Voloshinov
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Capítulo 1
Para que un tema forme parte del horizonte social de un grupo y suscite una reacción
semiótico-ideológica, es necesario que dicho tema esté relacionado con los presupuestos
socioeconómicos más importantes del grupo; es preciso que involucre siquiera
parcialmente las bases de la existencia material del grupo señalado.
Puesto que el signo se crea entre individuos, en un medio social, es indispensable que el
tema posea una significación interindividual. Sólo aquello que posea un valor social puede
entrar en el mundo de la ideología, constituirse y consolidarse en él. Por eso todos los
acentos ideológicos aparecen como acentos sociales que pretenden lograr un
reconocimiento social y que se imprimen en el exterior sobre el material ideológico
únicamente para obtener tal reconocimiento.
La clase social no coincide con el colectivo semiótico. Así las distintas clases sociales usan
una misma lengua. Como consecuencia, en cada signo ideológico se cruzan los acentos de
orientaciones diversas. El signo llega a ser la arena de la lucha de clases.
Aquello que hace vivo y cambiante al signo ideológico lo convierte al mismo tiempo en un
medio refractante y distorsionador de la existencia. La clase dominante busca adjudicar al
signo ideológico un carácter eterno por encima de las clases sociales, pretende apagar y
reducir al interior la lucha de valoraciones sociales que se verifica en él, trata de
convertirlo en signo monoacentual.
Capítulo 2
La conciencia discursiva de los hablantes no tiene que ver, en realidad, con la forma de la
lengua en cuanto tal ni con la lengua en sí. La forma lingüística que le es dada al hablante,
tan solo en un contexto de enunciaciones determinadas, se le da, por lo mismo,
solamente dentro de un contexto ideológico dado. La palabra siempre aparece llena de un
contenido y de una significación ideológica o pragmática. Así es como comprendemos la
palabra y respondemos únicamente a una palabra así: una palabra que nos afecta en una
situación ideológica o vital.
Desde el principio está claro que este sistema ha sido obtenido mediante una abstracción,
que se compone de elementos separados en abstracto de las unidades reales de flujo
discursivo: las enunciaciones.
Encontramos una orientación práctica hacia el estudio de las lenguas muertas y ajenas
(filología). La lingüística aparece en los lugares en que aparecen necesidades filológicas,
estas generaron la lingüística. Pero faltaron sonidos para dominar el lenguaje vivo en su
generación continua. Pues la lingüística así guiada partía de los monumentos antiguos.
Si bien estos enunciados monológicos eran inalienables de su contexto id, los lingüistas lo
arrancan de su contexto y perciben como una totalidad cerrada en si misma.
La definición de la lengua dentro del pensamiento lingüístico es: lengua muerta (y por
ende) ajena, escrita. El enunciado acabado, aislado, monologico, no como respuesta
activa es el punto de partida del pensamiento lingüístico.
N. Ia. Marr: “la lengua es creación de la sociedad, que surge en la interacción tribal
producida por necesidades económicas, y viene a ser el sedimento de esta comunidad,
siempre multi-tribal”. Además la “cultura nacional” o “lengua materna” es a-científica e
irreal pues las lenguas tribales “representan tipos de lenguas híbridas, cruzadas de los
elementos simples, de los cuales mediante el cruzamiento se forman todas las lenguas”.
La palabra ajena nos importa en cuanto a su rol determinante en la filosofía delo lenguaje.
La orientación de la lingüística y de la filosofía del lenguaje hacia la palabra ajena y
extranjera no es fortuita y arbitraria. Por el contrario, esta orientación simboliza el
enorme papel histórico que la palabra ajena ha desempeñado en el proceso de edificación
de todas las culturas históricas.
1- El momento estable e idéntico a sí mismo de las formas lingüísticas prevalece sobre
su variabilidad: la comprensión de la lengua propia no implica el reconocimiento de los
elementos idénticos del lenguaje, sino la comprensión de su nueva significación
contextual.
7- Se presenta el concepto de la lengua como una cosa acabada que se transmite de
una generación a otra.