Briggs, Patricia - Mercedes Thompson 10 - Silence Fallen

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Aviso

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Esta traducción fue realizada por un grupo de personas que de manera
altruista y sin ningún ánimo de lucro dedica su tiempo a traducir, corregir y
diseñar de fantásticos escritores. Nuestra única intención es darlos a conocer a
nivel internacional y entre la gente de habla hispana, animando siempre a los
lectores a comprarlos en físico para apoyar a sus autores favoritos.

El siguiente material no pertenece a ninguna editorial, y al estar realizado


por aficionados y amantes de la literatura puede contener errores. Esperamos
que disfrute de la lectura.
Indice
Sinopsis .............................................................................................. 5

Capítulo 1 ........................................................................................... 6

Capítulo 2 ......................................................................................... 33

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Capítulo 3 ......................................................................................... 58

Capítulo 4 ......................................................................................... 85

Capítulo 5 ....................................................................................... 108

Capítulo 6 ....................................................................................... 134

Capítulo 7 ....................................................................................... 158

Capítulo 8 ....................................................................................... 185

Capítulo 9 ....................................................................................... 211

Capítulo 10 ..................................................................................... 242

Capítulo 11 ..................................................................................... 273

Capítulo 12 ..................................................................................... 308

Capítulo 13 ..................................................................................... 335

Capítulo 14 ..................................................................................... 355

Sobre la autora ................................................................................ 369

Saga Mercy Thompson ..................................................................... 370


Sinopsis

Sinopsis
Mercy Thompson, la coyote cambiaformas, ha encontrado su voz en la
manada de hombres lobo. Pero cuando el vínculo de Mercy con la manada y su

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compañero se rompe, aprenderá lo que realmente significa estar sola.

Atacada y secuestrada en el territorio de su casa, Mercy se encuentra en las


garras del vampiro más poderoso del mundo, tomada como un arma para ser
usada contra el hombre lobo alfa Adam y la regente de los vampiros de Tri-
Cities. En forma de coyote, Mercy escapa solo para encontrarse sin dinero, sin
ropa, y sola en el corazón de Europa.

Incapaz de contactar con Adam y el resto de la manada, Mercy tiene aliados


que encontrar y enemigos que luchar, y necesita averiguar quién es quién.
Antiguos poderes se revuelven, y Mercy debe ser más ágil para evitar causar
una guerra entre vampiros y hombres lobo y entre hombres lobo y hombres
lobo. Y en el corazón de la Antigua ciudad de Praga, los viejos fantasmas se
levantan.
Capítulo 1

Capitulo 1
Mercy

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Esta no era la primera vez que el chocolate me metía en problemas.

Morí primero, así que hice galletas.

Eran una comida popular en la noche del pirata, así que necesitaba hacer
muchas. Darryl me había conseguido un cuenco antiguo tamaño gigantesco de
mezcla en la última Navidad que probablemente podría haber contenido el
suministro de agua para un elefante de un día. No sé dónde lo encontró.

Si alguna vez llenaba el recipiente completamente, tendría que hacer que uno
de los hombres lobo lo moviera. Se comió las dieciocho tazas de harina que
arrojé en ella con espacio para más. Durante todo ese tiempo, los aullidos de
piratas se elevaron por la escalera desde las entrañas del sótano.

—Jesse… —empezó a decir Aiden, alzando la voz para llevar a cabo una
entusiasta pero apagada interpretación de silbido de “The Sailor's Hornpipe”.

—Llámame Barbary Belle —le recordó mi hijastra, Jesse.


Aiden podría haber parecido y sonado como si fuera un niño, pero no había
sido joven durante mucho tiempo. Lo habíamos asimilado, en lugar de haberlo
adoptado, porque era siglos más viejo que Adam y yo juntos. Todavía estaba
encontrando algunas cosas sobre la vida moderna difíciles a las que adaptarse,
como el aspecto de acción en vivo (LARP) del juego de piratas informático al
que estaban jugando.

—Solo funciona bien si piensas en mí como un pirata y no en tu hermana —


dijo Jesse con paciencia. Ignorando su respuesta de que ella no era su hermana,
ella continuó—: Mientras me llames Jesse, eso es lo que piensas cuando
interactúas conmigo. Tienes que creer que soy un pirata para que sea un juego
adecuado. El primer paso es llamarme por mi nombre de juego: Barbary Belle.

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Hubo una pausa cuando alguien soltó un rugido de garganta que se sumió
en un gemido de frustración.

—¡Cómete las almejas, idiota! —gruñó Ben. Su nombre de juego era Sodding
Bart, pero no tuve que pensar en él de esa manera porque estaba muerta, de
todos modos.

Saqué mi tazón más pequeño, el que había sido perfectamente adecuado


hasta que me casé con una Manada de hombres lobo. Lo llené de mantequilla
ablandada, azúcar morena y vainilla. Mientras los mezclaba, decidí que no era
que fuera un pirata malo, sino que había calculado mal. Al hornear comida
cargada de azúcar y chocolate cuando moría primero, había logrado
convertirme en un blanco.

El horno sonó para decirme que estaba a temperatura, y encontré las cuatro
sábanas en el armario estrecho en el que pertenecían, un milagro menor. No era
la única que tenía el deber KP en la casa, pero parecía ser la única que podía
poner las cosas en el mismo lugar (donde pertenecían) sobre una base regular.
Las cacerolas, en particular, se empujaban a todo tipo de lugares extraños. Una
vez había encontrado una de ellas en el baño de abajo. No pregunté, pero lavé a
ese camionero con lejía antes de usarlo para hornear de nuevo.

‘Motherhumper’ era una palabra que estaba acogiendo la Manada con


horrible eficiencia después de ‘Sodding Bart’ que Ben había empezado a usar en
su papel de pirata. No estaba muy segura de si era una verdadera palabrota en
la que alguien había pensado todavía, una de esas palabrotas que eran
palabrotas reales en el país natal de Ben de Gran Bretaña (como ‘fanny1’, que
significaba algo muy diferente en el Reino Unido que aquí), o un reemplazo de
palabrota como ‘mierda’ o ‘liquidar’. En cualquier caso, me había encontrado
usándola en ocasiones cuando ‘mierda’ no era lo suficientemente fuerte como
para encontrar utensilios de cocina en los baños.

Pensé que era bueno ir cuando encontré las cacerolas. Pero cuando abrí el
armario donde debía haber diez bolsas de chispas de chocolate, solo había seis.
Busqué en la cocina y encontré otra (abierta y por la mitad) en el armario
superior detrás de los fideos de espagueti, lo cual lo hacía seis y medio, más
delgado de lo que me gustaba para un lote de doble cuádruple, pero lo haría.

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Lo que no lo harían, eran los huevos. Y no había huevos.

Corrí a la nevera una segunda vez, revisando las esquinas traseras y detrás
de la leche, donde a las cosas les gustaban ocultarse. Pero a pesar de que había
conseguido cuatro docenas de huevos hace dos días, no había ni un huevo.

Había peligros al vivir de hecho en la casa club de una manada de hombres


lobo. Descongelar asados en la nevera requería las habilidades de ocultación de
un espía francés de la Segunda Guerra Mundial que trabajaba en la sede nazi.
No había ocultado los huevos porque, como no eran ni dulces ni sangrantes,
pensé que estaban a salvo. Me había equivocado.

La mayoría de los huevos y asados robados por la manada de hombres lobo


estaban abajo, cautivados en los juegos de piratería en alta mar de la pantalla
del ordenador. Había ironía en cuánto amaban el juego de ordenador pirata: los
hombres lobo eran demasiado densos para nadar. Los coyotes, incluso los
coyotes cambiantes como yo, pueden nadar bien, excepto, al parecer, en los
escenarios de The Dread Pirate's Booty, porque me había ahogado cuatro veces
este mes.

1 Palabra vulgar que se traduce como chocho y palabras similares.


Sin embargo, esta vez no me había ahogado. Esta vez, había muerto con el
cuchillo de mi hijastra en la espalda. Barbary Belle era muy hábil con los
cuchillos.

—Me voy al Stop y Rob —llamé abajo—. ¿Alguien necesita algo?

La tienda no se llamaba así, por supuesto; tenía un nombre perfectamente


normal que no podía recordar. ‘Stop and Rob’ era más un término general para
una gasolinera de veinticuatro horas y una tienda de comestibles, un apodo
ganado en los días en que el empleado de turno de noche había sido dejado solo
con una caja registradora llena de miles de dólares. Las cámaras de tecnología,
las cajas fuertes de caída rápida que no se abrían hasta la luz del día y las
alarmas silenciosas… habían hecho que trabajar en el turno de noche fuera más

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seguro, pero siempre serían Stop and Robs para mí.

—Ahrrrr. —La voz de mi esposo Adam subió las escaleras—. ¡El oro y las
mujeres y el ron! —Él no jugaba a menudo, pero cuando lo hacía, jugaba a toda
velocidad y sumergido.

—¡El oro y las mujeres y el ron! —repitió un coro de voces masculinas.

—¿Les escuchas? —dijo Mary Jo con desprecio—. Dame un hombre que sabe
qué hacer con lo que el buen Señor le dio en lugar de estos malvados
despistados que corren a la primera vista de una mujer real.

—Ahrrrr —convino Auriele mientras Jesse reía.

—Esponja en las cubiertas, palurdos, para que no os deslicéis en la sangre y


rompáis vuestras cuatro libras —dije—. Y lo que hagáis, no confiéis en Barbary
Belle en vuestra espalda.

Hubo un rugido de acuerdo general, y Jesse volvió a reír.

—Y, Capitán Larson —dije, dirigiéndome a Adam, mi compañero había


tomado el nombre de El Lobo Marino de Jack London—, puedes tener oro, y
puedes tener ron. Si vas detrás de otra mujer, volverás como una yegua.

Hubo un pequeño silencio.


—Argh —dijo Adam con renovado entusiasmo—. Tengo una mujer.
¿Necesito algo más? ¡Las mujeres son para mis hombres!

—¡Argh! —rugieron sus hombres—. ¡Traednos oro, ron y mujeres!

—¡Hombres! —dijo Auriele con voz dulce—. Traednos unos buenos


hombres.

—Estúpidos —gruñó Honey—. ¡Morid!

Hubo un clamor general porque, al parecer, varios lo hicieron.

Me eché a reír por la puerta.

Después de un momento de reflexión, tomé el SUV de Adam. Iba a tener que

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averiguar qué hacer para una conducción diaria. Mi amada Vanagon Syncro
estaba recibiendo demasiadas millas, y su transmisión era rara y más preciosa
que el oro en el mercado secundario. Había estado conduciéndola desde que mi
pobre Rabbit había sido consumido, y la furgoneta empezaba a necesitar más y
más reparaciones. Había mirado un Jetta del '87 con un motor soplado hace
unos días. Querían demasiado, pero tal vez tendría que ponerme en pie.

El SUV gruñó el par de millas a la tienda de comestibles que estaba diez


millas más cerca de casa que cualquier otra tienda abierta a esta hora de la
noche. El empleado estaba recolectando cigarrillos y no miró hacia arriba
mientras le pasaba.

Cogí dos docenas de huevos sobrevalorados y tres bolsas de chocolate


igualmente caras y las puse en el mostrador. El empleado se apartó de los
cigarrillos, me miró y se congeló. Tragó saliva y miró hacia otro lado,
escudriñando los códigos de barras de los huevos con una mano que temblaba
tanto que podía ahorrarme el esfuerzo de romper los caparazones.

—¿Debes ser nuevo? —sugerí, pasando mi tarjeta de cajero automático en el


lector.

Él sabía quién era yo sin saber las cosas importantes, pensé.


Encontré el centro de atención desconcertante, pero poco a poco me estaba
acostumbrando. Mi marido era Alfa de la manada local; había sido un nombre
familiar en Tri-Cities desde que los hombres lobo revelaron su existencia hace
unos años. Cuando nos habíamos casado, había conseguido un poco de su
gloria reflejada, pero después de ayudar a luchar contra un troll en el Puente
del Cable hace un par de meses, me había convertido al menos en alguien igual
de conocida que Adam. La gente reaccionaba de manera diferente a la realidad
de los hombres lobo en el mundo. La gente sensata permanecía a una cierta
distancia. Otros eran estúpidamente amistosos o no-tan-estúpidamente
asustados. El nuevo chico obviamente pertenecía a este último grupo.

—Comencé la semana pasada —murmuró el empleado mientras guardaba


las virutas de chocolate y los huevos como si pudieran morderlo.

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—No soy un hombre lobo —dije—. No tienes nada que temer de mí. Y mi
esposo ha puesto una suspensión en matar empleados de estaciones de
gasolineras esta semana.

El empleado parpadeó hacia mí.

—Ninguno de los de la manada te hará daño —aclaré, recordándome que no


tratara de ser graciosa con personas que estaban demasiado asustadas para
saber que estaba bromeando—. Si tienes algún problema con un hombre lobo o
algo así, puedes llamarnos… —Encontré el portador de la tarjeta en mi bolso y
le di una de las tarjetas de la mochila, impresas en cartulina blanca—… a este
número. Nos encargaremos de ello si podemos.

Todos llevamos las tarjetas ahora que (por mi culpa) tomamos la tarea de
vigilar a la comunidad sobrenatural de Tri-Cities, protegiendo a los ciudadanos
humanos de las cosas que saltaban en la noche. También nos habían llamado
para encontrar niños perdidos, perros, y, una vez, dos terneros y su protegida
llama. Zack había compuesto una canción para esa. Ni siquiera sabía que podía
tocar la guitarra.

A veces el trabajo de proteger el Tri-Cities era más glamoroso que otros. La


llamada ganadera, además de ser musicalmente conmemorada, había sido en
realidad algo de un golpe de estado: fotos de hombres lobos reuniendo
pequeños terneros perdidos en casa se habían vuelto virales en Facebook.

El empleado tomó la tarjeta como si fuera a morderlo.

—De acuerdo —mintió.

No podía hacer nada mejor que eso, así que me fui con mis ingredientes para
hacer galletas. Me subí al SUV y puse la bolsa en el asiento del pasajero
mientras salía del aparcamiento. Frunciendo el ceño, me pregunté si su fuerte
reacción podría deberse a algo que le había sucedido: un incidente personal.
Miré a ambos lados antes de salir a la carretera. Tal vez debería ir a hablar con
él de nuevo.

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Todavía estaba preocupada por el recepcionista cuando hubo un ruido que
robó mi aliento. La bolsa con los huevos voló del asiento, y algo me golpeó con
un ruido fuerte y un olor fétido —y luego hubo un dolor agudo, seguido por…
nada.

Creo que desperté varias veces, por no más de unos minutos que terminaban
abruptamente cuando me movía. Escuché a la gente hablar, sobre todo las voces
de hombres desconocidos, pero no pude entender lo que estaban diciendo. La
magia brillaba y picaba. Entonces un cálido aliento de aire primaveral se deslizó
a través del dolor y lo quitó todo. Dormí, más cansada de lo que jamás
recordaba.

Cuando finalmente desperté, desperté y consciente de verdad, no pude ver


nada. Podía no haber sido un hombre lobo, pero un coyote cambiante podía ver
bien en muy poca luz. O estaba ciega, o dondequiera que estuviera no tenía luz
en absoluto.

Me dolía la cabeza, me dolía la nariz, y mi hombro izquierdo estaba


magullado. Mi boca estaba seca y tenía un sabor malo, como si hubiera pasado
una semana sin cepillarme los dientes. Parecía que acababa de ser golpeada por
un troll, aunque el dolor en el hombro izquierdo era más bien un cinturón de
seguridad en un coche. Pero no podía recordar… incluso cuando ese
pensamiento empezaba a desencadenar cierto pánico, los recuerdos volvían.

Había estado corriendo a nuestro local Stop and Rob, la misma tienda de
comestibles de la estación de gasolina abierta toda la noche donde conocí al
hombre lobo solitario y gay Warren todos esos años atrás. Warren había
trabajado bastante bien para la manada… Reuní mis pensamientos vagabundos
y los conduje por una pista que podía hacer algo bueno. La dificultad que tuve
para hacer eso —y el desagradable dolor de cabeza— me hizo pensar que
podría tener una conmoción cerebral.

Consideré el ruido y los huevos y me di cuenta de que no habían sido los

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huevos lo que habían explotado y olía mal, sino las bolsas de aire del SUV. Era
mecánica. Sabía cómo olían las bolsas de aire. No sabía qué extraño efecto de
shock me hizo pensar que podrían haber sido los huevos. La rapidez del
accidente había combinado los acontecimientos relacionados de que los
comestibles me golpearon y el airbag me golpeó en una causa-efecto que no
existía.

A medida que mis pensamientos lentamente alcanzaron la claridad, me di


cuenta de que el SUV había sido golpeado desde el lado, golpeó a la velocidad
de haber activado las bolsas de aire.

Con esa información, reevalué mi situación sin moverme. Tenía la cara


dolorida, un dolor distinto y menor que el dolor de cabeza, y diagnostiqué la
situación al haber sido golpeada con una bolsa de aire o dos que no me habían
salvado de una conmoción cerebral o de su primo cercano. El dolor en el
hombro izquierdo no era grave, ni el dolor general y el horrible cansancio.

Probablemente todo mi dolor fue por el accidente… Accidente de coche,


supongo, porque estaba bastante segura de que no había sido un accidente. El
vehículo que me golpeó no había encendido sus faros —habría recordado los
faros. Y si hubiera sido un verdadero accidente, estaría en el hospital en lugar
de donde estaba. Bajo las circunstancias, no estaba demasiado dañada… Pero
eso no estaba bien.
Tuve un repentino destello de ver mi propia costilla, pero aunque estaba
dolorida, mi pecho se elevaba y caía sin complicaciones. Empujé ese recuerdo
de vuelta, algo para tratar después de que descubriera dónde estaba y por qué.

Mi cuerpo estaba convencido de que mi ubicación actual estaba en un


espacio del tamaño de un cuarto a pesar de la oscuridad. El suelo estaba… raro.
Frío, casi frío y suave bajo mi mejilla. La frescura se sentía bien en mi cara
dolorida, pero estaba robando a mi cuerpo el calor. Metal. No olía a familiar, ni
olía fuertemente a nada ni a nadie, como si hubiese pasado mucho tiempo
desde que fue puesto en uso, o era nuevo.

Se abrió una puerta. Una luz se encendió, haciendo que todas mis
especulaciones estuvieran fuera de lugar, porque de pronto la iluminación era

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sin esfuerzo. Estaba en una habitación que le parecería a todo el mundo como
un congelador de pie, todas las superficies brillantes y plateadas. Me había
sacudido cuando la puerta se abrió, así que no fue nada bueno intentar fingir
que estaba inconsciente. Lo mejor sería enfrentarse a quien fuera por mis
propios pies.

Me volví en preparación para hacer esa misma cosa, pero antes de que
pudiera hacer más, tuve un repentino e inesperado ataque de arcadas secas que
no hizo por mi cabeza nada bueno en absoluto. Cuando levanté la cabeza y me
limpié la boca con el dorso de la mano, noté que había dos hombres de pie en la
puerta, frunciendo el ceño. Ninguno de los dos había hecho ningún movimiento
para ayudar o, por lo menos, me di cuenta, reaccionar en absoluto.

Respiré un par de veces más para darme la oportunidad de examinar a los


invasores de mi celda-congelador.

El hombre más cercano era un modelo de esmoquin hermoso, con cabello


oscuro y ondulado, ojos marrones y un traje de mil dólares que lograba mostrar
los músculos debajo sin hacer nada tan rudo como estar apretado en cualquier
parte. Había algo depredador en su mirada, y tenía esa chispa que hacía a un
hombre más dominante que otro sin decir una palabra.

Había sido criada por hombres lobo. Conocía una personalidad Alfa cuando
estaba en su presencia.
El otro hombre era por lo menos cincuenta libras más pesado y tres pulgadas
más alto, con la cara de un boxeador o un estibador. Su nariz se había roto unas
cuantas veces, y sobre su ojo izquierdo había el tipo de cicatriz que tendrías
cuando alguien te daba un puñetazo en el ojo y la piel alrededor de la cuenca se
partía.

El hombre bonito irradiaba poder, pero éste… Éste no me daba nada en


absoluto.

Sus ojos también eran marrones, pero eran ojos comunes, excepto la
expresión en ellos. Algo muy frío y hambriento me miró. Llevaba jeans
desgastados y una camisa de estilo Henley ajustada.

Visualmente, podría haber caído en una escena en alguna película de

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gánsteres italianos. No se podía confundir el origen mediterráneo de ninguno
de los dos.

Mi nariz me contó la verdadera historia. Vampiros

Yo estaba en mis manos y rodillas, pero ponerme de pie no iba a ayudar a


luchar contra un par de vampiros, así que me quedé donde estaba por un
momento.

Llevaba mi propia ropa, pero estaban desgarradas y tiesas con mi propia


sangre seca… y esa sangre olía como si tuviera al menos un día de vida. Un
brazalete de oro poco familiar y llano alrededor de mi muñeca cubría un dolor
persistente que no había notado antes de que me moviera. Alargué la mano
para asegurarme de lo que ya estaba bastante segura: no había collar allí. Eso
significaba que había perdido mi anillo de bodas, la etiqueta de perro de Adam
y mi cordero, mi símbolo de fe que me ayudaba a protegerme de los vampiros.

Me faltaba algo más. Algo que importaba mucho más.

—No necesita esto aquí —dijo el vampiro con la nariz rota. Extendió la mano
e hizo algo que soltó el puño en mi muñeca. La piel alrededor de mi muñeca
estaba marcada con puntos rojos hinchados, como si un mosquito me hubiera
mordido incluso en incrementos.
Yo muy cuidadosamente no me moví.

—Tendrás que perdonarnos —dijo el hermoso vampiro mientras se agachaba


frente a mí. El brillo británico de su voz estaba solo un poco ablandado por su
acento italiano—. Nos dijeron que eras la persona más peligrosa de Tri-Cities y
te dimos la cortesía de tratarte como tal. —Y seguía charlando sobre las lesiones
y un sanador y bla, bla, bla.

Traté de alcanzar a Adam a través de nuestro vínculo de compañeros y


toqué… vacío. El silencio había caído entre nosotros, no el tipo eléctrico,
expectante. Este silencio era el vacío que cae en la oscuridad de la noche en
medio de un invierno de Montana, cuando el mundo está envuelto en nieve y
frío helado, un silencio que envolvió mi alma y me dejó sola.

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—... te encuentras —me decía—. El brazalete de la bruja bloqueó el
inconveniente lazo con tu manada y compañero hasta que pudiéramos meterte
en nuestra habitación aquí, donde ninguna magia puede pasar. Si nos
hubiéramos dado cuenta de lo frágil que eras, se habrían tomado medidas para
idear un método más suave de extracción.

Solo me importaba la parte de ‘ninguna magia puede pasar’. Si era una


especie de barricada mágica o un círculo, entonces esto… El silencio era
temporal, provocado por el brazalete y continuado por algún efecto de este
lugar. Hasta que saliera de esta habitación, o posiblemente fuera a algún recinto
exterior, no podría contactar con Adam usando nuestro vínculo. El imperativo y
la esperanza que mantenía firmemente estaba ‘fuera’.

Estaba viva, pensé mientras luchaba contra el pánico del vacío donde debería
haber estado mi compañero. Viva era una cosa muy buena. Si me hubieran
querido muerta, habría muerto y no habría podido hacer nada al respecto.

Consideré la palabra que había oído antes, ‘curandero’, y la imagen de mi


propia costilla donde no tenía nada que ver y tuve un momento de guau. El
único sanador que había visto que podía hacer algo así era Baba Yaga.

Muy bien. Estaba viva. Entrecerré mis ojos hacia los dos vampiros.
Eran los que se habían metido en un montón de problemas (aparentemente, a
juzgar por todo lo que hablaba el bello vampiro que hicieron) para traerme
aquí. Ellos podían decirme lo que quisieran, entonces podría averiguar cómo
salir y restablecer el contacto con Adam.

Le di un pensamiento momentáneo a lo que Adam habría hecho cuando


nuestro enlace se oscureció. Tenía que confiar en que había tratado con ello.

Era más que tiempo para empezar a hacer algunos planes. Si hubiera estado
segura de que mis piernas me sujetarían, me habría levantado entonces, pero lo
que me hubieran dado, la curación, el accidente, o alguna combinación de los
tres me había dejado bastante vacilante.

Intentar levantarme y caer sobre mi culo me dejaría en una peor posición de

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negociación que simplemente quedarme donde estaba. Así que me senté,
agradecida de no haber hecho realidad, lo que no habría hecho mi dignidad
más buena.

Estaba a punto de esperar a que hablaran cuando algo más que el hermoso
vampiro había dicho al principio me golpeó.

—¿Qué idiota te dijo que yo era la persona más peligrosa de Tri-Cities? —


pregunté incrédula—. Hay goblins que podrían llevarme sin sudar mucho.

Eso fue quizás un poco exagerado, pero no mucho. Los duendes eran mucho
más duros de lo que creían los que los conocían. Tenían el hábito de correr
primero, segundo y tercero, y solo peleaban cuando no había salida. Esa cosa de
correr les había ganado una reputación como débiles sobrenaturales, una
reputación que cultivaban activamente. Cuando eran acorralados, eran viciosos
y mortales. Recientemente empezamos a trabajar con ellos, y había desarrollado
un nuevo respeto por sus habilidades.

—Quizá no quiso decir ‘poderoso’ y ‘peligroso’ de la forma habitual —


sugirió el vampiro torpe con suavidad. Como el vampiro guapo, su discurso
tenía un toque de enunciación británica, coloreado con el italiano que era más
una pista que un acento real. A pesar de que era mi pregunta, él no estaba
hablando conmigo. Su atención estaba en el guapo vampiro—. Wulfe es sutil, y
a menudo da respuestas correctas que conducen a conclusiones equivocadas.
Alguien debió haberle roto ese hábito hace mucho tiempo.

Wulfe. Wulfe, lo sabía. Él era el vampiro mano derecha de Marsilia, que


gobernaba el nido de vampiros en Tri-Cities. Era el vampiro más espantoso que
he conocido —y ahora conocí a unos cuantos competidores reales por ese
honor— pero Wulfe podía hacer magia, era un loco poderoso e impredecible.
Como ahora, por ejemplo. ¿Qué le había hecho yo para hacerle pintar un blanco
en mi espalda y enviar a un vampiro matón y a un vampiro guapo detrás de
mí?

A diferencia de su cohorte, vampiro guapo me habló directamente.

—Eres la compañera del Alfa de la manada de lobos de Tri-Cities, que acaba

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de negociar un acuerdo con los fae que convirtieron a tu pequeña ciudad
conglomerada de Tri-Cities en el retroterra del este del Estado de Washington en
una zona segura para tratar con los Fae —dijo Vampiro Guapo.

—Nos gusta el término ‘zona neutral’ mejor que ‘zona segura’ —dije—.
Suena menos crítico y más profesional. —También más Star Trek.

Mi hijastra lo llamaba zona freak, que me parecía la descripción más precisa.


Varios de los fae que habían regresado o que habían visitado Tri-Cities lo
hacían sin glamour ahora; dejaban de pretender ser humanos. Nuestra
temporada turística de verano, por lo general impulsada por las bodegas, estaba
buscando ser el más grande en la memoria de nadie.

No me había perdido el poco italiano que Vampiro Guapo había soltado.


Muchos vampiros tenían acentos, especialmente los viejos. Los vampiros, como
los hombres lobo, tenían sus orígenes en Europa. Entre los vampiros, ser
americano era una confesión de juventud y debilidad, así que ninguno de ellos
estaba demasiado ansioso por perder el acento.

Estaba empezando a tener un mal presentimiento sobre estos dos vampiros.


De acuerdo, ser secuestrada ya me había causado un mal presentimiento, pero
esto era peor. Si estos tipos eran en realidad de Italia —recientemente de
Italia— bueno, sabía de un vampiro italiano que era realmente, verdaderamente
muy malas noticias. Me pregunté si Marsilia sabía que había extraños vampiros
de su patria traspasando su territorio. Tenía mucho miedo de que la respuesta
fuera no.

Se había convertido en el trabajo de la manada investigar a los visitantes


sobrenaturales, pero sabía bien que Marsilia se mantenía informada de las idas
y venidas de todos. Si ella no había notificado a la manada nada antes de que
los vampiros italianos destruyeran el todoterreno de Adam (y a mí),
probablemente no sabía nada de ellos.

—Eres la compañera —dijo Vampiro Guapo otra vez, apartándome de mis


pensamientos—. No eres un hombre lobo, como habíamos asumido. Los
hombres lobos se recuperan de una pequeña cosa como un accidente
automovilístico mucho más rápido que tú. Afortunadamente, nuestra gente en

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la calle actuó rápidamente cuando se dieron cuenta de que te morías, o no
estaríamos teniendo esta conversación agradable.

—Por suerte —estuve de acuerdo débilmente.

—Entonces, ¿por qué Wulfe piensa que eres tan poderosa? —preguntó, con
un borde en su voz.

Le ensanché los ojos e hice todo lo posible para parecer impotente.

—No tengo ni idea. Soy mecánico de VW —dije. Y le mostré mis manos


como prueba. Trataba de usar guantes, cuando lo pensaba, pero el aceite sucio
estaba arraigado en cada grieta y hendidura, y mis nudillos estaban marcados
bastante bien—. Soy la primera en admitir que arreglar coches antiguos es una
superpotencia, pero solo es importante si tienes un autobús o un bicho que
quieres arreglar.

Él me golpeó. En un momento estaba de pie justo en el interior de la puerta


del congelador, a seis pies de distancia de mí. Luego se movió tan rápido que
no había visto su movimiento de la mano, solo sentí los efectos en mi
mandíbula. Me tumbó sobre mi lado.

Estoy bastante segura de que me desmayé por un momento porque me dejé


caer en una discusión que parecía haber estado sucediendo por un tiempo. No
podía decir lo que estaban discutiendo porque lo hicieron en italiano.
Abrí los ojos a medias para observar su lenguaje corporal y me alegré de
encontrar que tenía razón. No importa lo dominante que fuera Vampiro Guapo,
fue Vampiro Matón quien estaba dirigiendo el espectáculo. No irradiar nada en
presencia de poder es un signo de aún más poder. Vampiro Matón empujó a
Vampiro Guapo hasta el final de la habitación sin tocarlo. Vampiro Guapo hizo
una reverencia y se lanzó de reojo con disgusto mientras retrocedía.

Vampiro Matón regresó solo y se arrodilló a mi lado. Su mano estaba más


caliente que el suelo de metal cuando lo deslizó bajo mi hombro y contra mi
cara. Me levantó del suelo, mi cara cuidadosamente acunada contra el frente de
su camisa.

Podría haberlo hecho sin que me recogiera. Los vampiros son malvados. Son

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aterradores, y no me gusta que me lleven cuando estoy medio consciente.
Succioné aire y me esforcé mucho para mantenerme consciente cuando el
mareo me amenazó con hacerme totalmente indefensa. De nuevo.

Caminó hacia la puerta, luego hizo una pausa.

—Casi —murmuró él—. Te llevaría donde pudieras estar cómoda. Pero tú y


yo debemos negociar antes de que tu compañero tan famoso se muestre dónde
estás, ¿eh?

Soltó algo en italiano, y hubo el sonido de correr, luego dos vampiros


desconocidos llevaron un sofá de estilo victoriano, con tapicería de terciopelo
púrpura, a la habitación. Parecían personas normales, pero podía oler lo que
eran.

Debía haberlo esperado. No había tenido más intención de sacarme de la


celda que de correr desnudo al amanecer para convertirse en cenizas. Había
fingido que iba a llevarme fuera, que el exterior reduciría su capacidad de
negociar conmigo. ¿Por qué? Los vampiros piensan en caminos secundarios.
Los vampiros viejos piensan al revés en el sentido contrario a las agujas del
reloj.

—Esto está mejor —dijo, poniéndome en el sofá en posición sentada. Tendió


la mano y uno de los vampiros que llevaban los muebles le dio un paquete frío
de emergencia, del tipo química. Lo sacudió, luego me lo puso en la mano e
indicó que debía sujetarlo contra mi mejilla.

—Guccio olvidó que no eres un intruso o un malvado que estamos


interrogando —me dijo—. Él no tiene mucha experiencia con la política, así que
tal vez esperaba demasiado de él. ¿Quién eres tú, Mercedes Athena Thompson
Hauptman, y por qué Wulfe me dijo que eras el poder que debíamos contactar
para iniciar las negociaciones en Tri-Cities?

—Contacto —dije, sosteniendo la bolsa en mi cara, todavía tratando


desesperadamente de no desmayarme. Mis oídos estaban sonando, y mi visión
era irregular, así que estaba orgullosa de la firmeza de mi voz—. Contacto.
Hmm. El contacto de cuerpo completo hace que sea una técnica de negociación

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interesante. Diplomático, incluso, como las discusiones que el equipo de la CIA
de negociación y simulación de ahogamiento dirigen. —Mi voz era constante,
pero estaba balbuceando. Me callé tan pronto como lo noté.

—Mis disculpas —dijo sinceramente, sin decir las palabras en lo más


mínimo—. Como Guccio te dijo, engañado por la información de Wulfe, no
esperábamos que fueras tan frágil.

Aún era mi cabeza la que más me dolía, pero mi mandíbula estaba ahora
cerca. Todo el asunto de la bofetada y el argumento había sido para el
espectáculo, decidí. Si Vampiro Guapo-Guccio hubiera estado tan fuera de
control como pretendía, tendría un cuello roto o, por lo menos, la mandíbula. Y
qué…

Horrorizada, me di cuenta de que estaban jugando al vampiro


bueno/vampiro malo. Malvado Vampiro había sido enviado lejos, y se suponía
que debía sentir que Vampiro Bueno era mi amigo. ¿Qué tonta creían que era?

Vampiro Bueno, antes conocido como Vampiro Matón, hizo un sonido suave
y simpático y se sentó a mi lado, su cuerpo se volvió hacia el mío de una
manera íntima y acogedora.

—Parece que duele, pobre piccola. Eso es todo lo que necesitabas, otro
moretón.
Me enderecé, me alejé de él y traté con el mareo resultante. Necesitaba ser
fuerte, y era cualquier cosa menos eso.

Los vampiros no eran fae, que siempre tenían que decir la verdad. Podía
distinguir cuando un humano decía una mentira, pero, en general, cuanta más
vieja era la criatura, más mentirosa era. Si él quería negociar con mi manada,
cualquier tipo de negociación, secuestrarme había sido el movimiento
equivocado. Si él era quien yo pensaba que era, hacerlo mal era altamente
improbable. Así que tal vez la negociación no era lo que buscaba.

Wulfe les había dicho que yo era poderosa. Wulfe los conocía mejor que yo.
¿Por qué Wulfe me había elegido?

Y mientras intentaba imaginar a los vampiros, una parte de mí estaba

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golpeando frenéticamente el silencio en mi cabeza donde debía haber estado la
manada. Donde se supone que Adam estaba.

—Piccola —dijo Vampiro Bueno, su voz suave y reprimida. Al parecer, pensó


que debía haberme apoyado contra él y dejar que se ocupara de mí en su lugar.

¿Por qué Wulfe le había dicho que yo era la persona más poderosa de Tri-
Cities? Los vampiros mentían todo el tiempo, pero Wulfe se parecía más a los
fae. Le divertía decir siempre la verdad y hacer creer que era una mentira hasta
que era demasiado tarde.

La persona más poderosa en Tri-Cities… Hmm bueno, tal vez así, si su


perspectiva era lo suficientemente sesgada y ‘sesgada’ era una buena palabra
para Wulfe. Decidí que era también el tipo de poder que me mantendría viva
durante un tiempo más y por lo tanto debía ser compartida con Vampiro
Bueno. Permanecer viva era la primera tarea de cualquier rehén.

—Soy la compañera de Adam Hauptman —le dije al vampiro. No me


encontré con sus ojos. Mi coyote cambiante estaba acompañado por una
resistencia impredecible a algunos tipos de magia. La magia del vampiro,
especialmente, tenía un tiempo duro conmigo, pero no era nada tan fiable ni tan
útil como la inmunidad.

Vampiro Bueno hizo un ruido alentador, pero dijo:


—Lo sabemos.

—Cierto. Pero me da poder. Hay esto también: me crié en la manada del


Marrok, y su hijo mayor es un amigo muy cercano. Siebold Adelbertsmiter me
cuenta como su familia, e incluso los Señores Grises tratan a ese viejo con
respeto. —Ellos, al menos había oído, por fin habían encontrado parte de uno
de los fae que se había metido con Zee. Había aparecido en el plato de
alguien—. Puede que lo conozcas como Dark Smith de Drontheim.

El vampiro a mi lado no se movió mucho, pero lo atrapé. Él sabía quién era


Zee también, y, por primera vez, se sorprendió y tal vez estaba un poco
impresionado.

—También soy un tipo de enlace —continué como si no lo hubiera notado—.

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El departamento de policía local se vuelve hacia mí cuando necesitan ayuda con
los elementos sobrenaturales de nuestro territorio. Puedo ser frágil, pero estoy
en los hombros de los gigantes, lo que es, supongo, el por qué Wulfe me
nombró. Poder político, no poder intrínseco.

A la gente que le importaba si me lastimaba, era el subtexto de mi discurso.


Estaba bastante segura de que lo oyó, pero por otro lado, a veces sutil no era tan
efectivo como empujarlo delante de su cara.

—El Marrok me trata como a una hija —le dije—. Mi amigo fae ha matado
para protegerme. Y mi compañero… —Traté de ponerlo en palabras que no
fueran una amenaza directa—. Estaría muy triste si estuviera herida.

—El Marrok rompió todos los lazos contigo y tu manada —dijo el vampiro.

Me encogí de hombros porque todavía dolía.

—Sí. Pero eso no significa que sea indiferente si me haces daño. Y Elizaveta
Arkadyevna trabaja para nuestra manada. —Elizaveta era lo suficientemente
poderosa como para que su reputación se hubiera trasladado a los rincones más
lejanos de la tierra. Su falta de expresión me dijo que él, al menos, sabía quién
era—. Lo mismo ocurre con los duendes. —Esa última parte probablemente no
fue tan impresionante como debería haber sido, pero era cierto.
El vampiro estuvo callado por un momento, luego dijo:

—No mencionas al vampiro.

—¿Vampiro? —pregunté, sin pensar.

—La que te tiene atada a su sangre —dijo—. Traté de romper la atadura


mientras dormías.

Y de repente no estaba demasiado ocupada para estar aterrorizada. Me


acerqué y toqué mi cuello con los dedos que intentaban temblar. Había dos
heridas punzantes en mi cuello.

Odio a los vampiros… Odio a los vampiros… Los odio.

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Esta era la razón por la que los vampiros nunca, nunca serían capaces de
dejar que los seres humanos supieran acerca de ellos. Si un vampiro
suficientemente poderoso mordiera a alguien, especialmente más de una vez,
ese vampiro podría controlarle. Lo llamaban el beso. Era lo que permitía a la
Maestra o Maestro de un nido controlar a los vampiros novatos que no podían
mantener la sensibilidad sin alimentarse de un vampiro más poderoso. Es lo
que permitía al fabricante controlar a sus novatos. Un ser humano al que le
habían dado el beso era una mascota.

Vampiro Matón había tratado de hacerme su mascota cuando estaba


inconsciente e incapaz de defenderme.

—Podría haberlo hecho de todos modos —dijo—. Pero habría matado a la


que estás obligada, y no estoy seguro de que la quiera muerta. —Sonrió,
extendió la mano y acarició mi mejilla.

Me quedé dónde estaba y no salté y grité. Sobre todo porque estaba segura
de que, mareada como estaba todavía, aterrizaría en mi culo. Pero también
porque pensaba que estaba tratando de trabajar un poco de magia en mí, y no
estaba segura de que quisiera que él supiera que no era efectivo. Mañana, su
poder podría funcionar bien, pero por el momento, mi resistencia peculiar a su
magia estaba resistiendo por lo que valía la pena.
—El amor —dijo el vampiro pensativo después de un momento—, es la
fuerza más poderosa del mundo. Eres amada por muchos. Wulfe tiene razón,
eso es poder. La atadura del vampiro en ti era algo que aceptaste, algo que
querías. Podría haberlo roto… pero si lo hubiera hecho, habría muerto.

¿Ella? Me di cuenta de que había estado usando el pronombre equivocado. El


vampiro al que estaba atada era Stefan.

Este vampiro pensó… Que estaba atada a Marsilia. ¿A quién más estaría
atada la compañera del Alfa de la manada sino a la señora del nido? No había
roto el vínculo porque la quisiera viva. Yo tenía razón. Tenía razón. Sabía quién
era él.

Sabía quién era, y estaba en un verdadero problema. Podía oír la sangre en

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mis orejas frenéticamente. Nunca es bueno cuando estás sentada al lado de un
vampiro.

—Estás encariñada mucho con ella —murmuró—. La amas. Le pediste el


vínculo, y por eso es tan fuerte.

Había algo en la posición de su cuerpo que me decía que no quería que me


hablara de Marsilia. Algo extraño en su postura que hablaba de celos.

Levanté una ceja y le respondí en un esfuerzo por cambiar el tema.

—Ahora mismo, no te quiero mucho… Señor Bonarata.

Iacopo Bonarata, el Señor de la Noche, jefe del nido de Milán, Italia, una vez
amante de Marsilia, era el líder de hecho de los vampiros europeos y
probablemente en cualquier otro lugar que él eligiera viajar. No era el Marrok,
que gobernaba porque era la mejor manera de proteger a su pueblo. Era solo un
bastardo aterrador que ninguno de los otros vampiros elegía desafiar. No había
sido desafiado por nadie, por lo que pude averiguar, al menos desde el
Renacimiento, cuando llegó al poder como un monstruo muy joven y
ambicioso.

Y él estaba celoso de mi relación imaginaria con la Reina de los Condenados,


Marsilia.
Afortunadamente, mi intento de cambiar la dirección de la conversación
parecía haber funcionado, y cuando lo nombré, el vampiro echó la cabeza hacia
atrás y se echó a reír, una gran risa que me invitó a unirme a él.

Por todo lo que no era bonito, exudó una afabilidad sexual que era muy
poderosa. Lo único que había sentido parecido a algo así era cuando el dueño
de la taberna de las hadas, Tío Mike, encendía el encanto. Para Tío Mike era
mágico, y no tenía nada que ver con el sexo. El Señor de la Noche era todo sobre
sexo y cosas terrenales, pero también era mágico.

Lo había usado sutilmente desde el momento en que Vampiro Guapo había


dejado mi celda, pero cuando él se rio, la magia simplemente salió de él como
una niebla invisible.

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Capté la sombra de su efecto, intencionado o no. Esta magia debería haber
realzado la atracción sexual del Señor de la Noche. Me rozó sin afectarme
demasiado.

El atractivo sexual del vampiro era poderoso incluso sin magia, pero para mí
no era Adam. Eso significaba que podría haberlo apreciado sin la tentación.
También era un vampiro, y eso duplicaba mi resistencia a su magia.

El Señor de la Noche se sentó a mi lado, esperando que empezara a babear


sobre él.

Por mi parte, me senté rígida y dolorida, y muy preocupada por lo que haría
si se daba cuenta de que su magia no tenía ningún efecto sobre mí. ¿Lo
atribuiría a mi vínculo con otro vampiro, o mi vínculo a Adam y nuestra
manada, o averiguaría lo que realmente era?

Los vampiros de mi cuello del bosque odiaban y temían lo que era. Los
caminantes, los niños de los antiguos, cazaron a muchos vampiros en la
frontera americana durante los siglos XVIII y XIX. Finalmente fracasaron y los
vampiros exterminaron a la mayoría de mi especie.

No sabía si Bonarata, que había permanecido en Italia todo el tiempo, sentía


lo mismo. Si él sabía lo que mi raza podía hacer. Si lo hacía, podría matarme con
las manos en lugar de… Todo lo que él había planeado para mí.
Pero no podía relajarme en él. Había algunas cosas que no podía hacer, y
pretender estar atraída por Bonarata era una de esas cosas.

No quería que él supiera lo que era. No quería que supiera que el vínculo de
sangre —creado, irónicamente, para mantenerme a salvo de otro vampiro— me
ataba a mi amigo Stefan y no a Marsilia, porque no estaba segura de cómo
reaccionaría.

—Así que —decía el vampiro mientras pensaba furiosamente sobre los


peligros de los vampiros impredecibles, psicóticos, obsesionados e inmortales—
. Tú sabes quién soy. Eso es bueno. Puedes llamarme Jacob. Iacopo es difícil
para mis amigos americanos, así que recientemente he cambiado mi nombre a
la versión en inglés.

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Al parecer, él estaba eligiendo ignorar la forma en que yo no estaba
reaccionando a su magia. Eso no significaba que retrocediera.

—Se suponía que esto era una reunión simple. —Su voz era seductora. No
era hermosa, sino profundamente, ricamente masculina, de una manera que no
debía nada a la magia—. Deseo tener un lugar donde otros se sentirían
cómodos reuniéndose conmigo. Cuando creaste semejante espacio, parecía que
algún acuerdo útil podría hacerse entre tu grupo y mi gente. Queríamos llevarte
a algún lugar donde pudiéramos hablar, pero tu condición significaba que
teníamos que retenerte más tiempo de lo que queríamos. De alguna manera,
pienso que tu Alfa no reaccionará bien a esto. —Casi cada palabra de su boca
era una mentira. Debía haber pensado que ya que no era un hombre lobo, no
podría decirlo. O eso, o quizás estaría demasiado lejos bajo su influencia para
notarlo.

Él sonrió con una sonrisa encantadora.

—Lo conoces mejor. ¿Cómo crees que debo proceder?

—Deberías dejarme ir —dije al instante—. Y nunca vuelvas a Tri-Cities.

Su sonrisa se ensanchó, pero sus ojos permanecieron fríos.

—Inténtalo de nuevo.
Me encogí de hombros.

—No sé lo que quieres. Arreglo coches. Para martillar los tratados entre
especies, tus herramientas son mejores que las mías.

—Haces muy bien de rehén —dijo. Estaba bastante segura que estaba
notando que yo no estaba jadeando detrás de él como debería porque había un
toque de irritación en su voz. Ojalá hubiera acreditado mi vínculo con otro
vampiro; a veces, me había dicho Stefan, tal vínculo podría funcionar de esa
manera—. ¿No crees que tu cónyuge negociará para recuperarte?

—Los hombres lobo tienen un largo recuerdo —le dije. No quise responder a
la pregunta porque la respuesta era sí, así que la conté, como un político para la
elección—. Y son lamentablemente sencillos. Los lobos no se sienten

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convencidos de las ofertas que consideran forzadas. Mantenerme como rehén
no va a ayudarte a largo plazo. —La adulación era usualmente una buena
táctica con las viejas criaturas. Nunca había funcionado con el Marrok, pero era
más honesto consigo mismo sobre lo que era con la mayoría de la gente—. Pero
ya lo sabes —le dije al vampiro—. Sospecho que ya tienes algo planeado.

Él sonrió otra vez. Se suponía que era sexy, y lo era. Pero olía a vampiro para
mí… y yo tenía a Adam.

—Podría matarte y volver a intentarlo —ofreció suavemente.

Y como girar una válvula, apagó la magia que había estado usando para
influenciarme.

Tal vez debería haber pretendido estar interesada en él, pero los vampiros
tienen narices mejores que la humana. La mayoría de las personas que se
sienten atraídos por alguien no apestan a terror y estrés. Yo no era una mala
actora, pero no podía haber disimulado mi reacción a sentarme tan cerca del
Señor de la Noche. Si lo hubiera intentado, probablemente lo hubiera echado a
perder.

Él frunció los labios.


—No estás haciendo esto bien —me informó—. Necesitas convencerme de
que dejarte viva es lo mejor para mí. ¿Qué puedes hacer por mí? ¿Qué
información me puedes proporcionar para avanzar en mis metas?

Puse los ojos en blanco.

—Creo que fastidiaste al chucho cuando golpeaste mi coche y me


secuestraste. Tendrás que imaginar tu propio camino fuera de este o esperar
hasta que no me duela la cabeza.

Se inclinó hacia mí. Su cuerpo estaba caliente, y todo lo que podía pensar era
cuánta sangre había tenido que consumir para elevar su temperatura corporal a
unos pocos grados más caliente que la humana.

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—Pobrecilla —dijo él, acariciando mi cara—. No era mi intención hacerte
daño.

Realmente no era yo misma. En general, soy muy buena en acomodar


megalomaníacos-egomaníacos y esperar hasta que fuera seguro atormentarlos.
Había crecido haciendo eso. Pero me dolía la cabeza, y me estaba arrastrando.

—Fracaso épico —dije—. Te haré saber que espero que mis archienemigos
sean competentes.

Él se rio, y me olvidé de respirar porque era muy aterrador. Todo ese sonido
alegre y los ojos vacíos. La seducción había fracasado: lo aterrador, no tanto. No
era mágico. Solo era él.

—Quiero un trato con la manada de Hauptman —dijo—. Es bueno para ti


que no crea que me perdone por matarte. Los hombres lobo son sentimentales
de esa manera. Pero sería bastante fácil matarte y matarlo. Su segundo podría
estar agradecido.

Encontré su mirada fija y dije:

—No creo que lo hiciera.

Los vampiros no pueden decir la verdad de las mentiras como lo hacen los
hombres lobo (y yo). Pero los más viejos pueden generalmente clasificarlo hacia
fuera de todos modos. Darryl no trataría con alguien que hubiera matado a
Adam. Estaba segura de eso, y dejé que el vampiro lo supiera.

Él sonrió débilmente. Se escuchó el sonido de un golpe cortés en la puerta.

—Adelante —dijo.

El hombre lobo quién entró fue una sorpresa, y no debería haberlo sido.
Sabía que había exiliado a Marsilia por alimentarse de su amante lobo. Él y
Marsilia seguían siendo amantes en ese momento, y eso probablemente había
hecho más complicaciones. Tenía la impresión de que la comida de Marsilia
proveniente del hombre lobo tenía un significado más profundo de vampiro,
como si tal vez hubiera estado tratando de reclamar al hombre lobo para sí
misma. Me habían dicho una vez que todo el evento tenía que ver con Marsilia

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desaprobando a Bonarata al mantener un hombre lobo. La sangre del hombre
lobo era aparentemente más atractiva que la humana, y la implicación que
había conseguido era que el Señor de la Noche era adicto.

La mujer que entró en la habitación era hermosa. Los rasgos fuertes estaban
dispuestos simétricamente, pero no había carne extra en su rostro en absoluto,
por lo que el efecto total era frágil. Tenía el cabello oscuro y formalmente
arreglado en algo que era demasiado elaborado para ser llamado moño. Los
cabellos sueltos de manera ingeniosa mostraban signos de ser naturalmente
rizados.

Llevaba un vestido de seda blanca que dejaba claro que estaba desnuda
debajo y que era demasiado delgada. La tela blanca contrastaba con el oro de
miel de su tez y mostraba las cicatrices, pequeñas manchas blancas que podían
haber sido marcas de viruela… o los recordatorios de dónde los colmillos
habían roto su piel.

Llevaba un collar plateado, pero no podía ser de plata real porque las únicas
cicatrices en su cuello eran de colmillos.

—Lenka —dijo el vampiro, y ella se estremeció y levantó la vista.

Sus ojos eran los dorados de un hombre lobo, un signo de que estaba
bastante perdida por su lobo.
Empezó a hablar. Pensé que era italiano, pero no lo sé, por lo que podría
haber sido rumano o algún otro idioma latino que no era español o francés.

Hizo un ruido de rechazo.

—Sé educada —dijo—. Nuestro huésped solo habla inglés.

Ella me miró con esos ojos salvajes.

—Es mío —dijo ella, con la voz tan clara y precisa como si hubiera nacido en
Londres.

—Lenka —ronroneó el Señor de la Noche—, ¿tengo que castigarte?

Sus ojos cayeron al suelo, y ella se estremeció, olor a miedo y excitación al

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mismo tiempo. Me pregunté si él sabía que no había nada humano en ella, y lo
único que nos hacía estar a salvo de ella era que su lobo estaba completamente
roto.

—Tienes una llamada telefónica —dijo, con voz apagada.

—Ah —dijo—, he estado esperando esta llamada. Tendrás que disculparme.


—Él envolvió su mano alrededor del brazo de la mujer lobo y la escoltó hacia
fuera. Se detuvo y me miró de nuevo—. Dejaré a Lenka vigilando la puerta.
Supongo que tú, compañera de un hombre lobo alfa, entiendes que sin mí
presencia, ella será muy incapaz de detenerse de atacar y matar. Como un favor
para mí, quien la valora, te pido que no me hagas matarla por arruinar mis
planes.

Cerró la puerta detrás de él y no la cerró con llave.

Solo conocía dos cosas. Primero, Bonarata había mentido mucho de lo que
me dijo. En segundo lugar, quería que corriera a través de esa puerta
cuidadosamente desbloqueada.

Miré la puerta con atención y miré a su alrededor.

Generalmente no doy a los monstruos megalómanos lo que quieren. Pero esa


puerta desbloqueada era una oportunidad que no podía dejar pasar. Sonreí
sombríamente, ignorando la quemadura de la expresión causada en los
músculos de mi cara tan maltratada. Entonces me puse de pie y comencé a
quitarme mi ropa ensangrentada en preparación para correr por mi vida.

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Capítulo 2

Capitulo 2
Adam

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Para Adam, comenzó durante ese juego del Botín Del Temible Pirata.
Puedes decidir por ti mismo si él manejó bien o no mi involuntaria ausencia
inesperada.

Adam sintió una punzada de dolor que lo sacudió, sin hacer caso del monitor
que cayó al suelo, porque no era su dolor, era el de Mercy. Cuando el eco de ese
flash golpeó los vínculos de la manada una respiración más tarde de lo que
había golpeado su vínculo de pareja, sintió la disposición que tembló a través
de la manada, ya que también se levantaron, alarmados, alertas y en espera de
sus órdenes.

—¿Qué pasó? ¿Es un accidente? —preguntó Darryl—. ¿Ella está bien?

Su Mercy era frágil en cuerpo, si bien no en espíritu. Frágil para los


estándares de los hombres lobo, de todos modos. Toda la manada era
consciente de su vulnerabilidad y los impulsaba a protegerla hasta un grado
que haría enfurecer a su esposa si se enterara de ello.
—No es bueno —dijo Adam firmemente, cubriendo el terror con la lógica y
la acción. Se dirigió a las escaleras—. Voy a…

Entonces el silencio llenó el lugar del dolor.

Lo siguiente que supo fue que, el hombro de Adam golpeó la puerta


delantera, arrancando la resistente (y cara) puerta de acero de su marco,
enviándola volando fuera de su camino. El lobo no permitiría que se detuviera
por un coche, sabiendo instintivamente que sería más rápido en sus propios
pies.

Adam se preparó para luchar contra el cambio, debido a que, también,


podría ralentizarlo hasta que terminara de cambiar por completo. Pero el lobo
no trató de hacer otra cosa más que dar a sus pies más velocidad mientras

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corría por la calzada hacia el camino y al último lugar en el que había sentido a
Mercy. Vagamente, sintió a la manada correr a toda velocidad detrás de él, oyó
el ruido de los motores de algunos de los más prácticos de mente pensando que
un coche o dos podrían ser útiles.

Un sudor frío, que no tenía nada que ver con el esfuerzo de sus músculos y
todo que ver con la forma en que el vínculo con su compañera terminaba en la
nada, se deslizó por su espalda mientras empujaba su cuerpo para otra onza de
rapidez. Su corazón latía con tanta fuerza que apenas podía oír los pasos de su
manada.

Olió el accidente antes de que pudiera verlo. El combustible diésel, bolsa de


aire, la sangre de ella…

Hubo un momento de tiempo que fue una eternidad en blanco después que
olió su sangre.

Se halló de pie en el capó de los restos de su camioneta, la mirada fija en la


cabina vacía. Un semi tractor se había entrelazado en el cuerpo negro brillante
del SUV. El vidrio estaba hecho añicos, y algo muy fuerte había arrancado el
volante para llegar a Mercy. El cinturón de seguridad estaba cortado y había
demasiada sangre en el asiento. Sangre, huevos rotos y trocitos de chocolate.
Su parte humana buscó a tientas por un segundo, preguntándose si la
persona que había liberado a Mercy había sido él, porque no lo podía recordar.
Pero Mercy estaba desaparecida y su lobo era más sensato.

Alguien había estado aquí por delante de ellos.

Alguien había golpeado a Mercy con un camión, luego se la robaron,


alejándola de ellos.

Habían dejado su bolso, pequeño y ordenado, porque a Mercy no le gustaba


estar sobrecargada por nada grande. Se encontraba sin abrir en el asiento del
pasajero.

Adam se inclinó hacia delante hasta que su cabeza atravesó la ventana rota e

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inhaló profundamente. Junto con el olor de la sangre de Mercy, huevos crudos,
y él mismo, se encontró con los aromas de cuatro vampiros. Vampiros. Tres de
ellos eran desconocidos. El cuarto…

Volvió su atención al semi que había impactado el SUV por la parte lateral
que Mercy había estado conduciendo. Saltó fácilmente de la camioneta a la
puerta del semi-tractor, buscando puntos de apoyo en el lado metálico dañado
que le permitió abrir la puerta para examinar el interior. Cuando la puerta
resultó estar demasiado doblada para abrirse, simplemente llevó el puño a
través del cristal, agarró la puerta, y la arrancó. El aguijón del dolor cuando el
cristal cortó su mano fue extrañamente seductor, mucho menos doloroso de lo
que estaba pasando en su corazón y su cabeza en este momento.

Su primer hallazgo fue que el tractor era nuevo a pesar de un trabajo de


pintura muy malo. Miró más detenidamente el exterior y vio que alguien había
pintado todo el tractor negro mate, incluidas las superficies que probablemente
habían sido originalmente cromadas y brillantes. Este vehículo había sido
pintado de modo que pudiera ser utilizado para tomar a Mercy totalmente por
sorpresa. Podría haber escuchado el motor, aunque desde que conducía el SUV
diésel de él, tal vez no.

Podía oler al vampiro que había conducido el tractor sobre el cuero y el olor
a coche nuevo. Ese vampiro había resultado herido en el accidente; había un
poco de sangre en alguna parte. Pero no había muerto o resultado gravemente
herido. No había olor de tensión, miedo, ira, excitación. Incluso los vampiros
dejaban los aromas de sus emociones detrás. La mayoría de ellos. Eso
significaba que este vampiro había hecho este tipo de cosas antes.

Un profesional. Un vampiro que se especializaba en accidentes para


asesinatos o secuestros. Combatió el entusiasmo con el que quería abrazar la
idea de un secuestro. Tenía que mantenerse a los hechos, y la cantidad de
sangre en la camioneta significaba que a menos que ella hubiese conseguido la
atención de emergencia inmediata y profesional, Mercy estaba en serios
problemas.

Gruñó, sus labios retirándose de sus dientes con furia impotente. Ella podría
estar muriendo, y su vínculo de compañero no podía decirle dónde estaba ni

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cómo estaba. Lo único que le impedía rendirse al lobo que necesitaba algo para
matar y destruir, era que no la había sentido morir. Solamente había
desaparecido. Supondría que estaba viva y lo necesitaba, hasta que hubiera
evidencia de que fuera de otra manera.

―Adam ―gritó la voz tensa de Darryl―. Deberías venir aquí.

Adam miró a través de la ventanilla del conductor y vio a la manada reunida


alrededor de algo en el suelo en el lado de la carretera. Abrió la puerta del lado
del conductor y saltó al suelo. Mientras se acercaba, los lobos; la mayoría de
ellos medio cambiados gracias al fulgor de su emoción salvaje, se apartaron, y
consiguió una buena mirada del cuerpo en el suelo.

Dobló las rodillas y examinó a Stefan, el único vampiro cuyo olor había
reconocido. El lobo luchó por matar a su rival, pero Adam frenó esa parte de sí
mismo en seco. Al igual que él, Stefan tenía un vínculo con Mercy.
Probablemente eso era lo que le había atraído aquí. Tal vez Stefan podría
encontrar a Mercy cuando Adam no podía.

Y Mercy, no los celos o la rivalidad, es lo importante.

Ante ese firme recordatorio, el espíritu violento que rabiaba en su interior se


estableció. El lobo era un cazador; comprendía la paciencia. E incluso el lobo no
podía dudar de que su Mercy era suya. Los celos no tenían lugar entre ellos. El
terror por su seguridad, sí. Pero no los celos.
Los ojos de Stefan se abrieron y, por un momento, estaban vacíos de
personalidad, los ojos de un hombre muerto. Entonces su rostro se llenó de
expresión, y Adam vio el espejo de su propia rabia y el miedo. El vampiro se
levantó en un estallido, girando en un círculo para asimilar a los lobos que lo
rodeaban.

Adam se levantó más lentamente. Stefan no iba a hacerle daño, y no haría


ningún daño bajo las circunstancias de mantener sus propios movimientos bajo
control. El lobo no estaba luchando contra él, pero la bestia era un enemigo
astuto, y si había leído mal al lobo, Adam no quería que Stefan pagara el precio.

No cuando él podría ser la clave para encontrar a Mercy.

—¿Mercy? —le preguntó Stefan a Adam.

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—Desapareció —dijo Adam, luchando contra la desesperación. Todavía no
había tiempo para eso. Pero si Stefan tuvo que hacer la pregunta, entonces su
vínculo de sangre con Mercy no estaba mejor que el propio vínculo de
compañeros de Adam.

Dio al vampiro la información que tenía.

—Golpearon su coche y se la llevaron. Se ve bien planificado y profesional en


este punto. Son vampiros y no vampiros de Marsilia. —Hizo una pausa—.
Nunca he oído hablar de un equipo profesional de secuestradores o asesinos
que fueran vampiros.

—Hay algunos, pero mantienen un perfil bajo. —Stefan se frotó el rostro con
manos briosas, más como si algo de ello le preocupara, que un simple gesto de
cansancio—. Sentí el destrozo —le dijo a Adam—. ¿Me imagino que tú
también? —No esperó una respuesta—. Vine a este lugar inmediatamente y
encontré que ya estaban trabajando para sacarla de la camioneta.

Stefan podía teletransportarse, un capricho de la magia que permitía a un


hombre muerto vivir. El hijo del Marrok, Charles, mantiene una base de datos
de los vampiros y sus habilidades. Le había dicho a Adam que la
teletransportación era rara. Que tanto Stefan como Marsilia pudieran hacerlo
indicaba que fueron hechos por el mismo vampiro o vampiros del mismo linaje.
O no.

El vampiro continuó hablando.

—Me concentré en Mercy, o de lo contrario podría haber pensado en buscar


más enemigos. Salté en defensa de ella, y alguien me agarró por detrás con una
taser, creo, dados los resultados. —Se frotó el rostro de nuevo.

—¿Puedes decir dónde está? —preguntó Adam lacónicamente, aunque


estaba bastante seguro de la respuesta. Si Adam pudiera teletransportarse, y
tuviera una clara señal de donde estaba Mercy, no estaría dando vueltas
hablando. Esperaba que Stefan sintiera lo mismo.

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El vampiro alzó la barbilla y cerró los ojos, una señal de confianza que tenía
de que los lobos no atacarían mientras se dejaba a sí mismo vulnerable, o que
pensaba que podía defenderse por su cuenta sin necesidad de ver a su enemigo.
Quizá alguna combinación de los dos. A pesar de que no era necesario, el
vampiro tomó una respiración profunda.

Cuando abrió los ojos, se encontró con la mirada de Adam con una expresión
sombría.

—No —dijo—. No puedo sentirla en absoluto.

—¿Sabes quién se la llevó? —preguntó Adam.

Stefan sacudió la cabeza.

—Vampiros, pero no eran cualquiera que haya visto antes. No eran locales.

—¿Qué tipo de vehículo conducían? —preguntó Darryl.

—Tenían un helicóptero —dijo Stefan.

El lobo recordó haber oído un helicóptero, aunque Adam no había prestado


mucha atención en el momento. Los helicópteros se habían vuelto menos
notables en los últimos meses debido a que los agricultores de cereza los
empleaban durante y después de las tormentas para ayudar a secar las cerezas
antes que la lluvia hiciera que la fruta se hinchara y se rompiera. La estación de
la cereza era en poco más de un mes o dos, habría notado un helicóptero.

—Lo oí —dijo Warren, que había mirado más detenidamente alrededor de


los restos de las ruinas—. Pero solo alcancé a verlo mientras corría hacia aquí.
Estaban volando sin luces, jefe. Se dirigían al sur, pero no aterrizaron antes de
que el sonido del helicóptero fuera demasiado débil para que lo escuchara.

Nada de a donde el helicóptero había estado yendo, entonces. Podría ser más
de un kilómetro de distancia o un centenar. Probablemente el semi era robado,
pero un helicóptero y un equipo de profesionales significaban que alguien
había pagado un montón de dinero para llevarse a su compañera.

Un lobo aulló desde el campo de veinte acres al otro lado de una pared de

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árboles de la vida desecados.

—Los envié a buscar donde el helicóptero estuvo esperando —dijo Darryl.

Ben corrió, jadeando y en su forma humana. Había tal vez cuatro o cinco de
la manada de Adam que no habían cambiado a lobo.

—Parece como si se hubiera levantado una j… —Ben miró detrás de Adam a


Jesse y Aiden, que estaban acurrucados en silencio donde no estaban en el
camino, pero todavía podían oír todo, y limpió su lenguaje—… una condenada
base. Hay un lugar bajo detrás de una subida que no habría dejado que nadie lo
viera. Ese helicóptero ha estado parado allí el tiempo suficiente para dejar un
lugar vacío. Más de un día o dos. Han estado esperando por una oportunidad
hacia Mercy por un tiempo.

—Podría haber estado usando magia para mantener alejada a la gente —


sugirió Darryl.

—Un desvía-miradas habría funcionado —dijo Stefan—. La mayoría de


nosotros podemos lanzar algo por el estilo.

—Podemos dar seguimiento al semi —dijo Darryl—. Y tengo un amigo que


sale volando del aeropuerto de Richland. Puede que sepa algo acerca de un
helicóptero extraño.
Lo que tomaría horas, por no decir días, comprobar a los secuestradores de
Mercy por esa vía. El lobo estaba muy insatisfecho con las horas, y Adam no
estaba contento sobre ello, tampoco.

—Ella fue a la tienda —dijo Adam bruscamente. Se subió de nuevo en su


camioneta y dio un paso a través del parabrisas roto para agarrar la factura de
su asiento.

Vio primero el cordero de Mercy. El asiento de cuero bajo el pequeño cordero


de oro estaba quemado como si el amuleto hubiera estado caliente cuando
aterrizó allí. Su collar, roto, estaba en el suelo, su placa de identificación de su
tiempo en Vietnam seguía en la cadena. Encontró el anillo de bodas de Mercy,
finalmente, escondido debajo de la caja de cartón abierta de huevos rotos.

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Se bajó de la cabina con el recibo en una mano y las piezas del collar de
Mercy en la otra.

Warren se paró frente a la camioneta, con una mano en el capó. Los ojos del
viejo vaquero eran de color amarillo, vio lo que sostenía la otra mano de Adam.
Si no fuera por los ojos, alguien que no lo conociera habría pensado que estaba
relajado.

—Lógico pensar que no le permitían conservar eso —dijo, su voz marcada


por el lobo y Texas—. Mercy es bien mortífera para los vampiros con ese
pequeño cordero. Más que la mayoría de las personas con cruces. Si me das el
recibo, iré a ver lo que nos cuenta.

Adam decidió que él mismo no debería estar tratando justo ahora con
humanos frágiles que podrían contener alguna pista de quién se había llevado a
Mercy. Le frunció el ceño a Warren, porque no estaba seguro de que Warren
debiera hacerlo, tampoco.

—Conozco al dueño de la tienda —dijo Warren—. No voy a matar a nadie


que no se tenga que matar, te lo prometo, jefe. —Warren solo perdía su
gramática cuando estaba muy, muy molesto.

Adam le entregó el trozo de papel sin una palabra. Warren echó un vistazo a
la impresión y se lo acercó a la nariz. Hizo un gesto a Ben. Juntos, Ben y Warren
trotaron a uno de los coches, el de Ben. Warren se deslizó en el asiento del
pasajero, dejando a Ben conducir.

—¿Es mi culpa? —preguntó una voz pequeña.

Adam, aún en el capó de la camioneta, miró hacia el nuevo miembro de su


familia. Aiden parecía como si debiera estar en la escuela primaria, pero era
siglos más antiguo que el mismo Adam. Jesse, que trataba a Aiden como un
hermano pequeño, tenía su mano en su hombro. Uno de los coches parado en
las inmediaciones era el de Jesse.

—No —dijo la hija de Adam con voz firme a pesar del crudo miedo en sus
ojos—. Incluso si vinieron tras de ti, no es tu culpa. Y Mercy va a estar bien.
¿Recuerdas El rescate del Jefe Rojo que leímos hace unos meses? Quienquiera que

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secuestró a Mercy se va a arrepentir completamente antes de que ella haya
terminado con ellos. —Ella suspiró teatralmente, actuando indiferente por
Aiden, cuando Adam podía sentir su angustia—. Supongo que papá es
demasiado franco para exigir el pago por devolverla, aunque apuesto que
podríamos conseguir suficiente dinero para pagar mi universidad de esa forma.

Estaba preocupada, pero podía oír la confianza en su voz. Todavía era lo


suficientemente joven para creer que su padre podía arreglar cualquier cosa.

Adam no le dijo a Jesse lo que su manada sabía. Su hija era una humana y no
podía oler la sangre. Sabía que Mercy le diría que no estaba logrando nada al
tratar de proteger a Jesse de toda la verdad. Pero Mercy se equivocaba, porque,
al igual que Aiden, él necesitaba el optimismo de Jesse. Incluso si se trataba de
un falso optimismo.

—Mercy les hará pagar —les dijo, con la garganta apretada. Miró a Aiden—.
No fue tu culpa, Aiden. Nosotros reclamamos esta ciudad… estas ciudades, y
las pusimos bajo la protección de la manada, ya que son nuestro hogar. Tú
fuiste el catalizador. Tú y Mercy fuisteis los catalizadores que nos empujaron a
donde ya deberíamos haber estado. Si eso fue lo que inspiró… —Y había dicho
entre dientes esa última palabra, ¿no? Tomó aire y lo intentó de nuevo—. Si eso
fue lo que inspiró a alguien a que se llevara a Mercy, todavía no es tu culpa.
—Voy a quemarlos —dijo Aiden, y el lobo en Adam aflojó sus mandíbulas en
aprobación y reconocimiento del otro depredador, uno posiblemente más
peligroso que él.

—Si queda algo después de que Mercy acabe con ellos —dijo Jesse
fríamente—, podría ayudarte con eso, Retoño. —Miró a Adam—. ¿Hay algo que
pueda hacer?

Empezó a sacudir la cabeza, luego se detuvo. No había forma de ocultar el


accidente. Era muy tarde, pero en una media hora o así, las personas que tenían
que ir a trabajar en las horas intempestivas comenzarían a pasar.

—Llama a Tony y cuéntale esto. —Adam temía que no fuera capaz de


contener su temperamento lo suficiente para mantenerse coherente. Pero Tony

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conocía a Jesse lo suficientemente bien como para escucharla—. Dile que le daré
toda la historia cuando la descubra, pero que es sobrenatural y, probablemente,
pisando en el territorio de, ‘demasiado peligroso para que lo sepan los
humanos’.

Tony era policía, el enlace oficial entre la policía y la manada de hombres


lobo. Había un enlace oficial que era bastante competente. Pero Tony sabía más
de lo que ya era seguro para un humano. Si no hubiera estado bajo la protección
de la manada, los vampiros o las brujas habrían matado a Tony a estas alturas.
Adam tenía la intención de mantener el enlace oficial prudentemente ignorante
de los vampiros.

Tony era lo suficientemente avalado por su departamento que tomaban su


palabra cuando les decía que era demasiado peligroso saberlo, pero que las
cosas habían sido manejadas. Eso era satisfactorio para todos los involucrados.

—Puede hacerse.

Jesse rebuscó en el pequeño bolso que iba a todas partes con ella. Un teléfono
sonó mientras lo sacaba, pero no era de ella. Adam miró a la dirección del
ruido.
Stefan metió la mano en su bolsillo, sacó el teléfono. Sin mirarlo, lo tiró.
Aterrizó contra el lado del SUV destrozado, abollando el metal ya maltratado.
El teléfono explotó en polvo.

El lobo pensó que era una reacción interesante en un hombre que parecía tan
tranquilo. Pero, por otra parte, sospechaba que su propio aspecto parecía fresco
y controlado porque los soldados aprenden pronto a ocultar la emoción intensa
entre enemigos, incluso enemigos que son gente que te gusta. Los dos, él y
Stefan, habían sido soldados.

El teléfono de Adam sonó, y lo sacó, medio sorprendido de que todavía


estuviera en su soporte. Miró el número y casi rechazó la llamada, pero se
contuvo.

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Vampiros, pensó. Ellos no eran de ella, pero habían sido vampiros.

—Hola, Marsilia —dijo en un gruñido bajo que no pudo contener.

Hubo una pausa.

—O bien estás perdiendo a alguien o lo estoy yo —dijo—. He contactado con


todos los que me pertenecen, excepto Stefan. Debes comunicarte con tu gente,
también.

—Stefan está aquí —dijo entre dientes—. Mercy ha sido secuestrada.

—Ya veo —dijo, y si ella hubiera estado allí, habría desgarrado su garganta
por la calma en su voz—. Acabo de recibir un correo electrónico de un ex-
amante indicando que se ha llevado a alguien de nosotros. A causa de nuestro
cooperativismo.

—¿Cooperativismo? —preguntó en voz baja—. ¿Qué cooperativismo?

Si se trataba de un ex-amante de Marsilia, Mercy probablemente había sido


llevada por culpa de Marsilia. No a causa de la manada. La culpa que llevaba
desapareció y lo dejó desequilibrado antes de que una oleada de ira llenara el
espacio vacío que la culpabilidad había dejado atrás. Por un momento, la ola
emocional era demasiado salvaje para que la escuchara a ella o a cualquier otra
persona. El lobo intervino en donde falló el humano.
—Esto no es culpa de ella —dijo la voz fría de Stefan—. Estos son viejos
negocios, ella no lo inició, hombre lobo. Escúchala si deseas salvar a Mercy.

Adam se dio cuenta de que debió haberse quedado en blanco de nuevo


porque ya no estaba en el capó de la camioneta, y aparte del vampiro, había un
espacio muy grande a su alrededor. Adam no podía evitar el preocuparse de
que el hombre lobo había asumido el control hasta el punto de que no podía
recordar lo que había hecho. Que a él no le importara era una señal peor que
perder tanto el control en primer lugar.

Stefan dijo:

—Si tu gente tiene que derribarte porque decides no controlar a tu bestia,


entonces Mercy tendrá una persona menos buscándola.

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Las palabras del vampiro habían sido pronunciadas con voz fría, pero los
ojos de Stefan estaban ardiendo. Por alguna razón, esa rabia le permitió a Adam
controlar su equilibrio un poco.

Adam extendió su mano hacia la cabina de la camioneta y dijo lo que su


corazón había estado gritando desde que había visto por primera vez el daño a
la cabina.

—Mercy está herida —dijo entre dientes—. Sangrando. Los vampiros no van
a mantenerla viva. Eso no es lo que hacen.

—¿Papi? —dijo Jesse en voz baja, y parte de él deseaba haber vigilado su


lengua, porque había estado tratando de protegerla de ese conocimiento. Pero
era sobre todo el lobo hablando ahora, incluso si lo hiciera en la voz de Adam, y
el lobo era un monstruo honesto incapaz del subterfugio humano, incluso
cuando la mentira era para salvar a su propia hija del dolor.

—Mercy es un rehén —dijo Stefan, hablando lentamente, como si Adam


tuviera problemas de audición, o como si estuviera hablándole a una criatura
que no prestaba mucha atención a las meras palabras—. Nos guste o no, nuestra
gente, hombres lobo y vampiros, están unidos aquí, en este lugar, ya que
tenemos que estarlo para nuestra supervivencia mutua. Otros han notado esto.
Si ellos quisieran dejar un cadáver detrás, ya lo habrían hecho. Esto significa
que nuestros enemigos te tienen de objetivo y tus enemigos nos tendrán en la
mira a nosotros. El asesinato habría sido mucho más fácil. Los vampiros son
bastante buenos en mantener al humano vivo. —El vampiro parecía un poco
enfermo mientras decía esta última frase, por lo que no era tan tranquilizador
como tenía la intención que fuera.

—¿Por qué escucha a Stefan, cuando ninguno del resto podía llegar a él? —
Adam escuchó a Auriele preguntar a alguien en voz baja.

—Porque el vampiro huele un poco a Mercy —contestó Darryl.

Adam gruñó porque era cierto, entonces tomó una respiración profunda para
inhalar el olor de nuevo. Si el vampiro todavía olía como Mercy, Adam decidió,
era porque Mercy todavía estaba viva. Mercy estaba viva y creería eso hasta que

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se presentara con la prueba absoluta de que no lo estaba.

Adam inclinó la cabeza, y él, el humano, reafirmó el control de su propia


maldita boca, y miró a Stefan.

—¿Qué es lo que quiere, este ex-amante de tu Señora?

—Ya no es mi Señora —dijo Stefan, pero con más tristeza que celo—. No sé.
—Miró a su alrededor a la manada, ahora en su mayoría lobos, hasta que su
mirada cayó cerca de Darryl—. ¿Alguien tiene un teléfono que pueda usar?

Y fue entonces cuando Adam notó que su teléfono estaba aplastado en su


mano. Algo del vidrio se pegaba en su carne, que se había curado por encima.
Se ocupó de sacarlo con su navaja, mientras Stefan usaba el teléfono de Darryl
para llamar a Marsilia.

Las negociaciones, realizadas con Stefan como intermediario, pusieron a


Adam peligrosamente impaciente.

Marsilia pensaba que invitar a Adam a su casa no era una buena idea. Adam
se mostró de acuerdo con un gruñido.

Entrar a los dominios del vampiro significaba confundir el problema


inmediato con modales y juegos que no estaba de humor para jugar. No había
tiempo. El amanecer llegaría pronto, y los vampiros se retirarían al sueño, o lo
que hicieran durante el día, teniendo el conocimiento de quién tenía a Mercy
con ellos.

Como un compromiso, Marsilia propuso la taberna del Tío Mike, un lugar


tradicional para las negociaciones hostiles o casi hostiles hasta que se cerró
cuando los faes se habían retirado a sus reservas porque pensaban que
Underhill había vuelto a abrirse para ellos. Cuando ella resultó ser menos
acogedora de lo que esperaban, se habían retractado de su silencio inicial y
comenzado los arreglos para hacer la paz… o al menos no la guerra con los
humanos. Como parte de esa tendencia, Tío Mike había vuelto a abrir hacía
unas semanas.

Adam no tenía ningún deseo de involucrar a los faes en los negocios de la

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manada que ya estaban hasta el fondo del culo de los vampiros, y así se lo dijo:

—Entonces, ¿dónde? —preguntó con impaciencia Stefan.

—No en mi casa —dijo Adam—. No tengo ninguna intención de invitar a


Marsilia a pasar por el umbral de mi puerta. Una vez que invitas a un vampiro
a entrar a tu casa, es muy difícil anular la invitación. Es más fácil matarlos.

Stefan, quien tenía una invitación abierta a la casa de Adam, puso los ojos en
blanco.

—¿Podrías, por favor, por el bien de Mercy, llegar a un lugar aceptable?


Permíteme recordarte que Marsilia no comparte nuestra afición por tu esposa.
A ella simplemente no le gusta perder una pieza de ajedrez, por lo que está
cooperando. Y nuestro tiempo es limitado.

Marsilia le dispararía a Mercy en cuanto la viera. Adam retuvo a su lobo y se


hizo cargo.

—Mi patio trasero —dijo. Mercy había esparcido mesas de picnic y diversos
arreglos de asientos en su patio que eran molestos cuando podaba, pero por lo
demás estéticamente agradable y útil.
Mercy estaba viva. Marsilia estaba ofreciendo ayuda. Marsilia no había
herido o tomado a Mercy. Esto no era su culpa. Era el momento de utilizar la
prudencia y no la rabia. No tenía sentido enfurecer a sus aliados.

A tal fin, tomó una respiración profunda y se preparó para ser diplomático.

—Aunque no puedo en buena conciencia invitar a Marsilia a la casa, no creo


que tenga la intención de dañarme, a mi familia o a mi manada. Tampoco tengo
pensado dañarla. Los ex-amantes —dijo pesadamente—, son algo con lo que
estoy familiarizado. No puedo culpar a Marsilia por las acciones de los suyos,
no importa cuán seductora sea esa idea. No creo que esto sea su culpa.

—No tenía intención de dañar a tu esposa o a cualquiera que fuera tuyo —


dijo Marsilia. Ninguna conversación telefónica era privada en torno a una

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manada de hombres lobo, o un vampiro furioso—. Nos reuniremos en tu patio
y te diré lo que sé. Nos llevará veinte minutos.

Tony vino con otro policía serio y se reunieron con la grúa que apartó los
coches de la carretera y tomó fotos e hizo un informe vago que Adam podría
entregar a su seguro de automóvil. Como si le importara. Lo importante era que
el vago informe mantendría a la policía a salvo.

Tony no parecía preocupado en absoluto por la sangre y miró a Adam.


Luego le preguntó a Jesse, en voz baja:

—¿Mercy?

Ella sacudió la cabeza.

—No lo sabemos. Te lo diré, tan pronto como lo sepamos.

Warren y Ben llegaron justo cuando la manada estaba dejándole la escena a


la policía. Adam se deslizó en el asiento trasero y los dirigió a casa.
—La tienda estaba vacía y desbloqueada cuando llegamos allí —dijo Ben con
gravedad—. Warren llamó al dueño. Debe vivir muy cerca porque estuvo allí
en solo un par de minutos.

—El empleado era nuevo —dijo Warren—. La semana pasada lo contrató. La


dirección y el ID que usó eran falsos, el propietario no miró muy detenidamente
porque estaba corto de ayuda. No olía a vampiros allí. Pero los vampiros no
tienen ningún problema en conseguir humanos para hacer su trabajo sucio.

—Te agradecería si persistes en el ángulo del vendedor —dijo Adam—.


Podría conducir a alguna parte.

—Claro que sí, jefe —dijo Warren.

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Los vampiros llegaron antes que Adam y la manada a su casa. Cuando Ben
detuvo el coche y se bajó, pudo olerlos.

Su lobo no estaba contento con los vampiros hacía un momento, pero Adam
sometió al monstruo y rodeó la casa hasta el patio.

Marsilia, Wulfe y Stefan lo esperaban, sentados en tres sillas que habían


apartado de la mesa. Alguien, probablemente Stefan, había movido tres sillas
más para hacerles frente.

Marsilia había elegido traer solo aquellos dos a la luz pública con ella,
aunque sin duda tenía otros vampiros esparcidos. Adam levantó la cabeza y
olió el aire.

O tal vez no.

Él hizo un gesto con la mano y envió a la casa a esos miembros de la manada


que habían venido al patio con él. Todos obedecieron a excepción de Darryl.

Adam levantó una ceja hacia el gran hombre negro que era su segundo.
Algún día en un futuro no muy lejano, Darryl iba a seguir adelante. Estaba listo
para su propia manada y comenzaba a irritarse bajo las órdenes.

Adam se preguntó cómo se las arreglarían para encontrar una manada para
Darryl cuando su manada ya no tenía más vínculos con el Marrok, quien
gobernaba a los lobos. Los métodos tradicionales tendían a dejar cuerpos atrás.
Era un pensamiento momentáneo, sin embargo, se produjo debido a la
desobediencia de Darryl.

El lobo de Adam no estaba preocupado. El futuro era lo que era el futuro, y


por ahora, Darryl era todavía suyo. Darryl era inteligente; él tendría una razón.

—Podemos estar de acuerdo en Stefan como neutral —dijo Darryl cuando


estaba a poca distancia de ser escuchado—. Creemos que deberías reunirte
como igual, sin embargo. Por lo que necesitas un segundo contigo.

Estaba en lo correcto. Era bueno tener un segundo que pudiera pensar las
cosas cuando todo lo que Adam realmente quería hacer era dar caza a los
vampiros que se habían llevado a Mercy y borrarlos. Matar era demasiado

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limpio.

Con impaciencia, Adam asintió y tomó el asiento frente a Marsilia. Darryl se


sentó a su derecha, la silla a su izquierda se quedó vacía.

Marsilia era un verdadero bombón. El cabello rubio en italianos no era


común, y sabía que era su color natural, ya que Stefan había comentado sobre
ello. Pero su belleza no era una cosa del color único; era la estructura ósea y la
musculatura.

La gente bella, en su mayoría, vivían como todos los demás.


Extraordinariamente bella, sin embargo, por lo general pagaba un alto precio
por su belleza. Adam estaba bastante seguro de que no había sido menos cierto
en la Italia del siglo XV de lo que era ahora.

Inteligentes ojos marrones lo examinaron, tal vez en busca de armas, tal vez
por debilidades. No le importaba porque él estaba haciendo lo mismo. A pesar
de los dos, lo que ellos eran los hacía armas muy eficaces por sí mismos.

Llevaba pantalones y una especie de top de seda que dejaba los brazos y los
hombros al descubierto, cubriéndole adecuadamente por otra parte, sin dejar
duda de que no llevaba sujetador. Ella podría haber aparecido en un programa
de noticias o en un estreno de Hollywood con su traje sin atraer comentario. Lo
llevaba como una mujer que habitualmente utiliza su cuerpo como arma en
lugar de alguien que le apuntaba con un arma personalmente. A su izquierda
estaba sentado Wulfe, que había sucedido a Stefan como su segundo al mando,
cuando Stefan había dejado su nido. Wulfe parecía un roquero punk mal
encarado de los años ochenta, aunque tal vez esa apariencia estaba de vuelta.
Sin la intervención de Jesse, Adam tendía a perder la pista.

El cabello claro de Wulfe sobresalía en mechones suaves como de pollo


recién salido del cascaron de aproximadamente tres centímetros de largo, cuyos
extremos estaban teñidos de color rosa. Wulfe era, en opinión de Adam, más
peligroso que Marsilia aunque solo fuera porque era impredecible.

Stefan, curiosamente, se sentó a su derecha. Los lobos prestaban atención al


lenguaje corporal y el de Stefan era protector y preocupado.

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—En primer lugar —dijo ella—, tengo que disculparme por la forma en que
mi pasado ha llovido sobre ti. No es ningún secreto que Mercy y yo no somos
amigas, pero valoro el papel que desempeña en nuestra comunidad, y no creo
que nadie más pudiera equilibrar a los hombres lobo, los faes y los vampiros,
tan bien como lo hace.

—Con otras palabras —murmuró Wulfe—. Más interesante aún, pero no tan
tranquilamente.

—¿Has terminado? —preguntó Marsilia cortésmente.

—Discúlpeme, Señora —dijo con timidez Wulfe—. Estaba simplemente


ahondando en detalles de lo que ha dicho.

—¿Quién se la llevó? —preguntó Adam. No estaba interesado en las


disculpas que ella no quería decir.

—No firmó su correo —dijo Marsilia—. Pero reconozco la redacción. Fue


Iacopo Bonarata, el Señor de la Noche. El que gobierna los vampiros europeos.

Tan pronto como ella le había dicho que era su ex amante, Bonarata había
sido la elección de Adam. En primer lugar, Adam no sabía de ningún otro ex-
amante de ella. Sospechaba que si tenía otros ex-amantes, o bien le servían o
estaban muertos. Marsilia era tan pragmática como una criatura cualquiera que
jamás había conocido.

—¿Por qué? —preguntó Adam—. ¿Qué es lo que quiere? —¿Cómo podemos


recuperar a mi Mercy con vida? No lo dijo porque todos sabían lo que estaba
preguntando.

—Su correo no lo dijo —le dijo Marsilia—. Conociéndolo, podría ser


cualquiera de una docena de razones. Podría estar reaccionando a nuestro
asesinato de Frost, lo que podría ver como un aumento de mi poder. Me envió
aquí para pudrirme, no para escalar entre las filas y gobernar América del
Norte.

—Te conoce lo suficientemente bien, debería haber pensado en eso como una

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posibilidad —dijo Stefan a Marsilia.

—No es su problema lo que cualquiera haga aquí —dijo Adam—. Él


gobierna Europa.

Wulfe se rió.

—Inocente —le dijo a Adam—. Encuentro tan gracioso que seas tan inocente.
—Luego, las afectaciones tontas dejaron su cuerpo, y fue suavemente
amenazador cuando dijo—: Iacopo Bonarata tiene la seda de araña en todo el
mundo. Es dueño de corporaciones con sede en Nueva York y Texas, así como
Buenos Aires y Hong Kong. Ha sido dueño de cuatro de los últimos seis
presidentes, aunque ellos no lo sabían. Cualquier otro vampiro subiendo al
poder es una amenaza, y él no trata bien con las amenazas.

—Es un príncipe del Renacimiento —dijo Marsilia, casi en tono de disculpa—


. El último de su casa, el resto de los cuales murieron durante la Muerte Negra2.
Controlar todo o morir: es la forma en que fue criado, cómo piensa. No creo qué
entienda palabras como ‘contener’ o ‘suficiente’.

—Tiró algo de gran valor —dijo Stefan—. Algo que él ve como una obra de
arte, y lo sabe. Lo lamenta.

2 La peste negra, peste bubónica o muerte negra, se refiere a la pandemia de peste más
devastadora en la historia de la humanidad que afectó a Europa en el siglo XIV.
Marsilia volvió sus grandes ojos oscuros hacia Stefan.

—No seas ridículo.

—Me dijo, la noche que partimos al Nuevo Mundo, que, si me convertía en


tu amante, me iba a cazar hasta los confines de la tierra —dijo Stefan.

—Si Iacopo fuera un perro en un pesebre —dijo Wulfe—, orinaría y defecaría


en el heno. Y antes de permitir que cualquiera pueda dispersar la paja en el
suelo por lo menos para conseguir usarla como fertilizante, Iacopo prendería
fuego al heno. Y luego cantaría sobre lo maravilloso que era el heno y lo trágico
de su pérdida.

—Llevas esa analogía un poco lejos —dijo Marsilia.

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—Es precisa —se defendió Wulfe—. La canción fue en un tono menor, y la
pintura que hizo, me han dicho, era casi tan impresionante como realmente lo
eres tú.

—Entonces, ¿por qué se llevó a Mercy? —preguntó Adam a Marsilia. Si


alguien no distraía a Wulfe, era probable que llevara la conversación a dar
vueltas y vueltas hasta que no quedara tiempo.

—Porque yo le dije que ella era la persona más poderosa en la comunidad


sobrenatural de Tri-Cities —dijo Wulfe—. Creo.

El lobo de Adam se lanzó hacia adelante y sin previo aviso, habría matado al
vampiro si Darryl y Stefan no lo hubieran hecho retroceder. Nadie había
agarrado a Marsilia.

—Oh, no lo detengan —siseó Marsilia. Adam observó que ella había perdido
su compostura habitual. Estaba fuera de su silla y tenía la garganta de Wulfe en
una mano—. Mucho más fácil de explicar por qué el hombre lobo lo mató que si
lo hago yo.

Wulfe colgaba de su mano, a pesar de que era más alto que ella. Se las
arregló doblando las rodillas. Él tenía una amplia y tonta sonrisa en el rostro
hasta que Marsilia lo miró, luego su sonrisa se desvaneció, y la observó con
seriedad, al parecer, no incómodo por su posición en absoluto.
—¿Por qué hablas con Iacopo sin decírmelo? —preguntó.

—Hablo con él todo el tiempo —respondió Wulfe, con la voz tensa—. Ya lo


sabes. Por eso me dejó ir contigo.

Adam vio por el rostro de ella que Wulfe tenía razón. Dio un paso hacia atrás
y se sacudió a Darryl. Stefan lo soltó más despacio. Marsilia podría sacar más
provecho de Wulfe de lo que podría él, y ella podría ser capaz de contenerse de
matarlo en el proceso. Adam no estaba seguro de poder manejarlo.

—¿Qué quería cuando te preguntó quién era el más fuerte de nosotros? —


preguntó.

—No sé —dijo Wulfe—. No exactamente. Respondo a sus preguntas; él no

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responde a las mía.

—Tú lo Creaste —dijo.

Wulfe resopló.

—No he sido su maestro durante mucho, mucho tiempo. Más de lo que es


tuyo.

—¿Por qué propusiste a Mercy como la más poderosa de nosotros? —le


preguntó Adam escuetamente.

La sonrisa tonta de Wulfe regresó.

—Porque era divertido. —Se puso serio—. Porque era verdad. —Miró a
Marsilia—. Porque si yo hubiera respondido a la pregunta de la manera que
quería decir, se habría llevado a Adam. Y habría matado a Adam, no podría
haberlo evitado. Mercy… no va a ver a Mercy como una amenaza hasta que ella
tenga su cabeza en una pica. Él no entiende ese tipo de fuerza. No puede usar
sus armas más poderosas en ella por lo que es, y no tiene experiencia para
entender lo que es.

Marsilia miró a Adam.

—¿Estás satisfecho? ¿Hay algo más que te gustaría saber?


Podría, Adam sabía que, todo era un juego para su beneficio, pero no lo leía
de esa manera. Wulfe era tan retorcido como un tubo de carrusel, pero Marsilia
estaba asustada. También era valiente e inteligente, por lo que se enfrentaba a la
situación de frente, pero tenía miedo de Iacopo Bonarata.

—No advertiste a ninguno de nosotros —dijo Adam en voz baja,


dirigiéndose a Wulfe.

—¿Dónde estaría la diversión en eso? —respondió Wulfe. Pero luego dijo con
seriedad—: No conoces a Iacopo de la forma en que yo lo conozco. Si te hubiera
advertido…

—El Señor de la Noche —dijo Stefan de mala gana—, es la razón de que


Wulfe sea como es, Adam. No siempre fue…

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—¿Loco? —sugirió Darryl.

—No —dijo Marsilia con un suspiro, soltando a Wulfe. Éste se instaló medio
elegantemente en la hierba a sus pies—. Siempre fue extraño. Pero no solía
disfrutar arrancándole las alas a las mariposas.

—No era sádico —aclaró Stefan—. Bonarata inspira lealtad mediante el uso
de diversos métodos y algunos de ellos son perjudiciales.

Marsilia abrió la boca, bajó la mirada hacia Wulfe, luego la cerró de nuevo.

—Especialmente para aquellos de nosotros que lo amábamos —dijo Stefan


con insistencia.

Darryl miró a Adam pidiendo permiso y lo consiguió. Dijo:

—No es que no apreciemos aprender más sobre nuestro enemigo. Pero lo


que necesitamos saber es, ¿cómo vamos a lograr que vuelva Mercy? ¿A dónde
se la llevó? Solo importa el hecho de que se la llevara, de forma que nos
permitirá utilizar ese conocimiento para traerla de vuelta.

Cuando Darryl tomó la delantera, Adam luchó contra el lobo a un punto


muerto brutal. Tenía que pensar. Tenía que pensar con el fin de ver y planificar
la mejor manera de ayudar a Mercy, para recuperarla. Y con el fin de hacer eso,
su espíritu lobo iba a tener que hacerlo… Había estado tratando de frenar al
lobo y los había puesto en desacuerdo.

—No sé a dónde se la llevó —le contestó Marsilia a Darryl—. Él tiene casas


en Nueva York, Florida y Arizona, así como en América del Sur. No sé por qué
se la llevó, más que para llamar nuestra atención.

Tenemos que cazar, susurró Adam al espíritu salvaje que compartía su cuerpo,
el espíritu salvaje que tanto despreciaba como vanagloriaba. Tenemos que cazar,
encontrar a Mercy, y destruir a aquel que nos la quitó. Y enseñarles que Mercy es
nuestra.

Dentro de él, el lobo se detuvo, teniendo en cuenta el argumento de Adam.


Después de un momento, la bestia estuvo de acuerdo.

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Liberado de esa batalla, aunque se mantuvo cauteloso, consciente de que el
lobo solo estaba esperando el momento oportuno, Adam volvió a la situación
más importante. En primer lugar, para asegurarse de que sus aliados les
dispararían a sus enemigos antes de que le dispararan.

—En comparación con Bonarata —dijo Adam lentamente—, Mercy no te


importa en absoluto, Marsilia. Entonces, ¿por qué te nos acercas?

Ella levantó la barbilla.

—No sabía que era uno de los tuyos al que se llevó en un primer momento.
Pero aun así, seamos honestos, ¿verdad? Si se hubiese llevado a uno de los
míos, todavía habría venido a ti por ayuda. Yo misma soy un poder en la
jerarquía vampiro. Pero cuando fui exiliada… dejé de intentarlo. Existía, pero
para todos los efectos, no dirijo a mi nido más que para velar por que mi gente
esté segura y se comporten de una manera tal que no atraigan la atención
humana. El resultado de mi falta de atención es que, fuera de mí y Wulfe, mi
nido no tiene ninguna forma individual de poder vampiro. Wulfe… —Bajó la
mirada hacia el vampiro, que, aún sentado en la hierba, había inclinado la
cabeza en su rodilla—… No puedo ser justa al pedir a Wulfe que encare a
Bonarata en persona otra vez.
—Ella es amable —murmuró Wulfe. Dirigió una sonrisa dura y cruel hacia
ella—. Pero la realidad es que no sabe a quién sirvo, a ella o a mi vástago que
me volvió a crear a su antojo para sus propios propósitos antes de que me
enviara con ella. Llevarme bajo tal circunstancia sería estúpido.

—A pesar de ello —dijo de manera uniforme—. Mi nido es más fuerte de lo


que ha sido en años. Hemos tenido algunos recién convertidos y algunos
vampiros que han venido aquí, arrastrados por tu declaración. No solo son los
fae los que están cansados de la lucha. Pero solo hay tres Maestros Vampiros,
aquellos de nosotros que no necesitan obedecer a nuestro creador o a la Señora
del nido. Soy la primera. Stefan es el segundo. Y Wulfe el tercero. Conozco a
Iacopo.

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—Jacob —murmuró Wulfe—. Él sobre todo se hace llamar Jacob ahora.

—Jacob —dijo—. No sé por qué se llevó a Mercy, o donde se la llevó. Pero


nos enviará otro correo electrónico o un subordinado llamará para emitir una
invitación para ir a buscar a nuestro desaparecido. Mi fuerza está toda en los
números en este momento, y no se me permite utilizar eso. Voy a necesitaros a
ti y a tus lobos.

—Para lograr traer de vuelta a Mercy —dijo Adam.

—Para evitar que Bonarata venga aquí —dijo—, y se haga cargo de mi gente
y de la tuya. No dudes de que podría hacerlo. Robó a la compañera de un
antiguo y dominante hombre lobo y la hizo su esclava descerebrada. Cuando su
compañero trató de salvarla, destruyó a toda la manada a excepción del alfa. He
oído que Iacopo mantiene a ese vivo todavía.

—Jacob —dijo Wulfe—. Sigues olvidándolo. Y el viejo Alfa está muerto.


Jacob perdió a su bruja y no sabe dónde encontrarla. Sin ella, no pudo mantener
al viejo lobo alrededor, por lo que lo mató. Eso. De hecho. Creo que el lobo era
eso cuando murió.

Adam ignoró a Wulfe. En su lugar, miró a Stefan.

—¿Crees que Bonarata nos llamará para que vayamos a él?


El vampiro de Mercy asintió.

—Se ajusta al patrón de Bonarata. Nos llamará para ir y hacerse el agradable.


Va a explicar todo esto como un malentendido, y si está satisfecho con que
somos; ni demasiado fuertes como para desafiar ni tan débiles que seamos
presa fácil, es probable que devuelva a Mercy con no más de una demanda de
algunas concesiones que estará dentro de nuestro poder. —Stefan se encogió de
hombros.

Marsilia sonrió con cansancio.

—Es su debilidad, ya ves —dijo a Adam—. Le encanta la adulación, ser


admirado. Es lo suficientemente hombre para entender que si ese sentimiento es
solo el resultado de su magia, significa menos.

Grupo Leyendas Oscuras | 57


—Asumiendo que tienes razón en tus suposiciones acerca de por qué se llevó
a Mercy —gruñó Adam.

—Suponiendo eso —concordó ella—. Y asumir alguna cosa sobre Iacopo


Bonarata es peligroso. Aun así, si vamos a encontrar su fuerza con la fuerza, ser
encantador y encantado, no será difícil ser encantado. Es muy posible que
volvamos con Mercy y una seguridad razonable de que el Señor de la Noche se
mantenga a salvo al otro lado del océano y nos deje en paz hasta que
atraigamos su atención de nuevo.

—¿A dónde? —preguntó Darryl.

—Dondequiera que se llevó a Mercy, imagino —dijo—. Te lo haré saber


cuándo se ponga en contacto conmigo.
Capítulo 3

Capitulo 3
Mercy

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Y aquí estoy, de pie desnuda ante la puerta desbloqueada del congelador.

Para darme la oportunidad de pensar otra vez, plegué los desagradables


trapos con los cuales hace un día había sido cómodo vestirse en casa y jugar a
los piratas. Ahora podría haber estado disfrazada para una película de zombis
o, supongo, una aventura de piratas particularmente sangrienta. Me metí la
ropa interior dentro de la camisa.

Volví a mirar mis costillas, pero no quedó ni una cicatriz. Esa fue alguna
curandera que tenía Bonarata. La había usado en mí cuando pensaba que yo era
poderosa, que podría convertirme en un aliado. No dejaría que su anterior
cuidado me engañara, ahora, creyendo que él no pensaba que sería más
conveniente haberme matado.

Estaba dolorida y enfadada pero nada demasiado malo. Mi muñeca, donde


la esposa, el brazalete de la bruja, había hincado pequeños agujeros en mi piel,
estaba picando, pero los puntos eran más pequeños de lo que habían sido.
Cuando tocaba mis dedos de los pies, cuando corría en su lugar, nada dañaba lo
suficiente como para interferir con mi movimiento. Incluso la sensación
temblorosa y tímida había disminuido en su mayoría. Tal vez habían sido los
efectos persistentes de estar inconsciente durante tanto tiempo, o tal vez era un
efecto secundario de la magia de la esposa. Estaba bien para irme.

Una parte de mí quería esperar. Sabía a lo que me enfrentaba, más o menos.


De muchas maneras, toda mi infancia y adolescencia había consistido en poner
mi ingenio y mi coyote de treinta y cinco libras contra los hombres lobo,
algunos de los cuales pesaban al norte de trescientas libras. Toda esa
experiencia me dijo que mis posibilidades eran suficientes contra el hombre
lobo de Bonarata. Incluso las probabilidades no eran muy buenas
probabilidades contra la muerte por el hombre lobo.

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Pero casi todo el verano, el aterrorizante hijo del Marrok, Charles, me había
tomado como estudiante, aunque no me había dado cuenta de que eso era lo
que había hecho hasta muchos años después. En ese momento, pensé que era
un castigo por envolver el nuevo coche del Marrok alrededor de un árbol.

En este momento, la voz de Charles resonó en mis oídos, como si se hubiera


acurrucado en algún rincón de mi mente hasta que lo necesitara.

—Si te toman tus enemigos —dijo—, no esperes a escapar. La hora en que


eres tomada es cuando estarás más fuerte. El tiempo les da la oportunidad de
matarte de hambre, de torturarte, de romperte y hacerte débil. Tienes que
escapar tan pronto como puedas.

Cosas bastante intensas para decirle a una adolescente al que estabas


enseñando a hacer cambios de aceite y rotar los neumáticos, pero Charles era
así. Era parte de lo que lo hacía tan aterrador.

De pie frente a la puerta metálica, me pregunté si habría tenido alguna


premonición, alguna visión de mí en mi circunstancia actual —o si acababa de
pasar el consejo porque todos deberían saber qué hacer si eran secuestrados.
Con Charles, era difícil decirlo. Su consejo era bueno; ahora era el momento de
intentar escapar.
Incluso, me agregué a mí misma cuando toqué la invitante puerta no segura,
si esperan que la pruebes. Incluso si lo han hecho para que puedan matarte sin
aceptar la culpa.

Otra cosa que Charles diría es que estar de pie mirando la puerta no lograba
nada útil, excepto darme tiempo para asustarme.

Libre de la ropa, abrí la pesada puerta del congelador y salí a un jardín


iluminado por la luna. Una brisa ligera, justo a este lado del frío, acarició mi piel
desnuda y trajo una gran cantidad de olores desconocidos. Pasé por encima de
la puerta —y sinceramente, a pesar de la obra que Bonarata había hecho algo
importante en ese espacio— no esperaba sentir nada.

Pero mis oídos saltaron como si hubiera caído mil pies, y la magia se

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estremeció en mi piel, arañando como patas de araña. Me congelé por un
instante, pero cuando eso fue todo lo que pasó, di un paso cauteloso hacia
adelante.

Había grava debajo de mis pies y un techo sobre mi cabeza, sostenido por
viejas maderas inmensas. Al principio pensé que era una especie de porche
alrededor del edificio que acababa de dejar, pero la parte cubierta era más
grande que el edificio. Era más un garaje abierto, con dos lados adyacentes
abiertos. El edificio era el lado largo, cerrado, y al final del edificio te
encontrabas con una pared amarilla, estucada.

El extremo del congelador del edificio se metía en la esquina junto a la pared


y ocupaba aproximadamente un tercio del edificio. Las otras dos terceras partes
parecían puestos de caballos largamente abandonados.

El edificio, la zona techada y la pared estaban todos colocados en un gran


jardín amurallado que sostenía hileras de uvas y árboles frutales. La hierba
subía las paredes de diez pies.

En la esquina opuesta del jardín había una enorme casa en forma de ‘L’ que
parecía tan oscura como el edificio a mi espalda. Todo el lugar parecía como si
alguien lo hubiera intentado muy duro, con una suerte mejor que la media, para
volver a crear el conjunto de una película que había tenido lugar en Italia.
Supuse que debía hacer que Bonarata se sintiera en casa en una tierra extraña.
No pude entender lo que había fuera de las paredes: no había montañas
imponentes, pero tampoco se sentía como Tri-Cities. El aire olía diferente; era
más fresco, y el aire estaba húmedo.

Tal vez estaba en Yakima o Walla Walla. No había pasado mucho tiempo en
Yakima, pero el aire de Walla Walla no era tan seco como el de Tri-Cities, y
estaba más fresco.

Di un paso más lejos de la puerta, y dejé de preocuparme por dónde estaba


cuando sentí… algo. Alguien.

Con el corazón palpitando de esperanza, volví a mirar hacia la puerta


abierta. Dejé que mis ojos se volvieran desenfocados, y entonces pude verlo —
un anillo de magia que se extendía a lo largo del borde del edificio y

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desaparecía alrededor del borde abierto y, al lado de la pared, se deslizaba bajo
las piedras como un cable eléctrico hecho de magia, o un círculo de magia.

Bonarata no había mentido. Era mejor prisionera dentro de ese círculo que
fuera de él. Porque fuera de él, los lazos que me ataban a Adam —y a la
Manada— estaban funcionando de nuevo. De alguna manera.

Levanté la mano con mi alma, por el camino familiar que tan recientemente
había sido bloqueado por el silencio. Busqué a Adam.

No funcionaba bien. No de la manera que debería hacerlo.

Podía sentirlo al borde de mi conciencia, pero eso era todo. Tal vez el
naufragio había hecho algo, o las drogas o la magia que me habían mantenido
en silencio hasta que me trajeron aquí. Tal vez era una especie de brujería o
magia que no era resistente en este momento, o que el círculo todavía me estaba
afectando. Tal vez había otro círculo alrededor de toda la propiedad.

Pero podía decir que Adam estaba vivo. Ojalá pudiera hacer lo mismo.
Examinaría los bonos más tarde. Ahora mismo, tenía que trabajar en la
supervivencia, porque podía oler la menta distintivamente almizclada del olor
del hombre lobo.
—Puede que también salgas —le dije a Lenka la mujer lobo. De esa manera
sabría dónde estaba, y podría dirigirme hacia la pared del jardín en una
dirección que me daba una ventaja—. Sé que estás ahí.

Ella había querido que yo la oliese. Quería que tuviera miedo. Un gruñido
bajo llenó el aire lo suficientemente suave como para no ser escuchado en la
casa. Creo que se suponía que también era de miedo, lo que era, pero no porque
tuviera miedo del sonido de su voz.

Recordé sus ojos locos y estaba asustada. El miedo era bueno. El miedo haría
que mis pies fueran más rápidos.

—Vivo con hombres lobo —le recordé—. Ocultarte no te hace más


aterradora.

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El lobo que rodeaba la esquina del lado amurallado del área techada era
demasiado delgado, y su abrigo de piel era irregular. Pero su movimiento era
fácil, y los colmillos que me mostraba mientras gruñía eran mucho más largos.

Había crecido escuchando a los viejos lobos hablar de lo mucho más


satisfactorio que era comer algo mientras su corazón bombeaba frenéticamente
de terror. Algunos de los viejos lobos que vinieron a vivir sus últimos años a la
Manada del Marrok no eran amables.

—Hola, ahí —le dije casualmente, y luego me dirigí a la pared que rodeaba el
patio.

Olía principalmente a humana para la nariz de un hombre lobo,


especialmente si no había estado corriendo recientemente en los pies del coyote.
El ser humano es un olor con suficiente variabilidad que, a menos que sepan lo
que soy, los hombres lobo en su mayoría notan la poca rareza en mi olor. Los
vampiros, no lo sé tan bien.

Apuesto a que los vampiros aquí no sabían lo que era. Que pensaban que yo
era humana. Lo había dejado fuera muy cuidadosamente de la mini biografía
que le había dado a Bonarata, y no era muy conocida. Mi mejor escenario era
que ella pensara que era una mujer humana tratando de correr por su vida,
encerrada dentro del patio porque, fuera de algunas artes marciales y acróbatas,
las paredes eran suficientes para mantener a la mayoría de la gente.

No obtengo súper fuerza ni puntos de miedo. Pero la velocidad es mi amiga,


y la cogí desprevenida porque pensaba que algo estaba sucediendo cuando
realmente era otra cosa. Ella pensó que estaba huyendo de ella, y estaba
tratando de aumentar algo de velocidad.

Corrí hacia la pared. No sé qué pensaba que estaba haciendo, pero me


persiguió duramente durante la mayor parte de la distancia. Pero cuando me
acerqué al gigantesco muro de piedra que rodeaba los terrenos, ella desaceleró,
anticipando que me detendría.

Hace unos meses, un grupo de la Manada había estado en la casa de Warren

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viendo una película de Jackie Chan —no recuerdo cuál porque estábamos
teniendo un maratón— y Jackie solo corrió por una pared como la magia.
Warren tenía un muro alrededor de su patio trasero. Alguien detuvo la película,
y todos salimos y lo probamos. Mucho.

Los hombres lobo habían conseguido un dominio moderado, pero mi


ligereza y velocidad me habían convertido en la gran campeona. El truco es
encontrar una esquina y tener suficiente velocidad para llegar a la cima.

En lugar de detenerme en la pared, yo Jackie-Channed subí la superficie de


piedra y salté más. Cogí al hombre lobo totalmente por sorpresa.

No espero que Bonarata y ella vieran viejas películas de artes marciales


juntos. No parecía ese tipo de relación.

Su pausa significó que el lobo, que podría haberme atrapado porque tan ágil
como había aprendido a imitar a Jackie Chan, subir era aún más lento que
seguir adelante, había perdido su oportunidad. No tenía la intención de darle
otra.

Cambié a coyote cuando salí por la parte superior de la pared. No soy un


hombre-nada. Les toma tiempo cambiar de ser humano a lobo. Podría hacerlo…
bueno, en este caso podría hacerlo en el tiempo que me llevó caer de la pared.
Aterricé a cuatro patas, corriendo tan rápido como pude por un estrecho
camino que estaba amurallado a ambos lados. No tenía ni idea de dónde estaba,
pero era una buena dirección, y no vacilé mientras me dirigía hacia un lado.
Tampoco me detuve a mirar detrás de mí.

No necesitaba hacerlo. Mis oídos me dijeron cuándo aterrizó en el exterior de


la pared. Podía oírla correr detrás de mí, sus garras dándole un mejor agarre en
el suelo que las mías. Los hombres lobo tenían enormes garras malditas, y ella
las estaba usando para darse tracción como los gatos grandes.

La experiencia me había enseñado que era más rápida que la mayoría de los
hombres lobo. La mayoría, pero no todos. Fue mi mala suerte que ella no fuera
una de las más lentas. Se acercaba a mí por pulgadas.

Grupo Leyendas Oscuras | 64


Miré por una calle transversal, un cambio de algún tipo que me permitiera
utilizar mi pequeño tamaño a mi favor, pero solo había paredes de piedra y
paredes de estuco y paredes de cemento y puertas altas y sólidas. Así que corrí
tan rápido como pude y esperaba que tuviera más resistencia, que su carrera se
ralentizara más rápido que la mía.

No sé cuánto tiempo pasamos por las calles nocturnas. En una cacería de


luna, la manada corría durante cuatro o cinco horas a la vez, por la pura alegría,
así que, fuera de algunos dolores persistentes del naufragio, estaba en buena
forma. Mejor que ella, medio muerta de hambre cuando apareció.

Ciertamente en mejor forma de lo que habría estado después de ser huésped


de Bonarata durante semanas. Tendría que darle las gracias a Charles si salía
viva de esto.

Eventualmente, la condición contó. Empecé a alejarme de ella, muy, muy


lentamente. Alrededor de ese tiempo, las paredes a ambos lados de la carretera
cayeron, y me encontré corriendo por un carril rural con viñedos que se alzaban
en suaves colinas a ambos lados. Todavía había vallas, pero eso estaba bien,
podía intentarlo con cercas —los viñedos eran un regalo de Dios. Hay viñedos
en todo Tri-Cities. Sé sobre viñedos y hombres lobo y coyotes.

Me deslicé a través de las barras de una puerta de acero adornada y corrí a lo


largo de la longitud de la primera fila de uvas. Creo que ella sabía lo que estaba
planeando —tal vez antes había cazado presas más pequeñas en este mismo
viñedo— porque aceleró y cerró la distancia que había abierto entre nosotras.
Pero, una vez más, era demasiado tarde.

Habría odiado enfrentarla si hubiera estado en mejores condiciones, si no


hubiera estado medio loca. Pero si no hubiera sido la mascota de Bonarata…
señora… algo, ella no estaría tratando de matarme.

Las uvas se cultivan en hileras. El camino entre las filas se mantenía claro, y
era fácil recorrer el viñedo desde esa dirección. Pero las vides estaban
entrenadas para esparcirse ordenadamente en una valla de alambre o cuerda,
por lo que correr a través de las propias vides es difícil —a menos que seas un
coyote. La valla de las vides crecía a lo largo de las hojas de un montón de

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espacio para que un coyote se deslizara a través de las hebras.

Me volví hacia el viñedo.

Después de la segunda fila, tuve una sensación por el espacio y no tuve que
disminuir o acortar mi zancada mientras corría a través de las vides
graciosamente cubiertas.

El hombre lobo era mucho más grande que yo. Tenía que saltar cada fila. No
fue el esfuerzo adicional el que me hizo ganar la carrera, sino que cada vez que
saltaba era mucho tiempo el que no se estaba impulsando hacia adelante. La
desaceleró y requirió más energía.

Ella estaba moviendo aproximadamente diez veces más masa que yo, lo que
con suerte podría cansarla más rápido, aunque eso no parecía estar sucediendo
con una velocidad apreciable, incluso dado su mal estado. Me quedé esperando
a que ella rompiera la fila y corriera por la carretera al lado de la viña en su
lugar, donde su velocidad sería menos obstaculizada que la mía. Pero seguía
siguiéndome como si fuera incapaz de pensar más tácticamente.

Cuando llegué a un camino de nuevo, me agaché bajo la alta alambrada que


el hombre lobo tendría que saltar, había ganado casi cuarenta yardas. Este
camino viajaba recto por una media milla, luego, desde el letrero al borde,
cruzaba con otro camino.
El último trozo empinado me las arreglé ignorando mi cansancio y
ocupándome con la decisión muy importante de si seguir recto o girar a la
izquierda o a la derecha. Mi vida colgaba en el equilibrio, pero no tenía nada a
lo que recurrir para hacer una decisión informada. El alto seto bordeaba los dos
lados de la carretera por la que corría, y ni siquiera podía ver la nueva carretera.

Dudé un momento… Un segundo y dos, justo en la intersección. Miré por


encima del hombro y vi la satisfacción en sus ojos. Mi indecisión le había dado
la caza. Ella era todavía más fuerte que yo, y el largo tramo ascendente se había
comido la mayor parte del espacio que la viña me había dado.

Estaba tan ocupada viéndome como su premio, que no prestó atención a


nada más. Así que cuando salí a través de la intersección, ella también lo hizo

Grupo Leyendas Oscuras | 66


—y el autobús que había esperado, la golpeó y rodó sobre la parte superior de
ella con los dos conjuntos de ruedas.

Giré a la derecha, la dirección en la que el autobús había venido, y seguí


adelante. Detrás de mí, oí el autobús detenerse lentamente. Esperaba que
estuviera muerta o lo suficientemente muerta como para dejar al conductor del
autobús y a la gente que viajaba en él a salvo.

Después de un rato, oí el cambio del sonido del motor cuando el autobús


arrancó de nuevo y se dirigió en su curso original. Caí de una carrera a un trote.
Aún podría estar viva, pero no iba a perseguirme de nuevo hasta que hubiese
tenido tiempo de curar. Sin una manada, le iba a llevar al menos unas horas.

Todavía estaba oscuro, sin embargo, y había la posibilidad de que el vampiro


no hubiera dejado su… ¿qué? ¿Amante? ¿Comida? —para matarme por su
cuenta. Necesitaba encontrar un lugar seguro. Necesitaba contactar con Adam.
Necesitaba comer algo. No necesariamente en ese orden. El agua, la necesidad
más inmediata, encontré un abrevadero establecido para algunas vacas. Me
miraron con curiosidad, pero no las alarmé.

Pensé en cortar a través de sus pastizales y en más viñas, pero quería irme a
casa. Seguir la carretera hasta que encontrara un entorno familiar parecía ser
una mejor opción. El camino que seguí estaba, aparte del pequeño pasto de
vaca, bordeado a ambos lados por viñedos hasta que la civilización se arrastró
muy lentamente de vuelta, pero no de ninguna manera útil.

Viajé durante otra hora o cuatro, hasta que los primeros rayos del día
siguiente amanecieron, sin encontrar ningún lugar que pareciera seguro. Creo
que si no hubiera estado tan cansada, podría haber hecho algo inteligente, como
cambiar a humana e ir en busca de ayuda. Aunque tal vez no. Bonarata no sería
amable con ningún ser humano que frustrara su voluntad y me ayudara, esa era
su reputación, de todos modos. En vez de buscar ayuda, encontré las vías del
ferrocarril y las seguí por un tiempo, el cansancio me dejó muy concentrada en
poner más millas entre yo y los vampiros. En escaparme con seguridad. Un tren
parecía una muy buena idea.

Grupo Leyendas Oscuras | 67


Al final, no tomé un tren. Encontré la estación, justo en el borde de donde el
pueblo se convertía en una ciudad apretada. Cuando estaba intentando
averiguar cómo saltar a un tren sin que nadie me viera —la magia de la manada
podría hacer que la gente no me prestara atención solo mientras no hiciera nada
demasiado interesante— me di cuenta de que había un paseo más fácil para ser
hecho.

La pequeña estación de tren compartía espacio con una terminal de


autobuses. Había, ni a diez pies de donde había salido de los arbustos
ordenados que rodeaban el espacio entero, un autobús con las puertas de
equipaje abiertas a ambos lados. Incluso cuando me di cuenta, los asistentes
cerraron las puertas al otro lado.

Salté en el lado cercano y me subí a las bolsas y las maletas antes de caer en
un espacio vacío y en silencio. Me quedé allí jadeando tan silenciosamente
como pude hasta que las puertas se cerraron. Cinco minutos después, el
autobús avanzó en una ola de humo de diésel, y respiré hondo.

Segura.

El alivio se apoderó de mí, y puse mi cabeza hacia abajo. Dormí.


Soñé con Adam.

Me estiré torpemente sobre una silla en forma de una persona en mi cuerpo


de coyote, mi hocico en el regazo de Adam. Su fuerte mano descansaba sobre
mi espalda. Me moví para poder ver su cara: parecía cansado. Creo que
estábamos en un avión, lo cual no tenía sentido. Pero fue solo una impresión.
Todo excepto Adam era bastante vago en la forma en que los sueños son a
veces.

—Ahí estás —dijo—. Que en… ¿En qué te has metido esta vez?

Grupo Leyendas Oscuras | 68


Los coyotes no pueden hablar.

—Mercy —dijo.

A veces he sido conocida por usar la cosa de no hablar a mi favor. Parecía


que estaba enojado conmigo. Estaba cansada. Las almohadillas en el fondo de
mis pies, lo suficientemente resistentes como para correr sobre el desierto, no
habían ido tan bien corriendo por el asfalto toda la noche. Me dolía el hombro,
me dolía la mandíbula, me dolía el corazón. Me quedé atrapada en un maletero
sin comida. Mi estómago estaba bastante seguro de que mi garganta había sido
cortada.

Puse mi hocico en su regazo y cerré los ojos.

Se quedó muy quieto por un momento.

—No está bien, ¿eh? —dijo suavemente, pasando sus manos sobre mis lados
suavemente antes de que tocara ambos lados de mi cara en una caricia que era a
la vez calmante y posesiva—. Lo siento. He estado mie… Muy preocupado—.
Adam no jura delante de las mujeres o de los niños si puede evitarlo, producto
de una infancia en los años cincuenta o de costumbres anormalmente buenas,
toma tu elección.

Se inclinó sobre mí, apoyó la cabeza sobre la mía y lo oí aspirar como si me


estuviera respirando.
—¿Estás bien?

Me moví un poco más cerca de él, pero no abrí los ojos.

Aparentemente fue suficiente respuesta, porque exhaló y se relajó.

—Está bien —dijo—. Te diré lo que sé.

Se sentó, pero sus manos se quedaron en mí.

—Simplemente desapareciste, cariño. Encontramos el SUV y el semi robado


que lo golpeó. Encontré tu sangre en el asiento, eso fue duro, porque, Mercy,
era mucha sangre. Pero no pudimos encontrarte. La gasolinera estaba desierta.
Creemos que el empleado pertenecía a los vampiros. Que habían estado
esperando que fueras tú sola. Estaba muy cerca de casa, te sentirías segura, y

Grupo Leyendas Oscuras | 69


eso les daría la oportunidad de actuar.

«Podríamos haber estado en un callejón sin salida, pero las cosas realmente
se pusieron interesantes cuando hablamos con Marsilia.»

Levanté la cabeza y lo miré, pero él estaba mirando algo que no podía ver.

—Ella había recibido un correo electrónico —me dijo—. Implicando que


estabas siendo retenida para persuadirla a presentarse ante el… —Se detuvo
aquí—. Se me informa que decir su nombre o título podría permitirle escuchar a
escondidas porque estamos hablando a través de un hechizo de bruja en lugar
de nuestro vínculo. ¿Sabes a quién me refiero?

Asentí, desconcertada por la idea de un hechizo de bruja. Las manos de


Adam se tensaron dolorosamente.

—¿Te tiene? —preguntó Adam con urgencia, y sacudí la cabeza.

—¿Te escapaste? ¿Dónde estás? ¿Estás bien? ¿Estás a salvo? —preguntó.

Hubiera dicho algo entonces. Pero estaba en forma de coyote… y no tenía la


más remota idea de cómo responder a ninguna de sus preguntas.

Sus fosas nasales se encendieron y él me frunció el ceño.


—Huelo el diesel. Pensé que eras solo tú… Pero, Mercy, ¿estás en un
autobús? —preguntó.

Pero él se había ido antes de que yo pudiera responder, el sueño tranquilo


soplado en pedazos por el sonido abrupto de los siseos de los frenos. El ruido y
las sacudidas bruscas me llevaron de vuelta al oscuro bajo vientre del maletero,
que era un sustituto frío del regazo de Adam. Me puse de pie. Mis piernas
tuvieron problemas para compensar los saltos mientras el autobús rodaba sobre
los baches, los bordillos, los cuerpos, o algo que levantaba un lado y luego el
otro un par de veces.

No sabía cuánto tiempo había dormido. No mucho tiempo, pensé. Habría


estado más rígida si hubiese pasado más de media hora, no lo suficiente como

Grupo Leyendas Oscuras | 70


para estar a salvo del Señor de la Noche. Esperé, y cuando el autobús se detuvo,
me preparé.

Cuando las puertas de equipaje se abrieron, salí corriendo lo más rápido que
pude. El encargado del autobús gritó mientras corría junto a él, pero ésta era
una enorme estación, y rápidamente me perdí entre los autobuses y pasajeros
que remolcaban el equipaje.

Un hombre leyendo un libro se cruzó en mi camino, y desaceleré, caminando


sobre su talón durante una docena de yardas hasta que la magia de la Manada
se asentó ligeramente a mi alrededor y me volví menos interesante. Podía sentir
la presión disminuida en la parte posterior de mi cuello cuando la gente dejó de
mirarme. La magia de la Manada ayudaría, pero tendría que hacer mi mejor
esfuerzo para mezclarme porque estaba débil.

Pasamos junto a un autobús amarillo brillante justo cuando una mujer se


acercaba para cerrar el área de carga, pero se detuvo mientras algo llamaba su
atención. Era una oportunidad muy buena para perderse. Me separé
suavemente del hombre que había estado arrastrando y me deslicé invisible en
el maletero. Encontré un par de grandes maletas beige y me extendí entre ellas,
solo otro bulto beige para los ojos humanos. Las puertas del compartimiento de
equipaje se cerraron.
Me quedé quieta hasta que el autobús se estaba moviendo, y luego me quedé
un poco más cuando giró una esquina y aceleró. Tuve que quedarme quieta, o
tenía miedo de perder mi batalla con el pánico.

Había supuesto que el Señor de la Noche me había llevado a Yakima o a


Walla Walla. Ambos estaban a una distancia razonable de viaje de Tri-Cities, y
ambos tenían suaves colinas y viñedos. Cuando había estado corriendo muy
duro para permanecer por delante del hombre lobo, no había estado prestando
atención a mucho más allá de las generalidades.

Pero las voces de la estación de autobuses no hablaban inglés. Habían estado


hablando italiano.

No estaba en Yakima o Walla Walla; no estaba en Washington ni siquiera en

Grupo Leyendas Oscuras | 71


los Estados Unidos. El Señor de la Noche me había llevado a Italia, y esa era la
razón por la que no podía llegar a Adam o a la manada a través de los diversos
vínculos que tenía con ellos tan pronto como estuve libre del círculo mágico de
Bonarata.

No estaba segura de qué tan lejos estaba Italia de mi casa, pero mi educación
en artes liberales me dijo que el mundo estaba a unas veinticinco mil millas de
distancia y que Italia estaba a una cuarta parte del mundo. Lo llamé seis mil
millas, dar o tomar mil millas.

Estaba en el vientre de un autobús en Italia, sola, desnuda y sin dinero.

También sin pasaporte.

En un lugar que un coyote era probable que destacara porque los coyotes no
son exactamente nativos de Europa.

Pensé un poco más y agregué —no puedo hablar el idioma— a mis


aflicciones. Nunca había viajado fuera del país, excepto ese viaje de verano a
México con Char, mi compañero de cuarto de la universidad. Char hablaba
español con fluidez, así que mis trozos y pedazos no me habían hecho
completamente indefensa. Bajé la cabeza y sentí lástima por mí durante un
largo rato.
Luego me puse mis pantalones de chica grande (que eran figurativos en este
punto) y comencé a tratar con la situación tal como estaba. Frente a mí y detrás
de mí estaba la solución a mi problema de desnudez, y no tenía espacio para ser
delicada.

Volví a mi ser humano y empecé a abrir el equipaje.

Me tomó un tiempo encontrar a alguien que estuviera razonablemente cerca


de mí en tamaño. No quería retorcerla con ropa insuficiente, así que tomé la
mínima necesaria. Había encontrado un cuaderno y un bolígrafo en la bolsa de
otra persona y dejé una nota y la dirección y el número de teléfono del negocio
de Adam, así como una lista detallada de lo que había sacado de la maleta, una
copia de la cual guardé. Encontré un par de zapatos de tenis en otra maleta,

Grupo Leyendas Oscuras | 72


junto con veinte euros. Había habido quizás doscientos euros en la maleta, pero
mi conciencia, ya empujada al borde, solo podía tratar con veinte. Dejé una nota
para ella también.

No tenía ni idea de cuánto iba a durar este viaje en autobús, aunque el


equipaje sugirió que la mayoría de la gente no estaba planeando un viaje corto.
Aun así, me apresuré, para que no me atraparan en medio de mi robo.

Encontré una mochila vacía —no una resistente mochila de libros de texto,
más bien una especie de no-quiero-llevar-bolso-y-creo-que-el-encaje-rosa-y-
flores-son-bastante paquete. Pensé que era bonito también, si no realmente
apropiado para cualquier persona sobre la edad de siete. Pero mi yo coyote
podía llevarlo, y tendría los frutos de mi trabajo de robo, así que lo tomé.

Robar fue rápido. Escribir todas las notas tardó mucho más. Estaba metiendo
la última nota cuando noté que un lector electrónico salía de un compartimiento
de la maleta de la que había sacado los zapatos.

Estaba bastante segura que la mayoría de los lectores electrónicos tenían


capacidad de Internet, incluso los viejos como éste. Lo añadí a la lista de cosas
que le debía a la linda mujer que iba a estar corta con un par de zapatos de
tenis, también, cuando llegara a su destino. Lo lamentaba, pero lo compensaría
tan pronto como pudiera. Si podía.
Si no podía, si no salía de esto, Adam sabría que querría que estas personas
fueran compensadas por las cosas que tomé.

Empaqueté todo en la florida mochila y la llevé a la esquina más alejada del


autobús. Luego volví a cambiar a coyote y me acurruqué en la esquina, el metal
de las paredes del autobús a ambos lados de mí.

Me había acostumbrado a sentirme segura otra vez, desde que Adam y yo


nos habíamos convertido en pareja. De acuerdo, vampiros, trolls y una multitud
de otros villanos que iban desde aterradores a escalofriantes habían intentado
matarme de maneras bastante regulares, pero Adam tenía mi espalda. No me
había dado cuenta de cuánto lo anhelaba hasta que desapareció. De nuevo.

Antes había pensado que estaba a salvo. Había dejado la mayor parte de lo

Grupo Leyendas Oscuras | 73


sobrenatural detrás de mí cuando había dejado la Manada del Marrok a los
dieciséis años. Había ido a la universidad, había decidido que ser mecánico me
convenía mejor que enseñar. Durante casi diez años, había vivido en mi
remolque, había ido a trabajar todos los días, y nadie había intentado matarme.
Sentí que no necesitaba a nadie a mi espalda. Ni siquiera cuando mi mundo
había comenzado a llenarse con los asuntos de la comunidad sobrenatural si
hubiera perdido mi capacidad de encontrar un lugar seguro, un hogar.

Pero nadie está realmente seguro. Jamás. Después, después de recoger las
piezas y pegarlas de nuevo con un poco de esperanza y confianza y polvo de
hadas, había encontrado otro lugar para estar en casa y a salvo.

Me detuve en un momento de horror. ¿Me había casado con Adam para


poder sentirme segura? El pánico duró solo un momento, porque lo sabía
mejor. Había tenido horas y horas de consejo con un consejero bastante
impresionante. Parte de ello era para hacer frente a algunas cosas malas que
habían sucedido, pero parte de ello era para que pudiera elegir a Adam —
porque lo elegí y no porque sabía que cualquier cosa que viniera detrás de mí
tendría que pasar por él.

Pero aún… pensé que estaba a salvo.

El Señor de la Noche había venido a mi casa y me había llevado de allí, y


luego me llevó a Italia como si la manada, como si todos mis aliados, no fueran
ningún obstáculo en absoluto. Me había extraído tan limpio como si hubiera
saltado en su avión —porque no me había traído aquí en un avión comercial—
por mi propia voluntad.

Había tenido tiempo para pensar mientras corría. Mi versión actual de por
qué Bonarata me había traído aquí era así: quería traerme aquí, pensando que
yo era de Marsilia, porque la idea de que Adam y la manada pudieran cooperar
sin que ella se encargara, nunca se le ocurrió. Era una pieza en un tablero de
ajedrez del que había decidido que Marsilia era la reina. Me había llevado, a
quien Wulfe le había dicho que era el más poderoso de los asociados de
Marsilia, para mostrarle lo impotente que era. No sé qué habría hecho si yo
fuera el hombre lobo que originalmente habían creído. Pero su pequeña
mascota lobo era suficiente para hacerme cautelosa. Había olido, olía mal, el

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tipo de enfermedad que hacía que mi coyote decidiera que algo no era bueno
para comer.

Tenía otras versiones de por qué Bonarata me había robado, pero ninguna de
ellas tenía sentido, incluido esa. Bonarata era más inteligente que eso; tenía que
serlo para haber vivido tanto tiempo como lo había hecho.

Realmente estaba segura de que Marsilia estaba involucrada de alguna


manera. Había habido algo en la forma en que me había mirado cuando me dijo
que no había querido matar a Marsilia, así que no había roto el lazo que
compartía (supuestamente) con ella.

Me estremecí, aunque el autobús no estaba particularmente frío y mi abrigo


de piel de verano me podría haber protegido en la pesada tormenta de nieve
que podría caer en Lombardía.

Había pensado que estaba vinculada a Marsilia.

Odiaba que la palabra para lo que los vampiros les hacían a sus víctimas
fuera la misma palabra que describía lo que había entre Adam y yo, entre la
manada y yo.

Mi comprensión, a partir de las cosas que había aprendido desde que Adam
y yo estábamos obligados como compañeros, era que todos los enlaces mágicos
se formaban a partir de la misma clase de magia. Los humanos tienen ese tipo
de vínculos también, pero los suyos son más suaves y más frágiles.
Quebradizos.

Como la mayoría de las cosas, los vínculos de la manada y los enlaces del
compañero podían ser torcidos, pero por su naturaleza, animaban la empatía
porque eran acoplamientos emocionales. Eran vínculos entre iguales, incluso el
vínculo entre la manada y su alfa. El Alfa tenía un trabajo que hacer, pero no lo
hacía más importante que el más sumiso de los lobos en la manada. Adam era
de la opinión de que era menos importante. Estábamos de acuerdo en no estar
de acuerdo.

El vínculo entre un vampiro y su víctima (digo su porque el vampiro que me


poseía —y esa era exactamente la palabra correcta— era un él) puso al vampiro

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en el asiento del conductor. El vampiro podría, si así lo desea, hacer que su
mascota hiciera algo, sintiera algo. Cada vez que el vampiro decidía, podía
quitarle el libre albedrío a su víctima, y la víctima podría ni siquiera saberlo.

El Beso no siempre funciona. Stefan me dijo que era casi imposible tomar a
un hombre lobo de la manera en que podían tomar seres humanos debido a los
vínculos de la manada. Que Bonarata hubiera logrado hacerlo, se habría
añadido a su leyenda. Había gente que era difícil de romper. Pero dado el
tiempo, un fuerte vampiro podía controlar a la mayoría de los humanos que él
quería.

Stefan me dijo que no sabía si eso era cierto entre nosotros, pero que no lo
probaría. Confié en Stefan.

Aun así, Stefan me pertenecía. Me había salvado la vida reclamándome, y yo


estaba de acuerdo. Pero había pensado que estaba roto, desaparecido. Pensé
que mis lazos con Adam y la manada lo habían borrado, porque Stefan quería
que yo lo creyera.

Aparentemente, porque había aceptado el vínculo de buena gana, no era algo


que Stefan pudiera romper si quería. Conociendo a Stefan como lo hacía, estaba
dispuesta a creer eso.

El Señor de la Noche había intentado romperlo y fracasado. O eso decía.


El latido de mi corazón se aceleró y mi boca se secó al abrirla y jadeó de
miedo. Por supuesto, él mentiría. Mentía mucho. No podía recordar ahora si
había estado buscando mentiras mientras hablaba del vínculo que compartía
con un vampiro. Había estado prestando atención a los celos que había
mostrado. ¿Había mentido? ¿Estaba él, incluso ahora, en mi cabeza, esperando a
darme órdenes?

Tomarme de Marsilia habría sido una lección mejor que su lobo me matara
tratando de escapar. Solo tenía su palabra de que no lo había hecho.

¿Acaso no había hecho lo que él quería cuando escapé? Sabía que quería que
lo probara. ¿Y si él no hubiera querido que yo muriera en los colmillos de su
mascota hombre lobo como había pensado por primera vez? ¿Y si… si ese era

Grupo Leyendas Oscuras | 76


su plan? Que me escapara, pensando que estaba libre, volvería a la manada y
los destruía porque pertenecía a Bonarata. Esa historia, por desgracia, tenía más
sentido que algún tipo de celo no correspondido como motivación.

¿Había roto Bonarata el vínculo entre Stefan y yo? ¿Había sido capaz de
hacer algo que Stefan no podía? ¿Era esclava del Señor de la Noche?

Desde que el aprendizaje todavía existía, nunca había probado el vínculo


entre Stefan y yo. Solo el pensamiento de ese lazo me hacía despertar en un
sudor de sangre fría, entendiéndose exactamente cómo un lobo atrapado podría
morderse una pata para escapar.

El autobús siguió retumbando a una velocidad constante, no impresionado


por mi pánico. Necesitaba encontrar el vínculo entre Stefan y yo y asegurarme
de que Bonarata no le había hecho algo: algo que me convertiría en su criatura.

Ni siquiera sabía cómo mirar. Pero incluso mientras pensaba en eso… sabía
que tenía un lugar de paso. Después de que Adam me introdujera en los
vínculos de la manada, había tenido un mal incidente porque un par de
miembros de la manada fueron capaces de manipular a través de ellos. Después
de eso, Adam me enseñó cómo lidiar con la magia de la manada y los vínculos.
Parte de ese proceso era aprender a ‘ver’ los lazos en mi cabeza.

Cerré los ojos y, después de una lucha bastante dura y larga, me calmé lo
suficiente para encontrar el estado de meditación ligera que Adam me había
enseñado para ayudarme a negociar con los vínculos de la manada, así como el
vínculo de compañeros entre él y yo.

Eventualmente, me puse de pie en la maltrecha escena de mi antiguo


instituto, el de Portland. El suelo estaba iluminado por un solo proyector, el que
estaba justo encima de la cabina de control que estaba en medio de los asientos
del balcón. Sabía que estaba allí, pero, atrapado en el resplandor del proyector,
no pude verlo.

Las tablas bajo mis pies habían sido pulidas en algún momento, pero los años
de producciones estudiantiles, de rodar en las tarimas y el piano dentro y fuera,
habían dejado el viejo suelo marcado y áspero bajo mis pies descalzos. Aunque
llevaba mi forma de coyote en la vida real, aquí en mi mente, estaba buscando

Grupo Leyendas Oscuras | 77


cosas humanas, así que estaba en mi forma humana, desnuda, porque desnuda
me hacía sentir vulnerable y no podía encontrar la caja fuerte que necesitaba
para permitirme ir vestida.

La oscuridad se reunía en los bordes del escenario y cubría el auditorio en


sombras que mis ojos no podían penetrar. Pero no estaba aquí para explorar mi
memoria de la escuela secundaria.

Me miré a mí misma y acaricié el tatuaje en mi vientre durante un minuto.


No había nada mágico en el tatuaje. Era solo una impresión de pata —una
impresión de pata de coyote sin importar lo que dijera Adam. Pero me centraba:
estaba en el centro de mí, un símbolo del coyote interior. Mis dedos bajaron por
la centésima o la ducentésima vez… y golpearon una cuerda gruesa que se
envolvía todo el camino alrededor de mí.

Era una cuerda que debería haber sido demasiado grande para atarme, pero,
a medida que mi percepción de ella cambió, y se aclaraba, pude ver que se tejía
alrededor de mi torso como un chaleco antibalas, si los chalecos antibalas
estaban hechos de cuerda de seda. No podía sentir su peso, pero aquí, en ese
lugar entre el despertar y el sueño, era cálido y reconfortante, y se extendía en
una neblina gris que de alguna manera se había reunido en la oscuridad que me
rodeaba.
Incliné mi cabeza y tiré de la cuerda a mi nariz. Olía a Adam, y lo toqué en
mi mejilla. Bajo mi mano, se sentía vivo y bien —podía, débilmente, sentir la
resolución de Adam, su estrés y su miedo. Suavemente, dejé que la cuerda se
apartara de mis manos. No estaba buscando el vínculo de mi compañero.

Los vínculos de la manada estaban tejidos a través de mi chaleco,


retorciéndose al tejido de Adam; más esponjosos que la seda que era mi vínculo
con Adam, mis vínculos con la manada llegaban en forma de coloridas
guirnaldas de Navidad. Más leves que el vínculo entre Adam y yo, brillaban y
brillaban mientras me movía. Se estiraban de mí en un cable trenzado
aproximadamente la mitad de grande que el vínculo de compañeros. Como ese
lazo, los vínculos de la manada desaparecieron en la niebla de la distancia.
Cuando los toqué, podía sentir, muy débilmente, la vida de los lobos al otro

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extremo.

Pero tampoco estaba buscando a la manada. Me puse de pie en una posición


tan neutral como pude: los pies separados, las rodillas dobladas, los brazos a los
lados, cerré los ojos de mi sueño, y pensé, Stefan. Me lo imaginaba en la cabeza,
un hombre alto, de cabello oscuro y ojos oscuros, muy italiano, siempre lo había
pensado. Su sonrisa era cálida, y su postura variada —cuando él prestaba
atención, se desplomaba un poco y pisaba un poco. Cuando no lo hacía, tenía la
misma postura recta que Adam: ambos habían sido soldados como hombres
jóvenes. Era un hombre peligroso que podía dejarlo de lado y bromear y reír
mientras me ayudaba a reparar su furgoneta. Un poderoso vampiro que
conocía a ASL y veía Scooby-Doo de forma inconsciente.

Cuando terminé, abrí los ojos, y él estaba de pie frente a mí, una estatua sin
vida.

Caminé todo el camino alrededor de él, buscando algo, cualquier cosa, que
nos atara. Un brillo burló mis sentidos, pero no pude encontrarlo… y tenía
miedo de inventármelo.

Cerré mis ojos otra vez y pasé mis manos sobre mi cuello. Después de unos
minutos, mis dedos se enredaron en un collar. Era delgado y fresco contra mis
dedos. Busqué un broche y encontré, en cambio, un pequeño círculo de metal
que reunía los filamentos del collar, y unido a él había otra cadena.
Abrí los ojos mientras mis dedos seguían la cadena lo suficientemente lejos
debajo de mi barbilla para poder verla. Una fina cadena de plata yacía en mis
manos, y una vez que la vi, pude ver que llegaba a las manos de la versión de
Stefan que tenía en mi escenario.

Parecía tan frágil: traté de romperla, pero no se rompía ni se doblaba, no con


cualquier cosa que pudiera traer sobre ella en mi mente. Luché y luché, tirando
frenéticamente del collar alrededor de mi cuello hasta que la sangre manchó la
cadena, corriendo desde mi cuello y desde mis dedos.

Shhh, dijo una voz fría. Shhh, estás rompiendo mi corazón, cara.

Me congelé, luego levanté la mirada de la ahora pesada cadena a mi imagen


de Stefan, que se agachaba junto a mí en el escenario.

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Lo prometí, me dijo. Prometí no tirar de la correa. Lo prometí. No te lastimes tanto.
Cumplo mis promesas, Mercy.

Su voz fluyó sobre mí, la voz de un amigo. Estaba tan sola. Su voz era como
una cálida manta sobre mi desnudez. Me dio fuerzas para permitir que mis
dedos liberaran la cadena. Me senté.

Mi intención era encontrar el vínculo, recordé, no luchar contra él. Tomé mi


terror, el miedo atávico de un animal atrapado, y lo volví a tapar para poder
pensar.

Lo había estado buscando para asegurarme de que me ataba al vampiro


correcto.

—¿Quién eres? —le pregunté—. Tengo que estar segura. El… —Recordé que
Adam no había usado su nombre, así que lo cambié un poco—. El Maestro de
Marsilia me llevó. Necesito asegurarme de que esto… —Indicé la correa entre
nosotros que ahora se asemejaba a una oxidada cadena de madera en vez de
finas joyas—… está entre tú y yo. Que no rompió este vínculo y lo reemplazó
con uno de los suyos.

Stefan se recostó sobre sus talones e inclinó la cabeza.


—Buena pregunta —dijo—. Si tuviera tus vínculos, podría… —Frunció el
ceño, sacó un cuchillo de un bolsillo y se cortó la palma. La apretó contra la
cadena que sostenía, y las gotas rojas cayeron sobre el metal. Solo había cinco o
seis gotas, pero poco a poco toda la cadena se volvió roja. Cuando esos vínculos
rojos se acercaron a mí, los toqué, y la figura de dibujos animados de Stefan se
solidificó en el vampiro.

Su mirada recorría mi escenario y la niebla, las dos cuerdas que desaparecían


en la niebla y me sonrió.

—Que bueno verte. Esto no durará mucho, pero mientras lo hace tengo
algunas cosas que decirte. Adam nos dijo que te escapaste, sigue corriendo. No
confíes en nadie. Te encontraremos, ¿de acuerdo? Estamos de camino a Italia.

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Una vez estemos allí, tus lazos con Adam deberían comenzar a funcionar de
nuevo, al menos lo suficientemente bien como para que te encuentre. Dice que
sin la manada cerca, debes esperar que tus lazos con él y con la manada
permanezcan débiles hasta que esté bastante cerca. Podemos vencerlo, creo, al
viejo Maestro de Marsilia, pero solo si te mantienes libre. Y no contactes
conmigo de esta manera otra vez. Él no puede, probablemente no puede,
escuchar, pero puede ser capaz de sentir nuestra conversación y seguir el hilo
de ella a ti.

Él seguía siendo Bonarata; sabía que Stefan no estaba usando su nombre.

Stefan miró la cadena y dijo:

—¿De verdad? Esto parece algo que encontrarías en una mazmorra.

Abrí la boca para explicar el collar, pero cambié de opinión en el último


momento y me encogí de hombros.

—Scooby-Doo estaría impresionado.

Él sonrió —y yo estaba sola de nuevo, sosteniendo la fina cadena que ahora


desaparecía en la bruma.

Tomé dos respiraciones profundas y regresé al vientre de la bestia diesel que


me llevaba a algún destino desconocido. Habíamos estado viajando durante un
tiempo. Desde el ángulo del suelo y el balanceo cuando giramos un camino,
luego otro, estábamos viajando a través de las montañas. Era poco probable que
me encontrara en Milán cuando el autobús se detuviera. Cuanto más lejos
pudiera viajar, mejor estaría.

Todavía estaba atada a Stefan y no al Señor de la Noche.

Stefan era un vampiro. Él mataba gente para sobrevivir. Era cierto que
intentaba lo mejor posible mantenerlos vivos. Era cierto que era divertido y
honorable. Era verdad que me gustaba. Pero era un vampiro, y me pertenecía.
La idea de eso era suficiente para que tuviera que abrir mi boca y calmar mi
miedo.

Pero al menos era Stefan y no Bonarata, ni el Señor de la Noche.

Grupo Leyendas Oscuras | 81


El vínculo de Stefan me había salvado de nuevo. Si hubiera sido libre,
probablemente pertenecería al otro vampiro ahora mismo. Podría haberme
utilizado para conseguir lo que quisiera de nuestra manada y Marsilia. Podría
haber sido su caballo de Troya.

Mientras el autobús continuaba, continué jugando con las motivaciones de


varias personas lo mejor que pude. No era realmente una pérdida de tiempo, el
ejercicio me hizo sentir que estaba haciendo algo.

Bonarata me había tomado porque Wulfe le dijo que yo era la persona más
poderosa de Tri-Cities.

¿Por qué Wulfe había hecho eso? Tal vez como broma, pero no lo creía. Era
probable, Stefan me había dicho hace poco, que Wulfe fuera el espía de
Marsilia.

—Pero —me dijo con una sonrisa torcida—, dudo que Bonarata apruebe los
métodos de Wulfe. A su manera, Wulfe es más devoto de Marsilia que
cualquiera, más dedicado a ella que al Señor de la Noche. Wulfe es viejo y
extraño; ¿quién sabe cómo funciona su mente?

Tuve que estar de acuerdo sobre lo extraño, pero tenía cierta experiencia
tratando con gente vieja y extraña. Y pensé que Stefan podría estar bien en
blanco sobre cómo Wulfe servía a Marsilia y dejar que Bonarata pensara que
Wulfe le servía en su lugar.

¿Así que Wulfe me había arrojado al autobús para hacer qué?

Lo primero que pensé fue que al tomarme en lugar de, digamos, Stefan o uno
de los otros vampiros de Marsilia, todos los hombres lobo estarían luchando
para recuperarme. Si Wulfe les hubiera entragado a Adam… pensé en Bonarata
tratando de conseguir a Adam y estaba bastante segura de que no habría ido
bien. Alguien hubiera muerto, tal vez muchos. ¿Pero yo? ¿Cegada por un
secuestro hecho por vampiros? No tendría ninguna oportunidad. No para
evitar la captura, pero era buena sobreviviendo, ¿no?

Y si hubiera muerto, tampoco significaría mucho para Wulfe o Marsilia. No

Grupo Leyendas Oscuras | 82


tanto como Adam nunca se enterara de que Wulfe me hubiera tendido una
trampa, de todos modos. Aun así, Adam mataría a Bonarata antes de mirar a
Wulfe.

Eso se sintió bien. Se sentía como un movimiento que Wulfe podría hacer.
Una vez que supo que Bonarata se movía contra Marsilia por fin, querría
consolidar su poder, poner a los hombres lobo firmemente en su espalda.

Wulfe sabía que yo estaba vinculada a Stefan. ¿Sabría que Bonarata tendría
problemas para romper ese lazo? Sí, pensé. James Blackwood, el que los
vampiros llamaban el Monstruo, había intentado romper nuestro vínculo y
fracasó. Si volvía de la visita de Bonarata ilesa, Wulfe podría establecer una
especie de prueba para descubrir si trabajaba de mala gana para Bonarata.
Probablemente lo haría si lograba escapar limpiamente.

De alguna manera eso me hizo sentir mejor. Wulfe se habría dado cuenta si
me habían hecho la mascota de Bonarata.

Así que Bonarata, operó con la información como Wulfe muy de Wulfe, se
había encontrado a una débil hembra en lugar de la partidaria más poderosa de
Marsilia. Mi lazo con Stefan —que Bonarata pensaba que era con Marsilia—
significaba que no podía usarme como títere. Así que Bonarata se quedó con un
rehén inútil. Si me mataba de golpe, Bran Cornick, el Marrok, declararía la
guerra. Para Bran y para el mundo, yo era uno de los que había jurado proteger.
Si no me vengaba, perdería la cara.

Pero un accidente —eso simplificaría grandemente las cosas. Se olvidó de


cerrar la puerta, y su mascota medio hombre loco me había destrozado. Muy
triste. Trágico, incluso. Apuesto a que se vería muy disculpado.

Su historia habría funcionado para mantener a Bran fuera de su espalda. No


es que Bran lo creyera, pero sin pruebas, Bran no podía atacar a Bonarata con
impunidad. Bran no podía ir tras Bonarata sin iniciar una guerra con los otros
vampiros. Semejante guerra invitaba a complicaciones y desastres que podrían
hacer que la Primera Guerra Mundial se pareciera a la —pequeña guerra
alegre— a la que los británicos pensaban marchar.

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Sin embargo, mi muerte no se ganaría la simpatía de Adam. Pero tampoco lo
haría mi secuestro. Si quería usar nuestra zona neutral, entonces mi secuestro
no tenía sentido —pero, recordé, que me había estado mintiendo cuando me
dijo que estaba interesado en un lugar donde las criaturas sobrenaturales y los
humanos pudieran interactuar con seguridad.

El autobús frenó con fuerza, luego volvió a subir, en una marcha baja que
vibraba astutamente en el maletero, y perdí momentáneamente el curso de mis
pensamientos. No era como si hubiera disfrutado separando los planes de los
vampiros supervillanos. Pero el autobús había estado viajando durante mucho,
mucho tiempo, y no era como si hubiera algo más sucediendo. Y había una
motivación menor, inconsecuente que mi vida estaba en el equilibrio.

No. Bran no iría detrás de Bonarata sin pruebas que lo dejaran claramente a
la derecha. Adam podría —pero no tenía los recursos de Bran. Bonarata no
estaría preocupado por Adam. No conocía a Adam como yo.

Por el momento, teníamos la ventaja. Él me había subestimado por un pelo,


porque eso era lo cerca que había estado esa persecución con el hombre lobo.
Me había escapado.

Pero no podía permitirme seguir libre. Tenía que volver a tomarme para
salvar la cara.
No.

Todavía me necesitaba para morir para salvar la cara —y salir a la cima. No


me subestimaría de nuevo. Tampoco podía permitirme subestimarle.

Sabía más sobre los vampiros de lo que había deseado. Los viejos vampiros
operaban como arañas, con telarañas en todo su territorio. Un vampiro como
Bonarata probablemente tenía gente por toda Europa. No sería difícil
encontrarme aquí. No había muchos coyotes en Europa, probablemente
ninguno fuera de un zoológico. Tendría gente buscando a mi coyote.

Tenía que desaparecer.

Puse mi cabeza en mis patas e intenté ignorar los vapores del diésel.

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Capítulo 4

Capitulo 4
Mercy

Grupo Leyendas Oscuras | 85


Todavía en algún lugar de Europa, metida en el maletero de un autobús.
Solo tengo suerte de no ser propensa a marearme en el coche.

El autobús continuó moviéndose durante un tiempo muy largo. Dos veces


paró sin abrir las puertas de equipaje, presumiblemente para dejar que la gente
comiera y se ocupara de sus asuntos. Que no tuviera que averiguar cómo salir
para cuidar de mis asuntos probablemente significaba que estaba deshidratada
—estaba sin duda hambrienta— pero era conveniente, y mi cuerpo de coyote
era mejor para tratar con menos comida y bebida regular que mi ser humano.

Cuando se detuvo por tercera vez, estaba lista para salir. Afortunadamente,
esta vez las puertas de mi compartimento se abrieron con un chirrido de
bisagras. Empujé la magia de la manada, que respondió a mi llamada con
lentitud, pero fue suficiente para salir del compartimento de equipaje y a las
sombras del crepúsculo que rodeaba a un hotel turístico.

El autobús había viajado todo el día. Eso significaba que estaba a unas
quinientas millas de dondequiera que en Italia había estado para empezar, dar
o tomar un par de cientos de millas. Podía oler un río de agua dulce cerca pero
no un océano. No había grandes montañas, pero parecía haber algunas subidas
y bajadas a la tierra.

Encontré un lugar detrás de un par de plantas en macetas gigantes cerca de


la esquina del hotel que me dejaba una sombra oscura para esconderme. Con la
magia de la manada ayudando, no pensé que nadie me vería tanto como no me
moviera. Me tomé un tiempo para examinar mi entorno.

Los edificios se elevaban a mi alrededor. No eran rascacielos, sino edificios


de cuatro o cinco pisos, la mayoría de los cuales databan de unos cuantos siglos.
Vi una señal de calle y tenía unas cuantas marcas por encima de las letras que
no tenía el idioma romántico —pero tampoco era cirílico, al menos no había

Grupo Leyendas Oscuras | 86


ninguna versión de cirílico con la que estuviera familiarizada.

Después de unos minutos observándolo no me ayudó averiguar dónde


estaba, tomé un apretón más tenso de los hilos de la magia de la manada, débil
porque mi manada estaba muy lejos y me aventuré en la creciente oscuridad.

Mientras viajaba por la ciudad, rumbo al origen del olor del río, los edificios
se hicieron mayores —mucho más viejos por siglos— y las calles se convirtieron
en adoquines. Había techos de teja roja distintiva y obras de arte en el exterior
de los edificios. Probablemente no eran frescos, aunque eso es lo que parecían.
Mi educación en artes liberales me había dado suficiente base en la arquitectura
como para poder distinguir entre gótico y románico con un 70 por ciento de
precisión. No me dijo cómo se llamaba cuando había diseños en toda la
superficie exterior de un edificio.

El efecto general era una arquitectura exuberante, casi turbulenta,


eclécticamente histórica. Aquí y allá, edificios agresivamente llanos ocupados
entre las hermosas obras maestras de siglos de antigüedad como sapos
desafiantes entre cisnes, insinuando que esta ciudad había pasado algún tiempo
detrás de la Cortina de Hierro.

Tenía mis sospechas sobre dónde estaba. Pero no fue hasta una hora más
tarde, cuando encontré el río y miré hacia abajo para ver el más famoso e
inconfundible de sus muchos monumentos famosos, el gran y antiguo Puente
medieval de Carlos, que sabía con certeza dónde estaba: Praga, el corazón de
Bohemia.

Sabía un poco sobre Praga. La primera cosa que me vino a la mente fue que
los ciudadanos de Praga tenían la costumbre de echar a los oficiales poderosos
por las ventanas. La Segunda Defenestración de Praga comenzó la Guerra de
los Treinta Años en 1618. No había otra capital con una Primera Defenestración
que supiera, mucho menos una segunda. Praga estaba llena de mi tipo de gente.

Saltando unas cuantas vallas de piedra, encontré un trozo de terreno junto a


la orilla del río (no podía recordar el nombre del río, excepto que empezaba con
V y que los alemanes lo llamaban otra cosa que me recordaba al moho)
escondido al lado y alrededor del borde de un restaurante que estaba oculto de

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la vista de la calle, restaurante, y barcos en el río. No estaba particularmente
limpio o encantador, pero estaba oculto, y eso es todo lo que pediría esta noche.

Y yací allí en la tierra duramente enrollada por tal vez una hora junto al río.
Después de diez minutos o así, recordé que era el Vltava. Tres consonantes
improbables en una fila. Todavía no podía recordar el nombre que los alemanes
le dieron. Estaba completamente oscuro, pero había luces por toda la ciudad
que daban a la graciosa corriente del río una belleza surrealista.

Sabía que Stefan me había dado un buen consejo. Debería quedarme quieta y
esperar a ser encontrada. Pero había dormido casi todo el día en el vientre del
autobús, y ahora estaba demasiado inquieta para dormir.

Había hombres lobo en Praga. Lo sabía. La bestia loca y poderosa del


Gévaudan, que había gobernado la mayor parte de Europa durante siglos, se
había encargado de que las manadas fueran pocas y lejanas, ya que no
soportaba la competencia. En España, donde Asil el Moro había gobernado, la
Bestia los había dejado en paz. Pero también se había mantenido alejado de
otros lugares. Milán, donde el Señor de la Noche reinaba supremo, había sido
uno de ellos. Estaba bastante segura de que Praga había sido otra.

Había algo en los hombres lobos en Praga que no podía recordar. Algo que
me instó a la precaución. No esperaba encontrarme en Europa… Bien, siempre,
realmente. Así que no les había prestado mucha atención.
El hombre lobo que gobernaba aquí era muy, muy viejo, como el Marrok o
Asil, podía recordar bastante. Por alguna razón, tenía la imagen de un hombre
muy peludo en una cocina medieval con sus brazos hirsutos doblados en la
parte superior de una mesa de madera tosca en mi cabeza —me hizo querer
sonreír. Probablemente alguien había estado hablando de él cuando yo era niña,
y me había formado una idea de cómo se veía. Haber sido Alfa suficiente para
mantener al Gévaudan a raya, era sin duda un hombre aterrador. Pero había
crecido con hombres lobo, y ser un hombre lobo era una razón insuficiente para
tener miedo de él.

Aun así, correr alrededor de Praga era probablemente una mala idea hasta
que pudiera recordar lo que había oído sobre el alfa local que me había
preocupado. Debería quedarme donde estaba.

Grupo Leyendas Oscuras | 88


Había vivido más de la mitad de mi vida esencialmente sola. A veces, en los
últimos años, había deseado estar sola, sola por una hora o dos. Y aquí estaba
yo. Sola. A veces conseguir tu deseo realmente apesta.

Todavía no podía sentir los vínculos de la manada a menos que estuviera en


trance. Mi vínculo con Adam era débil, como un recuerdo de la fuerte línea de
comunicación, o de no comunicación, en sus momentos contrarios. Traté de no
notar el vínculo entre Stefan y yo, y puesto que también, era débil, fue
mayormente exitoso.

Adam había viajado a Washington, D.C., varias veces durante nuestro


matrimonio, y nuestro vínculo de apareamiento había sido fuerte y verdadero,
o tan fuerte y verdadero como siempre, porque era excéntrico. Dada la
evidencia actual, la magia de la manada debía haber proporcionado el poder de
mantener nuestro vínculo sobre la distancia.

Esos sueños que había tenido en el autobús, me negué a creer que eran solo
sueños. El primero… podría ser, admití a regañadientes. Aunque se había
sentido más real que la mayoría de mis sueños. Pero el segundo, el de Stefan…
ese fue real. Y si tanto Adam como Stefan dijeron que iban a Italia, tenía que
creer que eso era lo que estaba sucediendo. Para hacer frente a Bonarata.
El Señor de la Noche me había alejado de mi pareja, y ahora Adam iba a
visitarlo. No había manera de que no fuera a ser un desastre. De ningún modo.

¿En qué estaba pensando todo el mundo que había permitido que eso
sucediera? Vale, asumía que Adam tomaba sus propias decisiones. Pero Stefan
había sonado tan confiado que, mientras permaneciera en libertad, la diplomacia
podría suceder.

Mi marido no era excesivamente diplomático bajo las mejores circunstancias.

Había escapado de los planes que el Señor de la Noche había hecho para mí.
Ni él ni Adam iban a estar de buen humor. No veía cómo iba a funcionar sin
que uno de ellos muriera, sin importar lo que dijera Stefan. Sabía muy bien que
mi amigo Stefan podía mentir como un feriante en una condenada escena. No

Grupo Leyendas Oscuras | 89


estaba segura de que él tampoco pudiera mentirme, para evitar que me
preocupara. Mi detector interno de mentiras era muy bueno pero no infalible.

Me puse de pie. No podía —no podía— sentarme toda la noche sin nada de
compañía excepto mis pensamientos, guardados allí por alguna vaga
preocupación por el Alfa de Praga y la probabilidad de que fuera, en este
mismo momento, el tema de una caza mortal por parte del Vampiro más
poderoso en… bueno, en cualquier lugar, supongo.

Dejé la mochila donde estaba porque mi nariz me dijo que la gente no llegaba
a ese pequeño rincón olvidado de los terrenos del restaurante muy a menudo.
Mi pequeño pedacito de la magia de la manada tendría un rato más fácil para
ocultarme si no estaba haciendo algo notable, como llevar una mochila
alrededor.

Sobre cuatro pies, volví a la calle y salí a explorar la Praga nocturna con el
tenue ocultamiento que los restos de la magia de la manada me envolvían.
Estaba en Praga, en la República Checa, y nunca había viajado fuera del país
antes, excepto por aquel viaje loco a México con Char, durante el cual habíamos
evitado la cárcel por el pelo de nuestros mentones por el gusto exquisitamente
horrible de Char en los hombres. ¿Y si un viejo vampiro iba a asesinar a mi
marido, estaba…?
Si no me iba a dejar distraer, podría irme a acurrucarme en una miserable
bola y esperaría a que Adam (o tal vez Bonarata o como se llame el Alfa de
Praga) me encontrara. Espera para ser rescatada, me dijo Stefan, no muy
halagador en retrospectiva. No obedezco órdenes, ni siquiera amablemente
dadas, y no iba a esperar para ser rescatada como una impotente princesa
cuando había una exploración por hacer.

Justo entonces, pasé por un restaurante o pub o algo que tenía una señal en la
ventana que decía WI-FI gratis en unos diez idiomas. Se abriría a las 11. Tomé
nota de ello porque mi lector electrónico robado y yo necesitábamos WI-FI
gratis. Pero faltaba mucho tiempo hasta las 11 de la mañana, así que seguí
adelante.

Grupo Leyendas Oscuras | 90


Finalmente, me encontré en la famosa Plaza de la Ciudad Vieja, con su
fabulosa torre del reloj que parecía haber sido trasplantada desde la Edad
Media. El resto de los edificios eran, incluso para mis ojos relativamente
ignorantes, una mezcolanza de épocas que parecían mezclarse en una… Así, un
estilo bohemio. Mi favorita era una gloriosa iglesia vieja o catedral con góticas
(creo) torres cuyas puntas puntiagudas alcanzaban los cielos —y prometían
empalamiento a cualquier ángel que cayera sobre ellas.

Todavía había unas pocas personas vagabundeando alrededor de los


restaurantes al aire libre, aunque el comercio real parecía estar terminando. Me
moví lentamente y me quedé pegada a las sombras, y nadie se levantó y señaló
al coyote en medio de la ciudad, así que estaba bastante segura de que la parte
—mira lo que esperas ver y no te alarmes— de la magia de la manada estaba
funcionando bien.

Las estrechas calles de adoquines salían de la plaza de un modo que no tenía


nada que ver con la conveniencia y todo con su origen medieval. Afortunada,
empecé a bajar una al azar.

Al igual que la plaza, la calle era de adoquines, el ‘camino’ apenas lo


suficientemente ancho para acomodar un solo coche o furgoneta de entrega
pequeña. Mis pies, todavía doloridos por huir del hombre lobo, hubieran
preferido un bonito borde de hierba a los adoquines de granito. ¿Pero el resto
de mí? Lo único que habría hecho mejor mi primera exposición a la Praga
medieval habría sido si Adam estuviera a mi lado.

Estaba en Praga, caminando por adoquines a través de una calle que


probablemente se parecía mucho a esto hace miles años. Asumí que, no habría
olido así. Las ciudades medievales tuvieron que hacer frente a la pérdida de
caballos, ganado, ovejas y gansos, por no hablar de la gente, y sobre todo, por
los estándares modernos, los cuales fallaron. Estaba muy contenta con esta
versión de la Edad Media. Mi lengua colgaba hacia fuera en placer incluso con
los pies doloridos o siendo cazada por vampiros que podrían afectar.

Los adoquines habían sido necesarios en la Edad Media —una mejora


enorme de suciedad / residuos / barro. Los adoquines podían ser lavados y

Grupo Leyendas Oscuras | 91


barridos. No pudieron evitar que los desagradables surcos se profundizaran
hasta que atraparan cualquier carro con la desgracia de caer en ellas.

Pasé por delante de tiendas turísticas cerradas llenas de una improbable


mezcla de lámparas de araña y alcohol y camisetas situadas junto a las tiendas
de antigüedades —¡Por Dios, era una tienda de ajenjo!— y joyerías especializadas
en ámbar y granates. La tienda de ajenjo tenía una camiseta de color verde neón
en la ventana que decía LA ABSENTA HACE QUE EL CORAZÓN SEA MÁS
CARIÑOSO, que estaba un poco demasiado cerca de mi situación para sentirme
cómoda. Había un montón de inglés alrededor, desde la camiseta hasta las
señales en las ventanas.

Había un montón de grafitis, también, lo que me sorprendió por alguna


estúpida razón. En Tri-Cities, luchábamos la buena lucha contra el grafiti. La
mayor parte estaba relacionada con pandillas, pero algunos eran solo
adolescentes que se esforzaban por dejar su huella en un mundo indiferente.
Supongo que el grafiti parecía que era exclusivamente un problema del Nuevo
Mundo, lo cual era una suposición estúpida. Sabía que había grafitis que se
remontaban a los romanos y que decían en gran parte el mismo tipo de cosas
que nuestro moderno grafiti: tu hermana duerme con gladiadores, yo estaba
aquí, Flavius está caliente, ese tipo de cosas.

Tal vez la estrechez de la calle tenía que ver con la defensa. No tendrían que
hacer mucho para bloquear un carril tan estrecho y mantener a los ejércitos
atrapados en pequeños espacios, donde la grasa caliente o el alquitrán y las
flechas o las rocas podrían arrojarse sobre sus cabezas con muy poco trabajo.

Y justo en medio de imaginar batallas medievales, capté el olor a hombre


lobo en el aire, almizcle y menta y… levadura, que no era un olor usual en el
hombre lobo. Me volví y troté tan silenciosamente como pude al bajar por la
calle, pero no fui lo bastante silenciosa.

Alguien trotaba detrás de mí, un hombre apuesto, de aspecto joven, con


pantalones anchos y una camisa musculosa apretada. De repente, me alegré de
que la magia de la manada evitara que la gente notara que fuera tan delgada
como era, porque aunque la mayoría de los hombres lobo no pueden sentir la
magia que hace sus vidas mucho más fácil, si hubiera estado cubierta con ella

Grupo Leyendas Oscuras | 92


como en Tri-Cities, probablemente lo habría notado.

Como fuera, me vio con mucha claridad. No había visto ni a un solo perro
callejero desde que empecé mi aventura esta noche, aunque podía oler que
había un montón de perros alrededor. Creo que eso es lo que él pensaba que
era. Estaba siendo un buen ciudadano y ayudaba al pobre perro callejero, como
el buen hombre lobo que era.

Él aceleró y yo no me atreví a hacerlo. Nunca huyas de los hombres lobo;


solo les da hambre. Dijo algo tranquilizante. Podría haber sido en checo o
eslovaco, pero —Aquí, cachorro— es una frase que no necesita traducción.

Una valla de cuatro tablones de ancho abarcaba un espacio raro entre dos
edificios. Le había prestado poca atención cuando lo había pasado la primera
vez, excepto para notar la salpicadura verde oscuro del grafiti que no era más
legible por estar en checo que el grafiti en casa. Ahora me alegré de notar que la
valla era de nivel, arriba y abajo, pero el suelo tenía un poco de oleaje en un
lado. Así que había un espacio lo suficientemente grande como para que un
coyote se deslizara por debajo con el suficiente estilo como para parecer que lo
había hecho antes.

¿Ves? Soy un perro que va a casa, no la compañera extranjera de un alfa extranjero


que huye de un buen hombre lobo.
Me encontré en un jardín que era mucho más grande de lo que la valla de
cuatro tablones había hecho parecer, porque el jardín se extendía a lo largo del
espacio entre los dos edificios y en una zona trasera que era bonita y verde.

Había un perro en el jardín, un perro muy grande que no podía haber salido
por el agujero por el que me había metido. El gran mastín hembra apareció en
la esquina del edificio justo cuando mi perseguidor agarró la parte superior de
la valla y se inclinó para mirar por encima.

El hombre lobo probablemente pensó que olía extraño. Es difícil olerte a ti


mismo, pero había estado en un accidente, había sido arrastrada a Italia, me
había subido a bordo de un autobús diesel y luego había viajado por toda
Europa. ‘Interesante’ era probablemente una palabra ligera para lo que olía. Tal

Grupo Leyendas Oscuras | 93


vez había capturado un olor a mochila, pero como apenas podía sentirlos, no lo
creía.

El mastín, que la bendiga, me acogió en su patio como un golden retriever


que da la bienvenida a un ladrón en su casa, es decir, con una cola meneando y
lamiendo de afecto. Esa no es mi experiencia habitual con los mastines, pero no
iba a quejarme. El hombre lobo en forma humana rio, se dejó caer de la cerca y
la palmeó. Dijo algo alegre y tranquilo… y se fue.

Me acurruqué contra el solitario mastín durante quizás media hora antes de


levantarme de su lado y deslizarme de vuelta por la cerca. Ella no notó que me
fui. Sus silenciosos ronquidos me hicieron sentir culpable, como un amante que
se escabulle en la noche. Me reconfortaba su elegante y bien arreglado cuerpo;
alguien la amaba.

Comprobé la valla por hábito, y sí, había dejado un poco de piel atrás, pero
no podía evitar cambiar a humano y limpiar el fondo de las tablas, desnuda. Así
que lo ignoré y salí pensativa (y dolorosamente —me estaba volviendo menos
complacida con los adoquines con cada paso).

Probablemente habría regresado a mi lugar de campamento, pero no quería


ir directamente a donde estaba mi mochila robada. Estaba siendo paranoica,
pero la paranoia era algo bueno. El Señor de la Noche me perseguía.
La ruta tortuosa de vuelta al restaurante me llevó a través del antiguo barrio
judío, sabía eso porque había un montón de señales para turistas perdidos de
habla inglesa como yo para seguirlas. Y por la Sinagoga Vieja-Nueva.

La Antigua Sinagoga tenía unos seiscientos años, lo que la convertía en la


sinagoga más antigua operativa de Europa. Solo recordaba todo eso porque
pensé que el nombre era divertido. Me había preguntado sobre la vieja
sinagoga, pero supongo que el nombre era un error de traducción y no había
uno. Aun así, era un nombre impresionante y el edificio era interesante.

Seiscientos años. Lo miré fijamente y traté de imaginar cómo se sentiría ser


Bran o el Moro y ver estas cosas y recordarlas antes de que fueran construidas.
Para mirar alrededor de la ciudad y darse cuenta de que lo más antiguo en esta

Grupo Leyendas Oscuras | 94


ciudad vieja eras probablemente tú.

Adam estaría allí algún día, asumiendo que nada lo matara antes. No sé de
mí. No creo que nadie lo haga. Mi hermanastro, que también es hijo de Coyote,
dice que a veces vivimos mucho tiempo, medio mortal y medio avatar o
manitou3 o lo que sea que fueran Coyote y sus espíritus afines. Coyote me dijo
que estaba demasiado atrapado en nombrar las cosas, lo cual es una excusa
para no entenderlas. Tenía unos cuantos nombres para Coyote que yo era
demasiado amable para usar.

Estaba trotando por una callejuela muy estrecha, menos turística que las
primeras que había encontrado, cuando, entre un paso y el siguiente, todos los
pelos de mi cuerpo se elevaron.

Me encogí contra la pared por la que había estado caminando, tratando de


esconderme entre un escalón y un cubo de basura. La magia barrió la calle y se
detuvo junto a mí. Magia y algo que llamó a mi naturaleza sobrenatural de una
manera que nunca había sentido antes.

Mi escondite no había funcionado, así que salí para enfrentar… un fantasma.

Tengo una afinidad por los fantasmas, algo que heredé de mi padre, además
de ser capaz de convertirme en un coyote. Los veo cuando otras personas no lo

3 El Gran Espíritu, El Creador.


hacen. Solía pensar que sabía mucho sobre fantasmas, pero había empezado a
creer que nadie lo hacía. Por lo general trataba de no prestar atención a los
fantasmas porque les hacía prestar atención de nuevo.

Éste esperó con la misma absoluta quietud que había visto en Stefan y
algunos otros vampiros. Pero no era el fantasma de un vampiro, sí, hay cosas
así. No era algo que había visto antes. Nunca había visto un fantasma que
pudiera contener tanta magia como este.

La oscuridad se reunió alrededor de él, dándole tamaño sin forma. Al menos


diez pies, tal vez un poco más. Había una pesadez al respecto: se sentía denso.
El peso de la magia que sostenía, un tejido de magia lleno, en parte, con una
especie de poder que nunca había sentido antes, hacía difícil respirar.

Grupo Leyendas Oscuras | 95


Parte de la energía me pareció muy familiar, pero no pude ubicarla. No era
magia o brujería. Tal vez si no hubiera estado entrelazada con la sensación
totalmente ajena de la otra magia, podría haber situado donde lo había sentido
antes.

Dio otro paso, y la bruma de magia tocó mis pies, lavándome con un calor
extraño y limpio. Debería haberme asustado, ese sentimiento. Siempre que
cualquier magia se siente bien, ese es el momento de preocuparse.

Pero, sola en una ciudad extraña, con monstruos que me cazaban, cerré los
ojos, y la sombra alejó el cansancio, el dolor y el miedo que había estado
luchando desde que me desperté en la casa del Señor de la Noche. Me dio
consuelo, energía y luz, y también me alimentó. En ese momento, atrapada en
su magia, no me importaba. Sentí la magia acariciando los vínculos que
compartía con Adam y la manada y vacilando en ese otro vínculo.

Impulsivamente, tomé mi forma humana y me puse de pie ante el fantasma


del pasado de Praga con las manos abiertas y extendidas.

—No quiero hacerte daño a ti ni a los tuyos —le dije, no me sentía hombre ni
mujer. Para mis ojos humanos, estaba aún menos definido.

No había razón para suponer que hablara inglés. Pero las palabras habían
llegado a mi lengua por instinto —como metamorfo coyote— confiaba en mis
instintos más de lo que la mayoría de la gente hacía. Los fantasmas
generalmente me podían entender sin importar el idioma que hablara.

Me contempló durante un momento más, luego gritó con voz ronca, un


sonido de rabia, frustración y soledad que debería haber sacudido las ventanas
de los edificios cercanos, pero no lo hizo. Nadie vino a ver qué causaba el ruido.

Arroyos de magia se deslizaron por mi cara, como si me hubieran golpeado


con unas garras. La sensación se clavó en mis huesos como un metal caliente,
casi tan impactante como el torcer de la cálida alegría al miedo. Entonces todo,
la magia y todo, se disipó lentamente. Por un instante, vislumbré algo brillante
en el centro de su frente, letras que desaparecieron antes de la última magia. No
eran las letras de algún alfabeto que conociera, a pesar de que se asemejaban a

Grupo Leyendas Oscuras | 96


dos extrañamente escritas ‘N’ y una ‘X’. Podría haber sido árabe o ruso, pero
estaba bastante segura de que era hebreo y que las tres letras en conjunto
deletreaban emet, la verdad.

Porque acababa de conocer al Golem de Praga, o lo que quedaba de él de


todas formas.

¿Qué otro fantasma gigante estaría vagando por las calles de Praga en el
barrio judío en medio de la noche irradiando magia, excepto la leyenda local
más famosa?

En el siglo XVI, un reverendo y sabio rabino llamado Judah Loew ben


Bezalel, perturbado por una serie de ataques contra la gente que vivía en el
barrio judío, creó un golem, una criatura gigante hecha de arcilla. En la frente
de la criatura inscribió la palabra para la verdad. En tanto todas las cuentas
estaban de acuerdo. El final de la historia era otro asunto.

En algunas versiones, el rabino perdió el control del golem y se vio obligado


a destruirlo. En otra, la criatura se enamoró, y nada bueno llegó (en las
historias) de un monstruo que se enamora. En otra variación, cuando el rabino
murió, el golem se retiró al ático de la Sinagoga Vieja-Nueva y se acostó para
esperar a que su amo regresara. Muchas de las historias terminan con el cuerpo
de arcilla del golem que queda en el ático de la Sinagoga Vieja-Nueva, una
habitación accesible solo desde el exterior del edificio. Pensé que era poco
probable que todavía estuviera allí (si alguna vez había estado). Praga había
sido ocupada por los nazis, después de todo. Hitler, que había estado
obsesionado con todas las cosas mágicas, debió haber buscado allí.

Me quedé mirando la noche y temblé. Me alegré mucho de no haber estado


en esta ciudad cuando el golem vagó por las calles en su forma física.

Estaba tan cerca del mediodía como podía calcular por el sol cuando entré en
el restaurante que había ofrecido conexión inalámbrica a internet gratis. Me
había cepillado el pelo y lo había trenzado, asegurándolo con la banda que

Grupo Leyendas Oscuras | 97


había robado de la persona de la que había tomado el dinero. Caminé
directamente a las puertas marcadas por WC, habiendo leído suficientes
misterios británicos para saber que el WC era para el armario de agua, que es
un baño. La puerta del lavabo de las mujeres tenía una mujer con ojos de ciervo
vestida de rosa pintada por alguien que era mejor que un aficionado.

El baño estaba limpio y luminoso y tenía un montón de jabón y toallas de


papel. Me miré al espejo y vi que tenía un gran moretón en mi cara en el lado
opuesto a mi cicatriz. Mis ojos estaban oscurecidos y mis mejillas estaban
huecas. Mi coyote se había ayudado con la comida del mastín y un par de
roedores de forma inusual, pero eso era todo lo que había comido desde que los
vampiros me habían tomado. No tenía ni idea de cuánto tiempo había estado
inconsciente.

Me parecía a una víctima de abuso doméstico. Sonreí experimentalmente, y


para mi sorpresa, eso ayudó mucho.

En Praga, aparentemente, no utilizan euros. Ellos usan algo llamado koruna.


También en Praga, o al menos en el pequeño restaurante WI-FI en Praga, la
gente es amable.
Había diez personas en el restaurante, incluyendo el personal: cinco mujeres
checas, tres hombres checos y dos turistas rusos, ambas mujeres. Hablábamos
aproximadamente una docena de idiomas entre nosotros, aunque me hubiera
perdido una o dos, pero nadie hablaba inglés.

Uno de los rusos hablaba un poco de alemán. Ella no tenía tanto como yo,
aunque para ser justos, mi alemán tiende a ser el alemán de Zee —lo que no
estaba centrado en los coches y cosas mecánicas estaba más cerca de la lengua
hablada en Islandia (el cual no ha cambiado en los últimos mil años) que todo lo
que se habla en el moderno Berlín. Así que quizás su alemán estaba bien, y el
mío era el problema.

Creo que comprendió que me había separado de mi grupo, que es la historia

Grupo Leyendas Oscuras | 98


que inventé en el acto. Mi autobús, le expliqué, había ido a Milán con mi
equipaje y cosas. Iba a usar mi e-reader para navegar por Internet y llamar a
casa. La casa me transmitiría información.

Realmente era útil que ninguno de ellos pudiera hablar conmigo, porque
redujo el número de mentiras que tenía que decirles. Y también hacía más difícil
que me ofrecieran un lugar para quedarme, lo que creo que uno de los hombres
checos estaba ofreciendo. Nadie parecía preocupado, así que no creo que me
estuviera ofreciendo lo que parecía que estaba tratando de hacer.

Ellos (como colectivamente se sentía) tomaron mi billete de veinte euros y,


después de consultar un teléfono móvil para el tipo de cambio actual, contó
cuidadosamente 550 korunas en varias facturas y monedas. La camarera me
trajo un refresco y un sándwich grueso, desechando mis intentos de pagarla.

Saqué mi lector electrónico (robado) y lo encendí. No había cable de carga, o


lo habría tomado, y la barra de energía en la pantalla me dijo que tendría que
ser rápida, lo que era interesante con un lector electrónico que probablemente
tenía menos de la mitad de la potencia de cálculo de El reloj de Adam. La
creación de una cuenta genérica de correo electrónico en uno de los grandes
servidores anónimos —CoyoteGirl se hizo, al igual que varias variantes— tomó
demasiado tiempo. Necesitaba algo que preparara a la manada sin atraer la
atención. No tenía que preocuparme por el vampiro; estaba bastante segura de
que varias agencias gubernamentales estaban haciendo todo lo posible para
mantener un registro de nuestras correspondencias. 1COYOTELOST
funcionaría.

Escribí un correo electrónico corto que decía:

Querida gente,

Praga es encantadora en esta época del año. Deberíais visitarla.

Y luego lo envié a todos los que estaban en la manada (y algunos de ellos,


como el hijo de Zee, Tad y Tony) cuyas direcciones de correo electrónico
recordé. Entonces apagué el e-reader para conservar su batería. Comí el
sándwich y bebí el refresco.

Grupo Leyendas Oscuras | 99


Justo antes de apagarlo, el lector electrónico me había dicho que tenía un 20
por ciento de potencia y debería enchufarlo o podría apagarse. Sabía que debía
dejar el café, esperar unas horas y volver. Eso es lo que había planeado hacer.

Pero el atractivo de entrar en contacto con el hogar era demasiado fuerte.

Me dije que necesitaba saber sobre los hombres lobo de Praga. Si pudiera
reunir un poco de apoyo de ellos, podría ser útil. Si no, entonces podría subir a
un autobús hacia otro lugar y volver a intentarlo. Esperar hasta más tarde
podría no ser práctico, razoné. Había corrido a través del olor de tres hombres
lobo diferentes de camino aquí. En una ciudad del tamaño de Praga, con una
sola manada, significaba que la manada estaba centrada en el casco antiguo o
que me estaban cazando.

Incluso si no sabían de mí, la secuestrada por el Señor de la Noche, pero


posteriormente fugada compañera del Alfa de la Manada del Cuenca del
Columbia, los coyotes no huelen a los perros, no lo suficiente. Eventualmente, si
seguía corriendo alrededor a cuatro patas, se interesarían y me rastrearían.
Había tenido suerte anoche y no me gustaba confiar en la suerte. Necesitaba
saber si los hombres lobo de Praga estaban atados al Señor de la Noche en este
momento.

De Verdad.
Encendí el e-reader y revisé mi correo electrónico.

Tuve una respuesta de [email protected]. Decía:

Oh mal… conden… volando… mald… monos. ¿DÓNDE? ¿Estás a salvo? ¿Cómo


escapaste? ¿Conseguiste una mal… manera?

Los asteriscos eran suyos; aparentemente en su trabajo había tenido una


discusión sobre las palabrotas en los correos electrónicos profesionales con él.
Siendo Ben, en realidad había aumentado las palabrotas, pero añadió asteriscos.
Me hizo reír incluso cuando mis ojos se aguaron con alivio.

Por supuesto, Ben estaría comprobando su correo electrónico —era su


trabajo.

Grupo Leyendas Oscuras | 100


Praga. Como siempre. Como siempre. Sí. ¿Qué puedes decirme acerca de nuestros
compañeros de trabajo en Praga? Teniendo en cuenta dejarme caer para consultar.

Ben era originario de Gran Bretaña, así que podría tener más información
sobre los hombres lobo que yo.

Hairyb * ttbunnies, chica. Bien por ti. El jefe de Praga es peligroso. Tiene un
verdadero h ** don para el jefe en tu primer trabajo. Nadie más que los dos sabe por qué
lo he oído, y ha habido mucha discusión al respecto. Así que alguien está suprimiendo la
información. No nos ayudó cuando salimos del armario, algo que nuestro colega de
Praga estaba muy descontento. ¿Se puede evitar?

Bueno, entonces había sangre mala entre el Alfa aquí y… El jefe en mi primer
trabajo. Si llamaba a los compañeros de los hombres lobo, entonces mi primer
trabajo sería el grupo de hombres lobos en el que crecí. Así que Bran. Bueno,
eso podría explicar por qué pensé que había un problema con el Alfa aquí.
Podría haber oído una conversación en algún momento. No habría sido
importante para mí en ese momento, pero había presentado alguna alerta sobre
el Alfa de Praga.

¿Está trabajando con los italianos?


E-mailing de ida y vuelta no era tan bueno como mensajes de texto. El
servidor de correo electrónico anónimo tomó su propia descarga de tiempo
dulce.

No. Pero es la siguiente compañía más cercana, en Brno. Eran parte del Gévaudan y
ahora están asustados de Praga. Estoy al teléfono con el hermano de Sam ahora mismo.
El hermano de Sam dice que el CEO de Praga, Libor, podría conseguir una patada al
ayudarte como un movimiento de Superioridad con el padre de Sam, y porque odia a los
italianos más que a nadie. Posee una panadería en el casco antiguo. No sé la dirección.
Mi jefe se dirige a Italia. ¿Sabe que estás de visita en Praga?

Ben estaba hablando por teléfono con Charles, el hijo del Marrok, que era,
entre muchas otras cosas, un gurú de la información. Si él decía que Libor era

Grupo Leyendas Oscuras | 101


una buena apuesta, lo tomaría.

Él sabe que estoy por mi cuenta, y puede encontrarme vía GPS si necesita
encontrarme.

Sabría que el GPS era nuestro compañero de enlace porque eso era algo que
era bastante consistentemente bueno. El e-reader me dio otra advertencia.

Sin batería en el lector electrónico prestado, lo siento.

Envié el correo electrónico y el lector electrónico murió. No estaba segura si


había tenido tiempo de subir mi último mensaje o no. Volví a meter el
dispositivo en mi mochila. Cuando me preparé para irme, uno de los hombres
—creo que era el gerente del restaurante— trajo una bolsa de comida a la mesa
y me la dio.

Era un hombre mayor con buenos ojos y una voz retumbante, y olía a
cigarros y café. Dijo algo solemnemente como si estuviera haciendo un voto,
extendiéndose y acariciando suavemente mi mejilla magullada. Detrás de él, la
mujer mayor que había sacado mi almuerzo gratis se secó una lágrima.

No tenía ni idea de lo que decía, pero mi nariz podía oler el recuerdo de su


dolor y su sinceridad ahora. Me sentí como un fraude por un momento,
engañando a estas personas por creer que necesitaba ayuda. Y entonces recordé
que había sido violentamente secuestrada y transportada a Italia, y ahora
vagaba por Praga con un robo de ropa, 550 korunas, lo que se traducía en poco
más de veinte dólares, y un difunto lector electrónico. Tal vez necesitaba su
ayuda.

Me puse de puntillas y le besé la mejilla. Todo el lugar estalló en aplausos.

La gente es muy guay.

Alguna persona bastante fresca recogió mi bolso mientras estaba vagando


alrededor de la Ciudad Vieja intentando encontrar una panadería donde había
muchos hombres-lobo.

Grupo Leyendas Oscuras | 102


Había encontrado una panadería en la que un hombre lobo había entrado en
algún momento de ese día, pero el olor no era más fuerte en el edificio de lo que
había sido fuera. En algún lugar entre la panadería y la Plaza Wenceslao, una
plaza más moderna que la Plaza de la Ciudad Vieja, donde encontré un
McDonald's, alguien robó todo el dinero que tenía en uno de mis bolsillos.

Fue embarazoso.

Mi única excusa es que había un montón de gente vagando, y la mayoría de


ellos no prestaban atención al espacio personal de la forma en que los
estadounidenses lo hacían. Podría haber sido una de las veinte personas que
chocó conmigo.

Si la persona que había robado mi dinero estaba nerviosa, probablemente


habría podido atraparle porque lo habría olido. Había salido con unos diez
dólares, que apenas valían la pena, aunque fuera la mitad de mis recursos. Al
menos había sido lo suficientemente inteligente como para dividir mi dinero
entre los bolsillos.

Apresuradamente revisé mi mochila en su mayoría vacía, pero no habían


conseguido la comida ni el lector electrónico muerto. Compré un refresco
pequeño con mis fondos disminuidos y me senté en un lado de un banco al lado
de una estatua de un jinete y comí la comida antes de ser robada, también.
La mujer que amamantaba a su bebé en el otro extremo del banco no me
prestó atención. Un hombre con dos niños en el remolque trajo a la madre joven
una salchicha cocida al horno en un bollo y una botella de zumo de naranja.

Lamí lo último de mi comida de mis dedos, le di una sonrisa a la pequeña


familia feliz, y me alejé. La salchicha olía bien; me hizo… Reduje mis pasos…
me hizo pensar en casa.

—Disculpe —le dije a la familia—. ¿Alguno de ustedes habla inglés?

El más mayor de los niños, un muchacho de doce años, lo hacía. Y fue capaz
de decirme dónde habían comprado el almuerzo de su madre, un almuerzo que
olía muy débilmente para un hombre lobo.

Grupo Leyendas Oscuras | 103


La panadería estaba abajo por una de las calles estrechas en un edificio que
parecía que había crecido allí, a principios en algún momento del primer siglo.
Supongo que no era tan vieja… ni siquiera Praga, creo, era tan vieja… pero
había estado allí mucho tiempo. Se había apoderado de los edificios a ambos
lados del original, creciendo como China, tomando las civilizaciones anteriores
y reemplazándolas con las suyas. El olor a levadura y trigo era cálido y
acogedor cuando entré por la vieja puerta de pie en la línea.

La panadería resaltaba hasta la edad del edificio para el comercio turístico,


aunque un montón de gente en fila (de los olores que llevaban) parecían ser los
lugareños. Yo no era más vieja de lo que parecía, una bien conservada
treintañera. Mi énfasis en el grado de historia estaba más sesgado para la gente
y la política que la moda y las condiciones de vida. Todo eso significaba que no
sabía a ciencia cierta, pero pensé que la panadería sacudía una sensación
medieval muy desinfectada con todo su cálido aroma a levadura en lugar de
parecerse a una panadería durante la Edad Media actual.

La gente que se movía detrás del mostrador y llevaba bandejas a las mesas
llevaba ropa que parecía algo que un director había decidido que la gente
llevaba en Praga cuando el edificio había sido construido. Había una sensación
de vestuario que los hacía representativos en lugar de auténticos. No eran
uniformes, en el sentido de que no había dos trajes exactamente iguales, pero el
esquema de colores y el estilo general dejaban claro que cualquier persona que
llevaba los trajes trabajaba allí.

Un letrero pintado a mano que colgaba de la pared detrás de la barra decía a


los visitantes de habla inglesa que había habido una panadería aquí, en ese
lugar, durante más de 450 años. La señal en alemán decía lo mismo, y esperaba
que los otros cuatro carteles que colgaban alrededor de la panadería siguieran
su ejemplo en varios idiomas. Praga era una ciudad que atendía a los visitantes,
y esta panadería no era una excepción.

Cuando fue mi turno, un hombre de rostro joven con pantalones oscuros y

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una camisa blanca con mangas infladas que llevaba cintas muy bordadas me
saludó calurosamente.

—¿Hablas inglés? —pregunté.

—Por supuesto —dijo con un fuerte acento británico—. ¿Qué puedo traerte?
Tenemos hoy kolache de cereza, manzana y melocotones frescos de esta mañana.
Si usted está interesada en el almuerzo…

—Llamada a la Luna —dije en voz baja, bajo su charla practicada. Él me


escuchaba muy bien, pero no necesitaba que todos en la apretada panadería me
oyeran. Me dirigí a él con esa denominación porque mi nariz me dijo que era un
hombre lobo y porque mis palabras le dirían que yo sabía lo que era—. Necesito
hablar con Libor por negocios.

La sonrisa se congeló en su rostro, y él se detuvo en la mitad de la frase.

—Soy de Estados Unidos, de la manada de la Cuenca del Columbia —añadí.

Sus fosas nasales se encendieron.

—Solo dígaselo —le dije con impaciencia—. No puedo explicar las cosas
correctamente aquí.
Puso una mano sobre el mostrador y saltó fácilmente sobre él. Era un
movimiento dentro de las habilidades de un joven hombre de proeza física, que
era lo que parecía ser.

—Ven conmigo —dijo. Las palabras eran perentorias, pero su tono y su


manera no. Él me condujo a través de un arco estrecho a una habitación llena de
mesas y sillas para personas que querían comer sus comidas o almuerzos en el
interior, y la mayoría de las mesas estaban llenas.

Caminó con gracia entre las mesas, y yo lo seguí hasta una puerta en el fondo
de la habitación. Me llevó a una zona ajardinada. Al igual que el patio donde
había vivido el mastín, era el centro del bloque rodeado de edificios, pero
abierto al aire. Había también mesas aquí, pero ninguna de ellas estaba

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ocupada.

—No eres un hombre lobo —dijo mi guía.

—Mi compañero lo es —le dije.

—Si quisieras esperar aquí —me dijo el hombre lobo—, dejaré que Libor sepa
que quieres verlo.

—No tendrá elección —le dije, y él se puso rígido—. La curiosidad, por lo


menos, lo hará salir. Dile que soy la compañera del Alfa de la Manada del
Cuenca del Columbia y que estoy huyendo del Señor de la Noche, que me
secuestró.

—¿Bonarata? —exclamó el hombre lobo, entonces levantó una mano cuando


empecé a explicar más—. No necesitas hablar conmigo. Se lo haré saber a Libor.
Puede que pase un tiempo. —Se fue.

Un rato estaba bien. Pronto se hizo evidente que si Libor quería verme, no
era una prioridad. Esperé sobre mis pies durante diez o quince minutos hasta
que uno de los camareros humanos —y no uno que hablaba inglés— trajo una
bandeja con una de esas salchichas envueltas en pan horneado que me habían
traído aquí, tres pasteles que parecían una rosca llena de varios rellenos de
fruta, y un vaso alto de limonada.
La mujer preocupada miró su bandeja, luego a las mesas. Escogí una con un
asiento de aspecto cómodo que se apoyaba en una de las paredes circundantes
y me senté para poder colocar la bandeja. Ella sonrió, luego dijo algo con una
voz feliz antes de salir del jardín y regresar a la panadería.

Me dejaron sola para comer al sol de la tarde. Aunque me había comido una
comida bastante grande, no tuve problemas para comer una segunda. Terminé
la comida y la bebida y dejé la bandeja a un lado.

El sol me calentaba la espalda y los pájaros cantaban en los árboles y mis


párpados, cosas estúpidas, decidieron que el calor, los sonidos suaves y el olor
de los hombres lobo significaban que era seguro dormir. Me levanté y caminé
por la pequeña zona, tratando de permanecer despierta.

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No había dormido anoche.

Sabía, sin reconocerlo, que cuando empezaba a hablar con cosas muertas,
otros fantasmas parecían sentirlo. Hace unos meses, después de un encuentro
bastante violento con un fantasma, había pasado días con fantasmas
siguiéndome.

Los fantasmas son en su mayoría fragmentos de personas, de emociones,


dejados atrás, por lo que era como ser seguida por zombis. Quieren que haga
algo por ellos, pero no queda suficiente para comunicar exactamente lo que es.

Sobre todo, cuando descubría lo que necesitaban, no era nada que pudiera
hacer. No podía arreglar la vida que vivieron, a la gente que fallaron. No podía
devolverles la vida.

De todos modos, no sabía exactamente lo que el golem había sido, excepto


que era complicado. Pero evidentemente había encendido mi circuito de
atracción de fantasmas para aturdirme. A juzgar por los resultados, mi reunión
con el golem me había iluminado como un objetivo para cualquier fantasma en
la zona. Los efectos persistentes aseguraron que mi pequeño rincón seguro al
lado del río había sido invadido toda la noche por fantasmas. Una ciudad tan
antigua como Praga recoge una gran cantidad de fantasmas a lo largo del
camino. El peor de ellos había sido una víctima de ahogamiento.
Había hecho todo lo posible por ignorarlo; sin embargo, era cierto que los
fantasmas ahogados olían como el cuerpo de agua en el que se ahogan. El
Vltava olía como cualquier otro río desde la parte superior, pero evidentemente
haber sido ocupado por seres humanos durante más de un milenio significaba
que el fondo estaba lleno de cosas podridas. Y también había aprendido algo
nuevo anoche. Al parecer, algunos fantasmas ahogados eran como las historias,
que podrían gotear agua real. Ser goteado por un fantasma de olor fétido toda
la noche no había sido propicio para dormir.

Aunque había habido algunos fantasmas cuando había seguido al hombre


lobo a través de la panadería, no habían sido chorreantes o malolientes, apenas
apagados recuerdos de la gente que una vez trabajó o vivió en los edificios.
Habían pasado por mí y por los visitantes. Y todo lo que el golem había

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llamado en mí se había desvanecido lo suficiente como para que no se hubieran
dado cuenta de mí en absoluto. Le había devuelto el favor.

No había fantasmas en el pequeño jardín iluminado por el sol donde estaba.


Los sonidos de las calles llenas de turistas se silenciaron. Fuera lo que fuera a
sucederme, no iba a ser atacada, robada ni detenida en este pequeño jardín
hasta que el Alfa de Praga viniera a verme.

Me senté en la mesa que había reclamado por mi cuenta. Puse mi cabeza


hacia abajo y cerré los ojos, dejando que los dulces perfumes de fruta rellena y
glaseado de azúcar permanecieran en mis sentidos mientras me quedaba
dormida.
Capítulo 5

Capitulo 5
Adam

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Mientras yo viajaba en autobús, Adam lo hacía en un lujoso jet privado.
Esto es un ejemplo de cómo va mi vida.

—¿Has hablado con ella? —preguntó Elizaveta en ruso mientras ponía el


collar reparado de Mercy en la mano de Adam.

Elizaveta por lo general le hablaba en ruso, y generalmente eso estaba bien.


La madre de Adam había hablado ruso en su casa durante su infancia,
dejándolo casi tan fluído como lo era el inglés.

Pero dejar atrás a Mercy cuando acababa de encontrarla era doloroso. Y lo


que sea que la vieja bruja había hecho para permitirle ponerse en contacto con
Mercy, ahora que su breve conversación había terminado, había dejado a la
magia del hombre lobo, tanto sus lazos con la manada como el vínculo de su
compañera, en un estado de indignación, un estado doloroso. La combinación
de la pérdida y el dolor lo dejó incapaz de hablar en ruso o inglés.
Cerró los dedos alrededor del collar y respiró profundamente. Cuando esto
no fue suficiente, cerró los ojos y apoyó la cabeza en el respaldo del asiento del
avión. Su lobo estaba luchando por el control de una manera que no lo había
hecho desde que era muy nuevo, lo había estado más o menos desde que Mercy
había desaparecido.

Se había olvidado de lo agotador que era luchar contra la bestia en una


parada completa. Había tenido décadas para caer en la complacencia, creer que
tenía un agarre en las cosas cuando podrían ponerse feas. Mientras las horas
habían pasado, y Mercy no estaba más cerca de lo que había estado, el lobo
había luchado y luchado y luchado.

Cuando su vínculo de pareja había encontrado de nuevo a Mercy, aunque la

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señal había sido débil, justo después de que se montara en el avión, había
pensado que estaría de vuelta a la normalidad. Pero una vez que el lobo
descubrió cuán lejos estaba Mercy, lo mal que el vínculo estaba funcionando…
Había encontrado un rincón tranquilo en el avión diseñado para complacer a
los tipos de personas que alquilaban jets privados como una cuestión de rutina
y había estado tratando de meditar para mantener a su bestia bajo control
cuando Elizaveta lo encontró.

Se había sentado en el suelo junto a él con una facilidad que una mujer de su
edad no debería haber tenido y le entregó una pequeña botella de vodka rusa.

Se la había devuelto.

—Gracias, pero no en este momento.

Ella tomó la botella y bebió un largo trago antes de taparla y metérsela en


algún lugar de las capas de su ropa.

—Romper el vínculo de compañeros de un hombre lobo —dijo Elizaveta—,


eso es algo muy difícil, ¿pero bloquearlo? —Se rio suavemente y le palmeó la
mejilla—. Ese tipo de cosa es juego de niños, para alguien como yo. Las brujas
como yo y hombres lobo como tú, han existido en los mismos lugares durante
siglos. Mucho del conocimiento popular sobre los hombres lobo se ha
transmitido en mi familia y otras.
Ella hablaba en ruso y el lobo se calmó cuando se permitió ser reconfortado
por la forma en que le trajo los recuerdos de su infancia en la que su madre
estaba sentada junto a él y le explicaba cómo funciona el mundo en el mismo
tono de voz.

—Tengo un libro escrito por mi bisabuela —dijo—. Todo trata de hombres


lobo. Una sección entera trata de los vínculos de apareamiento y de la manada,
los cuales son diferentes aspectos de la misma magia. Estoy segura de que
muchas familias de brujas tienen copias de este libro, o uno parecido. Nos habló
de un tipo específico de círculo de protección, uno que no deja pasar la magia
dentro o fuera, que bloqueará el vínculo. Con un día de trabajo, podría armar
algo que podría hacerlo durante unas horas. Dame una semana y los
ingredientes adecuados, y podría bloquearlo por más tiempo.

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—Entonces, ¿el hecho de que pueda sentirla ahora es solo una señal de que lo
que han estado utilizando para bloquear nuestro vínculo de compañeros se ha
quemado? —preguntó.

—Una señal de que algo ha cambiado —dijo Elizaveta. Frunció los labios y
asintió para sí misma—. Tal vez podríamos preguntarle.

—Lo he intentado —le dijo Adam—. Creo que nuestro vínculo está
funcionando muy bien, pero estamos demasiado lejos. Sin la manada para hacer
uso del poder, podríamos tener que estar en la misma ciudad para hacer
verdadero contacto.

Elizaveta resopló.

—Adya, me subestimas. Si tienes algo de Mercy, puedo usar tu vínculo para


darte unos minutos para hablar.

En ese momento, habría dado su corazón, sacado de su pecho con el fin de


escuchar la voz de Mercy. Pero eso habría sido tonto, y al final, todo lo que
Elizaveta había necesitado había sido el collar de Mercy.

No era estúpido, así que le hizo trabajar su magia en la más grande de las
habitaciones en ese gran avión de modo que los vampiros y Honey estuvieran
allí si algo salía mal y perdía el control.
Elizaveta no le había fallado de nuevo, como siempre lo había hecho.

Así que ahora sabía que Mercy estaba viva.

Con los ojos cerrados, el corazón palpitante, Adam presionó su cuerpo hacia
atrás en la silla de cuero. Mercy incluso se había rescatado a sí misma de los
monstruos. Pero ahora estaba perdida y sola en algún lugar de Europa. Tanto él
como su lobo encontraron eso inaceptable, pero mucho, mucho mejor que saber
que estaba sangrando y en manos de los vampiros, lo que era todo lo que había
tenido antes.

El monstruo dentro de él no quería viajar a Italia y lidiar con un vampiro.


Quería ir a Italia y matar a todos los vampiros. Todos ellos en todas partes.
Luego, buscar a Mercy, llevarla a casa, y atrincherarla en su casa para que nadie

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más pudiera llevársela de ellos. Parte del problema de Adam en poner al lobo
bajo control era que se sentía más o menos de la misma manera. Solo su
inteligencia podía ver lo desastroso que podría ser. Aun así, su corazón luchó
del lado del monstruo.

Elizaveta, él sabía porque podía oler el tenue olor de su perfume, una mezcla
de aceite de árbol de té y hierbas, le besó la frente. Luego se levantó y dijo:

—Soy una mujer vieja y esto me ha cansado.

—Y te ha lastimado —dijo, abriendo los ojos para mirarla.

La brujería era impulsada por el dolor, de la bruja o de otra persona. Había


clavado un cuchillo en su antebrazo lleno de cicatrices y cortado un trozo de
piel. Cuando lo quemó en el incienso, había tenido que apretar los dientes,
como si quemar la carne le hubiera hecho aún más daño a ella.

—Lo siento —le dijo.

—No te preocupes, Adya —dijo—. Un poco de dolor, y se ha ido. El dolor y


yo somos viejos amigos. Voy a utilizar uno de los cuartos traseros y dormiré en
el sofá.

Mercy tenía miedo a la vieja bruja, como debería ser. Elizaveta era peligrosa.
Su propia familia estaba aterrada de ella. Pero a Adam le recordaba a su madre,
su acento, la forma en que olía, sus giros de frases, y no podía tener miedo de
ella.

—Dulces sueños —le dijo, y ella le sonrió con los ojos.

Nadie habló hasta que salió de la habitación.

—Entonces, ¿de qué te enteraste? —preguntó Stefan.

—¿Bonarata ha lastimado a Mercy? —preguntó Marsilia.

Adam se dio cuenta de que no lo sabía, y eso sacó de quicio al lobo de nuevo.
Apretó los dientes y luchó por el control. Si Bonarata le había hecho algo a
Mercy, lo habría sabido. Se encontraba bien. Cansada. Triste. Pero desafiante,
incluso hacia él, y divertida. Se encontraba bien.

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—¿Adam? —preguntó Marsilia.

—Déjalo —gruñó Honey—. Necesita un momento.

A Honey no le había hecho gracia que Adam la hubiera elegido para viajar
con los vampiros. No tenía mucha experiencia con ellos y así era como lo habría
preferido.

Le había explicado que la necesitaba porque el Señor de la Noche era adicto a


la sangre de hombres lobo, y prefería a las hembras en un grado que era
bastante raro en una criatura tan antigua como él. La mayoría de los
depredadores se volvían bastante prácticos sobre su comida después de unos
pocos siglos. Adam tenía la intención de utilizar a Honey, si pudiera, para
distraer a Bonarata. Confiaba en que ella fuera capaz de defenderse del Señor
de la Noche si todo llegaba a torcerse.

Para probar eso, no importaba que tan viejo fuera Adam pues nunca
entendería a las mujeres, decirle a Honey que estaba usándola como cebo para
el vampiro más desagradable en el planeta la hacía más feliz con su decisión.
—Realmente no es solo Mercy —había dicho ella.

—¿El qué no es solo Mercy?

—La razón por la que mi estatus en la manada ha crecido —dijo—. Me


pareció que era simplemente Mercy que estaba detrás de la sacudida en la
organización de la manada.

—No, Honey —le había dicho—. Eres tú. Siempre lo has sido.

—Bonarata tiene a un hombre lobo de mascota —dijo Honey.

—Lo sé. —Esperó a que ella profundizara, porque Honey no era muy dada a
las conversaciones casuales.

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—Lenka —dijo—. No la conocía muy bien, pero ella y Peter fueron amantes
antes de conocerlo. Su primera, como humano y hombre lobo. No estaban
enamorados, ninguno de ellos, pero a él le gustaba, incluso después de que
escogiera al alfa en lugar de a Peter. Eso lo dejó a la deriva, sin embargo, hasta
que encontró a mi manada. Y a mí. Siempre pensé que le debía eso a ella.

Adam puso una mano en su hombro. Los hombres lobo necesitaban contacto
más que los humanos. Le había llevado mucho tiempo comprender la
importancia del toque, pero no lo olvidaba ahora.

—Ella era fuerte —dijo Honey en voz baja—. Fuerte, valiente y leal. Tenía
una brújula moral que siempre apuntaba hacia el norte. Era como Mercy en eso,
pero sin el sentido del humor, Lenka se tomaba a sí misma y al mundo muy en
serio. —Honey cerró los ojos y apoyó la mejilla en su mano—. Cuando Bonarata
se la llevó, estábamos en Rusia. Peter no descansaba y le gustaba viajar.

Los lobos sumisos, y sus compañeros, eran bienvenidos en cualquier manada


a quienes ellos escogían por honrar con su presencia. Los alfas prácticamente
necesitaban un tratado redactado para moverse. Solo el secuestro de Mercy
significaba que no tenía que preocuparse por la política que por lo general era
una parte fundamental de cualquier plan de viaje que hiciera.

—No oímos sobre esto por casi una década —dijo Honey—. Cómo Bonarata
mató a toda la manada, la primera manada de Peter. La mayor parte de la
manada, de todos modos. No mató a Zanobi o a Lenka, oímos cómo eso fue
mucho peor. Peter se había vuelto loco. —Su respiración era dificultosa, como si
le doliera arrastrar el aire y dejarlo salir.

Pero no dijo nada acerca de por qué Peter no había hecho algo, o si lo había
intentado y lo que había sucedido. Conociendo a Peter como lo había hecho,
Adam no podía creer que Peter no hubiera intentado alguna cosa.

—¿Te reconocerá Bonarata? —le preguntó Adam.

—No —dijo—. Nunca nos conocimos.

Honey se había alejado de su contacto entonces. Se secó los ojos con sus
pulgares, y él fingió no verlo. Apartó la mirada por un momento y luego lo

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miró a los ojos.

—¿Crees que puedo hacer esto? No sé nada acerca de los vampiros.

—Creo —dijo Adam lentamente—, que nunca has decepcionado a nadie en


tu vida. No vas a fallar por ninguna otra razón distinta a que el antiguo
vampiro es demasiado fuerte, demasiado inteligente o porque el resto de
nosotros te falle. Creo honestamente que eres nuestra mejor esperanza de ganar.

Después de un momento, asintió.

—Bien. Lo haré lo mejor que pueda.

Bonarata había enviado el segundo e-mail para entonces, el que Marsilia


había predicho. Había llegado muy temprano en la mañana, justo antes de que
los vampiros se retiraran para el día. El correo había sido… una verdadera
pieza de ficción.

Bonarata había estado viniendo a visitar a Marsilia cuando se había topado


con el terrible accidente. La compañera del oh-tan-famoso Adam Hauptman se
estaba muriendo de un trágico accidente automovilístico. La había recogido y se
la llevó a su casa, donde el sanador a su servicio la había curado. Una vez hecho
esto, estuvo preocupado por otros daños que vinieran hacia ella, como su
salvador sentía algo de responsabilidad por su continua seguridad. Por
consiguiente, invitaba tanto a Marsilia como a Adam a venir a Milán y
convencerlo de que Mercy estaría a salvo a su cuidado. Les permitía dos
personas a cada uno, así como el piloto y el copiloto del avión.

¿No era eso estupendo de su parte? El problema era que el Señor de la Noche
en realidad era lo suficientemente poderoso como para que fuera necesario
seguirle el juego, siempre y cuando él estuviera dispuesto a evitar el ataque
directo. Adam no tomó la palabra de Marsilia sobre eso sin más: había llamado
a Charles. Y la información no era lo único para lo que había llamado a Charles.

—Necesito un piloto —le dijo Adam al hijo del Marrok, después de absorber
todo lo que Charles sabía sobre el Maestro de Milán. Ambos sabían que estaba
preguntando si Charles sería ese piloto.

—Papá dice que no puedo hacerlo. —El tono de su voz le dijo a Adam que

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Charles no estaba contento con eso. Adam ni siquiera preguntó cómo Bran se
había enterado de lo de Mercy. La manada de Adam lo sabía y alguien habría
llamado al Marrok para mantenerlo informado. La Manada de la Cuenca del
Columbia podría ya no estar afiliada con el Marrok, pero la costumbre era una
cosa difícil.

Charles siguió hablando.

—Está manteniendo su distancia de ti para salvarnos a todos, dijo. Hay


demasiadas personas que me conocen. Tiene razón en eso. Dijo que lo más
probable es que Bonarata espera que yo sea tu piloto; de lo contrario, no habría
hecho tal referencia directa a la tripulación de vuelo. La gente como él no presta
ninguna atención al personal.

Por supuesto. Adam había pasado por alto eso. Había estado distraído.

—Tiene razón —dijo Adam—. Por supuesto que tiene razón. Y si no eres una
sorpresa, entonces te conviertes…

—Papá lo llamó un ‘rehén complicado’ —dijo Charles secamente—. Le dije


que podía protegerme a mí mismo, y me dieron una conferencia sobre la
diplomacia. Al parecer, ese no era el punto. Si voy, puedo convertirme en un
hilo que conduce a mi padre. Lo que me hace muy interesante, demasiado
interesante para el delicado balance de las costumbres y poder que Marsilia está
organizando con la esperanza de conseguir que todos, incluyendo a Mercy,
vuelvan a casa seguros. Él podría estar dispuesto a deshacerse de todos los
demás para tener la oportunidad de eliminar a mi padre, así que tengo que
permanecer aquí. Podría tener la posibilidad de todos modos, pero da la
casualidad de que, he tenido un encontronazo o tres con Bonarata; conoce mi
rostro. —Charles se aclaró la garganta—. Papá me dijo que te diga que él espera
y confía mucho en que logres traer a Mercy a casa sana y salva.

Después de eso, Adam no había dormido desde que los vampiros se habían
llevado a Mercy, y estaba empezando a afectarlo. Pero aún estaba lo
suficientemente cuerdo como para confiar en el juicio de Bran.

—Si dice que no serías un activo, probablemente tenga razón. —¿Dónde lo

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dejaba eso? Oh, sí—. Entonces, ¿sabes de un avión que podamos contratar para
llevarnos a Italia? ¿Alguien que no se sorprenda ni se preocupe por llevar
vampiros y hombres lobo?

La firma de Adam tenía dos o tres compañías de alquiler que utilizaban. Pero
los vampiros añadían un serio problema a la cosa, no podían darse el lujo de
que la humanidad averiguara sobre los vampiros. Vietnam sería una fiesta de té
del jardín de niños en comparación con lo que sucedería si la gente descubriera
que había vampiros que se alimentaban de ellos y jugaban con sus mentes.

—Con eso puedo ayudarte —dijo Charles, y le dio a Adam un número de


teléfono—. Es una empresa pequeña pero lo suficientemente grande para esto.
El piloto y dueño de la compañía, Harris, es un goblin, por lo que no tendrás
que ocultarle nada. Sale de California del Norte. —Su voz se suavizó—. Es un
buen piloto. Va a llevarte a donde te dirijas. Luego puedes traer a nuestra
Mercy a casa antes de que destruya las propiedades del Señor de la Noche y
provoque una guerra.

Adam no pudo evitar reírse. Ella lo haría también, si pudiera. Pero incluso si
pensaba que era indestructible, él era más sensato.

—Gracias —dijo Adam, con la voz entrecortada—. Necesitaba el


recordatorio. Mercy es bastante buena en la supervivencia.
—Es una cosa de Coyote, la supervivencia —dijo Charles. Y Adam se dio
cuenta repentinamente de que también Charles, comprendía bien en cuanto a lo
que la identidad del verdadero padre de Mercy se refería—. Duerme un poco,
Adam. Te estás volviendo lento y no puedes permitirte el lujo de ser cualquier
cosa menos que el mejor.

Había seguido el consejo de Charles sobre el avión y lo del sueño. Se había


decidido por Honey. Luego había tomado la difícil decisión de quien sería su
segunda persona. Aiden estaba fuera, era un objetivo para los faes. Adam no
tenía los recursos para proteger al chico y recuperar a Mercy al mismo tiempo,

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no importaba cuán útil fuera el toque de fuego de Aiden. Joel estaba fuera
porque sin Aiden para ayudarle a controlar el espíritu de fuego del tibicenas
que tenía, era muy probable que fuera un pasivo.

En otra ocasión, Adam se sentiría bastante bien sobre llevar a Warren o a


Darryl y dejar a la manada con solo uno de sus dos mejores subordinados. Pero
justo ahora había demasiadas bolas en el aire.

El estatus de Aiden del más deseado por los faes era el mayor problema.
Aunque los Señores Grises habían acordado que lo dejarían en paz, los
acontecimientos recientes habían disminuido la fe de Adam de que tenían el
control absoluto, incluso de sus compañeros Señores Grises.

Aiden representaba demasiado poder posible, y la ausencia de ambos, Adam


y Mercy, sería un momento tentador para que algunos faes independientes
hicieran un movimiento. Sobre todo, porque Mercy había sido secuestrada, lo
que los hacía parecer débiles. Al igual que los hombres lobo, los faes eran
depredadores, y la debilidad sería una tentación casi irresistible.

Y los recursos de la manada estaban forzados a tratar de hacer seguro su


territorio de los depredadores sobrenaturales. Era un delicado equilibrio que
necesitaría tanto a Warren como a Darryl para mantener a raya los problemas
en casa cuando Adam se fuera.
Pero el ataque no había sido dirigido solamente a los hombres lobo, no
importaba lo personal que fuera. Había sido dirigido a la coalición de poderes
sobrenaturales que Bonarata parecía creer que existía en Tri-Cities, la creencia
de que Marsilia había estado alentándolo durante mucho tiempo.

Por lo que debían viajar con una buena representación de los miembros de su
grupo imaginario de apoyo, ¿verdad? Adam apreciaba la ironía de que el
ataque de Bonarata estaba haciendo realidad la alianza cuya existencia
imaginaria, probablemente, era el catalizador para que el Maestro de Milán
secuestrara a Mercy. Así que se había puesto en contacto con Marsilia y sugirió
que en lugar de tres vampiros y tres hombres lobo, tal vez deberían encontrar
un par de otras personas para llevar.

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Marsilia no había sido difícil de convencer. Como ella había dicho, solo había
otros dos Maestros Vampiros en Tri-Cities. Uno de ellos era un loco y su lealtad
era dudosa, y no quería ponerlo en contacto con Bonarata. Stefan había
aceptado ir, pero todavía habría tenido que llevar al menos un vampiro
subalterno, lo que sería una admisión tácita de debilidad.

Se decidieron por un representante de los goblins. Adam no hubiera sabido


quién era el líder de los goblins en Tri-Cities, pero Marsilia sí, y había aceptado
venir. No eran una raza de larga vida, como los faes, pero eran inteligentes y
más poderosos que el crédito correspondiente de lo que la mayoría de la gente
les daba. A Adam le gusta que a menudo fueran subestimados. A Marsilia le
gustaba que fueran viejos aliados suyos. Eran, Adam había encontrado, más
fiables y extrañamente honorables para ser uno de los faes.

En cuanto a Adam, su primera selección para la ranura vacía era Zee. El viejo
fae se había quejado y gruñido, porque quería muchísimo venir, pero
finalmente le dijo a Adam que no iba a ser un activo. Al igual que Aiden, era
demasiado probable que atrajera ataques de intereses ajenos que de otro modo
se mantendrían al margen de los asuntos que no les afectaban. Por otra parte, él
y Bonarata habían tenido interacción en el pasado. Una en la que el vampiro no
había salido victorioso. Si iban a tratar de negociar, Marsilia y Charles (llegaron
a la conclusión por separado) creían que la mejor manera de conseguir a Mercy
con vida, era que Zee entonces no podría venir. Adam no se lo había pedido a
Tad. Al igual que Aiden, era demasiado probable que Tad fuera un objetivo
para los faes europeos en busca de poder. Igualmente era posible que atrajera el
fuego destinado a Zee.

Adam no confiaba en ningún otro fae lo suficientemente para ponerlos en


esto. Así que se lo había pedido a Elizaveta Arkadyevna Vyshnevetskaya y la
vieja bruja rusa había estado muy contenta de aceptar.

Muy contenta.

Estaba contento de que hubiera accedido a venir, también.

Su bestia, su corazón, su abusada magia de la manada habían sufrido,


disminuyendo con el tiempo. Al abrir los ojos para ver qué, aparte de la bruja,

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todos estaban todavía reunidos en la más pequeña de las salas de estar del
avión.

Honey estaba sentada a su izquierda, Stefan a su derecha. Marsilia y Honey


estaban en asientos enfrentados, el vacío de Elizaveta en el medio. El goblin
estaba sentado sobre sus talones en la pasarela y se veía perfectamente cómodo
así.

Con las sombras, el tranquilo ruido de los motores era la única indicación
real de que estaban en un avión. Este avión había sido construido para llevar a
los capitanes de la industria, los jeques y príncipes. El suelo estaba alfombrado,
los asientos eran de cuero cremoso y pulido.

—Adam —dijo Marsilia después de un momento, su voz extrañamente


suave. Ella preguntó—: ¿Estás bien? ¿Has hablado con ella?

Se frotó el rostro y se acercó al borde de su asiento.

—Sí. —Les dio a sus compañeros una sonrisa genuina—. Ya conoces a


Mercy. Se escapó y ahora está viajando a algún lugar en el maletero de un
autobús. ¿Cómo cambia eso nuestro juego?

—Estará furioso —dijo Marsilia. Sonrió, una expresión sorprendentemente


dulce en una mujer tan peligrosa—. De alguna manera, cuando está
destruyendo los planes cuidadosamente trazados de otras personas, no es tan
molesta.

—Fabuloso —dijo el goblin—. Vaya coyote inteligente es tu Mercy.

Mercy había parecido desgastada, pero Adam nunca admitiría eso en la


presente compañía. ‘Nunca admitir debilidad ante tus enemigos’, había sido su
mantra mucho antes de que hubiera sido Cambiado y no traicionaría a Mercy,
tampoco. Acababa de conocer al goblin y Marsilia no era una fan de su esposa.

—¿Seguimos a Milán? —preguntó Adam—. ¿O nos desviamos a otro país y


tratamos de encontrar a Mercy antes de que la encuentre?

—Milán —dijo Stefan—. Este no es un incidente aislado, algo que solo hará

Grupo Leyendas Oscuras | 120


una vez. La próxima vez, podría hacer un movimiento más letal.

—¿Qué pasa si los fae se alinean con nosotros? —preguntó Honey—. ¿Sería
eso suficiente para que retroceda?

El goblin, que respondía al nombre humano de Larry Sethaway, negó con la


cabeza.

—Nunca va a pasar —dijo—. El fae preferiría ver la batalla, luego, recoger los
cadáveres como los cuervos que son. ―Sonrió brevemente, plenamente
consciente de que, en el mundo sobrenatural, fueron los goblins los que eran
considerados como carroñeros—. Casi no se puede lograr que todos ellos
apunten en una misma dirección si todos estuvieran muriendo de sed y solo
hubiera un lugar para conseguir agua. No me refiero como no combatientes,
sino que los mantendría rápidamente fuera del campo. No sabes a quién van a
decidir matar primero, a sus enemigos o a ti.

Los goblins no se consideraban faes, aunque lo contrario no era cierto. La


mayoría de los faes consideraban a los goblins como una especie de primos de
baja cuna, débiles, estúpidos. Algunos de los faes los consideraban alimento y
los goblins nunca olvidaron eso.

Larry podría pasar por humano, aunque algunos de su especie no. Cuando
los había recibido en el aeropuerto, había estado usando gafas oscuras para
cubrir sus ojos de color amarillo-verdoso y guantes de cuero para ocultar sus
manos de cuatro dedos. Aquí, en el avión, se los había quitado ambos.

—Estoy de acuerdo —dijo Marsilia—. Tanto con Larry como con Stefan. —
Sonrió un poco, la sonrisa de un gato—. No vamos a decirle que sabemos que
ella se ha ido. Vamos a ver lo que decide hacer ahora que la ha perdido.

—¿Va a creer que no lo sabemos? —preguntó Honey—. Es la compañera de


Adam.

—La única razón por la que sabemos que escapó se debe a que Elizaveta fue
capaz de utilizar su vínculo para trabajar su propia magia —respondió Marsilia.

Stefan asintió.

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—Y Wulfe le dijo que su vínculo de compañeros es errático. Si actúas como si
no lo sabes, probablemente lo creerá.

—Podría simplemente decirnos que se escapó —dijo Marsilia—. Pero no creo


que lo haga. Se revelaría una debilidad, un error. No le gusta admitir errores
reales, solo los que pretende.

—Como si la hubiese matado —murmuró Stefan—. Vaya. Accidentalmente


maté a tu esposa, la pobre. Espero que no te importara demasiado. Es solo que
no conozco mi propia fuerza.

—¿Haría eso? —preguntó Honey—. ¿Si ella no hubiera logrado escapar?

Stefan miró a Marsilia, quien miró subrepticiamente a Adam.

—Estoy muy contenta de que Mercy lograra escapar —dijo Marsilia


finalmente. Adam conocía la diplomacia cuando la oía.

—¿Qué habrías hecho conmigo —dijo Adam en voz muy baja—, si la hubiese
matado mientras estabas atrapada aquí conmigo?

Ella encontró su mirada con la suya.

—Matarte con todos los demás si perdías el control o destruías este avión —
dijo—. Pero no le habrías dado a Iacopo… Jacob —Se corrigió con una sonrisa
fría—. No le habrías permitido una victoria tan fácil como esa. Te conozco
demasiado bien. Pero Mercy no está muerta. —Se inclinó hacia delante—. No te
he mentido acerca del peligro que enfrentamos. Creo que podemos salir de aquí
sin nada peor que un viaje no planeado a Europa. Pero hay una oportunidad
igual de que vaya a empezar a matar, y si lo hace, todos vamos a morir.

Larry inclinó la cabeza en la dirección de la cabina del piloto.

—¿Incluyendo nuestro piloto y copiloto? Es una pena. Es bastante lindo para


ser uno de los nuestros. —El piloto, quería decir. El copiloto era un hombre
lobo, aunque no Charles.

Marsilia sonrió al goblin, y Adam se dio cuenta, tanto para su sorpresa, que a
ella realmente le gustaba Larry. No estaba acostumbrado a asociar a Marsilia

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con una… emoción tan suave como esa.

—Sin coqueteos hasta que volvamos a casa y tu esposa no pueda culparme


—dijo.

Larry se encogió de hombros.

—No hace daño mirar, ¿verdad?

Stefan se puso rígido. Miró a Adam.

—Mercy está tratando de llamar mi atención. ¿Tienes algún mensaje para


ella?

—Dile que se mantenga a salvo —dijo Adam—. Ve si sabe dónde está.

Notó que el vínculo de Stefan con Mercy era capaz de funcionar a una
distancia mayor que el vínculo de pareja. No le gustó, pero hizo una nota de
ello.

Stefan sonrió compasivamente.

—Es una cosa simple —le dijo a Adam—, el lazo entre el vampiro y la presa,
que el que existe entre compañeros, como el vínculo entre el maestro y el
esclavo, es más simple que un matrimonio. Y Mercy está sangrando. —Levantó
una mano tranquilizadora—. Solo de unas pocas heridas pequeñas. Pero la
sangre alimenta su llamada.

Sacó una navaja y cortó una herida superficial en su pulgar. Se puso el punto
de sangrado en la boca, luego se congeló.

Adam estaba determinado a no estar celoso. Estaba demasiado preocupado


por Mercy para estar celoso. Si era capaz de ponerse en contacto con el
vampiro, entonces tenían dos formas de encontrarla.

Dos, era mejor que una. Si Adam moría aquí, Stefan aún podría poner a salvo
a Mercy.

Incluso el lobo pensaba así.

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Volvía a ser de noche cuando aterrizaron en el aeropuerto privado que
Bonarata había especificado. No habría ningún problema desde aduanas; el
piloto de Adam (y el propietario de la empresa) le había asegurado que todo el
papeleo había sido atendido. Su piloto también había calculado el vuelo para
así aterrizar poco después de la medianoche. Adam estaba bastante seguro de
que Bonarata no era dueño de la pista de aterrizaje, no la necesitaría. Ser el
Señor de la Noche significaba que tendría montones y montones de secuaces.

La gente de Bonarata se encontró con ellos mientras salían del avión. Había
seis de ellos, todos hombres, todos vampiros, todos vestidos con el mismo traje
muy caro. El cabello oscuro cortado en el mismo estilo, como los muñecos de
Ken pero no tan guapos.

Uno de ellos se adelantó y habló en inglés con acento británico.

—Mi Maestro le ofrece la bienvenida a Italia. Se habría reunido con ustedes


él mismo, pero los asuntos de negocios lo mantuvieron alejado. No hay
necesidad de atender el equipaje; es un honor para mí velar que llegue a sus
habitaciones con todas las prisas.
Hizo una señal y tres de los vampiros se dirigieron por la izquierda de Adam
hacia el avión.

Uno de ellos olía familiar.

Éste había sido uno de los que robó a Mercy. Adam observó su rostro con
mucho cuidado. No había nada notable en su rostro, pero Adam lo recordaría
durante mucho tiempo. El vampiro lo atrapó mirándolo e involuntariamente se
encontró con sus ojos.

Adam dejó al lobo en la superficie un momento, dejándole saber al vampiro


que había sido reconocido.

La debilidad secreta de todos los vampiros, una muy grande, era que todos

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ellos le temían a la muerte. La única forma de que cualquier vampiro fuera
Hecho era que temían el final de la vida lo suficiente como para renunciar a
todo con el fin de sobrevivir. Todo, incluyendo la persona que habían sido.

Adam vio el miedo alzarse en los ojos del vampiro y él se quedó


momentáneamente satisfecho.

—¿Adam? —dijo Honey, había una nota en su voz que le dijo que había
pasado por alto algo importante.

Volvió su atención a los asuntos en cuestión.

—No quedó claro —repitió el vampiro—, ¿cuáles fueron sus arreglos


escogidos para dormir? —Fue tan cuidadoso en no mirar a Marsilia que Adam
se volvió y levantó una ceja.

—No estaba segura de lo que te complacería —dijo ella en tono de disculpa.

Ella tenía la intención de jugar al segundo de su primero. Adam no estaba


solo determinado en utilizar armas que no fueran puramente físicas contra
Bonarata. Pensó en cómo se sentiría si viera a Mercy jugando a la devota
seguidora de otro hombre y tuvo que luchar contra un gruñido inapropiado.

Marsilia le sonrió, y fue una íntima sonrisa, una sonrisa de amantes, un poco
deferente todavía. Y el vampiro de Bonarata lo vio como lo que era.
Si Mercy estuviera jugando con un hombre de esa forma, Adam sabría que
ella estaba a punto de apuñalar a ese hombre en la espalda. Su lobo se asentó.
Mercy era capaz de fingir papeles y peleas sucias cuando las probabilidades no
estaban a su favor. Mientras que ella sentía que estaba de pie al lado de los
ángeles, no se preocupaba de cómo caían sus enemigos.

Marsilia no era más ética en esa dirección que Mercy y era mucho más
vengativa. Bonarata había elegido su adicción por encima de ella, y ella no
había olvidado ni perdonado. Bonarata comería vidrio ante la visión de la
restauración de ella a lo que él creía que era de Adam… ¿Qué? ¿Necesidad?
¿Ego? Distraer a Bonarata sería en su beneficio. ¿No le había dicho Adam a
Honey que iba a usarla para hacer eso? Marsilia podría jugar ese juego,
también.

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Deseó que Marsilia hubiera discutido este aspecto de sus planes con él, pero
incluso mientras lo pensaba, sabía por qué no lo había hecho. Marsilia sabía que
no habría accedido a jugar a la pelota. No engañaba a Mercy, ni siquiera con un
medio flirteo para las apariencias.

¿Cuáles eran sus opciones ahora? ¿Exponer a Marsilia? ¿Rechazarla? Pensó


en eso. Podía hacer eso sin hacer su mentira evidente, pero el punto era que
Bonarata los viera como un frente unido, para no dejar expuesta a Marsilia
como un objetivo.

Honey, confiaba, podría protegerse de cualquiera por sí misma. Marsilia…


era fuerte como el infierno, pero era vulnerable a Bonarata.

—¿Adam? —preguntó Marsilia de nuevo, esta vez tocando su hombro. No se


apartó de su toque, aunque quiso.

Adam echó un vistazo a Honey y Larry, después se encogió de hombros. Ya


que estamos en un baile, pues bailemos… Mercy podría, en un muy mal día,
tener un momento de debilidad que le permitiera creer que Adam la engañaría
con Marsilia. Pero…

—Danos una suite para seis —le dijo al vampiro. Ella nunca creería que
también dormiría con Stefan, Honey, algunos goblins que nunca había conocido
antes, y, vaca sagrada, Elizaveta. Ella sabría que esta era la forma más fácil para
asegurarse de que toda su gente estuviera a salvo. Y para realmente plantar
dudas en la paz mental de Bonarata mientras lo hacía.

Adam miró a su gente y dijo:

—Muy bien podríamos compartir el espacio mientras pasamos la noche


corriendo por los pasillos. —Se volvió hacia el subordinado de Bonarata, y dejó
ir y venir de sus ojos el pensamiento de que iban a estar en el nido de un
vampiro, una consideración, no un motivo de alarma. Luego dijo
casualmente—: O días, supongo.

—Mercy podría oponerse a Larry —murmuró Stefan. Iba a seguir el juego.

—Larry podría oponerse a Mercy —dijo Larry en el mismo tono exacto.

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—Serías tan afortunado como para tener a Mercy —dijo Stefan de modo
cortante y, el lobo de Adam notó con interés repentino y agudo, totalmente
honesto.

Adam se encogió de hombros.

—Mercy nos puede organizar como crea conveniente cuando la tengamos de


vuelta.

—Será como unas vacaciones —dijo Honey en tonos sensuales, porque


Honey era muy lista y una buena actriz—. No hemos tenido una de esas en
mucho tiempo.

Honey vendía la mentira con su lenguaje corporal y su voz, le dio justo lo


suficiente como para ser creíble. La mayoría de los otros sobrenaturales tienen
el pensamiento de que los hombres lobo, quienes se tocaban mucho más de lo
que era la norma para la comodidad humana, probablemente todos dormían
con sus compañeros de manada de todos modos. Y esas historias eran
alimentadas por el ahora desaparecido y raro alfa que se sentía como que era la
única forma en que podía dominar a su manada. Ahora que pensaba en eso,
aquellas que probablemente todavía seguían eran bastante comunes en Europa,
donde no había un Marrok para tratar con ellos.
—Esa no es su reputación —dijo el subordinado de Bonarata, sonando un
poco… conmocionado. Lo que no debería ser, dadas las historias que Adam
había oído hablar de las fiestas de Bonarata. El subordinado estaba mirando a
Marsilia, y Adam se preguntó bruscamente si el vampiro era lo bastante mayor
para que hubiese conocido a Marsilia antes de irse.

—Una suite —dijo Marsilia de modo cortante, pero su cuerpo se inclinó hacia
Adam. El corazón le latía, inusual para un vampiro, pero había estado muy
estresada desde que ésto había comenzado. Adam podía relacionarse, pero le
dio una razón para su acelerado corazón acariciando su rostro ligeramente.

Dejó a su lobo alzarse solo un poco, la rabia y el deseo olían muy similar. En
su experiencia, los vampiros no eran buenos en clasificar a través de las

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emociones, aunque podían olerlas muy cerca, así como un lobo. Pero las
emociones de los vampiros eran asimétricas, eran criaturas egoístas por
definición, los dejaba en problemas a la hora de clasificar las de otra persona.

—Tenemos una suite de tres habitaciones —dijo uno de los vampiros—.


Podemos hospedar a su piloto y copiloto en dependencias de servicio.

—¿Mi piloto y copiloto? —dijo Adam—. Ellos se quedarán con el avión.

—Me temo que eso no será posible —dijo el cabecilla—. Mi Maestro hizo una
petición especial de que ellos también aceptaran alojamiento con nosotros. —Él
sonrió con malicia—. Podríamos traer camas plegables si los quiere en sus
habitaciones, también.

Adam miró sobre su hombro para ver que los dos hombres estaban bajando
del avión con las pequeñas bolsas que llevaban consigo. El piloto era tan guapo
como Larry había dicho, alto para un goblin, con el cabello rubio dorado y ojos
azul turquesa. Vio al vampiro escoltarlos con cautela, con sus hombros tensos.
Pero Austin Harris era lo suficientemente inteligente como para no discutir con
la gente de Bonarata.

Harris estiró el brazo para estabilizar a su copiloto sin mirarlo cuando se


tambaleó en la rampa, demasiado ocupado mirando al vampiro para ver sus
pies. El copiloto era de mediana estatura y de rostro promedio, tan intimidado
por los vampiros que casi se aferraba al costado de Harris. El copiloto era un
hombre lobo. La forma en que buscó la protección de Harris le dijo a Adam, y a
cualquier otra persona que estaba mirando, que era sumiso. Era peligroso ser
sumiso cuando estás rodeado de vampiros.

El cabecilla de Bonarata se aclaró la garganta. Correcto, quería una respuesta


a su pregunta.

Si Adam ponía al piloto y copiloto en la suite, se vería como si estuvieran


asustados. Lo cual lo estaban. Pero también se vería como un insulto, dejando
claro que no esperaban que Bonarata mantuviera las leyes de alojamiento.

Adam levantó las cejas con sorpresa.

—¿Bonarata duerme con cada maldita persona que contrata? Dales su propia

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habitación.

Miró sobre su hombro hacia el piloto y el hombre lobo de nuevo. Harris lo


miró a los ojos con una mirada preocupada y luego miró a su copiloto.

—Una habitación sería mejor —dijo.

—Es mejor darles una habitación con dos camas, supongo —dijo Adam—.
Alguien tan asustado como él no va a dormir bien solo en un nido de vampiros.
Si no podemos hacer que se sienta cómodo, el piloto va a tener que llevarnos a
casa por su cuenta, mientras su copiloto duerme.

—Eso se puede arreglar —dijo el subordinado, quien estaba observando a


Harris con interés. Con ojos depredadores.

—Confío en el honor del Señor de la Noche que los dos estarán a salvo del
nido —dijo Adam en voz baja.

El subordinado miró a Adam, y se sonrojó cuando se dio cuenta de que


Adam había visto su hambre. El esbirro cerró los ojos y se quedó muy quieto.

—Ellos serán nuestros huéspedes —dijo después de medio minuto con su


rostro en blanco y el cuerpo tranquilo—. Tienen la palabra de mi Maestro.
Así que Bonarata podía obtener y dar información a través de sus
subordinados, por lo menos a través de este esbirro. Adam tendría que recordar
eso.

Adam miró a Harris y al lobo de nuevo. Poner a un hombre guapo y


vulnerable en medio de un nido… si Bonarata no tenía control férreo de sus
vampiros, podría haber problemas.

Entonces pensó en la afirmación de Marsilia de que a Bonarata no le gustaba


cometer errores, aunque no le importaba ocultarlo detrás de una disculpa y
clamar un error que no era realmente un error.

Los vampiros de Bonarata probablemente no atacarían a Harris y a su


hombre por accidente. Pero si estaba en los mejores intereses del Señor de la

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Noche tenerlos atrapados aquí sin un piloto…

Adam suspiró audiblemente y dijo:

―Oh, ponlos en algún lugar cerca de nosotros. Al menos de esa forma si


alguien comienza a gritar, hay una buena probabilidad de que los escuchemos.

El vampiro se enderezó.

—¿Duda del honor de mi Maestro?

—No —dijo Adam—. Pero no voy a confiar en el autocontrol de los vampiros


que no conozco cuando se les presenta una presa que se vea de esa forma. —
Agitó una mano hacia Harris, quien levantó una ceja bien parecida.

—Lo siento —se disculpó—. Así es realmente como me veo. No tengo la


magia suficiente para mantener el glamour.

Cuando las cosas podrían ponerse peligrosas y podría necesitar cada gramo de poder
que tengo, el piloto goblin no lo dijo. Probablemente los vampiros no escucharon
el mensaje tácito, y si lo hicieron, es probable que entendieran el razonamiento
detrás de eso.

Harris frunció el ceño de repente a Adam.

—Mira tú quien habla.


—Sí —dijo Elizaveta maliciosamente—. Todos somos bellos aquí. ¿Podemos
ponernos en marcha? ¿O tengo que conseguir el espejo de maquillaje de mi
bolso para que los dos puedan admirarse a sí mismos un poco más? —Miró al
vampiro—. Espero que haya suficientes baños en la suite. No me gusta
compartir… —Echó un vistazo a Adam con risa en los ojos—… baños.

El esbirro de Bonarata asintió, pero no estaba realmente prestándole atención


a Elizaveta, lo que era un error que podría lamentar. No habría que olvidar que
ella era un poder que podría hacer que incluso los Señores Grises retrocedieran.
En lugar de prestar atención a alguien que podría hacer que él deseara que
simplemente lo matasen, estaba mirando al copiloto de Harris, quien había
estado haciendo un buen trabajo de ser imperceptible.

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—Ese es un hombre lobo —dijo bruscamente, como si acabara de darse
cuenta.

Harris frunció el ceño con irritación.

—Me dijeron que esto involucraba vampiros. Tengo cinco personas que
pueden volar este pájaro desde Estados Unidos a Europa, excluyéndome a mí.
Cuatro de ellos son humanos, por lo que traje al hombre lobo. No pertenece a la
manada de Hauptman. Lo aclaré con Hauptman. —Volvió su ceño fruncido
hacia Adam.

—Se me dijo que un piloto y copiloto eran aceptables —dijo Adam con
frialdad—. De qué raza o especie fueran no se especificó.

El vampiro estaba haciendo la cosa de mente-fuera-del-cuerpo otra vez.


Cuando regresó, el lenguaje corporal del vampiro cambió por completo, y la
bestia que vivía en el corazón de Adam repentinamente se dio cuenta. Adam no
sabía quién estaba mirando por los ojos del cabecilla esbirro, aunque tenía una
buena conjetura. Una cosa que Adam sabía era que sin duda no era el vampiro
que acababa de hablar.

—¿Eres Charles Cornick? —preguntó el vampiro al hombre de pie justo


detrás de Harris.

La mandíbula del hombre lobo cayó.


—Oh, diablos, no, señor —dijo con voz temblorosa, su hombro chocando con
el de Harris.

Bien podría haber gritado, ‘soy una víctima’, al depredador más grande de
Europa. Adam podía ver la urgencia de combatir la posesión de los cuerpos de
todos los vampiros en la zona, incluyendo a Marsilia y a Stefan.

Adam se pellizcó la nariz y cerró los ojos brevemente cuando el peso de la


responsabilidad cayó sobre sus hombros. Tenía que mantener a todas estas
personas a salvo y estaban haciendo lo posible para que los mataran. Algunos
de ellos porque él se lo había pedido. El único hilo brillante en todo este
desastre era que Mercy había logrado salir por su cuenta: Bonarata no tenía a
Mercy.

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El copiloto de Harris siguió balbuceando, el olor de su pánico llenaba el aire.

—¿Acaso has visto a Charles? Es casi veinte pies de alto, y es nativo


americano. ¿Me ves como un nativo americano?

—Déjalo en paz, Bonarata —dijo Adam—. Él no es tu comida. Él es… —


Adam examinó al lobo temblando sin afecto, pero suspiró—. Está bajo mi
protección.

—Pensé que habías dicho que no era uno de los tuyos —observó el vampiro.

—No pertenece a mi manada —dijo Adam—. Sin embargo, para los


propósitos de este viaje, él puso su cuello en la línea por mí. Eso quiere decir
que es mío para proteger.

La marioneta de Bonarata se volvió hacia Adam.

—Mis disculpas —dijo Bonarata a través de la boca de su marioneta—. Pero


pinchaste mi temperamento, ya que estoy en su mayoría decepcionado. Estaba
seguro de que traerías al hombre del saco de los hombres lobo. He estado
esperando para reunirme con él.

—Se lo pedí —dijo Adam fríamente—. Pero el Marrok lo prohibió. Charles es


muy bueno para terminar con la gente… los monstruos, digámoslo así, y el
Marrok al parecer piensa que traerlo aquí, donde hay tantos monstruos para ser
asesinados, sería una mala idea. Tal vez cree eso. Tal vez cree que esto es mi
problema, no el suyo, y no quiere arriesgarse a perder a Charles. O puede que
se resista a lidiar con el dolor de cabeza del vacío de poder que tu muerte a
manos de Charles dejaría en Europa. Sería casi tan grande como el desastre que
la muerte de Jean Chastel, la Bestia de Gévaudan, dejó.

—Charles no mató a la Bestia —dijo Bonarata. La voz del vampiro no era tan
certera como hubiera sido si supiera que lo que decía era un hecho.

Adam se encogió de hombros.

—Yo no estaba allí cuando murió Chastel.

Charles lo había hecho, sin embargo, los rumores persistieron en poner la

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muerte del viejo villano a los pies de Charles, como si la reputación de Charles
necesitara cualquier ayuda de los homicidios que no había realizado. Si había
sido la mano de Charles o no, no era el punto. Adam simplemente estaba
recordándole a Bonarata que incluso los poderosos monstruos antiguos podrían
morir.

—Maestro —dijo una voz suave. Pertenecía al vampiro que había estado en
el grupo que se había llevado a Mercy—. Me pidió que le avisara cuando
estuviera cerca de dañar a uno de los suyos.

Bonarata, aun poseyendo a su subordinado, asintió.

—Grazie, Ignatio. Hauptman, espero con ansias reunirme con usted y los
suyos en persona. Mi gente os acompañará hasta mi casa. —Luego, el vampiro
se tambaleó, cayó de rodillas, y se estremeció en un arrebato muy parecido a un
ataque de epilepsia.

Ignatio; Adam almacenó su nombre para una futura referencia, hizo un gesto
con la mano, y un par de los vampiros recogieron a su compañero caído.

Ignatio se inclinó.

—¿Si son tan amables de seguirme?


A medida que avanzaban hacia los vehículos que esperaban justo al lado de
la pista de aterrizaje, Adam caminó detrás de Ignatio y a su derecha.

—Tu aroma estaba en el asiento del coche de mi esposa junto con su sangre
—murmuró, aunque todo el mundo en su grupo le oiría. Había encontrado, que
podría ser mucho más amenazador estando tranquilo que gritando. El lobo
quería matarlo, pero Adam entendía sobre ser un soldado y llevar las órdenes.
Sin embargo…

Adam dijo:

—Lo recordaré.

—La manada lo recuerda —añadió Honey.

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Capítulo 6

Capitulo 6
Mercy

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Así que, a partir de ahora, la sincronización entre mi parte de la historia y
la de Adam comienza a complicarse, y tendrás que prestar atención. Este
capítulo empieza por la tarde, el día después de que Adam y sus
compañeros aterrizaran en Milán. Estoy durmiendo con mi cara enyesada a
una mesa de metal. Ser tan sofisticada me viene de forma natural, ¿qué
puedo decir?

Me desperté. Mi mejilla estaba medio pegada a la mesa debido al sudor seco


y (probablemente) al babeo. Pero no me liberé porque había un hombre lobo
mirándome, y yo estaba todavía atrapada en sueños que me tenían cabalgando
un troll sobre el puente de cables, compitiendo con el Golem de Praga mientras
que los fantasmas ahogados de mil hombres lobos subían por un lado del
puente pidiendo caramelos de gelatina.

Necesité un momento antes de que pudiera tratar con el verdadero hombre


lobo vivo. Entendía lo del troll y el golem, por supuesto, pero no podía
entender por qué los lobos querían caramelos de gelatina.

—Sé que está despierta, Mercedes Hauptman —gruñó una voz de tenor
suave, con las vocales gruesas de modo seductor por las cuales las lenguas
eslavas eran famosas. El checo era diferente de los acentos rusos que me eran
más familiares, más ronco y más profundo. No tanto menos musical como
bassier musical.

—Nunca voy a entender por qué eran caramelos de gelatina —dije.

—¿Caramelos de gelatina? —preguntó.

Tomé una respiración profunda.

—Solo un sueño —le dije y tomé un buen vistazo de Libor de Praga, el alfa

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que tenía algún tipo de secreto resentimiento contra el Marrok.

Él olía a hombre lobo, a mantequilla y levadura, a huevos y trigo. Y un poco


del mismo relleno de fruta que había comido en los pasteles con los que él me
había alimentado antes. El olor era dulce y rico: como caramelos de gelatina.

Libor no se parecía en nada a cómo me lo imaginaba —al menos no como me


lo imaginaba cuando era una niña. Probablemente eso era algo bueno para
él. Su pelo era medio marrón y casi brutalmente corto. Su rostro estaba bien
afeitado, pero igual que Adam, él ya tenía una sombra de barba como si fuera
ya tarde por la tarde.

Libor, el alfa de Praga, era un hombre grande, no tan alto como macizo.
Había algo más leonino que lupino sobre él. Sus rasgos eran de atractivo medio.
Él no era ni bello ni feo. Era un rostro fuerte e inteligente. Me recordaba,
superficialmente, a Bonarata, al que la gente miraba y esperaba brutalidad y el
riesgo de perder la inteligencia totalmente.

Pero Bonarata había sido frío hasta los huesos. Cualquier calor que había
visto en él era una ilusión creada por un maestro manipulador.

Libor, mi coyote me informó, era muchas cosas, pero frío no era una de ellas.
Él sonrió cuando encontré sus ojos y los sostuve. Su sonrisa esperaba que
apartara mi mirada y lo dejará a cargo. Su problema era que yo acababa de
tener unos días muy malos y había terminado con lo de estar vulnerable y
perdida. Pasó un minuto. Dos.

—Estás pisando terreno peligroso, pequeño lobo —dijo suavemente.

—Mis disculpas —dije sin sinceridad, sin bajar mis ojos. Una de las cosas
interesantes sobre mi coyote es que las batallas de dominación no son
generalmente un problema para mí. Yo podía hacer apartar la vista a casi
cualquiera excepto al mismo Marrok. Libor no era mi alfa, y yo no iba a ceder.

Después de un momento, mi cerebro golpeó. Hacer apartar la vista a un


hombre lobo era tonto. Había pasado mi vida tratando de no ser más tonta de lo
necesario.

Grupo Leyendas Oscuras | 136


Después de unos cuantos latidos más, tiempo durante el cual reconocí que
estaba enemistándome con alguien del que esperaba obtener ayuda y siendo
tonta sin final a la vista, dije:

—Estoy intentando lo bastante fuerte como para prestar atención pero lo


suficientemente educada para no causar una verdadera lucha. ¿Cómo lo hago?

Él perdió su sonrisa, lo que era bueno porque había llegado a ser afilada
alrededor de los bordes, y entrecerró los ojos hasta que pude sentir su poder
golpearme furiosamente.

—Como he dicho —me dijo, su voz era casual aunque su mirada no lo era—.
Peligroso. ¿Probablemente debería considerarme cómo... entusiasmado? Sí, esa
es la palabra. Emocionados de tener a la hija de corazón de Bran aquí en mi
territorio. Eso es algo que me da gran placer.

Él no se veía como un hombre que estaba contento. Parecía un lobo


hambriento que había capturado a un ciervo herido. ‘Complacido’ era una
palabra suave para esa emoción.

Intenté averiguar cómo debía responderle.

Las amenazas de muerte —y él acababa de emitir una, aunque


indirectamente, debían ser tratadas con mucha suavidad. Había notado que si
las prestaba demasiada atención, la situación tendía a empeorar.
Estaba cansada y había dudado demasiado tiempo en negar que Bran me
había tratado como una hija, antes de que él me abandonara a mí y a la manada
por razones políticas. Nuestra manada era la única en América del Norte no
afiliada con el Marrok. Nos separamos como un gran pulgar dolorido y algún
día, pronto, alguien iba a ceder a la curiosidad y ver qué era lo que sucedía si
nos atacaban, ya que no se atreverían a hacerlo a una de las manadas bajo el
Marrok.

Tomé un respiro. ¿Yo había malinterpretado a Bonarata? ¿Qué había sido lo que él
estaba haciendo? ¿No tuvo nada que ver en absoluto mi secuestro con Marsilia?

Pero Bonarata estaba en Italia, y yo estaba sentada en la mesa de un hombre


lobo y necesitaba prestar atención en vez de jugar mi juego de Me pregunto por

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qué el vampiro malo y grande me tomó.

Había perdido mi oportunidad de afirmar que Bran no se preocupaba por


mí. Probablemente, Libor no habría creído mi renuncia de todos modos porque
sobre todo yo no lo creía. Bran no nos había abandonado porque él no me
amara sino porque había otra causa mayor, la supervivencia de los hombres
lobo, que eran su responsabilidad.

Entonces. Amenaza de muerte.

Era probable que Libor no tuviera intención de matarme a menos que le


presionara. En primer lugar, Charles me había enviado aquí. Aunque Charles
sostuviera que no se llevaba bien con la gente —lo cual era muy cierto— no le
impedía leer a los demás bastante bien. En segundo lugar, y aún más
importante, todavía no estaba muerta. Los hombres lobos alfa no suelen
precipitarse y atacar sin motivo.

Me di cuenta de que estaba observando mis dedos golpeando la mesa. En


algún momento durante mi proceso de pensamiento, bajé mis ojos hacia la
mesa. No había sido porque fuera intimidada, o al menos yo no lo creía. Pero si
iba a entrar en una competencia de mirarse fijamente con un lobo dominante,
probablemente debería haber estado prestando más atención.

—He escuchado que Bran y tú no estaban en términos de diálogo —dije—.


Así que... ya me habrías matado, pero, ¿no quieres matarme antes de que yo
satisfaga tu curiosidad? —arriesgué ligeramente. No temo al lobo feroz, no,
Señor, no lo hago—. ¿Quieres saber lo que estoy haciendo, sola, en tu territorio?
¿Y por qué mencioné al Señor de la noche? —Me encogí de hombros—. Si no es
así, probablemente ya habría muerto en vez de que me ofrecieras buena comida
y de que haya podido dormir a salvo.

Él se inclinó hacia atrás cómodamente en su silla (crujió alarmantemente) y


no dijo nada.

—Estoy aquí por Bonarata —dije suavemente—. Él me secuestró a una milla


de mi casa en los Estados Unidos. Al parecer estaba bajo la impresión de que yo
era la más poderosa entidad sobrenatural en el territorio de su amante
descartada, y único y verdadero amor. Creo que había olvidado todo sobre ella

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hasta que los acontecimientos recientes en Tri-cities de Washington, EEUU
aparecieron en las noticias nacionales e internacionales. Recordando a su amor,
decidió ir tras ella secuestrándome.

Esa era mi actual teoría favorita. O quizás era un golpe dirigido a Bran —o a
la manada. Pero me gustaría ir con mi primer instinto. Así que asentí como si
hubiera dicho algo y continúe:

—Lo sé. A mí también me parece tonto. Pero no soy un vampiro inmortal, así
que voy a darle cierto margen.

—¿Lo eres? —preguntó Libor.

—¿Si soy qué?

—¿La más poderosa entidad sobrenatural en Tri-Cities?

—Cambio a coyote —replique—. Ese es mi único superpoder. ¿Qué piensas


tú?

Él había sido sarcástico con su pregunta, pero ante mi respuesta, se enderezó


muy ligeramente y me miró... intrigado.

—Lo había olvidado —dijo lentamente—. Y creo que no has contestado a mi


pregunta. Lo que me parece muy interesante. ¿Eres la criatura sobrenatural más
poderosa en tu territorio?
Me encogí de hombros incómoda porque yo no podía mentirle.

—Tal vez —dije—. Posiblemente. Pero no por lo que soy. Sino debido a lo
que sé. Me crié en la manada del Marrok. Estoy emparejada a Adam
Hauptman, que es el alfa de nuestra manada y más fuerte que la mayoría de los
otros alfas. Tengo un amigo que es fae, y es alguien con quien incluso los
Señores Grises no se involucran.

Aún estaban buscando las piezas del último Senor Gris que había molestado
a Zee. Mi informante (Tad) estaba bastante seguro de que las encontrarían
todas. Tarde o temprano.

—Tengo un amigo en el Departamento de Policía humano y otro en el nido


vampiro local. —Me encogí de hombros otra vez—. De todos modos, Bonarata

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estaba decepcionado porque esperaba a alguien... —Intenté decidir cómo
explicarlo.

—Más poderoso —facilitó Libor.

Sacudí mi cabeza.

—Cuyo poder no estuviera en la gente que ella conoce. Poder intrínseco.

Agitó una mano vagamente hacia mí.

—Más fuerte, por lo menos. De todos modos, planeó que durante mi huida
acabara convenientemente muerta de forma que pareciera culpa mía y así
humillar a mi pareja, por no ser capaz de protegerme. En cambio, me escapé,
salté en un autobús y terminé aquí. Sin un centavo. Sin amigos. Y sin
pasaporte.

—Patético, de hecho —dijo secamente.

Abrí ampliamente los ojos y asentí, respondiendo al humor en sus ojos con
mi sinceridad.

—De camino aquí, me hice con algo de ropa. Y me robaron la mitad de mi


dinero. Me quedan unas doscientas coronas. —Que yo había robado primero.
Tomado prestado, realmente, ya que pretendía devolverlo con intereses, pero
fue tomado prestado sin consentimiento. Lo que era, estrictamente hablando,
robo—. Soy casi tan patética como se puede conseguir —le dije honestamente.

Él cruzó los brazos.

—Mantequilla de cacahuete —dijo.

—¿Disculpa? —Traté de evitar cualquier emoción en mi voz.

¿Esa estúpida historia había llegado hasta aquí? Jeepers Creepers. Si yo


hubiera sabido cuánto tiempo tendría que vivir con eso, habría inventado
alguna otra forma de vengarme de Bran.

—Tú —dijo—, eres la pequeña niña coyote que puso mantequilla de


cacahuete en el nuevo coche de Bran porque hizo llorar a su madre.

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Madre adoptiva, en realidad, pero no iba a corregirlo. No hasta que lo
conociera mejor, o por algo más importante.

Él me dio una sonrisa feroz.

—Estrellaste su nuevo y muy caro coche contra un árbol. Aún se habla del
incidente del chocolate de Pascua con asombro. Y aun así Bran no te mató.
Escapaste del Señor de la Noche, Maestro de Milán. ¿Y quieres que piense que
eres patética?

Él se inclinó hacia adelante.

—Sé un poco más acerca de ti, Sra. Hauptman, de lo que sabía el viejo
vampiro. No creo que te resulte tan fácil huir de mí.

—Pero no me has tomado prisionera —le recordé y con cuidado no dije


‘todavía’—. Así que no tengo ninguna razón para huir. Charles me dijo que
debía arrojarme en tu misericordia y pedir que me ayudes a seguir con vida y
lejos de las garras de Bonarata hasta que Adam puede llegar hasta mí.

—Charles dijo eso —dijo neutral.

—Bien. —Intentaba adherirme a la verdad absoluta—. Fue a través de un


tercero, y nuestra comunicación fue necesariamente breve, pero puedo leer
entre líneas. Prefiero que vengas conmigo para asaltar el nido del Maestro de
Milán para que podamos extraer a mi marido y al pequeño número de personas
que llevó con él para negociar mi liberación, ahora que la intermediación es
innecesaria.

—No —dijo.

Lo miré.

—¿Me veo estúpida para ti? Cansada. Patética. Sí. Estúpida, no


generalmente. No voy a pedirte que te enfrentes a ningún vampiro en su
guarida, y mucho menos al Señor de la Noche. Solicito, respetuosamente,
santuario durante tres días. Charles parecía creer que eso te permitiría contar
como un golpe contra Bran, si tú me protegías cuando él no podía.

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—Tú eres la compañera de otro alfa —dijo, sus ojos entrecerrados, con
amenaza—. Te introdujiste en mi territorio sin acuerdos anteriores. Puedo
matarte solo por eso.

Había tenido la clase de pensamiento de que estábamos más allá de las


amenazas de muerte. Pero al parecer me equivoqué.

—Sí —acepté—. Pero no fue a propósito, y matarme te haría parecer un


verdadero idiota.

Se rio.

—¿Crees que me importa parecer un verdadero idiota? —degustó esas dos


palabras como si fueran algo que él no había dicho antes—. ¿Tú? —Pero todo su
cuerpo se había relajado. Una vez que se ríen, son míos. En su mayoría.

—Si fueras a matarme —dije—, lo habrías hecho ya.

—Tú —dijo consistentemente—, eres una amenaza para mi gente. Si te


concedo santuario y mueres, el Marrok vendrá aquí y matará a mi gente
mientras observo. Si Bonarata viene después, hará todo lo posible para matar a
mi gente, y nunca lo dejará pasar.

—Libor —dijo una pequeña voz con reprimenda—. Estás siendo irrazonable
con la bella dama. Detente.

Miré. No pude evitarlo. No había oído a nadie entrar, no había olido a nadie
acercarse y como tan enrollada como me sentía, debería.

Yo esperaba a un niño, pero en su lugar había una mujer con brillantes ojos
azules y pelo rizado varios tonos más claros que el de Libor, de un marrón
medio. Ella llevaba un traje, una versión más auténtica de lo que había estado
usando el hombre en el mostrador: una simple blusa blanca con cuello de
cadena cubierto parcialmente por un delantal atado hacia arriba, muy bordado.
Llevaba una multitud de ligeras y brillantes faldas de colores de distintas
longitudes. Su cara era alegre y redondeada, como su cuerpo.

Encontró mi mirada fija y sonrió abiertamente.

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—Mi Libor, se ha vuelto excéntrico. Necesita una buena comida y a su esposa
para animarle.

—No me mire a mí —le dije—. No soy tan joven, y estoy muy casada.

En ese momento, advertí varias cosas. La primera era que su inglés era
terriblemente bueno, completo con un acento americano que venía
directamente del Noroeste del Pacífico. La segunda era que ella estaba a cuatro
pies de mí, y todavía no la olía. La tercera era que Libor, después de echar un
vistazo rápido detrás de él que no aterrizó en la mujer cuya mano estaba en su
hombro, me contempló atentamente, sus ojos yendo al oro con la presencia de
su lobo.

—Maldición —dije con sentimiento.

Yo era buena en esto. Era muy buena en la localización de fantasmas. Los


días de personas dirigiéndose a mí al azar y solo para darme cuenta más tarde
que nadie más podía verlas eran cosas del pasado. O eso pensé.

El extraño efecto del golem en mi capacidad con los fantasmas todavía estaba
dificultando mi vida.

—Había escuchado sobre eso —dijo Libor, frunciendo el ceño—, que el


pequeño coyote del Marrok podía ver fantasmas.
El espíritu detrás de él me sonrió y acarició el cabello de Libor como si
hubiera algo fuera de lugar, aunque su pelo no era lo suficientemente largo
para ser obstinado. Ella se inclinó hacia atrás y anguló su cara como
comprobando para asegurarse de que había logrado todo correctamente, y supe
de repente, sin duda, qué era lo que Libor mantenía contra el Marrok.

Zack.

Si esta mujer fuera hombre y hubiera sido privada de comida durante seis
meses, entonces sería el reflejo muerto del único lobo sumiso de nuestra
manada, Zack. No era solo un parecido. Yo había visto a gemelos que no
compartían tantas similitudes.

Zack había llegado a nosotros como un vagabundo inquieto que mostraba

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señales de abuso. Poco a poco se había introducido dentro del grupo, perdiendo
la mayor parte de la cautela con la que había llegado.

Pero Zack todavía creía que iba a despegar de nuevo a algún otro lugar
algún día, muy pronto. Pero ‘muy pronto’ había cambiado de énfasis, como si
fuera gradualmente alargándose desde ‘probablemente mañana’ a ‘la próxima
semana’ y por último a un vago momento rebotando hacia el futuro.

Se alojaba con Warren y su compañero humano, Kyle, otra situación


temporal que fue transformándose a una permanente. La presencia de Warren
mantenía a la manada feliz sobre la seguridad de nuestro lobo sumiso (algo que
preocupaba a los lobos de una manera que nunca había entendido hasta que
Adam me había hecho parte de los lazos mágicos de la manada), y Warren
nunca era evidente con sus protecciones. A diferencia de casi cualquier otro
viejo lobo que he conocido (y Zack una vez me dijo que había sido un hombre
lobo por más de un siglo), Zack no era homofóbico y parecía contento con el
lugar que él había hecho por sí mismo en casa de Warren y de Kyle.

La manada entera estaba tratando de hacer un hogar para Zack con nosotros,
y nosotros estábamos conteniendo nuestra respiración, esperando que él no lo
notara hasta que fuera demasiado tarde y ya perteneciera a nosotros. Un lobo
sumiso era un regalo para cualquier manada. Tienden a reducir las disputas
mezquinas que eran parte esencial de tener una habitación llena de
personalidades dominantes, y ellos introducidos en la manada, nos hacían
sentir, a todos, como si la manada fuera más que una necesidad, que era algo
bueno ser parte de ella. Un sumiso hace la supervivencia de los lobos en la
manada más probable.

No sé cómo Zack se había convertido en una discordia entre Libor y Bran,


pero me apuesto todo el dinero que no tengo en este momento en que se
encontraba en el fondo de su enemistad. Porque no había manera que la dama
se pareciera tanto a Zack y no estuviera estrechamente relacionada con él.

—Hay un fantasma aquí —dijo Libor.

Lo miré y suspiré.

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—Trato de no prestarles atención —le dije—. No es buena idea hacerlo.

—¿Quién es? —preguntó.

—No se lo digas —dijo el fantasma, todavía sonaba como si ella hubiera


crecido en Aspen Creek, Montana, como yo lo había hecho.

Algunos de los más fuertes espíritus se comunicaban con tanta fuerza que los
oía sin ninguna distorsión, como si la muerte les hubiera otorgado un lenguaje
universal, un rápido conducto a mi cerebro sin lenguaje en absoluto, tal vez. Me
parecía muy inquietante cuando hacían eso.

—Podría hacerle daño el saber que puedo ver a través de él todavía.

Pero ella no lo hacía, no realmente. Ya no era la mujer que había sido en vida,
era solo los restos que había dejado atrás al morir e irse a donde las almas iban
después. No sé por qué algunos fantasmas permanecían frescos y fuertes
mientras la mayoría de los otros se apagaban —aunque a veces era porque la
vida le prestaba demasiada atención a los muertos. Pero eso no convertía a los
fantasmas en la persona cuyo rostro llevaban; eso solo hacía a los fantasmas
más fuertes. Había visto las almas atadas a sus fantasmas una vez y nunca más
había cometido el error de pensar en un fantasma normal como una persona
real. El alma de esta mujer se había ido hacía un largo, largo tiempo atrás.

Yo comenzaba a creer que los fantasmas eran algo, sin embargo, algo que
podía pensar y planificar y hacer. No viven, precisamente, pero no están
inertes, tampoco. Era una creencia que iba en contra de todo lo que había oído
acerca de los fantasmas pero me relaciono con ellos más que la mayoría de la
gente.

Aun así, a pesar de que ella no era la persona que había sido la esposa de
Libor, ella una vez había sido parte de ella. Conocía a Libor, y elegí seguir sus
consejos.

—No lo sé, y no voy a hablar de ello el suficiente tiempo como para darle
más poder —le dije a Libor—. Mira, los fantasmas son como ropa desechada
detrás de una persona cuando muere. —De eso yo estaba todavía segura—.
Siento distraerte del asunto en mano. No lo haría si no estuviera cansada.

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—¿Es mi esposa? —preguntó suavemente—. Ella era una cosa pequeña, pero
redondeada donde una mujer debe ser redondeada. Sus ojos eran azules como
un vikingo.

—Yo no hablo acerca de los fantasmas que veo —dije—. Nada bueno viene
con ello.

El fantasma de su esposa me sonrió.

—A él no le gusta cuando la gente no hace lo que dice. Miraría detrás de mí


en tu lugar.

Otro fantasma había encontrado su camino hacia fuera del patio, atraído por
la atención que estaba tratando de no dar a la esposa muerta de Libor. Esto no
era cualquier cosa que alguien hubiera llamado bonita. Lo mataron los hombres
lobo, me imaginé por los daños. Si yo fuera un ser humano normal,
probablemente hubiera estado más consternada. Pero mi otro yo es un coyote.
No podría derribar a los seres humanos (o cualquier otra presa grande), pero he
comido un montón de ratones de campo y conejos. Pasé mi mirada sobre ese
fantasma.

—¿Es mi esposa? —preguntó Libor intensamente, y esta vez hubo un poco


de gruñido en su voz.
—No hablo de fantasmas —le dije—. No los describo, no los nombro, no los
miro si puedo evitarlo.

Volvimos a enfrentar miradas. Tres fantasmas más, uno de los que había
visto en el salón de la panadería, se desvió. Estaba ocupada mirando a Libor, y
extrañamente todavía sabía que vendría. Generalmente tengo que usar mis ojos
(u orejas o nariz o alguna cosa normal) para saber cuándo están alrededor.
Evidentemente, hoy no. Golem estúpido.

—Mira —dije—. No es seguro prestar demasiada atención a los fantasmas.


Empiezan a quedarse y te tiran en la dirección equivocada.

Mi medio hermano me había dicho que era menos seguro para una persona
de nuestro linaje prestar atención a los muertos de lo que era para la gente

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normal. Demasiada atención tendía a fortalecer a los fantasmas y anclarlos en el
mundo de los vivos. La atención de uno de nuestra clase era al parecer más
energizante.

—Soy muy viejo, pequeña niña —me dijo Libor—. Si los fantasmas iban a
conseguir matarme, lo habrían hecho hace mucho tiempo. —Me frunció el ceño
con consideración—. Me dirás lo que quiero saber, y te daré tus tres días.

—¿Quieres que describa al fantasma que veo aquí? —le pregunté—. Aunque
claramente dije que era una mala idea. Pero después de hacerlo, se me
concederá Santuario durante tres días.

—Sí —dijo, sonando mitad irritado, mitad divertido—. Charla de dos


minutos, una descripción y tal vez una pequeña conversación. Después mi
manada y yo te protegeremos durante tres días. Es la mejor oferta que vas a
recibir hoy.

Él iba a conseguir la parte mala de la oferta, eso era seguro. Bien. Yo le había
advertido, y ahora sería responsabilidad suya. Si estaba tan seguro de que eso
era lo que quería, lo tendría. Cerré los ojos e intenté aprovechar el poder que
había solo tocado una o dos veces a propósito.

Había un montón de fantasmas en el patio de la panadería de Libor. Más de


los que había percibido antes. Cuando llegué a ellos, se sentía como si estuviera
respirándoles —trozos de dolor y miedo y terror, pero tan débiles que habían
perdido cualquier toque de personalidad o coherencia.

Abrí mis ojos y miré alrededor. Podría haber estado un poco mosqueada con
Libor por no escucharme cuando le dije que era una mala idea, pero también
me preocupaba sobre cómo no agregar ningún poder a la mujer que aún le
estaba acariciando. Si ella podía conseguir en mi cabeza lo suficiente como para
hablar sin acento, era lo suficientemente poderosa como para afectar las cosas
en el mundo real. Y si le daba más poder mientras que él seguía aquí amándola,
nunca podría ser capaz de deshacerme de ella.

Ella ya estaba atada a Libor. La gente vinculada muy estrechamente a los


fantasmas tiende a hacer cosas como conducir sus coches contra los árboles,

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dispararse o beber hasta la muerte. Los muertos quieren estar más cerca de la
vida.

Así que elegí a otra persona.

—Se ve como si hubiera sido atacado por la manada —dije a Libor con
renuencia no muy fingida. Este chico no era alguien por el que quisiera ser
perseguida—. El traje que lleva parece que es aproximadamente de la década
de 1950, y parece que lo llevaba cuando fue asesinado, porque está destrozado y
cubierto de sangre.

Dan, susurró el fantasma dolorosamente, aunque la parte inferior de la mitad


de su rostro se había ido. Dan. Bajo mi atención, los brumosos bordes del
cuerpo transparente se dibujaron juntos, condensación y solidificación al mismo
tiempo.

—Su nombre es Dan...

Danek. La voz del fantasma era repentinamente más fuerte, como si mi voz
nombrándole le diera energía.

—Danek —dije al mismo tiempo que Libor.

Tan pronto como pronuncié su nombre, el fantasma fue tan sólido como
cualquier persona que hubiera visto en mi vida. Podía olerlo, podía oler su
angustia y su sudor. Pude ver el tejido de la corbata de seda empapada en
sangre. Si lo hubiera visto en la calle, habría llamado al 911. ¿Qué era lo que ese
golem me había hecho? ¿Y cómo?

—¿Danek es un fantasma? —preguntó Libor, que evidentemente no tenía la


misma carga sensorial que yo, porque, aunque él miró sobre su hombro, no
estaba mirando en la dirección correcta.

—Al parecer —le dije.

El viejo lobo se rió sin diversión.

—Por supuesto que lo es. Danek nunca supo de qué manera hacer algo sin
que alguien se lo estuviera diciendo primero cuando estaba vivo. Es lógico que

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fuera igual de muerto.

Casi le doy mi discurso sobre cómo los fantasmas no son realmente las
personas que murieron, otra vez, pero Libor era una de esas personas a las que
le gustaba decirles a los otros cómo funcionaba el mundo y no escuchaba a
quien piensa diferente. Mantuve mi boca cerrada.

Libor sonrió amargamente.

—Danek trabajó para la resistencia aquí, tal como era, durante la Segunda
Guerra Mundial. Su grupo de resistencia contenía a algunos de mi manada y
fue apoyado por el resto de nosotros. Solo descubrimos más tarde, después de
la guerra, que había estado trabajando para ambos lados. Le dijo a los Nazis que
las personas que planearon el asesinato de Reinhard Heydrich vinieron desde el
pueblo de Lidice. Eso no era cierto, los Nazis incluso sabían que no era cierto,
pero le pagaron. ¿Sabes lo que le hicieron a Lidice?

Lo sabía, realmente. Había escrito un trabajo sobre el asesinato de Reinhard


Heydrich en Praga en mayo de 1942. Heydrich había sobrevivido al primer
intento, y si no hubiera insistido en que solo los cirujanos alemanes trabajaran
en él, podría haber sobrevivido. Por otra parte, tal vez había sido adecuado
tener miedo. Si hubiera sido un cirujano checo, habría hecho que Heydrich no
sobreviviera. Heydrich hizo parecer a Hitler que debía ganar el premio
humanitario del siglo XX. Trabajo desagradable. En cualquier caso, Heydrich
murió. Y también Lidice.

—Los nazis mataron a todos los hombres mayores de quince años de repente
—me contó Libor, sin esperar mi respuesta—. Eligieron un puñado de chicos
muy jóvenes que parecían alemanes y enviaron a aquellos para ser adiestrados
como pequeños nazis buenos. Entonces transportaron a las mujeres y al resto de
los niños a campos de concentración. Mataron a todo el ganado y a todos los
animales domésticos en el pueblo. Saquearon el pueblo, hasta desenterraron el
cementerio, buscando dientes de oro o joyería. Cuando eso estuvo hecho,
quemaron los edificios. Cuando no fue suficiente para ellos, lo explotaron.
Cubrieron todo con tierra vegetal y la plantaron. Los caminos que llevaban
dentro y fuera de la ciudad fueron reencaminados, como una corriente. Cuando
terminaron, no había signo de que Lidice hubiera existido alguna vez allí.

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Delenda est Carthago, dijo el fantasma, justo antes de que Libor dijera lo
mismo.

—Cuando los romanos destruyeron Cartago, lo nivelaron para que no


hubiera una piedra sobre otra —continuó Libor—. Lidice fue un mensaje
multinivel de los Nazis. El primer mensaje fue que bajo sus reglas, cualquier
asesinato sería castigado, y el castigo no solo caería sobre los conspiradores sino
también sobre sus familias. En segundo lugar, para los alemanes, que Heydrich
fue bien vengado y que fueron los checos rebeldes, no Hitler, los que habían
planeado su muerte. Heydrich estaba siendo arreglado o arreglándose a sí
mismo, los cuentos varían, para asumir el control como el tercer Reich después
de Hitler. Heydrich, a diferencia de Hitler, era alto, rubio, atlético y elegante. El
ideal alemán, de hecho, que Hitler no era.

¿Habíamos matado a Heydrich? Me preguntaron, dijo el fantasma de Danek.


¿Cómo podía decírselo a los Nazis? Me habrían matado ellos, también, aunque estaba
trabajando para ellos. Habrían preguntado por qué no les había advertido. Si no les decía
nada, habrían sospechado de mí. Así que les di otra cosa. Un rumor, les dije que los
asesinos vinieron de una pequeña aldea. Ellos no necesitaban a los verdaderos asesinos
si tenían una aldea para castigar. Lidice no murió por una mentira. Por mi mentira. No
realmente. Murió para que pudiéramos ir a la lucha contra los nazis. Ganamos. Los
golpeamos. Hice lo correcto. Por Praga. Por la resistencia.
Los otros fantasmas, incluso la mujer que por su descripción y su
comportamiento, debió haber sido la esposa de Libor, retrocedían ante Danek,
como si algo sobre él fuera repelente para los otros fantasmas. Fueron a la
deriva, casi por causalidad, a través de las paredes hasta que, hacia el final del
discurso de auto justificación de Danek, el único fantasma en el jardín era
Danek.

Trabajaba realmente con fuerza en el cuidado de una fachada tranquila.


Nunca había hecho nada así. Estaba bastante segura que debería haber seguido
el consejo de mi hermano en vez de ceder ante mi carácter cuando Libor me
empujó.

—Matamos a Danek cuando supimos lo que había hecho —dijo Libor—.

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Sabía lo que harían los Nazis, y él les dio un objetivo al azar que estaba lejos de
él. Un pueblo lo suficientemente pequeño como para destruir, porque eso es lo
que quería Hitler.

Monstruos, dijo Danek en mi oído. Quizás había saltado un poco porque él no


estaba en cualquier lugar cerca de mí cuando lo dijo. Había estado trabajando con
monstruos, y no lo sabía. Pensé que los Nazis eran los monstruos, y tenía miedo de ellos.
Me equivoqué.

—Él estaba tan asustado de los Nazis —dijo Libor—, que traicionó a ese
pequeño pueblo por ellos. Oh, tomó dinero, también. Pero fue sobre todo para
salvar su propia piel. Nunca lo hubiera conocido, pero empezó a salir con
alguien de mi manada, y ella mintió acerca de él.

Los comentarios de Libor y del espíritu estaban tan relacionados al mismo


tema que me preguntaba si el espíritu estaba de alguna manera influyendo en
Libor a pesar de que él no podía oír lo que decía el hombre muerto.

—El pueblo de Lidice no era lo único que había dado a los Nazis —dijo el
hombre lobo alfa—. Él vendió a algunos de nuestro grupo, también. Uno de los
que vendió era un niño que llevaba mensajes para nosotros. Él tenía diez.

Nadie importante, dijo Danek. Pocos, por lo que los Nazis sabían que estaba
cooperando completamente. Así que no me mataron. Pero tenía miedo de los monstruos
del mal.
—Él era un cobarde —dijo Libor—. Y temía a los monstruos del mal.

La guerra terminó, dijo Danek. Habíamos ganado. Mi lado ganó, luego me mataron.
Morí de todos modos. No es justo. Incluso no me permitieron un entierro. No hay
marcador para mi sepultura. No hay dolientes.

—Murió muy fácilmente —dijo Libor—. Pero la guerra había terminado, y


había pasado el tiempo suficiente por lo que simplemente no podíamos dejar su
cuerpo. Así que lo enterramos aquí.

Él asintió con la cabeza hacia una esquina del jardín.

—Bajo los adoquines por debajo de la mesa verde.

—Ya veo —dije. El efecto de la narración de dos caras era realmente

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espeluznante.

—¿Danek es el único fantasma aquí? —preguntó Libor.

Hice una producción mirando a su alrededor cuidadosamente.

—Sí. Él es el único aquí en el jardín con nosotros.

Danek llegó y tocó la parte de atrás de la silla que estaba en la mesa verde.
Escarcha siguió a sus dedos pero se desvaneció rápidamente. No dejó ninguna
humedad detrás, así que tal vez no hubiera sido escarcha de todos modos sino
una especie de residuo. Nunca había visto a un fantasma hacer eso.

—Entonces te daré el Santuario que te ofrecí —dijo Libor enérgicamente.

—Gracias —le dije, mis ojos todavía en el espíritu—. Y cuando estés cansado
de Danek, me avisas. Puedo volver y ver si puedo solucionarlo.

—¿Arreglar que? —preguntó Libor.

—Te lo dije —contesté—. No es inteligente prestar demasiada atención a los


muertos. Especialmente no es inteligente para mí prestar demasiada atención a
los muertos.

La silla que Danek había tocado cayó sobre su lado. Libor saltó y la miró.
—Creo —dije—, que Danek va a ser del tipo dulce de espíritu que encuentra
las cosas perdidas y se contenta a sí mismo cerrando puertas un poco
demasiado fuertes. Podemos darle unas semanas, para ver si se desvanece por
su cuenta. Pero si eso no funciona, veré lo que puedo hacer.

Esperaba estar en mi casa en un par de semanas. Eso significaría que tendría


que volar de vuelta. Podía volar con Adam y ver Praga apropiadamente.
Mientras sobreviviéramos.

Agua caliente y jabón perfumado hicieron mucho por mi espíritu. Todavía

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estaba atrapada en Praga sin papeles ni dinero, pero al menos estaba limpia y
tenía un cambio de ropa que no tuve que robar. Tenía una cama y un lugar
seguro para dormir.

La ropa que me habían encontrado era la típica ropa de repuesto de las


manadas de hombres lobo (al parecer) en todo el mundo: pantalones de correr y
una camiseta, un poco más cerrada de lo que nuestra manada usaba, pero
todavía lo suficientemente elástica como para adaptarse a una amplia variedad
de tipos de cuerpo, masculinos o femeninos.

Tenía una pequeña habitación en la parte superior de las escaleras, un poco


aislada del resto de la sala sobre la panadería. Todavía era de día, estaba
rodeada de desconocidos, uno de los cuales estaba bastante infeliz conmigo
incluso si reconocía que le había dicho una y otra vez que lo que él quería no
era una buena idea. Aun así, creo que estaba dormida antes de que mi cuerpo
golpeara el colchón.

Desperté en la oscuridad, y alguien acariciaba mi mejilla suavemente. Rodé


lejos del toque y sepulté mi cabeza en las mantas.

—Déjame en paz —dije con fuerza.

Entonces me dí cuenta que estaba sola en la habitación mientras esos dedos


habían estado tocando mi mejilla.
Esperaba sinceramente que todavía fuera un efecto residual de encontrar el
golem que me dejó como un imán para los fantasmas de Praga. Esperé aún más
fervorosamente que todo lo que fuera que había causado eso se marchara
pronto.

También me sentí culpable.

Trataba de no dar órdenes a los muertos, a menos que fuera importante ya


que ellos no podían negarse, no sé si había enfocado mi voluntad demasiado
fuerte. No lo habría hecho excepto que había estado en su mayoría dormida.
Pero le había pedido al espíritu que desapareciera, y se había ido.

Creo que había estado tratando de advertirme porque pocos minutos más
tarde, mi puerta se abrió.

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Estaba levantada en mis pies al lado de la cama, con mi mano derecha
intentando cerrarla alrededor de un arma que no estaba allí, antes de que fuera
consciente de recordar donde estaba.

—Despierta, mujer —dijo una voz áspera que pertenecía a un hombre que no
había visto antes.

Era delgado y compacto, como un gimnasta. Si lo veía en un traje, nunca


sabría cuánto músculo poseía. En la apretada camiseta y jeans, lo destacaba. Se
parecía un poco al hombre que me había seguido hasta que había encontrado
refugio en el jardín del amistoso mastín. Tal vez estaban relacionados. Era uno
de esos hombres que se verían como un adolescente hasta que su pelo
comenzará a tener canas, pero desde que era un hombre lobo, eso nunca iba a
suceder. Me preguntaba si había aprendido a convertir eso en una fuerza.

Había sido criada en la manada del Marrok. Nunca juzgaba la fuerza de una
persona por su aspecto exterior. El Marrok no se veía como un hombre que
sostenía las riendas de miles de hombres lobo que iban a morir por él. Parecía
un repartidor de pizza o un asistente de la gasolinera, hasta que no lo hacía.

—¿Qué necesitas? —le pregunté.

—Libor dice que te diga que hay vampiros aquí, buscándote y siendo
decisivos sobre eso. Tenemos que movernos. Recoge tus cosas y te llevaré. —Su
voz era británica pura, aunque eso no era garantía de que fuera del Reino
Unido. La mayoría de los hablantes de inglés en Europa, fui descubriendo,
habían aprendido a hablar inglés británico en lugar de la versión americana.

Encendí la lámpara de sobremesa y me di cuenta de que mi otro conjunto de


ropa estaba en el lavabo. Me puse los zapatos prestados sin calcetines y tomé el
paquete que contenía muy poco dinero y un lector electrónico muerto.

—Lista —dije.

Danek se reunió con nosotros en la base de las escaleras apuntando en la


dirección opuesta, a la que el hombre lobo estaba tratando de llevarme. Lo que
me dejó en un dilema. Los fantasmas, como los fae, no mienten. Son tan

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literales, tienes que tener cuidado con todo lo que dicen creer. Él podría haber
estado apuntando hacia los chicos malos en lugar de lejos.

Antes de que pudiera preguntarle nada, la difunta esposa de Libor apareció


y apuntó en la misma dirección.

Dile que tome el camino a través de las cocinas, dijo. Los vampiros tienen las salidas
habituales rodeadas.

—Los fantasmas dicen que hay vampiros en las salidas habituales —le dije al
hombre lobo—. Necesitamos utilizar el camino a través de las cocinas.

Se congeló.

—Solo me hago más extraña, mientras más me conoces —le dije, citando a
una de las camisetas que había recibido para mi último cumpleaños.

Su nariz se ensanchó, y él miró a su alrededor un poco violentamente,


tratando de ver a los fantasmas, creo. Danek rozó contra una mesa, haciéndola
raspar en el piso, y el hombre lobo saltó.

Rodé mis ojos (un gesto que había cogido de mi hijastra adolescente). A veces
era lo único que expresaba correctamente mi opinión. ¿En serio? ¿El hombre
lobo estaba asustado de los fantasmas?
Ignorándolo, tomé el camino que la esposa muerta de Libor aún estaba
indicando, a través del cuarto y por un pasillo oscuro.

—Pensaba que los fantasmas eran solo partes y piezas de las personas que
murieron —dijo el hombre lobo muy tranquilamente cuando me pasó.

Parecía que de repente sabía a dónde ir y abrió el camino a un ritmo


enérgico.

—Sí —dije—. No. A veces. —Sus palabras fueron lo suficientemente


parecidas de las que le había dicho a Libor por lo que estaba bastante segura de
que Libor había estado hablando con sus lobos. Y bien debería, porque a pesar
de que su esposa había sido relativamente benigna, estaba bastante segura de
que Danek iba a ser un problema.

Grupo Leyendas Oscuras | 155


—Entonces ¿por qué están advirtiéndonos de algo que está sucediendo
ahora? —preguntó.

El salón de repente disminuyó cerca de tres pulgadas y se inclinó hacia la


derecha. Algunos pasos más lejos, bajamos tres escalones. El lobo siguió
hablando tranquilamente mientras sostenía mi brazo para asegurarse de que no
tropezara.

—Si son solo partes y piezas, ¿no crees que deberían estar aquí gimiendo y
lanzando cosas en lugar de dar advertencias sobre vampiros?

—Algunos de ellos conservan mucho de la personalidad de su predecesor —


le dije, aunque me había preguntado acerca de la naturaleza de los fantasmas
por exactamente los mismos tipos de razones. Bueno despedirlos... como si
nada cuando uno de ellos no estaba dejando dibujos u otro que no estaba
tratando de ayudarme a sobrevivir. Pero le di la única respuesta que tuve—:
Los que tienen rencor o se unen a una persona que aún vive parecen ser más
independientes de pensamiento.

Las cocinas eran enormes y había dos. La mitad delantera era moderna y
llena de hornos, diferentes tipos de superficies de cocción y gigantescas
mezcladoras más altas que yo, con cuencos que estaban asentados en el suelo.
Todo estaba inmaculado.
Había una media pared y una puerta más ancha de lo habitual que nos llevó
a una habitación que parecía haber sido traída directamente de la edad media.
En la pared del fondo había una chimenea gigante con un asador. Al lado de él
habían lanzado un montón de ollas de metal que parecían como si debieran
tener a una bruja arrojando ojos de tritones y colas de caracol o algo en ellas.
Una de las paredes largas estaba cubierta por un horno de ladrillo gigante con
filas y columnas de aberturas regularmente espaciadas que tenían cerca de dos
pies cuadrados.

Mi hombre lobo nos guío justo hasta el orificio más lejano y subió a través de
él. Hice lo mismo y encontré que el interior del horno era una habitación en su
propio derecho. Contra una de las paredes internas había una estrecha escalera
de metal, que mi guía ya estaba subiendo. Lo seguí a un par de pisos y a la

Grupo Leyendas Oscuras | 156


azotea del edificio.

El hombre lobo había dejado de hablar y estaba haciendo un esfuerzo por


mantenerse callado, por lo que le seguí el juego. Tejimos nuestro camino entre
las chimeneas en el techo de la panadería. Cuando llegamos al final de la
panadería, había un salto estrecho, y seguimos yendo por el techo del edificio
de al lado. Probablemente hicimos un cuarto de milla antes de saltar al suelo.

El hombre lobo, todavía tranquilo, no aceleró desde el fácil paso que


habíamos comenzado en los tejados, y nos llevó a una sección más moderna y
residencial de la ciudad. En total, corrimos quizás seis millas, tiempo suficiente
para que lamentara mi falta de calcetines. Me llevó a un garaje en un edificio de
apartamentos construido en los últimos cien años y nos detuvimos por una
motocicleta. Comenzamos a andar en ella, entonces frenamos.

—Atraeremos demasiada atención sin casco —dijo—. Espera aquí, enseguida


vuelvo.

Cumplió su palabra y regresó con un par de cascos. Me lanzó uno y se puso


el otro.

El mío no era adecuadamente perfecto —y no me gustó el modo en que


restringió mi visión— pero no me quejé. Cuando montó la moto, subí detrás de
él y me agarré.
La última vez que había montado detrás de alguien en una motocicleta había
estado en la Universidad. Char, mi compañera de habitación, había tenido una
Harley. La habíamos sacado y habíamos acampado de vez en cuando, solo para
escaparnos de la escuela.

Esta moto era aproximadamente de la mitad del tamaño que la de Char y


mucho más tranquila, pero ser un pasajero detrás de un hombre lobo no era
muy diferente a como había sido ser un pasajero detrás de Char.

Grupo Leyendas Oscuras | 157


Capítulo 7

Capitulo 7
Adam

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La villa de Bonarata en Milán, en las horas intempestivas de la primera
noche que pasé en Praga. En este momento estaba acurrucada junto al
Moldava, mientras que un fantasma goteaba agua sobre mi cabeza. Por lo
que este capítulo se inicia antes de que comenzara el capítulo anterior. Te
dije que iba a ponerse complicado.

Les dieron una suite grande con tres habitaciones, cada una equipada con
una cama extra grande y un cuarto de baño. Se veían prístinas y recién
remodeladas, pero esto era un edificio muy antiguo, y había visto mucha
violencia. Adam podía oler el débil almizcle del miedo y el hierro deteriorado
de la sangre vieja, como si, al igual que la piedra, la madera y la pintura, fueran
parte del material que componía la estructura.

Su equipaje había sido apilado ordenadamente dentro de la puerta principal


de la suite cuando llegaron allí. Adam pensó que habían sido llevados de la
pista de aterrizaje por el camino más largo para permitir que el equipaje llegara
antes.
—¿Vestido para la cena, dijo? —dijo Larry tan pronto como su vampiro guía
escolta se hubo ido—. Son las cuatro de la mañana, hora de Milán.

—Difícilmente puedes esperar que los vampiros coman durante el día —dijo
Marsilia.

—O comer en absoluto —ofreció Honey—. ¿Vamos a ser la cena?

—Ellos siempre tienen la última comida a las cinco de la mañana aquí —


respondió Stefan—. ‘Cena’ es una palabra que se usa para los huéspedes; piensa
en ello como un desayuno muy temprano si gustas. Por lo general hay personas
que no son vampiros. Bonarata lo utiliza como una reunión para el nido. Habrá
sangre fresca para todos los vampiros y buena comida para todos los demás.

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Elizaveta había paseado por la habitación murmurando para sí misma. Entró
en la primera habitación, y Larry se movió para seguirla.

—Déjala tranquila —dijo Stefan—. Está comprobando la magia. Bonarata


tiene unas cuantas brujas a su servicio, tenían una muy buena bruja una vez, y,
según los rumores, un duende mestizo. Hay muchas cosas que una bruja podría
hacernos sin romper las leyes de invitado. No tengo que decir que limpien los
cepillos para el cabello y quemen las hebras sueltas, ¿verdad?

—Un hotel normal —se quejó Larry afablemente—. Comerse las uñas de los
pies, ya sé.

Honey hizo un sonido, y el goblin le mostró una sonrisa—. Por supuesto,


puedes tirarlas en el inodoro si gustas. Yo prefiero estar seguro. Las brujas son
perras y te quemaran las nalgas tan seguro como los gatitos tienen escozor si les
das media oportunidad.

Elizaveta estaba en uno de los dormitorios. Ella podría no haber oído a Larry.
Pero Honey estaba de pie junto a él.

—Soy una perra —dijo Honey en una voz suave.

El goblin se rió.
—Eso eres, querida. No te ofendas sin motivo. —No era tonto, pensó Adam.
Esto iba de establecer límites. Le estaba diciendo a la habitación que estaba
bastante seguro de su capacidad para protegerse a sí mismo para no tener
miedo de ofender a nadie en la habitación.

Bueno saberlo. Adam estaba seguro de que agradecería la información en


algún otro momento. Justo cuando estaba seguro de que en otro momento
habría estado satisfecho e impresionado con la suite que les habían dado.

—Simplemente mantengan las cosas a la vista —dijo Honey, pero ella no


estaba prestando atención al goblin. Estaba observando a Adam por el rabillo
del ojo.

El ruido del intercambio de su llegar-a-conocerte, se restregó sobre la piel de

Grupo Leyendas Oscuras | 160


Adam como papel de lija. Adam estaba seguro de que antes de que terminara
esto estaría deseando una habitación de hotel para él solo. O con Mercy. Lo
comprobó, como un hombre con un dolor de muelas, y su vínculo todavía
estaba allí. No estaba recibiendo mucho de él. Sabía que era porque ella ya no
estaba aquí y que sin más de la manada, no podía llegar a ella con mayor
claridad.

Su control estaba deshilachándose. Su lobo… no, para ser honesto, no era


solamente su lobo quien quería rasgar la garganta de Bonarata. Tener a su
manada allí en casa no hacía que su lobo estuviera más cómodo, nada seguro
para las personas a su alrededor.

Honey lo sabía. Ella no lo estaba evitando exactamente, pero estaba siendo


muy cuidadosa de no mirarlo a los ojos y dándole un montón de espacio. Si
dejaba que esto continuara, o mataba a Bonarata o Bonarata lo mataba a él, y
habían venido aquí para prevenir eso, ¿verdad?

Una parte de él, la mayor parte de él, y no solamente el monstruo, se


preguntó por qué estaba de pie en la fortaleza del vampiro y no sobre el
cadáver del vampiro o fuera persiguiendo a Mercy.

De repente se volvió hacia Marsilia, interrumpiendo una conversación en voz


baja que estaba teniendo con Stefan sobre los arreglos para dormir.
—Dime que dejar a Bonarata animar otra hora es lo que hay que hacer —
dijo—. Y hazme creerlo. —Si no podía entenderlo, tal vez alguien más podría. Si
no…

Adam no sabía lo que había en su rostro, pero Marsilia le miró y se quedó


inmóvil. Pero fue Stefan quien le respondió.

—Iacopo Bonarata es un monstruo —dijo Stefan—. Él hace cosas terribles,


después se miente a sí mismo al respecto porque no quiere creer que es
diferente al príncipe del Renacimiento que una vez fue.

—Estoy de acuerdo —dijo Marsilia con cierta tristeza—. Nunca fue un héroe
como tú, Stefan, no importa lo que cualquiera de nosotros tratamos de creer.

Grupo Leyendas Oscuras | 161


Stefan no la miró, solo continuó hablando.

—Iacopo Bonarata es un adicto que se regodea en su adicción porque le


aporta más poder. Él rompe al hombre lobo del que se alimenta de modo que
nadie va a creer jamás que la adicción, que no va a admitir, es una debilidad o
un problema para alguien, excepto el pobre lobo condenado.

Todo el mundo, incluyendo Elizaveta, había dejado de hacer lo que habían


estado haciendo para prestar atención a Stefan.

—Él es un monstruo —dijo Stefan—. Pero es bueno en eso. Bueno en la


supervivencia, y eso lo hace bueno para el resto de los monstruos que tienen
que vivir, visibles o invisibles, con la población humana, quienes se han vuelto
mucho más letales, desde que prácticamente acabaron con la población de
brujas en Europa.

—Fue una guerra civil entre las familias de brujas las que hicieron el mayor
daño —dijo Elizaveta—. Sin embargo, la Inquisición fue exhaustiva sobre
rastrear los residuos.

Stefan asintió delicadamente en la dirección de Elizaveta, dándole el punto.


Luego continuó:

—Bonarata es inteligente, perspicaz, y muy rico, y lo usa para asegurar su


propia supervivencia. Pero debido a que ve su supervivencia como
dependiendo de cómo los depredadores sobrenaturales interactúan con los
humanos, es una fuerza muy fuerte para la estabilidad.

Marsilia extendió la mano y tocó a Stefan, quien se quedó en silencio.

—Matarlo —dijo Marsilia—, causará la muerte de miles, no solamente


vampiros, sino todas las personas que serán víctimas de sus juegos de poder. —
Dudó brevemente—. Mercy no te necesita, Adam, ella no nos necesita, para
rescatarla o vengarla. Ella se rescató sola. Al hacerlo, nos dio la oportunidad de
construir puentes, para mantener a todos los monstruos… —Aquí hizo una
reverencia con una elevación irónica de su ceja—… comportándose.

Era una buena respuesta. Adam no sabía que sería suficiente una buena
respuesta para evitar que fuera a por la garganta de Bonarata a la primera

Grupo Leyendas Oscuras | 162


oportunidad. Que Mercy se rescatara sola, no significaba que Bonarata
mereciera ser excusado por llevársela en primer lugar. Se acordó de la sangre y
el cristal en todo el SUV, toda la sangre de Mercy manchando el asiento de
cuero, el collar que mantenía a buen recaudo en su bolsillo.

—Casi mató a mi esposa —dijo Adam.

Stefan dijo:

—Pero falló.

—No es lo suficientemente bueno —dijo Adam—. No es suficiente buena


razón.

Hubo un pequeño silencio, luego Larry habló:

—Tú no estás acostumbrado a tratar con los tipos malos que son mucho más
poderosos que tú —dijo—. Sin ofender. De cara a cara, si tú y Bonarata se
enredan, la apuesta sería muy pareja. Pero Bonarata no es simplemente un viejo
vampiro. Él es la cabeza de un colectivo de vampiros, al igual que tu Marrok es
la cabeza de un colectivo de hombres lobo. Y es el colectivo lo que es más
importante para la elección que estás haciendo esta noche.
Adam miró al goblin, y Larry bajó los ojos, sin cambiar de otro modo su
lenguaje corporal. Larry no tenía miedo de él. Simplemente estaba haciendo su
mejor esfuerzo para no provocar una pelea.

—Continúa —dijo, porque Larry parecía estar esperando a que respondiera


de alguna manera.

El goblin asintió.

—Bonarata no ha nombrado a un heredero por mucho tiempo.

—Los que recogió continuaron volviéndose ambiciosos —murmuró


Marsilia—. Se cansó de matar a sus favoritos. Lo que tiene ahora es una
colección de lugartenientes, poderosos en sus propias formas, pero no un

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segundo. Él no tiene un Darryl.

Larry dijo:

—Entonces, lo que pasa con el colectivo cuando muere Bonarata es esto.


Cada Maestro Vampiro en Europa y un buen número de ellos allí en casa
piensan que deben ponerse en el lugar de Bonarata. La mayoría de ellos a causa
de la ambición, porque los vampiros, exceptuada la actual compañía, estoy
seguro, son ambiciosos. Sin embargo, habrá algunos de ellos que estarán
interesados porque no quieren estar arrastrándose y reverenciando a un
vampiro que podría ser más estúpido o más horrible que Bonarata.

—¿Tienes un punto? —dijo Adam.

—Entonces, ¿cómo crees que van a hacer su primera propuesta de aumentar


progresivamente bajo el vacío de la corona de Bonarata, eh?

—Matar al tonto hombre lobo que asesinó al rey —dijo Adam lentamente.

—Y en su defecto, o incluso si alguien te atrapa, Adam, alguien más va a ir


tras tu gente y tu familia también, en un esfuerzo para construir un nombre por
sí mismos. Matar a Bonarata no mantendrá a Mercy a salvo. Si lo matas, sus
sucesores irán tras de ti, de Mercy, de tu hija, Jesse, de toda la manada, del nido
de Marsilia, y cualquier sobrenatural o humano que se haya asociado contigo.
La mejor manera de mantener a tu gente segura es hacer que Bonarata crea que
está en su mejor interés mantener vivos a tu esposa y a tu hija, así como a todos
en esta sala y sus seres queridos.

Y eso sonó lo bastante cierto para que la bestia dentro de Adam lo


considerara.

—Hablar con Bonarata es mejor —dijo Honey—. Pero si quieres matarlo, te


ayudaré.

—Y yo —dijo Elizaveta—, lo disfrutaría, Adya.

Y con todas las razones que le habían sido presentadas para dejar al vampiro
caminando, fueron las voces asesinas de apoyo lo que le permitió tomar su
primera respiración profunda desde que había bajado del avión.

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—Gracias —les dijo con verdadera gratitud—. Pero Larry tiene razón. Sin
Marrok para protegernos con su reputación, nuestro pueblo sería un objetivo.

Tan bien como se sentiría al matar a Bonarata, él no quería soltar una horda
de vampiros sobre su gente. Larry también había estado en lo cierto en que
Adam se había acostumbrado a tratar desde la posición de fuerza que
proporcionaba el apoyo del Marrok. Había sido una parte tan importante de ser
un hombre lobo alfa que ni siquiera había pensado en ello. Iba a tener que
ajustar su pensamiento.

Todo el mundo estaba aún observándolo con atención, por lo que les
despidió con la mano y cambió de tema de nuevo a uno anterior, diciendo:

—Elizaveta consigue una habitación. Marsilia consigue una habitación.


Stefan, tú y Larry pueden pelear por la tercera habitación, el perdedor se queda
el sofá aquí. Honey y yo podemos dormir en forma de lobo aquí, también.

—Adam, si deseas continuar con nuestra treta, deberías poner tu equipaje en


mi habitación —sugirió Marsilia—. Larry, tú debes quedarte la tercera
habitación. Stefan y yo podemos compartir la cama.

—Me quedaré la habitación dorada —dijo Elizaveta fríamente antes de que él


pudiera responderle a la vampira—. Marsilia, la habitación rosa es la más
grande. Si la compartes con Stefan, entonces tu supuesto trío tendrá la
habitación más grande. La habitación azul debe ser adecuada para el rey goblin.

—Nosotros no nos llamamos a nosotros mismos así —dijo Larry con


sequedad—. Eso fue solo una película. Es decir, ‘Larry el Rey Goblin’
simplemente no tiene el sonido correcto. El azul servirá muy bien, estoy seguro.

La habitación dorada era, Adam se dio cuenta, la única habitación que no


compartía una pared con el interior de la casa. Si Bonarata enviaba a alguien
tras ellos a través de la pared, tendrían que, o bien entrar en la sala principal, la
habitación rosa o la azul. Tal vez Elizaveta no se había dado cuenta de eso, pero
no apostaría por ello. La bruja era muy buena en velar por sí misma.

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En lugar de un comedor, fueron llevados a una habitación grande que antes
había sido una biblioteca. Adam aún podía oler el pegamento y cuero viejo que
se había utilizado para la fabricación de libros, así como el complejo olor a
humedad acumulada en el tiempo, porque el papel absorbía los olores.

Su entrada fue más dramática de lo que él habría participado de buen grado,


pero no se había dado cuenta hasta mucho más tarde para hacer algo al
respecto. A decir verdad, no estaba del todo seguro de cómo o cuando el
elemento teatral había sido establecido, a pesar de que tenía una muy buena
suposición acerca de quién era el responsable.

Cuando habían salido de su suite en grupo, Marsilia había tomado su brazo,


evidentemente decidiendo que, puesto que él no había hablado, Adam estaría
dispuesto a continuar con la farsa de que él y Marsilia eran amantes. Solamente
entonces se dio cuenta de que todo su grupo, incluyendo a Elizaveta, habían
logrado de alguna manera vestir en colores combinados.

El traje gris de Adam era el favorito de Mercy de los trajes que ella había
escogido para él, diciendo que sus elecciones de trajes de negocios eran intentos
deliberados de restar importancia a su aspecto. Lo había usado esta tarde para
Mercy, con una camisa negra y su corbata marrón y plata. Ella no lo sabría, por
supuesto, pero él sí. Habría jurado que nadie, excepto él mismo había sabido
qué trajes había empaquetado, o cual iba a llevar hasta que lo tuvo puesto.

Aun así, el vestido semiformal de Marsilia era plateado con decorados


marrones. El traje de Stefan era de un marrón pálido, y lo llevaba con una
camisa gris y una corbata negra con plateado. El de Larry era negro y plata con
un chaleco plateado, y su camisa y corbata eran marrones. Honey llevaba un
vestido de color marrón oscuro ribeteado de negro que no era tan formal como
el de Marsilia a pesar de que cubría menos.

Contrariamente al género, Elizaveta había elegido vestir toda de negro. Por


lo general ella se vestía como una versión de fantasía de novela de una abuela
rusa que había sido criada por gitanos, con múltiples faldas, bufandas, y joyas

Grupo Leyendas Oscuras | 166


en colores brillantes.

Mercy le había dicho una vez que pensaba que Elizaveta una vez había sido
una mujer hermosa, no solo atractiva, sino hermosa de talla mundial. Esta
noche, entendía exactamente lo que quería decir.

Adam no estaba interesado en la moda como una forma de arte, pero


entendía cómo podía utilizarlo como un arma en el mundo de los negocios
contra los hombres y mujeres que utilizaban la riqueza para juzgar el poder.
Eso significaba que conocía las modas de los hombres, pero además de eso no le
prestaba ninguna atención a la ropa de la mujer excepto notar si se veía bien en
Mercy o no, lo que le puso en ventaja sobre Mercy, quien no prestaba atención a
la moda en absoluto.

No era que las mujeres no usaban la ropa como un arma en el mundo de los
negocios también, sino porque él nunca juzgaba a la gente por la riqueza de su
ropa, era libre de ignorar las armas de la moda del sexo opuesto. Pero esa
indiferencia lo dejó sin palabras para etiquetar el traje que Elizaveta llevaba.

Era de seda, él sabía de telas, y la seda tenía un olor y un sonido reconocible


mientras se deslizaba sobre sí misma. Era negro, y pegado al cuerpo, y Elizaveta
lo llevaba con estilo, sea lo que fuera, porque no se ajustaba a ninguna de las
categorías que conocía: vestido, pantalones, traje.
Comenzaba con una camisa larga y ceñida que llegaba hasta las rodillas y
desde donde surgía un bordado negro pero a la vez iridiscente. Bajo la camisa,
su falda era estrecha y con una hendidura a cada lado hasta la mitad del muslo
para permitir el movimiento. Ella iba descalza por razones propias,
probablemente relacionadas con la magia. Sus pies eran preciosos, con las uñas
cortadas y pulidas (en plata espumosa).

Ella era vieja; casi tan antigua como él, y a diferencia de los hombres lobo, las
brujas envejecían al igual que los humanos normales. Pero tenía músculo y ni
una onza extra de cualquier otra cosa en su complexión. Siempre había sabido
que era fuerte porque observaba la forma en que la gente se movía. No había
sabido que su cuerpo era hermoso. Se había atenuado el maquillaje de las
tortitas al salón de baile, y le quedaba bien. No se vistió para minimizar su

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edad, no se vistió para minimizar ninguna cosa. No lo necesitaba. Se veía
exactamente igual a lo que era: bella y mortal.

Los únicos de su gente que quedaron fuera de la moda eran su piloto y


copiloto, quienes se arrastraban por detrás del resto de ellos. Todavía llevaban
el atuendo de negocios semi-uniformado con el que habían volado, pantalones
negros, camisa blanca y corbata verde, aunque por todo lo que Adam sabía era
una segunda muda de ropa idéntica. Aun así, no estaban combinados con todos
los demás, así que eso era algo.

Su guía para la cena, una vampira vestida con un esmoquin, había estado
bajo la impresión de que ‘los asistentes’ estarían cenando en la cocina con el
resto del personal humano. Adam había dado al traste con eso.

Harris había expuesto su cuello mucho más allá que Adam o lo había
planeado cuando los vampiros insistieron en que salieran del avión. Adam no
iba a permitir que Harris o su copiloto corrieran sueltos por ahí en el nido de
Bonarata sin protección. Comerían con su grupo en condiciones de seguridad
razonable.

Habían esperado, mientras que la vampira había enviado mensajes de texto a


alguien. Tan pronto como el texto de retorno llegó, ella había accedido a las
‘adiciones para la cena’, una frase que hizo que Larry hiciera una mueca y una
parodia de chasquear los dientes a la espalda de la vampira.
Las modalidades de la cena habían distraído a Adam, así que no se había
dado cuenta del tema del negro, plata, y el marrón, hasta que estuvieron
siguiendo a su guía a través de los pasillos. Demasiado tarde para correr de
vuelta y ponerse el traje azul.

Adam no estaba del todo seguro de que la combinación de colores no fuera


un accidente. Pero los instintos (y una pizca de culpa en el rostro de Honey) le
dijeron que toda esta actuación había sido planeada a espaldas suyas, hasta ese
punto e incluyendo la forma en que Marsilia se aferraba a su brazo.

Todo este drama estaba en consonancia con los vampiros y con Marsilia, de
todos modos. Adam era un soldado viejo que, al igual que unas buenas botas,
podría ser pulido y dado brillo, pero al final era feliz siendo un arma que una

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obra de arte.

Esta era la segunda vez que Marsilia había cambiado su estrategia sin
consultar con él. Si así era como quería jugar esto, él se sentiría libre de hacer lo
mismo.

En cualquier caso, la entrada se desperdició debido a que la habitación estaba


vacía. Con un murmullo para que ellos esperaran a Bonarata aquí, su guía
ejecutó una rápida reverencia y se fue.

Adam inspeccionó a su gente bastante sombría.

Stefan le puso fin primero, probablemente debido a que se estaba


divirtiendo.

—Te dije que la cosa del color era una mala idea —le dijo a Marsilia.

—No aquí —dijo Adam, aunque su guía había desaparecido. Su ira fue
aplacada, y no por la disculpa de Stefan. Con Bonarata por lo visto reclamando
el derecho de hacer una gran entrada, todo el drama había sido principalmente
un esfuerzo desperdiciado. Castigo suficiente para adaptarse al crimen, pensó.

Ya que estaban atrapados aquí, Adam hizo un poco de reconocimiento.

En algún momento de los últimos diez años, la habitación había sido


destripada, equipada con electricidad moderna, y vuelto a juntar los paneles de
yeso y madera dura prefabricada. Solo había dos ventanas, la luz habría dañado
los libros cuando había sido una biblioteca, supuso.

Un buen diseñador había hecho todo lo posible para hacer que la habitación
pareciera como si hubiera sido pintada hace un par de cientos de años atrás a
pesar de la moderna iluminación, conductos de aire y ventanas de eficiencia
energética. El área central estaba prácticamente vacía, con sillas alineadas en las
paredes y un pequeño escritorio en la esquina.

El arte era el verdadero foco de la habitación. Pinturas al óleo de tamaños


eclécticos de varias épocas cubrían las paredes de tres capas altas. Todas eran
originales, y sobre todo, a los ojos medianamente educados de Adam, muy bien
hechas. Una o dos eran espectaculares. No había firmas, y no reconoció ninguna

Grupo Leyendas Oscuras | 169


de ellas, lo que le sorprendió un poco. Había pensado que un vampiro de la
reputación de Bonarata expondría artistas famosos para establecer su estatus.

Entonces Adam se dio cuenta de que conocía el sujeto de la pintura en la que


había pausado. Marsilia, con los ojos en la sombra, agachada con gracia en una
roca en el borde de un arroyo. Su cabello, más largo de lo que nunca lo había
visto, no hacía nada para cubrir su cuerpo desnudo. En una mano sujetaba
flojamente una daga.

Al ver esa pintura famosa en ciertos círculos, Adam se dio cuenta de que el
vampiro había estado estableciendo su estatus muy bien. Todas las pinturas
habían sido hechas por el propio Bonarata.

Una puerta se abrió, no por la que habían entrado en la habitación, y


Bonarata se acercó.

Adam nunca había conocido a Bonarata en persona, pero había visto un par
de bocetos, y no había una pintura (quizás también pintada por Bonarata) en el
nido de Marsilia. Eso fue suficiente para que le permitiera reconocer al Señor de
la Noche al verlo, incluso si probablemente no pudiera haberle identificado de
entre una multitud.

Al igual que el resto de los hombres, a excepción del piloto y copiloto de


Adam, Bonarata llevaba un traje. La mayor diferencia entre su traje y el de
Adam era que el traje de Bonarata solo enfatizaba las características
brutalmente estampadas del vampiro. No es que el traje se viera mal; era que
parecía que estaba diseñado para exhibir a un guerrero, un hombre peligroso.

El traje de Adam, el cual le daba un aspecto muy civilizado, era un disfraz.


Adam lo prefería así.

El Maestro Vampiro le dio una medio reverencia a Adam.

—Soy Bonarata. Te he conocido a través de los ojos de mi sirviente, pero tú


no me has conocido.

Adam presentó a su gente con seriedad, incluyendo a Marsilia y Stefan.


Ambos de los cuales Bonarata saludó en silencio con ese rápido asentimiento
educado, como si fueran extraños. Para su propia protección, Adam metió a su

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piloto y al copiloto en medio de las presentaciones, dejando absolutamente
claro que Adam sentía que ellos caían en la categoría de su gente. Él no los
presentó por su nombre, como una mayor protección para ellos. Incluyéndolos
también en medio de la mezcla de todo el tema del color, lo cual apreciaba.

Durante todo ese tiempo, él y Bonarata se midieron el uno al otro.

—Tu esposa ya no está a mi cuidado —dijo Bonarata, aparentemente


decidiendo ser francamente honesto.

Adam esperó cortésmente. En el exterior, estaba seguro de que su rostro era


educado de todos modos.

—Ella entendió mal mis intenciones, creo —dijo el vampiro, con una
pequeña sonrisa en su rostro—. De lo contrario, no habría huido de aquí. No
tuve la oportunidad de hacerle saber que vendrías.

O tal vez no tan honesto.

—¿Lo hizo? —preguntó Adam—. ¿Así que entendió mal que golpearas su
coche con un semi, casi matándola, y luego agravando el incidente
secuestrándola?

—Adam —dijo Marsilia, su agarre en el brazo se apretó a niveles dolorosos.


Cuando ella habló, hubo un instante durante el cual algo pasó a través del
rostro del Señor de la Noche. Marsilia lo vio, Adam sintió sus dedos apretarse,
pero no pudo ver su rostro.

—Sabemos que Mercy no está aquí —le dijo a Bonarata, y por la cuidadosa
falta de expresión del vampiro, Adam sabía que Bonarata había pensado
sorprenderlos. No quería que Bonarata tuviera una abertura para preguntar
cómo sabían que Mercy se había ido. No mientras Mercy todavía estaba por su
cuenta. Por lo que continuó bruscamente:

—Recuperar a mi esposa ya no es nuestro propósito aquí. Creo que


deberíamos hablar del por qué decidiste llevártela en primer lugar.

—Tenía la esperanza de hablar de negocios después de la última comida —

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dijo Bonarata.

—La tenías —dijo Adam neutral. No era una pregunta, solamente un


reconocimiento de los planes de Bonarata.

Fue algo bueno que Larry hubiera sido razonable antes de que fueran a
comer, porque el temperamento de Adam por poco estalló, y sabía que tenía los
ojos amarillos del lobo.

Él respiró profundamente.

—Es algo que la gente civilizada haría —dijo Bonarata ligeramente.

—Lo que ninguno de los dos es —dijo Marsilia con aire de superioridad.

Bonarata la miró rápidamente, sus ojos demorándose en la forma en que su


mano permanecía en el hombro de Adam.

Esta vez Adam reconoció la llamarada que irrumpió en la expresión semi


civilizada de Bonarata como los celos.

—¿Por qué te llevaste a mi mujer? —preguntó.

Los ojos del vampiro se encontraron con los suyos, y Adam sintió la
atracción de la mirada del vampiro incluso mientras se maldecía a sí mismo por
permitir que esto pasara. Él era más sensato. Se preparó para abrirse paso
luchando para salir, tiró de su vínculo con Honey, y de Mercy.

Y la mirada del vampiro se retiró enseguida de Adam sin efecto.

—¿Por qué… —Adam dejó su voz suavizarse con la rabia que hervía a fuego
lento por la imagen de su SUV después de que el semi lo hubeira golpeado—…
te llevaste a mi compañera?

El silencio sonó fuerte en la habitación ya que nadie se movió ni habló.

—Iacopo —murmuró Marsilia, dejando que sus manos se deslizaran del


brazo de Adam.

—Jacob —dijo el vampiro fríamente.

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—Jacob —se corrigió sin disculpa—. No tienes la intención de matar a la
compañera de Adam. Eso sería estúpido e inútil, y el hombre que conocía desde
hace siglos es demasiado inteligente para cualquiera de los dos.

—O para responder a la adulación —dijo él.

Ella levantó las dos manos, luego las dejó caer a los costados mientras
hablaba.

—No es adulación si es verdad. No tenías la intención de matarla, así que


¿por qué te la llevaste?

—Estás equivocado —murmuró Stefan—. Todo el mundo en esta sala


entiende eso, incluyéndote, Jacob. Pretender lo contrario es improductivo.

—Y que el cielo nos impida ser improductivos —gruñó Bonarata. Pero se


volvió hacia Adam—. Fui a Wulfe para conseguir información, como sabes.
Esto fue error mío, y me disculpo por ello. He conocido a Wulfe un largo
tiempo, sé que le gusta causar problemas, pero pensé que ya le había enseñado
a no causarme problemas a mí. Me encargaré de que no vuelva a suceder.

Marsilia extendió la mano y agarró el brazo de Adam, clavando las uñas


profundamente. Pero él no necesitó su petición.
Él sacudió la cabeza hacia Bonarata.

—Wulfe vive en mi territorio. Él está bajo mi protección; por otra parte, no te


mintió. Mi compañera es la persona más poderosa en nuestro territorio. —Hizo
un gesto con la mano para incluir al resto de su gente en la sala—. De testigo la
calidad de las personas dispuestas a exponer sus cuellos por ella, y he
rechazado un montón de ayuda. ―Él decidió no darle a Bonarata una excusa
para reaccionar a la defensa de Adam sobre Wulfe, una defensa que Bonarata
había esperado, si Adam estaba leyendo al vampiro correctamente. Así que
siguió hablando—. ¿Por qué secuestras a alguien que esperas que sea la persona
más poderosa en Tri-Cities?

Bonarata ocultó sus ojos.

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—Su apropiación territorial es una cosa muy interesante, señor Hauptman.
Un lugar donde podríamos lidiar con los humanos y unos con otros en la
seguridad es muy valioso. Pero decir que es lo que tienes, y realmente ser capaz
de proteger a la gente es otra cosa completamente distinta.

—Estoy de acuerdo —―dijo Adam.

Bonarata se volvió y se dirigió a una barra libre y se sirvió una copa de algo
que olía a oporto para Adam.

—¿Quieres un poco? No me afecta, por supuesto, más de lo que podría


afectarte a ti. Pero me gusta el sabor.

Adam dejó que sus ojos se medio cerraran, y Marsilia acarició su brazo con
dulzura. Adam vio que Bonarata se fijo en su mano. Observó al vampiro
lanzarse el alcohol de un trago. No era cierto que no afectaba a ninguno de
ellos. El alcohol le daría a un hombre lobo una sacudida momentánea, después
se disipaban los efectos.

Sherwood Post, uno de los últimos hombres lobo que Bran había enviado
para unirse a la manada de Adam, dijo que había descubierto que incluso un
hombre lobo podría emborracharse bebiendo Everclear, la versión 95% alcohol,
lo suficientemente rápido. Se había quedado así por beber de manera constante
durante dos días antes de que Bran le quitara el alcohol y le dijera que creciera.
—No —dijo Adam—. Nunca adquirí el gusto antes de cambiar, y no veo
ninguna razón para empezar ahora. Ibas a decirme por qué te llevaste a mi
esposa.

Bonarata dejó su vaso vacío.

—Sí. ¿Dónde me quedé?

—Habías decidido ver si podíamos proteger lo nuestro —dijo Marsilia


suavemente—. Le preguntase a Wulfe quién era el más poderoso entre
nosotros, y él te dijo, por razones que tienen sentido solo para Wulfe, por todo
eso que nos explicó, que esa persona era la compañera de Adam, Mercedes. Así
que embestiste su coche con un semi y la lastimaste letalmente, y luego la
secuestraste.

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—Ella está viva —dijo Adam, y a pesar de su mejor esfuerzo, su voz surgió
más como un gruñido que una voz humana—. A pesar de tus mejores
esfuerzos.

—Ah, sí —dijo Bonarata—, el famoso vínculo de compañeros de la canción y


la historia. —Sonrió tensamente hacia Adam—. Se estaba muriendo —dijo—,
porque Wulfe me engañó. Si deseas que él no tenga consecuencias por eso,
supongo que no soy el que sufre la mayor parte de sus juegos. Mi gente me
llamó para informar del problema, y casi la dejé allí. Su muerte me hubiera
dicho lo que quería saber, después de todo. Que no puedes proteger a los tuyos.

Adam no dijo nada, solo observó a Bonarata con paciencia. Su lobo estaba
muy convencido de que Bonarata no iba a sobrevivir mucho tiempo, no
importaba cuáles pudieran ser las consecuencias globales. Bonarata se mantuvo
de pie en frente de ellos, haciéndose un objetivo. Con el tiempo, el control de
Adam sería un fracaso, y el lobo podría darse un festín.

Bonarata trató de mirar fijamente a Adam. Marsilia dejó escapar un resoplido


y caminó entre ellos, rompiendo su batalla de miradas con su cuerpo. Por
primera vez, Adam se dio cuenta de que los tacones que llevaba la hacían más
alta que cualquiera de ellos.

—Pero no la dejaste morir —le dijo a Bonarata.


—No —dijo, su rostro y el lenguaje de su cuerpo se suavizaron mientras
hablaba con Marsilia—. Porque en última instancia, mi objetivo no era destruir
lo que habías construido salvo para usarlo. Su muerte no fue mi intención. Así
que tuve a mi equipo volando a Portland, donde tengo una bruja en servicio.
Mantuvo viva a Mercedes hasta que pudo ser traída aquí, y mi propio sanador
pudo sacarla del peligro.

Adam estaba bastante seguro de que la pausa con la que Bonarata siguió su
discurso pretendía ser una oportunidad para que Adam dijera gracias, lo que
no iba a hacer.

—Tengo una bruja en servicio también —murmuró Adam en su lugar—. Una


bruja muy poderosa. —Elizaveta hizo un sonido satisfecho―. Quizás, habría

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sido mejor para Mercy quedarse en Tri-Cities cuando estaba tan gravemente
herida, en lugar de cargarla por medio mundo.

Un timbre sonó.

—Ah —dijo Bonarata—. Eso será la cena. Me temo que mi cocinero insiste en
que no cenemos tarde. He tenido que aumentar su sueldo dos veces este año
después de este tipo de incidentes. Tendremos que mantener esta conversación
después de que nos sentemos y comamos. ¿Sí?

Adam asintió cortésmente y dejó que Marsilia y Stefan siguieran a Bonarata a


través de otra puerta, mientras él se detenía para tomar la retaguardia. Elizaveta
beso su mejilla al pasar, probablemente debido al cumplido que había lanzado
en su dirección.

Larry y Harris, los goblins, estaban sumergidos en una discusión en un


idioma que no conocía, pero sonaba vagamente germánica. Noruego o norn 4, o
islandés antiguo por todo lo que podía decir. El copiloto de Harris se arrastraba
detrás de ellos, aparentemente siguiendo la conversación. Honey, quién se
había tomado la tarea de jugar como escolta para el copiloto, se situó al lado de
Adam.

4
El norn es una antigua lengua escandinava hablada en las islas del norte de Escocia,
concretamente en las Orcadas y las Shetland. Actualmente está extinta, pero se piensa que
podría haber sobrevivido como lengua hablada hasta el siglo XVIII .
—¿Cuál es su nombre? —preguntó Adam, inclinando la cabeza hacia el
hombre de Harris. Lo había dicho cuando se reunió con los dos pilotos en el
aeropuerto, pero él había estado luchando con el lobo, y le había entrado por un
oído y salido por el otro, algo no habitual en él. Pero si el copiloto iba a ser una
de las personas de las que Adam era responsable, necesitaba un nombre.

—Matthew Smith —dijo el hombre en voz dócil, aunque no se volvió—.


Puede llamarme Matt, señor. —Luego les dirigió a Honey y a Adam una tímida
sonrisa por encima del hombro—. He oído todos los chistes. Prefería a Tom
Baker, de todos modos.

Honey miró a Adam, desconcertada por la referencia.

—Doctor Who —le dijo Adam—. Matt Smith interpretó al undécimo Doctor.

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Tom Baker fue el quinto o sexto.

—El cuarto —dijo Harris con una sonrisa—. Él es el hombre con el pañuelo.

—Doctor Who —dijo Honey lentamente, porque toda la manada sabía que a
Adam no le gustaba mucho la televisión.

—Mercy me hace verlo —dijo Adam a la defensiva—. Dice que es por mi


propio bien. —Matt, el copiloto sopló una risita entre dientes, y Adam se pilló a
sí mismo sonriendo un poco—. No estoy seguro de lo que eso significa. Pero lo
estoy disfrutando. —Doctor Who había sido inesperadamente bueno, pero
habría visto un reality o incluso una telenovela con el fin de sentarse una hora
por ahí con Mercy acurrucada junto a él.

Chequeó su vínculo, y Mercy estaba allí, muy distante para comunicarse,


pero estaba allí. Justo como lo había estado las últimas cien veces que la
chequeó.

La cena era a través de una puerta doble y un techo alto y bien iluminado
que podría haber sido la sala de estar principal de cualquier restaurante de clase
alta. En lugar de una sola mesa larga, había una serie de mesas que albergaban
de dos a seis personas, distribuidas con aleatoriedad meticulosa por la
habitación.

Toda la habitación podría haber albergado tal vez a un centenar de personas,


pero no se esperaban muchos esta noche. Numerosas mesas, cada una de cuatro
asientos, estaban decoradas con manteles de lino de color rosa, azul y blanco.
Había tarjetas de un rosa profundo para el lugar en cada plato con los nombres
trazados sobre ellas. A la primera que Adam le echó un vistazo le probó que
Bonarata había investigado a la gente de Adam: se leía MATTHEW SMITH.

Rodeó la mesa, leyendo los otros nombres en la mesa; Stefan Uccello, Larry
Sethaway, y Austin Harris.

—Matt, aquí está tu asiento —dijo, manteniendo su voz amable debido a que

Grupo Leyendas Oscuras | 177


el otro lobo no merecía la dureza del mordiscó repentino, y posesivo de un lobo
alfa que se siente como si alguien estuviera tratando de quitarle su manada. No
era simplemente que Bonarata hubiera sabido el nombre de Matthew Smith, era
que había rodeado al lobo vulnerable con la gente que Adam habría puesto a su
alrededor: Stefan por la fuerza, Harris por familiaridad, y Larry porque nadie
esperaría que fuera tan peligroso como lo era. Habría sopesado reemplazar a
Larry con Honey, pero sería más probable que los dos goblins lucharan bien
juntos.

Bonarata le había hecho un favor, y volvió salvaje a su lobo por la


impertinencia de ello, presumiendo tomar decisiones que pertenecían a Adam.
La protección de su gente era su trabajo. O tal vez estaba exagerando porque no
sabía dónde estaba Mercy. Probablemente estaba exagerando.

El copiloto se sentó en la silla que Adam había indicado para él. Puso una
mano en la rodilla de Adam y preguntó:

—¿Problemas? —En voz baja que no se transmitiría, incluso a los oídos en la


habitación.

Este lobo era la única persona, además de Honey en la sala de los cuales el
lobo de Adam no consideraba como presa o posible amenaza. El toque en la
rodilla lo estabilizó como ninguna otra cosa que pudiera tener en ese momento.
Adam tenía un trabajo que hacer, y ese trabajo no incluía jugar estúpidos juegos
con un antiguo vampiro.

Tomó aire y asintió al otro lobo.

—Gracias —dijo.

El copiloto bajó los ojos y encorvó sus hombros para parecer más pequeño de
lo que era, y no era un hombre grande.

—Me alegra ser de utilidad —le dijo a Adam.

Sintiéndose más en control, aunque supuso que no estaría de vuelta a la


normalidad hasta que tuviera a Mercy de vuelta sana y salva, Adam dio unas
palmaditas en el hombro del lobo en señal de agradecimiento, y cuando Harris

Grupo Leyendas Oscuras | 178


encontró su camino a su asiento, lo dejó en buenas manos.

Chequeó a Elizaveta y a Honey, las cuales estaban sentadas rodeadas de


vampiros. Elizaveta estaba coqueteando ligeramente en ruso con un vampiro
que parecía que preferiría estar en otro sitio.

Honey ignoraba a sus compañeros de mesa, los cuales no eran solo vampiros,
sino también mujeres. En cambio, se mantuvo vigilante en la mesa donde
estaban Matthew Smith y Harris. Habría sido grosero, pero los otros ocupantes
de la mesa estaban ocupados ignorando su mordacidad, también. Él solamente
apostaba que los tiernos sentimientos de Honey fueron heridos, ocultó su
sonrisa. Honey era tan dura de mente como cualquier hombre lobo que conocía.

Había, por su cuenta, sesenta personas en la habitación, sin incluir a los


camareros. La pequeña manada de Adam era ampliamente superada en
número. Eso probablemente no era un accidente. Algunos de los invitados eran
humanos. Unos pocos eran otra cosa, personas que eran mágicas, pero encajaban
pobremente en las categorías establecidas.

Adam estaba intrigado sobre todo por la gente que él no vio. Bonarata tenía a
Lenka, la loba que había esclavizado. Pero ella no era la única no-vampiro que
Bonarata tenía en su arsenal. Había tenido una bruja poderosa una vez, a pesar
de que parecía estar desaparecida, había otros en su nómina ahora. Los únicos
hombres lobo en la habitación estaban en el grupo de Adam, y Elizaveta era la
única bruja.

Para cuando Adam se dirigió a su mesa (tenía en la mira a Bonarata,


suponiendo que sería donde estaría comiendo) los demás estaban sentados. El
Señor de la Noche se había colocado al otro lado de Adam. Marsilia estaba
sentada a la derecha de Adam (a la izquierda de Bonarata), y un extraño
vampiro tenía el asiento a la izquierda de Adam.

—¿Te gusta la habitación? —preguntó Bonarata deliberadamente—. Te


tomaste tu tiempo examinándola.

—Yo cuido de mi gente —dijo Adam con una serenidad ganada a partir de
una mano en la rodilla y de ver a Honey ignorar a la gente que la ignoraba a

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ella, y la conexión sólida del vínculo de su compañera. Decidió que también
podría ser cortés—. La habitación es elegante e interesante.

—Ibas a explicar lo sucedido con Mercy después de que la trajeras aquí —


dijo Marsilia.

Bonarata suspiró.

—Sin saber nada de ella, excepto lo que Wulfe me había dicho de que era
poderosa, no fuerte, lo reconozco, pero poderosa, la puse en una habitación
segura fuera de esta casa, donde podía mantenerla protegida de mi gente y
mantener a mi gente a salvo. Ella se despertó, y tuvimos una discusión
educada. Pensé que todo estaba bien cuando me llamaron para hacer frente a
otras cuestiones. Dejé a mi propio hombre lobo para protegerla. Llegado a ese
punto, estaba más preocupado con mi gente lastimándola que en lugar de al
revés.

Preocupado, pensó Adam, podría ser una palabra muy inespecífica.

—Dejaste a tu puta de sangre para proteger a la compañera de Adam —dijo


Marsilia, con verdadero enojo en su voz. Miró a Adam—. Él robó a la hembra
del Alfa de Milán porque podía hacerlo. Cuando el Alfa se opuso, Iacopo lo
trajo aquí y lo torturó hasta que los había roto a los dos. Pero Iacopo…
—Jacob —corrigió Bonarata suavemente—. Jacob es más fácil para mis
contactos estadounidenses.

—… Jacob —continuó Marsilia sin un cambio en su voz—, no se alimenta de


los machos. Así que mató al Alfa, pero conservó a su compañera. Ella estaba
bastante loca cuando me fui de aquí. No puedo pensar que unos pocos siglos le
habrán ayudado.

Todo lo que Marsilia sabía lo sabía Adam, lo que significaba que estaba
sacándolo a relucir para obtener una reacción de Bonarata. No estaba
funcionando.

—Si Mercedes no hubiera huido, el lobo no la habría perseguido —dijo


Bonarata fácilmente. No se dirigió o reconoció la acusación de Marsilia a

Grupo Leyendas Oscuras | 180


excepción de la corrección por su nombre de pila—. Ella no me habría
desobedecido. Mercedes estaba a salvo hasta que intentó huir.

Adam comprendió lo que estaba oyendo. Mercy no había sido a lo que


Bonarata estaba preparado para hacer frente, por lo que había puesto una
trampa para morir. Una cosa muy práctica, de verdad. Si solo hubiera una
persona para contar la historia, no podría haber debate sobre lo que había
sucedido.

La comida se sirvió en ese preciso momento. Adam se mordió la lengua y


observó como un filete poco hecho fue expuesto para él mientras luchaba contra
la bestia en su interior hasta un punto muerto. Tan pronto como todos los que
comían alimentos fueron servidos, los camareros vampiros llevaron bandejas
con copas de oro que colocaron delante de los vampiros. La última persona
servida fue Bonarata.

Él levantó su copa y dijo:

—Coman y beban, amigos míos. Esta es una noche gloriosa, y mañana será
mejor. —Luego dijo algo en italiano. Adam estaba bastante seguro de que el
vampiro estaba repitiendo sus palabras.
Tomó un sorbo de su bebida, y Adam también lo hizo, porque no había nada
de malo en beber para mañana. Tan pronto como Bonarata bajó su copa, la
gente empezó a comer.

La mayor parte de los cubiertos eran de plata. El de Adam era de oro. Miró a
Honey y vio que su vajilla era de oro también. Asumiría que Smith recibió la
misma cortesía. Adam cortó su carne y le dio un mordisco, masticó con lo que
esperaba que pareciera reflexión en lugar de rabia contenida. Si Mercy no
hubiera logrado escapar, habría estado muerta cuando llegaron.

—Entonces —dijo en voz baja—, ¿dónde está tu hombre lobo mascota cuyo
trabajo era… mantener a Mercy aquí, creo que dijiste?

Hubo una pausa, y luego el vampiro lindo a su izquierda dijo, con una pizca

Grupo Leyendas Oscuras | 181


de diversión en su voz:

—Ella fue atropellada por un autobús y actualmente se está recuperando.

Y así de fácil, se restauró la ecuanimidad de Adam.

Adam asintió.

—Las personas que se interponen en el camino de la habilidad de mi


compañera para librarse de los problemas a menudo se sienten como si
hubieran sido golpeados por los autobuses. Creo que esta podría ser la primera
vez que es literalmente cierto, sin embargo. —Miró al segundo vampiro—. No
fuimos presentados.

—Él es Guccio —dijo Bonarata—. Es responsable de la gestión noche a noche


del nido. Mis disculpas por no presentarlo anteriormente.

—Don Hauptman —dijo el vampiro bonito—: He oído muchas cosas acerca


de usted.

Adam abrió la boca para decirle que su nombre no era Don, cuando Bonarata
habló.

—Signore Hauptman es un lobo joven, ni siquiera un siglo de antigüedad. —


Miró a Adam—. ‘Don’ es un viejo término de respeto; Guccio se refería a eso.
La explicación, aunque necesaria, había sido dada con un toque de
condescendencia.

—Un autobús —murmuró Marsilia—. Al menos nunca golpeó a uno de los


míos con un autobús. Me pregunto si era una señal de respeto, o lo contrario.
Eso no subestima a Mercedes, Jacob, algo que tuve que aprender, también. ¿Te
dio el discursillo que le gusta sacar una y otra vez, acerca de cómo es sobre todo
no más poderosa que el humano promedio? Es un discurso muy eficaz, porque
creo que en realidad se lo cree.

Bonarata frunció el ceño hacia Marsilia.

—Ella es débil —dijo—. Se rompe fácilmente, muere con facilidad. —Él


frunció el ceño hacia Adam—. No puedes permitirte una compañera débil si

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buscas el poder. Un juguete puede ser débil, porque es desechable. Pero una
compañera debe ser un activo.

¿Mercy, débil? pensó Adam.

—Y, sin embargo —dijo fríamente—, Mercy no está aquí. Y el hombre lobo
que enviaste tras ella todavía se está recuperando.

—Tengo noticias para ti, Jacob. —Marsilia colocó un poco más de énfasis de
lo necesario en el nombre del vampiro—. Ha habido una gran cantidad de
personas, monstruos, y otras cosas que han tratado de matar a Mercedes
Thompson Hauptman, y la mayoría de ellos murieron en el intento. Ella no está
indefensa, ni es débil.

—Yo no traté de matarla —dijo Bonarata.

Adam se quedó mirando al vampiro, escuchando claramente la mentira. ¿El


vampiro no sabía que él podía escuchar la mentira? Adam no podía confiar en
sí mismo para hablar.

—Nunca dije que lo hicieras —dijo Marsilia diplomáticamente—. Yo


tampoco, pero la he visto trabajando. Tu lobo tuvo suerte de que solo fuera un
autobús.
—¿Sabes dónde está? —preguntó Adam—. Confío en que has estado
buscando.

En el avión, Marsilia le había dicho a Adam que Bonarata no descansaría


hasta que encontrara a Mercy. Ella le había hecho parecer incompetente, y su
ego no le permitiría dejarla escapar sin consecuencias.

Bonarata extendió las manos, suspiró y dijo:

—Tengo a mi gente buscándola. Parece que ha dejado Italia por completo,


probablemente en autobús. La hemos rastreado a una parada de autobús en
Austria, donde, o bien intercambió autobuses, o ha cambiado su modo de
transporte. Tengo una información que hace evidente que se abrió camino o a
Praga, Berlín, o posiblemente Munich.

Grupo Leyendas Oscuras | 183


—¿A quién enviaste tras ella? —preguntó Marsilia.

—Tú no los conoces —dijo Bonarata—. Pero son buenos cazadores. Ellos la
encontrarán y la traerán de vuelta.

Adam dijo lentamente:

—Se te dio información engañosa que te inspiró a llevarte a mi esposa. Creo


que es justo darte la información que te apartará de cometer un error más
grande.

—¿Sí? —dijo Bonarata.

—Bran crió a Mercy.

—Se crió en su manada —dijo Bonarata—. Con padres de crianza, de los


cuales uno era un lobo. —Sonrió—. Estás en lo correcto, empecé con muy poca
información. Lo he compensado.

—Muy bien —dijo Adam—. Ya sabes que si mi esposa muere, no voy a


descansar hasta que ya no andes por la tierra. Tú no temes eso, a pesar de que
deberías. Pero lo que no sabes es que Bran se siente igual, y solo un idiota no le
temería a Bran.

—Bran ha cortado sus lazos con tu manada —dijo Bonarata.


Adam asintió.

—¿Ves? Pensé que habías conseguido la información incorrecta. Esa parte es


bastante cierta. Pero ésa es la política, la familia es diferente. Bran no podría
amar más a Mercy si fuera su propia hija. Él es raro sobre la familia. Su propia
madre trató de lastimar a uno de sus hijos, y esa historia todavía se cuenta.
¿Conoces la historia de Beowulf?

Y, por la cara cuidadosamente en blanco del vampiro, fue plenamente


consciente de cómo el descenso de Bran en la locura, cuando su madre una
bruja nata, había intentado forzar a Bran a lastimar a Samuel, el hijo de Bran,
estaba ligado al mito de Beowulf.

—Bran es muy práctico —dijo Adam—. Él es un fanático cuya causa es la

Grupo Leyendas Oscuras | 184


supervivencia de los hombres lobo. Sacrificará cualquier cosa por esa causa.
Cree que sacrificaría a uno o ambos de sus hijos, y ellos también lo creen. Pero
cada vez que parece ser una necesidad, de alguna forma importante funciona
de manera diferente. Y Bran es ni mucho menos tan protector de sus hijos como
lo es de Mercy. Tienes que escucharme ya que te digo la verdad absoluta. —Se
comió otro pedazo de carne y se resistió a la necesidad de reunirse con la
mirada del vampiro, porque la magia de Mercy le había rescatado una vez, e
incluso para Mercy, eso solo funcionaba algunas veces—. Si Mercy muere por
tu causa, no hay agujero lo bastante profundo para que puedas esconderte de
él.

—Si Bran se comporta de manera agresiva hacia mí sin causa, forzará una
guerra entre los vampiros y los hombres lobo —dijo Bonarata.

—No le va a importar —dijo Adam, con voz segura y cierta. No todos los
vampiros podían decir la diferencia entre la verdad y una mentira cuando la
escuchaban. Pero estaba dispuesto a apostar que un vampiro de la edad de
Bonarata podría—. Podría importarle después. Puede que le importe que no
tuvieras la intención de matarla. Pero eso será después. Por favor, no lo
presiones.
Capítulo 8

Capitulo 8
Mercy

Grupo Leyendas Oscuras | 185


Huyendo de vampiros, otra vez. Todavía. ¡Vaya!

No tenía un reloj de pulsera, y, puerto que era de noche, no había sol para
ayudar a decir la hora. Se sentía como si hubiéramos estado conduciendo la
moto menos de una hora, pero no tenía manera de estar segura. Salimos
corriendo de Praga y entramos en una zona más rural, donde parecía que la
carretera entraba y salía de un pequeño pueblo tras otro.

Salimos de la carretera principal hacia un puente moderno de pasamanos


azul que cruzaba un río y entraba en las calles laberínticas de otro pueblo.
Pasamos por un castillo, porque era la República Checa y aparentemente los
castillos eran requeridos por todos los mejores pueblos.

Tri-Cities no tenía castillos. Nunca había sentido la falta antes.

Mi ángel-guardián hombre lobo desaceleró, y bajamos en silencio por una


tranquila zona residencial. Si hubiéramos estado en Estados Unidos, habría
dicho que era una ciudad dormitorio5 en Praga. Pero, recordando que había un
castillo, dudé en aplicar las etiquetas del Nuevo Mundo a los lugares del Viejo
Mundo.

Algunas de las casas parecían muy bohemias. Algunas eran muy modernas.
Pasamos por un par de complejos de apartamentos, giramos a la derecha para
pasar un segundo, y nos encontramos en una zona donde, en un lado de la
carretera, las casas tenían jardines, patios enormes y árboles. Al otro lado del
camino había tierra abierta. Estaba demasiado oscuro para estar segura, pero
pensaba que podría estar creciendo heno. Aunque podría haber sido muy
fácilmente otra planta herbácea. Estaba oscuro y no era granjera.

Atravesamos la entrada de una casa de tamaño mansión que podría haber

Grupo Leyendas Oscuras | 186


estado bien conservada de trecientos o cuatrocientos años, o una destartalada
de veinte años. Era difícil saberlo en la oscuridad.

Mi conductor hombre lobo apenas desaceleró cuando pasamos por el edificio


adornado, una piscina y un establo, para aparcar junto a una casa mucho más
pequeña que alguna vez podría haber sido un garage. A diferencia del edificio
grande, donde todas las luces estaban encendida en el exterior y el interior
estaba oscuro, la casa más pequeña no tenía luces exteriores encendidas. Había
accesorios al lado de las dos puertas por lo que podía ver, pero las bombillas
habían sido removidas.

El ronroneo del motor se detuvo, y mi guardián hombre lobo se quitó su


casco y apoyó los pies. Capté la invitación, y salté, me quité el casco, dándoselo
cuando tendió la mano por él.

Podía oler y oír caballos cerca, el ruido de una cola perezosa y un resoplido
ocasional. Los caballos son presas y no duermen en largos tramos.

En el patio más cercano a la casa, alguien estaba en medio de plantar un


jardín en un corral que se había establecido para el ganado. Ellos no estaban allí
ahora, por supuesto, pero el área había sido expertamente cortada con guadaña.

5 Una ciudad dormitorio es una comunidad muy grande urbana de carácter esencialmente
residencial, cuyos habitantes en su mayoría viajan diariamente a trabajar a una localidad
cercana.
El heno cortado estaba apilado a un lado, presumiblemente para alimentar a los
caballos que había sentido. El césped había sido cortado y parcialmente
laminado, exponiendo un suelo rico y oscuro. Paquetes de semillas y un par de
bolsas de malla con bulbos estaban en una caja de cartón para ser plantados.

Solo sabía que habían sido cortados con guadaña porque el instrumento
estaba apoyado contra un poste de la cerca. Sabía que era un experto porque
había cortado con guadaña un pasto muy pequeño una vez, un castigo por el
incidente del conejito de Pascua, creo. Mi campo no se parecía en nada a la
hierba bien recortada del corral.

Mientras estaba tanteando el terreno, mi compañero llamó a la puerta


suavemente.

Grupo Leyendas Oscuras | 187


Se abrió un poco después. Una mujer vestida con camisa blanca de hombre y
nada más decía algo en checo que era a la vez tranquilo e irritado. Su cabello era
oscuro y cortado en un corte asimétrico por encima de los hombros que
favorecía sus pómulos.

Mi escolta respondió con una voz que era conciliadora sin ser sumisa. La
mujer era también un hombre lobo, una compañera de manada por su lenguaje
corporal. Casi igual en estatus, también, si estaba leyendo bien.

Se volvió de él hacia mí.

—¿Eres inglesa? —preguntó.

—Americana —le dije.

—Entonces, ¿qué estás haciendo aquí y por qué están los vampiros detrás de
ti? —Su inglés era muy bueno, como si lo hablara con frecuencia. Sus vocales
eran gruesas, sin embargo y las consonantes enmudecidas.

Me froté el rostro con cansancio.

—Me metí en el camino de una rebuscada conspiración de vampiros —le


dije.

Ella levantó las manos con impaciencia.


—Las conspiraciones de vampiros son siempre rebuscadas. ¿Qué tan
rebuscado?

Dije:

—El Señor de la Noche me golpeó con un coche y me secuestró de


Washington, el estado, en Estados Unidos y me llevó a Milán. Me escapé con
nada más que lo puesto y conseguí un paseo en un par de autobuses al azar y
terminé en Praga. ¿Es bastante rebuscado?

—No eres un hombre lobo —dijo con recelo—, ¿y aun así Libor te ayuda?

El hombre que me había traído aquí habló, y lo que dijo le hizo fruncir el
ceño. Fruncir el ceño más fuerte, de todos modos.

Grupo Leyendas Oscuras | 188


—Detén eso —fue lo que dijo ella—. Estás siendo grosero, Martin. Habla
inglés. —A mí me dijo—: ¿Por qué te ayudamos?

Martin era evidentemente el nombre de mi rescatador.

—Soy la compañera del alfa de la manada de la Cuenca del Columbia —dije.

Ella me miró durante un momento, luego dijo, un poco incrédula:

—¿Tú eres la hija adoptiva de Bran Cornick?

Asentí con cuidado, manteniendo los ojos en alto porque su reacción fue un
poco apagada.

—¿Esperabas a alguien más guapa? —intenté—. ¿Más inteligente? ¿Más alta?

El viento aumentó, crujiendo en los campos de hierba y soplando su olor


hacia mí. Además de hombre lobo, me di cuenta de que era la persona que más
recientemente había usado el casco que había usado hasta aquí, y, por el olor de
la tierra rica y la hierba cortada, era la persona responsable del proyecto de
convertir un corral de caballos en un jardín.

—Bueno —dijo después de un silencio que tardó demasiado para ser


cómodo—, entonces debes ser Mercedes que prefiere Mercy. Soy Jitka… —y me
dijo su apellido, pero los sonidos en él tenían poco que ver con el inglés, y no
estoy segura de haberlo entendido todo.

Miré al hombre que me dio una pequeña sonrisa.

—Sí —convino él—, las cosas eran un poco tensas para las presentaciones.
Soy Martin Zajíc, el segundo de Libor. Jitka es…

—Una mujer humilde —dijo con un pequeño gruñido en su voz—. Pero


después de la Gran Guerra, Libor me dijo eso último porque no aceptaría a una
compañera lo que era estúpido. Claramente, yo era más feroz que la mayoría de
la manada y más lista que cualquiera. Me puso tercera detrás de Martin. Fue
aceptable, y enterré a los que objetaron con mis propias manos.

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Martin sonrió y dijo:

—Pavel no murió.

—O los seduje —estuvo de acuerdo plácidamente. No era exactamente


hermosa, aunque tampoco era exactamente no hermosa. Pero parecía suave,
cálida y fuerte. Sexy. Parecía alguien que podía dar consuelo cuando lo
necesitabas, o un golpe en la mandíbula si eso era más apropiado—. Pavel es un
buen hombre que necesitaba repensar algunas cosas. Había varios como Pavel.

Miró a Martin.

—Voy a vestirme. Entonces los dos podéis entrar, y discutiremos lo que ha


sucedido y lo que hay que hacer.

Nos dejó abruptamente y volvió a entrar en la casita.

Martin empezó a hablar, se detuvo y luego se echó a reír.

—Iba a darte mi advertencia ‘no debes subestimar a nuestra Jitka, que ha


estado engañando a hombres desde el día en que nació’, pero imagino que lo
sabes mejor.

—¿No ser un hombre? —pregunté.


—Ser una persona acostumbrada a que la gente te subestime —dijo—. Libor
siente que lo superaste. Nosotros hemos sido… compañeros de manada durante
mucho tiempo. No hace mohines como un niño en apariencia. Pero cuando no
obtiene lo que espera, entonces hace pucheros por dentro. Cualquiera que
pueda conseguir uno en Libor es…

—¿Afortunado? —supuse.

Él sonrió otra vez.

—Tal vez la suerte funcionaría una vez. Contra Libor o contra Iacopo
Bonarata. Pero no contra ambos, uno tras otro.

—¿No tienes miedo de decir su nombre? —pregunté. Estaba bastante segura

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de que Marsilia lo tenía… había un filo de desafío en su voz siempre que decía
su nombre completo—. Y te perdiste el memorándum. Supongo que está en el
proceso de pasar de Iacopo a Jacob.

La mayoría de los inmortales cambiaban sus nombres conforme pasaba el


tiempo. Solía pensar que era para protegerse de los humanos descubriendo
cuántos años tenían. Pero últimamente había cambiado mi hipótesis. Creo que
después de mucho tiempo, algunas personas se cansaban de sí mismas. Un
nuevo nombre les daba la oportunidad de reinventar quiénes eran, de
convertirse en alguien más, en algún otro tipo de persona. O, a veces, como
parecía en el caso de Iacopo Bonarata aparentemente, decidían escoger un
nombre más fácil para decir a sus futuros sirvientes.

—Jacob —dijo Martin pensativo—. No lo había oído. —Se encogió de


hombros—. No soy un vampiro para temer el poder de Bonarata. No tomará a
la ligera a Libor o a la manada de Vltava. Eso no quiere decir que algún día no
haya guerra entre nosotros. Pero no será por algo tan pequeño como el que yo
diga su nombre. —Sonrió, y eso iluminó sus ojos—. Podría tomar algo como a
ti. O no.

La puerta de Jitka se abrió.

—De acuerdo —dijo—. Tú…


Y ahí fue cuando el vampiro cayó del techo y encima de Jitka como un piano
cayendo sobre Roger Rabbit.

Los vampiros son difíciles de detectar porque cuando son silenciosos,


realmente no hacen ningún ruido en absoluto. No sé lo que habían hecho para
disimular su olor, pero había visto a demasiados vampiros moviéndose para
confundirlos con cualquier otra cosa. Y una vez que aterrizó en Jitka, hubo
repentinamente más de ellos.

Toda mi vida, he escuchado a gente tratando de comparar a vampiros y


hombres lobo. Los vampiros son más rápidos y los hombres lobos más fuertes.
O los hombres lobo son más rápidos y los vampiros son más fuertes. Los he
visto en combate lo suficiente como para formar mi propia opinión: lo único

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que realmente importa es que tanto los hombres lobo como los vampiros son
más fuertes que yo. Lo único que tengo para igualarlos es velocidad, por eso
salté y corrí.

No corrí a la carretera: había civiles inocentes en esa dirección. No corrí al


bosque. No conocía la tierra, no me gustaba estar perdida con vampiros
persiguiéndome, y mi coyote no se mezclaba con la fauna local.

Porque tampoco creía en dejar que otras personas pelearan mis batallas
mientras observaba, corrí al corral vallado, rodé sobre la valla de rieles, y agarré
la guadaña. Sobre todo, no huía de una pelea cuando había un arma tan útil por
ahí.

Bien armada, me volví para ver qué había pasado mientras corría. Había
cuatro vampiros entre Martin y Jitka, presumiblemente habiendo pasado por la
misma evaluación básica que acababa de hacer. Los hombres lobos eran más
una amenaza que yo.

Suponiendo que venían de parte de Bonarata, lo único que sabían de mí era


que huí de Bonarata y era más débil que un hombre lobo. En los campos y los
bosques más allá de los campos, me llevaría mucho tiempo correr lo suficiente
como para que los vampiros no pudieran encontrarme. Así que me ignoraron y
atacaron a los hombres lobo.
Las peleas suelen suceder muy rápido, especialmente las peleas entre
criaturas sobrenaturales. Había visto una o dos que duraron más tiempo porque
los combatientes eran muy duros, pero aun así, segundos contados.

Me quedé detrás de la valla, esperando lo que parecieron diez minutos y


probablemente estaba más cerca de treinta o cuarenta segundos. Pensé que iba a
tener que intentar algo más porque la lucha se quedó demasiado lejos.

Pero entonces Jitka lanzó a uno de sus atacantes como un disparo. Ella ―el
vampiro, no Jitka― golpeó un poste y se tambaleó. Agarró la valla para
apoyarse, sus ojos en Jitka.

Enganché la guadaña entre los dos carriles superiores de la valla y alrededor


del cuello de la vampira, justo debajo de su mandíbula.

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Nunca, nunca pensé que cortar ese campo con una guadaña me sería útil.
¿Quién usa una guadaña en la era de las cortadoras de césped y tractores? Para
hacer ese punto exacto, Bran había aparcado una nueva cortadora de césped de
amplia gama, fuera del campo. Quería frotar el hecho de que todo el trabajo
sudoroso y agotador que estaba haciendo podría haber sido hecho en una hora
con la cortadora de césped. Cuando terminé, tenía ampollas, músculos en los
brazos y en lugares donde no sabía que tenía músculos… y había aprendido
mucho sobre cómo funcionaba una guadaña.

La primera regla de cortar hierba con un instrumento de granja medieval es


que la cuchilla tiene que estar afilada, o cuando golpea la hierba, inclinarla
encima en vez de cortarla. El lado afilado de la hoja está en el lado más cercano
a la guadaña, por lo que engancha la hierba y la tira con un movimiento suave
que utiliza todo su cuerpo, como un golfista. Creo. No juego al golf, pero el
movimiento que un golfista hace cuando golpea la pelota se parece mucho a la
que he desarrollado por ensayo y error para cortar hierba alta hasta la cintura.

El mismo movimiento que usé en el vampiro. La sorprendí por completo


porque su atención estaba en los hombres lobo.

Evidentemente, Jitka sabía mantener su guadaña afilada, porque se deslizó a


través de la carne como un cuchillo caliente a través de mantequilla. Fue fácil,
solo un poco de vacilación cuando la hoja golpeó el hueso, y estuvo hecho.
Esperando una tarea más difícil, usé demasiada fuerza y me balanceé, puse un
pie en el borde donde el césped había sido cortado, y rodé y caí sobre mi trasero
en la tierra.

Estaba demasiado preocupada por cortarme con la guadaña para tratar de


rodar, pero me puse de pie lo más rápido que pude. O casi tan rápido como
pude, porque encontré un poco más de velocidad cuando me di cuenta de que
la cabeza había aterrizado justo a mi lado.

Casi cualquier cosa que se decapita muere y se queda de esa manera, incluso
el tipo de cosas que de otro modo son inmortales. Los cuerpos de los vampiros
se convierten en cenizas cuando están muertos, la mayoría… aunque he
aprendido en los últimos años que no siempre es cierto. Al parecer hay algunas

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cepas de vampirismo que no hacen eso en absoluto. Los vampiros más jóvenes
tienden a tener cuerpos como personas reales. Pero el vampirismo es
alimentado por magia, y la magia no sigue las reglas todo el tiempo como hace
la ciencia.

Lo que eso significa es que: si decapito a Wulfe algún día, probablemente se


convertirá en ceniza porque es muy viejo. Si no se convierte en ceniza, quemaré
su cuerpo y su cabeza. De cualquier manera, tomaré sus cenizas y las dispersaré
tanto en el Océano Atlántico como en el Océano Pacífico, siendo la sal un
disuasivo bastante eficaz contra la magia. No sé de nada que la decapitación
seguida por incinerar no mate, pero con Wulfe, no me arriesgaría.

Estaba conforme de que la vampira que había cortado estuviera muerta. Los
ojos que me miraban estaban en blanco y empañados. No la conocía lo
suficiente como para saber si debía haberme asustado tanto como estaría de
Wulfe, así que no lo supuse.

Aunque la decapitación de la vampira solo había tomado segundos, la pelea


había continuado sin nosotras. No creía que nadie hubiera notado lo que había
hecho: la vampira no había hecho mucho ruido, y los otros combatientes
estaban completamente comprometidos en sus propias batallas. Moverse
rápido requiere mucho enfoque. Se necesita un Charles o un Adam para prestar
atención a algo más que la lucha delante de él.
Jitka tenía un cuchillo en una mano y algo que no podía ver muy bien en la
otra. Tal vez era un destornillador. El vampiro con el que estaba luchando tenía
una espada corta. Jitka no había exagerado su competencia. A pesar de la
desigualdad en el armamento, la batalla no iba a favor del vampiro.

Martin había incapacitado a uno de sus oponentes. El gran vampiro


masculino no iba a ir a ninguna parte con la espalda rota y su cuerpo con
espasmos sin poder hacer nada bajo las señales aleatorias que su sistema
nervioso enviaba.

Las espadas cortas debían haber sido el arma de elección, porque Martin
tenía una que estaba usando para enganchar la espada corta que su segundo
oponente vampiro tenía. El lobo debió haber tomado la espada del vampiro

Grupo Leyendas Oscuras | 194


incapacitado, porque no la llevaba con él en la moto. Me habría dado cuenta.

El vampiro saltó hacia atrás fuera del camino del golpe de Martin y se
tambaleó. Salté sobre el riel superior de la valla y llevé la punta de la guadaña
sobre su hombro y hacia su abdomen. La hoja se atascó, tal vez se agarró a la
hebilla del cinturón. Traté de lanzarme de vuelta a la valla para usar el peso de
mi cuerpo para forzar la hoja más profunda. Si el vampiro estuviera en pánico o
congelado, lo hubiera eviscerado. Pero él agarró el eje de la guadaña, y tuve que
dejarla ir o correr el riesgo de que me llevara a algún lugar que no quería ir. No
podía permitirme darle una oportunidad.

Cuando golpeé la tierra esta vez, me puse de pie y di un rápido paso atrás
antes de darme cuenta de que el vampiro no iba a venir detrás de mí, ni de
nadie más. Martin se había aprovechado de la distracción del vampiro y había
usado su espada para hacer lo que yo no había conseguido. Había roto la hoja
haciéndolo, pero había cortado al vampiro, bastante desordenadamente, por la
mitad desde el vientre a través de la clavícula y hasta la parte superior del
hombro. El extremo de la espada se había alojado en una costilla y se había roto.
Martin llevó la hoja rota sobre el cuello del vampiro y lo decapitó.

El oponente final de Jitka se deshizo y cayó al suelo, con un destornillador


que salía de un ojo. Con rostro sombrío, el hombre lobo tomó la espada que el
vampiro había estado usando y golpeó su cabeza como si hubiera trabajado
durante años decapitando a vampiros en una línea de ensamblaje, el golpe fue
muy preciso y sin emoción. El vampiro muerto se desmoronó en ceniza en un
destello de calor que se comió la ropa que llevaba, pero dejó los zapatos sin
tocar. Alrededor de ese tiempo, la hembra que había matado se desvaneció en
polvo, mucho menos dramática que su camarada.

Jitka tomó la espada y miró a su alrededor, su lenguaje corporal relajado.


Caminó hacia el espasmódico vampiro, miró de cerca su rostro con un ceño
fruncido, luego lo decapitó. Sin una guillotina o, evidentemente, una guadaña,
la decapitación de alguien no es tan fácil como lo hacían parecer los hombres
lobo, por lo que la mayoría de las personas de fuerza humana son mejores
martillando una estaca de madera en el corazón de un vampiro durmiente.

Martin y yo estábamos mirando a Jitka, así que saltamos cuando el vampiro

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que llevaba la guadaña se incendió, quemando la hierba, la valla y la guadaña,
pero no alcanzando a Martin, que había estado de pie demasiado cerca.

La guadaña cayó al suelo, un tercio de su hoja ennegrecida.

Jitka me miró.

—¿Sabes cuánto tiempo tardaré en afilar esa hoja después de esto?

La toqué con el dedo y la hoja se rompió por la mitad.

—Ehh —dije—. Cuando no se puede hacer un trabajo, ¿significa que tomará


una eternidad o nada de tiempo?

Ella rio.

—Luchas bien —dijo—. E inteligente, que es más raro.

Martin dijo:

—Creo que podríamos tener un problema.

Ella se giró para mirarlo.

—¿Has reconocido a alguno de ellos?


Bufó y señaló al vampiro que Martin había incapacitado y que ella había
matado. Ése había hecho la cosa espeluznante donde un momento era un
cuerpo y el siguiente el cuerpo se había convertido en ceniza, volando lejos.

—Conocería a ese idiota —dijo—, si me vendaran los ojos. Alguien debería


haber librado al mundo de él hace cincuenta años. Ivan Novák.

—¿Y si te dijera que los vampiros que atacaron la panadería eran de


Kocourek?

Sin duda le decía algo más de lo que me decía a mí, porque se puso rígida y
gruñó:

—Vamos a limpiar este lío y entrar antes de que alguien mire hacia afuera

Grupo Leyendas Oscuras | 196


desde la casa grande y se pregunte qué estamos haciendo.

La casa de Jitka era más un apartamento tipo estudio que una casa. El
dormitorio, la cocina y el salón eran un solo espacio. Se sentó en la cama, Martin
y yo tomamos una de las sillas de la cocina. No había más muebles en la
habitación que eso. Jitka no era una persona desordenada, a excepción de la
pared de plantas que estaban a unos sesenta centímetros de las ventanas
orientadas hacia el norte.

—Entonces, ¿qué piensas, Martin? —preguntó—. ¿Los dos grupos están


trabajando juntos?

—Disculpa —dije—. ¿Crees que los vampiros que atacaron la panadería y los
que nos atacaron aquí son dos grupos diferentes de vampiros?

—Sí —dijo Jitka.

—Sabemos que sí —dijo Martin—. La cosa es, tenerlos peleando en el mismo


equipo es como…

—Bosnios y serbios —sugirió Jitka amablemente—. Rusos y alemanes, o


vaqueros e indios.
—Lo entiendo —dije—. ¿Ambos seguirían las órdenes de Bonarata?
¿Cooperando por error porque están haciendo lo que Bonarata les dice que
hagan?

Ambos sacudieron la cabeza y Martin agregó:

—No.

—Kocourek es el Maestro de Praha —dijo Martin.

—Praga —dijo Jitka—. Los estadounidenses la llaman Praga.

—Praga —convino Martin—. Sí. Es el Maestro de Praga, y como todos los


Maestros Vampiros en Europa, obedece a Bonarata. De lo contrario, sería
destruido.

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—No es como el Marrok —dijo Jitka con desaprobación—. Bonarata no
protege a nadie. Solo dicta, lo hacen o mueren. Kocourek ha sido Maestro aquí
por más tiempo de lo que he estado viva. Solamente Libor es más viejo que
Kocourek. Kocourek no soñaría con desobedecer a Bonarata. Kocourek es un
superviviente. Los vampiros que desafían a Bonarata mueren.

—Ivan pertenece al otro grupo en Praga —dijo Martin—. La mujer que la


gobierna se llama a sí misma Mary —dijo el nombre con un decidido toque
inglés―. Ha estado reuniendo la escoria de los vampiros durante las últimas
cuatro o cinco décadas. Pensamos que tal vez, debe haber subido al poder al
final de la Segunda Guerra Mundial. Pero solo la vimos a mediados de los años
cincuenta, cuando Kocourek explotó una vieja fábrica tratando de encontrarla y
matarla a ella y a su gente. Desde entonces ha estado tratando de
desprestigiarla.

—Alguien la está ayudando —dijo Jitka.

—Sí, lo sé —respondió Martin, exasperado. Al parecer, esto era una vieja


discusión—. Pero no tenemos ni idea de quién es, ¿verdad?

—Entonces, ¿qué hacemos ahora? —pregunté—. Podría ir a buscar un hotel,


un albergue, algo. Sinceramente, no esperaba encontrarme con problemas aquí.
Praga está muy lejos de Milán. Me imaginé que podría recurrir a Libor, su
manada, por habitación y comida durante un par de noches. No tenía la
intención de matar a nadie.

—Nadie ha muerto —dijo Jitka.

—Cuatro vampiros aquí —repliqué—, quienes habrían estado corriendo


libres alrededor y sin ninguna preocupación si no hubiera venido a Praga.

—No parecía que tuvieras mucha opción —dijo Martin.

—Ese lote no vale la pena el luto de nadie —dijo Jitka al mismo tiempo—.
Los vampiros de Mary salen y recolectan comida donde sea. Toman más de lo
que necesitan porque tienen que reponer los vampiros que la gente de
Kocourek ha destruido. De alguna manera están vinculados con el tráfico de

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drogas aquí, también. La mayoría de sus vampiros son jóvenes. No han
acumulado riquezas, por lo que van en algunas direcciones desagradables para
conseguirlo. —Miró a Martin.

Suspiró y se encogió de hombros.

—Ya te lo he dicho antes: Libor está dejando que los vampiros se alimenten
el uno al otro. Eventualmente, o Kocourek los encontrará a todos y los
erradicará, o ellos debilitarán su nido, y Libor los liquidará.

—Muchas personas morirán y sufrirán mientras tanto —dijo Jitka.

Martin asintió.

—Pero Libor es viejo y lento para actuar cuando es algo fuera de la manada
lo que está mal. No ve mucho a los humanos como personas. Como si estuviera
bien no participar. Si Kocourek no puede encontrar a la gente de Mary,
tampoco hay nada que diga que podamos. Deja que Kocourek haga el trabajo.

—Se preocupaba por la gente durante la guerra —dijo—. Durante la Segunda


Guerra Mundial.

—No —no estuvo de acuerdo Martin, su voz suave—. Solo odiaba a los
alemanes. Odiaba ver a Praga bajo control alemán. Fue cuando su esposa murió
y Radim, su hijo, se fue.
Radim, pensé. El verdadero nombre de Zack es Radim.

—Mira —dije—. Todo esto está perfecto. Pero parece que al menos dos
grupos de vampiros están detrás de mí, aquí, en Praga. Están atacando a tu
manada. Tengo que irme antes de que alguien muera.

Ambos me miraron como si estuviera siendo ridícula.

Martin dijo:

—Kocourek atacó la fortaleza de la manada, Mercy. Si estás aquí o en


Alemania, habrá más sangre derramada entre Kocourek y nuestra manada. En
cuanto al nido de Mary… —Se encogió de hombros—. Nos han lanzado
ofensivas desde que uno de ellos sedujo a Pavel y trató de convertirlo en su

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sirviente. Creemos que alguien decidió que la razón por la que Bonarata era tan
aterrador era porque bebía sangre de hombre lobo.

Jitka se estremeció.

—Bonarata es aterrador porque es aterrador. La cosa del hombre lobo… que


él podría hacerle eso a un alfa y a su compañera es aterrador. Pero… —Miró a
Martin.

—Es también una debilidad —dijo en voz baja—. Recuerdo cuando nadie
pensaba que tenía alguna debilidad. Cuando el Señor de la Noche tenía a su
Cuchilla y al Soldado y al Mago… Era como los Vengadores… excepto que eran
malos.

Los vampiros hicieron la cosa de un único nombre antes de Madonna y


Prince. El Soldado, sabía, era Stefan. El Mago era Wulfe. La Cuchilla tenía que
ser Marsilia.

—No soy tan vieja —dijo Jitka—. Se marcharon cien años antes de que yo
naciera. Pero sé que cualquier persona que tenga una adicción tan fuerte como
la de Bonarata debe tener más debilidades.

—En cualquier caso —dijo Martín enérgicamente—, un idiota nace a cada


minuto, y alguien en el nido de Mary, posiblemente Mary misma, decidió que
la sangre de hombre lobo haría que los vampiros fueran más fuertes. Así
consiguieron a una cosa muy bonita para seducir a Pavel.

—No es difícil —dijo Jitka―. Es un buen hombre, pero… —Sonrió con


ironía—… tiene una debilidad por las mujeres.

—¿Qué pasó? —pregunté.

—Libor pasó —dijo Jitka al mismo tiempo que Martin dijo—: Libor la mató y
prohibió el encuentro sexual con vampiros. —Hablaron uno encima del otro sin
realmente notarlo, por lo que debía ser habitual.

—¿Y cómo lo hace cumplir? —pregunté.

Ambos me miraron incrédulos.

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—Lo puede decir a través de los vínculos de la manada.

Parpadeé.

—¿Libor sabe si sus lobos tienen sexo con un vampiro a través de los
vínculos de la manada?

Martin asintió.

—Es parte de ser el Alfa. Y no es solo sexo, es algo muy intenso. Dolor,
alegría, horror… él lo percibe.

Estaba bastante segura de que Adam no estaba conectado así con su manada.
Casi segura. Porque… ¡puaj! La invasión de la intimidad ni siquiera empezaba a
cubrirlo. Tal vez no me lo había dicho porque sabía cómo reaccionaría.

Estaba cansada, y ellos debían de estarlo también, porque seguíamos


alejándonos del punto.

—¿Qué hago para mantener a vuestra manada tan segura como pueda? —
pregunté.

Jitka resopló.
—No es tu trabajo, según mi opinión. Libor te dio tres días de protección. Tu
trabajo es dejarnos mantenerte a salvo.

Martin me sonrió.

—Pero si quieres decapitar a unos vampiros con una guadaña, eso también
está bien.

—Fue solo uno —dije.

Pero él estaba mirando a Jitka.

—Ella derribó a uno y medio. Yo derribé a dos mitades, tú a uno y medio.

Jitka sacudió la cabeza.

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—No. Yo derribé a uno, solo terminé con el que ya habías acabado.

—Así que un vampiro y medio para la pobre débil que igualó o superó la
tarjeta de puntuación de los hombres lobo. —Martin me dio una mirada—. Pura
suerte, ¿no? La suerte no mató a esos vampiros, ¿verdad?

—Martin —dijo Jitka con suavidad—. Necesitamos encontrar para todos un


lugar seguro para descansar. —A mí me dijo—: No pensábamos que alguno de
los vampiros supiera sobre este lugar. Acabo de mudarme aquí, y Dobrichovice
está bastante lejos del habitual terreno que frecuentan.

—Necesitamos encontrar un lugar seguro para que Mercy duerma el resto de


la noche —dijo Martin.

No sé por qué me molestaba tanto. Quiero decir, eso es lo que había estado
haciendo desde que llegué a Praga, ¿verdad? Encontrar un lugar seguro para
esperar a Adam.

Pero acabábamos de matar a cuatro vampiros. No estaba indefensa. Las


personas indefensas se lastiman.

Y solo por un momento, volví a la época en que había sido inmovilizada por
un artefacto fae y un asqueroso llamado Tim…

—¿Mercy? —preguntó Jitka.


Me di cuenta de que estaba sentada en el suelo en la esquina de su
habitación. Martin estaba tan lejos de mí como podía, observándome con una
mirada preocupada. Jitka estaba agachada a un metro de mí, cuidando de
darme espacio.

Me encontré con sus ojos y dije:

—Odio el TEPT, 6
¿sabes? —Recordé que estaba hablando con un hombre
lobo y volví la mirada al suelo. De todos modos, era menos humillante hablar
con el suelo—. Han pasado años… y maté a ese bastardo. Y no es como si
estuviera realmente herida, ¿verdad? He sido enviada al hospital por un dios
volcán y eso no hizo otra cosa que darle pesadillas a mi marido.

Jitka asintió como si todo esto tuviera sentido.

Grupo Leyendas Oscuras | 202


—El daño viene en muchas formas. Me despierto al menos una vez al año
por un recuerdo que me hace temblar durante horas… algo que sucedió hace
122 años. He visto y hecho muchas cosas peores desde entonces, y ni siquiera
fue algo que me pasó. Y aun así.

No dijo con qué soñaba y no pregunté. Toda la habitación olía a miedo. Mi


miedo.

Ya casi no hacía esto en absoluto. Tal vez una o dos veces al mes, en
comparación con las tres o cuatro veces al día que solía ser. La mayoría de los
ataques de pánico no eran tan malos. No había tenido un episodio real durante
un par de meses.

Y había convertido el respeto en el rostro de Martin en compasión, en


preocupación, en pena.

Me puse de pie. Entré en el pequeño cuarto de baño y cerré la puerta detrás


de mí. Me lavé el rostro y me miré en el espejo de Jitka. El gran moretón en mi
mejilla izquierda se había extendido desde que lo miré esta mañana. Había
círculos oscuros bajo mis ojos por falta de sueño.

Parecía una víctima.

6 Trastorno de estrés postraumático.


Ya había acabado, realmente acabado, con ser una víctima.

Abrí la puerta del baño y me senté donde había empezado.

—No podemos quedarnos aquí porque los vampiros saben dónde estamos,
¿verdad? —Sabía, sabía que no debía hacer esto. Pero la imagen de la víctima
permanecía en mi mente.

Estaba cansadísima, y cuando me moviera de nuevo, iba a estar dolorida por


golpear el suelo y de contusiones que no recordaba haber recibido: esta no era
mi primera pelea. Sabía todo sobre las secuelas. Debería irme y dejar que la
manada de Libor pagara por una habitación de hotel para mí hasta que
pudieramos pagarles. Debería esperar a Adam.

Grupo Leyendas Oscuras | 203


—Sí —dijo Jitka.

No quería meter a nadie en problemas. Así que le dije:

—En este punto, incluso si soy enviada a Port-au-Prince o Timbuktu, la


violencia continuará entre tu manada y los vampiros.

Jitka dijo:

—Este ataque y el de nuestra casa de la manada hacen muy claro que la


batalla con los vampiros está llegando. Ya no importa si estás aquí o en China,
Libor no dejará esto en paz.

—Sí —dijo Martin al mismo tiempo. Jitka estaba hablando, pero Martin me
observaba a mí. Sus hombros tensos. Tal vez no era solo yo quien necesitaba
hacer algo.

—Y les encantaría librar a Praga de la vida de Mary… —dije.

—Sí —dijo Jitka, frunciendo el ceño—. Pero no podemos encontrarla. Los


rastreamos, y los senderos simplemente se desvanecen con magia vampírica.

—Está bien, entonces —dije—. Creo que podría ayudarte con eso. ¿Qué
posibilidad hay de que los vampiros vinieran aquí en un coche con GPS?
En los EE.UU., las posibilidades serían bastante buenas. GPS o un teléfono
con GPS, eso sería más complicado.

Martin se encogió de hombros.

—Tal vez, tal vez no. Los vampiros tienden a tener cosas caras, especialmente
la gente de Mary, que trata de establecerse con los humanos.

—Si puedes llevarme al lugar en que los vampiros entraron a su coche en


Praga, asumiendo que caminaron desde su nido, entonces puedo encontrarlo —
les dije.

Martin me lanzó una mirada de compasión.

—Lo hemos intentado muchas veces, y somos hombres lobo.

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—La magia vampírica no funciona bien en mí —le dije—. A veces en
absoluto.

—¿Por qué no? —preguntó Jitka.

—No tengo ni idea —le dije honestamente—. Pero también puedo ver
fantasmas. Tal vez uno tiene algo que ver con lo otro. —No dije que podía hacer
otras cosas con los muertos. Si nadie lo sabía, entonces nadie podía obligarme a
hacer algo que no quería.

—¿Qué eres? —preguntó Martin.

—No un hombre lobo —dije—. ¿Sería útil saber dónde se encuentra el nido
de Mary?

—Podríamos ir a matarlos —dijo Jitka. Estaba casi vibrando con


impaciencia—. Matarlos de nuevo, quiero decir, que se queden muertos esta
vez. Destruir a Mary y a sus sucios seguidores de una vez.

Los ojos de Martin se iluminaron.

—Sí —dijo.

No era tan estúpido como sonaba. Si Mary hubiera sido fuerte, ya habría
luchado contra el Maestro de Praga. En cambio, se había reducido a reconstruir
a sus vampiros, que era un proceso lento y problemático, con tasas de fracaso
más altas que el Cambio a hombres lobo. La mayoría de los nidos, como lo
entendía, tenían un puñado de vampiros fuertes, entonces tal vez hasta una
docena de vampiros menores que dependían de su Maestro para sostenerlos.

Acabábamos de matar a cuatro del nido de Mary. Todos ellos habían sido
vampiros durante mucho tiempo o sus cuerpos no se habrían convertido en
polvo. Eso no significaba que no fueran aún vampiros menores, porque eso
usualmente requería un siglo por lo menos y a menudo más. Pero apuesto a que
no tenían mucho más de ese nivel. No si su nido tenía solo sesenta o setenta
años.

Y, presumiblemente, Jitka y Martin querían reunir al resto de su manada

Grupo Leyendas Oscuras | 205


para destruir el nido.

Pero no sabían a cuántos vampiros se enfrentaban. Yo había sido criada por


un maestro estratega que me enseñó que nunca se va a la batalla con un
enemigo desconocido.

Los hombres lobo probablemente lo sabían también. O bien sabían más


acerca de la vida de Mary de lo que parecía, o, más probablemente, la
frustración de cazarla durante tanto tiempo los estaba llevando a la
imprudencia. Aparentemente iba a ser mi trabajo ser la cabeza más fresca.

Adam pensaría que era muy gracioso, pero yo no era una persona temeraria.
Pensaba en las cosas y luego trataba de hacer lo correcto. El hecho de que lo
correcto y lo más seguro y fácil no fueran lo mismo no me hacía temeraria.

Planeamos y conversamos durante una hora. Cuando Jitka no logró contactar


a Libor, algo que no parecía ser inusual, elaboramos un plan alternativo para el
asalto frontal, el cual, aunque era satisfactorio hablar, no era (decidimos)
probable que resultara algo útil, especialmente si teníamos que hacerlo sin
ayuda.

Necesité mucho tacto para guiar a los lobos, ya que no era un miembro de su
grupo o un hombre lobo. Solo porque yo era con la que estaban contando para
ser capaz de encontrar a los vampiros, me escuchaban.
Martin sugirió que sacáramos una página del libro de jugadas de Bonarata y
extrajéramos a un solo vampiro. Lo interrogaríamos, y luego se lo
entregaríamos a Libor para más preguntas.

Eso me hizo sentir intranquila. Matar a un atacante es algo completamente


diferente a torturar a alguien. Afortunadamente, Jitka lo rechazó, así que no
tuve que hacerlo.

—Eso es una tontería —dijo—. Hemos intentado eso. Ellos no hablan.


Después del tercero, Libor dijo que era suficiente. Que si no hablaban después
de lo que les hacía, era porque no podían, no porque no quisieran. Hay algunos
hechizos de brujería que hacen eso. Tal vez haya magia vampírica que detiene
sus lenguas.

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Traté de no pensar más allá de la superficie de sus palabras.

La tortura era ir mucho más lejos de lo que estaba dispuesta a ir solo para
averiguar por qué habían decidido trabajar con el otro nido de Praga. Tal vez
me sentiría diferente si viviera en Praga, aunque no lo creía. Probablemente
habría circunstancias que me harían reconsiderarlo, pero ésta no era una.
Probablemente debería sentirme mal de que Jitka y Martin parecieran muy
convencidos de que el fin del juego sería destruir el nido, pero los vampiros son
malvados. Quizá me gusten uno o dos a nivel personal, pero matan a la gente
para seguir viviendo.

—Así que vamos a ir a buscar el nido —dije—, obtener la información que


podamos obtener vigilándolos, para a continuación, volver a Libor con eso.

Lo suficientemente seguro, pensé. Ya había demostrado que podía alejarme


del vampiro más grande y malvado de Europa. Esto no debería ser tan malo. Y
estaría saliendo y haciendo algo.

Empezamos por desandar el camino que siguieron los cuatro que nos
atacaron hasta su automóvil, estacionado a unos tres kilómetros de distancia.
En realidad, comencé por remover las cenizas de vampiro buscando una llave
de coche o un llavero remoto o algo así. Jitka y Martin juntaron un montón de
cosas que estaban seguros que nos permitirían secuestrar a un vampiro y
restringirlo con mínimas posibilidades de que se liberara y nos matara a todos.
Por si acaso, dijeron cuando me opuse recordándoles que solo íbamos a
observar e informar.

El coche era un nuevo modelo costoso con un nuevo sistema de guía costoso
a bordo. Jitka y Martin se quejaron de las buenas finanzas que Mary parecía
estar recibiendo. Parecían tomar el coche de lujo como un insulto personal, y
recordé que no hacía mucho tiempo para los estándares de las criaturas de larga
vida, la República Checa había sido parte del bloque soviético. Bajo el régimen
comunista, la riqueza personal había sido vista como un fracaso moral.

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No estaba segura de que eso no fuera correcto.

Tuvimos suerte con la llave del coche que había encontrado en la tercera pila
de ceniza que había repasado. Era un llavero remoto y medio derretido, pero
aparentemente la mitad derecha estaba intacta, porque el coche se desbloqueó
cuando Martin la sostuvo junto a la puerta.

Sabía cómo poner en marcha un coche sin llave, incluso un coche moderno,
pero necesitaba unos pocos suministros más de los que tenía a mano. Era algo
bueno que la llave hubiera sobrevivido.

Martin continuó comentando, presumiblemente, porque habían cambiado de


nuevo al checo para continuar con sus quejas. Puso en marcha el coche,
encendió el sistema de navegación y encontró en los lugares guardados uno que
estaba útilmente etiquetado con el icono de ‘casa’.

Si su coche no hubiera tenido GPS, Martin sabía de algunos lugares donde


uno de los vampiros muertos había sido descubierto hace un par de días.
Podría haber intentado recoger su rastro y seguirlo. Pero, probablemente,
habríamos tenido que renunciar a todo el asunto y conseguir una habitación de
hotel para el resto de la noche. El GPS era una gran oportunidad.
—Si no vivieran como personas ricas —dijo Jitka en tono satisfecho—,
habríamos tenido que renunciar. Esto es lo que hace vivir demasiado bien. Te
hace débil.

Nos acomodamos, y Martin condujo el coche tranquilamente por las calles de


Dobrichovice, pasando el castillo y de vuelta a la carretera. Casa nos llevó a un
garaje en una sección de Praga llena de complejos de apartamentos antiguos. En
Tri-Cities, antiguo significaría cincuenta o sesenta años; aquí, antiguo era
doscientos o trescientos años.

Había dos espacios vacíos, dirigimos el coche a uno y aparcamos. El olor de


coches, ciudad y mucha gente llenaba el garaje. Era bastante fácil decir que
habíamos acertado porque los coches a ambos lados del automóvil con el que

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habíamos ingresado también olían a vampiro.

Menos feliz, Jitka, había empezado a llamar tan pronto como comenzamos a
regresar a la ciudad, no había podido contactar con Libor. Puso el teléfono en su
bolsillo.

—Dejé un mensaje para él esta vez —dijo—. No lee los mensajes de texto. Le
dije que estábamos en Josefov, y que tenemos una manera de encontrar donde
están Mary y sus vampiros. Le dije que iríamos a buscarlo y que lo llamaría si
encontrábamos algo.

Martin asintió con la cabeza.

—¿Puedes rastrear a alguien en esto? —Agitó las manos para indicar la


compleja confusión de olores.

Respiré hondo, luego sacudí la cabeza.

—Puedo oler a vampiro, pero para seguir, necesitaría ser lobo.

Martin asintió de acuerdo.

—Yo también. No he cambiado en tres días. Podría hacerlo siempre y cuando


pudiera permanecer en forma de lobo durante cuatro o cinco horas.
—Espera —dije—. Probablemente os quiera a los dos en pieles humanas,
suponiendo que podamos evitar que esto se convierta en una batalla. ¿Por qué
no me dejas hacer esto?

—¿Qué eres? —preguntó Jitka con un borde en su voz, como si ya estuviera


anticipando el comienzo de su cambio.

Me despojé de mi ropa prestada y miré a mi alrededor con impotencia por


un momento. En cualquier otra circunstancia, las habría arrojado a la basura
más cercana, pero empezaba a sentirme posesiva de mi escaso armario.

Acomodé la camisa y los pantalones en un bulto lo más rápido que pude, no


era probable que hubiera visitantes en el garaje tan tarde por la noche. Aun así,
prefería no mostrar mi trasero a la gente que no lo merecía.

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Le di mi ropa a Jitka porque eso era un poco menos embarazoso que
entregárselas a Martin.

—No eres un hombre lobo —dijo Jitka con seguridad y no por primera vez.

—Se supone que hay otros tipos de cambiaformas. —La voz de Martin se
apagó—. He leído historias. Hombres tigres. Dragones. Ese tipo de cosas.

—Si esperas un dragón, te sentirás decepcionado —le dije.

Y cambié a mi forma de coyote. Cuando era adolescente, cambiaba una y otra


vez delante de un espejo, tratando de ver cómo se veía. Pero una de las cosas
que cambia dramáticamente para mí mientras cambio es mi visión, así que las
cosas se ponen borrosas. Nunca he visto mucho, pero Adam me dijo que no
había mucho que ver: en un momento soy humana, al siguiente un coyote.

Puede que no llegue a verme cambiar, pero he visto un montón de cambios


de hombre lobo, y estoy muy contenta de que el mío sea rápido y sin dolor.

Martin abrió la mandíbula.

—¿Qué eres? —preguntó Jitka—. ¿Una especie de perro?

Aplané mis orejas y le di un ladrido impaciente.


—No eres un lobo —dijo Martin—. ¿Algo nativo de los Estados Unidos?

—¿Coyote? —dijo Jitka—. Como en las caricaturas con el Correcaminos.

Dejé que mis orejas subieran de nuevo y le sonreí a ambos.

—Bueno. —Jitka arrastró la palabra mientras me inspeccionaba—. Creía que


los coyotes eran más grandes.

—Tal vez los correcaminos son más pequeños —especuló Martin—. Supongo
que la pregunta es, ¿cómo es tu sentido del olfato?

Ladré una vez, puse mi nariz en el suelo y empecé a buscar.

Rastrear olores es algo que al entrenar te vuelves mejor. El verdadero

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problema que siempre he tenido es que la información que mi nariz canina me
da es abrumadora. Cuando era adolescente, Charles pasó mucho tiempo y
esfuerzo enseñándome cómo resolver las cosas. Había conseguido un buen
olfateo de nuestros atacantes, pero el olor de la mujer que había matado con la
guadaña era más fuerte en mi memoria, así que me concentré en ella.

Capté su olor inmediatamente, pero no empecé a seguirlo inmediatamente.


Dejé que mi mente se relajara y caminé de un lado para otro durante un tiempo
hasta que estuve segura de que había encontrado el olor más fresco. Era el que
tenía un toque de ajenjo, como si hubiera sido íntima con alguien que estuvo
bebiendo o tal vez alguien derramó algo sobre ella. Tal vez lo había estado
bebiendo ella misma, aunque eso era bastante inusual para los vampiros.

En cualquier caso, el borde de ajenjo distinguía ese rastro de todos los demás.
Era el sendero que contenía el matiz más complejo de olores, lo que significaba
que era más fresco, porque esos se desvanecen con el tiempo.

Había utilizado las escaleras en lugar del ascensor. Me concentré en mi presa


y dejé que los hombres lobo se ocuparan de seguirme.
Capítulo 9

Capitulo 9
Mercy

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Parecía estar pasando mucho tiempo vagando por las calles de Praga por la
noche. No es la mejor manera de ver Praga, pero al menos no nos estábamos
encontrando con muchos turistas.

Los edificios de apartamentos que bordeaban las calles probablemente no


eran viejos según los estándares de Praga, ya que ciertamente no databan de la
Edad Media. Pero tampoco fueron construidos en este siglo. Tenían seis o siete
pisos de altura y hombro con hombro, no dejando lugar a un ratón para meterse
a la fuerza entre ellos.

También parecían vagamente familiares. Estábamos lo tan cerca de la ciudad


vieja que las calles y las aceras estaban empedradas, así que al principio asumí
que era porque había pasado por aquí cuando había viajado por las calles solo
anoche, y eso era cierto.

Miré por una calle transversal y de repente lo entendí. Alguien, hace un siglo
o más, había estado tratando de hacer que este barrio se pareciera a París, por
eso todos los edificios me habían parecido tan familiares. Aunque tampoco
había estado en París, o lo hubiera pensado antes.

Los adoquines eran muy pintorescos, pero mis pies estaban ansiosos por
volver a casa, donde podía correr en los campos. Incluso la espiguilla7 y el
abrojo8 no parecían tan malos en retrospectiva, porque podía evitarlos. Los
adoquines estaban por todas partes, duros y afilados, y se clavaban en las
almohadillas de mis patas.

Cuando pasamos por la Sinagoga Old-New, me di cuenta de que estábamos


en el barrio judío, cerca de donde había tenido mi discusión con el golem, lo
que probablemente había añadido a la sensación de familiaridad. Jitka había
dicho que estábamos en Josefov, y ese nombre me había confundido. Había

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oído que se llamaba Josefstadt, lo que sería alemán para la ciudad de Josef.
Presumiblemente, Josefov significaba lo mismo en checo.

Parecía terriblemente… en medio de las cosas, para un nido que había estado
evitando al Maestro de Praga durante medio siglo o más. Había esperado un
lugar menos densamente poblado con unos cuantos lugares más escondidos y
un millar de personas menos.

Pero los olores generalmente no mienten, y el olor del vampiro femenino


definitivamente me conducía al Barrio Judío. Estaba empezando a recoger más
de sus senderos, también, como si hubiera pasado por aquí muchas, muchas
veces. Y no era el único vampiro que había estado en esta acera, tampoco.

Los perfumes de los vampiros se unieron gradualmente en algo mucho peor.


Alguien no era bueno en la limpieza, tampoco, porque el olor a sangre y
putrefacción y muerte vieja flotaban densamente alrededor de mi nariz. Era tan
obvio que miré a los hombres lobo, pero ambos me estaban prestando atención
a mí en lugar de mirar alrededor al edificio que albergaba a un par de docenas
de vampiros.

7 Tipo de gramínea.
8 Especie de maleza.
Dado el hedor a vampiro, pensé que el foco de los hombres lobo en mí era
raro, pero no podía preguntarles sobre eso. Doblé una esquina, y allí estaba,
justo al otro lado de la calle.

Había un enorme parque. Cualquier terreno abierto que había visto en Praga
estaba cubierto de un verde exuberante, ya fuera un parque cuidado o un
arroyo salvaje. No era tan abrumador como la vegetación en Seattle o Portland,
donde luchan una batalla perdida contra los arbustos de mora que amenazan
con tomar cualquier lugar con más de una pulgada de suelo expuesto. Pero era
muy verde.

Éste me recordaba al Parque Howard Amon en casa. Los enormes árboles


viejos sombreaban caminos agraciados y porciones y porciones de hierba, la

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mayor parte de los parques que había visto aquí tenían más jardines de flores.
El parque entero estaba puntillosamente cuidado hasta que no lo estaba. Como
si hubiera una cerca invisible, una línea marcada delimitaba donde paraban las
cortadoras de césped, y más allá de esa línea había una selva de césped y
maleza.

En el centro de la zona cubierta de vegetación había uno de los edificios de


apartamentos blancos casi omnipresentes que había estado pasando por
delante. Este edificio no se vería adecuado en París, como tampoco se veía
adecuado en las calles limpias y ordenadas (con grafitis) de Praga: estaba en
terrible forma.

Me detuve, de pie en el lado ordenado de la línea delimitante. Había pasado


la mayor parte de la hora con el coyote a cargo del humano porque el rastro no
había sido fácil. Estaba desconcertada por la situación con la hierba y un poco
incómoda, y comencé a traer mi lado humano. No creía que fuera una
naturaleza dual como los hombres lobo, pero cuando operaba por instinto
durante un tiempo, a veces me tomaba un momento pensar como una persona
otra vez.

En el centro de la zona más salvaje, el edificio arruinado era, por lo que podía
decir, algo que podría haber sido utilizado para una película de terror sobre
vampiros en Praga. ¿Y nadie había comprobado para ver si, tal vez,
posiblemente, había vampiros escondidos aquí? Y no cualquier vampiro, estos
eran vampiros sucios y depravados.

El nido de Marsilia estaba lo suficientemente limpio como para sentirme


cómoda comiendo en el suelo. Incluso el congelador (sirviendo como una celda
de cárcel) de Bonarata había estado prístino. Este lugar olía cómo a aquellos
documentales de personas que tenían doscientos perros y cuarenta y cinco
gatos viviendo en su casa en jaulas que nadie limpiaba. ¿Y la manada de Libor
no tenía ni idea de que estaba aquí?

No sabía si Praga había sido bombardeada durante la Segunda Guerra


Mundial, pero el edificio en el corazón de la naturaleza parecía haber sido
bombardeado, y luego simplemente se quedó dónde estaba, incluyendo los

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pedazos rotos de los edificios de apartamentos cuyas paredes había compartido
una vez. Increíble que simplemente estuviera aquí entre las calles
meticulosamente mantenidas del Barrio Judío. Tal vez era un monumento a la
guerra, o algo parecido, un monumento lleno de vampiros. De alguna manera,
no parecía probable.

Me estaba preparando para cambiar a humana para poder preguntarle a Jitka


y a Martin qué había de malo con las narices colectivas de su manada cuando
algo se movió dentro del edificio. Fue solo un vistazo, pero fue suficiente para
inclinar el equilibrio de vuelta. El coyote había estado cazando o siendo cazada
por vampiros toda la noche, y apartó mi razonamiento humano a un lado
porque podía ver a nuestra presa.

Atravesé la frontera invisible del césped cuidado a la naturaleza,


instintivamente tratando de mezclarme, aunque el abrigo del coyote, una
mezcla de beiges y grises que me servían bien en los matorrales secos de Tri-
Cities, no eran tan útiles en el exuberante verde de Praga.

Me agaché y me moví hacia el matorral, dejando el rastro de la vampira


femenina por completo. Tenía la sensación de que no estábamos muy lejos del
garaje del estacionamiento donde habíamos empezado, aunque su rastro nos
había guiado por todas partes de Josefov.
Escondida en la vegetación, miré fijamente el edificio, pero la figura que
había capturado la atención del coyote había desaparecido. En ese momento,
me di cuenta de que estaba sola en medio del territorio vampiro. Imposible que
hubiera perdido a dos hombres lobo mientras no estaba haciendo nada más que
seguir un rastro a la velocidad de una caminata o un poco menos. Imposible
que no hubieran sabido sobre el nido. Imposible, a menos que…

Un escalofrío se deslizó a través de mi espina dorsal cuando me di cuenta de


lo que había sucedido y en la cantidad de problemas que estaba en este
momento. El coyote estúpido e imprudente me había metido en el nido
vampiro sin respaldo.

Traté de ser silenciosa mientras me retiraba de los arbustos en los que me

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había escondido. Tomó más tiempo salir de lo que tomó entrar, pero tan pronto
como estuve fuera de la maleza, localicé a mis hombres lobo. Había viajado más
lejos de lo que pensaba.

Martin y Jitka caminaban incómodos de un lado a otro a lo largo de la línea


que demarcaba el cambio de territorio del parque de la ciudad al nido de
vampiros, tal vez medio campo de fútbol. Había visto ese tipo de
comportamiento, o algo parecido, antes, aunque el poder absoluto necesario era
algo que solo había visto en los señores fae, y la magia aquí apestaba a vampiro.
Y brujería. De hecho, ahora que estaba prestando atención con mis otros
sentidos en lugar de solo mi nariz, había una enorme cantidad de brujería a mi
alrededor.

Sabía lo que era.

Mary o una de sus secuaces era una bruja. Realmente odio cuando los malos
superan en poderes. A mi seguro y cierto conocimiento, estaba prohibido
transformar cualquier cosa que no fuera un humano mundano en un vampiro.
Esa bruja había establecido una barrera alrededor del nido que lo mantenía a
salvo de miradas indiscretas, narices y cualquier otra cosa. Martin y Jitka no
habían olido el nido de vampiros, o no sabían que estaban oliendo un nido de
vampiros.

Eso sonaba mejor.


Un hechizo que afectaba a cualquiera de la zona, que les impedía darse
cuenta de que estaban percibiendo a los vampiros, era mucho menos intensivo
en magia que una barrera real del tipo que los Señores Grises de los fae habían
colocado alrededor de la reserva Walla Walla. Cualquiera que se aventurara en
el área no sentiría a los vampiros, no prestaría atención a nada que la bruja que
fijara el hechizo no quisiera que notaran. Los transeúntes probablemente veían
el edificio de apartamentos maltratado, solo que no lo notaban.

Había oído hablar de hechizos de brujería así.

Cuando estaba creciendo en la manada de Bran, él obligaba a la manada y a


sus familias a asistir a una noche musical regular. Todos participábamos.

A veces me preguntaba por el control que tomaba a Bran, un músico nacido

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y criado, escuchar a una infeliz de once años (yo) pelear con el piano a través de
una pieza de Beethoven que no había sido una de las mejores melodías del gran
hombre incluso si hubiera sido bien tocada.

Durante dos años, toqué la misma pieza, tan mal como podía sin que se
notara lo que estaba tratando de hacer, a la mitad de la velocidad a la que
estaba destinada ser tocada. Todavía la escucho en mis pesadillas a veces, e
imagino que Bran también lo hace. Finalmente, para mi inmensa satisfacción,
dejó de llamarme para tocar.

Por lo general, Bran cerraba esas noches cantando algo él mismo, a veces solo
o con Charles o Samuel, sus hijos. Pero a veces nos contaba historias. Sus
historias tenían el ritmo de un cuento de hadas: algo que se difundía y se
recitaba con tanta frecuencia que sus palabras seguían siendo casi las mismas
cada vez que eran dichas. Pero la mayoría de sus historias nunca las había
encontrado en ningún otro lugar.

Una de esas historias que él había contado un par de veces hablaba de un


castillo hechizado por una bruja malvada. Las brujas siempre eran malvadas en
las historias de Bran. La bruja de esta historia lanzó un hechizo que hizo que la
gente evitase mirar el castillo, hablar de él, o pensar en él hasta que estuvo tan
escondido a simple vista como lo habría estado rodeado de muros y un
matorral de zarzas. Después de unas generaciones, nadie vivo sabía que había
un castillo, aunque estaba en la cima de la colina en el centro de la ciudad.

Me preguntaba si Bran y esta vampira se habían topado con la misma fuente


de historias y la vampira había encontrado una bruja para contratar. Ningún
vampiro podía hacer esto, o quién controlaba a una bruja que podía hacerlo, era
alguien con quien no quería enfrentarme. Especialmente no por un capricho de
curiosidad. Lo que sea que había hecho que Mary se interesara por mí era mejor
que se discutiera cuando estuviera junto a Adam en el centro de la guarida de
los lobos locales rodeada de hombres lobo. O, mejor aún, por teléfono, mientras
me sentaba junto a Adam en nuestra propia sala de estar.

Ser mayormente inmune a la magia vampírica tenía su lado positivo y su

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lado negativo. Significaba que los trucos mentales que la mayoría de los
vampiros podían hacer a sus víctimas no funcionaban bien en mí. Pero también
significaba que había entrado en el centro de la fortaleza vampírica por mí
misma sin querer.

Di otro paso, y algo cayó alrededor de mi cuello con brutal rapidez. En mi


malgastado pasado, he sido recogida por un recolector de perros o dos, y sé
cómo se siente una vara de captura. Me quedé helada. ¿Por qué un vampiro
tendría una vara de captura?

Una voz sonó detrás de mí en checo. No tenía ni idea de lo que estaba


diciendo. Ella le dio a la vara un tirón, medio estrangulándome, y yo tosí.

Jitka y Martin estaban a solo cuarenta y cinco metros de distancia, pero


estaban al otro lado de la barrera. No eran útiles para mí en absoluto. Mientras
los miraba, intercambiaron unas palabras tranquilas, sacudieron la cabeza y
caminaron con vigorosa energía fuera del parque. El hechizo probablemente
animaba a la gente a irse. Eso es lo que yo habría hecho si pudiera hacer un
hechizo así.

Habría sido mejor, en retrospectiva, si Jitka se hubiera salido con la suya y


hubiéramos agarrado a todos los hombres lobo y cargado hacia la puerta
principal de la base de Mary. Suponiendo que mi coyote no se hubiera
permitido separarse de la manada de la manera que acababa de hacer con Jitka
y Martin.

Tiritaba miserablemente en la jaula para perros en el sótano del apartamento


del nido de vampiros.

El sótano, iluminado por dos bombillas desnudas en el alto techo, tenía un


suelo de tierra y paredes de cemento rugoso. La jaula en la que me encontraba
estaba junto a los restos de un antiguo horno que se hallaba en el mismo estado
en el que estaba el resto del edificio. Probablemente no había funcionado

Grupo Leyendas Oscuras | 218


durante cincuenta años.

La jaula para perros respondía porqué los vampiros habían tenido una vara
de captura. Estaba hecha de malla soldada de metal que era de acero
probablemente debajo de su capa de plata y estaba plagada de magia. Había
contenido a hombres lobo, podía distinguir cinco o seis aromas diferentes y
algunos demasiado desvanecidos para evaluar. Nadie que había conocido. La
plata no me afectaba en absoluto, ni la magia, pero estaba agotada. Los
cadáveres muertos y podridos con los que compartía el sótano no eran
tranquilizadores. Peor era el vampiro encadenado a la pared, no muy lejos de
mí. Llevaba pantalones vaqueros y una camisa de manga corta sobre una
camiseta sin mangas. Ninguna de ellas parecía lo suficientemente sucia como
para haber estado en su cuerpo durante más de un día o dos, prueba de que
recientemente había tenido suficiente control para ponerse la ropa. Me miró con
ojos hambrientos y locos mientras gritaba de rabia incipiente a intervalos
irregulares.

Contacté con Adam. Aunque todavía no podía comunicarme con él, podía
sentir el calor constante de su presencia. Me aferré a eso tan duro como pude.

Y atrajo la atención de algo más.


Quizás una hora más tarde, Mary, la Maestra del nido, bajó las escaleras del
sótano con los movimientos relajados y precisos de un soldado profesional. No
se presentó a sí misma, pero entró caminado con audacia desde la oscuridad
con un aire de ‘yo estoy al mando’, ¿quién más podría haber sido?

Si había estado en Praga desde finales de la década de 1940, entonces no veía


cómo podía haber sido una soldado. Hay un montón de hombres lobo que sabía
que habían servido un tiempo en el ejército de una manera u otra, sin embargo,
así que había visto a un montón de soldados. La postura era inconfundible. Si
fuera alemana, podría haber sido una de las mujeres de Hitler Mädchen, tal vez.
Las mujeres de Hitler Mädchen fueron una especie de Chicas Scouts

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paramilitares entrenadas para delatar a sus padres y vecinos.

Mary no era una persona encantadora. Su rostro era ancho y plano, sus ojos
pequeños y su boca amplia pero poco generosa. Como humana, pensaba que
ella probablemente hubiera tendido al sobrepeso. Su cuerpo parecía delgado e
incorrecto, con la delgadez modelo que la mayoría de los vampiros llevaban. Su
cabello era rubio y tirado hacia atrás en un moño, e incluso me daba cuenta de
que era una elección desafortunada.

Arrastraba seguidores detrás de ella como si fuera una novia y ellos los
asistentes asignados a la tarea de mantener su velo fuera del suelo. Los
asistentes más cercanos a ella eran humanos, un hombre guapo de rostro
inexpresivo y una mujer guapa de rostro inexpresivo.

Ambos humanos estaban desnudos y cubiertos con marcas de mordida en


todos sus puntos de pulso y también en muchos otros puntos. La chica tenía
líneas de bronceado, y algún chistoso había dibujado la parte superior de un
bikini con un Sharpie9 negro. El muchacho era de piel muy oscura, y en las
sombras del sótano era más difícil de ver.

Traté de no mirar sus rostros, porque era poco probable que pudiera hacer
algo para protegerlos. Era poco probable que pudiera hacer algo para
protegerme de lo que vendría esta noche. Habían estado aquí el tiempo

9 Marcador permanente.
suficiente para que algunas de las marcas de mordida fueran cicatrices, por lo
que no quedaría mucho para salvar.

Un vampiro como Stefan, que cuidaba a los humanos de los que se


alimentaba, podía mantenerlos prácticamente inalterados por su mordida
durante décadas. Pero la mayoría de los vampiros eran demasiado impacientes
para eso. Estaba apostando a que el nido de Mary estaba lleno de vampiros que
no se preocupaban por los humanos de los que se alimentaban. El bikini
Sharpie era un claro indicativo.

El resto de los asistentes de Mary eran vampiros de ambos sexos y distintas


apariencias. Ninguno de ellos era la mujer que me había atrapado y me había
metido aquí abajo. Cuando terminaron de bajar las escaleras, eran diez sin

Grupo Leyendas Oscuras | 220


incluir a los humanos.

Me preguntaba si ella pensaba que era demasiado peligrosa. ¿Seguramente


no siempre viajaba alrededor de su propia casa con doce secuaces? Tal vez
estaba tratando de impresionarme. Tal vez simplemente estaba haciendo una
declaración de algún tipo.

O tal vez era seguida de secuaces dondequiera que fuera. Tal como
arrastraba el hedor de bruja negra. ¿Qué vampiro idiota había decidido que era
una buena idea cambiar a una bruja en vampiro? Ella debía ser capaz de ocultar
su olor —o nunca salía por su cuenta— porque de otra manera, cualquier
hombre lobo con una nariz entendería inmediatamente lo que era. Supuse que
una bruja que podía esconder su nido en medio de Praga durante más de medio
siglo probablemente podía ocultar lo que era si quisiera.

La manada de Libor la consideraba una vampira de bajo nivel, pero un


vampiro que podía aprovechar el poder de la brujería era un contendiente como
el monstruo más espantoso en la ciudad para cualquier definición.

Me aferré al contacto que tenía con Adam, sacando coraje y resolución en


igual medida. No dejaría que éste fuera el último lugar que viera en esta tierra.
No dejaría que la última vez que viera a Adam fuera aquella noche en que le
dejé muriendo dramáticamente a manos de su hija mientras sonreía. No dejaría
que el último aire que respirara fuera el fétido hedor que salía de la tierra de
este matadero.

Sobreviviría a esto. De algún modo.

—Mercedes Thompson Hauptman —dijo la vampira Mary. Su acento era


pesado, definitivamente de Europa del Este, pero no podía decidir si era en
realidad checo, serbio o incluso ruso. Eso ponía fin a mi suposición de las
mujeres de Hitler Mädchen. El suyo no era el acento checo usual, sin embargo.

La observé sin mirarla a los ojos. Probablemente ella no podría haberme


atrapado con su mirada, pero había conocido al menos a uno que podía. Ser
inmune a la mayoría de los vampiros a veces parecía tan útil como ser inmune a
ninguno.

Grupo Leyendas Oscuras | 221


Ella dijo algo. Clavé mi mirada en algo más, y ella hizo un sonido
impaciente. Uno de los vampiros se acercó, un hombre, y se arrodilló a su lado,
frente a mí. Ella puso su mano en su cabeza y dijo algo de nuevo.

El vampiro arrodillado dijo, su voz acentuada con el mismo acento de alta


sociedad que Ben usaba:

—Cómo has caído, hija del Rey hombre lobo.

Seguí mirando fijamente a Mary. Ella sabía quién era yo. Posiblemente había
recibido noticias de Bonarata. Lo menos probable era que supiera más sobre los
hombres lobo en los Estados Unidos y nuestras familias que el resto de la
comunidad sobrenatural que había encontrado aquí.

¿Qué pretendía con la cita mal citada de la Biblia? No podía ver por qué me
comparaba con Lucifer, a quien se había dirigido la cita original. Me preguntaba
si robar y mutilar frases de Isaías era una suerte de asunción de poder, una
especie de atrevimiento. Aunque sabía que las lecturas bíblicas no afectaban a
los vampiros, no todos (incluyendo a algunos vampiros que conocía) lo sabían.

O tal vez el vampiro traductor estaba tomando algunas libertades con lo que
ella dijo. Aparté con fuerza de voluntad mi mirada de Mary para mirar a su
traductor. Mary era la amenaza.
—He visto películas de coyotes en la naturaleza —continuó Mary a través de
su traductor—. Esperaba que fueras más grande. Más impresionante. Él me dijo
que habías escapado del Señor de la Noche, así que debía asegurar tu
cautiverio.

Debía ser difícil, pensé, dar un buen discurso de villano cuando tu víctima no
podía decir nada, y solo podías hablar a través de otra persona. No parecía
molestar mucho a Mary. Tampoco parecía que se estremeciera ante el estrépito,
el clank, clank, clank del vampiro encadenado a la pared. Había dejado de gritar,
pero ahora sacudía sus cadenas con un ritmo preciso de metal pesado que
resonaba en mis oídos.

Mary no le prestaba ninguna atención obvia, aunque la estructura de sus

Grupo Leyendas Oscuras | 222


oraciones comenzó a seguir el ritmo de esa cadena. Tan mal como el clank, clank,
clank era, todavía lo prefería a los gritos.

—Creo, Mercy… así es como te llaman, ¿verdad? —Mary sonrió un poco


hacia mí, como si me hubiera encontrado encantadora o algo así. Yo estaba
apostando por el ‘o algo así’. Esperó un momento o dos después de que el otro
vampiro la hubiera traducido. Presumiblemente, pensaba que podría
responder, pero no hice ningún movimiento.

—Una versión abreviada de tu verdadero nombre —dijo—. Mercy, la más


débil de todas las virtudes. Encuentro tu nombre irónicamente apropiado.

Extendió la mano y pasó sus largas uñas musicalmente sobre la malla


metálica soldada. Me di cuenta de que tenía una manicura francesa, aunque la
uña de su dedo meñique estaba rota irregularmente.

Ella susurró:

—La misericordia no tiene lugar aquí, excepto que está encerrada detrás de
barras de acero, plata y magia.

Como si nadie hubiera tenido cosas inteligentes que decir sobre mi nombre
antes.
—Creo —me dijo Mary—, que no debes anticiparte a escapar de aquí. Hemos
mantenido a tus primos mayores aquí durante meses, y ninguno se nos ha
escapado a menos que no los dejáramos ir. Te mantendremos viva, porque eso
es lo que él quiere. Debes recordar eso, que le debes tu vida.

¿Él quién? ¿Bonarata? Curiosamente, pensaba que no. El otro Maestro


Vampiro, Kocourek, tenía el apoyo de Bonarata. Bonarata, aunque malvado y
podrido hasta la médula como podía ser, tenía un código de honor que seguía.
Conocía las historias, y algunas de ellas eran espantosas. Tenía la creencia de
que Bonarata mantendría su palabra, la cual le había permitido acumular poder
durante el tiempo que le quedaba. Si respaldaba un nido, no la debilitaría con
otro en el mismo terreno de caza.

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¿A quién se refería?

Le incliné una oreja. Y ella lo entendió.

Sus ojos se entrecerraron, y sonrió secretamente.

—Guccio —dijo.

Me tomó un momento procesar su nombre. Vampiro Guapo. ¿No se llamaba


Guccio? Me había estado reuniendo con mucha gente en el último día o dos.
Pero estaba bastante segura de que Vampiro Guapo había sido Guccio.

—Veo que sabes de quién hablo. Aunque coincidiste con él solo brevemente,
deja una impresión muy rara. —Dio un paso adelante y se dejó caer sobre sus
talones, así que su cara y la mía estaban a la misma altura—. Dijo que eras fea y
gorda. Dijo que me prefiere.

Yupi. Podía quedárselo. Aunque no estuviera casada, no salgo con los


muertos.

La boca de Mary se frunció tristemente mientras me examinaba.

—No pareces gorda. Pareces insignificante y estúpida, pero no gorda. Creo


que me mintió. ¿Y por qué mentiría al menos que te deseara y no quisiera que
lo supiera? ¿Eres fea?
Que el cielo me salve de los vampiros celosos. Siempre había pensado que los
vampiros eran de sangre fría, y, si pensaban en otra criatura, venía con
pensamientos de comida.

No cometí el error de intentar responder a su pregunta. No había una


respuesta correcta a una pregunta como esa. En mi forma de coyote, tenía la
excusa perfecta para mantener mi silencio.

—Trajiste a otra bruja contigo —dijo después de un momento.

No tenía ni idea de lo que estaba hablando. ¿Bonarata había traído una bruja
conmigo desde EEUU?

—Él dijo… —Ella frunció el ceño, descontenta—… dijo que no estaba

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buscando a otra bruja porque él me tenía. —Sus ojos astutos me examinaron—.
Pero no soy estúpida, no soy tan estúpida como él piensa, de todos modos.
Mintió sobre ti. Si no estuviera interesado en la bruja, no la habría nombrado.

Él quería mantenerla nerviosa, juzgué. Mantenerla tratando de complacerlo.


Era más fácil controlar a alguien que entendía que era reemplazable.

—Me dijo que pensó en tomarla, también, ya que yo resulté tan bien para él.
Pero ella era vieja y aunque los vampiros no envejecen, tampoco se vuelven
más jóvenes. —Se inclinó cerca de la jaula y murmuró dulcemente—: Y parecía
que tenía sus garras en tu pareja de todos modos. Ellos están durmiendo juntos.

Mi compañero. Adam había llegado a Milán, entonces, para hablar con


Bonarata. ¿Había traído a Elizaveta? ¿Por qué había traído a Elizaveta? Esa era
una pregunta estúpida. Elizaveta era una flecha muy fuerte en nuestra aljaba,
siempre y cuando eligiera orientarse en una dirección útil. A ella le gustaba
Adam. Me di cuenta de que debía haber sabido que él la había traído, debía de
ser su magia lo que le había permitido ponerse en contacto conmigo mientras
yo estaba en el compartimiento de equipaje del autobús.

Mary hizo un sonido decepcionado. Supongo que había supuesto que tendría
celos por el comentario sobre Elizaveta y Adam durmiendo juntos. Si había una
constante en mi vida, era mi compañero. Las pirámides rodarían por el desierto
antes de que Adam rompiera su palabra o traicionara a alguien, mucho menos a
mí.

Finalmente, con una pequeña mueca desagradable, dijo:

—Es bueno para ti que a Guccio no le gustara esa bruja. Dijo que no pensaba
que fuera cooperativa, ni útil para él como yo lo he sido. Si eligiera a otra para
hacer por él lo que yo hago, no me habría gustado eso. Puede que hubieras
tenido un accidente.

Elizaveta era capaz de defenderse. Yo esperaba que si Guccio hubiera


intentado someter a Elizaveta, el vampiro se habría encontrado superado. No
sabía mucho de él, pero conocía bastante a Elizaveta.

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—Estará muy contento conmigo —dijo, aparentemente para sí misma,
porque se puso de pie y me dio la espalda, aunque el traductor siguió
traduciendo.

Su mirada cayó sobre el vampiro encadenado.

—¿Por qué sigue aquí? —preguntó—. Les dije que el experimento fue un
fracaso.

Alguien dijo algo.

—¿No él?

Al parecer, mi traductor solo estaba traduciendo a Mary, así que estaba


recibiendo la mitad de la conversación.

Ella miró al vampiro en la pared y frunció el ceño.

—¿Éste es Weis? Pensé que lo estaba haciendo bien.

El vampiro traductor miró hacia arriba y se encontró con mis ojos y rompió
el protocolo mientras la atención de Mary estaba en otra parte.

Me habló muy rápidamente en un tono bajo.

—Ella ha estado usando brujería para intentar convertir a los seres humanos
en vampiros más rápidamente. Recientemente, ha tenido éxito. Ese le llevó dos
semanas hacerlo, y él funcionó durante tres meses. Pero decaen con rapidez y
sin previo aviso. —Hizo una pausa—. Si escapaste del Maestro de Milán,
entonces tal vez sobrevivirás a esto. Alguien debe saber lo que ha hecho, para
que estén preparados para los problemas que esto causará. Deberían destruir a
cualquier vampiro que pertenece a ella, para que las noticias de esto no se
filtren.

Dos semanas para hacer un vampiro, algo que podría tomar años por la
manera estándar. Él tenía toda la razón. Si otros vampiros sabían que había una
manera de hacer vampiros tan rápido, estaríamos saturados de ellos antes de
que supiéramos lo que estábamos haciendo. Saturados con vampiros que
podrían cambiar a monstruos sin sentido.

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Asentí con la cabeza para mostrarle que escuché lo que estaba diciendo.

Mary, mientras tanto, se acercó al vampiro encadenado a la pared. Al


acercarse, él se calló. Ella le tendió la muñeca, y él se lanzó violentamente hacia
adelante, clavando sus colmillos en ella como si tuviera miedo de que se alejara.

Pero, aunque su cuerpo se puso un poco tenso, ella no se alejó. El olor a


brujería se hizo más fuerte, y recordé que las brujas convertían el dolor en
poder, incluso su propio dolor. Alargó la mano y le acarició el pelo.

Ella le dijo algo, pero mi traductor permaneció callado, así que no sé qué fue.
Sonó tierno, algo que una madre diría a un niño enfermo.

La alimentación tardó mucho tiempo, y nadie más que Mary hizo un


movimiento de algún tipo. No creo que estuvieran actuando para mí, así que
aumentó mi valoración de lo aterradora que era Mary, y ella ya estaba bastante
alto allí arriba.

Puse mi cabeza hacia abajo e intenté parecer pequeña e inocua, y al mismo


tiempo mantener un ojo en todo el mundo. Lo único bueno de la jaula, desde mi
perspectiva, era que para que cualquiera de ellos me tocara piel a piel, tendrían
que abrir la puerta de la jaula.

Murmurando suavemente, Mary apartó su muñeca devastada del vampiro


alimentado. Él se quedó un momento aturdido, parpadeó y miró a su alrededor.
Dijo algo.

—¿Por qué estoy en este lugar? —Tradujo mi aliado, si era un aliado—. ¿Por
qué estoy aquí, Señora? ¿Te disgusté?

Mary le palmeó la mejilla con su mano buena mientras la chica humana le


envolvía la muñeca con un paño limpio y blanco. Ella le dijo algo y él sonrió.

En un abrir y cerrar de ojos, su rostro cambió y se lanzó hacia adelante. Esta


vez enterró sus colmillos en el cuello de la chica, a quien Mary empujó frente a
ella como escudo contra el ataque. Mary retrocedió fuera del alcance. Extendió
la mano, agarró el brazo de la chica y la apartó del vampiro loco sin
preocuparse por cuanto más daño le estaba causando a su mascota. La
muchacha humana se quedó allí donde Mary la había colocado por un

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momento, con la boca abierta de dolor o asombro. La sangre brotó de su
garganta desgarrada, un flujo arterial negro que cubría su piel bronceada y se
deslizaba hacia abajo. La chica se llevó la mano a la garganta y luego cayó de
cara. Golpeó el suelo de tierra con un golpe, muerta, juzgué, cuando cayó,
aunque su cuerpo siguió moviéndose durante unos momentos más.

Mary volvió su atención al vampiro, que ahora estaba colgando de sus


cadenas. Levantó la mano hacia él: una mano cubierta con sangre, tanto la suya
como la de la muerta y probablemente también la del otro vampiro. Y empezó a
cantar.

Brujería.

Por un momento, la suya era la única voz en la habitación. Podía sentir el


magnetismo en ella. Se arrastró sobre mí como una boca húmeda buscando algo
bueno para comer, pero pasó de mí, dejando solo un residuo de magia detrás.

Justo en ese momento el vampiro con las cadenas empezó a gritar de nuevo,
pero era un tipo diferente de grito. Su cuerpo se sacudió y tembló como si
estuviera enganchado a electrodos eléctricos. Después de unos minutos, su voz
se rompió bajo la tensión, y aun así gritó.

Las brujas se alimentan del dolor.


Finalmente, se quedó en silencio y supe —porque podía sentirlo a través de
los restos de su magia— que él se había ido. No se pudrió ni se volvió polvo.
Sin embargo, debía de ser muy nuevo, porque ni siquiera olía a un cadáver
podrido. Solo olía a muerte.

—Así que, ya ves —dijo el vampiro de habla inglesa muy calladamente—.


Abominación.

Esta vez Mary lo oyó. Se volvió hacia él, sus ojos helados. Ella dijo algo.

—¿Por qué le estás susurrando a ella, Kocourek? —preguntó, y él me tradujo


sus palabras.

Kocourek. Kocourek era el Maestro del principal nido de Praga. Entonces,

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¿qué estaba haciendo de rodillas delante de Mary? Me preguntaba cuánto
tiempo había estado bajo su pulgar.

Libor debería haber prestado más atención a los vampiros en su ciudad.

Kocourek le dijo algo.

Mary consideró al vampiro arrodillado. Miró a su alrededor y dijo algo al


resto de la habitación.

—¿Quién más habla inglés aquí? —preguntó ella, y él volvió a traducir.

Nadie se ofreció voluntariamente.

Ella dijo una palabra y cerró los dedos brevemente junto a su boca. Inclinó la
cabeza y se levantó. Cuando subió por la vieja escalera de madera, siguió sin
mirarme. Su tren era un poco desigual, sin la muchacha humana, pero nadie
pareció notarlo excepto yo.

Se detuvo en lo alto del rellano.

—Él dice que tu compañero convenció al Señor de la Noche de que tu muerte


causaría una guerra entre el Rey Hombre Lobo y el pueblo de Bonarata. Él me
pidió que no te matara todavía hasta que pueda comprobarlo. —Ella sonrió, y
esta vez fue el tipo de sonrisa alegre que volvió hermoso su rostro
inexpresivo—. Pero él me lo hará saber en breve. Y mientras tanto, soy
bienvenida a disfrutar. Estoy ocupada ahora, pero espérame en unas horas.
Nunca he llegado a jugar con uno de tu clase antes.

Dejaron los dos cuerpos donde estaban. No eran los únicos muertos en ese
sótano. Una ciudad tan antigua como Praga, un lugar tan antiguo como este
edificio, tiene muchos fantasmas. Y los muertos de esta parte de Praga habían
sido testigos de la visita de Mary. Ahora ellos, como yo, volvieron su atención
hacia el otro monstruo que había esperado mientras que aquellos que no podían
ver a los muertos llevaban a cabo sus negocios.

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Casi una hora antes, cuando había contactado a Adam, esperando que de
alguna manera nuestro enlace funcionara como debiera, que de alguna manera
pudiera encontrarlo, que supiera que lo necesitaba, que lo amaba, que estaba
asustada y sola… había sentido que algo tocaba mi vínculo con Adam y se
deslizaba, incapaz de penetrar, de entrar dentro de mí o de mi vínculo. En
cambio, quienquiera que fuera utilizó nuestro vínculo para deslizarse a través
de los hechizos de la bruja y al sótano donde estaba detenida.

Era diferente de lo que había sido antes. Su presencia era aún mayor. Podía
sentir su magia, desconocida y familiar al mismo tiempo, y fluía a través de mí
como una corriente eléctrica a nuestro alrededor, los fantasmas se removieron.
Había muchos fantasmas.

El vampiro en la pared había aspirado para gritar de nuevo, pero en cambio


se quedó en silencio, como si pudiera percibir la presencia del golem. Se aplastó
contra la pared y apartó su rostro de nosotros.

La mayor diferencia entre la primera vez que me enfrenté al golem y esta vez
fue que me habló.

Mercy, dijo el golem en mi cabeza. Realmente no usó mi nombre, no como tal,


sino un identificador que era más quién era que lo que mi propio nombre
podría expresar.
Su magia se sentía como… tragué cuando descubrí por qué algo de eso me
resultaba familiar. Se sentía como Guayota, el dios volcán que casi me había
matado hace no mucho tiempo. Todavía me dolía el tobillo antes de las
tormentas.

Había vivido con magia toda mi vida, y no en una manera feliz Harry Potter.
Claro, la magia funcionaba según las reglas, pero esas reglas eran flexibles y
diferentes tipos de magia funcionaban de manera diferente, y había muchas
clases distintas de personas y criaturas que podían acceder a ciertos aspectos de
la misma. Así que había magia de manada, magia de vampiro. Magia de bruja.
Magia de brujo. Magia Fae. Magia de hechicero.

¿Yo? Tenía un hilo de magia. Podía cambiar a coyote. Era una caminante,

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descendiente de los avatares que representaban los animales de los pueblos
nativos de los continentes americanos. Entre otras cosas, nuestro trabajo —antes
de la invasión europea y sus enfermedades, que casi acabó con los pueblos
originarios del planeta— había sido asistir a los espíritus de los muertos. Por
esa razón, según lo mejor que pude atar cabos, la magia de los muertos no me
afectaba, y la influencia funcionaba al revés.

Pero la presencia del golem muerto había amplificado mi atracción de


fantasmas hasta el máximo, hasta que había estado nadando en fantasmas. Si
había alguna duda de que había sido mi encuentro con el espíritu del golem el
que había sido responsable, el efecto de su presencia aquí respondía a eso.

Con él en el sótano, los fantasmas lo inundaban a pesar de la presencia de los


vampiros. A los fantasmas no les gustaban los vampiros. Una vez pensé que era
porque los vampiros los habían matado. Pero entonces aprendí que hay algunos
dones vampíricos que permiten a los vampiros comandar fantasmas y otros
dones que permiten a un vampiro consumirlos y usar su esencia por poder.

O puede ser algo tan simple como la repulsión instintiva que los gatos (mi
propio gato es una excepción) siente por los vampiros.

Los muertos se reunían alrededor del golem y de mí como si fuéramos una


fogata en un invierno en Montana. El aire se espesó con esa no-sustancia que
parece componer sus cuerpos inmateriales, y la sensación hacía vibrar mis
huesos.

Somos parecidos, dijo el Golem. Protegemos contra el mal. Encontraste lo que la


magia me ha ocultado, una úlcera, un cáncer, una putrefacción en el corazón de mi
territorio y me iluminaste el camino hacia aquí también. ¿Puedes destruir a estos
demonios?

Si íbamos a tener una conversación, necesitaba ser humana. Suponía que


podíamos conversar sin sonido, ya que el golem no estaba haciendo ningún
sonido. Pero prefería usar palabras reales, algo que podía formar con más
seguridad que el balbuceo indisciplinado que era mi habitual proceso de
pensamiento.

Grupo Leyendas Oscuras | 231


La presencia del golem inicialmente despertó alguna esperanza de que
pudiera salir de esto con vida. Pero cuando volví a mi piel humana, la
esperanza había desaparecido con el calor de mi piel. El sótano era mucho más
frío cuando estaba arrodillada desnuda en la jaula, y el golem era un fantasma.

Por lo menos, era un espíritu sin forma, que pasara por las guardas de la
bruja era una prueba de que no podía afectar al mundo material más de lo que
podría ser afectado por él.

Respiré profundamente y sentí al golem con otros sentidos. No se sentía


absolutamente como un fantasma, no totalmente, lo cual es porqué seguía
intentando identificarlo como un espíritu en su lugar. Una palabra diferente
para la misma cosa, pero no completamente. Lo que quedaba del golem del
rabino Loew era un pariente muy cercano a un fantasma. No podía imaginar si
era la magia del rabino lo que le hacía sentirse tan diferente, o si era la magia
que sentía como la magia de Guayota.

Él —a diferencia de la primera vez que me encontré con el golem, se sentía


como un él, así que me centré en ese sentimiento— no tenía poder porque le
había sido arrebatado por el rabino Loew todos esos siglos atrás cuando el
rabino había robado la vida que había otorgado.

Cuando había pensado en golems, lo cual no era frecuente porque no eran


comunes en Tri-Cities, los había concebido como robots mágicos, un pedazo de
piedra animada, obediente a la voluntad del hombre que los había llamado a la
vida.

Nuestro encuentro anterior en las calles del antiguo Barrio Judío había
sacudido esa convicción. Había habido un elemento de… autodeterminación y
pensamiento que no habría pertenecido a un robot. Y ningún robot nunca
tendría un espíritu que viajara por las calles mucho tiempo después de que el
cuerpo se hubiera convirtido en polvo.

Parte de mí había estado trabajando en el rompecabezas del golem desde que


lo conocí.

No soy un tipo de experta en magia. No sabía nada de la magia cabalística


que el viejo rabino había utilizado para crear el Golem de Praga. Pero he estado

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expuesta a muchos otros tipos de magia.

Fuera lo que fuera ahora, basada en la sensación de la magia que lo rodeaba,


estaba bastante segura de que el golem había empezado como un manitou10.

Manitou, según Coyote (sí, ese Coyote), son los pedacitos del espíritu de la
tierra. Toda la tierra tiene un manitou enorme, puede moverse como un
espíritu, pero es demasiado grande para preocuparse de cosas menores. Sobre
todo el manitou de la tierra durmiente, y todos nosotros debemos agradecer a
nuestras estrellas de la suerte que sea verdad.

Cada diente de león o guijarro tiene un poco de ese manitou, un poco que es
totalmente independiente del todo. Pero el manitou de un diente de león es
muy pequeño y no tiene mucho poder para afectar las cosas que lo rodean. Las
montañas y los lagos también tienen manitou; los suyos son poderosos y
tienden, como el mayor manitou de la Madre Tierra, a ser peligrosos cuando
son despertados. Mayormente, eso no sucede mucho.

Como él lo explicó, Coyote y sus compañeros avatares están muy


relacionados con el manitou, como un caballo y una mula. Él me había lanzado

10 Manitu (o Gitchi Manitou, Gitchie Manitou, Gitchee Manitou, Kitche Manitou; Gichi-manidoo),
en la cultura tradicional algonquina (pueblo indígena canadiense), es el Gran Espíritu, el
Creador de todas las cosas y el Dador de Vida. “Manitu” es una palabra algonquina que
significa “espíritu”, y “Gitche Manitou” significa “Gran Espíritu”.
una sonrisa malvada mientras yacía en una cama de hospital, puesta allí por
Guayota, que era, de nuevo según Coyote, el manitou de un gran volcán.

Puede que no fuera una experta en magia cabalística, pero estaba bastante
segura de que el rabino Loew, que había creado el golem, había encontrado un
manitou de algo entre una montaña y un guijarro. Había sido lo
suficientemente fuerte para convertirse en el golem, pero lo suficientemente
pequeño como para ser controlado por un hombre que trabajaba la magia
cabalística. Probablemente no hubiera sido el manitou de la Vltava, que sería
enorme y poderoso. Tal vez fue de un arroyo o una colina enteramente
sepultada o algo nativo de la tierra de Josefov.

Para mí, tal acto había sido malvado. Él había esclavizado un espíritu vivo.

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Dudaba que un hombre nacido en Europa hubiera pensado en el espíritu como
viviente. Tal vez lo hubiera considerado energía mágica. Que un espíritu
manitou era naturalmente territorial solo habría ayudado con la magia del
rabino.

El rabino fue un buen hombre según todas las historias que había escuchado.
Si hubiera sabido lo que había hecho, estaba segura de que se habría
horrorizado. Pero la mayoría de las iglesias judeo-cristianas no creen en los
manitou. Él hubiera pensado, como antes yo lo hacía, en el golem como un
robot, un objeto sin sentimientos ni vida verdadera.

Cuando el rabino, para seguir con la analogía del robot, había apagado al
golem, había encerrado al manitou en una existencia artificial e incómoda.
Muerto pero no muerto. Parcialmente, pensé, por el modo en que el interruptor
había funcionado.

Dependiendo de la historia, probablemente porque había varias maneras de


alimentar a un golem, el rabino Loew había tallado en la frente del golem la
palabra ‘emet’, que es la palabra hebrea para verdad. Cuando el rabino
desactivó al golem, retiró una letra y dejó la palabra ‘met’, que es muerte.

El problema con esto, como yo lo veía, era que un manitou no puede morir.
Es como el sol y la lluvia. Puede cambiar u ocultarse, pero no se puede matar.
Pero la magia del rabino impregnó la orden de la muerte con demasiada fuerza
para que el golem la ignorara, por lo que tampoco podía vivir.

En mi cabeza y sin palabras reales, el golem había estado siguiendo mi


proceso de pensamiento. No podía decir si estaba de acuerdo con mi evaluación
o no, o incluso si él lo entendió, pero algo lo hizo hablar.

Ni espíritu, ni golem, ni fantasma, me dijo, pero al mismo tiempo todos ellos juntos,
vigilaba las calles de Praga. Estaba desamparado para hacer algo contra el mal humano
o cosas como los vampiros, aquellos que no podían ni verme ni sentirme.

Pero fui impulsado a hacer esto que no podía. El rabino Loew me dio la tarea de
mantener a Josefov a salvo. Así que me movía por las calles nocturnas de Praga, incapaz
de abandonar mi tarea ni de cumplirla. Y luego te conocí. Después, asusté a un

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ladrón… yo, a quien nadie podía percibir antes. Me hiciste algo, me hizo más real, lo
suficientemente real como para arrancar una puerta de sus bisagras.

Su interacción conmigo había iluminado mi magia hasta que había sido


inundada (casi literalmente) por fantasmas cerca de mí. Esa era otra razón por
la que creía que el golem había sido creado a partir de un manitou. Si no
estuviéramos tan estrechamente relacionados como ‘un caballo y una mula’,
entonces probablemente no me habría afectado de esa manera. No había
considerado lo que le había hecho yo a él.

El golem volvió a su pregunta original.

¿Puedes destruir a estos demonios?

Lancé una risa incrédula.

—¿Parece que estoy en posición de hacer algo a los vampiros?

La jaula estaba recubierta de plata, lo cual no me importaba ni un ápice, pero


la malla soldada con metal era fuerte. Los agujeros eran demasiado finos para
permitirme meter más que un par de dedos a través de ella. Si alguien me
entregaba la llave del candado, no podría desbloquearlo desde dentro.

Acaricié la puerta de la jaula.


—Pero incluso si estuviera fuera y libre, no sería rival para ellos. No soy un
poder, golem.

El golem hizo un ruido que hizo que el vampiro en la pared se estremeciera.

Tú eres la que camina por el sendero de los muertos, me dijo. Los muertos deben
escucharte y obedecerte. Estos demonios, estos vampiros, han tragado muerte para
permanecer en esta tierra. No están exentos de tu poder.

En una breve declaración, el golem había aclarado algo que había estado
tratando de determinar durante toda mi vida: que mi especie tenía un
propósito, una razón, para su existencia.

Miré al golem y tomé aire. Me recordé que mi clase se originó en otro

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continente. El golem no podía haberse encontrado con alguien como yo.

Sé lo que eres, dijo el golem. Mercy. De nuevo no era mi nombre; era más
grande que eso. Encaja mejor.

A él le dije con cuidado:

—Mi experiencia es que podría ser capaz de hacer que un vampiro me


obedezca, y solo por un tiempo muy corto. Pero hay un montón de vampiros en
este lugar. —Podía sentir el peso de todos ellos.

El vampiro en la pared me gritó de nuevo, como lo estuvo haciendo de vez


en cuando desde que los vampiros que me habían atrapado me habían metido
en la jaula. Esta vez me hizo saltar, porque había estado tranquilo por un rato y
había estado prestando atención al golem.

Me volví hacia él y, aprovechando la autoridad que había estado


aprendiendo a usar en la manada, dije:

—Tranquilo.

Gritó más fuerte y con más sentimiento.

Lo dije de nuevo. Cuando lo hice, el golem estiró su brazo a través de la jaula


y tocó mi pecho. El poder me inundó, y el vampiro cerró la boca.
—Deja de mirarme —susurré, empujada por los deseos del golem en lugar
de los míos, y el vampiro volvió la cabeza.

Cerré la boca con fuerza. Era un error hacer eso, tener ese tipo de poder sobre
alguien, incluso un vampiro, y usarlo como si no fuera un ser pensante. No
darles otra opción que escucharme.

Una mano fría acarició mi hombro. Uno de los fantasmas se había arrastrado
a mi lado y me había tocado. Me estremecí, pero no le di órdenes. La
cooperación es una cosa; la esclavitud es otra. Lo sabía mejor que el rabino
Loew, así que no había excusa para mí cuando lo hacía.

No es que nunca hubiera obligado a un fantasma a obedecerme. Los


fantasmas no eran los seres humanos cuya muerte los había engendrado. Pero

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me sentía cada vez más incómoda con la suposición de que eso significaba que
ya no estaban vivos. Y eso significaba que, aparte de en mi propia defensa o en
defensa de otra persona, no podía obligarlos a mi voluntad otra vez.

Si mi susurro podía influir en el vampiro tan fuertemente como lo había


hecho, ningún fantasma tenía la oportunidad de resistirse a mí.

El vampiro, sin mirarme, empezó a sacudirse las cadenas. Clank, clank, clank.
Seguía con la fiabilidad constante de un tambor mayor. Clank. Clank. Clank.

—¿Ves? —le dije al golem—. Él está trabajando su camino para salir de ellas.
Imagínate si intentara controlar una docena de ellos. Y él está loco, no creo que
eso le ayude a resistirse a mí.

El golem me miró de nuevo. No tenía ojos; lo veía más con mis otros sentidos
que lo que veía con mis ojos. Pero podía sentir su respeto.

Tengo una contrapropuesta, dijo. He tenido un tiempo muy largo para pensar en lo
que podría manejar. Mi amo trabajó su magia delante de mí y enseñó a sus estudiantes
delante de mí. Tengo conocimiento, pero no tengo poder.

—No puedo ayudarte ahí — dije—. No tengo poder para darte.

¿No lo tienes?
El golem volvió su atención hacia el fantasma a mi lado. Ella se apartó de él,
acurrucándose contra mi costado como si pensara que podía ayudarla. No sé
cuánto tiempo había sido un fantasma, tal vez un día, tal vez un siglo. Podría
haber sido una víctima de los vampiros o los nazis o una de las matanzas que
había inspirado al rabino Loew para proteger al Barrio Judío.

Podía ver veinte o treinta fantasmas con la suficiente claridad como para ver
sus rostros. Otra docena eran hilillos de cualquier sustancia de la que estaban
hechos los fantasmas. Pero más allá de ellos podía sentir que llenaban la
habitación. Me di cuenta de que les estaba prestando atención a ellos porque el
golem quería.

¿No? preguntó el golem, otra vez. Aliméntame con ellos, y puedo volver a

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rehacerme de nuevo. Sé cómo hacerlo. Así puedo proteger mi territorio otra vez.

—¿Alimentarte de ellos? —pregunté.

Dame de comer a los fantasmas, dijo, como si pensara que no lo había entendido
la primera vez.

—No —dije—. No me pertenecen. —Como si estuviera en desacuerdo, el


fantasma que se aferraba a mi lado puso su cara contra mi hombro y lloró en
silencio. Sus lágrimas corrieron por mi hombro.

Aliméntame con ellos. Limpiaré este lugar de la plaga que saquea a mi pueblo. Si se lo
dices, los fantasmas, me permitirán comerlos, se darán a mí. Hizo una pausa. No
puedo lograr que hagan eso, aunque lo he intentado desde que tú y yo nos conocimos, y
concebí esta posibilidad.

Abrí la boca para responder, pero en la parte superior de la escalera, el pomo


de la puerta giró. Los fantasmas se fueron más rápido de lo que habían venido.
Cambié a coyote y esperé para conocer a Mary y descubrir en qué mal aprieto
me encontraba.
Había estado muy segura de mi respuesta al golem antes de la visita de
Mary, pero la información de Kocourek lo cambiaba todo.

Cuando Mary y su grupo se marcharon, volví a ser humana y miré al golem,


que había observado todo el asunto sin ser detectado.

No ordené a los muertos que se entregaran al golem. Aparentemente él


necesitaba sus consentimientos, pero no necesitaba sus consentimientos
informados ni siquiera sus consentimientos voluntarios.

Pero yo los necesitaba. Porque a diferencia del rabino Loew, sabía lo que

Grupo Leyendas Oscuras | 238


estaba haciendo. Sabía la diferencia entre el bien y el mal, y sabía que los
humanos en este planeta no eran los únicos merecedores de ser tratados bajo la
cláusula de buena conducta ‘haz a otros lo que te harías a ti’.

Llamé a los fantasmas a nosotros, no solo a los que habían venido


inicialmente, atraídos por la combinación de nuestra presencia juntos. Llamé a
todos los fantasmas que podía sentir. Cuando el golem me tocó para llegar más
lejos, lo acepté. Era algo horrible, y lo único más horrible sería quitarle todo a
aquellos que solo les quedaba un poco de existencia y no suficiente para hacer
el trabajo. Ellos vinieron, llenando el sótano increíblemente profundo, hasta que
respiraba superficialmente en un intento de no respirarlos con el aire que
necesitaba para vivir.

—Escuchen —les dije. Como con los fantasmas de Libor y el golem, no había
barrera de idioma entre los muertos aquí y yo. Se quedaron en silencio, y pude
sentir su atención, como el sol en mi nuca en el verano.

—Tengo una oferta para ustedes —les dije—. Significará que dejarán de
existir aquí. No sé lo que eso significa, exactamente, de ustedes o para ustedes.

Expliqué lo que necesitábamos y por qué, ignorando la impaciencia del


golem. Creo que la mitad de ellos me entendieron. Los otros estaban demasiado
fragmentados para razonar o comunicar lo que pensaban, incluso si pudieran
comprender lo que les dije. Algunos de ellos eran viejos, más viejos que el
edificio de apartamentos. Y seguían viniendo mientras hablaba hasta que el
peso de su presencia bajó la temperatura en el sótano, hasta que pude ver mi
aliento y hielo formándose en el metal de la jaula.

Expliqué todo dos veces. Cuando terminé, esperé. El peso de los muertos
pesaba en mi pecho.

Sí, dijeron como uno. Los que podían hablar.

—Aliméntenlo —dije, y el poder del golem dio a mi voz más autoridad, de


alguna manera, tanto una orden como un hechizo que era del golem.

Ellos fueron a él. Había fantasmas tan reales, podría haberlos confundido con

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los vivos. Había otros que se reducían a una emoción o a un solo momento del
tiempo. Aun así, solo podía sentir y no ver, incluso con el aumento provisto del
golem.

El espíritu del golem los rodeó, los succionó en su oscuridad, hasta que solo
quedó uno, la joven que se había quedado a mi lado a través de la visita de
Mary. Escondía su cara del golem.

Ese también, dijo él.

No, susurró ella en mi oído, enviando un escalofrío a través de mi piel que


levantó piel de gallina.

—No —le dije—. Solo los que estaban dispuestos.

Los necesito a todos, tronó con una voz que me hizo doler los huesos.

No dije más nada. Sus lágrimas eran lo suficientemente reales ahora que
podía sentirlas deslizarse por la piel desnuda de mi hombro. El golem no era
sólido, todavía no, pero su presencia engrosaba el aire mientras apoyaba su
voluntad contra la mía y perdía.

Finalmente, él se fue.

Me dije que no le habría dado los muertos al golem si no hubiera encontrado


que Mary estaba haciendo algo peor de lo que creía posible. Me dije a mí misma
que el mal de Praga era asunto mío, porque si se sabía lo que Mary había
conseguido, afectaría a todo el mundo. A cada humano, a cada vampiro, y a
cada persona en el medio.

Los vampiros, sometidos durante mucho tiempo debido a la dificultad de


hacer más de sí mismos, saltarían a la oportunidad de aumentar la velocidad y
la eficacia de su procreación. Ellos reclutarían brujas.

Traté de imaginar a Elizaveta como una vampira y me detuve porque


realmente necesitaba pensar y no balancearme atrás y adelante en la esquina de
mi jaula.

Los vampiros recién creados aparentemente tenían una vida útil con una
explosión al final. Así que no pasaría mucho tiempo antes de que los humanos

Grupo Leyendas Oscuras | 240


lo notaran.

Habría una guerra. Yo tenía edad suficiente para recordar la paranoia


desenfrenada de los fae cuando aparecieron. Recuerdo a las turbas en pequeñas
ciudades quemando las casas de sus vecinos bajo la sospecha de que alguien era
un fae. Recuerdo gente siendo destrozada. Había una razón por la que, cuando
los fae propusieron la formación de reservas, el gobierno no tuvo ningún
problema para que eso sucediera. Y los fae, especialmente los fae como se
habían presentado en ese momento, no fueron considerados depredadores. No
necesitaban matar a seres humanos para vivir.

Los vampiros sí.

Mucha gente, todo tipo de gente, moriría si la población humana decidiera


creer que los vampiros eran reales de la misma manera que los fae y los
hombres lobo. Creo que una de las razones por las que Bran había seguido
resistiendo durante tanto tiempo antes de permitir que los hombres lobo se
hicieran públicos era que sabía que la gente que creía en hombres lobo tendría
menos problemas creyendo en vampiros.

Así que había una muy buena razón para soltar al golem sobre los vampiros
y esperar que no siguiera hacia los habitantes desprevenidos de Praga. El rabino
Loew había tratado de matar al golem al final. Recordé el roce de los dedos del
golem en mi cara y el ardiente dolor que había dejado atrás.
Tenía mucho miedo de que la verdadera razón por la que había hecho lo que
el golem me había pedido fuera porque no podía soportar lo que le pasaría a
Adam si yo moría aquí. Mi fe era lo suficientemente fuerte para creer con
confianza que la muerte no era el fin. La tortura no era algo que esperaba con
ansias —teníamos un lobo en la manada que había sido torturado por brujas—
pero habría que ponerle un fin a ello. Pero Adam…

Adam, me preocupaba. Le había prometido una vez que haría todo lo posible
para vivir, para sobrevivir por él. Estaba todavía obligada por esa promesa.

Sí, le hubiera pedido a los fantasmas que se sacrificaran, le habría dado al


golem el medio de rehacerse, todo por el bien de Adam. Que había otras muy
buenas razones para eso, solo lo hizo más fácil, pero no me hacía una mejor

Grupo Leyendas Oscuras | 241


persona.

Las ratas corrían por los bordes del sótano. Confundidas, creo, por mí. No
sabían lo que era un coyote, pero sabían todo sobre perros… y las preocupaba a
pesar de la llamada de los cadáveres recién sangrados.

Puse mi hocico en mis patas delanteras y cerré los ojos. Después de toda la
energía que había gastado, tenía hambre. Pero detrás de la malla de la jaula, no
iba a ir a cazar ratas, y ellas tampoco iban a mordiscarme.

Esperé al golem y tuve esperanza. Esperaba haber hecho lo correcto.


Esperaba que funcionara como el golem esperaba que lo hiciera. Esperaba que,
cargado con un cuerpo físico, todavía pudiera encontrar su camino a través de
los hechizos para encontrar este lugar. Esperaba que él fuera un rival para los
vampiros en este lugar. Esperaba que algo bueno viniera de esto.

¿Pero principalmente? Me preocupaba.


Capítulo 10

Capitulo 10
Adam

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La historia de Adam continúa, al amanecer de la primera mañana que pasó
en Milán. Casi al mismo tiempo, que logré pararme, ponerme la ropa, y
salir a buscar el café que tenía conexión Wi-Fi para poder tratar de
contactar con alguien. Adam y su gente se han retirado a sus habitaciones
asignadas.

Adam conocía una docena de maneras para lidiar con el cambio de zona
horaria, pero sobre todo había descubierto que quedarse levantado cuando
tenía que quedarse despierto y dormir siempre que podía se hacía cargo de la
fatiga con el tiempo. Esperaba no estar en Europa el tiempo suficiente para
adaptarse.

Dado que su anfitrión era un vampiro, significaba que iban a la cama al


amanecer. La buena noticia era que, dado que su reloj interno ya estaba
estropeado por el cambio de hora a Europa, añadiendo todo el cambio de
funcionamiento en la noche en vez del día, era solo un problema pasajero.
No le gustaba que su grupo se dividiera, pero no había habido forma de
incluir a Harris y a Smith, sin indicar que no confiaba en la capacidad de
Bonarata para mantener a su gente a salvo. Adam estaba bastante seguro de
que Bonarata podía mantener a los vampiros bajo control si quería. Él
simplemente no confiaba en que Bonarata quisiera mantener segura a la gente
de Adam.

Tampoco estaba seguro de que permitir que Bonarata pensara que todos
estaban en una grandiosa orgía sexual, estuviera ayudando a su causa. La
comida que habían pasado con los vampiros le hizo sospechar que la actuación
de Marsilia era sobre todo debido a asuntos entre ella y Bonarata, y no tenía
nada que ver con la consolidación del espacio para dormir por razones
defensivas.

Grupo Leyendas Oscuras | 243


Estaba bastante seguro de que Bonarata, a pesar de que era tan celoso como
un gato cuyo propietario tenía dos perros, sabía que no estaban durmiendo
juntos salvo en el sentido más mundano de la palabra. Cualquier hombre lobo
que se precie podría detectarlo. Había algo en el lenguaje corporal y el olor que
hacía evidentes ese tipo de cosas.

Por lo menos sus maquinaciones habían reducido su zona de patrulla a dos.


Sus dos valores extremos eran solo un corto pasillo y una escalera desde donde
estaban ellos. Adam no era feliz; estaba demasiado lejos para la seguridad
táctica. El comportamiento parecido de víctima de Smith lo hacía un objetivo en
esta casa de depredadores.

Si algo sucedía en el cuarto de Harris, Adam estaba bastante seguro de que


escucharía los gritos desde la gran suite. No hacía feliz a la bestia que vivía en
su corazón, o a Adam, tampoco, pero era la mano que le había tocado.

—El amanecer está llegando —dijo Marsilia cuando Stefan cerró la puerta de
la suite. Los dos vampiros se habían ofrecido a acompañar a los pilotos a su
habitación—. No hay mucho tiempo.

—Descansa bien —dijo Adam, aunque sabía que no era del todo un
descanso, los vampiros morían con la salida del sol.
Stefan, que había seguido a Marsilia cuando caminó rápidamente hacia su
habitación, se detuvo para darle a Adam una sonrisa burlona.

—Mantente a salvo —dijo, y luego desapareció por la puerta, detrás de


Marsilia.

Larry se frotó las manos cuidadosamente, mirando hacia la puerta que


acababa de cerrarse detrás de sus vampiros. Pero cuando habló, no fue
directamente, sobre Marsilia o Stefan.

—Creo que fue casi tan bien como podría esperarse —declaró. Luego dijo
justo lo que Adam había estado pensando—. No estoy seguro de que nadie
salvo un tonto enamorado, lo que Bonarata no es del todo, pensara que había
algo entre tú y Marsilia. Sin embargo, el Señor de la Noche estaba bastante

Grupo Leyendas Oscuras | 244


celoso de todos modos, por lo que vale la pena. He oído que abriste los ojos de
Bonarata sobre la relación entre el Marrok y tu esposa. ¿Es verdad? ¿El Marrok
todavía iría a la guerra por ella?

Si el goblin había oído todo eso, no solamente podía escuchar tan bien como
cualquier hombre lobo que Adam hubiera conocido alguna vez, también poseía
una mayor capacidad para ordenar los datos que Adam. Las conversaciones en
el salón de la cena se habían enturbiado hasta lo incomprensible para Adam.

Él asintió en respuesta a la pregunta del goblin.

—Bran no estaría complacido si algo le pasara a Mercy. Nada complacido.

Larry inclinó la cabeza de una manera que no era humana ni del todo
parecido a un lobo.

―¿Bran era Grendel?

Él pensó en Larry el rey goblin, y cómo todo el mundo subestimaba a los


goblins. Se decidió que sería algo bueno si el rey goblin supiera algo de lo que
era el Marrok.

—No del todo —dijo Adam—. Como yo lo entiendo, Beowulf fue escrito
mucho tiempo después de los acontecimientos que pretende contar. El
propósito de la historia, cuando fue registrada, fue recitar las obras finales de
Beowulf, un gran héroe. En algún momento, alguien lo puso en contra de los
monstruos más aterradores de los que jamás habían oído hablar en lugar de los
terribles monstruos que lo mataron. Ese cuento se mezcló después con el
original.

En una noche notable, no mucho después de que Adam hubiera sido


cambiado, el hijo del Marrok, Samuel, había cantado (luego traducido) varias
versiones de la historia de Beowulf.

—Beowulf —dijo Adam al goblin—, no es más precisa que cualquier historia


contada por vía oral durante siglos antes de que fuera escrita, lo cual no es
mucho. La historia de Bran es que hace mucho tiempo, se había roto. Tenía algo
que ver con la protección de su hijo. Mucho tiempo después, décadas y tal vez

Grupo Leyendas Oscuras | 245


más, Bran era un monstruo desquiciado que mataba a cada cosa viviente en su
territorio.

—Cuando estabas hablando con Jacob, dijiste que la madre de Bran era una
bruja —dijo Elizaveta.

No lo había hecho. Ella estaba pescando. Por lo tanto, dijo:

—Bran nunca lo ha dicho. He oído los rumores, sin embargo. También lo ha


hecho Bonarata.

Samuel le había dicho que la madre de Bran era una bruja, y Adam se
imaginó que, siendo hijo de Bran, Samuel había estado en una posición de
saberlo. Pero él no tenía que decirle a Elizaveta quien era su fuente. Si Bran
hubiera querido que se supiera que era un nacido de bruja, se lo habría dicho a
todo el mundo él mismo. Puesto que no lo hizo, Adam no iba a hacerlo por él.
Pero todo el mundo había oído los rumores, y aquellos que Bran animaba. Adam
simplemente no tenía necesidad de confirmarlas.

—Interesante —dijo pensativa—. Eso explicaría algunas cosas si fuera


verdad. —Ella sonrió con malicia hacia Adam—. Algunas de las cosas que otros
han tratado de hacerle a Bran Cornick y fracasaron miserablemente.

No quería saberlo, sobre todo porque ella quería contárselo. Elizaveta era
uno de los suyos, pero eso no quería decir que no supiera lo que era, bruja y
todo lo que conllevaba. Él no la invitaría a llevar su marca de terror a su suite, y
no importaba en lo más mínimo que solamente Larry y Honey estuvieran allí, y
ellos pudieran protegerse a sí mismos.

—En cualquier caso —dijo Elizaveta cuando quedó claro que no iba a
interrogarla. Podría decir que estaba decepcionada con él por echar a perder su
diversión, aunque lo conocía mejor como para haber esperado que le permitiera
jugar sus juegos aquí—. Soy una mujer vieja, y he estado levantada durante
demasiado tiempo. Me voy a la cama.

—Espera —dijo impulsivamente—. ¿Puedes ayudarme a contactar con


Mercy de nuevo? ―Era enloquecedor la forma en que la debilidad de su
vínculo no le decía nada, excepto que estaba viva.

Grupo Leyendas Oscuras | 246


Elizaveta suspiró.

—Puedo. Pero no es fácil, Adya. Y no creo que sea prudente hacer magia
difícil en la casa de alguien como Bonarata, a menos que sea necesario. Sobre
todo porque tal esfuerzo me debilitará en este lugar donde podríamos necesitar
todo el poder que todos nosotros podamos reunir. ¿Hay algo que te haga
pensar que esto es necesario?

Él le dio una sonrisa forzada.

—Nada más que ella está por su cuenta, sin amigos, ni dinero, sola en
Europa.

—Tu compañera es buena para encontrar amigos donde quiera que va —dijo
Elizaveta con un poco de ácido. Elizaveta no era en sí misma una amiga de su
compañera—. Ella escapó de Bonarata. Espero que pueda cuidarse sola por un
día o dos.

Velar por ella es mi trabajo, pensó. Sin embargo, dijo:

—Espero que tengas razón. Pero aun así, puede que lo pida más adelante. —
Si el lobo lo exigía.

Ella asintió.
—Eso está muy bien, siempre y cuando sepas lo que arriesgas. Les deseo a
todos buenas noches. Despiértame, Adya, si pasa algo interesante.

—Lo haré si puedo —prometió.

Después que Elizaveta cerrara su puerta, Larry le dio a Adam una mirada
moderada, luego casualmente se despidió con un gesto de la mano de Adam y
Honey antes de entrar en la habitación que Elizaveta había escogido para él.
Cerró la puerta también, dejando a Honey y a Adam solos.

Adam consideró permanecer en forma humana. Después de todo era de día,


poco probable que hubiera problemas a causa de los vampiros. Pero los
vampiros tienen aliados, y éste tenía un hombre lobo bajo su pulgar. Su forma
de lobo era el mejor para hacer frente a un verdadero ataque. A diferencia de

Grupo Leyendas Oscuras | 247


los lobos menos dominantes, podía cambiar de ida y vuelta varias veces en un
día, aunque tener a la manada tan lejos limitaría eso un poco.

Comenzó a despojarse de su ropa. Honey hizo un sonido mientras se quitaba


la chaqueta del traje, y la miró.

—¿Es legal que lleves eso en Italia? —preguntó—. Y, ¿qué hiciste para el
olor? No la olí… todavía no lo hago.

—No es legal, no —dijo, quitándose la funda del hombro y el HK P2000 que


era su habitual arma oculta—. Pero ¿quién va a tratar de detenerme? Si lo
hacen, estarán más preocupados por el hombre lobo que de la pistola.

—Deberían —concedió ella. Frunció el ceño—. El olor de tu loción de afeitar


es diferente. ¿Tiene eso algo que ver con que no recoja el aroma del arma?

—Elizaveta —dijo Adam—. No es mucha magia, en su mayoría solo algo que


huele un poco como a pólvora y aceite que no es.

Honey respiró profundo. Asintió y no dijo nada más. Honey era así. No le
importaba guardar silencio y solo decía lo que tenía que decir.

Él se quitó el resto de su ropa, colocando la chaqueta del traje sobre una silla
para pasar la noche. Todo lo demás lo dobló sobre el asiento de la silla. Cuando
estuvo desnudo, cambió.
Honey siguió su ejemplo sin una palabra. Cuando todo el asunto doloroso
terminó, él se acurrucó en la alfombra delante de la chimenea, comprobando
que en algún lugar Mercy todavía estaba atada a él, y se dispuso a esperar.
Honey se montó en el sofá y puso su cabeza sobre el brazo con un profundo
suspiro.

Se sumió en el sopor ligero que dejaría al lobo en alerta a cualquier cambio,


pero todavía le permitiría descansar. Era algo que había aprendido a hacer en
Vietnam, cuando había sido soldado y no un hombre lobo. El lobo lo hacía
simplemente más eficaz.

Era tarde por la mañana cuando sonó su teléfono. Gruñendo, se puso de pie
y se dirigió a la mesa donde su teléfono por satélite descansaba. Lo tiró al suelo

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donde sería más fácil de ver y miró la pantalla.

Ben.

El teléfono dejó de sonar, y unos momentos después, un mensaje de texto


apareció. URGENTE.

Miró su vínculo, y Mercy todavía estaba allí. Pudo volver a respirar sin
herirse el pecho. El URGENTE no desapareció, solamente se hizo más
manejable.

Así que pudo respirar, pero aun así la preocupación permanecía. Una gran
cantidad de cosas posiblemente urgentes le vino a la mente. Tal vez algo les
había ocurrido a los niños. ¿Y cuándo se había convertido Aiden en uno de sus
niños? Aiden, quien era mayor que… bueno, probablemente mayor que Bran
pese a toda su apariencia de chico de escuela primaria.

Hablando de Aiden, puede que finalmente hubiera tenido éxito en quemar la


casa hasta los cimientos. Estaba destinado a suceder uno de estos días.

Cambiar con rapidez, entonces, decidió. Dolía más cuando lo forzaba, en


especial sin la manada para recurrir. Honey se quejó, y se dio cuenta de que
estaba tirando automáticamente la energía de ella. Lo detuvo, y su cambio se
ralentizó. Gruñendo, redobló sus esfuerzos, y en algo menos de diez minutos
según los cálculos de su teléfono, estaba en forma humana: desnudo, cubierto
de sudor, temblando por el dolor y la conmoción que hizo que la calurosa
habitación se sintiera fría, pero humano.

Agarró el teléfono sin molestarse en vestirse y llamó a Ben.

—¿Sí?

—Hey —dijo Ben alegremente—. Somos unos pelados suertudos, Adam.


Mercy robó un lector de libros electrónicos de la Edad Media y lo usó para
contactarme por Gmail. Está en la República Checa. Creo que lo llaman Chequia
ahora para acortar. Praga.

Y tomó un momento para que Adam respirara de nuevo, pero cuando lo


hizo, el aire fue dulce. Se tranquilizó a sí mismo, consciente de que Ben estaba

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esperando pacientemente al otro lado de la conexión telefónica.

—¿Praga? —Hizo una revisión rápida de su mapa mental de Europa y


parpadeó—. ¿Eso está a qué, como a ochocientos kilómetros de aquí? —Eso fue
un buen paseo en autobús, Mercy. No es de extrañar que su vínculo fuera tan
débil. Sin la manada, se sorprendió de que pudiera tocarla en absoluto.

—Más o menos eso —estuvo de acuerdo Ben débilmente—. Contacté con


Charles, y él me dijo que la pusiera en contacto con Libor de la Manada de
Moldava. No he recibido noticias de ella, pero el lector electrónico estaba
quedándose sin batería, y al parecer ella no robó el cargador cuando agarró el
lector.

Praga. Adam respiró hondo. Tendría que esperar a que Marsilia y Stefan se
despertaran; no podía abandonarlos al cuidado de Bonarata. Volvió a respirar y
trató de someter al lobo, quien quería largarse-para-ayer.

—¿Ella está bien? —preguntó.

—Así es —le aseguró Ben—. Le dije que estabas pegado a su culo en Europa.
Se va a ocultar con Libor durante un par de días.

Adam se pellizcó la nariz, un hábito que había obtenido de ver a Bran


hacerlo demasiadas veces.
—Háblame de Libor.

—El Alfa de la Manada de Moldava. Existe desde la maldita Edad Media. Al


parecer, un panadero, de todas las jorobadas cosas para que sea un Alfa temible.
Todos estamos contentos de no tener que decirle a la gente que nuestro Alfa es
un condenado panadero.

Adam hizo un sonido alentador y esperó a que Ben dejara de distraerse.


Cuando el otro lobo volvió a materias actuales, Adam filtró los improperios que
eran los intentos de Ben de hacer caso omiso de una rica pero infernal crianza,
Adam fue capaz de asumir por la actitud despreocupada de Ben que varias
personas no eran realmente pedófilos ni tampoco hacían cosas interesantes y
poco probables con animales y/o maquinaria. Cuando Ben terminó, dejó a

Grupo Leyendas Oscuras | 250


Adam con algo que valía la pena de qué preocuparse.

—Libor tiene un resentimiento legendario contra Bran —dijo Adam


lentamente—. Charles no sabe de qué se trataba. ¿Lo intentaste con Samuel? —
Sin duda, uno de los dos tendría la historia.

—Lo siento —dijo Ben con pesar—. Lo intenté. Ya que fui yo quien envío a
Mercy a la boca del monstruo, decidí que estaba en la lista de necesito-saber.
Tomó un acto de Dios conseguir contactar. Samuel no lo sabe. Charles dice que
no sabe de qué se trataba. Todo lo que tiene es un par de comentarios que Bran
hizo en cierta ocasión, y Bran no va a decir nada más. Al parecer hubo un
juramento involucrado, y ya sabes cómo es Bran al respecto.

Adam maldijo entre dientes.

—¿Cuántos años en el ejército, y eso es todo lo que tienes? —dijo Ben—.


Pensé que los tipos del ejército realmente sabían cómo maldecir.

A pesar de todo, Adam sonrió al teléfono.

—No maldecíamos en mis días —mintió—. Simplemente matábamos a la


gente.
—Eso es algo a tomar en cuenta —dijo Ben—. ¿Qué puedo hacer? Samuel
dice que puede ir a Praga, pero que le llevará un par de días llegar allí. Al
parecer, está en África.

—¿Pensé que él y Ariana estaban en el Reino Unido? —dijo Adam.

—Dijo que estaba haciéndole un favor a un viejo amigo —dijo Ben—.


Médico, creo, y no un asunto de hombre lobo o fae. No están en una zona
civilizada, y se necesitará un día de caminata para salir.

Adam pensó en eso.

—Dile a Samuel que no. Suena como que la crisis está terminada en su
mayoría. ¿Charles tiene una forma para que contacte con Libor? —Con o sin

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problemas entre el Alfa de Praga y Bran, los vampiros eran una amenaza real. A
pesar de que, al igual que Larry, pensaba que había convencido a Bonarata de
que matar a Marcy sería un error. Aun así, estaría más feliz de poner a Mercy
con los aliados por si acaso.

—Puedo conseguir eso —prometió Ben—. Te enviaré un texto en los


próximos quince minutos. ¿Eso sirve?

—Me sirve —dijo.

Terminó la llamada y se paseó sin descanso, a la espera del mensaje de Ben.


Finalmente, se puso la ropa.

Tan pronto como Ben envió la información, Adam llamó al alfa de la Manada
de Moldava, el alfa de Praga. Le llevó unos minutos conseguir a Libor al
teléfono, lo cual era de esperar. Resultó ser que Adam pasó por un espejo
mientras estaba esperando y se detuvo cuando se dio cuenta de que sus ojos
eran dorado brillantes.

Sería un error dejar que su lobo hiciera las negociaciones con otro alfa.
Practicó sus ejercicios de respiración que había aprendido para ayudar a su
control. Para cuando Libor se puso al teléfono, ya estaba bajo control.

Le tomó un tiempo negociar un lenguaje para hablar. Libor hizo como que no
hablaba inglés, porque era la lengua nativa de Adam. Ambos hablaban ruso,
pero Libor todavía mantenía un resentimiento contra los rusos. El alemán
estaba fuera de cuestión por la misma razón, por lo que Adam estaba
agradecido porque su alemán no fuera lo suficientemente bueno para
negociaciones delicadas.

Por último, dijo Adam en inglés:

—Mira. Soy americano; tienes suerte de que tenga dos idiomas en los que soy
fluido. Podemos hacer esto en inglés o ruso, o puedo encontrar un traductor.
Que empeorará más las cosas de lo que ya están, sobre todo porque, donde
estoy, lo más probable es que el traductor que pueda encontrar será un
vampiro. —Podría ser en un básico vietnamita y mandarín, pero apostaba a que
ninguno de ellos estaban en el repertorio de Libor. Y Adam no había utilizado

Grupo Leyendas Oscuras | 252


ni uno ni otro idioma en varias décadas.

—Ruso —concedido Libor sin pausa. Probablemente ya había llegado a la


misma conclusión que Adam había expresado, pero él había esperado a que
Adam señalara sus deficiencias.

Eso era justo, porque Adam era quien iba a pedir un favor.

Ben había dicho que Libor era un hombre de palabra, pero era tan
resbaladizo como un Señor Gris. Adam prefería trabajar con personas sencillas,
incluso si eran enemigos, en vez de aliados sutiles y resbaladizos. Pero ésa no
era su opción de hacer en este punto. Entre Bonarata y Mercy lo habían llevado
a esta situación.

Eso no significaba que Adam necesitara seguir el juego de Libor. En lugar de


conseguir lo que quería, simplemente dijo:

—Mi compañera está en Praga por su cuenta huyendo de Bonarata, con


quién estoy actualmente en negociaciones. Ella necesita un lugar seguro para
esperar la ayuda. Debería ser capaz de estar allí en…

Una hora, dijo el lobo. Probablemente dos. Podríamos volar a ella en un par de
horas.
Adam cerró los ojos y se obligó a recordar que dos de los suyos eran
vulnerables actualmente hasta el anochecer. Que él estaba en negociaciones con
Bonarata, lo cual no iba a beneficiarse por una partida precipitada. Estas
negociaciones eran necesarias para mantener a su familia y a su gente a salvo.
Bonarata y Adam todavía no habían llegado a ningún tipo de acuerdo acerca de
la situación, lo que sea que realmente fuera lo que había hecho que Bonarata
decidiera lanzar el golpe hacia Mercy.

Él no iba a ver a Mercy hoy. Hoy no.

—Mañana por la mañana temprano, a más tardar —dijo.

—¿Perdiste a tu compañera? —dijo Libor en un tono divertido.

Grupo Leyendas Oscuras | 253


Al otro lado de la habitación, el espejo mostró los ojos inundados de oro de
Adam, y se tragó un gruñido.

—Sé exactamente dónde está —dijo Adam cuidadosamente—. Llegaré a ella


en breve. Sería útil tener un lugar tranquilo para que descanse hasta que pueda
ir. —Ahí está. Se había retractado de ‘necesita’ a ‘sería útil’.

—Necesito más detalles de los que me has dado —dijo Libor—. Tengo que
proteger a mi manada en primer lugar.

Así que Adam pasó por todo el escenario desde el momento en que los
vampiros habían golpeado a Mercy en su coche hasta su situación actual.
Editado, pero aun así la mayor parte de la historia.

—Ya veo —dijo Libor, cuando Adam hubo terminado. Un largo silencio
siguió, presumiblemente mientras Libor sopesaba lo que Adam le había dicho.
Luego dijo—: Te las arreglaste para dejar que tu compañera fuera secuestrada
por el vampiro más implacable en el planeta, y ahora necesitas mi ayuda.

Sí. Ese ‘necesita’ había sido un error. Era difícil juzgar las palabras cuando no
estaba cara a cara con el otro hombre lobo. Si hubiera sido Bran a quien le
hubiese estado hablando, ‘necesito’, habría sido la palabra clave. Bran no se
apartaba de hombres lobo que lo necesitaran.
Libor acababa de rebajarse a sí mismo en el libro de evaluación de Adam.
Pero Adam no había pasado sus años formativos en los Rangers del Ejército
para nada: sabía cómo manipular asnos arrogantes incluso mejor de lo que
podía manipular a competentes comandantes, lo primero habiendo sido mucho
más común en su experiencia que lo segundo.

—Si tienes miedo de los vampiros —dijo Adam—, lo entiendo. Mercy puede
cuidar de sí misma muy bien. —Él creía fuertemente en eso. Era la única razón
por la que todavía estaba aquí, haciendo su deber y protegiendo a los que
habían confiado en él lo suficiente como para seguirlo al foso del hombre del
saco de los vampiros, en vez de agarrar a uno de los pilotos e irse directo hacia
Praga—. Ella se escapó de Bonarata con nada más que su cerebro y
determinación. No tendrá problemas para sobrevivir en tus calles durante un

Grupo Leyendas Oscuras | 254


día. No estoy tan seguro de si tus calles sobrevivirán, sin embargo.

Pensó en Marsilia restregando el escape de Mercy en la cara de Bonarata y


dijo:

—Mi compañera golpeó a la loba mascota de Bonarata con un autobús. Me


pregunto, ¿qué le hará a tu territorio por su cuenta?

El otro lobo gruñó y picó el anzuelo:

—No temo a los vampiros. Bonarata era un niño cuando yo era un viejo,
viejo lobo, y su territorio está lejos de aquí. Muy bien, vamos a protegerla de los
vampiros de Bonarata hasta que vengas a buscarla. ¿Dónde voy a encontrar a tu
compañera?

—Mercy te encontrará —dijo Adam, satisfecho por haber incitado al otro a


defenderse a sí mismo. Ambos eran conscientes de que cualesquiera que fueran
los límites del territorio de Bonarata, sus dedos estaban en el negocio de todas
las ciudades de Europa. Las palabras de Libor eran huecas, y ambos lo sabían.
Cualquiera que se encontrara a miles de kilómetros de Bonarata debía sentir
una cantidad saludable de miedo. Pero Adam escogió ser conciliador—.
Aprecio tu ayuda en esta situación.

Libor desconectó sin más palabras.


Adam se quedó mirando el teléfono. Por dos centavos, él dejaría caer todo y
se iría a buscar a Mercy. Ahora.

Mercy podía cuidar de sí misma. Había sobrevivido muy bien antes de que él
se hubiera casado con ella. Después, tanto él como ella habían hecho todo lo
posible para asegurarse de que siguiera siendo cierto. Podía confiar en ella para
velar por sí misma. Pero cuando fue a realizar otra llamada, supo que el lobo
estaba en sus ojos de nuevo. No se molestó en tratar de calmarse.

—David —dijo tan pronto como el otro lado de la llamada telefónica fue
atendida—: Necesito aterrizar un jet privado en Praga o muy cerca. ¿Conoces
algún lugar donde pueda hacer eso?

David Christiansen, el hombre lobo al otro extremo de la conversación, era

Grupo Leyendas Oscuras | 255


un mercenario con contactos en todo el mundo. También era uno de los más
viejos amigos de Adam.

—¿Cómo estás, Adam? —dijo David con alegría fingida—: Es bueno hablar
contigo. Incluso ‘hola, hola, cómo te va’ habría estado bien.

—Mercy anda suelta en Praga. Estoy en Milán, y necesito llegar a Praga


mañana por la mañana. Muy temprano. El dinero no es problema, pero si el
precio es demasiado alto, podríamos tener que transferir algo.

David no era estúpido. Oyó ‘Milán’ y que Mercy y Adam estaban separados.
Juntó esos dos y consiguió a Bonarata, porque dijo:

—Ensuciarse con los asuntos de los vampiros no es para flojos. Trata de


parecer insignificante, Sargento; tal vez se quedaran cortos de munición.

—Demasiado tarde —dijo Adam con una sonrisa involuntaria. No había oído
esa frase desde ‘Nam, cuando los oficiales eran blancos favoritos del enemigo—
. Pero no hay balas volando en este momento. —En el fondo, se oía el rasgueo
mientras David escribía algo en un pedazo de papel.

—¿Qué tipo de avión?

Adam le dio las especificaciones, y David escribió eso, también.


—Dame un minuto, mi gente está en eso —dijo David—. Si matas a ese viejo
bastardo en Milán, te trataré como el filete más grande en Chicago. O Seattle, si
no quieres venir a mí.

—No parece que asesinar vampiros esté en mi futuro cercano —admitió


Adam—. Por mucho que lo disfrute.

David murmuró algo a otra persona, luego estuvo de vuelta al teléfono.

—Lo tengo. ¿Tienes algo para escribir o quieres que te lo envíe por texto?

—Texto —dijo Adam—. Gracias.

—Todavía te lo debo, me imagino —respondió David—. ¿Necesitas un poco


de respaldo? Puedo estar en Praga con un equipo o dos en unas diecisiete horas.

Grupo Leyendas Oscuras | 256


Adam lo consideró. Pero si la gente que llevaba consigo no eran suficientes,
calculaba que necesitaría un ataque nuclear, y a lo sumo más gente moriría
tratando de rescatarlos a él y a Mercy.

—Creo que me las arreglo —dijo. A pesar de que habría sido más feliz si
Libor hubiera sido el mismo tipo de mentiroso educado que Bonarata, extraño
que confiara en el vampiro más que en su propia especie. Pero había conocido a
Bonarata, y supuso que tenía su medida. No sabía si Libor solo estaba siendo un
dolor en aras de la molestia, o si era un problema.

—Quiero saber si eso cambia —dijo David—. Mantén tu cabeza baja.

—Igualmente.

Desconectaron, y Adam se quedó con un día entero para pasar y nada que
hacer. Dormir estaba fuera de cuestión.

Honey estaba despierta y observándolo. Habría escuchado todo. Ella meneó


la cola y sonrió con esperanza.

Adam se pasó las manos por el cabello.

—Bien. Estas son buenas noticias. Mercy está a salvo. Estoy bastante seguro
de que Bonarata me creyó la historia de Bran, y llamó en retirada a sus
cazadores antes de retirarse por hoy. Él no está interesado en la clase de guerra
que Bran le traería. —La clase donde todos pierden. Le sonrió a Honey, porque
sabía que ella lo entendería—. Es simplemente que ahora que sé dónde está, no
estoy seguro de que pueda encontrar la paciencia para esperar. Y tanto
blablabla sin matar a alguien.

Las orejas de Honey se aplanaron en divertido acuerdo. A ella tampoco le


gustaba hablar mucho.

—Iré a notificarles a los pilotos que estaremos volando a Praga antes de


mañana por la mañana —dijo Adam, porque le daría algo qué hacer además de
pasear sin descanso. Iba a despertarlos cuando deberían estar descansando,
pero les estaba pagando dinero suficiente como para no sentirse muy mal por

Grupo Leyendas Oscuras | 257


eso.

—Quédate alerta —dijo a Honey.

Ella puso su nariz en el sofá y observó mientras se ponía nuevamente la


pistolera y el traje. Se echó un buen vistazo en el espejo para comprobar si tenía
arrugas, la corbata torcida, o si la forma del arma era demasiado evidente.

Satisfecho de que estuviera tan compuesto como era probable lograr, salió de
la habitación. No podía echar el seguro detrás de él sin quedarse fuera con la
puerta bloqueada, no les habían dado la llave. Volvió a abrir la puerta y miró a
Honey.

—Recuerda que la puerta no estará bloqueada hasta que vuelva. Mantén una
oreja alerta —dijo.

Entonces, dejó a sus polluelos a salvo a su cuidado. Su boca se curvó hacia


arriba mientras pensaba en lo que cualquiera de las personas en esa habitación
podría pensar de él al considerarles en necesidad de su cuidado. A excepción de
Elizaveta, por supuesto, ella aceptaría su preocupación como su deber, aunque
solamente una pequeña parte de sus considerables defensas.

Adam subió rápidamente por las escaleras de madera, dobló la esquina, y


llamó a la puerta. El movimiento estalló en el interior.
—Soy yo —les dijo en voz baja, que es probablemente lo que debería haber
hecho en primer lugar.

—Un momento —dijo Harris con fuerza—. Tengo algunas salvaguardas.


Dame un momento.

Bien, pensó Adam.

La puerta se abrió y Adam avanzó encerrándose a sí mismo en el interior. No


era una suite, o incluso una buena habitación de hotel, pero había espacio para
dos camas dobles, dos cómodas y un televisor. Estaba limpio, y había una gran
ventana mirando hacia el mismo patio que la sala principal de la suite. Desde
aquí arriba, podía ver por encima de la pared hacia la villa de al lado. Matt
Smith estaba sentado con las piernas cruzadas en su cama, de espaldas a la

Grupo Leyendas Oscuras | 258


pared. Parecía interesado, pero no particularmente preocupado.

—Hemos encontrado a Mercy —les dijo Adam.

Las cejas de Harris se elevaron.

—¿Cómo lo has conseguido? La gente de Bonarata está durmiendo ahora, sin


duda.

Adam sacudió la cabeza.

—Debería haber dicho Mercy nos encontró. Evidentemente, ella robó un


lector de libros electrónico con Wi-Fi, encontró una cafetería con conexión, y
pasó los siguientes diez minutos en conversación frenética a través de e-mail
con uno de mis lobos antes de que la batería del lector muriera. Está en Praga.

—¿Praga? —dijo Smith.

Adam asintió.

—Dado que yo estaba fuera de alcance, Ben consultó con el hijo del Marrok,
Charles, quien le dijo que la enviara con el Alfa local por protección.

—¿Libor? —dijo Smith—. He… oído cosas sobre Libor de Moldava.

—Charles le recomendó —dijo Adam.


—Oh, lo siento —dijo Smith—. Probablemente está bien entonces, ¿verdad?
Charles no comete errores.

Harris miraba de ida y vuelta entre los dos hombres lobo.

—¿Problema?

—Llamé a Libor y confirmé que proporcionaría un espacio seguro para


Mercy hasta que pueda llegar mañana por la mañana ―dijo Adam cuando
Smith no dijo nada—. Si eso es peligroso, si sabes algo, Smith, este sería el
momento para que me lo hagas saber.

Smith negó con la cabeza.

—No. Libor es un hombre de palabra. Si te dijo que ella estaría segura con él,

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lo hará.

—Podríamos estar en Praga en una hora y media —dijo Harris—. Tal vez un
poco más. ¿Tienes un lugar que pueda establecer allí abajo? Si no es así, tengo
un lugar para aterrizar en Brno y otro en Dresde, y cualquiera de los dos está a
solo un par de horas en coche a Praga. Podríamos utilizar el aeropuerto
principal, pero eso podría ser más público de lo que queremos ser.

—Tengo un lugar para que aterrices en Praga —dijo Adam.

—No es una buena idea ofender a Bonarata —sugirió Smith en voz baja—. Si
te vas sin aclararlo con él, lo estás poniendo en una esquina en la que no tiene
más remedio que llamarte enemigo por romper la costumbre como invitado.

Harris le dio a su copiloto una mirada aguda.

Adam sonrió ante la sorpresa del goblin.

—Recuerda que los hombres lobo pueden vivir mucho tiempo, y solamente
porque uno sea sumiso, no los hace estúpidos. Mi experiencia ha sugerido lo
contrario. Tenemos un dicho, ‘escucha, cuando los sumisos hablan’.

Smith sonrió con solo un poco de ironía.


—Tu compañera tiene una reputación propia —dijo Smith—. ¿Crees que ella
necesita tu ayuda? Mi sensación después de la cena fue que Bonarata tiene la
intención de olvidarse diplomáticamente de Mercy.

—¿Escuchaste algo por casualidad? —preguntó Adam alerta.

Smith se pasó las manos por el cabello. Levantó la vista hacia Adam y luego
la apartó.

—Él le dijo a uno de sus vampiros, la mujer de cabello rojo y dorado, que
suspendiera la caza. A menos que él haya encontrado a alguien más para cazar,
sospecho que esa caza es la de tu esposa.

—He oído eso, también —dijo Harris—. No hice la conexión. Él dijo que la

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caza había perdido su alegría en esta temporada, o algo florido como eso.
Decidió cancelar la caza. Mi italiano es bastante limitado.

—Debería haber dicho algo —dijo Smith después de una mirada hacia el
rostro de Adam.

Sí, pero todavía no había sido un muy buen momento para hacerlo. No era
algo que no hubiese esperado, simplemente era un alivio escucharlo.

—Está bien. —Adam soltó el aire—. Mercy debe estar bien hasta que
podamos recuperarla. Hablaremos con Bonarata esta noche, y luego iremos a
buscar a mi esposa.

Smith dijo:

—Hay algunas historias que deberías saber que he oído de Praga.

—¿Cómo las historias sobre Libor? —preguntó Harris.

Smith negó con la cabeza.

—Libor es difícil, pero no hay un Alfa en el planeta que no sea difícil de un


modo u otro. —Hizo una pausa—. Salvo la presente compañía, estoy seguro.

Adam resopló.

Smith continuó:
—En cualquier caso, hay dos nidos de vampiros en el corazón de Praga.

Adam frunció el ceño.

—Son incluso más territoriales que nosotros los lobos. ¿Hay espacio para dos
nidos en Praga?

—Exactamente —dijo Smith—. No hay nada malo, pero… creo que hubiera
sido mejor si tu compañera hubiera encontrado su camino a Munich o París.
Londres, incluso.

—Como gustes, Hauptman —dijo Harris—. Podríamos viajar a Praga,


recoger a tu compañera, volar de regreso. Dependiendo de cuánto tiempo se
tarde en encontrarla, podríamos volver antes de que oscurezca.

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Adam lo consideró. Pero eso aún significaría abandonar a Marsilia y a Stefan,
y eso estaba mal.

Smith dijo en voz baja:

—Estarías trayendo a tu compañera de vuelta a sus garras. Él vería tu ida


como un insulto o un desafío. Podría hacerle hacer algo interesante. Si la dejas
en Praga, y le haces saber a él que tienes su ubicación, sabrá que respetas su
capacidad para cuidar de sí misma. Lo que te dejará en una posición más
poderosa al final.

—Mercy puede cuidar de sí misma —gruñó Adam, puesto que era su


privilegio el cuidar de ella de todos modos. Respiró hondo y se volvió hacia
Harris—. Estate listo para partir en cualquier momento después del anochecer
de esta noche. Dejaré que Marsilia maneje las negociaciones. Ella sabe cómo
funciona la mente del bastardo.

—Nadie sabe cómo funciona la mente de Bonarata —murmuró Smith—. Es


por eso que todavía anda por ahí.

—Duerme un poco —dijo Adam. Estaba empezando a sentir el largo día,


también. No había hecho más que dar cabezadas desde que Mercy había sido
secuestrada. Tenía un curso frente a él ahora, e incluso si el monstruo en su
interior no estaba feliz con su decisión, estaba hecho.
Cerró la puerta y empezó a bajar las escaleras, pero se detuvo porque alguien
estaba caminando por el pasillo desde la otra ala de la villa. Él no podía verlo,
pero oyó sus pasos. En su interior, el lobo de Adam se alertó, porque el otro
estaba caminando sigilosamente, como un luchador entrenado que no quiere
llamar la atención.

Subió trotando de vuelta las escaleras que acababa de bajar. A diferencia del
otro hombre, Adam no hizo ruido alguno. Calculó su acercamiento de manera
que entrara en el pasillo a metro y medio por delante del otro hombre.

Delante del vampiro.

La cara bonita de Guccio se iluminó con una linda sonrisa que no mostró sus
dientes.

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—Adam —dijo—. No esperaba verte aquí.

¿Estaban en un punto de nombre de pila? El lobo de Adam dijo que no, pero
Adam se lo tragó, porque todo lo que sabía era el primer nombre del vampiro.

Se las arregló para levantar una ceja casual cuando el lobo quería eliminar la
amenaza de su gente.

—Vampiro —dijo Adam, inclinando la cabeza hacia Guccio en algo que el


vampiro era bienvenido a leer como un saludo—. ¿Deberías estar fuera de día?

Había vampiros que podían moverse en el atardecer o el crepúsculo, pero


Adam estimó que estaban cerca de media tarde.

A pesar de que los pasillos interiores de la villa estaban sin ventanas e


iluminados por las luces artificiales, el sol era lo que importaba. Al salir el sol, el
espíritu o alma de un vampiro abandonaba su cuerpo y ya no lo animaba. El
cadáver dejado allí, olía y se sentía como un cadáver. Los vampiros estaban
muertos todos los días; las narices de los lobos no mienten.

La sonrisa de Guccio se amplió.

—El Señor de la Noche, una vez tuvo una bruja muy poderosa. —Él levantó
una bolsa de tela cosida a mano atada alrededor de su cuello.
Eso parecía, ante los ojos y la nariz curtidos del sur de Adam, como una
bolsa gris-gris. Olió una serie de hierbas, pero el aroma principal era algo
orgánico en descomposición. Tal vez la bruja de Bonarata siguió las prácticas de
vudú o hoodoo. O tal vez ella (porque las brujas fuertes eran en su mayoría
mujeres) era de África, que era donde se originó la práctica de hacer gris-gris.

Adam nunca había oído hablar de una bruja que pudiera permitir que un
vampiro caminara durante el día. Tal vez porque no había brujas que quisieran
hacerlo.

—Solamente me permite caminar cuando de lo contrario tendría que


descansar —dijo Guccio dejando la bolsa asentarse de vuelta contra el hueco de
su garganta—. No me puede proteger de la luz del sol.

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Adam se preguntó si Guccio sabía cuánto anhelo había en su voz cuando dijo
‘luz del sol’. Los vampiros llamaban ‘enfermedad del sol’, cuando los de su
clase se obsesionaban con el sol. Sin intervención, los vampiros afectados por la
enfermedad de sol morían dentro de un año o dos, caminando hacia el
amanecer por su propia voluntad. Una clase de suicidio. Si ya no hubieran
estado muertos.

Guccio era una de esas personas a las que le gustaba escuchar su propia voz,
tanto que pensaba que todos se sentían de la misma manera. Siguió hablando,
pero todo a lo que Adam prestó atención fue a la amenaza que representaba.
Adam respondió lo que Guccio probablemente tomó como educado y se
preguntó si iba a tener que matar a Guccio antes de ir a Praga.

Y Adam esperó en la parte superior de la escalera hasta que Guccio se volvió


por donde había venido y siguió su camino, siguiendo por el pasillo hasta que
tomó un giro brusco. Él nunca dijo lo que había estado haciendo cerca de la
habitación de los pilotos de Adam.

Con su lobo furiosamente perturbado, Adam llamó a la puerta de Harris y


Smith por segunda vez.

—Recojan tus cosas —dijo de modo cortante cuando Harris por fin abrió la
puerta—. Hay vampiros deambulando durante el día aquí. No los voy a dejar
aquí solos.
Les dio los sofás a los pilotos. Honey y él, tomaron sus formas de lobos, y se
acurrucaron en la alfombra delante de la chimenea apagada. Honey se durmió,
pero Adam solo logró dormitar, su lobo estaba inquieto.

Se encontró comprobando el vínculo con Mercy una y otra vez. Todo lo que
podía decir era que estaba allí, pero durante unos minutos calmaría al lobo.
Esperaba que eso fuera solamente la reacción del lobo por el encuentro con
Guccio y no algo sobre Mercy que el lobo pudiera sentir y el hombre no.

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Nadie en los dormitorios se movió, ni siquiera sus orejas de lobo. Smith
dormía como un tronco. Harris… Harris roncaba. Lo suficiente como para
preocupar a Adam de que cubriera un ruido pudiera advertirles de un ataque.

La gente empezó a agitarse en los pasillos mientras la luz exterior florecía en


una puesta de sol. Adam cambió a su forma humana, reunió su equipaje, y fue a
la habitación de los vampiros a utilizar su cuarto de baño para ducharse,
afeitarse y cambiarse.

Para cuando estuvo listo, ambos vampiros estaban despiertos. No hablaron,


tal vez no podían. Adam podía ver su hambre, del mismo modo en que
pudieron ver a su lobo.

Más les valía conseguir arreglar las cosas aquí esta noche, o Bonarata podría
no ser de quien tuvieran que preocuparse. No había pensado en la necesidad de
los vampiros para alimentarse. No sabía mucho sobre eso. Era un tema delicado
para Stefan, aunque quizás no para todos los vampiros. ¿Debería haber
sugerido que trajeran a uno de sus donantes, (cómo era que Mercy los llamaba),
una de sus ovejas con ellos?

Pero no creía que pudiera dar un paso atrás y observar, sin saber que la
voluntad del humano podría no ser más que una adicción extraña y fuerte.

Eran adultos. Más que adultos, eran poderosos en su propio derecho, decidió
mientras asentía hacia ellos y seguía su camino hacia la puerta de la habitación
principal de la suite. Él haría todo lo posible por mantenerlos a salvo, pero ellos
podrían encontrar su propia comida.

En la sala común, Harris y Larry estaban levantados, se vistieron de acuerdo


con sus diferentes roles en este juego. Elizaveta llevaba un traje gris pizarra con
un broche de diamantes. Tenía el aspecto de alguien dulce y abuela cara. Suave.
Se preguntó a quién estaba pensando pillar por sorpresa.

Había dos personas duchándose. Por el proceso de eliminación, esos tendrían


que ser Honey y Smith.

Un golpe educado sonó en la puerta.

Adam comenzó a ir, pero Harris le hizo un gesto para que retrocediera.

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—Creo que ese es mi trabajo, señor —dijo respetuosamente, luego le mostró
a Adam una sonrisa alegre.

Él abrió la puerta a un vampiro macho y una hembra, cada uno empujando


un carrito.

—Buenos días —dijo la mujer con una sonrisa y los ojos bajos—. Con los
cumplidos de mi Maestro, tenemos el sustento para sus nacidos de sangre. Para
el resto de su grupo, hay té, café y chocolate para beber. La primera comida se
sirve en una hora en el comedor principal. Por lo general, es menos formal que
en la última hora de las comidas, no se requiere corbatas. Mi Maestro solicita
que una media hora antes de la comida le asistan de nuevo en la sala de
recepción. Si desea un guía, uno les será proporcionado.

—¿La sala de recepción es la antigua biblioteca? —le preguntó Adam.

Ella le dio una mirada de sorpresa antes de bajar los ojos.

—Sí señor.

—Todavía huele a libros —explicó Harris, tocando su nariz—. Los lobos


prestan más atención a los olores de las cosas que la mayoría de la gente. No
necesitaremos un guía.
Los sirvientes se retiraron. Adam reclamó el carrito que contenía un servicio
de té con una gran y elaboradamente elegante tetera negra y dorada que, de
acuerdo con su nariz, no contenía nada parecido al té.

—Les llevaré esto a ellos —dijo. Él confió en que Marsilia y Stefan tuvieran
suficiente control para no atacar a nadie, incluso con su hambre cabalgándolo,
pero no enviaría a nadie. Solo por si acaso.

Llamó una vez, ellos tendrían que haber escuchado la conversación con los
sirvientes de Bonarata, y entró. Marsilia estaba vestida y poniéndose un
pendiente de lagrima de diamante. Stefan estaba abrochándose la camisa de
seda blanca.

—Gracias —dijo Marsilia.

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No había rastro del hambre en cualquiera de sus caras, pero Adam sabía lo
que había visto. Él empujó el carrito hasta el final en la habitación y se volvió
para dejarlos.

Marsilia dijo:

—Espera.

Se detuvo y la miró.

—Por favor —dijo. Luego hizo una señal hacia Stefan, quien cerró la puerta.

Tan pronto como la puerta se cerró, ella se acercó a él.

—¿Te encontraste con un vampiro en esta casa entre el momento en que nos
retiramos y despertamos?

—Guccio —dijo—. Mercy contactó a Ben por correo electrónico utilizando un


lector electrónico robado. Está viva en Praga y es probable que siga así hasta
que lleguemos allí. Fui a hablar con Harris para hacerle saber que estaríamos
levantando ruedas esta noche tan pronto como tú averigües en lo que consiste
una despedida apropiada de Bonarata. Más pronto que tarde si puedes
arreglarlo.

Marsilia absorbió todo eso. Mientras lo hacía, Stefan dijo:


—¿Guccio? ¿Durante el día?

—Él tenía algún tipo de bolso mágico. Brujería. Quiero preguntarle a


Elizaveta al respecto.

Stefan consideró eso. Luego dijo:

—¿Hizo algo raro?

—No hay marcas de mordida —dijo Adam—. Lo he comprobado. —Y lo


había hecho. Sabía sobre los trucos mentales de los vampiros, y su lobo estaba
aún más agitado de lo que había estado cuando se enteró de lo de Mercy.

Stefan asintió lentamente.

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—Vale. Bien. Deberías estar bien, entonces. Solamente… —Miró a Marsilia,
quien suspiró.

—Los vampiros tienen marcadores de olor —le dijo ella—. No es


exactamente un secreto, pero no es algo que se le dice a todo el mundo. Lo
dejamos involuntariamente cuando nos alimentamos de un humano, pero
también podemos hacerlo deliberadamente, un toque, un roce de piel sobre
piel. Una forma de marcar a alguien como nuestro. Tan pronto como entraste en
el dormitorio, Stefan y yo pudimos decir que habías sido marcado por alguien.
No conocía a Guccio lo suficientemente bien como para recordar cómo huele el
aroma de su marca.

Adam se olió a sí mismo, pero no pudo detectar nada diferente. Le


inquietaba que los vampiros pudieran oler algo que él no, pero esa podría ser la
razón por la que su lobo estaba tan molesto.

—Me duché —dijo—, ¿y todavía está aquí?

Stefan sonrió.

—No te preocupes, Mercy no lo olerá, tampoco. Algún tipo de magia


vampírica diseñada para mantener alejado a un pobre tonto de tomar un
bocado de la presa de un Maestro vampiro. Los vampiros pueden olerlo desde
el polluelo más reciente al viejo más antiguo. ―Su sonrisa era real, pero sus ojos
eran solemnes―. Se considera grosero, a menos que sea uno de su propia…
gente, alguien que tiene que ir de un lado a otro entre nuestra especie, y deseas
protegerlos de otros vampiros.

—Qué cosa más interesante de hacer a un invitado de Bonarata —dijo


Marsilia—. Me pregunto, ¿qué significa?

Adam sintió que su boca se curvaba hacia arriba.

—Creo que vamos a averiguarlo.

Marsilia estrechó sus ojos en él.

—Vamos a la sala principal —dijo—. Tengo un par de cosas de qué hablar


con todo el mundo.

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Pero cuando llegaron a la habitación principal, Honey seguía vistiéndose en
la habitación de Elizaveta. Smith estaba en la habitación, y por la mirada de ojos
abiertos que le dio a Adam, había escuchado sobre la marca del vampiro. Adam
estaba bastante seguro de que había un destello de algo en los ojos de Smith,
también, pero el otro lobo dejó caer su cabeza como un buen sumiso, por lo que
Adam no podía estar seguro.

Dado que no había marcas de mordeduras, Adam podía ver por qué
encontraron gracioso que él, un hombre lobo, hubiera sido marcado como presa
por un estúpido vampiro.

Los dos goblins estaban deliberadamente mirando a la ventana, de espaldas


a la habitación. Presumiblemente para que Adam no pudiera ver sus amplias
sonrisas.

Elizaveta miró de Adam a Smith a los goblins y dijo, con una voz
prácticamente sin acento ruso, de tal manera que Adam supo que estaba muy
enojada:

—Por favor, cuéntame la broma para saber lo que los vampiros y tú estaban
conversando. Parece que soy la única que no escuchó lo que pasó.

Adam se inclinó hacia ella y le dijo en ruso:


—Mis disculpas. Es una broma, me temo. Por favor, vamos a esperar hasta
que Honey esté aquí, y les cuente a todos alguna información que he recibido,
mientras tú dormías. Y creo que tú nos puedes proporcionar información
importante acerca de lo que tengo que decir.

Ella arqueó una ceja hacia él, pero sabía que al dirigirse a ella en ruso, lo que
todo el mundo aquí no entendía, él le había dado una concesión a su orgullo,
porque, en ese caso, no era ella la que quedaba fuera del flujo de información. Y
dejando saber que ella contenía información vital era un impulso a su ego. Sabía
que él la estaba manipulando, pero decidió permitírselo.

—Muy bien —dijo en inglés, su acento nuevamente en su lugar—. Puedo


esperar a Honey.

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Honey salió, su cabello corto un poco húmedo y su rostro recién maquillado.
Ella olía, solo un poco, a pétalos de rosa. Un humano podría no captarlo, pero
los vampiros sí. Llevaba una camiseta sin mangas de color rosa sin sujetador y
pantalones vaqueros que parecía como si no fuera a ser capaz de respirar
profundamente. Alrededor de su cuello estaba una cadena de oro con un
pequeño dije de lobo. Él sabía que Peter, su compañero muerto, le había
conseguido el collar, porque Adam había ido con él a recogerlo para su
cumpleaños.

Se veía como un cebo.

Le sonrió, y ella le devolvió una sonrisa dentada. Se alegró de haberla


llevado, feroz y fuerte. Era una buena loba para tener a tu espalda.

Les habló de Mercy. Les contó que Guccio había estado caminando por la
villa con una bolsa de hechizo que le permitía vagar durante el día. Y les dijo
que había sido marcado para permitir que todos los vampiros pensaran que era
la comida de Guccio.

Honey se acercó más y lo olió.

—¿No huelo nada? —Ella dio a los vampiros una mirada recelosa.
—Yo tampoco —dijo Larry—. Pero sé que los vampiros tienen una forma de
marcar a sus presas. Se considera grosero, porque por lo general, a menos que
sea un Maestro vampiro, es un accidente. La prueba de que un vampiro perdió
el control cuando él… —Le echó un vistazo a Marsilia y dijo—… o ella encontró
algo de comida que la atraía. Algo así como escupir en una bebida que no es
tuya.

Adam sonrió sombríamente al gobling.

—Gracias. Almacenaré esa imagen. —Se volvió hacia Elizaveta—. La bolsa


que Guccio llevaba en el cuello se veía y olía como un gris-gris. Dijo que le daba
la capacidad de permanecer despierto durante el día, pero no lo protegería del
sol.

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Él cerró los ojos y la describió con el más mínimo detalle que fue capaz,
incluyendo una lista de hierbas y las otras cosas que había captado.

—Lo que sea que estaba podrido en la bolsa me olía vagamente a roedor,
pero había estado muerto y cubierto de hierbas durante demasiado tiempo. Más
que todo olía a podrido. Afirmó que una bruja que Bonarata tuvo una vez lo
había hecho y que le permitía caminar durante el día.

Elizaveta gruñó.

—Tal cosa podría ser gestionado de esa manera.

—¿Oh? —dijo Marsilia, un poco neutral.

—Puedo hacerlo para ti por una tarifa —reconoció—. Pero esas cosas son
limitadas. Una cierta cantidad de tiempo por día, y solamente por algunos días.

—¿Podrías hacer una para la luz del sol? —preguntó Stefan, pero no sonaba
hambriento, solamente reflexivo—. Realmente apestaría a huevos si Bonarata
tuviera acceso a algo que le permite correr por ahí con la luz del sol.

Se le había pegado esa expresión de ‘apestar a huevos’ de Mercy.

Elizaveta le dio a Stefan una mirada astuta.


—Puedo hacerte un gris-gris que te permitirá caminar bajo el sol —dijo
suavemente—. ¿Te lo pondrías?

Stefan le dio una mirada atenta.

—Nunca —dijo lentamente—. Sin empañar tu honor, donna, pero tendría que
confiar en ti mucho más de lo que confío en cualquiera para poder aventurarme
a la luz del sol con un gris-gris.

En absoluto insultada, Elizaveta le dio una sonrisa lenta.

—Eso es bueno, Soldado. Eres sabio. Creo que cualquier vampiro que haya
vivido tanto como Bonarata, sentiría lo mismo. —Ella se quedó pensativa—. A
decir verdad, no sabía que pudiera ser hecho en cualquier caso. Tendría que

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entender más acerca de por qué la luz del sol, y no, por ejemplo, la luz de las
bombillas de amplio espectro, es fatal para tu especie. El otro, que te permite
caminar durante el día, sería una variante de la parte de animación zombi.

—Entonces el gris-gris es un producto de consumo —dijo Adam.

Elizaveta le sonrió.

—Un consumo muy caro, creo. Se necesitaría mucho tiempo para hacerlo, y
su fabricante tendría que ser de un cierto nivel de poder. Una gran cantidad de
energía y una gran cantidad de habilidades, ¿has dicho que el vampiro afirmó
que Bonarata ya no tiene acceso a esta bruja?

—Así es como sonaba —dijo Adam—. Si se trata de un objeto mágico


consumible y valioso no renovable, entonces, Guccio no se paseaba casualmente
por la habitación de Harris.

—No —estuvo de acuerdo Marsilia—. Es algo bueno que estuvieras allí, y


bueno que los trajeras de vuelta contigo. O tal vez no hubiéramos tenido a los
pilotos para llevarnos a casa.

—¿Por orden de Bonarata? —le preguntó Adam.

Ella se encogió de hombros.


—Tal vez. Guccio simplemente podría estar tratando de ganarse el favor.
Iacopo… Jacob… Jacob siempre ha tenido una afición por la innovación.

—Es probable que te marcara por resentimiento —dijo Stefan—. Fue una
cosa tonta de hacer, sin embargo. Y la gente tonta no tiende a durar el tiempo
suficiente alrededor de Bonarata para subir en la jerarquía de poder.

—Un gris-gris como el que llevaba puede afectar a personas de manera


adversa —observó Elizaveta—. Esa es verdadera magia negra, y tiende a
manchar al usuario, así como a la persona que lo lanza. —Ella echó un vistazo a
su reloj—. Si vamos a reunirnos con Bonarata a la hora especificada, debemos
irnos.

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Capítulo 11

Capitulo 11
Adam

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Podría desear que Adam estuviera más preocupado por su propia vida que
por salvar a todos los demás. Puesto que es un deseo que Adam ha
expresado (a menudo) acerca de mí, supongo que no tengo motivos para
quejarme. Lo hago de todos modos, por supuesto.

Bonarata estaba vestido con pantalones y una camisa de seda turquesa que
había sido hecha para él. Estaba sentado, arreglando papeleo, en un escritorio
que Adam apenas había notado la primera vez que había estado allí.

—Un momento, por favor —dijo, sin levantar la vista.

A su padre le había gustado hacer eso cuando Adam había cometido alguna
falta de alguna manera. Lo invitaba a su estudio, luego se sentaba y hacía algún
otro trabajo durante un tiempo para que Adam pudiera pensar muy
profundamente sobre lo que él (o uno de sus hermanos) había hecho para ser
llamado al estudio. Y para que supiera que ni él ni sus transgresiones eran tan
importantes como cualquier otra cosa en la que su padre estaba trabajando.
Aquello había funcionado bastante bien con Adam cuando tenía once años.

Adam se acercó a la mesa y se puso de pie, mirando al vampiro, con Honey


en su hombro.

Marsilia le lanzó una mirada horrorizada. Stefan le dirigió una rápida sonrisa
antes de dirigir su atención a una pintura que colgaba a cierta distancia. No era
la pintura de Marsilia. Desde su posición, Adam no podía ver el tema aparte de
que había un montón de azul, tal vez un paisaje marino. Elizaveta encontró una
pintura al óleo hecha en estilo clásico, la violación de Leda, pensó Adam,
porque había una mujer musculosa y desnuda que se enfrentaba a un cisne de
tamaño humano. Los dos goblins y Smith estaban en el otro extremo de la
habitación hablando en voz baja, muy suavemente para que Adam no pudiera

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oírlo. Si él no podía, tampoco podía Bonarata.

Bonarata se dio cuenta de lo que había pasado bastante rápido, pensó Adam.
Su táctica de intimidación había girado en su cabeza. En el momento en que
Bonarata levantó la vista, Adam tenía la ventaja.

Adam estaba intentando no reírse cuando la puerta junto al escritorio se


abrió y su lobo retrocedió con horror, lástima y repugnancia cuando entró una
mujer morena.

Podría haber sido hermosa o fea o algo parecido, y Adam no se habría dado
cuenta. Cada pelo en su cuerpo, cada sentido perteneciente al hombre lobo y
Alfa y manada comprendió que el hombre lobo que entró en la habitación era
malo.

—Jacob —dijo en un tono perfectamente normal cuando colocó un gran


sobre en el escritorio frente a Bonarata—. Annabelle me dio esto para ti. Dice
que el arquitecto ha rediseñado la sección en la casa de Seattle.

Se volvió para mirar a Adam y le miró fijamente.

Su lobo estaba muerto. Y no muerto. Y la mujer también. O no. Lo que


confundió a su lobo y lo envió a un frenesí de horror.

—Bien —dijo Bonarata—. He estado esperando esto.


Adam pensó que se suponía que estaba nervioso porque el vampiro
estuviera construyendo una casa en Seattle, pero no tenía ninguna emoción de
sobra para el vampiro; su lobo estaba demasiado enfocado en el lobo dañado.
Llevaba un collar de plata, aunque no había ninguna mancha en la piel sobre la
que descansaba, así que no era plata real. Oro blanco, tal vez. Su cuello estaba
cubierto de cicatrices de marcas de mordidas y también cada pedazo de piel
que podía ver que no estaba en su rostro. Su ropa había sido elegida para
exhibir tanto de esa piel marcada como fuera posible sin ser de mal gusto.

Adam no era el único que se tambaleaba. En el otro extremo de la habitación,


Smith se olvidó de sí mismo lo suficiente para pronunciar un gruñido bajo.

—Lenka —dijo Honey, en voz baja que tuvo el mismo horror que Adam

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sentía.

Mientras Adam había estado prestando atención a la mujer lobo dañada,


Bonarata se había puesto de pie, poniendo fin de manera efectiva a la cuestión
de la dominación que había comenzado. Adam estaba muy lejos de
preocuparse de si él o Bonarata tenía la ventaja.

—Lenka —dijo Honey de nuevo, dando un paso hacia el lobo, que la miraba
sin reconocerla.

Honey dijo algo en una lengua que por lo que sabía parecía alemán, su voz
era tensa y frenética.

La lobo dañada dijo algo en respuesta en el mismo idioma, luego se volvió


hacia Bonarata.

—Lo siento. Me dijiste que hablara solo en inglés. Tienes que castigarme.

Ella sonaba… Ansiosa, aunque su aroma llevaba un amargo horror.

Bonarata sonrió.

—No importa. Te estás acostumbrando a ser nuestro huésped.

Y entonces Bonarata cometió un error. Se volvió para decirle algo a Honey.

Distraído por Marsilia, Bonarata no había prestado mucha atención a Honey


el día anterior, y no le había prestado ninguna atención en absoluto mientras se
complacía tratando de conseguir estar por encima de Adam. Valía la pena mirar
a Honey normalmente, vestida cómo estaba para llamar la atención, podría
detener el tráfico.

—Tú… —dijo Bonarata, y eso es todo lo que pudo decir, porque al igual que
el tráfico, aparentemente era bastante buena para detener el habla. Pero sobre
todo porque Bonarata era un adicto y Honey se ajustaba a su gusto como un
traje a medida.

Honey, inusualmente, no vio la reacción de Bonarata. Solo estaba prestando


atención a Lenka. Adam tampoco estaba completamente seguro de que Lenka
lo viera, ya que estaba mirando a Bonarata y a Honey, pero no había un hombre

Grupo Leyendas Oscuras | 276


lobo en la habitación que no hubiera olido el repentino interés de Bonarata. La
lujuria tenía un olor muy distintivo, ya fuera un ser humano, un hombre lobo o
un vampiro.

—Honey —dijo Bonarata lentamente, su voz se profundizó—. Honey


Jorgenson, ¿verdad?

Lenka miró a Bonarata. Luego sacó un cuchillo de alguna parte y atacó a


Honey. O mejor dicho, hirió a Honey, quien se movió y de esta manera obtuvo
solo una fina rebanada en la parte delantera de su hombro.

Mátala, dijo el lobo de Adam con tanta claridad como si lo hubiera


escuchado. Había oído a otros hombres lobo decir que a veces su lobo les
hablaba, y a un par de ellos les respetaba demasiado para no creer en su
palabra. Pero en las casi cinco décadas que había sido un hombre lobo, nunca le
había sucedido. Ella está rota. Mátala.

Honey era una luchadora, nacida y criada. Adam había pasado la mayor
parte de tres décadas enseñándole sus artes marciales, pero había tenido una
buena base antes de eso. Lenka no tenía estilo, pero, como algunos de los
hombres que había conocido en los Rangers, mostraba señales de haber matado
a mucha gente. Honey se movía con más gracia, pero Lenka se movía más
rápido.

Su gente comenzó a ir hacia ellos tan pronto como Lenka sacó su cuchillo.
Pero se detuvieron cuando Adam les hizo señas.

—Honey fue atacada. Ella tiene el derecho de terminar esto. Lenka rompió
las leyes de invitados.

El resto de ellos podría interferir, pero entonces parecería que sometían a


Lenka. Si lo hacía como una lucha con Honey, podía llevarlo hasta la muerte
porque Lenka había dado el primer golpe.

Bonarata se movió alrededor de su escritorio.

—Déjame poner fin a esto.

Pero Adam se puso delante de él.

Grupo Leyendas Oscuras | 277


—No. Ella atacó a Honey sin provocación. Esta es una pelea legal por la ley
de invitados.

Bonarata le gruñó.

—Ella matará a tu lobo.

Adam dio un paso atrás y se volvió al mismo tiempo, poniendo cierta


distancia entre él y el vampiro y permitiéndole una visión clara de la pelea.
Dejando que Bonarata viera por sí mismo cuán probable era que Honey tuviera
que morir en una pelea con cualquier hombre lobo, y mucho menos con alguien
que estaba bajo de peso y roto.

Lenka estaba cambiando, sus huesos faciales se movían sutilmente bajo la


piel sin cicatrices de su rostro. Ella le dio una patada en las costillas y dejó que
su cuerpo se moviera con ella mientras sus manos serpenteaban para agarrar la
pierna de Honey. Pero Honey lo vio venir y dejó caer su cuerpo en un hombro
rodando sobre su espalda hasta el exterior del círculo de combate.

Honey se estaba conteniendo.

Adam le dijo las palabras que el lobo le susurraba en la cabeza.

—Mátala, Honey. La mujer que conociste ya no está en ese cuerpo y no


puede ser traída de vuelta.
Honey no lo miró, aunque por la rigidez de sus hombros pudo darse cuenta
de que lo había oído y no le gustaba lo que había dicho. Al otro lado de la
habitación, Smith miró a sus ojos y asintió. Él también entendió lo que el lobo
de Adam había sabido instintivamente.

Bonarata se volvió hacia Adam con un siseo.

—Ella es mía.

Adam suponía que se refería a Lenka, pero dada su adicción, podría haber
significado cualquiera de ellas.

—Entonces deberías haber mantenido un mejor control sobre tu lobo —le


dijo Adam al vampiro—. Si no hubiera atacado a Honey, la habríamos dejado

Grupo Leyendas Oscuras | 278


tranquila.

Bonarata gruñó silenciosamente, pero Adam lo oyó igual. El vampiro se


volvió hacia las luchadoras y dijo:

—Lenka, mátala por mí.

Adam estaba bastante seguro de que Lenka estaba haciendo lo posible para
hacerlo. Esas palabras habían sido dirigidas a Adam.

Después de eso, todo el mundo estaba en silencio, solo se movían para


apartarse de su camino, y Elizaveta era rápida y elegante para una mujer de
‘tantos’ años.

La habitación estaba casi vacía de muebles excepto por el pequeño escritorio


que Bonarata había estado usando. Y el escritorio no duró. Lenka arrancó una
pata delicadamente esculpida y la rompió sobre el muslo de Honey, un golpe
significativo para su rodilla.

La pata de la mesa apuntaba directamente a la cabeza de Honey. Hasta ese


momento, a pesar de la orden de Adam, había estado luchando a la defensiva,
no queriendo herir gravemente al otro lobo. Honey rompió una segunda pata.
Cuando se rompió con una punta aguda, en lugar de utilizarlo como una porra,
lo utilizó como una lanza.
—Bien —dijo Adam en voz baja. Ella lo escucharía—. Eso es.

Finalmente, perdió la pata de la mesa. Ella la agarró como un escudo cuando


Lenka atacó con su cuchillo, aprovechando un hueco que Honey había dejado.
El cuchillo se hundió profundamente en la madera. Honey se retorció, y Lenka
no pudo mantener el control del arma. Honey lanzó la pata de la mesa, con el
cuchillo y todo, a través de una de las ventanas de cristal, rompiendo el vidrio y
dejando el cuchillo fuera de juego al menos hasta que alguien decidió pasar por
una ventana después.

—Ella es hermosa —dijo Bonarata, hipnotizado, su deseo perfumando la


habitación—. Como una tigresa. Todo músculo y velocidad.

La lujuria había cambiado sus ojos, y ni siquiera el ser humano más

Grupo Leyendas Oscuras | 279


mundano habría mirado esa cara feroz y pensado que era cualquier cosa menos
un vampiro. A pesar de que los vampiros no necesitaban respirar, estaba
aspirando grandes bocanadas de aire, ahora perfumado con sangre, sudor y
necesidad. Su necesidad.

Al otro lado de la habitación, Marsilia observaba a Bonarata con ojos tristes.


No herida ni con el corazón roto ni nada por el estilo, solo triste. La forma en
que alguien miraría a un Ajax caído o a Hércules.

Ella estaba equivocada. Bonarata ni siquiera se había rendido, y mucho


menos acabado. Pero no había duda de que su hambre por Honey, por la sangre
femenina de un hombre lobo, lo impulsaba ahora.

No le gustaría que Adam y su gente lo vieran así. Lo recordaría más tarde.


Pero también lo haría Adam.

Le tomó un tiempo —porque Lenka era una fiera luchando— pero Honey
clavó al otro lobo en el suelo sujetándolo como un luchador. Jadeando, con la
sangre goteando de su boca y de su nariz, Honey miró, no a Adam, sino a
Elizaveta.

—¿Se puede quitar esto? Huelo hechicería en esta banda alrededor de su


cuello —dijo Honey.
Adam empezaba a pensar que debía averiguar más sobre las brujas de
Bonarata. Según Bonarata, tenía un sanador que había arreglado la herida casi
fatal de Mercy. La curación no era algo en lo que se suponía que las brujas
negras eran buenas, y ninguna bruja blanca tendría ese tipo de poder. Había
tenido a alguien que había hecho un gris-gris que había impresionado a
Elizaveta —Adam sabía cómo leer a esa vieja bruja.

Elizaveta caminó hasta donde el hombre lobo estaba clavado en el suelo. Ella
se sentó en sus talones y examinó la banda de metal alrededor del cuello del
hombre lobo.

Lenka se resistió y luchó, pero Honey la sujetó con rapidez. Elizaveta no


parecía preocupada.

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Después de un momento, se puso de pie.

—No —dijo con tristeza—. La banda la mantiene bajo control, es algo


sencillo, pero es poderoso. Se asegura de que sigue las órdenes que le dan.

Honey miró a Adam entonces.

—Es un favor —dijo él.

Ella asintió.

Ella tuvo que dejarlo, solo por un segundo, para obtener el cuchillo que
mantenía atado a la parte interior de su muslo. El único que no había sacado
durante la pelea porque necesitaba estar segura de que matar era lo correcto.

Lenka casi se liberó, pero no fue lo suficientemente rápida. Estaba


desnutrida, y eso había mermado sus habilidades de lucha. No era ni tan fuerte
ni tan rápida como podría haber sido. Ahora también estaba cansada, y su
velocidad era la mitad de lo que había sido al principio, aunque la pelea había
sido relativamente corta.

Ella no pudo evitar la pequeña hoja que se deslizó en la articulación entre su


columna vertebral y su cabeza. Murió cuando la hoja se deslizó, pero llevó un
momento que el aire abandonara sus pulmones y su cuerpo dejara de moverse.
La hoja de Honey no era de plata, pero era bastante mortal.
Honey sacó la hoja cuando Lenka estuvo muerta. No siempre podías saberlo
con los vampiros, pero con los hombres lobo era fácil, su olor cambiaba.

Limpió la hoja en la pierna del pantalón. No era un lugar prudente en un


edificio lleno de vampiros, pero pensó que no estaba de humor para ser
prudente. Envainó la hoja y aceptó la mano de Adam. No necesitaba su ayuda
para levantarse, pero sabía que el contacto de la manada la centraría. Ella se
levantó, dejando que él la sostuviera por un momento antes de que se
marchara.

Tan pronto como estuvo de pie, Adam volvió su atención a Bonarata. Adam
sabía que le había estado dando una oportunidad al vampiro dándole la
espalda. Pero Honey era primero, y tenía gente en la habitación que vigilaba al

Grupo Leyendas Oscuras | 281


vampiro por él.

Como resultó, Bonarata había tenido otras cosas de las que ocuparse. El
Señor de la Noche estaba mirando el cuerpo de Lenka con una expresión que
Adam había visto en adictos mirando una bolsa de diez centavos, una
necesidad profunda que abrumaba cualquier otro pensamiento o emoción. Pero
la expresión desapareció cuando la sangre de Lenka murió con ella. Dejando a
Bonarata con una expresión que parecía de mucho arrepentimiento y alivio en
su rostro.

—Adam —dijo Stefan urgentemente.

—Al lado tuyo —dijo Smith, casi al mismo tiempo.

Adam alargó la mano y envolvió una mano alrededor del bíceps de Honey y
la bloqueó con su cuerpo cuando se lanzó contra Bonarata.

—Quieta —le dijo, acercándola a su cuerpo para que ella pudiera oler al Alfa.
De modo que pudiera sentir que su orden se hundía en sus huesos.

Sintió su resistencia, aunque nunca lo empujó. Ella solo inclinó la frente


contra su hombro y dijo:

—Lenka era un lobo con el que habría cazado la luna. No era una amiga.
Pero era inteligente y dura. Peter tenía historias… —Su voz se apagó.
Adam no apartó los ojos de Bonarata, que empezaba a mirar a Honey de la
misma manera en que había mirado a Lenka. Adam no quería compartir cosas
íntimas delante del vampiro, pero por Honey haría lo que pudiera. Él habló con
una sonrisa.

—Peter tenía algo por las mujeres poderosas.

Ella se echó a reír dulcemente contra él.

—Supongo que sí. Le extraño.

Él besó la parte superior de su cabeza.

—Todos lo hacemos. Deberías cambiarte la ropa y limpiarte.

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Miró a su alrededor para que alguien la acompañara.

—Yo subiré con ella —dijo Stefan. También estaba mirando el rostro de
Bonarata.

Vestir a Honey para seducir había sido, en retrospectiva, una estupidez.


Adam miró el cuerpo en el suelo. Una cosa estúpida, pero no podía
arrepentirse. Esa pobre criatura estaba libre ahora.

Manteniendo su cuerpo entre Bonarata y Honey, Adam la entregó a Stefan.


Caminaron lentamente, pero nadie en la sala habló ni se movió hasta después
de que se hubieran ido.

Cuando la puerta se cerró detrás de ellos, Bonarata parpadeó y volvió a sí


mismo. Ignorando el cuerpo, como si Lenka no hubiera sido suya…

‘Oveja’ era la palabra equivocada, y Adam no podía encontrar una correcta…


‘víctima’ tal vez. Como si Lenka no hubiera sido su víctima durante siglos,
Bonarata dijo, con voz ligera y casual:

—Te había pedido que te reunieras conmigo aquí para decirte que tengo
noticias inquietantes.

De pie detrás de Adam, Smith inhaló y emitió un sonido, y Adam se


preguntó si tendría que enviar fuera a Smith también. Probablemente era algo
bueno que no fueran manada. Los dos no estaban conectados en absoluto. La
rabia era una de esas emociones que tendían a la bola de nieve entre los
miembros de la manada.

—¿Qué noticias? —preguntó Marsilia. Adam pensó que había decidido jugar
al mediador, luego recordó que le había pedido que hiciera exactamente eso.
Para sacarlos de allí en el menor tiempo posible, para que pudiera ir a buscar a
Mercy.

Se extendió hacia Mercy y la encontró. Saber que ella seguía bien era
suficiente para calmar un poco a su lobo. Pero, como Bonarata, Adam hizo un
esfuerzo para no mirar al lobo muerto en el suelo. Imposible no olerla, sin
embargo.

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Un carillón sonó, un carillón ligeramente diferente al que había anunciado la
última comida.

—Ah —dijo Bonarata—. Primera comida. ¿Por qué no hablamos durante la


comida?

—De acuerdo —dijo Adam—. Tenemos noticias para ti también.

Bonarata abrió el camino hacia el comedor. Marsilia y Elizaveta lo siguieron.


Los dos goblins, Harris ligeramente a la espalda de Larry —como una
guardia— fueron detrás de las mujeres. Smith, tomando el final de la cola, se
detuvo junto al hombre lobo muerto. Se arrodilló junto a ella y le tocó la frente.

Inclinó la cabeza y dijo, muy suavemente:

—¿Qué vas a hacer con el cuerpo?

Bonarata se detuvo y se volvió. Adam juraría que la tristeza en su rostro era


genuina.

—Ella me sirvió durante mucho tiempo. La enterraremos en el jardín donde


le gustaba descansar al sol cuando podía. Creo que le hubiera gustado eso,
¿verdad?

Smith vibró, su mano todavía sobre la frente del lobo muerto. Adam esperó.
Finalmente, el lobo dijo:

—Suena a paz, creo. Gracias.

—¿Tú también la conocías? —preguntó Harris.

Smith se levantó, suspiró y caminó hacia los demás.

—Todo el mundo conocía a Lenka —dijo.

—Entonces alguien debería haber hecho algo antes —murmuró Larry.

—Muchas personas lo intentaron —dijo Bonarata—. No los enterramos en el


jardín.

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Su voz sonaba divertida. Su máscara pública estaba de nuevo en su lugar.

Adam pensó que Bonarata no habría estado tan divertido si hubiera estado
mirando a Smith en ese momento. Pero tal vez estaba equivocado. La gente
valoraba menos a los lobos sumisos.

Adam había estado esperando irse antes de la primera comida, pero eso no
iba a suceder ahora. Mercy estaba todavía en el otro extremo de su vínculo,
para que pudiera aguantar otra hora de negociaciones, siempre y cuando no
fuera él el que negociara. Ahora que estaban siendo honestos en sus tratos con
Bonarata, confió en Marsilia para recuperar su papel como diplomática.

Y todavía estaba Guccio, que había marcado a Adam como su alimento. Para
llegar a Mercy una hora antes, Adam habría perdido el placer de enseñarle a
Guccio por qué los vampiros no pensaban en los lobos alfa como presas. Así
que no estaba del todo decepcionado con el retraso.

Cruzaron el comedor y Bonarata se detuvo para hablar en voz baja a uno de


sus vampiros, que luego se alejó rápidamente sin parecer que se precipitara.

—Tu bruja no tuvo cuidado —dijo Elizaveta mientras volvían a avanzar—.


Ese collar no hacía… —Hizo una pausa—. Creo que ya no la mantenía
obediente.

Detrás de ellos, Smith gruñó de nuevo. Fue algo silencioso, así que tal vez el
vampiro y la bruja no lo oyeron.

Bonarata asintió con la cabeza.

—Se estaba convirtiendo en una preocupación —dijo—. Pero no he tenido


una bruja capaz de hacer ese tipo de trabajo desde antes de la Segunda Guerra
Mundial. —Sonrió a Elizaveta—. ¿Te interesaría un trabajo?

Cuando ella no respondió inmediatamente, Adam la miró pensativo.

—No —dijo al fin—. Aunque si nos dejas marchar con Honey, te dejaré
pagarme para quitar esa desafortunada adicción que tienes. —Ella frunció los

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labios—. No será barato, te lo advierto.

—No podría mantener a Honey —dijo Adam con frialdad, porque había sido
evidente por la expresión de Bonarata a la respuesta de Elizaveta que el
vampiro había estado considerando cómo podría hacer eso mismo.

—¿No? —preguntó Bonarata, suavemente.

—No —dijo Marsilia.

Se volvió sobre sus talones para enfrentar a Marsilia. Sus hombros hacia
atrás, su peso equilibrado sobre las puntas de sus pies: estaba lista para una
pelea.

La máscara de Bonarata se mantuvo firme durante un instante y luego


desapareció.

Adam se dio cuenta de que habían hecho lo que se proponían hacer, molestar
al Maestro Vampiro en medio de su propio juego. La amabilidad de su primera
reunión ya no era un disfraz sólido detrás del cual Bonarata podía dirigir el
espectáculo. Adam pudo ver al monstruo con toda claridad —y cuando
Bonarata miró a Marsilia, Adam pudo ver al hombre también.

Un hombre con un millón de arrepentimientos que en su mayoría rodeaban a


la mujer que lo desafiaba.
Irónicamente, ahora que Adam sabía dónde estaba Mercy y solo tenía que
librarse de Bonarata, habría estado más feliz con el genial anfitrión. Podrían
haberse ocupado del negocio de una manera lógica y calmada, y Adam ya se
habría marchado.

En su lugar, Adam podía sentir la satisfacción de su lobo preparándose para


la brutal lucha que la bestia preveía. Algo podría pasar. La energía de la
habitación se había convertido en un potencial para la violencia. Porque si
Bonarata decía una tontería condescendiente, y Adam podía ver su boca
abriéndose… Marsilia iba a golpearlo.

No importaba lo feliz que eso hiciera a su lobo, se marcharían más rápido si


no se desencadenaba una pelea, por lo que Adam rompió el momento entre

Grupo Leyendas Oscuras | 286


Marsilia y Bonarata diciendo:

—Si no tienes una bruja del poder de mi Elizaveta para llamar, ¿cómo has
curado a Mercy de sus heridas ‘casi fatales’?

Su intención era desviar la ira del vampiro por Marsilia hacia sí mismo y
obligar a Bonarata a retroceder. Porque, lógicamente, o bien Bonarata había
mentido sobre lo que había hecho por Mercy, y Adam sabía que esas heridas
habían sido malas, había sentido su dolor y visto la sangre, o ahora Bonarata
había mentido sobre no tener una bruja.

Bonarata apartó sus ojos de Marsilia, y le dio a Adam una mirada casi
agradecida. Era una cosa de hombre. Él también sabía que lo que fuera a decirle
a Marsilia no habría sido útil. Había estado más allá de su poder no decirlo.
Adam estaba feliz de ayudar.

—No teníamos a una bruja para curar a tu esposa —dijo Bonarata—. Una
sanadora lo hizo. Ven a conocerla.

¿Una sanadora?

Bonarata no esperó a que preguntaran. Miró alrededor del comedor y los


llevó a una mesa de atrás donde un vampiro de aspecto apacible estaba jugando
juegos destinados a estimular a la chica sentada a su lado en el comedor. Adam
reconoció esos juegos porque los había jugado más de una vez o dos cuando
Jesse era una niña pequeña.

Esta chica era mucho más mayor que un niño pequeño. Era morena, de ojos
azules y extrañamente inconclusa. Un humano mundano que la viera, pensaría
que tenía síndrome de Down o algo por el estilo. Adam la observó y su nariz le
dijo que era fae y humana. Parecía tener catorce o quince años, pero, teniendo
sangre fae, podía haber tenido cuatro o quinientos años y no lo parecería.

Era demasiado delgada, y tenía círculos debajo de sus ojos, pero cuando
levantó la vista y vio a Bonarata, su rostro se iluminó. Dejó su sitio y trotó (no
había otra palabra que encajara con sus pasitos) alrededor de la mesa e hizo
sonidos de felicidad mientras levantaba los brazos.

Bonarata se echó a reír, una gran risa que le encajaba extrañamente bien y no

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era algo que le ocurriera a ningún vampiro, y envolvió sus brazos alrededor de
ella. Le dio dos vueltas y la dejó suavemente en el suelo. Él la detuvo, haciendo
ruidosos balbuceos que, a los oídos de Adam, no parecían ser palabras.

Ella se calmó y miró al vampiro con el afán de un Corgi11 esperando órdenes.

—Stacia —dijo Bonarata—. Stacia, éstos son mis amigos. Marsilia. Elizaveta.
Adam. Larry. Austin. Matt. Gente, ésta es mi amiga Stacia.

Les dio a cada uno un saludo alegre hasta que llegó a Adam. Ella entrecerró
los ojos, sacó su lengua pensando, entonces golpeó sus manos repentinamente y
su boca formó una ‘o’ con sorpresa. Miró a Bonarata y movió los dedos con tal
desenvoltura que a Adam le llevó un momento darse cuenta de que estaba
usando una forma de lenguaje de señas.

Se volvió hacia Adam y le dedicó una enorme sonrisa. Ella le palmeó el


brazo, enviando una chispa de energía desde la zona de piel donde le había
tocado hasta su nariz. No se estremeció. Él tomó su mano en la suya y la besó.

Sabía lo que estaba viendo. Esta niña era la única razón por la cual las
maquinaciones de Bonarata no habían matado a Mercy.

11El Corgi galés de Pembroke es una raza de perro pequeño nativo de Gran Bretaña. Se ha
desempeñado durante siglos como perro pastor, siendo considerado uno de los perros más
antiguos de Gran Bretaña.
Se sonrojó y juntó las manos, presionando contra su estómago. Pero la
sonrisa que le dio a Adam fue de pura alegría.

—Dice que perteneces a la linda dama que curó —dijo Bonarata—. Piensa
que deberías ir a buscarla y darle un abrazo.

La muchacha dio unas palmaditas a Bonarata. Él rio.

—Bueno. Un fuerte abrazo.

Ella asintió con firmeza, al parecer no tenía problemas para entender el


inglés, aunque aparentemente no lo hablaba, y tal vez ningún otro idioma
excepto el propio.

—Y tú tienes que ir a comer, jovencita. Estás demasiado delgada.

Grupo Leyendas Oscuras | 288


Ella le dirigió una dulce sonrisa y tomó la mano del vampiro que era
evidentemente su cuidador para que la llevara de regreso a su comida.

Mientras caminaban a través del comedor, Bonarata dijo:

—La encontramos en un gueto en un pequeño pueblo en medio de la Gran


Guerra.

La Primera Guerra Mundial, pensó Adam, hacía un siglo.

—Es fae —dijo Larry.

—En parte —dijo Bonarata—. O eso creemos.

—Más de la mitad —le dijo Larry serio—. No dejes que las hadas sepan que
la tienes aquí. Sería útil para ellos, y no creo que la trataran tan bien como tú.
Ellos tienen poca paciencia con las criaturas que no son perfectas.

Él habló, como lo hacía a menudo, como si no se considerara fae.

—Eso es lo que siempre he creído —convino Bonarata mientras se volvía,


presumiblemente para llevarlos a donde comerían esta noche.

Él se detuvo. Miró bruscamente a Adam, dio un paso más cerca de él e


inhaló.
El vampiro que había traído bebidas a su habitación anteriormente se acercó
antes de que Bonarata pudiera comentar sobre el olor que finalmente había
notado.

—Perdón —les dijo—. Nuestra distribución de asientos tuvo que ser


reorganizada rápidamente. Sra. Arkadyevna, Sr. Harris, Sr. Sethaway, Sr.
Smith. Les he sentado allí, en la pequeña mesa con el centro de flores de
durazno rosa. No había tiempo para encontrar un cordial acompañante, así que
pensé que era mejor que se sentaran juntos.

Bonarata levantó una mano.

—Un momento, Annabelle. ¿Podrías encontrar a Guccio, por favor, y traerlo


aquí?

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—Adam se encontró con Guccio paseando por el vestíbulo con una bolsa
hechizada que le permitía caminar de día —le dijo Marsilia a Bonarata en voz
baja, porque la gente empezaba a mirarlos.

—Ah —murmuró Bonarata—. Me habían dicho que esa pieza de brujería ya


no existía.

Todos observaron cómo Annabelle caminaba rápidamente por la habitación


para encontrarse con Guccio hablando con un pequeño grupo de vampiros
cerca de la mesa dónde habían comido antes. Guccio miró a Bonarata, luego le
dijo algo a Annabelle y le dio unos golpecitos en el hombro antes de despedirse
de los demás y se dirigió hacia donde se encontraba Bonarata.

—¿Por qué Adam lleva tu marca? —La voz de Bonarata era casi alegre.

Y entonces todo el salón se quedó en silencio. Nadie miró a Bonarata, pero


estaban esforzándose por escuchar todo lo que podían.

Guccio se sonrojó y maldijo. Entonces dijo, en tono arrepentido:

—Lo siento, Maestro. Esperaba tener unas palabras antes de esta comida,
pero estaba distraído con cierta confusión acerca de una entrega de… supongo
que esa parte no importa. Fue una estupidez. Estaba buscando en un viejo baúl
anoche y encontré esto. —Se sacó el gris-gris de su camisa—. Ni siquiera sabía si
funcionaba o no. Mary lo hizo para mí hace mucho tiempo. Se me ocurrió
probarlo. —Tomó una respiración profunda, luego dijo, con una voz tosca—.
Hecho de menos el sol.

Hubo un eco de simpatía que no tenía sonido, pero que barrió la habitación
de la misma manera. Esas palabras encontraron un sentimiento idéntico en cada
vampiro allí. Un humano podría no haberlo notado, pero el lobo de Adam
estaba en alerta máxima, y eso hizo que Adam tomara nota de todo.

—Todavía funciona, pero los hechizos de Mary siempre sacaban a la luz mi


parte desenfrenada —continuó Guccio.

Hubo una segunda reacción menor en la sala. Había varias personas, dedujo
Adam, que sabían a lo que se refería Guccio y estaban de acuerdo con él. Pensó

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en las palabras de Elizaveta: cómo esos objetos deberían usarse con cautela
porque el… mal podría sangrar.

—Estaba caminando —dijo Guccio, con los ojos entrecerrados, como si


reviviera ese momento en sus sueños—. Podía sentir el sol encima de mí,
atravesando las paredes de la casa, y de repente allí estaba. Lo toqué antes de
pensar. —Le dio una sonrisa de disculpa a Adam—. Lo siento. Se desvanecerá
en un día o dos, siempre y cuando no te toque de nuevo.

—No importa —dijo Adam.

La sospecha de Matt Smith se convirtió en una certeza. Había estado


preocupado desde la mañana en que Adam había entrado para decirles que
había tenido un enfrentamiento con Guccio. No era común en un Alfa permitir
la intrusión de otra persona, para marcarlo como si fuera una presa, y después
dejarle ir como si nada.

Matt se adelantó y tocó a Adam en el hombro. Cuando el otro hombre lobo lo


miró, Matt bajó su mirada.

—Necesito que tengamos unas palabras, señor —dijo—. Es importante.


Bonarata frunció el ceño y dijo:

—Esperará hasta después del desayuno, confío. No quiero que mi cocinero se


ofenda por un leve asunto.

Matt pudo haber soltado un suspiro de alivio, pero no lo hizo. Si hubiera


mejores palabras que le garantizaran sus cinco minutos a solas, no estaba
seguro de que aquellas lo fueran.

—Por supuesto que no —dijo Adam—. No osaríamos ofender a tu cocinero.


Empiecen sin nosotros. Volveré enseguida.

—¿Adam? —dijo Marsilia.

Adam miró a Matt, quien negó con la cabeza. Esto era asunto de lobos.

Grupo Leyendas Oscuras | 291


—Empieza sin mí —le dijo a Marsilia, y se dirigió a la puerta más cercana,
que resultó ser la que volvía a la galería de arte de Bonarata.

Matt se deslizó detrás de él, haciendo todo lo posible para disculparse.


Conocía a la gente lo suficientemente bien como para comprender que nadie
que estuviera sentado en la mesa con la pequeña curandera de sangre mestiza,
llegaría a comer hasta que él y Adam regresaran.

Adam cerró la puerta detrás de ellos.

—Hay cámaras en esta sala —dijo—. Y este modelo incluye un micrófono, así
que no digas ni hagas nada que no quieras que Bonarata sepa.

Y Adam lo sabría, ¿no? La seguridad era a lo que se dedicaba el Alfa de la


Cuenca de Colombia.

Matt dijo sin aliento:

—Has sido besado por un vampiro, Adam.

Adam lo miró fijamente.

—No —dijo sin convicción—. Lo comprobé.

Su respiración se aceleró, y también lo hizo el pulso en su cuello.


—No había marcas de mordisco.

Levantó su manga, y había dos marcas de punzadas en el interior de su


brazo.

—¿Ves? —dijo—. Las mordeduras del vampiro se curan tan lentamente en


un hombre lobo como cualquier herida en un mortal. Si me hubieran mordido,
habría marcas. —Su voz se iba desacelerando, mientras que algo dentro de él,
probablemente su lobo, luchaba por dejar al descubierto las mentiras con las
que había sido alimentado, que le impedían ver las marcas rojas de su piel.

Matt deseaba que existieran lazos de manada entre ellos; las conexiones de
manada siempre hacían más fácil conseguir que un Alfa escuchara. Levantó los
ojos y se encontró con los de Adam.

Grupo Leyendas Oscuras | 292


—Te han mordido —dijo—. Sin la manada aquí para anclarte, un vampiro lo
suficientemente poderoso puede hacerte recordar lo que él quiera que
recuerdes. Tienes que luchar contra eso, Adam. Escucha a tu lobo y pelea.

Adam sostuvo su mirada y rompió a sudar mientras el marrón se iluminaba


en oro. El lobo dentro de Adam, en otro lugar y tiempo, podría haberse opuesto
a que otro lobo le sostuviera la mirada. Pero esto no era una lucha de
dominación. El estatus de Matt, en lugar de hacer de esto una pelea, lo convirtió
en una oferta de ayuda aceptable para el lobo de Adam.

Matt esperaba que funcionara. Pero los lobos dominantes eran impredecibles.
Esto podría haber terminado en derramamiento de sangre.

—Mierda —dijo Adam, las palabras saliendo de él se arrastraron como


tirando de un cuerpo en arena movediza—. Mierda. Maldito sea el infierno. He
sido mordido por un jodido vampiro.

—Cambia —sugirió Matt—. Eso ayudará.

Adam negó con la cabeza y apretó los dientes.

—No puedo —dijo Adam—. No puedo perder la credibilidad con Bonarata.


Tengo que permanecer humano. Tengo que salir de aquí esta noche con
Mercy… y antes de que lo haga, necesito averiguar en primer lugar por qué
demonios Bonarata la robó. Estúpidos malditos vampiros.

—De acuerdo —dijo Matt—. Aunque esto es muy poco diplomático si


estamos siendo grabados. ¿Hay algo que pueda hacer para ayudar?

—Ahora no —dijo Adam—. Yo mismo lucharé contra esto. Ahora que sé lo


que está pasando. Creo que lo conseguiré. —Tomó un profundo e irregular
aliento—. Esto me enseñará a ‘no’ escuchar a mi lobo. Me ha estado diciendo
que hay algo mal desde que… —Adam miró a Matt y le lanzó una sonrisa
sorprendentemente dulce, dado el sudor que le goteaba por la frente—, desde
que Mercy desapareció, supongo. Y ese era el problema. Demasiado difícil
distinguir un sentimiento malo de otro.

Se quedó en silencio. Matt puso una mano tentativamente en el hombro del

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otro lobo, y cuando Adam no se encogió de hombros, la dejó allí. No
compartían un vínculo, pero Matt era mayor de lo que parecía, y había maneras
de alimentar el poder mediante el tacto.

Adam levantó la cabeza y abrió los ojos hasta dejar ver el blanco cuando
sintió el torrente inicial. Tomó dos bocanadas de aire y luego dijo con voz ronca:

—Tendrás que enseñarme cómo hacer eso cuando todo esto termine. Se me
ocurren todo tipo de ocasiones en que sería útil.

Matt sonrió, aunque el otro lobo no podía verlo.

—Lo haré. —Y luego le dio más poder.

No era de tanta ayuda como hubiera sido la manada de Adam. Con una
manada, Guccio nunca habría podido tener tal control sobre la mente de un
Alfa. Que pudiera hacerlo decía mucho sobre el rango de Guccio entre los
vampiros. Sintió un aroma a Honey y supo que Adam estaba tirando de ese
vínculo, también.

Pudo sentir cuando Adam se liberó porque el cuerpo del lobo Alfa se relajó,
y su respiración se alivió. Cuando Adam abrió los ojos, eran de color marrón
oscuro una vez más.

—He dejado el vínculo en su sitio —le dijo a Matt—. No quiero advertir a


Guccio. Vamos a ver qué hace con él.

Las cejas de Matt se elevaron.

—¿Eso es prudente?

—Probablemente no —dijo Adam con una sonrisa que mostraba sus


dientes—. Pero lo tengo. ¿Me haces un favor?

—Lo que quieras —dijo Matt.

—Si empiezo a hacer lo que Guccio dice, toma esa pistola de la funda en tu
tobillo y dispárame con ella, ¿lo harás?

Matt sonrió.

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—Seguro.

Adam llevó la delantera de regreso al comedor. El vínculo de los mil diablos


que Guccio le había impuesto le hacía sentirse como la señorita Muffet en su
tupé, pero no podía darse el lujo de reaccionar ante la gran araña.

Trató de parecer que todo lo que había estado hablando con Smith había sido
el último episodio de Doctor Who, aunque no podía hacer nada con el sudor.
Afortunadamente, su traje ocultaba cualquier signo de humedad, incluso si no
había nada que hacer sobre el olor.

Como él había imaginado, a pesar de haberles dicho que todos comieran sin
ellos, todo el mundo estaba sentado con la comida enfriándose en sus platos o
en sus vasos, dependiendo de qué clase de monstruo fueran.

Sin decir una palabra más, Smith se dirigió a la mesa con los goblins y
Elizaveta, que le fruncía el ceño. Sintió algo, y una suave brisa, que olía a
Elizaveta, le rozó la piel. Su rostro quedó en blanco; y luego pareció satisfecha.
Ella saludó a Smith con una sonrisa agradable.

Adam se sentó frente a Bonarata, con Marsilia a su izquierda y Guccio a su


derecha. Había un cálido desayuno estilo americano en su plato, suficiente
comida para satisfacer a un hombre lobo. Si él tuviera que adivinar, diría que la
conversación no había ido demasiado bien mientras él se había ausentado.
Marsilia tenía la boca apretada, Guccio parecía divertido, y Bonarata parecía
particularmente amable.

—Siento haberte dejado —le dijo Adam a Bonarata—. Un asunto urgente.

—Pensé que tu piloto no era manada —dijo Bonarata.

—No lo es —aceptó amablemente Adam, tirando ketchup sobre sus


huevos—. Pero a veces los lobos sumisos se encuentran en problemas si están
alrededor de demasiada violencia. Dado que está aquí por mí, tiene derecho a
pedirme ayuda.

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Lo cual era una especie de verdad: la violencia se convertiría en un problema
para la mayoría de la gente a menos que fueran verdaderos sociópatas, y no
había necesidad de decirle a todos que Adam había sido el que necesitaba
ayuda.

La comida estaba buena, incluso fría, y Adam comenzó a comer con la


dedicación de un hombre agotado de luchar contra un ataque de vampiros. Tan
pronto como tomó el primer bocado, otras personas comenzaron a comer
también.

Un vampiro macho se detuvo junto a la mesa y le entregó a Bonarata una


nota. La leyó, frunció el ceño y miró a Adam.

—Esto es sobre las malas noticias que tuve —dijo—. Les dije ayer que mi
gente debía localizar a tu pareja y ayudarla si era necesario y si no simplemente
vigilar y decírmelo.

En lugar de matarla a la vista, pensó Adam.

—Toda mi gente ha sido contactada a excepción de uno, y de él no he tenido


ninguna señal en absoluto.

—Está en Praga —dijo Adam.


Bonarata lo miró con los ojos entrecerrados, y Adam supo que tenía razón.

—Mercy tiene esa… esa extraña habilidad para ir donde se reúnen los
problemas —le dijo Adam. Había comprendido hacía tiempo que no era
deliberado, y que tenía algo que ver con ser la hija de Coyote. Estaba bastante
seguro de que Mercy era completamente inconsciente de ello—. Mi esposa fue a
Praga. Una ciudad donde, mi gente me ha dicho, hay dos nidos de vampiros en
un lugar que solo debe ser territorio suficiente para uno. Esperemos que esté a
salvo con Libor de Moldava.

—Tú enviaste a la hija adoptiva de Bran, a quien amas, a Libor de Moldava


—dijo Bonarata. Porque, evidentemente, Bonarata sabía que había algo entre
Bran y Libor.

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—¿Sabes qué causó la enemistad entre ellos? —preguntó Marsilia con interés.

Adam había discutido sus escrúpulos sobre Libor con su gente, incluyendo el
problema secreto entre Libor y Bran. Marsilia sugirió que le preguntara al
propio Bran. Adam acababa de sacudir la cabeza y explicó que Charles le había
dicho a Ben que el secreto estaba protegido por un juramento de silencio. Llevar
su curiosidad hacia Bran sería inútil. Bran sin duda lo sabía, Adam les había
contado, que Charles le había dicho a Mercy que fuera a Libor. Si Bran hubiera
tenido alguna objeción, había tenido tiempo de sobra para expresarlas.

Bonarata sacudió la cabeza.

—Libor no habla mucho. Especialmente no habla con los vampiros. Me


informó de que cuando traté de reunirme con él hace unos meses para discutir
por qué su ciudad tenía dos nidos, uno de los cuales nadie puede encontrar, ni
siquiera mi… el Maestro de la ciudad. Tengo algunas ideas sobre ello. —
Frunció el ceño—. Probablemente fue un error retrasarlo, ya que el Maestro ha
dejado de ponerse en contacto. Lo probamos justo antes del amanecer, porque
no pudimos llegar a mi cazador.

—¿Es todavía el señor de Praga Strnad? —preguntó Marsilia.

—No —dijo Guccio—. Strnad se suicidó hace setenta u ochenta años.


Kocourek se apoderó de su ciudad.
Ella frunció el ceño.

—No recuerdo a Kocourek.

—Fue después de tu tiempo —dijo Bonarata en un momento.

—¿Es este Kocourek un tipo rebelde? —preguntó—. ¿O está en problemas?


¿O es que se aleja del teléfono durante un par de horas?

—Quizá Mercy le hizo algo —dijo Adam secamente—. Nunca puedes decirlo
con Mercy. Supongo que también hay autobuses en Praga.

Marsilia levantó una ceja hacia Adam, una amonestación para que se
comportarse. Adam tensó la espalda.

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—Es poco probable que Kocourek esté lejos del teléfono —dijo Bonarata—.
Eso es motivo de preocupación, ciertamente. Pero cualquier cosa más allá de
eso es pura especulación en este momento.

No sonaba como si fuera especulación. Parecía que estaba seriamente


enojado por ello. Adam sospechaba que a Kocourek no le quedaba mucho
tiempo en este mundo, pero eso era asunto de Bonarata.

—Estoy seguro de que entenderás —le dijo Marsilia— que Adam está
ansioso por recoger a su esposa. Especialmente si tus vampiros de Praga no
están respondiendo. Tal vez deberíamos seguir adelante con nuestros asuntos.
Tú cogiste a Mercy. ¿Por qué?

Bonarata frunció los labios, tomó un sorbo de su vino como si lo disfrutara.


Luego miró a Adam.

—Has hecho una jugada audaz —dijo— brillante, tal vez, para reclamar tu
ciudad como tu territorio y la promesa de proteger a toda la gente que vive en
ella. Has hecho de tu ciudad un lugar para que los humanos vayan a
relacionarse con los fae y los hombres lobo. Un lugar donde se sientan seguros.

«Los seres humanos van a ver a los fae, y los faes muestran sus verdaderas
caras, al menos parte de sus verdaderas caras allí. Todo porque has dicho que
puedes mantener a salvo a unos de otros. Es motivo de felicidad, algo lleno de
infinitas posibilidades y esperanza.

Jugaba con el vaso. Parecía frágil en sus grandes manos. Luego lo dejó con
un suspiro y dijo:

—Y cuando no funcione, vas a provocar una guerra con los humanos como
no se ha visto en este planeta desde que la Inquisición española inició las
Guerras de las Brujas. Cuando yo era niño, cada pueblo tenía un grupo de
brujas. Cada ciudad de cualquier tamaño tenía una bruja tan fuerte como
Elizaveta a cargo de ella. Los humanos lo iniciaron, llevando a las brujas a
romper tratados que habían estado en vigor durante siglos. Cuando terminó…
Durante cincuenta años pensé que habían conseguido matar a todas las brujas
del planeta.

Grupo Leyendas Oscuras | 298


El vampiro extendió las manos, luego las puso sobre la mesa a ambos lados
de su copa.

—No creo que tú, un cachorro con ni siquiera un siglo de edad, puedas hacer
esto que reclamas. Aún si el Marrok te ha quitado su respaldo, aunque tu pareja
sea esa mujer que dices es la hija de su corazón. Él espera que fracases, porque
si no hubiera creído que fracasarías, él se hubiera unido a ti. Tú no eres ningún
representante de los Señores Grises. No eres ningún representante de las
manadas de hombre lobo que se mudarán dentro de tu territorio porque el
Marrok no te ofrecerá más el manto de su protección. No eres rival para mí.

Le dirigió a Adam una sonrisa triste.

—No importa cuánto desee que fuera de otra manera.

Adam esperó hasta que Bonarata parecía haber terminado. Luego cortó una
media luna de un rollo espolvoreado con una llovizna de frambuesa y comió un
bocado grande. Se aseguró de masticarlo bien y pasarlo después con un trago
de agua.

—Tienes razón —dijo Adam—. El Marrok rompió con nosotros porque


pensó que íbamos a entrar en medio de una guerra que los fae estaban
iniciando contra los humanos. Necesitaba mantener al resto de las manadas de
hombres lobo fuera de eso porque, como bien sabes, si los fae centraban su
atención en eliminar a los hombres lobo, probablemente serían capaces de
hacerlo antes de que los humanos lograran destruir a los fae.

Tomó otro bocado y masticó lentamente.

—La pregunta que debes hacerte en este punto, Jacob, es, ¿por qué los fae no
destruyeron a Adam y a su manada al mismo tiempo? Todos los que estamos
en esta mesa sabemos que podrían haberlo hecho —dijo Marsilia.

Bonarata miró a Adam y le invitó a responder a la pregunta con una


elevación de la ceja.

Adam tragó su comida.

—Estás equivocado. Crees que tengo mi territorio por la fuerza. Pero eso no

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es así. Tengo mi territorio con el consentimiento de los gobernados. Creo que es
un concepto muy americano, por lo que nunca lo pensaste.

Comió otro bocado en silencio. El resto de la gente de la habitación —y tal


vez había cuarenta personas además de los suyos— parecía comprender que
algo estaba pasando, y se callaron para oírlo.

Adam decidió que había dicho suficiente. Si Bonarata quería saber más,
tendría que preguntar. Esta vez no era por dominación, o un juego de poder.
Esto era para subsistir. Si Bonarata hacía las preguntas que necesitaban
respuestas, sería más probable que creyera lo que oyera. Cuanto antes
comprendiera cómo funcionaba su zona segura y por qué, antes podría Adam
subir al avión y volar a Praga.

—Entonces, explícame —gruñó Bonarata— que me veo obstaculizado por ser


viejo y europeo. Explícame cómo un solo hombre lobo alfa puede dictar el
comportamiento a los Señores Grises. A Beauclaire, que tiene el poder de
arrasar las ciudades. A los hijos de Danu, que eran adorados como dioses.

—Oh, eso es sencillo —dijo Adam—. Ellos me hicieron hacerlo.

Silencio.

—No está mintiendo —dijo Marsilia—. Me gustó bastante el espectáculo.


Adam levantó su copa de agua hacia ella.

—Me acordaré de eso.

Entonces dejó caer su aire indolente y se sentó hacia adelante, metido de


lleno en el asunto.

—Cuando hicieron su éxodo dramático, los fae esperaban poder retirarse a


las reservas y nunca más tratar con seres humanos. Hace tres mil años podrían
haberlo hecho, se habrían retirado a Underhill y habrían vivido felices durante
todo el tiempo que quisieran hacerlo. Pero ese Underhill cayó y cerró sus
puertas a los fae, forzándolos a hacer la paz con los seres humanos, que se
reproducen tan rápidamente y aman el hierro frío que es la condena de la
mayoría de los fae.

Grupo Leyendas Oscuras | 300


«Trasladarse al Nuevo Mundo fue un movimiento desesperado, revelarse de
nuevo a la humanidad fue un movimiento desesperado, crear las reservas fue
un movimiento aún más desesperado. Estos últimos dieron sus frutos, o eso
creían. En las selvas del oeste de América del Norte, donde el hierro frío no
tiene el peso de la historia que tiene aquí, fueron capaces de reabrir los caminos
a Underhill en los territorios que controlaban. Lugares donde el hierro frío y el
cristianismo no tenían cabida. Así que les lanzaron la pelota a los humanos y se
retiraron, esperando que pudieran huir de este mundo.

Bonarata se detuvo asimilando aquello. Cuando Adam comenzó a hablar, el


vampiro levantó una mano.

—No lo había oído… un momento por favor.

Adam volvió a comer. Tal vez si no tuviera hambre, si no hubiera sido


soldado, la tensión en la habitación le habría quitado el apetito. Tal vez.

—Abrieron los viejos caminos —dijo Bonarata— pero no encontraron lo que


esperaban.

Adam asintió con la cabeza.

—Exactamente. Underhill no estaba contento con ellos, no estaba


completamente cuerda, y no tenía ninguna intención de permitirles volver y
reinar con su antiguo y arrogante estilo.

—Dejando a los fae atrapados en una jaula que ellos mismos habían
fabricado —dijo el vampiro.

Adam asintió con la cabeza.

—Ellos tenían algunas opciones. Una de ellas era salir a pelear. Incluso hace
cien años, podrían haber ganado una guerra con los humanos, aunque lo dudo.
Ellos tienen el poder, pero los fae simplemente no son suficientes, y un buen
porcentaje de ellos preferiría matar a otros fae primero, para luego ir a matar a
los humanos. ¿Ahora? ¿Con armas modernas? No creo que pudieran ganar esa
lucha, y tampoco lo creen la mayoría de ellos. Pero los fae todavía tienen el tipo
de poder que podría hacer que fuera una guerra sin ganadores. —Él chocó sus

Grupo Leyendas Oscuras | 301


puños juntos, hizo un sonido explosivo y silencioso, y los abrió como fuegos
artificiales—. Todos mueren. Algunos de los fae encuentran esto una opción
muy atractiva, la muerte en la gloria de la batalla.

Bonarata resopló de una forma poco elegante.

—Imbéciles —dijo—. ¿Dónde está la gloria si no queda nadie para contar la


historia?

—Por suerte, la mayoría de los Señores Grises están de acuerdo contigo —


dijo Adam—. Se habían encerrado en su fortaleza. Pero los fae no son vampiros
ni hombres lobo, que pueden vivir en paz con sus hermanos.

Su lobo se rio de eso. ¿Fae viviendo juntos en paz? Tal vez los hombres lobo,
si el Marrok estuviera allí para controlarlos. ¿Los vampiros? Sin embargo, son
mejores halagando a su anfitrión, y los vampiros eran mejores, generalmente,
en convivir que los fae.

—Si mantenían a su gente encerrada en las reservas durante mucho más


tiempo, morirían por sus propias manos. —Adam solo expresó lo que era obvio
para todos los que conocían a los fae—. Ya estaban empezando a asesinar y
torturar a su propia gente, por puro aburrimiento, creo.

—Si quieren regresar al mundo, tienen que negociar con los humanos de
nuevo —reflexionó Bonarata—. Pero ahora han educado a sus anfitriones
exactamente sobre cuán espantosos y poderosos son. ¿Cómo podrían
restablecer las relaciones después de eso?

Le dio a Adam una mirada de duda, indicando claramente que no creía que
Adam estuviera a la altura de ello.

—No creo que entiendas lo que Adam es para los humanos —dijo Marsilia—
. Se convirtió en un hombre lobo célebre casi desde el primer momento en que
salieron los hombres lobo. Es bueno observando, y sabe cómo moverse en los
corredores del poder. Era respetado por el complejo militar-industrial de los
Estados Unidos antes de que se supiera que era un hombre lobo. Era una
persona de confianza de alto nivel militar y político. Así que ayudó a entretejer

Grupo Leyendas Oscuras | 302


las relaciones entre los hombres lobo y los humanos. —Aquí Marsilia hizo una
pausa para sonreír irónicamente.

«Y entonces Mercy tomó a un puñado de la manada de Adam y mató a un


troll para salvar a los humanos. Arriesgaron sus vidas y fueron heridos en una
batalla que podrían haber evitado. Pero se pusieron entre los chicos malos fae y
los seres humanos y se convirtieron en héroes. Son celebridades.

—Estúpidos de nosotros —dijo Adam—. Porque eso dio a los Señores Grises
una idea.

—Te has preparado —dijo Bonarata sentándose hacia adelante. Con una voz
que imponía silencio y llena de poder, dijo—: Te han preparado. Te prepararon
para ser un héroe, fingiendo tener miedo de ti para que los humanos creyeran
que podrías hacer que los fae se comportaran.

Bonarata era sorprendentemente razonable para ser un hombre que acababa


de perder a una de sus mascotas. Elizaveta había dicho que el collar estaba casi
sin energía, ¿no? Y la bruja que lo había hecho ya no estaba trabajando para
Bonarata. Tal vez la muerte de Lenka no había sido tan imprevista como
parecía.

—La verdad es que —añadió Adam, dirigiéndose al tema que les ocupaba—,
nadie cree que los fae me tengan miedo. Ni los fae. Ni los humanos.
Ciertamente no a mí. Lo que ellos creen, porque lo hemos hecho, es que
pelearemos hasta la muerte para proteger a los humanos en nuestro territorio.
Pero, puedo decirte que si un fae mete la pata en mi ciudad, no tendré que
levantar un dedo para destruirlo, porque los faes lo harán por mí. Tenemos un
tratado firmado en sangre para ese efecto.

Marsilia se aclaró la garganta, y Adam pensó en sus palabras.

—Destruirlo a él o ella —dijo—. Los humanos creen que podemos


protegerlos… y podemos hacerlo. Se equivocan, un poco, porque no saben
sobre ese tratado, sobre por qué podemos protegerlos. Los fae saben que los
Señores Grises matarán para proteger ese tratado. Y los fae temen a los Señores
Grises.

—Lo más importante —dijo Marsilia—, es que los humanos no solo piensan

Grupo Leyendas Oscuras | 303


que Adam y su grupo pueden protegerlos, sino que ellos saben que Adam los
protegerá. Es un superhéroe como Lobezno o Spider-Man.

—Y no está solo mi manada para darle órdenes —dijo Adam. Él no era un


superhéroe, pero podía ver el punto de vista de Marsilia—. Está Marsilia y su
nido. Está Larry. —Él levantó su vaso de agua en la dirección de Larry y, a
veinte pies de distancia, Larry levantó el suyo en respuesta—. Está Elizaveta. —
Él y Elizaveta intercambiaron el mismo gesto lejano—. Están los propios fae.
Solo yo, por mis pecados, soy el rostro de esa protección para el público.

Bonarata lo observó pensativamente. Adam observó sus ojos y sostuvo su


mirada. Esta vez, Bonarata sonrió, una expresión amplia y generosa que era tan
honesta como era posible para un vampiro de su edad y talla.

Sí, pensó Adam, la muerte de Lenka había sido planeada. El dolor de


Bonarata había sido bastante real. Pero su muerte a manos de Adam y su
pueblo había sido planeada. Tal vez Bonarata quiso usar su muerte para
justificar la muerte de Adam. Parecía algo que un vampiro de la reputación de
Bonarata podría haber planeado. Había sido un accidente que Lenka hubiera
dado el primer golpe… y que Honey hubiera tenido completa justificación para
matarla.

Bonarata echó un vistazo alrededor de la habitación, y la gente volvió a


hablar y hacer otras cosas aparte de prestar atención a Bonarata. El sonido
ambiente volvió a la normalidad.

En esta semi privacidad, Bonarata le dijo a Marsilia:

—Recientemente perdiste a varias de tus personas más fuertes. Si me haces


una lista de mis vampiros a los que confiarías tu espalda, veré quién está
dispuesto a viajar contigo. —Hizo una pausa y luego dijo con evidente
sinceridad—: Puedes tomar el regalo como mi respaldo de esa idea de tu zona
segura. —Hizo una pausa—. Por otro lado, podrías regresar aquí, y enviaré
gente para reemplazarte para que los hombres lobo no queden sin apoyo.

Como un ‘te amo y deseo que vuelvas a mí’ le faltaba claridad y pasión, a
juicio de Adam. Si hubiera dicho algo poco convincente y no comprometido con
Mercy, ella se aseguraría de que él pagara por ello. No creía que a Marsilia le

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resultara más impresionante que a Mercy.

Marsilia miró hacia la mesa.

—Te quería —dijo en voz muy baja.

—Me desafiaste —dijo Bonarata en voz baja—. Lucharon conmigo. No podía


dejarlo pasar, por mucho que te amara.

Ella le dedicó una firme sonrisa.

—Has destruido a Lenka y a su pareja porque era más fácil que controlar tu
hambre por su sangre. Al destruirla, un hombre lobo fuerte, demostraste que
aún estabas al mando, una mentira muy grande. Funcionó solo porque la gente
está dispuesta a creer mentiras que son lo suficientemente grandes. Porque no
querías controlar tu adicción, no realmente. Disfrutaste del poder que la sangre
de un hombre lobo te dio en vez de reconocer la adicción como una debilidad,
que era más fuerte que cualquier poder que pudiera darte.

—Sí —dijo Bonarata sin disculparse.

—Tú amabas el poder más de lo que me querías —dijo—. Elegiste una vez
como elegirías de nuevo. —Ella sonrió, de una forma tierna y triste al mismo
tiempo—. Te conozco, Iacopo. No te cambiaría por nada. Pero no puedo vivir
aquí. —Hizo un gesto con la mano para indicar su casa, su ira, Milán. Todo—.
Soy útil donde estoy. Hay personas que dependen de mí. —Ella miró a Adam,
quien solemnemente asintió—. Es entonces mi decisión volver a mi casa. Te
enviaré una lista de personas en las que podría confiar, y puedes hacer lo que
quieras con ellas.

Adam terminó de comer. Miró a Guccio, que estaba mirando a los otros dos
vampiros. Guccio había pasado toda la comida sin decir más que una sola frase.
Adam estaba un poco, solo un poco, decepcionado de Guccio, de que el
vampiro no fuera a hacer nada, dejando a Adam en una posición incómoda. Tal
vez la historia que Guccio había contado sobre el hecho de marcar a Adam
había sido cierta, excepto que lo había mordido y atado en vez de eso. La marca
podría ser pasada por alto mientras que la mordedura nunca podría. ¿Debería
Adam dejar pasar la intrusión si Guccio no hacía nada? Adam encontró esa

Grupo Leyendas Oscuras | 305


respuesta extremadamente insatisfactoria, al igual que su lobo.

—Lamento lo que tuve que hacer —dijo Bonarata a Marsilia con voz suave.

Marsilia alzó una ceja con incredulidad, y Bonarata le dirigió una risa medio
avergonzada y abrió los brazos.

—Tienes razón. Necesitaba el poder, Marsilia. Si no lo hubiera tenido, no


habríamos sobrevivido.

Ella hizo un sonido que podría haber sido de desacuerdo.

—¿Tu sangre de hombre lobo te dio más poder que tener a Stefan y a mí a tu
lado? ¿Más que Wulfe? Tú lo rompiste, también, Iacopo. Él no es… Ya no es
seguro.

Bonarata asintió con la cabeza.

—Cuando vieron lo que estaba dispuesto a hacer, lo que podía hacer, dejaron
de luchar conmigo. Me permitió tomar las riendas aquí. Para mantenernos a
salvo.

Ella lo miró.

—Entonces, mi una vez amor, ¿de qué te arrepientes?


—De no poder haberte dicho lo que estaba haciendo y por qué —dijo—. De
haber tenido que hacerte daño.

Ella sacudió su cabeza.

—No pretendas que era parte de tu plan. Me lastimaste, te lastimé. Rompí


tus reglas, me alimenté de Lenka, y traté de romper tu control sobre ella. Fallé
en eso, a mi pesar. Me castigaste por romper tus reglas… pero mi verdadero
crimen fue herirte. Fue atrevido decirte que lo que habías hecho, lo que estabas
haciendo, estaba mal. Te conozco, Iacopo. No lo sientes por nadie, excepto por
ti mismo.

Ella no lo dijo como si lo condenara, pero lo decía en serio.

Grupo Leyendas Oscuras | 306


Su rostro perdió toda expresión.

—No me conoces, Marsilia. Conocías a la persona que yo era. Y llámame


Jacob.

—Muy bien —convino ella—. Pero yo también he cambiado. Ya no soy tuya


por encima de cualquier cosa, no soy tu espada. No siento la necesidad de
perdonarte nada, Jacob. Nunca volveré a languidecer por ti, aunque creo que lo
recordaré con cariño. Dentro de unos cuantos años, tal vez. —Miró a su
alrededor—. Y si realmente me quisieras de vuelta, habríamos tenido esta
conversación sin una audiencia. Habiendo discutido todo lo que necesitaba ser
dicho, Adam tiene que irse a Praga para encontrar a su compañera. ¿Tenemos
permiso para irnos?

Bonarata se recostó en su silla, mirando a Marsilia. Su rostro estaba triste,


hambriento y solitario.

—Creo que nuestro asunto está concluido. —Bonarata miró a Adam para
confirmarlo.

Adam analizó con atención al vampiro.

—Solo para dejar las cosas claras entre nosotros —dijo—. Sabes lo que
estamos haciendo en casa, y no es lo que pensabas. Los fae no van a matar
repentinamente a un montón de humanos de una manera espectacularmente
descontrolada porque no es de su interés. No habrá una segunda Inquisición
iniciada por nosotros. Ahora estás de acuerdo con eso y no enviarás a otro
equipo a atacarme a mí y a los míos. —Respiró hondo y tuvo que luchar para
evitar que su lobo gruñera—. Si lo haces, no volveré a venir en misión
diplomática. No soy un diplomático. Como tú, soy un asesino, y a cualquiera
que se le olvida merece lo que obtiene. Dicho esto, me voy tan pronto como
consiga que mi equipo esté preparado.

Bonarata dijo, muy tranquilamente:

—Ten cuidado, lobo. Recuerda lo que soy.

—Lo. Mismo. Digo.

Grupo Leyendas Oscuras | 307


—Adam —dijo Marsilia—. Jacob. Tal vez deberíamos estar de acuerdo en
que las cosas han sido resueltas.

Bonarata se levantó, dando permiso para que todos en la habitación hicieran


lo mismo. Adam se puso también de pie, colocando su silla bajo la mesa.

Bonarata rodeó la mesa, caminando alrededor de Guccio en lugar de


Marsilia.

—No diré que ha sido un placer —dijo Bonarata. —Pero ha sido interesante.
Os deseo suerte en vuestro empeño.

Extendió una mano, Adam alargó la mano y finalmente, finalmente Guccio


hizo algo.

—Sujétale —dijo Guccio en voz baja, enviando el mando al lazo de sangre


que había iniciado cuando se había alimentado de Adam en el vestíbulo esa
tarde.
Capítulo 12

Capitulo 12
Adam

Grupo Leyendas Oscuras | 308


y Matt Smith (quien no es el Doctor)

El agua moja y los vampiros traicionan.

Matt Smith había comenzado a preguntarse si la muerte de Lenka o algo más


había interferido con los planes de Guccio. Que Bonarata tuviera gente
esperando para usurpar su poder no era una sorpresa para él. Los hombres
lobos eran un poquito más honestos al respecto, por lo general, pero cuando
una raza era gobernada por el malvado más malo de los alrededores, por lo
general uno tenía que probar que era el bastardo más malo una y otra vez.
Hasta que un día no lo fuera, y alguien más tendría que pelear todo el tiempo.

Matt miró hacia el otro lado de la habitación a Bonarata, quien parecía estar
dándole el discurso de ‘adiós y buena suerte’ a Adam y Marsilia. O tal vez uno
encuentra a alguien más para deshacerse de los enemigos de uno. ¿Probablemente así
fue como Guccio había logrado todo esto sin llamar la atención de Bonarata?
Bonarata, el señor de la noche, quien había sido un príncipe de la Italia
renacentista, parecía improbable que fuera el tipo de hombre que perdonaba un
intento de golpe.

Si Guccio y Adam peleaban, pensó Matt, observando cuidadosamente a


Bonarata sin mirar a Guccio, entonces Bonarata no podría perder. Si Adam
mataba a Guccio, él estaba eliminando a un rebelde. Si Guccio asesinaba a
Adam, él sería debilitado considerablemente.

Matt colocó su servilleta sobre la mesa y comenzó a levantarse al mismo


tiempo que Bonarata y todos en la cabecera de la mesa se levantaban.

Grupo Leyendas Oscuras | 309


Adam tomó aliento mientras el vínculo entre él y Guccio se tensaba. Se
preguntó, brevemente, cuanto tiempo Guccio había estado planeando este
momento. Se preguntaba si debería matar a Bonarata o dejar que Guccio lo
hiciera, y entonces matar a Guccio.

Hoy no iba a ser el día de Guccio si Adam tenía algo que decir al respecto.
No porque fuera un fan de Bonarata, no lo era. Pero Bonarata era el mejor
camino hacia la paz para la gente de Adam. Si Bonarata moría y Adam estaba
involucrado, aunque solo fuera como esclavo de sangre, el mismo infierno que
Larry había prometido si Adam asesinaba a Bonarata por su cuenta aún caería
sobre su familia.

Rápidamente, Adam hizo como le fue dicho. Manteniendo la mano


estrechada, Adam se inclinó hacia delante como si fuera a hacer uno de esos
varoniles abrazos europeos, que eran tan populares en las películas de la mafia
con las que había crecido. Se estiró y puso su mano libre sobre el hombro de
Bonarata, sintiendo al vampiro ponerse rígido por la sorpresa y el comienzo de
la comprensión de que no todo estaba bien.

Guccio no había estado hablándole a algún sirviente o esbirro cuando había


dicho —Sujétale. —Él había estado ordenándole a Adam.
Guccio también comenzó a moverse.

Anclando sus piernas, Adam tiró bruscamente de Bonarata hacia él con sus
manos sujetas. Al mismo tiempo, usó la mano sobre el hombro del vampiro
para empujarlo hacia Guccio.

Sorprendido por el impacto inesperado, Guccio no había logrado sacar cuál


fuera el arma que había estado buscando, y fue atrapado momentáneamente
con su mano enredada bajo su chaqueta.

Adam usó ese momento para girar a Bonarata hacia Marsilia. Él confiaba en
que Marsilia mantendría a Bonarata a distancia de Adam el tiempo suficiente
para que fuera claro que no estaba tratando de matar al Señor de la Noche y
que no estaba bajo el control de Guccio. También esperaba que ella fuera capaz

Grupo Leyendas Oscuras | 310


de evitar que cualquiera de los aliados de Guccio asesinara a Bonarata mientras
Adam se estaba ocupando del asunto.

Para ayudar a ese resultado, Adam dijo:

—Protégelo, Marsilia. —Y también mientras él enfrentaba a Guccio, quien


rápidamente estaba recuperando su equilibrio en todo el sentido de la palabra,
Adam dijo—: No dejes que me mate, tampoco, por favor.

La mesa erupcionó en un rocío de bebidas, cristalería y utensilios de comer


mientras Guccio sujetaba el mantel (verde musgo hoy). El vampiro restalló la
tela como un látigo, convirtiendo los restos de la comida en armas voladoras.

Una copa de agua golpeó a Adam en el pecho lo suficientemente fuerte para


lastimarlo, y el envase de agua helada se estrelló a sus pies, haciendo el caminar
traicionero. Adam confiaba que las suelas de sus zapatos lo protegieran del
vidrio, pero el suelo cubierto de agua y hielo estarían resbaladizos.

Guccio sonrió, mostrando sus colmillos blancos. Entonces, en lugar de atacar,


comenzó un baile lento y perezoso diseñado para mantener a Adam sobre el
suelo mojado y permitirle a Guccio escoger su golpe.

Adam pensaba que los colmillos eran usados para mostrar algún tipo de
amenaza, pero, ya que estos eran solo ligeramente más largos que aquellos de
Medea, la gata de Mercy, no hacían mucho para intimidarlo. Guccio había
mantenido el mantel en su mano izquierda, sujetado suavemente cerca del
centro de la tela. Más interesante era la daga que Guccio sostenía en su mano
derecha.

Adam sabía de armas. Esta era vieja y bien hecha. La hoja mostraba diseños
en brillante plata, y Adam asumía que esta era plata verdadera. También estaba
bastante seguro de que los diseños probablemente eran una señal de que la hoja
estaba…

—Cuidado —dijo Elizaveta—. Hay magia en esa daga. Vieja y corrupta. No


puedo decir lo que hace.

Sí. Eso es lo que él había pensado. Probablemente no era un problema,

Grupo Leyendas Oscuras | 311


hechizar hojas, no importa lo que C&D12 le hubiera enseñado a una generación
o dos de gente joven, no eran un asunto fácil. Por eso era que los herreros como
Zee habían sido tan preciados y temidos.

La pelea comenzó antes de que Matt pudiera decir una palabra al oído de
Adam, y él no estaba seguro de qué habría sido, de todos modos. Todos los
demás se levantaron de sus mesas, también. La gente de la pequeña sanadora la
sacó de la habitación, sin embargo ella no parecía demasiado molesta por la
pelea y siguió girándose para conseguir un vistazo.

Y era una cosa linda, esta pelea. Matt pensaba en sí mismo como en un
hombre pacífico. Pero no podía negar que había belleza en la violencia, una
batalla entre dos guerreros bien entrenados.

Guccio era típico de la nobleza de su era. Rápidas y lindas palabras que


buscaban disfrazar cuan peligroso era. Volverse un vampiro no lo había
retrasado o dado a sus golpes menos poder. Él había estado peleando durante
cientos de años, y cada momento se mostraba, tanto en sus movimientos como
en la coreografía que le daba a esta pelea.

12 C&D: Mazmorras y dragones (juego de rol).


Adam dejó que Guccio guiara la pelea mientras prestaba atención al estilo de
pelea del vampiro. La cosa más notable acerca de esto hasta ahora era cuanto le
gustaba al vampiro hablar.

—¿Cómo te las arreglaste para soltarte de mi correa? —preguntó Guccio.


Sostenía la daga baja y centrada, su punta señalaba hacia el corazón de Adam.
Pero él estaba siendo cuidadoso, escogiendo su ataque, porque incluso aunque
Adam estaba desarmado, aún era un hombre lobo.

Adam no respondió, así que Guccio encontró su propia respuesta.

Grupo Leyendas Oscuras | 312


—Perteneces a Marsilia —dijo sabiamente. Y también incorrectamente.

Adam, quien había estado pensando en terminar esto rápidamente, decidió


que tal vez los vampiros aquí necesitaban una demostración de lo que un
hombre lobo podía hacer. Bonarata no necesitaba creer que Adam podía
desafiar a un Señor Gris, pero tal vez debería saber que Adam no era un
debilucho, tampoco.

—No —dijo él suavemente—. Pertenezco a Mercy.

Adam sabía algo acerca de pelear con una cuchilla. El ejército había
comenzado su educación, pero él había tenido medio siglo para añadirlo a lo
que sabía. El mejor luchador con cuchillo que Adam había encontrado sostenía
un cuchillo justo como Guccio lo hacía. Guccio era el producto de una edad más
temprana, con todos esos años para práctica.

Aunque la mayoría de su atención estaba en su oponente, Adam estaba


consciente de que la habitación había estallado en movimiento, tan pronto como
el mantel había anunciado el comienzo de la batalla. Bonarata había tomado el
control, y estaba apresurando a su gente a salir de la habitación tan
rápidamente como fuera posible.
Matt ayudaba a los no combatientes, humanos, vampiros, y otros, a salir de
la habitación. Lo más interesante era que Bonarata estaba haciendo lo mismo.

Cuando ambos ayudaban a una joven mujer a levantarse, Bonarata trató de


atrapar su mirada, Matt suponía que él no podía evitarlo. Siempre había mucho
debate sobre qué ventajas podrían tener los vampiros sobre los hombres lobos.
Matt siempre había sentido que era la necesidad que tenía la mayoría de los
lobos de establecer el dominio al encontrar las miradas. Era útil con otros lobos,
a menudo previniendo por completo baños de sangre o mal entendidos. Pero
hacerlo con un vampiro era un error.

La bestia de Matt era más prudente que eso. Matt dijo algo a la sollozante
mujer y la entregó a otra mujer, y las dos se apresuraron a salir del comedor.

Grupo Leyendas Oscuras | 313


Un vampiro quien había estado empujando una mesa para protegerse se
topó con Bonarata, y el Señor de la Noche agarró al otro vampiro y rompió su
cuello. Alcanzando con una mano casualmente, Bonarata rompió la pata de una
silla, había llegado a haber muchos muebles rotos alrededor, y apuñaló al
indefenso vampiro a través de su corazón.

Un segundo asesino se lanzó desde encima de una mesa cercana. Pero antes
de que lograra acercarse a su objetivo, Larry el duende, en una muestra pública
muy duende de por que uno nunca debería subestimarles, saltó encima del
vampiro y le arrancó la cabeza de un garrotazo. El cuerpo, ambas partes,
cayeron al suelo justo detrás de Bonarata, con Larry agachado encima de la
parte más grande.

Bonarata se giró, ya preparado para matar a quien fuera que estuviera detrás
de él. Captando la escena, el prudente y viejo vampiro llegó a la conclusión
correcta y detuvo su ataque, antes de que Harris tuviera que dar su vida al ser
atravesado con la pata de una silla que de otra manera habría empalado a
Larry. Bonarata les hizo a ambos duendes una ligera reverencia agradecido y
volvió su atención de nuevo a limpiar el cuarto de personal no necesario.
La atención de Adam estaba en su oponente, pero fue consciente cuando una
lucha confusa alrededor de Larry terminó en sangre, pero Larry aún estaba de
pie al final de esta. Adam tenía que confiar en que él podría cuidar de sí mismo.

Uno de los comensales, una humana, pasó muy cerca de Guccio. Por
casualidad él le dio un golpe de revés con su mano izquierda. Ella colapsó hacia
el suelo en un montón roto. Muerta, juzgó Adam sombríamente, antes de que
golpeara el suelo.

Pero no tenía tiempo de lamentarse por un extraño sin nombre. Guccio giró
el mantel rápidamente por encima de la cabeza y lanzó sus pliegues extendidos
hacia Adam, entonces salió apresurado justo detrás de este.

Era un clásico ataque de dos vías: lidiar con cualquier amenaza lo dejaba a

Grupo Leyendas Oscuras | 314


uno vulnerable a la otra, y si Adam trataba de moverse lo suficientemente
rápido para contrarrestar a ambas, se arriesgaba a perder su equilibrio.
Entonces, más que confiar en el traicionero suelo, Adam saltó hacia atrás, a la
mesa en la que tan recientemente él había estado comiendo. Aterrizó cerca del
borde trasero de la mesa.

Se inclinó un poco y añadió un pequeño empujón adicional con sus piernas,


lo cual arrojó la mesa con él encima. Agarró el mantel de Guccio y condujo la
mesa hacia el suelo, poniendo la pieza de mobiliario parada entre él y Guccio.

El vampiro saltó en el aire como un demente bailarín de ballet, elevándose


hábilmente sobre la mesa. Lanzó una patada hacia la pierna de Adam mientras
llevaba la daga hacia abajo en un corte de barrido al cuello de Adam con
velocidad inhumana.

Adam estaba feliz de que no fuera humano, tampoco. Torció sus caderas y
giró para evitar la patada y lanzó el mantel a la hoja de Guccio. La patada falló
por completo, y el mantel evitó el golpe de la daga, así que esta falló su blanco y
solo cortó una línea ardiente a través del hombro de Adam.

El impuso de Guccio lo llevó más allá de Adam y se detuvo a unos metros,


levantando la mojada daga hasta su frente en un saludo burlón que reclamaba
la primera sangre. Mientras retrocedía después del saludo, se tropezó con una
silla volcada y se distrajo momentáneamente.
Adam se movió con una fuerte patada frontal, pero el lobo, captando algún
movimiento que parecía equivocado, le advirtió. Adam abortó justo a tiempo
para evitar ser cortado cuando el vampiro levantó la daga entre ellos. El
tropezón había sido un engaño, y casi había funcionado.

Adam aguantó la patada pero tuvo que luchar para controlar su impulso
hacia delante. Guccio tomó ventaja de la pérdida de equilibrio de Adam y usó
la empuñadura de la daga para golpear la cabeza de Adam. Adam bloqueó la
daga, pero no la rodilla que condujo hacia su estómago.

Dolió, con un dolor sordo que se fue construyendo hasta aumentar,


oscureciendo su visión en ondas que declinaron y fluyeron. Los vampiros eran
casi tan divertidos para pelear como los hombres lobos.

Grupo Leyendas Oscuras | 315


Con la habitación en su mayoría vacía, Matt se dedicó al grupo de
espectadores en el centro del suelo despejado.

Guccio era un excelente luchador, no había duda de eso. Pero


ocasionalmente aparece un luchador, humano o de otra clase, tan hermoso de
observar que convierte la pelea en un gran arte, algo que Matt sentía como un
privilegio y un honor observar. Sugar Ray Robinson había sido así, tanto
elegante como poderoso. Matt había visto a Robinson pelear muchas veces, tan
a menudo como pudo.

Adam Hauptman era otro de la clase de Robinson.

No se movía más de lo que necesitaba con el propósito de evitar un ataque,


media pulgada aquí, un cuarto allá. Se mantenía mayormente a la defensiva,
dejando que el vampiro revelara sus secretos. Ni la cara de Adam ni su cuerpo
revelaban nada, y él parecía relajado y en control, no era una visión usual de un
hombre lobo en una pelea contra un oponente tan bueno como Guccio de’
Medici, quien era un descendiente por línea masculina de esa muy famosa
familia, como le fue dado a entender a Matt. Harris había sido una fuente de
información sobre la gente de Bonarata.
—Hauptman puede pelear —dijo Bonarata suavemente. Por un momento,
Matt pensó que él estaba siendo abordado.

—Sí —estuvo de acuerdo Marsilia—. Es el cuarto más fuerte entre todos los
hombre lobos en el Nuevo Mundo. Es joven para tal rango, pero este es el por
qué es suyo.

Adam notó que la habitación se había vaciado con sorprendente velocidad,


manteniendo el daño colateral a un mínimo. Un grupo de observadores, entre
ellos Bonarata, extendiéndose alrededor de la habitación, cuidadosos de evitar

Grupo Leyendas Oscuras | 316


la zona de combate. Él confiaba que todos ellos fueran gente que podía
defenderse. Un inocente muerto en este desastre era suficiente.

Él y Guccio dieron vuelta alrededor de la habitación, saltando sobre sillas


caídas y cubertería descartada. Dos veces más, intercambiaron golpes, con
ninguno tomando ningún daño serio. Adam necesitaba terminar esto
decisivamente, pero la daga del vampiro significaba que él mantenía esa ventaja
al alcance.

Dieron vueltas unos pocos segundos más, entonces Guccio se lanzó


suavemente en una larga y fácil arremetida. Rápido como una serpiente
atacando, la daga se movió hacia el estómago de Adam. Solo un cambio en el
peso había señalado el movimiento, pero Adam dio un paso hacia atrás,
forzando al vampiro o a fallar por poco o a comprometerse a atacar en una
dirección inconveniente. Guccio, probando que no era un novato, abortó la
arremetida antes de acercarse lo suficiente para permitirle a Adam
comprometerlo.

Guccio sonrió con desdén.

—Veo que tienes algo de entrenamiento —dijo—. Tu maestro era inferior. Tu


trabajo de pie es rígido…
Yo y Muhammad Ali, pensó Adam, aunque no respondió en voz alta. Flotamos
como una mariposa y picamos como una abeja. Nadie era perfecto, y pelear era
siempre un gran compromiso. Pero su trabajo de pie estaba bien.

Guccio aún estaba hablando, tratando de distraer a Adam con las palabras.

—Estás demasiado preocupado defendiéndote para lanzar una ofensiva


adecuada. Había esperado más de ti, el gran Adam Hauptman. Permíteme
educarte.

Guccio tiró otro mantel y lo dejó caer sobre su brazo izquierdo. Este colgaba
a la altura de la rodilla.

—Este es el manto —dijo él—. Su uso es confundir y ocultar. —Hizo con la

Grupo Leyendas Oscuras | 317


daga una rápida floritura, moviendo su mano con la daga debajo de la tela—.
La daga se esconde detrás del manto —dijo—. Y ahora comienza el juego.
¿Dónde está la daga, y donde atacará?

Cuando Guccio se movía, él hacía que la tela bailara en una forma diseñada
para llevar a Adam a hacer presunciones acerca de su movimiento y la posición
de la daga. Dos veces Adam estuvo seguro de que vio el comienzo de un
ataque, pero el lobo estuvo en desacuerdo, leyendo la intención del vampiro de
forma diferente. Adam escuchó al lobo.

Guccio movió la tela en un barrido ondulante, mientras la daga aparecía en


un agarre invertido, cortando hacia la garganta de Adam. La hoja acostada
hacia atrás a lo largo del brazo de Guccio. La mayoría de los bloqueos o agarres
resultarían en serio daño a las manos de Adam. Mientras esta pasaba como un
borrón hacia el otro lado de la garganta de Adam, el vampiro dobló su muñeca
hacia atrás, permitiéndole a la hoja saltar hacia delante y hacer un camino más
amplio. El cuerpo de Guccio estaba cerca, detrás de esta, deslizándose en un
arco más allá de Adam.

Adam echó su cabeza hacia atrás. La hoja cantó mientras pasaba, cortando
nada más que aire. Adam lanzó un duro y corto golpe. Golpeó, pero la tela
ondeante lo había hecho calcular mal, y fue solo un golpe lateral, apenas lo
suficientemente duro para hacer que Guccio diera un corto paso para recuperar
su equilibrio. El vampiro giró pasando a Adam, descartando el mantel. El verde
material tejido ondeó hasta el suelo para aterrizar al otro lado de los pies de la
mujer muerta.

Cuando Adam giró para enfrentar al vampiro de nuevo, un agudo dolor


llamó su atención al tenedor clavado justo debajo de sus costillas en el lado
izquierdo. Guccio debió haber agarrado el tenedor con el mantel y usó la tela
para cubrirlo.

La cubertería de plata, la verdadera cubertería de plata era de plata esterlina,


90 por ciento plata. Todo excepto el cuchillo. Si Guccio lo hubiera estacado con
un cuchillo de mesa, Adam lo habría sacado y esperado que su cuerpo sanara
en una manera razonablemente rápida.

El tenedor quemaba.

Grupo Leyendas Oscuras | 318


Guccio le sonrió, luego inclinó su cabeza, escuchando. Adam lo escuchó,
también. El tenedor había penetrado en el diafragma de Adam, permitiéndole
al aire pasar hacia la cavidad de su pecho. Su pulmón izquierdo lentamente
estaba colapsando, y sacar el tenedor solo serviría para acelerar el proceso. Las
heridas hechas con plata tenían que ser curadas como las humanas sanaban.
Esta pequeña herida cambiaría todo, y ambos lo sabían.

Adam retrocedió lentamente, y Guccio lo siguió, los movimientos del


vampiro lentos. Estaba confiado en su victoria. Ahora que la presa estaba
herida, no había prisa. Los hombres lobos matan a sus presas rápidamente, pero
los vampiros, como los gatos, disfrutan jugando con su comida.

Adam intentaba usar la confianza y entusiasmo de Guccio contra él.

Él abrió los vínculos de la manada. Sin embargo la única de su manada cerca


era Honey, ella era un profundo pozo de poder, y se lo dio libremente. Su
energía hormigueó hacia él, fresca y vigorizante, tragándose el dolor.

Adam continuó retrocediendo, respirando superficialmente. Dobló a lo largo


de una mesa volcada hasta que topó con una de las mesas más grandes, donde
alguien había estado limpiando la mesa y dejó uno de esos carritos con un cubo
negro encima, un cubo lleno con platos.
La gente de Bonarata cenaba con fina porcelana china.

El ayudante, ¿o asistente?, amablemente había apilado los platos para Adam.


Recogió varios en su mano izquierda y con la derecha lanzó el de arriba hacia el
vampiro.

Guccio estaba a menos de tres metros de distancia.

Algunas personas pueden pensar que un plato es un arma muy pobre.


Algunas personas no eran hombres lobos que podían lanzar las cosas a
velocidades que un lanzador de ligas mayores envidiaría. El primer plato
golpeó el brazo que Guccio levantó para bloquearlo y explotó, enviando
afilados fragmentos de porcelana vidriada volando como metralla. El impacto
también sacó el cuchillo de la mano de Guccio. Este voló, golpeó una mesa, y

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cayó el suelo a unos tres metros y medio de distancia. No por completo fuera de
juego pero lo suficientemente cerca.

El segundo plato le dio por completo a Guccio en la garganta, el estrecho


borde rebanó como un cuchillo, separando la carne y abriendo una segunda
boca que sangró oscura y viscosa sangre.

El tercer plato golpeó a Guccio en la frente, destrozándose en el impacto y


dejando otro corte sangriento con grandes fragmentos encajados en su cráneo.

Atónito por los rápidos impactos, Guccio dio otro par de pasos hacia atrás.
La sangre de su frente corría hacia su ojo izquierdo. La limpió y abrió su boca
para decir algo.

Y Adam sacó la H&K13 de la funda de su hombro. El primer tiro le dio al


vampiro justo debajo de su ojo izquierdo. Una .40 no era el calibre más grande
en el mundo, pero la moderna munición hacia la mayoría del trabajo. Adam no
llevaba cualquier munición.

Una gran porción de la cabeza del vampiro explotó, fragmentos de hueso y


tejido volaron dos metros y medio o más.

13 H&K: Empresa alemana fabricante de armas.


La magia vampírica que vinculaba a Guccio con su media vida no cedió
fácilmente. Guccio no estaba muerto; se balanceó sobre sus pies con una
expresión de confusión en su rostro. Al parecer su lobotomía a alta velocidad
había degradado sus capacidades de pensamiento porque solo se quedó ahí
parado. El tejido en carne viva se retorcía y pulsaba en la herida abierta
mientras el cuerpo del vampiro luchaba por reparar el daño.

—¿Un arma? —dijo Bonarata tranquilamente.

—¿Por qué no le disparaste antes? —preguntó Marsilia—. Tuviste tiempo


para hacerlo después de que enviaste a Iacopo hacia mí.

—Porque —dijo Adam— necesitaba que Bonarata supiera que puedo


defender mi territorio de los vampiros sin ninguna ayuda en absoluto. Guccio

Grupo Leyendas Oscuras | 320


es uno de sus vampiros más fuertes. Me atacó armado con una daga, y podía
haberlo vencido con una pila de platos. —Él puso dos tiros más en Guccio, esta
vez entre sus ojos.

Guccio cayó desparramado en el suelo, boca arriba. Había tres hoyos precisos
y solo un poco de sangre de los disparos. El daño verdadero estaba escondido
de la vista. Había sido un hombre bonito, pero sus rasgos solo fueron visibles
por un momento.

Los vampiros muertos tan viejos como Guccio se secaban y se volvían


cenizas muy rápidamente.

—El arma solo hace las cosas más rápidas. —Satisfecho de que Guccio
estuviera permanentemente muerto, Adam miró a Marsilia—. Pero si hubiera
usado el arma justo al comienzo, habría habido una muerte menos. —Miró a
Bonarata—. En mi territorio, habría usado la pistola.

—¿Por qué peleaba con tanta decisión? —preguntó Larry—. Actuaba como si
en realidad tuviera una oportunidad. Una vez que Adam se aseguró de que el
asesinato no se llevara a cabo, Guccio estaba acabado. Incluso si hubiera
vencido a Adam, su elemento sorpresa se había ido. Tú no lo habrías dejado
vivir.
Bonarata miró alrededor a la mayormente vacía habitación y suspiró.
Además de la gente de Adam, había cinco o seis vampiros.

—Mi gente —dijo Bonarata—. ¿Cuántos habéis sido obligados a seguir a


Guccio mientras estaba vivo?

Todos ellos levantaron las manos.

—Criar nuevos niños es problemático —dijo Bonarata—. ¿Comprendéis


cómo funciona? Reúnes ovejas y los cuidas. Y en unos pocos años, cinco o seis
de promedio, si eres cuidadoso, tendrás a uno preparado que puede volverse tu
niño. Por ese, tendrás que cuidar a una docena quienes, por una razón u otra,
nunca vivirán para volverse vampiros. Una vez que has cambiado a tu novato,
años después de eso, algunas veces décadas o siglos, aún tienes que

Grupo Leyendas Oscuras | 321


alimentarlos y asegurarte que no se porten mal. Con el tiempo, esperas, que
ellos se irán por su cuenta y serán capaces de producir sus propios niños.

—Soy una niña de Bonarata —dijo Marsilia—. Y conozco a otros, pero hay
pocos de nosotros. —Le dio a Bonarata una rápida y afectuosa sonrisa—. Él es
demasiado perezoso para cuidar niños.

Debía haber sido un viejo chiste porque sonrió de vuelta.

—Los vampiros somos criaturas egoístas.

Marsilia lo completó diciendo:

—Es la única razón por la que los vampiros no han tomado el mundo.

—Stefan es el único vampiro que conozco que nunca estuvo atado a su


maestro por la compulsión mágica de obediencia. Yo mismo destruí a mi
creador cuando decidí en qué quería convertirme. No podía permitirme el tener
a alguien con quien tendría un problema al negarse —dijo Bonarata.

Wulfe había sido el creador de Bonarata.

—Creemos que una vez que un vampiro puede sobrevivir por sus propias
habilidades, más que por la necesidad suplementaria de alimentarse de su
creador o de otro maestro para mantener su humanidad, es tiempo para
liberarlos de su obligación. Cuando un niño mío renuncia a alimentarse de mí,
el lazo de obediencia se desvanece, aunque no desaparece —dijo Marsilia.

—Por lo general. Usualmente puede ser revivido —dijo Bonarata. Miró a


Larry—. Lo cual es el camino lógico a seguir para un vampiro como Guccio. Él
podía forzar la obediencia no solo de sus propios niños, sino de los niños de
ellos, también. Y a través de ellos, de sus niños. Todo lo que tendría que hacer
es alimentarlos de su propia vena, y serían suyos. —Miró alrededor del cuarto,
donde la gente, en su mayoría vampiros, estaban regresando ahora que era tan
seguro como cualquier lugar con vampiros anidados podría serlo.

Mientras Marsilia y Bonarata habían estado explicándole las cosas a Larry,


Stefan había entrado brevemente en la habitación. Él miró alrededor, y sus ojos

Grupo Leyendas Oscuras | 322


encontraron los de Adam y bajaron por su cuerpo, tomando nota del daño.
Stefan atrapó el brazo de otro vampiro y la escuchó atentamente. Giró sobre sus
talones y salió de nuevo. Adam imaginó que había sido enviado por Honey,
quien habría sabido que algo había pasado pero no qué.

Smith, quien había aparecido con un mantel que había desgarrado en


pedazos, sacó un cuchillo de alguna parte y empezó a cortar la chaqueta del
traje de Adam.

—Así que tu gente aquí, la mayoría de ellos, tenía que obedecer a Guccio y
no a ti, y, ¿tú no pensaste que fuera un problema hasta hoy? Si Guccio hubiera
ganado, habría enviado a tu propia gente contra ti —dijo Larry.

Bonarata sonrió, pero esta no tocó sus ojos.

—Oh, sabía que era un problema.

—Y decidió usar a Adam para que lo resolviera por él —murmuró Matt


Smith, sonando, sin embargo, cómo que él podía admirar eso.

—Siendo perezoso. Espero que tuvieras planes de contingencia en caso de


que Adam hubiera fallado en eliminar a Guccio —dijo Stefan.
Él había regresado por una puerta diferente, y Adam no se había dado
cuenta. Traía a la sanadora de Bonarata, Stacia, por una mano. Ella observó a
Adam con grandes y tristes ojos.

—Eso realmente fue una especie de cumplido, Adam —dijo Stefan, sus ojos
fijos en los de Bonarata—. Si él hubiera pensado que tú perderías, no te habría
hecho caer en una trampa, porque entonces Guccio no habría tenido nada que
perder y Iacopo habría tenido que entrar en acción. ¿Cómo te las arreglaste para
que Guccio ‘descubriera’ ese gris-gris?

—Sabías lo que era cuando trajiste a tus amigos aquí. No tienes razón para
estar molesto —dijo Bonarata. Pero había un aire de complacencia en el Señor
de la Noche que le dijo a Adam que estaba feliz de ser descubierto. Estaba

Grupo Leyendas Oscuras | 323


orgulloso del juego que había planeado.

—Él no engañó —dijo Adam.

Marsilia sacudió su cabeza.

—Mi vida es mucho más pacífica ahora que no vivo en tu mundo, Jacob. —
Ella miró a Adam—. Él lo arregló todo. El titiritero detrás de las marionetas. ¿Y
qué si Guccio se las hubiera arreglado para sobornar a Adam? ¿Sabes, Jacob,
que la compañera de Adam es peculiarmente inmune a los poderes vampíricos?
¿Y que ella puede pasarle eso a Adam?

—No —dijo Adam sombríamente—. No lo sabía. Hasta que tú se lo acabas


de decir. Gracias. —El discurso fue un poco difícil con un pulmón colapsado y
eso no estaba mejorando con el tiempo mientras el aire escapaba. Él decidió que
estaba bien si todos en la habitación, excepto Matt Smith, pensaban que Guccio
nunca había tenido a Adam en su poder. Eso podía evitar que el siguiente
vampiro lo intentara.

La chaqueta de Adam estaba hecha en pedazos en el suelo cubierto de vidrio.


Smith desató la funda de hombro de Adam y se la entregó, sin una palabra, a
Harris. Él desgarró la camisa alrededor del tenedor pero se detuvo cuando
Adam habló.
—¿Lo es? —dijo Bonarata, sorprendido—. Ella se convirtió en un perro
pequeño, Lenka me lo dijo. Un perro salvaje. ¿Era un coyote? ¿Es tu esposa un
caminante, Adam? ¿Un descendiente de Coyote? Fascinante. Así que Wulfe no
estaba mintiendo tan desesperadamente como pensé que hacía. Si lo hubiera
sabido, la habría mantenido más tiempo.

Adam levantó una ceja.

—No era probable —dijo Adam, y tosió, lo cual verdaderamente apestaba.


No quería colapsar en frente de la presente compañía, así que se concentró en
respirar un poco.

—Mercy es escurridiza —dijo Marsilia—. Si la hubieras retenido, te habrías


arrepentido. Lo siento, Adam. Incluso si no lo hubiera sabido, lo habría

Grupo Leyendas Oscuras | 324


averiguado bastante pronto. Ella hizo algo tan interesante como escapar de sus
garras. Habría hecho una cuestión de honor averiguar acerca de ella, y lo que
es, ya no es tan secreto como lo mantuvo antes de unirse a tu manada.

Bonarata sonrió.

—Lo que él sabía —dijo Stefan sombríamente—, porque tuvo la oportunidad


de experimentar con Lenka y su compañero, fue que una simple alimentación
sin consentimiento nunca sería suficiente para retener a un hombre lobo alfa.
Espero que le ocasionara grandes problemas hacer que Guccio pensara que los
hombres lobos, para un vampiro de su poder, serían presa fácil, sin mencionar
el pequeño giro que hace de un hombre lobo alfa mucho más difícil.

A menos que ellos estén viajando sin sus manadas, pensó Adam. Imaginó que él
conservaría eso para sí mismo.

—Así que esto fue una trampa —dijo Smith, regresando a su trabajo auto-
designado de quitar la camisa de Adam. No se preocupó por un cuchillo. La
seda era fuerte, pero las costuras cedían sin problemas ante la fuerza del
hombre lobo—. ¿Tú secuestraste a la compañera de Adam para que se ocupara
de tu pequeño problema con tu subordinado?

—No —dijo Marsilia antes de que Bonarata pudiera decir algo—. Él es


completamente capaz de manejar veinte planes al mismo tiempo sin sudar.
Honestamente estaba preocupado de que nuestra situación en Tri-Cities
pudiera causarle problemas a él. Pero una vez que estábamos aquí, decidió usar
un problema para eliminar otro. Si hubiera cambiado de opinión acerca de lo
que estamos logrando, simplemente habría matado a Adam después de que
Adam asesinara a Guccio por él. Si Adam en verdad hubiera sido atrapado en el
juego de Guccio, los habría matado a ambos. —Ella miró a Adam—. Él es
perezoso, pero eso no significa que no sea peligroso. Guccio se permitió olvidar
eso. Tú no deberías ser como Guccio.

Ella miró a Bonarata:

—Estás volviéndote aburrido, Jacob. —Interesante, pensó Adam, que


Bonarata estaba empezando a dar un respingo cada vez que ella lo llamaba

Grupo Leyendas Oscuras | 325


Jacob, aún cuando él mismo había insistido es eso—. Hubo un tiempo en que te
habrías encargado de alguien como Guccio mucho tiempo antes de que llegara
tan lejos. Disfrutaste jugando con él, y eso es peligroso. No solo para ti, puedes
cuidar de ti mismo, sino para aquellos que dependen de ti.

Bonarata la miró:

—Quédate, mi hermosa y mortal flor, mi hoja brillante. Quédate conmigo,


¿por favor? Te necesito. ¿Ves en lo que me estoy convirtiendo sin ti?

Marsilia negó con su cabeza, y dijo sin apresurarse:

—Ni por todo el oro en el océano ni piedras preciosas en el mar me quedaría


más contigo.

—Esto va a ser desagradable —le dijo Smith a Adam, estirando una mano
hacia el tenedor.

—Espera —dijo Stefan.

—Espera —dijo Adam—. Guccio no estaba viniendo por mí. Yo lo encontré


dirigiéndose hacia Harris y Smith. Smith debería haberle dado a Guccio lo que
él quería, un lobo bajo su control.

—Guccio solo necesitaba un hombre lobo —dijo Marsilia—. Cualquiera


serviría. Entonces él podría causar una guerra en la cual los hombres lobos
fueran la causa de la muerte de Bonarata. Si se hubiera vuelto conocido que
Guccio lo asesinó… tú no lo adivinarías, pero Bonarata tiene amigos, muchos
casi tan peligrosos como él mismo. ¿Si Guccio y un hombre lobo trataban de
matar a Bonarata? Entonces Bonarata podría desquitarse moviéndose hacia el
territorio del Marrok. Smith no es uno de tus lobos, Adam, pero él es uno de los
del Marrok.

—¿Me habrías vengado? —le preguntó Bonarata a Marsilia en voz baja.

—Podría haber ayudado a Guccio a matarte —dijo ella—. Ahora nunca lo


sabremos.

Bonarata se rio.

Grupo Leyendas Oscuras | 326


—Sus planes son como hidras —dijo Stefan—. Con muchos tentáculos tejidos
juntos. No le importa cual camino sea tomado tanto como todos los posibles
resultados lo dejen en la cima. —Se giró hacia la sanadora fae, quien había
estado meciendo su mano en las suyas y mirando hacia una mesa rota como si
esta fuera un Picasso—. Iacopo le debe a este lobo un gran favor —le dijo a
ella—. ¿Sanarías a mi amigo?

—A ella no le ha quedado mucho poder —dijo Bonarata, aunque en verdad


no protestó—. Usó mucho en la compañera de Adam, nuestra pequeña coyote.

—No es una gran herida —respondió Stefan—. Solo está en un lugar extraño.

Trajo a la sanadora hacia Adam y la liberó, murmurando algo en italiano.


Ella asintió, usando esos extraños grandes movimientos que Adam había visto
antes.

Smith había retrocedido. Stefan puso su mano en el tenedor.

—Prepárate, lobo —dijo Stefan.

Adam asintió, y Stefan sacó la plata de la herida. Casi inmediatamente la


pequeña sanadora puso sus manos en el costado de Adam, y el calor reemplazó
la quemadura de la plata. En un momento o dos, y él podría respirar de nuevo.
Ella se tambaleó un poco mientras quitaba sus manos. Su piel era más pálida de
lo que lo había sido un momento antes, y él estaba bastante seguro de que
estaba más delgada, también. Estiró una mano hacia su quemando hombro,
pero él atrapó sus manos antes de que ella pudiera tocar ese. Había habido
magia en la daga, pero su lobo le aseguró que esta solo había causado que la
herida se sanara despacio; no había corrupción en esta.

—Suficiente, pequeña hermana —le dijo—. Esa no me va a dar muchos


problemas. Arreglaste la mala. Gracias. —Él besó su mano de nuevo porque
esto había parecido complacerla mucho la primera vez. Entonces se inclinó y
besó su mejilla—. Estaré bien —le dijo.

—Niki —llamó Bonarata. Y cuando una regordeta mujer humana vino a su


llamado, entregó a la sanadora a su cuidado—. Llévala a su habitación —dijo—.
Pero detente en la cocina y asegúrate de que el cocinero le dé algo de comer.

Grupo Leyendas Oscuras | 327


La gente se estaba moviendo por la habitación ahora, enderezando mesas,
recogiendo el vidrio, y a los muertos. Bonarata vio a Adam mirar las cenizas de
Guccio, y dijo, en una voz herida:

—Esos platos eran porcelana de Limoges de doscientos años de antigüedad.


Será muy caro encontrar reemplazos.

Adam habría dicho algo severo, pero la mujer que los había llevado a su
mesa esta mañana se detuvo enfrente de Bonarata y se dejó caer de rodillas,
desparramando los manteles que estaba llevando mientras lo hacía.

—Él no nos dejaba decírtelo —dijo ella en un susurro—. Yo traté, intenté


romper su control, maestro.

—Annabelle —dijo Bonarata gentilmente—. Lo sé.

—Tú eres muy benévolo. —Sollozó, estremeciéndose.

—No —dijo Bonarata, su voz aún suave—. Me malentendiste, niña. Lo sé.

Ella se congeló. Bonarata hundió la daga con la que Guccio había estado
peleando a través de su espalda y hacia su corazón. Cayó, golpeando el suelo
más cenizas que cuerpo. Al parecer la daga era más mortal para los vampiros
de lo que era para los hombres lobos.
—Lástima —dijo Bonarata—. Ella era útil. —Miró alrededor a sus vampiros,
quienes de repente estaban todos ocupados activamente en cualquier trabajo
que pudieran encontrar—. Confío en que será la última que tenga que eliminar
por esto.

—¿Tú lo viste recoger esa daga? —preguntó Smith muy tranquilamente.

Adam negó con la cabeza, pero Larry, quien estaba demasiado lejos para oír
algo tan en voz baja, captó la mirada de Smith y se acercó.

Cuando se paró cerca, él dijo:

—Elizaveta la llamó hacia ella, y entonces se la entregó a Bonarata.

—Mmm —dijo Smith.

Grupo Leyendas Oscuras | 328


Adam miró a Elizaveta, quien estaba sentada a una mesa bebiendo una taza
de té. Ella se encontró con sus ojos, sonrió, y bebió su té.

Bonarata insistió en viajar con ellos hasta Praga. Aún no tenía noticias de su
hombre allí. Ya que ellos se estaban dirigiendo en esa dirección, solo sería una
gentileza permitirle viajar con ellos.

Bonarata pasó todo el tiempo que ellos viajaron en conversación con Marsilia
y Stefan. Mayoritariamente con Marsilia, y no sonaba como a negocios. Las
pequeñas cosas que Adam oía por casualidad eran más como viejos amigos
poniéndose al día.

Adam se aseguró que el Señor de la Noche se mantuviera lejos de Honey.


Además de ser alertada que Bonarata iría con ellos, ella se había vestido en
jeans con una camisa suelta tamaño grande que olía como la de Smith. Se había
limpiado el maquillaje de su cara.

Cuando al principio él había visto su nuevo disfraz, Adam dijo:

—Podrías usar un biquini, y no lo dejaría tocarte.


Ella había sonreído sombríamente.

—Mataría al viejo bastardo primero. Y aún lo necesitamos vivo. Así que voy
a mantenerme fuera de la vista tanto como pueda —respondió Honey.

—Y si tú lo matas, te ayudaré a enterrar las cenizas, y podemos culpar a


Guccio —dijo Adam.

Honey le sonrió y levantó un puño, el cual él golpeó con el suyo. Pero


cuando ella hizo ruidos explosivos y dejó que su puño se abriera y bajara hasta
su lado, él solo observó.

Grupo Leyendas Oscuras | 329


Aterrizaron en el campo que David Christiansen había arreglado para ellos.
Ninguna pregunta fue hecha excepto aquellas pertinentes al mantenimiento y
recarga del avión. El contacto de David incluso los proveyó con dos furgonetas.

Cuando Adam preguntó, Smith y Harris escogieron venir con ellos.

—¿Están seguros? —les preguntó Adam.

—Tú no crees que Mercy está con Libor —dijo Smith.

Adam negó con la cabeza.

—Has oído a Libor al teléfono. —Adam había llamado al otro alfa para
decirle que estaban de camino. Libor apenas le había dado su dirección y
colgó—. ¿Eso sonaba como un alegre y arrogante bastardo que ha tenido éxito
en cuidar a la mujer que otro alfa se las arregló para perder?

—Entonces puede que necesites a toda la gente que tengas —dijo Harris—.
Iremos.

Bonarata había estado hablando con Marsilia. Él miró hacia Adam.

—Es casi el amanecer —dijo él—. He intentado hablar con Kocourek, ya que
él no ha sido capaz de responder su teléfono. Pero la gente que envió aquí
anoche me dice que su nido está abandonado, y lo ha estado durante unos días.
No hay nadie a quien preguntarle ahí. —Le sonrió a Marsilia—. Dejé que esto
fuera demasiado lejos. Kocourek era una de las creaciones de Guccio. Yo lo
había olvidado, porque fue hace mucho tiempo. Pero ya que está vacío, hay
tiempo para que te acompañe a la panadería de Libor, y sucede que conozco el
camino hasta allí. Somos viejos enemigos, Libor y yo. Puedo al menos ahorrarte
el problema de costumbre cuando dos alfas se encuentran. Yo le disgustaré más
que tú. Lidiaré con los asuntos de vampiro mañana por la noche. Si tu mujer
aún no es encontrada, te ayudaré entonces.

Él no parecía preocupado por la llegada del amanecer. Marsilia y Stefan


podían teletransportarse. Tal vez Bonarata también podía. Y ese no era un
pensamiento encantador.

Grupo Leyendas Oscuras | 330


Adam llamó a Libor para advertirle que estaba llevando a Bonarata, también.
Libor estaba inquietantemente despreocupado acerca del Señor de la Noche
invadiendo su guarida.

La panadería estaba cerrada, aunque era casi el amanecer, como Bonarata


había notado. Adam pudo oler los productos horneados todo el cuarto de milla
que caminaron desde donde habían tenido que estacionar las furgonetas.

Honey y Smith, ambos, miraron a Adam mientras se acercaban a la puerta


delantera. Pero Mercy estaba en otra parte. Él no podía hablarle a través de su
vínculo, pero podía sentirlo alejándolo.

—Vamos a ver lo que Libor ha hecho con mi esposa —dijo él, y tocó la
puerta.

Ya que Libor sabía que estaban viniendo, no tomó ni un minuto para que
alguien fuera hasta la puerta. Un lobo menos dominante, no totalmente sumiso,
respondió, y se puso blanco cuando vio a Bonarata.

—Libor sabe que estoy trayéndolo —dijo Adam—. Llévanos con él, y tu parte
está terminada.
El corazón del edificio era la cocina, y hacia ahí fue adonde el lobo los dirigió.
Ni Bonarata, ni Stefan, ni Marsilia habían necesitado una invitación, lo cual era
el por qué Adam nunca haría que el hogar de su manada se manejara como un
negocio.

La gran habitación estaba llena de gente, en su mayoría lobos pero no todos,


mezclando, enrollando y horneando. Los enormes ventiladores eléctricos en el
techo enviaban el aire caliente afuera, pero todavía hacía diez grados más en esa
habitación que lo que hacía fuera.

Puede haber estado llena de gente, pero cuando el ampliamente musculoso


hombre salió de un almacén con una bolsa de veintitrés kilos de harina sobre su
hombro, no había discusión de quien era el alfa aquí. Él los sintió, también. Los

Grupo Leyendas Oscuras | 331


miró, colocó la harina en el suelo, y caminó hacia ellos, limpiando sus manos en
su delantal.

Se fijó en todos ellos con una sola mirada, sus ojos permaneciendo un poco
aquí y allá. Cuando se quitó su delantal, el trabajo en la cocina se redujo. Él lo
colgó en un gancho en la pared y dijo, bruscamente:

—Pónganse a trabajar. Hay gente hambrienta que estará aquí en un par de


horas, y ellos esperan que los alimentemos. —Habló en inglés, luego cambió a
otro idioma y, presumiblemente, repitió lo que dijo. Cuando terminó, su gente
regresó a trabajar, con solo unas pocas miradas subrepticias a sus visitantes.

Llamó la atención del lobo que había sido su guía:

—Consigue a Martin y a Jitka, ¿eh? Llévalos al jardín.

—Síganme, caballeros —les dijo a Adam y a su gente. Vio a Bonarata y


gruñó—. Y tú tendrás que dejarme saber cómo es que el vampiro que estaba
tratando de matar a tu esposa está ahora viajando contigo. Aunque conozco a
Iacopo Bonarata lo suficiente para no estar sorprendido.

Harris, Smith y Larry tomaron la retaguardia. A los duendes les gustaba más
cuando nadie los notaba. Smith evidentemente sentía lo mismo.
El jardín era un lugar inesperadamente hermoso de naturaleza en el centro
de la panadería. El alfa de Moldava caminó hasta el final, luego se giró y los
enfrentó.

—Soy Libor de Moldava —dijo él.

—Adam de la cuenca del Columbia —respondió. Entonces uno a uno


presentó a su grupo, aunque le había dicho a Libor quien iría y por qué. Ya que
había tantos seres antiguos en el patio, comenzó con las mujeres, comenzando
con Honey porque ella era la más cercana. Mercy lo regañaría por ser tan
anticuado.

—He oído hablar de ti —le dijo Libor a Honey—. Peter era un buen hombre,
un buen hombre lobo. El mundo es un lugar más oscuro sin él en este.

Grupo Leyendas Oscuras | 332


Honey parpadeó más rápidamente de lo usual.

—Sí —dijo ella.

—Honey mató a Lenka —le dijo Adam a Libor.

Libor miró a Bonarata con los ojos amarillos cuando dijo:

—Bien. Esto es algo que debería haberse hecho hace tiempo. Cuando parta
de este mundo, sin haber hecho algo por Lenka, eso será parte de la cruz que
llevaré en el camino al paraíso. —Se giró, tomó la mano de Honey en la suya, y
la besó—. Si ella pudiera, te lo agradecería.

Adam se movió para seguir con las presentaciones. Bonarata estaba con su
mejor comportamiento, pero eso no podía durar.

—Eres la hoja de Bonarata —dijo Libor, después de que Adam presentara a


Marsilia—. He escuchado muchas historias, suficientes para arrepentirme de
que nunca nos conocieras mientras estuviste aquí.

Ella asintió con seriedad.

—He escuchado historias acerca de ti, también, Libor. Probablemente es


mejor que este sea nuestro primer encuentro —contestó Marsilia
—Verdad sin duda. Y sin embargo… —Él sonrió.

Cuando Adam presentó a Elizaveta, el otro lobo sonrió con genuina


felicidad.

—Tu nombre es bien conocido —le dijo solemnemente en ruso—. Y aquellos


que hablan de ti no exageran tu belleza.

—He escuchado tu nombre, también. Y esos que hablan de ti no exageran tus


habilidades de flirteo —respondió Elizaveta, pero estaba complacida.

Adam comenzó con los hombres, pero Libor dijo:

—Iacopo Bonarata y yo nos conocemos bien. Voy a tener algunas palabras


contigo más tarde acerca de tus vampiros aquí en mi ciudad, y por esta razón,

Grupo Leyendas Oscuras | 333


te acepto aquí en mi casa.

—Me encontrarás ansioso por escuchar —dijo Bonarata.

Ellos intercambiaron sonrisas mostrando los dientes. Y Adam continuó con


las presentaciones.

—El soldado —dijo Libor—. He oído historias acerca de ti.

—Exageradas, me temo —dijo Stefan—. He escuchado muchas cosas de ti


también. No te querría por enemigo.

Libor sonrió.

—Estaría de acuerdo en que es bueno que no seamos enemigos, tú y yo. Sin


embargo, no sé si vamos a ser amigos.

Adam presentó a los últimos tres al mismo tiempo.

Libor saludó a Harris y Larry y dijo:

—Los duendes usualmente no se interesan en los asuntos de los lobos.

Larry sonrió relajadamente.

—Por lo general no sois tan interesantes —dijo.


—Y me están pagando —dijo Harris—. Cuando me pagan, siempre estoy
interesado.

—Y Smith —dijo Libor, su cuerpo tranquilo y sus ojos amarillos—. Smith y


yo ya nos conocíamos. —Había tensión en la voz del otro alfa, muchos de los
viejos lobos tenían historias.

Smith miró sus pies y sonrió pacíficamente.

—Necesitaban un copiloto que pudiera manejarse alrededor de vampiros y


hombres lobos —dijo—. Harris es bueno, pero necesitaba mi ayuda porque el
resto de su gente o son humanos o no viajarán con vampiros.

Libor lo miró durante un momento más largo, cerró sus ojos, y soltó un

Grupo Leyendas Oscuras | 334


suspiro.

—Ha pasado mucho tiempo —dijo.

Entonces Libor miró a Adam.

—Tu compañera trajo problemas con ella —dijo Libor.

—Por lo general lo hace —estuvo de acuerdo él con seriedad.

Un par de personas entró entonces en el jardín.

—Déjame presentarte a mis lobos —dijo Libor duramente—. Este es Martin,


mi segundo, y Jikta, mi tercero. Dejaré que te digan como perdieron a tu
compañera.
Capítulo 13

Capitulo 13
Mercy

Grupo Leyendas Oscuras | 335


Estoy bastante segura de que la filosofía fue desarrollada por prisioneros.
Estar atrapada en una jaula, incapaz de hacer algo más acerca de mi
situación, no me deja nada que hacer salvo pensar.

Una de las cosas que aprendí en mi improvisado viaje a Europa era que no
importaba lo asustada que estuviera. Si los chicos malos no se presentaban de
manera oportuna, el aburrimiento eventualmente aparecía. Había una especie
de dimensión del infierno especial que existía solo cuando el aburrimiento y el
terror se combinaban, porque el entumecimiento nunca se instala totalmente.
Supongo que podría morir de terror a la espera de que algo malo suceda si mi
espera duraba unas horas más.

Por otro lado, no estaba sola. La joven llorona había alcanzado para mí una
cercana solidez mortal. Estaba estudiosamente tratando de no prestarle
atención así las cosas no empeoraban. No parecía importarle si la estaba
observando o no. Pasaba mucho tiempo vagando por la habitación, luego
parpadeaba y regresaba conmigo. Me tomó un tiempo no ser sorprendida
cuando lo hacía, pero al final, aparentemente, puedo acostumbrarme a
cualquier cosa.

Sentí cuando Adam puso los pies en Praga. Se había estado acercando
durante un tiempo. Cerré los ojos, apoyando la cabeza sobre la rodilla de mi
compañera muerta. Adam estaba aquí. Adam me encontraría. Podía sentir el
miedo y el horror apenas deslizarse fuera de mí.

Y entonces todo el edificio tembló.

Respiré y me levanté antes de darme cuenta de que no era realmente el


edificio, era la brujería rodeándolo lo que había tomado el golpe. Una segunda
vibración me hizo jadear porque no era una buena sensación, pues todo eso no
era realmente físico. El fantasma soltó un gemido jadeante y se pegó contra mí y

Grupo Leyendas Oscuras | 336


hundió sus dedos en la piel alrededor de mi cuello, medio asfixiándome.

Ambas esperamos, inmóviles, para que algo más sucediera.

Hubo unos diez minutos durante los cuales no pasó nada, excepto que pude
escuchar pisadas corriendo por encima. Luego otra y otra ola. Esa vez el
segundo ataque, porque se sentía como un ataque, provocó una agonía que
atravesó mis articulaciones y músculos como una Taser14.

Unos cinco minutos después, la puerta del sótano se abrió, y siete personas,
humanas, incluido el joven que había estado aquí abajo con Mary, llegaron
tropezando y tambaleándose escaleras abajo.

Tres vampiros los guiaban, dos hombres y una mujer. Estabilizaban a los
humanos cuando se tambaleaban, tarareándoles para mantenerlos en
movimiento. Pero las personas se tambalearon hasta detenerse ante la vista del
cadáver de la chica.

Alguien siseó impacientemente desde la cima en checo. Así que había una
cuarta persona allí arriba, alguien que no podía ver. Uno de los vampiros
pastores, la mujer, saltó desde un lado de las escaleras (en lugar de empujar a
través de las ovejas poco dispuestas). Agarró gentilmente el cadáver y la llevó

14 Taser: Pistola de descarga eléctrica.


más allá del cuerpo del vampiro todavía encadenado a la pared, y la puso en las
sombras, donde otros cadáveres, sobre todo huesos, estaban apilados.

Volvió a las escaleras, gritando palabras suaves a los humanos, de pie entre
ellos y la esquina donde había puesto el cuerpo. La luz no era tan buena.
Probablemente, alguien que era puramente humano no sería capaz de ver esa
esquina lo suficientemente bien como para saber que el cuerpo de la chica no
era el único allí. Posiblemente, porque no sé exactamente lo que los humanos
ven en la oscuridad, incluso el vampiro muerto en la pared estaba más allá de lo
que podían percibir. Yo podría haber estado vendada y sabría que había
cuerpos aquí abajo por el olor, pero los humanos no siempre prestan atención a
sus narices. Y la mayoría de los cadáveres estaban podridos o aún no habían
comenzado a descomponerse.

Grupo Leyendas Oscuras | 337


Un hombre de mediana edad flaco y que parecía agotado empezó a bajar las
escaleras. Mientras lo hacía, la vampira dijo, con un acento inglés:

—¿Estás seguro de que este es el mejor lugar para ellos?

—Le tomará un tiempo buscar a alguno de nosotros aquí abajo —dijo la voz
del hombre que me había traducido antes. Kocourek. No podía verlo; todavía
estaba en lo alto de la escalera.

«Ve si puedes conseguir que se instalen debajo de las escaleras, y luego


ponlos a dormir —continuó—. Huele tan mal aquí, que no creo que ella sepa la
diferencia.

Tenía que estar de acuerdo. Aquí estaba sucio y los humanos no ayudaban.
Al parecer, la higiene no era algo que este nido valoraba en sus ovejas.

—¿Deberíamos matarlos? —preguntó la mujer, su voz temblaba por el estrés,


pensé, aunque su acento hacía difícil decirlo. Ella cambió el ángulo de su rostro,
y me di cuenta de que estaba llorando.

—Podría llegar a eso —dijo Kocourek, sombrío—. Cualquier cosa sería


mejor... Lars.
Uno de los otros dos vampiros se acercó y agarró a una mujer de mediana
edad que había vuelto a subir las escaleras. La atrapó, mirándola a los ojos un
momento. El terror y la tensión en su cuerpo se relajaron.

Le dijo algo suave y dulce, la giró y mantuvo la mano en su hombro mientras


tomaba la posición trasera.

El tercer vampiro suspiró.

—Vamos a ponerlos tan seguros como podamos, gente. ¿Dagmar?

—Sí —dijo el primer vampiro.

Ella tenía una linterna y la encendió. Brillaba roja más que blanca. La puso
debajo de las escaleras, bañando la zona con el suave resplandor. Desde mi

Grupo Leyendas Oscuras | 338


posición, no podía ver toda la zona, pero parecía que la única cosa en el suelo
sucio era suciedad, lo que lo hacía mucho más limpio que la mayoría del resto
de la habitación.

Tomó a esas siete personas, una a la vez, se encontró con sus ojos, y los
capturó con su magia de cazadora. Pero en lugar de alimentarse de ellos, los
envió al espacio bajo las escaleras, donde ellos se acurrucaron uno alrededor del
otro para buscar calor... y se durmieron.

El pequeño hombre con bigote, que era el único cuyo nombre no había oído,
se arrastró con ellos para inclinar la cabeza de una mujer así no roncaría. Lo
hizo con ternura, y le besó la mejilla. Tomó la linterna de debajo de las escaleras
y dejó sus cargas en la oscuridad.

Hubo un clic cuando la bombilla de arriba se apagó. Kocourek bajó las


escaleras como una pantera, la luz roja de la linterna me permitió verlos lo
suficientemente bien para juzgar dónde estaban, pero no las expresiones en sus
rostros.

Sin hablar, todos tomaron posiciones diseñadas para permitirles mantener a


los intrusos lejos de debajo de las escaleras, sin gritar al mundo: Oye, estoy
protegiendo a la gente bajo las escaleras.
Lo entendía. Lo que no entendía era por qué. ¿De quién los estaban
protegiendo? ¿Mary? Pero eso realmente no tenía sentido porque nadie había
protegido a esa pobre chica que murió.

El golpe doble en la magia que rodeaba este lugar pasó de nuevo y esta vez
no fui la única en el sótano que lo sintió.

Se tambalearon bajo el peso de todo lo que estaba sacudiendo el lugar.


Durante el segundo ataque, Lars, que no era ni alto ni rubio, aunque con un
nombre como ese debería haberlo sido, cayó sobre una rodilla. El hombre del
bigote gimió y Dagmar juró. Pensaba que ella juró, de todos modos. Hubo un
énfasis en las palabras que solo se traducían como maldecir en cualquier
idioma.

Grupo Leyendas Oscuras | 339


Cuando el segundo ataque se detuvo, cambié a humana, sorprendiendo al
fantasma, que era una cambiante. Ella desapareció por el momento, aunque
podía sentirla cerca.

—Kocourek —dije en voz baja, porque ellos habían estado tratando de ser
silenciosos—. ¿Cuánto tiempo has pertenecido a Mary?

Los cuatro vampiros hicieron esa cosa realmente escalofriante donde se


mueven al mismo tiempo, exactamente al mismo tiempo, mejor que cualquier
equipo de baile galardonado.

Lars dijo algo. Sonó áspero y staccato, pero aun así fue tranquilo.

—Mercy Thompson Hauptman, hija del Marrok, esposa del Alfa de la


manada de Tri-Cities, Washington —dijo Kocourek—. Quiero presentarte a los
pocos de mi nido que me quedan: Dagmar, Vanje y Lars.

—Cerca —le dije—. Me crié en la manada de Bran Cornick, pero no es mi


padre. Y nuestra manada es la Manada de la Cuenca de Columbia. Las manadas
hombres lobo raramente tienen el nombre de una ciudad. ¿Cuánto tiempo has
sido el sirviente de Mary?

—Guccio —dijo Kocourek con suavidad—. Nunca el de Mary.


—Aún no es ella misma —dijo Dagmar—. Todavía necesita alimentarse de
nosotros para mantenerse cuerda. Está tan cuerda como esa bruja que tiene. Es
una novata todavía y Guccio la abastece por su magia. La estableció aquí, con
su propio nido compuesto por sus hijos.

—¿El vampiro Guapo? —dije lentamente—. ¿El que parece que podría
ganarse la vida como stripper? ¿Es tu Maestro?

—Creador —dijo Kocourek brevemente.

Al mismo tiempo, Dagmar se rio.

—¿Vampiro Guapo? Le encantaría eso. Él habría amado eso.

—Pensé que los Maestros Vampiros ya no tenían que obedecer a sus

Grupo Leyendas Oscuras | 340


creadores —dije.

—¿Por qué respondes a sus preguntas? —preguntó Lars.

—Porque creo que es la causa de lo que sea que está a punto de hacer estallar
el hechizo que lanzó Mary —dijo Kocourek brevemente. A mí me dijo—: Sobre
todo después de dejar de alimentarnos de nuestros creadores, su influencia
sobre nosotros disminuye con los años. Cometí un error. Di la bienvenida a
Guccio en mi casa como invitado, me atrapó y me revinculó: se alimentó de mí
y me hizo alimentarme de él. Y entonces me tomó a mí y a mis hijos, después
me dijo que escuchara a Mary como si fuera él. —La rabia en su voz, a pesar de
que era discreta, podría haber encendido el gasoil. No mucho enciende al
diésel, pero arde bastante bien.

—¿Por cuánto tiempo? —le pregunté.

Me sonrió con ferocidad, la expresión lo suficientemente grande que pude


verla a la luz tenue.

—Dos años, tres meses, cuatro días. Una vez que ella descubrió una forma de
crear nuevos vampiros más rápidamente, decidió acelerar su carrera al poder. Y
eso significó que nuestro nido tenía que unirse al de Mary. Durante dos años y
más, he vuelto a ser su esclavo. Terminando esta noche, hace dos horas. —Esta
vez todos sonrieron, pero no fue tan espeluznante donde todos lo hacían al
mismo tiempo. Eran parecidos, pero solo en la determinación.

—¿Qué pasó entonces? —pregunté.

—Guccio perdió su oferta por el lugar del Señor de la Noche, supongo —dijo
Kocourek—. Alguien lo mató.

—Los vampiros —dije secamente—, ya están muertos.

—¿Lo estamos? —dijo—. Tal vez. Entonces digamos que alguien destruyó a
Guccio hoy. Y yo y todo mi nido caminamos libremente. —Miró a sus
compañeros—. Había dieciocho de nosotros. Y cinco de nosotros que teníamos
nuestra propia gente, teníamos nuestros hogares… nuestros humanos. Cuando

Grupo Leyendas Oscuras | 341


vinimos aquí hace dos años, mi nido contaba con noventa y siete. Mary crea
vampiros rápidamente, pero destruye a un ritmo aún mayor. Es más bruja que
vampiro y es por eso que Guccio la valora. —Dio un rápido asentimiento al
vampiro encadenado—. Has visto lo que hace.

—¿Por qué estás ocultando sus ovejas de ella? —pregunté.

Vanje, el vampiro que llevaba bigote, sacudió la cabeza hacia mí y gruñó.

Kocourek levantó una mano.

—Estas no son ovejas, Mercedes. Estos son los últimos de nuestros hogares.
La gente que nos sirvió bien y fielmente, solo para ser convertida en... ¿cómo los
llamaste? Ovejas. La gente de Mary los llama dobytek. Vieh. Ganado. Nosotros los
llamamos amigos.

—No a todos —dijo Dagmar con expresión pragmática—. Simplemente


reunimos a los humanos y los trajimos aquí abajo. Dos de ellos son un par de
personas que Mary recogió la semana pasada, y, ¿por qué le estamos diciendo
esto a una humana desnuda que es interesante solo porque es la esposa de un
hombre lobo americano, Kocourek?

—Porque es bueno hablar —dijo—. Para recordarnos quiénes somos, que ya


no somos subsirvientes de Mary. Porque no es humana, no debes haber
observado su cambio. Es una cambiaformas coyote. De América. Y porque
quiero que ella responda a nuestras preguntas.

Vino de nuevo, el golpe doble contra la magia de Mary, y esta vez el segundo
golpe duró mucho: diez o veinte segundos.

—Eso duele —dijo Lars en un jadeo cuando se detuvo.

—¿Qué quieres saber? —pregunté. Me limpié la nariz en la muñeca porque


pensé que estaba goteando, pero era sangre no moco. Menos embarazoso, tal
vez. Pero habría preferido que fuera moco. Sangre significaba que estos ataques
estaban causando daño. La parte de brujería de Mary debía estar sacando poder
de cualquier persona que tuviera magia dentro de su esfera de influencia; de lo
contrario, no todos lo estaríamos sintiendo, y los humanos mundanos no

Grupo Leyendas Oscuras | 342


reaccionarían en absoluto.

—Los coyotes son tramposos —dijo Lars.

—Eso no es una pregunta —repliqué—. Pero Coyote es un tramposo.

—¿Eres un caminante de la muerte? —dijo, de repente muy interesado—.


Que tiene poder sobre los muertos.

Y solo eso me decía que este vampiro de Praga sabía tanto sobre lo que yo
era como yo. Al igual que el golem. No dije nada. Esto era malo. Esto era muy
malo. Porque si decía lo que pensaba que iba a decir, podría significar que
alguien aparte de Bonarata estaba detrás de mi final inesperadamente en Praga.

—Uno de tu tipo pasó por aquí durante la Primera Guerra Mundial —dijo
Lars.

—No me digas —gemí—. Su nombre era Gary Laughingdog. —Mi medio


hermano mayor que conocí el invierno pasado. ¿No había dicho que se había
ofrecido como voluntario para el ejército en la Primera Guerra Mundial?

—¿Sabes de él? —preguntó Kocourek—. Ha causado muchos problemas


aquí, en esta ciudad. Después, me dijo que era una maldición suya: venir y
hacer estragos. Dijo que trataba de dejar las cosas mejor que cuando llegó, pero
que no respondería por el derramamiento de sangre, la destrucción y el caos
que ocurrieron mientras estuvo aquí.

Odio las coincidencias. Realmente no creo en ellas, menos ahora que antes de
conocer a Coyote. ¿Pero qué demonios hizo Coyote inquietar a los vampiros en
Praga? ¿Y por qué pensaría que yo podía hacer algo al respecto? Probablemente
que estuviera aquí era solo una coincidencia y estaba siendo paranoica.

—¿Ella puede ordenar a los muertos? —preguntó Lars—. ¿Puede


ordenarnos?

—¿Puedes? —―preguntó Kocourek.

Supongo que podría haber mentido. Pero ser criada por hombres lobo

Grupo Leyendas Oscuras | 343


significaba que nunca había hecho de mentir un hábito.

—No lo sé —le dije—. Tal vez. A veces. No. —Me encogí de hombros.

—Gary Laughingdog podía —dijo Kocourek.

—Un bastardo aterrador —dijo Vanje—. Me alegré de que volviera para


luchar contra los alemanes.

—Entonces, ¿qué dejaste caer sobre la cabeza de Mary, Mercedes que camina
con los muertos? —preguntó Kocourek.

Y entonces supe lo que Coyote podría encontrar interesante sobre Praga, y no


eran los vampiros.

Antes de que tuviera que responder a Kocourek, la puerta de arriba se abrió


y Mary encendió las luces.

—Kocourek —dijo. Y luego dijo otras cosas en otro idioma, cosas que
obviamente eran órdenes.

No creía que se hubiera enterado de que Kocourek ya no era suyo.

—Ella quiere saber dónde están nuestros humanos —dijo Kocourek—.


Necesita alimentar su brujería con ellos para poder resistir al monstruo en
nuestras puertas. ¿Qué nos trajiste, Mercy?
—Es el golem —le dije.

Se congeló y se volvió hacia mí.

—¿El golem?

—¿El golem? —preguntó Dagmar—. ¿No dijo Gary algo sobre el golem?
Siempre estaba diciendo cosas extrañas. —Frunció el ceño, entonces su rostro se
aclaró—. Lo tengo. Dijo que el golem no estaba muerto y que alguien debería
hacer algo al respecto.

Lars dijo:

—Y estaba muy contento de que ese alguien no fuera él porque eso iba a ser
un trabajo muy difícil.

Grupo Leyendas Oscuras | 344


—Recuerdo al golem —dijo Vanje pensativo—. No estoy seguro de que haya
sido una buena elección, Mercedes Hauptman. Tomó al buen rabino cuatro días
de trabajo deshacerse de esa cosa… y el rabino nunca fue el mismo después.

Mary dijo algo bruscamente.

—Ella quiere que dejemos de hablar inglés —dijo Lars—. No sé sobre el


golem, no estaba aquí cuando el golem estaba activo. Pero creo que alguien
tiene que hacer algo con Mary. Y estoy dispuesto a ser ese alguien hoy. ¿Qué
hay de vosotros?

Kocourek dijo algo a Mary con voz conciliadora.

No sé lo que fue, pero pensé que por el tono, había decidido que Lars tenía
razón. En lugar de ocultar a su gente de ella, iba a atraerla hacia abajo.

—Bruja —murmuré—. Las brujas pueden matarte desde la distancia, y son


furtivas. ¿Estás seguro de que no...?

Y el golem atacó de nuevo sus hechizos. Esta vez cuando golpeó la primera
ola, me desmayé. Cuando volví a abrir los ojos, me di cuenta de que no fui la
única.
Mary se había derrumbado en las escaleras y rodó hasta el fondo. Lars estaba
de cara sobre el suelo. Dagmar se estaba poniendo de pie. Vanje tenía una mano
bajo el codo de Kocourek, tirándolo hacia arriba.

Mary alargó la mano y envolvió su mano alrededor de la muñeca de Lars.


Con su voz ronca, comenzó a cantar. Estaba bastante segura de que era lo
mismo que había usado antes cuando torturó con su magia al vampiro gritando
y haciendo ruidos metálicos. No podía entenderla, pero el ritmo era el mismo.

—Detenla —dije mientras Lars se estremecía convulsivamente.

Y el fantasma se formó justo al lado de Mary y hundió sus dedos en la


muñeca de Mary. No creo que Mary la viera, pero las uñas del fantasma
sacaron sangre mientras ella arrancaba la muñeca de Mary, rompiendo su

Grupo Leyendas Oscuras | 345


agarre en Lars.

Mary dejó de cantar para decir algo feo. Sacudió su mano sangrante y una
gota de su sangre golpeó a Vanje. No parecía posible que lo hubiera hecho a
propósito, pero pude sentir la ola de magia que golpeó a Vanje, enviándolo al
suelo con un grito.

Su piel se llenó de protuberancias rojizas con centros negros que crecían con
horrible velocidad. Los pequeños círculos negros en el centro crecieron,
también, extendiéndose y aclarándose hasta púrpura en los bordes. Se revolcó y
se retorció, sus movimientos muy lentos.

Mi fantasma golpeó a Mary en el hombro con ambas manos, haciendo que la


vampira se tambaleara. Mary se volvió para ver quién la había golpeado, y
pude ver por su rostro que todavía no podía ver al fantasma.

Y el golem golpeó de nuevo los hechizos.

Mary gritó en agonía, lo cual hizo que mi dolor doliera menos. Ella extendió
la mano y sacó su magia de vuelta de Vanje, que perdió sus horribles bultos
parecidos a la peste. No podía decirlo con certeza, pero parecía como si ella
fuera capaz de sacar más magia de lo que le había enviado. Usó esa magia para
hacer algo que cambió la forma del poder del ataque del golem por un
momento, suficiente para hacer que mis oídos sonaran.
Entonces no hubo nada. El ataque del golem se detuvo. Me preguntaba si lo
había destruido.

Mary se levantó vacilante. Pateó a Vanje y le escupió algo.

Kocourek se tambaleó entre las sombras cerca de la escalera, espada en


mano. Con una estocada y un giro de su torso superior que habría hecho
sentirse orgulloso a Babe Ruth15, le cortó la cabeza mientras ella pateaba a Vanje
una segunda vez.

Todos esperábamos que algo sucediera. En las películas, cuando alguien


mataba al conjurador de hechizos, todos sus hechizos desaparecen. Había
algunas magias como esa. Yo misma las había visto. Pero según Elizaveta, si la
bruja era lo suficientemente buena como para establecer hechizos que fueran

Grupo Leyendas Oscuras | 346


autosustentables, entonces realmente tenían que ser rotos.

Tengo que admitir, que estaba esperando a que se levantara y nos matara a
todos. Incluso la fantasma parecía alcanzada por la preocupación; seguía
tocando la cabeza decapitada de Mary y haciéndola rodar.

La tercera vez que lo hizo, Vanje se dio cuenta y se puso en pie con un grito.

—No te preocupes —le dije—. Es solo un fantasma.

Galina, me dijo el fantasma. Mi nombre es Galina.

Y aunque sabía que era un error, dije:

—Galina.

—¿Qué? —dijo Dagmar.

Kocourek dijo:

—¿No recuerdas a Gary? Siempre hablaba con gente muerta y no me refiero


a vampiros. Galina es el fantasma.

15 George Herman Ruth, Jr.: más conocido como Babe Ruth, fue un jugador de béisbol
estadounidense.
Galina esta vez intentó patear la cabeza, y rodó un metro, llegando a
descansar a unos quince centímetros de Lars.

—Dile que no haga eso, por favor —dijo Lars. Todavía estaba sentado donde
había caído, acunando la mano que Mary había agarrado contra su pecho.

Pero no tuve que hacerlo porque la cabeza y el cuerpo de Mary colapsaron en


polvo.

—De acuerdo —dijo Lars—. Eso también funciona.

El golem volvió a atacar y esta vez rompió los hechizos de Mary. Esta vez no
dolió. De todos modos, no me lastimó. Los vampiros gritaron. No tardaron
mucho en recuperarse, pero para ese momento el golem estaba entrando en la

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casa de apartamentos. Hizo mucho ruido desgarrando la puerta.

—¿Todos pueden vernos ahora? El edificio, quiero decir —pregunté. Estaba


atrapada en la estúpida jaula e incapaz de hacer algo. Pero si los humanos
pudieran vernos, entonces pronto habría policías y bomberos y toda la gente
buena que ayuda a otros. Y estarían entrando en un lugar lleno de vampiros.

Los humanos no podían averiguar sobre los vampiros. Nadie sano quería
una guerra de pánico en la que todos los seres sobrenaturalmente dotados, y
cualquier otra persona que pudiera considerarse sobrenaturalmente dotada,
fueran asesinados por sus vecinos con armas que tuvieran a mano. No había
manera de que algo así no fuera un desastre total.

—No —dijo Dagmar—. De todos modos, no lo creo. Dos hechizos diferentes.


Mary lo diseñó para que la magia del velo durara un mes o dos antes de que se
desvaneciera. Estaba pensando en trasladarse al nido de Kocourek, asumiendo
que Guccio matara a Bonarata.

—Devolviste al golem a su cuerpo —dijo Vanje, escuchando, como todos


nosotros, el sonido de algo muy pesado moviéndose sobre nuestras cabezas.
Entonces empezaron a gritar.

—No os hará daño —le dije—. Vosotros sois los buenos.

Vanje me miró.
—Somos vampiros, Mercy. Ni siquiera cuando el rabino le dio vida por
primera vez habría tolerado a los vampiros en su territorio. En su final, ni
siquiera ser judío y una persona decente era lo suficientemente bueno. Nos
matará a todos si puede.

—El amanecer está llegando —dijo Lars, que por fin se había puesto de pie.

—¿Cuánto tiempo tenéis? —pregunté.

—No el suficiente para luchar contra el golem —dijo Kocourek—.


Suponiendo que pudiéramos. Menos de cinco minutos.

—Subid las escaleras con vuestra gente —les dije—. Eso os mantendrá fuera
de la vista. Haré mi mejor esfuerzo para mantener al golem lejos de vosotros.

Grupo Leyendas Oscuras | 348


—Estás en una jaula —dijo Lars—. ¿Cómo puedes detener al golem?

—¿Puedes abrirla? —pregunté, sacudiendo un poco la puerta.

Kocourek sacudió la cabeza.

—Mary cerró la jaula con magia. Era la única que podía abrirla.

—El golem va solo detrás de los malos —dije, tratando de no oír los gritos—.
Le diré que sois los chicos buenos.

Kocourek suspiró, dio a los otros vampiros una sonrisa irónica.

—Ha sido una aventura, gente. Me alegro de haber servido con vosotros.

Mientras hablaba, sus vampiros habían estado siguiendo mi consejo.

Dagmar dijo algo en un idioma que no entendí, presumiblemente checo, pero


podría haber sido serbio. Kocourek se echó a reír, sacudió la cabeza y se
arrastró bajo las escaleras con ellos. Arreglaron a los humanos para que todavía
estuvieran en el interior, protegidos por los vampiros.

Había esperado que pusieran a los humanos en el exterior para proteger a los
vampiros de la luz. Pero estos eran los buenos, ¿verdad? Correcto.
Los gritos de arriba se detuvieron al mismo tiempo que los vampiros bajo la
escalera morían al amanecer. Como en respuesta, la destrucción de arriba se
redobló. El suelo en el lado del sótano donde Dagmar había llevado el cuerpo
de la chica se derrumbó con un rugido de ladrillo, piedra y escombros.

Tosiendo y ahogándome en el polvo resultante, me di cuenta de que todo


podría haber terminado incluso si el golem no nos encontraba aquí abajo. La luz
se derrumbó entre los escombros del otro lado de la habitación, en rayos
apagados que iluminaron el polvo en el aire.

El polvo se asentó. La luz del sol parecía fuera de lugar, y me alegré de que
los vampiros estuvieran debajo de la escalera, o de que salvarlos del golem
hubiera sido un punto discutible. Después de un rato, me pregunté si el golem,

Grupo Leyendas Oscuras | 349


como los vampiros, solo estaba activo por la noche, o si me dejaría en paz aquí
abajo.

Galina no parecía afectada por la luz, lo que era mi experiencia con los
fantasmas. La mayoría de la gente encontraba fantasmas en la noche más a
menudo que durante el día. Sospechaba que era porque si ven a un fantasma en
el día, no reconocen lo que están viendo.

El golem llegó por fin. Se agachó para atravesar la puerta y bajó las escaleras.
Las escaleras eran robustas y ni siquiera crujieron bajo su peso.

No era el monstruo más grande que he visto alguna vez. Tenía unos dos
metros cuarenta de alto y parecía un traje animado de armadura de barro rojo.
Su rostro no tenía rasgos, ni ojos, ni boca. Tampoco había letras en su frente
para borrar si yo lo necesitaba.

Su magia se sentía diferente de lo que había sido antes, lo que era de esperar.
Ahora era diferente. Yo le había dado el poder de volverse real otra vez.

—Saludos al Golem de Praga —dije.

Se detuvo en las escaleras.

No perteneces aquí, me dijo.


No sabía si quería decir aquí en el sótano o en su ciudad. Me lo aclaró sin
tener que preguntar, así que supongo que todavía estaba en mi cabeza.

Tu ayuda era necesaria. Deberías irte y no volver jamás. No volveré a ser tan
indulgente.

—Estoy atrapada aquí —le dije—. Como sabes muy bien. Me iré cuando
pueda.

Aceptable, dijo. Y empezó a bajar las escaleras de nuevo. Era un movimiento


torpe. Como las escaleras no eran lo suficientemente anchas para sus pies, el
golem se inclinaba hacia atrás para centrar su peso sobre sus... sobre lo que
habrían sido sus talones si hubiera sido humano.

Grupo Leyendas Oscuras | 350


—¿Qué estás haciendo? —pregunté.

Hay demonios aquí. Los últimos demonios en mi ciudad.

El barrio judío, pensé, no en Praga. Esperaba que no se refiriera a Praga.

—Has hecho tu trabajo —le dije—. Los vampiros de aquí no son villanos. No
tienen intención de hacer daño a la gente aquí.

Sí. Me costaba aceptar eso último, también, después de decirlo. Los vampiros
se alimentaban de personas. Eran lo que hacían. Pero habían traído a todos los
seres humanos aquí para protegerlos y todavía los protegían con la mejor de sus
habilidades.

Son demonios, dijo el golem. Deben ser destruidos.

—¿Y los humanos? —pregunté.

No son mi gente, dijo, y sentí un escalofrío. Porque sabía lo que quería decir.

Vanje había dicho que ni siquiera ser judío había sido suficiente para salvar a
la gente del golem.

No sabía qué porcentaje de las personas que vivían en Josefov seguían siendo
judíos. Pero si Praga era como el resto de Europa, después de que los nazis
arrasaron con la ciudad, era un porcentaje mucho menor que cuando éste había
sido el único lugar en Praga donde la población judía podía vivir. Y si ser judío
no los salvaría de todos modos, no importaba porque el golem los mataría a
todos. Si Vanje tenía razón.

—¿Qué harás con los humanos que no son judíos? —pregunté.

Ellos no son mi gente, dijo el golem. Ninguno de los humanos es mi gente. No


tengo pueblo.

—¿Y si son el pueblo del rabino Loew? —pregunté.

Me rugió sin un sonido. Me tapé los oídos y no sirvió de nada. En ese sonido,
escuché una furia acumulada durante siglos de frustración y rabia. No habló
con palabras, pero lo oí muy bien. El rabino lo había condenado a esa horrible

Grupo Leyendas Oscuras | 351


medio muerte, le había cargado con la necesidad de proteger y no había medios
para hacerlo.

No tenía intención de detenerse en destruir a los vampiros. O a los humanos.


Y ser judío no iba a salvar a nadie de él.

Respiré hondo mientras el golem daba el último paso.

—Detente —dije—. Deja de moverte. —Y usé el poder que me permitía dar


órdenes a los muertos.

Se detuvo. Había comido la magia de todos los fantasmas que pudimos


llamar aquí entre nosotros (excepto Galina). Eso significaba que su poder venía
de los muertos y los muertos tenían que escucharme. Y entonces hizo lo que sea
que había hecho con el hechizo lanzado por Mary.

Cuando pude volver a abrir los ojos, el golem había encontrado a los
vampiros. El espacio entre el horno viejo y la escalera era demasiado estrecho
para que el golem pudiera pasar, aunque había golpeado el horno hasta
reducirlo a la mitad del tamaño que había tenido. Así que se había agachado y
comenzado a derribar las escaleras.

Cuando habíamos quitado las anclas que permitían que el manitou del dios
del volcán viajara, había sido forzado a volver a su hogar original. Tenía que
hacer algo así aquí.
Pero aunque él estaba ligado a la arcilla con la magia cabalística impulsada
por la energía espiritual que le había dado, este manitou pertenecía aquí, a
Josefov. Estos no eran los términos técnicos, estaba segura. Pero yo no era una
maga, y estaba actuando por instinto.

El problema del rabino era que había intentado detenerlo matando algo que
no era posible matar. Había logrado casi hacerlo muerto y separarlo del cuerpo
físico que le daba poder.

No podría matarlo. Ni siquiera podría luchar porque estaba encerrada en


una jaula. No podría liberarlo…

Cerré los ojos y me estiré con mis sentidos, los que había usado para
contactar con Stefan, para encontrar a mi manada y a Adam a través de

Grupo Leyendas Oscuras | 352


nuestros lazos, pero esta vez dirigí mi atención hacia el golem.

Él rasgó la parte inferior de la escalera, ella cedió con un chirrido de clavos y


madera agrietada.

No podía hacer nada con el hechizo lanzado que mantenía unido al golem.
Pero la energía, la magia que había robado de los muertos... esa era mía.

Me abrí… y encontré a Adam. Como si estuviera en la misma habitación que


yo, encontré a Adam. Siempre lo tenía a mis espaldas cuando lo necesitaba.

No había tiempo para pedir permiso, no había tiempo para tratar de


comunicar nada porque el golem había agarrado a alguien y lo había sacado de
debajo de las escaleras. No podía decir quién era porque el cuerpo del golem
estaba bloqueando mi visión.

Me centré, hice la conexión entre Adam y yo, y pronuncié una palabra.

—Romper.

No había querido decir eso. ‘Romper’ significa dividir, partir, separar…


Había querido hacer lo que el rabino había hecho. Había planeado decir:
‘Muere’. Esperaba que con esa orden, pudiera obligar al golem a regresar al
limbo del que lo había sacado. Pero alguien que sonó sospechosamente como
Coyote susurró esa palabra en mi oído al abrir la boca.
No podía tocar al manitou con mi magia porque no estaba muerto. No podía
tocar los hechizos cabalísticos porque ese no era mi don. Pero Kocourek me
había nombrado caminante de la muerte, y los muertos me obedecían, por
mucho que yo intentara ignorarlo. Y era el poder de los muertos lo que
mantenía unido al golem.

Mi poder, el poder sobre los muertos, impulsado por la energía que tomé
prestada de Adam y enfocada por la única palabra que había usado, atravesó al
golem. Se tambaleó, dejó caer su presa y luego se volvió hacia mí. Dio dos pasos
rápidos y bajó su puño sobre la jaula.

Creo que ambos estuvimos sorprendidos cuando su puño rebotó. Tenía


sentido porque la jaula había sido construida con acero, plata y magia. Había

Grupo Leyendas Oscuras | 353


sido construida para mantener a los hombres lobo. Pero aun así me sorprendía
que no me hubiera matado con un solo golpe.

Alcancé a Adam por segunda vez, y esta vez me dio... todo. La primera vez
que lo intenté, él no había tenido ninguna advertencia, y solo había tomado lo
que pude. Esta vez me empujó el poder. Podía sentir su autoridad, construida
por la creencia de la manada de que él era el que podía mantenerlos a salvo,
mientras se establecía sobre mí. La creencia es la magia más poderosa de todas.
Me dio eso, confiaba en mí.

El golem seguía esperando que la jaula se derrumbara bajo su puño, su


rostro ni a treinta centímetros del mío. Su puño todavía en la parte superior de
la jaula. Estiré mi brazo y toqué su carne de arcilla con un dedo a través de la
malla. Luego usé todo lo que tenía, todo lo que era, y todo lo que Adam me
había dado cuando repetí la palabra.

—Romper.

Sentí la palabra en el aire por un momento; era como esperar el estruendo del
trueno después del relámpago de luz. Entonces la magia de aquel rabino de
hace mucho tiempo se estremeció bajo el peso de la orden. Los hechizos más
nuevos que el golem se había tejido cedieron a medida que el poder de los
muertos los destrozaba, dejando atrás caos.
Soy mecánica; arreglo cosas que están rotas. Me convierto en un coyote de
dieciséis kilos. Tengo amigos poderosos. Pero a fin de cuentas, mi verdadero
súper poder es el caos.

El cuerpo de arcilla del golem cayó al suelo y se rompió como si hubiera


caído de treinta metros sobre rocas. Los fragmentos de arcilla rebotaron en la
malla de mi jaula, casi sin causar daño alguno. Uno o dos pasaron, pero solo
uno me causó algún daño. Y durante un momento muy largo, el hedor a
desorden que Mary había hecho de su nido, dio lugar al olor de agua de
manantial, de la clase que brota clara y pura de la tierra. Luego se fue y todo el
lugar olía a los muertos.

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Capítulo 14

Capitulo 14
Mercy

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Era difícil verme como si hubiera ganado cuando todavía estaba atrapada en
la estúpida jaula.

Pasaron los minutos. Logré echarle un buen vistazo a la persona que el


golem había sacado de la escalera. Era el hombre de mediana edad que había
guiado a los otros humanos. Todavía estaba atrapada en mi jaula. Galina trató
de ayudar, pero sus habilidades para interactuar con el mundo real eran
limitadas a rodar cabezas por ahí.

Traté de contactar con Adam, pero mi vínculo había caído en el silencio


nuevamente: allí, pero no allí. Como si lo hubiera sobrecargado.

El hombre se quejó mucho. En un momento dado, empezó a gatear. No sé a


dónde iba, pero no logró llegar. Y no había nada, ninguna cosa que pudiera
hacer por él. Tampoco podía hacer nada acerca de la luz del sol que entraba por
la esquina rota y de la puerta abierta en la parte superior de la escalera.
Observé, impotente, mientras se acercaba más y más a los muertos que
esperaban debajo de la escalera.
Los hombres lobo llegaron justo después de mediodía. Adam no se molestó
con las escaleras rotas; él simplemente saltó por encima de la barandilla en la
parte superior. Pasó por encima del cuerpo en descomposición rápida del
hombre que el golem había matado.

Con sus brillantes ojos dorados sobre mí, dio un paso hacia mi jaula y se
detuvo con un gruñido. Sentí la magia estallar, ya que no lo había hecho con los
vampiros, los fantasmas, o el golem. Galina acarició su hombro y parecía
preocupada por él. Él retrocedió medio paso, después, se puso en cuclillas de
manera que su cabeza estuvo al nivel de la mía.

Grupo Leyendas Oscuras | 356


No dijo nada, solamente me miró con esos ojos dorados, con las manos
apretadas en puños.

Si hubiera estado libre, me habría subido a su regazo, enterrado mi rostro en


su hombro y llorado. Probablemente era mejor para mi dignidad que no
pudiera hacer eso. Extendí la mano y la puse contra la jaula donde estuvo más
cerca de él.

—Creo que Coyote me envió aquí —le dije. Mi voz era ronca por el poder
que había utilizado para destruir el golem—. Para corregir cosas o volverme
loca, es una apuesta a cara-o-cruz. —Estaba casi segura de que la razón de que
eligiera ‘romper’ en vez de ‘morir’ se debió a Coyote—. Espero que esté feliz.
Creo que me he asegurado de que todos los vampiros en Praga estén muertos.
A excepción de las cuatro personas bajo las escaleras. —Repentinamente
ansiosa por ellos, me incliné hacia delante―. Ellos son los chicos buenos, creo.
Así que asegúrate de que nadie dirija la luz del sol hacia ellos, ¿de acuerdo?

Él no dijo nada durante un rato, solamente levantó una mano hacia mí y


luego la retiró con una mueca.

—¿Quién te golpeó? —preguntó, su voz iba a ese lugar profundo cuando el


lobo lo estaba llevando. No dijo nada sobre los vampiros, pero podía confiar en
él para encargarse de ello.
¿Alguien me había golpeado? Le fruncí el ceño, y se pasó la mano por el lado
izquierdo de su rostro. Me había olvidado de eso.

—Guccio —le dije—. El vampiro guapo. Creo que ha sido eliminado, no


obstante. Eso es lo que dijeron los vampiros debajo de las escaleras. Eso
significó que podían dejar de seguir las órdenes.

—Guccio está muerto —concordó Adam, por lo que aparentemente sabía


quién era Guccio—. Yo lo maté. —Su tono era complacido, por lo que esperaba
que hubiera una historia que fuera con eso. Habría un montón de tiempo para
las historias.

—Te tomó mucho tiempo encontrarme —dije. Y lo había hecho. Habían


pasado horas desde que el golem había muerto, ya que el manitou que lo

Grupo Leyendas Oscuras | 357


alimentaba había sido liberado al fin de ir y ser lo que se suponía que era y no
en lo que el rabino Loew lo había convertido. Pero mi estómago estaba aliviado,
y mi cuerpo estaba empezando a creer que estaba a salvo. Escuchar la voz de
Adam, suave y aterciopelada, era mejor que la medicina para lo que me
aquejaba.

—Tu consumo de poder me noqueó —dijo Adam—. Estuve fuera durante


una hora. Nadie pudo hacer nada hasta que estuve consciente, y le tomó un
tiempo al vínculo poder comenzar a funcionar lo suficientemente bien como
para que pudiera utilizarlo para rastrearte.

—Lo siento —dije en voz baja.

—Mi amor —dijo, con voz decidida—, eres bienvenida a todo lo que soy,
todo lo que tengo. Destruiría el planeta por ti. Fui incluso diplomático por ti, lo
cual fue un enorme sacrificio. Una pequeña fuga de energía no es nada.

—Una hora —le dije. Él era un hombre lobo, y yo lo había noqueado durante
una hora—. Podrías haber muerto.

—Tú podrías haber muerto ―dijo intensamente—. ¿Qué habría hecho yo


entonces? —Él respiró profundamente. Cuando volvió a hablar, fue en su
propia voz a pesar del oro en sus ojos—. Eres bienvenida a cualquier cosa que
tengo, mi amor. Martin y Jitka nos llevaron a Josefov, pero solamente después
de que los llevé al parque recordaron que te habían perdido aquí. Le llevó a
Elizaveta el resto del tiempo lograr atravesar los hechizos de encubrimiento sin
derribarlos por completo. Ella… Libor… —Él hizo una mueca de nuevo—.
Todos pensamos que podría ser algo bueno ver lo que estaba dentro de la pared
invisible antes de exponerlo a la buena gente de Praga; especialmente dado que
había vampiros involucrados. Pero llevó tiempo.

—Puede que deseen dejarlo levantado un tiempo más de lo que están


planeando —le dije—. Creo que hay una gran cantidad de cadáveres aquí.
Sesenta años más o menos.

Él se sentó por completo en el suelo. Había líneas finas alrededor de los ojos
y sombras que me dijeron que estaba casi tan cansado como yo. La gente había

Grupo Leyendas Oscuras | 358


empezado a filtrarse escaleras abajo, hombres lobo, presumiblemente
pertenecientes a Libor.

Adam les dijo sobre los vampiros debajo de las escaleras y pidió,
cortésmente, que alguien le dijera a Elizaveta que la necesitaba.

—La jaula está diseñada para someter a los hombres lobo —le dije—. No
estoy herida.

—Cuando Elizaveta tenga un momento libre que venga enseguida —dijo


Adam al lobo que había comenzó a subir las escaleras—. ¿Así que tú crees que
Coyote te envió aquí? —me preguntó Adam—. Marsilia está bastante
convencida de que era un complot gigante de Bonarata para conseguir que nos
encargáramos de todos sus problemas por él. Él no es infeliz de tomar el
crédito.

—¿Marsilia? —Doblé las piernas con mayor comodidad y apoyé la frente


contra la jaula. Escuché a Adam explicar lo que había sucedido después de que
encontraran el coche destrozado y por qué había arrastrado a la gente que había
traído.

—¿Larry? —le dije—. ¿En serio? ¿El rey de los goblins es Larry?

—¿Alguien dijo mi nombre? —Un goblin saltó por las escaleras, se arrodilló
junto a Adam, y le entregó una botella de agua. Me sonrió, y vi que había unos
cuantos dientes de más en su boca—. Lo sé —me dijo—. ¿En qué estaban
pensando mis padres? Larry. Lo que es peor, sin embargo, es que mi nombre
completo es Lawrence; lo que me hace sonar como un pelele. —Tenía ojos
amables—. Estamos muy contentos de encontrarte más o menos en una pieza,
princesa.

—No tan feliz como yo —le aseguré, y se echó a reír.

Él se volvió hacia Adam.

—Había esperado poder ayudar. Pero esto es brujería. Espero que Elizaveta
pueda encargarse de ello tan pronto como termine con las protecciones que está
poniendo para mantener alejados a los inocentes. Ella dice que le llevará un
tiempo porque algo destruyó lo que la bruja anterior construyó.

Grupo Leyendas Oscuras | 359


—Fue el golem —les dije—. Y la bruja está muerta. —Miré a los zapatos de
Larry—. Has estado caminando sobre ella. Estaba enamorada de Guccio, y él
estaba enamorado de su poder.

—Polvo de vampiro muerto —dijo Larry cuidadosamente.

—Polvo de bruja vampira muerta —le dije.

—Creo que vamos a encontrar que pertenecía a Bonarata originalmente —me


dijo Adam—. Él tenía una bruja desaparecida hacía un tiempo atrás.

Larry se levantó y fue a algún lugar. Me habría gustado poder beber un poco
del agua de Adam. La comida sería agradable, también.

—¿La jaula estaba abollada cuando te pusieron en ella? —me preguntó


Adam.

Negué con la cabeza.

—Ese fue el golem cuando trató de matarme.

Adam se enderezó, y sus ojos, los que acababan de volver al color chocolate
oscuro que era más habitual en él, se iluminaron de nuevo.
—Maté al Golem de Praga, esta vez de verdad —le dije—. Después de usarlo
para matar a todos los vampiros. No sé cuántos mató. Muchos, creo. Mary
descubrió la manera de producir vampiros en masa, aunque tengo entendido
que tenían una fecha de caducidad. El problema era que él no quería parar con
los vampiros. Tu ayuda fue la única razón por la que todas las personas en el
barrio judío no están muertas.

Miró alrededor del sótano. Lo vi notar los fragmentos dispersos de cerámica.


Apretó los puños, y luego los liberó.

—Fue mi culpa que todos murieran —le dije—. Si pudiera haber encontrado
una manera de matar solamente a Mary, creo que Kocourek podría haber
controlado a todos los demás. —Pero todos esos vampiros habrían sabido que

Grupo Leyendas Oscuras | 360


Mary podía hacer vampiros en un par de semanas en vez de años. Historias
habrían sido contadas. Alguien lo intentaría de nuevo. Kocourek entendía lo
que estaba en riesgo. Se mantendría callado, y habría mantenido callados a los
otros que sobrevivieron.

Pero tanta gente, y eran personas para mí si eran vampiros o fantasmas…


todos se han ido por mi culpa.

Adam miró hacia mi rostro y deliberadamente dejó que su rabia de hacía un


momento se alejara. Él frunció los labios.

—Tú nos golpeaste. Nosotros solo matamos a dos personas. Lenka; la loba de
Bonarata, fue la primera. Él estaba perdiendo el control sobre ella y nos utilizó
para ejecutarla por él. —Parecía triste, luego su voz se endureció—. Guccio fue
el segundo. Si hubiera sabido que te golpeó, me habría tomado más tiempo.

Era mi turno de asentir. Estaba tan cansada.

Incluso más personas treparon y bajaron las escaleras, que, a pesar del daño
que el golem le había hecho, aún estaban funcionando muy bien. Un hombre
lobo en pantalones de vestir, una camisa blanca y una corbata, cargaba a
Elizaveta Arkadievna sobre los restos del último escalón.

Yo estaba muy, muy cansada. Y Adam estaba aquí. Estaba a salvo. Dejé que
mis ojos se cerraran. Luego susurré, en voz muy baja:
—¿Ese es Bran? ¿O estoy alucinando?

Adam me sonrió; lo oí en su voz.

—Por supuesto que no. ¿Qué estaría haciendo él aquí? Es Matt Smith,
nuestro copiloto y lobo sumiso.

—Matt Smith es el Doctor —le informé, luego me quedé dormida con una
sonrisa en mi rostro mientras Elizaveta comenzaba a desbloquear la magia en
mi jaula.

Grupo Leyendas Oscuras | 361


Soñé que estaba sentada junto a un manantial de agua dulce que burbujeaba
en un pequeño jardín. Estaba rodeado por muros de piedra y puertas de estilo
medieval que conducían a los edificios que rodeaban el jardín.

A excepción del manantial, me recordó al jardín con el amigable mastín. Este


jardín no tenía un perro, no obstante, solo yo, Galina, que parecía tan real como
yo, y Coyote.

—Es feliz —dijo Galina cuidadosamente, inclinándose hacia delante para


tocar el agua con la mano.

—Sí —estuvo de acuerdo Coyote.

—Me gustaría ser así de feliz —le dijo ella con melancolía.

—¿Lo haces? —preguntó. Me miró por el rabillo del ojo—. ¿Por qué no
vienes a dar un paseo conmigo?

Galina me tocó el hombro.

—No puedo dejar a Mercy sola. Ella me salvó del golem.

Él le sonrió.

—¿Lo hizo? —¿Había mordacidad en su voz? Si lo había, no estaba dirigida a


Galina—. Ella estará bien aquí por un momento.
—Ve —le dije—. Has hecho suficiente por mí. Estoy a salvo ahora.

—Está bien —dijo. Se puso de pie y tomó la mano de Coyote cuando se la


ofreció.

No vi a donde se la llevó él. Fue un momento privado. Su momento privado.

—¿Ella estará bien? —le pregunté en voz baja cuando Coyote volvió sin ella
mucho tiempo después.

—Maravillosamente —me dijo—. Está donde debería haber estado ahora.


Desatascada. No sé por qué las personas se quedan atascadas así.

—Tú me enviaste a Praga para liberar al espíritu de este manantial —le dije.

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—Envié a tu hermano a Praga para liberar al espíritu de este manantial —me
dijo—. Échale la culpa a él por no conseguir hacer el trabajo. Estoy
impresionado, sin embargo. No esperaba que resucitaras por completo al
golem. ¿Sabes lo que podría haber ocurrido si no lo hubieras detenido? —
preguntó. Luego se tiró hacia atrás en el suelo, arrancó una brizna de hierba, y
se lo metió entre los dientes blancos—. Hubiera sido glorioso.

Me desperté cuando Elizaveta rompió la magia que rodeaba la jaula. Adam


la movió oh-tan-gentilmente a un lado, y luego arrancó la puerta. Sus brazos se
cerraron a mi alrededor, tan apretados que apenas podía respirar.

La voz de Coyote habló en mi oído.

—Dile que te consiga algo de ropa antes de que pilles tu muerte.

No le hice caso.

Un total de veinticuatro horas más tarde, me desperté desnuda en sábanas


que se sentían como la seda y con el olor de mi compañero a mi alrededor. Me
senté y me froté la cara, cuidando de la mejilla que estaba dolorida. La ducha
estaba corriendo.
Libor había ofrecido espacio para dormir en su panadería, pero habíamos ido
a un hotel. Adam me había querido a solas, y yo no protesté.

Por primera vez en mucho tiempo, no estaba agotada y sola.

Caminé desnuda al baño. La ducha era de vidrio transparente, y Adam


estaba de espaldas a mí. Me apoyé en el marco de la puerta y sonreí.

—¿Vas a ver mi trasero todo el día, o a unirte a mi? —preguntó mi


compañero.

—¿Qué pasa si hubiera dicho que iba a ver tu trasero todo el día? —le
pregunté con curiosidad mientras abría la puerta y me metía en el agua caliente.

—He estado considerando las lecciones de la danza del vientre —me dijo con

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voz grave. Sus brazos estaban apretados a mi alrededor, y me tiró con fuerza
contra él—. Eso te habría dado algo que ver. Pero no estoy seguro de si podría
mantener mi cabeza en alto en torno a otros hombres lobo alfas si lo hiciera.

—Sí —estuve de acuerdo, las células de mi cuerpo tanto adormecidas como


energizadas por el contacto de su piel—. Sé lo mucho que te preocupas por lo
que otros hombres lobo alfas podría pensar de ti.

Hicimos el amor bajo el agua. Él besó mis moretones y yo besé el corte


curándose sobre su hombro. Dijimos el tipo de cosas que no tendría ningún
sentido para nadie más. Y cuando estuvo enterrado en mi interior, su
respiración áspera y su piel caliente, fue cuando supe que estaba en casa.

Volamos de Praga tres días después. Nos dio tiempo para hacer las cosas de
diplomacia en las que Adam fingió que no es bueno. Bran se quedó en el avión.
Conmigo a salvo, no quería correr el riesgo de que alguien supiera que estaba
allí, porque eso sería invitar a todo tipo de oportunidades de ataques al azar
(palabras de Adam). Libor lo sabía, pero por sus propias razones, había
decidido mantener su propio consejo. Más tarde descubrí que Bran había
coaccionado a Zack para llamar a Libor para pedirle que su padre cuidara bien
de mí. También descubrí que Adam había hecho lo mismo, todo esto antes de
que Libor se hubiera reunido conmigo en el jardín y me hizo hacer un trato con
él. A Coyote le gustaría Libor.

Bonarata fue encantador, pero no podía olvidar o perdonarlo por Lenka.


Honey se quedó lejos de él, y me di cuenta de que Libor mantuvo a Jitka y las
otras hembras en su manada lejos del vampiro, también.

Elizaveta se quedó en Europa, invitada de Bonarata, durante un mes


completo. Él le pagaba para eliminar su adicción a la sangre de hombre lobo y
para hacer todas las cosas que Mary había hecho una vez por su nido. Él iba a
tratar de quitárnosla, dijo Adam, pero no había sonado preocupado. Ella
regresaría a casa; mucho más rica que cuando se había ido.

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Marsilia había fruncido los labios cuando Adam nos había contado lo que
pretendía Elizaveta.

—No va a funcionar a largo plazo —dijo ella—. Los adictos tienen que querer
estar limpios. Siempre y cuando Jacob piense que le da más poder, no va a
parar.

Cuando habló de Bonarata, no lo hizo de la manera que solía. Había habido


tanta energía en su voz, pero ahora esa fuerza se había sometido. Él era alguien
a quien ella una vez había conocido muy bien, pero ahora era un extraño.

Bonarata estaba quedándose en el nido de Kocourek, ayudándolo a


reconstruirlo. No pensé demasiado en lo que eso significaba. Kocourek me
había apartado a un lado y pedido que no le dijera a nadie sobre cómo Mary
había logrado crear vampiros mucho más rápido.

—Con ella y los otros vampiros muertos —dijo Kocourek—, nadie sabe lo
que consiguió a excepción de ti, mi gente y yo. Es mejor así, ¿no?

—De acuerdo —le aseguré. Pero una parte de mí no pudo evitar pensar en
ese refrán, cómo dos personas pueden guardar un secreto si uno de ellos está
muerto.
Adam y yo pasamos dos días jugando a los turistas. Exploramos el complejo
del castillo, el cual incluía una catedral y una iglesia casi tan antigua como creo
que es Bran, y caminamos por las calles del Antiguo Pueblo. Adam me compró
un collar de ámbar y pendientes a juego. Me encontré con una copa de cristal
antigua con la figura de un lobo en ella.

Adam y yo estábamos acurrucados viendo una película en una de las salas


de reuniones en el jet cuando Bran entró llevando un tazón de hielo con tres
latas de refresco enterradas profundamente. Él cerró la puerta detrás de sí, puso
el cuenco en el suelo, y vio la película con nosotros durante unos diez minutos

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antes de que yo no pudiera soportarlo más.

—¿Matt Smith? —dije—. ¿En serio? No eres el Doctor, Bran. A tu edad, es


importante mantener un estado de alerta para la arrogancia excesiva.

—Gracias —dijo. Tomó un trago de su refresco—. Tu madre te puso en mis


brazos cuando tenías menos de tres meses. Yo sabía que no tenía espacio en mi
vida para una cosa tan frágil. Te di al mejor hombre para el trabajo.

—Bryan fue increíble —le dije, preguntándome cuál era su punto.

Bran asintió.

—Leah te habría matado si te hubiera conservado.

—Casi me mató de todos modos —dije secamente. La esposa de Bran y yo


teníamos una relación de odio-odio que funcionaba bastante bien para las dos.

—Y, sin embargo —dijo Bran suavemente—, fuiste mía desde el primer día
que te abracé. No importa cuán fuerte haya luchado. No es seguro estar en mi
familia, Mercy. Y tú eras esa frágil criatura que se ponía a sí misma en el camino
de la destrucción a diario.

Él me había abandonado dos veces. En primer lugar, cuando me despidió


porque Samuel me deseaba. Samuel era casi tan viejo como Bran, quien es más
viejo que la suciedad, y yo había tenido dieciséis años. Bran podría haber
enviado lejos a Samuel, pero Samuel era su hijo, y yo era solo un molesto
animal callejero. Había hecho falta un Adam para hacerme confiar en la gente
de nuevo. La segunda vez que Bran me había abandonado fue peor, porque fue
la segunda vez. Había cortado sus lazos con mi manada, por todas las razones
correctas, y solamente se había sentido tan mal como lo había hecho cuando
tenía dieciséis años, simplemente me sentí estúpida.

Y luego había arriesgado todo en lo que él creía, (porque si Bonarata hubiera


sabido quien era realmente Matt Smith, todo el infierno se hubiera desatado),
para ayudar a Adam a rescatarme. Él había arriesgado una guerra entre los
hombres lobo y los vampiros por mantenerme a salvo.

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Con cautela, dije:

—Gracias por venir en mi búsqueda.

—Te rescataste tu sola —dijo—. Debería haberme quedado en casa.

Adam se echó a reír.

—Yo habría estado en problemas si no hubieras estado allí. Y, ¿por qué crees
que Libor fue tan cooperativo? Si hubiera sido solamente yo, habríamos tenido
que luchar antes de que él accediera a darle caza al nido de Mary, conozco a los
de su clase.

Me enderecé y miré a Bran mientras mi cuerpo se calentaba por Adam.

—¿Qué le has hecho a Zack que hizo que su padre te odiara tanto? —Hice
una pausa—. Creo que su nombre de nacimiento es Radim, ¿verdad?

—¿Zack? —dijo Adam.

Bran hizo un sonido propio de Bran.

—Radim. Pobre Radim. No puedo decirte los detalles. Digamos que el ser
sumiso en la manada de Libor no sería algo que le desearía a mi peor enemigo.
Sobre todo si, como en el caso de Radim, era el hijo de Libor. —Él dio un
golpecito con el dedo en la parte superior de la lata de refresco vacía—. Puede
que lo haya secuestrado —dijo finalmente.

—Muy bien —dije, y me acomodé contra Adam.

—No es de extrañar que no le gustes a Zack —dijo Adam.

—Esa es una historia diferente —dijo Bran—. Vas a tener que preguntárselo a
él.

Vimos el resto de la película sin hablar. Cuando todo terminó, Bran dijo:

—Te amo.

Le dije:

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—Lo sé. —Adam me empujó con el hombro, y me reí—. Yo también te amo.

Giramos a nuestra calle justo después del anochecer. Eso hizo que fuera fácil
ver las luces intermitentes de los camiones de bomberos. Adam no dijo nada,
pero puso su pie en el pedal del acelerador.

Nos detuvimos en el césped para evitar bloquear la vía de acceso para los
camiones de bomberos. El techo del garaje era una ruina ennegrecida, y había al
menos una pared que era restos quemados. Toda la casa y el patio estaban
anegados con agua. Podía oler cosas quemándose, pero no pude ver nada
ardiendo. Personas; hombres lobo y bomberos en su mayoría, estaban vagando
por todo el lugar.

En el ajetreo y murmullo, nadie nos advirtió excepto Aiden, porque todo el


mundo estaba enfocado en el garaje.

Tenía los brazos cruzados y una expresión militante en su rostro mientras


marchaba hasta nosotros.

—Hola, Adam. Hey, Mercy —dijo en una voz tensa—. Bienvenidos a casa.
Evité que el garaje se quemara por completo, pero eso fue después de que lo
comenzara. Al parecer quemé el garaje hasta echarlo abajo cuando me quedé
dormido haciendo la tarea. Encontraré otro lugar donde vivir.

—Hola, Aiden —dije—. Yo destruí todo un edificio de apartamentos. —


Había sido el golem, pero pensé que tenía derecho a reclamar su daño para
mí—. ¿Puedo ir a vivir contigo?

Adam se echó a reír, extendió la mano, y revolvió el cabello de Aiden.

—Es bueno estar en casa.

—Sí —estuve de acuerdo de todo corazón—. Creo que debería ir a hacer


unas galletas con chispas de chocolate.

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Fin
Sobre la autora

Sobre la Autora
Patricia Briggs nació en Buttem (Montana)
en 1965 y vivió en varias ciudades del noroeste
Pacífico antes de regresar a su pueblo natal.
Escritora estadounidense, ha destacado dentro
del campo de la literatura fantástica, sobre todo

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en el subgénero de la fantasía urbana.

Hija de un bibliotecario que transmitió a sus


hijos el amor por la lectura y los libros, Patricia
creció leyendo cuentos de hadas y libros sobre
caballos, y más tarde desarrolló un interés por
el folclore y la historia. Cuando decidió escribir
un libro propio, un libro de fantasía parecía
una elección natural.

Patricia se graduó en la Montana State University con títulos en historia y


alemán y trabajó durante un tiempo como maestra sustituta. Actualmente, vive
en Montana con su marido, sus hijos y seis caballos y escribe a tiempo
completo, para el deleite de sus fans.
Saga Mercy Thompson

Saga Mercy Thompson


1.- Moon Called (La llamada de la Luna, 2006)

2.- Blood Bound (Vínculos sangrientos, 2007)

3.- Iron Kissed (Besos de hierro, 2008)

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4.- Bone Crossed (Huesos cruzados, 2009)

5.- Silver Borne (2010)

6.- River Marked (2011)

7.- Frost Burned (2013)

8.- Night Broken (2014)

8,5.- Shifting Shadows (2014), antología de narraciones cortas

9.- Fire Touched (2016)

10.- Silence Fallen (2017)

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