#5 Armados y Peligrosos

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Abigail Roux

Armados y Peligrosos
Cut and Run 5

ABIGAIL ROUX

ARMADOS Y
PELIGROSOS
Cut and Run Nº5
Abigail Roux

Armados y Peligrosos
Cut and Run 5

ARGUMENTO

Solo en la ciudad de Baltimore, tras la espantada


de su amante, el agente federal Zane Garrett
descarga su frustración sobre todo el que se cruza en
su camino hasta que recibe la orden de viajar a
Chicago para unirse a un agente secreto. Una vez allí,
se encuentra cara a cara con su rebelde compañero, el
agente Ty Grady. Tienen que resolver la
incertidumbre que viven en ese momento como
pareja mientras trabajan para recuperar a su objetivo,
un sicario retirado y agente de la CIA llamado Julian
Cross. Ty, antiguo Marine y agente estrella del FBI,
suele actuar de forma impredecible, como bien sabe
Zane. Zane solía vivir para su trabajo pero ha
terminado por darse cuenta de que su doloroso
pasado no tiene por qué ensombrecer su futuro. Son
compañeros, amigos, amantes, y el equipo de
referencia del FBI para los casos más inusuales. Con
Cross y su inofensivo novio, Cameron Jacobs, que los
acompaña, Ty y Zane tendrán que vérselas con un
trayecto a través de buena parte del país, registros de
la guardia aeroportuaria, tormentas de nieve, las
tretas de sus prisioneros, varios equipos de asesinos
de la CIA, una desesperante falta de sueño y cafeína,
y el uno con el otro. Ty y Zane están decididos a
llevar a Julian Cross a Washington DC de una pieza,
pero con todo en su contra, puede ser lo último que
hagan.

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Armados y Peligrosos
Cut and Run 5

Capítulo 1

El roce de la pluma Montblanc susurró en la tranquila oficina bien equipada.


Gruesos muros de piedra y cristal blindado de doble cristal trabajaban para
amortiguar el ruido del tráfico de la ciudad de Washington, DC, y la alfombra
suntuosa y la insonorización en las paredes mantenían la oficina en un refugio de
soledad en medio de una de las ciudades más activas del mundo.
Richard Burns, director adjunto de la División de Investigación Criminal de la
Oficina Federal de Investigaciones, hojeó una página tras otra, escribió sus iniciales y
firmó. La Oficina podría haber pasado a la era digital, pero el papeleo todavía hacía
que los engranajes giraran. Con un resoplido, cerró la carpeta y la lanzó al buzón de
salida para que su ayudante la recogiera. Al menos no tenía que escribir su nombre
completo cada vez.
Estaba estirándose para meter la pluma en su caja cuando el timbre de su teléfono
lo interrumpió.
—¿Señor?
—¿Sí, Nancy?
—Seguridad acaba de llamar, señor. Tiene una visita —anunció la voz metálica de
su asistente por el altavoz.
—¿Quién es? No tengo ninguna cita hasta las dos.
—La identificación facilitada es de un tal señor Randall Jonas. Agencia Central de
Inteligencia.
Burns miró el teléfono sorprendido.
—Hazlo pasar —dijo mientras se levantaba y comenzó enderezar su corbata y
chaqueta.
Fueron necesarios cinco minutos, más o menos, y el timbre sonó de nuevo.
—Señor, el escolta está aquí con el Sr. Jonas.

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Burns rodeó el escritorio para saludar a su viejo amigo cuando entró por la puerta.
Randall Jonas había sido uno de los tres hombres del escuadrón original del Cuerpo
de Marines de Burns que habían regresado de Vietnam. Earl Grady era el otro. Eran
como sus hermanos, y Burns nunca rechazaría una visita sorpresa de uno de ellos.
Pero cuando se abrió la puerta y Jonas entró en su despacho, Burns se dio cuenta
inmediatamente de que algo andaba mal.
—Te ves como el infierno —dijo antes de que pudiera pensar en una forma más
adecuada de decirlo.
Jonas asintió.
—Por una buena razón.
Jonas no se veía para nada como el agudo jefe de sección de la CIA que Burns veía
para tomar una copa en algún bar de DC. Jonas parecía agotado, exhausto, con
ojeras. Era un hombre grande, con una mandíbula cuadrada, con tendencia hacia el
aumento de peso en los últimos años, con el pelo gris metálico y los ojos castaños.
Por lo general estaba lleno de buen humor y encanto, más un gnomo travieso que un
fantasma. Ahora, sin embargo, parecía un oso perseguido por el bosque por un
bigfoot.
Burns le ofreció una mano para estrechar y luego hizo un gesto hacia el sofá de
cuero en la esquina de su oficina.
—Perdóname por saltarme las cortesías, pero parece que es posible que desees que
lo haga. ¿Qué ha pasado?
Jonas se pasó una mano por el pelo.
—Me metí en algo desagradable, Dick. He estado a cinco minutos de ser detenido
en Langley —dijo mientras se dejaba caer en el sofá y tiraba del nudo de la corbata.
—¿Qué? —Burns se sentó frente a él.
—Me encontré con algo que no estaba destinado a ver. Una larga historia, alguien
dentro de la compañía ha estado utilizando los activos del gobierno para hacer
trabajos personales con fines de lucro, y luego cargándose a los activos cuando saben
demasiado. Han convertido a la CIA en un servicio de asesinos.
—¿Qué?
—Hubo unos papeles que me hicieron sospechar, así que empecé a husmear. Y
cuando seguí el rastro, ese hijo de puta lo llevó de vuelta a mí.
Burns parpadeó.
—¿Qué?

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—Richard, se centran en mí. Alguien me está tendiendo una trampa para hacerme
responsable de ordenar golpes privados. Lo averigüé antes de que lo tuvieran todo
en su lugar. Así que recogí y salí corriendo. —Jonas hizo un gesto con la mano,
descartando cualquier detalle adicional de su fuga de Langley.
Burns asintió, frunciendo el ceño. El abuso de poder ocurría en las agencias del
alfabeto al igual que en cualquier otro lugar. Sólo que por lo general terminaba con la
muerte y la destrucción en lugar de la quiebra, los rescates, o mover una fábrica a
China.
—Alguien dentro de la CIA se está aprovechando. Y tú eres el chivo expiatorio.
Deduzco que seguir el rastro a la inversa no puede demostrar tu inocencia.
—No, sólo están las notas de un lacayo a otro, dando órdenes —dijo Jonas,
inclinándose hacia delante y apoyando los codos en las rodillas—. Es malo, Dick.
Estoy siendo incriminado por el mal uso de los recursos dirigiendo operaciones, por
eliminaciones no autorizadas de personal, y si realmente va mal, traición. Sin duda
iría a la cárcel el resto de mi vida natural. Eso es si quien es responsable no viene tras
de mí también. Están limpiando. La gente está perdiendo sus vidas.
—Jesús, Randy.
—Necesito un poco de ayuda, y tú eres el único en quien confío en estos
momentos.
Burns se dio cuenta de que le estaba mirando y asintió secamente. Conocía a este
tipo, le conocía desde hace más de cuarenta años, y sabía que si Jonas lo decía, era
verdad. Incluso si era un maldito fantasma.
—¿Qué necesitas?
—Necesito un contacto dentro.
—¿Un contacto?
—Por los detalles que fui capaz de reunir antes de huir, sólo hay un tipo todavía
vivo que tiene la información necesaria para apuntar al bastardo a cargo de todo esto.
Trataron de eliminarlo hace un año, pero escapó. —Jonas sacudió la cabeza—. Han
estado eliminando agentes, Dick. Equipos de agente y de controladores eliminados o
desaparecidos, desde hace un par de años. Poco a poco, casi al azar, y no puedo decir
que lo hubiera sabido sin toparme con ese archivo y sospechar.
Jonas asintió mientras se sentaba y luego se echó hacia atrás, con aspecto
realmente miserable.
—Me he dejado el culo para la Compañía, Dick. No voy a dejar que todo se vaya al
garete de este modo. Hay una célula dentro, una que no está sancionada ni

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supervisada. No estoy seguro de lo alto que llegan, aparte de que llegan alto si me
están apuntando.
—¿Tienes las estadísticas de este contacto? ¿El de la información?
—Más o menos. Pasó a la clandestinidad hace un año. He estado en contacto con
su ex controlador.
—Bien. Enviaremos a un agente a por él y lo atraparemos. Se lo daremos a alguien
en quien podamos confiar.
—No puedes enviar recursos del FBI, Dick. Van a estar monitoreando todo.
Burns levantó una ceja ante la paranoia, pero eso era un fantasma para ti.
—Mira, Richard, no sé mucho acerca de tus operaciones, con excepción de que la
CIA te usa a ti y a los recursos que has cultivado para determinados trabajos. Sé que
tienes los medios para hacerlo fuera del tablero.
Burns frunció los labios y se rascó la nariz, tratando de ocultar la incomodidad.
—Podría conocer a alguien. Le movilizaré. Y hasta que podamos atrapar a ese
activo misterio tuyo, te quedarás aquí. Ni siquiera la CIA va a asaltar la sede del FBI
para llegar a ti. ¿Quién es el contacto?
—Es un extranjero llamado Julian Cross. Los registros dicen que le habían
eliminado, pero luego saltó de nuevo en el radar y los rumores son que está todavía
vivo. Cuando hablé con Blake Nichols, su ex controlador, confirmó que Cross está
vivo. Por ahora. Pero no puede llegar a él. —Jonas tamborileó con los dedos sobre el
brazo del sofá, visiblemente agitado—. Tengo una dirección, y sólo puedo esperar
que este tipo tenga la información que necesito. Es el único que podría tenerla. Todos
los demás están muertos.
—Julian Cross —murmuró Burns mientras se rascaba la barbilla—. ¿Por qué ese
nombre me suena familiar?
Jonas se encogió de hombros.
Burns se levantó y fue a su escritorio, activando su ordenador para escribir una
búsqueda. No salió nada. Pero conocía ese nombre. Tecleó un código y buscó de
nuevo. Esta vez, el equipo buscó a través de una caché de archivos ocultos, y
apareció un archivo.
Burns resopló mientras revisaba la información contenida en el archivo. París. Por
supuesto. Miró a Jonas.
—Dame toda la información que tengas. Pondré a mi mejor hombre en ello —dijo
mientras sacaba un teléfono móvil de un cajón cerrado con llave.

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—Si Cross no sabe quien estaba dando las órdenes de matar, nadie lo sabe. Pero
tengo la sensación de que él lo juntó todo y cree que fue la CIA tratando de matarlo.
Es por eso que ha salido del radar. No será fácil traerlo. –Dijo Jonas mientras se
acercaba a la mesa, sacando un trozo de papel doblado de su bolsillo—. Esto es todo.
Nombre, contactos, direcciones. Y tu hombre debería saber que Cross es un agente
federal de alto nivel que trabaja en operaciones encubiertas, considerado armado y
extremadamente peligroso. Es… muy capaz...
Burns asintió mientras marcaba y no pudo evitar sonreír.
—Se van a llevar a las mil maravillas.

* *
Lo siento. Las paredes se están cerrando y me tengo que ir.

Te amo.

Zane se enderezó en la cama, empapado en sudor, con los oídos zumbando


mientras el nombre de su amante resonaba en las paredes. Había estado soñando, la
mente llevándolo de nuevo a la sala de estar de Ty y al baile que habían compartido.
El nombre de Ty todavía estaba en sus labios. Todavía podía olerle y sentir sus
brazos a su alrededor mientras se balanceaban juntos. Pero eso había sido hacía más
de una semana.
Parecía que todavía podía oír la música.
Zane se estremeció y se inclinó para agarrar su teléfono. Rozó la pantalla para
responder a la llamada, interrumpiendo el tono.
—Ga-Garrett.
—Zane.
La voz suave le golpeó lo bastante fuerte para caer sobre un codo, tratando de
tragar las mariposas. Estaba demasiado atrapado en el sueño. No estaba seguro de
estar despierto del todo.
—¿Ty? —Dijo después de una pausa muy larga. Sonó quejumbroso. Se pasó la
mano por la cara.
—Suenas horrible. ¿Estás bien?

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Zane sacudió la cabeza, y su mirada se posó en el haz de luz de luna que pintaba
la pared de la habitación. Trató de enfocar sus ojos. Era suficiente para proporcionar
un resplandor azul suave al dormitorio. Se pasó una mano por la frente. La apartó
húmeda.
—Yo… ¿dónde coño has estado?
—Cálmate y te lo diré.
Zane gruñó. Se inclinó y buscó a tientas la botella casi vacía de agua en la mesita
de noche. Estaba tibia, pero se tomó unos tragos de todos modos.
—Cálmate, mi culo. ¿Dónde estás?
—Bueno —dijo Ty, la palabra eterna. Zane reconoció el tono de voz que Ty
utilizaba cuando estaba tratando de encontrar la manera de explicar algo que no le
sucedía a la gente normal—. Me han dicho que estoy en Tennessee. O Kentucky. En
realidad no está claro. No es por eso que te llamo.
—¿Estás de una sola pieza? —preguntó Zane. Curvó la mano libre en la sábana.
—De momento. Pero escucha, Zane, no tengo mucho tiempo. Recibí una llamada
de Burns.
Zane se estremeció y se movió hacia atrás para apoyarse contra el cabecero. Eso
significaba que Ty no volvería a casa a corto plazo, estaba seguro de ello. Cuando
habló, su voz era sombría y apenas controlada.
—Estoy escuchando.
Ty se quedó en silencio un momento.
—Te echo de menos —dijo. Parecía destrozado, lo cual no ayudó a que Zane se
sintiera mejor—. Pero tengo que ir a la clandestinidad. No me dio opción esta vez.
Zane tenía en la punta de la lengua pedir explicaciones, pero el pesar en la voz de
Ty le detuvo. Con cualquier otra persona, esta conversación habría sido absurda.
Zane se frotó los ojos. Se había ido a la cama hacía un par de horas, y mucho antes de
lo normal. Ty no habría esperado despertarle.
—Me asustaste, Ty.
—Lo sé —dijo Ty, y aunque sonaba con compasión, no necesariamente sonaba
contrito—. Pero tenía que irme. Yo no…
Zane había sabido que Ty no era el mismo después de esas dos semanas
infernales. Lo había sabido y había esperado tener la oportunidad de ayudar una vez
que ambos recuperaran el aliento. Pero la salida a medianoche de Ty había alterado

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ese plan. La frustración y la ira le inundaron otra vez, ahogando su breve sensación
de alivio.
—¿Sabes lo que pensé cuando me desperté sin ti?
—¿Qué con suerte no podías esperar para verme otra vez? Te dejé una nota —dijo
Ty, su voz esperanzada.
—Sí, y ¿sabes qué? ¡No sirvió de nada! —Dijo Zane, dándose por vencido en tratar
de ser comprensivo—. Eso no es algo que deseas encontrar cuando te despiertas a lo
que se supone que es ¡el primer día del resto de tu vida!
—¿El qué, ahora?
Zane gimió, se puso de lado y se dejó caer sobre su costado. Se puso una
almohada sobre la cabeza y luego habló de todos modos. Sus palabras salieron
sordas y amortiguadas.
—Beaumont. Tyler. Grady.
—Espera, espera, ¿nombres completos? ¿Qué demonios, Garrett?
—Te dije que te amaba, y al día siguiente te fuiste.
Ty se quedó en silencio, pero Zane podía escuchar su respiración. Cuando
finalmente habló, su voz era baja y ronca.
—Lo siento. No pensé en eso.
—¿Pensaste en algo?
—Zane.
—¡Estúpido!
—Te amo, Zane. Lo hago y lo sabes. Y cuando vuelva a casa, vamos a sentarnos y
hablar de esto. Lo prometo.
—Te dije que te amaba.
—Y me gustó.
Zane alejó la almohada y rodó sobre su espalda para mirar a través de la
oscuridad hacia el techo.
—Te lo dije dos veces.
—Zane.
—¿Qué diablos quiere Burns ahora? Se supone que estas en excedencia.

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Ty no respondió durante mucho tiempo, lo suficiente para que Zane mirara la


pantalla de su teléfono para asegurarse de que la llamada seguía conectada. Entonces
oyó el resoplido de Ty.
—Dios, me encanta cuando te pones de tan mal humor. Promete seguir cabreado
cuando vuelva a casa, ¿de acuerdo?
—No creo que eso vaya a ser un problema.
Ty se rió cariñosamente, y el cuerpo de Zane respondió al sonido a pesar de la ira
que seguía inundándole. Gruñó. No se podía negar que su exasperante amante sería
capaz de salir de esto con su encanto. Maldito fuera. Pero Zane estaba, con mucho,
demasiado enojado como para dejarlo ir tan fácilmente.
—¿Estás diciendo que sabías que te amaba antes de que te lo dijera?
—Vamos, Zane. Soy un realizador de perfiles entrenado. ¿De verdad crees que no
puedo decir cuando alguien está perdidamente enamorado? Estabas haciendo
números.
—La primera vez que te lo dije…
—Estabas muerto de miedo.
Zane se quedó en silencio. Quería negarlo, pero Ty tenía razón. Ese día Ty había
bailado con él en su sala de estar, le había dicho que le amaba incluso antes de darse
cuenta de que las palabras se deslizaban hacia fuera.
—Te aterrorizaste tan pronto como salió, ¿no es así? —Preguntó Ty.
—Sí.
—Si no te hubiera dado una salida, ¿qué habrías hecho?
Zane cerró los ojos.
—Te habrías asustado. Y ya te estabas volviendo loco de todos modos. ¿Sabes lo
mucho que dolió descartarlo? Pero tú no estabas preparado. Y necesitaba que lo
dijeras por ti. No por mí.
Zane bufó, sintiéndose un tanto apaciguado.
—Jesús, Ty. Me conoces demasiado bien.
—Ni que lo digas.
—Todo al revés, ¿no? –Zane torció los labios en una sonrisa muy reacia y los frotó,
luego llevó los dedos a la barba oscura que se había dejado crecer durante las últimas
semanas cuando había estado ciego. Todavía estaba enojado, pero lo aplastó por el
momento, sólo aliviado al oír la voz de Ty—. ¿Qué más sabes de mí?

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Ty tarareó.
—Sé que estás durmiendo en mi cama ahora mismo.
Zane miró a su alrededor, la habitación de Ty y suspiró. Maldita sea.
—Todavía estoy molesto —murmuró, sin admitir nada—. Entiendo que estabas
hasta el cuello, pero, maldita sea, Ty. Podrías haber dicho algo, podrías haber
hablado conmigo sobre eso en lugar de sólo…
—No tengo ninguna excusa. A veces soy un imbécil egoísta.
Zane todavía tenía vestigios del susto, los bastantes para no querer dejarlo ir, pero
sabía que no iba a resolver nada al insistir a Ty por teléfono. Suspiró.
—¿Qué quería Burns? —Preguntó en un tono más tranquilo, sabiendo que era una
pregunta que no le habría hecho hace una semana.
—Lo siento, Zane —dijo Ty, negándose a contestar.
Zane apretó la mandíbula. Para bien o para mal, conocía la rutina.
—¿Te ordenaron ir a la clandestinidad?
—Sí.
—Significa despliegue inmediato fuera del radar, nada de contacto con los no
combatientes, ningún rastro que rastrear, ni idea de cuándo volverás.
—Tenía que llamarte.
Zane tragó saliva mientras se hundía en la cama. Con esta llamada, Ty estaba
rompiendo el protocolo y desobedeciendo una orden directa, algo que sabía que no
se tomaba a la ligera. Todo tipo de respuestas le llenaron la lengua antes de que una
observación irónica ganara.
—Espero que no haya rastro en tu teléfono o estaremos seriamente acabados.
—Francamente, Zane, no me importa —dijo Ty con convicción—. Ya no.
—Grady —dijo Zane, con la garganta dolorida—. Haz lo que tengas que hacer y
luego trae tu culo a casa.
—Lo siento, Zane. Haré esto por ti.
—Mejor que haya humillación involucrada —murmuró Zane.
—Duerme bien.
La llamada se desconectó. Zane se quedó con el silencio y una abrumadora
sensación repentina de impotencia y preocupación. Ty estaba allí trabajando sólo y
ahora no sabía más de lo que sabía ayer. Tragó saliva y dejó que la mano que sostenía

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el teléfono cayera al lado. Después de varios minutos de centrarse en tratar de


resolver el malestar de la ira persistente y no tener mucha suerte, se levantó de la
cama, sacó las sábanas sudadas del colchón, y se dirigió al sótano para meterlas en la
lavadora.
Necesitaba una ducha y un poco de té helado, preferiblemente de Long Island,
pero eso no era una buena idea, así que la mezcla instantánea funcionaría. Sólo
esperaba poder encontrar suficiente trabajo para mantenese distraído hasta que Ty
volviera y pudiera patearle el culo.

* *
Randall Jonas estaba sentado en el sofá de Dick Burns con la cabeza entre las
manos. Había un catre en la esquina con almohadas y mantas dobladas donde había
estado durmiendo, y había rumores circulando en la oficina sobre por qué Burns no
organizaba reuniones.
Cuando el teléfono móvil en el bolsillo sonó, Jonas casi saltó fuera de su piel.
Burns se mordió el labio para no sonreír. Su viejo amigo había estado fuera de juego
demasiado tiempo para esta cosa de capa y espada.
Burns le miró desde donde estaba sentado ante su escritorio. El teléfono era uno
de prepago, el número sólo lo conocían dos personas: Burns y Blake Nichols, el ex
controlador de Julian Cross.
Jonas encendió el altavoz con una evidente sensación de alivio.
—Nichols —dijo con voz grave
—Hola, señor.
—Dime.
—Tuve la oportunidad de ponerme en contacto con Julian Cross, señor. Entiende
la situación.
—Gracias a Dios.
—Pero no quiere tomar parte en ella.
—¿Discúlpame?
—Me dijo que está fuera y tiene la intención de permanecer fuera, señor. No
quiere saber nada de nada de eso. Dijo que si alguien es enviado a recogerlo, volverá
en una bolsa para cadáveres. Puesto que usted sabe dónde está, está empacando en
este momento y se prepara para largarse.
Jonas cerró los ojos. Burns deslizó su palma a través de la boca.

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—Cross es mi amigo, señor —dijo la voz de Nichols en el altavoz—. No quiero


hacerle daño. Pero también sé que si esto no acaba, él va a ser un objetivo durante el
resto de su vida.
—¿Qué quieres decir?
—Quiero garantías de que cuando esto termine, le dejarán en paz.
—¿Garantías?
—Su palabra es suficiente.
Jonas se encontró con los ojos de Burns a través de la oficina.
—Sacaré la cara por él.
—Supongo que eso valdrá. No va a ser fácil de detener, pero puede haber un
modo.
—¿Qué propones?
—Puedo arreglar que su novio esté en casa a una hora determinada. Si llama a
Julian, este irá y posiblemente, podría ser detenido. Pero tiene que ser hoy.
—Se puede hacer.
—Julian no será fácil.
—Somos conscientes de ese hecho.
—Aún así. Si yo fuera usted, señor, me aseguraría de enviar más de un tipo.

* *
Los fuertes golpes de puños envueltos golpeando un saco de boxeo resonaron en
las paredes de bloques de cemento, como lo hacían los suaves gruñidos de esfuerzo
que venían del hombre que lo estaba usando. El gimnasio de la oficina del FBI de
Baltimore estaba casi vacío tan temprano. Eso sólo significaba el agente especial Zane
Garrett no tenía que tratar con gente mirándole derrotar al relleno de una bolsa.
Una vez más.
Se centró en su objetivo, utilizando las manos, los pies, los brazos, las piernas,
cualquier combinación que funcionara mientras dejaba que su cuerpo atacara y su
mente se vaciara. Luego, después de una tremenda patada, el saco se balanceó hacia
atrás y un duro golpe interrumpió la concentración de Zane.
—Garrett, ¿qué pasa, tío? –El agente especial Fred Perrimore murmuró con ironía
desde donde estaba tendido de culo en la colchoneta detrás del saco de boxeo que
había estado conteniendo.

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Zane bajó los puños y se secó el sudor de la frente con el dorso de su antebrazo.
—Lo siento, Freddy. Imaginé que estabas prestando atención.
—Lo estaba –dijo el grueso y musculoso hombre negro desde el suelo.
Zane le ofreció una sonrisa y una mano, le ayudó a ponerse de pie.
—¿Necesitamos hablar de la cosa espinosa que se arrastró por tu culo y murió? —
preguntó Perrimore, frotándose la cadera con una mano.
—¿Qué quieres decir? —preguntó Zane mientras caminaba hacia el banco cercano
y cogió su toalla.
—Has estado cabreado durante días, Garrett. Uno pensaría que tus quince
minutos de fama te harían más amable, pero no.
—No hables de publicidad conmigo. —Zane no había disfrutado de la continua
atención de los medios después de su carrera de touchdown con una bomba por el
cementerio de Green Mount la semana pasada. A su compañero le habían concedido
un indulto, tres días libres para hacer frente a las secuelas mentales. Pero no a Zane,
no, porque había agotado el tiempo de compensación estando ciego e indefenso.
—Estoy contento de que Grady no esté aquí. Vosotros dos os estaríais
desmontando en el ring –dijo Perrimore con un guiño al ring de boxeo en el centro
del gimnasio. Se roció el rostro con su botella de agua—. ¿Cómo demonios tiene
tanto tiempo libre, de todos modos? ¿Está en evaluación psicológica de nuevo?
Zane se encogió de hombros. Había estado un poco nervioso desde que se
despertó y se encontró una carta de despedida en la cama junto a él en lugar de a su
amante. Ni siquiera sabía si el viajecito de salud mental de Ty le había ayudado. Esa
llamada telefónica había sido hacía dos días, y ni señal de Ty.
—Necesitaba algo de tiempo después de que el edificio cayera sobre nosotros —
murmuró Zane.
—Joder, Zane, no lo dudo. Me sorprendería si estuviera aquí. De hecho, estoy
sorprendido de que tú estés aquí. —Perrimore se cruzó de brazos y centró su
desaprobación sobre Zane—. Estuviste ciego una semana. ¿Y estar dentro de ese
edificio cuando se vino abajo sobre vosotros dos? Deberías haberte tomado tiempo
también. El médico habría firmado el permiso, sin preguntar.
Zane alzó un hombro mientras golpeaba con poco entusiasmo el saco, viéndolo
balancearse.
—Tuve un montón de tiempo para sentarme y pensar cuando no podía ver. Tengo
que estar haciendo algo, incluso si es sólo papeleo. Mac no me deja ir al campo, de
todas formas.

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—Sí —dijo Perrimore con un firme asentimiento—. Porque eres malo. No puede
arriesgarse a la pesadilla de las relaciones públicas si estuvieras en las calles.
Zane no creía que su comportamiento hubiera sido tan malo.
—Estás exagerando.
—Le dijiste a Clancy que cogiera sus pompones y se fuera a casa.
Zane frunció la nariz.
—Ella seguía con lo genial que es cómo-se-llame de Delitos Financieros.
—Sí, bueno, probablemente deberías pedir disculpas.
—No voy a disculparme cuando ella está saliendo con el chico. –El teléfono de
Zane, sobre el banco con su toalla, comenzó a sonar. Se volvió para recogerlo.
—¿Conectaron? ¿Michelle y como-se-llame?
—Sí. Aunque lo llevan en secreto, así mantén la boca cerrada —dijo Zane mientras
miraba la pantalla de su teléfono. Era un número de Washington, DC, que no
conocía.
—¿Por qué está saliendo con un chico de Delitos Financieros? —preguntó
Perrimore. Sonaba exasperado.
Zane se encogió de hombros y apretó el botón para contestar la llamada.
—Agente especial Zane Garrett.
—Garrett, aquí Burns —dijo quien llamaba. No ofreció su título, a pesar de que era
impresionante. Ni siquiera saludó—. Te necesito en un avión en menos de dos horas.
Zane pensó que debió parecer sorprendido, porque Perrimore frunció el ceño y
señaló el teléfono, murmurando.
—¿Quién es?
Zane negó con la cabeza.
—¿Un avión a dónde?
—Chicago, pero no tengo tiempo de explicarlo con más detalle. Habrá
información en tu taquilla —dijo Burns, sonando apresurado e impaciente.
Zane miró el alto reloj de la pared. Eran casi las cinco de la mañana. Normalmente
una llamada en este momento le habría cogido todavía en la cama.
—Supongo que es algo bueno que esté en la oficina.
—¿Debo contactar a alguien más para esto, Agente Garrett? —preguntó Burns, su
compostura habitual faltando de alguna manera—. Porque tengo menos de quince

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minutos para encontrarle respaldo a mi hombre, y recuerdo que solías ser menos
hablador.
Zane frunció el ceño. Había algo extraño en esto.
—No, señor. Puedo salir de inmediato.
—Hazlo, entonces. Aprende la lección de tu compañero, Zane. Cada minuto que
pasas siendo un listillo es un minuto que no estás ahí para alguien que está contando
contigo. —Terminó la llamada sin esperar la respuesta de Zane.
Zane se apartó el teléfono de su oreja y lo miró como si fuera a lanzarse y cortarle
la cabeza.
—¿Qué demonios? —Lo que fuera que había sucedido había irritado a Burns más
de lo que Zane le había escuchado nunca. Miró a Perrimore—. Me tengo que ir. —
Agarró su toalla y se fue corriendo a los vestuarios.
—Hey, ¿qué está pasando? ¡Garrett! –gritó Perrimore.
Zane no se detuvo a contestar. Podría estar duchado y vestido, y en su camioneta
en diez minutos. El aeropuerto de Baltimore no estaba muy lejos.

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Capítulo 2

Había sido un torbellino de unas horas. Una simple tarjeta de información con la
compañía aérea y la hora de salida del vuelo, una hora y un lugar en Chicago, había
estado esperando en el estante superior de la taquilla de Zane, junto con un billete
para O’Hare sin escalas.
En ocasiones, había trabajado con menos información. Y sabía lo suficiente sobre
cómo trabajaba Burns para no molestarse por sus métodos.
Había llegado al aeropuerto de Baltimore con apenas tiempo suficiente para
cambiarse el traje que tenía en el coche. Se había tomado el tiempo durante los
últimos dos días de volver embalar la pequeña bolsa de lona que guardaba en el
coche para cuando necesitaba un cambio de ropa y apenas un par de cargadores de
repuesto para su Glock. Había sido capaz de verificar la bolsa, junto su arsenal.
Entendía que tenía prisa para que sirviera como respaldo al otro agente. Por qué
todo esto se traducía en que Burns estuviera tan tenso, no tenía ni idea. En realidad,
era algo más que un poco desconcertante, ya que le traía recuerdos de misiones
clandestinas que había pensado que había enterrado. Eso le hizo preguntarse que
andaba haciendo Ty por Burns para que este necesitara llamarle para un trabajo. Esta
no era la primera vez que Zane trabajaba para el director adjunto en base a una sola
llamada telefónica. Era simplemente la primera vez que lo había hecho desde que
estaba sobrio.
Zane intentó despejar su mente mientras esperaba a que el avión aterrizara y al
taxi en la puerta. Tras el visto bueno, se puso su abrigo de lana y se dirigió hacia la
puerta de embarque. Su avión llegaba puntual, no demasiado sorprendente para un
vuelo temprano por la mañana, y se suponía que su contacto le esperaba en el punto
de seguridad donde la puerta daba al vestíbulo, cerca de donde se recogían los
equipajes.
A las seis cuarenta y cinco minutos, O'Hare era un hervidero, y ayudó a Zane a
ignorar los últimos restos de inquietud por el vuelo. Tuvo que caminar por lo menos
medio kilómetro a través de las terminales, maniobrando entre una multitud de

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personas, mientras trataba de salir, pero llegó al punto de seguridad en menos de


quince minutos. Justo a tiempo. Ahora sólo tenía que encontrar a su contacto.
Se quedó atascado detrás de un grupo de universitarios, algún tipo de equipo
deportivo, mientras salía de la terminal. Se detuvo para tratar de mirar a su
alrededor y por encima de ellos, en busca de cualquier cosa que le pudiera dar una
pista sobre con quien se reuniría.
Traje y corbata, supuso.
Varias personas encajaban mientras observaba a la multitud. Un hombre con un
traje caro sin equipaje aparte de un maletín estaba leyendo un periódico. Una mujer
con un traje pantalón y el pelo recogido en un moño tenso estaba de pie cerca de la
entrada a un café, mirando el reloj. Zane le dio una segunda mirada antes de que su
mirada se deslizara a un hombre fornido inclinado sobre en una caja de bebidas frías,
vistiendo una gabardina cara con camiseta y vaqueros. El conjunto de camiseta y la
gabardina no se veía a menudo.
Sonrió cuando le hizo pensar en Ty. La punzada de dolor que se había alojado en
su pecho hacía un par de días le dio una pinchazo y se frotó, ignorando la irritación
que le siguió. Ty se pondría algo así. Probablemente vendría a Chicago, pensaría,
Maldita sea, hace frío, y luego iría directo a comprarse una gabardina cara para llevar
con pantalones vaqueros y una camiseta, porque sería capaz de usarlo en el trabajo
cuando volviera a casa, y ¿a quién le preocupaba lo que pareciera mientras tanto? Se
echó a reír a pesar de la frustración y la persistente sensación de pérdida. Tendría
sentido para Ty, de todos modos.
Echó la cabeza hacia un lado para tratar de ver lo que decía la camiseta. El hombre
se enderezó y apareció a la vista el rostro del agente especial B. Tyler Grady.
Zane miró dos veces de manera literal, sin poder creer a quien estaba viendo.
Ty.
Ty levantó la vista y se encontró con los ojos de Zane través de la terminal llena de
gente, y la conmoción se registró en su guapo rostro. Llevaba un par de pantalones
vaqueros con los que Zane tenía un profundo conocimiento y una camiseta que
nunca había visto antes. Era rosa de aspecto vintage con medio círculo naranja.
Había dos personajes de dibujos animados delante del círculo, un caimán y un
cocodrilo, uno decía, "Hasta luego", y el otro respondía, "Después de un rato." No se
había afeitado en un día o dos y presentaba un toque acosado, pero también parecía
más saludable que la última vez que lo había visto, menos agotado y más en paz con
el mundo. Mientras se acercaba, vio que los ojos color avellana de Ty eran los
mismos que recordaba: iluminados por la vida y el humor.

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—¡Zane! ¿Qué estás haciendo aquí?


Zane se debatía entre un impulso casi irresistible de tirar a Ty a sus brazos y la
necesidad de sacudirle tontamente. Curvó las manos en puños, demasiado
consciente de la gente a su alrededor.
—Burns me envía.
Ty volvió la barbilla.
—¿Eres mi respaldo? —preguntó, formando una sonrisa a medida que hablaba.
Sus ojos brillaban, y las líneas de expresión alrededor de ellos aparecieron antes de
que diera un impulsivo paso hacia adelante y abrazara a Zane. Luego lo besó, sin
prestar atención a las multitudes que pululaban por la terminal.
Zane se aferró a los brazos de Ty con sorpresa, pero el calor de sus labios derritió
la sorpresa en cuestión de segundos, y cerró los ojos para que todo lo demás se
desvaneciera.
Pareció que pasaba una eternidad antes de que Ty rompiera el beso y tomara el
rostro de Zane entre sus manos para mirarlo.
—Pensaba que pasarían días antes de poder verte.
Zane volvió la cabeza lo suficiente para presionar sus labios en la palma de Ty
antes de fruncir el ceño. La oleada de absoluto alivio y ridícula felicidad no tenía
ninguna posibilidad contra la ira y la frustración almacenadas. Se echó hacia atrás y
tomó a Ty por los hombros, sacudiéndolo como había querido hacer.
—¿En qué estabas pensando?
Ty se rió y lo agarró.
—¡Para! ¡Vale!
—Debería sacudirte hasta que te castañetearan los dientes –dijo Zane mientras le
soltaba.
Ty asintió mientras su sonrisa se desvanecía. Sus manos cayeron del rostro de
Zane, arrastró los dedos por su piel.
Zane tenía casi una semana de frustración acumulada, y no estaba dispuesto a
dejarlo ir tan fácilmente, aunque Ty parecía un perrito apaleado porque Zane quería
matarlo. Cuando volvió a hablar, se sorprendió de que saliera un gruñido.
—¿Dónde demonios has estado?
Ty se encogió de hombros, mirando a la multitud cada vez menor.

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—Aquí y allá. En teoría, Tennessee estuvo involucrado. O Kentucky. Todavía no


estoy seguro. —Volvió a mirar a Zane—. ¿Cuál tiene pasto azul y cual hierba azul?
Zane apenas resistió el impulso de sacudirle de nuevo. No ayudaría, pero podría
hacer que se sintiera mejor.
—No estoy preguntando donde te dijo Burns que estabas.
Ty asintió, negándose a comentar eso.
Zane negó con la cabeza y luego miró hacia el techo antes de encontrarse con la
mirada de su amante de nuevo.
—Te fuiste —dijo Zane, y no hizo ningún esfuerzo por ocultar su malestar.
Ty miró por la terminal, luego volvió a mirar a Zane y dejó caer sus manos.
—Tuve que hacerlo. No sé cómo explicarlo; es sólo que a veces se siente como si...
como si el mundo se estuviera reduciendo a mi alrededor. Como que si no me voy
lejos me atrapará y me aplastará. Sé que suena estúpido, pero es un sentimiento real
y me entra el pánico. Me desperté esa mañana y simplemente tenía que irme. —Se
acercó y apoyó la mano contra la mejilla de Zane de nuevo. Era como si no pudiera
evitarlo—. Traté de despertarte, realmente lo intenté. ¡Incluso te sacudí!
—Me sacudiste.
—Bueno... te pinché.
—¡Ty!
—¡Lo sé! Estabas durmiendo tan profundamente y.... te veías feliz y seguro, así
que te dejé dormir.
—Lo estaba —dijo Zane, demasiado alto y Ty miró a su alrededor. Zane se detuvo
y apretó los dientes antes de continuar, su voz baja de nuevo—, lo estaba. Y entonces
me desperté.
Ty le miró a los ojos con dificultad. Incluso con el temor que Zane podía ver, Ty
estaba más descansado y compuesto de lo que había estado hacía cinco días, cuando
había parecido un tren descarrilado. Se veía mucho más como él. Zane reconocía lo
estresado que Ty debía haber estado antes de largarse y podía ver que donde quiera
que hubiera estado, había ayudado.
—Cuando me fui esa mañana tenía la intención de estar de vuelta por la noche. O
por lo menos, a la mañana siguiente. Te lo juro, Zane, si hubiera sabido que me iba
durante tanto tiempo, habría tratado de aguantar hasta el final. —Ty esperó un par
de respiraciones y luego agregó—: Lo siento.

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No ayudaba que Zane se sintiera mejor acerca de la situación, sobre todo cuando
el sincero remordimiento de Ty destacaba la forma en que estaba actuando como el
estereotipo de un amante despechado. Celoso, exigente, irritable. Zane hizo una
mueca. Simplemente no era justo que él hubiera sido dejado atrás y sin embargo,
todavía se viera como el gilipollas.
—No hay manera de que vaya salir de esto con buen aspecto.
Ty le agarró del brazo cuando Zane se dio la vuelta, dando un paso delante de él
para mirarlo.
—¿Qué te importa si sales con buen aspecto? La única persona que te ve soy yo, y
sé que lo que hice fue una mierda. ¿Qué te importa si nos peleamos delante de un
grupo de desconocidos a los que nunca veremos de nuevo? Sé que estás enojado,
Zane. Muéstralo. Sólo sácalo para que no se asiente dentro de ti y explote después.
Zane le miró a los ojos y vio la casi desesperación, de repente pudo ver el núcleo
de lo que había estado molestando a Ty. Ninguno de ellos se había sentido cómodo
mostrando lo que estaban sintiendo. Por primera vez, Zane podía ver cuánto
necesitaba esto Ty. Pero él estaba demasiado cerca de perder los estribos mientras
estaba allí y le miró a los ojos.
—¿Qué quieres que diga? —Las palabras salieron roncas y bruscas.
Ty levantó las dos manos con las palmas hacia arriba.
—No lo sé, ¿pelea conmigo? ¿Dime que está bien? Di algo. Estoy malditamente
cerca de ser rastrero, Zane.
—Me asustaste, Ty. Me asustaste –espetó Zane, lo suficientemente fuerte para que
la gente empezara a mirarlos.
—Lo sé —dijo Ty, todavía tranquilo—. Siento haberte asustado. Siento haber
salido corriendo sin decir nada. Siento haberte dejado cuando me necesitabas. Si
pudiera volver atrás, lo haría de otra manera. Pero no me arrepiento de irme. Tú y yo
sabemos que lo necesitaba. Y en algún lugar, sabes que tenía que hacerlo solo.
—No te habría detenido —dijo Zane en un tono más controlado.
—Lo sé, Zane.
—¿Entonces por qué diablos no me despertaste?
—Tenía miedo... Tenía miedo de que si te despertaba y te miraba a los ojos no
fuera capaz de irme. Y tenía que irme, Zane, tenía que hacerlo.
Zane suspiró. La ira se estaba derritiendo, incluso después de casi una semana de
acumularse. Quería seguir resentido con Ty por ser tan fácil de perdonar. Había

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esperado ser golpeado con el encanto de Ty, no con esta sinceridad desarmante. A
pesar de que el miedo y la preocupación persistían, estaban debilitadas por la parte
desesperadamente feliz que sólo quería a Ty con él, sin importar nada. Y se alegraba
de verle con aspecto saludable de nuevo.
Este asintió.
—Es comprensible que estés cabreado.
—Tienes toda la razón en que lo estoy.
—¿Por qué no vamos a recoger tus maletas, tomar un taxi a mi hotel y te desquitas
conmigo?
—¿Desquitarme contigo? ¿A diferencia de que, el mundo? —preguntó Zane
mientras se daba la vuelta y comenzaba a caminar por el pasillo.
Zane oyó suspirar a su compañero pero Ty mantuvo la boca cerrada mientras
caminaban.
Zane sospechaba que estaba exagerando, y trató de tragarse la ira. No era así como
había querido ver a Ty de nuevo. Se suponía que no iba a estar enojado y herido y
que Ty sería todo entendimiento y disculpas, haciéndole sentir como un cavernícola
por estar molesto.
Después de comprobar las pantallas, Zane encontró la cinta transportadora de
equipaje para su vuelo y se quedó esperando su bolsa de cuero negro. Ty estaba a su
lado, en silencio y cerca. Zane podía sentirle. Tomó aire y se volvió a mirar a Ty.
Le estaba observando, con cejas levantadas.
Zane bufó con fastidio.
—Todavía molesto —murmuró, las palabras casi perdidas bajo el sonido de gente
moviéndose a su alrededor. Pero suspiró y se relajó un poco; ser capaz de ver a Ty y
sentir el montón de energía que era su compañero se lo permitió.
Ty le dirigió otra divertida y serena sonrisa. Echó un vistazo por encima del
hombro, y luego dio un paso hacia adelante y tomó el codo de Zane. Antes de que
este pudiera hacer otra cosa que tomar aliento, Ty lo besó otra vez, allí mismo, en
medio de la recogida de equipajes.
Zane le agarró de los codos, sujetándolo para poder profundizar el beso. Al diablo
con quienquiera que estuviera mirando. Ty se sentía bien en sus brazos, olía como a
sándalo, de todas las cosas. No le importaba qué Ty estuviera repentinamente tan
cómodo con las demostraciones públicas de afecto. Iba a aprovecharse mientras
pudiera.

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—¿Te hace sentir mejor saber que te he echado mucho de menos? —Susurró Ty,
los labios moviéndose contra los de Zane—. Y espero que todavía estés un poco
enfadado cuando lleguemos a mi habitación del hotel.
Zane dejó escapar un suspiro tembloroso.
—Va a ser algo más que un poco.
Ty zumbó, el sonido profundo y de anticipación. Era casi un ronroneo.
—¿Me lo prometes?
Zane le agarró los brazos con fuerza.
—Por supuesto.
Ty sonrió con desenfado, maldita sea, y dio un paso atrás, mirando a Zane de
arriba abajo antes de asentir a la cinta transportadora.
—Ahí iba tu bolsa.
Zane miró y tuvo que lanzarse tras su bolsa. Cuando la sacó de la cinta y miró a Ty
con exasperación, este seguía sonriendo.
—Venga. Te mostraré el hotel que Dick está pagando –dijo Ty mientras se giraba
dirección a la salida.
—¿De verdad tienes un hotel? ¿Pero cuando nos movemos?
—No lo sé.
Zane se colgó la bolsa pequeña del hombro y trotó tras Ty.
—¿Por qué Burns tenía tanta prisa por tenerme aquí esta mañana si el encuentro
no se ha establecido?
—Probablemente porque sabía que yo estaba aquí solo, sin nada que hacer,
excepto algo estúpido. He estado acechando a este chico desde hace dos días –dijo Ty
mientras hurgaba en los bolsillos, quejándose de la gabardina que llevaba—. Me
llevó un día entero localizarle. Burns necesitaba darte tiempo para meterte. Será esta
noche y tendremos tiempo para comprarte ropa nueva, te dará tiempo para
ensuciarte. Tal vez me dará tiempo para ensuciarte.
—¿Qué quieres decir ensuciarme?
—Me refiero a darte un revolcón contra una pared —dijo Ty, agitando la mano
hacia arriba y abajo.
Zane se rió, sorprendido. Esa idea sonaba bastante bien.

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—Y te ves como un federal. Se supone que no debemos parecer gente del gobierno
en este caso, por lo que tendremos que encontrarte algo de ropa nueva.
—Si tú lo dices. Todo lo que sé es que soy el respaldo. Y mucho más feliz de estar
aquí de lo que estaba hace treinta minutos.
La mano de Ty serpenteó alrededor de la cintura de Zane y lo atrajo hacia sí
mientras caminaban.
—Burns no me dio nada excepto la ciudad y “de prisa”, y que me llamaría para
darme una dirección más tarde. Entonces me senté aquí congelándome el culo
durante dos días porque decidió que necesitaba refuerzos. Ni siquiera tuve la
oportunidad de correr tras ese tío, que al parecer es bastante bueno en no ser
encontrado.
—¿Quién es?
—No lo sé. ¿De verdad quieres hablar de un caso que estaremos manejando en
menos de doce horas, o quieres ir a ver a mi fantástica habitación de hotel y hablar de
tus sentimientos?
—¿Me estás preguntando eso en serio en este momento? —dijo Zane mientras se
cambiaba la bolsa de hombro para que no colgara entre ellos.
—¿Eso es un no, entonces?
Zane le clavó los dedos en las costillas, sonriendo cuando Ty se retorció para
escapar.
—Podrías llegar hasta allí sin ser mutilado en la parte posterior de un taxi, pero no
hago promesas.
—Es justo. Entonces, ¿cómo fue tu semana? —Preguntó Ty, pasando a través de
las puertas de cristal hacia la fría mañana de marzo en Chicago. Empezó a buscar en
los bolsillos de nuevo, sin mirar por dónde iba.
Zane detuvo su avance hacia la acera después de que Ty casi atropellara a un par
monjas que arrastraban dos maletas fosforitas.
—¿Qué estás buscando?
—Tengo algo para ti —dijo Ty mientras levantaba un lado de la gabardina y
miraba debajo—. Esta maldita cosa tiene tantos escondites que no puedo recordar
donde lo puse.
Zane no pudo evitar reír.
—¿Tienes algo para mí?

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Ty levantó la vista, sus ojos muy abiertos y sinceros mientras asentía con la cabeza.
Dios, era guapo. Tuvo que sacudirse las ganas de besarlo otra vez, y dejó que el calor
en su pecho se extendiera cuando se encontró con sus ojos. Ty, como siempre, se
mantenía aparentemente ajeno al efecto que a menudo tenía en él.
—He estado aquí una hora más o menos. Entré en la tienda de regalos. —Dejó caer
las manos y abandonó la búsqueda—. Ya aparecerá —murmuró mientras se alisaba
la parte delantera de su abrigo. Definitivamente lo había comprado por la razón
exacta que había pensado.
—No tenías que traer nada a casa excepto tú mismo –dijo Zane, suspirando
mientras tomaba el brazo de Ty y lo ponía de nuevo en marcha, siguiendo las
indicaciones de transporte terrestre hacia la cola del taxi. Era el mismo Ty Grady que
conocía y amaba. Realmente le amaba. ¿Y no era ese todavía un pensamiento
extraño?
—No sabía cuando volvería a casa después de esto —dijo Ty con un gesto de la
mano—. No podía llamarte. Estaba bastante seguro de que ibas a echar espuma en la
boca, así que tenía que tener un plan B en caso de que una disculpa sincera y la
humillación no funcionaran.
—No estaba echando espuma por la boca.
Ty carraspeó y miró a Zane con una mirada de complicidad.
Zane se metió las manos en los bolsillos de su abrigo largo y trató de ignorarlo,
pero podía sentirle observando y esperando.
—Está bien, estaba un poco molesto. —Se encogió de hombros mientras miraba a
su compañero.
Ty asintió mientras se acercaban al taxi delantero de la fila que esperaba pasajeros.
Abrió la puerta y ambos subieron a la parte trasera del coche, Zane escondió la bolsa
entre sus pies. Ty le dijo algo al taxista que no pudo distinguir sobre el ruido del
tráfico, y el coche se movió unos momentos después.
—Siento haberme marchado así —dijo Ty tan pronto estuvieron sentados uno
junto al otro, una cuidadosa distancia de medio metro entre ellos.
Las estructuras que pasaban zumbando proyectaban sombras extrañas en el taxi,
pero Zane conocía los rasgos de la cara de Ty sin tener que verlos, y una breve
mirada a la luz del sol le mostró que Ty le estaba mirando fijamente.
—Siento que sintieras que tenías que hacerlo
Ty le dio un elegante encogimiento de hombros y sonrió.
—La mierda sucede —dijo mientras apartaba la mirada.

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—Por lo general, porque estás lleno de ella —murmuró Zane, reclinándose en el


asiento para tomar la primera inhalación fácil que había sido capaz de respirar en
días. Echó un vistazo a Ty y sintió que más la presión en su pecho se aflojaba.
Ty apoyó la cabeza en el asiento y se volvió para mirar a Zane.
—Bonito traje.
Zane se miró. Era un traje negro con líneas nítidas y diminutas rayitas grises,
comprado para sustituir el traje arruinado la semana pasada en el funeral de Lydia
Reeves y recogido de la sastrería ayer. La chaqueta había sido cortada un poco más
amplia para permitirle llevar la funda de la pistola, y las mangas un poco más largas
para tapar sus cuchillos.
—Burns me pilló en el gimnasio. Esto era lo que tenía para el trabajo, ya que no
tuve tiempo de correr a casa.
Ty todavía le estaba mirando, con la cabeza gacha, los labios retorciéndose
mientras luchaba contra una sonrisa.
—No, Zane —dijo en voz baja y con un tono completamente diferente a las
palabras—. Me refería a buen traje.
A Zane se le secó la boca mientras el tono suave como la miel de la seductora voz
de Ty se filtró en él. Un rayo de luz quedó atrapado en los ojos de Ty, brillaban
verdes con motas de oro y estaban centrados en él. Zane sintió sus mejillas
sonrojarse.
—Bueno. Yo... eh.
Ty no respondió. Siguió mirándole mientras la ciudad pasaba por las ventanillas
del taxi. Zane levantó una ceja, y Ty sonrió. Zane conocía esa mirada. La conocía
muy bien y el taxi no podía ir al hotel con la suficiente rapidez.

* *
Ty guió a Zane a través del vestíbulo del hotel donde Dick los había metido, sin
pasar por el mostrador de recepción a favor de los ascensores. Técnicamente, tenían
dos habitaciones para el día. No necesitarían ambas.
Ty tuvo que admitir que estaba nervioso. Había estado nervioso desde que esa
mañana Richard Burns le había llamado y se había dado cuenta que no sería capaz
de volver con Zane antes de que enloqueciera completamente. Tan pronto como las
puertas del ascensor se cerraron, Ty miró a Zane y respiró profundamente para
calmarse.

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Zane se volvió para apoyarse en la pared lateral, frente a Ty, observándolo. Sus
ojos oscuros no se desviaron, no es que Ty tuviera algún sitio donde ocultarse.
—¿Estás enfadado? —Preguntó Ty, retorciendo los labios mientras luchaba contra
una sonrisa.
Zane entrecerró los ojos y la fachada tranquila se fundió en algo que parecía un
poco más peligroso. Un estremecimiento recorrió el cuerpo de Ty y no pudo reprimir
el escalofrío.
—¿Quieres hablar?
—¿Hay algo más que decir? —Preguntó Zane. Su voz tenía un tono cauteloso—.
Yo estoy enfadado, tú lo sientes.
—¿En serio? —Dijo Ty, perdiendo la nota burlona—. Creo que tenemos una
tonelada de cosas de mierda de las que hablar.
Zane frunció el ceño, con aspecto dolorido. Pero asintió.
El ascensor se sacudió cuando llegaron a su piso. Ty esperó a que se abrieran las
puertas antes de acercarse y tomar la mano de Zane.
Este entrelazó sus dedos con los suyos y el ceño se desvaneció, reemplazado por
una vulnerabilidad inusual.
—Esto no va a hacer que siga enojado.
—Sí, eso es exactamente mi plan —susurró Ty mientras guiaba a Zane por el
pasillo. Pasaron ante un par de personas que se dirigían a sus puertas, pero nunca
soltó la mano de Zane. No la soltó mientras buscaba la llave en uno de sus muchos
bolsillos y abría la puerta, y una vez que estuvieron dentro, no la soltó después de
que Zane dejara caer su bolsa. En su lugar, atrajo a Zane más cerca para besarlo.
Zane metió la mano libre bajo la gabardina de Ty para deslizarla alrededor de su
cintura, tirando de él cuando sus labios se encontraron.
Ty cerró los ojos y toda la tensión le abandonó mientras se envolvía alrededor de
su amante. Zane era tan cálido, su olor familiar se filtró en su interior apartando
todas las preocupaciones que había estado albergando. Extendió la mano y la deslizó
por la cintura de Zane, tirando de su camisa.
—Te amo, Zane.
Este suspiró, inclinándose para colocar un suave beso en la sien de Ty.
—Lo sé.
Ty volvió la cabeza para instigar a otro beso, profundizando en ello con más calor.

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—He estado esperando esto durante días.


Zane se aferró a él, el calor y anticipación creciendo entre ellos, y Ty oyó un suave
gemido escapar de Zane cuando el beso continuó. El sonido le atravesó y sus manos
comenzaron a tirar de la camisa de Zane, desabrochando botones, tirando de su
cinturón, mientras se adentraban en la habitación. Ty se vio obligado a dar un paso
atrás para mantener el equilibrio. Se encontró a sí mismo contra el lado del bar y tuvo
que reírse y apoyarse en el borde del mostrador. Zane apartó la gabardina de los
hombros de Ty y tiró de su camiseta.
—Ha pasado demasiado tiempo —dijo Zane antes de reclamar otro beso.
Ty asintió, sin poder decir nada en respuesta. Se puso de puntillas y se sentó sobre
el mostrador de mármol para poder deslizar las rodillas contra las caderas de Zane y
acercarlo más. Zane encajó dentro, obviamente decidido a tener contacto de piel con
piel más pronto que tarde.
Ty se echó a reír de nuevo, apartando la camisa de Zane y arrastrando las manos
por sus hombros. Se inclinó para conseguir otro beso, pero justo cuando sus labios se
tocaron, abrió la boca para decir una última cosa antes de olvidarse y dejar pasar
demasiado tiempo. Zane habló primero.
—Ty —dijo Zane entre besos, sus manos firmes sobre su cuerpo—. Se mío, sólo
por ahora. Hay tiempo.
Ty cogió el rostro de Zane, mirándolo a los ojos.
—Siempre fui tuyo —dijo con dificultad.
Zane apretó los dedos sobre los labios de Ty.
—¿Por qué?
Ty sacudió la cabeza, en busca de la respuesta. Su pecho se le tensó y respirar se
hizo difícil, pero encontró las palabras que necesitaba. Se encontró con los ojos
oscuros de Zane y se dio cuenta que estaba sintiéndose mareado mientras respondía.
—Porque... me haces el tipo de persona que siempre he deseado ser.
Zane se quedó en silencio, trazando con la mirada la cara de Ty. Este contuvo la
respiración hasta que Zane habló.
—Siempre te he deseado justo como eres. Por mucho que me enfurezcas, eres
quien quiera que seas.
Ty no podía poner el dedo en lo que esas palabras le hacían sentir. Era algo entre
el alivio y el júbilo. No tenía nada más que pudiera decir, por lo que sólo se inclinó

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Abigail Roux

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hacia delante y besó a Zane nuevo, enganchando los pies detrás de sus muslos para
que no pudiera escapar.
Con un gemido, Zane empezó a tirar de la camiseta de Ty para tirarla por encima
de su cabeza.
—¡No la rompas! Es nueva —dijo Ty con una sonrisa mientras levantaba los
brazos para que pudiera quitársela. Cayó al suelo y Zane extendió las manos sobre el
pecho y las costillas de Ty mientras se aferraba a su cuello. Ty gimió y dejó caer la
cabeza hacia atrás, maldiciendo cuando golpeó contra el armario de espejos encima
de la zona del bar.
Zane se puso de rodillas, tirando de Ty sobre el mostrador, con la boca todavía en
el cuerpo de Ty, su barba dejando un rastro de roces. Deslizó las manos en los
vaqueros de Ty y se los bajó mientras se movía.
—Zane —dijo Ty, sin aliento mientras le observaba de rodillas. Puso la mano
sobre su cabeza y tiró de su pelo rizado.
Zane pasó la lengua por el sendero oscuro de vello a lo largo del abdomen de Ty
antes de que echar la cabeza hacia atrás para mirarle.
—¿Es un mal momento para decirte que odio esa barba? —Preguntó Ty.
—Te aguantarás —dijo Zane, esa chispa regresó a sus ojos casi negros.
Ty rió, con la mano apretando el cabello de Zane. Este se vengó arrastrando la
mejilla por la cadera de Ty. Le tiró del pelo más fuerte.
—Vuelve aquí.
Zane se puso de pie con un movimiento fluido y levantó una mano para acunar la
nuca de Ty mientras tiraba de él para un beso voraz.
Algo dentro de Ty dio un vuelco y clavó los dedos en Zane con un gemido
agradecido. Algo en el toque de Zane se sentía diferente. Había más confianza en él,
algo más firme que sólo los músculos de su espalda en los que estaba clavando los
dedos. Algo más seguro.
Zane lo atrajo hacia él y lo apretó con fuerza, luego se agachó para deslizar las
manos bajo el culo de Ty y levantarlo con un gruñido. Ty se envolvió alrededor de él
para no caerse y Zane se dio la vuelta y dio los tres pasos a la cama antes de lanzar
Ty al colchón.
Ty todavía estaba rebotando cuando Zane se arrastró sobre él para besarlo de
nuevo. Recordó la primera vez que habían intentado esto: Zane le había levantado de
esa manera, en el baño de ese maldito Holiday Inn en Nueva York. Si le dijera que le

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gustaba, le estaría arrojando por todas partes todo el tiempo. Probablemente acabaría
con un brazo roto o algo así. O se arruinaría su espalda.
Ty dejó que Zane asumiera el control, dejando que el toque de su amante alejara
todo el estrés y la preocupación de los últimos meses, permitiéndose olvidar todo lo
que había estado guardándose, dejando que Zane hiciera borrón y cuenta nueva.
Enredó las manos en su pelo y lo besó como si fuera su primera vez.
Cuando sus bocas se separaron, ambos jadeando, Zane apoyó la frente contra la de
Ty y deslizó la mano por su pelo alborotado. Su cuerpo era pesado contra Ty, el
corazón acelerado, la calidez y la anticipación fluyendo entre ellos.
—Esto se siente diferente —dijo Ty, sin aliento.
—Sí. —Zane se movió para apoyarse en un codo, apoyando todo el peso sobre Ty
y presionando más cerca, acariciándole el mentón y la mejilla con nariz.
Ty abrió más las piernas, dejando que Zane se acomodara entre ellas. Había
necesitado meses pero por fin, se había sentido cómodo con lo mucho que disfrutaba
al tener a Zane encima de él. Lo había aprendido en ese trabajo en el crucero en
Navidad.
Alzó la mano para deslizar los dedos en el pelo de Zane, le miró a los ojos y
levantó las caderas, haciendo que Zane contuviera el aliento.
—Ty –dijo Zane, un escalofrío le recorrió—. Me vuelves loco de deseo.
—Así es como me gustas –respondió Ty mientras arrastraba sus dedos por la
espaldad e Zane—. Vamos, tenemos tiempo.
Zane se movió y se balanceó contra el muslo de Ty.
—Bueno. Tengo la intención de volverte tan loco como estoy yo –dijo a su oído
antes de levantarse y ponerse de rodillas—. Y creo que me has invitado a trabajar
para pagar una pequeña provocación.
—Menos charla, Zane —dijo Ty con una sonrisa que sabía que le irritaría aún más.
Zane le dio esa mirada con los ojos entrecerrados y salió de la cama.
—Quítate esos vaqueros si quieres volver a usarlos –dijo mientras se despojaba del
resto de su ropa.
Ty lo hizo sin apartar la mirada de Zane, viendo a su amante desvestirse con un
escalofrío de anticipación. Luego se tumbó y estiró los brazos por encima de su
cabeza. Se encontró con los ojos de Zane, tumbando su cuerpo como una ofrenda. Si
Zane se merecía algo de él, había la suficiente confianza para dárselo.

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Zane gruñó bajo y arrastró el cuerpo otra vez sobre el de Ty, frotando el pecho y la
polla por toda la piel que podía mientras se abría camino, lamiendo… y esa maldita
barba. Ty desestimó esa obscenidad para quejarse más tarde, empujando el cuerpo
contra el de Zane, obligando a sus manos a mantenerse por encima de la cabeza en
vez de tocarle como quería hacer.
—¿Cómo quieres que te toque? —preguntó Zane con una voz que raspó contra la
piel de Ty.
—Sólo te deseo a ti.
Zane se frotó contra él con más insistencia mientras se besaban, duro, largo y
mojado. Sus manos apretaron y acariciaron hasta que una siguió las líneas del brazo
musculoso de Ty para cerrarse sobre sus muñecas cruzadas, sujetándolas.
—Pensaba que no eras un pervertido.
—No soy un pervertido.
Zane tarareó.
—¿Quieres que te sujete mientras te follo hasta la inconsciencia? ¿Es por eso que
tienes las manos así?
—Sí. —Ty apenas podía decir las palabras mientras miraba fijamente a sus ojos.
—Ciertamente puedo acceder —dijo Zane, con voz ronca y oscura. Apretó las
muñecas de Ty mientras mecía las caderas.
Ty gimió al oír el tono de la voz de Zane y la promesa que contenía.
—Debería hacer esto por ti más a menudo —dijo con voz torturada.
—¿Hacer qué?
—Darte todo lo que tengo.
Sus ojos se encontraron en el silencio sin aliento. Ty podía sentir el corazón de
Zane latiendo rápido contra su pecho. Finalmente este le dio un beso violento y luego
empujó hacia arriba y lejos de él.
—Quédate ahí y extiende las rodillas. Quiero verte.
Cuando Zane salió de la cama y desapareció en el cuarto de baño, Ty hizo lo que
le ordenó, poniendo los pies en el colchón y dejando que las rodillas cayeran a los
lados. Zane sin duda se estaba volviendo cómodo con su alfa interior. Antes de que
Ty pudiera formar otro pensamiento, Zane estaba de vuelta, en la cama, entre las
piernas de Ty y lamiendo la parte interior del muslo de Ty hasta su polla.

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Armados y Peligrosos
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Ty suspiró, una liberación casi inaudible de aire. La mirada en los ojos de Zane era
algo que nunca había visto. Era intenso y caliente, posesiva, lleno de emoción que
hacía que el pecho le doliera otra vez, como la primera vez que había mirado en ese
fuego en esos ojos y había sabido que no habría nadie más en el mundo para él.
Zane siguió subiendo por su cuerpo antes de decir:
—Te amo, Ty.
Ty no tuvo tiempo de responder antes de que Zane le estuviera besando, labios y
lengua exigentes sobre los de Ty, su cuerpo presionando hacia abajo, insinuándose
entre las piernas abiertas.
Con una mano le agarró ambas muñecas mientras apoyaba el codo sobre la cama
cerca de la cabeza de Ty. La otra mano buscó a tientas su camino por el cuerpo de Ty,
una exploración lánguida e íntima del espacio entre ellos. Ty cerró los ojos cuando el
calor y la presión se propagaron por su cuerpo. Sintió los dedos largos de Zane,
resbaladizos con el frío lubricante, deslizarse bajo sus pelotas para frotar.
—Joder, sí. –Arqueó la espalda y estiró los dedos en busca de algo a lo que
agarrarse mientras Zane le mantenía sujeto. Pasó una pierna sobre la cadera de Zane
y gimió en el beso. Podía sentir su polla, dura y exigente contra él, y cada centímetro
del cuerpo de Zane estaba tenso donde le tocaba.
—Zane —susurró Ty con voz temblorosa.
—Ha pasado demasiado tiempo desde que hice esto —dijo Zane, con voz áspera y
dura. La punta de su polla empujó contra Ty, y este levantó la pierna más arriba para
ayudar a la entrada.
—Todo lo que tienes que hacer es pedirlo –dijo Ty, incapaz de recuperar el aliento
sobre el rápido latido de su corazón.
Zane asintió cuando giró la cabeza y profundizó el beso. Ty se perdió en las
sensaciones, sumergiéndose en el aroma familiar de su amante y la alegría absoluta
de ser tocado y tomado así. Entonces la punta de la polla de Zane empujó contra él
con una lenta oscilación de sus caderas que le forzó a entrar, poco a poco.
—Jesús, Zane. —Ty tiró de sus manos mientras el dolor ardiente le atravesaba,
desesperado por ser capaz de arrastrar los dedos por la espalda de Zane, pero Zane
se mantuvo firme. Su otra mano se posó sobre el muslo de Ty, le clavó los dedos y
tiró de la pierna de Ty mientras le penetraba con infinito cuidado.
Ty levantó más las rodillas mientras el dolor disminuía a algo sordo y pulsátil,
dejando que Zane le extendiera más y empujara más profundamente. Adoraba la
sensación de las caderas de Zane, cálidas contra la parte interior de sus muslos y

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Cut and Run 5

presionando contra él. Adoraba la sensación del eje de la polla de Zane deslizándose
contra los músculos tensos, de ser empujado cuando estaba sujeto.
Gruñendo cuando se estiró sobre el cuerpo de Ty, Zane flexionó las caderas hasta
que estuvo tan profundamente dentro de Ty como podía. Un suave gemido escapó
de él, y después de besarle de nuevo, comenzó a moverse, un lento movimiento de
balanceo hasta que cogió el ritmo. El primer impulso verdadero provocó un suspiro
involuntario de Ty, y empujó sus caderas contra cada uno que le siguió. Eso estimuló
a Zane, sus movimientos empujaban los hombros de Ty contra las caras sábanas, la
mayor parte de su peso sobre una mano forzando a las muñecas de Ty a hundirse en
el colchón.
Ty no podía describir cómo se sentía al estar atrapado bajo Zane y tomado de una
manera tan íntima y contundente. El sexo con Zane de cualquier forma era siempre
agradable, pero esto era algo diferente, algo más de lo que había dado a nadie.
Envolvió las piernas alrededor de las caderas de Zane, curvando la espalda para
salir al encuentro de los empujes de Zane. Un gemido o un tartamudeo desesperado
salió de sus labios, y ladeó la cabeza mientras Zane empujaba. La mano libre de este
subió para aferrarse al cabello de Ty, tirando de su cara para que tuviera que mirarle.
Era una sensación extraña, mirar a los ojos del hombre que se movía en su interior.
No era incómodo, sin embargo. Lejos de ello.
Zane flexionó las caderas mientras le mordía el labio.
—Bésame —dijo, con voz ronca y exigente.
Ty casi gimió. Movió las manos para alcanzar a su amante, pero la restricción de
Zane en sus muñecas le detuvo. Jadeó y rodó las caderas, luego empujó con los
hombros para levantarse lo suficiente para presionar sus labios contra los de Zane.
Zane aplastó sus bocas, la pasión ardió fuera de control mientras se hundía
profundamente. Los oídos de Ty se llenaron con los golpes de sus cuerpos, jadeando
apenas, los gruñidos de Zane de esfuerzo y de placer contra su cuello. Se curvó para
combatir el golpeteo brutal, un grito escapó mientras extendía los dedos. Zane apoyó
más de su peso sobre las manos de Ty, empujando antes de retroceder, sólo para
empujar de nuevo.
Ty se retorcía y dejó escapar un gemido desvergonzado, luego se movió de nuevo
para unir los tobillos a la espalda de Zane a falta de alguna otra manera a la que
aferrarse a él. Zane gimió cuando el ángulo de su entrada cambió, y el suave sonido
disparó el calor dentro de Ty, el placer creció en su ingle. Zane siseó antes de cambiar
para empujar con más fuerza, las caderas embistiendo contra el culo de Ty. Seguía y
seguía, Ty gritó, y los sonidos roncos no eran palabras.

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Se retorció mientras Zane embestía contra él, incapaz de hacer otra cosa que
abrirse a la vulnerabilidad del placer. Respirando con dificultad, Zane empezó a
reducir la velocidad, cambiando los empujes duros por largos y suaves. Bajó para
descansar contra Ty, tiró de sus muñecas para abajo. Le besó, lento y seguro. Ty
gimió y abrió las manos cautivas, dejando que los dedos de Zane se enroscaran con
los suyos, sintiéndose impotente en las manos de Zane pero adorando poder confiar
en él con ese sentimiento. Ni una sola vez se le cruzó por en su mente asustarse o
tratar de escapar de la sujeción. En ese momento, era totalmente de Zane.
—Me gusta verte así —susurró Zane contra su oreja, provocando un
estremecimiento por el cuerpo de Ty—. Tan jodidamente perfecto.
Zane debió sentir la reacción de Ty, porque él abrió la boca y soltó sus caderas con
fuerza y luego volvió a subir de rodillas. Soltó una de las manos de Ty, luego se
agachó para deslizar la mano libre sobre su cadera, agarrándolo. Ty se arqueó ante su
toque, estirando los dedos sobre el hombro y el pecho de Zane. Respiraciones cortas
y torturadas escaparon de sus labios entreabiertos. No podía obligarse a abrir los
ojos, cuando Zane empezó a moverse dentro de él otra vez.
—Ty —dijo Zane mientras soltaba la otra muñeca de Ty y movía la mano para
abrir la palma sobre el pecho de Ty—. Mírame. Abre los ojos, cariño.
Ty gimió con las palabras, casi un grito de dolor mientras se obligaba a abrir los
ojos.
Zane tragó saliva mientras soltaba un suspiro tembloroso.
—¿Sientes esto también? —preguntó, sin aliento mientras rodaba sus caderas
contra Ty.
Este le miró a los ojos por un breve momento antes de que el placer y la
proximidad le hicieran cerrar los ojos una vez más y su cuerpo se tensara para
aferrarse al cuello de Zane y atraerlo. Los dedos de Zane se tensaron en su pelo,
sujetándolo.
—Sí —respondió Ty, sorprendido de lo desesperada que sonaba la respuesta
honesta. Gimió, se lamió los labios mientras trataba de procesar a través de la
neblina, y luego presionó su boca al oído de Zane. La llamarada de calor hacía latir
su sangre con tanta fuerza que al principio no pudo estar seguro de que las palabras
salieran. No podía oír nada excepto el latido del corazón.
—Siempre seré tuyo, cariño.
Zane se estremeció contra él, logrando dar una docena de golpes antes de tensarse.
Gritó cuando se corrió, y sus caderas temblaron con cada embestida mientras gemía
el nombre de Ty. A través de su clímax, Zane continuó rodando las caderas,

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proporcionando a Ty la fricción necesaria, y fue suficiente para empujarle sobre el


borde. Se agarraron con fuerza el uno al otro mientras compartían el placer, dejando
que el mundo girara fuera de control durante unos breves momentos.

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Capítulo 3

Zane estaba en el umbral de baño, mirando a la habitación del hotel en sombras,


al hombre que había dejado tendido sobre la cama en un lío de sábanas y sudor. La
luz brillante detrás de él iluminaba la cara de Ty, destacando las largas pestañas que
reposaban contra las mejillas sonrosadas y labios que podía decir que estaban
hinchados.
Sonrió y le dio vueltas una y otra vez a la caja pequeña en su mano. La había
descubierto en su bolsa de lona, enredada en una camiseta limpia del cajón donde la
había escondido.
Era como si el destino hubiera intervenido y la hubiera lanzado a su bolsa cuando
no miraba.
Quería estar enojado con Ty, de verdad que quería. Pero maldita sea, simplemente
no podía. Estaba enamorado de un hombre que era frívolo, espontáneo y testarudo
todo envuelto en un magnífico paquete divertido y frustrante. Ty era un peligro
emocional andante y lo había sabido desde el principio. Resopló y se apoyó contra el
marco de la puerta, queriendo grabar en su memoria la visión de Ty acostado allí
después de ser follado a fondo.
Ty se estiró, y la maraña de sábanas amortiguó su bajo murmullo. No miró a Zane,
pero volvió la cabeza.
—Me estás acechando.
—Admirando —dijo Zane mientras se tomaba su tiempo para mirarle de arriba
abajo.
—Bien. Sigue, entonces.
Zane se permitió una pequeña sonrisa.
—Esperaba estar enojado contigo más tiempo —dijo mientras se acercaba a la
cama y se sentaba a su lado.

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Ty se estiró de nuevo, tensando los músculos y flexionando el cuerpo como un


gran gato al sol. Le sonrió con los ojos brillantes.
—¿Pero?
A pesar del hecho de que acaba de follar a Ty hasta el olvido menos de quince
minutos antes, un golpe de calor azotó a Zane mientras observaba el juego de los
músculos de Ty, y puso los ojos en blanco con resignación.
—Estoy demasiado feliz de verte.
Ty se acercó a deslizar la punta de los dedos por la mejilla de Zane. Se acercó más
hasta que pudo presionar la nariz de Zane con la suya y pasó una pierna sobre su
cadera.
—Te he echado de menos. Y lo siento.
Zane asintió mientras deslizaba la mano por la cadera de Ty y lo atraía hacia él.
Sabía que tenía que dejar que la ira desapareciera, no cambiaría lo que Ty había
hecho.
—¿Te dolió mucho?
La expresión de Ty se suavizó en tristeza, pero pasó tan rápido que Zane podría
haberlo imaginado.
—A veces yo... sólo necesito un descanso. Aquí —dijo, tocando su frente—. Tengo
que ir a algún sitio solo para dejar que la vida me golpee. Si no lo hago, se acumulan
muchas cosas y… termino por no ser capaz de hacerle frente. Simplemente a veces
tengo que irme.
Zane no entendía; no estaba seguro de poder hacerlo sin haber visto las cosas que
Ty había visto o vivido. Suponía que cuando tenía que tomar algo y separarlo para
analizarlo desde todos los lados, era su manera de hacer frente a un problema que de
otro modo sería demasiado grande. La manera de Ty era caminar por un espacio
abierto, ya sea en sentido figurado o físicamente, y dejar que el problema le golpeara
con toda su fuerza. Era una de las maneras en que Ty y él estaban conectados de
manera diferente.
Ty suspiró y rodó sobre su espalda de nuevo.
—Correr por unos días es mejor que la alternativa.
—Colapso.
—Sí. Ha pasado antes, y no es bonito. Largarme me da tiempo para pensar, me da
claridad.

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Zane lo creía totalmente. No podía imaginar que vivir en la cabeza de Ty fuera


fácil. Apoyó la mejilla contra el pecho de Ty, escuchando el latido constante, mientras
trataba de convencerse de no cavilar sobre ello. Su mano se cerró sobre la pequeña
caja que aún sostenía.
Ty le rodeó con un brazo, tirando de él más cerca. Zane se movió y apoyó la
cabeza en el hombro de Ty.
—¿Zane?
Este se dio cuenta de que había estado mirando a la cabecera de la cama sin ver
nada, y parpadeó para enfocar la mirada en Ty mientras descansaba la barbilla sobre
su pecho. Ty cerró los dedos alrededor de un mechón de pelo de Zane para jugar con
él.
—La próxima vez... la próxima vez que tenga que irme, ¿querrás venir conmigo?
Los restos de la ira que aún permanecía no tuvieron ninguna oportunidad contra
una petición así. Zane habría jurado que sentía cómo se desvanecían lo que quedaba
de ese duro nudo que había llevado en el pecho en los últimos días.
—Sí —dijo, alzando los dedos para pasarlos por la mejilla de Ty.
Ty agarró su mano y sonrió, aliviado.
—¿Incluso si se trata de la naturaleza?
Zane no podía dejar de reír.
—Incluso si se trata de la naturaleza.
Ty lo abrazó con fuerza y dejó escapar el aliento que había estado conteniendo.
—Te amo. Siempre seré tuyo, Zane, no importa dónde esté o dónde me encuentre.
Te lo prometo –dijo, las palabras tan graves como Zane nunca le había oído.
Zane se sintió sonrojarse por todas partes, mareado y más que un poco
descentrado. Lo que Ty había prometido… era más de lo que había esperado querer
de nadie nunca más. Pero quería eso de Ty, desesperadamente. Tomó aire para
hablar, pero lo retuvo y tuvo que intentarlo de nuevo antes de poder decir algo.
—Tú… tú te humillas muy muy bien.
—Lo hago todo bien.
—¡Ja!
—Mira, eso es algo en lo que pensé mucho cuando me fui –dijo Ty mientras ponía
a Zane de espaldas y le daba un rápido beso.
—¿En humillarte?

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—No.
—¿En ser impresionante?
—No, Zane, cállate y déjame hablar.
Zane se mordió el labio para no sonreír. Miró a los ojos color avellana de Ty y se
encontró perdiéndose en ellos cuando habló.
—Mira... no hay razón para no supieras exactamente lo que siento por ti. O lo que
pienso sobre los panecillos o los mocasines o el color azul.
—¿Panecillos?
—Sí. No hay nada que tengamos que ocultarnos el uno del otro. Sé que va a ser
difícil para los dos, y es posible que necesitemos compartir algunas cosas poco a
poco, pero creo que deberíamos darle una oportunidad.
Zane se acomodó, curvando los brazos alrededor de la cintura de Ty, su mirada
todavía clavada en él.
—Creo que suena bastante bien —dijo, sabiendo que eso ayudaría a mantener la
inseguridad y los celos a raya. Deslizó una mano sobre la cadera de Ty por su
costado—. ¿Cómo te sientes acerca de los panecillos?
—Zane.
Este sonrió y pasó la mano por el brazo de Ty.
—Pero eso significa que tienes que hacer lo mismo por mí —continuó Ty—. No
más esconderse de mí.
—No me escondo.
—Sí, lo haces.
Zane le miró a los ojos, preguntándose cómo había encontrado a un hombre que lo
conocía tan bien dentro y por fuera.
—Sabes, una vez que me decido por algo…
—Lo sé.
Zane asintió.
—Te amo. —Luego levantó la cabeza lo suficiente para darle un beso en los labios.
—Lo sé —dijo Ty con una sonrisa mientras le atraía más cerca—. ¿Y qué demonios
es eso que me está pinchando?

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La mano con la caja estaba presionada contra la parte baja de la espalda de Ty, y
Zane se movió lo suficiente para liberar el brazo, apoyándose sobre un codo mientras
Ty se echaba hacia atrás y le miraba.
—¿Sabes cómo paso todo el tiempo... haciendo números? —preguntó cuando una
extraña calma se apoderó de él.
—Era consciente, sí. ¿Por qué?
Zane sonrió y luego colocó la pequeña caja envuelta sobre el estómago de Ty.
Había estado imaginando este momento durante meses. En todas las variantes de su
imaginación, habían estado usando más ropa.
Ty tuvo que agachar la barbilla para ver lo que era y miró a Zane con curiosidad
cuando la agarró.
—¿Qué es?
—Lo compré para ti mientras estábamos en el crucero.
—Y todo lo que yo tenía para ti era esa estúpida camiseta —Ty dijo mientras
levantaba la cinta en un extremo de la caja.
—No lo estropees —le dio un codazo en las costillas. Ty gruñó y se apartó
bruscamente, recordando a Zane que probablemente todavía estaba dolorido por su
colisión con un gran bombero en el plato de home un par de semanas atrás.
Ty miró y abrió la caja como que si pudiera explotar. Dejó la tapa a un lado y abrió
la caja.
Acomodado sobre terciopelo gris y todavía reluciente después de todos esos
meses había un elegante y pulido colgante de oro blanco, colgado de un trozo de
cuerda negra. Tenía el tamaño y la forma de una moneda, incrustado había una
brújula de dos tonos. Cada una de las ocho puntas terminaba en un diminuto
diamante hasta rodearla.
Ty la miró fijamente, sin habla mientras admiraba el complejo y desigual detalle
de la pieza hecha a mano. Las imperfecciones reflejaban que era único en su clase.
Como Ty.
—Zane —logró decir finalmente. Se enderezó, al parecer sin darse cuenta de que le
había desequilibrado, y le miró, boquiabierto.
Zane esperó, sintiendo un ligero temor irritante mientras trataba de decidir que
significaba la reacción.
—Esto te habrá costado una fortuna —dijo Ty, horrorizado, mientras levantaba el
colgante de la almohadilla.

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Abigail Roux

Armados y Peligrosos
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Zane subió un hombro en un pequeño encogimiento. Ni siquiera había mirado la


etiqueta del precio. Lo había visto y sabido que tenía que conseguirlo. Y ver el
asombro en la cara de Ty hacía un momento valía cada centavo.
Ty se limitó a mirarlo, sus ojos color avellana clavándose en el alma de Zane. A
veces este se encontraba preguntándose qué veía Ty cuando le miraba de esa manera.
—Gracias, Zane.
—De nada —dijo Zane, tragando saliva mientras se sentaba—. ¿Quieres ver cómo
se ve?
Porque él sí. Desesperadamente. Lo había visualizado incontables veces.
Ty le dio una sonrisa torcida y le entregó el collar. Se sentó para que pudiera
atárselo alrededor del cuello. Zane desenrolló la cuerda de cuero y desabrochó el
broche antes de moverlo para acomodarlo alrededor de la garganta de Ty. Necesitó
unos segundos para cerrar el broche, la mirada de Ty sobre él le distraía demasiado
para hacer que sus dedos funcionaran, por fin dejó colgar el colgante como se
suponía que tenía que caer.
Ty seguía observándolo. Zane tocó la brújula que caía por debajo del hueco de la
garganta de Ty.
—Se ve muy bien —dijo Zane, empezando a sentirse un poco cohibido ante la
mirada firme de Ty.
—¿Por qué una brújula? —preguntó Ty. No había apartado los ojos de Zane
todavía.
Zane sonrió y pasó el pulgar por el colgante.
—Porque me diste la dirección cuando estaba perdido. Me mostraste el camino. —
Levantó la vista para encontrarse con los ojos de Ty—. Eres como mi propia brújula.
—Zane.
—Lo sé, lo sé. Soy un gilipollas.
—Quizás. Pero eres mi gilipollas —dijo Ty con cariño. Alargó la mano hacia Zane
y se inclinó para darle un beso.
Zane se rió contra los labios de Ty.
—Esto del hombre que me pidió que bailar lento en su sala de estar. Creo que
todavía me tienes bailando.
—Te encantó.

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—Sí. —Zane tocó la brújula de nuevo—. Espero que lo uses a veces —dijo,
arrastrando los dedos a lo largo del cordón de cuero.
Ty se acercó y apretó la mano de Zane, mirándolo a los ojos. Zane le miró; no
podía creer lo guapo que era.
—Gracias.
Zane se permitió un momento para sumergirse en esa sonrisa y esos ojos brillantes
antes de tirar de Ty para otro beso lento. No quería a cavilar sobre el futuro o sentirse
avergonzado por el pasado. Estaba aprendiendo de la experiencia de Ty
concentrándose en el ahora. Y ahora mismo, lo único que quería era a Ty.
Se echó a reír cuando Ty le envolvió con los brazos y lo empujó a la cama, luego se
subió encima a horcajadas y lo sujetó. Zane le agarró las caderas, más que dispuesto
a ver si Ty le montaba usando nada más que ese collar.
—Ahora —dijo Ty con una nota sombría en su voz—. Sobre esta barba que tienes.

* *
Después de ser convencido de que la barba y el bigote se prestaba a la imagen de
que no eran federales, Ty insistió en que el mejor lugar donde Zane encontraría algo
que vestir para el trabajo era la Milla Magnífica. Más tarde, salieron del taxi lejos de
las tiendas para pasear, porque tenían tiempo y ¿por qué demonios no?
A Ty, el éxodo le había venido bien, más de lo que esperaba cuando se había
levantado esa mañana la semana pasada en estado de pánico y se había largado
corriendo. Ya no se sentía pesado, ya no se sentía agobiado por el pasado o el futuro,
ya no sentía el destino inminente de paredes cerrándose a su mente. Había sido un
buen movimiento de su parte, independientemente de la reacción. Una ruptura de
salud mental.
Y para rematar su mejor estado de ánimo, Zane y él estaban juntos en una ciudad
a medio de camino de cualquier persona que los conociera. Ty podía sentir el peso de
la brújula alrededor del cuello, y era una carga que estaba feliz de llevar. Cedió al
impulso y extendió la mano para entrelazar los dedos enguantados con la mano
desnuda de Zane. Este giró la cabeza bruscamente, y Ty pudo ver que sus ojos se
abrían con sorpresa, pero Zane no se apartó. Cerró la mano y le dio un suave
apretón. La sensación de Ty de euforia estaba en el límite de lo ridículo.
Rozó el hombro contra Zane mientras caminaban por la avenida Michigan.
—Imagina que somos turistas por unas horas. Podemos hacer lo que nos de la
gana.

~42~
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Zane sonrió y relajó los hombros.


—Eso suena muy bien.
—Lo primero es encontrarte trapos nuevos. Podemos tomar un almuerzo tardío,
hacer turismo mientras tenemos la oportunidad.
—¿Cuánto tiempo tenemos?
Ty se encogió de hombros.
—Nos movemos cuando Dick llama.
Caminaron a lo largo de la avenida bulliciosa, pasando ante las tiendas de gama
alta que incluían Disney, Apple, Cartier, Crate & Barrel y Saks Fifth Avenue.
Después de una comida rápida, entraron en varias tiendas, Ty escogió la ropa que
declaró apropiada para el trabajo y Zane rechazándolo todo para no ser considerado
un inconformista adolescente.
Ty estaba a punto de frustrarse cuando encontró un par de vaqueros que le
gustaban, obligó a Zane a probárselos y los pagó antes de que Zane pudiera discutir
o incluso quitárselos. Le lanzó una camiseta vintage color burdeos con botones en el
cuello que costaba un par de cientos de dólares, una chaqueta de ante marrón que le
habría permitido comprar neumáticos nuevos si tuviera su Bronco, y un par de botas
que pensó que podría terminar robando. Zane y él podrían compartir zapatos y
camisas, siempre y cuando las camisas no fueran a medida. La altura de Zane era la
única cosa que les impedía compartir los pantalones. Era una pena, porque el
guardarropa normal de Zane podría ser de un poco de ayuda.
Ty miró el producto final con un deseo real de llevarle de regreso al hotel y
quitárselo todo de nuevo.
Con las manos en las caderas, se tocó la parte posterior de los dientes superiores
con la lengua mientras examinaba a Zane.
—No creo que haya estado más alegre que ahora.
Zane se quedó atónito y Ty no pudo evitar reírse. Zane sacudió la cabeza y se miró
la ropa, luego a Ty con ojos entrecerrados. Inclinó la cabeza hacia un lado y se subió
el cuello de la chaqueta, se pasó la mano por el pelo para despeinarse y extendió la
mano para cogerle las gafas de aviador de Ty del cuello y ponérselas. Se pasó la
lengua por el labio inferior y levantó una ceja impertinente hacia Ty.
—Oh Dios. Está bien —murmuró Ty, poniendo los ojos en blanco y girándose para
salir—. Ahora te estás poniendo en ridículo. —Sin embargo, sonrió y miró hacia
atrás, porque Zane avergonzado lucía muy muy bien.
Zane sonrió mientras le seguía, llevando su traje sobre un hombro en una bolsa.

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—Yo solía vestirme así en Miami, ya lo sabes.


Ty tarareó al imaginar todas las diversas formas del estilo de Zane en el pasado.
Su atuendo de Miami probablemente habría involucrado camisas de malla,
pantalones de piel de serpiente y seda tailandesa. Dejando aparte que su compañero
sabía cuáles eran los pantalones cortos de paseo, parecía ser competente en vestirse
en casa. Ty tuvo que morderse el labio para no reírse. Extendió la mano para tomar la
de Zane nuevo, girándolos hacia Navy Pier y el paseo marítimo.
—Si te gustan estos pantalones vaqueros tanto, tal vez debería obtener algo de
ropa nueva para casa. Ha pasado un tiempo desde que compré algo aparte de trajes
para el trabajo —dijo Zane, asumiendo un tono banal, aunque Ty sabía muy bien que
estaba destinado a provocarle.
—De acuerdo —dijo Ty, añadiendo un asentimiento para enfatizar, sí, Zane
necesitaba todo un nuevo guardarropa, preferiblemente uno que mostrara sus
increíbles hombros y la espalda, porque tenía que admitir, era su parte favorita de
Zane. Le miró de reojo y sonrió—. Vamos a Navy Pier ahora. Hay algo que debes ver.
—¿Debo preocuparme?
—Siempre.
Caminaron varias manzanas hacia el sur, luego acortaron por la Biblioteca Militar
Pritzker para llegar al lago. Desde el círculo donde los taxis iban y venían,
recogiendo y dejando gente, podía ver toda la longitud del caos ordenado que era el
Navy Pier de Chicago. La noria y otras atracciones, los yates y barcos de turismo
amarrados en los muelles, la serie aparentemente interminable de tiendas y
restaurantes, que se extendía hasta donde el ojo podía ver desde donde él y Zane
estaban.
—¿Qué es el Navy Pier? —preguntó Zane mientras seguía a Ty a través de un arco
de metal roja con esas palabras.
—Es... No sé. Tiene una noria —dijo Ty con un encogimiento de hombros
despreocupado—. Es como el Museo Field y Wrigley Field. Tienes que ir si vas a
Chicago.
—Todo lo que sé de Chicago lo aprendí de los Blues Brothers —dijo Zane,
distraído mientras caminaban al lado de las últimas pequeñas casetas y el puesto de
entradas.
—Jesús, Zane —murmuró Ty—. Por eso vine aquí anoche muy brevemente
porque necesitaba un trago. Tienes que ver esto. —Le dio un tirón a su mano,
guiándole dentro de la zona comercial a través de la masa de gente, tiendas y
vendedores ambulantes. Cuando se detuvo, estaban de pie delante de la Garrett

~44~
Abigail Roux

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Cut and Run 5

Popcorn Shop. Ty hizo un gesto con la mano con orgullo, como si se tratara de su
hazaña de algún modo.
Zane se quitó las gafas y se rió.
—Eso es genial —dijo mientras miraba por la ventana.
Ty puso la mano en la parte baja de la espalda de Zane y le empujó, señalando la
pared del fondo de la tienda donde había varias camisetas colgando. La blanca en el
medio, la misma que Ty había comprado ayer y guardado en su bolsa, tenía un queso
cheddar amarillo anaranjado y huellas de manos color caramelo delante y el lema "El
amor puede ser sucio" por encima de la palabra Garrett y el logo de la tienda. Había
sido demasiado perfecta para que Ty la dejara pasar.
Zane apretó los labios en una fina línea, y cuando miró a Ty este pudo ver la
diversión en los ojos de Zane. Los hacía brillar, el color castaño oscuro cálido e
invitador. Se le apretó el pecho mientras miraba a su amante. ¿Por qué demonios no
podía ser cada día así?
—Esa es bastante buena. Debo conseguir una —dijo Zane, tirando de la manga.
Ty dio un paso detrás de él, dejando que su mano se apoyara en la espalda de
Zane, absorbiendo la sensación de estar de nuevo con él.
—Puedes coger prestada la mía —murmuró, sonriendo.
Zane volvió la cabeza, dejando que su nariz rozara la mejilla de Ty.
Este cerró los ojos y se permitió disfrutar del momento.
—Vamos —dijo después de unos segundos de silencio contenido—. Vamos a ver
los lugares de interés por unas pocas horas. Actúa como si fuera real.
Zane frunció el ceño.
—¿Actuar como si fuera real?
Ty deslizó la mano por el brazo de Zane y entrelazó los dedos.
—Que puedo tomar tu mano sin preocuparme de ser reconocido —dijo con una
sonrisa. Tiró de la mano de Zane, con ganas de salir de las tiendas y regresar al
muelle para ver el agua y la vista.
La sonrisa de Zane volvió a aparecer y asintió con la cabeza.
—Siempre que quieras.
Ty le dirigió una sonrisa melancólica, apretándole la mano. Era una pena que no
salieran y se tomaran de la mano de esta manera en casa. Una verdadera lástima.
Pero no podían arriesgarse a ser reconocidos y marginados en el trabajo. Tan pronto

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Cut and Run 5

como los dos se retiraran, sin embargo, Ty tenía la intención de sostener la mano de
Zane dondequiera que fueran.

* *
—¿Qué vas a contarles? —preguntó Randall Jonas a Burns cuando marcó el
número de su hombre en Chicago.
—Lo menos posible —respondió Burns. Se quedó en silencio mientras esperaba
una respuesta, y cuando habló estaba usando algún tipo de código que Jonas ni
comenzó a tratar de descifrar—. Tu padre dice hola —dijo Burns a su agente. Debía
ser algún tipo de activador.
Jonas le observó mientras intercambiaba algunas bromas aparentemente más
mundanas; entonces rompió el código y le contó la información que tenía la intención
de transmitir.
—Considera a tu objetivo armado y extremadamente peligroso. Es un informante
federal que ha salido de la red, y lo necesitamos aquí, en mi oficina.
Jonas frunció el ceño, confundido por los métodos de Burns. Pero claro, Burns
nunca había tenido métodos regulares para empezar.
—No me importa cómo lo hagas, simplemente tráelo aquí. De una sola pieza. No
me digas "sí, señor", mierdecilla, sólo no lo traigas muerto. —Colgó y miró a Jonas
con una mueca de preocupación.
—¿Podrán tus hombres traer de verdad a Cross sin ningún respaldo? —preguntó
Jonas.
Burns frunció los labios.
—Sí. Pondría a estos dos contra cualquiera de tus fantasmas, cualquier día de la
semana.
Jonas levantó una ceja, y no pudo evitar sonreír ante la confianza de su viejo
amigo.
—Son palabras mayores.
—Lo pillas viejo.

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Capítulo 4

—Deberíamos estar cerca —dijo Zane mientras el taxi atravesaba la selva


arquitectónica de la ciudad.
—¿Cómo quieres jugar? ¿Ir suave o fuerte? ¿Poli bueno, poli malo? ¿Disparar
primero y preguntar después? —preguntó Ty con un toque de diversión sarcástica.
Zane se encogió de hombros.
—¿Esperas problemas? –Por costumbre, deslizó la mano en su chaqueta nueva
para comprobar el arma.
—¿De este tipo? Casi con toda seguridad —dijo Ty—. Dick habló de él como si
fuera Batman.
—¿Cómo es eso?
—Larga lista de conexiones con la CIA, el crimen organizado, una larga lista de
traficantes de armas y mercenarios, extranjeros y nacionales.
—¿Por qué lo quiere Burns? ¿Y por qué nosotros?
Ty se quedó en silencio un momento.
—He aprendido a no hacer esas preguntas —dijo mientras miraba a Zane con una
sonrisa para mitigar la dureza de las palabras.
Zane asintió. Miró a Ty con una calidez que probablemente no debería estar
sintiendo mientras estaba oficialmente trabajando. Ty parecía estar más cerca de lo
que había estado hacía un momento, lo bastante cerca como para que Zane le oliera,
el inusual almizcle de sándalo, tan diferente a Ty, y la combinación más familiar de
detergente, aceite para armas, cuero y el sudor que le volvía loco. Pero Zane sintió
una punzada de nostalgia por una bocanada de Old Spice.
—También estoy esperando que no esté en esta dirección. Si fuera tan fácil de
encontrar, ni siquiera sería Batman —dijo Ty, sacando a Zane de su ensueño.

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—Si está ahí, sería novedoso que vaya tan bien —dijo Zane mientras el taxi se
detenía delante de un antiguo edificio convertido en condominios.
Ty comprobó su arma y salió dejando que Zane pagara al conductor, que ni
siquiera parpadeó ante las armas y asintió cuando Zane le dijo que esperara. Ty
chasqueó la lengua, haciendo todo lo posible por no sonreír mientras Zane se reunía
con él en la acera. Le habían dicho a Ty no hacía mucho tiempo que no debía
disfrutar de la parte del trabajo de casi-consigues-que-te-maten tanto como lo hacía.
Zane no sabía quien lo había dicho, pero desde entonces, Ty había estado haciendo
un esfuerzo por ocultar su alegría profana durante las peleas. Sin embargo, todavía
estaba bastante claro para él.
Inspeccionó el ligero tráfico que pasaba por la calle lateral. Era de noche, y no
había mucha gente por allí. Con suerte, trabajaría a su favor.
—¿Listo? —preguntó Ty.
Ty miró arriba y abajo de la calle, luego asintió con la cabeza y se acercó a las
puertas dobles de cristal del edificio. Tendrían que dejarles entrar, lo que no ayudaba
al elemento sorpresa. Ty se quedó mirando el panel un momento, obviamente,
contemplando cómo hacerlo. Miró a Zane y se encogió de hombros, luego apretó el
número que les habían dado.
Después de una breve pausa, el pequeño altavoz hizo clic.
—¿Hola?
—¡Hey, Jimmy! —Ty prácticamente gritó, sobresaltando a Zane. Las palabras de
Ty se arrastraban mientras se inclinaba hacia el altavoz—. Tío. No deberías haberte
ido tan temprano esta noche.
Hubo una breve pausa.
—Creo que tienes el apartamento equivocado.
—Vamos, hombre, ¡no seas así! ¡Te juro que no sabía que estabas con ella! Me dejé
mis pantalones buenos en tu sofá. Si voy a trabajar en calzoncillos con resaca de
nuevo, me pondrán de patitas en la calle seguro. ¡Cuatro avisos y estás fuera,
hermano! —Ty se mordió el labio para no reírse cuando volvió la cabeza a un lado de
la caja del altavoz.
Zane sonrió y negó con la cabeza, cubriéndose la boca y recordándose que eran
agentes federales entrenados. Profesionales. En teoría.
—Tienes el apartamento equivocado. Aquí no hay ningún Jimmy.

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—Oh –Ty inhaló—. ¡Mierda, tío, lo siento! No quería llamar tan temprano. —La
última mirada a su reloj le había dicho a Zane que eran casi las seis de la tarde—.
Pero bueno, ¿conoces a Jimmy, tío? ¿Podrías agarrar mis pantalones por mí?
Hubo una pausa más larga, el tiempo suficiente para que Zane pensara que el
hombre al otro extremo había abandonado la conversación. Pero luego se volvió a oír
un clic.
—No hay ningún Jimmy aquí. Llama a alguien más. —Las palabras terminó con
un sonido de finalidad.
Ty chasqueó la lengua y se encogió de hombros.
—Valía la pena intentarlo —dijo a su compañero con una sonrisa. Extendió la
mano y apretó otro botón. Un momento después, contestó una mujer—. Entrega.
—Yo no he pedido nada —dijo ella con brusquedad, y eso fue todo. Cuatro
intentos más tarde, uno sin respuesta, dos negaciones inmediatas y una extraña
conversación con un porrero sobre las fases de la luna durante la cual Ty tenía
demasiado que ofrecer, en opinión de Zane, Ty resopló con frustración.
—¿Cuántos más vas a probar? —Preguntó Zane. Realmente no tenían el tiempo de
llamar a la oficina de campo de Chicago y pedir una orden judicial. Por no hablar de
que no le sentaría muy bien a Burns, quien obviamente quería que mantuvieran esto
tan bajo como pudieran. ¿Era éste el tipo de cosa que Ty siempre estaba haciendo por
Burns?
Ty le miró obstinadamente y pulsó un botón al azar. Zane puso los ojos en blanco.
Tan pronto como hubo una respuesta, dio un paso más cerca del altavoz y dijo:
—Agentes federales, señora.
—Buen intento, idiota —dijo la mujer con aire de suficiencia; entonces la caja del
altavoz se apagó.
Ty gruñó peligrosamente.
—No me gusta esta ciudad —murmuró mientras sacaba su pistola de debajo de su
chaqueta.
Zane se enderezó alarmado.
—¿Qué estás haciendo?
Ty se quitó un guante y lo envolvió alrededor de la culata del arma, luego la giró
suavemente y la golpeó contra la manija de la puerta de cristal. El cristal moteado se
rompió y resquebrajó, pero tenía una malla de alambre incrustada en el interior que
evitó su caída. Ty utilizó el cañón de su pistola para despejar la ventana, rasgando el

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alambre, arrojando pedazos por toda la acera a sus pies. Metió la mano entre los
barrotes de hierro y empujó el picaporte, abriendo la puerta y sosteniéndola para
Zane con un gesto galante de su mano.
—Vaya, gracias, señor –dijo Zane, arrastrando las palabras, mientras pisaba el
desorden, ya pensando en maneras de asegurarse de que Ty redactara el informe de
este viaje.
—Gilipollas —murmuró Ty mientras miraba la pantallita encima de los
ascensores. Se detuvo frente a la alarma de incendio y la miró durante un momento
demasiado largo para comodidad de Zane. Se aclaró la garganta con intención.
Ty le miró casi con aire de culpabilidad y luego le siguió hacia la escalera. Zane no
sabía si había algún tipo de alarma en la puerta, pero tenían que moverse un poco
más rápido de todas formas.
El condominio al que se dirigían estaba en el segundo piso, ni de lejos lo bastante
para pacificar la molestia de Ty. Zane pasó junto a él y comenzó a revisar las puertas
hasta encontrar el número que les habían proporcionado. Miró a su compañero,
llamó a la puerta y escuchó lo que sonó como unos pies retirándose. Zane frunció el
ceño y se acercó para llamar de nuevo, pero alguien se acercaba desde el otro lado y
se detuvo. Zane pensó que el hombre estaba mirando por la mirilla, por lo cual alzó
su placa. Detrás de él, Ty hizo lo mismo.
—Agentes federales.
Se oyó un cerrojo y la puerta se abrió un poco, bloqueada por la cadena, y un
hombre delgado, de aspecto completamente normal, asomó la cabeza.
—¿Cameron Jacobs? Soy el agente especial Zane Garrett, y este es el agente
especial Ty Grady. Estamos buscando a Julian Cross.

* *
Cameron miró por el hueco de diez centímetros mientras estudiaba a los dos
hombres altos de aspecto competente que sostenían sus placas que parecían bastante
oficiales. Podrían ser agentes federales. O no. Con los asuntos de pasado de Julian,
era imposible saber quien podía venir a buscarlo. Era el "o no", lo que le estaba
asustando en este momento, y su mano se aferró a la jamba de la puerta con tanta
fuerza que le dolía.
—No sé quién es.
—¿Tal vez lo conoce mejor como Julian Bailey? –Dijo secamente el hombre
llamado agente especial Grady—. ¿O señor? ¿Tal vez incluso jefe?

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Cameron frunció el ceño mientras negaba con la cabeza. Seguramente los agentes
federales serían más amables que estos. Les miró de arriba abajo. Y mejor vestidos.
—Lo siento, pero están equivocados… —Frunció el ceño con más fuerza al
recordar la última vez que había dicho esas palabras, tal vez hacía quince minutos—.
¿Fue usted quien llamó antes al timbre? —preguntó con indignación.
El hombre que los había presentado sonrió lentamente. Para Cameron, era como
un animal peligroso mostrando sus dientes. Frunció el ceño, examinando al hombre
con el cabello rizado y despeinado por el viento, ojos penetrantes, y una nariz torcida
que probablemente se había roto al menos dos veces. La sonrisa probablemente tenía
la intención de tranquilizarlo.
El agente especial Grady cerró la placa que había estado sosteniendo y se apartó la
chaqueta de cuero para guardarla en un bolsillo interior. El movimiento reveló una
pistola bastante grande en una funda bajo el brazo. No importaba si lo había hecho a
propósito: su declaración estaba hecha.
—¿Le importaría abrir la puerta para que podamos hablar, Sr. Jacobs? –preguntó
el agente especial Garrett en un tono serio—. O puede simplemente indicarnos donde
está Cross y nos iremos.
—Me importa —se opuso Cameron, enderezando su espalda mientras retiraba la
mano para cerrar la puerta.
La mano de Grady salió disparada como un rayo, evitando que la puerta se
cerrara. Se acercó más y bajó la cabeza, como si estuviera a punto de compartir un
secreto. Todo en él gritaba militar, desde su tono brusco a sus rápidos reflejos, a su
impresionante cuerpo atlético.
—¿Tiene usted alguna idea de la cantidad de problemas que supone arreglar una
cadena que ha arrancado la jamba de la puerta? —preguntó el agente especial Grady
con calma—. ¿O lo mucho que le duele mi hombro chocarlo contra una puerta
maciza de madera de roble? Esto es el roble, ¿verdad? Es muy bonito.
Cameron empujó con fuerza contra la puerta, y no supuso ninguna diferencia.
Echó un vistazo al agente especial Garrett, que era más alto, más oscuro, y no ofrecía
ninguna simpatía. Esto no iba bien. De ningún modo. Así que Cameron asintió
bruscamente y levantó la cadena, consciente de que Julián le leería la cartilla por esto.
Por supuesto, Julian le gritaría por abrir la puerta en primer lugar. Pero sólo un
poco.
Sin cadena, Cameron dio varios pasos hacia atrás y se recompuso para alcanzar el
teléfono y marcar el número de emergencia en marcado rápido de Julian mientras

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observaba a sus cuatro Westies blancos que le llegaban a las pantorrillas cargar
contra los extraños que entraban en su apartamento.
El agente especial Grady se movió lentamente, su cuerpo se volvió casi de lado
mientras sus ojos recorrían la habitación. Su mano estaba en su arma.
Cameron había visto a Julian entrar en habitaciones de una manera similar, y
sonaron más campanas de alarma. El hombre miró a los cuatro perros y retrocedió,
se puso de lado e hizo un gesto a su compañero para que entrara.
Era la oportunidad de Cameron. Metió la mano en el bolsillo y buscó a tientas el
móvil, tratando de no llamar la atención. Esperaba lograr apretar la combinación de
teclas para el texto escrito previamente que necesitaba enviar.
El agente especial Garrett cerró la puerta con suavidad, y los extraños se movieron
de manera constante por el condominio de Cameron. Cuanto más observaba a los
agentes, más le recordaban a Julian. Estaban de guardia pero confiados.
—No sé a quién están buscando. Aquí no hay nadie más.
—Lo sabemos —le dijo Grady. Sonrió y asintió con la cabeza al bolsillo donde
Cameron todavía tenía la mano metida—. Sin embargo, estará aquí pronto. Quítate
un peso de encima, chico. No será tan malo. —Estiró los anchos músculos y rodó el
cuello, el movimiento apartó la chaqueta, revelando una camiseta. Grady se volvió
para mirar a los perros que ladraban en señal de desagrado, y luego miró a su
compañero.
El agente especial Garrett inclinó la cabeza hacia un lado antes de centrarse en
Cameron. Desde cuatro metros de distancia, sus ojos parecían ser negros, y Cameron
se sentía como clavado en el sitio.
—¿De qué conoce al señor Cross, señor Jacobs? —preguntó. Su voz era más
tranquila que la del agente especial Grady, más educada, aunque todavía un poco
fría.
Cameron apretó los labios en una apuesta por el silencio. Por lo menos este era
uno de los posibles escenarios que Julian le había esbozado cuando configuraron el
sistema de alerta. Pese a las protestas de Cameron, su amante peligroso había
insistido en que prefería venir aquí para protegerlo y eliminar el problema que
mantenerse lejos en la dudosa seguridad.
Un movimiento llamó su atención, y Cameron miró hacia arriba para ver a uno de
los grandes gatos anaranjados de Julian caminar sinuosamente alrededor del biombo
que dividía el dormitorio. Era Smith, seguido de cerca por Wesson.

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Los dos felinos se pararon en la mitad al ver a los extraños, y Cameron podría
haber jurado que oyó a uno de ellos gruñir.
—Ahora vea, eso es de lo que estoy hablando —dijo el agente grosero señalando a
los gatos—. Esos son perros guardianes, Zane. Kilos de la máquina de matar más
efectiva del mundo.
—Si tú lo dices, whiskas —respondió Garrett. Sonaba como si se estuviera
burlando de su compañero. Zane Garrett, recordó Cameron. Y Ty Grady, recordó.
Garrett y Grady. Sonaba como una tienda de ropa de algunos hombres detestables.
Zane señaló a Ty—. Mantén tus manos fuera de la vida salvaje.
—Déjalo, Garrett —dijo Ty con un resoplido. Rodeó el sofá y se arrodilló a
distancia de Smith y Wesson. Extendió la mano—. ¿Qué son, Maine Coons? —
preguntó a Cameron con lo que parecía un interés genuino.
Cameron vio como el hombre se ponía dentro del alcance de un montón serio de
dolor. Tragó saliva y miró el reloj digital al lado de la televisión. Habían pasado tres
minutos.
—Sí —dijo en voz baja.
—Ty, dije que mantuvieras tus malditas manos para ti mismo –espetó Zane—. No
tenemos tiempo para un paseo al hospital en caso de que el gato decida que quiere
probarte.
Ty ignoró alegremente la amonestación de su compañero, siguió con la mano
extendida y habló con Smith y Wesson, en voz baja, con una sonrisa en su rostro. Se
volvió y miró por encima del hombro a Zane.
—Si el grande no me come, creo que pueda hacer frente a dos pequeños.
Smith y Wesson se sentaron uno junto al otro, observándole del modo como sólo
un gato podía mirar a un ser inferior. Cameron pensó que parecía que estaba
mirando a Ty como si el hombre fuera idiota. También se preguntó con qué clase de
gato se podría haber enredado el hombre que fuera más grande que Smith o Wesson.
Zane suspiró agraviado y se adentró un poco más en la habitación, aunque
Cameron notó que mantenía tanto a la puerta principal como a él a la vista.
—No mordemos, señor Jacobs —dijo Zane, tratando de aplacarlo. Crispó los
labios—. No más que los gatos, de todos modos.
—El último extraño que se metió con ellos terminó con puntos desde la sien al
labio –mencionó Cameron a Ty.

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Abigail Roux

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Cut and Run 5

Este se limitó a hacer un chasquido con la lengua, sin moverse mientras


continuaba extendiendo la mano a los gatos. Wesson comenzó a moverse lentamente,
deslizándose hacia él.
—Vamos, guapo —canturreó Ty al gato. Smith bajó la cabeza, retorciendo la cola
mientras miraba, pero Wesson siguió acercándose. Se sentó y amablemente permitió
que el hombre le frotara un dedo debajo de la barbilla.
Cameron se quedó boquiabierto. Esos gatos estúpidos ni siquiera dejaban que él
los tocara y llevaba viviendo con Julian más de un año. Se tragó su sensación de
temor. Si este hombre se apoderaba de Wesson y le hacía daño, Julian le mutilaría y
eso sería un desastre. Un momento después, Ty había cogido al gran gato en sus
brazos y estaba de pie, sosteniéndolo por encima del hombro, frotando suavemente
su oreja. Se volvió para sonreír a su compañero.
—Como tocar la gaita —bromeó sobre el gran felino.
Cameron podía oír a Wesson ronronear desde donde se encontraba al otro lado de
la habitación.
Zane sacudió la cabeza, claramente exasperado.
—Siéntete como en casa, Ty. ¿Quieres comprobar la nevera, a ver si hay alguna
cerveza?
Ty resopló con fuerza y sacudió la cabeza. Se inclinó y bajó al gato con cuidado,
dándole a su oreja una última caricia con un largo dedo antes de enderezarse y
cepillarse el pelo de gato del hombro, luego miró su reloj. Wesson enrolló su gran
cuerpo alrededor de los tobillos del agente, todavía ronroneando hasta que casi
parecía vibrar. Cameron nunca había visto a nadie más que a Julian manejar a
cualquiera de los gatos así.
Ty se inclinó para levantarlo de nuevo, le dio la vuelta y lo sostuvo como un bebé
en sus brazos mientras le frotaba debajo de la barbilla.
Cameron se quedó boquiabierto.
—Vamos, Zane, no tengas miedo de un pequeño gatito –le dijo Ty a su compañero
con una sonrisa socarrona. Zane trazó un círculo en el aire, desestimando el…
¿insulto?
Cameron enarcó las cejas tanto como pudo.
—¿Se supone que ustedes dos son agentes del FBI? —preguntó con incredulidad.
—Y tu chico se retrasa —comentó Ty mientras asentía. Observó las puertas del
balcón un largo rato antes de bajar al gato al suelo y con calma metió la mano bajo la
chaqueta para sacar su arma. Echó un vistazo a Zane con los ojos entrecerrados y

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luego asintió con la cabeza hacia la puerta mientras revisaba la pistola en el mismo
movimiento. Cameron había visto a Julian comprobar la suya, con absoluta calma y
competencia. Zane sacó una pistola de debajo de su chaqueta, manejándola
hábilmente.
—Señor Jacobs, ¿va a venir disparando o va a estar preocupado por su seguridad?
—Preguntó Ty, sin una pizca de preocupación real que Cameron pudiera detectar.
Parecía que los dos hombres estaban acostumbrados a la idea de un peligro
inminente.
Pero ellos no conocían a Julian. Era un nivel completamente diferente de peligro.
—No se preocupen por mí —murmuró Cameron. Sacudió la cabeza y se agachó,
llamando a los perros. Los reunió y los metió en su corral, en el rincón más alejado de
la habitación. Su mirada se posó en Smith y Wesson. Aunque los dos gatos le
toleraban porque Julian los echaba de la cama si no lo hacían, no les gustaba mucho.
Cameron no estaba muy seguro de poder volver a meterlos en el dormitorio sin daño
para sí mismo. Así que tendrían que cuidar de sí mismos.
Ty y Zane se movieron juntos al medio de la sala de estar como atraídos por
imanes, juntando las espaldas pero quedando separados un metro. Zane frente a la
puerta, mientras que Ty se enfrentaba al balcón, sincronizados como si hubieran
estado haciendo esto durante mucho tiempo. Los perros comenzaron a ladrar
lastimeramente, y Smith y Wesson se sentaron en el umbral del dormitorio, listos
para disfrutar del espectáculo.
Cameron ladeó la cabeza, escuchando. No podía oír nada por encima de las quejas
de los perros.
La puerta se abrió de repente, pateada desde el pasillo, astillando la jamba de la
puerta. El arma de Julian ya estaba apuntando a los así llamados agentes federales.
Zane ya estaba frente a él, con el arma levantada y apuntando. Ty no se volvió para
enfrentarse a Julian. Mantuvo el arma apuntada en silencio al balcón.
Julian entró en la habitación, corpulento y lívido. Apuntó con su arma a Zane, y
los dos hombres se quedaron allí apuntándose el uno al otro, en silencio, mientras se
medían. Cameron fue golpeado por el gran parecido entre ellos.
—¿Julian Cross? —preguntó Zane finalmente de manera tranquila.
Julian respondió amartillando el arma.
Cameron vio el gatillo moverse. Estaba a sólo un toque de disparar una bala.
Tragó saliva y se obligó a mantener los ojos abiertos. Pero Zane ni siquiera parpadeó.

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—Estamos aquí por órdenes de Richard Burns, director adjunto de la División de


Investigación Criminal de la Oficina Federal de Investigaciones, para apelar a su
condición de informante federal registrado –recitó Zane de manera eficiente, ni su
arma ni su voz temblaron.
Los ojos de Cameron se abrieron de sorpresa al ver que el arma de Julian flaqueó
ligeramente.
—Y le estaremos muy agradecidos si baja el arma —añadió Ty sin volverse—. Y
dígale a su amigo que no aprecio la sensación de su punto de mira en la frente.
Los ojos de Julián se movieron entre ellos y Cameron.
—¿Estás bien? —preguntó a Cameron.
—Sí —dijo Cameron, resistiendo el impulso de correr hacia su amante. Estaba
usando el acento americano de Julian Bailey, y Cameron recordó que Julian le había
dicho que era una señal de alerta, que significaba que no conocía o no se fiaba de la
gente con quien estaban—. No me han tocado.
Los ojos negros de Julián se movieron de vuelta al hombre frente a él.
—Baja el arma. Entonces podremos hablar.
—Te lo digo ahora, Cross, dile a tu compañero en el tejado de al lado que se retire
—interrumpió Ty con voz ronca.
—Baja el arma y hablaremos de ello —repitió Julian lentamente.
—No creas que no voy a disparar a tu culo irlandés sólo porque soy federal –
gruñó Ty—. No necesitamos que camines.
El arma de Zane todavía apuntaba a Julian. Por lo que Cameron podía decir, ni
siquiera había temblado mientras Ty hablaba.
A pesar de que ese ni siquiera miraba a Julian, la amenaza hizo que Cameron
temblara. De alguna manera sabían que Julian no era estadounidense. Cameron tuvo
que tragar con fuerza ante una nueva ola de miedo.
Y Cameron no sabía cómo Ty sabía que alguien más estaba allí. Cameron sabía
que era Preston, el compañero siempre presente y conductor silencioso de Julián, lo
que significaba que si Ty siquiera temblaba estaría en el suelo, y Zane un segundo
detrás. Cameron no quería cadáveres de agentes federales en su apartamento.
—Julian, por favor.
Julián esperó un momento sin aliento antes de bajar el arma. Bajó el martillo y la
levantó a un lado como prueba de que lo había hecho. Se la guardó cuidadosamente.

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—Mi hombre en el techo sigue apuntando a tu compañero mientras me muestras


la placa –negoció.
Levantó la mano en señal a Preston. Cameron miró de Julian a Zane cuando este
último movió la mano que agarraba su arma y la metió en la chaqueta. Sacó una
billetera de cuero y se la lanzó a Julian.
Julian la atrapó hábilmente con una mano, la abrió para mirar la identificación. La
miró fijamente un momento antes de mirar a Zane.
Hizo un movimiento de "abandona" con su mano hacia el balcón.
—Puedes decirle a Richard Burns que se aguante —dijo finalmente mientras le
entregaba la billetera.
Zane resopló mientras la guardaba y bajaba el arma un poco.
—Si conoces a Burns, sabes que no va a ayudar.
Julian pasó los ojos de uno a otro.
—Largo –ordenó.
—Eso tampoco ayudará –dijo Zane, deslizando la pistola bajo la chaqueta—.
Estamos aquí para escoltarte a DC. Si no te llevamos allí, alguien más lo hará, y con
mucha menos comodidad, te lo aseguro.
Julian tensó los hombros. Bajó la cabeza y la sacudió.
—Se lo dije antes. No voy a involucrarme. Siento que hayáis perdido el tiempo. —
Miró a Cameron y su expresión se suavizó—. Tal vez deberíais ver las vistas antes de
ir a casa, hacer que el viaje valga la pena —dijo a los dos agentes. Su voz era amable,
pero no pudo engañar a Cameron. Estaba enfadado y tenso.
Aunque era Zane quien hablaba ahora, Cameron prestaba más atención a Ty.
Todavía tenía su arma en la mano y miraba con devoción a las puertas del balcón.
—No finja entenderlo mal, señor Cross –dijo Zane, su voz lo bastante amable en
tales circunstancias extrañas que apartó la atención de Cameron de Ty—. Esto no es
una petición.
Cameron se puso rígido cuando los ojos de Zane volvieron a centrarse en él de
manera especulativa, y se mordió la lengua para evitar soltar lo que estaba seguro
era una pregunta estúpida.
—Entonces que así sea —respondió finalmente Julian obstinadamente—.
Cualquiera que me esté buscando seguirá las miguitas de pan que habéis dejado
atrás, sin duda. Cuanto más tiempo estéis aquí, más os convertís en mi problema.

~57~
Abigail Roux

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—Está bien —dijo Ty con impaciencia mientras se metía la pistola en la funda y


rodeaba el sofá, acercándose a Cameron—. Señor Cross, entiendo que no nos
acompañará a Washington de buena gana, ¿es correcto? —Preguntó con brusquedad,
continuando antes de que Julian pudiera responder. Se acercó a Cameron y extrajo
un par de esposas—. Cameron Jacobs, está detenido por albergar a un fugitivo
federal.
—¿Qué? —gritó Cameron, poniendo las manos detrás de la espalda y
retrocediendo—. ¿Albergar un fugitivo? Julián, ¿qué es esto?
—Mantén la calma, cariño —solicitó Julian, aunque el tono de su voz le dijo a
Cameron que estaba teniendo problemas para seguir su propio consejo.
Fueran lo que fueran estos dos hombres, sabían que amenazar físicamente a Julian
no tendría ningún efecto en él, y amenazar físicamente a Cameron simplemente le
cabrearía. Arrestar a Cameron, sin embargo...
Ty agarró el codo de Cameron y tiró de él, dándole la vuelta con alarmante fuerza
mientras cerraba una esposa en su muñeca.
Cameron miró a Julian, con la esperanza de supiera lo que estaba haciendo.
—Es un farol —dijo Julian mientras miraba a Zane—. No tenéis motivos para
detenerle y no podéis obligarme a ir Washington.
—En realidad, sí, lo vamos a hacer, y sí, podemos —respondió Zane—. Sería una
vergüenza encontrar un arma de fuego no registrada en posesión del señor Jacobs,
especialmente si él amenazó a un agente federal con ella.
Cameron jadeó.
—¡Eso es horrible y lo sabe!
—Sí, me rompes el corazón. –Le apretó el hombro con la mano mientras aseguraba
las esposas, su voz era baja y ronca al oído de Cameron—. Que tenga una buena
tarde, señor Cross —dijo en voz más alta, empujando a Cameron delante de él hacia
la puerta.
Cameron trató de clavar en sus talones, pero no era rival para Ty. Los agentes del
FBI estaban más cerca de tamaño de Julián que del suyo, su coronilla sólo llegaba a la
nariz de Julian, no era mucho problema para Ty intimidarle. Pero Cameron estaba
decidido a mantener la calma, como Julian le había dicho, aunque no se veía bien
mientras Ty le empujaba hacia delante. Por lo menos estaba casi seguro de que estos
chicos no iban a matarle.
—Estoy seguro de que tiene modos de encontrarnos —dijo Zane a Julian mientras
caminaba hacia la puerta, logrando de alguna manera parecer tranquilo pero

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manteniéndose frente a Julian todo el tiempo. Seguía sosteniendo su pistola. —Si


decide cambiar de opinión.
Julian dio un paso al lado, deteniendo su progreso. No se movió cuando Ty
empujó a Cameron hacia la puerta. Ty clavó los dedos en el hombro de Cameron
para detenerlo.
—Zane, creo que el señor Cross está un poco más atado al señor Jacobs de lo que
creíamos —dijo Ty casualmente a su compañero.
—Bueno, parece que información pasó por alto pequeños detalles importantes
como ese — murmuró Zane. Le ofreció una sonrisa insincera a Julian—. Su elección,
señor Cross. Es una manera de hablar.
—O se aparta del medio o su hombre en el tejado nos dispara –le dijo Ty, sonando
como si no tuviera ninguna preocupación en el mundo.
Julian entornó los ojos. Miró a un lado, a Zane mientras levantaba la mano y
lentamente metía la otra en su chaqueta.
Sacó su teléfono móvil con cuidado y lo abrió. Volvió a mirar a Ty mientras
apretaba un botón y se lo llevó a la oreja.
—Preston —dijo lentamente—, dispara al estúpido.
—Julian —espetó Cameron, la molestia apareciendo. ¡Se suponía que Julian les
estaba ayudando!
Julian se encogió de hombros.
—¿Qué quieres decir con a cuál? —Dijo a Preston, cuya voz apenas se oía por
teléfono.
—Déjame adivinar; ¿Preston conduce el coche del payaso? —preguntó Ty, poco
impresionado.
—¡Preston, no te atrevas! –Gritó Cameron al teléfono de Julian—. ¿Cómo va a
ayudar eso? –Miró a los tres hombres, y Cameron se dio cuenta de en que lío estaba.
No había nada más que una gran cantidad de testosterona—. ¿Vais a seguir
amenazándolos o va a pasar algo, además de que alguien muera en nuestro piso?
Zane levantó una ceja.
—Tiene temperamento —observó cuando Cameron tiró de las manos inmóviles de
Ty.
Julian cerró el teléfono con disgusto y miró a los dos agentes.
—Se dan cuenta que ponen nuestras vidas en peligro con este truco.

~59~
Abigail Roux

Armados y Peligrosos
Cut and Run 5

—Podemos vivir con eso —dijo Ty—. Ahora, ¿quiere hacer esto de modo
agradable, tener tiempo para empacar su Uzi en su ropa interior, o le arrestamos y le
llevamos arrastras?
Julian apretó la mandíbula.
—No me voy sin Cameron.
—Esto no son unas vacaciones, Cross —dijo Zane.
—Ahora está expuesto, gracias a vosotros. Voy de buena gana con la condición de
que venga conmigo.
Ty ya estaba abriendo las esposas en las muñecas de Cameron.
—Dile al payaso en el techo que lo proteja –le dijo a Julian—. No es nuestro
trabajo.
Cameron se lanzó directamente hacia Julian una vez que Ty le soltó, moviéndose
para quedarse detrás de su impresionante amante.
—¿Esto es importante? ¿Esta cosa del informante?
—No para mí —dijo Julian mientras deslizaba una mano en la Cameron,
apretando los dedos. No había apartado los ojos de Ty, quien estaba sosteniendo las
esposas y sonriendo.
—Te ves como el tipo que disfruta de estas —dijo el agente, arrastrando las
palabras.
Julian suspiró en una rara muestra de exasperación.
—¿Sois realmente el mejor equipo que han enviado a por mí? Es casi insultante.
—Lo que ves no siempre es lo que parece —dijo Zane. Echó un vistazo a Ty un
largo momento, y este bufó, con aspecto un poco decepcionado por no haber podido
usar sus esposas. Zane miró su reloj.
—Está bien. Jacobs nos acompaña. Tenemos dos horas para coger nuestro vuelo a
Washington DC.
Cameron se apretó contra la parte posterior del brazo de Julián.
—Julian, puedo quedarme aquí con Preston y Blake —dijo, nombrando a los dos
hombres que a menudo trabajaban con él en sus "trabajos" clandestinos, su conductor
y su jefe. Cameron aún no estaba muy seguro de lo que hacía Julian, pero sabía con
certeza que no quería más detalles. Dormía mejor por la noche sin ellos.
Julian volvió la cabeza, mirándole mientras mantenía un ojo en los dos hombres.

~60~
Abigail Roux

Armados y Peligrosos
Cut and Run 5

—Preston y Blake estarán ocupados. Empaca una bolsa. Rápido. Por favor —tuvo
el cuidado de añadir.
—¿Qué pasa con los animales? —Preguntó Ty—. ¿Quién demonios necesita tantos
perros de todos modos?
—¿Qué hay de malo en ser dueño de una mascota? —preguntó Cameron.
—Sí, pronunciaste mal “acaparador”.
Mirando a su alrededor, Cameron mantuvo la boca cerrada y miró a Julian en
busca de dirección. Julian estaba mirando el agente con el equivalente de una mirada
a su amante estoico.
—Preston se hará cargo de ellos —respondió Julián, con la mandíbula apretada.
Cameron tragó saliva, y después de una última mirada a Ty, corrió a la habitación
para empacar para él y Julian. Zane le siguió, con la intención de ver lo que
empacaba. Cameron miró al hombre con inquietud. Sólo tenía una idea de lo que
estaba pasando, pero sabía que esta vez estaban en serios problemas.

* *
Ty se dio la vuelta y vio a Cameron desaparecer en el dormitorio. Volvió a mirar a
Zane y sacudió la cabeza. No era una gran idea llevarse también al novio. Dos
prisioneros serían más difíciles de manejar que uno, pero podría ser un medio útil de
controlar a Julian Cross si se ponía rebelde. Zane dio unos pasos hacia las pantallas
divisorias del dormitorio y se quedó donde podía observar los movimientos de
Cameron y ver que estaba metiendo en las bolsas.
Ty se pasó un dedo por la ceja y volvió a pasear por el centro de la habitación de
nuevo, mirando por las puertas del balcón al tejado del edificio de enfrente. Había
visto la luz agonizante destellar en un pedazo de cristal en el techo cuando había
estado acariciando al gato y lo reconoció como lo que era. Cómo había llegado el
francotirador allí tan rápido era la verdadera cuestión. No importaba, pero le
molestaba.
Ty sonrió torcidamente y le dio al hombre en el tejado, Preston, un saludo
descarado.
Oyó resoplar a Zane. Estaba al otro lado de la sala, manteniéndose entre Julian y la
puerta y manteniendo a Cameron dentro de su línea de visión. No es que pareciera
que alguno de los dos fuera a huir.

~61~
Abigail Roux

Armados y Peligrosos
Cut and Run 5

—¿Te das cuenta de que vas a ser recluido en una celda federal o en una casa de
seguridad durante todo lo que dure esto? —dijo Zane a Julian—. ¿De verdad quieres
que él se quede allí contigo?
—Duermo mejor sabiendo que no está en peligro —dijo Julian. Miró a Ty—. Te
disparará, lo sabes.
—Le dijiste que disparara al estúpido —dijo Ty mientras señalaba a Zane.
—Sí —dijo Zane—. El que está ante la ventana, saludando al francotirador.
—El que sabe dónde está el francotirador para saludarle. Si fuera a dispararme, ya
lo habría hecho. —Ty miró a Julian—. ¿Ese chico tiene alguna idea de a que estás a
punto de arrastrarlo?
Julian se quedó en silencio, mirando a Ty por un momento antes de apartar la
mirada y suspirar.
—Eso es un no —dijo Zane—. ¿Sabe en qué has estado trabajando?
—Eso no es de tu incumbencia. Tú y yo sabemos que nunca voy a poner un pie en
una celda o una sala de audiencias, si llego a DC. Sabemos lo que es esto. Él no tiene
por qué.
Ty miró a Zane, tratando de ocultar la pregunta en su expresión. Al parecer,
Cameron Jacobs no era el único que estaba fuera de juego.
Pero Julian era perspicaz y captó la mirada de Ty. Se rió y sacudió la cabeza.
—Nadie te lo ha dicho. Ellos sólo os enviaron aquí como buenos chicos de los
recados.
Zane dirigió una mirada a Ty que hubiera aplastado un hombre inferior, pero Ty
era inmune. Tampoco tenía idea de por qué Zane quería ser tan inflexible frente a ese
tipo. Los tipos Batman eran los más divertidos para molestar.
—Se supone que le acompañaremos a DC, señor Cross —dijo Zane—. Cualquier
cosa más allá de eso es superflua.
—Alguien os la tiene jurada.
Ty puso los ojos en blanco. Medio sospechaba que el hombre sólo estaba tratando
de cabrearlos, pero conocía a Richard Burns lo suficientemente bien como para
pensar que probablemente les había ocultado algo. Estaba acostumbrado a ello. Así
era justo cómo Burns operaba. Ty confiaba en él implícitamente. No hacía preguntas.
—Mira, O'Doul, tengo la paciencia de una pelota en este momento, así que ¿qué tal
si cierras la boca y consigues que tu amigo se de prisa de una puta vez?
—Ty —dijo Zane con su voz tranquila, con esa voz calmada que Ty odiaba.

~62~
Abigail Roux

Armados y Peligrosos
Cut and Run 5

—Zane —respondió en el mismo tono. Se volvió hacia Julian—. Sácalo de aquí. No


me importa si ha terminado.
—¿Cameron? –Llamó Julian sin apartar los ojos de Ty—. El irritante cada vez está
más irritado.
—Su nombre es Ty —respondió Cameron desde detrás del biombo.
Ty vio el hombre grande lanzarle a la entrada del dormitorio una mirada de
curiosidad, como si se preguntara por qué debería importarle cómo se llamaban. Ty
soltó un bufido molesto a los dos. Echó un vistazo a Zane, enarcando una ceja e
inclinó la cabeza hacia Julian. Tendrían que detenerlo antes de salir. No había manera
de que pudieran confiar en él. Ty estaba por usar a Cameron para mantenerlo bajo
control, pero estaban absolutamente seguros de que tenían que atar a Cross y
asegurarse que no pudiera hacer ningún daño de ninguna manera.
—Tiene cinco segundos —dijo Ty mientras miraba a Zane un momento más.
—Cameron –llamó Julian—. A menos que quieras que el irritante te ayude a hacer
las maletas, te sugiero que te des prisa.
—¿Siempre hace el trabajo pesado por ti, Cross? —preguntó Ty el hombre en voz
baja y divertida.
—Sí, lo hace. Cocina y limpia también. Me hace sentir más como un hombre —dijo
Julian sin una pizca de sarcasmo—. Gilipollas.
—Por lo menos tendrás a alguien con quien discutir —dijo Cameron saliendo con
dos bolsas, una en cada hombro, una de los cuales tomó Julian tan pronto como
Cameron se detuvo a su lado.
—Preferiría dispararle, no discutir con él —murmuró Julian. Ajustó una de las
correas y miró a Ty y Zane, levantando la barbilla—. ¿Supongo que querréis
confiscar mi arma?
Ty miró a Zane y sonrió.
—Tiene flema —dijo mientras sacaba su pistola.
—Eso sería británico —dijo Julian.
—Es lo mismo —dijo Ty, sabiendo que podría alterar a un irlandés. Apuntó con su
arma a los pies de Julián—. Armas al sofá. Señor Jacobs, si quisiera unirse a mi
compañero por allí —dijo con una inclinación de la cabeza hacia Zane, imitando el
habla apropiada de Julian—, tendrá la amabilidad de esposarle y arrastrarle a la
planta baja.

~63~
Abigail Roux

Armados y Peligrosos
Cut and Run 5

—¿Te funciona ser tan grosero? —preguntó Cameron. Ty podía oír a Zane ahogar
lo que podría haber sido una risa.
—Dije por favor.
Zane estaba conteniendo una sonrisa mientras tomaba a Cameron de la mano y le
esposaba.
—Ahora, señor Cross —dijo Zane—: Apuesto que va a estar muy dispuesto a
cooperar, siempre y cuando tratemos bien al señor Jacobs.
—¿No tratarme bien es una posibilidad? —preguntó Cameron con voz temblorosa
mientras mantenía sus ojos en Julian.
Julian sacudió la cabeza mientras le devolvía la mirada. Extrajo las armas
escondidas en su persona y las puso en el sofá como le habían dicho, sin dejar de
mantener sus ojos en Cameron. Parecían estar comunicándose. Ty reconocía la forma
en que un amante podía hablar a otro sin palabras. Se aclaró la garganta y se acercó a
Julian con cuidado.
El hombre levantó las manos detrás de la cabeza, pero algo en él volvió a Ty
cauteloso. Casi podía oler las capacidades del hombre. Levantó con cuidado una
mano al brazo de Julian y bajó el otro, luego deslizó las esposas en una de sus
muñecas y las cerró.
—Esos son unos gatos impresionantes —dijo mientras se enfundaba el arma y
usaba ambas manos para sujetar la de Julian a la espalda—. ¿Desde cuándo los tiene?
—Desde que tienen memoria –respondió Julian sin apartar la mirada de Cameron.
Ty miró por encima del hombro del hombre a Zane y puso los ojos en blanco.
Cerró la otra esposa con fuerza y le dio unas palmaditas. Encontró una larga astilla
de metal incrustada en cada manga, justo en los puños, pero ningún otro tipo de
armamento.
Julian suspiró con fastidio cuando Ty le quitó las ganzúas.
—Pobre asesino a sueldo, le quito los juguetes —dijo Ty en burlona simpatía—.
Somos buenos –dijo a Zane, palmeando a Julian en la espalda.
—No se preocupes, señor Jacobs —dijo Zane—. Estará en DC en
aproximadamente siete horas, y tratar con nosotros no será más que un recuerdo
feliz.
—Gracias a Dios por los pequeños favores —murmuró Julian. Se dio la vuelta—.
Esa segunda bolsa es bastante pesada. Piense en la espalda, agente Grady —dijo con
la mayor sinceridad, entonces sonrió y comenzó a avanzar hacia Zane y la puerta.
Cameron se alejó de Zane cuando Julián se acercó, pero no trató de moverse más allá.

~64~
Abigail Roux

Armados y Peligrosos
Cut and Run 5

—Si queremos llegar al avión, tenemos que irnos ahora —dijo Zane.
Ty pensó seriamente en dejar las bolsas en el suelo, pero ni siquiera él era tan
bastardo. Se inclinó y levantó las dos bolsas con una maldición entre dientes. Asintió
con la cabeza, dándose la vuelta una última vez para saludar al hombre que sabía
que era probable que todavía estuviera en el tejado de enfrente, mirando a través de
la mira.
—Vamos a llevar este espectáculo a la carretera –gruñó mientras se dirigía hacia la
puerta—. Señor Jacobs, va a tener que dejar de acobardarse. Garrett no le hará daño.
Mucho.
—En realidad, según mi experiencia, son los tipos altos, oscuros y silenciosos los
más peligrosos –dijo Cameron mientras precedía a Zane a la puerta.
—Oh Cristo, es uno de esos, ¿no es así? —murmuró Ty.
—No tienes ni idea —dijo Julián.

* *
Preston observó a través de la mira de su Parker Hale Modelo 85 como los dos
agentes se llevaban a Julian y Cameron del apartamento y cerraban la puerta detrás
de ellos. Levantó la cabeza para mirar a la calle y al taxi esperando.
Una cosa era segura después de ver el rostro del hombre que saludaba a su mira,
no podía liquidarlos desde aquí. No sabía por qué, pero el hombre le resultaba
familiar. No esperó a que salieran a la calle, empacó y se movió mientras sacaba el
teléfono móvil. Marcó el único número que realmente podía en esta situación.
—Hola, señor —dijo en cuanto Blake Nichols contestó.
—Sé que llamas “señor” a Julian para molestarlo, pero ¿de verdad tienes que
hacérmelo también a mí? —preguntó Blake, divertido.
—Pido disculpas, señor, pero tenemos un problema.
—¿Qué tipo de problema? —Preguntó Blake, cambiando de tono.
—Dos agentes federales acaban de llevarse a Cross bajo custodia.
—¿Qué?
—He dicho que dos agentes federales…
—¡Ya te he oído, Preston!
—Por supuesto, señor —dijo Preston mientras trotaba por las escaleras del edificio
que había estado usando como nido de francotirador.

~65~
Abigail Roux

Armados y Peligrosos
Cut and Run 5

—¿Qué agencia?
—No puedo estar seguro. Tenían placas del FBI, pero uno de ellos…
—¿Eran de la CIA?
—Posiblemente, señor. No podría decirlo.
—Eso fue jodidamente rápido. Quédate con ellos, Preston, pero no hagas
movimientos, ¿entendido? Me pondré en contacto contigo.
—Sí, señor.
Preston cerró el teléfono y reanudó el ritmo, corriendo a la planta baja para tener
la oportunidad de atrapar ese taxi.

~66~
Abigail Roux

Armados y Peligrosos
Cut and Run 5

Capítulo 5

La Agencia de seguridad en el transporte, la TSA utilizaba un área despejada


fuera de las pantallas para los registros de seguridad a las tripulaciones de vuelo,
fuerzas del orden y VIPs. Era más rápido que los que atravesaba un pasajero normal,
pero todavía un montón de escrutinio, especialmente cuando se trataba de
comprobar prisioneros.
Ty y Zane habían debatido sobre si atravesar la línea de los policías ya que se
suponía que debían estar operando a oscuras, pero el riesgo de llevar a Julian Cross a
través del registro sin estar esposado era demasiado alto, y tratar de explicar que
estaba esposado porque no iba a venir de buena gana y sin identificarse como FBI lo
empeoraría.
Así que se encontraban en el aeropuerto Midway mientras un hombre uniformado
registraba a Cameron y Zane. Ty se mecía de lado a lado, comprobando la hora en su
teléfono cada pocos segundos. Zane sabía que no quería perder el avión, pero pensó
que también quería deshacerse de Julián, tan pronto como fuera posible. Zane no le
culpaba; él sentía lo mismo. Julian Cross era peligroso. Incluso de pie tranquilamente
frente de ellos, con las manos esposadas, la chaqueta de Cameron lanzada sobre ellas
para ocultar las esposas del público en general, le hacía sentirse inquieto.
Obviamente Ty sentía lo mismo. Y había un elemento añadido en que Julián parecía
sentir una aversión especial por Ty y viceversa. La animosidad entre los dos era
sólida en el ambiente, y no podía entender por qué, aparte de que a veces Ty tenía
ese efecto en la gente.
Los funcionarios de la TSA informaron que habían terminado y les hicieron gestos
para que fueran a un lado. Zane se enfundó el arma cuando el guardia tomó la
palabra.
—Siguiente —dijo, haciendo un gesto para que Julian diera un paso adelante a la
alfombrilla de registros. El otro registrador hizo un gesto a Ty para que se adelantara.
Estaban de pie lado a lado, Ty molesto con todo el proceso y Julian tranquilo y
sereno cuando el agente de la TSA le quitó el abrigo para revelar las esposas.

~67~
Abigail Roux

Armados y Peligrosos
Cut and Run 5

Ty tenía sus brazos hacia arriba, con las manos tendidas hacia los lados mientras le
registraban. Julián le miró de reojo, y luego al agente de la TSA. Después de un
momento, dijo con calma:
—Él tiene una bomba.
Zane se giró para poder ver a Julian justo cuando el agente dijo:
—¿Perdón?
Ty levantó la cabeza de golpe y miró a Julian de manera asesina mientras este
repetía.
—Tiene una bomba.
Ty se habría abalanzado y le habría estrangulado en ese mismo momento, pero el
agente de la TSA que le había estado registrando envolvió los brazos alrededor de
sus hombros y le detuvo.
—Cross —dijo Zane con advertencia—: Ya han comprobado nuestras
identificaciones. –Intentando controlar el daño, dio un par de pasos lentos para
ponerse entre Ty y Julian. Cameron flotaba al otro lado de la estera, con aspecto
mortificado.
—Sus identificaciones son falsas –dijo Julian a los agentes de la TSA con confianza
suprema. Incluso estaba usando su acento irlandés mientras hablaba. Miró a Ty con
lo que parecía ser sentida sinceridad—. No puedo dejarte matar a gente inocente.
—¡Cállate! —le gruñó Ty. Le apuntó con un dedo a la cara—. Si consigo un
registro de las cavidades gracias a ti, ¡voy a patearte el culo!
—Grady, suficiente —dijo Zane, señalándole antes de volverse hacia Julian—. No
te estás ayudando, Cross. —Sacó su cartera con el mayor cuidado y le tendió la
identificación y una tarjeta de confirmación con el número de seguridad apropiada,
con la esperanza de evitar una confusión.
Julian sonrió y le guiñó un ojo. Zane resistió el impulso de poner los ojos en blanco
y mantuvo la calma, la máscara profesional mientras un agente de la TSA
preocupado tomaba su tarjeta y se iba derechito al teléfono sobre el escritorio. Zane
prácticamente podía oír a Ty vibrar de indignación tras él.
Varios minutos después, dos agentes de seguridad muy grandes volvieron con el
primero y flanquearon a Ty.
—Va a tener que venir con nosotros, señor.
Ty gruñó y señaló a Julian, mirando a Zane mientras se lo llevaban.
—Le odio.

~68~
Abigail Roux

Armados y Peligrosos
Cut and Run 5

Zane soltó un suspiro y asintió con la cabeza. No ayudaría despotricar contra la


muy excitable TSA, y se giró para asentir a Julian.
—Siga y regístrelo. A fondo –dijo Zane a los agentes. En el peor de los casos,
podría dejar a Ty y a Cameron y llevar a Julian a DC él mismo, aunque después Ty
no le dejaría olvidarlo.
Julian seguía sonriendo mientras extendía las manos esposadas al del registro.

* *
—¿Qué pasa si nos hubieran encerrado? ¿Qué habrías logrado con eso? —
preguntó Cameron a Julián mientras caminaban junto a Zane, siguiendo la estela de
Ty. Él estaba hablando por teléfono mientras caminaba hacia el mostrador de la
aerolínea.
—Habría retrasado lo inevitable –le dijo Julian con un encogimiento de hombros
negligente. Estaba sonriendo, algo que sólo hacía cuando se sentía especialmente
malvado.
Delante de ellos, Ty se detuvo en seco mientras hablaba por teléfono.
—¿Qué quieres decir, alquilar un coche?
Julian se echó a reír.
El retraso en Midway les había hecho perder el último vuelo nocturno a
Washington DC. Cuando perdieron ese, el que estaba dando las órdenes a Ty y Zane
les había dicho que fueran a O'Hare para coger el vuelo de medianoche, lo que
habían tratado de hacer, pero habían chocado contra la omnipresente construcción de
Chicagoland, y habían tardado un total de tres horas en llegar hasta O'Hare. Para
entonces el último vuelo ya había partido y estaban en tierra hasta la mañana. Qué
era exactamente lo que Julian había querido.
Cameron no estaba seguro de lo que le sorprendía más, la perorata casi
incoherente de diez minutos de duración que había salido de la boca de Ty cuando se
sentaron en un taxi monovolumen sin amortiguadores, o el grado en que Julian
parecía estar disfrutando.
—Llevarse mal con él probablemente no es la mejor idea —dijo cuando se
detuvieron también. Ty no parecía tener mucha paciencia y Cameron sabía que
Julian pudiera acabar con la paciencia de un santo si se sentía inclinado.
—He estado peor —murmuró Julian.
Ty cerró el teléfono y se volvió hacia Zane.

~69~
Abigail Roux

Armados y Peligrosos
Cut and Run 5

—Nos dice que alquilemos un puto coche. No quiere que andemos por ahí hasta
mañana. Quiere a Batman y Robin aquí presentes en movimiento y lejos de la TSA.
—Suena como que quiere que nos movamos rápido –dijo Zane, lo bastante alto
para que Cameron lo oyera.
—Exactamente, pero no estoy seguro de por qué. No estamos en el radar de nadie.
A menos que no nos lo esté diciendo.
Julian tarareó pero no hizo ningún comentario. Cameron observó mientras Zane
miraba a Ty, y después de un largo momento, Ty bufó, se guardó el teléfono en el
bolsillo y giró sobre los talones para dirigirse hacia los coches de alquiler. Zane se
volvió hacia él y Julian.
—¿Listos para un paseo, señores?
—¿Un paseo? ¿En coche? ¿Con vosotros tres? —Preguntó Cameron, horrorizado—
. ¿Hasta Washington, DC? —Habría jurado que vio un destello de humor en los ojos
de Zane antes de que el hombre mirara hacia otro lado.
Ty volvió pisando fuerte y agarró a Julian por el codo.
—Guíanos, Garrett —le dijo a su compañero. Le estaba murmurando a Julian
mientras se lo llevaba—. Vamos, chico gracioso. Te voy a mostrar donde guardan los
equipos de búsqueda de cavidades.
Cameron tuvo que trabajar duro para mantenerse al ritmo de los tres hombres más
altos y de piernas más largas.
—¿Tu compañero es siempre así? —preguntó a Zane.
Este le miró, y esta vez Cameron vio una leve diversión.
—No. A veces es un poco excitable.
Cameron le miró fijamente, tratando de decidir si estaba bromeando o no. No
podía decirlo con la seca respuesta. Cuando apartó la mirada de Zane, casi tropezó
con Ty, que se había detenido y girado para esperarles. Cameron hizo una mueca. El
hombre tenía que estar hecha de roca sólida. Ty miró de él a Zane.
—Si vas a hacerte amigo de los presos, tome éste —le dijo a Zane, empujando sin
contemplaciones a Julian hacia su compañero. Tomó el brazo de Cameron con mano
de hierro y se volvió, tirando de él hacia los mostradores de alquiler de coches.
Tropezando, Cameron miró por encima del hombro a Zane y a Julian.
—¿Este es tu modo de ser amistoso?

~70~
Abigail Roux

Armados y Peligrosos
Cut and Run 5

—“Él tiene una bomba”, dice –repitió Ty mecánicamente en respuesta. Continuó,


adoptando un acento irlandés cómicamente exagerado—. Oh, mira, señor Guantes de
Goma, él tiene una bomba. Och, perdimos nuestro avión.
Cameron se rió mientras tropezaba y chocó con Ty de nuevo.
—Vamos, hombre, eres como veinte centímetros más alto que yo. ¡Dame un
respiro!
—Deja de hablar.
—Necesitas un Valium o algo así —dijo Cameron en voz baja mientras intentaba
darse prisa para que Ty no le arrastrara.
—Sí, lo necesito. También me deberían dar un cigarrillo después de lo que el
agente de la TSA me hizo —espetó Ty. Miró por encima del hombro para encontrar
Zane y Julian a la zaga—. ¡Garrett!
Cameron vio como Zane extenía una mano, como si quisiera que Ty fuera
paciente. Ni él ni Julian parecían tener mucha prisa, lo que supo que sólo incitaría
más a Ty. Murmuró mientras se acercaban al mostrador de alquiler. Cameron ni
siquiera sabía si lo que estaba diciendo Ty consistía en palabras reales, mucho menos
en inglés.
Cuando Zane y Julian se unieron a ellos, el agente de alquiler estaba casi
terminando de decirle a Ty que modelos de coche estaban disponibles.
Ty se volvió a Zane y sacudió la cabeza.
—Me niego a conducir a DC en un compacto.
—No hay manera de que todos entremos en un compacto a menos que atemos a
Cross al techo –dijo Zane. Ty miró a Julian de arriba abajo.
—Ni siquiera tienen un SUV —dijo Cameron a Julian y Zane.
—Tal vez el maletero —dijo Ty.
Cameron le dirigió una mirada de incredulidad antes de sacudir la cabeza, y se
apoderó de él el impulso de golpear a Zane cuando el hombre pareció estar
considerándolo.
Julian miró a ambos sin comentarios, a continuación, puso los ojos en blanco y
miró hacia otro lado.
—En serio, Zane, No voy a conducir a DC en un puto Chevy Aveo —dijo Ty
después de aparentemente descartar la idea de meter a Julian en el maletero
—¿Tren? –sugirió Zane.

~71~
Abigail Roux

Armados y Peligrosos
Cut and Run 5

—Tendríamos que esperar más tiempo para ello que el siguiente avión —
murmuró Ty. Entonces una luz iluminó sus ojos de color extraño, como si una idea le
hubiera golpeado—. Vayamos a la oficina de campo. A robar un vehículo.
—Pedir prestado.
—Eso es lo que he dicho.
—La oficina está cerca. Cojamos un taxi —dijo Zane, tomando el brazo de Julian
para girarlo hacia la puerta.
—¿Vosotros dos hacéis este tipo de cosas a menudo? Porque realmente no parecéis
muy buenos –dijo Cameron mientras se recolocaba la bolso en el hombro.
—Practica un poco de auto-preservación, cariño —murmuró Julian.
—¿Por qué? Para eso te tengo a ti –respondió Cameron con una sonrisa para su
amante.
—Oh, amordázame con un calcetín —murmuró Ty mientras empujaba a Cameron
y se dirigió hacia las puertas.
—Necesitas un poco de amor en tu vida —le dijo Cameron.
Ty entrecerró los ojos, pero nada sarcástico que decir a eso.
—En serio —siguió Cameron, sólo para conseguir ser arrastrado—. Hizo
maravillas con la actitud de Julian.
Ty sacudió la cabeza y miró por encima del hombro a Julian mientras caminaban a
través de las puertas automáticas.
—Tu novio viene a por mí –le dijo a Julian con la misma honestidad sincera que
Julian había usado para decirle a los agentes de la TSA que llevaba una bomba.
Julian hizo un sonido molesto en la parte posterior de la garganta.
—Zane es más mi tipo —dijo Cameron, sólo para irritar aún más a Ty. Zane
resopló antes de sonreír de nuevo.
—¿Escuchas eso? —preguntó Ty a Julian por encima del hombro—. Es una especie
de puta.
Cameron resopló y le dio un codazo en las costillas a Ty cuando salían de la
terminal. El hombre ni siquiera hizo una mueca de dolor, lo que hizo querer
encontrar un lugar donde no tuviera una capa protectora de músculos y darle una
patada.

* *

~72~
Abigail Roux

Armados y Peligrosos
Cut and Run 5

Ty se sentó en el asiento del conductor del sedán "prestado" del FBI,


tamborileando con los dedos sobre el volante. No habían sido capaces de irse con un
SUV, por lo que el sedán tendría que servir. Era más espacioso que cualquier cosa
que la agencia de alquiler había ofrecido, y cuando la oficina de campo de Chicago
descubriera que faltaba un coche, sería un bonito y pequeño "que te jodan" a Dick
por enviarlos a este lío sin toda la información.
Porque era dolorosamente evidente que no tenían toda la información. Ni siquiera
tenían la versión para tontos.
Ty sonrió al pensar en la reacción que tendría Burns ante el sedán que faltaba,
pero aún estaba irritado sólo por principios. La primera mitad del día había sido
perfecta, sólo para ser estropeada por la adición de los dos delincuentes enamorados
del asiento trasero. Julian Cross se le metía bajo la piel simplemente porque se sentía
peligroso. También era imperturbable, algo con lo que rara vez se había encontrado.
De hecho, no podía pensar en una sola persona que hubiera conocido que no le
pudiera irritar en cierto grado. Cameron Jacobs, sin embargo, era molesto porque era
tan malditamante ingenuo que le ofendía la sensibilidad. No podía comprender
cómo se habían enamorado y lograban permanecer de esa manera.
Zane había insistido en parar para cargar suministros en la primera tienda que
vieran. Se estaba tomando su jodido tiempo. Julian y Cameron estaban en el asiento
trasero del coche, esposado a los anillos especiales soldados al suelo, los seguros para
niños activados para que no pudieran salir. Ty estaba sentado con la pistola apoyada
en su rodilla, por si acaso Batman se ponía creativo.
—¿Qué podías ganar haciéndonos perder nuestro avión? —Preguntó Ty cuando se
cansó de escuchar a los dos murmurar entre sí—. Ahora tu culo tiene que viajar mil
kilómetros en el asiento de atrás.
Julian no le respondió. Cameron se inclinó tan cerca de él como sus restricciones lo
permitían y pareció estar ignorándole también. Ty les observó por el espejo
retrovisor un momento antes de poner los ojos en blanco y mirar hacia las puertas de
la tienda. Su rodilla estaba rebotando y no trató de restringir el movimiento. Estaba
considerando encender la radio cuando vio a Zane acercarse finalmente al coche con
varias bolsas de plástico colgando de cada mano.
Ty se agachó para abrirle el maletero mientras se acercaba al coche, pero se quedó
donde estaba mientras Zane se ocupaba de las bolsas. Luego se metió en el coche,
colocó un par de bolsas a sus pies antes de cerrar la puerta y abrocharse el cinturón
de seguridad.
—Vamos, compañero —dijo.
Ty le miró mientras arrancaba el coche.

~73~
Abigail Roux

Armados y Peligrosos
Cut and Run 5

—Te llevó bastante tiempo.


En lugar de contestar, Zane se inclinó, hurgó en una bolsa, sacó una lata de Red
Bull y la sostuvo delante de él con un meneo tentador.
Ty levantó una ceja y sonrió torcidamente. Tomó la lata con un agradecido:
—Gracias.
—Oh Dios, ¿en serio? —espetó Julian desde el asiento trasero—. Va a retorcerse
por el techo panorámico.
—Cállate —dijeron Ty y Zane simultáneamente.
En el espejo retrovisor, Ty vio a Julian estirarse a un lado y tocar la rodilla de
Cameron. Era todo el contacto que podían lograr.
—Esta va a ser una larga noche —dijo Julian, un momento después—. ¿Tal vez el
resto de nosotros podría ser tratado con café en lugar de los chorros de energía
nerviosa del agente Grady impulsado por el Red Bull?
—El café suena bien —dijo Zane.
—A mí también —añadió Cameron.
—Encontraremos un McDonalds después de que salgamos de la ciudad —dijo Ty.
Quería negarse a la solicitud por el simple placer de hacerlo, pero no podía pensar en
una buena razón.
Después de un viaje sin incidentes por la Chicago Skyway y más de una hora más
tarde, Ty salió a la inocua salida a Portage, Indiana. Necesitó un par de vueltas y un
par de kilómetros para encontrar el McDonalds, pero pronto los cuatro tenían su
parada de descanso y su café, Julian y Cameron tenían que conformarse con sus
manos esposadas. Ty tenía una taza de chocolate caliente, y estaban de vuelta a la
carretera.
Eran las dos y media de la mañana, pero Ty imaginaba que podía conducir un par
de horas con una lata de Red Bull antes de que tuvieran que parar en un hotel para
descansar, ya que Zane tenía que estar tan cansado como él. Viajar de noche iba a ser
más rápido y menos visible, y cuanto más durmieran los dos de la parte posterior
durante este viaje, mejor.
Lo primero que Ty había hecho después de tomar prestado el sedán fue
desmantelar el localizador GPS; por lo tanto, la unidad GPS en el salpicadero estaba
silenciosa y oscura. Estaban usando un GPS portátil sin marca que Zane había
comprado en la tienda con instrucciones para su paseo a través del país.

~74~
Abigail Roux

Armados y Peligrosos
Cut and Run 5

—Sigue el camino de baldosas amarillas —murmuró Zane mientras la unidad GPS


gorjeaba direcciones con la voz de una mujer, diciéndole cómo volver a la carretera
de peaje.
—Creo que la amo —dijo Ty mientras acariciaba el GPS conectado al salpicadero
con una ventosa.
—Hasta que habla de nuevo —dijo Zane mientras se acomodaba en su asiento. Se
acercaban al puente que habían cruzado menos de diez minutos antes. Cerca de la
autopista.
—Eso es lo que me gusta de ella. Es mandona —dijo Ty con una sonrisa mientras
miraba de reojo a Zane.
—Como la dominatrix a la que interrogaste el mes pasado.
Ty silbó para evitar reírse.
—Siento que necesito una licenciatura en psicología para estar aquí —murmuró
Julian desde el asiento trasero.
—No lo sé. Son entretenidos —dijo Cameron.
—Nuestras definiciones de entretenimiento varían enormemente.
—Por supuesto que tienes problemas de autoridad —dijo Zane, arrastrando las
palabras antes de tomar un sorbo de café, haciendo caso omiso de Julián y de
Cameron.
Ty miró a Zane y sonrió. Estaba a punto de responder cuando sintió una mano
venir desde detrás de él, entre el asiento y la puerta a su lado. Gritó al darse cuenta
de que era Julian alcanzando el botón de bloqueo infantil de las cerraduras de la
puerta, pero antes de poder agarrarlo para detenerlo, el cinturón de seguridad se
sacudió apretado, fijándolo al asiento y apretando sobre su garganta. Escaldado por
el café caliente que le cayó sobre el hombro y el regazo, el coche derrapó por el
puente cuando dio un frenazo.
—¿Qué demonios? —Zane sostuvo su café delante de él y apoyó la mano libre en
el salpicadero mientras el coche derrapaba por el puente antes de parar a pocos
metros del guardarail.
Ty gritó mientras luchaba por desabrocharse el cinturón de seguridad y se
palmeaba la camisa. Oyó abrirse la puerta trasera y luchó para tratar de abrir su
propia puerta y al mismo tiempo tratar de apartarse la tela escaldada de su piel.
—¡Atrápalo!

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Abigail Roux

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Zane ya estaba fuera y lo siguiente que Ty oyó fue un disparo, el hormigón


saltando y un grito de Cameron, que había estado a punto de salir del asiento trasero
para seguir a Julian.
—¡Hijo de puta! —finalmente Ty rodó fuera del coche. Se quitó la camiseta y se
limpió el pecho con ella mientras rodeaba el coche y abarcaba la carnicería. Dios, con
una especie de esperanza esperaba que Zane hubiera disparado al bastardo irlandés.
Lo que vio fue a Zane con el arma en la mano apuntando a Julian, que parecía
haberse detenido y congelado en medio paso. Pequeños trozos de asfalto yacían
esparcidos a sus pies.
—Sube al coche, Cross —dijo Zane en un tono absolutamente monótono.
Ty se aclaró la garganta y se limpió la hebilla de su cinturón con la camiseta
empapada de café. El aire helado golpeó su piel húmeda y empezó a temblar.
Julian levantó las manos hacia Zane y se movió al coche.
—No hay necesidad de ponerse combativos.
—Sí, sigue hablando con el acento irlandés. Hace que sea más fácil dispararte.
Ty se acercó y agarró a Julian, golpeándolo contra el lateral del coche. Aseguró las
esposas que Julian había recogido, apretándolas lo suficientemente para dejar
moretones si permanecían puestas mucho tiempo. Necesitarían algo más, porque el
hombre era obviamente demasiado resbaladizo para un solo par de restricciones. Le
registró a fondo y finalmente encontró la última astilla de metal que había pasado
por alto en su búsqueda inicial. Una vez seguro de que no escaparía de nuevo, le
agarró por la nuca, ayudándole a entrar en el coche con un empujón no tan suave
después de que Cameron se deslizara hacia el interior. Golpeó la cabeza del hombre
con la parte superior de la puerta, murmurando una disculpa descuidada mientras le
empujaba dentro y cerraba la puerta.
Miró por encima del sedán a Zane.
—¿Estás bien?
Los movimientos espasmódicos de Zane mientras enfundaba su arma hablaban
alto y claro. Tomó aliento y se estremeció.
—Sí —dijo después de un largo momento, aunque Ty sabía que era parcialmente
una mentira—. ¿Tú?
—Me he quemado los pezones –dijo Ty sin poder decirlo sin sonreír.
Zane le dio una sonrisa débil, y la tensión en la mandíbula y los hombros se relajó.
—Abre el maletero. Tengo algo que podría ayudar.

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Abigail Roux

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Ty le miró con recelo, preguntándose qué podría haber comprado en un


Walgreens que ayudara a los pezones quemados, y por qué, pero decidió no
preguntar.
—Vamos a parar para pasar la noche, ¿de acuerdo? Sólo parar y reagruparnos,
encontrar una mejor manera de mantener a Cross atado. Vamos a abordar esta
mierda por la mañana.
—¿Qué pasa con Burns?
—La prioridad en esta misión era el bajo perfil, no la velocidad. Lo dejó muy claro.
Creo que es una buena decisión parar.
Zane asintió, y Ty se apoyó en el coche para abrir el maletero como le había
pedido. Miró por encima del asiento a los dos hombres en la parte trasera.
—Sobresaliente por el esfuerzo —les dijo. Cameron se veía un poco pálido, así que
tal vez ahora sabía que hablaban en serio. En este punto había estado tratándolos
como si fueran tan monos y tiernos como el asesino a sueldo que llamaba amante.
Julian se encontró con los ojos de Ty, pero no mostró ni un atisbo de emoción o
una idea de lo que estaba pensando. El tipo hacía que se le erizara el pelo de la nuca
y se encontró apoyando la mano en su arma sin ser consciente de hacerlo.
Zane hurgó en las bolsas de plástico en el maletero durante un minuto, y luego
rodeó el coche hacia Ty. Tenía un pequeño paquete de plástico en una mano y un fajo
de tela marrón en la otra.
—¿Qué es todo esto? —preguntó Ty mientras se enderezaba. Extendió la mano
para pasarla por el brazo de Zane, sin importarle que no debía hacerlo cuando
estaban trabajando. Antes de esta mañana, no había visto a su amante en días, apenas
le había tocado en una semana, y sabía que colear en el coche tenía que haber hecho
que Zane apretara los dientes. Los ecos de un accidente desagradable que casi les
había matado haría eso.
Además, no le importaba si los delincuentes sabían que él y Zane eran pareja. Una
cosa era mantener las manos lejos durante un vuelo de siete horas. Otra un viaje de
dos días. Estaba cansado de ser tan cuidadoso que parecía que no le importaba.
Zane le ofreció una sonrisa más natural mientras sostenía el paquete de plástico.
—Toallitas húmedas. —Luego sacudió la tela marrón. Era una camiseta, y en la
parte frontal mostraba un dibujo de un robot de color azul con ojos amarillo y las
palabras “el uso excesivo de la fuerza es uno de mis muchos modos."
Ty se rió y tomó la camisa y las toallitas.
—Gracias, Zane.

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—Sonaba a ti —dijo Zane antes de aceptar las toallitas húmedas para abrir el
paquete para que Ty pudiera usarlas.
Ty le observaba con una creciente sensación de calma. El solo hecho de que Zane
estuviera aquí con él era suficiente para mantenerlo cuerdo.
Después de abrir el paquete, Zane levantó la vista hacia él.
—Muy bien, Grady. Desnúdate o estarás pegajoso y miserable, y luego todos
estaremos todo miserables.
Ty murmuró algo pero se bajó los pantalones vaqueros mojados, allí mismo, al
lado de la carretera. Varios coches que pasaban les tocaron la bocina, pero esto ni
siquiera se registró en la balanza en cuanto a momentos embarazosos en la vida de
Ty. Se puso la camiseta, y usó la otra para secar el asiento delantero. Luego arrojó la
ropa mojada al maletero, donde el olor a café derramado no le haría querer matar
cosas. Se puso unos vaqueros sucios de la pequeña bolsa que había estado llevando
con él y volvió al asiento del conductor.
Se sentó en el silencio del coche y miró por el espejo retrovisor.
—La próxima vez no te apuntará a ti —dijo a Julian.
Los ojos de Cameron se agrandaron mientras miraba de Ty a Zane, pero Zane
estaba mirando a través del parabrisas en lugar de a ellos y no dijo nada.
—Entendido, agente Grady —dijo Julian. No parecía incómodo porque su intento
hubiera fracasado, ni parecía molesto con la amenaza abierta a su amante. Eso
molestó a Ty más de lo que le gustaba admitir, y el simple hecho de que Julian Cross
le pusiera nervioso también le hizo enojar.
Y quería saber cómo diablos se había quitado las esposas con tanta rapidez.
Arrancó el coche con un gruñido.
—Abrochaos el cinturón —les dijo, a pesar de que ninguno de los dos podía
hacerlo a causa de sus esposas. Se reincorporó al tráfico con un golpe de volante todo
menos suave que hizo que los dos hombres chocaran.

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Capítulo 6

Cameron miró por la ventana del hotel Comfort Inn, pensando que parecía haber
aterrizado justo en los años setenta. Dos plantas, construcción de tablones de madera
oscura, ventanas estrechas y más altas que en los hoteles más nuevos, parecía lo
suficientemente bueno como para estar en medio de la nada, en el norte de Indiana,
cerca de la autopista de peaje. Eran casi las tres, y Cameron estaba exhausto.
Seguramente Ty y Zane también, y después del intento de fuga de Julian, no parecían
estar dispuesto a correr ningún riesgo.
Dormitó algo mientras Zane estaba dentro organizando la habitación, con la
cabeza apoyada contra Julian, que se había acercado tanto como podía esposado al
aro del suelo. Las esposas eran algo nuevo para Cameron. Había visto con horror
como Julián abría su cerradura en el coche con un movimiento de su muñeca, y nada
más, preguntándose cuánta práctica sería necesaria para hacer algo así. Su amante
nunca dejaba de sorprenderle con todas sus nefastas habilidades.
A veces se preguntaba acerca de su propio maquillaje moral, porque algo como
esto pudiera excitarle.
Sonrió y volvió la cabeza para presionar la mejilla contra el hombro de Julian. Este
giró la cabeza para tratar de besarle la coronilla, un gesto casi inconsciente, pero que
no pudo hacer por el modo que estaban esposados. Suspiró, un sonido de
exasperación que Julian rara vez hacía y miró por la ventanilla, con los ojos
entrecerrados.
Ty estaba sentado en el asiento delantero, murmurando para sí mismo, su rodilla
saltando tan rápidamente que era más una vibración. Ese Red Bull no le había hecho
mucho bien y sólo había tenido una hora para quemarlo. Cameron estaba casi
divertido por la dicotomía de los dos agentes federales. Zane era tan sereno, firme y
oscuro, se tomaba las cosas con calma, manejaba de modo tolerante cualquier
adversidad que se presentara hasta el intento de fuga de Julián. Y luego Ty parecía
todo lo contrario. Estaba ansioso y nervioso, y le recordaba a un gran cachorro,

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haciendo bromas, saltando y cambiando la atención de una cosa a otra, la paciencia


delgada como una oblea. Ty era el Omega del Alfa de Zane.
Los dos eran guapos, y aunque Zane era más del tipo de Cameron que Ty, había
algo en el exterior resistente de Ty que lo hacía más accesible y atractivo.
Ciertamente, eran una pareja extraña, aunque Zane era el que se sentía como una
amenaza ahora que había estado expuesto a los dos. Obviamente Julian sentía lo
mismo. Cameron aún podía sentir la tensión que llenaba su alta figura.
—¿No puedes relajarte un poco? Estás tan tenso —susurró, mirando a Julian.
Julian se volvió y ladeó la cabeza para mirarlo a los ojos y sonrió.
—No más de lo habitual —murmuró, con voz baja y ronca.
—Eso creo —dijo Cameron, deseando poder acercarse lo suficiente para tocarlo
con algo además de su pie o su nariz.
—Todo irá bien. Sólo haz lo que te digan.
—Dejad de susurrar —dijo Ty con voz afilada.
Cameron podía ver el reflejo de sus ojos en el espejo retrovisor, mirando hacia
atrás.
—¿Para que puedas burlarte de nosotros por tener un momento de tranquilidad?
No lo creo —dijo con un resoplido mientras trataba de abrazar con más fuerza a
Julian.
—Muchacho, no creo que realmente entiendas la situación, así que permíteme
dejarla perfectamente clara –dijo Ty, la voz más dura y ojos color avellana brillantes
de ira—. Tú y tu novio sois presos federales, y haréis exactamente lo que os digamos,
cuando lo digamos, sin la actitud y sin los bonitos pequeños comentarios. Un café en
mi regazo es todo el pase libre que obtenéis y no tenemos que ser jodidamente
agradables. Susurras, te saco a un lado de la carretera y te meto en el maletero. ¿Lo
entiendes?
Cameron le miró, con los ojos abiertos. Asintió con la cabeza, adecuadamente
castigado y sintiéndose estúpido por sus incursiones en el sarcasmo. Levantó la vista
hacia Julian.
—¿Crees que Zane te habría disparado de verdad?
—Sí —dijo Julian en tono confiado. Ty estaba asintiendo en el asiento delantero
mientras miraba por la ventana.
—Pensé que era el agradable —dijo Cameron en voz baja.
Julian acercó los labios a la oreja de Cameron y le susurró:

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—La próxima vez le echaré encima el café a él.


Cameron suspiró con exasperación.
—Estás provocando problemas deliberadamente.
Julian le hizo callar cuando miró hacia el asiento delantero. Ty estaba poniendo los
ojos en blanco y se frotaba la sien. Cameron se acercó más a Julian e inclinó la cabeza
hasta que pudieron darse un pequeño beso. Julian susurró contra los labios de
Cameron, volviendo la cabeza para ocultar el movimiento de la boca del espejo.
—Tenemos que escapar de ellos antes de llegar a Washington —murmuró. Besó a
Cameron de nuevo para ocultar las palabras.
El beso hizo que el pulso de Cameron se acelerara, como siempre pasaba cuando
Julian le tocaba. Suspiró para dejarle saber que entendía. Maldijo las esposas; quería
acercarse más a los brazos de Julián y deseaba poder acurrucarse en su regazo, a la
mierda que Ty mirara. Sintió la sonrisa de Julian contra sus labios. Obviamente,
había reconocido el deseo de Cameron de hacer eso.
—Cristo, por favor, parad —dijo Ty desde el asiento delantero, con voz lastimera.
Cameron se apartó y le sonrió a Julian.
Julian le miraba de la misma manera adorable de siempre, pero también estaba
sonriendo. Había un atisbo de placer malicioso en sus ojos negros.
—¿Te opones a todas las demostraciones públicas de afecto, agente Grady? ¿O es
el hecho de que los dos somos hombres? —preguntó, sin apartar la mirada de
Cameron.
Ty respondió con la acción de sacar su arma de servicio de 9 mm.
—Si de verdad quieres saberlo, soy de la opinión de que es de mala educación
hacerlo en el asiento trasero de un hombre.
—Bueno, técnicamente, no es tu asiento de atrás.
—He estado en la carretera demasiado y echo de menos echar un polvo en mi
propia cama. No me empujes.
Julian rió y besó Cameron de nuevo por si acaso. Este sacudió la cabeza después y
se sentó, lanzando una mirada de disculpa hacia Ty.
—Siento que hayas estado fuera de casa tanto tiempo —dijo, sincero. Sin embargo,
no se disculparía por los besos.
—Es culpa mía —dijo Ty, voz cortante.

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—¿Por qué? —Cameron podía ver los ojos de Ty en el espejo, mirándole


maliciosamente.
—Estoy demasiado sobrio para ti, Pepito Grillo —murmuró Ty. Miró por la
ventana otra vez y sacudió la cabeza.
Julian tarareó.
—¿Supongo que pedir una habitación separada no estaría bien?
—Probablemente no —dijo Ty.
—Estoy bien con dos camas —dijo Cameron—. ¿Puedes ver a Ty y Zane
durmiendo en una cama de matrimonio?
—Ty y Zane estarán bien —dijo Ty con una voz falsamente alegre—. Cross estará
durmiendo con las manos esposadas al suelo.
—Pervertido —dijo Julian, sonriendo.
—¿Qué quieres decir? —Preguntó Cameron, enderezándose y mirando a Ty con
ojos entrecerrados.
Ty levantó un tercer par de esposas que tintinearon cuando los saludó.
—Gracioso —dijo Cameron con el ceño fruncido. Demasiado para una noche
cómoda.
La puerta del pasajero se abrió y una ráfaga de viento frío los asaltó. Zane se
inclinó para mirar a su compañero.
—Puedes aparcar justo ahí. Estamos delante y en el segundo piso.
—¿Por qué has tardado tanto? —Preguntó Ty. Si Zane se sorprendió al ver a Ty
allí sentado con su pistola y esposas en el regazo, no lo demostró. A Cameron le hizo
preguntarse por la cordura de los dos hombres.
—Necesitó diez minutos para decidir que no tenían ninguna habitación conectada.
Así que, una habitación —dijo Zane mientras recogía las bolsas del suelo.
—Genial –murmuró Ty mientras abría la puerta y salía del coche.
Julian agachó la cabeza para mirarles por la ventanilla.
—La suerte está con nosotros esta noche —le susurró a Cameron.
—¿Porqué es eso?
—Con una habitación será más fácil deshacerse de ellos y huir.
—No vas a matarlos, ¿verdad? —Preguntó Cameron, moviéndose inquieto en el
asiento—. Quiero decir, sólo están haciendo su trabajo.

~82~
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—No, a menos que me obliguen —dijo Julian cuando se volvió a mirar a


Cameron—. La amenaza de Grady es insignificante, pero Garrett nos matará a los
dos si piensa que está justificado. Recuerda eso antes de apegarte demasiado a ellos.
—Siempre me dices que confío demasiado fácilmente —dijo Cameron—. Él sólo
me pareció… un buen tipo. –Sin embargo, se estremeció al recordar el rostro de Zane
tan frío y vacío cuando disparó al asfalto a los pies de Julián.
—No lo es. Ninguno de los dos.
Sus palabras fueron interrumpidas por Ty al abrir la puerta de atrás y hacerle
gestos a Julian.
—Vamos, O'Doul.
Eso preocupó mucho a Cameron, pensar que los hombres de las fuerzas del orden
podían ser tan malos como los criminales a los que perseguían. No es que él pensara
en sí mismo y en Julian como criminales, aunque técnicamente, supuso que Julian
realmente era. O solía serlo. O podría haberlo sido.
Cuando salió del coche, observó a Zane, el viento le despeinaba el cabello y tenía
el arma sujeta en una mano enguantada. Los ojos de Cameron se movieron a su
amante. Julian y Zane parecían lo bastante similares como para que fuera un poco
inquietante bajo las duras luces del aparcamiento, altos, de hombros anchos, cabello
oscuro...
Cuando Ty rodeó el coche para unirse a su compañero, toda actitud áspera,
músculos duros y hombros anchos, Cameron apenas anuló el impulso de encogerse.
Julian y él estaban en más problemas de los que quería creer, y ahora se sentía muy
estúpido por haber bromeado con los dos hombres.
Ty empujó a Julian contra el coche, una mano en el centro de sus hombros y
mantuvo la mano allí cuando se volvió para enfrentarse a Zane. Este se acercó hasta
que estuvieran frente a frente. Cada uno mantuvo sus ojos sobre el hombro del otro,
Zane observando a Julian, Ty observando a Cameron y el aparcamiento mientras
hablaban. Ty inclinó la cabeza para murmurar al oído de Zane. Había una sensación
extrañamente íntima allí, y Julian estiraba la cabeza para mirarlos. Cameron se
preguntó si podría distinguir lo que estaban diciendo.
Decidieron cualquier cosa que estuvieran discutiendo y Ty acarició el vientre de
Zane antes de alejarse con Julian y avanzar hacia Cameron.
—Vamos, muchacho, nos vamos —dijo mientras sostenía la mano hacia Cameron,
haciéndole señas hacia adelante.
—¿Qué pasa con Julian? —preguntó Cameron, arrastrando los pies.

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—Él y Zane van a conocerse aquí abajo. Vamos –dijo Ty mientras se acercaba un
paso más y le tomaba del codo. No tiró con fuerza, parecía dispuesto a darle la
oportunidad de ir por su propia voluntad.
Cameron miró de Julian a Zane y viceversa antes de asentir a regañadientes.
—Muy bien —murmuró. Ty le entregó su bolsa y se colgó la suya al hombro
cuando comenzaron a caminar hacia la puerta principal.
Cuando llegaron a la entrada, Cameron miró por encima del hombro hacia donde
Julián y Zane seguían en pie junto al coche.
Julian se había dado la vuelta y estaba de pie con las manos esposadas juntas
delante de él. Asintió con la cabeza a Cameron.
—Estarán bien —dijo Ty con una voz extrañamente suave cuando abrió la puerta
y la sostuvo para Cameron.
Cameron no se sentía tranquilo, pero entró de todos modos. El interior del hotel
tenía la misma sensación que el exterior: exceso de cobre, exceso de vidrio, y
demasiada fiebre disco.
Pasaron junto a la recepción y se dirigieron a la gran serie de escaleras en el centro
del vestíbulo de entrada. No había ascensor. Ty le llevó a la habitación justo a la
derecha de los escalones y tecleó la cerradura electrónica, luego tiró de Cameron a la
habitación mientras encendía la luz.
Cameron no podía pensar en una razón por la que Ty le traería aquí solo, a menos
que Zane fuera a hacerle algo a Julian.
—¿No suben? —preguntó mientras permanecía de pie junto a la puerta.
—Después de que hayamos terminado —dijo Ty de pasada. La puerta se cerró
detrás de ellos, y Ty empujó a Cameron a la habitación, encendiendo las luces a su
paso.
—¿Terminado? —Cameron sintió una punzada de alarma. Tal vez Ty iba a hacerle
algo.
—Sí, siéntate —dijo Ty, distraído, mientras señalaba a una de las dos camas de la
habitación y miraba a su alrededor. Se acercó a la ventana y miró hacia fuera,
después cerró las pesadas cortinas.
Cameron frunció el ceño, pero se sentó a los pies de la cama más cercana a la
puerta mientras seguía los movimientos de Ty por la habitación.
Ty inspeccionó la ventana y su marco antes de agacharse para mirar la unidad de
aire acondicionado debajo de ella. Agarró la tapa de la unidad y tiró de ella. Cogió la

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Abigail Roux

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silla y empujó la pequeña mesa en la esquina. Empujó la pequeña nevera con el pie y
se puso en el suelo para mirar la parte inferior de la caja fuerte pegada a la pared.
Encendió la televisión en su soporte giratorio, sacó todos los cajones de la habitación,
arrancó la Biblia y hojeó las páginas. Se volvió para mirar a Cameron mientras
sostenía el libro al revés y lo sacudía.
—¿Qué estás haciendo? —Preguntó Cameron—. Pensaba que el Red Bull se estaba
disipando.
—Estoy buscando algo sólido. Y me estoy asegurando de que no haya nada aquí
que tu novio puede utilizar para matar o mutilarnos —dijo Ty mientras dejaba caer la
Biblia en el cajón. Se arrodilló detrás de Cameron y miró debajo de cada cama, y
luego deslizó las manos bajo el colchón.
—Él no necesita matar o mutilaros –dijo Cameron cuando se dio cuenta de que se
sentía incómodo con Ty arrodillado tan cerca de él.
En lugar de estar impresionado o intimidado, Ty se rió.
—Lo sé —dijo, mientras se ponía de pie.
—Entonces, ¿por qué molestarse con la búsqueda?
Ty se sentó a su lado en la cama de matrimonio, muy cerca de él. Sí, sin duda le
ponía incómodo, como los clientes del restaurante que coqueteaban demasiado. Sólo
que Ty no había hecho nada ni remotamente parecido, así que no podía entender qué
era lo que le inquietaba. Tal vez Ty era una de esas personas que exudaban ese tipo
de sensación.
—¿Alguna vez has visto dos perros grandes peleándose por un hueso?
Cameron se encogió.
—No. Pero sé lo que quieres decir.
Ty asintió.
—En teoría, el que tiene las púas en el collar tiene la ventaja. Pero en realidad es el
único que no está preocupado por proteger al cachorro que se esconde detrás de él.
—Genial. Ahora soy un cachorro. —Entonces se dio cuenta—. Espera. No estás
hablando de ti, ¿verdad? Estás hablando de ellos, ahí solos, ¿luchando por... algo? –
Cameron había levantado la voz cuando empezó a asustarse.
Ty sacudió la cabeza y empezó a frotarse el puente de la nariz.
—Es una metáfora general. No te lo tomes literalmente —dijo, pero entonces hizo
un gesto con la mano—. Mira, todo lo que digo es que tú vienes con él, le pones en
desventaja. Pero si mantienes a tu perro con la correa, yo mantendré al mío también.

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Cameron le miró, inquieto. Luego asintió.


—Lo intentaré.
Ty asintió y se puso de pie.
Los nervios se desvanecieron una vez que Ty ya no estaba a su lado. Sí,
definitivamente era sólo una sensación que Ty despedía.
Este se sacó el teléfono del bolsillo y marcó. Luego dijo:
—Estamos bien. —Miró a Cameron mientras se guardaba el teléfono—. Tendrás
esa cama. No te muevas –dijo mientras se daba la vuelta y se dirigía al baño.
Cameron abrió la boca para protestar, pero se lo tragó, sacudiendo la cabeza
cuando Ty desapareció en el cuarto de baño. El comentario de las esposas tenía
sentido ahora. Bueno, no era una sorpresa, porque si Julián terminaba sentado en el
suelo esposado a una pata de la mesa o a la caja fuerte o la mini nevera, entonces él
estaría sentado junto a él.
Cameron reflexionó sobre lo que Ty había dicho, y el malestar inusual de la
situación, hasta que la puerta de la habitación se abrió y entró Julian. Todavía parecía
tranquilo y estoico, pero Cameron reconoció la tensión en sus hombros. Tan pronto
como vio a Cameron, sin embargo, se relajó. Obviamente había estado teniendo los
mismos destellos de alarma que Cameron había experimentado cuando Ty le subió
aquí solo y eso le hizo sentirse un poco mejor y un poco peor.
—¿Habéis tenido una agradable charla? —Preguntó Cameron, poniendo una
sonrisa que no sentía.
—Oh, fue esclarecedora —dijo Julian, arrastrando las palabras con diversión.
Dio un paso hacia Cameron, pero Ty salió del baño antes de que Julian pudiera
pasar ante la puerta y cerró las esposas de repuesto a una de las muñecas de Julian.
Entonces agarró la parte posterior de la chaqueta de Julian, casi como si estuviera
sujetando a un gato andrajoso y le arrastró al baño. Hubo un breve sonido de lucha,
con golpes y choques, durante el cual Cameron escuchó a Julian decir unas palabras
que nunca le había oído a su amante. Unos momentos más tarde, Ty salió del cuarto
de baño, ajustándose con remilgo la ropa mientras le daba a Zane una sonrisa
deslumbrante.
Este apretó los labios con fuerza. Cameron habría jurado que estaba tratando de
no reírse.
—¿Seguro? —Preguntó Zane con dificultad.
—A menos que decida arrancar la cabina de ducha de la pared... sí.

~86~
Abigail Roux

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Después de escuchar lo que había salido de la boca de Julian, Cameron no estaba


muy seguro de si Ty debería estar tan feliz consigo mismo.
La voz seca de Julian flotó fuera del baño.
—Eres un imbécil.
—Pero yo no estoy esposado a una ducha.
—Quiero sentarme con Julian —dijo Cameron.
—No —dijo Zane en voz agradable.
—¿Por qué no? —Preguntó Cameron, de pie y con las manos esposadas.
—Porque lo decimos nosotros —dijo Ty—. Métete en la cama. Ahora.
Zane se quitó el abrigo y lo colgó en el armario antes de recoger su bolsa.
—Tú también a la cama –le dijo a Ty con un movimiento de la cabeza hacia la
segunda cama—. Yo no voy a dormir.
Ty miró a Zane como si quisiera oponerse, pero mantuvo la boca cerrada. Se quitó
la camiseta que se había puesto anteriormente y se quitó las botas. Cayó en la cama
con sólo los vaqueros y enterró la cabeza bajo una de las almohadas. A Cameron le
recordó a un perro muy grande arrojándose al suelo para echar una siesta.
Se preguntó cómo planeaba Ty dormir después de beber todo un Red Bull, pero
mientras miraba, Ty no se movió, y pronto su respiración se tranquilizó. Cameron lo
miró con incredulidad.
—Está durmiendo —dijo sin pensar.
—Sí.
Zane no parecía estar prestándoles mucha atención; se había movido a la mesa en
la esquina y estaba sacando un montón de papeles de la bolsa. Se sentó en la esquina,
pasándose la mano por el pelo para dejarlo ingobernable, los dedos jugando con su
barba mientras se ponía a trabajar. Parecía un poco más relajado, pero todavía oscuro
y peligroso. Libertino, incluso.
El arma estaba en la mesa junto a los papeles. Sólo entonces echó una mirada hacia
Cameron y enarcó una ceja.
Cameron se preguntó si no sería demasiado tarde para pedir ir al baño.

* *
Después de una hora de escribir notas a mano, Zane se encontró mirando a través
de la habitación a Ty, que estaba tumbado en la cama más cercana al baño, la cabeza

~87~
Abigail Roux

Armados y Peligrosos
Cut and Run 5

debajo de la almohada, el cuerpo suelto y relajado. Dudaba que lo estuviera; Ty solía


saber dónde estaba incluso dormido. Sólo podía recordar una o dos ocasiones en las
que había hecho algo, mientras Ty estaba dormido y no lo había despertado.
Sólo ser capaz de verlo era tranquilizador de formas que Zane habría evitado
explorar en el pasado, pero ahora podía admitir por qué. Amaba a su exasperante
compañero más allá de toda razón. Le veía como una línea de vida que había
necesitado desesperadamente, una inspiración de muchas maneras.
Pasaron varios minutos antes de que apartara la mirada del cuerpo medio
desnudo de Ty para echar un vistazo alrededor de la habitación. Cameron también
estaba dormido, acurrucado bajo la manta en la otra cama. Parecía joven e inocente, a
pesar de que no podía serlo, no con el tiempo que había pasado con un hombre como
Julián Cross. Zane miró al cuarto de baño. Había tranquilidad por esa parte también.
Con un suspiro, se apartó de la mesa para ponerse de pie y estirarse. Estaba tenso
después del vuelo y el viaje en coche combinado con la tensión de la situación.
—Ven a tumbarte —murmuró Ty en voz baja, ronca, ahogada por la fina
almohada. No se había movido. Zane se preguntó cómo lo hacía, sentir cosas sin
verlas. Él nunca había dominado ese arte, ni siquiera mientras estuvo ciego por sus
heridas hacía unas semanas.
Zane miró a Cameron antes de acercarse al lado de la cama de Ty y levantar la
almohada de la cabeza.
—Deberías estar durmiendo —dijo mientras colocaba su pistola en la mesilla.
—Pero no lo estoy —susurró Ty—. Ven y acuéstate conmigo.
Zane no iba a esperar una segunda solicitud, no mientras todo estaba en silencio.
Rodeó los pies de la cama y se arrastró a su lado, colocándose de lado y
acurrucándose contra Ty para descansar en el hueco de su brazo. Cuando acomodó
la mejilla sobre el hombro de Ty, sintió una calma cálida penetrar en su interior
mientras se apretaba contra su piel expuesta.
Este gruñó y rodó, envolviendo a Zane en sus brazos.
—Necesitas descansar —dijo. Bajó la voz y movió los labios contra la piel de
Zane—. Y yo te necesito.
Zane subió el brazo y rodeó el cuello de Ty cuando este lo atrajo hacia él. Eran las
cuatro de la mañana, y había estado despierto durante casi veinticuatro horas. Pero
estar tan cerca de Ty después de días separados no era propicio para el sueño.
—Cariño —susurró contra el cuello de Ty antes de presionar los labios contra la
piel suave y cálida.

~88~
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Armados y Peligrosos
Cut and Run 5

Ty tarareó y pasó la mano por el costado de Zane, tirando de su camisa. Adelantó


la barbilla y lo besó. Zane suspiró contra sus labios y aspiró el olor de Ty, dejando
que fluyera en su interior. El sándalo aún estaba allí, y Zane tendría que acordarse de
preguntar de dónde venía. Era embriagador, y apenas estaba prestando atención al
hecho de que uno de sus prisioneros estaba durmiendo a menos de tres metros de
distancia. Pero un beso, sólo uno, tenía que tenerlo, y apretó el brazo alrededor del
cuello de Ty para profundizarlo.
Las manos de Ty le agarraron con fuerza y empujó a Zane de espaldas lo
suficiente para ser capaz de besarle con más fuerza.
—¿Está el chico dormido? –preguntó en un susurro.
—Eso parece —dijo Zane en voz baja, mientras trataba de recapturar los labios de
Ty—. No deberíamos hacer esto. —Pero manoseó a Ty todos modos.
—Zane. —Su nombre no era más que aliento de Ty contra sus labios—. No me
importa si debemos o no.
—Dios, pensé que nos habíamos sacado esto de encima —susurró Zane, cerrando
los ojos por un momento mientras su estómago se apretaba con deseo.
Ty le besó de nuevo, tirando de él hasta que sus cuerpos se tocaron por todas
partes.
—Podemos estar callados.
Zane tuvo que sofocar su risa en el cuello de Ty.
—No, no podemos —murmuró con absoluta certeza.
Ty se apartó y lo miró con una ceja levantada.
—¿Ni siquiera un poco? —preguntó con verdadera decepción.
—¿Un poco? ¿Crees que voy a parar en sólo un poco? —Zane negó con la cabeza
y besó a Ty. Sufría por él, por dentro y por fuera, pero este simplemente no era el
momento. Un asesino a sueldo profesional estaba encerrado en el baño, y otro
prisionero estaba en la cama de al lado. Habría sido cómico si no apestara tanto.
—Te deseo más que a nada —murmuró contra los labios de Ty—. Y no puedes
imaginar todas las cosas que voy a hacerte. Pero para eso, tenemos que estar en casa.
—Maldita sea. —Ty echó la cabeza hacia atrás y suspiró.
Zane asintió con pesar.
—Pero por ahora tenemos esto —susurró, acurrucándose.

~89~
Abigail Roux

Armados y Peligrosos
Cut and Run 5

Ty volvió a suspirar y atrajo más cerca a Zane, arrastrándose hasta que pudo
descansar la barbilla en la parte superior de la cabeza de Zane, este se acurrucó
contra su pecho.
—Duérmete si no puedo tentarte. Yo me quedaré despierto.
Zane resopló pero no contrajo ni un músculo.
—Esta será una bonita imagen para Cameron si se despierta.
Ty contuvo la respiración unos momentos y luego la dejó escapar con un suspiro
irritado.
—Está bien.
Sacó la mano de debajo del cuello de Zane y se dio la vuelta, y luego se sentó y
rodó la cabeza de lado a lado. El frío inmediato provocó escalofríos en Zane y se
envolvió con los brazos, mirando a Ty. Deseó no haber dicho nada. No quería
dormir. Quería estar despierto, absorber a Ty. Se estiró para pasar los dedos por su
brazo.
Ty giró el brazo y dejó que los dedos de Zane se deslizaran sobre su palma. Se
apartó de la cama y se estiró, luego se volvió y se inclinó sobre Zane, echándole el
edredón mientras le besaba.
—Duerme.
Zane suspiró, calentado por el afecto tranquilo de Ty, y cogió su pistola. Luego se
puso una de las almohadas a medias bajo el pecho y metió la mano que sostenía el
arma debajo, una medida de seguridad que era como segunda naturaleza después de
su periodo de incógnito en el sórdido Miami. Ni siquiera los últimos meses de
dormir desarmado con Ty habían hecho que la postura se sintiera extraña.
—No mates a Cross.
—Nada de promesas —murmuró Ty. Se alejó y se apagó la luz que Zane había
estado utilizando.
Esto oscureció la habitación en su mayor parte, con sólo la luz que se filtraba bajo
la puerta de la habitación para ver y Zane vio la silueta de Ty durante largos minutos
antes de cerrar los ojos. Sólo descansaría un rato.
No supo cuánto tiempo durmió, pero una luz grisácea entraba por las cortinas
cuando un ruido le despertó.
Hubo una explosión y un ruido como plástico rodando sobre baldosas y luego Ty
gritó:
—¿Dónde está?

~90~
Abigail Roux

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Cut and Run 5

Zane estaba fuera de la cama y en la puerta del baño, pistola en mano, en tres
segundos, con el pulso acelerado.
Ty estaba en medio del cuarto de baño, mirando a Julian y sosteniendo un rollo de
papel higiénico en la mano. Julian estaba en la bañera, esposado a la barandilla de
seguridad de la cabina de ducha. Estaba mirando a Ty como si pensara que había
perdido la cabeza. Zane entrecerró los ojos mientras abarcaba la escena. Echó un
vistazo a la pared donde el papel de baño debería haber estado, luego a las manos de
Ty, antes de lanzar una mirada interrogante a Julian.
—¿Dónde está? —Dijo Ty nuevo.
—No tengo idea de lo que estás parloteando —dijo Julian, el epítome de la
calma—. Agente Garrett, creo que necesita más descanso. O tal vez es hora de su
medicación —dijo, imitando a alguien bebiendo.
—Cállate. ¿Dónde está qué? —Preguntó Zane mientras estudiaba Julian y las
esposas. Parecían intactas.
Ty se dio la vuelta para mirarlo. Todo su cuerpo estaba tenso. Sus ojos eran de un
verde brillante, y brillaron con ira. Zane se quedó sin aliento antes que poder
evitarlo. Su compañero era impresionante cuando estaba así.
—El sujetarollos —dijo Ty en ráfagas rápidas de palabras. Se volvió de nuevo a
Julian—. Dámelo o lo buscaré yo mismo.
Zane miró a su alrededor otra vez, y vio las dos mitades de plástico del soporte en
el suelo detrás del inodoro y junto al lavabo. Volvió a mirar a Julian y tuvo que
reprimir una sonrisa. El hombre era inteligente, y un excelente mentiroso. Zane
imaginó que él mismo habría pensado eso.
—Quitaste el muelle.
—Traté de quitar el muelle, pero no tenía —le dijo Julian. No parecía en absoluto
perturbado por haber sido atrapado.
Ty gruñó y metió la mano en la bañera para agarrarle del cuello y ponerlo de pies.
Zane apoyó la mano sobre su hombro.
—No puedes desnudarlo.
—Mírame —dijo Ty, y empujó a Julian de bruces contra la pared de la ducha, y
luego entró en la bañera con él.
Julian se aclaró la garganta mientras trataba de cambiar la posición de las manos
para que las muñecas no quedaran apretadas por las esposas, pero no protestó por el
trato duro.

~91~
Abigail Roux

Armados y Peligrosos
Cut and Run 5

Zane se debatía entre las ganas de reír y la necesidad más profesional de apartar a
Ty de su prisionero. Además no le gustaba ver a Ty manejar a nadie de esa manera a
menos que fuera él. Se dio cuenta de que estaba más cansado de lo que había
pensado si la vista de Ty registrando a un criminal le ponía celoso.
—Grady.
Ty ya estaba tocando a Julian. Muy a fondo. Miró a Zane y señaló con la cabeza.
Continuó dando palmaditas y Julian movió la cabeza para poder mirarles por encima
del hombro. No mostró ninguna emoción, se limitó a mirar a Ty.
—En la mayoría de los países tendrías que pagar por eso.
Zane reprimió un suspiro y dio un paso atrás. No era exactamente legítimo, lo qué
estaba haciendo Ty, pero la misión les daba una libertad inusual para hacer frente a
un activo tan peligroso. Y tal vez ayudaría a Ty a gastar algo de esa energía extra. Se
dio la vuelta en la puerta para echar un vistazo a la habitación. Cameron estaba
sentado, vuelto hacia el cuarto de baño, mirando en dirección a Zane con una mirada
de preocupación en su rostro.
Zane oyó el bufido de Ty desde dentro del cuarto de baño, y cuando miró hacia
atrás, Ty había empujado la cara de Julian contra la pared de la ducha y lo sostenía
allí por la nuca.
—Cuidado con los codos.
—Cuidado con los dedos –espetó Julian.
—Bienvenido al entrenamiento de la Agencia de Seguridad del Transporte,
cabrón.
—¿Quieres otro par de esposas? —preguntó Zane, con la esperanza de apaciguar a
su compañero malhumorado—. Podrías extenderle los brazos.
—¿Alguien podría decirme la palabra de seguridad? —preguntó Julián.
Zane soltó un bufido y se apoyó contra la puerta, pero estaba observando
cuidadosamente a Ty. Algo sobre Julian parecía rozarle mal y la corta paciencia de
Ty era inexistente con este hombre.
Un momento después, Ty deslizó los dedos bajo su cinturón.
—Agente Garrett, realmente debo protestar —dijo Julian, aunque su voz seguía
siendo tranquila.
Sí, Zane también quería protestar. El exceso de piel desnuda de Ty estaba
demasiado cerca de otro hombre para el gusto de Zane.

~92~
Abigail Roux

Armados y Peligrosos
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Julian empezó a hablar de nuevo, pero sus palabras se ahogaron cuando Ty movió
la mano aún más abajo del cinturón. Julián reaccionó entonces, echando la cabeza
hacia un lado y empezó a luchar mientras Ty tiraba de la cintura de sus pantalones.
—¡Ja! —Ty sacó algo de los pantalones de Julián y lo sostuvo en alto. Era una pieza
larga y delgada de metal. En otros tiempos había sido una espiral, pero había sido
enderezada. Julian maldijo. Ty le puso una mano en el centro de la espalda y lo
empujó contra la pared, sujetándole allí mientras salía de la ducha.
—Bravo —dijo Zane, sacudiendo la cabeza. Sin embargo, no estaba seguro de a
quien estaba felicitando.
Ty ondeó el muelle enderezado ante él y luego lo tiró al lavabo al otro lado.
—Bastardo inteligente —murmuró Julian en tono casi divertido—. ¿Tienes alguna
idea de lo difícil que fue eso?
—¿Es así como va a ser todo el viaje? —preguntó Zane con un gesto de la pistola al
muelle.
—Apostaría que sí, sí —dijo Julian con una inclinación de cabeza—. Tal vez si me
permitierais…
—No –espetó Ty—. Siéntate, cállate, deja de tratar de escapar. —Se volvió hacia
Zane—. ¿Dónde está el chico?
Zane asintió hacia la habitación.
—Ve a buscarlo.
Eso llamó la atención de Julian. Se enderezó, todavía de pie en la bañera y tiró de
las esposas que estaban atadas alrededor de la barra de seguridad.
—No hay necesidad de traerlo a esto.
—Tú le metiste en esto —dijo Zane. Dio dos pasos fuera de la habitación y le hizo
gestos a Cameron.
—¿Qué está pasando? —preguntó este mientras se bajaba de la cama y se unía a
Zane en la puerta.
Ty dio un paso a un lado para que Cameron pudiera ver a Julian. No le habían
dejado verlo desde que le encerraron en el baño, y ahora Cameron frunció el ceño
cuando observó la escena. Zane sabía que era una imagen perturbadora, Julian
despeinado, de pie en la bañera esposado a la barra de la ducha, y a Ty con el torso
desnudo y echando humo.
—¿Julian? ¿Estás bien?
Julian le sonrió.

~93~
Abigail Roux

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—Estoy bien, amor. El agente Grady sólo necesitaba un abrazo. Y, posiblemente,


un pedazo de mi bazo.
Ty levantó el trozo de metal y lo golpeó contra el mostrador del lavabo. Cameron
miró a Julian y luego al trozo. No parecía estar haciendo la conexión.
—Cuando nos fuimos dijiste que la única manera de que vinieras sin armar jaleo
era que viniera tu novio —dijo Ty, pero no estaba claro a quien estaba hablando ya
que estaba mirando el suelo cerca de sus pies—. Pero ya que estás armando jaleo de
todos modos, no veo por qué nosotros tenemos que cumplir con nuestra parte del
trato.
Julian levantó la barbilla y sus ojos negros brillaron, pero no reaccionó de ninguna
otra manera. Cuando Zane había visto la primera reacción de Julian a Cameron en el
apartamento, había estado seguro que Cameron sería la mejor manera de controlarlo.
Era una combinación de cómo el hombre se suavizaba cuando miraba a su amante,
pero se erizaba, un poco, cuando había ninguna amenaza hacia él.
Cameron miró entre ellos, como si estuviera viendo un partido de tenis. Zane tuvo
que admirar la forma en que parecía estar aguantando el estrés. Muchos civiles ya se
habrían desmoronado, especialmente frente a la rabia impresionante de Ty.
—¿Julian? —Su voz era baja y cautelosa.
Ty sacudió la cabeza.
—No hables con él, habla conmigo —le dijo a Cameron en voz baja, apenas
controlada que habría asustado a cualquiera. Casi asustó a Zane. Funcionó, porque
Cameron se apartó de él mientras le miraba. Ty se apartó del lavabo y dio un paso
hacia Cameron, sosteniendo el muelle—. Intenta escapar una vez más y te prometo
que nunca lo volverás a ver otra vez.
Cameron le miró fijamente, los ojos muy abiertos y el pecho subiendo y bajando
mientras respiraba con fuerza.
—Ahora, ve a susurrar acerca de esto —dijo Ty, voz francamente cruel.
Cameron se había puesto blanco, y Zane captó un temblor en sus manos antes de
que las cerrara en puños. Pero asintió con la cabeza bruscamente.
—Hablaré con él.
—Hazlo —dijo Ty, y salió del cuarto de baño. Sacó Zane con él y cerró la puerta
detrás de ellos.
Zane se volvió y le acompañó cuando Ty se acercó a la ventana. Si eso no era
suficiente para calmar a Julian, tendrían que darle un tranquilizante.

~94~
Abigail Roux

Armados y Peligrosos
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También tendrían que usarlo con Ty, si lo que acababa de ver no era un acto
teatral.
Ty se paseó hacia la ventana y luego se volvió hacia Zane, con aspecto preocupado
y ya ni siquiera remotamente enojado. Zane quedó impresionado por la habilidad de
su amante de encenderse y apagarse tan rápido. Sabía que Ty era un camaleón
después de su interpretación de un inglés en ese trabajo en el crucero, pero Zane
nunca había visto a Ty encender emociones y apagarlas de esa manera.
—Me siento como un monstruo, amenazando a ese chico.
Zane alzó una ceja, sorprendido.
—¿Por qué?
Ty le miró con extrañeza.
—Porque no ha hecho nada malo. Porque tiene estrellas en los ojos, y no puede
evitar estar enamorado de ese gilipollas.
—Él eligió estar aquí. Tenía que saber en lo que se estaba metiendo. No puedo
imaginar que vivir con Cross sea bueno para la salud de nadie
Ty sacudió la cabeza y miró el muelle destrozado. Lo hizo girar entre los dedos.
—Este tipo. Si hubiera sido capaz de volver a atar los cordones de los zapatos,
nunca lo habría notado —dijo con disgusto mientras tiraba el alambre a la basura.
Zane negó con la cabeza y puso su arma en el armario delante de la TV, al alcance.
—¿Usó los dedos de los pies para alcanzarlo?
Ty asintió.
—Inteligente. Como alguien que conozco.
Ty le miró antes de suavizar la expresión.
—Por favor no me compares con el criminal.
Zane le miró con cariño.
—Lo siento.
—Con suerte, Cameron lo mantendrá a raya a partir de ahora.
Mirando la puerta del baño, Zane apretó las manos sobre las caderas mientras lo
consideraba.
—Tal vez si los dejamos juntos ahí unas cuantas horas, podríamos dormir un poco
más.
Ty asintió.

~95~
Abigail Roux

Armados y Peligrosos
Cut and Run 5

—Dormir. Les dejaremos a ello. —Agarró la camiseta del suelo y se la pasó por la
cabeza, luego se acercó a Zane y le besó. Zane aprovechó de la oportunidad y deslizó
las manos bajo la camiseta antes de que Ty pudiera bajársela.
—¿Disfrutaste registrando a Cross? —preguntó Zane antes de mordisquear el
lóbulo de Ty.
Este gruñó distraídamente, sin captar el tono de broma de Zane.
—Me dio uno bueno en las costillas. Es como si tuviera manos extra.
Zane se movió para deslizar las manos sobre las costillas de Ty.
—Sin embargo, le superaste —murmuró, arrastrando el brazo alrededor de la
cintura de Ty y tirando de sus cuerpos.
Ty se apartó y lo miró con extrañeza de nuevo. Sacudió la cabeza.
—Esto no es un concurso de meadas, Zane. Sólo quiero deshacerme de él tan
rápido como nos sea posible. El tipo me pone nervioso.
—Sí, lo sé —dijo Zane.
—¿Estás diciendo que él no te molesta?
—No. Te pondría a ti en contra de él en cualquier momento. —Dejó caer la
barbilla, frotando la mejilla con barba contra la de Ty.
—¿Estás tratando de empezar algo aquí? —preguntó Ty con una voz cálida.
—Ojala —murmuró Zane, extendiendo la mano a lo largo de los omóplatos de Ty
y frotando la piel caliente.
Ty le besó en la mejilla y se alejó.
—Entonces ya basta. Y aféitate esa maldita cosa por la mañana, ¿eh?
Zane resopló, pero permitió que Ty se alejara. Quería estar cerca, pero no podía
distraerse. Murmurando entre dientes, se acercó a la mesa y sus papeles.
Ty se dirigió a la puerta del baño y se apoyó contra ella, resbalando hasta el suelo
con un suave gemido. Al parecer, tenía la intención de sentarse allí el resto de la
mañana. Después de poner los ojos en blanco, Zane agarró una almohada y se la
lanzó.
Un momento después, oyó un suave:
—Gracias, Zane.

* *

~96~
Abigail Roux

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Julian se sorprendió cuando los dos agentes del FBI dejaron a Cameron con él en el
cuarto de baño. Pero sabía lo que estaban pensando, y en la superficie tenía sentido.
Tiró de las esposas y levantó una mano hacia Cameron.
Su amante se metió en la bañera junto a él y deslizó las manos juntas, entrelazando
sus dedos.
—¿Has pasado así toda la noche?
—Bueno, estaba sentado —contestó Julian, manteniendo su tono ligero. Deslizó la
cadena hasta la diagonal de la barra y extendió los brazos tanto como pudo, haciendo
un gesto a Cameron para que pasara por debajo. Lo hizo, quedando en el círculo de
los brazos de Julián y levantó las manos alrededor del cuello de Julian, inclinando su
cabeza hacia atrás para mirarlo.
—¿Aparte de amenazarte, cómo te han tratado? —preguntó Julián.
—Bien. En realidad, no me han dicho ni una sola palabra. Estaba durmiendo hasta
que oí a Ty gritarte.
—Es demasiado excitable. —Julian le dio un beso. Era difícil atraerlo más cerca
con la barra de seguridad restringiendo sus brazos—. ¿Vas a darme mi sermón?
—¿Tengo que hacerlo? —preguntó Cameron, mirándolo a los ojos.
Julian suspiró y miró hacia la puerta.
—Si vamos a DC, nunca nos volveremos a ver de todos modos. —Miró a los ojos
de Cameron—. Están usando las amenazas para que me mantengas bajo control.
Pero si les estoy leyendo correctamente, Grady no hará daño a ninguno de nosotros a
menos que le forcemos y yo no permitiré que Garrett te haga daño. Nada es una
amenaza más grande que a lo que nos están entregando.
—¿Quieres decirme qué está pasando?
Julian vaciló. Había pasado la mayor parte de su tiempo juntos tratando de
proteger a Cameron de lo peor de él. Pero ahora estaban siendo arrastrados por todo
el país, posiblemente a la muerte. Cameron merecía saberlo.
—Es la CIA, Cam.
—¿CIA? Pensé que Ty y Zane eran del FBI.
—No sé lo que son. Pero es seguro que no es el FBI quien quiere matarme.
Cameron apretó los brazos alrededor del cuello de Julian.
—No voy a dejar que te lleven lejos de mí si puedo hacer algo para evitarlo.

~97~
Abigail Roux

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—Sólo parece intimidado y dócil cuando te amenacen. Que piensen que está
funcionando.
—No tengo que actuar —murmuró Cameron mientras apoyaba la mejilla contra el
pecho de Julian—. Son intimidantes.
Julian resopló antes de poder detenerse. Se aclaró la garganta para cubrirlo. Se
echó hacia atrás y miró a Cameron.
—No llevas nada afilado o puntiagudo, por casualidad, ¿verdad?
Cameron frunció el ceño y dejó que sus brazos se deslizaran hacia abajo.
—¿Afilado o puntiagudo? No lo creo. –Se miró. No llevaba joyas, la única joyería
que Julian le había visto llevar alguna vez era el colgante de la Cruz del Guerrero que
Julián le había dado cuando se conocieron. Pero ese collar había desaparecido hacía
tiempo.
—¿Cremallera? ¿Cordones de los zapatos? —preguntó Julián mientras miraba el
cuerpo de Cameron. No llevaba zapatos. Y en realidad, Julian no podía imaginar
cómo podía forzar una cerradura con un tirador de cremallera—. Maldita sea, ese
muelle era tan perfecto —murmuró con irritación.
—Casi conseguiste que te dispararan. Zane se levantó de la cama con esa arma tan
rápido, que me asustó.
—Me sorprende que no esté acostumbrado a los gritos de Grady sin ninguna
razón. ¿Duermen con sus armas? Es bueno saberlo. Si uno de ellos va a tratar de
matarme, será Garrett. Pero no te preocupes —dijo mientras atraía a Cameron lo más
cerca que podía—. Saldremos de esto.
Cameron se apoyó contra él de nuevo, metiendo la cabeza bajo la barbilla de
Julian.
—Es bueno que seas un buen mentiroso.
—No estoy seguro de si eso es un cumplido o un insulto.
—Yo tampoco —dijo Cameron antes de inclinar la cabeza hacia atrás de nuevo y
besarle la barbilla.
Julian sonrió.
—Te quiero, lo sabes.
Cameron le dio una sonrisa trémula.
—Lo sé. Yo también te quiero. —Se puso de puntillas para besarle fervientemente.

~98~
Abigail Roux

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Julián tuvo que inclinarse para disfrutar del beso ya que no podía tirar de
Cameron. Sonrió contra sus labios.
—Nunca hemos intentado esto con las esposas —dijo con una voz sugestiva y
excitante.
Cameron se rió.
—Es una idea interesante. No me puedes agarrar, girar o sujetarme. —Abrió los
ojos y chispearon con picardía.
—Eso es lo que piensas.
La ceja arqueada que Cameron le dio en respuesta fue un claro desafío y las manos
de Cameron se deslizaron por el pecho a la hebilla del cinturón.
La sonrisa de Julian era depredadora cuando se acercó y empujó a Cameron contra
la pared ducha. Se quedó sin aliento y miró entre ellos.
—¡Mi cinturón! —Dijo entre dientes.
—¿Qué? —Preguntó Cameron, tirando de él.
—Me lo han dejado –le dijo Julian con una sonrisa.
—¿Entonces, eso significa que puedo ponértelo en la boca para que lo muerdas en
un par de minutos?
Eso llamó la atención de Julián y volvió a mirarle con una sonrisa.
—¿Te importa si hacemos ruido y que sepan lo que estamos haciendo?
Un rubor se deslizó por las mejillas de Cameron.
—No va a suponer diferencia en lo que nos hagan, ¿verdad? —Sus dedos
manipularon la hebilla del cinturón de Julian mientras le miraba a los ojos.
—Probablemente no.
—¿Esto es realmente estúpido? —Cameron se lamió los labios mientras
desabrochaba los pantalones de Julian.
—La única cosa estúpida en esta habitación está sentado delante de nuestra puerta
—dijo Julian, levantando la voz lo suficiente.
—Chúpamela, Cross —dijo la voz incorpórea de Ty desde fuera de la puerta.

* *
Ty apretó los hombros contra la puerta para estirar los músculos doloridos, y dejó
que sus pies descalzos se deslizaran sobre la alfombra hasta que sus piernas

~99~
Abigail Roux

Armados y Peligrosos
Cut and Run 5

quedaron extendidas delante de él. Se quedó allí sentado sin ningún reparo mirando
abatido a la oscuridad.
Una vez que oyó el inconfundible sonido que venía de dentro del baño, gruñó con
disgusto y rodó sobre manos y rodillas para levantarse.
—¿Qué diablos creen que es esto, una estúpida comedia romántica? —Gruñó a
Zane. Llamó a la puerta—, ¡tengo una pistola y me gusta usarla!
—Eso sólo va a animar a Cross.
—No me importa —murmuró Ty mientras caminaba hacia las dos camas—. Él me
recuerda a ti. Partes de él, de todos modos.
Zane levantó la vista de los papeles. La suave luz de la lámpara de mesa
proyectaba sombras extrañas, por lo que su rostro parecía demacrado.
—¿A mí? ¿Cómo? Además de la frase de Cameron de alto, moreno y guapo.
—Quiero decir que exteriormente es estoico y divertido de pinchar. Me recuerda a
cuando nos conocimos.
Zane sonrió y se reclinó en su silla.
—Mucho mejor de lo que dijiste de mí en ese entonces.
Ty se acercó y se sentó en el borde de la cama cerca de Zane, mirándolo con nada
más que afecto. Estaba lo bastante cerca como para oler el desodorante de Zane y los
aromas subyacentes de su champú y sudor, combinados con los olores marca de una
habitación de hotel, lo que agitaba todo tipo de recuerdos y emociones.
—¿Has pensado en esa primera semana? —preguntó con una sonrisa cariñosa.
—Algunas partes de ella, sí —dijo Zane, alzando un hombro mientras giraba la
silla para sentarse frente a Ty, sus rodillas chocando—. Normalmente, cuando estás
siendo particularmente frustrante. —Inclinó la cabeza hacia un lado mientras sus ojos
barría a Ty de arriba abajo—. O particularmente deseable.
Ty se inclinó hacia delante.
—Ese par de días en esa habitación de hotel contigo —dijo, en voz baja e íntima—,
cada vez que te miraba sentía mariposas. No podía decidir si era una buena
sensación o si te odiaba por ello.
Zane se rió entre dientes.
—Oh, estaba muy seguro de que me odiabas. Y sin duda era correspondido.
—¿De verdad me odiabas? –preguntó Ty, no ofendido necesariamente, pero
curioso.

~100~
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Cut and Run 5

—En inmensas proporciones —dijo Zane con una inclinación de cabeza, pero
luego puso los ojos en blanco—. No duró, sin embargo. Fuiste… —Respiró hondo y
lo retuvo mientras consideraba sus palabras. Terminó encogiéndose de hombros—.
El huracán Ty. Me dejaste sin aliento.
La sonrisa de Ty se hizo más cálida, y extendió la mano para tomar la de Zane.
—A veces me gustaría poder volver allí y golpearnos en las cabezas. Pero luego
me recuerdo a mí mismo que no habría sido lo mismo.
Zane apretó la mano.
—Para mí, no había vuelta atrás después de que me besaste.
Ty levantó la vista de sus manos unidas y se encontró con los ojos de Zane. En su
pequeño tiempo sabático había empezado a pensar cual podría ser su vida cuando
ninguno de ellos trabajara en el FBI; cuando pudieran caminar por la calle de la mano
y no les importara quien les viera; cuando ya no les dispararan o volaran o les
enviaran a través del país como recaderos. Tenía en la punta de la lengua preguntarle
a Zane si pensaba que podían estar sin sus trabajos y no volverse locos.
Pero Ty sabía que no podía hacerlo. Todavía no. Había nacido y se había criado
para ser una punta de lanza. Zane era la única torcedura en el plan que siempre
había tenido, pero descubrió que no le importaba. En el momento que le había
besado, supo que iba a arrojar ese plan por la ventana.
Tan sólo recordar el terror y la emoción de ese momento provocaba revoloteos en
su estómago. No pudo evitarlo, extendió la mano y deslizó los dedos a lo largo de la
parte posterior del cuello de Zane y lo acercó, inclinándose para darle un beso. Zane
suspiró y se relajó en los brazos de Ty mientras frotaba los labios contra los suyos,
luego depositó un pequeño beso en la comisura de su boca.
—¿Por qué no podemos simplemente hacer una cosa fácil, eh? —Preguntó Ty,
frustrado por todos los obstáculos a los que parecía que tenían que hacer frente todos
los días, el menor de los cuales era su impresionante propia incapacidad para
comunicarse entre sí.
Zane levantó los dedos para tocar la mejilla de Ty.
—No lo sé —dijo, aunque fue con la misma resignación—. Excepto esto —susurró
antes de besarle de nuevo.
Ty suspiró.
—Tú siempre has sido fácil.
—Tú no –dijo Zane, pero suavizó las palabras con una sonrisa.

~101~
Abigail Roux

Armados y Peligrosos
Cut and Run 5

Un ruido en el cuarto de baño llamó la atención de Ty el tiempo suficiente para


que se perdiera el siguiente beso intenso. Suspiró y apretó la nariz y boca contra la
mejilla de Zane.
—Sé que no soy fácil –susurró—. Te prometo que te compensaré.
Zane negó con la cabeza.
—Sabía en que me estaba metiendo cuando me di cuenta que te amaba. No espero,
no quiero que cambies, no importa lo loco que me vuelvas a veces.
—Me gustas loco —gruñó Ty mientras se levantaba. Se inclinó sobre Zane,
apoyando los brazos en la silla y obligando a Zane a recostarse mientras se ponía a
horcajadas sobre su regazo y le daba un beso, largo y duro. Zane dejó escapar un
sonido con aprobación y le agarró por las caderas. Suspiró cuando Ty se enderezó.
—Te amo —susurró Zane.
Ty le dio unas palmaditas en la mejilla.
—Eso nunca va a envejecer.
Otro sonido, más fuerte desde el baño le hizo gruñir con molestia, se puso de pie y
se apartó de Zane.
—Mejor que me vaya a mi puesto de nuevo.
Zane asintió, dejando que sus manos resbalaran por las caderas de Ty. Ahogó un
bostezo y se volvió hacia el escritorio. Ty se quedó allí un momento más, viendo a su
amante bajo la luz estridente.
Si había una cosa en el mundo por la que Ty estaba dispuesto a renunciar a todo,
estaba sentado justo delante de él.

~102~
Abigail Roux

Armados y Peligrosos
Cut and Run 5

Capítulo 7

Julian fue asegurado en la parte trasera del sedán mientras Ty jugueteaba con el
GPS en el salpicadero. Había pasado una media hora elaborando las formas más
perversas que pudo pensar de asegurarse que Julian ni siquiera pudiera tener las
manos juntas, mucho menos tocar ninguna cerradura. Estaban esperando que Zane
finalizara las comprobaciones y Ty estaba manteniendo un ojo en los dos hombres de
la parte de atrás mientras metía las direcciones apropiadas en el GPS.
Con cada botón que apretaba, la unidad GPS ofrecía sugerencias. Sacudió la
cabeza ante la lista de Washingtons que ofrecía, buscando con los ojos el correcto. Un
movimiento por el espejo retrovisor le llamó la atención cuando encontró el
Washington apropiado, y levantó la mirada cuando apretó el botón, entrecerrando
los ojos a sus prisioneros.
—¿No tuvisteis suficiente ayer por la noche? —preguntó en un gruñido.
—Estoy tratando de restablecer el flujo de sangre de los dedos —dijo Julian.
—Yo restauraré tu flujo de sangre muy muy rápido si intentas una cosa más —dijo
Ty, en voz baja y grave.
Julian puso los ojos en blanco y suspiró, moviendo el hombro y meneando los
dedos, que estaban colgando en el aire. Tenía una mano esposada a la empuñadura
encima de la puerta, la otra al suelo, enrollada alrededor de su pierna primero por lo
que tenía que inclinarse hacia adelante. Cameron estaba restringido de forma similar.
Tenía que ser incómodo como el infierno, pero Ty no quería correr ningún riesgo.
Él y Zane habían discutido tratar de regresar a Chicago y encontrar un vuelo, pero
una llamada a Burns les había informado que una tormenta se dirigía hacia ellos y
los vuelos estaban siendo dejados en tierra. Tendrían mejor suerte conduciendo y si
salían ahora mismo irían por delante de la tormenta de nieve y la perderían por
completo, incluso si tenían dificultades con sus prisioneros.
Unos momentos más tarde, Zane se unió a ellos y Ty salió del parking.
—En el punto kilómetro uno, gire a la izquierda en Willowcreek road.

~103~
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Armados y Peligrosos
Cut and Run 5

Zane seguía temblando por el frío cuando el GPS comenzó a dar instrucciones, a
pesar de que el coche estaba por fin empezando a calentarse. Ni siquiera habían
salido de la zona de aparcamiento del hotel y la dama del GPS ya estaba dándoles
órdenes. La pequeña flecha en la pantalla de la unidad estaba señalando el camino
equivocado y no estaban frente a nada que se pareciera a Willowcreek road.
—Vas a tener que hacerlo algo mejor, cariño —dijo Ty a la pequeña unidad
pegada al salpicadero.
—Debo sacar mi teléfono —dijo Zane mientras se acomodaba en el asiento del
acompañante, el periódico en su regazo y una taza de café cubierta en la mano—.
Grabarte hablando con el GPS.
—¿Hablando con qué, tu teléfono? —preguntó Ty mientras giraba el coche hacia la
salida del parking.
—En el punto kilómetro uno, gire a la izquierda en Willowcreek road.
—El GPS —dijo Zane, señalando con su taza de café.
—Ella es más divertida de escuchar que tú. Por lo menos sabe de lo que está
hablando.
—Ja, ja.
—Me gusta —dijo Ty con una sonrisa.
—Sí, bueno, el brillo desaparecerá cuando lo único que haga sea dar el coñazo
durante mil kilómetros –dijo Zane.
—Y eso es diferente de ti, ¿cómo?
Cuando Zane se volvió para mirarlo a los ojos, Ty le guiñó un ojo. Zane apartó la
mirada con una sonrisa.
—En el punto kilómetro dos, gire a la izquierda en la rampa de entrada a la
autopista interestatal 80/90, Indiana East-West Toll Road. En el punto kilómetro uno,
manténgase a la izquierda en la carretera interestatal 80/90 Este, Indiana East-West
Toll Road.
—Suéltate, cariño —dijo Ty a la misma.
—Por favor, deja de hablar al objeto inanimado —dijo Julian desde el asiento
trasero.
—Puedes rendirte —dijo Zane mientras abría el periódico. No miró a Ty, pero
seguía sonriendo—. También habla a sus armas.
—Eso encaja —dijo Julian en voz baja.

~104~
Abigail Roux

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Ty soltó un bufido a los dos, pero se mantuvo en silencio mientras seguía las
indicaciones del GPS. Tomó el ticket de peaje a su paso por la entrada, se lo entregó a
Zane cuando entraron a la autopista. A medida que los kilómetros comenzaban a
rodar, Ty no podría haber estado más aliviado porque Zane y él hubieran conseguido
robar esas pocas horas en Chicago. Quería estirar la mano y tocar a su compañero,
descansar la mano sobre la rodilla de Zane, rozarle el hombro con los dedos,
cualquier cosa. Sin embargo, se abstuvo, el lado profesional ganó.
Zane parecía contento mientras leía el periódico y sorbía su café. Por supuesto,
Zane siempre parecía contento. Esa era una de las cosas que amaba de él. Era firme
como una roca la mayor parte del tiempo, seco e imperturbable. Un sólido muro
contra el que sus cambios de humor chocaban. Rasgos que hacían que los momentos
en que Zane perdía la compostura fueran aún más entretenidos.
Se detuvieron en un área de descanso una hora después de salir del hotel para
tomar el desayuno. Mientras Zane se hacía cargo de lo que demonios hiciera en las
áreas de descanso, Ty se quedó en el asiento del conductor, inquieto. No iba a
conducir la siguiente etapa, pero era más fácil ver a los dos hombres sentados en la
parte de atrás por el espejo retrovisor de ese lado del coche, y reaccionar con la mano
derecha dominante si empezaban a pelear.
No podía superar la tensión que se había instalado en sus hombros o los restos del
Red Bull, y se manifestaba en una gran cantidad de temblores, cambios de postura y
tamborileo con los dedos sobre el volante.
—Los agentes de inteligencia a menudo recogen comida o eligen áreas de
descanso como sus tapaderas, Cameron —dijo Julian desde el asiento trasero, donde
estaba sentado examinando las uñas perfectamente cuidadas mientras su mano
colgaba sobre su cabeza—. Restaurantes, gasolineras. Mucha gente entrando y
saliendo para enmascarar un comportamiento sospechoso. Un lugar como este, debe
poner al agente Grady muy nervioso.
—Trate de hablar sin hacer ruido por un rato —dijo Ty, con los ojos todavía en
Zane, quien no se había girado hacia la ventanilla.
—¿Estás bien? –le preguntó Cameron.
—Me pongo nervioso si me quedo sentado demasiado tiempo —respondió Ty casi
contra su voluntad. Había descubierto que no importaba lo que Cameron le
preguntara, parecía físicamente incapaz de mentir al tipo.
Cameron asintió, casi parecía que sentía lástima por Ty.
—¿No se supone que tienes que ser capaz de, por ejemplo, estar quieto y
ocultarte? ¿De vigilancia o… algo así?

~105~
Abigail Roux

Armados y Peligrosos
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—Ya no hago ese tipo de cosas. —Ty miró a Cameron con una ceja levantada y
una sonrisa leve—. Tenemos cámaras para eso.
—En serio —dijo Cameron, pesado con el sarcasmo—. Entonces, ¿qué hace un
agente federal si no está vigilando a otras personas?
—Causamos todo tipo de problemas. Aterrorizamos a civiles inocentes,
arrestamos a la gente equivocada, aprovechamos la asistencia sanitaria del gobierno.
Ty vio a Julian llevarse un dedo a la sien y apretar el gatillo imaginario.
Ty resopló y sacudió la cabeza. ¿No les ahorraría eso a todos un montón de
problemas? Empezó a sacudir la rodilla de lado a lado, empezando a balancear el
sedán. Oyó suspirar a Julian desde el asiento trasero.
—Entiendo por qué no puedes quedarte quieto, agente Grady. —Sonaba casi como
si estuviera ofreciendo un premio de consolación.
—Lo dudo. –Golpear mentalmente a Julian Cross hacía mucho tiempo que había
perdido su brillo.
—¿Cuánto tiempo estuviste allí? —Preguntó Julián.
Los movimientos de Ty se desaceleraron, a continuación, se calmó mientras
respiraba con dificultad. El vello de sus brazos se erizó cuando un escalofrío le
recorrió.
—Gritas “prisionero de guerra”, agente Grady —dijo Julian, su voz baja y casi
simpática—. Pero eres demasiado joven para haber sido capturado en el Golfo. Eso
significa fuerzas especiales, operaciones encubiertas. ¿Navy Seal?
Ty tragó saliva, avergonzado de ver que los dedos que se agarraban el volante
estaban blancos.
—Fui Force Recon.
—Los chalados como cabras. Por supuesto, eso tiene sentido.
—¿Qué es eso? —Preguntó Cameron.
—El agente Grady fue marine. Force Recon es su respuesta a los Seals o los
Rangers del Ejército.
—Eso es impresionante —dijo Cameron mientras sus ojos se dirigían a Ty.
—De hecho, lo es. Salvo por el hecho de que la mayoría de los marines están un
poco locos antes de vivir el infierno del combate. ¿Fue Afganistán, entonces?
Ty mantuvo la vista al frente y al centro, sin mirar por el espejo, porque sabía que
este hombre sería capaz de leerlo.

~106~
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—Capturado en Afganistán, apostaría. ¿Cuánto tiempo estuviste retenido?


—No lo estuve.
Era la misma gilipollez que Ty siempre decía cuando surgía el tema. Esa operación
aún estaba clasificada. La respuesta, sin embargo, la respuesta que sólo sabían Nick
O'Flaherty, él y ese tipo pequeño y raro de Seguridad Nacional, era veintitrés días,
nueve horas y cincuenta y un minutos.
Ty levantó la vista para ver el reflejo de Julián. Sus ojos oscuros parecían
simpáticos. Ty miró a Cameron por el espejo, el joven se había puesto pálido con la
implicación. A pesar de que Ty lo había negado, ambos sabían que lo que Julian
había dicho era verdad. Ty asintió, sin la intención de seguir discutiendo el asunto.
Tal vez ahora Julian Cross se daría cuenta que Ty sabía algo acerca de tratar de
escapar.

* *
—Yo conduzco. Yo elijo la música.
—No —dijo Ty mientras continuaba girando el dial de la radio, buscando una
emisora.
Cameron levantó una ceja mientras Zane golpeaba los dedos de Ty y después
apretaba el botón de memorización, devolviendo la radio a la estación de rock
clásico.
—¡Tío! —dijo Ty mientras pulsaba el botón de al lado y giraba el dial para
encontrar la emisora que acababa de encontrar—. Presta atención a la carretera.
Zane apretó de nuevo en el primer botón.
—Siéntese, copiloto. Tuviste comentarios deportivos toda la mañana. —Parecía
tranquilo, aunque Cameron no podía ver cómo lo conseguía. Tratar con Ty
regularmente tenía que ser motivo de clases de control de la ira. O tendencias
homicidas. Tal vez eso era lo que estaba mal con Zane.
—Tú también –dijo Ty mientras apretaba otro botón al azar. Cameron podía ver
una sonrisa en su rostro mientras miraba a Zane. Ahora era obvio que no le
importaba lo que estaban escuchando, sólo estaba apretando botones. Desde donde
estaba sentado detrás de Zane, en realidad no podía ver la cara de este para calibrar
su reacción, pero no parecía enojado la siguiente vez que apretó el primer botón.
Cameron miró a Julian.
—Preston y tú tenéis una relación tan diferente a ellos.

~107~
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—Hay muchas maneras de que esa declaración sea correcta —dijo Julian con voz
aburrida. No estaba prestando mucha atención a los dos agentes. O no lo parecía.
Ty apretó otro botón y subió el volumen. Zane apretó el primer botón de nuevo,
pero no enredó con el volumen. Cameron inclinó la cabeza para mirar por el espejo
retrovisor al reflejo de Zane. No podía estar seguro, pero podría haber habido una
sonrisa en sus labios.
—¿Cuánto tiempo lleváis siendo compañeros? —preguntó Cameron. No había
absolutamente nada en el paisaje que atravesaban que atrajera su interés después de
los primeros cinco minutos, y Julián estaba de mal humor o tramando algo, o ambas,
por lo que bien podría tratar de hablar con ellos. Julian le había dicho que tratara de
conversar tanto como fuera posible; les haría bajar la guardia, le permitiría recoger
información, y Ty y Zane tendrían menos probabilidades de herir a Cameron.
Ty apretó otro botón y puso su mano sobre los controles de radio para que Zane
no pudiera tocarlos.
—Demasiado tiempo —dijo Ty.
—Me quieres —dijo Zane en un tono que era casi alegre, y Cameron no pudo
evitar sonreír mientras Zane utilizaba el botón del volante para cambiar de emisora.
Julian volvió la cabeza para mirar el reflejo de Zane en el espejo retrovisor, y luego
a Ty.
Ty estaba observando a Zane, con los ojos entrecerrados. Finalmente se vengó
apagando y resoplando.
—Vamos, ¿cuánto? —volvió a preguntar Cameron. Si tenía algo a su favor, era que
era persistente. Julian podía dar fe de ello.
—Cerca de ocho meses —dijo Ty mientras continuaba mirando a Zane.
—Once meses –corrigió Zane.
—Aja —dijo Cameron, dudoso de la veracidad de alguna de las declaraciones.
—Han sido ocho meses, oficial. Por tú lógica casi dos años.
—¿Qué? —Preguntó Cameron.
—Hubo un breve parón —dijo Zane—. No nos llevamos muy bien en nuestra
primera misión.
Cameron resopló.
—¿Y cómo es eso diferente de ahora?

~108~
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—Ya le has oído —dijo Ty con un tono sarcástico en sus palabras—. Ahora le
quiero.
—Sí, lo sé —dijo Cameron, mirando entre ellos. Zane estaba realmente sonriendo.
Parecía que disfrutaba pinchando a su compañero tanto como su compañero
disfrutaba al pincharle a él—. ¿Por qué seguís juntos si no os lleváis muy bien?
—Se les asignó, Cameron. No tienen que escoger —dijo Julian con voz suave.
—Bueno, pero seguramente su jefe no les haría trabajar juntos si se odiaran entre sí
—dijo Cameron—. Tienen pistolas, después de todo.
—¿Parece que nos odiamos? —preguntó Zane.
Cameron levantó la mano y la movió de un lado a otro en un movimiento de así-
así.
—A veces, puede ser.
—Él no puede decir cómo te ves con esa barba —Ty dijo mientras giraba la cabeza
para mirar a Zane. Cameron podía verlo sonriendo de nuevo.
Zane giró cabeza hacia Ty, y Cameron imaginó que así era cómo Zane le
fulminaba.
—¿Qué tiene que ver eso?
—Pareces un leñador.
Zane se encogió de hombros.
—Soy un leñador y estoy bien —respondió con voz cantarina.
—Para —dijo Ty con una urgencia real.
—Por favor —agregó Julián.
Zane rió entre dientes, y para el oído de Cameron sonó un poco malvado.
—¿Quieres cantar en mi lugar? —preguntó Zane mientras miraba de reojo a su
compañero.
—Si yo canto, cantaré lo que me de la maldita gana. Bien podría escuchar mi
emisora de radio.
—No —dijo Zane, y otra vez Cameron preguntó sobre su aparente nivel de
santidad y paciencia.
Después de reclinarse, Cameron miró a Julian.
—Casi suenan como Blake y tú a veces. Cuando Blake realmente se pone de muy
buen humor.

~109~
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Armados y Peligrosos
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—¿Tienes que seguir comparándome con cualquiera de ellos en cualquier


escenario? —preguntó Julián mientras miraba a Cameron con seriedad.
Este se encogió de hombros.
—Tengo un pequeño marco de referencia para las personas que matan cosas.
—Cantas para cientos de personas sentadas en las gradas en un partido, pero no
cantas ahora —estaba diciendo Zane.
—No, no voy a cantar —dijo Ty, incrédulo mientras miraba a Zane.
—¿Por qué no? —Preguntó Zane.
Cameron se inclinó hacia el centro del asiento para poder ver a Zane. Parecía
relajado, la mano izquierda suelta en el volante, la derecha libre y descansando sobre
su muslo. Hacía un año, Cameron no habría pensado en nada de eso. Ahora, se le
ocurrió que Zane probablemente estaba guardando su mano libre para poder sacar
su arma. Cameron frunció el ceño y se recostó de nuevo.
—Basta, Garrett, no voy a cantar –dijo Ty mientras apuñalaba la radio.
—¿Cómo demonios consiguieron que cantaras, de todos modos? —Preguntó Zane.
—¿Cantar donde? –añadió Cameron y luego tardíamente puso en duda la
conveniencia de poner nervioso a Ty.
Ty miró a Zane con intención. Miró por encima del hombro a Cameron.
—Está hablando de los partidos de béisbol —dijo a Cameron, luego miró a Zane y
le habló en voz baja—. Sólo lo hago allí.
—La temporada se ha suspendido —dijo Zane—. La ciudad está restaurando el
campo.
—¿Y?
Zane levantó un hombro.
—Llamaron mientras estabas fuera para ver que hacían con tu Bronco.
Ty se aclaró la garganta y bajó la cabeza.
—¿La van a soltar?
—Sí. Hice que la mantuvieran en el depósito municipal para que pudieras verla
por última vez —dijo Zane—. No hay nada que hacer.
—Ya lo veremos —dijo Ty con una determinación que casi daba miedo.
—Estás hablando como si alguien hubiera muerto —dijo Cameron.
—Ella murió —dijo Ty sin moverse.

~110~
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Armados y Peligrosos
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Zane miró hacia arriba para hacer contacto visual con Cameron por el espejo
retrovisor, y negó con la cabeza.
—Mi más sentido pésame —dijo Cameron en voz baja, un poco desconcertado.
Miró a Julian con la ceja levantada.
Julian se encogió de hombros, una acción difícil por el modo que estaba
restringido, y giró el dedo sobre su sien. Cameron suspiró y miró a Ty. Estaba
empezando a pensar que Julian tenía razón sobre que Ty estaba loco. Tal vez Zane
también, si pensaba que lo que habían estado hablando tenía algún sentido.
—¿Puedo optar por un paseo en el maletero, ahora? —preguntó Julián.
—Cállate —respondieron Ty y Zane a la vez.

* *
Zane salió de la segunda área de descanso del día con Cameron a remolque e
inhaló profundamente el aire helado. Había empezado a nevar, cayendo gruesos
copos que ya empezaban a acumularse.
Se estremeció y echó un vistazo al interior. Hacía demasiado frío para esperar a Ty
y Julian aquí. Con un café humeante en una mano y el brazo de Cameron en el otro,
comenzó a dirigirse al coche. Alcanzó a ver un SUV negro descomunal estacionado
cerca de los surtidores de gasolina, y algo le llamó la atención lo suficiente como para
justificar una segunda mirada. Redujo la velocidad, mirando fijamente. Mientras lo
hacía, el coche arrancó, sus luces parpadeando, se alejó del surtidor que había usado
y se dirigió a la salida.
—¿Qué pasa? —preguntó Cameron mientras miraba al coche que se alejaba.
Zane frunció los labios.
—Nada. Vamos, hace mucho frío.
El coche no le dio le dio un mal presentimiento, y era la primera vez que pensaba
en un vehículo sospechoso tras su rastro. Probablemente no había nada de qué
preocuparse. Se dirigieron de nuevo al coche, y Zane aseguró a Cameron con un
poco menos de vehemencia que Ty esa mañana. Se sentó en el lado del pasajero y
arrancó el coche, con un suspiro de alivio cuando el aire caliente le tocó la piel.
Se habían detenido para echar gasolina y algo para mantener las manos de Ty
ocupadas, y Zane había estado tan cerca de comprar una pelota para el estrés que
había encontrado en el interior que aún lamentaba no haberlo hecho. Ty amaba los
viajes por carretera, pero realmente necesitaba ser quien condujera. No estaba hecho
para el tiempo tranquilo de inactividad, tiempo que se requería de los pasajeros.

~111~
Abigail Roux

Armados y Peligrosos
Cut and Run 5

Muy pronto, Ty y Julian volvieron. Ty empujó a Julian al asiento trasero y colocó


las esposas en su lugar. Estaban discutiendo. Una vez más. Zane se volvió en su
asiento para verlos.
—Me niego a buscarte cada vez que eches una meada. ¡Me niego! —estaba
diciendo Ty entre dientes.
—Entonces no lo hagas, agente Grady. Es muy simple. —Julian estaba viendo
como Ty pasaba por el cada vez más complicado ritual de atarle. Si esto continuaba,
realmente iría en el maletero.
—¡Entonces deja de tratar de escapar!
—No me tendrías ni un mínimo de respeto si no tratara de escapar.
—¡No tengo ninguno por ti ahora! Lo único que me importa es llevar tu
lamentable culo a DC para poder ir a casa.
Julian suspiró mientras Ty daba un portazo.
—¿Qué has hecho ahora? —le preguntó Zane.
—Eso es un asunto secreto, agente Garrett.
Zane puso los ojos en blanco y se dio la vuelta en su asiento mientras Ty se dejaba
caer en el coche.
—¿Quieres conducir? —Preguntó Zane tan pronto como Ty se sentó en el asiento
del conductor.
—Sí, por favor —dijo Ty con una oleada de alivio.
Zane sonrió.
—¿Todo bien?
—No. No tenían Cheetos.
—Trágico —dijo Zane mientras le quitaba la tapa a su café—. Sin embargo, el café
es fantástico.
—¡No me gusta el café, Zane!
—Realmente es muy bueno —dijo Cameron—. No han sobretostado los granos
como Starbucks.
Zane tarareó contento mientras tomaba un sorbo.
—Cállate —murmuró Ty mientras apuñalaba el GPS con el dedo y pulsaba el
botón que continuaría su curso anterior.

~112~
Abigail Roux

Armados y Peligrosos
Cut and Run 5

La ventosa que sujetaba la unidad al tablero saltó y la unidad saltó al regazo de


Ty. Se revolvió brevemente y luchó con el cable de carga, tratando de desenredarlo y
recuperar la unidad, que ya resbalaba por su pierna y se enredaba en la columna de
dirección.
Julian rió secamente desde el asiento trasero.
—Parece que a ella también le gustas.

* *
Los dedos de Julian hacía mucho tiempo que habían perdido la sensibilidad y la
sensación de hormigueo marchaba su camino por el brazo hacia el hombro al tiempo
que la nieve se volvía lo bastante espesa para que los dos agentes del FBI estuvieran
discutiendo si parar.
—Creo que podemos lograr salir de la tormenta —estaba diciendo Zane mientras
Ty sacudía la cabeza.
—Te lo estoy diciendo, Zane, si hay una cosa que Virginia Occidental conoce, es la
nieve. Esto es una asesina de coches, y estamos en un Crown Vic.
—¿Estás diciendo que deberíamos parar a pasar la noche?
—Sí.
—¿Y que la nieve se apile en torno a nosotros mientras Cross intenta
repetidamente matarnos y escapar?
—Bueno, no cuando lo pones de esa manera, Zane. Jesús.
—Realmente no quiero morir en una tormenta de nieve en medio de Indiana —
dijo Cameron con un hilo de voz.
—Dije que iba a matar al coche, no a nosotros —se quejó Ty.
—Aunque es… más o menos lo mismo –señaló Zane—. Ni siquiera tenemos
abrigos de invierno.
Julian pudo ver claramente la mirada fulminante que Ty disparó a Zane
Julian miró a Cameron y se encontró con los ojos de su amante. Cameron todavía
parecía preocupado y abrumado, y Julián había estado intentando hacer todo lo
posible para permanecer tranquilo por fuera en su beneficio. Sin embargo, cada vez
era más difícil, cuanto más tiempo continuara esta farsa. Ambos intentos de huida
habían fracasado y tenía que admitir que estaba un poco sorprendido. Sonrió y puso
los ojos en blanco de manera irónica a pesar de su preocupación.

~113~
Abigail Roux

Armados y Peligrosos
Cut and Run 5

Se debatía sobre lo que quería que Ty y Zane hicieran. Cada kilómetro que hacían
les acercaba más a Washington DC y al peligro que acechaba allí. Pero aunque
detenerse por la tormenta de nieve podría brindarles una oportunidad de escapar,
¿hasta dónde podían llegar de manera realista con una ventisca como esta?
Al final, la nieve caía tan rápida y tan espesa que no importaba lo que cualquiera
de ellos quisiera hacer. Ty apenas podía ver para conducir y tan pronto como
divisaron que una salida de la autopista tenía un hotel, Ty se dirigió hacia allí.
Tardaron media hora en llegar desde la salida al hotel, avanzando poco a poco entre
la nieve. A cada minuto que pasaba, los agentes se volvían más tensos y nerviosos.
—Podría salir, andar y conseguirnos una habitación antes de que el coche llegue
allí –dijo Zane.
—Zane, cállate —dijo Ty con los dientes apretados. Sus nudillos estaban blancos
sobre el volante. Julian supuso que parte era instinto y sobre todo la suerte de los
tontos que pudiera conducir. Sin embargo, estaba tenso y para alguien que lo estaba
tanto como Ty, pincharle más no iba a ayudar a nadie.
Julian y Cameron mantuvieron prudentemente la boca cerrada.
—¿Quieres que conduzca yo un rato?
—Zane, en serio, deja de hablarme en este momento, ¿de acuerdo?
Zane se aclaró la garganta y se encogió de hombros, mirando por la ventanilla.
Julian miró a Cameron de nuevo, tratando de evaluar lo bien que lo estaba
llevando.
—¿Estás bien?
Cameron sacudió la cabeza, mirando rápidamente hacia el frente para ver si
alguno de los agentes le estaba mirando. Julian sabía que Cameron tenía vergüenza
de admitir su miedo frente a Ty y Zane.
La ira estalló de forma tan inesperada que Julián soltó un jadeo agudo que le
atravesó ardiente. ¿Quiénes eran estos dos payasos para hacer que Cameron se
sintiera así? ¿Con quién demonios se creían estos dos gilipollas que estaban
tratando?
Tuvo que respirar varias veces de manera larga y profunda para calmarse.
—Está bien, cariño. No hay vergüenza en tener miedo.
Cameron le miró, con ojos suplicantes, la expresión miserable. A Julian se le
retorció el pecho y la ira se convirtió en una quemadura menor.
—Está bien.

~114~
Abigail Roux

Armados y Peligrosos
Cut and Run 5

Ty llevó el coche al parking y apoyó ambas manos en el volante. Cuando Julian le


miró, tenía los ojos cerrados, tratando visiblemente de relajarse después de ese estrés
de conducir.
—Creo que estamos en un parking —murmuró el agente.
Zane se aclaró la garganta de nuevo y miró atrás mientras abría la puerta del
coche.
—Voy a ver si hay habitaciones.
Los dejó con Ty en el coche, y este alargó la mano para apagar el motor, lanzando
al instante el coche a un silencio de otro mundo. El frío comenzó a filtrarse en los
huesos de Julián, tan pronto como el calor se apagó.
—¿No podemos al menos tener algo de calor mientras esperamos? —Preguntó
Cameron con voz temblorosa.
Ty sacudió la cabeza.
—Si nos quedamos atascados tendremos que conservarlo.
—¿Atascados? ¿Es realmente una posibilidad?
—No.
—Sí —dijo Ty en voz más alta.
—Agente Grady —dijo Julian con los dientes apretados.
—Él no es estúpido, Cross, merece la verdad.
—No de ti —gruñó Julian, apenas capaz de contener en su temperamento. No
podía comprender que tenía Ty que le hacía perder el control con tanta facilidad.
—Bueno, seguro que no la recibe de ti.
—Yo… yo estoy aquí sentado —murmuró Cameron.
—¿Qué crees que hace tu novio, Jacobs? —le preguntó Ty, sus ojos color avellana
parecían perforarle a través del espejo mientras miraba a Cameron.
Cameron tragó saliva.
—Comercia con antigüedades.
Ty resopló y sacudió la cabeza, murmurando para sí mientras miraba la pared de
blanco que les rodeaba. De vez en cuando podía ver el cartel del motel, las luces de
neón como un faro de salvación en medio de la blancura del mundo. Pero el frío y el
silencio eran todavía opresivos.

~115~
Abigail Roux

Armados y Peligrosos
Cut and Run 5

Julian miró los copos de nieve que caían, que parecían azules a la luz de la luna y
se tragó las palabras furiosas que le recorrían la mente, tratando de mantener la
calma exteriormente, por su propio bien tanto como el de Cameron.
La puerta del pasajero se abrió, y Zane metió la cabeza. Tenía el pelo mojado con
nieve derretida, y sus hombros estaban cubiertos de copos.
—Nos dieron la última habitación del hotel.
—Debe ser nuestro día de suerte —murmuró Ty mientras salía del coche y las dos
puertas se cerraban de golpe.
Julian se encontró con los ojos de Cameron.
—Moriré antes de que algo te suceda –prometió.
—Eso es lo que me da miedo —susurró Cameron.

* *
—Los hemos perdido –informó el agente X a su superior sin emoción.
—¿Qué quiere decir que los perdisteis? ¿Cómo podéis perder a dos agentes del FBI
con un prisionero que no saben que los seguís?
—Creo que tenemos que considerar la posibilidad de que nos hayan visto –dijo el
agente X—. Atravesaron la seguridad en Midway como se suponía que debían, pero
creo que causaron una conmoción al huir. Nunca los recogieron en O'Hare, y
después nos dieron informes de que habían robado un sedán del FBI. El GPS del
sedán ha sido desactivado. Están evitando los canales oficiales, zigzagueando y
escabulléndose. Es la maniobra clásica.
Su superior suspiró.
—Sí, parece que saben que estamos tras ellos.
—Recogimos su rastro cuando utilizaron una tarjeta de crédito en un hotel en
Portage, Indiana. Y de nuevo, cuando llegaron a la carretera de peaje. Están tratando
de hacer el viaje por tierra.
—Eso me parece imprudente, atravesar por todos esos problemas y luego usar una
tarjeta de crédito.
—Dije que saben que estamos tras ellos, no que sean particularmente inteligente.
Pero los perdimos otra vez cuando tomaron un desvío inesperado en la carretera de
peaje en Michigan.
—Michigan.
—Sí, señor. Michigan.

~116~
Abigail Roux

Armados y Peligrosos
Cut and Run 5

—¿Qué hay en Michigan?


—Nieve.
—¿Qué?
—Mucha nieve.
—Ya veo. Encontradlos, ¿entiendes? Nuestra única verdadera ventaja era el
elemento sorpresa. Conozco a Richard Burns, sé que no es un idiota. Si sabe que
vamos, no cometerá ningún error, ha puesto a sus mejores agentes en esto. Lo que
sea que estén haciendo, tiene un propósito. Julian Cross no puede llegar a DC.
Haced lo que tengais que hacer.
—Lo entiendo, señor.

* *
Richard Burns estaba sentado en su oficina a oscuras, con los ojos en un monitor
de ordenador, con el ceño fruncido. Hacía unos años había instalado un dispositivo
de localización especial en el reloj de pulsera de Ty Grady para momentos como este.
Ty podía encenderlo y desactivarlo a voluntad y sólo lo utilizaba cuando estaba
trabajando en una misión especial o si estaba en problemas, si podía. Burns también
podía encenderlo de forma remota cuando lo necesitaba. Como ahora. Ty lo había
encendido momentos después de recibir la llamada inicial de Burns.
Su señal había aparecido justo al oeste de Filadelfia, Pennsylvania, y había ido a
Chicago como le habían ordenado. Ahora estaba cerca de la frontera del estado entre
Michigan e Indiana, se mantenía allí.
Burns no entendía por qué. Jonas salió del baño privado de la oficina de Burns,
recién duchado, y fue a pararse junto al hombro de este, mirando la pantalla del
ordenador consternado.
—¿Por qué se dirigían hacia el norte? ¿Están escapando de alguien?
Burns negó con la cabeza e hizo clic en un botón que movía el panel sobre uno de
los dos televisores de pantalla plana de la pared del fondo.
—Me habrían llamado si hubieran visto a alguien tras ellos o se hubieran metido
en problemas.
—¿Estás seguro?
—Sí.
Burns miró a la otra televisión en la pared, que mostraba un mapa del tiempo.
Nevadas masivas se movían a través de los Grandes Lagos, el mismo fenómeno

~117~
Abigail Roux

Armados y Peligrosos
Cut and Run 5

meteorológico del que había advertido a Ty y Zane esa mañana. Era mucho más
grande de lo que había pensado, y Burns entrecerró los ojos ante la pantalla. Con los
dos mapas lado a lado, era evidente lo que estaba pasando.
Ty se había perdido en la nieve. Burns se encontró sonriendo con cariño, una risa
escapó mientras se frotaba el puente de su nariz.
—¿Qué?
—Se ha perdido. Probablemente no tiene idea de que está en Michigan.
—¿Perdidos? ¿Tu hombre sabe lo importante que es esta operación?
—No importa si le envío a Chicago para recuperar unos operativos encubiertos o a
Kentucky para traerme un poco de maldito pollo frito, él hace su trabajo y lo hace
bien.
Jonas, por supuesto, conocía a Ty Grady. Lo conocía desde que nació. Pero Jonas
no sabía que era Ty al que Burns había enviado a esta misión, y no tenía intención de
decírselo tampoco, no a menos que tuviera que hacerlo.
Burns también había debatido sobre los beneficios de contarles a Ty y Zane en lo
que se estaban metiendo, y al final había decidido que lo mejor era dejarlos en
blanco. No sabía quien había seguido los pasos de Jonas aquí o si tenían oídos sobre
él, y al final, cuanto menos supieran, menos probabilidades tenían de ser asesinados
si los capturaban.
Burns también sabía que si ellos estaban al tanto de toda la historia, lucharían y
morirían por una causa que no era de ellos, simplemente porque Ty haría cualquier
cosa por Jonas, al igual que lo haría por Burns o su padre. No podía dejar que eso
pasara. Jonas era prácticamente de la familia, un hombre al que Ty conocía y
respetaba como un querido amigo de su padre, pero Burns no arriesgaría a Ty o Zane
por él. Mejor que fueran inocentes, siguiendo ciegamente las órdenes, que cómplices
de lo que estaba sucediendo.
Jonas le miró durante un largo minuto, luego asintió y se alejó. Su mano se movió
al bolsillo donde tenía el teléfono prepago, un gesto nervioso que Burns había notado
más de una vez.
—¿Quieres que alguien se ponga en contacto con Trish? —Preguntó Burns,
reconociendo la maniobra inquieta de un marido que iba a llegar mucho más que
tarde para cenar.
Jonas negó con la cabeza.
—Cuanto menos sepa, mejor.
Burns asintió. Era el mantra de cada operativo en las sombras de la historia.

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Abigail Roux

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Cut and Run 5

Volvió a mirar a la pantalla, una punzada de culpa le atravesó cuando miró el


punto azul que eran Ty y Zane. Esos chicos habían dejado demasiado para este tipo
de trabajo. Demasiado.
Habían dejado de moverse, y Burns suponía que habían alquilado alguna
habitación en la tormenta de nieve a pesar de la hora temprana. Sin embargo, una
tormenta de nieve no detendría a los hombres que iban tras ellos una vez que la CIA
captara su olor. Tampoco detendría a Julian Cross.

~119~
Abigail Roux

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Cut and Run 5

Capítulo 8

Tenían la suite luna de miel. Dos habitaciones con el dormitorio en la parte de


atrás, sin ventanas y una puerta de entrada y salida. Para escapar de esa habitación,
tenías que atravesar la otra mitad de la suite. Era tan perfecto que Zane tenía miedo
de averiguar la trampa.
Tan pronto como entraron en la habitación, Zane fue a la calefacción y la subió.
Cameron mantuvo la cabeza baja, huyendo hacia el baño. Estaba molesto, pero Zane
no podía culparlo.
Ty escoltó a Julian a través de la sala al dormitorio. Zane detrás de ellos para
ayudar a asegurar a Julian a todo lo que pudieran encontrar. Ty había pescado un
puñado de cuerdas del maletero con algo parecido a alegría profana.
—Comerciante de antigüedades, ¿eh? —preguntó Ty a Julian, la voz mezclada con
diversión y desprecio mientras tiraba la chaqueta sobre la cama. Todavía estaba
irritable y tenso por conducir y el objetivo de su ira parecía ser Julian. Zane se
preguntó que se habían dicho en el coche cuando él había salido para aumentar el
nivel de animosidad entre ellos.
—Sí.
—Eso es original.
—No me esfuerzo por ser original.
—¿Y el chico? —preguntó Ty.
—¿Qué pasa con él? —Preguntó Julian, los hombros rígidos.
Zane miró a su compañero mientras hojeaba los canales de la televisión silenciosa,
tratando de encontrar el canal del tiempo y preguntándose que tenía Julian Cross que
molestaba tanto a Ty. Este le había dicho que partes de Julian le recordaban a Zane.
Bueno, parte de Ty y Julian a él le recordaban la manera en que él y Ty se habían
tratado cuando se conocieron. La tensión era palpable, pero había una capa adicional
sobre la que Zane no quería reflexionar.

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Abigail Roux

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—Sabes que vas a hacer que le maten, arrastrándole por todas partes de esta
manera.
—No diría que yo lo estoy arrastrando por ninguna parte —dijo Julian,
completamente tranquilo.
—No tiene idea de lo que haces o lo que eres. No estás haciendo nada más que
ponerlo en peligro —dijo Ty—. ¿De verdad crees que habría venido de buen grado si
supiera la verdad sobre ti?
—Sí. Y a veces es más seguro de esa manera.
—Más seguro, mi culo. La ignorancia no es la felicidad, ya lo sabes.
Cameron eligió ese momento para salir del baño, sin darse cuenta de que él era el
tema de su conversación.
Julián miró a Ty de arriba abajo.
—¿Me estás diciendo que nunca has mentido a un ser querido?
Ty levantó las cejas y sacudió la cabeza, un aspecto totalmente insolente que
habría hecho que Zane quisiera golpearlo si lo hubiera dirigido a él.
—¿Nunca has escondido algo a tu compañero para mantenerlo a salvo? —
preguntó Julián, la voz cada vez más fría.
—No, no lo he hecho –contestó Ty sin dudarlo un instante.
Julian entrecerró los ojos y dio un paso más cerca. Él y Ty estaban demasiado
cerca. Tan cerca que ni siquiera podían mirarse de arriba abajo sin inclinarse hacia
atrás. Cameron disparó a Zane una mirada nerviosa, y éste se puso de pie,
tensándose.
La voz de Julian era baja y burlona cuando habló con Ty.
—¿Nunca has mentido a alguien para mantenerlo a salvo? ¿Esposa? ¿Madre?
¿Novio?
—No —dijo Ty, sin reaccionar a la última palabra de Julian.
—Bien, nunca has hecho eso. Lo creeré de alguien como tú. Pero ¿alguna vez has
mentido a alguien que amabas porque estabas siguiendo órdenes, agente especial
Grady?
Ty no se inmutó, no reaccionó de ninguna manera que no fuera con una
contracción de los músculos de la mandíbula.
—No. —Su voz había caído peligrosamente.

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Abigail Roux

Armados y Peligrosos
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A Zane le empezó a picar la nuca porque sabía muy bien que era mentira, y Ty la
había dicho a la perfección.
Julian entornó los ojos. Estaban cara a cara, mirándose maliciosamente el uno al
otro, ninguno dispuesto a cruzar esa línea y atacar, ya fuera verbal o físicamente.
Zane dio un paso atrás, mirándolos con los ojos muy abiertos. No tenía deseo alguno
de mezclarse con Julian Cross, pero si esto continuaba él estaría feliz de sentar al
hombre.
—Eres un mentiroso excelente, agente Grady —susurró Julian, su voz
engañosamente tranquila y casi rozando la seducción. Se inclinó un poco más cerca,
tan cerca que podían haberse tocado las narices. Ladeó la cabeza—. ¿Crees que no te
reconozco? Mi memoria no es tan selectiva como la tuya.
Zane se enderezó cuando registró las palabras de Julian. Miró de uno a otro. ¿Se
conocían? Qué demonios.
—Julian, ¿de qué estás hablando? —Preguntó Cameron.
En cuanto a Ty, Zane podía ver que había dejado de respirar y se había quedado
inmóvil, como una serpiente a punto de atacar.
Julian continuó, su voz inquietantemente íntima.
—La última vez que te vi, estabas hablando un francés impecable, atiborrando a
un rico parisino con bebidas, y vendiendo… antigüedades. ¿Te acuerdas de mí
ahora?
Exteriormente Ty no reaccionó. Su rostro permaneció impasible y pétreo, sin
revelar nada. Eso por sí solo fue suficiente para decirle a Zane que lo que Julian decía
era verdad. Pero no había captado el hecho de que Ty conociera a Julian. Debía haber
sido por lo menos hacía unos años, o Ty lo habría recordado. Y Ty no había estado en
París desde que él lo había conocido.
A menos que Ty hubiera estado en París, y recordara, pero no había dejado que él
lo hiciera. Una pesada bola de duda se instaló en el intestino de Zane.
—No sé de que estás hablando —dijo finalmente Ty.
Julian siguió mirándole y Ty siguió sin moverse. Julian levantó la barbilla,
resoplando.
—¿Qué clase de hombre debes ser para hacer que incluso los ojos mientan? —
preguntó, las palabras goteando desdén y desprecio. Por lo que él había
experimentado, Zane sabía que Julian leía bien a la gente. Pero ¿qué había visto en Ty
para hacerle decir algo tan cruel?

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Ty siguió mirando a Julián, la ira y la lucha abandonaron su expresión para dejarle


mirando impasible. No sólo había conseguido controlar su temperamento, había
desaparecido. Zane nunca había visto a su compañero de esta manera.
—Me llamas monstruo —dijo Julian, baja la voz—. Por lo menos yo sé lo que soy.
—Yo también sé lo que eres –susurró Ty, sin reconocer el golpe de ninguna
manera.
La habitación quedó en silencio tenso. Zane movió los ojos hacia Ty y esperó. Pero
Ty estaba mirando a Julian, con el rostro inexpresivo y el cuerpo relajado. Tampoco
miró en dirección a Zane ni siquiera reconoció que él y Cameron estaban allí. Era
como esperar a que dos perros lucharan, sintiendo que estaban a punto de lanzarse y
ser incapaz de detenerlo. Zane se movió medio círculo para colocarse en la línea de
visión de Ty, quizás a dos metros de distancia. Hasta que Ty saliera del lugar donde
estaba, era mejor no acercarse demasiado.
Julian lo sintió moverse, y le dio a Ty una última mirada desdeñosa y fue a
sentarse al lado de Cameron en el extremo de la cama king-size.
Los tres observaban a Ty expectantes, y este les fulminó a todos. Era hora de algún
tipo de explicación. Zane podía imaginar a Julian haciendo algo como eso; le serviría
al propósito de abrir una brecha de desconfianza entre Ty y Zane si comenzaban a
pelearse. Era una técnica psicológica clásica. Pero su estómago le decía que se sentía
como verdad.
Los ojos de Ty se movieron para clavarse en los suyos. Apretó la mandíbula y
cuadró los hombros, como si esperara que Zane lanzara su propio ataque. En su
lugar, Zane se metió una mano en un bolsillo y le tendió la otra, con la palma hacia
arriba. No quería pelear por esto. Sólo quería saber; saber si Ty estaba en peligro,
saber si estaban en peligro a causa de esto. Por mucho que permanecer en la
oscuridad le cabreara, Zane sabía que no debía exigir respuestas de su amante y
compañero, sobre todo delante de Julián y Cameron. Ese era un viaje rápido a una
patada en el culo. O peor aún, a las evasivas.
—Adelante —dijo Ty, con voz sombría.
Zane intentó mantener la voz tranquila.
—¿Quieres pelear? Porque yo no. Pero hay una gran cantidad de datos que no
encajan y me conoces a mí y a los números.
—No quiero pelear —respondió Ty. Sus ojos se dirigieron a Julian de nuevo, una
chispa de ira en ellos.

~123~
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—Entonces olvídate de él, y céntrate en mí —dijo Zane, dejando que su mano


empezara a bajar.
Ty le miró y levantó la barbilla.
—Te lo juro, Zane, nunca le había visto antes de este caso.
—Eres un jodido mentiroso –murmuró Julian.
Cuando Zane miró a esos ojos color avellana, trató de ver lo que Julian debía haber
visto, pero él no lo veía. Todo lo que veía era al hombre al que conocía y amaba
decirle la verdad. Todo en Zane lo confirmó.
—Entonces eso significa que él te vio a ti. ¿En París?
—Nunca he estado en París.
—No dejes que te mienta, agente Garrett —dijo Julian.
—Cállate –espetó Zane.
Ty bajó la cabeza, pero sus ojos permanecieron fijos en Zane. Le dirigió una
mirada depredadora.
Zane sabía que Ty estaba demasiado tenso para que esto fuera un asunto sencillo.
—Esta es una de esas cosas que no puedes contarme. Eso está claro como el cristal.
Ty exhaló bruscamente y se alejó, pasándose la mano por el pelo mientras se
dirigía hacia la puerta. Ty siempre se dirigía en busca de espacios abiertos cuando
estaba agitado, ventanas, puertas y balcones. Como si estuviera asegurándose de
tener una vía de escape. Sólo que ahora golpeó a Zane como Ty quería alejarse de él.
Zane dio un paso para ir tras él.
Ty extendió la mano y agarró la lámpara de la cómoda, luego se volvió,
arrancando el cable de la base, y la arrojó contra la pared más cercana con un grito
sin palabras de frustración que se perdió en la destrucción de la cerámica.
Zane se estremeció, pero no se movió. Julian se puso de pie, pero se mantuvo
junto a la cama, donde Cameron se sentó encogiéndose lejos de los restos. Zane dio
un paso hacia ellos. Notó que temía lo que Ty fuera a hacer, porque no podía decirlo
y había conseguido ser bastante hábil para eso. Esta era sólo una de las tantas
verdades no dichas entre ellos. Tal vez Ty las temía tanto como él.
—¡Maldita sea, Zane! —gritó Ty mientras seguía paseándose como un animal
enjaulado. Mientras despotricaba agitando una mano en el aire, señalando
acusadoramente a Zane y a Julián e incluso Cameron mientras lo hacía—. ¿Cuáles
son las putas probabilidades de que me conozca? Hice ese trabajo durante dieciocho
meses, sin ni siquiera un indicio de problemas, y ahora de todas las personas ¿es el

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maldito irlandés el que va a conseguir que la cobertura vuele? ¿Por qué no me dejaste
dispararle como quería, en primer lugar?
Las cejas de Zane se alzaron más cuanto más despotricaba Ty y esa bola rígida en
su pecho se relajó. Si Ty podía gritar, estaría bien. Siempre lo estaba. Lo que estaba
diciendo no le ayudaba a sentirse mejor, sin embargo.
—Nada ha volado.
—¡Todo ha volado! ¡Olvida lo que Burns quiere de él, Zane! Me conoce de París, y
¡me ha marcado como federal!
—¿A quién se lo va a contar? ¿Quién va a creerle?
—¡Eh! —Dijo Julian, ofendido.
—No pidas más problemas. Ya tenemos suficientes —continuó Zane mientras
agitaba una mano en dirección a Julian.
Ty se quedó en silencio; Zane ni siquiera podía escuchar su respiración.
—No consideres un año y medio de trabajo tirado antes de saberlo a ciencia cierta
—dijo Zane—. Eres jodidamente bueno en... lo que sea que has estado haciendo...
para simplemente tirarlo a causa de un idiota con un mal acento.
—¡Eh! —Repitió Julian.
Zane se volvió hacia Julian cuando este dio un paso hacia él. Se dio cuenta de su
error demasiado tarde. Les había embaucado en una discusión y habían bajado la
guardia antes de que Julian estuviera totalmente asegurado.
Atacó sin más aviso, lanzándose contra Zane y golpeando el suelo. Zane oyó gritar
a Cameron. El cuerpo de Julian era sólido y pesado sobre él mientras golpeaba el
duro suelo. Zane rodó tan pronto como su espalda golpeó el suelo, dándoles la
vuelta y lanzando a Julian. Apenas tuvo tiempo de ponerse de rodillas antes de que
Julián le golpeara por detrás. Rodaron.
Zane aterrizó sobre su espalda una vez más con Julian aplastándolo. Logró darle
un golpe a las costillas y echó el puño hacia atrás de nuevo, apuntando a la sien de
Zane para noquearle.
Zane giró la muñeca y un cuchillo salió de la vaina. Lo tocó, dispuesto a hacer
verdadero daño a la sección media de Julian.
Ty entró en su visión, atrapó el puño de Julian en la palma antes de que pudiera
aterrizar contra la cara de Zane. Le retorció el brazo y Julian arqueó la espalda y gritó
de dolor y rabia. Ty se giró con gracia hasta ponerse de rodillas detrás de Julian con

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un brazo envuelto alrededor de su cuello, el otro retorciendo la mano de Julian atrás


y hacia arriba.
—¡Parad! ¡Por favor! —gritó Cameron mientras se levantaba y se adelantaba.
Zane se levantó del suelo y agarró a Cameron, reteniéndolo mientras ambos
observaban a Julian luchar contra los brazos de Ty.
Ty juntó las manos sobre el hombro de Julian, cerrando la llave en el cuello
mientras Julian trataba de llegar a su rostro para encontrar algo tierno donde clavarle
el dedo. Ty cerró los ojos y bajó la cabeza, ocultando su rostro en el cuello de Julian,
lo que casi lo hizo parecer íntimo. Estaban demasiado cerca para que Julian hiriera a
Ty lo bastante para que aflojara su agarre. Sus codos aterrizaban inútilmente sobre
músculos duros, sus puños golpeaban las caderas de Ty en lugar de su ingle. Ty era
demasiado pesado y demasiado bajo para que Julian lo volcara sobre el hombro.
Zane se dio cuenta de que Ty estaba susurrando a Julian mientras apretaba el
estrangulamiento.
—Está bien, vas a estar bien —repetía a Julian mientras le dejaba inconsciente.
—¡Lo está matando!
—No —dijo Zane con voz ronca.
Sin embargo, había algo fascinante y mórbidamente hermoso en observar. Ty
agarró con fuerza al hombre más grande, envolviéndolo, con la cabeza inclinada y la
expresión calmada cuando abrió los ojos de nuevo. Fue quizás la primera vez que
Zane había visto los ojos de Ty quedar así en blanco, parecía casi meditativo. Como
zen.
Julian intentó agachar la cabeza, tratando de abrir la vía aérea, pero Ty había
cerrado las manos con demasiada rapidez. Después de unos segundos de lucha, el
cuerpo de Julian se quedó inerte. Ty continuó sosteniéndole durante otro par de
respiraciones, y luego lo soltó y lo dejó caer al suelo. Cuando se puso de pie y les
miró, clavó la mirada en los ojos de Zane. Todo en Ty, desde su cuerpo a la mirada
de sus ojos, se sentía tranquilo y silencioso.
Era como ver a una persona nueva.
—Oh Dios —susurró Cameron. Zane lo dejó ir. Cayó sobre Julian, tomando su
rostro entre las manos y llamándolo.
—Va a estar bien —murmuró Ty. Se quedó inmóvil, mirando fijamente a Zane. La
quietud era desconcertante; Ty nunca estaba quieto. Se removía, paseaba, vibraba,
rebotaba, se retorcía y se sacudía cuando no había otra salida para toda la energía

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nerviosa que almacenaba. Pero ahora estaba tan quieto que era como mirar una
estatua.
Zane cerró los ojos y contó los latidos, simplemente respirando, tratando de
aferrarse a la compostura que se resquebrajaba. Ty le estaba asustando, y no tenía ni
idea de qué hacer al respecto.
—Tienes razón —dijo Ty, las palabras agitaron la tensión en el aire y la cortaron.
Zane abrió los ojos y levantó la cabeza para mirar a Ty. Todavía estaba de pie
inmóvil, las manos a los costados. Miraba hacia abajo, tenía los labios entreabiertos,
la lengua empujando contra la esquina de la boca como si estuviera absorto en sus
pensamientos. Zane había visto esa expresión antes, justo antes de que las
fotocopiadoras comenzaran a explotar. Estadísticamente tenía un porcentaje muy
pequeño de perder el control, pero no sabía si estaba a la altura de tanta
incertidumbre fluyendo de repente entre ellos.
—Bueno —dijo Zane con ligereza forzada—, todo mi francés es Voulez-vous coucher
avec moi y ménage à trois, así que espero que no me consideres una amenaza.
Ty levantó la vista hacia él, con una expresión de cálculo. Pasó y sus hombros se
hundieron.
—No seas así, Zane, vamos. Tenías que saber el tipo de cosas que estaba haciendo
a algún nivel. Y yo no he trabajado en nada desde que nos asignaron juntos.
Zane suspiró.
—Por supuesto que sí, Ty. —Estaba seguro de que Ty no tenía idea de cuánto
sabía él sobre ese tipo de cosas. Cambió el peso hacia atrás y hacia adelante, tratando
de sacudirse el malestar de toda esta semana.
—¿Podría alguien decirme qué ha pasado? –gritó Cameron, con voz alta y
vacilante.
Ty sacudió la cabeza, mirándoles a él y al cuerpo inerte de Julián.
—Despertará en cinco minutos.
—¿Qué diablos le hiciste?
—Estrangulé la sangre. Corté el flujo de sangre a su cerebro. Va a estar bien.
—Ty —dijo Zane en un susurro.
Ty le devolvió la mirada, su expresión se suavizó.
—Lo siento.
—Lo sé. Yo también.

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Ty frunció el ceño.
—¿Por qué?
Zane se encogió de hombros.
—Ya sea por dejar que los secretos siguieran durante tanto tiempo o por empujar
al respecto ahora, no estoy seguro. De cualquier manera, te puso en un mal lugar.
—Disculpadme, podéis uno de vosotros ayudarme aquí por favor –dijo Cameron
mientras levantaba la cabeza de Julian del suelo.
Ty puso los ojos en blanco y se inclinó para apartar las manos de Cameron.
—Zane.
Este se acercó y se inclinó para ayudar a Ty a levantar el prisionero inconsciente
sobre la cama. El hombre era sólido y un peso muerto, demasiado pesado para su
cuerpo.
—Jesús, está hecho de granito —dijo Zane con voz tensa.
Ty gruñó de acuerdo cuando le dejaron caer sobre la cama.
—Cuerdas elásticas —dijo, sin aliento.
Zane fue a buscarlas y pudo oír la voz trémula de Cameron, haciendo preguntas a
Ty y exigiendo respuestas más satisfactorias de las que estaba dando.
—¡Sabes que si fueras tú, también estarías tratando de escapar! —Gritaba cuando
Zane volvió a entrar en la habitación.
Los ojos de Ty brillaron peligrosamente cuando enderezó los hombros y Zane se
interpuso entre ellos.
—Cálmate. Ponte cómodo. Os ataremos juntos esta noche —dijo, esperando que el
premio de consolación evitara que Cameron se quejara toda la noche sobre su novio
“muerto”. Ataron a Julian y Cameron de manera superficial, luego Zane agarró el
codo de Ty y lo arrastró fuera de la habitación.
—Está bien, habla –exigió, poco dispuesto a dejar que esto se enquistara más
tiempo.
Ty asintió, y sus ojos se movieron a un lado para mirar a la puerta del dormitorio
antes de volverse a mirar a Zane.
—Esta es una de las cosas que quería contarte cuando llegáramos a casa —dijo en
voz baja—. No podía decírtelo antes. Quería, Zane, no me gusta guardar secretos.
Pero no podía.
—Entonces, ¿qué hay de diferente ahora?

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—Bueno, por un lado, no he sido yo quien lo ha escupido.


—Por supuesto. ¿Qué pasa cuando lleguemos a casa?
Ty suspiró.
—Cuando estaba en la carretera decidí que ya no me importa una mierda. No voy
a esconderte nada a partir de ahora. No me importa si es clasificado.
Algo dentro de Zane empezó a hacer el baile de Snoopy ante las palabras de Ty.
Le estudió un largo rato antes de decir:
—Confío en ti.
—Lo sé. Eso es lo que lo hizo tan duro. —Se quedó allí un momento más,
inclinándose hacia adelante como si estuviera ante un precipicio. Luego se sacudió y
cogió su pistola. La sacó de su funda y comprobó el tambor mientras se dirigía al
dormitorio. Zane parpadeó detrás de él un momento antes de saltar delante. Tomó a
Ty por el brazo y le dio la vuelta, colocándose entre él y la puerta.
—Eh, Bulldog. Eso no va a ayudar. —Zane se detuvo—. Bueno, está bien, ayudaría
a sentirte mejor. Pero no ayudaría a la situación aquí y ahora, y ciertamente no
ayudaría a ninguna situación más adelante.
—No estoy de acuerdo —dijo Ty con voz tranquila.
—Estoy seguro que sí —dijo Zane, manteniendo una mano en el antebrazo de Ty,
sin sujetar, sin apretar.
—No voy a matarlo, Zane, sólo amenazarlos hasta que me sienta mejor.
—Eso es un alivio, pero por favor escucha. Tendrías que dispararle al culo por los
siglos de los siglos para asustarlo cuando despierte, y entonces tendríamos un
desastre peor. ¿No podemos simplemente... arreglar esto primero, y luego tratar con
él de lo otro? Demonios, tal vez por eso Burns le quiere para empezar. Tal vez por
eso te envió.
Ty se quedó mirándolo con rebeldía un largo momento, el tiempo suficiente para
que Zane empezara a sospechar que su suave persuasión podría no funcionar.
Pero entonces Ty puso los ojos en blanco y suspiró, volviéndose a guardar el arma.
—Sí, está bien —murmuró. Zane sintió que su corazón comenzaba a arrancar otra
vez y se recostó contra la pared mientras Ty miraba alrededor de la sala y hablaba.
—Tengo que llamar a Burns. Esto sobrepasa nuestro salario.
—Está bien —dijo Zane, lamentando la necesidad de Ty de irse a algún sitio—.
Salúdale de mi parte.

~129~
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Ty se apartó con un movimiento de cabeza y fue a coger el abrigo de la cama.


Estaba casi en la puerta cuando se detuvo y se volvió.
—Zane. Ninguna otra cosa ha sido una mentira.
Este asintió. No estaba seguro de que le diría si le había mentido, no consideró las
mentiras por omisión, pero no quería entrar en un largo rompecabezas de lógica con
Ty. Su cabeza explotaría.
—Ten cuidado.
Ty se quedó allí un largo instante; luego avanzó hacia Zane igual que Julian había
hecho antes. Tomó el rostro de Zane entre sus manos y lo besó, empujándolo hacia
atrás contra la pared y sosteniéndolo allí, sus labios exigentes contra los suyos. Luego
todo terminó tan repentinamente como había comenzado, el huracán Ty pasó.
Cuando dio un paso atrás otra vez, hizo un gesto con la cabeza en asentimiento.
Luego se volvió y se dirigió a la puerta.

* *
—¿Qué quieres decir con que sabes que él me conoce? —preguntó Ty a Burns
indignado.
—¡Por supuesto que sé que te conoce! ¿Por qué crees que te envié tras él? Está
catalogado como un posible contacto en uno de tus antiguos trabajos.
Burns podía oír a Ty balbucir al otro extremo de la línea lo que podía o no podía
ser una pataleta.
—¡Trataste con él en Francia!
—No.
—Sí. Tengo los informes. Su nombre era diferente, pero este es el mismo tipo.
Julian Cross es un nombre en clave de la CIA. ¡Habéis trabajado juntos!
—¡No! ¡Dick! ¡Nunca he visto a este hombre en mi vida! ¡Lo recordaría!
Burns frunció el ceño, confundido. Ty sonaba realmente molesto y ofendido.
—No entiendo —murmuró.
—¡Bienvenido al puto club! —gritó Ty al otro extremo de la línea—. El tipo de
Paris con el que trabajé, el tipo de ese informe, era un francés, metro ochenta y cinco,
pelo rubio casi blanco. ¡No era un gilipollas irlandés de metro noventa y cinco!
—Eso complica las cosas.
Burns pudo escuchar otra serie de sonidos, que culminaron en una serie de
maldiciones.

~130~
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Armados y Peligrosos
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—¿Estás seguro de que el hombre que tienes es Julian Cross?


—¡No lo sé, Dick, no tiene un puto código de barras que pueda escanear!
—Esto no cambia tu objetivo –intentó Burns con voz fuerte y autoritario, tratando
de que Ty se concentrara en eso—. Todavía es necesario llevarlo a DC, ¿entendido?
—¿Por qué? —exigió Ty frustrado—. ¿De qué va todo esto en realidad?
Burns vaciló.
—No necesitas saberlo.
—Dios mío.
—Haz lo que tengas que hacer para traer a Cross aquí con vida.
Ty se quedó en rebelde silencio. Finalmente, Burns le oyó exhalar, una apuesta por
la calma.
—Sí, señor —dijo con una voz compuesta y suave.

* *
Zane estaba sentado mirando a Julian, a la espera de que se despertara y pensando
en Ty y en lo que acababa de suceder. Nunca había visto a su compañero, a su
amante, reaccionar a la violencia de manera tan fría y calculadora. Era una nueva
faceta de Ty. ¿Era así como había sido capaz de manejarse a sí mismo todos estos
años, simplemente apagando sus emociones y, esencialmente, encontrando un lugar
feliz cuando trabajaba? Sacudió la cabeza. Trató de no pensar en lo que haría falta
para hacer eso.
Cuando Ty volvió de hacer la llamada, se encontró con Zane en el dormitorio y se
puso a su lado, mirando a los dos hombres en la cama. Habían utilizado las cuerdas
elásticas para atar a Julian abajo y al esposado Cameron a él para darles el suficiente
contacto para evitar que trataran de escapar cuando Julián despertara. No es que
fueran a ir muy lejos en una tormenta de nieve.
Cameron tenía la nariz enterrada contra el hombro de Julián y les estaba mirando
con un solo ojo y ocultando el otro.
—Cada vez que intentáis algo, es una bala más que pongo en su cabeza en mis
sueños —dijo Ty a Cameron. Esta vez, Zane sabía que no estaba actuando.
Julián gimió. Cameron asintió, los ojos muy abiertos. Se acercó más a Julian, con
aspecto realmente molesto.
—Él va a estar bien —se sintió obligado a decir Zane—. Se despertará en un par de
minutos.

~131~
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Armados y Peligrosos
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Ty ya se estaba alejando de la cama en dirección al otro dormitorio. Zane se


detuvo para cambiar la televisión a un canal diferente para Cameron antes de
seguirle, preguntándose qué tipo de control de daños se necesitaba allí.
—Pensé que ibas a matarlo.
Ty se volvió hacia él.
—La próxima vez lo haré —dijo, su voz fría y decidida.
Un escalofrío recorrió la espalda de Zane, y tuvo que admitir que a una parte de él
le gustaba.
—¿Qué hay en él que te irrite tanto?
—No es él, Zane. Eres tú.
—¿Yo? ¿Qué hago?
—Es una amenaza para los dos. Has visto de lo que es capaz, y tengo que decirte
que no creo que lo haya intentado todavía. Creo que es sólo un jodido raptor
probando las vallas. Cuando le miro, le veo hiriéndote.
A Zane se le contrajo el pecho de una manera que no era desagradable. Conocía
ese sentimiento, ser tan protector y estar tan desesperado por mantener a tus seres
queridos a salvo que nublaba tu mundo.
—Yo no estoy preocupado.
—¿No?
—Te tengo aquí cuidándome la espalda —dijo Zane con una sonrisa serena. No
creía que se hubiera sentido tan tranquilo en años—. Y yo cuido la tuya.
Ty tomó aire mientras miraba a los ojos de Zane. Este se preguntó qué veía cuando
le miraba de esa manera. Un día se lo preguntaría.
—Está bien —dijo finalmente Ty con una exhalación profunda.
—Tenemos un par de horas para descansar y dormir un poco. —Zane hizo un
gesto con la mano al sofá-cama.
Ty asintió, sus movimientos no tan bruscos o tensos. Parecía estar llegando a un
acuerdo con lo que Zane había dicho, tratando de asimilarlo.
—Estaré allí en un minuto. Sólo necesito una ducha rápida —dijo mientras se
quitaba la camisa y se dirigía al baño. La ducha empezó a correr un momento
después.

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Armados y Peligrosos
Cut and Run 5

Zane se volvió y cerró la puerta del dormitorio detrás de él. Era imposible saber
cuándo escamparía la tormenta. Más privacidad y espacio era mejor que menos con
las personalidades reunidas en esta pequeña aventura.
Aprovechó el tiempo para sacar el sofá, luego fue al dormitorio y se quedó junto a
la cama, mirando a los dos hombres. Julian estaba despierto, y le miraba con malicia,
sus oscuros ojos vidriosos. Zane se inclinó para tomarle el pulso, lo comprobó contra
el reloj para asegurarse de que era lo bastante rápido.
—Vivirás —murmuró.
—Él no —susurró Julian.
Zane le miró fijamente, investigando la sensación de la amenaza que le daba. Se
encontró sonriendo.
—Espero con interés tu próximo intento. Te destrozará.
Julian no respondió, y Zane no podía leerle. Dejó a los prisioneros, cerró la puerta
y equilibró uno de los vasos de la pequeña barra de bar en el picaporte. Luego fue en
busca de su compañero en la ducha.
Después de ver a Ty a través del ondulante plástico largo rato, Zane se acercó y
abrió la cortina. Ty saltó cuando la cortina de la ducha chilló en sus ganchos. Era
obvio que Zane le había sorprendido, lo que era un hecho inusual en sí mismo. Zane
se desnudó mientras Ty le observaba, luego entró y cerró la cortina. Acercándose,
levantó una mano y la deslizó por el pelo de Ty, escurriendo el agua.
Ty levantó la cabeza y miró al techo.
—Eh.
Zane no quería hablar de lo que había sucedido. No quería nada más que su
amante se relajara y tan normal… tan “normal” como solía estar, de todos modos.
—¿De verdad estás bien?
—Sí, sólo... hay algunas cosas que tengo que decirte, Zane. Y quiero que lo sepas
por mí, no averiguándolo por otra persona de esta manera. Pero no puedo... estoy
luchando con lo que es más importante para mí, mi integridad o... tú.
Zane parpadeó, sorprendido por el tema. Había pensado que Ty se había
molestado por la lucha. No había tenido ni idea de en que había estado pensando.
Pero claro, eso era parte de su encanto, la confusa madeja dentro de su cerebro que
nadie podía descifrar.
Inhaló profundamente para no perder el equilibrio.
—Creo que tienes que ir con lo que puedas dormir de noche.

~133~
Abigail Roux

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—Eres tú, Zane.


Zane sonrió débilmente mientras cogía el jabón.
—No me refiero a follar de noche, me refiero a dormir. Lo que sea que mantenga
tu mente en reposo.
—Sé lo que quieres decir.
El corazón de Zane saltó feliz al encontrarse con los ojos de Ty. Nunca se cansaría
de momentos como este, cuando Ty probaba más allá de sombra de duda que Zane
era la cosa más importante en su mundo.
—¿Me lo cuentas?
Ty se humedeció los labios, observando a Zane incluso mientras el agua caía a
plomo sobre los dos. Por una vez, su expresión no estaba protegida cuando Zane
empezó a hacer preguntas.
—Burns me usa en trabajos sobre los que no puede lanzar al FBI pero que la CIA
no enumera como prioridad. Los llamamos Inadaptados.
Zane asintió, lamiéndose los labios.
—Y sé que él solía usarte del mismo modo.
Los ojos de Zane se dispararon para encontrarse con los de Ty, abiertos de par en
par y conmocionado. Ty le miraba, conteniendo la respiración. Asintió con la cabeza.
—¿Cómo?
—Jack Tanner.
—¿Jack Tanner te lo dijo? —Preguntó Zane, espantado. Jack Tanner había sido uno
de sus instructores en la academia. Él había impedido sin ayuda de nadie que Zane
abandonara y le había convertido en el agente que era ahora.
—No —dijo Ty—. Me dijiste que solías ir a cenar a su casa.
—¿Sí? —Dijo Zane, confundido.
—Así es como me reclutó. Y luego, sabiendo lo que sé acerca de Burns y la forma
en que te trata... sume dos y dos.
La boca de Zane estaba seca mientras miraba a Ty.
—Cómo... Jesús, Ty. ¿Por qué no dijiste algo?
Ty sacudió la cabeza.

~134~
Abigail Roux

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—Tú has tenido muchos problemas con tu pasado y lo has superado —murmuró
mientras dejaba que sus manos subieran por la espalda de Zane—. Prefiero que vivas
en el presente.
Zane tragó saliva. Ty tenía razón, en su mayor parte. Esos eran días que no quería
volver a vivir.
—No te estoy pidiendo que hables de ello. Sólo imagino que está por ahí ahora.
No es algo que tengamos que ocultar o rodear más.
Zane asintió, sintiéndose mareado. No podía creer que Ty hubiera juntado todo
eso con tan poco con lo que seguir adelante, pero se suponía que Ty nunca conseguía
el suficiente crédito por ser tan inteligente como era.
—Bien.
—Bien.
Zane se inclinó lo suficiente para atrapar los labios de Ty en un suave beso. No
duró mucho.
—Sé que me amas. Y tú sabes que te amo. El resto va a esperar un poco más.
—Se siente bien decir eso, ¿no es así?
Zane arrastró un dedo por el labio inferior de Ty.
—Si. Y tengo la intención de seguir diciéndolo. A menudo.
Ty sonrió débilmente, pero luego miró hacia otro lado como si estuviera luchando
con qué decir a continuación. O tal vez luchando con una decisión difícil.
—¿Me lo cuentas? —murmuró Zane mientras le frotaba la espalda, tratando de
calmarlo. Era como trabajar con un caballo asustado, y habían pasado décadas desde
que había intentado refrenar a uno.
Ty vaciló antes de suspirar.
—Burns me envió, a nosotros, porque pensaba que yo conocía a Cross —dijo en
voz baja y tensa—. Estaba en un informe que era un contacto de un trabajo de París
hace seis años.
—¿Sí?
—No estaba funcionando bajo el nombre de Julian Cross, pero ese es el nombre
que la CIA puso en el archivo. Te estoy diciendo en este momento, sin embargo, que
el hombre de París no era Cross. No este Cross, de todos modos.
Zane frunció el ceño, reflexionando.

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—Así que o a quien tenemos no es el Cross original o el tipo de la CIA con quien
trabajaste decía que era Cross pero no lo era.
—Sabemos que nuestro Cross está conectado de alguna manera, porque me
conocía —dijo Ty.
—Si. No lo sé. Tal vez es como el temible pirata Roberts.
Ty miró a Zane con cautela.
Zane asintió e inclinó la cabeza ante Ty.
—¿Qué?
—Sólo estoy esperando a que sueltes el juego de palabras para que podamos
acabar de una vez.
Una de las comisuras de los labios de Zane se curvó.
—¿Quieres que me invente uno rápido?
—No, para.
Zane rió y apretó los labios contra la mejilla de Ty. El cuerpo de Ty seguía tenso
contra el suyo y podía sentir que su amante todavía quería decir más. Levantó una
mano y la posó sobro la mejilla de Ty, mirándole a los ojos, sintiendo que esa maraña
de calor se esparcía por su pecho como siempre hacía cuando Ty le miraba de esa
manera.
—¿Qué más, cariño?
Ty sacudió la cabeza y envolvió los brazos alrededor del cuello de Zane,
besándolo frenéticamente. Todavía se estaban besando cuando el agua comenzó a
enfriarse y Ty se alejó para mirarle a los ojos.
—Vamos a dejar a esos dos payasos, luego desapareceremos durante una o dos
noches entre DC y casa, ¿de acuerdo? –Susurró—. Te contaré todo lo que quieras
saber. Y te compensaré por salir corriendo.
Zane asintió y sonrió, luchando contra su pulso acelerado mientras miraba a los
ojos de Ty. Eso sí que era algo que esperar.

~136~
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Capítulo 9

—¿De qué señal de kilómetros estamos cerca? —preguntó Zane mientras


miraba en el mapa que habían comprado esa mañana.
—129.3 —respondió Ty sin sonreír o quitar los ojos de la carretera.
Zane miró y entrecerró los ojos. Dejó el mapa en el salpicadero y tomó su libro de
crucigramas. Un momento después, se encontraron con un marcador verde de
kilómetros. Decía Kilómetro 130.
Cameron lo vio pasar, y luego se inclinó hacia un lado para mirar a Ty en el espejo
retrovisor.
—¿Cómo haces eso?
—¿Hacer qué? —preguntó Ty en tono aburrido.
Cameron resopló y miró a Julián, que estaba observando a Ty con una ceja
levantada.
Ty intentó ocultar su sonrisa. Lo había estado haciendo durante una hora entera, y
ninguno de ellos había logrado averiguar cómo. Una vez más estaba al volante,
tratando de no distraerse ya que la carretera se extendía ante ellos en un rollo
interminable de pavimento, nieve y Holiday Inn.
—O está haciendo ecuaciones matemáticas complejas en su cabeza, o es que tiene
un GPS metido en el culo —murmuró Zane.
Cameron resopló y Ty se permitió sonreír. Echó un vistazo a Zane, su única fuente
real de diversión, sonrió y se volvió su atención a la carretera.
—Bueno, aquí va un concurso –dijo—. Fue la última serie de preguntas que me
hicieron antes de aceptarme en los Recon.
Zane levantó la vista del crucigrama para darle una mirada de soslayo.
—¿Estás tan aburrido? —preguntó en tono de complicidad.
Ty se encogió de hombros.

~137~
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—Sólo estoy tratando de pasar el tiempo.


—Vivo para ser tu fuente favorita de entretenimiento –respondió Zane,
arrastrando las palabras—. ¿Cuáles son las preguntas?
Ty le miró de nuevo, levantando una ceja. Zane le dirigió una mirada inocente. Ty
bufó, pero seguía sonriendo cuando hizo la primera pregunta.
—¿Cómo metes una jirafa en un frigorífico?
Cameron gimió en el asiento trasero.
—Si la respuesta involucra cuchillos quiero salir del coche.
Zane inclinó la cabeza hacia un lado, las cejas juntas. Abrió la boca para responder,
hizo una pausa y entrecerró los ojos a Ty, luego tarareó.
—Abres la puerta y la metes.
Ty le miró, tratando de ocultar su sonrisa.
—Muy bien. ¿Cómo pones un elefante en un frigorífico?
Zane inclinó la cabeza contra el reposacabezas mientras tamborileaba con los
dedos sobre su muslo.
—Presiento que esta es una pregunta con trampa. La misma respuesta, sin
embargo.
Ty estaba sacudiendo la cabeza.
—Tienes que sacar la jirafa primero. —Miró por el espejo retrovisor a sus
prisioneros. Julian les estaba observando, con la cabeza ladeada mientras escuchaba.
Ty continuó—. El rey León está organizando una convención animal. Todos los
animales asisten excepto uno. ¿Cuál es?
—Oh Señor —dijo Zane en voz baja mientras sacudía la cabeza y miraba por la
ventana. Una risa suave detrás de ellos llamó su atención, y miró por encima del
hombro para ver a Cameron mordiéndose el labio, tratando de no sonreír.
Zane frunció la nariz y miró a Ty.
—Es como esas pruebas de la escuela primaria con toda una larga lista de
preguntas que responder, y todo lo que tenías que hacer era llegar a la pregunta tres,
poner tu nombre y entregarlo.
—¿Cuál es la respuesta? —pidió Ty a todos ellos.
—Me niego a participar en razón de que te odio tanto —murmuró Julian.
—Siento que debería saberlo —dijo Zane en voz baja.

~138~
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—¿Es el animal que el rey León está sirviendo para la cena? —Preguntó Cameron
con un matiz irónico en su voz.
Ty sacudió la cabeza.
—El elefante no está ahí —dijo Julian finalmente con voz irritada—. Porque acabas
de meterlo en el frigorífico.
—Correcto —dijo Ty mientras trataba de no sonreír—. La última pregunta. Hay
un río que tienes que cruzar pero está controlado por los cocodrilos, y no tienes un
barco. ¿Cómo cruzas al otro lado?
—¿Le pides al cocodrilo que te lleve? —dijo Cameron.
Ty sacudió la cabeza.
—Nadando —dijo Zane en su lugar.
Ty volvió la barbilla y lo miró pidiendo su razonamiento.
—¿Qué pasa con los cocodrilos? —preguntó Cameron.
—Los cocodrilos no están allí. Están en la convención —dijo Zane con un
encogimiento de hombros, y Cameron le frunció el ceño.
Ty sonrió antes de mirar a la carretera.
—Te das cuenta que esas son preguntas que hacen a los escolares para poner a
prueba sus habilidades de razonamiento, ¿no? —Julian siempre con ironía.
Ty asintió, sin dejar de sonreír.
—¿Entonces las respondiste correctamente cuando te las hicieron? —Preguntó
Zane.
—No —respondió Ty—. Para sus propósitos, se supone que no debes acertar.
Dijeron que me aceptaron no porque mis respuestas fueron erróneas, sino
precisamente porque fueron lo que querían oír.
—Estoy seguro de que no puedo imaginar lo que se te ocurrió —dijo Zane,
sacudiendo la cabeza—. Pensaste que yo elegiría desmenuzarlo lógicamente. Qué es
lo contrario de lo que tú haces.
—No estaba seguro de lo que harías —le dijo Ty con cariño.
—¿Si me hubieras hecho la última pregunta primero? Yo habría dicho que
disparar a los cocodrilos —admitió Zane.
Ty sacudió la cabeza, sonriendo.

~139~
Abigail Roux

Armados y Peligrosos
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—La respuesta de Grady fue construir un puente —murmuró Julian desde el


asiento trasero.
Ty miró por el espejo, sorprendido.
—Eso es correcto.
—¿Cómo lo sabes, Julian? —preguntó Cameron.
Julian levantó la vista, mirando a los ojos de Ty por el espejo.
—Porque es lo que yo habría dicho.
—¡Qué dulce! —murmuró Zane.
Los ojos de Ty permanecieron en el espejo antes de poder apartar la atención y
concentrarse en la carretera de nuevo. Se removió en su asiento, inquieto y deseando
no haber dicho nada.
—¿En que kilómetro vamos ahora? —Preguntó Cameron.
La mirada de Ty fue a un lado del camino, en busca de una estructura. Encontró
un paso elevado y una de las diminutas señales azules que había notado le decían el
decimal exacto del kilómetro.
—142.7.
Unos segundos más tarde, se encontraron con otro marcador de kilómetros.
—¿Cómo demonios hace eso? —preguntó Cameron y Zane rió entre dientes.
Ty miró por el espejo, sólo para descubrir los oscuros ojos de Julian mirándole. Se
dio cuenta que Julian sabía exactamente cómo lo estaba haciendo.
—¿Cómo terminasteis juntos vosotros dos, de todos modos? —Preguntó Zane,
ajeno al malestar repentino de Ty y los ojos de Julian perforándole un agujero en el
alma.
—Yo era su camarero —respondió Cameron.
—Qué... romántico —dijo Ty mientras honestamente trataba de encontrar una
palabra más apropiada.
—Lo fue —murmuró Cameron.
Ty y Zane se miraron. Ty suponía que nadie llamaría tampoco romántico al modo
en que ellos dos se conocieron. Sin embargo, el amor era el amor. Ty quería
desesperadamente alargar la mano y tocar a Zane. Se refrenó, apretando con los
dedos sobre el volante en su lugar.

~140~
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Armados y Peligrosos
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—Él es la cosa más importante en mi vida —dijo Julian, su voz baja haciendo eco
en lo que Ty estaba pensando.
—¿Cómo sucedió? —Preguntó Zane.
Julian levantó un dedo, el único movimiento que el método de sujeción de Ty le
permitía.
—El amor no es una cosa suave. He averiguado que lleva una porra y un látigo y
no le importa cuándo o a quién golpea.
—Mi caballero de brillante armadura —murmuró Cameron.
Zane no trató de contener su risa suave, aunque se fue apagando. Ty miró para
encontrar Zane mirándole con nostalgia.
—Algo así como ser empujado por un precipicio —dijo, sin apartar los ojos de Ty.
Julian se quedó en silencio por un momento, simplemente viendo a Ty y Zane.
Observándolos.
—No lo considero un problema. Amar a Cameron es fácil. Él es la razón por la que
trato con tanta fuerza de que no me maten —dijo con una pizca de lo que podría
haber sido humor.
—¿Y el peligro en que te pone?
—Casi lo perdí cuando traté de protegerlo de eso —respondió Julian sin pestañear,
ni siquiera dudando en decir las palabras mientras Cameron le observaba—. Le
oculté cosas, cosas que sabía le asustarían. Cuando se enteró de los verdaderos
peligros de estar conmigo, se asustó de verdad y se enojó conmigo por mantenerlo en
secreto y me apartó. Tuvimos una segunda oportunidad. Ahora nos decimos la
verdad. Él es su propio hombre, él toma sus propias decisiones. Mi conciencia está
tranquila en esa parte.
—Excepto cuando está a punto de morir congelado en una tormenta de nieve —
murmuró Ty mientras trataba de ignorar la espada que le cortaba la conciencia.
—Ty —susurró Zane, sacudiendo la cabeza.
Ty le bufó.
Pasaron unos minutos antes de que Zane finalmente preguntara:
—¿Cómo supiste que lo amabas?
—Es difícil de decir —respondió Julian pensativo—. Varias cosas, en realidad. La
más grande, sin embargo, fue el dolor insoportable que me causó pensar en la vida
sin él.

~141~
Abigail Roux

Armados y Peligrosos
Cut and Run 5

Cameron estaba sonriendo, mirando a Julian como si fuera la única cosa en el


mundo.
Julian rió.
—Algo tan tortuoso sólo puede ser amor.
Zane resopló, evitando cuidadosamente mirar a Ty.
—Veo que estás familiarizado con ello —observó Julian secamente.
Ty miró a Zane de nuevo, incapaz de evitar que sus labios se curvaran en una
sonrisa.
—Sí —dijo Zane mientras se daba la vuelta y se echaba hacia atrás en su asiento—.
Sí, estoy familiarizado con ello.

* *
Ty metió el sedán del FBI en el parking del área de descanso Comodoro Perry
justo cuando el sol se estaba poniendo. No nevaba, pero incluso en la autopista de
Ohio, había por lo menos quince centímetros de nieve, y cuando el viento helado la
levantaba, el polvo volaba a sus rostros y picaba todo lo que no estaba cubierto.
Bajaron las cabezas mientras luchaban contra el frío al edificio nuevo. Estaba
prácticamente vacío, con un montón de espacio abierto en el vestíbulo de forma
hexagonal en torno a una tienda central.
Zane sujetaba con fuerza el brazo de Julian.
—Ooh, Starbucks —dijo Cameron mientras se inclinaba hacia la hilera de tiendas a
su derecha.
—Pensaba que retostaban sus granos —refunfuñó Ty.
Cameron resopló.
—Me gustaría conseguir un poco de chicle o algo así —dijo Julian a Zane mientras
Ty llevaba a Cameron hacia los baños.
Zane le miró y murmuró mientras estudiaba los estrechos pasillos de la tienda.
—Prueba algo allí y te doy una paliza.
Julian le dio un solo movimiento de cabeza.
Zane le acercó a la tienda, echando un último vistazo a los baños. Julian y él
deambularon por los pasillos de la tienda. Zane viendo a Julian y Julian buscando
algo que no parecía encontrar. Cuando llegó a un paquete de chicles, las manos
esposadas derribaron una fila completa de condones y cajas de tampones.

~142~
Abigail Roux

Armados y Peligrosos
Cut and Run 5

Julian maldijo en voz baja, mirando a la encargada mientras levantaba las manos
para mostrar a Zane que estaban vacías. Zane suspiró y la chica también. Les estaba
mirando con un cauteloso ceño fruncido. Zane saludó con la mano y sonrió, y
cuando volvió a mirar a Julian, el hombre se agachaba para recoger las cajas. Zane
observó sus movimientos de cerca, asegurándose de que no estaba haciendo nada
nefasto. Luego sacó un paquete de chicles de la estantería y le llevó al mostrador.
Cinco minutos y un descanso para ir al baño más tarde, se encontraron con Ty y
Cameron en la cola para el café.
—¿Todo bien? —Preguntó Ty.
Zane se permitió un momento para simplemente mirar a su compañero. Asintió
con la cabeza antes de que Ty pudiera preocuparse. Se miraron a los ojos, y Ty
comenzó a sonreír antes de apartar la mirada.
No podían llegar a casa lo bastante pronto.
Llenaron el tanque de gasolina, Zane dejó a Julian bajo el viento frío para que
estirara las piernas y dejara de quejarse, y luego salieron a la carretera de nuevo. Una
hora más tarde se estaban acercando a Cleveland. Zane miró pasar la torre de agua
del Condado de Erie y se dio cuenta que le estaba entrando sueño. Se frotó los ojos y
miró a Ty.
—¿Estás bien?
Ty sacudió la cabeza hacia un lado y asintió.
—Un par de horas más y conseguiremos algo de comer y un poco de cafeína. Creo
que podemos llegar a DC esta noche si los dos conducimos.
Zane asintió.
—Duerme —susurró Ty—. Te despertaré cuando sea tu turno.
—Ah. Eso es muy dulce —dijo Julian con voz irónica.
Ty y Zane le ignoraron.
Zane estiró la mano para echar el asiento hacia atrás, preferiblemente sobre la
cabeza de Julián, pero tan pronto como sus dedos encontraron el botón, el coche hizo
un sonido de chisporroteo.
Ty levantó la mano del volante y miró los medidores.
—¿Qué fue eso? —Preguntó Cameron. El coche se sacudió y empezó a frenar.
Ty se las arregló para llevar el coche fuera de la carretera antes de que muriera por
completo. Resopló, se quejó y se detuvo con una sacudida. El motor se quedó en

~143~
Abigail Roux

Armados y Peligrosos
Cut and Run 5

silencio, lanzando el coche a un silencio de otro mundo en un paisaje cubierto de


nieve.
—¿Qué? —Dijo Ty con irritación.
—¿Acaso nuestro coche acaba de morir? —preguntó Cameron con un borde del
pánico en su voz—. ¿Nos vamos a congelar?
—Sí —respondió Ty mientras se pasaba la mano por la barbilla.
Zane miró a su alrededor. La luna estaba en plena vigencia, se reflejaba en el
manto de nieve. Podían ver a kilómetros y no era una visión reconfortante. No había
nada a su alrededor. Ni siquiera el resplandor de luces en el cielo nocturno que
significaría un centro comercial o un pueblo pequeño a unos pocos kilómetros.
—Maldito Ohio —murmuró Zane.
Ty exhaló, y el aire frío se heló con su aliento lentamente.
—Cross —dijo con voz engañosamente tranquila—. ¿Qué has hecho?
—No he tocado el vehículo, agente Grady.
Ty miró a Zane, apretando la mandíbula.
—¿Qué hizo en esa área de descanso?
—Comprar chicles. Derribó algunos condones. Echó una meada, y se paró en
medio del frío.
Ty se frotó los ojos, bajando la cabeza.
—¿Has puesto un condón en el tanque de gasolina? —preguntó a Julián.
Este se quedó en silencio.
—Has puesto un condón en el tanque de gasolina
Zane se volvió para mirar a Julian.
—¿Cómo haces eso?
Julián miró hacia otro lado, encontrándose con los ojos de Cameron.
—Si empezamos a congelarnos nos comemos a Cameron primero –gruñó Ty antes
de desabrocharse el cinturón de seguridad y salir del coche.

* *
Julian tuvo que contener una sonrisa cuando los dos agentes del FBI se bajaron del
coche. Podía sentir el frío filtrarse a través de los cristales de las ventanillas, y si bien
no era ideal estar tirados donde estaban, tendría que servir.

~144~
Abigail Roux

Armados y Peligrosos
Cut and Run 5

—¿De verdad has matado el coche? —preguntó Cameron en voz baja.


—Tienes que darme algo de crédito por ser subversivo.
—Sí, morir de frío en el centro de Ohio, en realidad me excita.
Julian sonrió, riendo entre dientes mientras miraba por la ventanilla a Ty y Zane.
Estaban de pie en la parte delantera del coche, Zane calmado mientras hablaba, Ty
gesticulando salvajemente en lugar de usar palabras. Estaban discutiendo algo muy
acaloradamente.
—¿Por qué están peleando?
Julian podía hacer conjeturas.
—Yo diría que Grady me quiere disparar. Garrett le está diciendo que no,
demasiado papeleo. Entonces Grady se moverá para ver cómo conseguir ayuda.
Garrett le sugerirá que llamen a una empresa de alquiler, Grady será más... ilegal, y
probablemente querrá ir a robar uno.
Cameron se rió.
—Oye, Cam. Cuando haga mi movimiento, quiero que apuntes a los puntos de
presión, como te he enseñado y luego corre.
—Julian.
—Lo digo en serio, amor. Estos hombres nos están entregando a nuestro fin. O me
matan, o seré reclutado de nuevo al servicio, y en cualquier caso, no se te permitirá
venir conmigo. ¿Lo entiendes?
Cameron le miró a los ojos, tragó saliva y asintió.
Julian dejó que sus ojos se deleitaran en su amante unos momentos, y luego volvió
a mirar a Ty y Zane. Para su sorpresa, Ty se había vuelto y estaba caminando a través
del campo blanco de la nieve hacia un camino lateral al otro lado de una valla.
—Que me condenen —susurró mientras miraba a Ty apoyar una mano en un
poste y saltar sobre el alambre de púas.
—¿Qué?
—Se va.
La puerta principal se abrió y Zane se deslizó en el asiento del pasajero. Trajo una
ráfaga de aire frío con él antes de cerrar la puerta.
—¿Vas a dejar que se aleje en la nieve? —preguntó Cameron.
—Volverá —les aseguró Zane, tan tranquilo y firme como siempre.

~145~
Abigail Roux

Armados y Peligrosos
Cut and Run 5

Julian miró a la figura que se alejaba de su compañero en la distancia. Esto no iba


cómo había planeado. Julian había anticipado que llamarían a una agencia de
alquiler, intercambio de vehículos, los dos agentes distraídos y bastante irritados
para poder caer sobre ellos mientras era trasladado. No había esperado que Ty se
largara en medio de la oscuridad, solo.
—Agente Garrett, aunque no finjo que me gusta tu compañero especialmente,
tengo que expresar cierta preocupación por este plan.
—Tu preocupación es anotada –dijo Zane, su voz forzada y brusca.
—Está por debajo de cero ahí fuera, Garrett.
—Julian —susurró Cameron.
Julian le miró y se humedeció los labios, tratando de forzar a sus hombros a
relajarse. Quería escapar, pero no quería ser responsable de la muerte de cualquiera
de estos hombres. Ellos sólo estaban haciendo lo que les habían ordenado, al igual
que él había hecho durante tantos años.
Zane volvió la cabeza para mirar hacia atrás.
—Si alguno de vosotros dos conociera a Ty como yo, estaría más preocupado
porque nos congeláramos nosotros que él.
Una hora más tarde, un par de faros brilló detrás de ellos, sacándolos de un sopor
inducido por el frío. Julian estiró el cuello para ver el coche acercarse. Frenó mientras
se acercaba, revelándose como un camión o SUV de algún tipo. Julian habría
adivinado que era un vehículo más viejo por la forma de los faros. El conductor brilló
a la luz otra vez antes de bajar del sedán. Las luces no se apagaron y Julián apenas
pudo distinguir la figura que salió del SUV y dirigió hacia ellos.
Ty abrió la puerta del lado del conductor y se agachó para mirar.
—Nos vamos de paseo —dijo, con voz ronca y áspera.
Zane se bajó del coche y cerró la puerta. Abrió el maletero y Julian pudo sentirlos
sacando cosas de la parte trasera para cambiarlas de coche. Flexionó los dedos,
tratando de conseguir que la sangre bombeara. Si podían atrapar a Ty y Zane por
sorpresa ahora, después de que los efectos del frío los hubieran hecho más lento y
menos conscientes, entonces podrían ser capaces de tomar cualquier vehículo que Ty
hubiera encontrado y hacer una salida limpia.
Sus dedos estaban rígidos y fríos. Todo su cuerpo lo estaba. También se dio
cuenta, con cierto retraso, que su mente no estaba trabajando a toda velocidad. Ty y
Zane no eran los únicos que tenían frío y sueño.
—Mierda.

~146~
Abigail Roux

Armados y Peligrosos
Cut and Run 5

—¿Qué? —Preguntó Cameron, con voz débil.


—Me temo que mi plan ha fracasado. No esperaba que el intercambio durara tanto
tiempo.
—¿Tienes frío? —Susurró Cameron.
El maletero se cerró. Julian volvió la cabeza justo a tiempo para ver a Ty y Zane de
pie a la luz de los faros, las manos de Zane en la cara de Ty. Por un breve momento,
Julian pensó que se estaban besando. Cerró los ojos y sacudió la cabeza. Cuando
abrió los ojos de nuevo, Zane estaba simplemente sintiendo las mejillas de Ty para al
parecer comprobar que estaba caliente.
—Creo… que podría estar alucinando —murmuró Julian mientras trataba de
moverse lo suficiente para conseguir que fluyera la sangre.
Cameron no respondió, se limitó a mirar a Julian, con los ojos vidriosos. La puerta
se abrió de golpe junto al codo de Julian, y Ty se estiró para desbloquear sus esposas.
Lo sacó del coche, y la explosión de frío fue suficiente para que Julian jadeara.
—Frío, ¿no? —preguntó Ty entre dientes mientras empujaba a Julian en el pecho
contra el sedán.
Julián esperó a que Zane hubiera liberado a Cameron. Luego estrelló su codo
contra Ty, acertándole en la barbilla. Ty se tambaleó hacia atrás y Julián se giró, por
fin había conseguido derribar al otro hombre. Se volvió hacia él y Ty se apartó de su
puño, esquivando el golpe. En lugar de cuadrarse contra él para prepararse para la
pelea, Ty se abalanzó sobre él. Saltó, girando de lado en el aire y pateando a Julian.
Envolvió el brazo alrededor de su cuello. Un pie pasó entre las piernas de Julian, el
otro en la parte exterior de la rodilla. Luego tiró su cuerpo hacia los lados mientras
caía, envolviendo Julian y tirándolo al suelo.
Cuando golpearon la nieve, Julian estaba completamente inmovilizado, sus
piernas enredadas con las de Ty, encerrado en una llave mientras luchaba por
liberarse.
—¡Ty!
—Estamos bien —gritó Ty, su voz extrañamente calmada mientras Julián trataba
de encontrar un punto de presión o algo con lo que luchar—. Mete al chico en el
coche. Necesito tu ayuda.
Julian apretó los dientes.
—¿Por qué está un marine ex Recon entrenado en Sambo ruso?
Ty no contestó, simplemente apretó su agarre sobre Julian para que no pudiera
hablar mientras ambos se estremecían en el frío que les calaba.

~147~
Abigail Roux

Armados y Peligrosos
Cut and Run 5

* *
Zane se apresuró a asegurar a Cameron en el SUV antes de salir corriendo hacia el
otro lado del coche sacando el arma.
Los dos hombres estaban en el suelo, Ty envuelto alrededor de Julián y
sujetándolo con su cuerpo. Parecía que estaban enlazados como dos cucharas.
Zane gruñó en voz baja y se inclinó sobre ellos.
—Dejad de enredar. Me estoy congelando —les dijo, y luego puso el cañón de su
pistola en la frente de Julian y lo agarró por el cuello.
Le pusieron de pie, Zane manteniendo su arma sobre él mientras Ty le empujaba
al otro vehículo.
Zane no sabía dónde había encontrado Ty el viejo Bronco II, pero Zane se alegró
de que lo hubiera hecho. Ty usó cada trozo de cuerda elástica, cuerda normal y
esposas que tenían para atar a Julian en la parte trasera del bronco. Luego movieron
a Cameron hacia él y le ataron también.
Cuando finalmente estuvieron todos en el coche y la calefacción funcionando,
Zane sentía como si pudiera respirar fácilmente otra vez. Echó un vistazo a Ty.
—¿Dónde encontraste esto? —preguntó, sin poder evitar la diversión.
—Un granero viejo cerca de la torre de agua que pasamos. Tenía una culata
agrietada. Encontré una para sustituirla en un Ranger cercano y le hice el puente. No
irá lejos, pero nos llevará a un hotel.
Zane le miró durante un segundo antes de mirar detrás de ellos. Ambos
prisioneros estaban atados, bloqueados por el asiento trasero. Zane se acercó y puso
su mano sobre el muslo de Ty, apretando.
—Bien hecho —susurró.
Ty puso su mano sobre la de Zane, dejando que sus dedos se unieran. Le miró y le
dio una sonrisa tensa. Zane no apartó la mano mientras conducían hacia la noche.

* *
—Hemos encontrado el coche, señor –dijo el agente X a su jefe mientras
permanecía de pie al lado de la carretera en medio del frío.
—¿Lo han abandonado?
—No, señor. Parece que se averió. Sospecho que el tanque de gasolina es el
culpable.

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Cut and Run 5

—¿Por qué?
—El motor está bien. El coche no arranca. Creo que Cross lo saboteó. Dejaron las
llaves puestas, y hay señales de lucha al lado de la carretera. Había otro coche aquí,
posiblemente, un camión o SUV. Creo que robaron el coche y cambiaron.
—¿Tienes un plan?
—Sí, señor. Se llevaron su ticket de peaje. Tienen que salir de la autopista. Tan
pronto como salgan, sabremos qué salida tomaron e iremos hacia allí.
—Muy bien. Mantenme informado. Tenemos que atrapar a Cross antes de que lo
entreguen.
—Sí, señor.

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Abigail Roux

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Cut and Run 5

Capítulo 10

Veinte minutos después de que Ty les dejara y les dijera que iba a esconder el
coche robado, todavía no había vuelto. ¿Cuánto tiempo tardaba en tirar un Bronco
averiado en la Macedonia rural, Ohio? Zane suspiró y miró a Cameron, que estaba
sentado incómodamente en la otra cama, mirando hacia el cuarto de baño donde Ty
había dejado Julian esposado a las cañerías de nuevo.
—Vamos —dijo Zane bruscamente, agitando una mano hacia el cuarto de baño.
Cameron parpadeó y luego sonrió agradecido.
—Gracias —dijo, y se apresuró a unirse con Julian.
—Deja la puerta abierta —dijo Zane cuando Cameron desapareció en el interior—.
Sólo recuerda que puedo dispararle antes de que pueda llegar a la puerta.
Zane se quitó la chaqueta y la colgó en el fregadero de la pequeña cocina antes de
dejarse caer a los pies de la cama. Estaba cansado. Este viaje estaba poniendo a
prueba su paciencia. ¿Y qué demonios le estaba llevando a Ty tanto tiempo?
Pasaron otros diez minutos, tal vez más, antes de que hubiera un rasguño en la
puerta y Zane oyera el golpe de la tarjeta llave. Ty entró en la habitación, la cara
enrojecida por el frío, con nieve derritiéndose en los hombros. Llevaba una bolsa de
papel pequeña.
Miró por la habitación mientras entraba.
—¿Dónde están?
Zane apretó los dientes y se tragó la aguda observación que era su respuesta
instintiva.
—En el cuarto de baño –dijo.
Ty asintió secamente.
—Eso no le retendrá toda la noche —dijo, sin siquiera molestarse en tratar de
explicar por qué caminar un kilómetro o dos bajo la nieve le había llevado casi una

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hora. Zane jugó en su cabeza a las explicaciones posibles y la discusión resultante y


decidió no ir allí. Ty había caminado mucho en la nieve esta noche.
—Nuestras opciones son bastante limitadas.
—¿Qué has pensado? —preguntó Ty. Se quitó la chaqueta, luego la arrojó sobre la
pequeña mesa que había entre la televisión y la cocina americana.
—Pensé en esposarle a las patas de la cama, pero es basura. Probablemente la
rompería —respondió Zane.
Ty se le quedó mirándolo, esperando a que continuara, y Zane resistió el impulso
de fingir morderle. Los ánimos estaban cada vez más tensos y no ayudaba que no
pudieran tocarse o ni siquiera hablar abiertamente entre sí en presencia de sus
prisioneros. Zane se recordó que debía mantener la calma.
—Podríamos atarle a la nevera. Incluso si lograra soltarse, no iría muy lejos
rápidamente.
Ty asintió lentamente.
—¿Cómo? —preguntó con una voz plana.
Zane se encogió de hombros, la mente agitada.
—¿Usando su cinturón y la rejilla del frío? Atarla a la espalda.
—Y esencialmente darle una bonita arma afilada de metal cuando se suelte –dijo
Ty, sonando disgustado. Cogió la bolsa que había estado llevando y la abrió para
extraer un bote de benadryl de la gasolinera. Lo sostuvo en alto, mirando a Zane con
gravedad.
—¿Cuántas de estas se necesitaría para derrumbarlo?
Zane miró el bote, luego a Ty, y quedó muy claro lo lejos que Ty había sido
empujado: demasiado lejos.
—Por supuesto que no. No le vas a drogar.
—Y él no va a asfixiarnos a uno de nosotros mientras dormimos —dijo Ty, voz
aguda y grave—. No sé tú, Zane, pero estoy cansado. Estoy jodidamente cansado, y
temo dormirme esta noche, bajar la guardia, y no despertar.
—Eso no va a suceder. Si necesita dormir, duerme. Puedo permanecer despierto.
—No, no puedes. ¡Estás tan exhausto como yo! —Ty arrojó el bote de benadryl
sobre la mesa y sacó la pistola de la funda para ver el cargador.
Zane inspiró profundamente por la nariz, aferrándose a su paciencia con todo lo
que tenía.

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—Necesitas dormir, porque nunca intentarías esto en tu sano juicio. Noquearlo,


atarlo, joder, desnudarlo, pero no vas a drogarlo. —¿Y si Cross tenía alguna reacción
loca a las drogas como Ty y moría? Burns les perdonaría algunos daños en la
superficie, pero muerto no iría bien.
Ty empujó el cargador, el ruido inconfundible en la habitación del hotel por lo
demás tranquila.
—Tienes razón. Plan B entonces —dijo con voz engañosamente tranquila. Se
apartó de la mesa y se dirigió al cuarto de baño, con la pistola todavía en la mano.
Zane no estaba seguro de qué era peor. Estaba seguro, de acuerdo, casi seguro,
que Ty no dispararía a Julian. Bueno, un poco seguro. Quizá.
—Grady... ¿qué vas a hacer? –gritó, al oír el miedo en su voz.
Ty no le respondió. Zane le oyó abrir la puerta y ladrar a Cameron para que
saliera. Zane se pasó una mano por los ojos y esperó, usando el tiempo para
enumerar los posibles escenarios del peor caso, las consecuencias, la cantidad de
papeleo involucrado, y si alguno de los escenarios les proporcionaría un poco de paz
y tranquilidad, más pronto que tarde. Ahora que lo pensaba, drogar a Cross sólo un
poco tal vez no fuera tan mala idea.
Zane puso los ojos en blanco. Estaba privado de sueño; sólo el hecho de que
hubiera pensado eso era una prueba.
Ty agarró a Cameron por el brazo y lo empujó hacia la suite. Zane vio que el
hombre tropezaba contra la mesa, derribando el bote de benadryl.
—¿Qué está pasando? —Preguntó Cameron, frotándose la cadera.
Zane negó con la cabeza.
—Es mejor permanecer fuera del camino —dijo, señalando con el pulgar hacia la
cama. Cameron asintió, con los ojos fijos en la puerta del baño.
Un momento después, Ty arrastró a Julian fuera del baño, algo más bien ruidoso
ya que Julian estaba amenazando a Ty con todo tipo de daño corporal si tocaba a
Cameron de nuevo. Zane estaba bastante seguro de que la única razón por la que
Julian no se resistía era el arma en la mano de Ty. Cameron tuvo que apartarse del
camino cuando Ty empujó a Julian hacia delante y lo estrelló contra la mesa,
empujando desde atrás y presionando su cara y pecho contra la mesa.
Ty le había hecho eso a él un par de veces. Sólo que nunca había presionado el
cañón de la pistola a la base del cráneo como hacía ahora con Julian. Se le ocurrió que
probablemente debería frenar a Ty pronto. Se suponía que él debía ser el cumplidor

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de las reglas de los dos, el que evitaba que su compañero cargara alegremente y se
metiera en serios problemas.
—Probablemente no deberías lisiarle —dijo Zane con preocupación.
Julian volvió la cabeza lo suficiente como para encontrarse con los ojos de Zane.
Por primera vez desde que lo habían recogido en Chicago, el hombre parecía
preocupado. No parecía asustado como una persona normal estaría en esa situación,
pero parecía estar reconociendo que Ty había llegado al final de su cuerda y podría
dispararle.
—Él ya se había soltado —dijo Ty a Zane con los dientes apretados. Estaba usando
todo su cuerpo para mantener a Julian atrapado debajo de él.
Zane miró a Cameron, quien le miró con grandes e inocentes ojos de gacela.
—Tú eres el siguiente —advirtió al hombre más joven. Cameron se echó hacia
atrás, la culpa escrita por todo él.
Ty dio la habitación una última mirada mordaz, obviamente en busca de algo para
asegurar a Julian y que le retuviera toda la noche. Pero Zane sabía que no había nada
en la habitación que fuera a aliviar la preocupación de Ty, o la suya, lo suficiente
como para dejarlos dormir.
Ty también lo sabía. Metió la mano en el bolsillo de atrás y sacó las esposas de
repuesto, empujando a Julian por la espalda con la parte afilada del codo. Julian hizo
una mueca, pero no profirió ningún sonido cuando le puso las esposas en una de sus
muñecas. Ty tiró del brazo detrás de él, y Julian soltó un jadeo de queja cuando su
brazo fue girado bruscamente.
—Vas a disfrutar de esto casi tanto como yo —le gruñó Ty. Luego cerró la otra
mitad de la esposa a su propia muñeca con un tintineo.
Los ojos de Zane se agrandaron mientras luchaba contra una ola de risa histérica.
¿Qué clase de perra voluble era el Karma para que les dieran estos casos locos?
Estaba a punto de comentarlo cuando Cameron se le adelantó.
—¿Qué vas a hacer? ¿Dormir con él?
—No, Cam, ¡vamos a bailar lento! —gritó Ty. Arrojó el arma a Zane, donde Julian
no pudiera alcanzarla, dio un paso atrás y sacudió el brazo de Julian para levantarlo.
Zane cogió el arma por puro reflejo. De todas las cosas que Ty podría haber
optado por hacer, esta no había estado en las diez primeras. Estaba a punto de
ofrecer un comentario grosero cuando las profundas sombras bajo los ojos de Ty le
detuvieron y asintió su consentimiento.

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El modo en que se peleaban Ty y Julian le recordaba a ellos dos cuando se


conocieron por primera vez. ¿Qué se había desencadenado para pasar de odiarse
mutuamente como estos dos, a amarse como hacían ahora? Algo del azar del destino,
la mezcla de oportunidades. Zane no lo sabía, pero le daba gracias a Dios todos los
días.
Ty y Julian estaban cara a cara, ahora atados juntos para pasar la noche. Ty levantó
las llaves de las esposas para que Julian pudiera verlas, y luego las arrojó a Zane
también. Este estaba cansado de que le arrojaran cosas. Se guardó las llaves y empujó
el arma de Ty en la parte posterior de la cintura del pantalón.
—A menos que me asfixies mientras duermo y me muerdas el brazo, no veo que
puedas salir de esta –dijo Ty a Julian.
Julian estaba respirando con dificultad, obviamente, tratando de calmarse. Luego,
sus hombros se hundieron, y asintió minuciosamente.
—Una tregua para la noche —dijo, suave voz—. No voy a romperte el brazo para
escapar, y tú no vas a romperme el cuello en medio de un flashback de guerra.
Ty entrecerró los ojos.
—Trato hecho.
Zane miró de nuevo a Cameron, de pie a un lado como un espectador en una
pelea de gallos.
—Supongo que vosotros ocupareis esa cama —dijo Zane, odiando el pensamiento.
Él y Ty apenas entraban en la cama doble juntos, y eran amigos, por decir algo. No
habría forma de que dos grandes hombres como Ty y Julian pudieran hacerlo sin
tocarse.
Cuando volvió a mirar, Ty le miraba fijamente. Parecía que no había dormido en
una semana, peor de lo que estaba antes de haber salido huyendo de Baltimore hacía
apenas unas semanas. No había dado detalles, pero su caminata por la nieve hasta
encontrar un coche tenía que haber sido terrible.
Julian estaba jugando con la manga de su camisa, y cuando levantó el brazo, tiró
de la mano de Ty. Miró a Ty y agitó las manos en una rara muestra de frustración.
—Por fin tengo la oportunidad de dormir en una cama, ¿y ni siquiera puedo
quitarme mi camisa?
—Cállate –gruñó Ty y empujó a Julian hacia la cama. Le dio una última mirada de
Zane, y este le miró a los ojos el tiempo suficiente para asentir, esperando transmitir
su aceptación tácita de la situación. No tenía que gustarle; sólo tenía que llegar a
mañana.

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Abigail Roux

Armados y Peligrosos
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* *
Cameron se disparó hacia arriba, el pulso acelerado, cuando una alarma
penetrante resonó en la oscuridad ahora iluminada por luces rojas intermitentes de
pequeñas cajas en el techo. Sonaba tan alto que tuvo que taparse los oídos, y jadeó en
busca de aire, tratando de despertar y recordar dónde estaba y por qué Julian no
estaba con él.
Se oyó un grito y otro de dolor de la cama de al lado, seguido de un golpe lo
suficientemente fuerte para ser escuchado sobre la alarma a todo volumen.
Vio una sombra alta que se movía delante de él y se relajó.
—¿Julian? —Gritó, tratando de hacerse oír por encima de la alarma.
Pero no fue a Julian a quien vio cuando la sombra se detuvo al pie de la cama
hundida. El cerebro de Cameron finalmente pateó los detalles: era Zane de pie
delante de él, estaban en un motel siniestro en algún lugar de Ohio; y Julián estaba en
la cama de al lado, durmiendo esposado a Ty.
Cameron empezó a tratar de salir del hueco en el centro del colchón, pero Zane ya
estaba encendiendo la luz. Necesitó otro meneo y un empujón para salir de la cama
chirriante, y por fin pudo ver a Ty y Julian. O por lo menos ver dónde se suponía que
debían estar.
Ty estaba tumbado de lado sobre la cama matrimonial, sobre el vientre, con el
brazo extendido sobre el borde de la cama hasta el punto de que sus músculos
estaban tensos bajo la delgada camiseta. Cameron podía ver la mano de Julian
sobresaliendo por encima del borde del colchón, los dedos flojos y unidos a las
esposas en las muñecas de Ty.
Cameron hizo una mueca y se apresuró a agacharse junto a Julián, que estaba
tirado en el suelo, el brazo vuelto en un ángulo incómodo.
—Julian, ¿estás bien?
Julián gimió y giró los hombros, tratando de levantarse del suelo mientras aún
estaba en esa posición.
—Estoy bien —murmuró mientras alargaba un brazo hacia Cameron.
Este se inclinó para deslizar un brazo por su cintura y ayudarle a ponerse de pie.
Cuando alzó la mirada, Zane estaba allí de pie, mirando las esposas.
—Con cuidado —dijo Zane, agarrando la muñeca esposada de Julian y
manteniéndola inmóvil, deteniendo el movimiento de tirón—. ¿Ty? ¿Estás bien?

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Abigail Roux

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—Sí —dijo con voz tensa. Se puso en cuatro patas y sacudió la cabeza—.
Intentamos ir por caminos opuestos.
Julian se frotó el hombro e hizo una mueca. La cadena entre ellos resonó en tono
acusador.
—Al parecer, o peso más que él o salí más rápido —murmuró con un toque de una
sonrisa.
—Y entonces caíste de culo.
Antes de que nadie pudiera responder, la alarma se apagó tan repentinamente
como había comenzado.
Todos se quedaron mudos en el silencio que siguió, la respiración agitada de Ty
era el único sonido que se escuchaba.
Julian movió el brazo, girando su hombro, y Ty dejó que su mano siguiera el
movimiento.
—Estoy bien —refunfuñó Julian.
—Mentiroso —dijo Cameron—. ¿Deberíamos comprobar si hay un incendio de
verdad?
—Llama a recepción —sugirió Ty. Todavía estaba frunciendo el ceño, y parecía
extrañamente obsesionado por los acontecimientos de la noche. Las palabras de
Julián sobre tener flashbacks ahora parecían más que burlas entre los dos hombres.
Zane se movió hacia el teléfono y llamó a recepción. Después de un momento de
escuchar, colgó.
—Hay un cortocircuito en alguna parte. Tienen gente que viene a arreglarlo.
—¿Cuánto tiempo llevará? —preguntó Cameron, alejándose de mala gana de
Julian para permitirle trabajar el calambre del hombro. Acababa de decir la última
palabra cuando la alarma volvió a sonar durante unos cinco segundos y se calló.
—Respuesta a esa pregunta —murmuró Zane.
Ty se sentó en el borde de la cama y se frotó los ojos. Julian se vio obligado a dar
un paso más cerca, cernirse sobre él y parecer furioso.
—Siéntate y cálmate —dijo Zane a Julian—. O puedo romper las cuerdas elásticas
y atarte las muñecas a los tobillos. Es muy bueno para la circulación.
Julian volvió la cabeza para mirar a Zane, y Cameron reconoció la mirada en sus
ojos. Su amante estaba a punto de matar a alguien. Un vistazo a Zane reveló la
misma mirada y eso le puso muy nervioso. Zane y Julian se parecían demasiado para
su comodidad.

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—¿Por qué no esposarle a mí? —Preguntó Cameron.


—Porque no eres una fuerza de resistencia.
—¿Una qué?
—No estás exactamente intentando mantenerlo aquí —dijo Zane mientras
caminaba hacia la ventana y miraba afuera a través de las cortinas de gasa.
—Pero él.... —Cameron se detuvo, miró a la intensidad en el rostro de Julian, y
luego asintió—. Sí, está bien.
Ty todavía tenía la cabeza baja y se estaba frotando los ojos. Bufó pero no ofreció
nada a la conversación.
Zane les miró por encima del hombro, sus ojos yendo de persona en persona.
—Son las cuatro de la mañana, durmamos un poco más —dijo antes de pasar ante
la cama hacia el interruptor de la luz—. Vamos, Cam.
—Pero Zane… —comenzó Cameron.
Julian alargó la mano para agarrarle en la oscuridad.
—Cam —dijo en voz baja.
Cameron se volvió hacia su amante.
Julián le acercó más, presionando los labios a la oreja de Cameron.
—Está bien —susurró. Sus palabras fueron seguidas de otra explosión de la
alarma de incendios funcionando mal. Ty dio un tirón.
Cameron hizo una mueca al sentir que el brazo de Julian se sacudía.
—Muy bien —dijo.
Julian asintió y le soltó.
—Buenas noches, amor.
—Oh Dios –gruñó Ty.
En un ataque de frustración, Cameron resopló.
—¿No tienes a alguien que te echa de menos? ¿Alguien a quien tú eches de
menos? —La alarma interrumpió de nuevo.
Ty levantó la mirada hacia él, y hubo un destello extraño en sus ojos cuando la luz
se reflejó en ellos. Cameron se puso nervioso en el acto. Ty se puso de pie ante él.

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Abigail Roux

Armados y Peligrosos
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—¿Sabes que? Lo tengo –dijo Ty—. Y cuanto más tiempo me jodáis y alarguéis
esto, más tiempo estoy lejos, más tiempo estoy sin la persona que amo. Entonces, ¡qué
tal si coges tu puto consejo idiota sobre el romance y te lo metes por el culo!
Cameron sintió una punzada de vergüenza y dolor en el rostro ante la honestidad
contundente y la obvia frustración de Ty. Nunca había pensado en las vidas de los
dos agentes que habían sido arrastrados a esto. Retrocedió hasta que tropezó con
algo, sólo para darse la vuelta y descubrir que había chocado contra Zane, que estaba
observando a su compañero, con una leve sonrisa tirando de sus labios. Cameron
sacudió la cabeza y le rodeó, incapaz de decir algo en respuesta.
Zane apagó la luz y la habitación quedó en silencio. Tan pronto como Cameron se
acomodó en la cama, la alarma saltó a la vida de nuevo. Se acurrucó de lado, tirando
una almohada sobre su cabeza.

* *
Julian esperó a que Zane apagara la luz. Luego se sentó con cuidado en el borde
de la cama junto a Ty. Era reacio a hablar en absoluto; el estallido del agente lo había
pillado con la guardia tan baja como a Cameron. Odiaba absolutamente los
momentos donde los enemigos se convertían en hombres con emociones y
sentimientos.
—Entonces —dijo torpemente, haciendo una mueca en la oscuridad.
Ty suspiró ruidosamente. El silencio se prolongó hasta que Julian estuvo bastante
seguro que tanto Cameron como Zane se habían dormido una vez más.
Julian se esforzó por decir algo al hombre que fuera casi cortés, o incluso
civilizado. Pero seguía luchando contra el impulso casi abrumador de estrangularlo.
Se aclaró la garganta y se movió, llevando el brazo de Ty con él cuando se volvió.
—La última vez que me encontré esposado a alguien y tuvimos que dormir, nos
pareció que era realmente más cómodo…
—Dormir de lado en el brazo opuesto, sí —dijo Ty con un gesto solemne.
Julian se encontró mirando fijamente bajo la luz baja, sorprendido.
—Tú y tu compañero, no sois realmente agentes de campo corrientes, ¿verdad?
—Zane no es corriente en nada —dijo Ty, con voz suave y ronca.
Julian frunció el ceño, confundido por la respuesta al principio, pero se dio cuenta
de lo que Ty estaba haciendo. El hombre era tan bueno en evitar dar una respuesta
como Julian. Sólo que él lo hacía con una sinceridad tranquila que probablemente
funcionaba mejor que los métodos de Julian.

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Abigail Roux

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—Creo que acabo de descubrir por qué tú y yo nos odiamos tanto.


Ty soltó un bufido.
—Lo digo en serio. Tú y yo éramos la misma persona en una coyuntura. Tú
tomaste un camino y yo otro.
—¿Estás diciendo que eres mi gemelo malvado? —preguntó Ty. Su voz estaba
demasiado cansada para contener sarcasmo.
Julian frunció los labios, pensativo.
—Joder, sólo… tú toma este lado, yo me quedo con el otro, a ver si podemos
dormir.
Julian se acostó obedientemente, perturbado y distraído por sus nuevos
descubrimientos. Exteriormente él y Zane Garrett eran muy parecidos. Pero tal vez a
mayor profundidad, él y Ty Grady eran más parecidos de lo que ninguno de los dos
se sentía cómodo.
Como para acentuar sus pensamientos, la alarma de incendios sonó otra vez, y él y
Ty Julian se dispararon de la cama antes de que pudieran coartar el instinto. Se
sentaron juntos en la cama, tensos y mirándose el uno al otro en la oscuridad, hasta
que la alarma se cortó.
—Odio Ohio —murmuró Ty antes de dejarse caer sobre la cama.
—Amén —dijeron Zane y Cameron desde la otra cama.

* *
Zane se examinó en el espejo del baño mientras se secaba el cabello con una toalla
y luego la arrojaba sobre el lavabo. Colocando ambas manos en el tocador, se inclinó
hacia adelante, mirando la barba y los ojos cansados. Ty tenía razón: la barba no le
sentaba bien.
También estaba convencido de que dormir poco durante días y con su kilometraje
no era bueno para su salud o su aspecto.
—Tienes buen aspecto, Garrett —murmuró. Se levantó y sacudió su nueva camisa
antes de meter un brazo. Se estaba poniendo la misma ropa de nuevo, pero no era un
desastre. Y después de una ducha se sentía mucho mejor. Se dio unas palmaditas en
la espalda mentalmente por haber cogido desodorante, cepillo de dientes y pasta de
dientes en esa tienda de Chicago. Parecía que habían pasado semanas.
Llevaban cuatro días en la carretera. Habían sido días largos, e incluso las
normalmente divertidas payasadas de Ty le estaban crispando los nervios. Tener que
mantener constantemente su arma más o menos apuntada sobre Julian no ayudaba.

~159~
Abigail Roux

Armados y Peligrosos
Cut and Run 5

Estaba agradecido de haber conseguido al menos un poco de tiempo a solas con Ty y


dormir un poco, o se habría vuelto loco.
Se alisó la camisa antes de abrir la puerta del baño. Se sorprendió de encontrar no
sólo a Ty sino también Julian parados ante la puerta cuando se abrió. Antes de que
pudiera reaccionar, Ty extendió la mano y lo agarró del brazo, tirando de él hacia
delante y chasqueando la mitad de un par de esposas en la muñeca.
Se encontró esposado a su prisionero, que le miraba con una sonrisa sardónica.
—¡Ya! —Dijo Ty feliz.
Zane le miró, incrédulo, antes de levantar la mano y darle una colleja.
—¿Qué demonios?
Ty bailó lejos de él para no arriesgarse a otro golpe.
—No pude encontrar nada sólido a lo que atarle y como no me dejas drogarle –
dijo mientras se frotaba la cabeza—. Y tú eres, ya sabes... bastante sólido.
—¡Puedes esposarle al maldito inodoro, no me importa, pero no a mí! –Levantó su
muñeca y la sacudió junto con el brazo de Julian—. Dame la llave.
—Estoy de acuerdo —dijo Julian.
La sonrisa aún en la cara de Ty hizo que Zane quisiera borrársela. Ya fuera con un
beso voraz o una buena patada a los dientes, no lo había decidido todavía.
Ty levantó las llaves de las esposas y negó con la cabeza mientras se las metió en el
bolsillo de los vaqueros.
—Te conseguiremos algo de Wendy’s —les dijo en lo que podría haber pasado por
un tono consolador.
Zane fue a darle otra colleja pero su compañero dio otro paso atrás y Zane estaba
atado a un objeto inamovible que era Julian, así que no pudo agarrarle antes de que
Ty rodeara la puerta. Cameron esperaba ahí, con aspecto inseguro y casi divertido.
—¿Qué pasa si se matan entre ellos? –preguntó a Ty. Parecía serio. Zane miró a
Julian, sintiendo la burbuja molestia justo empezando a hervir. Probablemente tenía
razón en estar preocupado.
Ty se rascó ociosamente la barbilla, mirándoles. Miró de reojo a Cameron.
—¿Apostamos?
Zane podía oír a Julian rechinando los dientes.
—Tú… —Zane se interrumpió antes de soltar una amenaza que no saldría de un
compañero. Un compañero de trabajo.

~160~
Abigail Roux

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Cameron miró a Julian durante un buen rato antes de inclinar la cabeza hacia un
lado y considerar a Zane también.
—Apuesto que no habrá sangre cuando volvamos. Y si gano, Julian y yo pasamos
la noche sin esposas en una cama.
—Cameron —dijo Julian, sonando sorprendido.
Ty lo consideró por un momento, y luego extendió la mano para estrechar la mano
de Cameron.
—Hecho.
Cameron se encogió de hombros y miró a Julian en tono de disculpa.
—Ahora, no estropees la apuesta —dijo, apretando los labios como si estuviera
ocultando una sonrisa.
—Vosotros dos sois verdaderamente cómicos —dijo Zane, levantando la mano
para señalar a Ty acusador antes de recordar que estaba atado a Julian, y la sacudió
con un gruñido de frustración antes de mirar a Ty con ojos entrecerrados—. ¿Sabes
esa amenaza que haces cuando te cabreo con juegos de palabras? Eso se te está
acercando. A lo grande. –Significaba que Ty no conseguiría que lo follara durante
mucho tiempo.
Ty sonrió, como si esperaba con interés el desafío.
—¿Qué te parece la opción benadryl ahora, enfermera Ratched? —preguntó.
Entonces hizo un gesto con la cabeza a la puerta, y él y Cameron se fueron antes de
que Zane o Julian pudieran amenazarlos otra vez.
Julian se quedó en silencio largo rato, los ojos entrecerrados, mirando a la puerta.
Zane pensó que estaban teniendo pensamientos homicidas, aunque no es que le
hiciera sentirse mejor. Si Ty no le traía un maldito bollo, le iba arrancar un trozo de
culo y no del modo que disfrutaría.
Tal vez. Frunció la nariz. Sabía muy bien que estaría sobre Ty tan pronto como
tuvieran al menos media hora ininterrumpida a solas. Podía follar a Ty dos veces en
esa cantidad de tiempo si estaba realmente motivado, y estaba realmente motivado
ahora. Sólo el hecho de que el sexo fuera su primer pensamiento en lugar de
estrangular a su compañero era evidencia suficiente.
Julian finalmente se aclaró la garganta y movió la mano, haciendo que las esposas
tintinearan. Miró de reojo a Zane, su expresión especulativa.
Zane alzó una ceja y esperó a lo que estaba seguro iba a ser un comentario
sarcástico velado con helada cortesía. Era el estilo de Julian.

~161~
Abigail Roux

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—Estoy empezando a odiarte —dijo Julian en su lugar.


Zane resopló, pensando en la noche anterior y sus pensamientos acerca de Ty y
Julian reflejando a ellos dos cuando se conocieron por primera vez.
—Sí, sé lo que quieres decir —murmuró. Levantó sus muñecas esposadas y
frunció el ceño.
—Podría forzarlas si tuviéramos algo adecuado —dijo Julian mientras giraba la
muñeca otra vez, llevando el brazo de Zane con él.
—Yo también, pero Grady también lo sabe —dijo Zane mientras miraba por la
habitación, sopesando las opciones—. Es muy cuidadoso.
—Sí, me vi obligado a arrastrarme tras él mientras se deshacía de todas las cosas
brillantes de la habitación –dijo Julian. Miró alrededor de todos modos, tratando de
encontrar algo que pudiera haber pasado por alto—. ¿Nos sentamos? —preguntó,
finalmente abatido.
—Puedo garantizar que no te vas a librar –dijo Zane en voz baja mientras se volvía
en su lugar y miraba las opciones de asientos. Estaban las camas, una silla al lado de
la mesa y el aparador bajo. Y por mucho que quisiera estar de mal humor, sabía que
ser un gilipollas no haría que el tiempo pasara más rápido—. Claro. Elige.
—Cama —dijo Julian en voz baja mientras daba un paso hacia la más cercana.
Zane le siguió de mala gana, contento de que no hubiera nadie más para ver esto.
Entrecerrando los ojos, Zane miró la mesa, donde había dejado su arma. Se había ido.
—¡Se llevó mi pistola! —Dijo Zane con indignación. ¡Ese hijo de puta! Sabía cómo
se sentía Zane al estar desarmado.
—Podrías plantear que se llevó mi arma —respondió Julian con un toque de
diversión.
—Entonces ya tiene más que su cuota justa –dijo Zane mientras golpeaba el lado
de Julian en el borde de la cama.
Julian se sentó recto y adecuado, con la espalda y los hombros rígidos. Sin
embargo, no se sentía tenso. Simplemente se sentó esperando. Zane se preguntó si él
había tenido ese aspecto, todo estirado con un palo en el culo, cuando conoció a Ty.
Con un resoplido, estiró las piernas hacia la cómoda y miró el reloj.
La falta de movimiento de Julián era casi una novedad después de tantos meses de
estar cerca de Ty. Era como estar sentado al lado de una estatua de piedra. Cuando
por fin se movió, fue para ladear la cabeza y mirar a la puerta.
—Creo que han vuelto —dijo, la voz mezclada con sorpresa.

~162~
Abigail Roux

Armados y Peligrosos
Cut and Run 5

Zane frunció el ceño mientras levantaba la mirada. Ni siquiera habían tenido


tiempo suficiente para ir a pie, mucho menos comprar comida y volver.
—Debe haber olvidado algo. —Pero no le encajaba. Ty no hubiera olvidado algo
cuando había planeado algo así. Zane apartó sus piernas para ponerse de pie,
sintiéndose incómodo.
Tan pronto como lo hizo, la frágil puerta fue pateada y una ráfaga de aire frío
fluyó en la habitación mientras dos hombros cargaban. Zane ni siquiera pensó;
agarró el neceser de cuero de Cameron de la cómoda y le dio un revés tan fuerte
como pudo a la cara del primer hombre. No sabía quiénes eran o qué querían, pero
su método de entrada era razón suficiente para golpearlos primero y preguntar
después. Cara de cuero levantó las manos con un grito, y el neceser detuvo su golpe
a la cabeza cuando reventó, esparciendo su contenido por todas partes.
Las acciones de Zane desequilibraron a Julian y tropezaron para caer contra Zane.
Julian se enderezó justo a tiempo de levantar una mano y bloquear el puñetazo de un
segundo hombre; luego le pateó y le envió al suelo. Eso puso a Julian entre Zane y
Cara de cuero, así que Zane clavó el tacón de sus zapatos en los intestinos de
Quemado por la alfombra.
Julian se giró con su movimiento, espalda contra espalda. Cayó hacia atrás cuando
las esposas y el brazo de Zane le impidieron avanzar más, pero consiguió dar un
puñetazo a Cara de cuero antes de ser tirado al otro lado y tambalearse al lado de
Zane. Este gruñó cuando sus hombros chocaron y deliberadamente dejó caer el brazo
izquierdo para que Julian pudiera mover el suyo. Pero los pocos segundos de
distracción le dieron a Quemado por la alfombra una ventana de oportunidad, y
levantó una pierna para patear, su zapato acertando a la mandíbula de Zane. El
retroceso le envió tropezando un paso atrás, tensando la cadena entre él y Julián, y el
dorso de las rodillas de Zane golpearon la otra cama.
Quemado por la alfombra atacó de nuevo, pero Julian tiró del brazo de Zane, y la
cadena entre ellos, golpeó con fuerza contra su cuello. Le atraparon y hubo un
crujido repugnante cuando cayó al suelo.
Pero Cara de cuero ya se había puesto en pie. Sostenía una pistola apuntando a la
cara de Zane, entrecerrando los ojos mientras miraba de uno a otro.
—¿Cuál de vosotros es Cross?
Zane se detuvo, con la mano libre cerrada en un puño y le echó un vistazo. Traje y
corbata, zapatos de cuero, pistolera estándar bajo la chaqueta del traje, gabardina
marrón. Su apariencia gritaba agente del gobierno, aunque Zane lo dudaba. ¿Por qué
irrumpiría otro agente en su misión? Lo que significaba trabajadores independientes,
sobre todo ya que buscaban a Crosss.

~163~
Abigail Roux

Armados y Peligrosos
Cut and Run 5

Julian señaló a Zane en respuesta a la pregunta. Zane le golpeó la mano.


—Estás interfiriendo en una investigación del FBI. Te sugiero que te retires —dijo
a Cara de cuero.
El hombre negó con la cabeza.
—Esto es un asunto de seguridad nacional. —Volvió el arma hacia Julian—. Tú
vienes conmigo.
Julian arremetió contra él con tanta rapidez que fue fácil pensar que lo imaginó.
Agarró la pistola y apretó la corredera, la mano libre se movió en una ráfaga y el
arma cayó de la mano de Cara de cuero. Julian giró hacia él con la corredera,
golpeándolo en la sien y derribándolo.
—Estás demasiado cerca —le dijo al hombre inconsciente.
Zane no podía dejar de admirar rápida reacción de Julian. Tendría que recordar
ese truco con la corredera.
—Eso fue... impresionante —dijo mientras se tocaba la barbilla dolorida. Sus
dedos salieron manchados de sangre del labio.
Julian se volvió hacia él. Se quedó mirando un momento y luego suspiró.
—Cam perdió su apuesta. Vamos a ver si uno de estos dos tiene un juego de llaves
de las esposas, ¿de acuerdo?
—Seguridad nacional —murmuró Zane mientras se agachaba junto al hombre que
habían golpeado en la garganta y comprobaba el pulso.
Julián tuvo que agacharse y dejar colgado el brazo para que Zane pudiera hacerlo.
—¿Muerto?
—No, pero puede que lo desee cuando despierte —dijo Zane, mirando el moretón
vívido que ya estaba apareciendo en la garganta del hombre. Comenzó a registrar en
los bolsillos de la gabardina del hombre y sacó una cartera. Lo que vio cuando la
abrió le revolvió el estómago.
Julian tarareó.
—Te lo dije —dijo de manera tranquila—. Tenemos que ir a buscar a Cameron y
Grady.
Zane estudió la identificación de entrada en Langley, y por lo que él sabía, era
legítima. La dejó caer, sacó el arma del hombre y la puso en el suelo junto a él, luego
sacó un juego de llaves.

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Abigail Roux

Armados y Peligrosos
Cut and Run 5

—¿Me vas a contar que está sucediendo realmente? —preguntó mientras se


inclinaba para coger el cargador de munición de la otra arma. Las dos eran Glocks
estándar, como la suya.
—Prefiero esperar a ver si puedo escapar de ti primero —respondió Julian con
franqueza.
—Es probable que puedas —dijo Zane mientras cogía la pistola y se levantaba, con
las llaves en la mano—. Eso no ayuda a Cameron. O el hecho de que la CIA quiere tu
culo.
—Tienes razón, por supuesto. Así que suéltanos y vámonos.
Zane se giró y presionó con calma la punta de la pistola contra el abdomen de
Julian, la culata rozaba el suyo, estaban tan cerca.
—Si vinieron a por nosotros aquí, podemos estar seguros de que también fueron
tras Ty y Cameron.
Julian no parecía perturbado por el cañón de la pistola en la barriga. Miró a su
alrededor y frunció los labios.
—La bolsa de Cameron todavía está llena. Agárrala y vámonos.
Zane asintió, pero empujó a Julian contra la mesa, recogiendo sus cosas lo más
rápido posible.
—Agarra sus cosas.
Julian lo hizo, y miró con ironía sus manos unidas. Zane no iba a soltarle.
—Cariño, no sabía que te importaba —dijo a Zane con una voz que era suave
como el terciopelo. Sin embargo, la ironía no pasó desapercibida en el tono.
—Le das un nuevo significado a la bola y a la cadena. Vamos —dijo Zane mientras
miraba el marco de la puerta rota.
El pasillo estaba despejado, aunque Zane podía oír el ascensor moviéndose. Salió
y Julian le siguió, sin ofrecer otro comentario sobre sus manos esposadas. Después de
un simple pensamiento, Zane se alejó del ascensor para caminar rápidamente hacia
las escaleras en el extremo más alejado del balcón. Podrían ser Ty y Cameron en el
ascensor. O no.
Una vez más, Julian se arrastró en silencio, colaborando hasta el punto de que era
sospechoso. En la puerta de la escalera, Zane se giró con una mirada seria y
calculadora.
—¿Qué? —Susurró Julian—. Estoy siendo bueno.

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Armados y Peligrosos
Cut and Run 5

—Eso es lo que me molesta —murmuró Zane. Con un movimiento de cabeza,


abrió la marcha a través de la puerta que daba a la escalera de hormigón.
No pudieron ser silenciosos mientras bajaban por las escaleras, pero estaban más
allá de la necesidad de ser sigilosos ahora. La velocidad era su amiga.
Zane sacó la cabeza por la escalera al llegar a la planta baja, y sin ver a nadie
alrededor, tiró de Julian y corrieron hacia recepción.
Llegaron a la entrada del hotel, la mirada salvaje mientras echaban un vistazo
alrededor en busca de más hombres con trajes sospechosos.
Mientras estaban allí, un sedán negro elegante entró derrapando en el parking,
tomando la curva cerrada y frenando en seco justo delante de Zane y Julian.
Zane dio un paso atrás, deseando haberse quitado las esposas en la habitación.
Tenían una mejor oportunidad de dividirse y dividir a sus agresores que luchar así.
Sintió a Julian prepararse junto a él, listo para el asalto final. Zane sacó su pistola.
La ventanilla lateral del conductor fuertemente tintada se deslizó hacia abajo, y
Zane tardó un momento en darse cuenta que estaba mirando a su compañero.
—¡Hora de jugar, niños! –gritó Ty, la voz urgente y brusca—. Les he derribado
pero no eliminado. Vendrán tras su coche.
Zane y Julián compartieron una mirada. Corrieron hacia la puerta trasera, ambos
se lanzaron al coche. Ty pisó el acelerador antes de que pudieran cerrar la puerta.
Cameron estaba sentado en el asiento delantero, mirando hacia ellos con los ojos
muy abiertos.
—¿Estás bien?
Julian asintió.
—¿Qué pasó?
—Dos hombres saltaron sobre nosotros en el camino para conseguir comida —
respondió Cameron—. Ty es como... un ninja golpeando. Les dio una paliza bastante
espectacular. Luego les robamos el coche.
Julian dejó escapar una respiración contenida.
—Este coche de la CIA es muy bonito –les dijo Ty mientras jugueteaba con los
botones—. ¿Por qué no puede el FBI darnos trastos como este?
Zane buscó en su bolsillo y extrajo las llaves de las esposas.
—Ty —dijo en voz baja.

~166~
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Armados y Peligrosos
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—Lo sé, lo sé, me puedes patear el culo más tarde —murmuró Ty—. ¿Dos
trajeados tras vosotros dos también?
—Sí.
—Parece que no somos los únicos que persiguen a MacGuffin aquí presente.
—¿En serio me vas a poner motes después de que casi haces que nos maten?
—No quieres motes, ¿qué tal si nos dices el verdadero?
—Chúpame, Grady.
—Eso suena escocés.
Julian se lanzó con una mano, con toda la intención de estrangular a Ty aunque
estuviera conduciendo. Zane extendió la mano y le atrapó, sujetándolo.
—Déjame hacerlo, Garrett, haría nuestra vida mucho más fácil —Dijo Julian con
los dientes apretados mientras luchaba por liberar su mano. No había rastro del
calmado y controlado Julian Cross que conocieron en Chicago.
Ty tenía ese efecto en casi todo el mundo.
Zane empujó a Julian contra el asiento para calmarlo. Levantó la mano y gruñó.
—Si alguien va a estrangular hoy a mi compañero, voy a ser yo.
Julian resopló pero finalmente asintió.
—Siempre que tenga la oportunidad de verlo.

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Abigail Roux

Armados y Peligrosos
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Capítulo 11

Mientras Ty estaba escondido a buen recaudo bajo el vehículo de la CIA,


desmantelando el GPS, Zane y Julian discutían sus opciones. Cameron estaba
sentado y escuchaba, como siempre hacía. Finalmente tomaron la decisión de que
tenían que llegar a DC lo más rápido posible, y para sorpresa de Cameron, Julian
coincidió en que ahora era a DC a donde querían ir, en lugar de escapar.
—El enemigo es demasiado poderoso. Necesitamos a alguien de nuestro lado.
Estos dos y su jefe tendrán que valer hasta que encontremos a alguien más grande —
explicó a Cameron.
Tenía sentido, a la manera de Julian.
Se dirigieron al aeropuerto más cercano, que resultó ser Pittsburgh. Ty y Zane no
mostraron sus placas en esta ocasión, prefiriendo un perfil bajo al pasar por los
controles de seguridad. Habían abandonado sus armas y carteras. Julian se
comportaba, permaneciendo cerca de Cameron. Todo salió a la perfección, lo que
puso de inmediato a todos ellos de los nervios.
Estando de pie en la fila con Zane para comprar un sándwich, Cameron vio como
Julian se movía por la amplia zona comercial del aeropuerto, con Ty a sólo unos
pasos detrás de él. Julian había asegurado a los agentes del FBI que no iba a ir
ninguna parte, pero Ty no confiaba en él.
Cameron no podía dejar de observar a su amante. Cuando otras personas notaban
a Julian, tendían a hacer una de estas tres cosas: mirarlo, alejarse deprisa, o algunos,
una combinación extraña de los dos. Cameron sacudió la cabeza, cuando un par de
chicas adolescentes se detuvieron y le miraron.
—A veces siento lástima por la gente —dijo Cameron una vez que Julian estuvo al
alcance del oído.
Julian levantó una ceja y le dio una sonrisa cariñosa.
—¿Y eso por qué?

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Armados y Peligrosos
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—Oh Dios, no le hagas hablar sobre sus sentimientos —murmuró Ty mientras se


les unía.
Cameron negó con la cabeza.
—Eres como un tiburón. Caminas por ahí y todos los pequeños pececillos se alejan
nadando.
Julian echó un vistazo alrededor de la habitación. Ty empezó a reírse en voz baja,
y Julián le miró por encima del hombro.
—Tío –dijo Ty cuando sus ojos se encontraron—. Tu novio te ha llamado tiburón.
Eso duele.
Cameron vio a Julian poner los ojos en blanco cuando apartó la mirada de Ty y le
devolvió la mirada. Cameron alzó un hombro. Oyó reír a Zane detrás de él.
—Aunque aprecio el espíritu de la observación, hay un defecto en tu teoría –dijo
Julian, bajando la voz mientras daba un paso más cerca.
Cameron trató de no sonreír.
—¿En serio? Porque te gusta morder.
—Oh Señor, demasiada información —murmuró Zane.
—Todo este viaje ha sido demasiada información, Zane —refunfuñó Ty.
Julian ignoró sus comentarios, girando hacia ellos con una simple sonrisa antes de
explicar.
—Un tiburón, aunque nos asusta, no es una amenaza para el pez pequeño a
primera vista. Nosotros sabemos lo que un tiburón puede hacer, el pez pequeño no.
Detrás de él, Ty se frotó los ojos.
—Oh Dios, ahora estoy realmente de acuerdo con él.
Cameron cambió su peso para mirar a Ty.
—¿Disculpa?
Ty levantó la vista y agitó una mano hacia el aeropuerto que les rodeaba.
—Los tiburones comen peces, ¿verdad? O focas o… lo que sea. Pero si una foca se
asusta al ver a un tiburón, entonces el tiburón nunca se acercará lo suficiente a la
foca para hacer nada.
Julian asintió, con aspecto moderadamente sorprendido de que Ty supiera de lo
que había estado hablando.

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Armados y Peligrosos
Cut and Run 5

—Lo que está diciendo es que si la presa reconoce al depredador como un peligro,
inmediatamente huye. Así que el tiburón regula su comportamiento. La mayoría de
las veces, los tiburones nadan pacíficamente entre bancos de presas, sin causar
problemas, sin ser nunca catalogado como un peligro, apenas notado por las mismas
cosas que caza.
Cameron miró entre ellos.
—Entonces… si no eres un tiburón, entonces, ¿qué eres?
Julián se estremeció, y para sorpresa de Cameron, se ruborizó cuando se miró los
zapatos.
—Siempre me he asociado más con un león —murmuró.
—Me lo creo –dijo Ty mientras se alejaba del mostrador para que Cameron
pudiera verlo con más detalle.
—No estoy convencido —dijo Cameron, cruzando los brazos. Miró por encima del
hombro a Zane—. ¿Tú crees que Julian se parece a un león?
—Me niego a responder a esa pregunta con el argumento de que es estúpido —
dijo Zane, imitando la forma de expresión de Julian, antes de ordenar su comida.
Cameron se volvió hacia Julian.
—¿Y bien?
—Los grandes felinos son los únicos depredadores de la tierra conocidos por
matar por diversión –aportó Ty casi alegremente.
—Whiskas —dijo Zane por encima del hombro en un tono plano.
—Dijiste eso antes, en el apartamento —recordó Cameron—. Cuando Ty cogió a
Wesson.
—Espera, ¿cogió a Wesson?
Cameron asintió.
—¿Cómo?
—Grady tiene una relación de codependencia con los grandes felinos.
—¿Por qué?
—Uno trató de comerme —dijo Ty, la respuesta impertinente.
—En realidad, eso explica muchas cosas —murmuró Zane para sí mismo, mirando
entre Ty y Julian.
Cameron puso los ojos en blanco.

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Cut and Run 5

—¿Por qué un león, Julian?


—Son grandes y territoriales. Se les teme al verlos sin importar si están cazando o
tomando el sol en una roca. Se aprovechan de los factores ambientales para cazar y
matar a sus presas. Y de vez en cuando se vuelven renegados.
—Y empiezan a matar por diversión —terminó Ty con una floritura de la mano.
Cameron alzó la nariz.
—¿Y tú que, señor Mato por diversión?
—Yo no mato por diversión.
—¿Quiero decir qué eres? ¿Un bulldog?
Zane dejó escapar una fuerte carcajada. Ty gruñó a los dos, ya no disfrutaba del
juego ahora que él era el foco.
Julian se volvió para mirarlo. Asintió con la cabeza como si llegara a una decisión.
—Ya ves, Cameron, de todos nosotros, el agente Grady es el verdadero tiburón.
Ty miró a Julian indignado.
Cameron entrecerró los ojos, estudiando a Ty, tratando de ajustar la descripción
que Julian había dado a lo que había visto de Ty. Julian y Zane giraron las cabezas
con sus imponentes miradas oscuras y auras taciturnas. Ambos eran sombríos y
controlados. Como tiburones patrullando su territorio mientras atravesaban una
multitud. Ty, sin embargo, de alguna manera le parecía un perrito juguetón,
dejándose caer, haciendo bromas, un rostro hermoso normalmente abierto y
sonriente.
Tal vez Julian tenía razón.
—¿Juegas al póquer? —preguntó Cameron a Ty.
—A veces —respondió Ty distraídamente, sin dejar de mirar a Julian—. ¿Qué
diablos quieres decir con que yo soy el tiburón? ¡No soy un tiburón!
—Eres un tiburón –dijo Zane mientras se alejaba del mostrador con una bebida en
la mano, aunque sus palabras sonaban envidiosas.
Ty le dirigió una mirada herida, y Cameron casi sintió lástima por él.
Julian asintió, satisfecho.
—De todos nosotros, él es a quien se acercaría alguien en problemas en busca de
ayuda —dijo Cameron. Hizo un gesto con la mano a Ty—. Por fuera no parece
peligroso, de hecho, todo lo contrario. Así que los pececitos heridos simplemente
nadan hacia él.

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Armados y Peligrosos
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—Está bien, es suficiente –gruñó Ty, tensando los hombros.


—Pero probablemente ha matado a más gente que yo y el agente Garrett juntos.
—Ahora estás siendo malo —murmuró Ty.
Zane se encogió de hombros.
—Recuerdas lo que dijo Clancy. Vas por ahí puteando y a la gente todavía le
gustas porque eres encantador. No puedes evitarlo.
—¡No estás ayudando, Zane!
—Tal vez Ty también es un gato grande —dijo Cameron, no se sentía cómodo con
la charla de cuántos muertos y todavía sintiendo lástima por Ty y la mirada herida
en sus ojos. Tal vez Ty era realmente un tiburón, peligroso y apuesto, pero aún así
lograba que sintiera lástima por él.
—No —murmuró Julian, todavía mirando a Ty—. Es un tiburón.
Cameron miró a Zane.
—¿Y él?
—Yo nací en el año del caballo —dijo Zane. Estaba apoyado contra el mostrador,
en espera de su pedido.
—Tú no eres un caballo –le dijo Ty, sonando ahora verdaderamente ofendido por
toda la conversación.
—Creo que tal vez... un oso. Un gran oso grizzly –dijo Cameron mientras
estudiaba a Zane.
—Un oso encaja —Julian estuvo de acuerdo.
—¿Un oso? —Zane se encogió de hombros—. Me han llamado cosas peores.
Ty se quedó en silencio, mirando a Zane con ojos entrecerrados.
—¡Oh! —Dijo de pronto, señalando a su compañero—. ¡Es un elefante!
Julian miró a Ty y luego a Zane, casi riendo, pero luego asintió, sorprendido de
nuevo.
—Eso es... encaja de manera inquietante.
Cameron tuvo que reír al ver la expresión del rostro de Zane. Estaba mirando a su
compañero con evidente incredulidad.
—¿Un elefante? —Dijo Zane.
—Son asesinos, hombre –le dijo Ty, la voz temblando de risa.

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—Por mucho que odio estar de acuerdo con él —murmuró Julian, haciendo señas
a Ty con una mueca.
—¿Un elefante? —Repitió Zane—. ¿Qué demonios?
—Pierden la calma, pisotean, cargan y provocan el caos todo el tiempo —dijo Ty,
su voz impertinente, pero con los ojos brillantes.
Zane se cruzó de brazos y entrecerró los ojos, frunciendo el ceño.
Cameron se aclaró la garganta y silbó cuando se volvió para mirar a Julian. Este
estaba tratando desesperadamente de no sonreír.
—Los elefantes son criaturas imprevisibles —dijo Ty a Zane, la voz baja y en tono
burlón serio.
Zane ladeó la cabeza hacia un lado.
—Y me lo dices tú.
Cameron se apartó de Zane y se agachó para recoger la segunda bandeja de
comida que habían estado esperando.
—¿Cómo sabes tanto sobre animales asesinos, de todos modos? Sé que no miras el
Discovery Channel, Julian.
Julian se pasó la lengua por los labios, compartiendo una mirada con Ty que era
extrañamente familiar, como si compartieran un secreto.
—Estudiar la forma en que los animales acechan es una forma efectiva para...
vender antigüedades.
—Sí —suspiró Cameron, manteniendo sus ojos en Julian y sacudiendo la cabeza.
Zane gimió y se frotó los ojos.
—Vamos, Simba, vete a comprarme un poco de limonada mientras encuentro una
mesa —dijo Cameron, enganchando su brazo con el de Julián.
Ty y Zane se mantuvieron detrás de ellos sólo un breve instante, mirándose el uno
al otro, antes de que Ty se separara para seguirlos. Cameron tuvo la muy clara
impresión de que se estaban comunicando en silencio y que discutirían sobre los
elefantes la próxima vez que estuvieran solos.
Cuando Ty se unió a Cameron en la mesa, sólo estaban ellos dos. Zane había ido a
encontrar un baño, y Julián estaba esperando en la fila para una limonada.
Cameron se sentó en la silla de metal con su sándwich mientras observaba a
Julian. Siempre era interesante observarle interactuar con extraños, tanto si era un
león o un tiburón o un oso de peluche. Era igual que cuando Cameron le había

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Armados y Peligrosos
Cut and Run 5

conocido: en su mayor parte silencioso, pero cuando hablaba tenía una voz suave e
iba al grano. Se había convertido en un desafío cuando le servía como su camarero en
Los Martes, el restaurante gourmet donde se habían conocido. Todavía le hacía
sonreír, pensar en cómo había estado tan seguro de que Julian ni siquiera sabía que
existía.
Ty se dejó caer de golpe a su lado y resopló, rompiendo su ensimismamiento.
—¿Sabes cómo puedes decir cuando alguien está realmente enamorado? —le
preguntó Ty de repente, en tono informal. Miró de reojo a Cameron, con una ceja
levantada—. Estás sentado aquí, observándole hacer algo completamente mundano,
y estás sonriendo como un idiota.
—¿Y qué hay de malo en eso? —preguntó Cameron con una risa ligera.
—Lo que sea, haces que me duelan los dientes —se quejó Ty, aunque Cameron
podía ver la más débil insinuación de algo bajo el rudo exterior, tal vez diversión.
—Creo que eres tan sentimental como yo. Lo escondes mejor —afirmó Cameron,
recordando la respuesta ágil de Ty sobre estar lejos de sus seres queridos—. Yo no
tengo que ocultarlo en absoluto. Es realmente liberador.
—Apuesto a que sí —murmuró Ty. Aunque sus ojos aún seguían los movimientos
de Julián, parecían estar mirando a lo lejos también, como si estuviera viendo a
alguien o algo más. Cameron se preguntó, mientras miraba a Ty, a qué tipo de
persona amaría un hombre como él. Ty se sacudió y bajó la mirada, luego miró hacia
otro lado como si sintiera los ojos de Cameron todavía en él.
Cameron dio un mordisco a su sándwich.
—¿No te cansas de eso? –preguntó—. ¿Esta imagen de tipo duro?
Ty no le miró a él, pero Cameron podía ver sus ojos alejándose de nuevo.
—Es todo lo que he conocido —respondió, con voz práctica y melancólica.
Una mirada mostró a Cameron que Julian estaba aceptando los vasos de la dama
del mostrador. Ty se callaría totalmente una vez que Julián se acercara.
—No tiene por qué ser así. Julian fue capaz de adaptarse —ofreció Cameron, con
la esperanza de que Ty pudiera ser capaz de ver que se podía hacer—. Sólo tienes
que amar a la persona adecuada.
—¿Qué te hace pensar que yo no? —preguntó Ty con una voz extrañamente
distante.
Cameron se detuvo en seco, mirándolo con los ojos entrecerrados.
—Tengo un detector de mierda machista afinado y está gritando —dijo.

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—¿Tienes un montón de mierda machista de tu novio? —preguntó Ty con lo que


parecía ser sincera curiosidad. Pero con él, era difícil saber lo que decía en serio y lo
que no.
Cameron se movió incómodo.
—¿No te molesta? —preguntó, mirando a Ty.
—¿Qué? ¿La mierda? Trabajo para el gobierno, tío —Ty se rió y negó con la
cabeza.
Cameron reprimió una sonrisa.
—No. Eso de que Julian y yo seamos amantes.
Ty ya estaba sacudiendo la cabeza, como si hubiera sabido desde el principio que
era a lo que Cameron se había estado refiriendo.
—Ahora, ¿quién está haciendo generalizaciones? Sólo porque uso franela no
significa que sea un imbécil. —Su rodilla ya no estaba saltando por fin parecía
haberse relajado un poco allí sentado—. El tipo está dispuesto a cargar a una
habitación lleno de armas para protegerte y luego arrastrarte por todo el país con las
manos esposadas para mantenerte con él. A mí me parece un guardián.
—Sí. Es un guardián —estuvo de acuerdo Cameron, a pesar de que las palabras de
Ty eran sarcásticas. Carraspeó—. Y Julian de hecho, es un maestro de la mierda
machista.
—Sí, parece el tipo.
—Tú también.
—Oh, lo sé —dijo Ty. No pareció tomarlo como un insulto, o cualquier otra cosa,
en realidad. Sólo un hecho. Eso por sí solo intrigó a Cameron. Cuanto más conocía a
Ty, más se daba cuenta de que el tipo no parecía tener absolutamente ninguna
vergüenza.
—Así que le conociste en un restaurante —dijo Ty casi para sí mismo.
Cameron asintió.
—Los Martes es un restaurante muy bueno.
—Los Martes —repitió Ty. Reflexionó sobre el nombre por un tiempo y luego
asintió—. Puedo ver por qué ese nombre atraería a un hombre así. Espera, espera,
déjame adivinar —dijo con diversión, mientras extendía la mano—. El hombre que lo
llamó así era un amigo suyo.
—¿Qué te hace pensar eso? —Cameron preguntó sorprendido, frotándose la
garganta con la mano, el lugar donde solía colgar el collar que Julian le había dado

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Armados y Peligrosos
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antes de perderlo. Todavía echaba de menos su peso tranquilizador, si no el


simbolismo del mismo.
—Criminales europeos. Aman su mitología. Martes era Marte, el dios de la guerra.
Ese restaurante es como un faro para todos los que quieran trapichear.
Cameron casi se rió. Había tenido que buscar en Google la información cuando ni
Julian ni Blake se lo quisieron contar.
—Sabes más que yo.
—Bueno, eso es lo que hace un agente federal, cuando no está vigilando a la gente
–le dijo Ty con una sonrisa.
—¿Leer sobre mitología europea?
—Eso también.
Cameron negó con la cabeza, divertido por ser constantemente sorprendido por
Ty y Zane. No eran para nada lo que parecían en la superficie.
Ty no volvió a hablar. Ni siquiera se movió, ni un tic de un músculo o un
parpadeo. Cameron frunció el ceño y ladeó la cabeza, y luego trató de seguir la línea
de visión de Ty. Pero no parecía que estuviera mirando nada más que las paredes
blancas de la terminal hacia los baños. Cameron se recostó y tomó otro bocado de
sándwich, volviendo la cabeza para ofrecer Julian una sonrisa cuando se unió a ellos
en la mesa pequeña.
Por una vez Ty no tenía nada ágil o inteligente que decir a Julián. Seguía sentado
inmóvil, ahora mirando el mostrador de comida donde Julián había estado de pie.
Julian se sentó de manera fluida al lado de Cameron y le entregó su limonada.
Miró al agente con cierta sorpresa cuando no fue recibido con al menos un gruñido
burlón, y Cameron le vio mirar de nuevo a Ty.
Cameron miró de uno a otro.
—¿Qué?
Ty inhaló profundamente y se giró para mirarlos. Movió los hombros para
enfrentarse a Julian directamente y cuando le miró a los ojos vio una mirada tan seria
que casi asustó a Cameron.
—A mis cinco y media —dijo Ty a Julian, casi en voz baja—. ¿Qué ves?
Los negros ojos de Julian vagaron con cuidado para mirar por encima del hombro
derecho de Ty. Exteriormente no cambió, todavía se veía relajado y sombrío, pero
Cameron casi podía sentir el cambio acercarse a la mesa cuando Julián divisó lo que
Ty le había señalado.

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Abigail Roux

Armados y Peligrosos
Cut and Run 5

Se miraron de nuevo y se sentaron mirándose a través de la mesa.


Cameron se aclaró la garganta.
—¿Qué es? —Susurró.
Cuando Julian le miró, había un atisbo de temor en los ojos de su amante. Eso por
sí solo aterrorizó a Cameron, y tuvo que tratar de tragar dos veces para pasar el
último bocado de su sándwich.
Ty carraspeó y se levantó.
—Vamos –urgió mientras deslizaba un brazo en su chaqueta y utilizaba el
movimiento para echar un vistazo por encima del hombro.
—¿Qué pasa con Zane? —preguntó Cameron mientras permanecía de pie,
abandonando su pretzel y bebida sobre la mesa. Dejaron la bandeja con la comida
apenas tocada.
—Toma tus cosas —dijo Julian en voz baja. Tenía su vaso en la mano, mirando
hacia abajo mientras lo removía con la pajita.
—Zane debería estar bien, vamos a dar un rodeo para buscarlo si podemos —
respondió Ty mientras les guiaba fuera del área de descanso de la cafetería al
vestíbulo lleno de gente. Después de que Cameron se colgara la bolsa del hombro,
Julian le tomó la mano y siguió a Ty, sin ni siquiera dar a entender que podría tratar
de escapar mientras Ty estaba distraído.
Cameron trató de ignorar la tensión y el temor que se curvaba en sus entrañas. Si
no estaba a salvo con Julian y Ty, no estaría seguro en ninguna parte. Pero no era por
él por quien estaba preocupado. Se contuvo de mirar detrás de ellos para buscar a
Zane. Pronto saldría para encontrar que se habían ido.
Cuando Cameron se rindió y volvió la barbilla, vio a un hombre con un traje
oscuro alejarse de un puesto de revistas y empezar a seguirlos. Otro hombre salió del
hueco de una puerta de servicio, y otro se levantó de una mesa en una tienda de
delicatessen de más abajo.
—Julian —susurró Cameron.
—Lo sé —murmuró Julian, con voz tensa.
Delante de ellos, Ty se detuvo abruptamente. Julian también lo hizo y tiró de
Cameron para acercarlo. Tres hombres más con trajes de varios tonos de negro se
habían materializado delante de ellos. Julian se volvió hacia atrás, poniendo a
Cameron entre él y Ty.
—¿FBI? —preguntó Julian dubitativo, aunque había un atisbo de esperanza.

~177~
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Armados y Peligrosos
Cut and Run 5

—Letras equivocadas —respondió Ty.


A Cameron no le gustaba no poder ver, pero echar un rápido vistazo le asustó
más, no menos.
—¿Y ahora qué?
Ty alargó una mano a la espalda y la puso sobre el brazo de Cameron, girando lo
justo para mirar detrás de ellos. Cameron le oyó contener el aliento.
—No puedes llegar a DC, ¿verdad? —Le susurró a Julian.
Julián miró hacia atrás y Cameron le vio lamerse los labios en una rara muestra de
nervios.
—Soy el último testigo vivo de un hombre de alto nivel de la CIA que estaba
utilizando los activos de la CIA para llevar a cabo asesinatos por encargo. Soy la
única persona que queda que puede identificarle.
Ty maldijo.
—Ellos no están aquí para tomarte en custodia.
—¿Entonces qué? —Cameron se congeló cuando uno de los hombres con traje
oscuro se rozó con un viajero. Su chaqueta se movió, revelando un arma pegada a la
cintura de sus pantalones—. Oh. Tenemos que salir de aquí.
—No hay ningún sitio a donde ir, cariño —dijo Julian, con voz sombría.
Ty estaba mirando por encima de las cabezas de la multitud que les rodeaba y
Cameron casi podía sentir al hombre preparándose, como una serpiente acorralada y
a punto de golpear.
—No nos van a disparar en medio de la terminal y todas estas personas —insistió
Cameron. Miró a su alrededor, desesperado.
Ty se dio la vuelta y agarró a Julian por el brazo, tirando de él más cerca hasta que
estuvieron casi nariz con nariz. No dijo nada; simplemente se miraron el uno al otro
un momento antes de que Ty les soltara y se girara para lanzarse a la pequeña tienda
de regalos a varios metros de distancia.
Cameron se quedó boquiabierto. ¿Es que Ty les abandonaba?
—¿Qué ha pasado?
Los seis hombres se acercaban, y la multitud parecía bullir con el peligro ahora
que Cameron era consciente de ellos. Julian le apretó la mano, cuadrando los
hombros como un león podría esponjar su melena, tratando de parecer más grande
cuando era atacado.

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Un segundo más tarde Ty salió de la tienda de regalos con una bolsa de papel
marrón, sostenida contra los labios. Estaba soplando en ella. La sostuvo en alto
tranquilamente, luego gritó con todas sus fuerzas:
—¡Tiene una pistola! —Y golpeó la bolsa de papel con su palma abierta.
Sobrevino el caos. Gritos y chillidos llenaron el aire, y la multitud salió corriendo
despavorida en todas direcciones, creando una mezcla de confusión y miedo. Madres
aferraron a sus hijos y huyendo. Las personas mayores se agacharon detrás de pilares
y quioscos.
Cameron pensó que Ty no podría haber causado más escándalo si se hubiera
subido a una mesa y bailado desnudo frente a las señales de llegadas y salidas. Al
parecer, el desorden era la especialidad de Ty.
Un momento después, Ty estuvo al lado de Cameron, instándoles tanto a él como
a Julian a moverse a través de la multitud asustada. Julian y él se agacharon para
ocultar su altura, pero no pasó mucho tiempo hasta que se encontraron con un traje
gris en medio de la multitud zigzagueante.
Ty se acercó al hombre, que estaba sacando su pistola, y le atrajo hacia sí por el
hombro. Empujó la palma de la mano a la barbilla del hombre, le echó la cabeza
atrás, luego se volvió con él hacia la izquierda y lo envió al suelo. Sus acciones fueron
muy rápidas y poderosas, todo hecho en una fracción de segundo y difícil de seguir.
Cameron sólo había visto moverse así a Julian. Ty levantó algo que había tomado del
hombre, empujándolo a Julian por encima del hombro. Julian todavía sostenía la
mano de Cameron, mientras saltaban sobre el hombre caído y echaban a correr.
Cameron se arriesgó a mirar por encima del hombro mientras Julian lo arrastraba
por la explanada, mirando al desorden y a los agentes que salían de la multitud.
—¡Siguen detrás!
La multitud era demasiado grande y había demasiados hombres tras ellos para
que Cameron viera cómo podrían escapar. Las salidas eran un tapón de personas y
personal de seguridad del aeropuerto confundido. No parecía haber ningún lugar
adonde ir.
Julián miró hacia atrás y se giró, poniéndose entre Cameron y los perseguidores.
Ty estaba mirando la explanada, y Cameron alcanzó a ver la mirada salvaje en sus
ojos de color extraño. Tenía el aspecto de un animal acorralado, astuto y peligroso.
—Estamos atrapados —dijo Julian.
Después de un último vistazo a sus miserables opciones, Ty apuntó con un dedo al
pecho de Julian, y luego los despidió con la mano hacia las salidas.

~179~
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—Idos —gruñó.
—¿Qué?
—¡Idos! Encontrad a Zane. Yo los detendré. —Luego les dio la espalda, encarando
a los hombres que venían tras ellos rodando los hombros y ladeando la cabeza.
Julian dio un paso atrás, momentáneamente aturdido, pero luego apretó la mano
de Cameron y tiró de él, girando y corriendo, dejando a Ty detrás de ellos para
detener la ola de trajeados acercándose. Cameron logró lanzar una mirada atrás a
tiempo de ver a Ty lanzarse contra el primer hombre; luego fueron oscurecidos por la
multitud asustada que les rodeaban.
—¡Pero... Julian! ¡Le matarán!
—¡Nos matarán, Cam!
Detenerlo era imposible, dado su tamaño y determinación. Se movieron entre la
gente confundida, zigzagueando a través de la masa y, encontrando por fin, un
pasillo lateral que tenía una salida de emergencia en el extremo. Julian se dirigió
hacia allí, pero dudó, mirando por encima del hombro. Cameron saltó sobre la
vacilación.
—¡Julian, sé que vosotros dos no os lleváis bien, pero por favor! Él y Zane podrían
haberte entregado a ellos, pero en cambio están tratando de ayudarnos —dijo
Cameron, tirando de la mano de Julián, el malestar cada vez más fuerte cuanto más
se alejaban. Cada segundo era un segundo durante el cual Ty podría estar
muriendo—. No merece morir por intentar ayudarnos.
Julian le miró a los ojos, y Cameron pudo ver la indecisión. Luego sacudió la
cabeza y se volvió hacia la salida.
—¡Por favor! ¡Él habría vuelto a por ti y lo sabes!
Julian se detuvo y se volvió de nuevo, una expresión de angustia le atravesó la
cara.
—Maldita sea todo el infierno, Cam –gruñó, las palabras rodando
maravillosamente con su acento irlandés—. Quédate aquí. —Y con eso se lanzó de
nuevo a la multitud.
Ahora con miedo desesperado e increíblemente aliviado, Cameron le siguió a
pesar de lo que Julian había dicho. La explanada se había despejado un poco, pero el
espacio donde habían dejado a Ty para plantar cara a su última batalla era una
confusión de personas, maletas y sillas de café. Las mesas estaban volcadas, revistas
cubrían el suelo y el contenido de las maletas estaba esparcido donde habían sido
dejadas caer.

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Dos hombres yacían en el suelo, uno sangrando e inmóvil, el otro retorciéndose y


gritando mientras sostenía su brazo en un ángulo extraño.
Llegaron a la pelea justo a tiempo de presenciar una impresionante patada a la
cabeza de un hombre con un traje gris marengo que le envió al suelo. Pero entonces,
una pistola fue apuntada detrás de Ty, llamando su atención el tiempo suficiente
para que dos trajeados más le atraparan. Desapareció bajo una lluvia de puños, lana
cara y seda. Cameron podía ver a Ty arremetiendo, siendo sostenido abajo y
luchando como un caballo salvaje tratando de no ser atado. Fue pateado en las
costillas, pisoteado a un lado de la cabeza cuando intentó y no pudo rodar lejos. Otra
arma fue sacada y colocada en su nuca.
—¡No! —Gritó Cameron justo cuando Julian iba a por el arma derribando a su
propietario. Zane apareció por el otro lado de la pila, caminando entre ellos como si
no le superaran en número y estuviera sin armas.
Los movimientos de Julian fueron rápidos y eficientes, agarró con las manos el
cuello y la barbilla del trajeado y lo retorció con un violento crujido repugnante.
Empujó al hombre a un lado y alcanzó la parte inferior de la pila, sacando a Ty por el
cuello como si estuviera arrastrando a un gatito.
—¿Cómo sabía que toda esta conmoción era cosa vuestra? –Les gritó Zane.
—¡Vamos! –gritó Cameron. Antes de que pudiera decir algo más, soltó un grito
sorprendido cuando alguien le agarró por detrás. De inmediato comenzó a luchar
contra quien le estaba reteniendo—. ¡Julian! –gritó Cameron con terror de verdad.
Julian levantó la mirada, dejó caer el cuerpo casi inerte de Ty en la lucha y levantó
el arma que había confiscado. El disparo fue ensordecedor y la salpicadura caliente
en su oreja y mejilla dejó clara la puntería de Julian. Las manos le soltaron, y el bulto
que había estado detrás de él cayó. Cameron levantó la mano por reflejo para
limpiarse las salpicaduras en la mejilla.
Entonces Julian se agachó y agarró a Ty de nuevo, lo levantó del suelo de un tirón.
—¡Vamos! —Le gritó a Zane. Este derribó al hombre con quien había estado
peleando con un golpe feroz al torso, le quitó el arma a uno de los hombres
inconscientes, y estaba sólo un par de pasos detrás de ellos cuando corrieron hacia
Cameron, Julian arrastrando a Ty con él.
El disparo había provocado más pánico, y ahora la TSA y la otra seguridad del
aeropuerto comenzaban a aparecer, corriendo por la explanada destrozada, tratando
de sacar a la gente del camino y evaluar la situación.
Julian envolvió un brazo alrededor de Ty y soportó parte de su peso, agachando la
cabeza y ocultando su rostro mientras se abrían paso entre el puesto de control de

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seguridad abrumado. Siguieron a la multitud, dejando que los arrastraran hacia las
salidas. Cameron se metió bajo el brazo de Zane para ocultarse mientras salían
arrastrando los pies. Zane mostró su placa al hombre que trató de detenerlos para
acelerar su salida.
—Ya está. SUV del gobierno en la acera –dijo Julian mientras señalaba a través de
las puertas de cristal—. Me las arreglé para conseguir las llaves de uno de ellos.
Zane se dirigió hacia allí sin siquiera cuestionarlo, y fue a la puerta de atrás para
probar la manilla. Se abrió, Julián empujó a Ty al interior y luego subió detrás de él,
dejando delante a Cameron y Zane. Cameron trepó por el lado del conductor y sobre
la consola. Zane miró a su alrededor antes de subir, cerrando la puerta con calma y
alejándose en el tráfico.
Cameron se volvió en su asiento para mirar a los dos hombres en la parte de atrás.
—¿Ty? ¿Estás bien?
—Me siento como si alguien hubiera empujado una bota entre mis costillas —
respondió Ty, con voz tensa.
—Eso es en realidad exactamente lo que pasó —le dijo Cameron.
Ty siseó y luego gruñó a Julian.
—Deja de tocarme.
—Estoy tratando de asegurarme de que no te estás muriendo —replicó Julian.
—Bueno, ¡duele!
—¡Razón de más para pincharlo!
—Bonito juego —dijo Zane, pero había demasiado borde en su tono de voz para
que fuera divertido.
Cameron vio cómo miraba por el espejo retrovisor. Se preguntó si Zane estaba
buscando una cola o tratando de echar un vistazo a su socio maltratado.
—¿Vamos a escapar?
—Por ahora —dijo Zane—. Necesitarán algún tiempo para averiguar quién está
dónde y qué falta, el tiempo suficiente para que lleguemos a alguna parte y
desactivemos el GPS de esta cosa. Pero no durará.
—Eso fue estúpido —murmuró Ty desde el asiento trasero—. Te dije que te fueras.
—Sí, bueno, por desgracia, mi conciencia es un poco más voluntariosa que la
mayoría –se quejó Julian y Cameron supo que su amante estaba hablando de él.

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—Ellos eran de la CIA otra vez, Zane —dijo Ty, con voz suave y ronca. Sacó una
placa de su abrigo, agitándola hacia ellos. Se la había levantado a uno de los hombres
del aeropuerto—. Me identifiqué y no les importó.
—Célula renegada —murmuró Julian—. Tienen que estar actuando bajo sus
órdenes.
—¿Órdenes de quién?
Julian se tomó un momento para explicarle lo que estaba pasando, también era
nuevo para Cameron.
—Burns debe estar protegiendo a alguien —dijo Ty, con voz todavía tensa—. O
investigándolo.
—Renegado o no, han tenido los recursos y la mano de obra para seguirnos todo
este tiempo. No veo que ese lío les vaya a impedir ir tras nosotros –dijo Zane
mientras cambiaba su atención del tráfico al retrovisor.
—Tenemos que llegar a algún lugar seguro. Inesperado —dijo Ty. Cameron no
podía verlo, pero sonaba agotado y golpeado.
—Y pronto. Tu compañero está sangrando —informó Julian a Zane sin una pizca
de compasión.
Zane finalmente miró por encima del hombro hacia atrás a Ty.
—¿Cómo es de grave?
—Cállate, no es mi sangre —murmuró Ty. Su voz sonaba débil.
—Ty —dijo Zane, su voz no contenía nada de humor. Cameron escuchó crujir el
cuero, y cuando miró, vio las manos de Zane agarrar el volante con tanta fuerza que
tenía los nudillos blancos.
—¿Qué? ¡No es mi sangre!
—Déjame ver —exigió Julian, y un momento después hubo sonidos de pelea
desde el asiento trasero.
—¡Yo soy AB positivo y esto es claramente sangre tipo O1 —gritó Ty finalmente—
. ¡Parece como pequeños Os!
—Jesucristo, Grady, ¿no puedes tomarte ni una maldita cosa en serio? —gritó
Julián con total frustración. Cameron se preguntó que tenía Ty que le hacía perder la
compostura tan fácilmente a Julian. Si no estuviera tan seguro de su relación, en
realidad podría estar celoso.
Cameron se quedó sin aliento cuando el SUV se sacudió hacia el arcén de la
carretera y se detuvo de repente. Zane aparcó y se volvió en su asiento.

~183~
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—¡Basta! —Gritó, agarrando la muñeca de Ty cuando se agitó cerca de su alcance.


Cameron se echó hacia atrás, apoyado en la puerta del lado del pasajero cuando Zane
gruñó—. ¡Grady, dame una respuesta clara, maldita sea!
—¡No estoy sangrando! —insistió Ty, sonando como una mezcla de exasperación
y dolor porque Zane no le creyera—. ¿Podrías volver a conducir antes de que seamos
bombardeados por aviones de combate de la CIA o algo así?
—Te lo juro por Dios —Zane maldijo entre dientes mientras se soltaba, se daba la
vuelta y arrancaba.
Cameron apoyó la cabeza contra el reposacabezas de cuero y cerró los ojos. Esto
era como las vacaciones de una chiflada familia americana, pero con muerte,
destrucción de la propiedad y un acento irlandés. Gimió y se cubrió la cara con una
mano, sólo para tocar la sangre pegajosa en su mejilla y mandíbula. Gimió de nuevo.
La segunda vez sonó lastimera, incluso para sus oídos.
Hubo un tenso silencio durante varios segundos y luego Ty abrió la boca por
última vez.
—Creo que el chico está sangrando.

* *
—¿Quiénes son esas personas? –le preguntó el agente X a su superior con total
frustración.
—Finalmente hemos discernido sus identidades. Son del FBI.
—¿FBI de verdad?
—Eso parece. Richard Burns no se anda con miramientos cuando se trata de viejos
amigos.
—¿Quiere que sigamos? Mataron a dos de mis hombres.
—Y robaron dos de sus vehículos.
—No lamento los coches.
—Ahora que estamos seguros de que conocemos los nombres de los hombres
involucrados, será más fácil encontrarlos.
—Si usted lo dice, señor.
—Síguelos.
—Sí, señor.

~184~
Abigail Roux

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Colgó y miró la explanada del aeropuerto internacional de Pittsburgh. Agentes del


FBI. Habían hecho esto con dos prisioneros a cuestas y sin armas. Estaba empezando
a desear haber sido enviado a Alaska en vez de a esta misión.

* *
—Está bien, si es la CIA, ¿qué otra cosa están haciendo? —preguntó Ty a Julian,
tan pronto como se convencieron de que no les seguían y desmontaron el GPS de su
coche robado.
—¿Qué quieres decir?
—Sabemos que pincharon el GPS del coche del FBI.
—Espera, pensaba que lo habías desmantelado –dijo Cameron mientras se daba la
vuelta.
—Los vehículos del FBI tienen dos tipos de GPS. El de respaldo está cubierto, lo
que significa que es pasivo —dijo Ty.
—La agencia nos estaba siguiendo con sus sistemas remotos —explicó Julián.
—Tú lo sabías —dijo Zane mientras le miraba por el espejo.
—Bueno, en ese momento tenía la esperanza de enfrentaros a unos contra otros y
escapar.
—Por lo menos es honesto –gruñó Ty.
Zane miró a ambos un momento.
Cameron hizo un gesto con la mano.
—Bien, entiendo como nos encontraron en el coche que robaste.
—Tomé prestado —dijo Ty.
—Lo que sea, psicópata. Pero, ¿cómo nos encontraron después?
—De varias maneras —dijo Julian con voz preocupada—. Tarjetas de crédito. Los
peajes por los que pasamos. Nuestros teléfonos móviles. Dependiendo de lo alto que
esto llegue, podrían haber desviado incluso un satélite.
—¿A qué alto llega? —Preguntó Zane.
—No sé cómo se llama, sólo conozco su voz.
—Dijiste teléfonos móviles —murmuró Ty
—Sí. Apagaste el GPS, pero de nuevo, si llega lo bastante alto, pueden volver a
activarlo de forma remota.

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Armados y Peligrosos
Cut and Run 5

—Cierto. Pero, ¿tienen el poder de fuego para escuchar las llamadas? —preguntó
Ty.
—Sí —dijo Julian con un simple movimiento de cabeza.
Ty miró de Julian a Zane, y este tuvo que apartar los ojos de la carretera el tiempo
suficiente para mirar a los ojos de Ty en el espejo. Se dio cuenta de que estaba
formulando un plan, y el miedo detrás de esos ojos color avellana le dijo que a Ty no
le gustaba lo que estaba pensando.
—¿Qué? —preguntó Zane con una creciente sensación de temor.
—Si están captando nuestras llamadas, tal vez podamos llamar para pedir ayuda.
—¿Que?
—Lo siento, creo que yo también me he perdido —dijo Julian.
—Por lo menos no soy el único —murmuró Cameron.
—Ellos son grandes, nosotros somos pequeños. Su fuerza es la información que
recogen y cómo lo hacen. Tenemos que poner eso en contra de ellos.
—Un pincho —dijo Julian con voz sorprendida.
—¿Un qué? —Preguntó Ty.
—Ajedrez. Un pincho es una jugada de ajedrez. Utilizar tu fuerza contra ellos. Su
reina se enfrenta a nuestra torre. Están apoyados por su caballero y sólo tenemos un
peón. Pero si su reina toma nuestra torre, nuestro peón toma a la reina.
—Lo siento, ¿eso era inglés? —preguntó Ty con exasperación.
Zane miró al espejo para ver a Julian. Era una persona fascinante, una vez que se
abría lo suficiente como para permitirles ver dentro de su mente. Zane estaba
contento de que ahora estuviera de su lado.
—Estoy de acuerdo contigo, gilipollas —espetó Julian.
—Bueno, para, es extraño.
Julian gruñó y se sentó con los brazos cruzados sobre el pecho.
—No tengo ni idea de cómo jugar al ajedrez —dijo Ty con voz plana. Zane miró a
su compañero. Aunque hablar era fascinante, Zane no tenía que ir más allá que Ty.
Nunca se cansaba de ver la forma en que su mente funcionaba—. Pero sí, supongo,
eso es exactamente de lo que estoy hablando. Necesitamos un peón.
—Una torre.
—Lo que sea.

~186~
Abigail Roux

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—Quieres hacer una llamada de teléfono a alguien y hacer que la Agencia crea que
nos dirigimos allí en busca de ayuda —conjeturó Zane con voz sombría.
—Básicamente. Sí.
—¿Y a dónde iríamos en su lugar? ¿A DC? —preguntó Cameron.
Ty asintió, permaneciendo en silencio mientras el sonido de los neumáticos sobre
el asfalto se colaba en la tranquilidad del coche.
—Es sólido, en teoría —dijo Julian con el ceño fruncido.
—¿A quién llamarías? Quiero decir... —Cameron se calló, sonando preocupado—.
Al que llames estará en tanto peligro como nosotros.
Ty seguía mirando a los ojos de Zane. Este asintió, sabiendo exactamente lo que
estaba pensando su compañero.
—Conozco un par de tipos que pueden arreglárselas.
Zane esperó. Sabía que Ty estaba hablando de su equipo Recon. Y, probablemente,
Nick jodido O'Flaherty.
—Llama a uno de ellos.

* *
Julian estaba sentado en el asiento trasero del Tahoe de la CIA robado, viendo
como Ty hacía la llamada. Se sorprendió cuando Ty habló en francés. Era bastante
fluido, incluso usando un acento convincente. Sonaba casi como un hablante nativo.
Julian parpadeó en estado de shock, mirando a los dos hombres del asiento
delantero para ver si alguno de ellos se sorprendía. Cameron miró hacia atrás, pero
no parecía comprender nada aparte de que era un idioma extranjero y que era
demasiado delicado para que un hombre como Ty lo hablara. Zane alzó la mirada,
con los ojos en Ty más que en la carretera.
Julián había sabido que Ty podía hablar francés. No le había visto en París como
los había llevado a creer, pero sabía de buena fuente que efectivamente había estado
allí. Todavía era una sorpresa oírle hablar en ese idioma. Él sabía lo bastante para
descifrar que Ty estaba básicamente diciendo al otro hombre, "Estamos en
problemas, vamos hacia ti para mantener un perfil bajo”.
Ty cambió el teléfono de una oreja a la otra, aclarándose la garganta. Habló en
inglés.
—¿Y Digger? Asegúrate de tener cocos cuando lleguemos, ¿de acuerdo? Muchos.

~187~
Abigail Roux

Armados y Peligrosos
Cut and Run 5

Julian podía oír la voz metálica del teléfono responder, y luego Ty puso fin a la
llamada. Echó un vistazo a Julian y entrecerró los ojos mientras bajaba la ventanilla.
El viento helado azotó a través del coche, erizando el pelo de Julian y tirando de su
chaqueta. Ty tiró el teléfono por la ventanilla y se dio vuelta.
Julián le miró fijamente, pero Ty le ignoró como sólo los niños y felinos eran por lo
general capaces de hacer.
—¿Cocos?
—Es... Monty Python. Los cocos son el caballo falso. Para él tendrá sentido.
—Correcto.
—Le estaba diciendo que era una treta.
—Lo tengo.
—¿A dónde? —preguntó Zane con voz solemne. La fuerte sensación de muerte
inminente se cernía sobre ellos, haciendo que todo fuera tranquilo y surrealista.
Ty sacudió la cabeza.
—Me siento como si acabara de lanzar a uno de mis mejores amigos debajo de un
autobús.
—Dijiste que Bayou lo manejaría, ¿verdad?
—Sí —susurró Ty.
Julián miró entre ellos. Por primera vez, los dos agentes del FBI estaban
comenzando a asumir un aire de derrota. Se había formado un reticente respeto por
los dos hombres y no estaba tan ciego para no poder ver lo que habían hecho.
Podrían fácilmente haberles entregado cuando se dieron cuenta de que estaban
siendo perseguidos y les superaban en número. No tenían ningún interés en llevarle
a DC, aparte de que tenían órdenes. Estaban peleando, corriendo y arriesgando sus
vidas, simplemente porque Julian y Cameron necesitaban su ayuda. No había otra
razón para ello.
—Puede ser que conozca a alguien que nos pueda ayudar a llegar a DC —dijo
después de unos momentos de silencio para reflexionar.
Vio los ojos oscuros de Zane mirarlo por el espejo, Ty estaba mirándolo también,
jugando con su cinturón, como si algo le estuviera golpeando.
—Se retiró hace varios años, compró una... una tienda de antigüedades en
Gettysburg.
—¿Una tienda de antigüedades real, o del tipo que nos puede ayudar? —preguntó
Ty.

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Abigail Roux

Armados y Peligrosos
Cut and Run 5

—Una de verdad, por desgracia. Pero creo que todavía nos puede ayudar. Pilotaba
biplanos, era su hobby. Nos prestaría uno por un precio.
—¿Prestarnos uno? —preguntó Zane mientras mantenía sus ojos en la carretera.
—¿Un biplano? ¿Qué se supone que debemos hacer, pegarnos a las alas hasta
llegar a DC? –Gruñó Ty—. Yo no soy un puto hermano Wright, ¿vale?
—Bueno, no, pero todo habrá terminado cuando llegue a Washington DC. Dos de
nosotros podríamos ir, el otro se queda con Cameron.
—¿Puedes pilotar un avión? —preguntó Ty con una mirada incrédula a Julian.
—No. Esperaba que tú pudieras.
—¿Tengo aspecto de poder volar un avión? —espetó Ty, más irritable cuanto más
se frotaba la caja torácica.
Julian frunció los labios mientras miraba a Ty.
—Yo supuse, ya que has disfrutado tanto de la TSA
—Bueno, vamos a parar ahí —dijo Zane apresuradamente.
—Julian, ¿tu amigo será capaz de encontrar un avión más grande para nosotros?
¿Uno que pudiera pilotar? —preguntó Cameron mientras giraba en su asiento.
Julian se encogió de hombros.
—Se lo podemos pedir.
—Sí. Vamos a pedírselo —murmuró Ty—. Eso es estúpido.
—Bien —dijo Julian, su tono dejaba claro que estaba llegando al límite de su
paciencia—. Vamos a resolver esto como hombres.
—¿Qué quieres, MacGuffin, un duelo?
—No. —Julian tendió ambas manos, una palma extendida, la otra encima cerrada
en un puño—. Piedra, papel, tijera. Dos de tres.
Ty puso los ojos en blanco y extendió su puño, aparentemente dispuesto a jugar.
Julian se golpeó la palma de la mano tres veces, y Ty le imitó con su puño en el aire.
Pero cuando Julian lanzó papel, Ty metió la mano en su chaqueta con la otra mano y
sacó su arma, apuntando a Julian.
—Ty —dijo Zane, exasperado desde el asiento delantero.
—Glock, papel, tijeras. Yo gano.
—Eres un imbécil —murmuró Julian.

~189~
Abigail Roux

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Cut and Run 5

—Ty, guarda tu arma —murmuró Zane, menos sarcástico que su compañero—.


¿A Gettysburg, entonces?
—Está bien. Y cuando lleguemos allí puedes afeitarte ese maldito nido de hurones
de la cara —dijo Ty a Zane mientras metía la pistola en su abrigo.
—Y en el camino vamos a conseguir algunos Cheetos y Dr Pepper para el azúcar
en la sangre de Ty —añadió Zane, imperturbable.
En el asiento delantero, Cameron se puso una mano sobre su boca para que nadie
pudiera oírle resoplar.

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Abigail Roux

Armados y Peligrosos
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Capítulo 12

Cameron miró a Julian mientras subían en el ascensor del Hotel Gettysburg hasta
el tercer piso.
—¿Crees que ese hombre que solías conocer todavía está aquí?
—Me gustaría pensar que sí. Si no está, está muerto y eso me angustiaría un poco
—respondió Julián, inexpresivo.
—¿Le conoces bien? ¿Era un amigo? —preguntó Cameron.
—Más un conocido. Un compañero de trabajo. —Julian miró de reojo a Cameron y
sonrió—. Se retiró por propia voluntad. Eso no sucede a menudo con la gente que
conozco.
Cameron puso los ojos en blanco y sonrió cuando se abrieron las puertas del
ascensor.
—Imagino que no, pero me gusta soñar.
—Hablas cuando sueñas —dijo Julian en voz baja, luchando con fuerza por evitar
la sonrisa en su voz. Tomó el codo de Cameron y dejó que sus dedos bajaran por el
brazo de su amante mientras salían del ascensor. Ty y Zane les habían dejado solos
para que exploraran la zona. Julian sabía que le estaban poniendo a prueba para ver
si podían confiar en él, y también sabía que Ty no había logrado salir de esa pelea tan
ileso como les hacía creer. Estaba herido, y Zane le había secuestrado en la habitación
del hotel tan pronto como habían llegado.
—Tenemos una habitación para nosotros esta noche —murmuró Julian a Cameron
con una sonrisa—. Lo estoy deseando.
—Ty y Zane todavía estarán al lado —dijo Cameron, pero su sonrisa no se
desvaneció. En todo caso, se hizo más amplia.
—Como si me importara en este momento. —Julian dejó de sonreír cuando
llegaron a la puerta de la primera habitación. Le guiñó el ojo a Cameron mientras
llamaba con los nudillos a la puerta tres veces.

~191~
Abigail Roux

Armados y Peligrosos
Cut and Run 5

—Nunca te importa —murmuró Cameron con una sonrisa—. Lo que piensan, de


todos modos.
—Yo sostengo que ambos son idiotas —murmuró Julian, aunque con más cariño
del que tenía hacía un día.
La puerta se abrió.
—He oído eso —dijo Zane mientras daba un paso hacia atrás para dejarlos entrar.
—Lo sé. —Julian hizo un gesto a Cameron para que entrara primero, luego le
siguió con una sonrisa a Zane.
Este cerró la puerta detrás de ellos con un poco más de fuerza de la estrictamente
necesaria, y pasó junto a ellos para sacar la silla del escritorio. Su rostro tenía un
profundo ceño mientras miraba a Ty, quien estaba extendido en un sillón de orejas
cerca de la cama con una botella de agua en la mano. Había estado quejándose de la
falta de Dr Pepper durante unos días. Al parecer, estaba pasando por algún tipo de
abstinencia de cafeína, y se negaba a beber Coca-Cola o Pepsi o incluso Red Bull.
Pronto iban a tener que forzar algo con cafeína por su garganta, o iba a matarlos a
todos.
Julian levantó una ceja hacia Zane, pero no hizo comentarios sobre su mal humor.
El ambiente estaba tan cargado de tensión que casi zumbaba entre los dos agentes del
FBI.
—¿Qué encontraste? —exigió Ty a Julian.
—Bueno, la cena es bastante cara en el bar de la planta baja, hay un paseo de
fantasmas que comienza a las ocho a pocas manzanas de distancia, y la joven dama
del mostrador de recepción es antinaturalmente amistosa. Creo que es un clon de
algún tipo.
Ty se pellizcó el puente de su nariz, como si desesperadamente tratara de
contenerse de disparar a Julián desde donde se encontraba.
Cameron golpeó el brazo de Julian.
—No estás ayudando.
—Eso es todo lo que descubrimos —dijo Julian con un encogimiento de
hombros—. Hay una gran cantidad de construcción en la ciudad. Y ha pasado
tiempo desde que estuve aquí, así que me va a llevar algún tiempo orientarme. Me
temo que me confundí cuando llegué a la tienda de Néstor para descubrir que ya no
era la tienda de Néstor. Se ha mudado y aunque encontré el nuevo edificio y le dejé
un mensaje, hasta mañana no oiremos nada de él.
—Mañana, genial —dijo Ty mientras se levantaba.

~192~
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Armados y Peligrosos
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—A todos nos vendría bien una noche para dormir —dijo Zane.
—Estoy ansioso, Zane.
—Estás colocado por el agotamiento y los Cheetos.
—Una vuelta a la manzana no va a matar a ninguno de nosotros.
—No sabemos quién está buscándonos ahí fuera.
—¿Se me permite intercalar una opinión? —preguntó Julian con el ceño fruncido.
—No. Cállate —espetó Ty.
—Necesitamos más información y más horas de sueño antes de volver a salir.
Simplemente no puedes correr a ciegas —afirmó Zane, bajando la voz en un gruñido
enojado.
—No me refunfuñes con lo de correr a ciegas —murmuró Ty mientras se recostaba
de nuevo con un golpe.
—Ty, ponte tus bragas de chica grande y deja de quejarte, ¿de acuerdo? —gruñó
Zane, sentándose más derecho. Julian notó que una de sus manos se abría y cerraba
en un puño—. De ninguna puta manera vas a dejar esta habitación esta noche.
—Chicos —comenzó Cameron. Julian extendió la mano para tocarle el hombro y
detenerlo. Había visto discusiones de este tipo en su línea de trabajo, y a veces
terminaban con sangre. Con estos dos parecía prudente mantenerse al margen de la
discusión.
—¿De ninguna puta manera? –Repitió Ty con incredulidad—. ¿Qué eres ahora, la
policía de los paseos?
—Esperamos al contacto de Cross y por lo menos esperaremos hasta el anochecer
para ir a dar una vuelta —dijo Zane con carácter definitivo—. Y sigue siendo una
mala idea.
Julian carraspeó.
—Realmente, no vamos a saber de él hasta la mañana. Hasta entonces... —Julian se
encogió de hombros y se fue callando mientras trataba de medir la tensión entre los
dos hombres. La espalda de Zane estaba tiesa mientras se sentaba inmóvil y no
apartaba los ojos de Ty. Este estaba exactamente lo contrario, inquieto y agitado,
parecía estar en movimiento, incluso sentado relativamente quieto.
Cameron se acercó más a Julian, tomando su codo mientras esperaba la pelea que
se avecinaba.
—Odio cuando la madre y el padre pelean —dijo Julian en voz baja.

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Abigail Roux

Armados y Peligrosos
Cut and Run 5

—Cállate –espetó Ty, luego se volvió a Zane, que se había levantado—. Siéntate,
toma un baño de burbujas o algo así. Tengo que dar un paseo.
—¡Maldita sea! —Zane atacó sin previo aviso y golpeó la botella de agua,
enviándola a la alfombra y salpicando los pies de Julián—. ¡Voy a terminar en la
maldita casa de locos por tu culpa! —Extendió la mano y agarró la muñeca de Ty,
acercándolo más—. ¡Amarte me va volver jodidamente loco! ¡He dicho que no y lo
digo en serio!
Ty se quedó helado. Julian sólo podía ver la mitad de su cara, pero parecía estar
mirando a Zane, con la boca abierta.
Julián se dio cuenta de que estaba haciendo lo mismo. Después de varios
segundos, Zane cerró los ojos y exhaló.
—Lo siento. ¿Has dicho amarlo? —espetó Julian con incredulidad. Señaló a Ty—.
¿A él? ¿Tú y él?
—Julian... —Cameron le tiró del brazo, tratando de conseguir que saliera de la
habitación, y Julián se fue mientras seguía boquiabierto.
Ty y Zane se quedaron allí, congelados, Zane con la cabeza gacha, Ty mirándolo.
—No me lo esperaba —dijo Julian a Cameron por lo bajo.
—Es bueno saber que todavía se te puede sorprender —susurró Cameron—.
Ahora vamos.
Julian asintió y se volvió con Cameron, mirando hacia atrás a sus compañeros.
—Estaremos… en algún otro sitio —les dijo al llegar a la puerta.
No hubo respuesta cuando cerró la puerta detrás de ellos.
—Vaya —dijo Cameron en voz baja.
—De hecho —murmuró Julian. Miró a Cameron especulativamente, no estaba
seguro de cómo analizar la información que acababan de conocer y no estaba seguro
de qué hacer ahora que tenían toda una noche para ellos solos.
Cameron volvió a mirar la puerta. No salía ningún sonido.
—Venga. Vamos abajo.
—Y bebamos –agregó Julian, asintiendo con la cabeza. Sonrió de repente,
dirigiéndole una mirada socarrona a Cameron—. O podríamos ir a la cama. A
nuestra propia habitación.
—Que está al lado y tendrás la tentación de espiar —dijo Cameron, haciendo
gestos a la habitación al final del pasillo—. Compromiso —dijo, levantando los ojos

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al encontrarse con los de Julian con una sonrisa de respuesta—. Beber y luego
habitación. Sólo... dales un poco de tiempo.
Julian puso los ojos en blanco de manera exagerada cuando pasó el brazo por los
hombros de Cameron.
—Eres un romántico insufrible, ¿lo sabías?
—Y me amas por eso.
—Lo hago. —Volvió a mirar a la puerta—. Me pregunto si van a acabar a tiempo
de darse cuenta de que el tour de fantasmas es la mejor manera de reconocer el
terreno.
—Eres un depredador insufrible —dijo Cameron, la lengua en la mejilla.
—Y me amas por eso.
—Lo hago.

* *
Zane cerró los ojos mientras esperaba a que Ty dijera algo, pero este sonrió
lentamente y dio un paso hacia él.
—Nos acabas de marginar por completo ante los criminales —dijo mientras le
señalaba con el dedo.
—Me vuelves loco, ¿lo sabías? —soltó Zane con un gesto de la mano—. ¿Lo haces
a propósito, sólo para verme perder el control?
—A veces —dijo Ty con una sonrisa.
Zane suspiró de frustración total.
Ty se mordió el labio, mirando a su amante sólo porque podía. Creía firmemente
que ser capaz de sacar de quicio a Zane tanto como pudiera era uno de los aspectos
de su relación que había salvado a Zane de caer de nuevo en su pasado
autodestructivo. De vez en cuando, Zane necesitaba sentir que estaba vivo. Todo el
mundo debería ser capaz de sentir eso. Y si molestarle hasta el punto del homicidio
era lo que hacía falta, Ty estaba preparado para el desafío.
—¿A qué viene esto? —preguntó después de que Zane se quedara en silencio un
rato.
Zane negó con la cabeza, sus ojos yendo a la puerta de la habitación.
Ty le miró boquiabierto y señaló la puerta.
—¿Por los criminales?

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Zane resopló, cogió la mano de Ty, y le besó los dedos.


—Al parecer, algunos “criminales” tienen mejor sentido que yo.
—Estás modelando tu vida amorosa según la de un asesino entrenado –dijo Ty
con incredulidad—. Juro por Dios, si te lanza algún truco mental Jedi y tratan de
escapar ahora mismo, ¡voy a dispararle una bala a ese culo irlandés!
Zane se rió, el sonido casi desesperado mientras se pasaba una mano por la cara.
—Bueno, ahora, ¿qué hacemos? —preguntó, abatido. Habían pasado meses sin
romper su tapadera delante de nadie. Casi había sido una fuente de orgullo para
ellos. Sólo otra misión encubierta.
Ty sacudió la cabeza, mirando a Zane de nuevo mientras una calidez inusual
empezaba a extenderse por su interior.
—No me importa si lo saben. No me importa si alguien más lo sabe.
Zane le miró con dureza.
—No quieres decir eso.
Ty se encogió de hombros. Ambos sabían cuales serían sus opciones si su relación
era descubierta en el trabajo. No tenía nada que ver con ser gay y todo que ver con la
política oficial del FBI sobre confraternización.
—Creo que probaremos suerte cuando lleguemos a casa.
—¿Qué?
—Nos reasignarían como compañeros dentro del grupo de trabajo. Todavía
estaríamos trabajando juntos. Tú terminarías con Freddy, probablemente a mí me
pondrían con Scott. No sería tan malo. En realidad, podríamos… podrías deshacerte
de tu apartamento cutre y podríamos vivir juntos.
Zane le miró fijamente, sus ojos oscuros asumiendo un aspecto casi fundido. El
aliento de Ty quedó atrapado en su garganta cuando intentó y no pudo seguir
hablando. Deuce le había preguntado una vez qué era lo que le había atraído de Zane
en primer lugar. Había sido un hombre roto, un adicto que se había perdido
irremediablemente en el pasado, a la deriva por la vida con poco propósito y aún
menos fe de que podría mejorar.
Cualquier persona con sentido común le habría evitado. Pero desde el primer
momento, había mirado de verdad a los ojos de Zane, había visto detrás de ellos, al
hombre que Zane era capaz de ser. Había visto un ave fénix esperando resurgir de
las cenizas, y todavía lo hacía. Cada vez que le miraba, veía algo extraordinario.

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Zane sacudió la cabeza, respiraba entrecortadamente mientras se miraban el uno


al otro.
—¿Qué pasa si vives conmigo y cambias de opinión?
—Zane —dijo Ty con frustración. Levantó una mano—. En el tiempo que has
estado conmigo, ¿he cambiado de opinión después de decidir algo? ¿Incluso cuando
los dos sabíamos que estaba equivocado?
Zane sonrió débilmente y sacudió la cabeza.
—Te amo —dijo Ty, las tranquilas palabras desprovistas de cualquier auto-
conciencia o de su bravuconería habitual—. Nunca he sido capaz de decirlo antes con
tanta convicción. No puedo recordar un momento en que no seas lo primero en lo
que piense, y quiero pasar el resto de mi vida contigo. No me importa lo que se
interponga en nuestro camino.
Zane se quedó sin aliento y extendió la mano a por Ty. Le tomó la cara
suavemente entre las manos y le besó, prolongándolo hasta que finalmente soltó sus
labios para pasar la nariz a lo largo de la mejilla de Ty. Este cerró los ojos, sintiendo
la calma que el toque de Zane siempre le infundía. Empujó la nariz contra la de Zane
mientras deslizaba los dedos en su pelo. Si Zane y él tenía voz y voto en los trabajos
del destino, Zane sería la última persona a la que alguna vez tocaría así.
Zane dejó escapar un suspiro tembloroso y le susurró.
—¿Vas a... vas a hacer el amor conmigo?
Ty se rió y tomó el rostro de Zane en sus manos para darle un beso.
—Cariño —comenzó, miles de cosas que decir pasando por su mente, cada una de
ellas el típico comentario listillo de los Grady. Miró a los ojos sinceros de Zane y su
sonrisa se suavizó. De vez en cuando la prosa florida de Zane era parte de su
encanto. A veces incluso Ty le permitía deslizarse sin burlarse de él—. Me gustaría.
Zane sonrió y le dio otro suave beso, lamiendo sus labios para conseguir que Ty
los separase. Sus manos se asentaron sobre los hombros de Ty antes de deslizarse por
el pecho, atrapando la suave tela de la camiseta de Ty, y alrededor de su torso para
abrazarle. Ty le dio un suave tirón, tratando de desequilibrarlo y que se tumbara
sobre una de las antiguas camas dobles. Zane se apartó del beso y se quitó la camisa,
arrojándola al suelo, antes de deslizar las manos por debajo de la camiseta de Ty para
quitársela. Hubo dos golpes suaves sobre la alfombra, los zapatos de Zane, luego se
movió sobre el colchón, levantando las piernas mientras se tumbada de lado junto a
Ty.

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—Cariño —susurró Ty contra los labios de Zane. Nunca había sentido este tipo de
calor y la añoranza de otra persona. No sabía cómo lo hacía Zane, pero él sabía que
nunca habría nadie más para él. Quería que Zane lo sintiera también, que tuviera esa
seguridad, tanto física como emocional. Haría lo que fuera para asegurarse de que
Zane supiera que era suyo.
Deslizó la mano en el pelo de Zane, agarrando los rizos en la nuca y usándolos
para echarle la cabeza atrás, sólo para ser capaz de darle un beso más fuerte. Los
labios de Zane eran suaves y cedieron bajo los suyos mientras le besaba. Yacieron
envueltos el uno alrededor del otro y cuando se movió más, Zane rompió el beso con
un jadeo y mecieron sus ingles juntas a pesar de las capas de ropa entre ellos. La
mirada en sus ojos le dijo a Ty que estaba en el camino correcto. La respuesta de
Zane se perdió entre sus labios, pero separó las piernas por lo que pudo acomodarse
entre ellas.
Ty gimió cuando Zane se envolvió a su alrededor. Rompió el beso y se incorporó,
apoyándose con una mano mientras usaba la otra para tirar de la camiseta de Zane.
—Quítate esto —gruñó.
Zane no lo dudó. Tiró de la camiseta mientras Ty pateaba, y comenzaba a
desabrocharse el pantalón, apresurándose a arquear la espalda y empezar a
empujarlos hacia abajo por las caderas junto con los calzoncillos. Ty tuvo que
arrastrarse hacia atrás para dejar que se los quitara y empujó sus propios pantalones
y boxers por los muslos, se deshizo de ellos antes de arrodillarse entre las piernas de
Zane.
—Ven aquí —invitó Zane, extendiendo un brazo para tirar de él contra su piel
caliente.
Ty le cogió la mano y le besó los dedos, luego la palma, luego la muñeca. Tiró de
la mano de Zane, tratando de conseguir que se sentara. Lo hizo, conteniendo el
aliento y sentándose sin retirar la mano, y se puso justo en el círculo de los brazos de
Ty. Este deslizó los dedos entre los suyos mientras le besaba. Tuvo que inclinarse
sobre él para acercarse, levantándose sobre sus rodillas. Zane abrió más las piernas,
apuntalando las rodillas y apartando los pies cuando Ty se acercó. Una nueva oleada
de posesividad y deseo se extendió por su interior cuando miró a su amante. Pasó la
mano por el pelo de Zane, agarrando los rizos de nuevo para tirar de la cabeza hacia
atrás y darle un beso.
Sólo necesitó unos segundos para apretar las manos y forzar a Zane de vuelta al
colchón. Utilizó el cuerpo de Zane para auparse más cerca, instalándose entre sus
piernas, empujando sus caderas contra sus muslos, frotando su dura polla contra la
de Zane con un gemido. Este suspiró ásperamente mientras separaba más las

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piernas, dando cabida a Ty mientras deslizaba las manos sobre sus hombros y
espalda, por toda la piel que podía alcanzar. No agarró, ni pellizcó ni apretó, sólo
tocó. También murmuraba. Palabras desesperadas que sonaban como Te amo.
La mano de Ty fue a la parte posterior del muslo de Zane, tirando para que lo
levantara contra su cadera. Le besó lánguidamente, teniendo cuidado de deslizar sus
labios y lengua contra las suyos, queriendo darles a ambos la oportunidad de
saborear y sentir al otro, antes de perder todo control de sí mismos. Meció sus
caderas casi inconscientemente, frotando sus ingles juntas mientras se besaban. Zane
suspiró contra sus labios mientras seguía el ejemplo de Ty y se relajaba debajo de él.
—He querido esto —dijo Zane, sin aliento.
—Has tenido esto, Zane –dijo Ty mientras se tomaba un breve momento para
levantarse y ajustar su posición.
—Esto no –discutió Zane—. No hemos tenido esto.
Ty le rozó la nariz, asintiendo con la cabeza y comprendiendo.
—Lo tenemos ahora.
Se acomodó entre las piernas de Zane, la punta de la polla presionando contra el
culo de Zane. Tiró de su muslo otra vez mientras se tumbaba sobre él y se hundía en
otro beso más exigente. Zane curvó los brazos alrededor de Ty incluso mientras se
movía bajo su peso, tratando de crear fricción entre ellos.
Ty gimió con aprecio, deslizó la mano por la pierna de Zane para agarrar y tirar de
la cadera.
—¿Lubricante en mi bolsa o la tuya? —preguntó sin aliento, maldiciéndose por no
haber pensado en eso un poco antes del proceso de ponerles casi dolorosamente
excitado.
—¿Las dos? —respondió Zane con una risa suave. Mientras hablaba, pasó la mano
por su vientre hacia la polla erecta.
Ty le detuvo, sabiendo que si Zane empezaba a tocarse a sí mismo, nunca llegarían
a sacar el lubricante. Y deseaba desesperadamente estar dentro de Zane esta noche.
Apartó la mano de Zane y lo sostuvo hacia abajo contra el colchón.
—Dos segundos —dijo mientras se levantaba y miraba a Zane con avidez—. No
empieces sin mí.
Captó la sonrisa maliciosa antes de que Zane la escondiera. Ty rodó hacia atrás y
se arrastró hasta el borde de la cama, inclinándose para agarrar su bolsa y sacar la
bolsa de aseo de cuero que llevaba consigo.

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—Te quiero dentro de mí, cariño —dijo Zane detrás de él.


Ty gruñó y arrojó la bolsa a la cabeza de la cama mientras se arrastró entre sus
piernas. Dejó que sus manos se deslizaran sobre su cuerpo, clavando los dedos en las
duras aristas de músculos y absorbiendo el calor de su piel, Zane se alzó ante su
caricia. Ty inclinó la cabeza para besarle el estómago, deslizando la mano hasta el
pecho y siguiendo el camino hasta que volvió a donde había empezado, entre las
piernas abiertas de Zane y besándolo. Zane gimió y enganchó la pantorrilla sobre la
parte posterior del muslo de Ty, con la mano en su cintura para hacer palanca
mientras levantaba las caderas.
Ty gruñó y empujó hacia arriba, murmurando mientras cogía la bolsa y hurgaba
en su interior. Zane soltó otro gemido obscenamente sexy mientras seguía frotando
sus cuerpos, moviendo la mano hacia el otro lado de la cintura de Ty. Este finalmente
volcó la bolsa y esparció todo el contenido, encontrando lo que necesitaba y luego
usando el antebrazo para barrer todo lo demás fuera de la cama al piso alfombrado.
Zane se rió de su prisa, pero el calor y el deseo en sus ojos todavía brillaban.
Ty se alzó, mirándole y balanceando sus caderas mientras observaba a sus cuerpos
moverse juntos.
—Joder, Zane —dijo entre dientes mientras se inclinaba para mordisquearle los
labios.
Zane asintió mientras le lamía el labio inferior.
—¿Quieres que me gire?
—No —gruñó Ty. Se apoyó en un codo, utilizando la otra mano para deslizarla
entre ellos y por el cuerpo de Zane—. Te quiero aquí mismo —dijo a Zane, robando
un último beso descuidado antes de ponerse de rodillas.
Zane deslizó las manos por el cuerpo de Ty cuando se movió. Este pasó una mano
por el interior de su muslo, incapaz de evitar tocarlo. Disfrutaba del juego de
músculos bajo la piel suave, la imperfección ocasional de una cicatriz debajo de sus
dedos, la manera en que Zane se tensaba y se retorcía bajo sus manos. Se distrajo por
el arrastre de las yemas de los dedos contra el muslo de Zane. Este se estremeció
debajo de él mientras le acariciaba. Era muy sensible allí, justo en la unión del muslo
y la cadera, no tenía cosquillas y era uno de los lugares favoritos de Ty para tocar,
agarrar y clavar los dedos cuando follaban. Agachó la cabeza para besar el lugar que
había estado acariciando. Zane gimió y sus ojos se cerraron mientras echaba la
cabeza hacia atrás y cerraba las manos en puños en las sábanas.
Ty se aferró a la parte posterior de su muslo con fuerza y le levantó la pierna
mientras se inclinaba sobre él, lo suficiente como para besar la parte interior de la

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rodilla. Alargó la mano hacia la pequeña botella de lubricante y la puso en la mano


de Zane. Luego se sentó y dejó que su mano se deslizara bajo la otra rodilla de Zane,
sus dedos acariciando suavemente la parte superior de la pantorrilla, disfrutando de
la vista de las piernas de Zane extendidas alrededor de sus caderas.
Zane parpadeó para abrir los ojos y mirar a Ty mientras levantaba la botella y la
sacudía un par de veces antes de abrirla.
—¿Qué quieres? —preguntó mientras apretaba algo del lubricante en sus dedos.
—Asegurarme que estás listo —murmuró Ty. Su mano se movió por la pierna de
Zane, sin tirar o empujar, simplemente rozando para alcanzar la cadera—. Esto va a
tomar un tiempo.
Zane tragó saliva y buscó a Ty, dedos largos cerrándose alrededor de su polla. Ty
proyectó las caderas hacia fuera, empujando en la mano de Zane mientras observaba.
Zane se tomó su tiempo, esparciendo el lubricante por todas partes, palmeando la
punta, arrastrando los dedos contra las pelotas de Ty. Este se agachó para deslizar
sus dedos a lo largo de los suyos, sin guiarle, simplemente disfrutando de la caricia
de su mano.
—Ty —susurró Zane, desesperado y necesitado.
Ty movió ambas manos y se levantó de rodillas, envolviendo un brazo alrededor
de la pierna de Zane para levantarla mientras le empujaba para que se tumbara. Zane
se estiró a por él con una mano, la palma rozando el bíceps, los dedos en el hombro,
su otra mano se cerró en torno a su propia espinilla para acercarla al pecho.
Ty no tuvo que preguntarle si estaba listo. Ese toque en el hombro le dijo todo lo
que necesitaba saber. Le besó, tomándose su tiempo, disfrutando de los últimos
momentos de anticipación antes de estirarse entre ellos y guiarse al interior de Zane.
Se meció hasta que la resbaladiza punta de su polla se deslizó más allá de los
músculos que se resistían, luego dio un empujón lánguido.
Zane jadeó, su mano cayó de la cadera de Ty.
Este bajó la cabeza y dejó escapar un suspiro áspero, apoyando su nariz contra la
barbilla de Zane mientras flexionaba las caderas y empujaba más profundamente. El
movimiento del cuerpo, el arco de su espalda, la respiración entrecortada, todo se
combinó para mantenerlo estremeciéndose mientras Ty le llenaba. Su aliento
exhalado era cálido contra la mejilla de Ty cuando Zane empezó a gemir.
Ty levantó la cabeza y lo besó con avidez, deslizando los dedos en su pelo y
apenas meciendo las caderas, queriendo que esto durara el mayor tiempo posible.
Zane se calmó debajo de él, uniéndose al movimiento de balanceo mientras sus
lenguas se deslizaban juntas, envolvió los brazos alrededor del cuello de Ty para

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retenerlo cerca. Era lento y sensual, nada más que sus respiraciones jadeantes y el
beso húmedo.
Zane levantó la rodilla más alta, jadeando cuando Ty empujó. Este gimió, incapaz
de continuar simplemente balanceando sus caderas por más tiempo. Su mano dejó el
pelo de Zane para deslizarse por la parte posterior de su pierna, los dedos clavados
mientras se retiraba y empujaba.
Zane se estremeció debajo de él y soltó su nombre con voz ahogada.
—Por favor, cariño, tienes que... moverte. Más fuerte.
Ty le besó de nuevo, apretando la mano simplemente porque podía. Continuó los
empujes lentos, disfrutando del roce de sus cuerpos en lugar de tratar de llegar al
final antes de tiempo. Zane le apretó los dedos en los brazos pero Ty se mantuvo
constante. La tensión se liberó y Zane recurrió a hacer ruidos necesitados y a
balancear sus caderas para encontrarse con cada embestida.
Ty realmente no creía que alguna vez hubieran hecho esto. Lo habían intentado
varias veces, pero ninguno de ellos tenía la fuerza de voluntad para ir poco a poco
cuando el otro estaba pidiendo más y más rápido.
Levantó más la pierna de Zane mientras alargaba sus embestidas, pero se las
arregló para mantener la velocidad sensual, conduciéndose en Zane profundamente
y saliendo despacio para poder sentir los músculos de Zane apretando y tirando de
él. Disfrutaba del roce cada vez que se retiraba, y cada vez que empujaba de nuevo,
enviaba olas calientes de placer y de deseo por su interior.
—Joder, Zane —se encontró murmurando sin aliento cuando presionó su rostro
contra su cuello.
Sus cuerpos se mecían con el ritmo lánguido. La respuesta de Zane era un
murmullo satisfecho.
Ty levantó la cabeza y buscó su boca. Captó el ritmo, emparejado con su lengua. El
murmullo de Zane se convirtió en un gemido totalmente audible y comenzó a
moverse bajo él, frotándose mientras se besaban, rodando sus caderas y deslizando
su polla contra el vientre de Ty.
Este gimió contra sus labios. Se entregó al beso durante unos cuantos segundos
antes de empujarse con ambas manos. Follar a Zane cuando estaba realmente en ello
era un poco como montar un toro mecánico. Era mejor contenerlo o Ty acabaría en el
suelo.

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Se agarró a sus caderas, tirando de Zane con él. Sus caderas descansaron sobre los
muslos abiertos de Ty, sus piernas abiertas a cada lado. Ty dejó que sus manos
recorrieran el cuerpo tenso mientras se mecía en él.
—Oh Cristo, sí —susurró Zane. Arqueó la espalda y Ty arrastró los dedos por su
vientre.
Alargó la mano hacia el lubricante aún abierto con una mano y salió casi por
completo, dejando que la cabeza de su polla abriera los músculos de Zane. Sostuvo la
cadera de Zane con la otra mano y rápidamente se sirvió una generosa cantidad en
su propia polla y en Zane, empujando poco a poco hacia él mientras lo hacía.
—Oh Dios, vas a follarme hasta volverme totalmente loco, ¿verdad? —Preguntó
Zane, con voz quejumbrosa y sin aliento.
Ty arrojó la botella a un lado y asintió con la cabeza.
—Así es como me gustas —dijo, con la voz tensa y áspera. Tomó las caderas de
Zane y lo atrajo más cerca, empujando en él con fuerza mientras lo acomodaba en su
regazo.
La respuesta de Zane empezó como un resoplido, luego se elevó a un grito y un
jadeo de asombro.
—Por favor –dijo, su voz pesada con la excitación. Se emparejaba con el placer
escrito por todo él.
Ty clavó los dedos en la parte posterior de los muslos de Zane, arrastrándolos
hasta las rodillas para envolver las piernas de Zane a su alrededor. Entonces cogió su
polla resbaladiza, la agarró y esparció el lubricante con varios tirones lentos.
—Sí —susurró Zane mientras levantaba las caderas para empujarse a la mano de
Ty.
Este cerró los ojos y gimió en voz alta, dejando que el movimiento de Zane hiciera
el trabajo mientras él aceleraba. Podía oír las respiración trabajosa y jadeante de
Zane, el roce de las sábanas mientras se movían. Sus piernas estaban apretados a su
alrededor, y luego sintió el ligero roce de dedos por el pecho hasta el vientre. Abrió
los ojos con dificultad, mirando la mano de Zane mientras le rozaba. Estaba distraído
por la visión de su propia polla empujando en el culo de Zane, por sus dedos
envueltos alrededor de Zane, acariciándolo. Apretó la mano en su cadera mientras
alzaba la mirada para encontrarse con sus ojos.
Estaban vidriosos y casi negros, pero fijos en él.
Zane siguió moviendo su mano, acariciando suavemente su piel enrojecida. Dijo
su nombre en voz baja, incluso con reverencia.

~203~
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Armados y Peligrosos
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Ty se movió, se inclinó sobre él para besarlo con rudeza. Balanceó las caderas
mientras se movía, y continuó los fuertes empujes mientras el beso se convertía en
algo duro. Zane se sacudió bajo él, tratando de obtener más, su polla resbaladiza se
deslizaba a lo largo de los firmes músculos de sus abdominales. Finalmente gruñó,
agarró el culo de Ty, y tiró de él con fuerza. El movimiento hundió el pene de Ty
profundamente, golpeando sus cuerpos juntos. Su grito de placer fue amortiguado
por la boca de Ty.
Este rompió el beso con un jadeo y empujó con fuerza varias veces sólo para
observar el despliegue de todo tipo de emociones en el rostro de Zane, que
generalmente era muy bueno en ocultar: placer, excitación, urgencia, incluso un poco
de desesperación en su ceño fruncido, ojos cerrados con fuerza y el maltratado labio
inferior, los dientes todavía hundidos en él.
Ty desaceleró el ritmo de nuevo, inclinándose para besar los labios de Zane.
—Te amo —susurró, las palabras meros susurros contra los labios de Zane.
Zane exhaló con un tartamudeo y abrió los ojos para mirar a Ty. Levantó la mano
para trazar con los dedos sus labios y mejilla. Luego habló, sus palabras cargadas de
emoción.
—Yo también te amo.
Ty le besó suavemente de nuevo, luego se empujó hacia atrás, rodando las caderas
para abrirse camino más profundamente. Tiró de las caderas de Zane y lo sentó de
nuevo en su regazo.
Le tomó en la mano otra vez, acariciándolo más rápido esta vez mientras
aumentaba la velocidad de sus propios envites.
Las manos de Zane golpearon el colchón antes de acomodarse sobre las rodillas de
Ty, aferrándose a él.
—Loco ahora… —dijo, jadeando. Su respiración se aceleró mientras se estremecía
debajo de Ty, y sus caderas se movían sin parar, con Ty dentro de él.
—Vamos, cariño –instó Ty en un susurro sin aliento.
Zane apretó los dientes mientras miraba a su amante, y Ty vio como sus ojos se
desenfocaban mientras dejaba de respirar y se ponía tenso. Su polla palpitó en la
mano de Ty. Zane se convulsionó en una serie de gemidos inarticulados, evidencia
de su profuso orgasmo sobre los dedos de Ty. Este miró con avidez mientras seguía
acariciándolo, luchando con fuerza contra el impulso de embestirle a través de su
orgasmo.

~204~
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Sin embargo, gimió, jadeando el nombre de Zane mientras el cuerpo de este


pulsaba a su alrededor. Con cada caricia, sus dedos y el estómago de Zane se cubrían
y los gemidos se hacían más fuertes.
Ty juró.
—La próxima vez te voy a chupar en lugar de verte correrte sobre tu vientre —
gruñó, ganando un gemido lastimero y desesperado de su amante en respuesta.
Ty tuvo misericordia de él y detuvo la mano. Pasó ambas por el cuerpo de Zane,
manchándole con su semen mientras le miraba a la cara, las arrastró por el interior de
los muslos y se agarró a sus caderas, luego subió por los lados para apretarle la
cintura y tirar de él más cerca antes de bajar las palmas por las caderas y levantarle
para atraerlo completamente a su regazo.
Zane abrió los ojos mientras trataba de recuperar el aliento, pero con cada toque,
Ty podía ver cómo se le erizaba la piel sobre estimulada con sensaciones y la
inhalación se interrumpió.
—Cariño —susurró Zane—. No te detengas.
Ty sacudió la cabeza. Se aferró con fuerza y Zane rodó sus caderas, moviéndose en
su interior con un gemido lento. Pasó las manos por la parte interior de los muslos de
Zane, mirando abajo para verse salir casi por completo. Empujó en el dorso de las
piernas de Zane, obligando a sus rodillas a subir más hacia su pecho. Ty todavía
estaba de rodillas cuando comenzó a empujar sus caderas hacia delante, la cabeza
hacia abajo y mordiéndose el labio mientras observaba el miembro deslizarse dentro
y fuera del culo apretado de Zane. Le encantaba verlo.
—Eres tan jodidamente hermoso así –dijo Zane con voz ronca, moviendo una
mano para cubrir la de Ty.
Este levanto la mirada antes de verse obligado a bajar la cabeza con un gemido.
Había tenido toda la intención de terminar esto como habían empezado,
tortuosamente lento y suave. Pero se estaba volviendo cada vez más difícil.
Dejó ir las piernas de Zane y se inclinó sobre él, sosteniéndose con ambas manos
mientras miraba a su amante. Sus caderas todavía se mecían, su polla hundiéndose
más profundamente en Zane con cada embestida.
—¿Puedes tomar más? —preguntó a Zane sin aliento.
—Sí –respondió antes de gemir y morderse los labios de nuevo—. Me está
gustando todo esto de a fuego lento.
Ty agachó la cabeza y gimió de acuerdo. Reanudó la fuerza de sus embestidas,
jadeando y gimiendo mientras se conducía a sí mismo más cerca del orgasmo. Pero

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se las arregló para mantener el ritmo lánguido que había establecido. Ambos estaban
empapados de sudor, aunque la habitación estaba fría y donde su piel tocaba la de
Zane parecía estar en llamas. Una gota de sudor bajó por su nariz y cayó sobre el
pecho de Zane.
Sus movimientos se hicieron más fuertes, teñidos de frustración mientras la lenta
acumulación de placer continuaba. Cada empuje mecía a Zane, juntando sus cuerpos
con más fuerza.
Este levantó las piernas lo suficiente para envolverlas alrededor de Ty, cambiando
el ángulo de sus empujes y profirió un largo grito desesperado cuando golpeó su
próstata.
—Oh, Dios, cariño, tan bueno.
Ty miró a Zane mientras intensificaba sus embestidas, manteniendo el mismo
ángulo y embistiendo con fuerza durante unos segundos antes de volver a las
embestidas lentas y profundas.
Le encantaba ver a Zane ser follado.
Quería mantenerle con él, follarle de esta manera hasta que se corriera otra vez,
hasta vaciarse él mismo en su interior una y otra vez y dejarlos totalmente
desgastados, pero no creía poder hacerlo. Era demasiado tentador dejarse ir y
tomarle fuerte y rápido cuando estaba tan cerca de correrse él mismo.
—Cariño –suplicó con voz áspera y tensa mientras se tumbaba sobre Zane otra vez
y apretó la frente contra el pecho de Zane.
—No te detengas –volvió a rogar Zane. Envolvió los brazos con fuerza a su
alrededor, inclinando sus caderas hacia atrás con cada lento empujón para tratar de
tomarle más profundo—. Por favor, dame más.
La voluntad de Ty se rompió. Levantó la cabeza y envolvió los brazos alrededor
de Zane, abrazándolo. Brevemente, se permitió el placer de follarle, fuerte y rápido,
casi saliendo de él cada vez antes de penetrarle de nuevo y volver a él. Zane gritó y
pasó las uñas por su espalda mientras sus cuerpos se unían.
Cuando Ty sintió el orgasmo casi sobre él, se detuvo y sostuvo a Zane cerca,
respirando de manera entrecortada y el cuerpo gritando por su liberación. Cuando
decayó, les hizo rodar hasta que estuvo de espaldas y Zane sentado a horcajadas
sobre él, su polla todavía enterrada en su interior.
Zane necesitó un momento para equilibrarse, pero acomodó su peso sobre las
rodillas y se movió sobre la polla de Ty. Extendió las manos para tomar cada una de

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sus manos, manteniéndola cautiva mientras empezaba a balancearse hacia delante y


hacia atrás, buscando el ángulo perfecto.
Ty cerró los ojos y empujó sus caderas hacia arriba, gimiendo. Zane mantuvo el
movimiento constante, apretando hacia abajo, pero sin acelerar.
—Es mi turno de volverte loco –dijo.
Ty abrió los ojos para mirar a su amante. Podía ver las partes brillantes de la piel
de Zane que estaban cubiertas de sudor, lubricante y semen. Se lamió los labios y
soltó un suspiro reprimido. Zane montándolo de esta manera era la cosa más sexy
que había visto nunca. Tenía los músculos tensos, sus caderas rodaron sinuosamente,
sus muslos le apretaban y su polla estaba medio dura de nuevo.
Zane continuó moviendo las caderas hasta que encontró la posición correcta.
Apoyó ambas manos sobre el pecho de Ty, arrastrando las uñas y rodó las caderas en
círculos, usando la polla de Ty para masajearse la próstata y volverle loco mientras
observaba.
Ty se incorporó en el momento que Zane dejó de moverse. No podía soportarlo
más, no importaba lo divertido que fuera ver moverse las caderas de Zane de ese
modo. Envolvió sus brazos alrededor de la cintura de Zane y levantó la mirada hacia
él, tratando de empujarle y cambiar de posición. Estaba tan cerca de correrse que sus
manos temblaban mientras apretaba las palmas contra la espalda de Zane.
—Si no puedes montarme correctamente, voy a tener que darte la vuelta de vuelta
otra vez —dijo antes de bajarle la cabeza para un beso exigente, desesperado y
posesivo.
Zane se encorvó para ayudarle y sin advertencia se elevó sobre las rodillas casi
sacando la polla de Ty antes de bajar de golpe, tomando toda la polla de Ty con un
movimiento suave.
—¿Correctamente? —Gruñó cuando rompió el beso.
Ty le agarró de la cintura y gritó, animando a su amante por más. Se dejó caer,
deslizando las manos a las caderas de Zane. Le encantaba sentir los movimientos
ágiles de las caderas de Zane cuando estaban follando. Nunca le había montado
antes, pero sin duda iban a hacer esto de nuevo.
—Dios, eres tan caliente —gimió, levantando sus caderas para empujar su polla
dura en Zane.
Este empezó a moverse de nuevo, arriba y abajo, luego se sentaba y movía las
caderas hacia adelante, arrastrándose a lo largo de la polla de Ty, antes de empujar

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hacia atrás con fuerza. Luego se inclinaba, apoyaba una mano, y comenzó a montar
Ty en serio, sus pelotas y la polla medio dura atrapadas entre ellos.
Ty gritó y sacudió las caderas. Se levantó sobre los pies para darle más apoyo y
trató de encontrarse con los movimientos de Zane. Sus cuerpos húmedos chocaban y
podía sentirse empujando más allá de ese apretado anillo de músculos con casi cada
uno de los movimientos de Zane. No pasó mucho tiempo para que se arqueara, el
orgasmo pareció comenzar en los dedos de los pies y atravesarle por completo.
Sus dedos se aferraron al hombro y el costado de Zane con urgencia mientras
empujaba su polla en él por última vez, y Zane seguía moviéndose, montándolo con
fuerza a través de los pulsos de su orgasmo. Ty finalmente gritó, un sonido ronco y
desesperado, clavando las uñas en la piel de Zane mientras corcoveaba con las
caderas.
Se estremeció cuando Zane finalmente redujo la velocidad y se inclinó para darle
un beso.
Los dedos de Ty se sacudieron mientras se estiraba a por él. Todo su cuerpo lo
hizo. Besó a Zane con alivio, le envolvió con los brazos y le abrazó. Zane suspiró y se
acomodó sobre él, presionando su pecho contra la piel sudorosa de Ty y depositando
suaves besos en su sien.
Ni siquiera trató de calmar su respiración, simplemente se permitió jadear en
busca de aire mientras abrazaba a Zane y luego cerró los ojos.
—Eso fue divertido —dijo, sin aliento.
El suave murmullo de la risa de Zane reverberó a través tanto de sus pechos y
asintió con la cabeza.
—Vamos a necesitar un toalla muy grande —murmuró Ty mientras volvía la
cabeza para presionar la boca contra la sien de Zane.
Zane se rió de nuevo y suspiró.
—Ducha.
Ty tarareó una negativa.
—Entonces no oleré a ti cuando despierte.
Zane se incorporó sobre un codo para poder mirarle.
—Eso es… ridículamente romántico.
Ty se rió.
—No suenes tan sorprendido.

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Zane le mordisqueó el labio inferior para detener la risa.


—No lo estoy.
Ty se estiró para besarlo, despacio y con cuidado.
—Mejor deja que me levante —dijo finalmente con verdadero pesar.
Zane apretó los dedos en su brazo por un momento, antes de relajarse y soltarle.
—Por ahora –dijo antes de apartarse.
Ty se quedó allí un momento, todavía recuperándose. Luego se sentó y sacó las
piernas por el lado de la cama, luchando contra el mareo que sabía que iba a venir
después del sexo alucinante.
—Vuelvo en un minuto —dijo, y se dirigió hacia la puerta del cuarto de baño con
las piernas temblorosas.
Se sentía bastante confiado en dejar a Julian y Cameron solos por la noche.
Después del ruido que él y Zane habían hecho, los otros dos hombres no podrían
tener ninguna duda de lo que habían estado haciendo, y eran lo suficientemente
inteligentes como para no molestarles esta noche.
Ty sonrió para sus adentros. Eso, o habían utilizado la oportunidad de oro para
finalmente escapar. En este punto, en realidad no le importaba.

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Capítulo 13

El suave clic de la puerta sacó a Cameron de su sopor, abrió los ojos soñolientos
cuando la cama se hundió al otro lado. Era Julian, de regreso de una patrulla del
hotel, lo más probable. Cameron sonrió. El instinto protector de Julián era uno de sus
rasgos más entrañables. Deslizó la mano de debajo de la almohada para agarrar la
suya. Los dedos fríos de Julian se deslizaron por su mano en la oscuridad. Le sintió
moverse, acomodándose en la cama con sus cuidadosos movimientos habituales.
—Vuelve a dormir —susurró, casi al oído de Cameron.
Cameron se acurrucó contra su calidez.
—¿Todo bien? —Murmuró antes de bostezar.
Julian le rodeó con los brazos, acercándolo más. Suspiró mientras acomodaba a
Cameron contra su pecho y apoyaba la barbilla en su coronilla. Fue el mismo sonido
de satisfacción que casi siempre hacía cuando sostenía a Cameron.
—No estoy seguro. He hecho varios intentos de contactar con Preston, pero él…
simplemente se ha ido.
—¿En serio? —Cameron se despertó un poco, a pesar de que se acurrucó lo más
cerca que pudo, inhalando el aroma cálido y picante de Julian—. ¿Qué significa eso?
—Espero que signifique que es inteligente y se ha largado antes de que pueda ser
arrastrado a esto también.
—Sin embargo, no lo crees.
—No. Preston no huiría. Tengo un presentimiento horrible.
Cameron se envolvió a su alrededor con el ceño fruncido, sabiendo que no había
mucho que pudiera hacer para aliviar la preocupación o el estrés.
No habían oído hablar en la otra habitación desde hace rato y Cameron se
encontró sonriendo mientras pensaba en los dos duros agentes del FBI mordaces.
—Es tan mono. Están enamorados.

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—Es como ver dos gatitos peleando con machetes —murmuró Julian.
—Julian.
—¿Qué? ¡Es extraño!
—No, no lo es. Son perfectos el uno para el otro. Pobre Zane, sin embargo —
murmuró Cameron—. Enamorado de Ty Grady. —No podía imaginar lo frustrante
que sería. Entonces Julian inhaló, y Cameron se rió entre dientes ligeramente. Sí, en
realidad podía—. ¿Te he dicho que Ty abrazó a Wesson, cuando estuvo en el
apartamento?
—¿Lo abrazó?
—Lo levantó y lo abrazó como a un bebé. Debería haber sabido en ese momento
que él era tan malo como tú.
—Interesante. Has mencionado que lo levantó. ¿Y Wesson le dejó?
—Ronroneó.
—Dios mío.
—Y luego rogó por más.
—La pequeña ramera.
Cameron se rió, ocultando el rostro en el hombro de Julian.
—Me temo que mi opinión de ambos se ha modificado ligeramente —admitió
Julian—. Grady sigue siendo un completo gilipollas, por supuesto, pero…
Cameron parpadeó y se echó hacia atrás para ver la cara de Julian.
—¿Por qué?
—Es dos veces más aterrador, trabajar con alguien a quien amas. Un error podría
costarte todo. Hace que lo que hacen sea mucho más... impresionante.
—Eso es lo que haces conmigo, cariño —dijo Cameron suavemente.
Julian rió.
—No, yo puedo confiar en que serás inteligente y no te meterás en problemas. Por
lo general, no estás… en el meollo de las cosas.
Cameron le dio un manotazo en el pecho.
—Tú lo eres todo para mí —le susurró Julian al oído.
—Sabes que eres imposible de resistir —dijo Cameron con un resoplido,
abrazándolo de nuevo. Suspiró y añadió—: Creo que debo haberte amado antes de
que me dijeras una palabra.

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—Todo es parte de mi encanto.


Cameron sonrió e inclinó la cabeza hacia atrás para poder besarle en la mandíbula.
—Eres tan humilde.
—Lo que se suma a mi encanto.
—Embaucador —dijo Cameron mientras levantaba una mano para bajar la
barbilla de Julian hacia él.
Julián le besó con fuerza de repente, abrazándolo con fuerza y ahondando en el
apasionado beso. Cameron inhaló por la nariz pero deslizó un brazo alrededor del
cuello de Julian mientras se entregaba. Julian podía ser desconcertantemente tierno,
en contradicción con su comportamiento y tamaño, pero también podía ser exigente
y duro, y a él le encantaban ambas cosas.
Julian rompió el beso, pero no aflojó los brazos sobre Cameron mientras respiraba
profundamente.
—¿Te he dicho últimamente lo afortunado que soy de tenerte?
—No —respondió Cameron cuando su pecho empezó a doler. Lo hacía
muchísimo en torno a Julian.
—Debería decírtelo cada día —le susurró Julian—. Ver a esos luchando por
amarse y obligados a ocultarlo del mundo... —Sacudió la cabeza con tristeza—. Lo
eres todo para mí, Cameron.
Cameron sonrió mientras se le aceleraba el pulso.
—Soy un hombre afortunado. Te quiero, Julian. Si no me detuve cuando moriste
sobre mí, nunca cambiará.
Julian le besó de nuevo, sus largos dedos extendidos sobre la espalda de Cameron
mientras apretaba los brazos a su alrededor. Cameron se hundió en su abrazo,
alejando toda idea de peligro o separación. Estaban juntos en este momento, y eso era
lo importante.

* *
Zane observaba la puesta de sol y la habitación llenarse de oscuridad en los pocos
minutos que Ty estuvo en el baño. Se estiró en la cama, disfrutando del lubricante
resbaladizo y el semen entre los muslos. La fatiga muscular completada con la
saciedad hizo que mente vagara mientras esperaba que su amante volviera. Metió el
brazo detrás de la cabeza y miró hacia el techo mientras su mente vagaba por las
reflexiones y recuerdos de Ty, no era una gran sorpresa; ahí era donde su mente
vagaba casi siempre.

~212~
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La puerta del baño crujió cuando Ty la abrió, pero ese fue todo el ruido que hizo
cuando se arrastró a través de la oscuridad. Zane casi no le podía ver, pero la tenue
luz se reflejaba en su piel desnuda y la toalla blanca que tenía en la mano.
Siempre era divertido y excitante ver a Ty moverse, desnudo o no. Era como un
gato salvaje, delgado, todo movimientos económicos y suaves que hipnotizaban. Se
acercó a la cama, pasos cuidadosos, con los ojos todavía adaptándose a la oscuridad.
Se arrastró hasta la cama y sobre Zane sin decir una palabra, teniendo cuidado de no
frotarse contra su vientre pegajoso. Le dio un sonoro beso antes de bajar y dejar la
toalla sobre el pecho de Zane.
—¿Estás bien? —preguntó en un susurro.
Zane asintió y utilizó la toalla, pero mantuvo sus ojos en Ty. No quería apartar la
mirada.
Ty sacudió la cabeza, sonriendo de manera que Zane pudo ver el blanco de sus
dientes. Se movió, estirando los hombros antes de rodar hacia un lado y apoyar la
cabeza en una mano mientras miraba a Zane. Sería sorprendente que ambos
durmieran en la cama de matrimonio sin que uno o ambos terminaran en el suelo al
menos una vez. Pero Zane pensó que simplemente podría acurrucarse alrededor de
Ty lo suficiente para que no importara.
Zane terminó con la toalla y la tiró al suelo. Cuando miró hacia atrás, esa sonrisa
seguía en su sitio en los labios de Ty. Resopló, disfrutando de la chispa en los ojos de
Ty. Extendió la mano y dejó que sus dedos le rozaran la mejilla para vagar a la
brújula en su cuello.
—Sabes cómo romperme.
—Eso es lo último en mi mente —murmuró Ty. Se deslizó hacia delante y
presionó sus labios contra los suyos. No trató de profundizar el beso o tentarle como
era su costumbre. Fue un gesto simple, dulce, que terminó demasiado pronto cuando
rodó sobre su espalda una vez más.
Puso un brazo bajo la cabeza y estiró el otro bajo el cuello de Zane.
—Ven aquí —dijo en voz baja.
Zane se movió para acurrucarse contra el cálido cuerpo de Ty bajo la curva de su
brazo. Deslizó la mano sobre la cintura de Ty y acomodó allí su brazo para poder
abrazarle también.
Ty volvió la cabeza lo suficiente para acariciarle la nariz y la boca. Envolvió un
brazo alrededor de los hombros de Zane y lo abrazó, llevando la otra mano a la
cintura para descansar sobre la mano de Zane. Se quedó en silencio, con el cuerpo

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flojo y quieto. Zane casi nunca había sentido a Ty cuando estaba verdaderamente
relajado. Incluso en el sueño o después de beber, sus músculos siempre parecían
estar tensos y tirantes, su cuerpo listo para la acción.
Zane suspiró.
—Ojala tuviera este efecto en ti más a menudo.
—¿Qué efecto?
—Éste —dijo Zane mientras deslizaba la mano por el torso de Ty hasta que pudo
trazar los rasgos relajados de Ty con los dedos—. Estás tan relajado. Es todo un
espectáculo.
—Yo siempre estoy relajado —murmuró Ty, aunque la sonrisa en su voz le dijo
que se estaba burlando de él. Abrazó a Zane y le besó la frente.
—¿Es este el resultado de tu pequeño sabático?
—Parte. En gran parte es mi peligrosa falta de cafeína en estos momentos.
Zane sonrió, y no pudo evitar preguntar:
—¿De dónde viene el sándalo?
—Deuce. Su novia loca por el yoga le ha metido en la cosa de la terapia aromática.
Se supone que alivia el estrés. No sé si funciona; simplemente creo que huele bien.
Zane se echó a reír, y Ty se rió con él. El calor que empapaba a Zane era
embriagador y adictivo. No podía recordar haber estado tan contento estando
simplemente callado junto a Ty, aunque siempre era agradable. Ahora significaba
aún más, porque sabía exactamente lo especial que era.
Jamás habría imaginado, incluso después de su primera noche juntos, cuando Ty
le había abrazado durante toda la noche, que podrían tener esto.
—Cuando nos conocimos, estaba seguro, de que eras un hombre de solo mujeres –
dijo Zane. Le dio un suave beso en el hueco del hombro.
Ty rió.
—Tenías medio razón.
Zane se incorporó para poder mirarle.
—¿Cómo funciona eso? —preguntó, con una sonrisa tirando de sus labios.
—¿Qué?
—¿Medio recto? ¿Medio mujeres? —Zane le pinchó el vientre, el dedo golpeando
duro músculo—. Nunca has mencionado a ningún otro hombre.

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Ty se movió de nuevo y levantó la mano para bajarla por el brazo de Zane,


dejando que sus dedos jugaran sobre los músculos.
—Creo que ha sido bastante mitad y mitad, lo que me atraía. La mayoría de los
otros hombres con los que he estado han sido aventuras de una noche —admitió,
palabras cuidadosas, como si estuviera tratando de evaluar la reacción de Zane
mientras lo decía.
Zane no estaba muy seguro que problema pensaba Ty que tenía con ello, eso más
o menos también le describía a él.
—¿Esperas... conmoción?
Ty resopló y sacudió la cabeza.
—Nunca me has preguntado nada sobre este tipo de cosas, sigo esperando que tu
cabeza gire o algo así.
Zane se echó a reír. Encogió el hombro sobre el que no estaba tumbado.
—Quiero decir, es obvio que yo he andado con hombres y mujeres. Sería una
putada por mi parte juzgarte por lo mismo.
Ty asintió.
—Bueno... ya sabes que no he sido un santo. La mayoría de la gente con la que he
estado han sido… digamos que recuerdo la mayoría de los nombres del bar o de la
ciudad donde los conocí —dijo, sin vergüenza por ese hecho. Ty nunca había tratado
de presentarse a Zane como algo más que lo que era. Esa honestidad, de alguna
manera extraña, le aseguraba a Zane que ahora eran exclusivos.
—¿Hubo alguna vez alguien en serio?
—Unos pocos —respondió Ty—. Un par de mujeres a las que no amaba pero con
las que podía verme a largo plazo, una en particular, pero.... –Carraspeó y sacudió la
cabeza—. La conexión nunca se sentía correcta. Siempre era mucho más natural con
un tipo. Sin embargo, siempre tenía miedo de involucrarme demasiado con los tipos
que conocía. Sólo hubo uno con el que me permití enamorarme, antes que tú.
Era fascinante, ver a Ty desde tan cerca cuando sus expresiones eran tan abiertas y
honestas. Zane intentó seguir sus ojos, pero Ty se sentía claramente un poco
incómodo con todas estas revelaciones y siguió mirando al techo.
—Tengo la sensación de que ha pasado un tiempo —dijo Zane, moviendo su mano
sobre el estómago de Ty.
—Era joven —dijo Ty con una inclinación de cabeza—. No sé si realmente nos
queríamos o no. No estoy seguro de si sabes cómo es el amor a los diecisiete años. Me

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sentí así en ese momento. Lo suficiente como para asustarnos. Decidimos que
teníamos que alejarnos antes de que fuera demasiado tarde. —Cerró los ojos y
respiró hondo—. Por eso me uní a los marines, ya sabes. Nunca se lo he contado a
nadie.
Zane parpadeó sorprendido.
—¿En serio? Creía que estabas siguiendo la tradición familiar. Semper Fi y todo
eso.
—Eso sólo lo hizo fácil de explicar. Nadie hizo preguntas; todos asumieron que
estaba siguiendo los pasos de papá. Ya había pensado en ello, era algo que sabía que
quería hacer, sabía que sería bueno. Pero de repente fue también una vía de escape.
Zane arrastró un dedo por el pecho de Ty mientras escuchaba, mirando absorto su
rostro.
—Mira, durante mi último año en la escuela secundaria estábamos jugando un
partido importante en el fin de semana de regreso a casa. Yo era el defensa. No
recuerdo por qué, casi nunca jugaba de defensa. Pero esa noche sí, despedí al
quarterback del equipo contrario. También era mayor, jugaba a los mismo deportes
así que le conocía un poco por los partidos que habíamos jugado uno contra el otro.
Le rompí la pierna.
Se estremeció con el recuerdo, y Zane sonrió. Siempre era fascinante descubrir con
que simpatizaba Ty.
—Su último partido en casa y tuvo que ser retirado del campo en un carrito. Al día
siguiente fui a verlo, a decirle que lo sentía. Era su pierna izquierda, escayolada hasta
el muslo, así que no podía conducir un coche sin cambios, no podía moverse. Me
sentía culpable, así que... –Se rió de repente ante la memoria—. Le escribí mi número
de teléfono en la escayola y le dije que me llamara cuando tuviera que ir a alguna
parte. Terminamos... pasamos mucho tiempo juntos. Nos llevábamos bien.
—¿Fue tu primera vez?
—Sí. —Ty se acercó y sin pensar se enrolló el pelo de Zane en el dedo—. Su
nombre era David.
Zane ladeó la cabeza para estar más cerca de los dedos de Ty. Era un acto muy
íntimo, y le encantaba lo que Ty estaba haciendo, aparentemente sin pensar en ello.
Sonrió ante la idea de un Ty adolescente coqueteando con un tipo al que literalmente
había mutilado la noche anterior, escribiendo su número en la escayola para que le
llamara. Era dulce, de alguna manera muy de Grady.
—¿Lo has visto desde entonces?

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—Un par de veces –contestó Ty con un movimiento de cabeza—. Es abogado en


Richmond.
Zane se estiró para tocarle la mejilla.
—¿Te molesta contármelo?
Ty esperó un momento antes de responder con voz sorprendida.
—En realidad no. Supongo que ha sido un secreto durante tanto tiempo…
—Entonces, ¿cómo ha terminado él? —Preguntó Zane, que no quería presionar a
su amante en el tema de los secretos—. ¿Soltero? ¿Casado?
—Relación a largo plazo con un chico que conoció en la universidad —respondió
Ty con ironía. Su sonrisa se desvaneció y sacudió la cabeza, cerrando los ojos
mientras continuaba jugando con el pelo de Zane—. Él es la única cosa de la que he
huido.
—Ser atraído por otro hombre en ese momento de tu vida, estoy seguro de que fue
una sorpresa a la que hacer frente –dijo Zane—. Probablemente yo también habría
huido.
Lo único que Zane había conocido cuando tuvo esa edad fue a Becky. ¿Cómo lo
habría manejado si esos sentimientos hubieran sido por otro tipo? No estaba seguro.
—Tal vez — murmuró Ty—. ¿Soy el primer hombre con el que has estado
involucrado? Es decir, más allá de los que dejaste en el callejón.
Zane apretó el dedo índice sobre las ligeras arrugas entre las cejas de Ty y frotó,
tratando de conseguir que abriera los ojos. Ty le apartó la mano, luego la atrapó y la
besó, sujetándola contra su pecho.
—Sí —respondió Zane—. Ni siquiera consideré estar con un tipo hasta que Becky
murió, pero hasta ese momento no había considerado estar con nadie. —Salió tan
fácilmente que se sorprendió. Por lo general, pensar en Becky provocaba algo cierta
clase de dolor. Pero aquí con Ty, no dolía. Era un capítulo en su vida que por fin
había terminado.
—¿Por qué empezaste? —le preguntó Ty mientras sostenía la mano de Zane
firmemente sobre su pecho para que no le pinchara la cara otra vez.
—Lujuria —respondió Zane—. Fue mientras estuve trabajando encubierto en
Miami, en una operación de contrabando desde Colombia. Nos regalaron una
selección de acompañantes y había… bueno, él fue el primero que me llamó la
atención y no pude apartar la mirada. Me imaginé que qué demonios, nuevas
experiencias. Después de un par de veces me di cuenta que me gustaba estar con un

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hombre más de lo que me habían gustado las mujeres. Era divertido, una buena
manera de desahogarse, muy caliente.
Ty asintió, quedándose inmóvil mientras frotaba el pulgar hacia atrás y adelante
sobre la mano de Zane. Este podía sentirle relajándose contra él de nuevo, el cuerpo
aflojándose y volviéndose más lánguido mientras le abrazaba. Sonrió y se movió a
acostarse de nuevo, esta vez apoyando la mejilla sobre el esternón de Ty.
—Háblame de la mujer. Una mujer entre tantas —bromeó.
Ty gimió y se estiró debajo de él.
—Tenía la esperanza de que lo dejaras pasar –dijo, sólo medio en broma.
—Apenas –respondió Zane, arrastrando las palabras. Apretó los labios contra la
piel de Ty un momento—. Cuéntamelo de todos modos.
Ty carraspeó.
—Su nombre era Ava —dijo derrotado—. La conocí cuando estuve en Nueva
Orleans. Casi le propuse matrimonio.
—¿En serio? —soltó Zane y levantó la cabeza para mirarle.
Ty sonrió y se encogió de hombros.
—Nunca pude convencerme de que era una buena idea. Estaba en lo cierto. No
pegaba.
—Por eso que estoy sorprendido —admitió Zane.
—¿Por qué? —preguntó Ty, moviéndose incómodo, pero mirando a los ojos de
Zane de todos modos.
—Porque pegas conmigo.
Ty apretó los labios, mirando a Zane preocupado un momento antes de levantar la
mano y deslizarla por su mejilla.
—No la amaba. Y no fui yo quien le puso fin —admitió.
—Lo siento —susurró Zane, aunque en el fondo no lo sentía. Ty sacudió la cabeza.
Zane lo estudió durante un largo momento—. ¿Cuánto tiempo hace de esto?
—Justo antes del Katrina —murmuró Ty, frunciendo el ceño mientras trataba de
recordar cuantos años habían pasado.
—Cinco años este verano. —Dijo Zane. Hizo una pausa y tragó saliva antes de
preguntar—: ¿Te… todavía te duele?

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Ty se rió antes de que pudiera detenerse. Se llevó la mano a la boca como si


estuviera tratando de ocultar la reacción, y negó con la cabeza.
Zane se levantó para mirarle, no estaba seguro de cómo interpretar esa reacción.
—Lo siento —dijo Ty apresuradamente, cogiendo el brazo de Zane para que
dejara de alejarse—. Es sólo que tu elección de palabras… —Se rió de nuevo y tomó
la mano de Zane, tirando de ella hacia estómago, justo debajo de las costillas, para
permitir que los dedos descansaran contra su piel—. ¿Sientes la cicatriz? —preguntó
mientras colocaba los dedos de Zane lo largo de una cicatriz descolorida que ya
había notado antes.
Zane frunció el ceño y asintió con la cabeza, sintiendo la suave línea tejido
cicatrizal debajo de los dedos. Iba de la parte frontal de la cadera de Ty a la espalda,
como si hubiera sido rozado. Entonces sus ojos se abrieron como platos.
—¿Ella te hizo esto?
—Me lanzó un cuchillo de carnicero —le dijo Ty, voz teñida de una extraña
mezcla de diversión e irritación—. Su puntería solía ser mejor, así que estoy bastante
seguro de que falló a propósito.
—Ella estaba muy decidida a terminarlo, entonces.
Ty sacudió la cabeza y aspiró profundamente mientras se relajaba de nuevo.
—Fue culpa mía. Ella no sabía que era un federal —dijo con cierto pesar—. Para
cuando me di cuenta que podría tener verdaderos sentimientos por ella, estaba
atrapado. No pude encontrar la manera de contárselo y no descubrirme. Ella ni
siquiera sabía mi apellido. No sé en qué estaba pensando, supongo... que sólo
esperaba que todavía le importara después de cerrar el caso y poder ir limpio con
ella. Pero luego, cuando el Katrina se dirigió hacia allí, sacaron a todos, encubiertos o
no, para ayudar con la evacuación y prepararse para la búsqueda y rescate. Me
acerqué a ella y le dije que se fuera, que había encontrado un transporte para que ella
y su familia se marcharan de manera segura. Ella se negó hasta que le prometí que
iría con ellos. Pero yo no podía irme. Tuve que decirle por qué sólo para que se
subiera al helicóptero.
Era una pregunta fácil de hacer por qué ella se había sentido tan molesta, pero no
era una para la que Zane necesitara respuesta. Era difícil cuando vivías una vida
secreta, y mucha gente no se tomaba amablemente tales mentiras, incluso por la
mejor de las razones. Ty se había rendido a alguien que pensó que podría amar para
salvarla.
—¿Por qué no volviste?

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—Bueno... tenía como algo de miedo de que volviera a intentarlo con un cuchillo
más fácil de lanzar —respondió Ty, riendo. Se mordió el labio, mirando a Zane con
ojos que brillaban incluso en la penumbra—. No. El huracán golpeó. La ciudad
acababa de ser... borrada del mapa, más o menos. Durante días no hicimos nada más
que sobrevivir. Sacar a gente del agua, niños, animales y ancianos. Yo y todos los
demás lloramos por nosotros mismos hasta dormir cada vez que teníamos la
oportunidad. Todo lo que podía hacer era asegurarme de que todos estaban bien,
todos los que había conocido, ya sabes, mientras estuve de incógnito. Pero cada
encubierto de Nueva Orleans que perdió la tapadera tuvo que ser trasladado
después de que la búsqueda y rescate se convirtiera en recuperación de cuerpos y
comenzaron a sacar a la gente. No nos dieron la oportunidad de quedarnos. Así fue
como terminé en Baltimore. Nunca la volví a ver después de esa noche.
Zane no entendía. Si Ty realmente se había preocupado por ella, si había pensado
que podría haberla amado, ¿cómo se había dado por vencido tan fácilmente?
Ty se movió y miró a Zane con un suspiro.
—Te ves... molesto. Te estás preguntando por qué no me esforcé más por
recuperarla, ¿no? —Ty asintió, como si respondiera a su propia pregunta—. Me
preocupaba por ella, lo hacía. Pero después de una o dos semanas me di cuenta de
que ella no era lo primero en lo que pensaba cuando despertaba. Y cuando me
pasaba algo durante el día, ella no era la primera persona en la pensaba que tenía que
contárselo. —Miró a Zane y sonrió—. No como tú. No estaba enamorado de ella. Ella
se merecía a alguien que sí lo estuviera.
Zane pensó qué decir. No iba a darle clichés, serían descartados de todos modos.
—Siento que tuvieras que pasar por eso. Pero no siento lo que pasó. De otra
manera no te tendría.
Ty le acercó más.
—Es curioso cómo funciona la vida, ¿eh?
—Sí —dijo Zane mientras se metía en los brazos de Ty. Ambos habían perdido
mucho en el camino. Tenía que recordar eso.
El calor del cuerpo de Ty junto al suyo y su respiración tranquila era relajante y
familiar, y Zane se encontró hundiéndose en él.
—¿Estás bien con todo eso? —preguntó Ty finalmente.
—Es tu pasado. No puedes cambiarlo más de lo que yo puedo cambiar el mío.
Estoy bien con eso. A menos que vayamos allí de vacaciones durante el Mardi Gras,
entonces podría estar alerta. Estuve allí una vez con Becky. Nos encantó.

~220~
Abigail Roux

Armados y Peligrosos
Cut and Run 5

—Si alguna vez vuelvo voy a tener que hacerlo encerrado y atado –dijo Ty—. Dejé
demasiados cabos sueltos cabreados por allí, entre ellos un papi cajún al que
realmente le gusta el vudú.
Zane soltó una carcajada antes de poder evitarlo. Sabía lo supersticioso que era Ty,
y que tuviera miedo de un padre manejando vudú por una antigua llama era
sumamente divertido.
Ty rodó a su lado para mirarle. Extendió la mano para tocar la barbilla de Zane
con sus dedos.
—Todavía tenemos mucho que aprender el uno del otro.
Zane pensó que era un jodido eufemismo. Sonrió cuando los labios de Ty rozaron
los suyos.
—Eso no es malo.
—No. —Ty sonrió contra los labios de Zane—. Estoy deseándolo.
Zane cerró los ojos, el calor de la alegría se apoderó de él, mientras se envolvían
uno alrededor del otro y trataban de dormir.
—¿Deberíamos poner una alarma? –preguntó Zane después de un minuto. La
respiración de Ty había caído a un ritmo bajo y tranquilo, Zane pensó que podría
haberse dormido.
Pero sacudió la cabeza como respuesta. Se tocó el pecho antes de deslizar la mano
sobre la de Zane.
—La alarma está incorporada.
Zane sonrió mientras enterraba su rostro en el pecho de Ty. Se quedó dormido, el
calor del cuerpo de Ty y el débil olor a sándalo le llenaron de una sensación de
tranquilidad que rara vez había experimentado.
Estimó que se trataba de varias horas más tarde, aún mucho antes del amanecer,
cuando despertó al sentir que el colchón se hundía y Ty se levantaba de la cama.
Tuvo que moverse con cuidado en la oscuridad mientras revolvía buscando su
ropa y se vestía. Era dolorosamente obvio que estaba tratando de ser silencioso,
tratando de no despertar a Zane. Este estaba escuchando, casi dormitando. Ty se
sentó a la mesa en un rincón y se puso las botas, cuando se puso de pie, se inclinó
sobre la mesa un momento, escribiendo una nota.
—Joder, Ty, otra vez no —murmuró Zane.
Ty dio un salto y se volvió para mirarlo.
—Imbécil —susurró—. Me has asustado.

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Armados y Peligrosos
Cut and Run 5

—¿Qué estás haciendo? —Preguntó Zane mientras se levantaba sobre un codo.


—¿Alguna vez has visto el campo de batalla a la luz de la luna?
Zane negó con la cabeza.
—Ven conmigo.
Zane parpadeó, formando una sonrisa mientras asentía.
—Deja que me vista.

* *
Cameron ni siquiera tuvo la oportunidad de jadear en busca de aire. Se agarró a
los brazos que lo rodeaban y golpeó una mano sobre los dedos que le cubrían su
boca, tratando de despertar cuando sintió que lo levantaban de la almohada.
—Estás bien, cariño —la suave voz de Julian le tranquilizó mientras le sacaba de la
cama. Sin embargo, había un trasfondo de algo más en su tono de voz, algo asustada
y urgente—. Quédate tranquilo.
Cameron asintió y respiró tembloroso cuando Julián apartó la mano de su boca. Se
puso de pie cuando Julian le soltó un momento más tarde, pero Cameron no tenía
intención de alejarse ni un centímetro. Algo había asustado a Julian, y eso nunca era
bueno.
Julian estaba tenso y silencioso, los ojos oscuros clavados en la puerta de la
habitación y su oído ladeado hacia la pared que separaba su habitación de la de Ty y
Zane. Podían oír fácilmente a través de las paredes; lo habían averiguado antes.
Julian no tenía ningún arma encima. Si había alguna amenaza, se enfrentarían a
ella desarmados.
—Ponte los zapatos —susurró Julian—. No hagas ni un sonido.
Alejarse de la seguridad de la presencia de su amante era más difícil de lo que
Cameron se imaginaba. Metió los pies en las zapatillas y se agachó para atarlas.
Apretando los cordones, miró a Julian, tratando de obtener una idea de la situación.
Julian estaba inmóvil, casi sin respirar mientras miraba fijamente a la puerta. No
estaba mirándola directamente, sino más hacia un lado, como si tratara de ver por el
rabillo del ojo. El suave sonido de voces se filtraban a través de los gruesos muros, y
Julián se movió súbitamente, girando la cabeza hacia la derecha para mirar alrededor
de la habitación. Cameron dio un paso atrás cuando Julian prácticamente se abalanzó
sobre la mesa a varios metros de distancia, cogió la lámpara del escritorio y tiró del
cable de la base. Metió la mano en la pantalla y desenroscó la bombilla, luego sacó el

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Armados y Peligrosos
Cut and Run 5

cable de la pared. Mirando de Julian a la puerta y viceversa, Cameron se apartó de su


camino, poniendo a Julián y el pesado armario de madera entre él y la puerta.
—Cam —siseó Julian, apenas audible en la oscuridad—. Coloca las almohadas en
la cama, haz que parezca que alguien está durmiendo. Rápido.
Cameron corrió los tres pasos a la cama, agarró algunas de las almohadas que
habían tirado al suelo y las colocó sobre la cama. Tiró de la colcha y se apresuró a
remeterla entre las almohadas cuando oyó una voz fuera de la puerta. Ni siquiera lo
pensó; una de las primeras cosas que Julian le había enseñado era a ocultarse. Se giró,
dio un paso a un lado, y se agachó detrás del sólido sillón y otomana en el lado
izquierdo de la cama, acurrucando su forma detrás para estar fuera de la vista. O eso
esperaba.
—La otra habitación estaba vacía.
—Tienen que estar por aquí.
Cameron no distinguió nada más. Un momento después, la puerta de la
habitación se astilló en el pomo. Hubo otro golpe, y Cameron se apretó en una bola
más pequeña cuando la puerta se abrió de golpe. Un rayo de luz del pasillo cayó
sobre la cama, y vio la sombra de un hombre con un arma en la mano contra la pared
encima de la cabecera de la cama a un metro de distancia. Aunque el hombre no
disparó.
—Mierda —escuchó decir el atacante, obviamente, dándose cuenta de la treta.
Otro segundo más tarde, Cameron escuchó el comienzo de la lucha, y supo que
Julian había atacado al hombre. Cameron abrió los ojos y espió desde detrás del
sillón.
La espalda de Julian estaba contra la pared junto a la puerta. Tenía el cable de la
lámpara envuelto alrededor del cuello del extraño, retorciéndolo por detrás mientras
el hombre luchaba contra él. Otro hombre entró por la puerta, pistola en mano, y
Julián extendió la mano y estrelló la bombilla contra la cara del segundo hombre
cuando atravesó la puerta. Dio un grito espeluznante mientras caía hacia atrás y
Julián cerró la puerta mientras apretaba el cordón alrededor del cuello del primer
pistolero.
Cameron sabía que probablemente estaba mejor dónde estaba, pero cambió de
postura para acuclillarse en vez de quedarse de rodillas para que cuando Julian le
llamara estuviera listo para ir.
El desconocido cayó de rodillas, jadeando en busca de aire en la oscuridad
mientras Julian apretaba los extremos del cordón. Cameron estaba agradecido de no
poder ver el rostro del moribundo. El cuerpo cayó al suelo con un ruido sordo, pero

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Armados y Peligrosos
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Julian siguió arrodillado sobre él, tensando el cable. Sonaron disparos a través de la
gruesa puerta sobre su cabeza, y Julián se estremeció y se cubrió la cabeza, rodando
lejos de la puerta.
—¡Cam, permanece abajo! –Gritó en un susurro ronco.
Más ruidos venían de fuera, gritos y cristales rotos, golpes y más gritos, y
Cameron se cubrió la cabeza instintivamente. Más disparos, dos, tres, tal vez cuatro
tiros. Luego todo quedó en silencio por un largo momento.
—Dos hombres abajo. —La voz era aguda, cortante y familiar, cerca de la puerta.
Luego, más fuerte—, ¿Cross? ¿Estás ahí? —Cameron dejó escapar el aliento. Era
Zane.
Julian no respondió. Cameron le oía respirando entrecortadamente, en algún lugar
en la oscuridad cerca de la puerta.
—¿Cross? ¿Cameron? –Zane lo intentó de nuevo, su voz seguía siendo monótona.
Cameron se mordió el labio. Julian habría dicho algo si quería, así que Cameron
mantuvo la boca cerrada. Entonces oyó que la puerta rota se abría y echó un vistazo.
Tan pronto como la sombra del agente entró en el portal, Julian se movió.
Envolvió un brazo alrededor del cuello de Zane, sosteniendo la bombilla rota contra
su garganta mientras utilizaba el cuerpo de Zane para escudarse de cualquiera que
estuviera fuera.
Un segundo después, la luz se encendió y Ty entró en la habitación con su arma en
la mano, los ojos fijos en Julián y Zane.
—No voy a pelear contigo, Cross —dijo Zane, manteniendo ambas manos hacia
abajo y a los lados.
—Suéltale, MacGuffin, acabamos de salvarte el culo —le dijo Ty, sin mover el
arma.
—Nadie podía saber que estábamos aquí. Nadie más que vuestros hombres.
Comprueba sus placas –ordenó Julian. No aflojó la presión que ejercía sobre el cuello
de Zane.
Ty levantó la mano para calmar a Julián y se agachó, hurgando en los bolsillos del
muerto mientras mantenía sus ojos y su arma en Julian. Cameron se movió detrás del
sillón, agachado por ahora.
Un momento después, Ty sacó una placa y la sostuvo en alto, mirándola con
asombro cuando la abrió. Decía FBI en grandes letras azules.
—Ves —gritó Julián—. ¡Son tu gente!

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—No son nuestra gente —dijo Zane—. Déjalo, Cross. Los dos sabemos que podría
haberte disparado dos veces antes de que me atraparas.
—Pero no lo hiciste, tu culpa —dijo Julian—. Grady, el arma.
—Que te jodan —dijo Ty mientras continuaba registrando los bolsillos del muerto.
Sacó un cable en espiral claro de detrás de la oreja del hombre y silbó cuando lo
sostuvo en alto—. Esto no es material de la Oficina.
Julian relajó su agarre sobre Zane mientras miraba el auricular. Cameron se puso
de pie y se preguntaba si alguna vez había visto a un hombre tan cercano al tamaño
de Julian a su lado. Por detrás, o tal vez al lado, podría confundir a Zane Garrett con
Julian, y eso seguía desconcertándole incluso después de todo este tiempo con él.
—Sabíamos que había algo más en esto —les recordó Zane, con la espalda aún
contra el pecho de Julian, a pesar de que no parecía particularmente preocupado por
el cristal roto manchado de sangre contra su garganta—. Creo que podría ser un poco
más importante marcharse ahora mismo.
—De acuerdo —dijo Julian al instante. Dejó caer la bombilla y se volvió para mirar
hacia Cameron.
—¿Cómo nos encontraron? Esto fue al azar, joder —preguntó Ty mientras se
levantaba. Parecía enojado.
Mientras Zane y Ty seguían hablando, Cameron desconectó. No importaba lo que
dijera, iría con ellos. Sus ojos se desviaron de Julian, a la confusión de la cama, al
suelo lleno de destrozos entre ellos, al cuerpo caído de un hombre muerto con un
cable de lámpara enrollado alrededor de su garganta. Cameron dejó escapar un
suspiro tembloroso. Sabía que la vida con Julián era así a veces, pero eso no
significaba que fuera fácil de manejar o entender.
Julián se acercó a él y lo abrazó con fuerza, parecía sentir que eso era lo que
necesitaba. Y lo era, ser abrazado y consolado. Cameron suspiró y echó la cabeza
hacia atrás para encontrarse con los ojos de Julián.
—¿Estás bien?
Julian asintió.
—¿Y tú?
—Sí. —Cameron no miró al cuerpo, sino hacia los dos hombres que registraban los
otros cuerpos, las palabras volando rápidas como el fuego entre ellos. No había
estado prestando atención para saber si Ty y Zane estaban trabajando o insultándose.
Por lo que sabía, podría ser lo mismo.
—Esto no es seguro.

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—No –estuvo de acuerdo Julian, mirando a los dos agentes. Apretó el brazo de
Cameron—. Vístete, Cameron, ¿de acuerdo? Nos vamos tan pronto como estos dos
idiotas resuelvan esto.
Cameron asintió. Quería hacer preguntas, pero los hombros tensos de Julián le dijo
que ahora no era el momento.

* *
Ty gruñó cuando despojaron a los cadáveres de todas las armas que pudieron
encontrar. No le gustaba estar en la oscuridad, y se sentía decididamente
ensombrecido en estos momentos.
—Sean quienes sean, tienen equipos de primera categoría —dijo Zane mientras
sacaba una pistola de respaldo de uno de los agentes caídos.
Ty asintió con tristeza.
—Sí, como sus coches espía de la CIA jodidamente engalanados. ¿Cómo han
podido rastrearnos? Hemos tiramos todo lo que teníamos.
Julian dio un paso hacia ellos, con una pistola que había tomado de uno de los
hombres antes de que Ty o Zane pudieran cogerla.
—Nos vamos —anunció. Levantó el arma—. Con o sin vosotros.
Cameron se detuvo detrás de Julian, la bolsa más pequeña encima del hombro.
—Tranquilízate, Cross, ¿de acuerdo? —murmuró Ty mientras recogía la placa
falsa del hombre muerto otra vez. La miró fijamente, el logotipo de FBI marcándose
en su mente—. Ah, mierda —dijo entre dientes mientras se levantaba.
—¿Qué? —Preguntó Zane mientras se levantaba también. Comprobó la munición
del arma en su mano y volvió a meter el cargador antes de mirar a Ty.
—Soy yo.
—¿Que?
—Es a mí a quien han estado siguiendo —dijo Ty mientras tiraba de la correa de
nylon de su reloj de pulsera.
—¿Qué? ¿Cómo? —exigió Julian mientras daba un paso hacia adelante.
Ty levantó el reloj. Era un reloj de buceo Citizen Promaster Eco-Drive con una
banda negra de nylon y una corona negra mate. Lo llevaba a todas partes donde iba,
ni siquiera se lo quitaba para dormir o ducharse. Richard Burns se lo había dado
cuando se graduó en la Academia.
Julian se encogió de hombros con impaciencia mientras lo miraba.

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Armados y Peligrosos
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—Tiene un dispositivo de rastreo.


—¿Qué? —soltó Zane.
Ty le miró y se disculpó.
—Burns le puso un rastreador para poder seguirme en las misiones. Sólo lo activo
cuando estoy infiltrado o creo que voy a morir, pero puede encenderse de forma
remota en caso de que salga de la red y necesite encontrarme.
Zane le miraba fijamente, con los ojos abiertos.
Ty se encogió de hombros y dejó caer el reloj, levantó la bota para pisotearlo.
Julian le agarró del brazo antes de que pudiera bajar el pie.
—Déjalo. Pueden pensar que estás muerto en el suelo y darnos un poco de tiempo
extra.
Ty asintió, y lanzó una última mirada al reloj sobre la alfombra cara antes de
seguir a los demás fuera.
—¿Era un reloj especial, Ty? —preguntó Cameron mientras se abrían camino por
la escalera de atrás del hotel.
Ty sacudió la cabeza, demasiado preocupado para responder. Burns era el único
que sabía que tenía un dispositivo se seguimiento. ¿Cómo era posible que la CIA lo
supiera?

* *
—Mi hombre está desconectado –dijo Burns, la voz sombría mientras se apoyaba
contra la mesa y se quedaba mirando la pantalla grande en la pared.
—¿Qué podría hacer eso? —preguntó Jonas mientras se levantaba para unirse a
Burns.
—Bueno, podría haberlo apagado. Pero no lo haría, no cuando está ahí fuera
todavía. Algo va mal.
—¿Puedes volver a activarlo a distancia?
Burns asintió y se dirigió al ordenador. Unos pocos clicks más tarde y el
dispositivo de rastreo del reloj de Ty volvió a la vida, el punto azul parpadeando
antes de ganar fuerza. Todavía estaba en Gettysburg, Pensilvania. Había estado allí
durante más de veinticuatro horas.
—No se han movido —observó Jonas, con el ceño fruncido.
—No —susurró Burns—. Se quitó el reloj.

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Jonas se volvió y lo miró con alarma.


—¿Por qué haría eso?
—Descubrió que no éramos los únicos usándolo. –Burns golpeó el escritorio con la
mano.
—¿Cómo sabes eso?
—Porque sé cómo piensa. Alguien debe haberlos encontrado.
—Ahora no tenemos forma de seguirlos.
—No.
—¿Cuál es el plan? —Preguntó Jonas.
—Sus órdenes eran traer a Cross aquí. Tenemos que confiar en que lo hagan.
—Richard, no confío en nadie tanto.
Burns miró a los ojos de su amigo y sonrió.
—Por suerte, yo sí.

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Capítulo 14

Ty sabía los nombres del aparcacoches y el conserje, así que no tardaron en entrar
al ostentoso edificio Regatta en el centro de Filadelfia. Subieron en el ascensor hasta
el piso dieciocho, a las suites del ático. Sin embargo, en lugar de llamar al 1802, Ty
sacó un pequeño conjunto de ganzúas y se inclinó hacia el pomo de la puerta.
—Podrías llamar —dijo Zane cuando Ty jugueteó con la cerradura.
—Shh. —Un clic y Ty abrió la puerta—. Esperemos que no haya cambiado el
código —dijo mientras entraba y desaparecía.
Zane suspiró y se volvió para mirar a Julian y Cameron. Ambos habían estado
callados desde que salieron de Gettysburg. Todos lo habían estado. Sobre todo Ty,
que había estado preocupado por el reloj que había dejado atrás, pero Zane no podía
decidir si se sentía culpable por haber sido la razón de que les hubieran encontrado o
si le preocupaba algo más. Conociéndole, se sentía culpable por algo.
Ahora estaba claro que alguien muy poderoso no quería que Julian Cross llegara a
Washington. Zane tuvo que preguntarse por qué Burns no les había dicho a lo que se
enfrentaban, pero así era cómo Burns trabajaba.
Hubo un pequeño sonido en el interior del apartamento, un sonido de barrido y
un clic apenas audible. Zane tuvo tiempo suficiente para girar la cabeza y mirar a
través de la puerta antes de ver la figura en sombras que se movía dentro. Se movió y
se paró con la espalda contra la pared del pasillo, junto a la puerta abierta, la cabeza
ladeada para observar el movimiento. No era que tuviera miedo por quien estaba
dentro, sino todo lo contrario. Conocía bien a los Grady. No quería ser disparado,
golpeado o apuñalado, accidentalmente o de otra manera.
Hubo silencio unos momentos, luego un grito repentino, y el sonido de una pelea.
—¡Ay! —gritó Ty finalmente—. ¡Deacon, soy yo!
Cuando Zane se asomó por el marco de la puerta, apenas pudo distinguir la
escena a la tenue luz de la luna a través de las ventanas. Ty estaba en el suelo con las
manos extendidas delante de la cara, su hermano pequeño de pie sobre él blandiendo

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un bate de béisbol de madera, levantado y listo para golpear de nuevo. Una fuerte
carcajada escapó antes de que Zane pudiera evitarlo y se apoyó contra el marco de la
puerta, riendo entre dientes.
—¿Ty? –dijo Deuce Grady mientras bajaba el bate y miraba a su hermano, que
seguía acurrucado en el suelo. Miró hacia la puerta y luego de vuelta a Ty—. ¿Qué
demonios, hombre? ¡Tiene una llave!
—Oh, Jesús. —Zane hizo señas a Julian y Cameron para que se acercaran—. No
sabía que tenía una llave —dijo, renunciando a ocultar la risa un tanto tensa que
burbujeaba en su voz.
—El hombre es un idiota —murmuró Julian.
—A veces me inclino a estar de acuerdo —dijo Zane en voz baja.
Dentro, Deuce ayudaba a Ty a ponerse de pie.
—No la tengo aquí y estaba tratando de no despertarte –susurró Ty, manteniendo
la voz baja—. No queríamos llamar la atención en caso de que alguien estuviera
mirando. Garrett, deja de reír y tráelos aquí.
Zane entró en el ático y miró alrededor. Se abría a un gran vestíbulo con techos
altos y grandes ventanas que mostraban una enorme terraza con vistas al puente de
Ben Franklin y el río Delaware. Tenía suelos de mármol, y directamente a la derecha
de la entrada había una cocina de diseño, toda ella con colores fríos y elegantes.
Había una sala y un solárium, donde parecía que Deuce había instalado su oficina.
Era una casa de un millón de dólares, Zane no tenía ninguna duda.
—Jesús, Deuce. Esto es... bonito —dijo Zane mientras miraba alrededor.
—Gracias —dijo Deuce, sonando confundido por su repentina llegada, pero
demasiado educado para preguntarles qué demonios estaban haciendo allí en el
medio de la noche—. También me sirve como oficina, así que puedo justificar un
poco de lujo.
—A nadie le importa, Slugger —murmuró Ty.
Deuce miró el bate de béisbol todavía en la mano y se encogió de hombros, sin
complejos.
Junto a Zane, Julian se aclaró la garganta y extendió la mano hacia Cameron,
pasando un brazo alrededor de sus hombros y tirando de él.
—¿Qué es esto, tu versión de un viaje de campamento? —preguntó Deuce a Ty
mientras dejaba el bate a un lado y se movía para ayudar con las bolsas que traían.
—Nos hemos topado con algunos... problemas —dijo Ty con una mueca.

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—Huimos de algunos problemas —corrigió Zane mientras cerraba la puerta


detrás de sí.
—Ya veo —dijo Deuce. Encendió la luz de la cocina y se giró para echarles un
vistazo—. No veo sangre.
Zane sonrió y se acercó para abrazar al hermano de Ty.
—Es bueno verte de nuevo, Deuce.
—Me gustaría poder decir lo mismo —dijo Deuce, aunque su voz todavía era
cálida y divertida mientras le devolvía el abrazo. Echó un vistazo a su hermano, que
se estaba frotando el antebrazo de manera inconsciente donde al parecer había
bloqueado uno de los golpes del bate.
—Eh —dijo Ty tan pronto como Deuce le miró. Se aclaró la garganta y dejó caer
las manos—. Estos son Julian Cross y Cameron Jacobs. Están en custodia de
protección —dijo a Deuce mientras agitaba su mano a los dos hombres.
—¿Oh, ahora es custodia de protección? —murmuró Julian—. ¿No más de
rodillas, deja que te golpee contra el techo del coche?
Ty miró a Julian y Cameron.
—Señores, éste es mi hermano, Deacon.
—Llamadme Deuce. Custodia de protección —repitió Deuce. Miró a los dos
hombres, y luego a Ty y Zane especulativamente—. ¿Y tu hermano cojo cayó sobre ti
con un bate de béisbol? ¿De verdad, Ty?
Julian hizo un sonido en la parte posterior de la garganta que pudo haber sido una
risa ahogada.
Cameron miró entre ellos y puso los ojos en blanco.
—¿Podrías indicarme el baño, por favor? —preguntó a Deuce.
Deuce se volvió y señaló hacia el pasillo oscuro.
—La primera puerta a la izquierda.
Ty se quejaba y se frotaba el antebrazo cuando se acercó a la silla más cercana y se
derrumbó sobre ella.
—¿Dónde está eh...? ¿Cómo se llamaba? ¿La chica de yoga?
—Livi —dijo Deuce con una sonrisa—. Se fue a su casa ayer por la noche, tenía
que alimentar a su perro.
Ty asintió.

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—Mejor que la mantengas lejos de aquí mientras nos quedemos.


—Claro, déjame llamarla y decirle que estoy alojando a mi hermano, su
compañero y dos fugitivos federales durante unos días, que se tome un fin de
semana para ir al spa. Así no me acusará de algo nefasto.
Ty movió una mano en el aire, era obvio que no le importaba.
Deuce le miró antes de volver su atención a Zane y Julian.
—¿Puedo preguntarte que has hecho para merecer custodia de protección? —
preguntó a Julián.
—Comercio con antigüedades —respondió Julian con una voz suave.
Deuce asintió, mirando a Julian de arriba abajo. Volvió la cabeza para mirar a Ty
especulativamente.
—Eso es un eufemismo de “mato cosas”, ¿no es así?
Ty cerró los ojos y asintió.
—Es secreto —murmuró Zane mientras se quitaba la chaqueta y la arrojaba
encima de una de las bolsas. Julian se quedó en silencio detrás de él.
—Muy bien, entonces —dijo alegremente Deuce—. ¿Necesitáis comida, duchas o
camas?
—Camas —respondió Ty, en voz baja y agotada. Él había sido quien había
conducido casi todo el camino, simplemente porque era el más adecuado para ser
capaz de mantenerse despierto y sabía a dónde iban cuando se decidieron por
Filadelfia. Pero había llegado al final de su resistencia a las afueras de la ciudad.
Después de huir de Gettysburg, habían tenido básicamente tres opciones: ir a DC
lo más rápido que pudieran y arriesgarse a encontrarse con un bloqueo de carreteras
de la CIA, ir a Baltimore y esperar que la CIA no estuviera en sus casas, o fugarse a
Filadelfia con la esperanza de que sus perseguidores no se lo esperaran. Al final
habían decidido que tratar de llegar a DC sería un suicidio; todos los caminos de
entrada y salida podían estar vigilados y no podían arriesgarse a conducir directos al
avispero. Baltimore había sido viable, pero habían temido que también estuviera
vigilado. Dado que la CIA había sabido encontrar el dispositivo de seguimiento de
Ty, era obvio que ya sabían quiénes eran Ty y Zane y dónde estaban sus casas.
Pasarían un par de noches en Filadelfia, tanto como se atrevían y luego tratarían de
escabullirse de vuelta a DC de alguna manera. Sólo necesitaban una noche de sueño
antes de que pudieran encontrar la manera de hacerlo.
Ty se frotaba los ojos.

~232~
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—Los dos pueden tener la cama de invitados. Zane y yo pelearemos por el sofá.
Deuce se limitó a asentir.
—Ven, ayúdame a sacar el colchón de aire, lo tiraremos aquí —dijo mientras
señalaba con la cabeza a Ty y se volvía para dirigirse por el pasillo.
Ty se levantó de la silla y le siguió.
Julián esperó a que los dos hombres estuvieran fuera de la vista antes de dar un
paso más al interior de la sala para mirar Zane.
—¿Cuál de ellos es adoptado?
Zane soltó un bufido. Sabía que en la superficie, los dos hermanos Grady parecían
muy diferentes. Aunque Deuce se parecía mucho a Ty, era un par de centímetros más
alto, mucho menos ancho, su cabello más claro y sus ojos más verdes, sus
personalidades no podrían haber sido más diferentes. Ty era a menudo abrasivo y
contundente, empuñando el sarcasmo como un arma, mientras que Deuce era más
diplomático y amable, buscando formas más suaves de decir las cosas, incluso las
más duras. Tenían gustos completamente diferentes en todo, desde la ropa a la
decoración y a los coches que les gustaba conducir. Su aspecto similar y rápido
ingenio eran realmente las únicas cosas que parecían compartir. Pero Zane lo sabía
mejor. En lo profundo de sus psiques, ambos hermanos estaban simplemente
esperando ser lo bastante viejos para sentarse en el porche y golpear cosas con una
pala.
—Deberías conocer al resto de la familia. —Arqueó la espalda, escuchando los
chasquidos audibles de su columna vertebral mientras se estiraba dentro de los
confines de la funda de su pistola—. Pero son buena gente —añadió, mirando a
Julian—. Deuce es uno de los mejores.
Julian simplemente le devolvió la mirada. Finalmente, asintió casi
imperceptiblemente.
—Decidí que me gustaba cuando golpeó a Grady con un bate de béisbol.
—Deuce no acepta la mierda de nadie, Ty incluido. O tal vez de Ty especialmente.
—Se encogió de hombros y se inclinó para recoger una de las bolsas, su mente se
trasladó a preocupaciones más serias cuando miró a Julian—. Nos quedaremos aquí
un día, descansaremos y comeremos algo. Déjeme saber si tú y Cameron necesitáis
algo.
Julian asintió de nuevo, tragando saliva mientras su mirada se desviaba hacia el
pasillo, por donde Cameron había desaparecido. Era fácil ver que Julian estaba

~233~
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Armados y Peligrosos
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preocupado ahora. Antes, había pensado que podría mantener la situación bajo
control o había estado enmascarando bien su aprehensión.
—Cualquier lugar que toquemos ahora será una zona caliente —dijo, con la voz
todavía suave y apenas audible—. El hermano del agente Grady estará en peligro si
nos quedamos demasiado tiempo.
—Ty es muy consciente —dijo Zane, aunque compartía la preocupación de Julian,
al menos por Deuce.
La poca luz casi enmascaró la reacción de Julian, pero parecía tenso y reservado,
como si quisiera decir algo que se guardaba para sí mismo.
La voz de Ty se filtró desde el pasillo.
—¿Cómo me has pegado con un bate que te regalé por tu cumpleaños? Esa mierda
es conmemorativa.
La respuesta de Deuce fue amortiguada por su risa.
—¿Crees en Dios, agente Garrett? —preguntó Julian de repente, sus ojos en el
pasillo.
La pregunta cogió a Zane por sorpresa, pero no estaba seguro de cuál era el
propósito de Julian. La religión ya no tenía mucho espacio en la vida de Zane, como
un montón de otras cosas. ¿Pero creía?
—Sí —dijo en voz baja. Pensó que llevaría mucho tiempo en la tumba si no fuera
porque algún poder superior había estado cuidando de él.
Julian estaba asintiendo.
—Deberías. Es un maldito milagro que tu compañero haya vivido tanto tiempo —
murmuró. Comenzó a moverse hacia la cocina—. El hombre es un idiota —murmuró
en voz baja al pasar junto a Zane.
Zane no se rió esta vez. En los últimos años se había sentado incontables veces en
la oscuridad de la noche, fumando, disparando, bebiendo, preguntándose si a la
llegada de la mañana sería esa en la que no despertaría. A veces, incluso había
rezado por ello.
Pero no desde Ty. Sí, creía en los milagros.
—No es como si hubiera sabido que eras tú –oyó que Deuce insistía mientras se
acercaba por el pasillo.
—Eso es lo que el abuelo dijo cuando me rompió la nariz.
—Una vez más, te lo merecías. —Deuce salió del pasillo llevando una caja de
plástico que probablemente contenía el colchón de aire que había mencionado. Ty

~234~
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Cut and Run 5

dejó caer los brazos cargados de ropa de cama en el suelo. Deuce dejó la caja en el
sofá y miró a Zane, y luego a su alrededor para ver a donde había ido Julian. Hizo un
gesto entre Ty y Zane, y su voz bajó aún más cuando preguntó:
—¿Necesitáis lugares separados para dormir?
Zane alejó su preocupación. Podía reflexionar sobre la intervención divina en otro
momento.
—No, lo saben todo. Y uno de nosotros tiene que vigilar de todas formas.
Deuce inclinó la cabeza, mirando a Zane cuidadosamente antes de asentir. Se
volvió para mirar a Ty, pero Zane no pudo ver la expresión de Deuce, cuando se
volvió a mirar a su hermano.
Ty estaba ignorando las preguntas punzantes de Deuce, o al menos fingía que lo
hacía, levantando la tapa de la caja y hurgando en su interior.
—¿Esto tiene una bomba? —preguntó mientras sacaba el pesado colchón de aire.
—No, Ty, tienes que inflarlo a mano —respondió Deuce con una voz plana—. Lo
haremos a turnos, deberíamos acabar para agosto.
—Yo también te quiero —murmuró Ty cuando Deuce pasó junto a él para volver
al pasillo, presumiblemente para buscar la bomba.
Zane miró como Ty enredaba con el colchón.
—Aquí es donde viniste, ¿no es así?
Ty levantó la vista cuando sacó el colchón y se arrodilló para extenderlo. Asintió
antes de que Zane pudiera decir nada más.
—Él siempre sabe cómo alejarme del borde.
—Me alegro. —Zane dio una media vuelta y luego se sentó en el sofá cercano. Una
parte de él, una muy pequeña, la parte oscura, se había preocupado de que Ty
hubiera huido a Boston y a Nick O'Flaherty cuando huyó de Baltimore.
Ty se limitó a asentir mientras se estiraba para girar la última esquina del colchón
de aire. Se puso de pie con cuidado, obviamente dolorido y rígido, y rodó los
hombros y el cuello mientras se enderezaba. Se dio la vuelta y saltó cuando
descubrió a Julian en la puerta de la cocina, observándolos.
—¡Jesucristo! —le siseó—. ¡Deja de hacer eso!
Los labios de Julian se torcieron en lo que podría haber sido una sonrisa. Zane no
pudo evitar sentir un poco reivindicado. Ty le hacía eso a él todo el tiempo.

~235~
Abigail Roux

Armados y Peligrosos
Cut and Run 5

—Dile a tu hermano que no toque la manilla de la puerta principal —dijo Julian


mientras pasaba por encima del colchón aplastado e iba a sentarse en un sillón de
cuero cercano.
—Genial —murmuró Ty.
—¿Cómo lo lleva Cameron? —Preguntó Zane.
Julian se encogió de hombros, mirando el pasillo oscuro.
—Como esperaba. Creo que todavía está en el baño.
—¿Cómo has amañado el pomo de una puerta con utensilios de cocina? —
preguntó Ty, todavía exasperado pero también sonando un poco demasiado
dispuesto a aprender un nuevo truco.
—Un gran porcentaje de muertes accidentales se producen en la cocina. Es un
lugar peligroso —dijo Julian, arrastrando las palabras, casi parecía divertirse.
Zane volvió su atención a Julian.
—¿Estarás aquí por la mañana?
Los ojos de Julian fulminaron a Zane, pero nada más se movió.
—Si todavía tuviera la intención de huir, ya lo habría hecho. El tiempo para
escapar limpiamente ya ha pasado. En lo que a mí respecta, cuantas más armas y
gente que sepa usarlas, mejor.
—Incluyendo bates de béisbol.
—Estoy seguro que todos hemos estado en situaciones en las que anhelábamos
algo tan apropiado como un bate de béisbol.
Zane asintió cuando Deuce regresó por el pasillo. Se detuvo e inclinó la cabeza
hacia Julian.
—Creo que tu amigo te necesita —murmuró, su voz amable y suave. Sonaba casi
como el psiquiatra que era en realidad.
Julian se puso de pie de inmediato y se dirigió hacia el pasillo.
—Buenas noches, caballeros —dijo mientras salía de la habitación.
Zane le vio irse, sintiéndose seguro de poder confiar que el hombre cumpliría su
palabra. Parecía haber tomado la decisión de seguir con ellos después de lo del
aeropuerto de Pittsburgh, después de que Ty se sacrificara para permitirles escapar.
Además, Zane sabía que Cameron necesitaba descanso y Julian probablemente
movería cielo y tierra para dárselo. Zane se volvió su mirada hacia Ty y pensó que
entendía. Su compañero estaba exhausto. Todos necesitaban tiempo para descansar.

~236~
Abigail Roux

Armados y Peligrosos
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Deuce se había movido para ayudar a Ty a enchufar la bomba eléctrica. Su cojera


era menos pronunciada de lo que había sido la última vez que Zane le había visto,
pero aún así dejó que Ty se arrodillara mientras enganchaban la bomba y la
encendían. Deuce aún llevaba los boxers con los que había estado durmiendo, y por
primera vez Zane pudo ver las cicatrices que le recorrían la pierna y la rodilla.
Se quedó de pie con las manos en las caderas mientras Ty se arrodillaba a su lado,
ambos mirando cómo se inflaba el colchón de aire con la cabeza inclinada hacia un
lado, como un par de cachorros tratando de averiguar un ruido extraño. Zane no
pudo evitar sonreír. Realmente podía ver el parecido. Como les había criado su
madre sin tener una crisis nerviosa era una incógnita.
—Hey, Ty, ¿podemos hablar un momento? —preguntó Deuce después de un
momento.
Ty le miró y luego a Zane con un asentimiento.
—¿Lo tienes? —preguntó.
Zane asintió y les hizo un gesto para que siguieran. Les miró con curiosidad
mientras Ty seguía a Deuce por el pasillo hacia su dormitorio, luego volvió su
atención al colchón de aire y cambió la bomba. El ruido haría imposible oír lo que
decían, y Zane sabía que no debía permitirse la tentación de espiar.

* *
—¿Qué pasa? —preguntó Ty mientras observaba a Deuce cerrar la puerta de su
dormitorio. Deuce no era exactamente una persona privada, y conocía a Zane mejor
que la mayoría de la gente, por lo que no entendía porque no podía haber dicho en el
salón lo que tenía que decir.
Deuce se volvió hacia él, cruzó los brazos sobre el pecho y se tapó la boca con la
mano. Ty reconocía los signos demasiado bien.
—Algo está mal.
Deuce negó con la cabeza.
—No, yo sólo... necesito tu consejo.
—Está bien. —Dijo Ty la palabra con cuidado mientras estudiaba a su hermano.
Miró el dormitorio de Deuce. Estaba impecable, como siempre, todo simple,
moderno y... raro. Señaló una bandeja sobre la cómoda—. En serio, ¿eso es un porro?
—Bueno, no creía que el FBI fuera a derribar mi puerta esta noche.
Ty cerró los ojos y sacudió la cabeza.

~237~
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—Es justo. ¿Cuál es el problema?


Deuce respiró hondo.
—Se trata de Livi.
—La chica del yoga.
—Tiene un nombre.
—Vale —dijo Ty con una sonrisa.
Deuce puso los ojos en blanco y caminó hacia la ventana.
—¿Qué pensaste de ella cuando la conociste?
—Es mona —respondió Ty, confundido por la pregunta, pero dispuesto a seguir la
única manera que tenía Deuce de llegar a un punto. Había pasado un día con Deuce
después de salir de Baltimore, y había conocido a su novia cuando ella se dejó caer—.
Es auténtica, inteligente y probablemente muy flexible. Buen trabajo.
—Ty.
—¿Qué? No estoy realmente seguro de lo que quieres decir. La conocí durante
unos cinco minutos.
Deuce se le quedó mirando, con aspecto casi enfermo, y Ty se quedó esperando a
que continuara. Se quedaron en silencio durante unos momentos, Deuce inquieto y
Ty se obligó a ser paciente.
—Deacon —dijo finalmente.
—Está embarazada —espetó Deuce con una oleada de alivio. Ty no pudo ocultar
la sorpresa, y Deuce le leyó bien—. Antes de que digas nada, sí, la amo. Sí, estoy
emocionado como el infierno. Y sí, es muy flexible. —Por primera vez, Deuce esbozó
una sonrisa. Parecía estar tratando de contener su emoción, pero Ty la reconoció de
todos modos.
Ty casi se rió con alivio. Agitó una mano en el aire y se acercó a abrazar a su
hermano.
—Felicidades, Deacon —dijo mientras Deuce le daba una palmada en la espalda.
—Gracias —dijo Deuce mientras se apartaba y tomaba a Ty por los hombros para
mirarlo a los ojos—. El problema.
—¿Por qué tiene que haber un problema?
—Porque siempre hay un problema.

~238~
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Armados y Peligrosos
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—Está bien, ¿cuál es el problema? —preguntó Ty con una creciente sensación de


temor.
—Livi quiere casarse antes de que nuestras familias se enteren.
—¿Qué?
—No quiere decirle a sus padres que está embarazada antes de que nos casemos.
—Bueno, eso es una condición urgente.
—Ese es el problema.
—Eso te deja, ¿que, como un mes? ¿Tal vez menos?
Deuce asintió.
Ty parpadeó ante su hermano cuando el problema le golpeó. Se quedó sin aliento
y apuntó al rostro de Deuce.
—¡Quieres fugarte!
—Sí —dijo Deuce con alivio.
—¡Deacon!
—¡Lo sé!
—No puedes hacerle eso a Ma, te matará. ¡Me matará a mí! Por no mencionar
seriamente las malas relaciones con tu futura familia política.
—Ya ves mi problema —dijo Deuce mientras agitaba una mano en el aire y se
sentaba a los pies de la cama.
—Estoy asumiendo que no fue planeado. ¿Cómo se hace eso, de todos modos?
—Creo que lo has estado haciendo con tíos durante demasiado tiempo si tengo
que responder a eso.
—Touché —murmuró Ty con el ceño fruncido. Hizo una mueca y sacudió la
cabeza, pasando por alto la media docena de observaciones de listillo mientras se
sentaba al lado de Deuce. En realidad le dio al asunto algunos pensamientos, tantos
como era capaz cuando estaba siendo cazado como un perro por la CIA.
—Quiero decir... Deacon, si esto es lo que realmente quieres hacer, entonces te
cubriré. Haré lo que necesites para librarte de eso. A menos que lo hagas sin mí allí, y
en ese caso te repudiaré.
Deuce sonrió y asintió con la cabeza, puso un brazo alrededor de los hombros de
Ty.
—Sabía que podía contar contigo —dijo en voz baja.

~239~
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—Pero... ¿si me estás pidiendo consejo?


Deuce asintió.
—Espera. Díselo a todos, que se entusiasmen por tener un bebé, déjales saber que
estás comprometido con ella tanto si estás casado como si no, y ve desde allí. No te
vayas... a escondidas y tratando de ocultar las cosas a vuestras familias. Te... te
arrepentirás.
Deuce le miró en silencio, con los ojos comprensivos y cálidos. Si alguien entendía
lo bien que Ty sabía de lo que estaba hablando, era su hermano.
—Gracias, Ty.
Ty asintió, y se quedaron sentados en silencio durante mucho tiempo, lo suficiente
para que la bomba para el colchón de aire cesara su gemido en voz alta y la luz que
entraba bajo la puerta de la habitación se apagara.
Deuce respiró hondo.
—Voy a ser papá.
Ty sonrió mientras veía el perfil de su hermano bajo la luz tenue. Podía oír la
mezcla de emoción y miedo en la voz de Deuce. A continuación, la sonrisa se
desvaneció cuando la fría comprensión comenzó a filtrarse en su interior.
—Vas a ser papá —repitió, casi para sí mismo. Se puso en pie de repente, mirando
alrededor de la habitación y tocándose los vaqueros como si hubiera perdido algo.
—¿Qué pasa?
—Tenemos que irnos —dijo Ty mientras miraba a Deuce con los ojos muy
abiertos.
—¿Qué? ¿Por qué?
—Si alguien nos sigue hasta aquí, quiero decir que no deberían, pero si lo hacen…
—Ty, no pasa nada. Sabía que alguien iba tras vosotros cuando entraste en mi
casa. Sé que es un riesgo que estés aquí.
—No, pero no se trata sólo de ti ahora, y esto no es sólo alguien detrás de nosotros.
—Ty ya se dirigía a la puerta del dormitorio.
Deuce saltó para seguirlo, apenas capaz de mantener su ritmo con su pierna mala.
—¡Ty!
—Esto no está en discusión, Deuce, de verdad que no –dijo Ty. Golpeó la puerta
de la habitación mientras pasaba, y Zane ya había encendido las luces cuando
llegaron al salón.

~240~
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—¿Qué pasa? —Preguntó Zane, tan pronto como vio la cara de Ty.
—No podemos quedarnos aquí, tenemos que movernos.
Zane miró de uno a otro, en busca de alguna pista en la cara de Deuce antes de
mirar a los ojos de Ty de nuevo.
—Él está siendo ridículo –le dijo Deuce.
—¿Qué es todo esto? —preguntó Julian desde detrás de ellos.
Ty se volvió para mirarlo. Todavía llevaba sus vaqueros y camiseta, pero era obvio
que había estado dormido.
—No podemos quedarnos. Tenemos que movernos.
—No. ¡No! Uno de vosotros, que le meta algo de sentido común –les dijo Deuce.
—¿Qué pasa? — volvió a preguntar Zane, más insistente. Ty le miró a los ojos e
inclinó la cabeza hacia Deuce. No era su secreto para contar y esperaba que Zane
confiara en él.
Deuce hizo una mueca de desagrado.
—Mi novia está embarazada. Nos enteramos ayer.
Julian resopló.
—Ese es el mayor sinsentido que creo que he oído nunca. Tienes razón, es el
hermano de Grady.
Cameron pinchó a Julian en las costillas, lo que le hizo doblarse y gemir
lastimosamente.
Ty le fulminó durante un minuto, pero podía ver que Zane sabía exactamente por
qué quería irse.
—No es sólo que te estamos poniendo en peligro a ti al estar aquí —dijo Zane,
mirando de Deuce a Ty—. Vas a tener una familia. Él tiene razón, tenemos que irnos.
—Vamos –dijo Deuce mientras daba un paso cerca de Zane—. Sé muy bien que si
Ty hubiera pensado que habría algún peligro para mí al venir aquí, no habría venido
para empezar.
Zane miró a ambos de nuevo. Ty contuvo el aliento mientras esperaba que Zane
respondiera. En silencio, le rogó a su compañero que le apoyara.
—Lo siento, Deuce. Él tiene razón —dijo Zane, por fin con un movimiento de
cabeza. Ty suspiró de alivio.

~241~
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Armados y Peligrosos
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—Sólo pasad la noche, ¿de acuerdo? Todos estáis agotados; tú apenas funcionas. Y
joder, si alguien va a venir a matarme, agradecería mucho si os quedarais con
vuestras armas y vuestras cosas puntiagudas hasta mañana, ¿vale? —Dijo Deuce con
exasperación.
Ty se aclaró la garganta y miró a los ojos de Zane.
—Eso es justo —murmuró Julian.
Ty asintió.
—Tienes razón —dijo a Deuce.
—Lo sé –respondió este con una sonrisa brillante. Extendió la mano y abrazó a su
hermano, sosteniéndole con fuerza.
—Vete a la cama, ¿de acuerdo? ¿Estarás aquí por la mañana?
—Lo prometo —murmuró Ty.

* *
Zane tuvo que apartar la mirada cuando Deuce abrazó a Ty con más fuerza. Podía
simpatizar con la sensación, saber que Ty estaba en peligro y deseando
desesperadamente aferrarse a él y mantenerlo a salvo.
Cuando finalmente soltó a Ty, se volvió y abrazó a Zane también. Este sonrió
mientras miraba por encima del hombro de Deuce a Ty.
—Te estamos manteniendo despierto, Deuce —murmuró Zane mientras
reflexionaba sobre los dos hermanos y le palmeaba la espalda—. ¿Por qué no vuelves
a la cama? Estoy seguro de que Ty sabe dónde están las cosas si necesitamos algo
más.
Deuce lo soltó y le miró, luego miró a Ty, que estaba asintiendo.
—Simplemente pégate a tu horario regular de la mañana, pero no toques la puerta
principal —murmuró Ty.
—¿Por qué?
Ty hizo un gesto de impotencia a Julian.
—Sólo confía en él; no la toques —dijo Julian con un gesto brusco. Todos le
miraron—. Secreto comercial.
Ty puso los ojos en blanco. Alargó la mano a la parte baja de la espalda y sacó la
pistola de respaldo que le había quitado a uno de los cuerpos, la comprobó antes de
entregársela a Deuce.

~242~
Abigail Roux

Armados y Peligrosos
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—Ponla debajo de la almohada.


Deuce le miró con un profundo suspiro, pero no la tomó.
—Sí, de acuerdo. Pero puedes quedártela. Mi horario regular no implica pegarme
un tiro en el culo por la mañana.
Cameron se rió y luego se puso una mano sobre la boca. Ty resopló y sacudió la
cabeza. Deuce levantó la vista para encontrarse con los ojos de Zane una vez más, un
ceño de preocupación se le formaba en la frente.
Zane le ofreció una débil sonrisa.
Deuce asintió y miró a Ty cuando se volvió hacia el pasillo.
—Buenas noches –dijo y les dejó.
Ty volvió la cabeza para mirar a su hermano cojear hacia su dormitorio.
Julian y Cameron se quedaron allí incómodamente un momento.
—Bueno. Buenas noches, entonces.
Cameron les dio una débil sonrisa, se volvió y siguió a Julian de nuevo a la
habitación de invitados.
Ty golpeó el colchón con el pie.
Zane miró hacia el pasillo oscuro, luego se inclinó hacia delante para tocarle la
mandíbula ligeramente magullada.
—Él te tiene —murmuró, sus dedos ligeros como plumas mientras le rozaba la
sombra de barba—. ¿Estás bien por lo demás? –Ni siquiera había conseguido la
oportunidad de preguntárselo desde la pelea en el hotel hacía unas horas.
—¿Honestamente? preguntó Ty con otro débil intento de una sonrisa—. Estoy
aterrorizado, Zane. Todos los que me importan en el mundo están metidos en esto
ahora. Envié equipos de limpieza de la CIA a uno de mis amigos y luego los llevo
directamente a mi hermano.
Con las entrañas apretadas dolorosamente, Zane deslizó la mano por el cuello de
Ty. No estaba seguro de haberle oído nunca admitir libremente que tenía miedo.
—Nos encargaremos de eso.
—Y de pronto voy ser tío.
—Eso es bueno, Ty. Es una buena noticia.
Ty asintió y volvió a mirar el colchón, pinchando la esquina de las sábanas con los
pies, incapaz de mirarle.

~243~
Abigail Roux

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—Ty.
Ty se encontró con los ojos de Zane y tragó saliva. Extendió la mano sin decir
palabra y deslizó los brazos alrededor del cuello de Zane. Este lo atrajo hacia él,
sorprendido. Lo sostuvo y Ty le abrazó con fuerza, aún sin hablar. Luego besó el
cuello de Zane y dio un paso atrás.
—Vamos a arreglar estas sábanas y meternos en la cama, ¿de acuerdo?
—¿Qué pasa con las sábanas? —Preguntó Zane.
Ty soltó una carcajada y sacudió la cabeza.
Rehicieron la cama rápidamente, las esquinas de Ty de alguna manera perfectas
incluso en un colchón de aire en el suelo. Se puso de pie para agarrar el pesado
edredón y lo extendió sobre la cama, luego lanzó las dos almohadas detrás a la
cabecera.
Se quitó los zapatos y se desabrochó el cinturón, y luego se quitó los vaqueros y
las dobló cuidadosamente para ponerlos en el sofá.
—¿Quieres lado sofá o lado suelo? —preguntó a Zane antes de sacarse la camisa
por la cabeza.
—Lado suelo. —Si no iba a estar sentado, quería al menos ser capaz de moverse de
inmediato. Todo lo que realmente quería era abrazar a Ty.
Ty se acercó a él, deslizó la mano contra la cara de Zane antes de agacharse y
meterse en la cama. Los ojos de Zane siguieron cada movimiento de Ty, no notó
ningún respingo ni mueca que indicara lesiones ocultas. Ya era bastante raro que Ty
admitiera tener miedo; Zane no sabía si también estaría escondiendo heridas.
Simplemente parecía agotado, al igual que el resto de ellos.
Se estiró bajo las sábanas y rodó hacia un lado, acurrucándose nuevamente frente
al sofá junto al colchón.
Zane ya se había quitado los pantalones antes de la conmoción. Apagó la luz y se
quedó allí para que sus ojos se acostumbraran, mirando el bulto en la oscuridad que
era Ty mientras esperaba.
Incluso en la oscuridad, se dio cuenta de que seguía tenso mientras estaba
tumbado. Tenía todo el derecho a estarlo; acababa de enterarse que su hermano iba a
ser padre, el mismo hermano al que podría haber puesto en peligro simplemente por
venir aquí.
Al final, Zane se movió y se arrodilló al lado del colchón antes de subir con
cuidado, tratando de no mecer demasiado a Ty.

~244~
Abigail Roux

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Este se le acercó inmediatamente, apoyando la mano en lo que estaba más cerca


mientras Zane se movía detrás de él. El gesto consoló a Zane, y se acurrucó como una
cuchara, deslizando un brazo bajo su cuello y echando el otro por encima de su
cintura. Ty se apretó contra él, encajando perfectamente en su contra. La calma
comenzó a filtrarse a través de la mente y el cuerpo de Zane.
—Te amo —susurró, queriendo decirlo tanto como fuera posible, a cada
oportunidad, durante el resto de su vida.
Ty le palmeó la cadera un par de veces en respuesta; entonces se quedó quieto y
en silencio. No se meció ni meneó una pierna o dio vueltas como hacía a menudo
cuando estaba en la cama antes de dormirse. Simplemente estaba quieto y tranquilo
mientras su respiración se calmaba. Era un poco desconcertante.
Zane le besó el hombro de nuevo antes de dejar que la cabeza se acomodara en la
almohada. Se hundió en la oscuridad mientras escuchaba la respiración de Ty y los
sonidos suaves del apartamento por la noche. Esperaba que el día siguiente pudiera
ser la mitad de tranquilo.

* *
El zumbido lejano de un teléfono despertó a Ty, pero siguió acostado en el capullo
cálido de mantas y en los brazos de Zane, mirando al techo, cuando Deuce patinó en
la sala de estar.
—Levántate —dijo Deuce con voz llena de pánico.
Ty se disparó, rodando sobre Zane y poniéndose de pie sin gracia, espoleado por
el tono de Deuce. Zane se agitó y terminó saliendo de la cama con él. Ty lo dejó en el
suelo mientras se levantaba.
—¿Que Pasa?
—Viene Livi, tienes que soltar el pomo de la puerta.
—¿Está cerca?
—¡En el vestíbulo, Ty!
Ty corrió a la cocina, casi temiendo que tipo de artefacto vería en el pomo de la
puerta.
—¿Por qué no le has dicho que no subiera?
—Ha sido el portero, ella no ha llamado.
—¡Bueno, llámala y dile que espere en el vestíbulo! —dijo Ty dijo mientras se
arrodillaba delante del pomo de la puerta—. ¿Qué mierda es esto? –Era tan inocua

~245~
Abigail Roux

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que casi lo tocó. Una fila de pajitas conectadas y envueltas alrededor de la base del
pomo que iban a la máquina de café cercana, como una cadena. El pomo en sí estaba
cubierto de papel de aluminio, y Ty podía ver el aluminio que salía del interior de
varias de las pajitas—. Yo....
—Ty, vamos, quítalo.
—Ni siquiera estoy seguro de por dónde empezar.
—¡Ty!
—¿La has llamado?
—No coge el teléfono, debe estar en el ascensor.
—¿Qué está pasando? —preguntó Zane desde la puerta de la cocina. Su cabello
estaba despeinado, y todavía parecía medio dormido. Un momento después, Julian
se unió a ellos.
—¡Cross! ¿Cómo desmontamos esta cosa?
—Con cuidado —respondió Julián, voz calmada y tranquila—. La corriente va por
el papel de aluminio.
—¿Qué pasa si lo cortamos? —preguntó Ty.
Julian murmuro, sin sonar optimista.
—Conéctate a tierra —dijo Zane mientras le llevaba sus botas y las dejaba caer al
lado de la rodilla de Ty.
En el momento de calma, mientras Ty se las ponía, oyeron la campanilla del
ascensor en el pasillo exterior.
—Oh Dios —dijo Deuce mientras sostenía el teléfono contra la oreja—. Vamos,
nena, contesta el teléfono.
—Dame unos guantes de cocina.
—Te va a dar una descarga —murmuró Julian—. Quiero aprovechar este
momento para darte las gracias profusamente por dejarme mirar.
—¡Cállate! —le gritaron Ty y Zane.
Zane entregó a Ty las tijeras de cocina, y Ty golpeó el extremo de una de las
pajitas con la cuchilla. Saltaron chispas, y pudo sentir la corriente a través de la pajita.
—¡Mierda! —gritó Zane, como si en realidad hubiera pensado que no funcionaba.
—¡No estás ayudando! –le dijo Ty, con voz vacilante.
—¡Eso fue increíble!

~246~
Abigail Roux

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—¡Zane!
—Lo siento, eso fue realmente... lo siento.
—¿Podemos disfrutar de esto después de que lo desmontemos? —gruñó Deuce
mientras marcaba el número de Livi de nuevo—. Va directamente al correo de voz.
—Yo.... —Ty hizo una mueca mientras se ponía los guantes para el horno.
—¡Ty! ¡Estás a punto de electrocutar a mi novia!
Oyeron llaves tintinear en la puerta.
—¡Livi, no toques la puerta! –gritó Deuce.
—¿Deacon? —Una voz delicada al otro lado de la puerta.
—¡Contesta tu maldito teléfono! Ty, córtalo.
El vello de los brazos de Ty se erizó cuando sostuvo las tijeras contra las pajitas.
—Oh, Dios, esto va a doler.
—¿Qué está pasando ahí? —Preguntó Livi, y las llaves sonaron de nuevo.
Por el rabillo del ojo, Ty vio a Cameron lanzarse a través de la cocina a la máquina
de café sobre la encimera. Metió la mano detrás y tiró del enchufe de la pared. La
sensación de zumbido en los brazos de Ty cesó, y entonces oyó la llave de Livi entrar
en la cerradura al otro lado.
No ocurrió nada.
—Oh, bueno, eso habría sido más fácil. Bien hecho, Cam —dijo Julian con voz
complacida.
La puerta se abrió antes de que Ty pudiera apartarse y le golpeó de lleno en la
mejilla derribándole.
Cayó sobre el suelo de baldosas, sosteniendo el rostro mientras Livi entraba en el
apartamento.
—¡Oh Dios mío, Ty! ¡Lo siento mucho! —Dijo la mujer mientras se llevaba las dos
manos a la boca y se inclinaba sobre él. Livi era una muchacha hermosa,
posiblemente menos en ese momento, ya Ty podía ver a dos de ella. Tenía unos ojos
del color de los huevos de petirrojo, azules e inteligentes, y pelo tan rubio que
parecía blanco cuando el sol le daba. Era ágil y atlética, como sería probablemente
una instructora de yoga, pensó. También tenía fuerza en el hombro cuando abría una
puerta.
Zane le tomó del brazo y lo levantó de un salto. Ty sacudió la cabeza para
despejarse.

~247~
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—Me alegro de verte otra vez –le murmuró. Ella todavía tenía los dedos sobre sus
labios, mirándolo con esos grandes ojos azules.
Se dio la vuelta y miró a Deuce, dándole un gesto de impotencia.
—¿Qué diablos está pasando?
—Livi, te acuerdas de mi hermano, Ty. Este es su compañero, Zane Garrett.
—Hola —saludó Zane en voz baja que envió un escalofrío por la columna
vertebral de Ty.
—Y estos son sus... amigos, Julian y Cameron —dijo Deuce mientras hacia gestos a
los otros dos hombres.
—Encantado de conocerte —murmuró Cameron.
Ella saludó a cada uno, abrumada por la sorpresa, y luego miró el pomo de la
puerta y la cadena de pajitas, sacudiendo la cabeza.
—¿Qué es todo esto?
—Era una medida de seguridad. Estamos huyendo de la CIA –le dijo Ty, sin ni
siquiera tratar de escondérselo—. Están tratando de matarnos.
—Bueno, matarlo a él, específicamente —añadió Zane mientras señalaba a Julian.
—Vendo antigüedades —dijo Julian, monótono.
Ella entrecerró los ojos, mirando de uno a otro y luego a Deuce.
—¿Es esto una especie de fin de semana de chicos en el que se supone que no debo
entrometerme? Porque puedo marcharme antes de os hagáis daño intentando mentir
de forma convincente.
Deuce le dirigió una cálida sonrisa y sacudió la cabeza.
—Creo que el único que miente es él —dijo, señalando a Julian.

* *
—Entonces, lo… lo siento, ¿dímelo otra vez? —tartamudeó Livi, cuando todos se
sentaron en el salón del apartamento de Deuce.
—Hablamos en serio —le dijo Ty—. La CIA está tratando de matarnos.
—A él —murmuró Zane.
—¿Podrías dejar eso? ¡Vamos!
—Es más exacto decir que están tratando de matarlo.
—¡Zane!

~248~
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Julian puso los ojos en blanco.


—Creo que lo que el agente Garrett está tratando de señalar es que probablemente
no corres peligro a causa de nuestra presencia aquí.
Livi asintió, mirándolo con recelo.
—Están mintiendo —dijo Cameron, su voz muy brusca—. Estás en peligro debido
a que estamos aquí, están tratando de protegerte para que no te preocupes. Ellos
hacen eso.
—Cam —dijo Julian, mirando a su amante boquiabierto.
Ty se golpeó la frente y se cubrió la cara con la mano.
—Vaya, vosotros chicos sois… podría hacerme rico con vuestra terapia –murmuró
Deuce.
—Lo siento, de verdad, ¡sólo estoy cansado de esta mierda machista! —dijo
Cameron mientras agitaba una mano hacia ellos. Se volvió hacia Julian—. ¿Puedes
honestamente mirarme y decirme que no tienes miedo?
Julián trató de responder, pero su boca aún estaba abierta.
Cameron miró a Ty y Zane donde estaban sentados juntos en una otomana
cuadrada.
—¡Y vosotros dos, sois ridículos! Estáis tan ocupados quejándoos el uno al otro y
tratando de parecer como si no os importara que no os dais cuenta que estáis
desperdiciando vuestras vidas a la espera de que sea el momento adecuado para
admitir que estáis enamorados.
—Cameron —logró decir Julian finalmente, señalando a Deacon y Livi como si
Cameron no recordara que estaban allí.
Cameron se aclaró la garganta.
—Lo siento.
Livi miró a Ty y Zane, luego miró a Deuce.
—Entonces cuando dijiste compañero, ¿te referías a compañero de trabajo? Porque
en realidad eso no da la impresión de que sean una pareja.
Zane se pellizcó el puente de su nariz, pero parecía estar sonriendo.
—¿En serio? —Preguntó Ty, sonando preocupado.
—Gritáis “estamos follando”.
—Eh.

~249~
Abigail Roux

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Cut and Run 5

—Bueno, ahora que hemos aclarado eso —dijo Deuce mientras se levantaban—.
¿Qué vais a hacer?
Ty y Zane se miraron entre sí, y luego los dos hombres miraron a Julian. Zane
sacudió la cabeza, pero los ojos de Ty se movieron de Julian a Cameron.
—¿Qué hacemos, Cam? —preguntó Ty con voz suave.
—¿Disculpa?
—Mira, tienes razón. La gente como nosotros, a veces no podemos ver el bosque
por los árboles. Todos estábamos tratando de averiguar cómo desmantelar ese jodido
pomo cuando ninguno de nosotros pensó simplemente en tirar del enchufe.
Cameron asintió.
—Nosotros no te hemos preguntado, ni una vez, lo que pensabas que deberíamos
hacer —continuó Ty.
Julián apartó los ojos de los agentes del FBI y miró a su amante. Ty tenía razón.
Habían estado arrastrando a Cameron, sin ni siquiera un pensamiento de lo que él
podría querer o pensar.
Cameron le miró, inseguro.
—Adelante, Cam.
—Bueno... no podemos volar o viajar en tren. Has estado diciendo que conducir a
DC es un suicidio. Así que ¿por qué no otra manera?
—Otra manera —repitió Julian.
—Oh Dios —murmuró Ty.
—El agua —dijo Zane, sonando sorprendido e irritado porque ninguno de ellos lo
había pensado antes.
Julian deslizó el brazo alrededor de la cintura de Cameron, apretándolo.
—Conseguir un barco no va a ser fácil —dijo Ty, sonando sombrío—. Tendríamos
que tomar la línea de contrabandistas de la costa.
—Evitar la Guardia Costera, y entrar en el puerto sin un rumbo trazado o papeles
—añadió Zane—. Eso si podemos encontrar un barco.
Livi se animó y sonrió.
—Papá tiene un barco.
Deuce se aclaró la garganta.
—Creo que están pensando en algo más discreto que el yate de tu padre, cariño.

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—Oh, espera, creo que se lo llevaron a San Vicente.


—¿Yate? —Dijo Ty con una sonrisa a su hermano.
—Ella es inteligente, hermosa y cargada. ¿Qué más se puede pedir? –respondió
Deuce, arrastrando las palabras, igualando la sonrisa con una de las suyas.
—Soy una niña de fondo fiduciario, pero callaos —dijo Livi.
Zane le sonreía y Ty estaba sacudiendo la cabeza, los ojos fijos en la alfombra
blanca.
—Conozco a alguien que tiene un barco.
Zane miró a su compañero, con una ceja levantada. Ty le miró de reojo y se
estremeció.
—¿Quién? —Preguntó Zane.
—No te va a gustar.

~251~
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Capítulo 15

Utilizaron a Livi y su incomparable encanto para acceder al puerto privado en el


río Delaware, donde su padre guardaba el yate. Convenció a uno de los capitanes
para que les permitieran tomar un pequeño bote para dar un “alegre paseo” y en
menos de una hora habían zarpado Delaware abajo hacia aguas abiertas.
Cuando la noche cayó, habían llegado a las coordenadas que les habían dado.
Anclaron, flotando en el agua picada, y esperaron.
Zane y los demás les dieron las gracias a Deuce y Livi por su ayuda y luego fueron
a la cabina del piloto para que Ty se despidiera. Zane miró por la ventana mientras
abrazaba a Livi. Ella se llevó la mano a su vientre en un gesto que Zane sabía que
significaba que Ty le estaba diciendo que estaba feliz por ellos. Los labios de Zane se
torcieron en una sonrisa. Le gustaba Livi, y no podía esperar a escuchar sobre su
reunión con la familia de Deuce y Ty. Aunque también le ponía triste, él no sería
presentado a la familia de Ty de la misma manera que ella a corto plazo.
Ty le dio Deuce un fuerte abrazo, sosteniéndolo más tiempo que de costumbre
mientras hablaba con él. Luego le entregó a Deuce lo último de su dinero en efectivo,
Zane sabía que le estaba diciendo a su hermano que saliera de la ciudad unos días y
no utilizara sus tarjetas de crédito.
Zane tuvo que luchar contra los nervios. Tenía que creer que los agentes de la CIA
que les perseguían no harían daño a nadie a menos que estuvieran en el camino de
Julian Cross. Deuce estaría bien. Esperaba.
Un faro de luz en el agua le llamó la atención, y miró hacia la noche sin luna.
—Ty —llamó cuando un tipo completamente diferente de nerviosismo se apoderó
de él—. Él está aquí.
Cuando Ty había mencionado el nombre de Nick O'Flaherty, diciendo que su viejo
amigo Recon tenía un barco que podían utilizar, Zane había esperado algún tipo de
bote. Había imaginado que Nick vivía en algún apartamento de mala muerte sobre
un pub irlandés en el sur de Boston. Esa era la impresión que había recibido del viejo

~252~
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amigo de Ty cuando estaba ciego y sólo podía oírle hablar. Así que se sorprendió
cuando un elegante yate Outer Reef 580 de dieciocho metros se deslizó a la vista de
las luces de situación del pequeño barco.
Julian silbó desde la barandilla donde estaba viendo el yate.
—No es barato. Pensé que habías dicho que tu amigo era policía.
—Lo es —dijo Ty mientras revisaba su arma.
—¿Acepta sobornos?
Ty levantó la vista para mirarlo. No contestó, sino que se dirigió hacia la popa del
barco para llamar a Nick y ayudarle a asegurar la pasarela que usarían para cambiar
de barco.
Zane estaba frunciendo el ceño mientras observaba a Ty y a la figura en sombras
del otro barco. Julian tenía razón; esa no era una forma barata para vivir. Zane se
preguntó cómo se lo permitía Nick.
Respiró para tranquilizarse y luego puso los ojos en blanco. No debería estar
nervioso. Nick sabía quién era él, incluso si Zane nunca había puesto los ojos en él.
Vio como Ty hablaba con el hombre, capaz de escucharlos en la noche tranquila.
—Déjame adivinar –dijo el acento de Boston de Nick divertido—. ¿Bailarinas?
—Sí, déjanos para que podamos robarte tu reloj por la mañana —murmuró Ty. El
sentido del humor explicaba por qué este hombre y Ty se habían vuelto tan buenos
amigos, pero también hacía que Zane quisiera odiarlo un poco más.
—Será mejor que nos vayamos si tenemos la intención de pasar desapercibidos –
gritó Nick tan pronto como aseguraron la pasarela.
Abordaron el yate uno a la vez, el estómago de Zane hecho un nudo. Se dio cuenta
que estaba esperando desesperadamente que el señor Nick O'Flaherty fuera un
individuo de aspecto desafortunado.
Segundos más tarde, cuando todos se reunieron en el salón, Zane consiguió un
buen vistazo de Nick por primera vez mientras pasaba junto a ellos hacia la cabina
del piloto. Tenía alrededor de la edad de Ty, rudamente guapo y bien afeitado, con
corto cabello rubio rojizo y ojos de hiedra verde. Era unos centímetros más bajo que
Zane, pero claro, la mayoría de los hombres lo eran. Estaba construido sólidamente,
no tan ancho como Ty o Zane en los hombros, pero, obviamente, en forma. Maldito.
Llevaba unos vaqueros desgastados, un grueso jersey de ochos y botas. El arma en
sus pantalones vaqueros le decía que había estado esperando problemas.

~253~
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Le siguieron a través del barco, Ty entró en la cabina del piloto con Nick mientras
los demás se quedaban en la cocina en el centro de la embarcación.
—Garrett, me alegro de verte en una sola pieza —dijo Nick con un movimiento de
cabeza mientras se deslizaba en el asiento del piloto.
—Bueno, es bueno ver algo —dijo Zane, incapaz de mirar a Nick sin pensar en
cómo había besado al hombre al que él amaba. Empujó eso a un lado por ahora.
—Creo que hemos llegado hasta aquí sin ser vistos —dijo Ty cuando se volvió y
les hizo gestos a Julian y Cameron para que se unieran.
—Lo mismo. ¿En que coño estáis metidos? —Preguntó Nick.
Ty se encogió de hombros y miró alrededor de la cabina del piloto con inquietud.
Nick le miró y luego se volvió en su asiento para mirar a Zane.
Zane no sabía cuánto le había dicho a Nick, ya que Ty había hablado en persa por
el teléfono. Estaba en la cocina del yate de Nick, tratando de pensar en algo para
llenar el silencio incómodo y no golpearle en la cara.
No pudo encontrar nada que decir, por lo que permanecieron en silencio mientras
Cameron daba a Nick una débil sonrisa y se acercaba para estrecharle la mano.
—Sé que no nos conoces. Pero gracias.
—Ty dice que necesitáis ayuda. Ya la tienes. —Le ofreció la mano a Cameron, y
luego a Julian cuando el irlandés se acercó, presentándose a sí mismo a cada uno de
ellos.
Zane frunció los labios mientras miraba el yate. Era suntuoso, todo cuero negro y
madera de teca lacada, brillante acero inoxidable y todo lo mejor. Los muebles en el
salón estaban bien construidos, pesados y lujosos, con una gran televisión en la pared
que separaba el salón de la cocina. Unas escaleras llevaban a la cocina en la cubierta
superior. Cuando Zane miró a su alrededor, no sintió que encajara con Nick. Pero
claro, no conocía a Nick muy bien.
—Entonces —dijo Nick con falsa alegría—. Háblame de las personas que tratan de
matarte esta vez.
—Cuanto menos sepas...
—Muérdeme, Grady.
—¿Baño? —Preguntó Zane antes de que la conversación pudiera llegar a más.
Nick señaló los escalones que bajaban, justo al lado de donde estaba sentado.
—Gira a la derecha, esa es la cabina principal. La de la izquierda es la del capitán.
Cualquiera.

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Zane se dirigió hacia las escaleras, sintiendo como si estuviera cayendo en el pozo
mientras se agachaba y encogía los hombros para bajar por la escalera curva.
Discretamente echó un vistazo a las cabinas más bajas para tratar de conseguir una
sensación del hombre que había hecho un movimiento hacia su amante apenas unas
semanas atrás.
Las fotos más destacadas en las paredes eran de Nick de uniforme, rodeado de
sonrientes marines. Muy parecidas a las de Ty en casa. Zane se detuvo y miró una
cuando vio a un joven Ty. Había seis hombres, todos en diversas etapas de desnudez,
unos de pie, otros de rodillas, como si hubieran estado peleando o jugando durante
el tiempo de inactividad mientras se desplegaban. Ty y Nick estaban en el centro y
delante, solo llevaban pantalones y botas de combate, ambos curtidos por horas bajo
el sol y la sal, sus placas de identificación visibles en el pecho desnudo. Los seis
hombres estaban sonriendo, con los brazos uno alrededor del otro. Ty estaba
sosteniendo una pelota de fútbol, en equilibrio sobre la punta de los dedos mientras
posaba para la cámara.
Zane podía oír a Ty informar a Nick de lo que había pasado, le daba la versión
condensada a su manera típica. Se volvió hacia delante, antes de poder permitirse
dejarse atrapar por ese vórtice de la incertidumbre de nuevo. Ty podía haber tenido
un aspecto feliz en las fotos antiguas, pero Zane sabía que ahora también era feliz.
Cuando regresó, Nick y Ty seguían discutiendo lo que había que hacer. Cameron
estaba sentado en una mesa de la esquina que estaba escondida al otro lado de la
cabina del piloto, y Julián estaba mirando con recelo los techos bajos como si fuera a
golpearse la cabeza cuando diera un paso.
—¿Cuánto tiempo tardaremos en llegar a DC? –estaba preguntando Ty.
—Un día, dos si sólo podemos viajar por la noche.
—No, tenemos que mantener un horario regular. Viaja de día, ancla por la noche.
—¿Seguro?
Ty asintió mientras se frotaba la cara con la mano.
—¿Habéis tirado los móviles? —preguntó Nick.
—Teléfonos móviles, algunos coches, tarjetas de crédito, placas, armas, mi reloj.
Todo lo que pudimos pensar que podría estar intervenido o podría ser rastreado por
vía electrónica.
—Por lo menos no estáis usando sombreros de papel de aluminio todavía.
—Sólo cuando dormimos —murmuró Ty.

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—Me dijiste por teléfono que habías llamado a Digger. ¿Era cierto, o estabas
tratando de darme un mensaje?
—Era cierto. Le dije que íbamos a juntarnos con él para que quienquiera que
estuviera escuchando lo oyera y luego le hice saber que era un señuelo.
—¿Cocos?
—Si.
—¿Por lo tanto, en algún lugar del pantano, Digger se está preparando para la
llegada de un desagradable?
—En teoría.
Nick miró a Julian y Zane y luego se pasó la mano sobre su boca.
—Dios ayude al pobre diablo que aparezca en su puerta —murmuró.
Ty resopló una carcajada.
—Tratamos de permanecer bajo el radar en un par de lugares, pero nos siguieron
encontrando. Por fin, me di cuenta que estaban pinchando las señales del receptor de
mi reloj. Nos dirigimos a Philly, pero... no podíamos arriesgar a Deacon.
—Entendido.
Zane se preguntó si Nick tenía algún reparo en que Ty le estuviera arriesgando a
él. No reveló nada si era así.
—Saqué el límite de cada tarjeta mientras estaba de guardia, así que tengo un par
de miles. Eso es cuanto puedo hacer, pero puedo darte mi tarjeta cuando lleguemos
al puerto.
—Gracias —susurró Ty.
Nick asintió y luego miró al resto de ellos.
—Todos tenéis aspecto de ser sushi medio comido.
Zane se encontró luchando contra una sonrisa y asintió con la cabeza.
—¿Eres oficial de policía? —preguntó Cameron a Nick, quien asintió con la
cabeza—. ¿No hay nada que puedas hacer? ¿Alguien a quien llamar para que nos
ayude?
Nick le miró un momento con el ceño fruncido en compasión y luego miró a Ty.
—La CIA está un poco fuera de su alcance, cariño —murmuró Julian. Puso su
mano sobre el hombro de Cameron y lo apretó, tratando de consolarlo.
—Lo siento —dijo Nick en tono sincero.

~256~
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Ty se encontró con los ojos de Zane, y este supo exactamente lo que estaba
pensando. Iba a sacar a Cameron de esto con vida, incluso si morían en el intento.
—Estos dos necesitan una cama juntos —murmuró Ty a Nick mientras agitaba
una mano en dirección a Julián y Cameron.
Nick alzó una ceja, pero asintió con la cabeza sin hacer comentarios.
—Podéis quedaros en mi cabina —dijo Nick. Se puso de pie, asegurándose de que
Ty agarrara el timón primero, y luego les hizo un gesto para que le siguieran
mientras se agachaba para bajar las escaleras. Julian y Cameron le siguieron con
murmullos de buenas noches a Ty y Zane.
Este se movió para sentarse en la cabina cerca de Ty. No estaba seguro de que
quería hacer este, aunque esperaba que visitar a Nick no estuviera en lo alto de la
lista esta noche. Sin embargo, Zane no tenía muchas ganas de hablar con Nick, y
desde luego no quería que Ty lo hiciera. Le molestaba bastante que supiera moverse
en el barco de Nick. Pero tenía que confiar en él, y tenía que empezar en alguna
parte, ¿por qué no aquí?
—¿Estás bien? —preguntó Ty mientras jugueteaba con los mandos del yate.
Zane frunció los labios.
—Cada vez que le miro quiero golpearle.
Ty se encogió de hombros mientras mantenía la mano en el timón y luego miró
hacia la escalera.
—Hazlo.
—¿Qué?
—Hazlo, Zane. Si te hace sentir mejor, pégale.
Zane inhaló profundamente y lo consideró de verdad. Pero sabía que al final no se
sentiría mejor y era sospechoso que Ty estuviera de acuerdo tan fácilmente.
Nick regresó unos momentos después.
—La cabina VIP arreglada —les dijo mientras entraba en la cocina y abría la
nevera. Todavía tenía el arma sujeta a la parte baja de su espalda—. Sábanas limpias
y todo.
—Una mejora con respecto a la última vez —murmuró Ty.
—Tuviste sábana la última vez. Y era una limpia.
—Sí, encima del flotador de la piscina que estaba anclado en puente flotante –dijo
Ty dijo mientras señalaba hacia arriba.

~257~
Abigail Roux

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—Estabas en un flotador de la piscina, porque chirriaba cuando te movías,


¡teníamos que asegurarnos que aún respirabas!
Ty soltó un gruñido desdeñoso mientras preparaba el barco para echar el ancla.
—Unos pocos años con traje y la princesa de repente es demasiado buena para un
flotador de piscina —susurró Nick a Zane con una sonrisa mientras les daba una
botella de agua a cada uno—. Tengo comida, cerveza, refrescos y agua en la nevera.
Garrett, sírvete tú mismo.
—Gracias —dijo Zane, medio riendo, preguntándose con qué frecuencia Nick salía
con eso de llamar princesa a Ty. Le molestaba que fuera un tipo simpático.
Realmente quería odiarle y ser grosero con él.
—Id a dormir —les dijo Nick—. Nos anclaré para la noche y vigilaré.
Ty soltó el timón y se levantó. Miró de Nick a Zane, como esperando a ver si Zane
iba a pegarle a Nick. Cuando Zane no se movió, Ty dio unos pasos hacia Nick y le
tomó del antebrazo en lugar de la mano, apretando con fuerza.
—Gracias, irlandés.
—Lo sabes —dijo Nick, y luego hizo un gesto a Zane y volvió a dejarse caer en el
asiento del piloto.
Zane siguió a Ty por las escaleras a la menor de las dos cabinas. Había lo que
parecía ser una cama de matrimonio metida en la habitación, con escalones de
madera a cada lado para subirse. Ty metió las bolsas en una estantería que rodeaba la
sala en forma de arco, luego miró a Zane y sonrió, aunque incómodo. Se frotó los
vaqueros justo debajo de los bolsillos, un hábito nervioso que sólo aparecía cuando
no podía encontrar nada más que hacer con las manos.
—Es un tipo decente, ¿no es cierto? —Preguntó Zane, abatido.
—Zane.
—Tengo muchas ganas de odiarlo.
—Entonces ódialo. Tienes todo el derecho. Estar borracho no es una excusa para
hacer estupideces. Aunque vas a tener que odiarme a mí también, porque yo estaba
allí y le devolví el beso.
Las palabras golpearon a Zane en el pecho como un mazazo. Miró fijamente a Ty
hasta que se dio cuenta de que no respiraba y se aclaró la garganta. Su voz era plana
cuando dijo:
—En serio.

~258~
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Ty soltó un suspiro reprimido, sus hombros caídos cuando apartó la mirada de


Zane, incapaz de mirarlo a los ojos.
—¿Te gustó? —Preguntó Zane, su voz más baja, llena de ira apenas reprimida que
le sorprendía oír.
—Zane, vamos, ¿cuál es el punto de eso? —Preguntó Ty, sonando frustrado,
enojado y, posiblemente, un poco asustado por la pregunta.
Zane entrecerró los ojos para escudriñar a su amante. Ty tenía los labios apretados
en una línea delgada y lo miraba con las manos en sus caderas, sus ojos ilegibles.
—Sí —respondió, escupiendo la palabra—. Un poco.
Zane no pudo evitar la sensación dolorosa en el pecho. No quería pensar en eso, y
ciertamente no quería que su imaginación muy activa le proporcionara ningún
elemento visual. Apretó los labios con fuerza y levantó la mirada hacia el techo bajo
antes de dejar escapar un largo suspiro.
—Como que desearía no haber preguntado.
—Yo como que desearía haber mentido —dijo Ty con una voz suave.
Zane sacudió la cabeza. Ty se acercó a él, vacilante, como si pensara que Zane
fuera a rechazarle. Extendió la mano y le tocó la mejilla, dando un paso más cerca
para rozarle la barbilla con los dedos.
Zane cerró los ojos. Ty estaba siendo igual de brutal honesto como siempre era,
aunque le hiciera daño y aunque hiciera daño a Zane. Había algo reconfortante en
eso. No borraba el conocimiento de que Nick O'Flaherty estaba enamorado de Ty y lo
había estado durante años o que Ty había compartido y disfrutado de un beso con él.
Zane apoyó la frente contra el pómulo de Ty, dejando que sus manos se deslizaran
a su alrededor para acercarlo.
—Zane —susurró Ty, la incertidumbre le nublaba la voz.
—Lo sé. Está bien. Odio que os llevéis tan bien.
Ty sacudió la cabeza y se echó hacia atrás. Zane lo soltó.
—No he hablado con él desde que se marchó de Baltimore, Zane. Solía hablar con
él al menos una vez cada día, incluso aunque solo fuera un mensaje de texto, pero
eso se ha cortado. Me ha dejado solo por respeto a ti, a nosotros, y tengo que decirte,
cariño, que le echo de menos.
Zane resopló con fastidio.

~259~
Abigail Roux

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—Pero si eso es lo que necesitas, lo haré. ¿Entiendes? Haré cualquier cosa que
necesites que haga. Porque nunca me he sentido así por nada, y estoy aterrorizado de
joderlo y perderlo.
Zane contuvo el aliento, mirando a los ojos de Ty.
—Él es tu mejor amigo, Ty.
—Si eres tú o él, no hay duda de a quien voy a elegir.
Zane se avergonzaba del efecto que esas palabras tenían sobre él. Se sentía como si
estuviera haciendo el baile de Snoopy alrededor de la habitación.
—Yo no quiero eso.
Ty asintió.
—Déjalo reposar durante un tiempo. ¿Vale? Vamos a sobrevivir a esto primero.
—Sí —murmuró Zane, aunque sus ojos eran atraídos, a donde todavía estaba
Nick.
Ty se quedó en silencio. Finalmente, tragó saliva y sacudió la cabeza.
—Sé que estás preocupado. Nick me conoce bastante bien. Creo que
probablemente tendrías que ir con Deuce para encontrar a alguien que me conociera
mejor. —Levantó la mirada, como si midiera sus palabras—. Él sabe lo que el amor
significa para mí, cuando no está borracho como esa noche. Nunca debería haber
ocurrido, y lo sabe.
Zane tuvo que lidiar tanto con un pequeño punto de alivio, que Nick sabía que no
debía empujar, y una pequeña chispa de dolor al mismo tiempo. Era verdad: no
conocía a Ty tan bien como Deuce o Nick. Zane se permitió un momento de
melancolía. A veces parecía que Ty podía leerle la mente, pero él seguía luchando a
través de una gasa cuando se trataba de Ty.
—Te conoce desde hace mucho más tiempo que yo –dijo—. Un montón de historia
con la que no estoy conectado.
—Ya basta —dijo Ty suavemente. Su voz era cálida y afectuosa, y sus dedos se
deslizaron hacia arriba y hacia abajo por el brazo de Zane cuando se acercó y le
envolvió en un abrazo.
Zane resopló pero sonrió sobre el hombro de Ty. Le gustaba que Ty le conociera
tan bien. Era como un jarro de agua fría a la cara cada vez que comenzaba a hundirse
en el pensamiento de que él era un misterio.
—Entonces cuéntame algo.

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Abigail Roux

Armados y Peligrosos
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—Cualquier cosa —dijo Ty en un susurro. Al igual que la primera vez que le había
respondido con eso, hacía meses en una tienda de campaña, el estómago de Zane
saltó feliz. Se armó de valor para preguntarle lo único en que podía pensar en este
momento.
—¿Cómo diablos puede permitirse Nick este barco?
Los dedos de Ty se detuvieron, y pareció estar conteniendo la respiración mientras
los músculos contra el cuerpo de Zane se tensaban. Luego suspiró y volvió a
relajarse, arrastrando los dedos por el cuello de Zane mientras se alejaba.
—Vamos, Ty, esto no es el sueldo de un poli de ciudad. Esto no es ni siquiera
ahorrando cada centavo que hizo en los marines y comiendo fideos en cada comida.
—Es su casa, es donde vive. ¿Alguna vez te has preguntado cómo puedo pagar yo
una casa adosada histórica en Fell’s Point?
—En realidad no —dijo Zane con el ceño fruncido—. Siempre pensé que eras muy
hábil para no gastar dinero.
—Jesús, Zane —dijo Ty con una carcajada.
—Nunca compras nada, nunca tienes nada extravagante —siguió Zane,
murmurando mientras empezaba a sentirse algo estúpido por no haber preguntado
nunca sobre ello—. ¿Cómo puedes pagarla?
Ty sacudió la cabeza, mirando hacia arriba, como si pudiera ver la cubierta por
encima de ellos. Se encontró con los ojos de Zane otra vez antes de alejarse.
—Me voy a la cama.
—Ty, vamos.
Ty cogió la almohada más cercana y se la tiró. Zane la agarró y se la devolvió.
—Tú sacaste el tema.
—Fue una indemnización, ¿de acuerdo? Cuando nos echaron de los marines,
tenían que asegurarse de que no fuéramos llorando a la prensa, por lo que nos
pagaron una gran suma y nos fuimos.
Zane le miró, sorprendido, no exactamente conmocionado lo bastante cerca para
quedarse boquiabierto. Ty cerró los ojos y volvió la cabeza.
—¿Cuánto? —Susurró Zane.
—Suficiente.
—¿Por qué lo hicieron? ¿En qué estabais metidos chicos?
Ty se volvió para mirarlo a los ojos, luego dio una sacudida brusca de la cabeza.

~261~
Abigail Roux

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—Suficiente historia por una noche. Me voy a la cama.

* *
—Han salido completamente de la red de nuevo —dijo el agente X mientras
hablaba con su superior.
—¿Cómo es posible que se te sigan escapando con dos prisioneros a los que
mantener bajo control?
—Estoy empezando a creer que Cross no es un prisionero, señor.
—¿Perdón?
—No me atrevo a conjeturar, señor, pero... Creo que él piensa que están tratando
de ayudarle.
—¿Por qué en nombre de Dios iba a pensar que están tratando de ayudarlo
cuando lo único que quieren hacer es entregárselo al hombre que lo quiere muerto?
—Eso no lo puedo decir. Pero ¿por qué, señor, tratarían de liberarlo si sólo lo
quisieran muerto? ¿Por qué no matarlo en Chicago?
—No lo sé.
—¿Es posible que no sepan lo que están haciendo?
—Cualquier cosa es posible, supongo. Vamos a tratar de sacarlos con vida.
—Sí, señor.
—Cazarlos se está convirtiendo en inútil. No he oído nada del equipo que
enviamos a Louisiana. Pero sabíamos que era una artimaña.
—Sí, señor.
—Volvamos a DC, nos sentaremos en el edificio federal. Sabemos que es ahí a
donde van. Voy a enviar a un equipo donde Blake Nichols a Chicago. Tal vez
podamos encontrar un poco de claridad en todo esto.
—Sí, señor.
El agente X colgó el teléfono, mirándolo frustrado. Si Randall Jonas le ponía las
manos encima a Julian Cross, el último fragmento de evidencia en contra de él se
habría ido. Jonas era el responsable de muchas muertes. No podían permitir que
estos gilipollas del FBI entregaran a Cross a su muerte también.

* *

~262~
Abigail Roux

Armados y Peligrosos
Cut and Run 5

Horas después de meterse en la cama con Ty, Zane todavía estaba despierto,
mirando a las estrellas a través de las ventanas, escuchando el suave sonido de la
respiración de Ty. El cuerpo de este era cálido contra el suyo, algo familiar en medio
de este absoluto follón.
Había algo increíblemente romántico en dónde estaban. La luna y las estrellas eran
sorprendentes en el agua, parpadeando encima de ellos, sin trabas por las luces de
ninguna ciudad. Podía oír las olas golpeando contra el casco, el crujido de la
embarcación, mientras se balanceaba en el ancla. El suave balanceo debajo de ellos
habría sido el telón de fondo perfecto para acurrucarse con su amante y hacer el
amor toda la noche.
Se movió, volviendo la cabeza para poder mirar a Ty. Estaba tratando de no
pensar demasiado en nada, pero estaba siempre en sus pensamientos. ¿De dónde
demonios venía el dinero? ¿Por qué estaba Ty tan incómodo con el tema? ¿Estaba
diciendo la verdad sobre que los militares les habían pagado o había alguna otra
tapadera clasificada? Y luego estaba Nick.
Cuando se encontró con Ty en el aeropuerto de Chicago, le había dicho que quería
hablar de un montón de cosas cuando llegaran a casa, para aclararlo todo. Desde
entonces, Zane había reflexionado sobre lo que Ty podría tener en mente.
Obviamente, Nick había sido una de esas cosas. Estaba enojado y herido, a pesar de
que Ty no había hecho nada malo excepto reaccionar a un beso y luego admitir que
le gustó. Odiaba el vínculo que tenía con Nick, pero también odiaba pedirle que
renunciara a ello.
Un vaso chocó arriba, y Zane levantó la cabeza para escuchar. Oyó otro pequeño
sonido, y se deslizó fuera de las mantas, tratando de no molestar a su compañero
mientras bajaba de esa cama de forma extraña. Ty generalmente se despertaba en un
abrir y cerrar de ojos, a menos que estuviera verdaderamente agotado. Todo ese
conducir, huir y luchar había acabado con todo lo que tenía en él. Ni siquiera levantó
la cabeza cuando Zane salió de la cama.
Se puso de pie a los pies de la cama y le miró, preguntándose sobre el pánico que
Ty había sentido esas semanas atrás cuando había dejado a Zane dormido y salió
corriendo. ¿Había alguna fuerza de la naturaleza que hiciera que Zane se alejara
ahora mismo?
Sacudió la cabeza, decidido a dejar que se quedara en el pasado, agarró su arma y
subió las escaleras a la cocina.
Cuando se asomó por el borde de la barandilla de la escalera, vio a Nick de pie en
la piscina de luz tenue del fregadero. Carraspeó para que supiera que estaba allí.
Nick se volvió hacia él, vaso en la mano.

~263~
Abigail Roux

Armados y Peligrosos
Cut and Run 5

—¿Te he despertado? —preguntó en un susurro.


Zane negó con la cabeza y subió el resto de escalones, moviéndose hacia la
pequeña mesa de la esquina que se encontraba en la cabina del piloto. Dejó la pistola
sobre la pequeña mesa y se sentó en un asiento, girando para descansar el codo en la
parte de atrás para poder mirar a la cocina. Nick había estado muy tranquilo, en
realidad. Impresionantemente. Zane estaba demasiado en sintonía con los ruidos de
la noche.
—¿Te importa si bebo algo? —Preguntó Zane, su voz ronca y seca.
—¿Qué te apetece? —le preguntó Nick mientras se volvía hacia el refrigerador
detrás de él.
—Agua, té, café, no importa.
Nick rebuscó en el refrigerador y finalmente sacó una botella de plástico de agua.
Dejó la botella y un vaso con hielo en la mesa entre ellos con un gesto y sonrió.
—La cafeína te mantendrá despierto.
—Voy a estar despierto de todos modos —respondió Zane, pero atrajo la botella y
el vaso hacia él—. Gracias.
—No hay problema —dijo Nick con una inclinación de cabeza. Cogió su vaso de
nuevo y apoyó los codos en el mostrador—. ¿Qué te mantiene levantado? Aparte de
las personas que tratan de matarte.
—No duermo mucho. Incluso cuando no están tratando de matarme —dijo Zane,
sonriendo.
Nick asintió, mirando a Zane, a pesar de que probablemente no podía distinguir
mucho ya que la única luz en la habitación no llegaba a la esquina donde estaba
sentado. Zane se preguntó de qué podría hablar Nick, si se lo pedía, o si podría
compartir algo acerca de Ty que no sabía. Ty era su terreno común. Se trataba de
hablar entre nuevos amigos, ¿verdad? Sólo que este amigo sabía que Ty estaba con
Zane, y había tenido la lengua hasta su garganta hacía unas semanas.
Zane se encogió de hombros para deshacerse de las imágenes. Tendría que tratar
con ello pronto, pero quería ver qué podía sacarle a Nick primero.
—Creo que ninguno de nosotros ha dormido mucho. Abajo Ty está murmurando
en persa — dijo como una manera de romper el hielo.
—¿Todavía lo hace? —Preguntó Nick divertido.
—Sólo cuando está dormido o muy, muy cabreado —admitió Zane, deslizando el
vaso atrás y adelante sobre la mesa cerca de su arma. Disfrutó de esto, de dejar que

~264~
Abigail Roux

Armados y Peligrosos
Cut and Run 5

Nick supiera que era él quien abrazaba a Ty por la noche. Podría haber estado por
debajo de él, pero no le importaba—. Cuando duerme, no duerme en silencio.
Nick le dirigió una sonrisa melancólica.
—Todos éramos así, hasta cierto punto. Puedes ser descalificado para convertirte
en Recon si roncas, pero de lo que no se dan cuenta es que después de medio año,
cada uno de nosotros hablábamos en sueños. O gritábamos.
Zane vació su vaso y cogió la botella para volver a llenarlo.
—No creo que eso sea algo que yo haya hecho nunca. Hablar en sueños, quiero
decir. Supongo que lo mantengo dentro. —Por no hablar de que una gran parte de
las veces había estado encubierto, durmiendo con alguien, o alguienes, que no quería
saber quién era en realidad.
—No es saludable —reprendió Nick, sonriente y llevando el vaso a los labios.
—¿Eres amigo de Deuce también? —Preguntó Zane con ironía.
—¿El hermano de Ty? Le he visto un par de veces. No sé, algo acerca de la
combinación de los rasgos Grady con formación psicológica no me sienta bien. Me
puso nervioso.
Zane se echó a reír.
—¿Rasgos Grady? ¿Como salir furioso de sitios estrechos y coraje bajo el fuego?
—Y estar tan loco como para lograr lo imposible.
—Ositos de goma.
—Cheetos. Y esa mirada, como si supiera exactamente lo que estás pensando y lo
encontrara gracioso.
—Odio eso —murmuró Zane, dejando su vaso medio lleno.
—Yo también —dijo Nick, riendo y mirando el hielo en su vaso de nuevo—. Dios,
a veces le echo de menos.
Zane le miró con una sensación incómoda en la boca del estómago. No quería
imaginar lo que era perder Ty.
Nick se quedó en silencio también, observando a Zane a la tenue luz de nuevo y
bebiendo su agua sin más comentarios. Por fin, Nick sonrió y miró hacia otro lado
con un movimiento de cabeza.
—Ty te lo contó, ¿no es así?
Le confundió un momento, y luego miró a Nick, preguntándose si se dirigía a un
enfrentamiento de algún tipo.

~265~
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—Sí.
Nick asintió con la cabeza, sin dejar de mirar el vaso que había dejado en la
encimera.
—Tenía la esperanza de que lo olvidara.
—Me lo contó esa noche. Tan pronto como llegó a casa.
Nick asintió con la cabeza.
—Su regla de moralidad es bastante única —dijo mientras levantaba la mirada
para encontrarse con los ojos de Zane. Se enderezó y apoyó las dos manos sobre el
mostrador.
—Te debo una disculpa.
Zane frunció el ceño, sin saber cómo manejar el enfoque directo.
—¿Voy a tener que oírla?
—Depende —respondió Nick con un encogimiento de hombros—. ¿Te lo mereces?
—Sí —dijo Zane, mirando a los ojos de Nick.
Nick alzó una ceja y ladeó la cabeza hacia un lado.
—Ty me dijo que estaba involucrado contigo, que te amaba, y yo debería haber
respetado eso. No lo hice, y por eso lo siento —ofreció, sonando sincero.
Zane asintió, notando lo precisamente que Nick pronunciaba esa disculpa.
—Ahora dime cómo te sientes en realidad —dijo, manteniendo su tono seco. No
quería empezar una discusión, pero quería saber donde estaba Nick. Y todavía
quería pegarle.
Nick resopló y le dio una sonrisa triste.
—Creo que eres un afortunado hijo de puta, y quiero odiarte. Joder, conozco a Ty.
No vendrá a buscarme a menos que le des una buena maldita razón.
—Sé que tengo suerte —dijo Zane cuando se dio cuenta de que el pequeño manojo
de nervios con el que siempre había tenido que tratar cuando pensaba en el amor y
en Ty simplemente no estaba allí. ¿Eso era confianza? ¿Confiaba en su amante? Zane
no estaba seguro, pero le gustaba.
Nick bajó la cabeza, sacudiéndola.
—En ese caso, por lo que vale, siento haber hecho un movimiento hacia tu novio.
Sonaba tan absurdo que Zane resopló una carcajada.
—Gracias.

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Armados y Peligrosos
Cut and Run 5

—Sí. —Nick se quedó allí durante un momento incómodo, era obvio que no estaba
seguro de qué decir o hacer.
—Si no fueras tan parecido a él, probablemente habría sido capaz de golpearte —
le dijo Zane, preguntándose de dónde venían las ganas de compartir y deseando que
se detuviera.
Nick lo miró, la expresión protegida.
—Si podemos ser amigos, eso hará nuestras vidas más fácil. Y la de Ty.
Zane asintió.
—Se puede decir que está tenso. Me he estado preguntando si es por mi culpa, o
simplemente la vida. Pero claro, nunca le ha gustado cuando la gente trata de
matarlo.
—A nadie le gusta cuando la gente trata de matarlos.
Nick sonrió ante eso. Cogió su vaso y se giró para sacar más hielo del congelador.
Se movió deliberadamente, tratando de no hacer ruido. Miró hacia las escaleras de
nuevo. Cuando se volvió hacia el mostrador, cogió su propia botella de agua para
volver a llenar su vaso.
—Dijo que habíais estado huyendo casi sin parar —dijo a Zane—. Tienes que estar
tan agotado como él, ¿por qué estás realmente levantado?
—¿La verdad? Tú.
—Ah.
Zane miró hacia el hueco de la escalera, y luego de nuevo a Nick.
—¿Cómo de íntimos sois? –Espetó por fin—. No tengo ningún marco de
referencia, aparte del oorah y tu lengua hasta la garganta.
—Vaya, bien.
—¿Y bien?
—Cierto. Eh… nos conocimos en el viaje en autobús a Parris Island. Permanecimos
juntos durante los siguientes… diez años, supongo.
—Eso no responde a mi pregunta.
—Entonces vas a tener que ser más específico.
Zane se encogió de hombros.
—No lo sé. Nunca he sido capaz de hablar de verdad con uno de los amigos de Ty
antes, aparte de su hermano. Supongo que pensé que podrías tener alguna idea.

~267~
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Armados y Peligrosos
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Nick ya estaba sacudiendo la cabeza antes de que Zane terminara.


—Sólo trátale como harías para desenredar un furtivo. Eso es lo mejor que puedo
darte.
—Eso es preocupantemente conveniente —murmuró Zane.
Los labios de Nick temblaron mientras miraba el vaso en la mano. Zane le miró,
estudiándole de verdad. Estaba empezando a entender por qué este hombre era el
mejor amigo de Ty, dejando el beso a un lado.
—¿Algo más?
La sonrisa de Nick cayó y asintió.
—He perdido la cuenta de cuántas veces le debo mi vida. –Miró a Zane con fuerza,
entrecerrando los ojos en la oscuridad—. Hay algo a lo que estás dando vuelta –dijo,
confiado en su afirmación.
Zane suspiró. Supuso que debía estar realmente agotado si no ocultaba sus
emociones tan bien como de costumbre. Nick le estaba leyendo, y Zane no estaba
seguro de que le importara.
—Estoy preocupado. Este lío puede ir mal rápidamente, y lo sabes. Él va a estar
justo en el medio.
—Ty fue hecho para los líos. Él y las cucarachas serán los únicos que sobrevivirán
a la crisis final.
Zane miró el vaso casi vacío que sostenía y luego lo colocó cuidadosamente sobre
el mostrador.
—Yo no apostaría por las cucarachas.
Nick estaba tranquilo, pero Zane podía sentir sus ojos en él.
—Ty y tú… fuisteis prisioneros de guerra, ¿no es así? —Dijo, levantando los ojos
para encontrarse con los ojos de Nick con cuidado.
Nick respiró hondo y se pasó la mano por la boca mientras miraba lejos.
—Me preguntaba... no quiero pedirle más detalles. Él no sabe que lo sé.
Nick miró hacia el mostrador y sacudió la cabeza, luego se apartó del mostrador y
se alejó, pasándose la mano por el pelo.
Zane se estremeció.
—Lo siento, yo…

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Armados y Peligrosos
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—Es solo, eh… que todavía es clasificado. No es algo de lo que me guste mucho
charlar –tartamudeó Nick. Estaba realmente nervioso, y Zane se dio cuenta que no
iba con él.
—Creí que me ayudaría a entenderos mejor. A comprenderle mejor. Lo siento,
yo… —Zane se encogió de hombros. Se había preocupado sobre pedirle los detalles a
Ty, pero ni siquiera había considerado el efecto que mencionarlo tendría sobre Nick.
Se dio cuenta de lo cruel que había sido al tocar el tema. A pesar de querer a odiar a
este hombre, Zane descubrió que no lo hacía.
Las palabras de Zane colgaron en el aire entre ellos. Zane no estaba seguro de si
Nick le daría más detalles. No estaba seguro de si quería más detalles, pero se sentía
como si fuera algo que había forjado a Ty en lo que era ahora.
Nick regresó al mostrador, mirando a Zane, con el aspecto de un hombre con algo
pesado en su conciencia. Era otro aspecto que no iba con él y Zane frunció el ceño
cuando una sombra cruzó el rostro de Nick a la débil luz.
—Estuvimos en cautiverio durante más de tres semanas –le dijo Zane, sin que le
preguntara de nuevo—. Veintitres días, nueve horas, cincuenta y un minutos.
—Jesús —susurró Zane.
—Fuimos capturados cuando nuestro Chinook fue derribado por un cohete de
mortero teledirigido. No estamos realmente seguros de cómo sucedió; un minuto
estábamos en el transporte, el siguiente los dos estábamos despertando en una celda.
Los investigadores dijeron que los cinco que estábamos en la mitad del helicóptero
fuimos arrojados. Él y yo fuimos los únicos atrapados. Creen que fue porque
estábamos más lejos de los restos. No lo sé. Fuimos detenidos, interrogados y
torturados para obtener información.
Zane sacudió la cabeza. Era peor de lo que había imaginado. Había adivinado
hacía meses que algo había ocurrido, mientras Ty estuvo en Afganistán. Pequeñas
pistas que había dejado caer con el tiempo y que él había recogido: las incesantes
pesadillas de Ty y los murmullos nocturnos. El miedo a los espacios cerrados
pequeños y oscuros. Odiaba ser inmovilizado o incluso obligado a permanecer
sentado durante mucho tiempo. Reconocía herramientas y técnicas de interrogatorio.
La etiqueta de prisionero de guerra del Bronco. Las palabras que Zane había oído
cuando Ty había hablado con Nick. Y entonces Nick lo había confirmado.
Pero cuando Nick expuso los detalles, era mucho peor de lo que se había temido.
Casi tres semanas de cautiverio, siendo torturados en busca de respuestas.
Nick le dio un momento para dejar que la realidad se hundiera y posiblemente,
para darle la oportunidad de parar la narración. Luego, continuó:

~269~
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Armados y Peligrosos
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—Ty seguía cabreándoles hablando con diferentes acentos cada vez que lo
interrogaban. –Se rió. Era un sonido amargo y fino—. Pasó un día entero fingiendo
que era ruso y les decía que lo estaban haciendo mal.
Zane no pudo evitar sonreír. Eso sonaba tan parecido al hombre que conocía.
Incluso en medio de una dura prueba como esa, seguía siendo Ty.
—Nos mantuvieron juntos en una celda que no era lo suficientemente grande para
que ninguno pudiéramos estirarnos. Pero nos teníamos el uno al otro, nos
mantuvimos cuerdos. Cuando venían y arrastraban a Ty, me dejaban solo, eso fue
tocar fondo. Me podían torturar todo lo que quisieran, hacer lo que quisieran. Pero
sentado en esa celda solo, preguntándome si iba a volver... es a esos momentos
donde voy en mis pesadillas. —Nick tragó saliva y apartó la mirada, sus ojos verdes
brillando mientras trataba de retener las emociones para poder continuar. Afectó a
Zane también, y su pecho dolió con compasión.
—Por fin empezaron a desesperarse. Se dieron cuenta que sacábamos fuerzas el
uno del otro. Sin embargo, en lugar de separarnos, trataron de abrir una brecha entre
nosotros. Nos llevaban juntos, nos obligaban a hacer el trabajo. Si no nos
golpeábamos con fuerza suficiente, teníamos que golpear de nuevo. Si no cortábamos
bastante profundo, teníamos que cortar de nuevo. No sé cuánto tiempo pasó, pero
estimamos que estuvimos aproximadamente una semana torturándonos
mutuamente, golpeándonos el uno del otro a punta de pistola.
Zane dejó que sus ojos se cerraran. Había aceptado suficientes golpes de Ty en el
pasado para saber lo malo que debía haber sido. Él y Nick debían haberse molido a
golpes.
—Pero no funcionó —murmuró Nick triunfalmente—. Querían que nos
enfadáramos entre nosotros, que nos volviéramos en contra. Pero nos volvió más
fuertes, más decididos a sobrevivir y escapar. No creo que realmente supieran qué
hacer con nosotros. No nos rompíamos, no nos moríamos, no estaban dispuestos a
ejecutarnos. Ty no se callaba.
Sus ojos comenzaron a mirar a una distancia que sólo él podía ver. Zane le
observaba, la aprehensión y los nervios inundándole. Podía sentir que Nick no había
llegado a lo peor todavía.
—Entonces se les ocurrió algo que funcionaría. —Miró a Zane, sus ojos duros
volviendo a enfocarse, brillantes con la ira y el recuerdo—. Un día ataron a Ty a esa
mesa. Podía oír el ruido desde mi celda, y supe por la forma en que estaba luchando
que pensó que iba a morir.

~270~
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Armados y Peligrosos
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El pensamiento golpeó a Zane con fuerza y cerró los ojos, preguntándose si debía
pedirle que parara. Pero la curiosidad morbosa sacó lo mejor de él, y se obligó a abrir
los ojos de nuevo.
—Cuando le ataron, me llevaron con él. Le tenían inclinado sobre la mesa, una
cuerda sobre su espalda para sujetarlo. Tenía las manos esposadas detrás de él. Me
esposaron a mí también y estuve seguro que iban a hacer que le cortara. —Nick
sacudió la cabeza, levantando la barbilla y mirando hacia el techo—. Entonces me
dijeron que podía decirles lo que sabía o podía follarle contra la mesa con una pistola
apuntada a nuestras cabezas. Y si yo no lo hacía, ellos lo harían por mí.
Zane dejó de respirar mientras miraba a Nick, repentinamente asustado. Había
esperado oír hablar de tortura, pero no eso. ¿Era eso lo que le había pasado a Ty para
que odiara estar sujeto abajo?
Nick se sentó en silencio, los ojos en la ventana, los dedos temblando en su vaso
mientras recordaba lo que tenía que ser una de las experiencias más terribles y
difíciles en su vida. En la vida de cualquiera. Zane recordaba vagamente que Ty le
había dicho una vez que no deberían comparar heridas. Ahora tuvo un sentido
terrible y claro. Se sintió enfermo.
La voz de Nick vaciló cuando continuó.
—Estaba listo para decirles todo. Lo habría hecho. Cualquier cosa que pidieran, se
lo habría dado. Todo lo que Ty y yo habíamos defendido y por lo que habíamos
luchado, estaba listo para entregarlo sin más. —Sus ojos se llenaron de lágrimas y los
cerró, posiblemente avergonzado por el recuerdo, pero eso sólo obligó a las lágrimas
a derramarse, y un par bajaron por su hermoso rostro sin que pareciera darse
cuenta—. Pero Ty…
Zane supo sin duda lo que Ty habría dicho y cerró los ojos contra el dolor.
—Él me dijo que lo hiciera. —Nick asintió mientras lo decía, como si afirmara lo
que Zane ya había adivinado—. Me lo ordenó. Echó mano de su jodido rango, como
si me importara en ese momento. Él era todavía un marine, y eso es todo lo que le
importaba. Yo no podía procesar lo que iban a obligarme a hacer, lo que Ty me
estaba ordenando que hiciera. Estaba de pie al lado de esa mesa, mi mejor amigo atado
a ella, un arma a mi cabeza, tratando de decidir si yo era un marine con pelotas de
acero como Ty o un cobarde. Y Ty me dijo que le besara. —Se rió de repente, el
sonido extrañamente incongruente con la historia que contaba—. Tuvo que
decírmelo dos veces. Y cuando lo hice deslizó la llave en mi boca.
El corazón de Zane pareció tambalearse de nuevo.
Nick tarareó, el sonido contento y de alguna manera ominoso.

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Armados y Peligrosos
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—No dejamos a nadie con vida en nuestro camino.


Zane apenas podía conseguir aliento para hablar.
—Así que tú no tuviste que… —Su voz se rompió y no trató de continuar. No
quería saber, y sin embargo, quería.
Los ojos verdes de Nick se centraron en Zane otra vez, como si acabara de
recordar que le había estado contando la historia en vez de revivirla por sí mismo.
Sus ojos parpadearon, y sacudió la cabeza.
—No. No creo que ninguno de nosotros se hubiera recuperado de eso.
El alivio casi noqueó a Zane. Se aferró al borde de la mesa con una mano para
mantener el equilibrio. Después de lo que pareció un silencio eterno, habló con voz
ronca.
—Eso explica muchas cosas acerca de vosotros dos.
Nick asintió y tragó saliva.
—Estaba enamorado de él. Ya me había hecho a la idea de contárselo después de
que acabara nuestro servicio. A la mierda las consecuencias, necesitaba que lo
supiera. Pero después de eso... —Negó con la cabeza y se aclaró la garganta—. Hay
algunos amigos que no arriesgas por tu propia tranquilidad. Algunas cosas... por las
que no vale la pena el riesgo de perderlo.
—El mes pasado cuando…
—Ya sabía que lo había perdido.
Zane asintió.
—¿Y ahora?
—¿Y ahora qué? —Preguntó Nick. Se apoyó contra la encimera, el cuerpo relajado
de nuevo como si se hubiera quitado un peso de sus hombros y se lo hubiera
entregado a Zane. Esto le golpeó como singularmente injusto—. ¿Aún estoy
enamorado de él?
—Sé que todavía lo amas —dijo Zane—. Sé que él te ama. Quizás no es el tipo de
amor que quieres, pero... Lo que yo quiero saber es lo que vas a hacer al respecto.
Nick suspiró fuertemente, como si la pregunta le molestara.
—Conozco a Ty desde hace veinte años, Garrett. Estaba fascinado con él después
de la primera semana. —Se encogió de hombros—. Pero el tiempo mitiga estas cosas.
Si quieres que dejemos de cuidar el uno del otro, no tienes suerte. Hicimos tres
turnos en el Infierno, y esa clase de cosa te une a una persona de por vida. Pero si me
preguntas si tengo la intención de hacer otro movimiento con él, la respuesta es no.

~272~
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Armados y Peligrosos
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Me he arrepentido de lo que hice todos los días desde entonces. —Todavía estaba
mirando a los ojos de Zane, inquebrantable, y en algún lugar en el fondo, Zane podía
sentir al guerrero en él, sentir a la persona peligrosa, capaz y honrada que podía ser
si quería. Era como Ty de muchas maneras.
No conocía a Nick, pero conocía a Ty. Confiaba en Ty, y sabía que este no haría
nada para hacerle daño. Pero al escuchar las palabras de Nick, al recibir la promesa
que de que no haría ningún otro avance, que lamentaba haberlo hecho en primer
lugar, alivió algo de la preocupación en su mente.
—Garrett. A mí nunca me miró como te mira a ti —dijo Nick con voz suave—.
Nunca ha mirado nada de la forma en que te mira. Además. Odia a los Sox. Nunca
habría funcionado.
Zane resopló y sacudió la cabeza.
—Eres un imbécil, ¿lo sabías?
Nick se encogió de hombros.
—Gracias.
—Es lo menos que podía hacer —susurró Nick.
Zane le miró fijamente durante un minuto, tratando de reflexionar sobre todas las
cosas que Nick le había dicho, y diciéndose que este hombre ha sido y siempre sería
una parte muy importante de la vida de Ty.
—Creo que voy a tratar de dormir.
—Probablemente sea una buena idea —dijo Nick—. Yo vigilo tu espalda esta
noche.
Zane se puso de pie y no examinó cuidadosamente la sensación que esas palabras
le dieron cuando empujó el vaso hacia Nick.
—Gracias —murmuró mientras se alejaba. Volvió a bajar por las escaleras a la
cabina donde Ty dormía, pero Zane sabía que no dormiría fácilmente esta noche, no
después de haber averiguado todo eso.
Se metió en la cama, viendo a su amante con nuevos ojos mientras se subía las
mantas por los hombros.
Ty murmuró algo en esa lengua extranjera a la que Zane se estaba acostumbrando,
y se apartó de él, retrocediendo para que Zane le abrazara. Este se acurrucó tras él, le
envolvió y presionó contra su cuerpo caliente.
—¿Estás despierto? —Preguntó Zane, apenas dejando que las palabras salieran.
Ty suspiró y se acercó a Zane.

~273~
Abigail Roux

Armados y Peligrosos
Cut and Run 5

—No.
Zane sonrió, dejando que sus dedos vagaran contra la piel de Ty. Aunque era
propicio para el romance, todo lo que Zane quería hacer era abrazarle y dormir con él
en sus brazos.
Ty volvió la cabeza.
—¿Has oído lo que necesitabas escuchar?
Zane lo atrajo más cerca.
—Creo que sí. Sí.

* *
A la mañana siguiente, Nick estaba guiando el yate hacia Washington, DC, y el
resto de ellos se acurrucó en la mesa donde Zane estuvo sentado anoche, tratando de
esbozar un plan.
—Mira, no me importa si eres el gran malvado asesino, no me siento intimidado
cuando me lanzas esa mirada amenazadora. No vienes conmigo —estaba diciendo
Ty a Julian mientras los dos hombres discutían.
—Me niego a ser arrastrado más tiempo. Vamos a tener algo que decir sobre
nuestro próximo movimiento, o te dejaré atado y amordazado durante la noche para
que te encuentre la Guardia Costera –gruñó Julian.
Ty golpeó su mano contra la mesa y le señaló con el dedo.
—¿Por qué no puedes hablar como una persona normal? —Gritó con frustración.
Julian resopló con desdén y se cruzó de brazos.
—¡Muy bien! Cuando lleguemos al puerto, te vienes conmigo a la sede central,
Cam se queda en un lugar seguro con Garrett, y tú comienzas a usar contracciones
cuando me hablas o te juro por Dios…
—De acuerdo —dijo Julian con fastidio.
Ty gruñó al tiempo que cogía su abrigo y se dirigió hacia las escaleras que
conducían al puente volante, donde había más lugares para sentarse al aire libre.
—Necesito aire —gruñó al resto de ellos.
—¿Qué tiene de malo exactamente mi forma de hablar? —preguntó Julián
mientras se levantaba y le seguía los pasos.
—Te odio así que cállate. ¿Por qué me sigues?

~274~
Abigail Roux

Armados y Peligrosos
Cut and Run 5

—Porque el aire es gratis —replicó Julian antes de que cerraran la escotilla y


amortiguaran el resto de su discusión.
El silencio reinó durante un minuto entero antes de Zane empezara a reírse entre
dientes, una sonrisa irónica en su rostro. Ladeó la cabeza para mirar a Cameron.
—Realmente creo que lo disfrutan.
Cameron se encogió de hombros.
—Sé que Julian lo hace.
—Me recuerda a Acción de Gracias con mis padres —murmuró Nick mientras se
sentaba al timón, examinando la carta náutica que había estado leyendo cuando Ty y
Julián habían comenzado el uno con el otro.
—Siempre y cuando ambos vuelvan intactos —dijo Cameron, apartando su taza
de café y levantándose—. Voy a tomar una ducha. —Desapareció por las escaleras
Dejó a Zane muy consciente de que estaba sentado a solas con Nick.
Hubo silencio un largo rato. Incluso el rumor del papel se detuvo. Por fin, Nick se
giró y miró a Zane por encima del hombro.
—Ty adora un buen enemigo.
—Ty podría comenzar una discusión con Gandhi si pusiera su mente en ello.
—Deberías haberles oído a Sánchez y a él. Cuatro idiomas diferentes, ninguno de
ellos entendía jamás al otro. Un chico latino gritando en alemán y un paleto de
montaña disparando en francés.
Zane soltó un bufido.
—Oye, escucha... anoche dijiste que querías entenderlo mejor.
Zane miró a Nick y asintió.
Nick metió la mano en su chaqueta y sacó una caja de CD.
—Rebusqué esto. Son eh… son un montón de vídeos que hicimos mientras
estábamos de servicio. —Se los entregó a Zane—. Pensé que tal vez tú y Ty podríais
verlos juntos.
Zane parpadeó, momentáneamente aturdido por el simple gesto. Lo reconoció
como la ofrenda de paz que era. Extendió la mano para tomar la caja de CD y miró a
Nick.
—Gracias.

~275~
Abigail Roux

Armados y Peligrosos
Cut and Run 5

Nick asintió y luego volvió su atención a las cartas y a navegar por las aguas hacia
DC.
—Sidewinder, ¿verdad? ¿De dónde viene el nombre?
—Eso es lo que nos llamaron. Creo que fue porque no importaba a que nos
enviaran, siempre nos las arreglábamos para salir de ello.
Zane se echó a reír. Sí, eso sonaba como un equipo que habría liderado Ty.
—¿Acaso Ty tiene un seudónimo?
—No, eso son sólo los pilotos —dijo Nick después de un minuto o dos—.
Teníamos apodos. Cambiaban cada par de meses, dependiendo de quién entrara o
saliera. Pero Ty era el líder del equipo, significaba que sólo le llamábamos Six.
—¿No tenía un apodo? —Preguntó Zane.
—Ninguno que él querría que repitiera —murmuró Nick, con una sonrisa en su
voz—. Sólo Six.

* *
—Será mejor que me llames cuando estés a salvo —dijo Nick a Ty mientras
rodeaban a Julian, protegiéndolo mientras forzaba la cerradura de un automóvil
estacionado en el aparcamiento del puerto deportivo público donde Nick había
alquilado un atracadero.
—Alguien lo hará. Comprueba a Deacon por mí, ¿de acuerdo?
—Hecho.
—Y vuelve a casa. No te quedes por aquí y acabes atrapado en las represalias.
—Ty.
—Prométemelo, O. Irás a casa.
Nick resopló pero asintió.
Ty le miró a los ojos durante unos segundos. No parecía asustado. Pero tampoco
se le veía confiado, y eso puso a Nick nervioso. El mayor activo de Ty era su
capacidad de hacer que los que le rodeaban pensaran que era a prueba de balas.
—¿Estás seguro de que no necesitas otra arma?
Ty sacudió la cabeza.
—Esta no es tu lucha, O. Y si las cosas van mal, necesitaremos a alguien que pueda
decir lo que pasó.

~276~
Abigail Roux

Armados y Peligrosos
Cut and Run 5

Nick sintió una fría bola de acero asentándose en el pecho. Odiaba ser dejado en el
banquillo, pero Ty tenía razón. Asintió con la cabeza, y Ty le dio la espalda para
meterse en el coche que Julian había abierto. Se sentó en el asiento del conductor y
metió la mano entre sus piernas para sacar los cables por debajo de la columna de
dirección, en cuestión de treinta segundos, le había hecho un puente al coche.
Nick saludó mientras se marchaban, el viejo Chevy Suburban azul moviéndose
con pesadez a través del aparcamiento y girando fuera de la vista. Nick respiró
hondo y trató de calmar los nervios que le picaban el pecho. Ty podría arreglárselas y
había visto lo suficiente de Zane Garrett para haberse formado una opinión confiada
de sus habilidades también. El hombre era formidable, una buena pareja para Ty. Y
Julian Cross era un pedazo de pan tostado que siempre caería con el lado de la
mantequilla hacia arriba, pero Nick no estaba seguro de si tener suerte les haría
mucho bien. Incluso el perro más afortunado de la camada tenía su día malo.
Estaba girando para regresar al muelle y el barco, cuando vio a un SUV negro dar
la vuelta a la esquina en el otro extremo del parking. Las ventanillas estaban tintadas,
y no tenía nada extraordinario con excepción de la gruesa antena en el techo.
Se detuvo en medio de la pista, Nick se quedó allí y lo miró durante unos
segundos. El SUV aceleró el motor, y Nick echó a correr por la puerta del muelle
cuando el SUV rugió hacia él. Saltó por el bordillo y se lanzó por la acera mientras
Nick llegaba a la puerta y la atravesaba. Pudo oír los portazos detrás de él mientras
corría por el muelle, y cuando oyó que la puerta cedía, saltó sobre su barco y rodó
hasta la cubierta para poder arrastrarse al interior y no estar al amparo de los
disparos.
No había ningún lugar al que correr; nunca conseguiría poner en marcha al 580 a
tiempo para escapar. Lo único que podía hacer era ganar tiempo suficiente para que
Ty y los demás se largaran. Buscó en los compartimentos de almacenamiento,
lanzando salvavidas por encima del hombro y finalmente encontrando oro. Lo
agarró y lo besó, murmurando mientras se arrastraba a la cocina, donde tendría la
mejor cobertura.
Cuando dos hombres con trajes oscuros derribaron la pesada puerta de roble del
salón, Nick estaba detrás de la partición de la cocina, apuntándolos con una escopeta
de dos cañones.
—Oh, hijo. Rompisteis la puerta equivocada hoy –dijo con regocijo sádico antes de
abrir fuego.

~277~
Abigail Roux

Armados y Peligrosos
Cut and Run 5

Capítulo 16

Blake Nichols subió al piso de su restaurante de cuatro estrellas y aspiró


profundamente mientras se dirigía hacia el bar, donde esperaban dos hombres con
trajes caros.
—¿Sr. Nichols? –Dijo uno de ellos cuando se acercó. Metió la mano en su traje y
extrajo una tarjeta de identificación, abriéndola para mostrar a Blake sus credenciales
de la CIA.
—¿Puedo ayudarle? —Preguntó Blake, sin reaccionar a la insignia.
—Sabemos que ha estado en contacto con un tal señor Randall Jonas. Necesitamos
que nos diga lo que sepa.
—¿En serio? —Blake se echó a reír, sacudiendo la cabeza ante la audacia del
hombre—. ¿Y por qué habría de hacerlo?
—Porque es amigo de Julian Cross. Y estamos tratando de salvar su vida.
—¿Discúlpeme?
—El señor Cross es el último hombre vivo que puede identificar Randall Jonas
como el arquitecto de más de cincuenta asesinatos conocidos. No tenemos ninguna
otra prueba. Jonas lo destruyó todo antes de escapar.
—¿Escapar?
—Si los agentes del FBI le entregan a Jonas antes de que podamos interceder, el
señor Cross estará muerto y Jonas libre para acceder a su cuenta en las Islas Caimán
y desaparecer. No queremos que eso suceda. Y suponemos que usted tampoco.
Blake contuvo el aliento, su mente corriendo mientras trataba de decidir cuánto
revelar.
—Jonas dijo que le estaban tendiendo una trampa.
El agente de la CIA asintió.

~278~
Abigail Roux

Armados y Peligrosos
Cut and Run 5

—Hemos estado siguiendo sus movimientos durante dos años, tratando de reunir
suficientes pruebas para derribarlo. Se enteró de la investigación, lo destruyó todo y
huyó.
Blake entrecerró los ojos, suspicaz.
—Sabemos que él envió a un hombre llamado Arlo Lancaster aquí a Chicago hace
un año y medio para matarles a usted y Cross. Desde que se enteró que Cross
todavía estaba vivo, ha estado tratando de encontrarlo. Y con su ayuda, finalmente lo
hizo.
A Blake le resultaba difícil respirar mientras la verdad se filtraba.
—¿El FBI?
—Dos agentes renegados, enviados por un viejo amigo de Jonas para llevarlo.
Suponemos que ha sido engañado o que está trabajando con Jonas. De cualquier
manera, esto termina con Julian Cross muerto cuando le entreguen.
—Oh Dios.
Una hora más tarde, después de ver la evidencia que la CIA había compilado
sobre Randall Jonas, Blake llamó a Preston mientras el estómago se le desplomaba.
No había suficiente para condenar al hombre, pero era suficiente para convencerle.
—Lo entregué directo a los hijos de puta —escupió tan pronto como Preston
respondió a su llamada.
—Un error de buena fe, señor, estoy seguro —murmuró Preston.
—Asegúrate que los agentes del FBI no lo entreguen a su jefe, ¿me entiendes?
—Sí, señor.
—Haz lo que tengas que hacer. Jonas no puede poner sus manos sobre Julian, o
Jules es hombre muerto.
Preston se quedó en silencio un momento. Cuando habló, su voz era grave y
peligrosa.
—Entendido, señor.

* *
Burns se levantó tan pronto como escuchó la conmoción afuera. Para que su
asistente se enfadara con alguien de ese modo, tenía que ser Ty. El alivio lo inundó.
No habían oído hablar de él en varios días. Burns había comenzado a enfrentarse al
miedo muy real de que Ty y Zane podrían estar muertos. Oyó la reveladora

~279~
Abigail Roux

Armados y Peligrosos
Cut and Run 5

respuesta a su ayudante con voz ronca, y luego la puerta de su despacho se abrió de


un empujón.
—No puede irrumpir de esta manera siempre que quiera. El director Burns tiene
una orden permanente de no ser molestado.
—Vete a comer tu muesli, Nancy, ¡no te preocupes por eso! —gritó Ty.
—¡Está bien, Nancy! —Dijo Burns con voz severa cuando Ty empujó a un hombre
a la oficina y luego le cerró la puerta en la cara.
Ambos hombres estaban despeinados y respirando con dificultad, como si
acabaran de subir corriendo las escaleras de los once pisos en vez de tomar el
ascensor. A primera vista, Burns pensó que estaba mirando a Zane, pero cuando
miró al hombre directamente, se dio cuenta de su error.
—Director –le dijo Ty con una voz sarcástica y ronca—. Entrega puerta a puerta.
Perdón por llegar tarde.
—¡Jesús, Dick, no me dijiste que enviaste el hijo de Earl! —espetó Jonas indignado.
El hombre que Burns ahora reconoció como Julian Cross se tensó y dio un paso
atrás, con el rostro sombrío. Sus ojos se dirigieron a Jonas y de nuevo a Burns.
—¿Qué es esto? —preguntó. Giró sobre Ty, le agarró del cuello de la camiseta y lo
golpeó contra la puerta de la oficina de Burns—. ¡Me mentiste!
Ty parecía sorprendido, mirándolo fijamente, confundido.
—¿De qué estás hablando?
—Suéltale —dijo Jonas, y Burns le vio sacar una pistola de la parte baja de su
espalda. Tenía un silenciador en el extremo. Ciertamente no el modelo estándar.
Julian soltó la camiseta de Ty y lo empujó por última vez contra la puerta antes de
volverse hacia Jonas.
—¿Qué diablos está pasando? —preguntó Ty mientras miraba a Burns.
Burns le miró a los ojos con una creciente sensación de aprensión. No estaba
seguro de saber lo que estaba pasando.
—Randall. Baja el arma —dijo.
Jonas negó con la cabeza.
—No me dijiste que habías enviado al hijo de Earl tras él —dijo de nuevo con los
dientes apretados.
Burns miró a Ty, que estaba de pie con las manos extendidas como si se estuviera
balanceando sobre un trozo de cuerda.

~280~
Abigail Roux

Armados y Peligrosos
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—¿Querías al cerebro? —preguntó Julian con voz disgustada—. Ahí está.


—¿Qué? –espetó Burns mientras miraba de uno al otro.
Jonas le miró, los ojos duros.
—Lo siento, Richard. Eras mi última oportunidad de llegar a él.
—¿Me utilizaste? –Burns gruñó, dando un paso hacia delante airado. Jonas volvió
el arma contra él, y luego de nuevo a Julian y Ty mientras daba un paso hacia la
esquina de la habitación.
—Desármate, Richard, o le disparo aquí mismo.
Burns apretó los dientes y cuidadosamente se quitó el arma para ponerla en el
suelo.
—Ahora vosotros dos —dijo Jonas a Julian y Ty—. Todas las armas.
Ty todavía parecía aturdido. Había conocido a Jonas desde que era un niño
pequeño. Había pasado unas vacaciones en familia con el hombre.
Se sacó el arma estándar de la funda y la lanzó al suelo, sin dejar de mirar a Jonas.
Julian se sacó la pistola del cinturón de su pantalón y la tiró también.
—¿No hay respaldo? —preguntó Jonas con ojos entrecerrados.
Ty sacudió la cabeza.
—No, señor —dijo, sonando como si se odiara a sí mismo por usar el mismo
término de respeto que probablemente siempre usaba con Randall Jonas. Sin
embargo, sus hábitos eran difíciles de romper.
Jonas echó un vistazo a Burns de nuevo. Este sabía que estaba tratando de decidir
si matarlos a todos o tratar de convencer a Ty y a Burns de que se unieran a él en sus
maquinaciones.
Ty dio un paso adelante y se puso entre Julian y la pistola de Jonas.
—Deja de moverte, Tyler —dijo Jonas mientras daba un paso atrás también.
Ty sacudió la cabeza.
—No puedo dejar que le dispare, señor.
—Muchacho, te dije que te movieras.
—Ty —susurró Burns. Ahora sabía lo profunda que era la traición de Jonas. No
sabía si Jonas le dispararía al hijo de uno de sus más viejos amigos, un hombre que
literalmente había mecido al niño, pero Burns no quería averiguarlo.
Ty bajó la cabeza como un toro preparándose para embestir.

~281~
Abigail Roux

Armados y Peligrosos
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—No puedo dejar que le dispare.


Julian se movió detrás de Ty, cambiando el peso de un pie a otro.
—¡Deja de moverte! —gritó Jonas.
—Vas a tener que pasar por encima de mí —dijo Ty. Sus palabras vacilantes, como
si supiera la alta posibilidad de que Jonas hiciera precisamente eso.
Jonas entrecerró los ojos y el cañón de su pistola tembló. Burns contuvo el aliento,
temiendo moverse por miedo a desequilibrar a Jonas. No podía quedarse aquí y ver
cómo disparaban a Ty frente a él. No lo haría.
—Él es el único que puede delatarme.
—Ya no es así —dijo Burns—. Todos podemos. ¿Vas a matarnos a todos, aquí en
mi oficina?
—Si tengo que hacerlo —dijo Jonas. Sus ojos no se habían apartado de Ty y Julian.
—¡Te conozco desde que teníamos dieciocho años! —gritó Burns.
El ruido de la bala golpeando la ventana de cristal detrás de ellos los hizo saltar a
todos. Burns se lanzó al suelo mientras trataba de decidir de dónde venía la bala del
francotirador. El cristal blindado se había agrietado como una tela de araña en
patrones concéntricos alrededor del golpe de alta velocidad que todavía estaba
alojado en el mismo, a pocos metros detrás de la cabeza de Jonas.
Jonas se agachó y luego levantó su arma para disparar a Julian. Burns gritó. Ty se
cubrió la cabeza con ambas manos y giró apartándose, Burns dio cuenta que Julián le
había agarrado y le empujaba, sacando una pistola escondida de la parte baja de la
espalda de Ty. Se lanzó hacia un lado mientras disparaba. El disparo de la Glock
resonó sobre los disparos sordos del silenciador.
Burns no pudo hacer otra cosa que taparse la cabeza. Todo el mundo se arrastró a
cubierto.
—¡Jesús Cristo de mierda! –gritó Ty tan pronto como los disparos se calmaron—.
¡Tú, capullo! ¡Me has disparado!
—No podría haberte disparado desde este ángulo —murmuró Julian desde donde
estaba agachado detrás del brazo del mismo sofá que Jonas estaba usando como
cobertura.
—¿Ty? –gritó Burns.
Otra ronda del francotirador golpeó la ventana, lo suficientemente cerca de la
primera bala para romper más el cristal. Finalmente, el francotirador lo lograría.

~282~
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Armados y Peligrosos
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Jonas se puso de pie y roció una lluvia de balas en la esquina donde Julián se había
puesto a cubierto. Burns se arrastró a por el arma que había descartado, se lanzó al
suelo y rodó mientras la levantaba. Jonas tenía el arma apuntando a Julian, que se
había quedado sin balas y estaba de rodillas, con las manos en alto. Burns levantó su
arma para disparar, pero su dedo apenas había rozado el gatillo cuando Ty embistió
a Jonas por detrás.
El arma de Jonas disparó sin control, rociando techo de escayola por todas partes.
Aterrizaron con fuerza, el peso de Ty sacó el aire de los pulmones e Jonas cuando se
deslizó de bruces sobre la alfombra. Ty le golpeó la espalda con el codo y le mantuvo
abajo.
Burns se puso de pie y le apuntó con el arma.
—¡Ty! ¡Sácalo de aquí!
Ty vaciló, mirando de Burns a Jonas.
—¡No estará seguro hasta que esté en Langley! —gruñó Burns, señalando con la
cabeza hacia Cross—. ¡Vete!
Ty rodó y se puso en pie, llevando una mano ensangrentada al costado. Julian le
sujetó del codo y los dos se tambalearon hacia la puerta.
—Richard —gruñó Jonas mientras se levantaba—. No sabes lo que estás haciendo,
Richard. ¡No dejes que escape!
—Cállate –dijo Burns entre dientes mientras Ty y Julian huían de la oficina.
Jonas le miró a los ojos, su cuerpo tenso. Burns miró hacia las profundidades,
reviviendo cada momento que había conocido a Randall Jonas, desde el campo de
entrenamiento a la mañana que había sacado a Burns de un incendio en la selva hasta
el día en que había sido el padrino de su boda.
—Confiaba en ti.
Jonas se volvió para mirarlo. Burns apretó la mano en su arma, temblorosa
mientras la traición se hundía.
Jonas dio un bufido despectivo y se encontró con los ojos de Burns.
—Eso sólo te hizo fácil de usar.

* *
Julian escuchó el último disparo, el sonido ensordecedor mientras corrían por las
escaleras. Ty se detuvo en seco y se giró.
—¡Dick!

~283~
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Armados y Peligrosos
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—Él tenía la sartén por el mango —dijo Julian, agarrando el codo de Ty para
empujarlo. Ty dudó, pero al ver a los agentes que inundaban los pasillos, se volvió y
corrió con Julian a la escalera de emergencia.
Bajaron corriendo las escaleras, cada golpe y sonido metálico de la escalera ponía a
Julian de los nervios.
—Es genial, de verdad –jadeó—. Enviar recaderos confiados para hacer el trabajo
sucio. Es su firma.
—No lo puedo creer —murmuró Ty—. ¿Significa esto que Zane y yo éramos los
malos?
—Creo que sí.
—¡Hijo de puta!
Llegaron a la planta baja y Ty empujó la puerta que daba al vestíbulo. Las sirenas
estaban sonando, todo el edificio federal estaba movilizado. Ty mostró su placa a un
guardia de seguridad que intentó detenerlos. Cuando el guardia se puso delante de
ellos, dispuesto a no dejarlos salir, Ty le agarró de la mano y se la retorció, giró su
cuerpo y derribó al fornido guardia con un movimiento tan grácil como una
bailarina.
Se lanzaron hacia delante cuando otros guardias fueron tras ellos.
—Zane me va a matar —dijo Ty mientras irrumpían a través de las puertas y
salían corriendo por la calle entre las multitudes de turistas que se dispersaban.
—¡No es el único! —gritó Julián mientras se movían entre las personas y cruzaban
la calle—. Ahora tenemos también un francotirador del que preocuparnos.

* *
Zane estaba sentado con Cameron en el café que habían designado como punto de
encuentro. Despreciaba quedarse atrás, pero Ty había dado un argumento
convincente de que él y Julian serían capaces de entrar con sigilo mejor si solo eran
ellos dos. También esperaban, a algún nivel, que Zane sirviera de señuelo a
cualquiera que vigilara el edificio esperando a que Cross apareciera. Había caminado
arriba y abajo por la acera varias veces, con la esperanza de llamar la atención,
mientras Ty y Julián entraban en el interior de una furgoneta de reparto de flores.
Era mucho más fácil colarse en la sede del FBI si eras un agente real del FBI.
Cuando vio a dos hombres corriendo por la calle, Zane se inclinó hacia delante y
se puso tenso, evitando apenas alcanzar su arma.
Cuando estuvieron más cerca, vio que eran Ty y Julian.

~284~
Abigail Roux

Armados y Peligrosos
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—Oh-oh.
—¿Qué? —preguntó Cameron mientras miraba a la multitud.
—Parece que algo salió mal.
—Tenemos que movernos –jadeó Ty tan pronto como llegaron donde Zane y
Cameron. Por su aspecto, ambos habían corrió hasta allí.
—¿Que ha pasado?
—Era Jonas.
—¿Quién?
—Jonas, él era el hombre.
—No sé quién es.
—Es de la CIA, engañó a Burns, sólo quería a Cross para matarlo –tartamudeó Ty.
—Ty, respira.
Ty sacudió la cabeza, tragando aire y sosteniéndolo a su lado. La sangre se filtraba
a través de la tela de la camiseta.
—Hay un francotirador en una azotea en alguna parte. No sabemos de qué lado
está, tenemos que salir de la vista —dijo Julian, rápido y apenas entendible con su
fuerte acento.
Zane y Cameron se movieron, agarrando la última bolsa que les quedaba del
equipo, Zane a la cabeza. No había ningún sitio a donde ir donde fueran capaces de
ocultarse. Pero podían meterse en un restaurante o en un museo y estarían fuera de
la mira del francotirador. Se dirigieron hacia el enorme complejo del Centro Verizon,
y Zane se lanzó al restaurante The Greene Turtle mientras los otros le seguían.
Cameron jadeaba después del sprint, y Ty estaba apoyado contra la barandilla de la
escalera curva que conducía a los sótanos del restaurante, jadeando y sujetándose el
costado.
—¿Puedo... ayudarles? –preguntó la camarera.
—Mesa para cuatro, por favor —dijo Cameron, sin aliento, levantando cuatro
dedos—. Lejos de las ventanas, si es posible.
—Por supuesto —dijo, mirándolos de reojo mientras agarraba menús.
Zane tomó el brazo de Ty y comenzó a llevarlo escaleras abajo. Julian les siguió,
arrastrando a Cameron mientras explicaba a la camarera que volverían pronto. No
querían que su sospecha creciera lo bastante para llamar a la policía, pero Zane
dudaba que los intentos de Cameron hubieran ayudado a su causa.

~285~
Abigail Roux

Armados y Peligrosos
Cut and Run 5

El sótano del restaurante tenía dos baños extrañamente situados y un amplio


espacio abierto utilizado para fiestas y probablemente para esconder a Jimmy Hoffa.
Tropezaron en ese espacio oscuro y cavernoso y se derrumbaron contra lo más
cercano de ellos, fuera lo que fuese.
—Te han dado —dijo Zane a Ty mientras se arrodillaba al lado de donde Ty se
había hundido en la pared.
—Me rozó. No es grave. —Miró a los ojos de Zane—. No es grave.
Zane le miró con preocupación, luego miró a Julian.
—No fui yo —espetó Julian, el calor de su voz dirigido a Ty.
—¡Le disparaste por debajo de mi brazo!
—No hay ninguna manera posible de que te acertara desde ese ángulo. ¡Fue un
rebote!
—¿Quieres hablar sobre las leyes de la física?
—¡Si fuera a dispararte, habría disparado a un lugar más memorable!
—¡Está bien! —Gritó Zane, levantando ambas manos para calmarlos.
Ty le gruñó apretó la mano contra su costado, fulminando a Julian.
Cameron se abrazó a él, y Julián le atrajo y apoyó la barbilla en su cabeza,
cerrando los ojos mientras se abrazaban.
—Me temo que se me han acabado las ideas — susurró Julian.
Zane miró a Ty. Él negó con la cabeza, incapaz de mirar a los ojos de Zane.
—Burns dijo que le lleváramos a Langley.
—Eso no va a suceder —dijo una nueva voz desde la puerta.
Todo lo que Zane podía ver era la silueta de un hombre, con un rifle de cañón
largo al hombro. Mientras miraba, el hombre bajó el rifle y les apuntó a él y a Ty.

* *
—¡Preston! —dijo Cameron con evidente alivio.
Cuando Ty se puso en pie, se encontró frente al cañón negro del rifle de un
francotirador. Su corazón tartamudeó y su cuerpo se llenó de hielo.
El cañón bajó para revelar a su propietario cuando el hombre se metió en la
piscina de una luz de emergencia, y Ty se quedó mirando al hombre rubio en estado
de shock.

~286~
Abigail Roux

Armados y Peligrosos
Cut and Run 5

—Gracias a Dios. Preston, ¿qué te tomó tanto tiempo? —gruñó Julian mientras se
apresuraba hacia adelante.
—Lo siento mucho, señor –respondió Preston, arrastrando las palabras, sonriendo
mientras miraba alrededor y se encontraba con los ojos de Ty—. Hola, Tyler.
Ty no pudo encontrar su voz a través de la sorpresa.
Cameron miró de uno a otro.
—¿Os conocéis?
—Somos conocidos —respondió Preston mientras se apoyaba el rifle al hombro.
—No me digas —dijo Zane mientras permanecía de pie junto a Ty—. ¿Quién
diablos eres?
Preston levantó una ceja hacia Zane, pero no le contestó, siguió mirando a los ojos
de Ty y dirigiéndole una sonrisa enigmática.
—Él es Preston, el conductor de Julian —dijo Cameron.
—Conductor —dijo Zane, con voz irónica—. ¿También vendes antigüedades?
—No, yo mato gente.
—Preston —dijo Cameron, horrorizado—. Pensaba que estabas en Chicago.
—Tenía otros asuntos que atender.
Ty finalmente encontró su voz, aunque seguía mirando al hombre como si hubiera
resucitado de entre los muertos.
—Era... francés. Eras francés —dijo en tono acusador.
Preston se encogió de hombros.
—Tú también. Ambos obtuvimos lo que íbamos buscando.
—¿Este es el tipo de Paris que Burns piensa que es Cross? —Dijo Zane, señalando
a Preston—. ¿Entonces este el tipo del que ha ido todo esto?
—No, querido, por favor, sigue el paso —dijo Preston curvando el labio.
Ty se quedó allí, moviendo la cabeza, la mente agitada por conectar las piezas.
Preston se volvió hacia Julian.
—Smith y Wesson están en su coche, señor. Listo cuando lo esté.
—¿Qué pasa con mis perros?
—Con tu amiga del restaurante.

~287~
Abigail Roux

Armados y Peligrosos
Cut and Run 5

Cameron se veía cabizbajo, pero Ty estaba demasiado distraído por la repentina


aparición de Preston para sentir lástima por él.
—Grady y Preston estuvieron tras el mismo blanco en París hace unos años —dijo
Julian a Zane—. Se conocieron durante lo que he oído que fue una noche de
borracheras y de libertinaje… de venta de antigüedades. Así fue como sabía que Ty
había estado allí. Yo nunca le vi.
—Ese tipo de detalles es innecesario —murmuró Preston.
—Ty, en serio —gruñó Zane.
—¿Cómo es que es mi culpa? —preguntó Ty con exasperación.
—¿Tienes una historia con cada tipo con un arma en el hemisferio norte?
—Oh, como que no tienes algunos ganadores con los que esperas que nunca nos
topemos. Vayamos a Miami y veamos lo que sale.
—Ty.
—¡Me gustan los chicos con armas!
—Oh Dios mío —murmuró Julian mientras se frotaba los ojos.
Zane cruzó los brazos sobre el pecho y le dio una mirada que Ty que decía que
hablarían más tarde. Ty puso los ojos en blanco y señaló Preston.
—¿Por qué estás aquí?
—Nos enteramos que ibas a entregar al señor Cross al mismo hombre que lo
quiere muerto. Estoy aquí para matarte y rescatarlo.
—Un poco tarde para eso —murmuró Julian.
—Cristal a prueba de balas, o habría sido justo a tiempo.
—Es justo.
Zane levantó una mano y miró de Julian a Ty.
—Un minuto… ¿somos los malos?
—Es una mierda, ¿no? —murmuró Ty.
Zane resopló.
—Si nosotros somos los malos, eso significa que la CIA no está tratando de matar a
Cross. ¡Han estado tratando de salvarlo de nosotros!
Julian y Ty le miraron, luego se miraron incómodos.

~288~
Abigail Roux

Armados y Peligrosos
Cut and Run 5

—Esto es estúpido —murmuró Cameron mientras se frotaba la cara con las


manos—. No puedo creer que esto sea la vida real.
Ty sacudió la cabeza.
—Si la CIA y Preston y quienquiera más están tratando de salvarlo y no matarlo,
¿por qué no lo llevamos a Langley y se acabó? —Dijo Zane, sonando casi
emocionado.
Julian sacudió la cabeza.
—Por favor. Si me entregas a ellos, mi vida se ha acabado. Ya puedo estar vivo o
muerto, me van a poseer de nuevo.
Ty miró a los ojos del irlandés, una punzada de familiaridad le atravesó. Sabía
como se sentía el miedo claustrofóbico. Nadie merece ser presionado para volver al
servicio.
—¿No podemos simplemente... desaparecer? —preguntó Cameron.
Todos se miraron con la misma mezcla de tristeza y desprecio. No había manera
de desaparecer si tenías algo que la CIA quería.
—Si alguien no limpia todo esto, nunca dejarán de seguiros, Cam —dijo Zane.
Miró a Julian—. Tú lo sabes.
—Es por eso que yo estoy aquí —dijo Preston, estoico como siempre.
—No —dijo Julian inmediatamente.
—Realmente no hay nada que discutir, señor.
—¿Qué? —Preguntó Cameron.
—Preston tiene la intención de entregarse a la CIA en mi lugar.
—¿Qué? ¿Por qué tiene que ser uno de nosotros? —Preguntó Cameron, un poco
quejumbroso.
—La única solución es darles a Julian Cross —murmuró Ty—. O huir durante el
resto de vuestras vidas. Y Preston está en sus libros como Julian Cross. ¿Estoy en lo
cierto? ¿Los dos compartisteis misiones bajo un nombre en clave?
Preston asintió.
—No me extraña que pensaran que eras Batman. Erais dos personas.
—Los tratantes de antigüedades no juegan limpio —murmuró Julian, con voz baja
y sardónica.

~289~
Abigail Roux

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Cut and Run 5

—Esta no es una decisión difícil, caballeros —dijo Preston, la voz desprovista de


emoción. Le entregó su rifle a Julian, que lo tomó sin dudar. Luego se dirigió a Ty.
—Espera —rogó Julian, una rara muestra de la emoción asomó a su rostro
mientras él se interponía entre ellos—. Preston, por favor.
—Señor, realmente debo insistir en que no lo haga difícil —susurró Preston.
—Oh, Preston —murmuró Cameron, con dolor en su voz.
Julian se quedó en silencio, los dos antiguos compañeros compartieron un
momento de entendimiento antes de que Julian envolviera al hombre rubio en un
fuerte abrazo. Luego bajó la cabeza y se alejó como un león herido en una jaula,
incapaz de mirar a los ojos de Preston. Preston levantó las manos a Ty para ser
esposado.
—Baja las manos —dijo Ty con voz ronca, inexplicablemente conmovido por la
muestra de lealtad entre ellos. Era obvio que habían sido compañeros durante
muchos años, y Preston estaba esencialmente renunciando a su libertad por Julian.
Claro, no iba a ser encarcelado, pero estaría bajo el pulgar de su ex empleador de
todos modos, incapaz de vivir la vida que podría haber vivido de otra manera. Lo
más importante es que estaba renunciando a volver a ver a Julian de nuevo, porque
tan pronto como hicieran esto, Cameron Jacobs y el hombre conocido como Julian
Cross desaparecerían.
Eso fue suficiente para ganarse el respeto de Ty.
Ty miró a Zane.
—La CIA conoce el aspecto de Cross —dijo con una voz pausada mientras sus ojos
viajaban por el cuerpo de Zane—. Entrar con Preston allí no va a funcionar. Tenemos
que darles lo que están buscando, o ni siquiera cruzaremos la puerta.
Zane ladeó la cabeza, se encontró con la mirada de Ty cuando volvió a su rostro,
luego, curvando los labios, asintió.
—Sí. Claro, será divertido.
—¿Qué? ¿Qué va a ser divertido? —Preguntó Cameron.
—El agente especial Preston y yo nos vamos a entregar a “Cross” a la CIA –
respondió Ty arrastrando las palabras con una sonrisa cada vez mayor mientras
asentía a Zane.
Cameron se quedó boquiabierto mientras miraba de Julian y Zane, obviamente
recordando que fue él el que inicialmente dijo que se parecían mucho.
—¿No va a ser peligroso?

~290~
Abigail Roux

Armados y Peligrosos
Cut and Run 5

Julian asintió con gravedad.


—Es por eso que todos están sonriendo como idiotas. Bastardos afortunados.
Zane sonrió y giró el arma en la mano para sostenerla por el cañón y ofrecérsela a
Preston.
—Agente especial Preston, el arma estándar de la compañía.
—Tienes cierto parecido —murmuró Preston mientras tomaba el arma—. Muy
bien, muchachos, despídanse —instó mientras se dirigía hacia la puerta, obviamente,
no tenía la intención de hacerlo él.
—Zane —dijo Cameron, adelantándose para tocarle el codo—. Gracias.
Zane le palmeó la mano y miró a Julian.
—Mantenlo a raya, ¿lo harás?
—Sí —susurró Cameron.
Julián miró entre ellos y asintió con la cabeza, apretando la mandíbula. Dio un
paso adelante y le tendió la mano a Zane.
—Agente Garrett. No es fácil ganar mi respeto. Bien hecho.
Con un movimiento de cabeza, Zane le estrechó la mano.
—No es frecuente que la gente como nosotros tenga una segunda oportunidad.
Disfrútala.
Julian asintió con fuerza, y sus ojos se movieron a Ty. Le tendió la mano, y Ty no
dudó en extender la suya y estrecharla.
—Tómalo con calma, asesino.
—Agente Grady —dijo Julian con solemnidad—. Si el mundo no tuviera
tiburones, tampoco podríamos tener gatitos.
—¿Qué? —Preguntó Cameron.
—Eso no tiene ningún sentido —murmuró Zane.
—Sí, lo tiene —dijo Ty, mirando a los ojos de Julian y asintiendo.
—Ni siquiera existen en ecosistemas remotamente similares —dijo Cameron.
Julian sonrió y soltó la mano de Ty.
—Eres demasiado literal —dijo a Cameron mientras le rodeaba los hombros con
un brazo.

~291~
Abigail Roux

Armados y Peligrosos
Cut and Run 5

—Cuídate, Ty —dijo Cameron, voz temblorosa mientras le Julian lo guiaba a la


oscuridad de la gran habitación del sótano.
Zane se volvió hacia Ty, luego dio un paso para tomarle la mejilla y darle un beso
a fondo. Ty cerró los ojos mientras Zane cerraba el otro brazo y lo atraía hacia él, se
permitió perderse en ello. No le importaba si Zane estaba marcando su territorio
como un perro callejero. Después de hoy podrían pasar mucho tiempo en la cárcel;
podría ser su última oportunidad de marcarlo.
Cuando Zane finalmente se alejó, dejó a Ty temblando y Preston lanzó un silbido.
Zane le ignoró mientras levantaba la mano para tocar la brújula, sus dedos
rozando ligeramente la piel de Ty también.
—En caso de que estemos equivocados y me disparen nada más verme.
Ty sacudió la cabeza.
—Eso no va a suceder.
Miraron hacia donde habían estado Julian y Cameron, sólo para descubrir que se
habían ido.
Ty y Zane se miraron y se encogieron de hombros. Sus prisioneros finalmente se
habían escapado. Zane extendió los puños a Ty con una sonrisa.
—¿Listo para ir a joder con la Agencia?
Una bola fría de la determinación se asentó en la boca del estómago de Ty. Sacó las
esposas y sonrió como un lobo.
—Se liaron con los federales equivocados esta vez.

~292~
Abigail Roux

Armados y Peligrosos
Cut and Run 5

Capítulo 17

Ni siquiera llegaron más allá del guardia de la puerta en Langley.


—No se le espera —dijo el hombre mientras que examinaba las credenciales del
FBI de Ty.
Ty señaló a la cámara sobre el hombro del hombre.
—Dale al software de reconocimiento facial. Esperaremos. –Apuntó a su cara y
sonrió mientras miraba a la cámara.; entonces extendió la mano y tomó la cabeza de
Zane, tirando de él hacia los lados para que la cámara pudiera verlo también.
Dos minutos más tarde, la garita estaba rodeada.
Fueron escoltados por el vestíbulo, más allá de la pared sin nombres, a una sala de
conferencias inocua en la que tres hombres estaban sentados esperando.
Se levantaron cuando Ty, Zane y Preston fueron empujados a la habitación.
—Caballeros.
—¿Tú eres el Gran Kahuna? —preguntó Ty mientras sujetaba con fuerza el codo
de Zane. Le habían esposado a la espalda y escoltado a Langley como un criminal. Ty
había disfrutado un poco demasiado.
—¿Cuál es el propósito de esto? —Preguntó el hombre. Su rostro era delgado y
cetrino, y tenía el pelo blanco como la nieve que parecía erizarse. Su traje
probablemente costaba más que todo el vestuario de Ty, y él no compraba barato.
Estaba flanqueado por dos hombres más jóvenes, agente X y agente Y, el primero
parecía cansado y divertido, con una chaqueta de tela y pantalones vaqueros, el
último llevaba gafas de pasta y una corbata que era demasiado fina para ser el
uniforme de la compañía.
—Escuchamos que estaba buscando a Julian Cross —dijo Preston, voz carente de
acento.
—Ese no es Julian Cross —dijo el agente X en voz baja.

~293~
Abigail Roux

Armados y Peligrosos
Cut and Run 5

—Pensamos que la barba era suficiente para considerarlo una amenaza a la


seguridad nacional y le trajimos —dijo Ty mientras agitaba una mano al rostro de
Zane.
Zane giró la cabeza y le fulminó con la mirada.
—Liberad a este hombre, por favor —dijo el Gran Kahuna, y el agente Y rodeó la
mesa para acercarse. Soltó las manos de Zane y dio un paso atrás, mirando a los tres
con ojos entrecerrados.
—Este es Zane Garrett –dijo el agente mientras se giraba para mirar a su superior.
—¿Qué? –dijo Ty mientras se giraba para mirar a Zane. Este estaba tratando de no
sonreír mientras Ty arrastraba su mirada arriba y abajo—. Vaya, se le parece un
poco. –Le pinchó el estómago—. Di algo irlandés.
—Irlandés estaba en casa —dijo Zane, logrando no sonreír.
El Gran Kahuna se levantó y se alisó la corbata.
—Señor Cross, nos complace que haya venido. Randall Jonas ha sido una espina
en nuestro lado durante mucho tiempo. —Estaba mirando a Preston.
—No puedo decir que esté contento de estar aquí —murmuró Preston.
El agente Y miró a Ty a Zane y a Preston.
—Señor, este no es Julian Cross.
—Sí, lo es —dijo el agente X con una sonrisa.
—¿Qué hay de Randall Jonas? —preguntó Preston.
—Le dispararon cuando trataba de escapar.
—¿Disparado? —Dijo Ty con sorpresa.
—La investigación ya ha concluido.
Ty parpadeó, incapaz de procesar realmente esa información.
El Gran Kahuna sonrió y agitó una mano hacia el agente X.
—Pon a estos hombres bajo custodia. Que vean lo que es estar en el lado
equivocado de la Compañía.

* *
Ty estaba sentado en una habitación acolchada blanca y cromo, con las piernas
encadenadas a una mesa y las manos encadenadas a un anillo sobre la mesa. El mono
que llevaba no tenía marcas, botones o cremalleras. Ni siquiera una etiqueta. Llevaba

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zapatos sin calcetines, y nada bajo el mono. Se lo habían quitado todo, incluso el
colgante con la brújula que Zane le había dado.
Se quedó mirando su reflejo en el espejo, sabiendo que había alguien al otro lado.
Tamborileó con los dedos sobre la mesa, tratando de hacer que el ritmo lento y
medido disipara los nervios que zumbaban en su interior. Había estado toda la noche
retenido en esta sala de observación, sólo le habían dado agua en un vaso de espuma
de poliestireno. Cuando le había dicho a su guardia que la CIA estaba matando al
planeta con espuma de poliestireno, el hombre se había ido con su vaso y no había
vuelto.
La puerta de su habitación se abrió con el fuerte ruido de pesado metal, y Ty
observó como dos hombres de traje entraban y se sentaban frente a él a la mesa.
—Agente especial Beaumont Tyler Grady, ¿correcto? También conocido como
Tyler Beaumont y… ¿Sam Hill?
Ty se quedó mirando al hombre, enarcando una ceja.
—Nos reunimos de nuevo —dijo, permitiéndose una pequeña sonrisa.
El agente le miró, y su compañero le miró a él antes de mirar a Ty.
—Nos disculpamos por la necesidad de desnudarle para registrarle. Pero parece
que tiene una reputación de... producir llaves.
Ty se encogió de hombros.
—No te preocupes por eso, ni siquiera es el primero que he tenido esta semana —
dijo, con voz irónica. Miró al Agente X y sonrió ampliamente—. ¿Aunque fue más
divertido, verdad?
El agente Y parpadeó rápidamente, como si tratara de ocultar su reacción.
Ty sonrió y señaló con dos dedos al Agente X.
—A este tipo, tío. Le gusta duro —dijo con una sonrisa. Lo enmarcó con un guiño
sugerente al Agente X, se apuntó con el pulgar y el meñique y articuló “llámame”.
—Ya está bien —murmuró el agente Y. Ty disfrutaba de que el hombre se sintiera
incómodo, probablemente más de lo que debería—. Su tarea era recuperar y entregar
un activo de la CIA con el nombre de Julian Cross, ¿correcto?
—No, no, lo tienes todo mal. Me enviaron a comprar leche. Compré entera en
lugar de desnatada y todo se descontroló. ¡Quiero decir que parece que llevé a casa
leche de soja o algo así!
—Agente especial Grady, puede dejar de actuar ahora o puede hacerlo la próxima
semana.

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Armados y Peligrosos
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—La próxima semana no me viene bien. ¿Tienes un calendario?


Los dos agentes de la CIA se sentaron impasibles, mirándolo fijamente.
—Guau. Público difícil. —Ty suspiró y se miró las manos, comenzando a tararear
el “Himno de batalla de la República”.
—Agente especial Grady, cuanto antes conteste a nuestras preguntas, antes se irá a
casa.
Ty dejó de tararear sólo para dejar que se convirtiera en un silbido.
Los dos agentes esperaron unos momentos más, luego se levantaron y salieron,
cerrando la puerta detrás de ellos con un eco de finalidad.
Ty no pudo evitar el estremecimiento que le recorrió su espina dorsal, pero miró al
espejo con una sonrisa, el tarareo se convirtió en palabras murmuradas, y pronto
estaba cantando. Destrozó las letras del coro, sustituyendo la palabra "aleluya" con
"paranoia" e inventando sus propias palabras para el resto de la canción.
No había terminado la canción antes de que la puerta se abriera de nuevo. Echó un
vistazo al recién llegado y el alivio le inundó.
—Me alegro de verte —le dijo a Richard Burns.
—Sí, bueno, me gustaría poder decir lo mismo —Burns gruñó mientras lanzaba un
par de llaves de esposas sobre la mesa. Se deslizaron más allá de los dedos de Ty,
fuera de su alcance. Ty trató de alcanzarlas con la punta de un dedo cuando Burns se
sentó frente a él.
—Eso ha sido innecesario —murmuró Ty mientras seguía intentando alcanzar las
llaves.
Burns se sentó riéndose de él durante unos momentos antes de compadecerse
finalmente y extender la mano para cortar la brida de plástico y abrir las esposas. Le
entregó las llaves para que pudiera liberar sus pies.
—¿Todo arreglado? —preguntó Ty mientras se agachaba bajo la mesa.
—Eso depende. La CIA tiene actualmente en su poder a dos agentes del FBI y un
detective de la policía de Boston que está exigiendo que paguen por los daños a su
barco.
—¿Él está bien?
Burns asintió.
—Vació una escopeta de dos cañones sobre un par de lacayos de la Compañía, y
luego le arrestaron. Pasó toda la noche declarando que pensaba que eran los
Hombres de Negro que venían a escanear su cerebro.

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Ty se mordió los labios para no reír.


—Le devolvieron a su barco esta mañana, y está camino a casa. A salvo.
Ty soltó un suspiro de alivio por eso.
—Julian Cross es responsable de la muerte de media docena de agentes de la CIA.
Ty asintió, apretando los labios con fuerza. Era cierto que todo hombre que había
perdido su vida había caído a manos de Julian Cross.
—Eso es lamentable. Sin embargo, fue en defensa propia, pensó que estaban
tratando de matarnos.
—Somos conscientes de eso, Ty, pero está el problema que la Compañía tiene en
estos momentos. Al parecer, el hombre que trajisteis no era, de hecho, Julian Cross.
—¿No? —preguntó Ty, fingiendo sorpresa cuando se enderezó y lo hizo lo
bastante mal para molestar a su superior—. Oh. Eso es raro.
Burns suspiró, mirando a los ojos de Ty y tratando de no sonreír.
—¿Quieres que la CIA crea que confundiste a tu compañero con tu prisionero, le
esposaste y lo entregaste a Langley?
Ty se encogió de hombros.
—Quiero decir... se dejó crecer la barba. Fue un error honesto.
Burns asintió.
—Es cierto.
Ty le miró fijamente, esperando. Un hombre apareció en la puerta, bien vestido,
limpio, apuesto y con aspecto oficial con su placa y pistola. Ty miró a Preston de
arriba abajo con sorpresa.
—Han cambiado mi nombre en clave para evitar una mayor confusión —dijo
Preston con una sonrisa—. Gracias por acompañarme con seguridad desde Chicago,
agente especial Grady.
Ty parpadeó, sin saber qué decir a eso. Así que mantuvo la boca cerrada. Preston
asintió y se volvió para irse. Ty volvió a mirar a Burns.
—Archivaré esto bajo mi cubo de rubik –murmuró Burns—. Vamos, salgamos de
aquí.
Ty saltó para seguirle.
—¿Puedo recuperar mis cosas?
—Estoy trabajando en ello.

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Ty se quejó, pero no preguntó de nuevo. La primera persona que vio cuando salió
de la habitación fue a Zane, ya vestido, recién afeitado, y listo para irse. Ty le señaló
mientras miraba a Burns.
—¿Le rescataste en primer lugar?
—Hemos estado observándote a través del espejo durante diez minutos —le dijo
Zane, tratando de no sonreír.
—Han estado entrenando a los novatos contigo, Ty —dijo Burns mientras se
alejaba.
Ty le fulminó con la mirada, luego miró a Zane con una sonrisa y se lanzó contra
él para abrazarlo antes de que Zane pudiera esquivarle. Zane se rió y cerró los brazos
a su alrededor, devolviendo el entusiasta abrazo.
—Caballeros –dijo el agente X acercándose. Ty soltó el cuello de Zane y se volvió
para mirar al hombre. Llevaba un paquete con la ropa y las posesiones de Ty—.
Habéis hecho un trabajo impresionante esta semana.
Ty y Zane se miraron.
—Gracias, supongo —dijo Zane con cautela.
—La Agencia desea extenderos una invitación a los dos.
Ty inclinó la cabeza hacia delante como si hubiera oído mal.
—¿Una invitación? —Repitió Zane.
—¿Nos estás ofreciendo trabajo? —Preguntó Ty, incrédulo.
El agente X asintió.
—Nosotros creemos que si no puedes matarlo, lo contratas.
Ty soltó una carcajada. Zane negó con la cabeza y se alejó, arrastrándose tras
Burns.
Ty movió un dedo al agente X, que sonreía siempre tan levemente. Tomó sus
cosas.
—Eres un poco correcto, tío —le dijo Ty, sin dejar de reír—. Más adelante,
cocodrilo.
Se volvió para seguir a los otros dos, contento de que el calvario hubiera
terminado y por fin pudiera volver a casa. Con Zane.

* *

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Zane ya estaba envuelto alrededor de Ty, besándolo sin parar mientras lo


presionaba contra la puerta de su casa adosada. Ty buscó a tientas detrás de él el
pomo de la puerta, giró la cerradura y abrió, cayendo ambos en el interior.
Zane pateó la puerta para cerrarla y se agarró a Ty de nuevo, pero este apartó sus
manos y se puso tenso, mirando alrededor de la sala.
—Espera, espera —susurró con urgencia, ojos escudriñando la oscuridad detrás de
Zane—. Alguien ha estado aquí.
—¿Qué? —preguntó Zane mientras se daba la vuelta y alcanzaba su pistola—.
¿Cómo lo sabes?
Ty sacó su arma y entró a la estrecha habitación.
—Hace un par de años un sospechoso irrumpió durante un caso. Monté sistemas
de seguridad de respaldo.
—¿En serio? ¿Como que?
—¡Zane! —siseó Ty, haciéndole señas para que se quedara callado y se adentraba
en la sala, en dirección a la cocina. Zane le siguió, protegiéndole al sentir que la
tensión de las últimas semanas comenzaba a pesarle sobre los hombros una vez más.
¿Qué otra cosa podía pasarles antes de que este mes terminara? ¿Era posible que
hubiera sido él quien había hecho saltar las alarmas de Ty cuando vino aquí por la
noche? Rezó por una respuesta simple.
Ty pasó junto a la barra, giró y apuntó con su arma a la cocina. Se detuvo en seco y
se enderezó, bajando su arma mientras miraba el suelo de la cocina.
—¿Qué? —Preguntó Zane, sin aliento.
Ty sacudió la cabeza.
—¿Qué es?
—Esta... vivo —murmuró Ty mientras se guardaba la pistola en su funda—. Son
Smith y Wesson.
—¿Los gatos de Cross? —Zane entró en la cocina y encendió la luz del techo.
Los dos grandes gatos anaranjados de pelo largo estaban sentados en medio de la
cocina, comiendo comida para gatos de un tazón. Miraron a Ty y Zane. Uno de ellos
gruñó profundamente y luego volvió a comer. Mientras comía, seguía gruñendo.
—Oh Dios mío —susurró Zane.
Ty estaba leyendo una nota dejada sobre el mostrador, sin prestarles atención a los
dos monstruos.

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—Dice que los recuperará después de que él y Cam se hayan asentado en alguna
parte. “No te ates demasiado” dice.
Ty dejó la nota y miró a los dos gatos. Uno de ellos todavía estaba gruñendo
mientras comía, haciendo chasquidos obscenos y sonidos siseantes.
—Sabía que el bastardo me odiaba —gruñó Ty mientras se dirigía a las escaleras.
—Pero... Ty —dijo Zane mientras miraba a los gatos. Habían dejado el plato de
comida detrás y se le acercaban, mirándolo con ojos verdes luminosos—. Eh.
Uno de los gatos anaranjados le siseó. Zane dio un paso atrás, fuera de su camino,
cuando pasaron por delante de él hacia las escaleras, la cola silbante como los dos
malvados gatos siameses de la película de Disney. Zane les miró boquiabierto como
seguían a Ty por las escaleras.

* *
El día después de regresar a Baltimore, Ty y Zane finalmente se encontraron de
nuevo en sus escritorios y de vuelta al trabajo, sin ningún tiempo de inactividad
como recompensa por lo que habían pasado. El resto del grupo de trabajo los saludó
con entusiasmo, Scott Alston incluso le dio a Ty un abrazo en señal de saludo antes
de entregarle una pila de papeles.
—Bienvenidos de nuevo —dijo Michelle Clancy cuando se acercó y rodeó la
cintura de Ty con el brazo cuando este se sentó en el borde del escritorio de Zane.
Él le rodeó los hombros, luego la miró y frunció el ceño.
—¿Qué pasa, Roja? ¿Parece como si alguien hubiera apaleado a tu cachorrito?
Clancy se encogió de hombros y le dio una sonrisa débil.
—Ayer transfirieron a Tim.
Ty levantó una ceja y miró a Zane.
—¿Quién es Tim?
—El tipo de crímenes financieros —murmuró a Zane desde su asiento. Miró a
Clancy—. ¿Por qué lo transfirieron?
Clancy se encogió de hombros y apoyó la cabeza contra Ty. Parecía que estaba
conteniendo las lágrimas.
—Creo que se enteraron de que estábamos saliendo. Le envían a Carolina del
Norte.
—Jesús —susurró Zane.

~300~
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Armados y Peligrosos
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Ty le miró por encima de su cabeza sintiendo como si su corazón hubiera caído al


estómago.
—¿Por qué simplemente no le reasignaron? —preguntó, sorprendido cuando
encontró su voz ronca.
Clancy se encogió de hombros.
—Querían dar ejemplo, supongo. —Una lágrima se deslizó por su mejilla, y Ty se
apartó de la mesa para ofrecerle un abrazo. Ella lo aceptó con gratitud, algo que la
pequeña pelirroja dura-como-clavos rara vez hacía. Miró por encima de su cabeza
para encontrarse con los ojos de Zane, viendo el mismo miedo en ellos que el que él
sentía de repente.
Habían planeado ser abiertos cuando llegaran a casa, planeaban irse a vivir juntos
y dejar de sentir que tenían que ocultarse.
Ahora, sin embargo...
—¡Grady, Garrett! —gritó Dan McCoy desde su oficina.
Clancy le dio las gracias a Ty mientras se limpiaba los ojos y se alejaba a toda
prisa, dejando a Ty y Zane mirándose el uno al otro. Ty podía sentir el temor cada
vez mayor en los dos.
—¡Hey, pastelitos de frutas! ¡Ahora!
Zane se puso de pie, y Ty le siguió hasta la oficina de McCoy, sentía como si se
estuviera moviendo a través del agua. De todas las cosas que habían sucedido en el
último mes, pensó que tal vez la noticia de Michelle Clancy era la más difícil de
aceptar.

* *
Ty y Zane se presentaron en la oficina de McCoy para encontrar a Richard Burns
sentado allí esperándolos. McCoy cerró la puerta y Ty se derrumbó en una de las
sillas. Zane le siguió con un poco más de gracia.
—Todavía tenemos todo tipo de papeleo pendiente, pero ahora que la CIA se ha
dignado a contarnos qué diablos estaba pasando allí, espero que todo esto se disipe
rápidamente —dijo Burns desde su asiento detrás del escritorio de Dan McCoy
mientras hojeaba unos papeles. Había hecho todo el viaje desde DC para hablar con
ellos, en lugar de hacerles conducir más de lo que ya lo habían hecho.
Zane asintió con aire ausente, escuchando a medias, dando golpecitos con el
bolígrafo en el montón de papeles delante de él. Otra crisis pasada, otro caso cerrado,
pero tanto había cambiado en el puñado de semanas que habían estado lejos. Se

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sentía desequilibrado al estar de vuelta en casa en Baltimore. Sentía como si el


mundo hubiera cambiado, con todas las revelaciones entre él y Ty. Sentía como si él
hubiera cambiado. El remolino nervioso dentro de él había desaparecido, sustituido
por una calma casi sobrenatural. La incertidumbre contra la que siempre luchaba
estaba dejando sitio a la confianza que había olvidado que poseía. Y el cambio más
evidente de todo, sabía más allá de cualquier sombra de duda que el amor que sentía
por Ty era real y que Ty correspondía a esa convicción.
Mientras Burns seguía hablando, pasando a una síntesis de lo que se habían
perdido, Zane miró a su lado. Ty estaba cabizbajo, con la palma apretada contra su
mejilla mientras apoyaba la cabeza en la mano. Un pie se apoyaba en una rodilla,
saltando con un ritmo que sólo él podía oír. Estaba observando a Burns con atención,
pero si estaba escuchando con atención era una incógnita. Zane le dio una sonrisa
cariñosa y se giró de nuevo a lo que Burns estaba diciendo.
—... si alguien de allí contacta de nuevo directamente con vosotros, decidles que
hablen conmigo, ¿entendido? —Preguntó Burns, golpeando el escritorio con el puño.
—Sí, señor —murmuró Ty. Se removió en su asiento, poniendo el pie en el suelo e
inclinándose hacia delante, expectante—. ¿Si el contacto se hace en persona, se nos
permite golpear o arrojarles algo? —preguntó, sin expresión.
Zane se rió y se echó hacia atrás mientras observaba a Burns poner sus ojos en
blanco.
—Como entretenimiento podría merecer verlo, pero dudo que vaya a suceder —
dijo Burns.
—Sí, también dudábamos que agentes de otra organización federal tratarían de
cazarnos y matarnos —murmuró Zane.
Ty le miró con recelo, como si no estuviera de acuerdo, pero estaba sonriendo
cuando volvió a mirar a Burns.
—¿Hay algo más? —Preguntó Ty casi alegremente.
—No. —Burns agitó una mano hacia ellos—. Id a casa. Relajaos. Volved a trabajar
el lunes.
Zane parpadeó.
—Pero es miércoles.
—Cállate, Garrett —murmuró Ty mientras se levantaba y le daba unas palmaditas
en el hombro—. Vámonos antes de que cambie de opinión.
Zane inmediatamente se puso de pie.

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—Gracias, director.
—Salid de aquí —dijo Burns con una sonrisa melancólica.
Ty vaciló mientras miraba a Burns.
—Dick. Yo... siento lo de Jonas. Sé lo unidos que estabais.
Burns asintió, frunciendo los labios.
—Era un fantasma. Y no importa lo buenas que sean tus intenciones, los fantasmas
siempre terminan transparentes al final. —Zane miró a Ty, inquieto—. Cuando
llegues a casa, tira tu segundo teléfono.
—¿Señor? —Dijo Ty, obviamente, demasiado sorprendido para expresar cualquier
otra cosa.
—Deshazte de él, Ty. No voy a volver a llamarte.
Ty asintió, todavía sorprendido y apenas un poco herido por las palabras. Zane
casi estiró la mano para apoyarla en el hombro, pero se contuvo.
—Habéis dado suficiente. No hay nada más precioso que la confianza, muchachos
—dijo Burns, con voz sombría—. Vosotros la tenéis. No hagáis algo estúpido y la
perdáis, ¿eh?
—Sí, señor —murmuraron ambos antes de dirigirse a la puerta.
Estaban casi hasta el ascensor antes de que Ty se volviera a mirar a Zane
valorativamente.
—Confianza.
Zane le miró.
—No creo que eso vaya a ser un problema.
Ty tarareó, un sonido similar al que hacía en la cama. El cuerpo de Zane lo notó.
—Fin de semana largo —dijo en vez de comentar el asunto de la confianza—. Está
peligrosamente cerca de la palabra “vacaciones”.
—Y, sin embargo, la has dicho. —Zane se metió las manos en los bolsillos mientras
caminaban.
—Me gusta vivir al límite —Ty extendió la mano y apretó el botón, luego se volvió
para apoyar el hombro contra la pared junto a la puerta del ascensor. Observó a
Zane.
Este reprimió el impulso de mover los pies y simplemente devolvió la mirada con
una ceja levantada. Ty no habló mientras se encontraba con los ojos de Zane. Las

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puertas del ascensor se abrieron, y asintió con la cabeza a Zane para que entrara.
Zane dejó escapar un lento suspiro y se dio la vuelta para apoyarse contra la pared
lateral cuando Ty se unió a él.
Cuando las puertas del ascensor se cerraron, Ty se apoyó contra la pared de
espejos y suspiró.
—He interrogado gente que parecía más relajada que tú.
Zane le ofreció una sonrisa irónica.
—No quiero tener que ocultarlo. Pero... no quiero ser enviado a Carolina del Norte
tampoco. —Se sentía un poco más cómodo cuando podía mirar a Ty abiertamente en
lugar de recordarse constantemente que no debía mirar cada movimiento de su
amante. Era agotador. Zane no recordaba haber hecho eso antes.
Ty asintió, tragando saliva.
—Todavía podemos estar juntos. —Su actitud era tranquila y relajante, pero
debajo de la superficie Zane podía oír un toque de nerviosismo, tan raro en su
compañero que no estaba seguro de no haberlo imaginado.
Ahora que Zane tenía la oportunidad de decir algo, todo en su cabeza sonaba tan...
tonto. Cedió a los nervios y se frotó la parte posterior del cuello.
—¿Todavía quieres que me mude? —preguntó, echándole un vistazo.
Ty apretó los labios y asintió con la cabeza, mirando sus pies.
—Podríamos trasladar todas tus cosas el fin de semana. Podemos hacerlo. ¿No
crees? —preguntó mientras miraba a Zane—. Digamos que me estás alquilando una
habitación o algo así.
Zane inclinó la cabeza hacia un lado mientras sus ojos se encontraban de nuevo.
—Creo que podría sacarlo adelante si eso significaba despertar contigo todos los
días —dijo, su voz apenas audible.
Ty asintió, sin apartar la mirada de Zane.
—Bueno —empezó, con una sonrisa formándose en esos ojos color avellana
cálidos—. ¿Por qué no empezamos con esta noche, y vamos desde ahí?
El alivio hizo reír a Zane y asintió. ¿Cómo diablos hacía Ty que todo pareciera tan
simple?
—Me gustaría.
Ty se rió, el sonido bajo, cálido y familiar.
—La vida es difícil y confusa, Zane. El amor no tiene que serlo.

~304~
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Zane alzó ambas cejas con sorpresa cuando el ascensor sonó y las puertas se
abrieron. Su respuesta instintiva tendría que esperar hasta que estuvieran fuera del
edificio. Caminó junto a Ty por el pasillo mientras se dirigían a la planta del
aparcamiento.
—No más galletas de la fortuna para ti –dijo mientras captaba la mirada de Ty—.
Eres demasiado zen.
—Dejaré mis momentos de galleta de la fortuna zen cuando tú dejes de hacer
juegos de palabras horribles.
—Pero soy un tipo tan guay –Zane fingió quejarse con una mano sobre el corazón.
—Déjalo, bola de queso —Ty le dio una colleja para dar énfasis.
Zane sonrió y se agachó, girando para caminar hacia atrás delante de Ty. Este le
miró de arriba abajo con una sonrisa desenfadada. Calentó a Zane casi hasta el punto
de distracción.
—Entonces chino descartado para cenar. ¿Algo más que suene bueno?
—Vamos a salir.
—No quieres quedarte solo en casa con esos gatos.
—No son tan malos. Una vez que te acostumbras a sus cabezas girando. Pero en
serio, vamos a sentarnos en algún lugar donde tengamos cubiertos de verdad y te
pueda manosear bajo un mantel con clase.
Zane se echó a reír. No le importaba a dónde fueran, siempre y cuando estuvieran
juntos.
—Es un poco pronto todavía, apenas son las cuatro.
Ty bufó y miró el garaje en dirección a su coche de alquiler.
—Vamos a llevar esa cosa al puerto y ver cuánto tiempo tarda el perito de seguros
en llegar allí —dijo, con los ojos brillando lo suficiente para hacer que Zane sintiera
miedo de que lo pusiera en práctica.
—No vamos a hacer eso, así que simplemente fantasea sobre ello en una cena
temprana. —Zane preferiría que Ty no llenara de postales otro vehículo por el
momento. Extendió la mano y enganchó el brazo de Ty mientras se giraba para
volver a caminar a su lado—. ¿Qué tal un viaje a las jaulas de bateo, luego podemos
limpiarnos y conseguir una cena decente?
Ty le miró de reojo, sonriendo ampliamente. Le dio un golpe en el hombro
mientras caminaban, la sonrisa volviéndose más cálida y de alguna manera más
íntima sin cambiar realmente.

~305~
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—¿Me estás pidiendo una cita?


Zane sonrió.
—Supongo que sí. Si por "cita" quieres decir que terminemos desnudos y sudando.
Ty se rió.
—Sabes cómo encantarme —dijo, mirando a otro lado y sacudiendo la cabeza.
—Hey, puedo ser encantador —dijo Zane, golpeando el hombro de Ty cuando
llegaron al coche de alquiler de Ty.
Este se volvió hacia él, apoyado en el sedán y cruzando los brazos ligeramente
contra su pecho. Seguía sonriendo. No era su sonrisa habitual o la sonrisa torcida que
siempre advertía a Zane cuando estaba tramando algo, era una sonrisa serena y
honesta.
—Sí, puedes serlo —dijo después de unos momentos de cómodo silencio.
La concesión aceleró el pulso de Zane, y sabía que estaba sonriendo como un
tonto. Respiró hondo y se obligó a contener un impulso que sólo podría traerles
problemas. Tenían que tener más cuidado del que habían tenido. Podían hacerlo.
—¿Te recojo en una hora?
—Estaré esperando —prometió Ty en voz tan baja que era suave como la miel. De
alguna manera parecía saber el efecto que sus palabras tenían en Zane, y le estaba
provocando con el suave coqueteo.
Zane entrecerró los ojos y le miró un momento antes de volverse hacia su propio
coche, tratando de ignorar lo ruborizado que estaba. Volvería a Ty esta noche, a la
intimidad de su hogar. La casa que compartirían a partir de ahora.
Ty estaría allí; eso era todo lo que importaba.

Fin

~306~

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