Sepulveda

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Serie Encuentros La palabra encendida

Conversaciones con Dora Barrancos,


Busca difundir aportes e intercambios
feminista en acción
realizados en el marco de jornadas, con-
cursos de creación o reuniones cientí-
Este libro constituye un mosaico, un carnaval de palabras
fico-académicas realizadas en el Depar-
producto de charlas con la reconocida académica y feminista
tamento de Ciencias Sociales.
Dora Barrancos. Festiva a veces, aguerrida en algún caso, atra-
vesada por una profunda tristeza en otro, diáfana y potente en
Otros títulos de la serie todas ellas, nos habla y habla con otres de diversos temas.
Maestra de generosidad infinita, esa que se derrama sin
- María Bjerg / Iván Cherjovsky (compila-
pensar, sin regateo. Militante de todas las causas sociales,
dores). Identidades, memorias y poder cul-
aquellas que alojan y amplían derechos para todas, todos y
tural en la Argentina (siglos XIX al XXI).
todes. Poseedora, como ella misma dice, de un optimismo im- Patricia Sepúlveda
- Oscar E. Bosetti / Agustín Espada (com-
penitente. Capaz de abogar por la extinción de todas las subor- Docente investigadora de la UNQ. Coordi-

La palabra encendida
piladores). La radio (1920-2020). La obsti-
dinaciones, convocar a los varones a sacudirse el yugo pa-
La palabra encendida nadora de la Cátedra Abierta de Género y

Patricia Sepúlveda
nada vigencia de un medio invisible.
triarcal y promover la solidaridad con los interpelados. Sexualidades, que dirige Dora Barrancos.
- Silvana Garófalo. Las lenguas en la univer- La palabra encendida… nos acerca a sus reflexiones, siempre Conversaciones con Dora Barrancos, feminista en acción Directora del Diploma de Posgrado Géne-
sidad: hacia una nueva realidad plurilingüe lúcidas, siempre necesarias. En estas páginas se despliega la ros Feminismos y Derechos Humanos.
Comunicaciones de la I Jornada Lengua, Cul- agenda feminista y se encaran temas actuales no solo para Patricia Sepúlveda Magíster en Ciencias Sociales y Humani-
tura e Identidad. las mujeres y las disidencias, sino para una sociedad que (compiladora) dades (UNQ). Miembro del Centro de Es-
- Cristina Teresa Carballo / Fabián Claudio pretendemos más equitativa y democrática. tudios en Historia, Cultura y Memoria. Re-
Flores. Geografías de lo sagrado en la con- presenta a la UNQ en el Comité Académi-
temporaneidad. co de Género de la Asociación de Universi-
dades Grupo Montevideo, Proyecto Act on
Gender (coordinado por la Cátedra Regio-
nal UNESCO Mujer, Ciencia y Tecnología
en América Latina – FLACSO Argentina) y
participa de la Red Universitaria de Gé-
nero (Consejo Interuniversitario Nacional).
La palabra encendida
Conversaciones con Dora Barrancos,
feminista en acción
Compilado por
Patricia Sepúlveda
Universidad Nacional de Quilmes
Rector
Alejandro Villar

Vicerrector
Alfredo Alfonso

Departamento de Ciencias Sociales


Directora
Nancy Calvo

Vicedirector
Néstor Daniel González

Coordinadora de Gestión Académica


Cecilia Elizondo

Unidad de Publicaciones para la Comunicación Social de la Ciencia


Presidenta
Alejandra F. Rodríguez

Integrantes del Comité Editorial


Matías Bruera
Cora Gornitzky
Mónica Rubalcaba

Editora
Carolina Abeledo

Diseño gráfico
Julia Gouffi­er

Asistencia Técnica
Eleonora Anabel Benczearki
Hugo Pereira Noble

Imagen de tapa
Conversatorio “Nuestras vidas, nuestros cuerpos. Debatiendo la legalización
del aborto”, realizado el 27 de abril de 2018 en la UNQ, con la coordinación
de Dora Barrancos. Autora de la fotografía: Sandra Goñi (viróloga, docente e
investigadora del Departamento de Ciencia y Tecnología de la Universidad Na-
cional de Quilmes).
La palabra encendida
Conversaciones con Dora Barrancos,
feminista en acción

Compilado por
Patricia Sepúlveda
La palabra encendida : conversaciones con Dora Barrancos, feminista en
acción / Dora Barrancos ... [et al.] ; compilado por Patricia Sepúlveda. -
1a ed. - Bernal : Universidad Nacional de Quilmes, 2020.
Libro digital, PDF

Archivo Digital: descarga


ISBN 978-987-558-696-3

1. Entrevistas. 2. Estudios de Género. 3. Feminismo. I. Barrancos, Dora. II. Se-


púlveda, Patricia, comp.
CDD 305.4209

Departamento de Ciencias Sociales


Unidad de Publicaciones para la Comunicación Social de la Ciencia
Serie Encuentros

http://unidaddepublicaciones.web.unq.edu.ar/
[email protected]

Los capítulos publicados aquí han sido sometidos a evaluadores internos y


externos de acuerdo con las normas de uso en el ámbito académico internacional.

Esta edición se realiza bajo licencia de uso creativo compartido o Creative Commons.
Está permitida la copia, distribución, exhibición y utilización de la obra bajo las
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parcial o alterado de esta obra para la creación de obras derivadas siempre
que estas condiciones de licencia se mantengan en la obra resultante.
ÍNDICE

INTRODUCCIÓN
Patricia Sepúlveda........................................................................................9

Siete años de la Cátedra Abierta de Género y Sexualidades


Dora Barrancos.............................................................................................13

I. ¿Qué aportan los feminismos a la agenda


política actual?...........................................................................................15
Contexto.......................................................................................................15
Mujeres, cultura y política. La necesidad
de una política feminista........................................................................17
Preguntas del público..............................................................................22
Referencias bibliográficas.......................................................................26
Recursos.......................................................................................................27

II. Masculinidades.....................................................................................29
Contexto.......................................................................................................29
Entre perplejos y azorados.....................................................................31
No hay nada más temible que calidad humana insegura..............36
Referencias bibliográficas......................................................................39
Material de internet.................................................................................40
Recursos.......................................................................................................40

5
La palabra encendida

III. El sentido común patriarcal no tiene sentido I...........................43


Contexto.......................................................................................................43
La charla......................................................................................................44
Referencias bibliográficas......................................................................63
Referencias de medios periodísticos y material de internet........63
Referencias de leyes y otros documentos oficiales.........................64

IV. El sentido común patriarcal no tiene sentido II..........................67


Contexto.......................................................................................................67
Sentido común y conocimiento científico..........................................68
Preguntas del público..............................................................................85
Referencias bibliográficas....................................................................100
Referencias de leyes...............................................................................100
Material de internet...............................................................................101
Recursos.....................................................................................................101

V. Una agenda, posible, de las preocupaciones


feministas 2019, por Patricia Sepúlveda con la colaboración
de Victoria Obregón................................................................................103
Contexto.....................................................................................................103
Introducción.............................................................................................103
Primera estación: la urgencia de analizar la tendencia
punitivista.................................................................................................106
Segunda estación: víctimas, protocolos y un grito de ¡basta!....111
Tercera estación: sujetas políticas.....................................................115
Cuarta estación: Ni Una Menos...........................................................117

6
Patricia Sepúlveda

Referencias bibliográficas....................................................................123
Recursos.....................................................................................................124

VI. Feminismos de todos los colores,


contra la violencia patriarcal en América Latina..........................125
Contexto.....................................................................................................125
Feministas de América Latina.............................................................126
Referencias bibliográficas....................................................................141
Material de internet...............................................................................142
Recursos.....................................................................................................143

7
INTRODUCCIÓN

Este libro constituye un mosaico, un carnaval de palabras produc-


to de charlas con la reconocida académica y feminista Dora Barrancos.
Y esta introducción es un juego en el que se trata de remedar el verbo
encendido de aquella cuyas conversaciones preambula.
Se presenta al lector una tertulia en la que la voz de Dora se recor-
ta entre otras que la interpelan y son interpeladas por ella. Festiva a
veces, aguerrida en algún caso, atravesada por una profunda tristeza
en otro, diáfana y potente en todas ellas, nos habla y habla con otres
de diversos temas.
Maestra de generosidad infinita, esa que se derrama sin pensar, sin
regateo. Militante de todas las causas sociales, feministas y de las otras,
aquellas que alojan y amplían derechos para todas, todos y todes.
Poseedora, como ella misma dice, de un optimismo impenitente.
Capaz de abogar por la extinción de todas las subordinaciones, convo-
car a los varones a sacudirse el yugo patriarcal y promover la solidari-
dad con los interpelados.
Creadora constante de neologismos, que ponen colorado al señor
Word. Dueña de un discurso florido que incorpora con naturalidad
palabras como inmarcesible, perdulario, endecha o heteróclita (que
nos dejan preguntándole al señor Google por el significado) sin perder
un ápice de claridad. A esos señores los eriza, porque no se sujeta a sus
reglas que también son patriarcales.
Aquí Dora nos lleva a través de una serie de temas que forman
parte de la agenda feminista: el devenir de los feminismos latinoa-

9
La palabra encendida

mericanos y sus principales figuras. Los feminismos populares y su


apertura a identidades no binarias. La violencia contra las mujeres y
el error de las respuestas punitivistas. El sentido común patriarcal,
que subordina a las mujeres pero también oprime a los varones. Los
pisos pegajosos y los techos de cristal que enfrentamos en trabajos y
en ámbitos académicos. Y, finalmente, la potencia política de los femi-
nismos incorporados a la gestión pública.
Se ha tomado el desafío de realizar una curaduría de diálogos, con
diversidad de registros, para dar forma a un libro breve que encara te-
mas actuales no solo para las mujeres y las disidencias, sino para una
sociedad que pretendemos más equitativa y democrática.
Se trata de reflexiones situadas geográfica e históricamente en la
realidad que atravesó a nuestro país en los últimos años, a los que nos
damos el trabajo/permiso de contextualizar y apostillar para que les/
las/los lectores puedan dar dimensión a las palabras de Dora, ya que
cada una de ellas la encontró en un momento particular de su vida
personal y política.
Específicamente, las charlas que aquí presentamos ocurrieron en-
tre diciembre de 2018 y septiembre de 2019 en la Universidad Nacional
de Quilmes. El contexto social y político de aquel entonces emergió de
manera inexorable en cada encuentro. Por un lado, para dar cuenta de
la difícil situación que se vivía en el ámbito de la educación superior
(con reducciones presupuestarias, ajuste a los salarios, subejecución
de partidas y discursos ofensivos por parte de los funcionarios de la
gestión de Cambiemos). Por otro, para rescatar dos acontecimientos
clave: la sanción de la Ley Micaela, el 19 de diciembre de 2018, y el
debate por primera vez en la historia del Congreso de la Nación del
proyecto de ley IVE (interrupción voluntaria del embarazo), que co-

10
Patricia Sepúlveda

menzó el 10 de abril de 2018 y duró meses. Si bien en esa ocasión fue


rechazado por pocos votos en el Senado, el reclamo por el derecho al
aborto legal, seguro y gratuito quedó instalado en la agenda pública.
Por otra parte, no se asume la postura ingenua de pensar que es
solo Dora la que habla en estos textos, por el contrario, se hacen pre-
sentes a contraluz las voces de otres participantes. Mi propia voz, en
algún caso como coequiper, en la selección de las charlas y en las notas
al pie, que buscan incorporar información que subyace a las reflexio-
nes de Dora y que puede no ser tan evidente a todes les lectores.
También está Victoria Obregón, otra integrante de la Cátedra
Abierta de Género y Sexualidades, no solo en el artículo en el que nos
embarramos juntas para reflejar una charla (“Una agenda, posible, de
las preocupaciones feministas 2019”), sino en la mayoría de los regis-
tros fílmicos cuyos enlaces ilustran cada nota. Así, artesanalmente,
telefonito en mano, registró para nuestra página de Facebook casi to-
das las charlas, antes aún de que este libro estuviese si quiera en idea.
Por supuesto también están aquí los públicos que asistieron a las
actividades, que marcaron el tono del diálogo y que terminaron, in-
defectiblemente, sacándose fotos con la protagonista, lo que puso en
evidencia que Dora no solo es una académica y una militante, sino que
es nuestra rock star del feminismo.
Corresponde mencionar a les querides panelistas: Néstor Artiña-
no, Alejandro Kaufman, Ese Montenegro, Eva Mieri y muy especial-
mente María Pia López, quien nos acompañó en dos ocasiones.
También agradecemos la infaltable presencia de María Sonderé-
guer, integrante de la Cátedra, que con su decir pausado y certero,
acompañó cada una de las actividades.

11
La palabra encendida

Finalmente, un especial reconocimiento para Daniel González, vi-


cedirector del Departamento de Ciencias Sociales de la UNQ, principal
impulsor de este libro.

Patricia Sepúlveda
Coordinadora de la Cátedra Abierta de Género y Sexualidades
Universidad Nacional de Quilmes

12
Siete años de la Cátedra Abierta
de Género y Sexualidades1

La Cátedra Abierta de Género y Sexualidades de la Universidad Na-


cional de Quilmes surgió en 2013 gracias a la iniciativa de docentes, de
estudiantes de posgrado y de grado y también de personas dedicadas
a otras funciones en la universidad, lo que puso de manifiesto una
convergencia de afinidades electivas relacionadas entrañablemente con
esas dimensiones fundamentales.
La UNQ había transitado de diversas maneras el camino de la pro-
blematización de las relaciones de género y de las sexualidades disi-
dentes cuando nos determinamos por la apertura de la cátedra. Pa-
saron siete años desde aquel acontecimiento y el tiempo ha corrido
como una ráfaga. Repasar lo andado significa detenernos en cada año
del calendario, en momentos que tuvieron gran significado para la
comunidad universitaria y para los extramuros de la UNQ.
En cada uno de los encuentros se han expresado muchas voces,
con despliegue de distintos puntos de vista y múltiples aportes de la
diversidad sexogenérica. Los tópicos abordados han tenido que ver
con un arco vasto de problemas, algunos acuciantes, y pudieron bro-
tar reclamos de reconocimiento y derechos. Cada aula ha sido una

1
Es dirigida por la Dra. Dora Barrancos y coordinada por la Mag. Patricia Sepúlveda.
Funciona en el marco del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional
de Quilmes.

13
La palabra encendida

oportunidad para el debate y ha obrado como estímulo para la acción


transformadora.
En buena medida la cátedra ha tenido el comportamiento de una
colmena por la incesante producción de motivos para propiciar los
abordajes. En algunas ocasiones ofició como escenario para escuchar las
propuestas para las mujeres y la diversidad por parte de protagonistas
femeninas de la vida política; y en muchas otras, como caja de resonan-
cia de las luchas feministas en orden a cambios cruciales de la legisla-
ción. Muy especialmente la cátedra ha sido parte de las movilizaciones
en procura de la legalización del aborto, una asignatura fundamental
para los derechos básicos de las personas gestantes. Y la saga continúa.
La cátedra ha contado de modo inalterable con la anuencia, la empa-
tía y el apoyo de las autoridades de la UNQ y también con el acompaña-
miento de quienes integran nuestra casa en las más variadas funciones.
No podemos dejar de señalar la contribución que hemos realizado en
materia de capacitación con la Ley Micaela (2018), tarea esencial que
continuaremos desarrollando junto a los diversos organismos para
erradicar las violencias en nuestro ámbito como el Programa de acción
institucional para la prevención de la violencia de género y el Protocolo
de acción institucional para la prevención e intervención ante situacio-
nes de violencia o discriminación de género, creado en 2016, y el Obser-
vatorio Género, Memoria y Derechos Humanos, creado en 2011.
Han pasado siete años vigorosos, de apreciable crecimiento y de-
rrame, en los que hemos sumado conocimiento, discusión y fortaleza
a los combates por la equidad, la dignidad y la igualdad de derechos.
Dora Barrancos
Directora de la Cátedra Abierta de Género y Sexualidades
Universidad Nacional de Quilmes

14
I
¿Qué aportan los feminismos
a la agenda política actual?

Contexto
Esta charla tuvo lugar el 24 de septiembre de 2019 y se enmarcó en
el Foro Federal de Feminismos, Política y Cultura, que se realizó, de ma-
nera simultánea, en más de 25 universidades, facultades, centros de in-
vestigación y cátedras de distintas partes del país, entre los días 23 y 26.
El foro proponía debatir junto a referentes/as sociales de la cultu-
ra, el sindicalismo, la política y la academia respecto de los desafíos y
las políticas de género para el nuevo momento histórico que plantea-
ba el escenario electoral: la fórmula Fernández-Fernández se mostra-
ba ganadora y veíamos mejores perspectivas en el horizonte.
Participaron de la actividad:
Dora Barrancos: socióloga, doctora en Historia, militante femi-
nista, exdirectora del Conicet y directora de la Cátedra Abierta de Gé-
nero y Sexualidades. En ese momento, candidata a senadora nacional
por el Frente de Todos.
María Pia López: socióloga, escritora y militante feminista. Secreta-
ria de Cultura y Medios de la Universidad Nacional de General Sarmiento.
Eva Mieri: en ese momento, concejala de Quilmes (FpV) y candidata
a primera concejala por el Frente de Todos. En el foro reemplazó a Ma-
yra Mendoza, quien no pudo participar por razones de agenda electoral.
Coordinadora: Nancy Calvo, directora del Departamento de
Ciencias Sociales de la UNQ.

15
La palabra encendida

Foro “¿Qué aportan los femi-


nismos a la agenda política
actual?” Universidad Nacional
de Quilmes. De izquierda a
derecha: Nancy Calvo, María Pia
López, Eva Mieri y Dora Barran-
cos. Autora de la fotografía:
Natalia García.

María Pia reflexionó respecto del reconocimiento que implicaría


la creación de un Ministerio de las Mujeres2 y también acerca de la
necesidad de que el feminismo y las políticas de género atraviesen
la totalidad de las políticas del Estado. Puso en palabras el tema de
la autonomía del cuerpo de las mujeres, la defensa de la vida y de los
derechos a maternar en condiciones dignas o a no hacerlo. Destacó
la construcción en las calles de una valencia colectiva y de un nue-
vo orden de la hospitalidad de los feminismos populares. Y dejó bien
aclarada la diferencia entre los feminismos populares, que no piensan
que pueden desarrollarse a espaldas de la política, y los feminismos
liberales. También planteó un modo feminista de considerar la vida
no securitista al señalar que la violencia contra las mujeres no se re-
suelve con más policía, más penas y más cárcel, sino con educación se-
xual integral, prevención y transformación de los modos de vida. Los
femicidios no son cuestiones de seguridad, sino de derechos humanos.

2
En diciembre de 2019, con el Decreto 15/2019, la gestión de gobierno encabezada por
Alberto Fernández creó el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad y designó en
el cargo a la Da. Elizabeth Victoria Gómez Alcorta.

16
Patricia Sepúlveda

Eva también refirió a la ola feminista y cómo nos llevó a revisar


nuestras propias prácticas desde la familia y desde la política, que
siempre nos ubicaron en las tareas tradicionales de cuidado. Habló
acerca del desafío de comprometerse políticamente como feminis-
tas con la transformación social. Nos puso en el territorio, refirió a
la lucha por la implementación real, en el Concejo Deliberante, de la
emergencia que se vive respecto de la violencia contra las mujeres y
las disidencias3 y la cantidad de femicidios que suceden en el Munici-
pio de Quilmes. Fundamentalmente, hizo referencia a la necesidad de
desarrollar una política antipatriarcal.

Mujeres, cultura y política. La necesidad de una política feminista


Dora Barrancos — Buenas tardes para todas, todos y todes. El len-
guaje inclusivo ya es, inexorablemente, nuestre. El foro fue inventado
para que en esta semana, en todas las universidades públicas, los fe-
minismos comprometidos de las universidades y de los barrios pudie-
ran encontrarse. ¿Para qué? Para hacer una apuesta a la renovación
democrática de nuestra sociedad. Eso es lo que quieren las feministas.
Me gustaría decirles que las mujeres y las otredades han sido parte
constitutiva de la cultura política de este país. Lo digo porque a menudo
se ha visto la escena política con altos grados de exclusión de las mujeres.
También la historia ha sido solemne en esa exclusión. Pero la vida social
y la cultura política no se pudieron hacer con la exclusión de las mujeres.

3
El Concejo Deliberante de Quilmes sancionó en 2018 la ordenanza por la que se declaró
la Emergencia en Violencia de Género en la ciudad. Su reglamentación se hizo efectiva
siete meses después. En ese tiempo, fue decisivo el reclamo permanente de las organi-
zaciones de mujeres.

17
La palabra encendida

No estuvieron visibilizadas por mucho tiempo, pero es imposible hacer


un cálculo de la vida política sin las mujeres. Y hay enorme cantidad de
ejemplos en nuestro país a lo largo del siglo xix y sobre todo del xx.
Diremos que hay, en este país, una condición de posibilidad ínsita
de ser parte de la cultura política, aunque no haya habido ningún es-
fuerzo societal para su reconocimiento. Las mujeres han hecho siem-
pre política en la Argentina y de manera destacada.
A menudo me han oído decir que en este país en los años 1920 y
1930, aun en el siglo pasado, mujeres que no eran totalmente alfabe-
tizadas han estado muy cerca de la indiciación de lo político, como
parte fundamental de sus vidas.
Es muy difícil encontrar en nuestro país el repertorio de una mujer
que va al mercado, ve las papas caras y le atribuye la carestía a “Dios lo
quiso así”. Es imposible encontrarlo, lo que implica una dinamización de
la vida social, una apreciación de la existencia en términos terrenales y
políticos, que da una característica muy peculiar a nuestra población fe-
menina. Ni decir los acontecimientos del siglo xx. La Argentina tiene figu-
ración de mujeres muy destacadas. Voy a referir a algunas que el propio
feminismo computa entre sus filas como Julieta Lanteri y Alicia Moreau.
Hay repertorios dentro del feminismo, que es una fuerza política.
Pero lejos del feminismo, también ha habido figuras con gran
centralidad en la perspectiva política aunque no fueran feministas.
¿Cómo no acercarnos a ese fulgor extraordinario que fue Eva Perón?
Probablemente no haya una constatación semejante a Evita en la his-
toria de América Latina. No hubo, en las llamadas democracias inten-
sas, a menudo descritas como populismos, figuras del fuste de Evita.
Desde luego, en los populismos latinoamericanos ha habido mujeres,

18
Patricia Sepúlveda

hay que hacer su registro. Pero la figura de Eva Perón es probable-


mente única en las fraguas populistas de América Latina en esa época.
No se compadece con ninguna otra y eso le da un significado particu-
lar a la cultura política de las mujeres en este país.
Luego, el hecho de que fueran las argentinas las primeras mujeres
en ocupar con alguna holgura cargos parlamentarios. Esto es notable,
1951, no había ningún país en América Latina. Cabe recordar que eran
muy pocas las que en Europa tenían lugares en los parlamentos. Sí, en
la Rusia soviética, algo de representación importante en los países nór-
dicos. Pero Francia hacía poco que había otorgado el voto a las mujeres4.
Francia fue muy particular por su reticencia respecto de la ciudadanía
de las mujeres. ¿Saben por qué? Porque se pensaba que las mujeres iban
a votar de manera conservadora, así que los espíritus más progresis-
tas –salvo algunas importantes fracciones del Partido Socialista– eran
remisos a conceder el voto a las mujeres. De modo que la representa-
ción femenina en Francia demoró mucho y aún ahora tiene muchísimos
problemas de representación. Digo esto para comparar la situación de
Argentina, con más del 25 % de mujeres en los escaños parlamentarios.
Es una fragua muy particular de la cultura política argentina.
Y qué decir de esas energúmenas figuras como las Madres y Abue-
las de Plaza de Mayo, figuras políticas. Es paradójica su historia por-
que en su nacimiento se incluía una recomendación de ellas mismas
de que no se politizara su expresión. Sabemos perfectamente que fue-
ron bastiones políticos extraordinarios. Ellas también están dentro de
la cantera de la cultura política de las mujeres en este país.

4
El derecho al voto para las mujeres, rechazado en 1919 y en 1922, fue reconocido en
1946 (Montagut, 2018).

19
La palabra encendida

Más recientemente, cómo sorprendernos de que Cristina Fernán-


dez de Kirchner haya sido dos veces presidenta de la Argentina y de su
regreso, en una suerte de abdicación notable y generosa, a la escena
plena de la gobernanza como candidata a vicepresidenta en la fórmu-
la con Alberto Fernández, aquí nomas, el 27 de octubre.
Por otra parte, la universidad tiene un combustible muy particular
con sus mujeres y sus feminismos, pero los combustibles se han incre-
mentado en todo y cualquier lugar de este país y especialmente entre
las mujeres de los sectores populares. Las mujeres de las clases medias
han tenido una convicción inaugural en toda América Latina, fueron
las mujeres letradas, las que pudieron estudiar, las pioneras del femi-
nismo, pero esto cambió extraordinariamente en las últimas décadas.
Hoy felizmente hay feminismos de todos los colores, de todas las
articulaciones, feminismos densos en su abrazo fundamental a las di-
versidades. El propio cauce del feminismo abrió la posibilidad para
que las agencias de las identidades diversas pudieran asomar e incre-
mentar su fuerza. Lo que en nuestro país ha llevado a los feminismos
a sostener la Ley de Identidad de Género (Ley 26743, sancionada en
mayo de 2012), que ha marcado una ruptura excepcional si se tiene en
cuenta el estado de la norma en América Latina. Solamente Uruguay
tiene un dispositivo legal como el nuestro. Hasta algunos países euro-
peos han copiado nuestra ley. Esta fue, sin duda, una de las más em-
blemáticas posiciones de exportación que ha tenido la Argentina. Ha
exportado orden jurídico para derechos iguales sin ninguna especie
de remilgo respecto de la variedad extraordinaria que hoy tenemos
en materia de identificaciones sociosexuales. Debemos encarnarlo
profundamente porque ha sido un valor fundamental de este país la
obtención de tamaña ley.

20
Patricia Sepúlveda

El encuentro que hoy nos convoca es un acto político, no hay nin-


guna duda. Si hay alguna confusión conviene aclararla. Estamos en
medio de una circunstancia particularmente decisiva en nuestro país5.
Esta no es una elección común, no es como las elecciones corrientes
que felizmente ha tenido la democracia desde que la hemos recupe-
rado. Es una elección decisiva, aquí se juega irnos al abismo, consiste
en pensar seriamente si vamos a darle convalidación a la regresión de
derechos sociales e individuales.
Porque la fragua liberal es opaca en este grupo que se dice libe-
ral (por el Gobierno de Mauricio Macri). Pienso que es complicado
llamarle a este modelo neoliberal. Sí, es un modelo que está den-
tro de las aficiones generales mundiales del neoliberalismo. Pero
el nuestro ha sido un dramático y horrible plan de negocios, nada
más, urgido por el saqueo y por la acumulación precipitada de al-
gunos intereses.
Es demasiado enjundioso llamar modelo a esta pérdida brutal de
derechos. Si fueran liberales, habrían votado nuestra ley en el parla-
mento6. Hay una ficción. No leen ni a los clásicos ni a los más moder-
nos liberales. Leen la cartilla de negocios, urgentes, rápidos, al punto
de que han sido tan urgentes y tan rápidos que han terminado en una
dialéctica perversa fagocitándose a algunos de ellos. Es absolutamente
impresionante lo que ha ocurrido delante de nuestros ojos, de modo
que, por favor, no convalidar la consecución de este plan nefasto de

5
La charla se realizó un mes antes de las elecciones presidenciales en la Argentina (oc-
tubre de 2019).
6
Hace referencia a la ley de interrupción voluntaria del embarazo que se trató en 2018 en
el Congreso y si bien fue aprobada en una de las cámaras, no alcanzó los votos en la otra.

21
La palabra encendida

negocios. Esta es la urgencia que tenemos para el 27 de octubre. Ne-


cesitamos más Evas (Mieri) y necesitamos a Mayra (Mendoza) en la
gobernanza de este distrito.
Ya van a ver lo que es la empresa femenina. Ya van a ver cómo efectiva-
mente rinde frutos nuestra vieja convicción de justicia social, porque esa
justicia social viene acompañada paradigmáticamente de una lucha
antipatriarcal en todas las barriadas. Justicia social es justicia antipa-
triarcal. Justicia que beneficiará, sin duda, al conjunto de la población.
Porque estoy segura de que ni Mayra ni Eva han formulado ninguna
negativa respecto de los estándares plausibles que merecen nuestros
compañeros varones.
Nuestra lucha es contra el patriarcado, no contra la muchachada. Aprén-
danlo de una vez. El patriarcado también acogota a los varones, sépanlo.
En este momento hay múltiples foros en todas las universidades y
estoy completamente segura de que todas las voces coinciden en que
necesitamos volver de manera urgente a una vida verdaderamente
democrática. Necesitamos con urgencia devolver derechos sociales,
devolver la posibilidad de alimentación, resolver la brutalidad, el es-
cándalo insoportable del hambre en nuestras poblaciones. Necesita-
mos rápidamente volver a reflejarnos en una condición de posibilidad
común, en una vida común arquitectada para que todas las personas
puedan vivir con igual dignidad.

Preguntas del público


Público — ¿Cómo interrogamos a las masculinidades? y ¿qué
espacios les damos a esos hijos legítimos del patriarcado para de­
construirse?

22
Patricia Sepúlveda

Dora Barrancos — Creo que late fuerte algo muy elemental que
va a tener que hacer la nueva gobernanza: hay que desestructurar
la malla indicial, sobre todo en el sistema educativo que es donde
existe una polea de transmisión inexorablemente patriarcal. La do-
cencia de base reposa sobre cuerpos femeninos, hay más del 80 % de
mujeres al frente de preescolar y de grado y muy poco magisterio
masculino dentro de la escuela elemental y primaria. Siempre me he
preguntado si hubiera una capacidad de transformación de nuestras
congéneres, de darse cuenta, de admitir profundamente su experien-
cia. Si pudiéramos conseguir que ese extraordinario ejército de paz
deviniera sensible al antipatriarcado, la circunstancia sería comple-
tamente diferente.
El Estado tiene muchísimo que hacer hoy. Hay una gran feminista
liberal que sostenía algo muy impactante: “El Estado no puede entrar
en los hogares que es el cóncavo –lo dijo así– de mayor perversidad
por la transmisión que le da constitutividad patriarcal. Pero el Estado
tiene que ingresar en el sistema educativo” (Susan Moller Okin). Es
inadmisible que todavía tengamos tareas de niñas y tareas de niños o
deportes de niñas y deportes de niños en las escuelas. ¿Qué es eso sino
facultar las formas violentas de la vida?
Entonces, creo que el compromiso del Estado que viene es fun-
damental para remover esta condición de retransmitir valorati-
vamente lo mismo. Tenemos obligación de pedir a cada una de
las jurisdicciones una reforma curricular y una reforma del plan
de formación de los docentes. De lo contrario, seguiremos reins-
cribiendo la norma patriarcal violenta. No habrá cómo disuadir
la forma violenta extrema que hay. O sea que en este país lo que
necesitamos hacer es un gran trabajo, enorme, energúmeno para

23
La palabra encendida

prevenir y erradicar completamente el cauce propulsor de toda la


violencia.
Como dijo María Pia, las feministas no somos punitivistas. Sabemos
perfectamente que no vamos a derrotar al patriarcado con el código pe-
nal en nuestra mano. Necesitamos prevención, no se hizo en estos años
una sola política de prevención. En la Ciudad de Buenos Aires, donde hay
un experimento de doce años (de gobierno de Cambiemos), no hay una
política de prevención. De modo que todo está por hacerse. No hay re-
sistencia machirula si no hay consistencia formativa machirula. Por eso
le decimos a cada uno de los varones que tienen una responsabilidad ahora,
porque sí saben de qué se trata. Como dijo Eva, tienen una obligación
de repensarse. Repensarse profundamente. He ahí el desafío que viene.
P — En una cátedra hablábamos de la evolución de la ocupa­
ción, del rol de las mujeres y de las jerarquías en el trabajo. Ad­
vertíamos la problemática de que las mujeres no pueden acceder
a cargos jerárquicos. Entonces, la profesora nos dijo que teníamos
que repensar si no será nuestra convicción como mujeres querer
tener a hombres en la cabeza de las instituciones. En este sentido,
puso como ejemplo cuando en una institución de salud se plantea
quién será responsable de la dirección y muchas voces femeninas
dicen “yo prefiero que sea un hombre”. ¿Qué opina sobre esto?
DB — El triunfo del patriarcado no es un triunfo regular en la
hegemonía, su triunfo es en la subjetividad de las mujeres, ahí está
su clave exitosa. Muy a menudo hay autoimpugnación femenina, se
piensa que la condición masculina para el poder se da mucho mejor. De
modo que tiene mucha razón tu profesora. Sabemos que hay una
condición generizada de autoimpugnación: yo esto no lo puedo hacer,
me parece que no, hay una cierta inhibición.

24
Patricia Sepúlveda

Voy a contar un caso, un clásico del modelo autoimpugnativo, lo


que además llamamos el suelo pegajoso7. Desde luego, pondero esto
como una segunda cuestión. La primera y principal son las prerrogati-
vas masculinas y la cierta esterilización que producen respecto de las
oportunidades de las mujeres. Ahora bien, retomo el caso. Una física
contó que hace 25 años integraba un equipo de cerca de diez personas
que trabajaban en un programa de medicina nuclear, en el que se ar-
ticulaba con Japón. Entonces, el equipo argentino tenía que ir a Tokio
para resolver los aspectos finales del proyecto común. Había que ele-
gir la representación. Como ella se había destacado, varias voces di-
jeron “es usted, doctora, la que tiene que ir”, pero ella respondió ulu-
lante “¿yo?, ¡no!, tiene que ir uno de ustedes” y señaló a los varones.
Este modelo de autoimpugnación lo conocemos muy bien. Hay, ade-
más, escasa sororidad en los ambientes típicos en donde las mujeres son
pocas. Entonces, hay que volver a pensarse, lo estimulamos tantísimo.
Si no se animan a decirse feministas es lo de menos. Pero lo que necesi-
tamos es una insurgencia de la subjetividad. Me tiene muy sin cuidado
si se quieren catalogar o no. Pero la insurgencia de la subjetividad sí
la estamos reclamando, eso es imprescindible. Y hay que saber que en
todo lugar tiene que haber una sinergia de sororidad porque eso tam-
bién contribuye fuertemente a vencer la autoimpugnación.
Aplausos.

7
Hace referencia a un fenómeno por el cual las mujeres tienden a quedarse estancadas en
los puestos de trabajo menos calificados (Brosio, s.f.).

25
La palabra encendida

La UNQ presente en la marcha del 8 de marzo de 20188. Fuente: UNQtv – Programa de


Producción Televisiva de la UNQ.

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cial.gob.ar/detalleAviso/primera/223631/20191211
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de los años 20. Nueva Tribuna. Recuperado de https://www.nuevatri-
buna.es/articulo/historia/socialistas-franceses-voto-femenino-fines-
anos-20/20180929103337156032.html

8
Hemos decidido incluir fotografías de diversas actividades para dar cuenta de los cru-
ces entre las charlas de Dora y las militancias callejeras que se dieron en estos años y en
los que la cátedra funcionó como catalizador (nota de la compiladora).

26
Patricia Sepúlveda

Recursos
- López, M. P. (s.f). Duelo colectivo y templanza de los cuerpos. Anfibia. Uni-
versidad Nacional de San Martín. Recuperado de http://revistaanfibia.
com/cronica/duelo-colectivo-y-templanza-de-los-cuerpos/
- Revista Trinchera (s.f.). María Pia López: “El aporte de los feminismos es
poner en escena que ninguna vida es desechable”. Agencia Timón. Recupe-
rado de https://www.agenciatimon.com/es/maria-pia-lopez-el-aporte-de-
los-feminismos-es-poner-en-escena-que-ninguna-vida-es-desechable/
- UNQtv (21 de mayo de 2020). Panel 2: “Covid, aislamiento y violencias
de género” [registro audiovisual de transmisión en vivo]. Barrancos, D.
Mendoza, M., Sonderéguer, M. y Obregón, V. (coord.). En Ciclo Proyecto
Feminista. Organizado por la Cátedra Abierta de Género y Sexualidades de
la Universidad Nacional de Quilmes.

Disponible aquí

27
II
Masculinidades

Contexto
“No hay nada más temible que calidad humana insegura” esta fue
una de las expresiones con la que nos fustigó Dora Barrancos en una
charla realizada un frío martes 3 de septiembre de 2019 en la sala Rosa
de los Vientos de la Universidad Nacional de Quilmes. Para esos tiem-
pos la situación económica se había deteriorado tanto que el Fondo
Monetario Internacional se rehusaba a entregar un último desem-
bolso de 5400 millones de dólares, por considerar que el gobierno de
Mauricio Macri había incumplido los términos del acuerdo pactado
(Lukin, 2019). El clima preelectoral sobrevoló la charla.
Acompañaron a Dora en la actividad:
Néstor Artiñano, decano de la Facultad de Trabajo Social de la UNLP,
doctor en Trabajo Social, docente titular de la cátedra Teorías de la Cultura
e investigador del Laboratorio de Estudios en Cultura y Sociedad (LECyS).
En su exposición, Néstor indicó la complejidad de definir la pa-
labra masculinidades. Señaló los aportes que se pueden hacer a la
causa de derrocar al patriarcado desde el campo de los estudios de
las masculinidades, desde las reflexiones de los propios varones y sus
privilegios. Advirtió que si bien el patriarcado implica privilegios, el
hecho de sostenerlos pone a los varones en zonas de mucha tensión
y sobreexigencia, en las que terminan siendo víctimas de sí mismos.
Abogó por que el colectivo de varones ponga en juego estrategias de
deconstrucción de las masculinidades hegemónicas.

29
La palabra encendida

Ese Montenegro, activista trans masculino, editor, escritor, ilus-


trador y miembro de Feminista Mundial9.
En la charla, Ese planteó su posicionamiento político e invitó a
votar en octubre de 2019 en contra del gobierno de Mauricio Macri.
Señaló la urgencia de dar cuenta de las precariedades a las que fue-
ron destinades todes por las políticas neoliberales del momento y los
efectos multiplicados que provocaron sobre aquellas identidades ge-
néricas no binarias. Planteó sus reflexiones surgidas al calor del de-
bate llevado a cabo en 2018 por el aborto seguro, legal y gratuito y la
imposibilidad dentro de este de alojar a algunas identidades genéricas
como las masculinidades trans. Se definió a sí mismo como “un tipo
con útero”, una masculinidad con capacidad de gestar y, por lo tanto,
con capacidad de abortar. Imposible no pensar en el artículo leído por
allá en 2011 de Mauro Cabral “Hij*s de hombre” aparecido en el su-
plemento “Soy” del diario Página 12. Puso el dedo en la llaga al señalar
cómo, a pesar de la existencia de una Ley de Identidad de Género tan
importante respecto del reconocimiento de derechos, en los debates
parlamentarios se hizo evidente que la construcción de la ciudadanía
sigue siendo fuertemente heteronormativa. Trajo a la mesa las identi-
dades genéricas no binarias, trans y travestis.
Alejandro Kaufman, crítico cultural, ensayista, docente en las
UNQ y en la UBA. Investigador del Instituto Gino Germani. Miembro
fundador de la revista Pensamiento de los Confines e integrante de su
comité de dirección. Forma parte de la Cátedra Abierta de Género y
Sexualidades.

9
Feminista Mundial es un espacio creado para pensar y construir un deporte disidente,
combativo y emancipador de las lógicas heterocispatriarcales y capitalistas.

30
Patricia Sepúlveda

En la actividad, Kaufman señaló que mientras los colectivos femi-


nistas construyen experiencias comunes, no sucede lo mismo con los
varones. Hizo referencia a las masculinidades como forma de domi-
nación, del orden del privilegio, del poder, aspectos centrales de la
estructura patriarcal a los que no se renuncia sin una transformación
radical de las condiciones de la existencia. Lo anterior implica una
cuestión del orden civilizatorio y una tarea de largo aliento.

Charla “Masculinidades”. Uni-


versidad Nacional de Quilmes.
De izquierda a derecha: Victoria
Obregón, Dora Barrancos, Patri-
cia Sepúlveda, Ese Montenegro,
Néstor Artiñano y Alejandro
Kaufman. Fuente: Cátedra
Abierta de Género y Sexualida-
des de la UNQ.

Entre perplejos y azorados


Dora Barrancos — Me gustaría decir que tengo una conjetura res-
pecto de la condición hegemónica masculina. En todo caso, la con-
dición hegemónica masculina tiene sus matices, ya lo sabemos, ¿no?
Pero redunda una suerte de características, conductas, actitudes, que
son dominantes, predominantes y que, efectivamente, están a la vista.
En general, es empíricamente comprobable.

31
La palabra encendida

Creo que hoy en día en la masculinidad hegemónica hay tres ca-


tegorías posibles frente a los retos de la insurgencia de los feminis-
mos. Una reserva, muy escatológica, muy resistente, absolutamente
cerrada en su resistencia, que podría ser del 30 % de los varones; y que
tampoco se empeña en no dar disgustos, al contrario, es reverente
respecto de lo que cree y piensa como una cantera.
Esto es conjetural, pero creo que hay un 60 % o 70 % que se per-
cibe en estado de azoramiento, un estado que va entre la confusión,
el asombro y la perplejidad por la insurgencia, que generalmente se
revela en el seno de la propia casa. Hoy es altamente probable que una
niña de 9 años, de 10, de 11 o de 12 ya plantee una insurgencia al siste-
ma patriarcal, por lo cual muchos padres están más azorados todavía,
porque ocurre en el seno de sus casas, ya no solo se trata de lo que se
ve en la televisión. Estoy segura de que, además, sube la capacidad de
azoramiento cuando llegamos a los 15 años, a los 16 o a los 17.
Desde luego, no se me escapa que queda un 10 % o 15 % de masculi-
nidades que se revelan en estado de deconstrucción, es poco pero se ve.
Es medio capilar pero no tanto, hay gestos, hay actitudes de buena fe.
Los perplejos y azorados, sin embargo, son un grupo muy grande;
no sabemos cómo van a actuar o cómo actúan, yo me permito decir
que con cierta condescendencia. Es decir que la cantera dura y pro-
bablemente muy violenta está constituida por el grupo que nombré al
inicio, ese 30 % básico.
Luego, como decía, tenemos un estado de disponibilidad interesan-
te de personas, de varones cis, que dicen “estoy en estado de decons-
trucción” o “soy un macho en deconstrucción”. A veces es una suerte
de desafío simpático, sobre todo si, obviamente, la interacción se pro-
duce con personas, como todas las que están acá, cuya militancia es

32
Patricia Sepúlveda

muy clara que tenemos en la propia Cátedra. Entonces, ahí hay un acto de
simpatía, pero hay un enhebrado en esa simpatía que permite decir que
hay una posición ya de transigir con la vertebración patriarcal.
Me parece que esto está combinando muchas cuestiones hoy en
día, pero me gustaría referirme a algunas cosas del pasado. Esta mas-
culinidad hegemónica tiene un tránsito de creación sociocultural muy
particular y siempre pensamos en el entredicho tremendo que va des-
de el siglo xviii al xix. Hay ahí una construcción, otra, de una burguesía
que tiene empeños completamente claros, muy determinados, en esta
vuelta de tuerca patriarcal como no se había vivido antes.
Una puede pensar, obviamente con todo derecho historiográfico,
que el patriarcado remite a una conformación que va desde 10 000
años atrás y que se configuró no siempre repitiendo la mismidad.
Hubo momentos de quiebre del patriarcado, en el sentido de que en
determinadas épocas ha tenido una menor condición de posibilidad.
Siempre doy el ejemplo de las monjas del siglo xii. A las monjas del
siglo xii no las conducía el obispo, este último tenía poco que decirles,
las monjas hacían, en general, lo que querían10. Es más, podían hasta
inventar comidas para seducir más o menos al obispo que de vez en
cuando las visitaba con otros fines y no precisamente los sacrosantos.

La referencia es a la Edad Media en la que las abadesas fueron ejemplos de mujeres


10

poderosas y con autoridad. Los monasterios estaban lo suficientemente alejados como


para que las monjas pudieran gobernarse a sí mismas y producir sus propios conoci-
mientos (por ejemplo Hildegarda de Bingen [1098-1179]).Si bien estaban sometidas en
última instancia a la jerarquía masculina, las que se situaron en los márgenes religiosos
fueron las que demostraron mayor poder, pero también mayores riesgos de perder la
vida (Segura Graíño, C y Del Val Valdivieso, M. I., 2012).

33
La palabra encendida

Entonces, esto es interesante de ser pensado, primero, porque fue


un momento en el que se deshizo el Imperio romano y hubo una fase
de gran ruralidad, que devino en el siglo xii en un propósito de urba-
nización. En esta urbanidad creciente, en las fórmulas relacionales,
hubo un crescendo, que implicó formas más autorizantes del patriar-
cado. El disciplinamiento llevó una forma de reforzamiento patriarcal
que asumió manifestaciones diferenciales entre los siglos xvii y xviii.
¿En qué sentido diferencial? Las señoras aristócratas, sobre todo en
Francia, tenían muchas más franquías sexuales que las mismas mu-
jeres devenidas burguesas en el siglo xix. Resulta incomparable la ca-
pacidad de franquía sexual hetero y homoerótica entre un grupo y
otro. Encontramos mucho homoerotismo en las fórmulas relacionales
típicas sobre todo en el estrato aristocrático11.

11
En estos breves párrafos Barrancos refiere a cuestiones complejas. En sus reflexiones
puede identificarse la perspectiva histórica de género. Tal como lo plantea Joan Scott
(2008), aquí Dora está poniendo en evidencia la necesidad de prestar atención a las mani-
festaciones concretas que adquiere la organización social de la diferencia sexual, porque
si bien el concepto de género refiere a las formas en que se conciben las relaciones entre
varones y mujeres, ni las relaciones, ni los “hombres” o las “mujeres” pueden considerar-
se idénticos en todos los casos, lo esencial es hacer un análisis histórico de todos estos.
Tampoco podemos dejar de pensar en Michelle Perrot (2009), quien señaló al siglo xviii
como aquel en el que las ciencias naturales y médicas descubrieron “lo de abajo” y a
partir de allí se identificó la sexualidad. Si bien se sexualizó a todos los individuos, esta
operación fue particular en referencia a las mujeres. La mujer se confundió con su sexo
y se redujo a este, lo que determinó su función en la familia y su lugar en la sociedad. Las
marcas de su sexualidad y la posibilidad de quedar embarazada delimitaron el lugar de
la mujer, que también aportó su propio imaginario en el que se contaba la alegría de ser
seducida, halagada y de encontrar la estabilidad económica. La contracara de esto fue la
convicción masculina de que el cuerpo femenino necesitaba un propietario.
Por otra parte, Dora hace referencia a las considerables diferencias según el espacio
social al que pertenecían. La libertad de la joven aristócrata, que andaba a caballo, que
practicaba esgrima, que tenía un preceptor o una institutriz como sus hermanos, con-
trastaba con la custodia de la joven burguesa, educada por su madre, iniciada en las

34
Patricia Sepúlveda

En el siglo xix sobrevino la burguesía y con ella una canónica obli-


gación evidente sofrenadora de la sexualidad en el orden de la pro-
ductividad, tal como alguna vez dijo Foucault. Entonces, hubo tam-
bién una marca nueva muy exigente, muy tremenda sobre la mas-
culinidad. Una podría adherir a aquello que Raymond Williams dijo
tan bellamente12: “1848, año en que en Inglaterra los hombres fueron
obligados a no llorar más en público”. Es bello, ¿no? ¿Qué quiere decir
que no pudieron llorar más en público?
Debo hacer hincapié en que en la corriente inglesa hay algo proce-
dente del puritanismo anterior, que nada tiene que ver con la sexuali-
dad. La vida puritana implicaba una política relacional, sobre todo para
los varones, que exigía que no hubiera ninguna incontención emocional
en público. Quiere decir que hay una actividad, una conducta política,
que no refiere a la emoción y que no tiene nada que ver con la sexuali-
dad. Los puritanos la pasaban muy bien, arriba o debajo de las sábanas.
Pero lo que quiero decir es que se desarrolló un extraño y nuevo casa-
miento con el orden moral burgués en donde lo puritano fue después
orden victoriano, orden de desautorización de la sexualidad y del placer
femenino, no masculino. Peter Gay13, un gran autor, dijo: “no todo, sin

tareas del hogar y las artes del ocio (el sempiterno piano), refinada por algunos años
de academia o internado y sometida a los rituales de entrada en el mundo, que apun-
taban a casarla. O las muchachas de los sectores populares tempranamente enviadas
del campo a la ciudad para desempeñarse como criadas, donde la paga era escasa y se
remitía directamente a las familias. Una vez en la ciudad las oportunidades de trabajo y
libertad se veían ampliadas, así como “las tentaciones, el vicio, la degradación a la que
los cuerpos femeninos se suponían expuestos” (Perrot, 2008, p. 248).
Se refiere al libro Solos en la ciudad. La novela inglesa de Dickens a D.H. Lawrence, publicado
12

en inglés en 1973. Se editó en español en 1997 por Debate.


13
Ver Gay, Peter. La experiencia burguesa. De Victoria a Freud (I). La educación de los sentidos

35
La palabra encendida

embargo, fue fácil”. Sentenciados a no llorar en público, se configuró


una rara circunstancia: hubo que obligarse a aprender sensibilidades.

No hay nada más temible que calidad humana insegura


Entonces, siempre hemos visto tenebrosamente a los patriarcas.
Sin embargo, yo diría que crece su propia inseguridad y no hay nada
más temible que calidad humana insegura. Podríamos pensar que el pa-
triarcado tan vigoroso, fuerte y brutal tiene debajo un sustrato de una
enorme duda, una enorme inseguridad. Desde luego, en ciertas inse-
guridades se burilan caracteres masculinos y vuelvo sobre el ejemplo
inglés porque es muy interesante. Justamente, en Inglaterra la peda-
gogía de la masculinización fue muy fuerte, se segregaba por indica-
ción absolutamente patriarcal y a los niños se los sacaba de sus casas,
sobre todo a los niños burgueses y a los aristócratas.
Las familias burguesas en Inglaterra querían tener hábitos aris-
tocráticos. Se llevaba a los niños a un sistema, una especie de mani-
festación pedagógica hípermasculina que era la public school, que no
tenía nada que ver con la escuela pública. Aquel era el lugar donde se
educaba la masculinidad dominante en los estilos más estereotipados,
más férreos, más vigorosos.
Los chicos estaban en un lugar enorme, muertos de frío, sin cale-
facción. Era la clase dominante inglesa la que tenía que aprender dura-
mente. Esa separación en la public school duraba de los 6 años o 7 hasta
los 18, con escasos momentos de visita a la familia. Lo que lleva a consi-
derar dos acontecimientos inexorables en este modo hospicial. Por un

[1984]. Publicado en México, en 1992, por el Fondo de Cultura Económica.

36
Patricia Sepúlveda

lado, la transmisión de enfermedades infectocontagiosas, en esa época


morían los niños por escarlatina o sarampión, lo que constituía una pe-
nosa circunstancia. Por otro, las relaciones homoeróticas y las prácticas
homosexuales que marcaron fuertemente ciertas actitudes. Inclusive el
fenómeno de la forma de hablar de los egresados de la public school. Es-
fuerzos particulares asociados a prácticas militarizantes, ejercicios de
deportes, la competitividad, la agresión y como decía una gran historia-
dora cuya obra vamos a traducir, Bonnie Smith14, ni hablar de las formas
violentas que se traducían sobre todo en los trayectos universitarios.
Ella ha mostrado la forma violenta del tratamiento inter pares que ha-
bía, por ejemplo, en aquellas unidades que enseñaban historia.
Entonces, es patético. La formación de masculinidad en la public
school soportada sobre algo de lo que no se podía hablar, lo que no se
podía señalar, lo que no se podía porque era una mengua, una contra-
dicción acerca de lo que se quería como masculino y era muy común
en la alta sociedad inglesa, la práctica homosexual, voilà.
De modo que hay una profunda hipocresía en el encendido básico
del patriarcado. Quiere decir que podemos sospechar que machos a todo
vapor, diría Freud, están en algún default. En fin, después vino Freud para
explicarnos algunas escenas, ¿no? Aquí se han nombrado a las personas
cis, yo la verdad es que tengo dudas acerca de ellas. Entiéndase, tengo
dudas porque es el único modo que encontramos para caracterizar, sin
embargo, qué cosa es una persona cis15. Ese apego al género… una podría

Se refiere al primer libro de la Colección Géneros de la UNQ, que implicará la traduc-


14

ción al castellano del libro de Bonnie Smith titulado The gender of history: men, women,
and historical practice, Harvard University Press, 2002.
15
El término cis hace referencia a las personas cuya identidad de género se corresponde

37
La palabra encendida

decir, más bien, que hay desapegos y apegos a nuevos géneros en cons-
tante migración16. Entonces, en tren de ser optimistas, porque estamos
en un momento decisivo, a la hora del cambio de gobierno tendremos
que replantearnos muchísima política trans generizada y tendremos
que pensar mucha política de intervención para prevenir las violencias.
Finalmente, me gustaría mencionar algo en lo que creo que Virgi-
nia Woolf, una de mis referencias, acertó de manera extraordinaria.
Autora que hizo un trabajo excepcionalmente pionero en materia de
señalar e interpretar situaciones, dado que no había teoría feminista
entonces. Ella hizo un aporte notable a lo que más tarde sería la carac-
terización del patriarcado. En su libro Un cuarto propio (1929) terminó
con algo que es, para mi gusto, una exuberante apuesta que, a menu-
do, cuando se la lee no se atiende mucho lo que quiso decir. Allí se
aparta de la idea de que habrá una condición femenina que perdurará

con el sexo asignado al momento de nacer (varón o mujer excluyendo toda otra forma
de identidad sexo genérica no binarie).
16
Debe subrayarse que, lejos de lo que pueda creerse, no existe solo la polaridad de dos
géneros, femenino/masculino. Existen varios géneros o, mejor, actos performativos
de género –esto es, formas del lenguaje que suelen repetirse hasta “hacer un tipo de
género”–, toda vez que las negociaciones de la sexualidad son diversas y dan lugar a
múltiples adopciones de identidad o de identificación, que sería riesgoso encasillar. Es-
tas interpretaciones deben mucho a los aportes efectuados por la filósofa Judith Butler.
Hoy en día –gracias a los grados ampliados de libertad que muchas sociedades han con-
quistado, al avance en materia práctica y conceptual de los denominados derechos hu-
manos y a las reivindicaciones de las personas afectadas por discriminación en materia
de sexo/género– el arco se extiende desde la heterosexualidad normativa a la diversi-
dad constituida por quienes se identifican como lesbianas, homosexuales, transexuales,
intersexuales y transgéneros. La identidad –es necesario insistir– está en perpetua ne-
gociación y los seres humanos solo pueden resultar “sujetos nómades”: les es propia la
condición migrante, en estado de apertura, como propone Rosi Braidotti, una singular
teórica feminista inspirada en buena medida en su maestro, el filósofo Gilles Deleuze,
un amigo de la causa de las mujeres (Barrancos, 2009, p. 18).

38
Patricia Sepúlveda

como está y una condición masculina que perdurará como está. Hay
algo de un acierto al futuro que hace Virginia Woolf pensando en que
habrá un momento de tácita equiparación. Entonces, ella dice, habrá
un día allá, largo en el futuro, en que solo tendremos androginia.
Las feministas, en ese momento, ya no tendremos la poliqueja por
nuestros derechos, ni las transformaciones sexogenéricas tendrán
que agenciar la idea del reconocimiento; la propia masculinidad con-
servará tal vez testosterona, pero no ímpetu avasallante. Como dijo
Virginia Woolf, habrá un día allá en el que solo tendremos androginia.
Es una apuesta muy interesante. Hay mucha gente a la que tra-
tamos y no sabemos de qué sexo/género es y cada vez, creo, resulta
menos importante. Cada vez menos reporta a una indicación fuerte
de la identificación qué diablos, qué diablas, qué diables es ese otro
que, sin embargo, es un sujeto, notablemente modificador del trato.
Yo creo que a ustedes les habrá pasado –a mí me ha pasado varias
veces, no muchísimas pero varias– la fantástica experiencia de tener
como interlocuter a alguien que se escapa absolutamente del esquema
binario y, por supuesto, puede ser desnorteador un rato, pero después
nos damos cuenta de que esa brújula no orienta más.
Muchísimas gracias.

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40
Patricia Sepúlveda

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- Cátedra Abierta de Género y Sexualidades (3 de septiembre de 2019). Con-
versatorio Masculinidades [registro audiovisual]. Universidad Nacional
de Quilmes. Disponible en https://www.facebook.com/catedraunq/vi-
deos/752558115163511/
- Fabri, L. (2020). Masculinidades en debate. Nuevos escenarios en educa-
ción [transmisión en vivo en YouTube]. Universidad Nacional de Quilmes.
Unidad de Formación y Capacitación Docente, Dirección de Profesorados,
Ciclo Introductorio del Departamento de Economía y Administración y
Cátedra Abierta de Género y Sexualidades (organizadores).

Disponible aquí

- Portos, L. (2020). Masculinidades en debate. Nuevos escenarios en educa-


ción [transmisión en vivo en YouTube]. Universidad Nacional de Quilmes.
Unidad de Formación y Capacitación Docente, Dirección de Profesorados,
Ciclo Introductorio del Departamento de Economía y Administración y
Cátedra Abierta de Género y Sexualidades (organizadores).

Disponible aquí

41
La palabra encendida

- Sepúlveda, P. (2020). Masculinidades en debate. Nuevos escenarios en edu-


cación [transmisión en vivo en YouTube]. Universidad Nacional de Quil-
mes. Unidad de Formación y Capacitación Docente, Dirección de Profesora-
dos, Ciclo Introductorio del Departamento de Economía y Administración
y Cátedra Abierta de Género y Sexualidades (organizadores). Disponible en
https://www.youtube.com/watch?v=3pF8OxxFN10&feature=youtu.be

Disponible aquí

- Valdés, T. y Olavarría, J. (eds.) (1997). Masculinidad/es poder y crisis. San-


tiago de Chile: Ediciones de las Mujeres Nº 24. Isis Internacional. Disponi-
ble en http://joseolavarria.cl/wp-content/uploads/downloads/2014/08/
Masculinidad-poder-y-crisis-Valdes-y-Olavarria.pdf

42
III
El sentido común patriarcal no tiene sentido I

Contexto
En nuestra sociedad existen prácticas, representaciones, normas
y valores que constituyen estereotipos sobre la base de la diferencia
sexual, versiones simplificadas de lo que es ser mujer o varón, que
en la vida cotidiana se toman como naturales y que por ello generan
profundas desigualdades entre ambos y establecen vínculos jerarqui-
zados. La violencia contra las mujeres en todas sus formas es parte del
sentido común patriarcal que proponemos desnaturalizar.
La charla que sigue estuvo a cargo de Dora Barrancos, se tituló “El
sentido común patriarcal no tiene sentido” y se inscribió en el conjunto
de acciones que la UNQ venía desarrollando a fin de visibilizar la dimen-
sión de esta problemática, combatirla y promover derechos. Se realizó
el 14 de mayo de 2019, con la coordinación de Patricia Sepúlveda.
En este caso quedó demostrado que, además de científica y femi-
nista, Dora es una militante política. En la presentación se hizo refe-
rencia a que el 9 de mayo había renunciado públicamente como repre-
sentante del área de Ciencias Sociales y Humanidades en el Directorio
del Conicet, tras ocho años de mandato. Aprovechó su renuncia para
poner en evidencia el vaciamiento del sistema científico y la negligen-
cia del gobierno de Mauricio Macri, que se negaba a designar a su re-
emplazante, el sociólogo Mario Pecheny, quien había sido elegido un
año antes por sus pares científicos (La Nación, 2019; Perfil, 2019; Tiempo
Argentino, 2019).

43
La palabra encendida

Por otra parte, debemos señalar que esta charla se relaciona con la
Ley Micaela 27499, sancionada el 19 de diciembre de 2018, norma que
establece la capacitación obligatoria en género y violencia contra las
mujeres para todas las personas que se desempeñan en la función públi-
ca en todos sus niveles y jerarquías en los poderes Ejecutivo, Legislativo
y Judicial de la Nación. Se llama así en conmemoración de Micaela Gar-
cía, una joven entrerriana de 21 años, militante del Movimiento Evita,
que fue víctima de femicidio en manos de Sebastián Wagner.

Charla “El sentido común patriar-


cal no tiene sentido I”. Universidad
Nacional de Quilmes. Dora Barran-
cos y Patricia Sepúlveda. Autora
de la fotografía: Natalia García.

La charla
Patricia Sepúlveda — ¿Qué entendemos por sentido común pa­
triarcal? o ¿qué decimos cuando hablamos de eso?
Dora Barrancos — Primero, les pido muchísimas disculpas, estoy
muy arrasada por una noticia, pero la función debe continuar, solo
que lo vamos a hacer un poco más corto17.

17
Minutos antes de la charla Dora recibió un llamado en el que le informaron que su her-

44
Patricia Sepúlveda

El sentido común se plantea como una cuestión inexorable, inevita-


ble, que condiciona la cotidianeidad. Vivimos en condiciones de sen-
tidos comunes, a tal punto que no hacemos ninguna parada crítica. El
sentido común tiene un cierto automatismo. Es como prender y apa-
gar la luz, no reflexionamos para prender y apagar la luz. Quien tra-
bajó muchísimo la cuestión del sentido común, como impregnador de
sentidos de enorme impacto en la conducta humana y en la conducta
política, fue Gramsci. Esas habitualidades que tenemos ritman nues-
tras conductas y en realidad son la malla, el mapa de lo cotidiano. Para
reflexionar sobre el patriarcado es necesario parar el sentido común.
Porque cuando se para el sentido común frente a todas las cuestiones
que tienen esa suerte de magma inequívoco, que son magma dentro
del cual andamos, tenemos conductas, interactuamos.
Entonces, hay que hacer un ejercicio de parar y reflexionar. El pa-
triarcado se ha magmatizado por fuerza del sentido común y tiene
una desorbitada preeminencia. Tiene un ejercicio poderoso, realiza
mandatos, estimula determinadas conductas y garantiza su impuni-
dad por fuerza de su sentido común. He aquí la cuestión: al patriar-
cado hay que enfrentarlo considerando su no sentido. Porque en ese
sentido común toda fuerza autoritaria, toda fuerza que domina, toda
fuerza de sujetamiento, no tiene sentido. Es decir, podemos explicár-
nosla, pero no podemos fundamentarla en su existencia, en las conse-
cuencias de su ejercicio sin conmover profundamente el propio sen-
tido de la existencia.

mano mayor había fallecido. Desencajada por la tristeza, decidió hacer la charla igual.
“Eso sí, hija, esta vez haceme preguntas”. Así arrancamos. Trabajar con esta conferencia
y volverla a escuchar no ha sido fácil, pero constituye también un tributo a ese querido
hermano que ya no está.

45
La palabra encendida

El propio sentido de la existencia tiene que ser revisto a la luz del


poder patriarcal. Es ahí donde se ve que el patriarcado no tiene una
naturaleza. El patriarcado no vino con la condición humana, no vino
con nuestra especie, es un invento, una circunstancia que remite a
una cierta historia. Con un exceso de metáfora, podríamos decir que
se incrustó como si fuera natural a nuestra humanidad, es decir, con
la fuerza que tiene un mandato de naturaleza. Pero no tiene sentido.
En todo caso, cuando decimos no tiene sentido lo que examinamos es
la irracionalidad. Su componente, completamente alienado. Un com-
ponente de características que deben deshabilitarse absolutamente
del sentido de lo que se repite con consecuencias que son muy irra-
cionales, y también irracionales para quienes ejercen el patriarcado.

PS — En función de este cuestionamiento principal al patriar­


cado, y con toda la efervescencia feminista, hemos visto que hay
cosas que antes considerábamos naturales que hoy ya no se ven así,
hay cosas que ya no se pueden hacer, cosas que ya no se pueden
decir sin que haya un rechazo por parte de las subjetividades fe­
meninas transformadas. Compartimos la idea de que el feminismo
no es exclusión y no es ir en contra de los varones, no pretende
reemplazar una subordinación por otra. En esa línea, te pido que
delimites qué entendemos por violencia y por acoso para poder
desmalezar las relaciones cotidianas en las que nos movemos.
DB — Cuando decimos que una fuerza es irracional y que nos alie-
na –sobre todo que aliena al ejecutor de la fuerza, al amo, al patriar-
ca–, estamos diciendo que es una gestión violenta. El patriarcado es
una gestión violentísima. Ahora bien, lo dramático es que la argamasa,

46
Patricia Sepúlveda

la constitución del patriarcado, tiene la solidez del orden simbólico.


Es decir, está tan enmarañada en la subjetividad, es casi una condi-
ción del propio sentido común, está antes del sentido común. Hay una
representación simbólica acerca de ese sujetamiento, del significado
que tiene la articulación del mandato patriarcal, cuya violencia no
asoma en la superficie, porque está primero el orden simbólico.
Lévi-Strauss18 nunca pudo decirnos en qué momento se forjó ese
orden simbólico que atañe a nuestras culturas humanas. Hay algo que
sí sabemos: cuando hay orden simbólico la humanidad se separa de la
naturaleza, ya no es más la naturaleza naturanda por más que algunas
confesionalidades o algunos fundamentalismos de hoy día quieran de-

18
En su libro Las estructuras elementales del parentesco, publicado originalmente en 1949,
Claude Lévi-Strauss construyó una teorización acerca de seres sexuados. La esencia de
los sistemas de parentesco radicó en el intercambio de mujeres entre varones y así
explicaba el paso del estado de naturaleza a la cultura. Sin embargo, implícitamente
construyó una teoría de la opresión sexual. Dos piezas de su teoría resultaron par-
ticularmente importantes para la teoría feminista: el “regalo” y el tabú del incesto,
cuya doble articulación constituyó la base del intercambio de mujeres (Rubin, 1998).
Lévi-Strauss añadió a la teoría de la reciprocidad primitiva (el intercambio de dones de
Mauss) la idea de que el matrimonio era una forma básica de intercambio de regalos, en
el que las mujeres constituían el regalo más precioso.
En el texto clásico “El tráfico de mujeres, notas sobre una economía política del sexo”,
publicado por primera vez en 1975, la feminista Gayle Rubin analizó la obra de Claude
Lévi-Strauss y realizó un aporte fundamental al proponer una nueva forma de abordar
la opresión de las mujeres con lo que llamó el sistema sexo/género.
“El sistema sexo/género es el conjunto de arreglos por los cuales una sociedad transfor-
ma la sexualidad biológica en productos de la actividad humana y en los que estas nece-
sidades sexuales transformadas se ven satisfechas” (Rubin, 1998, p. 37). Cada sociedad
tiene su sistema sexo/género, organización por la cual el material biológico “crudo” del
sexo humano y de la procreación es moldeado por la intervención social y satisfecho de
acuerdo a ciertas convenciones. En su señalamiento respecto de que la subordinación
sexual de las mujeres es consecuencia de las relaciones que organizan y producen el
género, Rubin abrió un nuevo cauce a los estudios feministas.

47
La palabra encendida

cir o quieran volver a explicarnos un sujetamiento de lo humano a la


naturaleza. Nosotros somos una naturaleza en diáspora, ya no somos
más la naturaleza, discutimos la naturaleza y lo hacemos porque esta-
mos mucho más interseccionados por la cultura.
La naturaleza y lo biológico operan en nosotros, pero es un retablo
mínimo, todo lo que nos construye como sujetos viene de la cultura.
Entonces, ese orden simbólico del cual no me quiero apartar es muy
violento porque tiene una inscripción que, además, dice “en el nom-
bre del padre”. Es una suerte de repetición notable respecto de las
explicaciones acerca de ciertas manifestaciones que tenemos como
sujetos, inclusive si observamos algunas consideraciones hechas por
el propio psicoanálisis. Es decir, la construcción del orden del padre
es una construcción normativa que dice qué debemos ser, que afianza
el sentido de que algo está equivocado, errado o no debe hacerse. Esa
construcción simbólica, insisto, tiene una argamasa completamente
violenta, dice e instruye acerca de normas y, de ese modo, nos dice
cuáles son las características esenciales que no podemos perder. Si no
las acatamos, nos vamos a perder como sujetos.
Entonces, si no acatamos el orden patriarcal parece que nos per-
demos como sujetos. Hay una filósofa ensayista francesa, muy contro-
vertida, Sylviane Agacinski19, que discutió a Judith Butler cuando esta
última desautorizó ese orden simbólico patriarcal de acatamiento a

Sylviane Agacinski es autora de Política de sexos (1999). Allí planteó la diferencia sexual
19

como elemento natural. Hay una muy buena reseña del libro, realizada por Carmen Gon-
zález Marín (2000), que se titula “Una invitación a perder la vergüenza”.
Agacinski hizo polémicas declaraciones respecto del matrimonio entre personas del mis-
mo sexo (al que se opone) y afirmó que los roles de padre y de madre no pueden reempla-
zarse por dos progenitores del mismo sexo (Religión en Libertad [sitio web], 2019).

48
Patricia Sepúlveda

la normativa que prescribía que todo el mundo tenía que ser hetero-
sexual o no era. Agacinski, muy ligada a la cultura francesa, se rebeló
contra Butler y dijo que su propuesta –respecto del carácter perfor-
mativo del género– deshacía el orden simbólico. Butler20 le contestó: “El
orden simbólico parece que es propiedad del imperio francés”. Porque
para Agacinski había solo dos sexos: varón o mujer. Una polaridad que
hoy está estallada por los aires, no necesitamos enunciar demasiado
teoréticamente. Es del orden de la toma de derechos de los sujetos.
He narrado esto porque el debate es duro en tanto nos convoca
a plantearnos cómo vamos a demoler el propio orden simbólico que
está incrustado y que nos lleva a una mismidad de comportamientos,
que en el fondo le ha dado mucho volumen y espesura al sistema pa-
triarcal. El orden simbólico, entonces, es un orden violento y hay que
desestructurarlo, desarmarlo, deconstruirlo.
Pero es un orden que tiene una norma rígida, dura, cuya insur-
gencia a veces desestructura a los sujetos. Insurgirse contra ese or-
den puede significar una desestructuración del sujeto. Por eso, para
sostener esta insurgencia es necesaria una colaboración de agencia.
Imagínense en el pasado. Las personas a las que hoy vemos dentro del
enorme arco de la disidencia de la sexualidad y el arco sexogenérico
tan divergente que tenemos, en el pasado estaban hostigadas por la

20
Sintetizando al extremo, Judith Butler (1990) cuestionó las categorías enunciadas por
Gayle Rubin como el sistema sexo/género y propuso que tanto sexo como género son
producto de una construcción discursiva. Así, desestabilizó no solo la distinción bina-
ria del sexo, la heteronormatividad, sino también la propia identidad sexual del sujeto
como preexistente, lo que dio lugar a la emergencia de las teorías queer.
Por otro lado, respecto de los planteos de Agacinski, se recomienda leer la nota de Ju-
dith Butler (2016) que se titula “Matrimonio homosexual, familia homoparental”, pre-
sentada en Debate Feminista (p. 15).

49
La palabra encendida

humillación, el desprecio y el no reconocimiento. Eso que Butler lla-


maba lo abyecto. El mundo de lo abyecto era lo que les correspondía.
En fin, hemos andado un largo camino en la Argentina en materia
de reconocimiento de derechos. Descubrimos una nueva capacidad de
correr un poco la malla, inclusive simbólica, porque Argentina se ha
animado a tener dos leyes fundamentales: la de matrimonio iguali-
tario (Ley 26618/2010) y la de identidad de género (Ley 26743/2012).
El camino del matrimonio igualitario en Occidente tiene un cierto
tránsito, por ejemplo en algunos países del hemisferio norte, pero en
América Latina solo en el Distrito Federal (México) y Uruguay. El resto
de los países todavía no lo consagran, quiere decir que hay ahí una
malla espesa y oscura que tapona nada menos que el derecho al erotis-
mo y al afecto. La Ley de Identidad de Género en nuestro país también
es una marca mayor del acierto con los nuevos derechos humanos y
en esto sí Argentina fue la principal exportadora de este notable bien.
Esta ley era una rareza en el mundo y fue copiada después por muchos
países. Desde luego, Uruguay también tiene.
Dar ese salto ha significado en nuestro país una apreciable trans-
formación del acto legislativo, un acto legislativo que convalida como
derecho humano fundamental ser disidente, pero no es fácil, porque
la disidencia tiene que estar empinada dentro del orden. Y aquí hay un
orden simbólico que se altera. La ley propicia una habilitación nota-
ble y consagra derechos fundamentales. Nosotros, nosotras, nosotres
conseguimos en Argentina una ley más precursora, probablemente,
que lo que el propio imaginario social estaba dispuesto a rendir.
Lo voy a graficar. Los derechos humanos no se pueden plebisci-
tar, sería un desquicio que un Estado preguntara en un plebiscito,
por ejemplo, si todos debemos ser iguales ante la ley. Es un desquicio

50
Patricia Sepúlveda

en sí mismo. Si un Estado manda a preguntar esto es porque, efecti-


vamente, no está comprometido con la igualdad. Por lo tanto, no se
pudo hacer un plebiscito que preguntase “¿cree que todos los géneros
tienen que tener la misma consideración?, ¿las personas trans, por
ejemplo?”, hubiera sido desquiciante.
Pensándolo contrafácticamente, imaginemos un Estado fascista
al que se le hubiera ocurrido preguntar eso, la respuesta habría sido
dramática. No me hago ninguna ilusión. Por un lado, pienso sí, hay
canteras en este país que son verdaderamente libertarias, pero no se
me escapa que hay también una poderosa fuerza a retar que es del
orden simbólico. Más allá de la fuerza que hubieran podido tener los
detractores de estos derechos como los fundamentalismos religiosos.
Así que felizmente es una aventura enorme, por un lado, que haya
un pacto nocional básico, que los derechos humanos no se pueden
plebiscitar. La segunda cuestión es que todas estas sexualidades, es-
tas condiciones genéricas, forman parte inescindible del cuadro de los
derechos humanos y, por tanto, tampoco se pueden plebiscitar.
Sin embargo, no dejo de reconocer que hay canteras con subje-
tividades que resisten por su adhesión ínsita a un modo simbólico
muy difícil de desterrar. Podemos desterrar muchas cuestiones, pero
el orden interno –que no es un orden de la mentalidad, es un orden
integral, que comanda la cabeza, el corazón, las vísceras– es muy duro
de roer. Entonces, no hay movimiento en la cultura si no hacemos esa
conversión de nuestra subjetividad.
En este sentido, lo notable es que la Ley de Identidad de Género y la
Ley de Matrimonio Igualitario fueron una ayuda extraordinaria para
la demolición, para el sacudón, para el tsunami de subjetividades re-

51
La palabra encendida

tractivas. No era lo mismo ser un chico trans o una chica trans hace 20
años –humillada, perseguida, que se tenía que ir de la casa– que ahora
que hay una ley en la mano. Es cierto, la ley no lo hace todo, pero es un
auxiliar fundamental en la idea de una mínima acción de apoyatura de
la familia, que suele ser tan divergente con este derecho. Esta familia,
finalmente, acepta que si está en la ley, se dispone mejor.
Estoy segura de que ha pasado lo mismo con las y los adolescentes
que tienen divergencias respecto de las sexualidades, hoy hay mayor
capacidad de liberación y de experimentación. Entonces, los manda-
tos que vienen del pasado pueden estar completamente conculcados
y hoy que una adolescente le diga a la familia “¿saben qué? Soy gay”
no es lo mismo que antes. Hay ahí un acompañamiento de la ley que
no dejo de pensar que ha sido muy importante, porque al final la ley
también ayuda a construir bases simbólicas o a destruirlas. Cuando se
nos pregunta ¿por qué más ley? Sin duda, porque la ley hace lo suyo
en la construcción de un nuevo acierto para la interacción humana.
La ley acompaña de manera importante. No es lo mismo no tener ley,
porque cuando no tenemos ley lo sentimos; porque el derecho se sus-
pende y se constituye para nosotros en un momento dramático. Lo
sabe muy bien la gente de mi generación.

PS — Recién hablabas de que no se pueden plebiscitar los dere­


chos humanos y, sin embargo, el derecho de las mujeres a la auto­
nomía de su cuerpo ha estado puesto en discusión y ha recibido un
fuerte rechazo, diría, incluso, que está casi en retroceso después
del fracaso el año pasado en el tratamiento del proyecto de ley de
interrupción voluntaria del embarazo y ante el avance que parecen
tener los fundamentalismos religiosos. ¿Qué pensás al respecto?

52
Patricia Sepúlveda

DB — Me permito decir que lo que pasó el año pasado no fue un


fracaso, sino más bien un cierto aletargamiento. Finalmente, se perdió
solo por siete votos en el Senado21. Quién lo iba a decir, siete votos,
¿no? Es cierto también que creamos una cierta expectativa positiva
al pensar que algunos de esos senadores no iban a estar presentes ese
día, pero evidentemente fueron mandados, vaya a saber por qué fuer-
za telúrica, a sentarse ahí.
En la lectura de dos convenciones: la CEDAW22, que es la Conven-
ción sobre la Eliminación de todas formas de Discriminación contra
la Mujer, y Belém do Pará, que es la Convención Interamericana Para
Prevenir, Sancionar y Erradicar La Violencia Contra La Mujer23, se

El proyecto de ley IVE que se debatió en 2018 fue aprobado por la Cámara de Diputa-
21

dos, pero rechazado por el Senado con 38 votos en contra, 31 a favor, dos abstenciones
y una ausencia.
22
La CEDAW fue adoptada en forma unánime por la Asamblea General de las Naciones
Unidas el 18 de diciembre de 1979 y entró en vigor en 1981. Es considerada la carta
internacional de los derechos de la mujer. La CEDAW es el segundo instrumento in-
ternacional más ratificado por los Estados Miembro de la ONU –el primero es la Con-
vención sobre los Derechos de la Niñez–; y a la fecha, ha sido ratificada por 188 países,
lo que le otorga un poderoso mandato internacional. Provee un marco obligatorio de
cumplimiento para los países que la han ratificado para lograr la igualdad de género y
el empoderamiento de las mujeres y las niñas y estipula que los Estados Parte deben
incorporar la perspectiva de género en todas sus instituciones, políticas y acciones con
el fin de garantizar la igualdad de trato, es decir, que no exista discriminación directa ni
indirecta de la mujer, así como mejorar la situación de facto de la mujer, promoviendo
la igualdad sustantiva o la igualdad de resultados (ONU Mujeres, 2011). Cabe destacar
que si bien fue adoptada con carácter constitucional en 1994, el protocolo facultativo
debió esperar a su aprobación hasta 2006.
23
La Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia con-
tra la Mujer, conocida como Convención de Belém do Pará (sitio de su adopción en
1994), define la violencia contra las mujeres, establece el derecho de las mujeres a vivir
una vida libre de violencia y destaca a la violencia como una violación de los derechos
humanos y de las libertades fundamentales. Propone por primera vez el desarrollo de

53
La palabra encendida

hace evidente que solicitan la autonomía para las mujeres y la capa-


cidad de tomar decisiones en materia de salud, procreación, etcétera.
Incluso considero que Belém do Pará vino a reforzar lo que estaba au-
sente o negligenciado en la CEDAW. Ahí radica el motivo por el que
los sectores más oscuros y reaccionarios discutieron muchísimo las
dos convenciones y sobre todo el protocolo facultativo.
Argentina aprobó el Protocolo Facultativo de la CEDAW (adoptado
por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1999) en el año
2006 (Ley 26171). Este protocolo facultativo dice cómo debe llevarse a
cabo lo estipulado en la convención. Obviamente, debemos saber que
cuando un derecho no se cumple podemos apelar a instancias interna-
cionales y reclamar a través de la CEDAW o a través de Belém do Pará.
En cuyo caso se necesita el protocolo facultativo, muchas naciones
han adherido a la CEDAW pero no han sancionado el protocolo facul-
tativo, con lo cual falta algo. Así, si no tienen el protocolo facultativo,
las mujeres tienen que dar una vuelta muy larga para llegar a la ins-
tancia de reclamo internacional.
La Argentina, como dije, consiguió el protocolo facultativo. Cabe
recordar que, justamente, la mayor objeción, la más insidiosa, contra
el protocolo por parte de los sectores más reaccionarios era (y sigue
siendo) que si se tiene protocolo, se abre la puerta del aborto.
Porque las dos convenciones, si bien no dicen que todos los países
deben facilitar el aborto, establecen que deben actuar de acuerdo con

mecanismos de protección y defensa de los derechos de las mujeres como fundamenta-


les para luchar contra el fenómeno de la violencia contra su integridad física, sexual y
psicológica, tanto en el ámbito público como en el privado, y su reivindicación dentro
de la sociedad (OEA, s. f.).

54
Patricia Sepúlveda

la decisión autónoma de las mujeres. De ahí que para las feministas el


aborto se constituye también como parte de la esfera de los derechos
humanos básicos. No se nos escapa que sin la capacidad de decidir
sobre este aspecto, se ven lesionados los derechos de la autonomía de
las mujeres sobre sus cuerpos y sobre sus vidas. Porque el embarazo
–siempre lo diremos– es una circunstancia contingente para la enor-
me cantidad de casos. ¿Qué quiere decir esto? Que se trata de una cir-
cunstancia no querida, no pensada, no reflexionada como condición
previa. Es una contingencia.
Yo lo dije en las dos oportunidades que estuve en el Congreso, en
las audiencias para defender el proyecto de ley IVE. Voy a repetirlo. En
el pasado los métodos anticoncepcionales eran muy endebles. Todos
tenían posibilidad del fracaso. Aún hoy no hay infalibilidad absoluta
en ninguno. A menudo las mujeres pueden tomar todas las medidas de
cuidados y, sin embargo, quedan embarazadas. Ahí, de forma clara, se
presenta la idea de contingencia.
Entonces, lo contingente no puede resultar una fatalidad. No pue-
de resultar una obligación que no se quiere. Además, cuando se nos
ataca con relación justamente a la clave vida, las feministas decimos
que somos nosotras las que más queremos la vida, las que más la de-
fendemos. Primero, porque el aborto clandestino mata. Segundo, por-
que decidir sobre la procreación, decidir sobre una vida debe ser un
acto trascendental, no un acto contingente en nuestras vidas.
Porque, además, es un acto que se ha prolongado en el tiempo. Da-
das las condiciones de mayor derecho que han ganado niñas, niños y
adolescentes, la propia juventud se ha extendido. Seguimos en mater-
naje permanente, queramos o no queramos. Es más, las clases medias
cada vez son más maternalistas. El panorama cambió muchísimo, cua-

55
La palabra encendida

renta o cincuenta años atrás si un chico tenía 19 años y dudaba acer-


ca de comenzar una carrera o no, su padre y su madre normalmente
le decían “vos tenés que ir a trabajar y se acabó”. Hoy en día ocurre
exactamente lo contrario, hay una suerte de “yo prefiero que termi-
ne de estudiar aunque no trabaje tanto”. Esto es muy elemental en la
nueva folletería de las maternidades y paternidades. En los sectores
populares también están mucho más convencidos de que si se tiene
una carrera, si se estudia, aunque las circunstancias sean de mucha
constricción para el gasto, se prefiere.
Entonces, he ahí que se irradia un sentido notable para las femi-
nistas acerca de que, al contrario, nosotras queremos maternidades
y paternidades completamente responsables, responsables hasta las
últimas consecuencias, corresponsables y comutualistas de los signifi-
cados de nuestra procreación. Por lo tanto, efectivamente lo que más
abonamos es la vida. La vida en todos los sentidos, preservar la vida de
las mujeres que no pueden más ser víctimas letales de la contingencia,
de lo no querido.
No nos cansaremos de decir que la autonomía es un derecho de
base, no es un derecho por añadidura. La autonomía es un derecho hu-
mano fundamental. Entonces, insisto en que no quiero observar lo del
año pasado como una derrota, sin duda tuvimos ahí una batalla que
no ganamos, pero estoy segura de que, en cuanto se recomponga la
situación representacional en el parlamento, vamos a obtener la ley.
Yo creo, además, que hay posibilidad de reflexionar profundamen-
te aún en personas que son religiosas. Respeto muchísimo la raciona-
lidad religiosa, es una parte formidable de la cultura. Lo que la racio-
nalidad religiosa no puede hacer es vulnerar mi autonomía, porque yo
creo que Dios no tiene nada que ver con el mandato de la heteronomía

56
Patricia Sepúlveda

que se impone a las mujeres. La verdad es una falta de razón elemental


acerca de la propia evaluación teológica. Entonces, a menudo parece
que la naturaleza hubiera inventado a Dios.
Si se escuchan algunos repertorios, la naturaleza naturanda está
por encima y parece que Dios hubiera sido inventado por la natura-
leza. Hay ahí hasta una afiliación teológica que contiene una fisura
notable en la propia estructura de lo que podría ser la solidez de la
teología reverencial.
Es decir, hay una parte importante de la iglesia católica, de mujeres
católicas que han hecho abortos. En la Argentina la mayoría de la pobla-
ción femenina tiene por lo menos una cierta adhesión con el catolicis-
mo. Entonces, estoy diciendo algo muy elemental. Son seres que han to-
mado decisiones acerca de su propios cuerpos y me parece que ahí hay
algo en lo que debe pensar, inclusive, la propia jerarquía de la iglesia.
Desde luego, no se me escapa que, además de esos valores religiosos,
tan antagónicos con la idea de autonomía y de espléndida condición hu-
mana digna, también hay otros segmentos que no son confesionales y
que son estrictamente reaccionarios y conservadores por oficio propio.
Inclusive la objeción de conciencia que muchas médicas y muchos
médicos proclaman, me parece que tampoco se asienta sobre el fondo
de la adhesión confesional. Creo que ahí hay otra maniobra, sé que a
las médicas y a los médicos a veces no les gusta que diga esto, pero
ahí hay una adhesión a la idea topológica central médica de que el
cuerpo de las mujeres pertenece a la medicina y no a nosotras. Eso no tiene
nada que ver con una articulación confesional, tiene que ver con la
confesión de la gran Biblia médica, pero no con otras textualidades
sacramentales. Basta recorrer lo que ha sido la medicina para ver que

57
La palabra encendida

tiene una idiosincrasia patéticamente apegada al patriarcado y que


sus formulaciones nosológicas las hace todavía en clave de varón. La
medicina ahora está mucho más revuelta, pero hasta hace muy poco
tiempo, si observaban el despliegue que tenía, siempre pensaba en
individuos patologizados varones. Las mujeres solo aparecían con el
aparato reproductivo.

PS — Hace unos momentos estábamos hablando de desandar el


orden simbólico, un orden que establece jerarquías entre “el uno”
que es el varón y “el otro” feminizado. Eso supone transitar un ca­
mino incómodo, porque para algunos significa abandonar zonas de
privilegio y para nosotras, avanzar sobre espacios que considera­
mos propios. Quisiera que pensemos esto en una institución como
la universidad, que es una institución patriarcal. La pregunta es
¿qué propuestas o qué ideas tenés para desandar este orden sim­
bólico en una universidad como la nuestra, que se muestra porosa
al tema? ¿Qué podemos hacer para generar, por un lado, espacios
de deconstrucción para esos varones hijos legítimos del patriarcado
y, por otro, espacios de protección y de acompañamiento a aque­
llas otras identidades que se sienten amenazadas?
DB — En principio, no hay ninguna institución que no sea reserva
proteica patriarcal. Segundo, generalmente el conocimiento científi-
co ha sido acendrado en la polea de continuidad del propio patriar-
cado. El siglo xix es un arco de sensibilidades patriarcales. Todas las
ciencias convergían en esa clave de significación humana. Es más, en
aquella época se decía que nuestra inteligencia era menor, que consti-
tuíamos un grado evolutivo menor de la especie. Las consideraciones
acerca de la inteligencia humana hasta hace poco tiempo se hacían

58
Patricia Sepúlveda

sobre experimentos que tenían que ver con individuos machos de


otras especies. La explicación no puede ser más frondosa en régimen
de ideas patriarcales. O sea, estamos hablando de elementos que son
muy nutrientes del patriarcado.
Pero la universidad al mismo tiempo es la zona de la criticidad, es
la única zona de lo social en donde se le pone una noción crítica a los
estándares de conocimiento. Se mantienen ciertos conocimientos y al
mismo tiempo se experimenta una ruptura paradigmática.
Entonces, ¿cómo hacer? Primero hay que darse cuenta, elemental.
Hay que darse cuenta de esa trama, de esa malla que está en la propia
índole del conocimiento. Luego, identificar la propia interacción que
hay en una universidad. La universidad está compuesta por claustros
y por individuos sexuados. Obviamente, la jerarquía masculina es tan
regente fuera de la universidad como dentro y esto es lo que ha im-
pregnado los sentidos de la interacción y lo sigue haciendo. Una re-
lación jerarquizada, aunque se sea par. Históricamente, no ha habido
paridad. Es decir, en la propia universidad en sus nudos de adminis-
tración y cuando digo administración estoy refiriéndome a la gestión
de poder de la universidad, no a cómo se tramitan expedientes. La
gestión tiene de suyo todas las características patriarcales.
Hay que darse cuenta de esas características. Es lo primero. Hay que
darse cuenta nocionalmente del conocimiento, hay que darse cuenta
nocionalmente de que la interacción, el ajetreo y las relaciones huma-
nas están jerarquizadas. Hay menores lugares de condición de posibili-
dad para las mujeres, me refiero a los cuadros de docencia, de investi-
gación y de dirección. Luego, hay que atender a su carnadura estudian-
til. Es decir, ahí hay otra habilitación para la jerarquía, no solamente
porque la relación estudiante/profesor es asimétrica, sino porque está

59
La palabra encendida

forzada por una asimetría de género evidente. Todo esto en sí mismo,


la propia jerarquía es violencia. Entonces, el espacio de la universidad
es un espacio que reproduce la experiencia violenta con relación a las
mujeres y a las otredades. De eso también hay que darse cuenta.
Ahora darse cuenta quiere decir muchísimas cosas, darse cuenta
significa una serie de actos críticos. Una autoimpugnación de los varones
es fundamental. Por otra parte, también es clave una exigencia –esta
universidad lo ha hecho– de que haya planos de acción. En general,
los protocolos24 han marcado un paso muy grande en nuestras univer-
sidades. Sin embargo, no basta con los protocolos. El protocolo tiene
una fuerza pedagógica, lo dijimos, y al mismo tiempo hay ahí un cierto
imperativo que dice que no habrá más impunidad para relaciones vio-
lentas ejercidas sobre la base de la asimetría que produce lo patriarcal.
Ahora, sabemos las feministas que no vamos a erradicar las fórmulas
patriarcales violentas con los códigos penales en la mano. Estoy segura de
que todos los segmentos sociales tienen registro de la impunidad pa-
triarcal: acosos impunes, manifestaciones aún más violentas impunes.
Entonces, se observa hoy un cuadro tal vez muy exacerbado en las
jóvenes que lleva a solicitar que se condene rápidamente y, a veces,
con mucha desproporcionalidad. Pero hay que ver estas manifesta-
ciones con paciencia también. Porque Fanon25 ya lo dijo muchas veces

24
Se refiere a los protocolos que se dictaron en las universidades para prevenir situa-
ciones de violencia o acoso. En nuestro caso específico (UNQ), al Protocolo de acción
institucional para la prevención e intervención ante situaciones de violencia o discri-
minación de género, (RCS 519/16). Modificado en julio de 2020 (RCS 164/20) en función
de reducir su carácter punitivo y expandir su carácter pedagógico.
25
Se refiere a Frantz Fanon, quien escribió en 1961 un paradigmático libro sobre la opre-
sión titulado Los condenados de la tierra.

60
Patricia Sepúlveda

con relación a la dialéctica del amo y el esclavo, ¿no? ¿Qué pasa con la
esclavitud? Cuando emerge la condición de posibilidad de la libertad,
lo hace con características que no presentan asidero en términos de lo
estrictamente más justo que puede ocurrir.
Cuando se ha estado mucho tiempo sometido(a), ¿qué se le va a
pedir a la sometida, que además se porte bien, que haga las cosas per-
fectas, que tenga mucha pulcritud? Hay ahí una fuerza que compele a
situaciones con las que una no está de acuerdo, los escraches rápidos,
anónimos, la fantasía de exclusión absoluta.
Yo creo que viene ahora una posibilidad de repensar con agudeza.
Son dos cosas muy diferentes. La denuncia pública es fundamental, el
escrache anónimo no lo es y puede crear muchos perjuicios inclusive
a nuestra causa.
Entonces, hay que alentar mucho a las más jóvenes para que se
animen a la denuncia que es fundamental y a una cierta tolerancia. No
estoy solicitando una paciencia incierta, estoy solicitando que haya
toda la impaciencia que sea necesaria si no se cumple con la prome-
sa que está significando el nuevo pacto. Porque hay una promesa de
nuevo pacto que se hace con un protocolo. El protocolo tiene que ser
eficaz, rápido, tiene que ser justo y tiene que tener proporcionalidad.
La medida que se tome tiene que ser siempre proporcional.
Está en debate hoy cuán punitivistas somos las feministas y las
feministas no podemos ser punitivistas. Porque el patriarcado ha sido
punitivo. Injustamente y exacerbadamente punitivo. Se imaginan la
categoría jurídica de secundariedad que han pasado las mujeres. Son
brutales violencias y han significado puniciones extremas. No partici-
par de la vida cívica, no participar de la vida civil son puniciones por la

61
La palabra encendida

condición femenina. Son puniciones ex ante. Por lo tanto, sí, las muje-
res sabemos muy bien lo que es la punición y no queremos un mundo
de puniciones, queremos un mundo justo. Un mundo donde no haya
más arbitrariedad. Sobre todo, y quiero cerrar con esto, invitamos es-
pecialmente a los varones a sacudirse el yugo de la arcadia patriarcal. Es
una enorme infelicidad hacer de amo. Es una enorme desazón para
la condición humana, una regresión en los días que corren arbitrar
como amos. Entonces, invitarlos sobre todo porque en el pasado hubo
muchas figuras masculinas mutualizadas con las mujeres. Siempre re-
cordaremos que los primeros escenarios feministas tuvieron varones.
También quiero decir que yo abogo por que haya una construcción
feminista con varones participando, ¿por qué no? Cuando decimos fe-
minismo no hacemos ninguna fórmula de exclusión ni de punición,
decimos régimen de equidad, régimen paritario, régimen cada día
más equivalente y, si es posible, régimen de completa igualdad en la
tremenda diversidad que somos los seres humanos.
Aplausos.

Retrato de Dora
tomado durante el
conversatorio “Re-
tomando nuestras
luchas. Apostando
a las transforma-
ciones”, que se
realizó en marzo
de 2019 en la sala
Rosa de los Vientos.
Fuente: Cátedra
Abierta de Género
y Sexualidades de
la UNQ.

62
Patricia Sepúlveda

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63
La palabra encendida

- Perfil (9 de mayo de 2019). Por el “ajuste”, la socióloga Dora Barrancos re-


nunció al directorio del Conicet. Recuperado de https://www.perfil.com/
noticias/actualidad/dora-barrancos-conicet-por-el-ajuste-renuncio-al-
directorio.phtml
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torio del Conicet. Recuperado de https://www.tiempoar.com.ar/nota/
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- Región en Libertad [sitio web] (2019). «El padre y la madre no son inter-
cambiables», insiste una conocida filósofa feminista y socialista. Sylvai-
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sancionar la violencia contra las mujeres en los ámbitos en que desarro-
llen sus relaciones interpersonales. Disponible en http://servicios.info-
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cios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/195000-199999/197860/nor-
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- Ley 26618 (2010). Ley de Matrimonio Igualitario. Disponible en http://
servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/165000-169999/169608/
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64
Patricia Sepúlveda

- Ley 26171 (2006). Protocolo Facultativo de la Convención sobre Elimina-


ción de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer, adoptado
por la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas el
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- OEA [Organización de los Estados Americanos] (s. f.). Convención Intera-
mericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la mu-
jer “Convención De Belém Do Pará” (1994). Recuperada de https://www.
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Discriminación contra la Mujer (CEDAW). Recuperado de https://mexico.
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- Protocolo Facultativo de la Convención sobre la eliminación de todas las
formas de discriminación contra la mujer (1999). Oficina del Alto Comisio-
nado para los Derechos Humanos (ACNUDH). Naciones Unidas Derechos
Humanos. Recuperado de https://www.ohchr.org/sp/professionalinter-
est/pages/opcedaw.aspx

65
IV
El sentido común patriarcal no tiene sentido II

Contexto
Esta charla tuvo lugar el 19 de junio de 2019 en la UNQ, en el marco
de la capacitación a funcionarios de la universidad que llevó adelan-
te el Consejo Superior en adhesión a la Ley Micaela. En la ocasión, el
rector Alejandro Villar, además de agradecer la participación de Dora,
señaló el compromiso institucional con estas capacitaciones y expre-
só la convicción de que se necesita un cambio de paradigma respecto
de las relaciones entre los géneros.
El encuentro se dio en medio de una situación económica que no
hacía más que empeorar y que asfixiaba a las casas de altos estudios,
con el presupuesto universitario congelado y subejecutado y con tari-
fazos en los servicios.

Charla “El sentido común patriarcal no tiene sentido II”. Universidad Nacional de Quilmes.
Dora Barrancos y Patricia Sepúlveda. Fuente: UNQtv – Programa de Producción Televi-
siva de la UNQ.

67
La palabra encendida

Sentido común y conocimiento científico


Dora Barrancos — Es muy provocativo pensar que las ciencias
en general tienen un cometido de gran sistematicidad epistemológica
que es la erradicación de los sentidos comunes, que son nocionalmen-
te dispositivos que tienden a contradecir al conocimiento científico.
El sentido común se instala como una adversidad, diría Bachelard26,
como un obstáculo dentro de la ciencia.
El sentido común general, Gramsci27 lo había dicho, es como una
orientación, es un mapa que está lleno de sinrazón pero que muchas
veces es orientativo. El orden científico, en cambio, sugiere que se en-
frente al sentido común. Entonces, el sentido común suele ser analó-
gico, suele vincular fenómenos que no tienen ninguna vinculación y
darles un sentido de causa y efecto, suele vincular circunstancias que
no tienen ningún cometido. El orden científico permite una interpre-
tación lúcida, vigorosa, crítica y sobre todo plausible. Acá hay mucha
gente que hace ciencia y sabe que las interpretaciones que hacemos
en la ciencia son de plausibilidad. Es muy difícil decir que lo que no-
sotros hacemos permita asegurar la verdad. Lo que aseguramos es
plausibilidad. Tratamos con fenómenos a los cuales les damos unas
relaciones que son plausibles. Después vendrán otras circunstancias.
Entonces, lo que quisiera decir, porque en esto sí debemos ser muy
provocativas, es que justamente estas instituciones son las que transmi-
ten formación e información respecto de contenidos científicos, de sa-
beres que tienen una cierta legalidad y estimulan su propia legitimidad.

26
Hace referencia al filósofo Gastón Bachelard (1884- 1962).
Hace referencia a Antonio Gramsci, sociólogo, filósofo, político y periodista, cofunda-
27

dor del Partido Comunista Italiano (Ministerio de Cultura de la Nación Argentina, s/f).

68
Patricia Sepúlveda

Probablemente, el venero mayor de autorizaciones a la sinrazón patriar-


cal debe encontrarse en las ciencias del siglo xix. Estas fueron muy autori-
zantes de la jerarquía y de la asimetría patriarcal. Pensemos en el pasaje
de la historia. La historia se enseñó y se produjo como una ciencia en el
orden del siglo xix. Con gran novedad, porque lo que se hacía antes, con
relación a la ciencia, entraba en el orden de los fenómenos escatológicos,
sobrenaturales. Porque Dios lo quiso así, como decía el obispo Bossuet28. En-
tonces, este fenómeno contra el otro tenía una explicación sobrenatural.
Es evidente que había también algunas fórmulas para hacer his-
toria mucho más percatadas de la sintonía con la realidad y con el
orden fenoménico terrenal. Pero lo cierto es que la historia fue una
gran expulsora de las mujeres. Se piensa que las que expulsaban a las
mujeres eran las ciencias físicas, las ciencias mal llamadas exactas y
las “naturales”; y que ahí no había contenido posible, ni oficiante po-
sible que no tuviera sexo masculino. Pero, en realidad, las humanida-
des fueron muy expulsoras de las mujeres, tanto la filosofía como la
historia. Entonces, hubo una erradicación del componente femenino,
aunque algunas mujeres se las ingeniaron para hacer historia y a esas
se las ubica hoy dentro de la línea amateur. No tienen una consagra-
ción como historiadoras, solo al final del siglo xix empezó a haber una
cierta capilaridad pero muy de márgenes. Voy a recordar a Eileen

Se refiere a Jacques Bénigne Bossuet (1627-1704), quien se desempeñó en la corte fran-


28

cesa de Luis XIV. Ordenado sacerdote y doctorado en teología en 1652, en 1699 fue nom-
brado Obispo. Partícipe activo de la política de la corte de Luis XIV, de cuyo hijo el Delfín
fue nombrado tutor, su obra histórica más importante fue el Discurso sobre la historia
universal (1681). La mención que hace Dora tiene que ver con que la visión de Bossuet
sobre la historia estaba muy atravesada por su fervor religioso y en ella la voluntad
divina desempeñaba un protagonismo esencial (Metahistoria, s/f).

69
La palabra encendida

Power29, alguien que por otra parte siempre insisto en que se incor-
pore de alguna manera en la historia. Entre otros, Eileen escribió un
texto precioso que se llama Gente de la Edad Media (1924)30. Ella era muy
aguda y muy intuitiva respecto de relaciones que hoy llamamos de
género. Tenía una cierta percatancia de lo que pasaba sexuadamente
en la historia. De hecho, su Gente de la Edad Media está toda tramada
en orden a lo que hacían las mujeres y lo que hacían los varones. Es
una de las primeras que trabajó con mucha agudeza, con mucha fina
hebra, nada menos que el estado monacal de las mujeres y ahí vio a
las mujeres no en estado de gracia divina, sino en estado terrenal. Vio a
las monjas como había que verlas, inclusive muy alejadas de lo que se-
ría la vocación solamente espiritual. Había órdenes muy terrenos que
llevaban a muchas mujeres a meterse en los conventos. Eileen hizo
un diseño muy interesante acerca de la organización económica de
los conventos y de los juegos de poder que había en aquellos lugares.
Eileen Power fue una de las pocas mujeres a las que Oxford entregó
su certificado completo. Se doctoró, después viajó a Francia, hizo un
periplo largo por el mundo y por algunos países muy lejanos de oriente.
Fue una de las primeras en conquistar una cátedra en la Universidad de
Londres, universidad que había sido más porosa para las mujeres.
El sistema Oxford-Cambridge, perdón por la digresión pero esto es
muy importante, se abrió a las mujeres recién en la década de 1860. Se
iniciaron los primeros colleges, con el enorme desagrado de las huestes
masculinas, salvo algunas figuras que estaban obviamente en tono de

Eileen Edna Power (1889-1940) fue historiadora y profesora universitaria. Llegó a con-
29

vertirse en catedrática de Historia Económica en la Universidad de Cambridge en 1938.


30
Una traducción al español de este libro puede encontrarse editada por Eudeba en 2002.

70
Patricia Sepúlveda

gran amigabilidad. Hubo momentos de mucha tensión en los que hasta


llovían cascotes sobre los lugares donde vivían las chicas. Lo cierto es
que los degree completos (las titulaciones) no se dieron sino capilarmen-
te en Oxford y Cambridge. Esta situación recién cambió… ¿a que no sa-
ben cuándo? En 1948. O sea que la titulación completa podía caber, pero
se daba por excepción, no eran todas las egresadas las que la tenían.
Entonces, Eileen Power pudo doctorarse e ingresar a la Universidad
de Londres. Es que esta universidad tuvo otra trayectoria, se abrió a los
disidentes religiosos y ese estatuto permeable también llevó embutidas
amables relaciones con mujeres que querían ir a la universidad. Fue la
que primera se abrió a la matrícula femenina. En realidad, el camino de
la universidad de las mujeres del siglo xix fue doloroso, de gran exclusión.
En la costa este norteamericana hubo una tradición de mujeres
que se incorporaron a la vida universitaria. Algunas fueron institucio-
nes que quedaron solo para mujeres hasta el día de hoy y que guardan
esa tradición; es notable que haya persistencia todavía de algunos co-
llege solo para mujeres en Estados Unidos.
Entonces, lo que debe pensarse es que esta exclusión significó
también una no autorización por parte de la propia ciencia. Sabemos
perfectamente que la autorización racialista proviene de las ciencias
del siglo xix. Había racismo, siempre hubo forma racista. Todorov31 ex-
plica muy bien la diferencia entre racismo y racialismo32. Las formas

31
Hace referencia al libro Nosotros y los otros, de Tzvetan Todorov, publicado en 1991.
32
Digamos brevemente que racialismo hace referencia a aquellas ideas que explican las
diferencias entre los seres y grupos humanos como diferencias raciales. Se presupone
la existencia de razas y de una continuidad entre lo físico y lo moral, o sea las caracte-
rísticas físicas de una persona determinan sus capacidades morales e intelectuales. Se
supone que hay ciertas razas que tienen sistemas de valores superiores a los de otras.

71
La palabra encendida

racistas existieron y fueron notables. En el siglo xvii hubo una posición


interesante respecto del buen salvaje, un ser que no podía ser repu-
diado ni humillado, era una imagen muy utópica.
Pero, luego, se convirtió absolutamente y ya no hubo buen salvaje,
en el siglo xix los salvajes eran salvajes. Para colmo sobrevino una in-
terpretación tremendamente insidiosa de esa hazaña extraordinaria
como la que cumplió la teoría de la evolución en el siglo xix, impre-
sionante. Y fue ahí que todavía impregnó más los sentidos del default
femenino. Las mujeres estaban en un estadio, a medias, respecto de la
perspectiva evolutiva, como lo estaban todos los pueblos que no eran
blancos y europeos. Una de las cuestiones más conspicuas que se vivió
en el siglo xix se relacionó con la obsesión por la medición de cráneos,
obsesión para ver cómo era el tamaño de la inteligencia. ¡Oh, notable!
las mujeres teníamos la cabeza un poco más chica, por lo que había
así un cálculo inmediato. Además, el siglo xix estuvo lleno de una pro-
pensión a calificar la inteligencia femenina como de estatura menor.
Desde luego, había ahí una comunicación clara entre lo que eran las
indicaciones biológicas, neurofisiológicas y el desempeño que tuvie-
ron las propias ciencias sociales en la época. Voy a recordar el empeño
por que las mujeres no pudieran estudiar algunas materias: historia,
literatura podía ser, filosofía con mucha menor perspectiva. Había un
famoso médico norteamericano el doctor Clark, metido a pedagogo,
que decía que había que impedir de todas maneras que las mujeres
estudiaran física y matemática porque estaba en riesgo la fecundidad

El instrumento de legitimación es el saber científico y si la ciencia determina que una


raza es superior a otra, corresponde que esta última se imponga sobre las inferiores.
El racismo, en cambio, es una actitud caracterizada por el odio y el menosprecio con
respecto a determinadas “razas” diferentes a la propia (blanca occidental y moderna).

72
Patricia Sepúlveda

humana. ¿Qué iba a pasar? Si las chicas estudiaban matemática y físi-


ca, estallaban los ovarios, no aguantaban la abstracción.
Ahora estas tesis nos dan mucha risa, pero ¿saben? tienen apenas
un siglo, así que es muy doloroso pensar que había un estatuto de este
tipo. Gustave Le Bon33, que era sociólogo, no era ni siquiera biólogo,
aseguraba que en función del trayecto que había llevado la evolución
algunos individuos primates tenían mucha más inteligencia que el
promedio de las mujeres, sobre todo las parisinas. Entonces, vean el
compromiso, la solidez que tuvo la estructura patriarcal en la ciencia.
Obviamente, hubo voces muy disruptoras, voy a recordar siempre algu-
nas voces de gente, sobre todo en los países nórdicos, figuras muy intere-
santes que se disponían otro camino. En este campo emergió el propósito
feminista, fue en esta espesa circunstancia que se infundió ánimo el femi-
nismo. El feminismo se vio en algo tan claro como la lucha contra la escla-
vitud y es que en ese espejo se vieron las mujeres con muchísima razón.
Hablaremos ahora de un gran amigo de las mujeres, un varón que los
liberales no leen ni escuchan, nada menos que John Stuart Mill, quien
fue autor de un texto muy importante titulado Sobre la libertad, escrito
a medias con su esposa Enriqueta (Harriet Taylor) que era una figura
feminista, prosocialista como se ha dicho alguna vez. Con ella, John se
animó a escribir ese texto notable sobre la esclavitud de las mujeres.
El texto apareció partido en varios segmentos en unas publicaciones y
luego dio como resultado este libro que se puede encontrar en internet
y que tiene diferentes nombres: La esclavitud femenina o La servidumbre

33
Gustave Le Bon (1841-1931) fue médico, etnólogo, psicólogo, sociólogo y físico aficionado.
Se doctoró en medicina en 1876. “En sus trabajos expuso teorías sobre los rasgos nacionales,
la superioridad racial, el comportamiento y la psicología de las masas” (EcuRed, s/f).

73
La palabra encendida

femenina34. Es un texto extraordinario escrito en la segunda mitad del


siglo xix. John Stuart Mill, gran auxiliar de las mujeres en la lucha por
la obtención del voto, llegó a diputado. En uno de los fragmentos bellos
del texto dijo: “… sobrevive una dolorosa esclavitud, la de las mujeres”35.
Para reorganizar lo que dijimos, el siglo xix fue un período de enor-
me construcción de los sentidos patriarcales, que consolidó la división
tajante de esferas. Fue notable la propia esfera de la racionalidad que ma-
nifestó la necesidad de que se conformaran dos esferas distantes: la vida
privada/doméstica y la vida pública, con el consecuente acantonamiento
de las mujeres en la vida privada, un mandato impactante del siglo xix.
En los otros siglos hubo insinuaciones de esto. He dicho que el pa-
triarcado no se comportó siempre de la misma manera, que ha tenido
momentos de aflojamiento grandes, seguramente la Baja Edad Media
era mucho más floja de papeles en materia patriarcal que lo que fue la
tremenda circunstancia del siglo xix. Este último fue un siglo de salto
cuántico en materia de modernidad, que supuso la clausura notable
de las mujeres. Estas eran una segunda categoría social, eran parte
de algo que no tenía resolución todavía, ni evolución definitiva. Eran
parte de la naturaleza naturanda, quedaban en la naturaleza; mientras
que las criaturas masculinas construían cultura, razón y ciencia.

34
La esclavitud femenina apareció publicado en 1869 (Biblioteca virtual universal, 2003).
35
La sujeción de la mujer al hombre es un apriorismo: no se funda en ningún dato expe-
rimental contradictorio, y por consecuencia es irracional.- El origen de la sujeción de
la mujer es la esclavitud primitiva y las costumbres bárbaras del género humano en su
cuna.- Mejoramiento del estado social, aparente solo en lo que respecta a la mujer.- La
situación actual de ésta es el único vestigio que va quedando de ese estado primitivo de
fuerza y esclavitud (Biblioteca virtual universal, 2003, p. 14).

74
Patricia Sepúlveda

Esta fue la durísima inspiración que vino hacia el siglo xx, que fue
tan difícil de corroer, porque a partir de ella se organizaron todos
los sentidos modernos: funciones exclusivas para mujeres, funciones
para los varones, características de los atributos femeninos, muy buri-
lados culturalmente y que pasaban como propios de la naturaleza. La
emoción de los varones fue completamente controlada del siglo xviii
al xix. Raymond Williams lo enunció muy bien en un texto precioso
que se llama Solos en la ciudad: “1848, año en que los varones ingleses
fueron obligados a no llorar más en público”.
En realidad, la prohibición de llorar en público era anterior. Se po-
dría decir que los rastros de esta corriente que prerroga a favor de
sentimientos que deben ser aquietados, sosegados, amaestrados, se
hallan en las bases de la llamada corriente política puritana inglesa.
Corriente que no tenía nada que ver con la fórmula victoriana moral
del siglo xix. El puritanismo fue una forma de la política, que hacía
imprescindible morigerar los sentimientos. El puritanismo decía que
la política se hacía sosteniendo las habilidades de la palabra, pero sin
conmoción emocional. Esto iba en un sentido de inhibir la emoción
para los varones. Pero los varones se emocionan y mucho, ¿no?
Es absurda la idea de que solo las mujeres tenían una propedéu-
tica emotiva y que eso estaba fundamentado en la ciencia y que los
varones tenían el conato exclusivamente racional. Las mujeres es-
taban inhibidas, en gran medida, de las formulaciones típicas que
eran predictivas para los varones y los varones tenían que tener
fórmulas de acatamiento. Obviamente, esto se ha corrido muchí-
simo en los días de hoy. Pero este mandato de no llorar en público
tuvo un largo tránsito hasta que coaguló de manera muy intensa
con las afinidades burguesas.

75
La palabra encendida

La vida burguesa implicó la separación completa de las dos esfe-


ras, nunca hubo una indicación semejante en el Antiguo Régimen36. La
moral burguesa implicó unos mandatos muy vertebrados en el senti-
do del poder a cargo de los varones y una puesta en caución completa
de la moral sexual femenina. La moral sexual femenina, como decía
otro célebre neurólogo puesto en psiquiatra en el siglo xix, Krafft-
Ebing precursor al surgimiento del psicoanálisis. Este autor estaba
37

muy obsesionado con varias cuestiones, entre ellas con la homose-


xualidad –dígase de paso, el término se inventó ahí, en 1868– y destinó
gran cantidad de páginas al tema, todas escritas en latín para que no
nos enteráramos de la procacidad en torno del hábito de la inversión.
Pero se permitió incursionar en la cuestión de la sexualidad y en un
momento determinado de este texto histórico (Psychopathia sexualis)
dijo lo siguiente: “Si las mujeres fueran un poco más educadas, apenas
conocerían el placer sexual”. O sea, clara indicación de que la sexua-
lidad era un elemento indicial fundamental del ímpetu natural, del
que no estaba burilado. De modo que los espíritus burilados quedaban
fuera de la posibilidad de conocer el deseo y el placer sexual.
Estoy hablando de textos que aparecieron en la segunda mitad del
siglo xix, textos que autorizaron formaciones. Krafft-Ebing fue profesor
de Freud. Si bien es cierto que Freud hizo toda una insurgencia al respecto

Se refiere al período anterior a la Revolución francesa de 1789, con un régimen de


36

gobierno monárquico absoluto y una estratificación social basada en los privilegios de


nacimiento.
37
Richard von Krafft-Ebing fue un psiquiatra alemán. En 1886 publicó Psychopathia se-
xualis, libro dedicado a lo que entendió como perversiones sexuales. Su obra contribuyó
a instituir la mirada y la autoridad médica como referencias necesarias para deliberar la
legitimidad de los diferentes comportamientos sexuales humanos (Pereira, 2009).

76
Patricia Sepúlveda

y hablo de otra cuestión, del aparato psíquico, que no tiene nada que ver
con los presupuestos anteriores; sin embargo, no pudo salir de la madeja
de las tenebrosas mallas de mandatos patriarcales. De modo que vio la
histeria como un componente básico femenino. Con interpretaciones en
aquel momento muy osadas, con descubrimientos que hoy han perdido
su eficacia deslumbrante y que son muy difíciles de recomponer en la
propia malla de la teoría psicoanalítica por su valencia patriarcal.
Ha habido mucha cantidad de esfuerzos provistos para el cambio de
las nociones del psicoanálisis, por ejemplo la envidia del pene. Los nudos
freudianos han sido muy hostigados de alguna manera por propuestas
nuevas. Voy a recordar a Luce Irigaray y su famoso texto Speculum38 y a
Silvia Tubert39, una colega argentina que se exilió en España, que hizo
un trabajo extraordinario sobre histeria, entre otras figuras muy im-
portantes. Sin embargo, hay ahí una imposibilidad de rearticular los
sentidos del orden simbólico que están siendo autorizados por el psi-
coanálisis. Es muy complejo desmadejar las cuestiones que tienen una
posición contextual tan clara, el psicoanálisis tiene una posición de con-
texto, emergió en unas posibilidades, fines del siglo xix inicios del xx.

38
Hace referencia a su tesis doctoral de 1974 traducida al español como Espéculo de la otra
mujer (2007). Es una de las teóricas feministas que se inscribe en lo que se denominó el
feminismo de la diferencia europeo. La potencialidad, para el análisis feminista, de los
argumentos de la pensadora francesa radica en su apuesta a pensar la diferencia sexual
desde el cuerpo femenino que permite la fundación de un orden simbólico alternativo al
imaginario sexual masculino que ha configurado la ciencia, la filosofía y la política ne-
gando la existencia a lo femenino. Pensar a partir del cuerpo de la mujer, su sexualidad y
desde el reconocimiento de las relaciones entre mujeres implica pensar lo impensado: la
diferencia sexual; y supone no solo una transformación del pensamiento, sino también de
la ética a partir de la impugnación de la pretendida universalidad del sujeto masculino.
39
La sexualidad femenina y su construcción imaginaria (Tubert, 1988).

77
La palabra encendida

En fin, todas estas cuestiones nos llevan a preguntar: ¿cómo las


ciencias se van a transformar en orden a estas nuevas concepciones?,
¿cómo las vamos a transformar?, ¿o vamos a seguir insistiendo en este
tipo de ordenamientos? Lo dije ya en varias ocasiones, podemos te-
ner una propedéutica nueva respecto de protocolos, nuevas reglas,
pero el problema en las universidades es la malla curricular. ¿Cómo
adaptamos la malla curricular a otra convención que no sea el ajuste
patriarcal? Este es el gran desafío porque, de lo contrario, seguiremos
reintroduciendo estos valores que son del siglo xix.

Patricia Sepúlveda — Vos hablaste de la subordinación femeni­


na durante el siglo xix. Sin embargo, a fines del xix y principios del
xx aquí en la Argentina ya teníamos tesis doctorales, inclusive una

tesis doctoral sobre el feminismo de Elvira López (1901) y a fines


del siglo xix las de Cecilia Grierson y Elvira Rawson de Dellepiane. O
sea, independientemente de esa interdicción para el conocimiento
femenino, hubo mujeres que actuaron y que empezaron a entrar
en las universidades argentinas (digo, ahora para aterrizar en Ar­
gentina). Durante el siglo xx la matrícula femenina creció de modo
indetenible. Sin embargo, no lo hizo en igual proporción en todos
lados, ¿no? Esto deriva en otro tema en el que quisiera que ahonde­
mos: el de la interacción de los cuerpos sexuados en las universida­
des, no solo en lo que respecta a la construcción del conocimiento,
sino a las interacciones que se generan.
Dora Barrancos — Es el otro plano. Por un lado, está el plano de la
malla curricular, el contenido esencial de la información científica. Por
otro, el plano de la interacción propiamente en las instituciones llama-
das universidades, en varios campos. Uno es el campo de la administra-

78
Patricia Sepúlveda

ción, de la gestión, en donde más allá del aumento de la presencia feme-


nina en estos cuadros gerenciales, la presencia es rara todavía, o se da
de manera muy pautada. Ahora ha cambiado un poco, pero en general
la hipótesis que tenemos es que algunas secretarías blandas correspon-
den a las mujeres y las secretarías duras corresponden a los varones.
En el campo parlamentario ocurría lo mismo: las comisiones blan-
das estaban llenas de mujeres, en cambio, en las comisiones duras
como, por ejemplo, presupuesto no figuraban. Esta última ha sido his-
tóricamente una comisión renuente para las mujeres y estoy hablan-
do de la Argentina que modificó gracias a la ley de cupo40 su composi-
ción y ahora vamos a ver con la paridad cómo resulta41.
Pero hay un problema típico en cómo se nutre la gestión de mane-
ra sexuada, de varones y mujeres. Me refiero a la ralísima presencia
de mujeres en los rectorados en la Argentina, en este momento son
solo 6 % las rectoras mujeres. Si bien se ha modificado un poco, hemos
hecho un salto enorme, puesto que antes era el 3 %. Pero cuando eran
menos, 15 años atrás, también había unas tres rectoras. He ahí un pro-
blema que hay que revisar.

40
Ley 24012 (denominada ley de cupo) que sustituyó el artículo 60 del Decreto Nº 2135/93,
fue sancionada en 1991 y establecía que: “Las listas que se presenten deberán tener mujeres
en un mínimo del 30 % de los candidatos a los cargos a elegir y en proporciones con posibi-
lidad de resultar electas. No será oficializada ninguna lista que no cumpla estos requisitos”.
41
Hace referencia a la Ley 27412 de paridad de género en ámbitos de representación po-
lítica, aprobada en el Congreso en noviembre de 2017, que modificó el artículo 60 bis del
Código Electoral Nacional al establecer que “las listas de candidatos/as que se presenten
para la elección de senadores/as nacionales, diputados/as nacionales y parlamentarios/as
del Mercosur deben integrarse ubicando de manera intercalada a mujeres y varones des-
de el/la primer/a candidato/a titular hasta el/la último/a candidato/a suplente”.

79
La palabra encendida

Luego, tenemos que considerar cómo se constituyen los cuerpos


docentes. Aún hoy es tan comprobable el famoso gap salarial, es que la
mayor parte de los cargos de exclusividad recaen en cuerpos mascu-
linos y en menor medida en manos de mujeres. Hace cuatro años las
estadísticas de la Universidad de Buenos Aires mostraban que había
más doctoras en la pirámide docente que varones doctores, inclusive
en cargos como, por ejemplo, los de ayudantía, algo notable. Hoy esto
más o menos se ha resuelto.
Pero ¿qué quiere decir? Hay más doctoras en la base con cargo de
JTP (jefe/a de trabajos prácticos). Sin embargo, el lugar que ocupan
es como adjuntas y con dedicación simple. Ahí en la base están las
mujeres. En los cargos más altos, titulares con dedicación exclusiva,
son menos. Esto significa que la masa salarial de los cargos docentes
implica un gap de alrededor del 75%, por esta circunstancia.
Luego, desde ya, las universidades se feminizaron muchísimo, mi
generación fue la que irrumpió de manera masiva, no solamente en la
Argentina. La presencia masiva de mujeres en la universidad se dio en
la década de 1960 de manera notable en todos los países de América
Latina. En algunos con más fuerza, como es el caso de Argentina. Pero
eso ocurrió y es cierto que el plano de la admisión era entonces muy
sintomal respecto a dónde iban las chicas y dónde iban los varones.
Hoy día tenemos altísima feminización en carreras como medi-
cina. La única carrera que no está feminizada es ingeniería. Hay una
diferencia grandísima en lo que ocurre, inclusive hoy día, en la Fa-
cultad de Ciencias Exactas y Naturales. La disciplina que más se ha
abierto a las mujeres en el mundo, dentro del otro campo que no
es el de las ciencias sociales y humanas, es biología. Biología en el
mundo entero ha sido muy atrayente para las mujeres en toda espe-

80
Patricia Sepúlveda

cialidad. Las mujeres inclusive son un grupo muy importante dentro


de biología molecular.
En el Conicet, ¿dónde hay más mujeres? En biología y ciencias
médicas, más mujeres que en ciencias sociales y humanas. Hay una
interpretación que se hacía en el pasado, interpretación obviamente
absurda, sin ninguna plausibilidad, y es que se vinculaba a las mujeres
al vitalismo. Biología es vida, las mujeres están cerca de la vida, una
interpretación absolutamente tirada de los pelos porque ¿qué quiere
decir? ¡Como son reproductoras tienen la vida!
Es una sintonía de un sentido común perdulario. Es como si los
varones no estuviesen comprometidos con la vida. Yo creo que ahí ca-
ben algunas conjeturas interesantes que debemos hacer. Es un cuadro
muy sugerente el de la biología y la embriología molecular, donde hay
una presencia femenina notable. Me parece que las mujeres que se
incorporan allí lo hacen porque les interesan las notas más modernas.
No por la vida, sino porque el tema es más interesante. Pero tenemos
que indagar más profundamente. Sin duda, hoy biología es una de las
carreras más feminizadas que hay, como medicina. Luego, esto tiene
una réplica en las propias universidades.
Sin embargo, insisto en que los cargos de menor cuantía son los que
ocupan las mujeres, los cargos que tienen mayor calificación dentro del
sistema están proporcionalmente más ocupados por varones. En Córdo-
ba se hizo un trabajo muy interesante hace unos años respecto de cómo
se daba lo que llamaron las zonas feminizadas o áreas feminizadas. En hu-
manidades había muchas mujeres dando clase, pero los mejores lugares
los tenían los varones. Quiere decir que en la Facultad de Humanidades
de Córdoba, a pesar de contar con una planta importante de mujeres,
los cargos de mayor significación los retenían los varones.

81
La palabra encendida

Es cierto que hoy hay una circunstancia novedosa, con un mo-


vimiento muy intenso en el orden vocacional, las inspiraciones que
tienen las más jóvenes y que creo que por eso están procurando par-
ticipar en biología por ejemplo. Hay áreas, sin embargo, donde hay
que pensar estrategias para la retención como, por ejemplo, en las
ingenierías duras. Ingeniería mecánica casi no tiene mujeres, inge-
niería eléctrica tampoco e ingeniería electrónica lo mismo. Las in-
genieras que andan en petróleo tienen muchísima adversidad de
mercado. Hay un componente grave en la vida de las mujeres y es el
problema del mercado laboral que es segregador, segmentador y hay
muchísimas dificultades para que las mujeres encuentren espacio en
estas especialidades.
Hay que hacer trabajos específicos sobre el tema, pero nos han
narrado las enormes dificultades de las ingenieras en petróleo para
sostenerse en ambientes de mucha solidez misógina. Por eso los em-
peños tienen que ser en la formación y en el mercado, porque sin in-
centivos de mercado falta una parte. Eso lo puede hacer el Estado con
políticas proactivas. El Estado puede crear incentivos fiscales, otorgar
determinadas ventajas, subsidiar, bajar impuestos, etcétera. También,
bajar los impuestos para las radicaciones de equipos complejos que
impliquen el compromiso de que haya más mujeres en ellos.
Hay una serie de cuestiones que se pueden hacer y de hecho en
España algunas han tenido bastante éxito. En España ha habido una
medida que no me gusta mucho, porque puede ser un poco reactiva y
es que a paridad meritocrática, en determinados lugares, se prefiere
a la mujer. Es una medida extrema de acción positiva. Creo, lo digo
con mucha prudencia, que no estoy muy de acuerdo con eso. Me pa-
rece que las medidas de acción positiva pueden ser otras hasta que

82
Patricia Sepúlveda

se conformen cuadros casi automáticos para que se regule mejor la


proporción de mujeres en determinados lugares.
En el campo de la ciencia nosotros tenemos, contando el Conicet,
una presencia femenina mayor que la masculina, pero en el Conicet
mismo se observa cómo está distribuida la población femenina y se ve
claramente que está toda abajo, en la base de la pirámide. Están como
asistentes, como adjuntas, como independientes. Ahí el salto cuántico
hacia investigador principal es mucho más doloroso, hay más tiempo,
las mujeres demoran más en acceder y luego en la pirámide solo el
25 % son mujeres. La pregunta es obvia, no hay ningún virus que ex-
plique tamaña circunstancia, sino que efectivamente en los sistemas
de evaluación todavía hay un soporte fuerte de nociones patriarcales
muy arraigadas, que no son solamente masculinas.
En la ciencia es muy común ver identificaciones propulsoras pa-
triarcales por parte de las mujeres. Se encuentra que es un campo de
muy poca sororidad, es extraño pero el campo científico tiene muy
poca experiencia de sororidad. Y también digamos que a las cientí-
ficas, en general, no les gusta para nada reconocer los tramos de la
discriminación que sufrieron. Hoy esto ha cambiado mucho, pero yo
recuerdo cinco años atrás se tomaba a una investigadora de 55 años
y se le preguntaba a boca de jarro ¿usted fue discriminada alguna
vez? y la respuesta era “jamás”.
Voy a recordar algo que hace poco nos contó una joven que está
haciendo una investigación sobre las mujeres en ciencia. En una en-
trevista telefónica, a una figura que había hecho una buena biografía
dentro del campo científico, le preguntó si había sido discriminada
por ser mujer. La respuesta fue “no, no, yo nunca fui discriminada,
jamás. No, no, eso yo nunca lo viví. No, no, no”. Pero ocurrió algo no-

83
La palabra encendida

table. Había pasado menos de media hora y la entrevistada llamó para


decirle que había estado pensando, y se había conmovido mucho, en
que en los comienzos la mandaban a anotar, es decir, no le permitían
ingresar plenamente, sino que era la que tomaba las notas.
Esto ha variado muchísimo hoy, las jóvenes investigadoras ya no
opinan de la misma manera, tienen una sensibilidad muy dentro
de los tonos generales de esta época y me parece que eso es muy
importante, porque ahí radica la cuestión que está en la base del
caso al que hice referencia. Para las mujeres hablar de discrimina-
ción en el área científica era como si se pusiera un contaminante a la
sagrada objetividad de la ciencia. La ciencia transcurre con modos de
alta objetividad, donde no hay ninguna posibilidad de haber colonizaciones
de ninguna otra naturaleza. Por lo tanto, al momento de describir su
experiencia, las mujeres tienden a no pensar en la discriminación
porque es un dato malo, es un dato que perturba la identidad que tie-
ne la producción científica. Y esa identidad es una identidad impolu-
ta, objetiva, que no puede estar colonizada por ningún tipo de afecciones de
nada de lo humano.
Entonces, decir que se discrimina es casi emblematizarse con el
partido feminista que es un partido subjetivo, es un partido intoleran-
te, es un partido solo emocional (lo dice en tono irónico y sonríe). Yo creo
que ahí está dicho qué es lo que pasa.
Ahora, hay posiciones muy interesantes, las astrónomas fueron las
primeras en asociarse. Es cierto que las condiciones de aislamiento, de
falta de adecuación del hábitat, prever toilette femenino, toilette mas-
culino, en todo caso el toilette para ambos. Recuerdo que hace muchos
años estaba asesorando para Naciones Unidas un proyecto que tenía
fuerte impronta de género y me decían:

84
Patricia Sepúlveda

¿Pero cómo hacemos?


Cómprele al baño —se lo regalamos— un buen sistema de seguro y
usted va a ver esto no puede interferir para nada.
Entonces, entiendo que la discriminación está por debajo, se tra-
ta de canteras muy irracionales. Sin embargo, es justamente la cien-
cia la que tendría plena autorización para desactivar los elementos
no racionales.

Preguntas del público


Diego Golombeck42 — ¿Cuál es la experiencia en implementa­
ción de mecanismos de discriminación positiva? Más allá de lo
que contaste de España, ¿qué otras experiencias existen? ¿Hay
alguna que vos veas que es interesante?
DB — Sí, por ejemplo ha habido muchos incentivos en los países
nórdicos. Primero, con becas sobre todo a las jóvenes en la escuela
secundaria, porque el problema, en realidad, hay que verlo desde an-
tes de la universidad. En medidas de acción positiva, en Europa en
general, no solamente en España, hay programas especiales que han
mejorado mucho. Sobre todo porque Europa tiene problemas serios
todavía, la discriminación en los laboratorios es muy alta, hay que-
jas permanentes. Hay medidas de acción positiva y hay otras medidas
que son tan importantes como esas. Una es dar mejor visibilidad a la
producción femenina. Era muy grave lo que estaba ocurriendo, que

42
Biólogo. Investigador del Conicet. Profesor de la UNQ. Consejero Superior. Actualmen-
te, se desempeña como director ejecutivo del Instituto Nacional de Educación Técnica
(INET) del Ministerio de Educación de la Nación.

85
La palabra encendida

ahora ha sido corregido, respecto de una suerte de algoritmización


por la cual la producción que no tenía una buena identificación del
nombre pasaba a ser considerada como masculina. De modo que so-
lamente una mejor visibilidad ya implicaría valorizaciones diferentes
de las publicaciones.
Otra medida de fortalecimiento ha sido estimular la concurrencia
de mujeres a determinados lugares. Existe algo muy de género que
es una suerte de autoimpugnación: “no, yo no me voy presentar a
esto, para esto no estoy preparada”. Esto era algo muy común y lo
sigue siendo. Es decir, la menor posibilidad que se dan las mujeres
para las manifestaciones concurrenciales43. Esto hay que hacerlo, es
tan importante como lo otro y requiere de algunas agencias específi-
cas, ayuda por ejemplo en materia de creación del curriculum vitae.
Yo prefiero medidas que tiendan a afianzar a las mujeres, animarlas a
presentarse, a no dejar desierta la oportunidad.
Hay un constructo también muy patriarcal en el sentido de que
las mujeres para presentarse tienen que tener absolutamente todo.
Hay una forja de sentidos muy estrictos en las mujeres. Esto no
quiere decir que sean más éticas, no hay que confundirse, tienen
más estrictez por fuerza de los ordenamientos. “Hay que hacer
esto, debe hacer aquello, límpiese la cara”, hay un ordenamiento
sobre la conducta femenina mucho más acicalada que sobre la con-
ducta de los varones.
Yo he tenido una interna discusión, fuerte, con algunas feminis-
tas que manifiestan una ética feminista así como si la ética feminista

43
En el sentido de acciones que tienen por finalidad promover o asegurar la difusión de
las prestaciones o acreditaciones propias.

86
Patricia Sepúlveda

estuviera en la naturaleza de las mujeres. En realidad esa ética femi-


nista tiene que ver exactamente con los contratos que se hacen res-
pecto de qué se espera de una mujer. El contrato social que se espera
de una mujer es muchísimo más estricto que el que se espera de un
varón: “ser una buena madre, cuidar a los chicos, llevarlos, traerlos,
no se pueden tener tiempos muertos”. Repito las mujeres no pueden
tener tiempos muertos. Sí, felizmente ahora nos damos más tiempos
muertos, pero el tiempo muerto de una mujer implica generalmente
quebrar la posibilidad de un tiempo muerto en otra.
Voy a recordar a una gran colega que lamentablemente murió jo-
ven, Isabel Larguía. Fue la iniciadora de un término muy bonito que se
llama economía invisible, que era la economía que producían las muje-
res. Isabel hizo una interpretación muy ajustada a lo que pasaba con
las mujeres. Las mujeres no tienen tiempos muertos porque tienen
obligaciones desde que se levantan “y si estas desocupada no es una
buena noticia moral”. Las mujeres no pueden estar desocupadas y esas
exigencias le dan un tono de moral a la idea del deber ser femenino.
No son constructos que tienen que ver con una esencia femeni-
na , tienen que ver simplemente con esos mandatos de que hay que
44

hacer las cosas bien. El asunto de no tener tiempos muertos en Lar-


guía fue muy interesante porque ella señalaba que todo el aparataje
de los electrodomésticos se compraba para tener tiempo libre para
tener otros emprendimientos domésticos. O sea, era una cadena sin
solución de continuidad.

Cuando las teóricas feministas hacen referencia a la esencialización lo usan en tono


44

negativo e implica atribuir determinadas características fijas a varones y a mujeres ra-


dicadas en la naturaleza y en la biología, por tanto inamovibles e inmodificables.

87
La palabra encendida

Al respecto, en Argentina hay muy buenos trabajos que muestran


cómo, en realidad, el hábito del electrodoméstico era más masculino
que femenino. El marido le decía: “te compre tal cosa”. Estoy poniendo
imágenes típicas de las décadas de 1950 y 1960. El varón decía “¿sabes
qué? apareció una nueva lavadora” y la mujer decía “no, porque va a
hacer las cosas mal”, y el electrodoméstico se daba con la composición
masculina: lo moderno, la complejidad, lo mecánico, algo articulaba
ahí. Y a las mujeres en la Argentina no les gustaba mucho eso. Tenían
unos sentidos muy conservadores, “que la lavadora no va a hacer esto
mejor que yo”, un conflicto que muestra el trabajo de Inés Pérez45, “¿la
máquina esa va a hacer las cosas que yo hago?”, pero evidentemente
eso transcurrió, hoy hay aparatos que no tienen sentido.
De algún modo, las grandes conmociones culturales que hemos te-
nido también han conmovido la vida de las mujeres, porque hoy van al
mercado laboral en una proporción inédita. Nosotros éramos un país
que históricamente tenía baja proporción de mujeres en el mercado
laboral, más allá del subregistro que evidentemente ha sido muy gra-
ve en los censos argentinos.
Después de la tormenta de los noventa, con el desempleo abierto
de maridos y compañeros, las mujeres salieron al mercado laboral y
se produjo una recomposición del comportamiento de este. Antes las
mujeres iban al mercado laboral muy jóvenes y solteras, al tener un
chico se retiraban, había una curva descendente y luego meterse en

Hace referencia al artículo “De ‘sirvientas’ y eléctricos servidores. Imágenes del


45

servicio doméstico en las estrategias de promoción del consumo de artículos para el


hogar (Argentina, 1940-1960), publicado en 2013. La autora también abordó el tema en
“El trabajo doméstico y la mecanización del hogar: discursos, experiencias, representa-
ciones. Mar del Plata en los años sesenta” (2010).

88
Patricia Sepúlveda

el mercado laboral era una cuestión horrible porque la descalificación


que se producía en ese hiato era tremenda. Ahí recomiendo leer a He-
lena Hirata46, quien hizo un trabajo maravilloso en el que señalaba
que para aquellas mujeres que se habían bajado del mercado laboral
se tornaba dificilísimo volver e implicaba reingresar a una situación
de menor calificación que la que se tenía.
Para los varones, más allá de los cambios tecnológicos, parece ha-
ber una mejor posibilidad de adaptación a esos cambios, rápidamente
encuentran una reconfirmación. Se dio en la Argentina una de esas tra-
gedias de cambio completo de trabajo cuando se pasó del sistema tipo-
gráfico al de computación, tremendo cambio, pero los trabajadores se
adaptaron. Las mujeres, en cambio, en este salto de volver a la casa per-
dían muchas oportunidades laborales. Hasta los noventa, los cambios
de esa década originaron una entrada masiva de las mujeres al mercado
laboral, en todos los países donde hubo estos tsunamis mal llamados
neoliberales. Esas políticas dieron un gran impulso al contingente fe-
menino en el mercado y subieron su participación en la población eco-
nómicamente activa (PEA) y subieron también las tasas de desempleo –ya
que la PEA se compone con los activos y los desempleados–. De modo
que la tasa de desempleo en la época de Menem era alta. Recordarán
que llegamos a tasas tremendas y las mujeres siempre tenían tres pun-
tos más de desempleo. Ahora también, en este momento, julio de 2019,
si bien no sabemos con claridad cuál es la tasa de desempleo, estimamos
que hay dos o tres puntos de desempleo mayor para las mujeres.

Con la presentación de Dora Barrancos, en el Centro Cultural de la Ciencia, Hirata


46

Helena, socióloga y directora de investigación emérita de la Centre National de la Re-


cherche Sientifique (CNRS), brindó una conferencia sobre mercado laboral y género, su
especialidad (Conicet, 2017).

89
La palabra encendida

Después de los noventa hubo una cierta estabilidad en la presen-


cia de las mujeres en el mercado laboral, se dio un amesetamiento.
Las mujeres dejaron de salir del mercado laboral para criar niños y
niñas, permanecieron en gran medida. También ha cambiado mucho
la óptica de los compañeros, en el sentido de los hábitos patriarcales.
En las décadas de 1930 y 1940 era muy común que el compañero le di-
jera “cuando tengamos hijos tenés que quedarte en casa”. Y hoy esto
ha cambiado muy llamativamente en todos los grupos sociales, sobre
todo en las clases medias.
Por lo tanto, tenemos una composición de la PEA femenina muy
interesante que ha subido de manera notable, estamos casi en el 50 %
en este momento. Es un número muy elevado para la tasa histórica
que hemos tenido. Efectivamente, las mujeres aprendieron la lección,
esta es la lección generacional. Las muchachas hoy no se bajan del
mercado laboral, hacen obviamente todo lo que se puede y ponen
en juego todas las estrategias familiares de resolutividad para criar
a los niños, que sigue siendo la clave de la disparidad de oportunida-
des entre varones y mujeres. La clave es la absoluta mala distribución
del orden doméstico. Como señaló la gran teórica feminista Christine
Delphy47 al advertir que el modo de producción capitalista dependía
absolutamente del modo de producción doméstico, lo que equivale a
decir que sin el modo de producción doméstico, no hay modo de pro-
ducción capitalista. Imaginemos los valores relativos a todas las fun-
ciones domésticas, hay un trabajo que se hizo en México que estaría
mostrando que todas las tareas domésticas reproductivas representan
casi el 24 % del producto interno bruto (PBI).

47
Para profundizar en sus conceptos puede leerse “El concepto de género” (1995).

90
Patricia Sepúlveda

Otra cosa muy simpática para pensar es ¿qué pasaría si hubiera


una huelga por tiempo indeterminado de las reproductoras domésti-
cas? Sería fantástico, ¿no? Ahí está la gran cuestión que ha puesto en
evidencia el paro internacional de mujeres.
¿Por qué las mujeres tienen más problemas para ascender en sus
carreras? Porque efectivamente están muy ajetreadas con los tirones
domésticos. ¿Por qué las mujeres tienen un gap con respecto de su
producción? Por eso mismo, la maternidad y las tareas de cuidado.
Esto debería ser rigurosamente tenido en cuenta a la hora de evaluar
a las mujeres, porque hay un diferencial incomparable.
Entonces, una de las cuestiones fundamentales para extinguir el
patriarcado es la gran revolución doméstica y la gran revolución de
los cuidados, por eso las feministas estamos exigiendo políticas de
cuidado a cargo del Estado. No es posible que un cuerpo femenino dé
cuenta de tantas generaciones: la propia, la de sus padres –su padre/
madre–, la de los hijos, la de los nietos y en sectores populares la de
los bisnietos. Todas estas generaciones significan cuidados especí-
ficos y hay una cuestión que siempre gravita en torno de nuestras
preocupaciones y es que nosotras para resolver nuestros problemas
de desempeño laboral y familiar nos valemos de otras mujeres. Hay
ahí una cadena imposible de sostener, tiene que haber algo que re-
suelva el Estado. Estamos pidiendo que el Estado intervenga fuerte-
mente en la resolución del amplio espectro de los cuidados, porque
no damos abasto, hay que encontrar estrategias nuevas, hay algu-
nas que pueden hacerse con más recursos, otras con menos. Porque
necesitamos que haya circunstancias tales como que las escuelas
tengan doble escolaridad, pero además que haya emprendimientos
populares de sostenibilidad, con entretenimiento y juegos para les

91
La palabra encendida

niñes hasta que padre y madre vuelvan al hogar luego de su jornada


laboral. Hay muchísimas cuestiones para pensar y en la Argentina
no faltan los equipos que están trabajando muy detenidamente en
estrategias para resolver cuidados.

Alejandra Zinni48 — Quería retomar el tema de las ingenie­


rías. Yo estoy como decana en el Consejo Federal de Decanos
de Ingeniería (Confedi) desde hace varios años y he visto que
se ha incrementado la incorporación de mujeres, de hecho he­
mos creado una comisión de mujeres y estamos abordando el
tema de la retención de las estudiantes mujeres en nuestra
carrera. En el Departamento de Ciencia y Tecnología tenemos
dos carreras de ingeniería: Ingeniería en Alimentos e Ingenie­
ría en Automatización y Control Industrial. Una formación de
control industrial netamente masculina y la otra netamente
femenina.
La proporción de mujeres que estudian alimentos es bastante
mayor que la de varones. Cuando salen al mercado laboral todos
tiene pleno empleo pero los cargos de mujeres son cargos técni­
cos más asociados a tareas de control de calidad y no cuestiones
de dirigencia o de ocupar cargos más altos. En cambio nuestros
egresados varones ocupan posiciones bastante importantes de la
industria de los alimentos.
Yo estaba reflexionando con respecto al tema de diseño curri­
cular de nuestras carreras y lo que pienso ahora, se me está ocu­

Directora del Departamento de Ciencia y Tecnología de la UNQ. Docente e investigadora.


48

92
Patricia Sepúlveda

rriendo, es que no estamos capacitando o no estamos formando a


nuestras egresadas para que ocupen esos lugares.
Cuando hablamos con nuestras graduadas de Ingeniera en
Alimentos, en cierta forma, no se animan a postularse para los
puestos que requieren dirigir hombres, básicamente porque una
planta de alimentos es netamente masculina en la línea de pro­
ducción y existe ese desafío.
Tal vez tengamos que abordar algunos temas de liderazgo o de
formación de las egresadas para que puedan afrontar el desafío de
dirigir. Tal vez la empresa no tenga un problema al momento de em­
plear una mujer, sobre todo en estos tiempos que corren, sino que
detecto que el inconveniente está en que las egresadas ingenieras
no se presentan a cargos más altos para los cuales están totalmente
capacitadas. Entonces, digo, tal vez esté faltando alguna asignatura,
trabajar a lo largo de toda la carrera el tema de las mujeres.
DB — Es muy importante eso que decís, es lo que yo llamo la au-
toimpugnación. Las mujeres tienen una suerte de “ah no, no, no es
para mí. No, no, no, no”, aún en mujeres que tienen mucha determina-
ción. Yo creo que sí, que hay que crear algo en grado que haga una po-
tenciación, a mí no me gusta el término empoderar, me gusta poten-
ciar, lo que los seres humanos necesitamos es potenciarnos. Después,
por supuesto, nos encanta el poder. Pero la palabra poder tiene una
raíz muy patriarcal. A mí me gusta potenciar, entonces, esa poten-
ciación significa que tiene que haber un estilo y ahí hay que compli-
carlo también con elementos psicológicos. Tendríamos que pensar en
cómo generar de manera más creativa, más sostenida, más inteligente
formas de afianzar la confianza para liderar un grupo humano, para
convencer a un grupo humano.

93
La palabra encendida

En Rusia, que produjo muchas ingenieras, lo increíble era que las


ingenieras no estaban en el hueso duro de la producción, sino que es-
taban en los episodios de la periferia. Hay unos trabajos que hizo una
francesa muy importante respecto de esto, sobre todo en Checoslova-
quia, se veía muy bien, había ingenieras muy importantes, egresaron
muchas, pero no iban al núcleo duro de la producción, las tenían en el
epifenómeno, en la tarea de administrar.
Y esto sucede no solo en las ingenierías. En Argentina la enfer-
mería es una carrera típicamente femenina, absolutamente femenina.
Ahora bien, el soporte básico de la enfermería es la actitud moral de
la abnegación, con lo cual se socavaron salarios y posiciones. Ahora
es notable, la Argentina tiene todavía retrasos respecto del reconoci-
miento denso de la enfermería. A la enfermera universitaria, aunque
reconozco que cambió en los últimos años, generalmente la ponían
a administrar el servicio y no en el núcleo duro de la actividad. Cosa
muy diferente ocurría en Brasil. Brasil las puso en el lugar crítico de
la enfermería, nada de administrar estaba en el lugar duro de la tarea.
Ahora ha cambiado, porque creo que la corporación médica también
ha ido comprendiendo. La corporación médica siempre se sintió con
mucho ímpetu para denegar las funciones, para no delegar funciones
en la enfermería. Había una desconfianza básica en esa formación,
aunque insisto en que ahora cambió mucho. Pero, de todas maneras,
se ve también que no hay casi enfermeras universitarias que dirijan
hospitales, conozco un solo caso, en el sur, de una enfermera univer-
sitaria que está dirigiendo un hospital. ¿Por qué la enfermera univer-
sitaria no puede dirigir un hospital? Hay mucho para hacer.
Y yo creo, Alejandra, que dentro de la carrera podrían ver qué ele-
mentos son de potenciación, quizá hay que referirles mejor, llevarlas

94
Patricia Sepúlveda

a un plano de mayor visibilidad, hay que fortalecerlas, tratar de ver si


hay algunas intervenciones, de tipo de trabajo grupal, para mejorar su
condición de oportunidad en la vida profesional.

Pablo Martínez López49 — Soy profesor en el área de programa­


ción e informática. Coordiné un tiempo la organización de la ca­
rrera, como director. En este momento, estoy trabajando con una
agrupación nacional que promueve la enseñanza de computación
en todo el país, la fundación Sadosky, y estamos muy interesados
en la temática de género. Justamente, lo que decía la directora
del Departamento, Alejandra Zinni, lo observamos también en la
computación. Pero no solamente a nivel profesional, sino a nivel
mucho más chico, en primaria y secundaria es notable cuando se
da una asignación de trabajo en computación las chicas automáti­
camente, motu proprio, se relegan a tareas de diseño, de embelleci­
miento del aspecto, y dejan la tarea de decisiones técnicas al grupo
masculino. Es un fenómeno muy interesante de observar.
DB — Hay que intervenir fuertemente. Acá también ocurrió lo
mismo. Cuando la computación en la Argentina era la módica cuota
del servicio, contaba con un número bastante importante de muje-
res. Cuando la computación mudó a ciencia ahí efectivamente hubo
un efecto de desertización de mujeres. Hay dos cuestiones que po-
drían estar sucediendo: la antigua regla de la economía feminista,
antigua porque decía que cuando una profesión se envilecía en re-
muneración, se llenaba de mujeres y cuando una profesión mejora-

Docente investigador de las carreras de programación e informática de la UNQ y exdi-


49

rector de la Tecnicatura Universitaria en Programación Informática.

95
La palabra encendida

ba su posibilidad remunerativa, se llenaba de varones. Non è vero,


exactamente, pero con la computación pasó algo de eso. Inclusive,
porque se trata hoy en día de una de las formas de empleabilidad
muy rápida, en general antes del egreso ya se están empleando, los
captan antes. Entonces, ahí hay una cuestión de que el propio mer-
cado se ha ido consolidando con relación a varones y tiene un efecto
de demostración muy clara. La segunda cuestión es que las mujeres
seguían una norma que no estaba demasiado expresada pero decía:
las mujeres tienen menos oportunidades porque tienen menos calificación.
Algo insensato, las mujeres tienen más calificación y siguen teniendo
menos oportunidades. Pero hay algo de esto que instruía a las pro-
pias mujeres. Años atrás había más mujeres inscriptas en posgrado
de informática que varones. Los varones bien calificados ya estaban
en el mercado. Las mujeres seguían la quimera de que si tenían más
calificación de posgrado, tenían más oportunidades, pero no era así.
Cecilia Touris50 — Teniendo en cuenta que los espacios de con­
ducción o de dirección están pensados muchas veces desde un
paradigma patriarcal, habría que considerar que si las mujeres
empezamos a ocupar otros lugares podríamos desordenar, desa­
comodar o desestructurar esos modos de organización más jerár­
quicos y menos colaborativos.
DB — A veces me da mucho problema pensar en estilo femenino, el
estilo de liderazgo femenino. Sí, hay un cierto condicionamiento cultural
para que esos estilos sean de esta manera y no de otra, digo, para no
determinarlos esencialmente. Las mujeres tenemos cierta condición
de posibilidad poligerencial, no porque viene embutido en nuestra na-

50
Directora de la Licenciatura en Educación (virtual) de la UNQ. Docente e investigadora.

96
Patricia Sepúlveda

turaleza, sino porque como dije antes no tenemos tiempos muertos,


porque somos capaces de atender el chico que llora, la mamadera, et-
cétera. Esta heteróclita capacidad de atención que tienen las mujeres.
Porque hay una necesidad, histórica y cultural, de hacerlo.
Puede que haya capacidad reflexiva en el liderazgo de las mujeres. Sin
embargo, siempre diremos lo mismo, necesitamos equidad por un problema de
derecho fundamental, no porque las mujeres seamos mejores. No somos mejores.
Las antiguas feministas pensaban que las mujeres eran mejores para ir al
parlamento porque iban a hacer leyes mejores que los varones, eso es una
geografía que no nos permitimos, no. Las mujeres también somos perver-
sas, malas, terribles. Pero hay un problema de derecho fundamental y de
una oportunidad de tomar puntos de vista y perspectivas que están condi-
cionados culturalmente, pero que pueden ser muy interesantes.
Sí, yo creo que de todas maneras hay ambientes que son muy femi-
nizados, por ejemplo, si una entra a una escuela primaria, el ambiente
es altamente feminizado. Ahí habría que ver si en esto de la poliorga-
nización hay una oportunidad, yo creo que un grupo de docentes tie-
ne una capacidad para hacer unas regencias muy poliédricas. En todo
caso, si hay un recado nuevo que pueden llevar las mujeres es esto de
potenciar al grupo. Detrás de la experiencia de la segregación, debe-
ríamos reponer una idea más atinada acerca de la interacción huma-
na. Insisto, la sororidad es un término todavía bastante extraño y, en
fin, lo que necesitamos son nuevos pactos con las mujeres y nuevos pactos con
los varones. Necesitamos pactar de nuevo la vida. Yo creo que ese es el gran
desafío que se viene: ¿cómo hacemos nuevos pactos? El famoso pacto,
el pactismo político, tiene un montaje absolutamente patriarcal.
¿Cómo hacemos para tener una convivencia en la que efectivamen-
te haya gran capacidad para el arco de las diversidades, diversidades de

97
La palabra encendida

conducta, diversidad de todo? ¿Cómo nos hacemos de una nueva ca-


pacidad de significar lo que puede brindar cada ser humano? Aún en
aquellas cuestiones que las mujeres por un problema de ciertas intui-
ciones pueden tener una cierta percatancia de que alguna gente pue-
de contribuir de otra manera en una tarea. Que haya menos rigidez en
los estándares de gobernanza por una cuestión de condicionamiento.
¿Por qué? Porque efectivamente nos hemos tenido que acostumbrar a
ciertas porosidades, a la poligerencia, a la manifestación inclusive de lo
doméstico. Me parece que eso podría conseguirse, pero desde luego no
hay en esto ninguna idea de que las mujeres, por una cuestión esencial y
biológica, tengan esas condiciones. Yo creo que vendrá un mundo den-
tro de algunas temporadas largas, que yo no veré porque ya no estaré
en estatuto vital, pero que va a sobrevenir sin duda. Creo que habrá
un momento en la historia en que no será necesaria la argumentación
sexogenérica. Eso será lo de menos, no tendrá sentido.
Hay una figura en la historia del feminismo: Virgina Woolf, deben
leerla, que tiene dos textos formidables, ella que era una empeñosa pro-
feminista, sin ser adherente feminista, pero nos legó dos textos formida-
bles. Por un lado, Un cuarto propio (1929), que es la idea de la autonomía
con posibilidad profesional. No hay ninguna posibilidad de ser autónomas
si no tenemos un cuarto propio, que quiere decir que podemos pagarnos
el cuarto propio. Y, por otro, Tres guineas (1938), que es un trabajo histo-
riográfico formidable. Hoy la historiografía moderna le da la razón res-
pecto de cómo las clases dominantes inglesas pagaban lo que fuera para
la educación de “Arthur”, sostenían lo que fuera para conseguir una alta
enjundia educativa. Y así verse incluidos en las public school, que era aquel
sistema donde iban los muchachos a perfeccionar sus atributos sexo ge-
néricos y al mismo tiempo un gran mercado de posibilidades de casarse

98
Patricia Sepúlveda

con alguien con mucho dinero al egresar de Eaton o de Harrow. Era un


sistema de escolarización promasculino y notablemente lo que más había
era homoerotismo. Los chicos ingresaban a la escuela con 6 años o 7 y
salían con 17. Imagínense lo que era la vida hospicial, pródiga en muchos
entretenimientos. Se burilaba el carácter masculino y era muy paradójica la
cuestión. Los reyes mandaban a los príncipes a la public school, donde se
hablaba un inglés que nadie entendía, más que los que de allí egresaban.
Hay muchísima literatura acerca de cómo hablaban, esa conformación de
la lengua inglesa, completamente acentuada en orden casi a una femini-
zación de su trazado de tan pulida que era la estructura. Esas escuelas de
masculinidad, al mismo tiempo, fueron escuelas muy pródigas en mani-
festaciones díscolas de la masculinidad.
Pero volvamos a Virginia Woolf, quien hizo una gran consideración
acerca de todo lo que realizaron las familias decentes para que sus hijos
pudieran acceder a aquel trayecto de escolarización y formación. Todas,
las niñas incluso, debieron contribuir fuertemente para que los varones
de la familia fueran a las public school y ellas quedaron excluidas. Virginia
Woolf hizo un alegato al final de Un cuarto propio, allí dijo: “Habrá algún
día en que no será más necesario hacer una argumentación (de identidad)
de carácter femenino, de condición femenina, de atribución de sentido
femenina. Habrá algún día en que no será necesaria ninguna tribulación,
porque lo que vendrá será una sociedad de seres andróginos”.
Lo que quiere decir es que no tendremos más necesidad de de-
marcar la exclusión y la inclusión en términos sexogenéricos. Es boni-
to, ¿no? Es un panorama que se abre en el sentido de que todas estas
cuestiones forman parte de un cierto momento de la historia y que
como son históricos pasarán también históricamente. Estoy conven-
cida de que el tiempo dará lugar a muchas transformaciones.

99
La palabra encendida

Referencias bibliográficas
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torización de Utopie Critique, responsable de la entrevista]. Recuperado
de http://www.insumisos.com/lecturasinsumisas/EL%20CONCEPTO%20
DE%20GENERO.pdf
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España: Akal.
- Pérez, I. (2013). De “sirvientas” y eléctricos servidores. Imágenes del ser-
vicio doméstico en las estrategias de promoción del consumo de artículos
para el hogar (Argentina, 1940-1960). Revista de Estudios Sociales. Recupera-
do de https://journals.openedition.org/revestudsoc/7534?lang=pt
- Pérez, I. (2010). El trabajo doméstico y la mecanización del hogar: discur-
sos, experiencias, representaciones. Mar del Plata en los años sesenta. En
Cosse, Felitti y Manzano, Los ’60 de otra manera. Buenos Aires: Prometeo.
- Power, E. (2002). Gente de la Edad Media. Buenos Aires: Eudeba.
- Todorov, T. (1991). Nosotros y los otros. México: Siglo XXI.
- Tubert, S. (1988). La sexualidad femenina y su construcción imaginaria. Ma-
drid: El Arquero.
- Williams, R. (1997). Solos en la ciudad. La novela inglesa de Dickens a D.H.
Lawrence. España: Debates.
- Woolf, V. (1929). Un cuarto propio. Inglaterra: Hogarth Press.
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tica. Honorable Congreso de la Nación Argentina. Disponible en https://
www.argentina.gob.ar/sites/default/files/ley_27412_paridad_de_gene-
ro_en_ambitos_de_representacion_politica.pdf

100
Patricia Sepúlveda

- Ley 24012 (1991). Cupo femenino. Código Electoral Nacional. Honorable


Congreso de la Nación Argentina. Disponible en http://servicios.infoleg.
gob.ar/infolegInternet/anexos/0-4999/411/norma.htm

Material de internet
- Biblioteca virtual universal (2003). La esclavitud femenina. John Stuart Mill.
Disponible en https://www.biblioteca.org.ar/libros/70864.pdf
- Conicet (2017). Helena Hirata: “La precarización laboral afecta más a las
mujeres”. Recuperado de https://www.conicet.gov.ar/helena-hirata-la-
precarizacion-laboral-afecta-mas-a-las-mujeres/
- EcuRed (s/f). Gustave Le Bon [biografía]. Recuperado de https://www.
ecured.cu/Gustave_Le_Bon
- Gastón Bachelard (1884- 1962) [biografía]. Recuperado de http://www.psi.
uba.ar/academica/carrerasdegrado/musicoterapia/sitios_catedras/302_
psicologia_ciclos_vitales2/material/biografia_bachelard.pdf
- Ministerio de Cultura de la Nación Argentina (s/f). La cultura emancipa-
dora de Antonio Gramsci. Recuperado de https://www.cultura.gob.ar/
antonio-gramsci-filosofo-marxista-8962/
- Metahistoria (s/f). Jacques Bossuet. La Historia y la Providencia [biogra-
fía]. Recuperado de https://metahistoria.com/jacques-bossuet/
- Pereira, M. E. C. (2009). Krafft-Ebing, la Psychopathia sexualis y la creación de
la noción médica del sadismo. Revista Latinoamericana de Psicopatologia Fun-
damental [online], vol.12, n.2, pp.379-386. Disponible en https://www.scie-
lo.br/scielo.php?script=sci_abstract&pid=S1415-47142009000200011&lng
=pt&nrm=iso&tlng=es

Recursos
Respecto de la situación de las mujeres en las carreras científicas:
- UNQtv (02 de julio de 2020). Encuentro 4: “Mujeres y ciencia en tiempos
de COVID-19” [registro audiovisual de transmisión en vivo]. Barrancos, D.,

101
La palabra encendida

Carrillo, C., Franchi, A. M. y Zinni, A. En Ciclo Proyecto Feminista. Orga-


nizado por la Cátedra Abierta de Género y Sexualidades de la Universidad
Nacional de Quilmes. Disponible en http://tv.unq.edu.ar/ciclo-proyecto-
feminista-encuentro-4-mujeres-y-ciencia-en-tiempos-de-covid-19/

Disponible aquí

Respecto de las diferencias entre varones y mujeres en la carrera:


- Luna, N. (2017). Rebelión en la ciencia: mujeres contra el techo de cristal. Uni-
versidad Nacional de San Martín [sitio web]. Disponible en https://www.un-
sam.edu.ar/tss/rebelion-en-la-ciencia-mujeres-contra-el-techo-de-cristal/
- Secretaría de Investigación de la Universidad Nacional de Quilmes (10 de
marzo de 2018). Participación de las mujeres en el sistema I+D UNQ. Dispo-
nible en http://secretariadeinvestigacion.web.unq.edu.ar/participacion-
de-la-mujer-en-el-sistema-de-id-de-la-unq/

102
V
Una agenda, posible, de las preocupaciones
feministas 201951, por Patricia Sepúlveda con la
colaboración de Victoria Obregón52

Contexto
Este artículo es distinto a los demás. Aquí la voz de Dora aparece a
través del espejo de nuestra interpretación. Intentaremos desarrollar
un texto que cabalga entre la reseña, el diálogo entre varias voces y
la reflexión compartida. Así como la presentación del libro Apuntes
para las militancias. Feminismos: promesas y combates (2019) se construyó
como una charla entre la autora, María Pia López, Dora Barrancos,
Victoria Obregón y Patricia Sepúlveda, este artículo incluye nuestras
reflexiones y revisitas al tema a lo largo del año 2019.

Introducción
Cuando nos propusimos escribir sobre los temas que no deberían
faltar en una posible agenda feminista empezamos por la vieja y cues-
tionada, pero no por ello menos presente, heterosexualidad obligatoria.
¿Discutida? Por supuesto. ¿Superada? No aún. Sin embargo, podemos
dar cuenta de nuestro pequeño paso adelante. Prueba de ello fue el tra-

Una versión anterior de este artículo fue publicada en el 6.º número de la revista di-
51

gital Sociales y Virtuales (2019) del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad


Nacional de Quilmes.
52
Tutora académica, integrante de la Cátedra Abierta de Género y Sexualidades.

103
La palabra encendida

bajo realizado para lograr el reconocimiento de la identidad autoperci-


bida para todas las personas integrantes de la comunidad universitaria.
Así desde el 24 de julio de 2019, tal como establece la Ley 26743 de
Identidad de Género, en nuestra universidad, a solo requerimiento de la
persona interesada, el nombre de pila adoptado en razón de la identidad
de género afirmada será utilizado para la citación, registro, legajo, llama-
do y cualquier otra gestión, aunque este no coincida con el nombre y sexo
registrales. La resolución permite garantizar en el ámbito académico y
administrativo el cumplimiento real y efectivo de los derechos que la ley
consagra. Con Daniel Badenes53 elaboramos la resolución y la articulación
con los distintos espacios de gestión de la universidad. Las tareas realiza-
das constituyeron un aprendizaje en sí mismo y la toma de conciencia de
lo profundamente enraizado que está, en nuestras instituciones, el impe-
rativo heterosexual y que desandarlo será una tarea de todes.
El modelo económico de ajuste y exclusión vigente en Argentina
hasta 2019 tuvo y aún tiene efectos nocivos en la educación, la salud
y las condiciones que definen una vida digna de ser vivida para gran
parte de la sociedad y es sabido que las poblaciones feminizadas y las
minorías se ven aún más perjudicadas. La situación de pandemia que
atravesamos por la COVID-19 ha puesto en evidencia situaciones de ex-
trema vulnerabilidad reproducidas en los espacios que estas personas
habitan y a esto hay que sumarle la sobrecarga en las tareas de cuidado.

53
Consejero Superior por el Departamento de Ciencias Sociales. Docente investigador,
dicta clases de grado y posgrado en las universidades nacionales de La Plata y Quilmes.
Integra la Red Internacional de Historiógrafos de la Comunicación (RIHC). Es editor de
la revista La Pulseada e integrante de la radio comunitaria Futura.

104
Patricia Sepúlveda

Las formas concentradas del poder económico dan más fuerza al


patriarcado y solo lograremos hacerlo temblar cuando asumamos la
necesidad de sumarnos a proyectos colectivos igualitarios, solidarios y
que promuevan la redistribución de recursos. Porque las formas de vio-
lencia son muchas, variadas y de una crueldad mayúscula, pero erramos
si creemos que solo con respuestas punitivas resolveremos el problema.
Por eso, para recorrer el espinel de temas centrales de nuestros
feminismos, elegimos hacer una reproducción sui géneris de la charla
que en tuvimos con María Pia López en torno a su libro Apuntes para
las militancias. Feminismos: promesas y combates (2019).
El libro, que pertenece a una colección que se llama Plan de Ope-
raciones de la editorial EME, convoca a quienes lo leen a participar de
un espacio abierto a diversas formas de pensamiento, a establecer diá-
logos prolongados, a buscar la charla. Se estructura alrededor de ejes
enunciados como ¡basta! a partir de los cuales nos propone recorrer una
geografía de problemas. No solo se trata de una invitación al debate,
sino que incluye ideas para nutrirlo, porque detrás de lo que aparentan
ser sencillos capítulos se distingue la traducción de una enormidad de
textos teóricos. Se trata de un ¡basta! producto del hartazgo, que, sin ne-
gar las diferencias de tonos, estrategias y lenguas, se articula en un grito
común. El sujeto que enuncia ese ¡basta! visceral es múltiple: mujeres,
cuerpos disidentes, cuerpos acosados, violados, agredidos, conquista-
dos, mal pagos, maltratados, excluidos, racializados.
Las autoras de este capítulo nos hacemos enteramente responsables
del reflejo que de la charla haremos aquí, porque lo usamos para resaltar
nuestros intereses. El juego con la tipografía permitirá a les lectores distin-
guir nuestros enlaces, conexiones y preguntas, que aparecen siempre en
negrita, de las citas casi textuales de María Pia y de Dora, en letra redonda.

105
La palabra encendida

Presentación del libro Apuntes para las militancias. Feminismos: promesas y combates
(2019) de María Pia López en la UNQ. Entre las presentes se destacan Dora Barrancos,
Patricia Sepúlveda, María Pia López, Victoria Obregón, Nancy Calvo, Miriam Medina (coor-
dinadora de tutorías UNQ modalidad virtual), Eliana Bustamante (secretaria de Gestión
Académica de la UNQ) y Valeria de la Vega (docente e investigadora de la UNQ). Fuente:
Cátedra Abierta de Género y Sexualidades de la UNQ.

Primera estación: la urgencia de analizar la tendencia punitivista


En la presentación inicial, justo antes de que María Pia co­
menzase a hablar, Dora disparó su interpelación, la más urgente:
el tema de la punición, atenta al brote punitivista que tuvo en las
universidades una manifestación particularmente intensa.
Dora preguntó por los escraches y refirió a su genealogía para
destacar los casos en los que la enunciación pública de hechos
aberrantes resultó valiosa y en los que no. Hizo referencia con­
creta al caso Darthes, en el que luego de una serie de probanzas

106
Patricia Sepúlveda

acerca del hecho denunciado, se realizó la denuncia pública54. Re­


saltó el valor de la constitución de un colectivo de enunciación,
en este caso Actrices Argentinas, que se hizo cargo de la denuncia
y construyó un amparo de mutualismo, así mismo lo diferenció
del escrache en las redes.
Luego, volvió al ámbito universitario y propuso repensar las
fórmulas de denuncia ante lo que consideró la sobreexigencia de
castigos en nuestros espacios y la inclinación a la figura de la cas­
tración como si fuera la única respuesta posible. Al mismo tiem­
po, planteó la necesidad de encontrar un estado de resolutividad
que no permitiese la impunidad y donde la punición fuese una de
las posibilidades, no la única y con proporcionalidad.
Preguntó, provocativamente, ¿es lo mismo que un tipo even-
tualmente diga una guarangada a une compañere, al acoso sistemáti-
co que ejerce un individuo? ¿Es lo mismo lo que puede ser un maltrato
eventual, a la sistematicidad del maltrato en un ambiente de trabajo?
Dora consideró que eran cuestiones para sopesar. Y en relación
con esto hizo referencia a los protocolos en contra de la violencia
machista existentes en nuestras universidades. Señaló: nos cons-
ta que no bastan los protocolos, tenemos que hacer otras cuestiones,
tenemos que establecer acciones preventivas, los propios protocolos
deberían ser instrumentos pedagógicos y no solamente punitivos. Re­
forzó su atención al ambiente universitario donde, según apuntó,

54
El 11 de diciembre de 2018 Thelma Fardin, acompañada por colegas de la Colectiva Ac-
trices Argentinas, hizo pública la denuncia por violación, radicada en Nicaragua, contra
el actor Juan Darthés. “Hoy decimos basta. Escúchennos: el tiempo de la impunidad
para los abusadores debe terminar” aseguraron las actrices en aquella ocasión (Página
12, 11 de diciembre de 2018).

107
La palabra encendida

rápidamente hay incendios e intenciones del orden de la castración y


a lo que en el libro de María Pia se denomina “ostracismo fantaseado”.
En su respuesta, María Pia rescató la diferenciación entre los ti­
pos de escrache como punto de partida para reflexionar sobre la
punición. Señaló que lo relevante en los feminismos argentinos, en el
movimiento de mujeres, lesbianas, travestis y trans fue haber podido di-
ferenciar la cuestión de la violencia contra las mujeres de la de la segu-
ridad y ponerla en relación con el Movimiento de Derechos Humanos.
Porque, de lo contrario, la respuesta a la violencia hubiese sido pedir más
cárceles, más años de encierro, más dureza de las leyes, más policía. Y los
feminismos de Argentina no han pedido eso, porque lo que pretenden es
lograr un orden más justo que piense en la justicia y la reparación.
Y enfatizó: cuando los agrupamientos más masivos de los femi-
nismos argentinos salieron a decir “Ni una menos” lo enfocaron como
una cuestión de derechos humanos que no se podía resolver con más
policía. Eso apareció como un descubrimiento colectivo que se com-
plejizó en el momento que apareció la palabra escrache en juego. El
escrache es una invención que estaba dentro del repertorio de luchas
del Movimiento de Derechos Humanos, de la agrupación HIJOS. Como
dijo Dora, tenía que ver con una denuncia colectiva de crímenes que
habían sido probados y estaban impunes y una organización que defi-
nía los modos de señalarle al barrio y a los vecinos que en determina-
do lugar vivía un genocida.
Pensemos el abismo que hay entre ese uso de la palabra escrache
y la idea de escrache como la estamos usando en estos tiempos, el
escrache en redes, a veces un escrache individual que deja a la pro-
pia denunciante en situación de intemperie. Porque tampoco puede
enunciar esa voz rodeada de comprensión y amparo, es muy distinto

108
Patricia Sepúlveda

al orden de lo colectivo. Y al mismo tiempo se toma la sola denuncia


como prueba en sí y como una prueba que evita la graduación de la
pena. Esto nos pone ante situaciones muy complejas porque, por un
lado, estamos diciendo “no somos punitivistas”, pero al mismo tiempo
algo del orden de la pena se juega con una fuerza enorme. Y tiene que
ver con la imagen del ostracismo, que se combina con otra, la fantasía
de que podemos estar en lugares resguardados de toda amenaza.
María Pia sostuvo, entonces, que para dar una respuesta a
este problema complejo hay que hacerse preguntas. ¿Qué idea de
justicia ponemos en juego? ¿Qué sería hacer justicia con personas cu-
yas prácticas son patriarcales y que han sido constituidas como tales
por un conjunto de normas y conductas sociales que nos construye-
ron a nosotras mismas, pero a las que nosotras ya dijimos basta? Sobre
todo cuando todos esos individuos construidos en el patriarcado, que
han quedado desfasados de nuestro basta, conviven en las institucio-
nes con nosotras, en las universidades, en los espacios de trabajo, en la
calle. ¿Cómo hacemos con esas personas si creemos que es necesario
hacer justicia, reparar, pero al mismo tiempo no excluir?
Propuso que así como combatimos contra la idea de que haya otras
lógicas de exclusión, que sistemáticamente definen una cantidad de cuer-
pos, de personas que no valen y que pueden ser sujetos sin derechos, los
feminismos tenemos la posibilidad de decir si estamos peleando por un
mundo más justo, un mundo donde pedimos menos penas y más preven-
ción, o pedimos menos penas y más educación sexual integral.
Pero también sabemos, argumentó la autora, que eso es a media-
no plazo y esto a todas las compañeras que están viviendo situaciones
de humillación, de agravio y de ofensa no les alcanza. Y está bien que
no les alcance.

109
La palabra encendida

Entonces, junto a la pregunta por la justicia y la exclusión, María


Pia agregó una nueva sobre la reparación: ¿podemos construir una
noción feminista de reparación del daño?, ¿podemos construir una idea
feminista de reparación de lo que hemos sufrido y de lo que sucede? Su
respuesta fue que debemos pensar en una propuesta de reparación
compleja que, por un lado, implica que algunas personas deberán
transitar un cierto reaprendizaje de sus conductas y, por otro, que
nosotres tendremos que poder abrir espacios para que eso ocurra.
A modo de ejemplo, la autora recordó una situación personal con
relación a la lucha por los derechos humanos: una amiga que declaró
en los juicios de lesa humanidad muchos años después de haber sido de-
tenida desaparecida, me dijo: “Yo declaré sabiendo que no le aumentaba
ni un minuto la pena, porque ya estaba condenado a perpetua y, sin em-
bargo, ir a declarar funcionó como una instancia de reparación”.
A partir de lo cual su propuesta fue: si la instancia del decir pú-
blico funciona como reparación, quizá también tengamos que cons-
truir ámbitos donde poder alojar la denuncia, poder tramitarla colec-
tivamente y poder generar instancias de reparación para las personas
afectadas, ofendidas, humilladas, violentadas y al mismo tiempo que
las instituciones hagan un esfuerzo en reconvertirse a partir de eso.
Y agregó: alguna vez escuché a alguien que decía que “más que
pensar que haya zonas libres de machistas, lo que nos implicaría ex-
pulsar a mucha gente, tenemos que imaginar instituciones libres de
machismo. Es decir, donde esas personas no tengan cabida, ni poder,
ni posibilidad de ejercer conductas machistas”.
Es difícil porque el atajo es expulsar con nombre y apellido y
decir “a esta persona ya no la tenemos más en nuestra institu­

110
Patricia Sepúlveda

ción”. Sin embargo, el esfuerzo institucional más severo tiene que ser
el de construir formas específicas donde ningún abuso pueda suceder
y al mismo tiempo generar espacios para alojar la palabra de las per-
sonas que han sido violentadas.

Segunda estación: víctimas, protocolos y un grito de ¡basta!


María Pia se adelantó a nuestras inquietudes respecto del rol
funcional que desempeña la figura de la víctima en los sistemas
represivos del neoliberalismo. Y también a la pregunta por el in­
terés, que se ha demostrado por ejemplo durante el gobierno de
Mauricio Macri (2015-2019), por estimular la creación de protoco­
los universitarios de prevención de la violencia contra las mujeres,
como si la única cuestión para abordar temas que incorporasen la
perspectiva de género fuese la violencia contra las mujeres.
La autora explicó su preferencia por la figura de “personas
que han sido violentadas” a la categoría de víctima, que es consi­
derada muy problemática. Cuando testimoniamos en general habla-
mos como víctimas. Pero al mismo tiempo si somos parte de un mo-
vimiento con la fuerza que tienen los feminismos contemporáneos es
porque dejamos de ser víctimas. Es más, el lugar más cómodo para el
orden patriarcal es poner a las mujeres en el lugar de víctimas. Para el
neoliberalismo patriarcal no hay mejor salida que un feminismo vic-
timizante y punitivista que nos reconozca a nosotras como víctimas y
que pidamos penas. Por eso, cuando pensamos con qué imágenes en-
frentamos esa operación sobre las mujeres, hay que saber que lo que
estamos disputando es mucho más grande. Y que estamos discutiendo
también cómo se constituye esta sociedad, lo que implica no aceptar

111
La palabra encendida

fácilmente el lugar del castigo ni el de la victimización. Es decir, re-


cordar siempre que no somos víctimas, aunque hayamos pasado por
situaciones de victimización.
Y sobre la política de “protocolizar” las instituciones María
Pia reflexionó: me parece que los protocolos, por lo menos en el fun-
cionamiento que yo estoy viendo, son instrumentos necesarios, pero
al mismo tiempo deben ir acompañados de una suerte de construc-
ción de poder y recursos feministas. Donde las compañeras estudian-
tes, profesoras, trabajadoras de una universidad no busquen una ter-
cerización de su propia acción, porque también eso es problemático.
Si nos reivindicamos como mujeres creadoras, activas, potentes,
sujetos políticos, no es conveniente delegar en otres la resolución de
los conflictos. En muchos casos los protocolos aparecen como esa vía
donde me siento ahí y soy la victima que pide que la institución re-
suelva esta situación y perdemos la agencia, que es una agencia de
red. Es bueno agenciarte con tus compañeras del curso, de oficina, con
otras profesoras… ¿cómo hacemos para bloquear a este tipo?
Para concluir María Pia resaltó el riesgo que implicaría perder
la fuerza de la acción feminista. Si nos expropian eso, nos reducen
a un lugar de impotencia muy complicado, aunque sean compañeras
feministas las que pongan en juego los protocolos.
En la charla, le preguntamos cuál fue su basta fundamental, el pri­
mero, el más fuerte. Asimismo, en el marco de la emergencia de los fe­
minismos populares, le pedimos que ampliara su posición al respecto.
En principio se reconoció como una “feminista tardía” y señaló
que para llegar al feminismo, en este sistema patriarcal que es en­
gañador, tuvo que salirse de su propia experiencia singular y que

112
Patricia Sepúlveda

las fichas le fueron cayendo tarde. Su toma de conciencia tuvo que


ver con empezar a escuchar en los encuentros de mujeres.
Después tuvo que ver con la sensación, hacia 2014 fundamental-
mente, de que estábamos entrando en una espiral de violencia o que
se hacía más visible esa espiral, que tenía trazos cada vez más cruen-
tos sobre el cuerpo de las mujeres y cuerpos feminizados, que era inacep-
table. En parte eso tuvo relación con la emergencia posterior del Ni
Una Menos, tomar nota de que esa misma sensación la tenía mucha
otra gente, y que apareció como una salida colectiva a algo que empe-
zamos a ver como demencial, ¿estamos en Ciudad Juárez? Recuerdo
mucho ese estupor y la imagen de los primeros meses de 2015 con
una serie de adolescentes jóvenes que aparecían asesinadas en bol-
sas de basura. Esa impresión de que se estaba produciendo un nuevo
tipo de crueldad en la Argentina, que estábamos en un umbral. Y que,
pasando ese umbral, si no lográbamos frenarlo socialmente, no había
mucho retorno. Esa fue la impresión.
María Pia encontró ahí su primer basta, muy vinculado a la ex-
periencia de otras que venían amasando en los encuentros nacionales
de mujeres militancias feministas en organizaciones que no eran co-
lectivos feministas, pero tenían sus frentes de género como los femi-
nismos piqueteros.
Y ahí enganchó con la respuesta a la pregunta sobre los femi­
nismos populares que para ella implicaron un giro interesante
porque aportaron una masividad callejera que se desconocía y el en-
lace de una agenda feminista con cuestiones más amplias y complejas.
Por ejemplo, toda la secuencia de los paros intencionales de mujeres
que resultan fundamentales en tanto ponen la cuestión del trabajo,
la producción y la capacidad de crear valor en el centro de la escena.

113
La palabra encendida

La autora hizo referencia a una historia fluctuante de peleas


entre grupos, pertenencias, tradiciones y políticas diferentes.
Señaló que a diferencia de otras feministas que consideran que
solo se es feminista si se es antineoliberal, ella suele decir que
“todas somos feministas” y lo que debemos discutir es qué adjetivos le
ponemos a los feminismos. En ese contexto, tomó como ejemplo la
discusión que se armó en torno al discurso de (la diputada Silvia)
Lospennato55 en favor del aborto en Diputados.
¿Qué pasa con Lospennato? Tenemos que aceptar que la misma
diputada que hace un gran discurso como hizo por la legalización del
aborto, tres meses antes había hecho un tremendo discurso a favor de
la reforma previsional que quita derechos a las trabajadoras argenti-
nas de un modo brutal. Tenemos que poder pensar eso sin el atajo de
decir que Lospennato no es feminista o es feminista de mentira. No,
es feminista, hay un punto en su agenda donde podemos tener acuer-
do, pero en el fondo de todo vamos a tener un enorme desacuerdo.
Porque lo que desde los feminismos populares tratamos de construir
como idea de vida, idea de cuerpo, idea de organización e idea de so-
ciedad es completamente diferente.

María Pia rescató todo el proceso construido por los paros in­
ternacionales de mujeres, la fuerza que implicó reapropiarnos del 8
de marzo como el Día de la Mujer Trabajadora y al mismo tiempo darle

55
Silvia Lospennato es politóloga y diputada nacional por el partido Pro desde 2015,
reelecta en 2019. La referencia tiene que ver con que en el debate en la Cámara Baja por
la legalización de la interrupción voluntaria del embarazo adoptó una posición a favor
y, además, se reconoció como feminista.

114
Patricia Sepúlveda

un contenido que fue muy interesante, porque pudimos discutir todo


eso a lo que llamamos trabajo y todo aquello que no lo es. Desde el tra-
bajo en la casa y el trabajo de cuidados hasta el trabajo en la economía
informal. Haber podido discutir todo eso a la vez me parece que abona
un feminismo de una gran densidad.

Tercera estación: sujetas políticas


La continuidad natural de la charla nos llevó a preguntar por
su propuesta de que cualquier armado político tiene que tener la
agenda feminista desde el principio, de que no puede ser una cosa
que venga después de un triunfo electoral. Su respuesta señaló que
para cualquier partido, cualquier frente, sería una locura desaprove-
char la presencia feminista porque es una efectiva fuerza rebelde.
Y agregó: cuando se nos dice “bueno, chicas, por qué no se sacan
los pañuelos un rato y esperan que ganemos las elecciones. Dejemos eso
para después porque nos parte el campo nacional y popular, nos genera
conflictos que no son prioritarios, porque lo prioritario es el hambre”,
le parece que es caer en una trampa muy grande, porque si acepta-
mos que la única cuestión central es la del hambre entonces la gestión
de lo social pasa a ser una gestión de asistencia social. Si nosotras deci-
mos que estamos poniendo en juego una idea de vida que no se limita a
lo biológico, que no se aplana a las necesidades básicas, sino que recurre
a todo eso y hace comedores populares al mismo tiempo que pide legali-
zación del aborto, lo que estamos poniendo en juego es una idea de vida
mucho más interesante porque significa que de la vida también nos ha-
cemos cargo. Nos hacemos cargo, la desarrollamos con autonomía y lo
que decimos que se llama vida es una vida autónoma.

115
La palabra encendida

Con gran claridad explicó su visión: el gobierno neoliberal (por


el gobierno de Mauricio Macri, 2015-2019) tiene dos estrategias para
tratar lo popular: el modo (Patricia) Bullrich56 de criminalización y el
modo (Carolina) Stanley57 de distribución de fondos. Nosotros tene-
mos que combatir a la vez contra esos dos modos. Y para eso tenemos
que poner en juego otra idea de vida y otra idea de derechos, una idea
de vida que implique considerar la autonomía. En ese punto no pode-
mos aceptar que una parte enorme de la población sea considerada
ciudadana de segunda, es decir, que no tenga derecho a decidir sobre
su propia existencia y su propio cuerpo.
Puso como ejemplo la cuestión del aborto porque es la que se
usa cuando se dice: “bueno chicas, dejen la agenda un rato de lado”,
porque el problema es con el Vaticano, con la Iglesia o con las organi-
zaciones. Insisto, tenemos que poner la cuestión del aborto y al mis-
mo tiempo ponerla de un modo que el feminismo liberal no lo puede
poner o no lo quiere poner: es decir aborto con Ministerio de Salud58,
con plan de vacunación, con parto respetado, con hospitales dignos,
con derechos a la salud. Porque la opción liberal es Lospennato, lega-
lización del aborto sin Ministerio de Salud.
El esfuerzo argumentativo radica en decir: como nosotras defen-
demos la vida, defendemos que las personas que quieran ser madres
y tener hijos puedan tener acceso a hospitales y a un sistema de salud
donde tener esos hijos, criarlos, cuidarlos, vacunarlos y llevarlos al

56
Ministra de Seguridad de la Nación (2015-2019).
57
Ministra de Salud y Desarrollo Social de la Nación (2015-2019).
En 2018 el entonces presidente Mauricio Macri degradó a secretaría al Ministerio de
58

Salud, que pasó a depender del Ministerio de Desarrollo Social.

116
Patricia Sepúlveda

médico. Queremos todo eso y que también tengan una asignación uni-
versal por hijo digna y que haya escuelas dignas. Queremos todo eso
porque defendemos la vida y la familia. Y al mismo tiempo defende-
mos el derecho de que quienes no quieren tener hijos tengan acceso
al sistema de salud para interrumpir un embarazo. Por eso el planteo
es que un frente antineoliberal tiene que poder engarzar la defensa
del Ministerio de Salud, la legalización del aborto y, a la vez, el parto
respetado, de lo contrario, el proyecto nos queda chueco de un lado.
Después de estos tremendos argumentos quedó clara la im­
portancia de la incorporación de la agenda feminista a la con­
frontación política por su carácter revolucionario y transforma­
dor, así como su posición frente al neoliberalismo.

Cuarta estación: Ni Una Menos


Fue Dora la que disparó la pregunta acerca del surgimiento del
movimiento Ni Una Menos y cómo vivió María Pia la oleada masiva
en las calles. ¿Tenían alguna previsión o las tomó de sorpresa?
Respondió: el primer 3 de junio (2015)59 tuvo una particularidad,
fue una fecha con mucha cobertura mediática. En parte porque uno
de los grupos organizadores –dos grupos confluían en la organización–
eran periodistas del mainstream, las que estaban en el corazón de los
medios y, además, con una consigna con la cual nadie puede estar en

El 3 de junio de 2015, en ochenta ciudades del país, se convocó a una protesta para
59

repudiar el femicidio de la joven rosarina Chiara Páez, de 14 años. La manifestación


desbordó la Plaza del Congreso y todas las plazas del país, en una jornada histórica que
marcó un punto de inflexión en la lucha contra la violencia machista (Ministerio de
Cultura de la Nación, 2020).

117
La palabra encendida

desacuerdo, porque ¿quién puede estar en desacuerdo con la idea de


que no hay que matar mujeres? Se sabía que iba a ser una marcha masi-
va y que se iba a hacer en todo el país. Igual cuando me di cuenta de la
masividad yo pasé mucho miedo. Una infidencia, el día anterior había
estado reunida con el secretario general de la presidencia y habíamos
acordado que no iba a haber seguridad. Acordar eso y después ver que
era una movilización enorme y con la particularidad de que muchas de
las personas que allí estaban no sabían moverse en una movilización,
es decir, que eran personas nuevas en la calle, dio miedo. Sin embargo,
también fue una extraordinaria sensación ver que se producía algo del
orden de la hospitalidad, que en la calle no había conflictos, que había
cierta facilidad con las personas cuidándose entre sí.
La segunda cuestión para destacar respecto de la sorpresa, sobre
la que preguntaba Dora, es que cuando se discutió ese primer docu-
mento no nos animamos a incluir el pedido de legalización del aborto.
Dijimos “derecho a la autonomía sobre el cuerpo” y no decía legaliza-
ción. Lo digo para pensar todo lo que hemos construido socialmente
para que el año pasado (por 2018) hayamos podido hacer las vigilas
fenomenales que se hicieron frente al Congreso por la legalización del
aborto. En 2015 no nos atrevimos a decir legalización del aborto ante
esa plaza y el documento era tibiamente feminista. Muy tibiamente.
La calle, en cambio, ya era una calle feminista, se veía en los carteles
que llevaban las personas. De modo que lo que iba a ser el programa
del Ni Una Menos ese 3 de junio estaba en la calle, no en el documento.
Quiero decir, estaba ahí y era poder dialogar con eso, no con lo que
habíamos pensado que iba a ser. Por eso digo que la sorpresa fue feno-
menal y extraordinaria y diría fue la calle construyendo un aconteci-
miento, es decir, no las personas que hicimos redes veinte días antes,

118
Patricia Sepúlveda

sino las que ese día se movilizaron y le pusieron el contenido real a lo


que iba a ser el feminismo masivo y callejero en la Argentina, y que
me parece que terminó de cristalizarse con las vigilias en espera de la
votación en el Senado del proyecto de ley IVE en 2018, fue magnífico.
Vale aquí recordar que en el último capítulo de su libro titula­
do “Sujeto político” Pia señala que las movilizaciones, aun cuando
surgen de la rabia, se transforman en una fiesta y lo que en este
caso se festeja es la emergencia de un sujeto “político innominado,
poderoso, hacedor, inquieto”, que surge más allá de toda identidad po-
lítica preexistente y cuyo objetivo es poner en jaque a muchas de ellas,
tensionarlas a través de un ejercicio reflexivo. La autora planteó que
las perfomances y ritualidades de los feminismos constituyen la puesta
en escena de corporalidades disidentes, brillos y montajes, evidencias
de que todo cuerpo es construcción política. Y nos llevó a la arrolla­
dora movilización en torno del aborto. A su criterio la respuesta a
nuestra fuerza movilizada y atemorizante fue la ofensiva reacciona-
ria que intentó, no solo, mantener el aborto en la oscuridad sino limi-
tar, incluso, la aplicación del aborto no punible habilitado por ley desde
1921. María Pia advirtió que nos quieren disciplinadas, desmoviliza-
das, sumisas y que aspiran a “hacernos volver al redil”.
Nuestra pregunta apuntó justamente a recuperar esta idea
respecto de la reacción de los conservadurismos que se evidenció
a partir del 8 de agosto y la no sanción de la ley de interrupción
voluntaria del embarazo.
Efectivamente después del 8 de agosto la situación se volvió mucho
más dramática de lo que era antes. Porque los sectores antiderechos
fueron contra la interrupción legal, contra la ley de 1921. En Brasil,
porque tampoco podemos descuidar el escenario regional, ganó una

119
La palabra encendida

derecha con un programa explícitamente misógino, racista y clasis-


ta60. Es decir, hay una reacción de las derechas que tiene que ver con
que advierten nuestra fuerza, se sienten amenazados y reaccionan a
la altura de esa amenaza. Eso me parece que es lo que caracterizará la
escena, con grupos muy activos que saben que tienen que confrontar
a un adversario como el que constituimos, que también es muy activo,
muy organizado, o no muy organizado pero que inventa sus modos de
articulación y de organización.
A su vez, conviene volver sobre algo de lo que hablábamos antes:
¿vamos a aceptar que los partidos, los sindicatos y los frentes nos di-
gan “quédense calladas”? Nos van a decir “chicas, bueno, basta”. Habrá
–y de hecho hay– intentos de disciplinamiento en todos los espacios.
Pero, frente a los intentos de disciplinamiento, hay una fuerza que ya
tiene algo de irreversible. No me gusta usar esa frase en política, por-
que es falsa y lo digo porque sabemos que todo se puede revertir, lo
hemos visto, pero al mismo tiempo siento que hay algo del orden de la
transformación de las existencias, de ese basta encarnado, de eso que
ya nos resulta inaceptable, que tiene mucho que ver con las prácticas
cotidianas de los afectos y de la vida en general. Y eso que ya transcu-
rrió, cuando vamos cambiando de generación y pensamos en les más
jóvenes es mucho más evidente. Ahí hay un cambio muy radical y muy
abrupto. Entonces, en ese punto, aun cuando no se manifieste como
identidad política, creo que hay algo que es difícil que la ofensiva reac-
cionaria pueda volver atrás.

La referencia es a la elección como presidente de Brasil de Jair Bolsonaro en 2018,


60

quien asumió su gobierno el 1° de enero de 2019, con un discurso misógino, violento


y antiaborto.

120
Patricia Sepúlveda

¿Querrán evitar que demos ESI (educación sexual integral) en las


escuelas? Probablemente querrán evitarlo, pero ya hay una genera-
ción que fue educada de ese modo, no se reconoce con los binarismos
y quiere romper las normas. Soy muy optimista con el aspecto juvenil
de las fuerzas. Creo que ahí apareció otra experiencia de vida.
Lo que a mí me preocupa mucho es si esa fuerza va por un lado
y la política va por otro. Si esa fuerza, si esa existencia modificada,
raudamente modificada, lo hace en el plano de la cotidianidad, los
afectos y la vida en común, pero no tiene traducción política y lo que
se hace en términos de identidad política adquiere formas más con-
servadoras. Ahí estamos fritas, porque lo que termina de agotarse es
nuestra posibilidad de ser un sujeto político que interviene en todos
los planos y que tiene que modificar las ideas en su conjunto. Es ahí
donde estamos hoy, les diría para mí que 2019 es el año en que los
feminismos caminamos al filo del abismo porque podemos perder
todo o convertirnos en otra cosa.
Relacionado con esta percepción María Pía señaló que hay un
movimiento al que se nos conduce (a los feminismos) y es a limitarnos
a una agenda de género. Esa sería una trampa mortal, porque sería
limitar nuestra acción política a una agenda estricta de género. Eso
nos convierte en sujetos de las fundaciones o en pequeños colectivos
multiplicados al infinito. En este año, por ser un año electoral, estalló
la transversalidad. Si no logramos construir estrategias de transversa-
lidad y al mismo tiempo de costura de los temas de la agenda feminis-
ta con otros temas, nos convertiremos en cotillón y eso es dramático.
Ya casi sobre el cierre Dora Barrancos puso su cuota de invete­
rado optimismo. Yo voy a poner una nota optimista, sin renegar de lo
dicho, efectivamente creo que la cosa es compleja, pero es compleja para

121
La palabra encendida

la machirulada, no es compleja para las mujeres. Creo que no hay posi-


bilidad, ninguna, de que haya emisores machistas como los había antes.
Nada más que por complacencia con lo políticamente correcto hasta el más
machirulo de los emisores que corresponden a nuestro espacio político, y
no hablamos de los de afuera, tienen al menos mucha prudencia. Es impo-
sible pensar que van a organizar nada sin las mujeres. En este contexto,
Dora enfatizó: “Insisto en mi optimismo, porque las cosas están tan ma-
las que hay que dejar el pesimismo para épocas mejores”.
Y siguió: entonces, María Pia tiene razón, estamos en la cornisa.
Pero no nos vamos a caer de la cornisa, eso lo puedo asegurar. No por-
que sea un íntimo convencimiento, sino porque conozco un poco de
cerca algunas organizaciones del fuste nacional y popular. Sí, es verdad
que ha habido desencuentros dolorosos, pero las chicas no se han ido
de los espacios. ¿Esto qué quiere decir? Que las chicas no se van de ese
lugar, yo misma lo he aconsejado, donde hay algunas energúmenas ten-
dencias machistas “funden su propio grupo, no se queden esperando”.
Finalmente, una frase que ya es una firma de Dora: “No hay
que ingresar en esa zona oscura de pesimismo preventivo”.
Y cómo podríamos ser pesimistas si esas palabras de cierre las
dijo la entonces candidata a senadora nacional por la Ciudad Au­
tónoma de Buenos Aires, si terminamos de escribir esta crónica
después del urnazo del 11 de agosto. Sabemos que será difícil, que
de tanta destrucción no se saldrá con soluciones mágicas, pero
estamos unides, estamos juntes y tenemos proyectos de articula­
ción con los feminismos que buscan devolver derechos, promover
más dignidad, más equidad y defienden, en nuestro caso específi­
co, un proyecto de universidad pública abierta e inclusiva.

122
Patricia Sepúlveda

Posdata: Cuando afirmábamos que la recuperación sería difí­


cil ni en los peores escenarios estaba la pandemia mundial de la
COVID-19.

Camino a la marcha del 8 de marzo de 2019. La fotografía muestra la articulación con


estudiantes, docentes y PAS (personal administrativo y de servicios) de la universidad.
Fuente: Cátedra Abierta de Género y Sexualidades de la UNQ.

Referencias bibliográficas
- López, M. P. (2019). Apuntes para las militancias. Feminismos: promesas y com-
bates. La Plata: EME.
- Ministerio de Cultura de la Nación (2020). A cinco años de un grito arro-
llador: “Ni una menos”. Recuperado de https://www.cultura.gob.ar/a-
5-anos-del-ni-una-menos-vivas-nos-queremos-9091/

123
La palabra encendida

- Página 12 (11 de diciembre de 2018). “La impunidad para los abusadores


debe terminar”. Recuperado de https://www.pagina12.com.ar/161459-
la-impunidad-para-los-abusadores-debe-terminar

Recursos
Para comprobar cómo los feminismos se han incorporado a la práctica
política y cómo se piensa la pandemia, recomendamos ver las siguientes dos
charlas del Ciclo Proyecto Feminista 2020, organizado por la Cátedra Abierta
de Género y Sexualidades:
- UNQtv (7 de mayo de 2020). Primer encuentro “Políticas urgentes después
de la pandemia” [registro audiovisual de transmisión en vivo]. Barrancos,
D., Díaz, E., Gómez Alcorta, E., Sepúlveda, P. (coord.). En Ciclo Proyecto
Feminista. Organizado por la Cátedra Abierta de Género y Sexualidades de
la Universidad Nacional de Quilmes.

Disponible aquí

- UNQtv (4 de junio de 2020). Tercer encuentro “Nuestras vidas, nuestros


cuerpos ¡ahora que sí nos ven!” [registro audiovisual de transmisión en
vivo]. Alanis, M., Barrancos, D., Minyersky, N., Paz, A., Ramírez, C. y Sepúl-
veda, P. (coord.). En Ciclo Proyecto Feminista. Organizado por la Cátedra
Abierta de Género y Sexualidades de la Universidad Nacional de Quilmes.

Disponible aquí

124
VI
Feminismos de todos los colores, contra la violencia
patriarcal en América Latina

Contexto
El texto constituye una transcripción de la charla dictada por Dora
Barrancos el 4 de diciembre de 2018 que dio cierre al mes de la lucha
internacional para la eliminación de la violencia contra las mujeres,
que se conmemora cada año en noviembre. En aquella ocasión, ade-
más, celebrábamos cinco años de la Cátedra Abierta de Género y Se-
xualidades. Aunque el panorama político nacional no nos daba mucho
para festejar, puesto que la entonces ministra de Seguridad del go-
bierno de Mauricio Macri, Patricia Bullrich, defendía un nuevo proto-
colo para que las fuerzas de seguridad pudieran disparar sin dar la voz
de alto (Página 12, 4 de diciembre de 2018).

Charla “Feminismos de todos los colores”. Universidad Nacional de Quilmes. De izquierda


a derecha: María Sonderéguer, Patricia Sepúlveda y Dora Barrancos. Autora de la foto-
grafía: Victoria Obregón.

125
La palabra encendida

Feministas de América Latina


Hoy voy a hablar de los feminismos latinoamericanos como un
gran arco iris, para eso voy a referir, de modo sintético, a las prime-
ras fases del feminismo en muchos países de Latinoamérica. Algunos
con más evidencia de precocidad como es el caso de México, Colom-
bia, Uruguay, Argentina, aún Chile. Diría que ha habido en todos estos
países una precocidad en la absorción, en la adhesión al feminismo a
inicios del siglo xx, y quiero decir que en esos primeros cuadros femi-
nistas todos los países comparten una serie de características.
En general las primeras feministas de América Latina fueron do-
centes, pedagogas, maestras, esto es, mujeres con formación educati-
va interesante. Es muy difícil no encontrar entre las primeras huestes
aquellas que se dedicaban al magisterio, en todos los países menciona-
dos sus militantes fueron en general agentes del magisterio.
En segundo lugar, no puede ocultarse que provenían mayoritaria-
mente de algunos grupos sociales, no los más altos, sino los medios y
en alguna parte medios para abajo.
En tercera instancia, en todos los lugares hubo una cierta manifes-
tación de adhesión a las mujeres de los sectores populares, pero esto
ha sido muy difícil de consagrar sobre todo en las primeras cuestiones
feministas de América Latina.
Cuando digo América Latina no me olvido de los países del Cari-
be, de Centroamérica, Honduras, El Salvador, Guatemala y Costa Rica,
donde ha habido un fermento feminista muy interesante, también en
Venezuela, desde las primeras décadas del siglo xx.
Hay algunos países que me gustaría recordar muy especialmente
por una circunstancia que es importante subrayar: la existencia de

126
Patricia Sepúlveda

una relación ínsita, de mayor comunidad, con las fuerzas de izquier-


da. No ha sido fácil el tránsito entre los feminismos y las fuerzas de
izquierda, pero ha habido algunos lugares en que ha sido porosa esa
manifestación como, por ejemplo, Chile. ¿Por qué? Porque el principal
protagonista de las luchas obreras chilenas, don Luis Emilio Recaba-
rren61 se dijo feminista en 1912. Trabajó en la región minera al norte
de Chile, donde se conocieron fortísimas resistencias al sometimiento
respecto del capital extranjero. Y con don Luis Emilio Recabarren,
protagonista inicial de las luchas obreras en Chile, coincidió una ac-
ción muy importante que se llamó “La Mancomunadas Chilenas” de
acción gremial, cultural, social en la que había un grupo importante
de mujeres que se identificaban como feministas, constituyendo una
marca de nacimiento muy interesante.
Y ya que hablamos de Chile, una gestora muy importante entre las
décadas de 1935 y 1950 fue Elena Caffarena62, figura extraordinaria, una
de las organizadoras del MEMCH (Movimiento de Emancipación de Mu-
jeres de Chile). Este movimiento siempre giró en torno a la izquierda y
es interesantísimo observar su lucha por el derecho a la anticoncepción
en el tope de la agenda, así como el sostenimiento, alrededor del año
1935, de la demanda de legalización del aborto para impedir la brutal
muerte de mujeres populares y no tanto en Chile. Así, el MEMCH fue
una endecha muy bella del feminismo latinoamericano.

Tipógrafo, socialista y revolucionario, Luis Emilio Recabarren fue un líder sindical,


61

social y político del Chile del siglo xx (Memoria Chilena, s.f.[a]).


62
Elena Caffarena, una de las feministas más importante del siglo XX chileno, produjo
múltiples textos y encabezó acciones en busca de la igualdad de derechos para las mu-
jeres (Memoria Chilena, s.f.[b]).

127
La palabra encendida

También en Chile encontramos a una de las más importantes teóri-


cas del feminismo latinoamericano: Julieta Kirkwood63, socióloga e in-
vestigadora en FLACSO, quien se distinguió, entre otras cuestiones, por
azuzar a las mujeres para que se organizaran políticamente. En un sen-
tido doble: en orden a una captación de los motivos feministas y hacia
las propias feministas para que se apegaran a motivos de la liberación
social en general. Además de teórica, Julieta Kirkwood fue activista. Si
bien murió muy joven, se destacó muchísimo en la década de 1980.
He ahí un cuadro del feminismo que brotaba en Chile y estaba ya
muy asociado a las izquierdas. Sin olvidar que, por supuesto, hubo
feministas conservadoras, que asumieron posiciones inclusive re-
tardatarias, pero debe decirse que brilla muy alto esa gestión inicial
junto a fuerzas de izquierda y la continuidad que le dio el MEMCH a
ese propósito de ser un feminismo volcado a todas las iniciativas del
cambio social integral. Y más tarde la relación que se dio entre los fe-
minismos, la lucha contra la dictadura de Pinochet y los cambios más
recientes de los que voy a hablar en general.
Otro país notable fue México, que tuvo ya desde el siglo pasado
figuras interesantísimas que hablaban en términos feministas. México
vivió la gran revolución, que se inició en 1910 y que llevó por lo me-
nos diez años. Hoy en día hay mucha producción respecto de lo que
fue la Revolución mexicana. Debemos desalentar la idea de que fue
una revolución social, ya que prometió la tierra pero no pudo darla,
por lo menos de manera elocuente durante los gobiernos inmediatos
posrevolucionarios. Recién en la década de 1930, con Lázaro Cárdenas

“Es considerada precursora y fundadora de los movimientos feministas de los años 80


63

y de los estudios de género en Chile” (Memoria Chilena, s.f.[c]).

128
Patricia Sepúlveda

como presidente, se inició una historia muy simpática, de mucho tra-


jín feminista y figuras que se destacaron en México. Ha habido figuras
importantes en la revolución como Álvaro Obregón, Venustiano Ca-
rranza y el queridísimo Emiliano Zapata muerto muy joven. La revo-
lución tuvo un cometido tremendo porque en gran medida se fagocitó
sus líderes muertos trágicamente.
Uno de los grupos que concitó una condición muy argumentativa
de las mujeres fue el de Carranza, uno de los protagonistas del perío-
do. En los años veinte hubo una organización importante de varios
grupos de mujeres en relación muy estrecha con lo que era la posición
de una feminista que había emigrado de México y se había instalado
en Nueva York: Elena Arizmendi64.
Elena tuvo una historia sentimental con José Vasconcelos, otra de
las figuras de la revolución, un hombre casado que nunca se separó.
Para escapar del escándalo se fue a vivir a EE. UU. y ahí estableció una
relación muy estrecha con las feministas norteamericanas.
La posición de Elena Arizmendi fue muy interesante porque ella
estableció –de una manera que hoy podríamos denominar prenocio-
nal– un feminismo latinoamericano. Se reunió así con feministas es-
pañolas para dar lugar a un feminismo de raíz hispano-latinoameri-
cana. De este modo, crearon una liga que integraron otras feministas
de nota como Paulina Luisi, de Uruguay y Carmen Burgos, de España.
Fue una liga que tuvo algunos pequeños acontecimientos, pero lla-
ma la atención y reverbera fuerte una especie de percepción de lo que

64
Elena, estudiante de enfermería en Texas, había vuelto a su país para asistir a los heri-
dos de la revolución y junto a su hermano organizaron La Cruz Blanca Neutral, porque
la Cruz Roja Mexicana se negaba a atender a los revolucionarios (Cano, 2011).

129
La palabra encendida

sería “las mujeres latinoamericanas somos diferentes y tenemos que


manifestarnos de manera diferente”, un anticipo, en cuota, de lo que
hoy llamamos un feminismo poscolonial. Digo un anticipo porque no
hay demasiado, no hay un constructo teorético acerca del tema, pero
hay algo de oposición a la ratio de las mujeres con las que se habían
encontrado en Baltimore.
Elena Arizmendi fue una feminista que vivió fuera de México, pero
que siempre traccionó y tuvo una huella muy importante dentro de
las feministas mexicanas. Y ahí hay otra cuestión que no puedo dejar
de mencionar, la revolución había prometido el voto a las mujeres.
Lázaro Cárdenas, un caudillo interesantísimo, no era el que concitaba
más adhesiones de las mujeres. Muchas se habían apegado a Carranza
que parecía prometer mayores derechos a las mujeres.
Cuando Lázaro Cárdenas llegó al gobierno –digamos que no era
precisamente el hombre más inspirado en lo que sería la izquierda del
movimiento revolucionario mexicano– dio una sorpresa extraordina-
ria. Cuando fue elegido sucesor no se pensaba que fuera a atreverse a
demasiadas transformaciones en la sociedad mexicana. Sin embargo,
Cárdenas fue el autor material de la gran reforma agraria mexicana,
de la nacionalización del petróleo y entre las cuestiones que prome-
tió incluyó la del voto femenino. Había un contingente importante de
mujeres, sobre todo feministas, que apoyaron a Lázaro Cárdenas. Lo
notable fue que el congreso mexicano votó positivamente el sufragio
femenino, se sancionó como ley, pero Cárdenas nunca la promulgó, lo
que significó una devastación en el movimiento feminista mexicano.
Sin embargo, hubo hechos interesantes entre los años 1914 y 1916
en el sur mexicano, donde se reunieron los primeros congresos fe-
meninos con líderes muy importantes, es decir que México tuvo una

130
Patricia Sepúlveda

insurgencia feminista desde fines del siglo xix que acompañó a la revo-
lución. Luego, el movimiento feminista mexicano propiamente dicho
estuvo muy cerca de la renovación de las tesis feministas y de las tesis
antipatriarcales de los Estados Unidos. Por lo tanto, no debe sorpren-
der que fuera uno de los lugares en donde la nueva gestión feminista
de las décadas de 1960, 1970 y 1980 tuviera una gran imantación y, así,
la primera Conferencia Mundial sobre la Mujer de Naciones Unidas en
1975 se desarrolló en México.
Fue muy interesante lo que ocurrió respecto de los debates. Hubo,
como en Beijing65 (1995), dos planos: el de las representantes forma-
les y las representaciones en el foro paralelo donde se dieron deba-
tes notables66. Ahí se puede identificar ya una perspectiva de ruptura
respecto de las viejas alegorías feministas, de los viejos derechos fe-
ministas y de los nuevos, sobre todo en materia de la extraordinaria
disrupción de las sexualidades disidentes. Por ejemplo se puede ver
la fractura respecto de la posición asumida por Domitila (Barrios de
Chungara67) la gran luchadora boliviana, que estuvo presente en los

65
Refiere a la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer, que marcó un punto de in-
flexión para la agenda mundial de igualdad de género (ONU Mujeres, s.f.).
“La comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer instó a la realización de la
66

primera conferencia mundial, en ocasión del Año Internacional de la Mujer. Participa-


ron en ella representantes de 133 gobiernos. Y al mismo tiempo asistieron a un foro
paralelo 6000 representantes de ONG” (ONU Mujeres, s.f.).
67
Una de las primeras mujeres líderes de los movimientos mineros, feminista. Desde
1963 participó en el comité de Amas de Casa del siglo XX, perteneció a una de las comu-
nidades mineras que enfrentaron a las fuerzas represivas de varias dictaduras: Víctor
Paz Estenssoro, René Barrientos y Hugo Banzer Suárez. En 1977 con otras tres mujeres
iniciaron una huelga de hambre en el Arzobispado de La Paz para exigir al gobierno de
Banzer una amnistía política y el retorno a la democracia (CO.BAS [Sindicato de Comi-
siones de Base], 2016).

131
La palabra encendida

foros68, y que no le hablaran a Domitila de lesbianismo porque de ninguna


manera iba a apoyar semejantes locuras, ¿está claro?
Hay que entender que estos acontecimientos de sensibilidades y
sentimientos nuevos se modificaban y ahí hubo presencia de feminis-
tas mexicanas defendiendo las posiciones de mujeres lesbianas, entre
otros temas. No ha sido fácil el territorio de debate, pero luego Mé-
xico fue palco de grandes encuentros y en años recientes unas cons-
trucciones académicas muy fuertes, por ejemplo la tenemos a Marta
Lamas como figura muy consagrada en América Latina. Es imposible
no nombrarla, ella fue quien sostuvo Debate Feminista, para nuestro
gusto la mejor revista feminista de América Latina que ahora sostiene
la UNAM (Universidad Nacional Autónoma de México).
A México le debemos, entonces, una de las revistas más impor-
tantes de feminismo de América Latina, sin duda, es una marca muy
fuerte. Hoy en día hay una expresión muy diversificada, hay mucho
debate interno. Marta Lamas, por ejemplo, tiene posiciones muy in-
teresantes actualmente respecto de lo que se entiende por acoso69, las

En una entrevista Domitila hizo referencia al foro, su enfrentamiento con Betty Frie-
68

dan y señaló que las integrantes del foro estaban muy dispuestas a escuchar hablar
sobre lesbianismo, prostitución y violencia, pero no sobre los reclamos de las mujeres
mineras, ni los planteos anticapitalistas (Muy Waso, 2019).
Refiere al libro Acoso ¿Denuncia legítima o victimización? que escribió Marta Lamas en
69

2018 y editó Fondo de Cultura Económica. En el polémico libro la autora hace referencia
a la división entre feministas respecto de la perspectiva interpretativa del problema del
acoso y el abuso sexual, los múltiples y malos usos que se han dado a las denuncias de
acoso y se encara contra el feminismo radical norteamericano. Una línea del feminismo
excesivamente punitivista heredera del puritanismo norteamericano, según Lamas, ha
generado injustas prácticas y ha erosionado la presunción de inocencia y el debido pro-
ceso. Ha dado lugar a acusaciones falsas o exageradas. La autora rechaza lo que identifi-
ca como la tríada “inocencia femenina/daño femenino/impunidad masculina” y el vic-

132
Patricia Sepúlveda

relaciones entre los géneros y las trabajadoras sexuales70; un debate


que vamos a darnos aquí, en la universidad, también.
Lo destacable es la capacidad argumentativa de las mexicanas
que se mueve en dos planos: la capacidad académica y la capacidad
argumentativa política. La referencia política de las agrupaciones de
las disidentes sexuales ha sido muy importante en México y hace
muchos años que estas no solo participan en la marcha del Orgullo
Gay, sino que existe una manifestación feminista muy abigarrada.
México es un lugar en donde en todas las ciudades hay grupos fe-
ministas. Hasta aquí he mencionado a Chile y a México y ahora me
referiré a Uruguay.
La saga uruguaya es un poco parecida a la nuestra, pero también
diversa. Porque nosotros tenemos, en Argentina, una cierta pregnan-
cia con el socialismo en el inicio de nuestro feminismo. Era muy fácil
en la época identificar socialistas feministas, ¿las feministas eran to-
das socialistas? No era exactamente así, pero había una combustión.
¿Por qué? Porque el Partido Socialista en Argentina, que se organizó
en 1896, era el símil de la Social Democracia Europea.
A fines del xix se había extendido esta fuerza política que, más allá
de los matices, consagró una identidad socialista bajo el nombre de
socialdemocracia y tuvo una penetración disímil en América Latina,

timismo que implica. Confronta, además, el movimiento #MeToo con la declaración de


las actrices francesas. Lamas se define más cerca de estas últimas en tanto rechazan “la
fiebre de enviar a los puercos al matadero”, lo que implica al mismo tiempo el estableci-
miento de la cultura de la cancelación, la idea de exclusión perpetua de “los culpables”,
sin ningún tipo de gradaciones, en suma, se monta con un discurso punitivo de derecha.
En 2014 Lamas publicó “¿Prostitución, trabajo o trata? Por un debate sin prejuicios” en
70

Debate Feminista, vol. 50, pp. 160-186.

133
La palabra encendida

aunque seguramente los países constructores de partidos socialistas


más robustos fueron Chile, Argentina y Uruguay.
Deseo evitar el debate que ha sido moneda corriente y que con-
trapone a los vertederos del socialismo, por un lado, el radicalizado,
anclado en el antagonismo crucial de la lucha de clases y, por otro, a
los denominados revisionistas, que en la mayoría de los casos propu-
sieron centralmente la vía parlamentaria para las transformaciones
económicas y sociales que extinguirían a la explotación capitalista.
Cualquiera sea la identificación que asumieron las y los socialde-
mócratas, lo cierto es que se trató de la primera fuerza política que
propuso otorgar el voto a las mujeres, un paso de enorme significado
dado durante las sesiones del Congreso de Erfurt en 1891. No puede
olvidarse que la socialdemocracia había realizado una notable mani-
festación de solidaridad con la condición femenina a través de un tex-
to que alcanzó enorme difusión, me refiero a La mujer y el socialismo de
Augusto Bebel, aparecido en 1879. Fue una de las obras socialistas más
divulgadas y debe recordarse que Bebel aseguraba que los dos sujetos
de mayor opresión eran el trabajador y la mujer.
Entonces, no puede extrañar que las feministas, anticlericales en
su enorme mayoría, tuvieran un arraigo socialista o libre pensador,
como los casos de María Abella Ramírez, Julieta Lanteri y Alicia Mo-
reau. Esta última se identificó con el socialismo de manera más in-
tegral a fines de la década de 1910 y sobre todo en la década de 1920
cuando se casó con Juan B. Justo, el principal líder del socialismo ar-
gentino. Por lo tanto, hubo una marca muy fuerte de socialismo femi-
nista en Argentina, una marca muy expresiva a diferencia de Uruguay.
En Uruguay las fuerzas más importantes feministas se radicaron
en el liberalismo radicalizado uruguayo, un liberalismo que tiene bas-

134
Patricia Sepúlveda

tante parecido con el socialismo y no tiene nada que ver con el libe-
ralismo argentino, que nunca fue radicalizado, siempre fue un libera-
lismo conservador. No hay una fracción en el liberalismo argentino
que tenga la fuerza, la enjundia, laica, civilista, anticlerical, comunis-
ta, feminista y que comulgaba con la cuestión social que tuvo el libe-
ralismo uruguayo. La fuerza radicalizada del Partido Colorado seguía
a una figura profeminista como don Pepe Batlle y Ordóñez71 que fue
presidente de Uruguay en dos oportunidades. Durante su gobierno se
propiciaron los derechos de las mujeres, entonces, no puede sorpren-
der que fuese en la franja del liberalismo radicalizado del Uruguay
que hubiera un combustible mayor hacia el feminismo. Por supuesto,
Paulina Luisi72 estuvo más cerca del feminismo, pero la gestión que
se vio en los años veinte fue de mujeres más ligadas a la liberalidad
radicalizada. Uruguay fue el país donde se consiguieron derechos po-
líticos antes que en Argentina, en 1932.
Don Batlle y Ordóñez, para que vean la diferencia entre ese señor
y los liberales de Argentina, a veces firmaba con seudónimo de mujer
y, además, se había casado con una mujer divorciada. Uruguay fue el
país que propició en Sudamérica la primera gran reforma del código
civil con relación al divorcio vincular en 1907.
Desde 1907 hubo divorcio vincular en Uruguay. Nosotras lo tuvi-
mos por primera vez en 1954, luego la Revolución Libertadora concul-
có ese derecho y lo suspendió sine díe en 1956. ¿Saben el avance que

Se refiere a José Batlle y Ordóñez, político uruguayo del Partido Colorado (Biografías
71

y Vidas, s.f.).
Para más información sugerimos la lectura del texto de Graciela Sapriza (s.f.) titulado
72

“Paulina Luisi. Liderazgo, alianzas y desencuentros de las sufragistas”.

135
La palabra encendida

significa un derecho como el divorcio vincular? Mientras que en Uru-


guay tenían desde 1907, ampliado a 1910 y en 1912. Por obra y gracia
de los liberales radicalizados se consiguió algo notable: que la mera
presentación de la mujer diera lugar en el proceso de divorcio, por lo
cual no puede sorprender que las liberales radicalizadas de Uruguay
tuvieran una adhesión al feminismo más fuerte que en Argentina.
En Uruguay también sucedió la tragedia del autogolpe, tragedia
impensada para un país que parecía tan democrático. Así, en los años
setenta se dio una diáspora brutal de la población. Se redujo la pobla-
ción porque mucha gente salió al exilio político, económico, de diver-
sa índole y solo pudo volver al final de la dictadura. Lamentablemente,
en Uruguay no hubo juicios como los nuestros73 porque en dos plebis-
citos que se hicieron en 1989 y 2009 se perdió la oportunidad74.
Ahí se produjo un reverbero fortísimo de las feministas y la lucha
contra las dictaduras, tanto Brasil, como Uruguay y Argentina tienen
un mujerío muy fuerte. Es cierto que en el caso de Chile las mujeres
eran muy conservadoras, de hecho hay un trabajo importante que

Se refiere a los juicios por los delitos de lesa humanidad cometidos en nuestro país
73

durante la última dictadura militar (1976-1983). “En 2006 se dictó la primera sentencia
por delitos calificados de lesa humanidad luego de la anulación de las leyes de impuni-
dad (punto final y obediencia debida) en 2003 y al fallo de la Corte Suprema de Justicia
de la Nación que declaró su inconstitucionalidad (fallo Simón de 2005)” (CELS [Centro
de Estudios Legales y Sociales], 2019).
74
La Ley de Caducidad de la Pretensión Punitiva del Estado de 1986 establecía, en resu-
men, la caducidad del “ejercicio de la pretensión punitiva del Estado respecto de los
delitos cometidos hasta el 1.º de marzo de 1985 por funcionarios militares y policiales”
(art. 1.º). En 1989, en un primer referendo sobre esta ley el 56 % de los votantes se pro-
nunció a favor de mantener su vigencia. Veinte años más tarde, en octubre de 2009, una
nueva iniciativa para anular la norma recibió una adhesión del 47 %, cuando necesitaba
más del 50 % para su aprobación (Buriano, 2011).

136
Patricia Sepúlveda

muestra que un bastión importante de Pinochet estaba en la demo-


grafía femenina. Pero también debe decirse que un baluarte impor-
tante en la resistencia a Pinochet provino de las fuerzas feministas.
Por su parte en Brasil, el liberalismo ha sido la principal fuerza en la
que se apoyaron las primeras feministas. Fueron mujeres, ya en los años
1976 a 1978, las primeras que se organizaron, más que para oponerse a
la dictadura, para pedir amnistía para los exiliados y para que pudieran
salir de la cárcel los que estaban detenidos. Ese movimiento se llamó
el Movimento de Mulheres pela Amnistía y tenía algunas figuras como
“doña Terezinha” quien creía que la lucha que debían dar las mujeres
tenía que ser apolítica para que todo el mundo creyera en la nobleza
de esa actitud. Un poco similar a lo que pasó con nuestras Madres y
Abuelas de Plaza de Mayo que inicialmente pensaban que lo mejor que
podían hacer era despolitizar en lo posible la lucha, resultado que sabe-
mos cuál fue y es que fueron gestiones de altísimo voltaje politizado75.
Quiero hacer breve referencia a Venezuela, la saga feminista allí
tuvo como protagonista a una mujer afrodescendiente: Argelia Laya.
La conocemos poco, pero fue una preciosa figura. Con una madre pro-
feminista, desde niña en la década de 1940 ya se inclinaba por el femi-
nismo. Luego, en los años setenta asumió la lucha armada y fue una de
las fundadoras de uno de los movimientos guerrilleros de orientación
socialista. Al volver de la guerrilla fue una de las que encabezó la nue-
va manifestación feminista en Venezuela.

75
Se refiere a las Madres de Plaza de Mayo y Abuelas de Plaza de Mayo, cuyo desarrollo
inicial se pretendió despolitizado en el sentido partidario, en el imaginario de que así
su lucha tendría mejores resultados frente a los integrantes de la dictadura militar que
rigió nuestro país entre 1976 y 1983 y frente a organismos internacionales.

137
La palabra encendida

Venezuela pasó por un momento muy interesante después en


los años ochenta, cuando se daban las becas Ayacucho. Estas becas
significaron la posibilidad para cientos de venezolanas y venezo-
lanos de formarse doctoralmente en otros países. Así, algunas fi-
guras se fueron a estudiar a Francia por ejemplo y tuvieron trato
con Simone de Beauvoir. En la Universidad del Zulia de la zona
de Maracaibo hubo una cátedra de la mujer, más precoz que nin-
guna, ya en la década de 1980. También, desde luego, no dejo de
pensar que los feminismos se articularon de manera interesante
en los noventa a tal punto que (Hugo) Chávez llegó a decir que él
era feminista y maximizó la representación de las mujeres en los
estamentos gubernamentales.
Para terminar recordemos que en 1981 se dio el Primer Encuen-
tro Feminista Latinoamericano y del Caribe que se hizo en Bogotá, el
segundo se hizo en Perú en 1983 y después se fueron haciendo cada
dos años. Lo que se ve de novedad en ese feminismo de los setenta
en adelante es, obviamente, el gran corte que ha habido respecto
de la agencia76. Lo que se puso en agenda en los años setenta y en los
ochenta, que no estaba antes, fue la lucha contra la violencia pa-
triarcal, que se enunció primero como una lucha contra la violencia
doméstica. Lo que dio lugar al hecho de que muchas mujeres se aso-

Un concepto que en términos feministas incorpora un potencial disruptivo. “Del inglés


76

agency que se utiliza para referir a la intencionalidad y la acción de los actores, y a su


papel o protagonismo como agentes activos en los procesos históricos, en el marco
de condiciones dadas” (Wallach Scott, 2012, p. 29 [N deT]). En lugar de suponer que la
agencia surge de una voluntad humana innata, Joan Wallach Scott (2012) entiende al
feminismo en términos de procesos discursivos –las epistemologías, las instituciones
y las prácticas– que producen sujetos políticos que hacen posible la agencia (en este
caso, de las feministas) incluso cuando se las niega o prohíbe.

138
Patricia Sepúlveda

ciaran para poder escuchar a otras mujeres y ayudarlas, esto hizo


una marca fuerte77.
Finalmente, los nuevos temas de la agenda feminista son la vio-
lencia contra las mujeres, travestis y trans, el derecho al cuerpo y a
decidir sobre él, el derecho a tener una vida digna de ser vivida y ahí
se enlazan las demandas sobre las otras violencias. En la mayoría de
los países se consiguieron leyes contra la violencia, en otros países no.
Por ejemplo Chile, con todo lo que hemos referido de las luchas fe-
ministas, debemos decir que no tiene todavía una ley integral contra
la violencia hacia las mujeres. Le ha costado muchísimo por la fuerte
presencia de las fuerzas conservadoras. De ahí que este país también
haya conseguido de manera muy atrasada el divorcio vincular y re-
cientemente una modificación con relación al aborto, que en realidad
refleja nuestras modificaciones sobre la ley penal de 1921, lo que es
apenas una adecuación.
Por otra parte Brasil, al que ya he referido brevemente, un país que
tenía una promesa extraordinaria de avance, tuvo un estancamiento
también extraordinario. Ellos tuvieron la ley María da Penha (2006)
contra la violencia, recordemos que Brasil fue el palco de la conven-
ción de Belém do Pará en 1994. Por esto pensábamos que iba a ser un
país que iría muy para adelante en materia de derechos, por ejemplo
en materia de matrimonio igualitario o de derecho de identidad de

Los grupos feministas de concienciación, surgidos entre las feministas del hemisferio
77

norte, pero que tuvieron su eco en Latinoamérica, sirvieron para poner en palabras y
contexto experiencias de muchas mujeres que se creían personales y privadas. El hecho
de verlas en relación con otras les permitió entender que el problema trascendía lo per-
sonal y era producto de la estructura patriarcal que subordinaba a las sujetas femeninas,
es decir, que el problema era político de ahí la consigna del feminismo de la segunda ola.

139
La palabra encendida

género, pero no fue así. Si bien hay gente que se puede casar, tiene
que hacer una petición ante un juzgado y si bien hay juzgados al sur
del país más porosos, que están permitiendo incluso si se hace judi-
cialmente el cambio registral en función de la identidad de género
autopercibida, es toda una saga judicial.
Para cerrar, los temas centrales de la agenda de los feminismos
que se expresaron en el último cuarto del siglo xx y continúan hasta
la actualidad tienen que ver con la denuncia de la violencia patriar-
cal y la lucha por su erradicación, la insurgencia contra el mandato
exclusivo de la reproducción, el reconocimiento de las disidencias se-
xuales con derecho propio, las reivindicaciones por la ampliación de
la ciudadanía política. En todos los países se ampliaron los derechos
de las mujeres y, gracias al paraguas de la Convención de Belém do
Pará (1994), en la mayoría se sancionó una legislación contra todas las
formas de violencia contra las mujeres. Pero es posible hablar de un
tercer ciclo con la eclosión de las manifestaciones feministas posco-
loniales y sus reclamos de que las mujeres de los pueblos originarios
y las afrodescendientes emprendan luchas e interpretaciones propias
fuera de los formatos hegemónicos en buena medida portadores de
huellas académicas. Más recientemente, las sociedades han sido con-
movidas por nuevos retos para terminar con la violencia en todas sus
formas, hay reacciones concatenadas de congéneres muy jóvenes, y
de todos los grupos sociales, que no desean ser acechadas por acosa-
dores ni desean vivir acatando normas que penalizan la libre volun-
tad de disponer de sus cuerpos y que pueden significar la cárcel por
no llevar adelante embarazos no queridos. Hay una onda renovada
de feminismos de muchos colores en todo el suelo de América Latina.
Aplausos.

140
Patricia Sepúlveda

Dora Barrancos disfruta de la intervención poética de “Las susurradoras de las orillas”.


Fue la previa al conversatorio “Infancias disidentes, familia y cotidianidad” que se realizó
en septiembre de 2017 en el marco de la 7.ª Fiesta del Libro y la Revista de la UNQ. Fuen-
te: Cátedra Abierta de Género y Sexualidades de la UNQ.

Referencias bibliográficas
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de la izquierda. Perfiles latinoamericanos, vol. 19, no. 38, julio-diciembre,
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arttext&pid=S0188-76532011000200007
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- Lamas, M. (2018). Acoso. ¿Denuncia legítima o victimización? México: Fondo
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141
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- Lamas, M. (2014). ¿Prostitución, trabajo o trata? Por un debate sin prejui-


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sufragio en Francia, 1789-1944. Buenos Aires: Siglo XXI.

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142
Patricia Sepúlveda

- Página 12 (4 de diciembre de 2018). “Ahora podrán tirar”. Bullrich defendió


el nuevo protocolo para las fuerzas de seguridad. Recuperado de https://
www.pagina12.com.ar/159744-ahora-podran-tirar
- Sapriza, G. (s.f.). Paulina Luisi. Liderazgo, alianzas y desencuentros
de las sufragistas. Recuperado de http://www.1811-2011.edu.uy/B1/
content/paulina-luisi-liderazgo-alianzas-y-desencuentros-de-las-su-
fragistas?page=show

Recursos
Para ver más sobre feminismos latinoamericanos recomendamos la con-
ferencia central que brindó Dora Barrancos, el 26 de junio de 2019, bajo el
título “Feminismos en América Latina: una historia imprescindible” en el Se-
gundo Congreso de la Asociación Uruguaya de Historiadores.

Disponible aquí

143
Serie Encuentros La palabra encendida
Conversaciones con Dora Barrancos,
Busca difundir aportes e intercambios
feminista en acción
realizados en el marco de jornadas, con-
cursos de creación o reuniones cientí-
Este libro constituye un mosaico, un carnaval de palabras
fico-académicas realizadas en el Depar-
producto de charlas con la reconocida académica y feminista
tamento de Ciencias Sociales.
Dora Barrancos. Festiva a veces, aguerrida en algún caso, atra-
vesada por una profunda tristeza en otro, diáfana y potente en
Otros títulos de la serie todas ellas, nos habla y habla con otres de diversos temas.
Maestra de generosidad infinita, esa que se derrama sin
- María Bjerg / Iván Cherjovsky (compila-
pensar, sin regateo. Militante de todas las causas sociales,
dores). Identidades, memorias y poder cul-
aquellas que alojan y amplían derechos para todas, todos y
tural en la Argentina (siglos XIX al XXI).
todes. Poseedora, como ella misma dice, de un optimismo im- Patricia Sepúlveda
- Oscar E. Bosetti / Agustín Espada (com-
penitente. Capaz de abogar por la extinción de todas las subor- Docente investigadora de la UNQ. Coordi-

La palabra encendida
piladores). La radio (1920-2020). La obsti-
dinaciones, convocar a los varones a sacudirse el yugo pa-
La palabra encendida nadora de la Cátedra Abierta de Género y

Patricia Sepúlveda
nada vigencia de un medio invisible.
triarcal y promover la solidaridad con los interpelados. Sexualidades, que dirige Dora Barrancos.
- Silvana Garófalo. Las lenguas en la univer- La palabra encendida… nos acerca a sus reflexiones, siempre Conversaciones con Dora Barrancos, feminista en acción Directora del Diploma de Posgrado Géne-
sidad: hacia una nueva realidad plurilingüe lúcidas, siempre necesarias. En estas páginas se despliega la ros Feminismos y Derechos Humanos.
Comunicaciones de la I Jornada Lengua, Cul- agenda feminista y se encaran temas actuales no solo para Patricia Sepúlveda Magíster en Ciencias Sociales y Humani-
tura e Identidad. las mujeres y las disidencias, sino para una sociedad que (compiladora) dades (UNQ). Miembro del Centro de Es-
- Cristina Teresa Carballo / Fabián Claudio pretendemos más equitativa y democrática. tudios en Historia, Cultura y Memoria. Re-
Flores. Geografías de lo sagrado en la con- presenta a la UNQ en el Comité Académi-
temporaneidad. co de Género de la Asociación de Universi-
dades Grupo Montevideo, Proyecto Act on
Gender (coordinado por la Cátedra Regio-
nal UNESCO Mujer, Ciencia y Tecnología
en América Latina – FLACSO Argentina) y
participa de la Red Universitaria de Gé-
nero (Consejo Interuniversitario Nacional).

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