Hermanos Buenos Días

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LA OVEJA Y EL PASTOR

MIZMOR LE DAVID, POEMA CANTADO DE DAVID.

Salmo 23:1 Jehová es mi pastor; nada me faltará.


1 - MI PASTOR.

DEPENDENCIA, PERTENENCIA,

2 - NADA ME FALTARÁ.

CONVICCION, HUMILDAD

Al describir a Dios como pastor, David escribía acerca de su propia


experiencia, ya que pasó sus primeros años cuidando ovejas. Las ovejas
dependen completamente de su pastor en cuanto a alimentación, guía y
protección. El Nuevo Testamento llama a Jesús el buen pastor (Joh_10:11),
el gran pastor (Heb_13:20) y el Príncipe de los pastores (1Pe_5:4). De la
misma manera que el Señor es el buen pastor, nosotros somos sus ovejas.
No somos animales atemorizados y pasivos, sino seguidores obedientes y
sabios que siguen al Único que puede guiarnos a los mejores lugares y por
caminos seguros. Este salmo no pone énfasis en las cualidades de las
ovejas como animales, sino en las cualidades como discípulos de los que
siguen a un líder. Cuando usted reconozca al buen pastor, ¡sígalo!

Salmo 23:2
En lugares de delicados pastos me hará descansar;
Junto a aguas de reposo me pastoreará.

Salmo 23:3 Confortará mi alma;


Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre.

Cuando permitimos que Dios nuestro pastor nos guíe, tenemos


contentamiento. Cuando decidimos pecar, sin embargo, estamos decidiendo
ir por nuestro propio camino y no podemos culpar a Dios por el entorno que
nosotros mismos hemos creado. Nuestro pastor conoce los "delicados
pastos" y las "aguas de reposo" que nos restaurarán. Llegaremos a esos
lugares únicamente cuando lo sigamos en obediencia. Al rebelarnos contra
la dirección del buen pastor en realidad nos rebelamos contra lo que nos
conviene. Debemos recordar esto la próxima vez que nos veamos tentados
a ir por nuestra cuenta y no por el camino del pastor.

Salmo 23:4 Aunque ande en valle de sombra de muerte,


No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; Tu vara y tu cayado me
infundirán aliento.
La muerte proyecta una sombra aterradora sobre nuestra vida porque
estamos completamente indefensos cuando llega. Podemos luchar con
muchos otros enemigos -dolor, sufrimiento, enfermedad, daños- pero la
fortaleza y el ánimo no pueden vencer a la muerte. Esta tiene la palabra
final. Solo una persona puede caminar con nosotros a lo largo del valle
sombrío de la muerte y hacernos pasar hasta el otro lado a salvo: el Dios de
la vida, nuestro pastor. La vida es incierta, y por eso debemos seguir a este
pastor que nos ofrece eterno solaz.

Salmo 23:5 Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis


angustiadores;
Unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando.
Salmo 23:6 Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los
días de mi vida,
Y en la casa de Jehová moraré por largos días.

En la antigua cultura del Cercano Oriente, era costumbre ungir a una


persona en un banquete con aceite fragante, como con una loción. Los
anfitriones debían proteger a sus invitados a toda costa. Dios ofrece la
protección de un anfitrión aun cuando estemos en medio de los enemigos.
En la escena final de este salmo, vemos que los creyentes morarán con
Dios. Dios, el perfecto pastor y anfitrión, promete guiarnos y protegernos a
lo largo de la vida para llevarnos a morar para siempre en

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