1 - Teología Fundamental (CIC)
1 - Teología Fundamental (CIC)
1 - Teología Fundamental (CIC)
1. EL HOMBRE ES CAPAZ” DE DIOS: EL DESEO DE DIOS ESTÁ INSCRITO EN SU CORAZÓN Y HA MOTIVADO SU BÚSQUEDA, SOBRE
TODO A TRAVÉS DE LAS CREENCIAS Y COMPORTAMIENTOS RELIGIOSOS LA PREGUNTA POR DIOS EN SU RAZÓN NATURAL
ENCUENTRA “VÍAS” DE ACCESO A ALGÚN CONOCIMIENTO DE DIOS A PARTIR DEL MUNDO Y DEL HOMBRE
27 El deseo de Dios está inscrito en el corazón del hombre, porque el hombre ha sido creado por Dios y
para Dios; y Dios no cesa de atraer al hombre hacia sí, y sólo en Dios encontrará el hombre la verdad y la
dicha que no cesa de buscar: «La razón más alta de la dignidad humana consiste en la vocación del
hombre a la comunión con Dios. El hombre es invitado al diálogo con Dios desde su nacimiento…”
(GS 19,1).
28 De múltiples maneras, en su historia, y hasta el día de hoy, los hombres han expresado su búsqueda de
Dios por medio de sus creencias y sus comportamientos religiosos (oraciones, sacrificios, cultos,
meditaciones, etc.). A pesar de las ambigüedades que pueden entrañar, estas formas de expresión son tan
universales que se puede llamar al hombre un ser religioso: “Dios «creó [...], de un solo principio, todo el
linaje humano, para que habitase sobre toda la faz de la tierra y determinó con exactitud el tiempo y los
límites del lugar donde habían de habitar, con el fin de que buscasen a Dios, para ver si a tientas le
buscaban y le hallaban; por más que no se encuentra lejos de cada uno de nosotros; pues en él vivimos,
nos movemos y existimos» (Hch 17, 26-28).
“Nos has hecho para ti y nuestro corazón está inquieto mientras no descansa en ti» (San Agustín).
31 Creado a imagen de Dios, llamado a conocer y amar a Dios, el hombre que busca a Dios descubre ciertas
"vías" para acceder al conocimiento de Dios. Estas "vías" para acercarse a Dios tienen como punto de
partida la creación: el mundo material (vía cosmológica) y la persona humana (vía gnoseológica y
antropológica o psicológica).
32 El mundo: A partir del movimiento y del devenir, de la contingencia, del orden y de la belleza del mundo
se puede conocer a Dios como origen y fin del universo.
"Lo que de Dios se puede conocer, está en ellos manifiesto: Dios se lo manifestó. Porque lo invisible de
Dios, desde la creación del mundo se deja ver a la inteligencia a través de sus obras: su poder eterno y su
divinidad" (Rm 1,19-20; cf. Hch 14,15.17; 17,27-28; Sb 13,1-9).
33 El hombre: Con su apertura a la verdad y a la belleza, con su sentido del bien moral, con su libertad y la
voz de su conciencia, con su aspiración al infinito y a la dicha, el hombre se interroga sobre la existencia de
Dios.
2. MAS PLUGO A DIOS REVELARSE A SÍ MISMO Y DAR A CONOCER EL MISTERIO DE SU VOLUNTAD. ESTA ECONOMÍA DE LA
REVELACIÓN SE REALIZA POR OBRAS Y PALABRAS INTRÍNSECAMENTE CONEXAS ENTRE SÍ
Mediante la razón natural, el hombre puede conocer a Dios con certeza a partir de sus obras. Pero existe
otro orden de conocimiento que el hombre no puede de ningún modo alcanzar por sus propias fuerzas, el
de la Revelación divina (cf. Concilio Vaticano I: DS 3015). Por una decisión enteramente libre, Dios se
revela y se da al hombre. Lo hace revelando su misterio, su designio benevolente que estableció desde la
eternidad en Cristo en favor de todos los hombres. Revela plenamente su designio enviando a su Hijo
amado, nuestro Señor Jesucristo, y al Espíritu Santo.
51 "Dispuso Dios en su sabiduría revelarse a sí mismo y dar a conocer el misterio de su voluntad, mediante
el cual los hombres, por medio de Cristo, Verbo encarnado, tienen acceso al Padre en el Espíritu Santo y se
hacen consortes de la naturaleza divina" (DV 2).
1
53 El designio divino de la revelación se realiza a la vez "mediante acciones y palabras", íntimamente
ligadas entre sí y que se esclarecen mutuamente (DV 2). Este designio comporta una "pedagogía divina"
particular: Dios se comunica gradualmente al hombre, lo prepara por etapas para acoger la Revelación
sobrenatural que hace de sí mismo y que culminará en la Persona y la misión del Verbo encarnado,
Jesucristo.
San Ireneo de Lyon habla en varias ocasiones de esta pedagogía divina bajo la imagen de un mutuo
acostumbrarse entre Dios y el hombre: "El Verbo de Dios [...] ha habitado en el hombre y se ha hecho Hijo
del hombre para acostumbrar al hombre a comprender a Dios y para acostumbrar a Dios a habitar en el
hombre, según la voluntad del Padre".
3. DIOS PREPARÓ EL CAMINO DEL EVANGELIO REVELÁNDOSE EN LA HISTORIA POR ETAPAS, DESDE LOS PRIMEROS PADRES
HASTA LOS PROFETAS DE ISRAEL. EN ESTE TIEMPO FINAL NOS HA HABLADO EN SU HIJO, JESUCRISTO, MEDIADOR Y PLENITUD
INSUPERABLE DE TODA LA REVELACIÓN.
54 "Dios, creándolo todo y conservándolo por su Verbo, da a los hombres testimonio perenne de sí en las
cosas creadas, y, queriendo abrir el camino de la salvación sobrenatural, se manifestó, además,
personalmente a nuestros primeros padres ya desde el principio" (DV 3).
55 Esta revelación no fue interrumpida por el pecado de nuestros primeros padres. Dios, en efecto,
"después de su caída [...] alentó en ellos la esperanza de la salvación con la promesa de la redención”
(DV 3).
56 Una vez rota la unidad del género humano por el pecado, Dios decide desde el comienzo salvar a la
humanidad a través de una serie de etapas:
- La alianza con Noé después del diluvio expresa el principio de la Economía divina
- Para reunir a la humanidad dispersa, Dios elige a Abram llamándolo "fuera de su tierra, de su patria
y de su casa" (Gn 12,1), para hacer de él "Abraham", es decir, "el padre de una multitud de
naciones" (Gn 17,5): "En ti serán benditas todas las naciones de la tierra" (Gn 12,3; cf. Ga 3,8).
- Después de la etapa de los patriarcas, Dios constituyó a Israel como su pueblo salvándolo de la
esclavitud de Egipto. Estableció con él la alianza del Sinaí y le dio por medio de Moisés su Ley.
- Por los profetas, Dios forma a su pueblo en la esperanza de la salvación, en la espera de una
Alianza nueva y eterna destinada a todos los hombres.
- CRISTO JESÚS, «MEDIADOR Y PLENITUD DE TODA LA REVELACIÓN » (DV 2). DIOS HA DICHO TODO
EN SU VERBO. "Muchas veces y de muchos modos habló Dios en el pasado a nuestros padres por
medio de los profetas; en estos últimos tiempos nos ha hablado por su Hijo" (Hb 1,1-2). En Él lo dice
todo, no habrá otra palabra más que ésta: “Porque en darnos, como nos dio a su Hijo, que es una
Palabra suya, que no tiene otra, todo nos lo habló junto y de una vez en esta sola Palabra [...];
porque lo que hablaba antes en partes a los profetas ya lo ha hablado todo en Él, dándonos al
Todo, que es su Hijo. Por lo cual, el que ahora quisiese preguntar a Dios, o querer alguna visión o
revelación, no sólo haría una necedad, sino haría agravio a Dios, no poniendo los ojos totalmente
en Cristo, sin querer otra alguna cosa o novedad”.
66 "La economía cristiana, como alianza nueva y definitiva, nunca pasará; ni hay que esperar otra
revelación pública antes de la gloriosa manifestación de nuestro Señor Jesucristo" (DV 4). Sin embargo,
aunque la Revelación esté acabada, no está completamente explicitada; corresponderá a la fe cristiana
comprender gradualmente todo su contenido en el transcurso de los siglos.
2
4. PARA TRANSMITIR A TODOS LO REVELADO PARA LA SALVACIÓN DE TODOS, CRISTO ENVIÓ A LOS APÓSTOLES Y ÉSTOS
NOMBRARON SUCESORES A LOS OBISPOS. ESTA TRANSMISIÓN – OBRA DEL ESPÍRITU EN LA IGLESIA - SE REALIZÓ DE DOS
FORMAS: TRADICIÓN APOSTÓLICA Y SAGRADA ESCRITURA
«Dios quiso que lo que había revelado para salvación de todos los pueblos se conservara por siempre
íntegro y fuera transmitido a todas las generaciones» (DV 7).
I La Tradición apostólica
La predicación apostólica...
76 La transmisión del Evangelio, según el mandato del Señor, se hizo de dos maneras:
— oralmente: "los Apóstoles, con su predicación, sus ejemplos, sus instituciones, transmitieron de
palabra lo que habían aprendido de las obras y palabras de Cristo y lo que el Espíritu Santo les
enseñó";
— por escrito: "los mismos Apóstoles y los varones apostólicos pusieron por escrito el mensaje de la
salvación inspirados por el Espíritu Santo" (DV 7).
… continuada en la sucesión apostólica: «Para que este Evangelio se conservara siempre vivo y entero en
la Iglesia, los Apóstoles nombraron como sucesores a los obispos, "dejándoles su cargo en el magisterio"»
(DV 7).
80 La Tradición y la Sagrada Escritura "están íntimamente unidas y compenetradas. Porque surgiendo
ambas de la misma fuente, se funden en cierto modo y tienden a un mismo fin" (DV 9).
81 "La sagrada Escritura es la palabra de Dios, en cuanto escrita por inspiración del Espíritu Santo".
"La Tradición recibe la palabra de Dios, encomendada por Cristo y el Espíritu Santo a los Apóstoles, y la
transmite íntegra a los sucesores… ".
82 De ahí resulta que la Iglesia "no saca exclusivamente de la Escritura la certeza de todo lo revelado. Y
así las dos se han de recibir y respetar con el mismo espíritu de devoción" (DV 9).
83 Es preciso distinguir de ella las "tradiciones" teológicas, disciplinares, litúrgicas o devocionales nacidas
en el transcurso del tiempo en las Iglesias locales. Estas constituyen formas particulares en las que la gran
Tradición recibe expresiones adaptadas a los diversos lugares y a las diversas épocas. Sólo a la luz de la gran
Tradición aquéllas pueden ser mantenidas, modificadas o también abandonadas bajo la guía del Magisterio
de la Iglesia.
5. LA SAGRADA ESCRITURA ESTÁ INSPIRADA POR EL ESPÍRITU SANTO Y ASÍ CONFIADA A LA IGLESIA. SUS LIBROS ENSEÑAN LA
VERDAD QUE DIOS QUISO CONSIGNAR EN ELLOS PARA NUESTRA SALVACIÓN. HA DE INTERPRETARSE CON EL MISMO ESPÍRITU
CON QUE FUE ESCRITA
105 Dios es el autor de la Sagrada Escritura. «La santa madre Iglesia reconoce que los libros del AT y del NT,
son sagrados y canónicos, en cuanto que, escritos por inspiración del Espíritu Santo, tienen a Dios como
autor, y como tales han sido confiados a la Iglesia« (DV 11).
3
«En la composición de los libros sagrados, Dios se valió de hombres elegidos, que usaban de todas sus
facultades y talentos; de este modo, obrando Dios en ellos y por ellos, como verdaderos autores, pusieron
por escrito todo y sólo lo que Dios quería» (DV 11).
107 Los libros sagrados enseñan sólidamente, fielmente y sin error la verdad que Dios hizo consignar en
dichos libros para salvación nuestra» (DV 11).
109 Para interpretar bien la Escritura, es preciso estar atento a lo que los autores humanos quisieron
verdaderamente afirmar y a lo que Dios quiso manifestarnos mediante sus palabras (cf. DV 12,1).
110 Para descubrir la intención de los autores sagrados es preciso tener en cuenta las condiciones de su
tiempo y de su cultura, los «géneros literarios» usados en aquella época, las maneras de sentir, de hablar
y de narrar en aquel tiempo (DV 12,2).
111 «La Escritura se ha de leer e interpretar con el mismo Espíritu con que fue escrita» (DV 12,3).
El Concilio Vaticano II señala tres criterios para una interpretación de la Escritura conforme al Espíritu que
la inspiró (cf. DV 12,3):
1. Prestar una gran atención «al contenido y a la unidad de toda la Escritura». En efecto, por muy
diferentes que sean los libros que la componen, la Escritura es una en razón de la unidad del
designio de Dios, del que Cristo Jesús es el centro y el corazón.
2. Leer la Escritura en «la Tradición viva de toda la Iglesia». Según un adagio de los Padres: «La
sagrada Escritura está más en el corazón de la Iglesia que en la materialidad de los libros escritos».
3. Estar atento «a la analogía de la fe». Por «analogía de la fe» entendemos la cohesión de las
verdades de la fe entre sí y en el proyecto total de la Revelación.
El sentido de la Escritura
115 Según una antigua tradición, se pueden distinguir dos sentidos de la Escritura: el sentido literal y el
sentido espiritual; este último se subdivide en sentido alegórico, moral y anagógico:
1. El sentido alegórico. Podemos adquirir una comprensión más profunda de los acontecimientos
reconociendo su significación en Cristo; así, el paso del mar Rojo es un signo de la victoria de Cristo
y por ello del Bautismo (cf. 1 Cor 10, 2).
EL MAGISTERIO DE LA IGLESIA
"El oficio de interpretar auténticamente la palabra de Dios, oral o escrita, ha sido encomendado sólo al
Magisterio vivo de la Iglesia, el cual lo ejercita en nombre de Jesucristo" (DV 10), es decir, a los obispos
en comunión con el sucesor de Pedro, el obispo de Roma.
"El Magisterio no está por encima de la palabra de Dios, sino a su servicio, para enseñar puramente lo
transmitido…” (DV 10).
LOS DOGMAS DE LA FE
4
El Magisterio de la Iglesia ejerce plenamente la autoridad que tiene de Cristo cuando define dogmas, es
decir, cuando propone, de una forma que obliga al pueblo cristiano a una adhesión irrevocable de fe,
Los vínculos mutuos y la coherencia de los dogmas pueden ser hallados en el conjunto de la Revelación del
Misterio de Cristo ("mysteriorum nexus"; LG 25). «Conviene recordar que existe un orden o "jerarquía" de
las verdades de la doctrina católica, puesto que es diversa su conexión con el fundamento de la fe
cristiana" (UR 11).
6. LA TOTALIDAD DE LOS FIELES GOZA DEL SENTIDO SOBRENATURAL DE LA FE, PERO SÓLO EL MAGISTERIO DE LA IGLESIA HA
RECIBIDO EL OFICIO DE INTERPRETAR AUTÉNTICAMENTE LA PALABRA DE DIOS EN NOMBRE DE JESUCRISTO. EL ROMANO
PONTIFICE Y EL COLEGIO DE LOS OBISPOS CON ÉL LO EJERCEN DE Y CON DIVERSO CARÁCTER, EN MATERIA DE FE Y
COSTUMBRES
Todos los fieles tienen parte en la comprensión y en la transmisión de la verdad revelada. «La totalidad de
los fieles [...] no puede equivocarse en la fe. Se manifiesta esta propiedad suya, tan peculiar, en el sentido
sobrenatural de la fe de todo el pueblo: cuando desde los obispos hasta el último de los laicos cristianos"
muestran su consentimiento en cuestiones de fe y de moral» (LG 12).
El crecimiento en la inteligencia de la fe
«La santa Tradición, la sagrada Escritura y el Magisterio de la Iglesia, según el plan prudente de Dios, están
unidos y ligados, de modo que ninguno puede subsistir sin los otros; los tres, cada uno según su carácter, y
bajo la acción del único Espíritu Santo, contribuyen eficazmente a la salvación de las almas» (DV 10,3).
7. A DIOS QUE SE REVELA, EL HOMBRE HA DE PRESTARLE LA OBEDIENCIA DE LA FE. ÉSTA SUPONE LA GRACIA DEL ESPÍRITU
SANTO, ACEPTA LAS MEDIACIONES OBJETIVAS DE CRISTO Y DE LA IGLESIA E INTEGRA LAS DIMENSIONES FIDUCIAL Y NOCIONAL.
Por la fe, el hombre somete completamente su inteligencia y su voluntad a Dios. La SS.EE. llama
«obediencia de la fe» a esta respuesta del hombre a Dios que revela (cf. Rm 1,5; 16,26).
I La obediencia de la fe
Abraham, «padre de todos los creyentes» realiza así la definición de la fe dada por la carta a los Hebreos:
«La fe es garantía de lo que se espera; la prueba de las realidades que no se ven» (Hb 11,1)
María: «Dichosa la que ha creído» dando su asentimiento: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí
según tu palabra» (Lc 1,38). Isabel la saludó: «¡Dichosa la que ha creído que se cumplirían las cosas que le
fueron dichas de parte del Señor!» (Lc 1,45).
LAS CARACTERÍSTICAS DE LA FE
- La fe es una gracia, Pedro confiesa que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios vivo, Jesús le declara que
esta revelación no le ha venido «de la carne y de la sangre, sino de mi Padre que está en los cielos»
(Mt 16,17). La fe es un don de Dios, una virtud sobrenatural infundida por Él.
- La fe es un acto humano. No es contrario ni a la libertad ni a la inteligencia del hombre depositar la
confianza en Dios y adherirse a las verdades por Él reveladas (como, por ejemplo, cuando un
hombre y una mujer se casan), para entrar así en comunión mutua.
155 En la fe, la inteligencia y la voluntad humanas cooperan con la gracia divina: «Creer es un acto del
entendimiento que asiente a la verdad divina por imperio de la voluntad movida por Dios mediante la
gracia» (Santo Tomás de Aquino, S.Th., 2-2, q. 2 a. 9.).
5
8. LA TEOLOGÍA NACE DE LA FE QUE BUSCA COMPRENDER PARA SABER ENTENDER (FIDES QUAERENS INTELLECTUM); COMO
CIENCIA DE LA FE SE ORGANIZA EN POSITIVA Y SISTEMÁTICA A LA LUZ DE UN DOBLE PRINCIPIO METÓDICO: EL AUDITUS FIDEI Y
EL INTELLECTUS FIDEI.