Ley de Pesca - NODO XXI
Ley de Pesca - NODO XXI
Ley de Pesca - NODO XXI
Fuente: www.agenciauno.cl
RESUMEN:
Se indaga en la acabada colonización empresarial que experimenta el sector
pesquero chileno, a través del análisis de los actores y conflictos que lo
estructuran. Como consecuencia, se distinguen tres procesos paralelos
que están a la base de este fenómeno: la concentración económica del PALABRAS CLAVE:
sector, la desarticulación del movimiento social de pescadores artesanales
y la crisis que afecta la sustentabilidad del recurso marino. Se concluye · Sector pesquero
· Movimiento social
que el agotamiento acelerado de éste obliga al gran capital pesquero,
· Concentración económica
para mantener sus niveles de acumulación, a forzar un reordenamiento · Desarticulación social
privatizador encarnado en la Ley de Pesca. · Crisis ecológica
RODRIGO OLIVA: Ingeniero civil industrial de la Universidad Arturo Prat y Magíster en Medio Ambiente de la Usach. Es miembro del STI de Pescadores
Artesanales de Cavancha. Candidato a diputado por el Distrito 2. SEBASTIÁN CAVIEDES: Licenciado en Sociología de la Universidad de Chile.
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Hace unas semanas, a solicitud de los fiscales a cargo de la investigación sobre las pesqueras de la
Asociación de Industriales Pesqueros de la región del Biobío (Asipes), arista del caso Corpesca, el
Servel entregó un listado en que identifica a seis de estas empresas entregando aportes reservados
legales por más de $300 millones a campañas electorales, repartidos entre candidatos de cinco partidos
políticos (UDI, RN, PS, DC y PPD) y un independiente. Destacan en ese listado Sebastián Piñera,
Evelyn Matthei, Jacqueline van Rysselberghe y el ex subsecretario de Pesca, Raúl Súnico1, este último
que debió renunciar a su cargo tras conocerse sus tratativas con el gremio, que incluyeron favorecer
a la industria en la tramitación de normas que regulan al sector -incluso a contrapelo del programa de
gobierno- y cobros hechos por su esposa a través de boletas falsas, justamente el mecanismo por el
que el Ministerio Público sospecha que Asipes entregó aportes ilícitos a actividades políticas2.
Como viene ocurriendo desde que se conocen antecedentes de la tramitación del proyecto de Ley de
Pesca del año 2012, la relación entre dinero y política se ha tomado la agenda del sector y la discusión
pública sobre el futuro de la pesca en Chile. Y, si bien la ilegitimidad de ésta ha abierto un escenario
de conflicto que ha transparentado los intereses de los actores de la industria, el impacto provocado
por tales informaciones ha tendido a oscurecer el entendimiento cabal del proceso por el cual se ha
llegado hasta este punto, en el que se erige una acabada experiencia de colonización empresarial, que
alcanza tanto a autoridades políticas como a una parte de la dirigencia de los pescadores artesanales.
Por ello, se indaga en la configuración del sector pesquero chileno, enfatizando en el conflicto histórico
que lo estructura: aquel que enfrenta a pescadores artesanales e industriales por la explotación de los
recursos del mar. Esto se aborda, por un lado, analizando los ciclos de lucha de la pesca artesanal en
las últimas décadas y, por otro, a través del examen de los cambios que experimenta el empresariado
de la pesca, sobre todo en los años noventa. Ambos elementos son observados a la luz de la escasez
del recurso pesquero y el potencial colapso del fondo marino, conflictos que diferencian al sector de
otros ámbitos de la economía.
1 Carvajal, C., Suzuki, J., y Vega, V. (2017, 3 de marzo). Servel entregó lista de aportes reservados legales de seis pesqueras
a 35 políticos. El Mercurio. Recuperado: http://www.economiaynegocios.cl/noticias/noticias.asp?id=340542
2 Ramírez, P. y Sepúlveda, N. (2017, 20 de enero). Los correos que muestran los “favores” del subsecretario de Pesca a grandes pesqueras. Ciper.
Recuperado de: http://ciperchile.cl/2017/01/20/los-correos-que-muestran-los-favores-del-subsecretario-de-pesca-a-las-grandes-pesqueras/
3 Sepúlveda, N. (2017, 6 de marzo). Nuevas boletas de pesqueras: $445 millones pagaron Lota Protein, Asipes y Blumar a políticos. Ciper.
Recuperado de: http://ciperchile.cl/2017/03/06/nuevas-boletas-de-pesqueras-445-millones-pagaron-lota-protein-asipes-y-blumar-a-politicos/
4 Carvajal, C. (2017, 26 de enero). Fipes: Iván Fuentes recibió de pesqueras 1,2 millones ya como diputado electo. El Mercurio.
Recuperado de: http://www.economiaynegocios.cl/noticias/noticias.asp?id=330309
5 Camus, P., Hidalgo, R., y Muñoz, E. (2016). Las disputas por el mar: bienes comunes, pescadores artesanales y pesca industrial.
El caso de la caleta Cocholgüe en el litoral centro sur de Chile a mediados del siglo XX. Población y sociedad, 23(2), pp. 91-114.
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ECONOMÍA Y SECTOR PESQUERO
SECTOR PESQUERO CHILENO: CONCENTRACIÓN, DESARTICULACIÓN SOCIAL Y CRISIS ECOLÓGICA
En vista de esta amenaza, las organizaciones de pescadores artesanales, existentes desde comienzos
del siglo pasado, han tenido como base a sindicatos de fuerte contenido reivindicativo. Sin embargo,
la conformación de sus referentes nacionales sólo ha podido realizarse por la convergencia entre
diferentes tipos organizativos, incluyendo asociaciones gremiales y cooperativas. Así, el primer
organismo de articulación nacional del sector, la Federación Nacional de Pescadores Artesanales de
Chile (Fenaparch), se erige gracias a la fuerza alcanzada por un movimiento cooperativo pesquero
que, en los años sesenta, resulta de la proliferación de cooperativas que sirvieron como medio para
canalizar la ayuda nacional e internacional que les fue enviada a los pescadores artesanales afectados
por el terremoto y maremoto que azotó a las costas del sur de Chile6.
Ese referente, que operó de todas maneras con mayoría de sindicatos, fue anulado tras el golpe militar
de 1973. En su reemplazo, y mientras la represión anidaba en los puertos, especialmente contra los
estibadores y pescadores, que fueron quienes más resistencia opusieron al régimen, la dictadura impulsó
un reordenamiento institucional no sólo en el ámbito de la política pesquera del Estado, sino también
sobre la forma de organización de la pesca artesanal. De este modo, se crea el Servicio Nacional de
Pesca (Sernapesca) y la Subsecretaría de Pesca (Subpesca), y se promueven las asociaciones gremiales
como única forma permitida de organización entre los pescadores artesanales, mientras los sindicatos
son prohibidos. Estas medidas se imponían en el marco del plan impulsado por la Junta Militar para
conseguir la adhesión ciudadana a través de organizaciones especializadas, lo que, en el caso de la
Secretaría de los Gremios, apuntaba a controlar el movimiento sindical y a difundir el Plan Laboral que
sentó las bases de la transformación productiva chilena7.
Con este giro forzoso, las asociaciones gremiales, cuyo propósito era racionalizar, desarrollar y proteger
las actividades que le eran comunes al sector, crecen entre los pescadores al alero de una propaganda
que destaca su flexibilidad para hacer negocios. Y ello, sumado a los criterios economicistas que se van
imponiendo, basados en la premisa de aprovechar la abundancia del mar para apoyar el crecimiento
económico de un modo consistente con el modelo de liberalización y apertura a los mercados globales8,
deja sentadas las bases para que, paulatinamente, se produzca una corrosión del carácter proletario del
actor artesanal, deviniendo en un pequeño empresario de la pesca que compite con sus propios colegas.
Ahora bien, no obstante sentadas las bases de este cambio, que se va a profundizar durante los
gobiernos de la Concertación con el acceso a microcréditos y otros beneficios, éste deberá esperar
ante los desafíos que exigen las precarias condiciones de trabajo de la pesca artesanal y el escenario
político de la segunda mitad de los ochenta. Y es que, por esos años, se articula un movimiento social
de pescadores artesanales guiado por el doble objetivo de mejorar su situación laboral y luchar por la
democracia. Para lograrlo, las dirigencias del sector aprovechan los espacios de encuentro generados
por el mundo universitario, especialmente en la V y VIII regiones, fraguándose el reconocimiento de
una historia común (el anhelo por dar continuidad al proyecto de la desaparecida Fenaparch) y una
alianza entre representantes de diferentes zonas del país, muchos de los cuales no se conocían hasta
esas reuniones. Apoyan en este proceso, además, organismos internacionales de cooperación técnica
y financiera (como FAO y PNUD), diferentes ONG locales y extranjeras, y la Iglesia y algunos políticos
y partidos de la oposición. Así, de esta convergencia, que contó además con un contexto internacional
favorable a la organización del sector, se crea en 1986 la Confederación Nacional de Pescadores
Artesanales de Chile (Conapach)9.
El movimiento crece explosivamente en los últimos años del régimen, al crearse una serie de
federaciones y consejos regionales en todo el país. Dentro de sus demandas, los pescadores artesanales
apuntan a la falta de implementos para la extracción de recursos y problemas de comercialización,
derivados de someterse a redes de intermediarios o empresas intervinientes en la transformación
de los productos. También al acceso al crédito y a una modernización de la infraestructura portuaria
6 Escribano, I. (2014). Movimiento social de pescadores artesanales de Chile. Santiago: Ocho Libros.
7 Hunneus, C. (2000). El régimen de Pinochet. Santiago: Editorial Sudamericana.
8 Saavedra, G. (2013, marzo). La pesca artesanal en las encrucijadas de la modernización. Usos, apropiaciones y conflictos
en el borde costero del sur de Chile. Revista Andaluza de Antropología, (4), pp. 79-102.
9 Op. Cit., 6.
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disponible en las caletas locales. Se preocupan, además, por organizar una comisión de defensa de la
flora y fauna marina y de establecer vínculos y alianzas con organizaciones sindicales democráticas,
pese al poco interés de una CUT abocada a las organizaciones de trabajadores dependientes. Por
último, se crea un Centro de Educación e Investigación de la Pesca Artesanal (Cedipac), con el fin de
sostener un proceso de renovación de sus cuadros dirigentes y proyectarse en el tiempo.
A poco de terminar la dictadura, en 1989, sus esfuerzos se orientan a enfrentar la primera Ley de Pesca
y Acuicultura, conocida como “Ley Merino”, que, si bien se impulsaba como medida para defender los
recursos marinos, reforzaba el antiguo deseo de los dueños de tierras por impedir actividades pesqueras
en sus riberas y dejaba abierta la puerta al ingreso masivo de la inversión extranjera. En respuesta, la
Conapach propone un anteproyecto alternativo, que aduce, entre otras cosas, la necesidad de contar
con un Ministerio del Mar y que la Subsecretaría de Pesca no dependa del Ministerio de Economía, sino
del de Agricultura, para evitar las determinaciones economicistas ya presentes en el sector.
Sin ser tomada en cuenta por las autoridades de la dictadura, sí son convocados a las sesiones legislativas
con la llegada de Aylwin al poder. Más aún, como una de las primeras medidas de su gobierno, el
mandatario se reúne con la Conapach y congela la “Ley Merino”, siendo ésta reformulada y promulgada
en 1991, con el acuerdo de los pescadores artesanales. A esto se sumaría, asimismo, el desarrollo de
un programa nacional de modernización de la infraestructura portuaria, que se llevó adelante en la
primera mitad de los años noventa.
Ciertamente, esto no fue producto de la buena voluntad de las autoridades. La presión que ejercieron
los pescadores artesanales sobre los parlamentarios de la Concertación fue clave, haciendo que su nivel
de cohesión y coordinación -que les permitió movilizar a cerca de 100 mil personas en todo Chile-
transformara a la Conapach en una organización ineludible para el gobierno10. El sustento de esa fuerza
se correspondía con la capacidad de sus dirigencias para subordinar sus discrepancias políticas a un
objetivo común y superior. De tal suerte, siendo parte de los movimientos sociales que lucharon por la
democracia en los ochenta, el movimiento social de pescadores artesanales no logró ser cooptado por
los partidos de la transición. Su fórmula: la permanencia de los rasgos sindicales que le dieron unidad
y el carácter plural de sus directivas, en que convergían convicciones políticas opuestas, que de todos
modos coincidían en acordar tareas y objetivos comunes relativos al movimiento.
Esto duró mientras se mantuvieron los objetivos estratégicos del movimiento social. Sin embargo, al
agotarse, la propia diversidad que fortaleció a la organización se convirtió en caldo de cultivo para su
paulatina desarticulación. Entre los factores que siembran el terreno para este proceso, se encuentran
el abandono de la cooperación internacional -que debilita su acceso a recursos económicos- y del apoyo
académico local -que tecnocratiza su visión sobre la industria pesquera, anteponiendo, en muchos
casos, criterios de eficiencia y gestión a los de fortalecimiento de las organizaciones de pescadores y la
defensa del mar. En este giro es fundamental el papel que ocupa el auge de la acuicultura del salmón en
el sur del país, que relega la atención sobre la pesca artesanal y la pesca industrial. Síntoma de aquello
es la inversión que hacen las grandes empresas pesqueras en institutos de investigación propios, en
paralelo al desfinanciamiento estatal que experimenta la investigación sobre la pesca. Más aún, un
símbolo de esto es el carácter privado del Instituto de Fomento Pesquero (IFOP), principal institución
de fomento de la actividad pesquera en el país, y su lucha permanente por captar recursos estatales
que, en su mayoría, son destinados a la acuicultura salmonera11.
Por otro lado, pese a los esfuerzos de algunas universidades del norte y sur del país por apoyar a los
pescadores artesanales, ésta orfandad su propio deterioro organizacional y estratégico permite que
se profundicen las dinámicas de empresarialización de la pesca artesanal y, con ello, el procesamiento
tecnocrático de los asuntos que afectan directamente sus intereses. Así, contando como telón de fondo
la “modernización” de la industria, se despliega un aparato político-institucional que impone el juicio
experto sobre situaciones que se ven como problemáticas entre los pescadores artesanales (pobreza,
10 Ibid.
11 Ibid.
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ECONOMÍA Y SECTOR PESQUERO
SECTOR PESQUERO CHILENO: CONCENTRACIÓN, DESARTICULACIÓN SOCIAL Y CRISIS ECOLÓGICA
ineficiencia, arcaísmo, etc.), aun cuando esto no coincida con la percepción de los mismos afectados12.
Pero, además, los pescadores artesanales, integrados a la dinámica empresarial y competitiva de la
pequeña y mediana industria pesquera, pierden de vista el paulatino encadenamiento productivo que
experimentan sus actividades frente a las demandas de la gran industria, expresadas cabalmente en
la necesidad no poco habitual de traspasar sus cuotas de pesca a los grandes grupos que controlan la
explotación del mar en Chile.
Con todo, el factor más relevante en el proceso de desarticulación del movimiento social de pescadores
artesanales es la intervención política de los partidos de la Concertación. En efecto, ya al quedar
en evidencia el corte del flujo de financiamiento obtenido desde el extranjero (Noruega, Canadá,
Alemania), se producen las primeras presiones de los partidos en democracia. Pero, además, también
se vehiculan sobre el recambio generacional de las dirigencias, lo que sumado a las discrepancias e
intereses particulares que internamente afectan a la Conapach, van generando las condiciones para
la penetración del mundo concertacionista en las estructuras gremiales de la pesca artesanal13.
Al comenzar la transición, sin embargo, no pareció ser necesario este esfuerzo de cooptación: la
trayectoria y vínculos previos entre los profesionales designados para los cargos públicos y los dirigentes
de la pesca artesanal, permitieron a los gobiernos de Aylwin y Frei contar con la colaboración y apoyo
de la Conapach, pese a la presión constante de esta entidad. Sin embargo, la temprana decisión
concertacionista de fijar como tope de su política pesquera el evitar conflictuarse con los intereses
heredados de la dictadura, especialmente en lo referente a las áreas de manejo y la zonificación del
espacio para la pesca artesanal, dan la pauta de un creciente malestar entre los pescadores artesanales
que se extendería durante la década.
Tras el recordado episodio de la masiva protesta que en Valparaíso significó la quema de una
embarcación en las inmediaciones del Congreso en 1996, a propósito de la legalización de la pesca
de arrastre en la zona protegida para la pesca artesanal, en 1998, en medio de la situación crítica
que enfrentaban las plantas pesqueras del país, el gobierno de Frei, en la perspectiva de instaurar
un instrumento que otorgara estabilidad al sector pesquero industrial, inicia negociaciones para la
definición de las Cuotas Individuales Transferibles (CIT). Esta iniciativa, que contaba ya con una base
material para su instalación, a propósito de la empresarialidad que experimentaba la pesca artesanal,
atizó un cisma al interior de la Conapach, luego de que sus dirigentes se dividieran en torno a dar
cabida o no al proyecto impulsado por el Ejecutivo. En ese trance, estallan las rivalidades políticas e
intereses propios que venía sembrándose desde comienzos de la década, produciéndose la escisión
de la organización, que da paso a un segundo referente con pretensiones nacionales: la Confederación
Nacional de Federaciones de Pescadores Artesanales de Chile (Confepach)14.
Entre los años 2000 y 2002, la normativa estableció un régimen transitorio que introdujo los Límites
Máximos de Captura por Armador (LMCA) –sucesores de las CIT-, los cuales implementaron la
distribución anual de una cuota global de captura, tanto para los industriales como para la pesca
artesanal. Como se sabe, esto benefició claramente a los primeros, con cuotas exageradamente
mayores, a lo que se sumó un nuevo conflicto contra la iniciativa del senado Andrés Zaldívar -cuya
familia concentra históricos intereses en la pesca industrial del norte del país- de legislar un proyecto
de “Ley Corta” que buscaba ampliar las cuotas hacia el norte15, y que fue incluido por La Moneda en
la Agenda Pro Crecimiento que acuerda con la Sofofa el gobierno de Ricardo Lagos.
El proyecto provocó la reacción de los pescadores artesanales, quienes presionaron al Parlamento para
bloquear el proyecto. Sin embargo, ante ello, el gobierno prefirió proponer un acuerdo alternativo
en que se prorrogaba esta fase transitoria de captura por otros diez años más. Esto radicalizó a los
pescadores artesanales confederados en la Conapach, quienes se manifestaron por semanas a las afueras
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CUADERNOS DE COYUNTURA
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del Congreso, alcanzando un compromiso transversal con algunos diputados y senadores que apoyarían
su contrapropuesta de reducir la extensión a solamente un año, con el fin de acortar los tiempos para
discutir un nuevo proyecto. El acuerdo, empero, no se cumplió, y la prórroga terminó aprobándose con
votos de algunos de los parlamentarios comprometidos16. Esto, ciertamente, dio las primeras luces de
la debilidad en que caía el movimiento social de pescadores artesanales tras su escisión.
La Ley de Pesca determina un favorecimiento ilegítimo del sector industrial, sofocando el oficio artesanal
y propiciando su fraccionamiento en términos de organización. La entrega en exclusiva, dentro del
mundo artesanal, de derechos de pesca sólo a los armadores (dueños de embarcaciones)18, ha dejado
a tripulantes sin derecho a cuota y a pescadores jóvenes en la imposibilidad de ejercer legalmente el
oficio. Esto empuja a la reconversión laboral, mediante programas de turismo y emprendimiento19,
desarraigando las tradiciones pesqueras de la reproducción social, y, sobre todo, barriendo con el actor
social que ha enfrentado con mayor determinación la privatización del mar. Es por esto que la principal
demanda de las organizaciones de los pescadores artesanales es la anulación de la Ley de Pesca, voto
político asumido en febrero del 2014 en el congreso de pescadores artesanales en Corral20.
Hoy, en términos generales, el sector artesanal presenta conflictos derivados de su actividad productiva:
por un lado, la actividad bentónica y de orilla, en que las conflictividades están asociadas a la defensa
territorial; y, por otro, las pesquerías pelágicas, demersales y jibieras, que enfrentan al sector industrial
por las cuotas asignadas para ambos sectores21. Dichas situaciones, presentan diversas dimensiones
conflictivas, ya sean socioambientales, por el agotamiento de los recursos o en torno a la defensa del
trabajo, todas las cuales están definidas por la categoría del trabajo artesanal, sea de orilla o de altura.
Subyace una diferencia, además, entre tripulantes y armadores, en donde los primeros empujan a
obtener mejores condiciones laborales respecto a los segundos, que son los dueños de las cuotas; y, por
último, entre armadores industriales y artesanales, cuyo antagonismo tiene que ver con la distribución
general de las cuotas de pesca.
16 Jofré, J. y Wetli, L. (2003, enero). Pescadores desafían a “tiburones” del mar. Punto Final, (535). Recuperado de: http://www.puntofinal.cl/535/
17 Ver Nueva Ley de Pesca y Acuicultura (N° 20.657) en: http://www.subpesca.cl/prensa/601/w3-propertyvalue-2832.html.
18 ISCI. (2011). Situación de la pesca en Chile, análisis desde la economía y nueva ley. Revista ISCI, (9), pp. 17-19. Recuperado
de: http://www.isci.cl/wp-content/uploads/R09A08.pdf
19 Aqua. (2016, 1 de julio). Pesca artesanal: Reconversión con “mirada al mar”. Aqua. Recuperado de: http://www.aqua.cl/
reportajes/pesca-artesanal-reconversion-con-mirada-al-mar/
20 Revista Bagual. (2015, 9 de abril). Pescadores artesanales se movilizan por la anulación de la Ley Longueira. Recuperado
de: http://www.revistabagual.cl/2015/04/pescadores-artesanales-se-movilizan-por.html
21 Aqua. (2015, 3 de junio). Los argumentos de los artesanales para tener la exclusividad pesquera del bacalao de profundidad. Aqua.
Recuperado de: http://www.aqua.cl/2015/06/03/los-argumentos-de-los-artesanales-para-tener-la-exclusividad-pesquera-del-
bacalao-de-profundidad/
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ECONOMÍA Y SECTOR PESQUERO
SECTOR PESQUERO CHILENO: CONCENTRACIÓN, DESARTICULACIÓN SOCIAL Y CRISIS ECOLÓGICA
se levanta la preocupación por la soberanía alimentaria. En esto último, el lema de “los peces para Chile
y las necesidades de su pueblo”22 con que el Consejo Nacional de Defensa del Patrimonio Pesquero
(Condepp) ha empujado la nulidad de la Ley de Pesca y rechazado la privatización del mar, supone
un esfuerzo por concientizar acerca del rol de la pesca en la sociedad.
El Estado ha intervenido en el conflicto entre la pesca artesanal e industrial, ejerciendo como promotor
de esta última y como mediador a la hora de establecer los acuerdos de propiedad sobre los recursos
marinos. Si bien los antecedentes de esta mediación se remontan al siglo pasado, es al alero del
desarrollismo que, en la década de 1940, se reconocen las potencialidades del mar, al tiempo que la
industrialización de la pesca se transforma en una política de Estado. La Corfo lidera este proceso,
apoyando a la pesca industrial en aspectos como exploraciones marinas, incremento de la producción,
industrialización, consumo y propaganda, llegando a crear empresas propias para la extracción,
distribución y venta de pescado fresco23. En los sesenta, con el aval internacional de una FAO que
impulsa políticas alimentarias sustentadas en los productos del mar y que alienta a los industriales
a privilegiar la producción de harinas, se sellan los incentivos para que estas compañías orienten su
actividad al comercio internacional, favoreciendo las lógicas de circulación globales.
Lo habitual en las políticas pesqueras nacionales, además, ha sido su carácter cortoplacista y escasa
preocupación por los equilibrios ecológicos marinos. Vía programas específicos, especialistas de agencias
sectoriales y marcos jurídicos, reglamentaciones y diseños de uso, se ha instalado una institucionalidad
pensada para la industria, que, por aquello, obligó por largo tiempo a los pescadores artesanales a
proteger sus intereses tomando como base la condición legal de bien común de los espacios litorales
y no una legislación específica24.
Esta orientación industrial de las políticas estatales, sin embargo, a menudo no se ha hecho cargo
de la desidia con que la pesca industrial, por su inherente interés de acumulación, se vincula con el
ecosistema marino. Así, por ejemplo, en 1960 se dicta un decreto con fuerza de ley (DFL N°266) que
entrega franquicias y beneficios fiscales a la pesca industrial, permitiendo la instalación de una serie de
industrias pesqueras en el litoral chileno, especialmente en el golfo de Arauco y en el extremo norte
del país. Sin embargo, al cabo de cinco años, la sobreexplotación de anchoveta y el fenómeno de El
Niño se conjugan para hacer tambalear a la naciente industria que, además, se encuentra endeudada
en decenas de millones de dólares con la Corfo. En la zona norte, esa crisis mostró a los dueños de
las compañías que la fragmentación de sus empresas, que duplicaban esfuerzos administrativos y
productivos, constituía un problema que debía superarse, razón por la cual se opta por la integración
y fusión de éstas, dando paso al Consorcio Pesquero del Norte (Corpesca)25.
22 Bavestrello, G. (2014, 18 de noviembre). Pescadores artesanales de Chile en estado de alerta por Ley Longueira. El Desconcierto.
Recuperado de: http://www.eldesconcierto.cl/2014/11/18/pescadores-artesanales-de-chile-en-estado-de-alerta-por-ley-longueira/
23 Op. Cit., 5.
24 Ibid.
25 Ibid.
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CUADERNOS DE COYUNTURA
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A esta situación le siguen, en dictadura, una verdadera explotación desmedida, tanto de industriales
como de pescadores artesanales, que encienden las alarmas sobre el agotamiento del recurso. Ello
obliga a la intervención de la Junta a través de la preparación de la “Ley Merino”, base, pese a sus
cambios, de la posterior Ley de Pesca y Acuicultura de 1991. En torno a esta legislación, que concitó
importantes acuerdos en todo el sector -pese a los reclamos iniciales del gremio industrial y del grupo
Angelini que habló de una “reforma agraria del mar”-, se fragua el primer triunfo del empresariado
de la pesca en los años de la postdictadura al torcer su sentido original. En efecto, esta ley buscaba
entregar definiciones regulatorias a partir del establecimiento de una franja de cinco millas marinas
para la pesca artesanal, la definición de áreas de manejo para la explotación de recursos del borde
costero y la exigencia de un informe técnico sobre la situación de aquellos recursos a explotar por
tener un interés comercial, entre otras medidas.
Pero el objetivo no se cumple, pues si bien la ley limitaba el número de naves y la capacidad de bodega
que podía tener cada empresa26, antes que reducirse la pesca intensiva ésta terminó aumentando por
efecto de la inversión en tecnología que hicieron las grandes empresas, logrando más eficiencia y
autonomía en sus flotas y procesos extractivos. Esto fue logrado al precio de reorganizar sus estructuras
organizativas con el objeto de disminuir sus costos, para lo cual las compañías se desprendieron de un
alto número de puestos de trabajo27.
Con este hito inicial, el camino adoptado por las sucesivas actualizaciones de esta ley general es similar,
y sigue favoreciendo la acumulación empresarial de las grandes pesqueras en desmedro de la pesca
artesanal. Después de su revisión a comienzos de los dos mil, una medida clave en la continuidad
de este hecho, es la partición del borde costero en cuatro grandes zonas, que han dado lugar a la
aparición de una suerte de “fundos marinos” con los que se extiende al espacio marino-costero el criterio
regional que divide al país. En ese sentido, además de promoverse la concentración económica, una
medida como esta, al buscar que cada región terrestre tenga su proyección hacia el mar, fragmenta
administrativamente la lógica tradicional de desplazamiento longitudinal de las flotas pesquero-
artesanales. Por otro lado, desde su implantación, y pese a que para sus defensores constituye la
forma más eficiente de racionalizar los recursos marinos, la introducción de las CTI y luego de las
LMCA, han llevado a una distribución desigual de las cuotas de pesca, al tiempo que han consolidado
la propiedad sobre éstas y limitado el ingreso de nuevos operadores a la pesca debido a su alto costo28.
Esto permite entender que, al llegar 2012, cuando se debía volver a revisar las cuotas de captura
transitoria, las autoridades se enfrentan a un escenario de alta concentración de la explotación del
recurso marítimo en unos cuantos gigantes, controlados por nueve grupos económicos que exhiben ser
dueños del 90% de la pesca industrial de jurel, anchoveta y sardina. Pero, a contrapelo de lo esperado, la
fórmula propuesta desde el Ejecutivo fue asignar las cuotas de pesca en función del historial pesquero
de los anteriores cuatro años y de la capacidad de bodega de las empresas. Con esto, se benefició
directamente a los grandes pesqueros, a la vez que significó un nuevo incentivo para la concentración
del sector, en la medida que las pequeñas cuotas que se le otorgaron a los competidores de menor
tamaño hizo imposible, en el largo plazo, seguir operando, obligándolos a vender sus barcos y cuotas
a las grandes empresas29. Peor aún, la Mesa de Trabajo Pesquero de 2011, si bien consiguió una
mejora en el porcentaje de pesca de los pescadores artesanales, no hizo sino reconocer legalmente
esta concentración existente, sellando legalmente los que, en los hechos, torció todo el entramado
legislativo que viene operando desde inicios de la transición30.
26 Ver Ley General de Pesca y Acuicultura (N° 18.892 y sus modificaciones) en: http://www.subpesca.cl/normativa/605/
articles-516_documento.pdf
27 Fazio, H. (1997). Mapa actual de la extrema riqueza en Chile. Santiago: Lom Ediciones.
28 Peña Torres, J. (2002). Debate sobre Cuotas Individuales Transferibles: ¿”privatizando” el mar? ¿subsidios? O ¿muerte
anunciada de la pesca extractiva en Chile? Estudios Públicos, (86), pp. 183-222.
29 Op. Cit., 15.
30 Caviedes, S. y Bustamante, A. (2015, agosto). La red de arrastre estatal: la influencia empresarial del grupo Angelini.
Cuadernos de Coyuntura, (9), pp. 39-50.
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ECONOMÍA Y SECTOR PESQUERO
SECTOR PESQUERO CHILENO: CONCENTRACIÓN, DESARTICULACIÓN SOCIAL Y CRISIS ECOLÓGICA
Lo anterior, además, revela la consecuencia más visible de esta concentración económica: la unidad
con que operan las asociaciones gremiales de los industriales. Y es que, al concentrase la propiedad y
reducirse la cantidad de actores que se disputan la industria, el incentivo a la unidad crece, del mismo
modo que lo hace la capacidad de determinación que tienen gremios como Sornapesca y Asipes sobre
la discusión y negociación políticas sobre la pesca.
Pero, además de esta unidad empresarial, lo que se forja es un vínculo orgánico entre el empresariado
y la política, que hace que el proceso de ascenso de los grupos empresariales fortalecidos en torno a
la pesca tenga un correlato desde el Estado. Esta alianza ha quedado demostrada en el hecho de que,
pese a que la Ley de Pesca de 2012 viene siendo considerada ilegítima de manera transversal por
sectores mayoritarios de la sociedad chilena, los únicos actores que siguen legitimándola, por acción
u omisión, son el Gobierno y el empresariado.
En particular, la acuicultura del salmón ha liderado, con su expansión y la cantidad de recursos -marinos
y humanos- que moviliza, la profundización de este problema socio-ambiental. En efecto, las sucesivas
leyes de Pesca y Acuicultura de la postdictadura proveen toda clase de facilidades y garantías a los
inversionistas para potenciar esta industria en el sur de Chile. La misma fue impulsada, entre 1969 y
1995, a través de programas de cooperación internacional de transferencia tecnológica y recursos
humanos, pero se convirtió, en los noventa, en eje económico prioritario para la zona sur-austral como
clúster estratégico. Gracias a incentivos como un clima de estabilidad política, flexibilidad laboral y
mínimas restricciones para expandir espacios de cultivo, durante esta década alcanza una magnitud
que desborda el borde costero interior de la isla de Chiloé, el Estuario de Reloncaví y gran parte de la
ciudad de Puerto Montt, saturando estas zonas con centros de engorde.
Hacia los dos mil, se inicia una segunda fase expansiva, en que proliferan las jaulas de cultivo a los
canales y fiordos ayseninos, al tiempo que se inicia la zonificación y microzonificación del borde
costero de esa región. De aquello deriva una distribución del borde costero que deja prácticamente
la mitad del archipiélago como zona apta para actividades de acuicultura, siendo concesionados para
las empresas salmoneras espacios marinos ocupados tradicionalmente por la flota pesquero-artesanal.
Sin embargo, tras varios años de crecimiento continuo, se produce la crisis de 2007. Provocada por
factores económicos internacionales y por la crisis sanitaria que sobrevino a causa de las condiciones
de producción de los salmones (que propagó el virus ISA), se produce un colapso que hace caer en
un 30% el PIB total de las regiones de Los Lagos y Aysén y que aumenta el desempleo de la zona en
más de un 50%31.
Con todo, y más allá de esta racionalidad que busca optimizar rendimientos en la acuicultura, bajar
costos y el estándar de las medidas ambientales, se debe tener en cuenta que hoy, a diferencia
de otros momentos en la historia del sector pesquero chileno, se torna más amplio y profundo el
agotamiento de los recursos marinos. Esto lo demuestra un reciente informe de la Subpesca sobre el
estado de las 25 principales pesquerías chilenas en 2016, en donde se sostiene que el 60% de éstas
se encuentran agotadas o sobreexplotadas. Esto significa que tales pesquerías no tienen la capacidad
de ser sustentables en el tiempo y su nivel de captura es muy inferior a su nivel histórico debido a la
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CUADERNOS DE COYUNTURA
Nº17 · AÑO 5 · ABRIL 2017
significativa disminución de estos recursos. Aquello sucede cumpliéndose casi una década sin signos
de recuperación32.
En el caso de los actores del sector, si bien estas cifras conllevan un escenario general compartido, la
forma en que los afecta y el modo en que se procesa, abre márgenes de maniobra muy diferentes. En
el caso de los pescadores artesanales, en estas condiciones de alta explotación, cualquier crecimiento
en las cuotas de pesca -como el obtenido el año 2012- debe calcularse en relación al déficit que
experimenta el recurso marítimo, lo que, en los hechos, reduce al mínimo su capacidad de negociación.
Pero, además, desde el punto de vista de su actividad laboral, ante este panorama, muchos pescadores
artesanales y mariscadores han ido mutando y reorientando su actividad extractiva hacia otros recursos
como las algas. En el norte del país, por ejemplo, el desempleo en la minería y otros sectores, los
efectos de la sobrepesca y el desarrollo de las exportaciones de algas han abonado el crecimiento de
esta actividad económica, trasladando el problema de la sustentabilidad ahora al cuidado del bosque
marino, pese a la existencia de una normativa y zonas reguladas33.
Por su parte, entre el empresariado de la pesca, esta crisis genera incentivos para una nueva
reestructuración. Ese es el camino que ha adoptado Corpesca para este año, cuando lleve adelante una
capitalización por US$ 90 millones y un plan de reestructuración de sus áreas de desarrollo. El contraste
que se genera entre las pérdidas de su área pesquera versus los buenos resultados que muestra en
las líneas de elaboración de concentrados de alimentos, fomentado por el fenómeno climático de El
Niño, llevó a que en 2016 sus capturas bajaran un 63% con respecto a 2014 y, en la sumatoria de los
2015 y 2016, ello se tradujera en pérdidas por US$ 122 millones. De tal suerte, parece probable que
Corpesca comience a deshacerse de su área de extracción, continuando la tendencia por la cual, en
los últimos años, el grupo Angelini ha ido relegando, frente a los demás rubros en que participa, a la
actividad con la que hizo su fortuna, al rezagarse la proporción de sus utilidades respecto al patrimonio
de la compañía. Y, por cierto, como cuando en los años noventa los industriales pesqueros decidieron
fusionar sus empresas, medidas de este tipo tendrán consecuencias en el empleo.
Lo anterior permite entender, por tanto, que el amañe y la corrupción asociadas a la última Ley de Pesca,
que ha vinculado a políticos y empresarios y que ha generado un sinnúmero de notas de prensa, no es
lo sustantivo del asunto. Por el contrario, si la nueva legislación propicia una mayor concentración en el
sector pesquero, no es como consecuencia de la corrupción, sino que de la crisis socio-ambiental de la
pesca en Chile. Es decir, que en la medida que se agotan aceleradamente los recursos marinos, una ley
como la promulgada en 2012 cumple el papel de producir el necesario reordenamiento que necesita el
capital pesquero para continuar con sus niveles de acumulación. La ley, por lo tanto, pasa a ser sólo un
32 Subpesca. (2017, marzo). Estado de situación de las principales pesquerías chilenas, año 2016. Recuperado de: http://
www.subpesca.cl/publicaciones/606/articles-96618_recurso_1.pdf
33 EFE. (2017, 12 de marzo). La extracción de algas en Chile es más rentable que la pesca artesanal. El Mostrador. Recuperado de:
http://www.elmostrador.cl/vida-en-linea/2017/03/12/la-extraccion-de-algas-en-chile-es-mas-rentable-que-la-pesca-artesanal/
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ECONOMÍA Y SECTOR PESQUERO
SECTOR PESQUERO CHILENO: CONCENTRACIÓN, DESARTICULACIÓN SOCIAL Y CRISIS ECOLÓGICA
medio, se transforma en el costo a pagar para que el gran empresariado pesquero mantenga sus tasas
de ganancia, las cuales de todos modos se ven afectadas en alguna medida, tal como lo ejemplifica
la situación de Corpesca, antes reseñada. La irracionalidad del capital, de nuevo, choca con la crisis
ecológica que provoca.
De allí que no sea raro divisar medidas estatales que jueguen al límite del riesgo ecológico, tal como
ha denunciado el Condepp respecto a la decisión de la Subpesca de autorizar el máximo de cuotas
para todas las especies agotadas, pese a las sugerencias de los Comités Científicos Técnicos. Mientras
los intereses empresariales estén imbricados con los de quienes hacen las legislaciones y toman las
decisiones de política pública, se seguirá haciendo todo lo posible por salvaguardar este nicho de
negocio desde el Estado, pese a la amenaza de colapso ecológico.
Ahora bien, frente a los avances del empresariado, el mundo pesquero artesanal ha levantado conflictos
que producen una reorientación política de sus esfuerzos de organización. Por un lado, un sector
proclive a la línea gubernamental y pro-empresarial, vinculado sobre todo a la Conapach; y, por otro,
la emergencia de nuevas organizaciones asociadas a la radicalización del movimiento pesquero, dentro
de las cuales se encuentra el Condepp. Estas nuevas organizaciones son prueba de la necesidad de
reorganizar el sector con autonomía plena del empresariado y con recelo de la fracasada conducción
realizada por las dirigencias concertacionistas. Esto ha permitido un viraje en su política de alianzas
hacia el mundo social organizado, dentro del cual se cuenta, por ejemplo, el movimiento estudiantil.
La resolución de este conflicto aún se encuentra en disputa. La única forma de evitar la eternización
del dominio de los intereses del capital extractivista sobre los recursos marinos, y la consiguiente crisis
ecológica asociada a esta, es que los actores del mundo artesanal reoxigenen sus organizaciones,
dotándolas de la unidad y autonomía necesarias para enfrentar al empresariado, empujando demandas
que reorienten la política pública en pos de resguardar los intereses de la pesca artesanal y de la
sociedad en su conjunto.
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