Introducción A Kant Versión 1

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ESTUDIOS

GENERALES
LETRAS

PRÁCTICA DIRIGIDA
Curso: Ética (FIL-122)
Jefes de Práctica: Jonathan Alvarado, Diana García y Jefferson Vallejos
Horario: 0581

Introducción a la Fundamentación de la metafísica de las costumbres

Antes de abordar el texto se explicará algunas nociones previas para poder tener una mejor
comprensión del mismo. Por lo que se explicará brevemente algunos conceptos como a priori,
libertad, voluntad, máxima, buena voluntad y autonomía.

1. Sobre las ideas a priori

Según nuestro autor, hay ideas que pre-existen a la experiencia. Es decir, no es necesario que
apelemos a alguno de nuestros sentidos para aseverar su existencia. Por ejemplo: lo infinito.

Claramente no hay hombre en este mundo que pueda experimentar de lo infinito, esta idea no
es más que el ejercicio mental para entender que existe la infinitud como el antónimo de la
finitud (la propia existencia del hombre, por ejemplo). Esta idea descansa en el principio lógico
de A es distinto de ~A. Si hay algo que es finito necesariamente existe lo infinito, lo mismo pasa
con lo largo y lo corto, lo ancho y lo delgado, o lo bueno y lo malo. Estas relaciones siempre
descansan sobre un principio que es puramente racional, a esto se le llama idea a priori. Si
vemos que algo es largo, no es necesario salir a buscar algo que se le oponga, para confirmar la
existencia de lo no largo, sino que su existencia es necesaria este o no presente dicho fenómeno.

Lo relevante de este ejemplo es que podemos contemplar algunas nociones importantes. En


primer lugar, tener en cuenta que hay principios que se pueden conocer a través de la razón, no
es necesario obsérvalo en el mundo.1 En segundo lugar, darnos cuenta de que esto principios o
ideas a priori rigen el mundo en el que estamos y que son descubiertos a través de la razón. Y,
finalmente, lo más importante, es que estos principios son leyes y como tal son necesarias,
universales y no contingentes. (Por ejemplo: 2+2=4).

Kant distingue tres maneras de hacer filosofía, es decir, tres maneras de abordar el estudio del
principio a priori. Cuando esta se trata solo de las formas, donde no hay ningún espacio natural,
se llama lógica. Mientras que respecto a lo material se divide en dos: física o ética. Cuando la
filosofía tiene por objeto las leyes de la naturaleza, física; cuando abarca las leyes de la libertad,
ética2. Siendo esta última lo que compete a esta sesión, habría que abordar un poco sobre su
naturaleza.

2. Sobre la Libertad

Ahora bien, la ética kantiana trata sobre el Deber Ser de la conducta, a diferencia de Aristóteles
quien buscaba responder al cómo obrar bien. No es casualidad que el deber sea el objeto de la

1
Esto es propio de la modernidad y el método científico. Antes se recurría a la observación y a la
repetición, es decir un método empírico. Que podía tener fallas, el ejemplo más claro es la creencia
sobre la tierra plana.
2
Se le denomina también <<teoría de las costumbres>>

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moral, pues el guarda consigo los criterios de necesidad, universalidad y no contingencia.3 No


por nada el texto se titula “Fundamentación de la metafísica de la costumbres”, pues de eso
mismo se trata: de buscar aquellos fundamentos que hacen posible una conducta moral.4

Para poder esclarecer lo explicado con anterioridad, debemos recurrir a la pregunta ¿Por qué la
libertad? La libertad guarda relación de causalidad entre el hombre y su conducta. Es por ser
libre que el hombre puede desear y por tanto actuar. De manera muy simple podemos
ejemplificar lo siguiente: el hombre libre puede desear robar y efectivamente robar, pero
también puede hacer su contrario. La libertad es el origen de la conducta humana y por ello es
que se propone investigar sobre las leyes que la rigen.5

3. Sobre la voluntad y las máximas

Está claro que el hombre es libre para actuar, pero a su vez libre de desear. Y es importante que
detenerse en el deseo, pues es un concepto clave para entender el texto. Hasta el momento se
ha venido hablando de leyes y principios a priori, lo cual revela que lo importante dentro de la
moral no es precisamente la conducta fáctica del hombre, su actuar, sino las leyes que han
determinado la misma. Aquí radica la diferencia con la ética aristotélica, la cual daba importancia
al acto en su realización;6 en cambio el valor moral, para Kant, recae en los principios que
propiciaron un determinado actuar. Esto quiere decir que para una conducta determinada existe
el deseo de seguir un principio por el cual se va a actuar. Si se sigue con el ejemplo de “robar”,
un hombre puede desear robar o su contrario, lo que habría que analizar es qué va a determinar
que su deseo sea uno o lo otro. A esta facultad de desear, Kant la llama voluntad. Por otro lado,
a los principios que determinan la voluntad las llama máximas.

De manera más precisa, las máximas son principios de acciones subjetivo que, al ser deseados,
propiciaran una acción. Como ya se ha hecho mención, la importancia de la acción moral no
radica en la acción misma, sino en el principio que la propicio, es decir su máxima.

La voluntad respecto de moral, aparece como el deseo de seguir una máxima o principio de
acción,7 que a su vez determinará la libertad de actuar de una u otra manera. Como ya se ha
explicado, el Deber aparece como ley y esta rige la libertad, entonces la voluntad debe estar
dirigida hacia El Deber, de modo que el hombre desea libremente una ley y luego actúa.

4. Sobre la buena voluntad

A estas alturas ya deberíamos cuestionarnos qué es lo que hace que podamos determinar qué
principio es bueno o malo. Sin embargo, no se tocará este tema de manera profunda, no
obstante, habrá que dar luces de dónde proviene la idea de bien y su contrario.

3
Cuando uno se refiere al Deber, se refiere a aquello que es de una manera y no de otra, un mandato.
De manera muy cotidiana podría ser cuando en nuestra niñez nuestros padres nos decían “Debes de
estudiar”, no nos daban posibilidad para hacer una u otra cosa, sino estudiar. En este sentido es que el
Deber ser se presenta como Ley.
4
Como ya se ha dicho este fundamento debe ser a priori por tanto metafísico.
5
Cabe precisar que la libertad es una idea a priori, pues si bien podemos ver su materialización en el
acto, esta precede al mismo. Lo mismo en su relación con la conducta, el principio de causalidad no se
puede percibir a través de los sentidos, sino mediante el ejercicio mental.
6
Obrar bien, de manera adecuada, oportuna. Importaba por tanto la efectividad del acto.
7
Estos principios son llamados leyes prácticas subjetivas.

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Tal como en el caso de lo infinito en contra posición con lo finito, en donde se aplica la forma
lógica de la existencia,8 el hombre es capaz de reconocer la idea de lo bueno y su contrario. En
suma, debido a que hablamos de una forma de la filosofía que versa sobre la materia, esta
debería tener un caso correlativo a la realidad, como es el caso de lo largo y lo corto, lo grande
y lo pequeño, etc. ¿En dónde se replica la idea de lo bueno y lo malo? En el mismo sujeto.

El hombre es concebido como un ser racional y sensible. Esta dualidad interviene en cuanto a su
voluntad de optar por un principio u otro; es decir, que su deseo puede estar determinado o
bien por su naturaleza sensible o bien por su razón. Y es esta dualidad la que define la conducta
moral.

Empecemos por analizar la posibilidad de una conducta producida por una voluntad
determinada por la sensibilidad. El hombre como ser sensible, está siempre afectado por sus
inclinaciones. Lo cual permite que un sujeto pueda actuar de manera egoísta aun cuando a
elegido actuar correctamente. Por ejemplo, aquel que no roba por recibir honores y no por el
simple hecho de que robar está mal. O de manera más cotidiana podemos pensar en el amante
que muestra sus mejores cualidades, incluso las que no tenía, solo para cautivar a su ser amado.
Un ejemplo más sería el de un profesor que favorece a uno de sus alumnos solo por llevarse
bien con el mismo, de modo que no discierne objetivamente sobre su calificación. Las
inclinaciones propician que el juicio del sujeto sea equivoco adrede o no. Pero este no es el único
problema.

De manera formal encontramos una contradicción obvia, aquella voluntad determinada por la
sensibilidad, ha encontrado su principio en lo material y como se había mencionado, la ética
trata sobre las leyes que rigen la libertad, por tanto, no son empíricas sino a priori, en suma,
estas ideas son reconocibles a través de la razón. Es por ello que una voluntad determinada por
lo sensible yerra en su afán de ser una conducta moral, incluso si se ha actuado bien. Es aquí que
aparece la segunda posibilidad, la de una voluntad determinada por la razón. En otras palabras,
una voluntad que, al despojarse de toda inclinación, ha logrado determinarse por principios a
priori o leyes que no son otra cosa que el Deber Ser.

De aquí se desprende que lo malo se relaciona a lo sensible en cuanto que la voluntad se ve


afectada por las inclinaciones del hombre. En contraposición se encuentra lo meramente
racional, aquello que al carecer de tales inclinaciones es objetivo. Lo cual nos lleva a la idea de
una entidad que siempre elija correctamente sus principios, que carezca de toda sensibilidad y
pueda discernir rectamente en todo caso. Supone además la posibilidad de la existencia de una
entidad meramente buena y es así que surge la idea de lo bueno. Esto implica la necesidad de
que el hombre supere su naturaleza sensible y pueda dilucidar leyes correctas. 9

En conclusión, la buena voluntad, es aquella voluntad que, desprendida de toda inclinación, ha


elegido libremente ser determinada por el Deber (principio a priori) a través del ejercicio de la
razón.

5. Sobre la Autonomía

8
Si existe un “A” es porque necesariamente existe “~A”.
9
Sobre la naturaleza propia de esta bondad se hablará largamente en La Fundamentación de la
Metafísica de las Costumbres.

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A esta capacidad del hombre para auto-determinarse, es decir, para auto-legislar su libertad, se
le denomina autonomía. Y es la idea base de toda la moral Kantiana. No puede haber moral sin
autonomía, sin un sujeto que en virtud de su razón pueda dar con aquellas leyes que rigen sus
costumbres. Pues un sujeto que actúa en virtud de sus impulsos, por mandatos que lo
coaccionen o por miedo a ley, sin antes examinar si las leyes que rigen su actuar son los
correctos, no lo hace menos distinto que un animal.

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