Imputación Objetiva - Günther Jakobs

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! ü 113L1Q l' ECA DE AUTORES EXTRANJEROS

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G Ü N T H B R T A K 0 13S
Catedrático de Derecho Penal y Filosofia del
Derecho en la Universidad de Dono

LA
IM PU T A C IO N O BJETIV A
EN D E R E C H O PENAL

Traducción de
M a n u e i. G a n c io M e l iA

de la Universidad Autónoma de Madrid

CKIJLEY
Primera edición peruana: abril i 998
i* Reimpresión: setiembre 2001

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! H M g » Ü S J U i ^ jW t D 0 5 i DECRETO LEGISLATIVO | r | »
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¡.ninnhiiriile lln r.tf„rJ„ rfp
© 21101 - by GUiilItcr iulmlis
O lio I» iraduccMn: Mnnoel Cnncio Melid
©ile I» edición peninna: £ dito™ Jurídico G r i j l o y
Com posición c Impresión J3a^«r $l;,/‘c4/,.a,„,/c,

I_____ Heclm el Oepdsiln l.cgnl (l.t y N* Í iSÜOS)

E d i t o r a y D is t r ib u id o r a J u r í d i c a G l ' i j l e v e.i.n .i.


je U.»!» 1154- 1115. or. 200 ■1.1,„0 l, í~i
Ic le l,,,: .127 0.1.58 ■ Iblfs: -126 , .,27 j M7 ,
K eiiuilli jrlJ| «j-c5»i*rrw.co n i , , e
IN D IC E

Prólogo a la presente edición .................;.................. ................. .......... 9

C apítulo I
FUNDAMENTOS DE l.A. IMPUTACIÓN
OBJETIVA DEL COMPORTAMIENTO

t. El pecado original...................................... ........••........................ O


l). Fundamentos teóricos...............................'.......................... ......... 1-1
III. Instituciones dogmáticas............................................... ;............. 24
IV. De nuevo: el pecado original....................................................... 36
V. Observaciones acerca de la Bibliografía................................... 36

. C apítulo II
EL RIESGO PERMITIDO

I. Concepto................................................. .............. '..................... 4]


1. El carácter ubicuo de los riesgos permitidos ..................... TI
2. ¿Cálculo de costes y beneficios? ........................... ............... 43
3. La configuración de la sociedad como fuente del riesgo
permitido ............................ i.-................................................... 44
4. Exclusión de la tipicidad, y no justificación ....................... 46
II. Concreción.............................. ............. ........... .. ....................... •'..... 4fi
1. Exclusión de las puestas en peligro abasó-actas contrarias
a la norma ............................................ ........:...................... :.... 4íf
2. Compensaciones.................... ................ ................. .....i......... 5J
3. Permisiones............................ :............ ..................................... .32
1(1. El traslado de las reglas al comportamiento ...................:...... 33
1. El problema............................................................................... '5.3
2. El carácter relativo del rol correspondiente....................... 53
3. Excurso.................................. ............ ....................................... 58
4. Conocimientos especiales................. .........................................58
-

■j
I. EL PECADO ORIGINAL

Ya el primer caso conocido en la historia de la Humani­


dad de un quebrantamiento de una norma, trasluce - aunque
débilmente - un problema de la imputación objetiva/Después
de'creado el ser humano y nada más promulgada la primera
norma, con el contenido «mas del árbol de la ciencia del bien
y del mal no comerás», como nos cuentan los primeros dos
capítulos del Génesis, esta norm a fue inmediatamente
quebrantada (Génesis, 3. capítulo), y Adán, cuando se le pi­
dieron explicaciones, declaró en una mezcla- de relato y
defensa: «La mujer que me diste por compañera rne dio del
árbol, y yo comí». Esta declaración probablemente sea algo
más que una mera narraóión de lo que había sucedido;
además, supone una referencia a que desde la perspectiva
de Adán, todo lo acontecido tenía una apariencia inocua,
puesto que, en primer lugar, fue una persona responsable, la
hembra, Eva, quien inició el proceso, y en segundo lugar,
Eva era una persona que le había sido entregada por Dios
mismo, de modo que éste debía aceptar la realidad de la que
había surgido el hecho como su propia realidad. Por tanto,
¿está obligado Adán a ocuparse él mismo de que.se respeten
las normas divinas cuando sigue a una persona responsable, (
que además ha sido puesta a su lado por la propia mano de |
Dios? ¿O rige en este contexto un principio de confianza que ;
exonera, o al menos atenúa la responsabilidad, con el j
siguiente contenido: lo que una persona responsable sugiere,
puede ser asumido con los ojos cerrados, teniendo en cuenta
que, especialmente, el contacto con dicha persona es grato a
los ojos de quien promulgó la norma?
H
GÜNTHER JAKOBS

Corno es sabido, e] creador deJ mundo no reconoció


semejante principio de con/ianza, sino cjnc decidió, por el
contrario, que al menos en el caso que nos ocupa, cada uno
de los intervinientes debía responder plenamente de lo
ocurrido y de las consecuencias que derivaron/Sobre esto
volveié al final. Tampoco Eva pudo hacer recaer su
responsabilidad sobre la serpiente, es más, incluso la
serpiente hubo de responder, a pesar de ser un animal, esto
es, una criatura inferior al ser humano en la jerarquía de la
I creacrón/Las consecuencias del fallo divino, de que todos
los participantes habían de responder, determinan nuestra
existencia hasta el día dé hoy. A pesar de este rechazo del
I
principio de confianza, de dramática imoortanria pd la
usloiia-.de la Humanidad, jnerecg.JLajrena pensar acerca de
slJiíaiL£bxiuxidQlia4e tomar en cuenta todas las consecuen-
aa_de todo eóntapto social, o si, por el cbnlranoTífav ciertos
comportadloantoZqrinxiajaflavan consecuencias gire piip.Tp^

impu »ac^ ^ b jela^ c l é t cqrniLQrtmu ien to. que será tratado


ea-fia£g^£artado.de_m odo exclusTvcTcl^iTdn"‘aí m á, T=,
rmp u tación def res u ñ a d o '. -----—*---- ------------- — - a—*

ÿ-ÿ'fj .v ./ï

IT. FUNDAMENTOS TEÓRICOS


A

Cuando un contacto social produce una defraudación


-siempre que se trate'de un Contacto social - teóricamente aí
menos dos personas se ven implicadas, una víctima y un
autor, utilizándose aquí la denominación «autor» sólo de
modo provisional: prim a facie no puede excluirse que la
persona en cuestión sea el autor. Desde el punto de vista
práctico, sin embargo, la pura relación circunscrita a dos
personas carece de toda relevancia, pues siempre cabeidenti-
l a im p u t a c ió n OBJETIVA e n d e r e c h o p e n a l ________________________

ficai- a terceras personas que han configurad o dé delera linadn


manera el contacto y que por tanto también son potenciales
autores (quién sea denominado «autor» y quién «tereco»
depende únicamente de la circunstancia de cuál sea la
persona con la que se inicie el análisis al intentar leso v e mi
caso) A modo de ejemplo: un agricultor incorpora a su finca
una nueva máquina; uno de sus peones la toca lleno de
curiosidad y resulta herido. Además del agricultor, como
autor,- y del peón, como víctima, también el fabricante y el
distribuidor de la máquina han configurado la situación.
Todos los participantes - partamos de esta base - teman la
misma posibilidad de conocer el cursó lesivo. Así las cosas,
hay fies posibilidades - acumulabl.es - de explicar, a travos
de la imputación, el curso lesivo, y «explicar a través de la
imputación» significa lo siguiente: un riesgo del que debe
responder uno de los intervinientes (o vanos de ellos) os
definido como causa determinante, mientras que todas las
demás condiciones se consideran no determinantes, es decir,
se estiman socialmente adecuadas. La primera de las posibili­
dades consiste en imputar el curso lesivo a la propia vid una,
esto es, explicarlo a través de su propia competencia; por
ejemplo: quien manosea una nueva máquina, crea, por medio
de la lesión de sus deberes de autoprotección, el nesgo de
sufrir un daño. La segunda explicación considera que lo
decisivo es el comportamiento del autor que ha colocado la
máquina, quien pone en funcionamiento máquinas nuevas
debe ocuparse de que ningún curioso se lesione. Finalmente,
el curso lesivo puede imputarse también al fabricante y al
distribuidor, esto es, a terceros: quien construye y suminis­
tra máquinas, debe ocuparse de que todas las piezas peli­
grosas sean seguras cualesquiera que sean las condiciones
de funcionamiento.

A parte de estas explicacion es por m edio de la


imputación también hay una explicación que tiene lugar sin
que haya imputación, una explicación meramente cogn.l. va:
•- .í' ’• *•.• -h
•vr '«¡

GÜNTHER JAKOBS

a nmgunq de los intervinienles debe reprochársele nada -el 1


diseño .¿espeta el standard, la puesta en funcionamiento í
también, y el trabajador curioso actuaba impulsado por un ?
loable instinto, de. adquirir mayores conocimientos, sólo que
tuvo mala suerte, y evitar todas las desgracias resulta
imposible-, y .

Comportamiento incorrecto de la víctima, compor­


tamiento incorrecto del autor, comportamiento incorrecto de
un tercero o 1 sin que se produzca imputación alguna -
desgracia; estas son, por tanto, las posibles explicaciones de
uri curso, lesivoylodas estas explicaciones admiten ser combi­
nadas /lilio es evidente en lo que se refiere a las explicaciones
que se producen por medio de la imputación.^n este sen­
tido, por,ejemplo, puede que tanto el autor como el tercero
hayan infringido sus deberes de garantizar la seguridad de
la máquina; o puede que tanto el autor como la víctima sean
competentes, lo que equivaldría a ja concurrencia de culpas
que 3e, conoce en Derecho civil ./No obstante, también la
explicación como desgracia puede añadirse a úna explicación
por medio ele la imputación, incluso estará presente de forma
necesaria cuando los reproches a formular a los intervinienles
sean leves: cuanto menor sea el fallo de los intervinientes, en
mayor medida el curso constituye una desgracia, hasta que
en último extremo, si nadie falló, sólo resta el «infortunio»
como explicación.
.V

Se trata de toda mía panorámica de posibilidades, pero,


¿cuál conduce a la solución correcta? La convicción de que
esta pregunta no puede ser contestada sin tener en cuenta el
estadio de desarróllo alcanzado por la sociedad concreta de
ia que se bate es una de las enseñanzas nucleares de la teoría
de la imputación objetiva clelcomportamiento. Bien es cierto
■^ r . , ^ O N Q»)EHVA m DERECHO PI-NAL^

7 • nutación com o f o m u i se reconduce a los nucios de


¿,1a nrvp < 0 dem uestra el intento de Adán de
á ' Utr ai pero su contenido depende del correspondiente
'f e f o s o c l a l como puede fácilmente colegirse del ejemplo
^• S o n a d o : tina sociedad saturada por la técnica
ínerará de un fabricante de máquinas que éste no cree
nc v nnv tanto le impondrá el deber ele gai an
W la 'n o fv ü d a d en todas las condiciones de Kmciona-
— m exonerando de este modo tanto a quien adquiere la
njenlü/ , Por el contrario, una sociedad
S Í » técnicos tolerará bastantes
Íue “ c « S co ísie u ie n te , exo n erará al fabricante e
ies£ í ' l m o n ietario y a la potencial víctim a la
6 ¿ - ¿ a r la seguridad; incluso puede que
, S nciedid considere deseables el espíritu emprendedui
W a Z u U e l r a máqu.na y la curiosidad del opera,.o

al ríeSEO que con carácter general quepa espera, de una


al neagu [ 1 v ñor otro, por la configuiauon
persona dentro de su rol, y. P Uber¿ deJ vínculo que les

urve.^intodcTcaso^clepende ^ ^ g ^ ^ ^ p ^ ^ Q ^ g u ie jr t e i la
irnputaciónol^eliria de^comportarnienlo es im putación viiv
culada a la sociedad concreta.

Por tanto del entramado de relaciones causales que cabe


l oi i ^n , . -io eme produzca uria deírauda-
constalai encua quiei detennina<j 0 jlaz que se define como
ción, se seleccioi c compele a uno o a varios de los
«“ v S T d e d e soportar a titulo de
18 GÜNTHER JAKOBS

desgracia. Pero, ¿por qué se impula de este modo y no de


otra manera, es decir, por qué no se imputa a lodo aquel que-'
sea capaz de evitar el curso lesivo? Después de exponer hasta
el momento en qué consiste, a grandes rasgos, la imputación
objetiva, es decir, en el. reparto de responsabilidades, a
continuación se intentará ofrecer una fundamentación teóri­
ca, esto es, se inten tara .ciemos Ira r cómo la necesidad de'las
reglas ele imputación objetiva deriva de la misión de la
imputa ción, jurídico-penal.

En el marco ele toda impulación, incluyendo la jurídico-


penal, se vinculan un suceso que acontece en el mundo y un
destinatario de la imputación, de tal modo que el destinata­
rio aparece como aquél a quien pertenece el suceso; es él quien
lo ha creado o ha permitido que tuviese lugar-, tanto para
bien, en el marco de la imputación a título de algo meritorio,
.como para mal, en la imputación a título de reproche. En
este sentido, a quien dispara sobre otra persona hasta causarle
la muerte, el homicidio se le imputa como un hecho meritorio
si se.trata.de eliminar un peligroso enemigo, y como obra
reprochable si.se mató sin razón alguna. Las respuestas
habituales a la pregunta acerca de por qué se le imputa la
muerte precisamente a quien disparó serían las siguientes:
porque causó la muerte, o la causó de modo adecuado o, en
todo caso, la causó dolosamente; estas serían las respuestas
de causalistas -y finalistas. Pero estas respuestas, en su
naturalismo, son absolutamente insuficientes. El suceso
también ha sido causado por un círculo inabarcable de per­
sonas, incluyendo a la propia víctima; quienes lo han causado
de modo adecuado o doloso son algunos menos, pero siguen
superando el número de destinatarios idóneos de la imputa­
ción. En este sentido, el constructor de un arma puede haber
causado una muerte de modo adecuado e incluso conscien­
temente, sin que simplemente por ello hubiera que imputarle
el homicidio.
19
[Ja IMPUTACION OBJETIVA EN DERECHO PENAL

Por tanto, la causación, aún como causación adecuada


0 dolosa, resulta de manera manifiesta:insuficiente para
fundamentar por sí sola la imputación. La causación única­
mente afecta al lado cognilivo ele lo acontecido y ele ahí que
no aporte orientación social. Si en todo cohtacto social todos
hubiesen ele considerar todas las consecuencias posibles des­
de el punto de.vista cognitivo, la sociedad, quedaría paralé
zada. No se construiría ití se malTicularía'hinguh automóvil,
no se produciría ni se serviría alcohol, etcétera, y ello hasta
el extremo de que a la hora de pagar sus deudas todo el
mundo debería prestar atención aqüe.el acreedor no planease
realizar algo ilícito con el dinero■■recibido/En conclusión, la
1nteracciórt social se vería asfixiada por funciones de siiperv i
sióir y otras auxiliares. v

En la realidad social, sin embargo', .cuándbtiene lugar


un contacto social no se produce únamezcla completa de los
ámbitos vitales de ios intern>inienfes/!sino tan sólo una
apertura limitada. El diseñador de autdm'Óviles ha ele diseñar
vehículos conformes ai standard., todO lcj'demás no le atañe;
el productor.de bebidas alcohólicas CjUé lia de-observar el
Derecho alimentario y no debe venderlas a rhenóré's ele edai 1,
no tiene que ocuparse de nacía más; qnién'sattsfacé'sii deuda
no responde de lo que el acreedor ha gácriív lo recibi elo; quien
produce armas )Nas vende apersónás'qúh!'se hallan áiiloi iza­
das a adquirirlas, ha hecho Ib súfícíéhlé; etc. '

Invirtiendo lo antériojy'eS'tá separacióir délos ámbitos


vitales fija con gran claridad los respectivos cometidos de
los intervinienl.es: el constructor ele automóviles es compe­
tente para que se cumplan, los standard«, de seguridad y no
puede esperar que los clientes por sí husmos realicen pruebas.
El propietario de un vehículo liehe ocuparse de que funcione
correctamente y no puede partir de la báse de qúé los demás
participantes en el tráfico velarán; en todo caso, por su propia
seguridad; éstos a su vez deben 'respetar sus deberes do
• 20 GÜMTHER JAKOBS

autoprolección, nada más, pero tampoco menos. Las bebidas


alcohólicas [han de cumplir ios standards fijados por el
.Derécho alimentario, sin que los clientes deban, a su vez,
comprobar la mercancía, pero a ellos compete evitar beber
en demasía. . •

Formulándolo ele modo más general: las garantías


norm ativas que el Derecho establece no tienen como
contenido él que todos intenten evitar todos los daños
: posibles - si así fuese, se produciría cura paralización inme­
d ia ta de la vida social ■*, sino que adscriben a determinadas
personas que ocupan determinadas posiciones en el contexto
d e interacción - y no a tocias las personas -, determinados
cometidos, es decir, aseguran standards personales, roles que
deben s e r cum plidos. De este modo, posibilitan una
orientación con base en patrones generales, sin necesidad de
conocer las' características individuales de la persona que
actúa. Sólo de este modo son posibles contactos anónimos o,
al menos, parcialmente anónimos: no es necesario averiguar
el perfil individual de quien tenemos en frente, pues dicha
persona es lomada como portadora de mi rol. A modo de
ejemplo: para el panadero, el comprador de mía barra de
pan tan sólo es com prador; al panadero no tiene que
importarle si el sujeto piensa simplemente en comer el pan,
sin causar daño alguno, o si pretende envenenarlo
maJiciosamentej del mismo modo que el comprador no tiene
cjue preocuparse de si el panadero reflejará o no conforme a
deber en su declaración de impuestos el beneficio obtenido
con la venta. Sin esta.desindividualización no serían posi­
bles contactos en alto grado anónimos.

Con lo dicho creo que queda claro lo que es objetivo en


la imputación objetiva del comportamiento: se imputan las
LA IMPUTACION OBJEJ1VA EN DERECHO PENAL 21

, ' '■ ; ' •r v ’ ’ 1 ‘ , .


desviaciones respecto de aquellas expectativas que se refieren
al portador de tur rol. No son decisivas las capacidades de
quien actúa, sino las de un portador de iol, refiriéndose la
denominación «rol» a un sistema de posiciones’definidas de
modo normativo,, ocupado por individuos intercambiables;
se trata, por tanto, de una institución que se orienta con base
en personas.

Las expectativas dirigidas al portador de un rol


configuran el esquema de interpretación cuyo concurso es
imprescindible para que puedan adquirir un significado
socialmente vinculante las acciones individuales.En el ámbito
de los hechos imprudentes, esto resulta palmario: aunque el
conductor no piense en ello, conducir un automóvil a
velocidad excesiva constituye una puesta en peligro de las
•personas; con independencia de la opinión del autor, fumar
cigarrillos cerca de materiales inflamables es una puesta en
peligro de esos objetos. Sin embargo, tampoco en el ámbito
de los delitos dolosos es determinante la interpretación que
el autor dé a su hecho, sino la interpretación objetiva,
orientada con base exr el rol, si bien, al menos en casos de
riesgos de gran entidad, con frecuencia ambas interpretacio­
nes serán congr uentes (pero precisamente no tienen por qué
coincidir). Quien, siendo consciente del peligro de alcanzar
al batidor, dispar a sobre la pieza, puede que no interprete su
comportamiento como lesión o muerte de un ser humano,
sino - si tiene uná consciencia de riesgo poco desarrollada -
como parte de tura cacería apasionante; no obstante, se han
infringido los lírhites del rol y, por tanto, se trata de nn
homicidio.

Esto también puede invertirse: si un mecánico repara


un automóvil sabiendo que es notorio que su conductor suele
circular a velocidades con mucho excesivas, puede que el
mecánico defina su actuar como apoyo a la conducta
imprudente dei conductor, pero objetivamente ésta no le
22
Gü n t h e r ja k o b s

atañe, puesto que no forma parte del rol del mecánico el


v é S o “ “ d e conducción del propietario del

Desde luego, en ja mayoría de los hechos dolosos el


quebrantamiento del.rolserá tan drástico que las interpreta
Clones individual y objetiva .coinciden; quien, p o r S I
' L,n cuchillo cle grandes dimensiones en el vientri de'
oho, realiza desde el punto ríe vista objetivo un conroorta-
mrento hom.ic.nda y suele saber que lo hace- pero para la
de ta tm íí» 0bietiva * " * > . lo p A Z i
•’ -• ■j.

hl carácter drástico del quebrantamiento del rol que es


propio de muchos hechos dolosos ha conducido a que en
este ámbito la imputación objetiva del comportamiento hava
peí m aneado durante mucho tiempo oculta y aletargada
r, . ^j J nj 8 t .í lalTL,e lavida,
r ^ ^
* * ^ en ^el que tienen
campo ¿
limar sobre
odo. hechos imprudentes, Ira sido necesario defarrollar
limites .muy precisos para determinar si el significado de un
campar amiento es o no delictivo. Dicho con un ejernp o no
hay d uda de que disparar sobre r,n ser hu n ^ o T es a
E f f í m e d id ^ "i11391'80' PUede S6r R t i b l e cuáles han d
m r o h ?atrás
marona ^ S con
co un ?CaUC1Ón
autom3óvil.
ad0ptar
En aconsecuencia
la h01a de circular
h
relevancia práctica de Ja teoría de la im p u ta d to S S S I 'd d
compo., [amiento se manifiesta más bien (aunqueno siempre)

: ' ln de t0Lla relevancia teórica. Tanto en caso de concurrir


1 lo como imprudencia es el significado genera] y por tanto
n a t i v o , el que interesa desde el pumo de vista só d il'
t ensarnen le porque lo decisivo es que se trata de hechosl,
l," a | W I U , W Í " ™ ^ peculiaridades
f¿£- M PU T A C tO N 'OBJETIVA. EN D ERECH O PEN A L ?.:i

La teoría ele la imputación objetiva del comportamiento


aparta el material con cuya ayuda puede interpretarse el
sticeso puesto en marcha por una persona cómo un acontecer
sócialmente relevante,o irrelevante, como socialmente
extraño o adaptado, como que socialmente ha de conside­
rarse un mérito o, especialmente; como que destaca do modo
negativo. Sin este material interpretativo, Jo.sucedido ño es
más que un conglomerado naturalista, en el mejor de los
•casos, algo que el individuo perseguía, tiri curso causal, o un
curso causal psíquicamente sobrédeférminádo; eri todo caso,
rió es más que una amalgama heterogénea de datos que no
han adquirido significado social. Sólo la imputación objetiva
convierte dicha amalgama en algo comunicativamente
relevante, en algo comprensible. Con otras palabras: sólo
aquello que es objetivamente imputable puede denominarse
en un sentido general «acción». Por. consiguiente, desele el
punto de vista del Derecho penal, ño se plantea la cuestión
acerca de si una acción se ha producido.de-manera objetiva­
mente imputable, sino si mi suceso, por ser.objetivamente
imputable, constituye una acción juríclico-pénalmente
relevante. Sin el esquema objetivo de interpretación no se
alcanza el ámbito ele lo s o c i a l . ' * :•
1 ' . : * ■; ••<-]•.• ■. T
...

Coniò anterior queda concluida.la par le relativa a los


fundamentos; antes de ocuparme'de la dogmática, esto es,
de las instituciones jurídico-penales con cuya ayuda puede
llevarse a 1.a práctica la imputación' objetiva, resumo breve­
mente lo dicho hasta ahora: ,'.: v. • . ■.

1. Los seres humanos se encuentran en el mundo so cía I


en condición de portadores de unirol, esto es, como
personas que han ele administrar ..un determinado
segm ento del a co n te ce r so cial conform é a un
determinado standard.
21 GÜNTHER JAKOBS

2. : Éhice. áutqr, vícUiTia y terceros, según los roles que


desempe'ñei-i, hade determinarse a quién compete, por
sí solo o jvin to con otros, el acontecer relevante, es decir,
quién por haber quebrantado su rol administrándolo
de modo deficiente responde jurídico-penalmente -o,
si lúe la víctima quien quebrantó su rol, debe asumir el
daño por sí misma-. Si todos se comportan conforme al
rol, solo queda la posibilidad ele explicar lo acaecido
como desgracia:

3.. ' Esto rige tanto respecto de hechos-dolosos como de


hechos imprudentes; sólo que en eiámbito de los hechos
■ dolosos frecuentemente el quebrantamiento del rol es
tan evidente cjue no necesita de mayor explicación -lo
cuales menos habitual en los hechos imprudentes-,

n i. INSTITUCIONES DOGMÁTICAS

• ¿Cómo se puede trasladar lo dicho a la dogmática, esto


es, a un sistema de imputación manejable en la práctica? Ante
todo, cabe ofrecer una respuesta negativa: teniendo en cuenta
. lo antes dicho, ya no se debería hacer el intento de construir
el delito tan sólo con base eii datos naturalistas - causalidad,
dolo -; por e.l contrario, lo esencial es que concurra el que­
brantamiento ele un rol. Por consiguiente, ya no resulta
suficiente la mera equiparación entre delito y lesión de un
bien jurídico.

Puesto que se trata de desvinculamos de prejuicios de


índole naturalista, intentaré comenzar con aquel lado del
comportamiento humano que desde una óptica naturalista
tiene tura apariencia desmedrada: con la omisión. En el
ámbito de Ja omisión es evidente que no todos responden de
LA IMPUTACION OBJETIVA EN DERECHO PENAL 2.5

cualquier consecuencia lesiva que estén en condiciones de


evitar, sino que obligado sólo lo esta quien es titular de una
posición de garantía. Si examinamos quienes son titulares
ele posiciones de garantía, en primer lugar, Llaman ia atención
quienes participan en las organizaciones constitutivas de la
sociedad: el padre y la madre como garantes de los hijos, el
Estado corno garante de la seguridad interior y exterior,
determinados médicos como garantes en e). sistema sanitario,
servicios de protección civil, etc. La configuración riel
contenido del deber a través de roles estrictamente: predeter­
minados es palmaria en estos casos. Sin embargo, también
los deberes en virtud de la organización,, que existen junto a
estos deberes institucionales, se basan en una predetermina­
ción a través de roles. Los deberes que comporta el tráfico en
general, - que son los que principalmente han de traerse aquí
a colación - en cuanto deberes dé aseguramiento, o, en caso
de ingerencia, como deberes de salvamento, son deberes que
pertenecen al rol de aquellos que asumen libertad de organi­
zación. El derecho a la libre organización conlleva corno
sinalagma el deber de ocuparse de que dicha organización
no resulte lesiva. En esta medida, se trata del rol genérico de
tocia perspna de reclamar derechos -libertad- y de reconocer
los derechos de los demás.

En este sentido -permaneciendo en el ámbito de la


omisión - va prácticamente implícito que ios límites ríe los
roles funcionan a la vez como límites de la responsabilidad:
el médico no está obligado a evitar los daños patrimoniales
de su paciente, el automovilista, si bien debe apartar su
vehículo cuando éste se convierte en un obstáculo, no es ga­
rante general de la libre circulación, etc. Por consiguiente,
quien se mantiene dentro de los límites de su rol, no responde
de un c l u s o lesivo aun en el caso en que bien pudiese
perfectamente evitarlo. .Precisaré esto sobre la base del
ejemplo del médico: el médico debe curar la enfermedad del
paciente si éste así lo desea; si el paciente no quiere, lo que le
GÜNTHER JAKOBS

suceda lo será a su propio riesgo. El médico, además, sólo ha


de dominar el riesgo derivado de la enfermedad: que el
paciente se incline demasiado hacia fuera al mirar por la
ventana, o que sea amenazado con un arma de fuego por
una visitante iracunda, no es asunto del médico, al menos no
en cuanto médico. Y finalmente,está obligado a preservar al
paciente ele los riesgos de enfermedades sólo en la medida
en que ello se corresponda con un buen standard. Ningún
médico está obligado a realizarsemanalmente a sus pacientes
revisiones generales. En lo que concierne a la omisión, lo
anterior es opinión unánime, ya sea del modo en que se ha
expuesto o bien de manera similar.

Al trasladar esto al campo de la comisión es necesario


describir, por -tanto, determinados límites a los roles - del
mismo modo como sucede en las posiciones de garantía - sin
cuya superación no debe imputarse un curso lesivo aunque
haya sido eausadorde modo perfectamente evitable. A este
iespecl. 0 , e n u n cia ré ‘á continuación, con una breve
fund am enlación, cuatro instituciones. No se pretende a firma r
con ello qué el ámbito de.la imputación objetiva del
comportamiento Sóló pueda ser configurado a través de los
conceptos que -a continuación se van a exponer, sino que tan
sólo se intentará ofrecer una de las posibles configuraciones
coherejTl.es -eso sí- de este ámbito en su conjunto.

B1

■I' dinero: no forma parte del rol de cualquier ciudadano


eliminar todo riesgo de lesión de otro. Existe un riesgo
permitirlo.

Cuando las leyes determinan cómo ha de estar diseñado


m\ automóvil o un avión para que sea seguro en el tráfico, o
cuándo cabe reconocer lo que es un buen standard de
V
LA IMPUTACION OBJETIVA EN.DERECHO PENAL

comportamiento médico, esto significa al mismo tiempo que


el riesgo residual que subsiste está permitido, al menos en
los casos normales. Y es que la sociedad río es un mecanismo
cuyo único fin sea ofrecer la máxima protección a los bienes
jurídicos, sino que está d estin ada a posibilitar las
interacciones, y la prohibición de cualquier puesta en peli­
gro, sea de la índole que sea, haría imposible la realización
de cualquier comportamiento social, incluyendo también Jos
comportamientos de salvación.

No obstante, en de terminados ámbitos, la necesidad de


un riesgo permitido en modo alguno es contradictoria con la
protección de bienes jurídicosppjy^Epd^

‘Simplemente, quien sale a la calle se pone en peligro, y quien


llama a un médico para que le atienda en su casa no puede
ser, al menos de modo coherente, contrario a Lodo tipo de
tráfico rodado. No se trata, sin embargo, de introducir por la
puerta trasera la maximiza protección de los bienes jurídicos.
Numerosos supuestos de riesgo permitido se han generado
sencillam ente por aceptación histórica; estos riesgos
constituyen costumbres. Por ejemplo, los riesgos de una in­
tensa cacería, de llevar a un adolescente aunviaje en un velero
o a un recorrido por la montaña,: o, simplemente, el de un
paseo en automóvil y otros muchos, no pueden traducirse
en beneficios para los I-Tienes jurídicos,.Forman parte de la
configuración de.la sociedad;'cpncretamenfe de la configura -
ción que debe tener la sociédá^.;i;:,,jYgáu/
• •brí:;;;rúv-< e.ofv - ¡i..'ó.,.- '
Esta vinculación del Derecho á,.la Costumbre ríq.sjgn itico
que todo aquello que sea,,m ás, o menos habitual esté
permitido; no se trata, por tanto; cíe equiparar el Derecho y
el promedio de la realidad. No es lá propia praxis, sino las
normas que determinan la práctica las que conforman el ries­
go permitido. Sin em bargó, resulta;evidente que con
frecuencia una praxis consolidada modi fica ..las normas
GÜNTH £R /AKÓUS

rectoras de leí práctica hada una regulación más laxa o más


estricta. EJ .Derecho.no puede, desvincularse de la evolución
de la sociedad en la que ha de tener vigencia.
' 'i - '
El riesgo permitido está, y siempre estuvo, presente en
lodos los ámbitos vitales; no es hijo de la técnica. En este
sentido,.por ejemplo, el trato ele los padres hacia sus hijos no
puede ser asumido.sin que haya riesgos permitidos; poner a
salvo a los niños freíate a todo tipo de peligros es imposible.
■■ -i.
' ''' •'-i.1
V 2 'vi- '

Segundo: cuando el comportamiento ele los seres


humanos se entrelaza, no forma parte del rol clel ciudadano
controlar de manera permanente a todos los demás; de otro
modo, no sería posible la división del trabajo. Existe un
principio de confianza.

En determinados ámbitos - pero sólo en determinados


ámbitos - también se puede vinculai' el principio de confianza
a la idea de protección ele bienes jurídicos. Quien permanen­
temente está controlando a otros rio puede concentrarse
plenamente en su propia tarea y ele alai que en la mayoría de
las ocasiones pierda más respecto de la realización de la
propia tarea de lo que obtiene a .través del control de los
demás. Pero esto no'.es ni la única razón, n i siquiera la razón
fundamental. Por el contrario, la razón'fundamental estriba
en que los demás son, a su vez, sujetos responsables. La idea
de responsabilidad quedaría destruida si los demás fuesen
concebidos de modo exclusivamente cognitivo y no, también,
como sujetos responsables.

El principio de confianza puede presentarse bajo dos


modalidades. En primer lugar, se trata de que alguien,
actuando como tercero, genera una situación que es inocua
IA IMPUTACION OBJETIVA EN DERECHO PENAL •’ :-7
---------- --------------------------------------- - ’ /..> t VC
siempre y cuando el autor que actúe a co nú jaiaciórvcri mpl a
con sus deberes. En este caso, la confianza se diri ge'a que el
autor realizará su comportamiento de modo.correcto. Un
ejemplo trivial: alguien entrega a otra persona un reloj ajeno
de gran valor, y esto no causará un daño sólo sii quien recibe
el reloj lo coge con cuidado. Normalmente, puede confiarse
en que así suceda. En.segunclo lugar, la confianza se dirige a
que una determinada situación existente haya sido preparada
de modo correcto por parte ele un tercero, de manera que
quien haga uso de ella, el potencial autor, si. cumple con sus
deberes, no ocasiona daño alguno. De nuevo, un ejemplo: el
cirujano confía en que el material que utiliza en Ja operación
haya sido convenientemente esterilizado.

El principio de confianza está destinado a hacer posible


la división elei trabajo; por consiguiente, concluye cuando el
reparto de trabajo pierde su sentido, especialmente, cuando
puede verse que la otra parte no hace, o no ha hecho, justicia
a la confianza de cjue cumplimentará las exigencias de su
rol. En tales casos, ya no resulta posible repartir el trabajo
para alcanzar un resultado exitoso. A modo de ejemplo: Ya
no se confía en quien de modo evidente se ha lla en estado de
ebriedad o, en el seno de un equipo, en el colega que de
manera evidente se halla inmerso en un error.

Al igual que el riesgo permitido, también el principio


de confianza se manifiesta en todos los ámbitos vitales, puesto
que prácticam en te, en tocl'as partes cabe encontrar
organización en régimen de reparto de tareas. En este sentido,
puede que se trate de una división muy intensa de trabajo -
en el equipo ele cirujanos, en la carlinga de un avión - o más
bien laxo -así, en el tráfico rodado, por ejemplo, en lo que se
•refiere ala confianza en que el sujeto obligado a respe tai la
preferencia efectivamente cedérá el paso. En todo caso, una
sociedad sin este punto de partida no es imaginable.
GONTMBR -fAKOBè

Tercero: el carácter conjunto de un comportamiento no


puede imponerse de modo unilateral-aibitrario. Por tanto,
quien asume con otro un vínculo que de modo estereotipado
es inocuo, no quebranta su rol como ciudadano aunque el
olio incardine dicho vínculo >en una organización no
peí mi tida. Por consiguiente, exista una prohibición de regreso
cuyo contenido es que un comportamiento que de modo
estereotipado es inocuo no constituye participación en una
organización no permitida.
’■i'-''*- • -y. .>
No pretendo discutir sobre la denominación que deba
recibir este ámbito de la imputación objetiva del comporta­
miento, sino sobre su contenido: se trata de casos en los que
un autor desvía hacia lo delictivo el comportamiento de un
tercero que p e r sé carece de sentido delictivo. Ejemplos: el
autor compra una barra de pan para envenenarla; o el autor
toma como pretexto un juicio seguido en contra de un correli­
gionario suyo para asesinar al Ministro de justicia; o el autor
va en taxi de X a Y para cometer en Y un asesinato. E todos
estos casos, se parte de la base de que el respectivo tercero -
el panadero, el presidente del Tribunal, el conductor del taxi
- conoce lo que va a suceder. Estos casos se pueden intentar
solucionar partiendo del hecho de que elementos tan
cotidianos como un alimento, o algo que pueda definirse
arbitrariamente como motivo de un delito, o una posibilidad
de transporte, siempre están disponibles, de modo que la
prohibición de este tipo de aportaciones no es susceptible de
evitar, de hecho, el comportamiento del autor. No obstante,
en el mejor de los casos, este modo de argumentar sólo
atinaría a medias, pues, desde luego,bien puede suceder que
en caso concreto fuese posible evitar el comportamiento
(iel autor. Pero incluso si esto sucediera, y he aquí el punto
decisivo, la aportación del tercero no sólo es algo común,
sino que su significado es de modo estereotipado inocuo. El
^ IMPUTACION OBIETIVA RN DERECHO PENA!._____________ _ _ _ _ _____ '1

autor no puede por su parte modificar esLa definición del


significado del comportamiento, ya que en todo caso el
tercero asume con el autor un comportamiento común
limitado y circunscrito por su propio rol; comportan-! ionio
común de) que no forma parte un delito. H1 conductor do un
taxi, explicando lo anterior por medio de este ejemplo, lia
asumido llevar a cabo un transporté, y debe ocuparse de que
éste tenga lugar puntualmente y sin poner en peligro al
cliente. Ésto es lo que forma parte de su rol, ni más ni menos.
Lo que conjuntamente se ha realizado con el cliente se lumia,
en consecuencia, a un segm ento vital circunscrilo el
conductor transporta al cliente que le paga. Cómo se llame
el cliente, lo que quiera hacer en el punto de destino, etc., no
atañe al conductor. El taxista no participa de las buenas obras
del cliente; si éste al llegar a su destino realiza una piadosa
donación)nadie ensalzará al taxista por e,lio. Del mismo modo
permanece distanciado ele las malas obras, puesto que éstas
tampoco forman parte del segmentó de la realidad que tienen
en común. " V

A diferencia de lo que sucede respecto del principio de


confianza, la prohibición de regreso rige incluso cuando la
planificación delictiva de la otra persona es palmaria, y ello
porque se trata ele casos en los que un comportamiento
estereotipado carece de significado delictivo: Por tanto, está
permitido prestar a un vecino una herramienta común aún
cuando se sepa que éste pretende usarla para destruir con
ella una cosa ajena. Cuestión distinta es que ante daños
ingentes todos- tengan un deber afeiVciaclo -claráiúenle no
equiparable a la comisión- de préstár áuxilió, constélente en
este caso en negarse a realizar la aportación que ■per se es
inocua. .

Los límites de la prohibición cíe regresó pueden ser


discutidos. Sin embargo, este principio ha de.ser aceptado
por quien pretenda seguir garantizando que la libertad de
, 32 GUNTHER JAKODS

perseguir los respectivos fines propios no se ahogue en la


masa dejos posibles contactos sociales. Una sociedad que
está necesitada de que se ofrezcan prestaciones estereotipa­
das, más aun, .que.requiere en general la existencia ele
condiciones estereotipadas del comportamiento social, no
puede renunciar a upa prohibición de regreso.

4 .''ó '.y,..

Cuarto: puede.que la configuración de un contacto


social- competa no sólo al autor, sino también a la víctima,
. incluso .en un d,oble sentido: {ruede que el propio
comp o r tami en lo cle la .víctima fundamente que se le impute
la consecuencia lesiva, y puede que la víctima se encuentre
en Ja desgraciada situación de hallarse en esa posición por
obra clel;destino, por infortunio. Existe, por tanto, una
competencia dé la víctima.

Lá competencia de la víctima por su comportamiento


es algo .'.conocido::; el caso más conocido es el del
consentimiento.; Pero también el infortunio de la víctima se
reconoce a veces como única posibilidad de explicación:
tratándose de un curso lesivo no cognoscible para ninguno
de los intervenientes, sólo queda la desgracia como
explicación. Sin embargo, con lo dicho no. se agota aún este
ámbito. Incluso.el autor que es conocedor ele las consecuen­
cias lesivas ele sü comportamiento puede afirmar frente a la
víctima que dichas consecuencias son asunto de ella cuando
el autor se ha com portado conform e a su rol. Un
c omp or ta mi en Lo,elel que se sabe que producirá lesiones sigue
siendo, conforme, al.rol en la medida en que la víctima no
tenga derecho a que no se produzca el comportamiento lesivo,
esto es, en tanto en cuanto el conjunto de bienes que desde el
punto ele vista láctico depende de la organización del autor,
no dependa jurídicamente de ella. Un ejemplo: un agricultor
.<•* ' . ..
33
LA IMPUTACION OBJETIVA EN DERECHO PENAL 1 ••

liega sus plañías en un predio situado en tina ladera; derla


cantidad de agua suele descender por leí ladera,y -sacia los
cultivos de su vecino. Ciertamente, este hecho, no otorga al
vecino afectado derecho alguno en el sentido,de,.que no se
pueda desconectar la instalación denegadlo, del campesino
situado en la parte superior ele la hiciera. Dicho de otro modo,
los apoyos en favor ele bienes ajenos que no son conformes
ai rol, sino que exceden de lo que es obligatorio, pueden ser
revocados lícitamente. El caso probablemente más importante
dentro de este campo se refiere a la medicina en el ámbito de
los cuidados intensivos: es lícito suspender determinadas
prestaciones que se realizan por medio ele aparatos que
conservan con vida al paciente cuando dichas prestaciones
ya no estén indicadas médicamente. En estos casos, aunque
la desconexión de los aparatos, es decir, un actuar.positivo,
tenga efectos causales respecto de la muerte del paciente, el
médico se mantiene dentro de su rol y no se arroga una
organización ajena; por el contrario, constituye .una desgracia
del paciente el hecho de estar organizado de una manera
propensa a sufrir el daño.

Sin embargo, mayor importancia práctica que estos


casos de apoyos que exceden ele lo obligado probablemente
la tengan aquellos otros supuestos en los que la víctima con
su propio com portam iento da la razón p ara que la
consecuencia lesiva le sea imputada; casos en los que, por
tanto, la modalidad de explicación no es la «desgracia», sino
la «legión de un deber de auloprotección» o incluso la «propia
voluntad»; las infracciones de los deberes de auloprotección
y la voluntad se agrupan aquí bajq el rótulo .de «acción a
propio riesgo».

En lo que se refiere al consentimiento, nada hay que


explicar aquí; al menos en sus rasgos fundamentales el
consentimiento se conoce en todas partes, y también goza de
aceptación, al menos en sus puntos esenciales. En cuanto a
34 GÜNTHER JAKOBS

la infracción de deberes de autoprolección, constituye el


reverso de lo que en el lado del autor es un quebrantamiento
no intencionado del rol, en especial de un quebrantamiento
imprudente. Al igual que el autor no puede comportarse de
modo arriesgado distanciándose, simultáneamente, de
manera válida ele las consecuencias de su comportamiento,
tam poco la víctim a puede asumir un contacto social
arriesgado sin aceptar como fruto de su comportamiento las
consecuencias que conforme a un pronóstico objetivo son
previsibles. Quien por sí mismo se zambulle en el agua o
salla a uh.luga.r- donde hay que contar con la presencia de
agua, no puede'imputar a los demás el haberse mojado.

Hé aquí algunos ejemplos: quien, sin necesidad alguna,


le pide a una persona claramente ebria que realice un acto de
cierta complejidad, como por ejemplo conducir durante un
trayecto un automóvil, ha ele adscribirse, al menos en parte,
las’cónsecuenciás negativas resultantes. Quien participa en
una dura:co.ntieryda, como por ejemplo un combate de boxeo,
nó tiene derecho a no resultar iesionado. E) ejemplo que en
Ja actualidad, sé d iscute con mayor intensidad es el siguiente:
quien tiene b ato sexual con una persona drogodependiente
o que se prosti tuye, actúa a propio riesgo, en lo que se refiere
a un. contagio con el virus VIH.

En lo que respecta a este último caso, aun hay algunas


cuestiones poco-claras; en este sentido, por ejemplo, no está
ctai o si la víctima únicamente actúa a propio riesgo cuando
no sólo cohocé el modo de vida arriesgado, sino también la
infección con el virus dél SIDA, o si, por el contrario, - como
creo qué es correcto - hay. ya una acción a propio riesgo
cuando eonobé determinadas condiciones bajo las cuales
una persona cuidadosa contaría con que existe una
probabilidad superior a Ja media de que esté presente tal
enferm edad, lam p óco está claro bajo qué condiciones
exactas la competencia de la víctima excluye de manera
ar.
% $ÍPU TA CIO N OBJETIVA EN"DERECHO' PENÁL

R l^ ía iíic a ] la del autor (como sí se acepta en el consentimiento),


^ q f e g u á n d o existe algo parecido a una concurrencia de culpas
^^M \m 'ídico-penal m ente relevan te que dism inuye la
^ llf e f io n s a b ilid a d del autor sin eliminarla por completo. No
pM Stibstante, algo hay claro: que, erí lo que concierne al lado de
'Víctima, centrar'exclusivaménte la atención respecto deJ
h'écho psíquico del consentimiento dem uestra ser tan
Sv1'' insuficiente como, de forma análógá/ én;el lado del autor
' ; . fijarse únicamente en el dolo. Del mismo modo que en et
ámbito de la responsabilidad del autor ha de partirse no de
un suceso psíquico, sino de algo normativo, dél quebranta­
miento del rol, también en el lado de la víctima lo decisivo
está en determinar si la víctima hádesempeñado el rol de
víctima o, precisamente, el rol de alguien qué configura la
situación, es decir; de quien actúa, á'prdpio riesgo. En su
núcleo, la perspectiva normativa en el lado ele la víctima
constituye úna noción tan asentada como lo es el punto de
vista normativo en el lado del autor -

¡V.-

De este modo, queda esbozado el traslado de la idea


del comportamiento social, contó comportaimente) vincula­
do a roles, a cuatro instituciones júrídicórpénaies: (1) riesgo
permitido, (2) principio de confianza/(3) prohibición de
regreso y (4) competencia de 1.a víctima . 'En éste mateó, en el
que tan sólo se trata de asentar los fundamentos, queda sin
discutir la cuestión acerca de si sólo'son relevantes las cuatro
instituciones mencionadas o si; por el ebritra rio; sería más
conveniente fragmentarlas m ás,! ál igual, que queda sin
discutir la cuestión acerca de si la subdivisión presentada es
necesaria o si cabe contentarse CoíTÜ.rtméiioi\nivel de detalle.
En todo caso, los fundamentos del edificio de la imputación
objetiva quedan delimitados. V'Vi’ u !’■' ■'

'*«tlj’.' •' í MU*' i.,4|,


;£ ••
36
• Vi GÜNTHER JAKOBS

■ïN
 Av. DE NUEVO: EL PECADO ORIGINAL
idi-
H abiendo quedado establecido lo fundamental,
lie:
I pej ñútaseme una observación respecto de algo accesorio:
¿por qué en la primigenia escena mencionada al comienzo
a nuestr o primer padre Adán no se le reconoció el principió
de confianza? En mi opinión, denegar esa posibilidad de
descargo fue desde luego acertado. Y es que la cuestión no
era cómo había de enjuiciarse el comportamiento de Adán
en el contexto de las relaciones de los seres terrenales entre
si, en esa medida, la ide? de un principio de confianza no
se n a m uy d e sa ce rta d a (aunque probablem ente no
estaríamos ante un supuesto de exoneración completa). Por
el contrario, lo que se ventilaba era la relación de Adán con
ros mismo, relación que en la concepción judeo-cristiana
no es mediata; en este ámbito, no existe reparto de trabajo
en el sentido de que alguien pueda dejar que otros
administren el cumplimiento de los deberes que a él l e .
competen, porque las normas afectan a cada individuo no
en cuanto miembro intercambiable de una sociedad, sino
de manera directa, con independencia, precisamente, de su
imbricación social. En el marco de esta solución, adaptarse
ai m undo con su sistem a de reglas siem pre supone
adaptarse a un mundo que quizás reniegue de Dios, por lo
que cada uno ha de evitar de modo personalísimo caer en
esa.apostasia. El hecho de que no se pueda imputar- obje­
tivamente no excluye, por tanto, de forma necesaria la
culpabilidad en el sentido de pecado, pero sí excluye -y con
esto concluyo- la culpabilidad jurídico-penal.

V. OBSERVACIONES ACERCA DE
LA BIBLIOGRAFÍA
Las materias abordadas en este capítulo son tratadas
con amplias referencias a la demás bibliografía por Frisclr,
> !

37
PUTAGON OBJETIVA EN D E R E G iO PENAL

ähes(andsmäßiges Verhallen undZ oiechriungdes Erfolgs,


%■ Jakobs, Strafrecht A llgem einer Teil. Die'Grundlagen
M die Zurechnungslehre, T edición 1991, referencias bibho-
&kas previas a 7 /3 5 , 7 /5 6 , 2 4 /1 ; Roxin Strafrecht Allge-
tieiner Teil, tomo 1, 1992, referencias bibliográficas t) 11
jreVias a 1-, § 24 previas a 1.; S chönke-S cluö der-Lencknei,
)tQB 24a edición 1991, referencias bibliográficas previas al
pii.m. 71 antes del § 13; Reyes, Zeitschrift für cüe gesamte
¿Strafrechtswissenschaft (ZStW) 105, pp.108 y ss.
•f" Selección: Vid. respecto del riesgo permitido Buigsla-
í’vUer Das Fahrlässigkeitsdelikt hn Strafrecht, 1974, Welz el,
'■Fahrlässigkeit und Verkehrsdelikte, 1961; especialmente
»■sobre la discusión acerca de la validez de las reglas de la
imputación objetiva, sobre todo del riesgo permitido, en el
ámbito de los delitos dolosos, cfr. Armin Kaufmann, en:
Vorder y otros (ed. a cargo de), Festschrift für Jescheck, 191o,
pp.251 y ss.; H irsch , en: Festsch rift der Rechtsw is­
senschaftlichen Fakultät zur 600-Jahr-Feier der' Universität
zu Köln, 1938, pp.399 y ss. - Respecto del principio de con­
fianza: Stratenwertli, en: Bo ekelmann y Oh'OS (ed. a caigo
de), Festschrift für Eb. Schmidt, 1961, pp -383 y ssS ch u m arm,
Strafrechtliches H andlungsuxucclil un d das Frmzxp der
Selbstverantwortung d er A nderen, 1986; Knsdibaum, Des
Vertrauensscl-iutzim deutschen StraEenverkehxsredit,19ÖU.
- Respecto de la prohibición de regreso: jakobs, ZStW 159,
pp.l y ss.; Schumann, op.cit; Roxin, en: Jescheck et al.
(comp.), Festschrift für Tröndle, 1989, pp. 177 y ss. - Respecto
de las acciones a propio riesgo: Roxin, en: Laden er y otros
(ed. a cargo de), Fe stsclnift für Gallas, 1973, pp-^41 y ss.,
Dplling, Goltdammer'a Archiv für Strafrecht (GA) 1934,
pp.71 y ss.; Otto, en: Jescheck y otros (ed. a cargo de), Fest
schrift für Tröndle, 1989, pp.157 y ss.; Frisch, Neue Zeitschrift
für Strafrecht (NStZ) 1992, pp.l y ss., 62 y ss.; Zaczyk, Straf­
rechtliches U nrecht u n d die Selbstverantw ortung des
Verletzten, 1993.

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