El Ser Humano Como Pregunta Simons

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SERIE FE Y CULTURA

CUIDAR DE LO HUMANO
BUSCANDO UN SENTIDO A LA VIDA

CAPÍTULO 1

'EL SER HUMANO COMO PREGUNTA

Alberto Simons s.j.

INTRODUCCIÓN

Para el ser humano la búsqueda del sentido de la vida no es una interrogante entre otras, es
"la interrogante" por excelencia, de la cual emergen todas las demás porque implica la búsqueda
de sí mismo y de su porvenir. Esta búsqueda tiene un carácter envolvente ya que afecta todas las
actividades y la vida de la persona, pero esta Cuestión no sólo afecta lo cotidiano, sino que,
trasciende la vida del ser humano pues no sólo se mira así mismo sino a los otros y al mundo
buscando una respuesta.
El sentido aplicado a la vida humana contiene un amplio significado que puede desplegarse
en tres aspectos principales:
El primero, se refiere a la coherencia que contienen los múltiples acontecimientos que
configuran la vida. Esto supone que la vida humana, como las frases y los gestos contiene una
significación sin la cual sería simplemente incomprensible.
El segundo, alude a la imagen de la dirección o el sentido de una corriente, como la del
curso de un río. Tal imagen representa la vida como una sucesión de momentos orientados en un
antes y un después, una espera y un cumplimiento, una posibilidad y una realización. Es la
cualidad que hace de la mera sucesión de hechosuna historia, formada por acontecimientos que se
iluminan los unos a los otros y se orientan de acuerdo con un principio y un fin.
El tercero, hace que éste sinónimo de «valor», aplicado a la vida, lleve a ver en ella algo
que la hace digna de ser vivida.1
Para que el ser humano emprenda la búsqueda del sentido de su vida es necesario tener un
punto de partida. Éste, será la experiencia que el hombre tiene de sí mismo en el acto de existir;
como dijo Sócrates: "una vida no reflexionada no es digna ser vivida". Esto implica tener en
1
Cf. MARTÍN VELASCO, J. Rev. Sal Terrae, N° 1,042, febrero 2001, p. 86
cuenta la relación de la persona con el mundo, con los otros seres humanos, con la comunidad en
su conjunto, y su relación consigo mismo en el transcurrir temporal que conforma la historia.
Estos aspectos abarcan la totalidad del mundo de la persona y darán luces en la reflexión sobre la
búsqueda del sentido de la vida.

¿POR QUÉ EL SER HUMANO ES PREGUNTA?


Hablar de sentido de la vida es hablar de la búsqueda inherente a todo ser humano. Es
hablar de las múltiples preguntas que se hace en relación a su existencia, pero sobre todo es
plantearse tres cuestiones: ¿de dónde vengo? ¿para qué estoy aquí? y ¿quién soy?
El que seamos humanos, en sí mismo, nos obliga a cuestionarnos. El preguntarse es algo
inherente al ser humano, por eso, los niños se preguntan incesantemente el por qué y para qué de
las cosas. Luego en la adolescencia la pregunta será: ¿quién soy?
El ser humano es una interrogante para sí mismo porque es un ser, una especie
biológicamente inacabada. Nacemos como un proyecto que debe realizarse, con la ayuda de los
demás, sin que terminemos nunca de construimos,' Somos seres que nacemos a destiempo o antes
de tiempo; nacemos inacabados; el hombre nace prematuramente sin poder valerse por si mismo
y pasa del seno materno a la matriz socio-cultural que lo acoge para que pueda subsistir y
desarrollarse. Esto que parece una desventaja, es el gran patrimonio del ser humano, porque
significa que éste tiene que acabar de hacerse a si mismo desarrollando su inteligencia, libertad,
afectividad, sociabilidad, sentido ético, etc.; es decir, aquello que lo hace ser propiamente
humano. Sabemos que podemos ser diferentes a lo que somos porque en nosotros está la
posibilidad paradójica de ser múltiples, es decir, muchos en uno. Somos ricos en posibles vitales
porque estamos biológicamente inacabados Yo en ese sentido, somos tan posibles como reales.
Somos lo que somos y nuestras múltiples posibilidades. Podemos crecer, decrecer, ser diferentes;
es decir, nunca terminamos de realizamos, siempre hay un más allá. Somos seres esencialmente
inquietos y de alguna manera perpetuamente insatisfechos porque siempre podemos ser más y
diferentes a lo que somos2 posibilidad.
La gran cuestión que se desprende de lo anterior, es que tenemos que hacemos a nosotros
mismos y, por tanto, buscar el sentido y la orientación que queremos dar a nuestra vida. Estamos
de alguna manera ya hechos pero al mismo tiempo tenemos que hacemos a nosotros mismos
(somos creados creadores). Las plantas y los animales básicamente son seres ya hechos,
acabados; son y serán así; al ser humano en cambio se le abren una serie de alternativas,
posibilidades de cómo ser él mismo y caminos de realización.
Esto, que es en sí la gran aventura de la vida, es al mismo tiempo algo maravilloso e
inquietante; y por ello, para muchos de nosotros no resulta fácil de asumir. El ser humano en su
tarea ineludible de hacerse a sí mismo, de buscar un sentido a su vida, se hace constantemente
muchas interrogantes:
 ¿Qué y quién es el ser humano? ¿Quién soy yo?
 ¿Qué quiero, puedo y debo ser?
 ¿Cuál es el valor de la persona humana? ¿qué valgo? ¿cuál es mi dignidad? .
2
Cf. LORITE MENA, J. para conocer la filosofía del hombre o el ser inacabado. Verbo Divino. Estrella, Navarra, 1992, pp. 7 –
12.
 ¿Qué hacer, por qué, para qué? ¿Qué debo hacer con mi vida? ¿Cómo debo vivir? Aquí se
plantea la gran cuestión de Jesús: "¿De qué le vale al hombre ganar todo el mundo si se
pierde a si mismo?"

Lo que dijo Max Scheler en el siglo XX no ha perdido actualidad:


"En la historia de más de diez mil años, nuestra época es la primera en la que el hombre
se ha convertido para sí mismo, radical y universalmente, en un ser problemático»: El
hombre ya no sabe lo que es y se da Cuenta de que no lo sabe. Solamente haciendo tabla
rasa de todas las tradiciones referentes a este problema, contemplando con sumo rigor
metodológico y con extrema maravilla a ese ser que se llama hombre, se podrá llegar
nuevamente a unos juicios debidamente fundados3
En realidad, el sentido de la vida es la cuestión fundamental porque nos señala el objetivo
esencial y final hacia donde se dirige todo nuestro caminar por el mundo y, además, es la brújula
que orienta cada uno de nuestros pasos. Por ello, la cuestión del sentido, como se ha dicho, «debe
ser considerada en rigor como criterio determinante en la esencial distinción entre el hombre y el
animal». El hombre, resumirá Víktor Frankl, es «un ser que está propia y últimamente a la
búsqueda del sentido». Así, pues, todo ser humano es una pregunta que él mismo debe responder
con su propia vida.

EL DESAFÍO QUE REPRESENTA


Las preguntas sobre el sentido de la vida se con vierten en un asunto primordial y a la vez
difícil, pues en nuestro mundo, en el que prima la ley de lo momentáneo, de lo pragmático e
inmediato, plantearse éstas cuestiones parece una pérdida de tiempo o una carga, pues no sé
consigue o no se busca espacio para encontrase a sí mismo y encontrar y dar sentido a la propia
vida. Lo realmente importante ha perdido terreno frente a lo urgente e inmediato. Se ha dicho que
en el mundo actual vamos cada vez más rápido pero que no sabemos a dónde queremos ir, y que
antes se tenían claros los fines de la vida pero faltaban medios para ir hacia ellos y, en cambio,
ahora a veces tenemos muchos medios pero no percibimos con claridad las metas que queremos
alcanzar.
Todo aquello en lo que, como vemos, se juega lo propio del ser humano, representa un reto
que causa temor.
En primer lugar, tenemos miedo a la libertad como dice E.
Fromm: Todos supuestamente queremos ser libres, pero de hecho preferimos refugiarnos
en la indefinición del "se dice", "se piensa", "se hace" o del "todos dicen", "todos piensan", para
no tener que soportar la responsabilidad de decidir y tener que tomar la vida en las propias
manos. Por ello, también nos da miedo pensar por nosotros mismos. Todavía no acabamos de
aceptar el reto de la modernidad que, según Kant, consiste en atreverse a pensar por sí mismo. Y,
finalmente, el mayor temor del ser humano se da porque no se atreve a amar, a salir de su propio
yo, de su propia limitación.

3
Citado también por GEVAERT, J. o. c., p. 12.
 Porque ser humano significa:
 Atreverse a pensar por sí mismo como ser inteligente.
 Atreverse a vivir en libertad como reto a la voluntad.
 Atreverse a amar en relación a su afectividad.
 Tener que hacerse a sí mismo en su temporalidad e historicidad.
 Compartir la vida con los otros seres humanos por ser esencialmente social y cultural.
 Buscar autenticidad y coherencia en su vida como ser eminentemente ético.
 Ir más allá de sí mismo en su trascendencia.

Todo ello es un desafío. Al preguntarse sobre si mismo, el ser humano está llamado a tomar
posición porque la respuesta implica toda una forma de vivir; de allí que, este desafío, no sea una
cuestión teórica sino eminentemente práctica y necesariamente comunitaria puesto que se dan
siempre en el espacio de los vínculos que nos unen a los demás en el mundo, en el trabajo, en el
dolor, en el gozo del amor y de la amistad, en los problemas que nos separan y en las esperanzas
que nos convocan.

SOLUCIONES FÁCILES
Cabe mencionar que el hombre en su necesidad y deseo de dar un sentido a su vida, puede
recurrir a soluciones fáciles. Una primera, es el resignarse a una vida mediocre sin mayor
significado. Otra posibilidad es el fatalismo que nos lleva a decir: "hay que ser prácticos y
realistas", "no hay nada que hacer", "no se puede cambiar el mundo", etc. Asimismo se da el
consumismo por el cual nuestra sociedad trata de librarnos de la necesidad de dar un sentido a
nuestra existencia a través del consumo insaciable, del comprar incesante, del comer con
ansiedad. El activismo irreflexivo que nos lleva a hacer cosas, para no tener que pensar y
discernir, es otra forma muy frecuente de evasión. También se da la masificación y el gregarismo
que nos conduce a dejarnos llevar por lo que "todo el mundo" piensa, dice y hace.
Por otra parte, encontramos los fanatismos, dogmatismos o fundamentalismos que nos
ofrecen soluciones prefabricadas dispensándonos fácilmente de la necesidad de buscar por
nosotros mismos un sentido a la vida; y en el mismo sentido, el relativismo, muy actual en
nuestra sociedad postmoderna, que nos hace pensar que todo da igual y que, por tanto, el buscar
un sentido a la vida es irrelevante.
Inclusive la misma religión cuando, por ejemplo, en vez de enfrentar la vida con decisión,
nos lleva a meros ritualismos. 'Otras veces tratamos de buscar la voluntad de Dios como si ésta
fuese un destino ya trazado de antemano que nosotros tuviéramos que desempeñar como lo hace
un actor que ya conoce el guion de una obra de teatro. Pero, la voluntad de Dios consiste en que
ejerzamos nuestra libertad de forma responsable, buscando y eligiendo lo que honestamente nos
parece la mejor vía de acción, en un marco de circunstancias determinado y utilizando todas las
ayudas eficaces que Dios nos da.
Finalmente, se da la búsqueda del dinero, poder, apariencia (estatus social), éxito,
diversión, etc., como sustitutos del sentido de la vida o como si en ellos encontráramos el sentido
para nuestra vida. Y, por supuesto, más crasamente el alcohol o la droga. Exclama Unamuno:
'¡Infelices almas que viven huyéndose! ¿Dónde encontrarán su reposo?'
Se trata, sin embargo, de buscar un sentido a la vida que no sea refugio, falso consuelo o
escape de la realidad en que vivimos. Las opciones a los otros niveles: científico-técnico,
económico, social, político, cultural y religioso, deben juzgarse a partir de ese problema central
en el que está en juego la totalidad de la experiencia de los hombres: la posibilidad personal y
estructural de amarse y ser libres, la posibilidad de ser humanos entre humanos y no lobos entre
lobos. Tenemos que examinar si todo lo que se da en los otros niveles de experiencia sirve para
racionalizar, justificar o adormecer la ansiedad del ser humano frente a la realidad y sus
problemas o si le ayuda e impulsa a resolverlos.
Es necesario percibir que, por debajo de los deseos orientados a los bienes concretos,
capaces de satisfacer determinadas necesidades, se da el deseo en el ser humano, que le
constituye; deseo de algo que, antes de ser objeto mismo del deseo, es su raíz, y que, por eso, a
medida que se acerca a su término, en lugar de saciarse, se ahonda y pone al descubierto la
radical desproporción consistente en "ser" humano. Como dice Pascal: "El hombre desborda
infinitamente al hombre'.

NECESIDAD DE UNA RESPUESTA VALIDA


La pregunta ¿que somos cada uno de nosotros? se puede eludir y seguir en la rutina de la
costumbre, el orden, etc., o caer en la distracción del activismo, con la disculpa del "no tengo
tiempo”... Todos los campos de la actividad del hombre: medicina, educación, pastoral, relación
de pareja, diálogo, etc., si se quieren hacer de forma responsables, necesitan de una orientación
que vaya más allá de lo inmediato y superficial. Esto, además, se torna una necesidad de la vida
diaria, ya que día a día vamos haciendo nuestra vida y construyéndonos a nosotros mismos. En
las situaciones decisivas de la existencia, en la amistad y en el amor, en las luchas y esperanzas,
pero también en el dolor, en los temores y fracasos, se nos presenta inevitablemente la cuestión
del sentido o la ausencia del sentido.
La supervivencia misma del hombre supone ir encontrando y atribuyendo sentido a la vida.
En realidad, el problema de la vida del hombre no esta solamente en las condiciones de ésta
(pobreza, sufrimiento y aún muerte), es decir, en los cómo; sino también en el tener un por qué y
para qué. E Nietzsche decía: "Quien dispone de un porqué para vivir es capaz de soportar casi
cualquier cómo". Esto lo constató V. Frankl en los campos de concentración nazi: los que
sobrevivían eran los que podían ir encontrando sentido a sus vidas aún en esas condiciones, los
otros se estrellaban contra los cercos de alambrado eléctrico. Él mismo dice: "preocuparse por el
sentido de la existencia, dudar de tal sentido, o incluso hundirse en la desesperación ante la
supuesta falta de sentido de la existencia, no es expresión de un estado enfermizo, .ni un
fenómeno patológico. Es cabalmente la preocupación por el sentido de su existencia lo que
caracteriza al hombre como tal -no existe un solo animal preocupado por tales cuestiones- no
podemos reducir esto humano y lo más humano del hombre, calificándolo de debilidad, de
enfermedad, o de complejo."4
Por otra parte, el problema del sentido de la existencia no es un privilegio o
responsabilidad de "pensadores" o filósofos, sino una cuestión vital que concierne a todos los
4
FRANKL, Víctor, Ante vacío existencial. Herder. Barcelona, 1882, p. 91
hombres y que debe ser respondida también vital mente por cada ser humano. No se puede eludir
esta cuestión. Podemos huir sumergiéndonos en el torbellino del activismo, el ruido y la
irreflexión, pero la pregunta y la opción estarán allí como un vacío creciente; es la única cuestión
que afecta al hombre en la totalidad de su vida. Es una pregunta que está dirigida a la inteligencia
y es una tarea designada a la libertad. A la sentencia "conócete a ti mismo" como cuestión
esencial se añade el "hazte a ti mismo" como opción fundamental. El tránsito del conocer el
sentido de la vida a la decisión de darle sentido en la práctica de cada día así como en la opción
del corazón, no se dan mecánicamente y sin esfuerzo; es decir, en las situaciones límite y
decisivas de la vida, en los sufrimientos, dolores, temores y fracasos como también en las luchas,
alegrías, realizaciones y esperanzas. Cuando muchas veces se le presenta al ser humano una
verdad por descubrir, una libertad por realizar, un amor por encontrar, una justicia por cumplir, se
sitúa necesariamente frente a la cuestión del sentido o no-sentido de la totalidad. Un problema
actual en relación a esto es la dificultad para muchos sean postmodemos o no, de tener una visión
integral aun de su propia vida pues la experiencia de ésta como del mundo resulta muchas veces
fragmentada y aún quebrada.
Es necesario comprender que, encontrar y dar una orientación válida a la vida es
indispensable para no descubrimos repentinamente donde no queríamos estar o siendo lo que
nunca quisimos ser.
Por otra parte, todo~ tenemos en nuestra mente, un modelo más o menos consciente de lo
que es el ser humano, y tratamos de adecuarnos a él; concepto inducido por la sociedad en que
vivimos.
Pero este modelo de ser humano no reflexionado ni asumido críticamente, es un obstáculo para
nuestra realización y humanización e influye sobre nuestro comportamiento y convivencia. Así,
por ejemplo, en nuestro medio se nos hace pensar que sólo la persona que tiene dinero, poder,
status social, etc., es exitosa, y como, aparte de ser cuestionables estas características, son muy
pocos los que logran todo ello, causan una enorme frustración en muchas personas que se sientes
minusválidas por carecer de algunas de ellas.
Para no caminar alocadamente o como tontos, Es preciso, tomar conciencia de que no hay
un modelo de ser humano, pero que sí es necesario el tener una orientación b:ásica en nuestra
vida, y, como dice Ortega y Gasset, nos "libere de la tragedia de quedar perdidos en el denso
bosque de la vida”.
Al mismo tiempo, si la relación y el diálogo humanos se quieren realizar de una forma
mínimamente responsable, se requiere de una idea más o menos adecuada de lo significa el
sentido de la vida humana: En un contexto de pérdida de orientación como es el actual, el
preguntarse por ello se convierte en una tarea primordial.
Por esta razón, ningún sistema puede ofrecer una visión definitiva del hombre; sólo se
pueden ofrecer pistas y alternativas de reflexión que tendrán que ser siempre provisionales, y
seremos, cada
uno de nosotros, quienes tengamos que ir definiendo, día a día, la propia manera de hacer frente a
los retos de la vida y las opciones que se nos presenten.

MIRANDO HACIA DELANTE


Una primera cuestión que se nos presenta inmediatamente en nuestra búsqueda es que, al
preguntamos por el sentido de la vida, estamos preguntándonos por si ésta vida, la que vivimos
concretamente hoy, en el mundo que nos ha tocado vivir, es humana o inhumana. Este no es un
problema teórico o lejano porque sabemos que nuestra vida, en cuanto humana precisamente, está
continuamente amenazada por la inhumanidad que nos rodea y no~ penetra, pues, somos a la vez,
víctimas y causantes de ella.
En segundo lugar, la búsqueda de sentido que implica el humanizar nuestro mundo, supone
que tenemos que interpretar, descifrar y encontrarle un significado, para luego darle creativa y
personalmente un sentido. «El sentido de la vida no es algo que uno pueda inventar a su arbitrio,
no es el producto de la fantasía para huir del terror al vacío o del miedo... No nos induce a huir
de la realidad como una droga, o una alienación. Sino, más bien, es un mirar la realidad con
mayor atención y profundidad... hasta lograr descubrir una constelación de significado que
despierta y hace resonar mi propia realidad interior. 5 A partir de allí será necesario comprometer
nuestra inteligencia, libertad y acción para ir dando el significado que queremos, podemos y
debemos dar a nuestra vida.
En tercer lugar, el sentido de la vida sustenta una ética y una escala de valores, y quien
busca este sentido, tratará de encarnar esos valores en un compromiso libre que, implica una
capacidad crítica de evaluar y reformular las elecciones vitales y la adquisición de formas de vida
personales y comunitarias coherentes.
En cuarto lugar, vamos a ver cómo la manera concreta, para cada uno de nosotros, de
enfrentar el sentido de la vida, 'es forjar un proyecto de vida en el que todos nuestros actos se
dirijan a lo que realmente queremos, podemos y estamos llamados a ser; es decir, realizar nuestra
vocación y misión humanas. Es preguntarse hacia dónde queremos dirigir nuestra existencia. El
vivir la vida como proyecto implica la capacidad humana de construir el propio futuro. Dicho de
otra manera, significa ser dueños de nuestras propias vidas, sin dejamos llevar como hojas que se
lleva el viento, sin destino cierto.
Pero nos encontramos, en quinto lugar, con que nuestra vida es cuestionada por múltiples
factores como son: el dolor, el sufrimiento, la injusticia, la discriminación, el mal y la muerte.
Muchas veces podemos pensar que la vida no tiene sentido y se abre ante nosotros un vacío
existencia!' Hay que afrontar este problema, para que nuestra búsqueda del sentido de la vida
humana, no sea algo ilusorio o una simple evasión.
Por otra parte, en sexto lugar, sólo si el hombre está abierto o reconocer la trascendencia de
la pregunta por el sentido de la vida, podrá plantearse la cuestión acerca de Dios, así, pues, como
señala Max Horkheimer: "es imposible salvar un sentido absoluto sin Dios" y L. Wittgenstein a
su vez dice que: "Podemos llamar Dios al sentido de la vida, eso es el sentido del mundo".
"Creer en un Dios quiere decir que, con los hechos del mundo no basta. Crea en Dios quiere
decir que la vida tiene un sentido". 6 De esta manera, la pregunta del hombre por el sentido de su
vida nos lleva, como hemos visto, a la cuestión del mismo hombre en tanto ser humano, y esto lo

5
VERGARA, A., La alegría de ser hombre, Ediciones Paulinas, 1991, Pág. 69.
6
Ambos autores son citados en MARTÍN VELASCO, J. Religión y sentido de la vida en las
sociedades postreligiosas, Sal Terrae 89 (2001), 88
conduce, a su vez, a la cuestión de Dios. Por eso se puede decir que, no es posible entender a
Dios sin el hombre, y al hombre no se le puede entender sin Dios.
Aquí se nos plantea también, en séptimo lugar, el asunto de la fe, entendida como la
experiencia de Dios que surge como posibilidad de comprenderse a sí mismo y al mundo, en un
marco trascendente. Según P. Tillich "La fe es una afirmación permanente de la voluntad de ser
y de vivir, la fe es el coraje de ser de forma incondicional”. Con esto nos damos cuenta que la
pregunta por el sentido de la vida es radical y por eso no puede dejar de preguntarse sobre su
fundamento último. Es en este momento donde Dios aparece como condición última de
posibilidad de que el ser humano viva y experimente su existencia con plenitud de sentido.
Finalmente, encontramos que, la pregunta por la orientación de nuestra existencia, tiene
carácter trascendente, pues nos damos cuenta de que el sentido de la vida está más allá de
nosotros mismos, más allá de lo empírico, más allá de lo verificable, del mundo y de la historia,
entre el misterio que significa "ser humano" y el misterio de Dios.
En conclusión, podemos afirmar que, buscar el sentido de la vida, es acceder a la
oportunidad que se nos presenta, de tomar la propia vida en nuestras manos, y así, conducida y no
permitir que ella nos conduzca a un destino incierto.

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