Cuando Los Árboles Hablan
Cuando Los Árboles Hablan
Cuando Los Árboles Hablan
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Introducción
Han transcurrido largos siglos mientras los seres humanos nos cuestionamos acerca de
cuáles deberían ser las verdaderas prioridades en la vida, preguntas que hallan como respuesta
en común, la salud, el amor y la riqueza, entre otras. Sin embargo, cuando profundizamos en
Tristemente, debido a nuestro afán por ser felices, nos empecinamos en buscar fuera de
nosotros algo que forma parte de nuestro propio ser. Nos obsesionamos con otras culturas,
Se ha dicho que literalmente nos convertimos en aquello que pensamos; por lo que cada
individuo podría ser el creador de su propio futuro, pues construye su porvenir en armonía
con los pensamientos que elige y guarda en su mente. Tal vez por ello, la persona pesimista
viva en un mundo sombrío y negativo, mientras que la optimista ha elegido vivir en un mundo
dominantes; son estos finalmente, los autores del disfrute o de la angustia en nuestras vidas.
Ahora bien, a la hora de reflexionar sobre el porvenir, existe una muy buena noticia al
hemos deseado, podemos elegir una nueva realidad, cambiando el alimento que ingresa día a
día en nuestra mente. Porque nuestros pensamientos son como pequeñas semillas que harán
de la vida un frondoso árbol repleto de frutos excelentes o una debilucha planta indefensa y
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Como toda planta brota de su semilla, tierna y pequeña, así también cada acción que
llevamos a cabo surgió primero de un diminuto y fugaz pensamiento. Cada acto es un retoño
que creció y se fortaleció por tenaces y reiterados pensamientos, y el gozo o el dolor son sus
frutos. Así, en conclusión, se obtiene la exuberante cosecha dulce o amarga de nuestro propio
sembradío.
De modo que la felicidad que nos embarga no está ligada de lleno al contexto que se
presenta en nuestro diario vivir, como sí lo están la actitud y la forma de pensar que nos
caracterizan.
Las ideas y proyectos que crecen como semillas en el jardín del subconsciente diseñarán
tu fortuna en la vida. Por ello, hoy, ahora, en este preciso instante, cuentas con la posibilidad
real de comenzar a diseñar un nuevo futuro lleno de logros y pleno disfrute de la vida,
cambiando la calidad de pensamientos con los cuales has alimentado tu interior. Piensa en los
sueños que anhelas alcanzar; medita en las fortalezas que tienes y en las habilidades que
deseas desarrollar; reflexiona sobre los hábitos que quieres ver en ti y verás cómo estos
Con este fin comparto contigo “Cuando los árboles hablan”, la historia de un personaje
peculiar, quien con sentimientos y cualidades similares a los nuestros, tuvo enfrente de sí la
oportunidad de prestar atención a un llamado especial y tomar una firme decisión, aquella que
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CAPÍTULO I
VISITA INESPERADA
cuando solo podía observar a sus amigos corriendo de acá para allá en busca de un escondite
seguro.
Los primeros en desaparecer fueron los indefensos colibríes, le siguieron los horneros que
contaban con magníficas guaridas, luego las calandrias y benteveos. El par de teros que
descansaba en el medio del claro entre los eucaliptos también huyó buscando refugio. Las
torcazas se ocultaron en sus nidos precarios y lo mismo sucedió con los tordos. Incluso podía
Estaba rodeado de unos pocos arrayanes, de una docena de casuarinas y de algunos tilos
también. Las varas de los agapantos se doblaban como papel y las rosas se desgajaban al
golpearse contra la antigua pared de ladrillos. Ahora esperaba inmóvil la inminente llegada
del desastre.
Fue creciendo una penumbra sofocante; luego el viento ciego, que se había deslizado
hasta la profundidad del parque, retomó sus fuerzas y comenzó a treparse por las ramas añejas
colgantes, ocupando todo el lugar. La escasa luz diurna se apagó. Al instante, la avalancha de
un ruido sordo, el sonido de un trueno a la distancia comenzó a rodar sobre las densas nubes
negras y violetas. Y, de nuevo, todo se quedó mudo, como si la apremiante tormenta estuviera
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La noche temprana había comenzado a romperse en pedazos. La lluvia torrencial azotaba
al pobre árbol. Se trataba de un afligido roble que no dejaba de preguntarse: “¿Hasta cuándo
Nuevamente un vendaval que lo dejaría exhausto. Sin embargo, esta vez se dispuso a
reflexionar sobre su vida. Era un árbol sano, no padecía pestes incurables, producía una
cantidad considerable de bellotas y, además, de algún modo lograba beber suficiente agua
como para permitirse el lujo de crecer con rapidez. Contaba con unos pocos nidos en sus
tallos interiores, algunas mariposas que lo frecuentaban y un pequeño gato que solía jugar a
En medio de aquel predio, en el que originalmente existían más de dos mil quinientos
árboles de todas las especies, este roble se había hecho popular debido al método que se
utilizó para bautizarlo. Un pequeño grupo de alumnos pupilos, jugando feliz en una clase de
ciencias, fue a votación y entre diez nombres postulados el ganador fue ‘Frondoso’. A sus
pies estaba el cartel que lo describía, escondido entre las ramas caídas y la corteza de su
tronco, estropeado por el paso del tiempo y luchando contra el despiadado óxido: “En honor a
grandes y pequeños abriga”. Así se leían sus borrosas letras. Aquellos pequeños visionarios,
Ese intenso temporal calaba en su corazón la idea de que vivir cada día se había
ocultaban las esperanzas y los sueños que tenía desde pequeño? ¿Dónde estaban ahora las
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ganas de vivir y de disfrutar la vida? En aquel momento un ensordecedor rayo partía en dos a
“¡No puedo creerlo! Cuando no es una bacteria, es el fuego que destruye a otro amigo”,
exclamó mientras cubría con las ramas mayores sus partes vulnerables.
No consiguió más que insistir en su negativo pensar: “¿Por qué me ocurre todo esto?”.
obstante, no era consciente aún de que esta penosa circunstancia no sería simplemente una
más, sino que se convertiría en el comienzo de uno de los cambios más profundos que iba a
experimentar su vida.
Al despertar sacudió sus ramas inferiores para desprenderse de las últimas gotas de lluvia.
de uno cualquiera; este era especial. Parecía un ave del paraíso de curioso aspecto, posada en
su centro mismo, justo donde su tronco se bifurcaba en dos grandes gajos que moldeaban la
silueta de un corazón. Vestía su pecho con un plumaje negro azabache y dejaba caer de su
cola dos largas serpentinas en forma de cintas delicadas. Pero lo que más llamó la atención del
roble fueron sus llameantes alas azules, que acicalaba elegantemente con su pico blanco.
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—El aroma de la tormenta es magnífico. —Y cuando inspiró profundamente preguntó—:
observarlo con más detenimiento. Le resultaba extraño el hecho de contemplar a un ave del
paraíso entre sus tallos, porque sabía que se trataba de un pájaro solitario y territorial. Su
entorno estaba muy lejos, en la isla de Nueva Guinea, con el resto de otras cuarenta especies
de su familia. ¿Qué hacía en un predio como este en medio de la ciudad, tan lejos de su casa?
Sin dudas, este espacio dista mucho de la región en la que anida el pájaro. A principios
del siglo XX, estos terrenos formaban parte de la extensa y asombrosa estancia argentina
conocida como Los Tapiales, en Villa Sarmiento, en la zona oeste del Gran Buenos Aires.
importante poder adquisitivo. De hecho, el doctor Fred Aden, ante la compra inminente de
este lugar para convertirlo en lo que hoy es el emblemático Colegio Ward, lo llamó “la Tierra
Prometida”.
educación en todos sus niveles, así como de juegos y deportes. Aunque continúan
generosidad de los exalumnos, que plantan diversos géneros como homenaje al colegio que
los vio crecer. Como el pehuén junto al edificio de las artes, el ligustro al pie del bebedero de
los pájaros, los jacarandaes celestes y los amarillos aromos, el arce frente al aljibe, el enorme
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El parque también es apreciado por campamentistas, grupos religiosos y tantos otros que
en ocasiones hacen uso del espacio y aprovechan momentos de recreación para recorrer sus
senderos o descansar a la sombra de los árboles. Por ello era extraña la presencia de un pájaro
Habían transcurrido solo unos instantes del cese del viento. Incluso aún caían las últimas
gotas de aquel cielo todavía amenazante, cuando el pájaro azul ni siquiera se veía afectado,
estaba totalmente calmo y ni uno solo de sus penachos se encontraba fuera de lugar. Pero,
antes de que el árbol tuviera tiempo de hacerle algún comentario al respecto, el ave trinó
nuevamente.
—¿Te parece poco? —respondió Frondoso, alterado—. Tengo mis brotes nuevos
El pájaro pasó unos minutos examinándolo, saltando de rama en rama a medida que lo
liberaba de yemas rotas por el viento y escurría de sus hojas un poco marchitas el agua
concentrada del último aguacero. Luego levantó su pico, miró al joven árbol y le sonrió.
—Y ahora dime, ¿por qué te inquietas tanto? —inquirió el pájaro, sospechando que algo
—A mí nada me inquieta.
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—Parece que tienes motivos para sentirte alegre —manifestó el árbol.
—¡Claro que sí! Mi canto se debe al enorme disfrute que siento por la vida. La vida es
preciosa, demasiado preciosa para malgastarla siendo infeliz. ¡Mira!, tú eres muy joven
todavía, si tienes en cuenta que te rodean abuelos longevos. Sin embargo, otros solo viven un
poco más que tú. Por ello la importancia de comprender que la vida se hizo para vivirla no
para padecerla. Cada día debe ser un deleite. Como si estuvieras bajo el más luminoso sol en
raíces hasta las puntas de sus hojas. ¿Cómo podía conocer aquella diminuta ave sus
—Todavía me sorprendo de ver la enorme cantidad de criaturas que elige ser infeliz —
dijo el Ave del Paraíso mientras seguía limpiándole algunos hongos que lo asaltaban,
—No comprendo —aseveró—. Nadie elige ser infeliz. Todo depende de la suerte en la
circunstancias, ¿cómo es posible que otro árbol pueda estar sometido a las mismas tormentas
que tú, o quizás mayores aún, y reaccionar de una manera radicalmente diferente? Te diré
algo; hace unos años conocí a dos nogales en un pequeño pueblo de Oriente Medio que
resultaron perjudicados por la misma tormenta. Desde entonces uno de ellos se sumió en una
intensa depresión, mientras que el otro disfrutaba de la vida cada día más, a pesar de su
aquello precisamente a él, hasta que el resto de sus ramas se fue secando y finalmente murió;
mientras que el otro daba gracias al Creador por continuar produciendo exquisitas nueces para
el deleite de grandes y chicos. Qué enorme alegría sentía, además, porque sus ramas caídas
para las queridas familias de su pueblo. Yo no creo en realidad, que las circunstancias tengan
verdadero poder para hacerte feliz o infeliz —continuó afirmando el ave—. Tus
pensamientos, y solo tus pensamientos sobre dichas circunstancias, son los que condicionan
—Ahora dime Frondoso ¿Cómo crees tú que podrías disfrutar plenamente de la vida? —
preguntó el pájaro.
—No estoy muy seguro. Supongo que para empezar no estaría mal haber crecido al borde
de corrientes de agua; tal vez de un arroyo o de un río torrentoso —dijo el joven después de
pensarlo un momento.
—¿Realmente crees que las fuentes de agua te darían la felicidad? Yo creo, en cambio,
que podrías estar bañando tus raíces en una hermosa ribera y aun así, te sentirías como si no
tuvieras nada para disfrutar. Porque si permanecer junto a las orillas de los ríos brindara la
felicidad plena, entonces los sauces llorones, por ejemplo, serían los árboles más felices del
planeta, ¿no te parece? Sin embargo, ellos se angustian igual que los demás.
El pensativo árbol miró a lo lejos meditando en las palabras del pájaro azul, a la vez que
este continuaba liberando sus hojas de la molesta sustancia brillante y pegajosa que lo
—¿Y un trabajo diferente? —preguntó Frondoso—. Seguramente sería feliz si, en vez de
producir estas flores lampiñas, elaborara enormes caléndulas de color naranja intenso, para
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conseguir que los colibríes se acercaran a mí o pudiera elaborar peras dulces o manzanas
animosamente.
externas. Se sentía infeliz todo el tiempo. Cada vez que admiraba a otros pájaros
comenzaba a codiciar sus colores, su tamaño, su vuelo o aquellos aspectos que creía no
una sombra gigantesca que se desplazaba a gran velocidad de un extremo a otro para
luego perderse en el horizonte. Curioso, decidió acercarse un poquito más para descubrir de
qué se trataba. Entonces quedó atónito cuando comprobó que esa sombra correspondía a un
pájaro descomunalmente grande que surcaba el cielo con sus alas extendidas,
Sin más, el ave infeliz sintió envidia y pensó que para ser feliz tenía que ser como ese
pájaro gigante, en vez de pasar toda su vida inadvertida por esos escasos centímetros que
medía su cuerpecito. Fue entonces, cuando por arte de magia, se cumplió su deseo
convirtiéndose en el poderoso pájaro volador más grande de la tierra, el cóndor de los Andes,
con sus extensas alas negras de tres metros de envergadura extendidas al viento.
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Se sentía feliz, planeando en las cumbres de las montañas, observándolo todo desde
una altura maravillosa de siete mil metros, con una posibilidad de vida de treinta años.
¡Verdaderamente extraordinario!
Minutos después miró hacia abajo y con su agudizada visión se detuvo en un ave
muy particular, el más pequeño pájaro de todo el planeta, el zunzuncito. Una especie de
colibrí que mide solo cinco centímetros desde la punta del pico hasta su cola y no llega a
alcanzar los dos gramos de peso. Es tan pequeño que el nido que construye es el más chico
del planeta, con un tamaño de apenas tres centímetros. El infeliz canario amarillo quiso
mínimo y radiante pájaro conocido. Brillaba bajo el sol con sus magníficos matices,
azules, verdes y rojos. Volaba por hermosos jardines a más de cien kilómetros por hora.
Cuando se detenía en alguna rama, escuchaba feliz a sus admiradores decir: “¡Qué
maravillosa ave!”; “¡tan pequeña como una abeja!”. Y así se desplazaba orgulloso,
disfrutando de libar el néctar de las más finas y exquisitas lantanas, petunias y azaleas.
Mientras tanto, sus oídos se detenían ahora, en un canto variado y peculiar que lo
lira soberbia o, como le dicen algunos, el ave de los mil sonidos. Vitoreó: “¡Qué pájaro más
aunque tímida y solitaria, pero con un talento increíble, capaz de imitar a más de veinte
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Feliz, saltaba de rama en rama reproduciendo audazmente todo tipo de voces y ruidos,
desde la cháchara de un perico hasta el chasquido que producen los leños cuando se
queman. Lograba una imitación encantadora, engañando así a cualquier criatura que lo
escuchara. No obstante, pronto pasó por allí, justo encima de él, una enorme bandada de
aves veloces en su camino de migración. “¡Qué voladores incansables son esos pájaros! —
pensó—. ¡Cómo me gustaría ser un vencejo real como cualquiera de ellos. Seguro que así
Y como era de esperar, el infeliz canario amarillo prontamente se volvió uno también,
volando como el ave que más lejos se eleva, capaz de mantenerse seis meses enteros en el
un estado de aletargamiento. ¡Qué feliz se sentía ahora! Ningún otro pájaro conocido por él
podría haberlo alcanzado, revoloteando por encima de las nubes a una velocidad de
En cierto momento, en una de sus paradas para anidar, el canario infeliz escuchó
parlotear a un par de cotorras que observaban atentamente a un ave oriunda de las islas
Canarias: “¡Qué prodigioso es el canto de aquella ave!”; “¡jamás ha cantado igual ningún
referían al pájaro cantante por excelencia. Con una amplísima gama de tonos, con un
observó, tomó conciencia de que se trataba nada más ni nada menos que de un pequeño
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Frondoso solo se limitó a guardar silencio, atento a la próxima reflexión del Ave del
Paraíso.
—Muchas criaturas dejan pasar su vida entera buscando el disfrute de la vida sin
disfrutar del canto de las aves si solo te concentras en el molesto martilleo que produce el
pájaro carpintero, y de ningún modo encontrarás la felicidad si la buscas en las cosas externas
que te rodean. La historia del canario infeliz enseña que la felicidad no depende de que la
vida cambie, a menos que lo que cambie, sea tu propio ser interior.
—¡Qué difícil es aceptar lo que dices! —dijo el árbol—. Entonces, ante las tormentas que
tanto destruyen nuestro entorno, ¿cómo puede un árbol, o un bosque entero, disfrutar de la
—Las tormentas son muy positivas —confirmó el ave azul—. Limpian las frondosas
copas y traen la lluvia, y ¿qué sería de la vida sin lluvia? Sin ella sería imposible el
crecimiento de cualquier árbol o ave, ¿verdad? La tempestad arrastra a tus pies la hojarasca,
abre espacio, regenera el suelo y deja germinar nuevas semillas. Si sabes aprovechar sus
aportes, siempre podrás utilizar sus recursos para crecer más sano y fuerte todavía.
—Seguramente se debe a que no has buscado su mejor costado. “¡No hay mal que por
—Tú lo dijiste: “dicen por allí”, no es más que una simple frase.
—Sin embargo, todo cuanto ocurre persigue un fin y una lección que puede enriquecer
nuestra vida. Muchos seres no se percatan de que más allá de sus circunstancias, pueden elegir
ser felices.
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—Pero es imposible elegir todos los sentimientos y emociones que deseamos —insistió el
confundido árbol.
—Tanto si piensas que puedes, como si piensas que no, estarías en lo cierto. Porque si lo
crees en tu corazón, será verdad para ti —dijo el pájaro muy seguro—. ¡Por ello es vital que
cualquiera puede disfrutar totalmente de la vida, sin importar sus circunstancias. ¿Y los
árboles viejos y enfermos que solo esperan la muerte? ¿Cómo pueden ellos ser felices en tales
condiciones?
—Evidentemente nunca has conocido de cerca a uno de ellos. Sé que te parecerá extraño
querido amigo, que alguien que tiene menos ventajas que tú en esta vida sea feliz, mientras tú
no lo eres. ¿Has escuchado hablar del olivo de Vouves? —preguntó curioso el pájaro que,
—No, solo conozco a este olivo —dijo el árbol mientras señalaba a su vecino a pocos
—Este antiguo ejemplar se encuentra en la isla de Creta, en Grecia, y es uno de los siete
olivos en el Mediterráneo con más de dos mil años. Este longevo abuelo ha sorteado con
reiterados incendios. ¿Sabes cuál fue su respuesta cuando le preguntaron qué lo mantenía con
vida?
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—Pues dijo lo siguiente: “¡Me hace tan feliz continuar produciendo olivas que
—¡Me cuesta concebir la idea de que un árbol tan viejo trabaje todavía! —respondió
extrañado Frondoso.
—Por increíble que parezca, aún hoy produce olivas deliciosas que son altamente
—Dime, ¿todos los árboles que conoces son felices? —preguntó con cierta ironía el
roble.
—¡Claro que no! —se precipitó a rebatir el pájaro—. Hace muchos años anidé en el
corazón de una vieja acacia, la que se había hecho la fama de ser el árbol más solitario y
Resulta que aquel árbol solía quejarse siempre con la misma cantaleta: “Nadie me riega”;
cansado viajero o convidar con sus hojas a los sedientos camellos que pasaban a su lado.
Incluso llegó al punto de ocultar bajo los arenales todo tronco o rama que caía de ella, para
que ningún tuareg nativo pudiera hacer fogatas al asentarse a sus pies con sus caravanas de
sal. Aquel árbol de Teneré murió solo, triste y desnudo. Sin temor a equivocarme, pienso que
fui el único pájaro que se posó alguna vez sobre sus ramas.
Frondoso estaba perplejo. ¿Qué explicación podía tener aquello? ¿Cómo era posible que
un árbol en su vejez avanzada podía continuar dando frutos felizmente y otro, con tanta
El Ave del Paraíso terminó de acicalar al extenuado árbol y luego se volvió a sus oídos
trinando:
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—La felicidad es uno de los más bellos obsequios de esta vida y está al alcance de todos.
Sin importar cuáles sean tus circunstancias, guardas en tu interior la capacidad de ser feliz.
Esto es posible siempre y cuando escuches con cuidadosa atención las voces de la sabiduría.
—¿Las voces de la sabiduría? —cuestionó intrigado Frondoso—, ¿qué voces son esas?
—Aquellas que ven la vida de otro modo, provistas justamente con el fin de brindarnos
consejo eficiente y veraz para alcanzar el verdadero regocijo de la vida. ¿Sabes una cosa?
Ciertas voces apenas susurran al oído que está atento, pero otras llegan a vociferar para ser
escuchadas. Algunas son fáciles de identificar, como lo es el rugido del mar, el silbido del
viento o el murmullo del arroyo. Otras, en cambio, pasan más inadvertidas, quizás porque
están tan cerca de nosotros que no les prestamos atención, y sin embargo llevan en su color la
—Muy pronto las escucharás —dijo el ave sutilmente, mientras comenzaba a batir sus
alas azules y a elevarse entre las despobladas ramas del árbol castigado por la tormenta,
dejando caer a sus pies, en el cantero que lo albergaba, un pequeño puñado de semillas.
—¿Y estas semillas? ¿Qué hago con ellas? —dijo. Y en cuanto alzó los ojos al cielo, el
El impaciente roble no dejaba de pensar en cada una de las reflexiones del ave azul. Se
preguntaba: “¿Cómo llegó hasta aquí? ¿Cómo pudo haber conocido a criaturas de lugares tan
distantes? ¿Hacia dónde se dirige? ¿Qué relación guardan las sabias voces que debo escuchar
con estas semillas que dejó en mi poder?”. Todos sus interrogantes quedaron sin responder.
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Pasado el tormentoso fin de semana examinó las pequeñas semillas que, si bien no
conocía con exactitud, le resultaban familiares debido a haberlas visto en ocasiones revolotear
por el aire o rodar por el gran patio en días ventosos. Sin embargo, se encontraba deseoso de
descubrir su fuente. “El que busca, encuentra”, se repetía, a medida que indagaba a cada
Una vez que les contaba sobre su encuentro con el pájaro enigmático, el árbol pasaba a
mostrarles cada una de las diez extrañas semillas, y hasta que no obtenía una respuesta
sabio zorzal, quien, para la enorme alegría de Frondoso, conocía bien el origen de la primera
—Esta semilla es muy particular —afirmó el zorzal mientras asentía con la cabeza—.
Seguramente la produjo el ceibo, al que también llaman árbol de fuego, en la zona del viejo
casco de la estancia.
—Solo tienes que observar el intenso color rojo que sobresale entre la arboleda. Es uno
de los más bellos árboles de todo el predio, creciente en tamaño y floración, aunque un poco
avanzado en años.
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CAPÍTULO II
LA AUTOESTIMA DE FUEGO
El parque contaba con identidad propia y una fuerte presencia. A simple vista, una gran
elementos vivos y construidos, en la que el arbolado alto, viejo y variado era el rasgo
principal. Más de una docena de bellos edificios poblaban las catorce hectáreas que
invernal pasada, que contagiaba el aire de cierta nostalgia; sin embargo, también enfatizaba la
buena sombra los diferentes patios, imprescindible en este sector del país con veranos
En este predio destaca precisamente el árbol descripto por el zorzal, y que se ha convertido en
estampa icónica del propio parque. Es el mejor enclave para estos seres de fuego por el
“Fue sencillo encontrarlo”, pensó mientras lo observaba detenidamente por encima del
Salón Comedor. Sin embargo, le resultaba extraño el comentario que le había hecho el zorzal
respecto del ceibo: “un poco avanzado en años”, pues no podía creer la fortaleza y juventud
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—¿Eres tú el dueño de esta semilla? —preguntó Frondoso.
—¡Por supuesto! —sonrió el florido árbol—. Me llaman Fuego. ¿Acaso te parece extraño
reciente encuentro.
—¿Vejentud?
—Sí, es el término jovial y optimista que encontré para describir la etapa de mi vida
adulta. Joven ya no soy, pero tampoco me considero viejo, aunque la esperanza de vida de
—Observa, por favor, allí junto a la pequeña huerta. —Señaló el ceibo a un viejo árbol de
—Ese es otro árbol de fuego, como yo, aunque un poco menos longevo.
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Frondoso lo miró con detenimiento y, asombrado, no podía dejar de comparar ambos
árboles. Se percató de que el tronco de aquel árbol estaba totalmente arrugado, mientras que
Fuego poseía su corteza tan lisa como en la juventud. Las raíces invasivas de esta especie se
veían quebrajadas en el otro árbol por encima del terreno, a diferencia de lo jóvenes y fuertes
que se observaban las de su anfitrión. Y qué decir de su copa radiantemente verde que
producía una sombra extraordinaria, a tal grado que no crecía una sola hierba debajo de él,
marcada con las ramas de su vecino, que apenas conservaban algunas hojas amarillentas y
—¡Parece que un verdadero milagro te ha rejuvenecido! ¿Cómo es posible que te veas tan
—¡Siempre recordaré ese día! Me visitó también el Ave del Paraíso. Comenzaba uno de
los peores inviernos que hemos experimentado en el colegio. Mi autoestima se encontraba por
el piso. Me sentía más viejo que de costumbre, hacía tiempo que mi sombra boscosa se había
Adormecido como estaba, sentí el trinar de un bello pájaro azul en el centro de mi tronco.
Me dijo que estaba de visita. “¿Por qué visitar a un viejo y moribundo árbol que ya no
tiene ni sombra que ofrecer?”, le pregunté, y me respondió feliz: “Uno es tan viejo como su
Entonces conversamos sobre la vida de los árboles a mi edad y, mientras yo solo veía angustia
y molestia, él veía ventajas y provechos. Luego me dijo: “A tu edad es cuando más sabiduría
y experiencia se tiene, ¿verdad?”. Reflexionó sobre las voces que pueden enseñarnos a
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Disfruté tanto de la conversación con el pájaro azul que dejé de escuchar por un largo
rato el bullicio de los niños en recreo; hasta el intenso frío me pareció cálido. El meditar sobre
aquellas voces sabias de las que me habló, me dio una nueva perspectiva de la vida. Fue como
volver a germinar. Pasé de sentirme ausente a desear estar presente. Entonces me contó sobre
“Hubo un tiempo —me confió el pájaro azul— en que una joven india llamada Anahí
conocía a todas las aves de la selva, todas las flores y criaturas. Amaba con pasión aquel
suelo silvestre que bañaban las aguas oscuras del río barroso. Anahí cantaba feliz con una
voz dulcísima, en tanto callábamos hasta los pájaros para escucharla. Pero un día resonó
Anahí se defendió de los invasores. Ella vio caer a sus seres queridos y esto le dio fuerzas
para seguir luchando por su amada tierra, hasta que fue cruelmente apresada también.
Cuando logró escapar dando muerte al centinela en la oscuridad de la noche, volvió a ser
capturada y juzgada con severidad. Fue atada a un árbol de anchas hojas y a sus pies
apilaron leña, a la que dieron fuego. Las llamas subieron rápidamente envolviendo el
tronco del árbol y el frágil cuerpo de Anahí, que pareció también una roja llamarada.
cantar. Era como una invocación a su selva, a su tierra, a la que entregaba su corazón
antes de morir. Con los primeros rayos del sol, se apagaron las llamas que la envolvían.
Entonces los rudos soldados que la habían sentenciado quedaron mudos y paralizados
como las llamas que la envolvieron y hermosas como no había sido nunca la pequeña,
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¿Te imaginas cuál era ese árbol? —preguntó el ceibo emocionado.
—¡Por supuesto que sí! Así fue como descubrí mi origen y el de mis flores aterciopeladas
que iluminan los bosques y jardines de la Mesopotamia argentina. Mis flores encarnan el alma
pura y altiva de una raza que ya no existe. ¡Imagínate el orgullo que sentí hace algunas
décadas atrás, cuando fui declarado Productor de la Flor Nacional Argentina por decreto! Esta
historia, junto con otros sabios consejos, propició mi notable cambio en la manera de percibir
la vida. Claro que en realidad nada había cambiado. Solo mi interior, mis pensamientos, mis
deseos... Habían calado muy hondo en mi corazón las enseñanzas de las voces sabias sobre la
fuerza de la autoestima.
—¡Claro! El poder que influye en todo tu ser la imagen que tienes de ti mismo, todo
aquello que crees y piensas acerca de ti. Una de las causas por las que muchas criaturas son
infelices, es que no se aceptan tal y como son. Gran parte de la Creación crece y se desarrolla
llena de complejos. En ocasiones son aspectos físicos, por ello dice: “Mi tronco está torcido”
o “mis flores son muy pequeñas” o “mis frutos no tienen sabor”. A veces los complejos
corresponden al orden emocional, y piensa: “No soy tan inteligente como otros” o “soy
aburrido”. De allí que, si no puedes disfrutar de tu propio ser, cuánto menos podrías disfrutar
plenamente de la vida.
Fuego—, te frustras menos cuando cometes errores, te recuperas más rápido de los reveses y
estableces mejores relaciones con el resto de la Creación. La autoestima es también una fuente
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de motivación interna: quien se valora a sí mismo está motivado, confía en su capacidad para
pierde tiempo preocupándose en exceso por el pasado, sabe mirar hacia atrás y aprender de él.
Cuando mira a otras criaturas, no se siente ni superior ni inferior; se reconoce como un ser
único e irrepetible, con talentos y áreas para mejorar. Todo lo opuesto a la culpa o el
autorrechazo que nace de los complejos e ideas negativas que podemos tener de nosotros
mismos.
—¿Y cuál es el origen de todos nuestros complejos? —preguntó el roble algo inquieto.
rodean. A veces familiares, otras veces vecinos o incluso extraños. Somos como esponjas que
lo absorben todo: lo que vemos, lo que oímos y hasta aquello que nos parece haber visto u
oído.
Piensa en este ejemplo. Un nuevo rosal del jardín, en el medio del rosedal, luce sus
Comienza a dudar de su poder para florecer y se pregunta: “¿Por qué no soy capaz de producir
rosas perfectas y perfumadas? ¿Acaso seré un inútil? ¿Será que soy un debilucho, incapaz de
enfrentar los pulgones que me invaden?”. O peor aún, cuando algunos adultos de su especie se
guardado todos y cada uno de estos conceptos en su interior, encerrándolos con candado. ¿Por
qué? Porque lo escuchó una y otra vez de adultos que, en teoría, lo amaban y deseaban lo
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mejor para él. Como reza un viejo refrán: “La repetición es la madre de la retención”. Se lo
repitieron tantas veces que finalmente lo retuvo. Entonces cada vez que llega la época de
florecer, piensa de sí mismo: “No voy a poder porque soy un bueno para nada”. De este modo
comienza a evitar los obstáculos, a sentirse inferior al resto y a dejar de querer ser él mismo.
—¿Existe una forma de comprender que todo lo que pensó sobre él mismo no era
—Desde luego, pero será de vital importancia realizarse un autoexamen sincero, sobre
—Te refieres a preguntarse algo así como: “¿Me considero realmente un inútil en todo?”
nosotros, damos el poder a otro para que nos devuelva una especie de reflejo en el cual
El ceibo le pidió que mirara hacia abajo, a solo unos pasos de allí, en el enorme charco de
—Repara, por favor, en la imagen que se refleja en el agua y dime qué ves.
El agua se encontraba turbia y se movía un poco, debido a algunas hojas que el viento
había depositado en ella. Las imágenes que Frondoso veía estaban distorsionadas. En algunas
de ellas se observaba muy pequeño y en otras, más grande de lo que realmente era.
Precisamente en el momento en que fijaba su vista más de cerca, se introducían dos palomas
torcazas para darse un chapuzón, causando así las risotadas del joven árbol cuya imagen
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comenzaba a verse totalmente arrugada y vieja, producto del movimiento del agua en el
bache.
ejemplo—. Porque tú conoces muy bien cómo te ves en tu apariencia exterior cada vez que
aprecias tu imagen en el agua quieta y cristalina a la luz del sol, ¿verdad? Pero no existe
ningún reflejo en toda la naturaleza que te muestre claramente tu imagen interior. En lugar
de ello, nos basamos en el reflejo que nos devuelven las demás criaturas. Por lo tanto, si te
han dicho que eres un bueno para nada, pensarás que eso es lo que eres, y si te dicen que no
eres capaz de resolver problemas o de ser exitoso, eso mismo creerás, especialmente si estas
Ten en cuenta que las demás criaturas son reflejos en los que nos miramos, solo que reflejos
distorsionados como agua sucia en movimiento. Ellos tienen sus propios prejuicios y
debilidades que incorporan en su opinión sobre ti y, por ende, distorsionan la imagen que te
transmiten.
Jamás deberíamos permitir que nuestra autoestima se base en lo que otros digan de
nosotros, dejándoles el mando para que decidan quién eres y quién no eres como individuo.
Cuando los demás son ásperos y hostiles, cuando nos dicen cosas que descalifican y
manera cada vez que un adulto le dice a un pequeño “no sirves” o “no puedes” o “eres un
Probablemente el pequeño haya dicho o hecho “algo” incorrecto, molesto o estúpido, pero ese
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fue el “comportamiento” del pequeño, no el pequeño en sí. Se trata de una diferencia sutil y,
sin embargo, vital. Es la distinción entre decir: “Tú eres un estúpido” y “lo que tú hiciste es
estúpido”.
te refieres?
roble.
—¿Cómo es eso?
defectuoso de sí mismo, debido a la “repetición” de los comentarios que los demás le hacían,
es totalmente posible que, una vez analizado el error de pensar así, utilice la repetición
—¿Repetición positiva?
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—Sí, en forma de afirmaciones. Una afirmación es una frase que te dices a ti mismo,
puede ser en voz alta o mentalmente, eligiendo palabras que contribuyan a eliminar algo de tu
vida o a crear algo nuevo, y esto ha de hacerse de forma positiva. Si dices: “No quiero
sentirme inútil”, el subconsciente retiene el concepto en el que has puesto el énfasis, es decir,
“inútil”. Muy distinto a expresar claramente lo que sí te gustaría ser, como, por ejemplo: “Me
que oye es lo que hace. Por ello la importancia de que tus afirmaciones sean elaboradas en
tiempo presente y en positivo, afirmando lo que sí quieres y dándolo por hecho; algo así como
—Desde luego. ¿Ves aquella gigante flor amarilla dentro del huerto? —preguntó el
ceibo, señalando la magnífica planta de girasol que debió ser atada con firmeza debido al peso
una pequeña y diminuta semilla, que no se parece en nada a ese amarillo sol de pétalos,
permitirle un desarrollo seguro y firme. Ahora bien, ¿te lo imaginas, mientras espera
ansioso verla brotar, que de repente y sin más, le dé un terrible pisotón en cuanto asoma el
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primer tallo verde?, y acto seguido despotricar molesto: “¡Esto ni siquiera se parece a un
girasol!”. Qué ilógico sería ¿cierto? Más bien lo observa y se alegra: “Qué bien, ya está
altura magnífica. Y pensar que todo comenzó con una simple y modesta semilla.
Lo mismo sucede cuando quieres trabajar una cualidad efectiva en ti o cumplir con un
deseado proyecto. Si positivamente afirmas en tu mente que eres capaz de hacerlo —que sin
duda lo lograrás, que otros ya lo han conseguido, por lo tanto, también tú puedes hacerlo—,
se tratara, conseguirás ver los resultados positivos y te asombrarás por ello. La tierra del
nueva experiencia está, en su totalidad, en esa semilla. Tú la riegas a diario con afirmaciones,
dejas que se entibie con el sol de tus pensamientos positivos, limpias a menudo las malezas
del jardín arrancando las ideas negativas que se te ocurren. Y cuando observas por primera
vez una mínima prueba de que algo está creciendo, no lo pisoteas, quejándote de que eso no
es suficiente, sino que lo miras y expresas felizmente: “¡Qué bien, ya está asomando!”. Y
tu deseo.
hecho, ese es el origen de la mayoría de nuestras creencias, escuchar una idea vez tras vez
desde pequeños.
33
—¿Con qué frecuencia debería hacer mis afirmaciones? —preguntó Frondoso.
modificar. Resulta práctico comenzar cuando despiertas por las mañanas, durante esos
primeros minutos en los que aún tu mente se encuentra en un estado de somnolencia, pues el
subconsciente está más propenso a grabar la información. Lo mismo sucede minutos antes de
dormirte en las noches. Y puedes agregar algunas afirmaciones a mitad del día para que tu
mente sienta la “repetición” de ellas, y así logres la “retención” que necesitas para
convencerte de su verdad.
como si fueras justo lo opuesto al complejo que crees tener. Algo así como representar un
—¡Pero eso implicaría dejar de ser yo mismo! —replicó Frondoso con un dejo de
preocupación.
—Tienes toda la razón. No obstante, comienza a suceder algo llamativo cuando así lo
haces. Por ejemplo, si crees que eres tímido e introvertido y por ello el resto del parque te
sentirse atraídos. Pero si decides comportarte, aunque sea por una vez, como un ser intrépido
y extravertido, saludando, floreciendo y hasta dando frutos, por increíble que parezca, tu
entorno comienza a devolverte una mirada similar, otros árboles devuelven tu saludo y
también se preocupan por ti. Nuevas aves te visitan y anidan en tus ramas, lo que logra el
efecto deseado, sentirte más confiado en ti mismo y en contacto con los demás. Lo que
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Además, puedes elevar tu confianza buscando en tu interior aspectos con los que te
sientas a gusto.
—Parece una buena solución, pero ¿cómo la llevo a la práctica? —preguntó el joven
—Es muy sencillo. Todo lo que tienes que hacer es preguntarte: “¿Qué cualidades o
virtudes me gustan de mí?”, o “¿qué cosas me salen bien o me cuesta poco trabajo realizar?”.
—En realidad, no pienso que sea tan sencillo. —El joven vaciló.
—Eso se debe a que nuestro diálogo interno está lleno de preguntas incorrectas; nos
realizamos tales cuestionamientos en forma de desaprobación: “¿Por qué no puedo hacer esto
o aquello?”, o “¿por qué no soy capaz de realizar tal o cual cosa?”. En cambio, si formulamos
las preguntas de forma positiva, será más fácil hallar respuestas objetivas sobre nosotros
mismos: “¿Qué habilidades tengo?”, o “¿cómo podría mejorar en esto?” o “¿de qué manera
Por lo tanto, estos tres métodos, sin dudas, son de suma importancia para elevar tu
dándolas por cumplidas. El actuar como quien quisieras ser en realidad, aunque al principio
no sea sencillo. Y el hacerte un cuestionario de forma positiva. Así serás libre de la opinión
ánimo y estímulo, asignándoles valor; especialmente a quienes nos rodean en el diario vivir.
No pienses que pierdes valor cuando valorizas a alguien más. Cuando observas la alegría que
causas al otro al dedicarle palabras de aliento, la confianza en ti mismo crece y por lo tanto
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—Supongo que en tu caso, supiste muy bien poner en práctica estos sabios consejos —
aseveró el joven a medida que hacía un paneo completo de la copa del ceibo llena de flores
resplandeciente y vital.
lo que me dicen, ¿crees tú que a mi edad estaría alojando a unas doce especies de pájaros en
mis ramas? Si hubiese aceptado lo que otros me decían, ¿piensas tú que hubiese duplicado la
cantidad de mis flores, frutos y semillas?, ¿o que continuaría desarrollando nuevos retoños en
cada primavera? Si hubiese prestado atención a lo que me decían ya estaría seco y sin
vez, antes de retirarse; me dijo: “El secreto del disfrute es la autoestima. Quien se siente a
gusto consigo mismo irradia confianza, y esto resulta sumamente atractivo para el resto de la
Creación”.
A partir del momento en que conozcas tu valor, ya no necesitarás la puntuación que otros
te den. Sabrás que eres un diez y que lo mejor está por venir, más allá de tu edad o de
cualquier circunstancia presente. Nadie más podrá definir tu valor; solo tú determinarás el
valor de tu vida. Creer en ti no es jactancia, sino saber que tienes capacidad para alcanzar todo
lo que te propongas.
—¿Realmente funciona?
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—¡Qué tienes que perder! ¡Comienza ya y pronto verás los resultados! De todos modos, a
medida que llevas a la acción estos consejos, continúa en la búsqueda de tus otras semillas. En
especial la de esa pequeña que tienes ahí —dijo mientras señalaba una de las nueve semillas
—Fue la más impresionante tala de árboles que se llevó a cabo en estos terrenos y que
nunca imaginamos que llegaría a suceder. Fue cuando se creó el espacio para hacer la
gigantesca cancha de atletismo. Este ejemplar salvó su vida de milagro. Todavía recuerdo
aquellos días.
Frondoso comenzaba a tomar conciencia de lo ausente que había estado hasta ese
momento. Entonces, sin más, se despidió del ceibo con mucho para meditar y con una tarea
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CAPÍTULO III
Allí estaba plantado, firme, elevado y siempre verde, el solitario ciprés, aunque rodeado
que enmarcaban el límite del colegio con el de las calles circundantes. Sin embargo, único en
su especie dentro de ese verde grupo, alcanzaba los veinticinco metros de altura.
Aun muchos años después, algunas criaturas murmuraban sobre él como si fuera algo
sobrenatural, pues había sido el único sobreviviente del talado previo a la fundación de la
cancha que estaba justo frente a él. Este acontecimiento le dio su nombre: Único.
“¡Qué magnífico árbol!”, dijo admirado el joven Frondoso cuando lo vio a la distancia.
Luego de una formal presentación entre ambos y la explicación detallada del motivo de
su visita, Frondoso pasó a preguntarle cómo había conocido al Ave del Paraíso.
replanteaba otras —contestó Único—. Meditaba sobre cada especie de pájaros que anidaba en
mis ramas; algunas de ellas, por segunda o tercera vez. Otras, apenas comenzaban a elegir la
mejor vista. Me detuve en un ave en particular, un preocupado gorrión que hacía tiempo veía
triste y apagado. Me inquietaba observarlo distraído, porque sabía con exactitud que cuando
una criatura se encuentra angustiada, es posible que caiga presa del ataque de algún
oportunista insensible. Fue entonces cuando pasó lo peor; observé desde lo alto lanzarse en
Todo sucedió tan rápido que simplemente me quedé atónito. ¡Nunca había sucedido cosa
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—¿Y lo mató? —interrumpió el roble.
—Antes de que lo tomara con sus fuertes garras, ¡sucedió algo increíble! Un desaforado
aleteo de advertencia alborotó a todas las aves que anidaban cerca de él.
—Sí, una bellísima ave del paraíso. Fue extraordinario ser testigo del despliegue y
fortaleza de ese pequeño pájaro dispuesto a arriesgarlo todo. Logró tal alboroto que las aves e
insectos vecinos emitían todo tipo de sonidos, graznidos y aleteos para ahuyentar al furioso
carroñero que, para ese entonces, había perdido las ganas de cazar a la pobre y distraída ave.
Luego de que el abatido gorrión se recobró de semejante infortunio, el ave azul se mostró
—¡Mira!, el saber principal fue el que mencionó al principio de su trinar, cuando afirmó
con un tono entre firme y dulce, como si de un progenitor se tratara: “Ay pequeño gorrión…
momento en el que puedes vivir es el presente”. Medité mucho en esas palabras que causaron
en mí una profunda impresión, pues al igual que el diminuto pardal, también me encontraba
—¿Te refieres a la tala sorpresa? —dijo Frondoso mientras señalaba el solar que se
extendía frente a él y en donde ahora se veía correr a unos cuantos jovencitos, en prácticas
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—En parte sí, fue desbastadora para mí. En aquella época convivía diariamente con
cientos de árboles frutales de todo tipo. Estaba rodeado de manzanos, durazneros, pomelos,
que impregnaba el ambiente cuando los azares abrían casi al unísono. En aquel
Claro que con el paso de los años plantaron aquí cerca otras especies frutales, como los
perales que ves allí, detrás del cordón de los eucaliptos, la dulce mora junto al camino del
estacionamiento y los frondosos mísperos del jardín de infantes. Pero claro que ya no fue lo
mismo; nadie más repuso los enérgicos cipreses que desaparecieron en aquella ocasión.
Amigos que no hubiesen enfermado o fallecido de otra manera, al menos no por muchas
—Obviamente hay otras especies que van camino a su erradicación por medios naturales,
como los frágiles paraísos del lado sur, propensos a desplomarse con facilidad debido al
ahuecamiento de sus ramas y troncos; o los dos ficus agrestes junto a la biblioteca, a los que el
Nuestra especie, en cambio, está catalogada como una de las más fuertes del planeta.
Contamos con una longevidad que puede alcanzar más de mil años de vida. El viento solo nos
dobla, pero jamás nos quiebra. Tampoco puede atacarnos ningún insecto. Incluso, para
sorpresa de muchos, hasta es posible que salgamos victoriosos de los ardientes incendios.
—Así es. Yo mismo me sorprendí cuando las aves migratorias me contaron lo sucedido
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Dicen que allí el fuego desbastó durante cinco largos días más de treinta mil hectáreas. Sin
embargo, un grupo de novecientos cipreses de unos veintidós años quedó prácticamente ileso
Las palabras del Ave del Paraíso me recordaron este tipo de eventos positivos a los que se
debe dar el verdadero valor. Hechos para disfrutar el ahora. Pensar sobre el pasado o
preocuparse por el futuro nos priva del presente. Y el presente —el aquí y ahora— es todo lo
—Dime Frondoso, cuando miras hacia atrás, a tu vida, y recuerdas tiempos de disfrute,
Pensó en su padre y en las anécdotas que compartía cada día. Cuando le contaba sobre
Arriero, el viejo caballo de Los Tapiales, para ensillarlo y disponerse a trabajar; y luego,
cuando atardecía, volvía a elegir a su padre para atar las riendas en su tronco. ¡Qué orgulloso
se sentía el anciano roble de ser elegido mecenas del querido caballo! También recordó las
risas de los pequeños pupilos que jugaban a su alrededor y lo escalaban para robarle algunas
bellotas, como si fuera posible que él no se diera cuenta. Y se alegró además, al evocar la
construcción del cantero que lo rodea, cuando una vez terminado lo rebalsaron de frescas
—¿Cómo recuerdas esos tiempos? —preguntó el ciprés—. ¿Como todo un año de placer?
¿Como un mes entero de disfrute? ¿Como semanas completas de alegría? ¿O como felices
momentos?
41
—No estoy muy seguro —dijo el roble.
centenares de niños riendo y jugando con una alegría inolvidable. Hasta la banda del colegio
rodeó mi sombra completa mientras hacía sonar sus flautas, clarinetes, trombones y
trompetas.
—Fue en la mañana de ese mismo día. Recuerdo al director general conversar con la
junta directiva, sentados bajo la galería del comedor mientras me observaban con
detenimiento y decían: “Este joven roble es admirable; la banda podría tocar bajo esa sombra
estupenda”, y así me elegían para el acto más importante del evento. Incluso, como broche de
oro, justo después de sus palabras, un zorzal trinaba con todas sus fuerzas. En ocasiones,
cuando escucho a un zorzal cantar, si cierro los ojos todavía se eriza mi corteza y puedo
—¡Ahí lo tienes! —dijo Único, contento de poder demostrar lo que quería—. ¿Lo ves?
Los jóvenes viven el momento. Imagina lo que hubiese ocurrido si en aquel preciso
instante hubieras estado pensando en el fuerte viento de la semana anterior, o preocupado por
el otoño siguiente. Seguramente te hubieses perdido el disfrute que te causaron esos elogios y
el observar la alegría de esas personas, cuando descubrieron la utilidad que podía brindarles tu
sombra frondosa.
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—Existe un excelente ejercicio que puedes poner en práctica para alcanzar un mayor
disfrute de la vida: es el método de enlace. De hecho, puedes utilizar ese mismo recuerdo que
—Sí, es sencillo y muy efectivo. Como tú bien sabes, cuando somos pequeños nos
colocan un tutor de madera maciza o de hierro, enlazado con soga o alguna fibra vegetal, con
el fin de que nosotros, los que deseamos ser árboles gigantes, podamos crecer firmes y
derechos unidos a él. Luego, de adultos, a pesar de que ya no tenemos dichas ataduras, somos
nosotros mismos quienes simbólicamente seguimos atados con enlaces negativos que nos
privan del disfrute de la vida. Para explicártelo mejor, piensa por un instante en algún
El joven roble meditó un momento; luego recordó aquella tormenta en la que fue testigo
de una de las granizadas más grandes que padeció el colegio unos años atrás, cuando se perdió
todo el huerto en crecimiento que, con tanto esfuerzo y alegría, habían cultivado los alumnos
—Seguramente ese recuerdo quedó tan unido a ti que, cada vez que vuelves a ver el cielo
amenazante, resurgen esos pensamientos con el temor de que otra granizada similar se
—Así es. Fue precisamente lo que volví a sentir hace algunos días, en la última tormenta,
pérdida del huerto con la caída de granizo, como si lo hubiese atado o enlazado de alguna
manera a tu ser.
43
—No llego a comprender con claridad la relación que guarda esto con el disfrute de la
—Pues te lo explicaré. Existen también los enlaces positivos. Tú puedes crearlos para que
en el maravilloso recuerdo del día en que la banda del colegio tocó felizmente bajo tu sombra.
Medita en esa escena todo lo claramente que puedas. Cierra los ojos y trata de revivirlo.
¿Cómo acariciaba tus hojas el calor del sol ese día? ¿Qué fragancia se elevaba más, de entre
todas las flores del cantero? ¿Cuál de los instrumentos de la banda te provocaba mayor
alegría? ¿En qué momento de la mañana comenzaste a percibir el aroma del patio recién
inconscientemente para atar la emoción negativa. Ten en cuenta que el lazo negativo se formó
cuando observabas los nubarrones negros en cada tormenta. De la misma manera, para
obtener un enlace positivo debes concentrarte en el canto de un zorzal que, como me contaste,
—Lo mismo razoné cuando lo escuché del Ave del Paraíso. Pero funciona. Inténtalo
tu oído en el canto de cualquiera de los zorzales que habitan nuestro querido colegio y verás
misma sensación que experimentaste aquel día del evento. Escuchar al zorzal se convertirá en
tu propio enlace para revertir la tristeza en alegría cada vez que lo necesites.
Todos nuestros recuerdos están formados por momentos. Momentos en los que vemos,
oímos o sentimos algo. No recordamos años, meses, ni siquiera días. Tan solo momentos. De
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allí que solo podamos alcanzar el máximo de esta vida obteniendo el máximo de cada
momento. La clave estriba en coleccionar tantos momentos felices como sea posible. Nunca
se repetirá otro ahora, por ello lo mejor que podemos hacer es sacarle el máximo provecho.
Recuerda que, aunque la vida en este momento tal vez no es todo lo que desearías, este
Cuando vives en el presente no tienes tiempo para lamentarte por el pasado ni para
la formación de tus flores, la oxigenación del aire o el crecimiento de tus brotes. Si no le das
Frondoso se mostró sorprendido. Parecía muy claro todo, pero él nunca había visto de ese
—Si queremos disfrutar nuestra vida, debemos aprender a apreciar lo que tenemos, y ello
está en el aquí y ahora. Las decisiones que tomamos hoy serán las realidades de mañana. No
debemos sufrir a cuenta, es decir, padecer y preocuparnos por si acaso sucediera tal o cual
cosa, porque dichas cosas no han ocurrido todavía y quizás nunca ocurran.
—Pero cuando vienen esos pensamientos negativos y preocupantes, ¿qué podemos hacer
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—Es posible que no puedas evitar que algunos cuervos dañinos revoloteen en tu cabeza;
no obstante, lo que sí puedes hacer es evitar que esos pájaros hagan nido en ella. Y eso lo
Una de las formas en que, quienes hemos sufrido grandes tragedias en la vida, logramos
salir adelante, es tomándonos la vida día a día. Si esta filosofía nos puede sacar adelante en
que estés haciendo, en lugar de pensar en lo que ya hiciste o tienes que hacer.
—Creo que comprendo —dijo el roble—, pero ¿entonces no debería preocuparme por el
futuro?
—Si lo piensas bien, solo viviendo el momento actual podemos crear el futuro que
deseamos. Cada instante nos ofrece las opciones que van creando nuestro destino. Son los
pensamientos que elegimos conservar, los que determinarán dónde estaremos al momento
diferentes a las que hacía en ese momento presente, casi acaba con su vida en las garras de un
chimango. Si no vives en el momento actual, quizás tu vida no termine de forma radical, pero
camino.
—¡Por supuesto que no! Antes de emprender cualquier acción, es de suma importancia
planificarla debidamente. Pero no planees una cosa mientras estés haciendo otra. Cualquier
cosa que hagas o pienses, concéntrate en esa actividad, realizando tan solo una cosa a la vez.
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reducen significativamente los sentimientos de ansiedad y de angustia, aumenta tu efectividad
en la tarea que realizas, tus relaciones con las demás criaturas mejoran y, en general, toda tu
vida resulta enriquecida. ¡Esto es disfrutar la vida mediante vivir cada momento como único!
A lo largo del día, Frondoso se esforzó por mantenerse atento a lo que estaba haciendo.
No fue sencillo detener los pensamientos que surgían de vez en cuando, pero en general logró
concentrarse en lo que hacía y finalmente, no tuvo ninguna duda de que ese día, lo había
hecho mejor que otras veces. Fue así como halló verdadero disfrute en pequeñas cosas, por
quejarse por la suciedad que le ocasionaba; en compartir su humedad con los recientes bulbos
de fresias y narcisos plantados a sus pies, a quienes le costaba aceptar por pensar que le
robarían su sustento, y en producir una mayor cantidad de bellotas para el consumo de las
escurridizas ardillas y sus nuevas crías, a quienes anteriormente les había mezquinado sus
Antes de despedirse del ciprés, Frondoso mostró al árbol la tercera de las semillas, de
color pardo claro con tonos dorados y finos puntos de un marrón oscuro.
Pecán, el nogal de la India, apostado detrás de las palmeras trillizas. Lo hallarás fácilmente;
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CAPÍTULO IV
Corría el año 1868 cuando, por primera vez, llegó la familia de Pecán a la Argentina.
Eran semillas traídas desde Estados Unidos por el sanjuanino Domingo Faustino Sarmiento,
en este sentido: “La Pampa, como la República, es tabla rasa: hay que escribir sobre ella
árboles”.
Estos nogales de los ríos, no solo se limitaron a crecer en territorio pampeano, sino que
se extendieron también por el Gran Buenos Aires. Se caracterizaban por una excelente
Asombrado por la exagerada producción de frutos que halló bajo la sombra de aquel
nogal de casi treinta metros de altura, Frondoso preguntó a Pecán si había conocido al
—¡Claro que sí, siempre aparece en las situaciones más inesperadas! ¿Te mencionó las
—Sí, me habló de ellas. ¿Qué opinas tú? ¿Realmente funcionan? —retrucó el joven roble.
—¡Por completo! Hace algunas décadas atrás, me encontraba en uno de esos momentos
en los que no deseaba ni siquiera comenzar cada nuevo día. Me sentía molesto hasta por el
trinar de las aves. Resulta que uno de los enemigos más grande que tiene mi especie, la
producción de mis nueces, por la que tanto esperaban los alumnos del colegio! Ni que hablar
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de la sombra cada vez más escasa que podía prodigar. Cada nuevo brote de primavera no
alcanzaba a medir un solo centímetro, cuando ellas ya lo habían robado todo. Mi salud corría
verdadero peligro. Me sentía totalmente deprimido. Sin retoños ni flores, sin frutos ni sombra.
Una noche de esas, en las que no podía conciliar el sueño, mientras los problemas me
daban vueltas, noté en la punta de mi rama oeste donde se terminaba de poner el sol, a una
Tal vez era muy evidente lo preocupado que me sentía, pues el pájaro azul parecía
conocer con exactitud cada una de mis preocupaciones, como si de alguna manera pudiera
El árbol de las nueces continuó con su relato, mientras Frondoso apenas podía creer lo
que escuchaba. Recordaba haber abrigado esa misma sensación cuando conoció al pájaro.
como se ha propuesto serlo” —me dijo el ave⸺. Debo confesar que en un principio no lo
entendí, pero luego comprobé cuán ciertas eran esas palabras, y hoy puedo asegurarte de que
esa sencilla frase fue una de las lecciones más importantes que he aprendido en mi vida. Me
brindó la ayuda para cambiar y convertirme en la feliz criatura que hoy ves frente a ti.
—No solo eso, sino que, además, me enseñó cómo hacer para contar con la actitud
correcta.
hábitos pensamientos negativos que nos convierten la vida en una experiencia cada vez más
infeliz.
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—¿Cuáles, por ejemplo? –investigó el roble.
—Uno muy común es imaginarnos lo peor por si acaso. En otras palabras, pensar en el
peor resultado como una forma de prepararnos para cualquier triste desenlace, creyendo que
mí me sucede que cuando imagino el peor resultado y luego este sí se cumple, entonces no
probable que eso mismo ocurra, e igualmente sucede en el caso contrario. ¡Mira!, hagamos
un experimento. Detente solo un momento a observar todo el entorno que nos rodea y nota si
El joven roble descubrió en el viejo cantero de su izquierda las varas secas de la estrella
federal que el viento había quebrado hacía una semana atrás. De una de las palmeras caían
abundantes helechos, a los que también observó marrones y estropeados. Reparó, además, en
las marchitas enredaderas que enmarcaban la galería del edificio central. Y justo en el
momento en el que estaba a punto de señalar la triste abelia reseca del jardín, lo interrumpió
Pecán.
—Por favor, cierra tus ojos ahora y enumera cada una de las coloridas flores que acabas
Por increíble que parezca, Frondoso fue incapaz de recordar con sus ojos cerrados ni
siquiera uno de los tantos plantines en flor, recientemente cultivados por el jardinero del
sector.
50
—Abre tus ojos entre tanto y presta atención —solicitó el nogal.
El roble quedó asombrado cuando comprobó que no había podido retener en su mente el
exuberante macizo de hortensias que sobresalía del rincón derecho. Tampoco la poblada santa
rita fucsia que trepaba la escalera externa del sector de viandas. Mucho menos el vasto círculo
nogal—. Precisamente esto es lo que sucede en nuestro diario vivir. Cuando esperas encontrar
flores secas o marchitas, eso es obligatoriamente lo que encuentras, dejando escapar las
—Nunca lo había visto de ese modo —dijo el roble—, pero parece lógico.
—¡Claro que lo es! Cuando me visitó el pájaro azul, me encontró en un estado crítico; fue
luego de meditar en las conversaciones con los diez árboles a los que me guiaron sus semillas,
que comprendí cuán responsable era yo mismo del triste presente que estaba viviendo, debido
Todos ellos compartían la misma actitud correcta. Es posible tener éxito en la vida, aun
cuando otros no han creído en ti, pero muy rara vez una criatura que no cree en sí misma lo
consigue.
positivamente en su valor personal. Cuando cree en sí mismo, es libre para verse bajo una luz
el disfrute de la vida. Sin embargo, también está dispuesto a ver lo mejor en los demás, y esta
51
es la segunda característica que encontré en ellos. Todos tenemos expectativas del resto de la
esperas ver cosas buenas en otros, es mucho más fácil mantener una actitud positiva y, por
manera. Incluso te será fácil encontrar oportunidades para disfrutar más de la vida.
—Entonces puedes hacer lo mismo que las abejas —dijo Pecán mientras señalaba en el
huerto a los pequeños insectos trabajando—. ¿Ves cómo liban las flores del tomillo de entre
las especias? Si ellas extraen miel del tomillo, la más fuerte y seca de las hierbas, claramente
tú puedes también sacar ventaja y provecho de las circunstancias más extrañas, y así crear
oportunidades valiosas. Este fue el tercer punto en común que hallé entre los árboles felices.
La cuarta peculiaridad que unía a estos positivos individuos era el enfoque que
mantenían. Se enfocaban en las soluciones. Yo veía patentemente los problemas, al igual que
otras criaturas; para ello no se requiere nada especial. Sin embargo, la actitud positiva hace
que tu mente se concentre en las soluciones, ve una solución ante cada problema y una
posibilidad en cada imposibilidad. De ahí que, ante circunstancias difíciles, te realices las
preguntas apropiadas. Es frecuente cuestionarse por qué o por qué a mí. Sin embargo, dichas
preguntas solo te llevarán a respuestas cerradas y sin solución. En cambio, si la cuestión fuera
para qué o qué puedo sacar de ello o hacer con ello, sin dudas las respuestas serían positivas,
—Ahora observa la quinta clave: estar dispuestos a dar. Cada uno de ellos, unos con más
posibilidades y otros con menos, todos daban de sí a las demás criaturas de su entorno.
52
Periódicamente se comprometían a experimentar en sus propias vidas la expresión: “Hay más
felicidad en dar que en recibir”. Dar es el más elevado nivel de vida. Mientras más logras dar,
mejor será tu actitud. La diferencia no radica en lo que tienes para dar, sino en lo que haces
—No estoy seguro de poder mantener esa actitud correcta —conjeturó Frondoso.
—Por ello la necesidad de aplicar la sexta cualidad: la persistencia. Los sueños que se
han hecho realidad son el resultado de individuos que se aferraron a su meta de alcanzar el
doblegara. Los desafíos solo lograron que se vieran estimulados a dar un mayor esfuerzo.
Cuando tienes la actitud correcta, es más fácil ser persistente. Cuando estás convencido de
que todo obra para tu verdadero disfrute, no te importa una pequeña incomodidad, y en los
momentos en los que algo se desbarata te convences de que la ayuda viene en camino. De esto
Con la actitud correcta comprendes que nada positivo ocurre si no estás dispuesto a dar
un paso adelante y asumir plena responsabilidad por tus pensamientos y acciones. Solo
cuando eres responsable por ti mismo, dejas de culpar a los demás y de buscar
te resuelves a cambiar.
Claro que esta lista de características que definen a una correcta actitud no estaría
53
—Pues pude comprenderlo mejor cuando presté más de la acostumbrada atención a un
hecho que se repetía cada mes del florecimiento en el parque, pero al que nunca había logrado
Paso a contarte. Cada segunda semana de septiembre, por la mañana temprano, los
alumnos más pequeños con enorme alegría toman del cantero redondo que ves allí —señaló
Pecán hacia adelante, indicando el espacioso macetero repleto de flores— un gran número de
—Precisamente ese es el punto. Siempre había imaginado que lo hacían por ser el mes de
la primavera; sin embargo, el motivo era más altruista. Una vez preparado cada uno de los
atados, cuelgan de ellos bellísimas tarjetas caseras realizadas con la impronta y el amor de
cada niño, con el fin de entregarlas a los maestros como agradecimiento en su día, pues
consideran que una esmerada muestra de gratitud, es el mejor obsequio que pueden brindarles.
¡Y vaya si es un regalo acertado! Las lágrimas de emoción de cada docente cuando recibe esa
pequeña esquela, escrita con palabras del corazón en medio de coloridas y radiantes flores,
muestran a las claras que la gratitud de sus alumnos bien recompensa cualquier desacuerdo
padecido durante el año escolar. Ese 11 de septiembre, en el Día del Maestro, todo el parque
—¿Realmente crees —preguntó el roble— que ser agradecidos puede aumentar nuestro
disfrute de la vida?
positivos, aquellos que nos han beneficiado de algún modo y que, por lo tanto, han otorgado
54
La gratitud es una habilidad primordial para desarrollar y mantener niveles adecuados de
bienestar emocional, satisfacción y calidad de vida. Pero más allá de ser una muestra de
fuera, ya sea de los demás o de la vida misma, y darle verdadero aprecio. Cuando
extraordinario para que seamos agradecidos. Debemos saber apreciar cualquier detalle por
ínfimo que nos parezca. Saber observar y darnos cuenta de las cosas buenas grandes y
pequeñas.
Observa con qué acto tan sencillo logramos multiplicar lo que tenemos, ya que cuando
—Vivir de forma automática hace que estemos anestesiados, en somnolencia, sin valorar
ni reconocer aquello que nos sucede, y estar más atentos a las carencias. Pero si agradecemos,
estaremos atentos a esas pequeñas delicias que nos otorga la vida, libres del lamento que
De allí que la actitud correcta sea como el aroma de las flores: cuanto más ricas huelan
estas, es decir, cuanto más positiva y apropiada sea tu actitud, mayor será tu bienestar, más
aves alegres cantarán en tu copa, más abejas libarán de tus capullos, más niños jugarán en tu
—Entiendo que no debe haber sido nada fácil tampoco para ti, ¿verdad? —ahondó el
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—Por supuesto. Pero una vez llevados a la práctica estos consejos, no pude menos que
disfrutar de los inevitables beneficios. Como resultado de cambiar de actitud, mis frutos
kilos de nueces altamente saludables, superior a cualquier otra fruta de la zona. Es más, para
mi sorpresa, me eligieron el creador de “la reina de las frutas secas”, debido al sabor y aroma
56
CAPÍTULO V
EL GUARDIÁN HONESTO
La cuarta semilla que el pájaro azul había encomendado al joven roble estaba totalmente
cubierta en una diminuta cápsula. Imaginó que seguramente pertenecía al colosal eucalipto de
la torre, un espécimen que había admirado desde lejos por mucho tiempo. Árbol melífero, con
En solo treinta años, luego de la llegada de sus semillas al país, los eucaliptos no solo
habían sido visibles en muchos campos bonaerenses, sino en gran parte de las provincias
argentinas. Tal como había previsto Sarmiento cuando trajo sus semillas: “Este árbol es capaz
Así, en el lado oeste del edificio donde funciona el jardín de infantes, se yergue este
soberano, alto, ancho, fuerte y exuberante eucalipto, el más magno de entre todos los que
viven en el predio del Colegio Ward. Hace unas cuantas décadas atrás tenía a su cargo el
cuidado de la torre circular, que a modo de silo albergaba cereales y oleaginosas para el
consumo de toda la familia. Tal investidura le fue otorgada por una de sus mayores
cualidades: la honestidad.
nombramiento que recibió este árbol: Guardián de la Torre; aunque actualmente ya no cumple
dicho cargo, debido a que, con el paso de los años, aquella atalaya todavía plantada junto a él
dejó de cumplir la función para la que había sido creada. No obstante, aún hoy se lo conoce
con el nombre de Guardián a este íntegro y honesto ejemplar, ya que se requería de verdadera
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honestidad para ser el centinela de uno de los bienes más preciados de aquellos moradores:
—Sí, sin ninguna duda —asintió el Guardián—. Imagino que vienes por pedido del Ave
—Porque del mismo modo como vienes tú hoy: cual joven dubitativo e inseguro y
trayendo algunas semillas contigo, también yo acudí a consultar a otros sabios árboles en la
antigüedad, luego de que el pájaro azul me aconsejara hacerlo, y puedo asegurarte de que fue
posó sobre mis ramas el día en que celebraba mi primera floración. Era muy joven entonces y
apenas sabía lo que quería en la vida. Distaba mucho del adulto y maduro árbol que ves frente
oían decir: “Seré gigante, creceré cien metros”; “soy el único que resistirá la sequía, por mi
capacidad para almacenar agua en mis raíces”; “solo yo produzco tantas cosas a la vez,
madera, papel y aceite esencial”, y expresiones por el estilo que solo lograban dejar al
Probablemente debido a mi actitud, la exótica ave pasó a contarme una fábula popular de
su hábitat:
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“Una tarde de verano —me relató el sabio pájaro— dos viejos escarabajos disfrutaban
juntos de la sombra de un frondoso eucalipto arcoíris, bajo el ardiente sol del mediodía. El
eucalipto arcoíris es un árbol muy particular y uno de los más bellos de Nueva Guinea, el
único que posee todo el largo y ancho de su tronco con tonos multicolores. Seguramente
has oído hablar de este pariente lejano tuyo, ¿cierto?” —me cuestionó el pájaro.
Por supuesto que había oído sobre él. De hecho, uno de los motivos de mi jactancia era
precisamente creer que también yo sería como mi pariente algún día. Sucede que cuando su
maravillosos matices. De este modo su exuberante tronco mayor se vuelve lila, verde, naranja
y amarillo.
“Pues justamente allí, bajo su sombra —extendió su relato el Ave del Paraíso—, el más
astuto de los escarabajos, el Viejo Falso, le planteó una propuesta a su compañero Don
Honesto, debido al disfrute que ambos sentían por la frescura que les otorgaba dicho árbol.
Invitó a que se lo repartieran entre los dos, una parte para cada uno.
“El Viejo Falso utilizó razonamientos, aparentemente coherentes, para que Don Honesto
aceptara su siguiente proposición. Lo incitó a quedarse con las raíces del preciado árbol,
pues era de comprender que estas lo mantendrían firme y serían las encargadas de
sustentarle la vida. Por ello sería de esperar que fuera la mejor parte y de mayor provecho.
Luego pasó a instigarlo a alojarse con ellas bajo el espeso mantillo de hojarasca que
ocultaba su base. Mientras tanto, el Viejo Falso aceptaría vivir en su copa. Y para
asegurarse de cumplir con su deshonesto propósito, hasta fingió preocupación por lo que las
inclemencias del tiempo pudieran depararle, asegurándole en cambio a Don Honesto que
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“Don Honesto meditaba en los motivos expuestos por su viejo compañero, y debido a su
propia naturaleza como un ser confiado y sin maldad creyó fehacientemente en que su
“Una vez que el Viejo Falso terminó con la división de bienes, se sintió dichoso por
haber engañado a su honorable compañero. He aquí que Don Honesto se zambulló bajo el
manto de hojas secas para vivir junto a las raíces del codiciado eucalipto arcoíris, mientras
que el Viejo Falso se dedicó a disfrutar de la estimada y fresca sombra junto al resto de
“No pasó demasiado tiempo antes de que el Viejo Falso se ganara, con sus adulaciones,
la admiración de cada pájaro, mariposa, ardilla y demás criaturas que disfrutaban del
codiciado árbol. Con sus mentiras y lisonjas les transmitía el astuto arte de la falsedad,
con el cual podrían, según sus reglas, alcanzar grandes logros en la vida. Todos
aprendían gustosos cada una de sus enseñanzas a medida que obtenían la humedad y el
“Al mismo tiempo que el Viejo Falso se sentía honrado por todos, Don Honesto
continuaba bajo tierra, hambriento y olvidado. Fue entonces cuando, debido a su falta de
sustento, no tuvo más remedio que alimentarse de las raíces que el Viejo Falso le había
asignado.
tronco imponente, de una copa grandiosa y de una abundancia de flores y semillas sin
precedentes, justo antes de que sus primeros frutos se desarrollasen, Don Honesto consumió
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“En uno de esos días soleados, en los que el Viejo Falso gustaba ilustrar con sus
artimañas y ardides bajo la fresca sombra del eucalipto, se levantó una imprevista
tormenta de verano en la que el viento sopló con fuerza y para sorpresa de muchos,
desplomó al apetecido coloso que ahora se encontraba sin la sujeción de sus raíces. Cayó con
tanto ímpetu que, no solo hirió a muchas de aquellas criaturas que se regodeaban en la
falsedad, sino que terminó matando nada menos que al Viejo Falso.
“Entonces, por el hueco que había dejado el enorme tronco multicolor, finalmente se
Frondoso quedó mudo por un momento, esperando ansioso la moraleja de aquella fábula.
debilidad, ya que luego de explicarme el triste desenlace que deja como resultado la mentira y
la falsedad, pasó a detallarme cada una de las razones por las que es indispensable la
Claro que en un principio no fue sencillo aceptar su sabio punto de vista, especialmente
cuando hizo mención de que la honestidad comprende el valor de decir siempre la verdad, ser
decente, razonable y justo. Una cualidad que consiste en actuar de acuerdo con el pensar y el
sentir.
simple. Todo lo que tienes que hacer es decir la verdad en cada situación, ¿cierto? Entonces,
verdad en ciertas situaciones? Si ser honestos hace la vida más simple, ¿por qué complicamos
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—La realidad es que existen numerosas situaciones que de forma rápida ponen a prueba
nuestra determinación de ser completamente honestos. Esta forma de actuar suele tener su
origen en cuando éramos pequeños y temerosos. El miedo saca lo peor de nosotros y decimos
algo deshonesto en un esfuerzo por evitar las consecuencias de lo que hicimos. Cuando esto
honestidad. Para algunos seres vivos esta táctica solo es reservada para situaciones
incómodas. En cambio, para otros, la mentira se convierte en una estrategia que han elegido y,
remordimiento.
—Sin embargo, existen razones más nobles que pueden obligarnos a mentir y ser
—Se me ocurre que pudiera ser cuando no deseas herir los sentimientos de alguien o su
orgullo, por ejemplo. O si quieres evitar que otros piensen mal de ti. Incluso si supones que
así puedes proteger a un ser querido. O también con el fin de evitar que nuestra imagen o
Una mueca de duda se apoderó del Guardián y luego, de manera segura, agregó:
—A primera vista se podría pensar que estas razones que mencionas y otras tantas, son
perfectamente legítimas para torcer un poco la verdad. Después de todo, ¿no es por un bien
mayor? Pero comprar este tipo de razonamiento equivale a decir que el fin siempre justifica
los medios. En otras palabras, está bien hacer lo malo siempre y cuando obtengas los
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Cada vez que tenemos que justificar nuestras acciones, sabemos que estamos haciendo
algo mal. Inventar excusas puede calmar nuestra mente lógica de forma temporal, pero no
hace nada con el conflicto interno que se crea. Cuando deliberadamente haces algo que viola
tu ética interna, pones en marcha un conflicto emocional destructivo. El resultado final será
nosotros mismos —certificó el eucalipto—. Cuando alguien nos miente, nos sentimos
insultados porque creemos que no nos respetan lo suficiente como para ser honestos con
nosotros. ¿Estás seguro de que deseas faltarte el respeto a ti mismo haciendo eso también?
—¡Desde luego que no! —replicó Frondoso—. Entonces, ¿qué necesito para evitar la
—Ser honesto exige coraje. Para evitar herir los sentimientos de los demás con nuestra
honestidad también se requiere tacto. Como ves, queda claro que ser verdaderamente honesto
implica algo más que decir la verdad en cada situación, pero para todo aquel que desee ser
íntegro es la única opción aceptable. Ahora dime —dijo el honesto eucalipto mientras lo
observaba atentamente—, ¿recuerdas momentos en los que has sido menos honesto en el
pasado?
El joven roble recordó la vez en que mintió a su amigo, el viejo sauce con el que
compartía el jardín frente al comedor del colegio. En aquella ocasión le había asegurado que
los nidos de sus ramas superaban por mucho a los que él tenía, con el fin de querer ganar una
disputa. También vino a su memoria la ocasión en la que lisonjeó a la abeja reina que lo
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visitaba, con palabras poco sinceras, para obtener su aprobación y así lograr que edificara la
—Tener la valentía de revisar tus errores pasados —dijo el Guardián, entendiendo que el
molestias, pero reconocer que has tenido que distorsionar la verdad en el pasado, puede
—Existe una tendencia a pensar que no pasa nada si decimos una mentira en cosas
pequeñas, en las que no hay nada en juego. El problema es que, si somos deshonestos con
cosas pequeñas, esto al final repercutirá en cosas más significativas. Es mucho mejor
desarrollar hábitos honestos en las áreas que requieren menos coraje para poder construir
Ahora bien, solo porque quieras ser honesto no significa que tu trabajo sea señalar las
que hagas de forma honesta del otro, o de las situaciones, será a la vez refrescante y
alentadora.
—Ahora entiendo mejor lo que quieres decir. ¿Y si algo no me gusta de otra criatura o de
—Ten en cuenta que es fácil alterar nuestra visión de la realidad a partir de nuestros
gustos y aversiones personales. Para ser honesto con los demás, es necesario que reconozcas
que tus preferencias personales no cambian la realidad de los hechos. Tus preferencias solo
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cambian el cómo te sientes acerca de ciertas cosas. Ser honesto no significa que estés
A la mente del joven roble acudían situaciones del pasado que bien ejemplificaban los
argumentos del Guardián. De allí la necesidad que sentía de aclarar todas sus dudas antes de
concluir su interesante conversación con el enérgico eucalipto. Con tal propósito preguntó:
—Si alguien me pone en un aprieto y creo que ser sincero no le producirá ningún bien,
—En ese caso, ten el coraje de decir que prefieres no hablar al respecto. Esto puede ser
difícil cuando se te incita a que des tu opinión. Sin embargo, tú tienes el derecho de dialogar o
de guardar silencio. Esto es especialmente útil si están tratando de que entres en una discusión
Ser honesto no siempre será el curso de acción más sencillo o el más conveniente, pero es
honradez que pueda existir, todos tenemos la libertad de elegir vivir a un nivel superior.
¡obsérvame a mí! Gracias a aquella reunión con el sabio pájaro azul y los posteriores
encuentros con los dueños de cada semilla, logré cambiar mis hábitos deshonestos y obtener
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CAPÍTULO VI
EL DESAPEGO DE GINKGO
Pasada una ansiada semana de reflexión, el inquieto roble continuó con su exhaustiva
búsqueda de los consejos que, sin lugar a duda, lo llevarían a una nueva etapa de su vida.
El árbol que tenía frente a él era un lozano Ginkgo biloba, propietario de la quinta semilla
que el pájaro azul había entregado al joven roble. Se hallaba a solo unos pasos de la Casa de
Arte, en donde el sendero de lajas se divide en dos caminos angostos, frente al pórtico
contribuido por los exalumnos con motivo del 85° aniversario de la institución.
—Hace unos seis años, cuando por fin le di muerte a mi guardaespaldas —respondió
Ginkgo.
evidentemente, se hacía notorio a las demás criaturas, pues una mañana temprano recibí la
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Luego de su escueto saludo, preguntó el porqué de mi tristeza. Entonces le conté con
detalles cada uno de los motivos. Le hablé sobre la caída de mi amigo el paraíso que, debido a
campamento que arruinó mi fin de semana, cuando algunos de los jovencitos arrancaron los
jazmines del nuevo cantero que rodeaba mi tronco. Y con lágrimas de dolor le detallé mi pena
más grande, la entonces reciente tala del colosal álamo que cuidó mi espalda desde mi
trasplante a estas tierras. Cuando me trajeron del vivero Las Camelias, a muy tierna edad —
murmuró en voz baja—, la señora directora junto al jardinero decidió plantarme en este
preciso espacio, para brindarme la protección incondicional del fortachón álamo criollo a mis
Luego de enunciarle al pájaro azul todas mis desdichas, me dijo concluyentemente y sin
reservas: “Tú no eres feliz porque no has matado todavía en tu corazón a cada uno de tus
guardaespaldas”.
—¡Eso mismo le pregunté al ave! Y me confió: “Necesitas talar de raíz todo aquello de lo
que crees depender para lograr el disfrute de la vida, aunque te parezca que, sin él o ella, sin
ser feliz”. Acto seguido me investigó: “¿Sabes por qué tu abuelo halló el verdadero disfrute de
la vida?”.
—¿El pájaro conoció a tu abuelo? —preguntó con asombro Frondoso, al tiempo que
recordó cómo esa misma ave también había conocido detalles íntimos de su vida.
conocía como portador de esperanza. El sexto día del mes por la mañana temprano se
bomba de origen atómico dejó devastada a toda su ciudad natal. Decenas de miles de personas
murieron y en un radio de diez kilómetros tanto edificios como escuelas, templos, parques y
Cuando me repuse de semejante informe, le pregunté: “¿Hubo algo que se haya salvado
pese al descomunal estallido?”, a lo que respondió con un júbilo que brotaba de sus plumas:
“¡Claro que sí!, tu abuelo se salvó, junto a otros cinco de tu especie”. Me expuso que se llegó
a una conclusión incompleta del porqué de su salvación. Por ejemplo, que al momento de la
explosión tenía yemas latentes que no murieron, y eso le permitió rebrotar apenas un año
después, a pesar de que vivía a solo mil metros del epicentro de la bomba, frente al templo
Housenbou. Me recordó además que mi especie cuenta con una corteza bastante blanda,
gruesa y húmeda, lo que pudo contribuir a protegerlo. Otro motivo interesante fue el hecho de
que la bomba se detonó en agosto, una fecha en la que mi abuelo probablemente estaba
acumulando reservas y tenía mucha agua y almidón en su tronco, sus ramas y raíces. Esto
Luego reveló: “Si bien cada uno de estos fundamentos son acertados, solo son una ínfima
parte de la razón principal de su feliz supervivencia. Cada Ginkgo biloba testigo de aquel
—La verdad es que no lo entendí cabalmente hasta que me ayudó a comprenderlo con
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entorno, de todo lo que acompañaba su estadía allí hasta antes del fulminante estallido; del
soleado parque en el que vivía, de las risas de los pequeños que jugaban bajo su sombra, de
los canteros colmados de flores que observaba cada primavera, del trinar de los pájaros que lo
visitaban. Hasta del aguacero que lo inundaba en las tardes de verano. Pero sabía
felicidad. Esa raíz solo se encontraba en su mismísimo ser; su Creador la había puesto allí, en
su interior. Por eso cuando todo falló, su corazón podía recuperarse y sentirse feliz
igualmente”.
—Pero una actitud así, ¿no implica cierto grado de egoísmo? —demandó el reflexivo
roble.
—Es posible que la palabra desapego te cause cierta sensación de frialdad e incluso de
egoísmo emocional. Sin embargo, nada más lejos de la realidad. La expresión desapego
supone un gran valor interior que todos deberíamos aprender a desarrollar. Practicar el
nosotros, como lo son los vínculos afectivos, por ejemplo. La liberación emocional que nos
produce la falta de apego nos permite crecer, avanzar con conocimiento de causa. Sin dañar a
Cuando transformamos los elementos externos en motivos para ser felices, convertimos a
cada uno en nuestro guardaespaldas, entendiendo erróneamente que, sin ellos, estaremos
emocionalmente para disfrutar a pleno de la vida, más allá de cualquier bomba o pérdida que
nos acontezca.
tristeza que lo embargaba cuando las ardillas lo dejaban cada otoño, una vez que se
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terminaban sus bellotas. Cada mes de diciembre en el que tenía que despedirse de los
traviesos estudiantes que jugaban en sus ramas bajas, hasta comenzar nuevamente el año
escolar. Comprendió, también, lo apegado que estaba a cada salida del sol para sonreír,
olvidando que igualmente podía alegrarse en días de lluvia o en noches de fresco rocío.
interrumpiendo así los profundos pensamientos de Frondoso— lo indagué sobre los últimos
días de mi abuelo: “¿Murió feliz y satisfecho?”, le pregunté, a lo que exclamó: “¡Claro que
no, porque aún no murió, sigue vivo y más feliz que nunca!”. Me detalló que, en la actualidad,
entrada del templo, pese a las obras de remodelación que se han llevado a cabo a lo largo de
los años. Allí, junto a él, todo visitante puede leer: “No más Hiroshima”.
—Ahora comprendo por qué me aseguraste que, para ser feliz, tuviste que matar primero
falsa sensación de seguridad, ¿verdad? ¡Y yo que pensaba que habías liquidado al pobre
—En primer lugar, debes tomar conciencia de que eres pleno responsable de ti mismo.
No cargues a otro con tu propia felicidad, porque tampoco disfrutarás cuando otro te
esencial encontrar a otro ser que te ame o tener siempre el reconocimiento de tu entorno.
conseguirás sufrimiento. ¿Sabes por qué?, porque pocas veces lograrán cubrir todas tus
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consecuencias, elige por ti mismo y no le otorgues el permiso a nada ni a nadie para que
entristezca tu corazón.
En segundo lugar, acepta y asume la realidad. En esta vida nada es eterno, nada
permanece, todo fluye. Abandona las preocupaciones del pasado por el que ya no puedes
hacer nada, y con las que solo logras alterar negativamente tu presente. Esas peleas con
seres queridos, ese trauma, esa pérdida, ese fracaso o esa frustración no superada, todos ellos
son raíces que nos aferran a una tierra improductiva y muerta. ¿Crees que, si mi longevo
culpamos a otros, pero no podemos estar seguros de que, en las mismas y exactas
—Nadie ha dicho que lo sea. Pero ¿qué ocurre si no eres capaz de perdonar? ¿Quién
sufre? ¿Quién comienza a perder sus hojas antes de tiempo y a marchitarse por dentro? ¡Tú!
—La venganza nunca puede dar la paz, solo alimenta más venganza. Es un círculo
vicioso que nunca termina. Si tu tronco, tus hojas y ramas, tus flores y frutos se llenan de
odio, ¿cómo puede quedar en ti espacio para el amor y el verdadero disfrute de la vida? El
perdón libera tu alma del odio y crea espacio para que pueda entrar el amor.
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Sin embargo, es de vital importancia que cuando perdones también olvides. Perdonar es
olvidar todo, dejar la pizarra totalmente limpia. Es abandonar el odio y la condena, como si
dejaras caer una gruesa y pesada rama seca que ya no te sirve. Si te aferras a ella, perjudicas el
resto de tu copa y el crecimiento de tus nuevos brotes. Déjala ir y ya no tendrá ningún poder
sobre ti.
—Tantas veces como te ofendan o perjudiquen. Ten siempre presente que quien sufre por
no perdonar eres tú, pues solo tú cargas con la angustia y el resentimiento. La ley de causa y
efecto es altamente efectiva en este caso: uno cosechará lo que siembra, sea bueno o malo.
Por ello es por lo que no tiene sentido cobijar amargura ni odio pues tampoco querrás que lo
¿Sabes a quién te costará mucho más trabajo perdonar? ¿Por quién sentirás menos
compasión?
—¡Por ti mismo!
Cada vez que cometas un error del cual luego te lamentes, trata de recordar que todos nos
equivocamos y que la mayor parte del tiempo te esfuerzas por hacer las cosas lo mejor
pequeño que fuiste alguna vez, frágil y tierno, quien necesitaba de un fuerte tutor para
mantenerse erguido y crecer correctamente. Sé amable con ese pequeño. Te hará sentir más
liberado y te ayudará a centrarte en lo que de verdad importa, el aquí y ahora, este presente
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—Sí, querido amigo —continuó Ginkgo—. Debes promover tu libertad y permitir ser
libres también a los demás. Asume que la libertad es la forma más plena, íntegra y saludable
podamos establecer vínculos afectivos con otras criaturas. De hecho, ello aporta más disfrute
a la vida. Pero el desapego implica que nunca debes hacerte responsable de la vida de otros, al
igual que los demás no deben tampoco imponerte sus principios, sus ataduras o cadenas
emocionales para aferrarte a ellos. Es aquí donde empieza el auténtico problema y los
sufrimientos.
Y, por último, ten presente que las pérdidas sucederán tarde o temprano. Las cosas
desvaneciéndose como el agua que resbala por nuestras hojas. Algunos seres queridos se irán,
los pequeños crecerán y ciertos amigos cumplirán un ciclo y dejarán de serlo. Todo ello forma
parte del desapego y, como tal, hemos de aprender a asumirlo para afrontarlo con mayor
integridad. Con mayor fuerza. Pero lo que nunca va a cambiar es tu capacidad de amar, y
Frondoso observó a Ginkgo una vez más antes de continuar su búsqueda correspondiente
a la sexta semilla, y pudo verlo claramente: resplandeciente, erguido, con sus originales hojas
en forma de finos y delicados abanicos, con una salud perfecta. Altamente resistente a la
Frondoso le mostró el pequeño puñado restante, en el que sobresalió una en particular que
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—Su dueña es la enorme palmera —aseguró señalando la semilla—. La encontrarás
mucho imaginar que pudiera darme siquiera un consejo —murmuró desalentado el joven
roble.
—Pareciera que la conoces. De todos modos, acércate a ella y quizás te lleves una grata
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CAPÍTULO VII
¡POBRECITA LA PALMERA!
Aún se encontraba vívido en la mente del joven roble el primer encuentro con su vecina,
Quejumbrosa. Unos diez años atrás, se había acercado a ella debido a su tristeza. La
observaba decaída y sin melodías, pues no era visitada por pájaro alguno. El color de sus
extendidas hojas había perdido el brillo característico de su especie. Su porte distaba mucho
del que mostraban las palmeras del entorno; era endeble, frágil y vencido.
ella en aquel tiempo con el fin de brindarle un poco de ánimo. Pero hubo algo que lo ahuyentó
entonces, se alejó, como era común que lo hicieran las criaturas del lugar, por sentirse
Ahora, de pie allí, frente a ella, una década después, el sorprendido roble no daba crédito
—¡Vamos, dilo sin tapujos! No puedes creer que sea la misma de antes, ¿no es verdad?
—dijo la palmera a la vez que dejaba escapar una risa auténtica y feliz.
preguntó risueña.
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El boquiabierto roble no quiso ser descortés, ni decir algo que opacara la alegre
hospitalidad recibida, pero conocía en detalle cada uno de los despectivos apodos con los que
la habían bautizado.
—¿Cómo fue que pasaste de ser “la Pobrecita”, como dices, a convertirte en esta
exuberante y feliz palmera? —preguntó Frondoso a la vez que la observaba de arriba abajo.
de mis inagotables quejas y el papel de víctima en el que estaba envuelta, no me sentía a gusto
en absoluto. Pese a ello, tampoco estaba dispuesta a realizar ningún esfuerzo a conciencia
para abandonar mi lamentable situación. Hasta que, en una tarde de verano, en la que hacía
más calor del habitual, no pude menos que quejarme, como era de esperar y, entonces,
Me quejaba del intenso calor cuando una voz afectuosa y calmada susurró a mis oídos:
notado la presencia de un bellísimo pájaro del paraíso que se posaba sobre una de mis hojas
secas, cuando este continuó diciendo: “Cuando llega el calor, los botones de flores abren de
pronto, colmando de colores y perfumes todo el jardín, trayendo consigo alimento y vida. Es
el calor el que permite a los frutos madurar y los convierte en exquisitos alimentos de colores
rozagantes, con los que deleitamos nuestro paladar. Es el mismo que hace brotar las yemas
para luego convertirlas en hojas fuertes y verdes, que brindan la sombra y el cobijo tan
deseados para sostener la vida”. De no haber sido porque interrumpí sus oraciones con mi mal
humor característico —agregó la palmera—, todavía hoy estaría aquel pájaro azul hablando
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Recuerdo que le respondí: “¿De qué flores hablas…, de las mías? Lo único que logra su
perfume es atraer a los insufribles enjambres de abejas, avispas, moscas y abejorros que no
me dejan descansar. Además, ¿dónde se ha visto que los escarabajos polinicen las flores?
Pues mi especie tiene que aguantar eso también por culpa del calor. ¿Y de qué frutos hablas,
de mis dátiles? Son precisamente los que más me molestan cuando nacen, pues antes de que
maduren las insoportables calandrias me invaden para comerlos y no hacen más que
ensuciarme y aturdirme. ¿Y qué decir de la sombra tan deseada? Si ni siquiera los alumnos
más pequeños juegan debajo de mí, porque apenas tengo diez hojas arcaicas y achacadas,
iba tornando un poco más serio—, aunque no puedo creer el tiempo y las energías que perdí,
los seres queridos que alejé y las maravillosas criaturas que nunca llegué a conocer por
permitió entender que la eterna queja me situaba en un papel de “la Pobrecita” que sufre las
ofensas y los ataques de los demás. Por sentirme una víctima, me consideraba a mí misma una
“sufriente justificada”, pensando que cada cosa que me ocurría era irremediable y no podía
cambiarla, y así adoptaba una posición de pasividad y estancamiento. Entendía que eran los
otros, las circunstancias, el afuera, los que causaban mis desgracias. No asumía mi propia
responsabilidad. Resultó ser una postura sumamente cómoda, porque la víctima se acomoda a
—¿Por qué crees que reaccionabas de esa manera? —preguntó Frondoso intrigado.
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—Pude ver más claro el panorama cuando el Ave del Paraíso me observó detenidamente
y, tras una serie de preguntas, me ayudó a reflexionar. Ella indagó sobre mis ambiciones y le
expresé mi descontento por no poder ser elegida planta nacional de mi país como la Palma de
Cera, nativa de los Andes colombianos. Fue votada como árbol nacional de Colombia. Es
muy popular porque durante siglos los cristianos han utilizado sus hojas para celebrar sus
fiestas religiosas.
—Bueno, no es extraño que a veces nos comparemos con otras criaturas —justificó el
—No obstante, también le confié que me hubiese gustado ser tan codiciada como la
Butia; ella es una palmera sumamente costosa por la particularidad de sus palmas de color
anillado tronco la vuelve una de las más bellas. A ella se la puede plantar formando grupos, o
planta de interior en lugares muy iluminados, debido a lo decorativa que se la ve —se explayó
Quejumbrosa.
Le confesé igualmente, mi frustración por no ser la fuerte Palmera Cocotera, tan longeva
que alcanza cien años de edad. Ella florece durante todo el año y de sus cocos se utilizan tanto
su leche, como la pulpa y hasta la cáscara. —Así enumeró la palmera su larga lista de cotejos.
dijo: “¿Por qué te comparas tanto? Porque te sientes débil, vulnerable, perdida como una hoja
al viento, mientras crees a los demás muy seguros con sus vidas. Siempre tienen prioridad los
objetivos y deseos ajenos frente a los tuyos; por ellos te ves forzada, presionada e incluso
servil y así descuidas tus propios intereses sintiéndote vacía, sin metas ni futuro” —suspiró
lentamente Quejumbrosa.
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—Imagino lo difícil que habrá sido escuchar esas palabras —susurró Frondoso con
empatía.
—Así es. No tardaron en llegar las lágrimas a mis ojos y nudos a mi madera cuando,
luego de un breve instante, el pájaro azul continuó afirmando con tono paternal:
“Probablemente te sientes inferior frente a los demás, percibiéndote perdedora, como si los
otros siempre ganaran a tu costa. Reaccionas con rabia, envidia, resentimiento y frustración.
Nunca descartas la agresividad, incluso la vuelcas contra ti misma. Evitas tomar decisiones y
postergas tus metas continuamente. ¿Acaso me equivoco?” —En ese momento sentí que
Asaltaron mi memoria, por primera vez en muchos años, incontables razones por las que
Víctima” me confería identidad, porque atribuía de manera equívoca que quien sufría era
reconocido como alguien bueno, generoso y sacrificado. Tenía miedo al cambio, a perder el
afecto o la aprobación de los demás. No quería ver mis propios errores y me resultaba más
fácil proyectarlos en el resto. Mi autoestima realmente era baja, pues me creía sin derechos,
sin capacidad de réplica o de reacción, pensando que los otros eran más fuertes, y yo, en
que la queja también había formado parte activa de su vida y que, incluso, todavía en ese
momento existían vestigios de ella que debía erradicar. De hecho, acudieron a su mente
imágenes claras de su propio encuentro con el ave azul y se sorprendió al recordar que,
que lo dejó con la copa estropeada y sus brotes rotos. Estaba de muy mal humor y no lograba
79
ver ningún beneficio en absoluto. Cuando meditó en todo ello, decidió acudir a la renovada
La palmera sonrió, alentada por la curiosidad de Frondoso, cuando halló que su interés
era genuino.
—Ten presente que, así como te sientes, así es como te ven —afirmó en su primer
consejo—. Si alimentas el sentirte miserable e impotente, estás emitiendo esa misma energía
negativa. Hazte responsable de lo que transmites al mundo, pues son las semillas de lo que
recibirás de él.
Pregúntate qué ganancias logras con tu actitud. Generalmente la queja busca obtener un
incluso un modo de controlar a los demás. Deja de culpar a otros por tu situación, acepta tus
errores y conviértelos en tu motivación para mejorar. Aplícate a ti mismo lo que piensas que
Sé consciente de que puedes elegir. Observa lo que dicen tus palabras, ya que son en gran
activa, la cual te conducirá a sentirte dueño de tu destino y no simplemente una hoja seca a
El roble se sentía en suma agradecido. Evocó las palabras de Ginkgo ante su duda de
consultar a la quejumbrosa palmera: “Quizás te lleves una grata sorpresa”. ¡Y vaya si fue
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grata! Ahora tenía mucho por reflexionar. Se alzaba ante él una prueba viviente de que es
desde los pies del grueso tronco a un par de maestras que, en su hora de descanso, optaban por
—Es una auténtica joya por su belleza —decía una de ellas, señalando la poblada copa de
la exótica palmera.
—Sí, totalmente de acuerdo —certificaba la otra—. ¿Has visto cómo cuelgan de la base
de sus hojas cientos de finos helechos? ¡Qué bellos! Parecen verdaderas cortinas naturales, un
placer para la vista. En mis últimas vacaciones estuve en el noroeste del país y puedo
asegurarte de que quedé maravillada con la variedad de artículos decorativos y útiles que
conocí, elaborados con sus hojas pinnadas. ¿Qué te parece si realizamos con los chicos en las
clases de arte, algunos cestos y abanicos con las hojas que renueva esta palmera?
—¡Qué buena idea! Con ellas también podríamos techar el pequeño vivero que están
preparando algunos estudiantes en el huerto, detrás del Museo del Centenario —dijo la
Frondoso decidió prolongar su silencio con el fin de continuar disfrutando de los elogios
—También puede ayudarte para esa tos el consumo de sus dátiles —aconsejó a su
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de cotorras que albergaban sus nidos en ella, se vieron obligadas a concluir sus cumplidos por
¡La palmera se sentía feliz por los aplausos recibidos y el joven roble, otro paso más
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CAPÍTULO VIII
LAZOS DE GIGANTE
Poco imaginaba Frondoso la historia que estaba a punto de conocer, a medida que se
acercaba al más grande y fuerte cedro de todo el enorme predio, llevado por la diminuta
No le llevó demasiado tiempo conocer algunos atributos de aquel árbol. Con solo
emplazado en el punto exacto que marca la entrada principal del edificio más antiguo, por
encima de uno de los areneros favoritos de los chicos, un piletón antiguo de la estancia, hoy
utilizado como un espacio en el que compartir travesuras y alegrías. Allí corretean a diario
Parecía demostrar una omnipotencia singular. Los enormes brazos de Gigante alcanzaban
distancias inusitadas. Sus ramas del lado oeste llegaban hasta los toboganes del patio
contiguo. La más grande de ellas, incluso, rozaba el renovado banco de madera barnizada a
más de diez metros de su cuerpo. Sus brazos del este acariciaban el conjunto de fresnos que, a
modo de túnel, cubría el camino ancho. Hasta las ramas traseras se mezclaban con los añejos
aromos, creando en el espectador una especie de ilusión óptica, en la que parecía verse al
No obstante, el joven roble advertía con extrañeza que le faltaban numerosas ramas
los naturales labios cicatrizantes, producto de un buen trabajo de jardinería; en cambio, otros
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—Puedo estar agradecido al Creador por haberme permitido una segunda oportunidad —
confiaba Gigante a Frondoso, luego de sus respectivas presentaciones—. Hace varias décadas
—Hace muchos años, siendo joven todavía, ingenuo y confiado, me dejé llevar por
algunas criaturas que apreciaba y de las que pensé que deseaban lo mejor para mí. Ya sabes,
algo inexperto, crédulo y un tanto frágil todavía. Comencé a pasar demasiado tiempo con una
higuera que ya era parte del jardín. Nadie la había plantado, solo apareció aquí. Supongo que
una de las tantas semillas aportadas por las aves, brotó entre mis ramas y me sentí ciertamente
tardes observando a colibríes y abejas libar, molestábamos a las orugas monarcas que dormían
en los tallos, emboscábamos a las astutas calandrias y nos burlábamos de los incansables
zorzales cuando tironeaban con sus picos las largas lombrices hundidas en el barro. No hizo
falta mucho tiempo —unos pocos años, tal vez— para que ese lazo me perjudicara de manera
irremediable.
No era una higuera cualquiera, de esas que fabrican sabrosos higos y brevas, ¡claro que
no!, y así me lo advirtieron mis vecinos del sendero, los tilos maduros, la araucaria y el
alcornoque. Recuerdo sus sermones: “Ten cuidado con la higuera, te dejará seco”; “mira que
no es una buena compañía”; “tu nueva amiga es un poco tóxica”, y otros por el estilo.
Resulta que no lograba ver su abrazo mortal. Como tú seguramente sabes —dijo Gigante
al absorto Frondoso—, en la naturaleza hay plantas que combaten entre sí, así como también
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—¡Claro!, como los claveles del aire que se encuentran a montones por aquí —sostuvo el
roble.
—Cierto. No obstante, algunas acaban con la vida de los árboles quitándoles la luz y el
sustento que obtienen de la tierra. Una de ellas es precisamente la higuera estranguladora, con
una esperanza de vida de doscientos años. Es una de las plantas con flor más longevas que se
Desde luego que lamenté estar al tanto de su historia un poco tarde, pues de haber sabido
cuidar mis lazos con las demás criaturas, podría haberme interiorizado sobre ello antes de
Esta planta originaria de la India crece actualmente en todas las regiones que gozan de un
clima húmedo, incluido nuestro país. Podría decirte que es un parásito vegetal, solo que, en
vez de chuparte la savia, lo que hace es progresar rápidamente ahogándote con sus raíces
aéreas para impedir que puedas alimentarte. Con el tiempo, sus raíces se desarrollan de tal
manera que forman una estructura sólida, capaz de mantenerse en pie sin dificultad. De este
modo enraíza en las hojas que se juntan en tus rincones y en las grietas de tu corteza,
creciendo mientras se nutren de tu tronco y de tus ramas. A medida que prolifera, sus raíces se
desconcertado.
—Pues sucede que estás a gusto, percibes una especie de abrazo continuo y te sientes
parte de algo; pero luego, una vez conseguido un asidero firme, ella envía sus raíces al suelo e
inicia una vida independiente en tu propio cantero. Así nace tu decadencia, ya que los
nutrientes adicionales que ella obtiene del suelo le dan mayor energía y fortaleza para
presionarte al grado de estrangularte, quebrando una a una tus ramas hasta que tu tronco ya no
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puede expandirse a medida que creces, perdiendo así tus nidos, tus aves, tu follaje y,
finalmente, mueres.
Imagínate el espectáculo final. Una vez que te secas y marchitas, ella se robustece y toma
tu lugar.
—Permíteme preguntarte, ¿cómo fue posible salir airoso de aquel lazo mortal?
—No fue sencillo, aunque recibí una verdadera ayuda en el momento preciso —aseguró
aliviado el gigante cedro—. En aquel entonces jamás hubiese admitido que necesitaba apoyo,
habló a mis oídos de forma dulce y pausada, para no despertar a la planta que dormía
disfrutar de verdaderos lazos de amor?”. Yo imaginé que había muerto, pues en el momento
exacto en que sus alas rozaron mis hojas, todos mis dolores y molestias desaparecieron. No
alcancé siquiera a meditar en las respuestas a sus preguntas, cuando agregó: “El disfrute
genuino de la vida es el producto de entrar en contacto con criaturas con las que puedas
establecer relaciones positivas. La clave es entender que las buenas relaciones no vienen por
coexistiendo. Si quieres ser un árbol feliz, exitoso, asóciate con similares a ti, criaturas
optimistas que tengan metas claras y que se muevan hacia adelante en la vida. Al mismo
Por primera vez, alguien hablaba con verdadero interés en ayudarme sin juzgarme.
Percibí su afecto tanto en su tono melodioso como en su oído presto a escucharme. Entonces
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pasó a describirme lo que él llamaba “el secreto para obtener los lazos más fuertes y disfrutar
la vida”.
—Es uno que está a la vista, aquí mismo en nuestro entorno, y, sin embargo, nunca le
había prestado atención. Se trata de observar con detenimiento a uno de los seres más
—No comprendo cómo esas diminutas criaturas podrían ser de ayuda para alcanzar el
—Es muy sencillo y significativo a la vez. ¿Has echado un vistazo cuando llueve y
—Sí, claro que sí. Creo que corren a sus nidos para evitar morir ahogadas. De hecho, en
más de una ocasión he visto a algunas de ellas sin vida por allí, debido al aguacero que las
—Así es, ya que una hormiga sola no puede flotar en el agua y vivir, sin importar cuánto
luche para lograrlo debido al cansancio que la abate. En cambio, si se agrupa toda la colonia
puede hacerlo, ya que forma una balsa impermeable. Las hormigas de la colonia unen sus
cuerpos en una estructura muy particular, que permite almacenar aire, repeler el agua y flotar
sin esfuerzos individuales. Esta balsa tiene forma redondeada y su comportamiento hace que
cada hormiga sepa en qué lugar colocarse y en qué momento sumarse a la estructura. Este es
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—Luego continuamos conversando con el pájaro en voz baja para no despertar a la
obtienen de formar relaciones de calidad con otras criaturas y liberarse de los lazos tóxicos y
perjudiciales; cuando en el momento menos pensado, justo antes del amanecer, la exótica ave
interrumpiéndolo.
vida a tiempo y mejor aún, liberarme de los lazos nocivos como el de la higuera
estranguladora.
Verás, decidí aceptar la ayuda de Don Javier, el jardinero del sector, que tantas veces
había intentado arrancarla de mí sin mi consentimiento. Ahora estaba preparado para dar lugar
en mi vida a nuevas relaciones sanas y entrañables. Comprendí que sin buenas relaciones la
vida está vacía. Después de todo, la vida se creó para disfrutarla a plenitud, para celebrarla y,
¿no te parece que una celebración en la que estuvieras solo sería aburrida?
Todos nosotros conformamos un parque, un jardín, una tierra llena de vida. De ahí que
Hoy, cuando observo mi pasado, comprendo que, en mi deseo ferviente de satisfacer solo
mis propias necesidades, fui perdiendo lazos que realmente eran de valor.
importante para mí, con seguridad afirmaría que aquella que indica que la calidad de nuestra
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vida depende exclusivamente de los fuertes y genuinos que sean los lazos que formemos con
los demás.
—Claro que sí —asintió Gigante con voz segura—. El gozo pleno de la vida surge, en
primer lugar, de tu relación contigo mismo, pero luego, del amor y de la amistad que
contengan tus lazos con otras criaturas. Ello es posible siempre y cuando te alimentes de los
nutrientes esenciales.
—De los ocho hábitos útiles y precisos para que nuestras relaciones sean fuertes y
duraderas. Estos nutrientes nos aportan salud, bienestar, calidad de vida, al tiempo que
otro tal y como es, sin pretender que se comporte del modo que nosotros queremos. Lo
secunda una “buena comunicación”. Esto implica: estar cuando hay que estar, mostrar interés,
lo hacen las partes que la integran. Todos cambiamos y no podemos pretender que alguien se
—Bueno, cuando esto inevitablemente sucede —reanudó Gigante—, hay que tener en
cuenta el cuarto nutriente, “confrontar limpiamente”; esto es: hablar del problema cuando las
dos partes estén preparadas. No criticar al otro; ceñirse a la situación. No atribuir al otro los
sentimientos y razones que sospechamos que tiene, como si leyéramos sus pensamientos; más
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bien dejar que se explique. Sin acudir a reproches ni a experiencias pasadas; mantenerse en el
asunto que se discute. Hay que reconocer que se está equivocado en el caso de ser así y pedir
mutuo.
También nutre de manera especial el quinto sustento: “permitir espacio”. Cada individuo
En sexto orden, “mostrar calidez”. Todos necesitamos cariño y cuidado para florecer y
dar frutos y esto lo encontramos precisamente en nuestras relaciones más cercanas. Igual de
vital es el séptimo alimento: “tomarse el tiempo necesario”. Los lazos crecen, nuestras ramas
se extienden hacia los demás a medida que nos conocemos mejor y aumentamos la confianza
entre nosotros, pero cada uno va a su propio ritmo. Y, definitivamente, “ser auténtico”, el
octavo y más rico sustento de una excelente relación. Los lazos saludables se cultivan por lo
Frondoso continuó conversando con Gigante durante un largo tiempo sin percibir el caer
de la tarde. Parecía que cada vez le resultaba más difícil despedirse de sus afectuosos
anfitriones.
El joven roble comprendía haber crecido de golpe, luego de sus ricos encuentros con cada
uno de los siete seres maravillosos que aquel misterioso pájaro azul había colocado en su
camino. Sentía estar experimentando un anticipo del tan ansiado disfrute de la vida. Se
preguntaba cuánto más le esperaba en el futuro cercano. Aún tenía en su poder tres pequeñas
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CAPÍTULO IX
Pequeña y de un negro brillante era la octava semilla que, sin lugar a duda, dejaría
plasmada en el corazón de Frondoso otra magnífica enseñanza de vida, tal vez la que lo
despertaría de su letargo. Se trataba del espeso y corpulento ombú que daba la bienvenida a
las familias wardenses cuando ingresaban con sus vehículos por la entrada de barreras. Él era
el primer árbol que cada conductor observaba cuando accedía al colegio; de allí su nombre de
Era común ver en sus interminables y cómodas raíces expuestas a un grupo de chicos
Como reza el dicho popular: “La Pampa tiene el ombú”. “Y mi colegio el Portero”,
suelen decir los alumnos del Ward cuando describen a este maravilloso ejemplar de tantos
años de vida. Al que ningún fuerte viento ha podido derribar ni rayo fundir.
—Desde joven escuchaba comentarios que me herían. Recuerdo con claridad la ocasión
en la que dos teros se burlaban de mi escaso tamaño en ese entonces, diciendo: “Mira esta
hierba con ínfulas de grandeza”. Incluso un tiempo después escuché murmurar a un picabuey
que se alimentaba de mis insectos: “¡Este yuyo sí que es grande!”. Así veía pasar mi juventud,
sin comprender quién era yo realmente, pues es discutido si soy un árbol, un arbusto o una
simple y llana hierba. Quienes aducen que soy una hierba, aunque gigante, resaltan
principalmente las curiosas características de mi tallo, bastante húmedo y verde sin notorios
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anillos, lo que hace además imposible predecir mi edad por no contar con esos aros anuales de
crecimiento que tienen los demás árboles como tú —concluyó el Portero apuntando a su
visitante.
—¿Cómo es posible, entonces, que hoy seas un árbol tan grande? —replicó el roble,
—Te contaré. Una mañana de domingo, se dieron todas las circunstancias necesarias para
que mi incertidumbre fuera mayúscula. Me sentía solo; no había ningún pequeño estudiante
jugueteando cerca y tampoco podía dar la bienvenida a nadie debido a la falta de torneos de
fin de semana, suspendidos por el mal clima. Llovía y el cielo seguía amenazante. Comencé a
lamentarme por las debilidades que creía tener. Me juzgué inútil al aceptar que mi madera no
servía para nada, ni como leña de fogones ni para talla de carpintería, tampoco flotaba como
adormecía con pensamientos miserables, una fuerte brisa me despabiló. El viento jamás se
había sentido de aquella manera en ningún otro lugar del parque. La lluvia cesó y cuando
apenas lograba acomodarme un poco, un ave misteriosa me terminó de despertar del todo.
“¿Tienes idea de por qué te llaman ombú? —me dijo aquel pájaro—. Los indios guaraníes te
definieron así, pues en su hermosa lengua significa sombra grande o bella sombra”.
transmitía una sensación de paz y preparaba el ambiente para una cálida conversación.
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—“Si mi sombra ha de ser grande y bella como aseguras, ¿por qué no soy más que una
vida? Dudo mucho en llegar a ser algo más de lo que soy hoy, tan solo un arbusto de baja
estatura”. Y a partir de allí, con una voz clemente y un dejo de sabiduría profunda, pasó a
—El ave me contó que existe una fuerza vital universal que lo sostiene todo y que todo
funciona unido en perfecta armonía. Tú también eres una perfecta parte de ello —dijo el
Portero mirando a los ojos al joven roble—; apareciste justamente aquí, en este maravilloso
predio en el momento preciso y eres una pieza esencial de este complejo sistema. Cuando
brotaste por primera vez, se te asignó una tarea en tu corazón. ¡Mira!, te daré un ejemplo.
—¿Así? —preguntó dubitativo Frondoso mientras indicaba con su rama el centro mismo
de su tronco.
—¡Exacto!, ¿lo ves? —declaró firmemente el Portero, y en cuanto hubo dicho esto supo que
centro mismo de tu ser. Ese eres tú. El constante latido de tu corazón, de dentro afuera, de
fuera adentro, constituye un símbolo de tu conexión infinita con el omnipresente latido del
resuelve cosas, analiza y determina cuáles son las opciones más lógicas para ti. Podríamos
afirmar que solo se dedica a pensar y pensar. Por otra parte, el centro de tu ser, tu corazón,
representa tu lado intuitivo, es la parte que ve más allá de la razón y del análisis. La que siente
las cosas, la que es sensible al amor, que se emociona con lo que es importante para ti. Tu
corazón te permite enternecerte cuando ves a un pichón nacer, o embelesarte al observar a una
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mariposa salir de su capullo de oruga; así como disfrutar plenamente de un día de sol en
primavera. Tu mente puede analizarlo, mientras que tu interior te permite sentirlo. Ahora bien
—reanudó el ombú—, elige una situación y pregúntate qué es más importante para ti: lo que
—Creo que generalmente dependerá del escenario y de las circunstancias en las que me
encuentre —balbuceó el roble a medida que repasaba en su mente alguna situación vivida—.
Mi cabeza puede calcular con exactitud la manera de actuar en mi relación con otro individuo.
Por ejemplo, cuando las cosas van mal, pero luego hay veces en las que mi sentir reemplazará
cariñoso y arrebatado esas serán las fuerzas dominantes que te harán actuar. Es el centro de tu
Hay una presencia intuitiva e invisible que está siempre con nosotros. Yo imagino esa
presencia como una pequeña y pesada criatura que se acerca a nuestro oído para advertirnos
cuando hemos perdido de vista nuestro objetivo. Ella podría ser nuestra propia y futura
muerte, que nos urge a continuar con aquello para lo que hemos venido aquí. Nuestra invisible
compañera nos instiga cuando perdemos otro día más haciendo lo que algún otro nos ha
función de este conocimiento, ya que tu mente no se ha armado del coraje suficiente para
cumplir las órdenes de tu corazón. Tu intuitiva voz interior sigue instándote a obedecer el
fuego de tu ser con el fin de que no se apague ni extinga de manera alguna. Pero tu cabeza te
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dice: “Cuidado, no te arriesgues, podrías fracasar, podrías decepcionar a los que esperan otra
cosa de ti”. Entonces la compañera invisible, la apremiante muerte, te habla aún más alto. El
fuego interior.
vez que veía con desazón cumplirse en él ese mismo comportamiento—. Despertando cada
mañana y uniéndome al resto del parque, solo observando lo que hacen los demás todo el
retóricamente.
—Puede suceder que el fuego se esté apagando tan lentamente que casi no lo percibas.
No obstante, el hecho de tu visita de hoy demuestra claramente que todavía existe en tu ser
una pasión que desea salir y manifestarse plenamente. Ello se debe a que tu compañera
adoptar formas extrañas, como la caída precoz de tus flores, el ajamiento de tus ramas o el
Pero tú no tienes por qué elegir ese destino. Fue lo que me animó a hacer el Ave del
Paraíso cuando percibió que mi fuego interior estaba a punto de perecer: “Escucha a tu
compañera invisible —me dijo—, siente tu pasión interior y no hagas caso de lo que todos
los que te rodean creen que deberías estar haciendo. Acepta que otros incluso puedan juzgar
que los has traicionado, pero no habrás traicionado a tu propia pasión, a tu ferviente fuego
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íntimo. Haz lo que sabes que tienes que hacer para sentirte entero, completo, para sentir que
estás cumpliendo con tu destino. Nunca estarás en paz si no sacas ese fuego ardiente al
exterior. Permite que el mundo sepa por qué estás aquí, y hazlo con pasión”.
Fue en ese momento que tomé la firme decisión de crecer y alcanzar mi sueño, el que
tantas veces había postergado por darle demasiada relevancia a lo que otras criaturas
esperaban de mí.
—¡Cuánto me alegra por ti! —afirmó Frondoso con lágrimas de emoción—. Pero yo no
puedo decir lo mismo. De hecho, creo desconocer cuál es mi verdadera pasión. Entiendo que
vivo de una manera cómoda, podría afirmar; aunque no sigo mis instintos. Despierto sano y
vivo cada día. Me deleito en oír cantar a los más hermosos pájaros del parque, bebo a diario el
agua de mi cantero sin mayores dificultades, produzco fruto en una cantidad moderada y
pienso que no molesto ni perjudico a nadie. Sin embargo, siento que vivo una vida adaptada a
un guion. Pero se trata de un libreto escrito por una criatura diferente a mí. ¿Cómo puedo
saber cuál es mi misión, mi pasión, ese fuego que debería estar ardiendo dentro de mí?
—Encontrarás tu pasión en aquello que más te inspire. ¿Sabes qué significa el término
“inspirar”? Este se deriva de la expresión “en espíritu”. Cuando uno está inspirado, nunca
ligustrina, por ejemplo, dicho objetivo tiene que ver con bordear el sendero que conduce al
gran salón de música. Sentirse útil como cerco a lo largo del camino la hace experimentar un
gozo superlativo, mientras escucha en primera fila a la banda del colegio tocar sus piezas
favoritas.
verde que lo caracteriza y la altura magnífica que tiene? Se debe al regocijo que siente desde
que halló su propósito: separar todo el largo del terreno de las calles de la ciudad, tan
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peligrosas para los pequeños que ahora pueden jugar despreocupados gracias a su dedicado
racimos de flores para el descanso de los alumnos y maestros, el que la hace sentir que está
con todas las letras. Alcanzar una altura superior a los quince metros y una circunferencia
digna de ser aprovechada. Ser el cobijo de cientos de insectos y el hogar permanente de una
docena de pájaros jubilosos. Trabajar como el Portero que soy, disfrutando en dar la más
¿Cuál es tu pasión? ¿Qué es lo que estimula tu alma y te hace sentir en perfecta armonía
con tu presencia en este lugar extraordinario? —preguntó el ombú, lanzando una mirada
inquisitiva al rostro que Frondoso ocultaba bajo su espesa enramada—. Ten esto, por cierto:
sea lo que fuere, podrás ganarte la vida con ello a la vez que proporcionas un servicio útil al
¡Mira!, estas son algunas preguntas que me planteó el pájaro azul y me ayudaron a
meditar en mi fuego interior: “¿Qué puntos fuertes crees tener para aportar algo al mundo?”;
“¿cómo te gustaría que fuera tu contribución a los demás?”; “¿cómo desearías que te
recordaran?”; “¿qué trabajo te gustaría tanto hacer que lo harías aun sin recibir nada a
cambio?”. Y, finalmente: “Si pudieras realizar cualquier tarea en el mundo, ¿cuál sería?”.
observaba.
de que existen solo dos emociones básicas de las cuales se desprenden todas las demás? Una
es el miedo; la otra, el amor. Es posible que temas la desaprobación de los demás. Asume ese
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riesgo y descubrirás que obtendrás mayor aprobación cuando no la busques que cuando la
persigas. Puede que temas a lo desconocido. Asume también ese riesgo. Dale vueltas a la
cuestión, pregúntate: ¿qué es lo peor que puede pasar si esto no resulta? Lo cierto es que
sencillamente pasarás a otra cosa; no morirás en el proceso porque algo no funcione. Puede
que temas al éxito. Quizás te has condicionado para creer que eres incapaz o limitado. El
único modo de cuestionar esas ideas absurdas es encaminarte hacia aquello para lo cual sabes
que estás aquí y dejar que el éxito te persiga, como seguramente ocurrirá —concluyó el
confiado ombú.
Luego de escuchar sin la más mínima distracción, el roble ansiaba expresar el mayor de
—Puede que esto te resulte sorprendente. Pero el fracaso es solo una ilusión. Nadie
fracasa en nada. Todo lo que uno hace produce un resultado. La verdadera cuestión es qué
haces tú con el resultado que produces. ¿Insistes con el siguiente o te limitas a aceptar solo
ese efecto? El fracaso es una valoración; es una cuestión de opinión. Proviene de nuestros
miedos, que se pueden eliminar mediante el amor. El amor por uno mismo. El amor por lo
que uno hace. El amor por los demás. Cuando experimentas el amor en tu interior, el miedo
no puede sobrevivir.
Ese fuego que quema dentro de ti, y que te insta a asumir riesgos y a perseguir tus sueños,
descubierto que los riesgos que creemos percibir dejan de existir una vez que hemos
trascendido los miedos y damos paso al amor y al respeto por nosotros mismos. Cuando
produces un resultado ante el cual los demás se ríen, te incita a reírte también. Cuando sientes
estima por ti mismo, un tropiezo te permite reírte ante lo que solo es un hecho ocasional.
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Cuando te amas y respetas, la desaprobación de alguien no es algo que temas y evites. Bien lo
resumió el Ave del Paraíso justo antes de despedirse cuando me dijo: “Si puedes desafiar el
triunfo y el fracaso, y tratar por igual a esos dos embusteros, alcanzarás el pleno disfrute de la
vida”. La palabra clave aquí es “embusteros”. No son reales. Solo existen en la mente de cada
ser viviente.
La invisible compañera que murmura en tu oído te incitará cada vez que te desvíes de tu
objetivo. Hará que seas consciente de tu propio fuego interior. Escucha, pues, y no te
marchites mientras esa pasión aún permanece dentro de ti. Este fue precisamente mi caso
particular.
Cuando finalmente encontré mi fuego interior, me dediqué a sacarlo fuera sin reparos,
llevar a la práctica mi verdadera pasión, crecer y crecer, aunque pareciera imposible para una
hierba como lo soy yo. Sabía, estaba absolutamente convencido de que limitarme a ser
solamente un “yuyo”, como me llamó aquel picabuey, significaría dejar que mi fuego se
extinguiera.
Hoy felizmente puedo afirmarte que gozo a pleno de la vida anidando en mis ramas a las
más bellas aves de la ciudad, alojando entre mis raíces a una enorme comunidad de lombrices
que atraen a decenas de zorzales a mis pies. Soy poseedor de una de las sombras más
buscadas por los alumnos en cada recreo. Mi madera contiene grandes cantidades de agua, lo
que me permite mantenerme fuerte y erguido en tiempos de sequía. Y como si todo esto fuera
poco, disfruto de un respeto y admiración singulares, al grado de ser tapa de la revista del
Sí, estimado compañero —afirmó el ombú—, tu fuego interior puede salir de ti y ser
disfrutado por la Creación, pero para que esto sea una realidad, necesitas disponer de una
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—¿Qué herramienta es esa? —Quiso saber sin dilación Frondoso.
concluyó el Portero.
Qué alegría sintió el joven roble cuando descubrió que su novena semilla color canela,
Aquella tarde Frondoso anhelaba encontrarse solo, antes de buscar a su próximo maestro,
para poder abstraerse en los detalles de su conversación tan significativa con el Portero, el
árbol que definitivamente desde ahora en adelante ocuparía un lugar especial en su corazón.
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CAPÍTULO X
EL OSADO LIQUIDÁMBAR
No pasó demasiado tiempo antes de que el ávido roble contactara al noveno árbol. El
maravilloso ejemplar había sido traído por un alegre niño en bicicleta hacía más de cincuenta
años, luego de que su mamá lo convenciera de que el poco espacio que había en su jardín
haría imposible su desarrollo. Aunque había pasado tanto tiempo ya, el árbol revelaba un brío
juvenil poco visto a su edad, recordándole a Frondoso al alegre y feliz pájaro azul. Poco
liquidámbar, el Osado.
—Me visitó el Ave del Paraíso hace muchos años, cuando apenas era un inquieto y
soñador novato; todavía no había llegado a este predio, mi actual hogar —relató el
oprimido, frágil y en medio de una tierra seca y acartonada. En aquel invernadero la vida era
muy dura. El vivero había cerrado hacía un largo tiempo y solo quedábamos olvidados allí
algunos árboles nacidos en latas viejas, las cuales perforábamos con nuestras raíces para
poder conseguir, aunque más no fuera, unas pocas gotas de agua de los escasos charcos
aledaños. El techo había sido volado por el viento del Este y el reparo era mínimo. Solo se
movían unos cuantos gatos vagabundos en busca de ratas desprevenidas. Donde uno mirara
no había más que desolación y muerte. Muchas de las florales y aromáticas no fueron capaces
de afrontar tales miserias y encontraron en la muerte una salida. Yo también lo pensé, pero
una tarde agobiante de verano, un ser muy especial me visitó: era un forastero pájaro azul.
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Frondoso escuchaba inmutable su relato.
—Esa tarde me encontraba más pensativo que de costumbre. Sediento y algo deslucido.
observé lo que creí era una alucinación: una exótica ave azul aferrada al desvencijado tejido
de alambres que me rodeaba, a merced de los cuantiosos gatos callejeros. ¿Cómo era posible
que un ave tan espléndida estuviera posada allí, sin preocuparse por el peligro que la
acechaba?
El pájaro me miró por un momento y luego me hizo una pregunta, una sencilla pregunta
—Me preguntó: “¿Cuál será tu siguiente paso una vez que te mudes al nuevo jardín?”.
La respuesta a esa pregunta hacía demasiado tiempo que había dejado de existir en mi
interior. No obstante, tenía tanto para reflexionar. En un período, cuando el vivero era
próspero y recibía el abundante riego matutino junto con el copioso abono orgánico, tenía
muy latente en mi ser el deseo de crecer algún día en terreno abierto, fuera de esa miserable
vasija, en un verde parque rodeado de árboles y flores multicolores. Sabía que una vez allí, en
cuanto mis raíces tocaran el suelo, me extendería como viento de pradera, alcanzando una
Fue un momento mágico. Esas dos únicas palabras: “nuevo jardín” revivieron en mi ser
un verdadero motivo para vivir. Un fundamento por el cual debería hacer todo lo que
estuviera en mi poder para continuar con vida. Su pregunta me dejó mudo, porque me
devolvió algo que creía perdido por completo: ¡una razón para vivir!
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A partir de aquel minuto esperanzador fue más fácil mantenerme con vida, expectante del
instante en que alguien, aunque entonces no supiera con exactitud los detalles del futuro
acontecimiento, me llevara a tal lugar paradisíaco a cumplir mi sueño. La pregunta que muy
meticulosamente me hizo el ave exótica no solo me llevó a una reflexión positiva, sino que
—¿Los objetivos?
—Sí, en efecto, los objetivos por cumplir. Los anhelos. Los deseos por los que luchar.
Ellos dan a nuestras vidas un propósito y un significado. Es verdad que sin ellos también es
posible vivir. Pero para disfrutar plenamente de la vida, es vital que nuestro vivir persiga un
individual de nuestra vida, o el fuego interno que nos mueve a disfrutarla, conversamos
profundamente con el viejo ombú hace algunos días, quien me brindó sabios consejos sobre
esto por lo que se dice que “la tragedia mayor de esta vida no es morir, sino vivir sin un
propósito”. Acaso no te has preguntado, ¿por qué algunos árboles dejan de florecer o dar
frutos y comienzan a marchitarse cuando todavía tienen vida por delante? ¿Por qué algunos
rosales y jazmines “se van en vicio”, creciendo largos y desnutridos en vez de colmar sus
tallos de flores?
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El joven roble asintió. Frecuentemente se había planteado esta cuestión. Pensaba
puntualmente en el malvón rojo que, al poco tiempo de ser pasado de la vieja maceta al
camino de los geranios, comenzó a florecer cada vez menos y con menor fuerza hasta
convertirse en un manojo de simples varas peladas con escasas y pequeñas hojas, como si
—Uno de los motivos —aseguró el liquidámbar— es, simplemente, pensar que sus vidas
carecen de propósito. No tienen ya significado alguno. Al respecto, ¿has oído hablar del Viejo
Tikko?
—Sí, creo que sí —admitió con cierta modestia el roble—. Hace unos años, cuando unos
jovencitos repasaban la tarea durante el recreo bajo mi sombra, justo antes de su prueba de
botánica, recuerdo que me sentí impresionado cuando escuché que un árbol podía seguir
disfrutando de la vida por tanto tiempo. Si no me equivoco, tiene más de nueve mil quinientos
años, ¿verdad?
—Así es. Se trata de un pino que vive en el Parque Nacional de Fuljalet, en Suecia. Es el
árbol más antiguo del planeta, conocido como el “abuelo” de las plantas arbóreas. Sin
embargo, se mantiene sano y fuerte todavía. Mejor aún, continúa creciendo y dando pequeños
frutos. El nombre de Viejo Tikko se lo dio el profesor de geografía que lo descubrió, y lo hizo
anhelando imitar sus más bellas cualidades. La explicación que los científicos encuentran hoy
a semejante longevidad es que se debe a que los vientos y las bajas temperaturas convirtieron
a este pino durante mucho tiempo en una especie de bonsái. Así, este antiguo árbol ha sido un
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permitido dar un nuevo estirón a su avanzada edad. No obstante, la verdad del asunto pasa por
otro lado —aseguró el osado liquidámbar, generando así especial curiosidad—. ¿Sabes tú por
cuál?
—Se debe a que el viejo pino dio a su vida un verdadero significado. Cuando el forastero
pájaro azul lo visitó mucho tiempo antes que a mí, le preguntó decididamente cómo se las
arreglaba para disfrutar de la vida pese a sus limitaciones y vejez, y Tikko respondió:
Por ello, el requisito primordial de nuestro ser interior es la necesidad de que nuestra vida
Sin metas la vida tiene muy poco significado y es probable que la vivamos de forma
aburrida. Es común que nos motiven dos cosas importantes: una es el dolor y la otra es el
placer. Los objetivos y metas hacen que la mente se centre en el placer, mientras que la falta
El plantearse objetivos sólidos puede hacer incluso que el dolor se haga más llevadero.
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—A eso me refiero. Si prestas atención, le está cortando largos y fuertes tallos, incluso
algunos que ya alcanzaban el techo de tejas. ¿Te imaginas el dolor y el ardor que siente en
este momento la trepadora? De hecho, el jardinero ha tenido que lavarse a menudo sus manos
y brazos, por la resina gomosa que ella despide cuando se defiende de sus filosos cortes. Es
más, seguramente se siente tensa y molesta por las cuantiosas ataduras que ha tenido que
hacerle el jardinero, para que se sostenga en aquellos sectores difíciles de agarrarse. Peor aún,
ella misma deberá presenciar pacientemente la muerte y quema de sus brotes y tallos
recortados, luego de concluido el trabajo, al anochecer. Ahora bien, ¿cómo la ves, irritada o
conmovida?
a desear que las molestias y dolores continúen hasta el final, porque conoce exactamente qué
es lo que viene después. Sabe certeramente que cuando el podador culmine su faena, ella
podrá dirigir todas sus fuerzas a los brotes nuevos y no desperdiciarlas en los añejos y
desalineados tallos que la doblaban y tanto le pesaban. Además, y más emocionante aun,
florecerá con prontitud, ya que discierne que luego del recorte viene la más bella época, la de
florecer y perfumar todo el parque. Será el momento de recibir los elogios por sus flores
exóticas y de cautivante belleza y con el perfume hermano del azahar, fresco y casi frutal. Ese
propósito y ese significado del dolor que le produce la poda, lo hace mucho más soportable.
Es el mismo motivo por el que las épocas difíciles son más tolerables, cuando sabemos
que al final de ellas algo bueno nos espera. Estoy convencido de que el hecho de tener mis
metas claras mientras permanecía en aquel tacho oxidado cuando apenas era un joven, casi sin
agua ni protección, me dio la fuerza necesaria para sobrevivir; cuando de otro modo
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seguramente habría puesto fin a mi vida. A partir de allí, comencé a preguntar lo mismo a
cada compañero que veía sufrir en el abandonado vivero: “¿Cuál será tu siguiente paso una
vez que te mudes al nuevo jardín?”, y paulatinamente sus hojas comenzaban a erguirse, sus
colores a entonarse y sus brotes a crecer. De pronto se percataba de que tenía un futuro por el
que vivir, de que valía la pena pasar un día más con vida, sabiendo que la meta estaba más
viable y cercana. Y te diré algo más: ver a otro ser cambiar positivamente y saber que uno ha
participado en dicho cambio, es una sensación formidable. De esta manera logré ayudar y
Si los objetivos y metas pueden dar a un ser sin esperanzas, en terribles condiciones, la
—¡¿Cómo hago?! —exclamó Frondoso, con los ojos brillantes de alegría—. ¿De qué
—Al significado de las cinco letras que forman esta palabra. Verás, para que una meta u
objetivo sea exitoso, debe pasar por la regla del fruto; es decir, con ‘f’ de fecha, pues aquí
radica la diferencia entre un simple sueño y una verdadera meta. ¡Una fecha límite! Porque las
fechas concretas ayudan a nuestra mente a concentrarse. Por eso, recuerda que tu objetivo
Asegúrate que sea con ‘r’ de responsable. Implica pensar en si eso será bueno para ti y
para quienes te rodean. Si te propones un objetivo que implicará que trabajes en ello
demasiadas horas al día, descuidando así tus afectos, no sería responsable. Del mismo modo,
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si tu esfuerzo por llevarlo a cabo pospone una tarea más urgente que requiere de tu atención
inmediata como, por ejemplo, tratar un serio problema de salud; en tal caso, lo responsable
sería atender tu salud primero mientras que trabajas en tu meta a la par o inmediatamente
¿cierto?
tampoco debe faltarle la ‘u’ de útil. Una meta debe ser de total utilidad para convertirse en el
eslabón que alcance el objetivo final por el que se trabaja. Es decir que, si tu propósito
consiste en duplicar la producción de tus bellotas, por ejemplo, cada una de las pequeñas
metas que te fijes debe ser útil para conquistarlo. Algunas metas útiles serían las siguientes:
posible; si tu suelo es arcilloso, podrías drenar el agua sobrante para que tus raíces beban la
cantidad precisa; consumir, además, diariamente los nutrientes necesarios que te aporte el
terreno, y para evitar que el pasto y las hierbas que te rodean compitan contigo por sustento y
agua, acceder a que el viento y los roedores depositen en tu base todo el mantillo y la
hojarasca necesarios para retener la humedad y proteger lo más preciado que posees: tus
raíces.
La siguiente letra fundamental para conseguir el éxito de tus metas es la ‘t’ de temáticas,
abarcando de este modo cada área de la vida, y no limitarte a formular simplemente metas
generales. Implicando el tema de las relaciones con tus afectos y entorno, tu salud, tiempo
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Luego recuerda que fruto termina con ‘o’, por lo tanto, las metas han de ser objetivas,
para la inminente primavera, dicha meta sería poco objetiva o desequilibrada, ya que bien
sabido es que tus bellotas maduran a finales del verano y se recogen a principios del otoño —
flores y aves, en un día de radiante sol y a la espera de verse convertido en el árbol fructífero
por excelencia.
enseñanza—. ¡De eso se trata! Una vez que hayas formulado tus metas, solo te restará la
mejor parte.
—Se trata de una técnica sencilla y que produce un enorme disfrute llevarla a la acción.
Al mismo tiempo solo te tomará unos pocos minutos al día. ¡Los resultados te sorprenderán!
—Cierra tus ojos y relájate. Respira profundo y por un momento solo disfruta del
silencio. Ahora inspira hondo y suave, luego expira de la misma manera. Hazlo varias veces
hasta sentirte totalmente tranquilo y en paz —solicitó el árbol al joven, convencido de lograr
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—Sí, claro que sí —respondió el joven con sus ojos cerrados y tono apacible.
—Ahora imagina, tan real como te sea posible, el masetero pintado a nuevo, restaurado,
barnizado, lleno de fresca tierra abonada, aireada y bien regada. Los niños del jardín han
plantado allí docenas de bulbos de fresias y estas son las primeras en inaugurar la primavera.
¿Las ves? ¿Puedes admirar sus colores? Las hay rojas, violetas, blancas y amarillas. Detente a
descubrirlas en detalle —continuó con voz serena—; se mueven levemente con sus finos
tallos, cargados de pimpollos por abrir al compás del viento. Precisamente en este momento
se levanta una brisa que acerca hasta ti todo su perfume. Te embriaga un aroma dulce y suave.
Frondoso no pudo más que emocionarse al sentir casi real aquel cuadro imaginario. De
hecho, se mostró sensibilizado al imaginar ese viejo cantero abandonado, rescatado de sus
miserias. Tuvo la impresión de despertar de un sueño casi tan real que la única manera de
roble abrir sus ojos—. Visualizar es, en esencia, crear imágenes vívidas en nuestra mente. Se
aplica muy bien a los objetivos y metas, visualizándolos como ya cumplidos y realizados.
que se produce cuando la mente percibe que hay una diferencia entre lo que estás visualizando
y lo que realmente tienes en tu vida. Entonces, ¿qué hace la mente subconsciente con ese
conflicto? Intenta resolverlo transformando tu realidad actual en una que se asemeje mucho
más a eso que estás visualizando. Cuando este conflicto se intensifica en el tiempo a través de
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—¿Como cuáles, por ejemplo?
—En primer lugar, tu mente se programa para advertir todos los recursos disponibles
para alcanzar tus metas. Antes estaban allí, pero no los percibías; pueden ser situaciones,
circunstancias o incluso personas. Luego, crea soluciones para alcanzar tus objetivos. Es
posible que empieces a despertar en las mañanas con nuevas ideas. Y además eleva tu nivel de
de que comienzas a tener mucho más entusiasmo para realizar tareas que antes te costaban
mayor esfuerzo.
Claro que construir esta práctica lleva una preparación previa. Sin embargo, una vez
armada, te servirá para hacerlo cada día de modo más sencillo y rápido. Primeramente,
recuerda y repasa tu meta, luego cierra tus ojos y pasa a crear una imagen. Como si fuera una
foto o una pintura, en primer lugar, para luego verla en movimiento. Debes verte en ella tú
mismo como si ya hubieses alcanzado ese objetivo. Al principio quizás te tome un poco de
esfuerzo crear el cuadro, pero una vez que lo hayas hecho, el resto de los días será muy fácil y
rápido para tu mente acceder a esa imagen. Asomarán entonces formas, colores, sonidos,
aromas, texturas y emociones. Pasarás a disfrutarlos como un anticipo de lo que será el pleno
—¿Existe un horario en especial para llevar a cabo las visualizaciones? —se apresuró a
—¡Qué bueno que lo preguntes! Que tomes unos minutos justo antes de dormirte sería lo
ideal, porque es el momento en que tu mente busca entre sus últimas imágenes procesadas
para brindarte los sueños de tu descanso. Y ¡qué mejor que soñar con verte viviendo y
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Recuerdo como si fuera ayer el momento en que el Ave del Paraíso desapareció de mi
prodigioso, porque sentí en mi interior todo el deseo de aplicar sus consejos de manera
inaudito, caía un rocío abundante y una brisa apenas perceptible rozaba mis escuálidas ramas.
Entonces cerré mis ojos, respiré muy profundo y me llené de esperanzas. Me vi a mí mismo
entrando en la espesura de un parque verde y boscoso. Era una obra de arte sublime, variada
en su tonalidad y forma. El olor al pasto recién cortado, a la húmeda tierra regada algunas
horas atrás y a la mezcla de azares frutales y cipreses en flor invadía mis hojas. Me imaginé
zumbido de abejas libando. Cuando quise acordar, el bullicio de jóvenes jugueteando luego de
tocar una campana me despabiló y me sentí feliz, pleno, lleno de vida. —Luego de una breve
pausa, Osado preguntó—. Ahora dime, ¿te recuerda algún lugar en especial mi descripción?
—Tal cual lo relatas, pareces referirte a este mismísimo lugar —aseguró Frondoso,
—¡Sí! —señaló rotundamente el liquidámbar—. ¡Desde luego que así es! Realicé mis
descansar ni una sola noche sin antes volver a imaginarme viviendo y creciendo exuberante
en un lugar como este. No pasó demasiado tiempo antes de que una tarde de domingo, a la
hora de la siesta, un pequeño jovencito en bicicleta se detuviera a escasos metros de mí, para
cargar un estropeado enano de jardín. Era la última de una serie de estatuillas despintadas y
maltrechas que habían quedado tiradas luego de que el vivero cerró sus puertas. Cuando la
hubo acomodado bien en su canasto trasero, descubrió que aún le quedaba un ajustado
espacio. Entonces me miró, observó su canasto enclenque y me volvió a dar una ojeada
mientras rascaba su cabeza. En ese mismo instante tomó un alambre del arruinado tejido y
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con él aseguró el tacho oxidado que me contenía. De repente, y sin darme cuenta, estaba
viajando por la amplia avenida de Ramos Mejía, bamboleándome de un lado a otro rumbo a la
casa del jovencito, quien luego de un cruce de palabras con su mamá decidió traerme aquí, a
—Es fascinante escucharte y ser un testigo más de tu disfrute. Verte hoy hace casi
—No obstante, cuando llegó la primavera descubrí que la mayoría de mis amigos se
colmaban de grandes y perfumadas flores, pero las mías apenas surgían sin pena ni gloria.
comprendí que era una característica de mi especie y decidí trazarme nuevas metas. ¿Quieres
—Tenía varias en mente. Por lo tanto, les di un orden y apliqué las reglas del fruto, ¿las
recuerdas?
—Permíteme repasarlas —dijo el joven roble aplicándose a pasar la prueba—. Con ‘f’ de
fecha de cumplimiento; con ‘r’ de manera responsable; con ‘u’, teniendo en cuenta que sean
útiles para alcanzar el propósito final; con ‘t’, abarcando los diferentes temas de la vida y,
—¡Muy bien! Y así pude alcanzar todas y cada una de ellas en un tiempo prudencial —
exclamó Osado, a la vez que enumeraba las más evidentes—. Hoy, con el uso del ámbar
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mis originales frutos esféricos, verdes en un inicio pasando a marrón o pardo después, mis
queridos alumnos del colegio realizan las más bellas artesanías con las que adornan sus aulas.
Sin embargo, mi meta mayor, la más deseada, resultaba ser una que me concediera la
alegría de brindar algo que muy pocos árboles del predio pudieran regalar. Cultivar una
cualidad que se hiciera visible desde lejos, que fuera anhelada por artistas, que me convirtiera
refiero a la copa multicolor que me caracteriza. Me siento mágico cuando el tono grana
invade mis hojas y me convierte en una gran antorcha de estrellas encendidas. No existe un
solo otoño en el que los pequeños jovencitos del jardín de infantes no vengan corriendo
perseguidos por sus maestras, con una enorme bolsa de plástico más grande que ellos mismos,
para llenarla con mis hojas teñidas de amarillos, verdes, rojos, marrones y dorados; y luego
dibujen mi silueta desnuda en sus cartulinas blancas, mientras pegan sobre ellas la colorida
cosecha realizada.
Así es, estimado roble —añadió, dirigiendo a Frondoso una mirada tierna y benévola—,
las metas son las bases de nuestra felicidad. Todo lo que se necesita para disfrutar
plenamente de la vida es algo con lo que estar entusiasmado. En una vida que carece de
propósito y significado, no puede haber disfrute perdurable. Este es el poder que tienen las
metas.
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CAPÍTULO XI
En poder de Frondoso yacía la última de las diez semillas que la misteriosa ave azul le
había comisionado. Claro que el joven roble poco había imaginado la formidable riqueza de
sabiduría que le aportaría cada una de las espléndidas conversaciones con los dueños de
dichas simientes. Lo embargaba una inquietud especial, pues no solo deseaba ansiosamente
descubrir al dueño de su última semilla, sino que lo intrigaba averiguar qué otra enseñanza
podría llegar a conocer para obtener el verdadero disfrute de la vida; pues consideraba que,
búsqueda, semilla en mano, logró averiguar que encontraría a su titular si seguía dos indicios:
los frisos de polvo amarillo que adornaban los bordes del sendero y la inconfundible fragancia
Por lo tanto, se puso en campaña. Al cabo de un tiempo no lograba darse cuenta todavía
de dónde procedía un aroma fresco, suave y persistente que lo cautivaba. Un perfume que,
aspirarlo una dulce sensación de bienestar y calma. Lo atribuyó a diferentes árboles en flor
que se hallaban unidos formando una inmensa corona, como si protegieran algo realmente
valioso. Pero al acercarse a unos y a otros, comprobaba el error en el que incurría, pues
ninguno de ellos exhalaba aquel singular aroma cuyo origen lo tenía intrigadísimo. Y fue su
amigo el zorzal, conocedor admirable de los más íntimos secretos de la naturaleza, el que
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—¿Qué flor es la que desprende esa esencia tan agradable? —preguntó Frondoso al ver
que el zorzal también aspiraba con deleite aquella oleada exquisita que una brisa acababa de
acercarle.
—¿Qué flor? —respondió el pájaro con cierta ironía—. Son miles de flores pequeñas y
escondidas las que la producen. Hace tiempo que te noto empeñado en averiguarlo por tus
Notando la ansiedad, el zorzal lo condujo entonces por lo más espeso del sector hasta el
límite con el patio principal, y allí, entre una tupida y exuberante plantación de arbustos,
palmeras y trepadoras que servían de verde postal a los ventanales del maravilloso edificio
principal, le señaló uno de los árboles cuya calma y mansedumbre podían percibirse a simple
vista.
—He aquí a Don Calmo, el más apacible tilo de todo el predio —alardeó el pájaro.
El ilustrado zorzal dedicó algún tiempo antes de retirarse, para informar al roble los
atributos que hacían de este árbol un ser especial. Describió detalladamente sus hojas y flores.
Mencionó el valor que tienen estas cuando caen, pues al descomponerse proporcionan un
abono de alto contenido mineral y de nutrientes que resulta sumamente útil para fertilizar
otras tierras; hizo alusión además al cariño exclusivo que sienten por él las abejas de la zona;
le contó sobre la fama casi mundial que tienen sus propiedades curativas y relajantes; y no
años, el tilo fue considerado como elemento sagrado entre varias tribus antiguas. Era preciado
tablillas para escribir, cómodas y fáciles de manejar, y esencialmente por el poder restaurativo
primer momento.
—¡Qué calma que transmite usted! —le dijo al tilo con todo respeto y reverencia—. No
me cabe duda del motivo por el cual un sabio pájaro de color azul me envió a conocerle.
—Sin embargo, no siempre he sido así —respondió humildemente Don Calmo—. Fue la
misma ave que te envió la que hace muchos años tuvo la nobleza de brindarme su experiencia,
para que hoy pueda disfrutar de una de las cualidades más importantes que hacen feliz a
—De la confianza —contestó el tilo con tono resuelto—. O puedes llamarla la certeza, la
Te diré que, en aquel entonces, yo no era el que soy actualmente —confesó y dio
que mi situación podría mejorar. Mis hojas y tallos verdes fueron atacados por la roya, una
plaga atroz, un diminuto hongo que en poco tiempo me había invadido casi por completo. Mi
savia se veía afectada además por cochinillas algodonosas, y sumado a semejante molestia
comencé a padecer de un dolor indescriptible. Con el paso de los días se agudizaba más y
más. Hasta que, al cabo de un tiempo, una noche en la que me era imposible descansar,
observé a mis pies un fino polvillo que surgía de mi tronco. De repente me di cuenta de que
mi vida terminaría pronto, pues ese aserrín era la evidencia clara de que los gusanos taladros
Entonces lloré, me desahogué como pude. Sentí que ese era mi final.
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—Todavía estaba con mi mirada fija en el suelo, cuando una voz afectuosa y
pájaro azul —aseguró el tilo levantando su vista para encontrarse con la mirada de
Frondoso—. Al cabo de unos minutos nada más, me sentí como si nos conociéramos de
Inmediatamente, el roble recordó que también él se había sentido muy bien contándole
—El pájaro me contó sobre las voces de la sabiduría y sobre cómo estas podían ayudarme
a disfrutar plenamente de la vida. Fueron toda una revelación para mí. Nunca había pensado
que tienen mis actitudes y mis creencias, el efecto que las emociones tienen sobre mi tronco y
mis ramas, de hecho, sobre todo mi ser. El poder contar con una autoestima fuerte, disfrutar
establecer metas para alcanzarlo. Sin embargo, el conocimiento que yo más precisaba obtener,
y que por ello tuvo un efecto profundo en mí, fue el poder confiar, estar totalmente
Comencé a sentir menos dolor y molestias; de hecho, hasta mi ánimo había mejorado.
Claro que no se trataba de ningún tipo de milagro ni nada por el estilo. No obstante, debo
reconocer que su voz y su presencia tenían algo especial, pues apenas concluyó su relato de
—¿Cañas de bambú?, ¿qué tienen que ver ellas con su mejoría? —requirió el roble.
problemas. Pero al poco rato supe claramente el porqué de sus palabras —amplió con
discreción Don Calmo—. Recuerdo que me preguntó: “¿Cuáles son los dos elementos
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fundamentales para que una semilla crezca sana y fuerte?”. Inmediatamente le respondí que el
riego y un buen abono eran básicos. Pero me dijo: “¡Cuidado!, no en todos los casos es igual”.
Fue entonces cuando me contó lo que sucede con los bosques de bambú: “Siembras la
—Sucede que durante los primeros meses no acontece nada apreciable. En realidad, no
pasa nada con la semilla durante los primeros siete años, al punto que un cultivador
inexperto estaría convencido de haber comprado semillas infértiles, quizás por húmedas o
por muy viejas. Sin embargo, durante el séptimo año, en un período de solo seis semanas,
—¿En solo seis semanas crece treinta metros? —interrumpió extrañado el joven.
—Eso mismo le pregunté al pájaro azul y me respondió: “No, desde luego que no. La
verdad es que se tomó siete años y seis semanas en desarrollarse. Durante los primeros siete
que le permitirían sostener todo el crecimiento que iba a tener después de siete años”. Y
En nuestra vida diaria tratamos de encontrar soluciones rápidas, triunfos apresurados, sin
entender que el éxito es simplemente resultado del crecimiento interno y que este requiere
tiempo. Quizás por la misma impaciencia, muchos de aquellos que aspiran a resultados en
corto plazo abandonan súbitamente justo cuando ya estaban a punto de conquistar la meta.
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Y puede ser comprensible, pero no justificable —certificó Don Calmo—. Es tarea difícil
convencer al impaciente de que solo llegan al éxito aquellos que insisten perseverantemente y
saben esperar el momento adecuado. De igual manera es necesario entender que muchas
veces estaremos frente a situaciones en las que creeremos que nada está sucediendo, como
frustrarnos.
abandonemos por no “ver” el resultado que esperamos, por dentro ya estamos creciendo,
madurando y acercándonos a eso tan querido. Quienes no se dan por vencidos, se dirigen
Poder descubrir el pleno goce de vivir, no es más que un proceso que lleva tiempo y
dedicación. Una transformación que exige aprender nuevos hábitos y nos obliga a descartar
otros. Una evolución que demanda cambios, acción y dotes de paciencia —ultimó Don
Calmo, esperando alguna intervención del joven roble, quien hasta el momento escuchaba
pensativo.
cuestan las esperas! —Acudieron a su memoria numerosas ocasiones en las que se vio
apresurado por concluir una tarea; como la vez en que, luego de que un fuerte viento lo
despobló de una gran cantidad de hojas, ansiaba que sus nuevos retoños aparecieran pronto y
la espera se hacía interminable; o cuando anhelaba el baldeo y riego fresco de sus raíces luego
espesa, producto del residuo de ladrillos, arena y cemento. O aquel final de agosto en el que
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todavía se aferraban a él algunos frutos secos y marchitos, que deseaba con todas sus fuerzas
Cuán razonable es lo que afirma —dijo Frondoso—, perdemos la fe cuando los resultados
Don Calmo percibió que en el corazón del joven roble ya había buena madera para
preguntarte algo —inquirió amablemente—. ¿Cómo sabes que mañana, en cuanto asomen los
primeros rayos del sol, los pájaros cantarán? ¿Por qué estás tan seguro de ello?
Porque es un hecho que los pájaros son nuestros despertadores ecológicos. ¿Cómo habríamos
de activarnos sin el canto matutino asignado para ello? Además, bien sabido es que, en
ciudades como esta, en la que los gallos están tan lejos, por allí en el campo —señaló el roble
canoro. Yo, particularmente, creo que el canto de ellos se relaciona más con el placer de
—Bien —asintió el tilo satisfecho y luego objetó—: Pudiera suceder entonces que, si
amanece el día gris y oscuro, o, peor aún, con lluvia y viento, mañana no se escuche su cantar.
Después de todo, también son seres vivos y tienen todo el derecho de verse afectados por las
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—No, no estoy de acuerdo. Estoy seguro del omnipresente gorjeo de las aves. En todo el
tiempo que llevo aquí en el colegio, en compañía de zorzales, tordos, benteveos, calandrias,
gorriones y tantas otras, jamás han dejado de trinar —aseguró el roble con voz firme—.
Fueron creadas para ello, ¿de qué otra manera atraerían a sus parejas? Entiendo que los
machos más insistentes en su canto son los que atraen a la hembra. Además, he visto entre
mis ramas que cuando un pájaro tiene comida de sobra en su hogar, canta con mayor
vehemencia que el que no la tiene. Por otro lado, sabemos que el canto es una forma de
—¿Has notado la larga lista de razones por las que estás convencido de que mañana
también los pájaros cantarán, más allá de un día gris o ventoso? —preguntó retóricamente
Don Calmo—. Tú estás seguro y confiado porque conoces los diferentes motivos que llevan a
las aves a cantar. Entiendes que, de no ser así, sus nidos correrían peligro, sus pichones no
llegarían a volar, sus hembras no elegirían al compañero y, por lo tanto, ya no habría nuevas
crías que aprendieran a trinar. ¿No crees que exactamente la misma confianza y seguridad
No cabía ninguna duda, de que llevar a la práctica estos consejos lograría una vida de
disfrute, pues frente a Frondoso se hallaba nada menos que un ejemplo de confianza absoluta.
—Gracias.
—Esa es la palabra que a diario repito al Creador —susurró Don Calmo con una sonrisa
plena—. Agradezco enormemente disfrutar de la vida hoy como nunca. Esperar ansioso cada
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día a las ocho de la mañana, cuando los pequeños se reúnen con sus maestros y directivos en
este lugar —dijo el tilo, indicando el patio principal en el cual moraba— para dar los buenos
días y comenzar sus clases matutinas. Doy gracias por estar rodeado de las risas y las
correteadas de los niños que me colman de alegría en cada recreo. Estoy agradecido porque en
las fiestas que aquí se realizan, puedo sentirme partícipe de sus cantos y bailes, de la música
de su banda y de las palabras que emanan del corazón de cada asistente, observándolo todo en
perder la confianza. Quizás estés echando raíces como el bambú japonés. Espera solo un poco
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CAPÍTULO XII
EL DISFRUTE DE FRONDOSO
No pasó demasiado tiempo hasta que, en la mañana temprano del primer sábado del mes
de septiembre, bajo un sol cándido y luminoso, sucedió algo que daría a Frondoso la
Se encontraba tan absorto en su reflexión que olvidó uno de los acontecimientos más
bellos que prepara el centenario Colegio Ward anualmente para esta fecha abierto a toda la
recordaba de pronto la llegada de algunos jóvenes, un par de señoras, un hombre mayor y tres
pequeños jovencitos que se apostaban a pocos metros y preparaban sus grandes soportes
frente a él, sosteniendo bastidores de tela blanca listos para ser pintados. Algunos de ellos
portaban sus acrílicos, óleos y pasteles, mientras que los más pequeños se valían de sus
dedicadas madres preparando algo rico para aportarles las energías necesarias a los ansiosos
concursantes.
Fue llamativo y halagador para el joven roble, verse rodeado por primera vez de tantos
que dichos cambios se hacían evidentes, pues los comentarios que escuchó durante el resto de
No fue sino hasta el atardecer —cuando observó plasmada su silueta gigante, fuerte y
frondosa en aquellos enormes murales recién pintados— que comprendió hasta qué grado
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Aquella noche fue distinta. Se sintió cansado, quizás por haber posado como modelo
durante todo el largo día, tal vez por sus cuantiosas reflexiones sobre las enseñanzas
aprendidas, o simplemente porque necesitaba renovar sus energías. Lo cierto es que en sus
sueños aparecieron pinturas y pinceles, risas y gorjeos, y un exótico pájaro azul que, con voz
tierna y paternal le recordó: “Has llegado a comprender que gozar de la vida no depende
tanto de las circunstancias favorables, como de desarrollar una autoestima apropiada; vivir
manifestar una actitud mental positiva; valerte de la honestidad contigo mismo y con los
forjar excelentes lazos con los demás; plantearte metas y objetivos para alcanzar tu propósito
en la vida, ese fuego interior que clama por salir. Y confiar, estar convencido de la
El Ave del Paraíso se veía en su sueño más feliz que en los recuerdos que el joven roble
guardaba en su mente; como si acaso fuera posible. En su rostro se observaba una alegría
especial, como aquella que surge de la satisfacción de ver por primera vez un cerezo en flor,
comienzo.
sus sueños.
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—Mucho me temo que tendrás que descubrirlo tú mismo. Nadie puede experimentarlo
por ti. El pensamiento correcto atrae hacia ti aquello que deseas. Pero es la acción la que
hace que lo consigas en realidad. Sin acción, las oportunidades que buscas para ser feliz
pueden pasar frente a ti sin que las veas. Si es así, de nada te habrá servido atraerlas mediante
roble.
embargo, se mantienen infelices toda su vida sin lograr las metas que soñaban. No te detengas
a pensar en todas las dificultades que se presentarán en el camino. Muchos planean y hasta
parece que ensayan su infelicidad al malgastar una gran cantidad de tiempo y energías
¡Despierta! ¡Levántate! Ten presente que en tu vida lo que crece es aquello en lo que
enfocas tu pensamiento de forma constante. Si piensas que los sabios consejos que las diez
semillas te aportaron suenan muy bien, y posiblemente funcionarían para otros, pero no para
ti, pues eso es lo que obtendrás. Pero si decides que fueron preparados especialmente para ti;
que esto era lo que necesitabas para comenzar una nueva etapa en tu vida, pronto serás testigo
de los cambios maravillosos que pueden acaecerte con el fin de experimentar el verdadero
disfrute de la vida.
felicidad no es el resultado de la casualidad, sino de lo que has atraído con tus pensamientos
dominantes. Algunos pasan su vida esperando el paraíso a sus pies, sin darse cuenta de que
ellos mismos son los jardineros de su propio jardín —concluyó, segura y compasiva, el Ave
del Paraíso.
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Entonces una fuerte ráfaga despertó al joven Frondoso. El cielo comenzó a toldarse de
Era temprano. Una mañana distinta y esta vez… una actitud diferente.
plumas azules.
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ÍNDICE
Introducción
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