¿Es Éticamente Justificable El Paternalismo Jurídico - PDF
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EL
PATERNALISMO
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ES TICAMENTE JUSTIFICABLE
EL PATERNALISMO JURDICO? *
Una primera versin de este trabajo fue publicado en Revista Latinoamericana de Filosofa, vol
XIII, nm. 3, Buenos Aires, 1987.
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inmorales. Como es sabido, Lord Devlin ha sostenido esta posicin que ha sido llamada
moralismo jurdico. Ejemplos al respecto pueden ser la prohibicin de la homosexualidad
entre adultos, de sex-shows o de actividades sexuales como la de Miss Tan, quien en un
peridico londinense public el siguiente anuncio:
Entusiasta de la humillacin, mi pasatiempo favorito es humillar y disciplinar hombres
maduros y sumisos, fuertemente atados; dama encantadoramente bronceada invita humildes
solicitantes, TV y ropa de cuero, 12 del medioda hasta 7 de la tarde. (Cfr. Tur, 1985, 176
y sigs.)
Se consider que los servicios prestados por Miss Tan eran de naturaleza
particularmente repugnantes y perversos y aun cuando los clientes se sometan a ellos por
su propia voluntad y pleno consentimiento, significaban un insulto a la decencia publica.
Miss Tan fue condenada a seis meses de arresto domiciliario y los voluntarios candidatos
a ser humillados se vieron privados de sus servicios.
Existen otras dos formas de intervencin coactiva relacionadas aunque no idnticas
con el paternalismo jurdico propiamente dicho: cuando el Estado interviene con el propsito
de asegurar un beneficio (fsico, psquico o econmico) del destinatario de la medida en
cuestin; y el perfeccionismo: siempre es una buena razn en apoyo de una prohibicin
jurdica sostener que es probablemente necesaria para perfeccionar el carcter de la persona
a quien se le impone (cfr. Feinberg, 1984, 27). En estos dos tipos de intervenciones la idea
de aumentar o promover el bien es la decisiva y es considerada por algunos como la nica
justificacin ticamente admisible (cfr. Dan Brock, 1983).
He de dejar de lado aqu los problemas vinculados con el moralismo jurdico, sin
perjuicio de volver al final a plantear la cuestin de hasta qu punto es posible justificar el
paternalismo jurdico sin recurrir de algn modo al moralismo jurdico y asumir una posicin
contraria a lo que Neil MacCormick ha llamado el principio del moral disestablishment
(1982, 18-38).
II
Tres son los argumentos que bsicamente se hacen valer en contra del paternalismo
jurdico:
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1. el argumento utilitarista,
2. el argumento del respeto a la autonoma de la persona,
3. el argumento de la violacin del principio de igualdad.
1. El argumento utilitarista fue ya formulado por el propio Mill y puede ser
resumido de la siguiente manera:
a) Nadie es mejor juez que uno mismo con respecto a lo que daa o no daa los
propios intereses: ...el hombre o la mujer ms comn tiene (al respecto) medios de
conocimiento que superan inconmensurablemente aqullos que puede poseer cualquier otro
(1978, 207).
b) Las interferencias de la sociedad para anular su juicio y sus propsitos en
aquello que nicamente le compete al individuo tienen que estar basadas en presunciones
generales, que pueden ser todas equivocadas y, si son correctas, es probable que sean mal
aplicadas a los casos individuales (1978, 207).
c) Todos los errores que el individuo puede cometer en contra del consejo y la
advertencia estn contrarrestados por lejos por el mal de permitir a otros que lo obliguen a
hacer aquello que consideran que es su bien (1978, 207).
d) La humanidad sale ganando si permite que cada cual viva como le parezca bien
y no lo obliga a vivir como le parece bien al resto (1978, 138).
Si las premisas de Mill pretenden ser universalmente vlidas son, sin duda, falsas.
En efecto, no es verdad que siempre sepamos mejor que nadie cules son nuestros
reales intereses y mucho menos sabemos con exactitud qu medidas pueden promoverlos
o daarlos. El mismo Mill vio que tal es el caso por lo menos en dos circunstancias:
a) Cuando alguien cree que lo que ms le conviene es firmar un contrato de
esclavitud y renunciar de esta manera a su libertad para siempre. Estos contratos deben estar
absolutamente prohibidos aun cuando quien los firma lo haga voluntariamente y convencido
que ello satisface sus intereses (por ejemplo, obtener una suma de dinero que le permita
salvar a sus hijos de la miseria y del hambre). Pero si ello es as, con la introduccin de la
libertad como valor absoluto, se abandona la lnea del argumento utilitarista. La salida de
Mill ser sostener que la libertad es una condicin necesaria de la felicidad individual o
colectiva. (Como contraejemplo podra pensarse en los campesinos
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posibilidad de realizar todo tipo de vida, con una clara ventaja para la sociedad en general.
Si se abandona el argumento del utilitarismo, puede buscarse una nueva va
recurriendo al argumento de la libertad tambin sostenido por Mill, es decir,
2. El argumento del respeto de la autonoma de la persona.
La intervencin paternalista del Estado destruye la autonoma individual, se dice,
y conduce fatalmente a la servidumbre (F. A. Hayek).
Conviene detenerse un poco y analizar el concepto de autonoma en su relacin con
el paternalismo. Para ello seguir la propuesta de Douglas N. Husak (1981). Pueden
distinguirse, por lo menos tres versiones de la autonoma:
a) Autonoma como oportunidad del agente para ejercer su capacidad de eleccin:
Una persona es autnoma en este sentido en la medida en que se han eliminado todos los
impedimentos para que en la oportunidad del caso pueda ejercer su libertad de accin
(1981, 34).
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Si se miran las cosas ms de cerca, no es difcil concluir que esta afirmacin radical
es falsa. Existen por lo pronto los casos de paternalismo recproco: un matrimonio que no
desea engordar pero que tiene una tendencia a comer dulces puede establecer una relacin
de control mutuo en el que cada uno de los cnyuges impida al otro ceder a la tentacin de
las confiteras. Estos casos, en los que se procura combatir la debilidad de la propia
voluntad, se dan tambin en el mbito del paternalismo jurdico cuando el Estado interviene
para impedir que con su comportamiento el individuo lesione intereses propios a los que
reconoce como ms importantes que los deseos que motivan su conducta actual (Nino, 1984,
144). David Hume, (1956, II, 237) ha dado una formulacin clsica de las causas
psicolgicas de la aceptacin de este paternalismo:
Cuando reflexiono sobre una accin que habr de realizar dentro de un ao, prefiero siempre
el bien mayor, sin importarme si en ese momento estar ms o menos prximo; ninguna diferencia al
respecto influye en mis actuales intenciones y decisiones. La distancia que me separa de la decisin
final hace que se desvanezcan estas pequeas diferencias de modo que no me veo afectado sino por
las casualidades generales y discernibles del bien y del mal. Pero cuando me voy acercando a la fecha,
las circunstancias que al principio no haba tenido en cuenta comienzan a cobrar importancia e influyen
en mi conducta y en mis afectos. Surge ahora una inclinacin especial hacia el presente y me resulta
ya difcil adherirme inflexiblemente a mi intencin y resolucin primeras. Esta debilidad natural puedo
lamentarla en alto grado y procurar por todos los medios posibles liberarme de ella. Puedo recurrir
al estudio y a la reflexin o al consejo de los amigos, a la frecuente meditacin y a la reiterada
resolucin. Y habiendo experimentado cun ineficaz es todo ello, puedo recurrir con alegra a
cualquier otro medio mediante el cual me puedo imponer una restriccin a m mismo y me protejo
frente a la flaqueza.
Los llamados contratos Ulises pueden ser incluidos tambin dentro de este tipo
de paternalismos, en los cuales no parece ser muy feliz la expresin de supra y
subordinacin, si es que con ella se quiere indicar una violacin del principio de igualdad.
El ciudadano, precisamente porque suele razonar como Ulises o de acuerdo con la
explicacin psicolgica de Hume, puede recurrir al Estado y solicitarle su intervencin
paternalista para que retire de su sueldo todos los meses los aportes necesarios para la
jubilacin, justamente para evitar el dao futuro que podra resultar de su debilidad de
voluntad. Es realmente extrao sostener que cuando el Estado acta en estos casos viola el
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III
Si se admite que es posible que alguien se dae voluntariamente, es decir se acepta
la segunda versin de la mxima Volenti, y al mismo tiempo se desea poner el acento en
la importancia del respeto de la autonoma de la persona, podra centrarse la argumentacin
justificante de algunos tipos de paternalismo en el consentimiento expreso o hipottico de
quien es tratado paternalistamente. Esta es la va seguida por Gerald Dworkin:
...la nocin bsica de consentimiento es importante y me parece ser la nica va aceptable
para tratar de delimitar el rea del paternalismo justificado (1983, 29).
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a) cuando ignora elementos relevantes de la situacin en la que tiene que actuar (tal
es el caso de quien desconoce los efectos de ciertos medicamentos o drogas o de quien se
dispone a cruzar un puente y no sabe que est roto, para usar el ejemplo de Mill);
b) cuando su fuerza de voluntad es tan reducida o est tan afectada que no puede
llevar a cabo sus propias decisiones (es el caso de Ulises, el de los alcohlicos y
drogadictos que menciona el 114 del Cdigo Civil alemn, o el de la flaqueza del que
hablaba Hume);
c) cuando sus facultades mentales estn temporal o permanentemente reducidas (a
estos casos se refieren las disposiciones jurdicas que prohben los duelos, o las
relacionadas con la curatela de los dbiles mentales);
d) cuando acta bajo compulsin (por ejemplo, bajo hipnosis o bajo amenazas).
e) cuando alguien que acepta la importancia de un determinado bien y no desea
ponerlo en peligro, se niega a utilizar los medios necesarios para salvaguardarlo, pudiendo
disponer fcilmente de ellos. La incoherencia que resulta de querer X, saber que Y es
condicin necesaria para lograr X, disponer de Y, no tener nada que objetar contra Y y no
utilizarlo, es un sntoma claro de irracionalidad (Dworkin, 19831, 30). Ello permite incluir
a la persona en cuestin en la categora de quienes carecen de una competencia bsica (es
el caso de la obligacin de los cinturones de seguridad en los automviles y de los cascos
de los motociclistas).
En todos estos casos, quien presenta una carencia de Cb, es decir, es incompetente
bsico (Ib) tiene un dficit con respecto a la generalidad de sus congneres y en este
sentido puede decirse que se encuentra en una situacin de desigualdad negativa. Que esta
Ib puede ser permanente o temporaria, sectorial o total, se infiere de los casos aqu
mencionados.
Es obvio que la Ib puede ser atribuida con mayor o menor arbitrariedad y calificar
de Ib a un individuo o a todo un pueblo como cuando, por ejemplo, se le atribuye
incapacidad para el manejo de las instituciones democrticas. Por ello si lo que nos interesa
es referirnos a la Ib como condicin necesaria para la justificacin del paternalismo,
convendr exigir que esta incapacidad bsica tenga un fundamento objetivo. En este sentido,
parece acertado recurrir como criterio para la atribucin o rechazo de una competencia
bsica a relaciones causales seguras (tal es el caso, por ejemplo, de los efectos de las drogas
o del
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alcohol o de la hipnosis o aquellas situaciones que Dworkin (19831, 30) llama cognitive
delusions (cuando alguien cree que si salta por la ventana habr de flotar en el aire) o a
criterios de incoherencia lgica como en el caso e).
El limitar los casos de paternalismo justificable a los Ib y no extenderlos a los Ir
es importante para evitar caer en una sociedad regida slo por los ms talentosos o
informados de sus miembros. El paternalismo justificable no tiene por ello nada que ver con
un Estado platnico gobernado por filsofos.
Que la existencia de una Ib elimina la objecin contra el paternalismo planteada
por los propios liberales es algo que Mill parece tambin advertirlo cuando hablaba en el
pasaje citado al comienzo de cualquier miembro de una sociedad civilizada. La inclusin
del calificativo civilizada indica por otra parte, que la Cb es tambin en cierto modo
relativa. La competencia bsica que se exige en una sociedad civilizada o moderna
puede ser muy diferente a la de una sociedad primitiva. Y es probable que a medida que
aumenta la complejidad de una sociedad, aumente tambin el nivel de la Cb y
consecuentemente el nmero de incompetentes bsicos (basta pensar en la incompetencia
del ciudadano comn para llenar un formulario de impuestos). En esto reside el peligro que
muchos ven en una sociedad altamente tecnificada. Pero esto no altera la relevancia de la
Ib como condicin necesaria para la imposicin de medidas paternalistas justificables.
Desde luego, la verificacin de que alguien es Ib no basta para justificar la
intervencin paternalista. Podra muy bien sostenerse como el juez Brandeis de la Suprema
Corte de los Estados Unidos que El derecho que ms aprecia toda persona civilizada es el
derecho a que la dejan tranquila o afirmar que cada cual tiene que hacer su vida con las
competencias y capacidades que les son propias y que lo ms que puedo hacer cuando me
encuentro con un Ib es compadecerme verbalmente de su destino y dejar que se las arregle
por su cuenta. El paternalismo justificable requiere adems un inters benevolente (Murphy
1974, 465) en el Ib con miras a superar los inconvenientes que trae aparejada la
incompetencia bsica para el propio incompetente, es decir, procurar que no se dae a s
mismo. Si este inters benevolente no est presente, entonces o bien se interviene slo en los
casos en los que es aplicable el principio de dao a terceros o se instrumentaliza al Ib.
Es obvio que la aplicacin de medidas paternalistas supone una relacin de
superioridad en muchos casos, y, en este sentido de desigualdad. Ello se debe a la definicin
misma de incompetencia.
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La primera frase la dice el doctor Fausto en la escena III del primer acto de la obra
de Goethe; la segunda, Alain Prost, campen de Frmula 1 en una entrevista con el
semanario Der Espiegel del 25 de agosto de 1986.
c) cuando alguien con competencia bsica arriesga su vida en aras de los dems. En
esta categora pueden ser incluidos quienes sustentan el ideal del hroe.
En los casos de un Cb que desea poner fin a su vida o correr riesgos
extraordinarios, el paternalismo jurdico no es justificable de acuerdo con la frmula aqu
propuesta. Lo nico que aqu cabe es, si se considera oportuno, utilizar el consejo o el
llamado a la reflexin. Slo si se acepta una concepcin metafsico-religiosa del valor de la
vida, como la que sostena, por ejemplo Locke, o William Blackstone cuando afirmaba que
el mero acto del suicidio es prueba evidente de locura (con lo que por supuesto se coloca
al suicida en la categora de los Ib) (cfr. Blom-Cooper y Drewry 1976, 203) es posible
justificar la prohibicin del suicidio o de las actividades que ponen en grave peligro la vida.
El concepto de incompetencia bsica fija un lmite que algunos podrn considerar
demasiado bajo. Sin embargo, me parece que es aconsejable mantenerse en esta lnea de
mnima y que los
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casos situados por encima de ella se encuentran en una zona de penumbra en la cual es muy
difcil proponer criterios de aplicacin universal. Basta pensar en el caso de una posible
prohibicin general de fumar. El fumador podra ser asimilado al caso e) de las
incompetencias bsicas pero tambin al caso b) de quienes prefieren correr un riesgo ms
o menos seguro de reducir sus posibilidades de vida en aras del placer de fumar.
Personalmente me inclino por esta segunda posibilidad. El argumento del peso de la
tradicin sugerido por Glover (1977, 180) o el de Donald H. Regan (1983, 120) en el sentido
de que el montaismo es una actividad intrnsecamente ms valiosa que fumar me parecen
aventurados y me hacen pensar que tanto Glover como Regan no son fumadores. Otra es la
cuestin de saber si el Estado puede desalentar ciertas actividades consideradas como
riesgosas (tal es el caso de la prohibicin de la propaganda de cigarrillos o la negativa de
las compaas de seguros a celebrar contratos de seguros de vida con montaistas o con
corredores de Frmula 1).
Y por supuesto que tampoco es justificable intervenir en el comportamiento de los
Ib cuando ello no se hace con intencin de superar el dficit de una incompetencia bsico
sino justamente para reforzar una desigualdad. Nada ms fcil y ms reprochable
moralmente que la instrumentalizacin de los Ib.
La aceptacin de estas dos condiciones necesarias y conjuntamente suficientes para
la justificacin moral del paternalismo jurdico permiten interpretarlo no slo como
moralmente permitido sino que tambin es posible afirmar que est moralmente ordenado
como un medio eficaz para la reduccin de las desigualdades. Es en este sentido un
complemento necesario del principio de dao a terceros susceptible de ser interpretado como
una obligacin moral positiva.
Es claro que las disposiciones jurdicas se refieren a grupos de personas y tienen
en este sentido un carcter general. La inclusin de una determinada persona en una clase
de Ib es un problema con el que los juristas estn bien familiarizados. Pero de aqu no
puede inferirse que sobre la base del principio del paternalismo jurdico no es posible
prohibir u ordenar tipos generales de conducta como sostiene John D. Hodson (1983, 49).
En esta exposicin he recurrido continuamente al concepto de dao. Alguien podra
sugerir que este concepto no ha sido aqu definido y que por tanto lo aqu dicho es
insuficiente para tratar el problema del paternalismo. A esta posible objecin
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