El Ser Humano Como Pregunta Simons
El Ser Humano Como Pregunta Simons
El Ser Humano Como Pregunta Simons
CUIDAR DE LO HUMANO
BUSCANDO UN SENTIDO A LA VIDA
CAPÍTULO 1
INTRODUCCIÓN
Para el ser humano la búsqueda del sentido de la vida no es una interrogante entre otras, es
"la interrogante" por excelencia, de la cual emergen todas las demás porque implica la búsqueda
de sí mismo y de su porvenir. Esta búsqueda tiene un carácter envolvente ya que afecta todas las
actividades y la vida de la persona, pero esta Cuestión no sólo afecta lo cotidiano, sino que,
trasciende la vida del ser humano pues no sólo se mira así mismo sino a los otros y al mundo
buscando una respuesta.
El sentido aplicado a la vida humana contiene un amplio significado que puede desplegarse
en tres aspectos principales:
El primero, se refiere a la coherencia que contienen los múltiples acontecimientos que
configuran la vida. Esto supone que la vida humana, como las frases y los gestos contiene una
significación sin la cual sería simplemente incomprensible.
El segundo, alude a la imagen de la dirección o el sentido de una corriente, como la del
curso de un río. Tal imagen representa la vida como una sucesión de momentos orientados en un
antes y un después, una espera y un cumplimiento, una posibilidad y una realización. Es la
cualidad que hace de la mera sucesión de hechosuna historia, formada por acontecimientos que se
iluminan los unos a los otros y se orientan de acuerdo con un principio y un fin.
El tercero, hace que éste sinónimo de «valor», aplicado a la vida, lleve a ver en ella algo
que la hace digna de ser vivida.1
Para que el ser humano emprenda la búsqueda del sentido de su vida es necesario tener un
punto de partida. Éste, será la experiencia que el hombre tiene de sí mismo en el acto de existir;
como dijo Sócrates: "una vida no reflexionada no es digna ser vivida". Esto implica tener en
1
Cf. MARTÍN VELASCO, J. Rev. Sal Terrae, N° 1,042, febrero 2001, p. 86
cuenta la relación de la persona con el mundo, con los otros seres humanos, con la comunidad en
su conjunto, y su relación consigo mismo en el transcurrir temporal que conforma la historia.
Estos aspectos abarcan la totalidad del mundo de la persona y darán luces en la reflexión sobre la
búsqueda del sentido de la vida.
3
Citado también por GEVAERT, J. o. c., p. 12.
Porque ser humano significa:
Atreverse a pensar por sí mismo como ser inteligente.
Atreverse a vivir en libertad como reto a la voluntad.
Atreverse a amar en relación a su afectividad.
Tener que hacerse a sí mismo en su temporalidad e historicidad.
Compartir la vida con los otros seres humanos por ser esencialmente social y cultural.
Buscar autenticidad y coherencia en su vida como ser eminentemente ético.
Ir más allá de sí mismo en su trascendencia.
Todo ello es un desafío. Al preguntarse sobre si mismo, el ser humano está llamado a tomar
posición porque la respuesta implica toda una forma de vivir; de allí que, este desafío, no sea una
cuestión teórica sino eminentemente práctica y necesariamente comunitaria puesto que se dan
siempre en el espacio de los vínculos que nos unen a los demás en el mundo, en el trabajo, en el
dolor, en el gozo del amor y de la amistad, en los problemas que nos separan y en las esperanzas
que nos convocan.
SOLUCIONES FÁCILES
Cabe mencionar que el hombre en su necesidad y deseo de dar un sentido a su vida, puede
recurrir a soluciones fáciles. Una primera, es el resignarse a una vida mediocre sin mayor
significado. Otra posibilidad es el fatalismo que nos lleva a decir: "hay que ser prácticos y
realistas", "no hay nada que hacer", "no se puede cambiar el mundo", etc. Asimismo se da el
consumismo por el cual nuestra sociedad trata de librarnos de la necesidad de dar un sentido a
nuestra existencia a través del consumo insaciable, del comprar incesante, del comer con
ansiedad. El activismo irreflexivo que nos lleva a hacer cosas, para no tener que pensar y
discernir, es otra forma muy frecuente de evasión. También se da la masificación y el gregarismo
que nos conduce a dejarnos llevar por lo que "todo el mundo" piensa, dice y hace.
Por otra parte, encontramos los fanatismos, dogmatismos o fundamentalismos que nos
ofrecen soluciones prefabricadas dispensándonos fácilmente de la necesidad de buscar por
nosotros mismos un sentido a la vida; y en el mismo sentido, el relativismo, muy actual en
nuestra sociedad postmoderna, que nos hace pensar que todo da igual y que, por tanto, el buscar
un sentido a la vida es irrelevante.
Inclusive la misma religión cuando, por ejemplo, en vez de enfrentar la vida con decisión,
nos lleva a meros ritualismos. 'Otras veces tratamos de buscar la voluntad de Dios como si ésta
fuese un destino ya trazado de antemano que nosotros tuviéramos que desempeñar como lo hace
un actor que ya conoce el guion de una obra de teatro. Pero, la voluntad de Dios consiste en que
ejerzamos nuestra libertad de forma responsable, buscando y eligiendo lo que honestamente nos
parece la mejor vía de acción, en un marco de circunstancias determinado y utilizando todas las
ayudas eficaces que Dios nos da.
Finalmente, se da la búsqueda del dinero, poder, apariencia (estatus social), éxito,
diversión, etc., como sustitutos del sentido de la vida o como si en ellos encontráramos el sentido
para nuestra vida. Y, por supuesto, más crasamente el alcohol o la droga. Exclama Unamuno:
'¡Infelices almas que viven huyéndose! ¿Dónde encontrarán su reposo?'
Se trata, sin embargo, de buscar un sentido a la vida que no sea refugio, falso consuelo o
escape de la realidad en que vivimos. Las opciones a los otros niveles: científico-técnico,
económico, social, político, cultural y religioso, deben juzgarse a partir de ese problema central
en el que está en juego la totalidad de la experiencia de los hombres: la posibilidad personal y
estructural de amarse y ser libres, la posibilidad de ser humanos entre humanos y no lobos entre
lobos. Tenemos que examinar si todo lo que se da en los otros niveles de experiencia sirve para
racionalizar, justificar o adormecer la ansiedad del ser humano frente a la realidad y sus
problemas o si le ayuda e impulsa a resolverlos.
Es necesario percibir que, por debajo de los deseos orientados a los bienes concretos,
capaces de satisfacer determinadas necesidades, se da el deseo en el ser humano, que le
constituye; deseo de algo que, antes de ser objeto mismo del deseo, es su raíz, y que, por eso, a
medida que se acerca a su término, en lugar de saciarse, se ahonda y pone al descubierto la
radical desproporción consistente en "ser" humano. Como dice Pascal: "El hombre desborda
infinitamente al hombre'.
5
VERGARA, A., La alegría de ser hombre, Ediciones Paulinas, 1991, Pág. 69.
6
Ambos autores son citados en MARTÍN VELASCO, J. Religión y sentido de la vida en las
sociedades postreligiosas, Sal Terrae 89 (2001), 88
conduce, a su vez, a la cuestión de Dios. Por eso se puede decir que, no es posible entender a
Dios sin el hombre, y al hombre no se le puede entender sin Dios.
Aquí se nos plantea también, en séptimo lugar, el asunto de la fe, entendida como la
experiencia de Dios que surge como posibilidad de comprenderse a sí mismo y al mundo, en un
marco trascendente. Según P. Tillich "La fe es una afirmación permanente de la voluntad de ser
y de vivir, la fe es el coraje de ser de forma incondicional”. Con esto nos damos cuenta que la
pregunta por el sentido de la vida es radical y por eso no puede dejar de preguntarse sobre su
fundamento último. Es en este momento donde Dios aparece como condición última de
posibilidad de que el ser humano viva y experimente su existencia con plenitud de sentido.
Finalmente, encontramos que, la pregunta por la orientación de nuestra existencia, tiene
carácter trascendente, pues nos damos cuenta de que el sentido de la vida está más allá de
nosotros mismos, más allá de lo empírico, más allá de lo verificable, del mundo y de la historia,
entre el misterio que significa "ser humano" y el misterio de Dios.
En conclusión, podemos afirmar que, buscar el sentido de la vida, es acceder a la
oportunidad que se nos presenta, de tomar la propia vida en nuestras manos, y así, conducida y no
permitir que ella nos conduzca a un destino incierto.