Voloshinov

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Voloshinov

Capítulo 1

DOS  CORRIENTES DEL PENSAMIENTO FILOSÓFICO-LINGÜÍSTICO

Todo signo se estructura entre los hombres socialmente organizados en el proceso de su


interacción. Por eso las formas del signo están determinadas ante todo tanto por la
organización social de los hombres como pro las condiciones más inmediatas de su
interacción. En cuando cambian las formas, cambia el signo.

Será necesario cumplir con la principal exigencia metodológica:

1) No se debe disociar la ideología de la realidad material del signo.


2) No se puede separar el signo de las formas concretas de la comunicación social (ya
que el signo es parte de la comunicación social organizada y no puede existir sino
en ésta, convirtiéndose en un simple objeto físico).
3) No se puede separar las formas de la comunicación de sus bases materiales.

Todo signo ideológico, incluyendo el verbal, al plasmarse en el proceso de la comunicación


social está determinado por el horizonte social de una época dada y un grupo social dado.

Para que un tema forme parte del horizonte social de un grupo y suscite una reacción
semiótico-ideológica, es necesario que dicho tema esté relacionado con los presupuestos
socioeconómicos más importantes del grupo; es preciso que involucre siquiera
parcialmente las bases de la existencia material del grupo señalado.

Puesto que el signo se crea entre individuos, en un medio social, es indispensable que el
tema posea una significación interindividual. Sólo aquello que posea un valor social puede
entrar en el mundo de la ideología, constituirse y consolidarse en él. Por eso todos los
acentos ideológicos aparecen como acentos sociales que pretenden lograr un
reconocimiento social y que se imprimen en el exterior sobre el material ideológico
únicamente para obtener tal reconocimiento.

Un tema ideológico siempre aparece acentuado socialmente. En la conciencia individual


se convierten en una suerte de acentos individuales, puesto que aquellas los absorbe y los
hace propios, pero su origen no es la conciencia individual. El acento en cuanto tal es
interindividual.

Las mismas condiciones económicas unen un elemento nuevo de la realidad con el


horizonte social y le adjudican una significación social, lo hacen “interesante”, así como las
mismas fuerzas crean las formas de la comunicación ideológica, las cuales a su vez
determinan formas de la expresión sígnica.

Lo que determina la refracción del ser un signo ideológico es la intersección de los


intereses sociales de orientación más diversa, dentro de los límites de un mismo colectivo
semiótico; esto es, la lucha de clases.

La clase social no coincide con el colectivo semiótico. Así las distintas clases sociales usan
una misma lengua. Como consecuencia, en cada signo ideológico se cruzan los acentos de
orientaciones diversas. El signo llega a ser la arena de la lucha de clases.

Este carácter multiacentuado del signo ideológico es su aspecto más importante. En


realidad, es tan sólo gracias a este cruce de acento que el signo permanece vivo, móvil y
capaz de evolucionar. Un signo sustraído de la tensa lucha social, un signo que permanece
fuera de la lucha de clases inevitablemente viene a menos

Aquello que hace vivo y cambiante al signo ideológico lo convierte al mismo tiempo en un
medio refractante y distorsionador de la existencia. La clase dominante busca adjudicar al
signo ideológico un carácter eterno por encima de las clases sociales, pretende apagar y
reducir al interior la lucha de valoraciones sociales que se verifica en él, trata de
convertirlo en signo monoacentual.

Capítulo 2

LENGUA, LENGUAJE, ENUNCIADO

La lengua respecto de la conciencia individual aparece como sistema de normas


inmutables, que este es el modo de existencia de la lengua para cada miembro de un
colectivo lingüístico dado; expresaríamos de esta manera una relación absolutamente
objetiva. La mayoría de los representantes del objetivismo abstracto se inclina a sostener
la realidad inmediata, la objetividad inmediata de la lengua, como sistema de formas
normativamente idénticas. Tienden a una hipostatización del objetivismo abstracto.

La conciencia del hablante no maneja la lengua como un sistema  de formas


normativamente idénticas. Tal sistema es una abstracción, obtenida mediante un arduo
trabajo realizado para determinados propósitos cognoscitivos y prácticos. El sistema de la
lengua es producto de una reflexión sobre el lenguaje, reflexión que no se lleva a cabo en
la conciencia del hablante nativo de una lengua determinada, ni tampoco con el propósito
inmediato de hablar.

En efecto, el objetivo del hablante consiste en producir un cierto enunciado concreto.


Para él, se trata de aplicar una forma normativamente adecuada en un determinado
contexto concreto. Él no ubica el centro de gravedad en la adecuación de la forma, sino en
aquella nueva significación concreta que la forma adquiere en el contexto dado.

Al hablante le importa el aspecto de la forma lingüística gracias al cual ella se convierte en


un signo apropiado paras las condiciones concretas de una situación dada. No le importa
la forma lingüística como una señal estable y siempre igual a si misma, sino como un signo
siempre mutante y elástico.

En cuanto a la comprensión no se reduce al reconocimiento de la forma que el hablante


utiliza, sino a su comprensión en un contexto dado y concreto, comprensión de su
significación en un enunciado: comprensión de su novedad y no reconocimiento de su
identidad. También el receptor está orientado hacia la forma lingüística dada como signo
mutante y elástico. Un signo se comprende, una señal se reconoce (esta no se refiere
nunca a lo ideológico).
Aunque ni siquiera en las fases de aprendizaje existe la señal pura.

Para una forma lingüística en tanto signo, su momento constitutivo no es su auto-


identidad sino su variabilidad especifica.
La señalización sí existe pero está desactivada, absorbida por la nueva calidad de signo.
La forma lingüística que le es dada al hablante  se le da solo dentro de un contexto id
dado: en la vida real no pronunciamos palabras sino verdades, mentiras, lo bueno, lo
nimio…la palabra aparece llena de un contenido y de una significación ideológica o
pragmática. Así es como comprendemos la palabra.

La conciencia discursiva de los hablantes no tiene que ver, en realidad, con la forma de la
lengua en cuanto tal ni con la lengua en sí. La forma lingüística que le es dada al hablante,
tan solo en un contexto de enunciaciones determinadas, se le da, por lo mismo,
solamente dentro de un contexto ideológico dado. La palabra siempre aparece llena de un
contenido y de una significación ideológica o pragmática. Así es como comprendemos la
palabra y respondemos únicamente a una palabra así: una palabra que nos afecta en una
situación ideológica o vital.

Desde el principio está claro que este sistema ha sido obtenido mediante una abstracción,
que se compone de elementos separados en abstracto de las unidades reales de flujo
discursivo: las enunciaciones.

¿Cuáles son los propósitos implícitos de la abstracción lingüística que conducen a la


concepción del sistema sincrónico de la lengua? ¿Desde qué punto de vista este sistema
aparece como productivo y necesario?

La definición auténtica de la lengua dentro del pensamiento lingüístico es la siguiente:


Lengua, muerta, escrita y ajena.
El enunciado aislado, acabado, y monológico, sacado de su contexto discursivo real, no
orientado hacia una posible respuesta activa, sino a la comprensión pasiva de un filólogo,
representa el dato último y el punto de partida para el pensamiento lingüístico.

Encontramos una orientación práctica hacia el estudio de las lenguas muertas y ajenas
(filología). La lingüística aparece en los lugares en que aparecen necesidades filológicas,
estas generaron la lingüística. Pero faltaron sonidos para dominar el lenguaje vivo en su
generación continua. Pues la lingüística así guiada partía de los monumentos antiguos. 
Si bien estos enunciados monológicos eran inalienables de su contexto id, los lingüistas lo
arrancan de su contexto y perciben como una totalidad cerrada en si misma.
La definición de la lengua dentro del pensamiento lingüístico es: lengua muerta (y por
ende) ajena, escrita. El enunciado acabado, aislado, monologico, no como respuesta
activa es el punto de partida del pensamiento lingüístico.

La segunda tarea principal de la lingüística, la de crear un aparato necesario para enseñar


una lengua descifrada, codificarla con una orientación adecuada a los fines de una
transmisión escolar, dejó un sello importante en el pensamiento lingüístico. La fonética, la
gramática, el léxico son tres apartados en el sistema de la lengua, tres centros
organizadores de las categorías lingüísticas que se han generado en el cauce de las dos
tareas señaladas de la lingüística: la tarea heurística y la pedagógica.

Los monumentos devienen patrón escolar y clásico de una lengua.


Los 1ros filólogos sacerdotes que se dedicaban a descubrir el misterio en las palabras
sagradas.

La lengua propia se vive de modo diferente, la lengua materna es familiar, es la atmósfera


en que vivimos y respiramos. Pero en la filosofía del lenguaje fue la palabra ajena la que
aportó las luces, la religión, la organización política.
Sin embargo, en lugar de generar una conciencia de la importancia de la lengua ajena, la
filosofía del lenguaje se ha esclavizado a ella.

El cruce lingüístico es factor principal de la evolución de las lenguas, de hecho puede


solucionar el problema del origen del lenguaje.

 N. Ia. Marr: “la lengua es creación de la sociedad, que surge en la interacción tribal
producida por necesidades económicas, y viene a ser el sedimento de esta comunidad,
siempre multi-tribal”. Además la “cultura nacional” o “lengua materna” es a-científica e
irreal pues las lenguas tribales “representan tipos de lenguas híbridas, cruzadas de los
elementos simples, de los cuales mediante el cruzamiento se forman todas las lenguas”.
La palabra ajena nos importa en cuanto a su rol determinante en la filosofía delo lenguaje.
La orientación de la lingüística y de la filosofía del lenguaje hacia la palabra ajena y
extranjera no es fortuita y arbitraria. Por el contrario, esta orientación simboliza el
enorme papel histórico que la palabra ajena ha desempeñado en el proceso de edificación
de todas las culturas históricas.

El enunciado aislado, acabado y monológico, sacado de su contexto discursivo real, no


orientado hacia una posible respuesta activa, sino a la comprensión pasiva de un filólogo,
representa el dato último y de partida para el pensamiento lingüístico.

Voloshinov trata de expresar en los siguientes postulados aquellas particularidades de la


percepción de la palabra ajena que se convirtieron en el fundamento del objetivismo
abstracto:

1-      El momento estable e idéntico a sí mismo de las formas lingüísticas prevalece sobre
su variabilidad: la comprensión de la lengua propia no implica el reconocimiento de los
elementos idénticos del lenguaje, sino la comprensión de su nueva significación
contextual.

2-      Lo abstracto prevalece sobre lo concreto: un enunciado monológico y acabado es


en realidad una abstracción. La concretización de la palabra solo es posible mediante su
inclusión en un contexto histórico real de su realización primitiva. En un enunciado
monológico aislado aparecen rotos justamente aquellos hilos que lo unían con toda la
concreción de la generación histórica.

3-      La sistematicidad abstracta prevalece sobre la historicidad: Los creadores e


iniciadores de nuevas corrientes ideológicas nunca son sus sistematizadores formales. Las
empieza a sistematizar la época que se siente en la posesión de un pensamiento acabado
y recibido de una autoridad. Es preciso que pase la época creadora, y sólo entonces
empieza la sistematización formalista, tarea de herederos. El pensamiento gramático
hubo de ocupar esta segunda posesión.

4-      Las formas de los elementos prevalecen sobre las formas de la totalidad: La


lingüística trabaja orientada hacia el enunciado monológico aislado. Todo el trabajo se
lleva a cabo dentro de los límites de un enunciado dado. Pero los límites del enunciado
como una totalidad se perciben débilmente o incluso dejan de percibirse.

5-      La substancialización del elemento lingüístico aislado sustituye la dinámica del


discurso: la forma lingüística viene a ser tan sólo un aspecto, separado en abstracto de la
totalidad dinámica del enunciado. Sin embargo, en el terreno del subjetivismo abstracto la
forma lingüística se convierte en sustancia, aparece como un elemento que puede ser
separado en la realidad, el elemento capaz de su propia existencia histórica aislada. Es
muy comprensible que suceda así, ya que el sistema en cuanto a totalidad no puede
desarrollarse históricamente. El enunciado como totalidad no existe para la lingüística. Por
consiguiente, permanecen tan solo elementos del sistema, esto es, las formas lingüísticas
aisladas.

De este modo, la historia de la lengua aparece como historia de formas lingüísticas


aisladas que se desarrollan en contra del sistema como totalidad y a pesar de los
enunciados concretos.

6-      La monosemia y la monoacentualidad de la palabra sustituye su polisemia y


poliacentualidad: el sentido de una palabra se define por su contexto. En realdiad, existen
tantos significados de una palabra cuantos contextos hay de su uso. Sin embargo, la
palabra no pierde su unidad ni se desintegra en el número de palabras correspondiente a
los contextos de su uso.

7-      Se presenta el concepto de la lengua como una cosa acabada que se transmite de
una generación a otra.

8-      La incapacidad de comprender la generación de la lengua desde su interior.

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