Capítulo Pedagogía Siglo XIX
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Transcrito por el Profesor y abogado Dr David Torruella Placencia
sugestivas de Hispanoamérica. Sus obras pedagógicas son numerosas pero sobresale entre
ellas su Educación popular (1848).
En Uruguay surge la gran figura de don José Pedro Varela (1845-1879), llamado el
Sarmiento uruguayo, creador de la enseñanza, popular uruguaya, autor de dos obras
pedagógicas notables La educación del pueblo (1874) y La legislación escolar (1876) e
inspirador de la ley orgánica de enseñanza de 1877.
CAPITULO XVII
A fines del siglo XVIII y comienzos del XIX surge en Alemania una constelación
brillantísima de grandes filósofos y escritores que se ocupan de la educación y que
pertenecen a las corrientes idealistas y neohumanista de la pedagogía. Entre ellos se
cuentan los filósofos y poetas ya nombrados. No es fácil diferenciar dónde empieza entre
ellos el idealismo y dónde el humanismo, pues casi todos poseen esos dos caracteres. Por
eso tenemos que estudiarlos conjuntamente, sin atenernos a la clasificación por escuelas.
Juan Teófilo Fichte (1762-1814), continúa la corriente idealista iniciada por Kant.
Como la mayoría de sus contemporáneos universitarios, desempeñó las funciones de
preceptor en una familia y conoció también a Pestalozzi. Su carácter entero y sus ideas le
colocan entre las personalidades pedagógicas más salientes de la época. Ya mencionamos
su conducta en Berlín, durante la ocupación de las tropas napoleónicas, a las que desafió
con sus valientes Discursos a la nación alemana. En ellos se contienen las ideas esenciales
de su pedagogía. Para Fichte, la salvación de la nacionalidad está únicamente en la
educación. Mas para esto es necesario que la educación llegue a todos los ciudadanos sin
excepción alguna. No quiere una educación popular, pues, sino una educación nacional. La
educación ha de ser eminentemente activa, basada en la propia actividad del alumno; lo
importante no es el conocimiento, sino la voluntad. En este sentido Fichte es uno de los
primeros representantes del activismo y el voluntarismo en la pedagogía. Lo decisivo sin
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embargo es la moralidad. Los -medios de la educación los ha señalado Pestalozzi: la
intuición y la colectividad, la primera para la vida intelectual, la segunda para la vida social.
2. GOETHE
El más grande de los escritores de lengua alemana Johann Wolfgang Goethe (1749-1832),
no se ocupó sistemáticamente de la educación, pero en gran parte de sus obras expuso ideas
pedagógicas y en una de sus más importantes, el Wilhelm Meister, dedicó toda una parte, la
llamada "provincia pedagógica", a la educación. Aparte de esto se ocupó de ella durante su
gestión corno consejero en la Corte del duque Carlos Augusto de, Weiniar y en la
educación de su nieto. Su misma vida es una obra de autoeducación. Goethe estuvo influido
por las ideas de Rousseau y Basedow, pero difiere de ellas esencialmente en muchos
puntos. Para Goethe la educación es ante todo una labor espiritual, de humanización, como
para la mayoría de sus contemporáneos de este período. Lo importante es la formación de la
personalidad. "Suma delicia de las criaturas -dice- es la personalidad." Pero la personalidad
no debe ser nunca unilateral, parcial, limitada, sino lo más amplia y rica posible. Ahora
bien, lo característico del hombre es la vida, el vivir, y en este sentido la pedagogía de
Goethe es ante todo una pedagogía vital. En ella emplea la idea del desarrollo, de la
metamorfosis, a partir de un núcleo original que se manifiesta en formas diversas, pero que
se revela igual en todas sus manifestaciones. Es "la forma acuñada que se desarrolla
viviendo".
Además de Goethe. los más grandes poetas y escritores de la época se ocupan como
hemos dicho de la educación y que aunque pertenecen al siglo anterior, en éste ejercen su
mayor influencia. Entre ellos:
Epraim Lessing (1729-1781). el gran dramaturgo del siglo anterior, que escribió un
tratado sobre La educación de la especie humana, según el cual la historia cultural de la
humanidad se reproduce en el desarrollo del individuo.
3. FROEBEL
Para Froebel, la escuela tiene una función social a la par que individual el desarrollo
de las energías del niño y la conciencia del ,grupo y de la colectividad. Pero la escuela ha
de parecerse lo más posible a la vida; en ella deben reinar también la actividad y la libertad.
"No se crea que la escuela contradice la espontánea actividad del muchacho. La acción bien
dirigida de la escuela, que ha ,de tender precisamente a fortificar las energías íntimas y
espirituales de los alumnos, hace que éstos se sientan más libres, se muevan .con mayor
soltura en la vida. El buen escolar no anda encogido y con la cabeza baja: debe estar alegre,
dispuesto, sano de cuerpo y de alma. No hay antagonismo entre la escuela y la vida."
"¿En qué se diferencia Froebel -pregunta Johannes Prüfer- todos los demás
pedagogos?" Y responde: "Simplemente en que no sólo nos ha legado -como los otros-
escritos e instituciones, sino también algo desacostumbrado, es decir, un gran conjunto de
medios de juego y ocupación. El material froebeliano de juego y ocupación, a pesar de su
riqueza, no puede aparecernos como algo concluido, sino más bien como una semilla que
debe brotar y crecer en el alma de los hombres, tanto en la de los niños como en la de los
adultos" 1.
4. HERBART
Para Herbart, la vida psíquica está constituida esencialmente por el juego de las
representaciones. Éstas constituyen los últimos elementos a que puede reducirse la
actividad anímica. De ellas son sólo modificaciones los sentimientos y los deseos, los
cuales surgen del equilibrio o desequilibrio de la conciencia, de la facilidad o de la
resistencia que encuentren las representaciones para penetrar en ésta. De aquí nace el
carácter marcadamente intelectualista de la pedagogía de Herbart. De aquí surge también su
idea de la "educación por la instrucción", ya que al modificar con la enseñanza las
representaciones (ideas) podemos modificar sin más toda la vida psíquica.
1 J. Ortega y Gasset, Prólogo a la trad. española, por L. Luzuriaga, de la Pedagogía general, de Herbart.
La instrucción tiene por fin, como toda la educación, la virtud, o sea la "fuerza de
carácter de la moralidad". El medio esencial de aquélla es el interés, o mejor la
"multiplicidad del interés". Para que la instrucción pueda penetrar en las representaciones
del alumno han de abrirse todas las puertas del espíritu. La idea del interés es una de las
más fructíferas de Herbart. Los intereses sirven como de motores, o estímulos para la
acción, y se refieren al mundo de la naturaleza (conocimiento) y al mundo de los hombres
(simpatía). Y además de ser múltiples y variados, tienen que estar armónicamente
repartidos y unificados en la personalidad. En la instrucción hay que tener también en
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cuenta su teoría de los "grados formales de la instrucción", referidos a los diversos
momentos de la exposición y apropiación de la materia instructiva, a saber: la claridad
(aprehensión, apercepción de lo mostrado) ; la asociación (enlace de las representaciones ya
existentes) ; el sistema (ordenación, pensar sistemático), y el método (aplicación, referencia
de lo adquirido a la realidad, a la práctica).
Tales son, a grandes rasgos, las ideas esenciales de la pedagogía de Herbart. Pero
dentro de ésta hay algunas más que merecen especial atención. Entre ellas se encuentra su
idea de la apercepción, por virtud de la cual cuando una nueva representación entra en la
conciencia salen a su encuentro las semejantes que ya preexistían en ella, o sea los
elementos apercipientes. La instrucción debe pues proporcionar aquellas representaciones
que tengan ya precedentes o antecedentes en la conciencia del alumno, y por lo tanto no ser
enteramente nuevas. Otra idea esencial es la de la multiplicidad del interés, es decir, la
ampliación del horizonte mental a la mayor cantidad posible de ideas y sugestiones para
evitar la parcialidad del saber y de la conducta.
En la segunda mitad del siglo xix se difunde también una corriente filosófica, el
positivismo, fundado por Augusto Comte (1790-1857), que tuvo sus repercusiones en la
pedagogía, aunque menores que el herbartianismo. El mayor representante de él es Herbert
Spencer (1820-1903) que aunque no fue propiamente un pedagogo, tuvo cierta influencia
en la educación. Spencer es autor de una conocida obra, La educación intelectual, moral y
física, de carácter ocasional, en la que acentúa el valor utilitario de la educación,
preguntándose al comienzo de ella por los conocimientos más útiles para nosotros. Su
respuesta es: los que sirven para la conservación y mejora del individuo, la familia, el
Estado y la sociedad en general. La educación para él es la preparación para la vida
completa, acentuando en ella el carácter científico de los estudios sobre los literarios, el
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conocimiento individual sobre el tradicional. "El ideal de la educación -dice- consiste en
obtener una preparación completa del hombre para la vida entera. En general, el objeto de
la educación debe ser adquirir del modo más completo posible los conocimientos que
sirvan mejor para desarrollar la vida intelectual y social en todos sus aspectos, y en tratar
superficialmente los que menos contribuyan a ese desarrollo". Influido por las ideas
naturalistas de Rousseau, da Spencer una gran importancia a la educación física y al estudio
de la naturaleza. Su educación intelectual la basa en la idea de la intuición de Pestalozzi.
Spencer es por fin el representante de la pedagogía individualista, al negar al Estado el
derecho a intervenir en la educación. En realidad hay muy poco de original en la pedagogía
spenceriana, a no ser su insistencia en el carácter utilitario, pragmático de la educación y en
el valor del conocimiento científico.
En una dirección semejante, aunque más técnica, se halla Alejandro Bain (1818-
1903) autor de la conocida obra La ciencia de la educación, que aunque de carácter
utilitario, tiene un valor más humanista, acentuando también el papel de la ciencia en la
educación.
En ese mismo sentido cientifista hay que citar al discípulo y colaborador de Darwin,
Thomas Huxley (1825-1895), autor de una obra, Ciencia y educación, en la que acentúa el
valor para la educación de los conocimientos científicos y naturalistas.
CAPÍTULO XVIII
LA EDUCACIÓN EN EL SIGLO XX
Es muy difícil señalar el carácter general de la educación en lo que va del siglo XX.
Sin embargo, aun a riesgo de simplificarla, podríamos decir que la característica común de
nuestro tiempo es la democratización de la enseñanza. Lograda prácticamente en casi todas
partes la implantación de la escuela primaria pública, universal, gratuita y obligatoria en el
siglo último, le correspondía al nuestro ampliar aquélla hasta comprender la educación de la
-adolescencia, o sea la enseñanza secundaria. En tal sentido se ha -venido trabajando en
este tiempo, entre las guerras y revoluciones que en él han ocurrido.