Derecho y Moral

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La distinción de la idea específica de la justicia dentro de la esfera general de la moral

Los valores de bueno o malo, son del tipo moral por excelencia, y casi nunca son empleados por
los juristas al momento de criticar a alguna norma jurídica. En cambio los valores de justo e
injusto sí son empleados para ello. Justo e injusto se vinculan más con el aspecto de la justicia
distributiva, la compensativa, y la de asignación de deberes y obligaciones; en tanto, que solo lo
hacen indirectamente con los de bueno y malo, al grado que se puede decir de una norma que:
si es buena es justa, si es mala es injusta; pero no, que por ser justa es buena, o por ser injusta
es mala. Pues justo e injusto son valores jurídicos específicos, en tanto que bueno o malo son
valores morales de uso universal y no correlativos en todos los casos a los primeros.
La moral en Hart es concebida en su efecto como la que crea “. entre los individuos una
igualdad moral, en cierto sentido artificial para contrarrestar las desigualdades de la naturaleza.
La justicia la explica como lo equitativo, la compensación, la distribución de derechos y deberes
por igual. En el fondo todas estas formas se resumen en la justicia distributiva, y se constituyen
en referentes para la crítica del derecho y sus reglas.La justicia en este aspecto distributivo se
refiere a la comparación entre el individuo y la generalidad, lo particular y lo colectivo son la
media para la comparación de lo que debe ser equitativo, y por ende el referente para criticar
todo aquello que no se apegue a este justo-equitativo. Por su parte, lo justo fuera de este
sentido que tiene en la justicia distributiva, puede recibir uno muy diferente en la justicia
formal; que es aquella que identifica lo justo como lo que resulta de la aplicación igual de la
misma regla al mismo caso y circunstancias, y lo injusto como la aplicación desigual. Este es el
sentido más desvinculado de lo que lo justo como dimensión de la justicia tiene de pertenencia
a la moral, ésta en el sentido de lo bueno y malo. Pues a pesar de ser categorías diferentes lo
bueno, malo, lo justo e injusto, usar la voz justo e injusto considerando el vínculo tenue que hay
con lo bueno y malo, repercute en darle a aquellas una connotación de mayor alcance en lo que
se refiere a lo que debe ser en beneficio de todos o de alguien en particular, y es lo que lo
convierte en referente para poder ser crítica del derecho. Esto no ocurre si solo se tiene a lo
justo en su sentido estricto cuya connotación es ser equitativo, esto es, en cuanto que la
aplicación de las reglas sea del mismo modo para todos los que se encuentren en el mismo
supuesto.Por otra parte como Hart lo anota, el bien común como valor moral puede no
coincidir e incluso imponerse al valor de lo justo (como equitativo), y con el propósito de
ejemplaridad se puede considerar que es correcto que a alguien se le aplique una pena más
severa que a otros en las mismas circunstancias, si esto redunda en un mayor bien común.

Lo anterior nos remite a la naturaleza de la moral, la cual según Hart, es la de crear un equilibrio
artificial para protección de los más débiles, y que dicho equilibrio se debe concebir dentro del
contexto cultural, y los de tiempo y espacio. Lo que nos sugiere que encontrar los valores
universales de la moral es más complicado de lo que pudiera pensarse.
A pesar del tenue vínculo que en ocasiones pueda existir entre los valores de la justicia y los
morales, estos últimos por sí solos no pueden ser referentes para la crítica del derecho, pues
como hemos visto, no existe una correlación precisa entre lo bueno y lo justo. Podemos a pesar
de estas conexiones que en determinados momentos pueden existir entre los valores morales y
los de justicia, sostener que sí se distinguen unos de otros, aun cuando la separación sea casi de
tipo conceptual. Pues por el contrario sostener la pureza de los valores de justicia respecto de
los morales es concebir a esta como algo ajeno a la moral, y cuya pureza caería por su propio
peso en cuanto se circunstanciara en una sociedad de carne y hueso, y no en una ficticia. Pues
la realidad impone relaciones más complejas de lo que en ocasiones se pueden describir con el
lenguaje y separar a nivel teórico o de discurso.

Para concluir esta parte, resulta interesante esta aseveración de Hart: La justicia constituye un
segmento de la moral que no se refiere primariamente a la conducta individual sino a las
formas como son tratados clases de individuos. Es esto lo que da a la justicia su especial
relevancia para la crítica del derecho. Pero los principios de justicia no agotan la idea de moral;
y no toda la crítica del derecho hecha sobre fundamentos morales es formulada en nombre de
la justicia.

¿Es la obligación jurídica una obligación moral?

Normalmente para el ciudadano común no existe una clara distinción entre las reglas morales y
las jurídicas, e incluso a nivel de teoría del derecho, esta distinción no es tan clara, sobre todo,
si partimos de considerar el origen social de ambos sistemas normativos, y de que la moral en el
mundo prejurídico precede al derecho. Se puede decir que ambas tienen algo en común,
empero, se puede hacer una distinción considerando algunos criterios que adelante
referiremos.

La obligación jurídica y el deber moral tienen para Hart las siguientes semejanzas:
1. Se refieren a lo que ha de hacerse o no en circunstancias que se repiten cotidianamente.

2. Lo que las reglas exigen son acciones u omisiones simples que no requieren de habilidades
especiales.

3. Su cumplimiento está dentro de lo que puede hacer cualquier adulto normal.

4. Su cumplimiento es cosa común, por lo que esto no es causa de premios o elogios.

En tanto que las reglas morales y jurídicas y de deber tienen en común:


a) Ser concebidas como obligatorias con independencia del consentimiento del individuo, y
sustentadas por una seria presión social que procura la conducta regular.

b) Se refieren a conductas que se repiten constantemente.


c) Formulan exigencias que tienen que ser satisfechas por cualquier grupo humano para poder
convivir.
d) En ambas encontramos algún tipo de prohibición a la violencia a las personas o a la
propiedad, exigencias de honestidad y veracidad.

La importancia. Una regla moral aun cuando su sanción a diferencia de la jurídica no sea
impuesta por el Estado, si conserva su carácter de constreñir a la persona a su cumplimiento,
pues el reproche o formas más serias de exigir su observancia se manifiestan en la sociedad o
grupo que vela por su cumplimiento. Dicha norma moral implica un sacrificio de la libertad
individual, la presión social a modo de castigo que mencionamos, y que su importancia sea
aceptada como algo necesario e imprescindible.Una regla jurídica puede no gozar de la
aprobación y sentimiento de necesidad o utilidad a la sociedad a la que se le aplica. Sin
embargo, el que ésta forme parte del sistema normativo por ser originada en un proceso de
creación de leyes le da esa validez y legitimidad en cuanto a origen se refiere, y la dota del
sentido de pertenencia que una norma tiene al formar parte del sistema normativo.
De tal manera que la regla jurídica a diferencia de la moral su validez no deriva del consenso de
la sociedad a la que se le aplica, en tanto la regla moral si.

¿TIENE EL DERECHO FINES MORALES?


El Derecho, a diferencia de la moral, es creado por alguien. Así que, a diferencia de la moral,
puede tener fines, los cuales son los fines de quienes lo elaboran (ya sea individual o
colectivamente). Sin embargo, no todas las reglas y principios del Derecho tienen fines porque
no toda creación del derecho es intencional. El Derecho consuetudinario se genera por acciones
convergentes que son realizadas sin la intención de crear Derecho, y así sin ninguna intención
adicional de alcanzar algo mediante la creación del derecho, es decir, sin ninguna finalidad. Hay
también otras modalidades de creación accidental del derecho. No obstante, el Derecho que es
creado intencionalmente y, que por ello es capaz de tener fines.
Algunas personas han pensado que cuando el derecho tiene fines debe, por su naturaleza,
tener ciertos fines morales distintivos. Si carece de tales fines, no es Derecho. Deber tener
como fin ser justo, 1 servir al bien común, 2 justificar la coerción, 3 o ser en alguna otra manera
moralmente vinculante o moralmente exitoso.

Todos los funcionarios jurídicos, incluso el sistema, deben por lo menos pretender tener fines
morales cuando ellos actúan en el ejercicio de sus funciones oficiales. O como frecuentemente
se ha dicho, deben por lo menos realizar pretensiones morales en nombre del Derecho.

Para identificar las pretensiones del Derecho, hay que comenzar con el lenguaje que emplean
los funcionarios jurídicos. Al establecer o describir las NORMAS JURÍDICAS, los funcionarios no
pueden sino usar el lenguaje de las obligaciones, derechos, permisos, poderes, compromisos,
etcétera. Lo que ellos de este modo afirman es que el Derecho impone obligaciones, crea
derechos, concede permisos, confiere poderes, da lugar a responsabilidades, etcétera. Se debe
pensar que la pretensión aquí no requiere ser una pretensión moral. Los funcionarios deben
afirmar únicamente que existen OBLIGACIONES jurídicas, DERECHOS jurídicos, permisos
jurídicos, etcétera, no morales.
Las obligaciones jurídicas son pretensiones de ser algo, pero ¿qué es lo que se pretende que
sean? Aquí es donde aparece la idea de que el Derecho realiza un fin moral. “Moral”, en este
contexto, es el nombre dado al tipo de obligación que el Derecho pretende que sean las
obligaciones jurídicas. Las obligaciones jurídicas están llamadas a ser obligaciones que no son
solamente afirmaciones, y que por tanto no son meramente jurídicas. Se pretende que estas se
sitúen más allá del Derecho, o que sean ancladas (como a veces sucede) tanto en la consciencia
como en el Derecho.

¿EL DERECHO SIEMPRE HACE PARTE DE LA MORALIDAD?


Que el Derecho realice pretensiones morales por sí mismo significa que el paradigma o tipo
ideal de Derecho —el modelo conforme al cual todos los otros derechos necesitan ser
comparados y a través de los cuales necesita ser entendido— es moralmente justificado. Esto
es así porque el paradigma o tipo ideal de cualquier cosa que tiene propósitos es aquel en el
cual se consiguen esos fines, y el paradigma o tipo ideal de cualquier cosa que realice fines es
aquel en el cual se consiguen esos objetivos genuinamente. El Derecho realiza propósitos
morales y, cuando los realiza genuinamente, tiene propósitos morales.Cuando una norma
jurídica está moralmente justificada, para generalizar, se convierte en parte de la moralidad.

Las normas jurídicas moralmente justificadas necesitan no solamente replicar el contenido que
la moralidad ya tiene. Moralmente, por ejemplo, tengo una razón para no chocar mi automóvil
con el suyo puesto que podría matarlo. Esto significa que tengo una razón para conducir mi
automóvil en el mismo lado de la carretera —izquierda o derecha— si los demás conducen los
suyos del mismo modo. Pero la moralidad es indiferente respecto de si la conducción deba ser a
la izquierda o a la derecha del camino. No importa moralmente si tenemos o no que
mantenernos a la izquierda o la derecha, en tanto que todos hagamos lo mismo. El Derecho
puede hacer una regla según la cual debamos mantenernos a la izquierda en vez de la derecha.
En la medida en que nosotros estemos eligiendo aceptar la AUTORIDAD DEL DERECHO,
cumpliéndose todas las demás condiciones, la intervención del Derecho en este caso está
moralmente justificada, así como nos permitirá hacer, o hacer mejor, aquello para lo que,
moralmente, ya tenemos una razón para hacer. Así, el Derecho no duplica simplemente el
contenido ya existente de la moralidad. La moralidad de hecho nos dice qué hacer pero el
Derecho agrega, a través de su autoridad, una forma adecuada de hacerlo. Tal caso es conocido
como un caso de coordinación y es un tipo en el cual el Derecho contribuye a la moralidad.

En el último caso la norma jurídica normalmente replica el contenido de una norma moral que
existe independientemente de ese contenido, pero cambia las consecuencias morales de
fracasar al adecuarse a este (es decir, las normas morales adicionales que se refieren a lo que
debe ser hecho en respuesta al fracaso). Esta es otra manera importante en la que el Derecho
puede realizar intervenciones moralmente justificadas, contribuyendo, de este modo, a la
moralidad.

¿Cómo es que los jueces, quienes son los funcionarios jurídicos públicamente más afectados
por las lagunas jurídicas, usan la moralidad para referirla en sus deliberaciones jurídicas? Una
sencilla respuesta, bosquejada por Hart, señala lo siguiente. Primero, un juez va tan lejos como
puede con las NORMAS JURÍDICAS. Después se encuentra con una laguna, y por ello, con una
consecuente posibilidad de actuar discrecionalmente. El juez ejerce su DISCRECIONALIDAD al
usar razones morales y normas (o de hecho, otras razones y normas) para colmar la laguna. Al
hacerlo, crea nuevas normas jurídicas. Este es el reverso del caso de coordinación discutido
arriba, en el cual existe una laguna moral que la ley nos permite completar (al escoger la
izquierda en lugar de la derecha, por ejemplo). Pero es bastante raro para los jueces colmar
lagunas de esta manera cuasi-legislativa. En la mayoría de las culturas jurídicas, es el último
recurso. En su lugar, los jueces usualmente colman las lagunas ajustándose al RAZONAMIENTO
JURÍ-DICO.

¿Qué razón moral tienen los jueces para mantenerse responsables ante el derecho? Por
supuesto, tienen las mismas razones que ustedes y yo. Ellos deben aplicar el derecho
moralmente justificado porque forma parte de la moralidad; ese derecho tiene la fuerza moral
que se supone debe tener. Pero los jueces, y algunos otros funcionarios jurídicos, tienen
razones extramorales que van más allá de esto. Tienen razones extra-morales para respetar el
derecho incluso en los casos donde en el derecho no está moralmente justificado. Puesto que
los jueces se comprometieron a respetar el derecho desde que aceptaron hacer su trabajo, esto
da a las normas jurídicas una fuerza extra que no habrían tenido si los jueces no se hubiesen
comprometido a respetarlas. Los jueces deben tolerar algunas deficiencias morales en el
Derecho que ellos no tendrían que tolerar si no hubiesen asumido, como parte de su trabajo, el
respeto del Derecho. Sin embargo, ellos no deben, por la misma razón, tolerar ninguna
deficiencia moral en este. Invariablemente, como en el ejemplo esquematizado arriba, los
jueces deben esforzarse por mejorar el derecho al revertir o refrenar las inmoralidades
introducidas por otros funcionarios, en la medida en que tengan el poder jurídico para hacerlo.

¿TIENE EL DERECHO UNA MORALIDAD INTERNA?


Algunas personas se sienten atraídas por la idea de que nada es legal a menos que pase un
examen moral. Esto es completamente diferente de la idea de que la moralidad a veces y de
algún modo se infiltra a través del Derecho por su propia cuenta, sin la intervención de algún
funcionario. Se puede aceptar que nada entra en el Derecho sin la intervención de algún
funcionario, y aun así insistir que un inequívoco examen moral también necesita realizarse
antes que alguna norma se califique como legal. Las versiones más difundidas de esta
propuesta afirman que hay un valor moral o ideal denominado legalidad, el cual se refiere a que
una norma se califica como legal sólo si exhibe este valor.

¿HAY UNA OBLIGACIÓN MORAL DE OBEDECER AL DERECHO?


Hemos hasta ahora encontrado dos importantes puntos acerca de la obligatoriedad moral del
Derecho (véase, LA OBLIGACIÓN DE OBEDECER EL DERECHO). El primero es que la obligación e
imposición de normas jurídicas están a veces moralmente justificadas, así como cuando estas
son las que crean obligaciones morales. El “a veces” aquí debe ser entendido como referido a
las diferencias entre normas jurídicas diferentes, pero también a diferencias entre diferentes
aplicaciones de la misma norma jurídica única.
Una norma jurídica puede estar moralmente justificada cuando se aplique a una persona y no
se aplique a otra, o moralmente justificada cuando se aplique a una acción y no se aplique a
otra. Una regla jurídica que prohíba pasarse la luz roja del semáforo es más relevante,
moralmente hablando, cuando la luz roja está en un cruce muy transitado que cuando está en
medio de la nada. En algunos casos la ubicación del semáforo puede ser tan absurda como para
hacer que el Derecho, en relación con la luz roja, se encuentre moralmente injustificado, por lo
que la obligación jurídica de detenerse que se crea no produce una obligación moral similar.
Todos estos problemas dependen de los detalles de la situación concreta. Es difícil imaginar
algún Derecho que tenga toda la fuerza moral que pretende tener. Incluso en las mejores de las
normas jurídicas se encuentran casos donde se excede a tal grado que su aplicación está
moralmente injustificada, por lo que idealmente debería ser frenada.

El segundo punto encontrado es que las personas pueden agregar obligaciones al rango de
obligaciones morales que el Derecho les da cuando toman juramento o votos de obediencia, ya
sea prometiendo o comprometiéndose a obedecer, o mediante otro tipo de compromiso
mediante el cual se obliguen a sí mismos a prestar obediencia. A través de estos métodos, las
personas pueden obligarse a sí mismas a seguir incluso normas moralmente injustificadas:
normas sumamente complicadas, inútiles o excesivas, aunque probablemente no
categóricamente inmorales. Las personas ya mencionadas que típicamente se encuentran en
esta situación son los jueces. Pero hay otros más. Nuevos inmigrantes, policías, jefes de Estado
y otros más a menudo realizan tales compromisos. Pero la mayoría de las personas no los
hacen, y no tendrían por qué hacerlos. Si cada quien debiese tratar de comprometerse a sí
mismo, eso podría neutralizar el efecto moral del acto del compromiso, y por ello, podría ser
una intervención contraproducente.

Evitar el desorden social brinda una razón a las personas para pretender que tienen una
obligación moral de obedecer el Derecho, es decir, afirmar del Derecho una justificación moral
mayor de la que realmente posee.

Derecho y moral en el modelo de interpretación de lasnormas

Es en este momento de inferencia en que, a falta de reglas claras, la labor del juez lo acerca a lo
que el sistema normativo moral establece, pues faltando reglas claras para poder aplicarlas al
caso concreto, este debe acudir a los principios generales, y estos están en su origen
íntimamente ligados a lo que la moral establece. Así las ideas referentes de que el sistema
moral de una sociedad persigue lo que sea bueno, malo, justo o injusto, se trocan en la praxis
jurídica en complementos que explicitan la regla y se vinculan a los principios del derecho.
Siendo este el punto en donde la moral y el derecho se vinculan en el modelo de las normas
Hartiano.

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