hablar sobre nuestro programa de divulgación y apenas he pensado en ello. Soy una
idiota, me doy cuenta con una oleada de culpa y vergüenza de que en realidad podría
estar más interesada en mis sentimientos personales por Alex que en ayudar a los
niños en riesgo.
—¿Cuál es el problema con esa mujer… Cassie? Parece seria sobre Alex.
Kelly resopla tan fuerte que algunos de los fanáticos de la fila inferior se vuelven
para mirarnos. Se tapa la boca con la mano y me mira con ojos redondos llenos de
humor.
—Por favor, no me hagas reír. Esa mujer no busca nada más que conseguir un
marido de hockey. Su hermana tiene uno y ella también desea el suyo. Estoy segura
de que habla en serio sobre Alex solo en esa medida, pero puedo decirte que Alex
nunca se la tomó en serio.
—¿Cómo sabes… quiero decir… si no es tan partícipe?
—Porque siempre la ignora en las distintas funciones. Ella trata de aferrarse a él,
pero se nota que él no quiere tener nada que ver con ella.
Interesante. Y yo que suponía que habían tenido intimidad, pero me parece que
tal vez esta mujer es más una acosadora que cualquier otra cosa. Esto me hace sentir
inmensamente mejor y puedo sentir que mis hombros se relajan.
—Pero creo que durmieron juntos —continúa Kelly en un susurro más bajo—.
Al menos, eso es lo que dice Allie, y habla todo el tiempo. Creo que son como
“amigos con beneficios”, excepto que no son amigos. Solo tienen “beneficios”. —
Puntúa esa última declaración con otra risita.
Mi estómago se revuelve ante la idea, porque aunque parece que Alex pudo
haber roto las cosas con ella, tenía que haber sido bastante reciente ya que Cassie
todavía se siente apegada a él.
Miro brevemente por encima del hombro a Cassie y Allie. Ambas me miran con
las cabezas juntas mientras hablan. Volviéndome hacia Kelly, digo:
—No tengo nada que contar. Estamos trabajando juntos en una campaña
antidrogas y solo somos amigos.
—Bueno, los amigos pueden convertirse en algo más —dice Kelly con un guiño.
—No lo creo. No es una línea que debamos cruzar considerando que estamos
trabajando juntos en una capacidad profesional.
—Puedo ver por esa mirada en tu rostro, que podrías pensar que también es una
tontería —dice Kelly con una gran sonrisa.
—¿Algo así como el niño que tira de las trenzas de la niña porque le gusta?
Me río de esa analogía, porque podría tener mérito… supongo. Pero, por otra
parte, no quiero tener ninguna expectativa sobre lo que puede ser o no, así que lo
minimizo.
—Bueno, si ustedes dos se lían, tenemos que salir en una cita doble. Mike y yo
somos la única pareja casada del equipo que no tiene hijos y nunca llegamos a pasar 102
tanto tiempo con los demás.
—Me suena como un plan —le digo, aunque creo que las posibilidades de que
eso suceda son escasas o nulas. Alex simplemente no parece el tipo de persona que
tiene citas dobles. Demonios, ni siquiera parece el tipo de persona que tiene una cita.
Pero ese no es mi estilo. Soy del tipo de persona que se compromete, amor y
rosas. Quiero decir, no creo que tengas que estar casada o incluso enamorada para
tener sexo, pero sí creo que debes tener sentimientos fuertes por la otra persona.
No estoy segura de lo que siento por Alex. Me cautiva de una manera que no
recuerdo que alguna vez haya hecho Brandon. Usar un manto de soledad y enojo lo
hace parecer vulnerable para mí, y verlo abrirse un poco me intriga aún más.
Además, es sin duda el hombre más sexy que he conocido. Sí, no sé lo que siento por
él, pero hay algo.
Lo que es aún más agradable es que, cuando salgo al vestíbulo con mi bolsa de
equipo al hombro, mis ojos buscan de inmediato y se fijan en Sutton. Está parada
junto a la puerta de vidrio principal, de espaldas a mí, mirando hacia afuera. Vestida
de manera muy informal solo con una camiseta, jeans y Converse negras, se ve joven,
fresca y adorable, de hecho, se ve comestible.
Me dirijo hacia ella porque es como una luz al final del túnel, cuando algo me
agarra del brazo. Mirando a mi alrededor, veo a Cassie parada allí, mirándome con
ojos acalorados.
Alejo mi brazo.
Agarra mi brazo de nuevo, sus uñas clavándose. Arqueo una ceja hacia ella, mi
mirada le da unos dos segundos para alejarse de mí. Afortunadamente, hace caso y
me libera con la misma rapidez.
—¿Me estás dejando por esa chica? —dice en voz alta, moviendo la cabeza hacia
Sutton.
—No te estoy dejando por ella. Te estoy dejando por mí. Simplemente ya no
estoy interesado y cuanto antes lo entiendas, antes superarás esto.
Le doy la espalda a Cassie sin darle la oportunidad de responder. En tres largas 104
zancadas, llego a Sutton y la tomo del codo, dirigiéndola hacia la puerta. Con mi
mano libre, la abro y la conduzco a través de ella delante de mí. No me ofrece
resistencia, confiando en mi dirección.
Salimos al sol del mediodía y noto que finalmente hay una frescura en el aire que
significa que tal vez el otoño realmente ha llegado.
—Creo que es parte del currículum estándar. Y para que conste, ella no era mi
novia.
—Entonces, ¿qué era ella? —me pregunta con total confianza en su curiosidad.
—¿Dónde está tu coche? —le pregunto a Sutton solo para cambiar de tema.
—¿Mi coche?
—Sí… pensé que podrías conducir si no te importa. El mío está detrás del
complejo en el estacionamiento de los jugadores y el tuyo probablemente esté más
cerca.
—Estoy seguro de que está bien —le digo con una sonrisa, aunque cuando se
detiene ante un cubo oxidado de coche para abrir la puerta, no estoy seguro de que
nos lleve a nuestro destino previsto.
Me lanza una sonrisa, abre la puerta del conductor con una llave y luego se sube
para alcanzar la cerradura del pasajero. Dios mío, ni siquiera tiene cerraduras
automáticas. No sabía que todavía existían coches así de viejos.
Ni siquiera estoy seguro de qué tipo de automóvil es, pero es pequeño, por lo que
tengo que doblar mi cuerpo prácticamente por la mitad para entrar en el asiento
después de arrojar mi bolsa con el equipo en la parte trasera. A pesar de que el
automóvil probablemente se fabricó hace varias décadas, está muy limpio y bien
cuidado por dentro.
—Me has clasificado mal —le digo con una mirada fingida—. Conduzco una
Suburban usada. Si bien no es tan vieja como este cubo, tiene su kilometraje.
—Vaya —dice, como si le acabara de contar la cosa más asombrosa del mundo
y pone su auto en marcha—. Considérame impresionada.
—Así tengo algo a lo que recurrir cuando deje de jugar al hockey. No sé hacer
nada más.
106
—¿Y cuánto tiempo crees que estarás jugando al hockey?
Al volverme para mirarla mientras conduce, noto que la vista lateral de su rostro
es tan hermosa como la vista frontal. Su largo cabello rojo cuelga suelto con una
ligera ondulación, lo que hace que sus ojos brillen, que reflejan las brillantes motas
verdes del sol que se filtra a través del parabrisas. Noto por primera vez que tiene una
pequeña pizca de pecas en la nariz y las mejillas. Me fascina como ninguna otra
persona que haya conocido y eso me asusta un poco. También me emociona.
—¿Y ahora? —pregunta en voz baja, lanzándome una mirada rápida antes de
volver a poner los ojos en la calle.
Bueno, casi todo. Hay algunas cosas que nunca podré compartir con ella.
—Porque me has hecho ver las cosas con una luz diferente —le digo y su cabeza
gira para encontrar mi mirada.
—Bueno, creo. Todavía estoy probando las aguas, por así decirlo.
Me mira con calidez e incluso un poco de comprensión. Sí, ella entiende algo
sobre mí cuando ni siquiera yo estoy seguro de haberlo entendido. Es como si fuera
sabia más allá de sus años y siento que podría amenazar con derrumbar la misma
plataforma sobre la que he construido todo mi conocimiento del mundo. Es una
perspectiva aterradora, pero me parece desafiante en el buen sentido.
—Gracias… por tomarte el tiempo para tratar de conocerme. Y creo que tal vez
por entenderme cuando ni siquiera yo estoy seguro de poder hacerlo.
—Vamos, comamos —le digo mientras abro la puerta del pasajero y salgo del
pequeño asiento.
—Sí. Y aunque no tengo otros programas con los que compararlo, el programa
de California es muy impresionante. Ni siquiera estoy seguro de que tengamos que
modificarlo tanto, suponiendo que toda la información sobre adicción sea precisa.
Sin embargo, esa es tu experiencia. 108
Sutton asiente, sus ojos brillan de emoción.
—Bueno, eres el portavoz, por lo que la mayor parte de tu trabajo vendrá al final
cuando comencemos a viajar a las escuelas y eventos, pero aun así me encantaría
tener tu opinión mientras preparo el programa. Mientras redacto los materiales,
podría reenviarlos para que los revises, y necesitaremos que hagas algunas sesiones
de fotos para los folletos y panfletos, videos… ese tipo de cosas.
Los ojos de Sutton se agrandan y sus labios se abren con sorpresa. Joder… Estoy
completamente sorprendido por haber preguntado eso.
—¿Como en una cita? —pregunta con cuidado—. ¿O para trabajar más en este
programa?
—Como en una cita —le digo mientras la miro fijamente a los ojos—. Por
supuesto, podemos hablar más sobre esto si quieres, pero te invito a una cita.
—Nunca me han importado un carajo las etiquetas y las líneas, Sutton. Hago lo
que quiero y tengo muchas ganas de verte a nivel personal. Si tienes reparos en cruzar
una línea que es importante para ti, lo respeto y no intentaré disuadirte.
Vuelve a mirar hacia la mesa por un momento, luego sus ojos vuelven a
levantarse y me miran con una pizca de picardía.
109
—¿Qué pasa si quiero que me persuadas?
Sutton levanta su dedo índice y lo golpea contra sus labios mientras considera
mi pregunta.
—Mmm. Estoy bastante indecisa por esto. Puede que requiera un buen esfuerzo
de tu parte.
—¿Convencida?
Asiente hacia mí, sus dedos suben para tocar ligeramente sus labios y juro que
casi puedo sentir el toque contra los míos.
Me sonríe.
—Sí, me encantaría.
Inmediatamente se me erizan los vellos, porque supongo que es una cita que ella
ha planeado. Mi ira crece rápidamente, pero antes de que pueda decir algo, ella dice:
Parpadeando hacia ella un par de veces para asegurarme de entender lo que está
diciendo, le pregunto:
—Es solo… parece un poco tonto, ir a la casa de mis padres para una primera
cita.
Le sonrío y asiento.
—Sí. Pero me di cuenta de que me gustaría pasar tiempo contigo, y si tus padres
son la mitad de geniales que tú, creo que esto será divertido. 111
—Son grandiosos. Te encantarán. Mi mamá y papá-Jim ya han alcanzado la
santidad en mi libro.
Mi boca se abre y la miro con incredulidad por lo que creo que acaba de dar a
entender, y la forma en que lo dijo con total aceptación y sin una pizca de amargura.
—¿Adicto a las drogas? Sí. Definitivamente no es el padre del año, pero trato de
apoyarlo lo mejor que puedo.
—¿Y por apoyo te refieres a…?
El rostro de Sutton se sonroja y desvía la mirada con una timidez inusual. Toma
el tenedor y comienza a jugar con él de nuevo mientras continúa.
—Mi vida fue muy mala cuando mi papá era parte de ella. Su adicción a las
drogas nos trajo mucho sufrimiento a mi mamá y a mí. Sin embargo, mi mamá me 112
salvó. Ella me sacó de ese entorno, lo mejor que pudo. Entonces papá-Jim nos salvó
a las dos.
Volviendo a dejar el tenedor, levanta los ojos para encontrarse con los míos y
sonríe en un momento de feliz reflexión y amor por su familia.
Quiero escuchar todo sobre su historia, pero en realidad tengo miedo. Tengo
miedo de escucharla por las comparaciones que haré con mi propia vida, y odio
pensar en mi infancia. Tampoco quiero escuchar su historia porque algo se revuelve
un poco en mi estómago. Parece que ambos tuvimos una infancia horrible, pero
Sutton parece haberse adaptado muy bien. Al menos por lo que puedo decir.
¿Yo?
No tanto. Dejé que mi pasado me convirtiera en algo con lo que hace unas
semanas me sentía bastante cómodo.
¿Pero ahora?
Pero no quiero acercarme demasiado. Creo que eso causaría repercusiones que
probablemente no podría soportar a largo plazo.
113
Capítulo 12
Sutton
No puedo creer que esté en una cita con Alex Crossman. No puedo creer que
Alex Crossman acaba de cenar en casa de mis padres. No puedo creer que quiera que
me bese más de lo que nunca había querido que me besaran, y mis palmas están
sudando tanto por la perspectiva que sigo limpiándolas en mis jeans.
Y fue entonces cuando salió a la luz mi lado locamente cachondo. Todo lo que 114
podía imaginar era él entrando en mi casa y empujándome contra la pared…
tomándose todo tipo de libertades indecentes conmigo, lo quisiera o no. La imagen
se grabó tan ardientemente en mi mente que seguí repasándola durante la cena.
Y la realidad fue que la cena fue divertida y maravillosa, y la mejor parte fue ver
el rostro de Glenn cuando aparecí con Alex. Pensé que iba a perecer en el acto, y se
trabó tanto que apenas pudo saludar. Alex había sacado una bolsa de la parte trasera
de su Suburban cuando nos detuvimos frente a la casa de mis padres, y cuando le
pregunté qué había dentro, se encogió de hombros y dijo:
Algunas cosas resultaron ser una camiseta de Crossman firmada, cuatro boletos
para el próximo juego local para toda la familia, un póster de Crossman firmado y
un palo firmado por el portero de Cold Fury, Max Fournier. Tuve que volver la
cabeza y secarme los ojos en mi hombro cuando vi la forma en que se iluminó el
rostro de Glenn. Por una fracción de segundo, dudó de todos los regalos que tuvo
ante él, y miró a mamá para asegurarse de que estaba bien aceptar tantos obsequios
maravillosos. Entonces mi hermano pequeño, mi hermoso hermanito pequeño, miró
a Alex y dijo:
—Es demasiado.
Que fue una mentira. El maldito palo estaba firmado por Max Fournier, por lo
que Alex se había tomado el tiempo de conseguir esto para Glenn. Quise lanzarme
sobre él con un abrazo de proporciones épicas, pero para sorpresa de todos, Glenn se
me adelantó. Se levantó de su silla y lanzó sus brazos alrededor de Alex mientras se
sentaba en el sofá a mi lado. No pude evitar sonreír cuando Alex lo atrapó en un
abrazo de oso y torpemente le dio una palmada a Glenn en la espalda, mirándome
por encima de su hombro con una suave sonrisa.
La cena fue increíble, gracias a que mi mamá es como la mejor cocinera del
mundo. A pesar del lado rudo y hosco de Alex que había visto en alguna ocasión, no 115
fue más que abierto y sincero con mi familia. Glenn le hablaba incesantemente, con
mi mamá y papá-Jim haciéndole preguntas de vez en cuando. Sin embargo, me di
cuenta de que se alejaba suavemente de cualquier pregunta sobre su infancia o sus
propios padres, y en cambio se centró en el hecho de que se había ido de casa de
forma permanente para vivir con una familia de acogida mientras jugaba en los
Juniors de Quebec. Esto fue interesante para mí porque se centró en sus inicios en la
carrera de hockey, cuando sé con certeza que no le importa demasiado dicha carrera
en absoluto. Mi lado de consejera sabe que está evitando algo que es más doloroso
que su disgusto por el deporte.
Glenn asintió con timidez, pero pude ver que estaba a punto de explotar ante la
perspectiva.
—Estás muy callada allí —dice Alex mientras conducimos hacia mi casa.
—Solo estoy pensando en Glenn. Realmente lo mimaste esta noche.
—De ninguna manera. Se nota que es un niño que merece ser mimado.
—No ha tenido muchas cosas buenas en la vida. El dinero siempre ha sido muy
escaso, pero es el chico más agradecido que jamás hayas conocido. Así que sí…
supongo que se lo merece.
Me vuelvo para mirarlo, la iluminación ambiental del sistema estéreo del auto
enfatiza los ángulos agudos de su rostro. Se vuelve para darme una breve mirada y
sus ojos son serios, atentos mientras observan mi reacción.
—Alex… —empiezo a decir, luego me doy cuenta de que no tengo ni idea de 116
qué decir. Sus palabras son tan sinceras, pero vacilantes, porque puedo decir que
nunca antes había dicho esas palabras.
—Está bien.
Pero me pregunto… ¿a dónde estoy atrayendo a Alex exactamente? Lo sabría si
supiera en qué dirección me dirijo. ¿Tiene esto el potencial de ser algo serio? O
¿alguien como Alex se toma las relaciones en serio?
Por lo que sé, sus palabras esta noche no significan nada más que él quiere que
lo lleve directo a mi cama. Quizás esto sea solo sexo. Después de todo, esa otra chica,
Cassie, fue solo un ligue.
Busco mis sentimientos para ver cómo me siento realmente al respecto y, por
supuesto, no me gusta. Aunque la otra noche pensé que tal vez mi falta de
sentimientos hacia Brandon tenía algo que ver con el hecho de que quería vivir la
vida como él lo había hecho, la simple verdad del asunto es que simplemente no
puedo tener sexo casual.
Mirando por el parabrisas, veo que Alex está entrando en mi camino de entrada,
y empiezo a asustarme, ¿y si está esperando echar un polvo ahora mismo?
—No puedo tener sexo contigo esta noche —suelto, porque necesito ser franca
con él. 117
Su cabeza se mueve bruscamente en mi dirección e incluso en la penumbra del
coche oscuro, puedo ver sus labios curvarse hacia arriba. Ignora mi declaración por
un momento. Cuando apaga el motor, se vuelve hacia mí y me dice:
—Pero… dijiste… hay algo… y esa otra mujer… pensé que eso es lo que
querrías… —me callo patéticamente, porque ahora estoy, de repente, confundida y
siento que leí mal las señales.
—Te estoy tomando el pelo. Y no tenía la intención de tener sexo contigo esta
noche. Ahora, ¿vas a invitarme dentro para mostrarme tu casa, y luego tal vez
podamos quedarnos un rato? Tengo que llegar a casa dentro de no mucho tiempo
para hacer las maletas para mi viaje.
Gracias a Dios está oscuro en el auto porque mi rostro está encendido por mi
idea errónea del asunto.
—Está bien —murmuro en respuesta, y salto de su SUV antes de que pueda
llegar a mi puerta para abrirla.
Ahí van las palmas de mis manos de nuevo, sudando un río; me las seco en mis
muslos cubiertos de mezclilla. Él, por supuesto, se da cuenta de ese movimiento y
me siento como una idiota. 118
—¿Estás nerviosa? —pregunta.
Cuando llego al sofá, levanta una mano hacia mí y pongo la mía vacilante en la
suya, rezando a Dios para haberme limpiado toda la humedad. Me rodea
cálidamente y dice:
—No muerdo.
Alex me sonríe, por alguna razón disfruta de la tensión que he dejado crecer
debido a mis nervios. Su otra mano se eleva, rozando sus dedos por mi mandíbula.
—Lo siento —mascullo, pero antes de que pueda decir otra palabra, se inclina y
me besa.
Y a pesar de que esta es la segunda vez que sus labios han estado contra los míos
este día, me doy cuenta de que lo que me hizo antes ni siquiera podría ser catalogado
como un beso. De hecho, no estoy segura de que los labios de ningún otro hombre
tocando los míos, y no ha habido tantos, pudieran haber sido siquiera considerados
un beso.
Los brazos de Alex me rodean con más fuerza y nuestras bocas se mueven con
más insistencia una contra la otra. Mis dedos se deslizan por su largo cabello y me
maravillo por un momento de lo suave y sedoso que es. Entonces la boca de Alex se
119
separa de la mía y pasa sus labios por mi mandíbula y por mi cuello, la barba
incipiente de su barbilla provoca que chispas eléctricas atraviesen mi piel.
Me siento tan caliente y necesitada, y quiero que llegue más lejos. Al diablo con
lo que acabo de decir en el auto de Alex, quiero tener sexo con él, en este mismo
momento. Instando mentalmente a sus manos a moverse, a explorar, a desnudar,
casi le suplico en voz alta que me haga esas cosas.
—Oye —dice Alex en voz baja mientras toma mi barbilla con una mano. Abro
los ojos y miro a los suyos, notando que en realidad tiene un círculo de color gris
oscuro alrededor de sus pupilas—. No te avergüences por eso. No hay nada más que
quiera hacer en este mismo momento que…
—Podrías haberme tenido esta noche —le digo con cautela, parte de mí con la
esperanza de que lo tome como una invitación y comience a besarme de nuevo.
Capitularía en un santiamén si me besara de la misma manera.
En cambio, sigo a Alex hasta la puerta, de repente un poco tímida ahora que nos
hemos alejado de la comodidad del sofá. Pero no me deja ser tímida por mucho
tiempo porque cuando llega a la puerta, se gira sobre mí y me toma en sus brazos,
abrazándome. Es entrañable, la forma en que está eligiendo un abrazo íntimo y
confortable en lugar de un beso lleno de lujuria para decir buenas noches.
—Te llamaré después de que regrese al hotel después de nuestro juego de mañana
por la noche —me dice, luego se inclina suavemente para colocar un beso suave
como una pluma en mis labios.
Estoy más que reconfortada por el hecho de que Alex está siendo un caballero y
completamente mortificada por no querer que lo sea.
Lo que me da curiosidad.
—¿A dónde se fue ese idiota que conocí ese primer día en mi oficina?
—Todos tenemos días en los que salen nuestros monstruos, Alex. No me vas a
asustar si veo el tuyo.
Entonces se ha ido.
Hará que sea mejor. Concuerdo. Y puedes ver mi lado malo en otro momento.
123
Capítulo 13
Alex
Sentado en el banco del vestuario de visitantes, contemplo enviar un mensaje de
texto a Sutton antes de vestirme para el juego de esta noche. Hemos tenido un exitoso
viaje por carretera hasta ahora, ganando tres de los últimos cuatro, y esta noche es
un juego muy importante. Si ganamos, asumiremos la clasificación por el primer
lugar en nuestra división. Es una posición que no significaba mucho para mí hace un
mes.
¿Pero ahora?
Y cada vez que recibo otro mensaje de voz de mi papá luego de un juego,
aumenta el odio y la amargura. El que recibí esta mañana es un excelente ejemplo.
Él es muy consciente de la importancia de este juego para Cold Fury. Entonces,
cuando llamó esta mañana, lo ignoré de inmediato y luego fui como un glotón por el
castigo al escuchar su mensaje.
Alex… esta noche es un juego importante. Necesitas superar tus insignificantes diferencias
conmigo. Sé que no escuchas como deberías, pero tu padre sabe un par de cosas sobre hockey.
No espero nada menos que la perfección de ti esta noche. No lo arruines.
Realmente, realmente deseo que llegue el día en que pueda escuchar estas perlas
de sabiduría y simplemente reírme de ello, pero ese día no se encuentra en el futuro
cercano. Quise lanzar mi teléfono al otro lado de la habitación y aplastar su voz
arrogante y degradante directamente de los procesadores del microchip del interior.
En cambio, hice lo que siempre hago. Presioné eliminar, me inquieté al respecto por
unas horas y luego lo dejé ir.
Es un proceso, uno que es solo un poco más fácil ahora que soy un adulto y mi
padre ya no tiene voz en nada de lo que hago. En este momento, no es más que aire
caliente y un doloroso recordatorio de mi terrible infancia.
Pero tal vez algún día… si las cosas siguen mejorando y mejorando como
parecen estar haciéndolo últimamente.
—Oh, no —se burla Garrett con voz cantarina—. Alguien está en problemas.
Noto con diversión que algunos de ellos me miran como si me hubieran crecido
un par de astas de mi cabeza o algo así, sorprendido de que el Más Valioso Pendejo
en realidad pudiera tener algo de humor en lo profundo de sus huesos.
—Solo quería transmitirte que la Junta ha estado muy complacida con tu trabajo
en los últimos tiempos.
—No se trata solo de cómo estás jugando. Están muy impresionados con tu
trabajo en la campaña de divulgación.
Miro impasiblemente a mi entrenador, porque por mi vida no puedo entender
cómo demonios saben lo que estoy haciendo. El entrenador decide ponerme al
corriente.
—Parece que la mujer con la que estás trabajando le envió un correo electrónico
a Walt Prestonwood, ensalzando tus virtudes o algo así. Incluso dijo algo como que
eras un modelo a seguir para otros jugadores —dice con una sonrisa divertida en su
rostro.
Tengo que bajar la cabeza y morderme la lengua para no reírme. Dios, amo a
Sutton y sus intentos de hacerme lucir bien ante los altos mandos.
—En serio, sin embargo, también he notado una diferencia. En realidad estás
“presente” durante los juegos y en la práctica, y con eso me refiero a que tu cabeza
está jodidamente presente. Antes eras un gran jugador, pero ahora estás en llamas,
Alex. Sigue con el buen trabajo.
De hecho, siento que mis mejillas se ponen un poco calientes por el elogio
descarado y en lugar de poner los ojos en blanco como lo hago normalmente cuando 126
siento que alguien está soplando un arco iris en mi trasero, siento un calor agradable
recorriéndome. Me levanto de mi silla y digo:
—Gracias. Lo aprecio.
—Oh, y hazme un favor esta noche. Intenta patear algunos traseros y llevarnos
la victoria a casa.
—¿Y qué… el gran solitario, Alex Crossman, está buscando algo más? —se burla
Kyle—. Despierta, amigo. Lo tenías perfecto. Coño libre siempre que lo desees y sin
regaños ni quejas para acompañarlo.
Kyle resopla y luego echa la cabeza hacia atrás con una carcajada.
—No necesito vivir indirectamente a través de ti, hombre. Obtengo todo lo gratis
que quiero cuando viajo con el equipo.
—Eres de los que miran con superioridad, Samuelson. Pareces follar a muchas
extrañas.
Por fortuna, algunos de los otros jugadores cerca de Kyle saltan y lo agarran por
los codos. Luca Brassard, el capitán de nuestro equipo, camina hacia el medio y grita:
—Ya basta y saquen la cabeza de su trasero. Estamos aquí para jugar al hockey,
no para tener una puta sesión de chismes.
Kyle se quita de encima las manos de sus captores y sale del vestuario. Me vuelvo
para agarrar mis guantes del banco y Garrett me da una palmada en el hombro.
Nos reímos todo el camino hacia la pista de hielo para nuestro calentamiento.
Ella contesta después del primer timbre, como si hubiera estado esperando mi
llamada, y ese conocimiento arde suavemente en el centro de mi pecho.
—¡Pateaste sus culos esta noche! —grita tan fuerte que tengo que alejar el
teléfono de mi oído.
—Me alegro —me dice con sinceridad—. Alguien tan increíble como tú se
merece sentirse así consigo mismo.
¡Wham!
129
Otro puñetazo… otro doloroso apretón en mi pecho. ¿Se supone que debe doler
de esta manera tan placentera cuando alguien se preocupa por ti? No estoy seguro,
porque todo esto es desconocido para mí.
—¿Cómo es que me haces sentir tan bien conmigo mismo? ¿Sobre lo que hago?
Cristo, Sutton, creo que he sonreído más en el poco tiempo que te conozco que en
toda mi vida.
—Creo que también he sonreído más de lo normal desde que te conocí. Es una
calle de doble sentido.
Sé que mi habitación brilla más porque sus palabras me hacen sonreír como un
idiota. Acomodándome en las almohadas de mi cama, digo:
—No fue tan emocionante como el tuyo, eso es seguro. En realidad… tengo un
caso difícil… una joven que realmente está luchando por mantenerse alejada de la
metanfetamina. Sus padres son adictos y la droga está al alcance de su mano. Hoy
pasé mucho tiempo hablando con ella.
Silbando entre dientes, digo:
—Es simplemente incomprensible para mí, de verdad. Que padres tengan esas
cosas en la casa.
—Ella cumplió dieciocho hace unos meses y, como adulta, está más allá de la
ayuda de los servicios sociales. Todo lo que puedo hacer es aconsejarla, instarla a
que se mantenga fuerte. Estoy tratando de que se una a uno de nuestros grupos de
apoyo, pero se resiste.
—¿Ves esto mucho? —pregunto, sin querer saber la respuesta que estoy bastante
seguro de que llegará.
—Desafortunadamente, así es. Pero también veo muchos finales felices. He 130
podido ayudar a algunos niños a salir adelante.
¿Qué habría hecho si hubiera tenido un recurso como Sutton cuando era más
joven? ¿Habría escuchado su consejo? ¿Sus enseñanzas? ¿Habría ayudado tener a
alguien con quien desahogarse? ¿Saber que había alguien que me apoyaba?
Tengo que pensar que la respuesta es sí. Creo que le habría respondido bien a
alguien como Sutton, porque seamos sinceros, le estoy respondiendo bastante bien
en este momento.
—Tengo fe en ti —le digo—. Si alguien puede comunicarse con ella, eres tú.
—¿Sí? ¿Por qué tanta fe en mí? —bromea.
—Porque llegaste a este bastardo cascarrabias —le digo con una carcajada—.
Has logrado prácticamente lo imposible conmigo.
—Eres un zalamero.
—Tengo curiosidad —le digo, esperando hasta que su risa muere por completo—
. ¿Qué pasó con la cita a la que fuiste cuando nos conocimos?
No estoy seguro de lo que espero que diga. ¿De verdad creo que va a decir: la
cancelé porque no podía pensar en nadie más que en ti?
131
Buen pensamiento, pero no, eso no va a suceder.
—La cita fue buena… estuvo bien. Incluso tuve una segunda cena con él, pero
no va a ninguna parte.
Mi interés se aviva.
Ella continúa:
—Bueno, según él, porque quería difundir su amor un poco antes de establecerse
conmigo.
Dolorosamente honesto.
—Mucho —dice ella—. Pero seguí adelante. Me contactó de la nada hace unas
semanas y quería volver a verme. Está listo para seguir adelante con nuestra relación.
132
—¿Así que tuvo la esperanza de que lo esperaras?
—No sé qué esperaba —dice con un suspiro—. Pero no esperé. Seguí con mi
vida. Salí con algunos, pero nada serio.
—Entonces, ¿qué pasó en esas dos citas? —pregunto, mi curiosidad está a punto
de matarme, y dependiendo de lo que diga Sutton, puede que quiera matar a este
imbécil.
—La primera cita estuvo bien, mucho para ponerse al día. En la segunda cita,
dejó en claro que quería que volviéramos a estar juntos.
—Creo que sí —dice, y puedo imaginarme la curva de sus labios por el tono
burlón de su voz—. Parece que ahora un jugador de hockey sexy tiene mi atención.
—¿Sí? Eso es irónico, porque estoy deseando a esta consejera de drogas sexy que
conocí.
Aguanto la respiración por su respuesta porque este tipo podría ser una gran
amenaza. Tiene historia con Sutton.
—No importa —dice Sutton rápidamente—. Lo llamé la otra noche y le dije que
ni siquiera nos veía siendo amigos y que si él estaba abrigando esperanzas de algo
más, necesitaba hacerle saber que probablemente era una pérdida de tiempo. Le dije
que no quería que intentara demostrar que estaba equivocada. Le dije… 133
Se calla, casi avergonzada de decir lo que creo que se está preparando para decir.
—Que estaba viendo a otra persona. Que estaba muy interesada en alguien más.
—¿Puedo verte después del juego del sábado por la tarde? —le pregunto,
cambiando completamente de tema.
—Creo que podría implicar poner mis manos sobre ti —murmuro, y me encanta
la inhalación que toma que es lo suficientemente fuerte como para poder escucharla
a través de nuestra conexión telefónica.
Se aclara la garganta.
—No puedo esperar —susurra con un poco de frustración que hace que mi tarjeta
de hombre se eleve de oro a platino.
No estoy exactamente seguro de lo que está sucediendo aquí, pero supongo que
un extraño diría que estoy desarrollando una relación con alguien.
Mi primera.
—Es un poco tarde para cambiar de opinión —dice, mirando por el espejo
retrovisor de su Suburban para ver cómo están Glenn y sus dos amigos en el asiento
trasero—. Ya los he invitado. Estoy bastante seguro de que se rebelarán si cancelo.
Glenn levanta la vista y me sorprende mirándolo con lo que debe ser una mirada
tonta en mi rostro, porque me devuelve una sonrisa con dientes y me guiña un ojo.
Poniendo los ojos en blanco, me doy la vuelta y miro hacia adelante.
—Fue muy agradable invitar a los chicos. Espero que no haya estropeado lo que
sea que hayas planeado —le digo, volviéndome para mirar por la ventana.
Originalmente habíamos hecho planes para comer algo con él después del juego, pero
tan pronto como termináramos de comer, pensé que llevaríamos a los chicos a la casa
de mamá y papá-Jim porque Alex me había provocado con la perspectiva de poner
sus manos sobre mí. En cambio, Alex se inclinó sobre la mesa y dijo—: ¿Quieren
acompañarnos a Sutton y a mí el resto del día?
Sí, eso fue lo más dulce de mi vida y todo lo que pude pensar fue: Simplemente
genial. ¿Cómo puede ponerme las manos encima con tres niños siguiéndonos?
—¿A dónde vamos? —pregunto con insoportable curiosidad. ¿A dónde nos lleva
que los chicos pueden acompañarnos y él puede aprovecharse de mí? Debo admitir
que el suspenso me está matando.
—A veces —dice Alex mientras abre la puerta del coche y sigo su ejemplo. Una
vez que estamos todos parados frente a la SUV de Alex, pregunta—: Está bien, ¿todos
aquí saben cómo patinar sobre hielo?
Glenn, Tyrone y Mickey asienten. No sé sobre los otros dos chicos, pero sé que
Glenn ha estado patinando sobre hielo en una pequeña pista que uno de los centros
comerciales locales instala en Navidad.
La luz que se apodera del rostro de Alex con su sonrisa casi me ciega, pero no
puedo contemplarla por mucho tiempo porque me agarra de la mano. Justo antes de
volverse para tirar de mí hacia la puerta principal de la pista, se inclina hacia mí y
murmura:
—Es una pena. Supongo que podría tener que ponerte las manos encima para
evitar que te caigas.
—¿Así que ese era tu gran plan para ponerme las manos encima?
—Ese era mi gran plan, pero créeme cuando digo que también he pensado en
otras formas.
—¿Has pensado en formas? ¿Formas en las que te pondría las manos encima?
—Sí.
—Bien —dice mientras retrocede y levanta el brazo para que pueda pasar—.
Compararemos notas sobre eso más tarde.
Mis piernas están tan gelatinosas por las palabras con las que Alex me seduce,
tengo la sensación de que va a tener que cortar su trabajo tratando de mantenerme
erguida sobre el hielo. De alguna manera, eso no me parece una propuesta perdida.
Alex toma su cambio y se da la vuelta, pero el chico detrás del mostrador dice
con voz tímida:
Los ojos del chico se abren de nuevo por la tranquilidad en la voz de Alex y se
ensanchan aún más.
Veo como algo parpadea en el rostro de Alex y creo que puede ser culpa… tal
vez incluso un poco de dolor. Su sonrisa es un poco más tenue cuando asiente hacia
el chico, toma mi mano y me lleva a los bancos para ponernos los patines.
—¿Eso te molestó?
—No —dice Alex, soltando mi mano y sentándose en un banco. Me dejo caer a
su lado—. El chico lo entendió al revés. De hecho, soy mucho más malo de lo que
acaba de ver.
—¿Hacer qué?
—No caigas en el molde en el que te pone la gente. Solo eres lo que quieres ser.
Si quieres ser amable, sé amable. Si quieres ser malo, sé malo. Pero no lo hagas
porque alguien lo espere de ti. Hazlo por ti mismo.
Alex me mira fijamente por un largo momento, luego su mano sube para
agarrarme detrás de mi cuello. Aprieta suavemente, pero con suficiente esfuerzo para
llamar mi atención.
—Estás viendo un lado más suave de mí, Sutton, y me gusta que te guste. Pero 139
no cometas el error de endulzarme. También soy muy malo. Lo has visto una vez…
sé que lo volverás a ver. Estoy construido de esa manera.
—Dime, Alex, ¿qué se supone que debe hacer exactamente esta advertencia?
¿Asustarme? ¿Darme un aviso adecuado para que no te sientas culpable cuando me
lastimes en algún momento?
Las manos de Alex se mueven rápidamente para agarrar mi cara y me atrae antes
de que pueda siquiera protestar. Aprieta sus labios contra los míos, dándome un beso
fuerte y rápido antes de retirarse. Apoyando su frente contra la mía, dice:
—No quiero asustarte. Iría corriendo detrás de ti. Así que sí, te estoy dando una
advertencia para que pueda ser el primero en decir “Te lo dije” y para que sepas que
soy un hombre que está a la altura de las expectativas puestas en él.
—¿Y eso es algo malo? —pregunto con una sonrisa mientras me quito las
zapatillas.
—Espero poder pelarlas, entonces —dice Alex mientras se inclina, poniendo sus
labios cerca de mis oídos. Esas palabras salen en un gruñido bajo y hacen que se me
ponga la piel de gallina.
Si soy buena en el patinaje sobre hielo o no, es irrelevante. Ya planeo ser torpe e 140
intentar caer tantas veces como sea posible solo para que Alex pueda poner sus
manos sobre mí.
Sin decir una palabra, sale del asiento del conductor y camina a mi lado. Mi
corazón late salvajemente dentro de mi pecho porque estoy pensando que Alex va a
cumplir con su amenaza de poner sus manos sobre mí un poco más. Ciertamente lo
hizo en la pista de hielo, pero sus toques fueron suaves y castos, adecuados para la
exhibición pública. Puede haber sido simplemente sujetarme del codo para guiarme
alrededor del hielo, o agarrarme rápidamente por la cintura si comenzaba a caer. Una
vez, incluso tomó mis manos entre las suyas y patinó hacia atrás, guiándome
alrededor de la pista de hielo. Cometí el error de dejarme atrapar por su mirada
cobalto y perdí el equilibrio más de una vez, por lo que tuvo que envolverme con sus
brazos para evitar que me desplomara sobre el hielo.
Pero esos toques me dejaron dolorida y necesitada porque sabía que lo que fuera
que Alex me estuviera mostrando ahora sería solo una fracción de lo que podría
mostrarme cuando estuviéramos solos.
Estoy tan nerviosa ahora que me tiemblan las manos, y es un milagro que saque
las llaves de mi bolso en el primer intento. Justo cuando estoy a punto de insertar mi
llave en la cerradura, siento que Alex se pone detrás de mí y mi mano tiembla más
fuerte. Se acerca aún más y coloca sus manos en la puerta, con las palmas planas y a
cada lado de mi cabeza, enjaulándome de manera efectiva.
Muy suavemente y aun así muy silenciosamente, deja caer su mano derecha de
la puerta. Con total seguridad y sin cambiar de idea de cuánto estoy dispuesta a darle,
desliza los dedos por debajo del dobladillo de mi camiseta, rozando por encima de la
cintura de mis jeans hasta que su palma descansa plana y muy caliente contra mi
estómago.
—Oh, Dios.
Pero en lugar de un ataque frenético para liberar la presión que parece haberse
acumulado en proporciones tensas, Alex inclina su cabeza hacia el lado de la mía,
colocando sus labios cerca de mi barbilla. Luego no hace nada más que retirarse,
pasando sus labios y la barba a lo largo de mi mandíbula, raspando deliciosamente
mi piel.
Cuando sus labios llegan justo debajo de mi oreja, presiona un ligero beso allí.
Con la palma izquierda aún apoyada contra mi puerta, presiona ligeramente mi
estómago con la otra mano, empujándome hacia atrás solo una fracción más fuerte 142
sobre su erección. Presionando otro beso en mi mandíbula, mueve sus labios hacia
mi oreja y dice suavemente:
Antes de que pueda procesar sus palabras, Alex me suelta y retrocede un paso.
Me vuelvo rápidamente para enfrentarlo, casi alargando mis manos para agarrarlo y
traerlo de regreso. Me mira con ojos acalorados, pero con una sonrisa suave.
—Pero… yo no… —titubeo con las palabras correctas, porque estoy tan
completamente aturdida de que se vaya después de prácticamente darme un orgasmo
solo con su mano en mi vientre—. ¿Hice algo mal?
—Pero por qué te vas… pensé que querías… quiero decir, solo asumí que sentías
lo mismo… —Mis palabras tartamudean y fallan, y nunca he estado tan confundida
o he tartamudeado en mi vida.
—Quiero follarte tanto que me duele físicamente, Sutton. Realmente duele. Pero
siempre he cedido a mis deseos básicos y he saciado mi lujuria sin preocuparme de
con quién estaba o de lo rápido y duro que se lo daría. No quiero eso contigo. Quiero
algo más.
—Quiero una conexión —me dice, y su voz tiene tanto anhelo, que sé que 143
cuando recuerde este momento más adelante en la vida, será un momento decisivo
porque es cuando decidí que mi corazón ya se había involucrado profundamente con
Alex Crossman.
—Ya tenemos una conexión —señalo, todavía queriendo que entre a mi casa
conmigo para que podamos hacer el amor. Y lo duro y rápido que mencionó antes
también me suena bastante bien. Estoy segura de que tenemos tiempo para ambos.
Presionando un beso en mi frente una vez más, Alex me suelta y baja los
escalones del porche. Cuando llega a la parte de abajo, esboza una sonrisa.
—Sí, tenemos una conexión. Y después de esta noche… se hizo aún más
profunda.
—De acuerdo.
Me quedo ahí mirándolo y me devuelve la mirada. Luego señala a mi puerta.
Poniendo los ojos en blanco, me alejo de él y abro la puerta. Le doy una breve
mirada antes de cerrar la puerta, pero no antes de verlo guiñarme un ojo.
Entonces se marcha.
144
Capítulo 15
Alex
Doce… trece… catorce… quince.
Cuento mentalmente mis repeticiones, exhalando un fuerte suspiro cada vez que
completo una. Hoy aumenté mi peso para el press de banco y requiere de mucho
esfuerzo terminar el último.
—Buen trabajo —dice mientras ayuda a guiar la barra con peso hacia arriba los
últimos centímetros y de regreso a la base. 145
Me siento a horcajadas en el banco, me inclino a un lado y agarro mi toalla y mi
botella de agua.
—Gracias. Ese último me mató. Menos mal que estabas ahí de pie o
probablemente me habría estrangulado.
—Mucha gente pagaría por ver eso —bromea, y no puedo evitar reírme.
—¿Nunca haces nada más que ir de fiesta y perseguir mujeres? Son apenas las
diez de la mañana.
—Hombre… vas a salir con Sutton otra vez. ¿No la viste ayer después del juego? 146
—Sí. Preparándome para volver a verla para el almuerzo. ¿Tienes un problema
con eso?
—No hay problema, amigo —dice Garrett con una sonrisa mientras saca su
propio equipo de ducha de su casillero—. Ella es muy sexy. Intentaría follarme eso
también. Estás intentando follarte eso, ¿verdad?
—Vete a la mierda —le gruño, lo que básicamente es admitir que sí, estoy
tratando de follarme eso. Por qué demonios me alejé de ella anoche se me escapa, y
mi caso perpetuo de bolas azules me hace cuestionar mi cordura. Y aunque no quise
nada más que tomarla contra la puerta anoche, había algo en tenerla temblando en
mis brazos solo por rozar mis labios a lo largo de su mandíbula que me hizo
retroceder. Me hizo querer prolongar la forma en que se desarrolla esta seducción.
Sin embargo, no soy solo yo la que la seduce. Me está seduciendo por completo,
y no tiene ni puta idea de que lo está haciendo. Dado que esta es la primera vez en
mi vida que he experimentado algo como esto, quiero saborear la sensación. Quiero
memorizarla, porque estoy destinado y decidido a joderlo de alguna manera.
Probablemente todo esto sea demasiado bueno para ser una realidad a largo plazo
para alguien como yo.
Tengo que cancelar el almuerzo. Emergencia con uno de mis niños. SOBREDOSIS.
Tengo que ir al hospital.
—Sutton tuvo que cancelar. Parece que uno de sus niños sufrió una sobredosis,
así que tiene que ir al hospital.
—Maldita sea. Eso apesta. Tiene un trabajo difícil —se compadece por encima
de su hombro mientras se dirige a la ducha más cercana.
Espero unos momentos por una respuesta, pero no llega nada. Veo que su
mensaje de texto original fue enviado no hace mucho, así que probablemente está
conduciendo. Regresando mi iPhone, decido no preocuparme por eso por el momento
y me dirijo a una ducha.
Mirando mi reloj por lo que puede ser la centésima vez en la última hora, miro
por la calle de Sutton, buscando alguna señal de su auto. He estado sentado en el
escalón de su porche durante aproximadamente una hora, esperando que vuelva a
casa en algún momento.
No tengo que esperar mucho porque la puerta del conductor se abre y sale un
tipo. Tiene el cabello castaño corto y está pulcramente vestido con pantalones caqui
y una camisa rosa. Rodeando la parte delantera del coche, camina hacia mí en la
acera.
—¿Está Sutton aquí? Tengo que hablar con ella —dice el hombre casualmente
mientras se acerca a mí. Una vez que entra al resplandor amarillo de la luz del porche,
finalmente puede verme claramente y dice—: Mierda, eres Alex Crossman.
—La última vez que lo comprobé —respondo secamente—. ¿Y eres?
Mis dientes se aprietan incluso cuando tomo su mano para estrecharla, y antes
de que pueda abordar el hecho de que se ha afirmado a sí mismo como el novio de
Sutton, continúa divagando.
—Bueno, en realidad ex novio, pero nos hemos vuelto a conectar y espero hacer
que algo haga clic de nuevo. Yo solo… no puedo creer que esté aquí hablando con
Alex Crossman. Sutton me dijo que estaba trabajando en algún tipo de proyecto
contigo, ¿verdad?
Empiezo a decirle que estoy aquí por asuntos personales, pero no me da una
oportunidad. Moviéndose a la velocidad del rayo y antes de que pueda protegerme,
el imbécil salta hacia mí, sacando su teléfono celular del bolsillo.
—Mierda. La parte superior de tu cabeza fue cortada. Eres un hombre alto, muy
alto. La siguiente, si puedes inclinarte un poco…
Brandon se mueve hacia mí, con la intención de sacarme otra selfie. Extiendo
mi mano en defensa propia y si no se detiene, voy a hacer que bese el cemento.
Afortunadamente para él, escucho el auto de Sutton que viene por la calle,
traqueteando y farfullando. Debido a que el auto de Brandon está en el camino de
entrada, ella se detiene en la acera y apaga el motor. El auto resopla y gime, farfulla
e incluso tose una vez antes de quedarse en silencio.
Entonces, ella sale del coche y acecha a través de la hierba hacia los dos. Parece
enojada y no sé a quién va dirigido.
—Pensé que podríamos pasar el rato… tal vez podrías incluso hacer tu cazuela
de atún. Amo esas cosas. Entonces podemos hablar.
—Sí… pero pensé que podríamos simplemente relajarnos… esa sería una gran
manera de relajarnos después de un día duro —dice, dándome una mirada de reojo.
No estoy seguro de qué es exactamente lo que enoja a Sutton, pero apuesto a que
podría ser el hecho de que él le pidió que le preparara la cena cuando estaba
claramente agotada. Su rostro se pone rojo mientras camina hacia él y lo golpea en
el pecho con su dedo, lo que hace que él dé un paso hacia atrás mientras sus ojos
brillan con sorpresa.
—No puedes ser tan idiota —dice furiosa—. He estado en un hospital todo el día
esperando que uno de mis niños no muera porque tomó una dosis letal de
metanfetamina, y llego a casa y te encuentro esperándome después de que te dije
explícitamente que no estaba de humor para vernos, y encima quieres que te cocine
la cena, lo que no me suena en lo más mínimo relajante. Es una absoluta ridiculez.
Ahora… estoy cansada, tengo hambre y voy a entrar a mi casa… sin ti.
La mandíbula de Brandon cae y sus labios se fruncen hacia adentro y hacia
afuera de nuevo, sin estar muy seguro de si debería decir algo. Pero Sutton no ve eso
porque se aleja de él y comienza a caminar hacia su casa. Ni siquiera me echa una
mirada, pero grita por encima de su hombro:
Sutton ni siquiera responde, pero abre la puerta y entra, dejándola abierta para
que la siga.
—Lo siento, amigo. Pero un consejo: la próxima vez que una mujer te diga que 151
está cansada y que tuvo un día difícil, trataría de abstenerme de pedirle que cocine
para ti.
Mirándome inexpresivo, sus labios se fruncen hacia dentro y fuera de nuevo, sin
poder formular una respuesta. Encogiéndome de hombros, me doy la vuelta y subo
trotando los escalones del porche y atravieso su puerta, cerrándola silenciosamente
detrás de mí. No la veo y asumo que puede estar en su habitación cambiándose, pero
escucho el sonido satisfactorio del Audi de Brandon arrancando y saliendo de su
camino de entrada.
—De acuerdo —le grito. Al ver las llaves de su auto en una pequeña mesa cerca
de la puerta, agrego—: Voy a acomodar tu auto al camino de entrada.
Su sala de estar tiene pisos de madera que tienen algunos rayones y abolladuras,
pero están limpios y relucientes bajo la suave luz de la lámpara. Su sofá es suave y
de aspecto acogedor, con un gran estampado de flores de color amarillo mantequilla
y azul pálido. Definitivamente femenino y, por lo tanto, no de mi gusto, pero por
alguna razón encaja con Sutton. Una alfombra grande y peluda se ubica en el medio
y mesas de roble sencillas pero resistentes terminan la decoración.
Me vuelvo hacia ella, con la intención de hacerle saber que el tipo de locura de
su familia es realmente increíble. Pero las palabras se me atoran en la garganta.
Sutton está allí, recién salida de la ducha. Su cabello está recogido en la parte
superior de su cabeza en una masa ondulada de mechones tintados de fuego,
ligeramente húmedos alrededor de sus sienes y nuca. No lleva nada más que una bata
de seda blanca que tiene un cinturón ceñido en la cintura y apenas llega a la parte
superior de sus muslos. Este estado de vestir en sí mismo no es necesariamente
suficiente para hacer que el deseo surja a través de mí, pero el hecho de que se puso
la bata mientras estaba empapada, haciendo que se volviera prácticamente
transparente, casi me marea de lujuria.
Con los ojos ardientes con algo que no puedo identificar, camina a mi lado y se
dirige a su bolso, que se encuentra en la pequeña mesa junto a la puerta principal.
Metiendo la mano, saca una pequeña caja y se vuelve hacia mí, lanzándola en mi
dirección. La atrapo torpemente, moviendo un poco la caja, pero cuando mis manos
se estabilizan, noto con sorpresa que estoy sosteniendo una caja de condones.
Mis ojos se elevan para encontrar los suyos y me mira fijamente. Mientras parece
preparada, puedo sentir una urgencia vibrando a través de ella.
—Me detuve en la tienda de camino a casa… los recogí. Esto no es algo que
haría normalmente —dice en voz baja y escucho algo de nerviosismo en su voz que
contradice la seguridad de sus palabras—. Creo que sabes eso y espero que no pienses
menos de mí. Pero realmente, realmente me gustaría no pensar en el día de hoy y
realmente, realmente me gustaría llevar esto al siguiente nivel contigo.
Alzando sus ojos para encontrarse con los míos, da un paso más cerca y mi pene
se endurece aún más. Prácticamente me ronronea.
Un anhelo como nunca antes había sentido en mi vida destella en mis venas y
tengo la viciosa urgencia de tirarla al suelo y embestirme dentro de ella. No tiene idea
del monstruo que ha despertado dentro de mí.
—¿Estás segura?
Asintiendo, dice:
154
Capítulo 16
Sutton
Sé que esta audacia proviene del día realmente horrible y estresante que tuve,
pero sé que quiero a Alex más de lo que nunca he deseado a otro hombre. Se ha
estado tomando su tiempo conmigo porque quiere desarrollar nuestra “conexión”.
Sí, incluso el miedo que sentía hizo que mi piel hormigueara de una manera
deliciosa, porque sabía que después de esta noche, las cosas iban a cambiar entre
nosotros. Sabía que la decisión apresurada que había tomado de recoger algunos
condones de camino a casa era probablemente la mejor decisión que había tomado
en mucho tiempo, pero eso no me impidió tener un poco de miedo al intentar seducir
a Alex a mi cama. Esta era la primera vez para mí y esperaba no hacer el ridículo.
Realmente esperaba no hacer el ridículo porque tengo que admitir que me gustó el
poder que tenía mientras le hacía saber mis deseos a Alex.
Necesito a Alex.
Su brazo es fuerte y seguro mientras me sostiene contra su cuerpo. Puedo sentir
su grosor caliente contra mí, sacudiéndose de vez en cuando anticipándome a lo que
viene. Sus ojos están oscuros mientras me miran, y siento una pequeña medida de
poder confiado de que creé esa mirada de necesidad en su rostro en este momento.
Inclinando su cabeza hacia abajo, sus ojos buscan los míos por un breve
momento antes de cerrar la brecha y rozar sus labios contra los míos. Suspiro, no de
satisfacción, sino un poco de frustración porque quiero más… más que solo el ligero
toque que me está dando ahora.
Alex mueve sus labios de los míos, rozándolos por mi mandíbula y bajando a mi
cuello, haciendo que mis dedos se agarren y se enrollen con fuerza en la tela de su 156
camisa.
—No así —me quejo mientras empujo contra su pecho, frustrada por los suaves
toques contra mi piel. Quiero… no, necesito más.
—Entonces, ¿cómo?
El gemido que sale de Alex cuando comprende lo que estoy diciendo hace que
todos mis músculos inferiores se aprieten violentamente. Espero que me bese ahora
con una ferocidad que coincida con la expresión de su rostro en este momento. Sus
dientes están apretados pero su mirada está llena de lujuria hirviente.
En cambio, Alex deja caer su mano de la parte de atrás de mi cabeza y con una
velocidad que me deja parpadeando de asombro, la baja entre mis piernas. Pasando
el borde corto de mi bata, empuja la palma de su mano contra mí con brusquedad
mientras su dedo índice entra suavemente porque estoy empapada de necesidad.
Mi cabeza cae hacia atrás y mis ojos se mueven hacia arriba antes de cerrarse
poco a poco mientras siento la sensación de lo que me está haciendo.
—Cristo —gruñe Alex mientras saca su dedo y luego empuja dos de nuevo
dentro de mí.
—Sí —grito cuando sus dedos se curvan hacia adentro, masajeando un punto
dentro de mí sobre el que había leído una vez, pero pensé que el mío se había
extraviado o algo así. Ahora sé que existe.
—Por favor, dime que baje la velocidad, Sutton —me ruega en voz baja, pero 157
puedo decir por el tono de su voz que lo quiere de esta manera: salvaje, loco, fuera
de control, tanto como yo.
—Alex —le suplico mientras me agarro a sus bíceps… pero no estoy segura de
lo que estoy suplicando.
No puedo responder, porque sus dedos nunca dejan de moverse, nunca dejan de
empujar y tirar de mí, haciendo que mi cabeza dé vueltas y mi sangre se enfurezca.
—¿Quieres que te folle ahora? —pregunta, su voz sonando tan peligrosa que casi
alcanzo el clímax solo por el tono sexy.
—Dios, sí —digo rápido y finalmente extiendo la mano para poder tocar esa
parte de él que quiero dentro de mí desesperadamente. Mi mano se mete entre
nosotros, mis dedos se envuelven duramente alrededor de su erección a través del
tejido de mezclilla. Es enorme en mi mano y no puedo esperar a sentirlo dentro de
mí.
—Pónmelo —exige Alex y mis ojos se mueven brevemente hacia los suyos.
Su expresión es feroz, sus ojos brillan de deseo. Mi propia lujuria se agita espesa
y ya me siento a punto de explotar. Odio admitirlo, pero la forma en que está
tomando el control es tan emocionante como el toque de sus dedos dentro de mí hace
unos momentos.
Cuando da un paso hacia adelante, la mano de Alex cae y fácilmente enrollo el
condón, mis manos solo tiemblan levemente cuando hago contacto con el calor de
la piel sedosa de su eje, y escucho el gemido que deja escapar.
—Brazos alrededor de mi cuello —me dice Alex en voz baja, pero con no menos
autoridad de la que ha usado antes.
No tengo ni idea de lo que Alex pretende hacer conmigo, pero no importa porque
mis pensamientos se dispersan mientras él ataca mi boca con la suya. Inclina la
cabeza para formar un ángulo perfecto, y su boca cubre la mía, su lengua toma
posesión por completo. Nuestros suaves gemidos llenan el aire y soy vagamente
consciente de que Alex camina; luego mi espalda está presionada contra la puerta de
entrada. Sus dedos se clavan en los músculos de mi trasero, una mano se desliza
hacia abajo para rozar sus dedos contra mi humedad, lo que me hace gritar de más
frustración.
159
Mis caderas se inclinan hacia adelante y hacia atrás, frotándome contra el pene
de Alex en un frenesí, ansiosa por meterlo dentro de mí.
Empujándome hacia la puerta, Alex usa una mano para ajustarse y sumerge su
pelvis ligeramente hasta que está perfectamente alineado. Se toma un momento y sus
labios se quedan quietos contra mí. Su frente cae hacia adelante hasta que toca la mía
y un aliento áspero sale de su boca a través de mis labios. Luego se flexiona hacia
adelante y empuja dentro de mí en un brusco movimiento, hasta la empuñadura…
muy profundo. El gemido que suelta Alex habla de un hambre que está a punto de
satisfacerse de una manera brutalmente rápida.
Gimo largo y bajo, una punzada de placer que se extiende entre mis piernas y se
abre camino serpenteando por mi columna. No duraré mucho… solo unos pocos
movimientos de Alex y habré terminado.
—Oh, Alex —gimo, porque creo que esa fue la mejor sensación del mundo
entero—. Hazlo otra vez.
Asintiendo, reitero:
—Está bien —concuerdo sin aliento, igual de ansiosa por verlo de esa manera.
Desenrollando uno de mis brazos alrededor de su cuello, toco su mejilla con las
yemas de mis dedos.
—Entonces, agárrate.
Alex retrocede con un suspiro y se lanza hacia adelante con un gruñido, una y
otra vez. Mi propia respiración sale de mi pecho cada vez que golpea mi cuerpo, lo
que hace que mi pulso se acelere. Me está golpeando muy profundo y me siento
mareada por la neblina de pasión que impregna el aire. Los sonidos de nuestra follada
dura son pecaminosamente sucios, solo se suman a la emoción y nos impulsan a ir
más fuerte… más rápido… más profundo.
La puerta traquetea, nuestra piel golpea. Alex está gimiendo desde lo más
profundo de su pecho, y a veces me embiste con tanta fuerza que empiezo a hacer
pequeños gemidos porque se siente tan bien. Una gota de sudor cae de la sien de Alex
y cae hasta la parte superior de mi pecho, que todavía está elegantemente cubierto
por mi bata. Me quema, y mis piernas se aprietan con más fuerza a su alrededor
mientras él se adentra en mí más y más profundamente.
Ya sea que Alex estuviera listo o excitado de que gritara su nombre, me embiste
una vez más, golpeando en el punto más profundo imaginable y entierra el rostro en
el hueco de mi cuello.
—Me vengo —gime, y luego se echa hacia atrás y golpea hacia adelante de nuevo 161
con un gruñido—. Jo-o-o-der.
Puedo sentirlo flexionar las caderas hacia adentro mientras tiene un orgasmo, un
escalofrío de éxtasis recorre su cuerpo. Bombea dentro y fuera de mí unas cuantas
veces más, la fricción provoca que me atraviesen micro explosiones de placer.
Alex me dio exactamente lo que pedí. Exactamente lo que necesitaba. Y sin una
pizca de vergüenza, me doy cuenta de que quiero más de él.
—¿Estás bien?
—Mmm-hmm —respondo mientras paso mis dedos por su cabello y arqueo mi
espalda—. Eso fue increíble.
—Mmm-hmm.
—¿Comida china?
—Mmm-hmm.
—La primera puerta a la izquierda es la del baño —le digo, señalando el pasillo
mientras lo veo subirse los jeans con la mano libre—. Pediré la comida.
Aunque no hace mucho tiempo no quería nada más que purgar los recuerdos de
hoy en un agujero negro de olvido, tengo un deseo abrumador de compartir mi
miseria con Alex. Siento la necesidad, casi dolorosa por naturaleza, de buscar
consuelo en él. Algo más que sexo duro y sudoroso.
Necesito escuchar su voz, y tal vez tener sus brazos alrededor de mí, mientras le
cuento todo sobre Mara y lo inútil que me siento en este momento.
Mucho después de que Alex me follara contra la puerta de mi casa, y mucho
después de que nos atiborramos con fideos de sésamo y arroz frito fríos mientras
estamos sentados en la alfombra de mi sala de estar, comiendo nuestra comida en mi
mesa de café, y solo después de que Alex me empujara hacia abajo a dicho piso de
la sala y me tomara en un frenesí de nuevo, finalmente le cuento lo que pasó con
Mara.
Alex no dice una palabra mientras hablo, solo acaricia mi espalda con sus dedos
y de vez en cuando roza sus labios contra mi sien. Cuando admito con no poca
vergüenza que estoy aterrorizada de perder a Mara, y que estoy dudando de mis
propias habilidades como consejera, Alex toma sus dedos y los coloca contra mis
labios para silenciar mis palabras.
Girando mi cabeza hacia un lado para sacar sus dedos de mi boca, discuto:
163
—Pero no creo que pueda alcanzarla. Deberías haberla visto en el hospital. Ni
siquiera me miraba. No quería hablarme.
—No —niego rotundamente—. Ella no ama la miseria. Odia lo que las drogas
les han hecho a sus padres.
—Pero ella tomó las drogas para evitar la miseria. Y le encantó cómo la hacían
sentir las drogas. Imagino que va a ser difícil alcanzarla ahora mismo. Las ha
probado dos veces… en ambas ocasiones no murió, pero experimentó el escape de
su miseria. No estoy seguro de que haya nada que puedas decirle, Sutton, que haga
que se detenga. Tendrás que seguir conectándote con ella y espero que finalmente
llegues a ella.
Dejo que mi mirada se deslice hacia la izquierda y miro la luna que se filtra a
través de mi ventana. Alex tiene razón… tengo que seguir presionándola y rezarle a
Dios para que tenga cuidado.
—Intentemos dormir un poco —dice Alex mientras continúa acariciando mi
espalda—. Tengo que levantarme temprano para encontrarme con Garrett en el
gimnasio.
—¿Sutton?
—¿Sí?
Mis ojos se abren de par en par y los latidos de mi corazón saltan erráticamente
sobre sus palabras. Tienen como finalidad reforzar mi confianza, porque Alex
Crossman, según la historia admitida, tiene algunos demonios oscuros en su armario.
No tengo ni idea de qué son porque él no los ha compartido, pero sí sé que han dado
forma a la persona que solía ser. Y sé que, al parecer, no es la misma persona que era 164
antes de conocernos.
Sí, mi plan era cocinar la cena y luego ver si podía superar las alturas que
alcanzamos anoche cuando ella me enfrentó con una bata transparente y una caja de
condones. No sé si alguna vez me haya excitado tanto en mi vida.
Se corrió rápido y fuerte, y volvió a gritar mi nombre, y juro que casi me vengo
solo de escuchar eso. Apoyé la barbilla justo encima de su hueso pélvico y la vi
recuperar la conciencia. Cuando la niebla se despejó de sus ojos y se centró en mí,
sonrió y dijo:
—Desnúdate.
Y luego me puse un condón y estaba embistiendo dentro de ella y fue tan bueno,
si no mejor, que anoche. Me instó a ir más fuerte, más profundo. Me clavó las uñas
en el culo e incluso me mordió el hombro, lo que a su vez hizo que me la follara un
poco más fuerte.
Y luego me corrí jodidamente duro, mucho más rápido que nunca antes. Tan
fuerte, tenía luces parpadeando en mi visión periférica, e incluso después de que los
escalofríos se habían silenciado dentro de mí, descubrí que la deseaba de nuevo. 166
Pero fue entonces cuando noté un olor a quemado en el aire, y cuando abrí los
ojos, vi una neblina de humo sobre nosotros.
Abrí la puerta del horno, miré dentro y vi que la lasaña que había puesto debajo
del asador justo antes de que ella llamara al timbre se había quemado hasta
convertirse en un negro crujiente, el humo se alejaba de la sartén y se elevaba en el
aire.
Al darme la vuelta, vi a Sutton parada allí, tan desnuda como yo, con una sonrisa
en el rostro.
—Lo siento —murmuré con una sonrisa de disculpa—. Supongo que me distraje
cuando te vi en mi puerta.
—Vamos a pedir pizza más tarde —le dije mientras me inclinaba y la levantaba
por encima de mi hombro.
—¿Por qué tienes que devolverle la llamada? Solo ignóralo —digo simplemente,
tomando otro bocado de pizza.
Dejo mi rebanada de pizza en mi plato de papel, me limpio las manos con una
servilleta, la hago bola y luego la tiro sobre la mesa.
—Supongo que porque hubo un tiempo en que lo amaba. Y porque una vez me
dio una explicación. No tenía que hacerlo, pero era importante para él hacerlo. Puede
que no me guste lo que me dijo, pero siempre he apreciado su honestidad. 168
Mi estómago se aprieta un poco al escucharla proclamar que amaba al tipo. Sé
racionalmente que alguna vez se amaron, pero escucharlo en voz alta, junto con el
hecho de que ella siente una obligación hacia él, no se siente tan bien. Un destello de
celos me golpea con fuerza y trato de controlarlo.
Y porque realmente necesito saber exactamente cómo se siente ella por mí, y
porque soy demasiado tonto para preguntarle abiertamente sobre eso, voy en una
forma indirecta.
—No, no tengo sentimientos por él. Nada más allá de un vago cariño por lo que
tuvimos. Él fue mi primer amor, así que eso fue especial. Y con certeza no quiero
que salgas de la escena. ¿Alguna otra pregunta?
—En realidad… tengo otra pregunta —le digo. Es algo en lo que he estado
reflexionando desde anoche—. Estaba husmeando en tu botiquín de medicinas en tu
casa antes de irme esta mañana, buscando un enjuague bucal.
—A escondidas.
—Ya no quiero usar condones. Quiero follarte desnudo, sin nada entre nosotros.
Dejo que mis palabras penetren, sin ofrecer nada más. Ella no tiene nada de qué
preocuparse por mí. Siempre he usado condón. También me han hecho pruebas
todos los años en mi examen físico de rutina, que es requerido por Cold Fury. Le
proporcionaré esa información, pero primero quiero ver cuál es su reacción.
Los ojos de Sutton se abren de par en par con asombro. Noto una mancha de
rubor en sus mejillas, y empiezo a pensar que tal vez he ido demasiado lejos en mi
deseo de poseerla de una manera que ha sido diferente a todas las demás. Pero luego
noto el calor que se filtra en esos hermosos ojos color avellana y se lame el labio
inferior. Ella nunca sería una jugadora de póquer en el dormitorio. Puedo ver
claramente que la idea la excita.
Solo espero que no esté cayendo tan lejos como para que yo tenga el poder de
destruirla cuando mi naturaleza inherente tome el control.
—Está bien —le digo, en lugar de advertirle que se vaya, porque la quiero
demasiado de esta manera tan íntima como para escuchar mis propias dudas.
Empiezo a inclinarme para besarla, porque maldita sea, la deseo tanto. La idea
de no tener una barrera entre mi dureza y su suavidad hace que mi sangre se
enfurezca. Pero echa un poco la cabeza hacia atrás.
—¿Alguna vez has tenido una relación seria antes? ¿Has estado enamorado?
—No. Nunca.
Dándole una ligera inclinación de mis caderas para frotarme contra el calor entre
sus piernas, y solo para que sepa que eso me parece más interesante que esta
conversación, le digo:
Sutton tiene la boca abierta y su sonrisa se desvanece un poco, pero puedo decir
que no está segura exactamente de lo que quiero decir con eso.
—Nunca —confirmo.
Ella se mete el labio inferior entre los dientes y lo muerde pensativamente, lo que
siempre es un movimiento muy sexy. Contemplo inclinarme hacia adelante y
agarrarlo con mis propios dientes cuando ella me desvía.
—Recuerdo haber leído en Internet que te fuiste de casa cuando tenías dieciséis
años para jugar en los Juveniles de Quebec. Seguramente entonces…
Sutton me mira fijamente con ojos tristes. Limita con la mirada de lástima que
pensé que me había mostrado antes, lo que me pone un poco los pelos de punta.
—Fue hace mucho tiempo. He compensado con creces la diversión que me perdí
en ese entonces. 172
Siguiéndome a la cocina, Sutton pregunta:
Tirando los platos de papel a la basura, me doy la vuelta para tomar la basura de
la mano de Sutton y depositarla también en el bote. Camina hacia el fregadero y se
lava las manos.
—Quiero decir, ¿no tuviste un primer amor o un primer beso con alguien
especial?
Me gusta Sutton. Quiero decir, mucho. Más que cualquier otra mujer que haya
conocido. Pero veo la mirada soñadora en sus ojos, el romanticismo absoluto
filtrándose por sus poros mientras lamenta el hecho de que yo no tuve lo que ella
considera un rito de iniciación bastante importante. Creo que eso significa que ella
me encuentra roto de alguna manera, y aunque eso puede ser cierto, no me gusta ser
la víctima.
Así que decido recordarle que soy quien soy y que me ha ido bien con las cosas
como están. También quiero recordarle que todavía hay un lado oscuro en mí que
ella nunca puede dar por sentado.
Sus ojos se iluminan, tal como sabía que lo harían, y me mira expectante para
que pueda darle una imagen pintada con suavidad de mi vida que la hará sentir mejor
por mi falta de una educación normal.
—Mi papá pagó a una puta para mí cuando cumplí dieciséis —le digo en voz
baja—. Quería invitar a una de mis compañeras a un baile de la escuela, algo que mi
padre tradujo en el significado de que quería tener sexo. Y quién sabe, quizás yo
también quería eso. Así que no fue una gran decepción después de que mi padre se 173
negó a dejarme ir al baile, sino que me llevó a una habitación de hotel… me empujó
adentro después de entregarme un condón. Me dio una palmada en la espalda y dijo:
“Diviértete”. Quiero decir… qué puede hacer un niño cuando entra y ve a una mujer
desnuda en la cama. Entonces, ya ves… tuve mi primer beso, Sutton. Simplemente
no fue muy convencional.
—Estoy de acuerdo —le digo mientras doy un paso más cerca de ella—. Ha
hecho muchas cosas que lo colocan directamente en la categoría de monstruo.
Doy un paso más y luego estoy cara a cara con ella. Levantando un mechón de
su cabello que cuelga sobre su hombro, lo tiro pensativamente. Cuando levanto mis
ojos hacia los suyos, me mira con claridad, y la expresión de náuseas ha desaparecido
de su expresión. Dejando caer su cabello y extendiendo las yemas de mis dedos, las
paso por su mejilla.
—No quieres saber esas historias.
Dándole una sonrisa triste, deslizo mis dedos hacia la parte posterior de su
cabeza y agarro su cuello con firmeza.
—Bueno, entonces no quiero que escuches esas historias. Ya no tienen nada que
ver conmigo.
—Tu pasado tiene mucho que ver con quién eres hoy.
Empiezo a señalar que le he advertido que puedo ser un idiota, pero mis palabras
se secan cuando ella da un paso y apoya su mejilla contra mi pecho. El movimiento
es tierno y cariñoso, lo que hace que mi corazón se tambalee en respuesta.
—Pero —dice con total desafío—. Estoy descubriendo que me gusta mucho
quién eres, así que tal vez tu pasado no te domine tanto como crees. 174
Mi estómago da un vuelco y un sentimiento vacío e insondable me recorre
porque ella está tan equivocada sobre eso. Mi pasado controla casi cada acción que
tomo y cada pensamiento que sale de mi cabeza jodida. Los brazos de Sutton se
envuelven alrededor de mi cintura y se acaricia contra mí, su mejilla caliente contra
mi piel. Es un movimiento calculado para mostrarme que se preocupa por mí, y la
sensación de vacío se llena de inmediato con algo cálido y reconfortante.
Mirando el reloj que cuelga en la pared de mi cocina, veo que se hace tarde.
Tengo que levantarme temprano mañana para practicar patinaje y luego una reunión
de equipo para prepararnos para nuestro juego de la noche. Pero la deseo de nuevo,
probablemente más de una vez, y tengo que dedicar tiempo a eso. Quiero que ella
también me explore, y esto podría llevar horas.
Sí, sé que es peligroso para mí, pero nunca he sido de los que se asustan
fácilmente. Estoy más preocupado por el momento en que probablemente la
lastimaré, pero sigo siendo lo suficientemente egoísta como para dejar ese
pensamiento a un lado y aprovechar lo que ella me ofrece.
175
Capítulo 18
Sutton
Como era de esperar después de un partido de hockey, Hoolihan’s está lleno y
no hay mesas ni cabinas disponibles. Decido pedir una cerveza en la barra mientras
espero a Alex y a Garrett. Sé por la experiencia pasada de encontrarme con Alex aquí
después de un juego que pasará un tiempo antes de que él llegue.
—Lo siento, Brandon —le había dicho gentilmente—. Pero no puedo salir a
cenar contigo. Ni ahora, ni nunca.
No un buen juego, me envió un mensaje de texto junto con una cara triste.
Estoy nerviosa por el tipo de humor que tendrá. Los Cold Fury han estado en
una racha ganadora y el juego de esta noche fue solo el segundo que perdieron desde
que conocí a Alex. No se veía feliz después de la paliza por 3-2 que recibió del equipo
con el ranking más bajo en su división. No cambió la posición de Cold Fury, pero
incluso yo sé lo suficiente sobre deportes como para saber que una derrota no hace
felices a los jugadores.
Le envié un mensaje de texto a Alex tan pronto como sonó el timbre para 177
finalizar el tercer período, ofreciéndome a vernos en otro momento. No respondió,
así que no tuve más remedio que venir a Hoolihan’s como habíamos planeado
originalmente y esperarlo. Me había preguntado más temprano ese día si me
importaba si invitaba a Garrett y, por supuesto, no me molestaba. Estaba ansiosa por
saber más sobre el hombre que aparentemente se estaba convirtiendo en un buen
amigo del solitario admitido por sí mismo, Alex Crossman.
—¿Sutton?
Volviéndome hacia la voz femenina, veo a Monica parada allí, su cabello rubio
en un alboroto de rizos. Lleva una camiseta de Cold Fury, obviamente acaba de llegar
del juego. Cuando Alex me consiguió un boleto para esta noche, me sorprendió un
poco que no estuviera en el mismo lugar donde me había sentado anteriormente al
lado de Monica. Sin embargo, el cambio fue bueno porque me puso en The Fury
Club, que es una sección de los asientos del nivel superior que tiene lujosos asientos
de cuero, un buffet de comida y alcohol gratis. No es que participé de nada de eso ya
que me reuniría con Alex más tarde.
Aun así, los asientos eran increíbles y, aunque Cold Fury perdió, me lo pasé de
maravilla animando a Alex y su equipo. Incluso lucía con orgullo la camiseta de
Crossman que Alex me había dado esta mañana justo antes de salir de su
apartamento, justo después de que me hubiera arrancado dos orgasmos.
Suspirando profundamente por el recuerdo, le sonrío a Monica y le digo
amablemente:
—Vine a tomar una copa con unas amigas después del juego —dice, señalando
el área de la puerta principal donde esperan otras dos chicas—. Te vi parada aquí y
pensé en venir a saludarte.
—Me alegro verte —le digo afablemente, porque lo es. Realmente me divertí con
ella cuando vi mi primer juego de hockey.
Monica saluda a sus amigas para que se presenten y yo les doy una cálida sonrisa
a sus amigas, Amy y Carrie. Ellas también lucen camisetas de Cold Fury y lucen un
aspecto ligeramente abatido por haber sufrido una derrota.
—Sutton es amiga de Alex Crossman —dice Monica con una sonrisa traviesa
mientras envuelve su brazo alrededor de mis hombros, dándome un apretón.
178
Mientras Amy y Carrie chillan, sonrío para mis adentros y pienso: Sí, ahora soy
mucho más que su amiga.
—Um… uh… sí, supongo que sí —digo sin convicción, porque sé que
probablemente será imposible deshacerme de Monica y sus compinches ahora.
Supongo que una vez que vean a Alex y Garrett, toda esperanza de una velada
agradable con mi hombre y su amigo número uno volará por la ventana.
Echando un vistazo a la puerta del bar una vez más, no veo a Alex y mi vejiga
está a punto de estallar, así que me inclino hacia Monica y le digo que me dirijo al
baño. Espero que si ve a Alex entrar mientras yo no estoy, le hará saber dónde estoy.
Alejándome de ella, comienzo a dirigirme hacia el baño cuando alguien me agarra
del codo y me empuja hacia atrás. Ni siquiera puedo girar mi cuerpo para ver quién
me tiene cuando brazos fuertes rodean mi cintura y me atraen hacia un cuerpo
masculino alto y duro que huele levemente a cítricos y eucalipto. Es el aroma del gel
de baño de Alex e inmediatamente me relajo hacia atrás en su abrazo, colocando mis
manos sobre sus brazos mientras me rodean por completo.
—Siento llegar tarde —dice, su rostro se cierne sobre el mío—. El entrenador nos
dio una “charla de ánimo” después del juego.
—Oh —digo en voz baja, mis dedos frotando la parte posterior de su cuello—.
Lamento lo del juego. Pensé que tal vez estarías desanimado y no querrías pasar el
rato esta noche.
—Estoy desanimado, pero hay dos cosas que debes saber al respecto. Primero,
no importa lo fastidiado que esté por perder un juego, imagino que estar contigo hará
180
que todo sea mejor. Y segundo, ha pasado mucho tiempo desde que me entristecí
por una pérdida. Creo que eso dice algo, ¿no crees?
Sus ojos azules buscan los míos en busca de comprensión, porque quiere saber si
lo entiendo. Y, oh, lo entiendo. Comprendo lo que está diciendo. Entiendo que ha
vuelto a encontrar algo de pasión por su oficio, porque de lo contrario no le
importaría una mierda una pérdida. Es extraño que el hecho de que esté desanimado
por una pérdida me conmueva el corazón.
—Creo que dice mucho —le digo, poniéndome de puntillas para darle un beso.
Tiene que inclinarse ligeramente para encontrarse con mis labios, y cuando los
míos se encuentran contra los suyos, me deleito en lo suaves que son, pero aún firmes
contra mí.
Solo somos él y yo, parados aquí en este bar abarrotado, y se siente como si el
resto del universo estuviera a un millón de kilómetros de distancia. Desearía que el
resto del universo estuviera a un millón de kilómetros de distancia, y podríamos ser
Alex y yo, en este mismo momento, porque la ternura y el anhelo revelados en la
forma en que su boca toca la mía me hace querer recluirme en el sentimiento sin nada
más que desvíe mi atención.
—Dios, ustedes dos necesitan conseguir una habitación.
Sonriendo con calidez, extiendo mi mano para que Garrett la estreche. Alex se
pone un poco rígido a mi lado cuando Garrett toma mi mano y la lleva a sus labios,
rozándolos sobre mis nudillos. Con una sonrisa diabólica y una voz seductora y
ahumada, dice:
—Es muy divertido tener una reacción de él, ¿no crees? —dice con un guiño.
—No tienes idea —le digo con complicidad, aunque mi definición de conseguir
una reacción y su definición son probablemente dos cosas diferentes.
Volviéndome hacia Alex, coloco mi palma contra su pecho. Puedo sentir el calor
de su piel a través de la camisa de vestir que lleva.
—Me dirijo al baño de mujeres. —Me mira con afecto, pero en el fondo de su
melancolía veo posesión y deseo. Mientras se inclina un poco más hacia mí, su voz
chisporrotea cuando dice—: No quiero quedarme mucho tiempo. Solo una cerveza,
¿de acuerdo?
—Porque te deseo tanto que puedo saborearlo. Ahora, ambos sabemos que eso
es solo mi imaginación en exceso. Entonces, lo que realmente quiero es la realidad
de tu sabor… en mi lengua… mis labios.
—¿Alguna otra duda? —pregunta con brusquedad, luego se aparta para mirarme
con una mirada tensa en su rostro.
No hago nada más que negar con la cabeza, las palabras no parecen importantes
en este momento. Entonces me sonríe, radiante, triunfante… alegre. Tomando mis
hombros, me hace girar hacia el baño y me da un ligero empujón.
—Apresúrate. Cuanto antes regreses, antes podremos beber una cerveza, antes
podremos… bueno, ya sabes. 182
Me apresuro a orinar, completamente obsesionada con cómo puedo renunciar a
la cerveza que Alex debe haberse comprometido a beber con Garrett antes de que
pudiéramos salir. Considero brevemente fingir sentirme indispuesta, pero en lugar de
eso, rápidamente orino y opto por beber mi cerveza.
Mis piernas están abiertas, mis caderas levantadas del colchón porque Alex tiene
mis tobillos descansando sobre sus hombros. Está golpeando dentro de mí, haciendo
una pausa cada pocas embestidas para devastar mis labios, una vez incluso
mordiendo cuando me atreví a desobedecerlo y cerré los ojos en un abandono
placentero. Previamente me había ordenado que mantuviera mis ojos en los suyos,
pero eso resultó difícil cuando me sentí a punto de caer en un coma de lujuria.
Abre la boca como si fuera a decir algo, y sea lo que sea, puedo decir que será
profundo por la expresión de su rostro. Pero entonces algo le nubla el iris y menea
levemente la cabeza como si se despejara de las telarañas.
Sin previo aviso, Alex se aparta de mí, bajando mis piernas de sus hombros. Es
un hombre grande en todos los sentidos y siento profundamente la pérdida dentro de
mí. Antes de que pueda preguntar qué pasa, sus manos agarran mi cintura y me da
la vuelta sobre el colchón, inmediatamente tirándome sobre mis manos y rodillas.
Las manos de Alex agarran firmemente mis caderas, sus pulgares rozan la piel
de mis nalgas. No pierde tiempo ni energía mientras tira de mí hacia atrás mientras
empuja hacia adelante, llenándome con un poderoso movimiento. 183
Con la respiración silbando entre sus dientes, Alex se mece profundamente
dentro de mí, a veces gimiendo cuando llega hasta la base. Mis propios pulmones
parecen a veces constreñidos; el placer que me da es tan grande que es casi imposible
respirar. Mantengo mi rostro hacia el colchón, mis ojos se cierran con fuerza, solo
imaginando cómo debe ser el enorme cuerpo de Alex mientras me toma por detrás
sin piedad.
No hay dulzura en él, pero todavía puedo sentir un mundo de cariño en su toque.
A veces puedo escucharlo en la forma en que gime, pero definitivamente lo delata
cuando habla mientras me folla.
Tan bueno.
Cada palabra la dice con una espesa nostalgia en su voz, y aunque está
obteniendo exactamente lo que quiere en este mismo momento, me dice que anhela
aún más de mí.
Ese pensamiento me causa tanta euforia porque no estoy segura de que alguien
me haya necesitado realmente antes.
Creo que Alex de verdad me necesita, y cada minuto que paso con él, me temo
que el sentimiento se vuelve mutuo.
Nuestras respiraciones se vuelven más ásperas cuanto más rápido se mueve Alex
dentro de mí, la mía prácticamente jadeando fuera de mis pulmones. Clavando sus
dedos en mi piel, hace que lo quiera aun más cuando jadea:
—¿Estás bien?
También me da más.
—¿Lo estoy?
—Sí, lo haces.
—Lágrimas de alegría —le aseguro—. Lágrimas de éxtasis. Lágrimas del mejor
orgasmo de todos los tiempos.
Riendo, Alex me tira a sus brazos y yo ruedo un poco para que él pueda tirar de
mí con fuerza. Mi pierna exterior se desliza entre la suya y lo siento todavía
semierecto y empujando acaloradamente contra mi estómago. Me hace desearlo de
nuevo, ya. Enrollo mi brazo alrededor de su cintura y me acurruco más fuerte.
—¿Soy demasiado rudo contigo? —pregunta Alex en voz baja mientras acaricia
mi espalda desnuda.
—Algunas veces.
No me ofrece más y puedo decir por la tensión en su voz que hay mucho más en
la historia. Debido a que es mi trabajo escuchar a los demás, hacer que se enfrenten
a sus demonios, es inherentemente parte de mi naturaleza presionarlo.
Suspirando, Alex rueda hacia su espalda, pero tira de mí con él de modo que
estoy recostada parcialmente sobre el lado derecho de su cuerpo.
—No estoy seguro de que lo llamaría “relación”. Critica mi juego y yo pago
todas sus facturas. Eso es todo lo que hay.
Creo que hay más, porque puedo sentirlo en el tono cansado de su voz, pero no
va a compartir más que eso.
Sintiéndome cohibida ahora que el calor de su cuerpo se ha ido y estoy expuesta 186
a su vista, levanto la sábana sobre mí, anclándola debajo de mis brazos.
No pensarías que fuera así, considerando que hice una visita no programada al
centro de crisis para verla hace unas tres horas, cortesía de un complot con la señorita
Minnie, la recepcionista. Sí, había estado en un viaje por carretera hacia el oeste
durante los últimos cinco días y, aunque tenía planes de pasar la noche con Sutton,
descubrí que mi media tarde era muy deficiente y me encargué de ir a verla.
—Hola, Alex —dijo cálidamente con esa suave voz sureña que rápidamente
llegué a apreciar. ¿Quién hubiera pensado que me encantaría una anciana de cabello
azul que huele a magnolias la mayor parte del tiempo?
Metiendo la mano en la gran bolsa de papel que había llevado conmigo, saqué
un pequeño jarrón con un arreglo de flores rojas y doradas. No tenía ni idea de qué
tipo de flores eran, ni me importaba. Las compré espontáneamente en la tienda de
comestibles para Minnie, para mostrarle mi agradecimiento por haberme ayudado
dos veces a ver a Sutton sin previo aviso.
—Estas son para ti —le dije con una floritura mientras se las entregaba a través
del escritorio.
—Oh, Alex… tú diablo, tú. ¿Cómo supiste que los crisantemos eran mi flor
favorita?
No tenía ni idea de lo que era un crisantemo, pero no desperdicié ni un segundo
cuando mostré mis dientes blancos nacarados y dije:
Mi cumplido fue profundo porque Minnie se sonrojó y batió las pestañas por un
momento. Luego su mirada se endureció un poco mientras me miraba directamente.
Agitando la bolsa de papel marrón para que el contenido del interior crujiera,
dije:
Entré a su oficina, dejé caer la bolsa marrón sobre una silla y cerré la puerta.
Quería privacidad para lo que estaba a punto de hacer.
A los pocos pasos, estaba en mis brazos y primero la besé en la parte superior de
la cabeza.
—¿Alguien te ha dicho alguna vez que te ves muy sexy con lentes?
—Caray… me veo como una idiota con ellos. Solo los uso cuando trabajo mucho
con la computadora.
—Te ves hermosa… con o sin ellos —le dije mientras tomaba los lentes de su
mano y los ponía sobre su escritorio. Una vez que mis manos estuvieron libres, las
levanté para colocarlas en su rostro, saboreando la sedosa suavidad de su piel. Me
había sorprendido claramente que nunca había tocado a una mujer así antes de
Sutton. Se sentía audaz e íntimo al mismo tiempo, y nunca me había sentido tan
dueño de algo como en ese momento.
No pude evitarlo, me incliné y reclamé su boca. Estábamos a plena luz del día,
en su lugar de trabajo, donde cualquiera podía entrar en cualquier momento.
189
No podría haberme importado menos.
Hundí mi lengua más allá de sus labios, buscando su calor húmedo, y continué
sondeando contra ella. Ella me respondió con igual pasión, sus dedos hundiéndose
en el borde delantero de mis pantalones para acercar nuestros cuerpos. Un pequeño
gemido escapó de su boca y lo chupé, besándola más fuerte.
Cuanto más la besaba, más me sentía hambriento por ella, casi como si mi vida
dependiera de ese contacto, y aunque era el sentimiento más asombroso y único, un
pequeño atisbo de miedo echó raíces.
Temí que Sutton se volviera necesaria para mí, y eso podría traducirse en una
debilidad. Había sido condicionado toda mi existencia para eliminar todo lo que
pudiera desviar mi atención… que pudiera reclamar cualquier parte de mi ser.
Y no es solo mi ser el que estaba en riesgo. Sutton podía amenazar con reclamar
mi alma; sabía que esto era cierto y, sin embargo, seguí besándola, sin querer dejar ir
la perfección que yacía contra mi lengua.
—Dios, te extrañé.
Dando un paso atrás para que sus dedos se soltaran de mis pantalones, me
agaché y me ajusté, ganándome una risita sexy. Dándome la vuelta, agarré la bolsa
de papel de la silla y se la entregué.
Sus cejas se inclinaron hacia adentro cuando sus dedos hicieron contacto con su
regalo dentro de las profundidades del papel marrón. Cuando lo sacó, su rostro se
iluminó de alegría y me levantó para ver la bolsa de Kisses de Almendra de Hershey.
Dando un paso de vuelta hacia mí, se puso de puntillas para besarme, así que me
incliné para complacerla. Fue una dulce puesta de labios sobre los míos, breve y
suave, y luego dio retrocedió.
Contuve el aliento tan rápido con una risa inesperada que me atraganté, lo que
a su vez me provocó un ataque de tos. Sutton me guiñó un ojo con una sonrisa y
luego me entregó la bolsa de chocolates.
—Tienes que quedarte con esta —me dijo—. Solo me permito dos al día. Si me
la quedo, me comeré todo en cuanto te vayas.
—Bien —le dije con un asentimiento mientras ponía los chocolates en la bolsa
de papel marrón—. Puedes tomar dos esta noche después de la cena.
Levantando su dedo índice para que esperara, alcanzó el auricular con una
sonrisa y dijo:
—¿Jim? —le pregunté con incertidumbre, porque sabía por la forma en que ella
hablaba de su padrastro que él prácticamente caminaba sobre el agua y no causaría
esa mirada en su rostro.
—Pasa, Cosmo.
—Ahí está mi niña —dijo mientras abría los brazos hacia Sutton.
Ella no se movió de detrás de su escritorio, pero permitió que sus ojos recorrieran
de arriba abajo a su padre. No me perdí la tensión de sus labios y el hielo que se
formó en su mirada.
—Lo estoy haciendo bien, gracias. Pero como puedes ver, ahora estoy con
alguien —dijo mientras me señalaba—, y no tengo tiempo para una visita.
Cosmo se volvió para mirarme y sus ojos se abrieron con sorpresa.
Dije “sí” en el momento exacto en que Sutton dijo “no”. La cabeza de su padre
giraba de un lado a otro entre nosotros dos, sin saber a quién creer. Miré a Sutton y
arqueé una ceja.
—Eso es fantástico —dijo Cosmo, con una sonrisa radiante mientras miraba de
193
un lado a otro entre nosotros.
—Bueno, gracias, pero como dije, estoy ocupada. Alex y yo tenemos que repasar
los materiales del programa.
—Pero necesito algo de dinero —espetó y pude ver el cuerpo de Sutton ponerse
rígido por la tensión.
—Sí, sé que es por eso que estás aquí. Estás consumiendo de nuevo.
—Solo necesito unos dólares para conseguir algo de comer… tal vez conseguir
una habitación de motel para quedarme esta noche.
—Necesitas dinero para tu próxima dosis —dijo ella, su voz se mantuvo
tranquila pero llena de hielo—. Puedes conseguir comida y refugio al final de la calle
en Savior Mission.
—No estoy consumiendo —dijo con urgencia, pero Sutton levantó la mano y él
cerró la boca de golpe.
—Tienes los ojos dilatados, falta el cordón de tus zapatos y te estás rascando el
interior de los brazos. Estás consumiendo —dijo enfáticamente—. Y no voy a
financiar tu hábito.
Cosmo me miró con ojos suplicantes y luego vi lo que vio Sutton. Sus pupilas
eran grandes y negras, superando la mayoría de sus irises.
—Alex… amigo… estoy seguro de que podrías gastar unos dólares por…
—Bien —interrumpió Sutton y tomó a su padre por el codo—. Tienes que irte…
ahora mismo, Cosmo. Y no vuelvas a aparecer aquí mientras estás drogado. ¡Trabajo
en un centro de crisis de drogas, por el amor de Dios!
Ella le dio un empujón rápido hacia la puerta y vi una breve mirada que me 194
lanzó, y luego la puerta se cerró y Cosmo se había ido.
Sutton se dio la vuelta y se apoyó contra la puerta con las palmas de las manos
apoyadas contra esta. Ella me dio una sonrisa irónica y dijo:
Mi brazo se disparó y rodeé su codo con los dedos, deteniendo su avance. Ella
se volvió para mirarme con interrogación.
Su sonrisa irradió cálida y tierna cuando puso su mano sobre la mía y acarició
mi piel.
—Está bien.
—No… no hay nada en eso que esté “bien”. Pero lo manejaste fenomenalmente.
Estoy asombrado, francamente.
—Es difícil dar amor duro, pero tengo que hacerlo no solo por él, sino por mi
propia cordura —dijo mientras se alejaba de mí, y pensé en ese momento que Sutton
tenía que ser una de las personas más increíblemente equilibradas que he conocido.
—¿Qué quisiste decir con los cordones de sus zapatos? —pregunté con
curiosidad.
—Oh, eso. Un drogadicto usará los cordones de sus zapatos para atarse alrededor
de su brazo para marcar una vena. Noté que faltaba uno de los suyos en los mismos
zapatos con los que lo vi por última vez hace aproximadamente un mes. Estoy segura
de que estaba tan drogado con la heroína que se quitó el cordón y lo dejó en un
callejón sucio donde se inyectó.
Sutton abrió un cajón del escritorio y sacó una carpeta. Dejándola en su 195
escritorio, comenzó a hojearla.
Fue entonces cuando lo noté. Sus ojos no miraban realmente las páginas, pero
parecían empañados. Su mano derecha temblaba levemente mientras pasaba otra
página.
Con una respiración entrecortada, me apretó una vez y luego se apartó. Se veía
bien… tranquila y serena una vez más. Se pasó los dedos por el cabello y noté que su
mano estaba firme una vez más.
—Gracias. Estoy bien.
—Absolutamente. Tengo una cita caliente esta noche y una bolsa de chocolate
que esperar.
—Bueno, eso también funcionará. Siempre que seas tú quien me los dé.
—Hola.
Nunca lo pensó dos veces antes de dejarme atrás con un monstruo. Nunca se
molestó en revisarme. Me llama un par de veces al año para ver cómo estoy, pero
nuestras conversaciones por lo general se apagan después de mucho silencio
incómodo o respuestas de una palabra de mi parte.
A pesar de que mi padre hizo llover terror y abuso sobre mí, a pesar de que me
privó de una infancia normal, a pesar de que me torció en algo que a veces solo se
parece vagamente a un ser humano, una fisura de miedo me atraviesa al escuchar
esas palabras.
—Me llamó anoche… estaba un poco desorientado. Fui a su casa y descubrí que
había estado vomitando sangre, así que lo llevé a la sala de emergencias.
—Sí… pensé que deberías saberlo. Está estable ahora y es probable que lo den
de alta mañana.
Sus palabras se apagan y su voz se quiebra. Quiere hablar sobre lo que sucede
cuando nuestro padre muera, y la forma en que va, parece que podría ser en cualquier
momento.
198
Capítulo 20
Sutton
—Alex —prácticamente gruño mientras él me embiste—. Espera un minuto.
—¿Te lastimé?
—No —le aseguro e inclino mis caderas hacia arriba para que sepa que estoy
disfrutando totalmente la forma en que me está manejando. Pero quiero algo un poco
diferente—. Quiero estar encima.
—¿Quieres ir encima?
—Sí —le digo con una sonrisa—. Estoy cansada de que tengas el control todo el
tiempo.
—¿Qué tal si hago mi mejor esfuerzo? —ronroneo, usando los músculos de mis
muslos para levantarme lentamente. Me detengo y justo antes de que se suelte, me
hundo lentamente sobre él. La sonrisa divertida en su rostro se desvanece y sus ojos
se cierran mientras aprieta los dientes.
Descanso las palmas de mis manos sobre su estómago duro como una piedra
para hacer palanca, me levanto de nuevo lentamente y empujo hacia abajo con la
misma fuerza. Me recompensa con un gemido y lo vuelvo a hacer.
Y otra vez.
Y otra vez.
Lo mantengo lento mientras veo su rostro registrar lo placentero que está 200
encontrando esto.
—Ve más rápido —me ruega mientras sus manos salen de detrás de su cabeza y
agarran mis muslos.
—Dios, sí.
—¿Más rápido?
—¡Sí!
—No —le digo enfáticamente y sus ojos se agrandan ante mi negación—. Tengo
el control ahora, así que recuéstate y déjame en paz.
Cuando Alex pasó por mí para cenar esta noche, sentí que algo andaba mal.
Estaba distraído, su mente definitivamente en algo más que yo o la deliciosa comida
peruana que estábamos comiendo. Le pregunté dos veces si sucedía algo y me dio
una sonrisa de disculpa y me aseguró que estaba bien… solo pensando en un próximo 201
juego contra un oponente clasificado en los primeros lugares. No lo creí ni por un
segundo, pero la segunda vez que se negó a darme información, decidí dejarlo por la
paz.
Después de la cena, Alex dijo que no tenía ganas de ver una película y,
francamente, yo tampoco. Habían pasado cinco días desde la última vez que
estuvimos juntos y cuando no estaba preocupada por su distracción durante la cena,
estaba fantaseando con todas las cosas malas que me haría una vez que nos
metiéramos en la cama. Nunca en mi vida había pensado tanto en el sexo como con
Alex. Me hacía sentir superficial, a veces, porque temía que quizás me estuviera
enamorando de Alex solo porque era un dios entre las sábanas. Pero no… había
muchas otras cosas sobre Alex de las que estaba enamorada.
La suavidad de los sentimientos que tengo en este momento por Alex exige que
continúe con el ritmo lento que he establecido mientras estoy encima de él. Siempre
hemos sido “de lleno” cuando hemos tenido sexo, la caracterización de Alex, no la
mía. Estamos tan consumidos por la lujuria y la sensación que siempre nos
esforzamos por ir más duro, más rápido, por más tiempo. Nuestros movimientos son
siempre frenéticos y la charla sucia. Es emocionante pero aún más, es intensamente
íntimo.
Pero ahora mismo, quiero ver si seguimos siendo tan combustibles a una
velocidad diferente.
Raspando mis uñas a lo largo de la piel de su estómago, monto a Alex con largos
empujes contra su polla, y cada vez que me hundo de nuevo sobre él, me da un
gemido de aprobación. Sus dedos se clavan ligeramente en mi piel, pero no intenta
apurarme de nuevo. Él capitula, incluso cerrando los ojos para poder saborear en
privado las sensaciones que le estoy brindando.
Sin embargo, este ritmo también se siente bien, y quiero demostrar que se sentirá
igual de bien cuando lleguemos lentamente… en silencio.
—Cariño —le susurro y Alex abre los ojos. Son oscuros, nublados por una pasión
silenciosa y se toman un momento para concentrarse—. Quiero que te vengas duro
por mí.
Gime a mi petición y sus ojos se cierran con fuerza de nuevo. No me da ninguna
advertencia cuando sus manos llegan debajo de mi trasero y me empuja hacia arriba
tan de repente que tengo que agarrarme de sus bíceps para estabilizarme. Luego me
tira hacia abajo con fuerza, tan fuerte que golpea algo más profundo de lo que he
sentido antes y dejo escapar una maldición de placer.
Es contagioso… miedo.
Balanceo mis piernas fuera de la cama, me tambaleo hacia arriba y afuera. Busco
mi ropa y me pongo la ropa interior, al revés, creo, pero no me detengo. La
pegajosidad del semen de Alex se escurre por el interior de mis muslos y pensar en
eso casi me da ganas de llorar de pérdida, porque creo que lo estoy perdiendo. Me
apresuro a ponerme la camiseta y alcanzar mis jeans, cuando Alex vuelve a entrar en
la habitación.
No respondo, pero me inclino una vez más por mis jeans. Justo cuando los
agarro, lo siento detrás de mí, tirando de mis hombros hasta que me enderezo. Luego
estoy envuelta en sus brazos, el calor de su piel casi arde en contraste.
204
—¿Por qué te vistes? —murmura en mi oído, y su tono sexy provoca una oleada
de anhelo que me recorre.
—Yo solo… pensé que tal vez te ibas a casa —le digo, aunque no tengo ni idea
de por qué me estaba vistiendo.
Claramente había una necesidad de escapar, porque el vacío que dejó en la cama
me estaba asustando.
No acepta mi silencio. Girándome para que lo mire, envuelve sus dos grandes
manos alrededor de mi cuello y apoya sus pulgares debajo de mi barbilla. Luego
inclina mi cabeza hacia arriba para que tenga que mirarlo.
—Saliste de la cama bastante rápido —le digo con voz firme, a pesar de que mi
estómago se aprieta por el malestar.
Abro la boca para decírselo, pero de repente se llena con su lengua cuando choca
su boca con la mía. Sus manos permanecen alrededor de mi garganta, sus pulgares
debajo de mi barbilla para mantenerme en mi lugar. Se sumerge profundamente en
mí, invadiendo carnalmente mi boca, incluso cuando un pulgar sube y me acaricia a
lo largo de la línea de la mandíbula. La naturaleza frenética de su beso, junto con la
tierna caricia de mi piel, hace que mi cabeza dé vueltas y la lujuria me atraviese.
También está atravesando a Alex, porque siento que se endurece contra mí. 205
Me está distrayendo, lo sé. No quiere hablar de las razones por las que se levantó
de la cama. Decido no seguir adelante porque estoy inmensamente agradecida de
que no se haya escapado de mi casa. Está de vuelta… en mi habitación, en mis
brazos, y todavía me desea mucho.
Alex es tan hábil en la forma en que me besa, y mi cuerpo es tan reactivo, lo dejo
tenerme.
Dejo que me distraiga, y elijo no preocuparme por todas las formas en las que
Alex todavía no se está abriendo conmigo.
—Se acerca el Día de Acción de Gracias —le digo mientras mi dedo traza
círculos alrededor de una de sus tetillas. Mi cabeza descansa en el valle acunado entre
su hombro y pecho, con un brazo sosteniéndome fuerte.
—Los canadienses celebran el Día de Acción de Gracias —le digo con firmeza.
—No puedo —dice con lo que estoy agradecida de notar que en realidad es un
poco de tristeza—. Tenemos un juego el Día de Acción de Gracias.
—Lo sé. Papá-Jim se dio cuenta de eso cuando mi madre sugirió que vinieras,
dijo que solo haremos Acción de Gracias el viernes en lugar del jueves.
Literalmente puedo escuchar a Alex cerrar los labios de golpe, a punto de discutir
conmigo, pero también siento que sus músculos se relajan aún más en nuestra dicha
poscoital.
—Bien —se queja, pero cuando inclino la cabeza para mirarlo, veo la sonrisa en
su rostro—. ¿Crees que también podamos invitar a Garrett?
Riendo, Alex rueda hacia mí, desalojando mi posición sobre su cuerpo. Él pone
su brazo libre alrededor de mi cintura y me atrae hacia el calor de su cuerpo. Nuestros
rostros están separados por unos centímetros, en voz baja me dice:
Cierro los ojos brevemente, solo para poder memorizar la expresión de su rostro
en este momento y la reverencia en su voz. Parece disipar la mayoría de las dudas 207
que sentía antes, pero todavía soy cautelosa de que hay una parte de Alex que está
encerrada fuertemente. Sé que no imaginé el miedo en su rostro antes, después de lo
que fue un momento intensamente íntimo entre nosotros.
Siento que también voy a vomitar, comí tanto, pero maldita sea, la madre de
Sutton sabe cocinar. No podía dejar de comer, y cuando Garrett gime al otro lado de
la mesa, puedo ver que se siente tan miserable como yo. 208
—Bueno, la comida estuvo increíble, Penny —le digo mientras empujo mi propia
silla hacia atrás y me estiro un poco—. Comí demasiado.
—Solo estaba tratando de mantenerme al día con esta pequeña basura a mi lado
—dice Garrett mientras empuja a Glenn con el codo.
—De ninguna manera. Eres como diez veces más grande que yo y comiste
mucho más de lo que yo podría.
—Estás alucinando, chico —dice Garrett con ira fingida—. Comiste como cinco
platos de comida. Yo solo tuve dos.
—Trato —dice Glenn con una sonrisa y luego se aleja de la mesa para copiarnos
a su papá y a mí. Garrett sigue su ejemplo.
Echando un vistazo a Sutton, que se sienta a mi derecha, una oleada de calidez
me recorre. Ella está inclinada hacia adelante en su silla, un codo apoyado en la
mesa, su barbilla apoyada en la palma de su mano. Ella está viendo la interacción
entre Glenn y Garrett con una mirada tan soñadora en su rostro, completamente
enamorada de su hermano menor y sobre la luna por la atención positiva que está
recibiendo. Me encanta ver lo feliz que la hace eso, pero al mismo tiempo hace que
una pequeña punzada de dolor me atraviese porque nunca me miró así ningún
miembro de mi familia. La mirada de mi padre solía ser demasiado turbia y Cameron
estaba perdido en su propio mundo, tratando de ignorar la relación jodida que todos
teníamos.
—Oye, mi dinero ganado con tanto esfuerzo compró toda esta comida. Creo que
simplemente me sentaré y me relajaré.
—Muy bien.
Me río y luego nos ponemos a trabajar limpiando.
Tardamos más de una hora en limpiar la mesa del comedor, poner la comida
sobrante en recipientes y lavar todas las ollas y sartenes. Para cuando terminamos,
estoy exhausto y esperando tal vez un rato para acurrucarme en el sofá con Sutton.
Garrett está en el comedor limpiando la mesa y mientras me seco las manos con
una toalla, miro a Glenn, quien acaba de poner el último recipiente en el refrigerador.
—¿Cómo va la escuela?
Reconozco el movimiento… es uno que hice repetidamente cuando los maestros 210
preguntaban cómo estaban las cosas en casa. Era un profesional en desviar la mirada
para que nadie viera la verdad en mis ojos.
No estoy muy seguro de por qué ofrezco esto, porque honestamente, ¿qué tipo
de sabio consejo podría darle? No tengo una idea realista de cómo es una infancia
normal, y Dios me ayude si quiere hablar de niñas. Hasta Sutton, nunca traté a una
mujer decentemente en mi vida. Aun así, le doy una sonrisa tranquilizadora para que
sepa que mi oferta es real.
—Hay un niño en la escuela con el que todo el mundo se mete. Cuando viene a
la escuela, siempre está sucio y huele mal. Creo que él y su madre pueden estar sin
hogar.
Mi corazón da un vuelco cuando Glenn echa otra mirada furtiva a la sala de
estar, luego se vuelve hacia mí en un susurro.
—De todos modos, el otro día unos niños lo estaban empujando y les dije que
pararan…
Glenn hace una pausa y mira hacia abajo con una mirada de vergüenza en su
rostro.
Vuelve a mirar hacia arriba y sus ojos tienen un brillo intenso. Él vuelve a
susurrar mientras se inclina hacia mí.
—No paraban… y yo solo… me enojé tanto que me peleé con los otros niños.
De todas las cosas que pensé que Glenn iba a decir, no pensé que fuera eso. Mi
cerebro se acelera, tratando de pensar cómo sonaría un consejo de un adulto, pero
Glenn ni siquiera me da una oportunidad.
—Entonces, ¿cuál es el problema? —le pregunto, sin saber de verdad por qué esto
debería molestar a Glenn. En mi forma de pensar, fue un pequeño héroe. Defendió
a alguien más débil.
Una mirada más a la sala de estar y me doy cuenta de que está mirando
directamente a Sutton. Entonces sus ojos vuelven a mí, llenos de pesar.
Parpadeo hacia Glenn con fuerza, absorbiendo el tono casi bíblico de su voz
cuando cita a su hermana. Se siente avergonzado por golpear a otro niño.
—Pero seguramente ella entendería —digo, pero Glenn está negando con la
cabeza, interrumpiéndome.
—No… ella vivía en una casa violenta cuando ella y mamá estaban con Cosmo.
Ha pasado por cosas mucho peores y me ha dicho que siempre ponga la otra mejilla.
Casi retrocedo sobre esta revelación. Me sorprende, en primer lugar, que Glenn
conociera esos detalles de la vida de Sutton antes de que Jim la rescatara a ella y a su
madre, y en segundo lugar, me sorprende que la violencia fuera parte de la jodida
existencia en la que vivía Sutton con su padre drogadicto. De repente, deseo haberle
dado un puñetazo a Cosmo Price en lugar de estrecharle la mano la semana pasada.
—¿Qué te dijo Sutton exactamente de cuando vivía con su… con Cosmo?
—Nada de detalles reales porque cree que soy solo un niño, pero en general cosas
como golpear a otra persona no resuelven un problema. Me dijo que la habían
golpeado mucho y que a veces quería reaccionar de la misma manera, pero siempre
se decía a sí misma que debía ser la persona más grande. Quiero ser una persona más
grande como Sutton, pero tal vez soy tan malo como Cosmo.
Maldita sea, pero ese es un pensamiento confuso para cualquier niño que se le 212
pase por la cabeza. Agachándome en cuclillas para poder mirar a Glenn a los ojos,
le digo.
—Mira, Sutton tiene razón en lo que dice. La violencia no debe ser la respuesta.
Pero a veces… todos hacemos cosas en un momento de pasión. A veces tomamos
decisiones basadas en la emoción pura, y a veces se equivocan. Ahora, no sé si era
correcto o incorrecto que golpearas a ese niño. Una parte de mí quiere darte
palmaditas en la espalda por ello, porque fue maravilloso que diste la cara por alguien
más débil que tú. Pero lo que realmente importa es si piensas que fue un error,
entonces estás lleno de remordimientos por ello. Me parece que lo estás.
—Solo si sientes la necesidad, amigo. A veces los secretos están bien, pero estoy
seguro de que si se lo contaras, ella lo entendería totalmente.
—¿Ustedes dos terminaron con su mierda de unión aquí? —dice Garrett mientras
regresa a la cocina—. Estoy listo para tomar mi siesta después de la comida.
—Metiche —lo acuso incluso cuando Glenn se ríe—. Y sin maldecir delante del
niño.
Garrett bufa hacia mí mientras pasa y luego agarra a Glenn en una llave de
cabeza mientras lo arrastra a la sala de estar.
—El niño ha escuchado cosas mucho peores que eso, te lo garantizo. También
le daré mi número, de esa manera tendrá un respaldo en caso de que no estés
disponible.
Poniendo los ojos en blanco, los sigo, porque estoy seguro de que Glenn ha
escuchado cosas peores que eso. Al menos soy sensible a ser un mejor modelo a
seguir que Garrett y trato de mantener mis maldiciones al mínimo cuando estoy en
su presencia.
Estoy sentado en una casa familiar, llena de gente amable y cariñosa. Acabo de
tener una comida maravillosa en la que hablamos y bromeamos. Ayudé a un niño
con un problema y tengo acurrucada en mi regazo a una mujer hermosa por la que
estoy loco.
Ya sea que dure o no, no tengo una maldita bola de cristal. Así que lo máximo
que puedo hacer es disfrutar de estos momentos. Estoy tratando de abrirme a todas
las posibilidades.
Cuando volví a la tierra y abrí los ojos, encontré a Sutton mirándome con
emoción desnuda en su rostro. Ella era tan abierta y de aspecto vulnerable, y creo
que estaba buscando esas mismas cualidades dentro de mí, para ver si quizás
podríamos haber experimentado un momento juntos que trascendiera las explosiones
normales de liberación que habíamos experimentado en el pasado. No pude soportar
la idea de que ella estuviera buscando algo dentro de mí que probablemente no estaba
allí.
La idea de que se desconectara de mí… la idea de que podría haber abierto una
brecha entre nosotros por alguna acción tonta, hizo que el miedo se agitara
profundamente en mi estómago. No estaba listo para dejarla ir. Siempre he sabido
que es probable que le haré daño al final, pero seguro que no estaba listo para dejarlo
215
todo en ese momento. Por suerte, me dejó besarla. Ella sabía que lo estaba haciendo
para distraerla, para redireccionar, y me permitió trabajar mis encantos en ella.
—Ustedes dos son realmente buenos el uno para el otro. —Escucho a Penny
decir en voz baja.
—¿Lo crees?
—Absolutamente, y sé un poco sobre las personas que son malas entre sí y las
personas que son buenas entre sí.
—Sutton me dijo que lo hiciste. Odio que tuvieras que verlo así. Es un hombre
decente cuando no consume. No me gusta que vaya así a Sutton.
—Ella lo manejó bien —le digo, para que sepa que su hija está bien.
—Sé que ella puede manejarlo. Solamente odio que tenga que hacerlo. Desearía
que acabara de cortar las ataduras por completo, pero no lo hará. Sigue siendo su
padre.
—Lo siento —es todo lo que dice Penny y no presiona por nada más. Ella solo
me da esa misma sonrisa suave, apoyando su mejilla en la palma de su mano—.
Parece que Sutton y tú tienen algo importante en común y eso siempre es bueno.
Pueden apoyarse el uno en el otro.
No respondo porque odio decirle que no soy la mejor muleta en la que puede
apoyarse su hija. Si bien Sutton parece haber hecho limonada con los limones
amargos de su vida, todavía estoy nadando en la dura acidez de tener un padre
abusivo y alcohólico. No es algo de lo que haya podido dejar ir y no veo forma de
lograr la gracia sanadora.
Odio decírselo a Penny, así que no lo hago, pero Sutton y yo no tenemos nada
en común con respecto a nuestro pasado.
Capítulo 22
Sutton
Mi corazón late con tanta fuerza dentro de mi cavidad torácica, juro que Alex
podría escucharlo a través de la puerta. Mi sangre bombea tan rápido por mis venas
que tengo miedo de sufrir un derrame cerebral.
Estoy emocionada y asustada, una dualidad de emoción que hace que mi piel se
estremezca y mi garganta se apriete con anticipación.
Alex nunca dijo una palabra sobre su cumpleaños, y éramos tan nuevos en
nuestra relación que nunca pensé en preguntarle cuándo era. Me sentí abrumada por
la culpa cuando Garrett me lo mencionó en Acción de Gracias. Me llevó a un lado
antes de irse y me preguntó si estaba planeando algo especial.
Parpadeé hacia Garrett, casi sin entender su pregunta, luego recuperé mis
sentidos. Prácticamente le siseé:
—¿Cuándo es su cumpleaños?
—Porque esa mierda está en la lista del equipo y me doy cuenta de cosas así.
—Oh —fue todo lo que se me ocurrió decir, y le dije que pensaría en algo.
Excepto que a Garrett se le ocurrió una gran idea y me sugirió que volara a
Nueva York en secreto para sorprender a Alex después del juego. Iban a estar en
Nueva York durante dos días, ya que Cold Fury tenía partidos consecutivos con los
Vipers y luego con los New Jersey Wildcats.
Así que aquí estoy, mis nudillos hormiguean por el fuerte golpe contra la puerta,
y espero con la respiración contenida a que Alex se abra.
Cuando lo hace, podría patearme el trasero por no tener un video que recuerde
la expresión de su rostro cuando me ve. Parpadea un par de veces y luego se frota los
ojos, casi como si no confiara en la visión que está frente a él. Me mira interrogante,
los músculos de su garganta están trabajando, pero no sale ningún sonido.
No es más que mi cuerpo escasamente vestido con retazos de encaje rojo sangre,
completo con ligas, medias de seda negra y un par de zapatos negros
pecaminosamente sexys, un atuendo que compré ayer antes de volar, que junto con
el boleto de avión, hizo una gran mella en mi exigua cuenta de ahorros. 218
Alex arrastra lentamente su mirada por mi cuerpo, su lengua se desliza sobre su
labio inferior cuando mira mis pechos, que apenas cuelgan del sostén que estoy
usando. Sus ojos se mueven sobre mí sin prisa, hasta los dedos de los pies, y luego
vuelven a subir lentamente. Cuando me mira a los ojos, me recompensa con un calor
nuclear que brilla intensamente en sus irises azules, y se acerca a mí.
Agarrando los extremos del cinturón que cuelga libremente a mis costados, me
jala hacia la habitación con brusquedad, directamente hacia su cuerpo duro, lo que
me hace jadear de sorpresa. Patea la puerta para cerrarla con el pie.
—¿Qué haces aquí? —pregunta, su voz gruñe en lo que parece ser ira, pero lo sé
mejor. Es lujuria en toda regla, y esto se verifica por la erección muy pesada que está
pulsando contra mi vientre en este momento.
—Sorpresa —digo con una risa suave, mis dedos comienzan a trabajar en su
cinturón. Debe haber entrado recién en la habitación porque todavía está en
pantalones de vestir y camisa, solo sus zapatos y calcetines han sido desechados.
Alex traga con fuerza mientras quito el cinturón y lo tiro al suelo. Mis dedos
luego van a los botones de su camisa, y trabajan con rapidez para retirarlo junto con
la suave camiseta blanca que tiene debajo. Cuando miro hacia él, su músculo de la
mandíbula está latiendo y su mirada me chamusca.
—Te quiero en mi boca, Alex. Quiero chuparte hasta que grites mi nombre.
—Eso no es hablar sucio —le digo mientras le doy un apretón—. Eso es lo que
te estoy diciendo que va a pasar.
—Oh, joder, no, no lo es —gruñe mientras levanta las manos y me quita el abrigo
de los hombros—. No puedes presentarte en mi habitación, con lencería así, y
decirme que quieres darme una mamada, sin pensar que eso va a producir cierta
reacción. 219
Sus palabras son duras, guturales y me cortan profundamente con urgencia y
necesidad.
—¿Reacción? —susurro.
—Sí… reacción. La reacción es que necesito follarte, ahora mismo, muy duro y
muy rápido.
Empiezo a discutir, porque tenía muchas ganas de hacerle una mamada por su
cumpleaños, pero mis palabras se ahogan en un gemido cuando Alex se agacha y
rasga mi ropa interior de mi cuerpo. Hay un mordisco agudo cuando el cordón se
clava en la piel de mi cadera y luego desaparece.
La urgencia intensa debe ser su juego porque tan pronto como me arranca las
bragas, su mano se enrosca alrededor de la parte delantera de mi cuerpo y hunde dos
dedos dentro de mí… con brusquedad.
Y maldita sea, se siente tan bien, no puedo hacer nada más que abrir más las
piernas y esperar a que cumpla su promesa de follarme, por Dios.
—Bien, porque esa pequeña proclamación tuya me puso duro como una roca y
tengo tantas ganas de estar dentro de ti.
Alex no me hace esperar. Tira de mis caderas un poco hacia atrás y supongo que
dobla las rodillas para alinearse, pero luego se abre camino hacia mí.
Estoy tan mojada en este momento… Puedo sentirlo, pero también estoy
apretada y no está obteniendo una entrada fácil desde esta posición de pie. Él 220
retrocede y empuja con breves ráfagas de energía, trabajando un poco más cada vez.
—Sí —grito.
Sonrío, apoyando la mejilla contra la puerta. Eso es una mentira absoluta. Alex
se detendría en un santiamén si pensara que me estaba lastimando, pero está
alimentando nuestra pasión con su propia forma de hablar sucio, y eso me pone más
resbaladiza y mi carne le da la bienvenida más profundamente.
Después de salir y luego dar una embestida más fuerte, Alex está acomodado
dentro de mí hasta la empuñadura y puedo sentir el pinchazo punzante de la
cremallera de su pantalón en mi piel.
Alex lleva una mano a un pecho y me toca el pezón mientras la otra va entre mis
piernas para acariciar con dedos seguros. Es tan enorme, y me concentro en la
sensación de él dentro de mí mientras embiste y sigue y sigue.
—Dios, te sientes bien, Sutton —gruñe Alex junto a mi oído, justo antes de
agacharse y morderme la piel suave entre la base de mi cuello y mi hombro.
—Me vuelves loco —jadea, golpeando mi cuerpo con más fuerza y exprimiendo
gruñidos para nada femeninos desde lo más profundo de mí.
De repente, todo se vuelve abrumador para mí. La febril necesidad que Alex
tiene de mí, la sensación de él enterrándose profundamente en mi cuerpo, el hecho
de que estamos haciendo mucho ruido y seguro que alguien nos ha escuchado, la 221
forma en que me habla sucio con una compulsión casi hambrienta. Todo se derrumba
sobre mis sentidos y todo mi cuerpo comienza a tensarse. Con solo un ligero golpe
de su dedo contra mi clítoris, caigo por el borde y grito en liberación mientras mi
orgasmo explota. Mis piernas se doblan y Alex rápidamente se agarra a mis caderas,
sosteniéndome.
—Joder, eso fue sexy —dice con asombro y choca contra mí una vez, dos veces
más, y luego se queda profundamente cuando dice—: Me vengo. Oh, joder… joder…
joder, Sutton.
Alex se dejó llevar por completo y es como si nunca hubiera querido nada más
en su vida que yo en ese momento, y me hace inmensamente feliz por dentro pensar
eso.
Cuando deja de estremecerse contra mí, Alex se echa hacia atrás y sale de mi
cuerpo. Siento que la ráfaga de su semen comienza a salir de mí y se desliza por la
parte interna de mis muslos. Lo escucho subirse la cremallera de los pantalones, pero
aún mantengo los ojos cerrados.
Al entrar al baño, Alex agarra una toalla y regresa. No me he movido, insegura
de si mis piernas temblorosas me sostendrían, así que mantengo las rodillas dobladas
y equilibradas mientras mis palmas me mantienen apoyadas contra la puerta.
Me mira fijamente durante un largo momento mientras estoy allí, su rostro casi
impasiblemente en blanco. Luego se arrastra a la cama, entre mis piernas, y sube por
mi cuerpo. Pero cuando su cabeza llega a mi estómago, se detiene y se deja caer sobre
mí suavemente, apoyando su mejilla contra mi vientre y doblando sus brazos debajo
de mí para abrazarme con fuerza. Frotando su barba incipiente contra mi piel
sensible, dice:
—Todos los hombres siempre quieren una mamada —me aclara—. Pero
necesitaba tanto estar dentro de ti… No podía controlarme, Sutton. Nunca antes me
había excitado así. Me sentí como un animal.
—Vamos a darnos una ducha, entonces tal vez puedas darme mi regalo de
cumpleaños.
—Ahora estás hablando —le digo mientras empujo su cabeza hacia atrás,
instándolo a que se levante de la cama. Aunque no se levanta. En cambio, coloca sus
labios entre mis senos, justo en el centro de mi pecho.
Mucho después de que nos duchamos y mucho después de que las rodillas de
Alex casi se doblan mientras lamo y chupo cada centímetro de él, nos acostamos en
la cama uno frente al otro y hablamos. Le cuento a Alex cómo Garrett tramó
conmigo acerca de su cumpleaños, y puedo decir que está conmovido porque tenía
un amigo que se preocupaba lo suficiente por él como para llevar a su chica en avión
de visita.
Hablamos del juego esta noche. Estuve allí, Garrett también me había asegurado
un boleto. Alex estuvo espectacular esta noche, y de hecho me sorprende al decirme
lo emocionado que estaba antes del juego. Es un entusiasmo que es más fuerte que
cualquiera que haya escuchado antes de él, y me da el coraje de preguntar:
Porque si bien creo que podría ser un factor de cambio en su vida, incluso si él
no reconoce que el cambio dolerá, sé que lo hará.
—Eres una fuerza, Sutton. Lo sentí desde el momento en que te vi cuando entré
al centro de crisis. Simplemente irradias esto, no sé cómo llamarlo, pero es como una
confianza que nunca antes había visto. Tienes el mando de tu vida. Amas la vida. Es
un poco intimidante, pero me atrae de todos modos.
—¿Por qué es eso intimidante? —le pregunto sin aliento, esperando con
impaciencia que me revele más de su alma.
—Porque… —dice en voz baja, luego se inclina para besarme. Sus labios tocan
mi boca suavemente, deslizándose hacia adelante y hacia atrás con una pizca de
aliento susurrado, luego se retira—. Porque… yo también tuve un comienzo de
mierda, y creo que destruyó las mejores partes de mí. Dejé que destruyera lo mejor 224
de mí y, honestamente… a veces me enoja que hayas podido superarlo y yo no
puedo. A veces me enoja contigo.
Siento que la tensión abandona mi cuerpo, sin darme cuenta de lo rígida que
había estado hasta que escuché esas palabras. Tirando de mi cara hacia atrás, que
había escondido debajo de su barbilla, lo miro.
—Alex… no tienes que estar atrapado por tu pasado. Ya has atravesado tantas
barricadas que tenías.
—Lo sé —dice mientras levanta una mano para acariciar mi cabello—. Lo estoy
intentando. No quiero la amargura que tengo por mi pasado. Quiero dejarlo ir.
Abriendo los ojos lentamente, estira los brazos por encima de su cabeza y me da
una sonrisa somnolienta. Luego se acerca y toma una de mis manos.
—Está bien.
—Vuelve a dormir.
Alejándome de ella, porque más que nada, solo quiero arrastrarme a la cama con
ella y pasar el día allí, salgo de mi habitación de hotel. Nos quedaremos otra noche
en Nueva York porque tenemos un juego por la tarde al otro lado del Hudson con
los Wildcats. Tengo una práctica de patinaje por la tarde, pero eso me da unas horas
para pasar el rato con Sutton. Ella se quedará en Nueva York y verá el partido de
mañana, así que la tengo de nuevo esta noche también, el pensamiento hace que una
sonrisa se dibuje en mi rostro a medida que camino hacia el ascensor.
Mi cabeza se levanta ante esa revelación, porque hasta donde yo sé, Cameron
no era un fanático del deporte y nunca me habló de mi carrera. Ni siquiera sé qué
decir, así que tomo un sorbo de agua que ya había sido servida y voy directo al grano.
La cara de Cameron se enrojece un poco, y creo que está un poco molesto porque
no estoy participando en una pequeña charla.
—¿Está bebiendo?
La mirada que me da Cameron lo dice todo, así que sigo adelante.
—Él nunca escuchará mi consejo. La mitad del tiempo ni siquiera puede soportar
mirarme —le espeto.
—Creo que estás equivocado —dice Cameron—. Está orgulloso de ti. Admira
en lo que te has convertido. Creo que lo haría por ti.
Miro a Cameron como si acabara de caerse del árbol de los chiflados y golpeara
cada rama en el trayecto. ¿Está viviendo en un mundo de sueños? ¿Acaba de enterrar
la cabeza en la arena, fingiendo que los primeros dieciséis años de mi vida no fueron
traumáticos? ¿Cameron realmente ha olvidado las formas en que mi padre abusó de
mí, tanto física como mentalmente?
—Sé que no dejaste de notar la tormenta de mierda que papá hizo llover sobre
mí durante la mayor parte de mi vida. Sé que eres consciente de ello, porque te
sentabas felizmente intacto mientras papá concentraba toda su atención en mí. Y por
atención, me refiero a usar el dolor para convertirme en una máquina de hockey.
—No… ya sabes por lo que pasé, y puede que no lo sepas ahora, porque no
hablamos, pero sigo pasando por eso con él. Todavía hasta el día de hoy está tratando
de controlarme y manipularme, es decir, cuando está lo suficientemente sobrio como
para esforzarse. Entonces, ¿qué te hace pensar, primero, que papá me escucharía?
pero, lo que es más importante, ¿qué te hace pensar que me importa una mierda si
va a rehabilitación o no?
Cameron retrocede por la vehemencia de mi voz, pero sus ojos se ven tristes
cuando dice:
—Porque es tu papá. Y sí… sé que era un monstruo para ti. Ojalá pudiera haber
hecho más… como tu hermano mayor, debería haber…
Cameron solo me mira con paciencia, con los ojos todavía tristes. Cuando me
recargo, continúa:
Mi corazón comienza a latir con fuerza por las palabras de Cam y me sonrojo 229
pesadamente por la culpa. Mierda… ¿es posible que haya estado tan atascado en mi
propia amargura y autocompasión que no logré reconocer que no era el único al que
mi padre deformaba?
—¿Qué crees que podría hacer para convencerlo de que vaya a rehabilitación?
—No sé si puedes —dice con resignación—. Creo que vale la pena intentarlo.
No escuchará al médico, no me escuchará a mí. Quizás te escuche, quizás no. Pero,
al menos, sabremos que lo intentamos todo.
—De ninguna manera, Alex. Todo esto es culpa de papá. Nada de lo que hiciste
o no hiciste… nada de lo que hice o dejé de hacer, lo hizo de esta manera. Esto no
fue tu culpa.
—Oh, Dios mío, ¿estás bien? —pregunta mientras pasa las yemas de los dedos
suavemente sobre los ocho puntos en mi sien izquierda—. Vi que te lesionaste.
Retrocedo un poco, no porque duela, sino porque no quiero que se preocupe en
este momento. Salgo de sus brazos, camino hacia el frigobar y saco una cerveza.
Girando la tapa, la tiro a la basura y tomo un largo trago. Después de tragar, digo:
—Estoy bien.
Dejó caer los suyos con la misma rapidez y nos rodeamos el uno al otro en el
hielo, con los brazos en posición de lucha y los puños apretados para dar el máximo
de dolor. A pesar de que la sangre corría por el lado izquierdo de mi cara, por fortuna
se mantuvo lejos de mi ojo y tuve buena visión, además de ira. Estaba cabreado e
hice el primer movimiento, agarrando su camiseta con mi mano izquierda y
aterrizando tres golpes sólidos en su mandíbula con mi derecha.
Eso es todo lo que conseguí antes de que sus dos manos agarraran mi camiseta, 231
luchando para apalancarme. Traté de soltarme para dar algunos golpes más, pero
nuestros dos patines salieron disparados debajo de nosotros y estábamos en el hielo.
Todo terminó entonces cuando los oficiales entraron y nos separaron. Ambos
recibimos cinco minutos de penalización, pero salí del hielo y me dirigí de regreso al
vestuario para que nuestro médico del equipo pudiera coserme. Todavía nos quedaba
otro período y medio de juego y un pequeño corte no iba a detenerme.
—Deja caer tu bata —le ordeno, mi voz baja y ronca. Tomo otro sorbo de
cerveza.
—Ven aquí —le digo, y sé que no está escuchando el estruendo sexual normal
de pasión que me alimenta. Sé que sueno frío y controlador. Es el mismo tono que
he usado con Cassie una y otra vez, y ese pensamiento hace que se me cuaje el
estómago.
Sin embargo, eso no me disuade. Cuando ella me alcanza, sus pies se detienen 232
justo delante de los míos, simplemente me mira, sin entender lo que quiero o
necesito. Demonios, no sé lo que necesito. Pero sé que la deseo.
—Ponte de rodillas por mí, bebé —me burlo de ella—. Muéstrame lo que tienes.
Le sonrío, esperando a ver qué hace, pero no estoy preparado para el brillo de
las lágrimas que se forman en sus ojos. Siento como si alguien me hubiera golpeado
el estómago con un mazo.
La aprieto de nuevo.
—Lo siento mucho. Solo estoy teniendo un día de mierda y me desquité contigo.
Me aparto un poco, la miro y parpadea con fuerza ante las lágrimas para que
resbalen por sus mejillas. Me alivia que ninguna más ocupe su lugar. Extiendo la
mano, limpio la humedad de su rostro y espero a que ella diga algo.
—Alex, por favor, dime qué pasa —suplica, sus manos ahuecando mi
mandíbula—. Háblame.
Fue una maldita profecía autocumplida. Le dije que volvería a ver mi lado
imbécil, y acaba de recibir una buena dosis. Le dije que la lastimaría y lo hice.
Realmente no soy digno de ella cuando se reduce a eso.
233
—Necesito dar un paseo —le digo mientras me alejo, viendo cómo sus manos
caen a los costados, para que pueda volver a abrocharse la bata.
—Lo siento —le digo mientras me inclino y la beso en la coronilla—. Voy a salir
a caminar. Volveré, pero no me esperes despierta.
Sutton deja caer la cabeza para que no pueda ver sus ojos, y la dejo allí, mirando
al suelo mientras salgo de la habitación del hotel.
Capítulo 24
Sutton
Busco un lugar para estacionar y acomodo mi auto, dejando el motor encendido
porque llegué un poco temprano y tengo algo de tiempo. Como suele suceder
conmigo cuando mi cerebro tiene un descanso, pienso en Alex.
Han pasado dos días desde nuestro viaje a Nueva York y no he hablado con él.
Se supone que se reunirá conmigo aquí para nuestra primera charla como parte del
programa de divulgación y supongo que aparecerá. De hecho, voy a ser yo quien
hable y Alex estará allí para brindar un apoyo estrella, relegado en este punto a un
pequeño párrafo preparado que va a leer. Aún no hemos decidido los detalles de
cómo funcionará nuestro equipo cuando comencemos a viajar este verano para
lanzar el programa, pero pensé que sería una buena manera para que ambos 234
probemos las aguas.
Tenía miedo de que se hubiera ido… perdido… borrado. Vi algo en sus ojos que
fue frío y fuera del alcance, y aunque no tengo idea de qué lo causó, sí sé que estaba
a punto de volver al Alex Crossman del que siempre me había advertido.
Por lo general, me emocionaría que Alex me pidiera que le hiciera una mamada,
pero ¿la forma en que me ordenó que lo hiciera? Estaba emocionalmente distante y
buscaba una liberación sin sentimientos involucrados. Seguro que no estaba
dispuesta a dárselo.
Me refiero al tipo que es lento, suntuoso y tierno. Nunca dijo una palabra… ni
una sola cosa sucia o traviesa. Sus manos sondearon suavemente, su toque en todas
partes se sintió como una caricia cálida. Esta naturaleza suave que me mostró era
casi insoportable y yo me retorcía en la cama buscando más, casi rogándole que me
tomara con más fuerza.
Pero no lo hice. Me mordí la lengua y le dejé hacer lo que quisiera. Y por alguna
razón, Alex quería tomarse su tiempo conmigo y quería hacerlo en silencio. No tengo 235
ningún concepto del tiempo, pero pareció extenderse eternamente y, sin embargo, en
mi mente nunca sería lo suficientemente largo. Me llenó de embistes tortuosamente
lentos que fueron profundos pero que nunca salieron a un ritmo pausado. La única
aceleración fue nuestra respiración, pero incluso eso tenía una cualidad más tenue.
Cuando llegamos, lo hicimos juntos con las manos entrelazadas y los labios unidos
mientras nuestro aliento corría cálido por la piel del otro.
Echando un vistazo a Alex, le doy una pequeña sonrisa y luego vuelvo al podio
frente a mí. Tengo algunas notas anotadas, pero sé que probablemente ni siquiera las
miraré.
—Hola. Como el director Snyder me acaba de presentar, saben que soy Sutton
Price y que soy consejera en el Centro de Crisis de Drogas del Condado de Wake.
Sin embargo, lo que no les dijo es que fui criada, al menos durante una parte de mi
vida, por un padre que era adicto a las drogas.
Al salir del podio, verifico que el micrófono portátil esté encendido y salgo al
centro del escenario. Siempre me siento más cómoda hablando de esta manera, ya
que se siente menos formal. No estoy nerviosa por hablar con estos niños, pero saber
que la mirada de Alex está clavada en mi espalda me da cierto hormigueo.
—Mi papá era y sigue siendo adicto a la heroína. Mi mamá y yo nos quedamos
con él hasta que tuve nueve años y ella pudo separarse. Mi papá tiene sus buenos
momentos. Se ha mantenido limpio durante meses, pero lamentablemente siempre
ha recaído.
El auditorio está en silencio y veo más caras prestándome atención que las que
no.
—De lo que quiero hablarles hoy es de cómo pueden obtener ayuda… si tienen
un padre que está consumiendo. Verán, mi papá como adicto era bastante aterrador,
y pasaba mucho tiempo a solas con él porque estaba desempleado y me cuidaba por
las tardes cuando llegaba a casa de la escuela. Cuando estaba drogado con heroína,
casi siempre dormía, lo que significaba que me dejaba en paz. Cuando estaba
esperando su siguiente dosis y no podía conseguir sus drogas, se volvía malo.
Realmente malo.
Hago una pausa para lograr el efecto y doy unos pasos por el escenario.
—Me golpeaba… a veces con las manos, a veces con el cinturón… así es como
conseguí esta cicatriz —les digo, señalando mi ceja izquierda—. A veces me pateaba.
Una vez me arrastró por el suelo tomándome del pelo y solo escapé después de que
se me soltara un trozo de cuero cabelludo.
—Tuve una madre maravillosa. Ella trabajó para tratar de apoyarnos, pero
desafortunadamente no ganaba lo suficiente para mantenernos y a la adicción a las
drogas que tenía él. Eso hizo que mi padre fuera aún más malo. Ella es la mujer más 237
maravillosa del mundo y me ama más que a la vida misma.
—Pero a pesar de que me amaba y sabía que haría cualquier cosa para
protegerme, no le dije lo que estaba haciendo mi papá. Le dije mentiras sobre mis
cortes y moretones. Tenía miedo porque no quería que mi familia se separara.
Aunque mi papá abusó de mí, no lo hizo todo el tiempo. Quiero decir… él me amaba,
y siempre lo lamentaba mucho, después de lastimarme. Así que guardé silencio.
Ahora, mientras miro a los niños, veo que varios se inclinan hacia adelante
mientras escuchan, y veo que uno asiente hacia arriba y hacia abajo en señal de
acuerdo. Todo lo que necesito hacer es llegar a uno… eso es todo.
—Antes de salir, quiero animarlos a que realmente escuchen lo que dijo Sutton
—dice mientras se vuelve y me señala con una sonrisa—. He llegado a conocerla
bastante bien durante los últimos meses y no hay nada más importante para ella que
ayudar a los necesitados. No tengan miedo de pedir ayuda. Podría marcar una gran
diferencia no solo en sus vidas, sino también en su ser querido que es adicto.
Alex agradece a los niños por escuchar y ellos le dan una ovación de pie. Quiero
poner los ojos en blanco, pero no lo hago. Estoy demasiado orgullosa de él, así como
de mí misma, porque creo que todo salió mucho mejor de lo que hubiera esperado.
Cuando llegamos a los coches, camina a mi lado hasta la puerta del conductor.
Cuando alargo la mano con mis llaves para abrirlo, me agarra del brazo y me detiene.
Volviéndome hacia él, dudo un momento, temerosa de mirarlo a los ojos. Ni siquiera
sé si tenemos una relación en este momento, dado el silencio de radio entre nosotros
los últimos dos días.
Finalmente tengo el coraje de levantar los ojos, y el alivio me recorre cuando veo
calidez y orgullo en su rostro, complementado con una gran sonrisa. Extiende la
mano y coloca un mechón de cabello detrás de mi oreja, luego se inclina para darme
un beso suave.
—Lamento que hayas pasado por eso con Cosmo. No tenía ni idea.
—Te extrañé.
Dando dos pasos hacia atrás, Alex me empuja con él y se inclina hacia atrás
contra su Suburban. Abriendo las piernas, me empuja hacia el medio y apoya las
manos en mis caderas.
—De hecho, me alegro de que no lo hayas hecho —admite con una mueca de
dolor—. Yo… um, estaba atrapado en un drama familiar y solo necesitaba algo de
espacio.
El sol de la tarde golpea sus ojos y los ilumina a un azul pálido, que aparece aún
más brillante debido a sus pestañas espesas y oscuras.
—No… no lo está. No está bien porque tengo miedo de que vuelva a suceder. A
veces siento que estoy en la cuerda floja, un acto de equilibrio que mantengo
constantemente para poder estar contigo. Pero siento que me inclino más y más
últimamente. Es un tira y afloja constante dentro de mí, y la mitad del tiempo siento
que debería romper las cosas contigo para evitar lastimarte más en el futuro.
Honestamente… es por eso que no te llamé en los últimos días. Estaba pensando en
terminar las cosas.
Respiro profundamente, tratando de expandir mis pulmones más allá del dolor
que crean esas palabras.
—¿Puedes compartir conmigo qué sucedió para causar esto? Quiero ayudarte.
—Entonces, ¿dónde estamos? —pregunto vacilante, porque por lo que sé, sus
próximas palabras me van a romper el corazón.
Aun tomando mi rostro, Alex se inclina y me besa. Suave al principio, pero luego
su boca se abre y desliza su lengua dentro de mí, haciendo que todos mis problemas
se desvanezcan. Me acerco a él hasta que mi pelvis descansa contra la suya, y no
importa que estemos en el estacionamiento de una escuela secundaria pública, me
aprieto un poco contra él y siento que se pone duro. Es un movimiento desesperado
de mi parte, con la esperanza de que mi atractivo sexual lo mantenga inmovilizado
a mi lado.
Alex suelta un gemido profundo y me besa con más fuerza, por un momento,
solo para dejar claro su punto. Cuando se aleja, dice:
—No puedo dejarte ir. No quiero hacerte daño, pero tampoco quiero estar sin ti.
Lo he dicho antes… Soy un bastardo egoísta. Me arriesgaré a lastimarte solo para
poder tener otro día, otra semana, otro mes. Dime que soy un bastardo.
241
Sus palabras son urgentes y están llenas de necesidad. Necesita que lo llame
mentiroso y eso es lo que voy a hacer.
—Solamente tú puedes responder a eso —le digo sin aliento—. Pero mi corazón
está involucrado, así que ya sea que me lastimes en este momento o me lastimes en
el futuro, dolerá de todos modos.
—Tengo tanto miedo de lastimarte que creo que es seguro decir que
definitivamente mi corazón está involucrado.
242
Capítulo 25
Alex
—Crossman… a mi oficina… ¡ahora!
—Claro —le digo, pero sé que después de la regañada que me darán, no voy a
tener ganas de salir. Especialmente no además de esa miserable actuación que acabo
de entregar para mi equipo, y en especial, no después de que perdimos nuestro tercer
juego consecutivo. 243
Al entrar en la oficina del entrenador, tomo asiento y quito un trozo de pelusa
inexistente de mis pantalones. Cuando lo miro al otro lado del escritorio, me mira
con una mezcla de ira y preocupación.
Pretore me mira por un momento, las cejas arqueadas ante mi audacia, luego me
da una sonrisa maliciosa.
—En serio, Alex. ¿Qué puedo hacer para que vuelvas a encarrilarte? Estabas
jugando tan bien… realmente tenías tus ideas claras.
Sus palabras me causan una inmensa incomodidad porque hay un par de cosas
que me estresan, una de las cuales es mi preocupación constante de lastimar a Sutton.
Es algo en lo que pienso todos los días. El otro es mi padre. Me preocupa que deje la
rehabilitación, empiece a beber y se mate. Si eso sucede, no sé si podré sobrevivir a
la culpa, porque no importa lo que Cameron me dijo ese día en el desayuno, podría
haber intervenido hace mucho tiempo y pedir ayuda para él.
Eso fue probado por el hecho de que cuando fui a Canadá la semana pasada,
papá fácilmente lo aceptó cuando le sugerí rehabilitación. Lloró cuando le dije que
no quería que muriera, y luego hice sus maletas y lo llevé a una instalación que
Cameron ya había arreglado.
Sacudiendo la cabeza, me levanto y miro a Pretore.
Todo era más fácil y me encuentro resentido por las cargas repentinas colocadas
en mi puerta. Me hace desear tiempos más fáciles en los que podría ser un solitario
y, si quería follar con alguien, Cassie estaría allí para liberarme y luego irse
rápidamente.
Eso es todo lo que dice, pero no hace falta decir más. Tampoco necesitaba la
invitación, porque a pesar de mi obsesiva preocupación por Sutton, ella es como mi
droga y no hay forma de que no vaya a recibir una dosis esta noche. Necesito que
ella mantenga cierto nivel de cordura, porque solo su voz me cubre con un bálsamo
relajante. Su toque me hace sentir en paz. Cuando me la follo, el mundo se derrite y
solo ella existe.
Cuando abre la puerta y la veo por primera vez hoy, me siento inmerso en la
serenidad. Me olvido del juego de mierda y defraudar a mi equipo. Me olvido de mi
papá, de mi rabia y de mi resentimiento. Es tan fácil dejarlo pasar cuando ella está
parada allí luciendo aún más hermosa que cuando dejé su cama esta mañana.
Me sonríe en bienvenida y ni siquiera espera a que entre antes de rodearme con
sus brazos y abrazarme. De pie en el umbral de su casa, dejo que me consuele por el
juego de mierda, por decepcionar a mi equipo y el desastre que es mi padre. Ella no
sabe que me está consolando por todas esas cosas, pero me lo estoy tomando de todos
modos.
Luego me besa con un cuidado tan delicado que mi alma se retuerce, y eso solo
refuerza mi deseo de tenerla, cueste lo que cueste.
Su sala de estar está brillando con una luz parpadeante mientras la chimenea
crepita con un pequeño fuego y su árbol de Navidad, que ella puso el Día de Acción
de Gracias, centellea con luces multicolores. Se ve mágico y romántico, y me hace
querer simplemente abrazarla en el sofá, lo cual es extraño porque mi primer
pensamiento normalmente sería que quiero follarla en el sofá.
—No me siento concentrado —le digo con resignación, y también con gratitud
porque ella me habla con sinceridad.
Dolorosamente así.
—Entonces eso significa que tienes algo que pesa sobre ti. ¿Quieres hablar de
eso?
—Cuando fui a Canadá… fue para poner a mi papá en rehabilitación —le digo,
dejando que el impacto de mis palabras se hunda. Esto tocará muy cerca de casa con
Sutton.
—Oh, Alex —dice con suavidad—. Lo lamento. Eso es algo muy valiente de
hacer, pero también da mucho miedo. 247
Exactamente. Es aterrador.
Deslizando sus dedos hasta justo por encima de mi botón abierto en la parte
superior de mi camisa, roza sus dedos sobre la piel de mi clavícula. No es sexual,
pero habla más de la necesidad de tener contacto piel con piel, para promover más
cercanía, por así decirlo. Sin embargo, estaría mintiendo si no admitiera que mi pene
se movió un poco.
—¿Quieres hablar sobre eso… contarme los detalles? A veces ayuda compartir.
—Mi papá era jugador de hockey, pero no fue lo suficientemente bueno para
avanzar más allá de las menores, y ni siquiera fue lo suficientemente bueno para
quedarse allí por mucho tiempo. Cuando tuvo hijos, decidió que viviéramos su
sueño.
Tal vez porque es plenamente consciente de que esto es difícil para mí,
probablemente porque no la miraré a los ojos, Sutton se inclina y apoya la cabeza en
mi hombro, presionando su pecho contra el mío. Luego agarra mis muñecas y por la
fuerza quita mis manos de sus muslos, dirigiéndolas para que se envuelvan alrededor
de su espalda y se aferren a ella con fuerza.
—Mi hermano, Cameron, es cinco años mayor. No tenía talento, así que papá
básicamente lo ignoró toda su vida. Pero eso lo dejó para que canalizara toda su
energía en mí…
248
Mi voz se quiebra, no con una emoción abrumadora, porque estoy bastante
helado cuando enfrento estos recuerdos. En cambio, encuentro que mi boca está seca
simplemente porque me estoy preparando para contar mi pesada historia en la puerta
de Sutton y no tengo ni idea de cómo va a reaccionar.
Sin darme cuenta de que mi pecho ha estado apretado, mis músculos se aflojan
un poco y puedo respirar mejor. Su insistencia en ir al ritmo con el que me siento
más cómodo hace que el miedo disminuya.
—Fue abusivo. Borracho la mayor parte del tiempo, pero abusivo verbal y
físicamente. No importa lo bueno que fuera yo, y Sutton, era jodidamente bueno, él
siempre encontraba fallas en mi juego. Y las fallas requerían castigo.
Aprieto mis brazos a su alrededor, un poco más fuerte, para mi consuelo y tal
vez también para ella.
—Estoy seguro de que fue para calmar su propia conciencia, pero mi padre
disfrazó el castigo como “práctica”. Disparaba discos a mi cuerpo y no permitía que
me defendiera. Tendría moretones por todas partes y me dolería como un hijo de
puta. O me obligaba a hacer repeticiones, a veces durante horas, a menudo hasta
altas horas de la madrugada. No me dejaba detenerme para beber nada, y solo
después de que colapsaba por el agotamiento se terminaba la “práctica”. Me
regañaba… constantemente y frente a los demás. Si me atrevía a responderle, o
incluso a suplicarle que me diera un descanso, usaría sus puños, o un palo de hockey,
o su cinturón… lo que fuera más práctico.
Una de las manos de Sutton, que todavía descansa sobre mi pecho, se clava en
mi piel con angustia y deja escapar un suspiro entrecortado.
—Sí —le digo—. La mayor parte del tiempo, pero no todo. Hubo algunos buenos
momentos.
Lo mismo dijo el otro día, que hubo buenos momentos con Cosmo.
—Sí.
—No me gusta tu papá —dice, casi con petulancia, y eso me hace reír.
—Pero estás preocupado por él. Al igual que me preocupo por Cosmo.
Levantando una mano, enredo mis dedos a través del cabello en su sien y los
empujo hacia atrás. Cuando tomo la parte de atrás de su cabeza, le doy la más suave
de las sacudidas para que sepa que hablo en serio.
—No llores por mí, Sutton. No gastes tus lágrimas en esa historia. Tienes cosas
mucho más importantes por las cuales estar triste.
Una emoción como nunca la había sentido en toda mi vida brota dentro de mí.
Parece burbujear desde el centro de mi estómago, extendiéndose hacia afuera… por
mis piernas, mis brazos… por mi columna. Me cubre la piel con un cosquilleo cálido
y el centro de mi pecho parece que va a estallar en una fuente de tensión liberada.
Insto al sentimiento, esperando la euforia que siento que está lista para liberarse
debido a la revelación de Sutton de que ella me ama. Espero que expulse mi amargura
y me alimente de paz.
Me quedo vacío.
Sutton me mira fijamente, las luces parpadeantes del árbol de Navidad bailan en
sus ojos. Ella no está esperando que las palabras regresen a ella. Lo sé porque no veo
ninguna expectativa o decepción en su mirada. Solo veo amor, cuidado y ternura.
Solo la veo esperando que yo acepte su regalo sin ninguna suposición de que va a
recibir algo a cambio.
Pero soy un bastardo egoísta y no lo voy a hacer. Me quedaré con ella hasta que
esté listo para destruirla, y luego agregaré eso al montón de culpa que ya estoy
sufriendo.
251
Capítulo 26
Sutton
—Deja de inquietarte —me dice Alex—. Te ves nerviosa.
Riendo, engancho mi brazo a través de su codo y nos abrimos paso entre los
invitados a la fiesta.
—Todo saldrá bien. Solo sonríe, charla un poco y bebe unas cervezas para
relajarte. 252
Es cierto que Alex está nervioso porque no socializa con sus compañeros de
equipo. O, al menos, no lo ha hecho en el pasado. En definitiva, estoy nerviosa
porque es la primera vez que me encuentro con el resto del equipo y sus seres
queridos, y siento que soy el centro de atención. Sobre todo, porque sé que la antigua
llama de Alex fue transparente en su búsqueda por conseguir un marido de hockey.
Simplemente no quiero que nadie piense eso de mí.
Kelly y Mike Malone están celebrando una fiesta de Suéteres Navideños Feos.
Al parecer, este es el segundo año que lo organizan y es solo para adultos. Según
Alex, es una de las pocas veces que el equipo se reúne sin niños y se divierte mucho.
Ya me ha asegurado que es el conductor designado, lo que no me sorprende, y me
ha dicho que me sume si quiero. Alex rara vez bebe más de dos cervezas, y me
pregunto si eso se debe a los problemas de su padre.
Miro hacia abajo brevemente y luego doy un paso en su abrazo, le doy una
sonrisa. Mi suéter es bastante horrible. Es de color rojo brillante y verde con un pastel
de frutas bordado en la parte delantera y un lazo rojo que está hecho de algún tipo
de material rojo peludo que me cruza el pecho. Alex me echó un vistazo cuando me
recogió y me exigió que me cambiara. Le dije que me besara el trasero, después de
todo, era una fiesta de Suéter Feo.
—Uh… sí, no me gustan los suéteres feos —dice con seriedad y Kelly le da una
mirada burlona.
—Aguafiestas —dice ella y luego pone sus palmas sobre sus hombros y lo empuja
fuera de la cocina—. Vete. Encuentra a los chicos. Vayan a jugar y hagan lo que
hacen juntos. Voy a robarme a Sutton.
253
Alex no se mueve al principio y me lanza una mirada de pánico. Realmente no
quiere estar aquí, pero se esfuerza por ser sociable. Sé que se sentiría más cómodo
conmigo a su lado. Casi siento pena por él, pero luego me doy cuenta de que será
una buena experiencia de aprendizaje.
—Shuu. Ve a jugar.
La mirada que me lanza Alex no tiene precio. Dice: Lo único que quiero jugar es
contigo… en el dormitorio.
Pero se lo toma como un hombre, me lanza una mueca mientras agarra una
botella de cerveza de un gran cubo de hielo en el piso de la cocina y se marcha.
—No puedo decirte lo feliz que estoy de ver a Alex saliendo —dice Mely con
una sonrisa brillante y una voz entrecortada y cantarina. Casi como si ella, lo
adivinaste, estuviera animando.
—Siempre ha sido tan retraído. Sé que parece enojado y un idiota la mayor parte
del tiempo, pero siempre lo encontré triste —agrega Kelly.
—Absolutamente —dice Becky y luego se inclina hacia adelante y baja un poco 254
la voz. Todas las mujeres, incluida yo, se inclinan para escuchar su comentario—.
Además, esa perra Cassie era mala para él.
Todas las mujeres asienten vigorosamente con la cabeza de arriba abajo y estoy
empezando a comprender que la aversión por Cassie es bastante generalizada en todo
el equipo.
—Bueno, al menos ya no tendrás que preocuparte por ella —digo, esperando que
ahora que la mirada de Alex se ha vuelto hacia mí, Cassie sea cosa del pasado.
—Lo que sea —dice Kelly con fingida desdén—. Esa chica ya está al acecho de
nuevo. Todos los chicos solteros de nuestro equipo están en su punto de mira.
—Ella trató de coquetear con Zack esta noche —gruñe Gina—. Odio decírselo a
la perra, pero el hecho de que no estemos casados no significa que esté disponible.
Ni por un minuto creo que esté lista para renunciar a Alex, al diablo con todos
los demás solteros. Tiene historia con Alex y recuerdo con toda claridad la
posesividad que mostró cuando tuve la desgracia de conocerla.
—Sí, la vi dando vueltas hace un rato —se lamenta Kelly—. Solo deseo haber
sido lo suficientemente perra como para insistir en que no viniera.
—¿Rechazar a quién?
Cuando Zack la deja levantarse, Gina tiene los ojos llenos de estrellas mientras
mira a su hombre, sus dedos agarrando con fuerza el suéter tremendamente feo que 255
está usando. Tiene una enorme cara de reno con dientes de gato, realizada en verde
brillante.
—Esa mujer es un desastre —dice Zack con buen humor, ajeno a las miradas
maliciosas que el resto de las mujeres están dando mientras todas asienten.
Volviéndose hacia Gina, le pregunta—: ¿Estás lista para ir a casa?
—Lo sé —dice con un encanto sexy que rezuma de sus poros—. Pero como
tenemos una niñera toda la noche, pensé que podríamos… ya sabes, tener un tiempo
a solas.
El rostro de Gina se pone rojo como una remolacha, pero no duda en volverse
hacia la encimera de la cocina y agarrar su bolso.
Me abro paso entre la multitud, con los ojos clavados en Alex. Cuando me acerco
a tres metros, es como si me sintiera porque gira las tres cuartas partes del camino en
256
el taburete en el que está sentado y me mira con sus ojos fijos en mí. Una comisura
de su boca se inclina hacia arriba y su mirada se desliza sobre mí como una cálida
manta.
Nos miramos mutuamente mientras camino hacia él, incluso cuando Garrett
está tratando de decirle algo a Alex, que lo está ignorando por completo. Vagamente
me doy cuenta de que Garrett golpea a Alex en el brazo para llamar su atención, pero
sigue distraído.
Entonces Alex se pone de pie y con un paso se encuentra conmigo el resto del
camino, y estoy en sus brazos. Se inclina para darme un suave beso en mis labios y
puedo escuchar a Garrett y los otros chicos haciendo comentarios sarcásticos en el
fondo. Incluso cuando los labios de Alex comienzan a separarse de los míos, su mano
se levanta y desliza sus dedos por el costado de mi cuello, su pulgar rozando mi
mandíbula.
—Fue genial —le digo en tono burlón—. No es tan divertido como el tiempo de
vinculación contigo, pero sigue siendo agradable.
No tuve la intención de que mi comentario significara otra cosa que un ligero
empujón a nuestro insaciable deseo el uno por el otro. Pero Alex lo toma de otra
manera y lo sé por la mirada febril que me lanza.
—Mataría por saber qué está pasando por tu mente en este momento —le susurro
para que solo él pueda oírme.
Sus ojos buscan los míos, moviéndose de un lado a otro como si reflexionara
sobre el misterio más profundo.
Dejando caer los brazos, agarra la tela de mi falda larga y negra y lentamente
comienza a subirla por mis piernas. Observo el progreso en un estado casi de
ensueño, con la cabeza ladeada con curiosidad. El aire es frío cuando golpea mi piel
y cuando el borde del material golpea la parte inferior de mis bragas, levanto los ojos
hacia el espejo para mirar a Alex. Como si me sintiera, su propia mirada se eleva
para encontrarse con la mía en el reflejo y me da una sonrisa maliciosa que hace que
me recorra un escalofrío.
Me mira enarcando una ceja, y sí, sé que fue una pregunta estúpida.
Y lo hago.
Sin embargo, el contacto no es suficiente para él, y desliza su mano por la parte
delantera de mi ropa interior, hundiendo un dedo dentro de mí, al mismo tiempo que
aprieta su erección contra mi trasero.
—Oh, Dios —gimo y mi cabeza cae hacia atrás sobre su hombro, con los ojos
clavados impotentemente en su mano mientras su dedo entra y sale de mí.
—Necesito estar dentro de ti, nena —me dice con voz ronca cerca de mi oído y
mientras mi mente piensa, No, estamos en el baño de otra persona en una casa llena de
gente, mi cabeza comienza a asentir en señal de acuerdo.
Ni siquiera estoy segura de que Alex obtuviera mi asentimiento, pero él se
apresura a bajarme las bragas, levantando solo uno de mis pies con botas para sacar
rápidamente el material.
Necesidad.
Deseo.
Insaciabilidad.
Con una mano en mi cadera y la otra sofocando los sonidos de mi placer, Alex
me monta… empujándonos a ambos más y más alto.
—Joder, eso se siente bien —susurra con sus caderas todavía bombeando hacia
adentro y hacia afuera mientras llega al clímax con fuerza.
Alex mueve su mano de mi boca y se inclina sobre mí, empujándome hacia el
lavabo con su pecho contra mi espalda. Sus movimientos dentro de mí se ralentizan
y finalmente se detienen. Nuestras respiraciones comienzan a ralentizarse y,
finalmente, Alex se empuja fuera de mí. Nuestros ojos se conectan una vez más en
el espejo y mientras el calor fundido en sus ojos se ha ido, hay un calor allí que me
hace sentir pegajosa por dentro.
Acabamos de tener sexo como animales en el baño de otra persona, pero fue
completamente íntimo, algo que solo nosotros dos podríamos compartir. No importó
dónde estuviéramos o en qué posición estuviéramos. Estábamos inmersos el uno en
el otro, sin espacio para el mundo exterior.
Alex me ayuda a limpiarme, vuelve a poner mis bragas en su lugar con suavidad,
alisando mi falda hacia abajo. Pasa sus manos por mi cabello y luego me besa en la
frente.
—¿Lista para volver a salir? —pregunta, sus ojos brillando con saciedad y
picardía.
260
—No estoy segura de que mis piernas puedan moverse, pero seguro… lo
intentaré.
Sale rápidamente, sosteniendo mi mano, y lo sigo justo detrás. Tan pronto como
gira a la derecha para volver a bajar las escaleras, se detiene de repente y choco contra
su ancha espalda. Echando un vistazo a su alrededor porque estoy segura de que
alguien nos ha pillado, se me cae el estómago cuando veo a Cassie apoyada contra
la pared fuera del baño.
Empiezo a abrir la boca para desengañarla de la idea de que soy una puta, pero
Alex se me adelanta.
—No, Sutton y yo tenemos algo diferente —continúa Alex en voz baja—. Algo
que nunca podrías comprender. Demonios, estoy teniendo dificultades para
comprenderlo, pero sé que no se parece a nada que haya experimentado antes y
probablemente nada que realmente merezco.
—Tendrías tanta suerte, Cassie… de encontrar algo tan real… tan íntimo, como
lo que yo encontré.
Cassie solo lo mira por un momento, casi sin entender lo que está diciendo.
Luego la veo tragar saliva y una expresión de tristeza se apodera de su rostro.
—Estamos claros.
Cameron me llamó tarde anoche para informarme que papá había salido de
rehabilitación después de solo diecinueve días y mucho antes de su fecha de
liberación. He oído hablar de él dos veces más hoy. Cada vez que llamaba estaba
bastante desesperado porque papá no había ido a casa. Él no puede ser encontrado 262
en ninguna parte.
Mi peor temor era que estuviera borracho y tirado en una zanja en algún lugar,
lo que en Canadá en diciembre es una sentencia de muerte. El escenario más
probable, y que tampoco presagiaba nada bueno, era que estuviera sentado en un bar
en algún lugar… borracho.
Suena el timbre y me levanto del sofá, limpiándome las manos húmedas en los
jeans. No entiendo por qué estoy tan nervioso por ver a Sutton, pero me siento un
poco mal… tal vez un poco fuera de control, desde que recibí la noticia de Cameron
anoche.
Respirando hondo antes de abrir la puerta, pongo una sonrisa en mi rostro y tiro
de la manija hacia mí.
Allí, luciendo en forma y saludable, está mi papá. Lleva una pequeña maleta en
la mano, pero eso no es lo que realmente me llama la atención. Es el hecho de que
su tez tiene un brillo saludable, ha ganado entre cinco y siete kilos desde la última
vez que lo vi y sus ojos son claros.
Parpadeando fuerte, abro más la puerta y le hago señas para que entre.
—¿Qué haces aquí? Cameron llamó anoche… ¿dijo que habías salido de
rehabilitación?
Mi papá entra y cierro la puerta detrás de él. Deja caer la maleta y recibo el
mensaje no tan sutil. Él se queda.
—Estoy muy bien, Alex, mi chico. Realmente tengo el control de las cosas.
Quería salir. Querían que me quedara unas semanas más. Pero es mi elección y decidí 263
que ya era suficiente.
Y como si este día no pudiera ser más estresante, suena el timbre y no hay duda
de quién es.
Paso más allá de mi padre, abro la puerta y dejo que la belleza de Sutton me
infunda unos momentos de felicidad ilimitada. Lleva suelto el cabello color llamas,
y brilla contra el negro carbón de su abrigo de lana. Lleva una bufanda tejida de color
verde oscuro y una boina a juego, y sostiene una gran bolsa de aluminio roja que
supongo que contiene mi regalo de Navidad.
Solo la miro fijamente, queriendo tomarla entre mis brazos al mismo tiempo que
tengo el loco pensamiento de cerrarle la puerta en la cara para que ella y mi padre no
se encuentren.
No le gustará ella.
Ladeando la cabeza hacia un lado, Sutton debe ver la indecisión en mis ojos.
Le doy una sonrisa tentativa y me alejo de la puerta para que pueda entrar.
Sutton cruza el umbral y cierro la puerta detrás de ella. Cuando me giro, ella y
mi papá están uno frente al otro. Sutton tiene una sonrisa abierta y fácil en su rostro
264
y la de mi papá está estoicamente en blanco.
Tengo que darle crédito. Sutton ni siquiera se inmuta. Ella sabe que se supone
que él no debe salir de rehabilitación, pero nunca revela la profundidad de su
conocimiento. En cambio, su sonrisa se vuelve aún más brillante y da un paso
adelante, extendiendo su mano.
Él asiente con una sonrisa y se dirige al sofá para sentarse. Acompaño a Sutton
hasta la puerta y cuando la abro, me inclino para murmurar:
—Lo siento. Literalmente apareció como un minuto antes que tú. No tengo ni 265
idea de por qué está aquí. Debería estar en rehabilitación.
Asiento y luego la veo bajar las escaleras. No cierro la puerta hasta que no la veo,
pero luego lo hago con un suspiro y me vuelvo hacia mi padre.
—¿En Nochebuena?
Encogiéndome de hombros, digo:
—Porque si no lo hago, harás un gran alboroto acerca de que tenga novia —le
digo con exasperación.
—¿Novia?
—¡Sí! Novia. Y no es asunto tuyo. Soy un adulto y tengo permiso para tener
citas.
Lo miro a los ojos, muriéndome por saber lo que realmente quiere decir, pero
266
temiéndolo de todos modos. En su lugar, solo asiento y me dirijo a mi cocina para
hacer una taza de café, haciendo una nota mental para llamar a Cameron más tarde
para decirle que he encontrado a nuestro padre descarriado.
Mientras me ocupo sacando el café y los filtros, trato de hacer un balance de mis
sentimientos. Estoy sobre todo enojado porque mi noche con Sutton fue cancelada.
A pesar de que antes había tenido algunos pensamientos oscuros, no hay duda de
que mi espíritu se rejuveneció en el momento en que abrí la puerta y la vi. Ella solo
hace cosas buenas para mi alma.
Sin embargo, estoy extrañamente aliviado de que mi padre esté aquí, porque
puedo darme cuenta de que parece estar bien. De hecho, no puedo recordar que
alguna vez se haya visto más saludable.
Sin embargo, la parte más enfermiza, lo que significa que debería internarme en
un hospital psiquiátrico solo por tener la idea, es el hecho de que hay una parte de
mí que quiere recibir el consejo de mi padre sobre mi juego. Es seguirle chupando el
culo al burro y aunque estoy anotando de nuevo, ciertamente no estoy jugando con
el potencial de la primera línea. Simplemente no he podido recuperar la convergencia
completa en mi juego, y parece que mis pensamientos están revueltos entre Sutton,
mi papá, mi hermano y el hockey. Sé, sin lugar a dudas, que mi papá ha estado
siguiendo mi progreso y estoy seguro de que en el momento en que le pregunte,
tendrá un montón de consejos para darme.
Sí, sé que será destructivo y negativo. Sí, sé que no debo escuchar una maldita
palabra de lo que dice.
Pero Dios me ayude, solo puedo pensar que este hombre me convirtió en el gran
jugador que era hasta hace unas semanas.
Quiero darme un golpe en los huevos por pensar que tal vez la razón de mi juego
de mierda es porque no he tenido a mi papá sobre mí en las últimas semanas, pero al
diablo con eso… voy a ir allí. Necesito saber que diría.
Después de servirle una taza de café a mi papá, tomo una botella de agua para
mí del refrigerador y vuelvo a la sala de estar. Está sentado en el sofá, con la barbilla
apoyada en su mano y mira pensativo el fuego que encendí antes como un gesto
romántico para Sutton. Ahora todo lo que parece hacer es que mi apartamento se 267
sienta sofocante.
—¿Por qué estás aquí? —pregunto sin rodeos, porque mi padre y yo hace mucho
que pasamos el punto de nuestra relación en el que tenemos que andar de puntillas
el uno con el otro.
—No, no lo harás —le digo rápidamente, porque escuchar a mi padre sonar tan
considerado me está asustando un poco.
Está evocando una emoción dentro de mí que este mismo hombre me había
condicionado a ignorar, y siento que esto podría ser una trampa. Tal vez esté
haciendo esto para ver si demuestro ser el hombre débil y delicado que siempre me
acusó de ser.
—Sí, lo hago —dice mi papá con firmeza y con un tono que me dice que no
vuelva a interrumpir—. Esto es difícil para mí… admitirlo ante ustedes, pero es
necesario hacerlo. Me equivoqué en muchas cosas que te hice mientras crecías. Soy
alcohólico y mi forma de beber me llevó a hacer cosas de las que me avergüenzo
mucho. 268
—Papá… —trato de interrumpir.
—Estoy aún más avergonzado de que algunas de las cosas que te hice…
probablemente las habría hecho incluso sin que el alcohol me quitara las
inhibiciones… tan desesperado estaba por convertirte en una estrella. Esa es
probablemente mi mayor vergüenza.
Ninguno de los dos me parece correcto, así que digo las palabras que él quiere
escuchar.
Sus planes son irse por la mañana a casa, porque yo me voy para mi viaje de
juego por carretera. Así que esta noche tenemos que empezar a forjar algún tipo de
relación nueva antes de tomar caminos separados.
Metí una pizza congelada en el horno y ahora la estoy cortando mientras él entra
en la cocina, con el cabello todavía húmedo. No pierde el tiempo, cortando al otro
elefante en la habitación.
Su disculpa, aunque sincera y aceptada, no hace nada para borrar los años que
me dictó sobre cómo debía modelar mi comportamiento, por lo que se me ponen los
pelos de punta.
—¿Qué? ¿Quieres decir que no me vas a decir cuál es mi problema? ¿No me vas
a decir cómo corregirlo?
Pongo un par de rebanadas de pizza en dos platos y los llevo a la mesa, dejando
el suyo frente a él. Después de tomar mi silla, lo miro mientras picoteo un pepperoni.
—No puedes enfocar tu cerebro en algo, tal vez esté enfocado en otra parte —
ofrece, y sé que esto es una bofetada directa a Sutton.
—Bueno, vamos a ver —le digo con sarcasmo—. Tal vez porque mi papá es un
borracho y se está suicidando. Tal vez porque mi papá estuvo en rehabilitación y yo
estoy lidiando con toda esa mierda.
Al menos mi papá tiene la gracia de sonrojarse con mis palabras, pero su tono es
de censura.
—Mira, Alex… Sé que estás enojado conmigo y tienes todo el derecho de estarlo.
Me equivoqué. Pero también hice lo correcto. Eres una superestrella. Tienes una
carrera increíble y más dinero del que sabes qué hacer con él. Hay algunas cosas por
las que podrías agradecerme, tal vez.
Es surrealista cómo sus palabras tienen un aguijón de verdad, a pesar de que sus
métodos eran en su mayor parte completamente barbáricos.
Aunque cada célula de mi cuerpo quiere oponerse a lo que dice, no puedo decir
que la idea no se me haya pasado por la cabeza. Que tal vez mi enfoque está
demasiado fracturado, entre mi nuevo amor por el juego, una nueva novia que está
enamorada de mí, pero por la que todavía tengo que descubrir realmente mis
sentimientos, y mi padre alcohólico, que podría morir.
Cortar el juego no era posible, porque después de todo, eso es lo único que puedo
decir que es mi mejor oportunidad de éxito.
Entonces, eso deja a Sutton, y solo darle crédito a esta idea hace que mi estómago 271
se revuelva con ácido amargo. Pero desafortunadamente, ella es lo más nuevo en mi
vida. Es la gran desconocida y, con mucho, el mayor riesgo.
Algunos dirían que sentir es bueno. Otros, como mi papá, y claramente esto
resuena con mi forma de pensar, podrían decir que podría distraerme. Quizá sea
mejor permanecer helado, como la superficie sobre la que juego.
Han pasado quince días, seis horas y veintisiete minutos desde que me rompió
el corazón.
Ojalá no entendiera por qué lo hizo, porque sería más fácil hundirme en el odio
y la amargura, lo que estoy segura detendría el dolor que emana del centro de mi
pecho. Pero lo entiendo, en formas que la mayoría de los demás nunca lo harían.
Tuve una sesión de asesoramiento increíble con Mara. Parecía saludable, aunque
no del todo feliz. Sin embargo, me había dicho las palabras que anhelaba escuchar,
que se mantenía fuerte para luchar contra su deseo de usar metanfetamina
nuevamente. Más importante aún, sus padres habían accedido a venir y hablar
conmigo la próxima semana. No tenía muchas esperanzas de que lo lograran, porque
sabía lo fácil que era hacer esas promesas, pero muy difícil cumplirlas. Aun así, me
sentía más segura de que Mara estaba tomando las medidas correctas para no
desviarse por el mismo camino destructivo que sus padres.
Cosmo me llamó.
Lo cual en sí mismo no es tan extraño. Me ha llamado a lo largo de los años por
una variedad de razones.
Ese día llamó desde el vestíbulo de Crested Pine, que es un excelente centro de
rehabilitación local a solo un condado de distancia. Se estaba preparando para entrar,
con la esperanza de que cinco veces fuera un encanto cuando se trataba de limpiarse.
Me llamó sabiendo que no habría forma de comunicarse durante los próximos treinta
días, pero consideró importante que yo supiera que estaba dando el paso.
Me dijo que estaba haciendo esto por sí mismo, pero más que nada, esperaba
que fuera yo quien realmente se beneficiara a largo plazo.
Eran las palabras perfectas y algo en el tono de su voz me hizo pensar que podría
hacerlo esta vez.
Pero ahí es donde se puso el sol y las nubes oscuras se abalanzaron sobre mí.
Dramático, lo sé, pero eso es exactamente lo que sentí.
Alex voló de regreso a la ciudad de su viaje por carretera del juego, que siguió a 273
la aparición inesperada de su padre en su apartamento. Nunca llegué a ver a Alex en
Nochebuena, pero me llamó para decirme lo que estaba pasando y que su padre había
salido antes de rehabilitación. Parecía estresado e hice todo lo posible para asegurarle
que existía la posibilidad de que su padre estuviera bien. En mi mente, sabía que lo
más probable era que recaería, ya que no había terminado el programa, pero no
quería preocupar más a Alex.
Así que le deseé una feliz Navidad, le dije que lo amaba y le deseé buena suerte
en sus próximos juegos. Me agradeció en silencio por los buenos deseos, ignorando
las palabras de amor que le di.
Recuerdo darme una mirada en el espejo del baño antes de que él llegara esa
noche, riéndome para mis adentros. Mis ojos brillaban y bailaban con entusiasmo
por ver a Alex, y casi podía imaginar cómo se debe sentir un drogadicto justo antes
de recibir su próxima dosis.
Sonó el timbre de mi puerta y casi chillé de alegría, pero no lo hice, porque era
una mujer profesional madura. Sin embargo, eso no detuvo la sonrisa kilométrica
que estaba en mi rostro mientras prácticamente corría por el pasillo hacia la sala de
estar.
—Te extrañé.
—Alex —dije en voz baja y di un paso hacia él con mi brazo extendido—. ¿Qué
pasa?
Dio un pequeño paso hacia atrás y luego se alejó de mí, pasándose los dedos por
su cabello oscuro. Sus hombros estaban tensos cuando caminó y se sentó en el sofá.
Alex giró su cuerpo en el sofá, así que cuando me senté junto a él, estaba frente
a mí. Puso un brazo sobre el respaldo del sofá, poniendo su mano cerca de mi cabeza.
Me animó brevemente cuando extendió la mano y acarició mi cabello con las yemas
de los dedos, y me entristeció igualmente cuando los apartó.
—Me estás asustando un poco aquí —traté de bromear, pero salió lleno de
pánico y necesidad.
Sus ojos se levantaron para encontrarse con los míos y estaban tristes y un poco
distantes.
—He estado pensando un poco —comenzó y mi estómago empezó a hacerse un
nudo—. Sobre nosotros. Sobre mi carrera… mi papá. Solo un montón de mierda que
he estado procesando en mi cabeza.
—Has tenido mucho estrés contigo —estuve de acuerdo, estirando la mano para
frotar mis dedos en su rodilla.
Alex me dio una pequeña sonrisa y luego se deslizó hacia adelante en el sofá
para sentarse en el borde del cojín. Esto efectivamente desalojó mi mano y la pérdida 275
de contacto con él me dejó fría. Apoyó los codos en las rodillas, con las manos
colgando mientras miraba al suelo. Dando una especie de risa impotente, dijo:
—Lo irónico es que… tú eres la que hizo que volviera a amar el juego. Es
únicamente tu crédito que incluso me importa una mierda estar decepcionando a mi
equipo.
—Tú… que no sabías nada sobre el juego de hockey, sobre lo que se necesita
para triunfar en esta liga. La chica que tenía que buscar en Google qué era un triplete.
Renovaste mi espíritu a la hora de jugar al hockey.
Con sus palabras apagándose, Alex volvió a mirar hacia adelante para mirar al
suelo.
Necesitaba que lo dijera porque ya podía saber por el tono abatido en su voz y el
lenguaje corporal derrotado lo que vendría después.
—Pero —continuó donde lo dejé—, creo que tú puedes ser la que me está
distrayendo de mi juego.
De acuerdo, tal vez no sea ahí donde pensé que iba la conversación. Sentí que
estaba en medio de lo que iba a ser una ruptura muy dolorosa, pero no pensé que
Alex me culparía por su mala actuación. En todo caso, pensé que diría que esto se
estaba moviendo demasiado rápido, o que simplemente no estaba listo para una
relación comprometida.
Levantándose lentamente del sofá, dio un paso hacia mí, pero no hizo ningún
movimiento para tocarme.
—Tengo muchas cosas sucediendo en mi vida en este momento. Una carrera que
podría estar al borde del colapso, un padre enfermo y alcohólico y…
—Yo —le dije con enojo—. Me tienes. Para apoyarte, para ayudarte, para
amarte. Pero tú no me ves así, ¿verdad?
—¡Eso no es lo que estoy tratando de decir! —me gritó, sacando las manos de
los bolsillos y tirándolas a un lado sin poder hacer nada.
—No entiendo —dije, mi voz temblaba—. Pensé que teníamos algo especial.
Caminando detrás de mí, Alex puso sus manos sobre mis hombros y se inclinó
para besarme en la parte superior de mi cabeza. Su voz era suave pero el tono
resonante de finalidad atravesó mis tímpanos.
Mis respiraciones eran superficiales y me había excitado hasta una furia latente.
Alex estaba empezando a enojarse como lo evidenciaban las manchas rojas en sus
mejillas.
—Guárdatelo —lo interrumpí—. Sé más de lo que crees que sé, así que no puedes
mentirme. No digo que sea fácil de superar, Alex, porque no lo es. Es jodidamente
duro como el infierno. ¿Pero sabes cómo lo superas?
La mirada de Alex cayó al suelo, y me di cuenta por la forma en que sus hombros
se hundieron que mis palabras dieron en el blanco. Esperé ese momento crucial, en
el que tal vez él decidiera aceptar el desafío que le planteé y comenzara a reconstruir
su vida. Esperé con esperanza a que se diera cuenta de que una oportunidad de amor
vale la pena el trabajo duro y el dolor.
—Lo siento.
—Soy Sutton.
—Un señor Garrett Samuelson. Quiere saber si tienes algo de tiempo para él.
—¿Qué lo es? —digo, jugueteando con mi corteza, pero sin hacer ningún
esfuerzo por darle un bocado.
La visita de Garrett fue una completa sorpresa. Sugirió que comiéramos algo, así
que vinimos a una pizzería local que estaba a pocas cuadras de mi oficina.
—Ese aspecto de “alguien pateó a mi cachorro” que tanto tú como Alex llevan
estos días. Me deprime.
—Solo digo…
—Porque estoy preocupado por Alex. No me dirá lo que pasó, solo que
terminaron.
—Tengo la intención de hacerlo —dice con una sonrisa maliciosa—. Solo quería
hablar contigo y ver cuánto tendría que humillarse para ganarte.
Sin embargo, mataría por que él se diera cuenta de que se equivocó. Que dejarme
ir, dejarnos ir, estuvo mal. Sería feliz con unas pocas palabras simples diciéndome
exactamente eso.
—Él no tiene que arrastrarse —expreso mis pensamientos en voz alta—. No soy
ese tipo de mujer.
—Me alegra saberlo —dice con la boca llena de comida.
—Es discutible de todos modos. Alex no cree que esto haya sido un error. Él cree
que necesitaba hacer esto en beneficio de su carrera.
—Porque creo que fuiste una de las mejores cosas que le pasó. Lo tienes jugando
mejor que nunca y amando el juego nuevamente. No soy ciego ni estúpido.
—Importará una vez que termine con él —dice con picardía. 281
Me inclino sobre la mesa, pongo mi mano en su antebrazo y cuando tengo toda
su atención, con firmeza digo:
—No lo hagas. Simplemente no lo hagas, ¿de acuerdo? Déjalo ser. Tomó esta
decisión porque le dio algo de tranquilidad, y no depende de ti ni de mí quitarle eso.
—No estoy jugando, Garrett —le digo, inclinándome sobre la mesa y clavando
mis dedos en su brazo—. No está destinado a ser.
—¿Lo juras?
282
Capítulo 29
Alex
—Amigo —dice Garrett después de tomar un sorbo de su cerveza—. Tenemos
que hablar de Sutton.
—La vi el otro día, y me hizo prometer que no diría nada, pero al carajo… Soy
un asco cumpliendo promesas.
—¿Está bien? —pregunto con urgencia, porque todo tipo de cosas horribles
pasan por mi mente.
283
Está enferma de cáncer y solo le quedan unos días de vida.
O la despidieron.
Mi ritmo cardíaco cae en picada al escuchar eso y mis defensas entran en juego.
—¿Y qué?
Pero soy sincero con mi alma cuando pienso: Estoy lejos de estar bien. Soy miserable.
—Eres un gran poeta —me burlo, solo para ocultar el hecho de que sus palabras
golpean profundamente.
—¿Qué sabes tú? —digo con la mirada más sarcástica que puedo reunir—. Sr.
Ámalas y Déjalas es ahora un filósofo del amor.
Es, sin duda, la cosa más tonta que he hecho en mi vida, soltarla. Estaba tan
envuelto en mi propia miseria que no podía ver lo que tenía justo frente a mí.
Y estaba asustado.
La extraño mucho.
Sin embargo, nada de eso importa. Porque tan seguro como que estoy sentado
aquí, no hay duda en mi mente que jodí esto sin posibilidad de reparación. Le hice
lo mismo que hizo Brandon. Dejé en claro que ella no era lo suficientemente buena
en ese momento. Brandon quería ir tras un poco de cola, y yo quería ir tras algún
tipo de paz que nunca estuvo en el camino que elegí.
—A ninguna parte.
—Sí… ¿Recuerdas esa parte en la que te dije que era un hijo de puta inteligente?
Bueno, voy a aventurarme aquí y decir que estuviste silenciosamente de acuerdo
conmigo en que hiciste un movimiento estúpido y que estabas dándole vueltas a la
idea de que realmente no podías solucionar el problema.
Mi mandíbula cae abierta solo un poco.
—¿Y? —insto.
Sus palabras son simples, pero causan que la euforia se hinche dentro de mí.
Seguramente pensé que lo arruiné todo con Sutton. En mi mundo, las cosas son en
blanco y negro, y el perdón es un concepto extraño y una píldora difícil de tragar.
—¿En serio? —pregunto, sonriendo por lo que apuesto es la primera vez en más
de dos semanas.
—Bueno, dijiste que no es necesario humillarse, pero creo que Sutton se merece
algo más que una simple disculpa. Tengo algo en mente y necesito tu ayuda, y
también la de Glenn.
287
Garrett acaba de salir de mi apartamento y hemos elaborado un plan sólido que,
en mi opinión, pondrá a Sutton en una posición en la que no tendrá más remedio
que aceptarme de nuevo. Tuvimos que llamar a Glenn primero, para asegurarnos de
que estaba a bordo, porque es fundamental para la trama.
El pequeño no estaba feliz de saber de mí, lo cual era más que adorable. Quiero
decir, soy su ídolo de hockey, pero él adora el suelo sobre el que camina Sutton
mucho más que mi tierra firme.
—Hola.
Me dijo:
Tuve que hablar rápido para que no me colgara, pero, por fortuna me escuchó y,
después de mucho servilismo de mi parte, finalmente accedió a ayudarme. Garrett
tenía asegurada su parte del plan y planeaba reunirse con Glenn mañana para el
traspaso.
Me dio un golpe de puño y una sonrisa antes de irse, diciendo:
Ahora lo único que me quedaba por hacer antes de reclamar lo que era mío y lo
que tan tontamente dejé escapar, era hacer una llamada telefónica muy importante.
—Hola, papá.
Suena jovial y claro, lo cual es una buena señal. Supongo que eso significa que
se mantiene sobrio, una preocupación que me inquieta todos los días desde que me
visitó hace unas semanas.
—Solo llamo para ver cómo estás. Entonces, ¿cómo van las cosas?
288
—Van bien —dice con indiferencia.
Estoy en silencio porque suena realmente feliz por eso. Y de verdad estoy feliz
por eso, pero eso no significa que haya ganado la batalla.
Puedo escuchar a mi papá tomar una respiración profunda y dejarla salir, luego
dice en voz baja:
—¿Qué pasa?
—No lo dije en serio cuando te dije que te perdoné —le digo sin rodeos y luego
contengo la respiración por su reacción.
—Ya veo —dice con tristeza, y puedo decir que está herido. 289
Antes de que pueda decir algo más, le digo lo que realmente necesita saber.
—Alex…
—Pero —lo interrumpo rápidamente, para poder darme prisa y pronunciar las
palabras y aliviar su dolor—. Quiero decírtelo de nuevo… ahora mismo… y hacerte
saber que te lo quiero dar. Necesito dártelo y lo digo en serio.
—Eso significa mucho, amigo. Y entiendo que hay una diferencia. Ahora me
has perdonado de verdad.
—Sí —le digo en voz baja—. De verdad te perdono por las cosas que me hiciste.
Quiero que tengas paz con eso, porque lo hago.
—Gracias, Alex —dice mi papá con sinceridad—. Haces que tu viejo se sienta
orgulloso. Has alcanzado algunos logros increíbles en la vida y no pensé que podría
estar más orgulloso, pero te has superado a ti mismo. Creo que esto muestra la
verdadera medida de qué tipo de hombre eres, y que Dios me ayude, no hice nada
para crear eso. Lo hiciste por tu cuenta y es lo más orgulloso que he estado de ti.
Puedo sentir que me pican los ojos porque mi papá me ha ofrecido palabras que
nunca pensé que escucharía. Mi corazón se oprime casi dolorosamente, pero luego
se relaja de inmediato, y juro que literalmente puedo sentir que la oscuridad se libera
hacia afuera.
—Claro —dice simplemente y con eso, hemos creado tantos vínculos padre-hijo
como podemos manejar.
—Necesito decirte algo más —digo rápidamente porque quiero terminar esta
conversación con probablemente la razón más importante por la que llamé—. Te
equivocaste con Sutton… que sería una pérdida de tiempo centrar mi atención en
ella. Que mi carrera era más importante que cualquier cosa que pudiera tener con
ella. Es por Sutton que te perdono. Es porque ella es lo mejor que me ha pasado en
mi vida, y para tenerla, necesito superar mi dolor. Solo puedo hacer eso dejándolo
ir… perdonándote. Si no la quisiera tanto, probablemente no estaría teniendo esta 290
conversación contigo en este momento.
—Bueno, una cosa que sé de mi hijo… no hay nada que pueda impedir que
alcance el éxito cuando se lo propone.
—Así es —coincido en voz baja con mi padre—. Y eso es definitivamente algo
que tú me enseñaste.
291
Capítulo 30
Sutton
Estoy incómoda, sentada aquí en la primera fila, justo en el cristal a la izquierda
del banco de Cold Fury. No quería venir a este juego. Demonios, no quiero ir a otro
partido de hockey nunca más, porque los recuerdos son demasiado amargos.
Y maldita sea Garrett Samuelson. Le envió dos boletos a Glenn, lo cual pensé
que era el gesto más dulce de todos, y asumí que papá-Jim iría con él. Pero Glenn
me rogó que fuera.
Y por supuesto, capitulé. No quería que Glenn perdiera esta oportunidad porque,
seamos sinceros, Garrett iba a desaparecer de la escena. Desarrolló un gran vínculo
con Glenn durante el Día de Acción de Gracias y ha estado en contacto con él varias
veces, pero ahora que Alex y yo terminamos, estoy segura de que la atención de
Garrett en Glenn se disipará.
Así que aquí estamos sentados en la arena de Cold Fury, con el rostro de Glenn
presionado contra el vidrio esperando que los equipos salgan para un calentamiento.
Solo para demostrar que realmente había cortado los lazos con Alex, ni siquiera usó
la camiseta que Alex le había dado, eligiendo en su lugar usar una simple sudadera
negra de Cold Fury para el juego.
Yo, en cambio, no tuve ningún problema en mostrar mi apoyo a Alex como
jugador y me puse la camiseta que me regaló. Estaba aquí para ver un partido de
hockey con Glenn y “cuando estás en Roma”…
La música rock a todo volumen resuena en los altavoces y una pequeña ovación
surge de los fanáticos de los visitantes cuando el otro equipo toma el hielo para los
calentamientos. Esto hace que mi pulso se acelere porque sé que dentro de unos
minutos, Cold Fury estará fuera y Alex estará a solo unos metros de mí.
Un rugido ensordecedor sale de los fanáticos de Cold Fury, y sé que eso significa 293
que el equipo está llegando al hielo. Desde la periferia, puedo ver a Glenn golpeando
el vidrio y gritando el nombre de Garrett, así que sé que al menos ahora está en el
hielo. Me las arreglo para no mirar hacia arriba, pero estoy segura de que no veo
nada en mi teléfono celular ya que mi visión está un poco borrosa por tratar de evitar
que mis ojos busquen involuntariamente a Alex.
Empiezo a darme cuenta de que algo no está del todo bien cuando Glenn se
queda quieto y ya no grita. Incluso mientras observo fijamente mi teléfono celular,
puedo ver que su cuerpo se gira para mirarme, así que debe haber algo mal si no está
concentrado en la acción del hielo.
Solo me mira, de una manera tan íntima, que los sonidos de la arena parecen
extinguirse y solo queda un bendito silencio que nos envuelve a los dos.
El movimiento hacia un lado hace que nuestra mirada se rompa y deslizo mis
ojos para ver a Garrett patinar y detenerse a unos metros de Alex. Apoya los brazos
sobre su bastón y me mira con una sonrisa maliciosa.
Entonces Alex se mueve y mi atención vuelve a él. Arroja su bastón y sus guantes
al hielo y se inclina hacia el cristal, haciendo qué, no tengo ni idea. Por un breve
segundo, se ha ido de la vista y luego se pone de pie de nuevo. Patina hacia atrás
unos metros y me sorprende ver que tiene una pila de cartulinas en la mano.
Me sonríe y mi rostro se pone rojo cuando me doy cuenta de que se está 294
preparando para hacer algo en una arena muy pública frente a varios miles de
personas. Miro rápidamente a izquierda y derecha, y seguro como la mierda, todos
los que están cerca miran directamente a Alex con curiosidad.
Una breve mirada a Glenn lo muestra sonriendo como un tonto, y me doy cuenta
de que probablemente voy a asesinar a mi hermano pequeño más tarde. Mi mirada
se desliza de nuevo hacia Alex, y está claro que está esperando pacientemente a que
mi atención permanezca en él.
Sosteniendo las cartulinas frente a este pecho, tira la primera y la arroja al hielo,
revelando una debajo con algo escrito.
Mis ojos se disparan desde la cartulina para encontrarse con los de Alex y puedo
ver la disculpa nadando allí también. Retira esa, lanzándola al hielo, y leo la siguiente
debajo.
Mis ojos se elevan de nuevo para encontrarse con los suyos, y ahora lo veo
sonriéndome. No puedo evitar que mis labios se curven hacia arriba en respuesta.
Me revela la siguiente cartulina y mi sonrisa se hace aún más grande.
Garrett, como un niño grande que es, había visto la película y recomendó esto como una
idea para recuperarte…
La risa de los fanáticos que están viendo esto estalla a mi alrededor y yo también
tengo que reírme. Miro a Garrett y él está lanzando dagas a Alex, quien le devuelve
una sonrisa tímida antes de volverse hacia mí.
Y la siguiente.
No me rendiré.
Y la siguiente cartulina.
Los vítores ahora han comenzado a recorrer la arena ya que todos están viendo
lo que está sucediendo. Miro hacia el banco de jugadores y los entrenadores están
mirando, no muy contentos con esta exhibición, pero no lo detienen.
Alex tira la cartulina al hielo y estoy mirando lo que creo que es el último
mensaje que tiene para mí esta noche.
Por favor, di que me darás otra oportunidad.
—Estás en tantos problemas —le gruño, pero él solo sonríe más ampliamente.
Mirando las cartulinas, veo que una dice “Sí” y la otra dice “No”.
Sí.
296
Su rostro estalla en una sonrisa llena de alivio y felicidad. Puedo decir por la
mirada que me está dando que esta es una elección de la que nunca me arrepentiré.
¿Todavía me amas?
Las lágrimas comienzan a llenar mis ojos. Asiento mientras vuelvo a levantar la
cartulina Sí, y la multitud ruge en señal de aprobación.
Me sorprende cuando Alex deja caer esa cartulina al hielo y la siguiente dice: No
te arrepentirás.
Antes de que pueda siquiera mirarlo para que sepa que ni siquiera es posible que
eso suceda, deja caer la cartulina al hielo.
¿No crees que Garrett es una niña grande por ver Love Actually?
La multitud se vuelve loca y es en este punto que veo que todo este escenario se
muestra en el Jumbotron de arriba. Le doy a Alex una mirada de desaprobación y
levanto la cartulina No para que la vea.
Para demostrar lo bien que Alex me conoce y sabía cuál sería mi respuesta, no
puedo decir que me sorprenda mucho cuando deja caer la cartulina y la siguiente
dice: Genial. Supongo que tendré que verla contigo en algún momento.
Asiento hacia él con una sonrisa, sin siquiera molestarme en mostrar una
cartulina para que la vea.
Alex patina hacia adelante, acercándose al cristal. Doy un paso adelante para
descansar mis manos al lado de mi cabeza y acercarme lo más posible sin empañar
la superficie lisa.
Antes de alcanzarme, deja caer otra cartulina y miro hacia abajo para leer la
siguiente, Tengo que ir a jugar al hockey ahora.
Deja caer la última cartulina y sus manos están vacías. Acercándose al cristal,
coloca sus manos frente a las mías y juro que casi puedo sentir su toque incluso a
través de la barrera.
Alex me mira con tanto amor que siento las piernas como gelatina. El sonido de 297
la multitud vuelve a apagarse, no porque hayan dejado de animar, sino porque he
elegido centrarme solo en Alex.
Elegí mirar a este hombre, que me ama y a quien yo amo a cambio, y me abruma
el conocimiento de que nada más importa excepto lo que tenemos.
Sosteniendo mi mirada por solo otro breve momento, Alex gesticula las palabras:
Te amo antes de guiñarme un ojo y salir patinando.
—Oh, Alex —gimo mientras se hunde en mí con un empujón seguro, mis manos
agarrando sus hombros con fuerza.
Esto va a ser algo de sexo estelar, puedo decirlo. Alex y yo no solo nos hemos
reconectado y reclamado nuestro amor públicamente, sino que Cold Fury pateó
algunos traseros importantes esta noche, ganando 6-2. Alex tuvo dos goles y dos
asistencias, y sí, estoy muy orgullosa de él.
—Te amo.
Me pruebo en sus labios, porque cuando le abrí la puerta de mi casa esta noche,
me llevó a mi habitación y me desnudó. Después de empujarme de vuelta a la cama,
metió la cara entre mis piernas y no volvió a salir a la superficie hasta que me hizo
correrme dos veces.
Ahora sus besos se están volviendo un poco más urgentes y mucho más
profundos. Hace un movimiento tentativo de sus caderas y maldita sea… él va un 298
poco más profundo aún.
—No lo hagas —susurro y coloco mis dedos contra sus labios—. Está todo
perdonado.
Me mira desde arriba, su cabello oscuro cuelga hacia adelante y sus ojos brillan
con el suave resplandor de mi lámpara. Inclinando sus caderas hacia atrás, sale de
mí y luego empuja hacia adentro lentamente… todo mientras sostiene mi mirada.
Lo vuelve a hacer... tirando más hacia fuera, empujando hacia atrás solo un poco
más profundo.
Apoyándose sobre sus codos por encima de mí, Alex me da una cálida sonrisa
antes de inclinarse y besarme en la frente. Luego rueda hacia un lado, llevándome
con él y arropándome para abrazarme.
—Te amo, Alex —le digo, porque él lo dijo por última vez y nunca me dio la
oportunidad de corresponder.
—No puedo creer que estés en mis brazos ahora mismo. Pensé que te había
perdido para siempre.
—Creo que supe a los cinco minutos de salir por tu puerta que había cometido
un error, pero era demasiado terco para admitirlo. Cada día que pasaba, comencé a 299
aceptarlo más… que me equivoqué al dejarte ir. Pero cada día que pasaba, me
convencía de que habías seguido adelante. Que te había lastimado demasiado.
—Entendí por qué lo hiciste, Alex. No estaba de acuerdo con eso, pero lo
entendía.
—Entendí que estabas luchando con conceptos que te eran muy extraños,
especialmente después de haberte criado en un ambiente en el que debías evitar toda
interferencia externa en tu carrera. Estabas librando años de entrenamiento y
moldeado contra solo unas pocas semanas de tener un vistazo de lo que podría ser el
amor. Creo que a la mayoría de las personas les habría resultado difícil intentar el
amor y no simplemente volver a lo que conocían… la seguridad.
—Sí —digo con una sonrisa—. Él admitió que incluso te prometió que no lo
haría, pero creo que sus palabras exactas fueron: ‘Soy un asco para cumplir las
promesas’.
—Sí, lo habría hecho. Pero al menos de esta manera, se hizo mucho antes.
Serpenteando mi mano más abajo, deslizo mis dedos sobre el pene de Alex, que
comienza a hincharse por el ligero toque.
Alex extiende su mano hacia abajo, cubriendo la mía y obligando a mis dedos a
envolver su longitud. Cuando lo tengo a mi alcance, Alex me agarra con más fuerza,
lo que hace que lo apriete casi con fuerza.
Con un giro de sus caderas, se empuja dentro de mí, y siento un placer tan
exquisito que las lágrimas pinchan en mis ojos mientras un gemido sale de él.
301
Epílogo
Alex
Todavía… tenía que enlistar la ayuda de Minnie. No me había costado nada
salvo escucharla gritar al teléfono cuando la llamé la semana pasada para discutir mi
plan. Era su trabajo asegurarse que el horario de Sutton para comer hoy se
mantuviera libre.
Este plan ha estado dos semanas haciéndose y se está preparando para descender
un poco. Sutton no tendrá idea de lo que la golpeó y no puedo esperar a ver su rostro.
Mientras abro la puerta del centro de crisis, Minnie me da una gloriosa sonrisa y un
guiño.
¿Cómo es que he estado con Sutton por casi ocho meses ahora y aun me siento
lleno de emoción nerviosa cada vez que me preparo para verla? ¿Por qué nunca se
vuelve aburrido, y cómo es que le puedo pertenecer a alguien tan completamente?
Se me acerca, inclinando la cabeza para un beso que sabe que viene. Agarro la
parte posterior de su cabeza ligeramente y toco su frente con mis labios. Sin lengua
enfrente de la Srta. Minnie.
—Es un día tan lindo afuera… pensé que podíamos salir a comer. ¿Te interesa?
Tomo su mano en la mía y caminamos por la calle South Saunders junto con los
demás trabajadores del centro de la ciudad para conseguir algo de comer. Mis nervios
están comenzando a encenderse y espero que mi mano no esté sudando.
Cuando llegamos al Café Lina, la anfitriona me está esperando, pero como lo 303
planeé, ella no muestra ni pizca de reconocimiento. Sutton habla alegremente de
hablar con Cosmo esta mañana y, aunque me interesa mucho cómo le va, mi mente
está más ocupada en asegurarse de que todo salga bien.
Nos indican una mesa en la acera exterior y supero el primer obstáculo, aterrado
de que Sutton insista en sentarse dentro. Si lo hubiera hecho… a fin de cuentas no es
gran cosa, pero habría hecho que esto no fuera tan perfecto como podría ser. Le
tiendo la silla que dará la espalda a Sutton a la calle y, una vez acomodada, tomo la
otra silla.
Mis noches, sin embargo, son las mejores de todas. Sutton llega a casa del trabajo
y a menudo tengo la cena preparada; sí, he aprendido a cocinar… bueno, a la parrilla,
sobre todo. Comemos en su terraza trasera y me cuenta su día de trabajo. Yo le
cuento los chistes verdes que me contó Garrett, lo que suele hacer que ella arrugue la
nariz con desagrado. A veces nos sentamos fuera y hablamos durante horas. En otras
ocasiones jugamos a un juego o incluso vemos la televisión. Sin embargo, nueve
veces y media de cada diez, terminamos la velada conmigo penetrando su hermoso
cuerpo y luego nos dormimos abrazados.
—¿Tu papá fue capaz de llamarte hoy? —pregunta Sutton y vuelve a enfocar mi
cabeza y lejos de las imágenes llenas de sexo que estaban a punto de invadir mi
cerebro.
304
—Sí —digo mientras le hago señas a nuestra camarera para que se acerque a la
mesa—. Pero pidamos nuestro postre primero, luego te diré todo sobre ello.
—No, gracias —dice ella justo antes de limpiarse la boca y luego colocar su
servilleta sobre su plato.
—¿No, gracias? —digo con una ceja alzada hacia ella—. Este es el Café Lina.
Ellos hacen tu postre favorito, el pastel de chocolate de diez capas.
—Lo sé, pero siempre me estás dando chocolate. Voy a parecer hipopótamo si
no me detengo.
—Está bien —dice con un rudo deseo, y mierda, quiero arrastrarla fuera de aquí
en este momento y llevarla a la casa.
Me doy cuenta de que a Sutton solo le quedan unos pocos bocados de su pastel,
y está tan absorta en lo que estoy diciendo que no presta atención. 305
—Así que todavía podemos ir a visitarlo dentro de una semana, ¿no? —me
pregunta, y luego da el último mordisco a su pastel, sin apenas mirarlo mientras la
come con los ojos clavados en mí.
Me sonríe con culpabilidad y luego mira su plato vacío. Este es el momento que
estaba esperando, y los ojos de Sutton se llenan de lágrimas mientras mira las migajas
que ha dejado. Porque el plato tiene un mensaje para ella. Es una pregunta muy
simple, en realidad.
Sus ojos se levantan hacia los míos y se le escapa una sola lágrima. Le sonrío
suavemente y se la limpio.
—Te amo —dice con tanta felicidad en su voz que casi me pongo a llorar—. Ser
tu mujer haría realidad todos mis sueños.
Sutton gira su cabeza lentamente hacia mí, su boca abierta. Empujo mi dedo
debajo de su barbilla para cerrarla.
—Síp. Puedes elegir cualquier anillo en la tienda que quieras, sin embargo, he
hecho que el señor Finneman saque varios que me gustaron. Pero es completamente
tu elección.
—Verdad —confirma.
Sutton asiente con una sonrisa tonta en su rostro, y si tuviera que adivinar, creo
que podría estar un poco adormecida en el cerebro por todo esto. Se acerca a la
vitrina, donde el señor Finneman saca varios expositores de terciopelo con filas y
filas de anillos de diamantes.
—No —dice Sutton mientras levanta una mano—. Solo quiero ver los que le han
gustado a Alex.
—Sutton, puedes tener cualquier anillo de esta tienda. Puede que no te guste lo
que he elegido.
—Sí, me gustará —dice ella con firmeza. Luego, levantando los ojos hacia el
señor Finneman, reitera—. Solo los que le gustan a Alex.
El señor Finneman le dedica una amable sonrisa y sus ojos brillan. Saca el
expositor de terciopelo que tiene los anillos que he elegido. Hay siete en total y
ninguno de ellos tiene un precio inferior a cinco cifras. Oh, ¡bueno! No he gastado
nada de mi dinero en nada bonito en seis años, así que ya es hora de derrochar un
poco.
—Oh, Alex —dice Sutton maravillada mientras mira los anillos—. Son todos tan
bonitos. Son demasiado.
—En lo que a ti respecta, no hay nada que sea demasiado —le digo y la beso en
la cabeza—. Ahora pruébate cada uno.
—Eres demasiado.
Sutton y Shelley se abrazan, lloran y ríen. Sutton se vuelve hacia mí con las
mejillas manchadas de lágrimas y gesticula un Te amo. Yo solo le devuelvo la sonrisa,
porque esto no ha sido nada.
No hay nada que no haría por esta mujer. No hay nada a lo que no renunciaría,
nada que no sacrificaría por ella. Es la persona más importante de mi vida y siempre
lo será, porque me mostró que la vida consiste en superar las luchas y abrirse a las
posibilidades. Ella dio color a mi existencia, que de otro modo sería gris, y por eso le
debo todo.
A Sawyer le gusta su Bloody Mary fuerte, sus martinis secos y a sus héroes una
combinación de ambos. Cuando no está dándole vida a un romance ficticio, Sawyer
es chofer, estilista, chef, criada y asistente personal de una hija muy activa, como
también sirviente de jornada completa de sus adorablemente traviesos perros. Cree
en el bien de los demás, y que un mal día puede curarse con una gran ejercitación,
pastel o incluso mejor, ambos.
Cold Fury #2
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