DONES ESPIRITUALES - Editado - para Ebook

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LOS DONES ESPIRITUALES


'Las cosas
aceptables a Dios
por medio de Jesucristo'

Félix Guttmann Van Katz

No es la intención de este tratado aportar fórmulas mágicas que estimulen a


quienes anhelan ser protagonistas para impresionar o para imponerse en los
demás.

Esta obra solo procura ayudarle a la familia cristiana a diferenciar entre ser
un creyente y ser un 'hijo de Dios'; asimismo el significado de ser un miembro del
'Cuerpo de Cristo', y como tal llegar a ser un 'siervo útil' a la causa que lidera Jesús
desde aquel día de su resurrección cuando toda autoridad le fue dada en los cielos
y en la Tierra. Esa causa, enmarcada en el 'plan de Elohím', fue diseñada para
contrarrestar a Satán, a su organización, a sus seguidores y las consecuencias de la
rebelión (Dan. 9. 24; Ef. 6.12).

Para introducirnos en el tema que trata esta obra es necesario conocer la


historia del llamado 'cristianismo' y la de los 'cristianos', aunque sea someramente,
para que su reseña nos enfoque debidamente, nos aplome y de esa manera
podamos apreciar la realidad como corresponde, sin sentimentalismos y sin
tendencias inútiles. Esta historia está llena de héroes y de villanos, de víctimas y
de victimarios, de aciertos y de desaciertos, de pocas justicias y de infinidad de
injusticias, asunto que continuará hasta el día cuando Jesús retorne.

El inicio de la 'iglesia de Jesús' se planteó el día cuando Pedro identificó a


Jesús como El Ungido para Israel. Ese día, "viniendo Jesús a la región de Cesárea
de Filipo, preguntó a sus discípulos, diciendo: ¿Quién dicen los hombres que es el
Hijo del Hombre? Ellos dijeron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros,
Jeremías, o alguno de los profetas. Él les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy
yo? Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres El Ungido, el Hijo del Dios
viviente. Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás,
porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo
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también te digo, que tú eres Petros; y sobre esta roca edificaré mi congregación;
y las puertas del Sheol no prevalecerán contra ella" (Mt. 16:13-18).

"Y sobre esta roca edificaré mi congregación". Jesús no se refirió a Pedro


como esa 'roca', y mucho menos en el sentido que sobre él edificaría su
congregación, porque la cabeza de esa congregación es Jesús mismo (Ef. 5.23;
Col. 1.18). Además, Pedro será uno de los doce futuros monarcas del venidero
reino de Israel (Mt. 19.28). Jesús resaltó que con base al reconocimiento, como El
Ungido para Israel, que el Padre le hizo en medio de ese grupo, usando a Pedro, al
amparo de esa declaración, 'sobre esa roca', mineral inamovible e indestructible,
como lo es una roca, él procedería a edificar a su congregación, con israelitas y
con gentes de todas las naciones (Ef. 2.11-22).

La 'iglesia' o congregación de Jesús no inició 40 días después de su


resurrección, como suelen entenderlo muchos eruditos. Jesús al resucitar fue
alzado en esa misma madrugada (Jn. 20.17), y llevado a la presencia de esos
tronos que revela Juan en su libro de las Revelaciones (Apo. 4 y 5). En ese
majestuoso lugar recibió el reconocimiento de todos los miles de presentes,
incluyendo a los 24 monarcas y a los cuatro seres vivientes que rodean el trono del
Padre, y entonces recibió de ellos 'el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza,
la honra, la gloria y la alabanza."

"Y a todo lo creado que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de la


tierra, y en el mar, y a todas las cosas que en ellos hay, oí decir: Al que está
sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder,
por los siglos de los siglos (Rev. 5:12-13).

Toda autoridad le fue dada a Jesús cuando la creación en pleno resaltó lo


mismo que clamará la congregación de Jesús ese día cuando haya sido arrebatada
(Apo. 7.9-10), que solamente a dos personas, "al que está sentado en el trono, y
al Cordero" se les reconocerá "la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los
siglos de los siglos". El Padre entonces le declaró heredero de todo lo que creó, de
toda su inconmensurable creación; le resaltó sobre todo nombre: 'rey de reyes y
señor de señores' (Apo. 4 y 5). Por ello los 24 reyes allí presentes le declararon
'dios sobre todas las cosas' (Ro. 9.5) y bajo esa declaración también ellos se
sujetaron a su señorío.

En esa misma tarde Jesús se presentó a los suyos, y con ellos estuvo los 40
días siguientes, y solo después fue nuevamente alzado delante de sus once
elegidos, no sin antes darles las instrucciones referentes al ir por todas las naciones
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con el propósito de hacer discípulos para que se comprometan con la obra que
Jesús está llevando a cabo, previa ilustración acerca de la existencia de un 'Padre'
como el único 'Dios' verdadero (Jn. 17.3) de cara a los muchos 'dioses' que
recibían reconocimiento en esos pueblos; asimismo enseñándoles sobre Jesús
como hijo de ese Padre y su posición como 'Señor' absoluto frente a los tantos
'señores' que existen tanto en el organigrama del Altísimo como en el de Satán.
Por último explicarles lo relacionado con el llamado, del latín 'Espíritu santo', con
base en que otro 'espíritu' regenta este mundo de los mortales corruptos teniendo
como fundamento la injusticia.

"Los once discípulos se fueron a Galilea, al monte donde Jesús les había
ordenado. Y cuando le vieron, le adoraron; pero algunos dudaban. Y Jesús se
acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra.
Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre
del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las
cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el
fin del mundo. Amén. (Mt. 28.16-20).

Los que creyeren en esa información y a consciencia decidieran iniciar un


nuevo estilo de vida, siendo consideradas como 'nuevas criaturas' a los ojos de
Dios, de Jesús y del 'viento sagrado' (lat. 'espíritu santo'), entonces lo demostrarían
mediante ese ritual de iniciación, conocido del griego como el 'bautizo', o
sumergimiento (compromiso) en nombre de quienes conocieron, del único Dios
verdadero, el Padre, del único 'Señor', el hijo de ese Creador y de ese 'viento
sagrado', no siendo este reconocimiento una fórmula mágica 'bautismal',
supuestamente 'trinitaria', sino el resultado de un pleno y profundo conocimiento
que involucra a quien a este accede en un mismo 'espíritu'.

Una vez pasados esos 40 días, Jesús fue nuevamente alzado de ese lugar en
Jerusalén, y por ende sacado de La Tierra, desde luego con su cuerpo físico. Jesús
entonces partió con quienes lo alzaron a alguna parte fuera de este planeta, y solo
diez días después, en las fiestas de las 'primicias', aconteció el evento tan
tergiversado por muchas personas, el de las lenguas. Los reunidos, quizás más de
120 personas, empezaron a hablar idiomas, no 'celestiales'.

Ese día, a esos judíos seguidores de Yeshúa (Jesús), "se les aparecieron
lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron
todos llenos del 'pneúmatos agíon' (pneu,matoj a`gi,ou), y comenzaron a hablar en
otras lenguas, según el 'pneuma' les daba que hablasen. Moraban entonces en
Jerusalén judíos, varones piadosos, de todas las naciones bajo el cielo.
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Y hecho este estruendo, se juntó la multitud; y estaban confusos, -------------
-porque cada uno les oía hablar en su propia lengua.---------.

Y estaban atónitos y maravillados, diciendo: Mirad, ¿no son galileos todos


estos que hablan? ------------------¿Cómo, pues, les oímos nosotros hablar cada
uno en nuestra lengua en la que hemos nacido?-------------. Partos, medos,
elamitas, y los que habitamos en Mesopotamia, en Judea, en Capadocia, en el
Ponto y en Asia, en Frigia y Panfilia, en Egipto y en las regiones de África más
allá de Cirene, y romanos aquí residentes, tanto judíos como prosélitos, cretenses
y árabes, ---------------les oímos hablar en nuestras lenguas------------- las
maravillas de Dios. Y estaban todos atónitos y perplejos, diciéndose unos a otros:
¿Qué quiere decir esto?"

Tres mil judíos fueron en ese día concientizados del mensaje que
escucharon en las diferentes lenguas ... no 'celestiales', ni 'angelicales'. En ese día
prácticamente nació la congregación de Jesús. siendo edificada con judíos -
primeramente- y también por algunas gentes de todas las naciones, prosélitos, que
se encontraban en Judea (Ro. 1.16).

Aun cuando el inicio de su congregación partió de la última instrucción que


recibieron sus enviados, cuarenta días antes, ese día cuando Jesús fue alzado al
universo, esta no obstante se consolidó en las 'fiestas de las primicias', y esos
reunidos en ese lugar, que experimentaron ese acontecimiento que les impulsó a
llevar el mensaje a las tierra donde hablaban los idiomas que les fueron dados,
más los que les escucharon, y tres mil a los cuales les habló Pedro posteriormente,
fueron parte de las primicias de su congregación en su tierra, sin descontar a los
otros muchos que le siguieron antes de su crucifixión.

Los primeros seguidores de su 'Mesías' fueron obviamente judíos y la


congregación 'de los del Camino' quedó centrada en Jerusalén, bajo el liderazgo
del hermano de carne de Jesús, Yacob, mejor conocido como 'Santiago', hasta el
día de su muerte ordenada por el sacerdote Ananos de manos del obrero que le
partió la cabeza con su mazo con el que partía las piedras que eran utilizadas para
las reformas de la 'Casa del Altísimo'.

Inicialmente ese colectivo identificado como los del 'Camino', fue visto
como otra secta judía, semejante a la de los fariseos, saduceos e incluso a la de los
esenios. En Judea, en Jerusalén y en Samaria ese agrupado primario no fue
conocido como 'cristianos'.., como tampoco los enviados de Jesús fueron llamados
de esa manera peyorativa, solo sus discípulos fuera de esos lugares. Lo que los
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misioneros predicaban era radicalmente diferente de lo que otros grupos judíos
enseñaban.

Jesús era El Ungido para Israel y en esa perspectiva ministró bajo la Ley
dada a Moisés (Mateo 5:17) y fue ajustando su ley solamente entre sus seguidores
en la medida en que los días y acontecimientos se fueron dando. En esa primera
tarde de esa 'pascua', Jesús instituyó el 'nuevo pacto', basado en Su muerte (Mr.
14:24), en su resurrección y en su encuentro con el Padre y con toda esa
congregación que le recibió allá arriba en esa asamblea (Sal. 82.1; Apo. 4 y 5).

Ese mensaje, con su carga de que los judíos político religiosos habían
matado a su propio Mesías, enfureció a muchos líderes de Judea, y algunos, como
Saulo de Tarso, tomaron acciones para diezmar a los del “Camino” (Hechos 9:1-
2).

No es acertado decir que el 'cristianismo' tiene sus raíces en el llamado


'judaísmo'. El tal 'judaísmo' no es más que el intento de seguir cumpliendo con la
ley dada a Moisés a partir del retorno de los judíos del cautiverio babilónico. La
ley dada a Moisés fue dada a toda la nación israelita y no solo a la tribu de Judea.

De haber estado presente el reino del Norte, sin duda alguna que no
estaríamos hablando de 'Judaísmo', pero por causa de la ausencia de las nueve
tribus que fueron llevadas a Asiria de donde jamás retornaron, esa experiencia, la
ley dada a Moisés, conformada por sus 613 normativas, y encabezadas por los
diez mandamientos, se dio nuevamente y con mucha fuerza y rigidez a partir del
retorno de esos contados judíos procedentes de Babilonia, regreso autorizado e
incluso financiado tanto por las mayorías de judíos que se quedaron
voluntariamente en Babilonia, como por el rey Ciro de Persia.

No es cierto que el llamado 'Antiguo Testamento' proporcionó el


fundamento para el 'nuevo', y es imposible comprender plenamente el actual
'cristianismo', sin un conocimiento básico de lo que sucedió antes de ese 'Antiguo
Pacto'. Debemos tener en cuenta que la necesidad de un 'Mesías' o de un Ungido
procede a consecuencia de la rebelión de Satán (1P. 1.20). Por ello se dio la
'hechura' del 'primer Adam' en su calidad de 'alma viviente', con el fin de recibir al
'postrer Adam', como el 'viento vivificante' (1Co. 15.45). Ese 'Antiguo testamento'
inició en el desierto a partir del encuentro de Moisés con el gobierno del Altísimo
en el monte Sinai. Antes de ese encuentro reinaba la muerte en todo 'Lo Árido' (La
Tierra) (Ro. 5.14).

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El llamado 'Nuevo Testamento' inició en la primera tarde de esa pascua,
cuando Jesús lo anunció levantando la copa, horas antes de su sacrificio. La
manera como fue organizado el compendio de cartas que conforman el llamado
'Nuevo testamento' no indica que con Mateo haya iniciado ese 'nuevo pacto',
porque según el orden cronológico el primer escrito fue el de 'Santiago'.

En esos treinta y tres años, Jesús cumplió más de 300 predicciones llamadas
'profecías' relacionadas con su advenimiento, lo cual dio impulso al desarrollo de
la llamada la 'Iglesia Primitiva'. A partir del acontecimiento de las 'fiestas de las
Primicias', conocido del griego como 'Pentecostés', las puertas de la congregación
fueron abiertas a los no-judíos. En ello radicó el secreto o 'misterio' de 'Cristo' (Ef.
3.3-7). Felipe llevó el mensaje a los samaritanos (Hechos 8:5), y muchos de ellos
creyeron en Ha Mashiaj. La voz griega -'Cristo'- aun no se conocía. Por su parte
Pedro hizo lo propio, dio a conocer el mensaje a los gentiles reunidos en la casa de
Cornelio (Hechos 10), y ellos también, recibieron al 'Ruah ha kodesh' ('Viento el
sagrado'), popularmente conocido como el 'Espíritu Santo'.

Pablo, el antes perseguidor de sus congéneres, esparció el evangelio por una


buena parte del mundo greco-romano, llegando por las circunstancias a la misma
Roma (Hechos 28:16) y posiblemente cubrió un buen segmento del camino que
conducía a España.

En el año 70 d.C., la ciudad de Jerusalén fue sitiada y la 'Casa del Altísimo'


destruida. Las cartas que conforman el llamado Nuevo Testamento aun no habían
sido compendiadas o 'canonizadas'. La experiencia de Juan, conocida del griego
como el 'Apocalipsis' aconteció por los años 90dC.

El proceso de la colección de los escritos que forman el llamado Nuevo


Testamento tomó su tiempo, toda vez que se escribieron entre los años 50 y 100 de
nuestra era. Después de la muerte del último misionero judío, Yohanan (Juan),
cesó toda revelación y no aparece ya ningún otro escrito relacionado con lo que
consideramos lo 'bíblico'.

Los primeros seguidores de Jesús, como colectivo, fueron llamados 'los del
Camino', y en ese 'Camino' transitaron inicialmente muchos judíos que fueron
perseguidos por sus congéneres, celosos de la ley dada a Moisés, aunque esas
persecuciones solo acontecieron por un tiempo, por ello les fue posible llevar el
mensaje de la 'buena noticia' (en griego 'evangelio') no solo a Jerusalén, sino a
toda Judea e incluso a Samaria.

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En conformidad como Jesús lo advirtió, el mensaje de la salvación procedió
de Judea: "Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos;
porque la salvación viene de los judíos" (Jn. 4:22). En hebreo esa frase "la
salvación viene de los judíos" encierra un interesante juego de palabras que El
Maestro empleó.

El vocablo 'Jesús' viene de la fonética griega 'Yesous', y esta procede de la


voz hebrea 'Yeshúa' que significa 'salvación', por tanto ese aparte dice en su
trasfondo que 'la salvación (Jesús) viene de los judíos", y en esa perspectiva se le
identifica como el 'león de la tribu de Judea', de donde proceden los judíos
(Rev.5.5).

El libro de los 'Hechos' nos informa que Bernabé viajó a Tarso para buscar a
Saulo (Pablo) y hallándolo le trajo a Antioquía y que en esa ciudad esos enviados
en calidad de misioneros (gr. 'apóstoles') de 'Yesous' se reunieron todo un año con
la congregación que allí ya existía y -comenta esa reseña- ellos enseñaron a mucha
gente. En ese lugar solamente a los discípulos de los judíos misioneros se les
llamó 'cristianos' ('jristianóis', Cristianou,j) por primera vez (Hech. 11:25-26). Es
decir, que a los misioneros, de esa manera peyorativa, no se les llamó.

En cuanto a esa ciudad, Antioquía, en el llamado 'Nuevo Testamento' se


mencionan dos ciudades con este mismo nombre. Para diferenciarlas, a una se la
denominaba 'Antioquia de Pisidia' y a la otra 'Antioquia de Siria'. Es a esta última
donde se dirigieron muchos de los esparcidos de Judea a causa de la acometida
romana.

Antioquía de Siria fue construida por Seleuco Nicanor en el año 300 antes
de Cristo; está situada junto al río Orontes al pie del monte Silpio, en Cilicia. Se
conectaba por el mar a Grecia y el Occidente y por tierra era el encuentro de las
rutas comerciales y estratégicas de Mesopotamia, Asia Menor, Egipto e Israel. Esa
ciudad prosperó bajo el gobierno de Roma, mereciendo el nombre de la Reina del
Este. Herodes el Grande la engalanó con teatros, baños y calles provistas de
columnas. Fue la tercera población del Imperio, después de Roma y de Alejandría.
En aquellos tiempos sus moradores eran griegos, sirios, judíos y romanos. La
ciudad de Antioquía se localiza en lo que hoy es Turquía. Cuenta con 145.000
habitantes.

En el año 135dC., el general romano, Adriano, expulsó a casi todos los


judíos de Judea, y desde esos días esa tierra fue conocida hasta el año 1948 como
'Palestina'.

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Félix Guttmann Van Katz

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I
El 'Cristianismo'

El 'cristianismo' en su caminar, a través de los años ha tenido una extensa y


notoria influencia tanto positiva como negativa, y con gran penetración en las
sociedades donde se ha impuesto, aun por medio de la espada. El cristianismo ha
afectado, para bien y para mal, el arte, las lenguas, la política, las leyes, en la vida
familiar, en las fechas de los calendarios de diferentes lugares, la música y la
manera misma en que muchos piensan. Todo ha sido influenciado por los
postulados acertados y los desacertados de esa religión por más de dos milenios.
Desde luego que otras religiones, con numerosos o pocos fieles, también han de
incluirse en la historia, pero su crecimiento no se asemeja al impactante inventario
que presenta el cristianismo y el Islam.

En cuanto al 'cristianismo', este mover no pertenece a la civilización


'occidental' como algunos eruditos así lo consideran, puesto que sus raíces se
remontan a la rebelión de Satán y a la pareja adámica, aunque con otro sello y con
otra presentación (1Co. 15.45), y esas raicillas vuelven a salir a la superficie en la
vida de Abraham y toman fuerza en tierra de Israel (1Co. 10.1-4), y sus 'ramas
tiernas' y el 'brote de las hojas' de esa 'higuera' a la cual se refirió Jesús, se vieron
en aquellos que fueron identificados como 'los del Camino' (Hech. 19.23; 22.4;
24.14; 22).

Es importante conocer la historia de lo que llamamos la 'iglesia', porque es


necesario definir a cuál 'iglesia' nos referimos, toda vez que la 'iglesia' no se
suscribe solamente a la 'iglesia primitiva', ni a la 'iglesia apostólica y romana',
como tampoco a la 'iglesia protestante' y mucho menos a la 'iglesia apostólica
griega' o a la 'iglesia apostólica anglicana' ni a la 'iglesia evangélica'.

La verdadera 'iglesia primitiva' (los del Camino) estuvo conformada por


judíos y luego por gentiles; seguidamente en el intervalo hasta que apareció en la
escena la 'iglesia católica apostólica y romana', la llamada 'iglesia primitiva' se fue
helenizando, y en ese transcurso los judíos seguidores de Yeshúa fueron siendo
rechazados por los cristianos gentiles helenizados. La 'iglesia primitiva' sufrió lo
propio y en su transcurso vio desaparecer a los judíos seguidores de su 'Mesías' y
en su lugar los gentiles tomaron las riendas de ese mensaje.

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Pablo alcanzó a percibirlo, por ello les escribió a los creyentes de Roma
acerca de no jactarse contra los judíos y que tuvieran en cuenta que siendo ellos,
los gentiles, 'olivo silvestre' sin embargo fueron injertados en el 'olivo', por tanto
fueron hechos 'participantes de la raíz y de la rica savia del olivo'. Pablo les
resaltó que los gentiles no sustentaban a la raíz, sino la raíz a ellos (Ro. 11).

En el siglo III llegó al escenario la 'iglesia católica apostólica y romana' que


se caracterizó por la persecución a los judíos, sobre todo a los creyentes. Cientos
de ellos, seguidores de Yeshúa (Jesús), fueron acallados por el imperio romano en
las plazas, en las calles y en los coliseos, hasta los días cuando Constantino
apareció en la escena, y sin embargo ese imperio político religioso obligó a
muchos judíos -no mesiánicos- a negar su fe y abrazar al catolicismo.

Surgió con el antisemita y sacerdote católico romano, el alemán Martín


Lutero, la 'iglesia protestante', el 31 de octubre de 1517. Esa denominación al
igual que su fundador ha sido antisemita. Esta herencia la lleva en sus venas
sutilmente la 'iglesia evangélica'. La doctrina del 'Reemplazo de Israel por la
Iglesia' lo evidencia.

El 'protestantismo' fue uno de los movimientos principales que


diferenciaron lo que entendemos como la 'cristiandad', junto con las otras
'iglesias', las ortodoxas orientales. Ese término, 'protestantismo', es utilizado
principalmente para referirse a aquellos grupos que se separaron de la 'Iglesia
católica romana' con la Reforma Protestante del siglo XVI.

No es conveniente generalizar en el vocablo 'iglesia', que proviene del


griego, 'ekklesia', la historia del llamado 'cristianismo' y en esa perspectiva nos
será viable comprender el tema del presente tratado, los 'dones' que comúnmente
son identificados del latín como 'espirituales'.

Conociendo la historia de la iglesia nos será más cómodo comprender la


importancia de facilitar que “la palabra de Cristo more en abundancia en
nosotros” (Col. 3:16). Cada seguidor de Jesús es responsable de lo que ha
conocido de la Escritura en su contexto, y de su actuar en conformidad con lo que
ha comprendido.

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II
"Pero hágase todo decentemente y con orden"
1 Cor. 14:40

Se cree que las 'iglesias' enseñan un mismo 'evangelio', pero las evidencias
demuestran que ello no sucede. Incluso, algunos de sus postulados no son 'sanas
doctrinas' y sin embargo son enseñadas con énfasis y bajo advertencia de
expulsión, de descrédito y con señalamientos inapropiados que desde luego no
coinciden con el amor al prójimo que dicen tener los líderes, si algún fiel las
cuestiona, aún apoyado por la Biblia.

El seguidor de Jesús, el 'siervo útil' a la causa de 'Cristo', no se caracteriza


por esas actuaciones porque es cuidadoso en su caminar según esa fe que le fue
revelada, y al compartirla lo hace sin alteración alguna. El Señor continua con sus
seguidores su misión y el 'Espíritu santo' seguirá edificando a la 'congregación de
Jesús' para la honra del Padre, el único Dios verdadero (Jn. 17.3).

Una situación es pertenecer a un 'redil', otra es ser un miembro de una


'iglesia', y otra es formar parte del 'Cuerpo de Cristo'. Una realidad es llegar a ser
un 'hijo de Dios', y otra es ser un 'cristiano'; una cosa es ser un creyente y otra es
ser un discípulo y otra es ser un 'siervo útil'.

El formato de la 'iglesia' no afina con el de la 'iglesia primitiva'. El 'culto' de


la 'iglesia' ha sufrido cambios para no parecerse a la tal 'misa'. Jesús habló de un
'redil', donde habrían de ser recibidos los creyentes para tomar su 'alimento de
leche'. Allí debían ser discipulados sus seguidores, y de allí y de ellos elegir o
escoger a los que introduciría en su 'Cuerpo'.

"De cierto, de cierto os digo: El que no entra por la puerta en el redil de las
ovejas, sino que sube por otra parte, ése es ladrón y salteador. Mas el que entra
por la puerta, el pastor de las ovejas es. A éste abre el portero, y las ovejas oyen
su voz; y a sus ovejas llama por nombre, y las saca. Y cuando ha sacado fuera
todas las propias, va delante de ellas; y las ovejas le siguen, porque conocen su
voz. Mas al extraño no seguirán, sino huirán de él, porque no conocen la voz de
los extraños.

Esta alegoría les dijo Jesús; pero ellos no entendieron qué era lo que les
decía. Volvió, pues, Jesús a decirles: De cierto, de cierto os digo: Yo soy la puerta
de las ovejas. Todos los que antes de mí vinieron, ladrones son y salteadores;

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pero no los oyeron las ovejas. Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo;
y entrará, y saldrá, y hallará pastos. El ladrón no viene sino para hurtar y matar y
destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.
Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas. Mas el asalariado,
y que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, ve venir al lobo y deja
las ovejas y huye, y el lobo arrebata las ovejas y las dispersa. Así que el
asalariado huye, porque es asalariado, y no le importan las ovejas. Yo soy el buen
pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen, así como el Padre me
conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas." Con relación a
los gentiles, Jesús advirtió: "También tengo otras ovejas que no son de este redil;
aquéllas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor" (Jn.
10:1-16).

Respetando las excepciones, las 'iglesias' y las 'sinagogas mesiánicas', no


suelen funcionar como un 'redil', solamente actúan bajo la conformación tipo
teatro y sus expresiones las presentan, algunas los sábados en la tarde; otras los
domingos y los miércoles. Todo tipo de expresiones son exteriorizadas en esas
versiones donde un abanico de presentaciones 'espirituales' se ofrecen ventilando
lo grandilocuente o lo permisivo o lo fundamentalista, asimismo los cortes
'espirituales' moderados, legalistas o extravagantes donde el fanatismo y el
extremismo hacen fiestas. El factor financiero es la prioridad y este motiva todo
tipo de estrategias y de comportamientos de parte de los líderes, donde los mejores
dadores o diezmadores o influyentes son atendidos de manera más que especial.

"Os digo que Jesús pronto les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del
Hombre, ¿hallará fe en la tierra?" (Lc. 18:8-9).
En cuanto a la diferencia entre ser un miembro de una 'iglesia' convencional
y formar parte del 'Cuerpo de Cristo'. Las 'iglesias' suelen estar, unas más y otras
menos, llenas de creyentes y el 'Cuerpo de Cristo' de pocos 'siervos útiles' a la
causa de Jesús. Las 'iglesias' se sustentan en organigramas administrativos
diferentes. A unas las rige un corporado y a otras unas familias. Al 'Cuerpo de
Cristo' lo lidera Jesús. Las 'iglesias' nombran a sus 'pastores', mientras que Jesús
constituye a los suyos. Los líderes de muchas 'iglesias' se constituyen 'obispos' y
otros cansados de ser 'pastores' se erigen como 'apóstoles'. En el 'Cuerpo de Cristo'
se forman los misioneros (del griego 'apóstoles'), los profetas, los pregoneros (del
griego los 'evangelistas'), los maestros y los pastores, asimismo los que reciben
dones y talentos de parte de Jesús.

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Escrito está que Jesús mismo constituye a unos, misioneros; a otros,
profetas; a otros, pregoneros; a otros, pastores y maestros, a fin de -------
perfeccionar ---------a los santos--------(los 'siervos útiles') para la obra del
ministerio, y para la edificación del 'Cuerpo de Cristo', hasta que todos lleguemos
a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la
medida de la estatura de la plenitud de Cristo; para que ya no seamos niños
fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de enseñanza, por estratagema
de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, sino
que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza,
esto es, Cristo, de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas
las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada
miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor" (Efe. 4:11-16). .

La meta de un creyente debe ser el 'Cuerpo de Cristo'. Formar parte de los


'sanos' o 'santos' que conforman ese corporado. Para lograrla el creyente debe ser
un discípulo del Señor y por ello Jesús constituye a sus maestros.

Los misioneros han de desarrollar las obras que Dios preparó de antemano
para llevarlas a cabo donde les sea señalado (Ef. 2.10). Los pastores a su rediles y
los pregoneros a dar a conocer por doquier el mensaje de la cruz de Cristo. La
'iglesia' no funciona bajo esos parámetros ...

En cuanto a ser un 'hijo de Dios', el misionero Juan destacó ese asunto


cuando escribió que "todos los que recibieron" a Yeshúa (Jesús) como El Ungido
para Israel o como el 'Cristo', "a los que creen en su nombre", Jesús mismo "les
dio autoridad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de
sangre (corrupta), ni de voluntad de carne (mortal), ni de voluntad de varón
(terrenal), sino de Dios" (Jn. 1:12-14).

Juan dice que a todos los que le 'recibieron', Jesús les dio autoridad de ser
hechos hijos de Dios." Recibir a Jesús no es un acto motivado por la religiosidad,
o por el romanticismo espiritual, o por el mero sentimentalismo. Recibir a Jesús es
el resultado de un conocimiento y no de un emocionalismo producido por una
excelente exhortación, comúnmente llamada 'prédica' ( de 'predecir').

'Creer' es la consecuencia del saber, del enterarse de algo que es


convincente. Creer en 'su nombre' no es el fruto del conocer la fonética del nombre
del hijo del Altísimo. Un 'nombre' no solo identifica a una persona. La fonética
'Jesús' como nombre identifica a muchas personas. En los días del hijo del

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Altísimo en Judea, muchos se identificaban con ese nombre: Jesús, que en hebreo,
fue ya explicado, 'Yeshúa' se traduce como 'salvación'.

Creer en el 'nombre' de alguien es el resultado de conocer a una persona por


sus actuaciones dignas de toda confianza. Creer en el hijo del Altísimo e hijo del
hombre es saber lo que ello significa en toda su plenitud.

Por ello "a los que creen en su nombre", a los que comprenden en su
magnitud lo que es el hijo unigénito y primogénito del Altísimo, en todo el sentido
de la realidad, él mismo "les dio autoridad de ser hechos hijos de Dios."

Juan habla de que esas personas reciben una 'autoridad', un derecho, el de


ser 'hechos', de 'hechura', de 'hacer', del mismo verbo que se determinó sobre
Adam: 'hagamos hombre' (Gen. 1.26), pero esa 'hechura' no acontece de la noche a
la mañana. Recibir a Jesús es el resultado de comprender plenamente un contexto.
Recibir una autoridad o una autorización, para el caso, de 'ser hechos hijos de
Dios', tampoco es la consecuencia de un actuar religioso. Tampoco significa que
lo autorizado acontezca en un santiamén.

Para llevar a cabo una 'hechura' de cualquier cosa, se requiere de un


conocimiento, de un compromiso y de un proceso. El creyente 'recibe' de parte de
Jesús esa 'autoridad', pero alguien ha de desarrollarla en la vida del receptor de esa
autorización. Para que un creyente sea 'hecho un hijo de Dios' se le demanda su
buena voluntad y su plena disposición, asimismo de la dedicación de quien lo va a
'hacer'. Ello exige algo a cambio de parte del creyente, porque ser un 'hijo de Dios'
es una realidad cuya dimensión es ajena a una religión.

¿Qué es ser un 'hijo de Dios'? Los hijos de ese linaje 'no son engendrados
de sangre corrupta, ni de voluntad de carne mortal, ni de voluntad de varón
terrenal, sino de Dios". ¿Cómo puede llegar a ser un creyente un 'hijo de Dios'
bajo esos parámetros, si fue engendrado de sangre corrupta, contaminada; si
procede de voluntad de carne mortal, si es un resultado de voluntad de varón
terrenal?

Jesús se lo respondió a Nicodemos, que era necesario 'nacer de nuevo', y esa


particularidad no acontece por arte de magia, a menos que esa transformación le
realice Jesús mismo, semejante a como le sucedió a Pablo, a quien en tres días le
fue cambiado el formato de fariseo recalcitrante por aquel que demostró a lo largo
de sus años sirviéndole a Jesús, y es un hecho que sufrió de todo un proceso que le
abonó un expediente lleno de todo tipo de experiencias loables, de pruebas
15
extremas, de momentos difíciles y de todas esas situaciones complejas que reseñan
sus cartas.

Llegar a ser engendrado de sangre incorrupta, de voluntad de carne


inmortal, de voluntad de varón ajeno a la escala de valores del mundo
contaminado significa una total transformación del creyente y de una renovación
integral. Esa realidad nada tiene que ver con la fantasía o con una religión y menos
con actuaciones extravagantes, porque los 'hijos de Dios' no dependen de
religiones ni de utopías. Ellos experimentan una vida en términos de eternidad en
una plenitud que el hombre mortal o 'natural' ni se imagina.

Ser un 'cristiano' no deja de ser un mero identificativo propio de un


costumbrismo con tintes religiosos. Respetando las excepciones, un cristiano no
suele comprometerse con un discipulado que le conduzca a las puertas del 'Cuerpo
de Cristo'. Un 'cristiano' no necesariamente es un 'siervo útil' a la causa de Jesús,
aunque lo sea ante los fundamentos 'eclesiásticos' terrenales.

Las evidencias demuestran que las masas son congregadas por líderes que
les guían según sus intereses y que esos dirigentes determinan sobre esas vidas
como mejor lo consideran. Las masas congregadas alrededor de Jesús son libres de
la ignorancia y por ello reciben una información diáfana, completa, objetiva, que
los incluye en un plan como participantes y no como agrupados 'domingueros',
'calienta sillas', diezmadores y oidores. Jesús, como magno líder, determina sobre
las vidas de sus asociados, de sus hermanos, de sus amigos, de sus 'hijitos', en
beneficio de ellos mismos, y por ende en favor de una comunidad establecida en el
universo, conformada por esa única familia que existe bajo ese 'reino de los cielo',
animada por un mismo sentir, o llámese 'espíritu', si se prefiere.

Muchos son los creyentes que se precian de ser 'cristianos' y de ellos Jesús
comenta que no todos los que le dicen "Señor, Señor entrarán en el reino de los
cielos sino el que hace la voluntad del Padre que está en los cielos" (Mat. 7:21).

Jesús ordenó a sus enviados hacer discípulos, y el 'espíritu de verdad' les


guía a toda la verdad. Ese 'viento' jamás 'hablará por su propia cuenta, sino que
hablará todo lo que oyere' en esas Alturas, y le 'hará saber las cosas que habrán
de venir.' El discípulo del Señor no necesita de profetas ni de profetizas, porque
ese 'viento' o 'espíritu' no solamente le 'hará saber las cosas que habrán de venir'
sino que 'glorificará' a Jesús en su vida; 'porque tomará' de lo que es de Jesús, de
lo que hace su Señor, y se 'lo hará saber'. Jesús bien lo dijo: "Todo lo que tiene el

16
Padre es mío; por eso dije que tomará de lo mío, y os lo hará saber" (Jn. 16.13-
15).

Para ser un 'siervo útil' es necesario depender del organigrama Superior, el


que está apostado en las Alturas del Altísimo, y no estar sujeto a mandamientos de
hombres presentados como ordenanzas del Altísimo. Un 'siervo útil' debe superar
la etapa de un verdadero discipulado que no le enmarque en los lineamientos de
una denominación, a menos que en esta actúe la verdad a plenitud.

En términos generales, un discípulo es una persona que recibe enseñanzas


de un maestro o de varios eruditos, o que sigue estudios en un centro de educación
o en una universidad. Para llegar a ser un profesional es necesario pasar primero
por los niveles primarios, secundarios y luego por una entidad de estudios
avanzados. Para aprender a desarrollar un oficio o un arte, hay que primero
aprenderlo de alguien idóneo. El seguidor de Jesús ha sido llamado para ejercer
una vocación (1Co. 1.26; Ef. 4; 2P. 1.10), y ella le exigirá un aprendizaje integral,
contextual, para el caso el de la Palabra de Dios en toda su expresión (Ef. 3.18-
19).

Un creyente no necesariamente es un seguidor de Jesús. Un seguidor de


alguna persona o de una causa es alguien que conoce plenamente a esa persona o
esa causa y ha sido enterado de cuál es su papel. Un seguidor no es un simple
espectador. Se espera de un seguidor que sea un 'siervo útil'. Eso significa estar al
servicio de alguien.

No todos los 'cristianos' son seguidores de Jesús. No todos son súbditos del
rey que proclaman; no todos están al servicio de la persona que dicen que es su
'Señor' y además su 'salvador'. Muchos, las mayorías, solamente andan tras
milagros, bendiciones financieras y protagonismo, pretendiendo con suma
humildad que el rey se les sujete, se les arrodille, como si se tratara de un 'hada' o
del 'genio de la botella', que ha de aparecer cada vez que lo necesite. Son aquellos
que intentan, al amparo de capítulos y de versículos bíblicos, que el 'señorío' de
Jesús esté a su disposición.
Aunque Jesús lo advirtió que "ninguno puede servir a dos señores; porque o
aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No
podéis servir a Dios y a las riquezas" (Mat. 6:24), sin embargo en la realidad
muchos 'cristianos' se esfuerzan en mantenerse en las dos corrientes. Por un lado
dicen aborrecer al 'Diablo' y a sus 'demonios', a lo malo y la maldad, pero por otro
lado procuran, con el sello de 'cristianos', vivir sin el compromiso que deriva del
conocer el mensaje integral que ofrece gratuitamente la Biblia. Dicen creer en
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Dios, en el Hijo e incluso dan testimonios de supuestas manifestaciones del
'Espíritu santo' en sus vidas, pero con sus actuar diario demuestran no creerle a
Dios ni a Jesús, como tampoco exhiben el resultado de estar asistidos por el
'Espíritu santo'.

Aunque desde la perspectiva de Jesús ninguno puede servir a dos señores;


porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al
otro, paradójicamente son muchos los pregoneros y líderes de congregaciones
cristianas que ventilan 'evangelios' como el de la prosperidad financiera, el del
'ministerio profético', y el de las 'sanidades circenses', pero no se pronuncian
acerca de cómo se le sirve a Dios, bajo la autoridad del 'Cuerpo de Cristo'.

Si decimos que Dios es nuestro Padre, entonces entendemos el significado


de ser sus hijos, y si lo somos, entonces también comprendemos el significado de
ser "coherederos con Cristo", y ello indica que vislumbramos que nos corresponde
padecer juntamente con Jesús, para que juntamente con él seamos reconocidos
('glorificados') cuando llegue ese día que esperamos a consciencia, con base en el
pleno conocimiento de los hechos que se avecinan.

Pablo así lo escribió: "Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo
presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de
manifestarse" (Ro. 8:17-18). El seguidor de Jesús debe estar consciente que
estando en el mundo bajo el sistema satánico tendrá aflicciones como las tiene el
soldado que va a la guerra. De esas aflicciones no suelen padecer los potentados
del 'evangelio'.
Pablo dijo que le imitáramos y que observáramos a quienes como él se
comportaban, "porque por ahí andan muchos, de los cuales os dije muchas veces,
y aun ahora lo digo llorando, que son enemigos de la cruz de Cristo; el fin de los
cuales será perdición, cuyo dios es el vientre, y cuya gloria es su vergüenza; que
sólo piensan en lo terrenal. Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde
también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; el cual transformará el
cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria
suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas"
(Fil. 3:17-21).

Muchos son los 'cristianos', incluyendo a sus líderes, "cuyo dios es el


vientre, y cuya gloria es su vergüenza; que sólo piensan en lo terrenal", que
procuran tener, en el nombre del Padre, del Hijo y del 'Espíritu santo', dinero, fama
y deleites, pero eso de servirle a Dios padeciendo por la causa del Hijo ni soñarlo,
y peor si han de padecer junto con Cristo lo que Jesús está padeciendo en estos
18
momentos. Por eso aceptan gustosos los supuestos 'pactos de dinero' con Dios que
incluye 'sembrar en el reino', diezmar para ser multiplicados y ofrendar para
sentirse justos y e incluso santos.

Aquellos verdaderos seguidores de Cristo, en su gran mayoría judíos, que


reseña el llamado 'nuevo testamento', padecieron hambre, tuvieron sed, estuvieron
desprotegidos ('desnudos'), fueron abofeteados, y no tuvieron morada fija. Se
fatigaron trabajando con sus propias manos; incluso los maldijeron mientras ellos
bendecían. Como soldados de Cristo sobrellevaron las persecuciones, y las
soportaron con dignidad. Los difamaron, y ellos rogaron por sus enemigos.
Llegaron a sentirse "como la escoria del mundo y el desecho de todos" (1 Co.
4:11-13), y en contra posición la mayoría de los cristianos de esta generación del
siglo XXI, influenciados por los mercaderes del 'cristianismo' solo quieren vivir
como lo ofrece Satán, muy a pesar de que Jesús, la persona a quien dicen seguir,
les advirtió que no era posible servir a Dios y a las "riquezas".

No importa la interpretación que se haga, de cualquier forma todo extremo


es vicioso, de tal manera que las reacciones de quienes no aceptan padecer, sobre
todo financieramente, por seguir a Cristo, aduciendo que son 'hijos del rey', que
Jesús se hizo pobre para que sus seguidores no lo fueran, quedan en el saco de las
imprecisiones, porque si bien es cierto Jesús es el 'Señor' para los que le siguen, en
vez de Satán.

De cara a las obras que ha de desarrollar el seguidor de Jesús en una


sociedad que exige respaldo financiero y presentación apropiada, no tiene el
'siervo útil' que experimentar frustraciones ni limitaciones innecesarias, aunque
lleve el mensaje entre las gentes frustradas y limitadas. Quienes le sirven a Dios
no han de vivir sujetos a la miseria y a la pobreza, aunque anden entre la pobreza y
la miseria humana. El 'siervo 'útil' es hacedor de milagros.

En los días de esos pioneros, tanto de los llamados del griego 'apostóles',
como de aquellos peyorativamente identificados como 'cristianos', también se
necesitaba del respaldo financiero para todo tipo de actividad, sea para la
alimentación, las transportaciones, los hospedajes, y las limosnas, y sin duda que
esos valientes seguidores de Jesús dispusieron de esos apoyos. Aun Pablo cuando
estuvo en Corinto, Grecia, y tuvo necesidades, a ninguno le fue carga, pues lo que
le faltó lo suplieron los hermanos que vinieron de Macedonia, y en todo se guardó
de ser gravoso ((2 Cor. 11:9). En alguna ocasión le tocó elaborar carpas, porque
así lo decidió para no ser carga a esa congregación.

19
Es de esperarse que las congregaciones que esos misioneros fundaron
erigieron con base en las finanzas, porque una realidad es administrar los recursos
recibidos por medio de las contribuciones, diezmos u ofrendas, que han de ser
destinados para la obra que desarrolla Jesús sobre La Tierra, y otra es el actuar de
muchos líderes que con esos recaudos se enriquecen de manera por demás ilícita,
cometiendo prevaricato, primer delito o injusticia que Jesús eliminará al retornar a
Israel (Zac. 14.4; Dan. 9.24). Definitivamente todo extremo es vicioso y todo nos
es lícito, pero no todo nos convine (1Co. 10.23).

Padecer por causa de la justicia de lo Alto es lo que debe esperar el seguidor


de Jesús (1P. 3.14) y a la vez debe esperar de parte del Padre compensaciones.
Pablo nos asegura 'el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de
misericordias y Dios de toda consolación, nos consuela en todas nuestras
tribulaciones".

El objetivo de esa consolación, o compensación, es para "que podamos


también nosotros consolar (compensar) a los que están en cualquier tribulación",
precisamente "por medio de la consolación (compensación) con que nosotros
somos consolados (compensados) por Dios." Ello significa compartir esas
compensaciones.

Pablo habló y escribió con base en esas experiencias que han de tenerse en
cuenta al seguir a Jesús: "porque de la manera que abundan en nosotros las
aflicciones de Cristo, -expuso ese misionero- así abunda también por el mismo
Cristo nuestra consolación". Nos dice que si los seguidores de Jesús son
atribulados, es para la consolación del prójimo, y para su salvación; o en su
defecto, si el soldado de Cristo es consolado o compensado, lo es para que utilice
esa consolación y la salvación en beneficio del prójimo.

"Y nuestra esperanza, escribió Pablo, respecto de vosotros es firme, pues


sabemos que así como sois compañeros en las aflicciones, también lo sois en la
consolación" (...) porque nuestra gloria es ésta: el testimonio de nuestra
conciencia, que con sencillez y sinceridad de Dios, no con sabiduría humana, sino
con la gracia de Dios, nos hemos conducido en el mundo, y mucho más con
vosotros" (2 Co. 1:3-12).

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21
III
Los dones 'espirituales'

El seguidor de Cristo, el 'siervo útil', será aprovisionado por parte de Dios,


pero como Jesús lo determine, porque fue Dios quien organizó los parámetros del
funcionamiento de la congregación de Jesús, pero correspondiéndole al Hijo del
Hombre constituir o ungir o responsabilizar a quien él elija o escoja. Es decisión
de Jesús delegarle a quien haya elegido o escogido con uno o con varios 'dones'
que tengan que ver 'con las cosas del Altísimo, aceptables a Dios por medio de
Jesucristo' (llamadas 'espirituales').

Pablo explicó que "a unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles,
luego profetas, lo tercero maestros, luego los que hacen milagros, después los que
sanan, los que ayudan, los que administran, los que tienen don de lenguas" (1 Co.
12:28-30).

Tres columnas sostendrán esa congregación, la de Jesús: primeramente los


enviados o misioneros (del griego los 'apóstoles'), luego los que de su parte
advertirán, (los llamados 'profetas´), y luego los maestros, los que explicarán todos
los asuntos relacionados con el plan de Dios y sus misterios.

Pablo resaltó que no todos los que conforman el 'Cuerpo de Cristo' serán
enviados en calidad de misioneros; en esa dirección no todos advertirán de todo
aquello que Jesús querrá prevenir a las gentes. No todos serán entonces maestros.

Dios, a los demás que conformen el 'Cuerpo de Cristo' les delegó a unos
sanar; a otros ayudar; a otros administrar; a otros hablar en otras lenguas, incluso
lenguas 'celestiales', del celeste, de las que hablan vivientes establecidos fuera de
esta morada. Desde luego que, según Pablo, no todos harán milagros, como
tampoco todos tendrán dones de sanidad, ni hablarán todos lenguas, ni todos
interpretarán las lenguas de otras latitudes.

A Jesús le corresponde constituir, previa capacitación integral, a los que él


designe, unja o responsabilice para ser misioneros o profetas o maestros. Jesús
incluyó en ese organigrama a los pregoneros de la 'buena noticia' y a los 'pastores'
con el propósito anteriormente reseñado (Ef. 4:11-16).

Antes de entrar en esta temática, la de los dones 'espirituales', es


conveniente despejar el significado del vocablo 'espiritual' y su raíz la voz
22
"spiritu" porque ambas fonéticas latinas también son utilizadas por otras religiones
o creencias que se sustentan en ese idioma, toda vez que no todas las lenguas están
influenciadas por el latín.

En las traducciones a otros idiomas del Antiguo testamento encontramos


términos griegos y latinos, desde luego en las lenguas influenciadas por esos
imperios, el griego y el romano. Tenemos entonces que al leer el llamado 'Antiguo
testamento' en español, nos encontramos con palabras griegas y latinas, y el
significado de esos vocablos suelen desconocerlos los lectores del común, lo cual
afecta la comprensión de la información y motiva a interpretaciones que conducen
a errores.

Los misioneros de Jesús, aunque procedían de la nación israelita, excepto


Lucas, y sus idiomas fueron el arameo y el hebreo, sin embargo escribieron en
griego koiné el contexto que conocemos como el 'nuevo testamento', y algunas de
esas palabras los traductores a otros idiomas las dejaron en esa lengua, como
"evangelio", "Cristo", "apóstoles", "ángeles", "apóstatas" y "apostasía", entre
otros, mientras que otros vocablos griegos los pasaron al latín, como 'Espíritu' y
'espirituales'. Tenemos entonces una mezcolanza de términos que debieron ser
traducidos, para el caso, al castellano o al español.

En resumen, las traducciones de esos textos escritos en arameo, hebreo y del


griego koiné al idioma, por ejemplo, el 'español', no están ajustadas fielmente a
este idioma. Los de habla hispanoparlante deberíamos leer toda la Escritura en
castellano o en español, sin afectaciones de otras lenguas. Esas combinaciones o
mezclas idiomáticas han motivado a errores de comprensión y como resultado han
surgido diferentes interpretaciones y de estas han germinado todo tipo de 'iglesias',
que aunque se precien de ser cristianas no se identifican por una misma
información, lo que ha estimulado diferencias y distanciamientos absurdos,
destiñendo un mensaje único para todos, y desenfocando de esa manera una
información que no pretende inspirar esos matices.

Las gentes del común o los creyentes cristianos leen y utilizan esos
vocablos griegos y del latín combinados en sus idiomas sin saber sus significados
ni sus procedencias. Los traductores, por ejemplo, no debieron tomar las voces
griegas 'ángel' o 'ángeles' al traducir del 'antiguo testamento' los vocablos hebreos
'malaj' o 'malajím' que solamente significan 'mensajero' o 'mensajeros'
respectivamente, y así hubiesen evitado esos tintes religiosos o místicos que les
atribuyen erróneamente a esas voces. La palabra griega 'ángel' denota un simple
oficio, el de mensajería, y esa sencilla, prudente y objetiva actividad la hacía un
23
ciudadano griego del común solamente entre los tales 'dioses' de la mitología
griega. 'Ángel' era un simple mensajero, un tipo de correo personal, entre los
dioses del Olympo.

En esa perspectiva tenemos otro vocablo que tmbién procede del griego:
'demonio'. Esa voz proviene de la fonética 'daimón' y los 'daimones' también eran
simples ciudadanos que hacían de mensajero entre los tales 'dioses griegos' y la
gente del común. Fueron considerados, según las noticias que traían, como los
'daimones' buenos y los 'daimones' malos. Cientos de años después de la
desaparición de los 'dioses griegos', Sócrates 'estigmatizó' a esos mensajeros como
malos. El catolicismo empleó ese hecho y esa palabra tal cual como es usada y
comprendida comúnmente para resaltar a los 'vientos inmundos' que exhibe la
Biblia según la perspectiva hebrea. Del latín, los 'espíritus endemoniados'.

Otra errónea interpretación surgió de la voz latina 'spíritus', igualmente


motivada de manera errónea por el imperio político religioso romano. En aquellos
albores, anteriores a ese imperio, los romanos creían en un solo dios, que llamaban
'númen', y ese vocablo, 'spiritus', lo asumían como alguien 'excelso y no mortal',
sin embargo con el correr de los tiempos se perdió la comprensión de ese término.

La posterior etimología varía entre un abanico de diferentes explicaciones.


Una de estas explica que se trata de un “aliento” o de un "soplo", y con base en esa
comprensión los traductores la aplicaron teniendo en cuenta que en griego se habla
del 'pneuma', que les significa un aire, un viento, afinando esa presentación con la
voz hebrea 'ruah', que traducen como 'viento'.

Con ese vocablo también se aborda la especulación que afirma que un


'espíritu' es un "alma que sobrevive al fallecimiento del cuerpo", y que este
"remonta de esa manera su existencia más allá de transformarse en cadáver."
Igualmente se ha usado esa voz, 'espíritu', para designar la vida inmaterial y
racional 'inscrita en el hombre.' Muchos eruditos hacen de ese vocablo un
sinónimo de alma, y otros incluso de la mente, aunque este último término, más
moderno que los anteriores, está desprovisto de la connotación religiosa que le han
dado al término 'Espíritu'.

Algunos diccionarios asimismo acuñan diversos significados de ese


vocablo, por ejemplo, explican que "es la parte inmaterial del ser humano que es
capaz de entender, querer y sentir y -que- con el cuerpo o parte material,
constituye la esencia humana." Explican esos diccionarios que esa voz "es un
conjunto de cualidades, gustos y características de una persona." De manera
24
semejante afirman "que es un valor, fuerza o ánimo para actuar o hacer frente a las
dificultades." Incluso que "es un principio general, una idea central o intención o
una tendencia o inclinación que puede apreciarse en las manifestaciones de una
persona o colectividad."

Otro significado, "que es un signo ortográfico empleado en la lengua griega


que indica aspiración y también que es una sustancia que se extrae de ciertos
cuerpos sometidos a la destilación." Otros agregan que se trata de "un ser
inmaterial dotado de voluntad y de razón" y que "además se trata del 'alma' de una
persona muerta a la que se supone con capacidad para entrar en comunicación
sensible con los vivos o en su defecto que es una persona considerada por una
cualidad determinada." Las diferentes explicaciones solo indican que no existe
unanimidad respecto del significado de ese vocablo latino.

El tema surge, para el caso que trata esta obra, de la mentalidad de los
arameos que llamaban 'ruah' ('viento') a la experiencia de algo que de vez en
cuando les circundaba haciéndoles sentir que se trataba de un ser viviente pero
intangible y en ocasiones visible, pero no necesariamente le identificaban.
También le llamaban el 'mareú temuná' (hn"WmT. Whaer>m). Los griegos 'fantasmá'
(fa,ntasma).

El 'ruaj' o 'viento' en hebreo, para los griegos es el 'pneuma', aliento, viento


o aire. Con base en el griego, por ejemplo, el misionero Pablo, ajeno a esas
posiciones, escribió -en griego koiné- que no quería que los seguidores de Jesús
ignoráramos lo tocante a los dones "pneumatikón" (1Co. 12:1), es decir, "las cosas
del Altísimo", traducido del latín como 'dones espirituales'.

Esa información traspuesta al latín, y animada por la mentalidad del imperio


político religioso romano, se desvió hacia lo místico y motivó lo religioso y como
resultado tenemos que las gentes de las latitudes que tienen que ver con la
influencia de ese imperio religioso creen, entre otras cosas, en la existencia de
criaturas 'espirituales', es decir, de un supuesto orden de seres que no precisan,
vivientes que habitan en un lugar que la Biblia no proyecta.

De cara a esa creencia, la Biblia enseña -usando el idioma griego- que todos
los seres pertenecientes al código genético humano somos "pneumatikón",
(traducido del latín como 'espirituales'), porque procedemos del 'pneuma'
(traducido del latín como 'espíritu') del Creador, y por tanto estamos en capacidad

25
de comprender "las cosas del Altísimo", las 'pneumatikois', traducidas como
'espirituales'.

Pablo también dijo a los creyentes de Corinto en Grecia, que no pudo


hablarles "como a 'pneumatikois' (traducido como 'espirituales'), sino como a
carnales, como a niños en Cristo" (1 Co. 3:1 ). A los creyentes de Galicia les
exhortó a actuar con la 'mente de Cristo' en el caso en que sorprendieran a alguien
"en alguna falta". Les indujo diciéndoles: "vosotros que sois 'pneumatikoi'
(traducido como 'espirituales') restauradle con "pneumatí" (traducido 'espíritu') de
mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado"
(Gal. 6:1). Las gentes de Galicia, creyentes en "Cristo" (palabra griega), no eran
seres intangibles, y sin embargo Pablo les escribió que eran "'pneumatikoi'
(traducido como 'espirituales').

A los creyentes de Efeso les advirtió que "no tenemos lucha contra sangre y
carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las
tinieblas de este siglo, contra 'pneumatiká' (traducido como 'espirituales') de
maldad en las regiones celestes" (Ef. 6:12).

Resaltemos lo que corresponde a este aparte en particular. Pablo hizo


referencia, según la perspectiva de quienes emplearon la voz latina 'espirituales',
que esos seres "de maldad" están establecidos "en las regiones celestes". La fuente
griega no incluye el vocablo 'huestes' que aparece en algunas versiones 'bíblicas'.

¿Se habrá referido ese misionero israelita a seres intangibles ubicados en un


"celeste" no precisado, también impalpable? Definitivamente no, porque Pablo no
escribió en latín, entonces usó la voz griega correspondiente: pneumatiká. En otras
palabras, contra 'asuntos del Altísimo', pero usados para hacer maldad, ubicados
en el universo contaminado por la rebelión de Satán.

Pablo hizo referencia a seres con cuerpo físico, puesto que son 'adámicos',
que conocen y manejan las cosas o leyes de Dios pero con fines perversos y ubicó
el lugar donde se encuentran, en moradas semejantes a La Tierra a donde ha de ir
la futura congregación de Jesús (Ef.3.10; Ro. 8.19-23). También están
establecidos en lugares estacionarios, temporales, obviamente físicos, tangibles,
estructurales, sitios que no tienen que ver con un supuesto 'cielo' intangible,
incorpóreo, volátil, impalpable, aunque así lo crea la mente religiosa.

A los creyentes de Colosas, Pablo les escribió que "la palabra de Cristo
more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en
26
toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e
himnos y cánticos 'espirituales' " (Col. 3:16). ¿"Cánticos espirituales"? ¿Cuáles
son esos tales "cánticos espirituales" a la luz de la mente religiosa? ¿Cánticos
intangibles? Desde luego que Pablo se refirió a cánticos que estuvieran
relacionados "con las cosas del único Dios verdadero".

Pedro escribió también en griego koiné: "vosotros también, como piedras


vivas, sed edificados como casa pneumatikós y sacerdocio santo, para ofrecer
sacrificios pneumatikás aceptables a Dios por medio de Jesucristo" (1 P. 2:5).

¿Acaso les dijo que fueran edificados como "casa espiritual", es decir, como
una 'casa intangible'? Y en relación a esos ¿sacrificios 'espirituales', Pedro, ¿se
habrá referido a sacrificios también intangibles? ¿Qué es exactamente una "casa
espiritual" en la concepción religiosa? En esa perspectiva, ¿qué es un "sacrificio
espiritual"?

Pedro escribió entonces que los seguidores de Jesús, "como piedras vivas",
fueran edificados como 'casa relacionada con las cosas de Dios', sacerdocio sano,
incorrupto, para solamente así poder ofrecer sacrificios relacionados 'con las cosas
del Altísimo, aceptables a Dios por medio de Jesucristo.' Entre esos 'sacrificios'
está la abstención de transgredir, entiéndase como 'pecar', no fomentando la
malicia o la chismografía, evitando asimismo la pornografía, la lascivia y sus
sinónimos, igualmente evitando el maltrato o los abusos al cuerpo. El abstenerse
de maltratar al prójimo, así sea de palabra o con acciones, es aceptable a Dios
como un sacrificio 'espiritual'. El abandonar el uso de palabras irreverentes,
vulgares, e incluso el vestir apropiadamente encaja en esos 'sacrificios
espirituales', que si bien algunos son intangibles, de todos modos son evidentes y
afectan positivamente a la persona, al prójimo inmediato y al entorno.

Pablo, entonces, nos dice que no quiere que ignoremos lo tocante a los
dones relacionados "con las cosas del Altísimo, aceptables a Dios por medio de
Jesucristo.' El nos resalta que todas las congregaciones deben asumir que esos
dones -relacionados con las cosas del Altísimo, aceptables a Dios por medio de
Jesucristo- sean manifestados, desde luego en orden y decentemente, es decir,
ajustados a un organigrama correspondiente, y 'decentemente' en cuanto a respetar
a quienes han sido delegados por Jesús para liderar una agrupación, y a la vez
respetar al prójimo, no presentando en la congregación actitudes supuestamente
'espirituales', expresadas por medio de comportamientos extravagantes,
desbordantes, incluso ridículos, animados más por el protagonismo y por la
ignorancia que por los hechos que tienen que ver con los asuntos del Altísimo.
27
Si el siervo del Señor desconoce acerca de los dones relacionados con las
cosas del Altísimo, aceptables a Dios por medio de Jesucristo, (llamados dones
'espirituales') está perdiéndose de formar parte integral del plan de Dios, asimismo
de beneficiarse de la misión del "ruah ha kodesh" (hebreo: "El Viento el sagrado";
traducido del latín como 'Espíritu' santo"), por tanto ignorará que debe pertenecer
al 'Cuerpo de Cristo'. 'Cuerpo' en el sentido de Organización.

Al siervo de Jesús le debe ser de suma importancia saber cuál es su ‘don’, o


instrumento o herramienta "celestial", que le permita y le facilite ser útil en el
plan de Dios. Jesús lo dijo así: “Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre
que está en los cielos es perfecto” (Mt. 5:48). Eso significa que el seguidor de
Jesús debe acoplarse a ese plan y para lograrlo ha de recibir apoyo de del 'Cuerpo
de Cristo' por medio de los dones (Jn. 16.13-15).

'Las cosas del Altísimo, aceptables por medio de Jesucristo', llamadas


'dones espirituales', han sido dadas para servir (ministerio) al prójimo. El
misionero Pedro nos exhorta a que “cada cual ponga al servicio del los demás los
dones que haya recibido como corresponde a buenos administradores de los
distintos carismas de Dios” (1 P. 4:10).

“Hermanos os ruego por la misericordia de Dios que ofrezcáis vuestros


cuerpos como sacrificio vivo, consagrado, agradable a Dios; este es el culto que
debéis ofrecer. Y no os acomodéis a este mundo; al contrario, transformaos y
renovad vuestro interior para que sepáis distinguir cual es la voluntad de Dios, lo
bueno, lo que le agrada, lo perfecto” (Ro. 12: 1-2).

Dos cosas resalta Pablo en esta ocasión que debe hacer el seguidor de Jesús;
una es 'transformarse' y la otra es 'renovar' su ser 'interior' para que de esa
manera pueda saber 'distinguir cuál es la voluntad de Dios, lo bueno, lo que le
agrada, lo perfecto.” Esa 'transformación' es lo primero. Sin esta no es viable la
segunda, esa 'renovación interior' de la que habla Pablo.

Mateo, Marcos y Lucas, reseñan las palabras de Jesús cuando al respecto


hizo énfasis que "nadie pone remiendo de paño nuevo en vestido viejo; porque tal
remiendo tira del vestido, y se hace peor la rotura. Ni echan vino nuevo en odres
viejos; de otra manera los odres se rompen, y el vino se derrama, y los odres se
pierden; pero echan el vino nuevo en odres nuevos, y lo uno y lo otro se
conservan juntamente" (Mt. 9:16-17; Mr. 2:22-23).

28
Lucas lo expresó con base en testimonios, que "nadie echa vino nuevo en
odres viejos; porque de otra manera, el vino nuevo romperá los odres y se
derramará, y los odres se perderán. Mas el vino nuevo en odres nuevos se ha de
echar; y lo uno y lo otro se conservan". Lucas termina resaltando la
inconveniencia de mantenerse sin esa transformación: "Y ninguno que beba del
añejo, quiere luego el nuevo; porque dice: El añejo es mejor" (Lc. 5:37 - 6:1).

La transformación la logra el seguidor de Jesús aceptando la labor que haga


en su vida el 'espíritu santo' o 'espíritu de verdad'. Esta entidad, sana o 'santa' por
excelencia, tiene como misión guiar a la 'nueva criatura' a toda la verdad, no a una
parte de esa verdad, sino a su compleja y completa información que conlleva
conocer esa realidad que muchos religiosos rechazan prefiriendo los postulados
limitantes de sus denominaciones o las extravagancias que motivan otras
agrupaciones.

Asimismo, esa 'nueva criatura' ha de aprender a captar las diferentes


maneras como le proveerá Jesús informaciones por medio de esta entidad, porque
ese 'viento sano' o 'sagrado' en su dependencia absoluta y directa de Jesús "no
hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere" de parte de
Jesús, para a su vez participárselo con el fin de que actúe en conformidad como lo
hace el 'Cuerpo de Cristo', porque ese 'viento de la verdad' asimismo le "hará
saber las cosas que habrán de venir."

Ese 'ruah' o 'viento' para los de mentalidad hebrea, o 'pneuma' ('aire', viento
o soplo) para los influenciados por el griego, o ese 'espíritu' sano, incorrupto, o
'santo' para las gentes en general, enviado por el Padre en el nombre de su Hijo,
dará a conocer (glorificará) a Jesús ante ese 'siervo 'útil', porque el 'espíritu santo'
tomará de lo que Jesús le informe o le indique y se 'lo hará saber' al seguidor de
Cristo. Bien lo advirtió Jesús, "Todo lo que tiene el Padre es mío; por eso dije que
tomará de lo mío, y os lo hará saber" (Jn. 16:13-15).

La labor o misión del 'viento sagrado' o 'espíritu santo' no coincide con las
diferentes creencias que tienen muchos cristianos. Ese 'espíritu' es enviado por el
Padre con un solo objetivo esencial, el de informar. Los creyentes, los discípulos
y los 'siervos útiles' han de actuar con base en el pleno conocimiento de la verdad,
asimismo deben ser enterados de todo aquello que Jesús ha de comunicarles. Lo
importante es actuar a consciencia y no motivado por supuestas experiencias
religiosas, espirituales, sentimentales o emocionales que no edifican, solo
malcrían.

29
Los dones o dádivas o aportaciones que Jesús ordena para quienes forman
parte de su equipo o 'Cuerpo de Cristo', no las reciben los meros creyentes, y
mucho menos si están adoquinados o enmarcados en los postulados de la
denominaciones a las que asisten, a menos que esas agrupaciones estén lideradas
por el 'Cuerpo de Cristo'.

Un creyente suele ser un miembro más de un montón, en ocasiones anotado


en el listado de una congregación, o ser un número agregado que engrosa el
registro de asistentes; igualmente suele ser otra 'oveja' más destinada para ser
entretenida con los espectáculos 'eclesiásticos' tan comunes en muchas 'iglesias'.
Es considerada una 'oveja' o 'siervo', pero no de Jesús, que ha de recibir el
alimento 'espiritual' que le diseñen para que se anime a diezmar, a ofrendar y a
quedarse sin actuar como se espera de un siervo útil a la causa del Altísimo.

Ninguna de esas evidencias que ha de experimentar el seguidor de Jesús,


formando parte de ese 'Cuerpo', se consiguen asistiendo semana tras semana o
años tras años a la 'iglesia' y menos formando parte del decorado de esa
congregación, haciendo el papel de miembro 'calienta sillas' y 'dominguero', siervo
útil a los intereses de los líderes que obviamente carecen de esas experiencias.

Al discípulo o al seguidor de Jesús le corresponde, entonces, ofrendar, dar,


sembrar, influenciar, diezmar, pero en conformidad con la verdad y con la libertad
que Jesús le aporta. El término libertinaje, para el caso, no ajusta. El siervo de
Jesús debe actuar ajeno y distante tanto de la influencia religiosa que aportó el
imperio religioso romano, misma que heredó el 'protestantismo', como de los
intereses roñosos de quienes presiden esas congregaciones cuyos directivos solo
buscan dinero. Agrupaciones que no afectan positivamente a la sociedad con esas
obras que Dios preparó de antemano para llevarlas a cabo (Ef. 2.10).

La persona que quiere agradar al Padre debe ofrecerle algo a cambio


("sacrificio"). El primer 'sacrificio' del que ha creído ese mensaje es aceptar, pero
a consciencia, y no por emocionalismos o sentimentalismos, al Hijo unigénito y
primogénito del Padre, demostrando así que ha rechazado a Satán, quien dice ser
el "señor", y de paso oponerse a quienes dicen ser los "señores" en este mundo
contaminado, aquellos poderosos que acolitan a tamaño mal viviente (1Co.8.5).

La nueva criatura debe traer sus ofrendas al Padre. Ellas deben ser el fruto
de su transformación y de la renovación de su ser interior; debe ser el resultado
de saber 'distinguir cual es la voluntad de Dios, lo bueno, lo que le agrada, lo
perfecto”. Caín no trajo de esas ofrendas al Altísimo.
30
Debemos, pues, ofrecerle al Padre nuestros cuerpos, “como sacrificio
vivo”, consagrado al Señor Jesús, eso es “agradable a Dios”, pero atendiendo las
recomendaciones de Pablo en ese sentido (Ro. 12:3).

El plan de Dios contempla la integración de cada seguidor de Jesús al


'Cuerpo de Cristo', para que este, en calidad de 'siervo útil', desarrolle una misión
específica, desde luego que acople con aquella que está desarrollando Jesús. El
Hijo del Altísimo incluye en su organización, identificada como el 'Cuerpo de
Cristo', a quien haya sido predestinado o elegido o escogido por el Padre e incluso
por él mismo (Hech. 1.21-26).

Esa misión no debe exaltar al seguidor de Jesús, por el contrario, lo debe


asentar, y con ese aplomo demostrar esa madurez que procede del resultado de la
experiencia de esa unción, llámese responsabilidad. En otras palabras, la unción
obliga al siervo útil a ser modesto, prudente y pacífico, conforme a la
visualización (fe) que le haya sido proyectada.

De esto se deduce que la forma de llegar a términos prácticos con Dios


incluye, primero que todo, no creernos más de lo que somos en Cristo. En otras
palabras, no hay espacio para el orgullo ni para la humilde petulancia u
ostentosidad. El siervo de Jesús demostrará su humildad con base en la
comprensión que tenga de lo recibido de parte de Jesús.

Una persona -que cree estar ungida- no es humilde cuando reacciona


imprudentemente frente a un cuestionamiento objetivo que se le formule o ante la
presentación de un hecho o argumento bíblico que se le presente que no afine con
su creencia.

Nos corresponde “pensar sobriamente (con modestia)”, de nosotros mismos.


Esto significa que cada uno de nosotros necesitamos evaluarnos a nosotros
mismos, como punto de partida para hacer esas buenas obras que el Padre preparó
con antelación para que en ellas nos ocupemos, “porque somos hechura suya,
creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano
para que anduviésemos en ellas " (Ef.2:10).

Debemos comprender que nuestra constitución como seres del 'linaje' del
Creador, tiene que ver directamente 'con las cosas del Altísimo, aceptables a Dios
por medio de Jesucristo', en conformidad con una “medida de fe”
("visualización"), la cual Dios distribuye a cada seguidor de Jesús para que de esa
31
manera pertenezca al 'Cuerpo de Cristo'. Esto implica que cada seguidor de Jesús
recibirá una medida diferente de visualización, aparte de la que todos reciben por
igual, misma que tendrá que compartirla o emplearla con los demás para
edificación de todos. En ese caso cada siervo es único como lo es, por ejemplo, el
corazón, el hígado, el páncreas, los pulmones. Son órganos diferentes el uno del
otro con diferente misión, pero todos al servicio del mismo cuerpo.

Pablo nos da una equivalencia que nos ayudará a entender los dones
'espirituales', usando la analogía del cuerpo humano: “Porque así como en un
cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos tienen la misma función, así
nosotros aunque somos muchos formamos un solo cuerpo en Cristo”.

"Así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros


los unos de los otros. De manera que, teniendo diferentes dones, según la gracia
que nos es dada, si el de profecía, úsese conforme a la medida de la fe; o si de
servicio, en servir; o el que enseña, en la enseñanza; el que exhorta, en la
exhortación; el que reparte, con liberalidad; el que preside, con solicitud; el que
hace misericordia, con alegría" (Ro. 12:5-8).

"Vosotros, pues, sois el 'Cuerpo de Cristo', y miembros cada uno en


particular. Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles, luego
profetas, lo tercero maestros, luego los que hacen milagros, después los que
sanan, los que ayudan, los que administran, los que tienen don de lenguas. ¿Son
todos apóstoles? ¿son todos profetas? ¿todos maestros? ¿hacen todos milagros?
¿Tienen todos dones de sanidad? ¿hablan todos lenguas? ¿interpretan todos? (1
Co. 12:27-30).

32
33
IV
EL 'Cuerpo de Cristo'
Todos los pasajes bíblicos acerca de los dones que tienen que ver 'con las
cosas del Altísimo, aceptables a Dios por medio de Jesucristo', (llamados "dones
espirituales") están directamente relacionados con los miembros del cuerpo
humano. La Biblia dice que todos los seguidores de Jesús debemos formar parte
de un solo cuerpo, de una unidad, de un equipo, para el caso del 'Cuerpo de
Cristo', organismo que está conformado por millones de mensajeros procedentes
del reino de los cielos (Heb. 1.14) y por 'siervos útiles' originarios de esta morada
contaminada por la rebelión de Satán.

Cada quien ha de realizar una misión diferente, formando parte integral de


las actividades que lleva a cabo ese 'Cuerpo de Cristo'. Esto lo confirma Pablo
cuando escribió a los creyentes de Colosas (Col. 1:18): “(Jesús Cristo) es la cabeza
del cuerpo, la Congregación”.

Es conveniente evaluar la manera como Dios decidió formar el 'Cuerpo de


Cristo'. Dios planeó que el 'Cuerpo de Cristo' debía ser liderado por su hijo
unigénito y primogénito. Ese organismo no funciona a imagen de una dictadura
que se caracteriza porque una sola persona manda, ordena y conmina sin respetar
los derechos, los deberes, las cualidades y los dones de quienes forman parte de
esa entidad, pero la intención del Altísimo tampoco fue crear esa organización
para que funcionara como una "democracia".

Si todos los pasajes bíblicos acerca de los dones que tienen que ver 'con las
cosas del Altísimo, aceptables a Dios por medio de Jesucristo', (llamados "dones
espirituales") están directamente relacionados con los miembros del cuerpo
humano, entonces cada miembro en el 'Cuerpo de Cristo' es consciente de su
labor, de sus funciones, y de su identidad.

Todo extremo es vicioso. Bien aclarado está: "Hágase todo decentemente y


con orden" (1Co. 14.40).
Esencialmente la "Iglesia" o congregación de Dios (1Co. 12.28) es la que
lidera su hijo (Ef. 4.11), no los hombres con sus diferentes organigramas,
postulados, titulaciones y ostentaciones. Previa capacitación ("id, y haced
discípulos"), por parte del 'espíritu de verdad' y del 'Cuerpo de Cristo', los
miembros de esa congregación, la del Hijo, son llamados por medio de los 'dones'.

34
Desarrollando esos dones formarán parte de esa entidad, y en esa organización,
desde luego, tampoco mandan los hombres.

El arrebatamiento resaltará quiénes de los hombres mortales que conforman


el 'Cuerpo de Cristo', serán parte de otro 'Cuerpo', llamado la 'Esposa', cuyo
nombre es "Tzión". Los mensajeros de los cielos que conforman el 'Cuerpo de
Cristo' no formarán parte de la 'Esposa' (Heb. 2.5).

La resurrección de los muertos físicamente hablando, se dará en tres


ocasiones diferentes. En la primera resucitarán los que hayan fallecido por la causa
de Jesús. Estos serán arrebatados a la presencia del Hijo del Hombre, junto con
quienes estén vivos que sean considerados dignos de asistir a las 'bodas del
cordero' (1Ts. 4.16-18).

Para los que serán arrebatados este es su mensaje: "Bienaventurados


aquellos siervos a los cuales su señor, cuando venga, halle velando; de cierto os
digo que se ceñirá, y hará que se sienten a la mesa, y vendrá a servirles."

" Y aunque venga a la segunda vigilia (el arrebatamiento), y aunque venga


a la tercera vigilia (tres años y medio después del arrebatamiento, a imponer el
reinado milenial en tierra de Israel), si los hallare así, bienaventurados son
aquellos siervos." (Lc. 12.35-38).

Para los que no sean arrebatados, Jesús dejó el siguiente mensaje: "Estén
ceñidos vuestros lomos, y vuestras lámparas encendidas; y vosotros sed
semejantes a hombres que aguardan a que su señor regrese de las bodas, para
que cuando llegue y llame, le abran en seguida."

La segunda etapa de esa resurrección se dará tres años y medio después, al


retornar Jesús a Israel (Zac. 14.4) con su 'Esposa' y con el 'Cuerpo de Cristo'.
Aquellos creyentes en Jesús que quedaron en el 'seno de Abraham', junto con la
totalidad de los muertos que también se encuentren en ese mismo lugar,
experimentarán todos al mismo tiempo su resurrección. Todos ellos serán
'sacerdotes para Dios' por mil años.

En cuanto a los que no fueron arrebatados, que no acepten la 'marca de la


Bestia', y no mueran en esos tres años y medio, al retorno de Jesús serán
sacerdotes al servicio del Hijo del Hombre.

35
A partir del advenimiento de Jesús sobre Israel, al instaurar el reinado
milenial, surgirá ese otro Cuerpo, el de los Sacerdotes de un orden especial; ese
colectivo solamente actuará por mil años (Rev. 1.6; 20.6). Ese Cuerpo de
Sacerdotes del Milenio estará dividido en dos Cuerpos, uno servirá al Altísimo y
el otro a Jesús solamente en ese período de tiempo que tomará el Hijo del Hombre
en llevar a cabo los siete objetivos que el profeta Daniel dejó plasmados en su
libro (Daniel 9:24).

Jesús terminará la prevaricación (1), y luego pondrá fin a la transgresión (2),


y seguidamente expiará la iniquidad (3), para traer la justicia perdurable (4),
entonces sellará la visión (5) , y la profecía (6), para al final de esos mil años ungir
al Padre como el 'Santo de los santos' (7).

La tercera etapa de la resurrección de los muertos acontecerá al finalizar el


milenio. Estos se presentarán físicamente ante el Juicio del trono Blanco (Apo.
20.11-15). Quienes no se encuentren inscritos en el 'libro de la vida' serán
encarcelados eternamente en el llamado 'lago de azufre y de fuego' (Rev. 19.20;
20.10; 21.8).

Los doce primeros misioneros o 'enviados' (gr. 'apostóles') no formarán


parte de la 'Esposa' porque su misión será la de liderar eternamente a las doce
tribus de Israel (Mt. 19.28), supervisados por Dan y todo bajo la autoridad directa
de Jesús por mil años y después de ese período de tiempo el rey David
reemplazará eternamente a Jesús y Abraham será el 'padre de las muchedumbres'
(Jer. 23.5; 30.9; Eze. 34. 22-31; 37.24-28; Os. 3.5; Am. 9.11).

Jesús es el Ungido para Israel, pero ni el 'Cuerpo de Cristo' ni la "Iglesia" y


tampoco la 'Esposa' reemplazarán a Israel. Para Dios, Israel es su "hijo
primogénito" (Ex. 4.22) y esa primogenitura la ratifica su hijo unigénito y
primogénito, Jesús.

El Padre organizó la congregación de Jesús, tal como Pablo lo explicó a los


creyentes de Corinto (1Co. 12.28) y Jesús es quien constituye quienes recibirán
esas responsabilidades (Ef. 4.11) con esos objetivos: para "capacitar a los santos
(los mortales que forman parte del 'Cuerpo de Cristo') para la obra del ministerio,
para la edificación del 'Cuerpo de Cristo'", y ello acontecerá "hasta que todos
alcancemos la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, hasta ser un
hombre de plena madurez, hasta la medida de la estatura de la plenitud de Cristo
" (Ef. 4:12-15).

36
El Padre decidió hacer cinco congregaciones que delegaría a su Hijo Jesús.
La primera es el 'redil', (llámese del griego la 'iglesia'), de la cual surgiría la
segunda, la encargada de 'hacer discípulos' para Jesús; luego la tercera, el 'Cuerpo
de Cristo', de donde serán escogidos aquellos que formarán la cuarta
congregación, el colectivo o equipo llamado "Tzión", o 'Esposa de Cristo', y por
último el Cuerpo de Sacerdotes, unos para Dios y otros para Jesús.

El 'redil' (Jn.10) es el organismo que conocemos popularmente como la


'iglesia', receptor de todo tipo de personas víctimas de las consecuencias que Satán
ocasionó por medio de su rebelión. Es liderado por un 'pastor' constituido por
Jesús. En ese 'redil' ha de haber 'maestros' -también constituidos por Jesús- que
han de discipular a los creyentes para que Jesús escoja a los que han de ingresar al
'Cuerpo de Cristo'.

El 'Cuerpo de Cristo' es el encargado de dar las responsabilidades o


unciones y también las dádivas o 'dones' que Dios ha proveído y de vincular al
discípulo a la obra o causa que Jesús está desarrollando (Mt. 11.28). Del 'Cuerpo
de Cristo' ha de surgir la 'Esposa del cordero', la congregación que será arrebatada
del 'seno de Abraham' y de La Tierra para ser llevada a las 'bodas'.

Los elegidos o escogidos que formen parte del 'Cuerpo de Cristo' serán
encargados o delegados para hacer portentos, llámense 'milagros', usando las leyes
que consideramos 'ultra naturales', asimismo para desenmascarar la injusticia y
minimizar la ignorancia de los congregados, capacitándolos para que sean
miembros competentes, siervos útiles, funcionando en el 'Cuerpo de Cristo' con
uno o más dones "espirituales."

En otras palabras, con base en la orden que recibieron los enviados o


misioneros, la de 'hacer discípulos', todo creyente debe capacitarse para formar
parte del 'Cuerpo de Cristo' teniendo en cuenta que no todo el que le dice a Jesús:
'Señor, Señor', entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad' del
Padre que está en los cielos" (Mt. 7:21).

Entender esos dones es la base para visualizar los derroteros de cada


"iglesia". Cada congregación, o "iglesia" debe tener su 'redil'. La congregación
sirve de ente receptor de todo tipo de gentes con todo tipo de problemas. El 'redil'
es el ente capacitador, el que hace discípulos, la escuela de formación, la que
forma al discípulo un 'hijo de Dios' para que el 'Cuerpo de Cristo' como entidad
faculte, mediante los dones, al discípulo, y lo recibe como 'hijo de Dios', para que
actúe en ese 'Cuerpo' contra el organigrama de Satán. Un creyente o discípulo sin
37
un don no es considerado un "hijo de Dios". Ningún seguidor de Jesús debe actuar
como rueda suelta, aunque actúe independientemente en cada lugar según su
misión.

El pasaje bíblico más expresivo en cuanto a esas dádivas o herramientas que


tienen que ver 'con las cosas del Altísimo, aceptables a Dios por medio de
Jesucristo', llamados los "dones espirituales", lo encontramos cuando Pablo a los
romanos les escribió: “porque así como en un cuerpo tenemos muchos miembros
pero no todos tienen la misma función, así nosotros aunque somos muchos
formamos un cuerpo en Cristo y somos todos miembros unos de otros” (Ro. 12:4-
5).

“Pero Dios ha dispuesto cada uno de los miembros del Cuerpo como ha
querido.” (Ef. 4:16). Bajo la dirección de Jesús, el cuerpo entero, acoplado y
unido por medio de todos sus ligamentos, según la actividad propia de cada
miembro, crece y se desarrolla en el amor. Así que Dios diseñó el Cuerpo como
un organismo y determinó la función de cada miembro, siendo Jesús quien
constituye a cada integrado. De este modo si todos sabemos nuestra función
particular en el Cuerpo entonces nos será diáfano actuar como corresponde (1Co.
12:18-31).

No todos los creyentes que han aceptado a Cristo como su rey y Salvador,
aunque asistan a una 'iglesia' son miembros del 'Cuerpo de Cristo', porque para
formar parte de ese Cuerpo, como siervos u obreros útiles, es preciso primero
pasar por un discipulado que enmarque un entrenamiento con su correspondiente
capacitación, como sucede con cualquier oficio o profesión, como aconteció con
Jesús y sus doce discípulos que fueron discipulados en el transcurso de tres años y
medio, para luego ser enviados como misioneros (gr. "apóstoles") ... previa
formación integral.

“A cada cual se le da la manifestación del "pneuma" (latín 'espíritu') para


el bien común” (1Co. 12:7). Un estudio de 1 Co. 12:7-31 es lo conveniente,
teniéndose en cuenta lo que se ha despejado del vocablo latín 'Espíritu', para evitar
el misticismo o la religiosidad que empañan la información de las Alturas.

También debemos considerar que el seguidor de Jesús recibe uno o más


dones al deducir de la explicación de Pedro (1P. 4:10), “que cada cual ponga al
servicio de los demás los dones que haya recibido como corresponde a buenos
administradores de los carismas de Dios (pensando sobriamente).

38
39
V
EL LLAMADO DE DIOS
Y LOS DONES ESPIRITUALES

Los cristianos usualmente hablan de su "llamado". Es bien importante saber


el significado de ser llamado, convocado, como también saber quién llama, quien
convoca, y con qué objetivo.

El 'llamado' de Jesús está estrechamente asociado 'con las cosas del


Altísimo, aceptables a Dios por medio de Jesucristo'. Jesús aclaró que "muchos
son llamados, mas pocos escogidos" (Mt. 20:16; 22.14). Pablo en ese sentido fue
enfático cuando de ello escribió a los creyentes en Roma: "Y sabemos que a los
que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a
su propósito son llamados". (Ro. 8:28-33).

Ese 'llamado' en particular tiene que estar estrechamente ligado a los


propósitos que tiene Jesús, por eso él es quien ha de constituir misioneros, profetas
(los que advierten), publicadores o pregoneros ('evangelistas'), maestros y
pastores; otros han de recibir dones asociados 'con las cosas del Altísimo,
aceptables a Dios por medio de Jesucristo', llámense 'espirituales'.

Los discípulos son llamados a ser de Jesucristo y no de propiedad de los


líderes. Son llamados para ser santos y no marionetas que aparentan santidad (Ro.
1:3-7; 1 Co. 1:2-3). Estos han de ejercer la vocación que Jesús les delegue y no
por inspiración o por profecía particular (Ef. 4:1); llamados para formar parte del
'Cuerpo de Cristo' y no para ser siervos útiles a los intereses de las 'iglesias' (Col.
3.15); son llamados para hacer lo bueno y por ello padecer y saber soportarlo,
"esto ciertamente es aprobado delante de Dios pues para esto fuisteis llamados;
porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis
sus pisadas" (1 P. 2:20-22; 2Tes. 1.5). Llamados para heredar bendición y no
reconocimientos humanos (1 P. 3:8-9); para ser llamados hijos de Dios y no
creyentes del montón (1 Jn. 3:1); son llamados para asistir a la cena de las bodas
del Cordero y no para figurar en una 'iglesia' (Rev. 19:9), y son llamados para
recibir la promesa de la herencia eterna participando en la creación y no para
heredar posiciones importantes en la congregación (Heb. 9:15).

No existe mejor forma para comprender un 'llamado' que sabiendo cuáles


dones o herramientas de trabajo existen, porque Dios da dones solamente a los que
40
Jesús llama para usarlos. Dios no llama a una persona para que haga algo para lo
cual no está equipada. Ello indica que el discipulado es imprescindible porque
nadie se hace profesional sin una previa capacitación integral.

A ello se refirió, por ejemplo, Pablo y Pedro, y en ese sentido han de


entenderse los llamados "dones espirituales", porque en todas las religiones y
creencias se emplea el mismo término, 'espiritual', para los asuntos que consideran
sublimes, excelsos. Religiones o creencias que utilizan alucinógenos para alcanzar
estados mentales fuera de contexto emplean el mismo término, 'espiritual', para así
justificar esos medios y esas experiencias.

Las herramientas o 'dones' que proceden de Dios tienen que utilizarse


necesariamente en las cosas del Altísimo, y se reciben por medio de Jesucristo, y
con un objetivo específico acorde con la gestión que está llevando a cabo Jesús
mediante su Cuerpo (organización).

El vocablo 'don' procede del latín, que significa 'dádiva', un presente, un


regalo. Un verdadero don 'espiritual' por el hecho de proceder de Dios, es un
atributo especial autorizado por Jesús, dado a cada miembro para que se integre al
'Cuerpo de Cristo'.

Un escogido para formar parte del 'Cuerpo de Cristo' es el resultado de la


labor concientizadora del Ruah (hebreo) o el Pneuma (gr. 'viento') sagrado o santo,
conocido mejor como el 'Espíritu santo'. Ello nos dice que existe una relación
estrecha entre los dones que tienen que ver 'con las cosas del Altísimo, aceptables
a Dios por medio de Jesucristo', llamados los "dones espirituales", y la "gracia de
Dios."

Con base en la expresión “por el Espíritu santo” se ha creído que si el


creyente quiere un don 'espiritual' lo puede tener tan solo con esforzarse y seguir
ciertas pautas ajenas al discipulado. Esto implicaría que todo se trataría de
fórmulas mágicas o de tecnicismos. Si eso funcionara de esa manera, entonces
sobraría el principio de la 'gracia' que funciona como una 'beca'.

En la Biblia está bien explicado (1Co. 12:11): “Todo esto lo lleva a cabo el
único y mismo 'pneuma', (el de Dios) repartiendo a cada uno sus dones como
quiere”. En esa dirección, ha sido expresado: “Pero Dios ha dispuesto cada uno
de los miembros del cuerpo como ha querido”.

41
Desde luego que no faltará quien refute lo anterior basado en alguna versión
que habla de “ambicionar dones más altos”, seguido por 1Co. 14:1: “Buscad el
amor, aspirad a los dones espirituales”.

Primero que todo, no se trata de ambicionar sino de 'anhelar'. "Con todo,


anhelad los mejores dones", y con base en ese deseo, Pablo dijo: "Y ahora os
mostraré un camino todavía más excelente", y seguidamente lo explicó: "Si yo
hablo en lenguas de hombres y de mensajeros, pero no tengo amor, vengo a ser
como bronce que resuena o un címbalo que retiñe. Si tengo profecía y entiendo
todos los misterios y todo conocimiento; y si tengo toda la fe, de tal manera que
traslade los montes, pero no tengo amor, nada soy. Si reparto todos mis bienes, y
si entrego mi cuerpo para ser quemado, pero no tengo amor, de nada me sirve" (1
Co. 13:1).

Un cristiano no vinculado al 'Cuerpo de Cristo' no es un siervo útil. Bien lo


ordenó Jesús, refiriéndose al arrebatamiento y a la gran tribulación: "al siervo
inútil echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes".

Un creyente podrá llegar a ser un excelente siervo o 'siervo útil' de una


congregación local, incluso afinar con los intereses u objetivos de sus líderes, y ser
abnegado, y sin embargo ser un siervo inútil para el 'Cuerpo de Cristo' (Mt.
25.30).

Los dones 'espirituales' no han sido diseñados para miembros que estén
desconectados del 'Cuerpo de Cristo'. La mayoría de las cosas que Dios hace es a
través de los seguidores de Jesús que como 'siervos útiles' trabajan en la
comunidad, en la cual se complementen los unos a los otros con sus dones, pero su
actuar también debe ser testimonio en el entorno de sus vidas fuera de la
congregación. Los seguidores de Jesús, que conocen sus dones 'espirituales', no
tienden a desarrollar un auto estima (orgullo), porque se sienten estimados por el
Padre y por Jesús en su mismo 'espíritu'.

Pablo reseña la mayoría de dones 'espirituales'. Se los resaltó a los creyentes


de Roma (Rom. 12, 1); a los de Colosas (Col. 12); a los de Efesos (Ef. 3 y 4); a los
de Corinto (1Co. 7; 13-14) e incluso Pedro hace referencia a estas dádivas (1P. 4).

No se deben confundir los dones 'espirituales' con las cualidades que cada
ser humano posee y tampoco con el fruto del 'Espíritu', ni con el papel como
cristianos, y mucho menos con los dones falsos.

42
Todo ser humano, por el hecho de proceder del Creador, ser de su linaje,
posee ciertas cualidades que no poseen los géneros animal ni vegetal y además
hereda cualidades de sus ancestros que confundimos con los 'talentos' a los que
hace referencia la Biblia. Hay personas que se expresan excelentemente y otras
que son habilidosas en ciertas disciplinas o áreas, sin embargo esas características
no son 'dones' procedentes del Altísimo para pertenecer al 'Cuerpo de Cristo'.

Los que se expresan excelentemente pueden hacerlo en la política, en el


comercio, en las tarimas e incluso en los púlpitos, pero ello no indica que esa
cualidad sea un 'don' del Altísimo para pertenecer al 'Cuerpo de Cristo'. Muchas
personas tienen habilidades heredadas que ponen al servicio de Dios y de Jesús,
pero no son 'dones espirituales'' .

En cuanto a los 'talentos', cuando de estos hablamos debemos diferenciar el


costumbrismo de la perspectiva bíblica o histórica. El costumbrismo relaciona las
cualidades naturales del individuo con esa voz, 'talento', mientras que la historia
nos remonta a los orígenes de ese vocablo.

Durante siglos la humanidad compró, vendió y comerció sin lo que


conocemos como el 'dinero'. Las transacciones las hacían mediante el sistema de
'trueque', cambiando una mercadería por otra. Desde luego que les era una
operación incómoda y compleja y por esas circunstancias se fue gestando el
atribuir valor a ciertos objetos lo que permitía hacer cambios según lo que se
quería. Lentamente fueron imponiéndose y prevaleciendo los metales por la
facilidad de su transporte, de su conservación, y de poder dividirlos sin tantos
inconvenientes.

En los libros más antiguos de la Biblia no se menciona algún tipo de


moneda porque las transacciones comerciales se hacían intercambiando los
diversos artículos, especialmente el oro y la plata, que se calculaban según su
peso. La Biblia nos informa que Abraham llevó a cabo una transacción ya común
en esas latitudes, compró y pagó por el terreno para su esposa Sara, 400 siclos de
plata (Gn 23.14). El 'siclo' (en hebreo 'shékel', del verbo 'lishkol' = peso) era la
unidad de peso, y equivalía a unos 12 gramos. Ello indica que Abraham pagó por
ese terreno casi 5 kilos de plata.

Otra medida antigua de peso que menciona la Biblia es la 'mina' que


equivalía a 60 siclos ('shkalím'), y por lo tanto pesaba unos 720 gramos. Los judíos
cuando regresaron de Babilonia trajeron de parte de los que allí se quedaron
donaciones para reconstruir la Casa del Altísimo. La Biblia reseña que
43
transportaron 5000 minas de plata (3600 kilos de ese metal). Jerusalén bajo el rey
Ezequías, cuando fue invadido por los asirios, debió pagar al rey Senaquerib 300
talentos de plata y 30 talentos de oro (2 Re 18,14), o sea, 12.900 kilos de plata y
1290 kilos de oro.

El 'talento' aparece en esa escena, equivalía a 60 'minas', 43 kilos. Era otro


medio para hacer transacciones financieras con metales y ello tampoco les fue
sencillo, porque tuvieron que acarrear tales cargas.

Los arqueólogos y eruditos aseguran que alrededor del año 680 a.C.
nacieron las primeras 'monedas' de la historia, en la ciudad de Sardes, capital del
reino de Lidia, ubicado al oeste de la península de Anatolia, en lo que hoy son las
provincias turcas de Izmir y Manisa. Fue reino e imperio desde la caída del
imperio Hitita hasta su conquista por los persas, según ciertas fuentes. Ese imperio
destacó como potencia comercial, y por ser sus minas de oro. Los conocimientos
actuales se apoyan en los hallazgos de monedas hechas de oro blanco, llamadas
'electro', una aleación natural de oro y plata. Esa moneda apareció en menos de
dos décadas en China, India y Grecia.

Cien años más tarde, hacia 550 a.C., otro rey de esa nación, llamado Creso,
emitió una nueva moneda, el estatero, la primera del mundo en llevar impreso un
sello real. Era de oro puro, y tenía de un lado un león rugiente, y del otro la
mencionada marca del rey. El primer rey persa que las acuñó fue Darío I el
Grande, hacia el 510 a.C., y las llamó 'dárico' en honor a su nombre. Eran de oro,
pesaban 7 gramos, y tenían de un lado la figura del rey con un arco y del otro el
sello real. Darío impuso su sistema monetario en todo el imperio. Y como Judea
pertenecía al imperio persa (desde el 589 a.C.), estas monedas fueron las primeras
que circularon en Israel.

La primera moneda mencionada en la Biblia es el 'dárico' (1 Cro 29.7),


aunque en la época del rey David (siglo X a.C.) no existía el dárico, ni se había
inventado siquiera la moneda, sin embargo el autor del libro de las Crónicas, que
escribe hacia el año 300 a.C., la menciona porque era la única moneda que
conocía.

En el 332 a.C. los griegos invadieron Israel y a partir de esa fecha


comenzaron a circular las monedas griegas. La base de este sistema monetario era
la dracma. Las monedas que resaltan en la Biblia son los 'talentos' de plata, oro, el
denario (romano) el sextercio, el dipondio, el as, el semis, el cuadrante, el leptón,
la dracma, el didracma y el estáter.
44
Myriam (María), hermana de Marta, durante esa famosa cena en Betania,
derramó perfume muy caro sobre la cabeza de Jesús, y los presentes la criticaron
diciendo que ese perfume se podía haber vendido por 300 denarios y dar el dinero
a los pobres (Mr. 14.5). Si con 200 denarios podía darse de comer a 5.000
hombres, el valor de este perfume alcanzaba para pagar una cena casi 7.500
personas. Aquella mujer le dio a Jesús ese perfume porque era lo más valioso que
tenía.

El talento era una palabra que aludía a la antigua medida de peso. Se la


usaba para indicar 6.000 denarios. El talento aparece dos veces en los llamados
'Evangelios'. La primera, en la parábola del rey que perdona a su siervo 10.000
talentos, que después éste no quiere perdonar a un compañero 100 denarios (Mt
25,14-30). El motivo de la parábola lo manejó Jesús por medio de la comparación
entre ambas monedas. Los 10.000 talentos (unos 60 millones de denarios) eran
una suma impensable, jamás vista por judío alguno, y superior al presupuesto de
toda la provincia de Judea. En cambio la deuda del compañero, 100 denarios, era
ínfima: un quinientos milavo de la suya. Si se hubiera querido pagar la deuda de
los 100 denarios se podría haber llevado en el bolsillo, en cambio la de 10.000
talentos tendría que haber sido transportada por unas 8.600 personas, cada una con
una bolsa de monedas de unos 30 kilos de peso, que marchando a un metro de
distancia habrían formado una fila de casi 9 kilómetros. El contraste entre ambas
deudas es apabullante. Con lo cual Jesús enseñó que si Dios ha perdonado nuestra
deuda, más enorme que los 10.000 talentos, también nosotros debemos perdonar a
nuestros hermanos sus ofensas o 'pecados'.

La segunda mención está en la parábola de los talentos (Mt 25,14-30), en la


que un propietario antes de viajar entrega a uno de sus servidores 5 talentos, a otro
2 y a otro uno. Jesús nos enseña que él da provisión financiera según la misión que
a cada uno delega, esperando que cada siervo demuestre su dedicación y
conocimientos según la misión que se le ha delegado. La meta es multiplicar esos
talentos, más no en el sentido que se la ha atribuido. De esta parábola deriva la
actual palabra “talento”, sin relación al dinero, sino a la “capacidad o aptitud para
hacer algo”, porque se interpretó que estos talentos dejados por el propietario
simbolizan las diversas capacidades dadas por Dios a los hombres.

Los predicadores cristianos usaron el ejemplo del 'talento' para contrastarlo


con la habilidad que tiene una persona para desarrollar con mucha habilidad una
actividad. Desde un tiempo para acá, se usa para compararlo con la habilidad que
tiene una persona para aprender las cosas con facilidad y también para desarrollar
45
con mucha habilidad una actividad, o para cotejarlo con la gran capacidad o
mucha habilidad para desarrollar una actividad en la cual se utiliza la inteligencia
o la mente.

Jesús, sin embargo, habló de los "SHKALÍM" (moneda judía) aunque sus
misioneros, para hacer entender el asunto en el medio griego, usaron la moneda
antigua de cuenta utilizada en Grecia y en Roma, los "TALANTÓN" (talentos),
que en Grecia valían sesenta minas y en Roma cien ases. Su valor solía ser el de
"un talento de peso" en oro o plata.

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47
VI
EL FRUTO DEL 'PNEUMA'

La palabra que emplearon los enviados de Jesús, todos judíos, que llevaron
a cabo la obra 'evangelística' entre los de mentalidad griega, fue 'pneuma', voz afín
al vocablo hebreo 'ruah' que significa 'viento'. Ellos hablaron de los frutos -------
del 'pneumatós', y Pablo se los menciona a los creyentes de Galicia (Gal. 5:22-23)
como el amor, la alegría, la paz, la generosidad, la benignidad, la bondad, la fe, la
mansedumbre y el dominio propio.

Ese fruto del 'pneuma' es el resultado del crecimiento de un seguidor de


Jesús. El fruto no se recibe como los dones, es como su nombre lo dice, un
resultado, y se experimenta como consecuencia del caminar siguiendo a Jesús. Un
fruto del 'pneumatós' también es el resultado de experimentar la gestión del
'Espíritu santo'.

La misión del 'Espíritu santo' no es guiar al creyente o al discípulo por la


vida como entidad protectora o de corte horóscopo o bola mágica. Bien claro
explicó Jesús la misión del 'Espíritu de verdad': "Pero cuando venga el Espíritu de
verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta,
sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir.
Él me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber. Todo lo que tiene
el Padre es mío; por eso dije que tomará de lo mío, y os lo hará saber" (Jn. 16:13-
15).

Al resaltar Jesús que el 'Espíritu de verdad' 'hará saber -al siervo- las cosas
que habrán de venir', nos aclara que es responsabilidad del receptor su actuar
después de haber sido enterado, por tanto ello nos dice que el 'Espíritu santo' no
necesariamente nos guiará o actuará como si fuese una torre de control, o como si
fuésemos unos críos. Si nos ha de guiar a toda verdad, es para que con esa
información podamos discernir; si nos ha de hacer 'saber las cosas que habrán de
venir', entonces sumamos el discernimiento con esa otra información. Si el
'espíritu de verdad' 'glorificará' a Jesús en nuestras vidas, tomando información de
Jesús para dárnosla a conocer, entonces, no tenemos porqué andar a ciegas y
mucho menos ser llevados de la mano como gentes inexpertas en un ambiente.

Los dones 'espirituales' ayudan a definir lo que hace un seguidor de Jesús en


el 'Cuerpo de Cristo', y el fruto del 'Espíritu' demuestra la situación (madurez) de
un 'hijo de Dios'.
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Pablo en el orden de presentación de los frutos del 'Espíritu santo' ubica
como el primero al amor. Este misionero explica a los creyentes de Corinto que
los dones sin el amor no le agrada a Dios (1Co. 13:1-3), por tanto, el desempeño
del seguidor de Jesús tiene que ir acompañado de ambas características: dones más
amor.

Jesús le recriminó a los fariseos que diezmaban la menta, y la ruda, y toda


hortaliza, pero que pasaban por alto la justicia --------y el amor de Dios (Lc.
11:42). A sus discípulos también les hizo ver que las gentes sabrían que le seguían
si 'tenían amor los unos con los otros' (Jn 13:35).

"Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en


mi amor." El amor es la evidencia de un linaje. El Padre ama al hijo, el hijo con
ese mismo amor debe amar a su hermano, por ello lo importante, para conocer el
amor del Padre, es permanecer en el amor del hermano mayor.

Ese fruto esencial es el que menos se evidencia en el mundo cristiano y el


recelo suele reemplazarlo, ¿por qué?, porque no guardamos los mandamientos del
hermano mayor: Jesús.

"Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo


he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor" (Jn.
15.10).

Dos asuntos nos corresponde enfocar debidamente, el primero que Jesús ha


guardado los mandamientos del Padre y por ello permanece en su amor; y el
segundo, que nos corresponde guardar los mandamientos de Jesús para
permanecer en su amor. Sin lo uno lo otro no funciona. "Estas cosas os he
hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido" (Jn.
15.11).

"Éste es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he


amado. Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos.
Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando" (Jn 15:9-14).

El mandamiento esencial, puntual, que Jesús ordena a sus hermanos, es que


entre hermanos ---en Cristo--- nos amemos los unos a los otros tal como él lo ha
demostrado. Bien diáfano lo resalta Jesús, que "nadie tiene mayor amor" que el

49
suyo, que dio su "su vida por sus amigos". Los "amigos" de Jesús son aquellos
que le obedecen.

'El que guarda su palabra, en éste verdaderamente el amor de Dios se ha


perfeccionado; por esto sabemos que estamos en él.' (1Jn 2:5-6).

"Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores,
Cristo murió por nosotros" y "el amor de Dios ha sido derramado en nuestros
corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado", y si primero nos amamos a
nosotros mismos, siendo justos con nosotros mismos, podemos entonces amar al
prójimo. Somos justos con nosotros mismos obedeciendo a Jesús.

Por ello el amor debe ser 'sin fingimiento' y se logra aborreciendo lo malo y
siguiendo 'lo bueno'. Tratándose de que debemos formar parte de una familia, la
del Altísimo, entonces debemos amarnos los unos a los otros 'con amor fraternal'
y 'en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros' (Rom. 12:10).

El amor del Padre y del Hijo, "no hacen mal al prójimo; así que el
cumplimiento de la ley es el amor" (Rom. 13:10). Pablo, a los creyentes de
Corinto les advirtió que "el conocimiento (de las cosas del mundo) envanece, pero
el amor edifica" (1Cor. 8:1). Pablo nos aclaró a manera comparativa que si
hablásemos lenguas humanas e incluso las que hablan en el reino de los cielos, y
carecemos del amor de Jesús, no tenemos amor. Vendríamos a ser semejantes al
metal que resuena, o al címbalo que retiñe. Y en esa perspectiva, si tuviésemos
algo que advertirle a la humanidad, y entendiésemos todos los misterios y toda
ciencia, y si tuviésemos toda la fe, de tal manera que trasladásemos los gobiernos
(montes), pero carecemos de ese amor, nada seremos (1ª Co 13: 1-2).

Que si repartiésemos todos nuestros bienes para dar de comer a los pobres,
y si entregásemos nuestro cuerpo para ser quemados, y no tenemos amor, de nada
nos sirve, porque el amor de Jesús, que procede del Padre, lo experimentamos por
medio del ¡Espíritu santo', por tanto el amor 'es sufrido, es benigno; no tiene
envidia, no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo
suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la
verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.'

Pablo fue claro al respecto cuando dijo que 'el amor nunca deja de ser; pero
las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas (que actualmente conocemos)' e
incluso 'la ciencia (que maneja este mundo) acabará'. Ese gran misionero nos

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recomendó que primeramente 'siguiéramos el amor y que luego 'procuramos los
dones espirituales' (1 Cor. 14:1).

"Todas vuestras cosas sean hechas con amor" (1 Cor. 16:14), recomendó
Pablo; y que "con toda humildad y mansedumbre" nos soportáramos "con
paciencia los unos a los otros en amor" (Efe. 4:2).

"Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto' (Col.
3:14).

208 veces aparece la voz 'amor' en la Biblia y en la mayoría de esas


ocasiones siempre recordando que ese magno sentir procede de Dios, de Jesús y
del 'Espíritu santo', sin que en ello se pretenda imponer una trinidad por cuanto se
trata del mismo amor que ha de vincular al seguidor de Jesús a esa unidad a la cual
se refirió Jesús en su oración al Padre (Jn. 17).

"Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad,


mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros
entrañablemente, de corazón puro; siendo renacidos, no de simiente corruptible,
sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre"
(1 P. 1:22-24).

"Y ante todo, tened entre vosotros ferviente amor; porque el amor cubrirá
multitud de pecados. Hospedaos los unos a los otros sin murmuraciones" (1 P.
4:8-9).

Juan lo advirtió que si 'alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en
él' (1Jn 2:15). "Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados
hijos de Dios" (1 Jn 3:1). Los 'hijos de Dios' se conocen porque unos a otros se
aman, y se aman porque comprenden que el amor es de Dios, comprenden que
todo aquel que ama a su prójimo es nacido de Dios, y conoce a Dios.

'El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor'. En esto se


mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito
al mundo, para que vivamos por él'. Y conocemos del amor de Jesús en que dio su
vida por sus amigos. 'En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos
amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en
propiciación por nuestros pecados'.

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'Amados, si Dios nos ha amado así, debemos también nosotros amarnos
unos a otros'. Teniendo en cuenta que 'nadie ha visto jamás a Dios', si nos
amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros, y su amor se ha
perfeccionado en nosotros. En esto conocemos que permanecemos en él, y él en
nosotros, en que nos ha dado de su Espíritu. Y nosotros hemos visto y testificamos
que el Padre ha enviado al Hijo, el Salvador del mundo.'

'Todo aquel que confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en
él, y él en Dios', pero confesar no se solo decir que 'Jesús es el Hijo de Dios' como
si se tratara de una fórmula mágica. Confesar significa exponer, decir, clamar una
convicción con base en comprenderla a plenitud. 'Y nosotros hemos conocido y
creído el amor que Dios tiene para con nosotros.

'Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en


él. En esto se ha perfeccionado el amor en nosotros, para que tengamos
confianza en el día del juicio; pues como él es, así somos nosotros en este mundo.
En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el
temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el
amor. Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero. Si alguno dice: Yo
amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su
hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto? Y
nosotros tenemos este mandamiento de él: El que ama a Dios, ame también a su
hermano' (1 Jn 4:7-21) .
"Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor
y de dominio propio" (2 Tim. 1:7).

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53
VII
LOS DONES FALSOS.

Jesús les recordó a sus seguidores que a lo largo de los tiempos hasta su
próximo retorno a su tierra de Israel (Zac. 14.4), surgirían muchos 'falsos
Ungidos', así como también muchos 'falsos profetas', y que estos 'harán grandes
señales y prodigios', al punto que lograrán 'engañar' -si fuere posible-, aun a los
escogidos" (Mat 24:24).

Esa advertencia nos dice claramente que no debemos subestimar a Satán ni


a sus seguidores, como tampoco los medios que usan para lograr que sus
artimañas sean acometidas. Es obvio que Satán y sus acólitos más cercanos
conocen plenamente las leyes universales y que las manipulan para hacer maldad.

Desestimar esa realidad es desconocer la verdad. Es un hecho que Satán y


sus lugartenientes no tienen límites en ese aspecto. Ciertamente, están limitados
pero a vivir en el mismo escenario del universo que contaminaron, donde nos
encontramos los adámicos afectados por esa rebelión, pero en cuanto a acceder a
la ciencia no tienen limitaciones. Si los científicos mortales día a día logran
adentrarse en los secretos que guarda la ciencia, con más razón es de esperarse que
Satán y los suyos conozcan plenamente las leyes universales.
Infortunadamente, son los cristianos los que desconocen lo que deben
conocer, y por ello no son hábiles para enfrentarse contra los principados, contra
las potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo y contra esas
'huestes espirituales de maldad' ubicadas en las regiones celestes o del universo
(Ef. 6:12).

Aun cuando está advertido que Dios no nos ha dado 'espíritu de cobardía',
sino de "poder, de amor y de dominio propio" (2 Tim. 1:7), sin embargo Jesús
advirtió, que "los hijos de este siglo son más sagaces en el trato con sus
semejantes que los hijos de luz" (Lc. 16:8). Los seguidores de Jesús han de
experimentar ese poder, ese amor y ese dominio propio, y actuar en conformidad
con esos 'atributos', es decir, que con esos apoyos deben ser más perspicaces,
lúcidos, intuitivos, avispados, en el trato con su prójimo, desde luego afinando
con la advertencia que Jesús hizo: "He aquí, yo os envío como a ovejas en medio
de lobos; sed, pues, prudentes como serpientes, y sencillos como palomas" (Mat.
10:16). La sagacidad, la perspicacia y la lucidez no riñen con la prudencia.

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Muchos líderes que se presentan en el ambiente 'cristiano' no son realmente
seguidores de Jesús, aunque así se identifiquen y lo proclamen, e
infortunadamente las multitudes les siguen ciegamente. Algunos realizan
ciertamente interesantes portentos que alucinan incluso, hacen esas grandes
señales y prodigios' que advirtió Jesús, al extremo que evidentemente logran
'engañar' ------- aun a muchos ---------------'escogidos'.

No debe intimidarnos saber que Satanás, por medio de su sistema de


gobierno, está presente y activo en el mundo donde fuimos engendrados, y por el
contrario, nos es un deber contrarrestar su excelsa organización conociéndola
previamente, y ello incluye saber cómo actúa su maquinaria de maldad y sus
intereses.

Precisamente recibimos dones 'espirituales' de Dios, mediando el 'Espíritu'


santo para enfrentarnos a los estamentos de Satán, más no ir contra la persona de
Satán, porque eso le corresponde al Altísimo (Ef. 6.12).

Usualmente los líderes religiosos predisponen a sus seguidores contra otras


religiones, cuando entre mismos de la misma corriente se rechazan, se
desacreditan, se objetan y denigran sin razones valederas, sobre todo por celos,
envidia o por intereses mezquinos. Para proteger sus creencias, si estas no
proceden de la Biblia, lo común es prevenir a sus 'ovejas' contra los falsos
maestros o profetas, lo cual es un inconveniente que no se ajusta al plan de Dios,
porque no afina que tengan miedo o prevención aquellos que han experimentado
la comisión que delegó Jesús a sus enviados, haciéndolos discípulos con el fin de
que el 'espíritu santo' los instruyera debidamente, capacitándolos integralmente
con el objetivo de que conocieran toda la verdad, y con esa información actuaran
como corresponde, sin cobardía, escuchando a esos profetas y a esos maestros, y
solamente así poder determinar si son o no falsos.

Los hay que para evitar que sus ovejas migren a otras congregaciones
utilizan medios persuasivos, en ocasiones impidiéndoles 'avanzar a la perfección'
de la que menciona Hebreos 6.1-2.

El actuar como las avestruces cuando se sienten en peligro, no es de Dios.


Prejuiciar a alguien es una injusticia. Es de valientes y de sabios escuchar lo que
otros predicen, profetizan, advierten o enseñan. Quien conoce a fondo su creencia
no temerá, pero sí tendrá la oportunidad de objetar con conocimiento de causa. Es
fruto de la fe 'examinarlo todo' para 'retener lo bueno' (1Ts. 5.21), pero es
imposible hacerlo si antes no conocemos lo 'bueno'.
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VIII
REQUISITOS FUNDAMENTALES PARA SER PARTE
DEL
'CUERPO DE CRISTO.'

Dos son los pre requisitos fundamentales para ser vinculado al 'Cuerpo de
Cristo'.

Primero: No tienes que ser 'cristiano'. Ninguno de los discípulos de Jesús lo fue
antes de seguir a Jesús. Después de tres años y medio once de ellos fueron ungidos
para formar parte del 'Cuerpo de Cristo' con destino definido: ser, junto con
Matías (Hech. 1.21-26), los futuros monarcas de las doce tribus del venidero reino
de Israel (Mt. 19.28).

Pablo tampoco fue cristiano antes de experimentar ese especial llamado. En


tres días fue capacitado en lo esencial y con el correr de sus días se le aumentó la
información.

Muchos dicen ser cristianos, lo cual no se les puede refutar, sin embargo por
sus frutos demuestran no serlo. Ser 'cristiano' no es un título que automáticamente
se recibe al aceptar a la persona de Jesús como el 'Señor' y 'Salvador'. Ser un
autentico 'cristiano' es el resultado de un proceso. Ese proceso suele ser complejo
y exigirá perseverar. Ser bautizado no garantiza que alguien sea 'cristiano'.
Muchos han sido bautizados, incluso con la 'fórmula trinitaria': "Padre, Hijo y
espíritu santo", y con el paso de los días sus vidas no dan testimonio de esa
transformación que ha de acontecerle a todo seguidor de Jesús, cambios
estructurales en el 'espíritu' y en el alma del discípulo de Jesús, que demuestren
que la persona evidentemente sigue a Jesús y es parte del 'Cuerpo de Cristo'.

Los dones espirituales solo son dados a los miembros del 'Cuerpo de Cristo'.
Desafortunadamente no todos los miembros de la iglesia son miembros del
'Cuerpo de Cristo', algunas iglesias tienen miembros que ni están totalmente
entregados a Cristo.

El seguidor de Jesús debe saber que para entrar en el 'Cuerpo de Cristo' es


necesario recibir al menos uno de los dones que tienen que ver 'con las cosas del

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Altísimo, aceptables a Dios por medio de Jesucristo'. Una vez experimente esos
dones, entonces, no será necesario que crea, sino que actúe.

Segundo: NO creer en los 'dones espirituales.' En muchas religiones y


creencias ajenas a lo que llamamos equivocadamente la 'religión cristiana', sus
miembros también buscan tener 'dones' que también llaman 'espirituales'. Satanás
también aporta 'dones' a quienes le siguen.

Si la Biblia no da pautas para encontrar nuestros 'dones espirituales', es


porque no se trata de ello, de buscarlos, sino de anhelarlos. Luego es Jesús quien
los aporta de parte del Padre.

Es conveniente que el discípulo se familiarice con los diferentes dones que


Dios da al 'Cuerpo de Cristo' de este modo que cuando lo experimente los
reconozca. Naturalmente, la fuente básica de información acerca de los dones
espirituales está en la Biblia. Escudriñar al respecto es lo apropiado. Inclusive
evaluarlos desde diferentes versiones bíblicas es más que conveniente.

Identificar la posición que maneja la 'iglesia' a la cual se ha vinculado el


creyente, en cuanto a los dones espirituales, es uno de los puntales que se deben
considerar. En algunos países se le ofrece a los padres de familia un abanico de
alternativas en relación a la tendencia religiosa o tecnológica que está incluida en
el plan de estudios de cada escuela, y se les instruye al respecto.

Por diferentes circunstancias una persona voluntariamente se une a una


iglesia, algunos sin haber conocido a otra congregación, y consideran que las
demás están equivocadas. Otros, por distintos motivos, buscan en diversas
'iglesias' algo diferente.

Quien se integre a cualquier 'iglesia' debe sujetarse a las autoridades de esas


congregaciones. Es su responsabilidad esa decisión porque la gama de expresiones
diferentes presentadas como 'bíblicas' demuestran inexactitud. En algunas sus
'cultos' son conducidos de manera prudente, en otras de forma exagerada. Algunas
'iglesias' plantean el desuso de los dones mientras que en otras el desenfoque es
evidente, sobre todo por las extravagantes manifestaciones.

Lo justo es que al respecto el creyente lo escudriñe todo sin que los líderes
se lo impongan o se lo limiten. En algunas latitudes del mundo sobra la literatura
considerada como 'cristiana' y son muchas las obras que pueden ilustrar ese tema.
Una congregación equilibrada esa aquella que estimula a sus congregados a
57
examinarlo todo para retener lo bueno (1Tes. 5.21). Ello implica enterarse de la
situación política local y global, asimismo del desarrollo espiritual, moral, social y
tecnológico de la comunidad.

Como todo universitario y profesional lo hace, el relacionarse con gente que


demuestra manejar su disciplina educativa es lo apropiado y conveniente. El
creyente o discípulo de Jesús debe relacionarse con siervos del Señor y edificarse
de sus experiencias.

Las conversaciones o las expresiones relacionadas con los dones


'espirituales' deben hacerse con base en la prudencia y no en la humilde petulancia
inspirada en el protagonismo.

Tercero: Se supone que un creyente es aquel que conoce plenamente la


información que confiesa creer. Ello incluye lo escrito por Pablo a los creyentes de
Efeso: "que seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál
sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de
Cristo, que excede a todo conocimiento, -----------para que seáis llenos de toda la
plenitud de Dios" (Ef. 3:18-19).

Si conoce a plenitud lo que asume creer, entonces no temerá de otras


influencias y su actuar le identificará. Un creyente es entones la persona que ha
recibido alimento de leche y alimento sólido, nutrientes que le permitieron
ingresar al 'Cuerpo de Cristo' para allí recibir los dones 'espirituales' que son
aportados por el Padre según Jesús lo estipule. Es, pues, un requisito indispensable
que el creyente esté formado ('hecho') tanto por el 'espíritu santo' como por el
'Cuerpo de Cristo'.

"Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio
potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre
(corrupta), ni de voluntad de carne (mortal), ni de voluntad de varón (terrenal),
sino de Dios" (Jn 1:12-14).

"Clama a mí, y yo te responderé,


y te enseñaré cosas grandes
y ocultas que tú no conoces"
(Jer. 33:3-4)

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"Lo oíste, y lo viste todo;
¿y no lo anunciaréis vosotros?
Ahora, pues,
te he hecho oír cosas nuevas
y ocultas que tú no sabías"
(Isa. 48:6).

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